Ascetikon, Textos Del Abad Isaias de Gaza, 2012, s.
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Transcript of Ascetikon, Textos Del Abad Isaias de Gaza, 2012, s.
Ascrr1coN
TEXTOS ASCETICOS DEL ABAD ISAIAS
i Ediciones San Pablo
\ Guatemala, 2012
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INTRODUCCION (*)
1. EIAutor
2. LaObra
3. La Doctrina
4. El Texto
(*) Esta introducción es una síntesis de la que fue preparada por Dom L. Regnault para la obra «Recueil Ascetique», Abbaye de Bellefontaine (Maine et Loire) 1976. Collectiones Spiritualite Orientale et Vie Monastique, No 7
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1. EL AUTOR Isaías de Escete o de Gaza
1. lsaías de Escete
Hasta fines del siglo XIX, La tradici6n, casi unánimemente había identificado a nuestro Isaías con alguno de los monjes egipcios de ese nombre, mencionados en diversos documentos de los siglos IV y V y, en particular, con el Isaías de Escete conocido a través de los «Apotegmas de los Padres del Desierto». Pero, en 1899, G. Krüger propuso considerarlo como el monje monofisita muerto en Gaza el 11 de agosto de 491 (P. P. Devos en «Analecth Bollandiana», t. 86, 1968, p. 337-350).
Esta propuesta fue, en general, aceptada por los críticos a pesar de los esfuerzos del monje Agustino -quien en 1911 edit6 en Jerusalén el original griego-, por defender la opinión tradicional. Éste, en el pr6logo de su edición, proporcionaba un argumento muy.firme en favor de la atribuci6n del «Asceticon» a Isaías de Escete citando un apotegma inédito en el que vemos a un Isaías ser reprendido por el abba Isaac porque su disdpulo Pedro ha reído en la mesa. Ahora bien, el autor del «Asceticon» tenía, precisamente, un disdpulo, de ese nombre.
La edición del «Asceticon» sirio acaba de aportar una confirmaci6n inesperada a este testimonio, reve-
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lando la existencia de otro documento, el «logos» VI, que presenta una serie de anécdotas y palabras memorables que el mismo Isaías recogió en Escete de los monjes entre los cuales vivía. Aún cuando no da información directa sobre la persona y la vida de Isaías, ese documento proporciona ciertos puntos de referencia cronológicos indicando los nombres de algunos Ancianos con los cuales Isaías mantenía relaciones: Juan, Anoub, Poimén, Panucio, Ammoún, Pedro, Lot, Agatón, Abraham, etc. Todos estos nombres son bien conocidos a través de los «Apotegmas de los Padres», y nos permiten situar a Isaías ocupando un lugar en la generación de los discípulos de Poimén, o sea en la primera mitad del siglo V. Debemos agregar, sin embargo, que estos datos son bastante pobres y no nos dan seguridad absoluta de que se refieran a nuestro Isaías. Además, en la misma compilación de «Apotegmas», vemos a un Isaías relacionado con un Macario (Macario de Egipto, 27). Dicho Isaías, habiendo vivido en Escete antes de 390, podría ser el que conoció Poimén en su juventud, discípulo y compañero de un abba Paesio. La «Historia Lausíaca» (Cap. XIV) y la carta de Ammon a Teófilo mencionan también a un Isaías y a un Paesio, anacoretas en el Egipto del siglo IV. Por el contrario, el Isaías que en los «Apotegmas» vemos interrogar a Poimén sobre los pensamientos impuros (Poimén, 20) -se encuentra con respecto al Gran Anciano de Escete en la misma relación que el autor del <<Asceticon» sin duda, este Isaías es el que fue discípulo de Ammoes y el mismo que fue reprendido por abba Aquiles... -
De todos modos, el interés de los Apotegmas a que hacemos referencia como así también los reunidos en el
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«logos VI» de la edición siria del «Asceticon», no reside tanto en proporcionarnos detalles acerca de la vida de Isaías en Escete, como en mostrárnoslo como un auténtico descendiente y heredero de los Padres del Desierto.
2. Isaías de Gaza
Apenas transcurrida la primera mitad del siglo V, de acuerdo a documentos de probado valor histórico, se sabe que, en la reclusión del monasterio que él mismo dirigía, habitó en la región de Gaza un célebre asceta de origen egipcio llamado Isaías·. Se sabe también que éste tenía un discípulo, de nombre Pedro, el cual se supone que lo secundaba en el manejo de dicho monasterio, siendo fundamentalmente, el encargado de sus relaciones con el exterior.
Además, de acuerdo esta vez a los testimonios de aquella época, las gentes que acudían a consultarlo de todas partes recibían como respuestas, a veces, un apotegma de Poimén, otras, alguna enseñanza de los Padres del Desierto. Inclusive, en cierta oportunidad, recuerda con un interlocutor una conversación sostenida con uno de aquellós Ancianos: Pablo de la Tebaida, en el año 431, o sea veinte años antes del Concilio de Calcedonia, lo que da lugar a la suposición de que en este tiempo compartía la vida monástica de los Padres egipcios. Si a esto sumamos el hecho de que ambos Isaías, el monje del desierto y el abad de Gaza, tenían un discípulo llamado Pedro, ¿no nos lleva esto a pensar, por lo menos en un primer momento, que ambos son una sola persona?
Sin embargo, según M. Draguet, ninguna fuente histórica hace alusión a una actividad literaria de cual-
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quier tipo por parte del célebre asceta. En cuanto a la afirmación que podemos hallar en «Vida siríaca de Isaías de Gaza», de que éste es autor de numerosos escritos referidos a la ascésis y a la vida monástica, debemos tener en cuenta que dicho trabajo no es obra -como lo afirmó su primer editor Land- de Zacarías el Escolástico, fiel amigo de Isaías e historiador de valor, conocido principalmente por su biografía de Severo de Antioquía, sino se trata de una compilación hagiografica que no merece el crédito que habitualmente se le concede. Su autor, sin embargo, pudo haber utilizado fuentes o recogido tradiciones que ignoramos, y la atribución del «Asceticon» a su héroe, no es, necesariamente, para invención de su parte.
Sin duda, en ningún documento concerniente a Isaías de Escete, ni en los «Apotegmas» ni en el «Asceticon», se encuentra la menor alusión a su venida a Gaza ni a su monofisismo. Pero hemos notado lo pobres que son esos documentos en cuanto a datos históricos. Sabemos al menos que muchos de los monjes de Egipto se expatriaron en Palestina, sea para huir de los bárbaros, por el atractivo de los Lugares Santos o, simplemente, para realizar un abandono más completo en un «destierro» efectivo. Tras las huellas de San Hilarión conocemos, entre otros, un Porfirio, Obispo de Gaza, un abba Silvano, un abba Focas, un abba Ireneo que en los siglos IV y V abandonaron Escete para establecerse en el sur de Palestina. Ahora bien, el autor del «Asceticon» recomienda mucho la «Xeniteia» y, mientras muchos Ancianos egipcios lo entendían en sentido espiritual, Isaías habla siempre de una verdadera expatriación. No es concebible que predique de ese modo lo que no ha practicado, él que condena seve-
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ramente al maestro cuya conducta no corresponde a sus enseñanzas (26-XXV 31). Por otra parte, lamanera como Isaías relata recuerdos sobre los grandes monjes de Escete que conoció: «Lo que he visto y escuchado entre los Padres, os lo repito ... » (30-VI 1), deja suponer que ya no se encuentra en medio de sus primeros maestros y de su juventud monacal. Se podría, finalmente, encontrar en los «logoi» muchos detalles que están más de acuerdo con las condiciones de vida en una «laura» palestina que con las de los anacoretas egipcios.
En lo referente al monofisismo de Isaías, es necesario reconocer que el «Asceticon» no presenta ningún rasgo que se pueda relacionar con él. Como lo ha señalado justamente el P. Hausherr, «un hereje puede tener una bella doctrina espiritual... ésa es una aventura sucedida frecuentemente en la cristiandad» (R. A. M. 1947, p .6). Estamos tanto más fácilmente inclinados a admitirlo para Isaías puesto que lo conocemos como un hombre santo, faera de las facciones y pasiones humanas. No era un fanático; «Entre los monofisitas rigurosos a los Caldedónicos intransigentes, él creía que había lugar para un tercer partido, y ése es el grupo al que perteneció toda su vida» (S. Vailhé, «Echos d'Orient», 1906, p.84). En todo caso la pertenencia defactor del «Asceticon» a la secta condenada explicaría_ mejor por qué, en el siglo siguiente, un Zózimo y un Doroteo de Gaza lo citan repetidamente sin mencionarlo jamás.
Para terminar con el tema de la atribución del «Asceticon» a Isaías de Gaza, diremos que Krüger no fae el primero en adoptar esa opinión, y que si la tesis
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del crítico además obtuvo la adhesión rápida de los especialistas, es porque tenía un cierto fu.ndamento. Así es que, en 1906, a continuación de M. A. Kügener, el P. Vailhé también le da gran valor al testimonio que le proporciona la «Vida siria de Isaías». M. Draguet le ha dado un golpe muy rudo a esa tesis. Pero, aún restituyendo sólida y al parecer definitivamente, el «Asceticón 11 a Isaías de Escete, no parece haber despojado por ello, totalmente a Isaías de Gaza.
El problema de la identificación de los dos personajes queda pues, planteado. Nuestra intención no ha sido ni es la de entrar en la polémica, puesto que, cualquiera sea su desarrollo y resultado, ello no alterará la obra ni su mensaje, profu.ndamente espiritual.
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2. LAOBRA
El examen de la correspondencia del Anciano de Gaza es muy esclarecedor para comprender la obra de Isaías. Tanto por el contenido como por la forma de las cartas, presenta la misma variedad que los «logoi», y si la tradición manuscrita ht~_ conservado mejor la forma primitiva, también constituye, a veces, conglomerados de fragmentos extraídos de trozos diferentes, suprimiendo las indicaciones circunstanciales propias de cada uno. Dejando de lado las pequeñas recopilaciones de apotegmas que son los «logoi» 8-26 (XXV) y 30 (-VI) todos los demás pueden haber sido, originalmente, cartas, o bien partes de cartas reunidas y ordenadas de manera más o menos feliz.
Como lo muestra M. Draguet a la luz de las diversas reseñas existentes, la obra de compilación se hizo en diferentes etapas, acompañadas cada vez por un trabajo de redacción que modificó considerablemente la materia primitiva. En esta transmisión de «palabras» de Isaías, su discípulo Pedro jugó ciertamente el rol principal, pero es imposible determinar exactamente su extensión. Mientras vivió, Isaías, sin duda no hizo más que llenar sus deberes de Padre y director espiritual sobre todo por escrito, si estaba, como Barsanufio, recluído en su celda sin pensar jamás en oficiar de es:.. critor y autor. Todo el trabajo literario del «Asceticón» debería atribuirse a Pedro y, tal vez, a uno u otro de los discípulos de éste.
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En general, en las diversas tradiciones, esta «materia isaíana» se presenta bajo la forma de discursos, «logoi» u «oraciones», trozos más o menos largos, cuya mayoría no tiene unidad interna ni lazos entre sí. Su número y su orden varían en los diferentes manuscritos. Ordinariamente, se cuenta por lo menos quince en las recopilaciones que no han sido mutiladas y, a veces, hasta treinta y dos. Algunos se encuentran en la tradición, griega, otros solamente en la tradición siria y en un manuscrito griego; otros, en fin, pertenecen a la versión copta. En cuanto al contenido mismo de cada «logos», varía de una recopilación a otra, pudiendo las diferencias alcanzar a frases enteras, a parágrafos y también a páginas enteras. Un trozo que constituye un solo «logos» en un manuscrito, formará dos o tres en otro. Es decir que la mayoría de los «logoi» son compilaciones de fragmentos más o menos dispares, de conglomerados de sentencias y de exhortaciones donde es difícil reconocer la materia primitiva y evaluar en su justa medida la evolución que le hizo sufrir el o los sucesivos redactores, así como los traductores. Un examen minucioso de la tradición siria permitió a M. Draguet discernir en ella dos capas principales de redacción, de las que se puede aún encontrar rasgos en los raros manuscritos griegos o latinos de «Apotegmas». Desdichadamente, la delimitación neta de esas dos capas, es prácticamente imposible de hacer en el conjunto del corpus isaíano griego tal como nos ha llegado y, sobre todo, tal como nos lo proporciona la edición de Augustinos.
Sin embargo, las indicaciones más preciosas no deben ser procuradas en la edición de Augustinos sino en el manuscrito del Museo Histórico de Moscú 320
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(siglo XII), el único testimonio griego de Isaías que contiene la recopilación de apotegmas que forma el logos VI de la edición siria.
Mientras que todos los otros manuscritos dan directamente la palabra a Isaías, el de Moscú, nos muestra, de manera muy sugestiva, a Pedro dirigiéndose a sus propios discípulos para transmitirles las tradiciones de su maestro ya difunto, y se ve claramente que reproduce textualmente un escrito de Isaías, puesto que se lee: «No desdeñes guardar esto, hermano Pedro, si no te arrojaré fuera con tus hermanos y no te dejaré permanecer conmigo» (1-VIII 28).
Por otra parte, se mencionan escritos para leer y observar, sin que se sepa si es Isaías o Pedro quien se dirige a sus discípulos: «He aqul que me he dedicado a escribiros todavía estas cosas, puesto que las primeras no os habían sido suficientes» (5-XII; cf. 9-V 34). Se puede también señalar el inciso: «escribiendo esto, tengo el rostro de mi corazón cubierto de vergüenza» (18-XXVI 13).
Manifiestamente estamos en presencia de documentos de los que, al menos algunos fueron escritos por el mismo Isaías, luego vueltos a copiar por Pedro. Según ciertos testimonios griegos o sirios, el «logos» 25-VII sería una carta de Isaías a Pedro. En la versión capta, el título del «logos» 23-XXIII lo presenta como una carta de Isaías o un hesicasta que creía escuchar las voces de los ángeles. Se puede incluso señalar que el «logos» 16 comienza como una carta: «Te saludo, en primer lugar en el temor de Dios ... » (16-XV 1). Es necesario reconocer con M. Draguet que esos tres «logoi» son ciertamente uniones de trozos independientes, y se puede imaginar, por ejemplo, que los pasajes
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de aspecto epistolar fueron agregados al «logos» 16 de segunda mano, «para presentar como carta lo que no es más que una compilación» (Draguet, p. 275 en nota). Pero se puede también suponer que ese «logos», como el 25º, se formó a partir de una carta o alrededor de una carta cuyos diferentes fragmentos son todavía reconocibles aquí y allá (16-XV 115,117,116). En su origen, la carta podía ser independiente de los otros fragmentos o destinada a acompañar el envío de una recopilación de advertencias y de consejos prácticos como los que figuran en los «logos».
Se puede formular toda clase de hipótesis para explicar el origen de esos documentos escritos. Isaías parecía dirigirse a sus discípulos de los cuales se encuentra separado, ya sea por su reclusión, o por circunstancias diversas. Pero el pequeño prólogo del manuscrito de Moscú nos inclinaría más bien a suponer, al menos en lo referente al primer origen, una especie de contrato. Según la mejor tradición del desierto, Isaías no debió aceptar que se le impidiera recibir y mantener sus discípulos cerca suyo. Sólo planteo una condición: la observancia de un pequeño reglamento propuesto. Establecido por escrito, ese reglamento serviría de testigo; los discípulos no podrían olvidarlo ni eludir sus reglas.
Sobre los orígenes de la segunda capa, M. Draguet se muestra, con razón, muy reservado y no quiere adelantar ninguna hipótesis, pero es más sorprendente verlo afirmar tan categóricamente que Isaías y Pedro no están absolutamente para nada en esta parte del corpus isaíano. La oposición entre las dos capas no puede ser tan radical como él pretende. Él mismo se ve obligado a reconocer que «la extensión de las dos capas
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no puede ser determinada con completa precisión» y que muchos temas característicos de la segunda no faltan completamente en la primera. Esta segunda capa es, por otra parte, seguramente antigua, y no se alcanza a ver porque no correspondería a Isaías o a su medio, al menos indirectamente. ¿No se podría admitir que aquí también Pedro ha puesto su mano, y explicar las diferencias existentes entre las dos capas por las diferencias que debían existir entre el maestro y su discípulo en cuanto a mentalidad, cultura, aptitudes y dones literarios?
En esa segunda capa, M.-Draguet, ha distinguido algunos rasgos macarianos, sin poder, sin embargo, reconocer una influencia directa del Pseudo-Macario, ni ninguna contaminación de sus errores. Dos homilías macarianas fueron puestas a la cabeza del corpus sirio ~ Isaías y otra se en~entr;i en el «logos» 19 en griego, sin que se pueda decir quien es el verdadero autor.
Deberían estudiarse otras relaciones, que debemos contentarnos aquí con señalar. M. Draguet ha relevado, especialmente en las partes antiguas, detalles que se encuentran también en las Reglas pacomianas, en los «Apotegmas» o en la «Historia Lausíaca». En la segunda capa, algunas frases recuerdan las misteriosas cartas de San Antonio. Por su parte, M. Guillaumont ha señalado cuidadosamente, en su edición del «Asceticón» capto, las reminiscencias evagrianas. Todo esto es difícil de precisar, pero viene a confirmar el lugar que hemos reconocido a Isaías en la línea de los grandes monjes egipcios. Su «Asceticon» no tiene nada de científico, es una obra de sabiduría y experiencia, que libera, mejor que cualquier otra, los tesoros de doctrina y vida de los Padres del Desierto.
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3. LA DOCTRINA
Encontramos, en primer lugar, en Isa~~s, un designio didáctico manifiesto, una preo~pacwn reconocida, sobre la pedagogía y la formacion, frente a un grupo de sus discípulos. Aun cuando este aspecto haya sido acentuado por Pedro u otro redactor, no por eso resulta menos aparente en la primera capa de la o~ra. Los títulos colocados ad posteriori, encabezando cie;tos «logoi», han hecho resaltar, justamente, ese cara~ter pedagógico del «Asceticon»: «Preceptos para aquellos que se apartan del mundo», «a .los herma.nos. que llegan para ser instruídos y convertirs~ e:i.solitanos», «Sobre el estado de los hermanos que inician en el temor de Dios ... », «sobre el reglamento para los herma-nos principiantes». . _
Por otra parte, Isaías entiende ensenar lo que. ha recibido de sus Padres, «lo que ha escuc!":do Y visto entre los Ancianos « (30-VI 1), transmitiendo a sus discípulos las tradiciones que él mismo heredó de ~os grandes monjes de Escete que lo fo~ron en la vida monástica. Es, ciertamente, la «Ensenanza de.los Padres», el mismo espíritu de los Padres del De~ierto, lo que nos es aquí presentado. Se le puede considerar el eco fiel de sus maestros ~ bus~ar, ~in temor, e.n el «Asceticon», con qué suplir el silencio y el laconismo , de los Apotegmas sobre ciertos puntos.
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Tal como se ha expresado alguna vez, el «Apophtegmata Patrum» no esta concebido como un libro «instructivo» sino como un libro útil, edificante, esencialmente práctico. Originalmente se destinaba para la formación de los candidatos a la vida anacorética. Los Ancianos, lejos de querer adoctrinar a los discípulos e inculcarles ideas y teorías, querían, sobre todo, liberarlos de todo aquello que podían tener en sus mentes para hacerlos capaces de escuchar la voz de Dios en el silencio del desierto. Esta libertad del alma debían adquirirla al precio de una ascesis rigurosa fundada en la aniquilación de · la voluntad propia. Las palabras de los Ancianos estaban destinadas amostrar concretamente a los principiantes la forma en que debían comportarse en relación a sí mismos, a Dios y a los hombres para poder así entrar en posesión del don del discernimiento espiritual, la «diacrisis».
Ese carácter esencialmente práctico de los Apotegmas, explica en gran parte su silencio -en el primer momento sorprendente- acerca de la mayoría de las verdades de la fe cristiana y de los elementos de la espiritualidad monástica.
Por lo tanto, si bien nos resultará dificultoso encontrar en la obra de Isaías una doctrina sistemática, como así también. una teoría de la ascesis monástica, podremos apreciar, a través de su lectura, los lineamientos de una enseñanza sustancialmente conforme a la que se desprende de la tradición apotegmática, pero, al mismo tiempo, más rica y original.
En las colecciones de «Apotegmas», se encuentran algunas piezas qu.e forman un conjunto de recomendaciones que puede ser considerado como un progreso de
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vida monástica o de vida espiritual, pero, la mayoría, son conglomerados artificiales de extractos de distintos apotegmas. El «Asceticon» de Isaías nos muestra, por el contrario, en su estado más primitivo, al menos más antiguo, no sólo pequeños grupos de trozos que se relacionan con un mismo personaje -tal o cual Anciano que Isaías conoció (30-VI) -sino también colecciones de prescripciones, opiniones y consejos que comprenden la mayoría de las circunstancias de la vida del monje y que debían servirle como reglamento y vademecum. Por ejemplo, así como lo hemos señalado, el «logos» 1-VIII - redactado en primer lugar por Isaías para Pedro y sus dos hermanos y luego vuelto a copiar por Pedro para el uso de sus propios discípulos- constituye un resumen muy suscinto, sobre t~do en los m~nuscritos de Moscú, de los deberes esenciales del semzanacoreta, ya sea en la soledad de la celda, o bien en las relaciones con los demás. Los «logoi» 3, 4, 5 y 9 retoman a menudo desarrollándolos, y detallándolos, esos preceptos fundamentales. Su interés reside, en gran parte, en que nos hacen conocer, en general y en detal~e, las observancias de los monjes egipcios, sus ocupaciones principales, sus pensamientos y disposiciones, sus dificultades y sus tentaciones. Presentándonoslos tal como deben ser, Isaías nos lo muestra tal como son, de manera muy concreta y sugestiva.
A primera vista, sus recomendaciones son de extrema variedad. Pero es fácil señalar con M. Draguet que están dirigidas, en mayor o en menor medida, a arraigar a los monjes en la humildad que, inspirándoles a no ocuparse de sí mismos, desembocará en la caridad fraternal resolviendo los problemas del contacto
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con los demás». En verdad, «las dos virtudes ... la humildad y la caridad fraternal, son las que constituyen el fondo de la espiritualidad del corpus isaíano». Conviene observar además, que su ejercicio está siempre inspirado y condicionado por la búsqueda de la «hésychia», esa bienaventurada «quietud» indispensable para la intimidad con Dios.
Trabajo, austeridad, meditación de los salmos, todo está ordenado para procurar al monje en la celda las condiciones indispensables en la búsqueda de la verdadera quietud, implicando ésta, sobre todo, la oración continua y la lucha incesante cóiitra los vanos pensamientos. Isaías pone en guardia, especialmente al solitario, contra el recuerdo de sus allegados (4-CI 27) y de aquéllos que le han hecho mal ( 4-XI 28) como así también contra lás imágenes correspondientes a los sueños impuros (4-XI 30). El trabajo manual podría ser un obstáculo o una traba, por ello es conveniente dedicarse a él con desapego, como lo hacía abba Agathón (30-VI 5 F). Y, si bien conviene tener lo necesario en la celda, es preciso también, no poseer ningún objeto por el que podría sentirse pena de entregarlo al prójimo (4-XI 26). Lo importante es no introducir jamás «cautividad en la celda» (30-VI 5 F; 4-XI 57). Esa es también la razón por la cual se debe evitar «ligarse» a las prácticas, a fin de conservar la tranquilidad de espíritu (16-XV 88).
Como ya hemos señalado, el recogimiento del solitario está expuesto a disiparse, sobre todo, en las relaciones indispensables con los hermanos que vienen a visitarlo o que él encuentra. Entonces, aún mostrándose amable y alegre (3-X 46), deberá velar cuidadosa-
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mente sobre su lengua, no interrogar a tontas y a locas a los visitantes por temor a que ello le cueste «la cautividad en la celda» (5-XII 9; cf. 30-VI 4), evitará toda curiosidad vana (3-X 54). Igualmente en la sinaxis y en las comidas hechas en común, se cuidará de charlas (1-VIII 7, 13), de disputas (1-VIII 7, 13), de disputas (1-VIII 21), de correcciones intempestivas (1-VIII 8), y se apresurará a volver enseguida a su celda para llorar sus pecados (1-VIII 18; 3-X 32). En los trabajos cumplidos con hermanos dará prueba de cuidado y aplicación, pero también de desapego y devoción (3-X 31; 5-XII 40), de humildad de paciencia y de caridad (5-XII 13-17, 26). Cuando vaya a la ciudad, para cualquier compra o venta, se abstendrá de regatear o discutir el precio, siempre por la misma razón: «para que no hagas perecer la fuerza de tu estado de silencio» (4-XI 52-53). Evitará encontrar allí a sus parientes (4-XI 57) y comer con una mujer (9-V 2; 3-X 77). En todas partes se observará la contención y la modestia de las miradas (9-V 3; 3-X 4, 14, 68), sobje todo frente a las mujeres (16-XV 92; 3-X 78-79) «para que no recojas en tu propia cabeza la guerra para tu celda» (3-X 75), «por temor que tome fuerza contra ti la fornicación» (9-V 27). Se cuidará de toda familiaridad y de toda desenvoltura (1-VIII 14; 3-X 5, 28), de toda libertad en la postura, sobre todo en la mesa (3-X 12-21) y durante el oficio (3-X 58). Y entre todas estas recomendaciones, vuelve a menudo el leitmotiv: «para no alejar de tí el temor de Dios « (9-V 10), «Y el temor de Dios habitará en tí» (9-V 12; 16-XV 25), «y no pecarás ante Dios» (9-V 21), «para no irritar a Dios» (9-V 26, 33), «en el temor de Dios» (1-VIII 4,10,15; 3-X 29, 40, 60; 4-XI 45), «en personas a quienes Dios mira»
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(1-VIII 20), «pues no es posible burlarse de Dios ya que Él lo ve todo» (1-VIII 26), «a fin de que habite en ti el temor de Dios» (3-X 3,), «recuerda que Dios te ve» (3-X 57; 4-XI 72), «considera que Dios te mira en todo lo que haces» (15-VI 84), «que tu pensamiento mire hacia Dios para que Él te guarde» (16-XV 21). ·
La ascésis rigurosa predicada por Isaías requiere, evidentemente, una vigilancia continua y una preocupación constante por evitar, no solamente las menores faltas (30-VI 5 B; 15-XI 94), sino toda distracción y toda disipación (9-V 26; 6-XIII-10): «La ascésis del alma es odiar la distracción (16-IV 57). De allí la necesidad, también, de un serio y frecuente examen de conciencia: «Considera cada día en qué has fallado y pide a Nuestro Señor que te perdone» (4-XI 8). "Examínate cada día: ¿Qué pasión has vencido?" (16-XV 38). Lamanifestación franca y total de los pensamientos a los Padres ayudará mucho. en ese esfuerzo de conocimiento y de reforma de sí mismo (9-V 11; 1-VIII 27; 4-XI 3, 39, 63; 5-XII 30-33; 16-XV 76), y es así como el joven monje, en la escuela de los Ancianos, aprenderá a obrar siempre «con ciencia»' (23-XXIII 7) según una fórmula empleada frecuentemente por Isaías. La posesión de ese carisma de «discernimiento», que permite al monje conducirse siempre "según Dios" (16-XV 55, 58), es concebida por Isaías como la culminación de toda la "cultura" espiritual (16-XV 114), pero requiere, sobre todo, humildad y oración continua. La humildad, virtud primera y fundamental (9-V 15; 3-X 1; 16-XV 12, 31), nombrada bastante a menudo es, más frecuentemente, designada por sus efectos y manifestaciones, de las cuales la más notable es sin duda la "no estima de
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sí mismo". Emplea, además, otra fórmula equivalente, muy frecuente en los apotegmas: no medirse, es decir no otorgarse medida ni valor, no estimarse en nada (7-XIII 17), no creerse a la altura (9-V9, 23), no agrandarse a sí mismo (16-XV 44), para que el corazón permanezca exento de turbación (3-X 2) y para cortar de raíz toda malevolencia respecto al prójimo (6-XIII 9), todo desprecio (9-V 13), juicio y crítica (1-VIII 22; 15-XI 93), toda "disputa, rivalidad, contestación, altanería de corazón, condena o murmuración" (5-XII 48) todo deseo de enseñar o de corregir a otro.
La supresión de la propia voluntad, a menudo asociada así a la humildad (10-IV 3; 26-XXV 11; 1-VIII 33), es la condición indispensable de la convivencia apacible "para que todo hombre esté sometido a todo hombre, sin envidia; por Dios; y es para esto, en efecto, que el Señor ha venido" (8-XXV 60): "la palabra que se requiere es ésta: que te rebajes por tu hermano (5-XII 23). Es "carecer de ciencia mantenerse en la propia voluntad (16-XV 73), pues "Dios no escucha al hombre, si anteriormente éste no suprime todas sus voluntades ... " (4-XI 76).
Esa supresión de las voluntades es, verdaderamente, el signo de que el hombre se ha despojado de toda suficiencia, que no tiene confianza en sí mismo, ni en las obras que ha realizado; como abba Agathón, del que Isaías nos relata sus últimas palabras tan sugestivas (30-Vi Se), con las que afirma que no se fía de su propia justicia (1-VIII 33), ni de su ascesis (4-XI 31), ni de sus actos (23-XXIII 11 b). En el combate espiritual es necesario no colocar la confianza en las propias fuerzas (4-XI 73; 16-XV 89) "pero arrójate y pide a Dios con todo tu corazón y di: "nada puedo hacer, y Él te
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asistirá rápidamente" (4-XI 71). La humildad se traducirá, sobre todo, en esa apelación continua al Señor, que Isaías expresa a menudo al igual que Poimén (Alph. Poimén 36y146) por el término concreto tomado del salmista: "arrojarse sobre el Señor (4-XI 30); "arrojarse siempre ante Dios" (21-XV 13; 16 XV 83). No hay que replicar, sino simplemente "remitirse a Dios de todo corazón" (16-XV 102).
Para el lector asiduo de los "Apotegmas", esas enseñanzas de Isaías podrán parecer muy banales, pero un resumen como el que aquí proporcionamos no puede evocar el acento personal-y las resonancias originales que se perciben todo a lo largo del "Asceticon ". La obra contiene lo mejor de la tradición apotegmática, jamás se encontrará en ella algo para considerarlo discutible o inaceptable, pues, entre todos los Ancianos de Escete, Isaías se distingue por su sabiduría y discreción.
Lo que más nos sorprende en sus recomendaciones, es la alianza estrecha de lo sobrenatural y lo humano, el equilibrio constante de lo corporal y lo espiritual, la justa proporción de soledad y de relaciones fraternales en la vida monástica. No sería posible dejar de admirar especialmente la exquisita delicadeza que inspiran las detalladas descripciones concernientes a la recepción de los huéspedes (v.g. 3-X 46-53) o el comportamiento respecto a un compañero de trabajo fatigado (5-XII 15), débil (5-XII 14, 19), o poco diestro (5-XII 15), y todo colocando la cortesía y la buena educación junto a la caridad. Pues, para Isaías, falta de educación y falta de temor de Dios van juntas (5-XII 16, 45; 3-X 16, 58). No deja jamás de recomendar el respeto hacia el prójimo, hacia su pensamiento y su conciencia: "Cuidad que nadie se levante contra su her-
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mano en un trabajo, cualquiera sea, para no afligirle" (5-XII 26) "cuidaos de hacer ninguna cosa que sepáis que, de conocerla vuestro hennano, seria atonnentado" (5-XII 21). Que cada uno "ponga su voluntad detrás de la de su hennano, según su fu.erza, y que coloque a su hennano en reposo en la alegria ... " (5-XII 23). No se podría ciertamente dirigir a Isaías el reproche, hecho habitualmente a los antiguos monjes, de sequedad, de dureza de corazón y de inhumanidad, pues ninguna disposición es condenada más severamente por él que la insensibilidad frente a los demás, sobre todo la indiferencia respecto a sus sufrimientos y sus dificultades: "No preocuparte cuando sabes que tu hennano está atonnentado y afligido y decir: "¿Qué me importa a mí?, es producto de la dureza de corazón" (5-XII 12; cf. 16-XV 56, 100; 26-XXV 28; 18-XXVI 12).
Más preciosos todavía que todas sus recomendaciones prácticas, son los principios que las acompañan, contenidos, sobre todo, en los "logoi" 2-IX y 21-XIV, donde Isaías expone los fu.ndamentos y la finalidad de la ascesis cristiana considerada como un retomo del hombre a su primera salud, en la imitación y con el apoyo de Cristo Jesús. .
En su propio cuerpo indemne de todo contagio del pecado, Cristo ha restaurado la naturaleza primera del hombre y ha abierto el camino de la salvación mostrándonos cómo recuperar la salud mediante la penitencia, la obediencia a los mandamientos, la supresión de las voluntades de la carne y de las malas pasiones y, sobre todo, por la humildad. "Es, en efecto, en vista de estas cosas, que ha venido Nuestro Señor el Cristo, pero la torpeza de nuestro corazón nos ciega a causa de sus
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voluntades, porque las amamos más que a Dios, porque no tenemos amor para con Él, como lo tenemos para con las pasiones" (5-XII 47).
A continuación del renunciamiento inicial al mundo, toda la ascesis monástica procura restablecer en nosotros las condiciones gloriosas "de la primera creación" a partir de una penitencia sincera: "si te has retirado del mundo, procura arrepentirte de tus faltas ... y no desprecies los mandatos de Dios" (9-V 1). "Pero, ¿qué es la penitencia y cómo huirá el hombre del pecado?", interroga un hennano a Isaías, pregunta que introducirá el "logos" 21-XIV, al-que puede considerarse como un complemento de la exposición teórica del logos 2-IX, acentuando la perspectiva cristológica y explicitando las exigencias del renunciamiento al mundo para cualquiera que quiera llegar a ser un verdadero discípulo de Cristo. Ningún compromiso es posible entre los dos caminos que se presentan ante nosotros: "uno de vida y U1J.O de muerte: aquél que marcha por éste, no marcha por el otro" (21-XIV 1). "Aquél que quiere el reino, cúida las obras; si el hombre gusta la dulzura del amor: de Dios, no obedece a las obras del pecado y a las pasiones malas" (21-XIV 3). "Juan el Apóstol ha dicho: No améis al mundo ni a nada que esté en él; aquél que ama al mundo, no tiene en sí el amor de Dios", y "nadie puede tomar cuidado de su alma en tanto que tome cuidado de las cosas del mundo. Y como no es posible mirar con un ojo el cielo y con el otro la tierra, así el intelecto no puede preocuparse por lo que es de Dios y lo que es del mundo" (15-XI 81, 82). He aquí por qué "aquel que quiere llegar a ser discípulo de Cristo, si no ha suprimido todas sus pasiones, no puede llegar a serlo" "Si dices que te has
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alejado del mundo y estás todavía aprisionado en los asuntos de ese mundo, te engañas a tí mismo, tú que aún no te has alejado. Y además, Nuestro Señor ha dicho: "Aquél que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí, y no puede llegar a ser mi discípulo" (21-XIV 17-24).
Citas semejantes, que en vano se buscarían en los Apotegmas, vienen a completar felizmente las enseñanzas de los Ancianos de Escete. Se puede pensar que Isaías es allí también, el eco fiel de su pensamiento al centrar sobre Cristo y su cruz toda su ascesis.
Tal vez Isaías nos manifiesta además su originalidad cuando nos presenta el tema, desconocido en otros lugares, del ascenso a la cruz: "En efecto, si el hombre no ha arrojado de sí toda preocupación terrenal, no puede subir a la cruz y ser salvado" (21-XIV 27)". "Y, cuál es la cruz que Él ha dicho que debemos tomar, sino que el intelecto esté en guardia en todo momento para las buenas obras, y que no descienda de la cruz, es decir que esté en guardia de sí mismo frente a las pasiones malas hasta que las suprima, y entonces se levante en la libertad del Espíritu que Cristo nos aseguró: si alguien me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor" (21-XIV 25). Isaías se hace también eco de San Pablo retomando sus palabras a los Colosienses: "Si habéis resucitado con Cristo, pensad en las cosas de lo alto y no en las cosas de la tierra ... Pues habéis muerto con Cristo y vuestra vida está oculta en Dios. Despojáos del antiguo hombre con todas sus concupiscencias y revestid al hombre nuevo, Nuestro Señor Jesucristo".
La misma doctrina evangélica y paulista se reencuentra en el "logos" 16: "Nuestro Señor Jesús ha
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dicho: Aquél que me ama, cumpla mi palabra. Ahora bien, aquél que cumple su palabra, va con Él a la cruz, pues la cruz es el signo de la victoria contra todas las pasiones, hasta que Él las suprima. Ahora bien, el Apóstol las había suprimido y dominado, y ha dicho: Con Cristo soy crucificado, y no soy yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mí.
Y también ha dicho: Si hemos muerto con Cristo, viviremos también con Él; y si soportamos como Él; con Él también reinaremos; pero si lo negamos; Él también nos negará. Ahora bien, ¿quién es el que lo niega sino aque1 que hace las volunlades de su carne, e insulta al santo bautismo que ha recibido?" (16-XV 125-129).
Según la tradición de los Padres del desierto, Isaías demuestra una extrema sobriedad para evocar las cumbres hacia las cuales conduce esta ascesis. Se contenta con asegurar que, a quienes huyen resueltamente del mundo y las agitaciones de los hombres, Dios les envía al Espíritu prometido por Cristo, el Espíritu de santidad que el mundo no puede recibir (21-XIV 22) pero que viene a habitar en el alma tranquilizada y le hace dar frutos (30-VI 3): "Aquél que quiere que la caridad venga a su encuentro ... que sea liberado de preocupación en relación a todos los hombres; y así el deseo que viene de Dios encontrará en él un lugar para habitar, y a causa del temor de Dios la Caridad habitará eri. él y le será revelada, y bienaventurado el alma que ha llegado a un camino semejante!" (21-XIV 57-58). "Para aquél que ama a Dios, nada existe en el mundo que pueda separarlo de Dios; en efecto, está escrito: ¿Quién me separará del amor de Cristo, la tribulación, la angustia ... ? Que la bondad de Nuestro Señor Jesucristo sea con todos nosotros, Amén. (15-XI 97).
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4. ELTEXTO
Muy difundidas en las diversas lenguas de todo el Oriente cristiano, las obras ascéticas del Abad Isaías sólo fueron conocidas en Occidente a través de fragmentos recogidos en el "Codex Regularum" de San Benito de Aniano (P.L. 103, 427-434). Una traducción latina publicada en Venecia en 1558 aparece reproducida en la Patrología Griega de Migne ("P.G." 40, 1105-1206), pero el original griego, editado en 1911 en Jerusalén por el monje Augustinos ha permanecido prácticamente inaccesible para Europa hasta su reimpresión por Schoinas en Volos, 1962. Mientras tanto, M.A. Guillaumont ha publicado lo que queda del "Asceticon" copto (El Cairo, 1956). Más recientemente, el P. V. Arras editó fragmentos etíopes ("C.S.C.O." 238-239, Lovaina, 1963), mientras que Mgr. Sauget emprendía la publicación de las versiones árabes) "Oriens christianus", 1.964, p. 235-259, y "Mélanges E. Tisserant" III, p. 299-336) y el "Asceticon" sirio que acaba de publicar el canónigo R. Draguet ("C.S.C.O." 289, 290, 293, 294 Lovaina, 1969) nos proporciona una rica documentación -en gran parte inédita- y una sustancial "Introducción al problema isaíaco".
La presente traducción Siendo la edición de Augustinos muy defectuosa
en algunas de sus partes, hemos preferido traducir el texto del manuscrito de París B.N. Coislin 123 (siglo
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XI), corregido a veces sobre el manuscrito de Londres, British Mus, Addit. 39609 (siglo XI) y completado para los "logoi" 26 a 29 por el manuscrito de Oxford Bodl. Cromwell 14 (siglo XIII). Tres frases conservadas solamente en los manuscritos de Moscú y de Venecia han sido restablecidas según las indicaciones de M. Draguet (16-XV 133; 17-XXVI 7; 21-XIV 50). El final del "logos" 16(-XV136) ha sido traducido sobre el fragmento de Coislin 282 F° 164 editado en la Patrología Oriental, t. XI, p. 483-484. Nuestro "logos" 30 (-VI) no existe en griego más que en el manuscrito de Moscú, Draguet proporciona el texto en p. 28-81 de su edición. Aparte de estas correcciones y adiciones los "logoi" 1-29 de nuestra traducción corresponden, en cuanto al orden y al contenido, a los "logoi" 1-29 de la edición de Augustinos.
Los títulos de los "logoi" han sido introducidos del griego, pero algunos subtítulos han sido agregados, por deseo de claridad, en aquellos "logoi" 30. Es igualmente para mayor claridad que se ha restituido entre paréntesis una veintena de veces la fórmula "El dijo también" en los lugares señalados por M. Draguet, sólo cuando ella fue conservada en el manuscrito de Venecia o en el de Moscú. Lo mismo sucede con el lema inicial de 20-IV 22.
En fin, para facilitar la comparación de los textos y permitir una mayor precisión de las referencias,· hemos colocado siempre al margen de la traducción la numeración de los "logoi" de los parágrafos de la edición siria. Los números indican los parágrafos que no existen en sirio. En cambio, ciertos parágrafos faltan en nuestra traducción así como en los manuscritos que hemos utilizado. Nuestro "logos" 28, especialmente, es muy incompleto y el orden de los parágrafos está cambiado. No deberá sorprender encontrar en otros lugares algunas in-
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versiones de menor importancia. Para los "logoi" 19 y Antes de pasar al texto hemos de aclarar que la 29, que faltan en sirio, la numeración es nuestra. presente traducción ha respetado el original. Por esta El doble cuadro siguiente dará una vista de con- razón el lector hallará, a veces que un texto que co-junto correspondencias. mienza dirigiéndose a un grupo de discípulos, termina r------"' r------ "' haciéndolo a uno en particular, o bien salta del noso-1 =VIII
1-III no pertenecen 1 tros, al vosotros o al tú. Ello obedece, como hemos se-4-33 alsaías I ñalado más arriba, a que los logoi son en su mayoría, 2=IX 1-12 IV =20 3=X 1-80 V =9 1
compilación de diversas sentencias, exhortaciones, frag-4=XI 1-78, 98-120 VI =30 1
mentos de correspondencia, etc. reunidos bajo un títu-5=Xll 1-49 VII =25 1 lo. 6=Xlll 1-9 VIII =1 7=Xlll 11-24, 28-35 IX =2 8=.XXV 47-68 X =3 9=V 1-34 XI 1-78 =4 10=XXV 44-46 79-97 =15 11 =XVII 1-4 98-120 =4 12 =XVIII 1-13 XII =5 13=XIX 1-4 XIII 1-9 =6 14=XXI 1-4 11-24 =7 15=XI 81-97 28-35 =7 16=XV 1-136 1 XIV = 21 17= XXVI 1-9 1 XV = 16 18=.XXVI 10-14
1 XVI =Falta
19 =falta XVII =11 20=1V 1-4 1 XVIII = 12 21 =XIV 1-63 1 XIX =13 22=XX 1-11 1 XX =22 23 =XXIII 1-14 1 XXI "'14 24=XXIV 1
1 XXII =28
25= VII 1-29 XXIII =23 26=.XXV 1-43 1 XXIV1 =24 27=XXIV 2-18 1 2-18 =27 28=XXll 1-4, 23-26 1 XXV1-43 =26
8-13, 35 1 44-46 =10 29 =falta
1 47-68 =8
30= VI 1-6 XXVll-9 =17 1 10-14 = 18 L ____ _ _ .J L ______ .J
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VIII
LOGOSl
Preceptos a los hermanos · que viven con él
4 Vosotros, que queréis permanecer con-migo, escuchad el nombre de Dios, y que cada uno, separadamente, se mantenga sentado en su celda en el temor de Dios; no despreciéis vuestro trabajo manual a causa del
5 mandamiento de Dios; no perdáis la preocupación de vuestra meditación y de la oración continua; y guardad vuestro corazón de pensamientos extraños para no tener el espíritu ocupado por un hombre o un asunto de este mundo, examinad más bien constantemente en.dónde tropezáis y esforzáos por corregiros; llamando a Dios en vuestra ayuda con pena en el corazón, lágrimas y mortificación, a fin de que os perdone y os preserve de volver a caer en los mismos pecados.
Tened cada día la muerte ante los ojos, inquietos por vuestra salida del cuerpo, de cómo escaparéis a las potencias de las tinieblas que vendrán a vuestro encuentro por los aires, y de como encontraréis a Dios sin dificultad; considerad con anticipación el
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día temble de la sentencia y de la retribución de todos los actos, de todas las palabras y de todos los pensamientos de cada uno de nosotros. Pues todo se descubre a los ojos de Aquél a quien debemos rendir cuentas (Hb 4, 13).
6-7 A no ser por una gran necesidad, no di-8 gáis jamás nada en la mesa ni en la sinaxis,
y no contestéis al que salmodia, a no ser que él os haya pedido por sí mismo.
10 Trabajad por turno cada uno una sema-na en la cocina, en el temor de Dios, sin abandonar vuestra meditación.
11 Que jamás nadie entre· en la celda de su 12 hermano; no busquéis veros antes de la
hora, no vigiléis mutuamente vuestros trabajos manuales, para saber si un hermano trabaja más que otro.
13 Cuando salís para trabajar, no habléis 14 jamás inútilmente, y no tengáis jamás fami-15 liaridad, sino cada uno, en el temor de Dios,
permanezca atento, en secreto, consigo mismo, con su trabajo manual, con su meditación y con su alma.
16-17 Cuando llegue a su fin la sinaxis, o bien 18 cuando os levantéis de la mesa, no os sen
téis juntos para hablar, ni palabras de Dios ni palabras del mundo, sino que cada uno
19 entre en su celda y llore sus pecados; sin 20 embargo, si la necesidad de hablar entre
vosotros se presenta, hablad lo menos posi-ble, con humildad y moderación, en el pensamiento de que Dios os mira.
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21-22 No os querelléis por nada entre voso-tros y no murmuréis · sobre nadie, no juzguéis a nadie, no despreciéis a nadie, de
23-24 boca o de corazón, no protestéis contra nadie, que jamás una mentira salga de vuestra boca. No deseéis decir ni escuchar lo que no os es útil.
25 No toleréis malicia en vuestro corazón, 26 ni odio, ni envidia contra el prójimo, y que
no haya jamás una cosa en vuestra boca y otra en vuestro corazón, pues no es posible engañar a Dios (Ga 7), ya que Él ve todas las cosas, secretas o manifiestas.
27 Todo pensamiento, toda prueba, toda voluntad que es vuestra, y toda sospecha, no la escondáis de ningún modo, reveladla con toda libertad a vuestro abad y esforzaos por cumplir con fe lo que escucháis de él.
28 Tened cuidado de no descuidar la ob-29 servación de mis preceptos: de otro modo,
perdonadme, no os permitiré permanecer conmigo. Si lo observáis en secreto y a la luz del día, soy yo quien rendiré cuenta a Dios por vosotros; si no lo observáis, Él os
30 pedirá cuenta de vuestra negligencia, lo mis-31 mo que de mi inutilidad. Al que obser\Tara
mis preceptos, en secreto y a la luz del día, el Señor Dios le preservará su vida de todo mal, y lo abrigará contra toda tentación que pueda sobrevenir, en secreto o a la luz del día.
32 Os conjuro, hermanos míos, sabed por qué habéis salido del mundo, y preocupáos
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por vuestra salvación, a fin de que todo vuestro renunciamiento no sea vano y no debáis enrojecer ante Dios y ante los Santos que han renunciado y que han luchado por su causa.
33 La aversión hacia las querellas, la mor-tificación, la humildad, suprimir con ciencia tu voluntad en todo, no fiarte de tu justicia, sino tener sin cesar tus pecados ante tus ojos, engendra en tí las virtudes.
34 Y aprende que el relajamiento, la abun-dancia y la vanagloria, hacen perder todos sus frutos al monje. ·
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LOGOS2
Sobre el Estado Natural del Espíritu
IX La salvación por Cristo y el retorno a la conformidad con la naturaleza
1 Quiero que no ignoréis, hermanos, que al comienzo, cuando Dios creó al hombre, lo colocó en el paraíso con facultades sanas y estables en su estado natural. Pero, cuando el hombre escuchó a su seductor, todas sus facultades fueron cambiadas en un estado contra -natura, y Él fue, entonces, precipitado de su gloria.
2 Nuestro Señor se apiadó del género humano a causa de su gran amor: el Verbo hecho carne Gn 1, 14), -es decir, hombre perfecto -llegó a ser semejante a nosotros en
3 todo, salvo el pecado (Hb 4, 15), para retrotraer lo que era contra natura a lo confirmado por la naturaleza. Teniendo piedad del hombre, le hizo volver al paraíso, perdonando a quienes marchen sobre sus huellas, según los mandamientos que ha dado ha fin de vencer a los que nos han arrojado de nuestra gloria, y enseñándonos un servicio
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santo y una ley pura para que el hombre se cia su pueblo (cf. Nm 25, 7). En nosotros mantenga en el estado natural en que Dios esa cólera se transformó en cólera contra el lo había creado. prójimo por motivos irrazonables e inútiles.
4 Entonces, aquél que quiere llegar a la 8 Existe en el espíritu un odio conforme a conformidad con la naturaleza, que supri- la naturaleza, y cuando Elías lo experimen-ma todas sus voluntades según la carne, tó, condenó a muerte a los profetas de la ver-hasta no haberse establecido en el estado güenza ( cf. 1R 18, 40); Samuel actúo del mis-natural. mo modo contra Agag, rey de Amalee (1R
15, 33); y sin odio hacia la Iniquidad, el ho-Las pasiones contra -natura nor no se revela al alma. En nosotros ese
odio ha sido desviado contra-natura, nos 5 Existe en el espíritu un deseo conforme hace odiar y despredar al prójimo, y el odio
a la naturaleza; si no hay deseo por Dios, es lo que expulsa todas las virtudes. tampoco hay caridad, es por esto que Da- 9 Existe en el espíritu un orgullo confor-nieles llamado "hombre de deseos" (Dn 9, me a la naturaleza, respecto a la Iniquidad, 23). Y el enemigo lo ha transformado en y cuando Job lo experimentó, injurió a sus deseo vergonzoso que nos lleva a desear enemigos diciendo: "Infames y desprecia-todo lo que es impuro. bles, desnudos de todo bien, vosotros, que
6 Existe en el espíritu una envidia confor- yo no considero dignos de mezclarse con los me a la naturaleza; sin envidia hacia Dios, perros de mi manada!" (Jb 30, 1). En noso-no es posible ningún progreso; según escri- tros el orgullo ante los enemigos ha sido bió el Apóstol: "Envidiad los dones supe- transformado; somos humillados por ellos riores" (1Co 12, 31), y esta envidia hacia y estamos llenos de orgullo los unos hacia Dios, ha sido convertida en contra-natura, los otros, provocándonos mutuamente; nos y nos lleva a envidiamos los unos a los otros justificamos a expensas de nuestro prójimo ya mentir. y, por causa del orgullo, Dios llega a ser ene-
7 Existe en el espíritu una cólera confor- migo del hombre. me a la naturaleza; sin cólera no existiría 10 He aquí cómo lo que había sido creado pureza en el hombre, ya que él no se irrita- con el hombre, cuando él comió del árbol ría contra todo lo que el enemigo siembra de la desobediencia, fue transformado de en él (cf. Mt 13, 25): Fineas, hijo de Eleazar, pasiones vergonzosas. inmoló al hombre y la mujer cuando entró en cólera y así cesó el castigo del Señor ha-
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11 Exhortación
Esforcémonos, pues, bienamados, por abandonarlas, adquiriendo lo que Nuestro Señor Jesucristo nos ha mostrado en su santo cuerpo, pues Él es Santo y habita entre los santos. Tengamos cuidado de complacer a Dios, cumpliendo nuestra obra según nuestras fuerzas y pesando cada uno de nuestros miembros hasta que lleguen a estar en conformidad con la naturaleza, a fin de encontrar misericordia en la hora de la tentación que llegará sobre todo el universo (d. Le 21, 26), suplicando sin cesar a su bondad que su ayuda traiga apoyo a nues-
12 tra bajeza, a fin de que nos salve de nuestros enemigos. Pues Él es la fuerza, el socorro y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.
40 J
LOGOS3
Sobre el Estatuto de los Novicios X 1 Ante todo necesitamos de la humildad,
y debemos estar siempre listos para decir "¡Perdón!" Ante toda palabra que escuchemos y toda acción, pues es la humildad lo que destruye todo lo que procede del Adversario. ·
2 No te estimes a tí mismo en ninguna de tus obras, a fin de permanecer sin turbación en tus pensamientos.
3 Ten el ros~o grave, pero dulce frente a los extraños, a fin de que el temor de Dios habite en tí. ·
4 Si haces ~amino con hermanos, sepára-te un poco para conservar el silencio y, marchando, no mires a derecha o izquierda, sino medita en tu pensamiento, o bien ora a Dios en tu corazón. En el lugar donde llegues, no te conduzcas sin juicio, sino sé reservado en todo.
6 Tiende la mano hacia aquello que se te 7 presente como algo que se debe comer. Si
eres joven, no te permitas tender la mano para poner cualquier cosa en la boca de otro.
8 Allí donde debas acostarte, no te cubras con la misma manta con otro, sino haz mu-
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chas oraciones en tu corazón antes de acostarte.
9 Si estás fatigado en el camino y quieres que te friccionen con un poco de aceite a causa de la fatiga, permite solamente que te friccionen los pies, por vergüenza a descubrirte, y no permitas ungir con aceite tu
10 cuerpo, salvo en caso de necesidad o de enfermedad. Cuando estás sentado en tu celda y un hermano extraño viene a ti, actúa del mismo modo con él, úngele los pies y dile: "Hazme la caridad de tomar un poco de aceite y verterlo sobre ti". Si no quiere tomarlo, no lo molestes más; pero si es un Anciano, insiste hasta· que lo hayas friccionado con aceite todo entero.
11 Cuando estés en la mesa con hermanos, si eres joven, no digas a nadie: "Buen apetito", sino recuerda tus pecados para no comer con voluptuosidad; extiende la mano sólo hacia lo que está ante tí, pero no la tien-
12 das hasta lo que está delante de otro. Tus 13 vestimentas cubrirán tus pies y tus rodillas
estarán una junto a la otra. Si hay huéspedes en la mesa dales lo que necesiten con una mirada amable, y cuando terminen de
14 comer, diles dos o tres veces: "Hacedme la 15 caridad de comer todavía otro poco". Cuan
do comas, no levantes la cabeza hacia tu vecino, no mires aquí y allá, no digas palabras vanas. No tiendas la mano hacia cualquier cosa que desees sin decir: "Bendito".
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16 Cuando bebas agua, no dejes que tu 17 garganta haga ruido, como hacen las gen-
18-19 tes del mundo. Si estás sentado con hermanos y debes escupir, no escupas delante de ellos, sino levántate y escupe afuera. No
20-21 estires tu cuerpo cuando otros te ven. Si sientes deseo de bostezar, no abras la boca y el deseo cesará. No abras totalmente la boca riendo, pues es una falta de respeto.
22 No desees nada de lo que ves en tu pró-jimo, sea su túnica, sea su cinturón, sea su
23 cogulla, y no satisfagas tu ambición confeccionándote algo semejante. Si te haces un libro, no cuides su ornamentación, pues eso sería, en tí, pasión.
24 Si cometes una falta en alguna cosa, no mientas por vergüenza, sino haz una metanía y di "Perdóname" y toda falta pasará.
25 Si alguien te dice una palabra dura, no levantes tu corazón contra él, apresúrate más bien en hacer una metanía antes que la censura nazca:en tu corazón, si no, la cólera sobrevendrá rápidamente.
26 Si alguien te calumnia en alguna cosa, no hagas caso, haz una metanía y di: "Perdóname, no lo haré más", ya sea que conozcas el asunto o que lo ignores.
27 Todo esto; en efecto, significa progreso para la juventud.
29 Si realizas tu trabajo manual, no seas ne-30 gligente, sino aplícate en el temor de Dios,
para no pecar por ignorancia. En todo tra-
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bajo manual que aprenda_s, di a aquél que 40 Si habitas con un hermano y él te dice: te lo muestra -y no tengas vergüenza de "Codname alguna cosa", dile: "¿Qué quie-
31 decirle continuamente: "Mira, por caridad, res que te haga?", y si él te deja la elección, si está bien o no". Si tu hermano te llama diciendo: "Lo que quieras", prepara con te-cuando estás ocupado en tu trabajo manual, mor de Dios lo que encuentres. apresúrate a ver que quiere y haz su obra 41 Si habitáis unos con otros, y hay un tra-con él abandonando la tuya. bajo para hacer, que se pongan todos juntos
32 Cuando has terminado de comer, ve a a hacerlo, y no ahorres tu cuerpo para la con-33 tu celda y haz tus oficios; y no te sientes a ciencia de todos.
hablar con aquéllos que no te enseñaran 42 Cada día cuando te levantes por la ma-nada útil; pero si son Ancianos que te dicen ñana, antes de dedicarte a tu trabajo manual, la palabra de Dios, di a tu abad: ¿Debo sen- recita las palabras de Dios. tarme a escuchar o ir a mi celda?. Y haz todo 44 Si hay algo que arreglar, sea una canas-lo que el te diga. 45 ta, sea un cántaro, hazlo con cuidado, sin
34 Si él te envía afuera por algún asunto, demorar. Si hay un trabajo remunerado, que dile: "¿Dónde quieres que vaya, qué nece- tu hermano participe en él contigo, y no seas sitas?," y todo lo que te diga, hazlo sin agre- envidioso; pero si ese trabajo es poco im-
35 gar ni suprimir nada (Dt 13, 1). Si escuchas portante y uno le dice al otro: "Ve a trabajar, conversaciones afuera, no ,las retengas para hermano, lo haré solo", obedécele, aquél que decirlas a otro cuando vuelvas; pues si cui- obedece, ése es superior. das tus oídos, tu lengua no pecará. 46 Si un hermano extranjero viene a tu casa,
36 Si quieres hacer algo, y aquél con quien ten un rostro-alegre para saludarlo y toma habitas no lo quiere, repudia tu voluntad con alegría equipaje que lleva; y cuando se por él, para evitar una disputa y para no vaya, actúa de la misma manera; que tu sa-entristecerlo. ludo para él sea conforme a las convenien-
37 Cuando vas a habitar con un hermano das y el temor de Dios, a fin de que él no como huésped, no le encargues ningún sufra detrimento. Cuida de no interrogarlo asunto y no desees ser el jefe. Si habitas con sobre las cosas que no te son útiles, hazlo hermanos, no desees que te dejen igualar- 47 orar y, cuando esté sentado, dile: "¿Cómo
39 los en su conversación. Si te ordenan hacer 48 te va?"; conténtate con esta palabra y dale algo que tú no deseas, combate a tu volun- un libro para que medite; si llega fatigado, tad hasta que lo hagas para no afligirlos ni procúrale reposo y lávale los pies. Si te di-perder tu reserva y la cohabitación pacífica 49 rige palabras inconvenientes, exhórtale con con ellos.
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caridad: "Perdóname, soy débil y no puedo 50 soportar esto". Si es débil y sus vestidos es
tán sucios, lávalos. Si es simple y sus vestidos están sucios y desgarrados, arréglalos. Pero si es un "girovago" y tú tienes fieles en tu casa, no lo introduzcas con ellos, mas hazle una limosna por el amor de Dios; si es un
51 hermano que pasa en nombre de Dios y viene a descansar en tu casa, no separes de él tu
52 rostro, recíbele, por el contrario, con alegría entre los fieles que se encuentran contigo; y si está en la necesidad, no lo despidas con las manos vacías, sino dadle la bendición que Dios te ha acordado, sabiendo que lo tienes no es tuyo, sino un don de Dios.
53 Si un hermano te confía algo, no lo abras en su ausencia para saber qué es, y si lo que te confía es precioso dile, "Te lo devolveré en tus propias manos".
54 Si vas afuera, a la casa de alguno, y él sale y te deja solo, no levantes la cabeza para observar los objetos que están allí, y no abras nada, ni una puerta, ni una caja, ni un libro; pero dile, cuando él salga: "Dame un pequeño trabajo para hacer hasta que tú vuelvas" y haz sin demora lo que te encargue.
55 No alabes lo que no has visto, y no hables de lo que has oído como si lo hubieras visto.
56 No desprecies a nadie por su aparien-cia.
57 Cuando estés de pie para orinar, o sen-tado para las necesidades naturales, no seas negligente, pero recuerda a Dios que te mira.
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58 Cuando estás de pie en tu celda para hacer tu oficio, no muestres menosprecio por medio de tu negligencia, pues en lugar de honrar a Dios provocarás su cólera. Mantente parado en el temor de Dios; no te apoyes sobre el muro y no descanses tus pies apoyándote sobre uno y levantando el otro como los insensatos; resiste a tu corazón para que no divague detrás de tus volunta-
59 des, para que Dios reciba tu sacrificio. Si salmodiáis juntos, que cada uno de vosotros diga sus oraciones; y si hay un huésped entre vosotros, pedidle con caridad que
60 diga él también las oraciones; insistid hasta dos o tres . veces, sin aspereza. En el momento de la ofrenda resiste tus pensamientos, haz que tus facultades se mantengan en el temor dé Dios, para ser digno de los santos misterios, y el Señor te curará.
63 Cuídate de· no dejar tu cuerpo envile-cerse en la saciedad: la vanagloria te sor-
65 prenderá; que . el joven no se ocupe de su cuerpo pues esto le es útil; que no lleve jamás hermosos · vestidos hasta que llegue a
66 la edad de hombre, pues esto es para él un 67-68 remedio; para el vino, que se fije hasta tres
vasos en caso de necesidad; que no descu-69 bra jamás sus dientes al reir, sino que su ros
tro esté dirigido hacia el suelo por vergüenza. Cuando vaya a dormir, que se ejercite
70 en no meter sus manos bajo sus vestidos, pues el cuerpo tiene muchas pasiones que el corazón satisface. Cuando esté obligado
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a salir, que se ponga sus sandalias hasta re-72 tomar a su celda, donde debe ejercitarse en
no llevarlas. Cuando carnirie, que tenga sus manos contra su cintura, y no las deje bailar, como los seculares.
73-74 Cuando marche con un superior, que no le preceda jamás¡ cuando él permanezca de pie y hable con alguno, que no le falte el respeto sentándose, sino permanezca de pie hasta que él diga lo que debe hacer.
75 Si vas por una ciudad o un barrio, que 76 tus ojos permanezcan bajos para no susci-77 tar en ti combates en tu celda¡ no duermas
afuera, en la casa de alguien donde tu corazón tenga miedo de pecar. Si debes comer en alguna parte y sabes que una mujer co-
78 merá allí, no te sientes, pues es mejor que molestes al que te invita antes que tu corazón cometa adulterio en secreto. Si puedes,
79 no mires ni siquiera el vestido de las mujeres¡ cuando marches por un camino, si una mujer te dice: "La paz sea contigo", respóndele en tu corazón, manteniendo los ojos bajos.
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LOGOS4
Sobre la conciencia de aquellos que viven habitualmente en celda
XI 1 Si hacéis camino, y hay un débil entre
vosotros, dejadlo caminar delante vuestro para que pueda sentarse cuando lo desee.
2 Si sois jóvenes y os encontráis afuera, ya sea para la ablución, o para la mesa, determinad . de antemano cómo decidiréis quién se servirá primero, de modo que, cuando llegue la hora de la ablución no seáis turbados¡ pero ~i uno entra primero, que el otro entre.a su tumo, después.
3 Si interrogas a un Anciano sobre su pen-samiento, descúbrele dicho pensamiento con libertad, si sabes que es digno de confianza y guardará lo que has dicho.
5 Si conoces una falta de tu hermano, no la digas a nadie, pues eso representa la muerte para tí.
6 Si algt.inos hablan de pensamientos que te hacen l~ guerra, no busque escucharlo, para no atraer combates.
7 Dedícate a realizar durante la noche nu-merosas oraciones, pues la oración es la luz detualmá.
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8 Considera, cada día, en qué has peca- de tu amigo por causa de su número, no los do, y si oras por tus faltas, Dios te las per- menosprecies y no los abandones a escon-donará. didas para irte a comer, sino examina con
9 Si un hermano se deja arrastrar delante 15 ellos lo que es necesario hacer, escuchando tuyo a hablar mal de otro, no tengas ver- con humildad lo que te dirán. Marchando güenza, no lo escuches y no peques contra con ellos, no tengas una excesiva opinión Dios, mas dile con humildad: "Perdóname, de tí mismo y no huyas de los trabajos ser-hermano, soy un miserable, lo que tú dices viles. es mío, y no lo puedo soportar". 16 Si, habiendo salido de viaje, quieres ir a
10 Si un hermano te ha perjudicado y al- casa de un hermano y él rehusa recibirte, si guien habla mal de él ante tí, cuida tu cora- lo ves en camino o llega a tu casa sin saber-zón por miedo a que el mal se reavive, re- lo, otórgale las muestras de la mayor bon-cuerda delante de Dios tus pecados, pues dad. tú quieres que él te los perdone. 17 Si sabes que alguien habla contra tí, y lo
11 Si sales con hermanos que no conoces y encuentras en alguna parte o él viene a tu se comprueba que te son inferiores, testimó- casa, muéstrale, en la medida de lo posible, niales el respeto debido a los superiores. un rostro ~legre y acogedor y no le digas a
12 Si sucede que con ellos entras en casa propósito de lo que has escuchado: "¿Por de un amigo, hazlo siempre pasar antes que qué has dicho esto?", pues está escrito en tú para la oblución, sea para extender la los Proverbios: "Aquel que guarda rencor mano o para servirse, y no te conduzcas enfrenta la Ley" (Pr 21, 34). como si los hubieran recibido por tu causa, 18 Si sois: hermanos y salís para visitar a sino difiéreles ese honor diciendo: "Es por un hermano pobre, no lo embaracéis con causa vuestra que se me ha hecho esta gra- vuestras necesidades, sino comprad aque-cia". llo que os es menester para vuestro alimen-
13 Si, haciendo ruta con un hermano, te to, de manera que le quede, y conteritáos alejas para tratar un asunto en casa de algu- del albergue que habéis encontrado. no de tus amigos, y él te retiene para comer, ¡ 19 Si vas a casa de Ancianos que conoces, no pongas nada en tu boca antes de haber i y hay contigo hermanos a quienes aquéllos llamado a tu hermano para que repare sus 1
no conocen, no converses con los Ancianos \ fuerzas contigo. i olvidándote de los otros, sino cede el lugar 14 Si haces camino con muchos hermanos
1 a los que vinieron contigo para que expre-
y no te atreves a conducirlos contigo a casa sen sus pensamientos.
so 51
20 Si hay hermanos que habitan contigo, cesidades, tú deberías deshacerte de él para ten severo cuidado de lo que ellos escuchan evitar la turbación- "Es mejor, en efecto per-de tí, sabiendo que rendirás cuentas a Dios der, uno de tus miembros que tener tu cuer-por ellos. po todo entero arrojado en la gehenna" (Mt
21 Si te has exiliado por Dios, no busques 10, 29). relacionarte con las gentes del país, y no 27 Si has abandonado a tus parientes se-mezcles tu conversación a la suya, pues de gún la carne para llegar a ser extranjero por lo contrario hubiera sido rnejor para tí per- amor de Dios, no dejes que la dulzura de su manecer cerca de tus parientes según la car- recuerdo penetre en tí. Cuando estés en la ne. celda y te lamentes por tu padre o tu ma-
22 Si vas a la montaña a visitar los herma- dre, recuerdes a tu hermano o hermana, nos en monasterios, perm;;mece con aquél a sientas compasión por-tus hijos o desees en quién has ido a visitar y no vayas a casa de tu corazón a la mujer que has abandonado, otro sin preguntarle:" ¿Puedo ir, o no?, y si piensa en tu salida, en el momento inevita-él no esta satisfecho, no lo molestes hasta tu ble de tu muerte: ninguno de ellos te podrá partida. socorrer; ¿y por qué no abandonarlos por la
23 Si tomas una celda en un lugar que co- virtud? noces, no conserves muchos amigos; te bas- 28 Si vives retirado en tu celda y recuerdas tará con uno en caso de enfermedad, y no a alguien que te ha hecho mal, levántate y perderás la virtud de tu estado de extranje- ruega a Dios con todo tu corazón para que ro. te perdone, y el pensamiento de la vengan-
24 Si haces bien a un pobre, no le pidas un za te abandonará. pequeño trabajo para no perder el benefi- 29 Si vas a participar en los santos miste-cio que has ejercitado hacia él. rios de la ofrenda, vigila todo pensamiento,
25 Si entras en un monasterio que no co- así no comulgas para tu condenación (1 Co noces, permanece allí donde se te ha permi- 11, 29). tido sentarte, y no entres en otra celda sin 30 Si eres tentado durante la noche por una que te invite. representación del comercio carnal, vigila tu
26 Si vives retirado en tu celda, no conser- corazón durante el día para que no consi-ves para tí ningún objeto: que te haga en- dere cuáles eran los cuerpos de tu sueño, a frentar el mandamiento de la caridad fra- fin de no mancharte por ese placer y no ha-ternal en caso de que tu hermano te lo pida cer pesar sobre tí mala cólera, sino arrójate -salvo que tengas sólo lo justo para tus ne- ante Dios con todo tu corazón y él vendrá
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en tu ayuda, pues tiene piedad de la debili- cosa secreta, proporciónale el medio de huir, dad del hombre. pero no le permitas habitar contigo.
31 Si practicas la ascesis, que tu corazón no 40 Tú, que vives retirado en tu celda, fíjate cuente sólo con ella para preservarte, si no una medida en el alimento, dando lo nece-di a tu pensamiento: "A causa de la mortifi- 41 sario a tu cuerpo para que te sostenga cuan-cación de mi cuerpo, Dios escucha mi mise- do haces tus oficios y para que no desee sa-ria". lir fuera. No comas nada por el placer de
32 Si alguien te insulta, no le repliques, deja seguir tu gusto, ya sea bueno o malo. que se calme; y si te examinas a tí mismo, 42 Si se presenta la necesidad de visitar a encontrarás en tí lo que escúchaste de él; haz un hermano o a un monasterio, no des has-una metanfa como si hubieras pecado y la ta la saciedad a tu cuerpo todo lo que allí bondad de Dios te recibirá nuevamente. encuentre de agradable, para que desee vol-
33 Si haces camino con hermanos, y se en- ver pronto_ a la celda y no se traicione a sí cuentra entre ellos uno por: quien tú sientes mismo. afecto en Dios, no le hables.familiarmente a 43 Si los demonios incitan a tu corazón a la vista de los otros, por temor que haya una ascesis más allá de tus fuerzas, no los entre ellos uno débil y habite en él la envi- escuches: pues ellos incitan· al hombre ha-dia. Serás tú quien llevarás su pecado, ha- cia todo aquello que sobrepasa sus posibili-biéndole dado ocasión de pecar. dades, hasta que cae entre sus manos y ellos
35 Si vas a casa de hermanos, no esperes 44 se regocijan a sus expensas. No comas más que tengan mucha alegría por tí, a fin de que una vez por día y da lo necesario a tu que, si te reciben, des gracias a Dios. cuerpo de manera que, cuando te levantes
36 Si caes enfermo mientras vives retirado de la mesa, desees todavía comer. 37 en tu celda, no te desalientes, sino da gra- 45 Haz tu vigilia con dignidad y no prives
das a Dios. Si ves a tu alma en la turbación a tu cuerpo de lo que necesita, pero cumple dile: "Esta enfermedad, no es mejor para tí tus oficios con medida y ciencia por miedo que la gehenna donde debes ir?", y ella se a que, por exceso de vigilia, el alma se obs-callará. curezca y abandone el estadio; pues la mi-
38 Si te diriges a casa de hermanos, y uno 46 tad de la noche basta para los oficios, y la de ellos te dice: "Yo no tengo descanso aquí, otra para el reposo del cuerpo; pasa dos ho-sino que deseo habitar contigo", no le des ras antes pe acostarte orando y salmo-oportunidad de causar e~cándalo; y si te diando, luego descansa y, cuando el Señor dice: "Mi alma perece", por causa · de una 47 te despierte, haz tu oficio con celo; si ves
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que tu cuerpo es perezoso dile: "Tú, ¿quie- cen los seculares, sino dalo por lo que él res descansar durante este .breve momento valga, para no perder la virtud de tu celda. y ser arrojado en las tinieblas exteriores?" y. Si compras alguna cosa que necesitas no si te esfuerzas, poco a poco, la fuerza llega- regatees:"Si no es por tanto no lo compra-rá. ré!", si tú lo quieres, esfuérzate un poco, y
48 No tengas amistad con personas tales si no tienes con qué pagar, déjalo sin decir que tu conciencia tema que otros lo sepan, una palabra. Y si tus pensamientos te ator-para no dar conscientemente ocasión de es- mentan diciendo "¿Dónde encontrarás cándalo. esto?" diles: "Yo he llegado a ser totalmen-
49 Si estás en un monasterio y teniendo un te como los santos a los que Dios prueba me-esclavo lo conservas, injurias a tu hábito; y diante la pobreza, hasta comprobar que su si lo das a un hermano, pecas contra Dios; voluntad es fiel, para llevarlos a la abundan-libéralo, pues, y dile que se vaya; y si quiere cia". hacerse monje, está en su derecho, pero no 54 Si un hermano te confía un objeto, y lo dejes contigo, pues eso no es útil para tu sucede que tú lo necesitas, no lo toques en alma. su ausencia, a menos que se lo hayas dicho.
so Si llevas un género de vida en el que 55 Si, cuando sales un hermano te dice: mortificas a tu cuerpo por. amor a Dios; y 56 "Cómpr~e un objeto", si tú puedes com-por causa de ello los hombres te admiran y prado, có:rp.praselo también a él. Pero si per-te honran, es necesario renunciar a él y maneces con otros, no hagas esto sin que lo adoptar otro, para que tu trabajo no sea sepan, pues turbarías a tus compañeros. vano. Pero si escapas a la vanagloria, no 57 Si estás obligado a dirigirte a tu aldea prestes atención a los hombres, sabiendo por un asunto, cuídate de tus parientes se-que Dios aprueba lo que haces. gún la carne; no trates fa:tniliarmente con
51 Si has renunciado al mundo, no conser- ellos y no te mezcles en sus conversaciones. ves nada para tí. Si tienes el deseo de circu- 58 Si tomas prestada alguna cosa a tu her-lar de lugar en lugar, y aún tienes tus senti- mano, para tu uso, no seas negligente, sino dos enfermos, no lo hagas, pues tu alma se piensa en ·devolverla rápidamente; y si es verá perjudicada; fatiga entonces tu cuerpo una herramienta, devuélvela inmediata-en el trabajo manual, a fin de permanecer mente de haber hecho tu trabajo; si la rom-retirado, como conviene, en tu celda. pes haz otra.
52 Si vas a la ciudad a vender el trabajo de 59 Si has. dado algo a un hermano pobre tus manos, no regatees el precio como ha- en préstamo y te das cuenta de que no pue-
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de devolvértelo, no le atormentes y no lo 66 Si tu hermano, engañado por los discur-trates con rigor, cualquiera sea la cosa que sos de los herejes se ha extraviado lejos de le hayas dado, moneda o vestido, según tus la fe sin saberlo, y ha quedado atrás, no lo posibilidades. desprecies, pues eso le ha sucedido por ig-
60 Si, yendo a habitar en alguna parte has norancia. tomado una celda y hecho por ella gasto, y 67 Cuídate de discutir con los herejes que-la has dejado después de algún tiempo y 68 riendo defender la fe, por temor a que sus otro hermano la habita, cuando quieras vol- vergonzosos discursos te hieran. Si encuen-ver allí, no lo expulses, sino busca en otra tras un libro considerado herético, no de-parte una celda, para no pecar ante Dios. sees leerlo, por temor a que llene tu cora-Pero si él quiere irse por su propia volun- 69 zón de un veneno mortal; conserva la fe de
61 tad, no serás culpable, y si has dejado obje- tu bautismo sin agregar ni suprimir nada. tos en tu celda y él se ha desembarazado de Cuídate de la pretendida ciencia que se opo-ellos, no los reclames. ne a la /1 santa doctrina", como dice el Após-
62 Si abandonas tu celda, ten cuidado de tol (1 Tm 1, 10; 6, 20). llevar contigo lo que es necesario en ella, 70 Si eres joven, y todavía no has someti-sino déjalo para un hermano pobre, y Dios do tu cuerpo, y oyes contar las altas virtu-proveerá donde tú vayas. ·. des de los: Padres, no las persigas querien-
63 No sientas vergüenza de decir a tu su- do obtenerlas sin hacer nada, pues ellas no perior todo pensamiento que te haga la gue- vendrán a tí sin que las cultives; pero, si lo rra y serás aliviado, pues nada hay que re- haces, vendrán a tí por sí mismas. gocije tanto a los demonios como un hom- 71 Cuídate de la acedía, pues ella es la que breque calla sus pensamientos, ya sean bue- destruye el fruto del monje. Cuando luches nos o malos. contra una pasión, no te desalientes, sino
64 Ten cuidado, comulgando en la oblación, arrójate ante Dios diciéndole con todo tu de no tener querella con tu hermano, pues corazón: /1 ¡Ven en ayuda del miserable que de otro modo te condenarás a tí mismo. soy!", tendrás el reposo.
65 Si descubres que puedes interpretar de 72 Si una obscenidad es sembrada en tu manera alegórica las palabras de la Escritu- corazón mientras estás sentado en tu celda, ra, interprétalas así, pero cuídate de desde- resiste en tu alma para que ella no tenga im-ñar la letra por temor a que te fíes más de tu perlo sobr_e tí. Di a tu alma: "¡Si temes que propio sentido que de la Santa Escritura, pecadores como tú perciban tus pecados, pues ése es un signo de orgullo. con mayor razón temerás a Dios que los
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conoce todos!" y de esta reflexión nacerá en tu alma el temor de Dios; y si permaneces con Él, te mantendrás bueno, imperturbable en medio de las pasiones, tal como se ha escrito: "Aquéllos que confían en el Señor son como el monte Sión, que por nada vacila y es estable por siempre" (Sal 124, 1).
73 Si practicas la ascesis combatiendo la Enemistad y la ves debilitarse ante tí y batirse en retirada, que tu corazón no se regocije, porque la malicia de los demonios está detrás de ello y prepara una guerra peor que la primera: ellas abandonan la ciudad haciéndole creer que no la molestarán; si te levantas para marchar a su encuentro, huyen ante tí por debilidad y entonces, si tu corazón se eleva porque lo has perseguido y dejas la ciudad, unos se alzan por detrás, otros por delante, colocando a la desdichada alma en medio de ellos sin escape posible (Cf. Jos 8). La salvación de la ciudad, pues, consiste en arrojarse ante Dios de todo corazón, y Él la salvará de todos los ataques del enemigo.
74 Si ruegas a Dios para~que te libere de 75 una guerra y no te satisface, no te desani
mes, pues El sabe mejor que tú lo que es útil; pero en toda demanda-que dirijas a Dios en el momento del combate, no digas: "Señor Jesucristo, ven en mi ayuda y no me dejes pecar contra ti, pues ~stoy extraviado; no me dejes seguir mi voluntad, no permitas que sucumba en mis pecados, sé com-
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pasivo con tu criatura, no me desprecies porque soy débil, no me abandones porque me refugio en ti (Sal 142, 9), cura mi alma pues he pecado contra ti, (Sal 40, 5), todos mis perseguidores están ante mí (Sal 48, 21) y no tengo refugio, si no es en ti. ¡Señor!, sálvame a causa de tu misericordia (Sal 6, 5), que enrojezcan de vergüenza todos aquéllos que se levantan contra mí, aquéllos que buscan mi alma para exterminarla (Sal 39, 15), pues tú Señor, tú eres poderoso en todo, y por ti es la gloria a:Dios Padre y al Espíritu por los siglos de los siglos amén". Y tu conciencia le dirá en secreto a tu corazón la razón por la cual Dios no te satisface, a ti te corresponde entonces no despreciarla, lo que ella te diga debes hacer, hazlo. En efecto, es imposible que Dios no satisfaga al hombre, a menos que el hombre lo desobedezca, pues aunque Él no está lejos del hombre, nuestros deseos le impiden escucharnos.
77-78 Además, que nadie te engañe: así como la tierra no puede fructificar por sí misma sin semilla y sin agua, del mismo modo le es imposible al hombre dar fruto sin mortificación y humildad.
Exhortación a seguir la conciencia
98 Mantengámonos pues, bienamados, en el temor de Dios, guardando y observando la práctica de las virtudes, sin dar escánda-
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lo a nuestra conciencia. VÍgilémonos en el temor de Dios, hasta que la conciencia se libere ella misma de nosotros para realizar la unión entre ella y nosotros. Seguidamente, ella se convertirá en nuestra guardiana y nos mostrará cada punto sobre el que fallamos y, si no le obedecemos, se alejará de nosotros, nos abandonará y .caeremos en las manos de nuestros enemigos, que no nos perdonarán, como nos lo ha enseñado nuestro Maestro cuando ha dicho: "Reconcíliate con tu adversario mientras estás con él en el camino, por temor a que te entregue al juez, y el juez al guardia que te arrojará en prisión. En verdad, te digo que no saldrás hasta que hayas pagado la última moneda" (Mt 5, 25). Se dice que la conciencia es un adversario porque ella se opone al hombre cuando éste quiere satisfacer los deseos de su carne y, si el hombre no la escucha lo entrega a sus enemigos.
100 Esa es la razón por la cual Oseas, llo-rando a Efraín decía: "Efraín ha maltratado a su adversario" (Os5, 11), y: "él arrojó a los pies el juicio. El deseó el Egipto y ha sido llevado por la fuerza entre los asirios" (lb 7, 11). "El Egipto", quiere decir que su corazón buscó sus propios deseos carnales; que "ha sido llevado por la fuerza entre los asirios", quiere decir que, de buen o mal grado, él sirve a sus enemigos. Tomemos cuidado de nosotros mismos, bienamados, para no caer en manos de nuestra voluntad
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carnal, por temor de que ella nos lleve por la fuerza entre los asirios y que escuchemos esta amarga palabra: "El rey de los asirios vino a la tierra de Israel, él deportó a Israel y Efraín enAsiria, y los estableció en Helaia y en Habor, los ríos de Chouza, y están todavía allí" (cf 2R 17, 5-6y1Cro 5, 26). Entonces el rey de los asirios tomó una parte de sus pueblos y los envió a habitar en tierra de Israel, y cada uno de ellos hizo una estatua y la adoró, y he aquí que están todavía allí hoy; esto sucedió a Efraín porque "él maltrató a su adversario y arrojó a los pies el juic~o".
El ejemplo de los santos
102 Reconoced ahora, hermanos, a aquellos que han seguido sus malos deseos y maltratado su propia conciencia! No rivalicemos con éllos, mis bien amados, sino con todos los santos que han rehusado hasta la muerte ceder al pecado, que han obedecido su santa conciencia, y que han heredado el Reino celeste. Cada uno de ellos alcanzó la perfección de la pureza en su propia generación, y sus nombres han llegado a ser inolvidables para todas las generaciones.
El ejemplo de ]acob (Gn 28, 1-15).
108 Tomemos ejemplo de Jacob, el bienama-do, que obedeció en todo a sus padres se-
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gún Dios; él, que después de haber recibido su bendición quiso partir a Mesopotarnia para tener allí hijos, pues no quería tenerlos de las hijas de Canaan que irritaban a sus padres. Entonces, tomando su bastón y el vaso de aceite, llegó al lugar llamado Bethel, que significa casa de Dios; allí se durmió y, por la noche, vio en una revelación la figura de una escala que desde el cielo llegaba hasta la tierra y, mientras los ángeles de Dios subían, el Señor se apoyaba sobre ella. Este es un signo para aquél que comienza a servir a Dios: al comienzo la figura de las virtudes le es revelada, pero si no se esfuerza por ellas, no alcanza a Dios.
(Gn 28, 15; 29-30).
Jacob se levantó y estableció una alianza con Dios para ser su servidor, y Dios lo fortificó diciendo: "Estaré contigo y velaré sobre ti" (Gn 28, 15). Entonces fue a Mesopotarnia para elegir allí una esposa. Y cuando vio a Raquel, la hija del hermano de su madre, la amó y sirvió siete años por ella, pero no le fue dada antes de que hubiera tomado primero a Lía; Raquel permaneció estéril hasta que él cumplió por ella otro servicio de siete años.
109 He aquí la razón: la Mesopotamia es lla-mada así por estar situada entre dos ríos; el primero se llama Tigris, el segundo Eufrates; el primero corre entre los asirios, el segun-
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do no corre entre enemigos, sino, al contrario, se le llama "Aquél que corre cómodamente"; el Tigris significa el discernimiento y el Eufrates la humildad. Lía es tomada como símbolo de los trabajos corporales y Raquel es el símbolo de la contemplación de la verdad.
Esas cosas suceden al hombre que está en Mesopótamia a fin de que, por medio del discernimiento, realice los trabajos corporales -pues ellos son los que se oponen al odio de los asirios- y, pormedio de la humildad adquiera la contemplación verdadera.
(Gn 29, 31-35).
110 Pero Raquel no le dio descendencia an-tes de que Lía hubiera puesto en el mundo todos sus hijos y él hubiera terminado otro servicio de siete años por Raquel. He aquí la razón: si el hombre no ha cumplido todas las obras, la contemplación verdadera no le es otorgada.
(Gn29, 17).
111 Él te~ja dos mujeres, pero amaba a Raquel más que a Lía, pues ésta tenía los ojos débiles, mientras que Raquel era absolutamente perfecta. Estas palabras: "su primera mujer tenía los ojos débiles" quieren decir que en tanto el hombre se dedica a los trabajos corporales, no ve todavía la gloria
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de la contemplación verdadera, por el he-cho de que la Enemistad mezcla en sus obras
(Gn 32, 23-33).
el respeto humano. Pero él no debe inquie- Está dicho que, cuando Jacob hizo atra-tarse. vesar a todo su campamento por el vado de
Yaboc y se quedó solo sobre la ribera, reci-(Gn 30, 9-24). bió la gracia de la bendición de Dios, que le
dijo: "Tu nombre no será más Jacob, sino En efecto, cuando Lía deja en un mo- Israel" (Gn 32, 29). El fue llamado Jacob
mento de parir, da su sir\rienta Zilpa a su porque suplantó la Enemistad para mere-marido. Ella recomenzó entonces a parir y cer la Bendición y salvar sus facultades que llamó a su hijo Azer, que significa riqueza. estaban en manos del enemigo. Cuando las ·.:- .
Y cuando Lía dejó de parir, Dios recordó a hubo liberado, su nombre fue cambiado por Raquel. He aquí la razón: Cuando los tra- el de Israel, que quiere decir: espíritu que bajos corporales han conquistado a las fa- vea Dios. cultades y éstas están liberadas de pasiones, entonces la contemplación verdadera reve- (Gn 33, 1-4). la sus propias glorias al espíritu.
113 Ahora bien, cuando el espíritu llega a (Gn 37, 3 y 8). ver la gloria de la divinidad, la Enemistad
lo teme. Es por ello que, aunque Esaú fue a 12 Si los hijos de Lía eran un sostén para su encuentro lleno de amargura, la humil-
Jacob, él amaba sin embargo a José más que dad de Jacob aplacó su malevolencia y ya a todos ellos, lo que quiere decir que, inclu- no lo combatió. E incluso si la Enemistad so si los trabajos corporales guardan al hom- envidia al hombre viendo la gran gloria que bre del enemigo, es la contemplación ver- ha recibido, no puede hacerle violencia, <ladera la que lo une a Dios. Es por ello que, pues es Dios quien le ayuda, como está es-desde que Jacob vio a José, quiso volver a crito: "Vuelve al país de tus antepasados y casa de sus padres, pues sabía que su hijo yo estaré contigo" (Gn 31, 3). sería el rey de sus hermanos.
(Gn 33, 18-20).
Finalmente, él llegó a Salem, compró allí un campo y construyó en él un altar al Se-
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ñor que lo había escuchado en el día de la prueba. El nombre Salem significa paz. Esto quiere decir que, si el hombre atraviesa la guerra en la cual Dios lo protege, él llega a la paz, eleva un altar de doce piedras y ofrece en él los trabajos de su servidumbre en Mesopotamia, junto con los bienes que adquirió en la tierra de promisión.
El ejemplo de Moisés
Tal era también Moisés, el bien amado, que hizo salir el pueblo de Egipto, lo salvó de la mano del Faraón y le hizo cruzar el Mar Rojo. Cuando vio la muerte de sus enemigos y envió a J osué a exterminar a Amal~, permaneció él mismo de pie en la cumbre de la montaña, con sus manos sostenidas por Aaron y Or para que no cayeran del signo de la cruz hasta que Josué volvió con alegría después de haber exterminado a Amalee. Entonces él construyó un altar de doce piedras sobre la montaña y llamó a ese lugar: "El Señor es mi refugio, pues Dios ha combatido con sú mano invisible con Amalee de generación en generación" (cf. Ex 17, 8-15).
El nombre Amalee, significa acedía, pues cuando el hombre comienl;a a huir de sus voluntades, abandona sus pecados y recurre a Dios, la acedía es la primera en combatirlo, pues ella quiere hacerlo retornar nuevamente a sus pecados. Lo que hace desapa-
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recer es el comercio con Dios; el medio de obtener ese comercio es la temperancia; lo que conserva la temperancia, es el trabajo corporal y, todo esto, lo que libera a Israel. Entonces el hombre da gracias a Dios diciendo: "Yo soy incapaz, pero tú eres mi sostén de generación en generación".
El ejemplo de Elias
Tal era también el gran profeta Elías ( cf. lR 18, 31-44), a quien le fue imposible exterminar a todos los profetas de la vergüenza que se le oponían, antes de haber purificado el altar de doce piedras, de haber arrojado los trozos de madera sobre los cuales vertió agua y colocó una santa víctima, y antes de que Dios fuera para él un fuego, consumiendo el altar y lo que allí se encontraba. En ese momento fue lleno de seguridad contra sus enemigos; y cuando los hubo exterminando hasta el último, dio gracias a Dios diciendo: "¡Eres tú quien está en todo esto!"
Está escrito que colocó su rostro entre sus rodillas. En efecto, si el espíritu gobierna cuidadosamente sus facultades, adquiere la inmortalidad. Y la inmortalidad lo lleva a esas glorias que Dios le revela. Si el servidor de Elías mira y no ve levantarse ninguna de las siete pasiones, percibe entonces una nube pequeña como el pie de un hombre que hace subir el agua de la mar, y
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que es el descanso del santo Paráclito. Puei la inmortalidad consiste en cumplir los tra. bajos santos y no retornar a aquello por lo¡ cual se ha implorado perdón. Si Dios rec¡. be los trabajos del hombre, lo que él haga estará a salvo de la enemistad, y sus enenu. gos, entonces, no podrán mantenerse ante él. Cuando ellos se dan cuenta de que su voluntad no está en él, entonces se desban. dan por sí mismos, como está escrito: "In. vocad los nombres de vuestro Dios, y aquél; que satisfará por el fuego, ése será el Señorl Dios" (1R 18, 24). Esa es la suerte de todo lo que el enemigo pretende sembrar en el hom. bre cuando éste no lo consiente: los enemi.· gos no pueden cumplir sti voluntad. Po. nen toda su fuerza en ella, pero el hombre! de Dios no lo obedece pues él no lo consiente\ en su corazón que permanece en la volun. / tad de Dios, según está escrito: "Invocad el! nombre de vuestro Dios y yo invocaré el j nombre del Señor mi Dios".
Conclusión. La oración satis/ echa
118 Estas palabras no son para ellos solos, sino para todos los que siguen la voluntad de Dios y cumplen sus mandamientos. Lo ! que para ellos era símbolo ha sido escrito \ para advertirnos a nosotros, que seguimos 1
sus pasos (d. 1 Co 10, 11) .. Ellos combatie- ¡' ron para adquirir la inmortalidad y ésta los guardó de todo trato con el enemigo, pues 1
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se arrojaron bajo la protección de Dios implorando su asistencia, sin poner su confianza en cualquier trabajo que hubieran realizado. Y la protección de Dios les ha sido como una ciudad fortificada, pues ellos sabían que sin su ayuda eran impotentes; y su humildad les hacía decir con el salmista: "Si el Señor no cuida la ciudad, en vano vela el guardián" (Sal 126, 1).
119 Si Dios ve que el espíritu le está someti-do con toda su fuerza y que no tiene otro sostén que Él soló; lo fortifica diciendo: "No temas, Jacob, hijo mío, pequeño Israel" (Is 41, 14) y también: "No temas, pues yo te he comprado, y te he llamado por tu nombre, tú me perteneces". Si atraviesas las aguas, estoy contigo, y los ríos no te sumergirán. Si pasas por el fuego, no serás quemado, la llama no te consumirá, pues yo soy el Señor tu Dios, el santo de Israel, tu Salvador (Is 43, 1-3). '
120 Si el espíritu escucha esas palabras tranquilizadoras, desafía a la Enemistad diciéndole: "¿Quién es el que me combate? ¡Que se presente ante mí! ¿Quién es el que me juzga? ¡Que se acerque a mí! Puesto que el Señor es mi socorro, ¿quién me perjudicará? "¡Vosotros, todos, envejeceréis como una vestimenta; como tejido seréis comido por las polillas!" (Is 50, 8-9).
Dios tiene poder suficiente para hacer que nos encontremos entre aquéllos que poseen la humildad que los cuida, les sirve
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de casco y los protege de todo ataque enemigo por la gracia de Dios, a quien pertenece la fuerza, la gloria, y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
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LOGOSS
Sobre los preceptos seguros y la edificación de aquellos que quieren
habitar juntos en paz
XII 1
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Si hacéis camino juntos, tened presente, en el pensamiento, a aquél que entre vosotros sea débil, por si tiene necesidad de sentarse un instante o de comer un poco antes de la hora.
Si salís a trabajar juntos, que cada uno de vosotros esté atento a sí mismo y no a su hermano, para no darle lecciones ni órdenes.
Si hacéis un trabajo en el interior de la celda, si construís alguna cosa, aunque sea un fogón o cualquier objeto, dejad que aquél que trabaja lo haga tal como lo entiende; pero si él pide: "Por caridad, mostradme cómo hacer, pues no lo sé", y otro lo sabe, que no tenga la perversidad de decir: "Yo no sé". Pues ésa no es la humildad según Dios.
Si ves a tu hermano hacer alguna cosa, no importa cómo, no le digas: "¡Te equivocas!", perq si él te pide: "Enséñame por ca-
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ridad" y tú te callas sin enseñarle, no tienes ne, para no llenar su corazón de un veneno en ti el amor de Dios, pues conservas la mortal. malicia. 10 Si te ausentas por necesidad, no interro-5 Si tu hermano ha preparado un plato gues a nadie sobre cosas que no te concier-que no es bueno, no le digas: "¡Lo has coci- nen, a fin de volver sano y salvo a tu celda. nado mal!" pues eso representa la muerte Lo que escuches sin querer, no lo cuentes a para tu alma, sino examínate: si hubieras tus hermanos al volver. sido tú el que escuchara e5o de otra perso-11 Si os encontráis afuera, no os dejéis lle-na, ¡cómo te habrías turbado!; y tendrás el var por la familiaridad en cualquier lugar reposo.
donde entréis, para que se obtenga prove-6 Si salmodiais juntos, y uno de vosotros cho de vuestro ejemplo, sobre todo en lo que se equivoca en una palabra, no se lo digais concierne al silencio, oculto y visible. inmediatamente para no turbarlo; si una 1 12 Todas estas pasiones son en el débil la palabra es omitida, que quede así, pero si el causa de la pereza de su corazón, pues él no hermano pide: "Por caridad, dímela", ve sus propios pecados. Ahora bien, la ayu-hacedle la corrección. da de Dio~, la esperanza, la dulzura, la ~on-7 Si en la mesa coméis alguna cosa que a ciencia, repudiar la voluntad propia y uno de vosotros le disgusta, que no diga: violentarse en todo, se relacionan con la hu-"Yo no puedo comer eso", sino que se es- mildad; mientras que el orgullo, la discor-fuerce hasta la muerte, por Dios, y Dios le dia, estimar que uno sabe ~s q~e su her-otorgará el reposo. mano, arrojar a los pies la conciencia, no pre-8 Si hacéis juntos una obra, y uno de vo- ocuparse de lo que aflige contra ti a tu her-sotros la abandona por desaliento, que na- mano, y decir "Eso no es asunto mío", es die le haga reproches, sino mostraos aún propio de la dureza de corazón. más amables con él.
13 Si haces tu trabajo manual y entras en 9 Si llegan hermanos a vuestra casa, es ne- la celda de tu hermano, no calcules si has cesarlo que no les pidáis noticias que os per- hecho más que él, o él más que tú. judicarían y dejarían cautividad en vuestra 14 Si trabajas con un débil, no rivalices con celda. Pero si el visitante no puede conte- él en secreto, queriendo hacer más. nerse, y dice a uno de vosotros cosas perju- 15 Si tu hermano hace mal un trabajo, no diciales, aquél que las escuchó no debe re- le digas nada, a menos que te pida: "Por petirlas a ninguno de los hermanos, sino que caridad, hermano, enséñame"¡ si tú sabes y callará hasta que su cautividad lo abando- te callas, eso es tu muerte.
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16 Si hacéis vuestro trabajo manual, cual-quiera sea, haced lo posible para no comparar lo que habéis hecho con lo que ha realizado otro hermano durante la semana, pues eso es una incorrección.
17 Si vas al trabajo con tUs hermanos, no desees que ellos se den cu~ta de que tú has hecho más; pues la obra qúe el hombre realiza en secreto, es la que Dios espera de él.
18 Si por impaciencia tu hermano te con-testa mal, sopórtalo con alegría, y si tú examinas tu pensamiento según el juicio de Dios, descubrirás que has pecado.
19 Si habitas con hermanos, y tu pensa-miento quiere que te limites en el come~ dile a tu pensamiento: "El débil que está aquí es mi maestro". Si deseas una mayor abstinencia, toma una celda solo y no atormentes a tu hermano débil.
20 Si llega a vuestra casa-un hermano ex-tranjero, del que habéis oído que gusta aparentar, no lo estimuléis con palabras para que no aparezca su defecto.
22 Si quieres recibir algwia cosa que nece-sitas, no murmures contra tu hermano diciendo: "¿Por qué no ha pe~ado por sí mismo en dármela?" pero dile con toda franqueza y simplicidad: "Por caridad, dame esto, que lo necesito"; he aquí, en efecto, la santa pureza de corazón. -Pues si no lo dices, si tú murmuras y lo condenas en tu corazón te expones al juicio.
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23 Si hay . una cuestión entre vosotros so-bre una frase de la Escritura, que aquél que la conoce y la comprende incline en la medida de lo posible su manera de ver ante su hermano y le procure el reposo en la alegría: la explicación buscada es ésta: humillarse ante el hermano.
24 Aquél que está atento al juicio del tri-bunal ante el cual debe comparecer, hace lo posible para no verse obligado a permanecer con la boca cerrada, sin encontrar nada qué decir en su defensa en esa hora terrible.
25 No busquéis enriqueceros con las obras de este mundo para no semejaros a letrinas donde cada uno va a dejar lo que hay en su vientre y donde se desparrama un enorme hedor. Llegad a ser, mejor, en la pureza, un altar de Dios, haciendo imponer sin cesar, maftana y tarde, los inciensos por el sacerdote interior, para que el altar no quede jamás sin incienso. Esforzáos ante Dios, pidiéndole siempre que os otorgue simplicidad e integridad, y que separe de vosotros lo que sea contrario a esto, es decir, la picardía, la sabiduría diabólica, la curiosidad, el amor propio y la malicia del corazón, pues todo esto destruye las obras de quienes actúan así. Al fin de cuentas, si un hombre teme a Dios con ciencia y sus oídos sometidos a su conciencia según Dios, él le enseñará en el secreto mucho más que lo que yo acabo de decir. Pero si no hay allí dueño de casa, la morada de ese desdichado hombre
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está librada a la voluntad propia, y el pr¡.¡ mero que llega le dice lo que quiere, pues su corazón no está sometido a su autoridad sino a los enemigos. . '
26 Si debéis salir a hacer algún pequeño! trabajo, que uno no desdeñe al otro salien. do solo y dejando a su hermano con su con., ciencia sufriendo en la celda, sino que le diga con caridad: "¿Quiéres que vayamos?" y¡ si ve que aquél no está en reposo en ese j momento, o que su cuerpo está indispues. j to, que no discuta: "¡Es ahora cuando es ne-¡ cesarlo salir!", sino que espere un poco y vuelva a su celda con la caridad que produ. ce la compasión. Cuidáos de resistir al her. mano en alguna cosa, para no afligirlo.
27 Si alguno habita con su padre o su her- 1 mano, que no adopte jamás la manera de \ ver de alguien del exterior, sino, en todas ' las cosas, la de aquél que habita con él: he aquí la paz y la sumisión.
28 Si habitas con tu padre o tu hermano, no busques tener amistad secreta con alguno, o escribir a alguien cartas a escondidas, no queriendo que los hermanos que habitan contigo lo sepan, pues eso sería tu pérdida y la suya.
29 Si tú habitas con alguien que te es supe-rior, no debes cumplir tu obra de beneficencia hacia un pobre sin consultarlo previamente ni hacerlo a escondidas.
30 Si interrogas respecto a tus pensamien-tos, no lo hagas después dé haberlos reali-
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zado, sino habla de lo que te combate actualmente; ya se trate de cambiar de residencia, de aprender un trabajo manual o cambiarlo, de cohabitar con algunos o abandonarlos; interroga con libertad antes de realizarlo.
31 Ya sea por las enfermedades del alma o de las pasiones corporales por las que todavía te dejas arrastrar, no interrogues a su respecto como si todavía no las hubieras llevado acabo, pregunta en cambio acerca de tu herida, diciendo: "He sido herido ya", a fin de ser curado por tu llanto.
32 Si hablas de tus pensamientos, no seas hipócrita, y no digas una cosa por otra, o simulando que aquello de que hablas le ha sucedido a otro, sino di la verdad, y prepárate a hacer lo que se te diga pues de otro modo será de ti,;y no de los Ancianos a quienes interrogas, de quien te estarás burlando.
33 Si interrogas a los Ancianos respecto a un combate, no escuches en tu interior solamente a los Ancianos, sino ora primero a Dios diciendo: "Hazme misericordia e inspira a mis Padres para que me digan lo que tú quieres", luego haz con fe todo lo que te digan los Padres y Dios te dará el reposo.
34 Si habitas con hermanos y por algo no tienes reposo- sea por el trabajo o por una obligación, a causa del bienestar o porque no tienes la suficiente paciencia; por acedía o porque quieres retirarte a la soledad; por-
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que no puedes soportar el yugo o porque no puedes hacer tu voluntad; porque careces de lo necesario o porque quieres someterte a una mayor mortificación: porque estás enfermo y no puedes soportar la fatiga o por cualquier otra razón que impulse tu corazón -ten cuidado de no persuadirte a partir, de no rechazar el yugo, de no entregarte a la aflicción, de no huir secretamente ante la dificultad o en un momento en que te diriges reproches y el recuerdo de la fraternidad esté para ti velado por el mal; sino busca más vale un momento de paz, a fin de que tu corazón esté en reposo cuando te vayas. Toma sobre ti la condena de tí mismo para no denigrar a los hermanos con quienes habitas. No escuches a tus enemigos, transformando en malas sus buenas obras, huyendo de los errores y queriendo que los errores de tu hermano disimulen los tuyos, pues caerías, entonces, en poder de tus enemigos donde quiera que fueras a morar.
35 Si vas a un lugar para vivir, no debes tomar inmediatamente una celda para instalarte allí antes de conocer la vida que se lleva en ese sitio, por temor a que exista algo inconveniente para ti -sea por causa de preocupaciones, por haber allí ciertas personas, por causa de la gloria o del bienestar o en razón de la inconveniencia de tus amigosy, si eres sabio, te darás cuenta de todo eso en pocos días, ya que se trata de tu muerte o detu vida.
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36 Si prestas tu celda a un hermano para que pase allí algunos días, no consideres que tu hermano está bajo tu autoridad.
37 Si tomas una celda para pasar en ella algunos días, no destruyas ni construyas nada en su interior sin haber primero preguntado a aquél que te la presta si eso le viene bien o no, pues sería actuar sin conciencia.
38 Si habitas con alguien, aunque sea de paso, y élte da una orden, ten cuidado, a causa de Dios, de no desdeñarla ni transgredirla, ya sea en secreto o en la luz del día.
39 Si vives retirado en tu celda y te impo-nes alguna cosa a la hora de la comida, por ejemplo, no comer nada cocido o cualquier otra cosa, cuídate cuando salgas, de no decir a nadie, unavez sentado en la mesa: "Perdóname, yo no como esto", pues toda su labor se irá entonces, inútilmente, a las manos de tus enemigos; tu Maestro, el Salvador, dijo: '~Actúa en el secreto, a fin de que tu Padre que lo ve, te lo pague en el gran día" (cf. Mt 6, 4). Aquél que ama sus labores tiene cuidado de no perderlas.
40 Si estás con otros -cualquiera sea el tra-bajo manual en el que estéis ocupados, en el interior o en el exterior-, y tu hermano te llama, no le digas: "Espera un poco a que termine con esta pequeña cosa", sino obedécele inmediatamente.
41 Cuando estás trabajando, no pongas en evidencia un defecto que hayas notado afue
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ra, en casa de otros, y no lo tengas en la boca para decirlo a los hermanos, pues eso es la muerte para tu alma, aunque seas sabio.
42 Si habitas con hermanos que se han es-forzado todo el día, proporciónales un alivio haciéndoles comer antes de la hora.
No te mires, pero pon atención al juicio de Dios, ten a Dios ante los ojos en todo lo que hagas.
43 Si vas a habitar a un lugar, solo o junto con aquéllos que estaban allí antes que tú y ves allí un oficio o trabajos dañosos y perjudiciales, o bien poco monásticos, no abras la boca para reprocharlo; pero si esto no cesa, vete a otra parte y cuida tu lengua para no hablar mal de los que has ábandonado; eso sería, en efecto, la muerte para ti.
44 Si te has debilitado por las pasiones, pon cuidado en que nadie te hable de sus pensamientos apasionados como a quien es digno de confianza, pues eso sería la pérdida para tu alma.
45 Si sobreviene entre vosotros una pala-bra risible, guardáos de hacer escuchar vuestra risa, pues es un signo de falta de educación y de temor de Dios; ello muestra que no hay vigilancia en vuestro interior.
46 Siendo que en nuestros días la cólera viene sobre el universo, no seáis turbados por lo que escucháis, sino decid en vuestros corazones: "¿Qué es esto en comparación con el lugar donde debemos ir por causa de nuestros pecados?".
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47 Por el amor de Dios, leed esto para ob-servarlo, pues es muy triste para el fiel tener una obra defectuosa. Si observáis esto con simplicidad y ciencia iréis alegremente hacia el reposo del Hijo de Dios, mientras que si no lo hacéis así, tendréis trabajo aquí abajo y, cuando salgáis de vuestro cuerpo, seréis llevados al castigo. Según las escrituras, nuestro Maestro, Cristo, ha venido, en efecto, para lo que acabo de deciros; pero la dureza de nuestro corazón nos ciega a causa de sus voluntades ya que las preferimos y no tenemos, para con Dios, tanto amor cómo para con nuestras pasiones.
48 Mirad: me he dedicado a escribiros es-tas cosas, puesto que las precedentes no os han bastado. Por caridad, luchad desde ahora y no permanezcáis en vuestro corazón incircunci&o, sino acudid en vuestra propia ayuda durante el pequeño numero de vuestros días. Si observáis esto, será la humildad, la paz, la paciencia, la supresión de la voluntad y la caridad. Si no lo observáis y hay en vosotros envidia y disputa, discordia, orgullo, condena, murmuración y desobediencia, perderéis miserablemente vuestro tiempo e iréis, en verdad, al castigo cuando salgáis de vuestro cuerpo. Es por ello que, bienamados, amad a vuestros hermanos con una caridad santa y guardad vuestra lengua, para que vuestra boca no profiera ninguna palabra inconsiderada que pueda herir a vuestro hermano.
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49 El Señor Dios tiene el ·poder de permi-tirnos a todos cumplir y observar esto, a fin de· que encontremos misericordia por su gracia con todos los santós que le ha complacido. Pues a él pertenece la gloria, el honor y la adoración, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.
LOGOS6
Acerca de aquellos que quieren vivir en una perfecta soledad, velar sobre sí mismos para expulsar a los que les roban, no perder su tiempo en cautividad y amarga esclavitud,
los cuales logran apartar su corazón de las cosas que no les convienen porque
les hacen olvidar sus pecados. XIII 1 Escrutar indiscretamente la Escritura
engendra el odio y la disputa, mientras que llorar sobre los pecados aporta la paz; es, en efecto, un pecado para el monje sentado en su celda olvjdar sus propios pecados para escrutar indiscretamente las escrituras. Aquél que aplica su corazón a buscar:" ¿Qué dice la Escritura? ¿Esto o lo otro?", antes de ser el amo de sí mismo, tiene un corazón indiscreto y está sometido a una gran cautividad. Aquél que vela para no caer en cautividad prefiere siempre arrojarse ante Dios. Aquél que busca una representación de Dios, blasfema de Dios, pero aquél que busca honrar a Dios ama la ignorancia en el temor de Dios. Pues aquél que conserva las palabras de Dios conoce a Dios (CT 1 Jn 2, 3) y las cumple como un deudor.
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No busques las alturas de Dios en tanto le pides ayuda para que venga a ti y te salve de tus pecados, pues las cosas de Dios vienen por sí mismas cuando el lugar es santo y puro. Aquél que se apoya sobre su propia ciencia y mantiene su voluntad adquiere la Enemistad y no puede escapar al espíritu que trae tristeza al corazón.
Cualquiera que vea las palabras de la Escritura y las cumpla según su propia ciencia y se apoye en ellas para decir:" ¡Es así!," ése ignora la gloria de Dios y su riqueza, mientras que aquél que mira y dice: "Yo no sé, sólo soy un hombre", ése rinde gloria a Dios, y la riqueza de Dios habita en él según su capacidad y su inteligencia.
2 No a todos debes descubrir tus pensa-mientos, sino sólo a tus Padres, para no atraer la tristeza sobre tu corazón.
3 Cuida tu boca, para que tu prójimo sea honorable a tus ojos.
4 Enseña tu lengua con ciencia las pala-bras de Dios y la mentira se alejará de ti. Amar la gloria humana engendra la mentira, y rechazarla en la humildad aumenta el temor de Dios en tu corazón. No desees llegar a ser el amigo de los grandes de este mundo, por temor que la gloria de Dios se debilite en ti.
5 Si alguien habla mal de su hermano ante ti, lo rebaja y muestra su maldad, no debes inclinarte en ese sentido, por temor a que te arrastre hacia lo que no quieres.
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6 La simplicidad y la ausencia de estima de sí mismo purifican el corazón del mal.
7 Aquél que se conduce con picardía ha-cia su hermano, no evitará la tristeza del corazón.
8 Para aquél que dice una cosa y guarda otra con malicia en su corazón, todo trabajo es vano. No te relaciones con una persona semejante, para no mancharte con su veneno impuro. Marcha con los inocentes para participar en su gloria y su pureza.
9 No tengas maldad hacia un hombre para no hacer vanos tus trabajos; purifica tu corazón hacia todos a fin de ver en ti la paz de Dios. En efecto, si alguien es mordido por un:escorpión, el veneno se desparrama por todo el cuerpo y alcanza su corazón; lo mismo sucede con la malevolencia hacia el prójimo en el corazón: su veneno hiere el alma y la pone en peligro. Aquél que tenga la preocupación de no perder sus trabajos, que árroje pues inmediatamente de sí el escorpión, es decir la malicia y la malevolencia.
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15 El espíritu necesita siempre estas cua-tro virtudes: orar a Dios posternándose sin cesar, arrojarse ante Dios, permanecer des-apasionado respecto de todo otro hombre
LOGOS7 para no juzgarlo, permanecer sordo a lo que dicen las pasiones.
Acerca de las virtudes 16 Cuatro virtudes fortifican al alma y le permiten ~spirar al abrigo de la turbación
XIII Las virtudes de los enemigos: la misericordia, no mon-tar en cólera, la paciencia y sacudir toda se-
11 Hay tres virtudes que velan continua- milla de pecado que aparezca; resistir al ol-
m~nte sobre el espíritu y que éste necesita: vido es lo que conserva todo esto.
el impulso natural, el coraje y la resolución. 17 Hay cuatro virtudes que vienen en ayu-12 Hay tres virtudes que si el espíritu com- da de la juventud con la gracia de Dios: la
prueba que las posee, estará seguro de ha- meditación a toda hora, la resolución, la vi-
ber alcanzado la inmortalidad: el gilia y el hecho de no estimarse a sí mismo.
disernimiento que distingue cada cosa de las demas, preverlo todo de antemano y no Los vicios consentir nada extraño.
13 Hay tres virtudes que ·procuran siem- 18 Cuatro cosas manchan el alma: pasear-pre la luz del espíritu: no conocer la malicia se por la ciudad no cuidando los ojos, tener
de ningún hombre, hacer el bien a los que amistad con una mujer, tener amistad con
te hacen mal y soportar sin turbación todo los grandes de este mundo y preferir la re-
lo que sucede. Estas tres virtudes engen- ladón con los parientes según la carne.
dran otras superiores: desconocer la mali- 19 Cuatro cosas alimentan la impureza en
da del hombre engendra la caridad· hacer el cuerpo:. dormir sin mesura, comer hasta
el bien a los que te hacen mal permfte ad- la saciedad, las bufonadas y los adornos.
quirir la paz y soportar todo lo que sucede 20 Cuatro cosas oscurecen el alma: odiar sin turbación trae la dulzura. al prójimo, despreciarlo, envidiarlo y mur-
14 Hay cuatro virtudes que purifican el murar. alma: el silencio, la observación de los man- 90 Cuatro cosas vuelven al alma desierta: damientos, la aflicción y la humildad. circular de lugar en lugar, amar la distrae-
ción, amar las cosas materiales y ser avaro.
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22 Cuatro cosas alimentan la cólera: el co-mercio, la ligazón a la propia voluntad, el deseo de enseñar y el creerse sabio.
23 Hay tres cosas que al hombre le cuesta mucho adquirirlas y conservan todas las virtudes: el duelo, llorar sobre los propios pecados y tener la propia muerte ante los ojos.
24 Hay tres cosas que dominan al alma en tanto ella no alcance una gran perfección y que no permiten a las virtudes cohabitar con el espíritu: la cautividad, la pereza y el olvido. El olvido, en efecto, combate con el hombre hasta su último suspiro llevándolo a la lucha, y más fuerte que todos los pensamientos, engendra todas las malicias y destruye continuamente lo que el hombre ha edificado.
Las obras del hombre nuevo
28 He aquí las obras del hombre nuevo: 29 "Aquél que ama a su alma, para no per-
derla" (Mt 10, 39) observa las virtudes del hombre nuevo, mientras que aquél que quiere descansar en este breve espacio de tiempo, ejercita y cumple las del hombre antiguo y pierde su alma.
Aquellos que pierden su alma en este mundo
30 Nuestro Señor Jesucristo, manifestando el hombre nuevo en su cuerpo, dijo: "Aquél
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que ame a su alma la perderá, y aquél que la pierda por causa mía la encontrará" (Mt 10, 39). Pues Él es el Maestro de la paz; por Él fue destruida la barrera del odio {Ef 2, 14). Él decía: "No he venido a traer la paz, sino la espada (Mt 10, 34). Y dijo aún: "He venido a traer el fuego sobre la tierra, y quisiera que arda ya" (Le 12, 49). Esto significa que el fuego de su divinidad está en aquéllos que siguen sus santas enseñanzas. Ellos encuentran la espada del Espíritu (Ef 6, 17), arrojan todas las voluntades de su carne y Él les da por fin la alegría diciendo: "Yo os doy mi paz, yo os dejo mi paz" On 14, 27). Aquéllos que se han cuidado de no perder su alma en este mundo y que han suprimido sus voluntades, se han convertido por Él en santos corderos para el sacrificio. Y, cuando Él se manifieste en la gloria de su divinidad, los llamará a su diestra diciendo: "Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el Reino que os ha sido preparado desde el comienzo del mundo. Pues tuve hambre y me habéis dado de comer'' (Mt 25, 34-35), etc. Aquéllos que han perdido su alma durante este breve espacio de tiempo la encontraron en el momento de la necesidad, cuando obtuvieron una recompensa mucho más elevada que aquélla que esperaban recibir.
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Suerte final de los pecadores
Aquéllos que, por el contrario, consumaron sus voluntades, han conservado su alma en este siglo pecador. Abusando por la vanidad de sus riquezas no observaron los mandamientos de Dios, pues imaginaron que permanecerían hasta el fin en este siglo. Su vergonzosa ceguera así será manifestada a la hora del juicio: serán víctimas malditas y escucharán la terrible sentencia del juez que dirá: "Alejáos de mí, malditos a las tinieblas exteriores eternas preparada~ para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre y no me habéis dado de comer" (Mt 25, 41), etc. Su boca estará cerrada, no sabrán qué decir, pues recordarán su insensibilidad y su odio hacia los pobres. Preguntarán entonces: "Señor, ¿cuándo te hemos visto ~ambriento y no te hemos asistido?". Pero El les cerrará la boca diciendo: "Aquél que hace el bien a uno de éstos.que creen en mí, es a mí a quien lo hace" ~t 25, 45).
Que cada uno cumpla lo~ mandamientos según sus faerzas
Examinémonos, entonces, bienamados: ¿Cumple cada uno de nosotros los mandamientos según sus fuerzas, o no? En efecto, todos debemos cumplirlos según nuestra fuerza, el pequeño según su pequeñez y el grande según su grandeza. Pues todos
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aquéllos que arrojaban sus dones en el tesoro eran ricos, pero Él se regocijó ante todo de la pobre viuda con sus dos moneditas, pues es nuestra buena voluntad lo que Dios considera (cf. Me 12, 41). No demos lugar a la acedía en nuestro corazón, por temor a que la envidia de los demonios nos separe de Dios, y cumplamos nuestros servicios de acuerdo a .nuestra pobreza. Y, así como él ejerció su misericordia hacia la hija del jefe de la sinagoga resucitándola (cf. Mt 9, 25), del mismo modo también tuvo piedad de la mujer que sufría de flujo de sangre, la cual había sido arruinada por los médicos antes de conocer a Cristo (cf. Mt 9, 22)
Así como curó al servidor del centurión por causa de su fe (cf. Mt 8,13), también tuvo piedad de la cananea curando a su hija ( cf. Mt 15, 28). Delmismo modo como resucitó a Lázaro, su amigo, (cf. Jn 11, 44), así devolvió a la vida al hijo único de la pobre viuda por causa de sus lágrimas (cf. Le 7, 15).
Así como no despreció a María cuando le ungía los pies con perfume (cf. Jn 12, 13), tampoco rechazó a la pecadora que le ungió los pies con el perfume de sus lágrimas (cf. Le 7, 38). Así como llamó a Pedro y Juan a su barca diciéndoles: "Seguidme" (cf. Mt 4, 20), así llamó también a Mateo sentado en su oficina de tributos (cf. Mt 9, 9). Del mismo modo como lavó los pies de sus discípulos, así lavó también los de Judas sin hacer diferencias (cf. Jn 13, 5).
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Así como el Espíritu Paráclito descendió sobre los Apóstoles ( cf. Hch 2, 4) así descendió sin dudar sobre Comelio (cf. Hch 10, 44). Y, así como requirió a Ananías en Damasco a causa de Pablo, diciendo: "Este es para mí un vaso de elección" (cf. Hch 9, 15), así requirió a Filipo en Samaria a causa del eunuco etíope (cf. Hch 8, 27). Pues, ante Él, no hay acepción de personas (cf. Rm 2, 11), ni del pequeño ni del grande, ni del rico ni del pobre; Él busca la buena voluntad, la fe en El, el cumplimiento de sus mandamientos y la caridad hacia todos. Esto, en efecto, es un sello para el alma a su salida del cuerpo, conforme al precepto que él dió a sus discípulos diciendo: "Todos reconocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros". On 13, 35). A qué se refiere cuando dice "todos reconocerán" sino a las potencias de la izquierda y la derecha? Pues si las potencias adversas ven el signo de la caridad acompañando al alma, se apartarán de ella con terror y se reunirán entonces, con ella, todas las potencias santas.
La montaña de la palabra de Dios
Combatamos, pues, bienamados, según nuestra fuerza, para adquirir la caridad, a fin de que nuestros enemigos no nos retengan. El Sefior dijo: "La ciudad que se eleva en lo alto de la montaña no puede ser ocultada" (Mt 5, 15). ¿De qué montaña habla, si
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no de su santa palabra? Nos es necesario entonces, bienamados, hacer nuestro trabajo con celo y ciencia, cumpliendo su palabra que dice: "Aquél que me ama cumplirá mis mandamientos" an 14, 23), a fin de que nuestros trabajos sean para nosotros como una ciudad segura y fuerte, que nos guarde de la mano de todos nuestros enemigos, hasta que le reencontremos.
Y si mantenemos una firme seguridad todos nuestros enemigos se desvanecerán gracias a su santa palabra, que es la montaña de la cual se separó, sin ser tocada, la piedra que quebró la estatua de oro y otros cuatro materiales, plata, bronce, hierro y arcilla, según lo que dice el Apóstol: "Revestid la armadura de Dios para poder resistir a las maniobras del diablo; pues no es contra la carne y la sangre que debemos luchar, sino contra los principados, contra las potencias, contra los amos de las tinieblas de este mundo, contra los espíritus del mal que habitan los espacios celestes" (Ef 6, 11-12). Esos cuatro principados están representados por la estatua hecha de cuatro materiales, que es la Enemistad. El santo Verbo de Dios los ha destruido según estas palabras: "La piedra que quebró la estatua llegó a ser una gran montaña que cubrió toda la tierra" (Dn 2, 35).
34 Refugiémonos, hermanos, bajo su pro-tección, a fin de que Él sea para nosotros un refugio que nos salve de esas cuatro poten-
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das del mal, para que escuchemos nosotros también la palabra de alegría en compañia de todos sus santos reunidos ante Él desde los cuatro rincones de la tierra; pues cada uno de ellos comprenderá su propia beatitud, según sus obras. Pues su santo nombre es poderoso y estará con nosotros, para fortificarnos en vista de su obra y para no dejar a nuestro corazón desviarse por el olvido. Por el contrario, Él nos guardará para que soportemos según nuestras fuerzas lo que nos suceda a causa de su nombre, a fin de que encontremos misericordia junto con aquellos que han merecido obtener sus beatitudes. Pues a Él pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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LOGOSS
Apotegmas XXV 47 El abad Isaías dijo: Yo me veo a veces
como un caballo errando sin amo; aquél que lo encuentra lo monta y, cuando lo deja, otro se apodera de él y se coloca arriba.
48 Él elijo también: Soy semejante a un hombre a quien sus enemigos han atrapado, golpeado y arrojado en un foso lleno de barro; si él grita hacia su Señor, lo muelen a golpes para hacerlo callar.
49 Él dijo también: Yo me parezco a un gorrión af que un niño ha ata~o por .una pata; si lo suelta, el pájaro vuela ~ed1~~amente creyéndose liberado; pero s1 el runo tira del hilo, lo hace descender. Es así como me veo ...
50 Él dijo también: Si has :pres~a~o a al-guien algúna cosa, y se la dejas, ~ta~ a la naturaleza de Jesús; si la reclamas, lffiltas a la naturaleza de Adán; pero si tomas un interés, tú actúas incluso contra la naturaleza de Adán.
51 Él dijo también: Cuando alguien te acu-sa de haber hecho o de no haber hecho alguna cosa, si guardas silen~io, ~llo es conforme a la naturaleza de Jesus; Sl le pregun-
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tas ¿Qué es lo que hice? ello no es conforme a su naturaleza. Pero si tú reaccionas contra sus palabras estarás obrando contra natura.
52 Él dijo también: Cuando haces tus ofi-cios, si lo haces en la humildad, considerándote indigno, son agradables a Dios; pero si te elevas en tu corazón recordando a otro que se duerme o que los descuida, tu trabajo es vano.
53 Él dijo también, de la humildad, que ella no tiene lengua para decir, de uno que es negligente, o de otro que siente desprecio por él; que ella no tiene ojos para mirar los defectos de los otros ni oídos para escuchar cosas perjudiciales para el alma; que ella no tiene nada que hacer con nadie sino con sus pecados y que, por el contrario, ella es pacífica hacia todos los hombres por causa del mandato ~e Dios y no en razón de alguna amistad. El dijo, además que si alguno ayuna seis días sobre siete, y cumple grandes preceptos fuera de este camino, todos sus trabajos son vanos.
54 Él dijo también; Si alguno adquiere una herramienta para su uso y no la encuentra cuando la necesita, la ha adquirido en vano. Igual es aquél que dice: "Yo temo a Dios" y, cuando habla, se deja llevar por cólera, o enseña con seguridad a otró aquello a lo cual él no ha llegado, sea por debilidad o por haberse preocupado de su reputación entre los hombres, sea por todas las otras pasio-
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nes. Si él no encuentra el temor de Dios en tales ocasiones, todos sus trabajos son vanos.
55 Él dijo también: Si Nuestro Señor Jesu-cristo no hubiera curado todas las pasiones del hombre por quien ha venido, no habría subido a la cruz. En efecto, antes de que el Señor viniera en la carne el hombre estaba ciego, mudo, paralizado, sordo, leproso y renco, puesto ante la muert~ por todo lo que es contra natura. Cuando El tuvo piedad y vino entre.nosotros¡resucitó al muerto, hizo caminar al renco, ver al ciego, hablar al mudo, escuchar al sordo: resucitó al hombre nuevo, libre de toda enfermedad. Fue entonces cuando subió sobre la cruz. Y dos ladrones estaban suspendidos con Él; el de la derecha lo glorificaba y le imploraba diciendo: "Recuérdate de mí, Señor, cuando llegues a tu Reino" (Le 22, 42), y el de la izquierda blasfemaba contra Él. He aquí el sentido: antes que el espíritu se despierte de su negligencia, está con la Enemistad; y si Nuestro Señor Jesucristo lo resucita de su negligencia y lo hace recobrar la.vista y discernir todas las cosas, él puede también subir a la cruz. Entonces la Enemistad persiste en blasfemar con palabras penosas, esperando que el espíritu debilitado renuncie~ su trabajo y vuelva nuevamente a su negligencia. Es el caso de los dos ladrones: uno de ellos lo insultaba, esperando que, tal vez, él renunciana a su esperanza, mientras que
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56 el otro preservaba en la súplica hasta que escuchó: "Tú estarás hoy conmigo en el paraíso y comió del árbol de la vida.
57 Él dijo también de la ~anta comunión: Se la llama unión con Dios. Ahora bien, en tanto estamos sujetos a las pasiones -la cólera, la envidia, el respeto humano, la vanagloria, el odio- estamos lejos de Dios: ¿ dónde está pues la unión con Dios?
58 Él dijo también: Si cumplimos nuestros oficios y después de ello una de esas pasiones se agita en nuestro corazón, hemos trabajado en vano, pues Dios no los recibe.
59 Uno de los Ancianos le dijo: "¿Por qué no se afligen, Padre?" Y Él respondió: Cuando se llora sobre la tierra sembrada, la semilla crece; pero, si no hay_semilla ¿qué podría germinar?
60 El dijo también: Si alguien lucha por arrojar de su corazón las cosas contra natura, ellas no se agitarán más en él. Dios quiere, en efecto, que el hombre Je sea semejante en todo, y es por ello que ha venido y ha sufrido, a fin de cambiar la dureza de nuestra naturaleza, suprimir nuestras voluntades y la seudo-ciencia que se había apoderado de nuestra alma. Pue8 los animales sin razón han guardado su propia naturaleza, mientras que el hombre ha cambiado la suya. Así, como el ganado que está sometido al hombre, igualmente todo hombre debe estar sometido a su prójnno por causa de Dios; es, en efecto, con ese fin que el Señor
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ha venido. Mira pues, de qué modo el ganado te supera, a tí que te apoyas sobre tu pretendido saber. Si yo quiero volver al estado natural, debo actuar como el ganado -que no tiene voluntad propia ni ciencia- no sólo con aquél que comparte mi intención y mi partido, sino también con aquél que se opone a mí. Pues esa es la voluntad de Dios.
Aquél que quiere llegar al reposo de la celda sin ser frustrado por la Enemistad, que se separe de los hombres en todas las cosas, para no criticar a alguien, alabarlo o justificarlo, decirle bienaventurado o proclamar justicia, contradecirlo en alguna cosa o mirar sus defectos; para no dejar que penetre en su corazón el aguijón de un pensamiento de odio contra alguien, para no perder su ciencia por el ignorante o su voluntad por el insensato. Si;te examinas, entonces reconocerás lo que te perjudica. Pero aquél que confía en su propia justicia y sostiene su voluntad no podrá escapar a la Enemistad ni encontrar el reposo, ni ver lo que falta; y cuando salga de su cuerpo tendrá trabajo para encontrar misericordia. Lo principal, es permanecer firmemente ligado a Dios con todo el corazón y todas las fuerzas, tener compasión hacia todos, estar en el duelo y rogar a Dios para obtener su ayuda y su misericordia.
61 Él dijo también, acerca de la enseñanza de los Mandamientos de Dios en relación al prójimo: "Si yo ignoro si he agradado a Dios,
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cómo decir a otro: "Haz esto o esto otro", cuando yo mismo debo hacer penitencia a causa de mis pecados? Pues el hombre que ha caído una vez está sometido a la penitencia y carece de seguridad en tanto no sabe que el perdón le ha sido otorgado. Pues el pecado ha sido verdaderamente cometido, y es a Dios a quien pertenece la misericordia; tu corazón pues, no puede perder la preocupación hasta tanto no comparezcas ante el tribunal. Y si quieres saber si tus pecados te son perdonados, he aquí un signo: si nada de aquello en lo que has pecado se mueve en tu corazón o, si cuando algún otro te habla de ello, tú no sabes de qué se trata, has obtenido seguramente misericordia. Y si viven todavía en tí, contentos y llora sobre ellos; pues es el temor, el temblor y el terror lo que no debe faltarte antes de comparecer ante el tribunal de Dios.
Si alguien te pidió le ensefiaras algo, y a riesgo de hacer morir tu alma le indicaste la solución, vuelve todavía a pedirte lo mismo sin haber sacado ningún provecho de lo que tú le habías dicho, es ciertamente porque no lo ha cumplido: aléjate pues de él, de lo contrario hará morir tu alma. Pues son grandes cosas para el hombre, tanto abandonar algo si eso le parece justo según Dios, como conservar la palabra de aquél que le enseña según Dios.
Abba Nisteros, el hombre de Dios que veía la gloria del Señor, convivía con los hi-
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jos de su hermano sin darles ninguna orden, sino que abandonaba a cada uno de ellos a su propia voluntad; que se hicieran buenos o malos, él no se preocupaba.
Él deda de Caín y de Abel: Mientras no había ni Ley ni Escritura, ¿Quién les enseñó a hacer esto o aquello?. Es por eso que, si Dios no instruye al hombre, es en vano que éste trabaje.
62 Él dijo también: si alguien te dice pala-bras inútiles no debes escucharlas, por temor que hagan perecer -a tu alma, ni enrojezcas delante de él afligiéndolo por interrumpir sus palabras diciendo: "No lo recibo en mi corazón ¡No digas eso!", pues tú no estás por encima de la primera criatura que Dios había hecho con su propia mano y para quien una mala conversación fue nefasta. Huye pues, sin desear escuchar: y ten cuidado, mientras tu cuerpo huye, que no busque conocer lo que ha sido dicho. Pues si tú has escuchado una brizna de palabra, los demonios 'no olvidan lo que has escuchado, sino que lo usan para matar tu alma. Cuando huyas, que tu retirada sea total.
63 Él dijo también: por lo que veo, la ga-nancia, el honor y el reposo combaten al hombre hasta su muerte.
64a Él dijo también: Instruir al prójimo, es una caída para el alma, querer elevarlo en la buena naturaleza, es una gran ruina para el alma. Cuando tú enseñes a tu prójimo diciéndole: "Haz esto o aquello", obsérvate
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y piensa que has empuñado un pico para des~ tu casa queriendo edificar la de otro.
65 El dijo también: Desdichada el alma que ha pecado después del santo bautismo! Un hombre semejante, en efecto, no puede permanecer sin preocupación, ya que está en estado de penitencia. . El ha fallado corporalmente, al haber robado o cometido otro pecado -sea por medio de sus ojos al mirar un cuerpo con pasión, sea yendo a comer algo a escondidas, sea revisando alforjas ajenas para ver qué contienen- pues aquél que ha obrado de ese modo ofendió a Jesús. Entonces alguien le dijo: "Esto es tan grave, Padre?" y el respondió: Aquél que atravesó un muro y tomó dinero ha sido sucedido por el enemigo; y lo mismo ocurrió con éste, pues el que venció a uno venció también al otro, y el que está por debajo en las pequeñas cosas lo está también en las grandes.
66 Él dijo también: Si el hombre hace gran-des milagros y curaciones, si tiene toda la ciencia (Cf lCo 13, 2) y resucita a los muertos, desde que cae en el pecado no puede estar sin preocupación, pues está sometido a la penitencia; y si cumple grandes trabajos y desprecia a alguien a quién ve cometer algún pecado o negligencia, toda su penitencia es vana, pues ha despreciado a un miembro de Cristo, lo ha juzgado y no ha dejado el juicio al juez, que es Dios.
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67 Él dijo también: Estamos todos como en un hospitál. Uno sufre de los ojos, el otro de la mano, otro tiene una úlcera, hay enfermos de todo tipo. En nosotros, hay heridas que ya están cicatrizadas, pero cuando comemos algo perjudicial, se abren nuevamente. Así sucede al que está en penitencia y juzga y desprecia a alguno: destruye nuevamente su penitencia. Aquéllos que están en el hospital sufren diferentes males; si uno de ellos grita bajo el efecto de su mal, el otro le pregu,ntará: "¿Por qué gritas? ¿No piensa cada uno su propio mal? Igualmente, si el mal de mis. pecados estuviera ante mí, no miraría el pecado de otro. De todos aquellos que están internados en el hospital, que cada uno se cuide de no comer lo que es perjudicial para su herida.
68a Él dijo también: Desdichada para el alma que quiere huir de todo pecado, pues ella tendrá mucho que sufrir de aquellos que la odian y que vendrán a su encuentro; es por esto que ella necesita una gran paciencia y acción de gracias en todo. En efecto, cuando el pueblo estaba en Egipto, comía y bebía a discreción, pero como esclavo del Faraón .. Y cuando el Señor le envió ayuda, es decir a Moisés, para que los liberara del Faraón, fueron entonces oprimidos y atormentados en medio de todas las plagas que Dios infligió al Faraón. Moisés no estuvo seguro de· su liberación hasta que llegó el tiempo en que Dios le dijo: "Enviaré toda-
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vía otra plaga al Faraón, y tú le dirás: "Deja ir a mi pueblo, pues yo voy a golpear a tu primogénito" (Ex 11, 1); fue sólo entonces que Moisés tomó confianza. Y Dios le dijo: "Habla en secreto a la oreja de mi pueblo, y que cada hombre pida a su vecino, cada mujer a su vecina, objetos de plata, y oro y vestimentas; colocadlos al cuello de vuestros hijos y despojad a los Egipcios" (Ex 11, 2). Algunos de esos objetos fueron utiliza-dos para la fabricación del Tabernáculo.
El agregó: Los ancianos dicen: Los objetos de oro y plata, así como las vestimentas
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son los sentidos que están al servicio del ene-migo. Por lo tanto, esto significa que si el hombre no los sustrae a la Enemistad a fin de que fructifiquen para Dios, la protección del reposo de Dios no vendrá sobre él; pero si los sustrae a la Enemistad y ellos fructifican para Dios, la protección de Dios vendrá sobre él. La nube, en efecto, no recubrió el Tabernáculo mientras estuvo sin terminar, pero lo recubrió una vez terminado. Igualmente, el Templo en construcción no fue cubierto por la nube en tanto faltó alguna cosa, pero cuando estuvo terminado, cuando fueron introducidos allí la sangre y la grasa de los holocaustos y Dios sintió su perfume, entonces la nube recubrió la casa. Esto quiere decir, que si el hombre no ama a Dios con toda su fuerza y con toda su inteligencia y no se liga a Él con todo su corazón, la protección del reposo de Dios no vendrá sobre él.
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60bis Él dijo también: Si el espíritu quiere su-bir sobre la cruz antes de que los sentidos hayan cesado de estar enfermos, la cólera de Dios caerá sobre él, pues habrá emprendido una obra por encima de su medida, sin haber curado sus sentidos. Si las manchas están activas en tí, si tú consientes y favoreces lo que las hace nacer sin que te aflijas con un corazón apenado, eso es contra la naturaleza de Adán. Si tu corazón ha vencido realmente al pecado y se ha alejado de lo que lo hace nacer; y si colocas ante tí el castigo, sabiendo que tu defensor, permanece contigo, si no lo entristeces en nada, sino, por el contrario, lloras ante Él diciendo: "Eres tú quien tienes la misericordia para liberarme, Señor, yo soy incapaz, de escapar de las manos del enemigo sin tu ayuda" y si pones atención también en tu corazón para no entristecer a aquél que te instruye según Dios, eso es según la naturaleza de Jesús, y Él te guardará de todo mal. Amén.
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LOGOS9
Preceptos para aquellos que han renunciado al mundo
1 Si has renunciado al mundo y te has en-tregado a Dios para hacer penitencia, no dejes que tu pensamiento te atormente respecto de tus faltas pasadas como si no hubieran sido perdonadas. Y no deprecies sus Mandamientos, pues de otro modo, incluso tus faltas pasadas no serán perdonadas.
2 Conserva esto hasta la muerte y no lo desprecies: no comer con una mujer, no tener amistad con jóvenes, no dormir, si eres joven, con otro sobre el mismo lecho, salvo con tu hermano o con tu Padre, y, esto con temor y sin menosprecio.
3 No menosprecies por;tus ojos cuando revistes tus vestimentas.
4 Si es necesario beber vino, toma hasta tres vasos, y no transgredas esta regla por amistad.
5 No habites en un lugar donde has ofen-dido a Dios.
6 No menosprecies tus oficios para no caer en las manos de tus enemigos.
7 Dedícate a la recitación cte los salmos, pues eso te guardará de la cautividad de la impureza
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8 Ama toda mortificación, y tus pasiones serán humilladas. , .
9 Ten cuidado de no estimarte a tí nusmo en nada, y te será fácil llorar tus pec~do~.
10 Cuídate del engaño, pues él arro1a le1os de tí al temor de Dios.
11 No reveles tus pensamientos a todo el mundo para no dar escándalo a tu prójimo. Revela tus pensamientos a tus padres para que la gracia de Dios te abrigue.
12 Dedícate a tu trabajo manual y el temor de Dios habitará en tí. · ·
13 Si ves a tu hermano tropezar sin que ello entrañe su muerte, no lo menosprecies, por temor a caer en manos de tus enemigos.
14 Cuídate de llegar a ser cautivo de los pecados que has cometido a fin de que ellos no se renueven en tí.
15 Ama la humildad y ella te protegerá de tus pecados. . 16 No seas querellador, para evitar que cualquier especie de malicia habite en tí.
17 Dedica tu corazón a la obediencia de tus padres; y la gracia de Dios hab~tará. en tí.
18 No seas sabio ante tus propios OJOS para no caer en manos de tus enemigos.
19 Habitúa a tu lengua a decir: "Perdóna-me", y la humildad llegará sobre tí.
20 Cuando permanezcas en tu celda, ten continua preocupación por tres cosas; el trabajo manual, la meditación y la oraoón.
21 Piensa cada día: Sólo tengo el día de hoy para vivir en el mundo, y no pecarás contra Dios.
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No seas goloso para con el alimento, a fin de que tus pecados pasados no se renueven en tí.
No te desanimes en ningún trabajo, por temor a que las fuerzas del enemigo hagan irrupción en tí.
Hazte violencia en la meditación, y el reposo de Dios te llegará rápidamente. Pues, así como una casa en ruinas en el exterior de una ciudad es un foco de infección, así también el alma de un novicio perezoso se convierte en refugio de toda pasión infame.
Dedícate a tus oraciones con lágrimas, tal vez tendrá Él piedad de tí, y te despojará del hombre antiguo, aquél que ha pecado.
Afírmate en tu celda, pues el trabajo, la pobreza, el estado de extranjero, la mortificación y el silencio engendran la humildad, y la humildad perdona todo pecado.
Dios, nuestro buen Maestro, tiene el poder de hacemos capaces de leer y cumplir esto, a fin de que obtengamos misericordia junto con los santos que han cumplido sus mandamientos. Amén.
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LOGOSlO
Otros Logos
Dios mostró al bienaventurado apóstol Pedro que era necesario no considerar a ningún hombre manchado o impuro (cf Hch 10, 28). Por el hecho de que el corazón de alguien esté santificado, todo hombre está santificado para Él, mientras que nadie es santo para aquél cuyo corazón está en las pasiones; Él juzga el estado de cada uno según las pasiones que están en su corazón: incluso si alguien le dice: "Fulano de tal es un hombre bueno", Él se irrita inmediatamente en su corazón. Cuidáos de no criticar a nadie, nipor la boca ni en vuestro corazón.
El dijo también: En tanto que ~l hombre es negligente hacia sí ~smo, es~ e~ su corazón ser amigo de Dios pero s1 está liberado de sus pasiones enrojece por elevar los ojos al cielo, frente a Dios: se ve todavía muy lejos de Dios.
El dijo también: Un hombre tenía dos servidores y los envío a hacer la cosecha del trigo en su campo; les prescribió que cosechara cada uno siete medidas por día. El primero hizo todo lo que pudo por cumplir las órdenes de su amo, pero no llegó a con-
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sumar ese trabajo, que estaba por encima de sus fuerzas. En cuanto al segundo, lleno de disgusto, se dijo a sí mismo:" ¿Quién es capaz de cumplir semejante trabajo cotidiano?" y, lleno de menosprecio, no se preocupó. En cambio, a veces durmiendo, a veces sentado, a veces bailando, a veces girando como una puerta sobre sus goznes (Pr 26, 14), perdió el día entero. Cuando llegó la tarde, se presentaron ante su amo, que los separó y reconoció el trabajo del servidor celoso, aunque éste no hubiera llegado a cumplir lo que había ordenado. Y arrojó de su casa al perezoso negligente.
46bis. No nos descorazonemos pues, nosotros tampoco, en ningún trabajo y en ninguna prueba, sino hagamos lo que podamos, trabajando con toda nuestra alma y confío en que Él nos recibirá con los santos.
Es necesario para el hombre orar mucho ante Dios en una gran humildad de corazón y de cuerpo, no creer respecto a cada uno de sus actos que está haciendo.algo bueno, no fiarse de alabanzas ni afligirse por las críticas, tener el recuerdo de sus pecados, pacificar su corazón hacia sus enemigos, no dejar salir de su boca una palabra amarga hacia ellos y no criticarlos tampoco delante de sus amigos.
En fin, el monje debe cerrar todas las puertas de su alma y cuidar de todas sus facultades a fin de que ella no caiga por causa, precaviéndose de aquéllos que le traen palabras mundanas.
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. LOGOS11
Sobre el grano de mostaza
XVII El grano de mostaza, símbolo de Cristo
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Hay un misterio en relación al grano ~e mostaza -como han dicho los Padres a fm de que no nos conform~mo~ con ~o que representa- pues está escnto: El remo de los cielos es semejante a un grano de mostaza que un hombre sembró y enterró e? su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando nace, llega a ser la más grande de las plantas, tanto que los pájaros del cielo vienen a anidar en sus ramas" (Mt 13, 32-33). Él miSmo era, pues, el grano ~e mostaza; suyas son.sus virtudes y Él quiere que el hombre lo imite en todo.
Detalles de la alegoría
Él dijo, en efecto, que "esa es la más pequeña de todas las semillas':, p~r c~usa de la humildad que obliga a dismmwrse por debajo de cualquier hombre; el he~o d~ que sea lisa evoca la dulzura y la pac1enc1a; su color rojo fuego es el símbolo de la pureza,
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de ausencia de toda mancha en la carne· el • • I
mtenor es amargo, símbolo del odio, (que es necesario tener) hacia las pasiones, pues es amargo para aquéllos que desean el mundo. Lo que tiene de agradable no se percibe hasta que ha sido golpeado y molido, tal como suce.de con la moi:mcación; aquél que lo muele siente que le pican los ojos, símbolo del sufrimiento de las obras; su empleo es para cubrir los miembros muertos a fin de impedirles oler mal. Consideremos ese grano, marchemos en su seguimiento e impregnemos c~n él nuestro~ miembros quebrados para impedirles oler mal y llenarse de gusanos.
Conclusión
Esta es, en efecto, la Encarnación del Señ?~ Jesús, para que nos preocupemos por rectificarnos a nosotros mismos según nuestras fuerzas, examinándonos a nosotros mismos de acuerdo a Él: ¿somos ·nosotros, sí o no, como ese grano; tenemos su estado su humildad de corazón, su amenidad, s~ dulzura y su gusto? Corresponde a su misericordia fortificarnos según su voluntad, P~.es a él pertenece la gloria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en los siglos de los siglos, Amén.
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LOGOS12
Sobre el vino
XVIII La consideración del vino, símbolo del progreso espiritual
1 Hay urt misterio respecto del vino, como lo hay en fa naturaleza del hombre que busca encontrar a Dios en la pureza, guardando su obra a salvo, a fin de que Dios la reciba con alegría.
2 La jarra convenientemente recubierta con pez es la imagen de la pureza del cuerpo, sano en tod~ sus partes, frente a las pasiones vergonzosas. Pues es imposible a aquél que es esclavo de un solo placer servir a Dios, tal ~orno es imposible mantener el vino en una jarra si ella no está completamente cubierta con pez, o si tiene una fisura. Examinémonos pues, ya que no podremos complacer a Dios si albergamos en nosotros odio o enemistad.
3 En SU$ comienzos el vino fermenta; es la imagen. de la juventud: ésta es agitada hasta que µega la edad en que se estabiliza.
4 No llega a ser vino si no se pone en él la levadura en cantidad medida; igualmente
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es imposible a la juventud progresar con vo- 10 Si se expone el vino al aire, pierde su !untad propia si no recibe de sus Padres se- color y su gusto; del mismo modo el orgu-gún Dios, la levadura, o si ellos no le indi- llo destruye todo el fruto del hombre. Se lo can el camino hasta tanto Dios le otorgue la oculta en las bodegas y se lo recubre de paja; gracia y ella pueda ver. ése es el sentido del retiro y la abnegación
5 Se deja el vino en la casa hasta que se de sí mismo en todas las cosas. En efecto, estabiliza; igualmente, sin retiro, mortifica- es imposible al hombre conservar su traba-ción y todo tipo de trabajo según Dios, es jo sin retiro y sin abnegación de sí mismo. imposible a la juventud llegar a la estabili- 11 He aquí todo lo que hace el vino hasta zación. llegar a ser del agrado del viñatero y éste se
6 Si se dejan en el vino semillas o gérme- regocija de su fruto. nes, éste se transforma en vinagre; y la na- Todo esto el hombre debe cumplirlo turaleza de la juventud, si éste permanece hasta que su obra agrade a Dios. Y así como entre sus padres según la carne, o entre otros es imposible estimar la calidad del vino sin que no tienen la misma manera de vivir o la abrirlo y gustarlo, es imposible también para misma ascésis, pierde la forma recibida de el hombre confiar en su propio corazón, sus Padres según Dios. debiendo estar siempre en el temor hasta
La conseroación del vino que se encuentre con Dios y vea si su obra es perfecta. Y como sucede que una pérdi-da de la jarra deja correr el vino sobre el
7 Se recubre el vino de tierra para evitar suelo antes de que su propietario se dé cuen-que se evapore y se pierda; del mismo ta, si él es negligente, igualmente una cosa modo, si la juventud no ha· adquirido la hu- pequeña e insignificante destruye el fruto mildad, todos sus trabajos serán vanos. del hombre, si también él es negligente.
8 Si se prueba el vino repetidamente, se evapora y pierde su sabor; esto sucede a Oración menudo al hombre que publica su trabajo,
Hagamos pues lo que podamos, mis pues la vana gloria destruye toda su obra. 12 9 Si se deja el gollete abierto, odiosos mos- hermanos, para cuidarnos de aquello que
cardones echan a perder el vino. Es lo que nos perjudica, y su misericordia y su gracia hace también la charlatanería, las bufonadas nos permitirán decir en ese Día: "Hemos y los propósitos vanos. actuado conforme a nuestra debilidad para
observar lo que nos decía nuestra concien-
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da, pero eres tú quien tiene la fuerza, la misericordia, el socorro, la protección, el perdón y la paciencia; pues, ¿qué soy yo en las manos de los malvados de los que me has salvado? No tengo nada para darte, pues soy pecador, indigno de tus dones y tú me has salvado de las manos de mis enemigos. Pero tú, eres mi Señor y mi Dios, y a tí pertenece la gloria, la protección, la misericordia, la ayuda y el poder por los siglos de los siglos. Amén."
. LOGOS13
Sobre aquellos que combaten y llegan a la perfección
XIX Los signos cumplidos por el Señor antes de su Pasi6n
1 He aquí los signos que cumplió el Se-ñor Jesús antes de subir a la cruz.
Él declaró, en efecto: "Id y contad a Juan lo que habéis escuchado y visto: los ciegos ven, los cojos marchan, los sordos escuchan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan, la buena nueva es anunciada a los pobres, y feliz aquél para quien yo no seré ocasión de caída" (Le 7, 22-23).
Numerosos son pues, los signos cumplidos por el Señor Jesús (cf. Jn 20, 30), pero, "los ciegos ven", esto significa que aquél que pone atención en la esperanza de este mundo, es un ciego. Si él lo abandona y fija la esperanza en lo que vendrá, él ve. Igualmente, "los cojos andan'', significa que aquél que desea y ama los pensamientos carnales de su corazón es un cojo. Si él los abandona y ama a Dios con todo su corazón, él marcha. De la misma forma, "los sordos escu-
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chan" significa que aquél que está en la distracción es un sordo, como consecuencia de la cautividad y del olvido. Si él se ocupa con ciencia, él escucha. "Los leprosos quedan limpios"-, como está escrito en la ley de Moisés: Que un impuro no entre en la casa del Señor'' (cf. Lv 15, 31)-, se trata de todos aquellos que tienen enemistad hacia el prójimo, odio o envidia, o que murmuran sobre él. Si abandonan esto, son purificados. En fin, si el ciego ve, si el cojo marcha y si el leproso queda limpio, el hombre que estaba muerto por causa de esto en el tiempo de su negligencia, resucita y en adelante queda renovado. Él anuncia a sus sentidos, empobrecidos con respecto a las santas virtudes, la buena nueva, es decir que él ve, que él camina y que él ha sido purificado. He aquí la justificación que tú presentas a aquél que te ha bautizado.
He aquí lo que es el bautismo: la mortificación en la humildad y el retiro. Está escrito, en efecto, sobre Juan, que su manto era de piel de camello, que un cinturón de piel ceñía sus riñones (cf. Mt 3, 4) y que él estaba en el desierto; ése es el signo de la mortificación. Esta unifica primero al hombre que, trabajando, la adquiere, y cuando la ha adquirido está libre para subir a la cruz.
La cruz es el signo de la inmortalidad que debe llegar cuando se ha cerrado la boca de los Fariseos y de los Saduceos -los saduceos son la imagen de la incredulidad
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y de la falta de esperanza, los Fariseos son la imagen del engaño, de la hipocresía y de la vana gloria- según está escrito: "Y nadie se atrevió a interrogar a Jesús a partir de ese día (cf. Mt 22, 46). Entonces pues, Él envió a Pedro y ·a Juan a preparar la pascua (Le 22, 8). Esto es para nosotros un símbolo, pues si el espíritu ve que ya no está en poder de nadie, se prepara para la inmortalidad reuniendo sus sentidos, haciendo un solo cuerpo con ellos y alimentándolos, a ellos, que reciben de Él sin distinción.
Después Jesús oró diciendo: "Si es posible aparta de mí esta copa, en esta hora" (Mt 26, 39). Estas palabras son para nosotros: si el espíritu quiere subir a la cruz, tiene necesidad de mucha oración y abundantes lágrimas, debe estar sometido siempre a Dios, pidiéndole el socorro de su bondad, a fin de que ella lo fortifique y lo conserve hasta que , ella lo resucite en una novedad santa e invencible, pues el peligro es grande en la hora de la cruz. En su oración, en efecto, neeesita tener con Él a Pedro, Juan y Santiago, que son la fe sana, la virilidad de corazón y de esperanza y la caridad por Dios.
Detalles de la pasión
He aquí lo que sucedió, por nosotros, a nuestro mismo Maestro, a nuestro bienamado Señor Dios Jesús, que fue nues-
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tro modelo en todo, como lo dijo el Apóstol: "para conocerle a Él, con el poder de su resurrección y la comunión de sus sufrimientos, asemejémonos a Él en la muerte, para resucitar de entre los muertos" (Flp 3, 10-11).
La hiel que soportó por nosotros (cf Mt 27, 34) fue para que destruyamos todos nuestros malos deseos, les. cerremos las salidas y no les permitamos salir del cuerpo para realizarse. El vinagre_ que Él gustó por nosotros (cf. Mt 27, 48) fue para que extingamos toda suficiencia y toda agitación vana. Los golpes que recibió por nuestra causa (cf Mt 27, 30), fueron para que abandonemos todo respeto humano y toda gloria de este mundo. La corona de espinas, trenzada y colocada sobre su cabeza (cf Mt 27, 29), es un ejemplo para que llevemos la condena que nos corresponde, sufriendo siempre los insultos sin turbación. La caña con que, por nosotros, golpearon su cabeza, es un ejemplo para que llevemos siempre el casco de la humildad y extingamos todo orgullo inspirado por el enemigo. El que Jesús haya sido liberado para ser flagelado antes de ser crucificado ( cf. Mt 27, 26) esto es un ejemplo para hacemos despreciar toda afrenta humana y toda infamia. "Ellos se dividieron sus vestimentas y las tiraron a la suerte" (Mt 27, 35); ante eso, constituyendo un ejemplo para nosotros, Él permaneció sin turbación, a fin de hacemos
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desdeñar todos los bienes de este mundo antes de subir a la cniz, según las palabras del Apóstol: "el pillaje de vuestros bienes, lo habéis aceptado con alegría, sabiendo que poseéis una riqueza mejor en los cielos" (Hb 10, 34).
Estas son las cosas que el hombre debe hacer para poder subir con Él a la cruz. Pues si tú no haces lo que Él hizo, según tu fuerza de hombre, no puedes subir a la cruz.
Sobre la Cruz
El que fuera "la sexta hora" al ser crucificado (cf. Jn 19, l4), con intrepidez decorazón por nuestra salvación, es un ejemplo para fortificamos contra toda acedía y pusilanimidad, hasta que muera el pecado, según está escr~to: "Por la cruz, mató en sí mismo el j>ecado y la iniquidad" (Ef 2, 16). Que, cuando la novena hora llegó, Jesús haya gritado en alta voz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Me 15, 34), esto es para enseñamos, después de soportar la tribulación debida a las pasiones hasta su extinción, a tener confianza en adelante en toda humildad y gritar hacia Dios. Que a la puesta del Sol haya rendido su espíritti ( cf Le 23, 44-46), esto es para nosotros un ejemplo de que si el espíritu está liberado de toda esperanza en este mundo de las cosas visibles, eso es el signo de que el pecado ha muerto en nosotros. Que "el
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velo del templo se haya desgarrado en dos partes de arriba a abajo" (Mt 27, 51), esto es un ejemplo de que, si el espíritu está liberado, lo que haya entre él y Dios, desaparece. El que "las piedras se resquebrajaron y los sepulcros se abrieron" (cf Mt 27, 52), significa que si esta muerte llega a ser nuestra, toda pesantez y ceguera, todo lo que entorpece al alma, se quiebra, y los sentidos muertos que fructificaban para la muerte ( cf Rm 7, 5), son curados y se levantan invencibles.
El entierro y la resurrección
Que Jesús haya sido envuelto en un lienzo limpio (cf Mt 27, 59), con aromas (cf Jn 19, 40), nos enseña que, después de esa muerte, el hombre que está envuelto en la santidad y la incorruptibilidad está en su reposo. "Que ellos lo pusieron en una tumba nueva, donde nadie había sido colocado" On 19, 41), y apoyaron una gran piedra contra la puerta (cf Mt 27, 60), significa que si el espíritu está liberado de todas las cosas presentes y celebra el sabbat, está en otro mundo, lleno de pensamientos nuevos, atento a lo que está fuera · de toda corrupción, aplicando su pensamiento a las realidades incorruptibles.
Finalmente, "allí donde esté el cadáver, se reunirán los buitres" (Mt 24, 28), y, "Él resucitó en la gloria de su Padre, subió a los cielos y está sentado a la diestra de la ma-
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jestad en las alturas" (Hb 1, 3), eso ~?s. dice, según las palabras del Apóstol que: 51 queréis pues, ser resucitados con Cristo, buscad las cosas de lo alto, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios, pensad en las cosa de lo alto y no en las de la tierra, pues estáis muertos" (Col 3, 1-3).
Poderoso es su nombre, honorable y mi-sericordioso, convertido, en todo, en el modelo de los santos; él es el socorro para nuestra debilidad, para hacemos abandonar el pecado según nuestras pobres fuerzas y para encontrar misericordia con todos los que son dignos de Él. Amén.
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LOGOS14
Práctica del duelo
XXI Lamentación del pecador
1 ¡Desdichado de mí, desdichado de mí, pues todavía no estoy liberado de lo que pertenece a la gehenna! De aquellos que allí se arrastran, llevo todavía sus frutos en mí, y todas sus obras se agitan en mi corazón. Aquellos que me precipitan en el fuego se mueven aún en mi carne y quieren obtener frutos. Todavía no he aprendido hacia qué lado iré, el recto camino que todavía no me ha sido preparado, todavía no estoy liberado de las potencias que se mantienen en el aire y quieren retenerme por causa de sus malas obras que están en mí. Todavía no he visto llegar al redentor para salvarme de ellas, pues su malicia fructifica todavía en mí. Todavía no he visto seguridad entre yo y el juez (cf 1 Jn 4, 17). Todavía no se ha testimoniado a mi respecto que yo no era digno de muerte. Todavía no estoy preparado de los malhechores.
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El malhec~or aprisionado
El malhechor encerrado en prisión no se regocija. Aquél que está retenido entre los hierros no puede hacer su voluntad. Aquél que está sujeto en la picota, no puede enseñar a los demás. El que está agobiado por los sufrimientos no se solaza con el recuerdo de sus comodidades. No pone su placer en comer el que está atado por el cuello ni sueña con hacer el mal, sino llora en el dolor de su corazón, pues ha pecado en todo. Dice acerca de todos los males y los castigos que se le infligen: "¡Sí, yo lo merezco!" Calcula continuamente cuáles serán sus últimos instantes. Busca qué suplicios merecen sus pecados, su corazón se preocupa poco de juzgar a otro, el dolor de la tortura roe su corazón. ¡La meditación le resulta muy amarga! Él no fortifica. a los de~ contra la acedía; la preocupación por el alimento no es la suya; no le preocupa la misericordia de aquéllos que han tenido piedad de él; no siente el gusto de todo eso a causa de la tristeza de haber pecado en todo. No responde con cólera a aquéllos que lo injurian, soporta las penas declarándose digno de ellas. La risa se ha alejado totalmente de él, sacude la cabeza gimiendo ante el pensamiento del tribunal ante el cual deberá comparecer. Frente a las palabras, él no dice: "bien" o "mal" ya sean buenas o malas sus orejas no las reciben. Sus pupilas
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brillan con las lágrimas a causa de los sufrimientos que lo oprimen. Si ha nacido de padres nobles, se entristece todavía más, a causa de la vergüenza de aquéllos que lo verán ante el tribunal.
Juzgado y condenado
Estando el tribunal preparado para Él, no pone atención a los asistentes; si son buenos o ritalos o si otros comparten sus cadenas; no pone atención ni considera con ellos la conducta a seguir: cada uno lleva su propio fardo (Ga 6, 5). Arrastrado a la condenación, tiene el rostro ensombrecido. · Ningún hombre pronuncia una palabra a su favor por te. mor a las torturas. Él declara lo que ha hecho, reconoce que ha sido condenado, justamente, por los pecados que ha cometido.
3 ¿Hasta cuándo, pues, estaré ebrio sin haber bebido vino, insaciable por todo lo que está ante mí? La dureza de mi corazón ha cegado mis ojos, la ebriedad de mi pre. ocupación ha secado mi cabeza y la distracción de mi corazón me ha hecho olvidadizo hasta la hora de las tinieblas. La necesidad del cuerpo me ha encadenado y la desesperación me empuja a abandonar la ruta.
No tengo un sólo amigo que hable por mí, ni regalo para ofrecer a las personas de la ciudad. El rumor de mis maldades les impide reconocerme. Si les imploro, no prestan atención, pues ven que todavía no
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he dejado de hacer el mal; no les imploro con un corazón recto. El dardo de mis pecados no hiere todavía continuamente mi corazón. El fardo de mis negligencias todavía no pesa sobre mí. Aún no conozco completamente la fuerza del fuego, pues lucharía en no caer en él. Una voz resuena en mis oídos: "Estás destinado al castigo, pues todavía no has purificado tu corazón.
El enfermo que se resiste al médico
Las heridas se han convertido en llagas en mi cuerpo, pero aún no huelen tan mal como para que yo busque un remedio. Escondo de los hombre las heridas de las fle. chas y no puedo soportar que el médico las arranque. Él me ha provisto de linimentos para aplicar sobre mis heridas, pero no tengo en el corazón el coraje suficiente como para poder soportar su mordedura. El médico es bueno,, pues no me pide honorarios, pero mi pereza no me permite consultarlo. Él viene por sf mismo a mi casa a cuidarme y me encuentra comiendo cosas que hacen supurar mis heridas. Me exhorta a dejar de hacerlo, pero el placer de su gusto seduce mi corazón. Después que he comido, lo lamento, pero mi arrepentimiento no es verdadero. Me envía alimentos, diciéndome: "¡Come para curar!" y mi mal hábito no me permite tomarlos. Al fin de cuentas, no sé lo que haré.
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Llorad pues conmigo, todos vosotros mis hermanos, que me conocéis, a fin de qu~ una ayuda más grande que mis fuerzas llegue y me domine para que me haga digno de ser su discípulo: pues a él pertenece la fuerza por los siglos de los siglos. Amén.
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LOGOS15
Sobre el renunciamiento XI 81 Bienamados, tengamos cuidado de no-
sotros mismos, pues el tiempo que resta se hace corto (1 Co 7, ~9). __ Es tan imposible cuidar el alma al mismo tiempo que el cuer-
82 po como mirar con un ojo el cielo y con el otro la tierra; igualmente, el espíritu no pue-
83 de cuidar de las cosas de Dios y de las cosas del mundo; pues es una vergüenza cuidar de aquelló que nos servirá de nada cuando salgas de tu cuerpo.
84 Piensa, siempre, que Dios te mira en todo lo que ha.ces y recuerda que él ve tus pensamientos. Aquello que te hace enrojecer si lo haces ante los hombres, es también vergonzoso pensarlo en secreto.
85 "El árbol se reconoce por sus frutos" (Mt 86 12, 33); así el espíritu reconoce sus pensa
mientos según su contemplación, y el alma razonable- se conoce a sí misma según su contemplación. No te creas, pues, impecable, mientras el pecado aún te seduce, pues aquél a quien la libertad le ha sido dada ya no piensa en lo que ha hecho contranatura. No pienses pues, que eres libre mientras irritas a tu maestro, pues la libertad no llega
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mientras tu corazón desea-alguna de lascosas del mundo.
87 Ten cuidado de tu cuerpo como del tem-plo de Dios (cf. lCo 6, 19), ten cuidado de él, pues debe resucitar y rendir cuentas ante Dios. Teme a Dios, pues debes rendir razón de todo lo que has hecho. Si tu cuerpo es herido, te preocupas por curarlo, dedícate igualmente a lo que te es necesario para la resurrección.
88 Considera, cada día, .. qué pasión has vencido en tí mismo antes de hacer tus pedidos en la oración.
89 Así como la tierra no puede dar fruto sin semilla, igualmente el hombre no puede hacer penitencia sin humildad y trabajo corporal.
90 Gracias al áire templa<:lo, la semilla flo-rece; igualmente lo hace el éspíritu del hombre a través de los mandamientos. La fe en Dios consiste en guardar los mandamientos y el temor de Dios, en no entristecer la propia conciencia.
92 Si el placer de la impureza está sembra-do en ti cuando estás en tu celda, ten cuidado, resiste a ese pensamiento para que no se apodere de tí. Aplícate a recordar a Dios que te mira, y ante quién.están descubiertos los pensamientos de tu corazón. Di pues, a tu alma: "Si te avergüenza que pecadores como tú te conozcan como pecador, con mayor razón deberás avergonzarte cuando es Dios el que mira las profundidades de tu
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corazón!" Del discernimiento de este pensamiento nacerá en tu alma el temor de Dios, y si tú persistieras en el temor de Dios llegarás a ser imperturbable y no podrás ya ser violentado por las pasiones, según lo que está escrito: "Aquéllos que se confían en el Señor son como el monte Sión; no será jamás quebrantado aquél que habita Jerusalén" (Sal 124, 1).
93 Aquél que cree que habrá un juicio cuando salga de su cuerpo no puede juzgar a su prójimo en nada, pues sabe que habrá de rendir cuentas a Dios de todas sus obras, según está escrito: "Deberemos comparecer ente el tribunal de Cristo, a fin de que cada uno de nosotros reciba lo que se le debe, bueno o malo, según las acciones que haya realizado en su cuerpo" (cf. 2Co 5, 10).
94 Aquél que cree que hay un reino para los santos, se ocupa de cuidarse en las pequeñas cosa, y aún en las más mínima, a fin de llegar a ser'~ un vaso de elección" (cf. Hch 9, 15), pues está escrito: "El Reino de los cielos es semejante a una red que se arroja en el mar y que reúne toda clase de peces: se lo saca cuando está lleno" los buenos son elegidos para su santo reino, y los malvados son arrojados a la gehenna (cf. Mt 13, 47-48).
95 Aquél que cree que su cuerpo resucita-rá verdaderamente en el día de la resurrección, debe tener cuidado de purificarlo de toda mancha, pues está escrito: "Él transfi-
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gurará nuestro cuerpo de miseria a fin de hacerlo conforme a su cuerpo de gloria, según la operación de su poder" (Flp 3, 21).
96 A aquél en quien habite la caridad de Dios, nada de este mundo puede separarlo de Dios, pues está escrito: "¿Quién nos separará de la caridad de Cristo? La tribulación, la angustia, la persecución, la peste, la desnudez, el peligro, o la espada?" (Rm 8 ~· '
97 Dios tiene el poder de hacer que nos en-contremos entre aquéllos a quienes nada de este mundo ha separado de la caridad de Cristo, a fin de que encontremos misericordia con todos, por el yoder de Nuestro 5_eñor Jesucristo, ~ues a El pertenece la glon~,. c~n el Padre sm comienzo y el Espíritu v1vif1cante, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
LOGOS16
De la alegría que llega al alma que_ quiere servir a Dios
XV Preámbulo epistolar
1 Te saludo en primer lugar en el temor de Dios y te exhorto a ser perfecto para complacerlo, a fin de que tu labor no sea vana, sino salva, y que Dios la reciba de tí en la alegría.
Perspectiva d,e la alegria final
2 El negociante que ha logrado un bene-ficio se regocija. Aquél que ha adquirido un oficio se regocija y no tiene en cuenta los trabajos que ha soportado para ello. Aquél
3 que ha tomado mujer se regocija en su corazón si ella le proporciona reposo y se muestra atenta, pues tiene confianza en ella (cf Pr 31, 11). El soldado que despreciando la muerte combate por su rey, progresa hasta que recibe una corona. Esas son obras de este mundo perecedero, y aquellos que las realizan se regocijan de ese modo pues han progresado en su trabajo.
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4 ¿Podéis medir la alegría que experimen- 7 Hermanos bien amados, hagamos lo tará el alma de aquel que, habiendo comen- que podamos, llorando ante Dios; tal vez su zado a servir a Dios, termina su obra? Lue- bondad nos tomará en piedad y nos envia-go de su partida de este mundo, su obra lo rá la fuerza para vencer, por nuestras obras, precederá y los ángeles se regocijarán con a las potencias del mal que vienen a nues-él al ver que ha escapado al poder de las 8 tro enc~entro. Apliquémonos pues, con un tinieblas. En efecto, cuando el alma sale del corazón firme y adquiramos un deseo por cuerpo y los ángeles hacen camino con ella, Dios; esto nos salvará de las manos de la entonces salen a su encuentro todas las po- fornicación cuando ella salga a nuestro en-tencias de las tinieblas queriendo retenerla 9 cuentro. · Amemos la caridad hacia los po-y tratando de encontrar en ella algo que les 10 bres, a fin de que ella nos salve del amor del pertenezca. No son los árigeles lo que ha- dinero cuando Él salga a nuestro encuen-brán de combatir, sino las obras que ha rea- tro. Amemos el estar en paz con todos, pe-lizado, las cuales la rodean y la guardan para queños y grandes, porque esto nos guarda-impedirles tocarla. Si sus obras logran la rá del odio cuando Él salga a nuestro en-victoria, los ángeles cantan entonces ante 13 cuentro. Adquiramos la paciencia para todo ella hasta que encuentra a Dios en la ale- y ella nos guardará del desaliento cuando gría. Y en esa hora ella olvida toda obra de 11 El salga a nuestro encuentro. Amemos a to-este mundo y todo su trabajo. dos nuestros hermanos, no teniendo odio
por ninguno de ellos en nuestro corazón y Exhortación a la adquisición de virtudes 12 no paguemos mal a nadie (cf. Rm 12, 17)
pues esto nos guardará de la envidia cuan-Hagamos pues, lo que podamos, para tra- do ella salga a nuestro encuentro. Amemos
bajar bien durante este breve espacio de tiem- la humildad en todo, soportando la palabra po en una obra desprovista de todo mal, a fin 14 del prójimo incluso si nos hiere o nos insul-
6 de poder ser salvados de las manos de los ta, y ella nos guardará del orgullo cuando príncipes que nos precedieron, pues son mal- éste salga a nuestro encuentro. Busquemos vados y sin piedad. Feliz aquel en quien no el honor del prójimo, no perjudicando a encontrarán nada que les pertenezca, pues su 15 nadie con la crítica, y Él nos guardará de la alegría, su reposo y su corona son inconmen- maledicencia cuando ella salga a nuestro en-surables. Todo lo que es de este mundo pasa, cuentro. Despreciemos los bienes y los ho-así los negociantes, como las personas casa- nores del mundo, a fin de ser salvados de la das y todo lo demás que he mencionado. 16 ambición cuando ella salga a nuestro en-
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cuentro. Ensañemos a nuestra lengua la me- 25 Cuida tu lengua, para que tu corazón <litación de Dios, la justicia y la oración, a sea iluminado.
17 fin de que nos guarde de la mentira cuando No ames la pereza, y el temor de Dios ella salga a nuestro encuentro. habitará en tí.
18 En efecto, todas estas pasiones retienen 26 Distribuye ahora, con un ojo generoso, al alma cuando ella sale del cuerpo, mien- a aquél que está en la necesidad, para no
19 tras que las virtudes la socorren, si ella las tener que enrojecer en medio de los santos ha adquirido. ¿Que sabio no quema libe- y de sus b~enes. rar su alma en el momento de la muerte, 27 Odia la codicia por el alimento, a fin de
20 para escapar a todas ellas?· Hagamos, pues, que Amalee no te detenga (cf. Je 7, 4). lo que podamos, confiando en el poder de 28 Esmérate en tus oficios, para que las fie-Nuestro Señor Jesucristo para ayudar a ras no te devoren. - -· -nuestra debilidad. En efecto, Él sabe que el 29 No rones el vino hasta la ebriedad, para
21 hombre es miserable, y le da penitencia no ser privado de la alegría de Dios. mientras está en su cuerpo hasta el último 30 Ama a los fieles para recibir por ellos suspiro. Que tu pensamiento sea, pues, uno misericordia. de Dios, para que Él te proteja. No prestes Quiere a los santos, a fin de que su celo atención a los bienes del mundo como si tu te devore (cf. Sal 68, 10). esperanza de salvación residiera en ellos, 33 Acuérdate del reino de los cielos, a fin pues abandonarás todas esas cosas y te irás. de que su deseo te atraiga poco a poco. Sue-Todo lo que hayas hecho por Dios es lo que ña con la gehenna, a fin de odiar sus obras. te proporcionará una buena esperanza (1 Ts 34 Cuando te levantes, por la mañana, re-2, 19) en la hora de la necesidad. 35 cuerda cada día que rendirás cuenta a Dios
de cada acto, y no pecarás contra él y su te-Sentencias diversas mor habitará en tí. Prepárate para encon-
Odia las palabras del mundo, para que trarlo y harás su voluntad.
22 36 Condénate, aquí abajo, todos los días tu corazón vea a Dios. por tus faltas y no tendrás pena a la hora
23 Ama el orar sin cesar, para que tu cora- fatal de la muerte. zón sea iluminado. 37 Que los hermanos vean tus obras, y que
24 No ames la pereza, para no tener que tu celo los devore. entristecerte cuando alcances la resurrección 38 Examínate cada día: ¿qué pasión has de los justos (Le 14, 14). ' vencido? Y no te fíes de tí mismo, pues ésa
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39 es la obra de la misericordia y del poder de del intelecto interior para hacer perecer a Dios. No te creas fiel, hasta el último suspi- todos sus enemigos.
40 ro. No pienses con orgullq que eres bueno, 46 Aquél que busca el honor a Dios se de-pues no puedes fiarte de tus enemigos. No dica a arrojar de sí la impureza.
41 estés tranquilo por tí mientras estés en vida., 47 Poner cuidado con ciencia, suprime las hasta no haber escapado de todas las po- pasiones, pues está escrito: "El cuidado ven-tencias de las tinieblas. drá al hombre sabio" (Si 18, 27).
42 . Sé vigilante, hermano, contra el espíri- 48 Aquél que ha estado enfermo, ése co-tu que trae al hombre la tristeza, pues nu- noce la salud. merosas son la acechanzas para dejarte, al 49 Aquél que recibe una corona, es corona-fin, sin fuerzas. La tristeza según Dios es do porque ha vencido a los enemigos del rey. alegría cuando te mantienes en la voluntad 50 Hay pasiones hay ·también virtudes, y de Dios, pero aquél que te dice: "¿Adónde si nos entregamos a la acedía, es evidente puedes huir? ¡No hay penitencia para tí!", que seremos igual a los traidores. La vigi-aquél que pertenece a la iniquidad. Él em- landa del corazón es una ayuda para el alma puja al hombre a abandonar la templanza. de Dios, mientras que la acedía acude en La tristeza según Dios por el contrario, no 51 ayuda del mal. La fuerza de aquellos que at~ca al ~ombre, sino le dice: "No tengas quieren las virtudes reside en que, si caen, nuedo, sigue adelante pues Dios sabe que no se desalientan, sino se aplican nueva-
43 el hombre es incapaz y Él ~o fortifica". Ten mente. el corazón lúcido ante lo~, pensamientos y 52 Los instruinentos de las virtudes son los ellos se harán ligeros para tí, mientras que trabajos corporales cumplidos con ciencia; hundirán bajo su peso a quien los teme. los impulsos de las pasiones nacen de la ne-Aquél que teme a la obra de los demonios gligencia. muestra que no tiene fe en Dios permanece 53 No juzgar al prójimo sirve de muralla firme ante ellos. para aquellos que combaten con ciencia,
44 No estimarse a sí mismo y considerarse mientras que criticarlos, destruye la mura-desconocido manifiesta que uno no se ocu- lla por ignorancia. pa de las pasiones para hacer su voluntad 54 Tener cuidado de la lengua muestra que sino la de Dios. Aquél que quiere decir su es un asceta. La intemperancia de la len-palabra muestra que el temor de Dios no gua significa, por el contrario, que no hay e~tá en él, pues el temor de Dios es un guar- virtud en su interior. dián y un socorro para el alma, un centinela
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55 La limosna hecha con ciencia engendra 69 Prestar atención al juicio de Dios engen-la previsión y conduce a la caridad. No ha- dra en el alma el temor, pero arrojar a los cer limosna significa, por el contrario, que pies la conciencia arroja las virtudes fuera no se tiene virtud. del corazón.
56 La bondad engendra la pureza, pero la 70 La caridad hacia Dios expulsa la des-distracción engendra las pasiones. La du- preocupación, pero la ausencia de temor la reza de corazón engendra la cólera, pero la despierta. dulzura engendra la misericordia. 71 Cuidar la boca eleva el pensamiento
57 La ascesis del alma es odiar la distrae- 72 hacia Dios si ella sabe callar con ciencia, ción, mientras que la del cuerpo es estar en mientras que la locuacidad engendra la ace-la indigencia. día y la locura.
58 La caída del alma consiste en amar la 73 Renunciar a tu voluntad por el prójimo, distracción; su corrección en el recogimien- es signo de que el espíritu ve las virtudes, to con ciencia. pero mantenerte en tu voluntad ante el pró-
59 La saciedad en el sueño agita las pasio- jimo es signo de ignorancia. nes en el cuerpo; pero la salvación del cora- 74 La meditación en el temor protege al
61 zón está en la vigilia con mesura. Mucho alma de las pasiones, pero decir palabras sueño espesa el corazón, la vigilia con me- mundanas la entenebrece lejos de las virtu-
62 sura lo afina. Es preferible .dormir y callar- des. se con ciencia, a velar con charlatanería. 75 Amar la materia turba el espíritu y el
63 El duelo expulsa todos los defectos alma, pero el renunciamiento las renueva. imperturbablemente. 76 Callar y no revelar los pensamientos de-
64 No herir la conciencia del prójimo en- muestra que se busca el honor del mundo y gendra la humildad. La gloria de los hom- su vergonzosa gloria, mientras aquél que bres engendra, poco a poco, el orgullo. tiene la franqueza de revelar sus pensamien-
66-67 Amar el bienestar expulsa la ciencia. La tos a su Padre los arroja lejos de sí. temperancia del vientre humilla las pasio- 77 Como casa sin puertas ni ventanas, don-nes, el deseo de los alimentos las despierta de cualquier reptil entra como quiere, así es sin esfuerzo. el hombre que trabaja y no cuida su labor.
68 El adorno del cuerpo es la ruina del 78 Como la herrumbre corroe el hierro, alma, pero es bueno cuidar de él según el igualmente la gloria de los hombres corroe temor de Dios. el corazón si él lo consiente.
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79 Como la enredadera que se enrosca so-bre la vid, destruye su fruto (cf. Na 1, 10) así la vanagloria destruye la labor del mon-je si él lo consiente. ·
80 A la cabeza de las virtudes está la hu-81 mildad y a la cabeza de las pasiones la gula.
La finalidad de las virtudes es la caridad, la finalidad de las pasiones es justificarse a sí mismo.
82 Como el gusano que carcome la made-ra la destruye, así la malicia en el corazón oscurece el alma.
83 Arrojar el alma ante Dios engendra el poder de soportar sin turbación los ultrajes; las lágrimas de esta alma están a salvo de todo lo que es humano.
84 No censurarte a tí mismo conduce a no soportar la cólera.
85 Mezclar la voz en las conversaciones de los seculares turba el corazón y lo llena de vergüenza mientras él ora a Dios a causa de su falta de confianza.
86 Amar los bienes del mundo entenebrece el alma, mientras que, despreciarlos totalmente, aporta la ciencia.
87 Amar la labor es odio hacia las pasio-nes, pero la pereza las produce sin esfuerzo.
88 No te ligues a una práctica, y tu pensa-miento será apacible en tí.
89 No te fíes de tu fuerza (cf. 2Co 1, 9) y la ayuda de Dios te llegará.
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90-91 No sientas odio por un hombre, pues tu oración no será aceptada. Mantente en paz con todos para poder orar con confianza.
92 Cuida tus ojos, y tu corazón no verá co-sas malas.
Aquél que mira cualquier cosa con deseo comete un adulterio (cf Mt 5, 28).
93 No desees conocer el error de aquél que te ha entristecido, para no devolverle el mal en tu corazón.
94 Cuida tus oídos, para no suscitar gue-rras.
95 Ocúpate de tu trabajo manual para que el pobre encuentre pan, pues la ociosidad es muerte y arruina el alma.
96 Orar sin cesar destruye la cautividad, pero dejarse ir poco a poco hacia la negligencia es la madre del olvido.
97 Aquél que espera una muerte cercana está siempre alerta, pero aquél que espera vivir largo tiempo se enredará en numerosos pecados. Aquél que se prepara pararendir cuentas de todos sus actos a Dios, en-
98 cuentra que Dios ha tenido el cuidado de purificar todo su camino; pero aquél que no se preocupa y dice "Llegaré hacia allí", habitará con los malvados. Cada día, antes de hacer nada, recuerda siempre dónde estás y adónde debes ir cuando abandones tu cuerpo, y no descuidarás tu alma un solo día. Piensa en el honor que recibieron todos los santos y tu celo te arrastrará poco a poco. Piensa también en los oprobios que
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han recibido los pecadores y esto te prote- 106 Si la envidia te aflige, recuerda que so-gerá siempre en las cosas malas. mos miembros de Cristo, que tanto el ho-99 Sigue siempre la opinión de tus Padres nor como el oprobio del prójimo nos perte-y pasarás todo tu tiempo en el reposo. nece a todos, y encontrarás el descanso. 100 Ten cuidado de tí si tu pensamiento te 107 Si la gula te combate por medio del de-atormenta porque tu hermano está afligido seo de comidas, recuerda su mal olor, y en-por tu causa; no lo desprecies, sino hazle una contrarás el reposo. metanía con voz suplicante hasta que lo per- 108 Si la maledicencia te aflige contra tu her-suadas. Vela para no tener el corazón duro mano, recuerda que si él lo escucha se en-hacia tu hermano, pues todos somos impul- tristecerá; evita encontrarlo y hallarás repo-sados por la Iniquidad. so. 101 Si habitas con hermanos, no les ordenes 109 Si el orgullo te domina, recuerda que él ningún asunto, pero toma tu parte en su la- destruye totalmente su labor y que no hay bor, para no perder tu salario. penitencia para aquellos que se abandonan 102 Si los demonios te atormentan a propó- a él, y encontrarás el reposo. sito de la comida, del vestido y de tu gran 110 Si el desprecio para con el prójimo com-pobreza, arrojando sobre tí el oprobio, no le bate tu corazón, recuerda que por esto Dios repliques nada, pero confía en Dios con todo te entregará a las manos de tus enemigos, y tu corazón, y Él te dará el reposo. encontrarás el reposo. 103 Vela para no desdeñar cumplir tus ofi- 111 Si la belleza del cuerpo atrae tu corazón, cios, pues son ellos los que aportan la luz al recuerda su hedor cuando está muerto, y en-alma. contrarás el reposo. 104 Si has hecho buenas acciones, no te glo- 112 Si el encanto de las mujeres te es muy rifiques -si has cometido muchas malas, que agradable, recuerda a adónde han ido aque-tu corazón no se entristezca desmedí- llas que y~ están muertas y encontrarás el damente, mas debes dominarlo para no reposo. abandonarte-y serás libre del orgullo si eres sabio. El discernimiento 105 Si estás atormentado por la impureza, aflige constantemente tu cuerpo en la hu- 113 A todó esto, el discernimiento lo reune, mildad ante Dios; no dejes creer a tu cora- lo examma y lo deja sin efecto. Es imposi-zón que tus pecados te son perdonados, y ble que el discernimiento te llegue si no te encontrarás. el reposo. dedicas a cultivarlo: primero viene el reti-
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ro; el retiro engendra la ascesis, la ascesis engendra las lágrimas, las lágrimas engendran el temor, el temor engendra la humildad, la humildad engendra la previsión, la previsión engendra la caridad y la caridad engendra al alma sana e impasible. El hombre sabe, entonces, que después de todo eso aún está lejos de Dios.
Recapitulación
Es necesario que aquel que quiere llegar a esa dignidad de las virtudes, esté sin preocupación respecto de ~ualquiera y que se prepare para la muerte; que cada vez que ore reconozca lo que lo separa de Dios y lo destruya; que odie el mundo presente, así
115 la bondad de Dios le otorgará pronto las virtudes. Pero debe saber que todo hombre que coma y beba sin medida, o que ame alguna cosa de este mundo, no llegará a ellas
116 y no las alcanzará, sino se extraviará a él mismo. Yo exhorto pues, a todo hombre que desee hacer penitencia por Dios, a cuidarse del exceso de vino, puesto vivifica todas las pasiones y expulsa el temor de Dios del alma. Por el contrario, que pida con todas s~s fuerzas a Dios que le envíe su temor, a fin de que por su deseo dirigido hacia él destruya todas las pasiones que combaten a la desdichada alma, queriendo separarla de Dios para que ella les p~rtenezca; es por esto que los enemigos hacen todo lo que pueden en su lucha contra el hombre.
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No procures, pues, el descanso, hermano, mientras permanezcas en este cuerpo, y no te fíes de tí mismo si ves por un momento que las pasiones te dejan en paz, porque ellas se contienen con engaño por algún tiempo, para que el hombre debilite su propio corazón pensando que está en reposo, luego se arrojan de improviso sobre la desdichada alma, capturándola como a un gorrión (cf. Lm 3, 51) y, si la dominan, la sumergen sin piedad en todos los pecados más
difíciles de ser perdonados, antes que en aquellos por los que ella oraba al comienzo.
118 Mantengámonos pues, en el temor de Dios, y velemos para cumplir nuestra ascesis observando todas las virtudes que se oponen a la malicia de los enemigos, pues los trabajos y las penas de este tiempo, que es breve, no solamente nos protegen de la malicia, sino preparan coronas para el alma aún antes de que ella salga de su cuerpo.
Estímulos y promesas del Señor
119 Nuestro Santo Doctor, el Señor Jesús, co-nociendo nuestra gran crueldad, y lleno de piedad por la raza de los hombres, ordenó con firmeza de corazón: "Estad listos en todo momento, pues ignoráis a que hora llegará el ladrón (cf. Mt 24, 42-43), por temor a que llegue de improviso y os encuentre dormidos" (Me 13, 36).
120 Enseñando a los suyos, les hizo esta re-comendación: "Velad para que vuestros co-
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razo~es no se hagan pesados en la crápula, la ebnedad y las preocupaciones de la vida, y que la Hora no llegue sobre vosotros de improviso (cf. Le 21, 34). Sabiendo que los malvados son mucho más numerosos que
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nosotros y mostrando a los suyos que el poder de no temerlos le pertenece, les dijo: "He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos" (Le 10, 3). Pero les ordenó no tomar nada en la ruta, pues en tanto no tuvieran nada que perteneciera a los lobos, éstos no podrían devorarlos. Cuando ellos volvieron sanos y salvos y habien~? observado lo que él les mandó, se regoCIJÓ con ellos, dando gracias a Dios, su Padre, por ellos, y para afirmar su corazón les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un relámpago. He aquí que os he dado el poder de pisotear serpientes, escorpiones y todo el poder del enemigo, y ellos no os perjudicarán" (cf. Le 10, 19). Ellos habían sido enviados en el temor y la advertencia; cuando hubieron observado lo que les había mandado, les dio el poder y la fuerza. . Estas palabras no son sólo para ellos,
smo para todos los que cumplen los Mandamientos. Amándolos, en efecto con un perfecto amor, Él decía: "No temáis, pequeño rebaño, pues plugió a vuestro Padre daros el Reino. Vended vuestros bienes y dadlos en limosna y tendréis bolsas que no se gastan y tesoros que necesitaréis en los cielos" (Le 12, 32-33). Y cuando hubieron
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cumplido también esta orden les dijo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy" On 14, 27). Para infundirles confianza, decía: "Aquel que me ama cumplirá mis Mandamientos, y yo y mi Padre vendremos y haremos en él nuestra morada" On 14, 23). Y para hacerlos intrépidos frente al mundo decía: "En el mundo tendréis que sufrir, pero tened coraje, yo he vencido al mundo On 16, 33). Dándoles firmeza para que no se desalentaran en las tribulaciones, puso la alegría en sus corazones diciendo: "Vosotros sois aquellos que permanecieron constantemente conmigo en mis tentaciones, y yo he dispuesto para vosotros el Reino, como el Padre lo dispuso para mí, a fin de que comáis y bebáis en mi mesa" (Le 22, 28-30).
Mantenerse con Cristo en las Tentaciones
Él no dijo esto a todos, sino a quienes se mantuvieron con Él en las tentaciones. Quiénes son, pues, los que se mantuvieron con Jesucristo en las tentaciones, sino aquellos que han resistido a los vicios contra natura hasta que los destruyeron? Ahora bien, Él les dijo esas cosas mientras iba a la cruz. Por consiguiente, que aquél que quiera comer y beber en su mesa marche con Él hacia la cruz; la cruz de Jesús es, en efecto, la abstinencia de todas las pasiones hasta ser suprimidas; pues el Apóstol bien amado, habiéndolas suprimido, osaba decir: "Yo
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soy crucificado con Cristo; no soy más yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20). Es, pues, en aquellos que han destruído las pasiones, en quien vive Cristo. El Apóstol dijo, exhortando a sus hijos: "Aquellos que pertenecen a Cristo han crucificado la carne con las pasiones y las codi-
129 cias" (Ga 2, 24). Escribiendo a Timoteo, su hijo, decía: "Si morimos con Él, viviremos también con Él; si nos mantenemos firmes, con Él reinaremos; y si lo negamos, Él también nos negará" (2 Tm 2, 11-12).
¿Quiénes son, pues, los que lo niegan, 130 sino aquéllos que cumplen sus voluntades
según la carne y que insultan al santo bautismo? Pues es por su nombre que no es otorgada la remisión de los pecados ( cf. Hch 2, 38), y es por la envidia que el enemigo nos coloca de nuevo en la servidumbre del pecado. También nuestro Señor Jesucristo, sabiendo que su malicia es grande desde los orígenes, nos acordó la penitencia hasta nuestro último suspiro. Pues, si no existiera la penitencia, nadie sería salvado. El Apóstol, sabiendo que también se peca después del bautismo, decía: "Que el ladrón no robe más" (Ef 4, 28).
Prepararse para la Parus{a y el Juicio
Puesto que tenemos el sello del santo bautismo, empeñémonos en abandonar nuestros pecados a fin de encontrar miseri-
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cordia en ese día (cf. 2Tm1, 18): pues Él se aproxima y él llega, sentado sobre el trono de su gloria, y todos las naciones se reunirán ante Él (Mt 25, 31-32) y cada uno será reconocido por su propia lámpara, que tendrá en la mano. La lámpara de aquel que no tenga aceite se apagará, y él será arrojado en las tinieblas, mientras que aquel cuya lámpara irradie luz entrará con Él en el Reino (cf. Mt 25, 1-13). Empeñémonos pues, bienamados, para llenar nuestros vasos de aceite mientras estamos en nuestro cuerpo a fin de que nuestra lámpara brille, y entremos con Él en su Reino. El vaso representa la penitencia, el aceite que contiene, la práctica de todas las virtudes, y la lámpara encendida al alma santa. Así, un alma que lleve luz por causa de sus obras, entrará con Él en su reino, y un alma entenebrecida por su propia malicia, irá a las tinieblas.
132 Combatid pues, hermanos, pues el tiem-po se acerca (Le 21, 8). Felices aquellos que tienen semejante preocupación. El fruto está maduro, es ya el tiempo de la cosecha. Feliz aquel que ha salvado su fruto, porque los ángele~ lo recibirán en el granero eterno; pero desdicha para aquellos que están en la cizaña, porque heredarán el fuego (cf. Mt 13, 30). Huyamos pues, hermanos, del mundo y lo que contiene, a fin de heredar los bienes celestes. Pues la herencia de este mundo es oro y plata, casas y vestidos; no sólo nos dispone a pecar, sino que la aban-
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donamos a nuestra partida; mientras que la herencia de Dios es inconmensurable, el ojo no la ha visto, el oído no la ha escuchado, y no ha llegado al corazón del hombre (1 Co 2, 9). Dios la otorga a aquellos que le obedecen en este pequeño espacio de tiempo, y ellos la reciben por el pan, el agua y los vestidos que han ofrecido a los indigentes, por su amor a los hombres y la pureza de su cuerpo, porque no han hecho mal al prójimo, por un corazón sin malicia y por otros mandamientos. Aquellos que observen esto tendrán el reposo en este mundo, serán respetados por los hombres, y cuando salgan de su cuerpo obtendrán una alegría eterna.
134 En cuanto a los que realizan sus volun-tades en el pecado y no hacen penitencia, que están en la distracción del placer, y que en su extravío consuman su maldad por la bufonada de sus palabras, por los gritos en sus querellas, por la falta de temor respecto al juicio de Dios, por la falta de piedad hacia los pobres y por los otros pecados, sus rostros serán cubiertos de confusión, en este mundo serán despreciados por los hombres, y cuando lo abandonen, el oprobio y la vergüenza los precederán en la gehenna.
Doxolog{a
135 Pero Dios tiene el poder de hacernos dignos de progresar en sus obras, protegiéndonos de toda obra mala para que podamos
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ser salvados en la hora de la prueba que debe llegar sobre el mundo entero (cf. Ap 3, 10); pues Nuestro Señor Jesús no tardará (Hb 10, 37) y llegará con la retribución (cf. 2P 2, 9), enviará a los impíos al fuego eterno, dará a los suyos la recompensa y e~os entrarán con Él y descansarán en su Remo por los si~los de los siglos, Amén.
Intención final
136 No te desalientes, hermano, leyendo esto cada día: tal vez haya misericordia también para nosotros con aquellos qu~ Cristo ha juzgado dignos. Poned cuidado, bienamado, de cumplir estos mandamientos escritos, para que pueda ser salvado con los santos que han guardado los Mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo. Si alguien lee esto y no lo cumple, ~s semej~te a quien ve su rostro en un espejo y lo olvida inmediatamente (cf. St 1, 23-24). Pero si alguien lee esto y lo cumple, se asemeja a un grano sembrado en la buena ti.erra y que lleva fruto (cf. Le 8, 8). Dios tiene el poder de hacer que nos encontremos entre aquéllos que escuchan y cumplen, a fin de que reciba de nosotros también el fruto sano por su gracia, pues a él pertenecen la gloria, la fuerza y el poder por los siglos de los siglos. Amén ·
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LOGOS17
Sobre los pensamientos que debe rechazar aquel que ha renunciado al
mundo y vive como extranjero
XXVI El primer combate: vivir como extranjero
1 Ante todo, el primer combate es vivir como extraño sobre todo si, huyendo abandonas lo que es tuyo y te vas a otro lugar, munido de fe perfecta y esperanza, con el corazón resuelto a negar nis voluntades. En efecto, los enemigos te rodean, te aterrorizan por el temor a las tentaciones, a la ruda pobreza y a las enfermedades, sugiriéndote: "Si vienes aquí, que harás, no habiendo nadie que te conozca y que cuide de tí?" La bondad divina te pone a prueba para que se manifiesten tu celo y tu caridad hacia Dios. Si permaneces en la soledad de la celda siembran en tí los pensamientos más agobiantes de cobardía, diciendo: "No es ser extraño lo que salva al hombre, sino cumplir los Mandamientos", proponiéndote el recuerdo de algunos, más cercanos a las cosas de la carne, rodean tu corazón y te dicen: "¡Cómo, pues! ¿Acaso tales hombres
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no son servidores de Dios?" Te inspiran, además, que el clima es malsano, que tu cuerpo est~ pesado, hast~ ver que tu ~orazón se debilita por desaliento. Pero s1 hay en él caridad y esperanza su malicia no tiene efecto, y finalmente tu celo se manifestará ante Dios, pues tú lo amas más que al reposo de la carne. La prueba de ser extranjero conduce, a aquellos que la soportan, a la esperanza; y la esperanza los protege, por su parte, de las cosas de la c~e. ~o es por nada que te has hecho extrano, sino para prepararte a tí mismo y dedicarte a combatir a los enemigos, a fin de saber rechazarlos a cada uno en su momento, hasta que, habiendo alcanzado el reposo de la impasibilidad, seas liberado por haber entablado cada combate a su tiempo.
La lucha contra la vanagloria
2 Considero grande y honorable ~e~cer la vanagloria y progresar en el conocmuento de Dios; pues aquél que cae en la vergüe?za de esa pasión maligna de la vanaglona, se hace extraño a la paz, endurece st.i corazón frente a los santos y, para colmo de males, cae en un orgullo malvado y en. la preocupación por mentir. Pero tú, oh fiel, mantén ocultos tus trabajos y ten cuidado, en la contricción del corazón, de que tu lengua no los ostente y los entregue a tus enemigos. Aquel que trabaja rechazando las
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pasi~nes del cue?'o, y todas sus faltas por medio de la pemtencia, vuelve a su alma preciosa, para que sea para Dios como una ofrenda irreprochable, digna de llegar a ser su templo. Pero es imposible, para quien a~a la _gloria de los hombres, permanecer sm pasiones; los celos y la envidia lo habitan, pues él ha vendido su alma, y ella será presa d~ i:i-umerosas tentaciones y su corazón sacrificado por los demonios; él no hallará jamás el medio de cumplir sus deseos y su fin será la perdición (cf. Flp 3, 19). '
La lucha contra la c6lera
Por el contrario, al que ha adquirido la humildad, Dios le revela sus pecados a fin de que los conozca; y si la contricción viene a agregarse, esas virtudes permanecen en él y e~ulsan a los siete demonios ( cf. Me 1~, 9) alimentando al alma con su propia glona y sus santas cualidades. Un hombre semejante no se preocupa por la afrenta de otro hombre, pues sus propios pecados, que rememora, cumplen la función de una armadura que lo separa de la cólera y la venganza, y él soporta todo lo que sucede. ¿Qué afrenta puede alcanzarlo, mientras tiene sus propios pecados ante un rostro frente a Dios? '
Si.~º puedes soportar una palabra de tu pró1imo y la devuelves, excitas en tu corazón combates que te entristecen por todo
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lo que has dicho; la cautividad te apresa, te hace proclamar bienaventurados a los que viven en el retiro y endurece tu corazón hacia tus vecinos, considerándolos sin caridad. Que tu combate sea, más vale, para adquirir la indulgencia y la caridad, pues una vence a la cólera y la otra a la tristeza. Ora a Dios en el temor para conservar esas virtudes, pues la caridad y la indulgencia aportan la cólera natural. Y si esas virtudes permanecen en ti, en lugar de irritarte contra el prójimo, te irritas contra los demonios y estás en paz con el prójimo, pues tienes en tí la compunción y la humildad. Aquel que puede soportar una palabra dura de un hombre difícil y necio, por Dios y por la paz de sus pensamientos, ése será llamado hijo de la paz. (cf Le 10, 6). Él es capaz de adquirir la paz del alma, del cuerpo y del espíritu. Y si éstas tres cosas están unidas, entonces aquellos que están en armas contra la ley del espíritu se calmarán, la cautividad de la carne será destruida y ese hombre será llamado hijo de la paz y el Espíritu Santo habitará en él, pues ha llegado a ser suyo y no lo abandonará.
La lucha contra la cobardía
5 Felices aquéllos cuyas labores son cum-plidas con ciencia pues ellas los alivian de todo agobio. Ellos escapan a la trapacería de los demonios, sobre todo el de la cobar-
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día, que incomoda al hombre en toda obra buena que se imponga, empujando hacia la pereza al espíritu que dirige asiduamente su atención sobre Dios, y esforzándose por separarlo, por las penas, de semejante camino. Pero si nosotros, hermanos, tenemos la caridad, la paciencia y la templanza, no podrán tener éxito en su empresa, sobre todo si el espíritu sabe que la pereza es la que trastorna todo, y la desprecia.
La lucha contra la tristeza. La verdadera pobreza
Si has abandonado toda cosa visible, pon atención en el demonio de la tristeza, por temor a que, por tu gran pobreza y tribulación, no puedas llegar a las grandes virtudes que son: no estimarse a sí mismo, soportar la injuria y no hacerse un nombre en ninguna disciplina de este mundo. Pues si tú luchas por adquirir estas virtudes, ellas preparan las coronas para tu alma. Por otra parte, no son solamente aquellos que han renunciado, y han llegado a ser indigentes en todo lo que se ve, quienes son pobres, sino también los que se han desnudado de toda malicia y sin cesar sienten hambre del recuerdo de Dios; y no son aquellos que están en la tribulación visible quienes adquieren en mayor medida la impasibilidad, sino los que tienen preocupación por el hombre interior y suprimen sus propias voluntades. Ellos recibirán la corona de las virtudes.
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El discernimiento de los pensamientos
Domina pues, tu corazón, vigilando tus sentidos, y si tu memoria está en paz contigo, capturarás a los ladrones que lo asaltan. Pues aquel que examina rigurosamente su pensamiento reconoce a los que quieren entrar en él para mancharlo. Si te preocupas por los Mandamientos con un corazón ardiente, comprenderás los pretextos con que aquellos que te atormentan te causan turbación para desanimarte y hacerte elegir, sin razón, otro lugar, en el que, apenas instalado,Jamentarás tu elección. Ellos, en efecto, turban el espíritu para volverlo vagabundo y ocioso; pero aquellos que comprenden su malicia permanecen imperturbables, dando gracias a Dios por el lugar donde le has otorgado mantenerse con paciencia. Pues la paciencia, la indulgencia y la caridad dan gracias por las penas y las fatigas, mientras que la acedía, la cobardía y el amor al descanso buscan un sitio donde ser estimados. Entonces, como consecuencia de las alabanzas, los sentidos desfallecen y,• fatalmente, la cautividad de las pasiones los sujeta y destruye la templanza, oculta por el vagabundaje y la saciedad.
4 El santo dijo también: Si el espíritu quie-re subir a la cruz antes de que los sentidos hayan ces.ado de estar enfermos, la cólera de Dios vendrá sobre él, pues ha emprendido una obra por encima de su medida sin haber curado previamente sus sentidos.
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5 Él dijo también: si tu corazón está disi-pado y no sabes dominarlo, es porque tu conducta lo quieras o no lo impulsa a la disipación, lo que es contrario a la naturaleza de Adán.
7 Él dijo también: si tu corazón odia na-turalmente al pecado y se separa de aquello que lo engendra, si colocas ante tí con ciencia el castigo, si te haces extraño a lo que te arrastra hacia él y oras con ciencia a tu Creador para que permanezca contigo sin entristecerlo en nada, llorando ante él diciendo: "A tí pertenece la misericordia para liberarme, pues es imposible escapar de sus manos sin tu ayuda", velando sobre tu corazón para no apesadumbrar al que te enseña según Dios, esto es conforme la naturaleza de Jesús. Pues si el hombre cumple todo, pero no adquiere humildad, obediencia ni paciencia, se desvía hacia la contranatura. Por el contrario, orienta tu corazón todo entero hacia la obediencia para con Dios, orando en verdad y diciendo: "Señor estoy en tí, hazme digno de tu voluntad, pues ignoro lo que me es útil; combate tú, pues yo no conozco la malicia de mis enemigos". Y si actúas según la naturaleza de Jesús, Él no te dejará equivocarte en nada. Pero si observas un Mandamiento y no cumples otro, es porque no te has dedicado a obedecerle, y Él no tomará tu cuidado.
Pues así como un campo no puede discutir con quien trabaja para purificarlo de
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la cizaña y sembrarlo según la naturaleza, igualmente es necesario que aquel que se ha dedicado a Dios con ciencia no discuta nada, sino lo ame más que a todas las cosas contra-natura sembradas en su corazón-que son cizaña- y se arroje ante Él con amor, de todo corazón, en todas las ocasiones, pues es a Él a quien pertenece la misericordia, quien lo librará de la cizaña y sembrará en él nueva semilla, ya que los granos conformes a la naturaleza no pueden crecer al mismo tiempo que los que están contra-natura, porque son sofocados por la cizaña. Por lo tanto, si no estás purificado de las voluntades carnales no puedes liberarte del pecado. No puedes hacerlo si no te has liberado primero de lo que lo hace nacer, es decir, de la pusilanimidad, que es la mala madre del pecado. La acedía nos lleva a hacer la propia voluntad, y la propia voluntad, cuando se la deja actuar, engendra el menosprecio. El corazón que quiere imponerse engendra el amor por las conversaciones del mundo. El que deja nacer la búsqueda de lo que no es útil, presta oídos al maldiciente; luego repite a otros las palabras escuchadas, lo que conduce a buscar las cosas del mundo. Esto impulsa a ensef\ar sin ser interrogado, a herir al prójimo y también a muchos otros males. Quien progresa, o quiere progresar, debe pues, cuidarse con ciencia de lo que engendran los pecados y los pecados se debilitarán por sí mismos. El que combate los
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ve con amargura; pero aquel que es negligente prepara su castigo. Aquel que teme a la fatiga del cuerpo no alcanza la confonni. dad c~n la naturaleza; pero si se posterna 3;11te Dios en cada uno de sus trabajos, Dios tien~ el poder de darle la quietud. En afecto, s1 Gedeón no hubiera roto los cántaros no h~bría visto la luz de las llamas (cf. Je 7: 19); igualmente, si el hombre no desprecia s~ cuerpo, no verá la luz de la divinidad. y s1 Jael, la mujer de Jeber el quineo, no hubiera ar_rancado el clavo de la tienda, no habría abatido la sobe!"bia de Sisara (cf. Je 5, 26).
Además, s1 el espíritu se fortifica y se ~repara para perseguir la·caridad que extingue todas las pasiones del alma y del cuerpo, ~ntonces el alma se muestra paciente Y sumisa (1 Co 13, 4), odia la envidia y el orgul~o, ya no piensa en el mal, pues tal es la candad. ·
B Él dijo también: Si la cólera llega a ser co?forme a la naturaleza en el corazón, no ~e.Ja que nada contra natura oprima al espíntu Y, por su fuerza, el espíritu resiste a la contra natura hasta que la separa de aque-llo que es conforme a la naturaleza. y si el 1
espfr~tu, vuelto así verd~dero, triunfa, se c~nv1erte ~n jefe del alma ,y le impide reci- ¡.'
brr cualquier cosa de la contra natura, pues 1
le enumera todas las injusticias que las co- 1 sas contra natura le han hecho sufrir durante el tiempo en que estaban mezcladas con las ¡ cosas naturales.
IM 1
9 Él dijo también: Nuestro Maestro Jesús, cuando hizo misericordia a sus santos, separó a los .ladrones que estaban crucificados; ambos, en efecto, estaban sobre su cruz, y Él estaba en medio de ellos. El de la izquierda se alarmaba viendo rota su amistad culpable con el de la derecha, pero éste miraba a Jesús con humildad y temor diciendo: ,; Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino" (Le 23, 42). A partir . de ese momento, es evidente que ya no son amigos, y que el de la izquierda no puede arrastrar al otro en sus maquinaciones perversas. Todos aquellos que todavía no llegaron a este punto, caen y se levantan hasta que la misericordia. les es otorgada. Es necesario, pues, poner cuidado en reflexionar con temor y humildad, como el de la derecha, pues la humildad permite soportar el desprecio. Entonces, cuando alguno se separa del de la izquierda, conoce exactamente todos los pecados que ha cometido contra Dios, ya que no verá sus pecados si no está alejado de ellos por una dolorosa separación. Los que han llegado a ese punto son los que encuentran las lágrimas, la súplica y la vergüenza ante Dios por el recuerdo de su malvada amistad con las pasiones.
Dios tiene el poder de fortalecer a los que trabajan en el secreto de la humildad, pues a Él pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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LOGOS18
Sobre la ausencia de rencor
Él dijo también: El santo Apóstol dio una orden a sus discípulos cuando dijo: "El Señor está cerca: No tengáis ninguna preocupación, sino presentad al Señor vuestras demandas en toda circunstancia por medio de la oración y la súplica, penetrados de acción de gracias" (Flp 4, 5-7), y "que la paz de Cristo reine en vuestros corazones" (Col 3, 15). Y en el Evangelio según San Marcos el Señor dijo a los discípulos: "Perdonad todas sus faltas a vuestros deudores, a fin de que vuestro Padre os perdone también las vuestras" (Me 11, 25; cf Mt 6, 14). Terrible es esta palabra del Señor; si tú ves que tu corazón no está puro hacia todos, nada le pidas a Dios; tú le haces injuria, ya que, siendo pecador y teniendo resentimiento hacia un hombre semejante no ora en espíritu, sino solamente con los labios, con ignorancia. Aquel que quiere verdaderamente orar a Dios en espíritu, en el Espíritu Santo y con un corazón puro, examina su corazón antes de su oración para saber si está sin preocupación respecto a todo hombre o no; y si no lo está, no abusa de sí mismo, pues
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aquel que lo escucharía no está allí, y, puesto que el espíritu no ora, se trata solamente de la rutina de las horas canónicas. Aquel que quiere orar con pureza de~e pri?1ero examinar el estado de su espíritu, a fm de que, si tu dices: "Ten piedad de mí",. tam: bién tu tengas piedad de quien te suplica; si tú dices: "Olvida mis transgresiones", no recuerdes, tú tampoco las transgresiones de tu prójimo, si tu dices: "No recuerdes el mal que te he hecho voluntariamente u obligado" no recuerdes más, tú tampoco. Pues, si h~bo violencia, no debes pensar cualquier cosa contra un hombre. Si no has llegado a hacer esto, oras en vano, pues Dios no te escucha, según todas las Escrituras. ¡Perdóname!
El Señor dijo también en la oración se-gún San Mateo: "Y perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos las de nuestros deudores" (Mt 6, 12). Y según San Lucas: "Si perdonáis a los hombres sus transgresiones, vuestro Pad~, ~ue está en los cielos os perdonará también .
Aquello que tú quieres que te llegue de parte de Dios, hazlo primero, entonces quedarás liberado según la medida que hayas utilizado con los hombres. Si purificas tu corazón hacia toda criatura a fin de no guardar rencor a nadie, debes velar -pues Dios es exactitud- para que ello sea no solamente palabras de la lengua. Todo hombre se encadena a sí mismo para la gehenna, y se
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libera a sí mismo, pues no hay nada más inflexible que la voluntad, ya sea que tienda hacia la muerte o hacia la vida. Felices, pues, aquellos que aman la vida eterna, pues no tropezarán.
12 Él dijo también: Hay, pues, un combate del corazón, en el trabajo, en el sudor y en el secreto, contra el pensamiento que te agota, para no dejar que su flecha hiera tu corazón; y te será penoso curarlo si no tienes siempre tus pecados presentes ante tí. Y si sabes que alguien te ha hecho sufrir algún mal, opone tu buena voluntad para no devolvérselo en tu corazón, ni condenarlo, ni juzgarlo, ni calumniarlo, ni librarlo a la boca de los demás, y después de _esto piensa: "No hay ningún mal en mí". Y si existe en tí el temor de la gehenna, triunfará sobre los malvados que quieren que devuelvas el mal a tu prójimo y te dirá: "Desdichado, tú oras por tus pecados, y Dios lo soporta hasta hoy sin develarlos, mientras que tú, irritado contra el prójimo, lo arrojas en la boca de los hombres!".
Si tu corazón se enternece y te cuidas de los malos pensamientos, recibirás de Dios misericordia, pero si tu corazón se endurece contra el prójimo, Dios no se acordará de tí.
13 Él dijo también: Perdóname, pues es-toy desnudo de todo y humillado de pecados. Mientras escribo esto tengo el rostro de mi corazón cubierto de vergüenza. Si el
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hombre no llega a la conformidad con la naturaleza del Hijo de Dios, todos sus trabajos son vanos. El cultivador que siembra su grano espera una cosecha muy importante, y si el viento lo destruye, su corazón permanece en la tristeza a causa de la pérdida de las semillas y de los trabajos que proporcionó a la tierra.
14 Éldijotambién: ElApóstolPedro,cuan-do fue crucificado en Roma, pidió ser suspendido con la cabeza hacia abajo, manifestando así el misterio de la contra-natura que se apoderá de todo hombre. Él quiso decir, en efecto, que todo hombre bautizado tiene el deber de crucificar las malicias contranatura que se apoderaron de Adán y le hicieron perder su gloria en un oprobio y una vergüenza eternas. Es necesario, pues, que el espíritu combata animosamente y odie todo lo que los hombres buscan, y que sea enemigo de ello hasta el fin con un oído agudo. He aquí las principales cosas que someten a lo$ hijos de Adán: la ganancia, el honor, el descanso, glorificarse de lo que abandona, el adorno del cuerpo para que sea bello y en buena salud y la búsqueda de vestimentas elegantes. Esto alimenta el placer que la serpiente puso en la boca de Eva. Reconocemos que somos hijos de Adán por esos malos pensamientos que nos convierten en eneínigos de Dios.
Feliz aquel que, habiendo sido crucificado, muerto, enterrado y resucitado, se vea
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en conformidad con la naturaleza de Jesús si~iendo las santas huellas que sus paso~ h1c1eron cuando se hizo hombre por sus obreros, los santos. Ese tendrá la humildad, la desnudez, la pobreza, el perdón, la paz, el pod~r de soportar las injurias, la despreocupaaón por el cuerpo, la intrepidez ante los ataques de los malvados y, lo que es lo más sublime, la prescindencia de todo y la aceptación amable de los hombres. Aquel pues, que llega a esto, y elimina la contranatura, es evidente en verdad que pertenece a Cristo, que es hijo de Dios y hermano de Jesús, pues a él pertenece la gloria y la adoración por los siglos de los siglos. Amén.
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LOGOS19
Sobre las pasiones
La presencia del Espíritu Santo, signo de la muerte de las pasiones
1 Quisiera yo también decir con el profe-ta Isaías: "Tengo la paciencia de la mujer que da a luz, hasta que los deseco y los destruyo" (Is 42, 14). Si sabes que la fuente del Espíritu Santo brota en tí, ése es el signo de que las pasiones son desecadas y destruídas. Como dice nuestro Salvador: "El Reino de Dios no está aquí o allá, sino en vuestro interior" (Le 17, 21). El Apóstol dijo también: "El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder" (1 Co 4, 20). Algunos, en efecto, hablan de las obras del Reino, pero sin cumplirlas; hay otros que cumplen las obras del Reino, pero hablan de ello sin vigilancia ni ciencia. Aquéllos en quienes se cumplió la palabra del Salvador: "El reino de los cielos está en vosotros", son raros, poco numerosos y difíciles de encontrar. En ellos viene el Espíritu Santo de Dios y en ellos se cumple la palabra de San Juan el Evangelista: "A aquéllos que creen en su
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n~mbre le~ ha dado el poder de llegar a ser hijos de Dios, ellos no nacieron de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios" On 1 1~~. ,
La alegria de aquellos que llevan a Cristo como la Virgen Maria
Estos son los que están liberados de la amarga sentencia originada en Adán: "la tie. rra será maldita en tus o~ras" (Gn 3, 17). Estos son los que han recil;>ido la alegría, la ~sma que recibió María: "El Espíritu de Dios vendrá sobre ti y la potencia del Altísimo te cubrirá" (Le 1, 35). Pues, del mismo modo como hasta ahora la tristeza descendió sobr~ Eva y su descendencia, la ~egría descendió sobre María y su descendencia también hasta ahora. Por ello es que, si sien~ do hijos de Eva reconocemos su maldición sobre nosotros a causa de nuestros pensamientos viles, también debemos saber que hemos nacido de Dios por los pensamientos del Santo Espíritu y los sufrimientos de Cristo, si están verdaderamente en nuestro cuerpo, pues está escrito en el Apóstol: "Probáos vosotros mismos para saber si Cristo está en vos, examináos vosotros mismos" (2Co 13, 5). En efecto, cuando llevamos la imagen de lo terrestre (lCo 15, 49), sabemos que somos hijos de lo terrestre a causa de la materia vil de sus pensamientos
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que habitan en nosotros: las pasiones; pero aquellos que llevan la imagen de lo celeste, se saben hijos de lo celeste por su Santo Eg. píritu que los habita. lsaías clamaba, en efecto: "Por tu temor, Señor, hemos concebido, llevado, dado a luz y expandido 'el espíritu de tu salvación sobre la tierra" (Is 26, 18). Está escrito también en el Eclesiastés: "Como huesos en el vientre de aquella que está en cinta, así el camino del Espíritu" (Qo 11, 5). Pues del mismo modo que la Santa Virgen lo ha llevado en la carne, igualmente aquéllos que recibieron la gracia del Eg.
píritu Santo lo llevan en su corazón, según la palabra del Apóstol: "Para que Cristo habite en el hombre interior por la fe, en nuestros corazones, que habéis arraigado y fundado en la caridad, a fin de que podáis presentaros con todos los santos" (Ef 3, 16-18). Y también: "Llevamos ese tesoro en vasos de arcilla, para que la sobreabundancia del poder sea de Dios y no nuestra" (2Co 4, 7).
El alma novia del Señor
También, si has alcanzado lo que dice esta palabra: "Somos transformados en la misma imagen de gloria en gloria" (2 Co 3, 18); si en ti se cumplió la palabra del Apóstol que dijo: "Y la paz del Señor reine en vuestros corazones" (Col 3, 5), y que en vuestro espíritu esté Cristo Jesús; si has llegado a esta palabra: "Brille en vuestros co-
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razones la luz del conocimiento de Dios" (2 Co 4, 6); si se ha cumplido en ti la palabra: "Que vuestros riñones estén ceñidos y vuestras lámparas encendidas, y seáis como servidores que esperan a su amo al regreso de sus bodas" (Le 12, 35-36), a fin de que tu boca no permanezca cerrada, sin excusa en medio de los santos; si tú sabes, como las vírgenes prudentes, que hay aceite en tu vaso, a fin de que puedas entrar en la cámara nupcial y no se te deje afuera (d Mt 25, 1-13); si sientes que tu espíritu, tu alma y tu cuerpo están unificados irreprochablemente y que resucitarán sin mancha en el día de Nuestro Señor Jesucristo si no acarreas reproches ni condenas por parte de tu conciencia; si has llegado a ser un pequeño niño, según las palabras del Señor que dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, pues a quienes se les parecen pertenece el Reino de los Cielos" (Mt 19, 14), entonces has llegado a ser para él, verdaderamente, como una novia, y su Santo Espíritu te ha constituido en heredero mientras estás todavía en tu cuerpo. Pero si no es asf, espera la tristeza y el gemido, pues vergüenza y oprobio te precederán ante los santos.
Exhortación
4 Sabe que, como una novia que se levan-ta cada dfa y no tiene otra preocupación que adornarse para su novio, mirándose a me-
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nudo en el espejo por temor a tener, por azar, alguna mancha sobre el rostro y disgustar a su amado, así la gran preocupación de los santos es ~xaminar noche y dfa sus pensamientos y estudiar si están o no bajo el yugo del Espíritu Santo.
Combate pues, con cuidado, hermano, en el esfuerzo del corazón y del cuerpo, para adquirir esta alegría eterna, pues raros son aquellos que se han hecho dignos de ella, que han adquirido la espada del Espíritu (Ef 6, 17) y han liberado su alma y sus sentidos "de toda mancha". Como dice el Apóstol (2 Co 7, 1): Poderoso es su santo nombre para venir en ayuda de nuestra debilidad, a fin de que merezcamos llegar con sus santos. Amén.
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LOGOS20
Sobre la humildad V 1 Se interrogó al Abad lsaías: -"¿Qué es la humildad?" Y él respondió:
2 (22) La humildad es considerarse un peca-dor que no hace nada bueno ante Dios. 3 (23) La obra de humildad consiste en el si-lencio, en no estimarse a sí mismo en nada, en no amar la discusión, en la sumisión, en dirigir los ojos hacia la tierra, en tener la muerte ante los ojos, en cuidarse de lamentira, en no tener conversadones vanas, en no contradecir a un superior, en no querer imponer la propia opinión, en soportar el insulto, en odiar el descanso, en dedicarse al trabajo, en velar para suprimir la voluntad, en no irritar a nadie. 4 (25) Ten, pues, cuidado, hermano, de cum-
plir estos preceptos con exactitud a fin de que tu alma no se convierta en habitáculo de alguna pasión, mantente atento a cada uno de ellos para que no termines tu vida sin fruto en los siglos de los siglos. Amén.
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XIV 1
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LOGOS21
Sobre la penitencia
Se intérrogó al abad Isaías: "¿Qué es la penitencia, qué es huir del pecado?" Y él respondió:
Los dos caminos
Hay dos caminos, uno de la vida y otro de la muerte. (Didaché 1, 1). Aquel que avanza en una no camina en la otra ; pero aquel que camina por ambas, todavía no. ha sido contado en ninguna, ni para el Remo ni para el castigo; y si tal hombre muere, su juicio pertenece a Dios, que tiene también la misericordia.
Aquel que quiera entrar en el Reino que cuide las obras, pues el Reino es destrucción de todo pecado. Los enemigos siembran (cf r.4t 13, 39), pero sus pensamientos no germinan, pues si el espfritu llega a contemplar la dulzura de la divinidad, sus huellas no penetran más en él; está revestido con la éll'Il\adura de las virtudes que lo protegen, tiene cuidado de él y no le permite ser turbado, sino lo ocupa en la contempla-
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ción destinada a conocer y discernir los dos caminos, a huir de uno y a amar al otro.
Por consiguiente, si alguien conoce la gloria de Dios, conoce la amargura del ene. migo. Si alguien conoce el Reino, conoce la gehenna; si alguien conoce la caridad, sabe lo que es el odio; si alguien conoce el deseo de Dios, conoce el odio hacia el mundo; si alguien sabe lo que es la pureza, conoce también el hedor de la impureza; si alguien conoce el fruto de las virtudes, sabe también lo que es el fruto de la malicia; aquel cuyas acciones hacen la alegría de los ángeles sabe que los demonios se regocijan por su causa cuando realiza sus obras. Pues si no les huyes, no reconocerás su amargura. ¿Cómo reconocer lo que es amor al dinero sin renunciar a él y permanecer en una gran pobreza a causa de Dios?. ¿Cómo reconocer lo agrio de la envidia si no se adquiere la dulzura? ¿Cómo reconocer la turbación de la cólera si no se adquiere la paciencia en todo? ¿Cómo reconocer la impudicia del orgullo si no se adquiere la dulzura de la humildad? ¿Cómo reconocer la vergüenza de la maledicencia si no se conocen las propias faltas? ¿Cómo reconocer la incorrección de la bufonada si no se sabe llorar sobre los pecados? ¿Cómo reconocer la turbación de la acedía si no se han dominado los sentidos y no se conoce la luz de Dios?
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El temor de Dios, madre de las virtudes
Todo esto no tiene más que una cabeza, que se llama malicia de la Iniquidad; y las virtudes no tiene más que una madre, que se llama temor de Dios, y aquel que lo adquiere en la pureza da a la luz.a .las virtudes y suprimelas ramas de la malicia de las que acabo de hablar. Adquiérelo, pues, bien, amado, y pasarás toda tu vida en el reposo: él es en efecto, la madre de las virtudes. ' . Mientras alguien no ha escapado a esos vi-cios, no pertenece todavía al Reino de los cielos, le es necesario combatir poco a poco hasta que suprima cada una de las pasiones de las que he hablado.
El criterio del progreso
Para aquel que se inquieta por saber si se trabaja bien o no, he aquí el sign~: mie~tras la "Izquierda" realiza sus propias actividades, el p~ado todavía no está muerto y las virtudes de la "derecha" todavía no están en paz con este hombre, pues está escrito: "Ofrecéos como esclavos por la obediencia, pues sois esclavos de aquél a quién obedecéis, sea, al pecado para la muerte o la obediencia para la justicia" (Rm 6, 16) Y también:" ¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? ¿A menos , quizás que estéis reprobados?" (2 Co 13, 5); y Santiago dijo, por otra parte : "Si alguien se considera de-
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voto sin poner freno a su lengua, su devo.. ción es vana" (St 11, 26).
12 El Espíritu Santo nos enseña todo esto indicándonos cómo separamos de la con~ tra-natura y protegemos d.e ella, pues la penitencia consiste en separarse del pecado, y no hay más que un solo pecado, pero todo el antiguo hombre es llamado pecado; es por ello que el Apóstol dijo: "¿No sabéis que aquellos que corren en el estadio, corren todos, pero sólo uno se lleva el premio?" (1 Co 9, 24). ¿Quién es ése, sino aquel que resiste y combate generosamente? Pues él dice también: "Aquel que combate se abstiene de todo (ibid 25). Tengamos, pues cuidado de nosotros mismos, hermanos:¿ Y cuál puede ser ese cuidado sino arrojarse ante la bondad de Nuestro Señor Jesucristo, que tiene poder sobre nuestros enemigos para detener sus empresas perversas, ya que el hombre es carne y sangre?
En retiro en la celda
13 Se le preguntó también: "¿Qué es vivir en retiro en la celda?" Y el respondió:
-Vivir en retiro en la celda, es arrojarse ante Dios y hacer lo posible para resistir a todo mal pensamiento sugerido por el enemigo.
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El mundo
14 Y se le~ preguntó también: "¿Qué es el mundo". Y él respondió:
-El mundo es la incitación al pecado; el mundo es hacer las obras de la contranatura; el mundo es cumplir tus voluntades según la carne; el mundo es pensar que permanecerás en este siglo; el mundo es tener más cuidado del cuerpo que del alma; el mundo es glorificarse en lo que tú abandonas.
Lo que yo digo no viene de mí, sino es el apóstol Juan el que dijo: "No améis al mundo ni nada de lo que existe en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Pues todo lo que está en el mundo -la codicia de la carne, la codicia de los ojos ,y el orgullo de la vida- no vienen del Padre sino del mundo; ahora bien, el mtindo pasa, con sus codicias, pero aquel que hace la voluntad de Dios permanece eternamente" (1Jn2, 15, 17). "Pequeños hijos, que nadie os extravíe. Aquél que practica la justicia, es justo, aquél que comete el pecado es el diablo, pues el diablo es pecador desde el origen" (1 Jn 3, 7-8). "Pues el amor del mundo es odio de Dios" (St 4, 4). Y el apóstol Pedro, para hacer a sus hijos extraños al pecado del mundo, dijo también: "Os exhorto, hermanos, como extranjeros y viajeros: abstenéos de los deseos carnales que hacen la guerra al alma" (1 P
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2, 11-12). Y nuestro bien amado Sefior Jesucristo, sabiendo que el mundo del pecado tiene la fuerza hasta que el hombre lo ha abandonado, fortifica a los suyos diciendo: "El príncipe del mundo viene, y no encuentra en mí nada que le pertenezca" an 14, 30) y también: "El mundo yace en poder de los malvados" (1Jn5, 19). Y dice de los suyos: "Los he retirado del mundo" Gn 15, 19). ¿De qué mundo los ha retirado, sino de toda incitación al pecado?
Huir del mundo para seguir a Jesús
17 Es necesario, también, que aquél que quiere llegar a ser discípulo de Jesús huya de las pasiones, pues si no las suprime, no puede convertirse en habitáculo de Dios, y
18 no verá la dulzura de su divinidad y no se separará de ellas.
19 Pues el mismo Jesús dijo: "La lámpara de tu cuerpo, es el ojo. Si tu ojo es simple, tu cuerpo enteró está en la luz; pero si tu ojo es malvado, tu cuerpo entero está en las tinieblas" (Le 11, 34). Él considera pues, que si el espíritu no está curado de la malicia no puede conocer la luz de la divinidad, pues la malicia forma una oscura muralla para el espíritu y hace del alma un desierto, <.orno está escrito en el Evangelio: "Nadie enciende una lámpara para ponerla bajo una vasija, la coloca en un candelabro para que aque-
20 llos que entran vean la luz" (Le 8, 16). Se
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dice que la vasija es la injusticia de este mundo. Mientras el espíritu está en la contra-natura, la lámpara de la divinidad no puede estar en su interior; pero si el espíritu se convierte en un alto candelabro, entonces la luz de la divinidad está en él y Él reconoce a los que están en la casa, expulsa a quien es necesario expulsar y deja a aquel con quien es necesario estar en paz.
21 Es por ello que Jesús enseña a aquellos cuyo espíritu está iluminado en los mandamientos de su divinidad diciéndoles: "Os lo digo, a vosotros que me escucháis: amad a vuestros enemigos, haced el bien a aquellos que os odian, bendecid a aquellos que os maldicen, orad por aquellos que os maltratan y persiguen. A quien te golpea un mejilla, presenta la otra; a quien toma tu capa, no reh~es tu túnica; da a cualquiera que te pida, y a quien tome tu bien, no le reclames" (Le 6, 27-30). Él dice esto a aquellos que huyen del mundo, porque ellos han abandonado :todo lo que pertenece a este siglo y están listos para seguir al Salvador.
Es por ello que, amándolos con un amor perfecto, les dijo: "Levantáos, salgamos de aquí! Gn 14, 31). ¿De qué se apodera, cuando les dice: "Levantáos salgamos de aquí!"? ¿No se apodera, acaso, de su espíritu para retirarlo de las actividades de este siglo y darles el reposo en su Reino? Es por ello que dice para fortificarlos: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: permaneced en mí,
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como yo en vosotros; y así como el sarmien- en las virtudes para no descender de allí -es to no puede por sí mismO: dar fruto si no decir de la abstinencia de las pasiones- has-permanece sobre la vid, así vosotros tam- ta que el espíritu las suprime y se levanta, poco, si no permanecéis en mí" an 15, 5-4). al fin, invencible. Y dio un signo para aque-
22 Él dijo estas palabras a los que abando- llos que se han despertado, diciendo: "En naron el mundo, porque el espíritu está en verdad, en verdad os digo, si el grano de
23 ellos y habita en su corazón. "Pues no os trigo no cae en tierra y no muere, permane-dejaré huérfanos, sino vendré a vosotros" ce solo; pero si muere, produce mucho fru-Gn 14, 16). Si alguien, pues, ama a Dios y to" On 12124). Y consolando a aquellos que desea que habite en él y no le deje huérfano mueren como el grano dijo: "Aquel que me que tome primero el cuidado de observar 26 sirve será honrado por mi Padre; y donde lo que Jesús ha ordenado, y Jesús habitará yo esté, allí también estará mi servidor'' On en él, pues no está alejado de nosotros. Y, 12, 26). ¿Cómo pues, sirve a Jesús, sino entre nosotros y él, no hay otra cosa que las odiando al mundo de las pasiones y · cum-pasiones. pliendo sus mandamientos? Y guardando
sus pensamientos, pueden permitirse decir-La renuncia al mundo implica le: "He aquí que hemos abandonado todo y la supresión de las pasiones te hemos seguido: ¿Qué nos espera? y Él les
mostró lo que les esperaba diciendo: "Vo-Entonces, hermano, si dices que has re- sotros que me habéis seguido en la regene-
24 nunciado al mundo y te encuentras hacien- ración, cuando el hijo del hombre se siente do las obras del mundo, no has renunciado en el trono de gloria, vosotros os sentaréis a él, si no abusas de tí mismo. Él ha dado también sobre doce tronos para juzgar a las este signo a aquellos que han renunciado al doce tribus de Israel. Y quienquiera haya mundo: "Aquel que ame su alma la perde- abandonado a hermanos, hermanas, padre, rá, y aquel que la pierda por causa mía, la madre, mújer, campos o casa por mi causa, salvará" (Mt 10, 39). ¿Cómo perderla, si no de mi nombre recibirá mucho más y tendrá es suprimiendo todas las voluntades cama- en herencia la vida eterna" (Mt 19, 27-30). les? Y también: "Quien no toma su cruz y
Necesidad de un desprendimiento total 25 me sigue, no puede ser mi discípulo" (Mt 10, 38 o Le 14, 27).
Tomar la cruz quiere decir que el espfri- 27 Nuestro Maestro, el bienamado Jesús, tu debe velar sin cesar y mantenerse firme sabiendo que si el hombre no se ha despren-
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dido de toda recuperación, su espíritu no puede subir a la cruz, ordenó dejar todo aquello cuyo atractivo u ocasión hacen descender el espíritu de la cruz; de allí sus palabras a aquel que vino a él diciendo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme primero ir a arreglar los asuntos de mj casa" (Le 9, 61); nuestro bien amado Jesús, sabiendo que si él los veía, su corazón se inclinaría nuevamente hacia ellos y sería retenido con buenos pretextos, le impidió irse, diciendo: "Nadie que ponga la mano en el arado y mire hacía atrás es apto para el Reino de Dios" (Le 9, 62). Y cuando Él hizo la cena para su hijo y envío a los criados a llamar a los invitados y ellos no pudieron entrar a causa del amor que cada uno tenía por el mundo, dijo con tristeza: "Si alguien viene a mí sin odiar a su padre, su madre, su mujer, sus hijos, sus hermanos y sus hermanas y hasta su propia alma, no puede ser mi discípulo" (Le 14, 26). Dijo esto para enseñarnos que, si aquel que quiere entrar en su reino no se decide en sí mismo con anterioridad a odiar a todo lo qu~ atrae a su corazón hacia el mundo, no puede entrar al Reino que desea.
La fe debe estar acompañada por las obras
29 Nos advierte que no confiemos sola-mente en la fe sin las obras, diciendo: "El rey entró entonces para examinar a los con-
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vidados; percibió a un hombre que no llevaba la túnica de bodas y lo hizo arrojar a las tinieblas exteriores (Mt 22, 11y13); en efecto, ellos entran a causa del nombre de cristianos, pero son arrojados afuera pues carecen de las obras. El Apóstol, sabiendo que no se puede amar las cosas de Dios y las del mundo, escribía a su hijo Tnnoteo: "En el oficio de las armas, nadie se dedica a los negocios de la vida civil, si es que quiere satisfacer a quien lo alistó. Y el atleta sólo recibe la corona si ha luchado según las reglas" (2 Tm 2, 4-5). Y para afirmarlo en la esperanza de que sus trabajos no serían perdidos, le decía: "Es el cultivador laborioso el que primero debe recibir los frutos" (2Tm 2, 6). Escribiendo a otros, decía también: "Aquel que no está casado se preocupa por los asuntos del Señor, aquel que está casado se preocupa por los asuntos del mundo" (1Co7, 32-33)~ ¡De cuántos suplicios es digno, pues, aquel que no se ha casado y tiene la preocupación de los asuntos del mundo! Aquel que tiene tal preocupación escuchará la voz temible que dirá: "Arrojadle a las tinieblas exteriores, donde están los llantos y el rechirµu de dientes" (Mt 22, 13).
Hagamos lo que podamos, hermanos, para revestir la vestimenta de las virtudes y para no ser arrojados afuera, pues no habrá acepción de personas ante él en ese Día ( cf Rm 2, 11). Es por eso que el Apóstol dijo a sus hijos: "Aquéllos que actúan así no pue-
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den heredar el Reino de Dios" (Ga 5, 21). Sabiendo que aquéllos que han merecido aparecer liberados de pasiones no tienen acusad~r, l~s muestra el fruto del espíritu, que es candad, alegría, paz, indulgencia servicialidad, bondad, fe, dulzura, templan~ za, paciencia; contra tales cosas, dice, no hay ley" (Ga 5, 22- 23). .
32 Nuestro bien amado Señor Jesús, mos-trándonos que las obras deberán ser manifiestas en ese día dijo: "M'1chos intentarán entrar y no podrán, pues cuando el amo de la casa se haya levantado y haya cerrado la puerta, dirá a los que llaman: No os conozco" (Le 13, 24-25). Nosotros no podemos decir que Dios ignora alguna cosa, pues a él no le complace. Pero es porque no conocía las gloriosas virtudes de aquellos que golpeaban diciendo: "Señor, Señor, ábrenos! (Le 13, 25) que les respondió; "No os conozco".
33 Él nos mostró, además, la suerte de aquellos que poseen la fe sin tener las obras diciendo: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Cuando alguno permanece en mí, yo también permanezco eÍ). él; aquel que no permanece en mí será arrojado afuera, se secará y será juntado para arder en el fuego" On 15, 5-6). Y Él purifica al portador de buenos frutos para que lleve todavía más On 15, 2). -
34 Para mostrarnos que rio ama a los que cumplen las voluntades carnales, oraba diciendo: "Yo no oro por el mundo, sino por
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aquellos qu.e me has dado, pues ellos están en tí, y yo los he retirado del mundo On 17, 19), pues el mundo ama a los suyos (Cf Jn 15, 19) y además: "Padre, protégelos del malvado, pues ellos no son del mundo, Él nos protege del Malvado, pues dijo: "Yo no oro sólo pór ellos, sino también por aquellos que creyeron en mí gracias a su palabra para que todos sean uno como nosotros somos uno" On 15, 20-21) y también: "Allá donde estoy, que ellos estén también conmigo" On 17, 24).
Palabras de estimulo y de salvación
36 Veis ahora, pues, con qué amor Él nos ha amado, a nosotros, los hombres que hemos combatido en este mundo y odiado las voluntades carnales de nuestro corazón. Nosotros reinaremos con Él en los siglos sin fin. El apóstol Juan, habiendo contemplado esta gran gloria dijo: "Nosotros sabemos que, cuando él aparezca, seremos semejantes a Él" (1 Jn 3, 2) siempre que gua,rdemos sus mandamientos y hagamos ante El lo que
37 a Él le place. El dijo además: "No os sorprendáis, hermanos, si el mundo os odia; nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos" (1Jn3, 13-14) y también: "Quien no practica la justicia no es de Dios, ni aquel que no ama a su hermano" (1 Jn 3, 10); y dijo también: "Aquel que practica la
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justicia es de Dios, y aquel que comete pecado es del diablo" (1 Jn 2, 29 y 3, 8); y además: "Aquel que nació de Dios no comete pecado, porque su descendencia permanece en él; él no puede pecar porque ha nacido de Dios" (1 Jn 3, 9).
38 Hagamos pues, lo que podamos, herma-nos, con el estímulo de estos testimonios. Tal vez su bondad tendrá piedad de nosotros y nos otorgará la fuerza de abandonar la pesantez de este mundo impuro. Nuestro enemigo no se queda quieto, nos persi-
39 gue continuamente buscando capturar a nuestras almas (d. lP 5, 8) pero Nuestro Señ.or Jesús está con nosotros y los domina con sus santas palabras. Pues, ¿Cómo detener al enemigo? ¿Quién tiene poder sobre él, sino las palabras que Dios ha pronunciado en su contra?
40 Ellas se le oponen y lo abaten por su poder frente a la ignorancia del hombre. El apóstol Pedro nos instniye y nos muestra que las obras salvan al hombre cuando nos dice: "Unid a vuestra fe la virtud, a la virtud la ciencia, a la ciencia la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el amor fraternal, y al amor fraternal la caridad. En efecto, si poseéis estas virtudes en abundancia, no seréis inútiles y sin fruto para Nuestro Señ.or Jesu-
41 cristo. Aquel que no las posee es un ciego, un miope, y olvida que ha sido purificado de sus antiguos pecados" (2P1, 5-9). Juan
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Bautista dice también: "Llevad dignos frutos de penitencia, pues el hacha se encuentra ya a la raíz de los árboles; todo árbol que no lleve fruto será cortado y arrojado al fue-
42 go" (Le 3, 8 y 9). Nuestro Maestro Jesús dijo: "El árbol se reconoce por sus frutos (Mt 12, 33): ¿se recogen racimos en las espinas o higos sobre los cardos?" (Mt 7, 16). Y también: "No es aquel que me dice ¡Señ.or, Señ.or!, el que entrará en el Reino de los cielos, sino aquel que haga la voluntad de mi Pa-
43 dre que está en los cielos" (Mt 7, 21). Por otra parte, Santiago dijo: "La fe sin las obras está muerta; los demonios lo creen y tiemblan, pues igual que el cuerpo sin alma está muerto, así la fe sin las obras está muerta"
44 (St2,17,19y26). ElApóstolconfirmandoa sus hijos que la fe necesita de las obras, les recomendó: "Que ninguna fornicación ni impureza sea siquiera nombrada entre vosotros, como conviene a santos, sino cumplid acción de .gracias, pues sabéis bien que ningún fornicador, impúdico o avaro -que es un idólatra.:. tendrá heredad en el Reino de los cielos" (Ef 5, 3-5); e insiste diciendo: "Que ninguno de vosotros abuse de vanas palabras; es a causa de tales cosas que la cólera de Dios viene sobre los hijos de la incredulidad: no tengáis pues, nada de común con ellos. Pues anteriormente érais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor: marchad como hijos de la luz. Pues el fruto del Espíritu consiste en toda bondad, justicia y
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47 verdad" (Ef 5, 6-9). Y también: "Que toda acritud, cólera, clamor, se~ extirpados de vosotros, junto con toda malicia" (Ef 4, 31). "Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo (1Co11, 1), pues vosotros, que habéis sido bautizados en Cristo, habéis revestido a Cristo" (Ga 3, 27).
El Señor acoge a los que han sido purificados por la penitencia
48 Examinémonos, pues, hermanos: ¿he-mos revestido a Cristo, o no? Cristo se reconoce por la pureza, pues es puro y habita en los puros. ¿Cómo llegar a ser puro, a no
49 ser dejando de cometer el mal que se ha cometido?. Pues tal es la bondad de Dios que, en el momento mismo en que un hombre se separa de sus pecados, Él lo recibe con alegría, sin importarles sus antiguas faltas. Así ocurrió, según el Evangelio, con el hijo menor que dilapidó su parte en una vida de pródigo y terminó cuidando cerdos deseando saciarse con su pitanza; luego, arrepintiéndose, comprendió que no existía saciedad para los pecados, sino que, cuantos más se cometen, más se desean cometer. Cuando la penitencia lo golpeó, retomó humildemente a la casa de su padre, abandonando todas sus voluntades carnales. En efecto, confió en que su padre sería misericordioso y que no le imputaría lo que había hecho; es por ello que su padre ordenó in-
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mediatamente darle el manto de la pureza y la prenda de su filiación (cf Le 15, 11-22). Nuestro Maestro Jesucristo nos dice esto porque en nuestro retomo a él nos es necesario primero abandonar el alimento de los cerdos; entonces Él nos recibe, porque somos puros.
Perseverancia en la oración
50 Y par~ enseñamos a volver a Él, nos ha estimulado diciendo: "Había un juez en una ciudad que no temía a Dios y que se burlaba de los hombres. En esa misma ciudad vivía una viuda que venía a él y le pedía: "Véngame de mi adversario"; pero durante mucho tieinpo él se rehusó. Más, cuando llegó el momento, no se demoró, sino que hizo inmediatamente lo que ella le pedía" (Le 18, 2-4). Él dijo esto a fin de que el alma no sea dominada por la acedía clamando: "¿Cuándo Dios me atenderá?" Él conoce, en efecto, el momento en que aquel que pide es digno de obtener justicia; y es entonces cuando lo' satisface (cf Le 18, 7). Convirtámonos pues, de todo corazón, no nos des-
51 alentemos en nuestras súplicas (cf. Le 18, 1) y seremos atendidos rápidamente, pues Él mismo afumó: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá" (Le 11, 10). Por lo tanto, hermanos, si pedimos, buscamos y golpeamos, debemos saber qué es lo que buscamos y pedimos.
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Pues aquel que llegó a casa de su amigo en medio de la noche y lo violentó diciéndole: "Préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje" (Le 11, 5) perse-
52 veró hasta que el otro se los dio. Arrojemos pues, lejos de nosotros, la pereza, y habituémonos a una audacia semejante y si Él ve nuestra constancia nos otorgará lo pedido, pues es misericordioso y desea la conversión del hombre, según está escrito: "En verdad, os digo, habrá alegría en los cielos por un solo pecador que se arrepienta" (Le 15, 7).
Por la cruz, hacia la caridad perfecta
53 Así, hermanos, en tanto nos beneficia-mos de una tal piedad y de la riqueza de sus misericordias, trabajemos con todo nuestro corazón mientras estamos aún en el cuerpo. Breve es el tiempo de nuestra
54 vida y si luchamos heredamos la alegría eterna e inefable. Pero si volvemos atrás, seremos como el hombre joven que preguntó al Señor qué debía hacer para alcanzar la salvación y a quien Él respondió: "Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, toma tu cruz y sígueme", expresando con eso que suprimir la voluntad propia es ser salvado. Al oir esas palabras el joven se entristeció, marchándose (Cf Le 18, 22-23 y Mt 16, 24). Él había comprendido que dar los bienes a los pobres no es un trabajo comparable al
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de llevar la cruz. Pues distribuir los bienes no es si no una virtud que el hombre cumple llevando la cruz que es la destrucción de todo pecado; de ella nace la caridad y no hay cruz sin caridad.
55 Así el Apóstol, sabiendo que existen pre-tendidas virtudes en las cuales no hay ni caridad ni perfección, dijo: "Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, no soy más que bronce que suena o címbalo que retumba; aunque yo distribuya-todos mis bienes en limosnas, aunque entregue mi cuerpo a las llamas, sino tengo caridad, esto no me sirve de nada. La caridad es paciente, servicial, no es envidiosa, no fanfarronea, no se da importancia, no hace nada inconveniente ni b~sca su i.Ílterés, no se irrita ni lleva cuenta del mal" (lCo 13, 1-5)
56 Aquél 'que quiere marchar sobre el ca-mino de la caridad no debe preocuparse por ningún hombre; bueno o malo. Entonces el deseo de Dios permanecerá en su corazón y ese deseo engendrará en él la cólera con-
57 forme a la naturaleza, la que se opone a todo lo que siembra el enemigo (Mt 13, 39). En ese momento la ley de Dios encuentra en él un lugar de elección y, por el temor, la caridad se manifiesta en él. Entonces ese hombre dice con la misma intrepidez que el Apóstol: "Estoy listo, no solamente a dejarme atar, sino también a morir por el nom-
58 bre de Nuestro Señor Jesucristo" (Hch 21,
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12). Feliz el alma que alcanza una caridad semejante, pues ella llega a ser impasible.
Que cada uno luche segú~ sus faerzas. Alegoría de Lázaro
Hemos salido del mundo, hermanos, se.. pamos dónde estamos. Pues el Señor Jesús es misericordioso y dará a cada uno el reposo según su conducta, ·al grande según su grandeza y al pequeño según su pequeñez, de acuerdo con las palabras: "Hay muchas moradas en casa de mi Padre" On 14, 2). Si bien no hay más que un solo Rei-
60 no, cada uno encuentra allí su lugar y su función. Luchemos pues, hermanos, contra nuestra pereza, arranquemos de nosotros el sudario de tinieblas, es decir, el olvi-
61 do, y veremos la luz de la penitencia. Busquemos nuestra Marta y nuestra María, es decir la mortificación y el duelo, que lloran ante el Salvador para que resucite a Lázaro, ~s decir, al espíritu, sujeto por las múltiples ligaduras de las voluntades propias. Si bien Él tuvo piedad y lo resucitó, faltaba desatarlo y liberarlo. Fue entonces cuando el celo de Marta y María quedó de manifiesto. Fin_almente Lázaro se encontró sin preocupac10nes, en la mesa con Jesús, mientras Marta hacía su servicio con celo y alegría y Marta traía el vaso de alabastro lleno de perfume y ungía los pies del Señor (d. Jn 11y12, 1-3).
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63 Luchemos, pues hermanos, según nues-tras fuerzas, y Dios nos asistirá de acuerdo a la abundancia de su misericordia. Y aún cuando n~ hayamos cuidado nuestro corazón, como lo han hecho nuestros padres, si al menos hacemos lo posible para conservar nuestro cuerpo sin pecado como lo desea Dios, creemos que en el momento en que el hombre nos asalta, habrá piedad también para nosotros como para sus santos. Pues uno es el brillo del sol, otro el brillo de la luna, y cada estrella difiere en brillo de las otras (1Co15, 41), y sin embargo están sobre un mismo y santo firmamento, y su brillo y su honor les pertenecen desde ahora y por los siglos. Amén.
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LOGOS22
Sobre la conducta del hombre nuevo XX 1 Mis hermanos bienamados, el hebreo se
conoce por tres cosas: la circuncisión, la Pascua y el sabbat.
La circuncisión
2 Está escrito, en efecto, en el Génesis: "El niño será circunciso en vuestra casa el octavo día, ya sea que haya nacido allí o comprado a precio de plata; aquel que no esté circunciso será arrojado de su pueblo, pues ha violado mi alianza" (cf. Gn 17, 12-14). Abraham fue el primero en ser circuncidado, símbolo de que la "Izquierda" estaba muerta en él.
En cuanto a la imagen del hombre nuevo, que el Señor Jesús manifiesta en su santo cuerpo, significa que el viejo hombre, es decir aquel que recubre el miembro viril, ha sido circuncidado y enterrado, y a su respecto dice el Apóstol: "Es en Él que habéis sido circuncidados en una circuncisión que no provine de la mano del hombre, despojando vuestro cuerpo de carne en la circuncisión de Cristo. Enterrados con Él en el
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momento del bautismo, habéis también resucitado en Él por vuestra fe y el poder de Dios" (Col2, 11-12), y además: "Es necesario despojaros, con vuestra vida pasada, del viejo hombre corrupto por las ansias engañosas, para renovaros, por una transformación de vuestro pensamiento y revestir el hombre nuevo creado según Dios en la justicia, la santidad y la verdad" (Ef 4, 22-24) y también: "para que muráis al pecado y viváis para la justicia" (1P2, 24).
He aquí el significado de la circuncisión. Aquel que no tiene esto no es ni circunciso ni hebreo, pues ha violado la alianza que el Señor Jesús estableció con su preciosa sangre.
La Pascua
3 Sobre la ~ta Pascua hay grandes co-sas que decir. En primer lugar hemos hablado de la circuncisión, en segundo lugar lo haremos de la Pascua, en tercer lugar, del Sabbat.
Se dijo a Moisés: "He aquí la ley de la Pascua: ningún extranjero comerá, ningún esclavo comprado a precio de plata comerá; pero circuncidad todo esclavo comprado a precio de plata y así él comerá; y aquel que no está circuncidado, que no coma. Comed en una sola casa, teniendo vuestros riñones ceñidos, vuestras sandalias en los pies, vuestros bastones en la mano" (Ex 12,
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43-48y11). Es imposible comer la Pascua, si no es asada al fuego, con ácimos y con hierbas amargas (Ex 12, 9) .. No se ha dicho: "Teniendo ceñidos vuestros riñones", para que alguien afirme: "Habla de la cintura", sino" ciñendo vuestros riñones" (cf. Ef 6, 14): él habla de la pureza, que está libre de toda pasión relacionada con el comercio carnal. Las sandalias simbolizan la disponibilidad (cf. Ef 6, 15); ellas protegen de toda picadura que, hiriendo la conciencia, aleja al espíritu de su contemplación en la pureza. El bastón es la esperanza de marchar sin temor por el camino y así penetrar en la tierra de la promesa. Los que logran esto, son los que celebrarán el sabbat. Cuando Nuestro Señor Jesucristo retorne en su Advenimiento y conduzca a los hijos de Israel a su heredad, ellos surgirán, listos y ungidos, y su signo estará sobre sus almas de manera manifiesta. En cuanto a tomar el manojo de hisopo (cf. Ex 12, 22) eso simboliza la mortificación, pues se ha dicho: "Comedla con hierbas amargas" (cf. Ex 12, 8).
Examínate, pues, hermano: ¿estás circuncidado? ¿has ungido los dinteles de tu casa con la sangre del cordero inmaculado? ¿te has separado de todo pensamiento terrenal, te has preparado para marchar sin temor y entrar en la tierra prometida?
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ElSabbat
4 Hay también grandes cosas para decir del Sabbat. Pertenece a los que se han hecho dignos de la verdadera circuncisión y han comido la santa Pascua, a los que se han liberado de los egipcios -quienes se hundieron en el mar Rojo-, y a los que han celebrado el sabbat después de su amarga servi. dumbre. Dios, en efecto, dijo a Moisés: "Trabaja seis días , el séptimo es el sabbat del reposo del Señor. Aquel que trabaje el día del sabbat, su vida será exterminada" (Cf Ex 20, 9-10 y 31-15).
Nuestro Señor Jesús celebró por sí mismo el verdadero sabbat subiendo a la cruz, y así enseñó a los suyos cómo debían celebrarlo. Es decir, preparándose antes de hacerlo, pasando por todas las injurias que Él mismo sufrió y soportó por nosotros sobre el madero, clavándose allí sin dudas ni ceder mientras tuvo aliento. Cuando gritó: "¡Tengo sed!'', y se le llevó una esponja embebida en yinagre, el Señor gustándola, dijo: "Todo ha terminado" e, inclinando la cabeza, entregó el espúitu (cf. Jn 19, 28-30). Entonces se le descendió inmóvil, y se celebró verdaderamente el sabbat.
El Señor Jesús tuvo, finalmente, su reposo el séptimo día y lo bendijo, pues descansó verdaderamente de todas sus obras ( cf Gn 2, 2) mediante las cuales había destruido las pasiones humanas. De allí estas
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palabras del Apóstol: "Entrado en el reposo, descansa de todas sus obras, como Dios de las suyas" (Hb 4, 10).
Llevar el fardo de los vicios, es transgredir el sabbat
Este es el sabbat verdadero, y aquel que no lo celebra no es judío. Jeremías, llorando sobre el pueblo, les decía: "No llevéis el fardo el día del sabbat, y no salgáis por las puertas de Jerusalem llevando fardos el día del sabbat'' Gr 17, 21).
5 ·. Desdichado de mí, miserable transgresor de tan santos mandamientos, que llevo pesados fardos el día del sabbat. Sin embargo, yo fui muerto con él (2 Tm 2, 11), yo fui enterrado con él (Rm 6, 4), y con él celebré el sabbat. ¿Cuáles son los pesados fardos que llevo y que fabrico? La cólera es un pesado fardo, la envidia, el odio, la vanagloria, la maledicencia, el molestar y exacerbar (al prójimo), el orgullo, la conciencia de ser justo, de agitarse y querellar, el amor propio, los celos. Esto para el alma. Y para el cuerpo la gula, el amor al cuerpo y al arreglo, la voluptuosidad, la concupiscencia, el relajamiento del corazón. Todas estas cosas y sus semejantes, el Señor las ha destruido en el cuerpo de los santos y las ha matado en su santo cuerpo, según estas palabras del Apóstol: "Mediante la cruz, en su persona mató al odio, destruyendo· la ley de precep-
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tos con sus ordenanzas" (Ef 2, 14-16); he aquí el santo sabbat. En cuanto al que lleva esos pesados fardos y los fabrica el día del sabbat, ¿cómo puede decir: "Soy un verdadero judío"? Un hombre semejante abusa de sí mismo; no tiene más que el hombre, y no recibirá nada del Señor Jesús, pues reniega de él por su propia conducta: ha resucitado lo que él había matado, y hecho de nuevo lo que él había enterrado; manifiestamente no es un verdadero hebreo, sino un impostor que no está circuncidado y que no ha celebrado el sabbat.
Los verdaderos israelitas
Cuando el Señor Jesús entre en su gloria, ingresarán en su Reino eterno tan sólo los hijos dé Israel, aquellos que han sido circuncidados por él, aquellos que ha reunido entre todos los pueblos (d. Ez 20, 34), según lo que dice el Apóstol: "Una parte de Israel se ha endurecido hasta que no haya entrado la multitud de las naciones". (Rm 11, 25), y también: "A todos aquellos que hayan seguido esta regla, paz y misericordia, así como al Israel de Dios" (Ga 6, 16). Se puede ver, entonces, que los israelitas de Dios son aquellos que llevan la circuncisión en el corazón, así como la observancia del sabbat y la destrucción del pecado. Él dijo también: "El judío no es, en efecto, aquel que está afuera, en su carne, y la circuncisión no
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es aquella que está afuera, sino que el judío está en el interior y la circuncisión en el corazón, según el espíritu y no según la letra" (Rm 2, 28-29).
La luz del ejemplo del Señor
6 Estemos pues, atentos a nosotros mis-mos, hermanos. ¿Hasta cuando tendremos necesidad y perderemos nq.estro trabajo por nuestro descuido, ignorando que nuestro enemigo está en nosotros,· halagándonos y molestándonos cada día, no permitiendo a nuestros ojos contemplar algo de la luz de la divinidad?
Examínate, miserable que has sido bautizado en la sangre y en la muerte de Cristo ( cf. Rm 6, 3). ¿Cuál es la muerte de la que Él ha muerto? Si tú sigues sus huellas (cf.1 P 2, 21), indícame tu manera de vivir! Él es impecable y se presenta a tí como modelo para todo. Él ha marchadp en la pobreza y tu no la soportas. El no tuvo donde descansar la cabeza (Mt 8, 20) y tU no soportas con alegría el ser extranjero. É~ soportó las injurias (cf. 1P2, 23) y tú no la soportas. El no ha devuelto el mal y tú no puedes dejar de hacerlo. El no se irritó mitmtras sufría y tú te irritas, incluso, cuando haces sufrir. El se mantuvo sin turbación cuando se lo injuriaba, mientras que tú te turbas, incluso cuando se te injuria. El se hizo humilde, consolando a aquellos que pecaban en contra
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suyo, y tú hieres con tus palabras aún a los que te aman. Él soportó las contrariedades con alegría y tú te alteras ante la menor noticia desagradable. El es dulce con aquellos que han caído en el pecado y tú no eres capaz de darte por aquéllos que te aman. He aquí lo que El te dio: y tú, ¿qué le devuelves? Conócele en sus obras, y a tí mismo en las tuyas. Si has muerto con El ¿quién comete esos pecados?
La luz de los mandamientos
7 Bien amados, estemos atentos, como es necesario, a sus santos mandamientos; suprimamos nuestra voluntad, y veremos brotar la luz de la suya. Si amamos a aquel que nos honra ¿en qué nos diferenciamos del pagano? (cf . .Mt 5, 47). ¿Tú oras por tus benefactores? El publicano también lo hace (cf. Mt 5, 46). · Si te regocijas con aquel que te alaba, el judío hace otro tanto. ¿Qué más haces tú, tú que has muerto al pecado y vives en Cristo Jesús? Si amas solamente a aquel que te obedece ¿en qué te diferencias del pecador? Pues él también lo hace. Si odias al que te hace sufrir, al que te desobedece y te irrita, eres como el pagano; es necesario en cambio orar para que reciba su perdón. Si estás enojado contra aquel que te insulta, el publicano también lo está.
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Examinarse pensando en el juicio del futuro
Examínate pues, tú que has sido bautizado en su nombre; son esas las obras en las cuales El se ha manifestado. ¿Cómo podrás aparecer en el día de su gloria y ser coronado si no tienes la corona de la victoria sobre las pasiones que tu Rey ha vencido, presentándose ante ti como modelo? Pues, cuando El se manifieste en su gloria, El, el Rey de reyes y el Sefior de sefiores (Ap 19, 16), aparecerá ante la vista de todas las razas en su gloria, llevando las señales de lo que ha sufrido por nosotros; mientras que tu aparecerás sin tener en tu cuerpo ninguno de sus sufrimientos; entonces te dirá. "Yo no te conozco!" (cf. Mt 7, 23) y verás a todos los santos que han muerto en su nombre llevando su marca, y enrojecerás por aparecer ante ellos. Examina la vida de todos los santos y notarás que han sufrido el mal sin devolverlo. Es la sangre de todos ellos la que grita: "Vénganos de todos aquellos que habitan en la tierra!" (Ap 6, 10). En cuanto a mí, que amo todo tipo de reposo, ¿qué podré decir en ese día, viendo a los profetas y a los apóstoles, a los mártires y a todos los santos que han soportado los malos tratos sin devolverlos ni entrar en cólera, persuadidos como estaban de que no era la voluntad humana, sino la injusticia del diablo la que movía a sus perseguidores a tratarlos
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así? Ellos no se irritaban con aquellos que los condenaban a muerte o los lapidaban (cf. Hb 11, 37), los quemaban o los ahogaban, sino que oraban por ellos a fin de que obtuvieran el perdón, sabiendo quién era el que los forzaba a tratarlos así.
Examínate, pues, hermano muy querido, ¿qué haces tú? Observa tu pensamiento ¿qué tienes ante Dios? pues no podrás ocultar nada en esa hora. Lo que se diga no dependerá de la voluntad del hombre, sino, cuando llegue la resurrección, cada uno resucitará revestido de su propia conducta como de una vestimenta, ya sea de justicia, ya de injusticia. Sus acciones hablarán y se sabrá cuál es su lugar.
8 Feliz, pues, aquél que combatió, que se despojó de lo que lo arrastraba hacia la gehenna, y revistió lo que lo lleva hacia el Reino. El Apóstol dijo, en efecto: "Sabemos que si esta tienda -nuestra morada terrestre- llega a ser destruida, tenemos una casa que es la obra de Dios, una morada que no está hecha por la mano del hombre, eterna, en los cielos" (2, Co 5, 1 ). El tiempo de nuestra vida no es nada, y nosotros abusamos de cada día hasta que finalmente nos llega la hora y gemimos en los llantos eternos.
No disminuyamos los esfuerzos de nuestro corazón, antes bien, hagamos lo posible con cuidado y vigilancia, suplicando a toda hora la bondad de Dios para que nos socorra. No nos encolericemos contra
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los otros por palabras pronunciadas inconsiderada o involuntariamente pues, siendo imperfectos, sirven como instrumento del enemigo y son extraños a Dios.
Humildad y supresión de ; la propia voluntad ·
Cuidando la humildad en todo, bien amados, soportad la injuria y dedicados cada día a suprimir vuestra voluntad: pues el que sostiene la propia voluntad pierde todas las virtudes, . mientras que aquel cuyos pensamientos se desarrollan con rectitud reprime su voluntad en la dulzura, ya que teme a la discordia tanto como a un dragón, pues ella derriba lo edificado y entenebrece al alma y le impide ver la luz de las virtudes. Ten cuidado, entonces, de esa maldita pasión que se mezcla a las virtudes para perderlas. Nuestro Señor. Jesucristo, en efecto, no subió ala cruz antes de haber expulsado a Judas de entre sus discípulos. Si el hombre no suprime esta vil pasión, no puede progresar según Dios, pues todos los males vienen en su seguimiento; la impaciencia proviene de ella y la vanagloria también. Todo lo que Dios detesta habita en el alma del querellador y del orgulloso, y todo aquello que su corazón cree que proviene de Dios, no es más que engaño, según todas las Escrituras.
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Juzgarse primeramente a uno mismo produce la humildad, y renunciar a la propia voluntad, con ciencia, frente al prójimo, es humildad. Pureza, es orar a Dios. La no estima de sí mismo deja tiempo para llorar. No juzgar es caridad y la indulgencia consiste en nQ pensar nada contra el prójimo. El corazón que ama a Dios no devuelve el mal. Recogimiento es no consentir aquello que no nos concierne. En el corazón inocente está, la pobreza y en dominar las facultades, la paz. En el soportar está la dulzura. La limosna consiste en perdonar. Todo esto es generado por la supresión de la voluntad y pone en paz las virtudes entre sí colocando al intelecto en un estado sin turbación.
Al fin de cuentas, no veo en todas las Escrituras: que Dios tenga otra voluntad sobre el hombre, sino que El se humille en todo ante su prójimo, que suprima en todo su voluntad, · que suplique sin cesar su ayuda y que cuide sus ojos del sueño del olvido y del extravío de la cautividad, pues la naturaleza del:hombre es mala y versátil. A El corresponde cuidarnos. A El pertenece la fuerza que· nos permite cuidarnos. A El pertenece el abrigo que protege nuestra pobreza. A El la conversión que nos unirá con Él. A El pertenece la acción de gracias para gratificarnos. A El corresponde darnos la gracia de darle gracias. A El la protección que nos protegerá de la mano de nuestros ene-
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migos. A Él el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Sentencias adicionales
10 Él dijo también: He aquí lo que engen-dra la discordia y arruina implacablemente el alma: la charlatanería, los discursos oscuros, la acomodación del lenguaje al gusto de cada une, el desparpajo, la duplicidad y la arrogancia. El alma de aquel que tiene todo esto es estéril en virtudes.
11 Él dijo también: Si después de todo esto el alma no se esfuerza por cada virtud, no podrá alcanzar el reposo del Hijo de Dios. No seáis despreocupados con vuestra vida, hermanos, y que vuestro espíritu no proporcione a cada instante un pretexto, por, pereza para las obras de la malicia, y que el tiempo no os falte antes de alcanzar el reposo del Hijo de Dios, o sea la humildad en todo, la inocencia, el no odiar a ningún hombre, el no consentir nada si no es de Dios, el tener los propios pecados ente sí, el morir a toda obra del mal. "Dios no puede mentir" (Tt 1, 2): viene en ayuda de nuestra debilidad por su misericordia. Amén.
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LOGOS23
Sobre la perfección
XXIII Condiciones y medios de salvación
1 Uno de los Padres ha dicho: Si el hom-bre no adquiere la fe en Dios, el deseo continuo de Dios, la inocencia, el no devolver mal por mal ( cf. Rm 12, 17), la mortificación, la humildad, la pureza, el amor hacia los hombres, el renunciamiento, la indulgencia, el siempre implorar a Dios con pena en el corazón, la caridad verdadera, el no mirar hacia atrás, el poner atención en lo que está adelante (cf. Flp 3, 13), el no poner la confianza en la bondad de su obra u oficio, el implorar la ayuda de Dios cada día, él no puede ser salvado. Pues tus enemigos, oh hombre, no son reservados a tu respecto. No
2 seas pues negligente, no desprecies tu propia conciencia y no pongas toda la confianza en tí mismo, porque hayas alcanzado algo digno de Dios, cuando te veas en el país de tus enemigos .
. La mortificación, con ciencia, alcanza a las negligencias sobrevenidas ante ella, y el duelo de los sentidos cura las heridas pro-
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ducidas por los adversarios internos. La caridad perfecta hacia Dios, según su voluntad, se opone a las guerras invisibles; en efecto, la pureza interior, victoriosa de las guerras invisibles, prepara para el reposo de los Hijos de Dios, mientras la pureza vi· sible guarda las virtudes. Jjlla es la que en. gendra la ciencia y es también la que la pró· tege. Encontrar la acción· de gracias en el momento de la tentación hace retroceder los pensamientos que sobrevienen. No creer que la propia labor es agradable a Dios ase. gura su ayuda y su protección; en efecto aquel que dedica su corazón a la verdadera búsqueda de Dios en la piedad, no puede pensar que complace a Dios. En tanto su conciencia le reproche algo contra·natura, él es extraño a la libertad: si existe alguien que reprueba, hay un acusado, y mientras haya una acusación, no hay libertad.
Los signos de la victoria ~·
3 Si finalmente ves que, cuando oras, ah. solutamente nada te acusa de malicia, en· tonces eres realmente libre y has entrado, según su voluntad, en su santa quietud. Si ves que el buen fruto se ha fortificado y la cizaña del enemigo no lo sofoca (cf. Mt 13, 25), que los combatientes han retrocedido • pues ya no combates contra tus sentidos·, que la nube ha cubierto el Tabernáculo ( cf. Nm 9, 15), que el sol no te hiere de día ni la
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luna de noche (cf. Sal 120, 6), y que hay en tí todo lo necesario para levantar y guardar el Tabernáculo según la voluntad de Dios (cf. Esd 2, 68), entonces la victoria te ha llegado de Dios y en adelante él mismo cubrirá el Tabernáculo pues le pertenece, y marchará ante él y preparará el lugar de su reposo. Pues si no se mantiene ante él en el lugar que quiere, no puede darle el reposo, como lo dice la Escritura (cf. Nm 9, 17).
El hombre corre gran peligro hasta que no se conoce a sí mismo y sabe con certi· dumbre que nada resta en él proveniente de los que irritaron a Dios con la fabricación del becerro de oro (cf. Ex 32, 4, 10), a lo cual fueron llevados por las cosas contra· natura. Tenemos, pues necesidad de su bondad que nos dirige, del recuerdo de Dios que nos es· timula sin pausa y de la santa humildad que domina nuestros corazones a toda hora por la misericordia de Dios. No desdeñemos entonces, nac\a de lo que procura dichas vir· tudes y las conserva, haciéndonos ver sin cesar nuestros pecados, para que no colo. quemos nuestra confianza en nosotros mis· mos. Por lo demás, juzgar al prójimo, con· denar al hermano, despreciarlo en el cora· zón, criticarlo cuando se encuentra ocasión; aleccionarlo con cólera, hablar mal de él delante de alguien, todo esto vuelve al hom· bre extraño a la misericordia y a las virtu· des gloriosas que los santos obtienen Tales actos, en efecto, destruyen los trabajos rea·
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!izados por el hombre y lo privan de sus buenos frutos.
El duelo verdadero
4 Él dijo también: Si alguien dice: "Yo llo-ro mis pecados", y comete alguno, es un insensato. Si alguien dice: "Yo lloro mis pecados" y conserva alguno, se engaña a sí mismo. Aquel que busca el recogimiento, y al mismo tiempo no se preocupa por suprimir las pasiones, es ciego ante el santo edificio de las virtudes. Aquel que se abandona a sus pecados y se ocupa en corregir a otro es incapaz de orar con todo su corazón y de suplicar a Dios con ciencia. Valiente es el hombre que lucha contra sus faltas pasadas -por las cuales implora ser completamente perdonado- orando para no consentirlas, sea en su corazón, en sus actos o en sus sentidos, pues el recuerdo de los propios pecados domina su corazón sin cesar y lo separa del mundo a fin de que·no esté sujeto a él. Feliz aquel que se hace digno de esas cosas, en verdad y no por hipocresía y exceso de malicia.
5 Él dijo también: La obra de aquellos que tienen verdaderamente duelo en el espíritu y los sentidos, en relación a las cosas visibles, consiste en no juzgar al prójimo. En efecto, si eres conciente de tus pecados, ellos te vuelven ajenos a los de tu prójimo.
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6 Él dijo también: Devolver el mal está alejado del duelo. Tomar por modelo una cosa del mundo, por vanagloria, está alejado tanto del duelo como del espíritu. Entristecerte porque no se tomó tu opinión por modelo, también está alejado de ello. Querer ser el que manda está alejado de ello. Hacer tu voluntad está alejado de ello. Cuando alguien afirma de otro que es bueno o malo, ello representa una vergüenza, pues él ciertamente, ha sacado la conclusión de que el o~ es peor. Cuando alguien quiere conocer un asunto que no le concierne, ello representa una vergüenza, una incorrección y una cautividad que no le permiten conocer sus pecados. Si alguien te injuria y tu tienes pena por ello, es porque el duelo, verdaderamente, no existe. Si en un asunto comercial alguien te perjudica y tú sufres por ello, si se ha pronunciado contra ti una palabra que ignoras y te sientes turbado, si se te glorifica y lo aceptas, si se te insulta y estás apenado, si te acercas a los ilustres del mundo deseando su amistad, el duelo no está allí. Si en una discusión algunos están en desacuerdo contigo y tú quieres mantener tus opiniones, no está allí. Si se desprecian tus palabras y te sientes apenado, no está allí. Todo esto pone de manifiesto que el antiguo hombre vive y prevalece, porque no hay allí nadie que combata ni tampoco un verdadero duelo.
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7 El que trabaja según Dios, necesita ojos espirituales para verse a sí mismo como enemigo de Dios en tanto siga su propia voluntad. Si tú guardas los mandamientos de Dios, si haces toda tu obra. con ciencia por causa de Dios, si estás per:suadido de que
s no puedes complacer a Dios en la medida de su gloria y colocas ante fus ojos tus pecados, a todo ello lo encontrarás oponiéndose al maligno que quiere desviarte -y ellos guardarán el edificio construido por el duelo. Entonces sabrás que te conoces a tí mis-mo y dónde habitas (Hb 2, 13). .
9 El dijo también: No pongas confianza en tu corazón, de que has obtenido la victoria. En efecto, en tanto el hombre no haya comparecido ante el juicio, escuchado la sentencia y conocido cuál es su lugar, no puede tener confianza; en cuanto al temor, es complacer a Dios. .
10 Él dijo también: La tristeza según Dios, que carcome el corazón, pu~de hacerse duefia de los sentidos. Resistir con vigilancia mantiene sanas las facultades del espíritu. Puesto que el hombre ni se basta ni puede tener confianza en sí mismo, debe entregarse sin tregua al trabajo en tanto que esté en su cuerpo. Felices aquellos que no piensan que sus obras puedan ser agradables al Seftor y que tratan de encontrarlo. Pues aquellos que no cuentan con sus obras, aquellos que conocen su gloria y no logran, sin embargo, hacer su voluntad tal como Él desea,
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reconocen su debilidad y se contentan con su propia tristeza, de modo que lloran sobre sí mis~os y no, se preocupan por la criatura de Dios que El mismo debe juzgar.
Impasibilidad y resurrección
11 Él dijo: también: La victoria habrá lle-gado para aquél que trabaja cuando esté totalmente disponible para Dios 'y haya alcanzado la perfección según su voluntad.
Él estará inscrito en el libro de los vivientes éuando los habitantes de los cielos testimonien que ha escapado a los príncipes de la "Izquierda"; entonces su memoria estará con los habitantes del cielo. Pero, mientras dure el combate, el hombre estará en el temor y el temblor: vencedor o vencido hoy, vencedor o vencido mafiana. Pues la lucha oprime el corazón, pero la impasibilidad ignora la guerra, ya que ella ha recibido el premio, y carece de inquietud por 'los tres que son diferentes, puesto que ellos han llegado a ser la paz entre sí, gracias a Dios. Est~s tres son el alma, el cuerpo y el espírifu, según el Apóstol (cf. 1Ts5, 23). El dice, en efecto, en una epístola, que cuando esos tres han llegado a ser uno por la obra del Espírifu Santo, no pueden ya ser separados: "Pues Cristo ha muerto y resucitado, y él no muere más, la muerte no tiene ya poder sobre él" (Rm 6, 9). Su muerte _ha sido para nosotros la salvación, pues por su
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muerte ha hecho morir al pecado de una vez por todas (cf. Rm 6, 10), y su resurrección ha sido la vida para aquellos que creen firmemente en Él; Él ha curado a los suyos de las pasiones para que vivan en Dios y produzcan un fruto de justicia. No te creas, pues, muerto, en tanto eres asaltado por tus enemigos, sea durante la vigilia, sea durante el sueño. , ,~ Pues, en tanto que el hombre miserable está en el estadio, no tiene seguridad y carece de confianza en sus propias obras, mientras que el insensato, que cae cada día, cree vencer aunque no haya lucha.
12 Es por ello que Nuestro Señor Jesucris-to dijo a sus discípulos enviándolos a predicar: "No saludéis a nadie por el camino (Le 10, 4). Saludad a aquellos que están en la casa y si hay allí un hijo de paz, permaneced en su casa y vuestra paz reposará allí" (Le 10, 6). También Eliseo dijo a Guejazi enviándolo a la casa de la desconsolada madre: "Si encuentras a un hombre, no lo bendigas, y no recibas la bendición de nadie (2R 4, 29), pues él sabía que su siervo carecía de la capacidad de volver a la vida al pequeño". Finalmente, Eliseo mismo se dirigió a la casa donde yacía el niño extendido sobre su lecho, cerró la puerta tras los dos y oró a Yahvé. Luego subió a la cama y luchando con cada uno de los sentidos, realizó las acciones que se sabe, subiendo sobre el lecho junto al niño, descendiendo y marchando
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hasta siete veces; y cuando los sentidos fueron calentados por la voluntad del Espíritu de Dios, los ojos del niño se abrieron (d. 2R 4, 32-35). ¿Qué podemos decir, nosotros, miserables que preferimos la gloria de este mundo al amor de Dios? Él deja, en efecto, la cizaña junto con el buen fruto y no envía a quitar la cizaña si el buen fruto no ha llegado a su madurez (cf. Mt 13, 33-40). Aunque Guejazi hizo el trayecto corriendo, no pudo resucitar al pequeño niño porque prefería la gloria de los-hombres a la gloria de Dios.
Permanecer en el temor
13 Felices los ojos que, con conocimiento de causa, no osan levantarse hacia Dios, que se preocupan por curar con ciencia sus magulladuras, que conocen sus pecados y oran por su perdón. Pero, desdichados aquellos que pierden su tiempo, creyéndose sin pecado} arrojando a los pies su conciencia, no queriendo que ella los aguijonee sin reconocer que no es poca cosa estar en falta, aún cuando sea algo pequeño. Como el agricultor que considera vana toda semilla que ha sembrado si ella no ha brotado, y se aflige por su trabajo si ella no ha madurado, así el hombre, aún cuando conozca todos los misterios y toda la ciencia (cf. lCo 13, 2), aún cuando realice numerosos prodigios y cúraciones (d. Mt 7, 22) y soporte
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múltiples mortificaciones, aún cuando se despoje incluso de sus vestimentas, permanece, sin embargo, bajo el imperio del temor sin poder confiar en su propia conciencia pues tiene toda'vía enemigos que lo acosan y le tenderán trampas, hasta que él escuche estas palabras: "La caridad no decae jamás, sino lo cree todo, 19 espera todo, lo tolera todo" (1Co13, 7-8):
El camino de Dios exige esfaerzo
14 ¡Oh, cuántos trabajos exige el camino de Dios, como Él ha dicho: /1 estrecha es la puerta y angosto el camino el que lleva a la vida, y son pocos los que lo encuentran!" (Mt 7, 14). Nosotros, ociosos y enamorados de las pasiones, lo consideramos como un reposo porque no podemos llevar el yugo al cual se refirió: "Cargad mi yugo y aprended de mí, que yo soy dulce y humilde de corazón, y encontraréis el reposo para vuestras almas; pues mi yugo es cómodo y mi fardo ligero" (Mt 11, 29-30). ¿Cúál es el hombre, sabio según Dios y lleno de temor, que no lucha con todas sus fuerzas para mortificarse en todo trabajo -en la hÚída y en el recogimiento, en la vigilancia y la preocupacióny que no se encuentra, sin embargo, indigno de pronunciar con su boca el nombre de Dios? Pues, en efecto, es por causa de las pasiones que actúan en nosotros que el Maestro, el Señor Jesús, ha venido, a fin de
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matarlas ~n nosotros, para que no nos conduzcamos según la carne, sino según el espíritu, mostrándonos, en todo, el designio del Padre. Él decía a los discípulos en su enseñanza: "Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido prescrito, decid: "Somos servidores inútiles, ¿no hemos hecho lo que debíamos?" (Le 17, 10). Él se dirigía a los que hacen su trabajo y lo guardan porque conocen a los que le roban y ocultan su labor. Si alguien ve a un animal venenoso, huye con temor, se trate de una serpiente, de una VI'bora, un escorpión o cualquier otro que tenga un veneno mortal. Pero el alma, desvergonzada y miserable, permanece inmóvil ante las cosas que la hacen morir, no huye de ellas, no se retira, sino se complace en ellas y las obedece de corazón. Es por esto que ella pierde su tiempo y permanece estéril y sin fruto.
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LOGOS24
Sobre la impasibilidad XXIV
1 En el camino de las virtudes, hay caí-das, hay inquietud, hay cambio y variación, abundancia y restricción, imperfección y desaliento, hay alegría y pena del corazón, pesadumbre y reposo del corazón, progreso y dificultades. Pues ése es el camino hasta alcanzar la quietud.
Ahora bien, la impasibilidad está lejos de todo aquello y no necesita de nada. Ella está en Dios, y Dios está en ella. No conoce Iniquidad ni caída, incredulidad ni esfuerzo para cuidarse, temor a las pasiones ni deseo por nada ni la pena que causa la Iniquidad. Sus glorias son grandes e innumerables. En tanto haya temor respecto de alroina pasión, se estará lejos de ella; en tanto algún reproche emane del corazón, seremos extraños a ella.
Tal es el cuerpo que el Señor Jesús ha tomado y tal la caridad que ha enseñado a los suyos para ser practicada en la alegría. A causa de esto, muchos ignorantes se apartaron de su deber, creyendo haber llegado, cuando en realidad las pasiones aún habitaban en su alma y sus cuerpos no estaban totalmente purificados. ¡Perdonadme, por Dios!
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LOGOS25
Al Abad Pedro, su discípulo
VII El servicio de Dios exige el abandono de toda preocupación por el mundo
1 Cuando me escribes: "Si el Señor me li-bera de esta amarga preocupación que tengo por el mundo, quiero hacer penitencia ante Dios por mis pecados", dices bien: "Si soy liberado de la obra de este siglo", pues es imposible para el espíritu tener cuidado de dos cosas a la vez. El Señor lo ha dicho: "No podéis servir a Dios y a Mamón" (Mt 6, 24). Mamón, significa la actividad de este mundo. Si el hombre no la abandona, no puede servir a Dios. El servicio de Dios, es, pues, no tener nada de extraño en el espíritu cuando se lo alaba, nada de concupiscencia cuando se le ora ni de malicia cuando se le canta, nada de odio cuando se le adora, nada de envidia cuando se conversa con él ni de vergonzosa voluptuosidad en nuestros miembros cuando se le recuerda. Pues todas estas cosas son sombrías murallas que rodean al alma miserable -ella no puede servir a Dios con pureza cuando las tiene en
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sí- pues la mantiene en el aire y no la dejan ir al encuentro de Dios para alabarle en el secreto, para orarle en la dulzura del amor, en la suavidad del corazón y en una v<:?luntad santa a fin de ser iluminados por El. A
' -causa de esto el espíritu está siempre oscu-recido y no puede progresar según Dios, pues, o no tiene el cui~ado de ~upri~r esas cosas con ciencia, o bien le es imposible tener cuidado de suprimirlas por no estar desembarazado de la preocupación por las cosas de este siglo.
Hay, en efecto, dos "materias" que se llevan en el alma. Una proviene del exterior, es la preocupación de ·este siglo por el cuidado del cuerpo. La otra es interior, la de las pasiones, la que obstaculiza las virtudes. Pero el alma no ve la del interior, la de las pasiones, si no está liberada de la ~ue viene del exterior. Es por esto que el Senor dijo: "Quien no renuncia a todas sus voluntades no puede ser mi discípulo (d. Le 14, 33). La materia de afuera P!oviene de lavoluntad, y la de a dentro proviene de la conducta exterior. Nuestro Maestro Jesús, sabiendo que es la voluntad la que comanda a ambas, ha prescrito suprimirla.
Mientras el alma se preocupa por las cosa de afuera, el espíritu está muerto y, desde ese momento, las pasiones de adentro ejercitan sin obstáculo sus energías. Pero si el alma escucha la palabra de Jesús pidiendo suprimir todas sus voluntades, ella odia
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todas las obras del mundo. Entonces su espíritu se despierta, se levanta y las arroja de su casa, supervisando sin cesar al alma para evitar que vuelva con los que la maltratan.
Parábola· de la joven esposa
2 El alnia es semejante a una joven espo-sa que, en ausencia de su marido, pierde el temor y la contención, abandonando el celo para la atención de su casa.
Sin embargo, cuando el esposo regresa, regresa también el temor y ella se afana conforme a su deseo, mientras Él mismo se ocupa, a su retomo, de los asuntos de su casa en todo lo que es necesario. Tal es el espíritu: si él está despierto, tiene cuidado del alma y la guarda sin cesar hasta que ella engendra con (?l y alimenta a sus hijos. Desde ese moµiento los dos son un solo corazón; el alma está sometida al espíritu y le obedece, como afirma el Apóstol: "El marido es la cabeza de la mujer'' (1 Co 11, 3) y también: "El marido no debe cubrirse la cabeza, puesto que él es la imagen y la gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. Pues el hombre no fue sacado de la mujer, sino la mujer del hombre y, en efecto, el hombre no ha sido creado para la mujer, sino la mujer para el hombre. Es por ello que la mujer debe tener sobre la cabeza un signo de sujeción por causa de los ángeles; pero en el Señor no hay mujer sin hom-
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bre, ni hombre sin mujer, pues igual que la mujer ha sido sacada del hombre, también el hombre nace para la mujer y todo viene de Dios" (1Co11, 7-12).
Esta palabra es para aquellos que han sido dignos de llegar a ser uno con el Señor y no están ya divididos. Son ellos los que oran a Dios con toda pureza y los que bendice.n a Dios con un corazón santo. Aquellosa quienes Dios ilumina, ésos son los verdaderos adoradores que Dios busca (cf. Jn 4, 23), aquellos de los que ha dicho: "Yo habitaré en ellos y marcharé con ellos" (2 Co 6, 16) y: "Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en algo, todo lo que demanden en mi nombre les será acordado" (Mt 18, 19). Él quiere, pues, que los suyos estén purificados, tanto de la materia'visible como de la que está oculta en el alma, como así también de todo lo que él ha destruido en su cuerpo por la Encarnación: "Permaneced en mí y yo en vosotros" On 15, 4). Como ves, hermano, Él quiere que, en primer lugar permanezcamos en Él por nuestra conducta, y Él permanecerá en nosotros por la pureza según nuestra fuerza.
El bautismo implica la liberación del pecado
3 Quizá alguno dirá: "Y<:> permanezco en Él por el bautismo, pero no puedo llevar esta vida".
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-Escucha, bienamado: En verdad, aquel que recibe el bautismo lo recibe para la destrucción del pecado, para que deje de estar esclavizado por el pecado" (Rm 6, 4 y 6). En efecto, es imposible que Cristo y el pecado permanezcan juntos: "Por lo tanto, si Cristo habita en ti, el pecado está muerto y el espíritu vive a causa de la justicia" (Rm 8, 10), como dijo el Apóstol: "La mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; por si su marido muere, ella está liberada de la ley del marido. Es pues, viviendo su marido que será llamada adúltera si se va con otro hombre. Pero si su marido muere, ella queda liberada de la ley de modo que no es adúltera si va con otro hombre" (Rm 7, 2-3). En cuanto al que desea saber si Cristo habita en él, lo reconocerá por sus pensamientos; en efecto, en tanto el pecado seduce todavía su corazón, Dios no habita en él, y su Espíritu no encuentra en él su reposo. Pues Dios habita necesariamente en el hombre si éste cumple sus obras, y el hombre en Dios si su alma esta liberada; como dijo el Apóstol: "Aquel que se unió a la prostituta es con ella un solo cuerpo, y aquel que se unió al Señor es con Él un solo espíritu" (1 Co 6, 17), y Él le enseña cómo orarle; ella lo adora sin cesar y le está unida, y él permanece en ella, conduciéndola y dándole constantemente la quietud, revelándole su gloria y sus gracias inefables; ella renace de Él por el bautismo y la insufla-
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ción del Espíritu, como está escrito: "Aquel que nació de Dios no peca, y el Malvado no lo toca" (1 Jn 5, 18), pues él nació de Dios, como lo afirma el Evangelio: "Si no os convertís, y no llegáis a ser como los niños pequeños, no podréis entrar al Reino de los Gelos" (Mt 18, 3), o bien: "Llegad a ser como pequeños recién nacidos, deseando la leche espiritual sin engaño, a firi de crecer en Él" (1p2, 2).
La obra del niño pequeño
4 ¿Cuál es, pues, la obra del niño peque-ño? El niño pequeño, si se lo golpea, llora, y está alegre con los que se regocijan con él. Si se lo injuria, no se enoja, y cuando se lo alaba, no se enorgullece. Si se honra a otro más que a él, no siente celos. Si se le deja alguna cosa como herencia, lo ignora. No entra en proceso con nadie. No se querella a causa de sus bienes. No odia a nadie. Si es pobre, no se entristece; si es rico no concibe ser exaltado por ello.; Si ve a una mujer, no la desea. Placer o :inquietud no lo tiranizan. No juzga a nadie, no domina a nadie, no envidia a nadie. No presume de lo que ignora ni se burla del prójimo por su aspecto, no tiene enemistad hacia nadie, no disimula, no busca el honor de este mundo, no intenta acumular riquezas, no ama el mando, no es irónico, no es querellador, no enseña bajo el imperio de pasiones ni se in-
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quieta por nadie. Si se le despoja, no se entristece, no mantiene su propia voluntad, no tiene miedo del hambre ni de los malhechores, no teme a las bestias salvajes ni a la guerra. Si sobreviene una persecución, no se turba. Así es aquel del que nuestro Jesús dijo: "Si n~ os convertís y no llegáis a ser como pequeños niños, no entraréis en el Reino de Dios" (Mt 18, 3).
Cualidades y defectos de la in/ ancia
5 Pero cuando el niño pequeño crece un poco y el mal comienza a habitar en él, el Apóstol lo reprende diciendo: "No seamos como niños tambaleantes y llevados a todo viento de doctrina por los ardides de los hombres, por su astucia para extraviar en el error; vivamos en cambio según la verdad y en la caridad, crezcamos en todo para Él" (Ef 4, 14-15). Y Él dice también: "Yo os he dado leche a beber como a niños pequeños, y nada de alimento sólido, pues no podíais y ahora todavía no podéis" (1Co3, 2). Y dijo también. "Mientras el heredero es niño, no difiere en nada de un esclavo aunque sea el amo de todo, sino que está sometido a tutores y administradores hasta el término fijado por el Padre; así, nosotros también, cuando éramos niños pequeños, estábamos esclavizados por los elementos del mundo" (Ga 4, 1-3); y también: "Huid de las ambiciones de la juventud" (2 Tm 2, 22). Él nos
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enseña pues, a abandonar la puerilidad diciendo: "Hermanos, no os mostréis como niños en materia de juicio, pero sed niños para la malicia y mostraos como hombres maduros para el juicio" (1 Co 14, 20).
La obra de esos niños según la palabra del Apóstol Pedro consiste en "Rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresía, envidia y toda suerte de maledicencia, como niños recién nacidos" (1P2, 1-2).
La palabra de Dios sobre la imitaci6n de los niños pequeños
Tú sabes, hermano, cuál es el sentido de la palabra que dijo nuestro Maestro Jesús: "Amén, amén, yo os digo: si no os convertís y no llegáis a ser como niños pequeños no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3). Esta palabra es muy temible, pues nuestro Maestro la pronunció con un juramento: "Amén, amén, yo os lo digo", pues Él mismo es el amén (cf. Ap 3, 14); es por ello que el Apóstol dijo: "Puesto que no hay nada más grande que Él, Él jura por sí mismo: "Si, ciertamente, bendiciéndote te bendeciré" (Hb 6, 13-14).
6 Comprendamos, pues, la palabra con exactitud; preocupémonos de esta palabra a toda hora, en el temor y el temblor, cada vez que el enemigo nos excite contra el prójimo, cuando alguien nos hiere, nos insulta o nos calumnia, cuando el prójimo se que-
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rella de nosotros, cuando una cólera impura nos atormenta queriendo suscitar el mal recuerdo de lo que nos ha hecho en el designio de oscurecer nuestra alma por la indignación y el odio. Si algo de eso se asoma en nuestras almas, dediquémonos a recordar la palabra de nuestro Maestro, que atestó mediante un juramento: "Amén, amén, yo os lo digo, si no os convertís y no llegáis a ser como niños pequeños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18, 3).
¿Quién no temería, escuchando esta palabra? ¿Qué sabio, deseando salvar su alma, no arrojará de su corazón toda condena para su prójimo? ¿Quién, temiendo ir a la gehenna, no apartará de su corazón todo odio a fin de no ser rechazado en el Reino? Pues es una palabra cortante la que ha pronunciado nue.stro Maestro Jesús: "Si no os convertís y no llegáis a ser como niños pequeños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3). Pesada es esta palabra para aquellos que sostienen su voluntad, para los que aman el mundo, para los que conocen el don del Espíritu Santo. Si Él viniera sobre ellos, les procuraría el olvido de todo mal y les enseñaría lo que es propio: en lugar de la cólera, la dulzura; en lugar de la enemistad, la paz; en lugar de la discordia, la humildad; en lugar del odio, la caridad; en lugar de la pusilanimidad, la paciencia. Pues tales son las virtudes de aquellos que se han hecho dignos de la regeneración.
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La perfección de la verdadera in/ ancia
7 Apresurémonos a suprimir de nuestro corazón todo aquello a lo que hace referencia el gran Apóstol y a abandonarlo, a fin de llegar a la medida del niño. Pues quienes han tenido cuidado y lo han eliminado de sus almas, han llegado también a la santa madurez y a la perfección. En efecto, después de haber soplado sobre su rostro diciendo: "Recibid el Espíritu Santo" On 20, 22), el Señor se les apareció junto al mar de Galilea, diciendo: "Hijos, ¿tenéis alguna cosa para comer?" On 21, 5) recordándoles que fue por la insuflación del Espíritu que los hizo niños pequeños, aunque no lo fuesen por la carne. También escribió: "Heme aquí, a mí y a los hijos que Dios me ha dado". "Luego, puesto que los hijos tenían en común la sangre y la carne, Él participó de ellas de la misma manera, a fin de destruir por su muerte, al que tenía el imperio de la muerte, es decir, el diablo y liberarlo" (Hb 2, 13-15). "De la carne y la sangre" de quienes llegó Él a participar "de la misma manera" sino de la de aquellos que abandonaron toda perversidad y alcanzaron la medida de la santa infancia. Ellos llegaron a ser perfectos, según la palabra del Apóstol: "Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13); y también: "Haced
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que el crecimiento del cuerpo sea en vistas a su edificación en la caridad" (Ef 4, 16). Es a ellos a quien escribió el apóstol Juan diciendo "O_s escribo, pequeños hijos, porque habéis conocido al Padre; os escribo padres, porque héi,.béis conocido al que es desde el comienzo; os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Malvado" (1Jn2, 12- 31): tú sabes que aquellos que son como niños pequeños E¡?n cuanto a la malicia, han llegado a ser combatientes contra el enemigo, pues lo despojaron de su -armadura, que es la malicia; han llegado a ser también padres, y alcanzado la medida de la perfección de modo que les son confiadas las revelaciones y los misterios. Ellos alcanzan la sabiduría, la unidad, la bondad, la dulzura, la pureza y ellos son los que glorifican a Cristo en su cuerpo (cf. 1 Co 6, 20).
Oración para no dejarse extraviar por el enemigo
8 Luchemos, pues, hermanos bien ama-dos, en medio del gran hambre que ha llegado sobre la tierra, sin desalentamos en nada, implorando sin cesar su bondad y sin dejarnos extraviar por los engaños del Malvado, del Envidioso, que hace el mal sin piedad y persevera impunemente diciendo: "Si no es hoy, será mañana, pero no cederé hasta que lo tenga en mi poder" En cuanto a nosotros, oremos pues, con perseverancia,
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diciendo como San David: "Mírame, escúchame, Señor, mi Dios, ilumina mis ojos por temor a que me duerma en la muerte, por temor a que mi enemigo me diga: "He triunfado sobre él, pues mis perseguidores se regocijarán si soy quebrantado" (Sal 12, 4-5). Si ellos nos asaltan gritemos diciendo: "Dios, ¿quién se te parecerá? No te calles ni té aplaques, Dios! Pues he aquí que tus enemigos rugen y que aquellos que te odian levantan la cabeza. Han concebido un malvado designio contra tu pueblo, diciendo: "No dejemos ni el recuerdo de Israel!" (Sal 82, 3-4). "Mi Dios, vuélvelos como polvo, como paja al soplo del viento. Llena sus rostros de ignominia, y que sepan que tú solo eres el Señor" (Sal 82, 14y17}. Aquellos que combaten por su fe fortifican, pues, su corazón contra los enemigos y, antes de combatir con ellos, se afirma sólidamente sobre la santa piedra que es Cristo (cf.1 Co 10, 4), diciendo con un corazón firme: "Ellos me han rodeado como abejas alrededor de un panal, han llameado como fuego en las zarzas, y en el nombre del Señor los he rechazado" (Sal 117, 12).
Oración en la tentación
9 Si vemos que los enemigos nos rodean con sus engaños -o sea con1a acedía- debilitando nuestra alma en el placer, haciendo incontenible nuestra cólera contra el próji-
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mo si actúa en contra de su deber, atrayendo nuestros ojos para conducirlos a la concupiscencia carnal, impulsándonos a gustar el placer del alimento, haciendo para nosotros s_emejante a un veneno la palabra del prójimo o llevándonos a hacer diferencias entre los hermanos diciendo: "Tal es bueno, y tal otro es malo", si esas cosas nos rodean, no nos desalentemos, sino gritemos más vale como David con un corazón firme, diciendo: "¡Señor protector de mi vida!", si un ejercito se alinea en batalla contra mí, mi corazón no temerá; si una guerra se levanta contra mí, espero en esto: he pedido una sola cosa al Señor y la busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, contemplar la dulzura del Señor y visitar su santo templo. Pues Él me ha abrigado y ahora, he aquí que Él ha levantado mi cabeza sobre mis enemigos" (Sal 26, 1, 3-5). Eso es lo que hacen los que han despertado su espíritu de entre los muertos, que el Apóstol llama "noche" cuando dice: "No somos de la noche ni de las tinieblas" (1 Ts 5, 5). Y refiriéndose a los que no se preocupan por sí mismos, afirmó: "Aquellos que duermen lo hacen durante la noche, y los que se embriagan, se embriagan durante la noche" (1 Ts 5, 7). Y también: "El día del Señor llega como un ladrón" (1 Ts 5, 2) y no pueden escapar pues están en la noche. Y a los que levantan su espíritu de entre las pasiones, qué son de noche, les dijo: "Revista-
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mos la coraza de la fe y la caridad, y el casco de la esperanza de salvación" (1Ts 5, 8).
El alma debe guardar su naturaleza
10 Hagamos todo, pues, cqn el espíritu des-pierto frente a las obras muertas; atentos a toda hora para que nuestra alma no haga nada que no esté conforme a la naturaleza, ya que ella es naturalmente versátil, según la palabra de Isaías, el profeta, que dijo: "El Señor te es favorable humillada y trastornada, porque no has sido consolada" (Is 54, 11). En efecto, el alma es semejante al hierro: si se le descuida se herrumbra y, cuando se le calienta al fuego; éste lo purifica; mientras está en el fuego, es como el fuego y, por esa razón, nadie lo puede tocar. Tal es el alma: en tanto permanece con Dios y conversa con Él, se convie!te en fuego que quema a todos sus enemigos -aquellos que hacían que se cubriera de herrumbre en el momento de su preocupación-, y la purifica como al hierro; ella no encuentra ya placer en las cosas del mundo, sino la quietud en su propia naturaleza, de la que ha sido hecha digna nuevamente. Pero si abandona su propia naturaleza, ella muere, como mueren los animales si se les sumerge en el agua, pues con una sustancia terrestre, como mueren los peces, si se los saca a tierra, pues son una sustancia acuática; lo mismo ocurre con los pájaros, que se encuentran có-
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modos en el aire, pero, cerca de la tierra corren peligro de ser capturados. El alma es perfecta cuando permanece en su naturaleza: si ella la abandona, muere inmediatamente. Aquellos que han sido considerados dignos, y obtenido sus dones, miran al mundo como una prisión, a la que no quieren penetrar para no morir. Esa alma no ~uede amar al mundo, aún cuando lo quisiera pues recuerda el estado en que se encontraba antes de permanecer en Dios y lo que el mundo hizo con ella.
El alma comparada a una ciudad ocupada por el enemigo y reconquistada por Cristo
Cuando el enemigo a entrado en una ciudad, los notables, llenos de temor, se apresuran a te~derle la mano, y él se dedica, inmediatamente, impulsado por su maldad, a derribar las efigies del rey y a abolir sus leyes para luego dictar las suyas. Después levanta su propia efigie y finalmente obliga a todo el pueblo a-servirle. Pero si los habitantes de la ciudad avisan secretamente al rey legítimo, clamándole: "Ven a socorrernos", éste acude, lleno de cólera, con su ejército. Ante esta noticia, las gentes de la ciudad lo reciben con alegría; él entra hace perecer a su enemigo, abate la efigie erigida por la opresión y anula sus leyes. La ciudad se regocija, el rey legítimo restablece su propia efigie y sus leyes, se instala en la ciu-
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dad y la fortifica de modo que nadie pueda ya apoderarse de ella, enseñando· a combatir a los que la habitan para que permanezcan sin temor frente al enemigo.
Así también ocurre con el alma: después del santo bautismo, el enemigo la ha dominado nuevamente, la ha humillado con vergonzosos artificios, ha derribado la efigie del rey y ha establecido la suya con sus leyes, la ha llevado a ocuparse de este siglo, la ha persuadido de cometer la impiedad sin escr:úpulos, y ha hecho de ella lo que quería. Pero, finalmente, la bondad del santo y gran rey Jesús há enviado la penitencia, y el alma se ha regocijado; la penitencia la ha abierto, y el gran rey Cristo ha entrado, haciendo perecer al enemigo, ha destruido su efigie y sus leyes impías y, liberándola, ha erigido en ella su santa efigie, le ha dado sus santas leyes y enseñado a todas sus facultades a combatir. Luego toma su reposo en esta alma que ha llegado a ser suya. Esto es lo que sucede gracias a Dios.
La efigi.e del verdadero Rey: la caridad
Es imposible para el alma entrar en el reposo del Hijo de Dios si carece de la efigie del rey. Ningún comerciante recibe ni da monedas que no llevan la efigie del rey, ningún experto las pesa ni el rey las introduce en su tesoro; de la misma forma, si el alma no lleva la efigie del gran rey Jesús, los án-
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geles no se regocijan con ella, y Él la rechaza diciendo: 11 ¿Cómo has entrado sin tener
12 mi efigie?" (cf. Mt 22, 12). Ahora bien, la marca de su efigie es la caridad. Él mismo dice, en efecto: 11 Ante esto, todos reconocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros" On 13, 35).
Pero es imposible que su caridad esté con nosotros si el alma está dividida entre la búsqueda de Dios y el amor por las cosas del mundo. Asi como un ave no puede volar solamente con un ala, tampoco el alma puede progresar según Dios, si ella está ligada por algún objeto del mundo. Así como un navío al que le falta una pieza de su aparejo no puede navegar, del mismo modo el alma no puede superar las olas de las pasiones si carece de alguna de las virtudes. Así como los marineros, que en alta mar no llevan bellas túnicas, ni mangas, ni sandalias, pues si no están desnudos no pueden navegar, del mismo modo es imposible al alma atravesar las ráfagas de los vientos contrarios de la malicia si no se encuentra despojada de las cosas del mundo. Así como el soldado que marcha a combatir a los enemigos del rey no puede hacerlo si le falta una pieza en su armamento, del mismo modo es imposible al monje resistir a las pasiones si le falta una de las virtudes. Y, como la ciudad que tiene un sector de su muralla en ruinas, es fácil presa del enemigo que concentrará sus fuerzas en la brecha, sabien-
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do que los guardias no pueden resistir, así también, al monje que está bajo el dominio de alguna pasión, le es imposible resistir el ataque del Enemigo.
Testimonios escriturarlos sobre la necesidad de practicar todas las virtudes
13 No soy yo quien dice ésto, sino la divi-na Escritura. Está escrito, en efecto, en el Génesis: "Y Dios dijo a Noé: "Sólo tú has sido hallado justo y perfecto en esta generación" (cf. Gn 7,1). El dijo también a Abraham: "Sé irreprochable en mi presencia, y estableceré contigo una Alianza eterna" (cf. Gn 17, 1, 2, 7). E Isaac, bendiciendo a su hijo Jacob, le dijo: "Que mi Dios te fortifique, para que puedas cumplir toda su voluntad" (cf. Gn 27,27). También está escrito en los Números: "Quien hace un voto, que se abstenga de beber vino, vinagre de vino, bebida fermentada, y todo lo que viene de la viña, incluso del orujo" (cf. Nm 6, 2-4). Y también en el Deuteronomio: "Si sales a combatir contra tus enemigos, cuídate de toda palabra mala" (Dt 23, 9) hasta que tu enemigo esté en tils manos. "De aquellos siete pueblos no dejarás nada que respire, por temor a que te enseñen a pecar contra mí" (Dt 20, 17-18). Y, para enseñarnos a no caer en el desaliento, a nosotros, que decimos: "¿Cómo los exterminaremos si son tan numerosos?", él dijo: "No podrás
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exterminarlos en un solo año por temor a que la tierra quede desierta y las bestias salvajes se multipliquen (Dt 7, 22) sino poco a poco, hast~ que tú te multipliques y te acrecientes, y Dios agrandará tus fronteras". Él les dio a menudo esta orden: "Ten cuidado de no establecer alianza con los cananeos a quienes -yoy a exterminar ante ti" (cf. Dt 7, 2). Y cuando Josué, hijo de Navé, puso sitio a Jericó para destruirla, Dios ordenó: "Tú la entregarás en anatema con todo lo que ella contiene" (cf.Jos6, 17). Cuandollegóelmomento del combate contra Hai, Israel fue puesto en fuga por sus habitantes. Él no podía batirse con los enemigos, porque Acán había robado objetos que estaban entregados al anatema. Entonces Josué, posternado con la frente en tierra, lloró ante Dios diciendo: "Israel ha vuelto la espalda a sus enemigos;· y yo, ¿qué haré? (cf. Jos 7, 8). Y el jefe del ejército del Señor (cf. Jos 5, 14), respondió: ":Porque el anatema está en ti, Israel, no podrás resistir a tus enemigos" (cf. Jos 7, 13) y no salió en orden de batalla hasta que.no hubo suprimido a Acán. Nosotros vemos que Dios retiró a Saúl la realeza, porque tomó de Amalee lo que había sido entregado al Anatema (cf. lSm 15, 20). Y, porque Jonatán introdujo su bastón en un panal de miel llevándolo a su boca, Dios no escuchó a Israel ese día (cf. lSm 14, 27). El Eclesiastés dice, para enseñarnos que una pasión pequeña destruye la fuerza de las vir-
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tudes: "Las moscas muertas echan a perder un plato de aceite" (Qo 10, 1). Y Ezequiel: "El dia en que el justo se extravíe fuera del camino de su justicia, pondré la aflicción en su rostro y no me acordaré de su justicia" (Ez 18, 24). El Apóstol afirmó: "Un poco de levadura hace fermentar toda la masa" (Ga 5, 9). Ananías y Sáfira, su mujer, que habían tomado una parte del precio del campo y luego mentido, cayeron inmediatamente a los pies de los apóstoles y expiraron a causa de esa pequeña acción (d. Hch 5, 1 -10). Santiago se expresó así:" Aquél que observa toda la ley, si se separa en un sólo punto, se hace culpable por todo" (St 2, 10).
Llamado a la penitencia·
14 Pero, a fin de damos la fuerza para re-tornar hacia Él, Dios dijo en Ezequiel: "El dia en que el impío se separe del camino de su impiedad y practique el derecho y la justicia, yo no recordaré ya sus impiedades, sino que se convierta y viva. Dijo el Señor: "Separaos y convertíos, para que no muráis, casa de Israel" (Ez 18, 21, 23, 30, 31). Y Jeremías dijo también: "Volvéos hacia mi, casa de Israel, y os seré propicio, dice el Señor Todopoderoso" (cf Jr 3, 21). Y también: "¿Acaso el que cae, no se levanta? ¿Y aquel se ha separado, no volverá? ¿Por qué ese pueblo se ha separado de manera desvergonzada, por qué se han afirmado en su re-
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solución y no quieren volver a mí, dice el Señor?" Or 8, 4-5).
"Volved a mi, y yo volveré a vosotros" (MI 3, 7). Y el Señor Jesús dijo: "Si perdonáis a los hombres sus faltas, vuestro Padre celestial os perdonará también, pero si no perdonáis, vuestro Padre tampoco os perdonará" (Mt 6, 14-15). El Apóstol dijo, además: "Si uno de vosotros es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, restablecedlo en el espíritu de dulzura" (Ga 6, 1). Santiago dijo:! 'Hermanos, si alguno se extravía lejos del camino de la verdad, y otro lo co~vierte, que sepa que aquel que trae a un pecador de su extravío salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados". (St 5, 20).
El socorro divino no está asegurado más que a aquellos que perdonan al prójimo
15 He aquí que todos esos testimonios de las Escrituras nos estimulan a examinarnos a nosotros mismos, por temor a que, cumpliendo nuestro trabajo, seamos malvados con el prójimo, o mantengamos la cólera contra él, no perdonándolo, y que ésta eche a perder nuestros esfuerzos, de modo que Nuestro Señor Jesucristo no nos socorra cuando nuestros enemigos nos atormenten. Pues él condenó a los que actuaban así diciendo: "~alvado servidor, yo te he perdonado toda esta deuda porque tú me has su-
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plicado; ¿no debías habei; tenido, tú también, piedad de tu compañero? "Y, en su indignación, lo entregó a los funcionarios hasta que hubo pagado toda su deuda. "Así, dijo, actuará mi Padre celéstial, si cada uno no perdona a su hermano de todo corazón" (Mt 18, 32-35). Examínate, pues, hermano, observando cada día tu corazón. ¿Qué hay en él ante Dios? Condena para con un hermano, injuria, celos o arrogancia, mientras dices: "Yo no puedo ver a aquel, es horripilante"? Si un veneno semejante germina en tu corazón, recilerda la palabra del Señor Jesús, que dijo: "Es así que actuará hacia vosotros vuestro Padre celestial si cada uno no
16 perdona a su hermano de todo corazón" (Mt 18, 35). El que tema ir a la gehenna arrojará toda malicia de su corazón, a fin de que esta nefasta sentencia no caiga sobre él.
Cuidado con los falsos p~of etas
' Vigila tu corazón, hermano, controla a
tus enemigos, pues son hábiles en su malicia. Convéncete, en tu corazón de la verdad de estas palabras: "Es imposible al hombre hacer el bien mientas hace el mal; sin embargo, se puede hacer el mal bajo el pretexto de bien". Por eso nuestro Salvador nos ha enseñado a vigilar a aquellos, diciendo: "Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos lo encuentran, pero ancho y espaciosos es el que lleva a la
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perdición, y hay muchos que marchan por él. Cuidáos, en efecto, -dijo Él- de los falsos profetas que llegan hasta vosotros disfrazados de corderos, pero por dentro son lobos rapaces; por sus frutos los reconoceréis" (Mt 7, 13-16). ¿Cuáles son, pues, sus frutos, sino toda la contra natura con la que nos agobian, deseando que la aceptemos en nuestro corazón, los faisos profetas no pueden hallar con8entimiento para ninguna de sus obras, según las palabras del Apóstol:" ¿Qué nos separará del amor de Cristo?" ¿La tribulación, el desamparo, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Pues yo estoy seguro que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni presente ni porvenir ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Cristo" (Rm 8, 35, 38-39).
La serpiente de bronce, sfmbolo de Cristo
Como ves, hermano, a quienes aman a Dios con todo su corazón, nada del mundo puede separarlos de su amor! Ten, pues, cuidado de ti, por temor a que algún objeto te separe del amor de Dios, oro o plata, casa o placer, odio o injuria, una palabra hiriente o cualquier veneno de la serpiente que silba en nuestro corazón. Mas no te turbes, Esfuérzate, más vale, en fijar los ojos sobre la serpiente de bronce fabricada por Moisés, la que según la palabra del Señor, él
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colocó sobre un madero en lo alto de la montaña para que todo hombre mordido por una serpiente la mirara e inmediatamente fuera curado (cf. Nm 21, 8-9). La serpiente es el enemigo y Adán, escuchándola, llegó a ser enemigo de Dios. Nuestro Señor Jesucristo se hizo hombre en todo, fuera del pecado (Hb 4, 15), a semejanza de Adán, y lo hizo por causa nuestra, por lo tanto, se hizo serpiente de bronce, semejante a la que es enemigo de Dios, pero no tiene malos pensamientos, veneno ni malicia, no repta ni silba, y no tiene el aliento del enemigo. Nuestro Señor tomó esta figura a fin de extinguir el veneno que Adán había tomado por boca de la serpiente, y para restablecer, lo que había llegado a ser contra-natura, de conformidad con la naturaleza.
En efecto, Él preguntó a Moisés: "¿Qué tienes en tu mano?" Y él respondió: "Un bastón". El le ordenó: "Arrójalo a tierra"; Moisés lo arrojó y el bastón se convirtió en serpiente y él huyó ante ella. Dios le dijo "Extiende tu mano y tómala por la cola"; él lo hizo y, en su mano, se convirtió en un bastón" (Ex 4, 2-4). Dios le dijo entonces: "Toma el bastón que he transformado en serpiente, con él golpea el río de Egipto frente al Faraón, y su agua será cambiada en sangre" (cf. Ex 7, 15-17). Y también: "Toma el bastón que ha sido transformado en serpiente, golpea el mar Rojo, y él se seca" (Cf. Ex 14, 16). Y también: "Toma el cayado, reune
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la muchedumbre, y en su presencia hablad a la roca y ésta dará sus aguas". ( cf. Nm 20, 8).
18 Como ves, aquel que marcha sobre los pasos de Nuestro Señor Jesucristo, después de haber sido enemigo y serpiente, será transformado en cayado y ninguno de los enemigos podrá resistirle. Ese misterio es grande: si la serpiente siembra su veneno en nosotros, esforcémonos por fijar los ojos en Aquél que está sobre la cruz, que todo lo ha hecho por nuestra causa, soportando todo sin vacilar, sin enojarse contra los que lo maltrataban, sin responder una palabra dura, sino permaneciendo inmóvil como la serpiente de bronce. Si lo miramos y marchamos por su huella, seremos curados de las mordeduras de las serpientes invisibles. El poder y el socorro le pertenecen a Él, que dijo: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea elevado, a fin de que todo hombre que cree en Él no perezca, sino reciba la vida eterna" On 3, 14). En cuanto a caminar sobre sus huellas a fin de ser curados por Él ¿Cómo podremos serlo si no creemos que Él es poderoso? En efecto, la serpiente de bronce no podía, por sí misma, curar a los que habían sido mordidos en el desierto, pero si ellos la miraban con fe, eran curados (cf. Nm 21, 9). Sin embargo muchos murieron por las serpientes, pues no creyeron la palabra de Dios. Como dijo el Apóstol: "Y
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no tentemos (a Dios) como aquellos (le) tentaron y perecieron por las serpientes" (1 Co 10, 9). En verdad, hermanos, hay todavía serpientes en el ama que quiere tentar a Jesús; y qué es tentar a Jesús, sino interrogarlo sobre sus Mandamientos .y no cumplirlos, como está escrito: "Uno de los legisladores le preguntó para tentarlo: "¿Maestro, cuál es el más grande y el.· primer mandamiento en la Ley?" Y Jesús le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y toda tu alma, y a tu prójimo como a tí mismo. De estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas" (Mt 22, 35-40). Se llama tentadores a todos aquellos que interrogan sin cumplir, pues no desean creer que la serpiente de bronce puede salvarlos del veneno de la serpiente invisible.
El hombre que se dedica a la penitencia, es comparable con el niño en el regazo materno
19 Domina tu corazón, y no digas, impul-sado por la acedía: "¿Cómo puedo conservar las virtudes, puesto que soy un hombre pecador?", pues cuando el hombre abandona sus pecados y se vuelve hacia Dios, su penitencia lo regenera; ya dijo el Apóstol: "Como hemos llevado la imagen de lo terrestre, llevaremos también la imagen de lo celestial" (1Co. 15, 49). Tu ves, ¡Él otorgó al hombre transformarse por la penitencia y
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llegar a ser, gracias a ella, totalmente nuevo! Pues, en tanto el niño pequeño está en el regazo de su madre, ella lo protege del mal a tod¡¡t hora. Cuando llora, le presenta el seno, lo abofetea con medida a fin de que tome su leche con temor y para que su corazón no esté lleno de suficiencia. Pero, cuando él llora, se apiada de él , lo consuela, lo abraza y lo reconforta hasta que toma el pecho. Si al lactante se le muestra oro, plata, piedras preciosas, o cualquier objeto de este mundo, él lo mira; pero, estando en el regazo ·de su madre, lo desprecia todo para tomar el seno. Si no trabaja, su padre no lo regaña, y tampoco si no hace la guerra contra sus enemigos, puesto que es pequeño y no puede hacerlo. Tiene pies, pero no puede sostenerse, tiene manos, más no puede llevar annas. Su madre lo trata con condescendencia mientras va creciendo. Y cuando ha crecido un poco y quiere batirse contra otro que lo arroja por tierra, su padre no se molesta con él, sabiendo que aún es pequeño. Cuando llega a hombre, su celo se manifiesta. Si es hostil a los enemigos de su padre, éste le confía entonces sus intereses, puesto que es su hijo. Pero, si después de todos los trabajos que sus padres han realizado por él, al crecer se convierte en una peste, odia a sus padres, miente a su raza y se liga con sus enemigos, entonces ellos lo privan de su benevolencia y lo arrojan de su casa dejándolo sin herencia.
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La penitencia en el Antiguo Testamento
20 En cuanto a nosotros, hermano, tenga-mos cuidado de nosotros mismos, a fin de permanecer al abrigo de la penitencia, y recibamos la leche de sus santas mamas para que ella nos alimente. De.spreciemos todo lo que vemos, de modo que su leche resulte sabrosa en nuestra boca. Llevemos el yugo de su enseñanza a fin de que ella cuide de nosotros; y si combatimos contra nuestros enemigos y nos vence, pequeños como somos, lloremos ante ella para que ruegue a nuestro padre la venganza. Suprimamos toda voluntad de nuestro corazón y amemos vivir como extranjeros, para que ella nos salve como a Abraham (cf. Hch 11, 9). Sometámonos a sus manos como Jacob, a fin de recibir la bendición de nuestro Padre (cf. Gn 27, 6-10). Odiemos las voluntades de nuestro corazón, como Moisés, y seremos como él mantenidos bajo su protección. No la despreciemos por temor a que ella nos odie como Esaú (cf. Gn 27, 49). Conservemos su pureza, para que ella nos exalte, como a José, en la tierra de nuestros enemigos. Que ella sea para nosotros un buen abrigo, como lo fue para Jo~mé, hijo de Navé: "Era un niño, se dice, que rio salía de la tienda" (cf. Ex 33, 11). No dejemos lugar a la acedía en nuestro corazón; por temor a que ella nos haga perder la tierra prometida (cf. Nm 13, 31). Amemos la hlµnildad en todo,
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esforzándonos por entrar, como Caleb, en esa tierra, donde corren la leche y la miel (cf. Nm 14; 24). No ambicionamos nada de lo que pertenece a la perdición, por temor a ser exterminados como Acán (cf. Jos 7). Amemos su conciencia que nos lleva a toda hora a la compunción, para que como a Rahab, nos salve en la hora de la tentación (cf. Jos 6, 23). No amemos la gula, por temor a que ella nos extermine como a los hijos de Eli (cf. 15 2, 12-17). No amemos la envidia, por temor que nos arroje como a Saúl (cf. 1518-9). Amemos no devolver el mal al prójimo, a fin de que nos proteja del Malvado como a David. (cf. 2S 16, 11). No amemos la vanagloria y la jactancia, por temor a que· ella, como a Absalón, nos aparte de la faz de nuestro Padre (cf. 2S 14, 25). Mas amemos la humildad y la modestia, para que ella haga de nosotros, como a Salomón, vengadores de los enemigos de nuestro Padre, (cf. lR 2). Amemos el renunciamiento en todo, purificando nuestros miembros de toda obra de muene, para enfrentar con un corazón valiente a nuestros enemigos, como Elías el Tesbita. No seamos amigos de la voluptuosidad ni llenos de concupiscencia, por temor a que ella nos extermine como a Ajab (cf. 2S 21, 21). Combatamos hasta la muerte para no perder su santa herencia, como Nabot de Jezrael (cf. 2S 21, 3). Obedezcamos. en todo a nuestros padres según Dios, sup~imiendo toda voluntad propia
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para estarles sometidos, a fin de que su bendición permanezca sobre nosotros como lo hizo sobre Eliseo, (cf. 2R 2, 15). No seamos codiciosos ni mentirosos por respeto humano, por temor a que ella nós maldiga como a Guejazi (cf. 2R 5, 25). Amemos en todo a los fieles más que a nosotros mismos , para que ella nos bendiga, como a la sunamita (cf. 2R 4, 9-10). Odiemos el pecado hasta la muerte a causa de nuestras almas, a fin de que ella venga en nuestra ayuda el día de la necesidad, como lo hizo con Susana ( cf. Dn 13). No deseemos comidas variadas por temor a que ella nos abandone como a aquellos que recibían su alimento en la mesa de Nabucodonosor. Amenos la mortificación en todo, para que se regocije de nosotros como los compañeros de Azarías (cf. Dn 1). No seamos pérfidos, como los Babilonios que murmuraban contra los fieles ( cf. Dn 3, 12). Cumplamos nuestro servicio como Daniel, sin obedecer a la pereza del cuerpo, ya que él hubiera preferido morir antes que omitir los oficios que realizaba cada dia (cf. Dn 6, 11). Pues Dios es poderoso; salva de sus pruebas a aquellos que lo aman y extermina a los malvados. En efecto, la fe que el justo tiene en Dios vuelve a las fieras semejantes a los corderos de las manadas.
¡Bendito sea el Dios de la penitencia, que él bendiga a quien la ama y somete la nuca. al yugo de su voluntad hasta ser regenerado desde lo alto por la voluntad de Dios!
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Cuidarse de todos los enemigos de la penitencia
21 El hombre necesita, hermano mío, tan-to un gran discernimiento, que suprima toda voluntad camal, como una vigilancia atenta en todos sus caminos, para evitar extraviarse y caer en manos de los enemigos de la peniténcia. Numerosos son, en efecto, quienes lo rodean y quieren separarlo de ella, pues la seudo pretensión de justicia le corta el cuello; juzgar a los pecadores la expulsa; despreciar a los negligentes la detiene. Está escrito sobre ella en los Proverbios: "Todos sus senderos son rectos, no come su pan en la pereza, no fabrica vestimentas y mantos dobles para su marido, ella es como un navío de mercancías que viene de lejos, ella es semejan~e a la riqueza" (Pr 31, 14, 22, 27). Estas palabras nos ayudarán a comprenderla: el mercader que carga ese navío no pone en él sólo una mercancía, sino todo lo que le producirá provecho. Jamás imitará al que ha sufrido pérdidas, sino a los que se han enriquecido. Evita toda operación perjudicial y toma la qu,e le proporciona ganancia. Su habilidad consiste en comprar aquella mercancía que ya le produjo beneficios y preguntar a los que no compiten con él, pues se ha enriquecido y retirado: "¿A cuánto venderé esto? ¿A cuánto lo compraré?"
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Tal es el alma que quiere encontrarse con Dios sin reproches. Una sola operación no le basta, sino que se ocupa de toda operación ventajosa; si, por el contrario, sabe que una operación es perjudicial, la evita para no ser lesionada. En cuanto a tí, mi hermano, tú te dices negociante (cf. Le 19, 13) de Jesús. ¡Ten cuidado! Pues el negociante de este rey está alejado de toda operación perjudicial: la gloria de los hombres, el orgullo, la justificación de si mismo, el desdén, las palabras irritantes, el amor por el lujo, la vanagloria, el amor a la distracción. Todo esto es desventajoso para los negociantes de Jesús, les es imposible complacerle cuando poseen esto en su haber. Examínate, pues, hermano: ¿qué posees? que tu espíritu observe tus facultades: ¿cuáles fructifican para Dios y cuáles consienten para el pecado? ¿Están tus ojos cautivados por el placer, tu lengua está vencida por su fogocidad, ven a tu corazón agradablemente conmovido por el honor recibido de los hombres tus orejas se regocijan ante la maledicencia? En efecto, todo esto es desventajoso para el espíritu, pues está escrito en el Levítico: "Él habló así a Aarón: No ofrezcas sobre mi altar un animal puro que tenga un defecto, para no morir (cf. Lv 22, 20). Ahora bien, Aarón es un símbolo del espíritu. Y, porque la Iniquidad mezcla su malicia a la seudo pretensión de justicia, por causa de esto, Dios prescribe examinar primero, an-
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tes de ofrecer, para no morir. Morir es perder la visión y adecuarse a aquellos que quieren manchar sus facultades.
El alma purificada se convierte en una novia para el Señor
Tales son las palabras, de aquellos que aman a Jesús, esperan en El y lo consideran un santo novio; su alma se convierte en una novia adornada de toda virtud, poseedora de un santo espejo, según las palabras del Apóstol: "Y nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor; somos transformados en esta misma im_agen de gloria en gloria por el Espíritu del Señor" (2Co 3, 18). "Pues ahora nosotros vemos en un espejo, de manera oscura, pero entonces lo veremos cara a cara" JlCo 13, 12). También aquellos que para El han llegado a ser novias en la pureza, observan en sí mismos como en un espejo, buscando alguna mancha en la imagen que pudiera disgustar al novio, pues Él busca vírgenes, almas puras y no mancilladas, como está escrito en Rebeca: "La virgen era muy bella y no conocía hombre" (Gn 24, 16). Y el profeta dijo: "Se llevará la virgen al rey, a continuación sus allegados te serán llevados" (Sal 44, 15). "Se llevará", esto muestra su santa Encarnación; "sus allegados", esto significa los que están unidos a El, porque la regeneración del san-
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to bautismo los ha renovado de toda vetustez la penitencia los purifica y hace de ellos vír~enes santas que han olvidado todo lo viejo y no lo recuerdan más, según se les dijo: "Escucha, hija mía, mira y pon atención olvida a tu pueblo y la casa de tu padre, 'y el rey deseará tu belle~a" (Sal 44, 11-12). Y todas las potencias de los cielos lo admirarán a causa de la pureza que le ha dado la penitencia, la cual hace un solo cuerpo con él, y ellas dirán: "¿quién es ésta que sube, totalmente blanca, apoyada sobre su hermano?" (Ct 8, 5).
La obra de la salvación de Cristo
23 Hagamos, pues, todo lo posible en las lágrimas, luchando poco a poco hasta ~~spojarnos de la conducta del hombre VleJO, cuidándonos de todo acto de perdición hasta que su amor llegue a nosotros, .. nos quite la imagen de lo terrestre y erija su santa efigie en nuestro corazón a fin de que seamos dignos de él, puros de toda mancha, como dijo el Apóstol: "Del mismo .modo que hemos llevado la imagen de lo terrestre, llevemos también la imagen de lo celestial" (1 Co 15, 45). . .
El Apóstol sabe que no hay hombre s~ pecado después de la .caída y que l~ pemtencia puede llevarlo a una nueva vida. A causa de esto no habla de abandonar la desobediencia para adoptar la conducta de
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Nuestro Señor Jesucristo, es decir los santos maridamientos de aquel que tuvo piedad y que' sufrió la servidumbre del hombre para introducirlo en el paraíso oculto y acordarle todas sus santas virtudes; que le ha dado' de comer del árbol de la vida, es decir la pureza que apareció en Él; que por el conocimiento de sus santas palabras pone paz en el espíritu de los creyentes, los protege sin cesar y cierra sus oídos a toda mala palabra dé la serpiente, les recuerda la amarga servidµmbre de su condición pasada para que no vuelvan a ella y les hace dar gracias sin cesar a aquel que los rescató al precio de su sangre; que borró sobre la cruz la cédula de su esclavitud (cf. Col 2, 14), los hizo sus hermanos y sus amigos (cf. Jn 15, 14) y derramó sobre ellos su Espíritu por medio de ia gracia: "Tranquilizad vuestros corazones; dijo, yo subo hacia mi Padre y vuestro Padre; mi Dios y vuestro Dios" On 20, 17); y también: "Yo quiero, Padre, que allí donde yo esté, ellos también estén conmigo, pues yo los he amado como tú me has amado". On 17, 23-24).
24 Él nos señala que no habla de todos, sino deaquellosquehanabandonadosusvoluntades par~ seguir su santa voluntad, suprimiendo en sí mismos toda complicidad con el siglo. En efecto, Él dijo: "Yo los he sacado del mundo, es por ello que el mundo les odia, porque ya no le pertenecen" (cf. Jn 15, 19). Por lo tanto, los que han abandonado
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las cosas del mundo, ésos han sido juzgado dignos de llegar a ser sus novias, de permanecer unidos a Él. El Apóstol dijo: "Es por eso que el hombre abandonará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y ambos serán una sola carne" ese misterio es grande: quiero decir en lo que concierne a Cristo y la Iglesia (Ef 5, 31-32, d. Gn 2, 24). Él dijo también: "los paganos son admitidos en la misma herencia, miembros del mismo cuerpo, beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús por el Evangelio" (Ef 3, 6). Tú ves: en aquellos que han sido juzgados dignos de ser un sólo cuerpo con Él, habita su Santo Espíritu. Es Él quien los ayuda y se preocupa por ellos según está escrito: "No sois vosotros quienes hablaréis, sino es el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10, 20). El Apóstol dijo también: "Dios nos lo ha revelado por medio del Espíritu; el Espíritu en efecto, escruta todo, hasta las profundidades de Dios" (1Co 2, 10). "Nosotros tenemos, en efecto, dijo, el pensamiento de Cristo" (1Co 2, 16). ¿Cómo puede, pues, el pensamiento de Cristo, concebir algún pecado?
Es necesario imitar la conducta de Jesús para poder estar unido a .Él
25 Comprende pues, en tu córazón, ~ste misterio: cada especie sobre la tierra engendra uniéndose a miembros de la misma es-
:isa
pecie y no de una especie diferente, se trate de ganado, bestias salvajes, reptiles o pájaro. Es por ello que Dios hizo pasar a todas las especies ante Adán para ver si encontraba alguna semejante a él, y él no encontró ninguna, pues ellas no eran de su naturaleza (d Gn 2, 19-23). Entonces Dios, tomando una de sus costillas, hizo la mujer.
Gran misterio es el de aquellos que han llegado a ser novias: ellas son de su esencia por la regeneración y ellas pertenecen a su santo cuerpo, según dijo el Apóstol: "Todos nosotros formamos un sólo cuerpo en Cristo, siendo~ cada uno miembros los unos de los otros (Rm 12, 5). Y también: "somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos" (Ef 5, 30). Tú ves, Él quiere que el hombre sea en todo como Él, del mismo modo como Ev:a era, en todo, semejante a Adán. Por consiguiente, si tenemos algo de irracionalidad de los animales, de la avidez de las bestias salvajes, de la inestabilidad de los pájaros o del veneno de los reptiles ... , no podremos ser para Él vírgenes ya que nuestra conducta no será como la suya. Y Él quiere que el hombre sea libre de todo lo que pertenece a la contra-natura, para que pueda llegar a ser una novia para El. Ahora bien, el alma reconoce sus pensamientos por su conducta, pues si ella practica las obras renacerá impasible. Entonces el Espíritu Santo habitará en ella, según la palabra del Señor: "si me amáis, cumpliréis mis
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mandamientos, y yo rogaré al Padre y Él os enviará el Paráclito el Esp~tu de la verdad" On 14, 15-17). El Apóstol dijo también. ¿No reconocéis, pues, que Cristo habita en vosotros?, a menos que estéis reprobados" (2 Co 13, 5).
Tú ves, si el hombre no adquiere la conducta de Jesús, no es aprobado y no es una virgen para Él. Todas las vírgenes prepararon sus lámparas, pero aquellas que no tenían obras, fueron desechadas (cf Mt 25, 1-2). La red arrojada al mar trajo peces de todo tipo, pero Él tomó sólo los buenos y los introdujo en el Reino (cf Mt 13, 45-48). La cizaña crece con el trigo, pero en el momento de la cosecha se le separa y se quema (cf Mt 13, 25-30). Los sarmientos_permanecían en la vid, pero aquellos que no llevaban fruto fueron arrojados al fuego (cf Jn 15, 6). Los ·corderos pastaban con las e.abras, pero Él no hizo entrar sino a los cord~ros (cf Mt 25-32-33). El sembrador siembra su semilla, pero se regocija sólo con aquella que crece en la buena tierra (cf Mt 13, 3-9). El entregó su hacienda sin esperar nada, pero se regocijó sólo con aquel que le devolvió el doble (cf Mt 25, 14-23). Todos estaban llamados a la boda, pero Él arrojó a las tinieblas exteriores a los que no tenían el traje de bodas ( cf Mt 22, 11, 13). Estas palabras se dirigen a nosotros, :pues aunque todos decimos que creemos, El arrojará afuera a aquellos que no hayan observado la conducta de su divi-
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nidad, según dijo: "Muchos son llamados, pero pocos elegidos" (Mt 22, 14).
Exhortación al coraje y a la confianza
26 Examinémonos, hermanos, y considere-mos nuestra propia conducta antes de estar frente a Él. No prestemos atención a los que cumplen las voluntades carnales de su corazón, no perdamos una riqueza tan grande, pues podrá faltarnos a la hora de la necesidad. Luchemos para adquirirla y despreciemos como a un enemigo todo lo que debemos abandonar. Observemos a aquellos cuya labor ha sido íntegramente realizada con preocupación por las cosas perecederas: ellas los han dejado y se han ido, y por su causa han heredado la gehenna, por no haber queriqo seguir las huellas del Señor para ser dignos de convertirse en sus novias. Luchemos pues, en lágrimas ante Dios, con pena en el corazón, · con gemidos secretos, para no caer en la misma vergüenza. Pues si hay bruma en el mar y numerosos navíos se pierden mientras otros se salvan, las gentes no dicen: "¡Hundámonos nosotros también con ellos!, sino se fortifican unos a otros para no desanimarse y suplican a Dios que los ayude. ¡En verdad, espesa es la bruma sobre la tierra! Inclinémonos y oremos para no perecer. Pues si hay una teinpestad en el mar, tú encuentras a los marineros y pasajeros del navío dan-
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do ánimos al piloto; el hombre que no se encuentra libre de todo lo que conduce a la perdición, no puede escapar a este mar agitado. En efecto, Moisés no pudo cantar al Señor antes de haber atravesado el mar y contemplado la muerte de aquellos que querían retener a su raza en Egipto para sumirla en la esclavitud. Recién al llegar a la otra orilla, porque habían alcanzado la libertad dijo: "¡Cantemos al Señor, pues está magníficamente cubierto de gloria. El arrojó al mar caballo y caballero!" (Ex 15, 1).
Dios es fiel y poderoso para salvarnos
27 Si el espíritu salva a las facultades del alma de las voluntades de lá carne y lás hace atravesar el mar, la columna de su divinidad apartará del alma las voluntades de la carne. Si Dios ve entonces que la arrogancia de las pasiones se arroja sobre el alma queriendo mantener sus facultades en el pecado -y si el espíritu conversa sin cesar en secreto con Dios- él envía su ayuda y las destruye a todas de un solo golpe: Según está escrito: "Dios dijo a Moisés: "¿Por qué gritas hacia mí? Ordena a los hijos de Israel que se preparen; en cuanto a tí, toma el bastón que tienes en tu mano y bájalo sobre el agua del mar, y ella se secará" (Ex 14, 15-16). Dios es fiel para dar la mano, también hoy, a Moisés, a fin de salvar a Israel de manos de los Egipcios, -que son las volun-
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tades de la carne a las que satisfacemos- a fin de que seamos dignos de cantarle un cántico nuevo. "Cantemos al Señor, pues Él está magníficamente cubierto de gloria" (Ex 15, 1).
¿Cómo podemos decir: "Pues Él está magníficamente cubierto de gloria?", en tanto cedemos ante nuestros enemigos y, conforme a nuestra voluntad, regresamos a Egipto, ambicionamos lo que comíamos mientras servimos al Faraón, exhortamos a Aarón: "¡Haznos dioses que nos conduzcan fuera de Egipto!" (Ex 32, 1) y por acedía nos dedicamos a despreciar el alimento espiritual (cf. Nm 21, 5). Pero Dios tiene el poder de hacer descender a Moisés, de la montaña hacia nosotros, a fin de que destruya el becerro por el cual nos hemos convertido en enemigos de Dios. Dios es poderoso, y es Él quien nos ha procurado la penitencia para que no nos volvamos en su contra. Él es el quien dio a Moisés la fuerza de orar por nosotros~ diciendo: "¡Si tú perdonas sus pecados, perdónales, si no, bórrame del libro de los vivos!" (Ex 31, 32), y a Josué, en su tiempo, la fuerza para exterminar, por su malicia envidiosa, a los siete pueblos a quienes la tierra prometida había correspondido, a fin de que Israel recibiera su heredad y habitara allí sin ser objeto de envidia por los siglos de los siglos. Amén.
28 De él viene la fuerza, el socorro, la pro-tección, la sabiduría y la salvaguarda. Nues-
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tro Señor Jesucristo, está en nosotros po~ la gloria y el honor de Dios Padre y el Espfri~ Santo, antes de los siglos, ahora y en los siglos de los siglos. Amén.
29 Si lees esto, hermano, haz lo posible para dedicarte a ello, a fin de que el Señor te proteja en la hora de la tentación. Amén.
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XXV 1
2
3
LOGOS26
Palabras de Isaías relatadas por el Abad Pedro, su discípulo
Mi Padre dijo: Actúa virilmente para poner de pie a aquel que es necesario enderezar.
La pureza ora a Dios. El temor de Dios y la aflicción perdonan los pecados.
Cuando un hombre tiene en el corazón el mal de la venganza, su oficio es vano.
No desees que se te pida un consejo o una palabra concerniente al tiempo presente, y no te Jíes de aquel que te interroga.
Tiende sin cesar el oído a aquellos que hablan deH, y suplica a Dios que te otorgue la gracia de 1=onocer a quienes, entre ellos, debes escuchar.
Haz lo posible para no hablar con una cosa en la boca y otra en el corazón . .
Él dijo también: Arrojarse ante Dios con ciencia, y obedecer humildemente sus mandamientos, produce la caridad, y la éaridad produce la impasibilidad.
Él dijó también: Aquel que vive en el retiro debe examinar continuamente si ha escapado de aquellos que lo retendrán en el aire, si se ha liberado de ellos mientras to-
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davía vive. Pues si está sometido a la esclavitud, no es libre; por lo tanto deberá trabajar hasta que llegue la misericordia.
4 Él dijo también: El hombre que tiene una acusación en su corazón está lejos de la misericordia de Dios.
55 · Cuando yo le pedía una palabra me decía: Si tú quieres seguir a Nuestro Señor Jesucristo, guarda su palabra; si tú quieres crucificar con él a tu hombre viejo, debes suprimir todo aquello que te hace descender de la cruz y prepararte a soportar el desprecio, a aplacar el corazón de los que te hacen el mal, a humillarte, a dominar tus voluntades y a imponer silencio a tu boca para no juzgar a nadie en tu corazón.
6 Él dijo también: El temor del encuentro con Dios debe ser la respiración del que vive en retiro, pues en tanto el pecado seduce su corazón, no hay todavía temor, y está siempre alejado de la misericordia.
7 Él dijo también: Lo que nos fatiga~ ~ temer la impasibilidad en la boca, y la lIU
quidad y la malicia en el corazón. 8 Él dijo también: Si el hombre no lucha
hasta la muerte para hacer su cuerpo semejante al que tomó en su ve~da el bien amado Jesús, no encontrará al señor con alegría y no será liberado de la amarga servidumbre.
9 Él dijo esto: ¡Piedad, piedad, piedad! ¡Hasta dónde ha llegado el alma! ¡En qué pureza había sido creada! · ¡Bajo qué domi-
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nio se encuentra! ¡A qué vanidad está ligada!
10 Él dijo también: Te lo suplico, no dejes debilitar tu corazón en tanto estés en tu cuerpo. Pues, así como el cultivador no puede poner su confianza en el grano que crece en su campo hasta tanto no lo haya guardado en su granero, así tampoco el hombre puede dejar que su corazón se debilite en tanto haya un soplo en sus narices (d. Jb 27, 3). El hombre que siembra su semilla confía en que el buen fruto crecerá para Él y trabaja en la esperanza. Pero teme cuando el grano llega a la madurez, y ruega a Dios por el resultado.: El hombre ignora hasta su último suspiro qué pasión vendrá a su encuentro, por lo tanto, es imposible al hombre dejar debilitar su corazón mientras respira, pues debe siempre dirigir grandes gritos hacia Dios a fin de obtener su ayuda y su piedad.
11 Yo lo interrogaba: ¿Padre, qué es la hu-mildad, y qué la hace nacer? Y él me dijo: Es la obediencia, es suprimir humildemente y sin esfuerzo la propia voluntad. Es la pureza, es soportar las injurias, es aceptar sin pena la palabra del prójimo. He aquí la humildad~
12 Él dijo también: Feliz aquel que se trans-forma en un hombre nuevo antes de encontrar a Cristo; pues el Apóstol dijo: "La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios" (1 Co 15, 50); y Él dijo también: "En
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tanto hay entre vosotros celos y discordia, ¿no es porque sois carnales y os conducís de mari.era humana?" (1Co3, 3).
13 Él dijo también: Si tenemos que sufrir tanto de nuestros enemigos, es porque no conocemos bien nuestras propias faltas e ignoramos en qué consiste la aflicción con ciencia. Pues si ella nos fuera revelada nos manifestaría nuestros propios pecados; y si se nos dejara ver en verdad nuestros propios pecados, tendríamos vergüenza de mirar de frente a las prostitutas, pues ellas son más estimables que nosotros. Ellas cometen, en efecto, con descaro sus propios pecados porque no conocen a Dios, mientras que nuestros propios corazones, fieles, consienten sus pecados.
14 El dijo también: El hombre que soporta la condena de sí mismo y que repudia su voluntad propia ante el prójimo por causa de Dios, a fin de no permitir al enemigo interponerse entre ellos, muestra que es un trabajador. · Pues si tiene un espíritu despierto y se mantiene con ciencia a los pies del Señor Jesús, Él se dedica a suprimir su pro- . pia voluntad para no ser separado de su bienamado Señor, puesto que aquel que mantiene su voluntad propia~ no está tampoco en paz con los fieles, ya que la impaciencia, la cólera y la irritación contra su hermano persiguen al corazón que cree poseer la ciencia.
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.Pi~amos al Señ.or que nos otorgue el conocuruento de nuestros propios pecados y que podamos huir de los hombres para no caer con los seculares en vanas conversaciones, a fin de que nuestra alma no sea cubierta de tinieblas ante Dios. Uno de los Padres dijo, en efecto, que es imposible a un hombre que dice o escucha palabras mundanas, tener la seguridad en su corazón ante ~ios. Y aquel que dijo: "Lo que yo esc?-ché o dije no me perjudica", semeja a un ciego que no v~ la luz, y al que se lo hace entrar o salir. Que el sol que veis os haga comprender esto: la pequeña nube que pasa ante él oculta su brillo y su calor; esto no es evidente para todos, sino solamente para aquellos que poseen la ciencia.
15 Él dijo también: El hombre que mira sin cesar sus pecados, no tiene lengua para hablar con otro hombre.
16 Él dijo también: Odia todo lo que existe en el mundo, ~sí como el reposo corporal, pues esas cosas te hacen enemigos de Dios. Así como el hombre que tiene un enemigo lo combate, así, también nosotros, debemos combatir a nuestro cuerpo y no darle reposo.
17 Él dijo también: Afírmate sobre esta palabra: El esfuerzo, la pobreza, el sentirse extranjero, la estabilidad y el silencio, engendran la humildad, y la humildad, rinde los pecados. Si alguien no cumple esto, vano es su renunciamiento.
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18 Él dijo también: Haz lo posible para lle·
gar a estar desapegado de tí mismo, a fin de
que te sea posible llorar. Y ten cuidado, en
tanto puedas, de no discutir sobre la fe, más
allá de lo que has recibido de tus Padres.
19 Él dijo también: Aquel que trabaja y
ama a Dios debe dirigir su atención sobre
cada uno de sus pensamientos, deliberar a
su respecto y discernir: ¿son ellos o no del
cuerpo? Pues, en tanto que algo contra
natura tiene influencia sobre uno de sus
miembros, él no puede ser considerado vir·
gen. 20 Yo lo interrogaba: ¿Qué significa la ora·
ción del Evangelio: "Que tu nombre sea san.
tificado"? (Mt 6, 9). Y él dijo: Eso concierne
a los perfectos, pues es imposible que el
nombre de Dios sea santificado en nosotros
que estamos dominados por las pasiones.
21 Él dijo también: He aquí lo que expulsa
del alma el recuerdo de Dios: cólera, pusi·
lanimidad, deseo de mostrarse, vanas pala·
bras, mientras que la paciencia y la dulzura
traen la caridad. 22 Él dijo también: Nuestros Padres, los
antiguos, han dicho: La anacoresis es olvi·
do del cuerpo y meditación sobre la muer·
te. Pero es peligroso dejar a alguien solo si
él no enfrenta con sus obras a los pecados
que rodean a su alma, y si no tiene en su
corazón el arrepentimiento por todo lo que
ha hecho en momentos de negligencia,
mientras dice a su enemigo: "Yo no pongo
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mi confianza en ninguno de mis trabajos
antes de comparecer ante el tribunal sin nin·
guna pretensión de justicia. Yo desprecio a
aquellos que trastocan todo el edificio del
alma porque su corazón está en conniven· cia con el pecado".
23 Él dijo también: El hombre necesita te·
ner una gran humildad, y arrojarse ante la
bondad de Dios, para conocer a los ladro·
nes <?cultos y esperar de ellos.
24 El dijo también, a propósito de la paz
con el prójimo: Allí donde no hay paz, Dios
no habita, pero aquel que ve sus propios
pecados ve también la paz. En efecto, no es
el lugar donde se habita lo que redime los
pecados, sino la humildad. Se dice que Da·
vid, cuando cayó en falta con la mujer de
Unas, no encontró ningún sacrificio para
ofrecer a Dios por su pecado, sino éste, cuan.
do dijo: "El sacrificio agradable a Dios es
un espíritu contrito, con un corazón herido
y humillado" (Sal 50, 19).
25 Él dijo también: Haz lo posible para
escapar a estas tres pasiones que trastornan
al alma, y que son la ganancia, elhonor y el
reposo, pues cuando ellas se hacen dueftas
del alma le impiden progresar.
27 Él dijo también: Si te viene al espíritu la
idea de juzgar a tu prójimo cuando estás sen·
tado en tu celda, júzgale conforme a tus pe.
cados, estimando que ellos son más numero.
sos que los del prójimo: y si crees hacer cosas
justas, no pienses que ellas agradan a Dios.
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28 Él dijo también: Todo miembro del cuer-po que es más vigoroso tiene cuidado del débil, lo endereza y lo cuida; pero aquel que se ocupa de sí mismo y dice: "¿Qué tengo que hacer yo con el débil?", no pertenece al cuerpo de Cristo. Pues el fuerte compadece al débil hasta que se cura. El hombre cruel dice en su corazón: "Yo no he flaqueado jamás" mientras que aquel que ha adquirido la hu'mildad, hace caer sobre sí mismo la condena de su prójimo, diciendo: "Soy yo quien ha caído". Aquel que lo desprecia piensa en su corazón que ~l es sabio. y que jamás ha herido a nadie, pero el que ~ene el temor de Dios se preocupa por sus virtudes a fin de que ninguna de ellas perezca.
29 Él dijo también: Cuando ~~tás sentado en tu celda realizando tu oficio para con Dios en el silencio, si tu corazón cede ante algo que no es de Dios y tú piensas: "Esto no es un pecado, sino pensamientos", debes decirte en cambio: "Si bien sólo son pensamientos y no un pecado, sin embargo el oficio que sale de mí en el silencio, no es verdadero". Pero si te dices: "Dios recibe el oficio de mi corazón, que he realizado en el silencio", entonces el hecho de que tu corazón haya cedido al mal en el silencio, te será contado como pecado ante Dios.
30 Le pedí una palabra y él me dijo: Aquel
que no encuentra socorro e~ tiempo de guerra no puede creer en la paz.
31 Él dijo también, a propósito de la ense-
ñanza: Es necesario tener el temor de no
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corresponder a lo que enseñas, pues en tanto eres fali_ble en esto~ no puedes enseñar.
32 Lo visité cuando estaba enfermo y lo en-contré muy fatigado. Viéndome entristecido, me dijo: ¿Qué es una pena que comporta la perspectiva de un reposo? El temor de la hora tenebrosa es lo que me oprime, cuando seré arrojado de la faz de Dios y nadie me escuchará y no habrá reposo en perspectiva.
33 Él dijo también, a propósito de la comu-nión: ¡Desdichado de mí; desdichado de mí! Ya que en tanto yo comulgo con los enemigos de Dios, ¿cuál es la comunión que tengo con Él? ¡Yo comulgo, pues, para mi condena (cf.1Co.11,29) y mi confusión! pues decimos estas palabras: "¡Las cosas santas, ·a los santos!" ¿Si yo soy santo, qué son entonces aquellos que actúan en mí?
34 Yo le pregunté: ¿Qué es el temor de Dios? Y él me dijo: El hombre que pone su confianza en algo que no es de Dios, no tiene el temor de. Dios.
35 Yo le pregunté también: ¿Qué es un ser-vidor de Dios? Y él me dijo: En tanto que alguien es esclavo de las pasiones, todavía no ha sido contado como servidor de Dios, sino que es servidor de aquel que lo domina. En tanto está en prisión, no puede enseñar al que está dominado por la misma pasión y es una vergüenza para él enseñar antes de ser él mismo libre de aquello sobre lo cual enseña. ¿Y cómo orará a Dios por
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otro, mientras él mismo está retenido por ello? En efecto, en tanto permanece en una amarga servidumbre, mientras no es ni amigo, ni hijo, ni servidor de Dios, ¿cómo orará a Dios por otro? Necesita, sobre todo, suplicar sin cesar a Dios para que lo libere de aquello que lo esclaviza. Entonces él ve su propia vergüenza y llora viéndose indigno de la familiaridad de ser hijo, que es la verdadera pureza que Dios desea de él.
36 Él dijo también: ¡Desdichado de mí, des-dichado de mí, que no he luchado para purificarme a fin de obtener misericordia! ¡Desdichado de mí, desdichado de mí que no he luchado para ganar la guerra contra mis enemigos a fin de reinar con Cristo! Pues, ¿cómo un leproso podrá acercarse a su rey? ¡Desdichado de mí, desdichado de mí, que llevo tu nombre, Señor, mientras sirvo a tus enemigos! ¡Desdichado de mí, desdichado de mí, que me alimento con aquello por lo que mi Dios siente horror, y a causa de lo cual, no me cura!
37 Lo visité mientras estaba enfermo y lo encontré muy fatigado. Percibiendo la tristeza que había en mi corazón por su sufrimiento, me dijo: Yo me acE'.rco con pena a la muerte de estas enfermedades y recuerdo esa hora con amargura. En efecto, la salud de la carne no es útil puesto que ella busca su propio vigor para ser la enemiga de Dios. Un árbol que se riega cada día no se seca, pero en este caso tampoco da fruto.
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38 Él dijo también: El hombre necesita un corazón animoso y uha gran preocupación por guardar los mandamientos del Señor.
39 Él dijo también: ¡Desdichado de mí, des-dichado de mí, que tengo delante mio acusadores que conozco y otros desconocidos y no puedo negarlos! ¡Desdichado de mí, desdichado de mí!¿ Cómo podré encontrar a mi Señor y a sus santos, si mis enemigos no me han dejado un sólo miembro sano ante Él? -
40 Yo le preguntaba: ¿Qué necesita hacer aquel que vive en el retiro? Y él me dijo: El solitario tiene necesidad de estas tres cosas: temer siempre, orar sin cesar y no dejar jamás que su corazón se debilite. . - .
41 Él dijo también: El hombre que vive en el retiro debe cuidarse de no escuchar alguna palabra que no le sea útil, pues esto le hará perder su trabajo. En efecto, si una mujer encinta expulsa lo que ha sido sembrado en su vientre al escuchar una mala noticia al recibir un golpe, después, cuánto tiempo deberá cuidarse antes de poder concebir de nuevo? Y si ella aborta nuevamente, muere con una gran pena en su corazón, porque ha hecho el esfuerzo mas no ha visto a su hijo.
42 Él contó del Abba Serapio: Un Anciano le preguntó: "Por caridad, dime ¿cómo te ves a tí mismo?" Y él respondió: "Yo me parezco a ·alguien parado sobre una torre, que mira a su alrededor y hace señas a los
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que pasan de no acercarse a él". Y el Anciano que lo había interrogado le dijo: "En cuanto a mi, yo me veo como si hubiera levantado una muralla reforzada con cerrojos de hierro, a fin de que, si alguien golpea, yo no sepa quién es ni de dónde vi.ene, qué quiere o cómo es, y al que no abriré la puer-ta".
43 Él dijo también: Si alguien busca al Se-ñor denodadamente, éste lo escucha a condición de que pida con ciencia, que se inquiete en el esfuerzo de su corazón, que no esté ligado a ningún objeto de este mundo y que tenga cuidado de su alma en el temor, a fin de presentarla, irreprochable, ante el tribunal de Dios, en la medida de sus fuer-zas.
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LOGOS27
Sobre las palabras: "Presta atención a tí mismo" (Dt 25, 9)
XXIV Imitar la paciencia y la humildad de Cristo . .
2 Presta atención a tí mismo esérupulo-samente, para creer firmemente que Nuestro Señor Jesucristo, que es Dios y posee una gloria y una grandeza inefables, se ha convertido en modelo para los que seguimos sus huellas (cf. lP 2, 21). Él se ha humillado profunda e inmensamente por nosotros, tomando forma de esclavo (cf. Flp 2, 7). Él se despojó, hizo caso omiso de la vergüenZa. y soportó numerosas injurias ultrajantes. Él, según está escrito, "como un cordero fue conducido al matadero, y como una oveja muda ante aquél que la esquila, así no abrió su boca; en su sumisión la justicia le fue negada" (Is 53, 7-8, según Hch 8, 32). Él sumó la ~uerte con muchos ultrajes por nosotros, a fin de que también nosotros, a causa de su mandato, soportemos animosamente, por nuestros propios pecados, que alguien, justa o injustamente, nos injurie o difame, in-
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cluso, ¡ni hay que decirlo! hasta la muerte,
a fin de ser conducido "como un cordero al
matadero", como un animal sin palabras, no
oponiendo ninguna protesta. Presta aten
ción, pues, y, sobre todo, ora. Si no puedes,
cállate al menos completamente, con mu
cha humildad.
Mantenerse ante Dios en el temor
2bis Pon atención a tí mismo, escrupulosa-
3
mente, a fin de que, de pie, sentado, o ha
ciendo cualquier cosa, te mantengas ante
Dios con un gran temor y un gran terror. A
fin de carecer de toda disposición de eleva
ción u otgullo y puedas vivir constantemen
te en la dulzura y el recogimiento y estés en
todas circunstancias sin cólera, sin turbación
ni agitación, sabiendo que Dios observa to
dos tus movimientos.
Soportar las injurias y no amar las alabanzas
Pon atención a tí mismo, escrupulosa
mente, para creer que las injurias y los opro
bios recibidos a causa del Señor son gran
beneficio y salvación para tu alma, para so
portarlos de buen corazón y sin turbación,
diciéndote: "Merezco sufrir todavía más a
causa de mis pecados" y "He sido conside
rado digno de sufrir y soportar por el Señor
"¡Tal vez a fuerza de tribulaciones y de
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4
afrentas ll~garás a ser, aunque más no sea
por un instante, el imitador de la Pasión de mi Dios!" Y cada vez que· recuerdes a los
que te han afligido, ora por ellos con toda
tu alma y en verdad, así como por las gen
tes que te han procurado grandes beneficios,
y no murmures jamás contra ellos. Pero si
alguien te alaba o te honra, aflígete, y ora
para que ese fardo te sea quitado. Así, en
t?d~ ocasión que te procure gloria o supenondad, por pequeña que sea, ora a Dios
ardientemente con toda tu alma para que él
aleje de ti todas las cosas de este tipo, pen
sando: "Soy indigno". Busca siempre, es
crupulosamente, las maneras y las ocupa
ciones más humildes, conduciéndote con
aflicción y humildad, como muerto enterrado para este mundo, como el últim'O de to
dos y el mayo.r pecador. Pues estas cosas son de gran beneficio para tu alma.
Suprimir toda vanagloria y toda ambición
Presta atención a tí mismo, escrupulosamente, para tener horror y odio perfecto -
tanto como de la gran muerte, de la pérdi
da de tu alma y del castigo eterno- hacia
todo amor al mando y a la gloria, hacia todo
deseo de alabanzas, de honores y glorifica
ción por parte de los hombres, hacia el pen
samiento de que eres algo, que prosperas
en virtud o que eres mejor que otro. Supri-
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5
me también toda ambición vergonzosa y toda voluptuosidad de la carne, por pequeña que sea. Suprime el hecho de pensar en un hombre cuando ello no es útil, el tocar el cuerpo de otro, o el decir de alguien: "¿Dónde está esto?," si eso no es necesario. Suprime el comer, por poco que sea, fuera del momento fijado. Cuidándote así, y asegurándote en las pequeñas cosas, no sucumbirás en las cosas graves no caeras, poco a poco, por haber menospreciado las pequeñas cosas.
Humillarse en todo
Presta atención a tí mismo, escrupulosamente, a causa de los pecados que has cometido por medio del pensamiento, de la palabra o de los hechos, a través de los vestidos o de las apariencias y esfuérzate, en la medida de lo posible, por humillarte en todo y en despreciarte como el estiércol, por considerarte, en lo profundo de tu alma y en verdad, como tierra y ceniza, en estimarte el último y el más pecador de todos los cristianos y en decirte: "En comparación con los cristianos, yo no soy más que tierra y ceniza" y "Toda mi justicia es como la ropa interior de una mujer en el momento de sus reglas" (Is 64, 6) y: "Si no recibo ~ricor~a de la gran piedad y de la graoa de Dios, soy digno del castigo eterno, ya que si Dios quisiera juzgarme no podría ser absuelto, pues estoy lleno de ignominia". Mantén
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siempre así tu alma en la aflicción y la espera cotidiaria de la muerte. Grita con ardor y sin debilitamiento hacia Dios para que Él corrija tu alma por su gran misericordia y tenga piedad de ti, a fin de que te sientas agobiado de pesadumbre y jamás te regocijes o te rías, sino que siempre tu risa se cambie en duelo y tu alegría en tristeza (St 4,9), para que marches siempre con aire sombrío porque tu alma está saciada de burlas (cf. Sal 37,8). Estas cosas son, en efecto, de gran beneficio y salvación-para tu alma.
Considerarse el último
Presta atención a tí mismo, escrupulosamente, para considerarte en el fondo de tu alma, y en verdad, como el último y el más pecador de todos los cristianos. Esfuérzate por tener, sin cesar, el alma doliente, humillada y gimiente; guarda siempre el silencio como .hombre indigno e ignorante y no digas absolutamente nada cuando no hay necesidad.
Temor al infierno
Presta atención a tí mismo para recordar siempre, y tener sin cesar ante los ojos, el fuego eterno y los castigos sin fin, como así también a los que allí son condenados y torturados, considerándote a tí mismo, más vale como uno de entre ellos, que como uno
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de los vivientes. Por lo tanto, puesto que aquí abajo es el lugar de la penitencia que nos hace escapar de esos grandes y terribles castigos, adopta ese duelo continuo, esa gran pesadumbre y esa vergüe~, busca para ti, según la voluntad de Dios, las penas y las fatigas del cuerpo y del alma y realízalas por tus pecados, para tener una p~te de tu cuerpo aplicado, en la mayor medida posible, a los trabajos manuales, a los ayunos y humillaciones, cumpliendo verdaderamente estas palabras: "El último de todos y el servidor de todos" (Me 10-44). Debes tener, por otra parte, a tu alma en la aflicción frente al recuerdo de la lamentación sin tregua y del rechinar de dientes; además, en la medida de lo posible, en la meditación de las Escrituras y, a breves intervalos en el curso de la meditación, en el gemido y la oración fervie~te, a fin ~e p~rmanecer siempre como haciendo la smaxlS, de modo que los demonios no encuentren ocasión para deslizar en tu corazón pensamientos perversos.
Vivir para el Señor, muerto y resucitado por nosotros
Presta atención a ti mismo, escrupulosamente, puesto que sabes que Nuestro Señor nos ha rescatado por medio de su sangre. Presta atención, a fin de que tu vida no sea ya para ti, sino para el Señor, que por
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nosotros ha muerto y resucitado (d. 2Co 5, 15). Cree firmemente que estás siempre ante Él y que Él escruta tu corazón, y sé en tu conciencia, como si ya estuvieras muerto y salido del cuerpo, compareciendo sin cesar ante Él.
Mantenerse ante Dios como un esclavo
9 Presta atención a tí mismo, escrupulo-
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samente, y, como el esclavo que, con temor, temblor y mucha humildad se mantiene siempre cerca de su amo y le sigue sin alejarse, siempre listo a obedecer su voluntad, así también compórtate tú, sentado o de pie, solo o con otros, permanece siempre así, como conviene en presencia de Dios, con temor y temblor, purificando en la medida de lo posible tu int,eligencia de los pensamientos malvados y de todo reproche, con mucha humildad, ·un gran silencio y con ciencia, a cau~a de Dios que te observa, y sin tomar, de ningún modo, la libertad de levantar la cabeza, por causa de tus pecados.
Estar siempre listos para obedecer la voluntad de Dios
Presta· atención a tí mismo escrupulosamente, á fin de estar siempre listo para obedecer ~a voluntad de Dios -sea para la muerte, sea para la vida, sea para cualquier tribulación- con mucho entusiasmo y fe, y
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para esperar siempre ser objeto de grandes y temibles tentaciones, de pruebas, torturas y una muerte horrible. ·
Hacer todo según Dios
Presta atención a tí mismo escrupulosamente, a fin de que, considerando que estás ante Dios, no hagas sin su opinión ninguna cosa, ni aún la más pequeña; ya sea que quieras realizar o decir algo, visitar a alguien, comer, beber o dormir; rualquier cosa que decidas hacer, investiga primero si es según Dios, reconoce la razón del acto para ver si actúas como conviene, confesándote ante Dios en todas tus acciones, .ª fin de tener hacia él una gran afección y familiaridad.
Considerarse como un servidor inútil
Presta atención a tí mismo escrupulosamente, sabiendo que está escrito: "Cuando hayáis hecho todo esto, decid: "Somos servidores inútiles, no hemos hecho lo que debíamos" (Le 17,10). Cualquiera sea la obra según Dios que realices, no la cumplas como si te fuera debido un salario, sino en toda humildad, como un servidor verdaderamente inútil, que debe mucho y restituye poco, y que considera, cada día, que agrega pecados a sus pecados por su negligencia, "pues, se ha dicho, es un pecado, para aquel que sabe hacer el bien, y no hacerlo" (St 4, 17).
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Frente· a todas tus faltas a los mandamientos de Dios, mantén abierto el ojo de tu inteligencia para estar sin cesar gimiente, entristecido y orando a Dios a causa de la multitud de tus pecados. Pide que Él te perdone por su gran piedad y su amor a los hombres, y te haga misericordia.
No decir nada bajo el efecto de la cólera
Presta atención a tí mismo, escrupulosamente, a fin de que; si-alguien te aflige en cualquier asunto y te produce tristeza o irritación, te calles y no digas nada fuera de lugar mientras la oración no haya calmado tu corazón. Y si te es necesario reprender a tu hermano y te das cuenta de que estás irritado y trastornado, no le digas absolutamente nada, para que tu turbación no aumente; pero cuando veas que tú y él, ambos estáis calmados y suayizados, entonces habla, no acusándolo, sino advirtiéndole con toda humildad.
' Rivaliza y combate siempre así contigo
mismo, para no decir absolutamente ninguna palabra cuando estés encolerizado, creyendo firmemente que estás bajo los ojos de Dios que inspecciona tu corazón, manténte bueno y tiembla como si lo vieras siempre, sabiendo que ante su gloria y su grandeza inefables, tú eres, apenas, como tierra y ceniza, putrefacción y gusanos.
285
Estar totalmente sometidos al Señor que nos ha rescatado
14 Presta atención a tí mismo, escrupulo-samente, y, sabiendo que de rico que era, el Señor se ha despojado por nosotros (2 Co. 8, 9), que ha muerto y vivido por nosotros y que nos ha comprado con su propia sangre, deja de vivir para tí mismo, haciéndolo para el Señor (cf. 2Co 5, 15). Considerándote comprado a precio de plata, trata de ser para él un perfecto servidor en todo, de estar siempre ante Dios como un animal muy dulce, que no replica y que está sometido a su amo, muerto a las pasiones y a toda voluptuosidad, sin voluntad ni deseo propios, con el único anhelo de trabajar en la obra de Dios.
Esperar y soportar todas las pruebas
15 Presta atención a tí mismo, escrupulo-samente, para esperar, cada día, la prueba que ha de llegar -sea la muerte, la tribulación o un gran peligro- y soportarla animoso y sin turbación pensando que "es tras muchas tribulaciones como entraremos en el Reino de los cielos" (Hch 14, 22).
Buscar y hacer en todo la voluntad de Dios
16a Presta atención a tí mismo, escrupulo-samente, para que en todo lo que te suceda
286
-s~a en palabra, sea en acción, sea en pensa~ento-no busques de ningún modo tu propia voluntad o tu reposo, sino examines cuidadosamente cuál es la voluntad de Dios y la cumplas perfectamente. Si bien esto parece comportar un gran esfuerzo, debes soportarlo y cumplir con esa voluntad por causa del Reino de los cielos, creyendo con todo tu corazón que te es más útil que toda prudencia humana; pues "su mandato es vida eterna" an 12, 50), y /1 aquellos que lo busquen no serán privados de ningún bien" (Sal 33, 11).
Esperar todo de Dios únicamente
16b Presta atención a tí mismo, escrupulo-samente, como si estuvieras siempre ante Dios, a fin de no esperar nada de nadie sino tan sólo de él. Si algo te es menester, ora a Dios ~ara que te proporcione aquello que necesitas según su voluntad; da siempre gracias a Dios por habértelo dado como así también al instrumento que utilizó para hacerlo. Pero no esperes absolutamente nada de los hombres y no te entristezcas ni murmures contra ellos, sino soporta todo animosamente y sin turbarte, considerando: "Soy digno de muchas tribulaciones por causa de mis pecados; sin embargo, si Dios quiere tener piedad de mí, puede hacerlo". Si tú piensas así, él colmará todas tus necesidades.
287
No aceptar el fruto de una injusticia
16bis Presta atención a tí mismo, escrupulo-
samente, para no aceptar jamás alguna cosa
si no estás persuadido de que Dios te la en
vía como justo fruto; recíbela entonces con
una gran paz. Pero ap~ta: y re~ t~~o
lo que pudiera provenir de una m1ustic1a,
de una lucha, de un fraude o un disimulo,
diciendo: "Más vale una parte pequeña con
temor de Dios que muchos frutos con injus
ticia" (d. Pr 15, 16).
Practicar el silencio
17 Presta atención a tí miSmo, escrupulo-
samente, y dedícate a practicar el silencio,
para que Dios te de la fuerza de luchar y de
ejercitarte en no hablar .absolutamente.na~a,
ni la menor palabra, s1 no es necesano, in
clusive a no preguntar siquiera: "¿Dónde
está esto?" o bien" ¿Qué es esto?" Pero si tú
tienes verdaderamente necesidad de hablar,
examina, antes de hacerlo, si esa necesidad
está fundamentada; y sí es mejor, según
Dios, hablar o callarse. Recién entonces abre
la boca, con temor de Dios y temblor, con el
rostro inclinado, con respeto y en tono sua
ve. Y si eres interrogado, habla un poco,
por caridad y luego calla.
288
Abstenerse de toda concupiscencia carnal
18 Presta atención a tí mismo, escrupulo-
samente, a fin de que, así como te abstienes
de la información, te abstengas también de
la conctip~cencia de los ojos (1Jn 2, 16), de
los oídos, de la boca y del tacto. Ten siem
pre los ojos atentos a tí mismo y a tu trabajo
manual, no observes a ningún hombre, a
menos que contestes que esto está funda
mentado; no mires jamás sin necesidad a
una mujer de hermoso rostro; no permitas
a tus orejas escuchar cosas a propósito de
alguien ni conversaciones inútiles; que tu
boca se calle y no hable jamás sin necesi-dad. ·
18bis Si lees esto, bienamado, haz lo posible
por aplicarte a ello, para que Dios te proteja
en la hora de la tentación. Amén.
289
XXII
1
LOGOS28
Las ramas de la malicia
Es necesario conocer las ramas de la malicia y saber reconocerlas
Es necesario hablar de las ramas de la malicia para que el hombre sepa qué es una pasión y qué lo separa de Dios, e implore su bondad en relación a cada una de ellas, a fin de que su socorro lo ayude y le dé las fuerzas para despojarse de ellas. Ellas son, en efecto, llagas en el alma que la separ~ de Dios. Feliz de aquel que se ha despo1ado de ellas, pues será un cordero espiritual recibido en el altar de Dios. Él escuchará la voz regocijante del Señor: "¡Buen y fiel servidor! Has sido fiel en pocas cosas, yo te estableceré sobre muchas: entra en la alegría de tu Señor!" (Mt 25, 21). En cuanto a los que pretenden cumplir las voluntades de su carne rehusando el santo remedio de la penitencia para llegar a ser puros, se e~contrarán desnudos a la hora de la necesidad, sin el traje de las virtti~es y serán arrojados en las tinieblas exteriores (~f. Mt 22, 11-13), donde está el diablo revestid? co~ el traje de las pasiones, que son la fornicación,
290
2
la ambición, la avaricia, la maledicencia, la cólera, la envidia, la vanagloria, el orgullo.
He aquí las ramas: Las ramas de la fornicación: La intemperancia, el gusto por la apariencia del cuerpo, la distracción, la pereza, los propósitos bufonescos, las miradas impúdicas.
. Las ramas de la avaricia: Él no creer en las promesas de Dios, amar el confort, desear la gloria mundana, ser implacable, amar la vanagloria, no tener en cuenta a los demás, carecer de conciencia y no prestar atención al juicio de Dios.
Las ramas de la maledicencia: La ignorancia de la gloria de Dios, los celos hacia el prójimo, la calumnia, la envidia, el respeto humano, el falso testimonio.
Las ramas de la cólera: El deseo de hacer prevalecer la propia voluntad, la discordia, la falsa ciencia, el deseo de enseñar, el amor por los bienes del mundo, la lasitud, la debilidad, la impaciencia.
Las ramas de la envidia: El odio hacia el prójimo, la negativa a censurarse, la pereza, la negativa de ver que la gloria del prójimo está en Dios, el amor por la buena comida, el deseo de inmiscuirse en los asuntos del mrindo.
Las ramas de la vanagloria: El amor por esta vida i:>erecedera, la mortificación con el fin de hacer conocer el propio nombre, el amor por la gloria de los hombres más que por la de Dios, la ignorancia de los que en-
291
tristecen el corazón, poner en evidencia los propios actos para ser glorificado por los hombres, no ver la gloria de Dios, la santificación en el corazón por las pasiones del cuerpo.
Las ramas del orgullo: Escandalizarse por no ser tenido en cuenta, la falta de sumisión hacia el prójimo, la soberbia de afirmar: "Yo no necesito a nadie", la confianza en la propia fuerza, el deseo de hacerse fa
moso ante los hombres.
Slmbolos blblicos de las ramas
3 Todo esto, el Maligno lo opera en la mi-serable alma para separarla de Dios. Estos son los pesados fardos que llevó Adán después que hubo comido del árbol (cf. Gn 3, 6-7). Sobre esto se ha dicho "Él tomó nuestras debilidades y llevó nuestras enfermedades" (Is 53, 4). Esas son las calamidades que se abatieron sobre Adán.
Es lo que Nuestro Señor Jesucristo hizo morir en la cruz. Son los viejos odres donde no se pone el vino nuevo (cf. Mt 9, 17). Son los zorros que destruirían el viñedo On 15, 4-5). Son las vendas con las cuales estaba ligado Lázaro (cf Jn 11;44). Son los demonios que Cristo envió con la manada de puercos (cf. Mt 8, 31-32). Es el antiguo hombre que el Apóstol dice qu~ hay que apartar (cf. Ef 4, 22). Es aquello de.lo que se afirmó: "La carne y la 5angre no h~redarán el Reino
292
de ~os" (iC:? 1~, ~O~. Es aquello de lo que ~?!~se dijo: S1 vivís según la carne, monré1s (Rm 8, 13). Son las heridas que los bandidos hicieron al que descendía de Jerusalén hacia Jericó (cf. Le 10, 30). Es la cizaiia que la tierra produjo para Adán cuando fue arrojado del paraíso (cf. Gn 3, 18). Es la ofrenda de Caín, odiosa para Dios, cuando mezcló las cosas contra-natura con lo que era natural, la que Dios no aceptó y por lo cual mató a Abel (d. Gn 4, 3-8). Es la parte que prefirió Esaúr cuando perdió su derecho de primogenitura por el vulgar alimento (cf. Gn 25, 29). Es la levadura de los egipcios, de la que Dios dijo a Moisés: "No llevéis con vosotros levadura de la tierra de los egipcios", "Durante siete días comeréis
ácimos ~ e!, octavo será una fiesta para el Señor Dios (Ex 13, 6), a fin de que el alma
sea liberada de las siete pasiones, festeje al Señor Dios estando sana de los males de la vejez y alcanc~ la familiaridad con Dios. Son l~s falsos profetas que se oponían a Elías y sm cuyo exterminio la lluvia del cielo no habría caído sobre la tierra (cf. lR 18). Son ~os le~nes que se apoderaron de la oveja extraviada (cf. Jr 23, 1-2). Son las espinas de las que Isaías dijo: "Yo esperaba que ella produjera racimos, y ella dio espinas" (Is 5, 4). Es la vida sobre la cual Jeremías lloró diciendo: "¿Cómo la viña auténtica se ha
transformado en amargura?" ar 2, 21).
293
El fardo de Cristo es liger.o
4 Pero el fardo de Cristo es ligero. Es la pureza, la ausencia de cólera, la bondad, la dulzura, la alegría de espíritu, la temperancia de las pasiones, la caridad hacia todos, el discernimiento, la santidad, la fe inquebrantable, la paciencia en las tribulaciones. Es considerarse como extranjero en este mundo, es desear salir del cuerpo y encontrar a Cristo. He aquí los ligeros fardos que Cristo nos ha ordenado llevar.
23 Ese es el camino por el cual los santos han debido soportar muchos trabajos antes de alcanzar aquello que nadie puede adquirir, salvo aquel que se despoja del hombre viejo, se libera y adquiere la caridad. Pero es imposible que la caridad habite en nosotros en tanto amemos al~ cosa de este mundo, según está escrito: "No podéis com-
24 partir la mesa de Dios y la de los demonios" (lCo 10, 21). Isaías dijo también: ¿Quién nos anunciará que el fuego arde, quién nos anunciará el lugar eterno? No es aquel que marcha en la justicia, que habla con franqueza, que odia la iniquidad y la injusticia, que sacude las manos para no escuchar juicios sanguinarios y que cierra los ojos para no ver injusticia? Este habitará en una alta caverna de rocas sólidas, recibirá el pan y el agua le estará asegurada" (Is 33, 14-16).
294
El trabajo necesario para obtener la ayuda de Dios
25 Considera el honor acordado por Dios a aquellos que combaten en este breve lapso de tiempo para despojarse del peso del mundo soportando la tribulación. Tú ves cómo la ayuda de Dios acude en socorro de aquellos que suprimen su voluntad y hacen desaparecer todas las pasiones.
Por el contrario, aquellos que se mantienen en su voluntad,-y buscan realizarla, comienzan por el espíritu, pero, como no pueden resistir a sus enemigos, terminan en la carne (cf. Ga 3, 3), se esfuerzan en la aventura pero es en vano. Es por ello que el profeta Jeremías los reprende diciendo: "Maldito sea aquel que hace sin cuidado las obras del Señor" Or 48, 10). Tú ves: Dios no da su apoyo a quienes desean, a la vez, servir a Dios y servir a ;las pasiones; los abandona a sus voluntades y los entrega en manos de aquellos que los odian; y en lugar del honor que esperaban de los hombres, es opro-
26 bio lo que les toca, por no haber resistido. Según todas las Escrituras, el hombre no será acogido por Dios sin trabajo, fatiga y esfuerzo.
8 Como se dijo en el Evangelio: "Muchos me dirán en ese día: "¿Señor, Señor, acaso no hemos profetizado y hecho muchos milagros en tu nombre?" Y les será respondido: "Yo no os conozco" (Mt 7, 22-23), por-
295
que hicieron el trabajo mas no lo cuidaron. Nosotros permanecemos retirados en la celda, pero nuestro hombre interior vaga entre las impurezas; nosotros hacemos nuestro oficio, pero la cautividad nos lo arrebata; hacemos ayunos, pero la calumnia nos los hace perder; damos pan al indigente, mas el odio y el desprecio hacia nuestro hermano nos lo quita; meditamos sobre las palabras de Dios, pero las conversaciones frívolas nos lo disipan; preparamos la mesa ante nuestro hermano por causa de Dios, pero la avaricia y la envidia nos hace perder el mérito. Todo esto nos sucede porque no nos mantenemos en la voluntad de Dios. Es por eso que él les dijo: "No os conozco", puesto que ellos no habían c~mbatido ~on ciencia, sino golpeado en el arre. No viendo, en efecto, corona sobre sus cabezas, Él les dijo "Yo no os conozco, porque no lleváis_ el signo, alejáos de mí!."
9 Hagamos lo posible, hermanos, para cumplir nuestro trabajo pidiendo a Dios que nos envíe-su temor y sea nuestro guardián, y Él mismo cuidará todos nuestros trabajos. Hagámoslo, hermanos, por temor a que, cuando salgamos de nuestro cuerpo, nos encontremos desnudos de virtudes y caigamos en poder de la serpiente. El enemigo está, en efecto, lleno de artificios, es envidioso y cruel, su aspecto es odioso, es implacable
10 en su maldad. Mirad a los santos: ellos se despojaron del mundo y salieron a comba-
296
11 tir al enemigo, y cuando el Sefior lo abatió ante ellos, sólo fue un fugitivo ante sus ojos. Cuando Daniel lo combatía, él no encontró en Daniel nada que le perteneciera: en efecto, los leones lo olfatearon y no encontraron
13 el olor de aquél que ha comido en desobediencia (cf. Dn 6, 23). Job sufrió la lucha después de haber sido liberado de las cosas del mundo y probó que aquel que se vanagloriaba diciendo: "¡Heme aquí después de haber recorrido lo que está bajo el cielo!" era apenas un fugitivo e inmediatamente lo tuvo sujeto como gorrión en la mano de un niño.
Conclusión
35 Imploremos pues, la bondad de Dios en la aplicación del corazón, las lágrimas y la mortificación, sometiéndonos a todo por causa del Sefior (cf. lP 2, 13), humillándonos ante nuestros hermanos y considerando que ellos son más lúcidos que nosotros, "no devolviendo a nadie el mal por el mal" (Rm 12, 17), no teniendo malos pensamientos contra nadie en nuestro corazón, sino siendo todos un sólo corazón, sin decir de ninguno de los bienes materiales del mundo: "Esto es mío", midiendo cada día el progreso de nuestro espíritu y guardándolo de pensamientos impuros, rehusando la saciedad al cuerpo para impedirle alcazar la satisfacción de sus pasiones, a fin de que esté
297
dominado por el alma, que ésta sea sumisa al espíritu y llegue a ser una novia ?U:ª de toda mancha, que llama así a su noVIo. Que mi hermano descienda en su jardín y coma el fruto de sus árboles" (cf. Ct4, 16). Luchemos, pues, hermanos habiendo obte~do una seguridad semejante ante Él, para orrle decir: "Allá donde yo esté, quiero que ellos también estén conmigo, porque yo los amo como tú, Padre, me has amado; .tú en mi, Y yo en ellos" On 17, 23-24) ..
A la Santa Trinidad, consubstancial y sin comienzo, pertenece el poder de hacemos misericordia, para que encontremos el reposo con sus santos en el dfa del juicio; pues a ella le pertenecen la gloria y el poder en los siglos de los siglos. Amén.
298
LOGOS29
Lamentaciones
1 Desdicha para nosotros,· voluptuosos y efímeros que, a causa de un deseo carnal pasajero ejnicuo, m:> veremos la gloria del Señor. _
2 Desdicha para nosotros, p.:>rque lo co-rruptible no hereda a lo in.::orruptible (lCo 15, 50) y, despreciando lo iiKorruptible nos ligamos impetuosamente a l~is corruptibles.
3 Desdicha para nosotros, que alimenta-mos con pecados nuestra carne destinada a descomponerse en gusanos y podredumbre y no tenemos .ni el fuego, que debe torturarnos, sin fin, ni al gusano que no descansa jamás (cf. IS 66, 24).
4 Desdicha :para nosotros, pues los bue-nos cristianos saludan y abrazan nuestro cuerpo manchado en las impurezas; somos "sepulcros blanqueados" (Mt 23, 27) hediendo a pecado mortal.
5 Desdicha para nosotros que, por intem-perancia en el alimento y por molkie, acumulamos en nosotros la semilla genital, y somos así excitados hacia el comercio carnal de una manera inicua.
299
6 Desdicha para nosotrOs, que nos dispo- se de impurezas, y reclamos el honor debi-
nemos a ser un refugio para los demonios do a los santos.
en lugar de un receptáculo para Dios 14 Desdicha para nosotros, pues, aunque
7 Desdicha para nosotros, que estamos estamos condenados y cargados de muchos
llenos de benevolencia cuando se nos hala- pecados, vivimos en medio de los santos y
ga, pero carecemos de esa virtud cuando se los inocentes cual si fuéramos puros y libres.
nos irrita. 15 Desdicha para nosotros pues, aunque
8 Desdicha para nosotros, que no discer- somos enteramente dignos de reprimenda,
nimos lo corruptible de lo incorruptible y reprendemos y corregimos a aquellos que
despreciamos la terrible justicia divina. os sobrepasan en mucho.
9 Desdicha para nosotros, que somos dé- 16 Desdi~ha para nosotros pues, aunque te-
biles para el bien, pero llenos de celo y de nemos la viga en el-ojo, censuramos con
entusiasmo para el mal. cólera las más ligeras faltas de nuestros her-
10 Desdicha para nosotros, que hemos pre- manos como si fuéramos irreprochables ( cf.
parado nuestro cuerpo para las tinieblas Mt7, 3).
eternas, cuando estaba destinado a la eter- 17 Desdicha para nosotros que cargamos
na luz. a los demás fardos pesados e insoportables,
11 Desdicha para nosotro~, pues Aquél que pero nos negamos a tocarlos nosotros mis-
llegó a ser el Hijo del Hombre, quien, con- mos, alegando un cuerpo más frágil (cf. Mt
substancial con Dios Padre se encarnó por 23, 4).
nosotros, no tiene en nosotros un lugar don- 18 Desdicha para nosotros que no agrade-
de reposar su cabeza, mientras los zorros - cernos a Dios lo que nos da, y que, olvidan-
los espíritus malignos y engañosos-, cavan do las desdichas, las penas y pruebas pasa-
en nosotros sus madrigueras (cf. Mt 8, 20). das, no nos mostramos dignos, ante el Dios
12 Desdicha para nosotros, pues aquellos bienhechor, por la ayuda y la gracia obteni-
que tienen el corazón recto, presentan al juez das.
sus almas inmaculadas y sus cuerpos san- 19 Desdicha para nosotros, que amamos lo
tos y sin mancha, mientras nosotros, que te- que es malo y que por causa de esto sopor-
nemos almas manchadas y cuerpos impu- tamos con pena lo que es bueno.
ros, esperamos la sentencia del castigo eter- 20 Desdicha para nosotros, que buscamos
no. las consideraciones y los cuidados corpora-
13 Desdicha para nosotros que estamos lle- les bajo el pretexto de que estamos agota-
nos de ansiedad por los excesos y toda da- dos por una gran ascesis, cuando debería-
300 301
mos hacer penitencia bajo el cilicio y la ce- 29 Desdicha para nosotros que, abando-
niza, a pan y agua, entre !~grimas y gemi- nando la meditación de las oraciones y las
dos. lecturas divinas, perdemos nuestros días en
21 Desdicha para nosotros, que abandona- distracciones y la charlatanería.
mos la divina observancia monástica y te- 26 Desdicha para nosotros pues, en el mo-
nemos la temeridad de enseñar a los demás mento en que los demonios excitan en no-
la práctica de la virtud. sotros recuerdos impuros, nos encuentran
22 Desdicha para nosotros que, olvidando bien preparados para adecuar a ellos nues-
nuestros pecados pasados, no tenemos ni tros pensamientos.
inquietud ni lágrimas por aquellos que aca- 30 Desdicha para nosotros, pues nuestros
bamos de cometer. corazones están tan endurecidos que a me-
23 Desdicha para nosotros que, después de nudo, cuando buscamos alcanzar la com-
haber comenzado bien mediante el socorro punción y las lágrimas, no sabemos qué ha-
y la gracia de Dios, hemos llegado a ser, aho- cer en el exceso de nuestra despreocupación
ra, carnales (cf. Ga 3, 3). y nuestra indolencia.
24 Desdicha para nosotros que estamos de 31 Desdicha para nuestra alma pues, mien-
tal manera sumergidos en los pensamien- tras Dios ha dicho "El alma que haya peca-
tos impuros que nos pre~tamos si hemos do, és.a morirá" (Ex 22, 18) y aunque ella
cometido pecados a los que no hemos pres- peca siempre, nosotros no nos preocupamos
tado atención. Jamás.
25 Desdicha para nosotros que, cuando co- 32 Desdicha para nosotros que, por la sa-
memos y bebemos, no reflexionamos sobre ciedad y la molicie excitamos nuestro cuer-
la guerra que nuestra glotonería producirá po inclinado al pecado, a los deseos impu-
en nosotros. ros y a los malos pensamientos, que por
27 Desdicha para nosotros que no sabemos nuestros ojos recibimos en nuestros corazo-
cuán grandes somos por la dignidad de nes las huellas del Malvado, que al corttac-
nuestra alma inmortal, y que estimamos to de los cuerpos nos convertimos en
más esta carne que le es inferior, por causa sementales en celo ar 5, 8) y que no tene-
de los placeres. mos el pensamiento ni la reverencia por
28 Desdicha para nosotros, pues la piedad nuestra dignidad espiritual ni por castigo
se limita para nosotros a la palabra y al há- eterno.
bito. 33 Desdicha para la decadencia voluntaria
del alma, pues es voluntariamente como ella
302 303
se aparta de la gloria celestial por la am~i- 41 Desdicha para nosotros que pecamos ción malvada de las cosas pasa1eras, ~on~- por vergüenza ante los hombres sin tener tiéndose en asociada de los demomos im- en cuenta para nada la vergüenza eterna. puros por su carne indisciplinada. 42 Desdié:ha para nosotros que no recono-
34 Desdicha para nosotros que, por no ne- cernos haber nacido de padres pobres y os-gamos a nosotros mism~s, somos atacados euros, y que, habiendo hecho profesión de por las pasiones domésticas. . amar por Dios la pobreza y la humildad, am-
35 Desdicha para nosotros que gemimos bicionainos ser asimilados a los ricos y a los mucho y nos afligimos por las enfe~eda- grandes. des y dolores de nuestra cáme, Y sufrimos 43 Desdicha para nosotros que practicába-de insensibilidad ante las heridas y las pe- mos la abstinencia en el mundo por pobre-nas afligentes del alma. . za, y ahora que somos llamados a ella por
36 Desdicha para nosotros, pues la aut~n- vocación, tenemos gran cuidado de saciar dad del alma está completamente sometida nuestro vientre y dar reposo a nuestra car-a su sirviente, la carne; lo peor comanda a ne. lo mejor y la única voluntad de ambas es no 44 Desdicha para nosotros pues, mientras servir a Dios, su creador. . los ángeles acampan alrededor de aquellos
37 Desdicha para nosotros, pues l?s pen- que temen a Dios (cf. Sal. 33, 8) y los demo-samientos malos e impuros hacen reJuvene- nios alrededor qe aquellos que no lo temen cer nuestros pecados. Dios se aleja y los es- y trasgreden sus mandamientos, nosotros píritus impuros sobrevienen. nos alis~os en el campo de los demonios.
38 Desdicha para nosotros que, en nu~s~a 45 Desdicha para nosotros, pues nuestros
locura y nuestro sinrazón, amamos y re1vm- ojos, que permanecen secos aquí abajo, de-dicamos las alabanzas debidas a lós santos, berán soportar el tormento de las lágrimas pero no sus obras y su conducta. ardientes y amargas en el fuego, la lamen-
39 Desdicha para nosotros qu~, en la prác- tación y los sufrimientos inextinguibles.
tica de los mandamientos de Dios, no tene- 46 Desdicha para nosotros, que nos empe-mos ni el temor de los esclavos ni el ~elo ~ ñamos en complacer a los ricos y a los po-la buena disposición de los mercenanos m derosos que encontramos, separándonos de el amor de los hijos. los pobres que se acercan a nosotros supli-
40 Desdicha para nosotros que no rehusa- cándonos; como si fueran importunos.
mos decir todo y hacer todo para compla- 47 Desdicha para nosotros, que no actua-cer a los hombres, y que desdeñamos com- mos según nuestro deber hacia cada uno de pletamente lo que es justo.
304 305
los hombres, sino que nos determinamos que, teniendo la posibilidad de participar en según nuestro buen parecer. . . la incorruptibilidad por una vida conforme
48 Desdicha para nosotros que definimos, al Evangelio, somos demorados por amor a juzgamos y enseñamos lo q~e es justo y nos las cosas terrestres, ligados a la corrupción y mantenemos totalmente alejados de la prác- extraños a la incorruptibilidad eterna. tica del bien. 54 Desdicha para nosotros, que hemos pre-
49 Desdicha para nosotros, que limpiamos ferido la corrupción maldita a la incorrup-cuidadosamente la tierra de espinas, cardos tibilidad. · y plantas que arruinan los frutos y que no 55 Desdiéha para nosotros que, pudiendo limpiamos con cuidado nues~as almas por vencer toda voluptuosidad, por complacen-el temor de Dios de pensanuentos malos e da hacia nosotros mismos, hemos preferí-impuros que arruinan las santas virtudes. do ser vencidos por las pasiones.
50 Desdicha para nosotros que, aun~~e de- 56 Desdicha para nosotros, que no utiliza-bemos abandonar la tierra donde residunos, mos experiencia ni discernimiento en nues-consagramos mucho tiempo a la atención tras palabras, nuestros pensamientos y de los asuntos terrestres y perecederos, sa- nuestros actos, pero que, como los anima-biendo que no tendremos ningún poder so- les sin razón, seguimos lo que nos es más bre ellos en el momento de nuestra inevita- agradable o más atrayente. ble partida de aquí abajo. 57 Desdicha para nosotros, pues mientras
51 Desdicha para nosotros, que rendiremos el Dios Muy Alto se ha manifestado a noso-cuenta al terrible juez de todo acto de nues- tros para destruir las obras del diablo, noso-tra vida terrestre, de toda palabra vana, de tros todavía est~os ligados a él (cf lJn 3, 8). todo mal pensamiento impuro y ~e la .me- 58 Desdicha para nosotros, que enrojece-nor preocupación, y que no nos .mq~eta- mos y tememos pecar delante de los hom-mos por nuestras almas, como si debié.ra- bres y no temblamos ni tememos mientras mos pasar todo. el tiempo de nuestra vida cometem~s impiedades y pecados bajo los en la despreocupación. . ojos de Aquél que ve las cosas más ocultas.
52 Desdicha para nosotros, ciertamente, a 59 Desdicha para nosotros, que no sazona-
causa de las impiedades e:iniquidades que mos nuestra palabra con la sal divina (cf. hemos cometido, pero también a causa de Col 4, 6) sino preferimos sin cesar palabras nuestro desprecio y de nuestra incredulidad inútiles e irrespetuosas hacia el prójimo. respecto de las promesas de Dios. 60 Desdicha para nosotros, que tenemos
52 Desdicha para nosotros que nos co~pla- con los hombres conversaciones llenas de
cernos como insensatos en la corrupción, Y 306 307
~
adulación, de engaño e hipocresía y que no 69 Desdicha para nuestra alma privada de tememos ser condenados por ello. discernimiento e impenitente, pues en la re-
61 Desdicha para nosotros, pues el sueño surrección de los muertos se lamentará, ge-y la acedia permiten al demonio despojar mirá y no sabrá qué hacer con su cuerpo pe-nuestros corazones de la compunción. cador, envuelta en lágrimas y rechinar de
62 Desdicha para nosotros, que hemos re- dientes (cf. Mt 25, 30) a causa de las tortu-nunciado al mundo, pero sobrepasamos a ras muy vivas, amargas y dolorosas del fue-los mundanos por nuestros vicios. goetemo.
63 Desdicha para nosotros pues, mientras te- 70 Desdicha para nosotros que, por egofs-nemos gran necesidad de ser educados e mo, no amamos ni a Dios ni al prójimo y instruidos, corregimos los pecadillos de otros. por ello hemos caído en poder de todas las
64 Desdicha para nosotr~s, si el Señor que pasiones, de los deseos desordenados y del nos prueba sobre la tierra, nos ve llegar al orgullo diabólico. juicio sin que nos hayamos enmendado. 71 Desdicha para nosotros, en quien el te-
65 Desdicha para nosotros, que no tenemos mor y el amor de Dios no son preponde-en cuenta lo que hay en nuestro vientre y rantes: es por ello que estamos tan lejos del que por ello somos vencidos por la volup- Cristo que nos ama. tuosidad y el orgullo. · 72 Desdicha para nosotros pues, aunque se
66 Desdicha para nosotros pues, mientras nos ha dado mµcho tiempo para hacer pe-manchamos sin cesar nuestras almas con nitencia, esperamos que se nos arranque pensamientos impuros, queremos ser con- como a la higuera estéril que agotaba la tie-siderados como santos y honrados. rra (cf. Le 13, 7).
67 Desdicha para nosotros que, muy ocu- 73 Desdicha para nosotros que, en nuestros pados con cosas varias, olvidamos la lucha exilios pasajeros, amamos los placeres mal-contra el diablo. ditos sin recordar las delicias del corazón,
68 Desdicha para nosotros, que aquí peca- desdeñando incluso el Reino de los cielos. mos desvergonzadamente, pues allá abajo 74 Desdicha para nosotros que, semejan-seremos recibidos por el fµego inextingui- tes a las vírgenes imprudentes por nuestra ble de la gehenna, por las tinieblas exterio- dureza, no compramos aquí abajo por me-res, por el gusano que no; descansa jamás, dio de beneficios hacia el prójimo, el aceite por los llantos, el rechinar.de dientes (cf. Is que alimenta las lámparas (cf. Mt 25, 8-9). 66, 24 y Mt 25, 30) y la vergüenza eterna 75 Desdicha para nosotros, que dirigimos ante toda la creación, superior e inferior. día y noche oraciones a Dios, diciendo: "¡Se-
308 309
ñor, Señor!" sin hacer lo que él nos ordena pensamientos y en actos, escritos y graba-
(cf. Mt 7, 21). 84
dos en el ~cuerdo de nuestro espíritu.
76 ¡Desdicha para aquel que escribió estas Desdicha para nosotros que, a pesar de
lamentaciones!. Yo soy víctima de todo lo la afirmación del Apóstol: "Aquel que come
que he descrito, y no tengo el menor suspi- el pan y bebe la copa del Señor
ro de lamentación. indignamente, come y bebe su propia con-
77 Desdicha para aquel que se aflige por dena pues no discierne el cuerpo del Señor
los demás y se priva de hacerlo por sí mis- (lCo 11, 27, 29), nos acercamos a los terri-
mo. bles y temibles misterios de Dios llenos de
78 Desdicha para nosotros, que no senti- impurezas, concediéndonos, nosotros mis-
mos vergüenza mientras los repr~ches. de mos, el perdón por las faltas cometidas en
nuestra conciencia nos acusan y testimonian imaginaciones nocturnas y pensamientos
sin cesar contra nosotros, y que no tememos impuros. En efecto, ¿a cuántas penas para
el tribunal de Dios a pesar de los castigos su cuerpo, a cuántas enfermedades para su
que merecen nuestros actos. alma se expone aquel que se acerca a Dios
79 Desdicha para nosotros, que a pesar del s~ tener los pensamientos limpios, los ojos
hedor de nuestras acciones, nos regocijamos sm mancha, y purificados los impulsos de
con las alabanzas de los hombres. su alma y de su cuerpo?
80 Desdicha para nosotros, pues la ilusión, 85 Desdicha para mí, que escribo esto llo-la distracción y el olvido, quitan el temor rando amargamente pero no he comenza-
de Dios de nuestros corazones. do aun la obra de la penitencia.
81 Desdicha para nosotros, pues nuestro 86 Desdicha, para mí que digo la verdad
celo por las cosas vanas vuelve a nuestra pero no hago el bien.
inteligencia estéril y obtusa. 87 Desdicha · para mí que alabo el bien y
82 Desdicha para nosotros pues, mientras realizo el mal.
la paciencia de Dios nos soporta sin hacer- 88 Desdicha para aquellos que pecan en la
nos perecer por nuestros actos, no nos apre- voluptuosidad, pues un fin amargo les es-
suramos en llegar a ser mejores. pera, y una vergüenza eterna.
83 Desdicha para nosotros, que ahora no re- 89 Desdicha para aquellos que se entriste-cardamos nuestros pecados, pues cuando cen sin ningún beneficio, pues se han pri-
nuestra alma se despoje de su cuerpo, vere- vado de la tristeza que es útil para la peni-
mos, con doloroso y amargo arrepentimien- tencia.
to, todas las faltas cometidas en palabras, en
310 311
90 Desdicha para los ofensores y los colé- y se rechaza cada vez más la fe ortodoxa,
ricos, pues se separan de la bienaventurada no lloramos, no tenemos el corazón apena-caridad. do y no nos abstenemos de nuestras pasio-
91 Desdicha para los envidiosos y los ce- nes cotidianas, sino agregamos pecado so-losos, pues se hacen extraños y hostiles a la bre pecado, para recibir juntos en la gehenna bondad y a la benevolencia de Dios. el amargo y eterno castigo por nuestros
92 Desdicha para aquellos que buscan malos actos y nuestra incredulidad. complacer a los hombres, pues no pueden 99 Desdicha para nosotros ante estas la-complacer a Dios. mentaciones, pues, mientras llegamos al fin
93 Desdicha para aquellos que hacen acep- del mundo, lejos de arrepentimos y llorar ción de personas, pues se han separado de sobre las faltas de nuestra juventud, les agre-la verdad de Dios. gamos durante nuestra-vejez errores más
94 Desdicha para los orgullosos, pues ellos grandes e insoportables, y pecados más in-pertenecen al lote del diablo renegado. tolerables:
95 Oesdicha para los orgullosos que no te- 100 Desdkha para nosotros que, no sólo no men a Dios pues, por ese hecho, se verán tenemos vergüenza por los intolerables su-envueltos en numerosos pecados y serán frimientos de nuestro cuerpo y sus diferen-flagelados, aquí y allá abajo. t~~ enferme~ades sino que, además, lo for-
96 Desdicha para nosotros que, soportan- tificamos y alimentamos en el pecado, con do la picadura y la mordedura ~e pulgas, menosprecio y mucha intemperancia, deján-liendres, piojos, moscas, mosqmtos y abe- dolo manchado. jas, no nos procuramos ni ayuda ni refugio 101 Desdicha para nosotros que debemos contra la boca del dragón que nos muerde pasar a través de un fuego más agitado que y nos traga como si estuviéramos reduci- las olas del mar "a fin de que cada uno de dos a papilla y nos inyecta con sus dardos nosotros reciba lo que ha hecho mientras
el veneno mortal. estaba en su cuerpo, sea en bien, sea en mal"
97 Desdicha para nosotros, pues el diablo (2Co5, 10).
nos agota en placeres, penas¡ obligaciones, 102 Desdicha para nosotros que no pensa-y toda la especie de engaños de este mun-
mos en esa hoguera oscura e inmaterial ni ' do, sin embargo nosotros no queremos de-
en los llan~os amargos ni el rechinar de di~~ · tener nuestros males.
tes de allá ~bajo ( cf. Mt 25, 30); Dios, en efec-
98 Desdicha para nosotros pues, mientras to, quitará a la llama su luz, y dará en re-
la apostasía triunfa desde hace muchos años parto a los limpios y a los pecadores la que-madura y la oscuridad del fuego.
313 312
103 Desdichado de nú, alma miserable, pues "yo experimento la tristeza y un dol~r incesante en mi corazón" (Rm 9, 2). Yo diría, en efecto, llorando sobre nú, que e~ mal ha alterado la consciencia, lo corruptible ha vencido a lo incorruptible, la mentira ha ocultado la verdad, la muerte ha triunfado sobre la vida, lo terrestre perecedero y efünero ha reemplazado lo celeste, incorruptible y eterno; lo que es abominable y digno de odio me ha parecido más ciuke y más amable que el verdadero amor de Cristo y la santidad; el error, habiendo expulsado la verdad de mi alma, ha cambiado la alegría por la tristeza; yo he elegido la vergüenza y el deshonor en lugar de la seguridad y las alabanzas, he preferido la amargura a la dulzura, he amado a la tierra y su polvo más que al cielo y a su Reino; las tini~blas de~ enemigo que odia el bien han vemdo a rm corazón y han borrado de mi inteligencia la luz de la ciencia.
104 ·Desdichado de mí, desdichado de mí! ¿ cufiles son las asechanzas del diablo que me han aprisionado, me han trasto~do y me han hecho precipitar desde seme1ante altura? Yo he sido quebrado en plena carrera y mis sudores han corrido en vano. ¿Quién no se lamentará sobre mí, quién no llorará amargamente sobre mí, que he sido quebrantado por esfuerzos inútiles y 'l;ue he naufragado cerca del puerto? ¡Tened piedad de mí, tened piedad de mí, oh amigos! Ob
314
105
19, 21 ), y suplicad con insistencia a mi buen y generoso maestro Jesús, a fin de que, tocado de compasión, disipe de mi inteligencia la oscuridad espantosa que en ella produjo el diablo, enemigo del bien. No hay sufrimiento más grande que el mío, no hay herida comparable a la mía, ni dolor como el de mi corazón, pues mis iniquidades sobrepasan mi cabeza (Sal 37, 5), mis heridas no han sido producidas por la espada ni mis muertos han muerto en el combate (Is 22, 2). Los dardos inflamados del enemigo se han clavado en mí (Sal 37, 3) y han cegado mi hombre interior, me hundo en el cieno que no tiene fondo (Sal 68, 3), el temor que yo esperaba me ha llegado (Jb 3, 25) y la sombra de la muerte me ha cubierto (Sal 43, 20).
¡Desdichado de mí!, mi alma mira y contempla el presente efímero- que pasará dentro de poco con amargura y dolor-y el futuro espantoso. Considera, oh alma, los bienes y las esperanzas de que te has desprendido, y los castigos que pronto recibirás, como heredero sin sucesor y sin consolador! Antes de que la luz se extinga por encima de tu cabeza, toma la delantera, adelántate, postérnate, ora y suplica al dispensador de la luz inmortal que te aparte de la llama devoradora y de las sombrías tinieblas, pues Él tiene el 'poder de perdonar los pecados y otorgar los bienes, a los que, como nosotros, s_omos indignos de su misericordia; pues El es la gloria y el poder en los siglos de los siglos. Amén.
315
LOGOS30
Palabras de los Ancianos recogidas por él mismo
1 Hermanos, lo que yo_ he escuchado y visto entre los Ancianos, os lo relato sin suprimir ni agregar nada (cf. Dt 13, 1).
Poimén y sus hermanos: . Condiciones de la convivencia padfica
2 El abad Juan me ha dicho: "Cuando los Maziques llegaron por primera vez a Escete y la desvastaron, abad Anoub, abad Poimén y otros cinco - en total siete hermanos nacidos de la misma madre y todos ellos monjes- partieron de allí y llegaron a un sitio llamado Terenouthis, en el cual, después de haberlo examinado, decidieron permanecer.
Habiendo encontrado allí un antiguo templo, se detuvieron en él algunos días. El anciano abad Anoub dijo entonces a poimén: "Que tú y tus hermanos me hagan esta caridad: que cada uno viva aparte, en el recogimiento. No nos encontraremos unos a otros esta semana"; El abad Poimén le dijo: "Haremos como tú quieras", y así lo hicieron. Había en el lugar una gran esta-
316
tua de piedra y, cada mañana, el anciano abad Anoub se levantaba y maltrataba el rostro de la estatua. En cambio, cada tarde, él le pedía: "¡Perdóname!" Actuando siempre de ese modo, terminó la semana.
. El sáb~~º. se reunieron nuevamente, y Pormén, dmgténdose a Anoub, le dijo: "Yo te he visto esta semana, abad, maltratar el rostro de la estatua y hacerle metanías! ¿Un hombre fiel actúa así? -Eso, respondió el anciano, lo he hecho por vuestra causa. Cuando me habéis visto maltratar el rostro de la estatua, ¿acaso ella habló o se irritó? -No, respondió poimén. -Y, cuando le hice una metanía, ¿Se turbó o dijo: "¿Yo no te perdono?".· -No, dijo Poimén. -Y bien, he aquf que somos siete hermanos. Si queréis que permanezcamos juntos, seamos como esa ~~tatua: ya, sea que se la injurie o se la glorifique, ella no se turba. Pero si no queréis llegar a ser así, hay cuatro puertas en est~ te1!'-plo: ¡que cada uno se vaya donde qmera! Entonces ellos se arrojaron portierra e hicieron una metanía al abad Anoub diciendo: "Como tú lo quieras, Padre, así actua~mos, y escuch~emos lo que nos digas . Y el abad po1mén contó más tarde: "Permanecimos juntos todo el tiempo, actuando según las palabras del Anciano· esta blecimos a uno de nosotros c~mo ecónomo y todo lo que él disponía para nosotros sobre la mesa, lo comíamos". No era posible que alguno dijera: "¡Tráenos otra Co 111 b' llV • sa o 1en: .10 no quiero comer esto".
317
Ellos pasaron todo su tiempo en la paz ~ciano, pues la juventud necesita vigilan-
y murieron en una bella ancianidad. En cia · Yo le pregunté: "¿Cómo entonces ha-
cuanto a mí, comparto su opinión y cons- b1an.1osAricianos?" y él me respondió: "Los
truyo sobre la palabra de los Ancianos: "Si Ancianos han trascendido la vigilancia.
el hombre no llega a ser como la estatua, no Además, ellos no encuentran en sí mismos
puede cohabitar con su prójimo". nada extr~o parad~'· 'Yo le pregunté
además: Si es necesario hablar con el her-
Condición de la vida del Espíritu de Dios mano "¿hablaré de la Escritura, 0 de las pa-
El abad Panudo me ha dicho: "Míen-labras de los Ancianos?" "Si tú no puedes
3 recogerte en el silencio, me contestó, es me-
tras vivieron Anoub y Poimén, yo los visi- jor que hables de las palabras de los Anda-
taba dos veces por mes; mi celda estaba a nos, antes que de la Escritura, pues hablar
una distancia de doce millas aproximada- de la Escritura es peligroso".
mente, y yo acudía a ellos y los interrogaba Vigilancia y duelo
sobre todo pensamiento". Y ellos me de-
dan: "En el lugar que habites, no seas esti-4B "Yo dije a Pedro, el discípulo del abad
mado, y tendrás el reposo. Pues cuando la
Sulamita recibió a Eliseo ella no tenía asun- Lot: "¿Qué haré?" Cuando estoy solo en el
tos con el hombre (cf. 2R 4, 14-17). Ahora ~ogimiento, mj corazón está en paz; pero
bien, se dice que la Sulamita es el alma, y s1 un hermano me visita, me cuenta pala-
Eliseo el Espíritu de Dios. En efecto, cuan- bras de la ·gente de afuera, turba mi cora-
do el alma se eleva por encima de la dis- zón". Y él.respondió, citando lo que decía
tracción, el Espíritu la visita, entonces ella, Lot: "Es tu llave la que abre mi puerta". Yo
que era estéril, puede engendrar". le pregunté: "¿Qué significan esas pala-
bras?" El respondió: "Si el hermano viene
Conversaciones entre monjes a tu celda, tú le dices: ¿Cómo te va? ¿De dón-
1 de vienes? ¿Cómo andan los hermanos?
4A Abad Amoun me ha relatado: "Yo dije ¿Ellos te recibieron, o no? ¿Has escuchado
al Anciano Poimén: 'si voy a la celda de un alguna cosa que haya sucedido en este tiem-
hermano, o si él viene a la mía por necesi- po? Entonces tú abres la puerta de tu her-
' dad tememos hablar uno con el otro, por mano y escuchas lo que no quieres!' Enton-~
temor a que una conversación extraña surja ces yo le dije '¿Qué haré, pues, Padre, si un
entre nosotros'. 'Hacéis bien, respondió el hermano me visita?' "El duelo es vigilancia ·•/
318 319
rfecta di1· o el Anciano: allí donde no hay pe ' · ·1 · " P ro yo duelo, no puede haber vigi ancia . e objeté: "Si estoy en mi celda, el ~uelo est~ en mí, sin embargo, cuando alguien me v!sita o salgo por necesidad, no lo encuentro . "Es porque tú no estás todavía. someti~o, me dijo el Anciano, sino que lo. ~ges; sin em= bargo si tú realizas la sumisión, él perma
á' ti" o" Yo le pregunté entonces: necer con g · . "¿Qué es la sumisión, Padre?" Y el An?a-t tó. "Es no entristecer tu concien-no con es . d cia y obligarte a suprimir tu vol~ta ~n
todo Entonces Dios tiene compasión de ti y · d terminarás tus te la otorga. De ese mo o, .
días en el reposo. Así está escoto, e~, e~ecto en el Deuteronomio (15, 12-17): Si tu h~rmano hebreo te ha si~o ve~dido~ él te servirá seis años y el séptimo ~o lo liberarás de tu casa. Si le das una mu1er, d~ m~do que tenga hijos en tu casa y~~ no qmere ll'Se por causa de la mujer y los hi1os, tú tomarás un punzón y le perforarás la oreja .sobre 1!1
uerta, y él será tu domésti~o.Para siempre . ~o le pregunté: /1 ¿Qué significan estas pala-b ?" El di). o: "Si un hombre cumple con ras. . . el trabajo que requiere adqumr una cosa, a toda hora que la necesidad la encontrará a su disposición". Yo le dije: '~Explícam~ bien". y él respondió: "Si alguien toma hijos en adopción, ellos no permanecen con él. pero los que él engendra, ésos no pue-
' 1 " den huir y abandonar o ·
320
Del abad Agatón: Evitar la familiaridad
5 A Una vez, cuando yo estaba sentado en la celda de Abraham, discípulo de Agatón, un hermano vino a decirle: "Padre, quiero quedarme con los hermanos". Dime pues, "¿cómo debo permanecer con ellos?" El Anciano le respondió: "Conserva tu estado de extranjero todos los días de tu vida para evitar la familiaridad".
"En efecto, mi Padre, el Abad Agatón, permaneció una vez enTebaida con un hermano llamado Macario y pasó todo el tiempo en su compañía como si fuera un recién llegado y, cuando el hermano Macario le preguntó: ·."Hermano Agatón, "¿por qué te conduces como un extraño, luchando contra tí mismo para no tener familiaridad conmigo?" El abad Agatón le respondió: "¡Es necesario! Pues con los extraños, lo quiera yo o no, me es imposible tener familiaridad, pero contigo es necesario que me cuide de la familiaridad". ¿Qué es, pues, la familiaridad? Le dijo Macario. Y el Anciano contestó: "La familiaridad es como un fuerte viento ardiente: si sopla, todos huyen, pues él destruye hasta el fruto de los árboles". Abad Macario le dijo: "No hay pasión más fuerte que la familiaridad. Es ella, en efecto, la que engendra todos los males. Es necesario que el trabajador no tenga familiaridad, ni siquiera con la soledad de su celda".
321
\¡~
Delicadeza de conciencia del abadAgatón
5 B Abraham contó que el abad Agatón de-cía: "Es necesario que el monje viva de forma tal, que su conciencia no pueda acusar-lo de nada".
"Había con nosotros otro hermano ll~-mado Martirios. El encontró sobre el camino un poco de salitre, caído ~e los came~os que pasaban hacia Terenoutis descendiendo desde Escete, y lo llevó a la celda. C~ando Agatón lo vio, su corazón se emocionó grandemente y le dijo: ¡Si quieres permanecer conmigo, toma eso y llévalo don~e lo encontraste! (el lugar estaba a doce millas) pues no es sabiduría para el monje tomar lo que él no ha dejado; Y para él, lo que no es sabiduría es pecado. En efecto, aún cuando tenga mucho afecto por alguien, si me doy cuenta de que me lleva al peca?.o, me se~aro de él". Pero el hermano le 6110: ¡Qué ·his~ toria por este pequeño trozo de salitre. "¿Acaso es un pecado?" -"Si, le con~~stó Agatón, todo fraude es falta Y pecado · Y no cedió hasta que el hem_iano llevó el trozo de salitre al sitio en que lo había halla-
do. . 1 la 11 Como vemos, él cuidaba me uso s pe-
queñas y menores cosas". ·
322
Muerte del abad Agatón
5 C El decía: "Es necesario que el hombre preste, sin cesar, atención al juicio de Dios".
"En el momento de su muerte, pasó tres días con lós ojos abiertos, sin moverse. Los hermanos lo sacudieron, diciendo: ¿Abad Agatón, dónde estás? y él respondió: "¡Estoy ante el tribunal de Dios!" Ellos preguntaron:" ¿Tienes miedo?" El contestó: "Hasta este momento he hecho lo posible por guardar los mandamientos, pero soy un hombre: ¿Cómo saber si mi obra complace a Dios?" Los hombres le dijeron: "¿No tienes confianza en que tu obra sea de Dios?" Yo no me fío de mi mismo, antes de haber encontrado a Dios. Pues uno es el juicio de Dios, y otro el de los hombres. Los hermanos querían darle otras preguntas, pero él los detuvo: "Hacedme la caridad de no decir nada, pues nó tengo tiempo". Y de ese modo terminó su vida en la alegría, despidiéndose de los hermanos como alguien que saluda a sus amigos".
Del abad Agatón: Vigilancia y trabajo corporal
5 D El tenia una gran vigilancia en todo, y afirmaba que, sin ella, el hombre no puede progresar en ninguna de las virtudes.
Una vez, un hermano le preguntó: "¿Qué es más grande, el trabajo corporal o
323
~1.
la vigilancia?" El respondió en estos términos: "El hombre es semejante al árbol: los trabajos corporales son las hojas, la vigilancia el fruto. Si el asceta no tiene vigilancia, es como el sicomoro que, visto de lejos, es frondoso, pero al cual, cuando uno se aproxima y no encuentra ningún fruto, lo considera seco y estéril".
Del abadAgatón: el trabajo de la oración
5 E En otra oportunidad los hermanos lo in-terrogaron: "Abad Agatón, entre todas las prácticas," ¿cuál es la que exige más esf~erzo?" El respondió: "Perdonadme, yo estimo que no hay trabajo comparable al de orar a Dios. Cuando el hombre quiere orar, es distraído por los demonios; ellos saben bien, en efecto, que nada tiene tanto poder para rechazarlos como la oración. En toda práctica a la cual el hombre se aplica y en la que persevera, encuentra el reposo; pero cuando él se entrega a la oración, los demonios luchan para ponerle obstáculos hasta su último suspiro".
Retrato del abad Agatón
5 F El abad Agatón era naturalmente sabio en cuanto al espíritu, y sin pereza en cuanto al cuerpo, bastándose a sí mismo en todo, en su trabajo manual, su alimento y su ves-
324
timenta. El hábito que llevaba no se podía considerar ni muy hermoso ni muy vil.
Iba por sí mismo a vender el trabajo de nuestras manos y lo cedía al comprador en la paz. El precio del tamiz era cien piezas y el de la canasta doscientos cincuenta. Decía el precio al que quería hacer la compra y tomaba en silencio lo que le daba, sin contarlo jamás. Decía, en efecto, con discernimiento y sabiduría: "¿De qué sirve regatear con el comprador y pecar por un juramento sólo por obtener algunos sueldos más que daré a los pobres?" "¡Dios no querrá de mí esa limosna si yo debo hacer pecar a un hombre para conseguirla!"
Y si uno de los hermanos le preguntaba: "¿De dónde vendrá el pan a la celda?", él le replicaba: "¿Cuál es el pan para el hombre que vive retirado en la celda y se basta a sí mismo?"
Cuando él debía comprar una túnica, un manto o un utensilio, daba vueltas por el mercado, y si veías que una viuda en la necesidad tenía el objeto que él quería, le decía: "¿A cuánto vendes esto?" Y lo que ella pedía, lo daba, si lo tenía, pero si no lo tenía, le decía: "Perdóname" y la dejaba.
Sus ojos eran fieles con él y no se extraviaba. Decía a menudo con libertad: "Que yo sepa, jamás introduje a través de mis ojos una cautividad de pensamiento en mi celda".
325
No estaba turbando haciendo su traba
jo manual ni se ataba a él cuando se presen
taba la necesidad de cumplir el mandato del
Señor. Se sentaba para trabajar hasta la no
vena hora, pero si llegaba la hora de su ofi
cio y le faltaba un poco para terminar, lo
dejaba para el día siguiente y se entregaba
a su oficio. Si en la celda faltaba algún objeto, lo
compraba; pero si un hermano enfermo le
decía: "Tú has ido al mercado, abad Agatón,
y yo no lo sabía! Yo quería que me compra
ras algo", y lo que deseaba era lo que él ha
bía comprado, se lo daba. Y si el hermano
Martirios objetaba: "Nosotros también lo
necesitamos!", el abad Agatón le respondía:
"Yo lo compré para la celda sin necesitarlo
todavía, pues tenemos otro objeto semejan
te, pero el hermano lo necesitaba
imprescindiblemente". A menudo nos de
da: "No adquiráis jamás un objeto que, si
un hermano os lo pide para su uso, lamen
téis dárselo". Permanecía sin turbación en sus senti
dos, y si alguien le decía una palabra mor
daz, callaba y no le respondía, fingiendo que
no había escuchado. Pero si nosotros le pre
guntábamos: "¿No has escuchado lo que te
dijo ese hermano?", él contestaba: "¡Sí, lapa
labra que él me dijo, mirando, la he visto en
mí, ésa es mi falta, y yo soy culpable!" En
tonces nosotros le decíamos: "¿Por qué no
le has hecho una metanía ?" Y él nos res-
326
pondía: "Porque no quería herir su conciencia":
Él era pacífico con todos, y todos los her.:.
manos lo amaban e imitaban su manera de vivir.
5 G He aquí lo que relató el Abad Abraham . . '
que v1v1ó con él. Por lo tanto, hermanos, si
no~otros amamos nuestra vida, imitemos a
quienes han complacido a Dios y marche
mos sobre sus huellas, pues ellos han en
contrado el buen camino.
Del abad Sisoes
6 A Un hermano digno de fe me contó: "No-
sotros éramos siete anacoretas, y fuimos a
ver al abad Sisoes que habita en la Isla de
Clisma, ~~ª,pedirle nos dijera una palabra.
~ero él d110: P~donadme, soy un hombre
mculto. Pero una vez fui a visitar a abad Or
y al abad Atre: El abad or estaba enfermo
desde hada dieciocho años, y yo le hice una
metanía para que me dijera una palabra. El
abad Or me dijo: ¿Qué puedo decirte? Ve y
haz lo que vieres: Dios pertenece al ambi
cioso, al que se hace violencia en todo" (cf Mt ll, 12).
"Abad Or y abad Atre no tenían el mis
mo origen, pero hubo entre ellos gran paz
hasta que abandonaron su cuerpo. Gran
de, en efecto, era la obediencia de abad Atre
y profunda la humildad del abad Or.
327
1
l 11
'i
!; /1
6B
"Yo pasaba algunos dí~ con ellos, si
guiéndolos paso a paso, y v1 la gran mara
villa operada por abad Atre. Le ha_bían lle
vado un pequefio pescado; él quer1a hacer
lo cocinar para el abba or y, cuando había
empufiado el cuchillo para cortar el pesca
do el abba Or lo llamó, diciendo: "¡Atre,
A~!" Abad Atre, dejó el cuchillo sobre el
pescado y no lo cortó. Yo ad~raba11esta obediencia pues él no había dicho: Ten
·paciencia hasta que corte el pescado!" Pre
gunté entonces al abad Atre: "¿Dónde has
encontrado esa gran obediencia?" "Ella no
es mía, me contestó, es del Anciano". Lue
go hizo que lo acompafiara diciendo: "¡Ven,
mira su obediencia!" Hizo cocinar un poco
de pescado y lo estropeó voluntru:ian:iente;
lo presentó al Anciano que lo cormó sm de
cir una palabra. Le preguntó: "¿Está bue
no, Anciano?" "Muy bueno", le respondió.
Después de esto, Atre trajo un poco ~e I?,es
cado que estaba muy bueno, y le dijo: Yo
lo he estropeado, Anciano". "Sí, le contes
tó tú lo has estropeado un poco". Y el abad
A~ me dijo: "¿Ves tú la obediencia del An
ciano?" "Cuando salí de esa casa hice lo
posible para guardar lo que había visto". He
aquí lo que dijo a los hermanos el abad
Sisoes. Entonces, uno de nosotros le rogó di
ciendo: "Por caridad, dínos tú mismo tam
bién una palabra": Y él dij~: "Aquél ~ue
mantiene la no-estima de sí rmsmo con cren
cia, cumple totalmente la Escritura".
328
Otro de nosotros lo interrogó una vez
más: "Padre, ¿qué es el estado del extranie-?" Y él dº" "Cáll 1
ro. . 210: ate, y di respecto de
6C
todo: ¿Qué soy? Yo no tengo ningún asun
to', y no te mezcles para nada en ninguna
cosa de las gentes del lugar donde habitas.
Ese es el estado de extranjero".
He aquí lo que me dijo el hermano que
lo había escuchado del abad Sisoes.
7
Conclusión
Luchemos, pues, nosotros también
bienamados, construyendo sobre el funda~ mento que los Padres han colocado, con el
recuerdo de aquellos que hemos visto y es
cuchado, por temor a despreciarlo a fin de
que no s~ conv~erta para nosotros en juicio
y acusación. 81 lo cumplimos según nues
tras fuerzas, la misericordia nos alcanzará,
con todos los santos que han complacido a
Dios, pues la gloria y el honor le pertene
cen, en los siglos de los siglos. Amén. .
329
1 1
1
1
1
LOGOS 8. Apoteginas ............................................................ 97
LOGOS 9. Preceptos para aquellos que
INDICE han renunciado al mundo .................................. 108
LOGOS 10.
INTRODUCCION Otros Logos .......................................................... 111
1. El autor ............................................................ 5 2. La obra ............................................................ 11 3. La doctrina ............................................................ 16 4. El texto ............................................................ 28
LOGOS 11. Sobre el granó de mostaza.................................. 113
LOGOS 12. Sobre el vino ......................................................... 115 LOGOS 1.
Preceptos a los hermanos que viven con él ..... 33 LOGOS 13.
LOGOS 2. Sobre el estado natural del Espíritu .................. 37
Sobre aquellos que combaten y llegan a la perfección....................................................... 119
LOGOS 14. LOGOS 3. Sobre el Estatuto de los Novicios ...................... 41 Práctica del duelo ................................................ 126
LOGOS 15. LOGOS 4.
Sobre la conciencia de aquellos que viven habitualmente en celda ....................................... 49
Sobre el renunciamiento ..................................... 131
LOGOS 16.
LOGOS 5. Sobre los preceptos seguros y la edificación de aquellos que quieren habitar juntos en paz 73
De la ~egrfa que llega al alma que qwere servir a Dios ...................................... 135
LOGOS 17.
LOGOS 6. Acerca de aquellos que quieren vivir en una perfecta soledad............................. 85
Sobre los pensamientos que debe rechazar aquél que ha renunciado al mundo .. 156
LOGOS 18. Sobre la ausencia de rencor ................................ 166 LOGOS 7. Acerca de las virtudes ......................................... 88
331 330
LOGOS 19. Sobre las pasiones ................................................ 171
LOGOS 20. Sobre la humildad ............................................... 176
LOGOS 21. Sobre la penitencia ............................................... 177
LOGOS 22. Sobre la conducta del hombre nuevo ............... 198
LOGOS 23. Sobre la perfección............................................... 211
LOGOS 24. Sobre la impasibilidad ........................................ 222
LOGOS 25. Al Abad Pedro, su discípulo .............................. 223
LOGOS 26. Palabras de lsafas relatadas por el Abad Pedro, su discípulo ........................ 265
LOGOS 27. Sobre las palabras "Presta atención a tí mismo".............................. 277
LOGOS 28. Las ramas de la malicia....................................... 290
LOGOS 29. Lamentaciones .......... :.......................................... 299
LOGOS 30. Palabras de los Ancianos .................................... 316
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