Arístofanes- Lisístrata

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Lisístrata Aristófanes Resumen Lisístrata, es una mujer ateniense, que harta ya de no ver a su marido, pues este esta siempre en guerras, decide reunir a un grupo de mujeres, de diferentes partes de Grecia. Lisístrata les plantea, que tras mucho cavilar, ha llegado a la solución, de como acabar con la guerra del Peloponeso, y así poder ver a sus maridos; esto es nada más y nada menos, que la abstención sexual. En un primer momento las mujeres se escandalizan, pero tras el paso del tiempo las mujeres aceptan, y pactan un juramento por el que se comprometían a excitar a sus maridos pero no practicar el sexo. Cada mujer se encarga de propagar el juramento por toda su ciudad, así ningún hombre podría satisfacer sus deseos sexuales. Las mujeres toman la Acrópolis ateniense, donde se encuentra el dinero de la ciudad, así no podría ser usado con fines militares. El coro de ancianos intenta echar a las mujeres de la Acrópolis, manteniendo una lucha verbal, entre los dos coros. Llega un comisario con arqueros, para intentar echar a las mujeres, pero ni aún así lo consiguen. La lucha verbal, pasa a corporal. Algunas mujeres, intentar dejarlo, pues no soportan más, pero Lisístrata las convence para que vuelvan a su puesto, en la Acrópolis. Los hombres de toda Grecia, andan quejándose pues tienen “inflamada la ingle”. Finalmente, desde Esparta, vienen unos embajadores para firmar la paz con Atenas, pues el deseo sexual es tan grande, que puede hasta con la guerra. Así cada hombre se va con su mujer, ellas felices por el fin de la guerra, y ellos felices por el apetito sexual. Fragmento Lisístrata: ¡Estas mujeres! Las invitas a una bacanal y no se puede ni entrar; vienen todas volando y ¡ala! a tocar el timbal. Pero para esto, en cambio, no se presenta

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LisístrataAristófanes

Resumen

Lisístrata, es una mujer ateniense, que harta ya de no ver a su marido, pues este esta siempre en guerras, decide reunir a un grupo de mujeres, de diferentes partes de Grecia. Lisístrata les plantea, que tras mucho cavilar, ha llegado a la solución, de como acabar con la guerra del Peloponeso, y así poder ver a sus maridos; esto es nada más y nada menos, que la abstención sexual. En un primer momento las mujeres se escandalizan, pero tras el paso del tiempo las mujeres aceptan, y pactan un juramento por el que se comprometían a excitar a sus maridos pero no practicar el sexo. Cada mujer se encarga de propagar el juramento por toda su ciudad, así ningún hombre podría satisfacer sus deseos sexuales.

Las mujeres toman la Acrópolis ateniense, donde se encuentra el dinero de la ciudad, así no podría ser usado con fines militares. El coro de ancianos intenta echar a las mujeres de la Acrópolis, manteniendo una lucha verbal, entre los dos coros. Llega un comisario con arqueros, para intentar echar a las mujeres, pero ni aún así lo consiguen. La lucha verbal, pasa a corporal. Algunas mujeres, intentar dejarlo, pues no soportan más, pero Lisístrata las convence para que vuelvan a su puesto, en la Acrópolis.

Los hombres de toda Grecia, andan quejándose pues tienen “inflamada la ingle”. Finalmente, desde Esparta, vienen unos embajadores para firmar la paz con

Atenas, pues el deseo sexual es tan grande, que puede hasta con la guerra. Así cada hombre se va con su mujer, ellas felices por el fin de la guerra, y ellos felices por el apetito sexual.

Fragmento

Lisístrata: ¡Estas mujeres! Las invitas a una bacanal y no se puede ni entrar; vienen todas volando y ¡ala! a tocar el timbal. Pero para esto, en cambio, no se presenta ni una. Calla, que aquí viene la vecina. ¡Buenos días, Kalonike!

Kalonike: Buenos días, Lisístrata. ¿Que pasa, que estas preocupada? ¡Hija, no pongas esta cara! ¡No te favorece nada!

Lisístrata: ¡Es que se me enciende la sangre!¡Damos pena, las mujeres! ¡Para empezar, los hombres nos tienen por unas sinvergüenzas!

Kalonike: ¡Porque lo somos!Lisístrata: Las convoco por una cuestión de vida o muerte que tenemos que tratar

y mira, ellas durmiendo, no aparecen.Kalonike: Ya vendrán, mujer. ¿No ves que no podemos salir de casa así como

así? Tenemos que estar por el marido, por la escalava, cuidar de los niños, hacer la sopa, la colada…

Lisístrata: Sí, ¡pero hay cosas más urgentes y penetrantes!Kalonike: ¿Cosas penetrantes, dices? ¿Y como son de gordas?Lisístrata: ¡Uy, muy gordas!Kalonike: ¡Coño! ¡Y que esperan para venir!Lisístrata: No, no es lo que imaginas. Ya estarían todas aquí, si fuera eso. No,

no. Hace días que me ronda por la cabeza una cosa que me hurga cada noche y me quita el sueño.

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Kalonike: ¡Ah, debe ser una cosa fina! ¿Y quieres decir que es por la cabeza por dónde te ronda? ¡Si tanto te hurga!

Lisístrata: ¿Otra vez con eso? Sí, señora, una cosa muy fina. Los hombres son unos bestias. Tendríamos que agarralos y…

Kalonike: ¿Por donde?[…]

Lisístrata: Es la salvación de Grecia la que proyecto. De las mujeres, sí, de las mujeres depende…

Kalonike: ¡Pues sí que estamos bien!Lisístrata.- Voy a decíroslo, pues no tiene ya que seguir oculto el asunto.

Mujeres, si vamos a obligar a los hombres a hacer la paz, tenemos que abstenernos...Cleonice.- ¿De qué? Di.Lisístrata.- ¿Lo vais a hacer?Cleonice.- Lo haremos, aunque tengamos que morirnos.Lisístrata.- Pues bien, tenemos que abstenernos del cipote. ¿Por qué os dais la

vuelta? ¿Adónde vais? Oye, ¿por qué hacéis muecas con la boca y negáis con la cabeza? ¿Por qué se os cambia el color? ¿Por qué lloráis? ¿Lo vais a hacer o no? ¿Por qué vaciláis?

Cleonice.- Yo no puedo hacerlo, que siga la guerra.Mírrina.- Ni yo tampoco, por Zeus: que siga la guerra.Lisístrata.- Y, ¿tú eres la que dice eso, rodaballo? ¡Si hace un momento decías

que te dejarías cortar por la mitad!Cleonice.- Otra cosa, cualquier otra cosa que quieras. Incluso, si hace falta, estoy

dispuesta a andar por fuego. Eso antes que el cipote, que no hay nada comparable, Lisístrata guapa.