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IX. EL REVERSO OBSCENO DE LA POLTICA: ZIZEK

El cuerpo est con el rey, pero el rey no est con el cuerpo. El rey es una cosa. - Una cosa, mi Seor? - Una Cosa hecha de nada.

William Shakespeare, Hamlet.1. MS ALL DEL ACUERDO Y DEL CONFLICTO El ejercicio analtico que venimos desarrollando no ha sido exhaustivo, pero ha dado razones suficientes para entender varias dimensiones de lo poltico y de la poltica misma. Hemos visto que la multivocidad es la marca distintiva de lo poltico. Intentar a partir de ah una sntesis dialctica implica un esfuerzo superior, aunque necesario, porque no es suficiente argir que lo poltico tiene una doble determinacin: aquella que lo vincula con el conflicto, el poder y la fuerza, y otra que lo hace depender del dilogo comunicativo para llegar a acuerdos vinculantes garantizados por una autoridad suprema. Bastara el recurso a las dicotomas para obtener la claridad suficiente en la conceptuacin de la poltica y lo poltico.' El resultado sera tan sencillo como trivial: el espacio poltico y la actividad poltica tendran una doble determinacin: es fuerza y poder, y es tambin su contrario, es decir, desarticulacin de la fuerza y acuerdo entre diferentes. Bien miradas las cosas, sin embargo, esa disposicin dicotmica revela de inmediato la existencia de un tercer trmino mediador que, por supuesto, une lo que en un primer momento aparece como separado e irreconciliable. Si la poltica y lo poltico son actividad y espacio de poder, coercin, fuerza e imposicin, es porque se presupone la existencia de seres humanos vinculados y dispuestos los unos respecto de los otros en forma antagnica. Simultneamente, ese antagonismo es la condicin de posibilidad 1 El recurso a las dicotomas para el estudio de lo poltico no es nuevo. En el siglo XIX, por ejemplo, Maurice Joly expona con imaginacin y creatividad un dilogo ficticio, "en el infierno", entre Maquiavelo, sostenedor de una visin de la poltica como lucha y conservacin del poder, y Montesquieu, defensor, en cambio, de la poltica como una actividad civilizada y tambin racional de clculo, moderacin, prudencia y control. Vid. Maurice Joly. Dilogo el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, Colofn/Muchnik Editores, Mxico, 1989, 260 p., tr. Matilde Home.

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de un dilogo comunicativo que conduzca a acuerdos vinculantes materializados en la actividad gubernativa. El tercer elemento que pone las condiciones de superacin de la dicotoma es precisamente no un espacio de conciliacin entre opuestos, como pudiera pensarse, sino uno de contradiccin irresoluble, un espacio vaco, una falta que impide el cierre armnico de la totalidad social pero que, al mismo tiempo, permite la expresin de diferentes fuerzas en confrontacin con pretensiones de hegemonizar la totalidad social, es decir, de presentar su horizonte particular como si fuera el horizonte universal. Resulta entonces que el espacio de lo poltico y la actividad poltica se desarrollan sobre un espacio de la totalidad social vaco, un espacio que queda "incluido afuera" de esa totalidad, pero que desde esa peculiar posicin le dar orden y coherencia a la misma. Se tratar empero, de un orden y coherencia precarios, frgiles, inconsistentes, siempre abiertos a la posibilidad de la resistencia y la creacin sorpresiva de lo nuevo, germinal o indito en la construccin de rdenes normativos.

2. PSICOANLISIS RECARGADO

Para comprender esto de manera ms aguda es necesario echar mano de uno de los autores contemporneos ms importantes, creativos y sugerentes. Se trata del filsofo, crtico de arte y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek (1949), quien ha desarrollado una interesante concepcin crtica de la sociedad contempornea y, en ese esfuerzo, brinda ideas sugerentes para pensar lo poltico como un espacio vaco de proyeccin de ilusiones y fantasas que, no obstante ser lo que son, dan consistencia de realidad a la vida social. El autor esloveno puede hacer esto de manera creativa y original porque recurre a la crtica marxiana de la economa poltica, a la filosofa hegeliana y al psicoanlisis lacaniano. Con base en esos recursos elabora una articulacin, en una unidad crtica, con un slido horizonte filosfico y una clara direccin poltica, nutrida por el psicoanlisis y el estudio de los fenmenos culturales en su dimensin popular. El resultado no slo es original como producto sino sugerente como plataforma desde la cual se puede intentar la reflexin sobre distintos temas. En esa tesitura Ernesto Laclau anota "[...] cuando Zizek habla de Lacan, Hegel, Kripke, Kafka o Hitchcock, el lector podra continuar refirindose a Platn, Wittgenstein, Leibniz, Gramsci o Sorel. Cada una de estas reiteraciones construye parcialmente la argumentacin en vez de simplemente repetirla. El texto de Zizek es un ejemplo eminente de lo que Barthes ha llamado un `texto escritural"'.2 Es cierto. Lo ms significativo de 2 Vid. Ernesto Laclau. "Prefacio", en Slavoj Zizek. El sublime objeto de la ideologa, Siglo XXI Editores, Mxico, 1992, p. 15, tr. Isabel Vericat Nez.

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este autor esloveno es que su modo de interpretar ha generado un nuevo horizonte de comprensin tanto de la obra de diversos pensadores como de los ms diferentes temas y sucesos. Esto hace que sus textos sean una suerte de matriz generativa de pensamiento crtico. Y eso no es poco en una poca marcada por la resignacin, cuando no por la indolencia y el cinismo. Consciente de que el "totalitarismo" es un recurso ideolgico para inhibir la crtica,' 2izek no se pliega en el fcil recurso de aceptar el capitalismo (porque es lo nico real) y proponer reformas que lo hagan ms humano: la inclusin del otro, los derechos humanos, el multiculturalismo, la sociedad civil, entre otros temas, son analizados y criticados acremente. Y ello supera cualquier tentativa de cercamiento ideolgico del tipo "si criticas la sociedad de mercado, liberal, democrtica, y su Estado de derecho civilizado eres totalitario, y por tanto, premoderno, peligroso, brbaro, terrorista". Analicemos entonces algunos temas centrales de la obra de 2izek que resultan de especial importancia para la comprensin de lo poltico y la poltica. En primer lugar, nada sera ms adecuado que comenzar por exponer la manera en que nuestro autor trata aquellos hechos caracterizados por la multiplicidad de sus significados, anlogamente a lo que sucede con lo poltico y la poltica. Esos objetos o fenmenos que suelen ser interpretados de mltiples maneras no son en s mismos ambiguos, duales, dicotmicos o mltiples; adquieren esa forma porque en ellos es dable proyectar el deseo de los sujetos. Se trata entonces, de objetos y fenmenos cuya ambigedad seala que funcionan como una pantalla fantasmtica para que un orden simblico tenga coherencia. Veamos el elocuente ejemplo que expone 2izek, con su acostumbrada recurrencia al cine:[...] la criatura del doctor Frankenstein puede ser una metfora de los monstruosos resultados de la manipulacin que el hombre hace de la naturaleza, de los horrores de la Revolucin Francesa, etc.; Kaspar Hauser puede resumir los resultados catastrficos de la falta de educacin familiar; el hombre elefante puede ser investido con la problemtica ideolgica de la relacin cuerpo-alma ('Un cuerpo tan horrible y, no obstante, un alma tan magnfica'); el tiburn asesino de Tiburn (Jaws) puede significar cualquier cosa, desde la sexualidad reprimida al capitalismo desbocado y la amenaza del Tercer Mundo para los Estados Unidos [...] La salida de este atolladero no est en decidir cul de estos mltiples sentidos es el "verdadero" ("Es el tiburn un representante de las pulsiones reprimidas en el sujeto del capitalismo tardo, o sintetiza la naturaleza destructiva del propio capitalismo?"); antes bien, debera concebirse al monstruo como una especie de pantalla fantasmtica en la que esta misma

3 Vid. Slavoj 2izek. Quin dijo totalitarismo. Cinco intervenciones sobre el (mal)caso de una nocin, Pre-Textos, Espaa, 2002, tr. Antonio Gimeno Cuspinera.

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multiplicidad de sentidos puede aparecer y luchar por la hegemona. En otras palabras, el error del anlisis directo del contenido es proceder con demasiada rapidez y suponer como evidente por s misma la propia superficie fantasmtica, la forma/ estructura vaca que brinda lugar a la aparicin del contenido monstruoso: la pregunta decisiva no es "Qu significa el Fantasma?", sino "Cmo se constituye el espacio mismo en el que pueden surgir entidades como el Fantasma?" [...] Lo que tenemos aqu es la misma disyuncin que la de la bien conocida paradoja visual jarrn/dos rostros: tan pronto como percibimos sentido(s), la forma como lugar de su inscripcin se vuelve invisible -y el gesto fundamental de un anlisis dialctico es precisamente un paso atrs del contenido a la forma, esto es, una suspensin del contenido que vuelve a hacer visible la forma como tal-. La operacin ideolgica elemental consiste en esta misma "conversin de la forma" por medio de la cual emerge el espacio posible para los sentidos ideolgicos.4

Si sobre esta consideracin bsica situamos la multiplicidad de significados de lo poltico, de inmediato podemos ubicar este espacio como un lugar vaco o, para decirlo de manera ms tcnica, como una pantalla fantasmtica dispuesta a recibir las ms variadas proyecciones. Ahora bien, por qu es precisamente lo poltico ese espacio vaco de proyeccin, esa brecha que, a un tiempo, evita el cierre de la totalidad social y permite su ordenacin y coherencia? Para responder a esta pregunta crucial es necesario continuar con la sistematizacin de las tesis principales de Zizek, en cuya dinmica podemos sustentar una visin crtica de lo poltico y mltiple de la poltica.

3. SIGNIFICANTE FLICO Y CUERPO REAL

Quiz convenga referirse ante todo a la lgica del significante, propuesta por Lacan y reciclada por nuestro autor. Zizek hace suya la distincin lacaniana entre la hermenutica y la lgica del significante. Para Lacan un orden simblico est formado por significantes. Uno de ellos representa el "significante amo", es decir, un significante que se sale de la serie del resto de significantes para que la serie entera tenga sentido. Ese significante amo, en realidad llena un espacio vaco necesario para que la serie de significantes tenga orden y coherencia, es decir, sean algo significativo en lugar de difuminarse en la nada. Dicho con otras palabras, en una serie de significantes hay uno que representa un espacio vaco porque no responde a las caractersticas de los dems; y sin embargo, precisamente por no responder a ellas, va a servir para que en l se proyecten' Vid. Slavoj Zizek. Goza tu sntoma! jacques Lacan dentro y ,fuera de Hollywood, Nueva Visin, Buenos Aires, 1994, pp. 164-165, tr. Horacio Pons.

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y reflejen todos los dems significantes. De modo complementario se produce un hecho fundamental, a saber: la coherencia y sentido de los significantes que forman el orden simblico quedan basados en el significante ausente, con lo cual el anlisis queda dirigido hacia las contradicciones inherentes de cualquier orden positivo.O sea, habitamos en el orden simblico slo en la medida en que cada presencia aparece sobre el fondo de su posible ausencia (esto es lo que Lacan seala con su nocin de significante flico como significante de la castracin: este significante es el significante "puro", el significante "como tal" en lo que tiene de ms elemental, en cuanto su misma presencia representa y evoca la posibilidad de su propia ausencia/falta?

Desde esa concepcin, el autor esloveno hace una referencia muy precisa a la lgica que despliega Marx en El Capital para conceptuar el dinero respecto de todas las mercancas; en efecto, el dinero es una mercanca como las otras, es una ms de la serie, pero su peculiaridad radica en que se sale de la serie para ponerse en un lugar vaco y llenarlo con su papel de espejo, frente al cual todas las dems mercancas encontrarn su significado. La clave para entender esta lgica del significante consiste en comprender que el elemento que se sale de la serie y que funcionar como significante amo no tiene otro significado que el de servir de significante universal. En el caso que nos ocupa, el valor de uso del dinero en tanto dinero no es otro que el de servir de valor de cambio: carece de valor de uso propio o su valor de uso, en su futilidad aparente, se levanta como lo ms importante para que el valor de cambio funcione y tenga consistencia. De esa manera, lo ms absurdo, irracional y ftil (un significante que slo sirve como significante, un significante sin significado ni significacin), se revela como lo ms importante para la solidez de un orden simblico. Pero adems de todo, ese significante amo negar lo que la serie de significantes afirman por medio de l. Para comprender esto y llevarlo al terreno de la conceptuacin de lo poltico ser necesario dar un rodeo por dos vas distintas. La primera consiste en revisar la lectura que Zizek hace de Marx, no slo en lo referente a la deduccin del dinero a partir de la lgica de la mercanca, como hemos apuntado brevemente, sino en la penetrante y aguda consideracin segn la cual la crtica de la economa poltica va ms all del discurso econmico, y puede ser entendida como un anlisis de los fundamentos y formas de existencia de las relaciones entre seres humanos, cuyas acciones no responden a una racionalidad prefijada por el pensamiento sino, antes bien, a una lgica que los5 Vid. Slavoj Zizek. El frgil absoluto o por qu merece la pena luchar por el legado cristiano?, Pre-textos, Espaa, 2002, p. 45, tr. Antonio Gimeno.

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rebasa, los determina y los genera como sujetos. Esta creativa visin de la crtica de la economa poltica Zizek la recupera de Alfred Sohn Rethel, as que en nuestro rodeo es necesario referirse a ese modo en que nuestro autor lee a Marx por medio de Sohn Rethel. La segunda va de nuestro breve rodeo, complementaria de la anterior, se refiere a la manera en que Zizek recupera a Hegel.

4. LA "ABSTRACCIN REAL", O CMO LA REALIDAD TIENE LA ESTRUCTURA DE LA FICCIN

El centro de gravedad de la original recuperacin de Marx realizada por Zizek es la temtica de la "abstraccin real". Segn Sohn Rethel, "el tema oculto de El Capital y del anlisis de las mercancas es, de hecho, la abstraccin real. Su inters trasciende el mbito de la economa; de hecho, concierne ms directamente a la herencia filosfica que a la economa poltica".6 Qu significa la "abstraccin real"? En una imagen primaria parece que se trata de una expresin absurda: si es una abstraccin entonces su lugar es el pensamiento, y si es real ya no es abstraccin sino concrecin. Tambin se puede objetar que todas las abstracciones son reales, es decir, ninguna sera irreal, pues todas seran las mediaciones necesarias que el sujeto pone para construir la realidad por la va del pensamiento. Entonces por qu recurrir a algo absurdo y adems darle tanta importancia como para convertirlo en el tema oculto de la crtica de la economa poltica? En primer lugar se debe advertir que Sohn-Rethel hace una sutil distincin entre la abstraccin pensamiento y la abstraccin real. Mientras que la primera brota del propio proceso de pensar, la segunda slo se expresa en el pensamiento, pero no nace de ste sino de la interrelacin de los sujetos entre s:As como los conceptos de la ciencia natural son abstracciones-pensamiento, el concepto econmico de valor es una abstraccin real. Slo existe en el pensamiento humano pero no brota de l. Su naturaleza es ms bien social y su origen debe buscarse en la esfera espacio-temporal de las relaciones humanas. No son los hombres quienes producen estas abstracciones, sino sus acciones. "No lo saben, pero lo hacen".7

La abstraccin real no es consustancial a la existencia humana; slo opera en las sociedades basadas en el intercambio mercantil. Para que esas sociedades se reproduzcan de manera cohesionada, para que se genere la "sntesis social", segn la expresin del autor, es necesario que los sujetos intercambiantes separen por6 Vid. Alfred Sohn Rethel. Trabajo manual y trabajo intelectual. Crtica de la epistemologa, Andes/ El viejo topo , Colombia, s/ f., p. 28, s/tr. ' Idem.

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medio del pensamiento, el valor de uso respecto del valor de cambio y acten en funcin de este ltimo. De ese modo, los sujetos actan por la fuerza impuesta desde la propia lgica de la relacin social, independientemente de su conciencia, sus deseos o sus pasiones. La abstraccin "valor de cambio" domina sus actos y al hacerlo constituye realmente a los propios sujetos.La abstraccin pertenece a la interrelacionalidad de los agentes del intercambio y no a los propios agentes. Es decir, no son los individuos, sino sus actos, los que producen la sntesis social. Y lo hacen de tal modo que, en el mismo momento en que se produce la accin, sus agentes no son conscientes del resultado de la misma s

He ah el carcter especfico de la abstraccin real. La materialidad de las cosas, es decir, el valor de uso, pasa a segundo plano, subordinado la lgica de la abstraccin efectiva en la cual el entendimiento humano poco interviene. SohnRethel aclara esto recurriendo a un sencillo ejemplo:Llvese su perro a la carnicera y compruebe qu es lo que entiende l de los procesos que se llevan a cabo al comprar un pedazo de carne. Es importante, e incluso implica un cierto sentido de la propiedad, el hecho de que est dispuesto a morder la mano de cualquier extrao que trate de apoderarse de la carne que su amo acaba de comprar y tambin que se le permita llevar en la boca el paquete de la compra. Pero en cuanto usted le dice: "Espera, que todava no he pagado", ah acaba su capacidad de comprensin. Conoce, por supuesto, los trozos de metal o de papel que usted entrega al pagar y que desprenden un olor que le resulta conocido. Pero es incapaz de comprender la funcin monetaria de estos pedazos de metal o papel. El dinero no tiene nada que ver con nuestro ser natural o fsico, slo es comprensible en el marco de nuestras interrelaciones como seres humanos. Tiene una realidad espacio-temporal, tiene las caractersticas de un acontecimiento real que ocurre entre mi persona y la del carnicero y requiere la existencia de una material igualmente real. El significado de una accin como esta slo puede registrarlo una mente humana como la nuestra, y sin embargo tiene una realidad determinada fuera de ella, una realidad social fuertemente contradictoria con las realidades naturales que le son accesibles a mi perro.9

Es importante subrayar que la realidad de la relacin social dominada por una abstraccin se impone al actuar de los sujetos, y tambin que se genera una contradiccin entre la forma de la relacin y sus contenidos: la abstraccin real constituida en plataforma para la accin de los sujetos choca con la materialidad de los contenidos de esa misma abstraccin. El valor de uso, directamente e Ibid., p. 49. 9Ibid., p. 50.

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vinculado con la reproduccin material de la vida humana, queda escindido y subordinado respecto de la abstraccin "valor". Esta contradiccin revela la existencia de un elemento extrao, anormal y, estrictamente hablando, perverso, oculto detrs de la racionalidad del intercambio. La ley suprema del intercambio determina trocar valor por valor, equivalente por equivalente. "Sin embargo, considerado desde el punto de vista de la realidad econmica, el principio de equivalencia resulta ser una simple forma, una forma en contradiccin con sus contenidos, es decir, una especie de fraude, que, sin embargo, y por esa misma razn, resulta indispensable"." Y es que, como mostr el propio Marx de manera prolija, la ley del valor se cimienta en su propio quebrantamiento: no hay fraude; cada quien intercambia valor por valor, equivalente por equivalente; sin embargo, esta reluciente y pblica ley tiene un reverso negativo que, adems, le sirve de base: la mercanca fuerza de trabajo se intercambia por un equivalente, pero su ncleo generativo, el propio trabajo, carece de valor, es un no-valor, y es lo apropiado sin equivalente. La ley se rompe, pero esa ruptura es la que la sostiene. Esta argumentacin es muy importante para Zizek, pues de ah desprende un esquema de comprensin de la realidad social que concibe el orden instaurado, el orden simblico, la serie de significantes, el gran Otro lacaniano, como un orden fundamentado en un elemento particular que es su negacin, pero, simultneamente, su necesario elemento constitutivo. Una de las formas de llamarle a este elemento es "sntoma". En sentido lacaniano, que es el que hace suyo Zizek, el sntoma no es la expresin emprica de una enfermedad, sino un elemento sine qua non del propio sujeto. Si se le quita el sntoma, se desvanece el propio sujeto: es una parte negativa pero necesaria de su existencia.Marx "invent el sntoma" (Latan) detectando una fisura, una asimetra, un cierto desequilibrio "patolgico" que desmiente el universalismo de los "derechos y deberes" burgueses. Este desequilibrio, lejos de anunciar la "imperfecta realizacin" de estos principios universales -es decir, una insuficiencia a ser abolida por un progreso ulterior-, funciona como su momento constitutivo: el "sntoma" es, hablando estrictamente, un elemento particular que subvierte su propio fundamento universal, una especie que subvierte su propio gnero. En este sentido podemos decir que el procedimiento marxiano elemental de "crtica de la ideologa" es ya "sintomtico": consiste en detectar un punto de ruptura heterogneo a un campo ideolgico determinado y al mismo tiempo necesario para que ese campo logre su clausura, su forma acabada. n

La consecuencia ms radical de esto consiste en concebir un orden simblico determinado, por ejemplo, un orden poltico, como basado en su propia negacin. La excepcin de ese orden constituye su fundamento. Ibid., p. 54." Vid. Slavoj Zizek. El sublime objeto..., op. cit., p. 47.

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Este procedimiento implica, as pues, una cierta lgica de la excepcin: cada Universal ideolgico -por ejemplo, libertad, igualdad- es "falso" en la medida en que incluye necesariamente un caso especfico que rompe su unidad, deja al descubierto su falsedad. Libertad, por ejemplo: una nocin universal que abarca una serie de especies (libertad de expresin y de prensa, libertad de conciencia, libertad de comercio, libertad poltica, etctera), pero tambin, por medio de una necesidad estructural, una libertad especfica (la del obrero a vender libremente su propio trabajo en el mercado) que subvierte esa nocin universal. Es decir, esa libertad es lo opuesto mismo de la libertad efectiva: al vender su trabajo "libremente", el obrero pierde su libertad, el contenido real de este acto libre de venta es la esclavitud del obrero al capital. El punto crucial es, por supuesto, que es precisamente esa libertad paradjica, la forma de lo opuesto a ella, la que cierra el crculo de las "libertades burguesas".12

Este mismo razonamiento se puede extender a diversos mbitos. De hecho, el propio Zizek lo hace para referirse especficamente al orden poltico estatal moderno. Eso lo veremos posteriormente. Ahora conviene referirse en nuestro rodeo a la interpretacin que el autor esloveno hace de Hegel.

5. HEGEL Y EL RESIDUO IRRECONCILIABLE

En primer trmino debemos sealar que Zizek no posee una concepcin ordinaria del pensamiento hegeliano. Quiz lo ms peculiar y caracterstico de la lectura que nuestro autor hace de Hegel es que la totalidad no queda clausurada conciliando las mltiples contradicciones del desarrollo del espritu. Para Zizek, Hegel aprendi perfectamente la leccin del idealismo trascendental kantiano, segn la cual no hay ninguna realidad anterior a la actividad del sujeto que la constituye; empero, el filsofo alemn no se ancl ah sino que introdujo en el propio sujeto un principio de negacin constitutiva. Si vamos por partes esto se entender mejor. En primer lugar, debemos recordar que Hegel afirma que lo verdadero no slo es sustancia sino tambin sujeto. Se trata de una identidad especulativa y no, como pudiera pensarse, de una identidad directa. Como identidad especulativa, la que existe entre la sustancia y el sujeto no es inmediata sino que se realiza por medio del pensamiento. Eso no significa que el sujeto est presupuesto a la sustancia ni tan slo que el sujeto ponga a la sustancia como su propia externalizacin. Si hay identidad entre la sustancia y el sujeto ello quiere decir que, para que pueda hablarse de un sujeto tiene que haber un proceso que lo constituya, proceso que es, al mismo tiempo, constitucin de la sustancia. Si 121bid., pp. 47-48.

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esto es cierto, no tenemos un Sujeto que constituya a la realidad sino un sujeto escindido representado en mltiples sujetos incluidos en la realidad. De esa manera, la realidad misma aparece escindida constitutivamente.El logro de Hegel consisti entonces en combinar, en trminos sin precedentes, el carcter ontolgico constituyente de la actividad del Sujeto con el sesgo patolgico irreductible de ese mismo Sujeto: cuando pensamos en estos dos rasgos conjuntamente, concebidos como codependientes, obtenemos el concepto de un sesgo patolgico constitutivo de la realidad en s [...] De tal modo tomamos conciencia de que la realidad siempre involucra nuestra mirada, de que esta mirada est incluida en la escena que observamos, de que esta escena ya "nos mira" [...].13

Esto quiere decir que para Zizek el horizonte de interpretacin est unido, como con un cordn umbilical, con la propia mirada del sujeto, de tal manera que el horizonte de interpretacin es una proyeccin del sujeto, s, pero es algo ms: ah, en ese horizonte, en esa escena, en ese cuadro, est la propia mirada del sujeto, y es entonces cuando se invierte la relacin: el horizonte mira al sujeto. La realidad, en consecuencia, siempre involucra nuestra mirada. Como nuestra mirada est incluida en la escena, la escena que vemos nos mira. El ojo que ves, deca Machado, no es ojo porque t lo veas, es ojo porque te ve. "El hecho de que la realidad slo est all para el sujeto debe inscribirse en la realidad misma con la forma de una mancha anamrfica: esa representa la mirada del Otro, la mirada como objeto"." Llevado esto a la relacin sujeto objeto, podemos decir que el sujeto es el resultado retroactivo que pone sus propias condiciones. Pero si la realidad est constituida subjetivamente del modo descrito, esto conduce a la intersubjetividad como el autntico proceso humano constitutivo de la realidad desde la cual el sujeto se forma, se ubica y se entiende a s mismo. Lo ms importante de este modo de concebir el pensamiento de Hegel es que el orden simblico, el gran Otro, el orden de significantes, queda escindido respecto de los sujetos, quienes slo alcanzan a ser tales en relacin con su ubicacin en ese orden. Es la mirada del Otro, el deseo del Otro, lo que constituir a los sujetos en cuanto tales. "Hay, por lo tanto, un ncleo que se resiste a la reconciliacin completa del Sujeto con su segunda naturaleza [es decir, con la eticidad]: a este meollo Freud le da el nombre de pulsin; Hegel lo llama `negatividad abstracta' (o, en los trminos ms poticos del Hegel joven, `noche del mundo.1' Quiz sea conveniente detenerse brevemente en la cuestin de la "noche del mundo", pues esa temtica nos aclara ms la interpretacin que de HegelVid. Slavoj Zizek. El espinoso sujeto..., op. cit., pp. 87-88. [bid., p. 88.

Ibid., p. 92.

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hace Zizek. En trminos sencillos y prcticos la noche del mundo es una expresin hegeliana aparecida en la Filosofa Real de Jena, que tiene el propsito de sealar las caticas impresiones de la imaginacin antes de que sean atrapadas y ordenadas por el lenguaje. Lo pattico de esta expresin es que Hegel expresamente dice que ese caos es el hombre mismo, lo que le permite a Zizek sostener la existencia de un ncleo inaprensible por el lenguaje e irreconciliable con las formas institucionalizadas de las relaciones sociales, que se mantiene como lo real terrorfico de las pulsiones, tanto de vida como de muerte. Dice Hegel en ese extrao pasaje:El hombre es esta noche, esta vaca nada, que en su simplicidad lo encierra todo, una riqueza de representaciones sin cuento, de imgenes que no se le ocurren actualmente o que no tiene presentes. Lo que aqu existe es la noche, el interior de la naturaleza, el puro uno mismo, cerrada noche de fantasmagoras; aqu surge de repente una cabeza ensangrentada, all otra figura blanca, y se esfuman de nuevo. Esta noche es lo percibido cuando se mira al hombre a los ojos, una noche que se hace terrible: a uno le cuelga delante la noche del mundo.`

Este crptico prrafo de Hegel le resulta crucial a Zizek para argumentar en favor de la lgica del significante, cuyos cimientos radican precisamente en la existencia de una falta, un hueco, un vaco, una hiancia, presente en todo orden simblico y que ser necesaria para que ese orden se sostenga. Ese vaco o hueco ser llenado por las ilusiones o fantasas que los sujetos instauran para seguir viviendo de manera ms o menos coherente. La existencia de ese vaco se concreta en un elemento "incluido afuera", a un tiempo externo e interno, "xtimo" deca Lacan, cuya importancia radica en que otorga coherencia al orden simblico. Queda constituido as el universal concreto, es decir, un elemento particular que, llenando el lugar vaco, se presenta como encarnacin de lo universal, aunque en efecto no sea el universal mismo. Y es que no hay otra manera de constituir el universal, lo cual quiere decir, en principio, que todo orden simblico halla su consistencia en un particular que llena el vaco que ese mismo orden genera. Este tema tambin es reconstruido por 2izek a partir de Hegel.La universalidad concreta hegeliana involucra entonces lo Real de alguna imposibilidad central: la universalidad es concreta, est estructurada como una trama de figuraciones particulares, precisamente porque nunca podr adquirir una figura adecuada a su concepto. Por ello, como dice Hegel, el gnero universal es siempre una de sus propias especies: slo hay universalidad si existe una brecha, un agujero, 16 Vid. G.W.F. Hegel. Filosofa real, Fondo de Cultura Econmica, Espaa, 1984, p. 154, tr. Jos Mara Ripalda.

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en medio del contenido particular de esa universalidad, es decir, en la medida en que, entre las especies de un gnero, haya siempre una especie de faltante, a saber: la especie que encarnara adecuadamente a ese gnero.'7

Esa especie no existe, de tal suerte que nunca puede haber una adecuada concrecin de lo universal en lo particular. Conviene dar un espacio razonable a la propia exposicin de Zizek, no slo por la relevancia de estos pasajes sino por la precisin del argumento:Al principio tenemos el universal abstracto; no llegamos al particular complementndolo con su contraparte particular, sino aprehendiendo que el universal es ya en s mismo particular: es no "todo"; lo que no puede incluir es el particular mismo, en cuanto el universal es abstracto, en cuanto lo obtenemos mediante el proceso de abstraer los rasgos comunes de un conjunto particular de entidades. Por esta razn, la discordia entre el universal y el particular es constitutiva: su encuentro siempre "se frustra". El impulso del proceso dialctico consiste precisamente en esta "contradiccin" entre el universal y su particular. El particular es siempre insuficiente o excesivo, o ambas cosas, con relacin a su universal: es excesivo, puesto que el universal, en cuanto es "abstracto", no puede incluirlo; insuficiente (y esta es la contracara de la misma dificultad), porque nunca hay bastante del particular para "llenar" el marco universal. Esta discordia entre el universal y el particular podra "resolverse" si se alcanzara el reposo de un encuentro afortunado en el que la disyuncin, la divisin del gnero universal en especies particulares, fuera exhaustiva, sin resto; pero esta disyuncin/ divisin de un conjunto significante no es nunca exhaustiva, siempre queda un lugar vaco ocupado por el elemento excedente que es el conjunto mismo en la forma de su opuesto; es decir, como conjunto vaco. En esto difiere la clasificacin significante de la clasificacin usual, de sentido comn: junto a la especie "normal" siempre encontramos una especie suplementaria que ocupa el lugar del propio gnero [...] Es decir que, contrariando la idea usual segn la cual la diversidad de contenidos particulares crea divisin, diferencia especfica en el marco neutro del universal, el universal en s se constituye sustrayendo de un conjunto algn particular designado para encarnar el universal como tal: el universal surge (en trminos hegelianos: es puesto como tal, en su ser-para-s) en el acto de escisin radical entre la riqueza de la diversidad particular y el elemento que, en medio de ella, "da cuerpo" al universal.` La consecuencia ms clara de este desarrollo es que el universal slo se puede constituir cuando un particular se sustrae de la serie de lo que engloba lo universal, con lo cual se genera la brecha irreductible entre lo universal y lo particular. 17 Vid. Slavoj Zizek. El espinoso sujeto..., op. cit., p. 117. 18 Vid. Slavoj Zizek. Porque no saben lo que hacen. El goce como un factor poltico, Paids, Argentina, 1998, pp. 64-65, tr. Jorge Piatigorsky.

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En un orden simblico, ese vaco es consustancial a su instauracin. Ahora bien, cmo llega a transformarse un universal en un particular? Esto es necesario, pues es parte de la naturaleza del universal. Lo interesante no es tanto que el universal sea en realidad un particular sublimado; lo verdaderamente relevante es la manera en que se produce el proceso de constitucin del universal. Se trata de que un particular se sale de la cadena de significantes y se pone como denominador comn. Se incluye afuera. De esa manera no slo se produce un lugar vaco, un lugar de inscripcin, sino que tambin se genera la necesidad de que un particular llene ese lugar vaco, presentndose como la excepcin constitutiva. Otra ruta usada por 2izek para exponer la lgica del significante sobre la base del pensamiento hegeliano es ms elemental y se refiere al vnculo entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciacin, resumidos en la cuestin de la identidad. Para que una totalidad de sentido pueda constituirse (por ejemplo, para que un orden simblico tenga sentido) es necesario que la onomatopeya d lugar a la articulacin entre sujeto y predicado. Incluso, antes de esto, es necesario que alguien enuncie. Si alguien enuncia, entonces tiene frmula de identidad: Yo soy Yo. Normalmente el predicado define, delimita, determina al sujeto. Entonces, el predicado particulariza. As, lo particular se constituye en la negacin del universal, y esto se expresa en el predicado de la oracin. Pero en la frmula de la identidad, el sujeto mismo est puesto como predicado. Es decir, el universal se revela como particular. Al mismo tiempo, el universal se identifica con el particular y no puede existir ms que de este modo. Su existencia es imperfecta: tan slo existe como particular. Pero entonces, la frmula de la identidad se trastrueca: Yo (universal) soy Yo (particular), lo cual de hecho significa: Yo (universal) soy No-Yo (universal), o bien que No-Yo (universal) soy Yo (particular). La frmula de la identidad se revela simultneamente como una frmula de la no identidad pero, adems, por medio de ella queda claro que es el predicado el que pone al sujeto. "En el curso del proceso dialctico, lo que al principio se presupona como sujeto se transforma retroactivamente en algo puesto por su propio 'predicado.` Que el predicado ponga al sujeto significa que el sujeto es el resultado retroactivo de su propia creacin pero, adems, que existe una escisin entre el orden simblico y el propio sujeto generado. Por esta brecha existente entre el particular y el universal, y entre el sujeto y el predicado, se introduce la contradiccin constitutiva. sta tiene su expresin ms lacnica en el hecho de que toda afirmacin es, al mismo tiempo, una negacin. "Yo soy honesto" revela no slo que todos los dems son deshonestos sino tambin que Yo en tanto unidad de esa universalidad soy como los dems, es decir, tambin deshonesto. Esto es as cuando una determinacin es llevada al extremo de su propia negacin, la cual se convierte en la negacin constitutiva 19Ibid., p. 84.

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del resto del orden simblico. Y ello significa que en el centro del orden simblico se encuentra un centro ausente, que es, ni ms ni menos, la nada constitutiva, el vaco, el abismo, lo Real lacaniano. Este es el lugar del no-lugar, el centro ausente: lo que lo llena es un objeto contingente, pero que puede ocupar ese lugar porque sintetiza la negacin de lo que afirma.

7. EL SIGNIFICANTE DE LA FALTA EN LO POLTICO

Una vez que hemos explorado los despliegues argumentativos de Zizek podemos referirnos ahora a sus propias concepciones sobre lo poltico, la poltica y lo estatal. En principio, slo habra que reiterar que en una cadena de significantes hay siempre y necesariamente un lugar vaco, es decir, un significante que no tiene significado o, para decirlo mejor, cuyo significado es ser slo un significante. Ese lugar se constituye lgicamente. Otra manera de plantearlo es el de la excepcin constitutiva: el elemento excepcional es el que funciona como base de la coherencia del orden simblico. En ciertos juegos hay una re-gla que socava todas las dems reglas. Por qu existe esa regla rara, esa excepcin? Para que el juego entero tenga sentido. Asimismo, en el orden poltico debe existir un elemento excepcional que, no obstante, sea la base constitutiva de aquel orden. Zizek elabora esta idea con base en la deduccin hegeliana de la monarqua hereditaria, que sigue representando para muchos un enigma en la construccin racional del Estado.En general, esta deduccin suele ser desdeada. Se ve en ella la prueba de una concesin de Hegel a las circunstancias histricas preburguesas, cuando no una demostracin directa de su conformismo. Causa sorpresa la inconsistencia y la insensatez de Hegel, el filsofo de la Razn absoluta, sosteniendo que la decisin acerca de quin debe ser la cabeza del Estado ha de basarse en el hecho no-racional, biolgico, de la ascendencia [...] Lo crucial es precisamente el hecho acentuado por los crticos de Hegel: el abismo que separa al Estado como totalidad racional orgnica, del factum brutum "irracional' de la persona que encarna el poder supremo, es decir, por medio de la cual el Estado asume la forma de la subjetividad [...] El monarca funciona como un significante "puro", un significante-sin-significado; toda su realidad (su autoridad) reside en su nombre, y precisamente por esta razn su realidad fisica es totalmente arbitraria y puede quedar librada a las contingencias biolgicas del linaje. El monarca encarna entonces la funcin del significante amo en su mayor pureza; es el Uno de la excepcin, la protuberancia "irracional" del edificio social, que transforma la masa amorfa del "pueblo" en una totalidad concreta de costumbres.21

20 Ibid., pp. 115-116.

EL REVERSO OBSCENO DE LA POLTICA: ZIZEK 263

Ahora se puede apreciar con claridad por qu el orden estatal moderno, con el fin de que funcione como totalidad orgnica, debe poseer en su centro o en su cspide un elemento irracional que se halle "incluido afuera", es decir, que concrete la negacin sintetizada de todos los elementos racionales que lo conforman. Surge de inmediato la pregunta acerca del lugar donde radica ese elemento irracional en los Estados que no tienen la forma poltica de la monarqua hereditaria. Si el monarca fue decapitado y el Estado se revisti de la forma republicana cul es la protuberancia irracional que dar consistencia a todo el edificio estatal?, cul es el significante sin significado, el lugar vaco, el centro ausente de la forma republicana? La respuesta no es sencilla pero se puede responder a ella en tres niveles, todos ellos expuestos o sugeridos por el propio Zizek. El primer nivel est constituido por la conceptuacin del rey como poseedor de dos cuerpos. En efecto, un rey tiene dos cuerpos, uno emprico, finito, sometido irremediablemente a las leyes de la generacin y la corrupcin; otro, el de la funcin simblica que representa. Sin embargo, lo importante no es tanto la comprensible escisin entre la persona emprica del rey y su funcin simblica.Se trata ms bien de que esta funcin simblica redobla su cuerpo mismo, introduciendo una divisin entre el cuerpo visible, material, transitorio, y otro cuerpo sublime, un cuerpo hecho de una materia especial, inmaterial [...] Lacan propone una lectura similar del conocido dilogo de Hamlet: "El cuerpo est con el rey, pero el rey no est con el cuerpo. El rey es una cosa. -Una cosa, mi Seor? -Una Cosa hecha de nada". La distincin entre el cuerpo y la cosa coincide aqu con la diferencia entre el cuerpo material y el cuerpo sublime: la "cosa" es lo que Lacan llama objet petit a, un cuerpo sublime, evasivo, que est "hecho de nada", un puro semblante sin sustancia. 21

Pero entonces no se trata solamente de que una persona emprica concreta desempee un papel determinado en la disposicin del orden social y poltico; el tratamiento de Zizek, inspirado por Lacan, est dirigido a poner nfasis en la sublimacin carismtica del cuerpo emprico del rey que lo hace efectivamente portador de cualidades superiores. Se trata, entonces, de la confirmacin de que el rey efectivamente encarna en su persona emprica la nada del lugar vaco, indispensable para que la totalidad orgnica del Estado quede constituida. Por supuesto que ese lugar vaco encarnado en una persona emprica genera el efecto de sublimidad de la propia persona del rey, a quien se considera capaz de conocer y resolver todo. Es una necesidad estructural, entonces, vivir con la ilusin de que el poder de fascinacin pertenece a la persona especfica 21 Ibid., p. 331.

264 EL MONARCA, EL CIUDADANO Y EL EXCLUIDO

del rey. Esto sucede con todo objeto (en lenguaje lacaniano: objet petit a) que ocupe el lugar vaco del significante sin significado. Si el rey es una cosa hecha de nada, el punto nodal se desliza hacia la trama intersubjetiva que hace que una persona determinada sea rey.Los sbditos creen que tratan a una cierta persona como rey porque ya es un rey en s mismo, pero en realidad esa persona slo es un rey porque los sbditos la tratan como tal. Desde luego, la inversin bsica de Pascal y Marx reside en que ellos no definen el carisma del rey como una propiedad inmediata de la persona-rey, sino como una "determinacin refleja" del comportamiento de sus sbditos, o (para emplear la terminologa de la teora del acto de habla) como un efecto performativo del ritual simblico. Pero lo esencial es que una condicin positiva necesaria para que tenga lugar este efecto performativo es que el carisma del rey sea experimentado precisamente como una propiedad inmediata de la persona-rey. 22

Resulta claro que la atribucin de poderes exorbitantes en manos del rey es una proyeccin de los sbditos. Esa proyeccin fantasmtica, sin embargo -y en ello hay que ser particularmente insistentes- es necesaria para la consistencia no slo del orden poltico estatal, sino para la organicidad de la totalidad social. De ese modo, la fantasa forma parte de la realidad.Podemos ver claramente cmo la fantasa est del lado de la realidad, cmo soporta el "sentido de realidad" del sujeto: cuando el marco fantasmtico se desintegra el sujeto sufre una "prdida de realidad" y comienza a percibir la realidad como un universo "irreal' pesadillesco, sin una base ontolgica firme; este universo pesadillesco, no es "una mera fantasa" sino, por el contrario, es lo que queda de la realidad cuando sta pierde su apoyo en la fantasa.23

Nuestra pregunta, empero, sigue en pie, pues slo se ha aclarado la sublimacin del cuerpo del rey y su sustento fantasmtico. Qu sucede en un orden republicano? La repblica es, en principio, la forma poltica alternativa a la monarqua. Se trata, por tanto, de la forma poltica en la cual no hay rey y las que mandan son las leyes. Sintetizando al mximo diramos que la repblica, en cuanto forma de Estado, es el Estado de derecho, el Estado donde las que mandan son las leyes. El segundo nivel de problematizacin al que nos hemos plegado est relacionado con la concepcin de 2izek segn la cual el imperio de la ley no es ms que el crimen universalizado llevado al extremo de su negacin.22 Vid. Slavoj Zizek. Mirando al sesgo. Una introduccin aJacques Lacan a travs de la cultura popular, Paids, Argentina, 2000, p. 62, tr. Jorge Piatigorsky. 23 Vid. Slavoj Zizek. El acoso de las fantasas, Siglo XXI Editores, Mxico, 1999, p. 31, tr. Clea Braunstein Saal.

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En el curso del proceso dialctico, el momento que a primera vista apareca como lmite externo del punto de partida resulta no ser nada ms que el extremo de su autorrelacin negativa, y la perspicacia de un anlisis dialctico queda demostrada precisamente por su aptitud para reconocer como gesto retrico supremo la referencia a la Verdad que desprecia altivamente a la retrica, para discernir en el logos que trata con condescendencia al "pensamiento mtico" su fundamento mtico oculto, o bien, en cuanto a la relacin de la ley con el crimen, para identificar la "ley" como el crimen universalizado. La oposicin externa de los crmenes particulares y la ley universal tiene que ser disuelta en el antagonismo "interior" del crimen: lo que llamamos "ley" no es ms que el crimen universalizado, es decir que la ley resulta de la relacin negativa del crimen consigo mismo.24

Esto se manifiesta con mayor claridad si se repara en la violencia que se encuentra en los orgenes histricos de los Estados y, sobre todo, en el carcter definitorio del Estado como organizacin social caracterizada por el monopolio de la violencia fsica legtima, de la decisin o del castigo. Pareciera entonces que el Estado de derecho, racional y civilizado, es en realidad la concrecin del crimen permitido. Veamos lo mismo desde otro ngulo. Si el Estado es orden jurdico, su sustancia es la ley. Para que un Estado de leyes tenga sentido, su acto originario y en consecuencia fundacional, tiene que ser una situacin de no leyes, una situacin donde no hubiera leyes. Pero, entonces, lo que instaura a las leyes es lo contrario a las leyes, es decir, la violencia. Esta es la traduccin poltica ms clara de la excepcin constitutiva. El lugar vaco en un Estado de derecho, obviamente, es el lugar de excepcin, es decir, el lugar caracterizado por no estar sujeto a las leyes. Ese lugar debe existir y de hecho existe. La forma ms caracterstica de ese lugar, claro est, es el poder soberano del Estado, cuando es soberano, o bien, la violencia imperial. Entonces, el vaco se llena con un mito, una leyenda, un cuento, un relato, una ficcin, una creencia, una fe, una hiptesis de procedimiento, un supuesto. En conclusin, en una repblica manda la ley, pero ello queda inscrito en la misma lgica que la monarqua: la ley sera el "objeto pequeo a" que, a la manera del rey, no slo encarna la proyeccin enajenada de los sbditos (ahora ciudadanos) sino que adquiere poderes sublimados destinados a ocupar el lugar vaco, el significante amo. Basta con preguntarse, en un Estado de derecho quin hace verdaderamente la ley? Est lejos de ser una casualidad que Zizek sostenga que el genuino seguidor de Hegel sea Carl Schmitt, pues l en efecto, como hemos visto, devel el hecho de la soberana como el poder que tiene aquel que decide en caso de excepcin.2524 Vid. Slavoj Zizek. Porque no saben..., op. cit., p. 50. 25 Vid. Slavoj Zizek. El espinoso sujeto..., op. cit., pp. 127-128.

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Desde este razonamiento se puede sostener la idea de que el discurso republicano y democrtico de la vida moderna, que se constituy en un relato legitimador pero tambin en un horizonte de futuro poltico de los pueblos, queda basado en supuestos del tipo "como si" kantiano. Pero sobre todo su consistencia estara determinada por su papel de "fantasa" constitutiva, fundamental, de un orden que de otra forma carecera de coherencia, de operabilidad, de practicabilidad. As, nuevamente queda claro que la fantasa es necesaria para sostener un orden jurdico, estatal e imperial pero, adems, que todo orden de poder contiene un suplemento obsceno.26 Un aspecto importante que se desprende de aqu es la vinculacin entre la fantasa y el lugar del no lugar. El vaco constituyente se llena con objetos que son contenidos contingentes. Pueden ser unos o pueden ser otros. Cmo se demuestra que este contenido es contingente? Por el sntoma, por la presencia de algo irracional en el universo racional. La democracia analizada se revela como oligarqua. La verdad de la democracia est en su suplemento obsceno negado y reprimido, es decir, en la oligarqua o la autocracia. La tolerancia revela la intolerancia contenida, etctera. El tercer nivel que ubicamos en la conceptuacin de Zizek acerca de lo poltico, la poltica y el Estado, se centra en su tratamiento explcito y frontal de estos temas. Bsicamente l desarrolla sus propias concepciones con base en un dilogo con cuatro filsofos polticos contemporneos que, de diversos modos, comparten la visin general de lo poltico como el espacio que permite la ordenacin del conjunto del orden social. Estos filsofos, quienes se iniciaron como althusserianos, son tienne Balibar, Ernesto Laclau,Jacques Rancire, y Alain Badieu. A decir verdad, Zizek dirige su atencin, sobre todo, a las argumentaciones de los dos ltimos. Despus de la exposicin general de sus respectivas contribuciones, Zizek introduce una especie de catalizador lacaniano que le permite tanto sealar los lmites de los autores tratados como desarrollar su propia visin, que consiste esencialmente en descubrir lo poltico en lo que no aparece explcita y esencialmente como poltico, es decir, en lo que se presenta como no-poltico. Para nuestros propsitos basta con una referencia breve y esquemtica del tratamiento que Zizek hace respecto de la obra de Badieu. Segn la lectura de nuestro autor, mediante un razonamiento filosfico Badieu distingue entre saber y verdad para cimentar su idea central del acontecimiento. La multiplicidad slo puede contar como Uno, es decir, slo puede devenir orden positivo del ser, "estado de la situacin", cuando ha quedado estructurada por su inscripcin simblica. Ahora bien, desde el punto de vista del estado de la situacin,

26 Vid. Slavoj Zizek. El acoso de las fantasas..., op. cit., p. 35.

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lo mltiple catico previo a su estructuracin simblica slo puede aparecer como nada, que sera el nombre del ser antes de su simbolizacin:[...] cada estado de cosas involucra por lo menos un elemento excesivo que, aunque pertenece claramente a la situacin no es "contado" en ella, propiamente incluido en ella [...] Por otro lado [...] la agencia que genera el pasaje de la situacin a su estado est siempre en exceso respecto a lo que estructura: el poder estatal es necesariamente "excesivo", nunca representa a la sociedad de modo simple y transparente (el sueo liberal imposible de un Estado reducido al servicio de la sociedad civil), sino que acta como una intervencin violenta en lo que representa.`

As es instaurado el orden positivo del ser correspondiente con el saber. Sin embargo, de tiempo en tiempo se produce un advenimiento del no-ser: el acontecimiento. "El acontecimiento es la verdad de la situacin, hace visible/legible lo que la situacin `oficial' tiene que reprimir, pero esa verdad est siempre localizada, es decir que es siempre la verdad de una situacin especfica" .21 En ese sentido, un verdadero acontecimiento emergera del vaco de la situacin, irrumpiendo traumticamente y quebrantando el orden del ser. El acontecimiento se presenta, entonces, como la verdad del orden del ser, porque revela la autntica base renegada de ese orden, pero tambin porque muestra la fidelidad a la verdad del acontecimiento por parte de quienes irrumpen en el orden del ser para quebrantarlo. Desde esa base puesta por Badieu, la poltica tendra un doble asentamiento: su primera inscripcin radicara en el orden del ser y correspondera, en consecuencia, al edificio del poder poltico establecido, que Rancire llamar el orden de la polica;29 su segunda inscripcin, en cambio, correspondera a la verdad del acontecimiento y su caracterstica central estara asociada con los momentos de subjetivizacin en los cuales los excluidos reclaman su derecho a hablar por s mismos.

27 Vid. Slavoj Zi2ek. El espinoso sujeto..., op . cit., pp. 139-140. 28 Idem.

Generalmente se denomina poltica al conjunto de los procesos mediante los cuales se efectan la agregacin y el consentimiento de las colectividades , la organizacin de los poderes, la distribucin de los lugares y funciones y los sistemas de legitimacin de esta distribucin . Propongo dar otro nombre a esta distribucin y al sistema de estas legitimaciones . Propongo llamarlo polica [...] Propongo ahora reservar el nombre de poltica a una actividad bien determinada y antagnica de la primera: la que rompe la configuracin sensible donde se definen las partes y sus partes o su ausencia por un supuesto que por definicin no tiene lugar en ella: la de una parte de los que no tienen parte". Vid. Jacques Rancire . El desacuerdo . Poltica y filosofa, Nueva Visin , Argentina, 1996, pp. 43 y 45, tr. Horacio Pons.

29 "

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Pues bien, el proceder de kizek consiste en oponer su lectura lacaniana a las tesis de Badieu y Rancire. Con ello muestra que el orden positivo del ser se basa desde siempre en una renegacin de algn "gesto excesivo del amo", es decir, que un orden establecido se basa en una falta poltica que queda cubierta con el cariz excepcional que, como hemos visto, caracteriza al poder poltico. Con esto kizek sostiene, en primer lugar, que lo poltico no es un espacio o un subsistema del sistema social. Resumiendo la posicin que va a criticar, kizek seala:La "poltica" es un complejo social separado, un subsistema positivamente determinado de relaciones sociales en interaccin con otros subsistemas (la economa, las formas culturales...), y "lo poltico" es el momento de apertura, de indecibilidad, en el que se cuestiona el principio estructurante de la sociedad, la forma fundamental del pacto social: en sntesis, el momento de crisis global superada por el acto de fundar una "nueva armona". De modo que la dimensin poltica est doblemente inscrita: es un momento del todo social, uno ms entre sus subsistemas, y tambin el terreno en el que se decide el destino del todo, en el que se disea y suscribe el nuevo pacto.30

En contraste con esta concepcin, el autor esloveno arriesga la hiptesis segn la cual:[...] la gnesis misma de la sociedad es siempre poltica: un sistema social con existencia positiva no es ms que una forma en la cual la negatividad de una decisin radicalmente contingente asume una existencia positiva, determinada [...] En trminos ms semiticos podramos decir que la poltica como subsistema es una metfora del sujeto poltico, de lo poltico como sujeto: el elemento que, dentro del espacio social constituido, ocupa el lugar de lo poltico como negatividad que lo suspende y lo funda de nuevo. En otras palabras, la "poltica" como "subsistema", como una esfera separada de la sociedad, representa dentro de la sociedad su propio fundamento olvidado, su gnesis en un acto abismal violento; representa, dentro del espacio social, lo que debe caer fuera para que este espacio se constituya. Aqu podemos reconocer fcilmente la definicin lacaniana del significante (lo que "representa al sujeto para otro significante"): la poltica como subsistema representa lo poltico (el sujeto) para todos los otros subsistemas sociales. Por esto los socilogos positivistas intentan desesperadamente convencernos de que la poltica es slo un subsistema: es como si el tono desesperado y urgente de este intento de persuasin hicieran eco a un peligro inminente de "explosin" y de que la poltica vuelva a "serlo todo", se convierta en "lo poltico".31

La conclusin que de aqu obtenemos es sumamente desconcertante, inquietante, pero singularmente sugerente. La institucionalidad poltica, posicionada30 Vid. Slavoj kizek. Porque no saben..., op. cit., p. 253. Ibid., p. 254.

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como un espacio o subsistema que se encuentra en la cspide de lo social, sera la expresin necesaria pero fantasmtica de la negacin o desalojo de lo poltico originario, caracterizado esencialmente por la deliberacin y la decisin colectivas acerca de los asuntos pblicos, pero tambin por la mancha obscura de la violencia fundadora de todo orden pacfico. As, la violencia es el suplemento obsceno pero necesario de todo orden poltico armnico, pero, adems, el poder poltico se encuentra en la raz de las relaciones de violencia que se presentan como no polticas.La violencia aceptada y la relacin directa de subordinacin en el ejrcito, la Iglesia, la familia, y otras formas sociales no-polticas, son en s mismas la reificacin de una cierta lucha y decisin tico-poltica: el anlisis crtico debera discernir los procesos polticos ocultos que sostienen todas esas relaciones no-polticas o prepolticas. En la sociedad humana, lo poltico es el principio estructurador englobante, de modo que toda neutralizacin de algn contenido parcial como no-poltico es un gesto poltico por excelencia.32

He aqu una visin crtica y radical de la poltica y lo poltico, que en definitiva, subvierte las formas tradicionales de conceptuar estos momentos constitutivos de la organizacin humana, que revisamos en los captulos anteriores. La concepcin segn la cual lo poltico es el fundamento renegado de toda la organizacin social estable, armoniosa y pacfica, ensancha la posicin de las coordenadas de comprensin de lo poltico.

32 Vid. Slavoj Zijek. El espinoso sujeto..., op. cit., p. 207.