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En la Nueva Granada, como en otras unidades coloniales, en la segunda mitad del sigloXVIII, se pueden observar signos de la recepción de las ideas de la Ilustración tantocomo respuestas variadas a las reformas Borbónicas. Podemos decir que, especialmenteentre un grupo generalmente conocido como los letrados, circuló un nuevo paradigmapara el conocimiento de la sociedad y la naturaleza, al que se aludía como filosofíamoderna, y se consideraba conocimiento útil en oposición a la filosofía escolástica o(inútil) peripatética. Se trataba de pensar y conocer desde la experiencia y la razón.

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  • ANTONIO NARIO, AGENTE DE TRANSICIN

    Margarita Garrido

    Profesora Universidad de los Andes

    Bogot, diciembre 2004

    Los signos cambiantes de la poltica cultural borbnica

    En la Nueva Granada, como en otras unidades coloniales, en la segunda mitad del siglo

    XVIII, se pueden observar signos de la recepcin de las ideas de la Ilustracin tanto

    como respuestas variadas a las reformas Borbnicas. Podemos decir que, especialmente

    entre un grupo generalmente conocido como los letrados, circul un nuevo paradigma

    para el conocimiento de la sociedad y la naturaleza, al que se aluda como filosofa

    moderna, y se consideraba conocimiento til en oposicin a la filosofa escolstica o

    (intil) peripattica. Se trataba de pensar y conocer desde la experiencia y la razn. Los

    hitos de la puesta en circulacin de los nuevos saberes en la Nueva Granada son bien

    conocidos.

    Aunque entre 1740 y 1767 hubo algunas ocasiones para lecciones novedosas de fsica

    y ciencias naturales en Santa Fe y en Quito, quizs se pueda sealar la llegada de

    Jos Celestino Mutis, como mdico del Virrey Girior en 1761, y la consiguiente

    apertura de la ctedra de matemticas en el Colegio del Rosario, como hito inicial de

    la formacin de una pequea comunidad ilustrada en Santa Fe, y la formulacin de un

    nuevo currculo de estudios para establecer una Universidad Pblica en 1774, tras la

    expulsin de los Jesutas, como el punto culminante de la coincidencia de los virreyes

    reformadores con los intereses de los jvenes estudiantes. La fundacin de la Biblioteca

    Pblica propuesta al virrey por la junta de Temporalidades, y aprobada por el rey, en

    Ponencia para la Conferencia Intelectuales y Poder, Universidad Catlica de Lima, diciembre 2004. Publicado en Carlos Aguirre, Carmen McEvoy, Intelectuales y poder: ensayos en torno a la repblica de las letras en el Per e Hispanoamrica (ss. XV1-XX), Lima: Instituto francs de Estudios Peruanos, 2008.

  • 1773 y la creacin de la Real Expedicin Botnica, propuesta por Mutis en 1763 y

    aprobada en 1783, completaron las instituciones de la cultura y la ciencia.

    En esta primera etapa, contando con un cierto mecenazgo real, en tomo a colegios

    (aunque no sin altibajos con respecto al curriculum), la Biblioteca, la Expedicin

    Botnica y el Papel Peridico, se form un grupo de jvenes santafereos al que se

    adhiri un nmero significativo proveniente de Popayn y algunos de la costa caribe

    y de Antioquia, dedicado a la caracterizacin y medicin geogrfica, la clasificacin

    de sus recursos naturales y diferenciacin de su poblacin, que realiz un esfuerzo

    importante de produccin local de conocimiento.1 Con un lenguaje de crtica ilustrada2

    a la administracin colonial por su negligencia e incompetencia, se produjo un cuerpo

    de formulaciones condicionales, que empezaban sealando que: si ... (existieran

    ciertas condiciones, por ejemplo caminos y albergues, mapas o polticas de fomento,)

    en este rico pas se podran explotar tales y tales recursos. En un trabajo anterior me

    permit nombrar estos conocimientos tiles como patriotismo cientfico pues ellos

    representaron toda una nueva inteligibilidad del pa s .3

    Se trataba de un saber secular, alcanzable por quienes se aplicaran a l, relativamente

    autnomo y crtico y, especialmente pertinente para el proyectismo. Pareca ser

    una ocupacin central, al punto que el virrey Caballero escribi que los estudiantes

    haban demostrado tan grande inclinacin a estas facultades, que parecan que fuesen

    las nicas delicias de esta juventud americana.4 Los hombres de letras y de ciencias

    buscaron ostensiblemente, como en la Inglaterra de Bacon, un acuerdo entre ciencia y

    religin, de hecho una religin de ilustrados, ms intelectual izada, distinta a la popular,

    1 (Nieto 2000).1 El trmino critica lustrada de la realidad fue acuado para las prcticas de los ilustrados en las colonias hispanoamericanas hace unos aos. (Chiaramonte 1979: ix-xxxix).3 (Garrido 1993: 36-54).4 Antonio Caballero y Gngora, Carta del Virrey dando cuenta de haber restablecido la ctedra de Matemticas (Restrcpo Canal 1938: 243).

  • en la que el ideal de prosperidad coincida con los designios divinos.5

    En este ambiente florecieron las tertulias literarias, las reuniones informales en los

    cuartos de los colegios y aun en las casa privadas, en las que se lea y conversaba.

    Se hicieron viajes de observacin, se escribieron largos ensayos sobre la sociedad, la

    economa, las poblaciones, las costumbres, las ideas y la literatura.6 Fundamentalmente

    se cre una red de personas que se reunan, se escriban entre ciudades, viajaban

    por el territorio como funcionarios o comerciantes, acogan a los extranjeros, se

    prestaban libros y an instrumentos como un microscopio, o construan barmetros

    siguiendo el mtodo del que haba construido Francisco Jos de Caldas. Estos criollos

    educados, poco a poco, se feron sintiendo miembros de una comunidad distinta,

    una comunidad imaginada7 a la que pertenecan por vnculos de sangre, de paisanaje

    y de compaerismo, y sintindose capaces de producir conocimiento local sobre

    la naturaleza y la sociedad. Esta red ha sido caracterizada como una comunidad de

    interpretacin por Renn Silva, quien ha visto en el proceso de su formacin una

    genealoga.

    La Revolucin Francesa parece sealar el punto de flexin de esta poltica de cierto

    mecenazgo o patronato real que Carlos III haba tratado de implementar siguiendo

    quizs las directrices de Lus XIV.8 Ni Carlos IV ni, para Nueva Granada, el virrey

    5 Para esta religin de los ilustrados en Nueva Granada (Silva 2002: 299), y para la coincidencia entre ciencia y religin en Inglaterra, (Ferrone 1992:200).6 Sobre este tema hay una copiosa historiografa tradicional y moderna, y recientemente se ha sumado a ella el notable libro de Renn Silva, nombrado arriba.7 El concepto de comunidad imaginada propuesto por Benedict Anderson ha sido acogido por varios historiadores para la comprensin de los sentimientos de pertenencia comn de quienes compartan lecturas, sociabilidades y lenguajes en los territorios que luego formaron naciones desprendidas de los viejos imperios (Anderson 1983).8 Sobre la defensa del mecenazgo real por parte de Voltaire como condicin de la independencia de los hombres de letras, (Charticr 1992: 53-157).

  • Ezpclcta la continuaran.9 A mediados de la dcada de los noventa se reabri el debate

    sobre el currculum, que ya en 1779 haba hecho regresar a la escolstica, despus de lo

    cual, el conocimiento til, contaba con pocos baluartes. De all en adelante, y hasta la

    Independencia, la poltica cultural de la monarqua fue represiva, acalladora,

    perseguidora y discriminante de los ilustrados, de sus formas de sociabilidad y de la

    nueva inteligibilidad que se haba creado. El modelo de mecenazgo real qued atrs y

    los hombres de letras y de ciencias tuvieron que restringirse a prcticas privadas, por

    fuera de los colegios y casi siempre en patente oposicin a la corporacin

    universitaria como haba sido en la Europa del siglo XVII.10 Es precisamente en este

    momento de cambio de la poltica monrquica y en relacin directa con l, cuando la

    figura de Antonio Nario cobra una centralidad excepcional. La intensidad de este

    cambio en el virreinato de Nueva Granada, fue visible en la reaccin de las autoridades

    contra el conjunto de hechos relativamente simultneos que se dieron en 1794,

    vinculados con la impresin de Los Derechos del Hombre y del Ciudadano por Antonio

    Nario, ocurrida en diciembre del ao anterior. Pero no se puede desconocer que la

    desconfianza y el miedo hacia la poblacin en general, incluyendo algunos grupos de

    criollos, fue notable en las polticas virreinales desde la Rebelin de los Comuneros en

    1781.11 Antonio Nario es reconocido en el la historia oficial de Colombia como el

    Precursor, existen numerosas biografas y su nombre lo evocan cientos de lugares

    pblicos, instituciones y entidades colombianas. Aqu, por supuesto, no haremos una

    biografa, sino reflexiones sobre tres de sus acciones por considerarlas especialmente

    significativas para pensar la relacin entre intelectuales y poder: la creacin de la

    9 Entre 1790 y 1796 el rector del Colegio del Rosario, con el apoyo del virrey, se opone a la defensa que el profesor Vallecilla hace de la filosofa til; a la resistencia del profesor Vsquez Gallo a ensear Santo Toms y Goudin; y cambia el curso de Derecho Natural dictado por Joaqun Camacho por uno de Derecho Real. (Arboleda y Obrcgn 1991: 29).10 (Ferronc 1992:,199-201).11 (McFarlane 1982).

  • tertulia El Arcano de la Filantropa (1789), la publicacin de los Derechos del Hombre

    y el Ciudadano y su Defensa en el proceso que por ello se le sigui (1794-94), y la

    publicacin de La Bagatela (1811).

    Antonio Nario y Alvarez, el tercer hijo de los ocho de don Vicente Nario y Vsquez

    y de doa Catalina Alvarez del Casal, naci el 9 de abril de 1765. Don Vicente haba

    obtenido de Femando VI en Madrid su cargo de Contador Oficial Real de las Cajas

    Matrices del Nuevo Reino de Granada y haba viajado a Amrica. El padre de Nario

    muri en 1778 y Antonio, a pesar de su corta edad, debi familiarizarse con los

    negocios de su padre. Las dificultades econmicas no daban tregua y en 1784 doa

    Catalina, debi vender la casa familiar (situada donde hoy es el Palacio Presidencial

    o Palacio de Nario). A los 20 aos, Antonio se cas con doa Magdalena Ortega y

    Mesa, de 22, hija de don Jos Ignacio de Ortega y de doa Petrona Mesa, ya fallecida.

    Tuvieron cuatro hijos varones antes de la prisin de 1794 y dos hijas despus.

    Desde 1759, seis aos antes del nacimiento de Antonio Nario, Carlos III gobernaba

    los reinos de Espaa y de Amrica como su imperio y trataba de poner en marcha con

    gran decisin un tren de reformas, algunas de ellas planteadas por sus predecesores. El

    paquete, orientado fundamentalmente a retomar el control de las colonias, inclua las

    reformas en la educacin las cuales indudablemente trajeron vientos renovadores a las

    colonias.

    Nario, a diferencia de sus hennanos mayores, y aparentemente por motivos de salud,

    no culmin los estudios regulares en el colegio, pero se ha dicho que sigui el nuevo

    mtodo de estudios por su cuenta, entre los 18 y los 19 aos.12 No sabemos que hubiera

    renunciado a asistir al claustro por desacuerdo con la enseanza como lo hicieron

    algunos otros futuros hombres de letras.

    12(Ruiz Martnez 1990: 63).

  • La correspondencia sobre libros y temas, el comercio de libros, y especialmente la

    iniciativa de fundar una tertulia por suscripcin son indicios de su temprana y variada

    inquietud intelectual. La poltica tampoco le era ajena. En una carta a Mutis, a sus 23

    aos es posible examinar el nmero y diversidad de intereses que lo ocupaban y cmo

    los atenda, entremezclaba y pona en agenda.

    En carta del 15 de enero de 1788 le informaba a Jos Celestino Mutis sobre proyectos

    econmicos que compartan, tales como el cultivo de gusanos de seda, la siembra

    de nopales, y del comercio del t de Bogot y all mismo le comentaba que su

    nombramiento como alcalde de segundo voto del cabildo le entorpeca "el pensamiento

    que tena de tener en casa una tertulia o junta de amigos de genio, que fusemos

    adelantando algunas ideas que con el tiempo pudieran ser de alguna utilidad".

    En ese ao haba sido elegido alcalde de segundo voto por el cabildo de Santa Fe, lo

    que confirmaba su honor como notable, y le daba ocasin para fortalecer sus relaciones

    con la burocracia del reino. Esc mismo ao compr una casa alta en la Plazuela de

    San Francisco. Del gobierno local pas, el ao siguiente, a ocupar un cargo de alto

    rango en la burocracia virreinal: Tesorero de Diezmos, el cual le deba acceso a un

    sector econmico importante y fuertes vnculos con una poderosa red de negocios.

    El nombramiento deba estar respaldado por recomendaciones y por fiadores, con

    los cuales Nario pudo contar entre su familiares y amigos, y aunque no falt cierta

    oposicin del cabildo Eclesistico, ocup el cargo hasta 1794,13

    13 El nombramiento de Nario dio ocasin a la protesta presentada al da siguiente por el Cabildo Eclesistico que reclamaba el derecho a hacer esa eleccin. Para este cuerpo la Tesorera de Diezmos deba permanecer bajo su control pues sus atribuciones eran definitivas para el buen funcionamiento financiero de la Iglesia. Pero para su contrariedad el nombramiento de Nario hecho por el virrey Gil y Lemus, fue confirmado por el Virrey Ezpeleta que entr a Santa Fe en agosto del mismo ao de 1789.La queja del Cabildo Eclesistico hizo su curso y en 1791 lleg orden del Rey de Espaa de anular el nombramiento puesto que se haba originado en el virrey y no en el Cabildo Eclesistico. Nario hizo entrega del cargo y del dinero a carta cabal y en el plazo acordado segn hizo constar el Arzobispo Baltasar Jaime Martnez el 14 de septiembre de 1791. Con esos resultados decide presentarse ante dicho cuerpo como candidato elegible. Dada la nueva fianza que ofrece de $40.000 y la distincin de sus fiadores, Nario fue elegido de nuevo. (Garrido 1999: 16-17).

  • Los diezmeros constituan la conexin ms significativa entre los comerciantes (y

    an tratantes, es decir, de pocas mercancas) y la burocracia colonial, tanto civil

    como eclesistica. El cargo era muy apetecido pues daba la posibilidad de utilizar las

    conexiones existentes para el cobro de diezmos, para comercializar, como negocio

    propio, diversos productos. Adems el cobro daba acceso al manejo de buenas sumas de

    dinero, mientras llegaba el momento de reportar el recaudo tanto al Cabildo Eclesistico

    como a la Audiencia. Esa combinacin de funciones oficiales y negocios personales no

    era prohibida pero revesta el riesgo de verse alcanzado por la tardanza en el cobro de

    mercancas. Fue esto lo que sucedi a Nario en 1794 cuando, tras la publicacin de

    los Derechos del Hombre y el Ciudadano, fue aprehendido y, al pedrseles cuentas de

    su cargo, no haba recibido los pagos del t, quina y caf colocados en ciudades como

    Honda, Cartagena, Veracruz y La Habana.

    En busca de un repertorio propio ; desde la perife'ia de la Repblica de las letras?

    Desde que dejara su cargo en el cabildo, Nario retom el proyecto de la tertulia, que se

    haba propuesto. En 1789 Nario propuso:

    Se me ocurre el pensamiento de establecer en esta ciudad una suscripcin de literatos a ejemplo de las que hay en algunos Casinos de Venecia: stos se reducen a que los suscriptores se renan en una pieza cmoda, y sacados los gastos de luces, etc., lo restante se emplea en pedir un ejemplar de los mejores diarios, gacetas extranjeras, los diccionarios enciclopdicos y dems papeles de esta naturaleza, segn la suscripcin. A determinadas horas se juntan, se leen los papeles y se critica y se conversa sobre aquellos autores; de modo que se puede pasar un par de horas divertidas y con utilidad. Pueden entrar D. Jos Mara Lozano, D. Jos Antonio Ricaurte, D. Jos Lus Azuola, D. Juan Esteban Ricaurtc, D. Francisco Zea, D. Francisco Tobar, D. Joaqun Camacho, el Doctor Iriarte, etc.14

    l4(Hernndez de Alba 1980: 152).

  • Esta tertulia o junta se parece a otras reuniones de ese tipo que tenan lugar en Santa

    Fe en torno a Manuel del Socorro Rodrguez, el director del Papel Peridico y a

    Manuela Sanz de Santamara quien rega una especie de pequeo saln. Pero tambin se

    diferencia notablemente de ellas. Se trataba de algo de cierta manera ms formal pues

    implicaba la suscripcin - un compromiso- se centraba en la lectura de publicaciones

    extranjeras y en la crtica y se buscaba la utilidad. No haba espacio para mujeres,

    ni para recitales ni juegos de palabras y revelaba una cierta intencionalidad poltica.

    Tambin dice, en otra parte, que se buscaba acoger a los extranjeros y quizs de all

    derivaba su pomposo nombre El Arcano Sublime de la Filantropa, aunque tambin se

    alude al lugar de reunin como El Casino o El Santuario.

    El modelo no era el de las sociedades de la gente de letras o salones parisinos donde

    hombres de letras eran convidados semanalmente por una mujer que armonizaba

    y controlaba sus conversaciones, los cuales, se ha dicho, constituyeron la forma

    primordial de sociabilidad literata. No obstante comparte algunas de sus caractersticas

    como el intercambio de informaciones, la confrontacin de ideas, el ejercicio de

    la crtica y la elaboracin de proyectos, ... y como estos, la tertulia de Nario,

    constituye, al menos en cuanto a sus reuniones ms abiertas, un soporte a la aparicin

    de una esfera pblica, distinta de la monarqua y crtica con ella .15

    Por otra parte, el hecho de juntar no slo, ni principalmente, literatos, ni hombres de

    letras en la ms corriente acepcin de escritores, sino tambin funcionarios del estado,

    abogados, comerciantes e interesados en las Ciencias Naturales, la hace asemejarse a las

    sociedades ilustradas alemanas que florecieron en Berln entre 1740 y 1790.16

    15 (Chartier 1992:170).16(Chartier 1992: 176).

  • As, por sus caractersticas propias el Arcano Sublime de la Filantropa puede ser

    nombrada mejor como sociedad de idea, siguiendo la denominacin que propone

    Francois Furet para esos centros de sociabilidad en el contexto poltico anterior a la

    Revolucin Francesa, porque no reuna a los individuos por compartir ocupacin ni

    posicin social sino, especialmente, por compartir ideas ilustradas y elaborar proyectos

    para el adelantamiento pblico, desde un espacio privado.17 Tambin en cierto grado

    excepcionalmcnte Nario fue un hombre moderno, por haber construido, relaciones

    por afinidad de intereses e ideas y no slo por afectos y creencias, por vivir en contacto

    con las ideas francesas, leer, hablar y escribir en ese idioma, y as, en cierta forma

    inscribirse l c inscribir a su sociedad en la Repblica de las Letras.

    Parece que esta inscripcin en la Repblica de las Letras, iba a adquirir una

    representacin visual, tan clara como convincente en la decoracin que tendra el lugar

    de reunin de la tertulia, el amplio saln donde se reunan, llamado "El Casino",

    un lugar secreto en la biblioteca de su casa en la plazuela de San Francisco. En el

    proceso de 1794 le fueron confiscados a Nario unos bocetos realizados por l para

    este fin, los cuales constituyen una entrada absolutamente excepcional a su primer

    repertorio intelectual, y virtualmente de los miembros de su tertulia. Se trata de

    una composicin en la que figuraban retratos y frases de Scrates y Rousseau, de

    Plinio y Buffon, de Newton, de Tcito y Raynal, de Platn y Franklin, de Jenofonte y

    Washington, de Soln y Montesquieu.18

    La primera observacin que podemos hacer es la de las dos fuentes principales

    de autores y discursos: antigedad clsica y la llamada filosofa moderna con su

    cobertura de ciencias y letras. Una mirada rpida nos permite observar que la

    17 (Furet 1980: 220-221), (Bastan 1994: 93).18(Flernndez de Alba 1990: 1, 239^41). El boceto de la decoracin est reproducido en los documentos del Proceso de Nario (Hernndez de Alba 1980: .1, 166).

  • disposicin escogida es en parejas, aparentemente unidas por los campos principales

    de sus obras. Las asociaciones son hechas entre un antiguo (griego o latino) y un

    moderno (mayoritariamente franceses, con la significativa excepcin de Newton y de

    dos principales dirigentes de la Independencia Norteamericana, Franklin y Washington).

    Esquemticamente sera as: Scrates y Rousseau, Filosofa, poltica y tica (griego V-

    IV a. C. y gincbrino XVIII); Plinio y Buffon, Historia Natural (latino I; francs XVIII);

    Newton, matemtica- fsica, (ingls XVII- XVIII); Tcito y Raynal, Historia (latino

    I-II; francs XVIII); Platn y Franklin, filosofa, ciencia y poltica (griego V-IV a.

    C.; norteamericano XVIII); Jenofonte y Washington, Historia, Filosofa y actividad

    militar, (griego V-IV a.C.; norteamericano XVIII); Soln y Montesquicu. Legislacin

    (griego VII-VI a.C.; francs XVIII). El retrato del mismo Nario debera ir acompaado

    de los de Demstenes y Cicern, los grandes oradores de Grecia y Roma, y del de

    William Pitt, (suponemos que se trate del padre, lord Chatan). Haba tambin frases

    que acompaaban y fijaban el mensaje de los retratos. Entre ellas la alusiva a Franklin:

    Quit al cielo el rayo de las manos y el cetro a los tiranos es la que aparecer ms en

    el juicio en su contra..

    Podemos observar que no hay un solo espaol, ni hay nadie incluido por su cargo o su

    posicin social, solamente por sus ideas y realizaciones. No hay mujeres ni aun mticas.

    Parecera haber si no una ruptura, un desprendimiento o despego de lo hispnico, de lo

    estamental y corporativo, en tanto tales. Quizs la prescindencia de lo espaol y, sobre

    todo, la presencia de los clsicos, habla de un intento de legitimacin ms autnomo.

    No obstante, no debemos olvidar que la formacin universitaria de la poca, revaloraba

    los clsicos y, en alguna medida incorporaba a los modernos. La inclusin de Nario

    en esa iconografa remite, sin duda, a un sentimiento de identificacin como par.

    Posiblemente lo viva y senta como una inclusin a la Repblica de las Letras, desde

  • una cierta periferia, sobre todo por saltarse el vnculo con Espaa, y vincularse a

    un universo de representaciones antiguas, al tiempo que europeas y norteamericanas.

    De todos modos, Nario parece tener una consciencia de que el centro est en otra

    parte, (establecer en esta ciudad una suscripcin de literatos a ejemplo de las que hay

    en algunos Casinos de Venecia.... pedir un ejemplar de los mejores diarios, gacetas

    extranjeras...) y creemos que no se le oculta, que la relacin establecida desde ac

    con ese lugar de enunciacin original, es asimtrica, lo cual no desmiente su afn de

    identificacin.

    Como seala Renn Silva, no sabemos si Nario haba ledo a todos estos autores o

    los haba visto citados por otros. Su conjunto constituye de alguna manera una sntesis

    difcil, una suerte de repertorio diverso, ms que de paradigma coherente, que, en todo

    caso se inscribe en la valoracin de lo greco latino que caracteriza la modernidad, y de

    las ideas que circulaban, especialmente en Francia en el siglo XVIII. Ese repertorio

    no est planteado aparentemente, en forma de jerarqua, sino como una especie de

    temas separados unidos por hilos invisibles en un campo general en el que convergen:

    la poltica. No parece nada despreciable la inclusin de su retrato en este paraninfo

    como smbolo de la apropiacin personal de estos saberes y la insercin en su conjunto,

    precisamente junto a los oradores, quienes son los encargados de argumentar y debatir,

    movindose en diversos campos de saber y procurando ensear, divertir, convencer y

    conmover. La ubicacin de su retrato en medio de los dems podra quizs aludir a una

    especie de genealoga intelectual.

    En la tertulia participaba un grupo reconocido de letrados coloniales, quienes adems

    hacan parte de las redes de abogados, funcionarios, comerciantes y profesores. Se lea y

    se intercambiaban libros, aunque, aparentemente no todos tenan acceso al Santuario.

    El nombre de El Santuario se debe a que as se refiri al estudio privado de Nario el

  • francs Luis de Rieux, en una carta de las confiscadas en el proceso, donde expresaba

    que se encerraban all como en un santuario. Se ha dicho que ese sitio era secreto, que

    no todos los miembros de la tertulia tenan acceso. No sabemos si se trate de una actitud

    exclusivismo intelectual o de una medida que responda a un cierto temor que induca a

    algn grado de clandestinidad, y por tanto no sabemos el grado de publicidad o secreto

    de lo que entendemos como una inscripcin en la Repblica de las Letras.

    Hablando de derechos desde el mundo del honor

    Nario, quien haba estado involucrado en el comercio de libros desde 1782, haba

    comprado la biblioteca a Pedro Fermn de Vargas, otro oficial real, quien fuera su

    amigo y en cierta forma su mentor, antes de que se fugara del reino con una mujer

    casada en 1791. Fue probablemente la confianza de la que an gozaba Nario como

    conocido librero e intelectual adems de funcionario del gobierno, lo que explica que

    un capital de la guardia real le prestara la Histoire de la Rvolution de 1789 de Galart

    de Montjoie, donde estaba el texto de la Declaracin de los Derechos del Hombre y el

    Ciudadano. Y an que l se hubiera decidido a traducirla, imprimirla y publicarla un

    domingo de diciembre de 1793, slo vendi unos pocos ejemplares en el altozano de la

    catedral y cuando alguien lo puso sobre aviso del riesgo que corra, recogi los papeles

    que haba distribuido. No obstante, este hecho no tuvo consecuencias inmediatas, sino

    que fue puesto en primer plano, ocho meses ms tarde en la coyuntura de los juicios

    desatados a raz de la llamada Conspiracin de los Pasquines. No dudamos que las

    revoluciones atlnticas de fines del XVIII, dispararon miedos que hicieron que acciones,

    antes aparentemente toleradas como manifestaciones de inquietud intelectual, y de una

    cierta ilustracin colonial, fueran vinculadas con motivos revolucionarios, e hicieran ver

    una peligrosa conexin entre este intelectual y la poltica.

  • Desde julio de 1794, haban corrido rumores, y haba habido denuncias, sobre una gran

    conspiracin contra el gobierno en la que estara comprometida buena parte de los

    criollos ilustrados. El 19 de agosto de 1794 en los muros de las calles principales de

    la ciudad de Santa Fe aparecieron pegados unos pasquines en los que se amenazaba

    con un alzamiento de la poblacin contra los estancos y la opresin, acompaados

    de alusiones burlonas a los Oidores. Uno de los textos era: Si no quitan los estancos/

    si no cesa la opresin/ se perder lo robado/ tendr fin la usurpacin. Varios jvenes

    estudiantes del Colegio del Rosario, todos oriundos de provincia, fueron encausados

    inmediatamente.19 Un delator afirm que las reuniones preparatorias se haban hecho

    en ese claustro y en la casa de Antonio Nario y otro, habl de la publicacin de los

    Derechos del Hombre y del Ciudadano, uno cuyos ejemplares haba tenido en sus

    manos y otros haban sido distribuidos en Tunja, Socorro y San Gil.20

    El Virrey Ezpeleta regres rpidamente de la villa de Guaduas donde se encontraba

    y, como lo hiciera en 1782 el Virrey Flrez, tras la Revolucin de los Comuneros,

    orden que se enviaran misiones de Capuchinos a las ciudades y villas donde se supona

    se haba distribuido el papel y orden a las comunidades de religiosos de Santa Fe

    que en todos los sermones predicaran la fidelidad y lealtad que los vasallos deben a

    19 AGI, Estado 55 (56-gob). De acuerdo con los informes recibidos por el Virrey Ezpeleta, la idea conspirativa haba nacido en el Colegio del Rosario y era profusamente conocida por los americanos entre quienes aun las mujeres y los nios esperaban la realizacin como el da ms feliz. Se planeaba dar muerte a todos los que no quisieran seguir el gobierno republicano y algunos quisieron convencerlo de que no era ni pecado venial.20 Segn el delator Don Jos Mara Lozano, don Antonio Nario, don Jos Mara Cabal, el doctor Zea, don Umaa y Escandn ofrecieron plata y gente. Tambin implic a un tal doctor Gmez, de Popayn, Maestro Perry, y el portuguesito y Maestro Rieux, mdico. (Hernndez de A lbal980:12).

  • su monarca.21 El 29 de agosto de 1794, slo diez das despus de la aparicin de los

    pasquines, se orden la prisin de Nario y el embargo de sus bienes.

    La Real Audiencia organiz la judicializacin de los hechos en tres procesos, cada uno

    en cabeza de uno de los Oidores ms notables: para investigar la conspiracin general

    contra el gobierno, se encarg al Oidor Juan Hernndez de Alba; para la impresin y

    divulgacin de papeles sediciosos de Francia, a Joaqun de Mosquera y Figueroa; para

    la Conspiracin de los pasquines, al Oidor Decano Joaqun de Incln.

    Los Oidores fueron tan arbitrarios en sus procederes - esposando y amenazando a los

    acusados- que dieron pie a que uno de los regidores del Cabildo de Santa Fe elevara

    una denuncia ante el Rey.22 Muchos criollos fueron requisados, tratados de herejes y

    sublevados, seguidores de las mximas de Francia. El juicio a Nario, se concentr en

    su publicacin de la Declaracin de la Asamblea Francesa y su Defensa constituye el

    principal documento sobre su pensamiento.

    Los primeros elementos de la Defensa de Nario remiten a valores coloniales

    convencionales y muestran su deferencia con el orden. Podemos decir que son registros

    de un sujeto colonial. De las dos dimensiones de sujeto colonial - la de colonizado y

    colonizador - pareciera hasta aqu privilegiar la primera, la del que acepta el orden

    social colonial. Estos textos desde la prisin incluyen varias solicitudes en las que

    demuestra: lo ilgico de ser castigado por la impresin ilcita de un papel pues desde

    21 Los documentos con estas rdenes han sido publicados en Hernndez de Alba, Proceso de Nario, pp. 15-30. Adems de Nario y del impresor Diego Espinoza de los Monteros, todos los implicados por Jos Arellano fueron procesados por conspiradores. De ellos Cabal, Zea, Froes y Enrique Umaa, colaboraban con la Expedicin Botnica. Junto a ellos tambin juzgaron al Doctor Sandino de Castro, Jos Ayala, Jos Angel Manrique, Juan Jos y Nicols Hurtado entre otros. Algunos fueron apresados y otros deportados; estos ltimos fueron regresando a Nueva Granada a reasumir sus vidas. Jos Antonio Ricaurte, el abogado defensor de Nario fue enviado a prisin a Cartagena, en cuyo hospital muri aos despus por los graves quebrantos de salud sufridos en una horrible prisin. Pedro Fermn de Vargas, el dilecto amigo de Nario y el ms avanzado crtico del sistema colonial ya haba huido del pas en medio de un escndalo, en compaa de una mujer casada. La Real Cdula de 1722 est en Archivo General de la Nacin, Cdulas Reales tomo, 252-258.22AGI, Estado 55, (56 A1j)f.2v.

  • que estableciera la Imprenta Patritica en 1791 haba impreso sin solicitar permiso; la

    poca calidad de sus delatores, quienes eran personas de malas costumbres e intenciones

    y poca o nada educacin; y finalmente la imposibilidad de que la Declaracin fuera

    considerada corruptora del pueblo pues era un papel metafsico con ideas codificadas

    en un grado alto de abstraccin que apenas lo entienden las personas que tienen

    conocimiento, a quienes estaba destinado como noticia histrica, pues si hubiera

    querido seducir habra escogido una de tantas arengas que contena el mismo libro del

    que tom la Declaracin de la Asamblea Francesa. 23

    Varios de sus escritos de defensa parten de su condicin de nobleza por la calidad de

    sus ancestros y la educacin moral que de ellos recibi, del honor y reconocimiento de

    que ha gozado, de sus mritos en los cargos del cabildo de la ciudad, de sus donativos

    para la llegada de los virreyes y otras seas de su fidelidad al rey. Y entiende lo que ha

    sucedido como un ultraje a todo ese patrimonio simblico y material, al honor de un

    ciudadano, que por cualquier parte que se le mire parece incapaz de los delitos de que

    han querido calumniarle, a mis bienes y todos mis derechos, mi honor, mi libertad,

    mis hijos, mi esposa...24

    Nario trata de entender por qu muchas de los motivos por los que lo acusan,

    son prcticas comunes de varios de los hombres ilustrados de Santa Fe, inclusive

    autoridades, y no obstante ellos no han sido inculpados. Muchos de los libros cuya

    posesin era en su caso indicio de desvo, los poseen tambin otros notables a quienes

    l mismo los ha prestado o vendido. Habla francs como muchos, se rene en tertulias

    a hablar de libros como lo hacen en otras dos casas de la ciudad y en los cuartos de

    23 Carta de Nario desde la prisin en Santa Fe a los Consejos de su Majestad, 6 de mayo de 1795 (Hernndez de Alba 1980: 297-313).24 Carta de Nario desde la prisin en Santa Fe a la Secretaria de Estado, 23 de abril de 1795; Carta del6 de mayo del mismo ao, y Defensa de don Antonio Nario. (Hernndez de Alba 1980: 293-294, 304 y 375).

  • los colegios. Las preguntas que parecen estar flotando en estas consideraciones que l

    hace de sus actos son: Qu me ha hecho tan distinto de tantos otros hombres letrados y

    notables de esta ciudad? y cmo fue posible que un hombre considerado confiable, de

    honor y de mrito, por todos inclusive por las autoridades, pasara a ser, de un da para

    otro, considerado delincuente, infiel y de intenciones corruptoras? Y su respuesta la

    constituyen slo algunos indicios que remiten a la envidia y deseos de hacer mritos

    de los sujetos denunciantes, que quisieron vincularlo sin razn al atentado de los

    pasquines sediciosos. Pero pronto tendr que cambiar de registro: su caso no es slo

    el de un hombre de honor vilipendiado por la envidia de otros, ni la de un ilustrado

    como tantos, tolerados por la sociedad colonial. Definitivamente el campo de juego

    era ahora el del poder, el de la poltica y en poca de revoluciones. Pero le era difcil

    comprender por qu todos sus mritos y honor no eran suficiente garanta para hablar

    de derechos. Su discurso emitido desde su lugar privilegiado en el mundo del honor (y

    de las diferencias), no hablaba de ese mundo sino del otro, del que proclamaba su fin y

    enarbolaba la libertad y la igualdad. Nario probablemente quera ambos.

    La diferencia de Nario: sntesis (v agencia) propia desde un locuscolonial

    Nario fue semejante y distinto a los de su generacin. Durante el proceso en su contra,

    Nario no slo constat su diferencia, a los ojos de los gobernantes, con respecto a otros

    ilustrados neogranadinos, sino que expres pblicamente su representacin del lo que

    deba ser un orden poltico moderno, convirtindose, en nuestra manera de ver, en un

    agente de transicin

    Para el ltimo decenio del siglo XVIII en la Nueva Granada, Pedro Fermn de Vargas y

    Nario, sobresalan ante la mirada de las autoridades coloniales, dentro de la comunidad

    de ilustrados que compartan la nueva inteligibilidad. Vargas haba publicado, antes

  • de salir del pas, dos tratados crticos que revelaban su erudicin y profundidad

    Pensamientos Polticos y Memoria sobre la Poblacin del Reino. Y a circulaban buenas

    relaciones territoriales y propuestas de reformas a distintos ramos de la administracin,

    escritas por funcionarios espaoles y criollos, algunas de ellas publicadas en el Papel

    Peridico de Santa Fe. Pero an no se contaba con el conjunto mayor de discursos

    crticos entre los que sobresaldrn los de los autores dedicados a las ciencias naturales

    y fundadores de peridicos como Francisco Jos de Caldas (Semanario del Nuevo

    Reino de Granada, 1808-1811), y Jorge Tadeo Lozano (quien public artculos en el

    semanario y antes haba fundado el Correo Curioso, Erudito, Econmico y Mercantil,

    1801); de comerciantes exportadores de Cartagena y Bogot como Jos Ignacio de

    Pombo (Comercio y contrabando en Cartagena de Indias, 1800) y de abogados como

    Camilo Torres (Memorial de Agravios 1810).

    Nario, como se puede en las imgenes de su Santuario, y se deduce de las mltiples

    actividades que realizaba - cultivos, bsquedas de nuevas especies, comercio agrcola

    y de libros, cargos pblicos y tertulias de lectura - se mova entre lenguajes diversos (o

    registros distintos) y redes de personas de distintas actividades y estratos sociales. Los

    primeros artculos de Nario idcntifcables publicados en el Papel Peridico de Santa

    Fe y sobre todo la decoracin de su Santuario dan cuenta de sus intereses en la cosa

    pblica y de la sntesis conceptual que estaba buscando. 25 Este proceso de apropiacin

    cultural desde una colonia del Imperio espaol, resultaba amenazador en un momento

    en que la Independencia Norteamericana y la Revolucin Francesa constituan hitos

    insoslayables del cambios de los tiempos, en los que la libertad y la igualdad, ya haban

    tenido dos de las versiones ms fuertes: la de las colonias frente a un imperio y la de

    los ciudadanos entre s y frente a la monarqua. Esa sntesis tiene visos de genealoga

    25 Papel Peridico de Santa Fe, Nos. 3 y 4 de febrero 25 y 19 de marzo de 1791. (Santos Molano 1999: 114)

  • de ideas, de mapa conceptual y, sobre todo de recepcin crtica, de apropiacin y

    traduccin cultural desde un locus colonial, donde resulta extremadamente amenazador.

    Nario alega que la decoracin la hizo por su aficin a la pintura, y que compr en

    pblica almoneda... los retratos de Franklin y Washington. Agrega: Qu delito

    podr ser este que no lo fue en el anterior dueo de dichas pinturas ni en el exponente

    lo ha sido hasta ahora despus de tantos aos que los ha tenido a la vista de todos?26

    Igualmente, con respecto a la frase sobre Franklin, dir que no slo es una inscripcin

    en una estatua pblica en Francia sino que cien veces se ha impreso en Madrid sin

    que alguno la haya dado tal aplicacin, ni sospechado siquiera que pudiera haber en la

    monarqua quin la entendiese de este modo... Desafortunadamente la seleccin de

    los retratos y la copia de la inscripcin, estaban unidas a la posesin de un pequeo

    libro en que estn recopiladas las leyes federativas de los Estados Unidos de Amrica,

    y sobre este punto tambin apela a la ingenuidad: la tena, como tena la de la

    Antigua Roma, como tena la de los principales pueblos de la tierra extractadas de la

    Enciclopedia, como tena la del pueblo hebreo en la Sagrada Biblia . Acusado de que

    en su casa entraba Luis de Rieux, alega que este seor tambin frecuentaba las casas

    de gobernantes.27 Constantemente se pregunta: por qu desgracia ma, las acciones

    mismas de los superiores y de todo el pueblo, las acciones ms indiferentes en todos, en

    m slo han de ser delitos?28

    Aunque su defensa fue inicialmente la afirmacin de su no-diferencia, con el correr

    del proceso y la continua confrontacin con los jueces, dio paso a la exposicin muy

    argumentada de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.

    26 Carta de Nario desde la prisin en Santa F a la Secretaria de Estado, 23 de abril de 1795 (Flernndez de Alba 1980:295).27 Carta de Nario desde la prisin en Santa F a los Consejos de su Majestad, 6 de mayo de 1795 (Hernndez de Alba 1980: 301, 307 y 308).28 Ibidem 301 y 308.

  • Nario haba gozado de la confianza de las autoridades para publicar diversos papeles

    en la Imprenta Patritica, sin solicitar para ello, licencia previa. Creer que contaba

    con esa relativa confianza, considerar que las ideas no eran tan extraas a las que

    circulaban en el medio y las condiciones propias del papel que lleg a sus manos -

    una formulacin ordenada, precisa y sinttica de tantos principios e ideas que el haba

    repasado y tratado de ordenar - quizs expliquen que olvidara cualquier clculo sobre

    las consecuencias que podra tener su publicacin. Imprimirlo y venderlo era una

    forma expedita de poner en el centro del debate el documento clave de la Revolucin

    Francesa. Es claro que Nario no evalu adecuadamente su relativa libertad de actuar

    y los lmites de los privilegios de los de su clase en el contexto colonial. El conjunto

    de conductas que haba compartido con muchos otros criollos cobraron un significado

    distinto cuando public la Declaracin.

    Es comnmente aceptado que Nario fue el autor del documento central de su Defensa.

    Todos los abogados a quienes pidi ayuda al principio se negaron y slo el doctor Jos

    Antonio Ricaurte y Rigueyro firm con l este documento, como abogado defensor, por

    lo que sufri la ms horrible de las condenas.

    El texto de la Defensa sell la suerte de Nario, pues aunque fue concebido para negar

    que las ideas comprendidas en la Declaracin, feran extraas o constituyeran novedad,

    su extensin, erudicin y peso especfico hicieron de este documento la pieza ms

    comprometedora, la ms adecuada para su acusacin. Nario expres all lo que nunca

    haba expresado, y lo que, al menos en las colonias, no circulaba en una sntesis tan

    ordenada y articulada. La argumentacin en este ltimo texto de su Defensa, no slo es

    impecable y convincente sino que constituye una revelacin ms de su repertorio. Por

    supuesto, ste papel que circul profusamente con la anuencia del alcalde y del cabildo

    de Santa Fe, tambin fue mandado a recoger por el virrey Ezpeleta inmediatamente.

  • Despus de protestar los daos causados a todo su patrimonio moral y material, pasa

    a establecer un parangn con Dcmstenes, con quien ya conocamos su identificacin,

    desde el boceto del Santuario, y parafraseando su defensa en el foro griego ( Si

    atenienses, aunque mi ministerio haya sido irreprensible, pronunciad y condenadme ),

    pide al rey que si lo conoce como lo pintan sus calumniadores y el fiscal, l renunciara

    a defenderse.29 Este recurso a la latinidad ser constante, como lo era para los ilustrados

    europeos, quienes constituyen la otra gran parte de su repertorio. Las referencias

    histricas son principalmente a la historia de la Antigedad. Pero la mayora de la citas

    son de El Espritu de los mejores diarios, que aqu anda en manos hasta de los nios y

    mujeres, trae pasajes que no solo comprenden los principios del papel (la Declaracin),

    sino otros de mayor entidad, teniendo al frente, entre suscriptores a nuestros augustos

    monarcas y principales Ministros de la Nacin.30 Recoge largas y elocuentes citas

    que defienden con entusiasmo y contundencia que la felicidad de pueblos e individuos,

    reside en los derechos de propiedad, libertad, igualdad y seguridad, los cuales vienen

    de Dios y han sido proclamados por las leyes naturales. Las Leyes de Partida, las

    reglas jurdicas basadas en conocidos autores, la Enciclopedia y la declaracin de

    Filadelfia, son citadas para respaldar estos principios. Las citas se extienden sobre las

    concepciones modernas de Justicia y Autoridad y concretamente sobre la libertad de

    cultos, de expresin, de opinin, de la necesidad de dejar espacio para que se exprese la

    Verdad. All, dice, estn tratados los mismos principios pero no en concisos preceptos

    sino en discursos para persuadir: Conocer igualmente que estando tratados en los

    diarios de la nacin, en los publicistas, que ensean a la juventud en nuestras aulas,

    en los autores espaoles y extranjeros, que corren en la monarqua, y que los pueden

    29 Defensa de Don Antonio Nario suscrita con l por su abogado defensor el doctor Jos Antonio Ricaurte y Rigueyro (Hernndez de Alba 1980: 376).30 (Hernndez de Alba 1980: 390-391). Enrique Santos Molano sostiene que este peridico influy en Nario tanto como la independencia de los Estados Unidos. (Santos Molano 1999: 96).

  • leer cualquiera que guste, no puede juzgar el papel de Los Derechos del Hombre como

    pernicioso.31

    La Defensa de Nario constituy un evento aun ms impactante para las autoridades

    virreinales que la traduccin y publicacin de los Derechos del Hombre y del

    Ciudadano : La defensa de Nario es peor, ms mala y perjudicial que el referido

    papel y fue mandada recoger a mano regia .32 Nario fue condenado a la prdida de

    los bienes, destierro por diez aos en los presidios de frica y para siempre de Nueva

    Granada. El doctor Ricaurte, el abogado defensor, sentenciado a una prisin perpetua

    en Cartagena y Diego Espinoza de los Monteros, el impresor, a prisin por tres aos

    tambin en Cartagena, sin poder regresar nunca a Santa Fe y con prohibicin de volver

    a ejercer su oficio. El cabildo de Santa Fe fue acusado por el virrey Ezpeleta por va

    reservada, por haber mostrado inters en que circulara el texto de la Defensa de Nario.

    Aunque estas ideas circularan ampliamente, lo que las hace distintas tanto en el caso de

    la Declaracin como en el caso del texto de la Defensa de Nario son sus respectivos

    locus de enunciacin. Por una parte los mismos principios que figuraban en El Espritu

    de los Mejores Diarios se volvieron aterradores cuando fueron convertidos en un cdigo

    poltico de Francia, la nacin ms visible del hemisferio occidental en el momento. Por

    otra, esos mismos principios, constituyen una amenaza inconmensurable, circulando

    traducidos al espaol como tal cdigo poltico en las colonias hispanoamericanas. Y por

    supuesto, tienen un carcter de novedad peligrossima en el documento de Defensa en el

    juicio criminal contra un notable colonial sospechoso de conspirar contra el rey.

    31 Defensa (Hernndez de Alba 1980: 402). Desde el punto 66 hasta el 102, Nario hace extensas citas de papeles y libros de autores espaoles, mucho ms crticos de la conquista y del establecimiento colonial que no han sido prohibidos.

    32 La Real Audiencia de Santa Fe da cuenta al Rey de las peligrossimas ideas contenidas en la Defensa de don Antonio Nario y de lo que determinaron para evitar su difusin teniendo en cuenta que es peor, ms mala y perjudicial que el referido papel de los Derechos del Hombre. (Hernndez de Alba 1980: 445-456).

  • En Nario confluan prcticas que podan constituir indicios de desvo o infidelidad

    y, en una coyuntura de tiempo fuerte, sus actos cobraron un significado ms all del

    que podran haber tenido, configurando un caso que aparece como una amenaza

    excepcionalmente peligrosa, real y cercana. Nario, dicho de una manera coloquial (en

    especial en tiempos de bsqueda obsesiva de seguridad), dispar todas las alarmas.

    La apropiacin y sntesis de ideas desde un locus de tiempo y espacio coloniales, es

    decir relocalizadas y retemporalizadas, hicieron de l un mediador cultural y las ideas

    cobraron una cualidad de extraas y extraables, (amenazadoras del orden) y por tanto

    censurables. Su diferencia se hace evidente cuando constatamos que pas preso buena

    parte de su vida.

    La Bagatela: agencia republicana entre la pedagoga de la libertad v la urgencia

    de la autoridad

    La prisin por la traduccin de Los Derechos del Hombre y del Ciudadano le dur a

    Nario mucho ms que a los otros acusados de 1794 por conspiracin general o por los

    pasquines. En 1803 sali con la libertad condicional, en 1806 quedo en libertad

    definitiva, y en 1809 fue aprehendido de nuevo, en una especie de acto preventivo, en

    medio de la ola de miedo producida por la invasin de Napolen a Espaa. Fue de

    nuevo enviado a las prisiones de Cartagena. Puesto en libertad una vez declarada la

    Independencia, regres a Santa Fe el 8 de diciembre de 1810 y poco despus fue

    vinculado a los cuerpos colegiados que se estaban formando. Con ello entr de lleno en

    el debate pblico centrado por un lado en los alcances de la Independencia y por otro en

    la forma de gobierno. Con respecto a lo primero aun haba ciudades y provincias

    dominadas por los realistas y muchos grupos que defienden los lazos con Espaa. Con

    respecto a lo segundo muchos pueblos, villas y ciudades entendieron que una vez

  • declarada la independencia los rangos y la jerarqua de poblaciones del antiguo orden

    con sus respectivas lneas de subordinacin y autoridad quedaban disucltos. Provincias

    enteras se separaron de sus capitales, muchas que no lo eran, alegaron derechos para

    tener su propia representacin y as, el mapa de alianzas y oposiciones fue ms bien el

    de un terreno movedizo. Pueblos de todos los tamaos nombraron sus representantes y

    expresaron su lealtad a la capital provincial, o a otra ciudad o directamente a Santa Fe -a

    la Junta- saltndose instancias. La Junta, de un lado, fomentaba las adhesiones

    autnomas y el Congreso, de otro, tampoco dej de aceptar algunos representantes de

    nuevas provincias. Muchas pequeas unidades entendieron que la independencia

    significaba la soberana de cada lugar para darse su propio gobierno y/o representacin.

    Cada representante hablaba en nombre de la Libertad, la Justicia y el Orden y acusaba a

    sus oponentes llamndolos - tiranos, dspotas, malos patriotas. La agitacin poltica

    desatada por la invasin de Napolen a Espaa en 1808 ser sobre todo, hasta 1812 una

    ebullicin de pensamiento, de lenguaje y discursos. Como lo dijera un colaborador de

    La Bagatela para expresar la confusin en medio de la proliferacin de trminos y

    apelativos:

    ...no ha sido poco lo que me ha costado barruntar siquiera, ya que no acabar de saber lo que quieren decir esas voces tan usadas de tres aos a esta parte: Sucumbir, Revolucionarios, Insurgentes, Dicidentes,(sic), Agitadores, Centralistas, Federalismo, Patriotismo, Chisperos, Provincialistas, Capitalistas, Egostas, Constitucin, Poder Legislativo, Ejecutivo, Judicial, && y qu s yo m as;...33

    El paso de la configuracin poltica colonial en la que los espacios de participacin de

    los pueblos y de los vasallos eran supremamente restringidos, a este espacio poltico

    que inaugur la independencia en el que aparentemente, en un principio, no haba

    lmites a la participacin, era difcil de entender para casi todos los ahora llamados

    ciudadanos. Nario, como algunos otros ilustrados, se sinti llamado a fijar el sentido,

    33 La Bagatela, No.8 del Io de septiembre de 1811.

  • a definir trminos, a poner lmites, en medio de una especie de explosin de soberanas,

    opiniones y propuestas de gobierno.

    Para defender y difundir sus ideas fund un semanario, La Bagatela. Esta se imprima

    en la imprenta de Bruno Espinosa de los Monteros (es el tercer Espinosa en la lista de

    Nario que ya haba pasado por Antonio, el padre y por Diego con quien imprimi Los

    Derechos del Hombre) sali todos los domingos desde el 14 de julio de 1811 hasta el 12

    de abril de 1812.34

    Como si todava se inspirara en su Santuario, como si tuviera an a Demstenes y

    Cicern como guas y, quizs con el texto de su Defensa como plataforma ideolgica

    que deba ser vertida en lenguaje sencillo y sus ideas puestas a prueba en un contexto

    nuevo y novedoso, Nario se instala como divulgador, como apropiador, traductor

    e inaugura un periodismo francamente poltico, antes indito en la Nueva Granada.

    En los momentos revolucionarios y fundantes, ms que nunca, las palabras hacen

    la poltica. Como la relacin normal entre la sociedad y la poltica ha sido rota, la

    poltica se vuelve una lucha por el derecho a hablar en nombre de la Nacin.35 Pero

    a diferencia de los otros jvenes a quienes en cierta medida era la grandilocuencia lo

    que les prestaba la autoridad de que carecan, Nario pudo siempre presentarse como

    quien ya ha pagado un largo tributo de sufrimiento a la libertad. En su boca, las palabras

    de crtica a la colonia tenan el respaldo de la experiencia. No obstante ello no lo libr

    de ser tachado de tirano por sus desafectos ni le impidi tener mano dura contra sus

    enemigos.36

    34 El nombre del peridico fue escogido porque, segn lo expres Nario en el Prospecto, tena la gran ventaja de que los crticos no pueden exercer su zaa contra l; porque mientras mas se empeen en querer hacer creer que lo que contiene son bagatelas, ms ayudan a llenar su ttulo, y ms lo elogian.35 (Hunt 1984: 23).36(Tovar Pinzn 1983: 187-232). Como el mismo manifest reservadamente a Baraya tratando de evitar el enfrentamiento en 1812, hay una gran "diferencia de lenguaje entre el tirano de Cundinamarca y el libertador del Reino". De ambas formas era llamado por sus opositores y partidarios, respectivamente. (Hernndez de Alba 1966: carta no.29).

  • La Bagatela sali para opinar, polemizar y convencer. Por sus pginas corren las

    grandes polmicas del muy corto perodo que se conoce como la Patria Boba: la

    relacin con la Espaa de Napolen y la forma de gobierno que se deba adoptar. Nario

    defiende la necesidad y legitimidad de la Independencia absoluta en contra de las

    posturas realistas, regentistas y afrancesadas, y la forma de gobierno centralista como la

    ms apropiada para un pas de escasas y dispersas luces y recursos.

    Podramos decir, en un intento de ordenar los diversos temas de La Bagatela, que

    el esfuerzo intelectual de Nario iba en tres grandes direcciones: fijar el sentido de

    nociones como la de libertad y la de soberana (la cuestin nacional), introducir la

    nocin de pacto social (la cuestin republicana) y secularizar la comprensin de la

    poltica (la cuestin civil). Estas tres direcciones aluden a los grandes procesos que

    signific la revolucin francesa. La apropiacin de todo su campo conceptual por parte

    de un sujeto como Nario deja ver cmo despus de 1789 las revoluciones atlnticas

    se referiran a sta como la que condensaba lo que significa revolucin, y por tanto

    representaba el conjunto de revoluciones en lo que Koselleck llama un singular

    colectivo. 37

    1. Inicialmente, su esfuerzo mayor se concreta en explicar la legitimidad de la

    independencia, y para ello recurre a mostrar la ilegitimidad de la conquista y el

    despotismo de Espaa, y a invocar (como lo haban hecho los revolucionarios

    franceses) la libertad que proclamaron los republicanos de Grecia y Roma.

    Quizs uno de los textos que condensa mejor este intento de fijar el sentido de

    conceptos tan polismicos como Independencia y libertad sea el que plantea la

    existencia de dos diccionarios:

    Las palabras de fraternidad, de igualdad, de partes integrantes, no son mas que lazos que tienden a vuestra credulidad. Ya no somos Colonos: pero no podemos pronunciar la palabra libertad, sin ser insurgente.

    37 (Koselleck 1993:76).

  • Advertid que hay un Diccionario para la Espaa Europea, y otro para la Espaa Americana: en aquella las palabras libertad c independencia son virtud; en esta insurreccin y crimen: en aquella la conquista es el mayor atentado de Bonaparte; en esta la gloria de Femando y de Isabel: en aquella la libertad de comercio es un derecho de la Nacin; en esta una ingratitud contra quatro comerciantes de Cdiz.38

    De nuevo Nario da muestras de su capacidad de apropiar, traducir y dar sentido local

    a conceptos producidos en otros contextos. Pero sabe bien que la Libertad que se dice

    tener en 1811 es una libertad conseguida sin mayor esfuerzo y por eso no se aprecia.

    No ha habido an las luchas para defenderla. Con un recurso semejante al de los dos

    diccionarios, acude a establecer paradigmas nociones opuestas que ayuden a discernir el

    sentido de lo que est sucediendo:

    La cuestin de si se debe reconocer la Regencia, es tan escandalosa, tan fuera de propsito y tan contradictoria de las otras, como lo es la libertad de la esclavitud. (...) El solo proponer la question es un vilipendio para unos hombres que han jurado ser libres. (...) Y si no, que nos digan con claridad y mtodo cmo es este uclasyaco de regencia y libertad, de dependencia y federacin, de obedecer y mandar, de ser soberanos y esclavos, legisladores y sbditos, advertidos y simples, sabios y majaderos?39

    En la correspondencia con los lectores llama la atencin la llaneza del lenguaje, el

    recurso a la comparacin y las metforas de la vida cotidiana y la familia para la

    argumentacin. Por ejemplo se debate el sentido o sin sentido de llamar a Espaa

    madre patria despus ella haberse mantenido a expensas de la hija y haber tratado

    a los americanos como extraos, como esclavos; se defiende la justicia de la

    Independencia, con base en una representacin de la historia, segn la cual los criollos,

    siendo despreciados por los peninsulares, haban pasado desde hace mucho tiempo

    a ser una generacin ms hermanada con los Indios que con los Europeos.40 Con

    u La Bagatela, suplemento al no.5, 11 de agosto de 1811. El subrayado es mo.39 La Bagatela, no. 10, del 15 de septiembre de 1811.40 La Bagatela, nos. 8 y 10, cartas firmadas por El Antenado

  • las metforas familiares se confrontaba el sentimiento hacia Espaa y el Rey41 y en

    cambio se proclamaba la hermandad de los hijos de la libertad como en la revolucin

    Francesa.42 Libertad Santa! Libertad amable, vuelve a nosotros tus benignos ojos! .43

    2. La cuestin sobre cul debe ser la forma de gobierno ms conveniente y cmo

    llegar a ella por un pacto social es el tema central de La Bagatela puesto que esta sale

    precisamente en los aos inmediatos a la formacin de Juntas, cuando se enfrentan las

    ideas centralistas y federalistas. Nario parte de una nocin muy clara de pacto social:

    No est la libertad en hacer su voluntad conforme a su capricho, sino conforme al pacto o ley que se ha sancionado por la voluntad general. Por eso es que exige tanto cuidado y tanta detencin la forma de este pacto de que depende despus la seguridad y libertad del ciudadano. El contrato social es como cualquiera otro contrato: antes de celebrarlo hay una libertad quasi indefinida de celebrarlo de este, o el otro modo; pero una vez celebrado, una vez convenidos, ya hay una obligacin de observarlo por ambas partes, a menos de que haya un vicio notorio y gravsimo en su constitucin; y en este caso se reformar por los mismos medios, por el mismo camino que se form.44

    Y se oyen ecos suaristas, cuando expone el derecho de la nacin a sacudir el yugo: "No

    tienen un derecho incontestable todas las naciones del mundo para mejorar su suerte,

    para sacudir la opresin y darse el gobierno que ms les convenga?"45

    En los nmeros 3,4, 5 y 7 de La Bagatela Nario expone su Dictamen sobre el

    Gobierno de la Nueva Granada defendiendo la necesidad de unirse bajo un solo

    gobierno y una sola legislatura y llama a los diputados de las provincias a que desechen

    los deseos de figurar en pequeos gobiernos soberanos y acten como verdaderos

    amantes del pas, de la Amrica, y de la Libertad.

    Ellos sern responsables a Dios y a los hombres de la suerte que corra el Reyno: en sus manos est nuestro destino, y el de las generaciones

    41 Para los estados coloniales del XIX Fieldhouse seala el sentimiento positivo del inters comn con el estado padre propio del colonizado, como una de las bases de la autoridad imperial.(Fieldhouse, 1991:103)42 (Hunt 1984: 31-32)43 La Bagatela, suplemento no.7, 25 de agosto de 1811.A4La Bagatela, no.6, 18 de agosto de 1811.4iLa Bagatela, suplemento al no. 5.

  • venideras. (...) Ellos pueden con su influjo, con sus luces, con su representacin desimpresionar a las provincias y obligarlas en cierto modo a abrazar el partido de la razn.. ,46

    Y el debate sobre cul es el gobierno ms conveniente domina la correspondencia

    cruzada entre Nario y sus lectores, otros articulistas, y otros peridicos, especialmente

    desde Cartagena, Pamplona, Quito, y Santa Fe. Aunque admira el gobierno federal

    de los Estados Unidos, Nario lo considera inadecuado para la Nueva Granada. La

    Constitucin de los Estados Unidos es la ms perfecta que hasta ahora se conoce; una

    Constitucin tan perfecta para ser adoptada exige luces, virtudes y recursos que nosotros

    no tenemos: luego no estamos en el caso de aplicamosla.47

    A mediados de septiembre de 1811 las noticias de los avances de las tropas realistas

    llevan a Nario a advertir sobre los peligros de una pronta reconquista Entonces sus

    clamores por la imperiosa necesidad de unirse para poder organizar la defensa se hacen

    ms y ms fuertes. Y son planteados como una alternativa absoluta entre el caos o la

    autoridad central. El discurso autoritario gana espacio y los debates con sus opositores

    se toman ms cidos. . En octubre de 1811 ya perciba que "en el estado de inaccin,

    desconcierto, y debilidad que nos ha reducido el orden de los sucesos, nada nos es

    tan preciso como un Poder Executivo bastante eficaz y vigoroso para dar al Reyno el

    impulso y movimiento que necesita".48

    3. El intento de secularizar las nociones sobre el poder, el gobierno y la obediencia

    es evidente en varios apartes de los discursos de La Bagatela. Varios artculos se

    ocupan de atacar preocupaciones religiosas sobre ello, de refutar Esta preocupacin

    tan temprana en Nario ser tambin la de los catecismos polticos posteriores y la

    de los sermones ordenados por Santander en 1822, que se ocuparn de desestimar los

    46 La Bagatela, , no..del 25 de agosto de 1811.47 La Bagatela, no. 16, del 20 de octubre de 181148j Bagatela, no. 16, Santa Fe, 10 de octubre de 1811.

  • llamados ttulos de la conquista y cambiar la representacin de un orden social donde

    Dios y el rey aparecan como las dos majestades, y la Iglesia y el estado se apoyaban

    mutuamente. Todos ellos apuntaban a la desacralizacin de la figura del rey y a

    proponer al pueblo como fuente del poder poltico.49 Pero el debate que se registra en La

    Bagatela est centrado sobre todo en el papel del clero. Aunque Nario fue acusado de

    escribir contra este cuerpo, lo que se ve es su ataque a los malos eclesisticos quienes,

    (junto con los comerciantes que no quieren perder los lazos con Cdiz) son los ms

    obstinados contra nuestra libertad porque del embrutecimiento y la esclavitud sacan

    su partido.50 No aprueba la intervencin del clero en la poltica, por el ascendiente que

    les da hablar en nombre de Dios, y la posibilidad que tienen de fomentar el fanatismo.

    En cambio, Nario propone un paradigma de virtudes pblicas, que conjuga poltica y

    moral. Las virtudes del buen patriota son principalmente el verdadero y desinteresado

    amor a la patria y a la libertad. Para el buen gobernante es ms explcito: debe tener

    capacidad intelectual y moral. La capacidad moral consiste en dos requisitos; uno

    probidad pblica y otra, actitud en el oficio. Las fallas o incapacidades deben ser

    denunciadas y probadas para poder ser aceptadas como tales.

    En La Bagatela, como al fundar la tertulia veinte aos antes, vemos al Nario, actor y

    agente destacado, que inicia acciones y rene personas alrededor de unas ideas, de la

    lectura y la escritura, ahora con fines polticos deliberados, prcticamente partidistas..

    Saber y poder se rctroalimcntan para una agencia poltica que se construye, por las

    vicisitudes de la coyuntura, en una tensin entre la pedagoga de la libertad y la

    urgencia de la autoridad

    Intelectuales y poder:

    49 (Garrido, 2004: 461-483).50 La Bagatela, no. 18 del 3 de noviembre de 1811.

  • La actitud de Nario frente al poder colonial fue inicialmente ambigua, una especie

    de combinacin entre deferencia y rebelda, propia de un sujeto colonial (colonizado-

    colonizador), de un letrado encantado al tiempo con sus privilegios antiguos y los

    discursos modernos. Pero no se poda hablar de derechos desde el mundo del honor.

    Las continuas respuestas de no ha lugar a sus solicitudes durante el proceso parecan

    aludir a que el repertorio conceptual que haba construido, no era aceptable desde un

    lugar colonial.

    La capacidad del grupo de ilustrados de apropiarse objetos culturales producidos en

    contextos centrales, traducirlos y adaptarlos a los debates localizados en la periferia

    del sistema mundial, tanto durante la colonia como en la transicin a la repblica,

    constituyeron una singular forma de agencia poltica en la que era muy fuerte la relacin

    mutua entre saber y poder. Fue Nario quien ms tempranamente constituy la colonia

    en un locus de enunciacin de la libertad, la igualdad y la fraternidad y el primero en ser

    perseguido por ello.

    Al iniciarse el perodo republicano, como otros letrados coloniales, supo hacer uso

    de su capital intelectual, moral y social. Nos aventuramos a decir que en ello tambin

    tuvo que ver la multiplicidad de sus prcticas. Muchos compartieron el ejercicio

    del derecho o del sacerdocio, y la posicin de hacendados con la burocracia. Nario

    adems de burcrata, fue comerciante y diezmero, oficios en los que no haba tantos

    individuos que cultivaran las letras, pero que lo acercaban de forma ms pragmtica al

    sentido de utilidad que aparece reiteradamente en sus escritos. Todos estos elementos

    circunstanciales articulados a su autonoma intelectual, a su trayectoria y al repertorio

    de ideas al que tuvo acceso y del que fue mediador, le permitieron construir un lugar y

    un capital simblico singular y poderoso que marcaron su agencia como intelectual y

  • poltico. En este caso como en casi todo lo humano es inapropiado tratar de encontrar

    una coherencia completa y atribuir la agencia de un personaje a su slo empeo.

    Podemos decir que Nario us su libertad para actuar en las fronteras (no siempre

    dentro) de las posibilidades que la sociedad y el estado marcaban para su grupo social,

    destacndose por iniciar y unir acciones de muchas personas. Pero tambin es necesario

    entender que incidi en su tiempo como su tiempo incidi en l.51

    La idea de Nario como amenaza al poder, trascendi de la colonia a la repblica.52 En

    las formas de persecucin republicanas hubo novedad y continuidad. Se busc refutar

    sus ideas escribiendo, no ya sermones religiosos sino proclamas y manifiestos, es decir

    entrando en el campo de lucha poltica por el derecho a hablar en nombre de la Nacin.

    Poco despus de la circulacin de La Bagatela, en enero de 1813, Garca Rovira

    escribi a Jos Ignacio de Pombo: "Trabajen proclamas, manifiestos y refutaciones,

    etc., sobre las iniquidades c imposturas de Nario, para que circulando, aunque sea

    manuscritas, mientras tenemos imprenta, paralicemos al menos la seduccin de los

    aristcratas".53 Y hay continuidad: en el juicio ante el Senado se reactiva la acusacin

    por haber invertido dineros de los diezmos en negocios personales mientras entregaba

    cuentas al estado colonial, aunque los motivos reales fueran su posicin poltica ahora

    en la repblica.

    51 Varios autores sealan el peligro de que los bigrafos exageren la coherencia y excepcionalidad de sus sujetos. (Loaiza 2005: 221-238).52 En 1813 sali Antonio Nario con la Campaa del Sur contra los realistas, pero despus de derrotado fue apresado. Permaneci en la crcel de Pasto por trece meses, despus de los cuales pas a Quito y de all a Guayaquil y Lima donde fue embarcado y lleg a Cdiz el 6 de marzo de 1816. Permaneci all hasta 1820, cuando fue liberado, y despus de visitar Inglaterra y hacer contactos con dirigentes masones, a cuya organizacin se dice que perteneca, regres a Amrica. A poco de llegar a la Nueva Granada, fue nombrado Vicepresidente y reconocido como tal por el Congreso en la Villa del Rosario de Ccuta en 1821, cargo al que poco despus renunci. En 1823 sali elegido para el Senado. Dos de sus senadores quisieron oponerse a su posesin reviviendo la causa colonial del alcance en la Tesorera de Diezmos por la cual haba sido juzgado en 1794. De acuerdo con la mayora de los historiadores este fue al tiempo la ltima afrenta y su ltima victoria.

    53"(Ortiz : 199).

  • Habiendo sido parte de varios crculos unidos por los vnculos tradicionales como el

    parentesco, y las corporaciones, que compartan un sentido de honor como prevalencia

    y virtud, Antonio Nario propici formas de sociabilidad y de poder modernas, basadas

    en las opciones de los individuos y no solo en vnculos adscritos a su nacimiento; en

    ideas y no solo en afectos y creencias. Introdujo el lenguaje de los derechos en un

    mundo ordenado segn el sentido del honor. Su actividad como librero, su tertulia

    de los aos noventa, la publicacin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,

    su Defensa en el Proceso y La Bagatela son las marcas del camino de un agente de

    transicin - del orden colonial al nacional, republicano y secular- que conoci el

    poder que comportan las palabras, las ideas, las representaciones, la imprenta y las

    sociabilidades en tomo a la lectura.

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