Baroja, Pio - La Sima

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Las ima Las i ma P í o B ar o j a  El paraje era severo, de adusta severidad. En el término del horizonte, bajo el cielo inflamado por nubes rojas, fundidas por los últimos rayos del sol, se extendía la cadena de montañas de la sierra, como una muralla azuladoplomiza, coronada en la cumbre por ingentes pedr uscos y veteada ms abajo por blancas estrías de nieve. El pastor y su nieto apacentaban su rebaño dé cabras en el monte, en la cima del alto de las !edrizas, donde se yergue como gigante centinela de granito el pico de la "orneja. El pastor llevaba anguarina de paño amarillento sobre los hombros, zahones de cuero en las rodillas, una montera de piel de cabra en la cabeza, y en la mano negru zc a, como la garra de un guila, sostenía un ca ya do blanco de espi no silvestre. Era hombre tosco y primitivo# sus mejillas, rugosas como la corteza de una vieja encina, estaban en parte cubiertas por la barba naciente no afeitada en varios días, blan$uecina y sucia. El zagal, rubicundo y pecoso, correteaba seguido del mastín# hacía zumbar la honda trazando círculos vertiginosos por encima de su cabeza y contestaba alegre a las voces lejanas de los pastores y de los va$ueros, con un grito estridente, como un relincho, terminando en una not a clara, larga, argentina, carcajada bur lona, repetida varias veces por el eco de las montañas. El pastor y su nieto veían desde la cumbre del monte laderas y colinas sin rboles, prados yermos, con manchas negras, redondas, de los matorrales de retama y macizos violetas y morados de los tomillos y de los cantuesos en flor...

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Pío Baroja, generación del 98 española.

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La simaLa sima

Pío Baroja

 

El paraje era severo, de adusta severidad. En el término del horizonte, bajo el cieloinflamado por nubes rojas, fundidas por los últimos rayos del sol, se extendía lacadena de montañas de la sierra, como una muralla azuladoplomiza, coronada en lacumbre por ingentes pedruscos y veteada ms abajo por blancas estrías de nieve.

El pastor y su nieto apacentaban su rebaño dé cabras en el monte, en la cima delalto de las !edrizas, donde se yergue como gigante centinela de granito el pico dela "orneja.

El pastor llevaba anguarina de paño amarillento sobre los hombros, zahones decuero en las rodillas, una montera de piel de cabra en la cabeza, y en la manonegruzca, como la garra de un guila, sostenía un cayado blanco de espino

silvestre. Era hombre tosco y primitivo# sus mejillas, rugosas como la corteza deuna vieja encina, estaban en parte cubiertas por la barba naciente no afeitada envarios días, blan$uecina y sucia.

El zagal, rubicundo y pecoso, correteaba seguido del mastín# hacía zumbar la hondatrazando círculos vertiginosos por encima de su cabeza y contestaba alegre a lasvoces lejanas de los pastores y de los va$ueros, con un grito estridente, como unrelincho, terminando en una nota clara, larga, argentina, carcajada burlona,repetida varias veces por el eco de las montañas.

El pastor y su nieto veían desde la cumbre del monte laderas y colinas sin rboles,prados yermos, con manchas negras, redondas, de los matorrales de retama y

macizos violetas y morados de los tomillos y de los cantuesos en flor...

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En la hondonada del monte, junto al lecho de una torrentera llena de hojas secas,crecían arbolillos de follaje verde negruzco y matas de brezo, de carrascas y deroble bajo.

"omenzaba a anochecer, corría ligera brisa# el sol iba ocultndose tras de lascrestas de la montaña# sierpes y dragones rojizos nadaban por los mares de azul

nacarado del cielo, y, al retirarse el sol, las nubes blan$ueaban y perdían suscolores, y las sierpes y los dragones se convertían en inmensos cocodrilos ygigantescos cetceos. %os montes se arrugaban ante la vista, y los valles y lashondonadas parecían ensancharse y agrandarse a la luz del crepúsculo.

&e oía a lo lejos el ruido de los cencerros de las vacas, $ue pasaban por la cañada,y el ladrido de los perros, el ulular del aire# y todos esos rumores, unidos a losmurmullos indefinibles del campo, resonaban en la inmensa desolaci'n del parajecomo voces misteriosas nacidas de la soledad y del silencio.

(()olvamos, muchacho ((dijo el pastor((. El sol se esconde.

El zagal corri' presuroso de un lado a otro, agit' sus brazos, enarbol' su cayado,golpe' el suelo, dio gritos y arroj' piedras, hasta $ue fue reuniendo las cabras enuna rinconada del monte. El viejo las puso en orden# un macho cabrío, con un grancencerro en el cuello, se adelant' como guía, y el rebaño comenz' a bajar hacia elllano. *l destacarse el tropel de cabras sobre la hierba, parecía oleada negruzca,surcando un mar verdoso. +esonaba igual, acompasado, el alegre campanilleo delas es$uilas.

((-as visto, zagal, si el macho cabrío de tía +emedios va en el rebaño ((pregunt'el pastor.

((%o vide, abuelo ((repuso el muchacho.

((-ay $ue tener ojo con ese animal, por$ue malos dimoños me lleven si no le tengomal$uerencia a esa bestia.

((/ eso, por $ué vos pasa, abuelo

(( 0o sabes $ue la tía +emedios tié fama de bruja en t' el lugar

((/ eso ser verdad, abuelo

((*sí lo ha dicho el sacristn la otra vegada $ue estuve en el lugar. *ñaden $ue aoja

a las presonas y a las bestias y $ue da bebedizos. 1iz $ue la veyeron por los airesentre bandas de culebros.

El pastor sigui' contando lo $ue de la vieja decían en la aldea, y de este mododepartiendo con su nieto, bajaron ambos por el monte, de la senda a la vereda, dela vereda al camino, hasta detenerse junto a la puerta de un cercado. )eíase desdea$uí hacia abajo la gran hondonada del valle, a lo lejos brillaba la cinta de plata delrío, junto a ella adivinbase la aldea envuelta en neblinas# y a poca distancia, sobrela falda de una montaña, se destacaban las ruinas del antiguo castillo de losseñores del pueblo.

((*bre el zarzo, muchacho ((grit' el pastor al zagal.

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Este retir' los palos de la talan$uera, y las cabras comenzaron a pasar por lapuerta del cerca

do, estrujndose unas con otras. *sust'se en esto uno de los animales, y,apartndose del camino, ech' a correr monte abajo velozmente.

(("orre, corre tras él, muchacho ((grit' el viejo, y luego azuz' al mastín, para $uepersiguiera al animal huido.

((*nda, %obo. )es a buscallo.

El mastín lanz' un ladrido sordo, y parti' como una flecha.

((2*nda3 2*lcnzale3 ((sigui' gritando el pastor((. *nda ahí.

El macho cabrío saltaba de piedra en piedra como una pelota de goma# a veces sevolvía a mirar para atrs, alto, erguido, con sus lanas negras y su gran perilla

diab'lica. &e escondía entre los matorrales de zarza y de retama, iba haciendocabriolas y dando saltos.

El perro iba tras él, ganaba terreno con dificultad# el zagal seguía a los dos,comprendiendo $ue la persecuci'n había de concluir pronto, pues la parte abruptadel monte terminaba a poca distancia en un descampado en cuesta. *l llegar allí,vio el zagal al macho cabrío, $ue corría desesperadamente perseguido por el perro#luego le vio acercarse sobre un mont'n de rocas y desaparecer entre ellas. -abíacerca de las rocas una cueva $ue, según algunos, era muy profunda, y,sospechando $ue el animal se habría caído allí, el muchacho se asom' a mirar porla boca de la caverna. &obre un rellano, de la pared de ésta, cubierto de matas,estaba el macho cabrío.

El zagal intent' agarrarle por un cuerno, tendiéndose de bruces al borde de lacavidad# pero viendo lo imposible del intento, volvi' al lugar donde se hallaba elpastor y le cont' lo sucedido.

((24aldita bestia3 ((murmur' el viejo((. *hora volveremos, zagal. -abemos primerode meter el rebaño en el redil.

Encerraron entre los dos las cabras, y, después de hecho esto, el pastor y su nietobajaron hacia el descampado y se acercaron al borde de la sima. El chivo seguía enpie sobre las matas. El perro le ladraba desde fuera sordamente.

((1adme vos la mano, abuelo. /o me abajaré ((dijo el zagal.

(("uidiao, muchacho. 5engo gran miedo de $ue te vayas a caer.

((1escuidad vos, abuelo.

El zagal apart' las malezas de la boca de la cueva, se sent' a la orilla, dio a pulsouna vuelta, hasta sostenerse con las manos en el borde mismo de la o$uedad, yresbal' con los pies por la pared de la misma, hasta afianzarlos en uno de los tajossalientes de su entrada. Empuj' el cuerno de la bestia con una mano, y tir' de él.El animal, al verse agarrado, dio tan tremenda sacudida hacia atrs, $ue perdi' suspies# cay', en su caída arrastr' al muchacho hacia el fondo del abismo. 0o se oy'ni un grito, ni una $ueja, ni el rumor ms leve.

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El viejo se asom' a la boca de la caverna.

((26agal, zagal3 ((grit', con desesperaci'n.

0ada, no se oía nada.

((2 6agal3 2 6agal3

!arecía oírse mezclado con el murmullo del viento un balido doloroso $ue subíadesde el fondo de la caverna.

%oco, trastornado, durante algunos instantes, el pastor vacilaba en tomar unaresoluci'n# luego se le ocurri' pedir socorro a los dems cabreros, y ech' a correrhacia el castillo.

Este parecía hallarse a un paso# pero estaba a media hora de camino, aunmarchando a campo traviesa, era un castillo ojival derruido, se levantaba sobre el

descampado de un monte# la penumbra ocultaba su devastaci'n y su ruina, y en elambiente del crepúsculo parecía erguirse y tomar proporciones fantsticas.

El viejo caminaba jadeante. 7ba avanzando la noche# el cielo se llenaba deestrellas# un lucero brillaba con su luz de plata por encima de un monte, dulce ysoñadora pupila $ue contempla el valle.

El viejo, al llegar junto al castillo, subi' a él por una estrecha calzada# atraves' laderruida escarpa, y por la g'tica puerta entr' en un patio lleno de escombros,formado por cuatro paredones agrietados, únicos restos de la antigua mansi'nseñorial.

En el hueco de la escalera de la torre, dentro de un cobertizo hecho con estacas y,paja, se veían a la luz de un candil humeante, diez o doce hombres, rústicospastores y cabreros agrupados en derredor de unos cuantos tizones encendidos.

El viejo, balbuceando, les cont' lo $ue había pasado. %evantronse los hombres,cogi' uno de ellos una soga del suelo y salieron del castillo. 1irigidos por el viejo,fueron camino. del descampado, en donde se hallaba la cueva.

%a coincidencia de ser el macho cabrío de la vieja hechicera el $ue había arrastradoal zagal al fondo de la cueva, tomaba en la imaginaci'n de los cabreros grandes yextrañas proporciones.

((/ si esa bestia fuera el dimoño ((dijo uno.

((8ien podría ser ((repuso otro.

5odos se miraron, espantados.

&e había levantado la luna# densas nubes negras, como rebaños de seresmonstruosos, corrían por el cielo# oíase alborotado rumor de es$uilas# brillaban enla lejanía las hogueras de los pastores.

%legaron al descampado, y fueron acercndose a la sima con el coraz'n palpitante.

Encendi' uno de ellos un brazado de ramas secas y lo asom' a la boca de lacaverna. El fuego ilumin' las paredes erizadas de tajos y de pedruscos# una nubede murciélagos despavoridos se levant' y comenz' a revolotear en el aire.

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((9uién abaja ((pregunt' el pastor, con voz apagada.

5odos vacilaron, hasta $ue uno de los mozos indic' $ue bajaría él, ya $ue nadie seprestaba. &e at' la soga por la cintura, le dieron una antorcha encendida de ramasde abeto, $ue cogi' en una mano, se acerc' a la sima y desapareci' en ella. %os dearriba fueron bajndole poco a poco# la caverna debía ser muy honda, por$ue se

largaba cuerda, sin $ue el mozo diera señal de haber llegado.

1e repente, la cuerda se agit' bruscamente, oyéronse gritos en el fondo delagujero, comenzaron los de arriba a tirar de la soga, y subieron al mozo msmuerto $ue vivo. %a antorcha en su mano estaba apagada.

((9ué viste 9ué viste ((le preguntaron todos.

(()ide al diablo, todo bermeyo, todo bermeyo.

El terror de éste se comunic' a los dems cabreros.

((0o abaja nadie ((murmur', desolado, el pastor((. )ais a dejar morir al pobrezagal

(()ed, abuelo, $ue ésta es una cueva del dimoño ((dijo uno((. *bajad vos, si$ueréis.

El viejo se at', decidido, la cuerda a la cintura y se acerc' al borde del negroagujero.

:y'se en a$uel momento un murmullo vago y lejano, como la voz de un sersobrenatural. %as piernas del viejo vacilaron.

((0o me atrevo... /o tampoco me atrevo ((dijo, y comenz' a sollozaramargamente.

%os cabreros, silenciosos, miraban sombríos al viejo. *l paso de los rebaños hacia laaldea, los pastores $ue los guardaban acercbanse al grupo formado alrededor dela sima, rezaban en silencio, se persignaban varias veces y seguían su camino haciael pueblo.

&e habían reunido junto a los pastores mujeres y hombres, $ue cuchicheabancomentando el suceso. %lenos todos de curiosidad, miraban la boca negra de lacaverna, y, absortos, oían el murmullo $ue escapaba de ella, vago, lejano y

misterioso.

7ba entrando la noche. %a gente permanecía allí, presa aún de la mayor curiosidad.

:y'se de pronto el sonido de una campanilla, y la gente se dirigi' hacia un lugaralto para ver lo $ue era. )ieron al cura del pueblo $ue ascendía por el monteacompañado del sacristn, a la luz de un farol $ue llevaba este último. ;n cabreroles había encontrado en el camino, y les cont', lo $ue pasaba.*l ver el vitico, loshombres y las mujeres encendieron antorchas y se arrodillaron todos. * la luzsangrienta de las teas se vio al sacerdote acercarse hacia el abismo. El viejo pastorlloraba con un hipo convulsivo. "on la cabeza inclinada hacia el pecho, el curaempez' a rezar el oficio de difuntos# contestbanle, murmurando a coro, hombres ymujeres, una triste salmodia# chisporroteaban y crepitaban las teas humeantes, y a

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veces, en un momento de silencio, se oía el $uejido misterioso $ue escapaba de lacueva, vago y lejano.

"oncluidas las oraciones, el cura se retir', y tras él las mujeres y los hombres, $ueiban sosteniendo al viejo para alejarle de a$uel lugar maldito.

/ en tres días y tres noches se oyeron lamentos y $uejidos, vagos, lejanos ymisteriosos, $ue salían del fondo de la sima.

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