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  • 8/19/2019 Benjamin y El Surrealismo[1]

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    Revista de Ciencias SocialesUniversidad de Costa Rica

    [email protected] 

    ISSN: 0482-5279

    COSTA RICA

    2003

    Ignacio Dobles Oropeza

    WALTER BENJAMIN: LAS TESIS SOBRE LA HISTORIA Y LA INFLUENCIA DEL SURREALISMO

    Revista de Ciencias Sociales (Cr) año/vol. II, número 100

    Universidad de Costa Rica

    San José, Costa Rica

    pp. 49-60

    mailto:[email protected]://www.redalyc.com/mailto:[email protected]

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    Ciencias Sociales 100: 49-60, 2003 (II)

     A MODO DE INTRODUCCIÓN

     Walter Benjamin, cuyos escritos siguenprovocando intensas discusiones entrado elnuevo siglo, desarrolló su actividad intelectualen un periodo muy convulso e intenso de laEuropa moderna: en el lapso entre la primera yla segunda guerra mundial, en que se produje-ron las revoluciones proletarias, tanto lastriunfantes como las que fueron aplastadas, seevidenció el horror de la primera guerra mun-dial con su “ciega cólera” (Freud, 1997), y se

    instaló el fascismo en Italia. En su Alemanianatal, una frágil República de Weimar cede an-te el empuje nazi. Por otro lado surgen, y se

    desarrollan, el surrealismo, el cine, el psicoaná-lisis y Stalin en la naciente Unión Soviética.

    Benjamin, en esta época de crisis y deintensa búsqueda intelectual, artística, cultu-ral y política, aporta una perspectiva muy par-ticular. Es evidente que se trata de un escritorque irrita: demasiado místico a ratos para BertoldBrecht, demasiado marxista para GerardScholem, no lo suficientemente dialéctico paraTeodoro Adorno y demasiado francés y no losuficientemente alemán para Hannah Arendt1.

    WALTER BENJAMIN: LAS TESIS SOBRE LA HISTORIAY LA INFLUENCIA DEL SURREALISMO

    Ignacio Dobles Oropeza

    RESUMEN

    Se discuten en este trabajo las elaboraciones formuladas por Walter Benjamin acercade la historia y la influencia que en ellas perdura de su encuentro con el movimientosurrealista a finales de los años 20. Se destaca la perspectiva adoptada por Benjamindesde los oprimidos y la discusión acerca de la relación entre materialismo histórico yteología en su obra. Se subraya que la influencia del surrealismo perdura, metodológi-camente, en las perspectivas de Benjamin sobre la historia y la dialéctica hasta el finalde su vida.

    1 Arendt, por ejemplo, para establecer como se apar-ta de la “vida intelectual normal” alemana, lo llegaa contrastar con Kafka. Adorno llega a escribir: “el

    “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen arbitrariamente,

    bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias directamente dadas

     y heredades del pasado. La tradición de todas las generaciones muertas

     oprime como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos”.

    Marx, K. El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte

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    Interesa en este trabajo relacionar suconcepción de la historia, esbozada con fuerza

     y originalidad en las Tesis de Filosofía de la Historia, dadas a conocer por Adorno en 1940,

    (aunque se sabe que Benjamin lo había trabaja-do al menos desde 1937; véase Aguirre Rojas,2002) con su acercamiento al surrealismo efec-tuado a finales de los años veinte.

    En esta etapa tardía de su producción in-telectual Benjamin ataca con fuerza a la con-cepción positivista de la historia como sucesiónde eventos, como progreso inalterable, intuyen-do más bien que la repetición de la historia esla repetición del sufrimiento humano.

    No hay consuelo posible en un contextode ascenso de la brutalidad fascista: La historiaes para Benjamin aquel panorama desolador, lle-no de cadáveres y destrucción que ve el  Angelus

     Novus de Klee cuando es arrastrado sin cuartelpor los vientos de la historia2. En Benjamin, co-mo destaca Rochtlitz (1992) el viento aparececomo “tormenta”. No es posible flotar plácida-mente con él, y lo que le toca son algunas de lastormentas más destructoras del siglo XX.

    La  ruptura propuesta por Benjamin es

    evidente, como veremos más adelante, en sulucha frontal contra el  historicismo a finalesde los años treinta, pero aparece también enotros momentos de su obra, incluso, tal vez,en los menos esperados. También ha sido ob-

     jeto de debate y de crítica, para quienes consi-deran su perspectiva “demasiado destructiva”.

    Definitivamente, Benjamin se sumará, comodestaca Lowy (1996) a la crítica ante la idola-tría de lo factual que consignara en su tiempoNietzche. La potente imagen presente en las Te-

     sis de la Historia de gegen den strich, de una his-toria que se “peina a contrapelo”, lo dice todo.

    ¿A qué sujeto social corresponde lo escri-to por Benjamin, su peculiar propuesta en mo-mentos de auge del movimiento fascista que, almenos en Alemania e Italia, parecía apoderarsede un sector importante de las masas? Como enotros campos, la posición de Benjamin al res-pecto, en la época en que le correspondió ac-tuar, es bastante original. Mientras que Adornorehusa someter el desarrollo de su teoría críticaa los vaivenes de sujetos sociales específicos,como interlocutores o soporte (Buck Morss,1981), y Bertold Brecht opta metodológica-mente por dirigirse a la conciencia cotidiana dela clase obrera (por lo que es atacado, dicho seade paso, por Adorno, quien recurre para haceresto al Qué Hacer de Lenin, uniendo, así, demanera curiosa, el vanguardismo político conel artístico). Benjamin, ante la exasperación de

     Adorno, adopta una posición que apela a un su-

     jeto social revolucionario, adoptando claramen-te, como señala Lowy y también Dussell (1998)una perspectiva desde los oprimidos, pero sinsubordinar este planteamiento a los dictados departidos políticos específicos.

    Tampoco se somete, salvo en contadasocasiones, como por ejemplo en  El autor co-

     mo productor  (Benjamin, 1975) a una especiede “pedagogía obrera” por más que en dife-rentes momentos aplaudiera e incluso retomaraaspectos metodológicos brechtianos, especial-

    mente los del teatro épico. Brecht, para preocu-pación ( e irritación) de Adorno y de Scholem,influye sobre Benjamin, pero Benjamin noes Brecht.

     A esta comparación de figuras paradig-máticas del periodo, que además tuvieron in-fluencia directa sobre Benjamin, hay que sumara un Lukacs que introdujo tanto a Benjamincomo a Adorno al marxismo a través de  Histo-

     ria y conciencia de clase (Lukacs, 1975), paraquien el Partido Comunista constituía el sujeto

    revolucionario por excelencia.Cuando Benjamin escribe en las Tesisque hay que “peinar a contrapelo” la historia o,

    nombre del filósofo que tomó su vida escapandode los verdugos de Hitler ha adquirido un cierto

     nimbus, a pesar del carácter esotérico de sus pri-meros escritos y la naturaleza fragmentaria de losposteriores” véase Meltzer, F. “Acedia and melancho-lia” en Steinberg, M. (edit.) 1996 Walter Benjamin and the demands of history. Ithaca: CornellUniversity Presstzer. pp. 146 y 147. Esta autora,dicho sea de paso, hace un análisis interesante dela “feminización” de Benjamin hecha por Arendt y Adorno en sus críticas.

    2 Benjamin, W. (1940) Tesis de Filosofía de la Histo- ria. En esta obra escribe Benjamin: “Ha vuelto elrostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos

    manifiesta una cadena de datos, la ve una catástro-fe única que amontona incansablemente ruina so-bre ruina, arrojándola a sus pies...” p.183.

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    que hay que reconocer la barbarie en los he-chos de civilización (lo que, de paso, como des-taca Lowy (1996) convierte la relación “civiliza-ción/barbarie” en una unidad contradictoria,

    dialéctica), está adoptando, claramente, la pers-pectiva de los oprimidos, de los derrotados, delos que sufren, no la de los “triunfadores” ni las“elites” (ni siquiera la de las elites culturales de

     Adorno). Las clases oprimidas, escribe Zizek(2001) podrán así, según Benjamin, apropiarsedel pasado en tanto esté  abierto, en la medidaen que en él se presente un  anhelo de reden-ción (Zizek, 2001, 185).

    De esta manera, la atención puesta enel Tercer Imperio Francés que se revela en eltratamiento de la figura de Baudelaire y suépoca, por ejemplo (Benjamin, 2001), partede la derrota de la clase trabajadora francesaen 1848, y constituye un esfuerzo por valorartambién la cultura de los oprimidos. Esto im-plica una  opción para Benjamin, el mismoBenjamin que en su hermosa Crónica de Ber-lín escribe:

    Nunca he pasado la noche entera en lascalles de Berlín. He visto sus auroras ycrepúsculos, pero entre una y otra sim-plemente me retiraba. Solo las callesconocen de la ciudad algo que yo no lo-gro sentir y que hizo de las miserias yde los vicios algo así como un paisaje(Benjamin, 1997, 44).

    Pese a que hace algunas críticas de laobra de Benjamin que no comparto, Rochtlitzofrece una descripción sintética de su filosofía

    de la historia que me parece esclarecedora. Setrata, según dice, de:

    Un sujeto finito que busca trascender así mismo, una cotidianidad empírica dela opresión a la que se opone un sujetotrascendente de la historia, en este casouna clase en lucha que hereda todas lasrevueltas abortadas del pasado, la ten-sión entre la opacidad mítica de la his-toria y la trascendencia del despertar, y

    finalmente la opción entre un origenalienado y una reconquista final del pa-sado (1992, 244).

    La historia que sigue su curso natural,termina fluyendo a Lethe, al río de los muertos, ypareciera que mucho de lo hecho por Benjaminpretendía sacarla de este curso. Incluso, ya en

    sus trabajos precursores sobre el lenguaje, enque ni siquiera ha entrado en contacto con elmarxismo, recurre a la teología como una estra-tegia para sacar la discusión sobre el lenguajedel curso natural de la historia de los hombres3.

    LA LUCHA CONTRA EL HISTORICISMO

     Ya para el año 1940, con todos los aconte-cimientos vividos por Benjamin y con todas sustentativas de ruptura, sus energías se enfilancontra un enemigo claro, con consecuencias po-líticas bien establecidas para el debate interno enel marxismo de la época, me refiero, claro está, ala cuestión del  historicismo4. La mención espe-cífica de una clase obrera alemana que terminósiendo presa del fascismo por querer adaptarsees bastante clara en las Tesis: “Nada ha corrom-pido tanto a los obreros alemanes como la opi-nión de que están nadando con la corriente”escribe en la tesis once. Nadan a las aguas de

     Léthe, a las aguas infectadas por el fascismo.Como destaca Harrotunian (1996),

    Benjamin se enfila contra la  narrativa lineal  progresiva propia del historicismo, y apuntadecididamente a la necesidad de una ruptura:

    Los principales ingredientes de la con-cepción de Benjamin sobre la prácticahistórica son la memoria, la repetición y

    3 Benjamin, W.  Sobre el programa de la Filosofía futura y otros ensayos, Caracas: Monteávila Edit.1971.

    4 En una carta a Horkheimer sobre las Tesis de la Historia Benjamin comenta: “representan un pri-mer intento de plantear un aspecto de la historiaque pueda establecer una escisión irremediable en-tre nuestra forma de ver las cosas y las reliquias delhistoricismo, que desde mi punto de vista, marcanprofundamente aun a aquellos conceptos de la his-toria más cercanos y más familiares a nosotros” ci-

    tado en Rochlitz, W., The Disenchantment of art:the Philosophy of Walter Benjamin, London,Guilford Press, 1996, pp. 226-227.

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    la necesidad de la intervención política:su propósito primario era el de liberar ala historia de la representación, la nos-talgia y el efecto efímero de reafirmar la

    identidad del pasado continuamente conel presente (Harrotunian, 1996, 67).

    Se trata, según este autor, de una  her- menéutica explosiva que busca contraponerseal tiempo homogéneo, vacío, de la sucesión his-tórica y que se rompe, precisamente, con laidea del  Jetztzeit, del “tiempo mesiánico” queharía “explotar” la historia. Sin este ingredien-te, lo que tendríamos sería una sucesión natu-ral del sufrimiento humano. Zizek (2002), porsu parte, discutirá que no hay en las Tesis in-tento hermenéutico alguno, sino que Benjaminlo que busca es aislar fragmentos del pasado dela continuidad de la historia.

    Benjamin se opone a la creencia en elprogreso inexorable del historicismo y a la so-cialdemocracia conformista que lo sustenta en la

     Alemania de su tiempo. La concepción que criti-ca es considerada pasiva “el historicismo, a losojos de Benjamin, era el opio de los intelectua-

    les”, escribe Wohlfarth (1996, 197). Es, además,una concepción que tiende a postular el tiempopresente siempre como transición, calzando pre-cisamente con el carácter vacío homogéneo deese tiempo que se repite en la historiografía.

    No se trata, tal y como lo subraya Wohlfarth(1996) de ampliar al historicismo existente pa-ra que abarque a las clases sociales subordina-das, pasando de un “historicismo a la derecha”a “un historicismo a la izquierda” sino de en-tender los momentos claves de la historia como

    discontinuidad, como ruptura.Hay que subrayar que, al menos desdeque entró en contacto con el marxismo,Benjamin creía en la necesaria intervenciónpolítica sobre la vida cotidiana de los sereshumanos; no estaba interesado en plantea-mientos abstractos, ajenos a las realidades delos seres humanos, especialmente de los des-poseídos. Por otro lado, creía en el carácter

     mesiánico de un tiempo que implicaba discon-tinuidad en la historia. De otro modo la repre-

    sentación, la nostalgia, la reedición del pasadollevaba al peligro de una  estetización de la política que identificaba con el fascismo.

    El impulso utópico estuvo presente hasta elfinal en los escritos de Benjamin, por más oscurasque fueran las circunstancias históricas que le to-cara vivir. Como en todo, existen diferentes inter-

    pretaciones acerca de esto. Hay quienes resaltan superspectiva melancólica, pero hay también quienescritican la violencia de su propuesta. Esta últimaes la posición de Rochtlitz (1992), para quien elBenjamin de las Tesis carece de un concepto de“justicia” que vaya mas allá de la “venganza de losoprimidos”. Es curioso como se parece esta discu-sión al célebre encuentro entre Foucault yChomsky en 1971 (Foucault, 1999), en que la dis-cusión se centra en la utilidad de un concepto de“justicia” en las luchas sociales. Benjamin, en mu-cho, antecede a la perspectiva de Foucault acercadel poder y el conflicto. Para Rochtlitz, que pocofalta para que endilgue a Benjamin actos terroris-tas, la revolución de Benjamin sería, de llegar arealizarse, una “masacre” (Rochtlitz, 1996, 234).

    Por más desafortunada y trágica que fue-ra su lectura de los acontecimientos quizás po-damos establecer que incluso su muerte en1940 constituía un intento de ruptura con unasucesión de los hechos que posiblemente con-

    cebía como inevitables.

    TEOLOGÍA Y REDENCIÓN HISTÓRICA 

    Nos podemos preguntar acerca del papelque juega en este cometido el tan comentando

     mesianismo de Benjamin, derivado sin duda desus primeras inquietudes intelectuales, a la parde Gerard Scholem, y de sus raíces religiosas yculturales judías. Parece que sobre esto hay di-

    ferentes interpretaciones, sin duda movidospor la sugerente y enigmática primera tesis, enque se postula que el marxismo solo saldrá ga-

     nador con la ayuda de la teología, ese “enano jorobado” que nadie quiere ver pero que asegu-ra la partida. El materialismo histórico, escribeZizek (2002) “recluta” a la teología, pero se en-reda cada vez más en sus hilos.

    Mientras que para Buck Morss (1981) lainclusión de la teología en las Tesis es un retro-ceso, Renciere (1996) quien declara de antema-

    no que no tiene la competencia necesaria paradilucidar la compleja relación entre teología ymarxismo en la obra de Benjamin, afirma que se

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    equivocan quienes contraponen la lucha revolu-cionaria en Benjamin a su concepción teológicade la redención, y declara que la teología deBenjamin es en realidad una “ contrateología”.

    Rochtlitz (1996), por su parte, proponeque Benjamin recurre a la teología como unaforma de lidiar con un “marxismo petrificado”

     y para Wohlfarth (1996) lo que hace Benjamines “secularizar” la teología al pasar de la opo-sición entre el plano metafísico y el históricoa tratar contradicciones dentro de la propiahistoria. Benjamin escribe la historia “desdeabajo”, no desde las “alturas” , humanas o ce-lestiales.

    Lo teológico en Benjamin no puede des-ligarse de su compromiso y su opción con losoprimidos. Tiene una faceta clara de redimir lahistoria enfrentando el dolor y las fracturas.Tiendo a estar muy de acuerdo con Rochtlitzcuando lo define de la siguiente manera:

    Lo que es “teológico” en la mente deBenjamin es la facultad profana de lamemoria de hacer que la muerte y el su-frimiento pasado sea incompleto. Recor-

    dar es “teológico” en su función detransmitir un poder “mesiánico”. Sin esafunción de la memoria, el presente nar-cisista olvida su deuda con las aspiracio-nes de libertad que han sucumbido en elpasado. Sin embargo las injusticias delpasado que no han sido redimidas nospersiguen y nos envenenan mas cuandoson olvidados: pueden reproducirse conimpunidad (1992, 254).

    Ciertamente, en las Tesis reaparece lomesiánico, que no había estado presente en losescritos anteriores del autor. Esto parece queno gustó por ejemplo, en el  Institut (véase Jay,1974, 322) y es un aspecto retomado con fre-cuencia para destacar como al final de su vidareaparece el lado místico del autor.

    No comparto esta última visión sobreBenjamin, que le quita sin duda el filo radical asus consideraciones sobre la sociedad, la cultu-ra y la historia. Quizás sea útil aquí destacar,

    como lo hace Rochtlitz, el concepto de  reden-ción, ciertamente tomado de la teología, peroque en Benjamin remite a la memoria histórica,

    puesta en función de la lucha política. ParaSteinberg, Benjamin rinde “un homenaje mo-ral al pasado en su actualidad” (1996, 3). Aquí pesa la influencia de Marx, sobre todo el Marx

    del  18 Brumar io de Luis Bonaparte. ParaBenjamin lo mesiánico, la ruptura con la his-toria de  siempre lo mismo tiene que ver conla redención de las generaciones anteriores,que le confieren a las actuales un  poder me-

     siánico débil.Esta redención implica una recuperación

    de la memoria histórica, no en un vano intentode reeditar experiencias pasadas fallidas, sinode rescatar anteriores luchas contra el sufri-miento humano para ponerlas al servicio delpresente. Hay, al decir de Steinberg “un trabajocultural de duelo” involucrado (1996, 4). Al res-pecto escribe Harrotunian:

     Al presente se le daba la tarea de redimir to-dos aquellos elementos del pasado que, enalguna forma determinada por el presenteen que se lleva a cabo la construcción, pe-dían ser puestos al servicio de la moviliza-ción política contemporánea (1996, 78).

    Es, según Benjamin, una especie de  apo-catástasis histórica (véase Harrotunian, 1996,85) y una manera directa de oponerse, también,al historicismo. Hay una cita muy reveladora,presentada por Rochlitz (1992) de una carta deBenjamin a Horkheimer de 1937 en que se re-fiere a esta rememoración:

    La corrección a esta línea de pensa-miento yace en la reflexión de que la

    historia no es solo una ciencia sino unaforma de rememoración (eine form das eingedenkens) lo que la ciencia ha es-tablecido la rememoración puede mo-dificar. La memoración puede hacer loincompleto (felicidad) algo completo ylo completo (sufrimiento) algo incom-pleto. Eso es teología, pero en la reme-moración descubrimos la experiencia(erfahrung) que nos prohibe concebir lahistoria como totalmente ateológica,

    aunque no nos atrevamos a intentar es-cribirlo con conceptos literalmente teo-lógicos (Rochlitz, 1996, 254).

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    EL ENCUENTRO CON EL SURREALISMO Y LA INFLUENCIA QUE PERDURA 

     Veamos ahora la relación de lo ante-

    rior con la forma en que Benjamin asimila alsurrealismo, movimiento con el cual se cruza afinales de los años veinte.

    En lo que la cultura se refiere, Benjaminquiere evitar el peligro de un discurso estéticode la cultura estableciendo como alternativaun modo dialéctico de la historia cultural, quedestruyera el aura, es decir el poder y la autori-dad que posee la obra de arte en su irrepetiblelejanía (Steinberg, 1996).

    Discierne el peligro de reapropiarse del

    aura al estilo nazi, mediante una apelación auna  autenticidad  racial o nacional (volkish)(véase Steinberg, 1996, 98). Esto solo se puedeevitar mediante la aproximación dialéctica y laruptura; para Benjamin implica  romper el au-

     ra. En su búsqueda juega un papel importantee interesante el encuentro con el surrealismo,que examinaremos a continuación. A fin decuentas, después de este ejercicio, de lo que setrata es de discernir que perdura de este en-cuentro visto desde el Benjamin de las Tesis, esdecir, unos quince años después, años repletosde acontecimientos.

    En este sentido es interesante el interlu-dio de Benjamin con la experiencia surrealista, afinales de los años veinte, que a mi juicio perdu-ra hasta el final de su vida en tanto influencia

     metodológica. A fin de cuentas lo que predomi-na en Benjamin es, como sugiere Harrotunian(1996) la fragmentación, la discontinuidad, la

     sincronía y el lugar sobre la diacronía y lo tem-

    poral, y en esto, sin duda, hay un sello del su-rrealismo y de su temprana fascinación porBretón y Aragón. Benjamin insistirá en que sutarea es la de exhibir, no describir, y establece-rá en sus Pasajes, que la historia se descompo-ne en imágenes, no en relatos. En sus autobio-gráficas Crónicas de Berlín encontramos unejemplo de esta predilección por la  fragmenta-ción  y de cómo evita nociones de totalidad.  Alrecordar su época de escolar escribe el autor:

     Así, he de contentarme con lo que apare-ce hoy día en el patio de la escuela: frag-mentos arrancados y sueltos procedentes

    del interior, fragmentos que, pese a todo,contienen el todo, mientras que el todo,que está allí frente a mí, ha perdido to-das las huellas que delatan su unidad

    (Benjamin, 1997, 65).

    En esto Benjamin es sumamente cuida-doso, y en lo que a la historia se refiere, es claroque huye de una historia  explicativa,  ya queconsidera que la historia siempre adolecerá decierta empatía y una complacencia sistemáticacon los victoriosos: “El método verdadero parahacer que las cosas estén presentes es imagi-narlas en nuestro propio espacio y no imagi-narnos nosotros en su espacio”5 escribe, y enlas Tesis, en la séptima, aborda las inclinacio-nes de los historiadores historicistas:

    La naturaleza de esta tristeza se hace pa-tente al plantear la cuestión de con quienentra en empatía el historiador historicis-ta. La respuesta es innegable que reza así:con el vencedor. Los respectivos domina-dores son los herederos de todos los quehan vencido una vez. La empatía con el

     vencedor resulta siempre ventajosa paralos dominadores de cada momento.

    Para Benjamin hay un interés en el su-rrealismo y sobre todo en sus técnicas para exa-minar la decadencia de la vida burguesa occi-dental. Es interesante, en su ensayo sobre elsurrealismo (Benjamin, 1929) la postura de laque parte Benjamin como crítico. Si el surrealis-mo es un  pequeño arroyuelo considera que él,como pensador alemán, que además ha estado

    de alguna manera ubicado en la encrucijada en-tre la  fronda anarquista y la disciplina revolu-cionaria está en mejor posición que sus críticosmás cercanos para apreciar su fuerza, su ener-gía, además de que como alemán nadie tiene queconvencerlo de la crisis del concepto humanistade libertad. No es casual la imagen del arroyue-lo, que lleva a posible movimiento y fuerza, por-que si hay algo que de inmediato parece captarla atención de Benjamin sobre el movimientosurrealista es precisamente su energía.

    5  Ibid, 75.

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    No hay duda de que el surrealismo influ- ye a Benjamin y es una fuente de inspiraciónfundamental para su obra posterior, incluyendoel proyecto de Los pasajes de París. Sin embar-

    go diversos críticos (Chagyll, Habermas, etc.)coinciden en que la valoración de Benjamin so-bre el movimiento era ambivalente y esto seevidencia en la misma estructura del ensayo,en que, a la vez que se destacan sus virtudes se

     vislumbran sus limitaciones y peligros. Ade-más, es claro que Benjamin escribe el ensayoen una coyuntura particular, a cinco años de laaparición del  Primer manifiesto surrealista,que es una especie de “momento de definición”para el movimiento, en que su “tensión origi-nal de sociedad secreta” podrá derivarse en loque llama Benjamin la lucha objetiva o desmo-ronarse como manifestación pública, comomovimiento.

    Pero no solo el surrealismo como movi-miento atraviesa una coyuntura decisiva, tam-bién Benjamin. Según Rochlitz (1996) el en-cuentro de Benjamin con los surrealistas, conKafka, Proust, y el cine soviético le genera unproblema teórico serio, ya que se expone a un

    tipo de arte que no puede considerar decadente; y el esquema de extraer verdades de un arte quelas esconde dentro de sí mismo se vuelve pro-blemático. Esta búsqueda de verdades era supropósito en su tratamiento de las  Afinidades

     electivas de Goethe. Posteriormente es, por su-puesto, un problema que desaparece del todo.

    Según Rochlitz (1992), antes de estoBenjamin enfatizaba la verdad en el arte a tra-

     vés de su sustancia o su ser, sin embargo el ar-te  avant garde de su tiempo lo que enfatiza es

    la acción sobre el receptor (a quien antes de es-to Benjamin básicamente ignora) y su función.Benjamin entonces cambia aquí su enfoque so-bre la obra artística, en una línea que quizásencuentre su punto culminante en  La obra de

     arte en la época de su reproducibilidad técnica,(Benjamin, 1935) en que, entre otras cosas,postula con mucha mayor claridad su defini-ción del aura y de su rompimiento.

     Aunque Benjamin tuvo una relación for-tuita con los surrealistas, ya que no fue parte

    del movimiento ni amigo de sus miembros, nohay duda que su contacto con ellos le generaun gran interés, y hay evidencia de la profunda

    influencia de Luis Aragón y su libro La Paysansde Paris en su pensamiento. En particular, se-gún Patke (1998), el surrealismo contribuía a re-solver un problema fundamental para Benjamin:

    como ver de forma novedosa las imágenes dela realidad burguesa cotidiana. El surrealismoapunta a las “ruinas de la burguesía” y esto esde gran interés para Benjamin. Se trata, al de-cir de Patke (1998), de “restaurar el aspectofantasmagórico de la cotidianidad”. Es Bretón,precisamente, el primero en descubrir en losfragmentos de objetos del pasado su potencialrevolucionario, y esto, por supuesto, es de unaenorme influencia en la concepción posteriorbenjamiana de una historia redentora.

    Buck Morss (1981) señala que en 1926, esdecir en las fechas del encuentro con el surrealis-mo, Benjamin se encontraba en una peculiar en-crucijada intelectual: exponía una filosofía influi-da por el misticismo a la vez que se comprometíapolíticamente con el marxismo. El encuentro conel surrealismo parece que le  abría puertas. Enuna carta escrita posteriormente, en 1935, dirigi-da a Adorno, relata el entusiasmo que le generóleer a Aragón: “En las tardes, acostado, nunca po-

    día leer más de dos o tres páginas antes que mipulso se acelerara tanto que tenía que abandonarel libro” ( citado en Buck Morss, 1981, 253).

    Es claro que se trata de un movimientode gran interés para Benjamin desde el co-mienzo de su ensayo, en que se distancia deaquellos “sabelotodos” que lo miran con desdén

     y no le dan importancia. Benjamin, en relacióncon escritos de años anteriores, abandona unadefensa de la obra de arte frente al documento

     y destaca su orientación hacia la acción como

    una virtud del surrealismo, que en su proclamade la libertad (la más radical en Europa desdeBakunin, dirá Benjamin) se gana la enemistadde la burguesía, y se ve empujado como movi-miento hacia la izquierda. El surrealismo, así:“empuja la vida literaria hasta los límites extre-mos de lo posible” (Benjamin, 1929, 44).

     Así, para Benjamin, la experiencia su-rrealista: “No se trata de literatura, sino deotra cosa, de manifestación, de consigna, dedocumento, de “bluff” de falsificación si se

    quiere pero sobre todo no de literatura... de loque se habla literalmente es de experiencias...”(Benjamin, 1929, 45-46).

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    Las tácticas de “choque” de los surrealis-tas son destacadas con gestos de aprobación yadmiración. Refiriéndose a las técnicas usadasen la época, y en alusión a las tácticas que

    atraían a Benjamin, Bretón insiste que en elsurrealismo no se trata de “montaje” sino de“frotage” de “intensificar la irritabilidad de lasfacultades mentales” (Patke, 1998).

    Si de lo que se trataba antes en la críticaartística de Benjamin era de  mortificar a la

     obra de arte para extraer sus verdades filosófi-cas, podemos decir que en el surrealismo hayuna mortificación de la vida burguesa para evi-denciar sus pudriciones, a través de actitudes yacciones provocadoras. Ya, para Benjamin, nose tratará de dirigirse a Dios ni a una redenciónesencialista, sino de apelar a una iluminación

     profana de parte de quienes quieren cambiarradicalmente el estado de cosas. De nuevo, si elconcepto de  redención lo toma Benjamin de lateología, es secularizado, en el contexto de lalucha de clases. Es ahora un Benjamin que su-bordina el arte a la política, aunque no asimilanecesariamente la experiencia surrealista a lailuminación profana.

    Sin embargo, si en un primer momentodel ensayo se trata de afirmar al surrealismo encuanto a su actitud y su desafío, en una segun-da parte del ensayo se trata de discernir sus li-mitaciones y sus riesgos. Según Habermas6:

    Benjamin pudo ver en el surrealismo laconfirmación de su teoría del arte. Sinembargo, las ilustraciones de poder puroque dio el surrealismo encontraron enBenjamin un  espectador ambivalente.

    Política como autoescenificación o inclu-so política poética: cuando Benjamin ad- virtió en que podía parar esta realización, ya no pudo cerrarse a la diferencia deprincipio entre lo que es una acción polí-tica y lo que es pura auto manifestación.

    Esto se evidencia en la mención en el en-sayo al incidente protagonizado por los surrea-listas en el homenaje a Saint Pol Roux, y el

    riesgo de quedarse solo en el escándalo , “con-tra el cual la burguesía, como se sabe,  es taninsensible como sensible contra toda acción” (Benjamin, 1929, 53).

    El problema, destaca Benjamin, es comounir la  revuelta a la revolución, cómo aprove-char la  ebriedad para la revolución, pero noentendiéndola de tal forma que  se convierta enobstáculo para la preparación metodológica dela misma, es decir que no se trata de subrayarel lado  enigmático de lo enigmático, que seríael paradigma romántico, sino de tener una op-ción dialéctica que perciba lo cotidiano comoimpenetrable y lo impenetrable como cotidia-

     no. El peligro ya lo advierte en el ensayo al co-mentar deficiencias en la  Nadja de Bretóncuando aparece una adivina, Sacco, y ante lacual los caminos del surrealismo llevan al “hú-medo cuarto trasero del espiritismo”. Se pre-gunta Benjamin: “¿Quién no quisiera saber aestos hijos adoptivos de la revolución exactísi-mamente separados de todo lo que se ventila enconventículos de trasnochadas damas pensio-nadas, de oficiales retirados, de especuladoresemigrados? (Benjamin, 1929, 47).

    Para Benjamin hay dos tipos de expe-riencias revolucionarias: la libertad enfatizadapor el surrealismo, tan presente en los escritosde Bretón, y la constructiva, dictatorial de lle-

     var a cabo las transformaciones revolucionarias(sin duda pesa aquí Lenin). Esta segunda expe-riencia es la que se vuelve problemática para elsurrealismo. Da la impresión de que sus críti-cas o dudas sobre el surrealismo tienen que vercon su praxis y con la dificultad de superar(aunque sea en negativo) la esfera del arte. Pa-

    rece muy diferente a la posición de Adorno,quien, aunque acoge también positivamente alsurrealismo en un primer momento, llega lue-go a criticarlo por antidialéctico (precisamentepor su énfasis en imágenes, lo que exaltabaBenjamin) por su mirada de medusa que impli-caba una dialéctica en reposo  y por su afirma-ción de lo irracional. En 1956 escribe “En losescombros del mundo del surrealismo lo en-sidel inconsciente no se revela” (citado en BuckMorss, 1981, 260).

    Esto recuerda las tensiones o indiferen-cias en las relaciones Bretón-surrealistas/ Freud, ellos buscando desatar al inconsciente.

    6 Habermas, J. “Walter Benjamin” en  Perf il es fi losófico-político. Madrid. Taurus. 2000.

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    Freud, a su manera, domarlo científicamente.Para el fundador del psicoanálisis los surrealis-tas, quienes se consideraban a sí mismos here-deros del psicoanálisis deben haber sido unas

    “criaturas descarriadas”.La otra crítica de Adorno tiene que ver con

    el hecho de que en la “experiencia surrealista” elsurrealista pretende no  mediar, es pasivo antela fuerza de la imagen (a esto no parece pres-tarle atención Benjamin). Ya en El primer ma-

     nifiesto surrealista Bretón (2000) se refería conironía a este elemento que para los surrealistasera estratégico:

    Pero nosotros, que no nos hemos entre-gado jamás a la tarea de mediatización,nosotros que en nuestras obras nos he-mos convertido en los sordos receptá-culos de tantos ecos, en los modestosaparatos registradores que no quedanhipnotizados por aquello que registran,nosotros quizá estemos al servicio de unacausa todavía más noble. Nosotros devol-

     vemos con honradez el «talento» que nosha sido prestado. Si os atrevéis, habladme

    del talento de aquel metro de platino, deaquel espejo, de aquella puerta, o del cie-lo. Nosotros no tenemos talento.

    Lo interesante de estas críticas de Ador-no es que se refieren exactamente aquellos as-pectos del surrealismo que Benjamin retomasin pausa, especialmente su propuesta de laimagen dialéctica asunto que tiene que ver conel legado del surrealismo en Benjamin.

    Para Pensky (1996) Benjamin quiere ser

    el heredero de lo fantasmagórico del surrealis-mo, y reconstruir su legado a través de dos es-trategias, la primera de las cuales intenta llevara cabo con Los pasajes de París:

    1. Analizar la descomposición de la experien-cia, con una genealogía de las condicionesque llevan a la pérdida del reconocimiento.

    2. Con la elaboración de una forma construc-tiva que combine la memoria subjetiva conla memoria objetiva.

    Para este autor no es ninguna casualidadque Benjamin dedique en el mismo periodo

    ensayos a Proust, que representa la “memoriasubjetiva” en un escenario que necesariamenteremite a lo individual y al surrealismo, comoensayo colectivo sobre las tareas de la memoria.

    La diferencia señalada por Patke entreBenjamin y los surrealistas es que a este no leinteresa per se el “automatismo” en el arte o lodescubierto o creado por el inconsciente: le inte-resan mas bien los  objetos externos redimidospor la iluminación profana ya mencionada. Sinembargo es claro que por ahí de 1926 empiezaBenjamin a sentir una fascinación por la pro-puesta surrealista, sus tácticas de choque y deapelar a la intoxicación o ebriedad.

    La clave del surrealismo, dirá Bretón(2000) es la reconciliación del sueño y la reali-dad en un tipo de realidad absoluta, una surrea-lidad. Como escribe en el  Primer manifiesto

     surrealista:

    Creo en la futura armonización de estosdos estados, aparentemente tan contra-dictorios, que son el sueño y la realidad,en una especie de realidad absoluta, enuna sobrerrealidad o surrealidad, si así 

    se puede llamar. Esto es la conquistaque pretendo, en la certeza de jamásconseguirla, pero demasiado olvidadizode la perspectiva de la muerte para pri-

     varme de anticipar un poco los goces detal posesión7.

    Benjamin siente fascinación por las técni-cas surrealistas, sin embargo hay una diferenciabásica en tanto que mientras le interesa lo for-tuito de las imágenes provocadas por las técnicas

    surrealistas como medio para avanzar hacia unaimaginación integrada, al surrealismo le intere-san las imágenes como un fin en sí. La fuerza es-tá en la asociación de imágenes antes inconexas,lo que explica la alusión a Bretón cuando señalaque “Las conquistas de la ciencia consisten mu-cho más que en un pensamiento lógico en unpensamiento surrealista” (Benjamin, 1929, 52).Sobre esta fuerza de la conexión inédita, no cen-surada de imágenes escribía Bretón (2000):

    7 Bretón, A. Primer manifiesto surrealista.

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    Contrariamente, de la aproximación for-tuita de dos términos ha surgido una luzespecial, la luz de la imagen, ante la quenos mostramos infinitamente sensibles.

    El valor de la imagen está en función dela belleza de la chispa que produce; y, enconsecuencia, está en función de la dife-rencia de potencia entre los dos elemen-tos conductores. Cuando esta diferenciaapenas existe, como en el caso de lascomparaciones, la chispa no nace. A mi

     juicio, no está en la mano del hombre elpoder de conseguir la aproximación dedos realidades tan distantes como aque-llas a que antes nos hemos referido, porcuanto a ello se opone el principio de laasociación de ideas, tal como lo entende-mos. De lo contrario, sólo nos quedaríael recurso de volver a adoptar un arte decarácter elíptico... Fuerza es reconocerque los dos términos de la imagen noson el resultado de una labor de deduc-ción recíproca, llevada a cabo por el espí-ritu con el fin de producir la chispa, sinoque son productos simultáneos de la ac-

    tividad que yo denomino surrealista, enla que la razón se limita a constatar y aapreciar el fenómeno luminoso.

    Nótese que la “luz de la imagen”, que esla fuerza de la imagen surrealista se imponecon “luminosidad” en la experiencia surrealistasin que actúe la razón. Ya en 1924, en una car-ta Benjamin señalaba que “La forma en que ellenguaje entra al dominio de los sueños a tra-

     vés de la conquista, autoritaria y normativa-

    mente, es lo que en particular me conmuevedel surrealismo” (Patke, 1998). Creo que nohay duda de que Benjamin rescata la idea de laimagen surrealista, sobre todo cuando a travésde estas imágenes los surrealistas rescatan el

     nihilismo revolucionario que surge de las cosasque se encuentran en la ciudad.

    ¿Cómo valora entonces Benjamin la  ex- periencia surrealista? Benjamin entre 1927 y1934 experimenta con haschish y otras drogasllegando a escribir ocho protocolos de sus expe-

    riencias. En ellos llega a comparar algunas ex-periencias con cuadros surrealistas, sin embar-go, estas experiencias, como escribirá en el en-

    sayo sobre el surrealismo son tan solo una es-pecie de  escuela primaria para la iluminaciónprofana, y no solo el sujeto ebrio o intoxicadoestaría redefiniendo la experiencia sino que

    también lo hace el pensante, el flâneur y otros.Las drogas serían así como un curso introduc-torio para la iluminación profana: “La investi-gación apasionada acerca del fumar haschishno nos enseña sobre el pensamiento (que es unnarcótico eminente) ni la mitad de lo queaprendemos sobre el haschish por medio deuna iluminación profana, esto es, pensando”(Benjamin, 1929, 59).

    El peligro de este tipo de experiencia,como la surrealista, es no trascenderla. Enrelación con el surrealismo, pesa aquí la ob-servación de Brecht de que: “Los objetos delsurrealismo no vuelven de su extrañamiento”(en Buck Morss, 1981, 261).

    El dilema del surrealismo es que puedellegar a la revolución o quedar atrapado en lacontemplación (el esquema romántico, el au-ra). La tarea de la inteligencia revolucionariaes complicada: implica derribar el dominio in-telectual de la burguesía y ganar contacto con

    las masas proletarias, y esto último no se hacemediante la contemplación. Benjamin reco-mienda la organización del pesimismo y la des-confianza en toda la línea, terminando la frasecon la irónica sentencia, profética por lo de-más, de que tan solo se puede tener una“confianza ilimitada en la I.G. Farben y elperfeccionamiento pacífico de la fuerza aérea(alemana)” (Benjamin, 1929, 60).

    Si, para el año 1940 la propuesta “revo-lucionaria” del surrealismo se ha desvanecido,

     y se han comprobado las sospechas iniciales deBenjamin acerca de sus peligros, parece que si-gue pesando este acercamiento al surrealismo,metodológicamente, en Benjamin. Es claro quequiere evitar las reificaciones que hace una his-toria cómplice de los opresores, y que se apues-ta a la fragmentación, a la exhibición y no a lanarración, tiene que ver también con una in-tención de evitar absolutos. El uso de la alego-ría, tan comentado en la obra de Benjamin, res-ponde según Steinberg (1996) a la inquietud de

    que lo simbólico apunta a lo universal, a latrascendencia de la historia mientras que laalegoría está anclada histórica y culturalmente.

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    La clave de la  herencia del surrealismo está enla idea de la imagen dialéctica que de algunamanera se convierte en una instantánea queremite a la historia y a la cultura. Esto es clara-

    mente un legado del surrealismo y sus chispa- zos de luz y es lo que provoca una fuerte críticade Adorno (Jay, 1974) que por un lado reaccio-na ante la pérdida del sujeto en esta elabora-ción y por el otro critica lo  estático de la con-cepción, como una dialéctica sin movimiento,de nuevo: la “mirada de Medusa”. Una “natura-leza muerta” (Pensky, 1996, 184). Adorno llegaa plantear que los  Pasajes de Benjamin se en-cuentran entre “la magia y el positivismo” loque solo puede superarse a su juicio por la teo-ría, y aquí le insiste a Benjamin que debe des-plegar sus elaboraciones filosóficas: “La simple

     yuxtaposición de elementos contradictorios ha-cía que la imagen dialéctica solamente reflejaralas contradicciones, en lugar de desarrollarlas através de la argumentación crítica” (véase BuckMorss, 1981, 289).

    Sin embargo, para Benjamin se trataprecisamente de evitar este flujo narrativo,de detener la historia para examinarla, si se

    quiere, busca establecer constelaciones deimágenes no flujos narrativos, porque, al de-cir de Rochlitz: “la continuidad de la histo-ria es la continuidad de la opresión” (1992,245). La ruptura con la historia del  eterno

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