ARTISTES DE BARRI

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ARTISTAS DE BARRIO Ana Belén Jarrín

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EXPOSICIÓ FOTOGRÀFICA DE LA BECA GUANYADORA DE 2011

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ARTISTAS  DE  BARRIO

Ana Belén Jarrín  

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Edita: Amics de la fotografiaImpressió: Gràfiques AgustíDisseny: www.genisrovira.eu

Ana Belén Jarrín  

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Edita: Amics de la fotografiaImpressió: Gràfiques AgustíDisseny: www.genisrovira.eu

Projecte Fotogràfic guanyador de la Convocatòria Beques 2011

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Ana Belén Jarrín  

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Preludio. La popularidad de una música conlleva en muchos casos que junto a sus grandes artífi-ces y escenarios aparezca un conjunto de artistas semiprofesionales y amateurs así como espacios liminales en los que se recrean dichas músicas. En las tabernas de los barrios o casas regiona-les estos pequeños artistas se convierten en las verdaderas estrellas. Al mismo tiempo estos en-cuentros van dando forma a la vida de la gente.

Variaciones. El barrio del Raval y el Paral·lel han sido objeto de constantes obras de transforma-ción y rehabilitación lo que ha provocado que muchos de los antiguos espacios y estableci-mientos de ocio hayan desaparecido. En general, las recalificaciones del terreno y la especulación inmobiliaria favorecen el desplazamiento de los antiguos habitantes y con ellos a sus formas cul-turales de expresión y socialización.

Resistencias. La amenaza sobre los lugares - y por ende sobre sus gentes y prácticas - no impide que sus habitantes sigan juntándose en torno a la música, innovando o conquistando otros es-pacios. De esta manera, surgen nuevos itinera-rios sonoros (casas regionales, bares de barrios periféricos, fiestas patronales, etc.) y encuen-tros emergentes que, como fenómenos de resis-tencia, se oponen a la pérdida de la memoria y de sus referentes, al anonimato e inorganicidad propia de los nuevos espacios urbanos

O’Barquiño. Es un bar situado en el carismático barrio del Raval de Barcelona, en el número 1 de la calle Principe de Viena, muy cerca de la em-

blemática avenida Paral·lel. Sobre la puerta de entrada, un cartel azul con letras rojas anuncia: “Bar-restaurante O’Barquiño, especialidad en co-mida tradicional gallega”. Sus principales visitan-tes son los vecinos del barrio que amenizan sus tardes con alguna partida de dominó o conver-sando. La tranquilidad diaria se ve alterada por el bullicio de los fines de semana y sus varietés. Al principio el espectáculo tenía lugar sólo los sábados a la noche, actualmente, dado su éxito, también se lleva a cabo los domingos a la tarde.

Entre amigos. Combinando familia, trabajo y pa-sión, los artistas del Barquiño han sabido crear y ofrecer un conjunto de espectáculos llenos de simpatía y con un alto valor cohesionador y esté-tico. En torno a la música, sus prácticas y practi-cantes, se ha creado una red de solidaridad que articula no sólo pasiones sino también necesi-dades, singularidades y diferencias garantizan-do el reconocimiento de todos. La camaradería y la amistad entre los participantes se reflejan en sus conversaciones, en sus bailes compartidos y en las dedicatorias que se hacen unos a otros.

Son y no son. Durante las tres horas que dura el espectáculo del Barquiño, el público puede dis-frutar de chistes, salir a bailar y en muchos ca-sos cantar, de manera que los roles de especta-dor y artista se van intercambiando a lo largo de la noche. Sin duda, éste es uno de los rasgos del teatro de variedades que más elogiaba Marinet-ti al referirse a él como la liberación del público de su pasivo papel de “estúpido voyeur”. Cuando la música lo permite, y el artista en escena lo

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aprueba, se acompaña con palmas y castañue-las. De la misma manera, el público también par-ticipa en la decoración del escenario generando un dinamismo de formas y de color.

Adagio et Allegro. La existencia de un código común y compartido permite orquestar las dis-tintas actitudes que se deben mostrar en cada actuación. Por ejemplo, las coplas están acom-pañadas por un riguroso y solemne silencio. Son momentos de sacralidad que contrastan fuertemente con las risas, los dobles sentidos y alusiones eróticas de algunos géneros parodia-dos. Pero tanto en un caso como en otro salir al escenario y hacer una interpretación es un acto de responsabilidad e implica llevarlo a cabo pro-fesionalmente.

De esta manera, y tal y como apuntaba Marinet-ti, el teatro de variedades “destruye lo Solem-ne, lo Sacro, lo Serio y lo Sublime en Arte con A mayúscula”. Es decir, la música popular (rumba, copla, bolero, canción melódica) que ocupa un lugar periférico dentro de la jerarquía musical adquiere un valor central.

Un valor incalculable. Simon Frith señala que uno de los valores fundamentales de la música reside en su capacidad para gestionar la relación entre la vida pública y la vida privada y emocio-nal. A través de las historias narradas – sean trá-gicas o cómicas- los asistentes al Barquiño dan forma y sobrellevan de manera más rica y con-vincente la cotidianeidad de sus vida particula-res, canalizan la añoranza a su tierra o ponen en

evidencia los tabús y las normas sociales. Otra función de estas música, apuntada igualmente por Frith, es la de dar forma a la memoria perso-nal, organizar el sentido del tiempo e intensificar la experiencia del presente. Ambas funciones – mediadora y temporal – son las responsable de la satisfacción terapéutica que experimentan los cantantes que terminan por “necesitarla”.

Ritual de medianoche. En cada puesta en es-cena la comunidad emocional del Barquiño en-carna un tiempo mítico impreso en el imaginario español al mismo tiempo que lo niega. Las co-plas y baladas interpretadas permiten evocar las décadas de los 50 y 60. Por otro lado, los nuevos usos y valores, la juventud “posmoderna” que acude puntualmente, las adaptaciones mu-sicales y tecnológicas o los propios vestuarios permiten constatar el paso de tiempo, sus suce-sivas modas y estilos.

Fashion!. Una presencia cada vez más notable de jóvenes salpica intermitente las variedades del Barquiño. Estos grupos de jóvenes observan el espectáculo y se involucran en la escena can-tando y bailando. La atracción que generan las variedades responde a una especie de nostalgia atravesada por nociones como autenticidad pero también a la popularidad de personajes como Ocaña, Paco Clavel y Almodóvar que supieron ac-tualizar el folclore y darle nuevos valores.

La tecnología. Aunque el Cd ha suplantado a la orquesta, y los más profesionales se han tenidoque conformar con este “simulacro”, también ha

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a permitido a muchos otros adentrarse en el mundo de la canción. Conseguir las músicas, grabarlas y adaptarlas – subir o bajar el tono, alargar una frase, etc.- constituye entonces una tarea al mismo tiempo que en un tema de con-versación. De esta forma, circulan entre ellos una infinidad de versiones en las que se pueden oír tanto una orquesta tradicional como un teclado. Los instrumentos electrónicos y arreglos musi-cales son las marcas más significativas de las cambiantes estéticas y modas musicales.

Por otro lado, Internet, los nuevos programas televisivos o de radio son recursos a la hora de ampliar repertorio o buscar inspiración – coreo-grafías, letras, vestuario – y un medio a partir del cual conectarse con una “comunidad imaginada” de amantes de la canción popular.

Aquí, ahí, allí. La música da forma a la vida de estas personas no sólo durante los espectáculos públicos. Ésta invade igualmente sus vidas pri-vadas moldeando sus prácticas corporales, dis-posiciones mentales, itinerarios musicales, etc. Poder participar en las variedades y organizar-las implica un trabajo y preparación (ensayos, memorización, gestión del espectáculo, etc.) que se lleva a cabo principalmente en los espacios domésticos.

Este pendular entre la calle y la casa, el Barquiño y el mercado, constituye un conjunto de despla-zamientos, trayectorias y encrucijadas físicas, pero también simbólicas, a través de las cuales la identidad, los valores y los significados son construidos, negociados y actualizados.

Cuerpo como espacio poético. Estos artistas trabajan desde y a través del cuerpo. No son sólo cantantes que hacen sonar coplas o boleros, son verdaderos actores y actrices que se construyen a sí mismos. Aprenden unos códigos gestuales (coreografías, técnicas vocales, etc.), elaborar sus propios trajes y vestuarios, ensayan, corri-gen, pero sobretodo sienten y hacen sentir.

Cadencia. Durante los momentos compartidos en entrevistas, cafés y tertulias caseras, así como en el propio O’Barquiño, se fue generando una cierta admiración por esta gente que a lo lar-go de los años ha mantenido viva la copla y otros géneros musicales y de baile. Esta admiración e interés común por las variedades del O’Barquiño se formalizó en esta propuesta de trabajo que sin duda, no deja de ser un homenaje a estos artis-tas de barrio por su tesón, simpatía y creatividad.

Investigación y textos: Irene GallegoFotografía: Ana Belén Jarrín

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Ana Belén Jarrín Irene Gallego Ecuatoriana afincada en Barcelona, es-tudió fotografía en la escuela GrisArt, actualmente trabaja por cuenta propia, combinando encargos con sus proyectos personales, también lleva a cabo talleres especializados en retrato y fotografía crea-tiva, los que ha impartido en Barcelona, To-losa y Ecuador. Ha sido ganadora de la Beca del Consejo Nacional de Catalunya y las Ar-tes de la Generalitat de Catalunya (CONCA), Descubrimientos PhotoEspaña 2008; su trabajo ha sido expuesto individual y co-lectivamente en festivales como Traffic, El Pati de la Llotja Emergent - Lleida, Aurre Emakumeak Protagonistas en el País Vas-co, la Primavera Fotográfica, entre otros.

Estudió violín en el Conservatorio Juan Cri-sóstomo de Arriaga en Bilbao y ha partici-pado en diversas agrupaciones musicales. Al acabar la licenciatura de Antropología Social y Cultural en la Uned decidió combi-nar estas dos formaciones orientando su carrera profesional hacia la investigación etnomusicológica. En 2011 quedó finalista la Beca del CIOFF- INAEM con el trabajo “ Coplas de Ayer y de Hoy. Etnografía de un espectáculo de variedades en el Raval de Barcelona”. En 2011 se desplaza a Paris para realizar el Master Musique en la Eco-le des Hautes Etudes en Sciences Socia-les de Paris (EHESS), donde lleva a cabo una investigación sobre música popular y posmodernidad.

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