ANTOLOGIAS DEPARTAMENTALES
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ANTOLOGÍAS DEL BICENTENARIO
1810 - 2010
REGIÓN SUR
Antologías departamentales
en el marco de la Ley Provincial N.° 7876
“Comité del Bicentenario en Mendoza”
1810 - 2010
Diseño de tapa y diagramación: Pedro TorresISBN:Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de Cultura - Gobierno de MendozaAvenida España y Gutiérrez - 2do. Piso - (5500) MendozaTel.: 0261 - 4495846 - 4495814 - 4495815
Impreso en ArgentinaPrinted in Argentina
Antologías departamentalesEdiciones Culturales de Mendoza - 1.ª ed.Mendoza - Argentina224 p.; 148 x 210 mm.ISBN:1. Literatura Argentina
Ediciones Culturales de MendozaSecretaría de CulturaGobierno de Mendoza
REGIÓN SUR
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Esta antología de las Letras del Bicentenario surge como
proyecto de la Secretaría de Cultura al cumplirse los doscientos años
de la Revolución de Mayo.
Es un trabajo editorial cuyo objetivo principal es el de reflejar
el trabajo, el esfuerzo y el fruto de los escritores de cada uno de
nuestros departamentos.
Tenemos el placer de presentar esta colección de Antologías
Departamentales “LETRAS DEL BICENTENARIO”, realizadas con el aporte
de la Dirección de Cultura de los distintos municipios, donde se refleja
el pensamiento y el sentir de nuestros escritores contemporáneos,
hacedores de cultura, que viven en nuestra provincia.
No pretende ser un Quién es Quién de las letras mendocinas.
Simplemente queremos cumplir el rol que tiene la Secretaría de
Cultura enunciado en su programa de gobierno: “rescatar y poner en
valor las diversas expresiones culturales”; y el de Ediciones Culturales
de Mendoza, de “editar” , dejar la obra impresa para las futuras
generaciones.
Los trabajos que presentamos han sido realizados por
escritores nacidos o aquerenciados en cada uno de los departamentos,
de muy noble origen y condición, que respondieron a la convocatoria
para la realización de este proyecto.
A todos ellos les damos nuestro agradecimiento escrito en
forma de libro; lo que todo escritor desea realizar y concretar.
PALABRAS PRELIMINARES
Esc. Liliana Bermúdez
Directora de Desarrollo CulturalSecretaría de Cultura
Prof. Ricardo Scollo
Secretario de CulturaGobierno de Mendoza
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GENERAL ALVEAR
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PRÓLOGO
Nuestra Patria cumple doscientos años de vida. Vida que incluye
luchas, trabajo incansable, sembrar pueblos donde antes era desierto,
dar a esos pueblos una misma bandera bajo la cual construyeran su
futuro, darles escuelas para sus niños, tierra para sus trabajadores,
espacio para sus sueños. Construir esta Argentina de hoy no fue fácil y
cada uno de nosotros sigue, desde su lugar, haciendo Patria cada día.
General Alvear nació como un conjunto de casas primero, a la
vera del Atuel. Pero fueron los primeros pobladores quienes lo imaginaron
grande y ya, desde el comienzo, marcaron sus parcelas, delinearon las
primeras calles y le dieron el perfil de la ciudad que hoy es.
Hablamos de fines de 1800, cuando don Diego de Alvear, dueño
de estas tierras, falleció y tomó posesión de ellas don Pedro
Christophersen, casado con una de sus hijas.
Christophersen gestionó de inmediato la llegada del ferrocarril
hasta la villa y trajo a dos personas que serían gravitantes en el desarrollo
de Alvear: el ingeniero francés Carlos de Chapearouge y el danés Ove
Bock, quienes estudiaron el terreno e iniciaron los primeros planos
imaginando ya en aquellos tiempos el crecimiento de este departamento.
El 12 de agosto de 1914 la Cámara de Senadores declara
Departamento de Mendoza, a General Alvear.
Los años trajeron el desarrollo y aquel pueblo se afianzó en el
perfil agropecuario sobre el cual giró el crecimiento. Hoy, Alvear es fuerte
productor de ciruelas, peras, duraznos y damascos que llegan a decenas
de países gracias a su excelente calidad y sabor.
Los viñedos crecieron en calidad también, y hoy nuestras
bodegas brillan en concursos nacionales e internacionales con medallas
de oro por sus excelentes vinos.
Es el primer departamento mendocino en cría de ganado y desde
hace años es sede de la Fiesta Nacional de la Ganadería de Zonas Áridas,
una feria que reúne durante cinco días a los máximos exponentes
ganaderos de la región, además de empresas, tecnología y artesanos
que llegan desde todo el país.
General Alvear enfrenta el nuevo milenio invirtiendo en obras
que mejorarán la calidad de vida de sus habitantes. Es así que este
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gobierno pensó un plan de desarrollo que incluye tanto obras urbanísticas
modernas como los nuevos ingresos a la ciudad y un nuevo microcentro,
y obras de saneamiento del medioambiente; así se impulsa el nuevo
sistema de tratamiento de líquidos cloacales y una moderna planta de
tratamientos de residuos sólidos urbanos que terminará con los
basurales a cielo abierto.
Todo tiene que ver con los valores que nuestros antepasados,
aquellos visionarios, supieron legarnos. Por esto, y tanto más importante,
se está proyectando la Ciudad Universitaria de General Alvear, donde
casas de altos estudios construirán sus edificios para conformar un
polo de desarrollo intelectual y tecnológico. En este mismo esquema
está proyectado el nuevo Polideportivo Cubierto que albergará a miles
de deportistas y delegaciones en su interior.
General Alvear tiene paisajes hermosos que invitan a descubrir
sus fincas, cabañas y balnearios a través del turismo rural.
A la belleza agreste del río Atuel se une todo un oasis creado
por el hombre que es elegido por los turistas por su tranquilidad y
seguridad.
Pero la riqueza más importante de esta tierra es su gente.
Hombres y mujeres que forjaron la historia a fuerza de labrarla, levantar
edificios, formar familias, tejer lazos de amistad entre ellos y soñar
siempre con un futuro mejor.
Hoy, Alvear sigue creciendo.
Ing. Juan Carlos De Paolo
Intendente Departamental
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AUTORES
Alicia González Barceló
Alicia Inés Márquez Nieves
Julio César Barroso
Celinda Calvente
Hugo A. Arriaga
Nora S. de Martínez
Norma Nieto de Porta
Rubén Antolín Heredia
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ALICIA GONZÁLEZ BARCELÓ
Nació en General Alvear. Socia de SADE. Profesora de teatro y escritora.Ganadora de premios literarios y distinciones por su trayectoria cultural.
FAMILIA BOUTHOUX
En el Bicentenario de nuestra Patria, Argentina, vamos a recordar
en cada ciudad o departamento a los que hicieron Patria; los que vinieron
a colonizar nuestras tierras, hombres valientes y mujeres aguerridas
que lo soportaron todo.
La señora Beatriz Bouthoux tuvo la gentileza de narrarme la
historia de su abuelo paterno y su familia, formada por Justo Elías
Bouthoux y Noemí Ferrié. Los dos eran franceses de nacimiento y vivían
en la ciudad de Buenos Aires, allá por el año 1886. Se conocieron y se
casaron en dicha ciudad el 30 de julio de 1893.
Pasado un tiempo, mi abuelo le comunicó a su esposa que había
encontrado una ocupación muy interesante, adecuada a sus aptitudes
de dibujante y calculista. Tenía que ir con el ingeniero Carlos de
Chapearouge a un lugar de nuestro país para trazar una colonia, y una
vez establecidos en el lugar, verían cómo lo hacían.
Su esposa lloró por su partida y se quedó en Buenos Aires con sus hijas
mayores: Clementina y Sara.
Luego, mi abuela comenzó a recibir cartas de su esposo,
invitándola a ir a la Colonia Alvear.
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Como era dibujante Don Elías le dibujaba en sus cartas una
casita que iba a construir en dicho pueblito. Doña Noemí se entusiasmó
y un buen día partió con sus dos hijas a Colonia Alvear.
El viaje se hacía en tren, desde Buenos Aires a Villa Mercedes de
San Luis, pero las penurias comenzaron cuando, en esa ciudad, tuvieron
que subir a un carro arrastrado por mulas chúcaras, para cruzar desiertos
y más desiertos, guadales, chilcas.
Se toparon con animales salvajes como avestruces, piches,
comadrejas. Comían y dormían en el suelo, sobre mantas y a pleno aire
libre.
¡Imagínense ustedes el confort! Los hermosos vestidos y enaguas
de encaje fueron guardados en los arcones porque se enganchaban en
los espinos del campo.
La travesía duró un mes y veinte días. Cuando al fin llegaron a
destino, doña Noemí se encontró con el espléndido chalet que don Elías
le describía en sus cartas. Era un rancho con techo de totora y armado
con horcones. Sin embargo, igual fueron felices sin ningún lujo.
Esta vivienda estaba ubicada en la actual calle Roca, a cincuenta
metros de la Avenida Alvear, frente a la plaza departamental ¡Cómo
crecimos! En esa misma manzana estaba la proveeduría y la
administración, lo que era una gran ventaja.
Lo que producía una gran incomodidad era buscar el agua, pues
había que ir hasta el Río Atuel, que llegaba hasta la actual plazoleta
Barraquero, vale decir unos quinientos metros, frente al Club Andes.
Imagínese el lector aquellos años, cuando comenzaba a crecer nuestro
departamento.
La primera impresión respecto a la vivienda y todo lo demás
que tuvo doña Noemí, fue de asombro. Comprobó que la vecindad era
muy distinguida. Uno de los vecinos era el conde Fernando de Montreal,
que ocupaba un rancho de totora como el de mi abuelo, y más allá había
una finquita habitada por el príncipe de Murat, y así varios aristócratas
franceses auténticos que habían llegado a buscar aventura y fortuna,
porque estaban venidos a menos.
Como todos hablaban el francés no lo pasaban tan mal, pues
estaban unidos por el idioma y las costumbres de su tierra.
En 1903 llegó para alegría de mi abuela, otra familia francesa:
don Clemente Manoury y Amanda Manoury Piombi. Estas familias fueron
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muy unidas con los Bouthoux. También venían de Buenos Aires y eran
franceses.
Ese mismo año se estableció la primera escuela particular. La
dirigía la señora de Juan Toulouse y, de tanto en tanto, venía a la colonia
el reverendo padre Toulouse para realizar los servicios religiosos. Los
restos mortales del padre Toulouse descansan en el cementerio local.
En cuanto a la alimentación, la carne provenía de reses chúcaras
muertas a tiro de escopeta. El pan se amasaba en casa cuando llegaba
harina de San Rafael. Desde San Luis, don Venancio Suárez transportaba
las primeras proveedurías.
En 1904 nace Carlos Bouthoux y en 1906 nace Justo Elías
Bouthoux, que llevara el mismo nombre del abuelo de quien me contó
esta historia.
Dos años más tarde nace Rosalía Bouthoux, la quinta y última
hija de este matrimonio.
En 1908 queda terminada la iglesia. Eso constituyó un gran
progreso junto al servicio de Correos, que estaba a cargo de don
Gregorio Echegaray.
En 1912 llega el ferrocarril. Se construyó la estación en un terreno
donado por don Ramón Luna, en Alvear Oeste; por esa razón se le
llamaba tambièn Pueblo Luna.
En abril de 1913 falleció don Justo Elías Bouthoux a los 48 años
de edad.
En 1914, declarada la Primera Guerra Mundial, muchos de los
aristócratas franceses retornaron a Francia para defender su país, por
eso es que quedaron pocas familias francesas en la Colonia Alvear.
Colonia Alvear no fue una ciudad fundada por clavar un tronco
en un espacio donde un conquistador o colonizador dispone los lugares
primordiales. Fue trazada por pioneros y visionarios con orden, prolijidad
y futuro, con ideas modernas y de avanzada, con las normas de previsión
antisísmica.
Hubo un aporte étnico europeo muy importante, que recibió
desde su hora inicial este laborioso punto de concentración humana.
Es mi deseo, venerar a los primeros pobladores que
sobrellevaron con resignación, coraje, sacrificios y privaciones una gran
tarea, para que las generaciones actuales y futuras tuvieran ciudades
organizadas y bien planeadas.
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La familia Bouthoux y sus descendientes continúan trabajando
por la grandeza de General Alvear; son parte de nuestra historia en el
Bicentenario y en esta tierra grandiosa y solidaria que es Argentina.
Un pedacito del Sur mendocino donde los recuerdos reviven en
tantos nombres conocidos, en tantas historias contadas por sus
descendientes.
Nuestro General Alvear, donde el agricultor, el ganadero y el
hombre común ponen todos los años sus esperanzas y sus esfuerzos
para seguir engrandeciéndolo con su trabajo tesonero y el inmenso amor
a su tierra: el departamento de General Alvear, en la Provincia de Mendoza.
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Hidalga estampa,
coronada de níveos cabellos,
que alguna vez fueron del
color del trigo maduro.
Ojos celestes cielo,
que miraron siempre de frente.
Pañuelo blanco al cuello.
Negra corralera, bombachas,
lustrosas botas.
Así quedó grabada,
su imagen en mi alma de niña.
Abuelo Marcos González.
Llegó a estas tierras,
cuando el indio era el amo,
y era una pampa de pichana,
algarrobo y piquillín.
La peleó lindo al agreste suelo,
para amansarlo.
Cruzó la montaña llevando,
hacienda al país vecino,
por estrechos senderos,
aguantando heladas y ventiscas,
que enfriaban hasta el alma.
Pero nada acobardó a este duro criollazo.
Abuelo Marcos Gonzáles.
Fuerte tronco de este suelo alvearino
donde florecieron catorce retoños
convirtiéndose en un gran árbol
que expandió sus semillas
en este suelo mendocino.
En memoria a mi tatarabuelo, uno de los primeros colonizadores de
General Alvear, en la provincia de Mendoza
ABUELO MARCOS GONZÁLEZ
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Así, con hombres como él,
se fue formando esta Argentina
grande y generosa.
Abuelo Marcos González.
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ALICIA INÉS MÁRQUEZ NIEVES
Alvearense, apasionada por la historia. Escribe poesía, prosa, cuentos,ensayos y libretos teatrales, con el seudónimo Aimarniev. (Este trabajo ha sidorealizado sobre la base de datos del Libro de historia departamental pertene-ciente al Museo Municipal de General Alvear. También fue consultado el histo-riador alvearense, don Cristóbal Sureda, Jefe Departamental del Museo SalvadorCalafat, de General Alvear).
HACEDORES DE PUEBLOS
Con mi más profundo respeto, admiración y agradecimiento, a la
memoria de don Pedro Christophersen, del noruego, ingeniero Carlos de
Chapearouge y del danés, ingeniero civil Ove Bock.
Y a todos los demás conocidos y anónimos que contribuyeron
a empezar un pueblo.
Nuestra historia empieza en una planicie al sureste de la
provincia de Mendoza con leves desniveles hacia el Este a unos
cuatrocientos sesenta y seis metros sobre el nivel del mar. Hasta este
lugar remoto llegaron los que a mi entender fueron los tres pilares de la
actual ciudad de General Alvear: don Pedro Christophersen, empresario
naviero; el ingeniero don Carlos de Chapearouge, y el ingeniero civil,
don Ove Bock.
Ellos, junto a muchos colaboradores, fueron los hombres que
sabían lo que querían hacer y cómo hacerlo. Hombres a los que las
lejanías de las demás villas no amedrentó. Fueron audaces, perseverantes,
certeros y visionarios como para poder vislumbrar, en una llanura
semiárida, un oasis de agricultura y ganadería con tan solo tener un río
cerca.
Partiendo desde la raíz de estos terrenos, sabemos que en la
provincia primeramente estuvieron los asentamientos indígenas, que
vivían parcialmente divididos. Eran los Puelches de Cuyo, aborígenes
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influenciados en sus costumbres, política, religión y cultura por Huarpes
y Araucanos, quienes a su vez habían tomado conocimientos y sabidurías
de los Incas del Perú.
Pero desde la base del Cerro Nevado hasta el actual territorio
alvearense, estaba ocupado por pequeños grupos: los Chiquillanes, a
quienes cabe destacar porque fueron los habitantes predecesores
nuestros. Indígenas de piel clara, robustos, de mediana estatura y muy
ligeros. Se vestían con pieles de guanaco y se alimentaban de la caza,
productos agrícolas y frutos de la flora autóctona. Se comunicaban con
señales de humo, se pintaban la cara y, en señal de duelo, llegaban a
cortarse la primera falange de los dedos de los pies; momificaban en
forma natural a sus muertos, exponiéndolos a la sequedad y calor del
ambiente; eran más bien vagabundos y hablaban la lengua puelche o
diamantina, la que fue desapareciendo alrededor del 1700.
Ante la llegada del hombre blanco, los indígenas debieron
replegarse en lugares alejados, como los pantanos e islas del río Atuel,
al sur de nuestro departamento. Intentaron luchar para defender sus
tierras y derechos con correrías y malones contra las escasas
poblaciones que existían en ese entonces.
A raíz de estos desmanes, los gobiernos de San Luis y Mendoza
deciden crear una línea de fuertes, proyectada por el coronel Olascoaga.
Así construyeron el Fuerte Nuevo, la Posta de Ovejería y el Fortín Media
Luna.
Con la polémica Campaña del Desierto, los grupos de aborígenes
fueron diezmados u obligados a vivir en comunidades, aislados y alejados
de las poblaciones blancas. Así, el peligro de correrías y malones en
pocos años desapareció. Pero la línea de fortines funcionó
aproximadamente hasta el año 1882.
Ya por 1824 estas tierras eran del dominio absoluto de los Goico.
El 30 de enero de 1927, el cacique Vicente Goico vende sus
terrenos a los ganaderos Balastegui y Taboada quienes, a su vez, el 18
de mayo de 1884, le venden a don Diego de Alvear, oriundo de Buenos
Aires, la extensión de 1.444.800 hectáreas.
Don Diego inmediatamente inicia los trámites para la concesión
del río Atuel. En ese entonces era un río caudaloso y navegable, que
nacía a tres mil quinientos metros de altura y bajaba con un cauce
angosto y encajonado; de esta gestión se consigue el regadío para treinta
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mil hectáreas. Actualmente son treinta mil treinta y seis y solo están en
cultivo alrededor de veintiún mil doscientas.
El 13 de diciembre de 1887 falleció don Diego de Alvear y deja
como herederas a su esposa e hijas. Tras sucesiones y transferencias
entre la familia, venden los terrenos a la Sociedad Colonia Alvear. Esta
hizo lo mismo hacia la Sociedad Anónima Colonia Alvear, sociedad
agrícola ganadera.
Pero ante el fracaso de las iniciativas de estas sociedades, don
Pedro Christophersen, yerno de don Diego de Alvear, casado con una
de sus hijas, Carmen de Alvear, compra toda la extensión territorial y
entonces es cuando empieza a perfilarse el departamento.
Don Pedro, que era un empresario visionario con buen criterio y
recursos, comienza a gestionar la llegada del ferrocarril a esta villa, que
luego serían los ferrocarriles Sarmiento y San Martín. Este fue el camino
para la llegada de inmigrantes de varias partes del mundo, quienes
también forjaron el pueblo.
En 1901, el ingeniero Carlos de Chapearouge, trazó el plano
que delimitó el departamento en buen terreno y cerca del río, con la
intención de desviar agua para usarla como riego, ya que esta zona
tiene una precipitación fluvial de trescientos noventa y nueve milímetros
por año, y una evapo-transpiración de ochocientos cuatro milímetros,
lo cual deriva en un clima semi-árido.
En 1902, el ingeniero civil Ove Bock fue el encargado de estudiar
el suelo. Ese estudio se hizo porque en los terrenos más alejados de la
margen del río predominan suelos arenosos, limo y arcilla. El calcáreo
también está presente entre un 2 al 10%, el yeso y la acumulación de
sulfatos, cloruro de calcio, magnesio y sodio, hacen al terreno duro y
salitroso. A raíz de estos estudios produjeron un mejoramiento del
suelo mediante riego artificial, con aguas desviada del cauce del río
Atuel.
En septiembre de 1912, vecinos de la villa elevaron al gobierno
de la provincia un petitorio para declarar departamento al distrito de
Colonia Alvear Oeste. El proyecto de ley fue aprobado por la Cámara
Baja el 27 de julio de 1914 y el 6 de agosto lo aprueba la Cámara de
Senadores, convirtiéndolo en Ley Nº635, promulgada el 12 de agosto de
1914, posteriormente tomada como fecha para nuestro aniversario
departamental.
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General Alvear estaba dividido en tres distrito: Ciudad, Bowen y
San Pedro del Atuel (Carmensa, como comúnmente se lo llama, solo fue
el nombre de la estación de ferrocarril que Don Pedro Christophersen
puso en honor a su hija).
El ferrocarril dejó asentamientos primero en Corral de Lorca,
Ovejería, Gaspar Campos y Goico. El que llegó del Este, prosperó en
Canalejas, La Mora, y Los Huarpes. La ruta 143 hizo a Cochicó y otra ruta
nacional que influyó fue la 188, que atrajo a Canalejas haciéndola más
influyente, y camino directo con la capital de nuestra nación.
Cabe destacar que recién en 1953, Alvear Oeste o Pueblo Luna,
es integrado al radio urbano de la ciudad de General Alvear, que más
tarde se dividió en más distritos.
¡Ciudad de General Alvear! Si tus pioneros te pudieran ver,
estarían orgullosos de ver sus sueños cumplidos: una ciudad funcionando
como tal, con comercios, industrias, agricultura, ganadería, rutas,
arquitectura; iglesias, escuelas, bibliotecas, arte y deportes.
En muchos lugares que ellos encontraron médanos y salitre,
ahora hay tierras cultivadas, mezcladas con durazneros, moreras, álamos
criollos, plátanos, ciruelos y paños de vides; y en las zonas áridas, está
el ganado que a veces podemos ver mezclado con liebres criollas,
guanacos y ñandúes, fauna autóctona de nuestro lugar.
Aún seguimos con el mismo clima templado y semiárido, con
temperaturas altas en verano y bajo cero en invierno; también seguimos
sufriendo la escasez de lluvias, las heladas y el granizo, pero aún así,
orgullosos de nuestra tierra y nuestros antepasados.
Junto a los tres pioneros de nuestra actual comunidad
mencionados en estas letras, también hubo hombres anónimos para la
historia, pero que no fueron olvidados. Sabemos que debieron ser
hombres fuertes, voluntariosos, abnegados; siempre viajando en carros,
atravesando médanos, estepas, bosques y ríos; desmontado, abriendo
caminos y viviendo en refugios de chilcas jarilla y barro. ¡Así trabajaron
nuestros pioneros, para formar este pueblo!
Por todo esto, ¿no se merecen, acaso, llamarlos: “Hacedores de
pueblos”?
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JULIO CÉSAR BARROSO
Nacido en 1941 en Colonia Alvear Oeste – Gral. Alvear (Mza.) Docente denivel EGB3 y Polimodal, Bibliotecario escolar. Escritor de poesía, cuentos bre-ves, libretos, relatos, leyendas regionales, discursos, skechts escolares y co-mentarios. Locutor, maestro de ceremonias, recitador. Ha participado en múlti-ples concursos literarios, y ha obtenido premios a nivel local, provincial y unointernacional. Extensa trayectoria en instituciones públicas sin fines de lucro.
LIBRES COMO EL ATUEL
Cuenta una leyenda que, cuando la tierra era una joven planicie,
descansaba sus costas en el mar. Aunque apenas habían transcurrido
unos pocos millones de años desde su desconocida procedencia, ya
exhibía sus cuatro primordiales elementos: tierra, aire, agua y fuego,
aunque el cielo todavía estaba cubierto de brumas y polvo cósmico
muy prieto.
Mas un día comenzaron a soplar desde los cardinales los cuatro
vientos, y muy pronto sus ráfagas despejaron el etéreo y en el firmamento
apareció fulgurante un astro desde el oriente. Apenas lo vio, la tierra
niña quedó encantada por la visión de tan apuesto y brillante caballero.
¿Quién será?, se preguntó. Y al otear sus rayos leyó: ¡Soy el Sol! Entonces
se dio cuenta de que orbitaba a su alrededor y tardaba un año de cuatro
estaciones en dar la vuelta. Estaba muy lejos, pero aún así recibía su
intensa luz de estrella.
También descubrió que giraba sobre sí misma, por eso la mitad
de su cuerpo de esfera se iluminaba, mientras que la otra mitad se
oscurecía. Las llamó noche y día, y entusiasmada, se dedicó a observar
al astro rey.
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Y de tanto mirarlo se enamoró de él. Su naturaleza de mujer la
hizo sentir madre y durante muchos años aprisionó entre sus más finas
matrices la luz y el calor que le llegaban desde su amado y con los
rocíos de las noches y los más límpidos aires, dio vida a las plantas y a
los animales.
También creó los bosques, las sabanas y las praderas, para
que algunos corazones corretearan allí o volaran por doquiera.
La tierra era dichosa y feliz. ¡Como una madre enamorada!
Aunque, a veces, apesadumbrada porque quería estar junto a su amor
pero no podía; había intentado seguirlo hacia el oeste en atardeceres
que lucen púrpuras y carmesíes. Pero el mar se lo impedía. Y allí se
quedaba muy quieta dejándose desgastar por las olas. ¡No sabía qué
hacer!
Los días y las noches pasaban y pasaban. Cuando los tiempos
se cansaron de contar milenios, la tierra decidió alcanzar a su distante
y singular prometido de otra manera: ¡Subiría al cielo! Entonces comenzó
a acumular piedras sobre las piedras y con la premura virginal de su
fuego interior de intacta tierra, aunque ya era madre, hizo explotar los
volcanes y construyó las montañas en su extensa geografía. Así nació
en América Latina la Cordillera de los Andes.
Pero tampoco pudo llegar a su amor y se quedó en las alturas
sin lograr su cometido. En algunas partes las praderas se tornaron yermas
y vacías de latidos. Y como allá en las cúspides hacía mucho frío, su
alma se transformó en nieve.
Desde su hemisferio sur, cuando veía al sol que tornaba a su
norte, se apretujaba aterida en el hielo. En cambio, cuando Helius
regresaba, lloraba y lloraba de alegría y sus copos rígidos y brillantes se
derretían por la tibieza de Febo, transformándose en dulces lágrimas y
plateados hilos, que escapaban rodando por entre las peñas hacia los
bajíos y formaban los arroyos y los ríos, que desde la montaña se
descolgaban en torbellinos por entre los fabulosos pentagramas que
dibujan los valles y los riscos. Con su sedimento a cuestas y su música
de vida, venían a entonar en las llanuras y los desiertos la canción del
agua.
Así fue que su alma de nieve llegó a los llanos del Cuyúm, en la
Payunia, creando el oasis del sur mendocino, con la agua que traía uno
de los ríos, que no tenía nombre pero era divino.
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Miles de lustros más adelante, cuando la tierra dio vida a los
humanos, desde el norte vinieron gentes aimaráes, bebieron de ese río
y lo llamaron LATUEL, que en la lengua Milcayac que hablaban los huarpes
tunuyanes y huanacaches quiere decir “ALMA DE LA TIERRA”, porque
vieron en sus doradas arenas correr el agua nacida en las nieves eternas,
que en estas llanuras desiertas les daba la vida.
Aquí se esfuma la leyenda y se asoman entre vericuetos de
historia y arqueología las verdades que adornan nuestro origen.
Los aborígenes que habitaban estos lugares se denominaban
puelches chiquiyanes, de origen no dilucidado, aunque se los considera
huárpidos. Ellos eran libres como los vientos y solo sus razones e
instintos eran su gobierno. Adoraban los astros, la tierra, el agua y las
tormentas. Todo les sobraba y tenían pocos conflictos. Nómades por
costumbre y necesidades, para surtirse de alimento caminaban y
caminaban muy cerca del río hasta la precordillera. Recolectaban frutos
silvestres de la tierra: piquillín, algarroba y chañar. Cazaban piches,
guanacos, ñandúes y al puma (nahuel). Cuando sus descansos eran largos,
cultivaban porotos, maíz, quinoa y zapallo.
Pero un día allá por el siglo XVI, vieron llegar desde atrás de los
cerros a otros humanos formados en huestes de conquista. Montaban
grandes animales desconocidos: ¡eran los caballos!. Esos hombres traían
brazos de acero largo y los cuerpos acorazados. Parecían dioses, pero
no lo eran. Solo ostentaban su mala ralea; desde sus raíces hasta el
mandato que traían de allende los mares. No eran libres porque de esa
orden dependían.
A los nativos les enseñaron cómo ser esclavos del encomen-
dero, quien cercenaba su fe y sus vidas en su provecho. Aunque no lo
veían, después se enteraron de que en otras partes hacían lo mismo.
Pero por los muchos tiempos de vivir entre ellos, esos amantes
de rapiña y guerra, engendraron hijos criollos y mestizos, sojuzgados
por las insaciables ansias de poder y riquezas de alicaídos reyes que
desde su madre patria imponían sus leyes.
Así vivieron hasta hace dos siglos todos los habitantes del Plata.
Exhaustas de tanto sufrir por nada, las nuevas sangres oprimidas se
hincharon en todas las arterias, y estallaron con estentóreos gritos en
todas las gargantas, reclamando libertad y albedrío.
¡Y Mayo revolución se hizo! Así se formó un nuevo país y su
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independencia llegó hasta ahora. Desde entonces todos fueron libres
desde los vientres hasta morir. Y otra vez dueños absolutos del aire y
de estas tierras del sudeste mendocino, donde por esa época solo
vivían los nativos, cerca del agua de lagunas bañados y ríos.
Esa costumbre les dio apellido: GOI-CÓ, y Vicente fue reconocido
para venderlas a principios del siglo al señor Ángel Báez De este pasaron
a los señores Balaustegui y Taboada, quienes las vendieron al final de la
centuria a don Diego de Alvear, hijo del prócer de la patria recién nacida,
el general don Carlos Antonio Josef Gabino del Ángel de la Guarda de
Alvear.
Al fallecer don Diego, sus herederos las recibieron. Vislumbrando
un gran porvenir para estas tierras tan inhóspitas y salvajes, fundaron
en la margen izquierda del Atuel una colonia, que diseñaron y trazaron
los ingenieros De Chapearouge, Zelada, Cristophersen, Ove Bock y otras
gentes de labor, y en 1912 trajeron una línea de ferrocarril a Colonia
Alvear Norte y otra a Pueblo Luna.
Habían convocado también a inmigrantes de distintas etnias al
otro lado del océano. Ellos vinieron a laborar lo que parecían quimeras,
ya que traían sus baúles y maletas repletos de ilusiones.
Y al llegar todos dijeron: ¡Plantemos que la tierra es buena y con
el agua del río se riega!... Y cavaron acequias y arañaron surcos, plantaron
frutales y cepas, sembraron la espiga, el pasto y la hortaliza, y el agua
del Atuel que aquí se serena, les dio de beber a ellos, a los cultivos y al
ganado que trajeron para alimento y progreso.
Y cuando las plantas estuvieron de frutos muy llenas, lograron
vendimias y otras cosechas. Tuvieron sus fiestas, como también la del
emblemático álamo y la de la ganadería de las zonas áridas.
El Atuel es testigo junto a sus riberas de que en esta tierra de
bellas mujeres y hombres laboriosos, la mayoría con acento extranjero,
son amantes intensos del terruño nuevo. Por eso con nativas y criollos
se unieron, por amor y respeto a la historia de sus pueblos y al credo de
sus ancestros. A la de nuestros próceres la demuestran con monumentos.
Lo confirma en el centro el mástil donde orgullosa flamea, con belleza y
amplitud incomparables, nuestra bandera.
Y aunque a veces la naturaleza y los dioses que adoran se
ensañan con ellos, tal vez para prueba de su amor a la tierra, una helada
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tardía o una tempranera, sin querer los condena.
En otras ocasiones cuando esa nube blanca que parece buena,
se pone negra de puro coqueta, se desata en truenos, relámpagos y
piedras y a las ilusiones labriegas en el barro aprieta.
Pero aquí en la antigua colonia que ya es ciudad y en otros nuevos
pueblos del departamento de Alvear, se enciende la hoguera con las
ramas secas de la poda y la espera. Aunque hay nostalgias, florece la
esperanza y a cada instante se renueva.
Los alvearenses son gente buena, libre de pensar y plantar lo
que quieran, de sembrar y criar a gusto los hijos de sus sementeras.
Y Mendoza en Alvear se nutre de savias, de amor, sangre caliente,
trabajo y verdad; es decir: ¡de libertad!. Que ya bicentenaria se lleva en
el cuerpo y el alma, como el Atuel lleva el agua que se gobierna pero que
no se domina.
Por eso todo nuestro pueblo, como el de la República Argentina,
es libre como el Atuel.
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31
CELINDA CALVENTE
PIONEROS ALVEARENSES
No es fácil hablar del bicentenario, de esos doscientos años de
nuestro país.
Allá por el año 1810 retumbó en el ámbito de nuestra patria el
primer grito de libertad, así es como nacía una nueva aurora para la
Argentina.
Esta tierra, de norte a sur y de este a oeste, deja ver sus bellezas
naturales y la inmensa riqueza que posee, orgullo del suelo americano.
Tierra de inmigrantes, bañada por el océano Atlántico y protegida por la
colosal Cordillera de los Andes.
Argentina, patria inmensa, hábitat del aborigen indómito y bravío,
curtido por el sol y los vientos de la pampa.
A estas tierras llegó el viajero de otros lares, de allende los mares,
ese colono visionario que venía con ansias de trabajo y sembró la semilla
del progreso.
Aquí se cobijaron gentes que venían de todas partes del mundo
en busca de trabajo y paz, sobre todo eso, ya que muchos países
estaban signados por la dureza de la guerra.
Aquí encontró abrigo y aquí se radicó, se hizo grande aquel
puñado de familias que con el tiempo se transformaría en multitud.
Las villas y pueblos de otrora se fueron agigantando dando lugar
a populosas ciudades, modernas y confortables. Los polvorientos
caminos donde transitaban carretas y diligencias, hoy son arterias donde
pasan veloces automóviles y enormes camiones de transporte, micros
y colectivos.
No fue fácil, como dijera, también hubo toda suerte de cambios.
Las transformaciones implican riesgos y luchas; tuvimos fracasos y
derrotas como todos los países del mundo.
Ardua tarea es la de timonear el inmenso barco, como es la direc-
ción de un país que nos lleve a feliz puerto a pesar de todos los emba-
tes y escollos que tenemos que sortear. ¡Seguimos adelante como na-
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ción!, bajo la protectora sombra de nuestra bandera celeste y blanca.
Debemos sentirnos orgullosos de ser argentinos y ver flamear por siem-
pre nuestra enseña patria en este cielo azul y límpido.
Yo soy argentina, me siento agradecida a Dios y a la vida de ha-
ber nacido en estos parajes tan bellos.
Mis abuelos europeos, originarios de España por parte de mi
padre e italianos dela de mi madre, se radicaron aquí en los albores del
siglo pasado.
Conozco mi tierra como la palma de mi mano, me refiero a
Colonia Alvear Oeste, distrito de General Alvear, en honor a quien fuera
prócer de Argentina.
Recorro las calles desde toda mi vida, cada rincón me es familiar.
Sus casas, sus habitantes, las arboledas. Respiro ese aire puro y me
siento feliz.
General Alvear pertenece a la provincia de Mendoza, la tierra
que albergó al gran Capitán de los Andes, Don José de San Martín. Allí
preparó su ejército con el que cruzara la cordillera.
Como soy oriunda de este lugar tengo innumerables vivencias
para contar.
El clima es árido y seco, los inviernos son fríos. En otra época
era selva achaparrada donde los algarrobos, chañares, alpatacos,
piquillines y jarillas, por nombrar algunos, fueron los señores de la pampa.
Existían gran cantidad de animales autóctonos que con el tiempo se
fueron extinguiendo.
El colono, ávido de progreso, fijó su meta en algo más
productivo, como fue la vid, los frutales y hortalizas. También tuvo que
protegerse de los vientos y las heladas primaverales, plantando las
alamedas tan características del lugar.
Así fue creciendo mi pueblo entre las satisfacciones de ver el
fruto del trabajo y muchas veces el dolor ingrato que causan las
tormentas del verano, cuando la naturaleza implacable se ensaña
llevándose todo, desatando su ira, para que en pocos minutos el granizo
arrase sin piedad las cosechas dejando angustia y desolación, y todo
queda perdido.
El labriego se resigna y otra vez comienza con nuevos bríos,
pensando que el año venidero le irá mejor, aunque la ilusión de ese año
quede trunca y deje la secuela del daño irreparable.
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TRISTE VIDA LA DEL AGRICULTOR, MIRANDO SIEMPRE AL CIELO
Y SINTIENDO QUE LA SIEMBRA DE SU ESPERANZA NO SERÁ TAN
FRUCTÍFERA.
A pesar de todos estos inconvenientes que pueden ocasionarle
tantas pérdidas, no se amilana, sigue adelante.
Así se forjó este pueblo, que va en vías de constante progreso,
se va poblando día a día con los lugareños que trabajan con tesón, y
tienen que construirlo todo.
Destaco, el ferrocarril, que llegó en 1912, y dio gran impulso al
desarrollo, engrandeciendo la economía de aquella gente que habitaba
aquí. Colaboraron en la tarea de la colocación de las vías los pobladores,
entre ellos mi padre y mis tíos.
En el año 1914, Alvear se separó de San Rafael a pedido de sus
habitantes Nace así el departamento, un logro muy importante ya que
costó bastante que lo aceptaran. Comenzamos a caminar solitos, buena
señal para los alvearenses.
Hay que seguir luchando con ganas y entereza, y disfrutar de
aquellos buenos logros.
Buceando en mi recuerdo, me detengo en las décadas del ‘50 y
el ‘60 del siglo pasado, una época espléndida para Alvear, cuando los
viñedos florecieron dando paso a un enorme progreso donde la
prosperidad y el éxito se hicieron notar.
Todo el mundo cultivaba sus fincas y es así como nacieron
tantas bodegas. Llegamos a contar con muchísimas, entre grandes y
pequeñas (no sé el número exacto). Nombraré algunas de Alvear Oeste:
Manzano, Bardaro, Lardet, Gattera, Rosetti, Sorichetti, y tantos otros
empresarios bodegueros, gente emprendedora y visionaria.
El departamento estaba plagado de establecimientos
industriales, frutícolas. Recuerdo algunos: Muchenik, Molina, Escordia,
Roig, Turienzo, Cónsoli, Marinussi, Toyoshima, de amplia trayectoria.
Hasta mi padre, en muy pequeña escala, comercializaba fruta a los
mercados de la capital, tarea que después continuó mi hermano Manuel
Calvente. También lo hacen en la actualidad mis primos Raúl y Ricardo
Calvente.
Siguiendo con el tiempo pasado, diré que contábamos con la
fábrica SPAT, verdadero emporio donde se hacía conserva de tomate y
absorbía casi toda la producción del departamento. Trabajaba allí
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numerosa cantidad de personal idóneo, luego se llamó Compañía
Envasadora, que producía mercadería para todo el país y exportaba a
otros. Todavía me parece oír el retumbar de la sirena anunciando la
entrada y salida de los obreros.
Tiempo de bonanza, donde el trabajo se hacía concienzuda-
mente, restándole horas al descanso. Época floreciente para el
departamento.
El ferrocarril estaba en todo su auge, transportaba vagones
repletos de mercadería hacia la Capital Federal.
¿Qué pasó con aquella época tan esplendorosa? Cabe hacerse
esta pregunta. ¿Cuáles fueron los factores que alteraron el cambio?
¿Qué originó que todo esto quedara en el recuerdo? Tal vez la tecnología
aportó nuevos métodos y aquellos trabajos que se hacían en forma
rudimentaria pasaron a ser obsoletos.
Pasados los años, todo aquello se ha ido diluyendo, dando paso
a otras cosas. Todo ha quedado relegado al olvido.
Los hijos y nietos de aquellos pobladores han tomado otros
rumbos, se han ido a las grandes ciudades. Muchos, a seguir carreras
universitarias. Ya siendo profesionales, se han radicado allí. Otros
jóvenes se han ido a trabajar al sur, en las empresas petroleras donde
los sueldos son más redituables. Muchos también hasta se han ido a
otros países en busca de nuevos horizontes; el éxodo ha sido notable.
Hoy se ven fincas en completo abandono que en el pasado fueron
hermosas. En parte ha influido el factor climático, y también el bajo
precio de los productos. Por estas razones se ha producido la
erradicación de parte de viñedos y frutales.
Todo lo de antaño ha quedado en el olvido y se ha cubierto de
polvo y de tiempo.
Las vías férreas yacen muertas, los trenes están quietos y mudos,
como esperando el milagro de que algún día vuelvan a andar por esas
vías olvidadas, y se sientan los reyes del transporte llevando mercaderías
y pasajeros.
Aun así, los alvearenses no pierden las fuerzas de seguir
luchando por el engrandecimiento de su tierra, incrementando la
ganadería, por ejemplo. Prueba de ello son los planteles de ganado bien
cuidado que exhiben en la Fiesta del Ternero, los ganaderos. Estos
tampoco escapan a la problemática que ocasionan los bajos precios
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del ganado en pie, y los costos que se han multiplicado en el
mantenimiento de los campos, con el agravante de la sequía debido a
las escasas lluvias, y los vientos, que provocan el deterioro de las
pasturas de la zona y el inminente peligro de los incendios.
Para culminar diré que Alvear crece al amparo de sus habitantes,
que luchan con todo ímpetu para que cada día tengamos algo nuevo, ya
sea en edificaciones, avenidas, negocios, tecnología, colegios, salud, y
seguridad. Prueba de ello es como luce la ciudad limpia y moderna a la
altura de las grandes capitales.
Quiero rememorar aquellos primeros colonos que con
dedicación y esmero hicieron posible que este pueblo creciera, aquellos
propulsores que dieron tanto. Hoy ya no están físicamente, pero deberán
prevalecer en nuestro recuerdo. Que el espíritu de lucha y estoicismo
nos sirva para continuar la obra que ellos comenzaron.
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37
HUGO A. ARRIAGA
El autor del presente trabajo es enólogo y hace pocos años que incursionaen las letras. Cuenta con varios reconocimientos y participación en diversasantologías. Tiene a la fecha dos libros editados, de su autoría.
DON VÍCTOR CREMASCHI
A modo de introducción del presente trabajo se puede expresar
que las cadenas que marginan a un pueblo y que no lo dejan crecer llega
a punto tal que, al sentirse tan oprimido, estalla en rebeldía y rompe
esas ataduras para conseguir la libertad y vivirla plenamente.
Eso fue lo que aconteció en nuestra patria cuando en mayo de
1810 el pueblo tomó las riendas de la libertad, conformando el Primer
Gobierno Patrio. Hoy, próximos a cumplir los doscientos años de aquella
epopeya, estamos viviendo ese acontecimiento como un acto de sentido
fervor patriótico, con personas que tenían un entrañable amor a su
tierra natal.
Con el tiempo, muchos pueblos imitaron ese suceso y se
independizaron, formando nuevas colonias, nuevos pueblos. Así sucedió
en 1914 con nuestro terruño de General Alvear: se desmembró de San
Rafael para conformarse como nuevo departamento de la provincia de
Mendoza.
Haciendo un poco de historia, quiero expresar que antiguamente
los terrenos donde hoy se encuentra el departamento de General Alvear
eran habitados por sus ancestrales dueños, los indios Puelches, quienes
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habían realizado sus asentamientos en las cercanías de los ríos Diamante
y Atuel.
Eran capitaneados por diversos caciques de apellido Goico (del
puelche, goi = cerca y có = agua, que significaba que vivían cerca del
agua).
Hay muchas versiones que refieren cómo los Goico se
desprendieron de esas tierras; una de ellas dice que fueron canjeadas
por un barril de agua ardiente, pero existe una escritura realizada por
ante un escribano de la ciudad de Mendoza, en enero de 1827, donde
Vicente Goico vende a un particular dichas tierras.
De allí fueron cambiando de propietario por sucesivas compra-
ventas y recién en 1884 fueron adquiridas por Don Diego de Alvear. Al
fallecer este, pasan a sus herederos.
Los nuevos herederos, como estaban emparentados y tenían
amistad con profesionales como ingenieros, agrimensores etc., a través
de ellos realizaron una mensura de los terrenos, construyeron canales
de regadío, efectuaron estudios y gestiones para la llegada del ferrocarril,
seleccionaron los mejores predios para levantar la colonia y
confeccionaron el plano de la nueva villa.
La nueva colonia fue bautizada como “Colonia Alvear” en
homenaje a Don Diego de Alvear y fue distrito del departamento de San
Rafael.
Recién en 1914 y por ley provincial Nº 635 promulgada el 12 de
agosto de ese año, fue declarado como Departamento de General Alvear,
lo que significa que hace poco cumplimos los noventa y cinco años de
vida institucional independiente.
Nuestro departamento, como lo expresé anteriormente, no
cuenta con los años que posee esta querida patria que en el año 2010
cumplirá su bicentenario de vida, pero tiene también su historia y como
sucede en cualquier pueblo o ciudad, hay y hubo personas que trabajaron
por el engrandecimiento y prosperidad de su terruño.
Es por ello que en esta oportunidad quiero brindar, mediante
este relato, un sincero reconocimiento a uno de ellos, don Víctor Manuel
Cremaschi, quien había nacido en 1899 en la localidad de Chivilcoy,
provincia de Buenos Aires.
Descendiente de una familia italiana, la que se dedicaba a la
comercialización de vinos en Chivilcoy. Allí Víctor realizó sus estudios
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primarios y secundarios, para recibirse luego de Ingeniero Civil en la
Universidad de Buenos Aires.
Su padre, don Anselmo Cremaschi, adquirió una finca en la que
realizó plantaciones de viñedos. En 1905 construye una bodega, que
después sería la tradicional “Bodega Faraón”. Cuando Víctor tenía 15
años vino a visitarla y se enamoró de esta nueva tierra donde pasaba
sus vacaciones entre viñedos y bodega.
Siendo aún estudiante y amante de la cultura egipcia, registró la
marca “Faraón” para los vinos de la familia.
Cuando su padre falleció él tenía 26 años. Se hizo cargo de la
modesta bodega que expendía sus vinos en cascos de madera,
dedicándose de lleno a esa nueva actividad, en la que ponía mucho
entusiasmo y amor.
Es así que amplió la bodega y comenzó a expender sus
productos en damajuanas, envasadas en origen con la marca “Faraón”,
fraccionamiento del cual fue un firme defensor. Se dice que la primera
línea de fraccionamiento de vinos en damajuanas de la provincia fue
producto de la inventiva de este ingeniero.
Buscando otras alternativas y con ánimo de dar un nuevo impulso
a la actividad vitivinícola del departamento, se asoció con otro
bodeguero: don Fabio Roscio que poseía la bodega Las Acacias S.A.,
para importar desde Francia un concentrador de mostos. Elaboran un
jugo de uva que comercializaron bajo la marca “Vitaluva”
También fue un innovador de las prácticas en bodega que se
realizaban hasta ese momento, creando en 1941 una batería de vasijas
de cemento con un fondo cónico y sostenida por columnas, permitiendo
el descube automático de los vinos y la descarga de los orujos en los
canastos de prensa que se deslizaban sobre rieles, facilitando la
extracción de los mismos sin necesidad de ingresar a la pileta, lo que
solía producir graves accidentes por el ambiente cargado de anhídrido
carbónico y vapores alcohólicos, producto de la misma fermentación.
No conforme con el sistema tradicional de fermentación en pile-
tas y con su espíritu inquieto y renovador, después de muchos estudios
crea e inaugura el 9 de abril de 1948, en su remodelada bodega ubicada
en calle “10” de Los Compartos, el “Sistema de Vinificación Continua –
Procedimiento Cremaschi”, lo que significó una revolución en la técnica
enológica tradicional.
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Patentó este invento a nivel mundial y fueron muchas las bodegas
de la zona, de nuestra provincia y de San Juan, que adoptaron este
sistema.
Esta nueva técnica se basaba en la evolución natural de la
temperatura y densidad de la masa en fermentación; es decir, mayor
temperatura y menor densidad arriba, mientras la masa más fría y más
densa abajo.
A grandes rasgos explicaré sobre estas grandes piletas
cilíndricas de fermentación que tenían la particularidad de poderles
suministrar un volumen de uva igual al volumen de vino y orujo que se
extraía. Una vez llena la pileta, el procedimiento era continuo: ingresaba
uva por la parte inferior y se obtenía vino ya elaborado por la superior.
La uva ingresaba en el primer tercio de la base del cilindro que
terminaba en un cono por donde se podía extraer las semillas de la uva.
A medida que la uva iba fermentando y subiendo por la pileta cilíndrica
se formaba el “sombrero” de orujo que, conducido por un extractor
mecánico, era llevado a una tolva que por desnivel descargaba en los
canastos de prensa, en la base de la pileta.
La pileta cilíndrica estaba dotada en su altura por cuatro canillas
o clapets para permitir descubes o refrigeración y también de cuatro
termómetros con escalas a la vista para el control de la temperatura de
la fermentación.
Este sistema patentado mundialmente fue incorporado y
estudiado en varios libros de enología, como Traité d‘Oenologie de
Ribereau Gayon y Peynaud, en el Tratado de Enología de Gaudencio
Magistocchi, en el libro Enología Teórico-Práctica de Francisco Oreglia, y
en la revista francesa Le progres Agrícole et Vitícola, publicada en
noviembre de 1949.
El patentamiento de este nuevo sistema de vinificación lo hizo
don Víctor con miras a que las tradicionales zonas vitivinícolas europeas
tuvieran conocimiento de que, en un lejano pueblo de Argentina, se
había dado un paso importante en la técnica de fermentación y
elaboración de vinos.
Continuando con sus ansias experimentadoras en materia
vitivinícola, crea el escurridor vertical para la extracción de jugo de uva
y poderlo fermentar sin orujos, especialmente para la obtención de vinos
blancos escurridos.
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En el mismo año construye en los talleres de su bodega un
termovinificador que, mediante calor, fermentaba las uvas obteniendo
así mayor color para los vinos tintos.
Mientras todo esto acontecía, él continuaba fraccionando sus
vinos con las marcas “Faraón”, “Ramsés” y “Ganar amigos”.
El nuevo sistema de fermentación continua no tuvo el éxito
deseado, por distintas razones y, con el tiempo, las bodegas que lo
adoptaron dejaron de usarlo.
Tuve la suerte de conocer a don Víctor en su bodega, cuando
yo solía realizar tareas allí por mi desempeño en el Instituto Nacional
de Vitivinicultura.
Recuerdo que en 1977 había regresado de un viaje de placer
por Egipto, que realizó con su hija Beatriz Victoria (“Nené») y su amigo,
el escritor Manuel Mugica Láinez. Como enamorado y estudioso de la
cultura egipcia, nos contaba maravillas de su viaje.
En su quehacer por el progreso de este departamento integró
el Centro de Bodegueros y fue su presidente. Con ese mismo cargo se
desempeñó en el directorio de la “Destilería La Sureña” que acopiaba
los orujos de las bodegas de la zona y comercializaba el producto
obtenido: el alcohol etílico (alcohol vínico).
En el Club Español fue homenajeado por el Centro de Enólogos
y Bodegueros de General Alvear. Con mucha humildad y muy emocionado
recibió la distinción otorgada. También la Cámara de Comercio lo
distinguió por su tarea innovadora en la industria vitivinícola.
Tal era su pasión por la cultura egipcia y las artes que contrató a
dos alumnos egresados de la Academia Provincial de Bellas Artes de
Mendoza, para tallar en piedra en grandes dimensiones la esfinge del
faraón Ramsés II sentado en su trono, que mide más de dos metros de
altura y fue instalado en el patio de acceso a la bodega. Este faraón
tiene una particularidad, porque el rostro posee las facciones de don
Víctor.
También las paredes de piedra que lo protegen tienen grabados
en bajorrelieves temas relacionados con tareas de la vitivinicultura
egipcia (como la cosecha, el pisado y prensado de la uva y el ofertorio
de vino, como un ritual egipcio).
La creación del faraón lo realizó el escultor mendocino Mariano
J. Pagés en la ciudad de Mendoza, en dos partes que después fueron
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unidas cuando se instaló en la bodega. Este escultor también es autor
del monumento al Cacique Guaymallén, con tres figuras de piedra natural
de tres metros de altura, y de la estatua de Carlos Gardel realizada en
bronce sobre un pedestal de granito rojo, con una altura total de dos
metros cuarenta, ubicada en el Mercado de Abasto de Buenos Aires).
Al otro estudiante contratado, de veintiún años, le tocó realizar
una expresión pictórica en grandes dimensiones en uno de los muros
interiores de la oficina, con temas relacionados con la vendimia. Fue
realizado también por un mendocino, el reconocido artista Carlos Alonso.
Don Víctor Cremaschi también escribió un libro titulado: Cincuen-
ta siglos en la evolución de una industria, con prólogo del ingeniero agró-
nomo Aquiles Maveroff, donde resalta el ayer en la vitivinicultura en
Egipto y el hoy en la misma industria pero en zona cuyana. Se explicita el
sistema por él creado con fotografías del faraón y todas las inscripcio-
nes, como así también de las bodegas que habían adoptado su sistema
de fermentación.
En el año 1948 hizo filmar, con un equipo cinematográfico de
Buenos Aires, la película documental en blanco y negro Río Atuel, de la
nieve a los pámpanos, donde se mostraba el nacimiento de dicho río y
el largo recorrido que hacía hasta llegar a la vides de la zona, para
continuar con el trabajo de bodega. Sus propios empleados, en sus
tareas habituales, fueron protagonistas de la película. Después, en 1954,
filmó otra en colores que fue procesada en los Estados Unidos.
En el 2005 se crea la Fundación Bodega Faraón. La actual firma
propietaria, Valle de Nubia S.R.L., cede a dicha fundación parte de la
bodega como patrimonio histórico y cultural departamental. En este
espacio está incluida la casa de familia de don Cremaschi, contigua a la
bodega que está destinada a funcionar como Museo del Vino, que incluye
parte de la antigua y modesta bodega, las maquinarias utilizadas, como
así el faraón, las paredes que lo protegen y el mural de Carlos Alonso.
Los nuevos propietarios de la bodega la mantienen con la misma
fachada original. Han modernizado su equipamiento y con nueva
tecnología siguen envasando vinos varietales con la reconocida marca
“Faraón”.
El establecimiento es un referente de las bodegas a visitar por
los turistas que llegan a nuestro departamento, ya que se conjuga el
pasado con el presente. Es digno de visitarla, por la historia, y por
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degustar los exquisitos vinos que en ella se elaboran.
Si visitamos esta bodega nos nutriremos también al conocer,
por los grabados, las técnicas enológicas de los egipcios, quienes fueron
maestros en el tema.
El Ingeniero Víctor Manuel Cremaschi falleció el 14 de setiembre
de 1983 y sus restos descansan junto al de su esposa Cristina e hija, en
el cementerio de nuestro departamento, en un imponente mausoleo de
mármol.
Realizo este relato en reconocimiento a su hombría de bien, a
su pasión por la industria madre de Mendoza, a su tarea de investigación
e invención para mejorar la industria vitivinícola, por su amor a esta
tierra que lo vio trabajar incansablemente y para guardar un querido
recuerdo por el hombre que siempre creyó en el futuro de nuestro de-
partamento.
Bibliografía consultada:
El bodeguero inventor que admiraba a los egipcios. Diario Los Andes
Una bodega con historia, en Bodega Valle de Nubia SRL
Cuadernos de historia. Tomo 4. Salvador Calafat
General Alvear, Historia y Perspectiva. Revista del Diario Uno
Cincuenta siglos en la evolución de una industria.Víctor M. Cremaschi
Tratado de Enología. Gaudencio Magistocchi
Enología Teórico–Práctica. Francisco Oreglia
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NORA S. DE MARTÍNEZ
Nació en Huinca Renancó, provincia de Córdoba. Desde hace más decuarenta años, reside en el departamento de General Alvear, al que ama y enel que he pasado la mayor parte de su vida. Escribe y participa en eventosculturales. SALAC Nacional, en el día Internacional De la Mujer 2008, en un actorealizado en Córdoba, le entrega una distinción en reconocimiento a la Trayec-toria Literaria y Cultural. Ha obtenido, entre otros, primer premio y medalla enconcurso organizado por Dirección de Cultura con la poesía “Mi caminar eslento” Diploma y mención especial en el certamen a nivel nacional SALAC2007, con la poesía “En tus alas”, Mención honorífica Concurso Literario organi-zado por SADE, con la poesía “España, mi tierra”; mención especial en el con-curso literario una voz desde la tierra con poesía con el mismo nombre; tercerpremio IV Concurso Literario Alejo Vladimir Abutcov, con la poesía “Mi Músi-ca“. Ha participado en plaquetas literarias de SADE y en la presidencia de AEPA( Asociación de Poetas y Escritores Alvearenses)
COMO MUJER
Un día lejano, instante en el tiempo,
un crisol de hombres tu tierra unció,
y como mujer fértil prestaste tu vientre
a la semilla nueva que en ti germinó
surgió de tus entrañas y su fruto dio.
El río te abraza como amante fiel
y tú te le entregas con sumo placer,
y mansa y sedienta te nutres de él.
Para ver tus hijos sin pausa crecer
conviertes tu seno en un gran vergel.
Aquellos pioneros que te fecundaron,
con visión de futuro pudieron lograr,
este, tu presente, suelo de Alvear.
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BICENTENARIO
Aquellos, los primeros españoles que pisaron nuestra patria,
quienes con violencia, sufrimiento y linaje, comenzaron a dar vida a una
nueva nación, al transcurrir de los años poblaron este suelo
Un crisol de hombres de distintas razas, con ideas dispares
pero con el mismo sueño: encontrar un lugar en el nuevo mundo. Surcaron
los mares y nos legaron un abanico de distintas culturas, espíritu de
lucha y de progreso.De toda esta mezcla nació el hombre argentino,
apasionado defensor de la libertad.
Con el Virreinato del Río de la Plata, la actividad económica
comenzó a surgir con las primeras exportaciones a las potencias del
viejo mundo.
La invasión de Napoleón a España despertó en los habitantes
de la colonia, que gobernaba el Virreinato del Río de la Plata, la idea de
emancipación.
Fue un 13 de mayo de 1810 que llegó a Buenos Aires la noticia
del derrumbe del poder español.
España ya no podía tener dominio alguno sobre nuestro país y
los criollos revolucionarios convocaron a un cabildo abierto un 22 de
mayo.
Los españoles, desconociendo esto, hicieron caso omiso de la
voluntad popular y precedidos por Cisneros, formaron una junta de
gobierno. El pueblo se sintió provocado y reaccionó. Saavedra y Castelli
intervinieron, logrando la renuncia de Cisneros.
Y el 25 de mayo de 1810, en la plaza de La Victoria (hoy Plaza de
Mayo) se impone la voluntad de todo un pueblo; se forma la Junta Supe-
rior Provisional Gubernativa del Río de La Plata, presidida por Cornelio
Saavedra y así quedó formado el primer Gobierno Patrio, que se liberó
de España desconociendo por siempre su autoridad.
La Revolución de Mayo marcó el primer paso hacia la
independencia. No fue viable, al contrario. Fue un prolongado y espinoso
camino y fueron muchos los hombres que dejaron sus nombres grabados
con letras de gloria en la historia de nuestra patria.
Han transcurrido dos siglos y en las imágenes que tomó el tiem-
po, están también las de la historia de nuestro amado departamento de
General Alvear.
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Cuando don Diego de Alvear, en aquel lejano 1884 adquiere las
primeras tierras con la ilusión de instaurar una colonia agrícola, observó
las ventajas del sitio por la cercanía del Río Atuel, que lo limitaba.
Fueron muchos los inmigrantes que comenzaron a llegar desde
las más distantes y distintas partes del mundo.
El ingeniero Carlos Chapeaurrouge hace la división de lotes para
agricultura por medio de regadío y funda, en 190, la Colonia Alvear.
Pedro Christophersen fue el promotor de la creación de la villa
y tramitó el arribo de los ferrocarriles FCO y FCP que luego fueron
llamados Sarmiento y San Martín, respectivamente. Esto, sin lugar a dudas
fue lo que fomentó la llegada de inmigrantes desde Francia, Rusia, Italia,
Ucrania, España y, años después, de Japón.
Ellos, al igual que los criollos, se dedicaron a labrar la tierra.
Fue la mejor época de la colonia Se cultivaba hortalizas, forrajes,
forestales y frutales; también había hornos de ladrillos, negocios de
distintos ramos y una pujante ganadería.
El danés Ove Bock hizo estudios para fertilizar el suelo
utilizando el riego artificial del Río Atuel.
Han quedado para siempre las versiones que nos llegaron a
través de los descendientes de los primeros pobladores, que guardan
en el cofre de sus recuerdos: la valentía que tuvieron al dejar sus
posesiones y comodidades para embarcarse en una aventura, hacia
una zona totalmente desconocida. Aquellos que viajaron por lugares
desérticos, durante meses en carretas y tuvieron que habitar en ranchos,
sin luz, sin agua potable y así, gracias al esfuerzo de estos hombres
con voluntad de progreso, fue poco a poco dibujándose el mapa del
que, tiempo después, en un 12 de agosto de 1914., fue nombrado
Departamento de General Alvear. El 19 de septiembre de 1953, la villa
cabecera pasó a ser ciudad de General Alvear.
El Departamento de General Alvear está dividido en tres
Distritos: Ciudad, Bowen y San Pedro del Atuel.
Hoy, largas extensiones cultivadas, bodegas, centros
comerciales, cooperativas, lo conforman.
En la historia del departamento está también la de todos sus
habitantes que de una u otra manera lucharon para el presente, sin
escatimar energías, haciéndole frente a las inclemencias del tiempo, en
una zona agrícola-ganadera, castigada. Elevan su mirada al Eterno pidiendo
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que renueve sus ansias, que renueve sus sueños y Él los escucha y está
presente en tus cosechas, hombre viñatero.
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NORMA NIETO DE PORTA
95 ANIVERSARIO DE GENERAL ALVEAR, MENDOZA
Una mirada lejana y borrosa cuenta la historia polvorienta de
una tierra sedienta, y estéril, que dejo huellas de sangre y sudor en sus
entrañas.
Luego la quimera del hombre.
El futuro de un sueño prolongado, de vaivenes de lucha. Desafío,
inclemencias, espinas, raíces tan duras como las mismas piedras.
El hombre secó su frente y embistió a la tierra prometida, por
simientes.
El río, hijo de la genial naturaleza, dejó sus brazos abiertos a la
espera.
El campo, ávido de semillas, imploró al señor una lluvia serena.
Y el arado lloró, y marcó sus surcos rudos sin floresta. Hasta
que apareció el sol, y entonces el hombre, el río y el arado, hicieron una
fiesta sencilla, de pan casero.
Y el primer vino de la precoz cosecha.
Luego creció el colono y la tierra.
Alvear floreció en una ciudad nueva, que no ha dejado de escribir
esta historia de inmigrantes, criollos e indios, que perfilaron este suelo
tanto tiempo con sus descalzas huellas.
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ALVEAR, MI CIUDAD DE LEJOS
(Este poema tiene música de cueca,
perteneciente al señor Carlos Hernández Nieto).
A la distancia dueles y te evoco,
Entraña dulce de mi joven tierra;
Es más azul el terciopelo de mi cielo,
Deseo regresar en primavera.
Extraño el cristalino murmullo del Atuel
Bañando orgulloso los cultivos;
Legendario viajero de montañas,
Caudaloso pasajero andino.
Ansío morder uvas que maduras
Con tu amigo, el sol, cálido y de oro;
Vivir el romance de las viñas,
Y oír las abejas concretar un coro.
Quiero ver desnudarte de amarillo,
Caminar tus calles en otoño,
Esconder mis pies entre las hojas,
Y descubrir en tus veredas mi retorno.
Esperar la noche que en silencio,
Al amparo del cóndor bronce y plata,
Vigila mi ciudad en sombras
Y decora el albor en las montañas.
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MAR DE AMORES
—¡Coge esa caja, niña!
Esas son las palabras que nunca olvidó mi madre de solo cuatro
años de edad, cuando arribaron al puerto de Buenos Aires desde Anda-
lucía, España: fue en otoño de 1929. Viajaban su padre, su madre María
Murcia, su abuela María Matilde, su hermana María Ángeles y ella, María
Asunción. A su nombre se asoció el mar durante varios días. Sus sue-
ños viajaron mecidos por la marea constante que provocaba vómitos,
miedos, frío y demasiadas emociones para una niña tan pequeña y su
hermanita de tres años.
Ella sostuvo durante gran parte del viaje interminable una caja
de zapatos donde traían todos los documentos de la familia. Al llegar,
los nervios hicieron temblar las manos de mi madre, y la caja cayó al
suelo. Su madre, mi abuela, le indicó autoritaria la frase que quedó en su
memoria como estigma del viaje en barco repleto de inmigrantes
españoles hacia la tierra ofrecida: Argentina.
Entre los pasajeros venían familias enteras, casi todos conoci-
dos entre sí.
Una familia amiga viajó con mis abuelos; tenían dos niños de la
misma edad de mi madre y su hermana.
Los adultos hicieron planes en el viaje que nada tenían que ver
con juegos de niños: se prometieron, ambas familias, casar a sus hijos
cuando fueran grandes.
Literalmente cuando mi madre y su hermanita bajaron del barco,
estaban comprometidas en matrimonio, sin saberlo.
Y no lo supieron hasta que tuvieron edad casadera. Cuando se
intensificaron las reuniones con la familia convenida, les dieron la noti-
cia.
—María, tú estás prometida a Juan, y tú, Ángeles, a José.
Los jóvenes tampoco conocían los planes de sus padres, por lo
que respondieron poniéndose colorados y aceptando su voluntad. Como
se hacia entonces; obediencia y respeto eran acatados sin emitir opi-
nión alguna. Estaba todo dicho.
Además, las niñas eran lindas, buen rostro, bellos ojos y fuertes
para el trabajo doméstico, y por qué no, la tierra en la que eran expertas,
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porque ellas junto a su padre integraron su trabajo de desmonte, culti-
vo y cosecha, alternando tareas de la casa, amasado del pan, lavados a
mano, y planchado con plancha a carbón, para luego cuidar a sus her-
manitos menores que nacieron en Argentina.
A mi madre la sorprendió su primera menstruación en plena
plantación de tomates, sin tener información sobre esta circunstancia
normal de una mujer, ignorada por ella y evadida por su madre.
Mi abuela además de ser analfabeta toda su vida, no era
compañera de sus hijas, solo las hacía trabajar.
La sorpresa fue desagradable para las jovencitas. Mi madre ya
había conocido a mi padre y se habían enamorado, a escondidas de mis
abuelos maternos.
Mi padre tenía un primo, Juan Casi todos los españoles que
conocí se llamaban Juan, María, José y algún Francisco.
Juan piloteaba una avioneta. En esa avioneta hacía vuelos
rasantes alrededor de la finca de mis abuelos. Dejaba caer una carta y
una piedra, envueltas en un pañuelo blanco que caía con presión detrás
de una enorme parva de pasto.
La avioneta era conocida por los agricultores de la zona porque
se dedicaba a fumigar frutales y sembradíos, protegiéndolos de pestes
e insectos.
Mi madre, desesperada ante la organización de su próximo
casamiento con Juan, envió una carta a Pepe, su novio, con Matilde,
cómplice y más amiga que mi abuela de mi madre. Jamás había estado
de acuerdo con matrimonios convenidos porque ella padeció esa suerte;
la hicieron casar con un desconocido treinta años mayor que ella, quien
la hizo sufrir demasiado. Su viaje a la Argentina fue para buscarlo, porque
él la dejó con seis hijos en España. Cuando llegó él a este país hizo
pareja con una india y tuvo otros tantos hijos más.
Mientras, Matilde se tiraba al piso y calmaba el hambre colocando
una piedra en su estómago, porque el pan no alcanzaba para todos.
La madre de Pepe, también de nombre María pero Espinosa,
trazó su propio plan para defender el amor de su hijo.
Tramó un secuestro, notificado por la estrategia de enviar la
carta con la piedra y el pañuelo desde la avioneta. Así se pusieron de
acuerdo y la madre de Pepe, María Espinosa esperó a mi madre cerca de
su casa con una carta y un caballo para llevarla con ella.
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Mi madre huyó esa madrugada hacia su felicidad gracias a su suegra,
que intervino a tiempo porque era inminente su casamiento con Juan.
Este acontecimiento enfureció a mis abuelos, hasta salir a buscar
a mi madre con una escopeta para matarla por la deshonra que sufrie-
ron ellos y su futuro esposo, al que poco importó porque no sabía qué
era eso del honor.
El plan de mis abuelos fracasó con mi madre, pero no con
Ángeles que llevó la peor parte de la historia, porque a ella la casaron
inmediatamente con José, lo que derivó en un total fracaso y acrecentó
la angustia de la familia. Ella huyó una noche con el hombre de quien se
había enamorado realmente. Entonces sí que la honra, el honor y todos
los remilgos irracionales de mis abuelos fueron mancillados y pisoteados.
El acontecimiento provocó un deterioro en la mente de mi abuelo
Manuel, lo que lo llevó a la muerte sin perdonar jamás a su hija. También
ella murió de una enfermedad terminal.
Para él sí tenía nombre el honor de la familia en todo sentido de
la palabra
Mi abuela siguió con su orgullo ignorante y egoísta como
estandarte, para protegerse de la verdad y la razón.
También dejó este mundo miserable en el que vivió sumergida
en el dolor disfrazado de fantasma, para eludir los chismes de la gente.
Mis abuelos inmigrantes trabajaron muy duro. Pasaron hambre
en su patria y de alguna manera intentaron formar una familia a costa de
lo que sea. Tal vez amaron a sus hijos y querían lo mejor para ellos, tal
vez por eso, por el poder tener el pan sobre la mesa, y vino en la boca,
nunca intentaron regresar a España. Seguramente la añoraron y lloraron
por ella, pero el destino era esta tierra que desentrañaron con el sudor
de su frente, con lágrimas de sal y con el primer sangrado de mi madre,
asustada, creyendo que se moría.
Todo quedo en una frasecita muy distante y solitaria como es
la mente de mi madre anciana y enfermita, quien tampoco volvió a su
patria aunque siempre deseó hacerlo.
—¡Coge esa caja, niña!
Al menos ella fue feliz con mi padre. Él partió de este mundo en
un aleteo de palomas y en el vuelo de las hojas del otoño del 2002.
Ella mira cuando pasa un avión y espera un mensaje blanco que
la invite a ir con él, definitivamente.
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RUBÉN ANTOLÍN HEREDIA
AMIGO MÍOAl Río Atuel
Alguna vez, allá por el año 1990, escribí una discreta poesía dedi-
cada a mi querido Río Atuel. Fue a pedido del Doctor Ponce para un
libro integrado totalmente por trabajos sobre ese tema. En ese momento
todavía estaba allí, marcando el límite Oeste del departamento, ese
cauce añoso que conocí siendo niño. Con un poco de imaginación yo
aún podía intentar revivir esas siestas de verano cuando, junto a mis
hermanos y algunos amigos, nos bañábamos y pescábamos a la sombra
de sus sauces. En ese momento ninguno de nosotros podía dimensionar
la suerte que habíamos tenido al nacer en una ciudad que tenía un río a
su vera. Y ese río era el Atuel, nada menos que el caudaloso Atuel, que
alguna vez había sido considerado navegable por los primeros
exploradores.
En las tardes de domingo, a veces con nuestros padres, lo
cruzábamos para ir “a ver los aviones” en el Aero Club, ubicado en la
otra costa. Al pasar sobre el puente no necesitábamos mirar hacia abajo
para saber que él, nuestro río amigo, estaba allí. Siempre había estado,
siempre estaría, era un río y eso es lo que se espera de los ríos: que
sean eternos, como lo son las montañas que alojan la nieve que les da
vida y cuerpo.
Pero me olvidaba que a estas tierras habían llegado alguna vez
los hombres. Me olvidaba que esos hombres – entre ellos mi abuelo –
eran, en su mayoría, agricultores. Y la palabra agricultura es (o debiera
ser) un sinónimo de agua.
Tengo algunas fotos del Atuel pasando lentamente bajo las
sombras de los sauces, bordeado de tamarindo y cortaderas. Las he
guardado celosamente para mis nietos.
—El río estaba allí y era mi amigo— les voy a decir.
Si quisieran saber exactamente dónde estaba, voy a conducirlos
hasta el puente. Allí les mostraré el cauce, casi cubierto de vegetación y
salpicado por esporádicos charcos que intentarán mantener los límites
del departamento. Y, aunque ellos no lo noten, voy a hacer un minuto de
silencio por mi amigo.
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Mientras tanto, el agua que era el cuerpo de mi río (que no es lo
mismo que el alma) pasará rauda hacia el Sur, por un canal de cemento
ubicado quinientos metros hacia el Oeste. Un canal de cemento, muy
útil y muy anhelado por el agro, que, se espera, permitirá extender la
superficie cultivable y, por ende, el bienestar general.
Pero ya no tendremos río...
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CUANDO YO ERA CHICO...
(Fragmentos del libro)
(…) El matadero de vacas estaba sobre la ruta 188, en el cruce
con la calle Cinco. Allí iban a parar los animales que, una vez faenados,
se consumían en las carnicerías locales y de la zona. Mi abuelo Ramón
trabajó alguna vez en ese lugar. Creo que fue en ese trabajo que recibió
una patada de caballo en la cabeza que casi lo mata. Me parece verlo,
en la cama, con una toalla mojada sobre la frente, seguramente la única
asistencia que recibió. Pero el recuerdo que hoy regresa a mis ojos es el
de las recuas de vacas que pasaban frente a mi casa. En esos años, ese
era el único modo de trasladarlas desde el campo, ya fuera con destino
al matadero o hacia la estación de ferrocarril. Para nosotros, a pesar de
que ese hecho debe haber ocurrido por lo menos una vez a la semana,
ver pasar esas recuas de vacas, era un suceso similar a la llegada de un
circo.
El primero de los tres hermanos que a lo lejos advertía la
polvareda, entre los silbidos y órdenes de los arrieros, desesperando a
todos los perros de la zona, corría alertando a los otros dos al grito de:
- ¡Las vacas! ¡Las vacas! ¡Vienen las vacas!
El más osado, jugándose la vida (a nuestro entender), cerraba
el amplio portón que entraba a nuestro patio, a veces con esos terribles
animales a escasos metros de distancia. Luego nos subíamos a la
seguridad de la verja, de un metro sesenta de altura, y desde allí
podíamos ver pasar a nuestro lado a estos inmensos cuadrúpedos,
mugiendo y abarcando todo el ancho de la calle y las veredas, cansados
de caminar vaya a saber desde dónde y mirándonos con desconfianza
con sus grandes ojos negros.
A veces su llegada era inadvertida y alguna vaca equivocaba el
camino y entraba a nuestro patio delantero. Desde lugares seguros,
donde trepábamos como gatos espantados, veíamos cuando alguno
de los troperos, allá arriba, casi tocando el cielo, sobre ese caballo
gigante, la seguía y la arriaba nuevamente hacia la tropa.
Como dije, para nosotros ese acontecimiento tenía una impor-
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tancia similar a la llegada de un circo, y esas pobres vacas, a una peli-
grosidad comparable a la de los osos polares que muchos años des-
pués pude ver de cerca, en el Circo Orlando Orfei.(…)
(…) En ese entonces no había televisión para nadie, en casa
teníamos una radio a válvulas, similar a las que había en casi todas las
casas. Recientemente habíamos comprado lo que se llamaba un
tocadiscos. Hoy le llamaría una bandeja giradiscos, porque de eso se
trataba. Se conectaba a la radio por la entrada auxiliar y se podían
escuchar hasta el hartazgo los discos 33, 45 o 78 r.p.m. que comenzamos
a comprar. (Creo que los long play aún no existían).
Hasta entonces mi madre había estado cocinando en una cocina a leña
que luego fue reemplazada por la que aún hoy tiene, marca Orbis, de un
enlozado eterno. La de leña era de fundición, enlozada en color amarillo
y en invierno también servía de estufa. Si yo tuviera un peso por cada
kilo de dulce o cada torta frita que mi madre hizo en esa cocina...
No había agua corriente en ese sector de la ciudad; el agua
potable que tomábamos era traída desde la municipalidad por un camión
tanque que llegaba semanalmente. La descargaba en una pileta de
cemento que aún existe junto a la casa y, desde allí, con un bombeador,
era subida al tanque del techo.
También teníamos un teléfono; estaba en una tabla lustrada,
ubicado contra la pared. Para hablar había que levantar el tubo y
ponérselo en el oído, (el micrófono quedaba fijo en el aparato), luego se
le daban tres vueltas a la manijita que tenía a la derecha. La operadora
atendía y preguntaba:
—¿Número?
Uno le decía el número y en un momento le contestaban. Para
hablar a larga distancia siempre había «demora». Podía ser quince minu-
tos o dos horas, según la cantidad de gente que estuviera intentando
hablar por esa línea. Los únicos números de aquella época que recuer-
do son el 495, el de mi casa y el 409, del escritorio de la fábrica. Luego
se les fue agregando delante el 3, el 2 y el 4, en ese orden.
Teníamos una heladera «a hielo» (hoy se la llamaría conservadora).
No tenía equipo eléctrico de frío; funcionaba poniendo en la parte superior
una barra de hielo que comprábamos en la Cooperativa Eléctrica que en
ese entonces se denominaba «La Usina». Íbamos a buscarla en la chatita
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Rugby toda la familia, generalmente a la tardecita cuando mi padre
regresaba de la fábrica. Dos mayores y tres niños en una pequeña
camioneta, similar en tamaño a una Ford A. Mi hermano menor se sentaba
en un pequeño tronco de álamo cortado a su medida y ubicado en el
pequeño espacio que quedaba al lado de las piernas de mi madre. Aldo
y yo, en medio de mis padres esquivábamos la palanca de cambios
hasta que mi papá lograba poner la tercera. A la vuelta, los tres íbamos
atrás sentados sobre la barra de hielo, congelándonos los intestinos.
Durante el regreso a casa tratábamos de arrancar pedazos de hielo
para chupar. Ese era nuestro gran placer, no nos hacían tanta falta los
helados.
(…) Hoy, en todas las ciudades y pueblos del país hay cines
cerrados. La mayoría son verdaderas joyas arquitectónicas que luchan
por mantener sus estructuras originales; están ubicados casi siempre
en lugares privilegiados y de altísimo valor inmobiliario. Los nuestros,los
principales, porque hubo más, el España y el Alvear, por suerte están
intactos. En el momento en que escribo esto, uno está funcionando y el
otro está en condiciones de hacerlo inmediatamente. Los distintos
gobiernos municipales que se han alternado en los últimos años han
coincidido en ayudar a mantenerlos.
Hace unos años ví la película italiana Cinema Paradiso (Cine
Paraíso, verdadero homenaje al género, que recomiendo.) Descubrí que
si bien es cierto que cada pueblo es un mundo, hay cosas en las que
todos esos pequeños mundos se parecen. Todo lo que ocurría en el
cine de esa película, ubicado en un pequeño poblado italiano, era muy
parecido a las cosas que yo viví o ví en los cines de mi pueblo y,
circunstancialmente, en los cines Pacífico y Santa Paula, de Huinca
Renancó, lugar donde luego residí. El ámbito oscuro y amplio y la
concurrencia de todos los atorrantes del pueblo, entremezclados con
sus víctimas, propiciaban estas cosas. Así es que mientras alguno más
chico desparramaba hormigas coloradas desde el gallinero (sector
superior trasero), otro, algo mayor, le acariciaba la rodilla a una novia
propia o ajena. Más allá, uno que se fue armado con un tubo plástico
que sacó de adentro de un sifón (de vidrio), volvía loco a un pelado
haciendo puntería en su cabeza con coquitos del árbol paraíso. Otro,
antes de entrar y con esos mismos coquitos, rellenó una caja de maní
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con chocolate que encontró vacía para convidar a sus ávidos compa-
ñeros de fila.
A usted que tiene mi edad le pregunto: ¿no le parece estar allí, un
domingo a la tarde, soportando una película de amor, de esas que en
cualquier momento se ponían a cantar y encima con la tonta de Doris
Day, pero aguantando estoicamente para poder ver después una de
vaqueros? ¡Qué rápidos eran esos vaqueros para sacar el revólver y
tirar! ¡Y qué duros! No se bañaban nunca y bajo el más ardiente sol
llevaban de ropa interior unos calzoncillos unidos a la camiseta, con
una bragueta larga que daba la vuelta por abajo y llegaba hasta la espal-
da. Y cuando llegaban a un pueblo, entraban al bar sin saludar y para
calmar la sed del desierto se tomaban un buen vaso de whisky puro.
Después venía la pelea, por supuesto. Todos contra todos y a ninguno
le dolía la cara aunque le pegaran con una silla. ¿Y los indios? ¡Cómo
gritaban esos pieles rojas! Me parece estar escuchándolos aullar mien-
tras aparecían en lo alto de una loma sobre sus caballos manchados y
levantando sus lanzas emplumadas, rodeando al muchacho de la pelí-
cula que, justamente, estaba ayudando a la rubia que se cayó con su
caballo y... se torció el tobillo.
Ahora que las nombré, ¡qué tontas eran las chicas de las películas!
Y no me refiero solamente a Doris Day, que lo era de profesión. En eso
todas eran iguales. Cuando estaban en África, después de haber visto
durante todo el día caníbales, leones, panteras, rinocerontes, víboras y
cocodrilos, llegaba la noche y antes de acostarse se iban a caminar por
los alrededores del campamento. ¿Cómo no les iban a pasar cosas?
Parecía que buscaban el peligro para que las salvara justamente el guía.
(Que ya le había echado el ojo esa tarde cuando ella, inocentemente, se
bañaba en la pequeña cascada.)
Los protagonistas masculinos también solían ser bastante
tontos. A veces el muchacho estaba mirando hacia un lado y el malo
venía por detrás a atacarlo. Nosotros le avisábamos a los gritos, pero
él como si nada. Hasta que no lo tenía al otro encima y pegándole, no se
daba por enterado. Menos mal que sus trompadas siempre parecían
doler un poco más que las del otro y con una sola que acertara se lo
sacaba de encima. También era de destacar la buena educación de los
atacantes: cuando eran dos o más, uno peleaba y los otros esperaban
su turno, sin atacar jamás a traición ni en conjunto.
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¿Y cuando el muchacho peleaba con los indios sobre el techo
de un tren que cada vez aceleraba más? Mientras tanto, los otros indios,
que eran como hormigas coloradas, se subían hasta por las partes lisas
de los vagones. El final de la vía era en un precipicio o un puente roto y
siempre estaba ahí nomás, a cien o doscientos metros. El muchacho y
los indios peleaban otro poco y cuando volvían a mostrar el tren de
frente... ¡todavía estaban a la misma distancia! El tiempo (dilatado por la
Teoría de la Relatividad de Einstein) alcanzaba justo para que el
muchacho tirara al último indio, desatara a la chica (que tenía más sogas
que Houdini) y saltaran juntos, a ciento cincuenta kilómetros por hora,
rodando sobre las piedras, sin hacerse nada. A la chica, al caer, ni siquiera
se le levantaba la pollera porque sabía que estaba con el muchacho que
iba a ser su marido y no era cosa de andar mostrando gratis. Como
caían tan pero tan juntos, con las caras y las bocas ahí nomás, ya que
estaban se daban un largo beso. Y ahí era cuando los interrumpía el
zambombazo que pegaba el tren al caer por el precipicio. Así, iluminados
desde atrás con las llamas, le seguían dando al beso que habían dejado
sin terminar. Mientras tanto, en la pantalla aparecían las palabras The
end que luego supe, significaban “el fin”.
Esa última parte ya la veíamos parados frente a nuestra butaca
o saliendo lentamente hacia el pasillo, ignorando los insultos y los silbidos
de los que se quedaban sentados hasta el final y estaban a las
cabeceadas tratando de ver el beso que garantizaba un final feliz.
Al salir nos encontrábamos con don Razquin, siempre sonriente.
A veces estaba con su cachorro de puma atado a una soguita. Ese era
amarillo; el que nosotros tuvimos era gris.
Don Razquin era hermano de don Bernardo, quien todas las
mañanas daba el pronóstico del tiempo desde la radio LV10. Ya lo
habíamos visto en el intervalo, en el kiosco, cuando salíamos a comprar
una leche Prima y un chocolate comprimido. ¿Qué era esto? La leche era
una chocolatada en una pequeña botella de vidrio y el chocolate
comprimido era cacao como el que hoy se usa para mezclar con la
leche, comprimido hasta que quedar sólido. Cuando uno se lo ponía en
la boca se deshacía otra vez. Era muy rico y no sé por qué no se fabrica
más.
Pero estábamos saliendo del cine, presagiando la película que
veríamos el domingo siguiente y comentando entusiasmados la que
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acabábamos de ver por segunda vez. Dije por segunda vez porque
estábamos allí, en el cine, desde las dos y media de la tarde. Habíamos
visto la que nos gustaba, del tren y los indios, luego la de amor y toda
cantada, con Doris Day, y finalmente otra vez la del tren. Entre una y
otra veíamos las colillas de las que pasarían el próximo domingo. Estas
que vendrían parecían ser todavía mejores. Una era sobre las
profundidades del mar. Un viejo barbudo había construido, él solo, un
submarino grandísimo que peleaba contra un calamar gigante. Seguro
que esa iba a estar buenísima. La otra era de espadachines. Había uno
que peleaba solo contra seis tipos, apagaba las velas con la espada y
cuando ya lo tenían mal, contra la ventana del castillo, cortaba la soga
que sostenía la araña de luces, la que caía del techo y los mataba a
todos. Esa también sería re buena y no la perderíamos por nada del
mundo.
A pocos metros de caminar, pasábamos por la confitería y
heladería Ros Mary pero para esas alturas las monedas que llevábamos
habían quedado en el kiosco de Razquin. Pasando la calle Ingeniero Lange,
en la esquina había un gran baldío cerrado y algo más allá, a media
cuadra, la confitería La Polonia, donde se juntaban los abuelos. En
primavera y verano las mesas estaban sobre la vereda. Algunos de estos
ancianos hasta estaba con chicas (¡eran unos pícaros estos!) El que
atendía era un italiano petisito y muy bueno al que llamaban Luiggi. A él
también solíamos comprarle helados. Pero esta vez pasábamos de largo.
Era domingo, estaba oscureciendo y, como sigue y seguirá ocurriendo,
todavía nos quedaban algunos deberes de la escuela sin terminar.
En la cuadra siguiente parábamos un momento a ver los discos
nuevos que había traído don D’Origone. En el negocio lindante
disimulábamos las ganas que sentíamos de meternos por el vidrio a
comernos las masas finas de la Confitería Farrero, y seguíamos.
Antes de llegar a la próxima esquina, sobre la calle Patricias
Mendocinas, ya comenzábamos a ver las bicicletas estacionadas
sosteniéndose con el pedal en el cordón de la vereda o apoyadas contra
los árboles. Sus dueños, varios hombres, escuchaban atentamente la
voz que salía de un pequeño parlante ubicado allá arriba, en un poste,
justo enfrente de la Tienda Blanco y Negro: era la Radiodifusora. El que
hablaba, Raúl Moreno Alcántara, era un joven locutor local que estaba
pasando los resultados del fútbol de toda la zona. Por eso allí había
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gente de Jaime Prats escuchando cómo había salido el partido de Bowen,
y había otros de Real del Padre que querían saber qué había pasado en
Carmensa. Algunos que habían llegado en poderosas motos Gilera 150
o en más modestas Puma 98, se paseaban por las cercanías y miraban
las vidrieras con el casco puesto pero, eso sí, con las orejeras levantadas
para poder oír bien la música y la información de la radiodifusora.
El dueño de esa Radiodifusora (nombrado como Raúl Moreno
Alcántara) en realidad se llamaba Adolfo Sánchez y hoy es el titular de
la empresa local de televisión por cable “Tevecoa”.
Sigamos caminando. Pasábamos por el Gran Hotel, también con
mesas en la vereda, ocupadas todas por gente muy mayor. Dábamos un
vistazo a las vidrieras de Casa Velasco y cruzábamos la calle Belgrano.
En la esquina estaba la librería de Pablito Martín y al lado la eterna Far-
macia Alvear. Pocos metros más allá, la heladería Pinocho con su Fonola
a monedas, cargada con temas de moda: Palito Ortega, Leo Dan y otros
que he nombrado anteriormente. De esos aparatos que contenían en su
interior y a la vista pequeños discos de 33 o 45 r.p.m., había otro en la
Terminal de Ómnibus, en el bar de Hugo Ereñú, pero estaba cargado con
temas de folklore y tango: Hilario Cuadros, D’ Arienzo, Gardel, etc.
Más allá no había mucho para ver, llegábamos a Tiendas Galver,
por costumbre mirábamos las vidrieras llenas de ropa que no nos
interesaba y doblábamos por la Avenida Libertador Norte hacia nuestra
casa, a siete cuadras de allí. (…)
(…) Volviendo a la calidad de los artefactos de antes, recuerdo
ahora cuando mi padre apareció en casa con un extraño y avanzado
aparato. Se llamaba «licuadora» y era algo extraordinario. Al regreso de
la escuela era infaltable en la mesa el gran vaso de leche con banana. En
ese entonces solíamos tomar ese trago solamente en las confiterías La
Polonia o Ros Mary algún domingo a la tarde, a la salida del cine, o
cuando viajábamos a San Rafael o a la ciudad de Mendoza. Pero
desconocíamos que el misterioso aparato que lo fabricaba se vendiera
para uso doméstico. Esa licuadora aún existe en casa de mi madre y es
otro artefacto que funciona perfectamente, con casi cincuenta años
encima de sus rodamientos y motor.
Otro trago muy solicitado en la época era el famoso «submarino».
Tenía una receta muy complicada, seguramente obtenida descifrando
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con mucho trabajo un antiguo papiro. Consistía en introducir una barri-
ta de chocolate en un vaso de leche que podía estar fría, tibia o calien-
te, según la estación del año, y hacerla girar con una larga cucharita
hasta que se disolviera. A nosotros nos encantaba, pero «ese se toma
en la confitería», en la casa raramente lo preparábamos.
Recordando aparatos en su momento realmente novedosos, ya
nombré el «tocadiscos» y antes de continuar quiero dejar aquí el nombre
de dos de los primeros discos infantiles que tuvimos: «Oh, Susana» y «El
Real y Medio». Estoy seguro de que esos discos se consumieron en su
ley, gastados por la púa hasta desaparecer. Simplemente no descansaban.
Aunque llegó más tarde, viene ahora a mi memoria el grabador
Gelosso. El pequeño grabador a cinta abierta fabricado para el uso
casero. Según la publicidad tenía múltiples aplicaciones y era
«Imprescindible para el estudio». El nuestro jamás fue aprovechado con
ese fin tan vil, nosotros lo usábamos solo para jugar o para grabar
música. No tenía mucha fidelidad, especialmente debido a su pequeño
parlante, pero a nosotros nos parecía estereofónico. Creo que mi
hermano Aldo posee todavía el que fue nuestro. Yo tengo uno que
perteneció a mi tío Joaquín y funciona perfectamente.
(... ) Con el verano llegaba la pesca en el río o en las lagunas
cercanas. Con anzuelo y lombriz o con arpones o «pinchos». De este
último modo llamábamos a unas especies de grandes tenedores que se
fabricaban con cuatro o cinco anzuelos (como para tiburones, de diez
centímetros de largo). Estos anzuelos eran enderezados a fuego y en
grupos de cuatro o cinco y se unían a una distancia de dos centímetros
entre sí. Luego se los fijaba, a rosca o con soldadura, en la punta de un
caño de luz, «de los de antes». Ese arpón múltiple era lo que se usaba
para pescar (o cazar) generalmente carpas. Nosotros éramos niños y
nuestra tarea consistía en ir guardando en una bolsa lo que los mayores
«pinchaban» generalmente en alguna laguna; caminando dentro del agua,
si había poca profundidad o desde un bote en los sectores más hondos.
(….)
(...) Los días domingos a la mañana, a veces, salíamos en familia.
No me refiero a una sola familia, sino dos, tres o más, con todos los
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hijos, en ese entonces numerosos, con algunos vecinos o amigos, sobre
camionetas y camiones con mesas, sillas y hasta camas. El lugar elegido
podía ser el Rincón del Indio, la Toma de San Pedro, el puente del Río
Atuel o cualquiera de los muchos lugares que había sobre su costa, en
una huella que lo costeaba desde el puente hacia el norte.
En ese entonces la costa del Atuel era la costa de un río
naturalmente poblada de sauces y otros árboles. Algunos años después
pasaron las máquinas canalizándolo en forma recta, dejando de lado
esos lugares hermosos que la naturaleza se había esmerado en crear
para los hombres.
(Mientras escribo esto mucha gente está trabajando en un canal de
cemento destinado a encausar lo que queda de mi río hasta la localidad
de Carmensa. Y el río Atuel será solamente agua que pasa. (…)
Otros lugares elegidos solían ser algunas de las tantas lagunas
que en ese entonces había en las cercanías de la ciudad, entre ellas la
de El Trapal. Los montes cercanos a esa laguna también tenían otros
usos que no debo ni puedo abordar en este libro.
A veces, en verano, se armaba un gran toldo generalmente al
lado de un camión y allí abajo se instalaban las mesas donde se comería
al juntar lo que todos habían traído. Puedo asegurar que era mucho.
Inmediatamente de llegar al lugar, cerca del agua, ya fuera del
río o de una laguna, se hacía un pozo cuadrado aproximadamente de un
metro por un metro. Ese pozo se profundizaba hasta que se llenaba de
agua. (Por estar en la costa, con cincuenta o sesenta centímetros
alcanzaba.) Esa era la heladera y allí se ponían al remojo las botellas o
damajuanas de vino, la sidra o lo que se hubiera llevado para tomar.
Llegada la hora de regresar, nosotros, los sátrapas, nos encargábamos
de tapar ese pozo con ramitas transformándolo en una trampa para
los desprevenidos que llegaban al día siguiente.
Esas salidas, para todos los niños del grupo, significaban una
libertad distinta que aprovechábamos cada segundo recorriendo las
cercanías hasta el último centímetro cuadrado y desesperando a todos
los animales de la zona. Ya dije que nuestro instinto cazador era muy
acentuado y nuestras hondas no perdonaban pájaros, roedores, reptiles
ni insectos. El olor al barro de las lagunas, rodeadas del paisaje siempre
árido y salitroso de mi zona, también ha quedado en mí para siempre.
66
Igualmente todos los niños nos bañábamos en esas aguas dudosas y
nos divertíamos como si estuviéramos en Punta del Este.
Por la noche solíamos quedarnos a cenar allí mismo, al lado del
agua, y no era raro que la salida terminara en una cacería de vizcachas,
siempre cercanas a las lagunas. Previendo eso, mi padre solía llevar una
mochila especialmente diseñada para cargar una batería de automóvil
en la que se conectaba un reflector. Una vez más, nuestra tarea era ir
caminando detrás de los que tiraban para alzar las vizcachas que caían
y rematando con un palo a las que quedaban heridas. (…)
(…) Los artículos descartables eran raros, al menos en el uso
masivo. Había vasos y platos de cartón encerado, pero no recuerdo
otros como cubiertos o servilletas en rollo. En las pizzerías, las pizzas
se servían en porciones que se entregaban sobre trozos de papel de
envolver, prolijamente cortados en rectángulos.
Seguramente los precios determinaban que a los picnics de
entonces se llevaran los mismos cuchillos, tenedores y platos que se
usaban en la casa. El plástico estaba en sus comienzos y la mayoría de
los juguetes eran de chapa o madera.
Se usaba mucho la bakelita, el primer compuesto de ese tipo,
creado justamente por un hombre apellidado Bakel. Las bolsas de nylon
que hoy nos regalan en el supermercado o en cualquier almacén, eran
inexistentes. Se usaban las de papel, que hoy intentan reflotar con mucha
razón los ecologistas. Esto me cambia el tema recordándome que la
mayoría de los alimentos se vendían sueltos, una modalidad re
descubierta hace pocos años y presentada como una novedad para los
más jóvenes. Harina, polenta, azúcar, yerba, jabón en polvo, etcétera;
todo estaba allí, detrás del mostrador, en unos cajones diseñados al
efecto, con una gran tapa inclinada que se abría hacia arriba y que todavía
pueden verse en algunos negocios antiguos. El almacenero tomaba la
bolsa de papel blanco o marrón y la llenaba con una gran cuchara de
chapa galvanizada. La leche se vendía en botellas de vidrio tapadas con
un corcho o una tapita de cartón pegada en el borde del pico, pero los
que vivíamos en las afueras tomábamos la que nos vendía a domicilio el
lechero, en nuestro caso don Emili y otros que el olvido ha borrado.
¡Qué diferencia entre esa leche realmente natural y ese líquido blanco
que hoy nos venden con ese nombre! . (…)
67
(…) Solo pedíamos algún juguete comprado cuando no podíamos
hacerlo nosotros y allí, en el taller de mi padre, teníamos de todo. De los
palos del techo de ese galpón colgábamos largas correas de cuero que
nos servían tanto para abordar algún navío imaginario – si ese día éramos
piratas – como para desplazarnos entre los altos árboles, caer sobre
el elefante Tantor y salvar a una imaginaria Juana (así le decíamos a Jane
en confianza), si la película había sido de Tarzán.
Nombré a Tarzán y recordé que a este personaje también lo
escuchábamos por radio. Todas las tardes, en un horario que coincidía
con nuestro regreso de la escuela, pasaban un capítulo auspiciado por
el polvo de cacao Toddy. La idea publicitaria era sugerir que ese cacao
hacía crecer los músculos. Nosotros echábamos en el vaso Toddy y
leche en cantidades similares. Quedaba una especie de crema empalagosa
que casi se podía untar en el pan. Pero debo confesar que nunca noté
un aumento en mi musculatura; al contrario, de niño llegué a preocupar
a mis padres por mi escaso peso.
Volviendo al programa radial, por medio del relator y ayudados
por los efectos de sonido, podíamos «ver» cómo Tarzán se paraba
sobre una rama de un alto eucalipto (yo lo imaginaba así porque ese era
el único árbol que nunca pudimos subir), pegaba un alarido tirolés de
esos que se oyen a cinco kilómetros y estremecen hasta a los elefantes,
tomaba una liana que siempre estaba ahí, se hamacaba y se largaba en
un salto olímpico sobre un río. Ese río, poco más adelante, formaba una
catarata y Tarzán – por supuesto, luchando con un cocodrilo – caía
por ella como cien metros. Después de un instante de tensión en el que
no sabíamos si nuestro héroe salía o se había ahogado, emergía en
medio del gran remolino, se sonaba el agua que le había entrado a la
nariz (eso no lo decía el relator pero yo lo imaginaba igual) y nadaba
otra vez vigorosamente hasta ese cocodrilo inmenso que ahora estaba
a punto de comerse a Juana. Esta muchacha, Juana, se metía en cada lío.
Menos mal que la mona Chita estaba siempre allí para alertar a Tarzán
con sus chillidos antes de que la mataran. Y no les digo nada cuando
aparecía Tarzanito, el hijo de Tarzán, tan o más valiente que su padre y
les alcanzaba una liana para que subieran por la barranca del río. Ese
era nuestro verdadero héroe, al que tratábamos de imitar. Recuérdese
que, además de coincidir en la edad, Tarzanito tenía menos músculos y
con una simple malla era más fácil de representar.
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Había también capítulos radiales del Llanero Solitario, su caballo
Plata y el indio Toro. El Llanero y ese indio andaban siempre cabalgando,
no vivían en ninguna parte ni comían nunca, pero siempre se enteraban
de las injusticias y las solucionaban.
El Llanero fundía sus propias balas de plata dentro de una mina
de ese metal que solo él y Toro conocían. (¡Que desperdicio sin
explicación!)
Existía una versión, posiblemente nacional, sospechosamente
parecida al Llanero: se llamaba Poncho Negro y el indio que lo acompañaba
se llamaba Calunga. Por medio de la radio, yo los imaginaba muy parecidos
y las cosas que les sucedían también me eran familiares.
Para nosotros y para los mayores, la radio era todo. Ella era la
que nos comunicaba con el mundo y todos los días nos contaba algo
nuevo. Durante el día escuchábamos LV4 de San Rafael. A las once de la
mañana, llegaba el Carnet Social. Como su nombre indica, era el programa
donde se anunciaban los acontecimientos sociales: casamientos,
compromisos, cumpleaños, nacimientos, bautismos y fallecimientos.
Creo que, salvo en los fallecimientos, todos querían aparecer ahí por
uno u otro motivo. «El Carnet Social»... piense usted un poquito... Yo no
puedo imaginar de dónde pudieron sacar ese nombre. Me suena al carné
en que las damas patricias del 1800 anotaban, por anticipado y por
encargue, con quién iban a bailar cada minué. El programa se acompañaba
con la marcha nupcial. Hasta es posible que todavía esté en el aire con
el mismo formato.
(…) La música que he escuchado a lo largo de mi vida, por ser
una de mis pasiones, me ha dejado recuerdos muy nítidos. Recientemente
nombré a Juan D’Arienzo, apodado con mucha razón «El Rey del Compás»
y recordé cuando, con doce o trece años, pude verlo en mi ciudad con
su orquesta, en un salón entonces llamado Babilonia. Era un hombre
bajito y algo pelado, pero frente a sus músicos era un verdadero
showman, en ese entonces desperdiciado por una televisión en pañales.
Recorría el escenario dando la espalda al público, casi bailando y
marcando a cada músico con gestos teatrales pero muy definidos, el
compás, la fuerza o la cadencia que exigía para cada pasaje. En esa
ocasión traía a sus cantantes Mario Bustos y Jorge Valdez, excelentes
voces para el género. Hasta el día de hoy junto a Alberto Echagüe, Floreal
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Ruiz, Julio Sosa, Edmundo Rivero y, por supuesto, Roberto Goyeneche,
son mis preferidos a la hora de escuchar tangos ‘de antes’. (…)
Las bolitas podían ser de vidrio, de barro o japonesas. Las de
vidrio son las mismas que han perdurado hasta nuestros días. Había
unas de aspecto enlozado o marmoladas llamadas «lecheritas”; las de
barro estaban en etapa de extinción, hechas de barro cocido y era raro
encontrar una perfectamente esférica. Las japonesas eran livianas y
transparentes; adentro podían verse coloridos gajos, como los de las
naranjas. Y estaban los bolones que no servían para nada, al menos no
para los juegos que nosotros conocíamos. Otros juegos eran las figuritas
de marca Starosta. Las primeras nos las regalaban en la escuela, a veces
junto con el álbum. Traían muchos premios, a nuestros ojos
interesantísimos: bicicletas, pelotas, camisetas de fútbol, etc.
La payana se jugaba con cinco piedras de igual peso y tamaño.
Era un juego antiquísimo y el más económico, pues sus elementos se
encontraban en cualquier pila de ripio; pero a su costo mínimo se le
debía sumar el del guardapolvos, las zapatillas y el pantalón, pues se
jugaba arrodillado o sentado en el piso de cemento, con las piernas
abiertas. Cada uno de estos juegos, sumados a los barriletes y otros
similares, tenía adjudicada una temporada del año. Cuando era
temporada de bolitas nadie podía jugar a las figuritas. Aunque lo
intentara, no conseguía compañero de juego. Lo mismo sucedía si era
temporada de payana y aparecía alguno con bolitas. Era rechazado con
una mirada fría y cortante que lo obligaba a respetar el orden de juegos.
Nunca supe cómo se determinaba qué juego era el que venía, pero de
un día para el otro las piedras de la payana, tan cuidadosamente elegidas,
se tiraban con la honda. Había comenzado la época de los barriletes.
(…)
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AMIGO MÍO
Amigo mío que pasas y te quedas
dejando un poco de tu sangre en las acequias...
Para que vivan las pobres parras secas,
para que vivan los que viven con ellas.
Amigo mío, testigo de otros tiempos,
cuando eran otros los dueños de la tierra.
No me la cuentes, conozco bien la historia.
De nada sirve llorar derrotas viejas.
La madre nieve permanece en la montaña
pariendo a gotas tu cuerpo transparente,
y tu te vas, te alejas sin besarla,
buscando el bajo, la sombra, la simiente.
Amigo mío que pasas y te quedas...
¡Cómo quisiera haber nacido río!
Tú me ves quieto y, sin embargo, voy pasando.
Días abajo espera el mar de mi destino.
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MALARGÜE
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AUTORES
Viviana Fernández Bourquet
Paul Fermani
Carmen Andrea Ojeda
Raúl Becerra Quesada
Angélica Morales
Santiago Omar Alí López (SAMOAL)
Rosa Laura Marcela Jaque
Juan Anibal Vera
Juam Chilaca
Blanca Carolina Páez de Álvarez
Julián Andrés Contreras
Asencio Villar
Soledad Lorena
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VIVIANA FERNÁDEZ BOURQUET
Nació en Malargüe, en 1960. Es profesora de Música. Miembro de S.A.D.E.,Malargüe. Ha participado de numerosos certámenes provinciales y nacionales,en género poesía y cuento, obteniendo importantes premios. Participó en anto-logías. Sus obras publicadas son Pensamientos (1988), Retratos (1990) y Sonetosa mi Tierra (1992). Está terminado, para edición, su primer libro de cuentos
MI TIERRA
Quiero la luz del sol, sin artificio,
descolgada a través de la arboleda;
la piedra que al temblor se agita, rueda
y azota la pared del precipicio.
Quiero la piel dispuesta al sacrificio
de enfrentar las heladas y la greda;
la nieve presurosa que se enreda
con el viento, al caer sin desperdicio.
Quiero todo el silencio que promete
esta noche de abril: parece muerta
la ciudad, recostada en su pereza.
No quiero un paraíso de juguete,
quiero a mi tierra así, casi desierta,
resguardando, celosa, su riqueza.
Refugio
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Hay un lugar que ampara mi tristeza,
donde puedo sentarme entre las piedras
y escuchar al indio.
Besa mi mano el río,
su beso sabe a lágrima y tormenta.
Hay un lugar que la naturaleza
ha vestido con su traje más hermoso
y el sol ha bendecido.
El aire me acaricia,
su temblor en mi piel, su último aliento.
Hay un lugar que alberga mi pereza,
donde puedo tenderme entre la hierba
y llorar sin llanto.
El cielo me contempla.
¡Qué pena hay en su azul de firmamento!
Hay un lugar donde el ayer regresa
en el grito de un cuerpo torturado
que apenas se escucha.
Refugio de dolores.
¡Que ha lavado la lluvia y seca el viento!
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PAUL FERMANI
Nació en la ciudad de Mendoza el 2 de febrero de 1954. Casado, con treshijos, cursó estudios primarios y secundarios en el Centro Educacional Francis-cano San Buenaventura y universitarios en la Facultad de Psicología de la Univer-sidad del Aconcagua, egresando con el título de Licenciado en Psicología. Esegresado también de la UNCuyo, especializado en Salud Social y Comunitaria.Autor de varios trabajos sobre su especialidad y estudios de investigación cien-tífica. Se ha dedicado a la poesía. La mayoría de sus obras se encuentran inédi-tas. Miembro de la SADE, filial Santa Cruz desde 1988 a 2001 y de SADE, filialMalargüe, de 2006 a la fecha. Fundador y coordinador de “Cine Club Sur”.
MALARGÜE
Tierra ignota y lejana,
vastedad agreste, ventosa y parca,
de duro gesto y generosa calma.
Gentil te muestras con el puestero,
hostil reniegas del extranjero.
Nostalgias tienes de aquel pasado,
de campos libres, sin alambrado.
Hoy triste miras lo que ha quedado,
de un tiempo ido, mal sepultado.
Algunas veces muestras tu enfado,
con los que te usan en negociados,
y ruge el viento entre tus rocas,
insultando fiero al que mal te explota.
Recorren juntos tus mil parajes,
gente que te usa, gente que te ama,
paciente sabes que al fin del viaje,
dejarán sus huesos en tus entrañas.
Madre tierra que me albergaste,
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sin preguntar siquiera de dónde vengo,
grandeza clara que te hizo grande,
a cuántos debiera servir de ejemplo.
ESPACIOS
Entre una estrella y el río
está la distancia perfecta,
el equilibrio más logrado
de esta fugaz equivalencia.
Entre la semilla y el vino,
está el camino dilecto,
el del deseo reprimido
y del amor manifiesto.
Entre la promesa y el olvido
está el sendero perverso,
de un amor que se ha perdido,
de un dolor que aún no ha muerto.
Entre tu beso y tu ida,
hay un espacio abierto,
doliente como la herida
que deja un adiós incierto.
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CARMEN ANDREA OJEDA
Nació Capital, Mendoza, el 30 de noviembre de 1.947. Realizó estudiossecundarios en la Escuela Superior del Magisterio de la UnCuyo, para egresar en1966 como Maestra Normal Nacional y Bachiller. Estudió francés en el Departa-mento de Aplicación de la Escuela Superior de Lengua Extranjeras de la UNCuyo.Miembro fundador de S.A.D.E. Malargüe, desde 1980. Directora-maestra delCEBA Nº 3-034 “Río Malargüe” desde 1976 hasta 1983. Se desempeñó comoDirectora de Acción Social, Cultura y Deportes, del 1983 hasta 1987, año enque es electa concejal de la U.C.R. hasta 1991. Participó por Mendoza en el IIISimposio sobre Investigación Educativa en La Habana, Cuba. En octubre de2008 representó a Malargüe en el II Congreso Nacional de Cultura y HacedoresCulturales, en la provincia de Tucumán. Actualmente colabora con el periódicomalargüino, Ser y Hacer, como columnista.
¿POR QUÉ ESTE ALUMBRAMIENTOCUESTA TANTO?
Hay vidas que se cruzan y unen a la mía,
Existen corazones que vibran al unísono,
Ojos que miran y no ven, y quieren ver el horizonte, algo,
La otra orilla apenas insinuada.
Logran ver y como premio a tanto esfuerzo, ven la nada.
Hay manos que se extienden sarmentosas
Buscando el calor balsámico de otras manos.
Todo es intenso, inespacial, sin tiempo:
Tan irreal que es casi mítico.
Sin embargo siento que respirar en este túnel
Es como estar ya en mi propia muerte,
Muerte solo de lo que en mí es corruptible,
Porque existo vibrando en puro pensamiento dolorido.
Invisible, transparente, translúcida, ingrávida,
Libre ya, y aún esclava, como Prometeo, encadenada,
Visceralmente atada, adherida a nuestra historia,
Como mujer gestante y paridora de un sueño con pasado,
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Cuya vida embrionaria, resistente, empecinada en ser
No aborta nunca, embarazo de alto riesgo,
Con miedo, otras muertes, amenazado por marchas militares
Secularmente largo: ¡más de doscientos años!
Su concepción fue, antes que deseo y pasión, inquietud, búsqueda
afiebrada,
Encuentro emocionado, entrega absoluta: ¡todo o nada!
Preñez que surge del abrazo libertario con la igualdad y unión
sudamericanas.
¿Por qué este alumbramiento cuesta tanto?
Es que la Patria, la verdadera, la que no es una entelequia o una quimera
La que es sentimiento, la que duele,
Por la que pienso, lloro y lucho, tanto y tanto,
Y tan pocas veces ya, me alegra,
Y clamo en mí, a otros, a los cielos,
Esta Patria, añora la grandeza de los que la engendraron,
La gesta heroica, la ofrenda épica y gloriosa de sus Padres:
San Martín, Moreno, Belgrano, Güemes, Pancho Ramírez,
Quiroga, Lavalle, Dorrego, Artigas, Urquiza, Rosas,
Sarmiento con su grito de protesta: “On ne tue pas les idées!”
¡Caso extraño! ¡Tantos padres! Y también, tantas madres:
mujeres fortineras, valientes, aguerridas: Macacha Güemes,
Josefa Escurra, la Martina Chapanay, mujeres de salones:
Lupita Moreno, la Perichona, Camila O´Gorman, Remeditos,
Manuelita Rosas y las esclavas negras, que traían
noticias del mercado o del puerto. Muchas faltan, perdón pido,
Mi vientre está grande, redondo como el mundo.
El latir de esta Patria amada y tan herida y maltratada,
Me toca el corazón, y aunque estoy muerta,
Desvanecida, aplastada por esta realidad tan lapidaria
Mi corazón se agranda y se desgarra, se destroza
Pero no pierde su unidad: cada jirón es un rojo pétalo,
Mi corazón se ha transformado: es la estrella federal,
O el ceibo. Si esta Patria nace, será fuerte, equitativa, democrática
Se sacudirá todo lo sucio, lo espúreo, lo indecente.
Brillará y se erguirá con tanta fuerza
Que solo la honestidad, el trabajo y la pureza de ideales
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Serán su escudo protector y la savia que la nutra.
Entonces sí, hay esperanza de un camino de grandeza,
De respirar el aire limpio, y despejar los sueños
De esos seres infernales con intenciones y actos hegemónicos.
Esos que hacen sentir a todos que caminamos, caminamos
Mucho sobre un cilindro y no avanzamos nada.
¡Cómo te siento, Patria, cómo resistes y te preparas
para este verdadero nacimiento!
Sin odio, sin venganzas, siempre unido tu pueblo,
Y yo, revivida, estaré en él,
Respetando y mirándome en los otros, aunque no piensen
Igualmente todos, pues, por distintos senderos,
Hay un ideal común: ¡Tú, Patria amada!
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RAÚL BECERRA QUESADA
Nació en Malargüe el 31 de octubre de 1938, en el puesto Los Adobes, alpie del Cerro Mesa. Como ex alumno de la escuela primaria “Rufino Ortega”,con un grupo de compañeros, formaron una comisión que creó el actual Insti-tuto Secundario Malargüe. Está casado, tiene cuatro hijos y nietos. En 1970ingresó a la Municipalidad de Malargüe. En 1976 el gobierno militar lo despide. Esreingresado en 1982. Creó el Centro tradicionalista “Fortín Malal-Hue”; la escue-la de Ajedrez y, además, tuvo la iniciativa para la creación del Archivo Históricode Malargüe. Miembro de la S.A.D.E. Malargüe. Su obra es de profunda temáticarural.
PUESTERO
Soy de profesión “PUESTERO”
Y en pleno campo he nacido,
Donde crece el algarrobo
El zulupe y el tomillo;
Adonde alumbra el lucero
Y te despierta un relincho.
Me gusta hacer el churrasco
De capón o cabra vieja,
Porque cuando la mastico
Siento un sabor diferente
Sé que lo entiende mi gente,
Es el sabor de mi tierra.
Me gusta sobar un cuero
Para hacer mis propias botas,
Yo sé trenzar un bozal,
Un cabestro, un par de riendas
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Y sé pialar en el campo
Si la ocasión se presenta.
También sé amansar un potro,
Maniar, esquilar ovejas
Y sé bailar una cueca,
Sin sacarme las espuelas.
Para amasar tortas fritas
No es preciso ir a la escuela.
Aunque de niño solía
Ir a un colegio de campo
Donde aprendí que la miel
La hace un bichito muy guapo
Y que va de flor en flor
Cumpliendo con su trabajo.
Es la obrera del panal
Aunque no tiene salario;
Igualito a mi patrona
Trayendo polen sus labios…
Pues va contenta, cantando
Ahijando los chivatos.
Tengo un poncho de guanaco
Con chalina haciendo juego,
Con mi rebenque y espuelas
Cabo’ e plata mi facón.
Defiendo la tradición...
Soy de profesión PUESTERO.
Debajito del pellón
Unas vicieras bordadas,
el caldero, un asador
y en la carona el salero,
en mis maletas, buen charqui
queso ’e cabra, pan casero.
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Con un choique que boliara
Comíamos flor de chaya,
Del cogote una “guayaca”
Que hasta yo mismo sobaba,
Y un cuchillo que me hallé
Lo encabé con una pata.
La pancita y la picana
Asadita a la parrilla,
Plumeros pa mi patrona
De los alones salían
Y si alguno se enfermaba
Se sanaba con pencina.
Hay que cuidar la majada
Del puma… y de los cuatreros;
Y a un señor de la ciudad
Hay que pagarle el arriendo
Y dónde... ¿Cuándo la ley
Que proteja a los puesteros?
Soy de profesión “PUESTERO”
Y en pleno campo he nacido,
Donde crece el algarrobo
El zulupe y el tomillo;
Adonde alumbra el lucero
Y te despierta un relincho.
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UNA GOTA Y UNA ROSA
Sobre un capullo entreabierto una gotita rogaba:
—Déjame entrar —imploraba—, y te daré la frescura
a la galana tersura que necesitan tus hojas,
y serás bella y hermosa, aunque te agarre el estío.
Soy la gota de rocío que anoche vino a posarse
Necesito refugiarme en tu preciosa corola,
Entonces se abrió la rosa y dejó de ser capullo,
Para entregar con orgullo lo que la gota deseaba.
Entonces se sintió amada y a su vez amó a la gota,
Su experiencia era tan poca para sentirse engañada
Por esa gota temprana y de agradable sabor,
Que dejaba en su interior la sal de una vida extraña.
Y despertó una mañana porque se sintió marchita,
No era la rosa bonita, un tanto mustios sus pétalos
Y un gemido lastimero desde su antera salió
Que a la gota conmovió y confesó su pasado.
¡Oh! Flor que me has refugiado, perdóname, amor mío,
No soy gota de rocío, soy lágrima de dolor;
Por eso tengo sabor de mil senderos andados
Quiero morir a tu lado, antes que el sol me evapore.
Y revivir los dolores, porque antaño anduve en mares,
Rodé en profundidades, mil subidas, mil bajadas;
De una montaña nevada fui la cúspide de hielo,
Y me llevaron los vientos a golpear rostros curtidos.
Si. Fui gota de rocío en las auroras del campo,
En las ciudades, fui fango: turbio, inmundo, pestilente;
Y me arrastró la corriente, muchas veces me pisaron
Y otras tantas me dejaron abandonado y sin fuerzas.
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Tantas veces caí en tierra... Del obrero fui sudor
Y anduve en el interior por dédalos tenebrosos
De un enfermo, de un leproso, de un señor acaudalado,
En las botas de un soldado en Malvinas ¡fui a la guerra!
Y fue a través de la tierra que un día fui manantial.
Diáfano como cristal, junto con muchas gotitas
Y una mano pequeñita muy suave tomó mi cuerpo.
No sé cómo estuve dentro junto a pupilas llorosas.
Hoy estoy dentro de ti, rosa. Estoy puro, perfumado,
Porque hace un tiempo ha llorado un pequeño su dolor
Por eso tengo sabor; soy lágrima de ese niño
Que lloró por lo perdido... JUNTO A TÍ QUIERO MORIR.
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ANGÉLICA MORALES
Nació en Malargüe el 11 de diciembre de 1955. Esta casada tiene cuatrohijas, que heredaron de ella la vocación literaria; tiene siete nietos. En 1991editó su obra Una lágrima, una flor, un poema. Es miembro de S.A.D.E. Malargüedesde sus comienzos.
PAISAJE
He visto la tarde caer
Y derramarse en el agua
Pintando de mil colores
El ocaso en la montaña.
La fría cabellera del río
Su manso plateado despeina,
En tanto apacible acaricia
Las sosegadas piedras.
Cual suspiro enamorado
La dulce brisa murmura
Al oído de los sauces
Un ¡te quiero! de frescura.
Se desangra ya otro día
Reclinado en él…
Prodigando los rojizos
Y dorados, a lo lejos.
Las nubes grises extienden
Con premura, sus pañuelos,
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Salpicando de mil blancos,
El lienzo añil de los cielos.
Se apagan lentos los trinos
Y el canturrear de chicharras,
Junto al cerco de un corral
Se arrebuja una majada.
Silencio se hace en la noche
¡Malargüe! Mi pueblo descansa,
paleta de iracundos paisajes
velados en cofre de plata.
RÍO
Río avieso que arrastras al mar
Las nieves que en el Ande han dormido,
Lleva pronto mi recóndita pena
Que se vaya y se confunda contigo.
Mis lágrimas también forman un río,
Que encauza en mis labios su lecho
Con el gusto salado y amargo
Que doliéndome baja hasta el pecho.
Río indócil, yo sé que tú puedes quitar
La tristeza que en mi alma anida;
Llevarla en tus brazos al mar
Y ahogarla en sus aguas frías.
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SANTIAGO OMAR ALÍ LÓPEZ (SAMOAL)
Nació en San Rafael, el 10 de mayo de 1953. Siendo niño sus padres seradicaron en Malargüe. Se define a sí mismo como cantautor y, sobre todo,como un luchador por su departamento: Malargüe. Fue concejal. Produce yconduce un programa radial Es miembro de la Sociedad Argentina de EscritoresS.A.D.E. Malargüe. Entre sus obras editadas se halla: Quiero contarte, Amigo yEste bello mundo loco, obras que han llegado a lugares como Yugoslavia, España,Canadá, Brasil y Chile, entre otros.
VIENTO
A mí me traes recuerdos
De aquel Malargüe otoñal;
Junto a vos y mis amigos
¡era libre de verdad!
Cuando la noche llegaba
Y te solías calmar,
Orejas con tierra dejabas,
Que lavaría mamá.
Eres todo un personaje
Cuando te vas a enojar,
Tu grito se hace muy fuerte
Y te vuelves huracán.
A veces vienes con frío,
O caliente por demás,
Dejando la piel muy seca
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Como cardo en el arenal.
Y cuando silbas de noche
En íntima soledad,
Parece que estás de fiesta.
Tu novia... ¿quién será?
Decirte… ¡Viento! ¡Te quiero!
No me vayas a dejar,
Si algún día no te escuchara
Mi alma con vos ¡volará!
CUANDO VEO
Cuando veo la tierra, veo a mi madre;
Cuando veo a mi madre, veo la vida;
Cuando veo la vida, veo un camino;
Cuando veo un camino, veo a los hijos;
Cuando veo a los hijos, veo un destino;
Cuando veo un destino, veo un principio;
Cuando veo un principio, veo una raíz;
Cuando veo la raíz, veo un árbol;
Cuando veo un árbol, veo un pájaro;
Cuando veo un pájaro, veo el cielo;
Cuando veo el cielo, veo tus ojos;
Cuando veo tus ojos, veo el amor;
Cuando veo el amor, veo a DIOS.
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ROSA LAURA MARCELA JAQUE
Nació en Malargüe el 11 de marzo de 1963. Hija de padres crianceros, viviósu niñez en la zona rural. Conocer la vida del hombre de campo ha marcado suespíritu de tal manera que todas sus luchas están marcada por esa espirituali-dad y por el amor a la libertad, con la cual fue educada. Cursó sus estudiossecundarios en el Instituto Secundario de Malargüe. Actualmente es la presi-denta de S.A.D.E. Malargüe. Cursa la carrera de Derecho en la UniversidadCatólica de Salta y se desempeña como Jefa de la Agencia Malargüe del I.N.S.S.J.P.Está casada y tiene cuatro hijos.
AGUA ESCONDIDA (*)
Hubo un espacio temporal,
solo silencio
pero el grito agitaba la garganta,
buscando en la profundidad oscura
de su alma,
indago las causas
de tanta soledad desesperada.
El cuerpo se abre en llagas disecadas.
Hasta la sangre
se niega a brotar de sus entrañas;
pero no puede renunciar,
sabe que llegará un mañana;
él vendrá,
germinará este vientre con su tiempo,
no habrá dolor, ni inmensidad,
no habrá distancias.
La savia recorrerá su cuerpo
y brotará en sus venas tanta agua,
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que para siempre
mamarán de sus senos milenarios,
generaciones de hombres
curtidos de esperanza.
Ellos serán la fuerza de la tierra,
ellos la libertad,
ellos la causa
para que el agua
se quede para siempre,
saciando su inquietud,
su amor, su paz,
su libertad y su perseverancia.
(*) Nombre de un distrito de Malargüe a 200 km de la ciudad.
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CANTO AL AGRICULTOR
Hay un canto sublime en mi garganta,
hay un rezo buscando mi palabra;
me empuja a elevar mi voz al alba
y contar de tu labor, de tu constancia.
Yo le quiero cantar a tu nobleza,
a tu fe esperanzada en la cosecha;
a tus manos agrietadas por el tiempo,
al cotidiano trajinar de tu tarea.
Al rocío que te encuentra cada día,
azadón, pala, surco, acequia...
Y a la noche que te duerme fatigado
de otra jornada, otro sol y otra siembra.
Yo le ruego a Dios, en este canto,
trueque en jugoso fruto tu faena,
y deje madurar en cada espiga
la semilla que volcaste en la tierra.
Por el cultivador va este canto,
al hombre, a la mujer: siembra y cosecha.
Por la espiga preñada de futuro,
por los agricultores de la espera.
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JUAN ANIBAL VERA
Nació en Malargüe el 24 de noviembre de 1945, realizó estudios primariosen su ciudad natal. Trabaja en la Dirección Provincial de Vialidad. Ha participadoy obtenido importantes premios en diferentes concursos. Ha participado endiferentes antologías de la provincia. En 1985 presentó su plaqueta literaria“Nostalgias” y en 1995 su libro Sueños de otoño y de mar.
EVOCACIÓN
Salpicados de algarrobos
Adornan la llanura.
En el Valle de Malargüe
Los montes fueron su cuna.
Enhiestos de nieve y agua,
Empenachados de invierno,
Castigados por mil soles
Y vendavales de viento.
Los embriagaron mil lunas
Y el canto de las chicharras,
Altos montes que en verano
Le dieron sombra a las cabras.
Yo he gustado en otras tierras
De otros montes, los frutales
Mas ninguno se asemeja
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A los montes de Malargüe.
Recias ramas que ayer fueron
Tibios refugios de arrieros,
Piedras, arenas y verdes
Ya no adornan a mi pueblo.
Ya no están más en Malargüe,
Con su sombra y su prestancia,
¡Qué fuegos se habrán llevado
los montes de mi infancia!.
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MI TIERRA MINERA
Yo te miro, Malargüe, entristecido
Cuando el sol ya se anida en el poniente
Cuando ensombrecen tus cerros la llanura
Y se marcha la tarde hacia occidente.
He trepado esta tarde a la colina
Y he mirado el confín de tus montañas,
He posado mi vista en tu planicie
Y descendido al corazón de tus entrañas.
He mirado en el alba tu horizonte,
Han quemado mi rostro tibias brisas,
Brilla límpido el sol sobre mis valles
Y a mi tierra minera la acaricia.
Mis manos labriegas socavaron
En busca del carbón y la fluorita,
He bebido tu savia terrenal
Y he sacado a la luz tu ventonita.
Se han teñido mis manos y mi rostro
Cuando extraje de tus minas manganeso,
Mas blanquearon cuando encima de tus cerros
He destellado a la vida el blanco yeso.
He descendido, MALARGÜE, tu colina
Aromada de tomillo y alfalfares,
El sol se ha ocultado en el poniente
Y doblaron sus espigas los trigales.
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JUAN CHILACA
Nació el 27 de septiembre de 1957 en Rama Caída, San Rafael. Cursó lacarrera de Museología en el Instituto Superior de Formación Docente y TécnicaNº 8 de La Plata. Se define como un autodidacta; sus escritos son investigacio-nes y recopilaciones sobre temática histórica e indígena específicamente.Desde 1999 a 2007 participó en el Fondo Provincial de la Cultura como únicoartesano de la provincia de Mendoza. Trabaja actualmente como encargado enel Museo Histórico de Malargüe. Organizó las Primeras Jornadas Provinciales deMuseología, siendo estudiante de la carrera, y también el “Quinto CongresoNacional de Estudiantes y Profesionales de Museología. Deontología y Patrimo-nio. 2008”.
HAY UN SILENCIO
Hay un silencio que no está tranquilo,
Como esperando que llegue el final,
¡Cuántos momentos pareció perderse!
¡Cuántos momentos le volvió la paz!
Hay un silencio que se sintió herido
Tal vez culpable de su soledad,
Pero el paisaje le dijo al oído:
“Tal vez estés viejo para recordar”.
Acaso si miras en este momento,
Acaso si fijas tu mirada en mí,
Te darás bien cuenta de que no estás solo
¡Tengo tantas cosas para compartir!
Mira ese artista, el que está pintando,
¿Es que has olvidado su rostro tranquilo,
su mirar profundo y sereno a la vez?
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¿El que extasiado de mí ¡tantas veces!
Con sus manos tiernas me plasmó en papel?
Tal vez te confunda su cuerpo cansado,
Su cabello blanco, su rugosa piel,
Pero es el mismo, el de aquellos años.
Firme sus ojos, sus manos también.
Y sigue siendo nuestro fiel amigo.
Ese que comparte tu forma de ser,
El que, con tu ayuda, puede concentrarse,
Para que en la tela me lleve con él.
Hay un silencio que me está mirando,
Como repitiendo algo para sí:
¡”Gracias, viejo amigo, por darme confianza,
gracias por mostrarme que aún puedo vivir”!.
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BLANCA CAROLINA PÁEZ DE ÁLVAREZ
Nació en Malargüe el 18 de enero de 1959. Es profesora de Sistemas deInformación Contable en Instituto Secundario Malargüe desde 1989. Secretariadel Honorable Concejo Deliberante de Malargüe desde 1994. Ha editado doslibros Destellos de amor y vida y Vivencias de Alegrías y Distancias.
EL ROSTRO DE MALARGÜE
Sabes, hijo de Malargüe:
Ha nacido un nuevo día.
Esta tierra hoy, más que nunca,
Brilla con nítido fulgor.
Ha despertado el duende de las nieves
Que habita en las montañas y en los valles,
Y el paisaje se torna inmaculado
Cuando se abren las alas de la imaginación.
Allí, adonde viajan los poetas,
Para escribir o hablar con Dios
En donde las palabras se hacen canción
Y los sueños parecen realizarse.
El sol ilumina el rostro de Malargüe
Y ante los ojos del mundo, se abre un libro
Con el perfecto paisaje del invierno.
¿Lo pintó Picasso, Dalí o Miguel Ángel?
Fue la mano de Dios, en su obra ”El Universo”.
104
PAYASO
Existen en la tierra,
Centenares de penas.
La vida es la bahía
Que enjuga los tormentos.
Existen en la tierra,
Centenares de alegrías,
La vida es el circo
Que hace brotar las risas.
Y aquí estoy yo, junto a la bahía
Y al circo de mi vida.
Si lloro, navego en mi tristeza,
Si río, aprisiono la alegría.
Mas, a veces, aún sonriendo
Estoy triste.
Cual payaso que ríe
De sus propias heridas.
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JULIÁN ANDRÉS CONTRERAS
Poeta afincado en Malargüe. Trabajó durante años en la fabrica Gras, cerra-da en la actualidad. Miembro fundador de la S.A.D.E. Malargüe. En 1986 publicóla plaqueta literaria “La Savia del Amor”. Sus poemas han sido musicalizadoscomo “Malargüe y su Magia”; poema considerado un himno de Malargüe. Traba-ja actualmente en la Municipalidad de Malargüe.
MALARGÜE Y SU MAGIA
Malargüe, Malargüe.
Cuando miro en torno y veo tus cerros
Siento que me aprietan y ahogan mis sueños,
Esos viejos sueños de toda una raza
Que quiere ser libre, sin llegar a serlo.
Soy el prisionero de nieves eternas,
De indómitos vientos que marcan mi rostro,
De ansias del progreso que ofrece tu suelo
Y de la mirada noble de tu gente.
No quiero, Malargüe, que me dejes libre,
Fuera de tus muros estaría perdido
Y si debo irme por ley del destino
Dejaré mi alma vagando en tus calles.
¡Qué bien que recibes a todo el que llega!
Y quien quiere verte descubre tu magia.
Mas aquellos otros, los ciegos del alma
Pasan por tu lado y se van sin mirarte.
Pero no te olvidará, tú los marcaste.
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MI ESPERA
Ven conmigo a compartir mi azul cielo,
El lugar paradisíaco que he elegido.
Aquí pude encontrar mi suelo amado
Y un remanso de amor para esperarte.
Mis sueños se arraigaron entre cerros
Y con pureza de nieves se bañaron
Y me encuentro con los brazos extendidos
Para apretarte fuerte a tu llegada.
Fue largo el camino hasta encontrarme
Y hasta he sentido siglos en mis hombros,
Y el ansia de que llegues es tan grande
Que mi viejo corazón, ya no lo cree.
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ASENCIO VILLAR
Nació el 18 de mayo de 1939 en un puesto del paraje El Sonseado,SanRafael. Allí cursó sus estudios primarios, luego se trasladó a Malargüe. Desdejoven animaba fiestas, peñas, festivales, destacándose como recitador. A losquince años ingresó a la Policía de Mendoza como radiotelegrafista (profesiónaprendida en El Sosneado). En el año 1961 ingresó al aeródromo de Malargüe,desempeñándose como jefe desde 1985 hasta su jubilación. En la actualidadvive en Malargüe junto a su esposa, con quien tiene cuatro hijos. Es coautor delFestival del chivo, en el año 1982. Participó en innumerables Fiestas de la Ven-dimia y obtuvo destacados lugares en diversos certámenes literarios. En juniode 2007 publicó La razón de mi Canto (versos criollos), obra que le ha brindadograndes satisfacciones. Trabaja en la edición de su segundo libro.
GLOSAS PARA MENDOZA
¡Mendoza para cantarte
Me gustaría aprender,
Tu nativa lengua huarpe
Pa entonarme en el ayer!
¡Andar huellas y caminos
En lento crujir de carros!
¡Beber tu vino, no en cristal
ni coperío extranjero!
¡Sino en vasija de barro
canto del tiempo y del suelo!
¡Encontrada en algún Chenque
herencia del indio hermano!
¡Testamento del Pehuenche
lenguaje del araucano!.
Quisiera abrirle las jaulas
A prisioneros canarios.
¡O tomar las tiernas manos
de tus madres cariñosas!
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Para poner en las mías
El temblor de mariposas.
¡Inclinarme ante la tumba
que lo guarda a Don Hilario!
¡Recitarle de rodillas
versos de Alfredo Bufano!
¡Vivir tus noches de plata
tapizadas por la luna!
¡Y el oro que funde el sol
cuando madura la uva!
¡Mendoza, por ser la novia del sol
eres la madre del vino!
¡A tus hijos los racimos
los amamanta el sudor!
¡Tu luna en las serenatas
al cerrarse una ventana!
¡Pone al canto y las guitarras
transparentes alitas blancas!
¡Mientras la reja en las viñas
hace renglones de surco!
¡Grabando a mancera y pulso
Mendoza canto y vendimia!
¡Mendoza, tierra bendita
donde el sol fecunda las uvas!
En el lecho de las viñas
Engendrando los racimos
¡Los hijos de la vendimia
que nacen chorreando vino!
¡Que tal vez de puro macho
apenas sale del frasco!
ya se mezcla con el canto
con el hombre y su destino
Se va al campo, a los caminos
¡Ríe, duerme, se enamora
llora penas del amigo!
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¡Por ahí se pone atrevido
duerme a la sombra del chirlo
o chispea en los cuchillos!
Por ser noble y generosa
Dios te protege ¡Mendoza!
Cuyana dama donosa
Perfumada de retamas
Y de silvestres tomillos.
¡Con un cerco de montañas
te rodea el gran Andino!
¡Es un fortín majestuoso
de azules cumbres nevadas!
¡Alza un mangrullo celoso
vigilante, el Aconcagua.
Y la niña cordillera
Pierde sus blancas enaguas
Cuando la abraza el estío
Y danzarinas hilachas
Bajan brillando en su marcha
Formando tus grandes ríos.
Cuando trazan las auroras
Pentagrama en las hileras
En armonía de caderas,
Cosechan vendimiadoras.
¡Esa moza que al bailar
derrama gracia en la cueca
y entre rodajas de espuelas
que forman sonora rueda
Al revolear la pollera
Trenza amores y chapecas!
Por el amor y el trabajo
Que vibren liras divinas.
¡Reinados por la belleza,
corona de la vendimia!
Por tus mujeres hermosas
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Que dan motivo a tus coplas
Son tonada y poesía
Y en los pañuelos de zamba
Sueltan palomas del alma
Desde el nido de la vida.
En tu cerro de la Gloria
Hay un libro de la historia.
Y aún galopan tus pampas
Hijos de la estirpe gaucha,
Poncho al viento en la distancia
Porque no ha muerto la raza
Vive en cada corazón
Es zorzal en las gargantas.
Por eso Mendoza canta
De la noche a la mañana
Y andando de serenata
A sus hermanas despierta
Pa’ cantar en sus ventanas
Abriendo todas las puertas
En San Juan, San Luis y Mendoza
Por cuyanas son parientas!
¡Canto al surco, al arado
Al obrero de tus minas!
Al puestero y chacarero
Piel agrietada y curtida
Sudor y callo en las manos
Pa’ engrandecer mi Argentina.
A tu pueblo y juventud
A las canas del agüelo
A los niños que al gatiar
Están besando tu suelo
Canto al canto del jilguero
A tu aroma de claveles
A esas lluvias festivas
Que a la tierra le hacen aro
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Copa bendita del cielo
Para embriagarte de verde
Canto al hechizo de tus valles
De agua y paisajes bordados
Donde se exhibe la luna
En el cristal de tus lagos.
¡Mendoza!, cuando la paz de tu canto
es paloma en las tonadas
quisiera gritarle al mundo
que abandone las metrallas
abrazarme a tus guitarras
para llenarme de glosas
y como dueño de casa
por ser tu hijo Mendoza,
por la unión de tantas razas
bajo tu cielo cristiano
orgulloso de mi Patria
decirles: ¡Vengan hermanos!
Que el trabajo de mi tierra
Muestra con callos las manos
Y trasnochan las guitarras
En nobles pechos cuyanos!
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SOLEDAD LORENA
EL SAUCE LLORÓN
(Leyenda de Agua Escondida)
Érase una vez que no era, cuando los dioses deambulaban entre
los hombres o, dicho de otro modo, cuando los hombres veían más allá
de sí mismos, que una tribu sin nombre lamentaba su desdicha por un
paraje sin sombra.
Se decía que sus habitantes desconocían el esfuerzo y el trabajo
y los dioses demandaron que la virgen más bella arrojara sus sueños al
río, para que el agua bendijera la tierra con una gran arboleda a sus
orillas.
Desolado, su silente enamorado, pasó noches enteras llorando
su pena, arrodillado en las piedras, implorando a los cielos, hundiendo
sus brazos en las aguas turbulentas, para sentir de algún modo el latido
de su amada.
Compadecidos los dioses por tantas noches en vela, lo
convirtieron en árbol verde y frondoso, y de sombra fresca. A su lado
otros tantos imitaron su gesto, con ramas alcanzando el río y una melena
de hojas descolgadas como llanto.
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SI SE CONTARA UNA LEYENDA
Para explicar el sin sentido
de tantos corazones dormidos.
Si las machis predicaran
sobre los ríos de lava
que han petrificado al amor.
Si un viento desconocido
soplara sobre los hombres
desnudando los ropajes,
llovería conjuros de versos
en la plaza del pueblo,
en cada jardín marchito,
en cada alma sin balcón,
en cada tiempo sin suspiro;
para besar la nieve
que socava los latidos
y destierra la ilusión.
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SAN RAFAEL
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AUTORES
Carlos José Acosta
Cora Teijeiro de Acosta
María Esther Almécija
Jorge Julio Ammar
Héctor Calderón
Juan Carlos Carboni
Ana Rosa Casteller
Meneca Conselmo de Corvalán
Edgar Martín Ferreyra
Mirta Gallardo
María Mercedes Guarino
Nélida Almecija de Kachurovsky
Lucía Landete
María Inés Rodríguez de Loustaunau
Jorgelina Pérez
Miguel Pérez Mateos
Cecilia Inés Rodríguez
Edgardo Néstor Rodríguez
Carmen Solín
Marisa Vico
Natalia Catalina Vicenti
Carlos Cañas
Francisco Cros Damunt
Jorge Martínez
Ángela Sonia Montanari
Luis I. Mur
Alfredo Nomi
Agustín Pernía
Eduardo Platero
Carlos Rousseau
Adela Tapí de Hueda
Juan Viarnés
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SAN RAFAEL
Tierra de paisajes y de historia, tierra encantada que nació
entre las rústicas paredes de un fuerte, que allá lejos en el tiempo,
fundó don Teles Menezes, en la barranca norte del Diamante, por orden
de un Virrey, el marqués de Sobremonte, cuyo nombre era Rafael. Esa
fue la denominación del fuerte, pero era también el nombre de un
Arcángel que desde ese momento se convirtió en su guarda y la protegió,
para que pudiera crecer y hacerse grande, pese a todos los embates
posteriores.
San Rafael nació en 1805, poco antes que la patria, pero luego se
cobijó bajo su sombra y fue creciendo junto a ella. La habitaban tribus
aborígenes que la aceptaron, como aceptaron el bautismo cristiano y
se fueron a vivir junto al fuerte, españoles e indígenas se unieron en la
primera sangre de esta tierra y fueron domando aguas, montes y sie-
rras.
El clima árido no los detuvo y sacaron las acequias de los ríos,
de los gigantes Diamante y Atuel, del brillo y el lamento, de la turbidez y
la pureza, así dieron de beber a la tierra sedienta. Desmontaron,
arrancaron algarrobos, chañares, piquillines, jarillas y cuanto el monte
nativo producía, casi no dejaron nada de lo que a la tierra virgen
cubría. Y entonces los vientos, al no encontrar barreras, corrieron con
más fuerza, se hicieron poderosos, hasta convertirla en arenales.
Después nivelaron con agua, hicieron los surcos y plantaron, con el
sudor de sus frentes. Echaron las semillas en esa tierra, que escondida,
tenía gran fertilidad e hizo crecer todo aquello que quisieron plantar.
Surgieron sauzales, alamedas, para frenar los vientos, trigales, alfalfares,
frutales, viñedos y huertas, y comenzaron a transformar el paisaje. El
desierto dio paso al oasis, las acequias a canales, el trigo al viñedo, el
fuerte a la ciudad.
La cordillera blanca, imponente, les dio sus arroyos, al principio
sólo se usó el agua, pero después fue necesario embalsarla, guardarla
para el verano, cuando el calor seca las plantas. Años después
aprovecharon los saltos por donde el agua cantarina caía, usaron la
fuerza oculta del agua, para generar energía limpia, energía tan pura
como el agua de las nieves.
A medida que conocieron el terreno fueron descubriendo las
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bellezas escondidas y se quedaron impresionados con los cañones,
que lentamente a través de miles y millones de años habían formado los
ríos, dignos de ser vistos por toda la humanidad, cañones que muestran
la perfección de la naturaleza, paisajes diversos, desde las geoformas
que nos hacen ver a San Martín, a monjes o una bota, hasta el recodo
donde el río forma una playita para deleite de los bañistas. Al cañón del
Atuel entró el hombre y ese hermoso paisaje natural se transformó en
un paisaje cultural, que no es menos bello, pero trajo consecuencias
desastrosas para la naturaleza. El cañón del Diamante aún está sin
explotar, ojalá tarden mucho en hacerlo o se haga siguiendo un patrón
que no lo arruine.
Montañas, ríos, planicies y en el medio un pequeño cordón de
sierras, a quien Dios dotó de tantos colores que le pusieron por nombre
Sa. Pintada y allí hay otra energía oculta, ¿buena? ¿mala?, según como la
manipulen, según el uso que el hombre le quiera dar.
Creció San Rafael al ritmo de la patria, épocas de luchas por la
independencia, de pleitos políticos, guerras fratricidas, campañas al
desierto, desalojo de los nativos y en todos los períodos San Rafael,
ocupada o abandonada, pero siempre alguien custodiando lo que
quedaba del Fuerte: soldados y fortineras, ganaderos y puesteros,
alumnos y maestros.
Cuando finalmente la guerra del desierto terminó, los campos
conquistados fueron ofrecidos a los europeos: primero italianos,
españoles y franceses y más tarde de otros países. Estos, lo que más
querían era tierra para trabajar, vinieron a San Rafael, y encontraron
mucha tierra y la riqueza que esta les daba y plantaron de todo, pero
principalmente viñedos, por años y años se cumplió con ritmo inexorable
este proceso: arribo del inmigrante, trabajo en la tierra, ahorro de las
ganancias, adquisición de tierras, plantación de viñedos y construcción
de una bodeguita. Muchos hicieron fortuna, otros no, pero aquí se
quedaron y juntaron su sangre a la nativa y le dieron nuevos bríos,
transformaron el paisaje y hoy gracias a todos, en estos 200 años, se
ha creado un vergel, que perdurará, en la medida que se lo proteja.
Observando las verdes esmeraldas en los pámpanos, los rubíes
en los racimos, los brillantes en la nieve, la plata, corriendo rumorosa en
las acequias y el oro tapizando las sendas en otoño, ¿cómo no creer
realmente que ¡al fin! se halló en esta tierra, la legendaria Ciudad de los
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Césares, buscada incesantemente desde los tiempos de la conquista
por las fabulosas riquezas que poseía?
Es poético ¿verdad? Es que San Rafael se metió en el alma de
sus pobladores, y cuando llegó la paz, surgieron los poetas que le can-
taron a todo lo que es San Rafael, a su gente, a sus paisajes, a su
historia y dejaron impreso en sus libros, sagradas memorias, todo aquello
que anidaba en sus almas.
San Rafael, tierra de promesas, tierra generosa, ya cumplió 200
años, pero celebrará junto a la patria el bicentenario de la Revolución.
Levantemos las copas, donde centellea el vino de los Césares
y todos juntos brindemos por la Patria y por San Rafael.
Prof. María Elena Izuel
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CARLOS JOSÉ ACOSTA
Escritor, nacido en San Rafael. Se graduó en la carrera de Diseño Interior en2002. Actualmente estudia Profesorado en Lengua y Literatura. Ha publicadopoemas en antologías nacionales (CEN) y en la revista Unicornio. Obtuvo el GranPremio de Poesía en el Certamen “Vendimia” 2007 por su obra Imágenes ínti-mas, editada el mismo año. Comenzó a escribir poemas en la adolescencia,como manera de canalizar las vivencias y ha encontrado en el lenguaje un lugardonde convergen emoción e imaginación, juego e idea, realidad y belleza.
NIÑA ÁNGEL
a Romina
si pudiera guardar
tu débil corazón
en una caja de diamante
y cuidarlo en mi corazón
¡si pudiera!
salvarte de las serpientes
que gustan tu sangre
niña ángel
espíritu de cristal delicadísimo
¡si pudiera!
si fuese hábil
para materializar tus anhelos
y desmaterializar tu miedo
¡si pudiera!
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si tuviera un pasaje al paraíso
y te alejara de esta jungla de vampiros
pero no, Dios no soy
y nada sé de magia
¡si tan solo supiera!
solo puedo decirte:
¡sé valiente niña ángel!
resiste
ayer es nada
hoy pasará
llegará el alba
y el destino te hallará
en jardín
de amapola y jazmín
oh, niña ángel alado
alza tu vuelo con valor
¡voy a tu lado!
Pájaro Pasaje
A Gustavo Adolfo Bécquer
sexto piso de adormecido hospital
de cara al viento desnudo
solo una Ve sobre mísera civilización
garabatea con purísima pluma
versos solo para mí
instantáneo poema del infinito
en este crepúsculo anhela tu canto
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CORA TEIJEIRO DE ACOSTA
Sanrafaelina por adopción, vive en esa ciudad desde hace más de cin-cuenta años. Se dedicó a la docencia tanto en la zona urbana como en la rural,fue Directora de Cultura, Concejal, y miembro de instituciones educativas yculturales con las que aún trabaja. En el año 2001 recibió los premios “SantaClara de Asís”, “Al Andaluz” y “Flor de Lis de Plata” por su aporte a la cultura. Haobtenido numerosos premios y distinciones de diversos ámbitos a nivel nacio-nal e internacional. Colaboró en diarios y revistas y ha publicado plaquetas y enantologías varias. Es autora de muchos proyectos culturales y educativos quese han materializado en todo el sur mendocino. Sus propios libros son de poe-
sía —es profundamente poeta—: Selección Poética, Libre Travesía y Valores(sonetos), un poemario didáctico- pedagógico. Autora del manual CalendarioEscolar para la Provincia de Mendoza, que permanece inédito.
SER MAESTROa María Luisa Fortunato (“Piti”)
Es vivir la poesía exacta de la vida
de la mano de un niño.
Esperar de pie cada mañana para atrapar al sol.
Soñar la dimensión de un mundo sin fronteras;
presentir el diamante oscuro del carbón.
Ser maestro. Asomarse a unos ojos nuevos,
poner colores al asombro, sonidos al silencio,
una cuerda muy tensa al corazón.
Hacer una cometa con la flor de una risa,
remontarla hasta el cielo en suprema oración.
Maestro es quien sin pausas revela los secretos
de la yema incipiente,
de la hoja que al tallo logra el viento arrancar,
de la piedra, sin vida, yacente entre los musgos
o el giro imaginario del astro sideral.
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Maestro es quien empuña con brío inagotable
la herramienta fecunda que zahonda el erial,
el que mantiene el brillo sin moho de su hoja
y en el profundo surco siembra su madrigal.
Maestro es el que rompe la rutina del aula
con nuevas perspectivas y sabe navegar
por galaxias ocultas o antiguos universos
para anclar en la simple techumbre del hogar.
Maestro es quien cicatriza con fe su desaliento
el que siente la urgencia infinita de dar,
el que busca en lo alto la Verdad de su credo,
da formas a la arcilla que esculpe su ideal.
Maestro sí, maestro, es el que persevera,
el que ama y sueña
en las cuatro estaciones de vasta labor.
Y al final del camino, cuando ya el calendario
anuncia que termina su tiempo labrador,
ve muchas manecillas sosteniendo su lámpara
en el dulce poema de un nostálgico adiós.
MÍSTICO DEVENIR
El infinito aflora
en una profundidad
sin tiempo.
Monótono lloviznar,
lento,
muy lento.
Aprieta el viento
las agujas de los pinos,
el rayo en su fulgor
trae
un recuerdo.
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MARÍA ESTHER ALMÉCIJA
Docente nacida en Villa Atuel, San Rafael, Mendoza. Es una escritora queha trabajado la poesía durante toda su vida y publicado en forma de plaquetasliterarias. La inmensa mayoría de su obra permanece aún inédita. Sus poemasmás conocidos publicados son “Vendimia de mil recuerdos”, “Verdad e ino-cencia”, “Quiero contarte”, “Apuesta”, “Perder un amigo”, “Una navidad dife-rente”, entre otros.
APUESTA
Por qué apostamos a los paralelos
de la muerte y la vida,
y no pensamos cuántos luchan por ella
en agonías tan sufridas.
Por qué apostamos a la muerte y la vida
esperando cuál gana
y no pensamos ni un instante, siquiera,
en Aquél que nos ama.
Por qué sacamos el pasaje a la muerte
si no tenemos la seguridad
del que nos trae de vuelta a la vida.
Por qué no pensamos en quienes nos quieren,
y golpeamos tan fuerte
produciendo una herida.
Por qué queremos conocer la muerte
si no conocemos la vida todavía.
Por qué buscamos la oscuridad
y no la luz del sol de cada día.
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Por qué apostamos al silencio de la muerte
y no lo hacemos a esa dulce melodía,
cuyo sonido está dentro de nosotros,
cuyo sonido es nuestra propia vida.
Por qué apostamos al frío de la muerte
donde todo termina
y no comenzamos a sentir en nuestro cuerpo
el latir del corazón, gracia divina.
Porque Dios nos dio el soplo de vida,
porque Él nos regaló la misma
y no podemos aportar todos los días
sin comprender
que no somos dueños de poder destruirla.
Es por Dios y por tí que yo te pido:
no apuestes más a la muerte, sí a la vida,
trata de encontrar todo lo hermoso
que ella te brinda cuando empieza cada día.
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VENDIMIA DE MIL RECUERDOS
¡Cómo no voy a escribirte si eres parte de mi vida!
Los recuerdos más hermosos me mantienen
a ti unida.
El canto del noble arado que a la tierra revolvía,
era música de amor, era dulce melodía.
Tijeras, cepas, parral, racimos que se mecían
y el resonar de las fichas cuando a los tachos caían.
Yo vi preparar tu tierra ¡cómo no te voy a querer!
si hoy revivo la emoción de cuando te vi nacer.
Vi el trabajo de tus hombres,
sus manos muy lastimadas,
la vida puesta en el mismo,
el cansancio en sus miradas.
¡Cómo no voy a escribirte, Vendimia de mil recuerdos!
si todo lo que tú encierras me enseñaron a quererlo.
El sol como fuego encendido sobre mi cuerpo caía,
y de la mano de mi padre, las hileras recorrían.
Dejando la viña baja, el parral nos esperaba
y en el agua de la hijuela los racimos enjuagaba.
Y cuando en el cielo veía nubes como helado de limón,
temiendo por el granizo yo elevaba mi oración.
Con todos los sobresaltos llegaba el tiempo esperado, vendimia de mil
recuerdos, tus frutos eran cortados.
Entre racimo y racimo muchas manos se veían,
y al compás de las tijeras, al tacho ellos caían.
Era tiempo de vendimia, colores blanco y rosado
y se sentía el aroma del mosto muy concentrado
¡Cómo no voy a escribirte, cómo no tenerte
en mi mente!
Si con vos tengo presente a quien
me enseñó a quererte.
Vendimia de mil recuerdos a ti va mi evocación,
mi mano es la que escribe, le dicta mi corazón.
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JORGE J. AMMAR
Jorge Julio Ammar, docente con vasta trayectoria en el campo educativo,nació en General Alvear y está radicado en San Rafael desde hace más decincuenta años. Su prosa y su poesía han merecido el elogio de diversas institu-ciones literarias y organizaciones no gubernamentales de toda la provincia.Entre sus libros se destacan Mendoza, la del racimo, Somos San Rafael, Pon tussentidos en el vino, Leyendas mendocinas, Fábulas y leyendas del Cuyum, Abuelo,contame un cuento y Leyendas y tradiciones argentinas. Todas estas obras vivifi-can el paisaje mendocino y la forma de vida de la gente cuyana. Cuenta, entresus logros Tengo un amigo cuyano llamado Jesús, un trabajo de investigaciónsobre quince imágenes cristianas veneradas en Cuyo. Su vocación docente lollevó a plasmar sus ideas en Una vida de Maestro, de reciente aparición, endonde realiza un acabado análisis de la problemática educativa de Mendoza.
ACUARELA
Toma un río que descienda de los cielos,
trocando en dulce néctar su pureza.
La mano del labriego y su entereza,
tómalos para que estallen los anhelos.
También puedes tomar la serranía
que altiva y majestuosa se presenta.
Toma el sol, toma la luna, la tormenta,
y el viñedo que regala lozanía.
Toma el canto de la tenca y el zorzal;
suma el trino taciturno del jilguero.
El silente devenir del jarillero,
las acacias, alamedas y el sauzal.
Los bellos ambarinos otoñales
súmalos a tu alforja campesina.
La verde primavera que se anima,
y los suaves nevadíos invernales.
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Busca luego febrilmente en tu memoria
a quien pueda entrepintar esa belleza.
Pensarás que es imposible tal empresa.
Aunque breve, es intensa nuestra historia.
Si me dejas acuciar tu pensamiento,
llegarás a buen puerto en tu velero.
De Mendoza fue un humilde mensajero
y su estrella embellece el firmamento.
Con su pluma fue pintando este secano,
convertido en espléndido vergel.
Este vate se prendó en San Rafael.
Es labriego y es cantor. Él es Bufano.
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COLLARES ANDINOS
Allá en lo más alto de la sierra andina,
donde el blanco poncho no se ve overado,
collares de plata el sol ilumina,
haciendo que el hombre se sienta extasiado.
Los cerros preservan sus virginidades,
entre las entrañas, del tiempo celosas.
Y en la inmensa altura de los rocadales,
se nutren de vida las gotas ansiosas.
Así es como nacen los ríos fecundos,
pariendo sus aguas en los ventisqueros.
Les da la montaña sus tajos profundos,
para que, afanosos, busquen sus senderos.
Es la nieve mansa que llega, silente,
aplacando ecos de los socavones,
y hacerse diamante, velando ferviente,
ensueños que esparcen, por miles, los dones.
Por la lejanía, los ojos confunden,
en el horizonte los dos celestinos.
La sierra y el cielo sus tonos refunden
uniendo en el agua sus claros destinos.
Cuando a la montaña la tenga a su lado,
la verá alhajada, como altiva diosa.
A su ser inquieto Dios le ha regalado
el Ande que muestra su alma generosa.
Los hilos se unen en finas cadenas
que luego se ensanchan en vegas verdosas.
La urdimbre está presta en las manos serenas,
el huso le entrega sus hebras ansiosas.
Las perlas, muy puras, bajan a los llanos
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trayendo en sus brillos un locuaz mensaje:
la sierra y el hombre serán como hermanos
si unen sus destinos al mismo paisaje.
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HÉCTOR L. CALDERÓN
Nació en la Villa 25 de Mayo, cuna del desarrollo del sur mendocino, lo quedejó una profunda huella lírica en su espíritu. Docente de vocación, ejerció ensu pueblo, otros del noroeste del país por su especialización como maestrorural, y en varios distritos de San Rafael. Integra en la actualidad diversas entida-des culturales y sociales. Los recuerdos de la Villa Vieja, sus experienciascomo docente, sus ideales y valores, están relatados en su primer libro depoemas, Invitación a Soñar, que se encuentra en imprenta.
EL RÍO QUE YA NO PASA
Ya ni el murmullo del río
ronda en las noches serenas,
oigo del viento el silbido
que gime en las cortaderas.
Fue detenido con pena
el milenario caminante;
en su lecho quedó la arena
del rumoroso Diamante.
Un murallón de cemento
y unas compuertas negras
han obstruido su cauce
entre las lomas y piedras.
Agua del Toro, Los Reyunos,
y más acá el Vitale,
quizá sean para algunos
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sus conquistas reales.
Dicen que es el progreso
que agita pañuelos al viento,
quizá sea por eso
que invaden mi sentimiento.
Espejos lacustres divinos;
pesca, náutica y riego
es para los mendocinos
trabajo, alegría y sosiego.
Pero en mis sueños de niño
divaga con añoranza
la dulce canción del río
que ya, por la Villa, no pasa.
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RECUERDOS
La vida se desliza
como el río en su corriente
arrastrando nuestra esencia
entre eriales y simientes.
Y a la vera del camino,
bajo la sombra cambiante
de los enormes carolinos,
descansa el caminante.
Que en sus alforjas trae
un mundo de recuerdos;
algunos tristes de amores
no llegados a buen puerto.
Son renuentes vaporosos
que en el árbol del ensueño
prenden algo leñosos
sin apagar nuestro fuego.
El sol despide la tarde,
un zorzal afina su flauta,
y entre las trenzas del sauce
la luna peina su gracia.
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JUAN CARLOS CARBONI
Nació en Las Heras, Mendoza. Llegó a Monte Comán con casi ocho años devida. Allí se quedó por más de cuarenta años, antes de trasladarse a San Rafael,donde reside. Todo lo que vio, pensó o llegó a lograr, lo contó en su libro MonteComán y yo, publicado en mayo de 1998. Antes había escrito un libro, exclusi-vamente para su hija Laura, que le regaló cuando cumplió los quince años,compuesto por poesías desde su nacimiento hasta ese esperado momento.También escribió Cartas no enviadas, inédito. Desde de 2009 es un docentejubilado, pero sigue su actividad radial en L.V.4, en donde conduce un par deprogramas donde siempre está presente la nostalgia.
MIRANDO EN RETROSPECTIVA
Me gustó mirar el fuego, me gustó mirar el mar,
disfruté mirando el cielo y el amor supe gozar.
Quise pensar diferente, quise escapar del rebaño,quise volar tras los
sueños que me marcaron los años.
Tomé lo que me llegó, lo que se puso a mi alcance. Tomé los frutos de
Dios, tomé todo, hasta colmarme.
Guardé los bellos momentos, los besos que me brindaron.
Guardé los gratos recuerdos, guardé lo que me enseñaron.
Arrojé los malos ratos, arrojé los desengaños, y también algunas penas,
dentro de un gran canasto.
Traté de sumar lo grande, lo sublime, lo esencial, traté de sumar lo
bueno del amor y la amistad.
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En este nuevo balance que he empezado a practicar, si he ganado o he
perdido, no es lo fundamental.
Lo que importa, en realidad, en el juego de mi vida,
es saber que lo he jugado sin condición ni medidas.
Los errores cometidos son las pérdidas del alma.
Los aciertos conseguidos resultarán mis ganancias.
Cuál será el saldo, no sé, pero una cosa está clara:
ya no me puedo volver, las cartas están echadas.
La vida no es una cinta que pueda retroceder.
La vida sigue avanzando, para mal o para bien.
Yo la enfrenté como pude, con las armas que tenía.
La lucha no ha terminado, la mecha sigue encendida.
¿Hasta cuándo? Qué se yo, el final aquí es incierto
como el final de esos cuentos
que tienen final abierto.
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CONDENA
Aquella hoja vacía
desde la mesa me incita,
y a su lado, en compañía,
una birome me invita.
Ahora ya está en mi mano
y la hoja me recibe,
ya me encuentro más calmado,
mi pensamiento se exhibe.
Esto que siento, seguro,
lo deben sentir también
los escritores más puros.
Esa ansiedad, ese apuro
por volcar en un papel
su sudor o su placer,
todo lo bello o lo oscuro.
Desenlace inevitable
que no se puede frenar;
rica pasión visceral,
incontenible, suprema,
para abordar cualquier tema
que resulte menester.
Poeta, hombre o mujer
¡yo comparto tu condena!
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ROSA ANA CASTELLER
Nació en la ciudad de Mendoza. Reside en San Rafael. Escribe poemas,cuentos, ensayos, aforismos y haikus. Obtuvo numerosos premios y distincio-nes. Plástica de diversas técnicas: óleo, acrílico, lápiz, pastel y acuarela, realizómuestras y exposiciones. Como testimonio y gozo personal, el Museo de Histo-ria Natural de San Rafael expone en calidad de patrimonio comunal cincuentaobras de su autoría. Tiene ocho libros publicados y uno en prensa: El hombre yyo; yo el hombre, La puerta de roble, Presencias, Más allá del Haikú, Sol PájaroVigía, La conquista del mundo interno, Paisajes y Policronismo del silencio. Hatrabajado en pro de la cultura a nivel local y nacional. Participó en eventosliterarios en Brasil y Uruguay. Desde el año 1974 hasta 1980 presidió la C.D. deI.D.E.A. y continuó con la denominación de I.L.E.A. (Integración Literaria deEscritores Argentinos) hasta el año 1993, por disolución de la entidad.
Y LA TIERRA LLORÓ
Vestido con sus máximos emblemas
y el manto purpurino desplegado
Colón sobre la tierra arrodillado
eleva sus plegarias y apotegmas
tomando la Bandera cuyos lemas
al Reino representa: entrelazados
corona cruz y cifras rebordados.
La tierra besa y lágrimas sin flemas
recorren su figura ante tamaña
empresa. El hombre fuerte y de piadoso
aliento, entrega a Dios la fe del gozo
honor a tripulantes de campaña
la tierra y los tesoros para España
sin ver del suelo, el llanto presagioso.
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CANTO A LOS VERDES GUARDIANES
¡Ah! Los pinos de clásicas moradas
que aguardan de la muerte su belleza,
hacia lo alto suspiran su entereza
revivida, de varias alboradas.
Apostados están en los caminos.
Sordos. Verdes las cortes funerarias,
los ramajes murmuran sus plegarias
por las almas que cumplen sus destinos.
Cuando fría trasponga aquel arcano
y en su lecho helado me recoja,
llegarán a mi sueño soberano
sinfonías sublimes de sus hojas.
Vibrarán para un mundo ya lejano:
¡ecos! en mi letargo sin congojas.
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MENECA DE CONSELMO
María de los Ángeles Trinidad de Conselmo (“Meneca”), es una poetasanrafaelina “de corazón y por adopción”, de vasta trayectoria en el ambientecultural del medio. Como docente, fue maestra de grado y luego de Teatro.Dirigió los elencos de “Bohemia” –radioteatro en el teatro– y “Pan y Circo”.Integró los grupos literarios de los últimos años, como I.L.E.A. (Integración Lite-raria de Escritores Argentinos), S.A.D.E. y el Ateneo Literario “Sonia Montanari”.Tuvo una rica actividad en programas radiales, como “Música y Palabras”, “Poe-sía”, radioteatros y musicales. Es una incesante colaboradora en los mediosradiales y escritos. Sus libros publicados son: Regresando, Cinco pétalos para mirosa, El mar inquieto y Dimensión de calma.
LÁGRIMAS
Lágrimas quemantes, que bajan por el rostro,
Candentes. Con dolor: Inexorables.
No existe en ellas
una razón, una verdad, un rito
que las defienda,
explique o justifique.
Son solo eso:
lágrimas.
Afloran lentas, densas, silenciosas,
como un anochecer
en la montaña :
manantial lento de tristezas,
costumbre de callar.
Impotencia.
Y bajan con determinación
y pesadumbre torpe
para su razón de ser.
Sin justificaciones o excusas
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en su designio ignoto.
Están ahí :
quemando, simplemente,
como lava de un volcán dormido
que anhela despertar,
sacudir su encierro,
explotar en llamaradas y gritos de dolor
rebeldes, justicieros.
Pero su lentitud, las transforma
apenas en un hilo
que burila el rostro como un surco
ya seco para siempre;
y quedan ahí, en la hierba,
dormidas en oscura ladera
escondida del viento,
para caer sobre el río tormentoso,
—por fin, sin fuerzas—
que las lleva de a poco, paso a paso,
al recodo final
de la existencia.
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CULTIVAR UN POEMA
Cultivar un poema, es reposar el alma:
dejar que las palabras se llamen a silencio
y custodien su aroma los duendes del invierno.
En probetas de tiempo, lentamente, añejarse;
como los buenos vinos que guardan su cepaje
a través de los años en cunas madereras,
con ecos de guitarra y ensueños de cordaje.
Es leer las palabras que un día nos dolieron,
o nos dieron alegría, pintándonos los sueños
con nubes y destellos de lluvia fina y viento.
Con amor, acunarlas;
mirarlas desde lejos, dormidas en el tiempo,
mientras tanto maduran sus semillas, adentro.
Y cuando en otro agosto,
la nieve se derrita y despida al invierno,
mirar si tiernos brotes cuajaron en silencio
y presagian floridos ramilletes al cielo,
entonces, sí, abrazarlas.
Poema ya maduro.
¡Y dejarlas volar, mensajeras del viento!
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KELA CORVALÁN
Neri Corvalán (“Kela”), es una escritora mendocina nacida en General Alveary radicada en San Rafael. Integró I.L.E.A. desde 1980 hasta su disolución, y fuefundadora del “Ateneo Literario Sonia Montanari” (1997). Su obra se ha publica-do en Antología ILEA (1981); Recital, ILEA, en Biblos (1992); Antologías Ecos demis Montañas, numerosas revistas literarias y plaquetas. Antologías “E.C.A.”desde 2004 a la fecha, y su libro de poesía Alas en las Manos, en 2003. Fuejurado de concursos nacionales de cuento y poesía (1999- 2000). Su trabajo hasido reconocido con distintos premios y menciones provinciales y nacionales.
ÁLAMO
Enhiesto caballero vigilante
tu traje de esmeralda reverbera
y traza pinceladas verticales
en el azul de la mañana nueva.
Del norte llega el Zonda echando fuego,
del sur, heladas ráfagas, Pampero,
por eso hermano te nombró natura
cuidador ancestral de los viñedos.
Cuando octubre se rompe en mil gorjeos
de calandrias, gorriones y zorzales,
tus ramas silenciosas se transforman
en cristalinas notas musicales.
Cuna eres y ataúd de mis hermanos
en esta Mendoza amada distintivo,
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en espeso dosel, adorno vivo,
enjoyas con tu verde los veranos.
Tú y mi infancia feliz, entretejidos,
con el azul del cielo y mis montañas,
Dios me diera la gracia, álamo amigo,
de tu presencia en mi postrer mirada.
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COLORES
Dueña del arco iris es Mendoza
cuando setiembre llega sin rubores,
su mágico pincel pinta colores
en la infinita gama de las rosas.
De intensos verdes visten los veranos
y las viñas, frutales y alamedas
lucen el gozo de sus galas nuevas
cuando enero las lleva de la mano.
En la gloria de otoño llega mayo,
canta todos los tonos de amarillo,
se oro y sepia se cubren sus lacayos.
Julio viene danzando con sus tules
y en su danza convida a las montañas
que engalanan de blando sus azules.
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EDGAR MARTÍN FERREYRA
Nació en San Rafael, hijo de padres criollos pertenecientes a las genera-ciones que forjaron la pujante sociedad sureña. Estudioso y comentarista de lahistoria argentina, sobresale por sus importantes logros en el ámbito de la cul-tura, especialmente por sus trabajos en radio y en periodismo. Bucea en el almaíntima del pasado, de sus próceres y héroes, generando una acción educadora,con alto sentido de lo nativo, de lo histórico, de la geografía y toponimia denuestro territorio. La belleza de sus poemas se ha convertido en cancionesllevadas al disco por importantes figuras del canto nacional y regional. Ha reci-bido premios e importantes distinciones de la región por su labor cultural ycompromiso con el folclore Hoy lo encontramos trabajando con el ahínco y elfervor de siempre.
ADIÓS NO SE DICE CON PALABRAS
Recitado
Adiós, es el viento que le teme a la montaña
o el mar que en vez de roca elige playa.
Adiós es el sol que no baña los jardines
por temor al calor que dan las dalias.
Adiós no se dice con palabras
mientras viva tu amor en mi guitarra.
Canto
Adiós no se dice con palabras
ni con letras borroneadas de una carta.
Adiós es hundirse por la noche
al venir en tropel la madrugada
sin estrellas que aniden un recuerdo
ni pestañas que guarden una lágrima.
Adiós no se dice con palabras
si hay calor de dos manos apretadas.
Adiós, es morirse entre las cuerdas
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sin el canto frutal de una guitarra,
ser glicina que en la tarde ya no cuelga
su racimo de poesía y de nostalgia.
Adiós no se dice con palabras
ni con letras borroneadas de una carta,
mientras haya estrellas derramando
el rocío perlado de una lágrima,
robándole el rumor a los canales
bajo el claro verdor de las acacias.
¡Adiós no se dice con palabras
mientras viva tu amor en mi guitarra!
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“EL NEVADO”, CENTINELA DEL DESIERTO
Cerro El Nevado te llaman por tu blanca cabellera.
Eres emblema del sur, con tu hermana cordillera.
Centinela del Desierto
altivo chacal surero,
tumba del indio pehuenche
y del huinca fortinero.
Desde tu cresta nevada
al alba besas primero
y se hace estrella tu cima
cuando duermen los cencerros.
Besa tus pies Llancanelo
con suavidad de laguna
y en el blanco de tus nieves
astillas se hace la luna.
Abrigo de los chulengos,
rincón de lentas majadas,
cerro del recio alpataco,
alto nido de las águilas.
La Cruz del Sur te ha dejado
su suave beso estrellero
y en tu regazo de tiempos
se han dormido los luceros.
Silba tonadas el viento
por tus filones cerreros
y arreando silencios hoscos
valle adentro va el puestero.
Desde mi tierra te canto
erguido peñón cuyano,
centinela del desierto,
orgullo de mis hermanos.
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MIRTA GALLARDO
Docente de General Alvear, radicada en San Rafael. Escribe desde peque-ña. Es autora de letras de canciones, entre ellas, “Quédese en San Rafael”.Desde su libro didáctico Rimas de la tiza despliega un abanico de poemas quepintan la historia de San Rafael, su paisaje, su gente. Ha obtenido premios endistintos certámenes y participado en numerosos encuentros nacionales deescritores de todo el país. Prepara su segundo libro.
GÉNESIS
Entre dormida aún —silente dama
en albo tiempo y fetal postura—
despereza su alubia en Panthalassa
tendida el ala en azulina espuma.
—Pangea — soberana del planeta
calza zapatos de milenios nuevos
suspira/ se ondula / se alarga
se mece
se desplaza / juega / se hunde
aparece
se monta / se agrieta / se triza
se pierde
se entrega / tiembla / se abre
se enciende
se penetra / gime / se dilata
muerde
se aparea/ engendra…
y por fin se estrella.
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En una eclosión de furia-rugido
pare por herida mineral —la Tierra—
Grito de retorno que despierta al orbe
la hija montaña colosal emerge
araña los cielos los azules besa.
La visten los duendes etéreos del cosmos
negros ocres grises rosados violetas.
Túnica de soles, cristales de niebla
eternas las nieves de su cabellera.
La apadrina “El Zonda” que descalzo baja
arisco y rebelde desandando cuestas.
Raigambre de reina / estirpe de diosa /
esplende los Andes su rancia grandeza.
A sus pies orlada de zumos / verdores /
frondas y racimos / purpurinas perlas /
enflora Mendoza su bella diadema.
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EVOCACIÓN A BUFANO
Hablar de vos es tremolar banderas
en la cúspide celeste del milagro
en la silente quietud de las montañas
en la creciente detenida del remanso.
Hablar de vos es sentir la tarde breve
dormida en la ternura del abrazo
cuando la noche sumisa de frescura
abre su fuente al lucero solitario.
Pensar en vos es trepar en la memoria
al fugaz resplandor de algún relámpago
y en clarinadas de luz volver a ver
la recia estampa del bravo Llanquinao.
Sentir en vos es percibir en el silencio
el etéreo deslizarse de tus pasos
sobre la rosa del viento villanesco
que trasciende más allá de los ocasos.
Permanecer en vos es libar la dulce savia
que madura en el bíblico manzano
frutecidas las rimas del amor
en el cuenco silvestre de tus manos.
Hablar, habitar, pensar, sentir,
permanecer en vos
es olvidarse en el paisaje manso
de tu río, tu villa, tus amores
en tu heredad de soñador
de pájaro.
infinitud de vuelo sin fronteras
arrullado en la lira de tu canto.
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MARÍA MERCEDES GUARINO
Docente jubilada. Trabajó cuarenta años en la Escuela Normal de SanRafael, en los niveles primario y secundario. Accedió por concurso a la jerar-quía directiva. En los años de docencia preparó numerosas obras de teatro quefueron premiadas en el teatro Independencia de Mendoza y en Santa Rosa (LaPampa). Ganadora de diez premios en distintos concursos literarios organiza-dos por entidades culturales varias. Realizó un ciclo de audiciones poéticas enLV4 “Radio San Rafael” durante tres meses y publicó poemas infantiles en elsuplemento para niños del diario Los Andes. Autora de cuatro libros de poemasy uno de cuentos, inéditos.
SAN RAFAEL
San Rafael, tierra mía,
¡qué encanto hay en tus cerros,
qué bendición en los frutos
maduros de tus viñedos!
¡Cómo cantan esos ríos
que le dan vida a tu suelo!
La nieve de las montañas
se deshilacha en el riego
con una canción fecunda
de arboledas y de huertos.
Doquiera sauces llorones,
manzanares y ciruelos
y álamos muy delgaditos
que susurran con el viento.
Tus lluvias huelen a hinojo,
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saben a miel tus cerezos.
En los perales en flor
desaforo de jilgueros.
San Rafael, casas bajas.
El sol dibuja en los techos
fresca sombra de eucaliptos
y carolinos añejos.
San Rafael, calles amplias
como el tesón de tu pueblo.
¡Quién no se prenda de ti
bajo el azul de tu cielo!
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NACIMIENTO
En esa oquedad profunda
de sus ojitos serenos,
una noche de diciembre
despertaron los luceros.
Venía con su ternura
cabalgando desde el cielo
en una nubecita acuosa
de latidos y de ruegos.
Cuando miramos su cara
–aceituna y terciopelo–,
un aleteo de brisa
se hizo fragancia en el pecho.
Increíble maravilla
es siempre un nacimiento:
el amor y la esperanza,
lo terrenal y lo eterno,
la vida con sus urgencias
el asombro y el misterio,
¡y la presencia de Dios
en la concreción de un sueño!
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NÉLIDA E. ALMÉCIJA DE KACHUROVSKY
Docente nacida en Villa Atuel, Mendoza. Autora de la poesía “Vendimiadel ayer, del hoy y del mañana”, premiada por SADE en 2008 y de, aproximada-mente, cincuenta poesías inéditas. Sus cuentos breves “Ese lugar tan querido”y “Más allá de la eternidad”, fueron seleccionados por Editorial Dunken paraintegrar las antologías Los sueños y los ecos y Manos que cuentan, en 2008 y 2009.Los dos libros de su autoría publicados son: Elegir la vida y Atreverse a soñar.
ABUELA, CUÉNTAME UN CUENTO
Abuela, cuéntame un cuento,
que no sea de príncipes y hadas,
de duendes que aparecen en el bosque
o de piedras encantadas.
Háblame de aquel tiempo en que llegaste
compartiendo los sueños del abuelo ,
cuando en la tierra yerma no habitaban
con sus verdes vestidos los viñedos.
Dime cómo era ayer este lugar
sin las flores que hoy adornan los ciruelos,
y ayúdame a que pueda imaginar
el aire sin perfume a durazneros.
Cuéntame del trabajo del abuelo
que con sus manos transformó esta tierra,
poniendo amor y esfuerzo en cada surco,
soñando con el fruto de la siembra.
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Arma como tú sabes, despacito,
una historia que llene mi silencio
y acaricia mis manos con las tuyas
mientras espero con tu amor el sueño.
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ASOMBRO
Si pudiera el asombro
ser parte de nosotros
cada instante del día.
Si las cosas pequeñas
lograran sorprendernos
de manera infinita.
Si en todo amanecer
nuestro ser renovara
cada chispa de vida,
y en el atardecer
vibrara en nuestra alma
la energía divina.
Siempre habría algo nuevo
que podría asombrarnos
de manera distinta
y tendría un encanto
más profundo e intenso
cada instante de vida.
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LUCÍA LANDETE
Nació en San Rafael. Cursó sus estudios primarios y secundarios en elInstituto Superior de Profesorado del Carmen y los terciarios en la UNCuyo.Participó en la antología Ecos de mis Montañas, editada por S.A.D.E. Fue parte delCongreso Regional de Cultura y del Congreso Provincial de Cultura, en el año2008.Ha sido parte en la organización de diversos eventos culturales y estácapacitada en Gestión Cultural. Es autora de los libros El Camino del Loco, LaRosa Azul, La Misteriosa Ciudad, Cuentos para Tomás.
TIEMPO DE VENDIMIA
Vendimia.
Aroma a tierra fresca y rocío tempranero,
madurez intensa, de verano caliente.
Enjambres tupidos, de doradas uvas
y atardeceres gloriosos,
de canastas perfumadas
por los frutos.
Vendimia.
Sangre derramada
por las uvas cristalinas
al cortar cada racimo.
Heterogénea fuerza,
vibrando en los zarcillos
e increíbles, moradas y chorreantes
¡frescas uvas para el vino!
Vendimia.
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Orgullo fuerte,
de ser mendocina.
Generación ilustre de
familias construidas
detrás de la dulce espera
de un retoño que se anida.
Vendimia.
¡Llegó tu tiempo!
Llegó el TIEMPO DE VENDIMIA.
Ya todo está preparado,
tu corazón, tus pupilas.
Ha empezado la cosecha,
la cosecha de tus viñas.
Tu fruto ya está naciendo,
se fue parte de esos días
que al sol doraste tu vientre.
¡Y él es hoy
Quien da la vida!
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EL MÁS BELLO PAISAJE: MI BARRIO
Esquina rojiza, ciruelos floridos
festejando primaveras.
Vereda sombría de arboleda,
acequias de agua oscura,
y algunas palmeras.
Vecinos sonrientes,
que la Navidad festejan
y en las cálidas mañanas,
sus palabras, te renuevan.
Las noches apaciguadas
de verano en la vereda,
tienen color de armonías
olor a luna y estrellas.
¡No sabes lo que es mi barrio!
Paisaje, alma, promesas.
Rocío tenue de pétalos,
que tapizan mi vereda.
No lo comparo con plazas,
ni tampoco con aceras.
¡Mi barrio es incomparable!
¡El más bello de la tierra!
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MARÍA INÉS RODRÍGUEZ DE LOUSTANAU
Docente sanrafaelina, es maestra normal nacional. Participá activamenteen la actividad cultural sanrafaelina donde residió la mayor parte de su vida. Hasido miembro activo de entidades literarias como I.L.E.A. y S.A.D.E., coordinó ydictó talleres literarios para niños y ha participado en diversas antologías y revis-tas literarias regionales. Es autora del libro Cantos de Vendimia I y II, que repre-sentara a San Rafael en la Feria del Libro de Buenos Aires en 1992.
CAMINITO DE LA ESCUELA
Escuela “Río Diamante “
Estancia “Los amigos”
Los niños que han nacido junto al río
juegan con el agua de la acequia,
hacen columpios con las ramas de los sauces
y lamen de las viñas, la melesca.
Las abejas que han venido a libarla
hacen susurros con las alas cuando vuelan,
y los niños, caminito de la escuela,
roban racimos de uva fresca, y la melesca
Ya el otoño ha colorido la alameda
y el rojo vivo ha pintado los viñedos,
y por el río van viajando navecitas,
son las hojitas que han caído amarillentas.
Como mil soles asomaron los membrillos
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en el anuncio del otoño que ha llegado,
mi corazón se ha llenado de amarillo
y la nostalgia del verano se ha apagado.
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LA CIGARRA Y EL GRILLO
Una cigarra y un grillo compartían la canción
una noche de verano en la mata del malvón.
La brisa de una tormenta que hasta ellos no llegó
le daba frescor al canto y a la noche una ilusión.
El tono y la melodía un concierto parecían,
y siderales estrellas le daban brillo a la noche.
El parral gestaba frutos madurando del verdor,
uvas negras y moradas compartían la canción.
Enero estaba acabando, el verano… ya en sazón,
las margaritas, la menta y el jazmín una ilusión.
Milenaria sinfonía, ecológica canción,
entre la vida silvestre late más el corazón.
Todo el fragor de la vida, melodías absorbió
las cepa eran pentagrama, el racimo… ensoñación.
¡Cómo ejecutaba el grillo! Que la cigarra imitó,
el concierto era una fiesta y la vida una canción.
176
177
JORGELINA PÉREZ
Nació en San Rafael. Se dedica a la literatura desde la docencia comopofesora de Lengua y Literatura, y a la escritura llega por afición. Sus poesías ycuentos están inéditos. La temática de sus trabajos gira en torno a sus diversosmundos, el de madre, el de docente, el de habitante de esta tierra.
CANASTOS
Canastos vacíos de frutas jugosas
Canastos huecos,
canastos olvidados
paseados sin destino en grandes carruajes
que llevan errantes la ilusión destrozada.
Canastos huecos,
que dejan huecos en el alma finquera
Huecos canastos sin dinero,
sin fuerzas.
Huecos y vacíos canastos desesperanzados.
Livianos canastos sin cosechas,
canastos vacíos
de cosechas robadas por la naturaleza,
de proyectos
quebrados por el hielo.
Canastos oscuros
como nubarrón y tormenta.
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Fríos canastos de metal sin fruta caliente con sol de verano.
Huecos canastos sin dinero,
sin fuerzas.
Huecos y vacíos canastos desesperanzados.
Huecos y vacíos canastos
que traen aparejado el dolor incipiente del invierno.
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EN ESAS TARDES OSCURAS DE INVIERNO
En esas tardes oscuras de invierno
que simulan la noche en plena tarde
todas las fincas descansan sus sueños.
En esas tardes tan cortas de invierno
los ranchos humean quemando sus sueños.
En esas largas tardes con calma de hielo
manos labriegas tejen nuevos proyectos.
Ojos clavados al ritmo del fuego
mates calientes, pan fresco y crujiente.
Horas merecidas para descansar,
para juntar fuerzas,
para volverse a ilusionar
con prósperas cosechas de frutos maduros
que llenen los tachos y luego el barril
con fecundas cosechas que permitan vivir
pero dignamente,
no subsistir.
En esas tardes oscuras de invierno
que simulan la noche en plena tarde
todas las fincas descansan sus sueños.
Y es justo en esas tardes
cuando se aplaca en el rostro
el calor del verano
el sudor de las cosechas
las grietas en los pies
las ampollas en las manos.
En esas tardes oscuras de invierno
mi gente hace patria en su rancho feliz.
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MIGUEL PÉREZ MATEOS
Miguel Pérez Mateos nació en Almería, España, pero es argentino por adop-ción. Fue socio fundador de I.L.E.A. (Integración Literaria de Escritores Argenti-nos) en 1974. Fue galardonado con la Flor de Lis de Plata en 1980, por su aportea la cultura sanrafaelina. Ha obtenido diversos premios en concursos literariosdepartamentales, provinciales y nacionales, y ha publicado tres libros de poesíaPoemas de agua y viento (1984), Instantes (1990) e Imágenes Dispersas (1994).Ha participado en varias antologías y ediciones colectivas. Tiene libros inéditosde cuento y de poesía.
MEDITACIÓN DE LA PATRIA EN ESTA HORA INCIERTA 14 de Junio de 1985
Yo amo este país y me duelen sus ríos.
Heridas de la tierra, profundas cicatrices
que sangran el olvido.
Miro sus altas cumbres,
sus crestas de diamante doradas
por un sol de fuego en la mañana
y pienso la ignominia de esta hora en penumbras,
la oscuridad celosa que la mantiene presa.
Pienso sus latitudes de pampa quebrantada,
sus lagunas de fuego consumidas en fragua,
las nieves de sus montes que se disuelven solas.
Por ellas pagaremos gota a gota la sangre
de nuestras venas secas.
Pienso la selva virgen del trópico en Formosa,
los densos cataclismos de los glaciares muertos,
las uvas de Mendoza, el trigo de La Pampa,
los verdes yerbatales del norte misionero,
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el algodón cromático del Chaco embravecido,
la caña del azúcar del Tucumán histórico.
Yo pienso en el mañana y presiento la nube,
el siniestro relámpago que en la sombra retuerce
la gravidez del vientre de la Patria distante.
Hoy el campo se seca como un incendio en llamas
y los hombres se hallan heridos de impotencia.
Veo por las ciudades el rostro de la duda,
los fantasmas del miedo y la desesperanza
que dan vueltas y vueltas a la noria del dólar.
Y se agosta la sangre en su reducto umbrío
porque el hambre se ensancha como una llamarada.
La Patria la fundaron como se funda un puerto:
abierta a los caminos de la tierra y del agua.
Pero es necesario fundarla a cada instante,
hacerla nueva siempre, con sudor y con lágrimas,
para que no se muera en el oprobio insano
de quienes la lastiman desde adentro o de afuera.
La Patria no es tan solo la vasta geografía,
su litoral marítimo, sus montañas, sus ríos.
La Patria es, sobre todo, la gente y su futuro,
los hijos que nos quedan, por quienes
desvelamos nuestra canción primera
y a quienes les debemos la condición de ser.
La Patria hoy nos duele y nos duelen las manos,
los ojos, los oídos, las palabras, la boca.
183
PALABRA
Me funda
y me desfunda,
espada silenciosa
que atraviesa el costado.
Me ciñe y me libera
y en su certera desnudez
me asusta
el desatino azul
de la palabra.
Aquélla que no dije
o la que pronuncié sin pensarlo.
Ruptura,
desafío,
secreta pulsación
de lo dicho o callado.
Engañosa palabra
y sin embargo,
cierta
Tan hondamente cierta.
184
185
CECILIA INÉS RODRÍGUEZ
Nacida en General Alvear, transcurrió su niñez en Monte Comán. Sus estu-dios primarios los cursó en la escuela “Martín Palero” y los secundarios en elColegio “San Antonio” de General Alvear y en la Escuela Normal “MercedesTomasa San Martín de Balcarce”, donde realizó también los terciarios, egresandocon el título de profesora de Enseñanza Primaria. En la ciudad de Mendoza,asistió a los talleres literarios dictados por Vilma Vega. Actualmente, ejerce ladocencia en San Rafael.
EL BRILLO DEL SOL
Hoy he visto en el sol
un montón de alegrías,
bordadas de nubes,
rodeadas de risas.
Tus ojos miraron
al cielo este día;
por eso en el sol
se reflejó tu vida
y desde ese momento
más que nunca brilla.
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BÚSQUEDA
Como el agua que corre libremente
dibujando mil rostros en su andar,
así mi alma se desliza ahora
anhelando llegar a la verdad…
Si pudieras entrar al pensamiento
o mirar desde mi mente al exterior
comprenderías entonces lo que siento
y no cuestionarías mi dolor.
Como el agua bienhechora que refresca
aplacando generosa nuestra sed,
o que a veces se desata en cruel torrente
destruyendo a su paso lo que ve,
así también mi alma se desangra
por no poder a veces responder.
Y aunque busco no encuentro las palabras
que te muestren lo que en mí tú quieres ver.
187
EDGARDO NÉSTOR RODRÍGUEZ
Nació en Monte Comán, y desde muy joven se inclinó por las letras, mien-tras desarrollaba su labor como docente. Después de su jubilación ha conti-nuado escribiendo, incursionando en la prosa y la poesía. Ha elaborado infini-dad de guiones, siendo el más importante el guión de la Fiesta Departamentalde la Vendimia de Malargüe, en colaboración con Sergio Romero. Ha obtenidodiversos premios y distinciones, como el Primer Premio en la Fiesta Provincialdel Montañés, y participado en varias antologías. En la actualidad continúa escri-biendo. Su primer libro de poesía, Viviendo, fue presentado recientemente en laFeria Departamental del Libro de San Rafael.
SI YO PUDIERA
Las siluetas negras de los álamos
recortándose en el dorado de occidente,
le ponen pentagramas verticales
al musical silencio de la tarde.
Y en ese pentagrama se posan dulcemente
tres trinos de jilguero y un silbo de zorzal,
el quejumbroso arrullar de una paloma
y el gemido del viento en el sauzal.
El espinazo duro de las sierras cercanas
(dinosaurio dormido en la tarde que muere)
pone coto a la vista que se eleva sedienta
insaciable en sus ansias de horizontes lejanos.
El bicornio amarillo de la luna en creciente
se recuesta tranquilo sobre el lomo dormido
y una estrella pequeña, asomándose tímida,
le hace guiños chiquitos, a la luna y al cerro.
188
¡Ah, la paz de las tarde de Mendoza!
Escuchando el redoblante con que suena el río.
El llamado imperioso del carpintero altivo
y el pidén y el guairao, gritando en desafío.
Yo quisiera perderme en la paz de tus tardes,
beberme el amarillo de tu cielo lejano,
subirme sobre el cerro para alcanzar la luna
y guiñarle a la estrella, con un guiño de hermano.
Rescatar los sonidos que siempre escucho solo,
pintar sobre una tela los colores que amo,
enamorar silencios que parecen suspiros
y regalar el frío de tu viento nevado.
Pero no soy pintor para pintar lo bello,
ni de músico tengo los talentos necesarios:
tan sólo las palabras inconexas de aprendiz de poeta,
por eso, ante el silencio, callo.
189
AL QUE ESPERA EN MALVINAS
Tenías dieciocho años.
Tu corazón: un hervidero de ilusiones y de sueños.
En la primavera la conociste a ella.
Su sonrisa una promesa de amor.
Sus ojos: dos insondables lagos
donde sumergiste tu esperanza.
Y floreció en el aire de una tarde cualquiera,
la rosa del amor hecha una zamba.
Y debiste dejarla;
la Patria te llamaba a cumplir tu servicio.
Pusieron en tus manos un fusil
y te dieron la orden: RECUPERAR LO NUESTRO.
Y quedaste en las islas, en guardia permanente
Cumpliste el juramento:
Seguiste la Bandera hasta entregar la vida.
El blanco de la cruz que señala tu sitio
se mezcla a los azules de aquel mar y aquel cielo,
para gritarle al mundo con grito azul y blanco
“Aquí hay un argentino que nunca ha de rendirse”
Volveremos un día, no empuñando armas,
sino con el derecho que confiere la ley.
Cuando el mundo comprenda que debe haber justicia
que reine soberana
por sobre la soberbia de quienes tienen fuerza
Llegaremos cantando y tú estarás de pie.
Y mirando a los ojos del niño más cercano,
le dirás con orgullo: “Hoy te entrego la guardia.
Este mar y este cielo que custodian las islas,
serán por siempre tuyos.”
190
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CARMEN SOLÍS
Carmen Solís nació en la Provincia de Córdoba. Estudió Danza Contempo-ránea y se dedicó a su enseñanza, radicada en San Rafael. En 1976 es premiadapor el Instituto de Cultura Hispánica, en el Año Internacional de la Mujer. En1978, Premio “Flor de Lis de Plata”, por su trayectoria. Retoma su trabajo deescritura en 1998. Premios: 2001:Tercer premio Concurso de Poesía Regatas,Mendoza. 2002: Mención Certamen “Homenaje a Julio Cortázar” Bs.As. 2003:Tercer premio Certamen Municipal de Poesía, Villa María (Cba.).2003: participade la Muestra de Prosa y Poesía Itinerante, sobre “La Memoria”, Islas Baleares.2003 publicó libro de poemas Ana y otras Historias. 2006 Tercer premio dePoesía en el “Certámen Interamericano de Poesía 2006” de la Fundación Avon.Buenos Aires. 2007 publicó el libro de poemas Cristales y Fuego.
VIOLÍN
Suena el violín
en la diagonal del sol
En sus cuerdas
el aire tensa el tiempo
hace la luz
El espacio
colmado de cristales
sostiene la levedad
del cuerpo
Se deslizan por las cuerdas
los latidos
el violín es vena palpitante
La diagonal del sol
es el violín.
192
MORADA
Aquellos que vivían en nosotros
partieron
existen todavía porque yo los pienso
sólo en mi mente viven
Tengo la llave de esa edad perdida
de lugares tenues bajo lámparas
traslúcidos como las ventanas
No hay voces que me hablen
pero sus presencias se reclinan
en los rincones de luz
en mis pupilas vueltas hacia adentro
Viven por mí
por mí persisten
Fugaces
también yo seré fugaz
como un viento inesperado
como un pálido paso en la escalera
que busca a quien se aquieta a recordar
193
MARISA VICO
María Isabel “Marisa” Vico, ha participado desde su juventud en los movi-mientos literarios de San Rafael. Integró la C.D. inicial de I.L.E.A., primer grupoformal de escritores sanrafaelinos. Participó, con ILEA, en numerosas edicio-nes de “Biblo’s”. Integró la C.D. del Centro Argentino. En 1997, junto a otrospoetas, fundaron el Ateneo Literario “Sonia Montanari”. Ha dirigido la publica-ción de revistas locales y casi treinta libros de autores de la región. Obtuvonumerosas distinciones y su obra particular se encuentra publicada en revistasy antologías regionales y nacionales, en plaquetas literarias y en revistas digitalesde Argentina y México; su propio libro está aún por nacer.
CARLITOS
Bellísimos ojos negros de rápida mirada
quebrados ya los blancos dientes de tu infancia,
una bicicleta nueva “recién comprada”,
golpeando puertas con manos sucias
de carencia, rotas de frío. Inmaculadas.
Mi moneda no te salva;
en el negocio del trueque procuro tu mirada,
pasarte un rápido mensaje de amor y de esperanza.
-“Un peso, déle, qué le cuesta, no sea mala, mire
dos bolsitas de orégano, hoy no vendí nada ... déle, no sea mala.”
y nunca me dijiste como se llama tu escuela
ni dónde está tu mamá ni qué hacés con la plata.
Muchachito tierno, me siento culpable
de casi todo lo que te pasa,
¡tan impotente y cobarde y cómplice y denigrada!
¿De qué mundo hablan los que no te conocen?
194
¿De qué Justicia, los que te juzguen mañana?
¿De qué Dios los que hoy rezan por tu alma?
—¡Mala, mala, mala! —te vas gritando,
llorando de rabia si no te compro algo,
para volver al otro día con tu sonrisa mellada.
... Y es que tu enojo dura lo que tus carcajadas.
Hoy tenés once años y no comés todos los días
y gastás la calle con tus zapatillas gastadas
y no tenés mamá, escuela, iglesia ni casa...
nunca una remera nueva que sea tuya “de una”,
hambre en la pancita, frío y “roña” en las “patas”.
¿Qué hacemos hoy?
Carlitos multiplicado. Gorrioncito sin nido,
Niño mío. Niño nuestro.
Caramelos, malas palabras, una fruta robada,
huidizos ojos negros, manos rotas de calle y escarcha.
Una moneda: es todo lo que me juego.
Hoy callo otro día.
De puerta en puerta, no-di-re-mos-na-da.
Y tu miseria y mi vergüenza enarboladas
en la cruz que izamos todos los días
sin mañana ni esperanza.
195
MIENTRAS NO TE ESPERO
Esta ausencia
desanda los caminos silenciosos
del recuerdo.
Mientras no te espero
el otoño invoca al fuego
en llamarada de álamos,
la jarilla se desnuda en ofrenda blanca
y la tierra se aja reseca
como una boca abierta.
Mientras no te espero
los sueños replegados en la savia
sustentan las raíces del invierno;
en el corazón de roca nace la nieve
lamiendo sales en látigo hambriento.
Eterna espiral ascendente
de la vida y la muerte,
del adiós y el encuentro.
Así puedo esperarte: mientras miento.
196
197
NATALIA CATALINA VICENTI
Nació el 14 de julio de 1980, en San Rafael, provincia de Mendoza. Escrito-ra, narradora oral. Actualmente cursa el segundo año del Profesorado de Teatro.
CONMIGO
Se manifiesta la hora de la locura.
Cierro el telón del día y me sumerjo en una noche borracha.
Mis oídos bajan sus persianas a estas horas,
la tienda está cerrada.
Frente a un espejo, hago una reverencia,
me veo, luego de horas en que solo me sentía.
Hago presente el cuerpo de estas emociones frente a su reflejo,
quedo al fin conmigo por completo
me deslizo en las profundidades de mi voz
pura, sin matices ajenos.
Me hablo…relato las horas pasadas.
Imitando la tranquilidad de las baldosas, me quedo quieta
me hago ventana de pronto, me abro y vuelo.
Paso a ser puerta que cierro.
Solo la noche borracha puede ser parte de este festejo.
No es la soledad de los falsos mártires, la que respira mi firmamento,
es la que acompaña el vientre materno
que en tiempo de gesta alberga un ser nuevo.
198
Arropada en el sueño de los ojos despiertos
veo el paso de tiempo en cada pensamiento parido.
Adormecida me entrego con inocencia virginal
al futuro que reclama mi cuerpo.
DANZA
Con aroma a jarilla florecida en el desierto,
sobreviví a enamoramientos pasajeros.
Hoy el verano hace sudar
el cuerpo del que van cayendo las aguas.
Que llevan ilusiones.
Fragmentos de realidad.
Certezas que ya dejan de serlo.
En este ciclo el ritual de los cambios,
ha completado su danza.
Pienso…
Indudablemente la muerte
está hecha para parir vida.
199
HOMENAJE ESCRITORES FALLECIDOS
Rescatamos, en esta sección, la memoria de aquellos que nos
acompañaron a transitar el camino de la poesía en esta tierra
sanrafaelina.
200
201
CARLOS CAÑAS
Nació en San Rafael y desde muy joven se relacionó con el quehacerartístico y cultural del medio. Se trasladó a Buenos Aires donde estudió en elI.S.E.R. Hizo de la poesía su compañera inseparable por toda la vida. Quedó unavasta obra escrita inédita, de la que solo pudo publicar Intentos del poema quenunca escribí y Es una muchacha la Vendimia.
MUCHACHA FRESCA DE LA MAÑANA
Quiero
una muchacha de la mañana
fresca
que venga de la noche
descansada.
Que amanezca en su mirada
ágil
trazando horizonte.
Fresca
como cortadera verde
que pasa una vida
mirando correr el río
que trae un canto de la montaña.
Muchacha de la mañana
rumbo al río
preparada.
(Quiero la muchacha que trepa del colectivo
bien temprano
202
cartera en mano
perfumada)
Hace muchos amaneceres
que vengo mirando las mañanas.
Quiero a la muchacha corazón de sandía
honda
sin semilla.
Luna caída de las noches
despeinada.
Fresca
como viento de desfiladero
empujando las montañas.
203
FRANCISCO CROS DAMUNT
Nació en Reus, Cataluña, España. Desde joven estudió música y canto eintegró grupos de arte escénico, cantando zarzuelas. Tras la Guerra Civil Espa-ñola, decidió exiliarse voluntariamente en América y eligió San Rafael. Conotros compatriotas, participó de la fundación del Casal Catalá. Fue integrantedel Grupo I.L.E.A., y publicó dos plaquetas: “La nostalgia se iluminó de verso” y“Sonetos”, además del libro Voces y raíces.
UN DÍA MÁS
Sólo TÚ podrías darme
un día más de existencia.
Un día más
del tiempo que me tengas designado,
para estar
un poco más con mis hermanos
y limpia de impurezas mi conciencia,
darte otra vez gracias
por lo mucho que me has dado.
Déjame un poco más con los amigos
encontrados a orillas de mi senda
y por el ancho valle de armónica poesía.
Contemplar su imagen de nítida presencia
y estrecharla a mi pecho envejecido.
Un día más de los que me tengas señalados.
204
Un día más, para un pobre penitente,
después ya nada importaría.
No me asusta la muerte.
205
JORGE MARTÍNEZ
Sanrafaelino, hijo de inmigrantes españoles, se reconocía un criollo amantede la tierra y las tradiciones, especialmente, la de la magia de la vendimia. Fueautodidacta en su formación. Integró I.L.E.A y fue fundador del Ateneo “SoniaMontanari”. Todas las formas literarias fueron recorridas por su pluma inspiraday exquisita, y participó en cuanto evento cultural estuvo a su alcance, especial-mente en todas las ediciones de “Biblos”. En 1988 recibió la distinción “Flor deLis de Plata” por su aporte a las letras sanrafaelinas. Ganó el concurso de guiónde Vendimia en el año 2000, donde se presenta la “Marcha Vendimial de SanRafael”, autor de la letra y musicalizada por la profesora Alejandra La TerraSpadaro. Obtuvo premios a nivel regional y nacional, colaboró en diarios, perió-dicos y revistas locales. Al partir, imprevistamente en 2002, dejó listo paraimprimir su único libro, Segmentos, el que fuera publicado en 2004 por el FondoProvincial de la Cultura de Mendoza gracias al trabajo de investigación presen-tado por Paula Castro: Jorge Martínez, emergente folklórico.
PICHÓN VOLANDO
El vuelo del pichón ha provocado
una cierta inquietud en la gorriona;
su condición de madre la traiciona,
al no dejarle ver que sí ha volado,
la razón es muy simple: ha comenzado
a luchar por la vida; esa ladrona
que devora pichones, los perdona,
si demuestran volando que han tomado
ejemplo del nidal donde han nacido.
Cabe entonces, gorriona preocupada
que pienses: tu pichón es atrevido
pero tuyo por siempre, ya que nada
le impedirá jamás volver al nido.
Y te quiere contenta, no enojada.
206
207
ÁNGELA SONIA MONTANARI
Nació en San Rafael, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, almismo tiempo que fue alumna de la Escuela Superior de Arte Escénico “AliciaSuárez” de la ciudad de Mendoza, donde se recibió de “Profesora en Recitacióny Arte Escénico”. Fue fundadora de I.L.E.A. y luego se trasladó a Villa Mercedes,San Luis, donde formó su propio instituto “Mundo Azul”. Al regresar a SanRafael desarrolló una intensa actividad como docente; integró y dirigió coreo-grafías en espectáculos de Vendimia; presentó libros e hizo teatro como prota-gonista en varias obras. Fue directora del primer Teatro Negro realizado en SanRafael. Tuvo programas radiales y participó en encuentros de poetas a nivelregional y nacional, donde obtuvo diversos premios. No llegó a publicar supropio libro, pero su obra se halla distribuida en antologías, revistas literarias,plaquetas y en su accionar permanente en el mundo del arte y la poesía.
HERMANO
No me alcanza el corazón
para contener la dura verdad
de tus palabras.
No me alcanzan las palabras
Para llenar el vacío
de tus horas grises.
Y me duele
ese no saber por qué
y cómo
las historias
se repiten.
Y me envuelve
la oscura sensación de no creer
de tus pocos años
el pecado de los otros
la indiferencia de muchos.
208
Y contengo mi grito
y ahogo una vez más mis lágrimas
para ayudarme
y ayudarte
a encontrar una estrella
en el espacio oscuro
de tu cielo.
209
LUIS I. MUR
Profesor en Filosofía y Letras, activo hacedor cultural del departamento,fue presidente del Centro Argentino, Biblioteca Pública Mariano Moreno e inte-grante de I.L.E.A., en cuyo sello editorial publicó su poemario Tu imagen repeti-da. Participó activamente de las actividades desarrolladas por el grupo y, envarias ocasiones en encuentros literarios en la provincia y fuera de ella.
TU IMAGEN REPETIDA
Dios mío,
me has dado
del tenue rasguido
el azul nombre
de la barca.
Y del florecido árbol
aquellos prados distantes
y la sencilla
propiedad
de mirarlos.
No quiero la otra,
alejada, hostil,
propiedad de los muros,
de los cercos de piedra,
de los rediles sedientos.
Déjame, Dios mío,
210
con mi posesión secreta,
con Tu imagen
repetida
en el tibio y dulce
aire que navega.
211
ALFREDO NOMI
El nombre de Alfredo Nomi se encuentra escrito entre los que la culturasanrafaelina no borrará jamás. Nació en la ciudad de Córdoba y en su juventudasistió a cursos literarios en el “Colegio Libre de Cultura Popular”; fue fundadordel periódico El Pensamiento, haciendo así sus primeras armas en el periodismoprofesional. Por esta actividad llegó a Mendoza en 1944 y luego a San Rafael,donde se radicó definitivamente. Conquistó popularidad en L.V. 4, entonces“Radio Splendid”, con su programa “Cosas de la Calle” y animando el ciclopoético “Periplo del laúd”, que escribía Rafael Mauleón Castillo. En su trayecto-ria obtuvo importantes premios locales, regionales e internacionales por sustrabajos en prosa y poesía. Entre sus numerosas obras publicadas, encontra-mos: Aventuras del Agua cuentos, Los Fundadores, 1964. Imágenes poemas1977. Fue columnista y jefe de prensa del legendario Diario El Comercio y fun-dador de la SADE San Rafael.
COSAS SIN NOMBRE
No tienen nombre:
las cosas ignoradas,
todo lo que deslumbra,
la ruta al infinito
y el mundo de lo ignoto.
No tienen nombre:
el misterio ancestral,
la llaga espiritual,
y el que sufre
la atroz pérdida
de la esperanza.
No tienen nombre:
el hombre solo
andando a la deriva,
y el que gime aterido
entre la muchedumbre.
212
No tienen nombre:
la hora cotidiana
de la vulgaridad,
la ley y la justicia
mezquinada y retaceada.
No tiene nombre
todavía el hombre
que vendrá a suplantar
lo roído y caduco,
para ponerle entonces
el verdadero nombre
a las cosas.
213
AGUSTÍN PERNÍA
Nació en Ceballos, La Pampa, en la segunda década del Siglo XX, hijo decastellanos inmigrantes. Terminados sus estudios secundarios ingresó al Ejér-cito, razón por la que vivió en San Rafael integrando el legendario “Regimiento7.º de Caballería”. Años después se radicó en La Plata con su familia, y comen-zó estudios universitarios de “Antropología Cultural”, ocasión en que conoció,y se entabló una amistad que duró toda la vida, con “Tito” Lagiglia. La poesía loacompañó desde sus primeros años, y en esta ciudad fue fundador del AteneoLiterario “Benito Linch”, a la vez que tuvo una intensa participación en distintaspublicaciones platenses. En su edad madura, eligió San Rafael como últimodestino; integró el Ateneo “Sonia Montanari” y vivió rodeado de amigos poetas.Es aquí donde presentó sus dos libros publicados; Mi tiempo, mi canto y mi cielo,en 1997, y Génesis y tránsito de una vida, en el año 2000.
RÍO DIAMANTE
¡Cómo soñaban los sauces
aquella tarde de enero!
Una pereza de siesta
iba el Diamante tejiendo,
y las piedras relumbraban
entre chispazos de fuego.
¡Qué tarde para el recuerdo
aquella tarde de enero!
Todo el paisaje tenía
una nostalgia de cerros.
El río se iba despacio,
eternidad de viajero,
y los sauces de la orilla
se miraban en su espejo,
las ramas peinando el agua
con un sentido de sueño,
como el adiós de una novia
que espera el último beso;
214
… y el río, siempre era el río,
mensajero de lo eterno,
con sus secretas historias
y sus guardados misterios.
Por el Diamante de enero
la tarde me dio un mensaje
y me llenó de recuerdos.
215
EDUARDO PLATERO
Nació en San Juan. Escritor, artista plástico, hacedor teatral. Participó acti-vamente del desarrollo cultural del medio, al que quiso como propio y al que lededicó gran parte de sus desvelos. Fue integrante de la Biblioteca Mariano Mo-reno, director del Teatro del Centro Argentino, vicepre-sidente de I.L.E.A., fun-dador del Ateneo “Sonia Montanari” y director del Museo de Bellas Artes. Pre-miado en numerosas oportunidades, concurrió a encuentros de poetas de laprovincia y del país, presentando sus libros Mis pequeños poemas, Poemas parael atardecer y Un sol clandestino. Siete libros inéditos esperan la luz. Se desem-peñó como docente de plástica y teatro y fue galardonado con la “Flor de Lis dePlata”, por su aporte a la Cultura en Letras.
SI YO PUDIERA
Si yo pudiera
enredarme entre la tristeza azul
de tu sonrisa
y viajara por tu rostro
de trigos maduros de soles
y estíos,
si entre mis manos pudiera
atrapar
el temblor tibio y perfumado
de tu piel
y si mi oído se regalara
con la música inigualada
de tu voz,
canto de pájaros silvestres,
atardecidos
entre cerros de añiles
y verdor salvaje de álamos
y viñas.
216
Si yo pudiera…
Si yo pudiera regresar en el tiempo implacable,
si me fuera posible
volver atrás los almanaques;
si otra vez pudiera comenzar la historia
desde el punto inicial,
de nuevo volvería a recorrer
el mismo camino con sus luces
y con sus sombras,
porque sé que al final
te encontraría como hoy
y nuevamente desearía enredarme
entre la tristeza azul de tu sonrisa.
217
CARLOS ROUSSEAU
Geólogo de profesión, poeta por vocación, integró el Grupo I.L.E.A., partici-pó de encuentros nacionales y publicó El Bajel Mágico, un libro que enlaza laprofundidad de su poesía con las ilustraciones especialmente creadas por elartista plástico Raúl Capitani
SILENCIOS(FRAGMENTO)
No han silenciado mi voz
los vendavales de la vida,
ni la tristeza profunda
con que desgarra el alma
la súbita ausencia de aquellos
que se van a recorrer caminos,
que ya no cruzarán los nuestros.
No han silenciado mi voz
la eterna injusticia,
que hace queda y humilde las miradas
de quienes aprenden a vivir con ella
o el brutal alarido del que arremete
ciego, salpicando con sangre el surco,
para que mejores flores blancas
broten en los amaneceres.
218
Sólo he silenciado mi voz de hombre
y de poeta, porque tú me pediste
los silencios, los silencios desesperados
del que mira el muro, aguardando sin fe
respuesta a la pregunta de milenios,
de los que clamaron por amor
y comprensión, en la agreste soledad
de los silencios.
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ADELA TAPIA DE HUEDA
Adela Tapia de Hueda (“Toto”) fue una de las personas más destacadas enlos últimos tiempos en las letras y literatura sanrafaelinas. Fue premiada por losjurados más selectos de todo el país y su participación en los distintosestamentos de la cultura, tuvo un rol fundamental para el crecimiento intelec-tual de su querido pueblo San Rafael. Justamente, fue a su pueblo a quien lecantó toda su obra poética, destacando su riqueza paisajística y el indescripti-ble amor por su gente.
EL DUENDE DEL VINO
El duende del vino salió a caminar,
senderos de luna en la oscuridad.
Es el vino nuevo que quiere mirar
con ojos de uvas ¡Alma de lagar!
Ha pasado un año, y en el trasegar
de las cubas viejas, se ha puesto a soñar.
¡Con esas muchachas que vio en el parral, de trenzas muy negras y
dulce mirar!
El duende del vino ¿por dónde andará?
En una guitarra, seguro estará
cuando ya la luna comienza a asomar
y regresa el hombre de su trajinar
y se abraza al “duende” ¡y empieza a cantar!
¡Canciones que hablan de amor y de paz!
¡De unión entre hermanos y de libertad!
¡De cosechas plenas, de esperanza y pan!
Y de tantas cosas que siente al cantar.
El hombre se duerme, el duende se va.
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¡Borracho de lunas quiere enamorar,
a la moza linda! ¡Labios de coral,
cintura de mimbre y voz de cristal!
No temas muchacha, que nada te hará,
el duende es el vino que embriaga y se va.
¡Corazón de viñas! ¡Alma de lagar!
¡Es el vino nuevo que salió a soñar!
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JUAN VIARNÉS
Nació en Buenos Aires y eligió San Rafael para vivir con su esposa, donderesidió hasta su desaparición física. Su actividad literaria la desarrolló en I.L.E.A.y desplegó una amplia tarea cultural a través del “Banco Acción CooperativoLimitado”, el que en forma conjunta con la entidad literaria realizaron los certá-menes poéticos “Desde San Rafael al País”. Publicó una plaqueta literaria“Álamo”,y el libro de poesías Entre el álamo y la estrella, en el que dice: “Mi libropretende expresar las ideas, las impresiones, las vivencias motivadas por elpaisaje y las gentes de esta tierra excepcional, de mi incondicional admira-ción”.
SILENCIO
En el último hálito fugaz
deja el viento
al silencio suspendido en el follaje.
Aislado,
un trino encuentra eco
en el ladrar de un perro suspendido.
En el horizonte, impreciso,
alejándose,
el rumor de un tren en marcha
con algo que no sé.
El cielo
ausente de nube, diluido y opalino,
desciende lentamente la silueta recortada,
hierática de los álamos.
Huye el tiempo
de la trama las horas y sus segundos.
La quietud,
enmaraña la memoria de la sangre
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en la madeja de nostalgias.
El silencio, sin medida,
de profundo en lontananza
inquieto no sé qué,
en las brumas del asombro
arrimándose a la sangre.
Vuelve el tiempo de su fuga
en la luciérnaga,
en el giro inalterable de los astros.
Ahora…
Nuevas voces en la luz azul,
otros caminos, otras distancias.
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ÍNDICE
Región Sur
Palabras preliminares ................................................................ 7
General Alvear............................................................................ 9
Prólogo. Int. J. C. De Paolo ...................................................... 11
Autores .................................................................................... 13
Malargüe .................................................................................. 71
Autores .................................................................................... 73
San Rafael ............................................................................. 115
Autores .................................................................................. 117
Prólogo María E. Izuel ............................................................ 119