BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO...

169
3 A partir de la segunda llegada de europeos, hace más de medio milenio, a lo que iba a llamarse América, la historia comenzó a ser de veras mundial. Pero ello se hizo sobre la esclavización de aboríge- nes y un poco más tarde de negros traídos de África. Unos y otros se rebela- ron desde el primer momento contra las espantosas condiciones en que se los colocó y sobre las cuales se edificó el mundo occidental. Tales rebeliones condujeron a fuertes movimientos, como la sublevación en 1780 de los her- manos Katarí en el Alto Perú (hoy Bolivia) y la de Túpac Amaru en Perú. Dichos movimientos fueron cruelmente aplastados. En 1791 comenzó la re- vuelta de esclavos en Saint Domingue (hoy Haití), la cual se convirtió en lucha por la independencia, que fue proclamada en enero de 1804. Se trató de la primera emancipación de un país de nuestra América. La revista Casa de las Américas dedicó la entrega 233 (octubre-diciembre de 2003) a cele- brar los doscientos años de esa independencia auroral. En esta ocasión, la revista ha dedicado una entrega doble a conmemorar el bicentenario del inicio de las luchas emacipadoras en Hispanoamérica. Aunque tales luchas se adelantaron en unos casos y se retrasaron en otros, el número y la intensi- dad de las que surgieron en aquel año explica que tomemos la fecha de 1810 para englobarlas a todas. Se trató de esfuerzos magnos, pero que no consi- guieron su necesario propósito. De hecho, en el siglo XIX, para completar las hazañas de seres como Bolívar, San Martín e Hidalgo, figuras como Francisco Bilbao y José Martí advirtieron que era menester que nuestros países procla- maran su segunda independencia. Los textos que aparecen a continuación abordan sus temas con la certidumbre de que esa independencia, que será la definitiva, avanza: está naciendo la América por la que pelearon nuestros primeros libertadores. Con este número doble la revista Casa de las Américas arriba a sus cin- cuenta años de vida. Ninguna forma mejor de conmemorar la fecha que abordando con visión presente el grande e inconcluso batallar de nuestros pueblos en pos de su verdadera emancipación.

Transcript of BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO...

Page 1: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

33333

A partir de la segunda llegada de europeos, hace más de mediomilenio, a lo que iba a llamarse América, la historia comenzó a serde veras mundial. Pero ello se hizo sobre la esclavización de aboríge-

nes y un poco más tarde de negros traídos de África. Unos y otros se rebela-ron desde el primer momento contra las espantosas condiciones en que se loscolocó y sobre las cuales se edificó el mundo occidental. Tales rebelionescondujeron a fuertes movimientos, como la sublevación en 1780 de los her-manos Katarí en el Alto Perú (hoy Bolivia) y la de Túpac Amaru en Perú.Dichos movimientos fueron cruelmente aplastados. En 1791 comenzó la re-vuelta de esclavos en Saint Domingue (hoy Haití), la cual se convirtió enlucha por la independencia, que fue proclamada en enero de 1804. Se tratóde la primera emancipación de un país de nuestra América. La revista Casade las Américas dedicó la entrega 233 (octubre-diciembre de 2003) a cele-brar los doscientos años de esa independencia auroral. En esta ocasión, larevista ha dedicado una entrega doble a conmemorar el bicentenario delinicio de las luchas emacipadoras en Hispanoamérica. Aunque tales luchasse adelantaron en unos casos y se retrasaron en otros, el número y la intensi-dad de las que surgieron en aquel año explica que tomemos la fecha de 1810para englobarlas a todas. Se trató de esfuerzos magnos, pero que no consi-guieron su necesario propósito. De hecho, en el siglo XIX, para completar lashazañas de seres como Bolívar, San Martín e Hidalgo, figuras como FranciscoBilbao y José Martí advirtieron que era menester que nuestros países procla-maran su segunda independencia. Los textos que aparecen a continuaciónabordan sus temas con la certidumbre de que esa independencia, que será ladefinitiva, avanza: está naciendo la América por la que pelearon nuestrosprimeros libertadores.

Con este número doble la revista Casa de las Américas arriba a sus cin-cuenta años de vida. Ninguna forma mejor de conmemorar la fecha queabordando con visión presente el grande e inconcluso batallar de nuestrospueblos en pos de su verdadera emancipación.

Page 2: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

44444

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 4

-15

BICENTENARIO

No es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras no solamente cordiales, sino también gene-rosas, con las cuales el profesor Julio Mejía Navarrete aca-

ba de presentarme ante ustedes. Quien ha dedicado sus trabajos ysus días a tratar de entender y de explicar este mundo y este tiem-po, ante todo para ayudar a las víctimas del poder, a los humilladosy ofendidos, a subvertirlo y liberarse de él, no podría evitar pregun-tarse por el significado de este reconocimiento, por si se trata, qui-zá, de una señal de que algo, en efecto, se mueve en dirección deesos cambios. En todo caso, quiero decir que es por esa esperanzaque hoy acepto y agradezco la distinción que esta universidad hatenido a bien otorgarme.

Y algo se mueve, sin duda. El mundo transita hoy al borde mismode un filoso trayecto entre un patrón de poder que ahora muestrasus más violentas entrañas, y un nuevo horizonte histórico que pug-na por su plena constitución.

Sin embargo, a partir del colapso de las torres financieras en losEstados Unidos, a mediados del último otoño del Norte, un torren-te de cifras y de informaciones que revelan espectaculares escán-dalos financieros ocupa virtualmente todo el cauce de la subjetividadmundial inmediata, en torno a algo que todos nombran como unacrisis del «capitalismo» o, de otro modo, el «sistema». Y aunque

ANÍBAL QUIJANO

La crisis del horizonte de sentidocolonial/moderno/eurocentrado*

* Esta es una versión algo revisada, dela transcripción de mi presentaciónoral en la Universidad Ricardo Palma,el 15 de marzo de 2009, al recibir elDoctorado Honoris Causa de dichauniversidad.

Page 3: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

55555

unos proponen mecanismos para su recuperacióny otros no titubean en proclamar su colapso final ydefinitivo, los lados del debate me parecen surgirde una misma y común perspectiva. En esta, aque-llo que se nombra no es una cuestión a indagar, sinoque es presentado como algo dado en la naturalezadel mundo y en la naturaleza misma de esta socie-dad. Esto es, todo ocurre o parece ocurrir comoun fenómeno natural.

Si no nos defendemos de ser sumergidos en eseturbión, para una gran parte de nosotros se hace másdifícil descubrir por cuál fisura de este mundo, porcuál ventana, podría verse, o por lo menos vislum-brarse, cómo es que emerge, o no, lo que yo estoyaquí llamando la esperanza de cambio. Y es sobreeso que me gustaría reflexionar en esta ocasión, abriralgunas de las cuestiones que podrían permitir ex-plorar de nuevo esa perspectiva, tratar de ubicar losotros elementos que sin duda allí mismo existen, qui-zá, incluso, otro horizonte que está emergiendo.

No es probable que nuestra especie, homo sa-piens, haya estado muchas veces en una situacióntan peculiar, tan históricamente excepcional, comola que estamos viviendo, porque hay ahora una con-junción, no solo una convergencia, de eso que sellama la crisis climática global –el calentamiento glo-bal es su forma más inmediata de identificar– y almismo tiempo la crisis de un entero patrón de po-der, cuya facha más visible y protuberante en estacoyuntura es, sin duda, el capitalismo mundial, esaconfiguración históricamente excepcional en la quese asocian todas las formas de explotación social,en torno a la hegemonía del capital, y que se formóy existe en tanto uno de los dos ejes fundacionalesmayores de tal patrón de poder.

En ese sentido, lo que hoy está en juego no essolamente la supervivencia del capitalismo mundialy, en especial, de sus víctimas, sino la supervivencia

de la especie misma y acaso de todas las formas devida en el planeta. Es difícil encontrar en la historiade la humanidad ninguna circunstancia equivalente.De hecho, hasta donde conocemos nuestra histo-ria, nunca hemos estado en una encrucijada de estanaturaleza.

Por eso me parece no solo necesario, me pareceinevitable, pensar que esta conjunción no es un acci-dente. Lo que ocurre con el clima no es simplementelo que ocurre con algo llamado «naturaleza», no esun fenómeno de la «naturaleza»; así como lo queocurre con el capitalismo mundial hoy tampoco esotro fenómeno natural paralelo. En ambos casos, demaneras, sin duda, muy diferentes, pero en ambasvertientes, encontramos ante todo la historia del po-der y encontramos además la historia de un específi-co patrón de poder que hoy día podemos recono-cer, como el profesor Mejía Navarrete nos lo acabade recordar, la Colonialidad del Poder, constituidacon América y Europa Occidental como sus dos iden-tidades históricas originales, desde fines del siglo XV.

No es, por consecuencia, solamente el capital nisolamente el capitalismo lo que está en este momen-to en crisis, es todo un patrón de poder, y ese patrónde poder ha puesto en juego, además, la crisis deeso llamado «naturaleza» en nuestro planeta. Se tra-ta de un poder muy específico, cuyas perspectivasactuales y cuyos procesos inmediatamente futuros,como podemos vislumbrar ahora sin dificultad, co-rren de manera creciente, a menos que tengamos al-guna manera de detenerlo o de controlarlo, no solola destrucción de nuestra casa común, el planeta, sinonuestra propia destrucción; no solo por la crisis pla-netaria, porque nos estamos matando entre noso-tros, cada vez más en favor y en función de lo quenecesita hoy ese patrón de poder.

Esto significa que para poder explorar este con-junto de cuestiones no es suficiente, ni pertinente,

Page 4: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

66666

continuar empleando el modo hegemónico actual deproducir conocimiento y de producir sentido. Es de-cir, no es suficiente admitir que lo único que está encrisis es algo llamado «capitalismo». Es cierto, el ca-pitalismo mundial, incluida su actual crisis, es el ele-mento principal del nuevo sistema de explotaciónsocial que es uno de los ejes centrales del actual pa-trón de poder. Pero, en la propuesta teórica sobre laColonialidad del Poder, capitalismo mundial es, pri-mero, una categoría históricamente específica, en tan-to una configuración conjunta de todas las formashistóricas de explotación del trabajo –esclavitud, ser-vidumbre, reciprocidad, pequeña producción mer-cantil simple y capital– para producir mercaderíaspara el mercado mundial, en torno a la hegemoníadel capital. Pero esta estructura es también una ca-tegoría histórica, es decir, siempre dinámica y cam-biante, y es de carácter diferente en cada períodohistórico determinado. No nos basta, en consecuen-cia, nombrar la categoría, porque es todo el tiempouna cuestión histórica a indagar y a entender.

Por otra parte, tal capitalismo mundial no agotael carácter históricamente específico del actual pa-trón de poder. Porque está inextricablemente articu-lado al nuevo sistema de dominación social cuyabase fundacional es la idea/imagen de «raza» comoforma de clasificación social básica. Ambos ejesfueron producidos en el mismo proceso, en el mis-mo movimiento histórico, conformando juntos, enuna única configuración, el nuevo patrón de poderque ahora nos habita y dentro del cual habitamos.Ambos son recíprocamente dependientes, y am-bos producen la intersubjetividad dentro de la cualnos movemos, es decir, en mis términos, el hori-zonte de sentido que es hoy día aún dominante aun-que está en crisis.

¿Qué quiero decir con el problema del horizontede sentido y de su crisis? Permítanme sugerir algo

que parece banal. En los colegios y las escuelas, nosé si aún hoy día los más niños, pero sin duda todosnosotros, nos acostumbramos a decir: «los espa-ñoles vinieron a conquistar América». Esta frase esfalsa, palabra por palabra. No había tal cosa llama-da España y obviamente no había América. Por tan-to, la idea de que España vino a conquistar Améri-ca es falsa. Pero nos acostumbramos a decir la frasey a pensar espontáneamente en esos términos, esdecir, a entender de este modo los hechos y losprocesos históricos de destrucción del mundo his-tórico precolonial y de la emergencia de un nuevopatrón de poder.

Del mismo modo, nos es familiar la idea de que,en términos de riqueza y poder, el mundo se dife-rencia entre el «Norte» rico y poderoso y el «Sur»,dominado, «pobre» o «subdesarrollado». Y esa di-visión incluso nos parece realmente un asunto pro-pio de la geografía. Para contrarrestar esta idea, enel anterior Foro Social Mundial en Nairobi, Kenya,un grupo decidió organizar lo que llamamos GlobalCommons Foundation, para abrir de nuevo la cues-tión de que hay un Sur global, un Global South,porque el Sur, si el término mienta la pobreza y ladependencia, lo podemos encontrar en todas par-tes, incluso en el Norte. Sin embargo, aun cuandodecir que también hay Sur en el Norte es aparente-mente una manera subversiva si nos colocamos enla perspectiva eurocéntrica que da sentido a esostérminos, si lo pensamos de nuevo encontraremosque implica admitir, de todos modos, la idea de querealmente hay Norte y Sur en la distribución depoder en el planeta, que es la geografía que distri-buye el poder, en lugar de percibir que se trata dela historia de la geografía del poder.

Permítanme recordarles, con ese propósito, unalegendaria anécdota que todos los peruanos sin dudasaben, quizá también los que no lo son. Francisco

Page 5: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

77777

Pizarro y su pequeña hueste salieron de Panamá enbusca de ese legendario lugar donde abundaba eloro, pero fueron combatidos y hostilizados a lo largode todo el camino. Estamos hablando de los comien-zos de los años treinta del siglo XVI, y las poblacionesde la costa del Pacífico al sur de Panamá ya habíanaprendido lo que significaban para ellas esas nuevas,extrañas y violentas gentes. Y las fueron acosando,hiriendo, matando. Eso impedía que la hueste de Pi-zarro tuviera alimento suficiente y pudiera curar susheridas y enfermedades; estaban, de hecho, comen-zando a diezmar. Pizarro decide parar en esa peque-ña isla al frente de Colombia, que pertenece a Co-lombia, que se llama la Isla del Gallo, y desde ahíenvía un emisario a pedirle al gobernador de Pana-má, Pedrarias Dávila, que mande ayuda. Pero algu-nos de sus soldados han decidido enviar secreta-mente un mensaje al Gobernador, para que, en vezde ayuda, mande una tropa que haga regresar a Pi-zarro y su reducida hueste a Panamá. Y ustedes re-cuerdan, sin duda, la célebre copla: «Mírelo bien,Señor Gobernador / mírelo bien por entero / que alláva el recogedor / pero aquí queda el carnicero». Pe-drarias Dávila entiende obviamente el mensaje, y envez de enviar ayuda para respaldar y permitir la con-tinuidad de la empresa de Pizarro, mandó un grupopara hacerlo regresar. En efecto, el grupo armadollega a la Isla del Gallo y quiere forzar a Pizarro aregresar con toda su diezmada tropa a Panamá. PeroPizarro mostró allí quién era. Se niega a regresar,saca su espada, traza una raya en la arena de la isla,la cruza hacia el Sur, y lanza su famosa arenga: «Porallí, al Norte, los que quieran ser pobres. Por aquí, alSur, los que quieran ser ricos». Como todos recuer-dan, ese era el capitán Francisco Pizarro, el con-quistador del Tawantinsuyo o Imperio de los Incas.

Esa escena histórica ocurrió hace poco más dequinientos años. Nos permite mostrar el nacimiento

de una nueva geografía del poder, Norte y Sur. Y,al mismo tiempo, el nacimiento de un nuevo hori-zonte de sentido, de una nueva perspectiva inter-subjetiva, que se hizo mundialmente hegemónicadurante tan largo tiempo, hasta hacernos admitir queesa división del poder era parte de la configuraciónnatural de nuestro planeta. Oí una vez, en un deba-te político en Lima, que la dominación del dólar enla América Latina era una función de la geografía.

Empero, ¿qué había en el Norte a comienzos delsiglo XVI? Si ustedes ubican su mapa geohistórico,geopolítico, geocultural, con toda seguridad van aencontrar que en el primer tercio del siglo XVI, loque llamamos hoy el Norte, no es que estuvieravacío de poblaciones, pero no era el asiento delpoder y de la riqueza. Por el contrario, todo loque tenía poder, todo lo que tenía riqueza, todolo que tenía gran productividad, la sede de todo lo quedespués hemos aprendido con el nombre de las«altas culturas», anteriores a ese momento, era elSur. ¿Qué pasó después de la Isla del Gallo? Unarápida, radical y violenta redistribución del poder,es decir, del control, no solo de los recursos de pro-ducción de riqueza, sino, en primer término, de laconfiguración de las relaciones sociales y, como unapoderosa forma de control de las relaciones socia-les, una nueva intersubjetividad, un nuevo horizontehistórico de sentido.

Durante el período que llamamos Colonia, aquíen el Perú y en América, no había en los primerostiempos ejército profesional, ni policía profesional.Las poblaciones colonizadas se sublevaron muchasveces, pero fueron finalmente dominadas y contro-ladas. ¿Qué las controlaba, si no había policía pro-fesional, no había ejército profesional? Los con-quistadores y colonizadores traían algo muchomás poderoso que todo eso: un conjunto de ideas,de imágenes y de mitos, de formas de conocer,

Page 6: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

88888

de explicar, que no solamente reprimían el previoimaginario, el previo patrón de memoria y de olvido,el previo modo de producir explicación, conocimien-to y sentido, lo reprimían imponiendo encima su pro-pia atmósfera, su propia mentalidad, su propio modode entender el mundo, su propio modo de ver, supropio modo de impedir ver. Esto es, colonizando lasubjetividad, la intersubjetividad de los dominados.

Si se va al Cusco en la fiesta del Señor de losTemblores y se escucha cantar a esta población quesigue siendo indígena, que sigue siendo «india» entérminos coloniales, y cantar en quechua ese terri-ble himno al Señor de los Temblores, se puede re-conocer cómo les fue introyectado un elementonuevo que se llama culpa, obviamente no preexis-tente en estas tierras antes de la famosa raya dePizarro en la arena de la Isla del Gallo. De eso esque estoy hablando aquí, y es aquí que quiero dejarabierta esta cuestión. Quiere decir que la destruc-ción del mundo histórico previo, la colonización dela población sobreviviente, no solo implicaba la re-distribución de la riqueza, sino la constitución de unnuevo patrón de poder, desde finales del siglo XV

en adelante. Ese patrón del poder es lo que hoy díahemos aprendido a re-conocer como la Coloniali-dad del Poder.

Permítanme insistir. Se trata de un nuevo patrónde poder históricamente específico, constituido so-bre dos ejes fundacionales: 1) Un nuevo sistema deexplotación social que consistía y que consiste aúnen una configuración conjunta de todas las formashistóricas de explotación en torno, y bajo la hege-monía, del capital; 2) un nuevo sistema de domina-ción social configurado sobre la base, y en torno ala idea-imagen de «raza», un constructo mental queno tiene precedente alguno en la historia. En los lí-mites de esta ocasión quiero explorar, sobre todo,la significación de ese segundo eje.

Hay debates sobre eso, como es obvio. Algunospiensan que en el imperio chino ya estaba plantea-da la idea de «raza». Pero se trata de una confusiónbásica con la idea de superioridad-inferioridad en-tre personas y grupos desigualmente ubicados enlas jerarquías de dominación social. Eso siempreexistió junto con la dominación y con la desigual-dad social. Nuestra especie, homo sapiens, tieneunos doscientos mil años, y la dominación, la ex-plotación, la desigualdad social, el conflicto, en nues-tra historia, tienen, pues, muchos miles de años.

El punto es este, sin duda alguna, el control deunos sobre otros, el control sobre los intercambiosde comportamiento que llamamos relaciones socia-les es muy viejo, y el colonialismo en particular tie-ne miles de años, ha habido muchos imperios colo-niales antes del de América, pero no encontramosen parte alguna de esa historia, este constructomental que hoy día reconocemos como raza, por-que no se refiere a la posición de superioridad-in-ferioridad en las jerarquías sociales. Habitualmente,sobre todo en países como el nuestro, por ejem-plo, los ministros creen que son superiores o semanejan como superiores con sus secretarias. Y losantiguos chinos se creían sin duda «superiores» alos demás habitantes del mundo. Allí se trata de un«etnocentrismo», como dice la jerga de los antro-pólogos. Pero aquí no se trata de eso. Se trata deaquello que se discutía tempranamente, a mitad delsiglo XVI, en Valladolid, respecto de los «indios»:¿qué son estos, son bestias, son humanos, son se-mibestias, semihumanos, tienen alma? Es decir, ¿per-tenecen o no a nuestra especie? En nuestra jergaactual diríamos que se trata de una cuestión sobreuna desigualdad básica en la estructura de la biolo-gía de las personas, por lo tanto, de una diferencia«natural». Unos no son humanos, o no lo son deltodo.

Page 7: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

99999

Finalmente, tras el debate de Valladolid, el rey deCastilla-Aragón, de la futura España, decreta, comoantes lo había hecho el Papa, que los «indios» sonhumanos, pero que son paganos y deben ser cristia-nizados. Sin embargo, en la práctica social de mediosiglo, no solamente para los dominadores, sino parasus administradores y sus víctimas, esa idea de quelos indios no son humanos o son a lo sumo semihu-manos, ha ido calando profundamente, se ha ido pro-duciendo un proceso de «naturalización» de ese idea-imagen, y esta ya se ha convertido en un elementocentral de las relaciones sociales entre los coloniza-dores y sus víctimas. Cuando se admite legalmentela humanidad de los nuevos colonizados, tal condi-ción es admitida en la práctica social en un nivel muybajo, muy próximo de eso que se llamará después«naturaleza». Se está imponiendo, en consecuencia,un nuevo sentido histórico, un nuevo modo de en-tender no solo las relaciones entre las gentes y lasexperiencias entre ellas, sino las relaciones entre nues-tra especie y el resto del universo.

La producción de la idea de «raza» y la «racializa-ción» de las relaciones sociales da lugar a una nue-va perspectiva intersubjetiva, que impregna todosy cada uno de los ámbitos de la existencia social, yque orienta, define, legitima las nuevas relacionescoloniales, en su materialidad y en su intersubjetivi-dad, en el mismo movimiento histórico en el cual vaemergiendo Europa Occidental como sede del con-trol central del nuevo patrón de poder. Esto es, enel mismo proceso de eurocentramiento del nuevopatrón de poder cuya base fundacional es la racia-lización de las relaciones en la nueva existencia so-cial bajo el dominio colonial ibérico.

En el proceso de emergencia de la nueva identi-dad, que se llamará después Europa Occidental,como sede central del control del nuevo patrón depoder y de la expansión del capital, sobre la base

de las demás formas de explotación en América,también se va eurocentrando la elaboración inte-lectual, filosófica y teórica de las experiencias his-tóricas dentro del nuevo patrón de poder. En esesentido, no hay cómo no admitir que sin la «raciali-zación» de las relaciones sociales y de la clasifica-ción social básica de las gentes, sin esa dualizaciónde la población del nuevo patrón de poder entrehumanos y semihumanos, entre humanos «racial-mente» (esto es, «naturalmente») «superiores» e«inferiores» entre sí, la secularización de la teologíacristiana medieval en la nueva filosofía eurocéntri-ca, difícilmente habría llegado al extremo de pro-poner el nuevo dualismo radical (entre «razón» y«naturaleza) cartesiano y su admisión como el fun-damento mismo de la «racionalidad moderna», des-tinada a ser hegemónica no solo entre América yEuropa Occidental, sino en todo el mundo de laColonialidad eurocentrada del Poder, después dela «revolución industrial/burguesa» y de la mundia-lización del colonialismo europeo occidental.

El nuevo dualismo radical cartesiano, victoriososobre el monismo spinoziano, se convirtió en el fun-damento mismo de la nueva perspectiva mental, in-telectual, que emerge junto al eurocentramiento dela Colonialidad del Poder. En ese contexto y de esemodo, tal «moderna racionalidad» no podía ser sinouna «colonial/moderna racionalidad».

Tal dualismo radical no tiene precedentes histó-ricos, lo mismo que la idea de «raza», que es unade sus patentes experiencias fundacionales. Quizálo más antiguo que podemos reconocer es el Fe-dón de Platón, donde se establece una diferencia-ción muy profunda de dos dimensiones en cada in-dividuo, lo que es tangible, material, y lo que no loes. Pero en Platón ambas dimensiones siguen ac-tuando asociadas dentro de cada uno de nosotros,son diferentes, diferenciables, pero no separables.

Page 8: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1010101010

Obviamente, si se revisa lo que ocurría en las queahora llamamos «altas culturas», en todas ellas y encualquier parte y durante miles de años, la genteaprendió que podemos diferenciar entre dimensio-nes que no son lo mismo, pero nadie nunca propusoque se las pudiera separar como de naturaleza dife-rente. Esa propuesta por primera vez aparece enDescartes. La razón es divina, nosotros somos por-tadores de la razón, por lo tanto tenemos algo dedivino, pero el resto de nosotros, el cuerpo, pues, noes divino, y el resto de lo que existe fuera de noso-tros tampoco es divino. Se trata, como podemos ver,de un nuevo y radical dualismo, que se hizo el funda-mento del modo eurocéntrico de producir sentido, yque no solamente diferencia sino separa, como dosmundos externos entre sí, razón y naturaleza.

Hay propuestas diferentes que son producidasen esa misma época. Spinoza trabaja en el mismomomento, en la misma ciudad, pero él es un judíosefardita, rechazado por su propia comunidad, ais-lado, abandonado. Así, quien finalmente se imponeen adelante como el gestor y productor de la teoríade la racionalidad, será Descartes.

Hay una división, una dualización previa a la «ra-cial», mucho más antigua, es una división entre lasdiferencias de sexo en nuestra especie. No estoyseguro de si la dominación patriarcal es tan univer-sal y permanente como hoy se insiste, sobre todoen el mundo llamado Occidental y cristiano; creoque no, creo que las experiencias fueron mucho másvariadas, complejas y múltiples. Pero finalmente,incluso esta distinción previa que propone que hayun sexo inferior, lo que hoy se debate como la cues-tión del género, es totalmente redefinida a partir de laproducción e imposición de la idea de raza y de la ra-cialización de las relaciones sociales.

Los conquistadores que vienen, recuerden quié-nes son, son cristianos de la Contrarreforma, son

los portadores de la Inquisición, que van a quemara quienes no admiten sus creencias, sobre todo alas mujeres, pues la gran mayoría de quienes fueronquemadas eran mujeres y no por accidente, obvia-mente. Los conquistadores son autoritarios, jerár-quicos, represivos y patriarcales, esto es, en su pers-pectiva de sentido, la mujer es inferior al varón. Peroa partir del siglo XVI, toda mujer de raza superiorserá, por definición, superior a todo varón de razainferior. También las llamadas «razas inferiores» sonjerarquizadas entre ellas, unas están más cerca dela «naturaleza» y por supuesto, en especial, las mu-jeres de esas razas inferiores. Sobre todo despuésde la conquista y colonización de África, los negrosson considerados como muy próximos a la natura-leza, y sus mujeres como virtualmente naturaleza.Un poco más arriba en esa escala están los llama-dos indios. Después de la Revolución Industrial,la nueva entidad histórica que se llamará despuésEuropa Occidental parte a la conquista y coloniza-ción del resto del mundo. Entonces los nuevos «eu-ropeos occidentales» redefinen las identidades his-tóricas de los pueblos que conquistan y colonizan,les imponen nuevas denominaciones, nuevas jerar-quías. Así se produce eso llamado Oriente, como el«otro», aunque de todos modos inferior, de lo eu-ropeo occidental. Los indios o los negros africanosno tenían ninguna posibilidad de ser el otro, el Orien-te de Occidente, son de partida muy inferiores.

Como ven, se está instalando un nuevo sentidohistórico, que se va desarrollando en el curso deexpansión mundial de este patrón de poder, sobretodo con el proceso de lo que llamamos Revolu-ción Industrial, en el centro-norte de la nueva iden-tidad histórica que reconocemos como EuropaOccidental. Su experiencia colonizadora en el res-to del mundo contribuirá a producir lo que ellos lla-marán después la «modernidad». Tal «modernidad»

Page 9: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1111111111

es, en consecuencia, una producción eurocentrada,pero dentro de la Colonialidad global del Poder.En consecuencia, se trata de una colonial/moder-nidad.

También quisiera explorar rápidamente esto, pues-to que no tenemos demasiado tiempo. La experien-cia de la dominación colonial de Europa Occidentalsobre el resto del mundo implica la expansión y pro-fundización del nuevo patrón de poder constituidodesde América. Junto con la «racialización» de la cla-sificación social básica de la población mundial aho-ra colonizada, se expande también, se desarrolla, elnuevo sistema de explotación social que se configuraen torno a la hegemonía del capital.

No sabemos aún con suficiente precisión cuán-do emergió el capital como relación social específi-ca. La cuestión está apenas planteada desde hacemuy poco, hay investigaciones en curso, pero notenemos respuestas conclusivas. Por lo que hastaaquí sabemos, este capital, como relación social decontrol del trabajo, de la producción y la distribu-ción del trabajo, por medio de la mercantilizaciónde la fuerza de trabajo, probablemente comenzóen algún lugar del Sur de lo que hoy llamamos laPenínsula Ibérica y/o de la Península Itálica, en elMediterráneo, entre los siglos IX y XI, por tanto,bajo hegemonía musulmana. La sociedad organi-zada en la cuenca del Mediterráneo, bajo hegemo-nía arábigo-musulmana, era un mundo culto, urba-no, centro de investigaciones médicas, filosóficas,tecnológicas, científicas, matemáticas, y excepcio-nalmente rico y productivo eje del tráfico comercialdel mundo pre-América y pre-Europa Occidental,el activo intercambio comercial desde lo que hoyllamamos India, desde lo que hoy llamamos China,desde Persia, desde Bagdad, El Cairo, etcétera.Por eso, en la cuenca del Mediterráneo se necesi-taba urgentemente producir más, más pronto y más

barato. ¿Cómo, en qué momento, quién o quiénesproducen esta nueva tecnología social y convier-ten, de buen grado o con violencia, la fuerza detrabajo vivo e individual en mercadería? Esa es to-davía una cuestión abierta. Pero allí es constituidauna nueva división del trabajo, que llamamos hoydía capital. Pero ese capital en el Mediterráneo noera hegemónico sobre las demás formas de explo-tación, sobre la esclavitud, sobre la servidumbre,sobre la reciprocidad, sobre la pequeña produc-ción mercantil simple. Aunque desde el siglo XIII elcapital mercantil comienza a expandirse hacia elnorte de la Península Itálica, sobre todo, a travésde los ríos, coexiste con todas las demás formas,sin ninguna configuración conjunta, lo que solo po-drá ser producido con América y sobre la base deAmérica, aunque su expansión será resultado deleurocentramiento del nuevo patrón de poder.

Con América, no solamente se impone la ideade raza como el criterio central de clasificación so-cial de la población del mundo, sino que ademásse va estableciendo una nueva cuenca comercialque va ganando predominio en lugar del Medite-rráneo, para poder llevar la ingente producción des-de América por la nueva ruta que es el Atlántico:metales preciosos, oro, plata, cobre, etcétera, yvegetales preciosos, cacao, tabaco, papa, etcéte-ra, que son producidos como mercaderías para elnuevo mercado mundial por medio de la esclavi-tud, de la servidumbre, de la pequeña producciónmercantil, de la reciprocidad y del capital. Todasesas formas de explotación o de control del trabajooperan juntas, todas en una única estructura de pro-ducción de mercaderías para el nuevo mercadomundial. Es esto lo que va generando lo que hoydía llamamos Europa Occidental y la propia Espa-ña. Entonces, América y Europa Occidental se pro-ducen recíprocamente en el mismo período, en el

Page 10: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1212121212

mismo momento de la historia, en un patrón de po-der cuyos ejes centrales son, de una parte, la sub-jetividad y la intersubjetividad montadas sobre laidea de raza y de la jerarquización intersexual, esdecir, racista y sexista, y que invade e impregnatodos los ámbitos de la existencia social, desde elimaginario, la memoria, la sensibilidad, la explica-ción, el conocimiento; de la otra parte, todas lasformas de explotación, de control del trabajo, entorno a la hegemonía del capital y, en consecuen-cia, de carácter capitalista, en su conjunto. Eso eslo que podemos reconocer como el capitalismomundial. Este no se hizo hegemónico ni mundial soloy separado de las demás formas de explotaciónsocial. Y desde el siglo XVI no ha existido ni actua-do nunca sino como predominante de esa configu-ración global de producción de mercaderías parael mercado mundial. Entonces como ahora, a co-mienzos del siglo XXI.

La propia Revolución Industrial, como sabemoshoy por investigaciones específicas, fue el desarro-llo de las innovaciones tecnológicas hechas por losesclavos negros en Martinica, Jamaica y Cuba, enla producción de tabaco, café y caña de azúcar.Porque antes de la Revolución Industrial, eso quehoy llamamos Europa Occidental no tenía nada, li-teralmente nada, que ofrecer al mercado mundial, amenos que alguien lo recuerde. Lo que ofrecía eralo que producía el trabajo no pagado de esclavos ysiervos de América, metales preciosos que permi-tieron metalizar la moneda y monetizar el mercado,tener por fin un mercado monetario estable y conti-nuo, hacer realmente un nuevo mercado mundial,con nuevos minerales y vegetales preciosos.

Hay, pues, todo un horizonte de sentido nuevo,pero el eje epistémico central de todo esto sigue sien-do esa extraña combinación de dualismo radical yracismo-sexismo, de una parte; y de otra, los nuevos

sistemas y las técnicas de observación, medición, deexperimentación que no son inventados entonces, sonun desarrollo de lo que venía desde antes, sobre tododesde el Mediterráneo bajo dominación musulmana.Desde allí se origina eso que ahora se discute comola cuestión de la modernidad y de la racionalidad. Esun nuevo horizonte de sentido. Pero en el marco deeste patrón de poder, en el contexto y en el procesode la Colonialidad del Poder, ese nuevo horizonte desentido, la modernidad, no puede dejar de ser tam-bién colonial, no solo por su origen, sino por sus ele-mentos constitutivos que le son inherentes desde en-tonces hasta hoy.

Todo horizonte de sentido, aunque sea dominan-te, es siempre heterogéneo en la historia. Su hege-monía no implica que todos, en cada rincón delmundo, piensen exactamente del mismo modo, sien-tan del mismo modo, entiendan del mismo modo,expliquen del mismo modo. La hegemonía de unhorizonte de sentido implica un eje de orientacióncomún, y en un poder colonial implica que ese ejeinvade, coloniza, incluso, lo que no le pertenece, loreprime, lo humilla o lo disminuye.

Este horizonte de sentido colonial/moderno/euro-centrado ha sido dominante hasta la Segunda GuerraMundial. No dejó nunca de ser resistido y contes-tado. Desde el propio período colonial, la resisten-cia se produce en América, sobre todo en lo quehoy llamamos la América Latina, no solamente por-que es la primera región donde se constituye laColonialidad del Poder, sino también por el fracasoibérico respecto de la primera colonial/modernidad.Después de la independencia en el siglo XIX, ya habíaen América movimientos que resistían la maneraeurocéntrica de ver el mundo.

Si ustedes comparan cuidadosamente toda estacorriente llamada de los «estudios de subalterni-dad», que se produce sobre todo entre los historia-

Page 11: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1313131313

dores hindúes, desde Ranajid Guha en adelante, yla comparan con la producción intelectual de laAmérica Latina desde fines de siglo XIX, sobre tododesde Martí en adelante, pasando por Vasconce-los, Haya, Mariátegui y otros, encontrarán que semueven las mismas cuestiones y que las respuestasbásicas son las mismas, aunque Guha y sus segui-dores son profesionales en la investigación históri-co-social. Pero también, probablemente, encontra-rán que el debate tiene, sobre todo, un origen y unsentido más bien identitario, incluso nacionalista, porlo cual los supuestos epistémicos no son siempre,ni necesariamente, antieurocéntricos, aunque la teo-ría histórica sea producida como una contestaciónantihegemónica, y que no es por acaso que las ca-tegorías gramscianas de subalternidad y de hege-monía ocupan un lugar central.

Por eso, con la solitaria excepción de Mariáte-gui, ninguno de los demás encuentra, descubre otropieza con un modo de romper o subvertir lasraigambres epistémicas de este horizonte de senti-do. Mariátegui queda muy aislado, condenado po-líticamente desde la conferencia de 1929 de lospartidos comunistas latinoamericanos, y es intelec-tualmente enterrado por todo un período. Aunquemitificado y glorificado por su nombre, sus descu-brimientos teóricos centrales no reaparecerán en eldebate latinoamericano sino décadas después.

Pasada la Segunda Guerra Mundial, después delas experiencias del nazismo y frente a las del des-potismo burocrático, el predomino del eurocentris-mo, del horizonte de sentido colonial/moderno/euro-centrado, no podía quedar indemne. Todo horizontehistórico de sentido es una combinación epistémi-ca/teórica/histórica/ética/estética/política. El actual-mente hegemónico está en crisis abierta. Pero lacrisis del eurocentrismo se produce de un modomuy curioso, nos metemos en el callejón de los

«pos», primero el poshumanismo, después el po-sestructuralismo, lo poscolonial o estudios posco-loniales, luego vendrá lo posmoderno, la posmo-dernidad. Este callejón de los pos implica unatartajosa dificultad, de una crítica desde dentro deleurocentrismo, que no llega, sin embargo, a produ-cir realmente ninguna ruptura básica en la epistemeracista/sexista que comenzó con «América» y sedesarrolló y se hizo mundialmente dominante en elcurso y en el cauce de la expansión mundial del co-lonialismo europeo occidental. Pero es una indica-ción eficaz de que ese horizonte está en crisis.

Y otra vez, para hablar de nuevo desde el Sur,desde la América Latina y el Caribe, en primer tér-mino, pero también desde África, desde Asia, hoydía va emergiendo todo un movimiento de la socie-dad que ahora va rápidamente, y hay un nuevo de-bate, que no solo pone en cuestión los supuestosepistémicos de este horizonte de sentido y por tantosu imaginario, su forma de producir patrones dememoria y olvido, su forma de producir explica-ción, conocimiento y sentido, sino produce, además,comienza a producir en la práctica, otro horizonteposible que está en plena constitución. Porque eneste período se conjugan la protesta social de losmás dominados en la Colonialidad del Poder, de los«indígenas», con la crisis de la naturaleza, pues, delplaneta mismo. En esta conjunción, la lucha de losindígenas por la supervivencia resulta ser también unalucha por la supervivencia de la especie entera y, enfin, de las condiciones de vida en el planeta. En esecontexto, es la primera vez en estos quinientos añosen que emergen una perspectiva y un discurso ne-cesariamente anticapitalistas y anticolonialidad delpoder, que no tienen orígenes intelectuales o éticofilosóficos, sino en las más directas necesidades dela sobrevivencia, porque en este mismo período hanpasado al predominio las más profundamente

Page 12: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1414141414

conflictivas y violentas tendencias del actual patrónde poder, y las más tecnocráticas orientaciones y lí-neas de la colonial/modernidad. Es decir, es la crisisdel patrón de poder, como tal, lo que produce lacrisis de su horizonte hegemónico de sentido.

El capitalismo hoy día –voy a cerrar con esto–sigue siendo capitalismo, pero mirando el debatesobre la catástrofe financiera contemporánea, se pue-de ver que hay algo que no llega al debate aún, elhecho de que el capital ha entrado desde hace trein-ta y cinco años, aproximadamente, en una crisis detransición o en una crisis de disrupción de sus másprofundas raíces y fundaciones. ¿A qué me refiero?Esto es parte de la historia del debate social de laAmérica Latina. Fuimos nosotros en la América La-tina los que a mitad de los años sesenta del siglo XX

comenzamos a descubrir que un cambio muy pro-fundo empezaba a ocurrir en la relación capital-tra-bajo. Los estudios que hablaban de «marginalización»dan cuenta de eso. Una parte creciente de traba-jadores expulsados en los momentos de contracciónde la producción no era recuperada en el momento deexpansión, y esa proporción ha ido creciendo cons-tantemente. ¿Por qué?

Los estudios del famoso Grupo de Praga, desin-tegrado con la invasión de los tanques rusos en1968, ayudaron a entender lo que implicaba o po-día implicar aquello que ya se nombraba entoncescomo «revolución científico tecnológica», un deci-sivo cambio, una mutación, en las relaciones entreel espacio y el tiempo y entre nosotros con ellos.Porque esa revolución científico-tecnológica per-mitía prescindir cada vez más de fuerza de trabajoindividual viva. Pero, en ese momento –estamoshablando de los años sesenta–, era aún una ten-dencia incipiente, aunque observable. Hoy en díano es una tendencia, es una situación totalmenteconsumada. Hay un nivel ultratecnologizado, infor-

matizado dicen algunos, de producción, en que lafuerza viva de trabajo individual, virtualmente noexiste, no está ahí. Por consecuencia, ahí no haymás empleo en el sentido convencional, ahí se pro-duce desempleo, los demás trabajadores solo pue-den conseguir empleo en los niveles medio y bajo,por eso se habla de desocupación estructural, node coyuntura, y por eso la flexibilización y la preca-rización del empleo. Por eso también la reexpan-sión de la esclavitud, de la servidumbre, de la pe-queña producción mercantil que en un momento fueel corazón mismo de la economía informal, y tam-bién de la reciprocidad.

Estoy seguro de que muchos de ustedes saben,quizá incluso han vivido la experiencia, que los nue-vos artefactos electrónicos tienden a ser cada vezmás pequeños y cada vez más baratos en precio, yalgunos pueden ser, y de hecho son, obsequiados.¿Por qué? Porque el costo de producción indivi-dual de esos instrumentos desciende continuamen-te y puede ser a veces menos que cero. Pero juntocon el obsequio, usted además se registra, o puederegistrarse, en un servicio que tiene que ir pagandomensualmente. Eso quiere decir que no es más elcosto de producción lo que es el eje del mercado,sino la especulación financiera. Por eso, el capitalfinanciero existente hoy no es el viejo capital finan-ciero que aparece siempre en toda crisis, pero siem-pre con duración corta, diez o quince años comopromedio; el de aquí ya lleva cuarenta años y notiene cara de irse, si no se lo echa. Cuanto másinventivos o «creativos» son los mecanismos deespeculación, pueden permitir mayores ganancias.Por tanto, la especulación financiera tiende a sercada vez más desregulada y, en consecuencia, frau-dulenta. En la gran crisis financiera actual, esa esuna parte necesaria de toda explicación: es un gi-gantesco fraude financiero, muy minuciosamente

Page 13: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1515151515

armado, pero estamos hablando de trillones dedólares.

Jeremy Rifkin ha mostrado cómo el producto brutode todo el mundo puede pasar en solo una semanapor todos los intersticios de comunicación y transmi-sión electrónicas en la ciudad de Nueva York. Y, comotodos podemos suponer, se trata de millones de mi-llones de dólares. Ese dinero ¿es real? La gente pre-gunta a dónde se ha ido todo ese dinero en la recien-te crisis financiera: son trillones de dólares, ¿a dóndese van? Pero ese dinero no se va, ni se muere. Esdinero ficticio, no tiene sentido. Entonces, no es másel mismo viejo dinero que era un símbolo de las equi-valencias entre productos en el mercado. El actualcapital financiero no trabaja con ese mismo dinero.Por eso, a pesar de que Bush y Obama ahora invier-ten de nuevo miles de millones de dólares para lasgrandes corporaciones financieras, ellas se siguenderrumbando. Ayer cayó la AIG, la mayor asegura-dora universal, porque necesita más dinero, en con-secuencia la Bolsa cayó al día siguiente 13 % en NuevaYork, y luego en todo el mundo. ¿Por qué? Crisis deconfianza, exactamente. Como mucha gente comienzaa entender. El dinero es la sombra del poder. Si us-ted no cree, no existe o no se puede. Es como laidea de «raza», nuestros compañeros víctimas delracismo han peleado por la democratización de lasrelaciones raciales. Pero eso no es posible en reali-dad. Si usted pelea por la democratización de lasrelaciones de «raza», entonces está aceptando que

raza es un fenómeno de la naturaleza y no del poder.En consecuencia, ese reclamo no tiene sentido, aun-que parezca muy progresista. «Raza» no existe, siusted no cree en ella. Es lo mismo hoy día con elcapital financiero y la crisis. No se trata de si el Esta-do es nacionalista o socialista, o es otra cosa.

Hay un horizonte de sentido que emerge, quecomienza a no creer, incluso a negar todo esto, por-que ahora la supervivencia de todos está en juego,a todos los niveles. Entonces empiezan a estar encuestión el mercado y el lucro, y la idea de explota-ción de la naturaleza, que nació asociada a la ideade «raza», porque esta supone, precisamente, quelas «razas inferiores» lo son por «naturaleza» y es«natural» que sean explotadas. Esa idea ha sido lle-vada a cabo, agudizada y pervertida, sobre todoen los trescientos años después de América, juntocon América.

Hay, pues, un horizonte de sentido en quiebra yotro horizonte de sentido que emerge, y estamosen medio de eso de algún modo; si no somos capa-ces de hacerlo visible, activo, realmente visible enel «otro mundo posible» que se busca y que se de-bate en los Foros Sociales Mundiales, escenarioscentrales del debate de la resistencia y de las alter-nativas, puede haber «otro mundo posible», peroese puede ser mucho peor, y en cierto modo co-mienza a serlo. Tenemos, pues, una opción todosaquí, una u otra posibilidad.

Gracias. c

Page 14: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1616161616

¿Hasta cuándo esperamos?

La consolidación de los gobiernos autónomos creados desde1810 en Hispanoamérica, caracterizados por las ambigüeda-des políticas impuestas por las elites criollas, abrió un com-

plicado proceso que llevó de manera inexorable a la emancipación. Enalgunos lugares, como Venezuela, la declaración de independenciafue temprana (5 de julio de 1811), en gran medida gracias a lapresión de jóvenes criollos miembros de la recién creada SociedadPatriótica de Agricultura y Economía –entre los cuales descollabaBolívar–, seducidos por el magisterio subversivo de Miranda. ElPrecursor, quien varias veces habló en el Congreso de Caracaspara convencer a los diputados, señaló en su intervención del 3 dejulio de 1811: «No podemos proclamar nuestra fidelidad a Fernan-do VII y a la vez pretender que nos reconozcan las potencias ex-tranjeras. Solo siendo un país independiente nos ganaremos el res-peto y el apoyo de otros Estados».1

También fue ese el caso de Cartagena, donde el proceso se radi-calizó cuando el 14 de agosto de 1810 los criollos destituyeron alas autoridades adueñadas del poder tres meses antes y fue consti-tuida una Junta Suprema de Gobierno. En esta provincia litoral, unade las más pobladas de Nueva Granada, el anuncio formal de laseparación de España se produjo el 11 de noviembre de 1811, lo

SERGIO GUERRA VILABOY

El dilema*

* Fragmento del capítulo tercero del li-bro Jugar con fuego. Guerra social yutopía en la independencia de Amé-rica Latina, Premio extraordinario Bi-centenario de la Emancipación Hispa-noamericana, Casa de las Américas,2010.

1 José Grigulievich Lavretski: Miranda, la vida ilustre del Precursor de laIndependencia de América Latina, Caracas, Ediciones de la Contraloría,1974, p. 189.Re

vist

a Ca

sa d

e la

s Am

éric

as N

os. 2

59-2

60

abril

-sep

tiem

bre/

2010

pp.

16-

31

Page 15: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1717171717

que la convirtió en el segundo territorio hispano-americano en declarar su independencia.

Ese fue el resultado de la vigorosa actuación de loshermanos Vicente Celedonio, Germán y Gabriel Gutié-rrez de Piñeres, quienes le imprimieron al proceso enCartagena un carácter antiespañol y antiaristocrático,con el respaldo de los mulatos y negros libres delbarrio de Getsemaní, encabezados por el herrero mu-lato de Matanzas (Cuba) Pedro Romero. El 4 de fe-brero de 1811, las fuerzas populares aplastaron unintento sedicioso de los comerciantes españoles alia-dos al Regimiento Fijo acantonado en Cartagena.

Según el relato de un teniente del Batallón dePardos, el pueblo humilde comenzó esa jornada enforma espontánea, con la detención de los conspira-dores europeos, con «una furia de más de 400 hom-bres con lanzas, sables, machetes, hachas, etc.»;por lo que «toda la noche fue de revolución: más detres mil almas estaban patrullando y andando porlas calles».2 Nueve meses después, los mulatos ynegros libres armados impusieron a la moderadajunta aristocrática criolla del principal puerto neo-granadino, presidida por el abogado y hacen-dado José María García de Toledo, el Acta de In-dependencia, que declaraba «solemnemente a lafaz de todo el mundo que la provincia de Cartage-na de Indias es desde hoy y por derecho EstadoLibre, Soberano, e Independiente».3

El 15 de junio de 1812, se aprobó la constituciónigualitarista del Estado de Cartagena de Indias, por

un congreso donde «todos se hallan mezclados losblancos con los pardos, para alucinar con esta medi-da de igualdad, una parte del pueblo», según escri-biera desconsolado al rey, desde su refugio en LaHabana, el arzobispo del principal puerto neograna-dino fray Custodio Díaz.4 Al año siguiente, el propiocónclave dispuso la confiscación y el reparto de todos«los bienes que correspondieran a los enemigos dela libertad americana».5 Entusiasmado en Bogotá conestas noticias, Antonio Nariño escribió en su perió-dico La Bagatela:

Por el último correo ha recibido el autor de LaBagatela infinidad de cartas y relaciones del su-ceso del día 11 de noviembre en aquella ciudad. Esimposible incluirlas aquí todas, ni al pie de la letra.De ellas resulta que el cuerpo de patriotas Lance-ros de Getsemaní fue el que dio impulso y sostuvola revolución para que se desconociera definitiva-mente la Regencia de Cádiz, proclamando unaabsoluta independencia: que el pueblo estaba can-sado de sufrir un gobierno más misterioso que elde los antiguos gobernadores [...] entre los pa-triotas que más se han distinguido se notan a losdos hermanos Piñeres, al célebre matancero [serefiere al cubano Pedro Romero], Juan José So-lano, Manuel Rublas, Ignacio Muñoz, y los jefesde los pardos, siempre amantes de la libertad.6

2 Citado por Alfonso Múnera: El fracaso de la nación.Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1821), Bogotá, Banco de la República, El Áncora Edito-res, 1998, p. 184.

3 Tomado de Javier Ocampo: «El proceso político, militar ysocial de la independencia», en Manual de Historia deColombia, dirigido por Jaime Jaramillo Uribe, Bogotá,Instituto Colombiano de Cultura, 1982, t. II, p. 39.

4 En A. Múnera: Ob. cit. (en n. 2), p. 202. La constituciónprohibía la trata y creaba un fondo para la manumisiónde los esclavos. Véase el texto íntegro en Germán Mar-quínez Argote [selección de textos e introducción]: Fi-losofía de la emancipación en Colombia, Bogotá, Edi-torial El Búho, 1983, pp. 133-141.

5 En José Manuel Restrepo: Historia de la revolución dela República de Colombia en la América meridional,Bogotá, Banco de la República, 1942, t. II, p. 69.

6 Citado por A. Múnera: Ob. cit. (en n. 2), p. 197.

Page 16: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1818181818

En México, sin embargo, la adopción de unadeclaración de independencia no se produjo, demanera oficial, hasta dos años después de Cartage-na, el 6 de noviembre de 1813, cuando fue aproba-da por el congreso insurgente reunido en Chilpan-cingo, que sustituyó a la titulada Suprema JuntaNacional Americana o Junta de Zitácuaro, creadapor Ignacio López Rayón tras la derrota de Hidalgo,el 19 de marzo de 1811. En el campo revolucionarionovohispano había muchas reticencias a descono-cer a Fernando VII.

La adopción de la declaración de independenciade México era combatida en forma abierta pormiembros de la aristocracia y la intelectualidad criollacomprometidas con la insurrección. Por esa razón,el Bando del 21 de agosto de 1811, que dio a co-nocer la existencia de la Junta de Zitácuaro, se inicia-ba con una invocación al «señor D. Fernando VIIy en su real nombre la Suprema Junta NacionalAmericana, instalada para la conservación de susderechos».7

Para estos sectores de la aristocracia novohis-pana, mantener el reconocimiento al rey era la me-jor garantía para frenar una mayor radicalizaciónde la revolución de Hidalgo. Uno de los insurgentesque de forma más apasionada defendió esta con-cepción conservadora fue el propio López Rayón,inclinado a buscar a toda costa un arreglo con lametrópoli. En 1813 declaró:

La masa enorme de indios, quietos hasta ahora,y unidos con los demás americanos en el con-cepto de que sólo se trata de reformar el poder

arbitrario sin sustraernos de la dominación deFernando VII, se fermentará, declarada la inde-pendencia, y aleccionados en la actual lucha ha-rán esfuerzos por restituir sus antiguas monar-quías, como descaradamente lo pretendieron elaño anterior los tlaxcaltecas en su representa-ción al señor Morelos.8

Una situación en algún sentido parecida a la deNueva España se produjo en Quito. En la capitaldel territorio situado en la línea ecuatorial, tras lamatanza de más de un centenar de indefensos crio-llos, cometida el 2 de agosto de 1810 por el Real deLima, fue restablecida la Junta Autónoma (19 deseptiembre), que reconocía la autoridad del Con-sejo de Regencia por influencia del recién llegadocomisionado regio Carlos Montúfar.

Como su antecesor, el nuevo gobierno respon-día a los intereses de la aristocracia señorial criolla.La preminencia de la elite quiteña decaía en formaostensible desde fines del siglo XVIII «por un cáncerdoble: desde afuera, las sedes virreinales que ad-quirían cada vez más poderes directos sobre susprovincias periféricas y, desde dentro, la debilidaddel Gobierno quiteño, que tenía cada vez menosautoridad sobre su propio distrito».9

El congreso de representantes de esta regiónserrana, reunido poco más de un año después, sibien proclamó su soberanía (11 de diciembre de1811) y adoptó una bandera roja con aspa blanca,mantuvo el reconocimiento a Fernando VII en la

7 En La Independencia de México, textos de su historia,Miguel González Avelar (investigación y compilador),México, Secretaría de Educación Pública, 1985, t. I,p. 205.

8 Tomado de Miguel González Avelar: La Constituciónde Apatzingán y otros estudios, México, Sep-Setentas,1973, p. 20.

9 Carlos Landázuri Camacho: «La independencia del Ecua-dor (1808-1822)», en Nueva Historia del Ecuador, Qui-to, Grijalbo, 1989, t. VI, p. 93.

Page 17: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

1919191919

propia declaración y en la constitución (Artículosdel Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre lasProvincias que forman el Estado de Quito), adop-tada el 15 de febrero de 1812. Las pugnas entre unsector de la aristocracia quiteña, que presionaba pararomper todo vínculo con España, encabezado porJacinto Sánchez de Orellana, marqués de Villa Ore-llana, sobre el grupo moderado promonárquico delmarqués de Selva Alegre y su hijo Carlos Montúfar,dividieron a los criollos y facilitaron la ofensiva rea-lista encabezada por el mariscal de campo ToribioMontes.

A favor de estas fuerzas actuaba también la faltade apoyo popular al gobierno criollo de Quito, enparticular entre la población negra e indígena. Comoha escrito Jorge Núñez:

No puede entenderse el triunfo final de los rea-listas en la región del norte quiteño sino por lamasiva presencia de indígenas de Pasto y escla-vos negros del Patía y Barbacoas, reclutados parala guerra por el gobernador Miguel Tacón, me-diante la oferta de concretos beneficios sociales(entrega de tierras, suspensión del pago de tri-butos, manumisión de la esclavitud).10

Ni siquiera los desesperados llamados a la resis-tencia, formulados por el obispo-presidente JoséCuero y Caicedo, pudieron impedir el inevitable des-enlace. La división entre sanchistas y montufaristasfacilitó la toma de la capital por sus enemigos realis-tas el 8 de noviembre de 1812. Según cuenta el his-toriador ecuatoriano Carlos Landázuri: «El obispo,los nobles, el pueblo, lo que quedaba del ejércitohabían huido al Norte. La batalla final tuvo lugar jun-

to a la laguna de Yaguarcocha (“lago de sangre”)que, por segunda vez en nuestra historia, justificó trá-gicamente su nombre».11

Lo mismo ocurrió en Chile –único territorio his-panoamericano cuya junta fue reconocida por elConsejo de Regencia–, donde pese al ascenso alpoder, el 15 de noviembre de 1811, de la tenden-cia más radical, encabezada por los hermanos Ca-rrera, no se llegó tampoco a declarar de maneraformal la independencia. Aunque José Miguel Ca-rrera, después de atribuirse plenos poderes, alen-tado por el arribo del representante de los EstadosUnidos, Joel R. Poinsett, dispuso la sustitución delpabellón español por una bandera tricolor y pro-clamó una constitución (26 de octubre de 1812),que de hecho organizaba al territorio austral comoun Estado libre, se mantuvo el reconocimiento aFernando VII.

No obstante, la propia carta magna chilena –aligual que la de Quito y Cundinamarca– dejaba cla-ro que: «Ningún decreto, providencia u orden queemane de cualquier autoridad o tribuna de fuera delterritorio de Chile, tendrá efecto alguno».12 A favorde una clara definición política, se había pronun-ciado unos días antes, en el recién estrenado pe-riódico Aurora de Chile, el cura Camilo Henríquez:«Ya es tiempo de que cada una de las provinciasrevolucionarias de América establezca de una vezlo que ha de ser para siempre: que se declare inde-pendiente i libre i que proclame la justa posesión desus eternos derechos».13

La postura conciliadora predominante entre loscriollos de la tierra austral no varió con la sustitución

10 Jorge Núñez Sánchez: De la Colonia a la República: elpatriotismo criollo, Quito, Campaña Nacional Euge-nio Espejo por el Libro y la Lectura, 2009, p. 155.

11 Ibíd., p 116.12 Tomado de Luis Vitale: Interpretación marxista de la

historia de Chile, t. III, Santiago de Chile, Prensa Lati-noamericana, 1969-1971, p. 19.

13 Ibíd., p. 25.

Page 18: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2020202020

en la jefatura del ejército chileno de Carrera porO’Higgins (27 de noviembre de 1813), quien habíaestado vinculado a Miranda y compartía su idearioemancipador desde antes de 1810. Las vacilacio-nes facilitaron que, tras el restablecimiento del ab-solutismo en España, el gobierno de Santiago deChile pudiera firmar con los representantes realis-tas el tratado de Lircay (3 de mayo de 1814).

El documento de pacificación recogía las aspira-ciones de la aristocracia chilena de conjugar go-bierno propio y comercio libre con el reconocimientode la soberanía española y el mantenimiento del statusquo social. Pero el acuerdo firmado en Lircay notardaría en ser rechazado por Abascal, el intransi-gente virrey del Perú, a nombre de España. El des-conocimiento del tratado llevó al descalabro de laPatria Vieja, tras la derrota militar de Rancagua (2de octubre), precipitada por las persistentes con-tradicciones entre los partidarios de Carrera y losde O’Higgins.

Una mayor dilación en la proclamación de la in-dependencia se registró en el Virreinato del Río dela Plata. La aristocracia bonaerense temía, comoescribiera Saavedra, el presidente de la Junta deMayo, que «si nosotros no reconociésemos a Fer-nando, tendría Inglaterra derecho, o se considera-ría obligada a sostener a nuestros contrarios que loreconocen, y nos declararía la guerra del mismomodo que si no detestásemos a Napoleón».14 Poreso, a fines de 1811, no solo se promulgó el Esta-tuto Provisional del Gobierno Superior de lasProvincias Unidas del Río de la Plata a nombredel Sr. D. Fernando VII, sino que se llegó al extre-mo, el 25 de mayo de 1812, de desautorizar al ge-

neral Belgrano por hacer jurar a sus tropas una ban-dera azul celeste y blanca.

Para el sector criollo en que militaba el jefe delEjército del Norte era ya hora de declarar la inde-pendencia. También Bernardo Monteagudo insistíaen abandonar «la máscara de Fernando VII»,15 loque se consiguió en el congreso de 1813, aunqueeste cónclave tampoco proclamó de manera for-mal la emancipación de España ni definió un régi-men político específico, pues para muchos de losdelegados «la independencia no es soplar y hacerbotellas». A estos argumentos respondió el generalSan Martín que: «mil veces me parece más fácilhacer la independencia que el que haya un soloamericano que haga una sola botella».16 Así, escri-bió en 1816 a varios diputados del Congreso deTucumán una misiva que exigía la adopción inme-diata de esa declaración:

¡Hasta cuándo esperamos para declarar nuestraIndependencia! ¿No le parece una cosa bien ri-dícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucar-da nacional, y por último, hacer la guerra al so-berano de quien en el día se cree dependemos?¿Qué nos falta más que decirlo?».17

14 En la carta a Juan José Viamonte, del 27 de junio de 1811,citada en Ricardo de Titto: El pensamiento de loshombres de Mayo, Buenos Aires, El Ateneo, 2009,p. 167.

15 Tomado del prólogo de Noemí Goldman a R. de Titto:El pensamiento de los hombres de Mayo, ob. cit. (en n.14), p. 13.

16 Carta del 24 de mayo de 1816, en R. de Titto: Ibíd.,pp. 264-265.

17 Citado por Bartolomé Mitre: Historia de Belgrano yde la independencia argentina, Buenos Aires, Edito-rial Universitaria, 1978, t. II, p. 262. El texto del acta de ladeclaración de independencia de las Provincias Uni-das en Sudamérica, adoptado en Tucumán, el 9 de julio de1816, puede verse en José Santos Vargas: Diario de uncombatiente de la guerra de independencia america-na; desde el año 1814 hasta el año 1825, La Paz, Bo-livia, Plural Editores, 2008, pp. 136-139.

Page 19: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2121212121

En muchos lugares de Hispanoamérica la inde-pendencia fue declarada bastante después de ini-ciada la contienda armada: Paraguay y Bogotáen 1813; el Río de la Plata en 1816; Chile en 1818,y Perú, Centroamérica, Quito, Santo Domingo, Pa-namá y Veraguas en 1821. A ese resultado, en es-tos siete últimos territorios, contribuyeron el sensi-ble cambio en la correlación de fuerzas creado conla sublevación de Rafael del Riego en España (enerode 1820) y las victorias militares de San Martín enMaipú (5 de abril de 1818) y Bolívar en Boyacá (7 deagosto de 1819) y Carabobo (24 de junio de 1821),que compulsaron al sector criollo conservador a rom-per con la debilitada metrópoli y aceptar una sepa-ración de España, ya de hecho inevitable.

La lentitud en la ruptura formal con España noinvalida que en la mente de algunos criollos ilustra-dos y determinadas personalidades preclaras, ade-lantadas a su tiempo –Miranda fue uno de ellos–, laidea de la independencia y la formación de una na-ción en su sentido moderno ya estuviera presentedesde muy temprano. Este fue el caso del propioHidalgo, cuyo horizonte más íntimo era la emanci-pación de España, por lo que su fidelidad a Fer-nando VII ha sido considerada por algunos histo-riadores una simple cuestión táctica.

La inclinación de Hidalgo a la independencia sedesprende de sus últimas disposiciones, escritos ydecretos, en especial aquellos que distinguían a loscriollos de los españoles y que fueron publicadosen el Despertador Americano, encaminados a laforja de la «nación mexicana».18 En uno de sus ar-tículos en ese periódico insurgente, el 3 de enerode 1811, el cura rebelde se llegó a proclamar «Pa-dre y Libertador» y a compararse con George

Washington. En el mismo texto, señaló que su úni-co crimen «consiste en haber levantado la voz de laLibertad de nuestra Patria, en haber descubiertolas intrigas de los Gachupines para entregarnos áJosef» y exhortó a los criollos a unirse «al ímpetude toda una nación levantada por su independen-cia».19 Lucas Alamán, testigo de estos aconteci-mientos desde el campo contrario a los insurgentes,consideró que desde su estancia en Guadalajara, endiciembre de 1810,

Hidalgo dejó caer en el olvido el nombre de Fer-nando VII, cuyo retrato hizo quitar del dosel bajoel cual recibía en público, e igualmente fuerondesapareciendo los vivas y cintas de su nombreque todavía llevaban los sombreros [...] ahoraempezó a insinuar en los impresos y de palabraque estaban rotos todos los vínculos que ligabana estos países con el trono español.20

Cambio de formas o de espíritu

Desde los comienzos de la lucha por la indepen-dencia de la América hispana, se pusieron de mani-fiesto sus limitaciones, derivadas de la conducciónde la elite criolla que, con la excepción del levanta-miento de Hidalgo en el Virreinato de Nueva Espa-ña, pretendía romper la dominación española sinafectar la tradicional estructura socioeconómica. Deahí que en muchos sitios del Continente la partici-pación popular en la contienda fuera muy limitada oincluso adversa a la emancipación.

18 En M. S. Alperovich: Historia de la independencia deMéxico (1810-1824), México, Grijalbo, 1967, p. 139.

19 En La Independencia de México, ob. cit. (en n. 7), t. I,pp. 150 y 154.

20 Citado por Martín Tavira Urióstegui y José Herrera Peña:Hidalgo contemporáneo. Debate sobre la indepen-dencia, México, Escuela Preparatoria Rector Hidalgo,2003, p. 92.

Page 20: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2222222222

Desde el norte de México hasta el Virreinato delRío de la Plata y Chile, la guerra emancipadora sedistinguió, a partir de 1810, por la lucha permanentedel pueblo; y sus dirigentes más consecuentes, porenlazar las tareas de la liberación nacional con cam-bios sociales profundos. En cada ocasión que se in-tentó dar una solución radical a algunos de los pro-blemas heredados de la sociedad colonial, fueronamenazados los intereses de los sectores privilegia-dos, que cerraron filas para defender el status quo.

En casi todas las colonias hispanoamericanas elproceso emancipador comenzó con muchas indefi-niciones, pues no solo se establecieron gobiernosautónomos, que seguían reconociendo la soberaníade Fernando VII, sino que también evitaban cual-quier reivindicación social. Las juntas, como la deBuenos Aires o Santiago de Chile, se limitaron adisponer o legalizar la libertad de comercio –elConsejo de Regencia había reiterado su prohibi-ción el 2 de junio de 1810–, para satisfacción desus encumbrados promotores criollos, perjudica-dos con los privilegios mercantiles de los peninsu-lares y las incapacidades del mercado metropo-litano para absorber a plenitud la producciónagropecuaria de sus colonias. Como comenta conacierto el historiador francés Thibaud: «las juntasde 1810 no son revolucionarias; no desean cam-biar la sociedad en nombre de una ética, de un pro-grama político, aunque ciertos valores igualitarioscomenzaron a ser defendidos –en derecho por losde arriba, de hecho por los de abajo».21

Para resistir la tácita insubordinación que signifi-caba la formación de juntas en la América hispana,se agruparon en el bando realista funcionarios, gran-

des comerciantes, arrendatarios e intermediarios delos monopolios de la corona, en su mayoría espa-ñoles, y el alto clero que, en virtud del real patrona-to, formaba parte de la poderosa burocracia colo-nial. A través de la Iglesia, y valiéndose del fanatismoreligioso o de las tradiciones paternalistas de lamonarquía hispana, los realistas –a cuyas filas seintegró el sector más conservador de la aristocra-cia criolla, temeroso de perder sus privilegios y verafectados sus intereses económicos– lograron enmuchas ocasiones manipular a capas y clases po-pulares –artesanos, peones, esclavos y pueblos in-dígenas–, para situarlos contra la independencia.Este fenómeno se manifestó con mucha fuerza en elsur de Chile, en las dos primeras repúblicas vene-zolanas y en Santa Marta, Popayán y las provinciassuroccidentales de Nueva Granada.

En los principales teatros del conflicto bélico, lalucha se vio lastrada desde sus inicios por los inte-reses clasistas de la elite criolla. La hegemonía delas capas privilegiadas hispanoamericanas en el pro-ceso emancipador significó el predominio de fuer-zas sociales –terratenientes y grandes propietariosen general– que ocupaban con muchas limitacionesel lugar de una burguesía, en la práctica casi inexis-tente.

A pesar de las agudas contradicciones socialeslatentes en Hispanoamérica, el proceso indepen-dentista estalló como un movimiento exclusivo delas clases privilegiadas, convencidas de su capaci-dad para ocupar el poder y desplazar a los funcio-narios coloniales, sin alterar las bases del viejosistema de dominación. Para este sector aristocrá-tico, puesto a la cabeza de la lucha, la independen-cia se concebía como una especie de conflicto endos frentes: «hacia arriba», contra la metrópoli, y«hacia abajo», para impedir las reivindicaciones po-pulares y cualquier alteración del status quo.

21 Clément Thibaud: Repúblicas en armas. Los ejércitosbolivarianos en la guerra de independencia en Co-lombia y Venezuela, Bogotá, Editorial Planeta, 2003.

Page 21: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2323232323

La adopción del proyecto independentista porlos criollos puso sobre el tapete el problema deltipo de independencia a que se aspiraba, esto es, eldilema latente a todo lo largo del ciclo emancipa-dor latinoamericano de romper el orden colonial cono sin transformaciones revolucionarias.22 En pala-bras de José Martí, en su ensayo «Nuestra Améri-ca»: «El problema de la independencia no era elcambio de formas, sino el cambio de espíritu».23

Las reivindicaciones sociales de esta época no eransolo la supresión del diezmo, de monopolios co-merciales y viejos tributos y gravámenes, sino tam-bién la eliminación de la servidumbre indígena y,sobre todo, la abolición de la esclavitud.

En realidad, el tema de la esclavitud era la piedrade toque de la independencia, y lo que definía en-tonces el sentido revolucionario o conservador dela contienda anticolonialista, disyuntiva que sacudiótodo el movimiento emancipador latinoamericano.En forma descarnada lo formuló Miranda, quien yahabía escrito sobre la necesidad de seguir «las hue-llas de nuestros hermanos los americanos del nor-te»,24 en carta a su amigo inglés John Turnbull, fe-chada el 12 de enero de 1798:

Reconozco que a pesar de todo lo que puedadesear la libertad y la independencia del Nuevo

Mundo temo más a la anarquía y al sistema re-volucionario. Dios quiera que esos hermosospaíses, so capa de establecer la libertad, no va-yan a sufrir el destino de Santo Domingo esce-nario de crímenes y hechos sangrientos; antes queeso mejor sería que permanecieran todavía unsiglo más bajo la bárbara y dañina explotaciónde España.25

Tal era el pensamiento de Miranda, una de las fi-guras emblemáticas de la independencia. Cuando elPrecursor escribió esa misiva, la aristocracia hispa-noamericana todavía rechazaba, en su conjunto, laidea de la emancipación de España, y solo unos po-cos criollos ilustrados la acariciaban. La independen-cia a que aspiró después la elite hispanoamericanaera al estilo norteamericano, como había confesadosin ambages el propio Miranda a su compatriotaManuel Gual, el 31 de diciembre de 1799:

Amigo mío, la verdadera gloria de todos losamericanos consiste en la consecución de la li-bertad [...]. Dos grandes ejemplos tenemos de-lante de los ojos: la Revolución americana y lafrancesa. Imitemos discretamente la primera: evi-temos con sumo cuidado la segunda.26

Estaba claro que para Miranda los Estados Uni-dos eran el modelo, y no la Revolución Haitiana ola Revolución Francesa, que provocaron más te-mores que adhesiones en la elite hispanoamerica-na, asustada ante la gran violencia social desatada.

22 Consúltese Sergio Guerra Vilaboy: El dilema de la in-dependencia. Las luchas sociales en la emancipaciónlatinoamericana (1790-1826), Santafé de Bogotá,Ediciones Fundación Universidad Central, 2000.

23 José Martí: «Nuestra América», publicado en El Parti-do Liberal, México, 30 de enero de 1891. Tomado desus Obras completas, La Habana, Editorial Lex, 1946,t. II, p. 109.

24 Citado por Carmen L. Bohórquez Morán: Francisco deMiranda. Precursor de las independencias de la Amé-rica Latina, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello,Universidad del Zulia, 2002, p. 199.

25 Archivo del General Miranda, edición y prólogo deVicente Dávila, Caracas, Tipografía Americanas, 1938,t. XV, p. 207.

26 Tomado de Pedro Grases: Preindependencia y emanci-pación (protagonistas y testimonios), Barcelona, SeixBarral, 1981, t. III, p. 269.

Page 22: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2424242424

Los ricos propietarios criollos de las colonias abo-gaban por una independencia sin cambios de en-vergadura; una separación de las respectivasmetrópolis europeas que mantuviera la esclavitud ytodo el viejo orden de la sociedad, como habíaocurrido en los Estados Unidos. El profesor JuanBosch escribió con agudeza:

Las tierras por donde pasa una revolución ver-dadera –y la de Haití había sido la revoluciónmás profunda de América, puesto que la de Es-tados Unidos no llegó a sus niveles sociales yraciales–, son como aquellas donde se levantainesperadamente un volcán: el paisaje no vuelvea ser lo que había sido».27

El vestido ridículo y pantomímico

En el proceso independentista latinoamericano, lainfluencia de los Estados Unidos actuó de diferen-tes maneras. Una de sus expresiones fue el intentode copiar la constitución norteamericana de 1787.Para el venezolano Manuel Palacio Fajardo, autorde una de las primeras historias de la emancipaciónamericana, titulada Outline of the Revolution Spa-nish America (Londres, Longman, 1817), ese afánmimético estuvo presente en la carta magna de laprimera república venezolana:

El gobierno dirigió entonces su atención al pro-yecto de la nueva Constitución, que debía ase-gurar la libertad de Venezuela. La habían

redactado Ustáriz y otras personas [...] que opi-naban, como cuestión de principio, que [...] elmejor régimen para Venezuela sería el de un go-bierno federal, semejante al de los Estados Uni-dos de América. Con el objeto de propagar estaidea se publicaron numerosos artículos en laGaceta de Caracas [...]. El entusiasmo a favorde una constitución federal prendió también enNueva Granada [...].28

A pesar de la atracción ejercida por el paradig-ma norteamericano y su carta magna, durante eldesarrollo de la lucha independentista se levanta-ron voces de determinadas figuras de prestigio,como las de Antonio Nariño, Mariano Moreno yfray Servando Teresa de Mier, quienes alertaronsobre el peligro de copiar en forma mecánica elmodelo de los Estados Unidos. Para el sacerdotemexicano:

La prosperidad de esta república vecina ha sido yestá siendo, el disparador de nuestra Américaporque no se ha ponderado bastante la inmensadistancia que media entre ellos y nosotros. Elloseran ya Estados separados e independientes unosde otros, y se federaron para unirse contra la opre-sión de Inglaterra: federarnos nosotros estandounidos es dividirnos y atraernos los males que ellosprocuraron remediar con esa federación.29

En una dirección semejante se pronunció More-no, quien llegó a considerar que este sistema «enlas presentes circunstancias es inverificable, y po-

27 Juan Bosch: De Cristóbal Colón a Fidel Castro. ElCaribe, frontera imperial, La Habana, Editorial de Cien-cias Sociales, 2003, p. 356. Véase al respecto ManfredKossok: La revolución en la historia de América Lati-na. Estudios comparativos, La Habana, Editorial deCiencias Sociales, 1989.

28 Manuel Palacio Fajardo: Bosquejo de la revolución enla América española, Caracas, Fundación Cultural Ba-rinas, 1973, p. 66.

29 Citado por David A. Brading: Los orígenes del nacio-nalismo mexicano, México, Sep-Setentas, 1973, p. 144.

Page 23: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2525252525

dría ser perjudicial»;30 lo mismo que pensaba enNueva Granada Antonio Nariño –recién salido dela prisión española por sus manifiestas simpatías porla Revolución Francesa–, en polémica con su ad-versario federalista Camilo Torres. El autor delMemorial de Agravios era partidario de confede-rar las antiguas provincias del virreinato, para quecada una tuviera su administración y autonomía, ate-niéndose al esquema de la constitución de los Esta-dos Unidos, cuya traducción se había publicado enBogotá en 1811 y que consideraba «la más sabiaque hay bajo el cielo».31 El propio traductor de lacarta magna norteamericana, Miguel de Pombo,escribió en 1811 en su Discurso preliminar sobrelos principios y ventajas del sistema federativo:

La América del Sur en su transformación políticaquiere imitar a la América del Norte, y desde elCatatumbo hasta el Río de la Plata, desde allíhasta el pie del Chimborazo, todas las provin-cias, todos los pueblos que habitan sobre estasvastas y encantadoras regiones han proclamadola federación y han resuelto adoptar la constitu-ción general y las particulares de los EstadosUnidos, en cuanto ellas sean adaptables a su ca-rácter, situación y demás circunstancias. Este esy ha sido el voto general de la Nueva Granadadesde el feliz momento en que disuelto el antiguogobierno o rotos los vínculos políticos que lasunían entre sí y con la capital del reino, recobra-ron la igualdad de sus derechos, y se pusieron en

estado de pronunciar cada una sobre su propiasuerte [...].32

En respuesta a las tesis federalistas de Torres yPombo, inspiradas en la constitución norteameri-cana, apareció en el número 16 del periódicobogotano La Bagatela, del 20 de octubre de 1811,un artículo de Nariño que criticaba el uso de la car-ta magna de los Estados Unidos como modelo paraNueva Granada:

No basta que la Constitución de Norteaméricasea la mejor, es preciso que Vd. nos pruebe quenosotros estamos en estado de recibirla; y estojamás lo podrá Vd. probar. Bien puede un vesti-do ser perfecto, lucido, brillante para un hombrerollizo y de una estatura grande; y ridículo y pan-tomímico para un flaco y de estatura mediana.Vd. conoce el vestido, pero no a las personas alas que se lo quiere poner.33

Nariño abogaba por el centralismo y la unidadde los patriotas, como escribió en el número 18 deLa Bagatela, del 3 de noviembre de 1811: «En elestado de división en que el Reyno se halla, es im-posible conservarse; pero también es imposiblesubyugarlo si se une». Con anterioridad, en el nú-mero 5 de La Bagatela, del 11 de agosto de 1811,Nariño había defendido su concepción centralistacon estos argumentos:

Y si nosotros, en lugar de acumular nuestras lu-ces, nuestras riquezas y nuestras fuerzas, las di-vidimos en otras tantas partes como tenemos deProvincias, ¿Cuál será el resultado? Que si con

30 Tomado de su artículo publicado en la Gazeta de BuenosAyres el 6 de diciembre de 1810, en El pensamiento delos hombres de Mayo, ob. cit. (en n. 14), p. 144.

31 Carta de Camilo Torres al oidor de Quito Juan IgnacioTenorio en Javier Ocampo López: El proceso ideológi-co de la emancipación, Bogotá, Editorial ColombiaNueva, 1982, p. 345.

32 En G. Marquínez, loc. cit. en Filosofía de la emancipa-ción en Colombia, ob. cit. (en n. 4), p. 151.

33 Ibíd., p. 24.

Page 24: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2626262626

la suma total de nuestros medios apenas pode-mos salvar, dividiéndonos, nuestra pérdida serátanto más probable cuanto mayor sea el númerode partes en que nos dividimos.34

Detrás de este debate estaba el talón de Aquilesdel proceso emancipador en Nueva Granada. Nosreferimos a la lucha fratricida que envolvió a susprovincias, limitó la participación popular, impidióla unidad patriota y la consolidación de la indepen-dencia.

Las causas de esta contradicción, que lastró elmovimiento emancipador en Nueva Granada, es-taban relacionadas con la necesidad de la aristo-cracia criolla de Bogotá de conservar sus viejosprivilegios, entre ellos el control de las rentas fisca-les, junto a la aspiración de las elites provincianasde conseguir la soberanía total sobre sus regiones yciudades. Las diferencias entre el centro y las áreasperiféricas se fundamentaban en las enormes desi-gualdades socioeconómicas de Nueva Granada,poblada entonces por cerca de un millón de habi-tantes, más de la mitad mestizos.

Separadas las provincias entre sí por las malascomunicaciones y una accidentada geografía, deri-vada de la división de los Andes neogranadinos entres cordilleras compartimentadas como en ningu-na otra parte del Continente, cada una había segui-do una evolución diferente. Las del litoral Atlántico,y muy en particular Cartagena, estaban vinculadasa una economía más abierta al exterior, que favore-ció el surgimiento de algunos productores agrope-cuarios de azúcar, cueros y algodón, con mano deobra esclava.

También con trabajadores forzados negros, pros-peraban en Antioquia y Chocó la minería aurífera

–principal artículo exportable del virreinato– y lashaciendas cercanas de la templada meseta dePopayán, del valle de clima tropical del Cauca ydel más cálido de Patía, que abastecían a las dosprimeras de productos agrícolas.

En cambio, en el altiplano oriental, situado a másde dos mil metros de altitud, alrededor de Bogotá ylos centros urbanos más poblados –antiguas pro-vincias de Santa Fe y Tunja, además de las de Gi-rón, Neiva y Pamplona–, así como en las regionessuroccidentales, predominaba la economía naturalde los grandes terratenientes enfeudados, benefi-ciados por el trabajo concertado (mita agrícola)de los indios, que salían por temporadas de los res-guardos. Tanto aquí como en el Socorro, dondehabía también un vasto campesinado mestizo libre,la artesanía constituía una de las actividades eco-nómicas fundamentales.

A agravar las tensiones entre Bogotá y las pro-vincias se sumaban diferentes concepciones sobrelas reglamentaciones comerciales y fiscales, comoeran las relativas a la protección de la producciónartesanal, afectada por la creciente competencia delas manufacturas importadas, o el consumo de de-terminados productos agropecuarios autóctonosdesplazados por los procedentes del exterior. Esaera la situación de la harina de trigo, manzana de ladiscordia entre la capital y Cartagena, a lo que sesumaba que el gobierno de Bogotá consideraba alprincipal puerto neogranadino una pesada carga queconsumía las principales recaudaciones virreinales.

En la costa atlántica de Nueva Granada, era másbarato adquirir la harina de trigo norteamericana quela producida en el altiplano. Eso explica la reiteradaprohibición de las autoridades virreinales de Bogo-tá al comercio con los Estados Unidos, a pesar delas facilidades existentes para el intercambio conneutrales que beneficiaba, desde las postrimerías34 J. Ocampo López: Ob. cit. (en n. 31), p. 349.

Page 25: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2727272727

del siglo XVIII, a las ciudades de La Habana, Bue-nos Aires y Caracas.

Como bien expone Múnera, la restricción comer-cial impuesta a Cartagena llevó a «la percepción delos comerciantes cartageneros de que sus interesespoco contaban en los designios del virrey y del restode las autoridades santafereñas [por lo que] tuvomucho que ver con el movimiento de autonomía dela ciudad que empezó no en 1810, sino en agostode 1809 con el propósito de liberar el puerto».35

Para la elite de Cartagena, que se comparaba enforma desfavorable con la aristocracia habanera olos mantuanos de Caracas, la causa de su mayorretraso económico y comercial estaba en la políticarestrictiva de Bogotá y no en la de Madrid.

Los intereses encontrados entre las provincias yla capital se pusieron sobre el tapete con la forma-ción de juntas en distintas ciudades neogranadinasen el verano de 1810 –Cartagena, Mompox, Pam-plona, Socorro, Bogotá y Cali– y, más en concreto,en el congreso reunido en la antigua capital virreinalel 22 de diciembre de ese mismo año. El fracaso deesta asamblea y la manifiesta inclinación de las pro-vincias a desconocer la jurisdicción de la junta deBogotá, dieron por resultado que esta ciudad con-vocara su propio congreso.36

Con el tiempo, terminaron por vertebrarse enNueva Granada dos diferentes Estados. Por un lado,el autodenominado Reino de Cundinamarca –nom-bre indígena del antiguo territorio muisca–, limitadoa la sabana de Bogotá y áreas colindantes del Mag-dalena medio, que conformaban la zona más po-blada y rica del antiguo virreinato. El centralismotenía como principal adalid a Nariño, que desde el

19 de septiembre de 1811 sustituyó al vicegerentedel rey, término inventado en la constitución mo-nárquica de Cundinamarca, adoptada el 30 de mayode ese año, para evitar utilizar el de virrey.37

Por otro lado, se organizaron, desde el 27 denoviembre de 1811, las Provincias Unidas de Nue-va Granada, presididas por Camilo Torres, queadoptaron el federalismo. Al margen de estos dospolos estaban las áreas controladas por los realis-tas en la propia Nueva Granada: la costa caribeñade Santa Marta –incluido el valle del Sinú– y, en elsur, las regiones montañosas de Pasto –de mayoríaindígena– y los valles del Patía, de numerosa po-blación negra.

Un lugar destacado en la reacción realista –comoya se vio en el caso de Quito– le cupo al gobernadorde Popayán Miguel Tacón, para quien el descono-cimiento del Consejo de Regencia era una «ilegal eimpolítica forma de administración que rompía elvínculo de unión con la Madre Patria». Además,para el futuro capitán general de Cuba, esa era lavía para convertir a Nueva Granada en «un grupode gobiernos separados expuestos a las convulsio-nes y trastornos que trae consigo la influencia po-pular».38

35 A. Múnera: Ob. cit. (en n. 2), p. 136.36 Véase Indalecio Liévano Aguirre: Los grandes conflic-

tos sociales y económicos de nuestra historia, Bogo-tá, Ediciones Tercer Mundo, 1973, t. II, pp. 687 y ss.

37 El texto completo de esta carta magna en G. Marquínez:Ob. cit. (en n. 4), pp. 117-127. La constitución de Cundi-namarca reconocía a Fernando VII como su soberano,aunque el rey debía cumplir sus estipulaciones «comobase fundamental del Gobierno y cualquiera infracciónque haga sin la previa revisión y consentimientos de laRepresentación Nacional deberá mirarse como renun-cia de la Corona».

38 Carta de Tacón a la Junta Suprema de Santafé del 28 dediciembre de 1810. En Armando Martínez Garnica: «Lasjuntas neogranadinas de 1810», en La Independenciade los países andinos: nuevas perspectivas, GuillermoBustos y Armando Martínez (eds.), Bucaramanga, Uni-versidad Andina Simón Bolívar, Organización de Esta-dos Iberoamericanos, 2004, p. 133.

Page 26: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2828282828

A partir de ese momento, se intensificó el dife-rendo intestino, que llegó en 1812 a una verdaderaguerra civil, con combates y escaramuzas de ciertaintensidad que la historiografía tradicional bautizóde Patria Boba. El enfrentamiento se focalizó entreel gobierno de Nariño (Cundinamarca), partidariode un sistema centralista y de la preminencia de SantaFe –y que todavía usaba en los documentos oficia-les el escudo de la monarquía española–, y el de lasProvincias Unidas de la Nueva Granada, propulsordel régimen republicano federalista, que tenía comoprincipal figura a Camilo Torres y por eje la provin-cia de Tunja.

El conflicto de Cundinamarca y las ProvinciasUnidas terminó por alcanzar un modus vivendi, quepermitió a Nariño, el 23 de septiembre de 1813,abandonar Bogotá, con la intención de detener laofensiva realista del general Juan Sámano. El jefeenemigo avanzaba por las provincias suroccidenta-les rumbo a Cundinamarca, tras destruir a fines delaño anterior al gobierno criollo de Quito. Segúnrelata el historiador José Manuel Groot, quien vivióen la época, antes de dejar la capital neogranadina,Nariño consiguió, el 15 de julio de 1813, arrancardel «colegio Electoral la declaratoria de la indepen-dencia absoluta del rey a cuyo nombre se hacía laguerra a los americanos, no obstante no haberlodesconocido hasta entonces».39

Además, Nariño ofreció la libertad a los escla-vos que se incorporaran a sus tropas, para intentarcontrarrestar el efecto devastador dejado entre lapoblación negra por las promesas demagógicas delos realistas. El ejército de Cundinamarca avanzócon éxito al suroccidente, hasta que fue hecho pe-dazos al intentar ocupar la villa de Pasto, donde lasfuerzas enemigas contaban con masivo respaldo

indígena.40 El propio Nariño fue capturado y remi-tido preso a España, donde estuvo recluido de nue-vo –ya había guardado prisión en 1794– hasta serliberado en 1820 por la sublevación de Riego.

Estos acontecimientos debilitaron al centralismocapitalino y facilitaron la imposición del régimen fe-deral en todas las áreas controladas por los inde-pendentistas en Nueva Granada. Expresión de ellofue la entrada en Bogotá, el 12 de diciembre de 1814,de las fuerzas militares de las Provincias Unidas, co-mandadas por Bolívar, en tierras neogranadinas desdehacía tres meses, después de la caída de la segundarepública venezolana.

La ingrata tarea de someter la antigua capital vi-rreinal fue cumplida a regañadientes por el Liberta-dor, reconocido por el congreso neogranadino enTunja como brigadier general del Ejército de laUnión. Bolívar, en una sentida proclama a los «ciu-dadanos de Cundinamarca», tras ocupar Bogotá,dejó constancia de sus escrúpulos por esta accióna la que se veía obligado:

Armas que debían emplearse contra el comúnenemigo; gobiernos que debían dirigirse a un obje-to solo: hombres que cooperaban por caminosopuestos; todo presentaba el aspecto de un cuer-po cuyos miembros desprendidos de la cabeza ydespedazándose entre sí, se chocaba por reunir-se. // Cuando no nos quedaba otro partido de salud,combatimos, más siempre ofreciendo la paz; ex-poniendo nuestros pechos, más bien que dispa-rando nuestras armas, ¡contienda singular en que

39 Citado por Thibaud: Ob. cit. (en n. 21), p. 96.

40 Una valoración de este fenómeno en Jairo GutiérrezRamos: «La provincia de Pasto (Colombia) en las gue-rras de independencia, 1809-1825», en La Independen-cia de los países andinos: nuevas perspectivas, ob.cit. (en n. 38).

Page 27: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

2929292929

el invasor sufría las heridas que la resistencia de sucontrario le forzaba a abrir!41

La victoria de los federalistas fue facilitada por elapoyo de Cartagena, depositaria del principal po-der militar del antiguo virreinato. Además de las ven-tajas derivadas de su antigua condición de gran for-taleza, el más activo puerto neogranadino se habíabeneficiado con los permisos dados a embarcacio-nes corsarias que operaban en el Caribe e ingresa-ban al tesoro de la ciudad buena parte de su botín.Solo en 1813, fueron apresados cerca de sesentabarcos españoles.

Una inesperada consecuencia del aumento de lapresencia de militares extranjeros en Cartagena, atraí-dos por las patentes de corso, fue la alianza de estosaventureros con la elite criolla local, causa directa dela derrota de la tendencia popular de los hermanosGutiérrez de Piñeres a principios de 1815. La salidadel presidente-dictador del estado de Cartagena,Manuel Rodríguez Torices, aliado de los Gutiérrezde Piñeres, en agosto de 1814, convirtió a ManuelCastillo y Rada en el hombre fuerte de la ciudad.

El resultado final: la abierta represión contra elmovimiento popular. Algunos de sus principaleslíderes fueron deportados a Haití, entre ellos elcubano Pedro Romero y los hermanos Gutiérrezde Piñeres, a quienes el historiador contemporáneoJosé Manuel Restrepo, que los conoció, valorabade «semejantes a los Jacobinos que agitaron a Parísy a la Francia entera durante la República».42

La reanudación de la hegemonía de la elite con-servadora criolla en Cartagena, bajo la conducciónde Castillo y Rada, enemigo de Bolívar desde su

primera estancia en esa ciudad, llevaría también esemismo año al exilio del propio Libertador, primeroen Jamaica y luego en Haití. Esa fue la verdaderarazón de la renuncia de Bolívar a la jefatura militarsuprema de los ejércitos granadinos (9 de marzode 1815), que lo obligó a abandonar, por ahora, sudeclarado sueño de «tomar a Santa Marta, Mara-caibo, Coro y volver por Cúcuta a libertar el Surhasta Lima».43 Los proyectos visionarios de Bolí-var se vinieron abajo por la ojeriza que le teníaCastillo y Rada, jefe de la plaza de Cartagena, talcomo relata el propio Libertador a Maxwell Hys-lop en misiva del 19 de mayo de 1815:

Por una desgracia frecuente en las revoluciones,en Cartagena existían dos partidos, el uno mo-derado e indiferente, el otro era exaltado contralos españoles realistas. El primero triunfó del se-gundo, porque el general de las tropas sitió la ciu-dad y destruyó a los que se titulaban patriotas,por excelencia. Mientras tanto yo fuí nombradocapitán general de los ejércitos de la Nueva Gra-nada y vine a Cartagena a tomar el mando de lasfuerzas militares. El general Castillo, que se halla-ba a la cabeza de estas fuerzas, sin desconocer laautoridad del gobierno y la mía, se denegó a cum-plir con su deber como subalterno, y ni permitióque yo tomase posesión de la plaza, de las armasy del ejército de Cartagena. La causa de esta re-belión fué el justo temor que tuvo de ser juzgadoregularmente por su conducta subversiva en elaniquilamiento del partido liberal de Cartagena.44

41 Simón Bolívar: Obras completas, Caracas, Editorial Pi-ñango, [s. f.], p. 617.

42 J. M. Restrepo: Ob. cit. (en n. 5), t. II, p. 193.

43 Carta a Custodio García Robira del 24 de diciembre de1814. En S. Bolívar: Obras completas, ob. cit. (en n.41), t. I, p. 109.

44 Ibíd., p. 131. Las cursivas en el original. Para evitar elenfrentamiento con Castillo y Rada, el Libertador dejósu alto puesto militar (8 de mayo de 1815) y se marchó

Page 28: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3030303030

El papel de Castillo y Rada siguió siendo des-pués nefasto para la causa patriota. Como él mis-mo confesara, al ser procesado por los españolesen 1816, tras la rendición de Cartagena, desde «laprimera noticia de la llegada a estos dominios delejército real que hoy existe en la plaza, he dispues-to las cosas para su entrada fácil en ella, como an-tes lo he hecho a favor de la causa».

En la misma vergonzosa declaración, Castillo yRada se vanaglorió de su labor de zapa: «Yo nosolo traté de ponerme en comunicación con el ex-celente señor general en jefe sino que trabajé efi-cazmente para que la plaza quedara indefensa eimprovista de subsistencias, para que su entrega fueramás fácil y segura».45 De todos modos, su alevosatraición no le salvó la vida: su paga fue ser ejecuta-do por los españoles el 24 de diciembre de 1816.

A pesar de que las circunstancias lo habían situa-do al frente del ejército neogranadino y contribuidoa la imposición del federalismo, Bolívar era un deci-dido adversario de esta fórmula de estructuración delos nuevos Estados, la que consideraba un verdadero«delirio».46 Ya se había pronunciado contra el fede-ralismo en su Memoria dirigida a los ciudadanosde Nueva Granada, también conocido como Mani-fiesto de Cartagena (15 de diciembre de 1812),donde consideró a este sistema de gobierno uno delos factores principales de la derrota patriota en la

primera república venezolana, pues es «el más opues-to a los intereses de nuestros nacientes Estados».Para Bolívar «[l]os códigos que consultaban nues-tros magistrados, no eran los que podían enseñar-les la ciencia práctica del gobierno, sino los que hanformado [...] imaginándose repúblicas aéreas».47

El Libertador defendía una organización estatalbien diferente: «Yo soy de sentir que mientras nocentralicemos nuestros gobiernos, los enemigosobtendrán las más completas ventajas».48 Sobreeste tema escribió al general Daniel F. O’Leary, el13 de septiembre de 1829:

Todavía tengo menos inclinación a tratar del go-bierno federal: semejante forma social es unaanarquía regularizada, o más bien, es la ley queprescribe implícitamente la obligación de diso-ciarse y arruinar el estado con todos sus indivi-duos. Yo pienso que mejor sería para la Américaadoptar el Corán que el gobierno de los EstadosUnidos [...].49

De ahí su persistente preocupación por diferen-ciar el término federalismo nacional, que implicabala subdivisión, del de unión o confederación de na-ciones, que en su concepto significaba la coopera-ción orgánica entre ellas y la integración. Al generalAntonio Gutiérrez de la Fuente, el Libertador leexplicó el 11 de abril de 1827: «Muchos han con-fundido la idea de federación de estados con lasprovincias»,50 tal como le expusiera con anteriori-dad en otra misiva al mariscal Antonio José de Su-cre, el 18 de agosto de 1826:

47 Ibíd., pp. 41-42 y 44.48 Ibíd., t. I, p. 44.49 Ibíd., t. III, p. 315.50 Ibíd., t. II, p. 606.

a Jamaica. Los hermanos Gutiérrez de Piñeres, expulsa-dos de Cartagena, se unirían a Bolívar en la expediciónde Los Cayos y murieron en combate en tierras vene-zolanas, mientras el cubano Pedro Romero falleció enHaití. Véase A. Múnera: Ob. cit. (en n. 2), p. 214.

45 Citado por Arturo Abella: «Don Dinero» en la inde-pendencia, Bogotá, Ediciones Lerner, 1966, pp. 59 y 60.

46 Véase carta a Santander del 13 de junio de 1821, enBolívar: Obras completas, ob. cit. (en n. 41), t. I, p. 656.

Page 29: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3131313131

Después de escrita esta carta hemos pensadoque no debemos usar la palabra federación sinounión [...]. Digo unión porque después pediránlas formas federales como ha sucedido en Gua-yaquil, donde apenas se oyó federación y ya sepensó en la antigua republiquita.51

Por consideraciones semejantes, San Martín seoponía también a la copia del régimen federal nor-teamericano, cuya aplicación mimética había hechoestragos en su tierra natal. Al respecto escribió:

Me muero cada vez que oigo hablar de Federa-ción. ¿No sería más conveniente trasladar la Ca-pital a otro punto, cortando por este medio las

justas quejas de las provincias? Pero, ¡federa-ción! ¿Y puede verificarse? Si en un gobiernoconstituido y en un país ilustrado, poblado, artis-ta y agricultor y comerciante se han tocado en laúltima guerra contra los ingleses (hablo de losamericanos del Norte) las dificultades de una fe-deración, ¿qué será de nosotros que carecemosde aquellas ventajas? Amigo mío, si con todaslas provincias y sus recursos somos débiles, ¿quéno sucederá aislada cada una de ellas? Agregueusted a esto la rivalidad de vecindad y los intere-ses encontrados de todas ellas y concebirá, quetodo se volverá una leonera, cuyo tercero en dis-cordia será el enemigo.52

52 Carta de San Martín a Tomás Godoy Cruz del 24 defebrero de 1816, en El pensamiento de los hombres deMayo, ob. cit. (en n. 14), p. 258.

c

51 Ibíd., p. 646.

Page 30: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3232323232

El Bicentenario de las Independencias de nuestra América no esun tema menor. España lo ha comprendido muy bien, noso-tros todavía no. Son muchas las nociones revolucionarias (y

sus opuestos) que están implicadas en el sentido de los Bicentena-rios y que hoy han resurgido con fuerza en nuestra América, a pesarde la descalificación con la que el discurso «modernizador» liberalpretendió desterrarlas de manera definitiva del imaginario colectivo:Patria, Soberanía, República, Identidad, Autodeterminación, Eman-cipación, Igualdad, Unidad de los Pueblos, Lucha Anticolonial, ymuchas otras que hace doscientos años entraron a contradecir lostérminos que legitimaban la práctica política de dominación colo-nial: leales súbditos, nación española, obediencia al Rey, moral cris-tiana, nobleza del origen, pureza de sangre, gracia real, etcétera.

Así, el lenguaje republicano forjado durante el siglo XVIII abrió elcamino para el nuevo imaginario que en nuestra América habría de

CARMEN BOHÓRQUEZ

El sentido político del Bicentenariode las Independenciasy la batalla de las ideas

Jamás he creído que pueda construirse nada sólidoni estable en un país, si no se alcanza antes la inde-pendencia absoluta.

FRANCISCO DE MIRANDA, Carta a Home Popham, 1806

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 3

2-42

Page 31: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3333333333

acompañar las luchas que se libraban en los cam-pos de batalla por un nuevo orden político y eco-nómico; y en la medida en que las armas patriotasiban liberando el espacio americano de la sujecióna la monarquía e iban consolidando las proclama-das repúblicas, era de suponer también que eseimaginario, vehiculizado por el nuevo lenguaje, li-beraría también las conciencias de la servidumbremental.

Sin embargo, hoy cabe decir que ni uno ni otro deesos procesos de lucha fueron realmente concluidosen aquel entonces, y tampoco podrían concluirseahora si los pensamos como separados. Cierto esque hace doscientos años conquistamos la indepen-dencia política y económica de España, pero aquellano tardó en trasmutarse en nuevas dependencias, yen ello mucho tuvo que ver el hecho de que no nosempeñáramos con igual denuedo en asegurar la in-dependencia cultural, la independencia del pensa-miento, como ya lo advertía en ese momento SimónRodríguez, como lo reclamó luego, a mediados delsiglo XIX, Juan Bautista Alberdi, y como lo señalóclaramente años más tarde José Martí.

Esa pervivencia de la colonización mental y cul-tural la hemos visto expresada claramente a lo lar-go de estos doscientos años en el culto a la MadrePatria que puebla todavía muchas interpretacioneshistóricas y discursos políticos, y que sigue siendoalimentado por alguna literatura nostálgica de no-blezas y por amarillistas revistas de «intimidades»reales que intentan seguir manteniendo en el imagi-nario de ciertas clases sociales la fascinación por lasangre azul y las testas coronadas.

El culto ancestral a la Madre Patria derivó muypronto en culto general a la cultura europea (inglesay francesa principalmente), y luego, en el siglo XX,en culto al American way of life. Este culto o re-verencia al modo de vida ajeno, a ver el mundo con

los ojos de otros, a pensar con categorías que in-terpretan otras circunstancias que no son las propias,se ha traducido en gran parte de nuestras socieda-des en un sentimiento permanente de minusvalía,de dependencia, de minoría de edad, de necesidadde imitación cultural, de negación de lo propio, yotras manifestaciones inconscientes que han actua-do y siguen actuando como rémoras para la plenaincorporación de la población en proyectos trans-formadores de nuestra realidad actual.

Por otra parte, este internalizado discurso colo-nialista, que muchas veces pasamos por alto y quealgunos hasta pudieran considerar inexistente, es,por el contrario, permanentemente reforzado des-de los respectivos centros de poder imperial y apli-cado desde allí a prácticamente todas las esferasde la vida social; en particular, a aquellas donde leses vital mantener su supremacía y el aseguramientode sus intereses. Así, somos catalogados de paísessubdesarrollados en lo económico, atrasados en locultural, populistas, demagogos y ahora hasta te-rroristas en nuestro accionar político; escandalososen lugar de alegres, tontos en lugar de solidarios,etcétera. Términos que actúan como remaches en elinconsciente colectivo para solidificar nuestra «na-tural» condición de inferioridad.

No olvidemos, asimismo, que junto a la pureza desangre, la colonia impuso también una purezadel saber: la ciencia era la ciencia blanca. El conoci-miento acumulado de las culturas originarias no fue ynunca ha sido reconocido como ciencia, sino en ge-neral como ignorancia, a veces como empereia, ycuando mucho como «saber ancestral»; un saber soloaplicable o válido en el mundo índígena, mas no en elblanco, aunque un gran porcentaje de los fármacoscomercializados por las trasnacionales blancas de lasalud deban sus grandes ganancias a ese saber an-cestral.

Page 32: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3434343434

En cambio, el conocimiento acumulado de lacultura europea, basado algunas veces hasta en su-percherías, fue no solo impuesto durante la coloniacomo ciencia, sino que encerraba la única verdadposible. Mas esta tautología entre ciencia occiden-tal y verdad absoluta no solo fue falsa en el pasado,sino que lo sigue siendo hoy día. Al efecto, bastarevisar la historia de muchos fármacos o de ciertosprocedimientos médicos para ir descubriendo cómoalgunas rutilantes innovaciones científicas de nues-tro civilizado mundo son luego calladamente saca-das de circulación al descubrirse su inoperancia yhasta la producción de daños irreversibles en el or-ganismo humano.

Este discurso colonialista de la supremacía blan-ca sigue perviviendo en nuestra América no solo enlos textos escolares del nivel básico: «descubrimien-to» en lugar de invasión; «pueblos primitivos» enlugar de culturas o sociedades amerindias; «creen-cias» en lugar de religión; «cosmogonías» o «mito-logías» en lugar de visión del mundo; sino que tam-bién está presente en la cátedra universitaria; en losedificios nórdicos que diseñan nuestros arquitectospara nuestros climas caribeños; en los escasos cur-sos sobre enfermedades tropicales en los pensa demedicina; en la fascinación por la filosofía europeay el concomitante relegamiento del pensamientopropio; en el seguimiento acrítico de las metodolo-gías de investigación científica o en los criterios delegitimación de las publicaciones; y esto sin hablarde lo «políticamente correcto».

Al servicio de esta permanente colonización men-tal y cultural se ubican los medios de comunicación,el «brazo armado» más eficiente con el que cuentanlos imperios de hoy para mantener su supremacíasobre los pueblos del planeta. Medios que se hanhecho maestros en la manipulación de valores, deimágenes, de símbolos, en beneficio de particulares

intereses del poder político y económico; que node las grandes mayorías, ni de la patria, ni de la ver-dad, ni de la emancipación, ni de la paz, ni de la pre-servación del planeta ni de ninguna otra cosa que nosea el acrecentamiento del capital o del poder desus propietarios. Bien sabemos, pero no está demás repetirlo, que son estos medios los que en mayormedida construyen y alimentan la opinión pública,los que determinan lo aceptable, los que validan loque es civilizado y lo que no lo es, los que legitimanlas voces autorizadas para decirnos cómo debe-mos vivir, pensar y soñar. Y con esta capacidad sehan erigido en más que molinos de viento en la ba-talla que libran cada día los pueblos contra el capi-talismo, contra los imperios y por la humanizaciónde la vida contra su mercantilización, por la libertadcontra la opresión, por la paz y la justicia contra lamuerte y la discriminación.

En esta «cruenta» batalla de símbolos, de imá-genes y valores en la que estamos inmersos, la iz-quierda aparece rezagada en cuanto a la construc-ción de un lenguaje nuevo, el cual desmonte conefectividad el totalitarismo mediático que valida lasestrategias del imperio y paraliza de terror a mu-chos de los espíritus que se asoman a la utopía deun mundo diferente. Entre tanto, la agresión mediá-tica contra los gobiernos revolucionarios de nues-tra América continúa rebasando con creces todolímite razonable, como ocurre no solo en Venezue-la, en Bolivia, en el Ecuador, en Nicaragua, sinotambién en países que todavía se muestran muy ti-bios en sus proyectos de transformación social,como Paraguay, e incluso en el propio Brasil, hoypor hoy presentado al mundo como el modelo per-fecto de izquierda que se debe seguir.

En cualquier caso, basta lo arriba esbozado paradarnos cuenta de que la urgencia y la necesidad deenfrentar tal desafío no necesita mayor justificación.

Page 33: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3535353535

Por elemental razón de nuestra supervivencia comopueblos, estamos obligados, doscientos años des-pués, no solo a completar el proceso inacabado denuestra independencia política y económica, sinotambién a liberarnos definitivamente de ese colo-nialismo mental que inhibe nuestra capacidad deromper con el modelo de «civilización» impuesto yde imaginar y construir mundos nuevos, plenos dehumanidad y de justicia.

Esta urgente necesidad se hace todavía más acu-ciante cuando la situamos en el contexto del ciclode conmemoraciones del Bicentenario de las Inde-pendencias en nuestra América, que históricamentese inicia desde el muy poco recordado Bicentena-rio de la Independencia de Haití, en 2004, y se con-tinúa hasta por lo menos el 2024, Bicentenario dela Batalla de Ayacucho, en la que la conjunción delos ejércitos patriotas derrotó de manera definitivaa las huestes realistas, obligándolas a abandonar almenos el territorio continental de nuestra América.

Conmemoración que, por otra parte, coincide conel desarrollo de grandes transformaciones socialesen nuestro subcontinente y con formas originales,soberanas y activas de integración regional y conti-nental, como el Alba-TCP y Unasur; todo lo cualnos hace pensar en una América nuestra en plenamadurez que, afirmándose en su historia, muestra queestá dispuesta a recuperar de manera definitiva sudignidad y libertad tantas veces conculcadas.

Para lograrlo, sin embargo, estamos obligados arevisar críticamente ese pasado hecho historia, evi-tando darlo por asumido, pues en el «relato oficial»de ese pasado, por muy lejano que se encuentre, alno haber sido nunca inocente ni desinteresado, eimplicar, como lo hemos venido señalando, estra-tegias de permanente colonización mental, se siguejugando hoy no solo la interpretación del presente,sino también la confianza que tenemos en nuestras

propias fuerzas y capacidades para transformar di-cho presente. Sobre este relato, por el que de ge-neración en generación se fue dibujando nuestrahistoria como pueblos, inciden no solo las fuerzas eintereses que lo determinaron como tal, sino tam-bién las que desde el presente pretenden ocultarloo tergiversarlo para salvaguardar determinadas vi-siones de la historia, justificar pretendidas supre-macías o legitimar nuevos atropellos.

El abordaje del Bicentenario de la Independen-cia dice, pues, tanto al pasado como al presente; yno es gratuito que tanto el viejo como el nuevo im-perio coincidan ahora en querer convencernos dehacer tábula rasa de ese pasado, para solo mirarhacia el futuro que cada uno de ellos tiene pensadopara nosotros.

De hecho, al igual que en el V Centenario del ini-cio de la invasión a América, el cual terminó siendocelebrado por casi todos los países latinoamerica-nos como un «Encuentro de Dos Mundos», con loasa España y con el consecuente silenciamiento delgenocidio y etnocidio causados por las huestes es-pañolas desde el propio primer viaje de CristóbalColón a América, el Estado español ha iniciado unafuerte ofensiva diplomática e ideológica al promoverla tesis de que hubo una sola revolución de indepen-dencia ibérica bicontinental, que se inició a partir dela ocupación de la península por Napoleón y sus tro-pas, y se concretó con la promulgación de la Consti-tución de Cádiz en 1812; de cuya aplicación en Amé-rica habría resultado no solo la constitución de lasnuevas repúblicas independientes, sino además la con-formación de la Comunidad Iberoamericana de Na-ciones.1 Razón por la cual –sostienen sus defenso-res– las naciones latinoamericanas debemos

1 Esta tesis es ampliamente defendida por el secretariogeneral iberoamericano, Enrique Iglesias, en la publica-

Page 34: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3636363636

conmemorar el Bicentenario de nuestra independen-cia conjuntamente con España; además, con el ob-jetivo esencial de consolidar en la conciencia co-lectiva la idea de esa comunidad iberoamericana.

Para imponer esta versión sobre las independen-cias americanas, y asegurar el objetivo que se debeperseguir con la conmemoración de los Bicentena-rios, el gobierno de España mantiene un intenso lo-bby en Latinoamérica a través de sus representa-ciones diplomáticas, de la Secretaría GeneralIberoamericana (Segib) y de fundaciones ligadas alsector oficial, las cuales, para despertar nuestroentusiasmo por este «acompañamiento» del anti-guo colonizador a la celebración de nuestra inde-pendencia, ofrecen restaurar edificios históricos oconstruir modernos parques bicentenarios.

La inteligente estrategia comienza por hablar de«independencias iberoamericanas» y aludir siemprea nuestra región como «Iberoamérica», con lo cualse excluye la posibilidad de pensar a la América delSur como una realidad independiente de suyo, tan-to en el pasado como en el presente y el futuro.

Dadas estas premisas, y aludiendo a valores cul-turales compartidos y a «los ideales de la libertad, laigualdad y la solidaridad» de la Constitución de Cá-diz de 1812, «cuyo ámbito de aplicación se extendía

a Iberoamérica»,2 el rey y el gobierno español ofre-cen, pues, «acompañar» la celebración del «Bicen-tenario de las Independencias Iberoamericanas», conmiras a los siguientes objetivos globales:

–Construir una comunidad iberoamericana «másfuerte y cohesionada» y aprovechar la conmemo-ración de los bicentenarios de independencia paraimpulsar la relación de España y la Unión Europeacon Iberoamérica.3

–Dar un «salto cualitativo» en las relaciones en-tre la Unión Europea (UE) e Iberoamérica durantela presidencia española de la UE en el primer se-mestre de 2010.

–Reflexionar sobre el presente y el futuro de laregión iberoamericana, «para reforzar nuestro tra-bajo en común, nuestro peso e identidad en todoslos ámbitos a escala internacional, y para mejor su-perar los desafíos del mundo en que vivimos».4

2 Como complemento de la tesis de una sola revolución deindependencia, se pretende hacer derivar las constitu-ciones de las nacientes repúblicas americanas de la Cons-titución de Cádiz de 1812. Vale recordar que la Constitu-ción de la República de Venezuela fue promulgada el21 de diciembre de 1811.

3 En esta relación, España sería evidentemente el puentede unión entre Latinoamérica y Europa.

4 Estos objetivos fueron señalados en los discursos pro-nunciados por Juan Carlos de Borbón y por Zapatero enel acto institucional del 11 de mayo, ya referido. Actoque fue seguido de mesas redondas sobre las perspec-tivas económicas que ofrece Iberoamérica, en las queparticiparon también como conferencistas invitados elpresidente de Cemex, Lorenzo Zambrano, y el presiden-te de Repsol, Antonio Brufau. En dichas mesas, tanto elcanciller Moratinos como Felipe González y Enrique Igle-sias abogaron por la construcción de un «triángulo»formado por los Estados Unidos, Europa y la AméricaLatina, en el cual se concentra «el 62,5 % del ProductoInterior Bruto mundial». «Ha llegado la hora de Ibero-américa, respetando y compartiendo con los anglosajones

ción «Tres miradas sobre el Bicentenario», que puedeser consultada en la dirección electrónica: <http://www.segib.org/documentacion.php?idioma=esp>; y fueanunciada oficialmente por el rey Juan Carlos de Borbóny el presidente José Luis Rodríguez Zapatero; es decir,por la monarquía y el gobierno de España, en sendosdiscursos ofrecidos en la Casa de América de Madrid, el11 de mayo de 2009, en ocasión del inicio formal de laconmemoración de los «Bicentenarios de la Indepen-dencia de Iberoamérica». Ver prensa española del día 12de mayo.

Page 35: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3737373737

Sin entrar a especular sobre la coincidencia devisiones entre la Segib, el rey de España, el presi-dente del gobierno español y la Repsol,5 resulta pordemás claro que no reaccionar ante estos discur-sos equivale a aceptar como válidas para la propiaconmemoración de los Bicentenarios, tanto su ter-minología como su interpretación de nuestra histo-ria. Tal aceptación de términos e interpretacionesno es algo que pueda ser desestimado o minimiza-do en importancia, como pretenden algunos, pues

es claro que todo lenguaje cumple una función per-formativa. Cuando nombramos, no solo señalamoslas cosas, también trasmitimos sentido. Y todo sen-tido responde a un sistema de comprensiones yvaloraciones, a una determinada concepción delmundo; concepción que es siempre un productohistórico de nuestras circunstancias personales ysociales. De modo que es un hecho que con el len-guaje construimos mundos y que estos mundos de-terminan la conciencia colectiva.

Así, no es lo mismo definirse hoy como latinoa-mericano que como iberoamericano; como no fuetampoco lo mismo, hace doscientos años, pensar-se como perteneciente a la nación española quepensarse como americano. Fueron los que logra-ron pensarse a sí mismos como americanos, los queiniciaron la revolución de independencia.

De modo que cuando adoptamos el discurso delrey de España o de Zapatero, estamos asumiendouna concepción y una terminología que está pensa-da desde los intereses de España, no desde los denuestra América. No implica esto una posición ad-versa a España, sino la constatación de una reali-dad. Como puede verse, en este discurso oficialespañol se habla de «espacio iberoamericano» ode «comunidad iberoamericana», siendo justifica-das estas apelaciones sobre el hecho de compartirla misma lengua y ciertos referentes culturales;6 y esdesde estos referentes culturales comunes que sepretende fraguar luego no solo una unidad cultural,sino incluso un mismo proyecto histórico; para elcual, evidentemente, no se consideró importanteconocer la opinión de ningún país sudamericano.Pero, dejando por ahora de lado la cuestión de lasoberanía y la autodeterminación de los pueblos,

ese nuevo Occidente», dijo Moratinos, a los que agregóque la diplomacia española ya trabaja en esa línea. Este«espacio del Atlántico norte-sur» sería semejante al yaexistente «espacio del Pacífico». Por lo demás, para coor-dinar la aplicación de esta estrategia, el Estado españolha designado al ex presidente Felipe González como em-bajador plenipotenciario para los Bicentenarios.

5 Dejemos estas especulaciones en manos de la propia pren-sa española: «El anhelo del Gobierno español es que lasrelaciones privilegiadas con Iberoamérica puedan tradu-cirse en un mayor volumen de recursos. Europa siguesiendo el primer donante y el primer inversor en los paísesdel centro y sur de América, pero ahora que la nuevaAdministración estadounidense ha abierto la puerta a loque los norteamericanos llaman “el patio de atrás”, elequilibrio de fuerzas puede variar. El secretario de Estadopara Iberoamérica sostiene que el objetivo no es competirpor un liderazgo, en el que México y Brasil también tienenmucho que decir, sino buscar el modo de “empujar todosen la misma dirección” [...]. La conmemoración de las in-dependencias de Bolivia y Ecuador (este año [2009]) yMéxico, Argentina, Venezuela, Colombia y Chile (el añopróximo) no está exenta de “riesgos” para el estatus deEspaña. El populismo de corte nacionalista y antiimpe-rialista encarnado por mandatarios como Hugo Chávezo Evo Morales puede amenazar, según admite el Ejecu-tivo, la estabilidad de las relaciones. En un intento poratajar posibles tentaciones, el Ministerio de Exteriores hapreparado una agenda que permita “acompañar” a losprotagonistas de las celebraciones»; en: <http://www.larioja.com/20090512/espana/quiere-latinoamerica-cerca-union-20090512.html>. Énfasis nuestro.

6 Tal como podría hablarse del espacio de la francofonía ode países anglosajones.

Page 36: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3838383838

es necesario subrayar que una comunidad de len-gua no es exactamente una identidad, ni puede ob-viarse el hecho de que esa lengua común se hizo talcomo producto de una relación histórica de colo-niaje que fue superada por una acción liberadorapor parte del pueblo colonizado. En otras palabras,la verdad histórica muestra que ni la comunidad delengua ni los elementos culturales comunes puedenotorgar a España el derecho de pretender borrar lamemoria de los pueblos de nuestra América. Si asífuera, esta tesis se convertiría en una justificación apriori para toda acción de conquista y sometimien-to de un pueblo por parte de cualquier otro.

Del mismo modo, es claro que la historia de todaguerra de independencia dará siempre lugar a, porlo menos, dos relatos, el de los vencedores y el delos vencidos. Esos relatos se incorporan a la con-ciencia colectiva de los pueblos implicados y for-man parte constitutiva de la identidad de dichospueblos. De modo que la identidad de todo pueblodice mucho a su historia, y ese pueblo se sentirámás o menos digno en la medida en que se percibaa sí mismo como constructor de su propio destinoy orgulloso de los logros obtenidos en su devenirhistórico. Por lo que ningún pueblo puede preten-der hipotecar la dignidad de otro pueblo.7

No son estas las únicas consecuencias de dichatesis. Desde el punto de vista histórico, la visión, sinduda eurocéntrica y colonialista, que España se afa-na hoy en promover, deslocaliza las revolucioneslatinoamericanas y las subsume en el proceso quevivía la metrópoli, con lo que establece el falsosupuesto de que se trata de uno y el mismo proce-so. Vale señalar que si bien estos dos procesos his-tóricos mantienen al inicio una relación circunstan-cial, no la tienen substancial, como lo prueban nosolo los movimientos revolucionarios que en Amé-rica ocurren mucho antes de que España fuera ocu-pada por los franceses, sino también el hecho detener ambos procesos propósitos diferentes y con-tradictorios: España lucha contra los franceses porexpulsarlos de su territorio y reinstaurar su monar-quía; América lucha contra España, también porrecuperar su territorio, pero para afirmarse como re-pública libre y soberana.8

7 La insistencia de España en «acompañar» los Bicente-narios es una clara muestra de esta intención. Al respec-to, vale citar parte de una entrevista hecha a José JavierEsparza, autor español, quien, junto a Anthony Esolen,produjo la sección correspondiente a España del libroGuía políticamente incorrecta de la civilización occi-dental: «[A partir de Mayo 68] hemos asistido a un pro-ceso realmente extraordinario en el que todo lo buenoque tiene nuestra civilización ha sido negado y oculta-do para subrayar sólo aspectos negativos que, por otraparte, con mucha frecuencia son inventados. Esto hacreado una situación cultural suicida, porque nadiepuede vivir en la convicción de que todo lo ha hecho

mal [...]. El resultado es que hoy, en nuestras escuelas[las de España], los niños ignoran prácticamente todosobre el Descubrimiento de América –y no se diga so-bre la evangelización [...]. La gente tiene interés porrescatar su historia y por rescatar su identidad», revistaAlfa y Omega, No. 659, «Aquí y ahora», 15 de octubrede 2009, p. 11. Lo absurdo en este caso es que el dere-cho que aquí se reclama para el pueblo español, el sec-tor oficial de esa nación lo niega de hecho para los pue-blos de América al pretender imponer su propia versióndel proceso de independencia. Versión con la que, di-cho sea de paso, se busca asegurar tanto una identidadpositiva a lo interno, como fortalecer la posición de Es-paña en la comunidad europea. Énfasis nuestro.

8 Cabe recordar, pues los defensores de esta tesis omitendecirlo, que en España la experiencia de ruptura con elabsolutismo solo duró dos años, pues Fernando VII re-gresa en 1814 para restablecerlo con mucho mayor rigor,y no será hasta el trienio 1820-1823 en que, gracias almovimiento que encabeza Rafael del Riego, se resta-blezca la Constitución de Cádiz y el gobierno liberal; el

Page 37: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

3939393939

Ideológicamente, esta interpretación no solo pre-tende despojar a nuestros procesos emancipado-res de toda su carga revolucionaria, sino que ali-menta además la interesada tesis, ya sembradadurante el V Centenario, de que no hemos sido enel pasado, y no lo somos tampoco ahora, capacesde conquistar nada por nosotros mismos, pues hastala independencia se la deberíamos a España y, enconsecuencia, sería lógico que esta siguiera actuandocomo tutora o guía natural en todo cuanto se refieraa las relaciones de la América Latina con Europa.

Al silenciar a nuestros precursores y libertado-res, el discurso oficial español silencia al mismo tiem-po toda referencia a los tres siglos de violentas prác-ticas de ocupación, opresión y dominio colonial enAmérica; silenciamiento que desde sus intereses leses necesario para que la imposición forzada de len-gua, religión y costumbres pueda traerse ahora acolación como fundamentos «naturales» de una su-puesta comunidad iberoamericana.

Más grave aún, la aceptación de esta visión «edul-corada» de lo que fue la invasión y ocupación deAmérica durante tres siglos por parte de España, de-jaría sin sentido y haría desaparecer, como por encan-to de la historia y de la faz de la tierra, toda referenciaa países coloniales y todo señalamiento y condena derelaciones coloniales y neocoloniales. Es decir, bajoesta tesis, en el mundo no se habrían dado nuncadominios coloniales ni guerras de liberación, sinotan solo sucesiones de «ordenamientos internos».9

Ante estas evidencias, nos consideramos ética-mente obligados a denunciar y desmontar una ma-nipulada interpretación histórica que, en aras de unasupuesta comunidad, pretende resucitar antiguosprivilegios imperiales. La conquista y la coloniza-ción de América no se debieron a hechos inevita-bles de la naturaleza, ni ocurrieron por la acción defuerzas anónimas. Por el contrario, el hecho históri-co es que un imperio, el español, invadió, ocupó yse adueñó de la mayor parte del continente ameri-cano, y sojuzgó y aniquiló a millones de personas.Como también actuaron sobre América el imperioportugués, el inglés, el francés, el holandés; es de-cir, Europa, como totalidad imperial del momento, sehizo dueña del resto del mundo. En el caso sudameri-cano, fueron España y la monarquía española, juntocon la Iglesia católica, quienes invadieron y some-tieron durante tres siglos el territorio y las poblacio-nes comprendidas entre el Mississippi y Cabo deHornos, en la Patagonia; a excepción de Brasil, quefue ocupado por Portugal, y algunas islas del Cari-be por otras potencias europeas.

Dicho de otro modo, España constituyó la fuerzaimperial contra la cual se sublevaron y combatierondurante quince años los patriotas y los pueblos deAmérica; casi la mitad de los cuales murió en los cam-pos de batalla o como consecuencia de la situaciónde guerra. La independencia conquistada por lospueblos americanos hace doscientos años se librócontra el absolutismo y contra la monarquía españo-la, y fueron los ejércitos de España los derrotadosde manera definitiva por los ejércitos patriotas en laBatalla de Ayacucho en 1824. Por lo que resulta másque evidente que la independencia de la América delSur no fue efecto o derivación de la lucha del puebloespañol contra los franceses, ni graciosa concesióndel rey, ni resultado de la Constitución de Cádiz.

cual será de nuevo aplastado por Fernando VII durantela llamada «década ominosa». Por el contrario, en la Amé-rica ocupada por España la ruptura con el absolutismo yla monarquía fue una y definitiva.

9 Ver Historia y futuro de la Comunidad Iberoamericana,Informe de la Secretaría General Iberoamericana, Ma-drid, marzo de 2009. Igualmente la intervención referidade Enrique Iglesias.

Page 38: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4040404040

No podemos, pues, regalarle a Europa, y a Es-paña en particular, un pasado limpio de culpas. Sicreemos en el respeto mutuo y en la construcciónde relaciones de igualdad, deben primero asumirselas responsabilidades históricas y actuar en conse-cuencia. Por nuestra parte, justificar el imperio pa-sado es darle carta blanca al imperio actual.

A esta visión colonialista de nuestra historia con-traponemos la tesis de la originalidad del procesode independencia en la América ocupada por Es-paña; proceso cuyas determinaciones fundamenta-les estarían dadas por las contradicciones inheren-tes a la propia situación colonial y a la conformaciónde una conciencia americana. Conciencia que en-contramos claramente expresada por toda Améri-ca a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y, enmuchos casos, acompañada de proyectos o inten-ciones claramente independentistas que comenza-ron a tener lugar, como ya dijimos, mucho antes deque España fuera ocupada por los franceses.10

Este proceso habría que situarlo, además, en elmarco político transformador que generó el ideariode la Ilustración, cuyas obras fundamentales circu-laron por América, pese a la Inquisición y a la rígidacensura de las autoridades españolas. Ha sido am-pliamente documentado que las tesis de Locke,Rousseau y Montesquieu, forjadoras del Estadomoderno, formaban parte de las lecturas clandestinasde los precursores y artífices de la libertad ameri-cana; y que los hechos que llevaron a los america-nos del Norte a independizarse del colonizador in-glés; a los revolucionarios franceses a abolir lamonarquía y proclamar la República, y a los es-clavos de Saint Domingue a liberarse a su vez deldominio francés y proclamar la República libre deHaití, ejercieron una poderosa influencia, en algu-nos casos ambivalente, pero influencia al fin, sobremuchos de estos movimientos e intentos emancipa-dores que se dieron en América bastante antes deque España se viera obligada a organizar su propiaresistencia contra el ocupante extranjero. Lo que sípodríamos decir a favor es que esta ocupación deEspaña por parte de Napoleón proveyó la circuns-tancia apropiada para materializar el deseo crecientede emancipación que venía agitando el espíritu demuchos americanos.

Por otra parte, si bien esos mismos hechos van aimpulsar el movimiento liberal que también venía ac-tuando en España contra la monarquía absoluta, lospropósitos que animaron ambos procesos fueron,como ya dijimos, diferentes y contradictorios, puessi bien América, inicialmente parece apoyar a Es-paña contra los franceses y se pronuncia en defen-sa de los derechos de Fernando VII, rápidamentepasa a luchar contra ella, no solo para recuperar suterritorio, sino fundamentalmente para poner fin atres siglos de «opresión infame y tiránica» y paraafirmarse como república libre y soberana.

10 La tesis promovida por España respecto a las indepen-dencias, silencia por completo todos los movimientosy proyectos precursores de la independencia sudame-ricana que, desde la segunda mitad del siglo XVIII, van aser cada vez más radicales y frecuentes a lo largo yancho del Continente. Entre ellos basta mencionar enel Alto Perú a Túpac Amaru, Túpac Katari, Juan PabloViscardo y Guzmán, y otros jesuitas expulsos, JoséBaquijano y Carrillo, Hipólito Unanue o Domingo Mu-rillo; en el Ecuador, a Eugenio de Santa Cruz y Espejo;en México, a fray Servando Teresa de Mier; en NuevaGranada, a Antonio Nariño y Pedro Fermín de Vargas;en La Plata, a Mariano Moreno, Juan José Castelli oManuel Belgrano; en Chile, a José Antonio Rojas; enVenezuela, a José Leonardo Chirino, Francisco de Mi-randa, Manuel Gual y José María España, José FélixRibas, Miguel José Sanz y al propio Simón Bolívar,quien, en 1805, jura en el Monte Sacro, en Roma, no dardescanso a su brazo ni reposo a su alma hasta no verrotas las cadenas que nos oprimían por voluntad delimperio español.

Page 39: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4141414141

En todo caso, aún queda mucho por desandary por esclarecer respecto a ese complejo procesopor el cual las diversas circunscripciones colonialesde América devinieron repúblicas independientes,pero tal esclarecimiento y las interpretaciones quede él se deriven no pueden provenir sino de un abor-daje crítico del pasado que, buscando dar real cuen-ta de la pluralidad de actores y visiones en confron-tación, no responda a ningún otro interés que nosea la verdad histórica; de modo tal que nuestrospueblos puedan confrontarse con su propia imageny no con la que otros interesadamente le constru-yan. Todo pueblo tiene derecho a escribir su pro-pia historia, sin que otro pretenda conculcar ni ma-nipular su memoria.

A este respecto, la conmemoración del bicente-nario de nuestras independencias abre un campode acción política rico en posibilidades de recupe-ración de nuestra historia, que nos permitirá avan-zar y consolidar espacios en esta batalla de ideaspor nuestra definitiva independencia política y men-tal. Por otra parte, los debates que en este sentidose propongan no pueden ser dados en desconoci-miento del contexto mundial actual, y del papel quela América Latina está desempeñando en cuantoa la construcción de una alternativa al modelo «ci-vilizatorio» que ha signado estos doscientos años yque vive hoy una de sus más profundas crisis.

La permanencia de las estructuras de domina-ción nos indica, asimismo, que la independencia noes un hecho del pasado, sino un proceso que seinició hace doscientos años, y que en la medida enque lo asumamos no como simple efeméride, sinoen su profundo significado de lucha colectiva por laindependencia de todos, de unidad de los pueblosen un proyecto común, de proceso inacabado queestamos históricamente obligados a completar, enesa medida estaremos contribuyendo a fundamen-

tar, impulsar y consolidar la lucha actual por la trans-formación de nuestra sociedad. A ello nos obliganincluso nuestros primeros textos republicanos, cuan-do en ejercicio de su soberanía los pueblos ameri-canos declararon la independencia absoluta no solorespecto a España, sino también respecto a cual-quier otro poder extranjero que pretendiera sojuz-garnos.

De allí que estemos convencidos de que sería ungrave error tomar las conmemoraciones del Bicen-tenario como un tema menor. Por el contrario, através de su potencial paradigmático podremos darun impulso gigante a la toma de conciencia de nuestravalía como pueblos dignos y, concomitantemente,reforzar la lucha anticolonial y antimperialista quetodavía los pueblos de América y del mundo se venobligados a seguir librando cada día. No olvide-mos que la victoria de los ejércitos republicanos deAmérica fue al mismo tiempo la primera gran de-rrota de las potencias colonialistas, y que no haynada más movilizador que el que un pueblo se pue-da representar a sí mismo como constructor de supropio destino. La noción de imperio y su acepta-ción se extienden en la medida en que haya pueblosque acepten su sujeción a otros pueblos, que por«naturaleza» son tenidos en el imaginario colectivocomo superiores.

Este ciclo bicentenario viene a subrayar, ade-más, la necesidad de retomar el espíritu unitario queinspiró las luchas independentistas y que se mani-fiesta hoy con vigor en iniciativas geopolíticas, eco-nómicas, culturales o energéticas, tales como Mer-cosur, Unasur, Alba, Petrocaribe, Telesur, Bancodel Sur, Banco del Alba, Alba Cultural y otras, enlas cuales la cooperación solidaria, el comercio justoy la complementariedad están demostrando que esposible construir en conjunto un mundo diferente yde iguales.

Page 40: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4242424242

Creemos en una América del Sur unida, con unavoz propia ante el mundo, capaz de construir unproyecto común de realización humana, capaz deavanzar –desde su propia diversidad cultural– ha-cia una sociedad sin exclusiones, sin miseria, sin vio-lencia; creemos en una América meridional comoterritorio de paz y de libertad, sin nuevos colonia-lismos y sin imposiciones de proyectos ajenos. Es-tamos aquí porque recordamos de dónde venimosy, desde este aquí, estamos decidiendo por noso-tros mismos hacia dónde queremos marchar, sintutelajes y sin que otra boca hable por nosotros nicon Europa ni con nadie.

Por la misma razón reafirmamos nuestro dere-cho a conmemorar el Bicentenario de nuestra In-dependencia como creemos que lo debemos con-memorar: como la victoria de un pueblo sobre susopresores (cualesquiera que hubieren sido), comoel inicio de un proceso revolucionario que exige hoyde nosotros compromiso y realización, y como laocasión para avanzar y profundizar en la definitivaconstrucción de la unidad de nuestra América. Todoacompañamiento desde el respeto a esta determi-nación, será entonces bienvenido.

Por todo ello no podemos aceptar hacer tábularasa del pasado, porque nuestro futuro depende pre-cisamente de la revalorización crítica de ese pasado.No por azar se dio en este continente una de las másgrandes gestas libertarias de la historia de la hu-manidad. Más aún, por la extensión que abarcó, lacantidad de población involucrada y la profundidadde las transformaciones políticas y sociales, la inde-pendencia de nuestra América guarda tanta trascen-dencia universal como la guarda la Revolución Fran-cesa, aunque el pensamiento europeo continúeignorándola. Ese proceso constituyó, además, prolí-

fica cantera de hombres y mujeres de ideas revolu-cionarias, y de ejemplos de lucha y sacrificio quehonran y siguen obligando: desde las rebeliones indí-genas de Canek en Centroamérica, de Túpac Ama-ru y Túpac Katari en el Alto Perú; del negro libertoJosé Leonardo Chirino o de Manuel Gual y José MaríaEspaña, en Venezuela; los sostenidos y precursoresesfuerzos emancipadores y de unidad de nuestra Amé-rica del Generalísimo, Francisco de Miranda; los gri-tos de libertad en Chuquisaca, La Paz y Quito; larevolución social de Hidalgo y Morelos, y las triun-fantes campañas libertadoras conducidas por SanMartín, O’Higgins, Artigas, Sucre y el gran padreSimón Bolívar, quienes, junto a tantos otros, sem-braron de libertad la tierra americana desde el Mis-sissippi hasta la Patagonia.

Sabemos que la tarea que hemos emprendido«es grande y harto difícil», como ya lo había reco-nocido la Junta Suprema que se constituyó en Ca-racas el 19 de abril de 1810, pero también estamosdecididos, a ejemplo de esa misma Junta, a «elevarla América a la dignidad política que tan de dere-cho le pertenece».

Memoria y compromiso con ese pasado de dig-nidad política son las claves de la dignidad y de lavida futura. Es ese el objetivo que debe primar du-rante todo este ciclo de conmemoraciones del bi-centenario del inicio de nuestra revolución de Inde-pendencia. Sobre todo porque ha llegado paranuestra América un momento en el que finalmente,como dice el presidente Chávez: «[l]a historia denuestros pueblos la están escribiendo precisamenteaquellos que tenían prohibido redactar la historia. Yala historia no la cuentan los antiguos vencedores».

Caracas, 16 de febrero de 2010 c

Page 41: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4343434343

LUIS SUÁREZ SALAZAR

La «primera independencia»de Nuestra América: algunaslecciones de la historia*

Jamás hubo en América, de la independencia acá, asuntoque requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, nipida examen más claro y minucioso, que el convite que losEstados Unidos potentes, repletos de productosinvendibles, y determinados a extender sus dominios enAmérica, hacen a las naciones americanas de menos poder[...]. De la tiranía de España supo salvarse la Américaespañola; y ahora, después de ver con ojos judiciales losantecedentes, causas y factores del convite,urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para laAmérica española la hora de declarar su segundaindependencia.JOSÉ MARTÍ, 1890

Si el político es un historiador (no solo en el sentido deque hace historia sino en el sentido de que operando en elpresente interpreta el pasado), el historiador es unpolítico y en ese sentido [...] la historia es siempre historiacontemporánea, es decir, la política.ANTONIO GRAMSCI, 1931

Introducción

Olvidando todos o casi todos los antecedentes mediatos einmediatos (como las grandes insurrecciones populares quesacudieron el Continente a lo largo del siglo XVIII, las cons-

piraciones independentistas que se produjeron en la última décadade ese siglo y, dentro de ellas, la largamente preparada «expediciónrevolucionaria», encabezada entre 1805 y 1806 por Francisco de

* Versión actualizada de la ponencia pre-sentada en octubre de 2008 en el co-loquio Bicentenario de la indepen-dencia de Nuestra América: visioneslecturas e interpretaciones, convo-cado por el Centro de Investigacio-nes sobre América Latina y el Caribe(CIALC) de la Universidad NacionalAutónoma de México (UNAM). Re

vist

a Ca

sa d

e la

s Am

éric

as N

os. 2

59-2

60 a

bril-

sept

iem

bre/

2010

pp.

43-

52

Page 42: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4444444444

Miranda,1 así como el carácter predominantementearistocrático y antipopular de las Juntas Protectorasde los Derechos de Fernando VII y de la mayoría delos gobiernos autonomistas o independentistas quese instauraron en la América anteriormente españolaentre 1808 y 1815, al igual que el carácter esencial-mente reaccionario del traslado de la Corte portu-guesa al territorio de la ahora llamada República Fe-derativa de Brasil, a partir del año 2009, buena partede las actuales autoridades oficiales de los Estadosnacionales de la ahora llamada Comunidad Ibero-americana de Naciones (incluidas las de Brasil y lasde España y Portugal) han comenzado a conmemo-rar, con bombos y platillos, de manera más o menos«nacional» y, por tanto, separada, al igual que esca-samente crítica y descolonizada, el bicentenario delinicio del que denominan «proceso de independen-cia latinoamericano».

A pesar de las resistencias iniciales de la monar-quía constitucional y del gobierno «socialdemócra-ta» español encabezado por José Luis RodríguezZapatero (quienes pretendían que esas celebracio-nes conjuntas tomaran como eje el inicio, en 1808,de las luchas del pueblo español contra la ocupa-ción de las tropas napoleónicas y la proclamaciónde la Constitución de Cádiz de 1812), tal decisiónfue respaldada por la Reunión de Coordinación delos Países Iberoamericanos para el Estudio de laCreación de la Comisión Iberoamericana de losBicentenarios de las Independencias, efectuada enMéxico el 18 de septiembre de 2008. Igualmente,en el Programa de Acción aprobado por la XVIII

Cumbre Iberoamericana realizada en El Salvadordel 29 al 31 de octubre de 2008.

Salvo excepciones que confirmen la regla (comopudieran ser las de los gobiernos y otros actores so-ciales y políticos actualmente integrantes de la Alian-za Bolivariana para los Pueblos de NuestraAmérica-Tratado de Comercio entre los Pueblos),es de esperar que en lo adelante se repitan, una yotra vez, las diversas tergiversaciones y falacias quesistemáticamente han acompañado a las historias máso menos oficiales recreadas, con escaso rigor cientí-fico, por los intelectuales liberales o conservadores,románticos, positivistas, revisionistas o neo-revisio-nistas,2 orgánicos a las clases dominantes locales o alas principales potencias coloniales e imperialistas convistas a tratar de legitimar y consolidar en el planoideológico-cultural el sistema de dominación –hege-monía, acorazada con la fuerza– plutocrático e im-perialista establecido sobre cada uno de suscorrespondientes países, así como sobre buena par-te del llamado «hemisferio occidental».3

En contraposición, también es de esperar que sereediten algunos de los textos considerados comoclásicos de la llamada Nueva Historia de América

1 Para un análisis sintético de las grandes insurreccionespopulares del siglo XVIII y de las principales conspira-ciones independentistas de finales de ese siglo, puedeconsultarse Sergio Guerra Vilaboy: Breve historia deAmérica Latina, La Habana, Editorial de Ciencias Socia-les, 2006, pp. 76-88.

2 La expresión neo-revisionistas pertenece al historiadorcubano-mexicano Salvador Morales, quien en la actuali-dad sigue la que denomina «historia contrafactual» deMéxico (y, por extensión, de la América Latina) difundi-da por algunos intelectuales orgánicos a las clases do-minantes mexicanas.

3 Aunque en geografía el Hemisferio Occidental abarcaáreas y territorios del Océano Pacífico y del Océano Atlán-tico (incluidas importantes zonas de África Occidental),usualmente el término solo se emplea como sinónimodel continente americano. Es, en ese sentido, que enletras minúsculas se utilizará a lo largo de este texto.Solo aparecerá en mayúscula cuando se correspondacon una cita textual de otros autores o de documentosoficiales.

Page 43: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4545454545

Latina que –inspirada en ciertas lecturas del marxis-mo y en otros saberes de las ciencias sociales– pro-liferaron en todo el Continente luego del triunfo de laRevolución Cubana en 1959.4 No obstante sus in-negables aportes a la comprensión crítica de las his-torias nacionales de la mayor parte de los actualesEstados hispano-luso-americanos (al igual que dealgunos países del Caribe insular), en general esostextos carecen de un enfoque continental que permi-ta comprender, en toda su magnitud, complejidad ytrascendencia, el contradictorio desarrollo y los su-cesivos desenlaces de las que denomino «fases y ci-clos largos» cuya tonalidad ha estado asociada a losdiversos resultados de la «dinámica entre la reforma,la revolución, el reformismo, la contrarreforma y lacontrarrevolución» que han caracterizado (y todavíacaracterizan) el devenir del espacio geográfico, hu-mano y cultural que, a fines del siglo XIX, José Martídenominó Nuestra América.5

Por ello, e inspirado en las palabras de AntonioGramsci acerca de la función política de los histo-riadores y sobre la perenne contemporaneidad dela historia que aparecen en el exordio,6 la ocasiónme parece propicia para realizar o retomar, segúnel caso,7 algunas reflexiones sintéticas y seguramente

incompletas acerca de las lecciones que han deja-do esas bicentenarias e inconclusas gestas para losy las que desde los movimientos sociales y políti-cos, desde el periódico, la cátedra, las ciencias olas artes todavía continuamos luchando por la que,en la penúltima década del siglo XIX, José Martídenominó «segunda independencia» de «la Améri-ca española» frente al entonces naciente, hoy po-deroso y a la vez decadente, imperialismo (o impe-rio) estadunidense.8

1

En ese ámbito, lo primero que hay que consignar esque las luchas por la «primera independencia» de loque ahora llamamos la América Latina y el Caribeni comenzaron ni terminaron en 1810. Como hadocumentado, entre otros, el historiador cubanoSergio Guerra Vilaboy,9 quien denominó «primerciclo largo» de la «primera fase» emancipadora,

4 Para una identificación de buena parte de esos textos,puede consultarse Sergio Guerra Vilaboy: El dilema dela independencia, La Habana, Editorial Félix Varela, 2003,pp. 17-27.

5 José Martí: Nuestra América, La Habana, Casa de lasAméricas, 1974.

6 Citado por José Ernesto Schulman: La parte o el todo:Un mapa para recorrer la historia de la lucha de cla-ses en la Argentina, Buenos Aires, Manuel Suárez-Edi-tor, 2005, p. 11.

7 Los interesados en mis reflexiones anteriores sobreese tema pueden consultar América Latina y el Cari-be: Medio siglo de crimen e impunidad (1948-1998),

La Habana, Zafarroa, Zambon Iberoamericana, JoséMartí, 2001; Madre América: Un siglo de violencia ydolor (1898-1998), La Habana, Editorial de CienciasSociales, 2003; y Un siglo de terror en América Latina,Melbourne, Caracas, La Habana, Ocean Sur, 2006. Tam-bién pueden consultar «Las bicentenarias luchas por laverdadera independencia de Nuestra América: algunaslecciones de la historia», ponencia presentada al Con-greso Internacional Las independencias de AméricaLatina: génesis, proceso y significado actual, Coro,República Bolivariana de Venezuela, 31 de julio al 3 deagosto de 2006. Asimismo, Luis Suárez Salazar y TaniaGarcía Lorenzo: Las relaciones interamericanas: Con-tinuidades y cambios, Buenos Aires, Consejo Latino-americano de Ciencias Sociales (Clacso), 2008.

8 José Martí: «Congreso Internacional de Washington: Suhistoria, sus elementos y sus tendencias», NuestraAmérica, ob. cit. (en n. 5), p. 256.

9 Sergio Guerra Vilaboy: El dilema de la independencia,Ob. cit. (en n. 4).

Page 44: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4646464646

reformadora y revolucionaria de ese continente fren-te a algunos colonialismos europeos (España, Fran-cia y Portugal) y a sus aliados locales, comenzó en1790 (año en que se inició la poderosa insurrec-ción antiesclavista y antirracista en la isla caribeñaque Cristóbal Colón había denominado La Espa-ñola y los franceses Saint Domingue),10 y virtual-mente terminó en 1826 con el fracaso del Congre-so Anfictiónico de Panamá.11

Tal como pretendían las autoridades de los Es-tados Unidos, Gran Bretaña y Holanda, así comolos gobiernos oligárquico-«nacionalistas» instaura-dos en la casi totalidad de los entonces nacientesEstados nacionales o federativos latinoamericanos(los Estados Unidos Mexicanos, la FederaciónCentroamericana, las Repúblicas de Colombia,Perú, Bolivia, Chile y Paraguay, las Provincias Uni-das del Río de la Plata y el Imperio de Brasil), esenegativo desenlace –ratificado con la inoperancia delCongreso de Tacubaya (disuelto en octubre de1828)– pospuso indefinidamente las independenciasde Cuba y Puerto Rico del colonialismo español;propició la nefasta «balcanización» de la que, pre-viamente, Francisco de Miranda había denominado«Colombia»,12 el Libertador Simón Bolívar «laAmérica Meridional»,13 y José Gervasio Artigas y

José de San Martín «la Patria Grande».14 Tambiénposibilitó las continuas agresiones de España y deotras potencias extranjeras contra diversos Esta-dos latinoamericanos y caribeños,15 la neocoloni-zación de ese continente, primero, por el imperiobritánico (que también mantuvo su control político-económico sobre el imperio de Brasil, así como sudominio colonial sobre diversos territorios bañadospor el Mar Caribe) y, más tarde, por el imperialis-mo estadunidense.16

Ese violento proceso confirmó la anticipación deSimón Bolívar: «[L]os Estados Unidos [...] parecendestinados por la Providencia para plagar la Améri-ca de miserias a nombre de la libertad».17 Y, sesentay un años más tarde de esas palabras, motivó el men-cionado llamado de José Martí a luchar por la «se-gunda independencia» de la «América española», asícomo su decisión de «impedir a tiempo con la inde-pendencia de Cuba que se extiendan por las Antillaslos Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más,sobre nuestras tierras de América».18

Como esa utopía martiana solo pudo hacerserealidad a partir de la victoria de la RevoluciónCubana encabezada por Fidel Castro, desde la malllamada «guerra hispano-norteamericana» de 1898

10 José Luciano Franco: Historia de la Revolución deHaití, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004.

11 Aldo Díaz Lacayo: El Congreso Anfictiónico de Pana-má: Visión bolivariana de la América anteriormenteespañola, Caracas, Ediciones Emancipación y Corpo-zulia, 2006.

12 Carmen L. Bohórquez Morán: Francisco de Miranda.Precursor de las independencias de la América Lati-na, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2003.

13 Simón Bolívar: «Contestación de un americano meri-dional a un caballero de esta isla», Obras completas,La Habana, Editorial Lex, 1947, t. I, pp. 159-174.

14 Norberto Galasso: Seamos libres y lo demás no impor-ta: Vida de San Martín, Buenos Aires, La Habana,Ediciones Colihue, Editorial de Ciencias Sociales, 2004.

15 Gregorio Selser: Enciclopedia de las intervencionesextranjeras en América Latina, t. I, Bonn, Monimbóe.V, Pahl-Rugenstein, 1992.

16 Sergio Guerra Vilaboy: Breve historia de América Lati-na, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.

17 Simón Bolívar: «Carta al coronel Patricio Campbell»(Guayaquil, 5 de agosto de 1829), Obras completas,ob. cit. (en n. 13), t. II, p. 737.

18 José Martí: «Carta a Manuel Mercado», Nuestra Amé-rica, ob. cit. (en n. 5).

Page 45: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4747474747

hasta del 1 de enero de 1959, los grupos dominan-tes, los poderes fácticos y los sucesivos gobiernostemporales estadunidenses (ya fueran demócrataso republicanos) instauraron un férreo régimenneocolonial sobre la mayor de las Antillas. Parale-lamente, colonizaron al archipiélago de Puerto Ricoy, mediante diversas intervenciones directas o indi-rectas,19 así como del exitoso despliegue de sumultifacética «cooperación antagónica» con los im-perialismos británico, francés y holandés (a lo largodel siglo XX estos terminaron reconociendo que laAmérica Latina y el Caribe eran parte intrínseca dela «esfera de influencia» de los Estados Unidos),20

cayeron sobre todos los Estados independientes,formalmente independientes o «semi independien-tes» de América Latina y el Caribe.21

Y, como había previsto el Apóstol de la inde-pendencia de Cuba, lo hicieron con tal fuerza polí-tica, económica, ideológico-cultural y militar que to-davía hoy, doscientos dieciocho años después dehaberse iniciado las primeras batallas por la libera-ción nacional, social y cultural de ese continente, enel Caribe insular subsisten quince territorios colonia-les y semi coloniales (entre ellos, Puerto Rico), lasIslas Malvinas (parte de la República Argentina),que siguen controlados por el imperialismo británi-co. A la par que los pueblos de la mayor parte delos treinta y tres Estados nacionales o plurinaciona-les situados, desde 1848, al sur del río Bravo y dela península de Florida, todavía tienen que seguirluchando por lograr la que la segunda AsambleaGeneral Nacional del Pueblo de Cuba, efectuadaen febrero de 1962, denominó «su segunda, ver-dadera y definitiva independencia».22

2

Cualesquiera sean los juicios que merezcan todaslas afirmaciones anteriores, lo cierto fue que sin lasolidaridad de los dirigentes más lúcidos de la victo-riosa Revolución Haitiana del 1 de enero de 1804(Jean Jacques Dessalines y Alexander Pètion) casihubiera resultado imposible al recientemente deno-minado Precursor de las Independencias de Améri-ca Latina, Francisco de Miranda, culminar la orga-nización de la frustrada expedición independentista

19 Luis Suárez Salazar: «Las agresiones de Estados Uni-dos contra América Latina y el Caribe: Fuente constan-te del terrorismo de Estado en el Hemisferio Occiden-tal», en Enciclopedia sobre el terrorismo de Estadomade in USA, en <wwwterrorfileonline.com>;<www.terrorfileonline.org>; y <www.terrorfileonline.net>.

20 La categoría «cooperación antagónica» entre las poten-cias imperialistas fue acuñada por el marxista alemán,August Talheimer, después de la segunda posguerra, convistas a explicar las intrincadas relaciones de integra-ción-cooperación-competencia-conflicto que constan-temente se producen entre las principales potenciasimperialistas, aun en los momentos en que una de ellasmantenga una posición hegemónica o dominante ensus relaciones mutuas y, por ende, en los asuntos in-ternacionales. Para un enfoque sobre ese tema puedeconsultarse: Ruy Mauro Marini: «La integración impe-rialista y América Latina», en Ruy Mauro Marini yMárgara Millán: La teoría social latinoamericana:Textos escogidos, México, Unam, 1994, t. II, pp. 15-19.

21 El concepto «Estados semi independientes» fue acuña-do por Vladimir Ilich Lenin en su célebre obra El impe-rialismo: fase superior del capitalismo. Con ese térmi-no se refería a los Estados nacionales que, luego de haberobtenido su independencia política y, en algunos casos,

económica, en las condiciones del «capitalismo mono-polista», volvieron a caer bajo la férula de la oligarquíafinanciera y de las principales potencias imperialistas.

22 Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba: «Se-gunda declaración de La Habana», en Cinco documen-tos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1971,pp. 127-173.

Page 46: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4848484848

con la que desembarcó el 3 de agosto de 1806 enCoro, localidad ubicada en la actual RepúblicaBolivariana de Venezuela.23 Tampoco le hubieraresultado fácil al Libertador Simón Bolívar reem-prender, a partir de 1816, las luchas político-milita-res con un alto contenido de emancipación políticay social que, en la primera mitad de la década de1820, culminaron con la «primera independencia»de los actuales territorios de Bolivia, Colombia, elEcuador, Panamá, Perú y la República Bolivarianade Venezuela.24

A la liberación de algunos de esos países tam-bién contribuyó el Ejército Libertador de Perú, for-mado gracias al apoyo del entonces jefe del go-bierno chileno, Bernardo O’Higgins, encabezadopor José de San Martín y mayoritariamente con-formado por ríoplatenses y chilenos. Bajo las ór-denes del lugarteniente de Simón Bolívar, luego nom-brado mariscal de Ayacucho, Antonio José deSucre, oficiales y soldados de ese ejército partici-paron en la derrota de las tropas españolas en laBatalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822 (quegarantizó la independencia del territorio de la actualRepública del Ecuador), así como –junto a oficia-les y soldados hispanoamericanos nacidos en dife-rentes localidades, entre ellos indios, negros, par-dos y mestizos– en la destrucción de las fuerzasrealistas en la Batalla de Ayacucho (diciembre de1824), que selló la derrota de la monarquía ibéricaen el territorio continental hispanoamericano.

Como veremos después, a esa derrota tambiéncontribuyeron las naciones originarias de Perú y elAlto Perú, las que –enriqueciendo el legado de las

insurrecciones indígenas encabezadas entre 1780 y1783 por Túpac Amaru, Tomás Katari y TúpacKatari, respectivamente– habían sido muy prontoincorporadas a la causa independentista gracias alas prédicas libertarias de los integrantes más radi-cales («jacobinos») de la Junta de gobierno instaura-da en Buenos Aires en mayo de 1810 y, en par-ticular, de Mariano Moreno y del jefe del Ejércitodel Norte, Juan José Castelli; ambos perseguidos ymartirizados por los representantes políticos y mili-tares de los sectores más reaccionarios y probritá-nicos de la oligarquía de la ciudad-puerto de Bue-nos Aires y habitualmente ignorados en las «historiasoficiales» de la actual República Argentina.25

En su perenne ánimo de contraponer la figura deSimón Bolívar con la de José de San Martín, esosrelatos igualmente desconocen que la Batalla de Aya-cucho también contribuyó a preservar la indepen-dencia de las llamadas Provincias Unidas del Río dela Plata, entonces integradas por las actuales Repú-blica Argentina y República Oriental del Uruguay.Esta última, fundada el 4 de octubre de 1828 graciasa una virtual imposición del gobierno británico y a laclaudicación del presidente ríoplatense, BernardoRivadavia;26 acontecimiento que también ignoran lashistorias más o menos oficiales –y algunas historiascríticas– de la República Oriental del Uruguay.

23 C. L. Bohórquez: Ob. cit. (en n. 12).24 Guillermo García Ponce: Bolívar y las armas en la gue-

rra de independencia, Caracas, Fundación Sucre, PíoTamayo, Carlos Aponte, 2002.

25 Norberto Galasso: Ob. cit. (en n. 14).26 Vivian Trías: Los caudillos, las clases sociales y el

Imperio, Montevideo, Cámara de Representantes, 1988,pp. 189-190. Según ese prestigioso historiador urugua-yo, el representante británico en el Río de la Plata, lordJohn Ponsonby, había advertido a todas las partes im-plicadas en el conflicto creado en torno a la entoncesllamada «Banda Oriental del Río de la Plata» que sugobierno «no consentirá jamás que solo dos estados,el Brasil y la Argentina, sean dueños exclusivos de lascostas orientales de América del Sur».

Page 47: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

4949494949

Del mismo modo, buena parte de las historio-grafías «oficiales» mexicanas y de los actuales Esta-dos nacionales centroamericanos (Guatemala, El Sal-vador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) raramentereconocen que las estrategias de lucha continental des-plegadas por Simón Bolívar y José de San Martín (conla consiguiente derrota de las principales fuerzas deoperaciones militares de la monarquía ibérica) tam-bién contribuyeron a la consolidación de las indepen-dencias de los Estados Unidos Mexicanos –entoncesencabezados por su primer presidente republicano,Guadalupe Victoria, quien en 1825 logró derrotar alas tropas españolas acantonadas en la fortaleza deSan Juan de Ulúa, Veracruz– y de la entonces llamadaRepública de Centroamérica. Esta –al igual que la aho-ra llamada «Gran Colombia» para diferenciarla dela actual República de Colombia– desapareció acausa de las acciones emprendidas contra el go-bierno liberal-unitario de Francisco de Morazán porlos representantes políticos, militares y religiosos desus correspondientes oligarquías conservadoras y«nacionalistas».27 A pesar de sus contradicciones,estos contaron con el decidido y en algunos casosdecisivo respaldo de las principales potencias de laépoca; en primer lugar, Gran Bretaña y los EstadosUnidos,28 cuyas autoridades también intervinieronreiteradamente en los asuntos internos y externosde los Estados Unidos Mexicanos, tanto antes comodespués de que en 1848 lograron arrebatarle a esepaís más de la mitad de su territorio original.29

3

De todo lo antes dicho, de otros elementos exclui-dos en aras de la síntesis y de algunos datos queveremos después, se desprende que las multifor-mes luchas por la «primera independencia» de nues-tra América tuvieron un carácter continental, bas-tante alejado del alcance «localista» que les hanatribuido, y a sus principales héroes y mártires, lasdiversas «historias nacionales» que se han elabora-do desde la fundación de cada uno de los actualesEstados hispanoamericanos. Por lo general, y dadosu índole elitista, racista y machista, esos relatostambién desconocen el significativo aporte que rea-lizaron a esas contiendas los criollos y las criollasmás humildes (entre ellos, los gauchos y los llane-ros), los y las afrodescendientes liberados por losejércitos independentistas de la esclavitud y deotras oprobiosas formas de explotación, así comolos hombres y las mujeres de los pueblos y las na-ciones originarias del espacio geográfico, humanoy cultural que ellos llamaban y continúan llamandoAbya Yala, como expresión de su desconocimien-to de los nombres, así como de las artificiales y cam-biantes fronteras político-administrativas que a san-gre y fuego les impusieron, primero, las monarquíasibéricas (España y Portugal) y, más tarde, los re-presentantes políticos y militares de las clasesdominantes que controlaron los destinos de los Es-tados nacionales fundados como fruto de «la bal-canización» de Nuestra América.30

En párrafos anteriores ya nos referimos al im-portante papel desempeñado por los pueblos que-chuas y aymaras en la derrota definitiva del colo-nialismo español en los actuales territorios de Perúy Bolivia. Pero a ello es imprescindible agregarla poderosa insurrección que entre 1814 y 1815

27 Adalberto Santana: Francisco de Morazán, La Haba-na, Editorial de Ciencias Sociales, 2006.

28 Alcides Hernández: La integración de Centroamérica:Desde la Federación hasta nuestros días, San José deCosta Rica, Departamento Ecuménico de Investigacio-nes, 1994.

29 Ramiro Guerra: La expansión territorial de los EstadosUnidos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975. 30 José Martí: Ob. cit. (en n. 5).

Page 48: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5050505050

sacudió a esos territorios bajo la dirección del an-ciano curaca Mateo García Pumacagua y otros lí-deres populares criollos y mestizos. También la de-cisiva contribución de los pueblos originarios de esaregión andina en la contención de la poderosa ysanguinaria ofensiva político-militar desatada por lasautoridades coloniales españolas (con el silenciocómplice de las autoridades británicas, francesas,holandesas y estadunidenses) luego de la derrotade las tropas napoleónicas y de la reimplantación dela monarquía absoluta de Fernando VII. Gracias alas multiformes resistencias de esas fuerzas popula-res (peyorativamente identificadas como «republi-quetas») y de «los montoneros» de Salta, así como,a diferencia de los demás gobiernos autonomistaso independentistas del resto del Continente, lasposteriormente llamadas Provincias Unidas del Ríode la Plata, pudieron proclamar en 1816, y preser-var, su independencia del colonialismo español.

Del mismo modo que, gracias al apoyo de lascomunidades guaraníes, el gobierno «jacobino» deJosé Gaspar Rodríguez de Francia logró conservarla independencia absoluta de Paraguay, proclamadaen 1813, tanto de España, como de las fuerzas oli-gárquicas y pro-británicas de la ciudad-puerto deBuenos Aires que, paulatinamente, lograron derrotara sus oponentes en la Banda Oriental del Río de laPlata, así como en las demás provincias mediterrá-neas y del litoral del río Paraná; incluidas las encabe-zadas por el Protector de los Pueblos Libres, JoséGervasio Artigas, a cuyas fuerzas político-militarestambién se habían incorporado importantes contin-gentes de los pueblos originarios de esas regiones,como fue el caso de los charrúas.

Algo parecido hay que decir del poderoso movi-miento popular que sustentó la que algunos historia-dores inadecuadamente llaman «la primera Re-volución Mexicana», iniciada el 16 de septiembre

de 1810. Siguiendo la convocatoria y las decisioneslibertarias de su líder y proclamado capitán generaldel Ejército de Redención de las Américas, el sacer-dote Miguel Hidalgo, en esta gesta precursora de laindependencia de toda «la América española» (nosolo de México) también participaron importantescontingentes de antiguos esclavos y esclavas afro-descendientes, así como de las naciones y los pue-blos originarios del extenso territorio del denomina-do Virreinato de Nueva España que, como se sabe,se extendía desde el sur del río Mississippi, hasta elactual territorio de Costa Rica, incluidas las capita-nías generales de Cuba, Filipinas y Guatemala, don-de –en razón de su composición étnico-racial– tuvoun enorme y contradictorio impacto la gesta emanci-padora encabezada por Hidalgo.

Tal participación popular y de los pueblos origi-narios de ese virreinato se amplió después del fusi-lamiento de aquel, en 1811, pero sobre todo cuan-do asumió el liderazgo del movimiento y de lasplurales fuerzas independentistas el también cléri-go, José María Morelos, quien en el Supremo Con-greso Internacional de América (efectuado en septiem-bre de 1813) presentó un programa revolucionariode veintitrés puntos conocido como «Sentimientode la Nación». En ese histórico documento, el líderinsurgente profundiza las medidas de Hidalgo al abo-gar por la abolición de la esclavitud y el sistema decastas, la liquidación de todos los gravámenes feu-dales y la desigual distribución de la riqueza. More-los también se pronuncia por el principio de la so-beranía popular, el libre comercio y la proclamaciónde la independencia, propuesta que el Congresosecundó al declarar la separación de España (6 denoviembre de 1813) y al aprobar medidas «contrala explotación feudal y la discriminación racial».31

31 Sergio Guerra Vilaboy: Ob. cit. (en n. 4), p. 90.

Page 49: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5151515151

Algunas de esas medidas fueron incluidas en la pri-mera carta fundamental de «la América Mexicana»,aprobada por la Asamblea efectuada el 22 de oc-tubre de 1814 en Apatzingán. Sin embargo, esta noincluía las medidas revolucionarias proclamadas porHidalgo y Morelos, «pues sus autores eran en sumayoría criollos letrados atraídos al campo patrio-ta por los esfuerzos de [Ignacio López] Rayón paramoderar el tono de la revolución».32

Fue entonces cuando, aprovechando esas incon-secuencias, el ejército realista, reforzado con la lle-gada masiva de tropas españolas y la movilizacióncontrarrevolucionaria de la parte alta de la sociedadcriolla, y aprovechando también las divisiones exis-tentes en las fuerzas patrióticas, amenazó la existen-cia del Supremo Congreso Internacional de América.

Obligado a proteger a los diputados de los in-tensos ataques enemigos, Morelos fue hecho pri-sionero en Texmalaca (Puebla) el 5 de noviembrey fusilado el 22 de diciembre de 1815. Su muer-te y la dislocación del ejército rebelde en peque-ñas partidas insurgentes permitió el casi absolutorestablecimiento del poder colonial en México.33

Hechos que, sin duda, determinaron el «estanca-miento» durante varios años de la ejemplar revolu-ción social y de liberación nacional (sin paralelo en elresto de Hispanoamérica) que desde 1810 se veníadesarrollando en el Virreinato de Nueva España, laprolongación por varios años más de las gestas in-dependentistas que se desarrollaban en Sudamérica,así como el carácter «monárquico-conservador» queasumió finalmente la proclamación, en 1821, de la«primera independencia» de México y de las actua-les repúblicas centroamericanas.

4

Las nefastas consecuencias que tuvo ese desenlaceseudoindependentista, contrarreformador y contra-rrevolucionario para el devenir posterior de México,Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y CostaRica, así como para el resto de Hispanoamérica, hansido tratadas prolijamente por la historiografía críticaelaborada tanto dentro como fuera de nuestro conti-nente. Ello me libera de la responsabilidad de abor-darlas en esta ocasión. Sin embargo, a los efectos dedicha contribución me parece imprescindible resal-tar que esa y otras experiencias de las contiendaspor la primera independencia de la América ante-riormente española ya demostraron la incapacidadde los representantes políticos, militares e intelectua-les de los sectores hegemónicos de sus clases domi-nantes para conducir hasta sus últimas consecuen-cias las luchas por la liberación nacional, así como laemancipación social, política y cultural que, desdeentonces hasta hoy, se han desplegado en la Améri-ca Latina y el Caribe.

Igualmente, demostraron la importancia de la uni-dad de todos los sujetos sociales, políticos y étni-co-culturales de raigambre popular implicados enesas multiformes luchas. Sin desconocer el carác-ter continental que estas tuvieron, también se de-mostró la importancia de que los representantespolíticos y militares, estatales o no estatales, deesos sujetos resolvieran de manera acertada, ysegún sus circunstancias específicas, todos los pro-blemas políticos, sociales, ideológico-culturales ymilitares, internos y externos implicados en cual-quier revolución o reforma político-institucional,económico-social e ideológico-cultural genuinamen-te democrática e independentista. La irresoluciónde esos problemas estuvo entre las causas de lassangrientas contrarrevoluciones o contrarreformas

32 Ídem.33 Ibíd., p. 91.

Page 50: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5252525252

dirigidas a restaurar el sistema de dominación inter-no y externo previamente existente. O, en los casosen que este fue derrotado, a sustituirlo por nuevasformas de dominación y explotación tanto internas,como externas.

Lecciones que –junto a otras que pueden inferir-se de los párrafos anteriores– debemos asimilartodas y todos aquellos que continuamos luchandopor la «segunda, verdadera y definitiva independen-cia», en este nuevo y tal vez decisivo ciclo de lasegunda fase de la dinámica entre la reforma, la re-volución, el reformismo, la contrarreforma y la con-trarrevolución que ha caracterizado la historia lati-noamericana y caribeña. En razón de las complejascircunstancias internacionales y hemisféricas en quese desarrolla esta dinámica (acentuadas por las su-perpuestas crisis que afectan a la humanidad, al sis-tema y la economía [capitalista] mundo), en este

esperanzador ciclo independentista, reformador yrevolucionario, tal vez como en ninguno de los pre-cedentes, resulta imprescindible recordar el vigentellamado que, en la última década del siglo XIX, JoséMartí le hizo a todos los pueblos y las naciones (in-cluidas las originarias) de Nuestra América:

Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que viveen el aire, con la copa cargada de flor, según loacaricie el capricho de la luz, o lo tundan y talenlas tempestades; ¡los árboles se han de poner enfila, para que no pase el gigante de las siete le-guas! Es la hora del recuento y de la marcha uni-da, y hemos de andar en cuadro apretado comola plata en las raíces de los Andes.

La Habana, 27 de marzo de 2010 c

Page 51: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5353535353

ALEJANDRO MOREANO

La hipótesis españolay la Independencia americana

La exégesis de la Independencia como proceso histórico, teóri-co e ideológico, presenta innumerables problemas, paradojasy contradicciones en la medida en que, en su examen, conflu-

yen diferentes perspectivas políticas, culturales y simbólicas, diver-sas pasiones, emociones y sentimientos e incluso intensas restric-ciones dimanadas del discurso patrio.

La independencia americana fue uno de los grandes procesoshistóricos en los que las ideas parecen haber desempeñado un pa-pel decisivo, el excepcional momento en que la futura América La-tina, ya integrada al mercado capitalista mundial, se incorporó a unacirculación también mundial de las ideas que tuvieron su foco deirradiación en la Europa del llamado Siglo de las Luces.

El complejo carácter de su integración subalterna genera unaamplia gama de interrogantes. ¿Hubo una Ilustración americana?¿Cuál tuvo mayor gravitación: la Ilustración francesa o la inglesa yen qué períodos? ¿Los moderados como Montaigne o Voltaire olos demócratas radicales como Rousseau? ¿Cuál fue el papelde los jacobinos y de su ala de extrema izquierda? ¿Cuál la función delos jesuitas, los masones o los jansenistas? ¿Qué grado de influen-cia tuvo la llamada Ilustración española? ¿La de Feijoo o Jovella-nos? ¿El rol de Blanco White o de Pablo de Olavide? ¿Cuál fue elpeso del racismo hegemónico en el pensamiento ilustrado?

La interpretación clásica de la Independencia postula el desarro-llo de una ilustración americana, alimentada por la francesa y/o Re

vist

a Ca

sa d

e la

s Am

éric

as N

os. 2

59-2

60 a

bril-

sept

iem

bre/

2010

pp.

53-

67

Page 52: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5454545454

inglesa, que habría roto paulatinamente, desde lasprimeras décadas del siglo XVIII, el cerrojo escolás-tico dominante en las colonias. La circulación clan-destina de textos e ideas referidas a la revolución ges-tada de Copérnico a Newton, y la dinámica intelectualprovocada por las expediciones científicas, habrían sidosus armas iniciales, y la difusión, también encubierta,de las obras de Rousseau, Voltaire, los enciclope-distas, sus instrumentos decisivos.

Junto a la exégesis predominante, se ha desple-gado otro discurso que intenta reconciliar a Améri-ca con España y la era colonial, y que postula elpapel decisivo que habrían tenido en la emancipa-ción americana las ideas y las experiencias políticasde la propia España: por un lado las tesis de la Es-cuela Española del Derecho, en particular las de laEscuela de Salamanca –Francisco Suárez, Juan deMariana y Francisco Vitoria– e incluso las de To-más de Aquino, y la tradición hispana de los cabil-dos, la clásica institución de la «democracia medie-val» española; y, por otro, la influencia de la llamadaIlustración española, Feijoo en su primera fase, losintelectuales del despotismo ilustrado en la segun-da, Melchor Jovellanos, Campomanes, Cadalso,Cabarrús... en especial a través de las Sociedadesde Amigos del País y de las expediciones botánicashispánicas. En las últimas décadas ha adquiridorelieve el papel que cumplieron lo que podríamosllamar «chapetones ilustrados», intelectuales espa-ñoles activos partidarios de la Independencia ame-ricana: José María Blanco White, Pablo de Olavi-de, Feliz de Azara.

Las ideas, por supuesto, no generan los hechos:los explican, los expresan, los iluminan en el mejorde los casos. En el caso de la América Latina, laproblemática era más compleja, pues la Indepen-dencia se inscribió en el proceso de afianzamientodel mercado mundial y de germinación de la moder-

nidad como un discurso que tendió a extenderse atodo el mundo.

No se trata de la nacionalidad de los pensado-res, por supuesto, sino de los procesos económi-cos y políticos que sobredeterminan la creaciónteórica e intelectual. El desarrollo filosófico, que lle-gó a su apogeo con Kant y Hegel, fue consustan-cial a la emergencia del capitalismo industrial, lageneralización de las relaciones mercantiles, la for-mación del Estado y del individuo-ciudadano y lagénesis de la República democrática.

¿Qué función tuvieron las ideas de la Ilustraciónen países en los que se fortalecían relaciones hacen-darias de tipo servil, surgían las minas y las planta-ciones en manos de empresas europeas y bloquea-ban toda posibilidad de universalización de lasrelaciones mercantiles? El racismo de la gran mayo-ría de los pensadores de la Ilustración europea –in-cluidos Kant y Hegel– y la cruel paradoja que aquelencierra –el pensamiento de la igualdad y la univer-salidad de los hombres sostenía la inferioridad delos indios y de los negros–, muestran los conflictosde un pensamiento a la vez igualitario y racista, de-mocrático y discriminador.

La situación desde la América Latina era dramá-tica: debía representar y reconocer sus acciones yprocesos en ideas que no habían sido germinadasinicialmente en su interior, aun cuando luego fueranasumidas y resignificadas. La alienación, además,era doble: la evangelización cristiana ya había im-puesto por la fuerza imágenes y símbolos que eranintegrados por los indios en las ruinas de sus imagi-narios y de su cosmovisión. Ahora la sociedad criollaen su conjunto debía asumir su realidad y su diná-mica histórica en un discurso ajeno.

El resultado fue el eclecticismo, discursos híbridosconformados por pensamientos distintos, a vecescontrapuestos, que se amalgamaban, yuxtaponían,

Page 53: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5555555555

diferían, de distintos modos. La dinámica histórica–sociedades criollas, fundadas en la hacienda y enla plantación o la mina vinculadas al mercado mun-dial– debió abrirse paso en un maremágnum deideas, a partir de introducir matices, gradaciones,reconceptuar los sentidos, adoptarlos-adaptarlos enprocesos de mutación constante.

Analicemos la hipótesis española que nos remite ala teoría del pacto y a la importancia de los cabildos.

Juntas de Gobierno y teoría del pacto

Objetiva, y aun obviamente, España fue el enemigo,el blanco del proceso independentista. Desde la fa-mosa convocatoria a la «guerra a muerte» formuladapor Simón Bolívar en su proclama del 15 de junio de1813 –célebre por la frase final: «Españoles y Cana-rios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, sino obráis activamente en obsequio de la libertad deAmérica. Americanos, contad con la vida, aun cuan-do seáis culpables»–, la lectura oficial de la Indepen-dencia ha colocado a España en su conjunto en elbanquillo de los acusados.

Sin embargo, en fases recurrentes de nuestra his-toria intelectual, en corrientes paralelas como la de loshispanistas y aun de americanistas del estilo de Rodóo Vasconcelos, y en diversas tendencias del discur-so español, se han levantado proyectos similares aaquel que promovió Carlos III con Juan BautistaMuñoz y otros científicos ilustrados españoles: laconstrucción de lo que dio en llamarse la «leyendablanca» para contrarrestar la «leyenda negra» quela Ilustración francesa e inglesa había promovido, ydemostrar el carácter «civilizatorio» de la coloniza-ción hispana de América.

En una carta de Sergio Villalobos, a propósitodel IV Seminario de Historia de la Filosofía Espa-ñola, se advierte con extrema claridad:

Es probable que en el Congreso que se va a rea-lizar choquen dos concepciones: la española, queve el proceso de nuestra Independencia comouna derivación de las tradiciones jurídicas y «po-pulistas» de España, y por otra parte, la visiónhispanoamericana, más liberal, que da mayor im-portancia al racionalismo político del siglo XVIII yal descontento acumulado durante la existenciacolonial.1

Los partidarios de la hipótesis española sostie-nen que la presencia de las ideas de la Ilustraciónfrancesa no fue decisiva, ni siquiera importante:

Las teorías que justificaron el establecimiento dejuntas americanas, tanto las leales a la Regenciacomo las revolucionarias, poco tuvieron quever con la Ilustración o los postulados de laRevolución francesa. La Ilustración y el libera-lismo no pudieron tener en este momento el al-cance revolucionario que se les presupone. Enprimer lugar, porque la población potencialmen-te permeable a su difusión era muy reducida. Ensegundo lugar, porque los intereses de clase deesa minoría no eran totalmente compatibles conla ideología liberal.2

Luciano Pereña formuló de manera precisa y con-cisa la teoría española: «La base doctrinal general ycomún de la rebeldía americana, salvo ciertos adi-tamentos de influencia suficientemente localizada,

1 Citado en Enrique Rivera de Ventosa: «La filosofía enHispanoamérica durante la época de la emancipación»,Revista de Derecho (Valdivia), Vol. I, No. 1, diciembrede 1990, pp. 35-54.

2 Joseph Pérez: Los movimientos precursores de la eman-cipación en Hispanoamérica, Madrid, Editorial Alham-bra, 1977, p. 11.

Page 54: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5656565656

la suministró la doctrina suareziana de la soberaníapopular que fue trasplantada durante el siglo XVII a lasuniversidades y colegios fundados por España enAmérica».3

Más aún, según la hipótesis española, la concien-cia criolla que desarrollara, hacia los comienzos delsiglo XIX, las bases ideológicas, teóricas y cultura-les y los imaginarios y las dimensiones simbólicasdel nacionalismo americano independentista, comen-zó a formarse desde el barroco temprano,4 en elmarco de la escolástica primero y de la Ilustraciónespañolas después.

La formulación de la hipótesis española se inició enla década de los cuarenta. Manuel Giménez Fernán-dez5 postuló dicha tesis, que ha sido defendida enLatinoamérica por el círculo de Guillermo Furlong, enla Argentina, y el de W. Hanisch Espíndola, en Chile.6

Juntas de Gobierno: soberaníacompartida y gobierno mixto

El eje central de la hipótesis española se localiza enla formación de las Juntas de Gobierno en el perío-

do 1808-1811, con especial atención en el papelcumplido por los cabildos. El desarrollo del procesohabría tenido dos fases: la primera, con la instaura-ción y el desarrollo de las Juntas bajo el juramentode lealtad a Fernando VII, tomado preso inicialmen-te por Napoleón. La segunda, la de la reversión delpoder al pueblo, habría sido provocada por el recha-zo español a las Juntas de Gobierno, y la represiónejercida contra ellas, y la actitud de Fernando VII, el4 de mayo de 1814, cuando, una vez restaurado supoder, promulgó un decreto que declaraba nula todala obra de las Cortes de Cádiz.

La creación, acción y legitimidad de las Juntasinstauradas a remolque de las españolas de 1808,en torno a defender la legitimidad de Fernando VIIfrente a la invasión napoleónica, partía, según lahipótesis española, de que en la figura del rey sereunían, en igualdad de derechos, diversos reinos yprovincias. Tal convicción habría surgido de la for-mación del imperio español a partir de la unión deCastilla y Aragón en 1492, imperio que se gober-naba por un sistema polisinodial que preservabala autonomía de cada región.

El juramento de fidelidad a Fernando VII por lasJuntas de Gobierno que se formaron a lo largo yancho del territorio americano era, bajo esa pers-pectiva, la renovación del pacto de los conquista-dores con el rey, que rechazaban así reconocercualquier otro soberano impuesto por Napoleón, yexpresaban su voluntad por una nueva relación en-tre las Indias y la monarquía. De Gandía, por ejem-plo, aclara que lo que se buscaba en 1810 no era laformación de una nueva nación sino una autonomíalocal de gobierno, es decir una no dependencia res-pecto del gobierno de España.7

3 Luciano Pereña: «Francisco Suárez y la independencia deAmérica. Un proyecto de investigación científica», Cua-dernos Salmantinos de Filosofía, No. 1, 1980, pp. 53-63 (eltexto citado en p. 58.), citado por Enrique Rivera de Vento-sa: Ob. cit. (en n. 1).

4 Mabel Moraña, por ejemplo, que la sitúa a principios delsiglo XVIII. En la literatura, Espinoza Medrano (1629-1688)habría sido ya un exponente de la conciencia criolla.

5 Ver Manuel Giménez Fernández: Las doctrinas populis-tas en la independencia de América, Anuario de Estu-dios Americanos, t. III, 1946, 2da. ed., Sevilla, Escuela deEstudios Hispanoamericanos, 1947.

6 Ver Guillermo Furlong: Nacimiento y desarrollo de la filo-sofía en el Río de la Plata, Buenos Aires, Editorial Gui-llermo Kraft, 1952; Walter Hanisch Espíndola: El catecis-mo político-cristiano. Las ideas y la época, 1810, Santiagode Chile, Editorial Andrés Bello, 1970, pp. 50-88.

7 Enrique de Gandía: Conspiraciones y revoluciones dela independencia americana, Buenos Aires, Ocesa,1960.

Page 55: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5757575757

La proclama del Marqués de Selva Alegre, presi-dente de la Junta de Gobierno de Quito, de 1809, alos asistentes del cabildo abierto celebrado el 16 deagosto no deja lugar a dudas de la lealtad a Fer-nando VII:

Digamos con la sinceridad propia de america-nos españoles: ¡Viva nuestro rey legítimo y señornatural don Fernando VII!, y conservémosle acosta de nuestra sangre esta preciosa porciónde sus vastos dominios libre de la opresión tirá-nica de Bonaparte, hasta que la divina miseri-cordia lo vuelva a su trono, o que nos conceda ladeseada gloria de que venga a imperar entre no-sotros.8

Miguel Molina Martínez ha intentado mostrar lapresencia implícita del pensamiento jurídico hispa-no en la casi totalidad de las deliberaciones, resolu-ciones y pronunciamientos de las Juntas.9 FedericaMorelli invoca el «Alegato de Quiroga presentadoen el primer juicio iniciado contra los próceres enfebrero de 1809», en Quito, como prueba feha-ciente de que los integrantes de las Juntas de Go-bierno tenían conciencia de la teoría del pacto quecontrapesa la autoridad con poderes que sujetan ala suprema dentro de ciertos y circunscritos térmi-nos. Tal es y ha sido la España.10

La teoría del pacto no es sino la expresión de loque los investigadores españoles denominan sobe-ranía compartida y gobierno mixto.11 En concreto,en la América colonial, el proceso que fue de la pri-mera a la segunda fase de la formación de las Juntasde Gobierno habría sido el paso de un tipo de sobe-ranía compartida entre el Rex y el Regnum a unasuerte de República confederada o gobierno mixto,punto de partida para la ulterior independencia. Elorganismo cardinal habría sido el cabildo.

Los partidarios de la hipótesis española insistenen la importancia decisiva que tuvieron los cabil-dos, institución hispánica por excelencia, en las Jun-tas de Gobierno. Pero no solo ellos. Pedro Henrí-quez Ureña ha señalado que: «La teoría moderna–moderna al menos en su forma– de la soberaníadel pueblo se mezclaba, en el pensamiento de mu-chos patriotas coloniales, con la única tradición de

08 José Luis Romero y Luis Alberto Romero (eds.): Pensa-miento político de la emancipación (1790-1825), Ca-racas, Biblioteca Ayacucho, 1977, pp. 47-48.

09 Fue uno de los principales orientadores del Proyecto I+DHUM 2005-03410, del Ministerio de Educación y Cultura,sobre «La dinámica de los grupos de poder en Quito,siglos XVII, XVIII y XIX», que investigó una amplia docu-mentación sobre las Juntas de Gobierno del período.

10 En el «Alegato de Quiroga presentado en el primer jui-cio iniciado contra los próceres en febrero de 1809», selee: «No puede enajenarse una parte de un reino si esta

no consiente; la razón es porque se juzga y se supone,racionalmente, que los que se han asociado a una Me-trópoli, o a un reino, eligieron la forma o el modo deaquel imperio, y, de consiguiente, mudadas las circuns-tancias no se les puede sujetar a otro extraño, porqueempeoraría la condición de la parte enajenada. Aquíinterviene un pacto, entre la Metrópoli y la colonia, deprotección, amparo y defensa. Los que se agregaron alImperio, estipularon para sí una defensa de parte deltodo, sin permitirle la facultad de enajenarlos; luegoaquél no puede enajenar la colonia contra su voluntady arbitrio», Manuel Rodríguez de Quiroga: «Alegatode Quiroga presentado en el primer juicio iniciado con-tra los próceres en febrero de 1809», Memorias de laAcademia Ecuatoriana correspondiente a la Real Es-pañola, No. extraordinario, Quito, [s. n.], 1922, pp. 62-100, citado en Federica Morelli: «La Revolución de Qui-to: el camino hacia el gobierno mixto», Nuevo Mundo,Mundos Nuevos, Biblioteca de Autores del Centro(BAC), 2008, en <http://nuevomundo.revues.org/index3419.html>, consultado el 12 octubre de 2009.

11 F. Morelli: Ídem.

Page 56: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5858585858

autonomía que conocían (los hispanoamericanos),la tradición española del gobierno municipal».12

Para los ideólogos españoles, el cabildo hispanomedieval fue uno de los limitantes democráticos ypopulares de la monarquía, junto a las cortes y esasuerte de Defensor del Pueblo que habría sido elJusticia de Aragón.

En ausencia de las cortes regionales o de los Es-tados generales de la monarquía francesa de la épo-ca, las colonias americanas habrían encontrado enlos cabildos los «cuerpos intermedios» que, segúnMonstesquieu, se desarrollaron en las monarquíaseuropeas como cuerpos judiciales y luego legislati-vos, con importantes funciones, entre ellas la decisi-va de participar o consentir en la creación de nuevosimpuestos. Amén de los cabildos, la aristocraciaamericana tuvo otra fuente de participación en el fun-cionamiento del poder: la compra de cargos públi-cos, incluido el de las máximas autoridades.

La soberanía compartida y el gobierno mixto eranformas y estructuras de poder de origen medievalque se revitalizaron en el período del absolutismomonárquico el cual no logró concentrar todo el po-der en la maquinaria centralizada del Estado. Res-pecto a América, Federica Morelli nos dice:

En la mayoría de los territorios americanos, in-cluida la Audiencia de Quito, las reformas de losBorbones provocaron un incremento de las en-tradas financieras del Estado, en perjuicio de unaabdicación de algunas funciones jurisdiccionalesa las elites locales. Como demuestran también al-gunos estudios en campo europeo, la contrapar-tida por la aquiescencia de las pretensiones fisca-

les por parte del aparato central se manifestó ge-neralmente en la consolidación del poder local enlas manos de sus tradicionales detentores.13

Con la crisis provocada por la invasión napoleó-nica, esos «cuerpos intermedios» asumieron un rolprotagónico.

Pero, ¿cuál era el contenido de la teoría del pacto?

Teoría del pactum translationis

La teoría del pactum translationis no es equiva-lente al contrato social roussoniano. Los partida-rios de la hipótesis española insisten en esa diferen-cia. El pacto de la teoría de Suárez alude al vínculodel soberano y sus súbditos, mientras el pacto so-cial de Rousseau relaciona a los ciudadanos entresí. La esencia de la teoría de Suárez es la transfe-rencia del poder, el pactum translationis, de lacomunidad –no del individuo– al Soberano, mien-tras en la teoría del pacto social de Rousseau, lasoberanía es intransferible y reside en los individuos-ciudadanos.14 En la tesis de Suárez, la figura delRex resume la soberanía absoluta, por derecho di-vino y por delegación del Regnum.

La llamada «soberanía popular», que en Rou-sseau es activa y permanente, en la teoría de Suá-rez es fundante, originaria, transferida siempre. Deallí que solo en casos extremos se ejerce por vaca-tio regis o por tiranicidio.

La propuesta de otro jesuita, compañero de Suá-rez en la llamada Escuela de Salamanca, Juan deMariana (1536-1624), sobre el derecho al tiranici-

12 Pedro Henríquez Ureña: Las corrientes literarias en laAmérica hispánica, México, Fondo de Cultura Econó-mica, 1949, p. 101.

13 Ídem.14 Ver Juan P. Salaverry: Origen de la soberanía civil,

según el P. Francisco Suárez, Buenos Aires, [s. n.],1922, pp. 29-30.

Page 57: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

5959595959

dio fue el complemento –o confluente– cardinal dela tesis del pacto.

Si el pensamiento de Suárez ha sido presentadocomo la prueba fehaciente de una concepción de-mocrática y popular del poder, el de Mariana hasido presentado como la expresión de una filosofíainsurgente y revolucionaria.

Varios estudiosos cuestionan la hipótesis espa-ñola. Arturo Andrés Roig lo hace con dureza, al califi-carla de revisionista y reaccionaria, y aun ultrarreac-cionaria:

La tesis de la vigencia del pacto según Suárez,defendida como la verdadera y, a veces, exclu-siva fuente teórica sobre la cual se habrían justi-ficado las Juntas revolucionarias de la década de1810, permitía, entre otras cosas, eliminar lo quede revolucionario podía haber tenido el pre-ro-manticismo como momento propio de la Ilustra-ción: el ejercicio, si no de una democracia direc-ta, por lo menos de una democracia igualitaria yantiestamentaria, aspectos que nadie encontraráen el «pacto» suareciano.15

La crítica implícita de Roig al «pacto suarecia-no», alude a un problema fundamental: ¿cuál es sucarácter político? ¿Es una concepción democráticay popular, igualitaria y antiestamentaria?

Buena parte de los partidarios de la hipótesisespañola estipulan que el fundamento del pactumtranslationis es el Regnum. Rex y Regnum. Y demodo implícito se asimila la categoría medieval deregnum a la moderna de pueblo. Rex y Regnum:Estado y pueblo. Mas esas categorías, de origen

visigodo y romano y desarrolladas en la Edad Me-dia europea, aludían a Rey y Cortes que, en unaestructura dual, «duocéntrica», tenían cada uno sus«funcionarios, tribunales, cajas y embajadores in-dependientes».16

La categoría de pueblo ha tenido diversos signi-ficados de acuerdo a la historia social: si en la Fran-cia de la Revolución era el Tercer Estado, en lospaíses latinoamericanos de los siglos XIX y XX haexpresado sobre todo a las capas populares urba-nas, y en la España medieval y en la América colo-nial se remitía a las «clases dirigentes urbanas».

Por eso, en las Juntas de Gobierno del período,los dos significados de la teoría del pacto –las In-dias y la Corona y el pueblo y el soberano– tendie-ron a confundirse. O mejor dicho, la relación delrey con los súbditos sirvió, no de fundamento sinode legitimación de la relación entre el rey y los co-lonizadores. Miguel Molina, uno de los partidariosde la hipótesis española, lo dice con énfasis: «Latesis de la reversión social defendida con insisten-cia en el seno de los cabildos y que aludía al anti-guo pacto del rey con los conquistadores era to-talmente desconocida para Rousseau».

15 Arturo Andrés Roig: Bolivarismo y filosofía latinoa-mericana, Quito, 1984, Facultad Latinoamericana deCiencias Sociales, Colección Ensayos 2, 1984, p. 19.

16 «Mas el poder real es contradicho por la feudalizacióny por la constitución municipal romana en las ciudadesen que pervivió, alumbrando nuevas ciudades-Esta-dos. Se separaba así de las teorías que contemplan elEstado como una reunión del príncipe y sus Estados obrazos y mantenía que hubo más bien un doble Estadoen la evolución de esta institución. Rex y Regnum soncosas distintas, Rey y Cortes tienen sus funcionarios,tribunales, cajas y embajadores independientes. Pos-teriormente el Estado moderno requiere unidad y unaconstitución sobre la dualidad Rey-pueblo», Jellinekcitado por Adolfo Serrano de Triana: «La fragmenta-ción del derecho administrativo español», online,p. 45, n. 45.

Page 58: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6060606060

La teoría del pacto fue el fundamento teórico dela llamada «monarquía pactista», característica delReino de Aragón, que naciera como una federa-ción de pequeños reinos –Aragón, Valencia, Ma-llorca y el Principado de Cataluña–, cada uno consus propias leyes e instituciones y que luego se ex-tendiera a España y Europa.

En efecto, la Baja Edad Media europea y espa-ñola, plagada de conflictos y guerras entre la no-bleza y el rey, entre el Pontificado, las monarquías ylos poderes regionales, encontró en la monarquíapactista la forma de organización política que lo-graba resolver institucionalmente el conflicto, y lasCortes, los cabildos u otras instituciones como elConsejo Real y la Audiencia fueron los canales delas negociaciones de las noblezas regionales con elrey.

El Reino de Aragón fue el gran ejemplo de lamonarquía pactista. Allí, en el siglo XIII, nacieronlas Cortes y el famoso Justicia de Aragón, invoca-do por Juan Pablo Viscardo y Guzmán.17

El Justicia de Aragón, modelo de «vigilancia ac-tiva» del Regnum sobre el Rex, surgió en condicio-nes históricas determinadas, cuando las Cortes deZaragoza le impusieron, en 1283, a Pedro III, ex-comulgado por el Papa y enfrentado a la inminenteinvasión de Felipe III de Francia, la firma del Privi-

legio General, treinta nuevas leyes adjuntas a losFueros, en las que constaban, entre otros compro-misos:

– Reunir Cortes todos los años.– No proceder contra la clase privilegiada de

oficio sino solo a instancia de parte.– Nombramiento del Justicia de Aragón entre

caballeros o hijosdalgo y con el consejo de ri-coshombres.

– Derecho a los honores y a trasmitirlos a sushijos.

– Derecho de los ricoshombres a juzgar sus pro-pios pleitos.

– Protesta por la concesión de un fuero propioal reino de Valencia.

– En especial, obligación de jurar los fueros comocondición indispensable para ser aceptadocomo rey.

El pacto entre Pedro III y las Cortes de Zarago-za, entre Rex y Regnum, no puede ser más claro: lasCortes –el Regnum– eran asambleas estamentalesintegradas por los «ricoshombres» (alta nobleza),infanzones y caballeros (nobleza inferior), la Iglesiay las universidades en representación de las ciuda-des, y el Justicia de Aragón era un «caballero o hi-jodalgo» nombrado por los «ricoshombres».

La monarquía pactista fue la expresión de socie-dades aún feudales que cristalizaban en podereslocales de la nobleza y articulaban sus relacionesbajo la imagen unificante de la monarquía.

La monarquía borbónica, que pretendió erigir unrégimen absolutista, durante la hegemonía de Casti-lla, procuró poner fin a la soberanía compartida. Suinstauración, en la figura de Felipe V de Borbón, pro-vocó la rebelión de las elites de la Corona de Aragónen las llamadas Guerras de Sucesión a la Corona

17 La Carta a los españoles americanos escrita por JuanPablo Viscardo y Guzmán entre 1782 y 1791, publicadapor Miranda en 1799, recuerda el papel de «Justicia deAragón», institución cuyos portaestandartes, en laceremonia de la coronación del rey, le dirigían estaspalabras: «Nos que valemos cuanto Vos, os hacemosnuestro Rey y Señor, con tal que guardéis nuestrosfueros y libertades y si no, no». Ver Viscardo y JuanPablo Guzmán: Carta dirigida a los españoles america-nos por uno de sus compatriotas, impreso en Londrespor P. Bayle, Vine Street, Piccadilly, 1801.

Page 59: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6161616161

Española. La derrota de la rebelión dio paso, a par-tir de 1707, a los llamados Decretos de Nueva Plan-ta, que consolidaron la centralización estatal del régi-men absolutista: abolición, total y parcial, de losfueros, privilegios y libertades, unificación jurídica,supresión de la figura del Justicia de Aragón.

La construcción de la maquinaria estatal centra-lizada –jurídica, administrativa y militar– fue el con-tenido político fundamental de la génesis del capi-talismo en la era de la acumulación originaria decapital. Tendía a disolver el poder autónomo de lasnoblezas regionales y a propiciar la absorción de lagran propiedad territorial bajo la forma de noblezacortesana.

Empero, la resistencia de las noblezas regiona-les, en particular en España, forjó una suerte dedoble poder, el de la monarquía centralizada en quese articulaba la alianza contradictoria de la burgue-sía comercial y bancaria con la propiedad territo-rial; y los poderes locales que cristalizaban bajo laforma de municipios o Cortes.18

La teoría política de la Escuela Española delDerecho fue la expresión teórica de la monarquíapactista y el arma intelectual de las noblezas y elitesregionales en la resistencia a la centralización esta-tal y la formación del absolutismo. Tal como lo dice

Arturo Roig, no era una concepción democrática ypopular, igualitaria y antiestamentaria.

En la América colonial, la teoría del pacto ex-presaba las relaciones entre el Rey y los poderesregionales, y la «monarquía pactista» era la aspira-ción a la autonomía de las sociedades criollas

El tiranicidio

La teoría del «tiranicidio» –el pueblo tiene derechoa asesinar al rey si este traiciona el pacto del Rexcon el Regnum– aparece como una profundizacióndel carácter popular y democrático de la teoría delpacto, su vertiente insurgente y revolucionaria. Sinembargo, un análisis más detenido nos brinda otrassignificaciones.

A diez años de la muerte de Enrique III, en 1599,a manos de Jacques Clément, fraile dominico per-teneciente a la Santa Liga de París, Juan de Maria-na publicó Del rey y de la institución real, obra enla que se legitima el llamado tiranicidio. Si bien eltexto es una reflexión general sobre el arte del go-bierno, las relaciones entre la monarquía con sussúbditos, la Iglesia y el Pontificado, una suerte deteoría política, en suma; la acción de Clément fue elcon-texto, el pre-texto y el sub-texto de la circula-ción y lectura del texto.

En Francia el Parlamento ordenó que Del rey yde la institución real fuera quemado públicamen-te, el 8 de junio de 1610, a manos del verdugo ofi-cial. Un año antes, François Ravaillac había acu-chillado a Enrique IV, de modo similar al asesinatode Enrique III por Jacques Clément, celebrado porMariana. Se acusó a Mariana de ser el autor inte-lectual del magnicidio, a pesar de que Ravaillac dijodesconocer a Mariana y su libro. El 27 de mayode 1610, luego de ser interrogado, torturado y en-juiciado, Ravaillac fue llevado a la Plaza de la Grève

18 «Contrariamente a lo que la historiografía ha ido afir-mando hasta hace diez o quince años, el esfuerzo cen-tralizador de los Borbones no logró romper los poderesjurisdiccionales de los municipios ni cuestionó su re-presentación virtual. Este límite crucial para el futurose debe a que el mismo proyecto centralizador necesi-taba del apoyo de los poderes territoriales para reali-zarse. Como ya se ha anticipado, el absolutismo, aunen Europa, no se consolida en contra de la sociedadestamental, sino junto y gracias a ésta», F. Morelli: «En-tre el antiguo y el nuevo régimen: el triunfo de los cuer-pos intermedios. El caso de la Audiencia de Quito, 1765-1830», online.

Page 60: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6262626262

para el clásico suplicio destinado a los regicidas.Un mes después fue quemado el libro de Mariana.

¿Celebró Mariana el asesinato de los Enrique IIIy IV?, ¿tuvo alguna relación con Ravaillac?, sonalgunas de las interrogantes que han despertado en-cendidas polémicas en España y en Europa. Nocabe, en la perspectiva del presente trabajo, dete-nernos en tales debates. Importa, eso sí, pregun-tarnos: ¿el tiranicidio proclamado y defendido porMariana y los jesuitas alude a una rebelión popularo democrática contra el despotismo?

Mariana nos dice:

No hemos de mudar fácilmente de reyes (pues)se les ha de sufrir lo más posible, pero no cuan-do trastornen la república, se apoderen de la ri-queza de todos, menosprecien las leyes y la reli-gión del reino, y tengan por virtud la audacia, lasoberbia, la impiedad, la conculcación sistemáti-ca de todo lo más santo. Entonces es ya precisopensar en la manera de destronársele [...]. Se hade amonestar el príncipe y llamarle a razón y aderecho [...]. Y si así lo exigieren las circunstan-cias, sin que fuera de otro modo posible salvar lapatria, matar a hierro al príncipe como enemigopúblico y matarle por el mismo derecho de de-fensa, por la autoridad propia del pueblo, máslegitima y mejor que la del rey tirano [...]. Este espues mi parecer, hijo de un ánimo sincero, enque puedo, como hombre, engañarme.19

¿Pero quién podía calificar de tirano al rey y lla-marlo a razón y a derecho, declararle la guerra oenfrentar la suya, desconocerle y declarar nulos sus

actos posteriores? ¿El pueblo, los vasallos, los cam-pesinos siervos? ¿Los pueblos indios de las coloniasamericanas?

Partamos del proceso histórico en que se escri-bió la teoría del tiranicidio. Los asesinatos de Enri-que III y Enrique IV, ejecutados por católicos, es-tuvieron inscritos en las ocho guerras entre católicosy hugonotes, las casas de Borbón y Guisa, y, a niveleuropeo, entre España e Inglaterra.

El Gran Cisma había arrebatado a Roma el orien-te de Europa y Constantinopla. Empero, entre lossiglos X y XV, la Iglesia mantuvo una hegemonía ab-soluta en Europa Occidental, construida desde laera románica cuando culminó su tarea de unifica-ción religiosa y cultural.

Mas, el cisma luterano la dividió y excluyó delpoder del Pontificado a un vasto territorio. Unaderrota en Francia, a manos de los hugonotes, ha-bría sido mortal para Roma, que había iniciado laejecución de un gran proyecto de consolidación yaun reconquista –la Contrarreforma gestada en elConcilio de Trento, 1545-1563– una vasta empre-sa religiosa, cultural política, militar.

Las llamadas guerras religiosas de Francia, 1568-1598, desplegadas al cabo del Concilio de Trento,fueron pues decisivas para la supervivencia de laIglesia católica. La participación material de los je-suitas en ellas ha sido objeto de debates e investi-gaciones. Lo innegable fue la enorme importanciaque tuvo su pensamiento. Sus principales teóricos–en particular de la llamada Escuela de Salaman-ca– se pronunciaron sobre la problemática subya-cente, y la tesis del tiranicidio tuvo allí su germina-ción teórica más acabada.

Sobre la pregunta cardinal del tiranicidio –quiénpuede calificar de tirano a un monarca y autorizarsu asesinato– que es, a la vez, una reflexión sobrelas relaciones entre la monarquía y el Pontificado,

19 Tomado de María Teresa González Cortés: Los monstruospolíticos de la Modernidad, pp. 60-61, en: <google.books.com>.

Page 61: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6363636363

Luis de Molina, el más importante de los teólogosde la época, autor de la decisiva teoría de la «cien-cia media», señaló:

Jesucristo no hubiera proveído a las necesida-des de su Iglesia, si no hiciera vasallos del Papaa todos los príncipes temporales, atribuyéndoleplenísimo poder paras obligarles y conducirles,según su cargo, a lo que crea necesario para losfines sobrenaturales. // El Papa puede deponer alos reyes, si la conservación de la fe en la Iglesia,o la del bien común espiritual lo exigen. // Si unpríncipe se hace hereje o cismático, el Papa puedeusar contra él de su poder temporal, deponién-dole y haciéndole arrojar de su reino. De iusti-tia et iure.

Francisco Suárez defendió también la destitucióny excomunión del papa.20 Pero, el más firme parti-dario de los derechos del papa a calificar de tiranoa un rey y autorizar el tiranicidio fue Roberto Belar-mino, el arzobispo y cardenal de la Compañía deJesús que dirigió los juicios de la Inquisición contraGiordano Bruno y Galileo, alumno de Juan de Ma-riana en el colegio jesuita de Roma, 1561, y pro-tector de Francisco Suárez. Belarmino señaló taxa-tivamente:

No pertenece al pastor el castigo de las ovejasque se extravían, sino arrojar los lobos, defendien-do al rebaño, para que no lo saquen del redil. //Por tanto, el Papa, como soberano pastor, puedeprivar a príncipes de su dominio, y arrojarlosde él, para que no perjudiquen a sus vasallos;

puede desligar a éstos del juramento de fideli-dad y anularlo... y para esto puede servirse delas armas de los otros príncipes fieles, de ma-nera que siempre lo secular esté sometido a loespiritual [...]. // Desde que un rey ha sido de-puesto por el Papa, deja de ser rey legítimo, ydesde entonces no le corresponde otro título queel de tirano... y como a tal, cualquiera podrámatarle.21

Roma y los católicos validaron el asesinato delos reyes, en especial el de Enrique III, y declara-ron a Jacques Clément «mártir de la Iglesia».

Los jesuitas se convirtieron pues en los principa-les defensores del poder temporal del papa sobrelos reyes: el papa, rey de reyes, era el pastor, y losreyes solo eran moruecos. El eje de su teoría polí-tica, la subordinación de los fines temporales a losfines eclesiásticos,22 demandaba la supremacía delPontificado sobre las monarquías europeas. La teo-ría del tiranicidio formó parte de la teoría jesuita dela supremacía de la Iglesia sobre la monarquía.

21 Ver Fernando Garrido: ¡Pobres Jesuitas!, Capítulo IV«Teoría del regicidio según los jesuitas, los católicos ylos protestantes, eclesiásticos y seglares», ProyectoFilosofía en español <www.filosofia.org>. Cabe seña-lar que el cardenal Belarmino fue beatificado y canoni-zado por el papa Pío XI en 1930. Fue declarado doctorde la Iglesia en 1931.

22 «No se vea por esto en el P. Mariana un anarquista a lamoderna, ni siquiera un republicano, no. El P. Marianaera partidario de la teocracia sin límites y trataba demermar la autoridad regia para que nada se opusiese ala teocracia, para que la Iglesia reinara sin obstáculos yno viera jamás su acción estorbada por la voluntad delos reyes, que más de una vez habían contrariado lasdecisiones del Papa». Méndez Bejarano: Capítulo XII«La escolástica aplicada», Capítulo XIV, «El siglo deOro», Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX,en Francisco Suárez: Ob. cit. (en n. 20).

20 Francisco Suárez: «Defensio catholicae et apostolicasfidei», en Mario Méndez Bejarano: Historia de la filo-sofía en España hasta el siglo XX, Proyecto Filosofíaen español, Oviedo, 2000, en <www.filosofia.org>.

Page 62: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6464646464

Si bien, en principio, la teoría del tiranicidio sur-gió en el seno de las guerras de religión y se remi-tía a los potenciales reyes católicos infieles, prontoasumió el perfil de una teoría en contra del absolu-tismo monárquico que tendía a subordinar a la Igle-sia a los procesos de construcción de los llamadosEstados nacionales, y cuyo punto de mayor tensiónfue la disputa entre el «despotismo ilustrado» deCarlos III y el papado y la expulsión de los jesuitas.

La teoría del pacto de la Escuela Española delDerecho no era ni democrática ni revolucionaria, niantiestamentaria. Expresaba la resistencia tantode la Iglesia cuanto de las noblezas regionales aldesarrollo de la maquinaria estatal centralizada enla era de la acumulación originaria.

La teoría del pacto y la América Latina

La tesis de Roig de que la teoría del pacto no sefundaba en el ideal de «una democracia directa, (o)por lo menos de una democracia igualitaria y an-tiestamentaria» es, sin duda, correcta. El Alegatode Quiroga lo reconoce:

Tal es y ha sido la España. El rey con los ricos-hombres y los diputados de los pueblos ha dic-tado las leyes, ha impuesto los subsidios y haprovisto a todo lo que concierne a los interesesdel Estado y a la salud pública. Jefe y soberanode una Nación libre y generosa, no ha sido suvoluntad la regla de la conducta política en elorden y gobierno de la Monarquía; sujeto porlas leyes fundamentales del Reino a los conse-jos, a los nobles o grandes y a las cortes querepresentaban los derechos de los pueblos [...].23

Empero, su otra afirmación implícita de que lasJuntas de Gobierno del período 1808-1811 habríanestado dirigidas por lo que de «revolucionario [ha-bría] tenido el pre-romanticismo como momentopropio de la Ilustración» es bastante polémica.

Cabe preguntarse si la aristocracia criolla, quese encontraba en un proceso de consolidación dela gran propiedad agraria y, en varios casos, se ha-bía distinguido en la represión de los levantamien-tos indígenas de finales del siglo XVII, y era el sectorhegemónico en la mayoría, si no la totalidad de lasJuntas de Gobierno, buscaba la independencia –estoes, la ruptura total con España– y, más aún «el ejer-cicio, si no de una democracia directa, por lo me-nos de una democracia igualitaria y antiestamen-taria».

Federica Morelli subraya y reconoce que: «A estepropósito, cabe subrayar que los territorios en quese formaron las primeras juntas autónomas son pre-cisamente aquellas ciudades –como Quito– que enla última fase de la época colonial lograron con-quistar un fuerte poder jurisdiccional sobre el árearural».24

En la América colonial el cabildo, fundamentode las Juntas de Gobierno y la principal «instituciónconsolidada», no era una entidad política de orga-nización del pueblo en su conjunto, según una pers-pectiva democrática, sino el espacio de cristalizacióndel poder político de los propietarios criollos.

Rivera de Ventosa lo entiende así y lo celebra, ycondena el caso excepcional de México, donde elcabildo no desempeñó el mismo papel que en Ca-racas, Bogotá, Buenos Aires, Lima o Quito porque«el movimiento separatista no proviene de la clasedirigente ciudadana, sino más bien es un movimiento

23 Manuel Rodríguez de Quiroga: Ob. cit. (en n. 10), pp.62-100. 24 F. Morelli: Ob. cit. (en n. 18).

Page 63: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6565656565

popular con cierto carácter primitivista y de revan-cha del campo sobre la ciudad».25

Las Juntas de Gobierno que siguieron el ejemplode las Juntas españolas y juraron su lealtad a Fer-nando VII, expresaban la consolidación de lo quepodríamos denominar un fuerte poder terratenien-te. Carlos de la Torre Reyes ha mostrado –en unaperspectiva poco crítica– que los llamados próce-res del 10 de Agosto, de Quito, se distinguieronpor haber participado en la represión de los levan-tamientos indígenas.26 Es decir, una vez que asegu-raron su control de la sociedad agraria feudal, en-sayaron la autonomía dentro de la monarquíaespañola, para lo cual destruyeron las páginas delos libros de la Real Audiencia en que constabansus deudas.

En diciembre de 1810, se produjo en Quito unlevantamiento popular, «un motín de indios carni-ceros de San Blas», que ocasionó la muerte delconde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Au-diencia de Quito, derrocado por el pronunciamien-to del 10 de agosto. Juan Pío Montúfar, marquésde Selva Alegre, presidente de la Junta de Gobier-no, testificó que: «recuerda que desde la primeragrada del Palacio agitaba las manos, suplicaba yrogaba para contener al pueblo enardecido. Vio que“otras personas decentes” hacían lo mismo».27

Las elites que presidieron las Juntas de Gobier-no temían al «populacho» que a veces tendía a des-bordarlos y a resquebrajar la solidez del bloque te-rrateniente.

Dicho bloque además temía a la RevoluciónFrancesa y a Bonaparte, quien aparecía como elportador de la expansión de las ideas revoluciona-rias. Las declaraciones en contra de Bonaparte, laRevolución Francesa y las tesis de Rousseau y Vol-taire eran permanentes y continuas en el seno de laselites aristocráticas. Sin embargo, la teoría de la«máscara de Fernando VII» también ha sido utili-zada en este caso, y así se considera que tales ase-veraciones fueron argucias para propiciar, en un cli-ma de censura, el conocimiento de las ideas de laIlustración: «El mismo fenómeno se puede advertiren los redactores del Mercurio Peruano de 1791-94.Aunque se moteje de “impío” o de “monstruo” aVoltaire se le lee y comenta pese a la prohibición yno se disimula la admiración y el culto que se leprofesa».28

En fin, a nuestro criterio, la concepción de que elpactum translationis de Francisco Suárez fue laideología que expresó y condujo a las Juntas deGobierno, se revela verdadera a condición de com-prenderla no como una ideología democrática y aunrevolucionaria sino como la expresión de los blo-ques terratenientes, antes organizados en los cabil-dos coloniales, que requerían de un nuevo pactocon la monarquía y entre sí.

25 Enrique Rivera de Ventosa: Ob. cit. (en n. 1).26 Ver Carlos de la Torre Reyes: La revolución de Quito

del 10 de agosto de 1809, vol. 13, Quito, ColecciónHistórica, 1990, Banco Central del Ecuador, Centro deInvestigación y Cultura, 1940.

27 Pablo Ospina: «Indígenas en la independencia», El Te-légrafo, 25 de abril de 2009. Ospina insiste: «La verdades que prácticamente todos los dirigentes de la revuel-ta quiteña entre 1809 y 1812 sentían un horror similarhacia el “populacho”. En la mente de criollos y penin-sulares, solo había dos causas posibles para la partici-pación de la plebe indígena: la natural ferocidad de los

indios, proclive a los homicidios más execrables y gratui-tos, y la pérfida iniciativa de alguna persona “de razón”,pero irresponsable, que los agitara. Por ello, el manejo delos indios exigía una constante demostración de fuerzay un hábil manejo de la “delicadeza”».

28 Estuardo Núñez: Capítulo III «Aliento de libertad e ingenio:Voltaire», Las letras de Francia y el Perú: apuntacio-nes de literatura comparada, en: <google.books.com>.

Page 64: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6666666666

El Bicentenario, hoy

La teoría del pacto y del papel del cabildo formanparte, junto con el «(re)descubrimiento» de una Ilus-tración española, también hacia la segunda mitaddel siglo XX, de otro momento de (re)creación de la«leyenda blanca» de España.

La teoría del pacto (re)surgió, según lo señala-mos, en la década de los cuarenta del siglo XX conManuel Giménez Fernández y con G. Furlong en ladécada de los cincuenta. Y fue en el mismo decenioque se inició un proceso de construcción o redescu-brimiento de la Ilustración española, en tanto germi-nación de la modernidad; fue la obra tanto de escri-tores españoles como de hispanistas europeos ynorteamericanos.29 Jean Sarrailh, hispanista francés,publicó, en 1954, La España Ilustrada de la se-gunda mitad del siglo XVIII, una investigación devarias décadas. En el interior de España, el juristaLuis Sánchez Agesta editó en 1953 El pensamientopolítico del despotismo ilustrado. Poco despuésvinieron otros trabajos de singular profundidad, do-cumentación y erudición, que pretendían rescatar laIlustración española, entre los cuales se encuentranlos de Richard Herr, Antonio Mestre, José Luis Abe-llán, José Antonio Maravall, Siegfried Jüttner.

Según la leyenda blanca, la Ilustración españolahabría jugado un papel decisivo en la germinaciónde una ilustración americana, a partir de las expedi-ciones botánicas hispanas del siglo XVIII y de la for-mación de las Sociedades Económicas de Amigosdel País al modo de las españolas, formadas poriniciativa de Campomanes de 1774.30

Toda nueva interpretación de los hechos históri-cos obedece a exigencias teóricas, ideológicas ypolíticas del presente. En la reconstrucción de la le-yenda blanca debe verse, amén de un afán intelec-tual y académico, un contexto marcado tanto por laintegración de España a la Unión Europea comopor su intención de cumplir el rol de mediación pri-vilegiada entre Europa y la América Latina. La «le-yenda negra» habría contribuido a la ruptura deEspaña con Europa y a la independencia de Améri-ca; la leyenda blanca marcaría, a la par, el retorno aEuropa y la reconciliación con la América Latina (ohispana). Y se daría en los términos «moderados»de la restauración democrática del posfranquismo,equivalente a los de Carlos III y el despotismo ilus-trado del siglo XVIII.

La tesis de que las Juntas de Gobierno de 1808-1811 fueron el punto de arranque de la indepen-dencia, bajo la creencia en la máscara de Fernandoe influidas por «el pre-romanticismo como momen-to propio de la Ilustración», según la ya citada opi-nión de Arturo Andrés Roig, es la que gobierna lasactuales celebraciones del Bicentenario. Tesis ofi-cial, contenido del discurso patrio, propicia laafirmación de la identidad, en el marco de los procesos

30 En 1774 Pedro Rodríguez Campomanes enviaba unacircular a todos los rincones de la monarquía, en la queincitaban a las autoridades locales a promover la crea-ción de sociedades patrióticas con los mismos finesque la vascongada, orientada por Miguel de Altuna, elmarqués de Narros y el conde de Peñaflorida.

29 «A partir de 1945, debido al cambio de las circunstan-cias políticas y culturales de Europa, que también re-percutió en nuestro país, se inicia una nueva revisióndel legado del siglo XVIII en los planos internacional(v. Palacio Atard), de política general y administrativa (v.Rodríguez Casado) y en el plano cultural (P. Peñal-ver), señalando en especial las grandes realizacionesmateriales y la faceta hispanoamericana de la monar-quía católica, aspecto este último que ha llevado a cabola Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevi-lla», Eduardo Escartin: «Bibliografía reciente sobre lascorrientes ideológicas de la Ilustración Española»,Cuento y Razón, en: <www.cuentoyrazon.org>.

Page 65: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6767676767

de formación de Unasur y de la Comunidad de Es-tados Latinoamericanos y del Caribe, pero conso-lida el papel de las actuales elites como herederasde la emancipación.

La tesis de la existencia de una ruptura entre lasJuntas de Gobierno y las guerras libertarias y deque las primeras solo aspiraban a la autonomía den-tro del imperio español y rechazaban las tesis de laIlustración, sobre todo de Rousseau y de la Revo-lución Francesa, permite resolver una serie de im-passes teórico-políticos. En primer lugar, faculta salirdel atolladero histórico provocado por la paradojade un movimiento emancipador revolucionario quegesta sociedades y gobiernos reaccionarios –«últi-mo día del despotismo y primero de lo mismo»–,distinguir lo que de revolucionario tuvo el proyectoemancipador y las figuras de Bolívar o Artigas, por

ejemplo, y comprender las estructuras oligárquico-terratenientes que se desplegaron en el siglo XIX.En una época como la actual cuando, en el marcode la agonía del neoliberalismo, se define el rum-bo de la América Latina, se ilumina el carácter delas posiciones que propician una suerte de «auto-nomía dentro el imperio norteamericano», y que ala luz del Fernando VII de 1814, quien suspendióla vigencia de la Constitución de Cádiz y de las tí-midas reformas liberales y restauró el absolutismo,se muestra su condición de ilusiones reaccionarias.

Dicha interpretación, cada vez más extendida enla investigación histórica, se inscribe en la teoría deque la emancipación de la América Latina de la he-gemonía norteamericana, solo puede fundarse enlos trabajadores, los pueblos indios y afrodescen-dientes y los sectores populares. c

Page 66: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6868686868

A finales del siglo XVIII, los territorios actualmente denomina-dos América Latina vivían bajo el dominio de las metrópoliscolonialistas, que se encontraban en la etapa del absolutis-

mo. Los máximos defensores autóctonos del referido sistema ex-poliador eran los terratenientes y los dueños de minas, así como laIglesia católica. Pero en dicha sociedad, muy estamentada, ademásdel modo de producción feudal existían otros: el esclavista –en sufase de plantación– y el capitalista, caracterizado por los comer-ciantes –portuarios y distribuidores–, propietarios de incipientes ma-nufacturas, y pequeños burgueses urbanos (artesanos) o rurales(finqueros y chacreros). A su vez, las masas populares estaban com-puestas por pequeños campesinos blancos, arrendatarios mestizos,indígenas que sufrían la servidumbre o vivían en sus tradicionalescomunidades agrícolas, y por los esclavos negros de origen africa-no. Todos estos grupos y clases sociales fueron incorporados a lapolítica, de una u otra forma, al llegar la época de la liquidación delfeudalismo absolutista; resultaba necesario transitar a la formaciónsocioeconómica superior. El cruce al nuevo régimen comenzó, demanera autónoma, con las luchas contra las metrópolis ibéricas,pues en Haití la gesta independentista previa había tenido un carác-ter estrictamente anticolonial. Así fue porque en las comarcas bajosoberanía francesa se barrió con el feudalismo antes de que loshaitianos guerrearan a favor de liquidar su estatus colonial. De ello se

ALBERTO PRIETO ROZOS

Visión contemporánea del procesoindependentista latinoamericano

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 6

8-75

Page 67: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

6969696969

desprende que la emancipación latinoamericana te-nía un doble carácter: independentista, con el pro-pósito de romper el dominio de las metrópolis, yrevolucionario, para transitar hacia un sistema socialmejor. Y si bien el primer aspecto fue alcanzado, elsegundo con frecuencia no se logró; las revolucionesindependentistas solo triunfaron, y bajo preceptosmoderados –salvo en Paraguay–, en las zonas don-de el modo de producción feudal era muy débil o noexistía. Por ello, en el resto de Hispanoamérica sehizo imprescindible culminar el ciclo de las revolu-ciones burguesas más tarde, en la segunda mitad delsiglo XIX, cuando las llamadas «reformas liberales» aveces impulsaron –como en el México de Juárez–transformaciones radicales.

Dentro del conjunto de relaciones sociales, lasprincipales y determinantes son las de producción–en la base económica–, que destacan lo esencialde cada formación socioeconómica y distinguen enestas las clases fundamentales. Sin embargo, lasformas de propiedad –en la superestructura– cons-tituyen también elementos de gran importancia; sudiversidad refleja la presencia de diferentes gruposy clases sociales, cuyas proyecciones con frecuen-cia pugnan entre sí en determinados aspectos, aunen las oportunidades en que se encuentran intere-sadas en la existencia del mismo modo de produc-ción. Tal era el caso en aquel momento de la bur-guesía y de la pequeña burguesía que, junto alcampesinado y los esclavos, deseaban transitar ha-cia el capitalismo como objetivo común, pero re-clamando caminos diferentes vinculados con elmayor o menor costo social. Esa heterogeneidadde vías, que tenían una meta homogénea, brindabaa los políticos de la revolución la posibilidad de rea-lizar o no ciertas alianzas, resulta factible estableceracuerdos que respetasen los reclamos básicos decada grupo y clase progresista, a cambio de sacri-

ficar lo secundario. Y fue precisamente ese arte deconjugar programas disímiles, el que permitió avan-zar hacia la independencia en las distintas regionesde nuestra América.

En sus inicios, la problemática de la emancipa-ción situó de manera muy diferenciada a los diver-sos elementos que integraban la sociedad, fuese afavor o en contra de la independencia, pero sin es-tablecer casi ningún vínculo entre sí. La dinámicade la lucha, no obstante, hizo reflexionar a los máslúcidos revolucionarios, quienes comprendieron lanecesidad de practicar una creadora política dealianzas que permitiera el logro del anhelado fin. Así,una correcta evaluación de las principales exigenciasde los variados componentes del bando progresis-ta se convirtió en tarea insustituible para trazar losacuerdos capaces de alterar la correlación de fuer-zas frente al enemigo a derrotar. Esta realidad semanifestó con suma nitidez en las concepciones denuestros próceres que, según la conformación so-cioclasista de los más variados confines, muy des-iguales entre sí, debieron esbozar pactos quetuvieran en cuenta los reclamos esenciales de quie-nes se podían incorporar al torrente liberador. Cadacual con su reclamo específico, pero todos intere-sados en transitar a un sistema superior.

Dentro del complejo espectro social estructura-do por el absolutismo, el más moderado grupo pro-gresista estaba constituido por la burguesía comer-cial portuaria –aliada en el caso bonaerense con losganaderos–; había sido muy beneficiado por el co-lonialismo, que otorgó a sus puertos un caráctermonopolista. Por eso deseaban mantener ese pri-vilegio mercantil heredado del antiguo régimen feu-dal, pero enriqueciéndolo con las posibilidades deincrementar sus negocios mediante el disfrute deuna elitista libertad de comercio. Estos mesura-dos proyectos fueron plasmados en parcos textos

Page 68: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7070707070

monárquico-constitucionalistas, que les asegurabansus ganancias en la esfera de la circulación sin tenerque soportar las inconveniencias del colonialismo.Defendieron, por lo tanto, una tripartición de po-deres relativamente independientes, en la cual laAsamblea Legislativa tuviese el verdadero mando;el monarca –preferiblemente europeo y Borbón–solo tendría funciones representativas, y su figuracohonestaría la continuidad de los derechos ya ad-quiridos en medio de la ruptura con el pasado, pro-vocada por la consecución de la soberanía propia.A su vez, dicho aristocratizante grupo burgués con-trolaría al Estado –rígidamente centralizado paraevitar cualquier perniciosa influencia– mediante lareferida Asamblea, dominada gracias al exclusivis-ta voto censatario de los hombres blancos y alfa-betos: la propuesta también tenía como objetivoatraer a su bando a los terratenientes, así como alos dueños de minas y al clero, a quienes se brinda-ba una aceptable participación en los asuntos degobierno, pues se eludían las transformaciones queafectaran sus conservadores intereses. La pene-trante visión política de Bolívar expuso en premoni-tor aserto la evolución futura de dichos regímenes:

Si el partido preponderante es militar o aristo-crático, exigirá probablemente una monarquía queal principio será limitada y constitucional, y des-pués inevitablemente declinará en absoluta: puesdebemos convenir en que nada hay más difícil enel orden político que la conservación de unamonarquía mixta.1

Tuvo razón el Libertador. Las dificultades exis-tentes para implantar o mantener las monarquíasconstitucionales motivaron el deslizamiento de los

mejores hombres que habían defendido dichas con-cepciones –por ejemplo, Bernardino Rivadavia oCamilo Torres– hacia posturas republicanas, comolas ostentadas por la mayoría de los revoluciona-rios. En cambio otros –bien representados por losemperadores Agustín de Itúrbide y Pedro de Bra-ganza– pronto corrieron por la reaccionaria vía quellevaba al absolutismo.

En el campo de los proclives a la independencia,el extremo opuesto a los monárquico-constituciona-listas estaba ocupado por los adeptos a las radicalesideas de Juan Jacobo Rousseau. Este ideólogo de lapequeña burguesía, precursor de los jacobinos, ata-có la gran propiedad; reconoció al pueblo el dere-cho soberano; se pronunció por un Estado que ga-rantizara los derechos democrático-burgueses; ypropuso un sistema de educación generalizada queformara ciudadanos activos y laboriosos. En la Amé-rica Latina, los seguidores de sus preceptos –More-los, Moreno, Castelli, Carrera, Carbonell, por citaralgunos– en general se manifestaron a favor de: re-gímenes republicanos, democráticos y centralistas–con el proyecto de llevar a cabo homogéneas yprofundas transformaciones revolucionarias en todoel país–, sufragio universal masculino, abolir la escla-vitud en las plantaciones, distribuir la tierra expropia-da en pequeñas parcelas, controlar o nacionalizar elcomercio exterior; realizar levas en masa; crear talle-res estatales cuyas fabricaciones se destinaran al ejér-cito; practicar el dirigismo de la economía, sobre todoen lo relacionado con la fijación de precios máximosa las mercancías; establecer impuestos a los ricos;programar un sistema de educación pública genera-lizada; afectar los bienes de la Iglesia. En nuestro sub-continente, sin embargo, los partícipes de esa ten-dencia política se apartaban con frecuencia de lospostulados jacobinos concernientes a las tierras delas comunidades agrícolas indígenas; más bien adop-

1 Simón Bolívar: «Carta de Jamaica», Obras completas, LaHabana, Editorial Lex, 1947, t. I, p. 159.

Page 69: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7171717171

taron los criterios emitidos por los «frenéticos» (en-ragés) de Jacobo Renato Hebert, acerca del valorsocial de las referidas propiedades colectivas y de-más bienes estatizados, como las famosas Estanciasde la Patria en el Paraguay del doctor Francia. Sepuede decir, en ese caso, que el gobierno del «pe-queño jacobino» desarrolló la dimensión completade la revolución democrático-burguesa, y hasta tocósus límites de clase. Pero en general estos radicalesgrupos revolucionarios no pudieron triunfar, porqueuna correlación de fuerzas adversas –agravada porsu rechazo a entenderse con los burgueses– impidióque ocuparan de manera definitiva el poder.

Entre las posiciones extremas de ambos grupospolíticos referidos, se encontraba la burguesía pro-ductora agraria –sobre todo plantadora esclavista,«anómala» al decir de Marx– que había abrazadocriterios liberales parecidos a los enarbolados porlos girondinos franceses. En virtud de ello, defen-dían proyectos republicanos y federales, cuyos trespoderes girarían alrededor de la figura presiden-cial; esa posición clave, así como las demás, seríaseleccionada por el exclusivo voto burgués regidopor estrictos proyectos censatarios. También estegrupo, cuyos más relevantes miembros fueron San-tander, Estanislao López, Francisco Ramírez, To-rre Tagle y López Rayón, postulaba la libertad deprensa; el fin del diezmo y de las manos muertas,así como de los mayorazgos; una amplia libertadde comercio y del librecambio –bajos arancelesaduaneros–. A la vez, eran enemigos acérrimos dela fiscalización gubernamental en la economía, ypartidarios de subastar –para auspiciar la centrali-zación y la concentración burguesas de la propie-dad– las tierras: estatales, de los emigrados, de loscontrarrevolucionarios, e incluso de las comunida-des agrícolas indígenas. Aunque deseaban prohibirlas distintas manifestaciones de la servidumbre cam-

pesina –mita, coatequil, peonaje, yanaconazgo, sa-yana, pejugal–, por constituir expresión de una de-pendencia o vínculo feudal, se oponían a cualquierintento de abolir la esclavitud de los negros. Dichosistema explotador era una emanación de la bur-guesía, que gastaba grandes sumas en la adquisi-ción de la referida fuerza de trabajo, y no estabadispuesta a perder el dinero invertido. Cuando más,y a regañadientes, los burgueses aceptaban la li-bertad de vientre, puesto que no realizaban eroga-ciones monetarias por concepto del nacimiento delos potenciales «esclavitos». Pero aun en este casoargumentaban que los dueños de las bestias teníanel derecho a poseer sus crías, y para ellos los es-clavos no pasaban de ser animales parlantes.

A pesar de la importancia que al inicio de la revo-lución de independencia tuvo este grupo criollo, desdemuy temprano dicha corriente empezó a perder vi-gor; sus más lúcidos integrantes comenzaron a sepa-rarse de la más ortodoxa aplicación de las prácticasliberales. Incluso Francisco de Miranda, de notabletrayectoria girondina en Francia, comprendió prontoque nuestra diferente estructura socioeconómica exi-gía la adopción de proyecciones políticas nuevas,creadoras, adaptadas a las necesidades objetivas dela lucha contra la metrópoli ibérica. Y fue él quienprimero se alejó, en dicho bando, de los principiosopuestos a la emancipación de los esclavos. Comoresultaba imprescindible incorporarlos a la guerra pararomper el yugo colonialista, Miranda adoptó la prag-mática postura de otorgarles la libertad a condiciónde que se incorporaran a las filas independentistas.Después, hombres como San Martín y Nariño si-guieron este ejemplo, pero ambos próceres, asícomo O’Higgins, se apartaron de esas tradicionalesconductas también por ejercer el dirigismo en la eco-nomía, fuese mediante la imposición de altos impues-tos a los pudientes o debido a la creación de talleres

Page 70: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7272727272

estatales destinados a suministrar abastecimientos alos contingentes armados emancipadores. Sin em-bargo, de todos los que surgieron en esta tendencia,solo O’Higgins, Nariño, Artigas y Bolívar emitierondisposiciones concretas para acercarse y tocar el su-fragio universal masculino. Estos dos últimos, no obs-tante, fueron los únicos del referido grupo que se afe-rraron a la práctica de entregar la tierra arrebatada alenemigo, o la de las colectividades agrícolas indíge-nas, según criterios ajenos a la subasta y proclives amultiplicar la pequeña propiedad privada en el agro.Con ellos se constató que la fortaleza del movimien-to patriótico libertador se encontraba directamentevinculada con el ahondamiento del proceso revolu-cionario y la democratización de la justicia política;solo en nombre de los derechos generales de la so-ciedad, una clase puede reivindicar la supremacíageneral. Claro, no podían perjudicar, ni afectaron,los intereses fundamentales de la emergente bur-guesía, entonces comprometida con el progreso; serespetó la integridad territorial de las plantaciones yhaciendas ganaderas propiedad de los patriotas. Peroel reducido marco operativo al que fue constreñidoArtigas –una porción del Río de la Plata–, no le brin-dó la posibilidad de realizar una epopeya continentalsemejante a la del Libertador.

Simón Bolívar, poderoso entre los mantuanos ri-cos, testarudo y rebelde, de joven recibió la impron-ta de su preceptor, Simón Rodríguez, quien lo educóen las lecturas de Rousseau, así como en el amor a lanaturaleza y a la libertad. Con razón O’Leary apun-taría que los autores favoritos del Libertador eranMontesquieu y Rousseau.2 El propio Bolívar señala-ría haber estudiado «a Locke, Condillac, Bufón, Da-

lambert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filangieri,Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot», de loque se desprende su aceptación del principio mate-rialista según el cual los conocimientos y las ideasprovienen del mundo sensible; reconoce la existen-cia objetiva de las cosas, y considera que las ideas ylas representaciones son el resultado de la acción deesas cosas sobre nuestros órganos de los sentidos.Por eso, como Montesquieu, recalca –en el Discur-so de Angostura– el papel de las condiciones mate-riales en la conducta humana y en el Derecho. Aun-que demasiado confió en las leyes para cambiar lasociedad, no percibió en toda su magnitud el proble-ma de las clases sociales y su condicionamiento. Creíaque los decretos y reglamentos, en vez de ser un re-sultado de las relaciones sociales objetivas, debíanestablecerse siguiendo a la razón, que tendría en cuen-ta el genio del pueblo, determinado por el medio geo-gráfico. Y a semejanza de Voltaire, Bolívar criticó eltomismo –basado en la doctrina de Aristóteles– comoconcepción oficial del catolicismo, al confesar: «Cier-tamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles,ni los códigos del crimen y del error»; era enemigode los dogmas de la Iglesia que defendían el régimenfeudal y las pretensiones del Papa a la hegemoníaideológica. Por eso en su mensaje a la Constituyentede Bolivia el Libertador expuso:

En una Constitución política no debe prescribirseuna profesión religiosa, porque según las mejoresdoctrinas sobres las leyes fundamentales, éstas sonlas garantías de los derechos políticos y civiles; ycomo la religión no toca a ninguno de estos dere-chos, ella es de naturaleza indefinible en el ordensocial, y pertenece a la moral intelectual.3

2 D. O’Leary: La formación intelectual del libertador,Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República,1979, p. 91.

3 Simón Bolívar: Fuentes de la doctrina bolivariana, com-pilado por Víctor Cuenca, Quito, [s. n.], 1940, p. 165.

Page 71: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7373737373

Aunque Bolívar definió la religión como un asun-to privado y no público, supeditó la Iglesia al Esta-do, y se negó a independizar a aquella de este. Acor-de con dicho criterio, dispuso:

Los Senadores forman los Códigos y Reglamen-tos Eclesiásticos y velan sobre los Tribunales y elCulto [...] proponen a la Cámara de Censoreslos miembros del Tribunal Supremo, los Arzo-bispos, Dignidades y Canónigos. Es del resortedel Senado cuanto pertenece a la religión.4

Por su parte los párrocos debían ser electos porlos ciudadanos de cada municipio.

Tras recorrer algunos criterios de Bolívar con-cernientes a la teoría del conocimiento, la Iglesia yla religión, no sorprende la confidencia del coronelLuis Perú de Lacroix, quien publicó el siguiente diá-logo suyo con el Libertador:

Pasados algunos momentos de conversación enmateria filosófica sobre el sistema del alma, S. E.dijo que los filósofos de la antigüedad habían di-vagado a su gusto alrededor de ella y que muchosmodernos los habían imitado. No gusto –conti-nuó– entrar en metafísicas que descansan sobrebases falsas. Me basta saber y estar convencidode que el alma tiene la facultad de sentir, es decirde recibir las impresiones de nuestros sentimien-tos, pero que no tiene la facultad de pensar, por-que no admito ideas innatas. El hombre tiene uncuerpo material, y una inteligencia representadapor el cerebro, igualmente material, y, según elestado actual de la ciencia no se considera a lainteligencia sino como una secreción del cerebro;llámese, pues, este producto, alma, inteligencia,

espíritu, poco importa ni vale la pena disputar so-bre ello; para mí, la vida no es otra cosa sino elresultado de la unión de dos principios a saber: dela contractibilidad, que es una facultad del cuerpomaterial, y de la sensibilidad que es una facultaddel cerebro o de la inteligencia. Cesa la vida cuan-do cesa aquella unión; el cerebro muere con elcuerpo, muerto el cerebro no hay más secreciónde inteligencia.5

Bolívar, junto con el accionar de las leyes, depo-sitó muchas esperanzas en la educación como ele-mento decisivo para transformar la sociedad. En esteaspecto también fue discípulo de Rousseau, así comode Mably, pues reconocía la igualdad natural de loshombres y estaba convencido de lograr el retorno aella por medio de la educación y el perfeccionamien-to moral. Tal vez haya sido la influencia de este último–célebre historiador francés–, lo que le impulsara aconcebir su famoso «poder moral», que debería velarpor la pureza ciudadana acompañada de una instruc-ción siempre creciente. Con el propósito de llevar a lapráctica esta prédica –que se apartaba de los precep-tos burgueses relativos a la educación privada y eli-tista–, Bolívar decretó la fundación de la Universidadde Trujillo; envió a diez jóvenes a estudiar economíapolítica en Inglaterra; inauguró en el Cuzco una escue-la para muchachas, porque –dijo– «la educación delas niñas es la base moral de la familia»; entregó todoslos fondos de la orden monástica de los betlemitasa la educación pública; abrió un Colegio de Estudiosde Ciencias y Artes también en el Cuzco; y destinólos conventos de monjes agustinos descalzos (re-coletos) a la enseñanza, porque –según escribieseal presidente del Consejo de Gobierno del Perú:

4 Ídem.

5 Simón Bolívar: Diario de Bucaramanga, compilado porLuis Perú de Lacroix, Madrid, Editorial América, 1924,pp. 129-130.

Page 72: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7474747474

Tiempo es ya de hacer algún bien a costa de losabusos y de las sanguijuelas que nos han chupa-do el alma hasta ahora. Los bienes eclesiásticosnos pueden ser muy útiles para la educación pú-blica. Aquí he dado rentas de los padres ricos alos colegios y hospitales pobres, y han quedadoricos, según dicen.6

La siembra bolivariana de escuelas alcanzó su cús-pide cuando en Chuquisaca el Libertador emitió sucélebre decreto educacional, según el cual todos losniños huérfanos pobres serían instruidos a cargo delEstado; todos los bienes raíces y derechos, así comolas rentas y acciones de capellanías debían ser apli-cados a sufragar los gastos de los Colegios delEstado; instituyó una Dirección General de EnseñanzaPública –a cuyo frente nombró a Simón Rodríguez–,quien debía desarrollar un plan para establecer unsistema de educación que abrazase todas las ramasde la instrucción, y la extendiera a todos los pue-blos de la República; orientó que en las escuelasprimarias –con las divisiones correspondientes–se recibiese sin excepción a todos los niños de am-bos sexos; mandó que se fundara en la capital decada departamento una Escuela Normal, y conclu-yó: «El primer deber del gobierno es dar educaciónal pueblo».7 Luego, puesto que percibió la existen-cia de dos culturas en las serranías andinas, dictó eldecreto que organizaba la Universidad Central deQuito, en el cual –precisó– se establecería la ense-ñanza de la lengua quechua.

En lo concerniente a la estructuración política delos nuevos Estados, Bolívar también se apartó de

los postulados girondinos, pues abogó por suprimirla esclavitud –sin condición alguna–; fraccionar lastierras estatales y las de las colectividades indígenas,así como las de los emigrados y contrarrevolucio-narios –en vez de subastarlas–; establecer altosimpuestos a los ricos; fijar precios y organizar lasuperestructura de los países de manera centralis-ta. De forma semejante a las más avanzadas con-cepciones pequeñoburguesas, estos criteriosbolivarianos tenían por propósito revolucionar ho-mogéneamente la sociedad, evitando las diferen-cias y los desniveles que se podían suscitar en unrégimen federal, con heterogéneos gobiernos esta-duales. A la vez, Bolívar experimentaba una cre-ciente preocupación por el futuro de la estabilidadpolítica de los Estados recién independizados; elcaudillismo, negativa consecuencia de la falta deindisolubles vínculos económicos entre las diversasregiones, empezaba a proliferar. Y Bolívar creyóencontrar en la presidencia vitalicia el arca salva-dora del naufragio que amenazaba por todas par-tes. Sin embargo, como el más consecuenterevolucionario de su época, Bolívar mantuvo lasgrandes transformaciones democráticas que en nadabeneficiaban a la burguesía criolla –plantadores, ga-naderos y comerciantes portuarios–, pues aquellassolo tenían interés para los sectores humildes –pe-queña burguesía urbana y rural– y las clases ex-plotadas –campesinado indígena y esclavos–; así, encontra de la voluntad de la burguesía, Bolívar con-dujo la revolución mucho más lejos de su meta bur-guesa. Quizá su conocido apotegma «saber yhonradez, no dinero, es lo que requiere el ejerciciodel Poder Público»,8 refleje bien sus revolucionarias

6 Simón Bolívar: Obras completas, ob. cit. (en n. 1), t. I,p. 1141.

7 Simón Bolívar: Doctrina del Libertador, compilado porManuel Pérez Vila, Caracas, Biblioteca Ayacucho, Co-lección Las Raíces Sur, 1976, p. 200.

8 Simón Bolívar: «Mensaje a la Constituyente de Bolivia»,en Fuentes de la doctrina bolivariana, ob. cit. (en n. 3),p. 164.

Page 73: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7575757575

concepciones políticas; estas solo en parte podíanser superadas por las ideas enteramente jacobinas.Pero dicha tendencia no era capaz de triunfar másque en excepcionales condiciones socioeconó-micas –como las de Paraguay–, pues la correla-ción de fuerzas entre las diversas clases sociales nopermitía semejante éxito en otras partes de la Amé-rica Latina. Para vencer, la revolución necesitabareivindicar los derechos generales de la sociedad, yrechazar de su seno, exclusivamente, a los colonia-listas junto a sus aliados internos, componentes dela reacción feudal. Por ello se tornó imprescindibleerigir un amplio frente revolucionario y democráti-co –tanto dentro de cada Estado como a escalalatinoamericana–, que superase las posiciones eli-tistas de la burguesía sin caer en los estrictos pos-tulados pequeño-burgueses. En síntesis, larevolucionaria proyección bolivariana fue la únicasusceptible de lograr la independencia por la sendade un significativo progreso para las masas po-pulares. De esa manera Bolívar se convirtió, en suépoca, en el más trascendental promotor de la re-volución latinoamericana; llevó a cabo una epopéyicagesta internacionalista que implicaba profundísimastransformaciones democráticas. Fue él quien enmenor medida realizó cambios en el exclusivo be-neficio de la burguesía, y el que llevó la revolu-ción mucho más allá de su objetivo burgués, pues

comprendió que dicha clase por sí sola no podíaconducir la lucha hasta su victorioso final. Tambiénfue Bolívar –inspirado en Miranda– el que diseñóde manera concreta el futuro unitario, de alianza ycooperación entre los países de la América Latina,y dio los primeros pasos –aunque frustrados– enese sentido. Pero debido a sus propias concepcio-nes revolucionarias, que se empeñó en plasmar ju-rídicamente por medio de democráticos textosconstitucionales, Bolívar dejó de ser consideradopor los burgueses como su apropiado representan-te. Y cuando estos entraron en transacciones con lareacción –una vez garantizada la independencia–,Bolívar se negó a desempeñar el papel de Cromwellen un nuevo Burford,9 y tampoco aceptó coronar-se ni ennoblecer a la burguesía como hizo Napo-león. Por eso Bolívar ha pervivido para las sucesivasgeneraciones, no solo en tanto padre de la unidadlatinoamericana, sino también como el mayor sím-bolo de la revolución.

9 Como es sabido, en Inglaterra la burguesía logró su triunforevolucionario gracias al apoyo de la yeomanry campe-sina, que deseaba seguridad para la pequeña propie-dad, ampliar la franquicia parlamentaria y lograr el sufra-gio universal masculino. Pero la burguesía rechazó todasesas demandas y una vez garantizado su predominio,dirigida por Cromwell, aniquiló, en 1649, en el campo debatalla de Burford a su antigua aliada.

c

Page 74: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7676767676

ARTURO A. ROIG

Necesidad de una segundaindependencia*

* Tomado del volumen América Latinahacia su segunda independencia.Memoria y autoafirmación, Hugo E.Biagini y Arturo A. Roig (comps.), Bue-nos Aires, Aguilar, Altea, Taurus, Alfa-guara, 2007.

En el año 1889 publicaba José Martí un largo comentario en-viado al diario La Nación, de Buenos Aires, del que era co-rresponsal, fechado en Nueva York el 2 de noviembre de ese

mismo año. ¿De qué nos hablaba? Pues nada menos que de lanecesidad de una «segunda independencia». Por cierto que no serefería a Cuba, pues su patria aún no había logrado la «primeraindependencia»; tampoco hablaba exclusivamente de la Argentina,se refería a toda la América hispánica, la que él llamó Nuestra Amé-rica. Lo que había despertado en él tal alarma al grado de llegar apensar en la necesidad de una nueva declaración de independencia–teniendo, además, conocimiento vivo del enorme costo de la pri-mera, por lo mismo que la estaba viviendo en su propia patria– eranlas maniobras diplomáticas del gobierno de los Estados Unidospuestas claramente al descubierto para su ojo avizor en el Congre-so Internacional de Wáshington de aquel mismo año.

Jamás hubo en América, de la independencia acá [decía] asuntoque requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pidaexamen más claro y minucioso, que el convite que los EstadosUnidos potentes, repletos de productos invendibles, y determi-nados a extender sus dominios en América, ligada por el comer-cio libre y útil con los pueblos europeos, y cerrar tratos, paraRe

vist

a Ca

sa d

e la

s Am

éric

as N

os. 2

59-2

60 a

bril-

sept

iem

bre/

2010

pp.

76-

89

Page 75: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7777777777

1 José Martí: Obras escogidas, t. II, p. 379 [Sin datos en eloriginal (N. de la R.)].

2 Simón Bolívar: Discurso de Angostura, 1819.3 Simón Bolívar: «Carta a Patricio Campbell», Guayaquil,

5 de agosto de 1829.

ajustar una liga contra Europa y cerrar tratos conlos restos del mundo. De la tiranía de Españapudo salvarse la América española; y ahora, des-pués de ver con ojos judiciales los antecedentes,causas y factores del convite, urge decir, porquees la verdad, que ha llegado para la América es-pañola la hora de declarar su segunda indepen-dencia.1

La necesidad de completar nuestra independen-cia, o de rescatarla mediante una segunda indepen-dencia es una cuestión que ha estado viva en lasnaciones hispanoamericanas desde los albores. Auncuando resulte paradójico, el tema fue ya plantea-do por Francisco de Miranda antes de las guerrasde Independencia y por Simón Bolívar, ya triunfan-tes estas. El primero hacía la diferencia entre «inde-pendencia política» y «emancipación mental» comodos hechos que debían ser alcanzados de formasimultánea, por lo mismo que podían darse divor-ciados; el segundo, lograda la independencia, en-tendió que faltaba, precisamente, aquella emanci-pación: «Nuestras manos están libres» –decía– «ytodavía nuestros corazones padecen las dolenciasde la servidumbre».2 Los escritores y políticos pos-teriores retomaron el tema, que se prolongó hastallegar a Martí, quien vino a dar la razón a los temo-res de Bolívar. En efecto, el Libertador había dichoque «[l]os Estados Unidos parecen destinados porla Providencia para plagar la América de miseria ennombre de la libertad».3

¿Y cuál es la actual situación de la casi mayoríaabsoluta de los Estados latinoamericanos, someti-

dos a las políticas del neoliberalismo dentro de losmarcos de la llamada «globalización»? En el núme-ro de octubre del año 2002 de la edición francesade Le Monde Diplomatique, en un artículo titula-do «Vasallaje», el articulista decía:

Un imperio no tiene aliados, no tiene más quevasallos. La mayor parte de los pueblos de laUnión Europea parece haber olvidado esta rea-lidad histórica. Ante nuestros ojos y bajo las pre-siones de Washington, que los obliga a enrolarseen la guerra contra Irak [sic], países en principiosoberanos se dejan reducir a la triste condiciónde satélites.4

Y en Alemania, el conocido escritor GüntherGrass, convertido en conciencia acusadora de supropia patria, no deja de hacer declaraciones encontra de actitudes dudosas y hasta vergonzosasdel gobierno alemán, respecto de la política im-perial norteamericana.

¿Y qué sucede en los países que están lejos de laposición económica de naciones como Francia y Ale-mania, a la cabeza, actualmente, del capitalismo mun-dial? Pues, fácil es suponerlo; son, sin más, vasallosdel imperio.

A más de lo que acabamos de decir, los países denuestra América participan de una realidad parado-jal. Vivimos en un continente riquísimamente dotadode recursos naturales, de los más espectaculares delplaneta, con fuentes de energía abundantes, con posi-bilidades de producción agropecuaria en expansión,con indiscutible capacidad de crecimiento espiritual ymaterial, que no ha padecido, en sus casi dos siglosde vida, guerras del tipo de las guerras mundiales,

4 Ignacio Ramonet: «Vassalité», Le Monde Diplomati-que, No. 583, París, octubre de 2002.

Page 76: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7878787878

y cuya población, sin embargo, se encuentra en un50 % por debajo de la línea de pobreza.

La paradoja llega a sus límites extremos en algu-nos sectores de nuestro continente. En la Argenti-na, país llamado ostentosamente «granero del mun-do», y que, además, podríamos decir que siguesiéndolo –este año ha batido el récord mundial deproducción de soja–, los pobres llegan, según elinforme oficial del propio Estado, al 58 % en todoel territorio y, en ciertas regiones como el Norte,oscila, según los lugares, entre el 63 % y el 69 % y,en el llamado «segundo cinturón» del Gran BuenosAires, alcanza el 74,4 %.5 El neoliberalismo, acepta-do y promovido por las clases dominantes, articula-das con la economía mundial en una condición co-lonizada abiertamente aceptada y promovida,subyugadas al capital financiero y con un sentimientonacional tan bajo como el de las peores épocas delos gobiernos oligárquicos, ha derrumbado todaslas defensas de los sectores populares y de la clasemedia. No vamos a extendernos en un cuadro de-solador que muestra de modo patético una situa-ción de dependencia moral y material humillante.Diremos, sí, que la «teoría de la dependencia» de ladécada de los sesenta, sistemáticamente ignorada,ha reflotado y su reformulación es, sin duda alguna,una de las tareas urgentes a las que deben entre-garse nuestros cientistas sociales.

Vivimos un mundo paradojal, pero con un agra-vante: nuestra paradoja se desarrolla en la depen-dencia. La paradoja de la miseria en medio de laabundancia también se da en el seno del imperio,por la simple razón de que es parte constitutiva delrégimen capitalista. Pero, frente a un capitalismo

salvaje que ha hundido a millones de seres huma-nos en la miseria, son posibles formas de capitalis-mo con un rostro distinto. Siempre son posibles lasfórmulas de integración social y siempre son posi-bles las actitudes de enfrentamiento ante los proce-sos de dependencia. No debemos perder la espe-ranza de poner en marcha formas de humanizaciónaun en las peores condiciones históricas.

Muchos son los caminos de la reconquista. Y unode ellos es adueñarnos de nuestra palabra, resta-blecer discursos borrados mediante un programade rescate de categorías impugnadas por los sec-tores de poder y sus colaboradores intelectuales.Mostrar la nueva fuerza que surge de esta expe-riencia que nos ha tocado vivir. De una vez por to-das, dicho de modo breve y apretado, regresar auna razón impugnada en lo que tiene de emergenciay de riesgo; refutar, entre otros, a los ideólogosposmodernos, que en su proyecto de desarme deconciencias ahora nos quieren presentar una ima-gen «blanda» del imperio, y salir, en contra de ellosy de otros, por los fueros de lo universal.

Hacia un rearme categorial:el imperialismo

Durante la década que se abrió a partir de la «caí-da» del Muro de Berlín, se profundizó en Occiden-te y en los países que estamos de un modo u otroinsertos en el «mundo occidental», por parte demuchos, la pérdida de fe en la razón como princi-pio ordenador de las cosas humanas, descreimien-to y escepticismo que ya había tenido sus inicioscon las experiencias de la Segunda Guerra Mundialy, entre ellas, muy particularmente, el conocimientode los campos de exterminio de la Alemania nazi.El derrumbe del socialismo real que acabó con la«Guerra Fría» se presentó como una prueba más

5 «Ya son 21 millones de pobres en la Argentina», Clarín,Buenos Aires, 5 de enero de 2003, información oficialdada por el Indec.

Page 77: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

7979797979

del error y desacierto de la intervención en la mar-cha de los procesos económicos y sociales y, para-lelamente, de la verdad de las doctrinas liberalesdel mundo capitalista occidental, las cuales se im-pusieron como única alternativa. Además, y con lacaída del Muro, cayeron los referentes del discursosocialista juntamente con el desplome de un Estadoautoritario que había llegado a ser la negación deun socialismo con rostro humano. Así pues, ante laúnica alternativa, tesis aceptada al margen de acti-tudes críticas, surgió una posición doctrinaria ca-racterizada por aconsejar un discurso «blando» yde «renuncia» de aquella «razón», en algunos conno malas intenciones, tal vez, pero en otros, los demás peso, con la difícilmente disimulada intenciónde asegurar un desarme de conciencias, en con-cordancia con las políticas de fragmentación y dedesregulación promovidas por los gobiernos neoli-berales de las potencias capitalistas detentadorasúnicas del poder mundial. Tras poner en juego ar-gumentos retóricos más que propiamente filosófi-cos, organizaron un discurso de renunciamiento quebordeaba la inmoralidad en cuanto proponía comoconveniente un «ablandamiento ético», así como unrechazo de lo que calificaron como «morales du-ras» que predicaban un hedonismo afín al consu-mismo promovido por las multinacionales, y quehablaba de lo oportuno de renunciar a posiciones«fuertes» y de entregarse, paralelamente, a un pen-samiento «débil» fundado en una «pérdida de certi-dumbres» imprecisa y, las más de las veces, sin fun-damento; que practicaba el abandono de toda críticay, en fin, por no extendernos, que aconsejaba sinmás la aceptación de lo vigente, la conciliación y laresignación.

Lo que causaba temor a estas gentes era la ra-zón a la que acusaban –repitiendo una vez más undiscurso ajeno– de contener un «funesto espíritu de

dominación», que había signado toda una época,desde Descartes en adelante y que ahora, gracias aeste pensar «ligero», «sutil», «leve», «tenue», «deli-cado» y hasta «gayo» y «alegre», y sin caer en unirracionalismo, se había logrado encontrar el modode sujetar al indómito logos.

Pues bien, ese conformismo moral con tan pocasustancia humana no podía sino promover un quie-bre de conciencias paralelo y no casual con las po-líticas promovidas por el neoliberalismo a nivel mun-dial. Fue, además, una filosofía, si se la puede llamartal, pensada para la vida de consumo de socieda-des de alto nivel económico y planteada en térmi-nos de un hedonismo vulgar y cuyo símbolo, comohemos dicho alguna vez, ha sido el carrito de su-permercado.

El avance de los resultados devastadores delneoliberalismo en el mundo ha dejado sin discurso,al fin, a estos doctrinarios, y otro tanto han hecholas interminables guerras que se han sucedido sinrespiro desde la «caída» de aquel Muro, y que fue-ron el detonante de ensayistas como Vattimo y Li-povetsky, quienes pronto, en particular el segundo,habrán pasado al olvido.

Hemos hablado de la necesidad de un rearmecategorial. La acción de la cual estamos hablandoes seria. Se trata de alcanzar una posición de com-promiso y responsabilidad moral, no con lo esta-blecido, sino con lo que lealmente entendemos quees la verdad. Mas no será desde la deplorable pro-puesta que hemos comentado desde donde vamosa plantear el rearme, ni de otras de parecido talan-te. Rescatar categorías, trabajadas entre nosotrosen niveles respetables y no desde ahora, dentro delcauce de una tradición elaborada a lo largo de todonuestro mundo iberoamericano, y como lo hemossabido hacer tantas veces, abiertos al mundo, des-de nuestro mundo. Rescatar todos los conceptos

Page 78: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8080808080

axiales relativos a nuestras ciencias humanas, recu-perar junto con ellos a estas mismas ciencias en elcampo de la moral, de la política, de la economía yde las relaciones y diferencias sociales y de género.Con ello estamos diciendo que vamos a botar aldesván de los trastos inútiles la malhadada preposi-ción «pos», como la banal moda «postista» con laque se ha acompañado el discurso de las cienciashumanas.

En nuestros días es justamente –en polémica conlas últimas manifestaciones de autores que militandentro de la tendencia que hemos caracterizado–cuando se ha sentido la necesidad, ya imposterga-ble, de poner en movimiento el rearme categorialdel que venimos hablando.

Lo que vamos a comentar se relaciona con laaparición del libro Imperio, de Michael Hardt y ToniNegri, en el mes de marzo de 2000. Estos autores,ambos de Massachusetts, desde una típica posi-ción «posmoderna», entienden que se habríaproducido el paso desde un «imperialismo clásico»hacia una fase superior, a la que denominan simple-mente del «imperio», y afirman para justificar la tesisque, mientras el primero, a saber, el «imperialismoclásico», todavía corresponde a la «modernidad», elsiguiente, el «imperio», sería sin más un fenómenoposmoderno.

Se intenta, pues, poner nuevamente en circula-ción una palabra, «imperio», que estaba dentro delas categorías «duras» impugnadas, justo por eso,desde un «posmodernismo», y dar de ella una ver-sión «posmoderna». ¿Y cómo se logra? Pues,«ablandándola», incorporándola en el seno de un«pensamiento débil»: la globalización, que al pare-cer es también para ellos un fenómeno «posmoder-no», ha tenido la virtud de limar las aristas duras dela vieja categoría, al haber descentrado el poderdiseminándolo.

Esto se habría producido como consecuencia dela inevitable declinación de los Estados nacionales,por su incapacidad de gobierno y de control sobresus propios territorios, así como la ubicación de loscentros de decisión en esferas supranacionales«difusas».

La principal categoría con la que se pretende ca-racterizar al «imperio» es la de «poder difuso»: losintereses dominantes no tendrían un centro único, nihabría un país en particular desde el que se ejerceríael poder mundial, ni siquiera los Estados Unidos.

La categoría de «pueblo», que ya ofrecía dificul-tades que habían llevado a su abandono, vuelve, enmanos de estos autores, a ser expulsada. La con-traparte de aquel «poder difuso» no la integran los«pueblos» (articulados en un Estado-nacional), sinootra categoría «difusa»: la de «multitud».

Y así, pues, nos enteramos de que en la medidaen que está expandida por todo el planeta, la «mul-titud» lo cubre; uno de los motivos de la fuerza quese le supone radica en la diversidad y la heteroge-neidad, se le atribuye la capacidad de «golpear» alpoder del «imperio», el que, por lo demás, tambiénes «difuso». Del cuadro de ciencia ficción en el queaparece pintada la imposible definición de imperio,de la «difuminación» que se practica tanto con el«poder» como con la «multitud», se pasa a la con-fusión. Lo difuso se vuelve confuso.

El juicio de Jaime Petras resulta lapidario:

Imperio, el libro así titulado [dice] es una sínte-sis generalizada de banalidades intelectuales so-bre la globalización, el posmodernismo, el pos-marxismo, unidos todos por una serie deargumentos y suposiciones no fundamentadosque violan seriamente las realidades económicas.La tesis sobre un «post-imperialismo» del libroImperio no es novedosa, no es una gran teoría y

Page 79: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8181818181

explica poco el mundo real. Más bien es [con-cluye afirmando] un ejercicio vacío de inteligen-cia crítica.6

No menos acertadas y fuertes son las observa-ciones que ha hecho Atilio Boron al libro de Hardty Negri, en su propio libro escrito como respuesta,titulado Imperio & Imperialismo.

Los términos imperio e imperialismo, que habíansido borrados del discurso por demasiado «duros»,han comenzado a circular por la necesidad mismade los procesos mundiales, y no como lo pretendenlos últimos supervivientes del posmodernismo.

La necesaria defensade la universalidad

Dentro del urgente programa de rearme catego-rial abordaremos ahora los conceptos de «indepen-dencia» y «emancipación». Ello sobre la base de lacrítica a la modernidad hecha por el filósofo francésJean-François Lyotard, para ocuparnos luego deotros posmodernos.

Conocido es el papel desempeñado por Lyo-tard dentro del panorama de la filosofía europeaactual. Es importante, para una mejor comprensiónde algunas de sus posiciones teóricas, tener en cuen-ta las motivaciones profundas que ejercieron sobreél, las que tienen raíces anteriores a la caída delMuro de Berlín que tanto ha impactado sobre otros.Nos referimos a los acontecimientos de la décadadel cuarenta del siglo XX. Dos hechos atroces de-bemos mencionar: los horrores de los campos de lamuerte de los nazis –el más pavoroso y espectacu-lar de los cuales parece haber sido el de Auschwitz–,

de los que se tuvo amplio conocimiento a partir de1945, y las explosiones nucleares que arrasaron lasciudades de Hiroshima y Nagasaki, uno de los ac-tos de terrorismo más grande de la historia huma-na, que tuvieron lugar en el año ya citado. Pues bien,en particular fue la experiencia de Auschwitz la quemovió a Lyotard a la pregunta sobre la cultura oc-cidental moderna y a la teoría acerca del fin de unlargo período histórico, a la modernidad, y el surgi-miento de una nueva etapa, la «posmodernidad».

Pues bien, para Lyotard, el pensamiento y la ac-ción de la modernidad occidental euroamericana,desde sus inicios, pero marcadamente ya a partirdel siglo XVIII con la Ilustración y, luego, en los si-glos XIX y XX, han estado regidos por la «Idea deEmancipación». Nos aclara que esa «Idea» teníalos caracteres de las «ideas reguladoras» tal comoKant caracterizó a esta y otras que estuvieron acom-pañadas –algunas de ellas en particular y tal comoel mismo Kant lo hace– de una filosofía de la histo-ria. El papel que tenía esa filosofía era ciertamenteimportante en cuanto cumplía la función de valida-ción de la Idea y su proceso. Estuvo, además, yestá acompañada, dicha idea de «Emancipación»,siempre, de una exigencia de «universalidad», a talextremo que la emancipación misma deja de serlosi no es pensada como universal. Los ideales quepuso en movimiento la modernidad apelaban, pues,necesariamente, a la razón.7 Ahora bien, ¿qué se haperseguido con la idea reguladora de «Emancipa-ción»? ¿Cuál es su contenido o su objeto? Pues, laextensión de las libertades políticas, de las ciencias,de las artes y de las técnicas, que permita precisa-mente a la humanidad emanciparse del despotis-mo, la ignorancia, la barbarie y la miseria. Sobre

6 Mabel Thwaites Rey: «El imperialismo que vos matáisgoza de buena salud», Clarín, Buenos Aires, 19 de mayode 2002.

7 J. F. Lyotard: La posmodernidad (explicada a los ni-ños), Barcelona, Gedisa, 1987, p. 111.

Page 80: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8282828282

esa Idea incorporada en una filosofía de la historia(la «Filosofía de la Historia Universal de la Emanci-pación», que tuvo su más impresionante «relato»en los textos de Hegel), se nos ha enseñado a legi-timar todas esas libertades y posibles progresosansiados.

Así, pues, la modernidad ha sido impulsada ensu desarrollo por una serie de ideales de carácterpráctico racional, y por eso mismo universales, alos que hemos aprendido a legitimar desde grandes«relatos» adecuados a las épocas y según los acon-tecimientos.

Pero ¿qué ha sucedido? Los primeros escritosde Lyotard, contemporáneos al movimiento del«posmodernismo», a fines de la década de los cua-renta, están todos movidos por la misma cruel ex-periencia vivida por los integrantes de la Escuela deFráncfort, en particular Adorno y Horkheimer. «Miargumento» –decía por su parte Lyotard– «es queel proyecto moderno no ha sido abandonado, niolvidado, sino destruido, liquidado». «Hay muchosmodos de destrucción» –agregaba– «y muchosnombres les sirven de símbolo de ello: Auschwitzpuede ser tomado como nombre paradigmático dela “realización trágica” de la modernidad». Así, pues,lo que abre una época y hace concluir otra es –nosdice– «un crimen», un hecho atroz y aberrante.8

Y si la modernidad cifró todo en el valor y elpeso de lo universal (sin lo cual no podemos enten-der ni realizar un proyecto de «emancipación»), nadamás evidente que la falsedad del aforismo hegelia-no: «Todo lo real es racional y todo lo racional esreal», cuya pretensión de verdad ha sido brutalmen-te desmentida por los campos de concentración. Yotra prueba no menos evidente del embuste de la«universalidad» de aquella «emancipación» la tene-

mos, según nos lo dice asimismo Lyotard, «en elempobrecimiento de los pueblos del Sur» y «el en-riquecimiento de los del Norte».9 La posición finalde Lyotard será entonces de rechazo: «Ya hemospagado suficientemente» –dice– «la nostalgia deltodo y de lo uno, de la reconciliación del concepto,de la experiencia de lo transparente y comunicable[...]. La respuesta es: guerra al todo, demos testi-monio de lo impresentable, activemos los diferen-dos», con lo que nos quería decir que debíamosestar abiertos a la realidad como «acontecimien-to». El «diferendo» al que se refiere es el que se da–según él entiende– entre el discurso de la moder-nidad que se organiza «sobre categorías conoci-das» y «totalidades», y el que entiende que estáemergiendo y en el que no se trabaja «con reglasestablecidas» y «totalidades», sino con «aconteci-mientos», es decir, «realidades que tienen valor deiniciación en sí mismas».10

Lyotard caracteriza a la modernidad como unaépoca, en particular desde el siglo XVIII, y luegomuy especialmente en los siglos XIX y XX, de laemancipación de los pueblos, principio que lógi-camente no podía ni puede entendérselo sino comouniversal.

Mas, he aquí que todo ese gigantesco y comple-jo movimiento lo considera fracasado en cuanto queha sido obra de la razón con su ímpetu inevitable deuniversalidad, y esta, en la medida en que borra oignora al «acontecimiento»: lo particular, lo fragmen-tario, lo otro, esconde el terror. Esa razón que im-pulsó a la emancipación universal es la misma quese ha puesto al descubierto en Auschwitz, donde loque verdaderamente fue «universal» fue la muerte.

8 J. F. Lyotard: Ob. cit. (en n. 7), pp. 30-31.09 Ibíd., pp. 40 y 98-110.10 Ibíd., pp. 105-108.

Page 81: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8383838383

Toda intención totalizante, aun cuando se pre-sente arropada de buenas intenciones, es, pues,para Lyotard una forma de terror y la única manerade evitar que la tragedia de los siglos XVIII, XIX y XX

se prolongue, se encuentra en el desplazamiento del«lazo social», que ha de ser reconocido y puesto enejercicio en los «juegos de lenguaje» tal como él losentiende.11

Mala suerte la de la razón. El nazifascismo llevóadelante lo que Lukács llamó «el asalto a la razón»,como respuesta a esta acometida que, paradójica,sería obra de la razón, Lyotard la declara terroristay, de paso, arroja por la borda, con toda la moder-nidad, la rebelión romántica de los siglos XVIII y XIX,de la cual de alguna manera deriva. Ante el mal enel mundo y sobre las lecturas contemporáneas deNietzsche, atribuirá a la razón, y con ella al con-cepto, una voluntad de poder, un ansia de avasallara los otros, expresado todo esto brutalmente en loscampos de concentración, espíritu destructivo al quetampoco escapa la «emancipación» en cuanto es-tablecida como idea reguladora.

¿Cuál es el resultado de todo esto? Denuncia-das las pretensiones de la razón, no queda sinorefugiarse en lo particular, en lo fragmentario, ato-mizada la sociedad, además, en redes flexibles einconmensurables de «juegos de lenguaje» y des-conocida la conflictividad social manifestada, entreotras formas, en la lucha de clases. De esta pro-puesta y de otras equivalentes han derivado cantidadde posmodernos que se dedicaron con fervor, ig-norándolo o no, a colaborar con el proyectoneoliberal y sus esquemas de fragmentación de lasestructuras sociales, y sin que la denuncia del «te-

rrorismo» de la razón les impidiera aceptar la im-posición de aquellos universales sobre los que semonta el mercado financiero. Y para colmo, a de-nunciar toda razón emancipatoria o a frenarla condiscursos camuflados de «liberación».

¿A qué conduce esta disfrazada misología queestá llegando a término? Según Platón (Fedón, 89d-90b) ese odio a la razón tiene el mismo origen quela misantropía. Así como esta es consecuencia dehaber tenido fe sin discernimiento en los seres hu-manos –esperábamos de ellos ángeles y resultarontambién demonios–, de la misma manera la misolo-gía nace de haber creído en la verdad de universa-les que luego se nos presentaron en su uso ideoló-gico. Pero en el caso de los posmodernos es másgrave, pues, el juicio que lleva al rechazo de la ra-zón y sus universales se lo pone en juego habiendopreviamente desechado sin fundamentos sólidos niconvincentes una teoría crítica.

Sea como sea, la verdad es que de hecho se hangenerado formas discursivas no ajenas a una indi-ferencia (el logos ameles de los antiguos) propiade un escepticismo práctico o una despreocupa-ción por el mundo (insistiendo con los clásicos, unlogos afróntistos), como expresión de pretendi-das conductas no agresivas, pero siempre com-patibles, como ya dijimos, con las prácticas defragmentación y, a la vez, de «globalización» delneoliberalismo.

Veamos dos ejemplos lamentables. En uno deellos se dice que:

En términos generales, la posmodernidad se haido configurando en nuestro discurso por lossiguientes rasgos: mentalidad pragmático-operacional, visión fragmentada de la realidad,antropocentrismo relativizador, atomismo social,hedonismo, renuncia al compromiso y

11 J. F. Lyotard: La condición posmoderna, Madrid, Cáte-dra, 1989, caps. 4 y 5, y Ricardo Maliandi: Dejar laposmodernidad, Buenos Aires, Almagesto, 1993.

Page 82: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8484848484

desenganche institucional en todos los niveles:político-ideológico, religioso, familiar, etc. Todoello es [se concluye diciendo], en alguna medida,consecuencia de la derrota del ideal del racio-nalismo iluminista o científico-positivistaunificadores del proyecto moderno.12

¿No es esta la «racionalidad» que le conviene alpoder financiero del Primer Mundo para saquear alos pueblos del Tercer Mundo y concluir por des-truir la naturaleza?

El otro ejemplo en el que lo que Beatriz Sarlodenomina «el dogma del estallido de las totalida-des» llega hasta el absurdo radical, es un texto deGilles Lipovetsky en el que campea no un inmora-lismo como oposición a las morales vigentes, sinocomo actitud de radical indiferencia y, en tal senti-do, de inmoralidad. Este servidor de los poderesmundiales dice:

En la era de lo especular, las antinomias duras,las de lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, loreal y la ilusión, el sentido y el sinsentido se esfu-man, los antagonismos se vuelven flotantes, seempieza a comprender, mal que les pese a nues-tros metafísicos y antimetafísicos, que ya es po-sible vivir sin objetivo, sin sentido [...] la propianecesidad de sentido ha sido barrida y la exis-tencia indiferente puede desplegarse sin patetis-mo ni abismo...13

Lógicamente que, si desconocemos el lugar dela conflictividad que se da en el complejo mundo

de las relaciones sociales y lo desplazamos al len-guaje y, en particular, en juegos de lenguaje incon-mensurables, jugados por una humanidad atomizada,y si luego, todavía más allá, nos desprendemos delsentido y nos quedamos en un puro significado, loprimero que se nos hace imposible es la crítica, porlo mismo que su motor está dado en la conflictivi-dad social y su posibilidad de acceso a un horizon-te de verdad depende del sentido.14

La teoría de la dependenciay su urgente reformulación

Tres cuestiones filosóficas de importancia hemosvisto. La primera surgió a propósito de las catego-rías de «imperio» e «imperialismo», en cuyo trata-miento se mantiene el recurso a enfoques de tipoestructuralista sobre cuya base se introducen for-mas de desocialización de los hechos o de defor-mación de su realidad social, desde lo cual se pue-de mantener la tesis de la «muerte del sujeto» y juntocon ello, de la responsabilidad moral y política.Sobre análisis de este tipo, tan propios de los plan-teos de Michel Foucault y de Jean Baudrillard, to-dos somos criminales o represores, lo cual significaque no lo es ninguno, y no nos queda otra, sinoaceptar los hechos. Y de ahí surge otra de las ta-reas urgentes en cuanto que el análisis de estruc-tura es siempre necesario –como lo es la obra deFoucault–, pero también lo es su decodificaciónideológica, tal como lo ha hecho Atilio Boron. Noes cierto que vivamos siempre de noche y que to-dos los gatos son pardos.

12 Manuel Fernández del Riego, en G. Vattimo (comp.): Entorno a la posmodernidad, Barcelona, Anthropos, 1994,p. 63.

13 G. Lipovetsky: La era del vacío, Barcelona, Anagrama,1986, p. 38.

14 Arturo A. Roig: Rostro y filosofía de América Latina,Mendoza, Ediunc, 1993, pp. 107-111; Carlos Pérez Za-vala, Arturo A. Roig: La filosofía latinoamericana comocompromiso, Río Cuarto, Icala, [s. f.], pp. 162-163.

Page 83: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8585858585

La segunda se nos hizo presente ante otra fala-cia que afirma una equivalencia absurda entre «uni-versalidad» y «terror», lo cual invalida toda catego-ría por lo mismo que, en cuanto concepto, incluyesiempre lo universal. Rebatir esta tesis nos permitejustificar las luchas por la emancipación, aun cuan-do históricamente hayan estado condicionadas eimpedidas y hasta desvirtuadas. Lo importante re-sulta poner en claro que no es la categoría de «eman-cipación» en sí misma la que generaría «terror»; sinoque este se produce como una de las consecuen-cias del uso encubridor ideológico de los universa-les, cuestión de la que son responsables los sereshumanos, no las categorías.

La tercera surge de la atribución a la razón en símisma como responsable de los errores y tambiénde los horrores de la modernidad, o mejor, de loshombres «modernos». La conflictividad entre for-mas de racionalidad, como es, por ejemplo, la quese da entre una «razón emancipadora» ejercidadesde sectores emergentes y la «razón del capital»,es un hecho social y plantea el rescate de la catego-ría de «clase», así como de otros colectivos.

Y ahora tendríamos que ocuparnos de otra ca-tegoría que ha sido, asimismo, manipulada falaz-mente hasta haber logrado borrarla del lenguajesocial y político: la de «dependencia». En primerlugar nos vemos obligados a señalar la distinciónentre «independencia» y «emancipación». Atenién-donos a los usos de ambos en nuestra literaturapolítica, en general se ha entendido el primero como«independencia política» y es afín, en tal sentido, ala expresión «guerras de independencia», «nacio-nes independientes», etcétera; y el otro ha sido porlo general referido, y en particular en el siglo XIX, a«emancipación mental» o de hábitos heredados deservidumbre, opresión, etcétera, como veremosmás adelante.

Pero veamos la categoría que ahora nos intere-sa, la de «dependencia», de la cual, según decíaHalperin Donghi, se había dejado de hablar. Móni-ca Peralta Ramos señaló con acierto que la «de-pendencia» no es «un concepto que se diferencienominalmente del concepto más general de “impe-rialismo”» y que «su valor reside en el hecho de queapunta a la manifestación concreta de dicho fenó-meno en el país, o en países sometidos a la relaciónde dominación».15 Según esta observación, cabríaahora que preguntáramos sobre la presencia realde manifestaciones imperialistas y proimperialistasen nuestra región, para lo cual, y ateniéndonos a loshechos, deberemos reconocer una relación de de-pendencia general que no solo es el fruto de laspolíticas de un imperio, sino de varios a lo largo denuestra historia, los que son por lo menos cuatro: elespañol y el portugués, el británico y, actualmente,el norteamericano; y en relación con ella, formasabiertamente institucionalizadas de dependencia conmuchos matices intermedios, pero dentro de lascuales se destacan las «colonias» y los «protecto-rados» que creíamos que habían pasado a la histo-ria vergonzosa del colonialismo europeo. No va-mos a hablar de nuestra etapa colonial española yportuguesa, que por lo demás muestra diferenciasentre ellas, pero sí deberíamos ocuparnos de losactuales proyectos de «protectorado» y aun de «co-lonias», generados desde los Estados Unidos y conel apoyo de sectores nacionales y de otras poten-cias que integran el llamado G7, según ha sido de-nunciado en nuestros días.

Pero regresemos a la cuestión de la «dependen-cia». A propósito de esta y en cuanto realidad vivi-da y sufrida por nuestros pueblos, se formó una15 Mónica Peralta Ramos: Etapas de acumulación y alian-

za de clases en la Argentina (1930-1970), México,Siglo XXI Editores, 1972, p. 15.

Page 84: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8686868686

escuela en Santiago de Chile entre los años 1969y 1974 que elaboró una «teoría de la dependen-cia» y que estaba integrada por un número califica-do de investigadores sociales. Esta teoría, más allá delas polémicas que suscitó, todas altamente fecun-das, corrió la misma suerte de las categorías quehemos comentado, y su rescate y actualización alos tiempos que vivimos, sumado a la experienciade los años que han pasado así como su incorpora-ción al ámbito académico universitario, es tareaperentoria e insoslayable. A propósito de lo queacabamos de decir, debemos celebrar la aparicióndel libro de Theotonio dos Santos, uno de los miem-bros destacados del equipo al que nos referimosantes, Teoría de la dependencia: balance y pers-pectivas, editado en el año 2002 en México y quees un aggiornamento teórico e histórico del céle-bre libro anterior del propio Theotonio, Dependen-cia económica y cambio revolucionario en Amé-rica Latina (1970).16

Mas, antes de referirnos a la Argentina «depen-diente», que es tema largo y denso y cuyos plan-teos iniciales se remontan a la primera década delsiglo XIX, debemos hacer todavía algunas conside-raciones terminológicas a propósito del conceptode «dependencia». Por lo pronto, es necesarioaceptar que hay formas de dependencia que, reco-nocidas y admitidas en su justo sentido, no afectannecesariamente a la soberanía de una nación, asícomo hay una relación recíproca de interdependen-cia de igual sentido. Para esta compleja problemá-tica –que supone la cuestión de la definición y prác-tica de una soberanía– será necesario alcanzar unclaro nivel de doctrina, así como adoptar actitudesque nos ayuden a percibir y superar las formas de

dependencia interna relacionadas con políticas demarginación y exclusión. Diremos que solo desdeprogramas políticos nacionales y continentales –nosreferimos en particular a nuestra necesaria integra-ción en el Mercosur y, en general, en la AméricaLatina y el Caribe– que signifiquen la realidad deformas libres y creadoras de inclusión en sus másdiversos sentidos y que, decididamente, enfrentenlas de marginación y exclusión, podremos desafiarcon la frente bien alta las pretensiones imperialesde dependencia.

Necesidad de una segunda indepen-dencia: la palabra de Manuel Ugarte

Para concluir, hablaremos de las luchas de ManuelUgarte en las primeras décadas del siglo XX, cuyatemática de independencia y emancipación seaproximó a la de José Martí. En efecto, vuelvenambos objetivos a reunificarse tal como inicialmen-te aparecen en los escritos preindependentistas deFrancisco de Miranda. ¿Por qué? Pues porque paraUgarte el Continente, así como el Caribe, se en-contraban amenazados de perder la independencialograda a inicios del siglo XIX debido a los avancesdel imperialismo norteamericano y su expansión mer-cantil y militar, como lo mostraban las entonces re-cientes agresiones a México, Nicaragua, Panamá ySanto Domingo, a más de los permanentes ataquessufridos a lo largo de todo el siglo XIX. Así, pues, sila tarea de emancipación mental se había justifica-do siempre, pensada como lucha a favor de unademocracia de repúblicas que tenían asegurada suindependencia política, ahora volvíamos al planteoinicial, dada la actividad del nuevo imperialismo. Aesta denuncia de Ugarte se sumó más tarde la deRaúl Scalabrini Ortiz, en su lucha contra la injeren-cia británica en el Río de la Plata.

16 Theotonio dos Santos: Teoría de la dependencia: ba-lance y perspectiva, México Editores, Siglo XXI, 2002.

Page 85: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8787878787

Otra cuestión se relaciona con los alcances queha tenido y que se habría de dar al concepto de«emancipación mental», tal como surge de los plan-teos del mismo Ugarte. Desde un punto de vistateórico podríamos caracterizarla como la exigencia–y también la necesidad– de darle forma a una eti-cidad que fuera adecuada a un contrato social en elque se aseguraran la igualdad y la justicia; por cier-to, no la igualdad meramente jurídica del liberalis-mo clásico. En efecto, cuando Bolívar afirmaba queseguíamos, a pesar de habernos independizado, conhábitos que derivaban de un régimen de servidum-bre, esto puede ser entendido como el reclamo de uncambio imprescindible de ética, en el sentido de laconstrucción de un nuevo ethos, sin lo cual una vidarepublicana y democrática era imposible.

Pero la «emancipación mental» ha tenido otrasconnotaciones que precisamente nos llevaron, haceunos años, a hablar de la necesidad de una relectu-ra de la cuestión. Decíamos, en efecto, que si eseprograma de emancipación seguía vigente, debía sersometido «a un proceso de revisión y crítica, quehabrá de ser, en gran medida, de autocrítica», yagregábamos que esa tarea, a la cual la historia delas ideas podía contribuir, excedía, sin embargo, lasaulas universitarias «e incluso la tarea intelectual, porineludible que esta sea».17

En efecto, si pensamos que el programa educa-tivo impuesto por Sarmiento y su generación, y di-

fundido por el normalismo, más allá de todas suscontradicciones, no fue ajeno a formas autoritarias,como sí pensamos en el programa de «sicología delos pueblos», quehacer típico del mismo siglo XIX

que intentaba ser la herramienta indispensable paraseñalar la conformación de las mentalidades quehabían de ser repudiadas y en lo posible extirpa-das, fue en sus principales autores un saber fuerte-mente racista, no cabe duda de que la emancipa-ción mental resultó ser, en muchos casos, una formade violencia ejercida de manera evidente contraciertos sectores de la población.18

Si retomamos la problemática de la emancipa-ción mental desde el punto de vista de una reformade la eticidad heredada, el proyecto republicano-democrático por el cual se decidieron las minoríasque llevaron adelante nuestra organización nacio-nal, no hubiera alcanzado cierto nivel de ciudada-nía, con todas las limitaciones e imperfecciones ine-vitables que se dieron. Y si pensamos que en nuestrosdías la crisis generalizada y profunda por la cualestamos pasando, ha alcanzado, como es lógico;no solo al Estado, sino también a la sociedad civil,se tendrá una conciencia de la importancia que tie-ne esta vieja cuestión de la «emancipación mental».La democracia y, en particular, los ideales de unademocracia participativa de claro sentido social,dependen de la emancipación de la que estamoshablando, con el agravante de que además esta-mos al borde de perder lo poco que nos queda deindependencia, por lo que la tarea, tal como lo vioUgarte en su momento, muestra dos frentes, y de

17 Arturo A. Roig: «El valor actual de la llamada “Emanci-pación mental”», en Filosofía, universidad y filósofosen América Latina, México, Universidad Autónomade México, 1981, p. 72. Una visión de la problemática deindependencia y emancipación que supone una com-paración del proceso continental sudamericano con elproceso antillano se encuentra en los escritos de Eu-genio María de Hostos, en Adriana Arpini: EugenioMaría de Hostos, un hacedor de la libertad, Mendo-za, Ediumc, 2002, pp. 117 y ss.

18 Arturo A. Roig: «Introducción» al libro de Alfredo Espi-nosa Tamayo: Psicología y sociología del pueblo ecua-toriano, Quito, Banco Central del Ecuador, Corpora-ción Editora Nacional, 1979, párrafo titulado «Losantecedentes hispanoamericanos y europeos de la psi-cología de los pueblos», pp. 79-96.

Page 86: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8888888888

alguna manera hemos regresado al punto desde elque partió Francisco de Miranda: un mundo colo-nial y una mentalidad colonial.

Concluiremos con un manifiesto lanzado por Ma-nuel Ugarte en 1927, desde Valparaíso, en plenalucha de Sandino en Nicaragua. Está dirigido a la«juventud latinoamericana», pero también al «pue-blo» y «a las masas anónimas eternamente sacrifi-cadas», a la vez que denuncia a «los tiranos infecun-dos», a las «oligarquías estériles» y «a la plutocraciaque más de una vez entrelazó sus intereses con elinvasor», categorías sociales no definibles todas ellascon claridad pero que expresan vivamente por dón-de pasaban las líneas de conflicto de la sociedad dela época. Debemos volver a aprender nuevamentea leerlas en cuanto había sectores sociales en acti-tud de emergencia y de dignidad humana, enfrenta-dos a minorías venales instaladas en las democra-cias de la época, en la que los valores en juegosobre los que se montaba el discurso del poder seencontraban contaminados, según la expresión deCastoriadis, por las formas más groseras de la ra-cionalidad capitalista. En otras palabras, se dirigíaa grupos, sectores y clases que no estaban y que,más allá de toda venalidad, aún mostraban virtudesciudadanas. ¿Y qué les pedía? Pues solidaridad conlas hermanas y los hermanos de nuestra Américasometidos al saqueo, la agresión y la muerte, comodeberíamos pedirlo en nuestros días, en los que in-mensas masas de población padecen desocupacióny hambre por obra de una plutocracia que «ha en-trelazado sus intereses» con los centros mundialesde dominación económica, para cuyos organismoslo nacional no es de ningún modo prioritario. Fren-te a esta situación de dependencia acompañada deimpunidad y corrupción, la tarea es doble: se haceurgente abrir un frente de lucha por el rescate de laindependencia perdida y poner en marcha una se-

gunda independencia, así como es necesario y ur-gente promover una emancipación mental, no soloante los modos de pensar y obrar de las minoríascomprometidas con el capital trasnacional y laspolíticas imperiales, enfrentados a los intereses dela nación, sino ante la contaminación ideológica ge-nerada por las prácticas de una cultura de mercadoen las que se subordinan las necesidades (needs) alas satisfacciones (wants). Una vez más debemoshablar aquí de «contaminación» y definir la emanci-pación mental como la lucha contra esta, hasta re-ducirla, de ser posible, hasta una mínima burbuja.Así pues, ya no se habla de un «pueblo ignorante»que ha de ser educado a efectos de que el paíspueda ingresar en el torrente del progreso; objetoen el que fijaron la emancipación mental las minoríasdel siglo XIX y buena parte del XX, sino de limpiarnostodos de aquella «contaminación» que en algunosha alcanzado grados de inmoralidad profunda. Yese era ya el fenómeno que señalaba Ugarte.Veamos, entonces, su olvidado mensaje.

«MANIFIESTO A LA JUVENTUD LATI-NOAMERICANA»

Tres nombres han resonado durante estos últi-mos meses en el corazón de la América Latina:México, Nicaragua, Panamá. En México, el im-perialismo se afana por doblar la resistencia deun pueblo indómito que defiende su porvenir. EnNicaragua, el mismo imperialismo desembarcalegiones conquistadoras. En Panamá, impone untratado que compromete la independencia de lapequeña nación. Y como corolario lógico, cundeentre la juventud, desde el río Bravo hasta elEstrecho de Magallanes, una crispación de soli-daridad, traducida en la fórmula que lanzamosen 1912: «La América Latina para los latinoa-

Page 87: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

8989898989

mericanos». Es indispensable que la juventud inter-venga en el gobierno de nuestras repúblicas, ro-deando a hombres que comprendan el momentoen que viven, a hombres que tengan la resolu-ción suficiente para encararse con las realidades.Se impone algo más todavía. El fracaso de lamayoría de los dirigentes anuncia la bancarrotadel sistema. Y es contra todo un orden de cosasque debemos levantarnos. Contra la plutocraciaque, en más de una ocasión, entrelazó interesescon los del invasor. Contra la politiquería que hizoreverencias ante Wáshington para alcanzar elpoder. Contra la descomposición que, en nues-tra propia casa, facilita los planes del imperialis-mo. Nuestras patrias se desangran por todos losporos en beneficio de capitalistas extranjeros ode algunos privilegiados del terruño, sin dejar ala inmensa mayoría más que el sacrificio y la in-certidumbre. La salvación exige energías nuevasy será obra sobre todo de las generaciones re-cientes, del pueblo, de las masas anónimas eter-namente sacrificadas. Una metamorfosis globalha de traer a la superficie las aguas que duermenen el fondo para hacer, al fin, en consonanciacon lo que realmente somos, una política de au-dacia, de entusiasmo, de juventud. Sería inadmi-sible que, mientras todo cambia, siguieran nues-tras repúblicas atadas a tiranos infecundos, a lasoligarquías estériles, a los debates regionales y

pequeños, a toda rémora que ha detenido la fe-cunda circulación de nuestra sangre. Al dirigirmehoy a la juventud y al pueblo, no entiendo recla-mar honores. Los hombres no son más que inci-dentes; lo único que vale son las ideas. Vengo adecir: hay que hacer esta política aunque la ha-gan sin mí. Pero hagan la política que hay quehacer y háganla porque la casa se está queman-do y hay que salvar el patrimonio antes de quese convierta en cenizas. Si no renunciamos anuestros antecedentes y a nuestro porvenir, si noaceptamos el vasallaje, hay que proceder sindemora a una renovación dentro de cada repú-blica, a un acercamiento entre todas ellas. Entra-mos en una época francamente revolucionaria porlas ideas. Hay que realizar la segunda independen-cia, renovando el Continente. Basta de concesio-nes abusivas, de empréstitos aventurados, de con-tratos dolorosos, de desórdenes endémicos y depueriles pleitos fronterizos. Remontémonos has-ta el origen de la común historia. Volvamos aencender los ideales de Bolívar, de San Martín,de Hidalgo, de Morazán y vayamos resueltamen-te hacia las ideas nuevas y hacia los partidosavanzados. El pasado ha sido un fracaso solopodemos confiar en el porvenir.19

19 Texto tomado de Norberto Galasso: Manuel Ugarte,t. II, pp. 137-138.

c

Page 88: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9090909090

En este artículo quisiera reflexionar acerca del Estado en tiem-pos de transición. Qué podemos entender por Estado en mo-mentos en que su forma social está en duda, en proceso de

incertidumbre o, si se prefiere, en momentos en que se construyeuna nueva estructura estatal. Ciertamente, lo que llamamos Estadoes una estructura de relaciones políticas territorializadas y, por tanto,flujos de interrelaciones y de materializaciones pasadas de esas inte-rrelaciones referidas a la dominación y legitimación política. Esta rela-

ÁLVARO GARCÍA LINERA

El Estado en transición.Bloque de podery punto de bifurcación

El objetivo del gobierno constitucional es el de conservar laRepública: el del gobierno revolucionario es el de fundarla. //La Revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos;la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y serena.El gobierno revolucionario necesita una actividad extraordi-naria por estar, precisamente, en guerra. Se ve sometido a re-glas menos uniformes y menos rigurosas, porque las circunstan-cias en las que se encuentra son tormentosas y móviles; y sobretodo, porque se ve obligado a desplegar sin respiro recursosnuevos y veloces para hacer frente a peligros nuevos y urgentes.El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la li-bertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad públi-ca. En situaciones de régimen constitucional basta, práctica-mente, con proteger a los individuos de los abusos del poderpúblico; bajo el régimen revolucionario, el poder público debedefenderse a sí mismo de todas las facciones que lo atacan.

ROBESPIERRE

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 9

0-11

0

Page 89: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9191919191

ción-Estado siempre es un proceso histórico políticoen construcción, en movimiento, en flujo. Sin embar-go, hay momentos en su historia cuando este devenirse mueve en un marco de procedimientos, jerarquíasy hábitos relativamente previsibles y acotados; estosson los momentos de la «estabilidad» de la relación-Estado. Pero cuando las jerarquías, los procedimien-tos y los hábitos de la relación-Estado pierden suanclaje estructural primordial, estamos frente a losmomentos de «transición» de una estructura de rela-ciones políticas de dominación y legitimación a otra,es decir, a otra forma de relación-Estado.

En un anterior artículo, reflexionamos en torno atres ejes analíticos del concepto de la relación-Es-tado:1 el Estado como correlación política de fuer-zas sociales, el Estado como materialidad institu-cional y el Estado como idea o creencia colectivageneralizada. Quisiera recoger este debate, enten-diendo al Estado, por una parte, como una correla-ción política de fuerzas entre bloques y clases so-ciales con capacidad de influir, en mayor o menormedida, en la implementación de decisiones guber-namentales o, si se prefiere, como construcción deuna coalición política dominante; por otra, comouna maquinaria donde se materializan esas decisio-nes en normas, reglas, burocracias, presupuestos,jerarquías, hábitos burocráticos, papeles, trámites, esdecir, como institucionalidad. Estos dos primeroscomponentes hacen referencia al Estado como re-lación material de dominación y conducción polí-tica. Y, en tercer lugar, el Estado como idea colec-tiva, como sentido común de época que garantizael consentimiento moral entre gobernantes y gober-nados. Con este tercer componente, nos referimosal Estado como relación de legitimación política

o, en palabras del profesor Pierre Bourdieu,2 comomonopolio del poder simbólico.

Esto nos permite ver entonces al Estado tambiéncomo una construcción política de monopolios le-gítimos sobre determinados recursos escasos de lasociedad: coerción, recursos económicos públicosy legitimación. En este sentido, el Estado, como lodefinió Weber,3 es una máquina relacional que halogrado a lo largo de la historia monopolizar el usode la coerción pública en un determinado territoriomediante la centralización de la fuerza armada (Fuer-zas Armadas, Policía), la punición de las transgre-siones a los modos de convivencia social (cárceles,tribunales, códigos) y el disciplinamiento colectivoal cumplimiento de procedimientos y reglamentos(acceso y cumplimiento de las normas públicas).Esta coerción, si bien se materializa en instituciones(dimensión material del Estado) y se consagra o secotidianiza por medio de la continua internalizacióny aceptación prerreflexiva de los procedimientos porparte de los ciudadanos (dimensión ideal del Esta-do), se trata de unas coerciones que han sido frutode momentos específicos de luchas, de confronta-ciones sociales que han jerarquizado e impuestodeterminadas visiones o necesidades de mando y con-trol sobre otras necesidades y mandos de otros sec-tores sociales (el Estado como dominación –Marx– ocorrelación de fuerzas), y que con el tiempo se hanconsolidado, se han olvidado en su origen de impo-sición, y «naturalizado» como hábito social.

Lo mismo con los otros dos monopolios que danlugar al Estado histórico: de recursos económicos yde legitimación social. En el caso del monopolio eco-nómico construido por el Estado, Norbert Elias ha

1 Álvaro García Linera: «Lucha por el poder en Bolivia»,Horizontes y límites del Estado y el poder, La Paz, Co-muna, Muela del Diablo, 2005.

2 Pierre Bourdieu: Razones prácticas, Barcelona, Anagra-ma, 1997.

3 Max Weber: Economía y sociedad, México, Fondo deCultura Económica, 1987.

Page 90: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9292929292

mostrado cómo es que el Estado moderno ha idoconsolidando tempranamente la facultad exclusiva decobrar impuestos,4 a lo que hay que añadir luego lapropiedad de las empresas públicas y la administra-ción centralizada del presupuesto general del Esta-do.5 Acá también tenemos un hecho monopólicoconstruido mediante mecanismos coercitivos, legiti-mados como obligación ciudadana e institucionaliza-dos como función regular estatal.

Por último el monopolio del poder simbólico quedetenta el Estado, si bien hace referencia al controlde los procesos de producción de las ideas-fuerzaque cohesionan a una sociedad, se trata de legitima-ciones de imposiciones, de dominaciones y luchaspor la imposición cuya violencia ha sido «olvidada»y reconocida como «normal» y practicada comoparte del mundo dado de las cosas de una sociedad.

Por todo ello, otra manera de ver al Estado con-temporáneo es como un proceso de construcciónhistórica de dominación a partir de tres grandes mo-nopolios: de la coerción, de la riqueza pública y de lalegitimación política, en el que cada uno de estos tresgrandes monopolios a la vez ha sido producido porprocesos articulados, correlaciones de fuerzas, deinstitucionalizaciones de esas correlaciones de fuer-zas y de legitimaciones políticas. Los monopoliosserían como los «átomos» de la «materia» estatal, entanto que las «partículas elementales» de la que secomponen esos tres «átomos» serían la correlaciónde fuerzas, la institucionalidad y la legitimidad.

De ahí que, de cierta manera, la relación-Estadosea una relación paradojal. Por una parte, política-

mente no hay nada más material (en lo físico y loadministrativo) que un Estado (monopolio de la coer-ción, de la administración de los impuestos comonúcleo íntimo y fundante), pero, a la vez, no hay nadaque dependa más en su funcionamiento, que la creen-cia colectiva de la necesidad (momento consciente)o inevitabilidad (momento prerreflexivo) de su fun-cionamiento.

De igual manera, en la administración interna de lamaquinaria, el Estado se presenta como la totalidadmás idealista de la acción política porque es el únicolugar en todo el campo político en el que la idea de-viene inmediatamente materia con efecto social ge-neral, esto es: el único lugar donde cualquier decisiónpensada, asumida y escrita por los gobernantes de-viene inmediatamente materia estatal, documentos,informes, memorias, recursos financieros, ejecucionesprácticas, etcétera, y esto con efecto social general.Por ello, se puede decir que el Estado es el perpe-tuar y el condensar constante de la contradicción entrela materialidad y la idealidad de la acción política,contradicción que busca ser superada parcialmentemediante la conversión de la idealidad como un mo-mento de la materialidad (la legitimidad como garan-te de la dominación política) y la materialidad comomomento del despliegue de la idealidad (decisionesde gobierno que devienen acciones, de gobierno tam-bién, de efecto social general).

Retomando las características de estos tres com-ponentes estructurales de la relación estatal y esostres «ladrillos» básicos de su composición, intente-mos acercarnos ahora a algunos elementos del «Es-tado en transición» o momentos de revolución po-lítica de las sociedades. Para ello, son reveladoreslos textos de Robespierre,6 también los de Marx en4 Norbert Elias: El proceso de la civilización, México,

Fondo de Cultura Económica, 1989.5 Intervención del vicepresidente, Álvaro García Linera,

Coloquio Poder y cambio en Bolivia: 2003-2007, 27 denoviembre de 2008.

6 Maximilien Robespierre: «Sur les principes du gouverne-ment revolutionnaire», Oeuvres completes, París, [s. n.],1968.

Page 91: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9393939393

más aún en tiempos en que el Estado asume unmayor protagonismo en la inversión pública. Enconjunto, se trata de temáticas que se pueden in-corporar al bagaje sociológico del estudio del Es-tado en tiempos de estabilización o de estabilidadcomo espacio de dominación a partir de correlacio-nes de fuerzas, de instituciones que objetivan esacorrelación de fuerzas y de ideas que legitiman y«naturalizan» las relaciones de fuerza.

Ahora bien, estas tres dimensiones o caras delmismo orden estatal, en momentos de cambio deforma y contenido social del Estado, presentantransformaciones diferentes en su profundidad yvelocidad, de acuerdo al momento o etapa de lacrisis de Estado que se está atravesando.

Esquemáticamente, podemos resumir que todacrisis estatal atraviesa cinco etapas históricas:

a) El momento del develamiento de la crisisde Estado, que es cuando el sistema político y sim-bólico dominante que permitía hablar de una tole-rancia o hasta acompañamiento moral de losdominados hacia las clases dominantes, se quiebraparcialmente, y da lugar, así, a un bloque socialpolíticamente disidente con capacidad de moviliza-ción y expansión territorial de esa disidencia con-vertida en irreductible.

b) De consolidarse esa disidencia como proyectopolítico nacional imposible de ser incorporado en elorden y discurso dominantes, se da inicio al empatecatastrófico, que habla ya de la presencia, no solode una fuerza política con capacidad de movilizaciónnacional como para disputar parcialmente el controlterritorial del bloque político dominante, sino, ade-más, de la existencia de una propuesta de poder (pro-grama, liderazgo y organización con voluntad de po-der estatal), capaz de desdoblar el imaginariocolectivo de la sociedad en dos estructuras políti-cas-estatales diferenciadas y antagonizadas.

los que escribe sobre la revolución europea de 1848-18507 y sobre la Comuna de París en 1871,8 al igualque las reflexiones de Lenin en el período 1918-19209 y, por supuesto, René Zavaleta Mercadocuando estudia la revolución boliviana de 1952.10

En lo que se refiere a los estudios del Estado comocontinuidad y reproducción, hay bastantes aportesen la sociología del Estado. En ello, las investigacio-nes sobre el proceso de monopolización de la coer-ción legítima y de los impuestos, de construcción delos sistemas legales y judiciales, y del papel del siste-ma escolar como reproductor de las relaciones dedominación, son líneas de estudio de los largos pe-ríodos de regularidad y la reproducción del Estado.11

En nuestra estadía en el gobierno, pude visuali-zar otros elementos de la regularidad y de la repro-ducción de la relación de dominación estatal quepudieran explorarse con mayor detenimiento, comolas asignaciones de la inversión pública, el papel delBanco Central en el control de los flujos moneta-rios y de la propia inversión interna, los regímenesde contratación de obras, de contratación de deuda,

07 Carlos Marx: Las luchas de clase en Francia 1848-1850, México, Fondo de Cultura Económica, 1989.

08 Carlos Marx: La guerra civil en Francia, Pekín, Edicio-nes en Lenguas Extranjeras, 1978.

09 V. I. Lenin: «Escritos entre octubre de 1917 y 1919»,Obras completas, tomos 27, 28, 29, 30, México, Edicio-nes Salvador Allende, [s. f.].

10 René Zavaleta: El poder dual en América Latina: estu-dios de los casos de Bolivia y Chile, La Paz, Los Amigosdel Libro, 1987; La caída del MNR y la conjuración denoviembre, La Paz, Los Amigos del Libro, 1995.

11 Max Weber: Ob. cit. (en n. 3); Norbert Elias: Ob. cit. (enn. 4); Pierre Bourdieu: Poder, derecho y clases socia-les, Vizcaya, Editorial Desclée, 2000; Pierre Bourdieu yJean-Claude Passeron: La reproducción. Elementospara una teoría de la enseñanza, Barcelona, EditorialLaia, 1972.

Page 92: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9494949494

c) Renovación o sustitución radical de elitespolíticas mediante la constitución gubernamental deun nuevo bloque político que asume la responsabi-lidad de convertir las demandas contestatarias enhechos estatales desde el gobierno.

d) Construcción, reconversión o restituciónconflictiva de un bloque de poder económico-político-simbólico a partir del Estado, en la bús-queda de ensamblar el ideario de la sociedad mo-vilizada con la utilización de recursos materiales delo desde el Estado.

e) Punto de bifurcación o hecho político-históri-co a partir del cual la crisis de Estado, la pugna políti-ca generadora de desorden social creciente, es re-suelta mediante una serie de hechos de fuerza queconsolidan duraderamente un nuevo –o reconstituyenel viejo–, sistema político (correlación de fuerzas par-lamentarias, alianzas y procedimientos de recambiode gobierno), el bloque de poder dominante (estruc-tura de propiedad y control del excedente) y el ordensimbólico del poder estatal («ideas-fuerza» que guíanlas temáticas de la vida colectiva de la sociedad).

En el caso de Bolivia, la crisis estatal se mani-festó desde el año 2000 con la «Guerra del Agua»,la que al tiempo de revertir una política estatal deprivatización de recursos públicos, permitió recons-tituir núcleos territoriales de un nuevo bloque na-cional-popular.12 El empate catastrófico13 se vi-sibilizó desde el año 2003, cuando a la expansiónterritorial de este bloque social movilizado, se sumóla construcción polimorfa de un programa de trans-

formaciones estructurales a la cabeza de los movi-mientos sociales constituidos, desde entonces, en unavoluntad de poder estatal movilizada. La sustitu-ción de elites gubernamentales se dio, luego, enenero de 2006, con la elección de Evo MoralesAyma como el primer presidente indígena de la his-toria republicana, en un país de mayorías indígenas;en tanto que la construcción del nuevo bloque depoder económico y el nuevo orden de redistribu-ción de los recursos se viene dando hasta el día dehoy. El punto de bifurcación habría comenzado, demanera gradual y concéntrica, desde la aprobacióndel nuevo texto constitucional por parte de la Asam-blea Constituyente, y en tres meses que cambiaronla historia política de Bolivia, tuvo tres momentos dedespliegue interdependientes con su resolución final.Un momento de despliegue electoral en el referén-dum de agosto de 2008 cuyos resultados dieron lacontundente victoria del partido de gobierno queobtuvo el apoyo del 67 % de la población votante.Un momento de confrontación militar en el intentode golpe de Estado civil prefectural de septiembrede 2008 que fue derrotado con una movilización ar-ticulada entre movimientos sociales y fuerzas arma-das. Y por último, el momento de la victoria político-ideológica con la gran marcha popular para exigir laconvocatoria a referéndum aprobatorio del proyec-to de Constitución Política del Estado y los acuerdoscongresales en octubre de 2008, que cerraron elperíodo histórico. La suma de todo ello dio comoresultado una derrota histórico-moral y político-cul-tural de las antiguas clases dominantes, y la consoli-dación de un nuevo bloque de poder estatal integral,en el sentido gramsciano.14 La posterior aprobación,

12 Álvaro García Linera, Raquel Gutiérrez, Raúl Prada yLuis Tapia: «La forma multitud de la política de las ne-cesidades vitales», en El retorno de la Bolivia plebe-ya, La Paz, Comuna, Muela del Diablo, 2000.

13 Antonio Gramsci: Notas sobre Maquiavelo y sobre elEstado moderno, Cuadernos de la cárcel, t. I, México,Juan Pablo Editor, 1975.

14 Ver también: Álvaro García Linera: «Del Estado aparen-te al Estado integral», Miradas. Nuevo texto constitu-cional, La Paz, UMSA, Vicepresidencia del Estado Plu-rinacional, IDEA, 2010.

Page 93: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9595959595

en referéndum, de la nueva Constitución Política delEstado y la reelección con mayoría universal de 64% del presidente Evo Morales Ayma, cierran el ci-clo de transición estatal y dan inicio a la construc-ción del nuevo Estado.

Tomando en cuenta esta periodización, nos de-tendremos en las características del Estado en tran-sición en estas dos últimas etapas.

Ahora bien, ¿cuáles son los puntos nodales de laestatalidad cuando queremos ver al Estado en tiem-pos de transición? En otras palabras: ¿cómo acer-carnos al estudio de los mecanismos, las formas ylos medios de consagración y legitimación durade-ra de una correlación de fuerzas políticas? ¿Cómose convierte en estable una eventual estructura derelaciones políticas diferente a la anteriormente vi-gente? ¿Cómo –en palabras más académicas– seconsolida un régimen de mando y de poder socialtanto material como simbólicamente?

Es claro que en los momentos de estabilidadpolítica y de estabilidad estatal esos tres compo-nentes que hemos nombrado: el Estado como co-rrelación de fuerzas, el Estado como máquina y elEstado como idea, se definen como estables por-que se mueven en un ámbito de previsibilidad y deno antagonismo radical ni de quiebre en sus com-ponentes internos. Por lo tanto, su preservación, sutransformación y su reconversión, que son tambiénflujos de trabajo de poder, son, en cierta medida,previsibles a partir de ciertos parámetros de movi-miento interno de las ideas dominantes, de la ma-quinalidad administrativa y de la correlación defuerzas sociales.

En cambio, en tiempo de crisis estatal, cada unode estos componentes: la máquina, la correlación defuerzas y la idea o imaginación política, presentaámbitos de antagonismo recurrente, inestabilidad eincertidumbre estratégica en cuanto a su funciona-

miento. Es decir, la forma cotidiana de reconocer aun Estado en transición es la incertidumbre durade-ra de la vida política de una sociedad, la «gelatino-sidad» conflictiva y polarizada del sentido comúncolectivo, la imprevisibilidad estratégica de las je-rarquías y los mandos de la sociedad a largo plazo,que bien podemos denominar crisis de Estado. HoyBolivia, desde hace ocho años, es un laboratorioviviente precisamente de este momento histórico detransformación acelerada y antagonizada de una for-ma estatal a otra.

Para acercarse al estudio y precisar el problemade este momento político de crisis estatal y en pro-ceso de resolución, algunas preguntas pueden serútiles.

Primero: ¿cuál es la coalición social que conquistóel poder político en la sociedad boliviana a partirde las elecciones generales de 2005? ¿Cuál es ladiferencia clasista regional y étnica con el antiguobloque de poder? ¿Cuáles son las características,las medidas y las estrategias de expansión de la nue-va base material que sustenta al nuevo bloque depoder?

En segundo lugar: ¿cuáles son los actuales me-canismos de estabilización del poder y de mandopolítico del Estado? Si en los momentos de estabi-lidad de la reproducción de las relaciones de domi-nación, el régimen judicial, el sistema escolar, elCongreso, la relación salarial y otros, son los me-canismos decisorios de la continuidad de la corre-lación de fuerzas sociales; en momento de crisisestatal, ¿cuáles son los mecanismos de la repro-ducción y ampliación de la nueva correlación defuerzas emergente de la insurgencia social, la movi-lización colectiva y las elecciones?

Y por último: ¿cuáles son las condiciones de posi-bilidad de la presencia del momento histórico de loque denominaremos punto de bifurcación estatal

Page 94: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9696969696

a partir del que ya es posible hablar de un procesode estabilización y de autorreproducción de la corre-lación de fuerzas y, por tanto, de cierre de la crisisde Estado? Es evidente que la llegada a la estabiliza-ción estratégica del sistema estatal es un proceso,pero hay un momento, el punto de bifurcaciónpolítico, en el que se verifica un proceso de retroa-limentación duradera de la correlación de fuerzas,de las ideas-fuerza dominantes y de la maquinali-dad administrativa que expresa la correlación defuerzas. En otras palabras, lo que interesa indagarson las relaciones del Estado en construcción de suforma histórica, no tanto del Estado en su repro-ducción y en su estabilización.

Provisionalmente, intentaré mencionar algunasideas al respecto de estos momentos de transiciónestatal.

En lo que se refiere al primer punto de la nuevacoalición dominante con poder del Estado, es evi-dente que en Bolivia hubo una modificación de lasclases sociales y de sus identidades étnicas cultura-les, las cuales asumieron, primero, el control delgobierno y, gradualmente, la modificación del po-der político, el control del excedente económico yde la estructura del Estado. Esto es verificable apartir del origen social, trayectoria laboral y educa-tiva, y estructura de los capitales (económicos,culturales y simbólicos) de los actuales gobernan-tes, que permiten hablar no solo de una clásicarenovación de elites del poder del Estado sino, fun-damentalmente, de un desplazamiento radical de laselites del gobierno y de las propias clases socialesque toman las decisiones políticas fundamentales, quefiltran la selección de la administración burocráticay que son objeto de mayor cercanía en las políticasde distribución de la riqueza pública.

Tan radical ha sido este trastocamiento de la con-dición de clase y procedencia étnica de las coali-

ciones gobernantes, que los puentes de comunica-ción que antiguamente servían para llevar adelantetransiciones estatales más dialogadas (similares co-legios y universidades de los hijos de las elites, es-tilos de vida compartidos, alianzas matrimonialescruzadas, negocios articulados, lugares de residen-cia geográficamente similares, etcétera), hoy no exis-ten, lo que acentúa las diferencias y tensiones entreel bloque político ascendente y el decadente.

En buena medida, esto ayuda a entender tam-bién el grado de beligerancia permanente de la so-ciedad en esta etapa de gobierno del presidente EvoMorales, pues los tradicionales puentes cotidianosde asimilación de las nuevas elites emergentes y dereacomodo de las antiguas, que caracterizaron lastransiciones estatales precedentes (1952-1957,1982-1988), hoy no existen ni se las construye, conlo que la modificación de la composición clasista ycultural de los sectores dirigentes es abrupta, sinmediaciones ni aligeramientos.

¿Cuáles son las características de este nuevo blo-que de poder dominante? Su base material econó-mica la constituye la pequeña producción mercan-til, tanto agraria como urbana, la misma quecaracterizó a la multitud movilizada en las grandesrebeliones sociales semi insurreccionales de 2000a 2003. En ese bloque dirigente destacan campesi-nos indígenas con vínculos regulares con el merca-do (el trópico [Chapare] y valles de Cochabamba;zonas de colonización en el Oriente; comunarios delaltiplano paceño, orureño, chuquisaqueño y potosi-no; valles tarijeños), indígenas campesinos de tierrasbajas y de los ayllus andinos, también pequeños pro-ductores urbanos y sectores con actividad mercantilrelativamente avanzada, entre los que se puede ha-blar de la presencia de un tipo de «empresariado deorigen popular» que, autoidentificado más como tra-bajador que como burguesía, abastece el mercado

Page 95: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9797979797

interno y, en parte, a mercados externos, a pesarde que nunca recibió nada del Estado para llegar adonde está.

En este primer círculo de decisión hay que ubi-car también a una nueva intelligentzia urbana, a unbloque de profesionales e intelectuales que son pro-ducto del ingreso de las clases populares al sistemauniversitario desde los años setenta y que, a dife-rencia de la intelectualidad pequeñoburguesa tradi-cional de los años sesenta, que se inclinó por cons-trucciones partidarias de izquierda, esta nuevaintelectualidad es más afín a las estructuras corpo-rativas del sindicalismo urbano, rural y al movimientovecinal. En medio de ellos se destaca una intelli-gentzia indígena letrada que ha ido construyendo,en los últimos treinta años, un horizonte utópico in-dianista.

Es posible ver que, en torno a este núcleo, searticularon distintas personalidades, fuerzas obre-ras antes sometidas a políticas de precarización la-boral y, con ellas, visiblemente, un segmento em-presarial industrial tradicional, una parte del cual estávinculada al mercado interno y que hoy se ve favo-recida por una serie de decisiones que fomentan elconsumo público de productos nacionales.

A este bloque social lo acompaña –y se constru-ye de forma simultánea– lo que podríamos deno-minar una nueva burocracia estatal, que es una es-pecie de síntesis de antiguos funcionarios del Estado(en niveles intermedios) y nuevos funcionarios queposeen no solo un capital escolar diferente, sino queademás han utilizado unas redes sociales étnica yclasistamente distintas a las de la burocracia tradi-cional, para acercarse a los puestos administrati-vos. Claro, durante toda la etapa del Estado neoli-beral, los niveles intermedios del aparato de Estadoreclutaron preponderantemente a profesionales pro-venientes de universidades privadas, extranjeras y

formados en el ámbito de los negocios, el marketing,la gestión empresarial, etcétera, y que llegaron alEstado a partir de la activación de vínculos familia-res y compromisos partidarios. La nueva burocra-cia, en cambio, proviene de las universidades pú-blicas, de profesiones técnicas o sociales, en tantoque el tipo de vínculos que ha mejorado su acerca-miento a la administración pública ha sido el de lasredes sindicales que cumplen una especie de filtroen el reclutamiento de ciertos niveles intermediosde la burocracia estatal.

En ese sentido, se puede decir que el nuevo blo-que de poder ha ido creando tres mecanismos deconducción del Estado, de cierto modo comple-mentarios: por una parte, mediante la presencia di-recta de las organizaciones sociales en la definiciónde las principales políticas públicas que son formu-ladas en consejos ampliados y congresos, y queson la base de las acciones de gobierno que impul-sa tanto el poder ejecutivo como la bancada mayo-ritaria del Congreso. En segundo lugar, por mediode la presencia directa de representantes de lossectores sociales movilizados en distintos niveles delaparato estatal (presidencia, ministerios, direccio-nes, Parlamento, Asamblea Constituyente). Por úl-timo, a través de la lenta promoción de una nuevaintelectualidad en funcionarios públicos vinculadosa las expectativas y necesidades de este bloque deproductores.

En ese sentido, hay nuevas clases sociales políti-camente visibilizadas a partir de nuevas identidadesétnicas-culturales-regionales, en el control de losprincipales mecanismos de decisión estatal, y hayuna sustitución y ampliación de las elites adminis-trativas del Estado. Lo relevante de este procesode modificación de la composición social del blo-que en el poder del Estado y de los niveles superioresde la administración pública, radica en que étnica y

Page 96: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9898989898

clasistamente las distancias sociales con el antiguobloque de poder estatal son enormes. Lo que estáaconteciendo hoy en Bolivia no es, por tanto, unasimple mutación de elites en el poder, sino una au-téntica sustitución de la composición de clase delpoder del Estado, cuya radicalidad es directamen-te proporcional a la distancia de clase y, enparticular, cultural entre el bloque social emergentey el bloque social desplazado.

Hoy, entre el presidente Evo Morales, el canci-ller David Choquehuanca o la presidenta de laAsamblea Constituyente, Silvia Lazarte, poco onada, no solo de sus propuestas políticas sino de suvida cotidiana, tienen en común con los ex presi-dentes, ministros y grupos influyentes del antiguobloque de poder en decadencia. Quizá esto tam-bién ayuda a explicar los escasos puentes de co-municación entre ambos bloques, pues a diferenciade lo que sucedía antes, cuando a pesar de las dife-rencias políticas, las elites confrontadas compartíanun mismo estilo de vida, compartían redes matri-moniales, espacios familiares de educación y dis-tracción, las clases sociales hoy confrontadas per-tenecen a ubicaciones en el espacio social materialy objetivamente antagónicas, y con distancias geo-gráficas reales que no hacen más que materializar yahondar sus distancias políticas.

Es en el Congreso, pero fundamentalmente en laestructura de la división territorial del Estado, don-de se visibilizan y personifican esas diferencias. Elantiguo bloque social dominante es hoy fuerza polí-tica minoritaria y beligerante del Parlamento. En tantoque, inaugurando la elección de prefectos, los re-presentantes históricos del viejo régimen (prefectode Pando, Tarija, Cochabamba) o formados en él(prefectos de Santa Cruz y Beni), se han replegadoal ámbito de los gobiernos departamentales, y handado lugar a una segmentación territorial vertical

diferenciada de las elites estatales. De esta manera,el bloque de poder del viejo Estado, carente de unnuevo proyecto político general, se replegó al con-trol de varios gobiernos regionales, en tanto que lasclases sociales regionalmente movilizadas durantelos últimos ocho años, hoy se están constituyendoen el nuevo bloque de poder nacional general diri-gente.

Nos encontramos, por tanto, ante un nuevo sis-tema político donde se están reconfigurando cincoaspectos: las características clasistas y culturales delnuevo bloque de poder estatal, las nuevas fuerzaspolíticas duraderas en el país, los nuevos liderazgosgeneracionales, la distribución territorial del poderestatal y, por supuesto, el nuevo sistema de ideasantagonizables a corto y a mediano plazo.

Esos puntos nos hablan, entonces, de una es-tructura de poder y de mando con actores relativa-mente definibles, pero donde sus ámbitos deirradiación, de alianzas y de propia estabilidad, pre-sentan elementos de incertidumbre, tanto entre losque están en el mando político del Estado, comoentre los que están en la oposición.

¿Hasta cuándo durará este repliegue regional yla carencia de voluntad de poder general de estaselites conservadoras en proceso de mutación dis-cursiva? ¿Quién será el líder de la oposición conpotencialidad de futura proyección nacional? ¿SeráBranco Marinkovic, Jorge Quiroga o Carlos Mesa?¿Cuál será el centro político? ¿Será el MovimientoNacionalista Revolucionario (MNR) renacido oserá Unidad Nacional (UN)? El propio sistemapolítico presenta un conjunto de modificaciones in-ternas no estables. Incluso el bloque dominante, hoydirigente del proceso político, también presenta unconjunto de tendencias internas que le dan vitalidady fuerza en términos de cuál será la orientación pre-valeciente en la compleja tensión entre estatismo y

Page 97: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

9999999999

comunitarismo, el primero, más ligado a la mono-polización de decisiones, y el segundo, más vincu-lado a la democracia de los movimientos sociales.

Estudiar con más detenimiento este flujo de laconstrucción de los bloques de poder hoy en Boli-via es, sin duda, un elemento muy importante, nosolo porque desde la sociología se da un vistazo dela correlación de fuerzas, sino porque eso mismoda lugar a una visibilización de las tendencias de lasfuerzas, de los posibles resultados y las posiblesalianzas a corto plazo, en la medida en que son pro-cesos políticos comprimidos.

En lo que se refiere al segundo punto: los meca-nismos de estabilización del poder y mando enmomento de crisis estatal en proceso de resolu-ción, es posible mencionar tres aspectos.

Paradójicamente, un ámbito importante de esta-bilización temporal del nuevo bloque de poder hasido la firmeza y la fidelidad de las estructuras decoerción del Estado (Fuerzas Armadas y PolicíaNacional). Acerca de esto, hay una explicación so-ciológica: en la medida en que el Estado tiene comonúcleo fundamental los ámbitos de coerción, estosson también los que más inmediatamente reclamanun nivel de previsibilidad y de certidumbre que ga-rantice la perdurabilidad del núcleo estatal prima-rio. Por lo tanto, después de seis años de inestabi-lidad estructural (2000-2006) y de fisuras internasal interior del núcleo coercitivo (2003), de maneraformal, ha habido una adhesión rápida de las es-tructuras de coerción a la nueva correlación de fuer-zas del Estado alcanzada con la contundente victo-ria electoral del 54 % de los votos del país por elMovimiento al Socialismo (MAS) en 2005.

Pero lo que más contribuyó a este apoyo de lasfuerzas de coerción legítima, ha sido que el actualgobierno ha definido de manera rápida un norteestratégico en lo que se refiere al papel de las Fuer-

zas Armadas en democracia, cosa que no habíasucedido antes. Desde 1982, cuando se recupera-ron las libertades democráticas, las Fuerzas Arma-das fueron abandonadas en una especie de «crisisexistencial institucional», en lo referido a su funciónen tiempos de democracia. Si ya no eran los cen-tros de reclutamiento de futuros gobernantes ni ga-rantes de una soberanía que era ofertada por losneoliberales en los mercados internacionales decapital, lo que quedaba era una caprichosa mani-pulación política de los mandos militares a fin detapar los errores gubernamentales de las elites.

Educadas y formadas en la defensa de la sobera-nía de la patria, en la defensa de la sociedad, y ha-biendo cosechado sus mayores reconocimientos his-tóricos en el potenciamiento del Estado, las fuerzasde coerción legítima tuvieron que ver cómo la sobe-ranía se reducía al valor de un «comino» (Jaime Paz);cómo la defensa de la sociedad se transformaba enun ataque armado sistemático a la sociedad (2000,2003); y cómo el poderío del Estado se derrumba-ba frente a las privatizaciones de empresas que ellosmismos habían ayudado a crear (Yacimientos Pe-trolíferos Fiscales Bolivianos [YPFB], CorporaciónBoliviana de Cemento [Coboce], etcétera).

Así, cuando el presidente Evo Morales asume elmando del gobierno, reconstruye la presencia delEstado en la economía y amplía la base de los de-rechos sociales, relanza ámbitos de soberanía y ciu-dadanía en el marco de una estructura interestatalglobal más complejizada, e incorpora en la ejecu-ción de esta expansión estatal a las Fuerzas Arma-das, lo que tiene resonancia con la historia de po-tenciamientos del Estado nacional impulsados porlas Fuerzas Armadas décadas atrás. Esto dio lugara un extraordinario ensamble entre fuerzas socialesindígenas-campesinas-populares y Fuerzas Arma-das que, a diferencia de lo que se había intentado

Page 98: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

100100100100100

antes, bajo tutelaje militar, ahora tiene el liderazgomoral e intelectual de sectores indígenas populares.

De esta manera, la nacionalización de empresasy el control del excedente económico por el Estadole dan una base técnico-material a la soberanía re-lativa del Estado y, por tanto, a su estabilización,que es el principio organizador de las Fuerzas Ar-madas en cualquier país. Y si a ello se suma la par-ticipación de estas en la construcción de carreteras,distribución del excedente (Renta Dignidad y BonoJuancito Pinto, Bono Juana Azurduy) y el controlreal de territorios fronterizos antes sometidos alpoder de caciques y mafias locales, estamos anteuna estrategia de renovada expansión territorial dela presencia del Estado a través de su estructuracoercitiva.

De cierta forma, se puede decir que una partede la actual capacidad de resistencia del nuevo pro-yecto estatal emergente a las presiones conspirati-vas de fuerzas políticas conservadoras externas einternas, se debe precisamente a este ensamblajehistórico entre lo indígena-popular y lo militar.

En la medida en que el nuevo liderazgo políticotenga la capacidad de convertir esta adhesión ini-cial en una cohesión estructural, real y duradera,dependerá de la rapidez para interiorizar los nue-vos roles militares de carácter desarrollista en la doc-trina y espíritu de cuerpo estatal de las Fuerzas Ar-madas mediante un proceso interno de reformasinstitucionales.

Esto daría a la nueva estructura estatal, la solidezde un primer núcleo de consolidación, no el funda-mental, pero sí un nivel importante. Sin embargo,hay experiencias históricas que también muestranque los niveles de coerción y de fidelidad puedenmanifestar fisuras en momentos de tensionamientode la correlación de fuerzas: el síndrome de Allendees algo que uno tiene que recordar siempre.

Un segundo momento de consolidación del po-der y del mando del Estado en crisis es, sin duda,el ejercicio de la facultad ejecutora del Poder Eje-cutivo, fundamentalmente a partir de sus resortesde inversión pública. Es quizá en ello y en sus re-sultados y efectos donde es posible encontrar losmecanismos de mayor incidencia inmediata del nue-vo bloque de poder en la estructura económica ysocial, y los mecanismos de construcción más es-tables de la nueva situación económica en el futuro.

Cuando una sociedad pasa a controlar de uno atres dólares de cada cuatro que genera la principalfuente de exportaciones del país (en nuestro caso,los hidrocarburos), estamos, primero, ante unamodificación en los mecanismos de control y apro-piación del excedente y, con ello, de la estructuraeconómica de poder de la sociedad.

Esto es justamente lo que sucedió con los de-cretos de nacionalización del 1 de mayo de 2006 yde la misma fecha en 2008, y la firma de los contra-tos de producción con las empresas extranjeras.De manera inmediata, los ingresos estatales pasa-ron de cerca de seiscientos setenta y siete millonesde dólares retenidos con anterioridad por el Estadoen 2005, a dos mil cien millones de dólares en 2008y a dos mil trescientos veintinueve millones de dó-lares en 2009.15 Y dado que la totalidad del sectorhidrocarburífero participa con algo más del 48 %de las exportaciones nacionales, estamos ante unasustancial retención nacional/estatal del excedenteeconómico que modifica en lo estructural la rela-ción de la sociedad boliviana, mediada por el Esta-do, con el capital global.

De hecho, la modificación del control y la pro-piedad de la industria hidrocarburífera en Bolivia,

15 Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas(Udape): «Recaudaciones del sector de hidrocarburos,2010», en: <www.udape.gov.bo>.

Page 99: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

101101101101101

cambió drásticamente la situación económica del país.Por primera vez en décadas, el país tiene superávit,lo que le permite financiar la administración y las po-líticas de inversión con capital propio, y deja de ladoel conjunto de sujeciones que anteriormente subor-dinaban las políticas públicas a las exigencias de losorganismos internacionales (Fondo Monetario Inter-nacional, Banco Mundial, etcétera).

A diferencia de lo que ocurrió durante todo elperíodo neoliberal, en estos dos últimos años la prin-cipal fuente de inversión en el país ha sido el Esta-do, que ha duplicado su presencia pasando de seis-cientos veintinueve millones de dólares en 2005, amil cinco millones de dólares en 2007 y, mil cuatro-cientos veintiocho millones de dólares en 2009,16

lo que está permitiendo no solo cumplir con pro-gramas sociales vitales para reducir la pobreza, sinotambién cumplir una política expansiva de inversiónproductiva que facilite crear una base industrial mí-nima para un crecimiento económico sostenible.

Hoy, con la inversión estatal, se está comenzan-do a industrializar el gas (con una planta de gas li-cuado de petróleo en Campo Grande, una plantaseparadora de gas en el Chaco, una termoeléctricaen el Chapare), se relanzan actividades minerasmetalúrgicas (Huanuni, Vinto, Corocoro, colas ydesmontes, etcétera), se apoya a los pequeñosproductores vinculados al mercado interno a travésde la estatal Empresa de Apoyo a la Producción deAlimentos (Emapa), a fin de garantizar la soberaníaalimentaria del país, y se crean fábricas para abas-tecer el mercado interno (de papel, de cartón decítricos, leche, etcétera).

La inversión extranjera, que fue la protagonista delas inversiones en los años 1998-2001, si bien ahora

ha mejorado su desempeño respecto a la caída de2005, ya no es la locomotora en la inyección de ca-pital a la economía. El Estado, hoy, es el principal«empresario colectivo». En los últimos cuatro años,su participación en la totalidad del Producto InternoBruto (PIB) se ha incrementado del 15 % el año2005, al 31 % el año 2009.17 Ello traerá una mayorgeneración de valor, un mayor volumen de exceden-te económico en manos del Estado y una mayor ca-pacidad de autodeterminación sobre los modos dearticular el desarrollo interno de los bolivianos con elde la economía mundial.

Pero esta modificación de la capacidad de ac-ción del país en el contexto global no hubiera sidoposible sin una transformación simultánea de la es-tructura del poder económico nacional y de los blo-ques dirigentes de esa estructura económica. Cla-ro, los procesos de privatización en Bolivia vinieronde la mano de la consolidación de un bloque depoder económico dirigido por las empresas petro-leras, los empresarios mineros, los agroexportado-res y banqueros que se encargaron de transferir losmonopolios y excedentes públicos al dispendio deunas pocas empresas privadas. En esto, el Estadofue mutilado en sus capacidades de acumulaciónproductiva y el resto de los sectores laboralesvinculados al mercado externo, llevados a la mar-ginalidad.

La recomposición económica del Estado, encambio, internalizó y redireccionó el uso del exce-dente económico a favor de los actores producti-vos nacionales, lo cual configuró un nuevo bloquede poder económico.

En términos de correlaciones de fuerzas en elcampo económico, el poder del capital externo se

16 Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas:«Inversión pública por sectores, 2010», en:<www.udape.gov.bo>.

17 Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas:participación del Estado en el PIB: revisión de estima-ciones y proyección 2009», en: <www.udape.gov.bo>.

Page 100: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

102102102102102

ha debilitado abruptamente en áreas estratégicas(hidrocarburos y telecomunicaciones), lo que haprovocado que se pierdan flujos financieros, acti-vos y excedentes. En otros casos, el capital extran-jero ha perdido el control monopólico de precios(soya, aceite). En tanto que los sectores locales delcapital comercial y de servicios, adheridos al capi-tal externo, que formaban parte de las elites em-presariales intermediarias, hoy ya no cuentan conlas anuales transferencias de recursos públicos quemás bien están siendo dirigidas a apoyar a peque-ños y medianos productores urbanos y agrícolas(mediante el Banco de Desarrollo Productivo [BDP]para pequeños productores artesanales e industria-les; y Emapa, con créditos para pequeños agricul-tores).

La nueva estructura económica de poder que seestá construyendo de manera acelerada tiene al Es-tado como el principal inversionista y acumulador deexcedentes económicos. Actualmente, el Estado hapasado de generar el 0,6 % del valor agregado na-cional a más del 8 % y proyectamos llegar hasta al15 % en los siguientes años. En dos años, el Estadopasó a generar el 31 % del PIB, y con mucho, po-see la principal empresa productiva del país quecontrola el principal producto de exportación: Ya-cimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.

Esta posición privilegiada en la producción y elcontrol del excedente económico nacional, estápermitiendo al Estado desplegar una estrategia dealianzas productivas con la inmensa mayoría de pro-ductores pequeños y medianos de la ciudad y elcampo, hacia donde rápidamente se está transfi-riendo: tecnología, créditos, insumos y mercados(vía BDP y Emapa, fundamentalmente). Así, estaapuesta estratégica de fortalecimiento de la produc-ción para el mercado interno y de internalizaciónestatal del excedente económico, generada con las

ventas al mercado externo, está viabilizando la con-solidación de un bloque de poder estatal entre pro-ductores medianos, pequeños, comunidades indí-genas-campesinas y Estado, que controla cerca del58 % del PIB, lo que permite hablar de un bloquecon suficiente materialidad económica como paraencauzar las decisiones económicas de la sociedad.

En términos estrictos, se puede decir que aldescomponerse la fuerza económica del bloquemonopólico de poder hidrocarburífero y al estarcrecientemente penetradas por la presencia del Es-tado, las actividades mineras y agroindustriales quetambién generan porciones importantes del exce-dente, la actual estructura de poder económico an-tes lidereada por el Estado productor, tiene en lacomposición social indígena-popular y de clasemedia letrada de la administración estatal, a la frac-ción social con mayor capacidad de control, no depropiedad, pero sí de recursos económicos del país.Esta fracción, junto con los propietarios-producto-res pequeños y medianos, manufactureros y agrí-colas, constituye el comando económico de lasociedad contemporánea. Los primeros, en tantodetentadores del uso del excedente; los otros, entanto propietarios-productores.

Esto marca un punto de diferenciación plena conla experiencia revolucionaria de 1952. En ese mo-mento, la elite dirigencial del Estado, exclusivamenteclase media letrada, asumió la modernización de laeconomía como obra exclusiva del Estado, haciadonde se reinvirtieron los excedentes mineros, loque dio lugar a la Corporación Boliviana de Fo-mento (CBF) y otras iniciativas de creación de ca-pitalismo estatal, en todos los rubros posibles, entorno a un único nodo de acumulación. Ya en suetapa de declinación (1970-1980), la burocraciaestatal comenzó a transferir excedentes y activos ala minería privada y a la agroindustria, pero en mo-

Page 101: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

103103103103103

mentos en que estas esferas productivas estabansiendo controladas por el capital externo, lo queacabó de consolidar una burguesía intermediaria.

Hoy, al tiempo que el Estado controla el exce-dente económico y lo reinvierte productivamente,promueve la inversión externa bajo condiciones decontrol estatal de esos flujos y réditos, a la vez quepromueve tempranos procesos de modernizacióny acumulación en los sectores pequeños y media-nos de la producción urbana, rural y de las comuni-dades campesinas e indígenas. Esto, en conjunto,da un despliegue simultáneo de varios nodos deacumulación económica, de reinversión y expan-sión en torno al liderazgo general del Estado.

En este sentido, se puede decir que las transfor-maciones en las estructuras de poder económicode la sociedad avanzaron con una rapidez muchomayor que la reconfiguración de las estructuras depoder político del Estado, en especial de las es-tructuras territoriales del poder político.

La consolidación formal de un nuevo horizonteestratégico en el desempeño de las instituciones decoerción legítimas del Estado y la construcción rá-pida de una nueva estructura de poder económicode la sociedad boliviana, tienen, sin embargo, unconjunto de lastres al interior que ralentizan la con-solidación definitiva de la nueva composición estatal.Uno de estos obstáculos internos es, sin duda, elsistema judicial. Aún en poder de las antiguas fuer-zas conservadoras, el Poder Judicial es la síntesissuprema de la corrupción como norma institucio-nalizada y del dogmatismo neoliberal como lógicadiscursiva, lo que permite todavía la persistencia yreproducción de núcleos conservadores en el Es-tado. La aplicación de la Nueva Constitución Políticadel Estado y la re-restructuración de las institucio-nes, a partir de las nuevas leyes que serán aprobadasen el nuevo Parlamento, denominado Nueva Asam-

blea Legislativa Plurinacional, nos mostrarán posi-bles avances en este campo, que quedan por serinterpretados.

Pero también, al interior del gobierno, es posiblehallar espacios de continuidad de los hábitos de lavieja burocracia estatal. Carente de recursos eco-nómicos para inversión pública por los procesosde privatización, la administración estatal se acos-tumbró a crear una infinidad de procedimientos quedilataban y anulaban por cansancio la realizaciónde obras públicas. Hoy, cuando el liderazgo de lainversión está en el Estado, la herencia de las tra-bas y la mentalidad dilatoria de niveles intermediosde la administración pública retrasa el crecimientode la nueva dinámica expansiva del Nuevo ModeloEconómico Nacional Productivo. De ahí que, dehecho, todas las más importantes iniciativas pro-ductivistas que tiene el gobierno actual, son de ori-gen y mando presidencial, por lo que una buenaparte del trabajo presidencial ministerial radica endestrabar y remontar acciones y procedimientosministeriales creados para no construir nada que nosea la existencia autorreferida de la propia buro-cracia estatal.

Otros elementos que dificultan la consolidacióndel nuevo Estado son las rutinas y esquemas detransmisión de conocimientos del sistema escolar,además de las estrategias matrimoniales. Fue el pro-fesor Pierre Bourdieu quien estudió el papel de estasestrategias matrimoniales18 en la reproducción delorden social en sociedades precapitalistas, o semi-capitalistas, como él las llama. En el caso de Bolivia,las estrategias matrimoniales siempre han desempe-ñado un papel muy importante en la consolidacióny el anclaje del bloque de poder dominante. Uno

18 Pierre Bourdieu: El sentido práctico, Madrid, Taurus,1990.

Page 102: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

104104104104104

puede estudiar, a lo largo del siglo XX, los mecanis-mos de reproducción de las elites a partir de distin-tas estrategias de circulación de esposas y espososentre redes familiares dominantes específicas.

Pero es evidente que hoy esto se ha roto plena-mente y es muy difícil todavía encontrar los puentesde continuidad entre las antiguas y las nuevas elitesmediante dichas estrategias porque parecen dosmundos que no tienen vínculos fluidos de comuni-cación. Tres años no son todavía suficientes paraun escenario que vaya definiendo estrategias esco-lares y matrimoniales de reproducción de la nuevaelite y de las nuevas clases en el poder, pero sí esun escenario de reproducción de las estrategiasconservadoras de las elites desplazadas del poderde manera temporal.

Ahora, después de cuatro años de gestión, y eneste sentido en un estado avanzado del proyecto,otra estrategia que podría ser analizada más ade-lante como mecanismo de estabilización del podery del mando en tiempos de crisis y como mecanis-mo para salir de este tiempo de crisis a través de laconsolidación del proyecto político –una estrategiaque se pretende aplicar con medida–, es la bús-queda y aceptación de nuevas alianzas, para inflary ampliar el proyecto político en determinado mo-mento.

El tercer elemento donde uno puede rastrear losmecanismos de estabilización del poder y del man-do en tiempos de crisis, es el sentido común de laépoca, las ideas-fuerza ordenadoras de la acciónsocial cotidiana. Pese a la adversidad de un siste-mático flujo ideológico conservador, emitido desdelos medios de comunicación de masas bajo pro-piedad de las antiguas clases dominantes, los temasde descolonización, pluralismo cultural (plurinacio-nalidad), estatalismo productivo (presencia del Es-tado en la economía) y desconcentración territorial

del poder (autonomía), se han convertido, con flu-jos y reflujos, en sentido común ordenador de loscampos intelectual y político nacionales, lo que ha-bla de una victoria simbólica de las fuerzas del cam-bio o, si se prefiere, de la base de un liderazgo morale intelectual por parte de las fuerzas socioeconómi-cas emergentes.

Hoy no se puede hacer política, ni se podrá ha-cer política en los siguientes años, sin una ubicaciónprepositiva en torno a este trípode ordenador delcampo político. Lo que distingue posiciones y sedebate en el campo político no son los temas cen-trales, sino los modos y las velocidades de abor-darlos. ¿Pluriculturalidad en su forma más avanzada?¿Plurinacionalidad en su forma más conservadora?¿Pluriculturalidad y multilingüismo? El reconocimien-to de la diversidad del Estado, Estado productor yEstado descentralizado son los tres ejes prevale-cientes de sentido común de la época. Y no importasi uno está en el gobierno o si está en la oposición,de alguna u otra manera tiene que referirse a lostres componentes o simular que los asume.

Por supuesto que existen las contrapartes radi-calizadas de la exacerbación de racismo. Las he-mos visto en Sucre y en Santa Cruz, donde algunospequeños sectores, que ya pueden dar lugar a ha-blar de la existencia de grupos semifascistas por suideología o proceder antidemocrático, intentaronconstruir un contradiscurso hegemónico. Sin em-bargo, pese a ello y a que la batalla por la conduc-ción ideológica duradera de la sociedad no estáresuelta, se puede decir que hay una mayor corres-pondencia entre la transformación en el ámbito delpoder económico con la transformación en el ám-bito del poder simbólico.

En síntesis, podemos decir que la transición es-tatal se presenta como un flujo de marchas y con-tramarchas flexibles e interdependientes que afectan

Page 103: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

105105105105105

las estructuras de poder económico (como propie-dad y control del excedente), la correlación de fuer-zas políticas (como representación parlamentaria,fuerza de movilización social, liderazgo y hábitoadministrativo) y la correlación de fuerzas simbóli-cas (como ideas ordenadoras y reguladoras de lavida en común). La transición estatal estructural, oproceso constituyente, habla de la construcción deuna nueva correlación de fuerzas o bloque domi-nante en el control de la toma de decisiones econó-mico-políticas del país, pero a la vez, de lapersistencia y continuidad de antiguas prácticas ynúcleos de poder interno que reproducen todavíapartes del viejo Estado, buscando reconstituirlodesde adentro.

De la misma manera, la transición estatal hacereferencia a la existencia de centros de mando ydecisión que concentran la iniciativa y el vigor delnuevo orden estatal (inversión pública, sentido co-mún estatista-productivista), como también denodos de resistencia conservadora que pugnan porla restitución del viejo orden.

Y dentro de esa pugna en flujo, la nueva estruc-tura estatal ha podido avanzar más rápidamente enla construcción de un nuevo bloque de poder eco-nómico y en la formación de un núcleo discursivosimbólico; en tanto que la arquitectura del sistemapolítico todavía es objeto de una intensa pugna porla definición de sus jerarquías, liderazgos, alianzasy procedimientos.

En ese sentido, la idea del empate catastrófico,hoy, no es utilizable como lo era hace cuatro años,porque lo que ahora tenemos no confronta (aún)dos proyectos nacionales de poder con fuerzas demovilización y liderazgo nacionales. Lo que hoy ten-siona al país es la confrontación entre un sentidocomún prevaleciente como proyecto estatal nacio-nal general y, por otra parte, resistencias locales,

con fuerzas de movilización y liderazgos estrictamentelocales. Quizá en algún momento esas resistenciaslimitadas podrían constituir un proyecto nacional al-ternativo. Pero para que ello suceda, lo más probablees que tengan que pasar varios años.

Hay empate catastrófico únicamente cuandocoexisten dos proyectos nacionales de sociedadconfrontados. A estas alturas de las luchas socialesen el país, podemos afirmar que ahora solo hay unproyecto general de sociedad con resistencias lo-cales fuertes de protección de la propiedad y delpoder de las elites desplazadas del ámbito central.En ese sentido, hubiéramos entrado en un momentofinal de la transición estatal que es el de la supresiónde la dolarización social y el proceso de estabiliza-ción estatal o rutinización de las prácticas del nuevobloque de poder social.

Finalmente, regresemos al concepto del puntode bifurcación que retomamos del profesor de fí-sica Ilya Prigogine,19 quien estudió los sistemas ale-jados del punto de equilibrio. Prigogine observó que,a partir de cierto tiempo, estos sistemas alejadosdel punto de equilibrio pueden dar lugar a un nuevoorden. A este punto de conversión del desordendel sistema en orden y estabilización del sistema, lellamó: punto de bifurcación.20

En el ámbito de las estructuras estatales en crisis(«sistemas alejados del equilibrio»), estas se carac-terizan por la inestabilidad y la confrontación políti-ca. Se trata de auténticos, generalizados y desnudos

19 Ilya Prigogine (Moscú, 25 de enero de 1917, Bruselas,28 de mayo de 2003), fue un físico, químico, sistémico yprofesor universitario belga de origen soviético, galardo-nado con el Premio Nobel de Química en el año 1977.

20 Ilya Prigogine: ¿Tan solo una ilusión? Una explora-ción del caos al orden, Barcelona, Tusquets Editores,1983.

Page 104: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

106106106106106

momentos de lucha por el poder político. Pero, en lamedida en que ninguna sociedad puede vivir perpe-tuamente en estado de lucha generalizada y antago-nizada por el poder, la sociedad, más pronto o mástarde, ha de inclinarse por la estabilización del siste-ma o la construcción de un orden estatal que devuel-va la certidumbre a las estructuras de dominación yconducción políticas. A este momento histórico-es-pecífico, fechable, a partir del cual el Estado se esta-biliza, le denominamos: punto de bifurcación.

Esta es una idea que trabajamos, quizá con otraspalabras, hace veinte años, para describir el mo-mento excepcional, de fuerza militar y moral, deconsolidación conservadora del poder de Estadocuando se dio la Marcha por la Vida de los traba-jadores mineros en contra de las políticas de cierrede minas decretada por el gobierno de Paz Esten-ssoro (septiembre de 1986).

En esa ocasión, los mineros hicieron un últimoesfuerzo de reconstituir los pactos de abril de 1952,utilizando la movilización de masas. La respuestafue el cerco militar. No hubo enfrentamiento ni muer-tos. Era tal la superioridad militar del gobierno y lainermidad política y moral con la que los minerosreclamaron el pacto estatal de 1952 a un gobiernoy un Estado que había enterrado la idea de pactossociales, que no hubo necesidad de disparar unasola bala para consolidar su repliegue.

La derrota de los mineros en la Marcha por laVida, su retirada, sin más resistencia que el irse asus casas sin dar batalla, aceptando que se los «re-localizara» (despidiera de las minas), marcó unaépoca de abandono social. Luego, el país: las cla-ses medias, los trabajadores, los fabriles, los maes-tros, absolutamente todos, reprodujeron este mo-mento de bifurcación que es una especie de núcleofundante de la lógica y de la personalidad de la co-rrelación de fuerzas del Estado.

Con los mismos actores, pero con resultadosdiametralmente opuestos, tuvo lugar el punto de bi-furcación que dio paso al nacimiento del Estado de1952. Entonces, y tras siete años de crisis estatal,una victoria electoral escamoteada en 1951, la in-surrección del 9 de abril de 1952 fue el punto debifurcación del Estado nacionalista. El núcleo fun-dante del nuevo Estado fueron las milicias de obre-ros y campesinos armados, cuya estructura sindicaltriunfante marcó la presencia siempre belicosa dela plebe en un Estado ajeno pero pactante, hastaque vino el nuevo Estado neoliberal que puso fin acualquier pacto que no fuera el de elites políticascerradas y endogámicas.

En septiembre de 1986, en cambio, los minerosregresaron a sus casas con el cadáver del Estadode 1952, en tanto que el Estado neoliberal se con-solidó mediante un hecho de demostración de fuer-za militar y política que no pudo ser discutido sinohasta catorce años después, en abril de 2000.

Si uno revisa los momentos de la construcciónde cualquier nuevo Estado –el nacionalista, el re-publicano, la comuna, el soviético–, verá que siem-pre han tenido un punto de bifurcación de su es-tructura de poder.

Ahora, este punto de bifurcación tiene varias ca-racterísticas: la primera es un momento de fuerza,no de diálogo ni necesariamente un punto violento,pero sí es un momento donde se tienen que exhibiral desnudo las fuerzas de la sociedad en pugna, setienen que medir las capacidades y, en ello, definirla suerte irreversible de cada uno de los contrin-cantes.

En segundo lugar, el punto de bifurcación ocurrecuando las antiguas fuerzas asumen su condición dederrota o las nuevas fuerzas ascendentes asumen suimposibilidad de triunfo y se repliegan. Es un mo-mento en el cual una fuerza social o un bloque de

Page 105: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

107107107107107

fuerza asume el mando reconocido por los queaceptan obedecer, lo que da lugar a una nueva com-placencia moral entre gobernantes y gobernados.

En tercer lugar, es un momento en el que la polí-tica –parafraseamos a Foucault–21 es fundamental-mente la continuación de la guerra por otros me-dios y no a la inversa; es un momento cuando tienemás razón Sun Tzu22 que Rousseau23 o Habermas.24

Aunque también las construcciones de consensosociales son necesarias, pero a partir de legitima-ciones o deslegitimaciones de hechos de fuerza. Enotras palabras, el punto de bifurcación es un mo-mento en el cual la situación de todos se dirime enbase al despliegue de correlación de fuerzas sinmediación alguna: fuerzas materiales, simbólicas yeconómicas.

Sobre estas consideraciones, permítanme formu-lar una hipótesis de trabajo: Bolivia habría vivido sutercer punto de bifurcación de los últimos sesentaaños en los meses de agosto a octubre de 2008. Enesta periodización de la crisis de Estado, ella naceen 2000, el empate catastrófico se da en 2003 a2005, el cambio del bloque de poder en 2005 y elpunto de bifurcación en septiembre y octubre de2008, que habría consolidado la nueva estructurade correlación de fuerzas estatales, que quedó ade-más visibilizada en los resultados de las eleccionesgenerales de diciembre de 2009.

Si esta hipótesis fuera cierta, tendríamos un puntode bifurcación curioso, teóricamente singular e his-

tóricamente complicado, que ha resultado de unamezcla de hechos electorales, de hechos de fuerzay de hechos de consenso.

Inicialmente, el punto de bifurcación arrancó conun hecho democrático electoral: el ReferéndumRevocatorio de Presidente y Vicepresidente deagosto de 2008. Sus resultados modificaron la co-rrelación territorial de fuerzas del campo político,dos prefectos opositores fueron revocados,25 elpresidente de la República se consolidó con másde dos tercios de los votos de los bolivianos (el 67 %de la votación) y lo que resultó decisivo: la «medialuna» como proyecto alterno de poder nacional-general desapareció del mapa electoral, porque elgobierno logró victorias en decenas de provincias ybarrios populares de Santa Cruz, Tarija, Beni yPando, en tanto que prefectos que buscaban irra-diar el proyecto conservador («media luna») a otrosdepartamentos andinos, fueron revocados (en LaPaz y Cochabamba).

Estos resultados modificaron drásticamente la co-rrelación de fuerzas territoriales, al detener la expan-sión política de los ímpetus conservadores que per-dieron proyección nacional y quedaron como fuerzasestrictamente locales en su proyección política y ensu capacidad de movilización. Además, aceleró elproceso de disputa decisiva del poder iniciado enmayo de 2008, cuando el bloque conservador pasóde la estrategia de suspensión constituyente o blo-queo de la conclusión de la Asamblea Constituyenteinstalada en 2006, a la estrategia de una suerte dedualidad de poder regionalizada mediante la con-vocatoria a las consultas departamentales sobre los

21 Michael Foucault: Genealogía del racismo, Madrid, LaPiqueta, 1992.

22 Sun Tzu: El arte de la guerra, Buenos Aires, Troquel,1999.

23 Jean Jacques Rousseau: El contrato social o Princi-pios de Derecho Político, Madrid, Tecnos, 2007.

24 Jürgen Habermas: Teoría de la acción comunicativa,2 vols., Madrid, Taurus, 1987.

25 Manfred Reyes Villa de la Nueva Fuerza Republicana(NFR) en el departamento de Cochabamba, y José LuisParedes de Poder Democrático y Social (Podemos) enel departamento de La Paz.

Page 106: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

108108108108108

estatutos autonómicos. Con las consultas implemen-tadas de facto en cuatro departamentos, en abiertodesconocimiento de la ley y el Congreso, se habíaoptado por una escisión vertical antagonizada de laestructura del Estado.

Los resultados del referéndum de agosto, que ele-varon el respaldo a la gestión de gobierno del 54 %,a más de dos tercios, precipitaron las decisiones dela oposición. Esto no tomó de sorpresa al gobier-no, que ya desde mayo se fue preparando para eldesenlace, mediante una estrategia de despliegueterritorial envolvente de carácter social militar so-bre las regiones contestatarias. Por qué los secto-res conservadores eligieron el momento después delReferéndum Revocatorio para lanzarse al asalto, esalgo que habrá que indagar. Las reglas de la guerra–y en momentos de transición estatal la política esla prolongación de la guerra por otros medios– en-señan que cuando un opositor es fuerte, no se lodebe atacar directamente, y cuando un ejército esdébil, nunca debe promover ni aceptar entablar conuno más fuerte.26

El bloque conservador hizo exactamente lo con-trario a este «abc» de la lucha por el poder. Se lan-zó a la confrontación en el momento de mayor for-taleza político-electoral del gobierno, que salíatriunfante del referéndum, momento también de ma-yor incertidumbre de la extensión de la base deapoyo de los sectores conservadores. Ahí comen-zó su derrota.

Tras los resultados del referéndum de agosto, elbloque cívico-prefectural conservador inició unaescalada golpista: atacaron las instituciones, frentea lo cual el gobierno asumió una táctica de replie-gue defensivo y envolvente: tomaron instituciones yel gobierno defendió con la fuerza pública hasta

donde el uso limitado de fuerza permitió y esperó;atacaron a la Policía, el gobierno esperó; destruye-ron y saquearon las instituciones públicas en cuatrodepartamentos; el gobierno esperaba; desarmarona soldados, tomaron aeropuertos, destruyeron duc-tos, y el gobierno mantuvo la actitud de defensa yrepliegue gradual. El bloque conservador usó la vio-lencia contra el Estado, dando el justificativo moralde una respuesta contundente de este contra ellos,la cual se comenzó a desplegar en una escala gi-gantesca; además, a medida que incendiaban y sa-queaban instituciones públicas, se deslegitimabanante su propia base social movilizable, quedando,en horas, aislados de ella.

Una prefectura opositora, en un intento de reali-zar un escarmiento paralizador a los sectores po-pulares movilizados, desató una persecución ymuerte a dirigentes campesinos, lo que colmó latolerancia de la totalidad de la sociedad boliviana ypuso en manos del Estado la obligatoriedad de unaintervención rápida y contundente en defensa de lademocracia y la sociedad.

El gobierno comenzó a retomar el control terri-torial a partir del «eslabón más débil» de la cadenagolpista: Pando. Se trató del primer estado de sitioen la historia del Estado boliviano, que lo decretó endefensa y protección de la sociedad, y encontró elapoyo pleno de la población. Esto, sumado al re-chazo internacional a las acciones de los golpistas,detuvo en seco la iniciativa cívico-prefectural, lo quedio lugar a su repliegue desordenado. Fue el mo-mento de una contraofensiva popular, cuya primeralínea de acción resultaron ser las organizacionessociales y populares del propio departamento deSanta Cruz. No solo campesinos y colonizadoresse movilizaron, sino pobladores de los barrios po-pulares de Santa Cruz y, especialmente, jóvenesurbanos, quienes, de manera inédita, defendieron26 Sun Tzu: Ob. cit. (en n. 22).

Page 107: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

109109109109109

sus distritos y quebraron el dominio clientelar em-presarial antes predominante en la región.

En medio de todo ello, la expulsión del embaja-dor norteamericano en Bolivia, quien había sido fil-mado durante esos días en reuniones no protocola-res con varios de los prefectos involucrados en losactos de violencia, será una nueva señal de la vo-luntad política con la que el gobierno asumía la de-fensa de su estabilidad frente a las fuerzas conspi-radoras. La contundencia y la firmeza de la respuestapolítico-militar del gobierno contra el golpe, suma-da a la estrategia de movilización social en SantaCruz y hacia Santa Cruz, además del rechazo uná-nime de la comunidad internacional encabezada porUnasur a los actos de violencia del bloque cívico-prefectural, crearon una articulación social-estatalpocas veces vista en la historia política de Bolivia.Esas fueron la dimensión y la extensión general delas «divisiones movilizadas» en contra del golpe y lafuerza de choque que el proyecto indígena-populardesplegaba para el momento definitorio.

El bloque conservador evaluó sus fuerzas de cho-que aisladas y, en desbandada, comprobó la vo-luntad política del mando indígena-popular que esta-ba dispuesto a todo para defender al gobiernodemocráticamente electo; entonces, optó por capi-tular y rendirse. De este modo, se cerró en Bolivia elciclo de la crisis estatal, de la polarización política,y se impuso, en una medición bélica de fuerzas so-ciales, la estructura duradera del nuevo Estado.

Lo que vino después fue una nueva gran movili-zación social con el fin de solicitar al Parlamento laaprobación de una ley de convocatoria para apro-bar la Nueva Constitución y la validación políticaparlamentaria de ese triunfo popular. Sobre la mar-cha de victorias electorales y militares, el gobiernoindígena-popular llevó a la consagración institucio-nal la correlación de fuerzas lograda en el momento

del punto de bifurcación. Y eso lo hizo mediante laaprobación congresal de la nueva Constitución Po-lítica del Estado.

El Congreso se transformó, por unos días y antela observancia de los organismos internacionales in-vitados (ONU, OEA, Unasur, UE, etcétera), en unaespecie de Congreso Constituyente que articuló eltrabajo de la Asamblea Constituyente (cerrada nue-ve meses atrás) a los acuerdos gubernamentales conel bloque minoritario de prefectos conservadores enlas semanas previas y la deliberación popular de lamarcha emprendida por las organizaciones obreras,indígenas, campesinas y populares que, a la cabezadel presidente Evo Morales, llegó a la ciudad de LaPaz desde Caracollo.

Bajo las nuevas circunstancias, fue evidente queel eje articulador indígena-popular del Estado seconsolidaba por su propio peso en el orden estatalconstitucional. Pero, a la vez, el resto de los secto-res sociales eran articulados a partir de su propiodebate en la Asamblea Constituyente (clases me-dias, sectores empresariales medianos y pequeños,etcétera). Incluso el bloque conservador rentista dela tierra, expresado políticamente por prefectos ycívicos, fue tomado en cuenta, pero, claro, comosujeto social dirigido por el nuevo núcleo estatal in-dígena-popular y en menor intensidad que lo quepodía haber logrado si asumía la convocatoria pac-tista de 2006-2007.

No se puede olvidar que este trabajo políticotambién sirvió para arrebatar al bloque conserva-dor la bandera autonómica, detrás de la cual habíalegitimado la defensa del latifundio y el rentismoempresarial. De esta manera, el bloque de podernacional-popular no solo se consolidaba material-mente en la estructura estatal, sino que asumía elmando de los tres ejes discursivos del nuevo ordenestatal que guiarán todos los debates políticos en

Page 108: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

110110110110110

las siguientes décadas: plurinacionalidad (igualdadde nacionalidades), autonomía (desconcentraciónterritorial del poder) y conducción estatal de la eco-nomía plural.

De este modo, el punto de bifurcación tuvo tresetapas articuladas: en agosto, se consolidó la victo-ria electoral; en septiembre, la victoria militar; y enoctubre (con la aprobación congresal del Referén-dum Constitucional), la victoria política. Y con eso,ciertamente, se cierra el ciclo constituyente, y a partirde ese momento, se inicia la estructura de ordenunipolar del nuevo orden estatal. Ahora, con losresultados de las elecciones de diciembre de 2009comienza otra fase de la construcción del Estado através de la aplicación de la Nueva ConstituciónPolítica del Estado, las nuevas leyes correspondien-tes y la transformación institucional.

Algunos dirán que la sociedad boliviana todavíaatraviesa momentos de tensión, y es cierto. El pasopor el punto de bifurcación o consolidación auto-producente del orden estatal, no anula los conflictos;los seguirá habiendo, pero de baja intensidad. Loque ya no habrá son conflictos estructurales,proyectos de país y de poder social-general con-frontados, eso es lo que terminó. Habrá conflictosy disputas en, por ejemplo, quiénes podrán llevaradelante de mejor manera la autonomía o el papel

del Estado en la economía o la igualdad en el mar-co de un Estado de derecho. La pelea ya no serápor proyectos de sociedad, sino por formas deadministrar, conducir y viabilizar cada uno de esostres ejes del campo político nacional para las si-guientes décadas.

Por lo que se estaría cerrando el ciclo de crisisestatal de ocho años, y estaríamos ante la emer-gencia de un proceso de estabilización social y deconstrucción, relativamente estable, de las nuevasestructuras estatales. Si se acabaran los conflictos,la democracia sería sinónimo de una sociedad con-gelada. La democracia es principios, pero tambiény, sobre todo, disensos y desacuerdos entre ciuda-danos en creciente proceso de igualación política,distintas miradas acerca de, por ejemplo, qué hacercon el dinero del Estado, qué hacer con la autono-mía; distintas maneras de entender la igualdad.

La democracia es, fundamentalmente, el recono-cimiento práctico, material y objetivo del disensocomo hecho estatal. Quizá de aquí a unos años surjaotro proyecto de Estado alternativo, lo que dará lu-gar a otra crisis de Estado. En tanto, a lo que vamosa asistir es a interpretaciones y formas de gestionarestos tres ejes del campo político dentro del ordenestatal construido en el momento foucaultiano, o puntode bifurcación, de agosto-octubre del año 2008. c

Page 109: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

111111111111111

Al pensar en la independencia de México, me pregunto de cuálestoy hablando. Cuando me aclaran que es de la de Hidalgo,siento que me sacan de la que hoy se prepara para la inde-

pendencia de México. Lo primero que viene a mi conciencia es lalarga lucha que precedió al momento en que el cura Hidalgo echó avuelo las campanas de su parroquia para convocar al pueblo. Tam-bién pienso en la lucha de las ideas, en la de los trabajadores, en lade un bloque que quiso ser encabezado por las oligarquías criollasy que las fuerzas populares de entonces hicieron fracasar así fuerapor momentos; en la crisis del reformismo del rey ilustrado y susvoceros, más tarde transformados en feroces inquisidores y siervosdel imperio; en el arranque de un pensar revolucionario que se legi-timaría exigiendo cumplir con la Constitución de Cádiz; en la vio-lencia, la traición y el crimen que las oligarquías emplearían contralos insurrectos, y en la azarosa lucha que estos libraron contra elpoder represivo que el enemigo combinaba con mediaciones hu-manitarias y caritativas, con fingidas empatías, con asimilaciones ycooptaciones, y con una propaganda religiosa y palaciega fanática-mente empeñada en quitar el sentido de la vida y de la lucha acualquier mente rebelde. En fin, tras esas razones sobre la primeraindependencia, me vino a la memoria la construcción por los rebeldes

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA

La independencia de México

¡Oh! revoluciones, yo,El más pequeño de los marinos,Ignoro lo que Dios elaboraBajo el tumulto de vuestras olas.

VÍCTOR HUGO

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 1

11-1

20

Page 110: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

112112112112112

de las mediaciones a su servicio y de las organiza-ciones de producción y defensa del pueblo en lasque el cura Morelos se destacó. Tras todo esevago recordar, me pregunté qué debemos traer ala memoria, a la conciencia y al análisis combativoquienes hoy estamos en una lucha parecida y dis-tinta.

Con la inevitable arbitrariedad que todo ordensupone en la presentación de los hechos, creo queantes de plantear la lucha de clases es convenienteplantear la lucha contra la conquista y también con-tra la colonización. De estas y de «la guerra de lasideas» anticoloniales y emancipadoras surgió la lu-cha de independencia, y entre ellas y con ellas, otrasbatallas no menos importantes por la libertad. Lalucha de clases no solo fue precedida sino acom-pañada por la lucha anticolonial, y una y otra secombinaron con luchas emancipadoras importantí-simas, que también preceden y acompañan a lasque más tarde se darían por el socialismo.

Así ocurrió en México y en otros países del «ca-pitalismo colonial». Si en ellos siempre existió la lu-cha de clases, esta nunca pudo dejar de traer a unprimer plano la de la Independencia. En Haití, pri-mero se dio la lucha de los esclavos por su libertaddentro de la colonia francesa y después la luchapor la independencia del imperio francés. Lucha porla independencia y lucha de clases siempre tuvieronque librarse con más o menos fuerza en los paísescoloniales. Y eso ocurrió aunque no se tuvieraconciencia plena de lo que la lucha por la indepen-dencia entraña y de que la lucha de clases se libracuando hay explotación de unos hombres por otros,aunque no distingan siempre los explotados a losexplotadores sino como trabajadores pobres devariadas miserias frente a señores, patrones, pro-pietarios y jefes de las empresas, los ejércitos, losgobiernos y los círculos togados y religiosos que

forman parte del Estado temible, paternal y repre-sivo.

En el México del siglo XVIII y principios del XIX,la clase obrera tenía más divisiones que el capitalis-mo inglés en los inicios de la industrialización. Laclase obrera siempre y en todas partes ha tenidodivisiones. Pero en el capitalismo colonial tiene más,o las que tiene están más acentuadas, son más suti-les o más bárbaras. A los problemas de la lucha porla independencia se añaden los que plantea la luchacontra la discriminación. La mayoría de los traba-jadores pertenece a la «raza» conquistada, sujeta atodo tipo de trabajo obligatorio ya sea por institu-ciones como la encomienda o la mita, por endeu-damiento muchas veces vitalicio, o por herencia «tri-butaria», que de los padres esclavizados pasan asus hijos. Con la raza conquistada se encuentrannumerosos esclavos negros traídos de África, odescendientes de africanos; también la integranmestizos y castas que el conquistador se regocijaen clasificar bajo infinitas categorías jerárquicas quevan de mal a peor. Los trabajadores se hallanen gran medida aislados en sus fuentes de trabajo,en las ricas minas de oro y plata, en los ingeniosy en los obrajes. No pueden siempre comunicarseunos con otros porque conviven en babeles coloniza-dos con personas que hablan lenguas y dialectosincomprensibles, o porque, enajenados, unos sien-ten que tienen más o menos sangre negra, india oespañola, y en medio de su miseria se desprecianentre sí. Los artesanos, con sus maestros y apren-dices, viven su sometimiento y explotación gremialen pueblos y ciudades. Aunque en los talleres y cen-tros de trabajo surgen rebeliones acalladas e inci-pientes, estas solo alcanzan a manifestarse a mane-ra de motines, cuando por las alzas de los precios olas arbitrariedades de los gobernantes los peonesse rebelan junto con los «pelados» urbanos y con

Page 111: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

113113113113113

los «indios alebrestados». Entonces sí hacen de lassuyas, y hasta les meten miedo y furia a sus patro-nes, que ven en ellos a la fiera desatada, y comofiera la tratan. Raras veces alcanzan triunfos pasa-jeros, pero entre represiones incontables, avizoranesa especie de fuerza con que cuentan entre losdescontentos mestizos y criollos en cuyo ánimo hayanhelos conspirativos.

Cuando los trabajadores luchan solos en sus pro-pios centros de trabajo, sus rebeliones terminan conla represión más brutal que los diezma y abate; o enel exilio de quienes logran huir a las «regiones de re-fugio» de sierras y montañas, o a los quilombos quese encuentran en remotos espacios costeros. Losmovimientos populares de los habitantes de las ciu-dades tienen una mayor capacidad de aglutinar fuer-zas. En ellos confluyen trabajadores, indios y castas,y en ellos hasta participan blancos y mestizos a pesardel alto costo que pagan en la incipiente política deprotestas y presiones. El hecho es que desde el si-glo XVII algunos alborotos urbanos logran sus objeti-vos con la caída de alcaldes y virreyes.

Tal vez valga la pena recordar aquí el hecho deque la Nueva España era la colonia más rica delImperio, y que por sí sola contribuía con las dosterceras partes de lo que enviaban a la metrópolitodas las colonias de la América hispánica. Quizáese desarrollo explique la mayor participación delas poblaciones urbanas en las rebeliones anterio-res a la guerra de independencia, así como la luchamás agresiva y persistente que daban en el campo,los pequeños y medianos propietarios, los «ranche-ros». Unas y otros luchaban contra las oligarquíascoloniales y contra los grandes hacendados inva-sores. Las luchas urbanas llegaban a mostrar inte-reses afines entre los propios «ejidatarios» y «co-muneros», las poblaciones indígenas y mestizas, losrancheros y las plebes citadinas rebeldes.

Los acercamientos de raza y clase destacaban ala hora de las rebeliones. Alzados y levantados jun-taban fuerzas contra el opresor y a ellos se sumabanlos descontentos y los de ánimo insurgente. Hidal-go y Morelos, líderes de la primera independencia,percibieron claramente esa junta de fuerzas y laposibilidad de construir un mundo justo y libre conel que estaban intelectual y moralmente compro-metidos. El pensamiento rebelde, patriota y agraristasería su bandera y la de los pueblos, los trabajado-res y los indios de las revoluciones mexicanas.

Entre los criollos ricos también había quienesañoraban la independencia. El menosprecio en quelos tenían los peninsulares hería su soberbia de lati-fundistas y grandes propietarios criollos. Como aris-tocracia y como burguesía colonial contaban entresus deudos y allegados a miembros del alto clero,máximo inquisidor de las creencias, máximo lati-fundista y máximo acreedor de los dineros. Conellos compartían el odio histórico hacia «los penin-sulares» que los privaban de ingresos, puestos ycanonjías, y que menospreciaban su grandeza. En-tre los criollos ricos surgió otro proyecto de inde-pendencia hecho a las lealtades y deslealtades alrey y a la religión; preparado a las dobleces de unaconducta autoritaria y rapaz. De triunfar la inde-pendencia, pretendían quedarse como legítimosherederos del poder autoritario y de las inmensasriquezas que Su Majestad el Rey tenía en la NuevaEspaña. Ausente el rey, debían pasar a su propie-dad y dominio. Partidarios de la monarquía o dela independencia, estaban dispuestos a oponersea la República y al derecho de propiedad republi-cano, un derecho que ellos de antemano descono-cían y que sus herederos desconocen. No robabanlo que por derecho divino era suyo.

Era así muy clara la oposición de intereses entre loscriollos y ricos de la Nueva España, y los partidarios

Page 112: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

114114114114114

de la independencia, quienes viniendo de donde vinie-ran, se identificaban con las demandas de los pueblosindios y de los pobres urbanos. Pero para muchos noera tan clara, y no por eso les llegaba a parecer pocoimportante, tanto a la hora de la unión de fuerzas, comoa la hora de los triunfos independentistas en que lasfuerzas ayer unidas se separaban, se traicionaban, seasesinaban entre malentendidos de que fueron vícti-mas muchos héroes de la independencia, que en lospactos trigarantes no pudieron parar el puñal cuandoeste ya les llegaba a la garganta.

En el caso de México, las diferencias y las contra-dicciones de las dos grandes fuerzas que se movíanen la Independencia fueron en cambio muy tomadasen cuenta –entre grandezas y debilidades– por suslíderes principales: Hidalgo y Morelos. Su ignoranciade todas las implicaciones que acarreaba tomar cla-ro partido por los más pobres entre los pobres y conellos, les impediría preservar su propia vida. Peroconscientes de los riesgos que corría la independen-cia si transaban, buscarían la unidad del pueblo conel pueblo pobre, y organizarían la guerra del pueblocon el pueblo. En eso claramente se distinguirían deotros líderes de la independencia hispanoamericana,en que hasta los más consecuentes venían de las oli-garquías insurgentes, y como ellas ejercerían su lide-razgo y organizarían la guerra. En México, cuando elnoble capitán de la reina, Ignacio Allende, a iniciosde la guerra insurgente, pretendió dirigirla, Hidalgo ledijo que la suya era otra guerra, la guerra del pueblo.Allende, con una inmensa lealtad, se disciplinó porconvicción propia y solo aceptó el paso de mandocuando ya todos iban camino de la derrota.

Dos gritos unieron la inmensa maraña de clases yde razas: el de «Mueran los gachupines y vivan losmexicanos» y el de «Muera el mal gobierno y viva laVirgen de Guadalupe». Esos gritos, en medio de suinmensa polisemia, encerraban una lucha de clases

colonial articulada a otra de razas. Destacaba unobjetivo generalizado en lo inmediato: la lucha por laIndependencia. Al optar por esta, los proyectosmonárquicos de Reforma ya habían sido propuestosen vano y mostrado ser una ilusión «ilustrada». Enlos hechos, proyectos de reforma –como los del con-de de Aranda y el obispo Abad y Queypo– que nohabían planteado la independencia, porque sus au-tores eran leales al imperio de España, solo habíansido objeto del máximo rechazo de criollos ricos ypeninsulares.

En cuanto a los proyectos de revolución de in-dependencia, se hicieron con dos combinacionesque los fortalecían: la lucha agraria y el pendón dela Virgen de Guadalupe. La convocatoria originalde Hidalgo fue «Independencia y tierras», pero elicono que la simbolizó –y que él mismo enarboló aliniciar la marcha– fue un retrato de la Virgen More-na que se le había aparecido a un indio cerca delcerro del Tepeyac, y que correspondía a las creen-cias religiosas simbióticas, originalmente destinadasa asimilar a la raza oprimida y que los insurgentes ycreyentes voltearon contra los opresores.

Estratégicamente se luchaba por la tierra y la in-dependencia, con los pobres y los ejércitos emer-gentes de los pobres, actores de la lucha por la li-bertad. Como táctica, se enarbolaban las creenciascompartidas por las vanguardias rebeldes y lasmultitudes pobres, indias, mestizas o criollas.

En cuanto a las razones de la independencia queaparecían en la conciencia y el discurso de los guíasrebeldes, no solo surgieron de la lucha multiformecontra la conquista y la colonización de tres siglos ydos décadas que los indios y los pueblos libraron,sino de las ideas contestatarias e insurgentes que flo-recieron desde el siglo XVI y alcanzaron un augeespecial en el siglo XVIII.

Page 113: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

115115115115115

En medio del colonialismo mental y cultural envigor, a menudo desesperante, surgió en estas tie-rras un radicalismo, propio de los pisos más bajosdel mundo colonial. Era un radicalismo más pro-fundo que el de las metrópolis en sus expresionesmorales y emocionales, políticas y sociales, teoló-gicas y filosóficas. Radicalismo y rebeldía frente ala colonización se manifestaron en un sermón in-cendiario que desde el púlpito de una iglesia de laisla de Santo Domingo predicó el cura Antón Mon-tesino, quien proclamó que los españoles no teníanderecho a la conquista. Continuaron con una im-portante batalla en la que los teólogos sostuvieronque los indios sí tenían alma y estaban lejos de ser«meros animales», como pretendían algunos con-quistadores y clérigos. Esa batalla por el alma delos indios fue importantísima, pues los herederosde Aristóteles querían que los conquistadores ycolonizadores españoles legitimaran los consejos queel filósofo griego dio en una carta a su discípuloAlejandro Magno cuando iba a partir a la conquis-ta de Asia, en la que le decía: «A los griegos, trá-talos como ciudadanos, y a los bárbaros comoanimales o como plantas». Defender el carácter hu-mano de los indios puede hoy parecer lo mínimo enun pensador respetable. En aquellos tiempos ha-cerlo era muy importante, aunque en los hechos noimpidiera la horrible destrucción de las Indias, quefray Bartolomé de las Casas denunció, y de que tan-to se sirvieron los pensadores ilustrados de Europa yAmérica, enemigos de tiranías reales y precursoresde la revolución.

A la defensa de los conquistados, en el siglo XVII

se añadió su elogio. Un obispo jansenista, llamadodon Juan de Palafox y Mendoza, escribió un bellolibro sobre Las virtudes del Indio, y numerososjesuitas –entre los que destacó Francisco XavierClavijero– rescataron el valor de sus civilizaciones.

A esos textos se añadieron muchos más sobre labelleza de los paisajes y sobre la grandeza de Méxi-co como el que tiempo atrás había escrito Bernar-do de Balbuena. También fueron rescatados desdeel siglo XVI muchos textos nahoas y mayas, y des-de el siglo XVII las figuras y formas aztecas con queSigüenza y Góngora embelleciera un arco de triun-fo que habitualmente se adornaba al estilo romano.Y como aguda culminación de una extensa literatu-ra destinada a rescatar, conservar, exaltar la culturade los naturales y sus herederos, y al lado de soni-dos y ritmos que sor Juana Inés emuló en su poesía,esa monja genial y valerosa no solo denunció ensus versos la explotación de unos países por otros,sino la explotación de unos hombres por otros, le-gado inmenso que continuaría nada menos que elcura Hidalgo, Padre de la Patria.

Las ideas ilustradas del siglo XVIII trajeron nue-vos aires a los rebeldes enemigos de la tiranía, queen este lugar del mundo se amparaban con símbo-los religiosos y con argumentaciones ortodoxas. Lasluchas se dieron a todos los niveles de abstracción.Con el «eclecticismo» los catedráticos destruye-ron el poder del texto único y de la única escuelade la verdad. Con la «modernidad cristiana» dieronla bienvenida a las ideas nuevas, que defendieronen el propio lenguaje del que se habían apropiadolos inquisidores. Al mismo tiempo, la circulación delibros prohibidos y su lectura arrojaron nuevas lu-ces con autores universales que llegaron a ser muyinfluyentes en México, como Rousseau, y otros pre-cursores ideológicos de la Revolución Francesa, yaquí de la Independencia mexicana.

Menos visible que el europeo, el pensamientoradical de la Independencia de México requieredescubrir lo ocultado u olvidado. La cala en la pro-fundidad del pensamiento independentista requiereir mas allá de la memoria acostumbrada y de los

Page 114: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

116116116116116

estereotipos que sobre los héroes se cultivan de unageneración a otra. Para eso nada resulta mejor quedetenerse en algunos textos olvidados y ocultadosde Hidalgo y de Morelos. En ellos se advierten lasbases de una verdadera Independencia que en mu-cho sigue al orden del día, tras haber sido notable-mente enriquecida por el liberalismo radical de Be-nito Juárez y los suyos; por el anarquismo de losFlores Magón y el agrarismo de Emiliano Zapata;por los constitucionalistas de 1917; por el naciona-lismo revolucionario de Lázaro Cárdenas, que cul-minó en la expropiación del petróleo en 1938; porlos movimientos de los mineros y ferrocarrileros delos cincuenta y los sesenta; por el movimiento estu-diantil-popular de 1968; por la resistencia obrerafrente al sindicalismo oficial o «charro»; por las gue-rrillas rebeldes y revolucionarias de los sesenta ylos setenta; por los pueblos indios zapatistas y otrosgrandes actores que desde los bajos más recóndi-tos del país se mueven y moverán más y más en unahistoria apenas emergente.

En su «Primera Proclama Formal», Miguel Hi-dalgo dio la más radical definición de la indepen-dencia política de México. Los líderes de las revo-luciones americanas y de la francesa jamásdefinieron la libertad de una manera tan profunda.En Hidalgo, y también en Morelos, la independenciano solo aparece ligada a la lucha contra la opresiónsino también contra la explotación. «La libertadpolítica de que os hablamos» –afirmó Hidalgo– «esaquella que consiste en que cada individuo sea elúnico dueño del trabajo de sus manos [...]; la mis-ma que hace que sus bienes estén seguros de lasrapaces manos de los déspotas». Y en esa «Prime-ra Proclama» añadió Hidalgo: «la lucha por la liber-tad os obliga a retener la sangre que encierra y vivi-fica el vasto cuerpo del continente americano y quedesde hace tres siglos están sacando los opreso-

res» Con otras palabras se refirió a «las enormesmasas de plata y oro [...] que a costa de mil afanes[...] y con peligro de vuestra vida preciosa estánsacando vuestros opresores». Se dirigió así a lostrabajadores y sus explotadores de aquí, y no soloa los de ultramar. Su llamado fue muy superior algrito que confundía como enemigos a todos los es-pañoles y que tenía por amigos a todos los mexi-canos. En la propia lucha anticolonial planteaba lalucha de quienes no eran dueños del trabajo de susmanos contra los que se adueñaban de este. De-nunciaba cómo no solo déspotas y opresores arre-bataban el fruto de los trabajadores manuales, sinocómo impedían a los pueblos y a la juventud el de-sarrollo de los cultivos y las industrias, así como dela educación. A este respecto Hidalgo, antiguo rec-tor de la Universidad Nicolaita, escribió un hermo-so párrafo para la juventud: «La educación, las vir-tudes morales de que sois susceptibles, el cultivode vuestros despejados talentos para ser útiles avosotros mismos y a vuestros semejantes aún sehallan en el caos de la posibilidad», les dijo como sisupiera que hoy mismo esos son los valores por losque luchamos, y esos los conceptos o las metáfo-ras de las más avanzadas «ciencias de la compleji-dad». (Ver Documentos para la historia del Méxi-co independiente. Insurgencia y RepúblicaFederal. 1808-1824, estudio histórico y selecciónErnesto Lemoine, México, Banco Internacional,1986). En cuanto a la esclavitud, el problema agra-rio y los derechos de los pueblos indios, la posiciónde Hidalgo fue terminante. Uno de sus primerosdecretos decía: «Por órdenes del señor se acaba laesclavitud [...] so la pena de muerte a quien no cum-pla la orden en diez días». El decreto añadía: «suvoluntad es [...] que se devuelvan las tierras a losnaturales para su cultivo y que gocen de ella única-mente los naturales en los respectivos pueblos».

Page 115: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

117117117117117

Aunque las «órdenes del señor» se dan «en nom-bre de la nación americana que tomó las armas» nodejan de revelar un problema que no debemos ocul-tarnos: el autoritarismo de la época que se expresóen los propios movimientos rebeldes, indios y ple-beyos, y que para nosotros es imposible aceptar,sin que al reconocerlo y rechazarlo desconozca-mos la actualidad de las palabras de Hidalgo sobrela lucha por la liberación de los esclavos en todo elmundo, y por los derechos que los pueblos indiostenían para cultivar como propias las tierras de suspropios pueblos, demanda que formulan hasta hoylos movimientos indígenas y ecologistas en proyectoscapaces de resolver no solo los problemas de lospueblos indios, sino los de una alternativa de desa-rrollo autosostenible a aplicarse más allá de los te-rritorios de las etnias sometidas y colonizadas.

La grandeza del líder de la Independencia deMéxico ha querido ser opacada por la de su suce-sor, cuando en realidad se trata de dos grandes lí-deres rebeldes cuyas limitaciones y contradiccio-nes son objeto hasta hoy de las luchas que con másexperiencias y bajo nuevos estilos de pensar y ac-tuar realizan los nuevos movimientos emancipado-res. Pero volvamos al modo en que entonces seplanteaba la Independencia. José María Morelos yPavón sucedió a Hidalgo tras el fusilamiento de estepor las autoridades coloniales. Estuvo al frente delmovimiento independentista de 1811 a 1815, cuan-do también cayó prisionero de los realistas. Estoslo excomulgaron, lo condenaron a ser fusilado comoenemigo de Dios y del Rey y, como a Hidalgo, lecortaron la cabeza, que con la de aquel y otros lí-deres permaneció exhibida en los altos de un edifi-cio público durante casi seis años.

Las limitaciones y contradicciones de Morelos ala Independencia, como sus contribuciones, sonimpresionantes, y solo se las entiende si se piensa

que no son exclusivamente personales, y que se fue-ron manifestando más y más conforme al choquefrontal contra el colonialismo español al que suce-dió la difícil construcción de una alternativa al régi-men derrocado.

Pobre de origen, Morelos logró estudiar en uncolegio de su ciudad natal y recibirse como bachi-ller en la Real y Pontificia Universidad de México.Habiendo escogido la carrera eclesiástica se orde-nó como sacerdote y durante cuatro años fue curade pueblo y también se dedicó a actividades co-merciales. Al enterarse del levantamiento de Hidal-go, se identificó con sus objetivos y se sumó a susfuerzas, pero decidido a «evitar el peligro de quelos franceses ateos dominaran la Nueva España».Como jefe de la rebelión en Tierra Caliente bajo elmando de Hidalgo, y después como jefe de todoel movimiento independentista, mostró una inmen-sa capacidad para organizar al pueblo y dirigir lasguerras del pueblo organizado, hasta extender suzona de influencia en una amplia región del país. Asu evidente compromiso con el pueblo, que en par-te expresó con la organización de este para luchary producir, puso un freno al excluirlo en la constitu-ción del gobierno. Sus contradicciones, o las de sutiempo, fueron mayores. Al mismo tiempo que en1814, al proclamar la Constitución de Apatzingánse declaró «Siervo de la Nación» y aceptó que elCongreso estuviera por encima del Ejecutivo, y queel Ejecutivo no quedara a cargo de una sola perso-na sino que se integrara por un triunvirato, esa ricaconcepción de la democracia se esfumó al no con-vocar a los pueblos indios a que nombraran sus re-presentantes en el Congreso.1 A la tal vez imposible

1 No incluyeron tampoco entre los congresistas a los re-presentantes de los pueblos que no hablaban el «casti-lla» ni a los que lo hablaban, ya fueran indios, mestizoso criollos.

Page 116: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

118118118118118

superación de esa ausencia en las condiciones his-tóricas de su tiempo, se añadió otro gran problema:poner un hasta aquí a la presencia del pueblo y, almismo tiempo –ya con fuerzas menores–, preten-der inútilmente gobernar sin ellas y sin las oligar-quías y burguesías coloniales emergentes y borro-sas. Morelos se malquistó con unas y no ganó ni elsosiego ni la clemencia de las otras. Al dejar de oírel caluroso mensaje del tiempo anterior de las ba-tallas, los indios poco a poco se fueron alejandodel movimiento, con lo que Morelos se debilitó y elvirrey Calleja, antiguo general contrainsurgente,pudo derrotarlo.

Ver la historia emancipadora con sus contradic-ciones es tan difícil como necesario. En Morelos,las contradicciones se dan en los propios cambiosque el líder vive y expresa. No se trata de un hechoinsólito, ni es cosa de juzgarlas solo bajo una pers-pectiva moral, o de enardecerse y deprimirse califi-cándolas de ligereza. Es necesario acercarse a ellascomo un movimiento en proceso cuya debilidadmoral y política implica la derrota de los revolucio-narios y sus líderes. Y esa lectura será también in-completa si por encima de las contradicciones ylas derrotas del movimiento pasado no se advier-ten las experiencias acumuladas que hacen de to-das las revoluciones una sola revolución, en que losmovimientos actuales se fortalecen con su gran-deza y se enfrentan, entre variantes, a sus pro-pias debilidades, limitaciones y errores.

En la «Proclama revolucionaria» expedida enCuautla, Morelos denunciaba «la torpe tiranía» quelos grandes señores de la colonia hacían pesar so-bre los paisanos, los trabajadores y los indios. «Ti-ranos de vuestro trabajo» –decía– «se llevan el oropara Francia», doble delito que implicaba la doblerelación, más tarde descubierta, entre capitalismo ycolonialismo. Morelos no solo denunció «el tributo

colonial impuesto desde Cortés hasta la proclama-ción de la Independencia», sino los abusos de loseuropeos; denunció la ignorancia y el analfabetis-mo; denunció el dominio lingüístico: de los que «pre-tendían que los hijos nuestros no conozcan jamás elcastilla»; denunció los «trastornos morales» de loscolonizadores, su violencia, sus raptos y reproba-bles costumbres de desacreditar a quienes se lesoponen tachándolos de herejes, asesinos, corrup-tos, libidinosos; denunció a cuantos «han ejercidola tiranía del trabajo con los indios antes y des-pués de su indebida conquista». Y terminó la pro-clama de Cuautla invocando a la Virgen de Guada-lupe, «soberana protectora nuestra», así como «elderecho común y de gentiles» y convocando a «se-guir la lucha por la causa justa». (Morelos: «Pro-clama revolucionaria expedida por Morelos enCuautla», 18 de febrero de 1812).

El problema de más fondo de las contradiccio-nes del héroe aparece con mayor claridad en el textomás famoso de Morelos, titulado «Sentimientos dela nación», publicado en Chilpancingo el 14 de sep-tiembre de 1813. En él se advierte cómo la luchapor la independencia y por la libertad, lejos de rom-per el círculo opresivo de la religión, tuvo a menu-do que encerrarse en él y que valerse de él paraavanzar.

En «Sentimientos de la nación» aparece la lógicareligiosa del poder llevada a su máxima expresión.Morelos declara que la religión católica «será la úni-ca, sin tolerancia de otra». Confirma que «el dogmaserá sostenido por la jerarquía de la Iglesia», del Papapara abajo hasta el último cura. Sostiene que «searrancará cualquier otra planta que Dios no plante».Declara día de fiesta en todos los pueblos el 12 dediciembre, «dedicado a la patrona de nuestra liber-tad, María Santísima de Guadalupe». Pone en claroque no dará lucha alguna en el campo religioso o

Page 117: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

119119119119119

eclesial, y al proclamarse defensor de la fe y deldogma sostiene la tesis de que son «materia opina-ble», y sigue la fuerte tradición que le dejaron losteólogos de «la modernidad cristiana».

Romper el uso de la religión para fines políticos,denunciar y reducir el papel de la Iglesia como ins-trumento de dominación y abrir los espacios laicosde la vida y la tolerancia para las varias formas depensar y creer o de no creer, será tarea de los libe-rales que, desde José María Luis Mora, su másbrillante precursor, hasta su máximo líder, el presi-dente Benito Juárez, declararon ser anticlericales ytambién católicos, y llevaron a su culminación unproceso de guerras civiles y de guerras internacio-nales que en 1857 logró imponer la revolución másavanzada del liberalismo radical.

Entre la grandeza y las limitaciones de Morelosaparecen otras que son no menos significativas enlas actuales luchas por la emancipación humana.Morelos declaró en sus «Sentimientos de la nación»que «la soberanía dimana inmediatamente [sic] delpueblo» pero de todos modos se obliga a pensaren dos «instancias», una en que las provincias eli-gen a sus «vocales» y otra en que los «vocales»eligen a «sujetos sabios y de probidad». La dife-rencia entre la inmediación y las dos mediacionesdel pueblo es tan clara, como oscuro el hecho va-gamente previsto de que los «sabios y probos» entanto «vocales» del pueblo, habrán de pavimentarsu propio camino de derrota y de elegir, tarde otemprano, las políticas que los círculos dominantesles impongan.

En el terreno de la justicia social, Morelos pro-pone que las leyes «moderen la opulencia y la obli-guen [sic] [...] de tal suerte que aumente el jornaldel pobre». En el terreno de la igualdad «proscribepara siempre la esclavitud y las castas». En el de lapropiedad exige «que a cada uno se le guarden sus

propiedades» y señala penas a los infractores. En«expediciones de tropas», sostiene que no se ha-gan fuera de los límites del «reino», pero sí se hagan«las que sirvan para propagar la fe a nuestros her-manos de tierra adentro». En el campo político,Morelos postula el equilibrio de los tres poderes yla no-reelección de los vocales. En el de las fiestascívicas pide que se solemnice el día 16 de septiem-bre todos los años. (Ver Derechos del pueblo mexi-cano. México a través de sus constituciones,México, Cámara de Diputados, Porrúa, 1985, t. II,pp.107-112).

En cuanto se reflexiona sobre este conjunto depropuestas, se advierte que todas pueden caber enel nuevo pensamiento democrático conservador queen aquellos tiempos terminó siendo dominado porlos pactos de reyes, aristocracias y burguesías colo-niales. Se advierte también que varias luchas queda-ron pendientes a corto y largo plazo, y que los radi-cales liberales las acometieron para acabar con elinmenso poder espiritual, político y económico delalto clero; o que los nacionalistas revolucionarios,los agraristas y los sindicalistas impusieron en la Cons-titución de 1917 con los derechos a la propiedadsocial, a la propiedad nacional, a la propiedad de loscomuneros y pequeños propietarios, con los dere-chos sindicales y el derecho de huelga de los traba-jadores asalariados, y con las políticas de los dere-chos sociales y la seguridad social, o con la legalizaciónde la expropiación de los latifundios y de grandescompañías, como la petrolera.

En «Sentimientos de la nación» pueden advertir-se las razones por las que los partidos formalmenteconservadores de hoy consideran ese texto comoel más valioso de la Independencia. Frente a él ysus políticas de desplazamientos militares para lapretendida labor cristiana de un colonialismo inter-no, se hallan los nuevos movimientos de los pueblos

Page 118: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

120120120120120

indios. Y frente a casi todas las tesis emergen lascrecientes luchas anticapitalistas. De todos modos,en los nuevos movimientos radicales quedan tresinmensas aportaciones de los esfuerzos revolucio-narios de Hidalgo y de Morelos: la que en sus orí-

genes sostuvieron ambos por la independencia deMéxico y «contra la tiranía que pesa sobre los po-bres» y les hace perder «la libertad de quedarsecon lo que su trabajo produce», y la que sostuvie-ron contra la esclavitud y el esclavismo. c

Page 119: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

121121121121121

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 1

21-1

26

El infinito, contradictorio y complejo camino de las emancipacio-nes no podría entenderse sin las luchas emprendidas simultá-neamente por los pueblos nativos de lo que hoy es América y

los que fueron arrancados a las legendarias civilizaciones africanaspara ser convertidos en esclavos en tierras donde el capitalismonaciente requería de brazos extractores.

Los pueblos, violentados entonces por la avidez de civilizacionesdepredadoras que han llevado al planeta a una situación de catás-trofe, debieron enfrentar las armas de fuego pero, sobre todo, elengaño y la barbarie.

Doscientos años después de las sublevaciones populares con quela historia oficial reconoce el inicio de este proceso que sabemoslargo, azaroso y lleno de sinuosidades y recovecos, vale celebrar lainteligencia, valentía y sabiduría con que los esclavos de entoncesdevelaron los horizontes de la descolonización.

Las primeras sublevaciones descolonizadoras

Desde el momento en que los europeos tocaron tierras del «NuevoMundo», el Gran Caribe1 se convirtió en una pieza fundamental desu expansión en el Continente. Fue el lugar inaugural del contactocon un universo desconocido y diferente, lleno de riquezas que nosupieron valorar y otras que arrancaron hasta el último aliento.

ANA ESTHER CECEÑA

Descolonizar subvirtiendo la praxis

1 Por Gran Caribe se entiende el conjunto de territorios bañados por lasaguas del Mar Caribe. Incluye las islas del Caribe y los países costeños:Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guate-mala, Belice y México.

Page 120: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

122122122122122

La Española fue la primera arena de operacio-nes establecida por España sobre la base de la vio-lencia y la esclavización de sus pobladores. Cuartelgeneral de la conquista de las tierras continentales,la llegada a esta isla permitió empezar a conocerlos modos de vida y las cosmovisiones de las civili-zaciones de esta parte del mundo, y calcular tantolas inmensas fortunas que podrían fraguarse, comola violencia y barbarie necesarias para establecerde entrada una situación de parálisis, pavor o des-concierto en los pueblos de la que después fue nom-brada América.

Los europeos llegaron como conquistadores, nocomo exploradores o amigos. Se ocuparon deaprender de los habitantes locales las rutas maríti-mas para tener acceso a tierra firme, los lugaresdonde se encontraban los yacimientos o rastros deloro que se colectaba para ornamento, y, despuésde violar a las mujeres, arrasaron con todo y contodos. Fue ahí que sellaron los destinos comple-mentarios de África y América cuando empezarona traer esclavos negros para trabajar en las minas,en la caña o en lo que fuera interesante para losnegocios en el «Viejo Mundo», una vez que laspoblaciones locales iban siendo diezmadas por laviolencia y por las enfermedades.2

Los primeros africanos convertidos en mercancíade los que se tiene registro, fueron llevados a Por-tugal en 1444 cuando «una expedición portuguesaal mando de Lanzarote de Freitas llega a Portugalcon un cargamento de 235 esclavos» (Gómez-Martínez). En poco tiempo los africanos esclaviza-

dos se colocaron como uno de los principales ob-jetos de intercambio, y muy tempranamente fuerontrasladados al Nuevo Mundo para sustituir a losnativos arrasados a cambio de oro, perlas y pro-ductos exóticos para el gusto europeo, y para laacumulación de las fortunas que sentaron las basesdel capitalismo.

Los estudiosos señalan 1502 como el momentode arribo del primer cargamento de esclavos a LaEspañola (McDonald, Gómez-Martínez), pero para1530 se han multiplicado y extendido por todo elCaribe. La explotación de las minas en La Españo-la determinó la llegada de los primeros esclavos; noobstante, ya para 1516 se pone en marcha la ex-plotación de la caña de azúcar y se construyen losprimeros ingenios (Gómez-Martínez), y para sos-tener esas actividades se utilizará fundamentalmen-te mano de obra esclava.

Los africanos sometidos así por la fuerza, mal-tratados y debilitados, no tardan en empezar a su-blevarse –cuando no lo habían hecho ya en los bar-cos–; en 1522 las haciendas de Diego Colónconocen la primera revuelta de esclavos, y en 1530hay registro de otra sublevación en Acla, Panamá.

Las rebeliones de esclavos negros se repiten enmayor o menor número en toda la región del Ca-ribe: en 1532 en Venezuela, en 1533 en Cuba yPanamá. En 1547 se destaca la prolongada re-belión de Sebastián Lemba en La Española, en1550 la de Juan Criollo que duró varios años.En 1579 los negros rebeldes en Portobelo (Pa-namá) llegan a firmar un tratado de paz con loscolonos españoles mediante el cual consiguen li-bertad colectiva (Gómez-Martínez).

Las posiciones asentadas en las islas del Caribefueron esenciales para garantizar la eficacia de las

2 Los estudiosos afirman que las enfermedades traídas delViejo Mundo debilitaron a las poblaciones locales y fa-cilitaron su derrota. No solo fueron causantes de mu-chas de las muertes, sino de la debilidad de los sobrevi-vientes que no pudieron así defender adecuadamentesus plazas.

Page 121: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

123123123123123

estrategias militares de conquista que se ampliaroninicialmente hacia el Gran Caribe y más adelantehacia el resto del Continente. España crecía desdeahí y despertaba la codicia del resto de las poten-cias europeas de la época, que se aprestaron a en-contrar mecanismos de intervención en el repartode las tierras encontradas.

Durante la ocupación europea del Caribe losconflictos son abundantes: la población nativa fueexterminada casi por completo, de manera que yano formaban parte masivamente de la escena polí-tica, aunque los caribes lograron resistir y mantenersus posesiones territoriales durante cerca de dos-cientos años. Los esclavos, en cambio, abundantesen la zona, protagonizaban rebeliones frecuentes quemuchas veces terminaban con la creación de aldeas(palenques, quilombos...) de cimarrones (o quilom-bolas), que mantenían atentos a los conquistadoresno solo porque constituían la evidencia del atrope-llo sino por ser potencial fuente de sublevaciones.

Se puede afirmar que hay dos elementos cons-tantes en la historia del Caribe: su importanciaestratégica para la incursión en el Continente, a pe-sar de que algunos historiadores o estudiosos lahan considerado casi como residual; y el carácterindómito de las sociedades que ahí se fueron con-formando, muy distintas, sin embargo, al de lamayoría de los territorios en tierra firme, donde laspoblaciones nativas lograron permanecer y mante-nerse en resistencia, a pesar del arrasamiento.

Las civilizaciones de la masa continental, con unaenorme fuerza cultural, abundantes saberes astro-nómicos, arquitectónicos, ambientales, agrícolas, ma-temáticos y espirituales, entre otros, combatieron tam-bién hasta el último aliento, pero fueron extensamentemasacradas y devastadas por las nuevas enferme-dades, y, por último, o bien esclavizadas bajo for-mas diversas (encomienda, repartimiento, etcétera),

o bien expulsadas hacia regiones apartadas de loscentros poblacionales; regiones que, por cierto, hoyresultan ser estratégicas al haber conservado unambiente ecológicamente sano.

Desde esos lugares se organizó también la resis-tencia. Desde ahí se levantaron las voces que co-menzaron el proceso descolonizador; y es desdeahí que hoy se emprenden las construcciones de unmundo no-capitalista, ya sea asentado en las expe-riencias autonómicas, en la idea del mundo en quecaben todos los mundos, del vivir bien o de la re-construcción integral de las territorialidades, expre-sión de historias y culturas en que naturaleza y so-ciedad son complementarias dentro de una totalidadabierta, y no existen relaciones de competencia yacaparamiento.

Haití, con sus ciento veintiocho diferentes estra-tos sociales y genéticos (James, 1980), con el abi-garramiento cultural que eso supone, fue el primerlugar del Continente en protagonizar una subleva-ción en gran escala.

El Caribe, primero en ser tocado por las fuerzasde ese capitalismo arrasador que se desplegabandesde Europa surcando mares inciertos, inició tam-bién una gran rebelión que, con sus particularidades,fue abarcando la totalidad de los territorios avasa-llados por los europeos.

La Revolución de Haití comprendió simultánea-mente un levantamiento de la burguesía, haitiana yeuropea, como sucedió en todos los otros paísesde la América Latina, en contra del monopolio co-mercial impuesto por los colonizadores, y una re-belión profunda y radical contra el sistema escla-vista y/o latifundista y en gran medida del poderracial aplicado por los blancos, conducida por lospropios esclavos, peones o pueblos avasallados.

La historia oculta de las colonias y de las indepen-dencias comprende luchas constantes, repetidas,

Page 122: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

124124124124124

variadas, valerosas e inteligentes, pero sobre todointeligentes. La esclavitud, la opresión y los malostratos no anularon las memorias, la sabiduría y lascosmovisiones de los pueblos; si acaso, las atiza-ron e hicieron aflorar los imaginarios evocadoresde las civilizaciones africanas y americanas arrasa-das para generar horizontes libertarios.

No obstante, la historia es una maraña de con-tradicciones, y la emancipación plena de los sereshumanos no emana más que de procesos de largamaduración en los que se van transformando lascondiciones materiales y sociales junto con las men-talidades, las visiones y los modos de relaciona-miento político.

La abolición de la esclavitud y la del peonaje fue-ron acontecimientos que duraron alrededor de unsiglo, o incluso más. La abolición legal ocurrió enun arco temporal entre 1764 –cuando se decreta laabolición en Francia, pero que solo repercute en1803 en Haití en un intento por detener la rebelión,y 1888–, cuando es asumida en Brasil. Solo el Ca-ribe transita de 1803, en Haití, a 1886, en Cuba,período amplísimo que en realidad no refiere másque el momento de los decretos o leyes. Tuvo quepasar mucho más tiempo para que los esclavistasaceptaran renunciar a su propiedad y a las prácti-cas económicas que los habían enriquecido duran-te todo el período colonial.

En muchos casos fueron las luchas de indepen-dencia las que aceleraron la liberación. O bien porlas sublevaciones de los dominados, o bien porquelos propios criollos necesitaban brazos para la gue-rra, o bien por las presiones del exterior, originadasen los juegos de fuerza entre las diferentes poten-cias europeas y en las de los Estados Unidos quese preparaban para extenderse por el mundo.

La abolición de las esclavitudes y las indepen-dencias, hechos entrelazados pero para nada idén-

ticos, fueron sin duda un enorme paso en las luchasdescolonizadoras de nuestro continente, pero no im-plicaron, porque no era posible, la descolonización.

La otra cara de la colonización

Las independencias dieron lugar a un reacomodode fuerzas que tendió a modificar las relaciones depoder entre las potencias tanto como las relacionesinternas en las naciones emergentes. Tanto las cla-ses dominantes locales, como sus nuevos sociosextranjeros, habían peleado contra los poderes co-loniales rentistas y por quedarse con una mayorporción de las riquezas extraídas al Nuevo Mundo.Se interesaron en los esclavos y peones mientras setratara de consolidar la independencia frente a Eu-ropa, pero volvían a ser sus enemigos cuando estosreivindicaban sus derechos originarios, o bien laigualdad entre los hombres.

Inglaterra, que había perdido hacía poco sus co-lonias en América del Norte, Francia y, en menormedida, Holanda, que ya tenían posiciones asegura-das en el Caribe, de inmediato se encaminaron haciatierra firme a disputar nuevas posesiones, aunque conmecanismos de control más modernos. Los présta-mos a los nuevos gobiernos fueron un buen modode entrar como «amigos», en actitud de «colabora-ción», para limpiar la cara al atraco que caracterizósu relación con los países de la América Latina y elCaribe. Es decir, se trataba de relaciones de poderno rentistas como las establecidas por la Corona,con aspecto de «libres», pero obviamente desigua-les e interesadas, que inauguraban una nueva mane-ra de mantener la colonización sin colonias.

No obstante, la expansión de los Estados Uni-dos hacia el resto del Continente había empezado aformularse ya como política de Estado, y despuésde la revolución triunfante que desató su espíritu

Page 123: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

125125125125125

empresarial, no quedaban más trabas que las quesu propio empuje no pudiera romper. La famosísi-ma y siempre vigente Doctrina Monroe expresó,en 1823, el nuevo terreno de disputa: América noestaba a disposición y no sería compartida; Améri-ca era para los americanos que eran portadores deun «destino manifiesto», según el cual deberían ex-pandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico. En ver-dad, desde la perspectiva del siglo XXI, este desig-nio parece funcionar también de manera invertidaporque su expansión, y el lugar que ellos se asignanen el mundo, no solo se extiende desde el Atlánticohasta el Pacífico sino también desde el Pacífico hastael Atlántico, abarcando todo el resto del planeta.

El caso es que el espíritu Monroe, que ha guiadola construcción del gran poderío norteamericano,trabajó durante los siglos XIX y XX para ir ocupan-do los territorios del Continente, colonizándolos sinconvertirlos oficialmente en colonias.

La ocupación de la mitad de México y de unaparte del Caribe en el siglo XIX, y la sistemática ocu-pación del resto durante el siglo XX, colocan a laAmérica Latina y al Caribe en una situación en la quela noción de Estados independientes ha perdidosentido.

El capital dominante en general, pero sobre todoel que reaparece bajo la figura de los Estados Uni-dos, ha ido ocupando económicamente el Conti-nente y garantizando con ello su acceso a las rique-zas que contiene, como en los tiempos de lascolonias. Para esto ha debido desplegar su fuerzamilitar en una correlación geográfica y temporalacuciosa, ya sea para «defenderlo» de los compe-tidores, ya sea para doblegar las resistencias y lasnuevas sublevaciones.

Ya en 1901 los Estados Unidos instalan su pri-mera base militar foránea, para de ahí ir extendien-do sus posiciones con un criterio estratégico. Esta

primera posición, en plena vigencia, fue ni más nimenos que la de Guantánamo, donde hoy, año2010, se crean nuevas fuerzas de tarea para actuaren el Caribe.

Invasiones, apoyo a golpes de Estado militareso civiles, instalación de bases militares, envío de tro-pas; imposición de legislaciones o normas, de polí-ticas económicas, sociales o de seguridad; tratadosde libre comercio absolutamente ventajosos; apro-piación de yacimientos; inversiones de capital encondiciones monopólicas; créditos atados; organi-zación y financiamiento de fuerzas desestabilizado-ras; intervención mediática y tantas otras formas depenetrar, controlar y disponer han sido empleadasreiterada e impunemente por los Estados Unidosen su política continental a lo largo de los años «in-dependientes».

Las enormes luchas antiesclavistas y libertariasde aquellos tiempos nos colocan ahora ante el de-safío de abolir la esclavitud del siglo XXI, que crececada día con los ignominiosos negocios ilegales, conel restablecimiento de las plantaciones de caña, con laprecarización casi absoluta, con la generación delnomadismo forzado de los «indocumentados».Nombres como Cuauhtémoc, Túpac Amaru, Tú-pac Katari, Toussaint L’Ouverture y Emiliano Za-pata están ahí como provocación. No para ser adu-lados sino para ser emulados.

La situación geopolítica continental tiene ante síla posibilidad de avanzar, como lo está haciendo,hacia un futuro muy cercano de nueva ocupacióncon todas las implicaciones que eso tiene en el te-rreno político, cultural, social e incluso corporal, porlas prácticas de control social, tortura y alienaciónque lo acompañan; o avanzar hacia nuevas emanci-paciones.

Detener y revertir el despliegue de las empresastransnacionales que succionan hasta la última gota

Page 124: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

126126126126126

de riqueza de los territorios latinoamericanos y ca-ribeños; detener y revertir el despliegue de tropas yposiciones militares estadunidenses (o europeas sies el caso), que están en proceso de total expan-sión; conquistar la autodeterminación; recuperar lacapacidad para pensar, inventar y decidir nuestrosfuturos; descolonizar los territorios físicos, cultura-les y mentales; empezar a pensar desde nuestrospropios sentidos de realidad, desde nuestras cos-movisiones, y desde ahí rehacer nuestras historias.Ese es hoy el desafío en el que nos encontramos.Profundizar la descolonización, llevarla hasta susúltimas consecuencias, requiere de una creatividady un compromiso de lucha tan grandes como los denuestros antepasados libertarios. La dignidad de lospueblos latinoamericanos y caribeños no es pensa-ble ni posible sin una subversión de la historia y delfuturo manifiesto que nos persigue. Y estar a laaltura de ese reto nos convoca a subvertir el pensa-miento, a deslizamientos epistemológicos que per-

mitan rehacer los imaginarios y los caminos hacia lautopía. Inventando, como decía Simón Rodríguez;preguntando para caminar, como dicen los zapatis-tas; procurando vivir bien, como dirían los pueblosandinos.

Caminar hacia afuera del capitalismo, creandonuestra propia historia. No hay otra manera de des-colonizarnos y, entonces sí, festejar nuestras inde-pendencias.

Bibliografía citada

Gómez-Martínez, José Luis: «Cronología: Esclavi-tud y trata del negro en América», La aboliciónde la esclavitud y el mundo hispano. en: <http://www.ensayistas.org/antologia/XIXE/castelar/esclavitud/c-esclavitud.htm>.

James, C. L. R.: Los jacobinos negros (1938), LaHabana, Casa de las Américas, Serie Estudios,Colección Nuestros Países, 2010.

c

Page 125: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

127127127127127

l otro mundo posible» es la forma como las fuerzas so-ciales que luchan contra el neoliberalismo han enuncia-do el objetivo de esas luchas, sin enunciar de qué mun-

EMIR SADER

El destino manifiestode ser colonizado

«Edo se trata. ¿De qué forma sería posible? ¿Qué relación tiene esalucha con las desarrolladas en el siglo pasado, en especial con lasmanifestadas en las últimas décadas del siglo?

Está claro que el mundo era muy distinto del que existió en la Se-gunda Guerra Mundial, marcado por los procesos de descoloniza-ción, de instauración de un campo socialista y una bipolaridad mun-dial; era muy distinto de aquel posterior a la victoria de la RevoluciónCubana, cuando el tema del socialismo y del anticapitalismo se ha-bían puesto en la agenda mundial, particularmente en los tres conti-nentes periféricos, que eran víctimas de la dominación mundial.

¿Qué mundo es este, de comienzos del siglo XXI y de qué formaheredamos en las luchas por la emancipación –por «el otro mundoposible»– los impactos del colonialismo?

No me voy a detener en los impactos directos de la dominacióncolonial en los países donde la presencia de los pueblos originariosfue y continúa siendo muy fuerte. Los estudios sobre la descoloni-zación y los procesos concretos que avanzan en esa dirección, comoel boliviano y el ecuatoriano, recogidos en sus Constituciones, piezasde lectura indispensables hoy en la América Latina, así como la tema-tización del «buen vivir» como objetivo central de sus sociedades, Re

vist

a Ca

sa d

e la

s Am

éric

as N

os. 2

59-2

60 a

bril-

sept

iem

bre/

2010

pp.

127

-133

Page 126: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

128128128128128

dan cuenta de la dimensión de esas tareas no cum-plidas, que permanecen actuales en tantos paísesde nuestro continente.

Me voy a concentrar inicialmente en un tema es-tratégico, cuya actualidad es evidente: ¿qué condi-ciones tienen nuestros países para desarrollar pro-cesos de emancipación económica, social, políticay cultural, en las circunstancias en que fuimos inser-tados en el mercado internacional y, en particular,con los efectos de los procesos recientes de globa-lización?

Para pensar en ese tema, la afirmación indispen-sable que vuelve siempre a nuestras mentes, que re-nace en forma dramática de la realidad misma, es laafirmación que hace Lenin en el momento de la vic-toria de la Revolución Rusa: «Es fácil tomar el po-der en Rusia, pero es mucho más difícil construir elsocialismo».

Lenin reactualizaba la visión de Marx, según lacual el socialismo debía surgir en los países capita-listas más avanzados, como incorporación y comonegación del capitalismo. Todas las razones seña-ladas por Marx –mayor desarrollo de las fuerzasproductivas, procesos de constitución más conso-lidados de las clases sociales, todo ello apuntandohacia formas más profundas de desarrollo de lascontradicciones de clase y, a la vez, agotamientode un modelo de desarrollo de las fuerzas produc-tivas– pasan a chocar con las relaciones de pro-ducción existentes según la fórmula clásica de Marxen el Prefacio a la Introducción a la contribuciónde la Economía Política.

La toma del poder era más fácil en la Rusia retra-sada, zarista, que en los países del centro del capita-lismo –cuyas razones Gramsci analizaría tiempo des-pués–, por la debilidad en que se asentaba ese modelode dominación; de ahí que la estrategia bolchevique–que Gramsci caracterizaría como guerra de movi-

mientos– bastara para derrumbar el poder que losmencheviques habían heredado del zarismo, y de estaforma comenzar la construcción del primer Estadoanticapitalista.

Pero tenían que hacerlo en las condiciones deatraso a que Rusia estaba sometida; los ojos y lasesperanzas de los bolcheviques se volvían hacia Ale-mania, el eslabón más débil de la cadena imperialis-ta, según Lenin, por la derrota en la Primera GuerraMundial. Para Lenin se trataba simplemente de uncambio de itinerario, pero tenía que reafirmar laspredicciones de Marx: la Alemania avanzada debe-ría rescatar la Rusia retrasada para salvar a la revo-lución, e impedirle ser víctima de su aislamiento.

Así, la derrota de la Revolución Alemana conde-nó, de alguna forma, el futuro de la Rusia revolucio-naria, la cual tendría que arreglárselas sola, no yapara sobrevivir el cerco de más de diez potenciasimperialistas, sino para construir también una nuevasociedad, en el marco del atraso y la destrucciónproducidos por la guerra y las invasiones externas.

La afirmación de Lenin caía con todo su pesosobre el futuro de las revoluciones, tanto más cuan-to estas se desplazaron, no hacia el centro sino dela semiperiferia a la periferia profunda, en China;luego, a un país marcado por una economía prima-ria exportadora de azúcar como Cuba.

Teóricos marxistas como Preobajhensky, apun-taron la necesidad de una sustitución de la revolu-ción en el centro del capitalismo por una acumu-lación socialista primitiva, que permitiera superar elatraso material de los países que llegaban a la revo-lución en la periferia. Stalin trató de resolverla con laexpropiación masiva y violenta de los campesinos,con lo cual pudo imponer una industrialización acele-rada en la URSS, pero generó un problema sin solu-ción entre los campesinos y la agricultura que duróhasta el final del régimen soviético. Otros países bus-

Page 127: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

129129129129129

caron formas de igualitarismo en el retraso, comoAlbania y Kampuchea, con resultados desastrosos.

El campo socialista funcionaba para Cuba, encierta medida, como una retaguardia que sustituíala acumulación socialista primitiva. Cuando esto seterminó, Cuba entró en un «período especial»: tra-tar de no retroceder, mientras que China buscó res-ponder a la necesidad de acumulación socialistaprimitiva con el llamado masivo a capitales en elmercado. En ninguno de los casos la cuestión estáresuelta, ya que está planteada a partir de los tér-minos de Lenin, donde es más fácil la ruptura conlas estructuras de poder vigentes es donde menosestán dadas las condiciones de construcción delsocialismo.

En las condiciones actuales de la América Lati-na, donde más se avanza en la construcción de al-ternativas al neoliberalismo es donde relativamentemenos se han desarrollado las fuerzas productivas,o donde se han implantado menos las relaciones deproducción capitalista, o echado raíces el neolibe-ralismo. Venezuela, Bolivia y el Ecuador tienen encomún la incapacidad de los gobiernos neoliberalesde dar continuidad a sus planes: cae sucesivamenteun gobierno tras otro, lo cual bloquea la capacidadde implantación de políticas neoliberales. Pero,¿cómo se plantea en estos países el tema formula-do por Lenin?

La marca de la colonización ha condenado a lospaíses del Continente a un destino difícil de supe-rar. La ocupación de nuestros territorios, la masacrede los pueblos originarios y la esclavitud han de-mostrado cómo el capitalismo llegó al Continenteechando sangre, revelación de qué es lo que nosaguardaba. La brutal transferencia de riquezas queel proceso colonial promovió, a su vez, instauró laprofunda desigualdad económica entre países co-lonizadores y colonizados, lo que constituyó la es-

tructura de poder que, con cambios que nunca al-teraron sus condiciones originarias, ha marcado elmundo por siglos.

Estructuras que profundizan las condiciones deconcentración de renta y de poder, multiplican la mi-seria y la marginalización de la gran mayoría de lapoblación de la periferia. Con ello, al mismo tiem-po, bloquean las condiciones de superación delcapitalismo. Somos así, doblemente víctimas de laherencia colonial y de las condiciones heredadassobre las cuales se ha construido el capitalismo pe-riférico entre nosotros; se nos veda el acceso a losbienes generados por el capitalismo, a la vez que senos imponen enormes obstáculos para la supera-ción de ese sistema, mediante la fragmentación, lainformalización y el bloqueo de la fuerza de traba-jo, el distanciamiento de la expansión de las fuerzasproductivas, la condena de las sociedades que fue-ron colonizadas a ser incapaces de superar los far-dos dejados por los colonizadores y consolidadospor las potencias imperiales.

Un seminario sobre el Bicentenario no podríarealizarse en Brasil, o, para ser realizado tendríaque ser precedido por una larga explicación de loque significa. De hecho, se conmemorará, en 2022,el Bicentenario de la Independencia brasileña, peromuy probablemente sin ningún vínculo con los pro-cesos de independencia de los demás países delContinente. Si se hiciera una encuesta entre perio-distas, profesores universitarios, políticos y otrossupuestos formadores de opinión, sobre lo que sus-cita la palabra «bicentenario», el silencio sería larespuesta más factible.

Nunca en Brasil hemos aprendido nada sobreAyacucho, palabra que fue incorporada durantecierto tiempo en los noticieros de prensa, cuandoAyacucho, en Brasil, solo era conocida como la re-gión de Sendero Luminoso. La batalla de Ayacucho

Page 128: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

130130130130130

no existe en los cursos de historia de Brasil, así comoson nombres desconocidos y distantes los de Arti-gas, Hidalgo, O’Higgins, San Martín, Sucre, quie-nes son más asimilados a plazas o avenidas que apersonajes centrales de la historia latinoamericana.Bolívar frecuenta los noticieros por la reciente rei-vindicación del prócer de la independencia latinoa-mericana dada por algunos gobiernos de la región.Abreu e Lima, participante activo al lado de Bolí-var en las luchas de la independencia, nacido enPernambuco, solo pasó a ser mencionado y de al-guna forma conocido a partir de los discursos deHugo Chávez, en los que reverenció su papel en lasgestas independentistas junto a Bolívar. Aquel per-sonaje, a partir de ese momento, se convirtió en elnombre de una refinería construida en Pernambucopor los gobiernos de Brasil y Venezuela, nacida deuna propuesta venezolana.

En forma ocasional se asocia el hecho de queBrasil sea el país más desigual del Continente, másdesigual del mundo, como consecuencia de los efec-tos de la colonización. A pesar de que nuestro his-toriador más importante, Caio Prado Jr., tenga eselugar porque definió que la historia brasileña seríaininteligible sin las determinaciones impuestas anuestro país por la colonización y la esclavitud (losdos pilares originales constitutivos de la formaciónsocial brasileña), cuyos efectos –como trataremosde recordar enseguida– siguen haciéndose sentirdesde la invasión de nuestros países por las poten-cias colonizadoras, hasta hoy.

Brasil fue, junto a Cuba y Puerto Rico, de lospaíses del Continente que no tuvo guerras de inde-pendencia a comienzos del siglo XIX. Para confir-mar el peso de esos procesos para los futuros des-tinos de los países del Continente basta constatarque los dos países caribeños tienen destinos muydiferentes: uno se ha transformado en un país so-

cialista, mientras el otro es un «Estado libre asocia-do»: eufemismo para designar una colonia de losEstados Unidos de América. Brasil sigue siendo, asu vez, el país más desigual de nuestro continente.

¿Por qué Brasil no tuvo guerra de independen-cia? ¿Qué la sustituyó? ¿Qué consecuencias tuvopara el destino futuro del país? La colonizaciónportuguesa no representó para Brasil un destino muydistinto al de los países colonizados por España.Brasil fue una colonia primaria exportadora, coneconomía periodizada por los ciclos exportadoresde palo de Brasil, azúcar, oro, caucho y café. Lasdiferencias se dieron en otros planos; por ejemplo,mientras la República Dominicana tuvo una univer-sidad en el siglo XVI, la primera universidad de Bra-sil data de casi mediados del siglo XIX. La diferen-cia original era que Brasil no poseía metalespreciosos, razón por la cual obtuvo menos aten-ción de la metrópoli, hasta que se inició el ciclo delazúcar. Las diferencias de un país colonizado porPortugal y uno colonizado por España dependendel producto de exportación que a cada país le tocóenviar.

Junto a los dos pilares fundamentales sobre loscuales se asentó la inserción de Brasil en el merca-do internacional, la colonización y la esclavitud, vinomás tarde a sumarse un elemento diferenciador: elque Brasil no tuviera guerra de independencia. Silos elementos distintivos entre las colonizacionesespañola y portuguesa no implicaron destinos sig-nificativamente distintos para los países coloniza-dos, a partir de comienzos del siglo XIX esas dife-rencias empezaron a contar a partir de las guerrasnapoleónicas, pues mientras España resistió a la in-vasión en forma heroica, la corona portuguesa aban-donó el país y se trasladó a Brasil.

Se sabe cómo la derrota de España debilitó sudominación sobre los países del Continente, y cómo

Page 129: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

131131131131131

favoreció así la cadena de derrotas del imperio co-lonial. Por su parte, Brasil tuvo un efecto opuesto;allá, la llegada de la familia real reforzó los lazos dedominación colonial sobre el país, en lugar de debi-litarlos, como en los otros países del Continente.Ese viaje fue caracterizado por la historiografía tra-dicional como una gesta de carácter liberal, dadaslas medidas tomadas por la Corona, situada enton-ces en su colonia mayor. La primera de las medidasera de carácter liberal: la apertura de los puertos alas naciones amigas; para ese momento, la deca-dencia portuguesa como potencia colonial había lle-vado a la subordinación de su economía a la ingle-sa. Como Portugal estaba ocupada por las tropasnapoleónicas, en caso de que no se abrieran lospuertos de Brasil a otras potencias –antes que todoa Inglaterra– la Corona se quedaría aislada del mun-do, como medida de sobrevivencia.

Sin embargo, las peores consecuencias de ese tras-lado de la familia real a Brasil estaban todavía pordarse, y ocasionarían efectos profundos y prolonga-dos en la historia del país. Brasil, en lugar de terminarcon el colonialismo en una guerra de independencia,tuvo un primer impacto de elite, que permitió el pasode colonia, no a república sino a una monarquía diri-gida simplemente por el hijo del monarca portugués.No podría haber ejemplo más claro de lo que Gra-msci llamaría «transformismo», un cambio de formapara mantener las mismas relaciones de poder.

El emperador colocó la corona en la cabeza desu hijo y pronunció palabras profundamente ofen-sivas para los brasileños que, sin embargo, noso-tros repetíamos en la escuela sin darnos cuenta desu significado: «Mi hijo, coloca la corona en tu ca-beza, antes de que algún aventurero lo haga». Losaventureros éramos nosotros, los brasileños; el gestose dirigía a impedir que naciera un nuevo Tiraden-tes, como el movimiento independentista surgido

algunas décadas atrás, o para que no aparecieranaventureros como Bolívar, San Martín, O’Higgins,Artigas, Sucre, Abreu e Lima.

Esa transición tendría profundas consecuenciassobre la historia inmediata y futura de Brasil. Enprimer lugar, como se mencionó antes, no pasamosde colonia a república, sino de colonia a monar-quía, ligada a la corona portuguesa; en segundo lu-gar –hecho de gravísimas consecuencias–, no seterminó la esclavitud, como ocurrió en otros paísesdel Continente con las guerras de independencia.La esclavitud tan solo fue abolida seis décadas des-pués, para hacer de Brasil el país en que más tardeterminó la esclavitud.

Esas décadas no pasaron en vano para las rela-ciones sociales en el campo brasileño. En 1850 sepromueve la Ley de Tierras que legaliza la posesiónde todas las tierras del país, tierras que en gran partehan sido «grilladas», como se les conoce allá. Esdecir, tierras legalizadas con documentos falsos,escritos como si otorgaran su posesión a un terra-teniente desde hacía mucho tiempo, dejados en uncajón cerrado bajo los efectos de los excrementosde grillos, que provocaban el deterioro de los do-cumentos, y los hacía ver como si fuesen antiguos.No faltaban jueces para legalizar esa operación, loque hizo que, cuando terminara la esclavitud, losnegros no tuvieran tierras a su disposición. Se trans-formaron en «hombres libres» –hombres desnudos,como los llamaría también Marx–, sin acceso aaquella. Los negros se transformarían automática-mente en hombres pobres, despojados de tierras,que seguirían en el campo sometidos a condicionesde explotación similar a las que había durante laépoca de la esclavitud, o emigrarían para conver-tirse en marginales en las ciudades.

Paralelamente, el trabajo se consolidó como fun-ción de una «raza inferior», esclava. De esa manera,

Page 130: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

132132132132132

la cuestión colonial, sumada a la cuestión de la es-clavitud, constituyó la cuestión agraria en Brasil, conel poder correspondiente de los terratenientes, quie-nes fueron, junto con la burguesía comercial, lossectores hegemónicos del bloque de poder a lo lar-go de todo el período colonial que tuvo continui-dad durante la monarquía, hasta llegar al períodorepublicano.

Las revoluciones de independencia han expulsa-do a los colonizadores como invasores de nuestrosterritorios. Esos procesos se fueron dando mediantealianzas entre países del Continente, reafirmandosu sometimiento y sus enemigos en las mismas con-diciones de explotación colonial. En Brasil, en cam-bio, nada de eso se dio: la colonización terminó conun pacto entre lo viejo y lo nuevo, no representó laderrota y la expulsión de los colonizadores, y es-condió el carácter que tuvo ese período de cuatrosiglos en Brasil.

La más importante transformación de la historiabrasileña hasta aquí, la llamada Revolución del 30,dirigida por Getulio Vargas, dejó intocada la estruc-tura de la tierra. Los trabajadores de la ciudad (pe-queña minoría de la fuerza de trabajo) lograron elderecho a la sindicalización, se formó el Ministeriode Trabajo y se constituyó la Providencia Social, perocon la mala fortuna de que esos derechos no fueronextendidos al campo, donde vivía y trabajaba la ma-yoría de los trabajadores. Por su parte, el gobiernoincentivó fuertemente la industrialización, al despla-zar la hegemonía de los terratenientes, pero sin afec-tar la estructura de la tierra, lo que hizo que Brasilsiguiera sin tener todavía una reforma agraria real.

El elemento más importante para explicar por quéBrasil se ha transformado en el país más desigualdel Continente, a pesar de las mejoras obtenidasen el gobierno de Lula, cuando por primera vez dis-minuye la desigualdad, es la estructura agraria y sus

efectos sobre el conjunto de la formación socialbrasileña. Otro efecto reciente, causado por la norealización de la reforma agraria, fue una brutalmodernización conservadora a partir de la décadapasada, que transformó los grandes latifundios eninmensas propiedades productoras y exportadorasde soya con transgénicos, lo que desplazó el tema dela reforma agraria, que consistía en ocupar las tie-rras improductivas para convertirlas en tierrasproductivas, pero con efectos negativos sobre elconjunto de la economía y de la estructura de cla-ses de Brasil.

Dicho país se ha construido como una nación sinpasado, sin memoria, en el que la ausencia de lagesta de la independencia es un momento determi-nante. Bicentenario de olvido, de una no-indepen-dencia, de tan solo un acuerdo de elites pagadoduramente por el pueblo; en primer lugar, por losnegros brasileños, ya que han vivido en un país don-de las elites insisten en la tesis de la «democraciaracial» y tildan a los que propugnan la política decotas, de estar «introduciendo el racismo en Bra-sil», al mismo tiempo que siguen con su broma cruel:«En Brasil no hay discriminación porque los negrosconocen su lugar». De ahí que el lema central de lahegemonía capitalista siga tan actual en Brasil: «Ci-vilización o barbarie», en el que se da por entendi-do que los bárbaros son todos los no blancos.

El carácter étnico intrínseco de la colonización (unproyecto histórico en esencia blanco, occidental, cris-tiano y capitalista) desemboca necesariamente en lareivindicación de la «civilización» en contra de lasotras etnias relegadas a la «barbarie». La coloniza-ción en América pudo descalificar, deshumanizar ymasacrar tanto a los pueblos originarios como a losnegros, a los cuales con la espada y la cruz les traíanla civilización. Esas masacres revelan cómo el capi-talismo llegaba a las Américas echando sangre, en

Page 131: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

133133133133133

función de las necesidades de sus procesos de acu-mulación primitiva, como el más grande genocidiode la historia de la humanidad, todo en nombre dela civilización y en contra de la barbarie.

Es el esquema ideológico que pasó de genera-ción en generación, hasta ser consolidado en el si-glo XX con las visiones del mundo producidas y di-fundidas por Hollywood (las películas de cowboysy las de guerra son siempre producciones en contrade otras razas como la asiática, la negra, la árabe,¿donde está el cine norteamericano en contra delnazismo? La única gran película producida en losEstados Unidos sobre dicho tema, fue El gran dic-tador, dirigida por el inglés Charles Chaplin, quientuvo que irse de los Estados Unidos antes del es-treno del filme, a causa del clima insoportable ge-nerado en contra de esta. Es porque los alemanesson similares a los norteamericanos: blancos, cris-tianos, occidentales y capitalistas.

Por eso se hace tan insoportable para ellos eléxito del gobierno de Evo Morales en Bolivia, paísen el cual fracasó Sánchez de Losada (blanco, quehabla castellano con acento inglés, hizo su campa-ña asesorado por el mismo hombre de marketingde Clinton y de Cardoso, Carville, quien reunía suequipo con él, por toda Bolivia, en inglés), y triunfóMorales, un indio cocalero de izquierda que vistesus ropas –para escándalo de la derecha españolacuando se fue a reunir con el heredero de las ma-sacres de los pueblos indígenas en Madrid–. Unindio que tiene como su vicepresidente al más im-portante intelectual latinoamericano contemporáneo,Álvaro García Linera, a quien los blancos conside-ran que los ha traicionado. Como oí decir a una

mujer blanca en Cochabamba, quien agregó: «másvale un gángster de zapato, que un indio de sanda-lia». No perdona que Álvaro, así como tantos otros,empezando por el grupo Comuna, contribuya al másgrande movimiento de descolonización que nuestrocontinente haya conocido.

Lo mismo ocurre con la desesperación de la de-recha por el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela,donde fracasaron los mayores dirigentes de AcciónDemocrática y de Copei (Carlos Andrés Pérez,Rafael Caldera). Hugo Chávez, un mulato naciona-lista, que canta boleros en los comicios, pero quelee a Rosa Luxemburg, a Trotsky y a Méstzáros.Que también triunfe Lula, en un país donde ha fra-casado un hombre como Fernando Henrique Car-doso, el político más rechazado en Brasil, quien creíatraer a la América Latina los nuevos sueños civiliza-torios de la globalización (tildada por él mismo comoel «nuevo Renacimiento»); mientras que Lula triun-fa construyendo doce nuevas universidades públi-cas, contra ninguna del ex profesor de universida-des, quien fomentó como nunca la privatización dela enseñanza en Brasil. Por primera vez disminuye ladesigualdad en Brasil por políticas implementadaspor un inmigrante nordestino, de origen miserable,obrero, que ha perdido un dedo en una máquina,desigualdad, frente a la cual el sociólogo no hizonada, sino afirmar que en Brasil hay millones de in-nombrables, es decir, desechables, por las políticasde mercado con que gobernara.

La América Latina empieza a cuestionar no soloteórica sino políticamente los más profundos im-pactos del colonialismo. No hay mejor manera deconmemorar el Bicentenario. c

Page 132: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

134134134134134

Mientras las colonias españolas en la América Latina luchabanpor su independencia, el 19 de febrero de 1810, Bra-sil,todavía colonia de Portugal, firmó un tratado de sumisión

del país a Inglaterra.Amenazada por las tropas de Napoleón, la familia real portugue-

sa, encabezada por don Juan VI, en 1806 se trasladó a Río de Janei-ro. Los diez mil súbditos que lo acompañaron en la travesía del Atlán-tico fueron escoltados por navíos de guerra ingleses. Toda la operaciónhabía sido planeada en Londres por el conde de Funchal, el ministroportugués Rodrigo de Souza Coutinho, lord Strangford, embajadordel Reino Unido en Lisboa, y sir Sidney Smith, comandante de laescuadra británica en la desembocadura del río Tajo.

Evitar que las tropas de Napoleón sometiesen a Portugal y sal-var a la familia real de la pérdida del trono significó un alto precioque debía ser pagado a Inglaterra. Don Juan VI, representado porRodrigo de Sousa Coutinho, ministro y conde de Linhares, firmó eltratado que entregaba a Inglaterra, contra los intereses de Portugal,el comercio preferencial de Brasil. El tratado, con vigencia de almenos quince años, solo podría ser revisado si hubiera acuerdomutuo, y en caso de litigio sería juzgado por la justicia inglesa...

Tal abuso judicial, contrario a los principios elementales de lajusticia, fue posible menos por la sumisión de don Juan VI a losintereses de la nación gobernada por el rey Jorge III, que en consi-deración a la tradición. Por carta real de 29 de octubre de 1450,

FREI BETTO

1810: Brasil, de coloniaportuguesa a inglesa

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 1

34-1

35

Page 133: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

135135135135135

don Alfonso V había concedido a los ingleses elderecho de que, en caso de litigio aduanero en puer-tos portugueses, la cuestión sería arbitrada por unjuez inglés con sede en Lisboa...

El abuso judicial fue confirmado por una cartareal de don Juan VI el 10 de junio de 1654.

A partir de entonces, los navíos ingleses goza-ban en los puertos de Brasil de privilegios tributa-rios y facilidades aduaneras superiores a los de laflota portuguesa. Mientras los navíos de otras ban-deras extranjeras pagaban un impuesto del 24 %del valor de la mercancía, las importaciones dePortugal eran recargadas en un 16 % y las de In-glaterra solo en un 15 %.

La medida afectó a la economía brasileña, debi-do a la reducción tributaria y a los obstáculos im-puestos a la creación de una industria local, aunquees cierto que la población se vio beneficiada al com-prar productos traídos por los ingleses a preciosmás bajos que los vigentes antes de la llegada dedon Juan VI a Brasil.

El Correio Braziliense, pionero de la imprentabrasileña, editado en Londres por Hipólito José daCosta, criticó el tratado y denunció sus fallas. Fueen vano. El privilegio se mantuvo hasta 1832 y ter-minó gracias a la promulgación por la corona por-tuguesa del Código de Comercio, que mereció laprotesta de Inglaterra.

Portugal se convencerá, desde el siglo XV, de quesin el apoyo de la corona británica no podría conser-

var sus colonias. Lo que, a comienzos del siglo XIX,se agravó frente a la expansión napoleónica.

El efecto positivo de ese neocolonialismo acep-tado por Portugal fueron las presiones inglesas, apartir de 1807, para que Brasil abandonase el co-mercio de esclavos. En 1817, Palmella, embajadorde Portugal en Londres, hizo saber al gobierno, enRío de Janeiro, que el tratado de 1810, que enton-ces era repudiado por los propios portugueses, se-ría abolido con la aceptación de la corona británicaen caso de que don Juan VI decretase la extincióndel comercio de esclavos.

La abolición de la esclavitud en Brasil –la últimaen el continente americano– solo se daría en 1888,sin que los libertos tuvieran acceso a la tierra y a losmedios de producción. Lo que explica, en ciertomodo, por qué todavía hoy en Brasil –segundanación en población negra en el mundo, despuésde Nigeria– los descendientes de esclavos son do-blemente discriminados: por ser negros y por serpobres.

Y quizá todo esto explique también el hecho deque el oro extraído de Brasil haya desempeñado unpapel importante en el financiamiento de la Revolu-ción Industrial y que, todavía hoy, el famoso y deli-cioso vino de Porto es propiedad de empresas bri-tánicas...

Traducido del portugués por J. L. Burguet

c

Page 134: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

136136136136136

Voy a escribir sobre «la democracia chilena del Bicentenario»,pero, como un paso previo al de sumergirme en los porme-nores de esa discusión, creo conveniente detenerme un mo-

mento para situar históricamente el problema que me he planteadoy, con ello en mente, me pregunte por el modelo de democraciaal que me estaré refiriendo en realidad. Porque yo doy por senta-do que no estaré reflexionando en lo que sigue sobre un universalmetafísico que, absorto como Narciso en el disfrute de su perfec-ción inefable, reside en algún paraje del empíreo platónico, ni tam-poco sobre la democracia ateniense o sobre la democracia de lamesnada visigótica, en el caso de que esta última haya existido,como se le antojaba al muy castizo don Ramón Menéndez Pidal.Reflexionaré, tengo que reflexionar, me parece, sobre el modelo dela democracia moderna, aquel cuyas características principales seconfiguran en los países desarrollados de Occidente entre los siglosXVII y XVIII, en los mismos momentos en que el proceso de la cons-titución de la modernidad entra en la fase de su primera madurez.La pregunta a la que deseo responder quisiera refrasearla entoncesen los términos siguientes: ¿cuál es el grado de correspondenciaque existe entre ese modelo o, más bien, entre los elementos que ami juicio no deben faltar en ese modelo: el de la democracia moder-na y la realidad de la democracia actual en mi país?

Comprobaré, para empezar, que en el centro de la democraciamoderna, en calidad de productor y receptor de sus efectos, se

GRÍNOR ROJO

La democracia chilenadel Bicentenario

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 1

36-1

46

Page 135: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

137137137137137

alza un sujeto al que Stuart Hall denomina «del ilu-minismo».1 En rigor, antes que a su condición desujeto esencial, que es lo que monotemáticamentepreocupa o parece preocupar al análisis posmo-derno de Hall y de otros, a mí me parece importan-te prestar atención a las conclusiones del discursokantiano sobre este mismo tema, y poner a partirde ahí el acento en el hecho de que el sujeto modernoha eliminado o está en vías de eliminar su depen-dencia histórica del poder autocrático, y que por lotanto se considera libre para decidir y responsablepor sus decisiones. «La ilustración es la salida delhombre de su minoría de edad», recordemos quees la primera de las frases del célebre opúsculo deKant sobre el significado de la cultura moderna,después de lo cual él la completa con un dictamenlapidario: «La mayoría de los hombres, a pesar deque la naturaleza los ha librado desde tiempo atrásde la conducción ajena (naturaliter maiorennes),permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida,debido a la pereza y la cobardía».2

Investido con ese nuevo poder entonces, y habidacuenta de su no querer que se le acuse de perezosoo cobarde, el sujeto moderno se posesiona de supersona y hace de ella un uso libre y suficiente; en síy más allá de sí, en el ámbito de su propia vidacomo también en el ámbito de la vida de la comuni-dad a la que él/ella pertenece. En el uso de mi liber-tad, yo, el ser humano moderno, escojo y constru-yo la vida que quiero vivir y escojo y construyotambién la clase de comunidad en cuyo seno meinteresa desplegar esa vida.

Que los pensadores del siglo XIX nos hayan adver-tido, con encomiable lucidez, acerca de los límitesmateriales de este optimismo dieciochesco; que noshayan obligado a conceder que, en razón de sus par-ticulares circunstancias, económicas, sociales y cultu-rales, hay en este mundo algunas personas que cuen-tan con «más poder» que otras y que por eso son«más libres» que esas otras, es sin duda importantepero no cancela la validez del argumento general. Paraestos efectos debiera tenerse presente que fue el mis-mísimo Marx quien precisó que una revolución socia-lista no será jamás factible si los individuos que se hanpropuesto llevarla a cabo no cuentan con la posibili-dad de prefigurar sus metas futuras y de movilizarseluego en pos de ellas, calculando la magnitud de losdesafíos que les esperan y los medios de que dispo-nen para enfrentarlos, organizándose y manifestándo-se así por encima o al margen de sus condicionamien-tos. Un revolucionario no puede ser determinista, yGramsci, que tenía detrás suyo el liberalismo revolto-so del Risorgimento italiano, sustituye por eso el con-cepto de «dominio», de acuerdo con el cual cadauna de las partes reproduce las características deltodo al que pertenece idéntica e incontrarrestable-mente, por el de «hegemonía», para el que, sin sus-traerse a las determinaciones del todo, la parte con-serva una cuota de eficacia que es de ella y solo deella. Un perspicaz estudioso y seguidor de Grams-ci, cuyos aportes teóricos antecedieron en variosaños a la «moda gramsciana» de sabor posestruc-turalista y posmoderno (léase Laclau y Mouffe),Raymond Williams, describe este proceso así:

Las fuentes de cualquier hegemonía alternativason, por cierto, difíciles de definir. Para Grams-ci, ellas provienen de la clase trabajadora, perono de esta clase como un ideal o una construc-ción abstracta. Lo que él ve, en cambio, es a un

1 Stuart Hall: A Identidade Cultural na Pós-Modernida-de, Tomaz Tadeu da Silva y Guacira Lopes Louro (trads.),Río de Janeiro, DP&A Editora, 1997, p. 11.

2 Immanuel Kant: «Respuesta a la pregunta ¿qué es laIlustración?», Filosofía de la historia, Buenos Aires,Nova, p. 57.

Page 136: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

138138138138138

pueblo trabajador que tiene, precisamente, quellegar a ser una clase, y potencialmente una cla-se hegemónica, contra las presiones y los lími-tes de una hegemonía existente y poderosa.3

Ahora bien, la segunda de las dos capacidadesdel sujeto moderno que yo anoté más arriba esaquella a la cual, traducida al lenguaje del poderpolítico –y obsérvese que arrastrando para eso lamisma nomenclatura de una etapa histórica quela Revolución Francesa se enorgulleció de habersepultado para siempre–, se le suele dar el nombrede «soberanía». Desde el punto de vista de la iz-quierda rousseauniana, los individuos que la poseenla ejercen directamente; desde el punto de vista dela derecha rousseauniana (la que con posterioridada la derrota del progresismo revolucionario y a larestauración autocrática, primero de Napoleón ydespués de la Santa Alianza, va a ser también el delliberalismo conservador de Benjamin Constant,el mismo que dejó una honda huella en la políticalatinoamericana de la posindependencia. Es Bolí-var quien, en 1819, en el «Discurso de Angostura»,propone la instalación de una casta de gobernanteshereditarios porque ha llegado a la conclusión deque la existencia de esa casta es la que permitirá queen el país del futuro se introduzca la profesiónde estadista, y con ella la posibilidad de que la re-pública cuente con un grupo de personas criadascon vistas al cumplimiento de ese destino, educa-das para gobernar),4 los individuos que la poseenla «delegan» en sus «mandatarios».

Ni qué decirse tiene que la lógica del recurso a ladelegación se apoya en la naturaleza específica dela sociedad moderna vis-à-vis la premoderna, adu-ciéndose para esos propósitos su tamaño y sucomplejidad, propósitos ostensiblemente mayoresque los de las sociedades tradicionales, detalle este queimpediría que en el presente moderno, al contrariode lo que nos cuentan que acontecía en el ágoragriega, todos discutan y decidan acerca de todo.Como yo no tengo intenciones de introducir en mitrabajo un matiz que es aún más fino que ese, y merefiero al que traza una raya entre el concepto de«delegación» y el concepto de «representación» –ymenos si a este lo subdividimos aprovechando eldoble distingo de El Dieciocho de Brumario, re-tomado a fines de los ochenta del siglo XX por Ga-yatri Spivak, entre Darstellen, representación comoun mero vehiculizar, como una simple «tropología»,es lo que ella escribe, y Vertreten, representaciónentendida como «persuasión y con fuertes sugeren-cias de sustitución–»,5 diré tan solo que el resultadoconcreto del recurso a la delegación no es otro quela llamada «democracia representativa» moderna.

Un problema anexo a este es el que le presenta ala episteme moderna la necesidad, por muchas ra-zones ineludible, de la cohesión social. El conjunto«cohesionado» de los individuos libres constituye,según la teoría democrática clásica, el «pueblo», esomismo a lo que desde hace algunos años, en mipaís, algunos renovadores ingeniosos han dado enllamar «la gente», un cambio de nombre que por

3 Raymond Williams: Marxism and Literature, Oxford,Oxford UP, 1977, p. 111. El énfasis es mío.

4 Simón Bolívar: «Discurso pronunciado por el Libertadorante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819,día de su instalación», Obras completas, Vicente Lecu-

na (ed.) con la colaboración de Esther Barret de Nazario,La Habana, Ministerio de Educación Nacional de losEstados Unidos de Venezuela, 1947, t. II, pp. 1132 y ss.

5 Gayatri Chakravorty Spivak: «Can the Subaltern Speak?»,en Patrick Williams y Laura Chrisman (eds.): ColonialDiscourse and Post-Colonial Theory, Nueva York, Co-lumbia UP, 1994, p. 71.

Page 137: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

139139139139139

supuesto no tiene nada de fortuito. Pero, para queel pueblo exista como esa totalidad cohesionada,con una forma y un sentido unitarios, o, en otraspalabras, para que sea un conjunto en cuyo fun-cionamiento las partes no solo se «integran» en eltodo sino que «participan» de él auténtica y eficaz-mente, es indispensable que exista una idea-fuerzaque guíe y sustente la tarea. Los revolucionarios fran-ceses del 1789 distinguieron dos alternativas a esterespecto: una de carácter jurídico-político, que esla de la igualdad, y la otra de carácter ideológico, lade la fraternidad.

Contemporáneamente, no es difícil darse cuentade que a la fuerza integradora basada en el con-cepto de igualdad se la está empujando hacia losespacios exteriores del campo de juego, para des-viar entonces la búsqueda respectiva hacia espa-cios nuevos, a los que quienes se empeñan en estedeporte consideran más sabrosos, como podríanser el mall, las nuevas tecnologías comunicaciona-les o el «mercado» en general; este último es unsitio en el que todos seríamos miembros de la en-trañable fraternidad de los «consumidores» (escu-ché hace poco que también debiera servirnos paraesto el «encuentro» de la «gente» en los trenes delmetro). Pero nosotros no tenemos por qué ceder alcinismo grosero de semejantes discursos. Debemosrecuperar en cambio la triple propuesta hecha porel diputado Robespierre a la Asamblea Legislativafrancesa en 1790, en la que la primera de las doslíneas de integración que él distinguió fue la igual-dad, pero no cualquier igualdad, sino una a la quelos revolucionarios de ese país asumieron como laconsecuencia de un pacto consciente y deliberado,que a corto o mediano plazo debiera transformarseen constitutivo de derecho, entre los individuos li-bres. Como escribe la filósofa feminista españolaAmelia Valcárcel: «dentro de la tradición democráti-

ca estamos acostumbrados a pensar que la igualdades una idea política, pero al hacer esto olvidamos quela igualdad ha sido trasladada desde la moral a lapolítica y que justamente la legitimación última dela democracia es moral y lo es porque esta idea, lade igualdad, la recorre».6 Yo, por mi parte, podríaagregar a lo que dice Valcárcel que, en el marco dela modernidad, cuyo orden económico es inequitati-vo de suyo, solo la igualdad acordada y defendidapor razones morales y desde la legalidad del Estadopuede contrarrestar el daño que producen las trope-lías inevitables de ese orden.

Me permito ahora una glosa: El arrinconamientode la noción de igualdad en el pensamiento posmo-derno no es inmotivado o, mejor dicho, creo quedebe interpretárselo como el resultado de un racio-cinio falaz según el cual la igualdad sería contradic-toria con la «diferencia», y que es a esta a la que sele debe otorgar la ventaja, esto es, a la diferenciade los que son los «otros» respecto de los que sonlos «unos», siendo los unos aquellos a los que elsistema, cualquiera que este sea, protege. Otra fe-minista española, en este caso Celia Amorós, des-mantela la falacia posmoderna de una manera con-tundente y prístina, cuando advierte que en elpensamiento de la modernidad el mundo de la igual-dad no es el mundo de la uniformidad [«identidad»,dice ella]; que por el contrario la igualdad modernaes capaz de hacer lugar a lo diferente y, más toda-vía, que desde el punto de vista lógico es solo laposesión de una plataforma universalizadora la quepermite hablar de diferencia. Cito:

Conviene, en primer lugar, adelantar ciertas dis-tinciones entre las nociones de igualdad e identi-

6 Amelia Valcárcel: «Igualdad, idea regulativa», en El con-cepto de igualdad, Amelia Valcárcel (ed.), Madrid, Edi-torial Pablo Iglesias, 1994, p. 12.

Page 138: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

140140140140140

dad. Se puede decir que A y B son idénticoscuando se dan en ambos unívocamente las mis-mas características y cualidades que considera-mos relevantes en la predicación común que es-tablecemos, de tal manera que aquellos sobrequienes recae nuestra predicación se vuelven porello mismo indiscernibles como sujetos [...]. Laigualdad, por el contrario, no hace sino estableceruna relación de homologación, es decir, de ubi-cación en un mismo rango de cualidades o desujetos que son diferentes y perfectamente dis-cernibles.

Y sigue:

[...] todo derecho a la diferencia presupone, ob-viamente, la igualdad, de otro modo, mi diferen-cia no se vería reconocida, es decir, ponderadacomo digna del mismo respeto que la del otro;así, el aprendizaje de las reglas de uso del yopresupone el de las del tú, y solo porque sé dis-cernir que tú eres tú y yo soy yo puedo conside-rar que somos iguales.7

Esto quiere decir que la necesidad de un pactoigualitario no proviene de la utilización multitudina-ria de las tecnologías de la comunicación o del usocompartido de los establecimientos comerciales ode los trenes del metro, según piensan los esclare-cidos teóricos chilenos a los que ya aludí, sino deun movimiento de la inteligencia crítica. Este movi-miento se despliega a partir de un juicio ético deequiparación entre los seres humanos, y es precisoformalizarlo jurídicamente, lo que resulta no solocomprensible sino indispensable si se tienen en cuen-ta las aptitudes descohesionadoras y brutalizadoras

del liberalismo salvaje y los beneficios de aminorarsus perjuicios mediante la oposición de un poderde proporciones análogas a las suyas y, si es posi-ble, superiores. En el fondo, lo que en el mundomoderno se busca afianzar, para convertir en nor-ma jurídica la moral igualitaria de que habla Valcár-cel, es que la libertad de uno o de unos no se llevepor delante la libertad de los otros, pero sobre todoque la riqueza de uno o de unos no se amase acosta de la miseria de los otros. Hace poco másde cien años, al logro de este propósito se le dio elnombre de «justicia social», y se remplazó así elnaftalínico asistencialismo premoderno (las «obrasde beneficencia», religiosas o no) por la concienciade que existen derechos que son esenciales, quepor ende deben estar disponibles para todos, cuyoestablecimiento tiene que hacerse por ley y cuyacautela corresponde al Estado. Con eso se dabacurso, creo que nadie se atreverá a ponerlo en duda,a uno de los progresos más admirables en la histo-ria de la modernidad. En Chile, esta magnífica noti-cia de la justicia social nos llegó un poco tarde, esoes cierto, pero nos llegó, y su implementación aca-bó por convertirse en uno de los objetivos princi-pales de las autoridades que, con más o menosconsecuencia y competencia, nos gobernaron apartir de las décadas del veinte y del treinta del si-glo XX. Posteriormente, después del desastre del11 de septiembre de 1973 y de la instalación dePinochet en La Moneda, dejó de ser lo que hastaentonces había sido, y hoy nos encontramos enmedio del tortuoso proceso de recuperarla.

Es pues, en virtud de dicho acuerdo, el que vo-luntaria, racional y legalmente establecen entre ellos,que los individuos libres, pobladores de un espaciocomún, convierten a ese espacio en una civitas, laque es o aspira a ser mejor que la que ellos hereda-ron de sus abuelos y sus padres, que coincide en el7 Amelia Valcárcel: Ob. cit. (en n. 6), pp. 30-31.

Page 139: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

141141141141141

respeto de una normatividad justa y, por consiguien-te, de un Estado justo. En la constitución de un Es-tado con esas características ellos convergen, pordecisión de la mayoría y persuasión (o concesiónrazonable) de la minoría, transformándose a causade esto en ciudadanos, capacitados para hacer unuso pleno de los derechos que les correspondencomo tales o, lo que es lo mismo, capacitados parahacer uso de su soberanía.

En cuanto a la segunda de las dos alternativasque encarnan la urgencia integradora del todo so-cial moderno, esta corresponde, como dije antes, ala fraternidad. En este punto, debe tenerse presen-te que nosotros nos encontramos evocando unmomento cohesivo otro, que si bien es cierto queno es el de los cristianos de la primera época, tam-poco puede ni debe confundirse con el de carácterjurídico-político al que me referí arriba, pues al con-trario de aquel, que es el de la discursividad moral(y, por lo mismo, voluntaria, racional y legal), el queahora nos interesa es de índole espontánea y pro-viene «de abajo», que se deriva de la intuición direc-ta e inmediata que acerca de su identidad particulargenera la pertenencia de los individuos libres a unterritorio y una memoria compartidos. He ahí el hue-co donde se aloja el impulso que en todos nosotrosdesencadena el instinto de «ser con el otro». De ahísurge también la solidaridad, que es la base de laconstrucción de una identidad colectiva en el senti-do moderno (cultural y no esencial, por lo tanto).Entre las múltiples formas de asociación entre loshumanos, es ella la que da origen finalmente a la«nación», concepto que con la chapa del «naciona-lismo» va a histerizarse una y otra vez, desde elperíodo romántico en adelante, para transformarseen tales casos, ahora sí, en una esencia absoluta eimponerse en nombre de preceptos a menudo abo-minables, racistas o similares. Pero la nación no es

eso o no lo es inevitablemente. Es, en cambio, elcuerpo (en el sentido material y más fuerte de este tér-mino) en el que los individuos libres, esto es, losque por otros motivos son ciudadanos, se han en-contrado y unido de una manera instintiva, parasobreponerse a las penurias de su soledad, y por-que sienten que tienen vínculos espaciales y tempo-rales que hacen de sus vecinos no solo unos «próxi-mos» sino unos «prójimos».

Vuelvo ahora sobre el comienzo de mi reflexión:¿qué es lo que pasa o ha venido pasando en Chiledesde hace casi veinte años con el programa de lademocracia moderna, cuyos elementos fundamen-tales yo acabo de esbozar? En primer término, creoque es de toda conveniencia despejar confusiones.Respecto a los diecisiete años que precedieron a laentrada del presidente Patricio Aylwin en el palaciode La Moneda, el 11 de marzo de 1990, a mí meparece a salvo de cualquier debate que la adminis-tración castrense que hasta entonces se hizo cargode lo negocios del país, no solo no tenía nada quever sino que era contradictoria con el discurso de-mocrático, incluso si a este se lo reduce a sus ras-gos más básicos; ello no obstante la utilización ob-sesiva y oximorónica de nociones, tales como lasde democracia «autoritaria», «protegida», «integra-dora», «tecnificada» u otras por el mismo estilo ycuyo conjuro fue la especialidad del consigliereáulico del dictador, Jaime Guzmán Errázuriz. Porantonomasia, el pinochetismo y todo lo que con elpinochetismo se asocia, corresponden al tipo depensamiento que da origen a aquel engendro quetanto le gustaba a Carl Schmitt, cuyos procedimien-tos Nicos Poulantzas desenmascaró hace más detreinta años (y después de él otros: Foucault, Agam-ben, etcétera), y que es el «Estado de excepción»,excepción hecha a la práctica triple de la libertad,la igualdad y la solidaridad (había tenido su estreno

Page 140: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

142142142142142

con la batería conceptual represiva de la AntiguaRoma primero, donde fue el iustitium transitorioque a los patricios del Senado les permitía hacerfrente al tumultus, y de la Revolución Francesadespués, más precisamente, en este último caso,cuando la Asamblea Legislativa puso los idealesdemocráticos de la Revolución entre paréntesis paracontener los peligros del acoso contrarrevolucio-nario tanto exterior como interior).8 Es, en resumi-das cuentas, la antidemocracia, por consiguiente, laantimodernidad y el indicador inconfundible de unquiebre y un retroceso abrupto en el reloj de la his-toria, de una aberrante vuelta atrás. Como ob-jeto de análisis, el supuesto de un contacto entreambos términos, el pinochetismo y la democracia,no tiene por lo tanto cabida en esta exposición.

Otra cosa es lo que nos ha sucedido a los chile-nos después del fin de la dictadura, y lo que nosestá sucediendo hoy día. Cuando se definen la po-lítica y la democracia diciendo que la primera es «elespacio intermedio entre el Estado y la sociedadcivil» y que la segunda «consiste en una buena co-municación entre aquél [el Estado] y la masa de losindividuos»,9 yo siento que un compuesto disolven-te se ha dejado caer sobre la significación de estaspalabras. Más claro: lo que yo siento es que si lesdamos nuestro visto bueno a definiciones como esasdos que recién copié, definiciones que restringen lasignificación de aquello que intentan definir de unamanera sustancial y que en sentido estricto perte-necen al repertorio teórico que el profesor CarlosRuiz ha descrito como el de la «democracia restric-

tiva»,10 nos estaremos poniendo a una enorme dis-tancia de los requisitos de la democracia moderna.Si la política no se encuentra ya en la base ciudadanade la civitas, sino en un espacio que está «más allá»o «por sobre» esa base, presumiblemente en el es-pacio de la «clase política», y si la democracia noconsiste en la capacidad que a todos nos asiste paraintervenir y transformar el orden del mundo, sino enobtener el Estado que «la masa de los individuos»capte los mensajes (y con ello, las órdenes) que élles envía con nitidez suficiente, entonces lo que seha producido es un cambio importante en la se-mántica del discurso.

En estas condiciones, a mí no me cabe duda deque el programa democrático moderno pierde su vir-tud emancipadora, la de los últimos tres o cuatro si-glos, y que es remplazado por otro (¿el de una de-mocracia «posmoderna»?), programa este otro parael que la democracia no sería ya un fin, sino un medio;no un bien apreciable en y por sí mismo, sino unaherramienta eficiente, la más adecuada de que se tie-ne noticia hasta la fecha, para asegurar la pervivenciade una estructura social a prueba de conflictos. Laestabilidad se convierte, por lo tanto, desde el puntode vista de esta teoría democrática «restrictiva», enel norte de la actividad política o de la actividad delos políticos, en tanto que el norte de la democraciasería el de contribuir al afianzamiento de esa mismaestabilidad. En los últimos años, la insistencia en lanoción de «gobernabilidad» o de «gobernanza», queles llena la imaginación y el discurso a muchos denuestros prohombres criollos, que algunos periodis-tas repiten sin saber lo que dicen y cuyo máximopromotor es el Banco Mundial (¿qué diablos tieneque hacer el Banco Mundial en estas materias?, se8 Para mayores detalles, véase Giorgio Agamben: Estado

de exceçao, Iraci D. Poleti (trad.), São Paulo, Boitempo,2004.

9 Eugenio Tironi: Autoritarismo, modernización y margi-nalidad, Santiago de Chile, Sur, 1990, p. 69.

10 Carlos Ruiz Schneider: Seis ensayos sobre teoría de lademocracia, Santiago de Chile, Universidad NacionalAndrés Bello, 1993.

Page 141: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

143143143143143

preguntarán ustedes. La respuesta es que el BancoMundial quiere que se le den garantías respecto delretorno de los capitales que él u otros les prestan aunos gobiernos cuya permanencia en el poder no estásiempre asegurada, pero que debería estarlo pararesguardo de los haberes del Banco y de sus socios,lo que exige que se tomen todas las providencias tran-quilizadoras de que se pueda echar mano, activán-dose cualesquiera sean los dispositivos persuasoresy represores que para tales fines se juzguen adecua-dos), apunta en esa dirección.

Sin que yo pretenda hacerme cargo a fondo delas múltiples implicaciones de este razonamiento queencarece las bondades de la «gobernabilidad de-mocrática» o, mejor dicho, dejando su retórica falazlibrada a la crítica de quien me lee, procedo a for-mular en lo que sigue cuatro tesis generales, queinciden en la falta de correspondencia entre los idea-les del modelo de la democracia moderna y la rea-lidad chilena de los últimos veinte años.

Primera tesis: el término de la dictadura deAugusto Pinochet no significó para nosotros lospobladores de la tierra chilena un reencuentropleno con el ejercicio de nuestra libertad en elámbito colectivo. En concreto: no nos significó alos chilenos un reencuentro satisfactorio con el ejer-cicio de nuestra soberanía. Los ciudadanos de estepaís o no lo somos o lo somos de una manera queha sido cuidadosamente «rebanada» (el verbo esde Gabriela Mistral), pues existen aún en nuestracivitas disposiciones legales y poderes fácticos, talvez los segundos aún más poderosos que los pri-meros, respecto de cuyo origen y alcances noso-tros, los dueños formales de la soberanía, no tene-mos, seguimos sin tener, hasta la fecha, oportunidadde pronunciarnos. Por lo pronto, en nuestro paíslos militares, los empresarios y la Iglesia católicageneralizan sus intereses y se los infligen al resto de

la población con una libertad, una autonomía y unaconfianza que son incompatibles con cualquier de-mocracia que merezca el nombre de tal. Tampoco,y esto es de una congruencia incuestionable, sien-ten esos poderes fácticos que tengan que rendirlecuentas a nadie como no sea a la jerarquía de supropia parroquia. La distribución de anticoncepti-vos de emergencia en los hospitales públicos, lo queel 80 % de la población chilena acepta y reclama,pero que el Tribunal Constitucional ha procuradoimpedir a causa de las presiones de la Iglesia cató-lica, es expresiva de esta situación.

Más grave todavía es que en Chile sigamos obe-deciendo hasta hoy a una Constitución de la Repú-blica que, aunque ha sido remendada en varios desus artículos, es la Constitución del dictador, la queél se hizo escribir y aprobar en 1980. Esto signifi-ca que en Chile no ha habido después de Pinochetuna Asamblea Constituyente y la Constituciónque nos rige no solo no es expresiva de la volun-tad popular, sino que lo es de la voluntad impo-pular. El ejercicio de nuestros derechos ciudada-nos está, en definitiva, conculcado legalmente, nadamenos que por la «ley de las leyes», y negar estehecho es como decir que es de noche cuando el solbrilla en el firmamento con toda su fuerza. Pero estono es, seamos francos, ninguna novedad. No solono ha habido en Chile nunca una constitución queemanara de los debates de una Asamblea Consti-tuyente, sino que nuestra historia republicana ente-ra (y la de la América Latina entera, con dos o tresexcepciones recientes, como las de Bolivia, el Ecua-dor y Venezuela) puede leerse, y así la ha leído unaespléndida novela de mi antiguo amigo Jorge Guz-mán, como la de una prolongación a cualquier pre-cio, aun al precio de la persecución y del crimen,por parte de las oligarquías gobernantes (y esto valetanto para Chile como para los países aledaños),

Page 142: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

144144144144144

de una doble conciencia: la de la proclamación delimperio de la democracia aparejada a la figuracióny fabricación de toda clase de triquiñuelas amaña-das para prevenir que sus efectos se materialicen.La democracia deviene así, entre nosotros –paradecirlo con la fórmula feliz que el destacado inte-lectual brasileño Roberto Schwarz enunció hacealgunos años para la historia decimonónica de supropio país–, una «idea fuera de lugar». EscribeSchwarz: «En resumen, las ideas liberales no sepodían practicar, siendo al mismo tiempo indescar-tables [...]. Por eso, tampoco sirve de nada insistiren su clara falsedad. Más interesante es acompa-ñarlas en su movimiento, del que la falsedad es unaparte verdadera».11

Segunda tesis: aun si fuera cierto que en el marcodel Estado-nación moderno es imposible que elpueblo ejerza su soberanía directamente, y quepor eso el recurso a la delegación (o a la repre-sentación) constituye una necesidad, en este Chi-le en que nosotros vivimos dicho recurso se hacorrompido hasta el punto de hacerse irreconoci-ble. Aquellos en quienes el pueblo chileno presun-tamente delega su soberanía –y he escrito presunta-mente porque, como se estableció en el párrafoanterior, eso no es así o no lo es en todos los casos,pues circulan entre nosotros otros individuos u otrasorganizaciones que también son soberanos y, a lopeor, más soberanos que nosotros– no son manda-tarios sino mandamases. Esto significa que en los úl-timos veinte años el poder se ha movido en Chilecada vez más hacia el interior de sí mismo y máslejos del pueblo (o de la «gente», para hacer uso delvocablo que otorgan su preferencia los dueños deese poder), lo que es comprobable aun a simple

vista al descubrírselo inmerso en su propio clima,autoabasteciéndose ourobóricamente, operandoentre las paredes de su propia burbuja, reprodu-ciéndose en y entre los mismos de siempre, inter-pelándose y respondiéndose ellos a ellos y reedi-tándose de esa manera modalidades arcaicas dehacer política que nos retrotraen al parentalismo yal verticalismo oligárquicos del siglo XIX.

Y esto es algo que paradójicamente acontece conmás efectividad no bien el recurso a la delegación secontamina de/con un alegato «modernizador», el queaboga por las prerrogativas de la competencia técni-ca. En otras palabras: cuando se contamina de/conun alegato a favor de una ideología tecnocrática yburocrática, que se autodescribe como de carácter«científico» y de acuerdo con la cual, en razón de suposesión de la «cientificidad», los «delegados» (o los«representantes»… o los «representantes de los re-presentantes») pueden más que quienes hicieron deellos lo que ellos son. El tecnocratismo y el burocra-tismo son por lo tanto los factores que se agregan yrefuerzan el ejercicio oligárquico del poder, y posi-bilitan los tres en su conjunto que en este mundo nues-tro las personas que debieran ser los «servidores delsoberano» –o los «servidores públicos», como antesse decía un poco más gentilmente–, se consideren au-torizadas para invertir el orden de la secuencia demo-crática moderna, para ponerse ellos en el lugar delsoberano y para ordenarle a este, aun en contra desus deseos más profundos, lo que él debe ser y hacer.

Tercera tesis: en términos de cohesión social, elprincipio ético de la igualdad, que es aquel que,como hemos visto en el primer segmento de estetrabajo, debiera contener los desmanes del capi-talismo tanto jurídica como políticamente en unademocracia de veras, en el Chile contemporáneoha involucionado casi hasta dar con su gradocero. En un país en el que las modernizaciones, por

11 Roberto Schwarz: «As idéias fora do lugar», Ao Vence-dor as Batatas, São Paulo, Duas Cidades, 1992, p. 22.

Page 143: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

145145145145145

ejemplo, de la educación y la salud no solo no eli-minan, sino que suponen su privatización y, por con-siguiente, una elitización cada vez mayor (existencifras copiosas sobre estos dos temas, que yo meexcuso de dar, y como quiera que sea basta echarleuna mirada rápida a los resultados de las pruebasPISA12 y Simce,13 que con el fin de comprobar lasvariaciones que se producen en el rendimiento estu-diantil primario y secundario el ministerio del ramoaplica periódicamente, para comprender que no eslo mismo educar a los hijos en un colegio público deMaría Pinto o La Legua, que hacerlo en ciertos esta-blecimientos privados, como podrían ser el ColegioLa Girouette de Las Condes o el Andrée EnglishSchool de La Reina, lo que es correlativo al hechode que tampoco es lo mismo enfermarse en el Hos-pital de Talca que ir a atenderse en la Clínica Alema-na de la pituquísima comuna de Vitacura), hablar deigualdad o, en otras palabras, hablar de una justiciasocial que merezca ser así llamada, es casi una bro-ma de mal gusto. Las estadísticas correspondientes,cuyas noticias son peores en cada una de la edicio-nes que se nos entregan de ellas, dan la impresión deque estuviéramos acercándonos inexorablemente almodelo segregatorio que es propio de una situaciónde apartheid.14 Para recurrir de nuevo al discursofilosófico de Valcárcel, lo que sucede es que la igual-dad, que desde este punto de vista es un conceptoque, como ella dice, pasa de la moral a la política,entre nosotros se ha resuelto en «política» y punto,

y con todos los recortes que como hemos visto aesa noción se le practican desembozadamente.

Cuarta y última tesis: también en términos decohesión social, el principio de la fraternidad,que es el que permite la construcción y la re-construcción de la identidad nacional sobre labase de nuestro «ser con el otro», si bien existetodavía en Chile, porque por su raíz instintiva eintuitiva no puede menos que existir –es apo-yándonos en ese principio que acogemos al otrono solo como un próximo, sino como un próji-mo, y de ese modo combatimos la condición so-litaria que es el denominador común de la vida

12 Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes[N. de la R.].

13 Sistema de Medición de la Calidad de la Educación [N.de la R.].

14 «[...] las cifras son dramáticas. Cuatro de cada diez alum-nos provenientes de hogares con ingresos inferiores alos 432 mil pesos mensuales no alcanzaron a los 450 pun-

tos [en la Prueba de Selección Universitaria (PSU 2008),en la que el máximo eran 850 puntos], el mínimo necesa-rio para postular a la universidad; y ni siquiera uno decada diez se ubicó por sobre los 600 puntos. En el otroextremo, siete de cada diez alumnos provenientes dehogares con ingresos mensuales de más de un millónde pesos obtuvieron más de 600 puntos, lo que loshabilita para postular prácticamente a cualquier uni-versidad; bajo los 450 puntos, en este segmento eco-nómico, se ubicaron menos del 10 %. Las estadísticasson similares cuando se mide por origen del estableci-miento. Es decir, las expectativas de un futuro mejorson inversamente proporcionales entre los alumnosegresados de colegios pagados y los de establecimien-tos municipalizados. Los subvencionados administra-dos por sostenedores se ubican entre ambos, pero máscerca a estos últimos. La situación no es nueva. Todolo contrario, se ha ido agudizando en los últimos años»,La Nación, 23 de diciembre de 2008. Anota El Mercu-rio, por su parte, y en los titulares del artículo respecti-vo: «Solo cinco comunas concentran el 45 % de lospuntajes nacionales de la PSU de este año. El sectororiente de Santiago acaparó gran parte de los mejoresrendimientos en el test de ingreso a la educación supe-rior. Los datos reflejan la brecha social: 94 % de losalumnos de colegios privados saca sobre 450 puntosversus 58 % de los públicos», 22 de diciembre de 2008,sección C, página 10 de dicho periódico.

Page 144: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

146146146146146

cotidiana en la urbe moderna, de esta vida he-cha de «soledades juntas» de que hablaba elpoeta Antonio Machado–, está siendo socava-do sistemáticamente. Me parece que habría quediferenciar, en todo caso, la identidad nacional comoun constructo castrense y/o burocrático, materia debanderas, marchas, desfiles, ofrendas florales, himnosy demás pantomimas de ese tipo –entre ellas, elfolclor de los huasos de calendario y el de la casitachilena con techo de tejas y tinaja en el patio–, dela identidad nacional como un dato de la «concien-cia práctica», que no es asimilable por ende a aque-llas versiones que se construyen «sobre la base delos intereses y visión del mundo de algunas clases ogrupos dominantes».15 Eso, por un lado. Por el otro,

es de máxima importancia que los chilenos tenga-mos y hagamos también conciencia respecto de lafaena darwinianamente descohesionadora que re-dunda de la aplicación urbi et orbi del ideologismoneoliberal, el que a no dudarlo se ubica en la prime-ra fila de nuestros enemigos, puesto que parte delprincipio contrario al que estamos aquí invocandoal apostar no a la clase de cultura que fomenta elaprecio y la colaboración entre los individuos, sinoa una que estimula la competencia entre ellos. A esaotra clase de cultura, si es cierto que el patriotismosuperficial no le molesta y hasta le sirve de excusa,también es cierto que el patriotismo profundo le re-sulta impalatable. De ahí la práctica de una políticapara la cual la fraternidad es un término contradicto-rio, que no solo carece de sentido, sino que es, sea-mos claros, una rémora.

Abril de 2009

15 Jorge Larraín Ibáñez: Modernidad, razón e identidaden América Latina, Barcelona, Buenos Aires, MéxicoD. F., Santiago de Chile, Andrés Bello, 1996, p. 208. c

Page 145: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

147147147147147

Resulta paradójico que cuando se cumplen doscientos años delos comienzos de la lucha independentista que selló nuestraseparación de España, el gobierno de Colombia, coaligado

con el conjunto de las clases dominantes, haya entregado a los Es-tados Unidos en bandeja de plata el territorio colombiano para quese convierta en una gran base terrestre, con la finalidad de ser usa-do por el imperialismo del norte en sus pretensiones de agredir aalgunos países de la región, en especial a aquellos que han intenta-do consolidar proyectos nacionalistas en los últimos años.

Dada la magnitud de la entrega y de la postración de que hacegala el régimen respecto a los Estados Unidos, se convierte en unmal chiste celebrar la «independencia» en Colombia, y no deja de

RENÁN VEGA CANTOR

Amargo Bicentenariode la Independencia en Colombia:¿cuál independencia?

La injerencia que hoy tienen las tres ramas del poder deEstados Unidos en Colombia es posiblemente la mayoren toda la historia de las relaciones entre los dos países.Pocas veces Estados Unidos había metido tanto sus nari-ces en las políticas internas, y además con el visto buenodel Estado.

Revista Semana, citada en José Manuel Martín Medem:Colombia feroz. Del asesinato de Gaitán a la presiden-cia de Uribe, Madrid, Ediciones La Catarata, 2009, p. 262.

Hablar de soberanía colombiana es un chiste.

NOAM CHOMSKY, www.kaosenlared.net.

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

Nos

. 259

-260

abr

il-se

ptie

mbr

e/20

10 p

p. 1

47-1

71

Page 146: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

148148148148148

ser una muestra excelsa de cinismo hablar de sobe-ranía o de autodeterminación nacional en este país.¿Cuál independencia, si somos uno de los paísesmás dependientes y sumisos al poder imperialistade la «Estrella Polar»? ¿Cuál soberanía nacional,cuando las fuerzas militares de los Estados Unidosy las multinacionales capitalistas de ese país y de laUnión Europea se han apropiado de nuestros re-cursos naturales y minerales?

Por lo anterior, en este ensayo, antes que evocarlos acontecimientos de nuestra independencia deEspaña –que se iniciaron hace dos siglos, de los cualesemergió la Gran Colombia en 1819, y culminaroncon la disolución de este gran proyecto en 1830–,creemos mucho más útil y oportuno aprovechar estaefeméride para presentar un panorama sobre la te-rrible situación de dependencia que soporta la na-ción colombiana en estos momentos, dependenciasimilar, guardando las debidas proporciones históri-cas, a la que afrontaba el virreinato de la Nueva Gra-nada en 1810, con la diferencia elemental de queahora la subordinación cuasi colonial se produce anteel amo de turno, los Estados Unidos.

Para abordar la temática, hemos dividido esteensayo en dos apartados. En el primero, describi-mos y analizamos la conversión de Colombia en unportaviones terrestre de los Estados Unidos; en elsegundo, presentamos una breve retrospectiva his-tórica, con el fin de colocar en la larga duración, ladependencia de las clases dominantes de Colom-bia con relación al imperialismo estadunidense.

I. La conversión de Colombiaen portaviones terrestrede los Estados Unidos

El 30 de octubre de 2009 el régimen uribista firmóun «acuerdo» con los Estados Unidos, por medio

del cual se le conceden a ese país siete bases, distri-buidas a lo largo y ancho de la geografía de Colom-bia, junto con otras prerrogativas que convierten aeste país en un protectorado yanqui. La magnitud dela entrega alcanza tales ribetes de indignidad, que essimilar a lo sucedido en Cuba con la Enmienda Platten 1901, o a lo acontecido en los países directamenteocupados por los Estados Unidos (Haití, 1915-1934,República Dominicana, 1916-1924, Nicaragua,1910-1925 y 1926-1934) o a Puerto Rico, deno-minado con el eufemismo de Estado Libre Asocia-do, un típico caso de colonialismo permanente en elContinente. Puede decirse que, en la práctica, he-mos regresado a formas de sujeción cuasi colonia-les, propias de un distante pasado, tan lejano comoel que se quiso superar con las guerras de la inde-pendencia hace dos siglos.

El nombre mismo del «Acuerdo complementa-rio para la Cooperación y Asistencia Técnica enDefensa y Seguridad entre los Gobiernos de la Re-pública de Colombia y de los Estados Unidos deAmérica», como de manera eufemística se deno-mina al pacto que sella la indigna entrega, está pla-gado de mentiras, porque no es ningún acuerdo sinouna imposición imperialista aceptada a pie juntillaspor sus peones del gobierno colombiano, y la talasistencia técnica en defensa y seguridad no es bi-lateral sino unilateral, ya que los Estados Unidosimponen sus reglas y sus condiciones, como nopodía ser de otra forma cuando un país dependien-te firma «convenios» militares con ese país. Es ne-cesario mostrar con algún detalle, a partir del textodel «acuerdo» mismo, su funesto alcance para Co-lombia y nuestra América.

Para comenzar, se define al personal civil y mili-tar que participa en actividades militares en estepaís, y se incluyen a los contratistas, un nombrecon el que se camufla el carácter de mercenarios

Page 147: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

149149149149149

adscritos al Departamento de Defensa de los Esta-dos Unidos o a cualquier otro organismo de esegobierno y que se encuentran en Colombia, juntocon sus familiares. Incluso, se introduce la nociónde «observadores aéreos», por lo cual se entiendea «los representantes de Colombia o de tercerosEstados que, previa autorización de Colombia ypor invitación de los Estados Unidos, participen enmisiones aéreas que se lleven a cabo en el marcodel presente Acuerdo» (Art. I).1

En el Artículo III se detalla el alcance real de laignominiosa entrega cuando se dice que las partes«acuerdan profundizar su cooperación en áreas talescomo interoperabilidad, procedimientos conjuntos,logística y equipo, entrenamiento e instrucción, inter-cambio de inteligencia, capacidades de vigilancia yreconocimiento, ejercicios combinados, y otras ac-tividades acordadas mutuamente, y para enfren-tar amenazas comunes a la paz, la estabilidad, lalibertad y la democracia». Así mismo, «se com-prometen a fortalecer y apoyar iniciativas de co-operación regionales y globales para el cumpli-miento de los fines del presente Acuerdo». Nóteseque está incluido prácticamente todo con aquello de«otras actividades acordadas mutuamente», entre lascuales podían incluirse acciones como las de bom-bardear otro país, como le sucedió al Ecuador el 1 demarzo de 2008, lo cual se reafirma con eso de «for-talecer y apoyar iniciativas de cooperación regiona-les», entre las que pueden involucrarse todos los he-chos ilegales librados en estos momentos desdeColombia contra Venezuela.

En cuanto al acceso a instalaciones militares, elArtículo IV precisa que el gobierno colombiano:

continuará permitiendo el acceso y uso a lasinstalaciones de la Base Aérea Germán OlanoMoreno, Palanquero; la Base Aérea AlbertoPawells Rodríguez, Malambo; el Fuerte Militarde Tolemaida, Nilo; el Fuerte Militar Larandia,Florencia; la Base Aérea Capitán Luis FernandoGómez Niño, Apíay; la Base Naval ARC Bolí-var en Cartagena; y la Base Naval ARC Málagaen Bahía Málaga; y permitiendo el acceso y usode las demás instalaciones y ubicaciones enque convengan las Partes.

Se reconoce que, en la práctica, desde hace tiem-po vienen operando las fuerzas armadas de los Es-tados Unidos en Colombia, al decir sin mucho ru-bor que se «continuará permitiendo el acceso» aeste país y, además, se les concede ingreso no soloa las siete bases mencionadas sino al resto del terri-torio, al permitirles la entrada a las «demás instala-ciones y ubicaciones».

Adicionalmente, a cambio de esta cesión totalde nuestra soberanía, los Estados Unidos no tienenque pagar erogación alguna puesto que en el mis-mo Artículo IV se agrega que «las autoridades deColombia, sin cobro de alquiler ni costos pareci-dos, permitirán a los Estados Unidos el accesoy uso de las instalaciones y ubicaciones convenidas ya las servidumbres y derechos de paso sobre bie-nes de propiedad de Colombia que sean necesa-rios para llevar a cabo las actividades dentro delmarco del presente Acuerdo incluida la construc-ción convenida». Pero hay más, ya que «el perso-nal de los Estados Unidos, los contratistas de losEstados Unidos y los empleados de los contratistas delos Estados Unidos tendrán acceso y la capacidadde moverse libremente dentro y entre las instala-ciones y ubicaciones mutuamente convenidas». Y,por si hubiese dudas, se precisa que «los edificios,

1 Texto completo del acuerdo se encuentra en<www.colectivodeabogados.org>, de donde provienentodas las citas textuales que se presentan en este ensayo.

Page 148: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

150150150150150

las estructuras inamovibles y los montajes construi-dos por los Estados Unidos serán para su uso [...]hasta la entrega de los mismos a Colombia».

Pero no solo se convierte el territorio colombia-no en portaviones de los Estados Unidos, sino que,como es apenas obvio, el espacio aéreo se le dejacompletamente libre a las aeronaves de ese país(Artículo V), a las cuales se les permite que ingre-sen, sobrevuelen y aterricen; además «se designa-rán los aeropuertos internacionales para el ingresoy salida del país; y se establecerá un mecanismopara determinar el número estimado de vuelos queharán uso» de esos aeropuertos. Cuando esas na-ves vuelen en el espacio aéreo colombiano sin nin-guna restricción, como mera formalidad se indicaque cada una de ellas llevará un «observador aéreode Colombia». Ni las aeronaves ni tampoco los bu-ques de guerra de los Estados Unidos pagarán unsolo centavo cuando estén en territorio colombianoy «no estarán sujetas al pago de derechos, inclui-dos los de navegación aérea, sobrevuelo, aterrizajey parqueo en rampa». Se enfatiza, en el mismo sen-tido, que «de conformidad con el derecho consue-tudinario internacional y la práctica, las aeronaves ybuques de Estado de los Estados Unidos no se so-meterán a abordaje e inspección» (Art. VI).

Dada la inmunidad que se le concede al personalmilitar y civil de los Estados Unidos, este puedecometer cualquier tipo de crimen y delito sin quetenga por qué preocuparse, ya que goza de unacompleta impunidad, como se indica en el Artícu-lo VIII: «Colombia otorgará al personal de los Es-tados Unidos y a las personas a cargo los privile-gios, exenciones e inmunidades otorgadas alpersonal administrativo y técnico de una misióndiplomática, bajo la Convención de Viena». Y,como si esta cesión de soberanía no fuera suficien-te, se agrega unas líneas más adelante: «Colombia

garantizará que sus autoridades verificarán, en elmenor tiempo posible, el estatus de inmunidad delpersonal de los Estados Unidos y sus personas acargo, que sean sospechosos de una actividad cri-minal en Colombia y los entregarán a las autorida-des diplomáticas o militares apropiadas de los Es-tados Unidos en el menor tiempo posible». En pocaspalabras, de manera acelerada se garantiza no solola impunidad de los militares y mercenarios de losEstados Unidos, sino que se les despeja el caminopara que continúen delinquiendo en otros lugaresdel mundo.

Por supuesto, como en los tiempos de la domi-nación colonial española, el personal de los Esta-dos Unidos se puede mover libremente por nuestrocielo y tierra porque «Colombia les otorga una visapreferencial de servicio, estarán exonerados deobtener permisos laborales y de residencia porconcepto de las actividades que se lleven a cabo enel marco del presente Acuerdo». Para rubricar, apartede concederles visas no se les va a cobrar ni un pesopor entrar y salir de Colombia, como se dice en elArtículo IX:

El personal de los Estados Unidos, sus personasa cargo, los contratistas de los Estados Unidos,los empleados de los contratistas de los EstadosUnidos y los observadores aéreos que ingreseny salgan de Colombia, para llevar a cabo activi-dades en el marco del presente Acuerdo, esta-rán exentos de pagos por entrada y salida delpaís u otros impuestos de salida, a menos queutilicen aeropuertos comerciales.

¡Sobraría decir que en similares condiciones dereciprocidad son recibidos en los Estados Unidostodos los colombianos y las colombianas que quie-ran viajar a ese país, ya que les conceden en forma

Page 149: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

151151151151151

automática la visa, se la entregan gratis y cuandollegan a cualquier sitio de la Unión Americana lostratan como reyes!

Como el personal estadunidense necesita todala libertad para hacer lo que se le venga en gana: lasautoridades colombianas aceptarán la validez, sinexámenes ni cobros, de las licencias o permisos deconducción de vehículos, buques o aeronaves ex-pedidos por las autoridades competentes de losEstados Unidos al personal de los Estados Unidos,los contratistas de los Estados Unidos y los em-pleados de los contratistas de los Estados Unidos,que se encuentren temporalmente presentes enColombia. Los vehículos tácticos de propiedad delos Estados Unidos y operados por éstos, que seencuentren temporalmente presentes en Colombiapara llevar a cabo actividades en el marco del pre-sente Acuerdo, estarán exentos de inspeccionestécnicas, de licencias y matriculación por las autori-dades de Colombia pero llevarán las debidas iden-tificaciones [Art. XVII].

Adicionalmente, los estadunidenses tienen un tra-to fiscal especial, ya que, según el Artículo XVIII,

los ingresos que perciba el personal de los Esta-dos Unidos por los servicios prestados para eldesarrollo de las actividades relacionadas con elpresente Acuerdo no estarán sometidos a los gra-vámenes de Colombia. Los ingresos provenien-tes de fuera de Colombia del personal de los Es-tados Unidos y sus personas a cargo que gocende la condición de no residentes en Colombia noestarán sometidos a gravámenes de Colombia.

En el Artículo XIX se indica que:

teniendo en cuenta que uno de los objetivos delpresente Acuerdo es la profundización de la

cooperación para la lucha contra el narcotráficoy el terrorismo, entre otros, cada Parte se com-promete a asumir los costos por daños, pérdidao destrucción de su respectiva propiedad o porla muerte o lesión del personal militar de sus res-pectivas fuerzas u otro personal de sus Gobier-nos que ocurran en el cumplimiento de tareasoficiales relacionadas con actividades que sedesarrollen en el marco del presente Acuerdo.

Aunque este artículo pudiera considerarse comosecundario, apunta al meollo de la cuestión del ver-dadero alcance del «acuerdo», pues se sostiene sintapujos que la cooperación no solo abarca la luchacontra «el narcotráfico y el terrorismo» sino que seintroducen los reveladores términos de «entre otros»,en los que cabe todo lo que pueda concebirse: ¿en-tre otros objetivos no pueden estar los de espiar,sabotear, agredir, bombardear o ocupar territoriosvecinos, o colocar bombas, asesinar dirigentes po-líticos o sociales en aquellos países consideradoscomo «enemigos de los Estados Unidos» y de supeón de brega, Colombia?

Para rubricar todo lo planteado, los Estados Uni-dos se cuidan de no dejar documentación escritasobre sus actividades en territorio colombiano, puestoque en la práctica su personal puede hacer lo que leplazca en lo relacionado con la información docu-mental, como lo indica el Artículo XX:

Las autoridades de Colombia reconocen que losEstados Unidos pueden recolectar, transportary distribuir documentos y correspondencia, parael personal de los Estados Unidos, sus personasa cargo, los contratistas de los Estados Unidosy los empleados de los contratistas de los Esta-dos Unidos, fuera de la red postal colombiana[...]. Los documentos y la correspondencia oficial

Page 150: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

152152152152152

tendrán el tratamiento equivalente [...] en cuantoa inviolabilidad, inspección y detención.

Para completar, en ese mismo artículo se indica que«los Estados Unidos podrán establecer estacionesreceptoras por satélite para la difusión de radio ytelevisión, sin trámite o concesión de licencias y sincosto alguno para los Estados Unidos» y Colombia«permitirá a los Estados Unidos el uso de la infraes-tructura de red de telecomunicaciones requerida [...]y sin trámite o concesión de licencias y sin costoalguno, para los Estados Unidos».

La intromisión no es solo de los Estados Unidos,sino de sus socios y aliados, puesto que el Artícu-lo XXII estipula que contando con la «previa autori-zación de las autoridades colombianas, las autorida-des de los Estados Unidos facilitarán la estadía delos observadores aéreos de terceros países en lasinstalaciones y ubicaciones convenidas, e, inter alia,informarán a los observadores aéreos de tercerospaíses acerca de las leyes y costumbres nacionales,con el fin de asegurar su comportamiento disciplina-do mientras se encuentren en Colombia». ¡Este últi-mo punto adquiere relieve si se recuerda que el 20de julio de 2009, día de celebración de la primeraindependencia de España (la de 1810), en la ciudadde Cartagena, mientras se llevaba a cabo una exhibi-ción aérea, se salió de la pista un avión militar dematrícula colombiana que era piloteado por un indi-viduo de nacionalidad israelí! Como quien dice, exis-ten antecedentes confirmados de la presencia de algomás que meros observadores de «terceros países»,no muy santos por lo demás, en los aviones de lasFuerzas Armadas del Estado colombiano.

Luego de haber descrito con detalle el texto del«acuerdo» para mostrar la magnitud de la entregade nuestra soberanía, que nos ha hecho retrocederal estatus colonial de otros tiempos, vale la pena

indagar sobre las razones que explican por qué seestableció tan tenebrosa alianza entre los EstadosUnidos y el régimen colombiano. Hay por lo menostres hechos básicos, que explicamos de manera rá-pida: el interés de los Estados Unidos en apoderar-se del petróleo de Venezuela y de los recursos na-turales de la región andino-amazónica; la pretensiónde sabotear los intentos de unidad de la AméricaLatina, en especial el ALBA; y el interés en impedirla consolidación de procesos nacionalistas y revo-lucionarios en ciertos países de la región.

1) El petróleo de Venezuela y otros recursosnaturales de la región: La imposición de las basesen una zona estratégica como Colombia apunta alcontrol por parte de los Estados Unidos de impor-tantes recursos naturales que se encuentran en lazona andino-amazónica, empezando por el petró-leo. Al respecto sobresale Venezuela, la cual cuen-ta con importantes reservas de crudo, que la ubi-can entre los primeros productores a nivel mundial.Aunque Venezuela no ha suspendido la venta depetróleo a los Estados Unidos, el gobierno de HugoChávez ha desempeñado un importante papel endiversos planos, tanto a nivel local como mundial,en el manejo del recurso petrolero a favor de lapoblación venezolana. En ese sentido, se destacasu activo papel en revivir a la OPEP, lo que ha inci-dido en el mejoramiento del precio del barril depetróleo en el mercado mundial, su exigencia a lasempresas multinacionales para que paguen me-jores regalías y respeten las leyes nacionales deVenezuela, y la venta de petróleo a preciossubsidiados a Cuba, Haití y otros países de la re-gión. Estas determinaciones han chocado a los Es-tados Unidos, por el nivel de independencia y so-beranía que representan si se les compara con lapolítica de sumisión petrolera de gobiernos comolos de México o Colombia.

Page 151: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

153153153153153

Además, debe tenerse en cuenta que en estos mo-mentos de agotamiento del petróleo a nivel mundial,los Estados Unidos, el principal consumidor de hidro-carburos, dependen en gran medida de los recursosmateriales y energéticos que se encuentran fuera desu territorio. Como, al mismo tiempo, no están dis-puestos a modificar su nivel de vida, basado en el con-sumo intensivo de energía fósil, libra en la práctica unaguerra mundial por el control de los recursos del mun-do. Y en esa guerra no declarada ni reconocida, Ve-nezuela desempeña un papel de primer orden, por lamagnitud de sus reservas. Al respecto, en un estudioreciente del Servicio Geológico de los Estados Uni-dos se calcula que la franja del Orinoco tiene unosquinientos trece mil millones de barriles, casi el doblede reservas de petróleo que Arabia Saudita, el primerproductor mundial de crudo en la actualidad y hastaahora poseedor de las que se consideraban las reser-vas más grandes del mundo, con doscientos sesenta yseis mil millones de barriles. Resulta significativo quela evaluación de un organismo de los Estados Unidosconcluya que en Venezuela se encuentran las reservasmás grandes de petróleo del mundo y que, además,sea la mayor estimación que hasta la fecha se ha he-cho sobre cualquier lugar del mundo.2

Esto pone de relieve la importancia estratégicade Venezuela para los Estados Unidos, como lo vie-nen manifestando desde hace algún tiempo diversosideólogos y portavoces del complejo militar-indus-trial-petrolero de la primera potencia mundial. Lasafirmaciones más enfáticas las hizo el senador re-publicano Paul Coverdale, primer ponente del PlanColombia, quien aseguró en 1998 que «para con-trolar a Venezuela es necesario ocupar militarmentea Colombia». En el año 2000 este mismo persona-je reafirmó con más detalles:

Aunque muchos ciudadanos teman otro Vietnam,resulta necesario, porque Venezuela tiene petró-leo. Venezuela tiene animadversión por EstadosUnidos, éste debe intervenir en Colombia paradominar a Venezuela. Y puesto que Ecuadortambién resulta vital, y los indios de allí sonpeligrosos, Estados Unidos también tienen queintervenir ese país. [...] Si mi país está librandouna guerra civilizadora en el remoto Iraq, seguroestoy [de] que también puede hacerlo en Co-lombia, y dominarla a ella y a sus vecinos: Vene-zuela y Ecuador.3

Esto mismo ha sido ratificado en forma más re-ciente en un documento redactado por el Coman-do Sur del Pentágono, en el que se indica sin mu-chos rodeos:

De acuerdo con el Departamento de Energía, tresnaciones, Canadá, México y Venezuela, formanparte del grupo de los cuatro principales sumi-nistradores de energía a EEUU, los tres localiza-dos dentro del hemisferio occidental. De acuer-do con la Coalition for Affordable and ReliableEnergy, en las próximas dos décadas EEUU re-querirá 31 % más [de] producción de petróleo y62 % más de gas natural, y América Latina seestá transformando en un líder mundial energéti-co con sus vastas reservas petroleras y de pro-ducción de gas y petróleo.4

2 «Venezuela doblaría en reservas a A. Saudí», El Tiempo,<www.eltiempo.com>.

3 Citado en Gentileza Mario Pereyra: «Senador de EEUUplanteó hace 9 años la ocupación militar de Colombia paracontrolar a Venezuela», en <lists.econ.utah.edu/pipermail/marxism/2009.../054027.html>

4 Citado en John Saxe-Fernández, en «América Latina:¿Reserva estratégica de Estados Unidos?», en<bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal25/02sax.pdf>.

Page 152: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

154154154154154

Por supuesto, no solo está en la mira el petróleode Venezuela sino que los Estados Unidos tambiéndesean controlar y apoderarse de otros recursosnaturales que se encuentran en los países de la re-gión andino-amazónica, entre los que pueden men-cionarse el gas de Bolivia, el petróleo del Ecuador,el agua, la biodiversidad y los recursos forestalesde Colombia y Brasil, y todo aquello que sea sus-ceptible de extraerse y mercantilizarse para prove-cho del imperialismo y sus empresas, como los sa-beres indígenas de los milenarios habitantes de selvasy bosques de la América Central y Sudamérica.

2) Destruir los proyectos de unidad regionalen nuestra América: La construcción de una na-ción que integrará los antiguos territorios del impe-rio español, como forma de asegurar su prosperidady enfrentar y resistir las ambiciones expansionistasde diversos imperios, de Europa y de los nacientesEstados Unidos, se constituyó en uno de los sue-ños más anhelados de los más preclaros líderes dela independencia en nuestro continente. Desde unprimer momento esos intentos de unidad naufraga-ron por diversas razones, entre ellas la constitución depoderes locales de tipo caudillista y la acción sote-rrada o abierta de grandes potencias que siemprese han basado en la lógica de «dividir para reinar».En tiempos recientes, y con un gran empuje delgobierno bolivariano de Venezuela, se ha hecho re-vivir un proyecto de integración que se ha plasma-do en la Alianza Bolivariana para los Pueblos deNuestra América (ALBA), que representa la uni-dad económica, política y cultural más importantede todos los que se han realizado en nuestra Amé-rica desde los tiempos de la Gran Colombia. Asímismo, en estos momentos también existen otraspropuestas de unidad, como las del Mercado Co-mún del Sur (Mercosur) y la Unión de NacionesSuramericanas (Unasur).

Como es de suponer, estos procesos de integra-ción, surcados por múltiples dificultades y contra-dicciones internas, no son muy bien recibidos porWáshington y sus socios más arrodillados, como lodemuestra el reciente caso de Honduras, donde seperpetró un golpe contra su presidente constitucio-nal, lo que tenía entre sus objetivos principales im-pedir la vinculación efectiva de ese país al ALBA.Lo lograron porque el régimen golpista, formadopor servidores incondicionales de los Estados Uni-dos, retiró a Honduras de ese acuerdo meses des-pués. Esto demuestra, a través del caso de un paíscuyos gobernantes siempre han sido incondiciona-les a los Estados Unidos, que para el imperialismoy sus multinacionales la existencia del ALBA es untrago amargo difícil de digerir y están dispuestos arealizar todo tipo de maniobras para sabotear esteproyecto de integración.

En ese propósito de torpedear dicha integración,en la que participan países de la zona andina comoVenezuela, el Ecuador y Bolivia, el régimen colom-biano desempeña un papel de primer orden, comoya lo ha demostrado fehacientemente. Esto se evi-dencia con algunos hechos que vale la pena recor-dar: la atomización de la Comunidad Andina deNaciones (CAN), que obligó a Venezuela a retirar-se de este acuerdo, cuando Colombia, junto conPerú, decidió impulsar Tratados de Libre Comer-cio con los Estados Unidos en 2006, negociandode manera bilateral, sin consultar a los otros miem-bros, y violando en la práctica los compromisoscontraídos con antelación de no entablar acuerdosen forma separada; el bombardeo a territorio ecua-toriano el primer día de marzo de 2008 y la campañade calumnias e infundios que desde entonces se hapropagado desde las altas esferas del gobierno, delEjército y de la «gran prensa» de Colombia, no solopara justificar ese hecho ilegal y criminal, sino para

Page 153: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

155155155155155

enlodar a los gobiernos del Ecuador y de Venezuela,además del anuncio reiterado de que se volverían arealizar agresiones similares cuando lo considerarannecesario, como lo han dicho funcionarios del actualrégimen; las reiteradas incursiones de grupos para-militares, procedentes de Colombia, en los territo-rios de otros países con el fin de causar pánico yaterrorizar a los ciudadanos colombianos que huye-ron de nuestro país, o de advertir sobre lo que estándispuestos a hacer con los vecinos; el racismo con-tra la población humilde del Ecuador y Venezuela (in-dígenas, afrodescendientes y mulatos) que destilanrepresentantes de las clases dominantes de Colom-bia y que reproducen sus medios de comunicación.

3) Saboteo a los procesos nacionalistas enmarcha: La implantación de las bases militares enColombia también está relacionada de manera di-recta con la decisión del gobierno de los EstadosUnidos, y de sus lacayos de la América del Sur, deoponerse a los gobiernos nacionalistas que han sur-gido en varios países de la región en los últimosaños. Sobre el particular, un documento de mayode 2009 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidosenfatiza la importancia de la base de Palanquero,en el centro de Colombia, al recalcar que «nos dauna oportunidad única para las operaciones de es-pectro completo en una subregión crítica en nues-tro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad es-tán bajo amenaza constante por las insurgenciasterroristas financiadas con el narcotráfico, los go-biernos antiestadounidenses, la pobreza endémi-ca y los frecuentes desastres naturales».5 Se agrega

en este mismo documento que la base de Palan-quero, por su capacidad, excelente ubicación ybuena pista, significa ahorrar costos, y su aislamientorelativo «minimizará el perfil de la presencia militarestadounidense». Con ello, se mejorará:

la capacidad de los Estados Unidos para res-ponder rápidamente a una crisis, y asegurar elacceso regional y la presencia estadounidensecon un costo mínimo. Palanquero ayuda con lamisión de movilidad porque garantiza el ac-ceso a todo el continente de Suramérica con laexcepción de Cabo de Hornos, si el combusti-ble está disponible, y más de la mitad del con-tinente sin tener que reabastecer.6

En cuanto a las cuatro razones mencionadas porlas cuales se justifica el establecimiento de la basede Palanquero (lucha contra lo que los EstadosUnidos denominan «terrorismo» y narcotráfico,gobiernos antiestadunidenses, pobreza y desastresnaturales), en muy poco tiempo la ocupación ar-mada de Haití por los Estados Unidos ha saldadocualquier discusión, pues los hechos han venido amostrar el verdadero alcance del intervencionismode los Estados Unidos, aunque este no haya pro-venido desde Palanquero, pero sí indica lo que lesespera a los países de la región en un futuro inme-diato. En efecto, después del devastador terremo-to natural que asoló a la empobrecida isla caribeña,que se sumó al terremoto social y económico pro-vocado por el capitalismo y el imperialismo desdehace décadas, los Estados Unidos, en lugar de en-viar ayuda sanitaria, alimenticia o económica parasocorrer a los millones de damnificados, desembar-caron más de veinte mil marines, y se convirtieron en

5 Documento del Departamento de la Fuerza Aérea de los Esta-dos Unidos que comprueba la intención de ese país de utilizarla base militar en Palanquero, Colombia, contra los países ve-cinos, traducción no oficial, Eva Golinger, en:<www.chavezcode.com/.../documento-oficial-de-la-fuerza-aerea-de.html>. 6 Ídem.

Page 154: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

156156156156156

una fuerza de facto con el pretexto de mantener elorden. En realidad, esa ocupación está relacionadacon otras razones de tipo estratégico: convertir aHaití en otro portaviones terrestre para, desde allí,espiar y preparar agresiones contra los países de laregión; asegurarse el control de posibles yacimien-tos minerales y de petróleo que pudieran encon-trarse en el subsuelo de ese país; evitar la migraciónmasiva hacia los Estados Unidos de los haitianosque tratan de huir de la miseria y la desolación; yfacilitar el establecimiento de maquilas para las mul-tinacionales, aprovechando una fuerza de trabajocasi gratuita. Estas son algunas de las consecuen-cias que se desprenden de las intervenciones impe-rialistas que se justifican a partir de lo que los Esta-dos Unidos denominan, en forma eufemística,«desastres naturales».

Por otro lado, en documentos oficiales de diver-sas instancias del gobierno de los Estados Unidos,que son reproducidos de forma inmediata por lasclases dominantes de Colombia y por la prensa delpaís y del Continente, se acusa a los gobiernos deVenezuela, el Ecuador y Bolivia de múltiples deli-tos: entorpecer la lucha contra las drogas, que su-puestamente llevarían a cabo los Estados Unidos;haberse convertido en refugio de «terroristas» detoda laya, llegando incluso a fabricar mentiras so-bre la supuesta presencia de grupos terroristas pro-cedentes del Medio Oriente en la Guajira venezo-lana o a asegurar que en Venezuela se estaríanpreparando armas nucleares y mil embustes por elestilo; en esos países no se respetaría la libertad deprensa y se habrían convertido en regímenes dicta-toriales, que se oponen a la libre empresa y a lapropiedad privada. Para citar solo un ejemplo re-ciente, recordemos que en febrero de 2010, DennisBlair, director Nacional de Inteligencia de los Esta-dos Unidos, señaló en forma irresponsable que el

presidente venezolano y sus aliados –y mencionaen forma concreta a Cuba, Bolivia, el Ecuador yNicaragua– «se opondrán a toda iniciativa estadu-nidense en la región, entre ellas, la expansión dellibre comercio, el entrenamiento militar, la coope-ración antidrogas y antinarcóticos, iniciativas deseguridad e incluso programas de asistencia». Di-cha oposición, según el vocero de los Estados Uni-dos, se explica porque el presidente Hugo Chávezha impuesto «un modelo político populista y autori-tario en Venezuela que mina las instituciones demo-cráticas».7

Todas estas mentiras están inscritas en la llama-da guerra de cuarta generación que en estosmomentos los Estados Unidos, vía el gobierno co-lombiano, libran de manera directa contra Vene-zuela y el Ecuador. En este tipo de guerra, el go-bierno de los Estados Unidos pretende mantenerseal margen para dar la impresión de que no está in-volucrado, recurriendo a gobiernos títeres, como elde Colombia, para adelantar todas las acciones cri-minales de saboteo y desestabilización interna enlos países que han adoptado proyectos revolucio-narios o nacionalistas. Por eso, no resulta extrañoque desde el mismo momento de implantación deesos gobiernos, los Estados Unidos estén operan-do desde Colombia, y con la directa participaciónde la oligarquía de este país, para impedir la conso-lidación de los procesos revolucionarios en mar-cha. Desde luego que esa oligarquía tiene sus pro-pios intereses, porque considera como un muy malejemplo que se llegaran a fortalecer gobiernos na-cionalistas, los cuales pudieran convertirse en unincentivo para los sectores populares de Colom-

7 Dennis Blair: «Latinoamérica, amenazada por crimen ypopulismo», en: <noticias.latino.msn.com/latinoamerica/articulos.aspx?cp>.

Page 155: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

157157157157157

bia, y para ello han librado con toda la premedita-ción y mentira del caso una campaña mediática deinfundios y falsedades entre la población pobre, enla que se recurre a las calumnias racistas contra lospresidentes Hugo Chávez, Rafael Correa y EvoMorales.

En este tipo de guerra irregular, no reconocida ninunca declarada pero tan mortífera como las gue-rras convencionales, la oligarquía colombiana se havalido de todas las armas, que van desde la calum-nia y la amenaza pública contra los gobiernos de laregión, pasando por su intento, por lo demás risi-ble, de acusar a Hugo Chávez y a Rafael Correacomo terroristas ante la ONU u otras instanciasinternacionales, hasta llegar a la organización y fi-nanciación de grupos de paramilitares que han in-cursionado en territorio venezolano y que inclusohan participado en acciones criminales en ese país,incluyendo un intento de atentar contra el presiden-te venezolano en 2005.

II. Antecedentes de las turbiasrelaciones entre la oligarquíacolombiana y los Estados Unidos

La firma del acuerdo militar con los Estados Uni-dos por parte del gobierno colombiano el 30 deoctubre de 2009, podría parecer un hecho puramentecoyuntural y episódico. Sin embargo, un rápido re-corrido por la historia colombiana desde mediadosdel siglo XIX indica todo lo contrario: es evidenteuna tendencia a la postración de las clases domi-nantes de Colombia ante los Estados Unidos, comose rubrica con muchos hechos, de los cuales vamosa recordar los más destacados. Si se analiza el asuntoen el mediano y el largo plazos, algo indispensablepara entender los procesos históricos, se podráconfirmar cómo las clases dominantes de Colom-

bia han hecho gala de una abyección estructural conrelación a los Estados Unidos y se han convertidoen numerosas ocasiones en una quinta columna in-condicional, usada por esa potencia para agredir aotros países de nuestra América. Eso se puedemostrar en forma retrospectiva para identificar loshechos más importantes de esa ignominiosa histo-ria de entreguismo y de comportamiento antinacio-nal, que va en contravía de los pueblos de nuestraAmérica.

1) En el corto plazo: Plan Colombia

El acuerdo militar firmado entre el gobierno colom-biano y los Estados Unidos es la continuación delmal llamado Plan Colombia, que se inició hace pocomás de una década. Este fue escrito originalmente eninglés en los Estados Unidos y luego se dio a cono-cer en Colombia. Fue presentado como un acuerdoencaminado a luchar contra el narcotráfico, puestoque desde hace varias décadas Colombia es el pri-mer productor mundial de cocaína y produce enmenor escala marihuana y amapola, a partir de lacual se fabrica la heroína. Este plan fue concebidodesde un principio con un doble propósito estratégi-co: como un proyecto contrainsurgente encaminadoa fortalecer el aparato bélico del Estado colombia-no, el cual había recibido duros golpes militares de laguerrilla; y controlar la región amazónica, una zonageopolítica esencial para los Estados Unidos. Tantoel gobierno colombiano como el de los Estados Uni-dos reafirmaron de manera reiterada que el PlanColombia era un proyecto para luchar de maneraexclusiva contra la producción de narcóticos, peroera evidente, como se ha demostrado después, quesu finalidad era contrainsurgente y para eso se ne-cesitaba financiar y rearmar al Ejército. En ese con-texto, mientras el gobierno de Andrés Pastrana

Page 156: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

158158158158158

desarrollaba diálogos de paz con las FARC, los Es-tados Unidos financiaban y reorganizaban a lasFuerzas Armadas mediante el Plan Colombia.

El gobierno de los Estados Unidos se presenta-ba con ese plan como un adalid de la lucha contralos narcóticos en las zonas de producción, pero sinenfrentar el problema del consumo doméstico, y pri-vilegiar la militarización de Colombia como formade combatir la generación de cocaína, fórmula com-partida por la oligarquía de este país. Para ello nadamejor que poner en práctica una política de tierraarrasada en las regiones productoras de hoja decoca, mediante la realización de costosas e infruc-tuosas fumigaciones aéreas, que han devastado mi-les de hectáreas de pequeños campesinos en di-versas regiones del país, en especial en las zonasselváticas del Sur, lo que también ha afectado apaíses fronterizos, como el Ecuador. Pese a eso, lalucha contra las «drogas ilícitas» solo era un pre-texto para afianzar la presencia directa de los Esta-dos Unidos en la región andino-amazónica, comoha quedado suficientemente claro.

Hoy puede apreciarse con claridad que entre losobjetivos del Plan Colombia estaba el de fortalecerla capacidad bélica del Estado colombiano, nosolo para enfrentar al movimiento insurgente sinotambién para contar con uno de los ejércitos mejorarmados del Continente, como lo es en la actualidad.Esa fue la primera fase, el Plan Colombia propia-mente dicho. La segunda fase consistió en llevar laguerra interna de Colombia más allá de nuestras fron-teras para involucrar a los países vecinos, como enefecto ha sucedido. Y la tercera fase es la de la «gue-rra preventiva», la típica doctrina nazi-estadunidenseposterior al 11 de Septiembre, que se ha puesto enpráctica en los últimos años, y cuyo hecho más reso-nante fue el ataque al Ecuador en marzo de 2008por parte de Fuerzas Armadas de Colombia.

Algunas cifras ayudan a sopesar la magnitud dela transformación militar que ha significado el PlanColombia: el gasto militar de Colombia representael 6,5 % del PIB, una de las cifras más altas del mun-do, mientras el de los países de Sudamérica oscilaentre el 1,5 % y el 2 %; las Fuerzas Armadas deColombia son las que más han crecido en el Conti-nente, y quizá en el mundo, en la última década, pueshoy ya tienen cerca de medio millón de efectivos,contando todos los contingentes de aire, mar y tie-rra, así como la policía, que en Colombia es un cuer-po armado y depende directamente del Ministeriode Defensa; en 2008, el ejército de tierra tenía dos-cientos diez mil miembros, mientras que el de Brasilcontaba con ciento noventa mil, el de Francia conciento treinta y siete mil, el de Israel con ciento vein-ticinco mil; la relación de efectivos del ejército co-lombiano está en proporción de seis a uno con Ve-nezuela y de once a uno con el Ecuador.8

Como contraprestación a esta «ayuda militar» delos Estados Unidos, estimada en cinco mil quinien-tos veinticinco millones de dólares entre 2001 y 2008–que convierte a Colombia en el tercer país del mundoen recibir asistencia militar de los Estados Unidos,después de Israel y Egipto–, el Estado colombianoha respaldado cuanta aventura bélica o agresión rea-liza el imperialismo estadunidense: fue el único de laAmérica del Sur que apoyó abiertamente la criminalguerra y ocupación de Iraq, llegando hasta el extre-mo de felicitar a George W. Bush por su «éxito» ysolicitar que tras el proclamado fin de la guerra en

8 José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero:«Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución delconflicto en Colombia», en Revista de Economía Colombiana,No. 322, febrero de 2008, pp. 3 y ss.; Fabián Calle: «La crisisVenezuela-Colombia: las capacidades militares que escondenlas palabras», en: <www.nuevamyoria.com>; Raúl Zibechi:«Crisis militar en Sudamérica: Los frutos del Plan Colombia»,en: <www.lafogata.org/zibechi/raul.21.4.htm>.

Page 157: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

159159159159159

mayo de 2003, fueran enviados los bombarderosyanquis a Colombia a combatir a las organizacio-nes guerrilleras; de este país han salido contingen-tes militares para participar como miembros de lastropas de ocupación en Afganistán, o como merce-narios privados en Iraq; el régimen de Uribe apoyóel golpe de Estado en Honduras (junio de 2009) yfue el primer presidente en visitar al ilegítimo Porfi-rio Lobo, quien sustituyó al gobierno de facto. In-cluso, el vicepresidente de Colombia llegó a decirel 12 de enero de 2010 en Tegucigalpa, ante em-presarios hondureños, que con el derrocamiento delpresidente Manuel Zelaya Honduras «dio un ejem-plo de dignidad a América Latina y el mundo». Yexpresó sin reticencias: «Mi admiración es perso-nal e institucional para el pueblo hondureño queestoicamente aguantó las presiones internacionales,la injerencia externa y todo tipo de asaltos a su so-beranía para no permitir que un modelo anacrónicose implantara en este país», y remató diciendo que:«la lección de dignidad que Honduras dio a Améri-ca Latina y al mundo merece ser aplaudida y res-paldada [...] y, en ese sentido, Colombia está a lasórdenes de los hondureños».9 ¡Tanto cinismo nomerece muchos comentarios!

En conclusión, podemos decir con Stella Callonique: «el Plan Colombia, y sus otros anexos, es elmayor proyecto geoestratégico que se haya traza-do para recolonizar la América Latina» y la militari-zación ha sido «el mecanismo prioritario de los Es-tados Unidos para ejercer su dominio económico ygeopolítico».10

Sin embargo, tampoco el asunto se agota en elcorto plazo, y se hace necesario escudriñar en loacontecido en los últimos sesenta años, para enten-der, en un contexto más amplio, los entretelones dela postración de la oligarquía colombiana con res-pecto a los Estados Unidos.

2) En el mediano plazo: el períodode la Guerra Fría

La estrecha colaboración militar de los EstadosUnidos con la oligarquía colombiana no empezó conel Plan Colombia, puesto que en realidad habíacobrado fuerza desde la década de 1950, cuandose desató la violencia política, tras el asesinato dellíder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Incluso, puedetomarse como referencia de la creciente intromi-sión de los Estados Unidos en la vida nacional lafecha emblemática del 9 de abril, porque sobre losescombros humeantes que había dejado la rebeliónpopular y la subsecuente represión oficial en lascalles de Bogotá y en las principales ciudades delpaís, nació la Organización de Estados Americanos(OEA), bien llamada el Ministerio de Colonias delos Estados Unidos, y porque con ese hecho seentronizó el anticomunismo como aspecto distinti-vo de la política interior y exterior de Colombia.No por casualidad el primer presidente de la OEAfue el político colombiano Alberto Lleras Camar-go, un feroz anticomunista y servidor incondicionalde los Estados Unidos, el mismo que participó enforma directa en la redacción del Tratado Intera-mericano de Asistencia Recíproca (TIAR), en 1947,instrumento jurídico con el que se subordinó a losejércitos del Continente a la tutela de Wáshington.

En plena violencia bipartidista, las clases domi-nantes de Colombia debían buscar un pretexto parajustificar tanto su adscripción al bando occidental

09 «Vicepresidente colombiano elogia a Honduras», en:<www.newstin.com.mx/tag/mx/168183509>.

10 Stella Calloni: «Expansión militar de Estados Unidos:golpe en Honduras y bases en Colombia», en: <http://www.terrorfileonline.org>.

Page 158: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

160160160160160

en la Guerra Fría, como para no resolver los gran-des problemas que asediaban a nuestra sociedad,principalmente los relacionados con el monopolioterrateniente del suelo. Ante la creciente ola de in-conformidad de los labriegos y colonos pobres, quese organizaron en ejércitos de autodefensa campe-sina para protegerse de las Fuerzas Armadas delEstado y de los sicarios privados, el régimen con-servador reforzó su dependencia de los EstadosUnidos. La coyuntura propicia se presentó durantela Guerra de Corea (1950-1953), con la creaciónde un contingente que fue bautizado con el nom-bre de Batallón Colombia y el envío de soldadosnacionales a pelear a tan lejanas tierras. A cambiode ese hecho, avalado por su abierto anticomunis-mo, los Estados Unidos y el gobierno colombianosellaron una tenebrosa alianza militar, que se mani-festaría en lo sucesivo en la conversión de nuestropaís en un peón incondicional del imperialismo.

Ese hecho propiciaría un cambio drástico en lasrelaciones de Colombia con los Estados Unidos ytambién modificaría al ejército colombiano, por-que a partir de ese momento se establecieronestrechos nexos militares que se mantienen nota-blemente incrementados, como se vio más arriba,hasta el día de hoy. Esa dependencia se percibeen términos de armas, equipos, manuales de ins-trucción, formas de operar, personal asesor de losEstados Unidos, grupos de militares que van aadoctrinarse a ese país, misiones militares perma-nentes con carácter de agregados diplomáticos y,sobre todo, en la ideología anticomunista que pe-netraría a fondo en la mentalidad de los miembrosdel ejército colombiano y fue difundida principal-mente por la vía estadunidense, desde la décadade 1950.

A partir de ese momento, los gobiernos colom-bianos actuaron siempre en consonancia con los in-

tereses imperialistas de los Estados Unidos, comose demostró con algunos hechos, que destacamosde manera sintética. El principal de ellos fue laexpulsión de Cuba de la OEA a comienzos de1962. Para empezar, el 9 de diciembre de 1960Colombia fue uno de los primeros países de laAmérica Latina en romper relaciones con Cuba, locual no sorprende si se recuerda que el presidenteera el proimperialista Alberto Lleras Camargo, so-cio incondicional de los Estados Unidos. Así mis-mo, desde Colombia se propaló un infundio sobreFidel Castro que ha corrido durante mucho tiempoy constituye una verdadera calumnia, repetida comouna letanía por ciertos medios periodísticos de estepaís cada 9 de abril: Fidel Castro fue culpabilizadode haber participado en el asesinato de Gaitán, ypresentaron como prueba una foto suya en Bogo-tá, cuando como dirigente estudiantil participaba enuna reunión continental de estudiantes que sesiona-ba en forma paralela a la Conferencia Panamerica-na, en abril de 1948.11

La acción colombiana con relación a Cuba, en elseno de la OEA, para lograr la expulsión de la Islairredenta fue tan vergonzosa que todavía en algunaspáginas de los periódicos latinoamericanos y de in-ternet se pueden leer comentarios de este tenor:

El 9 de noviembre de 1961, en uno de los mo-mentos más tensos de la Guerra Fría, Colombiasolicitó una reunión de ministros de Exterioresde Latinoamérica para analizar «las amenazas ala paz y a la independencia política de los Esta-dos» del continente. Colombia aludió a «la in-tervención de potencias extracontinentales,

11 Hernando Calvo Ospina: «Colombia debería pedir per-dón a Cuba», en: <www.kaosenlared.net/noticia/colom-bia-deberia-pedir-perdon-cuba>.

Page 159: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

161161161161161

encaminadas a quebrantar la solidaridad ameri-cana [...]».12

En esa indigna reunión, llevada a cabo en Puntadel Este, Uruguay, en enero de 1962, una manchaindeleble en la historia de la postración de la oligar-quía colombiana con respecto a los Estados Uni-dos, fueron adoptadas cuatro resoluciones contraCuba y uno de los más beligerantes propulsores dela expulsión de Cuba fue el canciller colombiano,quien argumentaba que la estabilidad democráticade la región estaba en riesgo por «la ofensiva sub-versiva de Gobiernos comunistas, sus agentes y lasorganizaciones controladas por ellos».13

En el plano interno, otro elemento que debe serdestacado de este período es el relativo a la aplica-ción de la Doctrina de Seguridad Nacional y decontrainsurgencia de estirpe estadunidense por lossucesivos gobiernos colombianos desde la décadade 1960. Sobresale la aplicación del llamado PlanLaso (Latin American Security Operation) con-tra grupos de campesinos en la región de Marque-talia. Se desató una feroz campaña en la que parti-ciparon dieciséis mil soldados, que usaron armas yaviones proporcionados por los Estados Unidos.De esa acción emergieron las Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Colombia (FARC).

A comienzos de 1962, miembros de la Escuelade Guerra Especial de los Estados Unidos visitaronColombia, y el general Yarborough, director de in-vestigaciones de la Escuela de Guerra Especial deFort Bragg, Carolina del Norte, recomendó:

Debe crearse ya mismo un equipo en dicho país,para seleccionar personal civil y militar con mi-ras a un entrenamiento clandestino en operacionesde represión, por si se necesitaren después. Estodebe hacerse con miras a desarrollar una estruc-tura cívico militar que se explote en la eventualidadde que el sistema de seguridad interna de Co-lombia se deteriore más. Esta estructura se usarápara presionar los cambios que sabemos, que sevan a necesitar para poner en acción funcionesde contra-agentes y contra-propaganda y, en lamedida en que sea necesario, impulsar sabota-jes y/o actividades terroristas paramilitares contralos conocidos partidarios del comunismo. LosEstados Unidos deben apoyar esto.14

En pocas palabras, los Estados Unidos están in-volucrados en la promoción de grupos paramilitaresdesde hace medio siglo, como un medio de luchacontrainsurgente, lo cual ha cobrado una magnitudcriminal, que se proyecta hasta nuestros días.

Para terminar este punto, es bueno referirse a lapostura del gobierno colombiano ante la Guerra delas Malvinas en 1982, porque ello indica el compor-tamiento tránsfuga ante otros países de la región y supostración incondicional al servicio de las grandespotencias. En esa ocasión, la Argentina, que habíaocupado las Islas, solicitó la aplicación del TIAR,invocando una agresión extracontinental, una de lasrazones que había motivado la creación de ese ins-trumento, manejado a su antojo por los EstadosUnidos. En forma textual, su Artículo III señala: «Unataque armado por parte de cualquier Estado ameri-cano será considerado un ataque contra todos los

12 Arturo Gómez Alarcón: «La expulsión de Cuba de laOEA» (a partir de Diario La República, de Lima), en:<fichasdehistoria.blogspot.com/.../la-expulsion-de-cuba-de-la-oea.html>.

13 Citado en H. Calvo Ospina: Ob. cit. (en n. 11).

14 Citado por Javier Giraldo: «Cronología de hechos reve-ladores del paramilitarismo como política de Estado»,en: <www.javiergiraldo.org/spip.php?article75>.

Page 160: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

162162162162162

Estados americanos». La solicitud argentina fue res-paldada por la mayor parte de países miembros delTIAR, pero no fue apoyada por Colombia, Chile,Trinidad y Tobago y, por supuesto, el dueño del cir-co, los Estados Unidos, país que, como es apenasobvio, respaldó a Gran Bretaña. Chile tenía litigiosfronterizos con la Argentina, que casi los llevan a laguerra, y en plena dictadura de Pinochet no iba aapoyar la solicitud hecha por su incómodo vecino alTIAR. Trinidad y Tobago se abstuvo por sus víncu-los históricos con el Reino Unido, del que fue colo-nia durante mucho tiempo. Pero Colombia, ¿quépodía argüir para oponerse a la solicitud de la Ar-gentina? Nada sustancial, solo su postración a losintereses de los Estados Unidos, que se alinearon sintitubear con el gobierno inglés de Margaret Thatcher.Por tal actitud, en ese momento a Colombia le fueaplicado, con toda razón, el calificativo de «El Caínde América Latina».15

3) En el largo plazo: entre la firmadel tratado de 1846 sobre Panamáy la Segunda Guerra Mundial

Si en el mediano plazo, después de la SegundaGuerra Mundial, la hegemonía estadunidense enColombia se expresa en establecer unos vínculosestrechos con la oligarquía colombiana en el terre-no militar y económico, rubricada con un antico-munismo feroz y la aplicación de la doctrina de laseguridad nacional, en el largo plazo, que nos remi-te hasta mediados del siglo XIX, se perfilan los co-mienzos de la subordinación ante la nacientepotencia del Norte, en momentos en que domina-ban en el plano mundial metrópolis europeas, en-cabezadas por Inglaterra.

Desde el mismo momento de la lucha por la in-dependencia de las colonias españolas, la posturade los Estados Unidos favorecía en forma directalos intereses de la monarquía ibérica, pues, comoen 1817, pese a su «neutralidad» declarada, envíaarmas a los españoles o se las vende en sus puer-tos, con lo cual en la práctica se oponía a las luchasindependentistas que se libraban contra España, sise recuerda que los Estados Unidos ni siquiera re-conocieron la beligerancia de los ejércitos patriotasdurante la independencia. Refiriéndose a esa pre-tendida neutralidad de los Estados Unidos, Bolívar,en pleno fragor de los combates contras las tropasrealistas, decía en agosto de 1818:

Negar a una parte los elementos que no tiene ysin los cuales no puede sostener su pretensióncuando la contraria abunda en ellos es lo mismoque condenarla a que se someta, y en nuestraguerra con España, es destinarnos al suplicio,mandarnos [a] exterminar. El resultado de la pro-hibición de extraer armas y municiones calificaclaramente esta parcialidad.

Con razón, decía el historiador ecuatoriano Ma-nuel Medina Castro que los Estados Unidos, des-de su existencia como país, «industrializaron la neu-tralidad, e hicieron de ella fuente primera deenriquecimiento y poder», al referirse al hecho deque a los yanquis les interesaba no tanto el apoyo alos procesos independentistas sino las ganancias queles pudiera dejar el estímulo comercial que suscita-ban esas luchas, vendiéndole, por ejemplo, armasa España.16

15 «El pacto que se quebró en Malvinas», La Nación, 15 deseptiembre de 2001.

16 Manuel Medina Castro: Estados Unidos y AméricaLatina siglo XIX, La Habana, Editorial de Ciencias So-ciales, 1974, p. 27. La cita de Bolívar es de una carta aIrvine, citado en este mismo libro en la página 33.

Page 161: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

163163163163163

La independencia solo va a ser reconocida porlos Estados Unidos cuando ya era un hecho cum-plido e irreversible, y España anunciaba su preten-sión de organizar un ejército de reconquista en1822. Fue en estos momentos cuando se anuncióla Doctrina Monroe, y los Estados Unidos consi-deraban como una interferencia en sus asuntos lapresencia de potencias europeas en el continenteamericano, que sus círculos expansionistas empe-zaron a considerar como un territorio de su exclusi-va incumbencia. Incluso es bueno recordar que losEstados Unidos siempre se opusieron a la indepen-dencia de Cuba y Puerto Rico, pregonando porboca de John Quincy Adams la doctrina de la «fru-ta madura» –era preferible que esas islas siguieransiendo colonias de España hasta que estuvieranmaduras la manzanas para caer del árbol hispánicoen el regazo estadunidense– y rechazaron los pla-nes de Bolívar de organizar un ejército que fuera apelear directamente contra los españoles en sueloantillano. Al respecto, el 27 de abril de 1825, Hen-ry Clay, secretario de Estado de la administraciónde Quincy Adams, afirmó: «Los Estados Unidosprefieren que Cuba y Puerto Rico permanezcandependientes de España [...] están satisfechos conla condición actual de estas islas en manos de Es-paña y sus puertos abiertos a nuestro comerciocomo ahora lo están. Este gobierno no desea nin-gún cambio político que afecte la actual situación».17

Era tan evidente la oposición de Wáshington a quelas repúblicas recién independizadas de España or-ganizaran una fuerza militar para liberar a Cuba, queel general José Antonio Páez recordaba con amar-gura en sus Memorias, muchos años después: «El

gobierno de Washington, lo digo con pena, se opu-so de todas maneras a la independencia de Cuba[...] ninguna potencia, ni aun la misma España, tieneen todo sentido un interés tan alto como los Esta-dos Unidos en la suerte futura de Cuba».18

Desde un primer momento, los dirigentes de losEstados Unidos no vieron con buenos ojos el pro-yecto bolivariano de integración de las antiguas co-lonias y manifestaron su oposición a las conclusionesdel Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, cer-tamen al que Bolívar nunca pensó en convidarlos,pero por iniciativa de Francisco de Paula Santanderfinalmente se les cursó invitación. Aunque los dele-gados de los Estados Unidos no participaron en for-ma directa en el evento, su agenda estaba encamina-da a sabotear el congreso porque en él «se rechazatoda idea de un consejo anfictiónico investido conpoderes para decidir las controversias entre los Es-tados americanos o para regular en cualquier formasu conducta»; y porque señalan que van a mantenerla neutralidad en la disputa entre España, en compa-ñía de la Santa Alianza, y los países recién indepen-dizados de nuestra América.19 En ese mismo sentido,debieron haber estado muy felices por la disoluciónde la Gran Colombia en 1830, lo cual favoreció enel largo plazo sus intereses en el continente ameri-cano, y también los de las potencias europeas.

En la década de 1840 el gobierno de la NuevaGranada (actual Colombia), bajo la presidencia de

17 Citado en Philip Foner: Historia de Cuba y sus relacio-nes con Estados Unidos, La Habana, Instituto Cubanodel Libro, Editorial de Ciencias Sociales, 1973, t. 1, p. 169.

18 José Antonio Páez: Memorias del general José Anto-nio Páez, autobiografía, Madrid, Editorial América,1916, pp. 455-456.

19 Citado en Germán A. de la Reza: «El Congreso Anfictióni-co de Panamá. Una hipótesis complementaria sobre elfracaso del primer ensayo de integración latinoamerica-na», Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía,Política y Humanidades, No. 10, segundo semestre de2004.

Page 162: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

164164164164164

Tomás Cipriano de Mosquera, decide firmar conlos Estados Unidos el Tratado Mallarino-Bidlack,que se convirtió en la puerta de entrada de los inte-reses expansionistas de este país en territorio co-lombiano. Esto se justificó en su momento por eltemor de que nuestro territorio, que por entoncesse extendía por el norte hasta predios de la actualCosta Rica, fuera a caer en manos británicas, puestoque hacía poco tiempo Inglaterra se había apode-rado de la Mosquitia nicaragüense. Lo sorprendenteestribaba en creer que con los Estados Unidos seiba a obtener protección desinteresada. En esa épo-ca, a los Estados Unidos casi lo único que le intere-saba de Colombia era Panamá, un lugar estratégi-co de tránsito comercial y de comunicación entrelos dos océanos, como quedó demostrado con eldescubrimiento de oro en California en 1848. Mien-tras que los gobernantes de los Estados Unidosentendían la posición estratégica de Panamá, lasclases dominantes de Colombia lo veían como undistante pedazo de tierra selvático y aislado, al queera muy difícil llegar desde el interior del país. Enesas condiciones, el gobierno de Tomás Ciprianode Mosquera cometió el terrible error de firmar conlos Estados Unidos un Tratado de Paz, Amistad,Navegación y Comercio el 12 de diciembre de1846, cuyos aspectos más negativos para la Nue-va Granada estaban consignados en el malhadadoArtículo 35, en su primer inciso, que vale la penacitar con detalle:

[...] Los ciudadanos, buques y mercancías de losEstados Unidos disfrutarán en los puertos de laNueva Granada, incluso los de la parte del terri-torio granadino generalmente denominada Istmode Panamá, desde su arranque en el extremo delSur hasta la frontera de Costa Rica, todas lasfranquicias, privilegios e inmunidades, en lo rela-

tivo a comercio y navegación, de que ahora go-cen y en lo sucesivo gozaren los ciudadanos gra-nadinos, sus buques y mercancías; y que estaigualdad de favores se hará extensiva a los pasa-jeros, correspondencia y mercancías de los Es-tados Unidos que transiten al través de dicho te-rritorio, de un mar a otro. El Gobierno de laNueva Granada garantiza al Gobierno de losEstados Unidos que el derecho de vía o tránsitoal través del Istmo de Panamá, por cualesquieramedios de comunicación que ahora existan o enlo sucesivo puedan abrirse, estará franco y ex-pedito para los ciudadanos y el Gobierno de losEstados Unidos y para el transporte de cuales-quiera artículos de productos o manufacturas omercancías de lícito comercio, pertenecientes aciudadanos de los Estados Unidos; que no se im-pondrán ni cobrarán a los ciudadanos de los Es-tados Unidos, ni a sus mercancías de lícito co-mercio, otras cargas o peajes, a su paso porcualquier camino o canal que pueda hacerse porel Gobierno de la Nueva Granada o con su auto-ridad, sino los que en semejantes circunstanciasse impongan o cobren a los ciudadanos granadi-nos [...]. Para seguridad del goce tranquilo y cons-tante de estas ventajas [...] los Estados Unidosgarantizan positiva y eficazmente a la Nueva Gra-nada [...] la perfecta neutralidad del ya menciona-do Istmo, con la mira de que en ningún tiempo,existiendo este tratado, sea interrumpido ni em-barazado el libre tránsito de uno a otro mar; y porconsiguiente, garantizan de la misma manera losderechos de soberanía y propiedad que la NuevaGranada tiene y posee sobre dicho territorio.20

20 «Tratado general de paz, amistad, navegación y comer-cio. Bogotá, 12 de diciembre de 1846. Canjeadas lasratificaciones en Washington el 10 de junio de 1848.

Page 163: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

165165165165165

Con este tratado se abrían de par en par las puer-tas del Istmo a los Estados Unidos, lo que significa-ba algo así como dejar la casa al cuidado del la-drón, si se tienen en cuenta los nefastos antecedentesde expansión agresiva de aquel país, que había arre-batado importantes franjas de tierra a México an-tes de la firma del tratado Mallarino-Bidlack.

Tras el descubrimiento de oro en California, aprincipios de 1848, se consolida la presencia es-tadunidense en el istmo de Panamá, que se convierteen una especie de protectorado, a pesar de que for-malmente era parte de Colombia. En Panamá seestablecen compañías marítimas de los EstadosUnidos en los puertos de Colón y Panamá, allí setrasladan a vivir aventureros de ese país que se com-portan como colonizadores y fomentan el racismo,típico de los Estados esclavistas del sur de la UniónAmericana contra los afrodescendientes de Pana-má, se publican periódicos en inglés y no se respetaa las autoridades locales. La presencia de los Esta-dos Unidos se afianza con la construcción del fe-rrocarril en la década de 1850, por parte de unacompañía de ese país, que en su momento llegó aser, por el volumen de pasajeros y carga transpor-tada, la vía férrea más importante del mundo.

Los conflictos no se hicieron esperar entre habi-tantes locales y los aventureros del Norte, y dieronpie a muchos incidentes diplomáticos, el primerode ellos la «guerra de la sandía» en 1856, cuandoun grupo de istmeños, hastiados por el racismo delos estadunidenses, se rebelan, lo que origina unabatalla campal como resultado de la cual muerenquince estadunidenses y dos panameños. Esta tri-fulca dio paso a la primera intervención armada delos Estados Unidos en territorio panameño, bajo el

pretexto de resguardar la seguridad y el libre trán-sito por el Istmo, en aplicación del tratado de 1846.Este hecho marcaría el comienzo de reiteradas in-tervenciones armadas de los Estados Unidos enPanamá, puesto que entre 1856 y 1903 las botasmilitares de los marines del Norte mancillaron elterritorio del Istmo en quince ocasiones, con los másdiversos pretextos, pero siempre enarbolando lapretendida aplicación del Artículo 35 del TratadoMallarino-Bidlack, en lo relativo a mantener el «li-bre tránsito» por la estrecha franja de tierra quesepara al Atlántico del Pacífico.21

El hecho culminante para Colombia de ese funes-to Tratado y de la injerencia de los Estados Unidosfue la pérdida definitiva de Panamá, en noviembrede 1903, en una maniobra orquestada desde WallStreet, como ya está demostrado documentalmente,con la complicidad de las elites de Panamá y la ac-titud pusilánime de los gobernantes y clases domi-nantes de Colombia.22 En esa ocasión, ni el Estadoni el ejército de este país fueron capaces de salva-guardar la soberanía ni de Panamá ni de Colombia, yni siquiera dispararon un tiro para enfrentar a los ma-rines de los Estados Unidos que propiciaron la aven-tura separatista, de la cual emergió un nuevo país,que no era más que un protectorado yanqui hecho ala medida de sus tenebrosos propósitos de apro-piarse del canal transoceánico. Theodore Roosevelt,representante prototípico del agresivo imperialismoestadunidense, le aplicó a Colombia la política del

21 Ver Renán Vega Cantor, Sandra Jáuregui y Luis CarlosOrtiz: El Panamá colombiano en la repartición impe-rialista, Bogotá, Ediciones Pensamiento Crítico, 2003.

22 Ovidio Díaz Espino: El país creado por Wall Street. Lahistoria no contada de Panamá, Bogotá, Editorial Pla-neta, 2003; Olmedo Beluche: La verdadera historia dela separación de 1903. Reflexiones en torno al Cente-nario, Panamá, Editorial Articsa, 2003.

Promulgado el 16 de agosto de 1848», en Gaceta Oficial,No. 1001, 27 de agosto de 1848 (texto bilingüe).

Page 164: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

166166166166166

garrote. Dicha política se basaba en la combinaciónde la Doctrina Monroe, con la cual los Estados Uni-dos proclamaban su dominio sobre todo el conti-nente americano, con el corolario Roosevelt, anun-ciado en el discurso ante el Congreso de los EstadosUnidos el 6 de diciembre de 1904, donde el belico-so presidente de los Estados Unidos sostuvo contodo el cinismo del caso:

Toda nación cuyo pueblo se conduzca bien pue-de contar con nuestra cordial amistad. Si una na-ción muestra que sabe cómo actuar con eficienciay decencia razonables en asuntos sociales y políti-cos, si mantiene el orden y paga sus obligaciones,no necesita temer la interferencia de los EstadosUnidos. Un mal crónico, o una impotencia queresulta en el deterioro general de los lazos de unasociedad civilizada, puede en América, como enotras partes, requerir finalmente la intervención dealguna nación civilizada, y en el hemisferio occi-dental la adhesión de los Estados Unidos a laDoctrina Monroe puede forzar a los Estados Uni-dos, aun sea renuentemente, al ejercicio del po-der de policía internacional en casos flagran-tes de tal mal crónico o impotencia.23

Los hechos truculentos de Panamá demostraronen la práctica que en adelante los Estados Unidosiban a controlar los territorios de todo el continenteamericano para beneficiar a las compañías e inver-sionistas de ese país, e iban a intervenir, cuandofuera necesario, en la defensa de esos intereses,abrogándose el papel del «policía del barrio», anombre de su pretendida superioridad como «na-ción civilizada».

En este proyecto expansionista, el istmo de Pa-namá era un lugar estratégico, puesto que el controldel futuro canal aseguraría el predominio en granparte de los mares del mundo. Por eso, los EstadosUnidos no dudaron ni un instante en hacer lo quefuera necesario para lograr su objetivo de apode-rarse del Istmo, como evidentemente lo hicieronmediante una maniobra truculenta: inventarse un país,con el auspicio de los círculos financieros de WallStreet, y dando la impresión de apoyar un legítimosentimiento separatista, que en realidad expresabalos deseos de una oligarquía de arrabal, la paname-ña, que cedió a los Estados Unidos el canal por unpuñado de monedas de oro.

En realidad, la pérdida de Panamá se inscribíadentro de la política del naciente imperialismoestadunidense, cuyos voceros anunciaban la reali-zación del «destino manifiesto» y clamaban por queese país tomara el control de zonas estratégicas parasu dominio mundial, como eran los territorios insu-lares del Caribe, la franja territorial de Centroamé-rica, México, Hawai y Filipinas, en el Pacífico. Granparte de ese proyecto se consumó desde 1898 conel rápido triunfo en la guerra contra España. Todasestas acciones se materializaron a través del BigStick o Garrote, a nombre del cual se realizaríanuna veintena de intervenciones de los marines enCentroamérica y el Caribe antes de la Primera Gue-rra Mundial.

Aunque los trágicos sucesos de Panamá origina-ron un sentimiento antiestadunidense en importan-tes sectores de la población colombiana en las tresprimeras décadas del siglo XX, sentimiento similaral suscitado en otros lugares de nuestra Américapor el expansionismo de los imperialistas del Nor-te, las clases dominantes de Colombia muy rápidoaceptaron la pérdida del Istmo e incluso la aprove-charon para su propio beneficio al negociar las con-

23 Citado en Carlos Pereyra: Breve historia de América,Madrid, Editorial Aguilar, 1930, p. 662. Énfasis nuestro.

Page 165: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

167167167167167

cesiones del petróleo, recurso prioritario para losEstados Unidos desde las primeras décadas del si-glo XX. Además del petróleo, algunas compañíasestadunidenses también mostraron interés por elnegocio del banano. En concreto, la United FruitCompany se asentó en la zona noroeste de Colom-bia, donde implantó un enclave bananero, y la Tro-pical Oil Company, propiedad de la Standard OilCompany de Rockefeller, se apropió de una exten-sa franja petrolera en el Magdalena Medio, dondeestableció otro enclave que se mantuvo hasta co-mienzos de la década de 1960.

Con la pérdida de Panamá se demostró que Co-lombia ya formaba parte del patio trasero de los Es-tados Unidos, lo que se va a reafirmar en el períodoque se extiende desde 1903 hasta 1945, cuando ter-mina la Segunda Guerra Mundial. Las clases domi-nantes de Colombia, pese a la pérdida de Panamá,con una indignidad sin par aceptan y se pliegan a lahegemonía estadunidense. Los diferendos con losEstados Unidos se arreglaron mediante una manio-bra diplomática, consistente en la firma del tratadoUrrutia-Thompson en 1914, pero solo ratificado en1921 por el Congreso de los Estados Unidos, con elobjetivo de apropiarse de nuestro petróleo.

Después de 1903, todos los presidentes de Co-lombia y sus principales dirigentes bipartidistas (libe-rales y conservadores) fueron partidarios de la mo-dernización por la vía de la dominación imperialistade los Estados Unidos. Algunos de esos personajesllegaron a expresar su admiración por los EstadosUnidos, que nos arrebataron un pedazo de nuestroterritorio. Rafael Reyes (presidente-dictador en 1904-1909) manifestaba unos años antes del robo de Pa-namá que a los estadunidenses no hay que «temerloscomo conquistadores ni como expoliadores. Elloshan plantado el estandarte de la libertad y del pro-greso en Cuba, Puerto Rico y Filipinas: ellos son la

humanidad seleccionada».24 Marco Fidel Suárez(presidente conservador en 1918-1921) sostuvo queel destino de Colombia se encontraba en el norte delContinente: «La fórmula respice polum que me heatrevido a repetir para encarecer la necesidad de mirarhacia el poderoso Norte en nuestros votos de pros-peridad, deseando que la América Latina y la Amé-rica Sajona armonicen en justicia e intereses, es unaverdad que se impone por su claridad y necesidad».25

En realidad, la fórmula planteada por Marco FidelSuárez de mirar piadosa y resignadamente hacia la«Estrella Polar» (los Estados Unidos) y aceptar susdesignios, se convirtió en la pauta de conducta detodos los gobiernos colombianos durante el siglo XX,sin excepción alguna, y sin importar el color políticoal que pertenecieran. Y rápidamente se van a sentirlos cambios en la política colombiana que provocóla «Estrella Polar», porque hasta 1926 los presidentescriollos fueron nominados en la sede del Vaticano;después de 1930 y hasta el día de hoy los presiden-tes se designan en Wáshington.

Una de las primeras muestras del poder asumi-do por los Estados Unidos en los destinos de Co-lombia se hace presente con el caso de EnriqueOlaya Herrera, embajador en los Estados Unidosentre 1921 y 1930. Este fungió como un defensorincondicional del imperialismo estadunidense, hastael punto de que actuando en representación del go-bierno colombiano en la VI Conferencia Panameri-cana, celebrada en La Habana en 1928, se volvió enel principal corifeo en avalar el intervencionismo yan-qui en los países de la América Central y el Caribe.

24 Citado en José Fernando Ocampo: «Estados Unidos yColombia: raíces de la actual injerencia norteamerica-na», en: <www.moir.org.co>.

25 Citado por Jorge Sánchez Camacho: Marco Fidel Suá-rez, biografía, Bucaramanga, Imprenta del Departamen-to, 1955, p. 125.

Page 166: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

168168168168168

Luego, como premio a su abyección, es elegidopresidente con el decisivo apoyo de los EstadosUnidos, y se convierte en el principal vocero de losintereses petroleros de las compañías de los Esta-dos Unidos durante su administración (1930-1934),en la que se aprueba por el Parlamento una leoninalegislación petrolera, que había sido elaborada porlos abogados de las compañías imperialistas.

La implantación del dominio de los Estados Uni-dos sobre la economía y la política colombianas sebasó en el impulso al proceso de modernización eco-nómica que requería el mejoramiento de la infraes-tructura, la adecuación del Estado y la configuracióndel sector financiero. Esto último era necesario paragarantizar las inversiones de capitales estaduniden-ses y abrirle paso al endeudamiento externo, que enColombia se dispara en la década de 1920, cuandofluyen los créditos de bancos estadunidenses tras laaprobación del tratado Urrutia-Thompson, y al mis-mo tiempo se impulsa la construcción de puertos,ferrocarriles, carreteras, edificios públicos y se reci-ben misiones técnicas de economistas de los Esta-dos Unidos para adecuar las instituciones del Estadoa los requerimientos del imperialismo estadunidense.Entre esas misiones se destacan las del economistaEdwin Kemmerer, famoso «médico financiero» dela época apodado el «doctor dinero», encargadode curar «enfermos económicos», como se referíanya desde entonces a las economías de los paísesdependientes, con lo que simplemente se quería dara entender que era necesario ajustar esas econo-mías a los intereses del capital internacional, a lasinversiones extranjeras y a los empréstitos. Kem-merer visitó en dos ocasiones a Colombia, en 1923y 1931, y sus recomendaciones fueron decisivas enla modernización del Estado, el cual fue acondicio-nado para servir a los intereses del capital, tantonacional como extranjero.

En gran medida durante el período que se ex-tiende hasta la Segunda Guerra Mundial, los intere-ses de los Estados Unidos en Colombia estuvierondeterminados por la importancia que se le atribuía alas inversiones en petróleo, banano, platino, oro y aotros recursos naturales. Como clara expresión dela dependencia de las clases dominantes de Colom-bia con respecto a los Estados Unidos debe desta-carse que en la década de 1920 los gobiernos con-servadores reprimieron de manera brutal las protestasde los trabajadores de los enclaves imperialistas, per-tenecientes a compañías de los Estados Unidos. Alrespecto son tristemente célebres las masacres deque fueron víctimas los obreros petroleros en enerode 1927 y, sobre todo, los obreros de las bananerasen diciembre de 1928. En ambas ocasiones, el go-bierno de Colombia, cumpliendo los dictámenes dela Tropical Oil Company y de la United Fruit Com-pany respectivamente, disparó a mansalva contraindefensos obreros. Aunque en los dos casos fueronasesinados humildes jornaleros colombianos, la ma-sacre de las bananeras se constituyó en uno de losepisodios más sangrientos de que han sido víctimaslos trabajadores de la América Latina, puesto que,según los propios informes de los diplomáticos delos Estados Unidos, fueron más de mil los muertos,aunque es posible que esa cifra hubiera sido sensi-blemente mayor, cercana a las tres mil víctimas. Conrazón, al referirse a esta masacre, el líder popularJorge Eliécer Gaitán manifestó: «El suelo colombia-no fue teñido en sangre para complacer las arcasambiciosas del oro americano» y dolorosamente «sa-bemos que en este país el gobierno tiene para loscolombianos la metralla homicida y una temblorosarodilla en tierra ante el oro americano».26

26 Jorge Eliécer Gaitán: La masacre de las bananeras,Bogotá, Editorial Pepe, [s. f.].

Page 167: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

169169169169169

27 Corporación Colectivo de Abogados «José Alvear Res-trepo»: «Los directivos de Chiquita Brands: totalmen-te identificados», en: <rcci.net/globalizacion/2008/fg764.htm>. Énfasis nuestro.

28 «La bananera de EEUU armó a paramilitares colombia-nos», en: <www.publico.es/internacional/.../paramilita-res/colombianos>.

A propósito, debe recordarse que la heredera dela United Fruit Company, la Chiquita Brands, esresponsable de la financiación y entrega de armas agrupos paramilitares en el Urabá Antioqueño entre1997 y 2004, que masacraron a centenares de cam-pesinos y jornaleros agrícolas. Esta participación dela Chiquita Brands en las masacres que ocasionaronal menos once mil asesinatos, a través de BanadexS. A., su filial en Colombia, es tan evidente que el17 de septiembre de 2007 esa empresa fue conde-nada a pagar veinticinco millones de dólares, no a lasvíctimas colombianas, sino a un Juzgado del Distritode Columbia. Un comentario sobre esta condena re-vela la responsabilidad criminal de esta empresa:

Según el memorando de condena del Gobierno,la Corte determinó que los pagos de Chiquita aorganizaciones paramilitares fueron «revisadosy aprobados por altos ejecutivos de la corpo-ración, incluyendo oficiales, directores y em-pleados de alto rango». Asimismo, la Corteconsideró que a más tardar en septiembre de2000 los directivos principales de Chiquita fue-ron informados [de] que «la empresa efectua-ba pagos a las AUC y que las AUC eran unaorganización paramilitar violenta dirigida porCarlos Castaño». Además, un abogado de Chi-quita realizó una investigación sobre los pagosen agosto de 2000 y elaboró un informe, lo cualdejó en claro que «la Convivir fue una merafachada para las AUC y describió las AUCcomo una “organización paramilitar ilegalampliamente conocida”».27

La magnitud de este hecho criminal es tal, quesegún declaró Terry Colling Sworth, experto esta-dunidense en Derecho Internacional, «es el casomás grande de terrorismo de la historia recien-te, con tres veces más víctimas de las que produjoel ataque a las Torres Gemelas de Nueva York».28

Luego de este necesario paréntesis, podemos decirque en el largo plazo las relaciones del Estado co-lombiano con los Estados Unidos se van a caracte-rizar en un primer momento, durante la segunda mi-tad del siglo XIX, por el establecimiento de vínculosde una forma miope, para pretender que esa poten-cia protegiera el territorio panameño, cuando era lamás interesada en subordinarla a sus intereses, locual les posibilitaba organizar la secesión del Istmo.Ese hecho, en lugar de generar un sentimiento nacio-nalista en las clases dominantes de este país, condu-ce a un mayor sometimiento ante los Estados Uni-dos, postración en la que incurren todos los gobiernoscolombianos del período que va de la separación dePanamá hasta la época de la Segunda Guerra Mun-dial, con la entrega de los recursos naturales (en es-pecial bananos y petróleo) a poderosas compañíasimperialistas que establecen enclaves en varias re-giones de Colombia. Esa postración fue claramenteexpresada por Marco Fidel Suárez cuando formulóla «doctrina», plena de sumisión y servilismo, de ple-garse ante la Estrella Polar. De la misma manera, elproceso de modernización económica hacia el capi-talismo que se impulsó en el país desde la década de1920 se hizo bajo la tutela estadunidense, tanto porlos préstamos desembolsados para realizar obrasde infraestructura como por las misiones económi-cas que diseñaron un aparato institucional, a la me-dida de sus intereses, como lo hicieron las misiones

Page 168: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

170170170170170

29 «Evo Morales acusa a Uribe de ser un “agente” deEEUU que fue a “empantanar” la Cumbre de Río», en:<globedia.com/evo-morales-acusa-uribe-agente-eeuu-empantanar-cumbre-rio>.

30 Alfredo Molano: «Del DAS a la CIA», El Espectador,28 de febrero de 2010.

Kemmerer de 1923 y 1931. Los empréstitos ase-guraron una dependencia financiera permanente conrespecto al capital estadunidense, que se ha preser-vado hasta el día de hoy.

En esas condiciones, no sorprende, en una pers-pectiva histórica de media y larga duración, que hoy elrégimen colombiano sea un peón incondicional delimperialismo estadunidense, como se ha puesto demanifiesto a finales de 2009 y comienzos de 2010 contres hechos: la aceptación de convertir nuestro territo-rio en una gigantesca base militar a su servicio, temacomentado más arriba; el papel abyecto del gobiernode Colombia en Cancún para sabotear los intentos decrear una organización que sustituya a la decrépita einservible OEA, hasta el punto de que, sin ambages, elpresidente Evo Morales aseguró que: «Uribe vino areventar la cumbre, a actuar como un agente de Esta-dos Unidos para empantanar los trabajos»;29 la ver-gonzosa recepción que en el Palacio de Nariño se lehizo a León Panetta, director general de la AgenciaCentral de Inteligencia (CIA), en Bogotá, el 25 defebrero de 2010, para anunciar que esta institucióncriminal, responsable de asesinatos, genocidios, gol-pes de Estado y sabotajes en todo el mundo, ahora vaa asesorar al Departamento Administrativo de Seguri-dad (DAS), responsable también de asesinatos de sin-dicalistas, profesores, dirigentes políticos de izquier-da, en su proceso de restructuración, el cual debe serentendido, si es hecho por la CIA, como el reforza-miento del terror y la tortura. Al respecto, el reconoci-do escritor colombiano Alfredo Molano comenta:

¿Qué profesionalismo puede mostrar la CIA quegarantice a los colombianos siquiera un ápice de

honorabilidad? El DAS, de un cuerpo de terroral servicio de un gobierno, pasará a ser un órga-no de control militar de los Estados Unidos en elpaís, complementario de las siete bases militaresque Uribe entregó a los halcones gringos. ¿Quéimpedirá que compatriotas nuestros sean lleva-dos a las bases gringas y usados como conejillosde indias para sus investigaciones sobre los lími-tes de la resistencia humana frente a la tortura?¿Qué impedirá la existencia de siete Guantána-mos en Colombia? No es un secreto que toda lainformación de inteligencia de Colombia es com-partida y administrada por la CIA. Pero en ade-lante, las acciones represivas del organismo na-cional serán también compartidas. La CIA no seráun asesor para la reorganización, sino la colum-na vertebral de nuestros servicios de inteligen-cia. Con la reorganización del DAS, la CIA to-mará carta de ciudadanía nacional.30

No sobra recordar la complicidad de la CIA conrelación al asesinato de miles de colombianos porparte del Estado en los últimos años, crímenes quehan sido presentados de manera oficial con el eufe-mismo de Falsos Positivos (nombre que pretendeocultar que han muerto fuera de combate personas,generalmente jóvenes, que han sido mostradascomo guerrilleros muertos en enfrentamientos conel ejército). Luego de que se desencadenó el es-cándalo, se revelaron documentos en los que laCIA señala que desde 1994 sabía de esa recurren-te práctica por parte del ejército pero nunca, comoes apenas obvio, dijo nada. Eso se supo solamentecuando fueron desclasificados documentos secre-tos de la CIA en los Estados Unidos. Según la no-

Page 169: BICENTENARIO - Casa de las Américascasadelasamericas.org/.../260/bicentenario.pdf · BICENTENARIO N o es sin inquietud que recibo esta honrosa distinción y escu-cho las palabras

171171171171171

31 Comisión Intereclesial de Justicia y Paz: «CIA conocíaalianzas entre AUC y Ejército», en <justiciaypazcolombia.com/CIA-CONOCIA-ALIANZAS-ENTRE-AUC-Y>;«Desde 1994, la CIA sabía que las Fuerzas Militarescolombianas tenían nexos con “paras”», El Espectador,7 de enero de 2009.

c

ticia presentada por un diario colombiano de circu-lación nacional:

En ese mismo año, un informe de la CIA deter-minó que las fuerzas de seguridad colombianasutilizaban «tácticas de escuadrones de la muerteen su campaña contrainsurgente». Los oficialestenían además, según ese informe, un historial deasesinato de civiles de izquierda en áreas de con-trol guerrillero, colaboración con paramilitaresvinculados con el narcotráfico en ataques contrapresuntos simpatizantes de la guerrilla, y el ase-sinato de combatientes capturados.31

Poco ha cambiado en Colombia en las últimasdécadas a pesar de las transformaciones mundia-les, como se puede ver en nuestra condición cuasicolonial con respecto a los Estados Unidos, lo queha colocado al país en una senda completamenteopuesta a la que han seguido otros pueblos de laregión. Todo ello, desde luego, no es un productode la fatalidad, sino de opciones políticas y econó-micas de las clases dominantes de Colombia paramantener el capitalismo mafioso, que se sustenta enel terrorismo de Estado y en un régimen de opre-sión y explotación de la mayor parte de la pobla-ción colombiana. Esas opciones, a su vez, son unresultado de procesos históricos de mediano y lar-go plazo, como hemos intentado demostrar en esteensayo, en los que se evidencia que la lumpembur-guesía colombiana se ha convertido en el furgón decola del imperialismo estadunidense.