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La Habana Vieja:ambientes entransformación

Arq. Madeline Menéndez GarcíaPlan MaestroOficina del Historiadorde la Ciudad

La Habana Vieja proporciona elementos claveque posibilitan su clara identificación a través deaspectos tangibles como aquellos transmitidos porsu morfología, sus espacios, sus paisajes yentornos circundantes. A éstos se suman otros,de tipo intangible, aportados por el carácter de suvida misma marcada por las tradiciones, la idio-sincrasia de los habitantes con sus hábitos y suscostumbres, así como por la presencia de una fuer-te población flotante que, en sus trasiegos diarios,hacia y desde sus puestos de trabajo hacen uso desus calles e instalaciones. La imagen de sus am-bientes se completa ahora con el movimiento delos turistas, inseparable ya de las áreas más be-neficiadas con los procesos de recuperación.

MORFOLOGÍA E IMAGEN URBANA

En el antiguo casco intramuros nos acompa-ña siempre la sensación de estrechez de suscalles, reforzada ésta por la continuidad de lalínea de fachada, el ritmo marcado por elparcelario y la sucesión de vanos y macizos.Salvo variaciones ligeras que marcan a algunossectores, los inmuebles desarrollan entre dos ytres plantas, pero asociadas siempre a los altospuntales, de lo cual resultan alturas que se mue-ven entre 12 y 16 m, o sea, de vez y media a dosveces el ancho de la sección vial.

Esta relación posibilita contar casi siempre conla sombra tan necesaria a nuestro clima. Las fa-chadas logran a su vez un vibrante juego de luz ysombra a partir de los elementos proyectados, en-tre los cuales dominan los constantes balcones y

Vista superiorde la calle Oficios.

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cornisas a los que se suman,completando el relieve, guarda-polvos, platabandas, pilastras ylas más variadas molduras queintegran la decoración.

Predominan direccionalesbien definidas en sus calles, de-rivadas de una retícula bas-tante regular con tendencia ha-cia la ortogonalidad, intentadapor los colonizadores luego desus experiencias durante laconquista.1 Esta última ten-dencia resulta afectada por al-gunas circunstancias, como sonla propia conformación del bor-de costero, el trazado semi-circular que definieron sus murallas, así como la in-troducción de una ligera elevación en su relieve llano-con suave pendiente hacia el litoral portuario- que sedestaca en su extremo más norte: la Loma del Angel.

Un cambio notable, dentro del carácter lineal delos recorridos, es introducido por las plazas princi-pales y la red de pequeñas plazuelas -representan-tes fundamentales del sistema de centralidades dela ciudad histórica. Sobre el espacio público de lasplazas aparecen los portales corridos, permitidos parafacilitar mejores condiciones a las funciones que las

mismas desarrollaron. Elritmo de arcos y colum-nas que definen los por-tales de las plazas creacierres visuales que vanabriendo a medida quenos acercamos a ellas.

Las plazuelas, por suparte, vinculadas general-mente al sistema religio-so, si bien constituyen espacios menores resultanjerarquizadas por la volumetría más fuerte aportadapor la arquitectura de las iglesias y los conventos-amplias naves, torres sobresalientes, grandes por-tadas. De este modo, las plazuelas derivan en hitosdestacados dentro del tejido urbano.

Plaza Vieja. Plazuela del Espíritu Santo.

1 Venegas Fornias, Carlos. En: “Plazas de intramuro”, Consejo Nacionalde Patrimonio Cultural, 2003: “…la noción de centralidad y orden erauna de las imágenes urbanas proyectadas con más fuerza hacia Américaen los primeros años de la colonización. No estaba necesariamentedeterminada de manera exacta por reglamentos u ordenanzas, sino poruna imagen político-legal capaz de dar sentido a las primeras solucionesurbanísticas.”

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Como consecuencia de algunas “irregularidades”del trazado viario resultan visuales de grandes atrac-tivos. Así, la monumentalidad del Convento de SanFrancisco de Asís cierra la perspectiva de la calleTeniente Rey; tal como la bella portada del Semina-rio de San Carlos lo hace con Tejadillo; la fachada delSanto Cristo del Buen Viaje domina la escena urba-na a lo largo de la calle Amargura; mientras que alsubir por Cuarteles aparecen, en sucesión de imáge-nes, la gran torre neogótica del Santo Ángel Custo-dio y, en un segundo plano, la cúpula del Palacio Pre-sidencial, este último ya dentro de la faja deextramuros.

Los bordes costeros se destacan por sus altosvalores paisajísticos. Hacia el extremo norte apare-

ce el canal del puerto, flanqueado por las fortalezasde La Punta y El Morro. Una imagen simbólica denuestra ciudad se asocia a este último con su vigi-lante faro. El espacio verde proporcionado por losparques de la Avenida del Puerto acompaña a esteatractivo recorrido.

Algo más al sur completa, como marco visual enla línea del horizonte, la fortaleza de San Carlos deLa Cabaña, el poblado de origen pesquero deCasablanca, donde se destaca la dominante escul-tura de El Cristo de La Habana y, finalmente, másvinculado a la actividad portuaria, el ultramarinopueblo de Regla, rico en tradiciones y folclor.

El borde costero sur se enriquece con la pre-sencia de la Alameda de Paula y la pequeña iglesia

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del mismo nombre, para luego perderse como ima-gen al quedar flanqueado por las instalaciones por-tuarias de carácter productivo. Este borde surconstituye uno de losaccesos principales alCentro Histórico, con-juntamente con los ac-cesos desde el norte através del túnel de labahía -noreste- o desdeel Malecón habanero-noroeste-, sin dudaeste último el de mayo-res atractivos paisa-jísticos.

Un marco ambientaldiferente apreciamos alpasar a extramuros. Sesiente ahora un mayorequilibrio entre lo edifi-cado y el espacio libre.La escala se modificatanto por las edificacio-nes que adquieren una fuerte volumetría –hasta elpunto de llegar a ocupar la totalidad de la manzana–como por el sistema vial que gana en jerarquía. Elcomponente verde, aporta-do por los parques y los pa-seos, incorpora color a laimagen y frescura al am-biente a partir de las som-bras proyectadas.

Por último, un elemen-to arquitectónico se sumapara caracterizar y unificarlos ambientes: el portalpúblico corrido. Esteatractivo y funcional ele-mento -condicionado porlas normativas de 1862-vincula fuertemente estazona a las restantes áreasanteriormente urbaniza-das de la Habana Nueva.El hilo conductor de losportales, asociado al sistema de calzadas comercia-les de la gran ciudad, llega a constituir en sí mismoun elemento simbólico de ésta y la califica como “laCiudad de las Columnas”.2

“No hace falta recordar aquí que, en La Habana,podría un transeúnte salir del ámbito del puerto yandar hasta las afueras de la ciudad, atravesando todo

el centro de la población, re-corriendo las antiguas calza-das de Monte o de Reina,tramontando las calzadas deEl Cerro o de Jesús del Mon-te, siguiendo una misma ysiempre renovada columnata,en la que todos los estilos dela columna aparecen repre-sentados, conjugados o mes-tizados hasta el infinito”.3

Las calzadas de Monte yde Reina determinan un vér-tice de fuerte actividad vialque se enfrenta a la faja urba-na de extramuros y constitu-ye también otro acceso a LaHabana Vieja, esta vez desdelas áreas centrales de la ciu-dad. Por otro lado, desde el

Parque Central se produce el acceso peatonal más im-portante hacia el antiguo recinto, canalizado luego através del corredor comercial Obispo-O’Reilly.

LO INTANGIBLE ENLA IMAGEN

Los aspectos físicos nobastan para imaginarse aLa Habana Vieja. El Cen-tro Histórico es ciudad vivay, como tal, su actividad eselemento indispensable desu imagen.

Desde los tiempos máslejanos, y bajo el influjo desu puerto, su calle fuesiempre “bulliciosa yparlera”,4 colmada de tran-seúntes, comerciantes,vendedores y, en prolonga-dos períodos, de marineros

y tripulantes de las Flotas. Junto a sus muelles, igle-sias y la casa-almacén de comerciantes y hacen-dados, florecieron posadas y tabernas que entur-

2 Carpentier, Alejo. La ciudad de las columnas. Editorial Letras Cubanas, 1982.3 Carpentier, Alejo. La ciudad de las columnas. Editorial Letras Cubanas, 1982.4 Ídem.

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biaron su fama. La trata negrera aporta a la ciudadnuevos personajes.

Aparece ahora el esclavo doméstico encargado delas compras en el mercado, las sirvientas que acom-pañan al ama en sus visitas, el negro calesero consus atavíos llamativos: “…lo primero que se ve esun negro y dos ruedas (…) El negro va magnífica-mente vestido y montado en una mula. Su pantalónde lienzo blanco y los escudos de armas bordados enlos galones de su casaca hacen resaltar más y más elébano de su tez”.5

Con el tiempo, la mezcla inevitable de razas co-mienza a matizar la población y el mulato aparece enescena. La ciudad ha crecido, pero una “incómoda”promiscuidad la va caracterizando. La elegantevolanta y el tosco carretón tirado por mulas se cru-zan por sobre sus calles enfangadas. Distinguidas ter-tulias se desarrollan sobre almacenes malolientes.Los mataderos contaminantes aparecen en peligro-sa proximidad con las viviendas.

A principios del siglo XIX, Alejandro de Humboldt,que anteriormente la había descrito como “vivaz, bu-lliciosa, brillante y atractiva”, llega a declararla“fuente de enfermedades y epidemias”.6 En 1834Tacón, al ocupar su mandato, informa a la Coronasobre su lamentable estado.

5 Merlin, Condesa de. Viaje a La Habana . La Habana, Editorial Arte yLiteratura, 1974.

6 Humboldt, Alejandro de. Ensayo político sobre la Isla de Cuba. Museode la Ciudad de la Habana.

La aristo-cracia habane-ra comienza aabandonar elviejo recinto en busca de sitios más sanos, primerosería El Cerro, luego El Vedado. Aparece entoncesun elemento que llegaría a caracterizar a muchos desus ambientes: el “solar” habanero, como popular-mente se conocería a la casa de vecindad, resultadodel nuevo modo de ocupación que recibe el antiguo

Grabado de la Alameda de Paula en el siglo XVIII.

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palacete. Por lasamplias galeríasse mueve ahorael trabajador delpuerto, el em-pleado del alma-cén, la costure-

ra, la comadrona… Los patios devienen centro de lavida social como la propia calle se hace extensión dela estrecha vivienda reforzando así su animación, de-rivada del comercio: la bodega de la esquina, la car-nicería, el café, la fonda del barrio…

Luego, el comercio establecerá sus jerarquías. Laspuertas de Monserrate -últimas abiertas en la anti-gua muralla- brindarán la oportunidad a Obispo yO´Reilly de transformar sus viejas casas en elegan-tes establecimientos comerciales. “Las calles deObispo y las de O´Reilly eran el centro del comercioy de la moda (...) Dos modistas de gran fama, Mme.Laurent, en O´Reilly, y Mme. M. Marie Copin, enCompostela entre Obispo y Obrapía, completaban elcentro comercial distinguido de la época.”7

Con el nuevo siglo había llegado la República ycon ella la penetración de capital norteamericano. Lasfunciones bancarias y financieras se concentran enel mismo corazón del núcleo histórico, caracterizan-do con su nueva arquitectura a un sector dominadopor un tramo central de las calles Cuba y Aguiar,vinculado también a Obispo y O’Reilly. La vía públi-ca se atiborra ahora de apresurados transeúntes quecorren hacia sus puestos de trabajo en las multipli-cadas oficinas. El naciente tráfico vehicular llegaríaen pocos años a generar conflictos. La posesión de

las estrechas ca-lles sería objetode lucha entrepeatones, auto-móviles y tran-vías.

Para media-dos del siglo XX ya la ciudad, con la gran extensiónalcanzada, había creado nuevas áreas comerciales quedesplazaban a los antiguos comercios. “La vida pasópor encima de aquellas calles de La Habana Viejaque en un tiempo representaban todo lo nuevo, loexquisito y lo elegante.” 8

Los profundos cambios sociales que llegan conlos años ‘60 provocan la ruptura de la estructuracomercial de la ciudad. Muchos establecimientoscierran sus puertas y otros pierden jerarquía. Unabuena parte de los locales comerciales devienen vi-viendas improvisadas con la afectación consecuen-te de la imagen urbana. En el Centro Histórico sesuma a este fenómeno generalizado el deterioroconstructivo.

NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS IMÁGENES

La recuperación de los valores culturales y el es-plendor perdido por algunas de estas áreas constitu-yen objetivos dentro de los programas de rehabilita-ción que el territorio desarrolla. La función comercialse restablece, así como otros usos tradicionales-muchas instalaciones retoman los antiguos nombrescon que los recuerda la memoria popular-; la vidacultural incorpora nuevos atractivos a los propios

7 Méndez Capote, Renée. Amables figuras del pasado. Editorial LetrasCubanas, 1981.

8 Méndez Capote, Renée. Amables figuras del pasado. Editorial LetrasCubanas, 1981

Puertas de Monserrate.

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que emergen del ambiente urbano y de la arquitec-tura renovada.

La transformación positiva derivó en la apariciónde un nuevo elemento caracterizador de estas áreas:el turismo. Las calles y plazas de los sectores recu-

Calle Obispoa inicios delsiglo XX.

Portales del hostal Santo Ángel en la Plaza Vieja; instalacionescomerciales en la calle Mercaderes.

perados se colman ahora de visitantes de todas laslatitudes. A los sonidos habituales se suman vocesen las más variadas lenguas. La recuperación de laantigua estructura hotelera, la creación de hostalesen majestuosas casonas coloniales y muchas nuevasinstalaciones gastronómicas apoyan la actividad tu-rística en el Centro Histórico.

Con los turistas llegaron cientos de artesanos ylibreros que ocupan los espacios públicos modifican-

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do también su imagen. Junto a estos nue-vos usuarios del área no se haría esperarla aparición de otros, de índole negativa,que tradicionalmente y en cualquier ciu-dad del mundo acompañan al turismo: la“jinetera”,9 el vendedor ilegal, el “guía”improvisado, personajes éstos que obliganal establecimiento de controles especiales.

La prioridad asignada en estas etapas ala actividad terciaria, y particularmente alas instalaciones orientadas al turismo,constituye una vía obligada en la gestióndel Centro Histórico, dada la rentabilidadque pueden lograr estas inversiones. A tra-vés de ellas, el patrimonio adquiere un va-lor adicional, al convertirse en fuente ge-neradora de riquezas y ser capaz de aportarla mayor parte de los recursos necesariospara encarar la actuación de carácter inte-gral a la que se aspira, necesariamenteabarcadora de los programas sociales.

De este modo, la imagen renovada delCentro Histórico presentará diversos ma-tices, dentro de la variedad y la heteroge-neidad que le son propias. Los usos ter-ciarios, la vida cultural, la actividadturística, marcarán decididamente a algu-nos sectores de tradicional centralidad con-

9 Denominación popular dada a personajes asociados a laprostitución y el turismo.

10 Alfonso, Gerardo. Tema de su canción “Sábanas blancas”.

firiéndoles intensidades mayores, sin queello implique la exclusión de la viviendaen dichas áreas.

Al mismo tiempo otros sectores, de undecidido predominio residencial, mostra-rán una imagen dignificada, resultado delos inevitables procesos de rehabilitacióny la obtención de una vivienda decorosa,acorde con las exigencias contemporáneasy los valores patrimoniales del conjuntourbano. A modo de banderas que prego-nan la presencia de la población, las “sá-banas blancas colgadas en los balcones”10

seguirán animando la imagen de los ba-rrios tradicionales. San Isidro, Belén,

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El Ángel, conservarán su identidad y su vida calle-jera, tan ligada ya a las costumbres del habanero.

Tanto unos como otros sectores evidenciarán,finalmente, la riqueza de su variada arquitectu-

ra y sus atractivos ambientes, tal como lo de-manda la unidad del conjunto urbano, pues LaHabana Vieja, en su condición patrimonial, losincluye a todos.