Bienes públicos mundiales

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Bienes públicos mundiales: Cooperación internacional en el siglo XXI El faro El faro que aparece en la cubierta del libro es un ícono útil por dos razones. En primer lugar, es un ejemplo clásico de un bien público: todas las embarcaciones que se encuentran en su proximidad se benefician con su luz, de la que cada una puede disponer sin restricciones, sea cual fuere el número de embarcaciones. En segundo lugar, la historia de los faros ilustra un importante mensaje de este volumen: que los bienes públicos no necesariamente han de ser aportados por los gobiernos. A lo largo de los siglos, la construcción y la operación de los faros ha estado a cargo de inversionistas privados, sindicatos de empresarios navieros y alianzas entre el sector público y el privado, además de organismos gubernamentales. Puede encontrarse más información sobre la historia de los faros en el artículo de Ronald Coase "The Lighthouse in Economics", publicado en el número 17 (octubre) de The Journal of Law and Economics, págs. 357 a 376. COMUNICADO de PRENSA 1 ---PNUD NO SE PUEDE DIFUNDIR ANTES DEL 10 DE MAYO DE 1999 A LAS 12.00 HORAS EST EL FIN DE LA DIPLOMACIA — EN SU FORMA ACTUAL Un estudio efectuado con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo exhorta a que se introduzca un cambio de gran magnitud en las políticas públicas y, en especial, en las relaciones exteriores de los países Las políticas relativas a las relaciones exteriores se han de centrar en los bienes públicos mundiales En vísperas de la Reunión en la Cumbre de G7/G8 a celebrarse en Colonia (Alemania), el estudio sugiere la ampliación del grupo hasta G16, agregando ocho importantes países en desarrollo El estudio: Bienes públicos mundiales: La cooperación internacional en el siglo XXI Editores: Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern Nueva York: Oxford University Press, 1999 Nueva York — Un estudio dado a conocer hoy por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo trata de obtener un nuevo enfoque integral de las crisis mundiales: desde las crisis financieras hasta las emergencias humanitarias, el calentamiento mundial, la aparición de nuevas cepas de enfermedades y la discrepancia cada vez más explosiva entre los ricos y los

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Page 1: Bienes públicos mundiales

Bienes públicos mundiales: Cooperación internacional en el siglo XXI

El faro

El faro que aparece en la cubierta del libro es un ícono útil por dos razones. En primer lugar, es

un ejemplo clásico de un bien público: todas las embarcaciones que se encuentran en su

proximidad se benefician con su luz, de la que cada una puede disponer sin restricciones, sea

cual fuere el número de embarcaciones. En segundo lugar, la historia de los faros ilustra un

importante mensaje de este volumen: que los bienes públicos no necesariamente han de ser

aportados por los gobiernos. A lo largo de los siglos, la construcción y la operación de los faros

ha estado a cargo de inversionistas privados, sindicatos de empresarios navieros y alianzas

entre el sector público y el privado, además de organismos gubernamentales. Puede

encontrarse más información sobre la historia de los faros en el artículo de Ronald Coase "The

Lighthouse in Economics", publicado en el número 17 (octubre) de The Journal of Law and

Economics, págs. 357 a 376.

COMUNICADO de PRENSA 1 ---PNUD

NO SE PUEDE DIFUNDIR ANTES DEL 10 DE MAYO DE 1999

A LAS 12.00 HORAS EST

EL FIN DE LA DIPLOMACIA — EN SU FORMA ACTUAL

Un estudio efectuado con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

exhorta a que se introduzca un cambio de gran magnitud en las políticas públicas y, en

especial, en las relaciones exteriores de los países

Las políticas relativas a las relaciones exteriores se han de centrar en los bienes públicos

mundiales

En vísperas de la Reunión en la Cumbre de G7/G8 a celebrarse en Colonia (Alemania), el

estudio sugiere la ampliación del grupo hasta G16, agregando ocho importantes países en

desarrollo

El estudio:

Bienes públicos mundiales: La cooperación internacional en el siglo XXI

Editores: Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern

Nueva York: Oxford University Press, 1999

Nueva York — Un estudio dado a conocer hoy por el Programa de las Naciones Unidas para el

Desarrollo trata de obtener un nuevo enfoque integral de las crisis mundiales: desde las crisis

financieras hasta las emergencias humanitarias, el calentamiento mundial, la aparición de

nuevas cepas de enfermedades y la discrepancia cada vez más explosiva entre los ricos y los

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pobres. Hasta el momento, los problemas mundiales han suscitado mayormente soluciones

apresuradas y respuestas de política fragmentarias.

Uno de los temas principales de la publicación Bienes públicos mundiales es que muchas de

esas crisis son resultado de la insuficiente provisión de bienes públicos mundiales.

Actualmente, hay tres importantes déficit en materia de política, debido a los cuales los

encargados de formular políticas se sienten desvastados frente a las fuerzas del mercado y a

los problemas mundiales:

una discrepancia jurisdiccional — entre el alcance mundial de las principales cuestiones de

política y las fronteras nacionales dentro de las cuales operan los encargados de formular

políticas;

una discrepancia de participación — entre las tradicionales grandes Potencias y el nuevo y

más amplio conjunto de protagonistas, entre ellos varios países en desarrollo, así como

empresas y entidades de la sociedad civil; y

una discrepancia de incentivos — entre el bien público de todos los países y el deseo de cada

Estado de servir a sus propios intereses, antes que los intereses colectivos.

El término "bien público" es un término económico estandar utilizado para denotar bienes

que, una vez producidos, benefician a todos; por ejemplo, un marco jurídico o un conjunto de

sistemas, normas y estándares de la justicia; un medio ambiente no contaminado y saludable;

o la educación para todos. El libro lleva ese concepto a escala mundial. Los bienes públicos

mundiales redundan en beneficios que se propagan entre los países, las generaciones y los

grupos de población. Entre los ejemplos pueden citarse la estabilidad financiera, la salud, la

paz y la sustentabilidad del medio ambiente.

"Los males públicos mundiales" son resultado de problemas que trasponen las fronteras —

entre ellos, enfermedad, excesiva inestabilidad, contaminación, delincuencia y tráfico de

drogas — o de la acumulación sistémica de problemas.

Una suficiente provisión de bienes públicos mundiales requiere un nuevo criterio para las

relaciones exteriores, en función del cual la cooperación internacional es parte integrante de la

política pública nacional. "Lamentablemente, con frecuencia vemos lo contrario: una

tendencia hacia el aislamiento y el proteccionismo", dice Inge Kaul, coeditora de Bienes

públicos mundiales.

Los contribuyentes a la publicación Bienes públicos mundiales — entre quienes figuran

Amartya Sen, laureado con el Premio Nobel de Economía en 1998, Joseph Stiglitz, economista

principal del Banco Mundial, Jeffrey Sachs, del Instituto de Harvard para el Desarrollo

Internacional — proponen un reordenamiento de las políticas públicas para subsanar las

actuales discrepancias.

1. Un puente jurisdiccional para anular la separación tradicional entre asuntos extranjeros y

asuntos nacionales y vincular el plano nacional y el mundial mediante un regionalismo

fortalecido. En este marco, las metas internacionales se alcanzarían mediante acciones a

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escala nacional o regional. Además, los gobiernos se compensarían recíprocamente por los

efectos que causan a otros países o a la comunidad internacional. Esta idea puede expresarse

como "comercio en bienes públicos mundiales". Mediante esas operaciones, también es

posible alentar a los países a que adopten políticas conducentes a obtener efectos externos

positivos (como la investigación básica, la protección del medio ambiente, etc.).

Entre las recomendaciones concretas para la acción figuran las siguientes:

Vigilar los efectos de las políticas, tanto positivos como negativos, que trasponen las fronteras,

publicando reseñas de los efectos externos correspondientes a cada país.

Crear "departamentos de relaciones exteriores" dentro de los ministerios nacionales con

jurisdicción en materia de medio ambiente, salud, hacienda, empleo, ciencia y tecnología, etc.

Crear instituciones regionales, a semejanza del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Armonizar las políticas y liberalizar el comercio dentro de "clubes regionales".

Encauzar la asistencia hacia grupos regionales, de conformidad con los lineamientos del Plan

Marshall.

2. Un puente de participación, para velar por que todos los protagonistas interesados estén

involucrados. Sus elementos fundamentales son:

Una mejor representación Norte-Sur en los foros internacionales.

La ampliación del grupo G7/G8 para constituir un grupo G-16, incorporando a ocho

importantes países en desarrollo.

Un nuevo concepto de tripartición para posibilitar la participación sistemática de las empresas

y las entidades de la sociedad civil en los foros internacionales (es decir, representación de las

organizaciones sociales y laborales en la formulación de políticas financieras).

Una voz para "quienes no tienen voz", en especial los pobres y las futuras generaciones.

Un Fondo para la Participación Mundial, autoadministrado por los países en desarrollo, con el

propósito de apoyar su activa participación en las negociaciones mundiales.

3. Un puente de incentivos: La cooperación debe aparecer como provechosa a escala nacional

y posibilitar que los encargados de formular políticas produzcan resultados en beneficio de sus

públicos de apoyo. Con esos fines, es menester fortalecer los incentivos mediante la aplicación

de las siguientes medidas:

Correcta justipreciación de los recursos. Para algunos recursos (como agua no contaminada o

bosques prístinos) se ha fijado un precio insuficiente a escala mundial debido a que no se

toman en cuenta sus positivos efectos externos en todo el planeta.

Negociación intersectorial (por ejemplo, "reducción de la contaminación" a cambio de "acceso

a la tecnología") y en el largo plazo.

Page 4: Bienes públicos mundiales

Creación de un nuevo Consejo de Administración Fiduciaria Mundial, integrado por

personalidades eminentes, que asesoraría al Secretario General de las Naciones Unidas

sugiriendo las medidas a adoptar cuando la comunidad internacional corra el riesgo de quedar

atrapada en problemas de acción colectiva.

Algunos países también recibirían transferencias de la comunidad internacional a fin de que

contribuyan a la provisión de bienes públicos mundiales. Pero esto no debería confundirse

con la asistencia, como ocurre en la actualidad. Como se fundamenta en la publicación Bienes

públicos mundiales, una gran proporción de la asistencia — tal vez hasta un cuarto del importe

destinado a la asistencia — se dedica actualmente a cuestiones de interés mundial, y no a los

más pobres.

Como señala James Gustave Speth, Administrador del PNUD, "Actualmente, la cooperación

internacional debe permanecer centrada en la asistencia y en los países más pobres. Pero es

preciso que también abarque más que la asistencia: el temario de los bienes públicos

mundiales constituye un reto nuevo y adicional".

¿De dónde podría proceder el impulso para introducir los cambios propuestos en las

políticas públicas?

El impulso nacerá de la necesidad de obtener resultados. Los propios encargados de formular

políticas tienen cada vez mayor conciencia de que se está perdiendo la capacidad para

formular políticas y comprobarán que sirve a sus intereses fortalecer sus medios de

acción. Por consiguiente, el grupo G7/G8 podría muy bien estar listo para ampliarse hasta

G16, incorporando a ocho importantes países en desarrollo. Además, tanto las entidades de la

sociedad civil como las empresas probablemente ejercerán mayor presión sobre los gobiernos

a fin de que estos cooperen en muchas esferas donde hay problemas.

La mayor participación en la formulación de políticas mundiales (en particular, la "apertura"

hacia los países del Sur del grupo G7/G8) también desencadenará procesos de cambio.

Las recomendaciones de política que figuran en la publicación Bienes públicos mundiales

dimanan de una serie de estudios monográficos sobre temas de diversos alcances, entre

ellos: equidad, eficiencia de los mercados, estabilidad financiera, conocimientos, salud,

sustentabilidad del medio ambiente, cultura, paz y seguridad.

Para obtener más información, sírvase dirigirse en Nueva York a:

Inge Kaul Teléf.: +-212-906-6064

Isabelle Grunberg Teléf.: +-212-906-3681

Marc Stern Teléf.: +-212-906-3680

Priya Gajraj Teléf.: +-212-906-3660

Además, sírvase consultar nuestro espacio en la World Wide Web:

http://www.undp.org/globalpublicgoods

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Este espacio en la World Wide Web tendrá vedado su acceso hasta el 10 de mayo de 1999 y

sólo será accesible mediante contraseña.

Para pedidos de la publicación Global Public Goods: International Cooperation in the 21st

Century , sírvase dirigirse a:

En los Estados Unidos, teléfono 1-800-451-7556 o espacio en la World Wide Web de Oxford

University Press: http://www.oup-usa.org

Fuera de los Estados Unidos, por fax: 212-726-6453 o e-mail, [email protected]

COMUNICADO DE PRENSA 2---PNUD

NO SE PUEDE DIFUNDIR ANTES DEL 10 DE MAYO DE 1999

A LAS 12.00 HORAS EST

UNA NUEVA ORIENTACIÓN PARA EL DEBATE SOBRE EFICACIA DE LA ASISTENCIA

Un estudio propugna que se diferencie entre

"asistencia" para ayudar a los países pobres; y

"provisión de bienes públicos mundiales", en beneficio de todos

Por consiguiente, el estudio recomienda un enfoque doble de la asistencia oficial para el

desarrollo (AOD), en que se establezcan:

una cuenta AOD-P para las asignaciones a los países; y

una cuenta AOD-M con propósitos mundiales.

El estudio es el siguiente:

Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern (editores):

Global Public Goods: International Cooperation in the 21st Century.

Nueva York: Oxford University Press, 1999.

Nueva York — Un nuevo estudio afirma que el debate sobre la eficacia de la asistencia será

estéril a menos que se clarifique la actual confusión acerca de cuáles son los objetivos de la

asistencia.

Típicamente, el propósito de la asistencia es ayudar a los países pobres a alcanzar sus objetivos

de desarrollo y, en particular, reforzar su capacidad de ayudarse a sí mismos. No obstante, en

muchos casos es posible que los donantes atiendan primordialmente a intereses estratégicos o

comerciales.

Page 6: Bienes públicos mundiales

Además, como afirman los editores de la publicación Bienes públicos mundiales, la asistencia

se utiliza cada vez más para asegurar la existencia de bienes públicos mundiales, como la

sustentabilidad del medio ambiente, la salud mundial o la estabilidad económica o social, y

para facilitar la convergencia de las políticas.

Probablemente, uno de cada cuatro dólares destinados a la asistencia se utiliza en apoyo de

aquellos objetivos mundiales. Actualmente, la "asistencia" beneficia la capa de ozono, las

reservas forestales mundiales y la protección de la diversidad biológica; y facilita la

coordinación de las políticas en diversas esferas, desde el libre comercio hasta las finanzas y

los derechos humanos. La asistencia contribuye a fomentar la mundialización y, por

consiguiente, a menudo las corrientes de asistencia beneficiarán a los países en desarrollo que

están en mejor situación, aun cuando sólo sea para subsanar situaciones de crisis y disturbios

financieros mundiales, como ocurrió en los últimos años en los casos de Rusia, América Latina

y Asia.

Los bienes públicos mundiales requieren recursos nuevos y adicionales

En el estudio encomendado por el PNUD se afirma que actualmente, el programa de

cooperación tiene gran amplitud y es cada vez mayor y que deberíamos deslindar la

"asistencia" del "apoyo para la provisión de bienes públicos mundiales". Actualmente, ambos

conceptos están fusionados en un conjunto de actividades de asistencia, para las cuales los

recursos están disminuyendo.

Los editores señalan: "Dicho deslinde sería conveniente debido a que, con frecuencia, la

modalidad de asistencia no es la más eficaz o eficiente que puede utilizarse para obtener

bienes públicos mundiales". Para obtener estos últimos, tal vez darían mejor resultado

mecanismos semejantes a los del mercado, como el trueque de derechos de contaminación.

Entre otros métodos posibles figuran los acuerdos para distribuir la producción de bienes

públicos mundiales entre países que poseen diferentes ventajas comparativas. Los

conocimientos, la equidad, la salud, la eficiencia del mercado, la estabilidad financiera o la

sustentabilidad del medio ambiente (temas todos examinados en estudios monográficos que

figuran en el libro) constituyen bienes públicos mundiales. Debido a este hecho, son

comparables, e incluso "comerciables"; por ejemplo, la "reducción de las emisiones de gases

de efecto invernadero" podría ser trocada por "mayor acceso a los conocimientos o la

tecnología".

Los donantes aportan recursos a otros países para que se sumen a diversas "redes"

Además, es posible enfocar provechosamente muchos problemas mundiales desde la

perspectiva de las redes: cuanto más amplias sean las redes, mayores serán los beneficios

que éstas ofrecen a sus miembros. Los clubes tienen interés en contribuir a que los futuros

miembros reúnan los requisitos necesarios, puesto que esos futuros miembros aportarán un

aumento de los beneficios a los miembros existente.

En el libro,

Page 7: Bienes públicos mundiales

Nancy Birdsall y Robert Lawrence postulan que el libre comercio es más eficaz dentro de un

"club" de países que han armonizado sus normas o sus políticas;

Charles Wyplosz afirma que debería haber diferentes "estratos" de liberalización financiera

internacional, en función del grado de fortaleza de las instituciones nacionales; y

Se afirma que cuanto mayor sea el número de personas y países que reconocen los derechos

humanos, tanto más firmemente establecida estará la vigencia de dichos derechos.

Las disposiciones para proporcionar bienes públicos mundiales más eficazmente requerirán

transferencias de diferentes tipos de recursos

Los países más ricos pueden prestar apoyo a los países más pobres a fin de realzar la provisión

de bienes públicos mundiales cuando estos últimos países están en mejores condiciones para

proporcionar bienes públicos, pero no pueden sufragarlos por sí mismos sin ayuda. Un

ejemplo es el caso de los recursos forestales. Sería extremadamente oneroso promover la

reforestación de un lugar, por ejemplo, como la ciudad de Nueva York. Pero si el Brasil o

cualquier otro país proporciona ese servicio para contribuir al interés mundial, el pago que

reciba por esa causa no constituye asistencia; en cambio, debe considerarse un pago por un

servicio mundial prestado.

Las transferencias de este último tipo no deberían considerarse como mera asistencia, sino

que constituyen Asistencia Oficial para el Desarrollo con propósitos mundiales: AOD-M, a

diferencia de la AOD-P, la asistencia que corresponde a un programa nacional.

Las cuentas de la AOD-M podrían financiar un nuevo Fondo para la Participación Mundial, cuya

creación recomiendan los editores a fin de posibilitar que los países en desarrollo estén en

mejores condiciones de entablar negociaciones con respecto a la provisión de bienes públicos

mundiales. Debería aportarse al Fondo un 0,1% adicional del PNB de los países donantes,

importe que se abonaría todos los años durante un período de cinco años. Esos recursos

contribuirían a ampliar las tareas en esta esfera que está realizando el PNUD, así como la

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

¿Cuál es el futuro de la asistencia?

Como observa Zéphirin Diabré, Administrador Asociado del PNUD, "Hay muchas cosas que

pueden hacer bien los mercados y las finanzas privadas, pero también hay otras cosas que sólo

pueden ser apoyadas mediante fondos públicos. Por consiguiente, debemos estar a la altura

de los retos actuales y comprometernos tanto a proporcionar asistencia como a estar al

servicio de los bienes públicos mundiales. El mundo necesita los dos".

Para obtener más información , sírvase dirigirse en Nueva York a:

Inge Kaul Teléf.: +-212-906-6064

Isabelle Grunberg Teléf.: +-212-906-3681

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Además, sírvase consultar nuestro espacio en la World Wide Web:

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Para pedidos de la publicación Global Public Goods: International Cooperation in the 21st

Century, sírvase dirigirse a:

En los Estados Unidos, teléfono 1-800-451-7556 o al espacio en la World Wide Web de Oxford

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COMUNICADO DE PRENSA 3 ---PNUD

NO SE PUEDE DIFUNDIR ANTES DEL 10 DE MAYO DE 1999

A LAS 12.00 HORAS EST

UN FONDO PARA FORTALECER LA PARTICIPACIÓN MUNDIAL

En un estudio apoyado por el PNUD se sugiere la creación de un "Fondo para la Participación

Mundial" a fin de ampliar la capacidad de los países en desarrollo para representar sus

intereses en las negociaciones internacionales.

En el estudio se afirma que en la actual era de mundialización, la estabilidad del planeta y la

seguridad humana dependen hasta un punto crítico de una cooperación internacional que

sea percibida como equitativa y legítima.

El estudio:

Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern, editores,

Global Public Goods: International Cooperation in the 21st Century.

Nueva York: Oxford University Press, 1999.

Nueva York — Uno de los argumentos principales de la publicación Bienes públicos mundiales

es que los retos de mayor importancia — desde el cambio climático hasta la excesiva

inestabilidad financiera, la aparición de nuevas cepas de enfermedades y la creciente

disparidad entre los ricos y los pobres — reflejan la insuficiente provisión de bienes públicos

mundiales. Los bienes públicos son los que el mercado no puede proporcionar por sí

mismo. Anteriormente, podían obtenerse los bienes públicos exclusivamente mediante

acciones a escala nacional. Pero, como resultado de la apertura y la interdependencia, los

bienes públicos dependen cada vez más de la cooperación entre los Estados.

Page 9: Bienes públicos mundiales

La teoría de las relaciones internacionales ha demostrado repetidamente que la cooperación

da buenos resultados cuando las partes involucradas perciben que es equitativa. Pero como

afirman J. Mohan Rao y Ethan B. Kapstein en sus respectivos artículos incluidos en este

volumen, con demasiada frecuencia la equidad — especialmente, la participación equitativa de

todos los interesados — está ausente de las actuales estructuras de gobernabilidad

internacional. Su recomendación es velar por una representación más plena de todas las

partes interesadas: todos los países y grupos de población, del Norte y del Sur, incluidos los

protagonistas no gubernamentales clave, así como las mujeres, los pobres, los sindicatos, las

iglesias, los niños y las futuras generaciones (las que, naturalmente, estarían representados

por procuración).

Pero una representación equitativa no es sólo cuestión de números o de cantidades; es

primordialmente cuestión de capacidad o calidad. Por ende, la equidad — y la mayor igualdad

— constituyen un requisito previo para que imperen condiciones de mayor justicia, así como

de mayor participación y cooperación. Como subraya Rao, la equidad es, en sí misma, un bien

público mundial.

En un principio, a fin de fomentar una participación sustancial de los países en desarrollo en las

negociaciones internacionales, una sugerencia de los editores es crear un Fondo para la

Participación Mundial, administrado por los países del Sur. El Fondo serviría como fuente de

recursos que podría utilizar el mundo en desarrollo a fin de coordinar su posición política y

fortalecer sus aptitudes para la negociación al participar en negociaciones internacionales con

el mundo industrializado sobre bienes públicos mundiales. Una propuesta que dimana del

libro es reservar un porcentaje adicional de 0,1% del producto nacional bruto de los países

donantes, que se aportaría durante un cierto tiempo y a corto plazo, a fin de establecer un

fondo de dotación inicial. Si los países asumieran el compromiso de efectuar contribuciones a

dicho fondo durante cinco años, se obtendría alrededor de 1.000 millones de dólares.

El Fondo para la Participación Mundial también serviría para coordinar y dotar de mayores

facultades a los grupos regionales. En el libro, Lisa D. Cook y Jeffrey Sachs afirman que sería

mejor que los recursos destinados a la asistencia se asignaran a escala regional, de la misma

manera en que los Estados Unidos aportaron asistencia a los países de Europa desgarrados por

la segunda guerra mundial mediante el Plan Marshall, en virtud del cual los receptores

administraron por sí mismos sus fondos, examinaron las necesidades de asistencia recíprocas y

vigilaron la utilización de los recursos. Los autores sugieren que esos recursos podrían

encauzarse hacia organismos regionales existentes, como el Pacto Andino, la Asociación de

Naciones del Asia Sudoriental, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, el

Mercosur o la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional.

Esas propuestas forman parte de una tesis más amplia planteada en la publicación Bienes

públicos mundiales: que es preciso replantear la lógica de la mundialización. La

mundialización debería establecerse "desde abajo hacia arriba", y no "desde arriba hacia

abajo". Como agrega Eimi Watanabe, Directora del Departamento de Políticas de Desarrollo,

del PNUD, "La experiencia demuestra que la fortalización de capacidad es un componente

crítico para una participación completa y equitativa en los mercados mundiales".

Para obtener más información, sírvase dirigirse en Nueva York a:

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Además, sírvase consultar nuestro espacio en la World Wide Web:

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Century , sírvase dirigirse a:

En los Estados Unidos, teléfono 1-800-451-7556 o espacio en la World Wide Web de Oxford

University Press: http://www.oup-usa.org

Fuera de los Estados Unidos, mediante fax: 212-726-6453 o e-mail, [email protected]

Bienes Públicos Mundiales:

Cooperación Internacional en el Siglo XXI

Comentarios

"Con la publicación de este volumen, el PNUD ha demostrado nuevamente su prominencia

como organismo intelectual, así como su importancia como organismo operacional."

Kazuo Takahashi

Director

Instituto Internacional de

Investigaciones sobre Desarrollo, Tokio

"En este volumen se presenta un marco propicio para facilitar y reforzar el desarrollo

internacional aplicando un modelo de cooperación sobre bases de igualdad. En mi opinión, es

esclarecedor y refleja, esperanzadamente, los cambiantes valores de nuestra era."

Ismail Razali

Presidente

Banco Central de Malasia

"Este libro incursiona en nuevas dimensiones del pensamiento."

Page 11: Bienes públicos mundiales

Klaus Schwab

Presidente

Foro Económico Mundial, Davos

"Este es un importante trabajo, relacionado con uno de los problemas más interesantes y

urgentes de nuestros tiempos. Va en aumento la cantidad de cuestiones, inclusive las

pertinentes al mundo en desarrollo, que son de responsabilidad internacional. Este volumen

ofrece un servicio claramente importante al señalar este hecho a nuestra atención. Admiro el

esfuerzo que ha requerido y, en particular, apoyo el resultado."

John Kenneth Galbraith

Universidad de Harvard

"Necesitamos una mejor cooperación internacional para velar por que los seres humanos

tengan pleno acceso a los bienes públicos necesarios. Este volumen es un instrumento de

valor inestimable para acercarnos a esa meta."

Paul Kennedy

Profesor John Dilworth de Historia

Universidad de Yale

"¿Cómo es posible aprovechar el interés propio en pro del bien público? Este volumen será de

utilidad para todos quienes estén interesados en responder a esa pregunta."

José Goldemberg

Ex Ministro del Medio Ambiente del Brasil y

prominente negociador durante

la Cumbre para la Tierra

"En momentos en que muchos afirman que la mundialización ha llegado a un extremo

excesivo, el PNUD ha preparado un estudio amplio y profundo sobre los bienes públicos

mundiales. El libro trata no sólo de la paz y el comercio, sino también del calentamiento

climatico global, la contaminación transfronteriza, las enfermedades y las crisis financieras —

todos ellos, males públicos — y de supresión, que constituye un bien. El tema es complejo,

pero tiene importancia primordial en un mundo que está experimentando, o a punto de

experimentar, crisis polifacéticas."

Charles Kindleberger

Massachusetts Institute of Technology

"Este volumen está destinado a ser una referencia importante para la labor y el debate

público en el futuro."

Ralph C. Bryant

The Brookings Institution

"El concepto de los bienes públicos ofrece un útil marco analítico para el debate permanente

respecto de la utilidad de la asistencia debido a que, entre otras cosas, se centra en la

reciprocidad de los beneficios. En particular, los bienes públicos regionales deben ser una

Page 12: Bienes públicos mundiales

parte de importancia crítica en la estrategia de crecimiento y desarrollo de Africa y de mejora

de la competitividad del continente."

Kwesi Botchwey

Ex Ministro de Finanza, Ghana

INDICE DEL LIBRO

Bienes públicos mundiales: Cooperación internacional en el siglo XXI

Prólogo

Tommy Koh

Preámbulo

James Gustave Speth

Introducción

Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern

I. CONCEPTOS

1. Definición de bienes públicos mundiales

Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern

2. Bienes públicos entre generaciones: Estrategias, eficiencia e instituciones

Todd Sandler

3. La economía política de la cooperación internacional

Lisa L. Martin

II. ESTUDIOS MONOGRÁFICOS

Equidad y justicia

4. Equidad en el marco de los bienes públicos mundiales

J. Mohan Rao

5. Justicia distributiva como bien público internacional: Una perspectiva histórica

Ethan B. Kapstein

6. Justicia mundial: Mas alla de la equidad internacional

Amartya Sen

Eficiencia de los mercados

Page 13: Bienes públicos mundiales

7. La integración a fondo y los acuerdos comerciales: ¿Son ventajosos para los países en

desarrollo?

Nancy Birdsall y Robert Z. Lawrence

8. Inestabilidad financiera internacional

Charles Wyplosz

Medio ambiente y patrimonio cultural

9. Montreal en comparación con Kyoto: Cooperación internacional y medio ambiente mundial

Scott Barrett

10. Nuevas estrategias para la provisión de bienes públicos mundiales: Lecciones extraídas de

los problemas internacionales del medio ambiente

Geoffrey Heal

11. El patrimonio cultural como bien público: Análisis económico aplicado a ciudades

históricas

Ismail Serageldin

Salud

12. Vigilancia epidemiológica mundial: Cooperación internacional para detectar las

enfermedades infecciosas

Mark W. Zacher

13. La salud como bien público mundial

Lincoln C. Chen, Tim G. Evans y Richard A. Cash

Conocimientos e información

14. El conocimiento como bien público mundial

Joseph E. Stiglitz

15. Comunicaciones mundiales para un mundo más equitativo

J. Habib Sy

16. El cariz público del Ciberespacio

Debora L. Spar

Paz y seguridad

17. Prevención de conflictos letales: Desde la intendencia mundial hasta la vigilancia vecinal

Page 14: Bienes públicos mundiales

David A. Hamburg y Jane E. Holl

18. La paz como bien público mundial

Rubén P. Méndez

III. REPERCUSIONES EN MATERIA DE POLÍTICAS

19. Los bienes públicos internacionales y la fundamentación de la asistencia externa

Rajshri Jayaraman y Ravi Kanbur

20. Bienes públicos regionales en la asistencia internacional

Lisa D. Cook y Jeffrey Sachs

Conclusión

21. Bienes públicos mundiales: Conceptos, políticas y estrategias

Inge Kaul, Isabelle Grunberg y Marc A. Stern

Bibliografía

Glosario

Notas biográficas de los autores

Índice temático

PRÓLOGO

Me complace presentar a los lectores de habla española este importante volumen dedicado al

tema de los bienes públicos globales y a la necesidad de replantear los términos en que tiene

lugar hoy en día la cooperación internacional para el desarrollo.

Hace bien el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo al facilitar esta publicación,

en la que se expresa de manera clara y precisa el grado de interdependencia global en el que

se habrán de desenvolver las sociedades, tanto ricas como pobres, al iniciarse el siglo XXI. La

minuciosa definición inicial de lo que son los "bienes públicos globales", frente al clásico

concepto de los "bienes públicos" y los "bienes privados", hace de este volumen un pertinente

recordatorio de que la especie humana tiene, a diferencia de las demás especies vivientes, una

responsabilidad especial con respecto a su propia supervivencia. Esta responsabilidad pasa

necesariamente por la aceptación de que, por encima de los innegables elementos de

diversidad que enriquecen nuestras culturas, estamos atados a un destino común dictado, en

gran parte, por la realidad material de nuestro hábitat: existen unas necesidades globales que

solo podrán ser satisfechas en el ámbito internacional mediante la cooperación, la toma

compartida de decisiones y, sobre todo, la puesta en práctica de una ética de la

corresponsabilidad, tanto entre individuos como entre sociedades.

Page 15: Bienes públicos mundiales

La lectura de este libro nos reafirma en la creencia de que el nuevo milenio tendrá que regirse

por una ética muy diferente a la que imperó en el siglo XX. No se trata de negar los grandes

avances éticos que, por ejemplo, en el ámbito conceptual de los derechos humanos y del

desarrollo humano se alcanzaron en los últimos decenios del siglo que termina, ni de ignorar

que ciertos valores como la democracia y la paz han alcanzado reconocimiento casi universal.

Sin embargo, en la práctica no ha bastado con enunciar, por lo general de manera meramente

declarativa, unos derechos fundamentales: la vida, la paz, la libertad y la satisfacción de las

necesidades básicas de alimentación, salud, educación y vivienda. A la armazón ética que sirve

de sustento a esos derechos, le ha faltado un componente adicional que consiste en la alusión

a las obligaciones humanas que deben ser cumplidas por los individuos y por los estados.

La idea de unas obligaciones humanas no es nueva en todas las regiones del mundo. Muchas

sociedades han concebido tradicionalmente las relaciones humanas en términos de

obligaciones, más que de derechos. Este es el caso de algunas sociedades orientales. Mientras

que en Occidente han tendido a prevalecer los conceptos de libertad e individualismo, en

Oriente el énfasis ha recaído en las nociones de responsabilidad y comunidad. Creo que es

posible elaborar una ética global para el nuevo milenio basada en el balance entre las nociones

interdependientes de libertad y responsabilidad, igualmente aplicable a las relaciones entre

estados y entre individuos. Tal ética podría permitirnos dar respuesta a la mayoría de las

interrogantes que plantean los autores de este libro en torno a la carencia de "bienes públicos

globales" que amenaza a la humanidad. Para resolver esa carencia, la humanidad debe crear

nuevas relaciones y nuevas instituciones. Y no debemos olvidar que en toda relación humana y

en toda institución hay un substrato ético y una predisposición moral que influyen de manera

fundamental en sus resultados. Una cooperación internacional sin soporte ético y moral sería,

si no contraproducente, inútil.

Por ello, uno de los más estimulantes retos para los líderes del mundo consiste en la necesidad

de crear y utilizar mecanismos sencillos y moralmente justificables para aumentar y hacer más

eficiente la cooperación para el desarrollo. La visión que se desprende del libro que tengo el

honor de prologar nos autoriza a proponer que los países más ricos del mundo, así como las

grandes instituciones financieras internacionales de las que forman parte, conviertan el

perdón de la deuda externa de los países pobres en un eficaz instrumento de cooperación para

el desarrollo mediante el recurso de vincular ese perdón al cumplimiento de determinadas

metas de inversión social y de reducción del gasto militar.

Una formulación sumamente sencilla de este mecanismo consistiría en perdonar a cada uno

de los países más pobres del mundo, por un período de dos o más decenios, los pagos, tanto

de intereses como del principal de la deuda externa, a condición de que durante dicho período

el gasto militar no exceda el 30% del gasto estatal conjunto en educación y salud. La viabilidad

material y la justificación ética de este mecanismo se demuestran con el caso de Costa Rica: a

lo largo de las últimas décadas, el gasto costarricense en seguridad ciudadana --por disposición

constitucional, Costa Rica no tiene fuerzas armadas-- ha oscilado alrededor del 5% del gasto

estatal en salud y educación.

No me cabe la menor duda de que, reflexionando sobre el tema, los estadistas y los expertos

podrán perfeccionar esta propuesta y encontrar otras que puedan ser útiles para el

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fortalecimiento de la cooperación. Lo que se requiere, como lo subraya la presente obra, es la

firme voluntad de lograrlo.

Oscar Arias

Ex-Presidente de Costa Rica, 1986-1990

Premio Nobel de la Paz, 1987

PREÁMBULO

Los bienes públicos nacionales han sido parte durante siglos de la teoría económica del

gobierno. Como lo sabe cualquier estudiante de políticas públicas, la idea de que la sociedad

necesita un gobierno para superar los defectos del mercado en cuanto al logro de eficiencia y

equidad en la asignación y distribución de recursos no es ninguna novedad. Además, es una

idea conservadora. Presume que los bienes y servicios privados siempre constituirán el grueso

de las adquisiciones de las personas. Es preciso que los mercados puedan funcionar. No

obstante, un tercero debe aportar los "bienes de consumo colectivo" que la sociedad también

necesita pero que el sector privado tiene insuficientes incentivos para proporcionar.

Es posible estar de acuerdo con Adam Smith en cuanto a que el Estado, como fuente de

bienes públicos, debe circunscribirse a unas pocas esferas: mantener la oferta de dinero,

hacer respetar los derechos de propiedad, promover los mercados competitivos, proporcionar

defensa nacional y administrar justicia. Tambien podría afirmarse que las sociedades

centradas en el ser humano requieren una gama más amplia de bienes suministrados

públicamente, desde la seguridad social, los servicios de salud y la asistencia al estudiante,

hasta los transportes públicos, los parques nacionales y los subsidios para que los pobres

compren alimentos. Pero, sea cual fuere la posición que se adopte en este debate, se

comprende en general que los bienes y servicios públicos nacionales son fundamentales para

el bienestar de las personas y que es preciso que los gobiernos y los mercados colaboren para

proporcionar dichos bienes y servicios.

Este libro lleva el concepto de bienes públicos mas alla de las fronteras nacionales; al hacerlo,

transforma las dimensiones del debate y eleva el concepto hasta un nuevo y urgente plano de

importancia. Los autores comienzan con la observación de que, en muchas esferas de política

pública, cuestiones que otrora se consideraban puramente del ámbito nacional trascienden las

fronteras y tienen alcance y efectos mundiales. Los autores sugieren que, en momentos en

que se está produciendo la mundialización, se necesita una teoría de los bienes públicos

mundiales para alcanzar metas de importancia crucial, como la etabilidad financiera, la

seguridad humana o la reducción de la contaminación del medio ambiente. Señalan que, en

verdad, muchas de las actuales crisis internacionales tienen sus raíces en una grave escasez de

bienes públicos mundiales.

Considérese, por ejemplo, la cuestión de la seguridad humana a escala mundial. En

momentos en que se estaba iniciando este debate, el Informe sobre Desarrollo Humano 1994,

analizó las amenazas a la paz mundial en lo concerniente a varios problemas

transfronterizos: crecimiento galopante de la población, disparidades en las oportunidades

económicas, degradación del medio ambiente, excesiva migración internacional, producción y

tráfico de estupefacientes y terrorismo internacional. En el informe se afirmó que el mundo

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necesita un nuevo marco de cooperación internacional a fin de hacer frente a amenazas

mundiales de este tipo. Dicho argumento sigue siendo profundamente pertinente en la

actualidad, en momentos en que estamos reflexionando sobre la mejor manera de abordar

una gama de cuestiones de política pública internacional, desde los derechos humanos y la

salud hasta el mercado de trabajo y el medio ambiente. Una teoría de los bienes públicos

mundiales sería un componente esencial de un nuevo marco de ese tipo, y proporcionaría una

nueva motivación a un tipo diferente de asistencia para el desarrollo.

Después de todo, la sociedad siempre ha estado dispuesta a pagar a cambio de obtener

bienes públicos nacionales. Deberíamos estar igualmente dispuestos a sufragar los bienes

mundiales que están al servicio de nuestro interés común, sean éstos los sistemas conjuntos

de control del medio ambiente, la destrucción de armas nucleares, la lucha contra las

enfermedades transmisibles, como el paludismo y el VIH/SIDA, la prevención de los conflictos

étnicos o la reducción de los desplazamientos de refugiados. Y deberíamos estar preparados a

financiar esos bienes mediante mecanismos innovadores, basados en los principios de

reciprocidad y responsabilidad colectiva, principios que exceden el concepto de asistencia

oficial para el desarrollo (AOD).

Por supuesto, seguimos necesitando la AOD, reformada y reorientada. El propósito principal

de la AOD debería ser contribuir a erradicar la extrema pobreza mediante el desarrollo

humano sostenible. En verdad, en las circunstancias actuales, en que el 20% más opulento de

la humanidad es 135 veces más rico que el 20% más pobre, y en que la pobreza se está

propagando en todas las sociedades, pero especialmente en los países en desarrollo, hay una

urgente necesidad de incrementar el monto de la AOD.

Pero no posible poner fin a la pobreza si no hay paz, o estabilidad financiera, o seguridad

medioambiental. No es posible lograr el desarrollo humano sostenible si no prevenimos los

conflictos, administramos sabiamente los mercados o contrarrestamos la tendencia al

agotamiento de los suelos, la energía, el agua dulce y el aire puro. La equidad dentro una

misma generación y entre distintas generaciones no es viable en ausencia de un sistema

internacional para detectar y distribuir los costos medioambientales, para hacer frente a los

efectos desestabilizadores de las estructuras financieras endebles o para ayudar a las

personas, estén donde estuvieren, a que se beneficien del acervo de conocimientos mundiales

acumulados. La responsabilidad de esos retos, y los orígenes y efectos de éstos, trascienden

las fronteras nacionales. En consecuencia, además de la AOD, necesitamos una nueva forma

de cooperación internacional que abarque el comercio, la deuda, las inversiones, las corrientes

financieras y la tecnología y que incluya pagos e incentivos para que los países aseguren un

suministro suficiente de bienes públicos mundiales. En esta obra pueden encontrarse algunas

ideas sobre la manera en que podría construirse y financiarse un sistema de ese tipo.

Espero que este libro imprima nuevo impulso al debate sobre el futuro de la cooperación

internacional en el nuevo milenio; merece que lo lean con detenimiento y lo debatan

vigorosamente todos quienes tienen un interés creado en el futuro. En un planeta en proceso

de mundialización y cada vez mas interdependiente, esto entraña, en verdad, un amplio

círculo de lectores. Todos nos hemos de beneficiar enormemente con un mundo que coloque

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al ser humano en su centro y provea equidad, sustentabilidad y paz durante generaciones por

venir.

James Gustave Speth

Administrador

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

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