Articulo El Trauma Pulsional Como Origen Del Ello

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EL TRAUMA PULSIONAL COMO ORIGEN DEL ELLO Lic. María Alejandra Crocinelli INTRODUCCION. Pensar al síntoma como satisfacción sustitutiva del Ello pulsional es ligarlo indefectiblemente a ese exceso, ese plus de satisfacción inagotable e indescifrable que las marcas del trauma gobiernan. Por tal motivo creo conveniente para el desarrollo de esta investigación comenzar dando cuenta que el trauma es, a partir de 1920, pulsional y origen del Ello estructural. La segunda tópica del aparato psíquico dará cuenta de la diferencia entre el Ello inconsciente y el inconsciente reprimido, entre lo estructural y lo dinámico. 1-1- Diferenciación de Ello e inconsciente. Diferenciar Ello e inconsciente como categorías no homologable es comprender en su especificidad la teoría freudiana y las consecuencias clínicas que de ella se derivan. Ello inconsciente e inconsciente reprimido son dos categorías que configuran una verdadera disyunción en las formulaciones freudianas. En Más allá del principio del placer (1920), el psicoanálisis deja de ser solo un arte de interpretación, la nueva formulación del dualismo pulsional

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En contraste con la noción vertical de Freud (áreas conflictivas sepultadas por la represión), Sullivan introduce una visión de un self organizado y subdividido en forma horizontal (sectores incompatibles separados por procesos de disociación). Señalará el carácter inevitable de los patrones interpersonales que el paciente reproduce en la relación terapéutica, intuyendo que ésta podrá ser un medio potente para demostrar las características auto-limitadoras de sus operaciones caracterológicas de seguridad; pero no hará de la investigación sistemática de la relación analítica misma una característica central de su enfoque técnico: eso queda para los siguientes teóricos interpersonales.

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EL TRAUMA PULSIONAL COMO ORIGEN DEL ELLO

Lic. María Alejandra Crocinelli

INTRODUCCION.

Pensar al síntoma como satisfacción sustitutiva del Ello pulsional es ligarlo

indefectiblemente a ese exceso, ese plus de satisfacción inagotable e

indescifrable que las marcas del trauma gobiernan.

Por tal motivo creo conveniente para el desarrollo de esta investigación

comenzar dando cuenta que el trauma es, a partir de 1920, pulsional y origen

del Ello estructural.

La segunda tópica del aparato psíquico dará cuenta de la diferencia entre

el Ello inconsciente y el inconsciente reprimido, entre lo estructural y lo

dinámico.

1-1- Diferenciación de Ello e inconsciente .

Diferenciar Ello e inconsciente como categorías no homologable es

comprender en su especificidad la teoría freudiana y las consecuencias

clínicas que de ella se derivan.

Ello inconsciente e inconsciente reprimido son dos categorías que

configuran una verdadera disyunción en las formulaciones freudianas.

En Más allá del principio del placer (1920), el psicoanálisis deja de ser

solo un arte de interpretación, la nueva formulación del dualismo pulsional

(vida-muerte), nos muestra un Freud más cauteloso y riguroso en su

investigación sobre el inconsciente, ya que debe enfrentar dificultades

teóricas-clínicas, como por ejemplo la compulsión de repetición, presencia

hostigante de la pulsión de muerte.

En Moisés y la religión Monoteísta (1934) se entiende que lo inconsciente

no es todo interpretable y lo reprimido inconsciente si bien configura la vía

regia del deseo inconsciente (lapsus, sueños, síntomas, chiste) no configura

“lo inconsciente propiamente dicho”1. Reducto mismo dentro del Ello, lo que

no es apalabrado.

Será la meta psicología el soporte para deslindar entre Ello inconsciente e

inconsciente reprimido.

En 1915 lo inconsciente es posible de ser traducido, si bien se diferencia

un inconsciente reprimido y un más allá, inconsciente no reprimido, para

ambos la traducción es posible, única manera de conocerlo mediante una

transposición o traducción a lo consciente.

Cito: “Todo lo reprimido tiene que permanecer inconsciente, pero queremos

dejar sentado desde el comienzo que lo reprimido no recubre todo lo

inconsciente. Lo inconsciente abarca el radio más vasto; lo reprimido es una

parte de lo inconsciente.

¿De qué modo podemos llegar a conocer lo inconsciente?

Desde luego, lo conocemos sólo como consciente, después que ha

1 Cf. Freud S. Moisés y la Religión Monoteísta. En obras Completas. Bs. As, Amorrortu Editores 2006 t. XXIII Pág. 92/93

experimentado una transposición o traducción a lo consciente. El trabajo

psicoanalítico nos brinda todos los días la experiencia de que esa traducción

es posible.”2

A partir de 1920 ya no le es tan fácil a Freud ligar lo inconsciente como un

sistema de traducción posible. Sobre este no todo traducible dará cuenta en

1923 El Yo y el Ello, conduciéndonos por los laberintos del inconsciente que

opera por ligazón y posibilita el decir, hacia los laberintos del Ello, donde el

decir ya no es posible.

Cito: “…Ello no puede decir lo que ello quiere (…) Eros y pulsión de muerte

luchan en el ello (…) Podríamos figurarlo como si el ello estuviera bajo el

imperio de las mudas pero poderosas pulsiones de muerte, que tienen

reposo y querrían llamar a reposo a Eros, el perturbador de la paz, siguiendo

las señales del principio del placer”3

Este Ello, “núcleo de lo inconsciente” es, agencia psíquica de la pulsión.

En esta su segunda tópica del aparato psíquico, muestra un yo

desgarrado, ajeno a cualquier posición de dominio, avasallado por tres

poderosos amos, ello, superyó, y la exigencia del mundo real. Un yo

causado siempre desde otro lugar, alterado, siempre producto, efecto, nunca

agente.

2 Freud S., Lo Inconsciente. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2003 t. XIV, Pág. 161. 3 Freud S., El Yo y el Ello. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 1997 t. XIX, Pág. 59.

Que dice en 1923 sobre este más allá del inconsciente reprimido:

Cito: “Pero más sustantivas aún son las consecuencias para nuestra

concepción de lo inconsciente. La consideración dinámica nos aporto la

primera enmienda; la intelección estructural trae la segunda .Discernimos

que lo Icc no coincide con lo reprimido; sigue siendo correcto que todo

reprimido es icc, pero no todo Icc, es, por serlo, reprimido. También una

parte del yo, Dios sabe cuán importante, puede ser icc, es seguramente icc.

Y esto Icc del yo no es latente en el sentido de lo Prcc, pues si así fuera no

podría ser activado sin devenir cc, y el hacerlo consciente no depararía

dificultades tan grandes. Puesto que nos vemos así constreñidos a estatuir

un tercer Icc, no reprimido (…)”4

Entendemos que separando lo dinámico de lo estructural, Freud puede

plantear este tercer inconsciente, al Ello Icc, donde reina el silencio de las

pulsiones.

Cabe aclarar que en el texto citado, el uso de las abreviaturas es para

diferenciar lo tópico (mayúscula) y lo dinámico (minúscula). Lo descriptivo en

tanto fenoménico, perderá cada vez más especificidad.

A esta altura de su investigación, Freud -1923- se ve forzado a precisar

las diferencias entre el inconsciente reprimido y el Ello Icc. No se trata de un

4 Freud S., El Yo y el Ello. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 1997 t. XX, Pág. 19-20.

primer, segundo o tercer inconsciente, sino que su segunda tópica, como

sistema, le permite delimitar el “núcleo de lo inconsciente”, el Ello, agencia de

pulsión, y diferenciarlo del ello inconsciente (reprimido), aquello que puede

ser susceptible de un sistema de trascripción.

En 1932, Nuevas Conferencias Introductorias al Psicoanálisis, en la

conferencia 31 vuelve a precisar el uso de dicha terminología, en relación a

“esto Icc del yo”.

Cito: “Entonces, ya no usaremos más “inconsciente” en el sentido

sistemático y daremos un nombre mejor, libre de malentendidos, a lo que

hasta ahora designábamos así. Apuntalándonos en el uso idiomático de

Nietzsche, y siguiendo una incitación de Georg Groddeck, en lo sucesivo lo

llamaremos “el ello”. Este pronombre impersonal parece particularmente

adecuado para expresar el principal carácter de esta provincia anímica su

ajenidad respecto del yo.5”

Sin embargo luego de la conferencia 31, vuelve Freud a hacer uso de las

expresiones tales como: “ello Icc”, “núcleo inconsciente”, “inconsciente

genuino” o simplemente “inconsciente”6 para aludir al Ello.

Es entonces importante especificar la posición freudiana respecto del

concepto inconsciente según su concepción descriptiva, dinámica y

estructural o tópica según sus puntuaciones en El yo y el ello, Conf. nº 31 y

5 Freud S., Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXII, Pág. 67. 6 Cf. Freud S. Ob Citada.

El esquema del psicoanálisis:

Desde lo descriptivo es todo contenido no presente en el campo de la

conciencia. Y que puede tornarse consciente. (Preconsciente)

Desde lo dinámico, a partir de la 2ª tópica, lo reprimido es el modelo de lo

inconsciente que opera por “esfuerzo de desalojo” de las representaciones

ligadas a la pulsión.

Desde lo sistémico o estructural, lo inconsciente se vuelve atributo o

cualidad. Si bien se aplica sobre todo al ello, ello inconsciente, también

califica una parte del yo y del superyó.

Entiendo que lo inconsciente no es solo latente y reprimido, sino que

pierde su valor de instancia, a partir de su 2ª tópica.

Un nuevo parágrafo del Esquema del Psicoanálisis, muestra nuevamente

el uso del término inconsciente en relación al Ello, pero ahí claro está que es

en tanto estructural, inconsciente genuino.

Cito: “Lo inconsciente es la cualidad que gobierna de manera exclusiva en

el interior del ello. Ello e inconsciente se co pertenecen de manera tan

intima como yo y preconsciente, y aún la relación es en el primer caso más

excluyente aún. Una visión retrospectiva sobre la historia de desarrollo de la

persona y su aparato psíquico nos permite comprobar un sustantivo distingo

en el interior del ello. Sin duda que en el origen todo era ello; el yo se ha

desarrollado por el continuado influjo del mundo exterior sobre el ello.

Durante ese largo desarrollo, ciertos contenidos del ello se mudaron al

estado preconsciente y así fueron recogidos en el yo. Otros permanecieron

inmutados dentro del ello como su núcleo, de difícil acceso.” 7

La co-pertenencia de inconsciente y Ello, alude al inconsciente genuino,

estructural, núcleo del ello. En cambio cuando se refiere a esos contenidos

que sufrieron una mudanza, se refiere a lo reprimido inconsciente. Así mismo

nos advierte:

Cito: “Importa poco que no siempre podamos distinguir de manera tajante

entre estas dos categorías en el interior del ello.”8

Teniendo en cuenta estas puntuaciones surge la diferencia entre lo

estructural y lo dinámico, entre el Ello como inconsciente genuino, almacigó

de las pulsiones y su silenciosa satisfacción, por un lado, y del otro el

inconsciente que opera por represión, uno de los destinos de la pulsión,

circulando por los caminos del deseo.

Se produce así la bifurcación en dos senderos: el de la satisfacción

pulsional y el de las formaciones del inconsciente, que no obstante tienen en

el Ello su causa no exenta de lógica y en las formaciones del inconsciente su

trama estructurada como un lenguaje resaltando del lado de lo

INCONSCIENTE, el deseo, su cumplimiento e insatisfacción y del lado del

ELLO, la pulsión que no deja de insistir y pugna por su satisfacción, siempre

pendiente, siempre insatisfecha, diferenciándose de la satisfacción de la

7 Freud S. Esquema del psicoanálisis En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXIII, Cáp. IV Pág. 160. 8 Ibíd., Pág. 161

necesidad.

Freud agrega en el Esquema del psicoanálisis:

Cito: “El núcleo de nuestro ser está constituido, pues, el oscuro ello, que no

comercia directamente con el mundo exterior y además, solo es asequible a

nuestra noticia por la mediación de otra instancia. Dentro del ello ejercen su

acción eficiente las pulsiones orgánicas, ellas mismas compuestas de

mezcla de dos fuerzas primordiales (Eros y destrucción)…Lo único que

estas pulsiones quieren alcanzar es la satisfacción,…Pero una satisfacción

instantánea y sin miramiento alguno, tal como el ello lo exige, con harta

frecuencia llevaría a conflictos peligrosos con el mundo exterior y al

aniquilamiento.” 9

Es claro y evidente que el Ello, núcleo del ser y almacigó de pulsión,

traumatiza al sujeto, pues le impone al psiquismo su lógica, que empuja

siempre hacia la concurrencia idéntica, es decir la compulsión a la repetición.

Freud no puede formular su 2ª tópica si apoyarse en los andamiajes de la

1ª, pues si el Ello se deduce de la dinámica de lo inconsciente es porque

cuando en 1923 se interroga por el etwas (como algo deviene

específicamente, desde lo dinámico, preconsciente) es porque ese sistema

de lenguaje que tiene en “el algo” su causa, también encuentra en él un “más

allá” que pone en peligro el encadenamiento asociativo y sus nexos.

Un Ello que como, núcleo de estructura, es un resto que empuja no solo

al trabajo psíquico en sus formaciones inconscientes, sino es también el

9 Freud S. Esquema del Psicoanálisis En Obras Completas. Bs. As., Amorrortu Editores, 2006 t. XXIII, Pág. 199.

empuje a esa repetición compulsiva a ese encuentro con lo idéntico, lo

mortífero del Ello.

1-2- La noción de trauma para el psicoanálisis Freu diano y su revisión

en 1920.

La conceptualización de la noción de trauma está presente en toda la

obra de Freud, es un concepto que se va implicando en la trama del

psicoanálisis cada vez más, a medida que avanza en su proceso de

investigación, sin que se modifique su definición, desde 1892 (Estudios sobre

la Histeria) hasta 1937/9 (Moisés y la religión monoteísta) Freud sostiene que

el trauma es una impresión que el sistema nervioso tienes dificultades en

resolver por medio del pensamiento asociativo o por descarga motriz. Lo

ubica como un cuerpo extraño, de acción eficaz y presente, por mucho

tiempo que haya transcurrido desde su penetración en el psiquismo.

El trauma es la causa de perturbaciones económicas que exigen un

trabajo extra al aparato, no pudiendo esta perturbación procesarse por los

caminos normales de elaboración psíquica. El contenido de estas

impresiones son vivencias de origen sexual, vividas prematuramente,

sexualidad infantil y ubicada como causa de los síntomas histéricos.

En 1895, cuando escribe el Proyecto de una psicología para neurólogos,

a la noción de trauma se le agrega una característica que será de gran

importancia, su perturbación económica es inagotable, pese a los esfuerzos

del psiquismo por dominarlo, la tensión endógena persiste y gracias a ello el

trabajo psíquico se complejiza.

Debido a esta presión interna del psiquismo, se produce esa primera ruptura,

mítica quizás, entre necesidad y deseo, pérdida estructural de esa primera

satisfacción que el objeto de la necesidad proveyó.

El placer de desear será el camino, la huella por donde transitara el

proceso primario del sistema psi, instaurando la ruptura homeostática del

principio del placer. No pudiendo hacer otra cosa más que desear, produce

una satisfacción que va contra la vida, una satisfacción que busca la

identidad de percepción vía regrediente. Esto hace necesario un nuevo acto

psíquico: el proceso secundario, y su principio de realidad, que aplaza,

retarda la satisfacción que se lograría en el proceso primario, sin abandonar

la intención de una ganancia de placer.

Este modelo energético del trauma, anterior al descubrimiento de 1920,

enseña que su irrupción rompe el sistema homeostático y provoca un

movimiento psíquico más complejo, es energía que irrumpe, abriendo

brechas en las barreras de contención, provocando a la defensa del sistema

y obligándola a intentar traspasar esa Q (energía en más) en Qn (energía

psíquica), también nos enseña que de este trauma energético, habrá siempre

un resto inasimilable para el psiquismo.

Un resto, que por ser inasimilable, generara tensión en el aparato,

obligándolo al trabajo psíquico bajo las leyes del principio del placer.

El traumatismo de lo psíquico queda planteado como algo inevitable. Es

este un traumatismo económico y se mide en magnitud de energía afluyente.

Es asombroso descubrir que 25 años antes del más allá del principio del

placer, en donde se establece el dualismo pulsional con Eros y Tanatos,

Freud traza la lógica de su investigación y descubrimiento.

En 1920 Freud necesita retomar su teoría del trauma para poder explicar

nuevas formas de displacer que exceden la soberanía del principio del

placer.

Esa energía anti homeostática, que irrumpe en el psiquismo, tiene ahora

un nombre, pulsión de muerte. Al cuestionar Freud la soberanía del principio

del placer, el trauma se ubica como aquella irrupción pulsional que lo deja

fuera de juego. También aquí en esta nueva redefinición del trauma su lugar

sigue siendo la causa del trabajo psíquico, imponiéndose la labor de ligar la

pulsión de muerte al inconsciente, al sistema primario que se rige por el

principio del placer. El fracaso de esta ligadura genera una neurosis análoga

a la neurosis traumática, de esta forma el trauma está en la etiología de las

neurosis.

El trauma será esa suma de excitación pulsional que insiste en forma

constante, invadiendo el proceso primario, siendo la condensación y el

desplazamiento, formas de contabilizar la satisfacción pulsional. Esta es la

economía del proceso primario, lo económico del inconsciente y lo que funda

este más allá que sostiene tanto la temperancia o ligadura de los volúmenes

de excitación, como su irrupción, lo no ligado.

Este más allá que queda nombrado como pulsión de muerte, es el

contenido del trauma, energía no ligada que irrumpe compulsivamente hacia

el exterior (pulsión destructiva o agresiva).

Lo que Freud designa con el término de pulsión de muerte es lo que hay

de fundamental en la noción de pulsión, el retorno a un estado anterior de

absoluto reposo de lo inorgánico, muerte. Es este un principio intrínseco a

toda pulsión, por tanto, toda pulsión es en definitiva pulsión de muerte, lo que

se opone a ello es el deseo, el alboroto de la vida.

El proceso primario que impone el placer de desear, es entonces, una

defensa frente a la irrupción tanatica del trauma. Esa imposición del solo

desea, placentera para una instancia y displácentera para otra introduce otra

forma de satisfacción, es ese placer de desear sostenido en la realización de

deseo.

Algunos años después, la noción de trauma y sus efectos, vuelven a

encontrarse, de manera clara y brillante en Moisés y la Religión Monoteísta

escrita por Freud al final de su vida. Describirá al trauma como una

experiencia originaria (erlebnis) que se repite siempre como vivencia nueva,

ya que su marca no es procesada como experiencia vivida, acto traumático,

que cederá su compulsión cuando algo de su marca pueda transmitirse y

tramitarse como experiencia vivida (erfahum) lo que ella enseña, en tanto

algo se ordena desde otra lógica, podríamos decir la del inconsciente

reprimido.

Es aquí en Moisés, donde el trauma se generaliza, ya no es solo causa

de la neurosis, sino también está en el origen de la civilización humana, en el

comienzo de cada existencia.

Freud sostiene que la condición del trauma es que, además de que sea

una vivencia precoz, de índole sexual agresiva, debe tal vivencia caer en el

olvido, en la amnesia infantil, penetrando solo en la conciencia por algún

resto mnemónico aislado, recuerdos encubridores.

Del trauma hay efectos, los positivos son aquellos que insisten en

reanimarlo, revivir la experiencia olvidada, compulsión de repetición. Los

negativos persiguen lo opuesto, no recordar nada de lo olvidado, compulsión

defensiva como evitaciones, inhibiciones, fobias.

Ambos efectos están comprendidos en el concepto de fijación al trauma.

Los síntomas son producto de una transacción de ambas tendencias

emanadas del trauma. Este antagonismo de las reacciones da lugar a

conflictos que por regla general no llegan a ningún término, solo mantenerlo.

Los efectos no se agotan en los síntomas solamente, también recaen

sobre el yo, ocasionándole restricciones, y modificaciones estables de

carácter que son siempre de índole compulsivo, constituyendo una fracción

independiente, inaccesible y reacia al resto de la organización psíquica.

Frente a este cuerpo extraño que irrumpe compulsivamente y que empuja

por fuera de la cadena asociativa, el síntoma se constituye como defensa del

inconsciente al tiempo que muestra en su compulsión su fijación al trauma.

Sabemos que tal fijación pulsional puede llevar al sujeto al aislamiento más

absoluto y doloroso.

Entonces, del lado del Ello, lo traumático de la pulsión, y su empuje

constante, provocando a la defensa del psiquismo, a ese proceso primario

que intentara de aquí en más ligar lo no ligado, de ello dará cuenta el trabajo

del inconsciente.

1-3- Lo Traumático y los dos orígenes de la angusti a a partir de

Inhibición Síntoma y Angustia.

En Más allá del principio del placer Freud Dice:

Cito: “Descubrimos, así, que el

aporte angustiado, con su sobre investidura de los sistemas recipientes,

constituye la última trinchera de la protección antiestímulo. En toda una serie

de traumas, el factor decisivo para el desenlace quizás sea la diferencia

entre los sistemas no preparados y los preparados por sobre investidura;

claro que a partir de una cierta investidura del trauma, esa diferencia dejará

de pesar.”10

Acontecida la situación traumática, la labor de ligar energía psíquicamente se

hace necesaria con anterioridad e independientemente del principio del

placer que rige el aparato psíquico. Los sueños traumáticos, dice Freud,

están al servicio de dicha labor, la “obsesión de repetición” intenta mediante

el desarrollo de angustia, el dominio de la excitación, para ligarla

psíquicamente y poner a esta bajo el dominio del principio del placer.

Alcanzada dicha labor, el sueño cumplirá con la función de la realización de

deseo. Freud admite entonces que hay un más allá en el sueño, un más allá

10 Freud S Más allá del principio del placer. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2007 t XVIII Pág. 31

de la función realizadora de deseo.11

La angustia surge como reacción defensiva ante un peligro determinado

por la ruptura de la barrera protectora, trauma.

Freud sostiene que el concepto de trauma exige su relación a una

defensa contra la excitación, pero acontecido el hecho traumático, (ruptura

de la protección) se genera en el interior del organismo una gran

perturbación económica, que ya la defensa no puede evitar.

La disposición a la angustia, junto con la sobrecarga de los sistemas

receptores es, dice Freud, la última línea de defensa de la protección contra

las excitaciones.

Esta diferencia entre un sistema preparado o no carecerá de toda

eficacia si el trauma supera cierto limite de energía.

Entiendo que Freud plantea al traumatismo de lo psíquico como algo

inevitable pese a la preparación del sistema defensivo para evitarlo o

amenguar su efecto. Este traumatismo es económico se mide en magnitud

de energía afluyente.

En Inhibición Síntoma y Angustia, Freud se esfuerza por encontrar algún

aspecto distintivo, especifico de la angustia que la diferencie de otros estados

afectivos. Dice que el displacer no agota su cualidad pues a él se suma la

participación de inervaciones motrices, es decir acciones de descarga, y la

11 Cf. Obra Citada Freud S. Pág. 31.Libro XVIII

percepción de dicha descarga, estas últimas dos características la diferencian

de estados afectivos como el duelo y el dolor. Sin embargo tales diferencias

fisiológicas no le resultan a Freud suficiente para encontrar una respuesta más

acabada sobre el estado de angustia.

Cito:

”...el estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reunió las

condiciones para un incremento del estimulo como el señalado y para la

descarga por determinada vía, a raíz de lo cual, también el displacer de la

angustia recibió su carácter especifico.

...el nacimiento nos ofrece una vivencia arquetípica de tal índole, y por eso

nos inclinamos a ver en el estado de angustia una reproducción del trauma

del nacimiento”12

Ligada la angustia a una vivencia arquetípica como el trauma de

nacimiento, Freud se hace otra pregunta, ¿cuál es la función de la angustia y

en que oportunidades es reproducida?, la respuesta es que la angustia se

generó como reacción frente a un estado de peligro y que cada vez que un

estado semejante vuelva a presentarse se reproducirá regularmente la

misma reacción.

En el acto del nacimiento, grandes sumas de excitaciones irrumpen en el

individuo produciendo nuevas sensaciones de displacer, es este estado una

situación de peligro objetivo para la conservación de vida, pero carece de

contenido psíquico, dice Freud:

12 Freud S. Inhibición Síntoma y Angustia En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2007 t XX Pág. 126.

Cito: “El feto no puede notar más que una enorme perturbación en la

economía de su libido narcisista”.13

Frente a esta perturbación económica, se genera una urgencia de

descarga que se libera hacia la vertiente de la motilidad (grito, innervación

vascular), pero tal descarga no agota la tensión, pues la recepción de

estímulos endógenos persiste, restableciendo la tensión en el psiquismo. Se

requiere de una intervención que suspenda transitoriamente el

desprendimiento de tensión en el interior del cuerpo, a esta intervención

Freud la llama “acción específica” que solo puede ser realizada por medio de

la “asistencia ajena,”debido a la incapacidad del ser humano de realizar por

si mismo en un principio esta acción (aporte de alimentos, aproximación del

objeto sexual). Realizada la acción específica sobreviene la descarga y se

completa así la “experiencia de satisfacción”.

En este estado de desamparo, la amenaza es real y el peligro es la

perturbación economía, producida por un incremento de las magnitudes de

estimulo (núcleo genuino del peligro).

Freud retoma esta situación de desamparo descripta en el Proyecto...y la

articula en Inhibición Síntoma y Angustia con la falta de significación y en la

lección 32 “Angustia y vida pulsional” afirma que lo temido en tal situación de

peligro, no es el daño de la persona, el cual puede muy bien carecer de toda

significación psicológica, sino lo que tal daño puede producir en la vida

anímica. El nacimiento, prototipo del estado de angustia, no puede apenas

13 Ibíd. Pág. 127

ser considerado en si como un daño, aunque entrañe peligro para la vida

anímica. Lo esencial de toda situación de peligro es que provoca un estado

de gran excitación que es sentido como displacer y que el sujeto no puede

dominar con su descarga, a este estado, en que los esfuerzos del principio

del placer fracasan en su función, Freud le da el nombre de ”Factor

Traumático”, dirá:

Cito: “…lo temido, el asunto de la angustia, es en cada caso la emergencia

de un factor traumático que no puede ser tratado, según las normas del

principio del placer. Lo comprendemos enseguida: el hecho de estar dotado

del principio del placer no nos pone a salvo de daños objetivos, sino sólo de

un daño determinado de nuestra economía psíquica”.14

Ese factor traumático paraliza la función del principio del placer y da a la

situación de peligro su significación. La represión primaria nace directamente

de dichos instantes traumáticos. Es el choque, dice Freud, del yo con una

exigencia libidinosa de primera magnitud y produce angustia de por si,

aunque conforme al prototipo del nacimiento.

Obtenemos:

1-Desvalimiento.

2-Ruptura de la barrera protectora por inundación de magnitudes.

3-Respuesta ante dicho peligro (angustia traumática).

4-Instante traumático como fracaso del principio del placer y base de la

represión primaria.

14 Freud S. Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2006 t XXII Lección 32 Pág. 87.

Entonces, la angustia traumática es respuesta a la ruptura del principio

del placer, a partir de una exigencia pulsional. Freud afirma en esta misma

conferencia que hay un doble origen de la angustia:

1-Del instante traumático (irrupción)

2-Como señal de que amenaza la repetición de tal instante.

La fuente de la angustia traumática es económica y se diferencia del

origen de la “angustia señal”, la que desarrollaré, retrocediendo

nuevamente al punto de la “experiencia de satisfacción”.

El conjunto de la acción especifica, realizada por el semejante, y el

cumplimiento del lado del lactante, por medio de dispositivos reflejos, de la

descarga de tensión, es lo que conduce a una “vivencia de satisfacción”

de importantísimas consecuencias para el desarrollo funcional del aparato

psíquico de un sujeto. Se pone fin a la urgencia que generó displacer, se

produce la catextización de una o varias neuronas de Pallium, que

corresponden a la percepción de un objeto, y también queda registrado el

movimiento reflejo de descarga que siguió a la acción específica. (Son

neuronas catextizadas desde Fi (Sist. de neuronas destinadas a la

percepción)

Se produce así, facilitaciones entre las neuronas del sistema psi.

Neuronas de Pallium y neuronas nucleares (Grupo de neuronas del

sistema PSI que son catextizadas desde las vías endógenas de

conducción), que fueron catextizadas a partir de fuentes endógenas

durante el estado de urgencia. Es decir, se produce una facilitación entre

dos imágenes mnemónicas, la del objeto deseado, la del movimiento

reflejo y las neuronas nucleares.

Dice Freud que al restablecerse el estado de urgencia o de deseo la

catexia pasa también a los dos recuerdos reactivándolo.

Cito:

“Yo no dudo de que esta animación del deseo ha de producir

inicialmente el mismo efecto que la percepción, a saber, una alucinación. Si a

raíz de ella se introduce la acción reflectaría, es infaltable el desengaño.” 15

En un principio el sistema PSI no está preparado para diferenciar entre

una percepción real y una representación (idea). Freud dirá que es la

inhibición por el yo, la que facilita un criterio para la diferenciación entre la

percepción y el recuerdo.

La experiencia biológica enseña a no iniciar la descarga si no ha llegado

el signo de realidad y a no impulsar en forma desmedida la catexia de los

recuerdos deseados.

Con la experiencia de la “vivencia de satisfacción” se establece la

precocidad del yo como condición estructural, en tanto su función es la de

evitar el displacer y el caos para el sistema psíquico.

La triada Desamparo-otro auxiliador-llamado que se esboza en el

Proyecto es lo que Freud retoma en Inhibición síntoma y angustia, cuando

dice:

Cito:

“con la experiencia de que un objeto exterior, aprehensible por vía de

15 Freud S. Proyecto de una psicología para neurólogos. En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2006 t I Pág. 364.

la percepción, puede poner termino a la situación peligrosa que recuerda al

nacimiento, el contenido del peligro se desplaza de la situación económica a

su condición la pérdida de objeto. La ausencia de la madre deviene ahora el

peligro; el lactante da la señal de angustia, tan pronto como se produce, aún

antes que sobrevenga la situación económica temida. Esta mudanza significa

un primer gran progreso en el logro de la autoconservación, simultáneamente

encierra el pasaje de la neo producción involuntaria y automática de la

angustia a su reproducción deliberada como señal de peligro”16

Trauma y situación o señal de peligro no es lo mismo, aunque una implica a

la otra, el trauma será siempre una irrupción energética, el pasaje a la

situación de peligro estará dado por el advenimiento de una significación que

con Inhibición Síntoma y Angustia, será “la castración”, la pérdida del objeto

amado.

La angustia vale como función, la de ser una señal para la evitación de la

situación de peligro.

La angustia como señal implica: la expectativa del trauma (anticipación) y

la repetición amenguada de él.

Cito: “La angustia es la reacción originaria frente al desvalimiento en el

trauma, que más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación

de peligro. El yo que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite

(wiederholen) ahora de manera activa una reproducción (reproduktion)

16 Freud S. Inhibición Síntoma y Angustia En Obras Completas. Bs. As. Amorrortu Editores 2004 t XX cap. VIII Pág. 130.

morigerada de este.17

Por lo tanto la angustia como señal se articula con la repetición y el

recuerdo. Se destaca el lugar central del yo ya que es su sede, la angustia

en tanto estado afectivo solo puede ser registrada por el yo.

El “factor traumático” tiene el valor de fijación pulsional en la estructura

psíquica (restos visuales y auditivos del encuentro con la “escena primaria”),

no asimilable por el principio del placer. Lugar propio del más allá. A partir de

aquí lo temido, en cuanto señal, es cada vez la aparición de un “instante

traumático”. A esta irrupción pulsional del denominado “instante traumático”

la “angustia señal” le da un marco con la repetición-reproducción que como

dice Freud morigera lo vivenciado pasivamente. Este marco sostiene la

“escena psíquica”.

La angustia señal se articula con la represión secundaria y con la

formación de síntomas.

Los instantes traumáticos surgen de la vida anímica, sin relación con las

situaciones traumáticas supuestas, en ellos la angustia no es despertada

como señal, sino que nace basada en un fundamento inmediato (irrupción).

Si la angustia señal es la reacción del yo como defensa frente al peligro

pulsional tratado como un peligro realista externo, esta actividad defensiva,

desemboca necesariamente en la neurosis.

Dice Freud: “...a consecuencia de una imperfección del aparato

17 Ibid. Freud S. Cap. X Pág. 156

anímico”18

Freud explica que la exigencia pulsional se convierte en un peligro interno

porque su satisfacción conllevaría un peligro externo, también es sabido que

el peligro exterior (realista) tiene que haber encontrado una interiorización si

es que ha de volverse significativo para el yo, es discernido en su vínculo con

una situación vivenciada de desvalimiento frente al cual coinciden peligro

exterior e interior (situación traumática).

Vivencie el yo un dolor que no cesa o una éxtasis de necesidad que no

puede hallar satisfacción, la situación económica es en ambos casos la

misma y el desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento

psíquico.

El ejemplo de las zoofobias que Freud describe en Inhibición, Síntoma y

Angustia, demuestran que la angustia es una reacción afectiva del yo frente

al peligro, la amenaza de castración, la diferencia entre la angustia neurótica

y la realista es que el contenido de la primera permanece inconsciente,

reprimido y solo deviene consciente en una desfiguración (miedo a que el

caballo lo muerda, en Juanito), de esta manera la moción pulsional se

convierte en un peligro para el yo, cuando conlleva un auténtico peligro

exterior. Las fobias demuestran que la angustia es siempre ante un peligro

vivido como exterior, no importa si es real o imaginario, y el yo se las

arreglará para evitar tal situación o sustraerse de ella.

18 Ibid, Freud S. Cap X Pág. 156

1-4- Conclusiones.

Cuando Freud elabora su 2° Tópica del aparato psíquico, que se sustenta

en tres instancias, Ello, Yo y Superyó, los términos tales como consiente,

inconsciente, y pre- consiente, son utilizados como cualidades o atributos de

dichas instancias.

Es así como lo inconsciente no se aplica solo al Ello, sino también al Yo y

al Superyó.

Ahora bien, lo interesante y novedoso de dicho movimiento es que en el

Ello se establece una clara distinción entre lo estructural y lo dinámico.

Ambos, portan la cualidad de lo inconsciente. No obstante desde el punto de

vista estructural este Ello, inconsciente por exclusividad, no podrá devenir

consiente.

Que no devenga conciente, no significa que no tenga efectos sobre el

sujeto psíquico, lo tiene pero de una manera diversa a ese hacerse consiente

del ello, en tanto dinámico, llamado inconsciente reprimido.

Aquel Ello, inconsciente y estructural, es el Ello habitado y gobernado

por las pulsiones orgánicas, no apalabrado, que por su insistencia

compulsiva de satisfacción directa y silenciosa, traumatiza lo psíquico.

Conmovido por el Ello pulsional, lo psíquico se verá forzado al trabajo

tratando de domeñar, de ligar, algo de lo no ligado pulsional, que lo habita.

Ligar lo no ligado de la pulsión, es fijarla a una o a varias representación

psíquica pudiendo devenir consciente para el Yo. Si dicha representación

pulsional es peligrosa o atenta contra la organización yoica, será reprimida,

desalojada de la conciencia, volviendo así a su estado inconsciente, pero

ahora formara parte de ese ello dinámico, es decir del inconsciente

reprimido.

Tenemos así delimitados dos posibles caminos para la satisfacción de la

pulsión: la satisfacción directa y silenciosa del Ello, gobernado por el más allá

del principio del placer y por el otro, la satisfacción del lado de las

formaciones del inconsciente, que opera por represión. Satisfacción ligada al

principio del placer.

Definiendo al trauma como causa de perturbación económica interna que

no puede procesarse por los caminos normales del proceso de descarga o

huida del aparato psíquico, Freud nos dice que ese trauma energético, le

exige al aparato un trabajo extra. Es decir debe complejizar su

funcionamiento.

Después de su conceptualización del “Más allá del principio del placer”,

ese trabajo extra que debe realizar el psiquismo humano, será explicitado por

la necesidad de ligar lo pulsional mortífero de Tanatos al proceso primario

del psiquismo, restableciendo el dominio del principio del placer, destronado

por la compulsión de ese más allá, de la pulsión de muerte.

Así es como a partir de 1920, lo traumático queda definido como “ese en

más” de excitación pulsional, destructiva, que por su inagotable compulsión

de repetición, invade y paraliza al trabajo psíquico del proceso primario.

En 1939 con “Moisés y la religión Monoteísta” lo traumático se redefine

como una experiencia originaria que no es procesada como experiencia

vivida.

Acto compulsivo de este más allá del principio del placer, que solo

cederá su compulsión, cuando algo de dicha marca sea ligado por el

principio del placer y opere como vivencia vivida, es decir, pueda entrar en la

lógica representacional del pensamiento.

Freud nos dice que esa experiencia originaria y precoz, será siempre de

índole sexual y agresiva. Por lo tanto, ya no es solo tanatica sino que

también ha devenido componente de Eros, mezcla de pulsión.

A esta altura Freud ya tiene elaborada su teoría sobre el masoquismo

primario y por tanto el Ello estructural, es Tanatos y Eros con su respectiva

mezcla pulsional.

Si en el Ello, habitan las pulsiones, Eros y Tanatos, y su única meta es su

satisfacción que pone en peligro y destruye al individuo, este Ello, núcleo

estructural del psiquismo y resto de estructura, es lo que Freud describe

como trauma, en tanto causa de perturbación económica, que le exige un

trabajo extra al psiquismo, lo perturba, lo llena de tensión, que deberá, a

partir de allí intentar dominarla, nunca con suficiente éxito.

De este trabajo psíquico dará cuente el inconsciente con sus

formaciones, fallidas, pero que dan una significación, una representación de

pulsión.

En 1925/6, Inhibición Síntoma y Angustia, la significación inconsciente

que deviene del peligro pulsional, trauma, es la significación de castración,

en tanto indefensión y perdida estructural del objeto de la satisfacción.

La angustia de castración jugara su papel decisivo en la estructuración

de la neurosis, será la señal de peligro, que alertara al yo para la defensa. La

angustia como señal implica necesariamente la expectativa del trauma, es

decir su anticipación, y su amenguada repetición.

Si la angustia señal es la reacción del yo como defensa frente al peligro

pulsional, ella se articula con la represión secundaria, y con la formación de

síntoma.

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