Bernabé Pajares - Manual de Critica Textual y Edicion de Textos Griegos

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  • Introduccin

    Pretende este libro ofrecer un panorama de los principios y de los mtodos dela crtica textual y la edicin de textos. Obviamente se trata de un panorama muysomero, dado que una mnima especializacin en un tema de esta envergadura re-quiere no ya libros ms extensos y ms profundos, sino, sobre todo, una larga prc-tica sobre los textos. Por ello nos limitaremos a sealar los aspectos ms esencia-les de la cuestin, ya que la casustica de los problemas de la crtica es tan variadacomo los propios textos.Aun a este nivel mnimo, unas nociones de crtica textual, contra lo que pudie-

    ra parecer a primera vista, interesan tanto a quienes tienen el propsito de llegaralguna vez a practicarla y a editar textos, como al que simplemente desea ser usua-rio de una edicin, ya que iluminan algunas cuestiones sobre el uso de ediciones, nosiempre claras y habitualmente dadas por sabidas, sin demasiados motivos. No ol-videmos que el fillogo debe trabajar siempre sobre ediciones crticas y que el tex-to crtico, por bien editado que est, es siempre un texto inseguro, susceptible deun nuevo anlisis y de una reinterpretacin en mltiples detalles. Para eso precisa-mente se le brinda al lector el aparato crtico, porque el editor no est asistido porninguna infalibilidad en sus decisiones, y algunas de ellas pueden ser menos acer-tadas que otras. De modo que el usuario del texto tiene ante s el conjunto de lec-turas dadas por buenas por el editor (reflejadas en el texto propiamente dicho),pero tambin puede disponer en el aparato crtico del elenco de las posibilidadesdesechadas por aqul, como informacin adicional, ms rica y ms completa, quele permite en todo momento modificar una decisin cualquiera del editor.El lector de un texto crtico se convierte as en editor en potencia, que, al

    aproximarse a una obra antigua, debe considerarla como un texto abierto, corre-gible en algn punto, moderadamente variable. Y para ello debe tener unas ideas,

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  • 6aunque sean mnimas, del modo en que se llega a un texto crtico, y debe conocertambin las formalizaciones y modos de presentacin propios de tales productos,que no siempre resultan accesibles de primeras para el no iniciado.En consonancia con lo dicho, este libro no slo va dirigido a quienes preten-

    dan en algn momento enfrentarse con la difcil tarea de la edicin de textos,como pura iniciacin a lo que debern ser muchsimas ms lecturas, sino tambina quienes simplemente desean ser usuarios conscientes de las ediciones crticas.Por supuesto no pretendemos ofrecer aqu grandes novedades metodolgicas,

    sino slo presentar una introduccin a lo que nos parecen los conceptos funda-mentales de la crtica, al hilo de la cual trataremos de articular las principales dis-cusiones que se mantienen hoy da sobre las diferentes facetas de la tarea del edi-tor. Tendremos para ello que partir de algunos aspectos sobradamente conocidos,que servirn de engarce de aquellos otros, a veces incluso dados tradicionalmentepor obvios, pero puestos en cuestin por la investigacin ms reciente.Nos referiremos a textos griegos, ya que son stos los que caen bajo nuestra espe-

    cialidad. Pero esperamos que mucho de lo que aqu se dice pueda ser vlido asimis-mo para los textos latinos e incluso para la edicin de otros tipos de textos, ya queuna gran mayora de los problemas de la crtica y de la edicin de textos son comu-nes a las diferentes filologas.Para evitar que la lectura de este libro se dificulte, hemos procurado reducir las

    notas al mnimo indispensable. Por supuesto que nuestras deudas con la muyabundante bibliografa dedicada al tema son mltiples, pero no hemos queridosembrar el texto de referencias eruditas innecesarias en una obra de este tipo, sinoque nos hemos limitado a mencionar los trabajos que nos parecen fundamentalesen cada apartado. La bibliografa de cada captulo que se refiere a su vez a obrasen las que puede encontrarse mayor informacin en este sentido y la final pue-den compensar estas ausencias. Prescindimos por ello tambin de referirnos porextenso a las ediciones de las obras en cada ocasin. Si no se indica lo contrario,son las recogidas en la Lista de Autores del vol. III del Diccionario Griego Espaolde F. R. Adrados y colaboradores, Madrid, 1991; cuando se emplean abreviaturasde revistas cientficas, se toman de LAnne Philologique.Tuvieron la paciencia y la amabilidad de leer el manuscrito de la primera edi-

    cin de esta obra dos compaeros y amigos de la Facultad de Filologa de la Uni-versidad Complutense, ambos excelentes conocedores de las sutilezas de este arte:los profesores Antonio Bravo y Flix Piero. Hemos tomado en consideracin susmuy valiosas observaciones aunque, por supuesto, las insuficiencias de la obra si-guen siendo enteramente nuestras. El profesor Antonio Guzmn nos brind unacompletsima lista de smbolos mtricos. Para todos ellos, nuestro profundo agra-decimiento.

    Madrid, noviembre de 1991

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  • 7NOTA A LA SEGUNDA EDICIN

    En esta segunda edicin nos hemos limitado a hacer algunos aadidos bibliogr-ficos y en el texto, a completar algunas notas y a corregir erratas y errores de la pri-mera. En esta tarea ha colaborado Felipe Hernndez Muoz, quien tambin ha pre-parado el apndice bibliogrfico final. En la correccin de errores nos han sido deinestimable ayuda las espontneas y amigables notas de Marco A. Santamara lva-rez, Teresa Martnez Manzano y de Elena Castillo, as como la rigurosa resea dengel Escobar, publicada enCuadernos de filologa clsica (est. gr. e indoeur.) 5 (1995),pp. 359-363. A los cuatro, nuestra ms sincera gratitud.

    Madrid, junio de 2010

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  • Definiciny contenidos

    1.1. LA CRTICA TEXTUAL

    La crtica textual se elabora naturalmente sobre bases cientficas, pero no esuna ciencia exacta, por ms que muchos autores hayan pretendido convertirla ental, sino un arte, cuyas directrices no se extraen tanto de postulados tericosaunque claro es que pueden hacerse como de una experiencia, acumulada du-rante siglos, sobre casos especficos. Y es que el crtico a lo que se enfrenta siem-pre es a un amplio y variado conjunto de decisiones concretas para casos concre-tos en obras concretas, cada una de las cuales requiere una forma de aproximacinespecfica, y la aplicacin de un amplio abanico de conocimientos sobre los terre-nos ms variados: paleografa, codicologa, historia de los textos y de su transmi-sin, papirologa, fontica, morfologa, sintaxis, estilstica, mtrica o literatura,entre otros. Se puede decir que es una de las formas ms puras del ejercicio de lafilologa. Desde luego que no debe sobrevalorarse. La crtica textual, pese a lo quedefendiera Schleiermacher, no es el fin ltimo de la filologa, que debe ser la va deacceso para comprender una civilizacin. Y no olvidemos que al conocimientode una civilizacin no slo se accede a travs de los textos, pero s es uno de sus as-pectos ms indispensables, en la medida en que los textos siguen siendo el vehculoprimordial para hacerlo y en la medida en que es preciso que stos sean mediana-mente fiables.Debe haber, adems, no lo olvidemos, una profunda interdependencia entre los

    avances de la crtica textual y los de las otras disciplinas. Nuevos descubrimientosen materia de gramtica, mtrica, estilstica, literatura o historia pueden producirla necesidad de revisar determinadas lecciones e incluso plantearse de una formamuy diferente la edicin de un determinado texto. Pero, a su vez, los problemas

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  • planteados por la crtica de un texto, por pequeos que sean, pueden obligar a re-visar los planteamientos existentes en cualquiera de los citados campos.Si hubiera que definirla, podramos decir que la crtica textual es el conjunto

    de operaciones ejercidas sobre uno o varios textos alterados por diversas vicisitu-des sufridas desde el momento en que fueron escritos hasta aqul en que llegan anosotros, y encaminadas a tratar de restituir lo que se considera que era su formaoriginaria.Esta definicin significa que se suponen como condiciones para el trabajo del

    crtico una serie de factores:

    a) que resulta evidente de primeras que nuestro texto no es bueno al 100 por100, que contiene alteraciones, por lo que requiere ser revisado y mejoradoen mayor o menor medida.

    b) que el ejemplar o los ejemplares de ese determinado texto derivan en lti-mo trmino de un original que se supone libre de tales alteraciones o, almenos, de la mayora de ellas.

    c) que estas alteraciones se produjeron en el periodo de transmisin del texto, queen el caso de las obras griegas clsicas fue muy largo1. El almacenamiento de losejemplares no se dio sin deterioros y las sucesivas copias de un ejemplar a otroprodujeron errores y manipulaciones.

    As pues, la necesidad de la crtica es, por un lado, correlativa al azar de los ac-cidentes materiales (un libro que se quema, los ratones que roen un cdice); porotro, a la existencia del error humano, porque se enfrenta a textos separados denosotros en el tiempo y copiados repetidas veces; por un tercero, est ligada al de-seo de conservar un instrumento, el libro, que se concibe como transmisor de sig-nificados importantes. En casos extremos un error en un texto bblico poda crearun hereje, un error de una planta en Dioscrides poda ocasionar una defuncin2.Pero en casos menos extremos, los errores en los textos dificultan la comprensin,afean el estilo o alteran la mtrica.

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    1 Lo dicho vale para la crtica textual de obras antiguas. Hay otro mundo, el de la edicin de auto-res modernos, en el que lo primordial es la consideracin de las variantes de autor, es decir, lo queel propio autor fue corrigiendo en sucesivas ediciones o fases del estado de su texto: es la llamadacrtica gentica, que ha originado una importante bibliografa en los ltimos aos a propsito decasos como el Ulises de J. Joyce o las Poesas de Fray Luis de Len. Las variantes de autor puedenexistir, por supuesto, en obras antiguas, pero son ms difciles de detectar (as en algunas edicionesde las comedias de Aristfanes o de los discursos demostnicos, revisados por el propio autor). Parala crtica gentica, la referencia obligada sigue siendo L. Hay, La littrature des crivains. Ques-tions de critique gntique, Pars, 2002). En su opinin, la imprenta es el fin de la gense, ya que de-fiende la obra de toda alteracin (p. 387).

    2 Como seala A. Blecua,Manual de crtica textual,Madrid, 1987, p. 9.

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    Para que este proceso de recuperacin de lo que suponemos fue el original co-rrecto del que derivan nuestras copias ms o menos correctas no sea una misinimposible, se requiere, en consecuencia, que dispongamos de uno o varios ejem-plares del texto, aunque sean malos (no se puede reconstruir un texto si no tene-mos otro), que tengamos una cierta idea de la forma en que se produjo su transmi-sin y que sepamos algo acerca de las clases de errores que habitualmente seproducen y de los tipos de accidentes materiales que puede sufrir un texto. Es decir,que dispongamos de unos textos, que tengamos algunas ideas sobre la forma en quehan llegado hasta nosotros y que contemos con determinados mtodos para locali-zar y corregir las alteraciones sufridas y los errores producidos. El summum desidera-tum sera poder seguir el camino a la inversa, restituir el proceso al revs, hasta de-tectar dnde se produjo cada error, y explicar por qu se produjo, para recuperar encada caso la forma no errada. Pero esto no es tan fcil como parece.

    1.2. ORGANIZACIN DE ESTE LIBRO

    Sobre la base de estas necesidades articularemos este libro. Presentaremos enprimer lugar el marco general en que se mueve la crtica de los textos griegos, estoes, la transmisin. Un marco general que abarca cuatro aspectos, uno histrico,en el que trazaremos las lneas generales del proceso por el que los textos antiguoshan llegado hasta nosotros, otro en que clasificaremos las diferentes formas enque pueden habernos llegado, un tercero en que hablaremos de los tipos de faltasy el ltimo en que nos referiremos a los accidentes materiales que han podidoafectar a dichos textos.En segundo lugar, hablaremos de los problemas que genera la reunin y eva-

    luacin de materiales (recensio), es decir, de toda la informacin precisa para tra-tar de reconstruir un texto: la localizacin de los diversos ejemplares y la determi-nacin de las relaciones de dependencia entre ellos, que se efecta por medio dela comparacin de variantes (collatio). Aqu hallamos diversas formas de aproxi-macin al problema, entre las que destacamos, por un lado, las que tratan de fijarprocedimientos casi automticos para establecer parentescos entre manuscritos ypara elegir las mejores variantes: el mtodo de Lachmann, base e inicio de toda lacrtica moderna, el de Quentin y la estemtica maasiana; por otro, las propuestasde los principales detractores de estos mtodos casi automticos, los eclcticos,para terminar con las matizadas aportaciones de Pasquali. Tras analizar algunosde los problemas ms discutidos de la recensio (concretamente las dificultades deconfigurar un stemma, el problema del arquetipo y la diversa valoracin de los re-centiores), llegaremos a las formulaciones de una crtica histrica y a asomarnos alas posibilidades de aplicacin de mtodos ms modernos como la informtica.Luego abandonaremos las disquisiciones tericas para entrar en problemas de re-

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    presentaciones grficas de las relaciones entre manuscritos y para distinguir diver-sas clases de recensiones, para terminar plantendonos qu es lo que editamos,esto es, en qu medida recuperamos de verdad un original.En tercer lugar nos referiremos a la siguiente fase del ejercicio de la crtica: la

    fijacin del texto (constitutio textus), que implica la evaluacin de variantes y la elec-cin entre ellas, proceso para el que la tradicin ha formulado una serie de reglasque, sin negarles toda su validez, trataremos de matizar.El paso siguiente es la deteccin de errores, ya que los textos no avisan habi-

    tualmente de los lugares donde los hay (salvo que sea una laguna de un manuscri-to que el copista de un segundo manuscrito deja en blanco), y, una vez detectadoun error, la decisin, bien de elegir entre las variantes existentes, bien, caso de queninguna sea admisible, de sealar el error sin actuar sobre l (marcndolo con unacrux philologica ), bien de proceder a corregir el texto o a conjeturar (emendatio).Luego, nos acercaremos a los problemas que suscita la plasmacin del trabajo cr-

    tico en la forma natural de hacerlo, la edicin de textos. Es lo que se llama ecdtica,y se refiere al conjunto de normas de presentacin de textos editados. Asimismo,dentro del campo de la edicin, hay que contar con la existencia de determinadostextos (fragmentos, papiros, escolios), que requerirn condiciones especiales.En todos estos pasos hay problemas. Trataremos de ofrecer los conceptos funda-

    mentales, los presupuestos bsicos y esbozar los principales puntos de discusin sus-citados hoy da sobre cada uno de ellos, al hilo de la reconstruccin del proceso.Asimismo intentaremos complementar con ejemplos prcticos los presupuestos te-ricos mnimos que iremos planteando, ya que, aunque sea en pequea escala, esste el medio ms adecuado de acercarse a la crtica textual, que en realidad siem-pre fue y debe seguir siendo el ejercicio de un arte aplicado a los textos. No es unverdadero crtico aqul que no ejerce su actividad como tal en lo que es el fin lti-mo y producto natural de la crtica, es decir, el texto editado.Cuatro apndices cierran el libro: uno sobre abreviaturas, locuciones y signos

    diacrticos usados en la edicin de textos; otro, un ndice-glosario de conceptosbsicos y otro de signos para la correccin de pruebas; y, por ltimo, una bibliogra-fa de los ltimos treinta aos, seleccionada alfabtica y temticamente. Al final,un breve corpus de lminas (al que remiten las indicaciones al margen del texto)servir de ilustracin elemental de lo referido en el libro.

    BIBLIOGRAFA

    Libros fundamentales sobre el tema son: G. Pasquali, Storia della tradizione ecritica del testo, Florencia, 2. ed, 1952 (1. 1934; reimp. 1988, con prefacio de D.Pieraccioni); B. A. van Groningen, Trait dhistoire et de critique des textes grecs,msterdam, 1963; P. Maas, Critica del testo, trad. ital. de la 2. ed. alemana, Flo-

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    rencia, 1966; M. L.West, Textual criticism and editorial technique applicable to Greekand Latin texts, Stuttgart, 1973; E. J. Kenney, The classical text. Aspects of editing inthe age of the printed book, Berkeley-Los Angeles-Londres, 1974. Una recensin deconjunto de algunas de estas obras con una serie de interesantes observacionescrticas es la de G. Luck, Textual criticism today, AJPh.102 (1981), pp. 164-194, a la que hay que aadir la dedicada slo a la obra de Kenney, obra de L. Zur-li, In margine a testo e metodo di Kenney, GIF 48 (1996), pp. 283-288. Asi-mismo son tiles la obra de D A. S. Avalle, Principi di critica testuale, Padua, 1978(2. ed.), y la editada por D. C. Greetham, Scholarly Editing, Nueva York, 1995.Trabajos introductorios, ms breves, pero tambin de inters son: L. Bieler,

    The Grammarians Craft, Folia 10 (1956), pp. 3-42; L. D. Reynolds y N. G.Wilson, Crtica Textual, en Copistas y fillogos, trad. esp. M. Snchez Mariana,Madrid, 1986, pp. 268-309; A. Guzmn Guerra, La crtica textual como disciplinafilolgica, Revista de Bachillerato (Supl. del n.15 de julio-sept.) 3 (1980), pp. 41-45;E. Ruiz, Crtica textual. Edicin de textos, en J. M. Dez Borque (coord.), Mto-dos de estudio de la obra literaria, Madrid, 1985, pp. 67-120. Algunas reflexiones yejemplos interesantes pueden hallarse en J. Lasso de la Vega, Algunas reflexio-nes sobre la crtica textual griega, en A. Martnez Dez (ed.), Actualizacin cien-tfica en Filologa Griega, Madrid, 1984, pp. 145-162, y F. G. Hernndez Muoz,Crtica textual griega, en F. R. Adrados, J. A. Berenguer, E. R. Lujn y J. Rodr-guez Somolinos (eds.), Veinte aos de filosofa Griega, Madrid, 2008, pp. 103-131,as como su actualizacin de la materia para el portal liceus (www.liceus.com).Hemos de aadir otro libro, desde la perspectiva del editor de textos espaoles,pero asimismo extremadamente interesante, el de A. Blecua, Manual de crticatextual,Madrid, 1987. Por ltimo, es til el nmero que la revista Arbor (CXLVIIIjunio 1994) dedic a la crtica textual. Compilado por L. A. de Cuenca, contienetrabajos de A. Blecua, A. Bernab, N. Fernndez Marcos, L. Molina, A. Regales yF. de Casas, J. del Prado y A. Sanz.Las obras de R. Renehan, Greek Textual Criticism. A Reader, Harvard, 1969, y

    Studies in Greek Texts. Critical observations to Homer, Plato, Euripides, Aristophanesand other authors, Gotinga, 1975, son utilsimas por la abundancia de ejemplos.Asimismo es recomendable el libro de J. N. Grant (ed.), Editing Greek and LatinTexts. Papers given at the Twenty-Third Conference on Editorial Problems. Universityof Toronto, 6-7 nov., 1987,Nueva York, 1989 (en su resea a esta obra, N. G. Wil-son, CR 105 (1991), pp. 208-210, llega a decir que si fuera un dictador obligara ahacer de ella una edicin en rstica para obligar a lersela a todo graduado).Un informe sobre la situacin de la crtica textual en Espaa, precedido de al-

    gunas consideraciones generales puede leerse en A. Bernab, La crtica de textosclsicos grecolatinos, hoy: Ensayo de evaluacin. Aportacin espaola, en el ci-tado nmero de la revista Arbor, pp. 29-56. Una recopilacin bibliogrfica de tra-bajos de crtica textual en Espaa sobre diferentes autores puede hallarse en H.

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    Rodrguez Somolinos, Diez aos de publicaciones de Filologa Griega en Espaa (cap.7: Historia de los textos), Madrid, 2003.Publicaciones peridicas de inters para el tema son la Revue dhistoire des textes,

    Pars, desde 1971 y los Studi e problemi di critica testuale, Bolonia, desde 1977, ascomo, antes, el Bolletino del Comitato per la preparazione dell edizione nazionale deiclassici greci e latini de Roma. Por supuesto, aparecen tambin numerosos artculosde crtica textual en cualquier revista de filologa. Existe tambin una asociacineuropea de crtica textual (www.textualscholarship.org/ests.).

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  • La transmisin

    2.1. BREVE APROXIMACIN HISTRICA

    Los textos griegos han sufrido un largo proceso, en el que hay que tomar enconsideracin, en primer lugar, la forma en que cada autor se comunicaba con supblico y, en segundo lugar, el camino por el que cada una de las obras lleg a noso-tros. En algunos casos la obra ha pasado, por as decirlo, sin intermediarios, de lasmanos de su creador a las nuestras. As ocurre con los carmina epigraphica, graba-dos en piedra en vida del poeta y desenterrados por la arqueologa en nuestra po-ca, sin mediar otras copias. Un caso de este tipo de literatura podran ser los Him-nos de Isilo de Epidauro, escritos en piedra en el 280 a.C. en un ejemplar que nosha llegado. Pero esto es algo excepcional y casi nunca ocurre con obras de prime-ra fila. La conservacin de la inmensa mayora de los textos de la Antigedad cl-sica slo ha sido posible porque, durante generaciones, estas obras han sido guar-dadas y copiadas repetidas veces por personas que las estimaban merecedoras deser conservadas.Pero comencemos por el principio: esto es, por la forma en que los autores grie-

    gos se comunicaban con su pblico. Y en este punto hay que insistir en que estaforma de comunicacin no era la misma en la poca arcaica que, por ejemplo, enla poca romana. Esta primera precisin se relaciona con el hecho, no de la adop-cin de la escritura fenicia por los griegos, adopcin que debi de tener lugar amediados del VIII a.C., sino de la generalizacin de la escritura como manera ha-bitual y nica de difundir las obras literarias, lo que ocurri mucho despus. Enefecto, la literatura griega en sus primeras fases se crea para ser oda y no para serleda. La comunicacin bsica que se estableca entre autor y receptor era la oral,y no la escrita. Y ello se daba, tanto en el caso de un autor que recitaba sus propias

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  • composiciones como en el caso de los recitadores que repetan las de otros, ms omenos alteradas para cada ocasin. As, por ejemplo, la pica arcaica era recitadapor los rapsodos; la lrica coral acompaaba los grandes festivales religiosos o y lascelebraciones cvicas, cantada por un coro ante el pblico; la elega corra de bocaen boca en los banquetes; tragedias y comedias se representaban en el teatro anteel pblico. Un griego en estas pocas no lea a Homero ni a Arquloco, ni a Es-quilo entre otras cosas, porque el nmero de analfabetos era muy crecido, sinoque los oa de un modo u otro. Incluso en la prosa, un gnero ms tardo, lo nor-mal no era acceder a las obras por medio de la lectura individual, sino que el au-tor confeccionaba un texto que le serva de materia de lectura de viva voz ante unpblico, de forma que el texto poda ser an objeto de modificaciones, comenta-rios o glosas, cuando no de discusin. sta debi de ser la forma que tenan an,por ejemplo, algunos escritos de Aristteles.No obstante, es obvio que si se quera prolongar la vida de una obra literaria

    ms all de la del autor, era preciso idear alguna forma de conservacin, al modoen que tambin se conservaban los textos legales. Al principio la conservacin deuna obra se reduca a disponer de un ejemplar escrito. As ocurri, por ejemplo,con la obra de Herclito de feso, de la que se consagr un ejemplar al templo dertemis en su ciudad natal, con objeto de que quien lo quisiera pudiera ir all averla, al modo en que se acuda a ver un edificio o una escultura.Si acaso alguien tena particular inters por una obra, poda encargarse de ob-

    tener una copia, de cuya confeccin se ocupaba naturalmente la persona interesa-da, suponiendo que supiera leer y escribir y que tuviera bastante dinero paraafrontar los considerables gastos del necesario soporte del texto. Por aquel enton-ces el soporte habitual era el papiro, un artculo que vena de Egipto y, por tanto,caro, como producto de importacin que era1. Haba, por supuesto, otros procedi-mientos ms baratos, como rascar las letras en un pedazo de cacharro de barroroto (lo que llamamos un ). Tambin nos han llegado numerosos ejem-plares de este tipo de soportes.Hacia mediados del siglo V, se producen en Atenas dos condiciones para que

    esta situacin cambiara: un cambio de mentalidad de autor y pblico, ahora deci-didos a sustituir la forma de acceso viva y directa a la obra, la oral (en la que lo es-crito, si exista, era tan slo un elemento para ayudar a la memoria), por otra nue-

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    1 Sobre este tema, cfr. R. N. Lewis, Papyrus in classical antiquity, Oxford, 1974, especialmente elcuadro de precios de la p. 132. Sigue siendo imprescindible la introduccin a la disciplina de O.Mon-tevecchi, La Papirologia, Turn, 1973, 2. ed., Miln, 1988, que puede completarse con la ms recien-te de M. Capasso, Introduzione alla Papirologia: dalla pianta di papiro all informatica papirologica, Bolo-nia, 2005. La hoja de papiro tuvo mltiples aplicaciones en la Antigedad. La principal fue comosoporte de escritura. De ella pudo decir Casiodoro:Humanorum actuum servans fidele testimonium, pra-eteritorum loquax, oblivionis inimica (Mon. Germ. Auct. Ant. 12.352).

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  • va, en la que el texto escrito se converta en el vehculo nico de la comunicacinautor/pblico, y por otro lado, y consiguientemente, la creacin de una cierta pro-duccin editorial. Los sofistas extendieron considerablemente el inters por laobra escrita y ya autores como Eurpides contaban con una biblioteca estimable.Es claro tambin que Aristteles y su escuela se ocuparon con gran inters de reu-nir obras escritas.Cmo eran estos primeros libros? Conservamos algunas muestras fragmenta-

    rias de cmo eran los del siglo IV a.C., y suponemos que los del V seran por el es-tilo. Se trataba de un rollo de papiro (volumen). La confeccin de estos voluminaera laboriosa. Primero haba que disponer dos capas de tiras paralelas de tallo depapiro, cruzadas perpendicularmente; luego se prensaban, con lo que el propiojugo de la planta contribua a aglomerar el conjunto. Con esto se lograba unahoja (charta) de papiro. Luego se empalmaban diversas chartae, igualndolas porlos bordes, para obtener los volumina. Estos podan ser considerablemente largos.Por ejemplo, para escribir entero el Banquete platnico se necesit un rollo deunos 10 m de longitud. Sobre el rollo se iban escribiendo columnas con las lneasen el sentido del borde ms largo, por su parte interior. La exterior, ms rugosa,apenas se utilizaba para la escritura. Estas columnas deban irse leyendo a medidaque el papiro iba enrollndose con la mano izquierda y desenrollndose con la de-recha, lo que da idea de lo difcil que poda ser encontrar un pasaje concreto. Lasletras en que estaban escritos los textos literarios2 eran maysculas similares a lasque vemos en las inscripciones, sin separacin de palabras (scriptio continua) nisignos de acentuacin, casi ninguno de interpuncin y, en textos en verso, a vecessin hacer coincidir los finales de verso con finales de lnea (lmina 1).Durante todo el final de la poca clsica, estas copias de papiro eran realizadas

    por copistas a sueldo de marchantes no demasiado exigentes en materia de acribiatextual y nada preocupados por la comodidad con la que el copista realizaba sutrabajo3. Sabemos que los errores eran frecuentes, ya en esta poca, y an queda-ban muchos siglos para que los textos llegaran a nosotros.En poca helenstica se abren extraordinariamente las fronteras y no slo las

    polticas, de modo que los griegos se ponen en contacto con otras culturas y ad-quieren as conciencia de que son portadores de una valiosa tradicin, diferentede la de su entorno; de que son herederos de un patrimonio ya largo, que merecela pena conservar. Al mismo tiempo, los Tolomeos, desde su posicin de privile-

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    2 Los papiros documentales estaban escritos en una cursiva, a menudo mucho ms difcil deleer.

    3 Por eso, en algn papiro puede leerse la frmula: Me han escrito el clamo, la mano derechay la rodilla (sobre la que se apoyaba el copista para escribir). Las carencias materiales, apenas me-joradas hasta la poca medieval, explican, en parte, los numerosos errores que se suelen deslizar enlas copias manuscritas antiguas.

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  • gio como gobernantes, se complacen en ser patrones y mecenas de esta opera-cin de salvamento cultural. La conservacin de la literatura, en consecuencia,deja de depender en exclusiva de la caprichosa voluntad de particulares, movidospor gustos estticos personales y poco escrupulosos en sus copias, para asentarseen un inters, por as decirlo, pblico, encomendado a especialistas, eruditos, afa-nosos por mantener textos fiables. Fue el Museo de Alejandra el primer gran cen-tro de estudio y conservacin de la literatura4. Hay un monumental esfuerzo poradquirir, copiar y conservar los textos y a la vez un sostenido trabajo de carcter yafilolgico para catalogarlos, analizarlos y depurarlos. Figuras relevantes de esta es-cuela fueron Zendoto, Aristfanes de Bizancio y Aristarco. Huellas de sus ideasy de sus trabajos aparecen por todas partes en nuestras ediciones y en nuestros es-colios. Hubo otros centros eruditos, como el de Prgamo, que tambin produjeronediciones, pero ya no tanto en papiro como sobre pieles curtidas (de ah el nom-bre de pergamino).El prestigio de estas ediciones alejandrinas se fue imponiendo sobre la produc-

    cin paralela de textos, y acabaron por ser tenidas como norma. Sin pecar de exa-geracin podemos decir que estas ediciones se parecen mucho ms a las nuestrasque a los originales de los que derivan5. Es decir, se trata ya de ediciones con orto-grafa jonia, con algunos acentos y signos de puntuacin, una innovacin de Aris-tfanes de Bizancio; los poemas picos estn ya separados en cantos; concretamen-te la divisin en cantos de Homero que hoy conservamos en las ediciones es la deZendoto; los lricos y otros textos en verso estn ya organizados en estrofas y colamtricos, a la manera en que comenz a hacerlo Aristfanes de Bizancio, en algncaso acompaados de comentarios. Novedades nuestras con respecto a aqullasson sobre todo la divisin de palabras y el aparato crtico. Y asimismo el nmero deejemplares, frente al unicum de aquella poca, la edicin mltiple actual.Este carcter modlico de la edicin alejandrina motiva que Pasquali6 llame

    prearquetipos a estos ejemplares. En efecto, mientras que los papiros de Home-ro ms antiguos muestran las naturales divergencias de las copias privadas, toma-das de aqu y de all, a partir del 150 a.C. los papiros de Homero son de una con-siderable uniformidad, que indica que el exemplar unicum de Alejandra se habaconvertido en punto de referencia prioritario de los textos homricos7.

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    4 Sobre la filologa alejandrina, sigue siendo excelente el captulo que le dedica R. Pfeiffer,His-toria de la filologa clsica I, trad. esp. Madrid, 1981, pp. 165 ss.

    5 De hecho, es, segn algunos, el estadio ms antiguo de texto que podemos aspirar a alcanzaren nuestras ediciones.

    6 Citado por A. Dain, Les manuscrits (nouvelle ed.), Pars, 1964, pp. 109 ss. (11949, 31975).7 No obstante, puede hablarse de un creciente escepticismo sobre la existencia de este supues-

    to ejemplar nico de Alejandra: ya en 1892, F. Blass consideraba la derivacin de todos los c-dices a partir de un solo arquetipo como uno de los casos posibles, pero no el nico caso, y N. Ter-

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  • El incendio de la Biblioteca de Alejandra en el 48-47 a.C. y la baja de calidadde los estudiosos bajo dominio romano produjeron un considerable descenso en laactividad del Museo. En Roma, por el contrario, se desarrolla un activo comerciode libros y un gran inters por las bibliotecas.Entre el II y el III d.C. (aunque probablemente la innovacin puede datarse un

    siglo antes) comienza a manifestarse un importante cambio en la presentacin delos textos o, por mejor decir, en su soporte. El paso del volumen, esto es, el papiroenrollado, al codex, serie de chartae de papiro (con el tiempo se haran de perga-mino) unidas por un lado que formaba el lomo del libro o dobladas para coserlaspor los dobleces. La innovacin (cuyo antecedente habra que buscarlo en la ma-nera en que se unan por el borde las tablillas de cera, formando dpiticos,trpticos, etc.) es de origen romano, pero arraiga sobre todo en el mbito cris-tiano, hasta convertirse en una especie de seas de identidad del movimiento(los judos, por el contrario, siguen prefiriendo para sus textos sacros, incluso anhoy, el formato volumen). No obstante hay algunos escasos ejemplos conocidos decdices antiguos de literatura profana.El nuevo formato tiene mltiples ventajas, tantas que es casi el de nuestros

    actuales libros. El cdice en pergamino se escribe de un modo igualmente legi-ble por las dos caras, lo que permite incluir el doble de texto. Se hace muchoms sencilla la localizacin de un pasaje concreto. Se pueden dejar en cada p-gina mrgenes espaciosos que permiten consignar en ellos anotaciones, glosas,escolios.Conservamos algunos restos exiguos de estos codices, que nos permiten aven-

    turar algo sobre su configuracin. Por ejemplo, el PBerol. 13236 es un fragmentodel libro II de Tucdides, que remonta al siglo III d.C. Haciendo clculos del for-mato de este codex y extrapolando lo que ocupara la obra entera, se reconstruyeun cdice de unas 32 17 cm con dos columnas por pgina de alrededor de 60 l-neas en un cdice de unos 150 folios, es decir, unas 300 pginas.Los textos que se copiaron de volumina a codices consiguieron sobrevivir en su ma-

    yora8. Lo que no se copi, se perdi en su prctica totalidad. Entre el II y el III d.C. seregistraron importantes mermas en las obras conservadas. Se producen selecciones,que algunos crticos retrasan hasta bien entrado el siglo V: unos autores son copiados,

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    zaghi, en 1935, vea dificilsimo que de la Antigedad se salvase una sola copia, fuente de las de-ms. Para esta cuestin pueden verse las escpticas consideraciones de E. Flores, Elementi critici dicritica del testo ed epistemologia, Npoles, 1988, p. 52.

    8 Aunque el proceso general fue la sustitucin de rollos de papiro por cdices de pergamino,subsistieron formas mixtas, esto es, rollos de pergamino y cdices de papiro que terminaron pordesaparecer. La generalizacin del libro en forma de cdice de pergamino, ms resistente y trans-portable, de fcil cotejo y de mayor capacidad, influy tambin en el desarrollo de la literatura (es-pecialmente en la de tipo tcnico y en la cristiana).

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  • otros no. Asimismo, dentro de cada autor se tiende a fijar un canon de obras, porejemplo, siete de Esquilo y siete de Sfocles.A esta poca hablamos del Alto y el Bajo Imperio se remontan bastantes de los

    llamados arquetipos de autores clsicos9. El arquetipo, en definicin de Dain, es eltestimonio ms antiguo de la tradicin en la que el texto de un autor se encuentraconsignado en la forma en que se nos ha transmitido. No obstante, el trmino ar-quetipo es confuso, porque se aplica a diferentes realidades, como veremos en 3.10. No nos ha llegado ninguno de ellos, pero es lo que tendemos a reconstruir, eltrmino de nuestro recorrido hacia atrs en el camino de la edicin10.Sigue un periodo de desinters por la erudicin y por la conservacin de la lite-

    ratura; los gustos de los nuevos intelectuales son ms prcticos y se encaminan a laretrica y a los textos jurdicos, que permiten acceder al amplio funcionariado de lapoca. La divisin del Imperio romano agrava el desinters del imperio de Ociden-te por la cultura griega, por la que no se preocupa ya ni el propio imperio de Orien-te. Es lo que llamamos edad oscura o gran silencio de la transmisin. Sin em-bargo, alguna actividad subsiste en estos siglos en las bibliotecas imperiales y enalgunos centros perifricos, pero casi reducida a la conservacin de textos11.La situacin cambia profundamente en el siglo IX d.C. Despus de la agitacin

    producida por el movimiento iconoclasta, y una vez restablecidos la paz y el orden,la cultura bizantina despega de su abandono y conoce un renacimiento esplendo-roso, llamado segundo helenismo. La apertura de la Universidad de Constanti-nopla por Csar Bardas en el 850 permite iniciar un fecundo periodo de revisin,copia y comentario de textos antiguos. Figuras como Len el Filsofo, Juan el Gra-mtico y, sobre todo, Focio, patriarca de Constantinopla, impulsaron la tarea decopiar los viejos cdices escritos en uncial en otros con una nueva escritura mspequea, ms rpida, la minscula. Se trata de los llamados ejemplares translitera-dos, que se datan entre el 850 y el 1000 aproximadamente (lmina 2).

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    9 Es destacable la labor institucional desarrollada hacia el 350 d.C. por Constancio II en la bi-blioteca imperial de Constantinopla, como acredita la Oratio IV de Temistio.

    10 En algunos casos tenemos noticias concretas de este arquetipo, fuente de la tradicin poste-rior: por ejemplo, en la de Pausanias, los 18 manuscritos remontan a un cdice florentino que per-teneci a N. Niccoli (ca. 1437): la tarea del editor sera reproducir dicho manuscrito aportandoslo las correcciones necesarias (cfr. R. J. Irigoin, La tradition des textes grecs. Pour une critique histo-rique, Pars, 2003, p. 375).

    11 Interesantes notas sobre este periodo pueden encontrarse en G. Cavallo, La trasmissionedei moderni tra antichit tarda e medioevo bizantino, ByzZ 80 (1987), pp. 313-329, y en tres vo-lmenes de conjunto: el de J. Irigoin, anteriormente citado, y otro del mismo autor, publicado unosaos antes (Tradition et critique des textes grecs, Pars, 1997), as como el de G. Cavallo, Dalla partedel libro. Storie di trasmissione dei classici, Urbino, 2002. Los tres volmenes, que recopilan trabajosanteriores ya publicados por sus autores y aaden otros nuevos, resultan muy valiosos para conocerlas diferentes etapas de la trasmisin de los autores antiguos.

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  • Esta gigantesca operacin de conservacin (que, paradjicamente, provoc ladestruccin, prdida o reutilizacin de los viejos manuscritos en uncial) no sehizo de un modo caprichoso, sino sistemtico, obedeciendo a planes de trabajo ri-gurosos, destinados a dotar las grandes bibliotecas de buenos ejemplares, que pu-dieran servir de matriz para nuevas copias. Primero fue la bsqueda y recopilacinde viejos cdices. Luego la transliteracin12, acompaada de una presentacinms cuidadosa. Ahora se separan las palabras y se emplean los signos de acentua-cin de un modo sistemtico. Hay, pues, un considerable trabajo filolgico, conanotacin marginal de variantes, con acompaamiento de nuevos escolios. Estosejemplares constituyen el punto de partida de la tradicin posterior. Figuras deesta poca son tambin Aretas, como biblifilo y coleccionista, ms que como fi-llogo, o Constantino Porfirognito, impulsor de obras enciclopdicas.En los siglos siguientes desciende la actividad editorial y crece el trabajo de los

    comentaristas, como Miguel Pselo en el siglo XI y Eustacio y Juan Tzetzes en el XII.En 1204 se produce un acontecimiento muy traumtico para la conservacin

    de los textos griegos antiguos: el saqueo de Constantinopla por las tropas de laIV Cruzada, que establecieron en la regin el efmero Imperio latino. La violen-cia de la guerra y la desidia de los nuevos gobernantes provocaron considerablesprdidas. La nueva situacin durara hasta 1261, pero la recuperacin de Cons-tantinopla para la helenidad represent el detonante de un nuevo periodo degran actividad en la copia y el estudio de textos. El uso de papel, ms econmicoque el pergamino, permita prodigar el nmero de copias. En este periodo desta-ca la actividad de Mximo Planudes, si bien habra que achacarle a este fillogouna cierta propensin al arreglo de los textos, que en algunos casos llega in-cluso a la adicin de versos de su propia cosecha en textos antiguos (como en losFenmenos de Arato). Tambin hay que mencionar a su seguidor Manuel Mosc-pulo, y en Salnica, a Toms Magistro. Discpulo de Magistro fue Demetrio Tri-clinio, cuyo mrito principal fue aplicar a la crtica textual sus profundos conoci-mientos de mtrica, basados en el estudio de Hefestin, lo que le permiticorregir un buen nmero de corrupciones que atentaban contra la mtrica, perolo llev asimismo como por otra parte era inevitable a enmendar otros lugaressin motivo.En esta poca (hasta mediados del XIII) es cuando hallamos los llamados pro-

    totipos por Dain, o, lo que es lo mismo, los modelos de cada rama de la tradicin.Despus de ellos tenemos los denominados recentiores, de formato menor y quegeneralmente son copias privadas de estudiosos, utilizadas como textos de trabajoy, por tanto, menos cuidadosas en la presentacin. Este carcter de libros de uso se

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    12 Cfr. R. F. Ronconi, La traslitterazione dei testi greci. Una ricerca tra paleografia e filologia, Spole-to, 2003.

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  • evidencia tambin en la disposicin del texto, que deja buena parte de la pginapara anotaciones y escolios13. Se diferencian estos recentiores de otros ejemplaresmenos valiosos que no son libros de estudio, sino de lectura, con mejor caligrafa,pero con un texto mucho menos cuidado (lminas 3 y 4).En 1453 Constantinopla vuelve a ser conquistada, esta vez por los turcos, y de

    modo definitivo. La transmisin, sin embargo, no se interrumpe; slo cambia decentros. Los eruditos bizantinos, huidos de la ciudad conquistada, se refugian pri-mero en Creta y luego en Italia. Coincide este suceso con el renovado inters porla literatura clsica que se comienza a despertar en ese pas y que habra de de-sembocar en el Renacimiento. El terreno estaba abonado ya de antiguo, pues enel sur de Italia el inters por la copia de manuscritos se remontaba ya a muchos si-glos antes. La llegada masiva de eruditos bizantinos facilita la difusin de la ense-anza del griego y el acceso a los textos que ya haba, a los que se unen los que al-gunos de estos estudiosos llevaban consigo. En otros casos, se promuevenautnticas expediciones en busca de textos, como la que llev a cabo GiovanniAurispa en 1433, fruto de la cual fue un cargamento de 238 libros, o la que JanoLscaris realiz por encargo de Lorenzo de Mdicis14.Como era de esperar, el descubrimiento de la imprenta propici de un modo de-

    cisivo la difusin de los textos clsicos, al preservarlos de ulteriores alteraciones enla transmisin, pero no tanto la de los textos griegos en un principio, por las consi-derables dificultades grficas que planteaba su impresin (al intentar reproducir lasletras y nexos de los manuscritos griegos de la poca, lo que exiga aumentar consi-derablemente los tipos utilizados), que no compensaba la escasa demanda de estaclase de obras. Destaca en este sentido la inmensa aportacin de AldoManuzio, quelogr editar 27 editiones principes de los autores griegos ms relevantes (se trata de lasconocidas ediciones Aldinas). Con l colabor, entre otros, el cretense Marco Mu-suro, que se ocupaba de corregir las corrupciones de los manuscritos de los que se co-

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    13 J. Irigoin, Livre et texte dans les manuscrits byzantins de potes. Continuit et innovation,en C. Questa y R. Raffaelli (eds.), Atti del Congegno Internazionale Il livro e il testo, Urbino, 1984,pp. 85-102, nos ofrece un repertorio de las variadsimas formas en que podan distribuirse el textoy los escolios en la pgina.

    14 En la coleccin de estudios de R. Weiss,Medieval and humanistic Greek, Padua, 1987, puedenencontrarse algunos trabajos muy interesantes sobre la transmisin en Italia. Siguen siendo asimis-mo importantsimos para este periodo los libros de R. Sabbadini, Le scoperte dei codici latini e grecine secoli XIV e XV, Florencia, 1905, y Le scoperte dei codici latini e greci ne secoli XIV e XV, Nuove ricer-che, Florencia, 1914 (ambos reimpresos en 1967). En espaol contamos con un trabajo muy docu-mentado de A. Bravo, Los textos griegos en la alta edad media: notas sobre las copias y traduccio-nes hechas en Italia, Excerpta Philologica A. Holgado Redondo sacra, Cdiz, 1991, pp. 69-92, y otrode R. Caballero, La transmisin de los textos griegos en la Antigedad tarda y el mundo bizanti-no: una ojeada histrica, Tempus 23 (1999), pp. 15-62. Tambin es til la introduccin de M. Mar-tnez Hernndez, Los libros antiguos, cmo han llegado hasta nosotros?, La Laguna, 2001.

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  • piaban los textos impresos, si bien es cierto que realiz su tarea, como suele ocurrir,ms all de donde deba y corrigi innecesariamente en no pocos pasajes.A menudo estas ediciones se basaban en un manuscrito, corregido sobre el

    propio texto por el erudito de turno, que con frecuencia introduca tambin con-jeturas de su propia cosecha. Conservamos, por ejemplo, el manuscrito de Hesi-quio utilizado por Musuro para su edicin, con interesantes correcciones y anota-ciones tipogrficas. Una vez impresa la edicin, el modelo se desechaba comoalgo sin valor, lo que produjo la prdida de no pocos de estos manuscritos. Enotras ocasiones, sin embargo, el editor utilizaba ms de un manuscrito para con-feccionar su texto15.En el aspecto formal, los primeros libros impresos tratan de imitar la caligrafa

    de los manuscritos, a veces la uncial (es el caso de las ediciones de J. Lscaris enFlorencia), pero con mayor frecuencia, la minscula (lmina 5).En Espaa la mayor aportacin a las primeras ediciones impresas fue la monu-

    mental Biblia Polglota Complutense (1502-1517), promovida por el Cardenal Cisne-ros, con el texto hebreo, la traduccin aramea de Onquelo, el griego de los Setentay la Vulgata latina, con acompaamiento de traducciones latinas interlineales (l-mina 6)16.Con posterioridad al descubrimiento de la imprenta han sido muy pocas las pr-

    didas registradas en nuestro elenco de manuscritos griegos. Pero no podemos decirque la transmisin se detenga en las editiones principes. En realidad el proceso detransmisin de los textos no cesa, y esperamos que no cesar en el futuro. Cada unade las ediciones posteriores a la princeps, cada uno de los estudios consagrados a lostextos, sigue siendo un eslabn de la ya larga cadena que une a los autores antiguoscon los lectores actuales y futuros. Hay hallazgos importantes (como puede ser elnuevo manuscrito del Lxico de Focio, que est editando Theodoridis (vol. 1 -Berln, 1982, vol. II -, Berln, 1998), por no hablar de los papirceos, especial-mente de los lricos, que enriquecen continuamente nuestro conocimiento de lostextos y que obligan a reediciones ms completas (cfr., por ejemplo, el monumentalSupplementum Hellenisticum de H. Lloyd-Jones y P. Parsons, Berln y Nueva York,1983, del que H. Lloyd Jones public luego el Supplementum Supplementi Hellenistici[con ndices de M. Skempis], Berln y Nueva York, 2005).

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    15 Para el tema de los manuscritos que fueron modelos de las ediciones aldinas pueden verse losvolmenes de M. Sicherl (Griechische Erstausgaben des Aldus Manutius: Druckvorlagen, Stellenwert,kultureller Hintergrund, Paderborn, 1997) y de A. Cataldi (Gian Francesco dAsola e la tipografia al-dina: la vita, le edizioni, la biblioteca dellasolano, Gnova, 1998). El estudio de recentiores hasta aho-ra no colacionados deparar probablemente el hallazgo de nuevos modelos.

    16 Puede verse recientemente el estudio de R. Jimnez Zamudio, La Biblia Polglota Complu-tense, en A. Alvar Ezquerre (coord.), Historia de la Universidad de Alcal, Universidad de Alcal,2010, pp. 187-212.

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  • Hasta aqu, el marco general de la transmisin de la literatura griega. No obs-tante, dentro de este marco general, cada obra ha podido llegar a nosotros de for-mas muy diferentes. Existe una historia de la transmisin distinta para cada una yes obvio que no podemos entrar en este detalle. Pero s podemos esbozar una cla-sificacin tipolgica de las diferentes formas en que ha podido transmitirse cadatexto. De ello trataremos en el siguiente apartado.

    2.2. TIPOLOGA DE LAS FORMAS DE TRANSMISIN

    Van Groningen17 sistematiza de un modo muy didctico cules son los caminospor los que cada texto ha llegado hasta nosotros. Reproducimos aqu, resumida,esta clasificacin:La tradicin puede ser, en primer lugar, oral o escrita, si bien esta dicotoma

    slo es vlida para los textos ms antiguos, y adems no es absoluta. Una tradicinque comenz por ser oral luego pudo ser puesta por escrito. Es el caso de Homeroo del Ciclo pico o de la poesa elegaca antigua. Puede decirse que desde la filolo-ga alejandrina no se trabaja ms que sobre textos escritos.El camino puede ser corto o largo, entendiendo por tales la mayor o menor can-

    tidad de intermediarios que hay entre el autor y nuestra edicin. Corto es el caso yacitado de los Himnos de Isilo de Epidauro, con slo un intermediario (el lapicidaque llev el texto del poeta a la piedra), o Los Persas de Timoteo, una obra com-puesta entre el 420 y el 360, de la que conservamos un papiro de la segunda mitaddel IV a.C. (lmina 1). No demasiado largo sera el caso de un texto alejandrino, co-piado en el V en un codex en maysculas y recopiado en el IX en un manuscrito enminscula que conservamos an. Un caso de camino largo sera el de un texto pa-sado por numerosas manos, expertas o ignorantes, encontrado a fines de la EdadMedia en un manuscrito plagado de faltas.La tradicin puede ser simple o mltiple, segn si los manuscritos conservados

    se agrupan en una o varias familias. Se habla de familias separadas cuando un gru-po de manuscritos presenta variantes irreductibles con otro grupo de manuscritos.La tradicin, por otra parte, puede ser separada o colectiva. Tradicin colectiva es

    la propia de determinadas colecciones de escritos que por su identidad de autor (lassiete tragedias de Esquilo, las siete de Sfocles) o por similitud en la forma o en eltema (losHimnos de Homero, de Calmaco, rficos y de Proclo, etc.) han sido reuni-dos en algn momento y transmitidos juntos. Separada es la de algunas obras que, pormotivos diversos, se han separado del conjunto y transmitido solas. Es el caso del Es-cudo de Hesodo, separado delCatlogo de las mujeres, que no se conserv completo.

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    17 Van Groningen, op. cit., pp. 48 ss.

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  • La va puede ser directa o indirecta. Va directa es aqulla por la que se trans-mite la obra como tal. Indirecta es la seguida por un texto que es deformado. Yesta deformacin puede ser de seis formas diferentes: parfrasis, eptome, extracto,cita, traduccin e imitacin.Parfrasis es la operacin por la que se reescribe un texto de un modo general-

    mente ms comprensible. Conservamos una parfrasis de la Alejandra de Licofrnque contribuye sin duda a ayudarnos a comprender la organizacin de las ideas yel significado de algunas frases de este texto, difcil donde los haya.Eptome es el resumen de un texto reducido a sus contenidos mnimos, al modo

    de esos libros actuales que nos prometen las mil mejores novelas de la literaturauniversal en 200 pginas o, por citar un ejemplo antiguo, la Biblioteca de Focio.Extracto es la seleccin de algunos pasajes o elementos del texto considerados

    ms importantes. Corresponden a este modelo nuestras actuales antologas y, enla Antigedad, libros como el Florilegio de Estobeo.Cita es la mencin de un pasaje de otra obra. Tienen inters para saber el gra-

    do de difusin de un texto18. Pueden ser, por ejemplo, citas literarias o testimo-nios aducidos por gramticos para ilustrar una forma o un esquema mtrico, o porescoliastas para apoyar lo que se comenta en el escolio con una autoridad antigua.En algunos casos no se trata de citas literales, sino de referencias, resmenes o me-ras indicaciones.Traduccin es el paso de una obra a otra lengua, bien del griego al latn, bien al

    rabe, en algn caso a otras lenguas como el armenio19 o el siraco. Algunos autores,como Aristteles, cuentan con excelentes traducciones antiguas a varias lenguas.Imitaciones pueden ser de varios tipos: el simple plagio literario, la parodia o el

    centn (formado a base de pedazos de otros textos mejor o peor hilvanados)20.Todos estos textos, incluso cuando alternan con la transmisin directa, pueden

    tener su inters, como luego veremos. Pero ste es mayor cuando no contamos

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    18 Es curioso el caso del opsculoDe materiis rhetoricis del rtor Alejandro. Entre los dos Tratados deMenandro Rtor comienza una aparente cita introducida por Como Alejandro dice. En realidad, setrata de un breve tratado retrico de Alejandro, hijo de Numenio (siglo II d.C.), que alguien en pocaantigua introdujo por similitud con el contenido de los de Menandro, y que as ha podido conservarse,aunque dentro de la transmisin de la obra de otro autor, cfr. F. G. Hernndez Muoz, El tratado Demateriis rhetoricis del rtor Alejandro: contenido y presupuestos para una edicin crtica, .Homenaje a Rosa Aguilar, editado por A. Bernab e I. R. Alfageme, Madrid, 2007, pp. 235-240.

    19 Que han suscitado un inters creciente en los ltimos aos, como lo prueban los trabajos de Bo-lognesi, Zuckermann, Uluhogian y Shirinian, por citar algunos nombres (puede verse la bibliografafinal). En el caso de las traducciones rabes, en ocasiones a partir del siraco, es destacable la tarea rea-lizada por Hunayn y su escuela en el Bagdad del siglo IX. Las traducciones antiguas pueden mostrarvestigios de un texto diferente y anterior al transmitido por la tradicin manuscrita medieval.

    20 Cfr. la modlica obra de R. Tosi, Studi sulla tradizione indiretta dei classici greci, Bolonia, 1988,en que se plantea una clasificacin ms amplia y exhaustiva de las formas de transmisin indirecta.

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  • ms que con este tipo de testimonios. Nos las habemos entonces con el caso deuna edicin de fragmentos que presentan asimismo sus peculiaridades, como msadelante comprobaremos.La ltima alternativa es que una transmisin puede ser protegida o no protegida.

    Transmisin protegida es la de aquellos textos que, por su importancia, han mereci-do un inters especial para su conservacin. Ello, por supuesto, ha contribuido engran medida no slo a la mera conservacin, sino al buen estado del texto.Podramos aadir una precisin que en parte coincide con la anterior: la trans-

    misin puede ser estable, cuando se trata de obras de arte, que se procuran con-servar en la forma ms genuina posible, y no estable: la de los manuales, obras tc-nicas, gramaticales, incluso de historia, no respetadas como obras artsticas y quepor ello pueden ser alteradas para modernizar sus contenidos y mejorar su condi-cin de libros de consulta, de uso o de aprendizaje.Estas son, en lneas generales, las formas en que un texto ha podido llegar hasta

    nosotros. En el intermedio se ha producido una cantidad mayor o menor de errores,que son los que el crtico debe detectar y corregir. Para ello nada mejor que ocupar-se de los errores y de su tipologa.

    2.3. LOS ERRORES Y SU TIPOLOGA

    Nada aparentemente ms anrquico que un error. Si alguien, en lugar de escribir133 escribe, por equivocacin, otro nmero, no hay manera de predecir cmo se haequivocado, y por el contrario, si hallamos escrito 133 y sabemos que es un error porotro nmero, tampoco hay medio de adivinar cul era el que estaba escrito.Ahora bien, est claro que es ms fcil escribir 188 por 133 si quien lo escribi

    antes hace el 3 muy cerrado. Y es frecuente que se cometa el error de escribir 133en vez de 113 (repitiendo la cifra 3 en lugar de repetir la cifra 1). Puede escribirse480 en vez de 133 porque era la cantidad escrita en la lnea siguiente. Ello quieredecir que hay errores que se cometen con mayor frecuencia que otros, y esto hapermitido clasificarlos dentro de una tipologa relativamente limitada.La crtica textual se basa, pues, no slo en el conocimiento de las fases de la

    transmisin del texto, sino tambin en el estudio de los mecanismos que funcio-nan en la copia de un texto escrito, mecanismos que en una gran parte son psico-lgicos21. El problema bsico es que la copia de un texto, sobre todo si es un textolargo, propicia que se cometan alteraciones, voluntarias o involuntarias.En primer lugar tenemos las alteraciones que llamaremos involuntarias, que

    pueden ser de diversos tipos.

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    21 Cfr. S. Timpanaro, Il lapsus freudiano. Psicoanalisi e critica testuale, Florencia, 1974.

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  • Una serie de ellas se debe a que el copista confunde la forma de letras pareci-das y cree ver una donde hay otra. Estos errores de lectura, visuales, sern tantoms fciles cuanto menos ntida sea la grafa del modelo que copia. Y las confu-siones sern entre letras distintas, segn el tipo de escritura que se copie, tipo deescritura que vara segn la poca.As, en uncial son similares ,, , ,,,C, , (que por el itacismo

    tendieron a igualar su pronunciacin, originando tambin faltas de tipo aural),,,C , , ,.En cambio en minscula, usual desde el siglo IX d.C., se confunden , ,

    , ,, , , , , ,.En algunos casos el error se remonta a un momento ms antiguo, es decir, es

    consecuencia de la transliteracin de la ortografa arcaica a la jonia22. As un es-colio a PndaroNemeas 1.24 nos habla de un error de copista, detectado por el sa-gaz Aristarco. Un acusativo plural escrito que debera haberse translite-rado , fue copiado como , es decir como un nominativo singular.A veces los errores se multiplican cuando el copista no sabe griego. En las pa-

    labras griegas insertas en un texto latino hallamos con frecuencia verdaderasmaravillas, hasta el extremo de que el escriba llega a copiar letras griegas comolatinas: As en Diomedes I 477,9 Keil se nos transmite un fragmento (recogidocomo Iliupersis fr. 7 Bernab) del siguiente modo:

    Arctinus (corr. Scaliger : arctinius AB: artinius M : agretinus ) Graecus his versibusperhibetur: ex oligu (exoligo BM) diabas proforo podio frao igyati (igriati BM) nomen arauitokui eust (to kuei ust BM).

    No resulta nada fcil restituir el texto griego que deba ser:

    , , ..., etc.

    La tarea del copista se dificulta ms an si el texto era deliberadamente inco-rrecto o era, de suyo, incomprensible. Ejemplo de lo primero podran ser los versosatribuidos al Arquero en las Tesmoforiazusas de Aristfanes. El Arquero habla ungriego infernal, por lo que las corrupciones del texto podran no notarse en el fragorde las formas griegas ya alteradas por el autor. Cfr. por ejemplo los vv. 1187 y s.:

    . , . ,

    27

    22 La ortografa jonia establece una serie de convenciones, luego extendidas a la gran mayorade los dems dialectos griegos, como la utilizacin de para la o larga abierta y de para la o lar-ga cerrada, dejando para la o breve, frente al uso arcaico en que vala tanto para la breve comopara la larga abierta y la larga cerrada.

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    obtenidos tras un paciente trabajo de conjetura de Blaydes, Bentley Dindorf yBrunk. Ejemplo del segundo caso podran ser textos mgicos llenos de frmulas yabracadabras que carecen del menor sentido. Vanse, si no, algunas lneas de unpapiro (PMag. 4. 2913 ss.) en que una serie de palabras mgicas acompaan un efi-caz conjuro para lograr el amor de una joven. En la retahla apenas identificamosalgo ms que el nombre de la diosa babilonia Ereskigal:

    .

    La confusin puede incluso no ser de letras, sino que el escriba comete el erroral copiar mal una abreviatura o lo que llamamos un nomen sacrum, esto es, aque-llos nombres cuya relacin con lo divino provoca una especie de tab que inducea los copistas a escribirlos abreviados. As, por ejemplo, con una raya por en-cima vale por (nomen sacrum si se refiere a Dios Padre), pero puede luegoconfundirse con .En algn caso el error se produce al copiar separando las palabras de un manus-

    crito antiguo en que estaban escritas sin separacin entre ellas (scriptio continua).Cuando el escriba las separa indebidamente tenemos lo que se llama un falso corte.Y as por ejemplo en Sfocles, Traquinias 615, la secuencia (resti-tuida por Billerbeck) ha sido sustituida en nuestros cdices por , apartir de un .Otros errores no son visuales, sino que son debidos a la costumbre del recitado

    interior, esto es, a que al copiar repetimos mentalmente la palabra que copiamos.Puede suceder que el copista retenga la pronunciacin de una palabra y la reescribade manera inadecuada. Tambin en este caso hay diferentes tipos de errores segn lapoca, de acuerdo con la evolucin del sistema fonolgico que produce inadecua-ciones diferentes entre grafas y pronunciaciones. Por ejemplo, por seguir con ejem-plos de las Traquinias, en el v. 314 el manuscrito L presenta en vez de , porque en griego tardo el diptongo se pronunciaba . O en el v. 654,lo que deba ser un genitivo plural , restituido por Erfurdt, el co-pista (que ya no distingue en la pronunciacin la o larga de la o breve y a quien se-guramente el genitivo plural en - le suena poco) retiene formas acabadas en -on,-an y las convierte en acusativos . La relajacin de la pronuncia-cin de la , especialmente en posicin final, tambin fue una fuente frecuente deerrores, as como la simplificacin de los grupos consonnticos dobles.Otros son de tipo psicolgico, ms complejos. Por ejemplo, trastrueques de le-

    tras: en Traquinias 810 frente a de A tenemos de LP. O sim-plificacin de grupos. En el v. 662 de la misma obra los cdices presentan de modounnime la leccin , que debe leerse (con Dindorf) . O bien fal-tas por anticipacin de una palabra siguiente o por perseveracin de una palabra an-

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  • terior. Ejemplo de lo primero podra ser un pasaje del Papiro Gurob 1, ln. 14, endonde debera escribirse . Pero al escribir , quien re-dact nuestro papiro estaba ya pensando sin duda en la inicial de y escribi. Luego debi de darse cuenta y aadi encima , lo que motiv las dudasde Diels y Kranz (1 B 23), quienes consideran la posibilidad de leer (i.e.). Ejemplo de lo segundo, de perseveracin de una palabra anterior, sera elsiguiente: el v. 239 de Traquinias comienza por y el 240 por . Comoconsecuencia de ello, el cd. A presenta en 240 en vez de . Son fre-cuentes las sustituciones de un nominativo plural en - por un dativo plural en -si las palabras anteriores eran dativos plurales y otros errores por el estilo.Hablamos de errores de memoria cuando se retiene mal el texto ledo o se altera

    antes de copiarlo. A stos se deben las sustituciones de palabras por sus sinnimas ode palabras poco comunes por otras que resultan ms familiares al copista. Todo elloocurre a veces porque se lee lo que se cree que se va a leer, sin fijar la atencin. EnTraquinias 1032 los cdices presentan de modo unnime () participiode aoristo de , sustantivado. El texto atenta contra la mtrica, razn por la cualDindorf restituy (), un raro nombre de agente en -, documentadoen un escolio a Esquilo, que el copista habra sustituido por la forma sinnima y msfamiliar. West23 cita la sustitucin de arrastre (de un barco para echar-lo a la mar), por catlica, una palabra ms habitual para el monje quela copiaba. En esta lnea se situaran las banalizaciones lingsticas o estilsticas, sus-titucin de palabras sincopadas por otras no sincopadas, formas dialectales por otrasde koin o bizantinas, etctera.En esta fase o en la posterior de trasladar de nuevo a la escritura la palabra re-

    cordada, se producen algunos otros errores tpicos como las ditografas y las ha-plografas. Errores stos que se cometen en el acto de escribir, incluso cuando nose copia. Hablamos de ditografas cuando una palabra presenta repetidas algunasletras o alguna slaba, como en espaol maanana, en vez de maana. Por citar unejemplo griego, el v. 1024 de las Traquinias comienza , y en loscdices aparece , , , un error al que sin duda no es ajena la cir-cunstancia de que hay tres palabras seguidas iniciadas por .En cuanto a las haplografas son el fenmeno contrario, la omisin de una s-

    laba o de varias letras similares en un contexto en que van seguidas. As en laCrestomata de Proclo (207 Severyns) se escribe la extraa palabra en vez de .Consecuencia de todo ello son algunos casos ms complejos. As, el fr. 5 Ber-

    nab de Aristeas apareca en los manuscritos de la siguiente forma:

    ... .

    29

    23 West op. cit., p. 21.

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  • El texto es sospechoso por diversos motivos. Primero, porque presenta una formacontracta , rara en un texto pico. Segundo, porque el infinitivo aparecesin verbo del que depender. Kinkel24 corrigi en , lo que solucionaba laforma contracta, pero dejaba el infinitivo sin verbo del que depender. Hubmann co-rrigi por , lo que solucionaba el verbo del que depende . Sin em-bargo, es raro un presente en la diccin de un poema pico que narra siempre en pa-sado. Ebert pens que la leccin correcta debi de ser , lo que dejara untexto cuya traduccin sera dijeron que haba unos hombres... vecinos. La haplo-grafa dej un incomprensible , que fue malledo o corregido trivialmente por algn copista en .Otros errores no afectan a letras o palabras, sino a elementos de la frase. Ha-

    blamos de las trasposiciones, omisiones e interpolaciones.Las trasposiciones son cambios de orden de las palabras en la frase, que pueden

    no ser intencionadas o bien obedecer a deseos estilsticos concretos. Un caso re-petidas veces citado es el llamado vitium byzantinum, consistente en alterar el or-den de palabras del texto para pasar yambos de la tragedia (cuya mtrica ya no leses familiar a los copistas) a dodecaslabos bizantinos, un metro parecido, pero quelleva siempre acento en la penltima slaba.Las interpolaciones son aadidos de palabras dentro de un texto y se deben a

    diversas causas. La causa ms frecuente de interpolacin involuntaria (luego ha-blaremos de las voluntarias) es que un copista introduzca una glosa en el texto.La glosa es una palabra o una frase que trata de explicar otra palabra u otra fra-

    se del texto que por diversos motivos (por su arcasmo, por su carcter muy meta-frico, por la utilizacin de lxico poco usual) resulta difcil de entender. Es comolas palabras que los estudiantes apuntan en espaol, en los textos que deben tra-ducir tericamente de memoria sobre las griegas, latinas o de cualquier otralengua, que no entienden.El problema consiste en que la forma de escribir estas glosas en los manuscritos

    es, a menudo, muy similar a la manera en que bien el propio escriba, bien un se-gundo usuario del manuscrito, consignan correcciones de errores, de modo que elsiguiente copista puede confundir la glosa con una correccin y, o bien introdu-cirla en el texto, como parte de l, o bien sustituir la palabra rara por la glosa e in-cluso transmitirla de manera hbrida como una mezcla (conflatio) de ambas.Las omisiones son de diverso tipo: las ms habituales son las llamadas genri-

    camente saut du mme au mme (es decir, la confusin consistente en pasar de unelemento de la frase a otro parecido, por creer que se trata del mismo, por lo quese omite lo que haba entre los dos elementos parecidos y se copia del segundo enadelante). Estos saltos de ojo o parablepsias pueden producirse porque dos palabras

    30

    24 En su edicin de Aristeas en Epicorum Graecorum fragmenta, Leipzig, 1877.

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  • empiezan o acaban por las mismas letras (en el primer caso se habla de homeoarcto,en el segundo, de homeoteleuto) o porque dos lneas comienzan de modo parecido(con lo que tenemos el llamado salto de lnea).Hay que distinguir sin embargo la omisin de la laguna, que es una falta de

    texto originada por una prdida material y que a menudo se descubre al primergolpe de vista, sea porque es el manuscrito mismo el que est deteriorado, sea por-que el copista que copia un manuscrito deteriorado ha dejado un espacio en blan-co en su ejemplar para el texto perdido, con esperanza de poderlo colmar algunavez con otro manuscrito de la misma obra.Hemos hablado de alteraciones involuntarias, pero no siempre el mecanismo es

    que cada copista reproduzca los errores del manuscrito que copia y aada los suyos:cuando un copista lee un texto equivocado, puede pretender corregirlo, de formaque, si lo hace con acierto, su manuscrito es en un determinado pasaje mejor que sumodelo. Pero tampoco es raro que lea un texto equivocado o no equivocado, peroque l no comprende o simplemente que a l no le gusta, y que lo corrija, pero de for-ma indebida. Vamos a citar un ejemplo que podemos seguir con toda claridad, por-que no se produce en la transmisin manuscrita, sino en plena poca de la imprenta.Schne edit un texto, la llamada Hippocratis vita Bruxellensis, en RhM. 58

    (1903), p. 56. Uno de sus pasajes deca as:

    Podalirius vero Sirnae consistens Rodi defecit...

    El texto fue luego repetido en la edicin de Antmaco de Colofn de Wyss,como fr. 150. Pero la imprenta le jug una mala pasada y volvi del revs la d de de-fecit, que estaba en cabeza de lnea, resultando as algo parecido a pefecit. Y Hux-ley25, que vuelve a reproducir este texto, lo corrigi (indebidamente) Podalirius veroSirnae consistens Rodi perfecit. Si esto ocurre en textos impresos y en nuestra poca,qu no ocurrira en el azaroso periodo de la transmisin manuscrita?El problema es que, cuando se hace esta operacin de correccin indebida, el re-

    sultado es un texto que tiene sentido, por lo que esta clase de error es ms difcil dedetectar que el error inadvertido que, como tal, puede dar lugar a un texto incom-prensible. Por paradjico que pueda parecer, a menudo resulta preferible que el co-pista sea indocto y que, pese a no entender lo que copia, intente reproducirlo,aunque sea de manera aproximada y rudimentaria, pues as nos resulta ms factiblela tarea de reconstruir su modelo que si un copista que conoca o crea conocerbien el griego se ha tomado la libertad de corregirlo. Muchos manuscritos medie-vales y ediciones del Renacimiento presentan variantes que no son sino conjeturasde humanistas ms o menos competentes y ms o menos imaginativos.

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    25 G. L. Huxley, A fragment of the Nosti, PP 64 (1959), pp. 282 ss.

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  • A veces las correcciones son sobre asuntos de menor entidad, debidas, bien a laactualizacin ortogrfica de los textos, bien a lo contrario, al deseo de reintroduciren ellos formas arcaicas o dialectales. En no pocas ocasiones esta reintroduccin sehace de forma indebida y tenemos entonces errores como los llamados hipereolis-mos (se dice que los nominativos del tipo por sobre el mode-lo de por lo son) o hiperdorismos, por ejemplo, reintroducir una alfapor eta donde nunca hubo alfa, porque es una eta procedente de e larga antigua.De hecho los editores modernos tambin practican en las ediciones esta actua-

    lizacin ortogrfica. As usamos para textos del siglo VII a.C. iota suscrita o grafascon , para o y e largas cerradas, frente a la grafa , de la poca. Tambin sehacen restituciones de grafas arcaicas; la gran mayora del texto de los fragmen-tos de Corina es una rearcaizacin de palabras transmitidas en formas ms simi-lares al tico o a la koin, sobre el modelo del Papiro de Berln 284, que nos ha le-gado el fragmento ms largo de los atribuidos a esta poetisa. Al menos es deesperar que estas restituciones se hayan hecho competentemente.A veces tenemos en un mismo manuscrito una doble lectura (lectio duplex), re-

    sultado, bien de que el copista se ha equivocado, pero se ha dado cuenta de ello yha corregido su error, bien de que ha comparado su copia, no slo con su modelo,sino con otro ejemplar diferente, y ha sealado las variantes. Ello puede hacerse demuy diferentes maneras: sobre el texto, entre lneas, al margen, con determinadaindicacin, como . ( ) se escribe o debera escribirse , , en otro(s) (entindase aparece), o, etctera.Incluso puede darse el caso de que tengamos algunas alteraciones en el texto que no

    proceden de errores de copia, sino de deliberadas manipulaciones. Ello nos lleva al gra-ve problema de la interpolacin. Se han discutido hasta la saciedad problemas como lainterpolacin de los rapsodos en los textos picos o la interpolacin de actores en la tra-gedia. O al contrario, se han producido omisiones debidas a la attesis de un gramticoantiguo.Cuandonos hallamos ante unos ejemplares que presentan un determinado tex-to y otros que no los presentan, hemos de plantearnos si ha habido una u otra. Ms ade-lante hallaremos un ejemplo en las menciones de Teseo en los poemas de Homero26.Algunos textos no son tratados con el respeto debido, sino que se consideran

    como una especie de res nullius, que puede ser libremente alterada. Pinsese en losmltiples autores modernos, a menudo innominados, que se permiten contar de cienmaneras distintas el cuento de Caperucita, sin el menor respecto al texto de Perrault,ni al de Grimm, ni al de nadie. Algo as ocurra en la Antigedad con algunas obras.No se alteraba ms que en las formas a las que antes nos hemos referido a Sfocles oa Homero, pero se poda impunemente manipular una fbula u otros gneros popu-lares por el estilo.

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    26 Infra, ejemplo n. 3.

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  • A veces se citan textos fuera de contexto, pero se intenta darles una impresin deautonoma aadiendo partculas enfticas, haciendo explcitos verbos y sujetos, etc.:son los tpicos errores de florilegio, que aparecen amenudo en antologas y similares.En otros casos, el texto es un instrumento de trabajo, no una obra literaria, y

    puede ser tambin manipulado. Como ocurre con tratados mdicos del CorpusHippocraticum. As por ejemplo, en el Rgimen de las enfermedades agudas 3.1 en-contramos una frase curiosa: una referencia a quienes haban rehecho ( ) el tratado para hacerlo ms mdico, ms cientfico. Es puesuna refeccin de un texto declarada en el propio texto. Y es que alterar a Home-ro en una determinada poca poda estimarse como una hereja, pero manipu-lar un tratado mdico para introducir en l ms informacin, alguna prctica nue-va, una receta novedosa, poda considerarse como una mejora. West27 da algunosejemplos ms: los Fenmenos de Arato, que presenta prrafos enteros reescritospor Planudes, o el poema de Dionisio Periegeta, al que un editor de 1704 consi-der oportuno, para su uso por estudiantes, aadirle prrafos sobre nuevos territo-rios no conocidos obviamente por el autor, como Amrica.Hay otras posibilidades de alteracin, que podemos englobar bajo el epgrafe de

    censura. Una editora moderna, como es Sabina de la Cruz con respecto a la obrade Blas de Otero, ha debido de tener en cuenta la existencia de variantes de la obramotivadas por la existencia de una censura oficial en Espaa en la poca de la mayo-ra de la produccin del autor, o por la autocensura que el poeta practicaba para lapublicacin de obras en Espaa y no para las ediciones en otros pases28.Esta censura, que engloba la alteracin deliberada del texto por motivos ideo-

    lgicos, ha actuado tambin en algn caso hemos de reconocer que no en mu-chos en la copia de obras antiguas29. La actuacin extrema sera, por supuesto, ladestruccin del ejemplar de la obra o de los escritos originales o la prohibicin decopiar determinados textos. Pero hay tambin una actuacin ms sutil, la inter-vencin en determinadas variantes. As Planudes acta sobre el texto de la Anto-loga Griega en los epigramas homosexuales, que son piadosamente manipula-dos para convertirse en heterosexuales. West30 nos brinda otros casos, alguno de

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    27 West, op. cit., 17.28 Cfr. S. de la Cruz, Blas de Otero. Contribucin a una edicin crtica de su obra,Madrid, 1983.29 Parece que la obra de Demstenes sufri una forma de censura poltica en la poca de los

    didocos, los sucesores de Alejandro Magno. Mucho ms tarde, este tipo de censura tambin pudorepetirse en nuestro pas.

    30 West, op. cit., p. 18. Sonmuy divertidas las interpolaciones (o morcillas, para decirlo en el argotteatral) de actor, muy numerosas en la tragedia griega y bien estudiadas por D. Page (Actors Interpolationsin Greek Tragedy,Oxford, 1934), y con distintas motivaciones: disconformidad con el papel asignado,intento de extenderlo, hacerlo ms solemne, protagonista, cmico, etc. Distinto es el caso de Eurpides,Orestes 554: Porque sin un padre no podra haber hijo. Segn el escoliasta, el verso fue interrumpidopor el grito feminista de un annimo espectador: Y sin una madre, qu, maldito Eurpides?.

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  • ellos divertido. Seala, por ejemplo, que el captulo de Herdoto 1.199 sobre laprostitucin sagrada falta en un grupo de manuscritos. Y cmo el copista del ma-nuscrito de Viena del tratado pseudohipocrtico Sobre la dieta ha eliminado unaserie de nombres de dioses y ha sustituido el plural por el singular , lle-vado por su ortodoxia monotesta.Nuestra poca genera un nuevo tipo de faltas, derivadas de los procedimientos de

    impresin modernos. Errores antes inconcebibles se producen ahora por la proximi-dad de dos teclas (p por o, por ejemplo) o por el borrado accidental o la repeticin deun segmento de texto producidos al activar en un ordenador comandos indebidos.O el caso de lo que podramos denominar palimpsesto informtico: una antiguaredaccin sustituida por otra (sobre todo en la operacin que se denomina vulgar-mente cortapega) es borrada slo en parte y pasan inadvertidos residuos de ellaque han quedado en el texto. Tambin cuando un programa de correccin del or-denador nos altera automticamente y de forma inadvertida ciertos trminos pocousuales, nombres propios, nuestra puntuacin, minsculas detrs de punto, etctera.Pero no slo son las faltas las causantes de que un texto se estropee. A estas fal-

    tas hemos de aadir un segundo factor importantsimo de alteracin: la existenciade accidentes materiales. De ello nos ocupamos en el siguiente apartado.

    2.4. ACCIDENTES MATERIALES

    Como seala Irigoin31, el crtico debe contar tambin con los accidentes ma-teriales que los manuscritos sufrieron en el transcurso de su historia, desde quefueron copiados, habida cuenta de que estos accidentes materiales condicionan lasituacin de las copias del manuscrito accidentado. Para ello comienza por se-alar que la forma de cada tipo de libro condiciona tipos de accidentes distintos.Los accidentes en los cdices son muy variados y, en general, diferentes de los de

    los rollos. Unos se producen por el uso: bien sea por la rotura del folio por el pliegue,con lo que se pierden dos pginas, y a menudo, las dos asociadas, bien sea por la pr-dida, por rotura del hilo con el que se cose, de un cuadernillo o de varios.

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    31 J. Irigoin, Accidents matriels et critique des textes, RHT 16 (1986), pp. 1-36. Un tipo es-pecial de accidente es el palimpsesto, esto es, cuando un documento, normalmente manuscri-to, se raspa o borra para escribir encima otro. Actualmente existen tcnicas muy efectivas (comolas de digitalizacin multiespectral con captura de imgenes desde el ultravioleta al infrarrojo) parapoder leer la escritura primera sin daar el manuscrito y que han permitido recuperar nuevos tex-tos (como recientemente uno de Menandro en la Biblioteca Vaticana). Sobre este tema puedeconsultarse, especialmente en el campo de la literatura latina, pero con implicaciones tambinpara la griega, A. Escobar (ed.), El palimpsesto latino como fenmeno librario y textual, Zaragoza,2006, sobre todo el ltimo captulo, obra del propio A. Escobar, titulado Hacia un repertorio depalimpsestos griegos y latinos conservados en las bibliotecas espaolas, pp. 147 ss.

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  • Otros se deben a errores al encuadernar: a) porque una pgina se cose del revs,de forma que 1.2 || 15.16 se cosen como 15.16 || 1.2; b) porque se baila el or-den de las hojas en el cuadernillo, de forma que quedan, por ejemplo 1.2, 5.6, 7.8.3.4. || 13.14, 9.10, 11.12, 15.16; c) porque se altera el orden de los cuadernillos.Otras veces el error se produce al copiar32. Es, por ejemplo, el caso de un escri-

    ba que pasa dos hojas a la vez creyendo que pasa una sola y omite as dos pginasen su copia.El codiclogo tiene muchos medios para verificar estas alteraciones, desde el

    simple de contar las hojas de un cuadernillo hasta el anlisis de la disposicin delas filigranas o marcas de agua que lleva el papel. stas, si el pliego se corta y sedobla siempre de la misma manera, deben aparecer siempre en la misma disposi-cin y en el mismo lugar de la hoja. Si se encuentran de forma distinta de la espe-rada, ello puede deberse a que la disposicin de las pginas ha sido alterada.Los accidentes como los que acabamos de sealar tienen asimismo inters para

    la determinacin de las relaciones entre cdices, dado que la prdida de un cua-dernillo en un manuscrito indica que es el modelo de aquellos otros en los que fal-ta precisamente el texto que haba en ese cuadernillo. Y, asimismo, las huellas deaccidentes de este tipo en diversas copias permiten reconstruir la paginacin y ladisposicin del texto en las pginas del manuscrito accidentado desaparecido.Otros accidentes conciernen al deterioro del soporte de la escritura, tanto en

    superficie (mancha, erosin superficial, raspadura, etc.), como en toda su exten-sin (agujeros en las hojas, roeduras de ratones, polillas, manchas de agua, que-maduras). Producen prdidas de texto, y ante ellas, el copista puede dejar en blan-co la parte perdida confiando en hallar otro manuscrito que le permita colmar lalaguna alguna vez o, si es poco cuidadoso, puede copiar sin solucin de continui-dad la parte que precede a la perdida y la que le sigue. La recurrencia de omisionesde este tipo nos permite tambin saber la forma material del manuscrito acciden-tado del que derivan. A veces un boquete en una hoja produce una ventana atravs de la cual se ve la hoja siguiente. Y ello puede generar errores en copistaspoco atentos por no hablar de que en una xerocopia o un microfilm una venta-na es casi imposible de advertir.En cuanto a las alteraciones en el volumen, son de ndole diferente. Dado que

    se trata de un soporte continuo no permite el extravo de una hoja ni de uncuadernillo. Pero en cambio conoce desgastes de los bordes, roturas o erosionessuperficiales.

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    32 Recordamos que en el acto en s de la copia pueden distinguirse cuatro momentos sucesivos,aunque casi simultneos: lectura del modelo, retencin del texto, dictado interior y ejercicio de lamano. En cada uno de ellos pueden producirse errores: as, por ejemplo, un salto de ojo corres-ponde a la primera fase; la omisin de alguna partcula, ms bien a la segunda; un itacismo, a latercera, mientras que el agotamiento fsico incide especialmente en la cuarta.

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  • 36

    Tambin se han producido algunas alteraciones en el paso de volumen a codex.Dado que un codex tiene capacidad para varios volumina puede suceder que al copiarse altere el orden de estos volumina. As ocurri con las obras conservadas de Pndaro:los volumina seguan el orden Olmpicas, Pticas, stmicas y Nemeas, y tras las Nemeashaba tres poemas de orgenes diversos. El copista que transcribi por vez primera enun cdice los cuatro libros de Epinicios coloc lasNemeas delante de las stmicas.Hasta aqu, un breve repaso de las principales alteraciones que se producen en

    el curso de la transmisin. A continuacin examinaremos los diferentes pasos queconlleva la edicin de un texto. Pero antes, para ilustrar lo que llevamos visto, ve-remos algunos ejemplos ms complejos y curiosos de faltas del texto.

    BIBLIOGRAFA

    Siguen siendo excelentes las obras de F. W. Hall, A companion to classical texts,Oxford, 1913 (Hildesheim, 1968) y de A. Dain, Les manuscrits, Pars, 1949 (2.ed. 1964), como lo es la ms reciente y ya citada de Reynolds y Wilson, a las quehabra que aadir el libro de N. Wilson, Filologi bizantini, trad. de G. Gigante, N-poles, 1990, que mejora la edicin original inglesa con aadidos del propio autory una premessa de M. Gigante. Panoramas de conjunto en espaol, todos ellos conabundante bibliografa, son: F. R. Adrados, Cmo ha llegado a nosotros la litera-tura griega, Revista de la Universidad de Madrid 1 (1952), pp. 525-552; A. BravoGarca, Las fuentes escritas de la cultura griega y su transmisin hasta nosotros,en L. Gil (coord.), Temas de COU. Latn y griego,Madrid, 1978, pp. 13-42; G. Ca-vallo, Conservazione e perdita dei testi greci: fattori materiali, sociali, culturali,en A. Giardine (ed.), Tradizione dei classici, trasformazioni della cultura, Roma-Bari, 1986, pp. 142-160; A. Bernab, Transmisin de la literatura griega, en J.A. Lpez Frez (ed.), Historia de la literatura griega,Madrid, 1988, pp. 1189-1207.Puede ser til tambin la referencia a algn repertorio de copistas griegos, como elya algo anticuado de M. Vogel y V. Gardthausen, Die griechischen Schreiben desMittelalters und der Renaissance, Leipzig, 1909, reimp. Hildesheim, 1966; el Reper-torium der griechischen Kopisten (RGK) en varios volmenes (desde 1968, Viena)de E. Gamillscheg, D. Harlfinger y H. Hunger o, para nuestro pas, ellbum de co-pistas de manuscritos griegos en Espaa, concebido fundamentalmente como mate-rial didctico y accesible on-line (www.ucm.es/info/copistas).Sobre el nacimiento del codex, la obra clsica es la de C. H. Roberts y T. C.

    Skeat, The birth of the codex, Londres, 1985. Para el periodo concreto del Renaci-miento italiano, cfr. R. Sabbadini, Le scoperte dei codici latini e greci ne secoli XIV eXV, Florencia, 1905; id., Le scoperte dei codici latini e greci ne secoli XIV e XV, Nuovericerche, Florencia, 1914 (ambos reimpresos en 1967); R. Weiss,Medieval and hu-manistic Greek, Padua, 1987.

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  • Acerca de las formas de transmisin indirecta cfr. R. Tosi, Studi sulla tradizioneindiretta dei classici greci, Bolonia 1988. En cuanto a errores, cfr. V. Dearing, A ma-nual of textual analysis, BerkeleyLos Angeles, 1959, pp. 10-18; J. Lasso de laVega, Sintaxis Griega, Madrid, 1968, pp. 109-127 (a propsito de los condiciona-mientos psicolgicos de las faltas sintcticas); S. Timpanaro, Il lapsus freudiano.Psicoanalisi e critica testuale, Florencia, 1974; H. Fraenkel, Testo critico e critica deltesto, trad. italiana, Florencia, 21983, esp. pp. 72-79; Blecua, op. cit., pp. 18-30; F.R. Adrados Volvamos al lxico y la sintaxis de los manuscritos de Eurpides,Me-dea y Cclope, en F. R. Adrados y A. Martnez Dez (eds.), Actas del IX CongresoEspaol de Estudios Clsicos, Madrid, 1998, vol. IV, pp. 317-322. Como modelosde estudios especficos y exhaustivos de errores de los manuscritos de un autor o deuna obra podemos citar tambin dos trabajos de D. Young, Some types of errorin manuscripts of Aeschylus Oresteia, GRBS 5 (1964), pp. 85-99 y Some typesof scribal error in manuscripts of Pindar, GRBS 6 (1965), pp. 247-273 (recogidoenW.M. Calder III y J. Stern [eds.], Pindaros und Bakchylides,Darmstadt, 1970, pp.96-126). Pueden tambin ser tiles el repertorio de G. Thomson, The Oresteia ofAeschylus, II Appendix A, pp. 237-240 y el de F. G. Hernndez Muoz, Tipologade las faltas en las citas euripideas de los manuscritos de Estobeo,CFC 23 (1989),pp. 132-155. Aunque se refiere a textos latinos, es tambin interesante la clasifica-cin de L. Havet,Manuel de critique verbal applique aux textes latins, Pars, 1911.Sobre accidente materiales, cfr. J. Irigoin, Accidents matriels et critique des

    textes, RHT 16 (1986) pp. 1-36 y sus dos volmenes recopilatorios Tradition etcritique des textes grecs, Pars, 1997 y La tradition des textes grecs. Pour une critiquehistorique, Pars, 2003, as como el de G. Cavallo,Dalla parte del libro. Storie di tras-missione dei classici, Urbino, 2002.

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  • EJEMPLOS DEL CAPTULO II

    1. Como ejemplo de combinacin de errores por confusin paleogrficapodemos citar el siguiente:

    Apolodoro, Eptome 5.14 , .

    Odiseo convence para que se metan en l (sc. el caballo de Troya) a los cin-cuenta mejores, pero segn dice el autor de La Pequea Ilada33 a tres mil.

    Es evidente que, por muy grande y muy mtico que sea el caballo de Troya,una capacidad para tres mil guerreros resulta a todas luces excesiva.Severyns34 resuelve el problema de forma brillante. En el texto se leera

    , es decir, trece. En una copia, la segunda iota se escribira ms cor-ta, , lo que dara lugar a que el final se reescribiera incorrectamentecomo el numeral tres mil (,). Debemos leer, pues:

    ,

    lo que sin duda es mucho ms verosmil. Un error parecido convirti las XIm vir-gines, esto es once doncellas (siendo XIm abreviatura de undecim), Santa r-sula y diez ms, que sufrieron martirio en Colonia en el V d.C. en XIM (XI milia)virgines, es decir, en el desproporcionadsimo nmero de once mil vrgenes.

    2. Ditografa por saut du mme au mmeEn la laminilla de Hiponion, un texto rfico del V