“De kínder a primero básico” - DOCENTEMAS · 2018. 4. 27. · En primero básico, en cambio,...

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3 Ejemplo de texto reflexivo La docente va entregando su reflexión y conclusiones personales a partir de la observación de sus estudiantes y del intercambio de ideas y prácticas con sus colegas. Se fue dando cuenta de la distancia entre kínder y primero básico, y cómo se instaló en ella “una forma de mirar los nuevos cursos”. “De kínder a primero básico” Bien es sabido que los primeros básicos requieren un período de adaptación y que el cambio desde kínder requiere de tiempo, pero nunca pensamos cuánto les afectaba ese cambio de ciclo, hasta que recibimos estos primeros básicos. Aparentemente no tenían ningún hábito, digo aparentemente porque después de reunirnos con las educadoras que los tuvieron en kínder, nos dimos cuenta que sí tenían hábitos, pero eran otros. Las educadoras, por ejemplo, llevaban a todos los niños juntos al baño en hilera y lo hacían en horarios específicos a los cuales estaban acostumbrados, iban en una hilera de niñas y otra de niños, en la entrada del baño les daban jabón a todos para lavarse las manos después del recreo, antes del almuerzo, etc., un estudiante repartía papel higiénico para quien lo necesitaba y cuando termi- naban se volvían a formar. En primero básico, en cambio, el estudiante debía ir al baño durante el recreo o bien debía pedir permiso para ir durante la clase, debía ir solo y no tenía una rutina guiada, lo que provocaba que se quedaba jugando en el baño, no sabía de dónde sacar el papel o bien no le alcanzaba y no tenía a quien pedirle, no se lavaba las manos al terminar y a veces incluso había que ir a buscarlo. Esto nos hacía pensar que los niños eran muy poco autónomos y con sorpresa vimos que no era tal, sino habían sido educados de otra manera. En esa reunión vimos lo alejadas que estábamos de las rutinas que aplicábamos con los niños. Si bien, todas perseguíamos los mismos objetivos como: desarrollar la autonomía, organización en el trabajo, cuidar los materiales, etc., lo hacíamos de maneras distintas, que los alum- nos desconocieron al llegar al nuevo curso, el primero básico. Fue importante contar con el apoyo de las educadoras y su generosidad al compar- tirnos sus estrategias y resultados de ellas, cuáles les costaba más instalar en los niños y cuáles eran más naturales en ellos. Luego de que tuvimos la primera reunión, se instaló en mí una forma de mirar los nuevos cursos siempre considerando lo realizado en los cursos anteriores o bien en las otras asignaturas. Pude darme cuenta de lo importante que es para los alumnos, sobre todo los más pequeños, que las rutinas y formas sean conocidas y familiares ya que esto les da seguridad, se sienten cómodos, se sienten en un espacio que no les es ajeno. Cuando recibo un nuevo curso, trato de extraer la mayor cantidad de infor- mación respecto a cómo son los estudiantes, a qué estímulos y formas de aprendiza- je reaccionan mejor, cuáles los desmotivan, etc., y trato de transmitir lo mismo cuando entrego un curso a una nueva profesora. El hecho de dar una línea de “normas”, de “actividades”, de “estructurar la clase” siempre va a colaborar en que el estudiante se ordene, se anticipe, pueda organizar su pensa- miento y enfrente de mejor manera los desafíos.

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  • 3Ejemplo de texto reflexivo

    La docente va entregando su reflexión y conclusiones personales a partir de la observación de sus estudiantes y del intercambio de ideas y prácticas con sus colegas. Se fue dando cuenta de la distancia entre kínder y primero básico, y cómo se instaló en ella “una forma de mirar los nuevos cursos”.

    “De kínder a primero básico”Bien es sabido que los primeros básicos requieren un período de adaptación y que el cambio desde kínder requiere de tiempo, pero nunca pensamos cuánto les afectaba ese cambio de ciclo, hasta que recibimos estos primeros básicos.

    Aparentemente no tenían ningún hábito, digo aparentemente porque después de reunirnos con las educadoras que los tuvieron en kínder, nos dimos cuenta que sí tenían hábitos, pero eran otros. Las educadoras, por ejemplo, llevaban a todos los niños juntos al baño en hilera y lo hacían en horarios específicos a los cuales estaban acostumbrados, iban en una hilera de niñas y otra de niños, en la entrada del baño les daban jabón a todos para lavarse las manos después del recreo, antes del almuerzo, etc., un estudiante repartía papel higiénico para quien lo necesitaba y cuando termi-naban se volvían a formar. En primero básico, en cambio, el estudiante debía ir al baño durante el recreo o bien debía pedir permiso para ir durante la clase, debía ir solo y no tenía una rutina guiada, lo que provocaba que se quedaba jugando en el baño, no sabía de dónde sacar el papel o bien no le alcanzaba y no tenía a quien pedirle, no se lavaba las manos al terminar y a veces incluso había que ir a buscarlo. Esto nos hacía pensar que los niños eran muy poco autónomos y con sorpresa vimos que no era tal, sino habían sido educados de otra manera. En esa reunión vimos lo alejadas que estábamos de las rutinas que aplicábamos con los niños. Si bien, todas perseguíamos los mismos objetivos como: desarrollar la autonomía, organización en el trabajo, cuidar los materiales, etc., lo hacíamos de maneras distintas, que los alum-nos desconocieron al llegar al nuevo curso, el primero básico.

    Fue importante contar con el apoyo de las educadoras y su generosidad al compar-tirnos sus estrategias y resultados de ellas, cuáles les costaba más instalar en los niños y cuáles eran más naturales en ellos.

    Luego de que tuvimos la primera reunión, se instaló en mí una forma de mirar los nuevos cursos siempre considerando lo realizado en los cursos anteriores o bien en las otras asignaturas. Pude darme cuenta de lo importante que es para los alumnos, sobre todo los más pequeños, que las rutinas y formas sean conocidas y familiares ya que esto les da seguridad, se sienten cómodos, se sienten en un espacio que no les es ajeno. Cuando recibo un nuevo curso, trato de extraer la mayor cantidad de infor-mación respecto a cómo son los estudiantes, a qué estímulos y formas de aprendiza-je reaccionan mejor, cuáles los desmotivan, etc., y trato de transmitir lo mismo

    cuando entrego un curso a una nueva profesora. El hecho de dar una línea de “normas”, de “actividades”, de

    “estructurar la clase” siempre va a colaborar en que el

    estudiante se ordene, se anticipe, pueda organizar su pensa-miento y enfrente de mejor manera los desafíos.