Biografia Eusebio de Cesarea
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CENTRO DE ESTUDIOS BÍBLICOS AVANZADOS DE
MONTERREY
EUSEBIO DE CESAREA
MATERIA: PATROLOGÍA FUNDAMENTAL III
ALUMNAS:
LILIAN ETHEL JUÁREZ GARCÍA
MA. DEL PILAR NAVA CAMPUZANO
MA. ARACELI REYNOSO DAMIÁN
MARISELA VELÁZQUEZ MÉNDEZ
MARISA EUGENIA FLORES ROMERO
BLANCA ILDA CONTRERAS ARAIZA
PROFESOR: PBRO. JESÚS A. RAMOS CANTÚ
3 de octubre de 2014
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Eusebio de Cesarea:
Llamado el padre de la historia eclesiástica, Eusebio nació entre los
años 260-265 en Palestina, probablemente en Cesarea, donde estudió
(en la escuela fundada y en la biblioteca dejada por Orígenes) junto
al sacerdote Pánfilo, cuyo nombre añadió Eusebio al propio. No se
conoce absolutamente nada en cuanto al origen de Eusebio; pero el
hecho de que escapó tras un corto tiempo en prisión durante la
terrible persecución de Diocleciano, cuando su maestro Pánfilo y
otros compañeros sufrieron martirio, sugiere que pertenecía a una
familia de alguna influencia e importancia. Sus relaciones
posteriores con el emperador Constantino señalan hacia la misma
conclusión.
Después del martirio de su amigo Pánfilo, pudo huir a Tiro y a
Egipto, donde conoció el cautiverio, fue testigo de numerosos
martirios.
Podemos asumir que, tan pronto como la persecución amainó,
Eusebio sucedió a Pánfilo en el cargo del colegio y biblioteca.
Quizás fue ordenado sacerdote por ese tiempo. Y fue elegido obispo
de Cesarea sobre el año 313.
La fama de Eusebio está en haber sido un eminente historiador de la
antigüedad cristiana, pues escribió diez libros de Historia
eclesiástica, que comprenden desde la fundación de la Iglesia hasta
la victoria de Constantino sobre Licinio (a. 324). Esta obra está
dominada por un fin apologético: la historia del cristianismo y en
particular la victoria final sobre el Estado, enemigo suyo, prueba
ésta de su origen divino y su legitimidad. Murió entre el 337 y 341,
muy probablemente en el 339.
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En el año 325, como obispo de Cesarea, participó con un papel de
protagonista en el Concilio de Nicea. Suscribió el «Credo» y la
afirmación de la plena divinidad del Hijo de Dios, definido por éste
con «la misma sustancia» del Padre ( «homooúsios tõ Patrí»). Es
prácticamente el mismo «Credo» que nosotros rezamos todos los
domingos en la santa liturgia.
DOCTRINA
Eusebio basa su doctrina en las doctrinas de Orígenes, partiendo de
la idea fundamental de la soberanía absoluta (monarquía) de Dios.
Dios es la causa de todos los seres. Pero no es, meramente, una
causa; en Él, todo lo bueno está incluido; de Él, toda la Vida se
origina; y es el origen de toda Virtud. Es el Dios Supremo, al cual,
Cristo está sujeto como Dios segundo (secundario).
Dios envió a Cristo al mundo para que éste participase de las gracias
incluidas en la esencia divina. Cristo es la única criatura realmente
buena, poseyendo la imagen de Dios, y siendo un rayo de luz eterna;
esta comparación con el rayo de luz es, no obstante, de tal forma
limitada que Eusebio necesita, enfatizar expresamente la auto-
existencia de Jesús.
Eusebio trata, así, de enfatizar la diferencia de las Personas de la
Trinidad, manteniendo la subordinación de Jesús a Dios (Eusebio
nunca aplica a Jesús el término theos) porque, según él, todo lo que
está defendido por otra parte es sospechado de politeísmo.
Cree que Jesús es una criatura de Dios cuya generación (creación)
ocurrió antes del Tiempo. Jesús es, por su actividad, el órgano de
Dios, el creador de la vida, el principio de todas las revelaciones
divinas, que, en su carácter absoluto está entronizado sobre toda la
creación. Este Logos Divino asumió un cuerpo humano sin que su
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ser fuese en ninguna manera alterado. La relación del Espíritu Santo
con la Santísima Trinidad es explicada por Eusebio en términos
similares a relación entre el Padre y el Hijo. Nada de lo que es
presentado en esta doctrina es original de Eusebio, remitiendo casi
todo al sistema teológico de Orígenes. La falta de originalidad de
Eusebio se revela en el hecho de que nunca presentó sus propias
ideas de forma sistemática.
OBRAS
De la extensa actividad literaria de Eusebio una parte relativamente
grande perduró. Aunque era considerado sospechoso de arrianismo,
sus escritos resultaban indispensables, debido a que Eusebio solía
emplear citas textuales de obras que no sobrevivieron a su época.
Las obras literarias de Eusebio reflejan el curso de su vida. Al
principio se dedicó a la crítica de los textos bíblicos, bajo la
influencia de Pánfilo:
Históricas
La Vida de Pánfilo.
Martirios Antiguos, usados por el compilador del Martirologio
Siríaco de Wright.
Mártires de Palestina.
La “Crónica”
La “Historia de la Iglesia” inmensos acopios de conocimiento
y sus conservados inapreciables tesoros de antigüedad
cristiana.
La Vida de Constantino, en cuatro libros. Esta Vida es
especialmente valiosa debido a la descripción que da del
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Primer Concilio de Nicea y las primeras etapas de la
controversia arriana.
Apologéticas
Contra Hierocles. Hierocles, quien era gobernador de Bitinia y
en Egipto, era cruel enemigo de los cristianos durante la
persecución.
Contra Porfirio, obra en veinticinco libros del cual no
sobrevive ni un solo fragmento.
La "Præparatio Evangelica", en quince libros.
La "Demonstratio Evangelica", en veinte libros, del cual se
han perdido los últimos diez, con la excepción de un
fragmento del décimo quinto.
La "Præparatio Ecclesiastica"
La "Demonstratio Ecclesiastica"
Dos Libros de Objeción y Defensa.
“Manifestación Divina”. Excepto por unos pocos fragmentos
del original, esta obra sólo existe en una versión en siríaco.
Sobre la Numerosa Progenie de los Antiguos.
Exegéticas
Eusebio narra, en su Vida de Constantino (IV, 36, 37), cómo
fue comisionado por el emperador a preparar cincuenta copias
suntuosas de la Biblia para usarlas en las Iglesias de
Constantinopla
Secciones y Cánones. Eusebio redactó diez cánones, contenían
una lista de pasajes comunes a los cuatro Evangelios.
Trabajos de Pánfilo y Eusebio.
Otras obras:
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(a) Interpretación de los términos etnológicos en las
Escrituras Hebreas; (b) Cronografía de la Judea Antigua con
los patrimonios de las Diez Tribus; (c) Un plano de Jerusalén
y el Templo; (d) sobre los nombres de Lugares en las Sagradas
Escrituras.
Sobre la nomenclatura del Libro de los Profetas. Esta obra da
una corta biografía de cada profeta y una descripción de sus
profecías.
Comentario sobre los Salmos.
Comentario sobre Isaías, escrito después de la persecución.
Comentarios sobre los libros de las Sagradas Escrituras de los
cuales se preservan algunos extractos.
Comentario sobre San Lucas, del cual se conserva lo que
parecen ser extractos.
Comentario sobre la Primera Epístola a los Corintios.
Comentario sobre los Hebreos.
Las discrepancias de los Evangelios, en dos partes.
Introducción Elemental General, consiste de diez libros, de los
cuales del VI-IX existen bajo el título de “Extractos
Proféticos”. Éstos fueron escritos durante la persecución.
Dogmáticas
La Apología para Orígenes. Consistía de seis libros.
Contra Marcelo, obispo de Ancira. Escrito después de 336
Sobre la Teología de la Iglesia, una refutación a Marcelo.
Sobre el Festival Pascual (una interpretación mística). Esta
obra estaba dedicada a Constantino
Un tratado contra los maniqueos.
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Discursos y Sermones
En la Dedicación de la Iglesia de Tiro.
En el vicenal de Constantino. Este parece haber sido el
discurso inaugural pronunciado en el Concilio de Nicea. No
existe en la actualidad.
Sobre el Sepulcro del Salvador 325 d.C. no existente.
En el tricenal de Constantino.
En alabanza de los Mártires. Este discurso se conserva.
Sobre el fracaso de Rain, no existente.
Cartas
Para Alejandro de Alejandría.
Para Eufrasión o Eufratión.
Para la emperatriz Constancia.
A la Iglesia de Cesarea después del Primer Concilio de Nicea.
CRÓNICAS
Su primera obra escrita alrededor del año 303, es la “Crónica”. Ésta
es un resumen de la historia de la humanidad desde los principios
conocidos. Consta de dos partes: la primera, que en realidad es la
introducción, contenía breves resúmenes de la historia de los
caldeos, de los asirios, de los hebreos, de los egipcios, de los griegos
y de los romanos, para lo cual utilizó extractos de una serie de
autores clásicos.
La segunda parte estaba compuesta por cuadros sincrónicos,
dispuestos en columnas paralelas y acompañados de notas señalando
los principales acontecimientos de la historia universal, y
especialmente de la Sagrada.
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HISTORIA ECLESIÁSTICA
En su Historia de la Iglesia o Historia Eclesiástica (en griego,
Θεοφάνεια, lit. Manifestación o visión de Dios), Eusebio trató, de
acuerdo con sus propias palabras, de presentar la historia de la
Iglesia desde los apóstoles (historia conocida como "Hechos de los
Apóstoles") hasta sus días, teniendo en cuenta los siguientes
aspectos:
1. La sucesión de los obispos en los sínodos principales
2. La historia de los Doctores de la Iglesia
3. La historia de las herejías
4. La historia de los judíos
5. Las relaciones con los paganos
6. El martirologio.
Agrupó su material de acuerdo con los reinados de los emperadores,
presentándolo tal como lo encontró en sus fuentes. El contenido
consistía en:
Libro I: introducción detallada sobre Jesucristo.
Libro II: la historia de la época apostólica, desde la caída de
Jerusalén hasta Tito.
Libro III: la época después de Trajano
Libros IV y V: el siglo II
Libro VI: el período de Septimio Severo a Decio
Libro VII y VIII: historial de las persecuciones bajo el reinado de
Diocleciano
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Libro IX: Historia de la victoria de Constantino I sobre Majencio en
el Occidente y sobre Maximino en el Oriente.
Libro X: El restablecimiento de las congregaciones y la rebelión y
conquista de Licinio.
Tal como se conserva, la obra se concluyó antes de la muerte de
Crispo, en julio del 326, y desde el Libro X que se dedicaba a
Paulino de Tiro que murió antes del 325, al final del 323 o en el 324.
Este trabajo es realmente impresionante para la investigación que
exigía y debió haberle ocupado por varios años. Su martirologio fue
uno de los estudios preparatorios para su obra.
Benedicto XVI presenta a Eusebio de Cesarea (Extracto)
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007
(ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Benedicto XVI
durante la audiencia general de este miércoles en la que,
continuando con el ciclo de catequesis sobre los Padres Apostólicos
de la Iglesia, presentó a Eusebio de Cesarea.
Queridos hermanos y hermanas:
En la historia del cristianismo antiguo es fundamental la distinción
entre los primeros tres siglos y los sucesivos al Concilio de Nicea
del año 325, el primero ecuménico. Como «bisagra» entre los dos
períodos están el así llamado «cambio de Constantino» y la paz de la
Iglesia, así como la figura de Eusebio, obispo de Cesarea en
Palestina.
Fue el exponente más cualificado de la cultura cristiana de su tiempo
en contextos muy variados, de la teología a la exégesis, de la historia
a la erudición…
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Estudioso incansable, en sus numerosos escritos, Eusebio busca
reflexionar y hacer un balance de los tres siglos de cristianismo, tres
siglos vividos bajo la persecución, recurriendo en buena parte a las
fuentes cristianas y paganas conservadas sobre todo en la gran
biblioteca de Cesarea. De este modo, a pesar de la importancia
objetiva de sus obras apologéticas, exegéticas y doctrinales, la fama
imperecedera de Eusebio sigue estando ligada en primer lugar a los
diez libros de su «Historia eclesiástica».
Fue el primero en escribir una historia de la Iglesia, que sigue siendo
fundamental gracias a las fuentes que Eusebio pone a nuestra
disposición para siempre. Con esta «Historia» logró salvar del
olvido seguro numerosos acontecimientos, personajes y obras
literarias de la Iglesia antigua.
Nos podemos preguntar cómo estructuró y con qué intenciones
redactó esta nueva obra… De esta manera, Eusebio abarca diferentes
sectores: la sucesión de los apóstoles, como estructura de la Iglesia,
la difusión del Mensaje, los errores, las persecuciones por parte de
los paganos y los grandes testimonios que constituyen la luz de esta
«Historia». En todo esto, resplandecen la misericordia y la
benevolencia del Salvador. Eusebio inaugura así la historiografía
eclesiástica, abarcando su narración hasta el año 324, año en el que
Constantino, después de la derrota de Licinio, fue aclamado como
emperador único de Roma. Se trata del año precedente al gran
Concilio de Nicea que después ofrece la «summa» de lo que la
Iglesia --doctrinal, moral e incluso jurídicamente-- había aprendido
en esos trescientos años.
Podemos comprender así la perspectiva fundamental de la
historiografía de Eusebio: es una historia «cristocéntrica», en la que
se revela progresivamente el misterio del amor de Dios por los
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hombres. Con genuina sorpresa, Eusebio reconoce que «de todos los
hombres de su tiempo y de los que han existido hasta hoy en toda la
tierra, sólo Él es llamado y confesado como Cristo [es decir
“Mesías” y “Salvador del mundo”], y todos dan testimonio de Él con
este nombre, recordándolo así tanto los griegos como los bárbaros.
Además, todavía hoy entre sus seguidores, en toda la tierra, es
honrado como rey, es contemplado como siendo superior a un
profeta y es glorificado como el verdadero y único sumo sacerdote
de Dios; y, por encima de todo esto, es adorado como Dios por ser el
Logos preexistente, anterior a todos los siglos, y habiendo recibido
del Padre el honor de ser objeto de veneración. Y lo más singular de
todo es que los que estamos consagrados a Él no le honramos
solamente con la voz o con los sonidos de nuestras palabras, sino
con una completa disposición del alma, llegando incluso a preferir el
martirio por su causa a nuestra propia vida» (1, 3, 19-20).
De este modo, aparece en primer lugar otra característica que será
una constante en la antigua historiografía eclesiástica: la «intención
moral» que preside la narración. El análisis histórico nunca es un fin
en sí mismo; no sólo busca conocer el pasado; más bien, apunta con
decisión a la conversión, y a un auténtico testimonio de vida
cristiana por parte de los fieles. Es una guía para nosotros mismos.
De esta manera, Eusebio interpela vivamente a los creyentes de
todos los tiempos sobre su manera de afrontar las vicisitudes de la
historia, y de la Iglesia en particular. Nos interpela también a
nosotros: ¿Cuál es nuestra actitud ante las vicisitudes de la Iglesia?
¿Es la actitud de quien se interesa por simple curiosidad, buscando
el sensacionalismo y el escandalismo a todo coste? ¿O es más bien
la actitud llena de amor y abierta al misterio de quien sabe por la fe
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que puede percibir en la historia de la Iglesia los signos del amor de
Dios y las grandes obras de la salvación por él realizadas?
Si esta es nuestra actitud tenemos que sentirnos interpelados para
ofrecer una respuesta más coherente y generosa, un testimonio más
cristiano de vida, para dejar los signos del amor de Dios también a
las futuras generaciones.
«Hay un misterio», no se cansaba de repetir ese eminente estudioso
de los Padres, el padre Jean Daniélou: «Hay un contenido escondido
en la historia… El misterio es el de las obras de Dios, que
constituyen en el tiempo la realidad auténtica, escondida detrás de
las apariencias… Pero esta historia que Dios realiza por el hombre,
no la realiza sin Él. Quedarse en la contemplación de las “grandes
cosas” de Dios significaría ver sólo un aspecto de las cosas. Ante
ellas está la respuesta» («Ensayo sobre el misterio de la historia»,
«Saggio sul mistero della storia», Brescia 1963, p. 182).
Tantos siglos después, también hoy Eusebio de Cesarea invita a los
creyentes, nos invita a sorprendernos a contemplar en la historia las
grandes obras de Dios por la salvación de los hombres. Y con la
misma energía nos invita a la conversión de la vida. De hecho, ante
un Dios que nos ha amado así, no podemos quedar insensibles. La
instancia propia del amor es que toda la vida se oriente a la
imitación del Amado. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance
para dejar en nuestra vida una huella transparente del amor de Dios.