ANÁLISIS DE LA IMPORTANCIA DE UNA CEPA EMBLEMÁTICA EN...
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TALLER DE LICENCIATURA
ANÁLISIS DE LA IMPORTANCIA DE UNA CEPA EMBLEMÁTICA EN EL
ESCENARIO ACTUAL DE LA VITIVINICULTURA CHILENA.
Mariana Paz Fernández Ramírez.
Profesor Guía: Sr. Pedro García E. Profesor Corrector: Sr. José Antonio Olaeta.
Quillota, Mayo del 2004.
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Fundación Isabel Caces de Brown Estación Experimental La Palma
Casilla 4-D, Quillota-Chile Teléfonos 56-32-274501- 56-33-310524
Fax 56-32-274570, 56-33-313222 http://www.agronomia.ucv.cl
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN.............................................................................................. 2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA............................................................................ 2.1. Antecedentes históricos de la vitivinicultura chilena................................... 2.2. Situación actual de la vitivinicultura chilena................................................ 2.2.1. Superficie.................................................................................................... 2.2.2. Producción.................................................................................................. 2.2.3. Exportaciones............................................................................................. 2.2.4. Consumo.................................................................................................... 2.3. Los vinos chilenos...................................................................................... 2.3.1. Antecedentes generales............................................................................. 2.3.2. Ventajas comparativas............................................................................... 2.3.2.1. Factores edafoclimáticos..................................................................... 2.3.2.2. Condiciones fitosanitarias.................................................................... 2.3.2.3. Composición varietal............................................................................ 2.3.2.4. Relación precio/calidad........................................................................ 2.3.2.5. Tecnología........................................................................................... 2.3.2.6. Profesionales del área......................................................................... 2.3.2.7. Estabilidad económica y administrativa de Chile................................. 2.3.3. Denominación de Origen............................................................................ 2.3.3.1. Base legal............................................................................................ 2.3.3.2. Normas establecidas por la ley de D.O............................................... 2.3.4. Desventajas y debilidades de la industria vitivinícola chilena................... 2.3.5. Tendencias y perspectivas........................................................................ 2.3.5.1. Producción de vinos finos................................................................... 2.3.5.2. Perfeccionamiento de las Denominaciones de Origen....................... 2.3.6. Relevancia de una cepa emblemática...................................................... 2.3.7. El Carménère en Chile............................................................................. 2.3.7.1. Reseña histórica del Carménère........................................................ 2.3.7.2. Características agronómicas y culturales........................................... 2.3.7.3. Potencialidad del cv. Carménère........................................................ 3. MATERIALES Y MÉTODOS........................................................................ 3.1. Material.....................................................................................................
1
446
68
1013
151516
16181920202122
23
2426
2729
3034
3537
373940
42
42
3.1.1. Caracterización del área geográfica............................................................3.1.2. Determinación del universo de estudio.......................................................3.1.3. Instrumento de recolección de la información............................................. 3.2. Método........................................................................................................ 3.2.1. Recolección de la información.................................................................... 3.2.2. Análisis de datos......................................................................................... 4. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS.................................4.1. La importancia de una cepa emblemática y ventajas asociadas................4.2. Determinación de la cepa emblemática......................................................4.3. Establecimiento de la cepa emblemática.................................................... 5. CONCLUSIONES......................................................................................... 6. RESUMEN................................................................................................... 7. ABSTRACT.................................................................................................. 8. LITERATURA CITADA................................................................................. ANEXOS
424243
434343
49495157
62
64
65
66
1. INTRODUCCIÓN
En los últimos años la vitivinicultura mundial se ha visto enfrentada a grandes
cambios, que han incidido en la producción y formas de comercialización de
los vinos, así como en la superficie total de viñas, que en la década de los
ochenta acusa una drástica disminución, para alcanzar a partir de 1995 una
aparente estabilización en torno a las 7, 9 millones de hectáreas de viñedos
en el mundo. Estos cambios son la consecuencia del gran dinamismo que
presenta el mercado de los vinos, en cuanto a las tendencias de consumo y
a las múltiples alternativas que presenta dicho producto (COSTA, 2001).
Actualmente, a nivel mundial, se ha conseguido establecer un precario
equilibrio entre la producción y el consumo, en parte debido a las medidas
impuestas por la Unión Europea con respecto a los viñedos, que permitieron
reducir los excedentes durante un tiempo. Sin embargo, para mantenerlo, el
desarrollo de este sector ha quedado supeditado al crecimiento del
mercado, es decir, al consumo (COSTA, 2001).
Por lo tanto, cualquier nueva plantación, para satisfacer las actuales y futuras
demandas de consumo, deberá estar encaminada hacia vinos finos (COSTA,
2001), ya que el consumidor tiende a volverse cada vez más sofisticado y
exigente.
Chile no ha estado ajeno a estos cambios. A principios de la década de los
ochenta el sector vitivinícola nacional se vio enfrentado a una profunda crisis
que obligó a una total reestructuración de nuestra industria, desde cambio de
variedades (de cepajes corrientes a finos), pasando por infraestructura y
técnicas de vinificación completamente nuevas, hasta la forma de vender y
promover el producto, medidas orientadas hacia los mercados externos
(CÁDIZ, 2000).
A pesar de las dificultades que producía este cambio en los mercados
internos, poco acostumbrados a los vinos varietales, la industria vitivinícola
insistió en el camino trazado, apoyándose siempre en las reconocidas
características de excelencia para la producción de vinos finos que posee
nuestro país, alentada por el clima social, político, económico de prosperidad
y confianza (PSZCZÓLKOWSKI, 1998).
De esta manera, los nuevos vinos permitieron que se consiguiera los
primeros éxitos en ferias y concursos internacionales, lo que favoreció la
introducción del vino chileno en los mercados extranjeros, incluso en
aquellos más difíciles de penetrar, como los exclusivistas mercados europeos
y norteamericanos (PSZCZÓLKOWSKI, 1998).
Sin embargo, esta posición de privilegio que ostenta Chile en la actualidad,
se encuentra sustentada básicamente por las ventajas comparativas con las
que se cuenta, que se traducen en vinos de buena calidad y bajos precios,
características que ya no son suficientes en un mercado cada vez más
competitivo y sofisticado, para asegurarnos el sitial que el país merece, ya
que países como Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, entre otros, han
aparecido en el mercado con vinos de similares características.
Por este motivo, una buena alternativa que tiene Chile hoy, es la de buscar la
diferenciación y la manera de lograrla es a través de una identidad como
país, encontrando algo que lo identifique en el extranjero y que sea
fácilmente reconocible. En consecuencia, esta hipótesis entrega la
posibilidad de que la vitivinicultura chilena posea una cepa distintiva, que
sea emblema del país en cualquier lugar del mundo.
Es por esto, que se han propuesto los siguientes objetivos para la presente
investigación:
1. Determinar la situación actual de la vitivinicultura chilena.
2. Determinar la importancia, para la vitivinicultura nacional, de tener una
cepa emblemática, desde el punto de vista del marketing y la
competitividad internacional.
3. Estudiar la evolución de la posible cepa emblemática en nuestro país,
estableciendo el grado de especificidad de ella respecto de nuestra
vitivinicultura.
4. Establecer las acciones necesarias para posicionar una cepa como
emblemática.
2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
2.1. Antecedentes históricos de la vitivinicultura chilena:
La historia del vino en Chile comenzó con la llegada de los primeros
conquistadores españoles. Entre ellos, se menciona al sacerdote jesuita
Francisco de Carabantes como precursor, quien en 1548 desembarcó en
Concepción, 500 kilómetros al sur de Santiago, plantando vides para proveer
de vino a las ceremonias religiosas (ASOCIACIÓN DE VIÑAS DE CHILE,
2004b).
La primera vid en ser cultivada y usada para hacer vino fue la País Negra,
conocida en el continente como la Criolla y en California, como la Mission.
Posteriormente, en 1550, Francisco de Aguirre hizo lo mismo en sus
encomiendas de San Francisco de la Selva (actual Copiapó) y La Serena
(HERNÁNDEZ y CONTRERAS, 1992).
Las buenas condiciones climáticas existentes en el país permitieron que el
cultivo de la vid (Vitis vinífera L.) se extendiera en la zona central. Pero fue
mucho después que la vitivinicultura chilena cobró importancia.
A partir de 1851 la industria vitivinícola nacional experimenta su gran
transformación, cuando Don Silvestre Ochagavía introduce cepas francesas
en su propiedad de Talagante, iniciando de esa forma, la sustitución de las
antiguas cepas españolas por las francesas más tradicionales, tales como
Cabernet Sauvignon, Cot, Merlot, Pinot Noir, Sauvignon, Chardonnay,
Semillón y Riesling, que pasan a constituir la base de la producción de vinos
nacional.
Estas variedades se adaptaron exitosamente a las condiciones ecológicas de
Chile y además dieron origen a los únicos clones prefiloxéricos existentes en
el mundo.
Al poco tiempo de esto, los hombres de negocios de entonces, siguiendo los
pasos de Ochagavía provocan otro impacto, al traer de Francia a destacados
enólogos para hacerse cargo del manejo de sus viñas. Destacan entre estos
pioneros los nombres de Joseph Bertrand, de Laboureche, Pressac,
Perranau, Durand, Poutays y Bachelet.
La vitivinicultura en ese período se convierte en la más próspera actividad
agrícola. En 1877 comienzan las exportaciones de vinos chilenos a Europa,
siendo destacada su calidad en las exposiciones de Burdeos (1882),
Liverpool (1885) y París (1889) donde se consagró definitivamente la fama
del vino nacional, al obtener nuestra representación el Gran Premio del
jurado (HERNÁNDEZ y CONTRERAS, 1992).
En 1900, ya se podían contabilizar 40.000 hectáreas de vides en nuestro
territorio, superficie que fue incrementándose hasta llegar a las 102.000 en
1938. Pero este auge de la vitivinicultura se vio dificultado por dos causas: la
Segunda Guerra Mundial, que impidió las importaciones, incluso las de
maquinaria vitícola y la segunda ley de alcoholes promulgada ese año, que
prohibió la plantación de nuevos viñedos y los trasplantes de viñas.
La ley que restringía los viñedos fue derogada en 1974. A partir de 1980 la
liberalización normativa y la apertura económica del país crean un marco
adecuado y estimulante para el desarrollo de los viticultores chilenos.
Entonces, el sector vitivinícola moderniza sus maquinarias, incorpora cubas
de acero inoxidable y barricas de roble francés, comienza a utilizar botellas
de mejor calidad para el envasado, además mejora la tecnología del riego y
plantación.
Pero entre 1982 y 1983 este sector se ve afectado por una fuerte
disminución en la actividad económica, debida principalmente a la abrupta
caída del consumo interno, de 50 a 11 litros per cápita y a una
sobreproducción (durante el año 1982 se alcanzó el récord de 6 millones de
hectolitros destinados por completo al mercado nacional, ya que en ese
entonces las exportaciones eran prácticamente inexistentes).
Esta situación origina un replanteamiento de nuestra industria vitivinícola,
más de 30.000 hectáreas de plantaciones son arrancadas o bien
redestinadas al cultivo de uva de mesa, se comienza una búsqueda de
nuevos mercados, para lo cual se adecua la producción a los
requerimientos mundiales, realizando un cambio de variedades, ya que las
plantaciones en Chile eran básicamente de cepajes corrientes.
También se reformulan las estrategias comerciales, de manera de aumentar
la competitividad, aprovechando en gran medida la relación casi inmejorable
precio-calidad que posee nuestra industria y además, se incorpora tecnología
para el proceso de producción.
De esta manera, en pocos años, se logra posicionar la vitivinicultura chilena
en un nivel internacionalmente competitivo, con excelentes resultados y un
prestigio bien ganado.
2.2. Situación actual de la vitivinicultura chilena:
2.2.1. Superficie
En la actualidad, según el catastro vitícola nacional 2001, elaborado por el
Servicio Agrícola y Ganadero, la superficie vitícola abarca 168.440 hectáreas
(Anexo 1), localizadas mayoritariamente entre las regiones IV y VIII, incluida
la región Metropolitana. Las mayores superficies están concentradas en las
regiones VII con 47.078 ha, seguida por la VI con 40.027 ha. y la IV con
21.242 ha. De éstas, el viñedo destinado a la producción de vinos alcanza a
106.971 hectáreas (Cuadro 1).
CUADRO 1. Catastro nacional de vides especiales para la vinificación (ha).
Regiones
Vides de Vinificación Total
Blancas Tintas
COQUIMBO 222 1.846 2.068
VALPARAÍSO 2.772 2.193 4.965
LIB.BDO. O’HIGGINS 3.323 26.486 29.809
DEL MAULE 10.573 35.826 46.399
DEL BIO- BIO 6.868 6.794 13.662
ARAUCANIA 5 5
METROPOLITANA 1.669 8.394 10.063
Total Nacional 25.432 81.539 106.971
Fuente: SAG, 2001.
Esta cifra, comparada con el año 2000, representa un aumento del 3%,
equivalente a 3.095 hectáreas de nuevas plantaciones. Este incremento se
debe en gran medida al aumento de los cepajes tintos, Cabernet Sauvignon,
Carménère, Syrah y Cabernet Franc. Se observa que el Cabernet Sauvignon
ya alcanza al 36% del viñedo chileno y que porcentualmente los mayores
incrementos comparados con el año 2000, correspondieron a los cepajes
Cabernet Franc y Carménère (SAG, 2001). La evolución de la superficie de
cepajes chilenos para vino entre los años 1995-2001 se muestra en el
Anexo 2.
La distribución a lo largo del país, de estos cepajes tintos y blancos de vides
para la vinificación, se encuentra especificado en el Anexo 3, aunque se
puede destacar que en los cepajes tintos el 32,5 % y el 44% se encuentran
en la VI y VII región respectivamente. En cuanto a los cepajes para vino
blanco el mayor porcentaje se ubica en la VII región (41,6%), seguida de la
VIII región con un 27%.
2.2.2 Producción
La producción de vino ha tenido un cambio considerable desde la década de
los 70 hasta hoy, debido a que en ese entonces la producción alcanzaba en
promedio unos 530 millones de litros, de los cuales casi un 99, 5% era de
consumo interno (MONTES, 1992). Luego de la caída del mercado interno en
los ’80, se han estado realizando importantes inversiones tecnológicas
destinadas a mejorar el proceso productivo y a incrementar la calidad, lo que
ha generado que gran parte del volumen producido sea exportado.
Actualmente, casi la mitad de la producción se exporta y la otra mitad queda
en el mercado interno. En este último se concentran los vinos baratos y de
baja calidad, denominados vinos corrientes. Este segmento del mercado
(mercado interno), tiene un tamaño acotado, con un sistema de distribución
de alta concentración y de difícil acceso (POBLETE, 2000).
Respecto de la situación mundial, hasta el año 2000 Chile ocupaba el décimo
lugar entre los países productores, con un 2,43% del volumen mundial
producido (COSTA, 2001), con una producción para ese año de 6.674.024
hectolitros, cifra récord en los últimos años, que se alcanzó debido a la
entrada en producción de nuevas áreas y las condiciones climáticas
favorables de la temporada anterior.
Para el año 2001 la producción chilena de vino disminuyó a 5.658.634
hectolitros. La evolución de la producción se muestra en el Cuadro 2.
CUADRO 2. Evolución de la producción chilena de vino 1991 a 2001 (en hectolitros).
Años Vinos
Total
De uvas para vino
De uvas de mesa
De uvas para pisco
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2.374.042
2.127.574
2.239.813
2.766.478
2.909.040
3.372.726
3.816.669
4.440.066
3.714.277
5.704.311
5.043.687
448.349
1.037.770
1.062.642
831.898
258.327
450.967
490.905
825.438
565.874
715.063
408.098
-
-
-
-
108.111
53.946
241.608
209.262
526.350
254.650
206849
2.822.391
3.165.344
3.302.455
3.608.376
3.275.478
3.877.639
4.549.182
5.474.766
4.806.501
6.674.024
5.658.634
Fuente: SAG, 2002.
2.2.3. Exportaciones
De acuerdo a SAAVEDRA (1999), el ciclo de vida comercial de cualquier
producto en el mercado, tiene básicamente cuatro etapas: introducción,
crecimiento, madurez y obsolescencia. El mercado de las exportaciones del
vino chileno cumplió ya parte del mencionado ciclo de vida, con una etapa de
introducción que en algún momento tiene un quiebre y empieza la verdadera
expansión, registrando la evolución ya conocida de alto crecimiento en las
ventas. De esta forma el vino chileno está en una etapa creciente, ya
entrando a la madurez, con tasas de incremento de las exportaciones del
orden de 10%, que irán cayendo de acuerdo a la curva natural del ciclo de
vida del producto.
En el año 2000, las exportaciones chilenas de vino constituyeron un 3 % de
las exportaciones totales del país y representaron una participación del
4,01% en el mercado mundial. En el Cuadro 3 se muestra la participación en
el mercado mundial del vino chileno entre los años 1988 al 2000.
CUADRO 3. Participación del vino chileno en el mercado mundial (1988-2000)
Año % Del Mercado Mundial
1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
0,38 0,61 0,96 1,48 1,63 1,82 2,07 2,32 3,74 3,57 3,42 3,53 4,01
Fuente: O.I.V.– SAG – Chilevid.
Además, Chile, debido a su débil mercado interno, ha tenido un desarrollo
sectorial del comercio exterior prácticamente obligado, al igual que países
como Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y los EE.UU. (COSTA, 2001).
En el ámbito internacional, hasta el año 2001 Chile ocupaba el sexto lugar
como país exportador de vinos, siendo sus principales mercados de destino
Europa con un 52.2%, EE.UU., Canadá y México con un 28.6%,
Latinoamérica con un 9.7% y Asia - Oceanía con un 9.2%. (SAG, 2002). La
especificación de los países de destino del vino chileno durante el año 2001
se muestra en el Anexo 4.
Es importante hacer notar que la mayoría de las exportaciones corresponden
a vinos embotellados, los que representaron un 69% del volumen y un 84%
del valor del total exportado en 1999. Le siguen las exportaciones a granel,
los vinos espumantes tipo champagne, tetra y otros. Durante 1999, un 35%
del vino embotellado se envió a un conjunto de países clasificados en otros,
lo que indica la gran diversificación de los mercados, actualmente se está
exportando a más de 100 países en el mundo (POBLETE, 2000).
De acuerdo a las últimas informaciones entregadas por Chilevid hasta julio
del 2002, en comparación con los totales a julio del 2001, las exportaciones
totales se incrementaron desde US$ 326.1 a US$ 335.2 millones de dólares,
lo que representa un 2.79 % más.
En cuanto al volumen de litros exportados, éste crece desde 169,5 millones
de litros a 196,9 millones de litros, lo que implica un aumento del 16,18%.
Con relación al vino envasado, las exportaciones de vinos embotellados
muestran un incremento del 5,78% expresada en dólares y de 12,15%
respecto a volumen. El total de cajas exportadas de 9 litros (12 botellas) sube
desde 12,1 a 13,5 millones.
En lo relativo a vinos a granel, éste registra un aumento en volumen del
23,7%, desde 60,48 millones a 74.84 millones de litros y además se detienen
las caídas abruptas en precios que se estaban detectando hasta el mes de
abril del año 2002.
El volumen anual de exportaciones totales de vino, hasta el 2001, se
muestra en el Cuadro 4.
CUADRO 4. Volumen anual de exportaciones de vino chileno (hl).
Año Volumen (hl)
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
430.500 646.730 740.290 866.300
1.079.040 1.253.510 1.840.835 2.162.675 2.298.018 2.298.437 2.647.499 3.089.414
Fuente: Chilevid, 2001.
Estas cifras demuestran el gran dinamismo existente en las exportaciones,
siempre crecientes, pero según COSTA (2001), Chile ha experimentado un
especial desarrollo hacia los mercados externos, debiendo volver a poner
atención en el consumidor local, ya que es necesario, por un lado, un
mercado interno fuerte para sostener el esfuerzo de la exportación y por otro,
estabilizar el consumo per cápita interno, para evitar que llegue a límites
peligrosos.
Sin embargo, el sector apuesta a seguir manteniendo el crecimiento en las
exportaciones (para el 2005 se espera que Chile llegue a exportar unos US$
1.000 millones en vino), aumentar la demanda interna y sobretodo seguir
escalando para posicionar el producto chileno en los segmentos de mayor
calidad y precios, acercándose a un promedio de US$ 30 por caja FOB.
2.2.3. Consumo
La industria vitivinícola se caracteriza especialmente por cambiar
continuamente. Un ejemplo de esto lo constituye el cambio en la demanda.
En el pasado reciente, el vino blanco estuvo de moda; hoy en día es el vino
tinto el producto principal, no se sabe por cuánto tiempo (POBLETE, 2000).
El consumidor es muy influenciable, cualquier día puede aparecer un estudio
que demuestre que el vino blanco o cualquier otra bebida tiene tal o cual
beneficio y entonces la situación puede volver a cambiar (POBLETE, 2000).
También es necesario tener en cuenta en esta industria, la competencia
entre las distintas bebidas, debido al hecho de que el ser humano no es
capaz de ingerir más allá de una cierta cantidad de líquidos al día y esta
cantidad la satisface consumiendo diversas bebidas, de entre la gran gama
de productos disponibles (leche, jugo, cerveza, bebidas, vino, agua), lo que
representa un factor que incide directamente en el consumo. El vino ocupa
un segmento relativamente pequeño y tiene que competir no sólo con las
bebidas alcohólicas sino que con los demás líquidos. De hecho el principal
competidor del vino no ha sido la cerveza, como se piensa comúnmente, sino
las bebidas gaseosas (POBLETE, 2000).
Por estas causas y otras que se desconocen, ya que no hay estudios
profundos acerca de las conductas del consumidor, el consumo interno de
vino en Chile, que en el año 1972 llegaba a 59.0 litros per cápita bajó a 13.1
litros per cápita en 1997, recuperándose posteriormente, a 14.9 litros en el
año 2000 (COSTA, 2001) (Cuadro 5).
CUADRO 5. Consumo aparente de vino en Chile años 1992 a 2000. (Litros por año).
Año Consumo aparente de vino (litros)
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
231.271.187 164.031.039 239.086.650 218.180.303 229.059.360 192.240.896 271.244.066 285.297.773 227.119.487
Fuente: SAG, 2001.
Sin embargo, pese a la reducción en la cantidad de litros ingeridos por
persona, en los últimos años se ha observado un cambio en los hábitos de
consumo, mejorándose la calidad de éste. Se espera lograr en algunos años
más, un consumo de 23 o 24 litros por habitante, lo que permitiría absorber
buena parte de los excedentes de producción esperados (POBLETE, 2000).
Algunas cifras indican que entre el 4 y 7 % del vino que se consume en Chile
es de calidad, el resto es vino elaborado con cepajes de calidad menor, con
mezclas poco reconocibles, utilizando la variedad País y descartes de uva de
mesa (POBLETE, 2000).
2.3. Los vinos chilenos:
2.3.1. Antecedentes generales
La producción de vinos en Chile posee características únicas que la
distinguen por sobre los otros países productores, incluso los más conocidos
y que la han elevado a un sitial preferencial en el mundo vitivinícola. Estas
características representan una serie de ventajas comparativas, entre las que
destacan factores edafoclimáticos, variedades de moda, relaciones precio-
calidad, tecnologías adecuadas y la internacionalmente reconocida
capacidad de sus enólogos.
Este prestigio adquirido por los vinos chilenos en el extranjero ha generado
un gran interés de parte del consumidor por probar el vino nacional, con lo
cual la demanda aumenta y se hace cada vez más sofisticada, así como
también la competencia en el ámbito mundial en el segmento de vinos de
calidad a precios convenientes, por lo que se hace necesario que las
ventajas de nuestro país en este nivel mejoren ( SAAVEDRA, 1999).
Sin embargo, la posición de los vinos chilenos tiene la capacidad de
acrecentarse, aprovechando conceptos como “ denominación de origen”,
aumentando la diversidad de sus cepas y estableciendo una política país en
toda la industria vitivinícola.
2.3.2. Ventajas comparativas
2.3.2.1. Factores edafoclimáticos
• Clima de estaciones muy marcadas
En la zona vitivinícola chilena, las parras producen en forma constante
cantidades normales, gracias a una condición de clima mediterráneo. Las
ventajas de contar con este tipo de clima son que el invierno es frío y
lluvioso, mientras que las primaveras y veranos son secos, con días
despejados, poco viento y mucho sol.
Estas características se traducen en que durante el verano (a partir de
Diciembre, e incluso Noviembre) las precipitaciones son muy escasas, lo que
permite una buena maduración de la uva, además de un fruto sano, ya que
debido a la ausencia de humedad, no existe peligro de botritis. Además,
como no llueve antes ni durante la vendimia, las cosechas no se ven
perjudicadas, cosa que no ocurre en otros países. El exceso de agua en la
planta durante la vendimia hace que la uva, pequeña, concentrada y madura,
la absorba, diluyendo su contenido y produciendo un vino muy pobre y con
bajo grado alcohólico (ASOCIACIÓN DE VIÑAS DE CHILE, 2004a).
Esta certeza de que la uva madurará bien, permite asegurar
permanentemente una buena calidad con diferencias mínimas de año en
año, por consiguiente, no se requiere ninguna corrección enológica y menos
la práctica de la chaptalización (adición de azúcar a los mostos para acelerar
la fermentación) en consecuencia, el vino es 100% natural y genuino (CÁDIZ,
2000).
• Gran variación térmica diaria
Es común que los veranos presenten días calurosos y noches frescas,
generando una amplitud térmica de hasta 20ºC.
Esta variación de la temperatura favorece la formación y concentración de
componentes aromáticos y polifenoles como antocianinos y taninos,
especialmente en la piel de la uva, lo que ayuda a obtener uvas de gran
calidad, evidenciándose en el intenso color que logran fácilmente sus
mostos, en el caso de los vinos tintos, que son los que especialmente
caracterizan nuestra vinicultura.
Esta cualidad distingue a nuestro país de Argentina, que posee
temperaturas más cálidas en la noche.
• Influencia de otros elementos
Las diferentes variedades encuentran su ambiente ideal en los valles que se
ubican de norte a sur, debido a la interacción de otros factores
edafoclimáticos, tales como la latitud precisa para una adecuada radiación
solar, la brisa del Océano Pacífico que actúa como moderador de la
temperatura y la imponente cordillera de Los Andes que sirve de contrafuerte
(ASOCIACIÓN DE VIÑAS DE CHILE, 2004a).
Gracias a estas interacciones se ha podido asociar ciertas cepas a zonas
donde se dan sus mejores condiciones de producción.
2.3.2.2. Condiciones fitosanitarias
Gracias al carácter aislado de su territorio, Chile se ha mantenido libre de un
gran número de problemas fitosanitarios que afectan el cultivo de la vid.
Es así como nuestro país y la isla de Chipre son, en la práctica, los únicos
lugares del mundo vitivinícola que no han sido asolados por la filoxera (plaga
que a mediados del siglo XIX arrasó Europa), pudiéndose cultivar la vid a pie
franco (PSZCZÓLKOWSKI, 1995).
Por esta razón es posible encontrar en nuestro país vides absolutamente
originales (introducidas antes del ataque de esta plaga), que producen un
fruto concentrado, de color intenso y variedad de tonos frutales y que
conforman un importante patrimonio nacional y mundial.
Como estas cepas en Chile no requieren de un portainjerto para resistir la
plaga como las demás, la calidad de su fruta no se ve afectada, ya que el
uso de un portainjerto altera el flujo de agua, nutrientes y demás sustancias
propias de la planta (ASOCIACIÓN DE VIÑAS DE CHILE, 2004a).
Por otra parte, existen muchos viñedos que sólo necesitan azufre y no
presentan mayores problemas de plagas y enfermedades por lo que es fácil
hacer una vitivinicultura limpia. Esta es una ventaja que es preciso
aprovechar para lograr producir uvas “limpias” y en un proceso “amistoso”
con el medio ambiente (MORENO, 1999).
Estas condiciones particularmente sanas de la producción vitivinícola chilena
están permitiendo un acceso más fácil de nuestros vinos “orgánicos” y vinos
“integrados”, que el producido en otras partes (GEMINES S.A
CONSULTORES, 2002).
Estos factores en conjunto, complementados con características de suelo
propias de cada zona constituyen un medio físico integral, denominado
“terroir”. De acuerdo a un artículo publicado en AGROECONÓMICO el año
1999 “la respuesta de la viña al terreno, es la resultante de los efectos
combinados de muchas variables funcionales, entre las cuales las más
conocidas son: el nivel de precocidad, las condiciones de alimentación
hídrica, la expresión vegetativa, el potencial de rendimiento, el meso y
bioclima, todas ellas dependientes de la combinación de diversas variables
físicas y agronómicas del medio natural”.
Chile ha sido afortunado en ese aspecto, ya que nuestra especial geografía
ha hecho que las interacciones entre clima y suelo en las diversas zonas del
país, sumado al manejo de su gente, conformaran uno de los mejores
“terroir” del mundo, que es lo que en definitiva le entrega a nuestros vinos
esa característica tan única que los distingue en el mundo entero y que aún
no puede ser imitada.
2.3.2.3. Composición varietal
Es relevante el tema de la poca diversidad de cepas y clones con que cuenta
nuestra viticultura. Sin embargo, esto no ha sido una desventaja hasta el
momento ya que Chile cuenta con una proporción de variedades tintas y
blancas muy favorable, incluyendo a las cepas más nobles, afamadas y
demandadas en el mundo, tales como Cabernet Sauvignon, Merlot,
Chardonnay y Sauvignon Blanc (variedades en las que se concentran
nuestras exportaciones). No obstante, se deben hacer esfuerzos para seguir
teniendo esta posición de privilegio y tener más variedad que ofrecer a los
clientes, ya que el consumidor de vino constantemente busca cosas nuevas
y distintas (MORENO, 1999).
Como consecuencia de lo anterior, en Chile se ha implementado un
programa tendiente a identificar, evaluar y estimular el uso de nuevos
cepajes, con los cuales se pueda obtener vinos que respondan a nuevas
expectativas de los consumidores. Es así como actualmente hemos
aumentado la diversidad de nuestras cepas incorporando Carménère,
Sauvignon Vert, Sauvignon Gris, Verdot, entre otras (PSZCZÓLKOWSKI,
1999).
2.3.2.4. Relación precio/calidad
Chile tiene virtudes naturales, condiciones sanitarias de sus viñedos y
tradición vitivinícola, que le entrega ventajas de calidad de vinos y de
diversidad frente a otros proveedores del mercado internacional, lo que se
traduce, entre otros aspectos, en menores costos de producción en la etapa
agrícola. Además, las inversiones en tecnología de punta que modernizaron
al sector, mejoraron considerablemente la calidad de la producción
(GEMINES S.A CONSULTORES, 2002).
Todo ello ha redundado en una oferta de muy buena relación precio/calidad,
que le ha permitido a nuestra industria adaptarse con relativa facilidad a las
preferencias de los principales mercados internacionales.
2.3.2.5. Tecnología
La apertura de los mercados externos permitió a Chile importar tecnología
para expresar la condición natural que siempre se tuvo (HERNÁNDEZ,
1999).
Desde 1985 se han estado realizando importantes inversiones tecnológicas
destinadas a mejorar el proceso productivo y a incrementar la calidad. En los
últimos 10 años se ha realizado una completa renovación del equipamiento
de las bodegas vinificadoras y elaboradoras. Las vasijas de raulí (madera
natural de Chile) se han reemplazado por estanques de acero inoxidable. En
el caso de vasijas pequeñas, para fermentación y guarda de algunos vinos,
se utilizan principalmente barricas de encina norteamericana o francesa.
Solamente entre el 2000 y el 2002 se duplicó el número de barricas y la
existencia de vasijas de acero inoxidable (SAG, 2002).
De esta manera se logró estar a la vanguardia en infraestructura,
equipamiento de bodegas y técnicas de vinificación.
2.3.2.6. Profesionales del área
En el auge de nuestra vitivinicultura un rol muy importante lo han
desempeñado los enólogos a cargo de las viñas, ya que, a diferencia de los
demás países productores de vino de Latinoamérica y algunos otros lugares
del mundo, en Chile se exige que sean ingenieros agrónomos titulados, y
por tanto, profesionales bien preparados para el área.
A esto se suma la particularidad de que en nuestro país la mitad de los
enólogos son mujeres, situación que nos ha favorecido, ya que según
HERNÁNDEZ (1999) el vino es algo de absoluto cuidado y detalle y ellas
son mucho más detallistas que los hombres. No hay ningún país del mundo
en que haya tantas enólogas como en Chile.
A ello es necesario agregar la llegada de profesionales extranjeros que han
adicionado su aporte a los propios, así como la incorporación al proceso de
un grupo de profesionales del marketing, en su gran mayoría jóvenes
ingenieros comerciales, quienes, recorriendo permanentemente el mundo
ofreciendo y supervisando nuestro comercio de vinos, han demostrado su
gran capacidad ejecutiva (ALVARADO, 1999).
Todos ellos han asumido las responsabilidades técnicas y comerciales, que
han producido los cambios necesarios para obtener vinos diferentes y
acordes a las expectativas del mercado (SAG, 2002).
2.3.2.7. Estabilidad económica y administrativa de Chile
Desde mediados de la década de los ochenta, Chile ha presentado un clima
de prosperidad económica, basado en un sólido equilibrio de su
macroeconomía, situación que ha permitido crecer en la actualidad a tasas
del orden del 4% anual (CÁDIZ, 2000).
Esta condición, sumada a la política general de promoción de las
exportaciones, impulsada inicialmente durante los años ochenta, ha llevado a
la industria vitivinícola nacional a estar presente en los mercados mundiales
más representativos. A esto también contribuyen las buenas relaciones con
los principales socios comerciales del país, con los cuales se está avanzando
en la concreción de nuevos acuerdos que incluyan aspectos específicos al
vino, de manera de facilitar aún más el intercambio.
Es así como las condiciones de estabilidad económica imperantes en el país
y el prestigio ganado por la vitivinicultura chilena, han atraído inversionistas
extranjeros que se han interesado en establecer asociaciones estratégicas
con viñas chilenas (joint ventures), tanto por los aspectos de explotación
como los de distribución de vinos chilenos (GEMINES S.A CONSULTORES,
2002). Dentro de estos se puede mencionar a destacados productores
internacionales como el español Miguel Torres, los franceses Barón de
Rothschild y Chateau Lafite, y el norteamericano Robert Mondavi, entre
otros.
También es interesante destacar que gran parte del prestigio internacional
ganado últimamente por el vino chileno se sustenta en la seguridad del
cumplimiento de la legislación vigente para la producción, elaboración,
comercialización y distribución de vinos.
El eficaz control ejercido por el SAG en este aspecto y la confianza existente
en los mercados externos respecto a esta función, están favoreciendo un
mejor posicionamiento internacional de vinos chilenos sin la necesidad de
someterse a estrictos controles en los mercados de destino (GEMINES S.A
CONSULTORES, 2002).
2.3.3. Denominación de origen
La Apellation d’Origine Controlée o Denominación de Origen (D.O) tiene
como referente a los países europeos, que aplican desde hace muchos años
rigurosos sistemas de este tipo, con lo cual obtienen una alta distinción de
sus vinos en el mercado internacional (VINO: DENOMINACIÓN DE ORIGEN,
DEFINICIONES Y ALCANCES, 2000).
Un producto con denominación de origen adquiere una fuerte identidad, que
la toma en parte de su origen geográfico, de donde incorpora el suelo, clima,
a lo que agrega los factores técnicos y humanos, todos sumados le confieren
al producto su personalidad (SAG, 2002).
En Chile, las exportaciones de vinos clasificados, según la legislación chilena
vigente desde 1995, como con denominación de origen se han incrementado
en más de un 140% en los últimos años, así como también su valor, lo que
indica que el mercado para este tipo de productos es creciente y los
consumidores los están prefiriendo, por lo tanto nuestro país debe
potenciarlos con el fin de asegurar el lugar que tenemos en el mercado, y
conquistar nuevos espacios.
2.3.3.1. Base legal
Las denominaciones de origen tienen como base la Ley 18.455 que
reglamenta todo lo relativo a bebidas alcohólicas en Chile. Esta base legal se
complementó en el decreto 78 del 31 de julio de 1986 y con posterioridad,
con el Decreto 464 del 26 de mayo de 1995 o Ley de Denominación de
Origen de Chile, que establece la zonificación y fija las normas para su
utilización.
Esta Ley de Denominación de Origen de Chile, como se muestra en el Anexo
5, determina, basándose en la división administrativa del país, 5 regiones
vitivinícolas: Atacama, Coquimbo, Aconcagua, Valle Central y Región del
Sur, las que se subdividen en 13 sub-regiones con 7 zonas, éstas últimas
formadas por 44 áreas. Esta diferenciación de zonas y áreas puede seguir
evolucionando y desarrollándose, en gran medida con el impulso del propio
productor (VINO: DENOMINACIÓN DE ORIGEN, DEFINICIONES Y
ALCANCES, 2000).
Las denominaciones de origen así reconocidas están perfectamente
delimitadas y relacionadas con la topografía, distribución de los valles y
cuencas de los ríos (SAG, 2002). Junto con esto, para favorecer la diversidad
de nuestros vinos, esta ley, a través de la dictación del decreto 464, entregó
una lista de variedades autorizadas en la denominación de origen, que
fueron ampliadas a 29 en agosto de 1999 y que son detalladas en el
Cuadro 6 que viene a continuación.
CUADRO 6. Variedades de vides autorizadas en la ley de denominación de origen chilena, para ser mencionadas en las etiquetas.
BLANCAS TINTAS Chardonnay Chenin Blanc Gewürztraminer Marsanne Moscatel de Alejandría Moscatel Rosada Pinot Blanc Riesling Roussanne Sauvignon Sauvignon Blanc Semillón Torontel Viognier Pedro Jiménez
Cabernet Franc Cabernet Sauvignon Carménère Cot Merlot Mourvedre Nebbiolo Petit Verdot Pinot Gris Pinot Noir Sangiovesse Syrah Verdot Zinfandel
Fuente: SAG, 2000.
2.3.3.2. Normas establecidas por la ley de D.O
La legislación fija normas para cuatro características básicas, que son:
zonificación o denominación de origen, cepaje, año de cosecha, y la
expresión “embotellado en origen”.
• Zonificación
Para que la denominación de origen de regiones, valles o áreas pueda ir
indicada en la etiqueta de un vino, el primer requisito es que a lo menos un
75% del vino debe ser producido con uvas provenientes del lugar geográfico
indicado.
Si ese porcentaje fue enterado con vinos producidos por terceros
productores, éstos últimos deben estar certificados respecto de su
procedencia geográfica, cepaje y año de cosecha por el SAG o una empresa
certificadora autorizada.
La certificación de origen geográfico de los vinos se aplica a los vinos
envasados que se destinan al consumo nacional o extranjero. Los vinos a
granel sólo pueden hacer mención a las regiones vitivinícolas y son
certificados en origen por el SAG.
• Cepaje y año de cosecha
Para mencionar un cepaje en las etiquetas del vino, éste debe estar en la
mezcla en una proporción no inferior al 75%, lo mismo que para indicar el
año de cosecha.
• Embotellado en origen
Esta expresión sólo puede usarse en las etiquetas si el vino tiene
denominación de origen, si la planta envasadora y los viñedos de donde
procede la uva, se encuentran en terrenos bajo tenencia de la viña
productora, o son de su propiedad y están ubicados en el área geográfica
comprendida en la denominación de origen. Además la vinificación,
envasado y guarda del vino deben efectuarse en un proceso continuo por la
viña en su establecimiento (VINO: DENOMINACIÓN DE ORIGEN,
DEFINICIONES Y ALCANCES, 2000).
2.3.4. Desventajas y debilidades de la industria vitivinícola chilena
Chile no tiene ventajas competitivas que destaquen, ya que su reciente
desarrollo se ha basado sólo en ventajas comparativas. Es más, una de las
principales debilidades del sector se refiere a la falta de investigación y
desarrollo local como una forma de mejorar la competitividad del sector.
Desde ese punto de vista es preciso investigar sobre temas que sean
relevantes sólo o en gran medida para la industria nacional, como por
ejemplo el uso de portainjertos para suelos con problemas de nemátodos,
resistencia a la sequía, control de vigor, etc.
Según MORENO (1999), hay otros temas que es preciso desarrollar
tecnológicamente, pero no se está trabajando en ellos debido a que el
personal entrenado, la inversión por parte del Estado y de la empresa
privada con que cuenta el país son insuficientes. En cuanto a la capacitación
con que cuenta el sector vitivinícola, en la actualidad es aún muy poca. Se
hace algo a nivel agrícola, pero a nivel industrial hay muchas deficiencias.
También puede considerarse una debilidad el hecho de que en Chile, no
exista un esquema formal o un sistema de certificación de plantas, por lo
tanto, es difícil tener la certeza de que las plantas sean de la variedad que se
indica o que estén libres de virus, en contraposición a lo que sucede en
otros países de tradición vitivinícola como Francia o Sudáfrica.
Por otra parte, la dependencia casi absoluta de sus propios competidores, en
aspectos tecnológicos y de equipamiento que tiene nuestra vitivinicultura
representa una limitación significativa, ya que tanto insumos, como equipos
y tecnologías de Francia, Italia, Estados Unidos y otros países competidores
son imprescindibles para nuestro desarrollo (GEMINES S.A
CONSULTORES, 2002).
Además, los insumos necesarios para la elaboración y comercialización del
vino son de alto costo en Chile, tanto los nacionales (botellas, etiquetas,
cajas), como los importados (barricas y corchos) lo que se traduce en un “alto
costo seco” de la producción vitivinícola chilena.
Por otro lado, el mercado interno para vinos finos está muy poco desarrollado
y es bastante limitado, lo que otorga cierto grado de inestabilidad al negocio.
Además, el bajo consumo per cápita de vino en Chile está fuertemente
influenciado por la competencia con otras bebidas no alcohólicas de
consumo masivo y algunas alcohólicas, como la cerveza principalmente.
Otra de las desventajas que se debe tener en cuenta es la lejanía a nuestros
principales mercados de destino, que incide en mayores costos de transporte
y distribución de nuestros vinos respecto a otros proveedores.
Por último, la falta de cohesión gremial dificulta la materialización de una
identidad internacional del vino chileno, ya que se actúa sin la necesaria
coordinación y se dificulta la creación de una imagen global de nuestros
vinos, agregándose a esto la escasa inversión en marketing que realizan las
empresas privadas y el Estado en el extranjero.
2.3.5. Tendencias y perspectivas
En el ámbito mundial, en los dos últimos años la superficie plantada con
vides inició un proceso de repunte, ya que se autorizaron nuevas
plantaciones, de cepas finas, en la Unión Europea y apareció un grupo de
rápido avance en las plantaciones, destacándose principalmente Oceanía y
América del Norte, representadas por Australia y Estados Unidos
respectivamente. Chile también destaca en este grupo, pero aún representa
un 1,1% de las plantaciones mundiales.
La producción de vino también está mostrando una tendencia creciente,
habiendo llegado en el 2000 a un total de 283 millones de hectolitros. De
ellos, 200 millones se produjeron en Europa, siendo Francia, Italia y España
sus principales exponentes.
Sin embargo, están apareciendo con mucho dinamismo los llamados
exportadores del Nuevo Mundo, entre los que destacan Australia, Estados
Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Argentina y Chile. También están
surgiendo los países productores de Europa del Este, donde Rumania,
Hungría y Bulgaria están agregando más competitividad a la oferta mundial.
Sumado a esto, China ha incrementado considerablemente tanto su área de
plantaciones como su producción de vino (GEMINES S.A CONSULTORES,
2002).
Por su parte, el sector vitivinícola nacional ha estado afectado en los últimos
años por un desequilibrio entre producción y demanda. Esto se ha debido
fundamentalmente a las altas tasas de crecimiento registradas en las
plantaciones y por ende en las de producción de este producto, las que no se
han equiparado con los aumentos en las ventas internas ni las
exportaciones. Los mayores stocks y por lo tanto los menores precios
pagados por la materia prima, han afectado la rentabilidad principalmente al
nivel de producción de uva (INDUSTRIA DEL VINO, 2001).
De acuerdo a lo anterior, se pronostica abundancia de oferta total y de
disponibilidad exportable de vinos en casi todas partes, incluido nuestro país,
lo que se traduce en una perspectiva de creciente competitividad en el
mercado internacional.
Por lo tanto, quienes puedan y tengan la disposición de ofrecer la mejor
calidad a los precios más convenientes serán los que tengan ventajas en el
negocio del vino y ante esta perspectiva, Chile se encuentra en la mejor
condición. Aún así se debe seguir intentando posicionar el producto chileno
en los segmentos de mayor calidad y precios, así como también aumentar la
demanda interna y mantener el crecimiento en las exportaciones.
Sin embargo la calidad sigue siendo un imperativo en este escenario
mundial cada vez más competitivo para el vino chileno.
2.3.5.1. Producción de vinos finos
La gestión de las industrias productoras de vino se desarrolla actualmente en
un ambiente en que el cambio es la característica esencial de las empresas,
además de verse afectadas por cada una de las tendencias propias de la
industria vitivinícola. Se puede mencionar como un ejemplo característico el
cambio en la demanda, ya que continuamente los consumidores están
variando sus preferencias: de vino espumante, a vino blanco, o de vinos de
guarda a vinos jóvenes, etc. Hoy en día es el vino tinto el producto principal.
Pero dentro de todo esto, la tendencia presente en el mundo del vino es el
desplazamiento hacia la calidad y la diversidad.
Según POBLETE (2000), las cifras de consumo indican que los vinos
masivos son cada vez menos demandados, en cambio los vinos finos son
cada vez más apetecidos. Esto se explica por una serie de factores: mayor
nivel de ingresos y de educación, por lo cual tienden a beber mejor, además
de las exigencias de la vida actual, como controles de alcohol en carreteras y
un cierto grado de censura social contra el beber en exceso. Estos factores
inducen a beber menos, pero mejor.
En el plano nacional, el primer ajuste a este cambio de las preferencias de
los consumidores, se tradujo en un importante crecimiento de las
plantaciones de viñedos de cepas finas, en las cuales nuestro país basa su
prestigio. En 1993, la composición de variedades indicaba que existía un
70% de variedades finas y un 30% de corrientes, en circunstancias que en
1999 la composición relativa alcanzó un 82% y 18%, respectivamente
(MORENO, OLAVARRÍA y YÁÑEZ, 2001). Además, los precios de los
mostos finos han subido un 5% en el último tiempo y los valores de los vinos
a granel han caído en un 50%.
Con relación a esto, las variedades preferidas en las nuevas plantaciones
son las tintas. Es así como de las 3.095 ha plantadas en el 2001, 2260 ha
correspondieron a Cabernet Sauvignon y el resto a variedades nuevas como
Carménère, Cabernet Franc y Syrah, entre otras. De esta forma se producen
ajustes productivos que mejoran el patrimonio varietal del viñedo chileno, que
permiten un uso más eficiente de las zonas con mayor aptitud vinícola del
país.
Las variedades finas ya mencionadas y especialmente Carménère, a las que
se deben agregar otras que recién comienzan a aparecer en el viñedo
chileno como Sangiovesse, Mourvedre y Petit Verdot, son las que estarían
ofreciendo mejores perspectivas comerciales para el futuro cercano.
Se estima que las variedades corrientes, como País, Semillón, Torontel y
otras tienen un futuro bastante comprometido y probablemente serán
desplazadas por el mercado (GEMINES S.A CONSULTORES, 2002).
Por otra parte, buscando la diversidad se han incorporado nuevas zonas
productoras como Ovalle en el norte, Casablanca en el centro y Apalta en el
Valle de Colchagua y se siguen buscando climas más templados,
acercándose al mar o a la Cordillera, quedando aún muchos microclimas y
suelos que se pueden incorporar (SAG, 2002).
Sin embargo, la problemática de cómo aumentar la calidad y diversidad de la
producción de vinos finos chilenos, tiene como principales limitantes para
alcanzar las soluciones necesarias, la escasa diversidad de cepas (ya que
nuestra vinicultura se sustenta fundamentalmente en 4 cepas: Cabernet
Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc) y el gran
desconocimiento de las ventajas comparativas o “aptitudes” de los terrenos
para el crecimiento de determinadas variedades ya cultivadas y más aún
para otras no introducidas en el país (APTITUD VITIVINÍCOLA Y
PRODUCCIÓN DE VINOS FINOS, 1999).
Es decir, para algunos valles ya plantados, producto de años de cultivo de la
vid, existe la asociación del “lugar” con “vino de calidad”, pero no se había
realizado muchos estudios, por lo tanto no se tenía información sistemática al
nivel de detalle predial, para seleccionar los mejores terrenos para
plantaciones de variedades nuevas, o para corroborar el emplazamiento de
variedades ya plantadas.
Por este motivo es que surgió el proyecto “Determinación y Caracterización
de la Aptitud Vitivinícola de algunos valles de la VII región para vinos finos”,
bajo la dirección de CIREN y con la colaboración de Fundación Chile y
algunas universidades, con el fin de implementar un sistema de información
que permita identificar las condiciones edafoclimáticas y de manejo del
viñedo, que sean óptimas para producir determinadas calidades de uva y
determinados tipos y calidades de vinos (APTITUD VITIVINÍCOLA Y
PRODUCCIÓN DE VINOS FINOS, 1999).
Este sistema puede lograr mejorar la calidad, diferenciar el vino chileno e
incluso anticiparse a los requerimientos y especificaciones de los exigentes
mercados internacionales.
Sin embargo, como ya se ha mencionado anteriormente, al interior del país el
mercado para vinos finos está muy poco desarrollado y es limitado, lo que
entrega un grado de inestabilidad al negocio. No obstante, se tienen
expectativas de que a corto plazo pueda iniciarse un proceso de
recuperación del consumo de vinos en nuestro país, principalmente a través
de campañas publicitarias que destaquen las bondades para la salud de su
ingesta moderada y en tanto que se enseñe a consumirlo adecuadamente
(GEMINES S.A CONSULTORES, 2002).
Otro aspecto a considerar es la gran diversidad de productos existentes en el
mercado. Esto exige buscar la diferenciación, especialmente en el segmento
de los vinos de mayor precio, donde la tendencia a la diferenciación de
productos crece sin cesar.
Esto se explica, porque en el mercado de los vinos hay una especie de
pirámide, cada vez que uno salta hacia un segmento de precios mayores,
ese segmento es mucho más pequeño, por lo que intentar competir es más
complicado, ya que se entra a tallar con vinos de buena calidad
provenientes de Francia y California (VINO CHILENO: EL DESTINO DE UNA
GRAN MARCA, 1999).
A su vez se crea una situación de autocompetencia, ya que tal como se
señala en INDUSTRIA DEL VINO (2001), hay más de cien distintos
exportadores chilenos que venden más o menos las mismas variedades, por
lo que entre los mismos vinos chilenos se desplazan en el exterior.
2.3.5.2. Perfeccionamiento de las Denominaciones de Origen
Chile ha desarrollado una estrategia basada en la denominación de origen
geográfico, que constituye una posición intermedia entre la denominación de
origen europea y la indicación de procedencia norteamericana. Lo anterior
asociado a la mención de cepaje, permite enfrentar el mercado internacional
con un respaldo de seriedad y calidad y asimismo, adaptarse con facilidad a
los cambios que impongan los consumidores a futuro (SAG, 2002).
Se ha comprobado que los vinos con denominación de origen son preferidos
por los consumidores, ante otros que no la ostentan, por tal motivo se tiende
a exportar vinos de este tipo.
2.3.6. Relevancia de una cepa emblemática
De acuerdo a todo lo mencionado anteriormente, Chile posee condiciones
extraordinarias para la producción de vinos, ventajas que han sido
aprovechadas para alcanzar un sitial privilegiado dentro del mundo
vitivinícola.
Sin embargo, el auge del vino chileno no se debió sólo a estas
características, sino que también al simple hecho de haber estado ahí en el
momento oportuno, es decir, cuando en el mundo, a partir de 1986,
comenzó a disminuir la superficie cultivada con viñas para vino, la vinicultura
nacional supo aprovechar las bajas de stocks, acarreadas por este hecho y
por factores climáticos adversos en importantes países productores, a través
de una agresiva actividad empresarial y comercial (POBLETE,2000).
Fue así como el vino chileno apareció en los mercados europeos y Canadá,
llenando ese espacio que se produjo. La gente lo probó, vio su precio y lo
encontró razonable, diciendo que no gastaba mucho y recibía por su dinero
más de lo que le entregaban otros países. De esta manera comenzó a
instalarse en estos lugares y también en Asia, basándose fundamentalmente
en su excelente relación precio/calidad (HERNÁNDEZ, 1999).
Sin embargo, en la actualidad esa relación ya no es suficiente para
mantenernos en el sexto lugar como país exportador. A comienzos de los
noventa los vinos chilenos se ofrecían en el extranjero con la fórmula “bueno,
bonito y barato”; pero han pasado 14 años y otros países han salido a
competir en ese mismo segmento y todos juntos pasaron a conformar el
llamado “Nuevo Mundo”. Y no sólo ellos se pelean a cada comprador, el
denominado “Viejo Mundo” se modernizó y bajo sus costos, con lo cual salió
a competir a precios similares a los nuestros, tal como se señala en
INDUSTRIA DEL VINO (2001).
Por esto, no basta con tomar una oportunidad de mercado, el negocio
vitivinícola se debe construir en forma integrada y una parte relevante se
refiere a la comercialización, porque la persona que compra vino no sólo
está comprando una bebida alcohólica de entre los cientos de bebidas
alcohólicas presentes en el mercado, sino que compra también una imagen,
un determinado prestigio, algunos mitos y otras cosas, como los beneficios
para la salud asociados a este producto, que se incorporan al sistema de
comercialización (POBLETE, 2000).
Es en ese aspecto donde Chile presenta su mayor debilidad, ya que al ser un
país latinoamericano y distante de los principales mercados no ha logrado
fortalecer una imagen estable como país, no posee un reconocimiento
internacional importante a nivel masivo, sino que es muy especializado.
Hoy en día, en el mundo del vino, repleto de marcas, de cepas, de valles, de
enólogos, etc., una de las cosas que vende es una noticia nueva. Una cepa
emblemática, sobretodo diferente a las que hay en el resto del mundo y de
la que se obtenga un producto de buena calidad, nos conferiría
diferenciación e identidad, lo que se traduce en mayor facilidad para vender,
ya que, que el consumidor asocie un cepaje a Chile, como país, nos entrega
una ventaja competitiva tremendamente importante.
En el comercio internacional global hay un efecto país y región además del
que pueda tener cada marca. El número de marcas en el mercado es tan
elevado que los consumidores buscan una referencia que puedan asimilar y
recordar. Además, al existir un gran número de marcas, la publicidad no tiene
tanto impacto pues su efecto se dispersa (COSTA, 2001).
Según SAAVEDRA (1999), el consumidor elige un vino, primero según su
país de origen y luego por su marca, por lo tanto las inversiones en
marketing debieran dirigirse en tal sentido y contar con un cepaje
emblemático reforzaría esa estrategia, ya que en general, el valor de un
producto está dado en gran parte por lo que el consumidor sabe de él.
De acuerdo al estudio” Prospectiva Chile 2010: Producción y Exportación de
vinos” elaborado por BRIONES et al. (2002) existe la voluntad de desarrollar
en el país un “ cepaje de bandera” por el cual el vino chileno sea reconocido
y diferenciado en el mundo.
Esa convicción se respalda en que gran parte de las personas consideradas
en dicho estudio (91%), consideró conveniente potenciar cepajes y una gran
mayoría (83%) mencionó al Carménère como el principal cepaje a
desarrollar, coincidiendo plenamente con la idea de convertirlo en el cepaje
emblemático de Chile, en forma similar a lo que constituye el Syrah para
Australia, el Malbec para Argentina o el Pinotage para Sudáfrica.
2.3.7. El Carménère en Chile
2.3.7.1. Reseña histórica del Carménère
Chile posee una larga tradición vitivinícola, pero en un principio, esta
vitivinicultura sólo revestía un carácter local hasta que se incorporaron al
país las mejores variedades viníferas de origen francés, las cuales se
cultivaron mezcladas, como era habitual en aquella época en Francia
(PSZCZOLKOWSKI, 1995).
Este hecho fortuito permite que muchas cepas nobles, entre ellas
Carménère, salvaran ilesas del desastre causado por la filoxera
(Dactylosphaera vitifolii) en el siglo XIX, plaga que arrasó con gran parte de
las viñas en Europa. Esta catástrofe ocurrida en el mundo vitivinícola,
accidentalmente le entregó a Chile un gran patrimonio, ya que fuimos los
únicos en conservar las cepas francesas originales.
A partir de ese momento, en nuestro país, vinicultores, empresas y técnicos
fueron lentamente seleccionando variedades incluidas en la mezcla inicial y
hoy, un considerable número de ellas se cultiva de forma homogénea.
Carménère, originaria de Burdeos, Francia, pertenecía al grupo de los
“Cabernets”, junto con Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon, era
extensamente cultivada en algunas zonas como el Medoc, siendo la
responsable de la gran fama que ostentaban los vinos de esa zona. Pero con
posterioridad a la aparición de la filoxera, la superficie disminuyó
rápidamente, alcanzando en 1994 sólo 10 ha en Francia, siendo
reemplazada por Merlot, variedad que en ese entonces era considerada
secundaria. Esta disminución de la superficie se puede atribuir a la
necesidad de injertar los viñedos atacados por la filoxera sobre porta injertos,
los cuales acentuaron algunos de los problemas fisiológicos del Carménère
(PSZCOLKOWSKI, 1999).
En Chile, este cepaje crece oculto en medio de parras de distintas
variedades, e inicialmente, al momento de exportar fue catalogada como
Merlot, sin que nadie reparara en el error. Sin embargo, en noviembre de
1994, durante el desarrollo del VI Congreso Latinoamericano de Viticultura y
Enología, celebrado en Santiago de Chile, el ampelógrafo del ENSA de
Montpellier, Jean Michel Boursiquot, identifica correctamente la variedad
como Carménère, divulgando la Pontificia Universidad Católica de Chile
dicha información a partir de ese momento (PSZCZOLKOWSKI, 1995).
Desde entonces la variedad ha sido observada y estudiada en cuanto a sus
características ampelográficas, de cultivo y potencial enológico,
determinándose que este último es extraordinario y muy diferente del Merlot.
2.3.7.2. Características agronómicas y culturales
Se trata de una variedad de cultivo delicado, especialmente cuando las
condiciones de suelo presentan algún tipo de limitantes, tales como textura,
estructura, napas freáticas y presencia de insectos, como margarodes
( Margarodes vitis), o nemátodos.
El Carménère es una variedad vigorosa, con yemas basales de escasa
fertilidad, lo cual obliga a usar poda muy larga. Su entrada en producción es
lenta y en condiciones de climas limítrofes, fríos, esta variedad se muestra
muy sensible a la corredura de sus racimos, característica que se ve
acentuada si es injertada. En suelos arenosos y pedregosos o bien en
arcillosos y poco aireados, presenta serios problemas que manifiestan en
una rápida declinación del vigor y producción de las vides, además es
sensible al estrés hídrico (PSZCZÓLKOWSKI, 1995).
De acuerdo a BRETHAUER (2004), el Carménère no puede crecer en suelos
muy fértiles. El cultivo en suelos poco fértiles, permite producir vinos con
taninos extremadamente suaves y de una estructura que va más allá de lo
que normalmente ofrece esta cepa.
Su brotación es relativamente tardía, estando comprendida entre la de
Cabernet Franc y el Cabernet Sauvignon. Su madurez se alcanza en una
época posterior al Merlot y cercana al cv Cabernet Sauvignon, aún cuando
hoy se la está cosechando en Chile con un importante grado de
sobremadurez, esperando una mayor madurez de taninos, lo que ha
provocado problemas de paralizaciones de fermentación
(PSZCZÓLKOWSKI, 1999).
Según BRETHAUER (2004), si la temporada de madurez es muy corta se
corre el riesgo de que aparezcan notas vegetales. Hay sectores que poseen
mesoclimas de gran acumulación de horas de calor, lo que permite cosechar
las uvas en su punto óptimo, alrededor de 10 días después de la madurez
fenólica. Esto es muy importante porque con menos de 24º Brix es imposible
obtener un buen Carménère.
2.3.7.3. Potencialidad del cv. Carménère
Chile es el único país del mundo vitivinícola que no ha sido asolado por la
filoxera, lo que permite cultivar la vid a pie franco y propagarla por medios
vegetativos, tales como estacas y acodos, lo que entrega la ventaja de
cultivar el cv. Carménère sin los problemas fisiológicos asociados al uso de
los patrones portainjertos (PPI), como son su tardía entrada en producción y
su gran tendencia a la “corredura de racimos”.
Además esta característica le confiere una mayor longevidad a los viñedos.
Considerando otros aspectos, se puede mencionar que el desarrollo de la
vitivinicultura mundial ha experimentado en las últimas décadas una fuerte
erosión de su encepado, concentrándose su desarrollo sólo en variedades
probadamente exitosas desde un punto de vista comercial
(PSZCZOLKOWSKI, 1999).
Es por eso que en Chile se ha implementado un programa tendiente a
identificar, evaluar y estimular el uso de nuevos cepajes, con los cuales se
puedan obtener vinos que respondan a nuevas expectativas de los
consumidores.
Es así como la incorporación del cepaje Carménère apunta en el sentido
correcto, ya que tiende por una parte, a aumentar la diversidad, pero lo más
importante a aportar al mundo una variedad de gran fineza que se
encontraba prácticamente extinguida (PSZCZOLKOWSKI, 1999).
Además, la escasa distribución mundial de su cultivo y su enorme
potencialidad para producir vinos de gran carácter, con cualidades
excepcionales, entre ellas su cuerpo suave y color intenso, hacen de esta
cepa algo especial (PSZCZOLKOWSKI, 1995).
Por su parte, BRETHAUER (2004) agrega que las mezclas con Carménère
tienen un gran potencial, pues esta cepa le entrega suavidad y volumen al
vino.
3. MATERIALES Y MÉTODOS
3.1. Material:
3.1.1. Caracterización del área geográfica
El estudio se llevó a cabo en diferentes puntos del territorio nacional, tales
como: V región de Valparaíso, VII región del Maule (Talca y Molina) y la
ciudad de Santiago.
Se escogieron estos lugares debido a que en ellos se concentra la mayor
actividad vitivinícola del país, ya sea en producción, vinificación, elaboración
y/o comercialización, por lo tanto, en conjunto, conforman un sector
representativo de la vitivinicultura nacional.
3.1.2. Determinación del universo de estudio
La unidad de estudio correspondió a 9 informantes calificados, escogidos de
entre autoridades académicas, empresariales y gremiales, así como de
exportadores y consumidores, todos ellos relacionados con el área
vitivinícola del país (Anexo 6).
Se considera como “informante calificado” a todas aquellas personas que
por su preparación, experiencia en el mercado en estudio y situación,
poseen un profundo conocimiento del tema a investigar y que basándose en
ello, pueden entregar una opinión actualizada y fundamentada.
Se puede mencionar entre éstos a enólogos, ingenieros agrónomos,
productores, economistas y académicos.
3.1.3. Instrumento de recolección de la información
Como una manera de obtener información se realizó una entrevista a
algunos de los informantes calificados, la que se basó en tres aspectos
importantes de la vitivinicultura: producción, comercialización y
competitividad. Esta entrevista se especifica en el Anexo 7.
Luego, de acuerdo a la información obtenida, se elaboró una encuesta base
(Anexo 8).
3.2. Método:
3.2.1. Recolección de la información
A los informantes calificados se les aplicó una encuesta on-line, que contó de
dos partes: la primera compuesta por tres preguntas directas y la segunda
conformada por cuatro preguntas utilizando la metodología propuesta por
MOODY (1991).
3.2.2. Análisis de datos
Con el fin de jerarquizar, de acuerdo a su importancia, las opiniones
entregadas por los informantes calificados, de manera de poder concluir
acerca de ellas, se utilizó en la encuesta el cuadro simple de prioridades
propuesto por MOODY (1991) para cuatro preguntas.
Este cuadro de prioridades corresponde a un método matemático simple
para enumerar los factores de acuerdo con su importancia relativa
(prioridad), sin sesgos y sin necesidad de comparar más de dos factores en
un momento dado.
La base para utilizar este cuadro es la suposición que la elección más simple
y más precisa resulta de la comparación directa de dos alternativas. Es decir,
se analizan sólo dos posibilidades a un mismo tiempo, utilizando el buen
juicio para comparar ambas opciones.
Entonces, para realizar este método se debieron seguir los siguientes pasos:
Primero, se formularon preguntas que se utilizaron como base para llegar a
tener la lista de factores.
Como segundo paso se confeccionó una lista de los posibles factores, para
cada una de las cuatro preguntas, los cuales se obtuvieron por medio de una
lluvia de ideas, aportadas por la alumna tallerista que realizó la investigación,
basándose fundamentalmente en aspectos de competitividad,
comercialización, imagen, producción y cualidades relevantes de los vinos
chilenos respecto a la situación vitivinícola extranjera. Estos factores fueron
corroborados por el Sr. Pedro García, docente encargado de guiar dicho
trabajo. Luego, se enumeró cada uno de ellos en orden correlativo.
En el caso de la encuesta, para la pregunta A se obtuvieron seis factores,
para la pregunta B siete factores y para las preguntas C y D la lista contó con
seis y cinco factores respectivamente.
Como tercer paso, se hizo una matriz para cada pregunta, de acuerdo al
número de factores escogidos (Figura 1a).
El cuarto paso consistió en comparar individualmente el factor uno con los
factores restantes. Se partió comparando los factores 1 y 2. Como resultado
de esta comparación se colocó un 0 al factor con menos importancia y un 1
al factor de mayor importancia (Figura 1b).
Luego se siguió comparando el factor 1 con el 3, y así sucesivamente hasta
obtener un cuadro como el de la Figura 1c. Se podrá observar que los
cuadrados opuestos diagonalmente nunca tienen dos ceros o dos unos.
En el quinto paso se comparó el factor 2 con los otros factores, y así en lo
sucesivo con cada uno de los demás factores. Una vez finalizado el cuadro
se sumó los 1 de cada fila y se colocó el total a la derecha de la gráfica
(Figura 2).
Posteriormente se confeccionó una nueva matriz para cada pregunta, con los
factores asignados a los informantes calificados, y se sumaron los totales
(Anexo 9).
Pregunta
Factores → ↓
FIGURA 1a. Matriz principal, según diseño propuesto por Moody ( 1991).
Pregunta
Factores → ↓
FIGURA 1b. Comparación de factor 1 y 2, de acuerdo al Método Moody (1991).
1 2 3 4 5 6 7 8 9
1
2
3
4
5
6
7
8
9
1 2 3 4 5 6 7 8 9
1 1
2 0
3
4
5
6
7
8
9
Pregunta
Factores → ↓
FIGURA 1c. Comparación del factor 1 con los demás factores (Método Moody).
Factores → ↓
FIGURA 2. Suma total de factores. Total: 36 Método Moody (1991).
1 2 3 4 5 6 7 8 9
1 1 1 0 1 0 0 1 1
2 0
3 0
4 1
5 0
6 1
7 1
8 0
9 0
1 2 3 4 5 6 7 8 9
1 1 1 1 1 0 0 1 1 6+
2 0 1 0 1 1 0 0 1 4
3 0 0 1 1 0 1 1 1 5+
4 0 1 0 1 1 1 1 1 6
5 0 0 0 0 1 1 0 1 3
6 1 0 1 0 0 0 0 0 2
7 1 1 0 0 0 1 1 1 5
8 0 1 0 0 1 1 0 1 4+
9 0 0 0 0 0 1 0 0 1
El factor que obtuvo el número más alto en la columna de totales tuvo la
prioridad más alta. El factor con total más alto que sigue al anterior tiene la
siguiente prioridad más alta. Así se continuó hasta que todos los factores
estuvieron enumerados en orden de prioridad, desde el más importante
hasta el menos importante.
Por último, el orden de prioridad simple se estableció colocando los factores
en un orden de acuerdo con el que obtuvo el número más alto en la columna
de totales.
4. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS
4.1. La importancia de una cepa emblemática y ventajas asociadas:
En la encuesta, en relación con la información recogida en revisión
bibliográfica y en entrevistas, la primera pregunta planteada fue si era
importante para Chile tener una cepa emblemática. Esta pregunta, en
apariencia tan simple, reviste un carácter fundamental, ya que representa la
base para futuras decisiones que se tomen en el área vitivinícola nacional; y
al ser presentada a los informantes calificados, el 100% de ellos contestó
que sí.
Esta rotunda afirmación, permite validar una inquietud presente en casi todos
los sectores vitivinícolas del país, que ven en una cepa emblemática una
serie de ventajas. Para determinar cuál es la principal de ellas, de acuerdo a
su importancia o prioridad, se hizo un cuadro de prioridades simple, que
consideró seis factores (ventajas), obteniéndose los siguientes resultados
(Cuadro 7): CUADRO 7. Lista de factores y el orden de prioridad obtenido. Factores presentados Orden de prioridad obtenido - Permite una diferenciación a nivel marca
país. - Se obtiene identidad. - Mejora la imagen del país como productor de
vinos. - Mejora la competitividad de nuestros vinos. - Facilita el reconocimiento en el extranjero. - Contribuye a la consolidación de la industria
vitivinícola.
1. Facilita el reconocimiento en el extranjero.2. Permite una diferenciación a nivel marca
país 3. Se obtiene identidad. 4. Mejora la imagen del país como productor
de vinos. 5. Mejora la competitividad de nuestros
vinos. 6. Contribuye a la consolidación de la
industria vitivinícola.
De acuerdo a este Cuadro, se puede establecer que la ventaja más
importante que conlleva una cepa emblemática, es la de constituir una
excelente herramienta para facilitar el reconocimiento en el extranjero de los
vinos chilenos, lo que podría deberse, precisamente, a que permite una
diferenciación a nivel marca país, característica a la que se le otorgó el
segundo lugar en importancia.
La obtención de identidad también fue considerada como una de las
principales ventajas, debido a que, como se mencionó anteriormente, la
principal debilidad del país no radica ni en la calidad ni en la producción de
los vinos sino en la ausencia de imagen en el exterior.
Con relación a esto Don Edmundo Bordeu menciona en VINO CHILENO: EL
DESTINO DE UNA GRAN MARCA, (1999) que tenemos que creer y actuar
como país, que ya pasó la etapa de seguir copiando lo que hace Australia,
California y Francia, porque poseemos una realidad distinta que nos debe
impulsar a desarrollar una técnica propia para nuestra producción y así crear
un vino diferente, más personal y más propio.
Al ser evaluados los factores por los informantes calificados, se consideró
que la presencia de una cepa emblemática no contribuye en gran medida a
mejorar la imagen del país como productor de vinos ni la competitividad de
ellos. Sin embargo, una cepa emblemática entrega diferenciación según las
prioridades entregadas por los informantes calificados, y ésta es una de las
características más requeridas para poder competir en los mercados
actuales.
La menor ventaja de contar con una cepa emblemática se refiere a la
contribución a la consolidación de la industria vitivinícola, este resultado se
entiende porque para que Chile se consolide como país productor de vinos,
se requiere que se cumplan otros factores, aparte de la presencia de una
cepa emblemática.
4.2. Determinación de la cepa emblemática:
Para evitar asumir cualquier supuesto con respecto a la “cepa bandera”, se
preguntó directamente a los encuestados si actualmente en Chile contamos
con alguna cepa emblemática. La mayoría (87,5%) respondió que sí, pero al
preguntar a qué cepa correspondía, surgieron dos posturas, claramente
diferenciadas, en donde cada una contó con el 50% de las respuestas.
Una de ellas afirma que la cepa emblemática de Chile es Cabernet
Sauvignon. Las razones en las que se fundamenta esta afirmación son las
que se mencionan a continuación:
- La carta de presentación de Chile en el mundo vitivinícola fue el vino tinto,
destacándose principalmente Cabernet Sauvignon, el cual ha llegado a
equipararse con el famoso Cabernet Sauvignon francés, a pesar de toda
la tradición que éste arrastra consigo. De hecho, los vinos chilenos mejor
catalogados en el extranjero corresponden a esta cepa, como lo
demuestran los múltiples premios obtenidos en concursos especializados
de diferentes países.
- Por otra parte, la mayor superficie de vides plantada en el país
corresponde a esta cepa. Al año 2001 habían 38.227 ha,
correspondientes al 36% aproximadamente de la superficie total de
viñedos para vinificación, distribuidas a lo largo de toda la zona vitivinícola
de Chile, lo que indica que es una cepa que se adapta a distintos valles,
que existen microclimas para ella que permiten entregar vinos de buena
calidad.
- Además se cuenta con una vasta experiencia para Cabernet Sauvignon,
avalada por la larga tradición vitivinícola del país, lo que asegura obtener
vinos de buena calidad, ya que se conocen casi a la perfección los
manejos de viñedo adecuados para dicha cepa, así como los de proceso
y guarda.
- Se han realizado investigaciones para evaluar el comportamiento de esta
cepa bajo distintas condiciones, se ha experimentado con Cabernet
Sauvignon a lo largo de muchos años.
Sin embargo, existe una característica que Chile no posee con Cabernet
Sauvignon: la exclusividad, ya que la mayoría de los países productores de
vinos en el mundo, (los tradicionales y los nuevos, que al igual que Chile,
cuentan con condiciones propicias para la producción de vinos de buena
calidad) incluyen a esta cepa en sus producciones y con el paso del tiempo,
han ido alcanzando calidades similares a las nuestras, lo que ha hecho
mucho más difícil competir con esta cepa en los mercados, ya que los
consumidores tienen más variedad de marcas y países donde elegir.
Considerando ese aspecto, es que surge la contraparte que proclama a
Carménère como la cepa emblemática del país, presentando las siguientes
razones:
- En primer lugar, como antecedente y según la literatura, es una cepa que
entregaba vinos de excepcional calidad, que sirvieron para establecer la
reputación universal de los vinos del Medoc francés.
- Corresponde a una cepa única en el mundo, ya que la filoxera la devastó
en Europa, y actualmente se cultiva muy poco en Italia y Francia, ya que
presenta problemas asociados al uso de portainjertos, sin los cuales, no
puede cultivarse en esos países.
- Al ser redescubierta en Chile, le entregó al país mayor diversidad a su
patrimonio varietal, así como también al patrimonio mundial, debido a que
nuestro Carménère proviene de las cepas originales, que ya no existen
en ningún otro lugar del mundo.
- Además la producción de vinos de Carménère representa una novedad,
un aporte real al mundo del vino absolutamente distinto a lo que producen
otros países, crea una diferenciación.
- Por último, esta cepa tiene un potencial enológico excelente según los
enólogos, si está bien manejada, ya que, aparte de entregar vinos de
calidad, posee personalidad, es decir, tiene características de color,
aroma y sabor, que son fácilmente reconocibles, lo que permite a una
persona no especializada, distinguirla de otras cepas existentes en el
mercado.
Sin embargo, contrario a lo que sucede con Cabernet Sauvignon, se le
critica a esta cepa la poca experiencia que tiene el país con ella, la que se ha
visto reflejada en algunos problemas que aún no pueden superar sus vinos,
cómo es el toque vegetal o pirazínico (esas notas a pimentón verde).
Esto supuestamente constituye un defecto aromático, pero lamentablemente
se ha convertido en un descriptor de los vinos de esta variedad.
Al respecto BRETHAUER (2004) dice que, primero habría que observar
atentamente su comportamiento, experimentar con su manejo y encontrar el
punto óptimo de cosecha, segundo, sobreponerse al dilema del pimentón
verde, definiendo si las notas vegetales son parte constitutiva de la variedad
o un defecto aromático.
Para aclarar esta disyuntiva entre una cepa y otra, se consultó acerca de qué
requisito es más importante en una cepa para erigirse como emblemática.
Los resultados se muestran en el Cuadro 8.
CUADRO 8. Requisitos de una cepa para erigirse como emblemática, ordenados de acuerdo a su importancia (de mayor a menor).
Requisitos de la cepa 1. Que posea personalidad.
2. Que sus vinos perduren en el tiempo conservando sus características.
3. Que sea novedosa.
4. Que entregue vinos de buena calidad.
5. Que se tenga cierta experiencia y/o tradición con ella.
6. Que tenga la capacidad de adaptarse a diferentes valles y microclimas en
nuestro país.
7. Que tenga un alto volumen de producción.
Considerando estos resultados, en un primer momento se podría avalar la
premisa de que Carménère es la cepa emblemática, ya que cumple con dos
de los requisitos a los cuales se les dio la máxima importancia: sus vinos
poseen personalidad y es una cepa novedosa, característica con la que no
cuenta Cabernet Sauvignon.
Sin embargo, el requisito que obtuvo la segunda posición en cuanto a
importancia, es un misterio si se trata de Carménère, ya que aún no se sabe
con precisión cuánto tiempo se conservan sus vinos. Todavía no se ha
podido definir su longevidad, porque no se ha vinificado por más de 10 años
(BRETHAUER, 2004).
Asimismo tampoco se ha logrado definir cuál es el mejor terroir para esta
cepa, dentro de las múltiples alternativas que ofrece nuestro territorio. En
cambio, se conoce que los vinos de Cabernet Sauvignon se conservan
durante muchos años, sin alteraciones importantes que vayan en desmedro
de su calidad.
Llama particularmente la atención, que el requisito que hace alusión a la
buena calidad de los vinos obtenidos de esa cepa, haya quedado en cuarto
lugar. Pero, se explica porque para los entendidos tener calidad no es
suficiente, ya que en general, se asume que los vinos chilenos son en su
mayoría de calidad, cualidad que es entregada por las condiciones naturales
que posee Chile para la vitivinicultura.
Por otra parte, queda claro que la tradición o experiencia en una cepa no es
un requisito fundamental para llegar a ser emblemática, pero si tiene cierta
importancia y se debe admitir que en ese punto Carménère presenta una
desventaja respecto de Cabernet Sauvignon.
Aun así, a pesar de las diferencias de opinión al momento de establecer la
actual cepa emblemática del país, hay un punto en el que el 100% de los
encuestados coincidió, que se refería a qué cepa debería potenciarse como
emblemática (lo sea o no).
La elegida fue Carménère, aunque se debe destacar que adicionalmente a
esta cepa, dos personas mencionaron a Syrah y Sauvignon Blanc, y tres a
Cabernet Sauvignon.
Por este motivo, en la encuesta presentada a los informantes calificados se
incluyó otro cuadro de prioridades para saber cuál es la mejor cualidad de
Carménère que la convierte en una cepa especial, y los resultados se
detallan en el Cuadro 9.
CUADRO 9. Cualidades de Carménère ordenadas de acuerdo a su importancia. Cualidad presentada Orden de Importancia obtenido. - Sus características organolépticas
(color, aroma).
- Su difícil manejo agrícola.
- Su novedad.
- La buena calidad de sus vinos
(taninos, acidez, etc.).
- Que sus vinos son relativamente
fáciles de reconocer.
1. Su novedad. 2. Sus características
organolépticas (color, aroma). 3. La buena calidad de sus vinos
(taninos, acidez). 4. Que sus vinos son
relativamente fáciles de reconocer.
5. Su difícil manejo agrícola.
Del cuadro anterior se puede destacar que la principal característica atribuida
a Carménère, la que la hace distinta, es su novedad, cualidad que le entrega
muchas ventajas a esta cepa, si lo que se busca es competir con ella en los
mercados extranjeros.
Pero esta novedad no es lo único importante. De acuerdo a BRETHAUER
(2004), al nivel de estrategia de marketing es muy interesante potenciar esa
novedad de Carménère, siempre y cuando vaya respaldado por los vinos.
Las características organolépticas de los vinos de Carménère, tales como su
intenso color y su aroma a pimienta negra y chocolate (si está en el suelo
requerido y con los manejos adecuados), han contribuido también a
conferirle a Carménère ese status de cepa especial, así como la buena
calidad de sus vinos y a la vez, han hecho que sus vinos sean tan fáciles de
distinguir a nivel de consumidor, características que se sitúan en la segunda,
tercera y cuarta posición respectivamente, es decir, las tres se consideran
relativamente importantes, seguramente porque están muy relacionadas
entre sí.
En este caso, la buena calidad de los vinos de Carménère no fue
considerada como la cualidad que le entrega a esta cepa esa gran
notoriedad, pero eso no significa que sus vinos sean de mala calidad, sino
que simplemente esa característica no la distingue del resto de las otras
cepas, ya que como se mencionó anteriormente, la mayoría de los vinos
chilenos son considerados buenos. También puede deberse al
desconocimiento que existe de esta cepa en cuanto a la conservación de sus
vinos.
4.3. Establecimiento de la cepa emblemática:
El simple hecho de establecer que es importante para nuestra vitivinicultura
contar con una cepa emblemática y determinar cuál cepa tiene los requisitos,
no basta para posicionarla como tal.
Se requiere tomar medidas, tanto en el sector privado, como en el gobierno,
que contribuyan a este fin.
Para esclarecer cuál es la principal medida que se debe tomar como país
para posicionar o bien, respaldar una cepa emblemática, se elaboró en la
encuesta un cuadro de prioridades con seis acciones o medidas posibles de
realizar, que los informantes calificados debieron comparar, para determinar
el orden de importancia o prioridad atribuido a cada uno. En el Cuadro 10 se
muestran los resultados de esa comparación.
CUADRO 10. Principales medidas que deben adoptarse para establecer una cepa emblemática. Medidas presentadas Orden de prioridad obtenido. - Realizar campañas de Marketing.
- Mejorar relación precio-calidad.
- Diversificar los mercados.
- Crear una organización especial
de promoción en el exterior.
- Aumentar la superficie y
producción de esa variedad.
- Crear una estrategia conjunta de
las viñas.
1. Hacer campañas de Marketing. 2. Crear una organización especial
de promoción en el exterior. 3. Crear una estrategia conjunta
de las viñas. 4. Mejorar relación precio-calidad. 5. Diversificar los mercados. 6. Aumentar la superficie y
producción de esa variedad.
Entonces, de acuerdo a los resultados obtenidos, la principal medida que se
debe tomar como país para posicionar una cepa emblemática, es la de hacer
campañas de Marketing para promocionar la imagen país, como productor
de vinos de excelencia, tal como se hizo en el pasado explotando la
excelente relación precio-calidad, que permitió penetrar en los mercados
actuales, enfocándose también en resaltar las características especiales que
posee la cepa elegida como emblemática.
Para lograr esto se necesita trabajar seriamente con “ wine writers”, con
revistas especializadas, mejorar sustancialmente nuestra presencia en sus
artículos y libros y además estimular a las viñas que logren presencia en los
“wine lists” de restaurantes y hoteles (PRÁCTICAS VITÍCOLAS
INTEGRADAS Y COMERCIALIZACIÓN, 2001).
HERNÁNDEZ (1999), también concuerda con esa idea, añadiendo que para
asegurar la presencia actual, hay que seguir asistiendo a las ferias y
posibilitando que los turistas vengan a conocer Chile y su comida en
general, entre ella el vino, porque a esta bebida hay que soportarla con una
imagen.
La otra medida evaluada en el segundo lugar de importancia, corresponde a
la creación de una organización especial de promoción en el exterior, que
precisamente sería la encargada de coordinar las campañas de Marketing en
el extranjero, de manera de aunar los esfuerzos y los recursos para lograr un
mismo objetivo.
En la actualidad, Wines of Chile (organismo creado por Viñas de Chile y
ProChile), es la única asociación que se dedica a promover los vinos
chilenos en el extranjero, en su conjunto, ya que generalmente cada viña
invierte en sus propias marcas.
Pero para provocar un gran impacto con estas campañas se debe contar
con los recursos necesarios para ello, ya que se estima que para que una
campaña sea efectiva se requiere invertir aproximadamente entre cinco y
diez millones de dólares, recursos que debieran provenir tanto del gobierno
como de la empresa privada u organismos correspondientes.
Chile tiene una muy buena distribución de sus vinos en el exterior, pero se
necesita invertir en estos lugares de destino en campañas de marketing
(básicamente publicidad en televisión, en radio, en vías públicas y revistas
especializadas), para consolidar nuestra imagen.
La tercera medida es crear una estrategia conjunta de las viñas existentes en
Chile. Esto concuerda con lo mencionado en PRÁCTICAS VITÍCOLAS
INTEGRADAS Y COMERCIALIZACIÓN, (2001), que dice que se debe
trabajar en encontrar un mensaje común y concentrarse en seguirlo como
“dirección genérica del país”, tal como se hizo en Australia.
Actualmente la Asociación Viñas de Chile, que agrupa a las viñas más
importantes del país, ha intentado identificar la dirección y el mensaje
idóneo, pero aún faltan esfuerzos en ese sentido.
Por otro lado, no sólo las viñas deben tomar parte en una serie de iniciativas,
sino que en ellas deben participar los productores, el gobierno, las
universidades y los organismos técnicos, para construir el destino de esa
gran marca que es el vino chileno (VINO CHILENO: EL DESTINO DE UNA
GRAN MARCA, 1999) y lograr aumentar los recursos destinados a
investigación y desarrollo de la industria.
En otro ámbito, mejorar la relación precio-calidad no fue considerada tan
importante como medida para respaldar la cepa emblemática, ya que en este
momento la industria chilena está enfocada en la decisión de avanzar en la
conquista de mejores precios. Ello, sobre la base de un aumento de la
calidad y la imagen de los vinos exportados, por lo que se están haciendo
esfuerzos para abordar segmentos de mayor valor en los mercados, sin
abandonar el segmento actual de ventas, tal como lo avala el estudio “
Prospectiva Chile 2010, producción y exportación de vinos”, de BRIONES et
al. (2003).
También se consideró diversificar los mercados para respaldar a la cepa
emblemática, ya que de esta manera un mismo producto es conocido en
varios lugares a la vez, lo que contribuye a crear una asociación de producto
- país y además se disminuye el riesgo de pérdidas en el caso de una crisis
en un mercado en particular.
Por último, se le restó importancia al aumento de superficie y volumen de
producción de la variedad emblemática, demostrando con eso que la imagen
de la cepa emblemática no implica necesariamente que deba sustentarse en
la cantidad.
5. CONCLUSIONES
En concordancia a los objetivos planteados al inicio de la presente
investigación, se ha podido concluir que:
- Actualmente, la vitivinicultura chilena está en una etapa de maduración,
muy distinta al explosivo auge que se vivió hace algunos años. Aún así,
las exportaciones seguirán creciendo, especialmente las de vinos finos,
pero no al mismo ritmo que en años anteriores. Por otra parte, la
vitivinicultura nacional está amenazada por la aparición de los llamados
“Países del Nuevo Mundo” (grupo en el cual es incluido Chile en el
extranjero), que han agregado mayor competencia al mercado
internacional a través de la adaptación a las preferencias del consumidor.
A su vez, el consumidor ha sofisticado su consumo, volviéndose más
exigente cada día, prefiriendo, por tanto, los vinos finos. Además, se ha
detectado un aumento de la oferta nacional en el extranjero,
principalmente de vinos varietales, lo que estaría constituyendo una
autocompetencia de los vinos chilenos.
- Respecto a la presencia de una cepa emblemática en Chile, los
informantes calificados han coincidido en que una cepa emblemática es
de gran importancia para la vitivinicultura nacional, específicamente
porque ayuda a crear una imagen país que facilita el reconocimiento en el
extranjero de los vinos chilenos en general, lo que se traduce en
diferenciación, requisito fundamental para poder competir en los
mercados internacionales actuales.
- De acuerdo a todos los antecedentes obtenidos, se ha podido establecer
que en el sector vitivinícola se consideraba hasta ahora a Cabernet
Sauvignon, como la cepa emblemática de Chile, por tradición,
experiencia, superficie y reconocimientos obtenidos en el extranjero con
esta cepa. Sin embargo, el redescubrimiento de la cepa Carménère en
nuestro país, ha creado una disyuntiva al respecto, ya que dicha cepa
trae consigo varias características que la hacen merecedora del título de
emblemática. Es así como todo el sector vitivinícola concuerda en que se
debe convertir a Carménère en la cepa emblemática de Chile en el corto
plazo, ya que posee un potencial que debe aprovecharse.
- Ahora, para poder posicionar y respaldar a esta cepa como emblemática
deben implementarse ciertas medidas, siendo la principal el realizar
fuertes campañas de marketing en Chile y en el exterior, a través de la
creación de una organización de promoción, que se dedique a formar una
imagen de país productor de vinos de excelencia. Por otra parte, es
necesario crear una estrategia como país, es decir, que las viñas,
asociaciones, gobierno, universidades, en conjunto, implementen un
programa de desarrollo ordenado de la vitivinicultura nacional, que
contemple la creación de un organismo que se encargue de coordinar a
los productores y de asegurar las calidades de vinos que se están
produciendo. Además se debe desarrollar una tecnología vitivinícola
propia, mediante investigación y experimentación.
- Finalmente, se puede decir que lo principal en la vitivinicultura chilena
está hecho, ya que el país es un productor de calidad serio y
responsable, y que para consolidar la industria se necesita privilegiar
conceptos como “denominación de origen”, aumentar la diversidad de
cepajes y estimular la producción de vinos de calidad, como los
“premium” y “ super premium”.
6. RESUMEN Debido a los constantes cambios y tendencias que presenta la vitivinicultura mundial y nacional, que ha llevado a la industria del vino a una continua adaptación a las exigencias de los consumidores y de los mercados, cada vez más competitivos, se originó la necesidad de realizar un análisis de la importancia que implica para la vitivinicultura chilena, el tener una cepa emblemática, investigación que se llevó a cabo en diferentes puntos del territorio nacional. Se fijaron como objetivos principales, la determinación de la situación actual de la vitivinicultura del país y la importancia que representa para ella el contar con una cepaje emblemático, desde el punto de vista del marketing y la competitividad internacional, así como también el estudio de la evolución de la posible cepa bandera en Chile, estableciendo su grado de especificidad y las acciones que deben tomarse para posicionarla como emblemática. Para tal efecto, se realizó una revisión en libros, tesis, y revistas especializadas, así como en documentos electrónicos publicados por entidades privadas y gubernamentales tales como Chilevid A.G., Asociación de Viñas de Chile A.G., Servicio Agrícola y Ganadero, entre otros. Además, se recopiló información a través de entrevistas personales con informantes calificados del sector. Como metodología se utilizó una encuesta que fue respondida por los informantes calificados, basada en el sistema de cuadro simple de prioridades, que permitió jerarquizar, de acuerdo a su importancia, las opiniones entregadas por estas personas respecto de la vitivinicultura chilena. Los resultados obtenidos de esta investigación, han permitido afirmar que en el sector vitivinícola nacional se considera de gran relevancia la presencia de una cepa emblemática, debido a que facilita el reconocimiento de los vinos chilenos en el extranjero al proporcionar una imagen, la que ayuda a crear diferenciación. Además, se logró establecer que en este momento la cepa emblemática de Chile es Cabernet Sauvignon. Sin embargo, todas las opiniones coinciden en que la cepa Carménère reúne excelentes condiciones para erigirse como emblemática, especialmente por la novedad que representa para el mundo vitivinícola, debiendo ser potenciada adecuadamente en el corto plazo, a través de una estrategia conjunta de las viñas existentes en el país y respaldada por agresivas campañas de marketing.
7. ABSTRACT Given the constant changes and trends that international and domestic wine grape culture face, the wine industry must continuously adapt to the demands of consumers and markets. These markets have been increasingly competitive and so the need has arisen to analyze the importance of these implications on Chilean wine grape culture, and for an emblematic variety. This research took place at different locations within Chile. The main goals were: the determination of the current situation of wine grape culture in this country; the importance to Chilean wine grape culture of having an emblematic varietal, from a marketing and international competition standpoint, along with a study of the development of a possible emblematic Chilean variety, establishing the level of specificity and actions that would be required to position it as the emblematic variety. For this purpose, many books, theses and specialized publications were consulted, as well as a number of electronic documents published by both private and governmental organizations such as: Chilevid A.G., Asociación de Viñas de Chile A.G., Servicio Agrícola y Ganadero, among others. In addition, information was also gathered by means of personal interviews with qualified respondents, who were knowledgeable in this area. The methodology used was a survey answered by knowledgeable respondents. The survey was based on a simple design system of a set of priorities. This allowed a hierarchical arrangement of priorities, according to their importance, from the opinions expressed by the respondents with respect to Chilean wine grape culture. Results obtained from this study allowed the affirmation that for the national wine grape sector, an emblematic variety was considered to be of great importance. This would make it easier for Chilean wines to be recognized abroad, providing an image that would help to create differentiation. In addition, it was possible to establish that at this time, the variety most emblematic of Chile is Cabernet Sauvignon. However, all of the respondents agreed that the variety Carménère combines excellent qualities as a future emblematic variety, especially given its novelty in the world of wine grape culture. It could be adequately positioned in a short time through a combined strategy of Chile’s current vineyards and supported by aggressive marketing campaigns.
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ANEXOS