Arquitectura 215 - 1945

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Editorial / Crónicas / Conferencia del Arq. Neutra / Tesis. Richard Neutra / Pseudo ciencia, parte en la arquitectura / La realización de los planos reguladores / El mueble / Canto al muro protector de la familia / La obra del Instituto N. de Viviendas Económicas / La casa / Facultad de Arquitectura / Bibliografías / Conchillas, una extraña aventura urbanística / Almacenes Generales de la UTE

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e CONFERENCIA DEL ARQ. NEUTRA. (Palabras del Arqto. N. C'ravotto ) ............ . . . .. .

e TESI S. Richard Neutra ... . ........... . ... .

e PSEUDO CIENCI A, PARTE EN LA ARQUITEC-TURA. Richard Neutra ............. . . : . . .

e LA REALIZACION DE LOS PLANOS REGULA-DORES. Arqto. Roberto O. River·o ..... .. . . . .

e EL MUEBLE. Arqta. Sra. María M. Martín de Freire . ...... . . .. ... ..... . . . . . . . ..... . .

e CANTO AL MURO PROTECTOR DE LA FAMI-LI A. (Poema ) . Humberto Zarrilli .... . . . ... .

e LA OBRA DEL INSTITUTO N. DE V IV IENDAS ECO NOM 1 CAS . . . ..... .. . . .. . .... .. . . . . . .

e LA CASA. (Poema ). Juana de lbarbourou . . ..

e FACULTAD DE ARQUITECTURA. Tra·bajo del Arqto. Julio Casal Rocco .. ... . .......... .

e BIBLIOGRAFIAS. Arqto. Juan Giuria .... . .. .

e CONCH 1 LLAS, UNA EXTRA'i\IA AVENTURA URBANI STI CA. Arqto. Fernando García Esteban

e ALMACENES GENERALES DE LA U.T.E. Arqto. Proyectista Mario Muccinelli .......... . .. .

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enetal de "ncues~s

. Desde el 16 df Diciembre ~e 1928, rige oficialmente para nuestros aso­ciados el R eglame, to ~erwral d~ Concursos ; conjunto de disposiciones que hace t res l~str~s cpnstltuferon sin ~uda alguna un paso firm e en el campo de las aspiraciones gremiales y s~n~laron una etapa feliz en la acción de nueE,tra Sociedad de Arquitectos con esa obtención del certamen público y como por extensióq natural del certamen privado.

De entonces a a fecha largo fué el camino recorrido.

A la desorientación reinante en aquellos años en todo lo relativo a normas que reposaran sobJe una base de igualdad, equidad y efectos b eneficiosos a obtener, los concurfos de arquitectura fueron lentamente encauz~dos según la5 nuevas cláusulas esJampadas en aquel Reglamento y que nuestra Sociedad d e Arquitectos trató ae imponer cada vez que le fué posible y a la medida de sus posibilidades.

Más de cincueqta concursos públicos y privados realizados desde entonces, con un valor de obra en anteproyectos superior a los 40 millones de pesos, hablan en forma harto cl c: ra de las proyecciones alcanzadas; pero cabe tam­bién suponer que tiene que haber surgido de esa actividad una valiosa cosecha con frutos buenos y malos; y producto de esa experiencia recogida debe ser el futur? R eglame1to General de Concursos que garantice mejor nuestra con­curre,ncw y nuestra esfuerzo; nuestros derechos y nuestros deberes. ·

Surgiendo de ~odo esto, con claridad meridiana, de los beneficios de los concursos públicos; aunando más y más los intereses coincidentes en la obten­ción de la cosa m.eaor; y enfocando hacia una aspirc:ción de mejoramiento y p erfección, los esfu~rzos ya mencionados en Asambleas de Arquitectos, deben cristalizar en un verdadero <<código» para los futuros certámenes, a cumplirse como una ley y qu~ sin respetar totalmente la cual, la Sociedad de Arquitectos no prestigiará concurso alguno entre el gremio de arquitectos.

En consideracibn a todo esto es que exhortamos a todos los colegas en general y a los con:cursa~te~ en partícula~,, a hacer oír su '~D_Z en futur.as oca­ciones cercanas y contnbmr con su accwn en la confeccJOn del artJcu1 <t~lo del futuro Reglrtmerlto General de Concursos.

Es con la acci~n de nosotros mismos que se alcanzan la p erfectibilidad de las aspiraciones 1 humanas.

Y terminando y a título de «demostración gráfica>> c:·djuntamos el si­guiente pequeño cqadro:

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Cír culo Católico .. . ........ .. . . . . B iblioteca xacional . . . . . . . .... . F acultad de Arqu itec t ura .. . ... . 2 Palcos :\Iaroña¡.; . . .. .... ...... . Juventus .. ......... .. . ..... .... . l lercedes .......... . ... .. ....... . E s tadio Cerrado . . . . . . . . . .. . .. . Coop . Ban caria ........ . .. .... . . . Cuct sa . . .. . . .. .. . . ...... . . .. .. . . L iceo Zorrilla ... . ..... . .... .. .. . Gentro Militar . . .. ..... .. ...... . . Cifsa .. . . ..... . .. . . .... . . ... . P réstamos Pign ora t icio::; ....... . . Casa De España ..... ...... .... . Sa natori o Espa ñol ... . ......... . Club E co. R ca. . ..... ....... ... . Caja N. de Ah orros y Dese. . . . . Suc- D urazno ... . .. ... . . ... . ... . J ubilaciones Ban carias .. . . ..... . Vh·iendas B. A. Rca. . ... . . .. . .

300.00() l. 500. 001)

900.000 l. 000 . 0011

800 .000 200 .000 900.00() 100.000 600.()0(1 250.000

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ARQUITECTURA

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E 1 D í a d e 1 A r lJ u i t e e t o

Público a sistente al cockta il en nuestra Sede

Por 2.a tez en la vida p1'o fes ion11l . f ué fes­tejado el 27 de Noniembre }J1)(lo. '·EL DIA DE 1~ ARQUI T EC1'0 ". Crm stituída ya - pm· la l'oluntad de todos los colegas- en una fies­ta qu P será t mclicional entre la profesión, se conmenwraron tarnlrién en ella este año, dos her·hos de trascendencia espec ial : el t1·iyésimo ani1•ersario de la creación p·or ley nacional de la, Facultad de Arquitectura de Montevi­deo .11 el q'uincuagé::;irno aniversario de la pro­moción del primer arquitecto en rl l ruguay, D. Antonio L lambías rle Oli1•ar.

!~os actos 1·ealúar/os {u eron simples, pero animados de un entusiasmo grande , en rela­ción al poco tiempo disponible para Sil pre­paración. S e reali.zó e.l 27 citado, nn cocktail en la sede de la Auntpación Uni uersitm·ia y el Sábado l .. " de Diriembt·e, un almnerzo de confmtenticlad en el Pa1·que H ole.l, en el qne fu et·on oficialmente recibidos , los .22 egreso­dos de nuesf.J·a FacHllarl de ..:ira u ifPr f ura en el último mio, colega.-;

Miguel Amato Justino Apolo Bengoechea Juan José Barbé Augusto Butler Soudriers César Butler María Luisa Campiglio Juan E·. Fobini José M. Galio Nelly Grandal Ramón González Almeida Luis de lizar:r;a Elsa Maggi Emilio Massobrio Horacio Martins José Muñiz Ram'íre:z Isabelino Nieto Ariel Orozco Miguel A. Otaegui Homero Pérez Noble José Sdteps María Luisa Selasco Luis Tortorella Alberto Tugores

ARQU I TECTURA

Bn el primer acto, 1J1'0nltnció nnas pala­bras de brindis, el Arqnitecto H oracio T en·a .l rocena. En el segundo, que contó con la p1·e­sencia de Delegados del Ministerio de Obras Públicas, I ngeniero J·uan JI. Rarnasso y Ar­r¡ uitecto Raúl L e1·ena Aceveclo, I ntendente Jl unicizJal Ing. ,Juan P. Fabini, Presidente Honorario de ln S. A. D. Arqto. H m·aóo A co::-;ta .IJ La.r-u , Decano8 de Arquitechtra e I nueniería A.lrqto. L eopolclo r. Agario e Ing . . lguslín Maugi, PresidPnte de la. Agrupación Universitaria lng. Roberto J. Urta, Prr>siden­tes de todas las ent·idades PJ'o.fesionales, So­rios llonorarios ArquitP.cios argentino D. Raúl J. Alvarez, socio Sonorario de nuestra ."iociedad y que encontrándose en illontevi­rleo . fué especialrnente ir1ivifado al acto, m·­r¡uitectos eg1·esados en el últúwo a1io, etc., pro­nunciaron palabras aluúvas, el Presidente de la Soóedad de At·qnitectos, el Deca·no ele la Facultad dP Arqtdtec fn1'a - quien ldzo el . .;aludo a los nuevos eg·resados y el A·rqto. Emil·io Jlfassobr·io, q·u.e agradeció en nombre rle sus compañet·os de año.

Por insnfiáencia de espacio, damos a con­t in uución 'ltn resumen del disc?trso pronuncia­rlo por el An¡uitecto D. H m·acio T en·a A ·ro­rena !J trascribimos la. carta que -adhi·rién­dos. e al acto--, en1xió el Sr. Jll'inistfo de Ob1·as Públicas D. Tontás Berreta.

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O iscurso pi·onunciado )JOr el Presidente de la S. de A. del U. D. H. Terra Arocena

Señores Ministros de Estado, señor Intendente Municipal, señores Decanos de Ingeniería y Arquitectura, señores Socios Honorarios del Uruguay, señor Soc-ia Honorario de lo Argentino, señores representantes de las distintas pro­fesiowes y de la Agrupación Universitaria, señores profe­sionales arquitectos y nuevos egreso dos :

lo Sociedad de Arquitectos se honro a sí misma al reunir en torno o esto mesa todo lo que vosotros significáis y lo que vosotros representáis.

Señores miembros del Gobierno nacional y departamental:

Bien está aquí vuestra presencia que agradecemos. Está h·ien como afirm'ación de una política superior en la t'Ual tiene nuestra Sociedad urYO misión clara de colaboración.

Si la política es el arte de gobernar para el bien del país, de dictar leyes y establecer los medios para la felici­dad común; si por encima de toda división de partidos existe esta política que podemos llamar la "alta política", en ella nuestra Sociedad, como todas las saciedades gremiales cuan­do superan los pequeños fines egoístas de la defensa profe­sional -y la nuestra los supera-, en esa alta política, debe participar, y participa para el bien de la nación .

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Se ha acusado a la democ·r~cia de atomizar el cuerpo del país, dividiéndolo err partidos que luchan entre sí e impiden la obra com·ún fuerte y coordinada.

Pero se olvida que la democracia es por sobre todo, una alta escuela de convivencia y de colaboración de todos Jos hombres por encima de sus disparidades de opinión.

Precisamente porque está basada en el respeto a la per­sona humana y a !U libertad propia, la democraci.o permite superar las divergencias y reunir a los hombres en el res­peto recíproco, para que laboren juntos por la gran·d9z.:~

• comun.

Estas sociedades profesion·ales y culturales son un ejem­plo de lo que puede el espíritu de la convivencia democrá­tica, reuniendo c·on nobles fines a los hom'bres de todos los campos.

Ellas son realmente un fruto del espíritu de mocrático. Y por lo mismo pueden considerarse br.ozos e instrumentos de un·a obra patriótica para los gobernantes, cuando ellos se mueven en el plano de esa alta política.

La Sociedad de Arquitectos está capacitada de un modo especial para colaborar en la obra constructiva encomen­dada al Ministerio de Obras Públicas y al Ministerio de Instrucción Público , en el orden del ·gobierno nacional ; y está sobre todo capacitada por la especialización técnica de sus miembros, para colaborar en el orden' munidpal: en los problem·as de carácter edilicio y urbanístico.

Señores representantes de 1~ Universidad de la República:

También a la labor cultL&ral altísima que representáis aquí, la Sociedad de Arquitectos se siente estrechament.e vinculad·a. A la solución de vuestros problemas propios, la S·oded~d de Arquitectos desea contribu~r con su más alto interés por la docencia y por la cultura: llevando a ellos el aporte de la experiencia y de las inquietudes intel:ctua­les que el ejercicio profesional suscita en•tre sus miembros.

La experiencia del Claustro Universitario en el que los profesion~les arquitectos están representados, es un signo de esta colaboración en la labor universitaria que debemos y deseamos estred1ar y mantaner.

Señores representantes de las distintas profesiones reuni­dos en la Agrupación· Universitario :

Vuestra grata presencio actualiza el espíritu de coope­ración de la Sodedad de . Arquitectos a la unión de todos los profesionales universitarios.

Desde el primer mom·ento nuestra S-ociedad se solidarizó con esa empresa de vinculación entre los universitarios que ton bien se simboliza en el hogar común de la Agrupac-ión. Este es el centro de fermen·tos culturales en extremo fecun­tJos, al permitir que se confrontan y se comparen los puntos de vista culturales de las distintas profesiones. Así como en el h'abajo intelectual psicológico de comparación y su­perposición de los conceptos da lugar a abstracciones im­previstas y a conceptos nuevos, tam·bién esta comparación de visiones intelectuales en·sancha los horizontes de nues­tro panorama cultural.

Por todo ello vuestra presencia dable para los arquitectos.

Señores Socios Honorarios :

• aqu1 es en extremo agro-

Vuestra presencia de maestros y amigos en el seno de nuestra Sociedad nos estimula y nos conforta. Para c·en­trarla en una figura, lo hago en la persona de nuestro Presidente Hon•orar¡o, el arquitecto Horacio Acosta y Lora, primer Decano de nuestra Facultad de Arquitectura, cuya fundación, hace ahora treinta años, celebramos hoy en esta fiesta c·omún.

Maestros y amigos, esperamos mantener siempre esta unión con vosotros y la fidelidad a vuestra obra.

Por especial fortuna, las circunstancias nos perm·¡ten te­ner también en• nuestra mesa a un Socio Honorario entre nuestros hermanos de la Argentina, el arquitecto Raúl Al­vares; yo saludo en él a un hermano de verdad, compene­trado de nuestros ideales sociales y culturales.

Están aquí igualmente, profesores distinguidos de nuestra Facultad, exdecanos de ella, expresidentes y dirigentes de nuestra Sociedad de Arquitectos, socios meritorios en la labor profesion·al, en la que marcaron un alto nivel.

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A todos ellos la gratitud de la Comisión Directiva por su grata presencia.

Y a los recién egresados, de la Facultad, a quienes recibimos entre nosotros por primera vez, nuestra franca bienvenida. Nuestro saludo a ellos, poro cuyas horizorrtes de futuro son nuestros esfuerzas, más desinteresados de hoy; a ellos, en cuyas m·anos espergmos dejar la bandera de los ideales comunes, cuando debamos recostarnos a lo largo del c·amin•o para descansar:

Nuestro saludo y nuestra advertencia :

Es indispensable para nuestra labor la preparación cien­tífico y técnica, el conocimiento, el amor - al·- estudia, y también la experiencia en cuanto es experiencia construc·­tiva y dinámica, en cuanto ella misma produce conoci­mien·tos.

Pero pienso con un autor clásico -Grac:ián- "¿qué importa que el entendimiento se adelante, si el corazón se queda?" ¡Juventud! Sabem'os que traes la preparación y el saber, sabemos que traes el amor al estudio indispensable en tu obra de futuro.

Pero sabemos también que traes la seguridad de triunfar, porque tr~es sobre todo, lo c;:ue el mundo angustiado del presente reclama ele los jóvenes: la valentía del corazón para luchar por el ideal!

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Carta del Sr. Ministro de Obras Jl ú b 1 i e a s O . T n 111 á s 8 e r r e t a

Montevideo, Diciembre 1 de 1945.

Sr . Presidente de la Sociedad de Arquitectos,

Arq. Don Horacio Terra Arocena.

Presente.

De toda mi consideración:

Compromi sos impostergab les contraídos en razón de Gobierno, me privan del placer que significa para mí convivir con los disti nguidos profesionales de ar­quitectura y, en este casa espec ia l/ el que importaría hacerlo en las gra tas horas de vuestra celebración anual.

He delegado mi representación en el Di rector Ge­neral de Secretaría, lng. Don Juan M. Ramasso y en el Director de Arquitectura Arq . Sr. Raúl Lerena Acevedo, quienes expresarán a Uds. mi completa adhesión al acto .

No obstante, y además, deseo señalar en tan es­pec ia les momentos para los profesiona les de arqui­tectura, lo eficiente colaborac ión que he recibido de el!os en el desempeño de mis ta reas de gobierno.

La ampl ia capacidad de estos profesionales uru­guayos, su vocación de avance, la conciencia alerta de su responsabilidad y el sentido patriótico de su acción, nos eno rgullecen y llenan de opt imismo pen­sando en el magnífico porvenir de l país.

Por ot ra parte ahí están, jalonando lo ruta hacia ese porveni r, las concepciones arquitectónicas de di ­chos profesionales je rarquizando las ciudades y dán­doles uno fisonomía trasunto del olmo de un pueblo joven, intel igente y capaz.

Por todo lo dicho quiera el Sr. Presidente interpre ­tar ante los integrantes de lo Sociedad y ante todos los reunidos en el simpático ágape, los sent imientos sinceramente cordia les de su a tento y S. S.

Tomás Serreta, M inistro de Obras Públicos.

ARQUITECTURA

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EL Arq. ALEJANDRO CHRISTOPHERSEN

SE A/5EJA DE SU VIDA PROFÉSIONAL

Después de cincuenta y seis años, de continuo ·trabaJo, ·ha detenido su mano crea~ra - no ~u mente- el ilustre arquitecto don AleJandro Chns­tophersen. Meditemos un instante, a manera de alto homenaje al maestro en reposo, en este hecho trascendental de su vida: llamada al silencio, des· pués de hab;r entregado ~ la urbe i?'mensa, infi· nidad de muros - peregnnos del trempo- que hablarán de él, y más que de él mismo, de toda

• su epoca. Demasiado adherida vive aún la arquitectura, a

la im.pura ganga comercial que. la envuelv~. La .cosa límpida de arte, que debe an_J.marla, esta cu_b.Jerta u oscurecida por la capa sucra del mercantzlumo_. Porque si surgiera su numen aprisionado en la lJ­bertad del grito, se levantaría la ciudad entera, para entregarle la ofrenda consagratoria, lL quien vivió en perpetuo don de la invencible belleza. Así este hecho, cuya resonancia debía alcanzar las altas órbitas del espíritu, cae hoy, reducido y mínimo, en la. limitadf.l. órbita gremial. Sin embargo, obra más noble y '' más expresiva no pudo darse ni al­canzó a darse en la geografía rioplatense, que lct que entregara este arquitecto, desde el día lej?no cuando llegara muy joven a estas orillas, cargtído de sueños y de conocimientos.

Comprobada esa sordera plúmbea de la urbe cosm.opolita - atenta sólo a la compraventa de su en trmia paciente mordida por la avara raíz del rascacielos- ciñamos nuestro prop'Ósito de exalta­ción del artista y del hecho, al círculo de amigos y colegas. Nos cabe así rendir un homenaje nuestro al acontecimiento y al maestro. Un homenaje hon· do y sentido, que no ll~va la influencia de la gran simpatía que este hidalgo arquitecto supo conquis­tar en sus continuas visitas a nuestra ciudad; y que queremos rendirle como a un ejemplo elo­cuP.nte de lo que entraña la palabra arquitecto, en cuanto a la creación viva de la arquitectura y en cuanto a su continua entrega al emocionado hecho plá.stico.

Dos palabr~ ha legado al tiempo esta fructífera vida de artista. Tres, digamos, si incluimos su obra apasionada de pintor. Pero deteniéndonos hoy sólo en. su creación arquitectural, de,staquemos su pa· labra firme, dura, permanente, con aristas y pe'rfi­les acariciados por los soles, y luciendo su verdad ba.jo los cielos impasibles; y su palabra escrita y . hablada, a través de conferencias, discursos, infor· mes y también - ¿por qué no citarla?- su palabra de espiritual «causeur», pronto para la crítica y el • • • • • •

JlllClO rnCJSlVO. En llt base de su arquitectura mural y de su ar-

ARQUITECTURA

quitectura escritct está siempre el mismo art~s~a, fiel a su doctrina estética, y dando, de su espJrJtu, su mejor cosecha. Y como actitud del hombre --y del artista que encendió siempre la vida del hombre­está su ejemplar conducta, en su pert.ina.z .celo, des· de difíciles días, por levantar, por dJgnJfJcar y ha­cer de la arquitectura una cosa de arte, noble y elevada, y no una triste cosa de merc?do.

Así se perfila hoy e!te ilustre arquttecto para nosotros que no pode!_nos incidir en el estudio profundo de su obra- como, un gran señor de }a arquitectura. Gran señor en epoca en que el seno· río había que defenderlo heroicamente; y g~an señor siempre, en el decurso de los largos dJas, en una existencia, perfecta y juvenil, maf,grado los años, de noble cr~ador.

Su señorío artístico denuncia y traduce también, el viejo señorío de un Bu,eno·s Aires desaparecido hoy bajo la ola m~igratoria, en donde se recla­maba - quizás erróneamente- un vivir trasplan­tado, a través de continuos viajes, del suntuoso vivir parisién. El tenía entonces, en sus manos propicias, todos los tesoros de Francia atrapados desde los talleres de L' Ecole de Beaux Arts. Y en su verba graciosa, en su <<sprit» dorado; en su pres­tancia, sus gestos y sus actitudes; en su vida toda - si andaluz por un lado y noruego por el otrof­las scmgres nutricias habrán quedado absorbidas por la influencia indeleble de Francia. En su ju­ventud abierta, corazón y espíritu se dieron en los ámbitos espirituales de Parí~, y allí quedaron se­llados para siempre. Fué eso lo ·que dió Christo· phersen, en perfecto legado, recién puestas su~ plantas en Buenos A ir es. Y nos cuesta pensar que hubiera sido de la inmensa urbe en crecimiento, si al llamado empeñoso de todas las grandes familias que querían vivir en la ciudad natal como en Pa­rís, no hubiera estado presente el noble y claro espíritu d.e eite,_,tr~rqu·hecto.

Es por lo tanto Christophersen, no el que crea ese fenómeno típico del vivir porte~, sino el qu~ lo traduce en la casa, en ellwtel prwado y en casr todct su obra. Arquitectura, espejo de la vida, tuvo en este artista el intérprete más fiel. No pensemos - que sería injustísimo pensar- que el arquitecto pudo orientar dentro de algo vernáculo y original· ese llamado de la 'arquitectura privf!da. A él, como traductor artístico, le estaba vedado imponer una arquitectura, torciendo una consigna social; y le quedaba la misión, para no caer en el aislamiento, de crear una arquitectura como un molde de una martera de. vivir.

Cómo cumplió su misión, con qué originalidad, pese a los estilos impuestos, realizó la obra, podrá decirlo mañana la crítica altstera cuando se deten· gct a estudiar el aporte varias veces centenario, de su arquitectura. Nosotros sólo destacamos hoy el fidelísimo cumplimiento de su consigna artística, que era la de d(lr de sí la mejor concepción de su espíritu cultivado. Y darla en ese alto pl~n_o de la especulación artística, haciendo del ofJcJO nuestro uno de los más altos oficios de los hom-

• • • bres . . Ejél'iiplo que pocos, como este exrmw arqzn-tecto, lo pueden dar en su enaltecida obra, que pasó, en el camino del éxito, el lapso de más de medio siglo .

Preparado este artículo . .para el número a':'terior debió ser demorado en su publicación. Al J:lacer au salid~, lueg'? del sensible fallecimiento del Arqto. Ch•sthophenaen, Arquitec­tura" rinde en esta página su emocionado homenaje al gran colega desaparecido .

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Dibujo del Arqto. Neutra

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Palabras del ArlJlO. M. Gravottn

Este ambiente severo y cordial de "Arte y Culturo Popular", cariño de Moría V. de Muller, está hoy en tenso emoción por lo 1 presencio del famoso arquitecto Richard Neutro, o quien me es honroso presentar en nom'bre de nuestro Decano de lo Facultad de Arqui­tectura, Prof. Leopoldo Carlos Agorio.

Lo señora Dione Neutro ha hecho c~mpr·en·der con exquisitez, en qué clima espiritual siente y pienso el arquitecto que nos vis~to.

Sostiene ese clima espiritual desde hoce muchos años uno tierra amigo: California. En ello ha p1osperodo lo simiente europeo de Richard Neutro.

El es persono de roro talento, excelso artista, viajero inC'Onsoble y observador, inven­tor, arquitecto, urbanista.

Son muy conocidos sus proyectos y sus realizaciones arquitectónicos en• este último 'uorto de siglo, enfocados hacia uno renovación de los conceptos y de los formas, en t:l ambiente fermental de las EE. UU.

Sus trabajos son innum'erobles; no me propongo enunciarlos. Este contacto que me cabe el holfOr de establecer, presupone el anuncio de mi parte

de algo esencial, que sin duda ocontec·erál, y es la revelación del valor humano del arqui­tecto Neutro, que se manifiesta en su fe~vorosa preocupación, para que los seres huma11os de nuestros tiempos vivan alojados finamerte, se cobijen en escuelas y edificios primorosos, en contacto c·on lo naturaleza, y aprovec~err y gocen de las esenciales conquistas de todos los esforzados en la dignificación de la f.riatura humana.

Ese valor humano del arquitecto Neutra está siempre presente en la sutil combinación de sus dones de artista, de lógico, de realizador.

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Capto de los formas del posado y de los formas vivos, su espíritu y sus leyes, dejando ver, por sus primorosos dibujos de In naturaleza y de las arquitecturas, un libre funcionar de su pensomien•to, hondo y encendido, que nutre su precioso libertad' poro crear arquitec­turas d·e nuestro tiempo.

Se ded¡co con muc·ho frecuencia o lo arquitectura d'oméstico. Hoce cosos, hoce ba­rriadas de viviendo, hoce escuelas, y los hoce sencillos, cloros, lógicos, económicos, prácti­cos, armónicos en sí, en los conjuntos y en el conjunto urbano o campesino.

Pone en esto toreo emoción y razón y consigue que ellos sean unidades c·aboles con el ser humano y con el paisaje.

No es ton sencillo hacer cosos, si se supero el frío concepto de máquina de vivir, por el cálido de obro de arte, por el de poema de habitar, logrando poro el alojamiento un variado conjunto de amenidades que equilibren, por lo menos, el dramatismo vital.

No es ton sencillo hacer c'Osos, poro que el vivir cotidiano s·e torn·e el más feliz y el más moral acontecimiento humano.

Es menos sencillo aún, es más difícil, hacer casos, conjuntos de casas y edifidos, nece­sarios poro lo convivencia social, popular, con materiales humildes y con severidad maqui­

, .;1\ista; porque requiere un ejercido elevado del pensamiento y uwa imaginación rico y hu­milde o In vez, que puedan anticiparse a la teoría del vivir digno y fraterno que soñamos poro todos los seres ·sencillos de lo tierra, ahora y en el futuro.

Este difícil quehacer, que es lo arquitectura vital, requiere un perfecto equilibrio entre el ensueño y lo precisión, entre el vqsto saber y el sencillo construir.

Este quehoC'er es en. Richard Neutro un fluir permonewte, es uno y mismo coso con su vuelo artístico y su ternura. Esto es lo esencia de su valor humano.

Estamos, pues, en presencia de un hombre de excepción, conocido en todo el mundo, consultado permanentemente en los Estados Unidos por olumwos, por industriales y por el Gobierno, quien. lo envío ahora o estas tierras en misión de altos olconc·es.

Vamos o . oír lo voz de un maestro.

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Recepción ofrecido al Arqto. Neutro en lo Sede de nuestro Sociedad

Extracto de la Co1tferencia del

M. CRAVOTTO.

Arqto. Neutra Sefioras y Sefiores :

Las poblaciones originales de la América La · tina fueron establecidas por colonos plenamen-te convencido.s de la superioridad de su nación, su cultura, su fe y su ig1esia, su rey con ,su cor­te y su manera d.e vivir en general. Desde el principio la arquitectura de la América Latina se manifestó en monumentos que emularon bien a los de la madre patria.

En cambio, los emigrantes de linaje anglo­sajón, en Nueva Inglaterra, fueron de una mentalidad muy diferente. Ellos odiaban las normas de ~su madre patria; detestaban su igle. sia, la que por su parte también los detestaba. Despreciaban la cultura de sus cortes y su cla­s.e dominante y su concepto de la v.icl.a. Se es­caparon de todo ello a un nuevo mundo, anhe­lando un principio nuevo, incorrupto aún sien­do frugal. No crearon arquitectura alguna que pudiera realmente compararse con la que la América Latina ha producido en México, en Perú, en E.cuador, etc.

La casa indiviáual de la California del Sur es un ejemplo de dicha civilización. Está bien provista de tales comodidades y en cierta ma­nera parece adquirir novedad y originalidad. Pero en lo que atañe a la .expresión física de la cultura pública o comunal de una ciudad o de la vida del vecindario, temo que nuestras ciu. dades populosas tales como Detroit, Los Ange­les, etc. no puedan compararse favorablemen­te con ciertos pueblecitos de la vieja América La tina. N o.sotros los norteamericanos estamos ya en los principios de una civilización comu­nal de esta clase y nuestras expresiones de una arquitectura comunal ,son raras y escasas -

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muy escasas. No es de extrañar, por lo tanto, que haya habido un movimiento .en lo.s Esta • dos Unidos de abandonar enteramente las ciu­dades y la vida urbana que en recientes dece. nios no ha sido ni atractiva ni conveniente.

Las ciudades anglosajonas en este concepto son una desilusión. . . las ciudades latinas, que conservan una tradición comunal pre-industrial, son frecuentemente un encanto para el visi­tante .

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En algunas naciones europeas los consumi­dores se han organizado con buen éxito con el fin de insistir en la3 materias y los productos de su propia elección, fijando la cantidad de los productos y la clase de producción que ellos desean. Centros cooperativos han construído sus propios tipos de hogares, vecindades, comu­nidades, edificio.s escolares, kindargarten, co­legios para niños, asociaciones para fomentar el recreo y la higiene.

En los Estados Unidos, con frecuencia ,se pi. de urgentemente la ayuda del gobierno ·para or­ganizar, a lo menos, los principios de tales em­presas. En la América del Norte el individuo se congrega como votante político. . . pero en ca­lidad de con.sumidor con voluntad propia no es aún bastante maduro, no tiene iniciativa.

Hay excepciones a esta falta d.e madurez. Por ejemplo, él tiene automóvil y colectivamen­te insiste en la construcción de autovías y cami­nos libres de obstáculos para llegar rápida­mente al sitio de su trabajo o de su recreo. El gasto de muchos cientos de millones de dóla­res a fin de edificar un sistema de carreteras libres de automóvile,3 no hace vacilar a los ciu­dadanos de las grandes ciudades de los Estados Unido.s, desde la Nueva York medioevalmente condensada y desbordante, hasta la muy exten­dida ciudad de Los Angeles.

Mientras .el interés del Yanki por el tráfico da ayuda y confort al urbanista también lo am.enaza, dañando sus obras más refinadas y realmente humanas.

El proyectista de ciudades en la América del Norte tiene un gran problema en convencer a la gente a reducir el tráfico rodante y dismi­nuir los caminos dentro de la vecindad de vi­viendas, en revivificar placenteramente e} camL nar en la vida humana, en hacer planes para que las pequeñas chozas, los campos de recreo y los verdes parque~ vengan otra vez al alcan­ce de los niños sin vigilancia, y que los acci­dentes de automóvil no puedan ocurrir, a lo menos, en el centro de los distritos residencia­le.s.

La creencia moderna en los factores de sa­lud, luz y aire contrastan con las supersticiones de que fueron objeto en épocas anteriores. Si no tememos a los espíritus maligno,s flotando en el aire nocturno v al mal ef.ecto de los rayos de la luna o de la luz del .sol, venimos a docu­mentar nuestra nueva fe en la naturaleza por medio del diseño an1pliamente abierto de casas, .escuelas y hospitales. La defensa contra el la­drón .se ha vuelto un punto de menor impor­tancia en el diseño, y no hay precaución que valga contra el equipo moderno de los ladrones, a excepción de un confiable servicio policial.

La sala de la casa. el salón de e.scuela y has­ta el áula de convaltcencia de un hospital qui­rúrgico, todos tienen la tendencia de extender­se hacia el aire libre, y en un clima templa­do, durante decenios he fomentado y estudia­do diseños de este e.stilo medio-abierto al aire libre.

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Esta característica hacia el aire libre se re­fleja asimismo en toda la extensión d.e la casa Californiana - en .el diseño de los muebles, en el tipo del alfombrado, del cortinaje, en el ·es­quema del color y principalmente en la ilumi-. , nac10n.

Otro factor contribuyente ~ los cambios fun­damentales del diseño moderno, del que es po_ siblemente demasiado difícil ilustrar todas sus consecuencias, es la inobservancia d.e etiqueta y 'de ceremonia, la .informalidad a que cada vez más nos entregamos. Respecto a esto, me refie­ro no solamente a lo.s Americanos del Norte ... en la actualidad, todos tenemos menos gravedad decorosa y tiesura que nuestros antepasados de la época Victoriana o del Siglo XVIII. Lo.s ~ó­digos sociale.s se han simplificado y se han he­cho má;s flexibles.

No solamente en los Estados Unidos hay mucha dificultad- agravándose más y más­en obtener servicio doméstico. Pero los gran· des monumentos de la arquitectura del pasado fueron mantenidos y sostenido.s con ejércitos de esclavos, lacayo.:; y sirvientes. Los empera­dores poseían palacios inmensos. El Diocletia_ no romano, el Darío persa, los Faraones egi p­cio.s, etc., etc., todos ellos tenían miles de súb­ditos, porteros y criados, para cuidar de la conservación y limpieza de sus propiedades ; empleaban la labor manual de .sus esclavos pa­ra componer los muebles y llevarlos a partes distantes de un edificio impracticamente or-ganizado y para refrescar al amo abanicándole con hojas de palmera, o para atizar el fuego para calentarlo.

Ahora, los esclavos han desaparecido oficial­mente de la faz de la tierra. Las Versalles de Luis XIV ha sido convertida en un mu.seo y punto de interés para turistas, a la par que las pirámides. La arquitectura de aquelos tiempo.s ha perdido ~u base económica.

Las posibilidades económicas y técnicas de esa arquitectura - no su atracción o belleza E:stética- es lo que dudamos al encargarnos de la tarea de redi.señar nuestros hogares y ciuda­des para que reporten en un ambiente sann y provechoso a nuestra generación y a la edu­cación de nue.stros hijos.

En la educación de hoy día se duda much(· del sistema de enseiianza de los tiempos pasa­dos. En la actualidad la enseñanza parece efec--tuarse más y más por medio de la acción o la aplicación - ya no escuchando al maestro de-clamando o predicando. La educación mediante la actividad reemplaza a la "escuela en que sola­mente s.e escuchaba.,, o sea, "la escuela de es­cuchar", donde se obligaba a los niños a sen­tarse en una quietud absoluta en una combina­ción de banco-escritorio, clavado al sueb, e! que obstruía, como una camisa de fuerza, el movimiento libre y la agrupación a gu .. sto, tanto del mueblaje como de los seres humanos. Pero agrupar y reagrupar libremente es un elemen­to e.sencial si las actividades prácticas y un tipo de trabajo cooperativo han de ser parte in. tegrante del procedimiento de aprender y de en~eñar a los niños.

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En vez de escuchar al maestro hablar de Atena-s, ~}o;s - niños dibujan y pintan una vista };anorámica, tal cual s.e ve desde la Acrópolis; construyen una casa griega, un barco de vela griego, se visten como héroes de Grecia hacien­do sus propios disfraces ; calculan y miden lo~ materiales necesario.s . . . y sobre todo se sir­ven por sí mismos de libro.s y discuten su conte­nido e ilustraciones como fuente de instrucción en Ia cual basarán sus actividades. Un curso que siga e.ste método de enseñanza necesitará una sala muy diferente de la antigua clas.e y el plantel de antaño.

Si la e.scuela ha de formar con nuevos mé­todos una nueva generación de seres humanos, aún así el propio hogar, ha de ser la .escuela

, f" 1 mas e 1caz ....

La fuerza influyente del ambiente físico del hogar en la mente de los niños durante las 24 hora.s del día, no puede s.er sobr.estimada ni ¡.: resupue.sta ni exagerada.

Al fin del Siglo XVIII la clase gobernante de aristócratas, consolidando el trono y la corte de los reyes, fué derribada por la Revolución ~rancesa. Una nueva clas.e usurpadora subió vencedora y se prometió un nuevo orden y a la vez una nueva cultura.

Algunos de los nobles que en 1790 habían ascendido los e.scalones de la guillotina con un gesto de desdén y que murieron como escépticos en lo que se refiere a "aquella nueva cultura que saldría de ese p.iebe vocinglera" . . . si ellos hubieran podido voiv.er a la vida y ver los esti­los de 1830 y de Luis Felipe .. . o de 1870 ... las so.sería.s de la época Victoriana o de los Ale. gres Noventa (Gay Nineties) o las "casas es-

pañolas" del Hollywood de hace pocos años -ciertamE-nte qu.e ellos seguirían mofándose. De hecho, la nueva sociedad advenida despué,s de la revoludón .se había enriquecido más allá de sus ensueños. La burguesía industrial verdade­ramente gobernó al mundo. Pero no produjo bastante cultura individual para alojarse en su propio estilo y sin pedir prestado o haber co­piado, con un mal gusto desesperante, a aque­llos aristócrat3,¡s decapitados ...

Un hogar dirigido sin servicio doméstico y lacayos, o sea el hogar de millones de personas de la clase media que viven cómodamente sin ' ser aristócratas , no había encontrado aún su estilo propio y su propia expresión arquitectu­ral ciento cincuenta años después de la gran Re­volución. Toda la evolución industrial de un s i­glo y medio, la prole de aquella Revolución Francesa, no había resuelto en realidad el pro­blema.

Es verdad que ha de pasar muchísimo ti.em­po antes que las revolucione,s puedan dar fruto y para que cesen las burlas de .sus críticos, fren­te a la lógica sensata de un nuevo mundo con una nueva solución universal.

Los arquitectos contemporáneos de esta últL ma era, diseñadore,s de casas de .estilo contem­poráneo, simplificadas y fácilmente dirigidas, y de comunidades dignas de esta edad moderna, son en cierto modo los primeros .en cumplir con la promesa hecha hace mucho tiempo de que, cuando el orden aristocrático de antaño mu­riera, el mundo no continuaría alimentándose sin esperanza de su cuerpo, sino que debía de{~· cubrir su p.ropia ruta a fin de hallar su cultura propia .. una cultura con una base ensanchada de participacibn que significa "DEl\10CRACIA".

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Dibujo del Arqto. Neutra

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La arquitectura, tal aomo entendemos esta profesión hoy en día, con todo lo que ella implica por sus reladiones con los problemas sociales, económicos y técnicos, con seguridad depende e nm~cho de lo sistemático, como también de informaciones científicas de toda índole adecuadamente tabuladas.

SIN EMBARGO veo er ello un peligro: el de querer confundir un arquitecto con un hombre de ciencia! y él es tan hombre de ciencia como el médico práctico, quien frente al lecho del en~ermo, debe desarrollar sus decisiones con intuición de artista. "Ars Medica", el arte de la medicina, tiene hoy en día muchos afi 1 iaciones con lo ciencia, y sin embargb es y permanece siendo un arte. Al paciente no se le puede degradar r.asta conver~irlo en el conejillo de indias de . un destocado hombre de ciencia . Para él es una cqlamidad el que el médico y la enfermera se consideren "científicos".

También el arquitecto debe ser, an ·.-es que nado, por lo menos un HOMBRE emocional e intuitivo, un pr~ctico "huma :~amente" dotado. De otro modo no puede volverse verdaderamente eficiente.

Richard Neutra.

ARQUITECTURA

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en uro (Por Richord J. Neutro )

Por mucho t iempo, el dogma de ritual de los tribus dió p restigio y segu ridad social o todo octit~1d o acción. Codo apersonamiento o acto público ten ía que ser legitimado en coincidenc ia con ese ritual. Sin dud01 aún entonces, mucho se lograba de facto prescindiendo de esa armazón está­tico y "el pensamiento rocionol 11 t iene que haber existido intensamente en los 50 mil años de organización tribal/ - pero conscientemente pera el ind;viduo y oficialmente pa ro lo comunidad, todo estaba comouf!odo para parecer bien dentro del recinto de ese único co:1cepto.

Más ta rde/ poro usar otro ejemplo, ccn el cristianismo y sus precursores, lo fe en una divinidad cosmopolita, lo a dhesión al ideal de uno humanidad globc l identificada fraternalmente, se consideró como el fundamento de todo . , OCCIOn.

Fuer.J de ta l religión y de tal fe , ningún act': o pensa­miento podía ser justificado como verdadero, y bajo los auspicios de una iglesia que pretendía universalidad, se iniciaba una rápido persecución ante la más mínima insi­nuación de cualquier ot ra just ificación de un acto.

Sin embargo bien sabemos que, nuevamente de facto, muchas motivaciones y acciones se lleva ron a cabo bastan-. te independientemente y por cierto en estricta contrad ic­ción con esta actitud mental. Había políticas mezquinas, y codicia en las Cruzadas, en las guerras por la fe puro y verdadero dentro del crist ianismo, y en la conve rsión de esclavos·

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El encubrimiento de esas tendencias ocultas -- que en­tonces resu ltaban efectivos, en análisis retrospectivo nos parece ahora frívolo y superficial , pero en aquel entonces era extrañamente aceptable para las mentes definidamen­te orientadas y satisfechas 11 en masse'1 con sólo esta orien-. , , . toc1on ponaceat1co.

Si leemos las co rtas de Jsaoc Newtan nos encontramos con que en su época cualquier hombre que busca ra pres­t igio por cualquier esfue rzo creativo propio tenía que t il­darse de " filósofo' 1

• Desde luego que no ..:cmo un " fii6sof011

que no hiciera por lo menos algunos concesiones de Jo " fe" y a eso actitud público que acabamos de describir como predominante en lo época precedente. Del mismo mo­do, esto misma época de uno fe universal y de uno igle ­sia humanitario estuvo en su tiempo obl;goda o hacer sus buenos concesiones o ese rituali smo tribal más antiguo/ y aú n o absorber bueno porte de é11 o fin de mantener su estabilidad y su predominio.

En el t iempo de los enciclopedistas franceses1 estas con­cesiones formoles a la "fe" y a una iglesia universal se volvieron menos rigurosas. y obligatorias. La aceptación so­cia l de la "ciencia// y de lo sistemático, cuantitativo por sí mismo tomó incremento en volumen y alcance, primera­mente dentro de los círculos de una aristocracia social y luego 1 igodo o uno burguesía que sur9ío polít icamente .

Hacia el final del siglo XIX. esos estra tos consecutivos de "tribolismo", "fe" y 1 'filosofío11 especulativo, de hecho

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no pueden bajo ningún concepto descontarse como desapa­recidos, pero conscierrtemente y oficialmente con las ma­sas dem'ocráticas, el prestigio social se había volcado pro­nunciadomente hacia lo "ciencia" y el "método científi­co" por mós contrad ictorios que permont)cieron los ver­doderos motivaciones y actitudes hacia €~te idea l pooulor­mente definido.

Como lo definió James Horvez Robinson: Toda acción tiene dos razone.;, uno rozón verdadera y uno razón acep­tab le. Lo primero de el las es de hecho operc t ivc, lo sequn­do, la rozón aceptable, se necesito mucho paro conseguir lo aprobación públ ico. Es verbosidad particularmente efec­tivo en el momento hi stórico poro ~ 1 cuc l está dP.stinodo.

Nuestro punto de vista es que los conceptos de amplio alcance que varían de un período a otro parecen simple­mente uno necesidad psicológico en lo$ faces de !o civ il i­zación o medida que s.e suceden unas o otras. Estos con­ceptos e~tón en uso vulgarizados groduolrnente er. "s!o­gons": breves, vagos, pero agudos y con efectos de pano­ceo, sin importar la contradicción que pu<-do haber entre e!los y los verdoderc.; motivaciones y rcsp•.le~to5. Finol'l'len­te pierden tonto jerarquía con el u~c Que> otro concepto general más nuevo se filtro desde orrib :J y penetro amplio­mente en lo aceptación social, y un poco más tarde opa­rece otro palabro entronizado.

Mientras tonto lo vida civ ili zado se deslizo en cierto modo por detrás de todas los cortinas de palabras·

Es extraño qus en esto época en que los investigaciones científ icos han tenido experiencias minuciosamente compro_ bodcs, y así codo especialista ha desa rrollado uno mayor cau­tela , modestia y discernimiento en los confines del verda­dero procedimiento científico contemporá!'leo, que preciso­mente en esto época, los mentes dad.:~s a In verbosidad y dotod(!s paro ello hayan hecho los más oretensiosas ofir­mciones de que oplic.:m lo "ciencir:1" o lo~ ::-uestiones. socia­les, políticos, psicológicos, fi nancieros, económ1cos, y en resumen, o tod "J S los múltiples artes scbre las que se e po­ya la civilización.

En realidad y con lo mayor indulgercio, difícilmente se les puede conceder más que uno mero apropiación de fraseología científico exaltado, de unos ;:>ocas expresiones altisonantes, y quizá , aunque no muchas veces de algunos cifras estadíst icos elementales, interpretados c0n bastan­te osadía.

Todo investigador de cualquier campo verdaderamente uvonzodo de lo cienc ia contem;::>oráneo se espan to y molesto

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con esta inmodesta, incosciente y ru idosa conducto. Yo se ocupe de histología nervioso, ciencias eiE:ctrónicos o quí­mico fisiológica, él conoce los infinito:; y detallados cui­dados que requieren sus minuciosas e interminab les tareas de investigación y de comprobación. El ~abe cu~ntcs estu ­diosos ensayos con 0~mprobociones fotográficas s~ publ i­can cada año sob re cado pequeño osoecto de su campo de investigación, y con que precaución permanece t::l ver­dadero hombre de ciencia frente o los teorías arrolladoras.

Si hemos de ser sinceros en los honores que conferimos a los metódicos científicos - y debemos serlo en reco­nocimiento de sus frutos, - no debiéromO!:> llamar "cientí ­fico" a cualquier explosión pe riodístico y walquier deduc­t ivo.

Ni debemos llamar "científico" a cuolquiE:r honesto me­cánico que manejo un aparate de royos X o r.ace un análi­sis de sangre corriente.

De hacerlo nos exponemos a aluc¡nar nuest• os mentes en desmedro de lo verdadero y en perjuicio de ~u-desarro­llo edificante y perpetuo.

Y lo que es peor, engañamos nuestras mentes en con­trasentido con el hecho sorprendente de que el mayor cauda~ de vida civilizada, todavía y por mucho tiempo, tal vez para siempre, lleva a cabo cow aptitudes de coordi­nación nerviosa aún rodeadas de misterio, que eluden toda comprobación y todo ensayo de laboratorio. Ni importa lo aue podamos quebrantarnos por el lo y arrostrarnos bajo nuestro t ibio concepto general (cover - concepto) de "un mundo planeado científicamente", tenemos que acreditar esos habil idades y o esos agentes extrañamente faltos de sistema, como haciendo casi todos los cosos, así serón bue­nos o molos poro nosotros y paro lo sociedad.

Si nos enorguellecemos de ser pensadores racionales, de­bemos estor dispuestos o admitir que implico ampliar de­masiado e l significodn de uno palabro si atribuimos prácti­co científico a toles proct1cantes como los historiadores. los economistas. los médicos, los arquitectos, los estrote­nos v aún o toles a rtistas, como los que manejan aparatos de ai re comprimido y toles escultores como los que expe­rimentan con boquelite y tubos de gas neón.

,;Son todos estos gentes socialmente ca rentes de sig­nificación en nuestro mundo. si no pueden clasi fica rse pro ­picmente como "científicos", y si se comparan con los r rimeros ovudontes de Robert Millikon o de Albert Einstein? ;Es su siqnificación ta l vez lo que corresponde a hombres de ciencia secundarios, es deci r, muy inferiores o los hom-

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br~-:;~ue. acabamos de nombrar? ¿O es yue no puede apo­yó·~; .ni se apoyo francamente su significación en algo más, algo muy diterente de los verdaderas conquistas cientíti­cas que·· ellos no pueden pretender? ¿Por qué no admit ir simplemente que lo "ciencia" no puede constituir un con­cepto general abso luto poro lo que debemos hacer y para lo m.ejory.~ ·podemos hacer en esto époc\J en que vivimos?

Al,ddi'fiitino haremos más por lo ciencia, detmimos mejor su cGr1tepto preciso. Y sobre todo ayuda mos o un g ran núme­ro de~···profesionales útiles, háb iles y diestros a sa lir de lo pronlihciaáamente desviada posición en que se encuentran ahor.<il ' simplemente porque no pueden ser clasi ficados con p:óp.·íeda~ten el. cuerpo de ingen ieros y hombres de cien­Cia de. la' •numantdad. . . ~.

T odav~dependemos, y la reconstrucción de post - gue-rrd. ·depehderó profundamente de los " artes intuitivas" , . .. muy útiles, y por lo tonto merecedores de amplio prestigio social.

Pero estas artes no pueden probarse; sus real izaciones, no pueden demostrarse aún - en una forma "científico"·

Si negamos su valor concreto en nuestra creencia infantil de que lo reden:ión ún ico p un iversal viene del enmascaro­miento como invest igoC:ores y sistemát icos cient íficos - en­tonces que el ciefo se apiade del mundo post - guerra y de nuestros esperanzas en el mismo. El respecto por el arte, por los dones a·rtísticos y por su básico servicio humano, debe se r re instituído f irmemente en el aprecio popular de los consumidores, legisladores, proye_ctistas, educadores y de los hombres " prácticos"; de lo contrario lo ci rcundan­te se convertirá en un esqueleto seco de los posibilidade~ de vida intocodas.

Los artistas de muchos clases deben unirse para hacer frente a e so fuerza no intuitiva, que busco hechos, y a sus series burocráticas estériles.

Lo vang uardia del programa y plan contemporáneo se ocupo de estructurar un medio ambiente sano y estimula­dor, y de establecer la etapa poro el surgimiento espontá­neo de una mentalidad de lo cual puedo d imanar la civili­zación contemporánea.

¡Concedido seo el interés humano del pasado pero no uno repet ición ritualista del mismo !

Deseable sea la famil ia ridad con los sistemáticos cientí ­cos de hoy, proponiendo programas con información recog i­da, pero no la esclavitud pedantesca o 1 tsesaadí 1 vpd pasado, o la geometría de Eucl ides, e cualqu ier clase de "datos" conge lados, rígidos como la roca.

Hoy muchos determinantes e ingredientes fuera del do­minio aún pequeño de los " hechos dados", cuando se trata de d iseña r uno coso tan complicado como, d igamos, una ciudad, un barrio, una casa, la pieza de un niño - sea prefabricada o no. La ciencia puro y viv::J necesita rá mu­chas gene rac;iones poro iluminar y penetrar plenamente es­tos prob lemas . Entreta nto tenemos que vivir, y construir poro vivir. Tendremos, además, que hace rlo con a rte, esa fa -

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cu ltad humana sobre la que se basan las culturas de mile­n tos.

No seamos de credul idad infantil confiando solamente en la morca autorita ria de la " cienc ia" para proporcionar la buena vida de este sig lo. En mis largos esfuerzos como pro­yectista de estructuras, se me ha descripto como trabajan­do como un " ingeniero". Sea como sea, creo en el papel, social del art ista en muchas esferas de acción, y conoz­co cientos de influencias no científicas en mi propio tra ­bajo, que desafían hasta ahora inútilmente el· análisis ra­cional. Por más que puedan aumentar y multiplicO'r su al ­cance los sistemáticos cient íficos y la información, aún queda un inmenso campo fuera de sus flúidos confines, con cadenas de acontecimientos esenciales y partes vi ­tales de nuestra civilización actuando justamente en ese campo.

Se debe proyectar la reconstrucción del mundo de post­guerra, una tarea ton tremenda como nunca lo ha sido. Pero se debe proyectar con al debida consideración y respe­to por lo no proyectable racionalmente·

Se debe conceder libertad de acción y espacio al cola­borador no científico, al artista que t iene como herramien­ta primaria un sistema nervioso sensitivo y engranado de una manera infin itamente múlt iple, mucho m·ós allá de lo comprension científico de nuestra más penetrante investiga­ción corr iente . La suyo es lo " herramienta base", extraor­d inariamente supe rior q todos los imponentes herramientas de costos millonarios. Esa " herramienta base" debe ser va ­lorada, protegido, desa rrollado. No se debe arrojar arena en ello. No se debe obstruir su cualidad sensitiva .

Los ruidos visibles y las cosas feas que nos rodean en la " parte viejo de la ciudad" o en lo fea y dispersada "zona industrial" tendrán que ser reducidos considerablemente o liquidados. El disco rdante "arte subdividido de nuestras secciones residenciales", con las hileras sin sentido y s in conciencia de vecindad de arbitrarios diversidades de "esti ­lo", todo esto debe caer en el olvido merecido. Lo exis­tencia de mobiliarios anticuados volcados en los livings­rooms de cines continentes serón vaciados nuevamente en los ca rros de basura e incineradores. El espacio libre tan necesitado, c reado en el ambiente y en los corazones hu­monos, prestará valor y revelación a todos las formas ver­daderamente significativas creadas con sincero cuidado y verdadero don.

Sólo en un fondo de quietud, se puede gozar y anhelar la músico . Recién cuando se hoyo calmado el tumulto de los gri tos y ru idos molestos, se podrá honrar a los mú-

• SICOS.

Recién cuando a rquitectos y proyectistas intu itivos estén reali zando proyectos contemporáneos en gran escala para casas, barrios, comunidades; cuando hayan marcado la eta-

• po con ejemplos manifiestos de un medio ambiente huma-

•• no vúelto a crear, podrá el arte ganar su fecundo prestigio.

' ge rminando en la conciencia de un público comprensivo, y de la misma sociedad.

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La realización de los planos reguladores

1 . El zon1ng

Arqto. ROBERTO O. RIVERO

E XISTE aún muy poca experiencia sob re la manera de llevar a la práctica los trazados reguladores de los

núcleos urbanos. Los p royectos, una vez terminados, son exh ibidos como curiosidades técnicas o artísticas pertene­cientes al reino de la utopía que están predestinados a vegeta r en algún archivo.

Lo falto de comprensión de los hombres de gobierno y la ignorancia sobre los métodos poro hacer efectivos esos planos, se suman y hacen estériles todos los esfuerzos pro­digados en la solución de nuestros problemas urbanísti cos. En este sentido, creo que es necesario d ivulgar lo exper ien­cia efectuado en otros países, la cual nos dará la pauto de los medios posibles para convertir o los planos regu ladores en uno realidad.

Cuando en l 941 el gobierno inglés designó uno comisión (Comisión Uthwott) poro estudiar los problemas de com­pensación y mejoramiento en relación con el urbanismo, ésto tuvo que abocarse, entre otros cuestiones, al estudio de recomendaciones tendientes o solucionar, en la práctico, los di rectivos que sobre zonización fij an los trozados regula­dores. En el interés de difundir ese trabajo, que es de gran­des méritos, he pensado transcribir, en este artículo, sus principales argumentos y recomendaciones referentes al pro­blema particular que tratemos.

En la actualidad, las autoridades pueden evitar que en uno zona no edificada se construyan edificios cuyos destinos sea n considerados como incompatibles con el carácter del núcleo urbano al cual pertenecen. Así , por ejemplo, se pue­de prohibir lo instalación de uno fábr ica en un distrito resi ­dencial. Pero las disposiciones vigentes no encaran el modo de impedi r lo continuación de una función existente, por lo que los estipulaciones de los planos sobre zoning nunca podrán hacerse efectivos a menos que el Estado llegue o la costosa solución de decretar su expropiación.

Consideramos fundamental el problema de si el derecho a mantener, reemplazar, amplia r o destinar un edificio exis­tente que no esté de acuerdo con los disposiciones del pro­yecto debe subsist ir a perpetuidad; recordando, al mismo tiempo, que lo inconveniencia puede consistir t_onto en uno densidad excesivo como en un destino inapropiado. Por uno parte, creemos que no sería equitativo prohibir el manteni­miento, reemplazo, ampliación o uso de un edificio exis­tente sin el pago de una justa compensación. Por otra parte, el derecho ilimitado paro mantener edificios cuyos destinos son inapropiados está reñido con la concepción moderno de los trazados urbanos y con el sentimiento de colectividad que hoy tiende a prevalecer sobre el interés individual.

Ninguna ley sobre urbanización ha admitido que un pro­pietario t iene derecho a compensación por la frustración de sus esperanzas por más razonables que ellas sean. De ahí que cuando uno tierra nó edi ficada es zonificado bajo un plan regulador y se imponen limitaciones sobre el tipo de edificios a construirse o se regula sus alturas y retiros o se 1 imito lo densidad de los mismos, el propietario no tiene derecho o reclama r compensación por el hecho de que la mismo tierra pudiese haber sido destinada a un tipo de edi­ficio más lucrativo o con una mayor densidad de edificación.

Siendo así, no vemos rozón lógica para que un propietario tenga derecho a compensación si, en coso que su edificio hayo sido demolido por voluntad propia, no se le permite

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edificar para el mismo destino anter ior o con la misma den­s.idad siempre que ellas estén en desacuerdo con los planos de urbanización. Cuando se establece un criterio nuevo y esencial en el interés de la salud o de lo estético, no es irrazonable pensar que los propietarios deban a moldarse a él sin necesidad de ser compensados.

La necesidad de solucionar ese problema ha dado lugar a que nos hayan enviado muchos sugerencias tendientes a resolverlo. En general, ellos sostienen el punto de visto - que nosotros consideramos correcto- que no se debe otorgar un derecho o perpetuidad paro mantener un edifi­cio o destino presente si está en desacuerdo con los planos. Es decir, que se debe establecer un plazo de vida a cual ­quier edificio o destino ina propiado y el derecho o mante­ner, reemplazar, ampliar o usar el edificio estará limitado a ese plazo, el cual dependerá de las ci rcunstancias de cada caso.

Nuestros recomendaciones son:

1 . Si el destino inconveniente de un edificio cesa por un período de un año o si un edifido inapropfodo es total o parcialmenh~ demolido por acción voluntaria de su pro­pietario, el dest~no del edificio o la construcciów de un nuevo edificio deben ceñirse al proyecto sin derecho al pago de . , compensac1on.

2 . La autoridad planifkadora tendrá poderes para re­querir, en cualquier momento, la conformidad con el pro­yecto de urbanización, sin pago de compensación, con res­pecto a cualquier destino inconoveniente o cualquier edificio inapropiado; tal e xigencia no será im~uesta hasta después de la expiración de un período determinado (la ''vido" del destino o del edificio ) que las autoridades determinarán después de tomar en consideración todas las circunstancias del caso, incluyendo : a ) la probabl·s vida física del edifi­c io de . acuerdo con su edad y condición', b ) su . .ptobable vida económica y e ) el grado y n~turaleza de la inconve -

• • n1enc1a.

3. Si luego de haber determinado e l plazo de vida, la autoridad planificadora considera necesario imponer la ·adap­tación antes que expire ese plazo, la autoridad tendrá po­der para hacerlo pero debe pagar una cierta compensación teniewdo en cuenta el plazo restante.

4. Si un edificio inapropiado es destruido involuntaria­mente, a ) el propietario tendrá el derecho de reconstruir pero de acuerdo con el plan y no se pagará compensación alguna por el hecho de prohibirse la reconstrucción de un edificio inapropiado; b ) se permitirá que el nuevo edificio sea destinado al mismo destinoo inconveniente preexistente (si lo hubiera ) durante el restante plazo de vida señalado para el edificio destruído; pero si la autoridad planificadora estim'a necesario el cese de ese destino inconveniente antes de la terminación de aquel plazo, se pagará compensación según ya se ha establecido.

Tales los características más destocados del informe de lo Comisión Uthwott referentes a lo zonizoción. Ellos tie­nen lo enorme importancia de proponer medidas viables para la solución de grandes problemas urbanos donde no interesa tanto el tiempo que ha de t ranscu rrir antes de dar cumplimiento al plan como lo seguridad de que en un plazo determinado desaparecerán muchas de los funestas contradicciones de nuestras ciudades.

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Fig. 1

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Renaclmient" 1tancés

Lo vestedod de ~lconce y lo complejidad mismo del movimiento que lo Historio ho dado en llamar Renaaimiento, nos obligan a plantear desd~ el comienzo una serie de pos­tulados que han de ~er otras tantas llaves para penetrar en• ese mundo de los siglos XV al XVII. S'iendo el mu'eble un elem·ento dentro del drama social, veamos qué normas lo han ubicado en los salones y qué teorías lo han conformado.

Socialmente, el Renacimiento asiste a la conformación de la Corte, sobre todo en Fron­da, y ol auge de la monarquía, que surgen nítidamente en el panorama con una función rectora de todas las actividades. La sociedad, laic:'a ahora, absorberá a los artistas de las catedrales y los ubica~á en el marco de la ciudad, del palacio, del "hotel", y bajo el nue~o si~no me~cantilista ir~' explotando sus posibilida~s. La ciudad r~nacentis~a es obra de la anstocrac1a, pero no e una ciase que autodeterm1ne sus gustos, s1no que s1gue todo aquello que gusta al rey y q e los teóricos van determinando com·a esquema d-3 posibilidades. La expresión más cabal ~e esta que señalamos, está constituida por la institución de la "cor-te~ía", producto de los últimos tiempos medievales, y que ahora alcanza la totalidad de su f ~entido, como urw código que ordena toda la actividad social de la nobleza palaciega : quiénes están parados y quiénes sentados; quiénes comen y quiénes miran co~r, levantarse o ocos-.torse; quiénes pueden cazar con el rey y qué sitio llevan en el cortejo o en el salón. Por lo tonto, qué jerorqJía poseen' en la corte y qué pu.eden usar de su enorme escenario. Porque ahora, más q e nunca, la corte es un espedáculo, una exhibición que se dan los nobles a sí m'ismos, r guiada por el severo controlar de la moda.

Este no es otro que un fruto d·e los nuevos tiempos, al revelarle al individuo que la vida es digna de ser vivida, que la muerte es inevitable, sí, pero también olvidable; que el cuerpo no es sólo ~na cárcel, sino una deliciosa morada, exigen·te o veces, pero que con­cede al hombre inolvidables horas de placer. El amor, admiraMe accidente humano, des­pojado de toda idealización religiosa, se transformo en si e~ no es inocente juego, realzado por el cortejamiento, por todo ese conjunto de naderías que son el vestíbulo de los grandes decisiones.

La breve vis¡ón nos da, entonces, los siguientes elementos extraídos de l pan·oromo social: aristocratismo, c:artesía, uniformidad, orden. Tal el ambiente. Veamos aho1o como el arte se desarrolla entro de él, qué influencias engendran sus c·reaciones y c:uales son las profund'os corrientes ~ue lo animan· interiormente, para luego mostrar el aparato exterior con que se m'anifiesto.

En primer lugar, el arte del Renacimiento tiende hacia la perfección, para lo cual sienta como postulado indeclinable que ella fué el patrimonio de la antigüedad heleno-ro­mona. Pero esto no significa una ten·dencia arqueológic'o abstracto, sino que se un pr2su­puesto que estima que la imitación es la más segura fuente de creación.

En segundo lugar, que lo naturaleza posee lo más absoluto iwfinitud de posibilidades para el artista, y que dentro de ella, el hombre constituye el centro fundamental . Y si el arte es lo que fué po ~a estos hombres del Renacimiento, se debe a que se manifestó en este sentido vitalmente h~mono, profund'ament naturalista, no ~ólo porque la naturaleza estaba presewte en todo mom·ento, como en los retratos de la escuela italiano, sino porque la tendencia misma de 1~ creación se dirigía a revelar valores natural2s, humanos sobre todo, indiferentemente de su apreciación ética, ya que la moral no constituyó nunca una barrera opuesta o lo estética y ni siquiera uno condición previa de belleza.

En tercer lugar, y por el camino anterior, se llega o uno profunda valorización del individuo. ·El artista anónimo de lo Edad Medra desaparece, para dejar su sitio o la pleno personalidad creadora del Renacimiento. Y con el individualismo, la estétic:'a se enrique"e con la multiplicidad de los estilas libremente m·an ~festados.

Finalmente, el a te tenderá o ser comprendido cada vez más edonísticamente. El epicu­reísmo, redescubierto or los renacentistas, será interpretado como uno afanoso búsqueda del plac:er de los sentido , que t iene su expresión más avosollante en los cuadros de Rubens o en las novelas italion s de los siglos XVI y XVII.

Tales son las condiciones generales, lo teoría, del arte renacentista, si bien que dejon'Cio de lado una serie de elem·entos que, de una manera u otra, están comprendidos en lo exten­sión de los conc<eptos enunciados.

Veamos ahora cóm'o se manifiesta en Francia esta corriente estética. El siglo XV iroe para fran•cia, una serie de condiciones particulares: es en este s¡glo, que termina con lc:s úl­~imos elementos medievales que se mantenían entre los señores feudales, pero a lo vez se

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desintegra• en una se~;~ de ducodos, de grandes casas, que están en conflicto c'On la monar-quía. Esto significa, ~r ejemplo, la creación' de infinidad de centros no sólo políticas, sino culturales, económicosf y aún religiosos. En este desmem·bromiento, se mantienen cuatro gran­des c·osas: la de Anjo~, lo de Borbon, la de Orleans y l01 de Borgoña, que es la más rico y poderoso. Al mismo t iempo, ciudades como Díjon, Lilla, Brujas, Angers, Poitiers, se trans-forman en centros de gran producción cultural. Nacen así los grandes cortes, que tien'en uno importancia decisiva para el futuro del arte francés. Estas cortes se producen o se integran, durante el siglo XV; pero todavía no entrarán en la órbita de la influen•cio ita­liana, sino que se mantendrán siguiendo los posos de las últimas creaciones del gótico. Recién en el siglo XVI aquella corriente penetrará decisivamen•te en Francia.

Veam'os ahora 'ue es lo que ocurre para el arte de este siglo XV. En primer lugar, se transforma de orle religioso en arte profano, yo que el artista por diversas razon.es, pierde lo protec·dón :cJe la iglesia y se lanza a buscar fortuna entre los señores feudales,

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cuando no es llamado por ellos a sus cortes en los que vive como protegido. Comienza así un vagabundeo de los artistas mucho más in•tenso del que se realizaba en la Edad Media de catedral en catedral y de convento en convento o entre las comunas; pero además de este vagar de los artistas nacionales, se produce una corriente de penetración de artistas extranjeros, de Italia, de Portugal, de los ce rcanos Países Bajos o de Alemania, ricos ambos en• magníficos tallistas.

Pintores italianos, arquitectos flamencos, trovadores del sur, trojeros o Francia los nuevos form'as que estaban produciendo en Italia sus obras maestras. Y esto penetración es obro efe,tivo de la corte, cuando no de hurgueses adinerados como Jacques Coeur, quien edificó su magnifico hotel de Bourges o Nicolás Rollin, que edificó el hospicio de Beoume.

Desde luego que fué el Ducado de Borgoña el que atrojo al principal núcleo de estos artistas. En las cortes de los gran·des señores de este ducado aparece un elemento nuevo, desconocido de lo Edad Medio a no ser en las grandes solemnidades del calendario y del santoral, que es la fiesta. Aunque el mayor desarrollo corresponde o la época de los Luises, ya en el siglo XV aparecen los elementos capitales, dando rienda suelta a la imaginación y animando lo vida de los cortes. Estos fiestas mueven• resortes insospechados, que van desde el montaje de complejas obras teatrales hasta · el arreglo, de carácter escenográfko, de los jardines, de los salones y de los galerías, poniendo en movimiento o todas las artes, aplicán­dolos a la decoración de muros y de postres, de trajes y de canteros. Emil Brehier l'ecuerda algunos de los elementos empleados en un banquete realizado en la ciudad de Lille con motivo de la preparacion de una c·ruzada para librar a Constantinopla del poder de los turcos. En esta ocasión, la antecámara, cuenta el historiador, estaba recubierta de tapices que evocaban los doce trabajos de Hércules, una iglesia completa, con sus vidrieras pintadas, un'O c·ampana en el com'ponorio y tres coros; un buque anclado en el puerto con sus velas y amarras y sus marineros; un pastel gigantesco, montado por veinte músicos, mostrando el castillo del hada Melusino y a su dueña y un bosque indígena con sus animales extraños, tales eran les centros de mesa . Los curiosos dulces representaban lo conquisto del Toison d'Or y a la santa Iglesia guiada por un gigantesco sarraceno montado en un elefante, que venía a implorar lo ayuda del Duque y sus caballeros. En medio de tales exigencias, c·on las influencias arqueológicas de la antigüedad clásico y los elementos de los nuevas tierras tecién descubiertos, crece el arte del siglo XV, m'ezclado aún con elementos medievales. Pero al llegar la centuria siguiente, se completará aún más con elementos medievales. Pero merced o la introducciów en Francia de los elementos propios del Renacimiento. Es o través siempre de una minoría selecto, (las multitudes quedan temporariomente al margen de estas evoluciones ) que esto se realiza, y es con un núcleo de monarcas, de arquitectos, sobre todo d·e ellos, de escultores, pintores y esc'ritores, que Francia llego a com'poner esa unidad equilibrada en la cual se entrelazan indisolublemente el espíritu n·acional con el magnífico legado de los épocas clásicos.

Donde primero se manifestó la influencia del pasado, fué en las artes de lo decoración; los artistas tendían o imitar los motivos ornamentales que se descubrían aplic-ados en tumbas y fuentes, que los grabados itolion'Os reproducían mediante el arte de lo impresión. Estos elementos fueron adoptados en Francia primera en el castillo de Am'boise, Blois y Gallon extendiénd'ose luego por los castillos de la Loire y al resto de las provincias. La primera síntesis de toda esto corriente es lo galería de Francisco 1 en Fontainebleau. Pero paro que el arte del Renacimiento pueda penetrar profundamente en los castillos, es preciso, o bien que éstos sean c·onstruídos enteramente de acuerdo con las nuevos exigencias de la sociedad, o bien que los antiguos centros de resistencia feudales se acomoden en los formas, al espí­~itu de la época.

El arte más ligero del Renacimiento, el gusto por lo decoración, n·o se acomoda con los paños lisos de pared, fuertes y herméticos, de los viejos castillos y, por ello, tienden o desaparecer. Pero recién dejorem'os de encontrarlos cuando se comprende que ante el invento de lo artillería, de nado sirven los fuertes parapetos, fácilmente heribles por la n•uevo arma. Sin embargo, durante el siglo XV, veremos aún olgun·os fosos, algunos puentes levadizos, porque la viejo nobleza francesa no rompe ton fácilmente con la tradición; así lo significa Violet-le Duc cuando dice que ésto siguió, por bastante tiempo, jugando o los castillos feudales. Los interiores continúan torturándose en pasajes sec·retos, y recién• en 1527, Fran­cisco 1, con un gesto doblemente simbólico, jurídico-arquitectónico, mandó derribar las mazmorras del Louvre. A partir de este m'omento, y a medido que avanzamos en el tiempo, los muros se hacen más transparentes, los ventanos se multiplican, el aspecto exterior v~río y, por lo ton·to, el interior. Todos estos elementos se renuevan o partir de la político de Carlos VIII, que trae de Nápoles, sobre todo, ortist~s ital ~onos; pero rec·ordemos que, recién bajo Francisco 1, todo esto adquirió su carácter decisivo.

Pero además de esto, debemos recordar que en este momento se comienzo a m'onifes­tor uno nuevo manero de comprender lo caso. Lo Edad Medio había hecho de todo la viviendo el resguardo de una vasta comunidad, la familia , que en su aspedo general se presentaba como una unidad de los ligados por el parentesco o la servidumbre a la vez que por el oficio y la religión. Unidad indisoluble, dentro de ello tenía lugar un com'plejo riquísimo de hechos, determinados por la vida misma algunos -actividades económ'icas, por ejemplo y otros, los íntimos, por la particular modalidad familiar . Pero ahora, c'On el auge de la ciudad, la creación de los talleres fuera de las casas, por ejemplo, esa vida familiar se va desintegrando y, a la vez, puede decirse que sus individuos: con'Siderados aisladamente, van logrando una mayor intim~dad para sus vidas personales. Nace asi la planta de las casas renacentistas, en lo que puede notarse esta determinación de aislarse que tienen los hombres que lo habitan . El jardín· amurallado, la entrada hermética, el zaguán que ya no es más pasaje del taller, las rejas en las ventanas.

Y lo vida del interior, el c·oncepto del vivir, de los hombres . también varió. Cuando las ocupaciones de las mujer-es, grandes transformadoras de la vivienda en este mom'ento, dejan de dirigirse o los menesteres esen•cialmente culinarios o de entregarse a la tarea cohc­tiva, en las familias d'e los burgueses, tienen que buscar otra orientación. Los muebles serán, ahora, una finalidad de la ocupación femen~na. Y este hceho influye en un doble sentido, o mejor, los muebles son conc·ebidos bajo uwa doble perspectiva : el mueble funcional y el mueble decorativo. ·

Tiene a su disposición una serie m·ayor de recursos que le suministran los industrias suntuarias. El artesanado ·es cada vez más perfecto en sus técnicas y la industria descubre nuevos procedimientos de tejidos, nuevas t intas paro las telas, nuevos lustres o barnices

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Fig. 2 y 3

Fig. 4 y S

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para las maderas, como asimismo noue~os trátamientos del cTistal de roca, mayores posibili­dades para los metales y un abaratamiento de las piedras preciosas. Además, la gente gasta, porque la moda exige gastos; y la m'ayoría de estos gastos se utilizan en supérfluos que benefician, sobre todo, a los muebles.

A fines del siglo lXV éstos comienzan a enriquecerse con tallas y calados: pero toda­vía algunos respaldos recuerdan los ventanales del gótico flamígero, postrimer período creador del medievo.

Los muebles franFeses, conservando las formas tradicionales, buscan C'Oda vez más una decoración noatural·rsta; si bien. ya eran naturalistas los góticos de los siglos XII "f XIII, ahora se produce una independencia del espíritu nórdico de composición e interpretaC'ión de las formas naturalef, y se llega a una mayor pureza en el comercio con la naturaleza.

. Esti!ísticame~te:. ,enom~n~ndo tradici~noalment': los perío~s, podemos repetir que el estrlo Lu1s XII ex1st1o onfund1do con el OJIVal flam1gero y los ordenes greC'O-romanos; pero su tarea capital consis ió en preparar el advenimiento del estilo de la época de Francisco 1 y Enrique 11.

Interesándonos di ectamente en el mobiliario, señalenR»s que la diferencia que existe entre los muebles del redievo y el Renacimiento es la misma que existe entre am'bas ar­quitecturas: a las fin~s decoraciones de nervaduras y al bajo relieve, suceden esculturas de alto relieve; apare~e la figura humana desnuda como motivo de decoración, reempla­zando a veces con se tido de cariátide a la columna o columll'itas, y alternando otras, como C'ariátide asim~s o o repisa, como elemento terminal con otros elementos que surgen del dominio de la fa tosía (sátiros, faunos, centuaros, delfines y quimeras). Todos son elementos que se agre pn a la imaginación de un. conjunto espiritual, complementado eon guirnaldas, C'Ortonoes o pergaminos arrollados, hojas y ramas, y aún emblemas más gra­ciosos que la retorcida heráldica de la Edad Media.

El Renacimiell'to 1ranc'és no ha repetido las hojas de acanto romanas ni las palmetas

griegas servilmente, sino que ha resurgido esos dos elementos, olvidados en el medievo, mezclóndolos con Ho, s, frutos y crotescos.

Los follajes son f oncebidos siempre en forma sim'étrica, ocupando generalmente su centro una máscara o 1 una figura de la cual porten los arabescos, domina nodo el conjunto una fantasía única, e uilibrada, que es en sí misma un conjunto cerrado. Los elementos arquitectónicos se han expresado en los muebles en forma de columnas, pilastras y ver­daderos froll'tones. La línea horizontal clásica, que domina el C'Ompo d-e la arquitectura y de la urbanística e los trazados de las grandes perspectivas, trata de lograr su pre­dom'inio ya sea en la structura del mueble, ya en la ornamentación.

De Italia se imp 1rtó la moda de incrustar los muebles con marfiles y nácar, aunque

ya en las "formes" medievales nos mostraban su uso junto al metal y al esmalte, es espe­cialmen'te . durante Enrir ue 11 que abundarán estos elementos de incrustadón.

Dos trompetas entrecruzadas y ligadas por una cinta, constituyen un trofeo cuya s!gnific.aC'ión, primitiva ... ente guerrera, adopta ahora un sentido puramente decorativo; y aún, pies con garra domo soportes, pergaminos sostenidos por cintas (elemenoto éste ya acusado en. los últimos bahuts de la Edad Media) ; florones enroscados, cabezas de medu­sas, es decir, una arm nía obtenida de la conjunción que supieron· lograr estos artistas del Renacimiento entre la naturaleza y la imtaginacióno creadora.

El constante dea.,.bular de los artesanos renacentistas hizo que, al afincarse en una u otra ciudad, produje~an de inmediato los muebles del estilo del país de donde provenían, y no el cfel sitio de ofincamiell'to. Esta causal, unida a la invención de la imprenta, que Elie Faure, contrariando a Víctor Hugo, afirma que "no motó al ojival", hizo que los proyectos de un artistÓ de París fueran, por ese medio, copiados por otros de Dijan o de Toulouse; es decir, do~ razones que nos obligan a un mayor esfuerzo para determinar las características saliente de las escuelas de la época.

Sin embargo, ve os claramente que el estilo de la isla efe Francia se distingue por una gran simplicidad, por esa elegal'l'Cia que hasta hoy caracteriza a lo parisien; LOS MUEBLES NORMAN S se hicieron notar por una ejecución robusta, derivada en parte de la calidad de la adera usada el roble- menos apropiado que el nogal o el tilo, para el esculturado de icado. La ornam·entación utilizada por esta escuela pierde un poco d.~ la ligereza Y. ~1 mirmo ~iemp~ intr~~scendencia de los juegos ornamentales de la pari­s¡en, para adqu1r1r uw sentido mas trag1co.

LA ESCUELA LlqNESA, similar a la borgoñina, pero más sim'ple que ella, surge con verdadera personalidad a pesar de otras influencias que también se observan: por uno porte debemos señala 1 la presencia de elementos netamente franceses, que se destacan por ejemplo ,·en lo q e respecta a la arquitectura del mueble, mientras que en lo que se refiere a la ornam ntacióll', los lioneses han sentido el ascendiente italiano, sobre todo en el uso de las incr stociones de lo qu-a podríamos llamar trabajo m'Orisc'O, que deriva luego, mediante la es ultura, hacia un relieve.

EN BOR'GOF4A, ebido a la existencia de los centros religiosos más importantes del siglo XV: Clairvaux y Cluny, ·el arte de la talla sobre madera alcanzó un alto grado de pe1fección, sobre todo porque es en esta provincia que se conservan vivas las tradiciones de los maestros de la Edad Media. Por lo que respecto o las caruterísticas de esta escuela, debemos señalar que la arquitectura del mueble desaparece bajo una apretada decoraciów en la que predominanJ ios grotescos, las esfinges, las cariátides terminadas en guirnaldas y la pura fantasía na rolista. Los muebles pierden la gracia de los lioneses, por ejem'plo, ya que la escultura es maciza y elimina los blancos; el equilibrio de los de la lle de France tampoco lo han logra o, a no ser C'Onsiderando el volumen total del mueble, domiiYOdo generalm·ente por un rontón quebrado, ya que la vista es distraída por la profusión d'e elementos; !in embarg , en este sentido, han sabido mantener una exacta simetría en la disposición de los ele entos capitales, y cuyo juego está dado, fundamentalmente, por los cariátides y la distribución en cuachos de la ornamentación.

Finalmente, LA ~CUELA DEL MEDIODIA ha creado un estilo impersonal, en el que el juego de las influerlcias lionesas, borgoñenas e ital ~anas ha determinado un eclecticismo, no tan riguroso que n~ pueda determin'Orse claramente la ascendencia estilística. Sin em­bargo, es de señalar q~e la más importante de las corrientes que dirigen a esta escuela es la borgoñona, en lo ue respecta o la concepción ornamental, osimism'o reC'Orgada; pero en los temas utilizado es donde se manifiesta cierta independencia de esta escuela, pues el uso de las cariátide , por ejemplo, es más limitado, en tanto que los grotescos que ocu-

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pan' la totalidad de los cuadros de las puertas de los armarios, por e jemplo, son sustitu idos por escenas, que bajo lo ~nfluenda arqueológica de los ital ianos, reproducen el.eme ntos de la antigüedad clásico. Por lo que respecto al tratamiento de lo talla, lo ousenc1a del ro~le y lo prese ncio del tilo determino una m'ayor fine:z:o y suavidad en los esculturas y boto­relieves.

Tales los escuelas que orientan lo ebanistería del primP. r Renocim~ento francés. Por lo que respecto o la estructuro de los muebles, poc·o in•novoción se ha reoli:z:odo: repitién­dose en general los ele mentos tradicionales. En cambio, como ya lo ~eñ.aláramos: el uso de lo tapicería aumenta, sobre todo como elemento decorativo complem'entorio del lambris, en las paredes. Los crónicos del secret.ario de finanzas de Frandsco 1 recuerdan " Jos tapi­cerías de tela de plata sembradas de corazones y encuadrad'-l s en satín blanco" del aposento de l.a rein·a . Por su parte, ia Duquesa de Vole ntinois h izo colocar en su residencia una tapi­cería de satín viol~ta ada m'ascada con rosas amarillas grandes y peque ñas; te rciopelos verdes con armas se ven en la residencia de George D' Amboise, y el Duque de Rouans decora su mansión con tapicerías de Flandes que reemplaza en ve rano por cuero " dorado a lo

• 11 mortsco .

Vemos pues, que no sólo la talla es e lem'ento de decoración de los muebles, sino ~ue éstos comienzan a utilizar los tapices como eleme n•to complementario y ornamental. Su uso, t ímido y vacilante en el postrer medio~vo ,se irá afirmando lentamente, a medida que los telares de Flandes y los m'ismos franceses puedan responder o las exigencias de los artistas.

Visto en general este proceso, ensayemos de resumirlo, para lo cual consideremos dos grandes períodos: uno con influen•cias italianos no totalmente asimiladas, iniciado con la polítka de Carlos VIII, que ya señaláramos y que se extiende durante los reinados de Luis XII ( 1498-1 51 5 ) y Francisco 1 ( 1 51 5-1 54 7 ) , y un segundo período, durante el reinado de Enrique 11 ( 1547-1559) en el que los artistas, reajustándose o las tradiciones francesas y bajo lo inspiración del arte antiguo, crean• obras más personales . Las caracte­rísticos, sintetizados, de ambos períodos, son los siguientes :

La galería de Francisco 1 en Fontoinebleou rnouguro en Franc ia una nuevo directivo : el uso de los pinturas decorativos hermanado con los estucos blonc'Os, de color, o dorados y corr lo co;touche como elemento esc·ultórico. El estilo es un tonto recargado y el alto re ­lieve controst.a con el fino de los creac iones ojivales. En los muebles aparecen los colum'nos con los tambores ornados de arabescos que interrumpen su desnudez .

Con Enrique 11 , oporec·e lo marqueterie intensamente. Lo plumo de pájaro es un nuevo elemento orn'Omental agregado o los anteriores, junto a los qu imeras de largo cue llo, los grotescos y lo profusión naturalista. El juego de columnas aumento, como puede verse en los m·esos y en las credences de la época, donde la simple función de sostén de los mi~mos es reemplazada por un sentido ornamental. Si con Francisco 1 pensábamos err Soint Germoin, Forrtoinebleou y Chombord, Enrique 11 nos recuerda fundamentalmente el Louvre, donde se da dma al Renacimiento francés.

Pasemos ahora o urr som'ero estudio de los muebles capitales, tomando paro ello los que consideramos típicos dentro de codo especie y de codo escuela.

Los chaires, que durante los siglos XIV y XV, se transforman en muebles transportables al disminuir su tamaño. Los que conservan todavía el tipo medieval , como la de la Fig. 1, combinan su carácter de silla con e l de orco, cuya topa es el mismo asiento; el respaldo es tomado com'o morco de lo decoración , en lo que comienzan o morcar su influencia las decorocion•es renac·entistas. En es-t e tipo lo t ela está ausenta, lo que nos mueve o desto ­carlo como mueble de transición .

La tapicería incipente está señalado en lo pieza de lo Fig. 2, en b que puede notorse su uso en los brazos, conservando respaldo y asiento de madero. Además vemos como el volumen general del mueble se ha aligerado, facilitando su traslado, dándole o lo vez cierto grada y ligereza.

Lo Fig. 3 señalo un empleo más avanzado de lo t ela: ya en respaldo y asiento: a los que se fi jo m'edionte gran·des tachos dorados, que sirven, a la vez, de ornamento. Pero aún hay ejemplos, como el de lo Fig. 4 , en el que lo tela alterna con el esculturado, que en est·e caso le sirve de verdadero morco, acompañando con sus motivos los expresados por la tapice• ía, formando así una unidad. Este es, por otro porte, un poso e n el logro de lo comodidad de los respaldos, c·orrig rendo lo excesivo dureza que comporta la exclusividad de la tallo .

Como novedad del mobiliario francés ( s2 le menciona por primera vez en 1 570 ) aparece la " caquetoise" o " caquetoire". Tie ne el carácte r del m'ueble tran'sportable y su uso es casi privativo de fa mujer. Por la Fig. 5 podemos notar la ompl~tud d2 su asiento y la formo cóncavo de sus brazos, realizados así poro recibir los amplios fold'os renacen­tistas, están desprovistos de tapiz, por lo cual debían complementarse con almohadones . Como detalle interesante, que se ñalo clarom•ente lo influencia italiano, d igamos que su respaldo tiene como único elem'ento orn•omentol un pasaje abovedado sostenido por colum­nas, visto en perspectiva, redente inve nto de los pintores peninsulares.

Debemos considerar t.ambién lo presencio de un sinnúmero de sillas, sillas plegadizos; como antecedentes de nuestros muebles mecán•icos modernos, un t ipo de asiento que pe r­mitía girar sin desplazar la totalidad del mueble; celles, especies de taburetes, los bancos, usados sólo poro sentarse a lo meso, o lo que raro vez se ocerc·obon los sillas, y los esca­beles, como el de lo Fig. 6 , del siglo XVI , reolizodo en roble esculturodo en lo t écn ico de lo escuela parisién. Flores y pescados son los elemlentos usados como motivas, para cuya composición se han seguido las líneas fundamentales del mueble.

El Re nacimiento sigue la teoría de " levon·tar las mesas" yo c·onocidas en la Edad Media, pero con nuevos recursos t écn icos, como los mesas plegadizas. Sin e mbargo la mesa fija , de pequeña dimensión pued·e s·er filiada como típica de este período.

El banquete de los siglos XV y XVI exige un instrume nto apropiado que consuene con el ambiente general de riqueza en el que se desarrollo y que no poseían las tablas sobre pies móviles de la ·Edad Medio . De ahí que la permon•encia y lo riqueza -la mesa es además, un mueble decorativo a lo vez que fundonal , y llegó o ser de los más decorativos por pérdida de su funcion elemental de apoyo práctico- sean los dos caracteres innovados .

ARQUITECTU R A

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Fig. 9

F ig. 1 O

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Fig. 1 l

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Fig. 1 2

Fig. 1 3

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La construcción sigue f iendo elementalmente la misma, pero la decoración de las mesas exige una dlstribución .l~·iferente de los elem'entos, c'Omo puede versa en la Fig. 7, ew la que las patas están reu

1nidas dos a das por medio de un patín lateral; a su vez, estas pati­

nes están ligados por ur travesaño longitudinal, que en este caso sostiene una arcatura que refuerza la solidez del mueble.

Como consecuencia de la influewcia de los elementos clásicos, a veces las patas corres­pondientes al patín lateral se transforman en cariátidas, cuyo punto de apoyo inferior se pierde en un juego de telas o en una fantasía de hojas y flores. Du Cer~ou, el gran ebanista del Renacimiento, transformó los laterales, dándoles la forma de abanico y com'poniéndolos ornamentalmente, com vemos en la Fig. 8, con elementos florales.

En otros tipos, las patas se hallan reunidas en forma de cruz de San An'drés. Por lo que respecta a las dim nsiones, especialmente en la altura, siguen C'Onservando las carac­terísticas medievales .

Las cam'as sufren modificaciones importantes, sobre todo en beneficio del aligera­miento de sus formas. ~ diferencia de la Edad Media, los baldaquinos ya wo están soste­nidos desde el techo por un complicado juego de herrajes, sino que, en el siglo XV, son las columnas, C'Ontinua, ión de las patas del mueble, las que lo sostienen, como podemos apreciar en el ejemplo de transición de la Fig. 9. El baldaquino, por otra parte, en vez de disím'ular su estrucrura, favorecida por el uso de la madera, la destaca como una un·idad y motivo a la r ez de nuevas decoraciones; la sensación de unidad está realzada por la unión de los do cuerpos m~diante un dosel, asimismo en madera. La cama de la Fig. 1 O nos muestra u nuevo mom·ento de la evolución del mueble; pertenece a la Es­cuela del Mediodía y s le ubica en el siglo XVI; en ella puede notarse desde el uso d.e cariátides al de las columnas interrumpidas por estrechamientos decorados, la cornisa de remate clásica y cómo lel dosel, perdiendo la contiwuidad, se transforma en un motivo de decoración profusa, verdadero marco del propietario. En este caso, participa de la decoración la tapicería, que form'a la caja del baldaquino así como el sommier.

Finalmente la Fig 11 nos muestra una última etapa de la evolución: la cama ha perdido el baldaquino 1 las cuatro patas se elevan en columnas desnudas como recuerdo de su anterior función e sostén. El respaldo cobra, ewtonces, toda su importancia, y junto con los largueros, son 1 únicos espacios en los que la decoración se manifiesta, con lo que la tapicería de las colcl as cobra real importancia.

Sociológicamente, 'a explicación de este cambio radica en las nuevas modalidades de la vida íntim'a . La alcoba es, ahora, un sitio realmente privado durame la noche, pues ya los criados no velan, al pie del lecho, el sueño de sus amos. Esto significa que la cama puede perder la prote~ción de las cortinas que intimizabon ( ! ) el matrimonio; por otra parte, la presencia de elementos de calefacción y efe las ropas de noche, permite una elimi­nación de telas que p+ tegían del · frío de las grawdes piezas, preservadas además por los cristales, que comienza a usarse en las ventanas.

El bahut continúa a través del Renacim•iento con la misma importancia que tuvo du­rante toda la Edad M dio. En su doble función de mueble de guardar y asiento, se enri­qu-ece al principio en 1~ decoración de los paneles laterales solamente; la tapa permanece, por el contrario, casi ef enta de ornamentos. Estos expresan grotescos medallones con figu­ras humanas, caballitoS marinos, y tocfa una profusa imaginería naturalista. Al monasterio de Oluny y, por lo tanto, a la escuela de Borgoña, pertewece el de la Fig. 12, que es un ejemplo claro de cómd han perdido uno de sus caracteres, el de pieza de sentarse, en beneficio de lo puramente ornam·ental. La tapa semicilíndrica, que ya no es asiento, puede recibir una profusa cfe+»ración y las patas, que habían sido el primer motivo de su evo­lución a fines de Medí vo, de acuerdo con las tendencias estilísticas borgoñonas, son exal­tadas, exteriorizadas, t ansformándose en cariátides. Este ejemplar aclara, por otra parte, algo de lo que dijimo sobre el concepto de distribución en cuadros y el repartimiento simétric'O de los moti :os ornamentales, típico de Borgoña. Las dressoirs, que eran más bien muebles de lujo ~ue funcionales, adquirieron, a partir del siglo XV, gralt. im'portancia por su uso ew los banq~etes. Sólo las dimensiones generales han variado y los motivos orna­mentales, bajo el abs~ruto ascendiente efe la mencionado escuela borgoñona. Los de esta escuela los separan netamente en dos cuerpos, transformando la parte superior de estantes, en un verdadero armario con puertas y cojones, mientras la parte inferior sigue sielfdo calada, apta para la xposición. En su concepto funcional se asemejan a nuestros apara­dores, verdaderos mue les de guardar.

Los armarios, que constan de dos cuerpos superpuestos, poseen, en cuanto a su deco­ración, los m'lsmos ele ewtos ya comentados, pero en ellos, el remate superior del mueble está realizado por un frontón quebrado que enmarca una hornacina en la que está de pie, un desnudo escult rado, como el de la Fig. 13. Es en este tipo de mueble donde ha impreso más netamente su sello la escuela borgoñona, ya que es en ellos donde se da un mayor wúmero de superficies para decorar. Los dos miembros del mueble están perfect.:a­mente diferenciados no sólo por las dilriensiones en alto, sino porque el cuerpo superior es más estrecho, mientras el inferior destaca más netamente su función de sostén con la presencia, innec-esaria

1o veces, efe columnas o de cariátides. La fuwción de mueble de

sostén, cuando combina con el repertorio del comedor, se logra mediante un retiro de lo parte superior, librand~1 una superficie recubierta ·a veces con mámoles, o bien distanciando am'bos cuerpos en alto y creando de esta manera uw vacío para apoyar los objetos de uso o de exposición. Es d señalar que estos muebles han concentrado el interés del escultor solamente en su parte anterior, mientras que los paneles laterales reciben un mínimo de tratamiento, con lo que se ha llegado a veces, a su colocación ew ángulo, adoptando en­tonces su planta esta estructura.

Si quisiéramos destacar más el carácter de los muebles franceses del Renacimiento, podemos decir que pierden el aspecto austero y varonil de la Ecfad Media, para refinarse feminilm'ente, con el afinamiento de sus formas y la sensual complicación de sus curvas. Ganaw así en delicade~a y espiritualidad, acomodándose a las funciones cacfa vez más so­ciales que deben cump,ir, en un momento en que los hombres claman más por la natura­lidad de la vida, tornó dose más y más CO~Jtplicacfos y atados a las buenas m·aneras, a ese "savoir faire" que cul inará en la sociedad dieciochesca de los Luises.

A RQU I T ECTURA

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LEMA: «FORMA Y FONDO»

Es la vivienda humana, e}em.plo solidario;

Mente del arquitecto, primor del operario;

Cariño del hogar, intercambio de dones:

Separados no están manas y corazones,

Pues la fuerza de unos en los demás se basa

Lo mismo que los muros que sostienen la casa.

Aquí la dicha es fácil, es el dulce heroísmo

De hallar en dicha a}ena, la. que busca uno mismo.

Cuán noble es el trabajo, si a otros beneficia.

Al dar, mas se recibe, igual que en lft caricia!

Por eso cuando unidos en la mesa tendida

Cual premio de ternura, la cen(t es compartida ;

El niño dejct el libro, después de los deberes ;

El padre l ft herramienta, Ut nuzdre los quehaceres,

Y el pan que el hombre gana y la mujer reparte

Hace al amor visible, como la flor o el arte!

La labor de ese día se comenta y conmueve

Más que un cuento narrado, de noche, cuando llueve.

Qué importa que haya frío y hay(t sombras afuera,

Si dentro de la casa da el ctmor primavera.

Qué bien están los muros, el perro, los retratos,

El florero en la mesa y la sopa en los platos.

Tod.os bajo una lámpara que sonríe en el techo,

Se dicen lo que han visto, repiten lo que han hecho.

Todos, de la f ftmilia, van haciendo la historia,

Honrando al apellido, que es del hombre, la gloria. Hablan de los amigos, se nombra unct maestra,

Y un alma que está limpia, como el mantel, se muestra.

Después sueña el jardín y el hogar, en sosiego!

¡Mañana otra caricia lo encenderá en el fuego!

H UM B E RTO Z A RRILL 1

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a • de iui~ndas

El propósito del Estado de dar a las clases modestas de nuestro país, por intermedio del Instituto Nacional de Viviendas Ec·on·ómicas y de acuerdo con un imperativo ineludible de solidaridad social, vivienda sana, decoroso y baroto, está felizmente en plena marcho. Eso obro no se ha detenido ni se ha limitado, sino al contrario, su acción sa encuentro en amplio desarrollo y por prim'ero vez en lo historio del país eso acción se ha desbordado de los límites de lo capital solien•do de ello poro extenderse en el interior de lo República y llevar, c·on premura, los primeros reol~zociones que deben iniciar o satisfacción improrro­gable de necesidades verdaderamente angustiosas.

Se han comprendido los magníficos consecuencias que aportan al conjunto de lo sociedad humano el levantar el plano del bien•estor d'e las clases mod·astos obteniendo que coda familia vivo en los límites de su so.lar, disfrutando de lo grato autonomía, que es condición indispensable poro que lo vida seo en el hogar, feliz y ploc·entero, desarrollado en el jardín propio, delimitado y seguro y en lo cosita modesto pero limpia, sano y con­fortable.

Lo tranquilidad, lo holgura de espacio, y lo conven·iente independencia de lo familia, en su sede swmple, pero agradable, aportan por modo seguro lo satisfacción de vivir, que constituye la condición básic'o ,de un pueblo feliz.

Es dando o los hombres de trabajo hogar digno y decoroso y al alcance de sus posi­bilidades, cómo se construye un·o sociedad en que todos los categorías enlozan y adoptan ormón•icam·ente, facilitándose un c·onvivir exento de reclamos y de rencores y propicio poro lo felicidad de todos, pues nado hoy en lo vida que el hombre estime de más valor que gustar lo dicho de ver o los suyos transcurriendo su existencia en lo formo y en el medio compatibles con lo verdadero dignidad humano.

Aumentar siempre y generalizarlo, llevando a todos quienes la necesitan, lo con­quisto de ese mínim'um esencial de su derecho o la vida, dar a las familias modestos la posibilidad de gozar del benefkio in•estimable de una viviendo simple y claro donde con­vivir o pleno aire y con decoro, es la intención de la Comisión Honoraria del Instituto de Viviendas Económ~cas .

Buscar paro los niños la vida en uno moral inocente, exenta d'e promiscuidad y de desdoro; favorecer, en los barrios que construye, lo vida colectiva en un· medio mejor y más tutelado, ofredendo calles buenas y limpias¡ jardines propios, floridos; pequeños huertos simples y de buen aliño; juegos para los niños en la seguridqd y en la buena higiene¡ cola­boración con el beneficiario aconsejándole el buen uso y disposición m'ás acertados de las vivien•das y asistirlo en otros aspectos sociales muy interesantes, que se presentan como consecuenda de la ohro mismo, que es su base y fundamento, y es objeto de su principal . , preocupac1on.

22

.. •

ARQU I T E CTU R A

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fn la procura de tol conquista, el Instituto Nacional de Viviendas Económicas ha construido o tiene contratada la construc'Ción de 1859 viviendas; un salórr de actos y B¡blioteca Pública; dos casinos; una policlínica; cinco salones para venta de artículos de primera necesidad distribuidos en diferentes barrios. Además algunas plazas de esparci­miento o destinadas para educación' física.

Dado que el porcentaje medio de habitantes por viviend'a es en sus barrios de 5,4, resulta que por la obra del Instituto se h~ podido brindar hogar higiénico, apropiado y barato a casi 1 O. 000 beneficiarios.

Al efecto de que pueda apreciarse la amplitud y alcance de esa atción, establecemos g continuación un cuadro d'e las viviendas construidas y la nómin•a de las poblaciones en las cuales han sido levantadas:

DEPARTAMENTO DE MONTEVIDEO

BARRIO N." 1 Av . Carlos María Ramírez y Chile,

CERRO. 1 84 viviendas. 2 viviendas adoptados poro lo po­

I iclínico. 1 salón de actos y biblioteca pú­

blico. 1 soló!1 poro negocio con vivienda

anexo. Construido. BARRIO N." 2 Camino Cibils y prolongación calle

Holanda, CERRO. 1 04 viviendas construidos. 21 viviendas en construcción. Proyectado: Salón de actos y re-

fugio espero poro ómnibus. BARRIO N ." 3 Oalle Campoamor y Gurméndez,

UN ION. 89 viviendas. 1 salón poro artículos de prime­

ro necesidad. Construido. BARRIO N." 4 Prolongación calle Chile y CamiiYO

Boyada, PANTANOSO. 62 viviendas construidos. 1 Casino anexo, construido.

BARRIO N.o 5 Calle Julián Laguna y Carlos de la

Vega, NUEVO. PARIS. 11 O viviendas. 1 salón de ventas paro artículos

de primero necesidad, con viviendo anexo. Construido. BARRIO N." 6 Oaminos Mendoso y d e las lnstruc·-

• c•ones. 32 viviendas. 1 Casi no anexo. Construido.

AR QU I TECTU R A

BARRIO N." 7 Calles Ascasubi y E. Romero, LA

TEJA. 97 viviendas construí dos.

BARRIO N." 8 Caminos Cibils y Sanfuentes, CE­

RRO. 82 viviendas. 1 salón de vento de artículos de

primera necesidad y viviendo anexa . Construido.

BARRIO N.o 9 Camino Industrias y 20 d e Febrero,

1 51 viviendas. VILLA ESPAROLA. 1 salón poro negocio y viviendo

anexo. Construido.

BARRIO N.o 1 O Camino Industrias e Himalaya , VI ­

LLA ESPAROLA. 64 viviendas. Construido.

BARRIO N." 11 70 viviendas. Construido.

VIVIENDAS INDIVIDUALES (Ü;mstruídos poro promitentes com­

pradores fuera de los barr ios organizados)

148 construidas.

Además se debe construir un nú­mero no determinado de viviendas de acuerdo o lo Ley 24 de Octub re de 1944 en el Pueb lo Victoria l) en sus inmediaciones, Ley por lo cual se destinno $ 300. 000. OO.

Existen también sumos que resul ­tan ael saldo de los fondos de la Ley 1 5 de Setiembre de 1939, que se destinarán o levantar viviendas sobre terrenos cuyo expropiación se ho ~ la en trámite.

DEPARTAMENTOS DEL INTERIOR'

ARTIGAS

Oiudad de Artigas.

30 viviendas sustitutivas de las viviendas existentes en zonas inun­dobles (Ley 8 de Moyo 1942), con­tratados o inicia rse.

Número no determinado de vi ­viendas a construirse por Ley 15 de Setiembre 1939, con uno inversión de $ 90.000.00.

Número no determinado de vi­viendas o construirse por Ley 24 de Octubre de 1944. Inversión, pesos 240. 000. OO. Bella Unión.

A constru irse, yo contratadas, 26. viviendas, sustitutivos de viviendas existentes en zonas inundables, Ley 8 de Mayo de 1942.

CANELONES

En construcción, 50 viviendas sus­t itutivas de las viviendas existentes en zonas inundables, Ley 8 de Ma ­yo de 1942.

En construcción, 28 Ley 1 5 de Setiembre de

CERRO LARGO

viviendas, 1939.

Construidas 34 viviendas, sust i­tutivas de las viviendas existentes en zonas inundables.

A constru irse, núme ro no deter­minado, según Ley 15 de Setiembre de 1939. Inve rsión $ 90 000 OO .

Se tramita lo expropiación de te­rrenos .

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DURAZNO

Const ruídas 34 viviendas, sustitu­tivas de las viviendas existentes en zonas inundables.

A construí rse un número no de­terminado aún con fondos de la Ley 15 de Setiembre de 1939, con una inversión de S 90. 000. OO.

Te rrenos en trámite de expropia-. ' cton.

COLONIA

Juan Lacaze Contratadas 20 viviendas según

Ley 15 de Setiembre de 1939.

FLORIDA

Construídas 22 viviendas, Ley 1 5 de Set iembre de 1939. FLORES

En construcción 22 viviendas, Ley 15 de Setiembre de 1939.

LAVALLEJA

A construirse número no determi­nado, Ley 15 de Setiembre de 1939.

1 nve rsión o efectuar, $ 90. 000. Adquisición de terrenos en trá­

mite.

MALDONADO

Maldonado Const ruídas 22 v iviendcs, Ley 1 5

de Setiembre de 1939.

Aiguá

Contratadas 1 O viviendas sustitu­tivas · de las ~~ iviendas existentes en zonas inundables.

PAYSANDU

Construída · 42 viviendas, Ley 15 de Setiembre de 1939.

Construídas 28 viviendas, sustitu­tivas de las ~ iviendas. existentes en zonas inund bies. Ley 8 de Mayo de 1942. RIVERA

A constru ir¡ un número no deter­minado aún de viviendas, Ley 1 5 de Setiembre 19139.

Inversión d efectuar, $ 90.000. TerrenJ e~ t rámite de adquis i-

. . CIOn.

ROCHA En construqción 28 viviendas, Ley

15 de Set iembre de 1939.

RIO NEGRO Fray Bentos

En const ru ·ción 16 viviendas, Ley 1 5 de Set ie bre de 1939.

SALTO

Contratado 26 viv iendas, Ley ¡ 5 de Set iembre 1939.

Const ruídos 1 O viviendas sustitu­tivas de los t ivie ndos existentes (•n zonas inundaoles, Ley 8 de Mayo de 1942.

Autorizado lo construcción de 30 viviendas má • de este t ipo.

TACUAREMBO

Tacuarembó

En const rucción 20 viviendas, Léy 15 de Setiembre de 1939.

En construcción 24 viviendns sus­t itutivas de las viviendas ex iEten tes en zonas inundables.

Paso de los Toros

En construcción 12 viviendas sus­titutivas de las _viviendas existen tes en zonas inundobles .

SORIANO

Cont ratados 22 viviendas, Lzy l 5 de Set iembre 1939.

Cont ratadas 12 viviendas sust itu­tivos de las viviendas existente;-: e n zonas inundables.

S'AN JOSE

A licitar 22 viviendas, Ley 1 5 de Setiembre de 1939.

A construi r número no deter:nt­nado aún, sustitut ivos de los vivien­das existentes en zonas inundo bles, sobre terreno en trámite de exprc-. . ' ptOCIOn.

TREINTA Y TRES

Construídas 34 viviendas sustitu­tivas de los v iviendas existent.;s en zonas inundables.

En licitación, 21 viviendas, Ley 15 de Setiembre de 1939.

Como puede verse, el Instituto Nacional de Viviendas Económicas, ha llevado su obro a todos los ámbitos del pa ís y cada uno de los Departamentos de la Repúblic-a tendrá la parte que ha podido serie asignada.

24

No obstante, puede decirse que la tarea apenas ha sido iniciada, pues la parte que queda por hacer es enorme.

Esperamos que con la aprobación de la Ley actualmen'te a estudio del Parlamento por la cual se adjudican al Instituto $ 20 . 000 . 000 . 00 con destino a los fines para los Cll~les fué creado, dará a su acción un impulso ~eneficioso y oportuno y lo pondrá en condiciones de satisfacer, en una medida importante~ la nec·esidad angustiosa de vivien'da higiénic:a y barata que sufren las clases más modestas del pa ís.

ARQU I TECTU R A

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A RQUITECTURA 25

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L A e A S A LEMA: «EL VERSO ES MI NARDO»

Este es mi cielo y esta luz es mía. Míos son este ai e y este viento. -Soy dueño de la noches y los días, con el trabajo, lr pasión y el sueño. Esta mi cctsa y , n mis hijos anda rica, mi sangre; como en fuente nueva. Si florece un }a~mín, la flor de plata me pertenece, C(j)mO todo en ella. Este es mi nidol con la paz segura por el amor con que lo cuide y quiera. Si aullan .lobos · n la calle oscura, tranquilo estoy ras la cerrada puertrl. La. casa mía, du ce reino mínimo, es mi universo sobre el mundo inmenso. ~1 e jo res son lu¡z

1í; ei pan y el vino. El descam;o es a uí, gustoso y bueno. Los ángeles cust dios la protejan y nos vigilen la pequeña casa, para que sea siempre fortaleza y siempre tenga la divina gracia.

J U A N A D E i lB A R B O U R 0 U

,

ARQUITECTURA

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TE M A :

"'EL CENTRO MUND IAL DE LA FRATERNIDAD HUMANA"

Después de tanto lucha cruento, queda entre las genera ­ciones que están prestos paro la etapa de madurez1 una tremendo perplejidad, una infinita angustio, y también una rebelión idealista, porque todavía en el fondo del almo hu­mana no puede extinguirse la esperanzo en un mundo más justo, más libre, más armoniosamente estructurado.

No parece tan posible que seo la inte ligencia humano, lo que pueda orrivor o ese ideal si justamente con los crea­ciones de eso inteligencia se vuelven a repetir los hechos que lo han hecho pasible de todo desdén . ,

Se admite que una esperanza puede quedar en los hom­bres que se han sentido profundamente sobrecogidos por las t ragedias act ua les, y es la esperanzo de encontrar otras vías que los de lo polémico y la guerra para el triunfo del derecho humano o morar y a andar sobre lo tierra.

Es prec iso fomentar entre los seres la posibilidad de un retorno a la sencillez, al ascetismo, a la tolerancia, a la exaltación de la persona humano, a la autenticidad de su impulso creador, paro emanciparse de ilógicas teorías de mando o de las organizaciones tutorioles que terminan en la más vulgar pasión de dominio, exaltado por la más mo­derna forma de explotac ión dé la credulidad: la propagando.

Aquellos posibilidades que pueden cristalizar/ si grupos se lectos de todos portes del mundo, comporten lo ideo de delegar en hombres de total probidad, de infinito bondad, de honda cul tura, de elevado imaginac ión, de resistencia o la propagando oral o esc rita, lo toreo de conducir uno inst itución mundial o lo cual se llega ría con fervor de pe­reg rino y no con blandura de turista .

ARQUITECTURA

Eso institución tendería o la revalorización de lo esencia de la vida colectivo que es e l sentimiento de fraternidad.

A tal fin se erigiría el Centro MuncZial de la Fraternidad Humana.

Este Centro estaría ubicado entre se rranías/ o en Costilla, o en el Apenino o en los Pirineos, en cualquiera de los tres países mediterráneos de viejo culturo.

El terreno, en fuertes desniveles y plataformas, insumi­ría 30 hectóreos máximo, en proyección horizontal, limito­dos por un rectángulo de 600 por 500 metros.

Este terreno de se rran ías, en los primeros estribaciones de lo alto montaña , contendría por~es á ridas, portes bos­cosos y emergería de un valle muy cercano a é l donde exis­ten aldeas o caseríos, o suburbios de uno ciudad de mediana población que conserva tota lmente uno tradición arquitec-

, . tOniCO.

Esto ciudad es de estructuro fluvial y al mismo t iempo centro ferroviar io y de rutas camineros y aéreas. A esta ciudad se llego fácilmente desde todos los puntos del mun­do. Ello es/ pues/ el centro internacional de hospedaje de los

• peregnnos. El Centro Mundial de la Fraternidad Humana, situado en

la serranía vecino o esta ciudad, se divisaría de todos los puntos de ésto y constituiría un núcleo divisable desde la vega, pero no dist aría del centro de la ciudad/ sino pocos minutos de distancia, por vehículos o vehículos y funicu lar.

Estaría ubicado o cota no supe rior o 600 met ros del em-p lazamiento de la ciudad, y la composición comprendería :

1 l Centro de llegada y reunión (bajo o alto). 2) Centro histórico. 3 ) Instituto de Lenguas. 4 ) Museo del Hombre. 5) Zona de Peregrinaje y Templo de la Esperanza.

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DETALLE 5) ZONA DE PEREGRINAJE 1 ) CENTRO DE LLEGADA Y REUNION (BAJO O ALT0) 1 Y TEMPLO DE LA ESPERANZA

a) Una explanada con cobertizos y huecos en la mon­taña para garaje de vehículos y peregrinos pudiendo situarse una estación funicular.

b) Un gran refectorio con cocinas y un gran dormitorio colectivo con baños. Además 50 habitaciones con baño privado.

e) Un hall de reun ión. d ) Una pequeña administración.

Esta zona comprende un gran atrio, o gran altar, o gran patio, y un templo. En cualquiera de ellos, o en am­bos, se erigirán símbolos recordatorios de los grandes pen­sadores poi íticos, no políticos, creadores de teorías, altas figuras conductoras de colectividades por el camino del bien, grandes figuras históricas.

(El conjunto no tiene el carácter de hotel. Los hoteles están en la ciudad.)

El Templo de la Esperanza debe ser una composición techada.

NOTA: La composición debe poderse recorrer a pie y vehicularmente, sin que los vehículos entren demasiado en los diferentes centros. La correlación peatonal debe distin­guirse claramente en la composición, a la que podrán incor­porarse múltiples jardines. Podrán implantarse ascensores.

2 ) CENTRO HISTORICO Cuatro grandes museos de historia comparada, con salas,

galerías y dependencias, servicios, administración, salas de estudio; mostrando la actividad creativa y destructiva hu­mana, los resultados espirituales, efímeros y permanentes del vivir humano. En todas las partes se preverán las dependencias y servi­

cios usuales. 3 ) INSTITUTO DE LENGUAS Comprenderá una gran biblioteca, veinte salas de estudio,

cuatro aulas para conferen:ias destinadas al perfecciona­miento del conocimiento de las lenguas formativas de los idiomas importantes, y un patio para la orator ia. Servicios administrativos y dependencias.

Arquitectos que integraron el Jurado

Leopoldo Carlos Agorio Mauricio Cravotto Julio Vilamajó

Aurelio Luchini Leopoldo Carlos Artucio Antonio Pietropinto Mario Muccinelli

4 ) MUSEO DEL HOMBRE Rodolfo Vigouroux Juarr Antonio Ríus Un gran museo compuesto por grandes salas, por galerías

superpuestas o en extensión, formando un conjunto donde cronológicamente se pueda observar el proceso de la evolu­ción humar.a y de la evolución de la obra creativa del hombre.

Otorgado por unanimidad.

CONCURSO GRAN PREMIO 1945

Prueba final: dnco meses, sobre esquicio de cuatro días

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' .. ' ... ' .

EL CEN1,RO :\lUKDIAL D LA PHATERKIDAD Hr~L-\XA

El hombre: una creación suTlT'Ll"At'·""·

La arquitectura por y para el Pero. ¿, hacia qué hombre se Ynelca nuestro esfuerzo.

El hombre de hoy no S3 be t fe en las cosas no vistas. . . no sabe espe-rar ... no sa bt> creer en el poder del ien y de la cooperación, que es fraternidad.

Una vida qne no ha sabido vi lo ha llevado a creer ·en {'"'l poder ab:so-luto de su razón, relegando seníi~u.~·"·P· tos; a cre·er sólo en el estudio objetin> de los hechos, ueg.sndo modos reales Uegar a la ciencia.

Por esos caminos. nuestro hom de ho~- no ha conseguido un mundo me-jor; en mecljo d·e su perp1ejidad .'· u angu~tia, es lnz tan solo. sn esperanza idE>al ista.

Que mediante la recuperación r eencontrar su c.3mino.

Que vea la tierra y el úelo. ele la Yida, se somete a las emocion hombr-es, apoyado en ·e;~a tierra y llegado a él.

La realización de un progra1 una esencia de la vida cole·ctiva, cu un alto ·en la carrera d·e la razón prensión de que, ni 1.3 Bondad, ni , . mee a meas.

Que en nuestra composición. ra11cia, a la sencill-ez, al ascetismo.

e los Yt>rdaderos Yalore.s, pueda el hombre

' fel iz. si r ecuperando ·E'l primitiYo s~nticlo que nac·en de su ('Ontacto con los demás

irando ·ese cielo ... la frM ernidad habrá

tendiente a la verdadera y.::tlorización el~ es el sentimiento de fraternicl:td, impli.::a

ncontrolada por el sentimiento ~- la com-1 Amor. ni Dios, se justificarán con ]p~·es

cnentre el hombre nn retorno a la tole-

Se requiere entonces, un ~Sitio g ográfico donde la naturaleza , al mostrarse en su tremend.a magnitud frente al mbre y sus realizaciones, pueda. evid-en-ciando la pequeñ-ez de su materia hi.ante frent-e a la materia eterna, inspi-rarle los sentimientos propicios. e illa puede ser el lugar.

Llevemos al hombre a I.as pr· ........ as estribaciones de la alta montaña , leYan-tado sobre la ciudad y la aldea; ·entonces tan sólo el valle y el río que por él serpentea, y sentirá a sus espal , la montaña inmutable . .. Ahí el hombr~ habrá adquirido su propia escala.

Nuestra composición, tomará a hombre como módulo v lo tomará a esa ~

esc.:lla . Pa-ra,ie y arquit ctura para ese hombre

Arquitectura sobria, como impres,ci"ndible modo de armonizat· con su paraje y una forma ele vivir. I.~as ideas eastelhno son ro·~a, que el tiempo no ha podido desintegrar, porque dentro ella se encierra un modo de sentir; por eso exige una .arquitectura que, r enraizada a su tierra fuerte, sabrá de sobried.ad.

Continúo l'n la pág :51

ARQUITECTURA

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ARQU I TECTURA 29

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N un volumen poco mayor de unas doscientas páginas, ~1 autor nos proporciona interesantísimos datos sobre

250 alarifes y maestros en toda clase de oficios que han desplegado sus actividades en e l Virreinato .del Perú. Y, to­davía hay que tener en cuenta que esos 250 artesanos sólo representan una mínima parte de los cinco mi l nombres de técnicos y hábiles obreros cuya actuación pudo comprobar el Arq. Harth - Terré, después de prolijas y pacientes in­vest igaciones.

En esta bella obra desfilan representantes de todos los gremios afines con el arte de la construcción. Háb iles ar­qui tectos como Francisco Becerra, Alonso Beltrán, Juan Martínez de Arrona , Constantino de Vasconcel los, Juan Miguel de Veramendi, Santiago Rosales, etc. Maestros can­teros de la talla de Gil López, Antonio Lorenzo y Juan del Corral. Tall istas eximios eran Pedro Vózquez de Zamora, Mart ín Alonso de Messa, Pedro de Noguera, Asensio de Salas, Diego de Aguirre, etc . Se destaca ron como pintores de gran mérito Mateo Pérez de Alessio, Angelino Medoro, Pedro Pablo Morón y Martín Alonso de Messa. Por último, alcanzaron gran reputación como orfebres y fundidores de campa·nas, Miguel Morz illo, Juan Ruiz, Juan de Ribas, Ser­nardino de Tejera y Francisco Meléndez.

Harth - T erré nos transporta a los primeras años de la capi tal peruana; es la época en que Juan Meco, el primer alarife · que hubo en Lima, deslindaba solares cobrando cua­tro pesos por solar. Pero, en aquellos tiempos con eso suma se pagaba un mes de alquiler o se adquirían treinta libros de pon.

El primer horno de ladrillos lo estableció Juan de Graja­les, vecino a quien debe mucho Lima, pues construyó el techo de la primitiva iglesia de San Francisca, estudió y trazó las acequías, huertas y chacras de la ciudad y, por último, determinó la medida agraria " fanegada" que toda­vía está en uso, a pesa r de la obligatoriedad del sistema métrico decimal.

La primera " Igles ia Mayor" --catedral desde 1 541-era un pobre e insignificante edificio que tuvo que ser demolido en el año 1 544. La segunda catedral, ya más suntuosa que la anterior a pesar de sus muros de adobe y techo de "mangles", duró bastante más de medio siglo o seo hasta el año 1604.

En 1572 se inició la construcción de un tercer templo, de acuerdo con las trazas dadas por el a rquitecto Alonso Beltrán, pero lo grandiosidad del proyecto impidió su eje­cución siendo necesario suspender los ob ras y demoler lo ' ,, ya hecho cuando los pilares alcan:z.aban a tener dos esta-dos" de altura .

El virrey D. Martín Enríquez de Almansa ( 1581 -1 584) llamó a Lima al célebre arquitecto extremeño Francisco Becerra, el cual a la sazón se encontraba en Quito. En Abril de 1 584 prepara los planos de una nueva catedral cuyas obras recién pudieron iniciarse en el año 1 598. Con todo, debe haberse trabajado con cierta actividad, pues en 1604 se pudo inaugura r una mitad del nuevo ed ificio , o sea la parte comprendida entre el ábside y el ·cruce ro.

Recorriendo las páginas de este libro nos damos cuenta de la gran importancia que adquirió, durante el coloniaje y en él antiguo imperio incaico, el gremio de entalladores de modera . Hasta el primer terc io del siglo XVII se man­tiene ~1 · espíritu clásico del renacentismo quinientista como lo comprueban las obras de Pedro Vózquez de Zamora, Martín Alonso de Messa y Juan Martínez de Arrona.

Pedro de Noguera, notable maestro catalán, empieza a animar sus composiciones con cierto marcado barroquismo. Es el autor de la famosa si llería de coro de la Catedral de Lima,· la que motiva los siguientes párrafos de Harth-Terré: " Pedro de Noguera comenzó por destacar valientemente sus figuras del fondo que las soporta. Las cabezas y los extremidades son exentas y la luz y la sombra los rodean y juegan en el espacio libre dándoles más vigor . y movi­miento'. La obra de Noguera, así, no queda ya en el dibujo, si no que pasa a lo escultura, y los entolladores que lo seguirán se sent irán alentados en conquistar para sus figu­ras el espacio con todos sus contrastes" (Pág. 143 l.

Después de Noguera - fallecido hocia 1660- continúan el impulso barroquista Asensio de Salas ( 16 12- 1669), Diego Agnes, Tomás Aguila r y, especialmente, Diego de

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Agu irre. Todos ellos labraron magníficos retablos, taber­náculos, crucifijos, si ll erías de coro, etc., que, en su ma­yoría, fueron destruidos por el infausto terremoto de Octu­bre de 1687. "Y la pobreza amainó el impulso pero no redujo por cie rto el ánimo. Sobre las ruinas de la ciudad volverían a reconstruirse los palacios, los iglesias y las cosos solariegos con sus golas, sus pinturas y tallas. De entre los escombros se recogieron los piezas enteras; las que podían utilizarse en las sillerías y retablos, púlpitos o coros, o arte­sonados y con arte y moño - imperando la pobreza- se fué reponiendo lo caído" (Pág. 131 l.

El siglo XVIII no parece haber sido ton brillante cnmo el que lo precedió. Eso centuria sufre el contragolpe del sismo de 1687 y, además, los fatales consecuencias de otro temblor que destruyó, casi enteramente, a Limo en 1746. Con todo, se presiente un cambio profundo en la evolución artístico. Durante el primer tercio del siglo XVII I, es perceptible un renacimiento de lo mudéjar, pero, a me­diodos del mismo siglo, se impone lo presencia del célebre virrey Amot que " lleva el cauce de los estilos por uno senda a francesada, sin que sin embargo, todo ello no deje de trasuntar un aire limeño definido y franco: portadas, ven­tanos y balcones nos dan la muestro. Es un estilo liviano y fresco, endeble en su construcción, pues se modelan las nuevos formas con lo caña y con el yeso" ( 1 l .

Tampoco fueron descuidadas los obras de urbanización. Miguel Morzillo funde, en 1578, la "sobretasa" de lo pri ­mera fuente público que hubo en Limo, lo que, en 1650, sería sustituida por lo actual, obra de los hermanos Anto­nio, Bias y Francisco Ribas.

Las maestros conteros Gil López y Antonio Lorenzo cons­truyen el puente del río Poscomayo (Choncay) . Según lo troza preparado por los citados maestros, el puente debía ser de "cuatro ojos con tres pilares sobre los que carguen k:>s a rcos redondos". Esta importante obro de ingeniería fué llevado o cabo durante el gobierno de D. Franscisco de Toledo, conde de Oropeso ( 1567-1580).

Entre 1608 y 161 O, Juan del Corral, " Maestro Mayor de Reales Fábricas", construye sobre el río Rimoc, un her­moso puente de piedra, en reemplazo del que fué construido en ladrillo durante el virreinato del marqués de Coñete ( 1590-1596) y que se derrumbó por efectos de una cre-ciente, en Marzo de 1607.

Hoy un capítu lo dedicado o los azulejos y parece fuero de dudo que este material decorativo era conocido, en el Perú, desde los primeros tiempos de lo conquista. Yo la segundo " Iglesia Mayor" de Limo, cuya construcción ini­ciara el arzobispo D. Jerónimo de Looyzo, al promediar el siglo XVI , tuvo zócalos y arrimaderos de alicatados sevilla­nos labrados a la manera mudéjar.

Es muy conocido lo leyendo relacionado con los azulejos donados por doña Catalina Huanca al convento de Son Francisco de Lima : sólo fué capaz de armarlos un reo pró­fugo llamado Alonso Godí nez ( 2 l , el cual obtuvo el per­dón, en mérito a la habil idad desplegado en su toreo .

A mediados del siglo XVII se establecieron importantes fábricas de azulejos, llegando hasta nosotros los nombres de algunos de los más afamados ceramistas de lo época colonial, entre ellos, Diego Díaz, Pedro Cornejo, Eugen io Díaz (hijo de Diego) y Juan del Coral (3).

1 ,r.

Esta importante industria desapareció con e dominio hispano y, en el siglo XIX, se perdió la costumbre de usar el azulejo como elemento ornamental.

Conviene tener en cuenta que muchos de los artífices citados por e l Arq. Harth - Terré en su enjundioso estudio, no se limitaron a ejercer su profesión solamente en Limo, sino que no pocos de ellos se radicaron durante largas tem­poradas en el Cuzco, y, aun algunos no se movieron de esta ciudad o de otra s urbes del virreinato .

Así al azar citaremos a Juan Gutiérrez, Luces Quispi y ' ·Pedro de Zúñiga que intervinieron en las obras de la iglesia

cuzqueña de Santa Clara. Juan Miguel Veramendi y Juan Correo, entre 1 560 y

1 571, levantaron gran parte de la segunda catedral de Cuzco. En cuanto a la tercera , o sea, la actual, es ob ra de Bortolomé Correa, quien lo habría iniciado o princip ios de l siglo XVII.

ARQUITECTURA

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Fuero de los dos grandes ciudades peruanas podemos agrega r los nomb res de Toribio de Alcaraz, P. Je rónimo de Villocorri llo, Gaspar Báez y Bernardino de Avila, que dirigieron importantes obras en Arequi po , y el del alari fe mestizo Sebast iá n Quimichi, que dejó huellas de su prob i­dad profesional en Huomanga (hoy Ayacucho ) y en An­dahuaylos.

Es indiscutible que lo nueva producción del erud ito e infatigable investigador perua no - de lo cual hemos hecho un suc into resumen- va o ser de gran uti lidad po ro los estud iosos en gene ral , que , gra cias o e llo, podrán fo rmarse uno ideo bien defi nida del a mbiente a rtístico reinante en el Perú mientras duró e l largo período de tres sig los de domi nac ión española .

J . G.

< 1) Lo~ clesYastadores terremotos de 160!), 1678, 16S7 ~-17-! G. habían de tetmina clo e l abandono el e las bó,·edas e~ t e­l·eo t6m icas, de piedra o d e ladri ll o. En un principio se Yol­\'i ó a las bóved~s ner vadas d e gusto gotic ista p or con.8i­fl prarla ~ más fl exibl es y rneno~ expuestas a d errumbe::;. Pero. de~pués d el s ismo d e 1746, no se construyeron otra•s bóveda~ que l a ~ formadas por ce rch as el e madera. y -cañas "de Gua­yaquil" , r ec ubriendo todo t:on hano o yeso. Este procedi­mientn hizo escuela y se puede decir qu e una gran vart t­rle Lima Yirreinal está construida así.

(2) Otros lo ll a man · Ped t·o Godín ez. en X o tien e nada que ver con e l mae.stro eante r o q u e

('On~truy6 e l puente sobre río Rima <:. Se trata cl f' un ~imple homóni mo d el mismo .

LA Guerra Mundial de 1939-1945 ha tenido la virtud de acercar considerablemewte a las dos Améric'as. Los

sudamericQnos cuya Mec·a ·antes de 1939 por lo general era París- debido a las nuevas circunstancias se dirigieron con preferencia a Nueva York, Wáshington, Filad·alfia, Chicago, Boston y aun a Miami y San Fran'cisco. De ahí que se haya despertado entre los arquitectos, que tuvieron la suerte de pod·er visitar la grandiosa nación septentrional, una m·arcada afición por la arquitectura estadounidense.

Algunos regresaron entusiasmados con los rascadelos y han vckado su admiración en m~uy interesantes confe-

. b 1 t . 1 "h " renc1as so re ese tema; a otros os encan o e ome americano, así como tampoco faltan' los que se hayan deslumbrado ante las fantasmagóricas arquitecturas de los "estudios" de Hollywood, o con los inmensos estableci­mientos iabraes que cubren muchas. hectáreas y que repre­sentan verdaderas c'Os'm'ópolis industriales.

Uno de estos viajeros: el arquitecto argentino Mario J . Buschiano, no ha querido demostrar especial inclinación par un• tema d'eterminado, sino que, en un modesto volu­men primorosamente impreso, se ha esforz~do por darnos una clara idea del desarrollo d·a la arquitectura en los Estados Unidos, desde los ya muy lejanos tiempos de Juan Ponce de León, Pedro Menéndez de Avilés, John Smith, Lord Delaware, etc., hasta C!lsi nuestros días.

Viene de la 111íg. 18

Tarea ardua , m'áxime cuando para desarrollarla sólo se dispone de pot'o más de ochenta páginas, pero, de la cual ha sabido salir airoso el joven profesor de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Cien'Cias Exactas de Buenos Aires.

Buschiano divide su obra en cinco capítulos. En el pri­mero nos explka las tentativas -no siempre fructuosas­de los ingleses, holand'eses, suecos y germanos, para esta­blecerse en .''las frías y boscosas regiones del norte atlán­tico", despreciadas por los españoles debido a que carecían de metales preciosos.

También nos presenta un cuadro bastante exacto de la evolución orquitectónka que se produce en los Estados cfel este durante el coloniaje ( 1600-1790), desde ·le capilla goticista de San Lucas de Smithfield (Virginia ) hasta el "Faneuil - Hall" de Boston, ya d·e estilo francamente "geor­giano" .

El segundo capítulo está dedicado a las fundaciones es­pañolas de los actual.es Éstadas de Florida, Texas, Nuevo México, Arizona y Califorrwia. Analiza c'On claro criterio los notables monumentos pétreos de San Antonio (Texas) , así como la arquitectura ·"pueblo" de Nuevo México y las graciosas "m'isiones" franciscanas que la férrea voluntad de los abnegados religiosos Junípero Serra y Fermín Lasuén, hizo brotar ·en la costa d'el Pacífico desde la frontera mexican•a hasta la moderna ciudad de San Franc-isco.

También dedica algunas páginas a la hermosa Nueva Orleans, fundada en 1718, por los franceses, pera en la cual, la dominación española de 1763 a 1801, d'ejó pro­fundas huellas bien· perceptibles en el hermoso edificio del Cabildo.

Los resurgimientos c lásico y griego ( "CCassic Revival" y "Greek Reviva!") ocupan el terc·er capítulo, en el cual se destacan' las figuras de los arquitectos Tomás Jefferson, Ca•·los Bulfinch y GuiUermo Thornton, autores de los so­berbios Capitolios de Richmond (Va. ) , Boston ( Mass. ) y Washington (D. C.) respectivam·ente.

En el c·uarto capítulo, el autor posa rápida revista a la arquitectura que se desarrolla d'urante gran parte de la mitad del siglo pasado y en la cual se manifiesta el más desenfrenado eclectisismo. Sin embargo, rinde justit'ia a dos grandes maestros que ponew "algo de orden y de ta­lento en semejante caos artística"; se trata de los arqui­tectos Henry Hobson Richardson y Ricardo M. Hunt. este último el primer arquitecto norteamericano egresado de In Escuela de Bellas Artes de París.

El capítulo final está casi enteramente dedic'ado al es­tudio cJel rascacielo. Esta creadón arquitectónica, de sello netam'ente norteamericawo, tiene su origen en Chicago allá por el año 1883 y no tardó en ser imitad·a en Nueva York. El arquitecto Buschiazzo expone m•uy c·laramente ia lucha entre las dos escuelas "rascacielistas": la chicagüense y la neoyorquina, consid'erando más racional y mejor orientada a la primera.

Para terminar, agregaremos que 56 hermosas láminas ilustran esta obra y contribuyen notablemente a esclarecer el texto.

J. G.

Sugesti,·o ambiente para nuestro peregrino. Prr·egrino que, cuando llrgue al centro l1i.':ltórico, andará por espacios qu e juegan en su Yariabilidad, cam­biantes en ~:;u armonía tomo la histori.a misma, pero que ll egan a serenidad uniforme al acercarnos al museo del Hombre. El hombre mantiene sn unifor­midad en la Yariabilidad ele la historia .

Ha lleg.ado dejando aldeas ~- eiucla des, atran'sando Yegas y ríos; luego ele.· un lento proeeso ele ascención, en qne su espíritu s·e ha impregnado d-e sen­timirnto~:; verclac1eros. hf>lo a hora frentt> al templo.

El templo SI:' abrf' hacia el valle, pe ro 0str ~-a no es p] mismo, aún en su inmutabilid.ad. porque lo miran ojos qtw han apr-endido a mirarlo.

E se vall r qne se exí ieucl-e a sus pies ('S el rnnndo di:' s n esperanza y, símbolo de lo eterno de la esperanza lnunana. es la fu ente surgt> 11te que el hombre encuentra etl la cripta y que f:ie prolonga r n las hebras de ·Hgna que se derraman por la ladera.

Perdida su vista en la lejanía, f'HnH~lt o eu hac-es de luz que el sol de Castilla derr.ama sobre el tl:'mplo, el hombre siE'nte espel'anr.a en el hombre mis­mo, esperanza en el retorno d.e los Yal ort-'::; permanent-es de la humanidad , aqué­llos que emanan ele los sentimientos ... Amor. P I:'. Bondad .. FRArrERNIDAD.

Ju an J osf Casal Rocco .

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C O 11 C h i 11 a S, una extr

AriJlo . F. GARG IA ESTERAN

La razón que me llevó a calificar a Conchillas como "una extraña aventura urba nística" no fué guiada ni por afán llamativo, que no me place, ni por capricho literario, que no me cuadra. Creo, honradamente, que no puede haber, poro el viajero interesado en los problemas que plantea la agrupación humana, una medi tación más justa; tal es su destina, su tipicidod do lorosa.

Ahora bien: no obstante el interés agudo que promete lo dicho y pese a que estoría justificado, no será, este que hoy planteamos, un estudio que agote el temo o lo enfoque en su total delineamiento; menos aún: qui zá no· logre la hon­dura y lo precisión que suele y conviene exigirse a los ar­tícu los que t ienen cabida es revistas especializadas. Pero - también conviene adelantarlo- esto, que no proviene de falta de empeño por parte del autor, sino que es conse­cuencia directa de las características más señaladas del fenómeno en cuestión, no quitará interés a las conclusio­nes que de él pudiera:1 derivar para el arquitecto, el' ur­banista, e l economista, etc . , hasta el hombre de la ca lle, pues los mismas razones de esta anunciada e impávida imprecisión serón provechosas. En efecto: ia falta de datos concretos y de detalle en algunos aspectos y la no muy metódica articulación de este estudio radica en el hecho Ge que Conchillos, en su lineamiento actual, y en e l por­venir que de persistir' en él la espera -y nada hace es­perar un cambio en tal sentido- , no es un fenómeno urbano en crecimiento o, por lo menos, en desarrollo, al que convenga orientar o del que se pueda obtener, por ejemplarizante, un provecho seguro, inmediato; Conchi­llas es, simplemente, un suceso inopinado, con aciertos estupendos, intenciones fallidas y una consecuencia dolo­rosa que excede del ámbito de l urbanismo. Descubrirla, ~entimentalmente, es el camino elegido.

Fui a Conchillas con el ónimo de descansar unos días y siguiendo el consejo de algunos amigos argentinos. Lle­gué en una magnífica mañana de marzo. El viaje había dejado en mí el amarillo recuerdo de los campos con girasoles en flor.

Lleno de una óvido alegría, me eché a la calle, en pro­cura de esa paz gozosa que me prometía e l pueblo, ex­tendido a la vera del hotel. De seguida recibí una bu­llente impresión que iba a ratificar muchas veces, después: Conchi llas, pese a lo manso y sosegado de su aspecto, me hab laba a rdorosamente. Es posible que, para otro viajero, el pueblo pudie ra mostrar un interés regocijado y anecdó­tico; para mí, a rquitecto, era un organ ismo expectante y cá lido, que tenía mucho que decir, todo lo cual yo oía, maravi llado y con creciente e inf lamado desasosiego.

Y así, mis sent idos -aguzados los recuerdos, presen­tes las inquietudes- fueron sintonizando, cada vez con más clari dad, el mensaje estupendo de Conchiilas. Pocos días después de mi llegada me dispuse a escrib ir a lgo a ese propósi to; para ello había de adqui rir datos, preci­sarlos, relacionarlos; las dificultades que se presenta ron, avivaron el incentivo inicial. Mi via je de descanso tuvo, así, una derivación insospechada.

La tarea era riesgosa y áspera, o a mí me lo pareció. El pueblo se muest ro, o prima facie, como propiedad de una empresa comercial o lo que sus habitantes dist inguen ccn un respeto no exento de cierto temor a limentado por la maledicencia. De ahí que fue ra m uy difícil arranca r datos de boca de lo gente - "vecinos de todo la vido"­que, con segura coincidencia, mostraban una reservo digna de mejor causo. Y yo no tenía otros documentos o datos aclaratorios y corroborotivos que e l test imonio del mismo pueblo.

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.... na a v e11 tura tii' b a n i s t i e a

·OONCHILLAS (departam·entc de Colonia, Re­púMica Oriental del Uruguay ) , fondeadero del Plato, provisto de un muelle y de un ferrocarril de trocha angosta que lleva al cercan'O pueblo de su nombre, donde hay ricas canteras de granito en explotación. Este núcleo poblado, eminente­mente obrero, fué fundado en 1888; actualmente tiene 500 habitantes.

(De una Geografía Elemental ) .

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Más adelante hube de encontrar, sin embargo, un pre­cioso aporte pa ra el mejor conocimiento de esa población: el estudio que sobre su saneamiento publicó el médico de Salud Público de la zona , doctor don J uan Ange l Mucho­do, en la Revista Médico del Litoral Oeste (Setiembre de 1 944) . Además de lo exposición de datos a que aporta - y que yo aprovecho aquí-- se publico en este artículo un plano de Conchillas (ú nico que conozco), dibujado por e l sub-comisario seccionar, D. José P. Menghini, que me sirvió para ra t ifica r y enmendar en lo posible el re­levcmiento que, o posos y subrept iciamente, poro no llamar la atención de los moradores, había obten ido yo en uno aventu ra que, lo confieso, me resu ltó ton ameno como regocijante.

Lo historia de Conchillos es muy simple.

En el año 1888, lo empresa propietario inició lo ex­plctación de sus importantes conte ros de piedra y dispuso de una parte del amplio inmueble para la implantación de los viviendas de sus obreros. Estos construyeron, dentro de l perímetro fi jado y sin mayor orden, varias ristras de ranchos. Dos años después sobrevino una g rave epidemia de t ifus, cuyo foco infeccioso se loca lizó en e l poblado. La empresa, entonces, procedió a destrui rlo, levantando el actual g rupo edilicio que, guardando una simp lísima ar­monía -la de la repetición- se de lineo categóricamente entre á rboles indígenas- to las, coronillas, espinillos, al­gún ombú- que anuncian el magnífico boscaje del arro-

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yo y se ubico alejado - casi diría, respetuoso- de lo coso de los propietarios, erguido, exóticamente, en uno lomo . (¡ Qué estúpido y presc indible deseo de hablar de acrópolis) .

Lo importancia de! cambio que acabamos de describir, su valor, será lo ponderable en e l tra nscurso de nuestro crónica. Sus consecuencias inmediatas, que conducen al p lanteamiento actual de su particu laridad, las veremos o renglón seguido.

La historia ha seguido su curso. Las ca lles, abiertas 1 ibremente a 1 tránsito depo rtomentol , prescribieron o los tre inta años, pasando o ser de propiedad pública. Se fun­dó lo Junto Local; se ubicó lo Comisaría que, por cierto, bien poco tiene que hacer dentro del perímetro poblado, yo que los delitos son, en él, occidentes extraños, se or­ganizó lo Policlínica gratuito del Ministerio de Salud Público y se emplazaron lo . Sucursa l de Correos y Telé­grafos y el Juzgado, creándose, así, uno mezclo anémico de centro poblado y aledaño de empresa comercial.

Ataquemos el meollo de esta cicrunstan:::ia, que ahí vamos o encontrar la validez, el justificativo, de nuestro traba jo.

No hay en Conchillas, corno consecuencia de lo dicho, p ropiedad privado; es decir: todo Conchi ll as resulta pri ­vado. De esto se deduce que, en algunos aspectos no hay posibilidad de escape de la voluntad propietario. Los mis ­mos servicios públicos son, en cierto modo, inquilinos de la empresa y algunos, como !o iglesia y lo escuela - un i­das y protestantes- están sosten idos por el la.

No existe competencia. Menos que en el Arca, aquí hay, solo, un ejemplar de codo especie: una farmacia, un·a zapatería, una fondo, un hotel, una carnicería, una lechería, un almacén; éste y sus depósitos, conforma -no podía ser menos- el edificio fundamental del pueblo, como edificio y como representación, y es. explotado di ­rectamente por la empresa . Al lí hoy de todo: a limentos, bebidos, telas, juguetes, orados, golosinas, lápices, etc., y los jueves, además, bizcochos.

¿Cuál es el resultado de este extraño fenómeno que planteamos en su aspecto exter ior? Está unido a su punto de partida y es, casi, un simple desarro llo de él: la rela­ción palpitante con un destino y una voluntad que, o ve -, ces, se aunan.

Un po ~eo, preñado de asombros, nos preparo para en­tenderlo; e·l molino de piedra está inactivo; la gran esta­ción del ferrocarril y sus talleres, empobrecidos, descuidados, apa recen con una intención desmesurado en relación con su reducido labor actual; e l puerto muestro un pasado es­pléndido y vigoroso, con una arrogancia poco consonante con la menguado cantidad de barcazas que llegan hasta él, y lo presencia de un cónsul argentino no dejo de causar cierta extrañeza

Luego, otros detalles más inmediatos y pequeños, con­firman esto regresión de su anunciado dest ino : el servicio de nuestro alojamiento -porcelana y plata con el mono­gramo "Conchillos Hotel" - , los servilletas y manteles bordados, están descabalados y rotos, ""los estufas de ols habitaciones, forrados de cerámica ing lesa, con su instru-

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mental de h ierro forjado, las grandes. a lfombras orientales, gastadas, deslucidas; se respiro en conjunto y en minucia, uno triste falta de aliño y preocupación.

Así se expreso un sino que no está unido o uno voli­ción Conchillos fué fundado hoce ciento cincuenta años, tal como es hoy; (un núcleo satélite --:-el pueblo nuevo­organi zado luego o poco distancio y otros poblados cer~o de lo costa no han contado en su vida y por eso no coeron dentro de la órbi ta de nuestro estudio). Conch illos yo se creó aquietado, circunsc ripto. Hoy 123 domic il ios p~ro los 500 habitantes y tonto monto que estos hayan s1do menos o que puedan se r más. Ni se hacen cosas ni hoy propósito de hacerlos. En esto formo no sólo no hay reno­vación por llegado al pueblo de elementos extraños, sino que se estorba, incluso, lo formulación de nuevos fami lias. Los gentes no se casan en Conchi llas porque no tendrían cosa poro e l nuevo hogar, debiendo esperarse lo emigra­ción - roro- o la disolución de familias, (y consto que éstos son bastante nutridos) .

A esto se unen, poro ogrcvarlo, otros circunstancias: lo juventud tiene, ton solo, cominos prefijados: los mucho­ches el se rvicio del hotel o el almacén; los hombres, el

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almacén o lo explotac ión de la contera en sus d1versos aspectos; no hoy posibi lidod de oficios, o de comercio . o de labores. La iniciativo privada está detenido; y no pod10 ser menos, u otra coso; es lógico, coherente, y desde un punto de vista estric to, está bien. Los campos sustentan algunos animales o don, naturalmente, el árbol, lo flor y el fruto nativos; lo maleza - - paja brava, flechi ll a, cardo; la mayor porte de la floro tiene espinas, y alguna islita de pasto blandamente verde cubre la tierra que atravieso dadivosamente un arroyo maravilloso y alguno cañada; no hay cultivo, ni industrio, ni cuajo lo intención de que los hoya. Y también esto es inobjetable . Los diversiones se limitan o los pos.eos breves - a los piqueniques dominica­les en el magnífico bosquecillo natural que bordea el arroyo - especialmente debajo del puente o en el claro donde t iene lugar la fiesta anual-, o en el paraje de­nomi nado " Los tres clavitos", en la laguna azul, o lo piedra cha ta y, en carnaval, los bailes que se hocen en algún depósito de cereales de lo empresa, en el que se uneh rít­mico y alegremente el olor cálida: del maíz acopiado y el ocre de la transpiración de los ba ilarines.

Pero no podía ser otro cosa; si Conchillos- es un pueblo, con espíritu de ta l, allá él y con su pon se lo como; nadie quiso que lo fuera. Se creó en función de lo compañía pro­pietaria y poro su se rvicio. Si quiere derivarse y tener vida prop ia, es actitud que no merece ser contemplada por quién la quiso porte de un instrumento i6dustrial.

Ahora bien, en esto dependenc ia, (que es, casi, un dra­ma pirandealiano) , está también su circunstancia más fe ­liz : la ausencia de maleantes o de malos vecinos; si algu ien se destoco por molas costumbres o viniere prece­d ido de fama no recomendable, o se le desaloja y echo, en e l primer coso o no · se admite en el segundo, soneáh­dose siempre e l vecindario.

Así, uno ca ro de lo medalla nos muestra: gente de trabajo y de costumbres sanos, poco labor policial, tran­quilidad, paz, confianza; su controesceno es una depen­dencia de sueldo y alojamiento que crea un subproducto mental de apt itud poro el chisme servil, desarrollado en 21 con t inuo collar o aca llar de los dolores, de las angus­tias de lo animosidad inconcreto. Hoy, un susurrar de

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descontento que, si se descubriera, Conchillas lo negara, medrosa mente.

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En un establecimiento cercano se fundó. hace poco, otro núcleo poblado: Pueblo Gil. Se subdividió la t ierra , que se vendió; se ha construído, está en desarrollo.

Es un pueblo feo, en el que el mal gusto de la iniciativa privada y la lamentable intención estética de algún cucha­rín metido a constructor, crea -con contadas. excepcio­nes- una sucesión de casas desiguales, ramplonas y un conjunto desgraciado plásticamente.

Pera hay aquí otro impulso y otra posibilidad que, ade­más, por supuesto, sirve para la especulación de la tierra.

Pueblo Gil, defectuoso, torpe, sin nada característico, tan anodino como cualquier otro poblado pequeño de nues­tra campaña, está en crecimiento y vive ardorosamente. Amplía y absorbe, poco a peco, el aliento de Conchillas. Pronto será suficientemente importante como poro dar asiento a las oficinas públicas que deberán emigrar de Conchillas, donde están transitoria e inquilinamente, . (si se me permite el adverbio ) . Entonces, Conchillas habrá muerto.

Y esto es lo que me decía el pueblo desde el primer día que lo recorrí; esto lo que jadeaba debajo de su

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mansedumbre y tranquílidad aparentes; su agonía: v1v1r superando a esa muerte de in::nició:-1 obliga~a; no· lo gri­ta, atacada de mansedumbre corderil , pero no lo pasa por alto

Aparte de lo determinado lógicamente, está la realidad . Y la realidad está por encima de toda demostración_ Una cgrupación humana puede crecer, agrandarse, enriquecer­se, emprobecerse, dis.minuír, siguiendo los altibajos de su destino que eso es vivir, - y lejos de mí sentar con esto una teoría pasotista sobre similitud de los núcleos poblados con los organismos vivos-, pero aquí - invertidos los términos- Conchillas resulta vecina de la cantera; ade­más, lo rige una ley no escrita de estancamiento.

Y lo notable de Conchillas es que, a pesar de lo ex­puesto, no existe una explotación comercial de la vivienda; ni siquiera, en resumidas cuentas, una explotación que agote económicamente al obrero. A s imple vista, esto pa­rece una de esas org_onizaciones en los que todo se cuece e11 la mismo salsa, sacando el amo por un lado lo que da por otro. Y no es así exactamente, en Conchillas . La sim­ple exposición de la escala de alquileres, que extraigo del estudio del doctor Muchada lo denuncia; cuda habitación se estima en $ 1.50 mensuales; una casa c'-'mún, de tres piezas, retrete y cocina, cuesta $ 4.50 por mP.s, cuando es habitada por obreros de la empresa. Si el inquilino es age­no a ese personal, el alquiler se eleva a $ 2.50, por am­biente.

Más aún: hablé de una voluntad directora como ng1en­do el destino que guía o Conchillas y ya estoy arrepentido de haber usado esa expresión, que no puede tomarse en su sentido lato. No hay exactamente un sentido de hacer, positivo; hay un sentido de no hacer y ahí no puedo cali­ficar la intención.

Entonces resulta una situación de falta de hechos y de intenciones, de coacción en sentido negativo . El problema de Conchillas no es un problema monetario, económico; es un problema más agudo, de orden sentimental.

En efecto: Conchillas no conoce la miseria; tampoco hay en el núcleo de su población, diferencias sociales marcados; ni ricos, ni pobles, ni clase medio. Pero su problema no está solucionado.

Esto parece ton claro, salta a la vista tan intempestiva­mente, que uno siente premiosos deseos de rev isor toda eso literatura posit-ivista, "fin de s iEkle", que ha hinchado la importancia de lo económico hasta hacerlo más que fundamental: único. En Conchillcs este problema no se ha planteado. Y no obvia el planteamiento de su dolida inte­rrogante.

Esta interrogante trae lo primera lección de Conchillos.

La s.egundc1 surge de su emplazamiento y de su plósti­ce: ; lo veremos en un próximo artícu lo.

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~\.rquitecto Proy e(·tista Director:

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l ngelli<'ro Caleulista y Director Ü<' Obra"i df' Cenwuto Armado:

JfiGUEL .T. f' l RBEl.-~0

r'bicoción: ~Ianzana eompreucli(ht r nt 1·e las cal!fs General ~\gnihtr, Paraguay, Genera] Luna y Jn j11y.

Superficie erlif ú·ada : m2 8360

La A dministración General de las Usinu::; Eléctr·icas y los 'l 'eléfonos d.el Estado, 1 ie ne lógicamente que mantener un apreáa ble stock ele materiales dado la cantidad y co 111plejidad de los seTt•icios a su cargo.

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Actualmente, enorme cantidad ele ma terial muy valioso ::;e encuentra almacenado eu locales inap1·opiados, que pe1·tenecie1'0n a las antiguas ca .. balleri.zas de los Fet·rocarriles !J Tran vías <tel. E::;tado. Como es de suponer, en rondicione:s tan prec.a.rias son sen .. sibles las pérdidas pm· avedas, con el agregado de que la insuficiente capacidad obliga a almacenar en malas· condiciones, y muchos nwteriales y eqnipos deben permanecer al ai·re liln·e en las playas de depósito, y en peaueñ·os locales d'i:senz,inados en la ci1tdad..

F1·ente a tal estado de cosas, y teniendo 1Jrcsente el nuevo concepto ele centraliza­ción de los ser·vic1:os gen frrtles qne am·ma al actual Directorio de fa. Institución, se ordenó la formnlación del proyecto 1Jara un edificio pam ''Almacenes", que reunú·á, las sig'uien­tes característ?'ras:

PLANTA B AJ A: Entmcla principal sobre General Aguilar a la calle de circula­ción interna pura maniobra, carga y descarga, que atraviesa por el centro el ecl.1:[icio con ~ lf. altura total y sale po1· la calle opuesta. Sobre estct calle se siUwn los andenes de ca1·ga, los controles , balanceros, las 1·a m1Jas para las pequeñas cargas que se traen desde los ta­lleres veános de la misrna Administmóón y las espinas diagonales pm"a, Pl atraque de ve­hículos.

Esta calle tendrá, nn ancho de 18 ·metros entre paredes de d.epósitos, y en Stt parte alta a :24 metros del púw c·on·erá una grúa pórtico apta para 20 toneladas, que efectua1·á fl transporte de cargas entre la calle y los 1' uentes de descarga que la atraviesan en las tabecera.s, y en la parte ·media.

Se instalarán además para el servicio (le caTgas entre la calle y los balcones long1:­tndinales, dos polipastos para 1tna tonelada y med1·a.

El t·ransporfe t'erfical estm·á también se 1~1 ·ido z;or dos montacargas am1Jlios con ca­pacidad de 2000 kgs. cada lln:a y dos amplias escaleras centntl?zadas.

Para la circulación ttel·tical del 1J f' 1'S01Wl, se utilizarán estas tnisnws escale1·as, y el J efe dú;pondrá ele ltn asrensor prrsonal que recorre todas las plantas, pasando 1JOr el en­t?·episo de of'icinas.

ARQUITECTURA

35

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36

Este ascensor será tantbién 'lttil' por el público ele p1·oveedores entt·e planta baja y entrepiso de of'icinas, q·ue disponrt.U·ia culernás de una escale1·a independiente a las o{iánas con acceso dü·ecto desde la vía blica, sin pasar por los luryares de trabajo.

Se instalarán también dos elevador hidráulicos para elevm· cargas muy pesad<ts del nivel de ralle, o de las .zorra.s al nivel l andén de planta baja, que está situado a 1 m.OO de altw·a pronMd'io sobre la calle.

La pla 11 fa bada está cUvicloida en · sectores por mamparas y puer·tas contra fuego. lo mismo que las demás pla.ntas sucesivas.

En planta baja y a nivel de calle dra y arena, así como también a la ~H'•P.nllr-r

Sobre el andén de la calle interior ga.soil y aguw.,-ás.

sector está destinad·o al depósito de cal .. 1Jie­ción de mortet·os. instalarán los swrtidores de nafta, quetosMlt.

Se hallan instalctdas también en ta baja la entrada y salida de personal, con los relojes que se firman 'ltna vez que el nlu"'P.rO entr·a o sale de la planta de trabajo, indt-1Jendie·ntemente del tiempo que se ntiliza, rante la perntanenc1'n en t•esfuari·os, baños y

• • servwws. A la salida del pm·sonnl se i1z,s,,,L.., nna, ofióna de contralor, donde en forma

irregular y sorpresiva deter·1ninada por ., .. n . aparato m.dornático, se hará pasar al personal a una sa.Za de espera y lu.ego n la r· · · ón. I n:mediato a la, entrada. se ene u entran 1 o.~ t!eshta:rios y bmios geneiales ade.rnás en 1Jiso habrá dos grupos d.e servicios· higiénicos.

La planta. ba.ja tiene nna altura e entre nivel de a·ndén y cielo raso de 6m-.:30, pues en. ella. las estibas serán de gran al en t·azón de la carga ilinútadn.

PISOS 1.0, 2.0 y 3. 0

: La distt·ibu · es similar a la 1Jlnnfrt baja, y se·rán respec-tivamente pwra, sobrecargas de 3000 kgs., 10 00 kgs. y JJJOO kgs. por m.2• Cada entrepiso tiene 4m.!50 de altura, libre.

AZ01'EA: Apta para sob·reca-rgas ficio con 1m piso completo en el fntu1'o.

de :jOO kys., está r>re·vista para ampliar el cd.i-

Se dis1Jondrán en ella coberti.zos ... .,,., bidones vacíos, plataformas para la quema de material de desca .. rte, y de los cables vieu~... qne se desnudan para utilizar el metal.

Tnmbién están situados en la azot la sala de jilt1·a.ie de aire y los 1Jentiladm·es de circulación f01:zada. ,así como los tan de agtw contra incendio y los de ]J1'esión para el se1· v 1~cio.

ENTREPISO OPICIN AS: Sobre fachada p1·incipal y a 6m.OO sobre el -nivel de la. calle, se instalará el ent·repiso para ina.s, que contiene: despacho de Jefe, 2." Jefe y Secretario, con visibilidad sobr·e toda , zona de t1·nbajo por nn 1Juente de comando. despacho pct.ra público, oficinas pant a ···u··· res, dibujantes, centralita telefónica, deS1JO­cho útiles de escritorio, y entrega !1 pru.e tt de uniformes.

GENERALIDADES: En el 1Jrime piso y en forma centralizada., se ha, dis1Juesto la. capntacía de cont1·nlor, embalaje y · · ción.

La fachada, será de doble muro ~;os trado con trabas metal·izadas y el lad·rillo de dimensiones especwles se de}nrá a,pa·rente. •

La, alttwa general del edifici'O sm·á ,:le 2:j metros y la calle central 1~nte·rim· tendrá una a-ltura Ubre de 32 metros.

En gene·ral, todo el movi·rniento de .cargas se desarrollará en la, calle centt·a.l y en las calles perpendiculares a ella qu.e entre las estibas ele los sectm·e:~ . El área total útil del ed·ificio se1·á de m2 27000.

ESTRUCTURA: Pilares cada 6m. y 6m.23 con sección a1J1·oximada de 0.80 .r O. 80 en planta. ba.ja, clonde las cargas del orden de 400 toneladas.

Los pilares se {nndar·án gobre )u.tnes "Franki" de un t1:po que se usará 1JOr 1Jri­mera vez- Ú~t el país.

Las ·vigas de los entrepisos corrP. .. t'li'·'"· en un solo sentido perpendiculares a las ven, tanas pm·a facilitar la, iluminación. Los episos, q1te set·á.n aptos para las extraordina­rias cargas ya mencionadas, serán hechas ~~l·n moldes knecos de yeso; la losa, 1t uecll del 1n·i-mer piso tendrá. 'ltn es1Jesor de 52 crns. y demfts de 32 c·ms.

La calle central será cubierta c·on ·ztn pórtico de hormigón armado de tres arricu­laciones.

VENT 1 LACION: En razón d.e la ···"'"t'eniencia de protege·r c1ntra polvo y hollín algunos materiales delicados, corno ser: t0¡_ dores eléctricos, -u ott·os snsce1Jtibles de rese-ca miento, las ventanas serán fijas y sólo veerán il·uminación; la ventilación será fol'-zadct de aire filttado, con nn cambio de una vez el ,,,olnmen ele a.ire por hor.a. Esta circulación set·á co,ntrolada del tablero tral y poclt·á suspe1zderse en caso de incend·io.

El aire llegará a los dit·e?·sos sect es 1JOr el lado · 'Opuesto a los 1JOl'tones contra fuego q1tc dan a la calle interior, sal: por éstos el ambiente externo luego de 1·eco-rTe1· los scctmrc.;: de almcu:enam1:ento. S co ni rolado por celosías móviles.

INS1' .. :1LACION ELECTRICA: H teguy, de la Sección Instnlaciones Int ·

sido calculado por el Ingeniero .Jacobo Mendi-•

ARQUITECTURA

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Planto Principal nivel 1 m.SO

Derecho Pla nto 1 P r piso 1 zqu ierdo Pla nto 2." p1s0

Page 56: Arquitectura 215 - 1945

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Perspectivo interior

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Próx ima a la ent1·ada se insta.lai'<Í na sub-estación de tl'ansformación e intarup­tores automúticos. El reco·rrido vertical e las líneas se hará en duetos inszJeccionablPs . .1J habrá labl(') ·os de comando y fusibl es .l'Ínws a los portones de cnda ser for.

PRECAUCIONES CONTRA I NC N DIO: Aden!(ís de los sectores y puertas co n-tra fu ego, se han disp'uesto dos escale · la/. el'((les cuyas puertas tendrán llcn·c selladc{. 1JlU'a SI/ utÜizaciÓn por la cnadr1'lla in fe de l'Ígilancia de fuego !J 1W1' el r 1/ erpo rle Bo rnberos de la Capital.

Se colocarún a ro largo de la calle ri ncipul y en todos los pisos y sectoNs, hierran­tes qnc se alim entanbt directarnente de l·ínea de bombeo de la ComzJañía de Aguas Co­rl'ientes, y en caso de falta ele presión, de dos tanques alúnenladores de 20 .000 litros cada uno, ubicados en la azotea provistos e ·válvulas de retención.

INSTALACION SANITARIA: C nw la zmw cit·cundantc es inllndable, se han to­mado precauciones especiales para e1-'itar de sbordes e-n las cámara.c; y c1wndo el desagiú fnera imposible, la 1'nnndación no alcanza a los n iveles de est iba. En esta instalación hn colaborado el técnico, señor .~liguel Ba·ra · a.

PROYECTO .Y DlRECCIO jV DE A S OBRAS : El proyecto ha sido realizarlo por la .Seccióll Est·ndios y Construcciones di rige el l ngeniero don Ped1'o Pon se ti; esta 111 is­ma Secóón tendrá a su cM·go las obras u e se ha rftn por Admin-istmc1.ón, c.rcepto ln ci­mentación .

Derecho Planto 3 y r p1so nivel 18,28

lzquierdd A zoted nivel 23,10

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Page 67: Arquitectura 215 - 1945

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