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1 LA SABIDURÍA ORIENTAL EN LOS TIEMPOS MODERNOS “Meditad, no os distraigáis, no permitáis que vuestras mente estén llenas de impurezas, no lloréis ni os quejéis diciendo que la vida está llena de problemas, de miseria, angustia y dolor.” Buda Pienso que para la mayoría de las personas está claro que cada uno de nosotros somos un mundo puesto que ninguno hemos tenido la misma educación, las mismas experiencias, las mismas amistades, ni tampoco tenemos la misma evolución como resultado de todos nuestros anteriores renacimientos. Por consiguiente, nuestros sentimientos, deseos, anhelos, gustos, pensamientos, etc., no pueden ser iguales pero, por otro lado, sí que todos tenemos algo en común formado de todo lo anteriormente dicho, y ese algo es la “personalidad”. La personalidad es lo que normalmente creemos ser, es fruto del desarrollo obtenido desde hace millones de años ―desde que no teníamos autoconciencia― y se ha desarrollado de la inconsciencia a la consciencia del mundo físico para, en un futuro aún lejano, llegar a alcanzar la conciencia del Alma. Pero, aunque parezca mentira, el problema que actualmente impide una rápida identificación con el Alma es precisamente dicha personalidad y muy particularmente los sentimientos, deseos, emociones y pensamientos incontrolados. Tal y como es el hombre en la etapa actual, podríamos definirle como mentalmente ciego e insensible respecto a la realidad que existe más allá de las formas. Él mismo se considera una forma ―un cuerpo físico― y no se ve a sí mismo como es realmente; sólo ve lo transitorio y lo que le atrae personalmente; no tiene sentido de los valores; sufre precisamente por su apego a lo material y a lo impuro; y se identifica con los sentidos y con la mente. Pero esto ni ha sido siempre así ni puede ser eterno, el Yo superior puede separarse o desapegarse del yo inferior por medio de la discriminación y por el gobierno y correcto uso de la mente; esto es, por medio del conocimiento directo se supera la ignorancia. Incluso cuando el aspirante identifica al Alma y consigue poner a la personalidad en el lugar que le corresponde se trasciende el conocimiento para quedarse el Ego ―el observador― solo en su ascenso hacia la unión con el Espíritu. Es precisamente la personalidad ―y la mente en particular― la que no nos permite ver con claridad la luz, esa realidad de la vida, que no es otra que la vida del Alma o Yo superior. Si analizamos detenidamente nuestra vida, qué responderíamos a La sabiduría oriental en los tiempos modernos

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LA SABIDURÍA ORIENTAL EN LOS TIEMPOS MODERNOS

“Meditad, no os distraigáis, no permitáis que vuestras mente estén llenas de impurezas, no lloréis ni os quejéis diciendo que la vida está llena de problemas, de miseria, angustia y dolor.” Buda

Pienso que para la mayoría de las personas está claro que cada uno de nosotros somos un mundo puesto que ninguno hemos tenido la misma educación, las mismas experiencias, las mismas amistades, ni tampoco tenemos la misma evolución como resultado de todos nuestros anteriores renacimientos. Por consiguiente, nuestros sentimientos, deseos, anhelos, gustos, pensamientos, etc., no pueden ser iguales pero, por otro lado, sí que todos tenemos algo en común formado de todo lo anteriormente dicho, y ese algo es la “personalidad”. La personalidad es lo que normalmente creemos ser, es fruto del desarrollo obtenido desde hace millones de años ―desde que no teníamos autoconciencia― y se ha desarrollado de la inconsciencia a la consciencia del mundo físico para, en un futuro aún lejano, llegar a alcanzar la conciencia del Alma. Pero, aunque parezca mentira, el problema que actualmente impide una rápida identificación con el Alma es precisamente dicha personalidad y muy particularmente los sentimientos, deseos, emociones y pensamientos incontrolados.

Tal y como es el hombre en la etapa actual, podríamos definirle como mentalmente ciego e insensible respecto a la realidad que existe más allá de las formas. Él mismo se considera una forma ―un cuerpo físico― y no se ve a sí mismo como es realmente; sólo ve lo transitorio y lo que le atrae personalmente; no tiene sentido de los valores; sufre precisamente por su apego a lo material y a lo impuro; y se identifica con los sentidos y con la mente. Pero esto ni ha sido siempre así ni puede ser eterno, el Yo superior puede separarse o desapegarse del yo inferior por medio de la discriminación y por el gobierno y correcto uso de la mente; esto es, por medio del conocimiento directo se supera la ignorancia. Incluso cuando el aspirante identifica al Alma y consigue poner a la personalidad en el lugar que le corresponde se trasciende el conocimiento para quedarse el Ego ―el observador― solo en su ascenso hacia la unión con el Espíritu.

Es precisamente la personalidad ―y la mente en particular― la que no nos permite ver con claridad la luz, esa realidad de la vida, que no es otra que la vida del Alma o Yo superior. Si analizamos detenidamente nuestra vida, qué responderíamos a estas preguntas: ¿Cómo es y cómo vivimos nuestra vida? ¿Vivimos plena y satisfactoriamente o algo nos dice que no es así y que nos falta algo? ¿Por qué nos dominan el miedo, las preocupaciones, los deseos y los problemas en general? ¿Por qué estamos condicionados por alcanzar posiciones y metas o por ser o tener cada día más que otros si sabemos que después de la muerte no nos podemos llevar nada? Está claro que lo que entendemos por mundo, debe estar relacionado íntimamente con los sentidos que son los instrumentos con los que percibimos e interpretamos dicho mundo, es más, tiene que estar relacionado con la mente y los pensamientos. Por tanto, ¿No sería necesario e imprescindible analizar cómo funciona nuestra mente y los pensamientos? Veamos, el estado normal y psicológico de la mente en la mayoría de los seres humanos es el de intranquilidad e inquietud, y si no preguntémonos a nosotros mismos ¿Cuál es el estado y qué suele hacer mi mente y los pensamientos la mayor parte del día? Está claro que para responder de una forma medianamente clara deberíamos auto-observarnos y con más razón observar a la mente.

Basándose en la sabiduría antigua oriental, y más concretamente en la budista, hoy se están poniendo de moda las técnicas y enseñanzas impartidas por personajes

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tan importantes para el desarrollo del Alma como Buda o Patanjali. Echart Tolle, refiriéndose al estado normal de la mente, dice que contiene una disfunción o velo que engaña u oculta la realidad y que ―según la sabiduría oriental― nos causa sufrimiento, desdicha o insatisfacción pero que, sin embargo, es una característica de la condición humana. Dice Tolle que la mayoría de nosotros estamos tan identificados con la mente, los pensamientos impulsivos y las emociones que podríamos decir que estamos poseídos por la mente. Y es que cuanto más identificados con la personalidad más creemos que somos el pensador u observador, mientras que la realidad es que es la mente la que piensa y nosotros somos inconscientes de ello la mayor parte del día.

Esto es así porque tenemos un sentimiento muy profundo del yo en cada pensamiento, opinión, emoción, reacción o interpretación. Y es que resulta que aunque muchos creamos que usamos la mente incorrectamente, la verdad es que no la usamos y más bien es ella la que nos utiliza a nosotros. Esta es la disfunción o elemento distorsionador que impide ver realmente quiénes somos, ella piensa sin parar según lo que conoce desde que nacimos basándose en el pasado o en un futuro imaginario, mientras que el Alma sólo puede expresarse entre un pensamiento y otro, en ese silencio que tan poquísimas veces creamos. Así es que, el mundo del Alma es el silencio de la personalidad y la personalidad es la mente o yo inferior moviéndose entre el recuerdo de su existencia y los anhelos, sentimientos y emociones que la acompañan e impulsan. Parece ser que los toltecas pensaban que la mente es como un sueño donde muchas personas hablan a la vez y ninguna de ellas se entiende, de ahí que no podamos ver quiénes somos realmente y que sus apegos, pensamientos, etc. ―deseos insatisfechos, envidia, arrogancia, codicia, lujuria, etc.― nos traigan sufrimientos e inconsciencia de la realidad.

Creo recordar que fue Ortega y Gasset quien dijo “Casi todo el mundo está alterado, y en su alteración el hombre pierde su atributo más esencial, es decir, la posibilidad de meditar e interiorizarse para ponerse de acuerdo consigo mismo y concretarse qué es lo que cree, lo que de verdad estima y lo que de verdad detesta.” La alteración ciega al hombre, le impulsa y le hace actuar mecánicamente en un frenético sonambulismo. Aunque es la mente la que nos diferencia mayormente de los animales, existe un paralelismo entre ambos. El animal siente miedo ante el mundo y a la vez vive en un constante apetito de lo que en él hay y aparece, siendo dominado irremediablemente por éste. Por ese motivo, el animal no rige su vida sino que está gobernada por los objetos y acontecimientos; él no vive desde él mismo sino basándose en lo que pasa fuera, o sea, en lo otro. La única diferencia entre el animal y el hombre es que este último puede deshacerse o desentenderse del mundo externo para interiorizarse en su intimidad y ocuparse de su Alma.

Por lo general, la mente siempre está activa pensando una cosa tras otra, es como una voz dentro de nuestra cabeza, cuando no está pensando en el pasado lo está haciendo en el futuro pero casi nunca en el presente o aquí y ahora. Gran parte del día está luchado por algo o rechazando lo desconocido o que no le gusta; es temerosa y cuando no está tomando precauciones está cambiado las cosas; se mueve sobre lo seguro, lo conocido y sobre la memoria; aunque la gusta fantasear y proyectar imágenes, está en parte controlada por las circunstancias, por lo que la atrae, por las emociones y por los recuerdos y sensaciones externas; es reaccionaria y responde automáticamente basándose en lo experimentado; actúa muchas veces según sus hábitos, sus obsesiones, su impaciencia, sectarismo, agresividad, complejos y otras justificaciones. Por esto se dice que la mente es inestable, conflictiva, confusa, ofuscada e insatisfecha.

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En parte ha creado ella misma una atmósfera enrarecida de paranoia, hostilidad, miedo, egocentrismo y otros aspectos como la envidia, los celos, el odio, la lujuria, etc. Como resulta que nos preocupamos mucho de la limpieza de nuestros cuerpos pero nada de limpiar nuestra mente, casi podríamos hablar de ella como que es agresiva y produce agresividad, como que es confusa y crea confusión y como que se parece a algo donde se acumula mucha basura. Así es que, sabiendo que la mente es lo que nos diferencia de los animales y es el fundamento de todo, podemos afirmar que según sea la calidad de la mente así serán los resultados de lo que haga; de ahí que se diga “Dime cómo piensas y te diré cómo eres.” Una mente desordenada y sin control, sin inocencia y sin verdad, crea ansiedad, estrés, confusión, hostilidad y carece de apertura y creatividad. Visto esto tenemos que admitir que los enfoques de la mente suelen ser erróneos y perjudiciales desde el punto de vista del Alma; así es que, tan nociva es para nosotros como para los demás respecto al trabajo evolutivo que se debe hacer para la identificación con el Alma y la búsqueda de la Verdad.

Otro factor importante respecto a la mente es la distracción, son muchos los errores que cometemos, las oportunidades que desperdiciamos o las contradicciones y discusiones que causamos por no estar atentos. Es cierto que muchas veces nos confundimos y nos distraemos por el exceso de información, quehaceres, problemas y estímulos que recibimos del exterior, pero otras muchas las provocamos por nuestras propias tendencias, impulsos y respuestas automáticas por no decir por nuestras huídas de lo que nos provoca dolor y ansiedad. La mayoría de nosotros no nos damos cuenta ni siquiera de que vivimos sin prestar atención a lo que hacemos y a lo que nos rodea, ignoramos que prestar atención u observar conscientemente es una manera de conectar con la realidad y de ser conscientes de nosotros mismos y de nuestra presencia allá donde nos encontremos. ¿Cuántas veces nos auto-observamos para ver qué sentimos, cómo pensamos, qué preocupaciones tenemos y cómo lo afrontamos o cuántas veces nos dejamos llevar por la ansiedad o la impulsividad? No nos damos cuenta que aunque estemos físicamente en cualquier lugar nuestra mente está en otros muchos pero no en lo que hacemos, sentimos o queremos pensar. La meditación es, posiblemente, el mejor medio para educar la atención y para conocer cómo somos respecto a los sentimientos y manera de pensar. Las personas distraídas viven casi como si no dieran importancia a lo que les rodea, van por la vida sin fijarse en los detalles y sin observar, pero los que practican la meditación siempre que pueden disfrutan de la vida, se acercan más a la realidad y se sienten más libres.

Comenzar un día es como comenzar un viaje cargados con nuestras costumbres, vicios, tendencias, sentimientos y forma de pensar. Esto nos brinda la oportunidad de actuar bien o mal o de decidir si hacemos algo o no en cada momento, pero la falta de observación ―interna y externa― y de atención consciente y voluntaria hace que cometamos errores, que respondamos igual que todos los días, que nos dejemos llevar por las mismas cosas, que tengamos malestares y sufrimiento cuando algo no sale como deseamos y que, por supuesto, no controlemos la mente. Muchos piensan que con el esfuerzo y la voluntad se puede alcanzar lo que se quiera pero, como ocurre con el dinero, tampoco así se alcanza la felicidad y el equilibrio interno. Son pocos los que, aun teniendo gran voluntad, se esfuerzan por descubrir quiénes y cómo son y menos aun por su evolución. Visto desde el punto de vista material y personal, el hecho de intentar hacer las cosas con responsabilidad y buena voluntad es aceptable y aconsejable, sin embargo, el hecho de no conseguirlo, es precisamente lo que nos puede causar frustración y disgusto. Es más, cuando alguien se propone superar algo y se levanta con la clara intención de hacerlo, estará casi todo el día en tensión o preocupado hasta que al final del día sea peor si fracasa. Las intenciones de alcanzar metas, objetivos, etc., de cada día crea tensiones e insatisfacciones como efecto del fracaso de nuestros objetivos, de los sentimientos no razonados y de los pensamientos que actúan por sí mismo; estar atentamente

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presente en cada momento, observando y auto-observándonos a nosotros mismos para actuar ―pensamiento, sentimiento, palabra y obra― con consciencia de una manera humilde, amorosa, servicial y compasiva, elimina todos los obstáculos que obstruyen nuestro desarrollo interno.

Hay una filosofía de vida o nueva conciencia que actualmente ―aunque desde otro punto de vista o enfoque― se está poniendo de moda como medio para que el hombre pueda redescubrirse y desapegarse, esta nueva enseñanza tiene su fundamento en el pasado y más concretamente en la antigua sabiduría oriental. Unida a cada etapa de desarrollo humano siempre ha habido una enseñanza dada por los Maestros de Sabiduría, esto, en la filosofía hindú le llaman yogas, por tal motivo, la yoga que le corresponde a la actual etapa es la que llaman “Raja Yoga”. El raja Yoga: facilita: 1º.- El contacto consciente con el Alma o Yo superior que viene a ser en occidente como el despertar del principio crístico. 2º.- Conocer el poder del Alma para utilizarlo en favor de la humanidad. 3º.- Intensificar nuestra luz interna para crear un puente entre el cerebro y el Yo superior para que la personalidad reciba los mensajes de éste.4º.- Dominar la naturaleza psíquica de la personalidad para expresar las facultades espirituales del Alma.

Pero está claro que antes de llegar a este trabajo mental y espiritual hemos pasado por otros como por ejemplo:1º.- El Hatha Yoga del cuerpo físico que fue dado para que la primera raza de la época Lemúrica se hiciera consciente del cuerpo y del mundo físico.2º.- El Laya yoga y el Bhakti yoga que fueron enseñados en la época Atlante con la intención de que se asentara y equilibrara el cuerpo etérico con sus correspondientes chacras y que se desarrollara la naturaleza psíquica y a continuación para que el hombre futuro pudiera conocer, vivir y expresar el misticismo y la devoción.

Como en nuestra actual Época Aria y aunque fue el último cuerpo adquirido ―el menos desarrollado― estamos trabajando principalmente con la mente para que el Yo superior pueda manifestarse en la personalidad, está claro que la yoga de esta época tiene que servir para controlar la mente. Hay que decir que aunque oriente tiene sus enseñanzas de raza diferentes a las de occidente y que, como consecuencia, los yogas del pasado no deberían considerarse útiles para nosotros, el Raja Yoga ―hoy practicado en occidente con otros nombres― sí parece que los guías de la humanidad hayan previsto que se practique en occidente para ayudar a gobernar la mente.

La meta más inmediata para que el “hombre obtenga un total control de la personalidad víctima de sus ataduras al mundo de la carne ―egoísmo, materialismo y apego― es hacer el cambio necesario para ser consciente de su propia Alma o Ego, y esto sólo se puede conseguir cuando dicho Ego se refleja en la mente. La mente es la intermediaria entre el Ego o Yo superior y el yo inferior o no-yo, y esto es lo primero que se debe imprimir en el cerebro para que comience el trabajo del desapego al cuerpo y al mundo físico. Cuando se encuentra el equilibrio entre los pares de opuestos es cuando el hombre comienza a liberase de su apasionamiento, temperamento, deseos, sentimientos, etc. A partir de ahí comienza el trabajo para gobernar la mente y para que ésta no se distraiga ni sea un impedimento para el desarrollo en su enfoque personal. Se trata de conseguir silenciarla en todo lo que no sea provechoso para el Ego, de impedir que adopte las formas personales que modifican su naturaleza superior, y de controlar el cuerpo de deseos ―deseos, sentimientos, emociones, pasiones…― que tanto obstruye que la luz del Ego se refleje en el cerebro. La naturaleza de la mente permite crear formas de pensamiento gracias a las cuales hemos construido el mundo en que vivimos, pero unidos a esas

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formas mentales siempre han estado los deseos y sentimientos personales que, al igual que las formas mentales, desaparecen después de la mente. El mundo es lo que es y nosotros somos lo que somos gracias a que la voluntad, mayormente egoísta, ha aprendido a utilizarla mente y el cuerpo de deseos, pero ahora de lo que se trata es de utilizar la voluntad con discernimiento sólo y exclusivamente para lo necesario respecto a lo material y siempre, desde el punto de vista del Ego, para lo espiritual.

El hombre tiene dos enemigos inmediatos a los que debe vencer: Primero, la naturaleza instintiva de las vidas que componen los diferentes cuerpos, que se hallan en un proceso de involución con tal de obtener la autoexpresión y autoconciencia, que impiden la expresión del verdadero Yo, y que es donde se enreda la mente personal en su hiperactividad pensante. Segundo, la herencia de deseos y mental que traemos de otras vidas como karma y que sólo en la medida que se controle se podrá liberar el ser interno de esas modificaciones y obstrucciones mentales que le impiden manifestarse. Esto, como es evidente, sólo se puede conseguir por medio de la concentración de la mente, por medio de la voluntad del Alma como observador y percibidor. Una vez conseguido esto gracias al esfuerzo y a la persistencia, se podrá comenzar a enfocar la mente cuando sea necesario y sólo en los deseos y formas mentales que se deseen crear dejando a la mente el resto del tiempo en un estado de inactividad personal que servirá para que se manifieste el Ego. La acción del hombre está basada en el fruto o pensamiento de la mente al cual va unido un deseo o sentimiento que, a su vez, actúa como personalidad que no permite que se exprese el Ego, por el contrario, el método oriental llamado Raja Yoga permite reemplazar esos pensamientos-deseos por la voluntad inteligente del Ego cuyo principio es el amor universal.

Hemos de deducir, evidentemente, que hay varios métodos de percepción o de adquirir conocimiento. Primero: El conocimiento que se adquiere por medio de las vibraciones de los sentidos y que llegan al cerebro; y segundo, el conocimiento que adquiere la persona psíquicamente desarrollada que, como Ego en su propio plano, usa correctamente a la mente como un sentido más. Se podría incluir la deducción, la imaginación y el conocimiento adquirido utilizado como ley de analogía para razonar algo y sacar una conclusión, pero no son medios de adquirir conocimiento directo. El único medio para alcanzar un conocimiento directo como persona es la mente, incluso un vidente centrado en la conciencia del Ego necesita a la mente para recibir la información de lo que quiera saber en los mundos donde se está evolucionando. Por eso de nada sirve la concentración o el hecho de dar vueltas a las cosas mentalmente cuando lo que se desea es el desarrollo espiritual relacionado con ese Ego o Yo superior. Así es que es necesario un perfecto control de la mente si queremos utilizarla como una herramienta para el propio desarrollo del Ego, por consiguiente, es necesario:1º.- Controlar las actividades de la mente como creadora de pensamientos automáticos, instintivos y sin control. 2º.- Estabilizar la mente para que el propio Ego pueda utilizarla como un nuevo sentido desde donde analizará los demás cuerpos.

Esta sería la mejor manera de adquirir conocimiento puesto que lo que llegue al cerebro sería analizado por la razón y la intuición que es el aspecto mental superior lo que, a su vez, trae como resultado una correcta transmisión del cerebro. Esta es la diferencia entre el conocimiento directo y lo que en oriente llaman “maya” o ilusión, es decir, una visión incorrecta porque falta la percepción del Ego.

Teniendo claro ya lo que es una correcta percepción y un correcto uso de la mente, no es necesario decir que la mente en blanco y que todo aquello que no esté dirigido por la voluntad y la conciencia no entra dentro de lo que un aspirante a la propia superación debe perseguir. Es necesario un persistente e incansable esfuerzo en la repetición voluntaria y consciente para aniquilar los malos hábitos de la mente y

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sus actividades personales y para imponer y reemplazarlas por las impresiones y actividades del Yo superior o Ego. Aquí no caben los entusiasmos ni las esperanzas, el sacrificio y el trabajo paciente son lo único que puede hacer del hombre un superhombre. Es el desapego a los conocimientos que nos llegan a través de la personalidad el que hace que los sentidos cumplan mejor su trabajo y el que libera al hombre del contacto sensorio normal para hacerse el capitán del barco, el observador que utiliza sus cuerpos y sus sentidos cómo y cuándo quiere. Solo cambiando las fluctuaciones de la mente y controlando la naturaleza psíquica inferior es como el hombre puede manifestar la vida del Alma en sus quehaceres cotidianos; sólo el correcto y persistente empleo de la voluntad puede alcanzar y mantener al hombre espiritual. Es necesario detener las actividades y manifestaciones de la mente que responden a la atracción del conocimiento personal y a los sentimientos, deseos y emociones, y para ello hay que hacer toda una serie de restricciones mentales. Como es lógico, si el objetivo es la unión con el Alma para después hacer lo mismo respecto a todas las Almas, en el trabajo no debe faltar el correcto discernimiento y el ardiente y elevado deseo de obtener los resultados mencionados y, en consecuencia, aniquilar la personalidad.

Estos trabajos que estamos mencionando son formas de concentración y meditación y tratan de enfocar la mente en una sola dirección para aquietar las actividades o modificaciones que se producen por medio de las impresiones externas o de los sentidos. Por tanto, cuando el aspirante controla la percepción de lo que transmiten los sentidos hasta tal punto que no afectan a la mente, el cerebro se calma en su actividad y la mente no se modifica sino que asume la voluntad del Yo superior. Esto trae consigo una intensa actividad interna basada en el enfoque voluntario y consciente en el aquí y ahora. Por consiguiente, esa actividad responde a las impresiones procedentes de los planos superiores a la mente, a la región abstracta del Mundo del Pensamiento. Estas impresiones abstractas o subjetivas aportan un nuevo conocimiento que descubren al hombre un mundo que nada tiene que ver con los sentidos ordinarios. Es lógico que el aspirante tarde en darse cuenta de este cambio y más aún cuando tenga caídas y vuelva a ser dominado por los deseos, emociones y hábitos personales, pero cuando progresiva y persistentemente se va practicando la concentración, la meditación y la contemplación, termina por “vivir” una vida contemplativa que transforma totalmente a la personalidad. Es decir, cuando el aspirante hace caso omiso y rechaza lo que le presentan los sentidos ante la mente, concentrando la misma sólo y exclusivamente cuándo y dónde él quiere, entonces deja de identificarse con ellos y queda libre del apego y apasionamiento del yo inferior. Esto, inevitablemente facilita aún más la concentración y estabilización de la mente. El apego a las formas materiales o la atracción de la forma por el Espíritu lleva casi a involucionar, por el contrario, la repulsión de la forma y su desapego a partir de la mente impulsa lleva a la evolución individual, de aquí que cuando el pensamiento del Ego está ocupado en su propio plano y en sus propios asuntos no sea posible el apego a las formas de los mundos inferiores.

Las modificaciones o actividades de la mente concreta ―personal― tienen su origen en el pasado conocido y experimentado, pero los obstáculos que más perjudican al desarrollo y control de la mente abstracta por parte del Ego son el deseo, el apego, la ignorancia, el sentido personal, el odio y otros muchos aspectos de la mente y del cuerpo de deseos que atan al pensador en su vida cotidiana; es decir, a las tendencias, hábitos de pensar y simientes de la memoria y del subconsciente. Es necesaria, por tanto, una actitud mental nueva por parte del pensador y sobre la mente para que repercuta sobre el cerebro. Esos obstáculos o distracciones de la mente que bien podríamos agrupar como “sutiles” ―impresiones― y groseras ―que afectan más directamente a la mente pensante― se pueden eliminar cuando se obtiene el control de la mente y una vez conocida y comprendida su naturaleza. Si dichos obstáculos o

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distracciones son el resultado de malos hábitos de pensar y del mal uso de la mente, está claro que es necesario crear nuevos y positivos hábitos de pensar, del discernimiento y de la atención voluntaria y consciente de la mente en lo subjetivo.

Puesto que estos hábitos relacionados con el cuerpo etérico ―por medio de la repetición― tienen su origen en la mente pensante personal y en los deseos y emociones, está claro que son los causantes de nuestro dolor y sufrimiento, por ejemplo: Cuando deseamos algo y no lo conseguimos o cuando nos molestamos y alteramos por una ofensa en vez de hacer oídos sordos o buscar su lado positivo. Dicho de otra forma, cuando el aspirante deja de identificarse con los sentidos y reconoce que él no es el que ve, oye y toca, entonces se separa de los sentidos y asume el papel de observador de los mismos, es decir, asume el papel de perceptor y Yo superior. A partir de ahí y una vez controlada la mente podrá utilizar las formas y actuar en el mundo físico sin sentirse engañado e identificado con todo ello. Respecto a la mente ocurre algo similar, el pensador debe pensar libremente ―sin ser inducido por la personalidad― y crear las formas mentales que estén en sintonía con su naturaleza superior o espiritual. El conocedor debe obtener conocimiento del mundo físico, de sus emociones y de todo campo de conocimiento que esté a su alcance sabiendo que él no es la mente, el observador observará sin identificarse con lo observado. Esta es la manera de que el Ego se libere del apego al mundo fenoménico y de que no le afecten los obstáculos y las actividades constantes y automáticas de la mente, a partir de aquí el aspirante utilizará el campo de los sentidos como medio para adquirir conocimiento de una manera consciente y para experimentar en busca de un mayor desarrollo moral, mental y espiritual. Si el mundo que conocemos ha sido construido en base a los pensamientos creados por el hombre, a partir de aquí, el aspirante deberá esforzarse por crear nuevos pensamientos que sirvan para el desarrollo de la humanidad y para estar en armonía con la voluntad de Dios.

4ª parte

El discernimiento es imprescindible y necesario para que el aspirante a la vida superior pueda alcanzar el nivel mencionado pues, el discernimiento es una de las formas de expresión del Ego. El discernimiento debe ser usado a diario para diferenciar entre las formas y la vida que habita en ellas; entre el cuerpo físico y el Alma; entre la personalidad y él como dueño y señor de sus cuerpos; para tomar conciencia de lo real y rechazar lo irreal; para utilizar sus vehículos en sentido amoroso y servicial respecto a la humanidad; y para ocuparse en todo momento de las cosas del Espíritu y no de lo personal como hasta ahora lo venía haciendo. Esta práctica constante diaria hará que el aspirante penetre en un nuevo mundo que nada tiene que ver con lo personal. De un modo general ya hemos dicho que la concentración, la meditación y la contemplación ―entre otros― son necesarias para el desarrollo del aspirante espiritual, pero analizándolo detenidamente y basándonos en parte en las enseñanzas orientales, hay otros métodos que analizaremos más detalladamente. Uno de ellos es la meditación sobre lo interno, el retraimiento de los sentidos que pone al aspirante por encima de sus diferentes cuerpos a la vez que se cultiva una correcta actitud o expresión de dichos cuerpos. El segundo es la concentración o fijación de la mente porque con esta práctica la mente es controlada, ordenada y utilizada solo cuando es necesario, silenciándola mientras tanto. El tercero es la meditación que sirve para que el pensador utilice la mente para transmitir al cerebro los pensamientos e ideas abstractas y los ideales elevados que lleven al desarrollo subjetivo. Y el cuarto es la contemplación que sirve para que el hombre contemple, estudie y medite sobre los asuntos del Alma y de Dios para luego transmitirlo al cerebro.

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Se dice que como el hombre piensa así es él, o sea, lo que se manifiesta objetiva y físicamente es siempre el resultado de un pensamiento, está claro que según sea el pensamiento o la idea así es el carácter o el propósito que la persona tiene en la vida. Hay pensamientos ―la mayoría de ellos― que se concretan y actúan en el mundo físico y hay otros que colaboran y ayudan a que la personalidad se úna con el Yo superior; de aquí que cuando el aspirante descubre que muchos de sus pensamientos no van en la línea del desarrollo espiritual deba esforzarse por atar a la mente para que su actividad no solo sea la de hacer bien sino que también sea la de no hacer mal de ninguna manera. Esta es la base para que la línea de actuación de cada individuo que se deja llevar por la personalidad, sea nueva y productiva para el Alma; a su vez, es también la manera de dominar a los sentidos para que su expresión no sea independiente de la voluntad del aspirante. Si a esto añadimos una correcta conducta externa, una rectitud de sentimientos y deseos y una pureza interna, veremos cómo la conciencia se centra en la cabeza para dirigirse solamente hacia arriba y hacia adentro, convirtiendo a la mente en el único campo de actividad del Ego. Esto es perder de vista todo sentido de separatividad ―de la personalidad― para centrarse en sí mismo como Yo superior, es actuar como desea el propio Ego.

Ya hemos mencionado ―y ampliaremos después― la importancia que tiene la meditación respecto al control de la mente, pero es necesario detallar algunos aspectos de la misma para facilitar el trabajo. Cuando, a partir del cerebro, tratamos de meditar sobre algo externo se aprecia lo siguiente:1º.- Que el cerebro se hace consciente del objeto u motivo de la meditación, lo que induce a la mente a actuar o a crear pensamientos sobre lo que está viendo.2º.- Como el aspirante sabe que no debe permitir que la mente actúe y piense por sí misma, pone su voluntad de por medio para anular dicha actividad y creación de formas de pensamiento.3º.- Esta respuesta inmediata hace ver al aspirante que está identificado con el Ego o pensador en su propio plano, y como resulta que la mente ya está controlada y el objeto de la meditación ya no induce a la mente a actuar, entonces es cuando se percibe la realidad del objeto.

Esto significa que al estar la mente bajo el control del Ego, éste puede imprimir en el cerebro lo que es observado por la mente controlada. Esta actitud de meditación debería practicarse en todo momento, los primeros pasos no son nada fáciles pero rápidamente se aprecia cierta satisfacción interna como recompensa. Una vez que se crea el hábito de recogerse internamente y la capacidad de rechazar las actividades de la mente todo parece más fácil, a esto solo cabe añadir el aspecto espiritual y devocional como hijos de Dios que somos y hermanos de Espíritu.

Si bien, tanto Patanjali como Buda, enseñaron las técnicas o métodos de la meditación haciendo las correspondientes distinciones de clases dentro de las mismas, hoy diferentes escritores, filósofos y psicólogos llevan a la práctica estudios que demuestran que la meditación no sólo es buena desde el punto de vista esotérico y espiritual, sino que también lo es respecto a la autoestima, autoayuda, el estrés y otras enfermedades psicológicas. Es necesario aclarar que estas personas se han dedicado principalmente a estudiar los efectos de la llamada “meditación introspectiva”, en el momento presente ―aquí y ahora― y con atención plena. En la meditación introspectiva es necesario observar cuatro aspectos internos:1º.- Observar aquello que hace que el cuerpo físico se mueva, es decir, la mente puesto que observando los movimientos del cuerpo se aprecia la actividad de la mente y, evidentemente, la intención o voluntad que hace que ésta actúe.2º.- Observar las sensaciones ―agradables, desagradables o neutras― que causan el apego que el hombre tiene a los objetos de los sentidos. 3º.- Observar la atracción, indiferencia o repulsión que aparece en el pensamiento.

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4º.- Observar el apego mental ante los hechos ―preocupación, simpatía, duda, inquietud, etc.―

Observando estos aspectos es como el aspirante puede actuar sobre la atracción o repulsión hacia los objetos y equilibrar la energía, la concentración y la atención en ese momento presente. El fin de esta meditación no es otro que desarrollar la atención consciente y voluntaria en el ahora para facilitar la expresión del Alma.

Esta atención consciente en el presente o ahora trata de observar el flujo de los objetos ante la mente, es un entrenamiento para ir en contra de la rutina mental o corriente de respuestas habituales en cada acción y reacción. Esta meditación entrena a la atención para que esté expectante a cada movimiento de la mente para así investigar cuidadosamente cómo actúa, lo que trae consigo una reducción de la actividad mental a la vez que se controlan los movimientos físicos. Con la práctica se va desarrollando la capacidad de observar los objetos según se van presentando ante la consciencia en cada momento presente para unir y coordinar lo físico y lo mental y así crear un nuevo patrón de comportamiento. Este método desarrolla una comprensión cada vez más clara que permite eliminar los obstáculos contaminantes de la mente a la vez que ayuda a recordar al aspirante que debe recordarse a sí mismo ―lo que está haciendo― y comprender lo que pasa en su mente. La meditación permite darse cuenta de las reacciones de la mente ante lo que se presenta en la consciencia. Cuando se pierde la atención en el ahora y la mente se apega a un estímulo o sensación agradable, o se molesta por otra desagradable, la comprensión clara que tenga el individuo hace que la atención sea plena de nuevo en el asunto presente. Esta atención clara o sabiduría interna hace actuar en verdad, mientras que la atención produce la observación correcta; ambas indican cómo hay que proceder en cualquier situación, pero dicha sabiduría evita que surja la ilusión y el interés por aquello que desvía o contamina la atención. La consciencia, como sabiduría y comprensión, debe estar informada por la atención plena en todo momento de los estados emocionales, sensaciones y estímulos que puedan afectar al aspirante.

La mente siempre está inquieta y rara vez se relaja, estamos casi todo el día abrumados por los obstáculos y distorsiones mentales fruto de los intereses, preocupaciones, problemas sociales y un sinfín de cosas más. En la mayoría de las personas, la mente actúa como hace cientos de años o peor porque no tiene el apoyo de una actitud sana y una dirección inteligente, por eso se distrae y anda de un lado para otro sin control y pensando por su propia cuenta. La mente, como si fuera un sentido más, tiene unas cualidades y características que permiten moldearla y desarrollar sus habilidades para que pueda hacer su trabajo de una manera más relajada y natural. Los medios más importantes para hacer este trabajo son la meditación a, la cual y a su vez, podríamos dividir en dos tipos:1º.- La meditación o entrenamiento mental que mediante la concentración permite alcanzar la paz y cierto estado de felicidad interna a la vez que elimina temporalmente las pasiones y distorsiones mentales.2º.- La meditación de introspección que desarrolla la atención plena y otros niveles de conocimiento con el fin de que aparezca la sabiduría interna que es la destructora de la ignorancia, del sufrimiento y del apego.

Un correcto uso de la tención observa la actividad de la mente e impide que las sensaciones perjudiciales para el desarrollo intervengan en la misma. Pero es la sabiduría interna la que puede erradicar definitivamente esos obstáculos de la mente de acuerdo al estado de conciencia, de aquí que sea la meditación introspectiva la que facilite la observación de los aspectos de la realidad no convencional.

5ª parte

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Quien quiera entrenar a la mente para que haga una correcta meditación introspectiva deberá tener en cuenta las siguientes sugerencias: 1ª.- Al principio deberá concentrar su atención en los movimientos del cuerpo, es decir, como si fuera a aprender a andar, a sentarse, a comer o cualquier otra actividad a modo de vivir más plenamente la experiencia. Es fundamental que haya esfuerzo por prestar atención de una manera consciente y voluntaria en cada instante.2ª.- Es aspirante no se debe desanimar sino que debe persistir de una forma tranquila y despacio pero sin pausa. Lo importantes es que cuando se dé cuenta de que su atención se ha distraído y que no es concentrada vuelva a concentrarla plenamente en el ahora y sobre lo que esté haciendo.3ª.- Los obstáculos, los vicios, las sensaciones ―sean cuales sean― tienen que ser afrontadas como un desafío, sin embargo, lo único que se debe hacer es analizarlas y anotar que existen y no crear actividad mental para derrotarlas.4ª.- Tampoco se debe practicar esta clase de meditación con el fin de adquirir cuanto antes algún desarrollo o poderes; en la práctica inicial solo se necesita poner la atención en el entrenamiento personal sin entrar en juicios.5ª.- En las primeras prácticas y a modo de concentrar la mente conviene etiquetar las actividades que se hagan, por ejemplo, si se está masticando, se puede repetir mentalmente: masticando, masticando… Esto mantiene a la mente ocupada y facilita su observación más detenidamente para así aminorar su actividad; con la práctica ya no será necesario etiquetar nada porque la mente se concentrará sola y sin apenas esfuerzo.

A la mente no se la puede manipular como a un objeto cualquiera y no es fácil observar lo que hace si no se la entrena y trabaja, de ahí que la meditación introspectiva intente y consiga entenderla y ver en cada momento cómo actúa frente a las impresiones y sensaciones. Es la atención plenamente enfocada la que consigue hacer esto porque, atendiendo a su actividad en cada instante, permite conocerla. Está claro que el darnos cuenta que está activa en algún objeto u asunto, significa que existe y que está en algún lugar, pero lo que interesa averiguar es qué es lo que la entretiene, obsesiona e influye para poder eliminarlo como actividad. De lo que se trata es de utilizarla en lo verdaderamente importante para nuestro progreso ―de forma voluntaria y consciente― y de concentrarla a modo de atención plena en todo lo demás pero sin emitir juicio alguno. Debe quedar claro que el propósito no es una atención general a la espera de que la mente actúe ante un objeto o sensación, sino de interrumpir la sucesión de pensamientos y actitudes para observarla y controlarla. Si cuando estamos meditando vemos que la mente divaga o se desvía del asunto para pensar en otras cosas, hay que tomar nota de ello y hacer que regrese o que no piense en nada ―si no es necesario― concentrándola como atención en lo que estemos haciendo o en algo interno ―como por ejemplo la respiración― en el caso de que no hagamos nada. Incluso cuando la mente está en calma hay que ser conscientes ―poner atención― de ello sin apegarse ni emitir juicio al respecto. Lo mismo ocurre respecto a lo que percibimos por medio de los sentidos, la mente puede irse a escuchar un ruido o a ver algo atractivo, pero nosotros debemos ser conscientes de ello y hacer que vuelva a donde estaba. Es la consciencia y sabiduría interna las que tienen que enfocar la atención sobre lo verdaderamente útil para el desarrollo del Alma.

La práctica de la meditación introspectiva o de atención plena tiene un efecto similar a una luz que de pronto se enciende en la oscuridad porque revela e intensifica lo que esté presente. La atención general que tenemos en nuestra vida cotidiana es una especie de conciencia alerta pero confusa, mientras que la atención concentrada o plena es algo así como el estado mental que tiene una persona cuando, por ejemplo, sabe que algo va a salir por determinado sitio y no sabe lo que es, o el que tiene que atravesar un precipicio sobre tronco sabiendo que puede caer y perder la vida. Muchas

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personas piensan que prestan mucha atención a las cosas y a los hechos cuando en realidad solo practican una tención general influenciada por el pasado y el futuro pero sin centrarse plenamente en el presente. La atención general trae consigo una verdad convencional del objeto, una comprensión clara pero mezclada e influenciada por lo conocido y por otras actividades mentales; la atención plena y consciente trae la verdad o realidad última, una consciencia alerta que permite corregir el objeto sin ninguna duda.

Hay un aspecto mental que requiere especial atención sobre todo para los que llevan poco tiempo practicando la meditación, este es el dolor o sufrimiento que surge por determinados sentimientos, deseos o emociones. Suele ocurrir que en la meditación introspectiva aparezcan sucesos del pasado, o de un futuro imaginario en ese momento presente o aquí y ahora. Entonces la conciencia se da cuenta y observa cómo trae una emoción consigo y cómo produce un cambio en la atención haciendo que la mente sufra, si en ese momento de confusión se concentra la atención voluntaria y conscientemente, el dolor cesa. El recuerdo, la planificación o la imaginación no pertenecen a la atención plena sino que pertenecen más bien a las actividades de la mente respecto al pasado y al futuro; son más reales para la atención plena la atención de los sentidos que todo eso. Por tanto, tampoco se debe permitir que la mente se entretenga en esas cosas, es preferible que se enfoque como atención plena en lo que se esté haciendo.

La meditación consiste en vivir y experimentar los hechos tal y como están sucediendo en el momento presente pero sin intentar ejercer control alguno sobre ello. El practicante tampoco se centra en un pensamiento para transformarlo, sino que se centra en el objeto ―pensamiento, hecho actividad― en sí mismo sin querer transformarlo ni eliminarlo. Esto hace que se acepten los hechos tal y como suceden sin evitarlo siquiera por el hecho de ser desagradable, así los hechos suceden completa y naturalmente para que sean vividos y experimentados en el aquí y ahora. Esta meditación también hace que el aspirante se centre en lo que esté viendo en vez de centrarse en las actividades que la mente hace de la experiencia, hace que la persona se centre en lo que siente y percibe sin utilizar las palabras para interpretarlo o sustituirlo, hace que la persona se limite a observar y experimentar lo que el objeto o hecho le sugiere sin ejercer control sobre esas sensaciones. Se trata de aceptar las experiencias tal y como son ―agradables o lo contrario― sin emitir juicios sobre su naturaleza buena o mala ni ninguna otra comparativa. El objetivo no es reducir o controlar el malestar ―culpa, miedo, enfado, tristeza, violencia…― sino experimentarlos tal y como aparecen en la mente.

Cuando diferentes autores actuales hablan del poder del “ahora” y de la “atención plena” están hablando de la meditación introspectiva, una experiencia contemplativa que, observando atentamente el ahora, acepta la experiencia tal como es sin hacer juicio ni valoración; una forma de estar en el mundo sin prejuicios, que plantea positivamente como orientar la atención y la actividad según sea cada situación. Pocas son las personas que no se identifican con su mente, con esa voz que habla dentro de nosotros, que no da un minuto de tregua y que siempre está analizando, evaluando, criticando, gozando en los placeres, fantaseando o imaginando entre sus deseos y su futuro. Toda esta actividad mental o de identificación con los pensamientos hace que nos identifiquemos con el mundo externo o mejor dicho, con la imagen que tenemos de las cosas. La famosa frase de Descartes “Pienso, luego existo” va en esta línea en sentido de equipara el hecho de “pensar” con “ser”, o sea, soy porque pienso. Pero en realidad el hecho de “pensar” es una actividad de la mente mientras que el “ser” asume el papel de observador o pensador. Si no fuera así ¿Quién es entonces el que escucha la voz dentro de nosotros? ¿Quién es quién se da cuenta de que la mente no para de pensar por sí misma? ¿No es lógico pensar

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entonces que la conciencia que dice “existo” no es la misma que piensa? ¿No es lógico que este ser ―consciencia-voluntad― pertenezca a una dimensión o mundo superior al del pensamiento?

Aunque una persona pretenda no reaccionar ante las ofensas, la mente reacciona; aunque se pretenda no criticar ni juzgar, la mente critica y juzga; aunque se pretenda olvidar un mal recuerdo, la mente lo recuerda y sufre. Y es que la respuesta automática de la mente no discrimina entre una sensación o estímulo y una respuesta. En la respuesta automática no hay consciencia ni suele haber voluntad, es decir, no interviene el Ego ni siquiera para discernir. Si nos observamos detenidamente de vez en cuando a lo largo del día nos daremos cuenta que parecemos marionetas bajo la dirección de los pensamientos, de la mente, de los deseos y de las emociones. Esta es la razón por la que escritores, filósofos, psicólogos y otros profesionales están utilizando técnicas orientales como la concentración, la atención plena de la meditación introspectiva o la auto-observación con el fin de conocernos, analizarnos, gobernar la mente y crear espacios entre las secuencias de pensamientos, entre los estímulos externos e internos y las respuestas internas y externas. Estas técnicas o meditación aportan tiempo para responder y para actuar de una forma más habilidosa, cortan los hilos de la marioneta, crean espacios vacíos para que se exprese el Alma y nos hace conscientes de nuestra vida para que la vivamos más plenamente y con más libertad de ataduras y apegos.

6ª parte

Aunque gracias a la mente adquirimos conocimiento y bienestar, también su carácter respondiente, automático e independiente nos ha traído y nos trae dolor y problemas que se convierten en obstáculos para el desarrollo del Ego. Cuando algo la atrae intenta conseguirlo, si algo la puede perjudicar huye de ello o lo elimina; pero esta forma ignorante de actuar ―sin voluntad y consciencia en la atención que se debe poner― nos trae sufrimiento muchas veces. El aspecto de “atención plena” de la meditación budista introspectiva desarrolla la habilidad de estar presente ―de forma independiente e inalterable― ante la experiencia, objeto o estímulo, por lo que la mente deja de responder de esa forma indiscriminada y automática. La atención plena entrena a la persona para que se diferencie de sus deseos, sentimientos, emociones y pensamientos y para no dejarse arrastrar por ellos; es decir, ser atentamente conscientes en el aquí y en el ahora. ¿Es posible un estado mental de serenidad, paz y silencio? El primer objetivo de la atención plena es precisamente ese, aquietar, calmar y relajar la mente o incluso silenciarla cuando sea necesario. Para ello lo primero es aprender a concentrar la mente sobre un objeto de meditación, volviendo a enfocarla tantas veces como se aparte de dicho objeto; con ello se alcanza el estado mental de Samadhi que llaman los budistas, esto es: paz, serenidad, tranquilidad y quietud.

Es a partir de alcanzar cierto grado de concentración cuando se debe comenzar a practicar la “atención plena”. La atención plena:1º.- Trata de adoptar un tipo de relación con las experiencias cuya actitud sea la de:

a) Curiosidad por el objeto, sensación, emoción o pensamiento.b) Abrirse ante elloc) Aceptarlo, sea agradable o no y sin reaccionar ante ello.

2º.- Es consciencia de los hechos pero sin quedar absortos en nuestros propios pensamientos ni divagar sobre el pasado ni el futuro, ni emitir juicios y valoraciones.3º.- Es dirigir la atención voluntaria y conscientemente a algo y volver a hacer lo mismo desde el mismo momento en que la atención se disperse o desvíe.4º.- No es desarrollar un testigo imparcial, sino que se trata de experimentar el cuerpo y la mente de una forma íntima.

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5º.- Trata de tener espacio y tiempo para discriminar conscientemente y así elegir lo que ayude al desarrollo del Yo superior y dejar morir por inanición lo que pueda perjudicar.6º.- Permite ser conscientes de nuestra actitud interna, darnos cuenta, discernir y diferenciarnos para no identificarnos con ella.7º.- No trata de dejar de pensar ―aunque sí sólo cuando se quiera y sea necesario― o rechazar los eventos desagradables, sino que trata de aprender a estar conscientemente en nosotros mismos de una manera viva, intensa y profunda.8º.- Trata de eliminar la mente automática e independiente de la consciencia para tener presencia ante nuestros deseos, recuerdos, emociones y pensamientos.

¿Cuántas cosas hacemos durante el día sin que nuestra consciencia esté presente? ¿Cuántas sin intención y sin atención completa? Estoy utilizando el ordenador para escribir y mi mente quiere estar en otras varias cosas a la vez, y como este ejemplo mil cosas más al cabo del día. La atención plena no es estar atentos a los cinco sentidos ―seis con la mente― sino solo al más utilizado o más importante, o a la sensación que nos interese; atención plena es no estar distraído ―darnos cuenta de lo que hace la mente o lo que sentimos y centrarnos voluntaria y conscientemente en lo que interese― La atención plena entrena a los aspirantes para que puedan identificar conscientemente y en el aquí y ahora y de la forma más directa posible sus propias cogniciones, emociones, sensaciones y pensamiento para diferenciarlas de su propio lenguaje y de sus prejuicios que le esclavizan; no trata de explicar o de dar sentido a las conductas y expresiones. No hay que preguntarse si se está haciendo bien o mal, simplemente esté atento al aquí y ahora, por tanto, sienta el presente y no categorice a catalogue si quiere vivir en la armonía del ser. La atención plena hace que nos demos cuenta de cuándo estamos atrapados por los patrones de pensamiento para así salir de ellos y prestar atención a lo que nos interese.

La meditación no es una simple serie de ejercicios, y menos aún físicos, es el cultivo de la atención plena que se puede aplicar constantemente en cada ahora de la vida cotidiana. Los pensamientos, las palaras y las acciones tienen su origen en la mente; todo lo que experimentamos tiene una relación íntima con la mente; todas las expresiones son dirigidas por la mente porque la mente es su creadora y su ama. Por eso en la literatura sagrada budista se dice: “Actúa o habla con una mente impura y el sufrimiento te seguirá como las ruedas de la carreta siguen a las patas del buey; actúa o habla con una mente pura y la felicidad te seguirá como tu propia sombra te sigue sin apartarse de ti.” Una vida poco espiritualizada está llena de ignorancia y dedicada a vicios y satisfacciones de deseos materiales e impuros, o lo que es lo mismo, dedicada a toda clase de impurezas mentales. Estas personas expresan negatividad, egoísmo y materialismo en pensamiento, palabra y obra. Como fruto de su mente impura, sin embargo, cuando espiritualizamos el carácter y purificamos la mente experimentamos una gran felicidad interna libre de remordimientos, juicio, dolor, etc.

La atención plena es la base fundamental de la meditación introspectiva comúnmente llamada Vipassana, y ésta recuerda a quien medita que debe prestar atención al objeto apropiado en el momento apropiado para así obtener un estado de calma y de alerta que impida la manifestación de obstáculos que distraigan a la mente. Cuando la atención plena elimina dichos obstáculos ―odio, lujuria, egoísmo, crítica…― los ideales más elevados toman su lugar; de ahí que se diga que esta clase de meditación acrecienta la sabiduría y la compasión. Dentro de la naturaleza personal del ser humano hay un mecanismo que percibe y se interesa por lo “bueno” y que rechaza lo “malo”. Aunque esta meditación implica no enjuiciamiento ni valoración, cuando es algo importante para el propio desarrollo espiritual, es evidente que rechacemos lo que nos estorba porque captan la atención, porque son compulsivos, porque se apoderan de la mente y porque cuando la mente se pone a dar vueltas

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sobre ellos impiden que podamos vivir la vida plenamente y que veamos la realidad. Cuando la atención plena está presente, lo hace sobre la realidad de ese momento dado y, por tanto, contra esas actividades y obstáculos de la mente. Cuando la atención se debilita surge el apego a las formas y la resistencia a nuestra voluntad obscureciendo así nuestra percepción, pero también es la atención la que hace que nos demos cuenta que nuestra voluntad e intención se han debilitado y actúe como un antídoto contra la resistencia y la debilidad. Cuando se desarrolla la atención plena el desapego a las formas es total, nos sentimos libres de los obstáculos y estamos preparados para liberarnos de nuestras debilidades humanas.

Esta meditación budista ve las cosas profundamente y por debajo de las ideas y de los conceptos, evita la confusión y nos muestra la realidad, mantiene a raya los obstáculos mentales y los elimina, y se manifiesta como una atención firme y persistente difícil de debilitar o desviar. Cuando aceptamos el hecho presente en el ahora estamos dejando un espacio para ello en vez de permitir que la mente cree otra situación, permitimos que lo que es sea ante nuestra atención para luego responder voluntaria y conscientemente si la ocasión lo requiere. Nuestra atención tiene el poder de transformarnos, de hacernos sentir armonía y felicidad o lo contrario, por eso es necesario observar atentamente sin cambiar lo que percibimos con nuestros conceptos, críticas o interpretaciones. Las reglas básicas para tener una atención plena son:

1º.- Permitir que las cosas sean como son y no intentar cambiarlas.2º.- Observar sin escoger y sin reaccionar3º.- Experimentar y vivir lo que se está sintiendo y pensando.4º.- Estar siempre alerta utilizando todos los sentidos5º.- Identificar y evitar que haya automatismo en las acciones y en los pensamientos6º.- Estar siempre pendiente de cada situación.

Alguien puede pensar que esta técnica no permite tener libertad de elección pero no es así porque el aspirante siempre puede elegir en qué implicarse o sobre qué actuar u observar. De hecho estos son algunos de los beneficios que aportan la meditación y la atención plena:

1º.- Evita y reduce la respuesta automática y la impulsividad2º.- Reduce el sufrimiento gracias a que potencia la auto-conciencia3º.- Hace la realidad tal como es disfrutando del estrés y de las distracciones de la mente a la vez que aumenta el poder de la concentración5º.- Desarrolla la responsabilidad y la espiritualidad6º.- Fortalece ante la adversidad y ayuda a ponerse objetivos más realistas7º.- Evita el sufrimiento y acepta la realidad tal como es.

7ª parte

Los métodos de desarrollo que se centran en el aquí y ahora inducen al aspirante a un estado de “no pensamiento” con tal de facilitar la conexión con las vivencias internas; es más, permiten que la persona entre en contacto directo con el significado real de las vivencias y que pueda crear otras nuevas como respuesta. Algún sabio dijo: “El mundo está ahí, lo único que debemos hacer es vaciar nuestras mentes y abrirnos para percibirlo y experimentarlo.” Y es que es mucho lo que se puede averiguar del mundo por el simple hecho de prestarle atención y ser perfectamente consciente de lo que se vive. Algunos piensan que la meditación solo sirve para dejar la mente en blanco, para relajarse, para adquirir cierta paz interna o para escapar de la realidad, sin embargo, eso son solo efectos secundarios puesto que esta práctica busca la realidad y conocer el funcionamiento de la mente. La

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meditación Vipassana permite ver la realidad después de descubrir las causas profundas de nuestro sufrimiento y de eliminar la confusión mental; consiste en volver una y otra vez al objeto o experiencia inmediata de la realidad en el aquí y ahora. En ella nos encontramos solos, como un yo, para observar lo que nos transmiten los sentidos y que la mente hace creer que es cierto. El pasado está pasado, el futuro es presente cuando llegue, por tanto, la única realidad es el presente, en el que mente, cuerpo y Alma están alineados; de aquí que la atención plena desee que se vuelva cuantas veces sea necesario a ese espacio de apertura e intimidad con el aquí y ahora. Atención plena no requiere nada en particular para su práctica, da igual prestar atención a la respiración para silenciar la mente que hacerlo cuando se anda o se hace cualquier otra actividad; solo es necesario que la mente esté centrada en lo que está sucediendo en ese momento para ser consciente de ello ―observar cómo la mano coge un vaso, cómo masticamos, vivir un dolor que tenemos, sentir cómo se apoyan los pies cuando se anda, escuchar cierto sonido, o ver qué comenta la mente cuando hacemos cualquier cosa―

La atención plena se para automáticamente y se distorsiona desde el mismo momento en que añadimos algo a la experiencia. No se centra en el yo inferior ni acepta conceptos como “yo” o “mí”, no trata de conseguir nada ni de llegar a ningún objetivo en particular. Cuando en la experiencia metemos al yo distorsionamos la realidad porque con el yo creamos la dualidad. Pongamos un ejemplo: Una persona tiene una economía que le permite tener y hacer las cosas más comunes pero desea ganar más dinero para permitirse ciertos lujos. La atención plena es partidaria de vivir el presente aprovechado las oportunidades con un discernimiento consciente pero no de crear ―forzar― una dualidad por el hecho de emprender una serie de actitudes que puedan traer resultados buenos pero también malos o preocupaciones o incluso disgustos y sufrimientos; por tanto, el objetivo es ser uno mismo. Otra manera de crear dualidad y, por consiguiente, de desviar la atención fuera del aquí y ahora sería que mientras yo escribo estas líneas esté pensando en que tengo que hacer otro trabajo y cuando esté haciendo el mismo esté pensando en que tengo que cobrarlo.

Así es que la atención plena es una observación constante donde uno contempla las propias sensaciones, sentimientos, emociones y pensamientos pero sin intervenir ellos. Cuando alguien mira por la ventana y observa que llueve es fácil que piense “¡Está lloviendo!” pero suele ocurrir, en la mayoría de los casos, que esa persona se hace consciente de que llueve pero no de que ha creado ese pensamiento. La atención plena sobre uno mismo hace que el pensador se dé cuenta de que su mente ha creado dicho pensamiento, o lo que es lo mismo, se acerca al estado de conciencia del propio Ego. Supongamos que roban a una persona y que ésta, automática e instintivamente, maldice al ladrón en ese momento, al rato él mismo se da cuenta de que está muy alterado y piensa “tengo que tranquilizarme”; hasta aquí estamos hablando de la reacción normal de cualquier persona mientras que si aplicamos la atención plena en ese momento, seríamos conscientes de todo y nos daríamos cuenta de que la mente ha pensado que necesita tranquilizarse. Lo positivo de la atención plena en estos casos es que hubiéramos evitado la maledicencia y hubiéramos controlado a la mente en sentido de utilizarla o no utilizarla y hacerlo para bien o para mal; sabiendo, por supuesto, que si elegimos pensar o actuar mal es crearnos un karma negativo. La atención plena puede ayudarnos muchísimo a acelerar nuestro desarrollo espiritual gracias a que nos hace conscientes de nuestras respuestas en pensamiento, sentimientos, emociones, palabras y, por tanto, acciones.

La atención plena de la meditación Vipassana también consiste en no estar pendiente de los recuerdos pasados ni de los proyectos futuros, lo correcto es que la atención esté en lo interno y, como mucho, pensar en el pasado cuando se da uno cuenta de que la atención no es plena y está en otra cosas que no es el presente o

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ahora. Cuando no nos dejamos atrapar por las impresiones, emociones o pensamientos, y tampoco nos apegamos ni nos identificamos con ello, estamos en el ahora con atención plena. Cuando un practicante de esta meditación no evalúa, enjuicia ni interviene en lo que observa, se va dando cuenta progresivamente de que sus pensamientos no reflejan la realidad de lo que se percibe sino que son simplemente pensamientos creados por la mente. Esto es algo así como crear un vacío entre el hecho u objeto y el practicante de atención plena, lo que facilita la capacidad de auto-observarse y ver sus reacciones, lo que no es otra cosa que distinguir la realidad de lo que no lo es. Atención significa “atender a”, “estar con”, y esta atención implica la presencia de la mente por encima de los sentidos aunque como un sentido más para el Ego. Cuando estamos atentos a lo que perciben nuestros ojos nos hacemos conscientes de los objetos percibidos y de la relación que hay entre ellos y los ojos e incluso de cómo nos relacionamos con dichos objetos y cuáles son las reacciones internas que se producen.

La cualidad de comprensión y de atención de la mente tiene relación con la conciencia, con el Ego, que es aquello que observa la realidad y presta atención sin ser emociones ni pensamientos. Es el Ego o Yo superior el que puede y debería observar los pensamientos que pasan por la mente para así ser consciente de que él no es la mente. El desarrollo de la meditación Vipassana y la atención plena ayudan a que la personalidad se convierta en observador de sí mismo y en pensador voluntario y consciente a la vez que se desapega de los pensamientos y de las emociones. La meditación, en su aspecto de “atención plena”:

1º.- Es ser conscientes ―como observadores― de la obra que se está representando en lo interno ―deseos, emociones, acciones y pensamientos automáticos, respuesta a las impresiones y sensaciones, etc.― incluyendo sus personajes o yoes inferiores.2º.- Es prestar atención a todo lo que ocurre en lo interno constantemente y de forma voluntaria y consciente para poder ver la realidad.3º.- Es la visión o intuición respecto a todo cuando existe pero que se pierde desde el mismo momento en que emitimos un juicio o valoración o designamos con palabras el objeto o hecho observado. 4º.- En la atención plena no hay yo definido que observar sino que trata de que el verdadero Yo superior se haga presente en cada instante de nuestra vida.

8ª parte

Si recordamos a una persona estamos recordando, y si nos hacemos conscientes de que estamos recordando estamos practicando la atención plena. Con esta práctica constante en el aquí y ahora nos damos cuenta de qué deseos, sentimientos, pasiones vicios, etc. dominan la mente y cómo responde ésta ante ellos. Por tanto, la atención plena ayuda a expulsar de nuestra vida toda la maldad y todo aquello que nos tienta y que hace que nos creemos unos destinos kármicos de dolor y de pruebas. Si la concentración es enfocar la mente en un punto y no dejar que se desvíe, la atención plena es prestar atención a lo interno sin emitir pensamientos, libre de malos sentimientos y llena de amor y compasión. La concentración puede llevar a aspectos negativos como el egoísmo, mientras que en la atención plena no tiene que haber intención sino ser y vivir el presente como un observador desde los planos espirituales. La concentración necesita un objeto para fijarse, mientras que la atención no necesita nada especial, simplemente se observa lo que pasa por la mente y los cambios que se producen en lo interno sin implicarse en ello por ningún medio. En la atención plena no se lucha por ni contra nada porque esa misma lucha o clase de implicación nos apega al objeto, por tanto, es un esfuerzo sin esfuerzo. En esta práctica no tiene presencia el “mí” ni el “yo personal”, de ahí que se puedan ver las cosas tal y como son en realidad y por esto, cuando la atención plena se desvía,

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vuelve al objeto de atención sin lucha y sin esfuerzo. La atención plena es aceptar lo observado con paciencia, comprensión, amor y compasión por nosotros mismos.

Hay dos clases de atención, la automática que todo el mundo practica y la meditativa que, a su vez, puede ser activa o pasiva a voluntad. En la atención simple apenas se registra lo que está sucediendo a nuestro alrededor y no hay casi reacción, mientras que en la meditativa o atención plena se registra todo y se controlan las reacciones externas e internas incluidos los pensamientos. Pongamos en práctica la atención plena en este mismo momento ¿Dónde tiene la atención el lector? ¿La tiene en lo que perciben los ojos o quizás en un ruido que percibe por los oídos? ¿Qué sensaciones recibe? Preste atención y concéntrese en lo que percibe por algún sentido y note y viva las sensaciones que recibe sin emitir juicios a la vez que evita que la mente piense por sí misma. Luego cambie a otro sentido y haga lo mismo sin permitir que la mente se vea arrastrada ni que piense nada más que cuando usted quiera. A esto le podríamos llamar una cadena de sucesos con sus correspondientes impresiones o sensaciones, sin embargo, la atención plena permite interceptarlas cuando se quiera y dejar la mente en silencio para sentir la paz y la libertad. En realidad lo que vivimos, sentimos y expresamos en cada momento presente o ahora tiene sus causas en el pasado conocido y experimentado, todo es una constante causa-efecto que nos domina y ata, pero con la atención plena eso se puede evitar creando esos espacios vacíos de paz y libertad y pensando sólo y exclusivamente lo que es beneficioso para el desarrollo del Alma.

La atención plena capta los sentimientos y los puede evitar o controlar para que no lleguen ni obliguen a la mente a pensar, que es lo que normalmente ocurre. Los sentimientos pueden tener a las personas todo el día entretenidas en evaluaciones, disyuntivas, etc., pero si la atención plena observa el sentimiento y no interviene sino que simplemente deja que pase, lo único que habrá ocurrido es que ha tomado conciencia de él y que se está practicando el desapasionamiento o desapego. A su vez, la mente y el corazón serán más libres y abiertos a otras influencias superiores como son el amor, la compasión, el servicio a la humanidad o la tolerancia entre otros muchos. Como ya hemos dicho, la mente está todo el día entretenida con cosas, hechos o recuerdos que, o bien la atraen o bien la disgustan, estas actitudes hacen que el hombre pierda su equilibrio y que sufra psicológicamente. En la atención plena debe haber esfuerzo, concentración y atención para que haya armonía y equilibrio; una meditación sin calma serena no suele dar resultados por eso el esfuerzo no debe pasar de la raya para que no inquiete a la mente ni la concentración tampoco para que la atención no se restrinja. Por otro lado, la meditación puede ser compasiva con tal de mantener una mente abierta y receptiva; la meditación con sentimientos de amor y compasión desarrolla el altruismo o no-egoísmo y elimina otros aspectos negativos del carácter como por ejemplo la cólera. Cuando se alcanza un nuevo condicionamiento de naturaleza moral y espiritual se anulan los viejos patrones de conducta, de esta manera los hábitos, vicios y respuestas automáticas negativas permiten libertad y nuevas relaciones cuando son eliminados por inanición.

Cuando el practicante de meditación y aspirante espiritual, además de ayudarse a sí mismo, desea hacer un bien a la humanidad, practica la meditación de amor benevolente. Esta meditación puede ir unida a la atención plena que se practique en la casa ―con previa preparación― y también a la que se puede hacer en cada momento o ahora. Pero debe quedar claro que con las intenciones no es suficiente, debe haber compromiso, esfuerzo y persistencia; una meditación de este tipo a diario es una forma de higiene mental anti estrés y que contribuye al equilibrio interno y a la armonía familiar. La visualización, la reflexión y la repetición basadas en el amor y en la compasión hacen surgir los más elevados sentimientos; practique estos aspectos en todo lo que vea, sienta y piense; ponga estos sentimientos en todo lo que observe y en

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todas las personas en las que piense; irradie ese amor benevolente y esa compasión hacia todas las personas que le rodean y a todas las que desee en la distancia. También así se practica la atención, la concentración y la meditación.

No cabe la menor duda que la mayor preocupación del hombre es ser feliz, de hecho, se esfuerza en conseguirlo en todo lo que se ponga a su alcance, sin embargo, la mayoría de las veces y de los esfuerzos solo traen frustraciones, problemas y dolor porque la mente es impura y solo actúa sobre lo irreal. Por eso, el motivo principal por el cual deberíamos practicar meditación es porque purifica la mente y trae paz, libertad y felicidad interna. También la meditación ayuda a superar la frustración y el sufrimiento causados por el egoísmo, la ignorancia y el odio entre las personas. La mediación, además de lo mencionado anteriormente, lleva a caminar por el camino de la sabiduría, por el camino de la liberación del karma y del renacimiento, y lleva a liberarse de todo lo que causa apego, decepción, sufrimiento, lamentación, etc. Ésta no trata de ignorar o dar de lado los problemas y los defectos, sino que los hace frente cuando surgen en las mentes y en las emociones. La atención plena de la meditación Vipassana nos despierta para estar presentes en cada momento y para que nos demos cuenta de la riqueza y la profundidad de las posibilidades que tenemos de crecimiento y transformación espiritual. Los temores, la inseguridad y la ignorancia que nos dominan hacen que nuestras acciones y expresiones sean instintivas, mecánicas e inconscientes, lo que nos puede llevar a la falta de desarrollo espiritual y a la desconexión de la realidad o infelicidad. Por el contrario, la atención plena nos pone en contacto con la sabiduría interna, nos da las riendas para que obtengamos una mejor calidad de vida y para que tengamos una mejor relación con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.

Son muy pocas las veces que prestamos atención a las sensaciones, a los pensamientos que crea la mente, a lo que nos llega por medio de los sentidos; más bien nos identificamos con todo eso y creemos que somos ello. Cuando practicamos la atención plena de una forma abierta y sin dejarnos atrapar por lo que nos disgusta o nos gusta, por los prejuicios y frustraciones, por los anhelos, expectativas, etc., se abren nuevas posibilidades ante nosotros y surgen oportunidades de estar más conscientes a la vez que nos liberamos de la inconsciencia. Es una manera de estar conectados a la realidad de todo lo existente y de vivir nuestro ser con plenitud por medio de la auto-observación, de la auto-indagación y de la atención plena. La atención plena nos permite observar con más claridad los aspectos de nuestra vida que antes no observábamos ―enfados, odios, fobias, heridas y otras emociones profundas― a la misma vez ayuda a valorar los sentimientos elevados que suelen pasar inadvertidos; por tanto es un trabajo liberador que dota de poder. Meditar es salir de las secuencias de sentimientos, emociones y pensamientos, y sentarnos a su lado para escuchar y aprender de todo ello para que nos sirva de guía. Es sin duda alguna una gran ayuda por parte de la sabiduría oriental para los tiempos modernos que actualmente vivimos.

Francisco Nieto

La sabiduría oriental en los tiempos modernos