Amauta y Babel Revistas de disidencia cultural

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    Amauta y Babel

    Revistas de disidencia cultural

    Osvaldo Fernndez D.

    Patricio Guitirrez D.Braulio Rojas C.

    (Editores)

    Facultad de Humanidades

    Universidad de Valparaso

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    Serie SELECCIN DE TEXTOSDireccin: Juan Redmond (Universidad de Valparaso)

    Volumen 1: Ciencia, Tecnologa e Ingeniera:Reflexiones filosficas sobre problemas actualesCarlos Verdugo Serna - Juan Redmond (Editores)

    Volumen 2: Amauta y Babel, Revistas de disidencia culturalOsvaldo Fernndez Daz - Patricio Gutirrez Donoso - Braulio Rojas Castro(Editores)

    Diseo de cubierta e interior:MUNDO DE PAPEL SERVICIOS EDITORIALES

    Primera edicin. Valparaso, 2013.

    Amauta y Babel, Revistas de disidencia culturalOsvaldo Fernndez Daz - Patricio Gutirrez Donoso - Braulio RojasCastro (Editores)Seleccin de Textos del Coloquio Internacional: Cultura, Sociedad yDisidencia en Amrica Latina: Las Revistas Amauta y Babel1ra. ed. Valparaso, Facultad de Humanidades, Universidad de Valpara-so, 2013.215 p.; 21 x 15 cm.

    ISBN 978-956-9298-04-2RPI: 233128

    Impreso en Chile - Printed in Chile

    ISBN 978-956-9298-04-2Facultad de HumanidadesUniversidad de ValparasoSerrano 546, ValparasoChile

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    Universidad de Valparaso

    Facultad de HumanidadesInstituto de Filosofa

    Amautay BabelRevistas de disidencia cultural

    Seleccin de Textos del Coloquio Internacional:Cultura, Sociedad y Disidencia en Amrica Latina:

    Las Revistas Amauta y BabelOrganizado por el

    Centro de estudios del pensamiento IberoamericanoUniversidad de Valparaso

    Osvaldo Fernndez Daz - Patricio Gutirrez DonosoBraulio Rojas Castro

    (Editores)

    Facultad de HumanidadesUniversidad de Valparaso

    2013

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    Universidad de Valparaso

    Rector: Aldo Valle AcevedoProrrector: Pablo Roncagliolo BentezSecretario General:Osvaldo Corrales JorqueraDirector General de Divisin Acadmica:Cristina Fierro FigueroaDirector de Postgrado y Posttulo: Manuel Roncagliolo PasteneDirectora de Investigacin: Marcela Escobar PeaDirector de Vnculos y Relaciones Internacionales:Alejandro RodrguezMusso

    Director de Direccin de Extensin y Comunicaciones: David Carrillo Ro-jas

    Facultad de HumanidadesDecano: Carlos Martel LlanoDirector del Instituto de Filosofa: Jaime Villegas Torrealba

    Comit cientficoSara Beatriz Guardia (Universidad San Martn de Porres)Adriana Arpini (Universidad Nacional de Cuyo)Claudio Albertani (Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxi-co)Rubn Quiroz Avila (Universidad Nacional de San Marco)Jaime Massardo (Universidad de Valparaso)

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    CONTENIDOA MODO DE PRLOGO ....................................................... 9

    INTRODUCCIN.................................................................. 11AMAUTA REVISTA DE POLMICA Y DEBATE......................... 13Osvaldo Fernndez Daz

    DE SAMUEL GLUSBERG A ENRIQUEESPINOZA: LA REVISTA BABELEN CHILE.1939-1951................................................................................................ 23

    Patricio Gutirrez DonosoAMAUTA EN LA HISTORIA POLTICA Y

    CULTURAL DE AMRICA LATINA...................................35AMAUTA................................................................................................. 37Francisco Sazo

    EL PROYECTO POLTICO DE MARITEGUI.FUNCIN EMANCIPATORIA DEL DISCURSOESTTICO EN AMAUTA................................................................. 41

    Margarita GuerreroLA FILOSOFA LATINOAMERICANISTA DE

    ANTENOR ORREGO EN LA REVISTA

    AMAUTA ............................................................................................... 59Gonzalo Jara TownsendSI NO HAY BAILE NO ES M LUCHA: LA

    FIESTA DE LA PLANTA EN VITARTE...................................... 79Daniel Mathews

    EL AINTI-IMPERIALISMO DE VICTORA RAULHAYA DE LA TORRE EN LA REVISTA

    AMAUTA ............................................................................................... 87Jos Nez Daz-Nadia Rojo Libuy

    BABELCOMO PROYECTO CULTURAL EIDEOLGICO........................................................................99

    RESISTENCIA CULTURAL E INDEPENDENCIAPOLTICA, IDEOLGICA Y ESTTICA EN ELPERIODO CHILENO DE LA REVISTA BABEL(1939-1951). UNA MIRADA A LAS POLTICASEDITORIALES DE SAMUEL GLUSBERG................................. 101

    Pierina Ferretti- Lorena Fuentes

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    AMERICANISMO Y JUDASMO EN ARGENTINAA TRAVS DE BABELYCUADERNOS DE

    ORIENTE Y OCCIDENTE (1921-1929)......................................... 121Sebastin Hernndez Toledo

    LA ESTTICA LITERARIA ANARQUISTA DEJOS SANTOS GONZLEZ VERA EN LAREVISTA BABEL. ............................................................................... 147

    Eliseo Lara rdenesRODOLFO MONDOLFO Y SUS

    CONTRIBUCIONES EN LA REVISTA BABEL. ....................... 171Carlos Miguel Olmos Acua

    PROYECTOS EDITORIALES DE VANGUARDACULTURAL EN AMRICA LATINA................................. 187

    MORFOLOGA DE LA REVISTA MULTITUD DEPABLO DE ROKHA. REVISTA DEL PUEBLO Y

    ALTA CULTURA, EL ARTE COMOINSTRUMENTO DE LUCHA SOCIAL (1939-1963)......................................................................................................... 189

    Daniela Gonzlez Labra

    SOBRE EL PROBLEMA DEL LENGUAJE EN LAREVISTA ANTROPOFAGIA DE BRASIL:FILOSOFIA Y VANGUARDIA EN OSWALDDE ANDRADE.................................................................................... 205

    Jaime Villanueva Donoso

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    A MODO DE PRLOGO

    Hay una situacin poltica y cultural en Amrica latina que ha surgidocon el nuevo milenio. Un renovado esfuerzo de independencia culturaly econmica se est gestando en los distintos pases latinoamericanos.Nuevos gobiernos se han constituido prodigando una gran creatividaden formas polticas y sociales de organizacin popular y nacional. Sehan dado enormes pasos hacia la integracin de sectores que hasta hacepoco estaban postergados o simplemente excluidos de la sociedad civil.

    Un expectante proceso de integracin se avizora. En fin una realidadcultural emerge, y se ha puesto una mayor atencin a lo que es nuestraespecificidad. Pensamos que es acerca de estos fenmenos, que se haceimperioso pensar.

    Urge, por lo tanto, ocuparse del pensamiento iberoamericano comouna categora autnoma provista de su propia especificidad. Esta tareasupone no slo asumir la nueva realidad desde el mbito de la filosofa,

    sino de recuperar el aporte intelectual que se ha venido forjando desdeque aparece Amrica Latina. Al respecto, se hace urgente remediar eldficit endmico de que adolecen los estudios filosficos en Chile, enesta materia. Subsanar esta deficiencia en los estudios tanto universita-rios, como secundarios. Por supuesto no partimos de la nada, pero es lapropia situacin latinoamericana actual, la que nos incita a superarnos.

    Hay, por lo pronto, tareas pendientes. Por ejemplo, todo lo que quedapor hacer en el proceso de conocer bien a quienes nos han precedido.

    Conocerlos y conocer lo que pensaron, y la manera cmo lo pensaron.No inauguramos una senda, pero nos corresponde continuarla y des-arrollarla. La realidad siempre original de nuestra historia exige mscreatividad en nuestra reflexin. Al mismo tiempo cabe estudiar acercade lo que el actual proceso poltico cultural ha avanzado en el campoespecfico de las ideas. Por ejemplo la nueva realidad poltica augurauna gran creatividad terica en el proceso de pensar nuestras naciones;las categoras tradicionales con que nos hemos manejado tanto en filo-

    sofa como en ciencias sociales se encuentran en un franco proceso de

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    transformacin. Esto sea dicho por lo que ocurre en el mundo, perotambin por lo que ocurre en Amrica Latina.

    Luego de la Independencia, hubo quienes se sintieron americanos, pen-saron en una emancipacin cultural y lo hicieron a travs de la preguntapor la identidad. Fue la hora de los criollos; los primeros en buscar unaraz identitaria que los justificara. Despus, durante los aos veinte, delsiglo XX, vino la hora de los mestizos; el otro sector social que es unproducto especfico del continente americano, quien se hizo la misma

    pregunta, pero que a diferencia de los criollos, respondi reconocindo-se en sus races culturales indgenas y mestizas. Es de esto que noshemos propuesto investigar, ensear y difundir a travs de nuestras dis-tintas actividades como Centro de Estudios del pensamiento iberoame-ricano (CEPIB) perteneciente al Instituto de filosofa de la Facultad deHumanidades de la Universidad de Valparaso. La publicacin que pre-sentamos forma parte de nuestras actividades.

    Esta publicacin recoge una seleccin de ponencias que fueron objetode debate en el Coloquio Internacional: Cultura, Sociedad y Disiden-cia en Amrica Latina: Las Revistas Amauta y Babel. organizadopor el CEPIB, y cuyo principal objetivo estuvo centrado en estudiar lanaturaleza de estas dos revistas. Adems nos propusimos dar a conocerotras revistas y otros proyectos editoriales explorando esta veta de loque ha sido el desarrollo de la cultura latinoamericana. Gracias a estosencuentros el CEPIB, cumple adems con uno de sus principales obje-tivos que es el de establecer una red de contactos generando vnculos

    permanentes con otros centros de la misma naturaleza que existen enotras Universidades tanto de Valparaso, como de Chile.

    Este coloquio se llev a cabo gracias al apoyo del director Instituto defilosofa de la Universidad de Valparaso, seor Jaime Villegas, del De-cano de la Facultad de Humanidades, seor Carlos Martel Llano. Que-remos agradecer finalmente al Dr. Juan Redmond por su generosa co-laboracin y ayuda en la publicacin de estas ponencias.

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    INTRODUCCIN

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    AMAUTA REVISTA DE POLMICA Y DEBATE

    Osvaldo Fernndez Daz1

    la palabra Amauta adquiere con esta revista una nueva acepcin.La vamos a crear otra vez.(J.C. Maritegui, Presentacin deAmauta)

    RESUMEN

    La revistaAmautafue, al mismo tiempo el instrumento cultural de ungrupo, y las prcticas que a travs de ese instrumento llev a cabo esta

    vanguardia intelectual compuesta de jvenes universitarios, dirigentes

    sindicalistas, de indigenistas, y de poetas y escritores convocados y re-unidos por Jos Carlos Maritegui. Era un grupo que intervena polticay culturalmente en la escena peruana. La condicin limea a que pudorestringirse la revista, fue prontamente sobrepasada gracias la presenciaen ella del grupo de los trujillanos con Alcides Spelucn, Antenor Orre-go y Csar Vallejo. A la cual se agrega la presencia de sectores intelec-tuales cuzqueos, animadores del grupo Resurgimiento y de la revistaSierra, en especial gracias a la presencia de Luis Valcrcel, de quien Ma-

    ritegui prologa y publica su obra Tempestad en los Andes.

    1

    Doctor en Filosofa, Director de Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano yacadmico del Instituto de Filosofa, Universidad de Valparaso

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    1. AMAUTA FUE UNA EMPRESA COLECTIVA, DE UNGRUPO DE VANGUARDIA

    En un principio fue pensada por Maritegui como una revista culturalque se llamara Vanguardia. Era la idea que traa cuando llega a Limaa comienzos de 1923. Era una idea que haba germinado en el lado deall como dice Cortzar, como parte del impacto europeo. Pero pasa-ron casi tres aos antes que apareciera el primer nmero en septiembrede 1926. Durante el tiempo de su elaboracin como producto de untrabajo colectivo, Jos Sabogal sugiri el nombre deAmauta, que Ma-ritegui hizo inmediatamente suyo. Se haba pasado de la avant gardeeuropea, al vanguardismo latinoamericano y el nombre deAmauta, in-troduca al lado de los ecos de esta vertiente europea inicial, elementosincaicos e indigenistas. De esta manera se unan las concepciones ruptu-ristas, anti-civilistas, e iconoclastas caras a aquellos sectores que lacreaban y que Maritegui llamaba la nueva generacin, con un rescatede la tradicin incaica, con la intencin de crear una nueva tradicin.

    En el editorial con que Maritegui presenta el primer nmero en sep-tiembre de 1926, se refiere a este hecho y a las circunstancias queacompaaron su gestacin: Amautaha tenido un proceso normal degestacin. No nace de sbito por determinacin exclusivamente ma.

    Yo vine de Europa con el propsito de fundar una revista. Dolorosasvicisitudes personales no me permitieron cumplirlo. Pero este tiempono ha transcurrido en balde. Mi esfuerzo se ha articulado con el deotros intelectuales y artistas que piensan y sienten parecidamente a m.Hace dos aos, esta revista habra sido una labor un tanto personal.

    Ahora es la labor de un movimiento y de una generacin. De esta ma-nera Amautase transformaba finalmente en una empresa colectiva, ycuando Maritegui destaca el protagonismo que tuvo en su creacin yejecucin este grupo, y que la revista fue el fruto de la labor de un mo-

    vimiento y de una generacin, no es mera frmula retorica. La revista,incluso, fue quizs mucho ms colectiva de lo que el propio Mariteguise imagin. Vena precedida por otras iniciativas y prcticas; como, en-tre las cuales cabe citar, a las Universidades populares Gonzlez Prada,

    que surgen por los aos veinte, por impulso de la reforma universitaria.

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    La revista Claridadde la Federacin de estudiantes. Pero tambin en latrayectoria personal de Maritegui; por otras iniciativas la anteceden y lapreparan; como la editorial Minerva, junto con su hermano Cesar, o larbrica de Mundial, Peruanicemos al Per, desde donde Mariteguipromueve y convoca a un estudio e los asuntos peruanos iniciativasde temas y proyectos de organismos que culminan en la proposicin deun Ateneo de investigacin de los problemas peruanos.

    En este sentido puede decirse que Amauta heredaba de los movimien-

    tos sindicalistas y universitarios que vivieron su apogeo entre los crucia-les aos 1918 y 1919, que separaron, en el Per, la sociedad moderna dela tradicional. Aos en que irrumpen los movimiento obreros y sociales,junto a la emergencia del movimiento universitario, Era adems un per-

    odo durante el cual la sensibilidad aprista, impregnaba cultural y polti-camente a casi todos estos grupos. En este sentido, fue una revista quereuni las condiciones de vanguardia, de indigenista y de socialista enuna misma publicacin.

    Hay en ella un diseo para una empresa colectiva de este carcter. Estase fue haciendo en la misma medida que las tertulias de Washington iz-quierda iban desarrollando. En esas reuniones Maritegui precisaba loscontornos orgnicos de la revista, resolva los problemas de la colabo-racin, al mismo tiempo qie incitaba a colaborar en ella. Introduca ensu interior una confrontacin permanente de ideas entre quienes parti-cipaban de la empresa. La idea era no rigidizar ideolgicamente la revis-ta desde su inicio. No darle un carcter doctrinal, adscribindola a uncuerpo de proposiciones acabadas e inmviles. Por el contrario, mante-

    ner en ella el ms amplio debate posible sin traicionar el espritu de larevista.

    2. RGANO DE INTERVENCIN

    Por supuesto la revista era, conforme a su primer objetivo, un rganode intervencin poltico-cultural. Haba que dar la batalla contra el civi-lismo criollo, pero tambin contra el populismo de Legua. Ese era elfrente externo, pero Maritegui vea que su esfuerzo se prolongaba

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    hacia el interior de la revista. Las anttesis que la sociedad oligrquicahaba instalado, afectaba tambin a la vanguardia que estaba convocan-do. Las impugnaciones, y la iconoclastia de una generacin joven queemerga no bastaban, Peor an, corra el riesgo de agotarse en s misma,Por eso, Maritegui concibe la revista como un espacio de un debate yun proceso de decantacin interna. Al mismo tiempo que convocaba ala joven generacin, sugirindole abocarse a la creacin de una ideanueva y productiva de peruanidad, promova la necesidad de un en-tronque con una idea de la tradicin, distinta y en pugna con la que,

    hasta entonces, haba impuesto el civilismo. La ruptura con el civilismoimplicaba postular un concepto nuevo de peruanidad. La nueva gene-racin no poda agotarse en una pura iconoclastia negativa, tena queproponer. Por eso en su ensayo Heterodoxia de la tradicin: planteaque, la tradicin es, contra lo que desean los tradicionalistas, viva ymvil. La crean los que la niegan para renovarla y enriquecerla. La ma-tan los que la quieren muerta y fija

    Esta idea la completa una semana despus en un ensayo que titula La

    tradicin nacional, en donde propone una concepcin de tradicin na-cional incluyente, pero que no es la simple suma de sus componentes,porque la sola presencia del incasmo transforma radicalmente la ideaexcluyente que manejaba el discurso cultural oligrquico:

    Es, por otra parte la misma idea que circunda al nombre de la revista.Dicho de otro modo, lo que la revista anuncia con el nombre deAmauta:

    El ttulo preocupar probablemente a algunos...no se mire en este casoa la acepcin estricta de la palabra. El ttulo no traduce sino nuestra ad-hesin a la raza, no refleja sino nuestro homenaje al incasmo. Pero es-pecialmente la palabra Amauta adquiere con esta revista una nuevaacepcin. La vamos a crear otra vez.

    Maritegui parta del impase mismo que haba entre las posiciones de lavanguardia y la tradicin oligrquica civilista. En vez de optar subsume.Asume y hace suyas las distintas capas de fueron cimentando una tradi-cin. Herencia de oleadas externas sobre un sustrato interno. Por eso

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    en su ensayo acerca de la tradicin nacional concluye lo siguiente:Latradicin nacional se ha ensanchado con la reincorporacin del incas-mo, pero esta reincorporacin no anula, a su turno, otros factores o va-lores, definitivamente ingresados tambin en nuestra existencia y nues-tra personalidad como nacin. Con la conquista, Espaa, su idioma y sureligin entraron perdurablemente en la historia peruana comunicndo-la y articulndola con la civilizacin occidental. El Evangelio, como

    verdad o concepcin religiosa, vala ciertamente ms que la mitologaindgena. Y, ms tarde, con la revolucin de la Independencia, la Re-

    pblica entr tambin para siempre en nuestra tradicin.3. AMAUTA COMO UN VIAJE A LAS RACES

    La aceptacin inmediata de Maritegui y lo que dice en el primer edito-rial del septiembre de 1926, expresa el cambio de perspectiva por el quetransitaba en esos momentos el pensamiento de Maritegui, para quienla prelacin por lo europeo que sugiere en las conferencias que dictauna vez llegado a Lima en 1923 se transformaba ahora en la necesidad y

    casi urgencia por entrar rigurosamente, en el estudio de la realidad pe-ruana. Por esoAmautacomo tantos otros rganos de intervencin cul-tural de la poca, era tambin un viaje hacia las races, urgido por laproblemtica poltica presente. Una bsqueda de la identidad latinoa-mericana hecha esta vez por los sectores medios que en esos momentosemergan en Amrica Latina, generando los primeros aprestos populis-tas. En ese sentido el indigenismo fue sentido como un deber tico porel intelectual de izquierda, pero tambin y quizs en el mismo grado,como un factor de definicin propia, de aquellos sectores intelectuales y

    polticos. Esta bsqueda se tradujo en actos concretos e histricos poraquellos sectores medios que en los aos veinte irrumpan en la escenapoltica. Uno de estos actos, no el menor, en todo caso, fue la creacinde este tipo de revistas. Se reconocieron las races precolombinas, peroal mismo tiempo se impusieron tareas con respecto al indgena actual yconcreto, y por supuesto con respecto a la sociedad en que vivan

    La pregunta por la identidad se volva a plantear. Desde la poca de losliberales argentinos y el impase en que la sume la paradjica respuesta

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    Sarmiento, la pregunta haba quedado en suspenso. Ahora, en medio deun proceso de emergencia de los sectores obreros y de capas medias,otra generacin, otros actores sociales la planteaban de nuevo. Habacambiado tanto el sentido de la pregunta como la respuesta. Ahora sehaca incluyente contradiciendo lo que haba sido la norma de las clasesoligrquicas. En esta bsqueda de las races la mirada se haca interna.

    La respuesta que implica Amautacomo rgano cultural cuyos sesgosrevelaban esta irrupcin de los nuevos sectores emergentes, no se que-da en el perodo incaico; entronca de inmediato con el indgena actual y

    viviente. Por eso se vincula al indigenismo que postula Gonzlez Prada,y a toda la trayectoria de los movimientos indigenistas posteriores, quepasando por la obra de Clorinda Matto de Turner, las iniciativas de la

    Asociacin Pro-indgena, llegan hasta el grupo Resurgimiento delCuzco, y remata en la obra de de Maritegui. Amauta no solo entronca,sino que asume dentro de s todos estos movimientos, hacindolos su-yos, an en sus querellas.

    El carcter indigenista que la revista asume desde un comienzo, no solose resume en la presencia de esta polmica permanente que alberga yestimula, entre las distintas opiniones polticas acerca del indgena quepor entonces estaban en liza, sino porque proyecta culturalmente estecarcter hacia la poesa y la pintura. En este caso la revista logra conver-tirse en una sntesis creadora de indigenismo y vanguardia, como lo ex-presan, por ejemplo, las portadas de Jos Sabogal, poetas comoOquendo Amat. Los relatos histricos de luchas pasadas, la denunciade aquellas injusticias que persistan, la propuesta mariateguiana de que

    no habra socialismo en el Per sin el indio, una la situacin que padec-an las diferentes naciones indgenas, con el proyecto poltico culturalque este grupo, liderado por Maritegui, estaba forjando.

    4. ESPACIO DE DEBATE INTERNO

    En lo que se refiere al debate interno que se instalo en Amauta, pode-mos decir, en un principio fue la accin. Si la revista comenz con unclaro programa de intervencin en donde se delimitaron como frentesde batalla precisos el civilismo y la patria nueva de Legua, en lo in-

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    terno no hubo al comienzo la misma claridad. La observacin crticavino desde fuera, desde lo que le reprocha, por ejemplo, Luis AlbertoSnchez, a poco andar deAmauta. Como Maritegui haba establecidoal comienzo una definida posicin doctrinal. Snchez advierte all unacontradiccin entre esta declaracin de principios y la polismica quere-lla indigenista que la revista estaba exhibiendo. Es a travs de la brevepolmica que tiene con Snchez, y para dar respuestas a otras situacio-nes que Maritegui comienza a idear un protocolo para lo que poste-riormente va a definir como un proceso de decantacin de la colabora-

    cin interna. De ah que responda al reproche de Snchez sealndoleque, Los indigenistas o pseudo-indigenistas a su juicio, adoptan si-multneamente los puntos de vista de Valcrcel y Lpez Albjar. Peroeste es un error de su visin. Que se contraste, que se confronte dospuntos de vista, no quiere decir que se les adopte.

    Por ltimo le confiesa que la prctica que ahora exhibe la revista, formatambin parte de su manera de ser: Cuando estudio, o ensayo estudiar,una cuestin o un tema nacional, le dice, polemizo necesariamente con

    el ideario o el fraseario de las pasadas generaciones. No por el gusto depolemizar sino porque considero, como es lgico, cada cuestin y cadatema conforme a distintos principios, lo que me conduce por fuerza aconclusiones diferentes, evitando el riesgo de resultar, en el debate demi tiempo, renovador por la etiqueta y conservador por el contenido.Mi actitud slida es la actitud polmica, aunque polemice poco con losindividuos y mucho con las ideas.

    Es interesante hacer notar, al respecto, que si bien el editorial del nme-

    ro 17 de Amauta, marca un corte en los nfasis internos de la revista,dando por finalizado el proceso de decantacin, en realidad, no lo can-cela, La revista persisti en este debate interno, en el cual intervenatambin Maritegui. Por eso, podemos leer a propsito de una encuestadel hebdomadario Mondede Henri Barbusse las ventajas que tiene unrgano que pretende asumir posiciones de izquierda sin enclaustrarseen posiciones partidarias.

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    La encuesta que Mondeha abierto sobre la literatura proletaria, susci-tando un extenso debate internacional, debe la amplitud que desde elprimer momento ha alcanzado al carcter no sectario, no partidista deeste peridicoMonde no admite que la literatura proletaria sea unapalabra vana. Tiene sus puntos de vista propios. Pero esto no le impidedesear y provocar un debate exhaustivo, consultando las ms variadasopiniones. Solo as es dable a un peridico interesar a grandes sectoresde pblico. Las anteriores consideraciones son pertinentes para laexplicacin de nuestro experimento de AmautayLabor. (Publicado

    en Labor, N2, Lima, 21 de noviembre de 1928)5. LA PRESENCIA DE MARITEGUI EN LA REVISTA

    Al mismo tiempo que decidi respecto de los distintos nfasis de la re-vista, Maritegui se implic en ellos, y program su propia intervencinenAmauta. Esta prctica suya dio lugar a dos etapas distintas. Una que

    va del primer nmero hasta el nmero17, de septiembre de 1928, endonde el acento fue puesto en la interpretacin de la realidad peruana, yla propuesta de una nueva peruanidad. Despus de 1928, la revista sedeclara decididamente socialista y explora la viabilidad de esta propues-ta y de este aspecto, con respecto a la realidad peruana. En el primerperodo Maritegui publica en Amautaparte del cuerpo central de loque ser posteriormente Siete ensayos de interpretacin de la reali-dad peruana, obra que apareci en tres momentos: primero en larbrica Peruanicemos el Per de Mundial; luego durante su segundomomento en Amauta, y por ltimo como libros en 1928. Durante elsegundo perodo, Maritegui impulsa el nuevo nfasis publicando diez y

    seis ensayos que ya haba aparecido en Variedades, y que despuspens editar como un libro con el ttulo de Defensa del marxismo.

    Qu pretenda Maritegui con la revistaAmauta?

    En un autor como Maritegui, cuyas empresas culturales son tanto oms importantes quizs que su obra escrita, es preciso leer con la mis-ma atencin tanto su obra terica, como lo que se desprende de susempresas culturales. En los 7Ensayos, Maritegui habla de un Per queno pudo ser, porque no logr fundar una nacin, y de un Per posible,

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    pero que hay que crear. Para construir ese Per posible no ces de con-vocar a las jvenes generaciones intelectuales, a quienes llam la van-guardia peruana, a los jvenes que venan de la Reforma universitaria de1918 y que ahora se encontraban reunidos tras las Universidades Popu-lares Gonzlez Prada; a los grupos que forjaban lo que estaba siendouna sensibilidad aprista, a los distintos sectores indigenistas que hemosmencionado antes. Lo hizo desde sus primeras conferencias del ao 23,y culmina esta convocacin al crear Amauta y del Partido socialista delPer. Su principal propsito era, entonces, intervenir, tanto cultural

    como polticamente en la escena peruana. Este propsito no lo fij ex-clusivamente en la fundacin de un partido poltico que se proponainiciar una revolucin destinada a quebrar el aparato estatal, conformeal proyecto bolchevique. En esto segua ms bien a Antonio Gramsciquien dio la misma importancia, si no ms a la realizacin de una re-forma intelectual y moral en pos de una hegemona cultural. Marite-gui iba tambin en procura de esta hegemona de los valores que la

    vanguardia estaba difundiendo a travs deAmauta.

    Amauta dur. Dur desde septiembre de 1926 hasta la muerte de Ma-ritegui en abril de 1930. Treinta y tres nmeros alcanzaron a editarse.Este era el principal objetivo de un instrumento cultural destinado a ca-lar con tal profundidad en la realidad perana. As lo declara cuando larevista llegaba a su nmero 17:

    La primera obligacin que toda obra del gnero de la que Amautaseha impuesto es sta; durar. La historia es duracin. No vale el grito ais-lado, por muy largo que sea su eco; vale la prdica constante, continua,

    persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente alos hechos, a la realidad cambiante y mvil; vale la idea germinal, con-creta, dialctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento.(Editorial del N17)

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    REFERENCIASMaritegui, Jos Carlos, Peruanicemos al Per, Obras populares completas,Lima, Amauta, 1986.Maritegui, Jos Carlos, Ideologa y poltica. Obras populares completas,

    Lima, Amauta, 1985.Maritegui, Jos Carlos, Defensa del marxismo. Obras populares comple-tas, Lima, Amauta, 1979.Maritegui, Jos Carlos, Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruana,Barcelona, Grijalbo, 1976.

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    DE SAMUEL GLUSBERG A ENRIQUE ESPINOZA: LAREVISTABABELEN CHILE. 1939-1951.

    Patricio Gutirrez Donoso1

    RESUMEN

    Babel revista de arte y crtica, editada en su segunda poca en Chile entrelos aos 1939-1951, se constituy a lo largo de una dcada en un refe-rente indiscutido en el ambiente cultural chileno. Editada por SamuelGlusberg, quien escriba con el seudnimo de Enrique Espinoza, Babellogr reunir a los ms destacados referente intelectuales de su poca,

    impulsando un espritu libre donde la medida de todo era el hombre mismo.

    Recorrer las pginas de Babel, es entrar en unas de las mejores revistasculturales de mediados del siglo XX chileno, Babel2 es producto de la

    voluntad crtica de Samuel Glusberg conocido en el ambiente literariocon el seudnimo de Enrique Espinoza. Glusberg haba nacido en Kis-chinev el 25 julio de 1898, el segundo de los seis hermanos que sobre-

    vivi a las penosas condiciones en su Rusia natal. Su padre, el rabino

    1 Universidad de Valparaso, Agosto del 2013. Investigador Centro de Estudios del Pen-samiento Iberoamericano Universidad de Valparaso. [email protected] Glusberg se haba convertido, a los veinte aos, no slo en el difusor de los nuevos valoresliterarios, sino tambin en el editor preferencial de sus maestros Leopoldo Lugones, Horacio

    Quiroga, Arturo Capdevila, Gabriela Mistral, entre otros, sino que tambin Glusberg con-tribuy, como pocos, a mejorar y dignificar las ediciones argentinas, a poco de la aparicin deCuadernos Americanos, su editorial Babel lanza sus primeras publicaciones. B.A.B.E.lhace alusin a la sigla Biblioteca Argentina de Buenos Ediciones Literarias. Cfr. Tarcus,

    Horacio, Maritegui en la Argentina o las polticas culturales de Samuel Glus-berg, El Cielo Por Asalto, Argentina, Buenos Aires, 2001.

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    Ben Sin Glusberg, tom la decisin de emigrar con su familia, despusde los pogroms, que se haban desatado contra la poblacin juda en1905. 3

    De su llegada a Argentina, e impulsado por sus tempranas in-quietudes literarias y, animadas por una pasin febril por conocer y di-

    vulgar que lo acompao toda su vida, Glusberg tempranamente mos-traba su destino de editor. 4 Su proyecto ms significativo y que llev aconectarlo con la intelectualidad literaria del mundo, fue su revista Ba-bel, que fue edita en dos momentos, primera poca Argentina Buenos

    Aires (1921-1929) y segunda poca Chile Santiago (1939-1951), logran-do constituir en su dcada de vida, de acuerdo con una opinin tan au-torizada como la de Armando Uribe, en la mejor revista cultural quehaya habido en Chile. 5 Glusberg se convirti as, en uno de los msdestacados promotores culturales en nuestro pas.

    Babel revista de arte y criticacomo reza su subtitulo nace en abrilde 1921 en Buenos Aires. Babelse distingua de las dems revistas, fun-damentalmente por la gran cantidad de colaboradores que reuna en suspginas. En sus 31 nmeros porteos, reuni a casi todos los protago-nistas culturales del periodo, aparecieron en ella, desde Leopoldo Lu-gones y Ricardo Rojas, pasando por Horacio Quiroga, Jos Ingenieros yRoberto Arlt, hasta Lus Franco, Alberto Gerchunoff, as tambin, sus

    3 Seala Ernesto Motenegro que las grandes amistades de Glusberg de donde se identifica, sehallaban repartidas por todos los climas y todos los tiempos. Algunos databan nada menosque del siglo diecisiete y ligaban ntimamente a un vecino medio espaol de msterdam, de

    nombre Benedicto Espinoza. Otro de sus padrinos haba nacido ms all del Rhin, vivi susmejores aos en Pars y supo rer con risa profundamente teutnica y mefistoflica hasta en ellecho de la agona: se llam Enrique Heine. De ellos hered nombre y apelativo, junto conotros dones menos formales, tales como su independencia crtica y su encono mordaz contra el

    filistesmo. Cfr. Ernesto Montenegro, Responso por Babel, in:Babel revista de arte ycrtica, ao xii, vol. xiv, n60 Santiago de Chile, cuarto trimestre, 1951, p. 161.4 Tarcus, Horacio, Maritegui en la Argentina, op. cit., p. 30.5Armando Uribe, presentacin a Manuel Rojas, / Jos Santos Gonzlez Vera, Letrasanarquistas. Artculos periodsticos y otros escritos inditos, compilacin de Car-

    men Soria, Santiago de Chile, Planeta, 2005, p. 5.

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    amigos epistolares Jos Ingenieros, Rafael A. Arrieta, Benito Lynch yGabriela Mistral. 6

    BabelLuego de florecer y dar sus mejores frutos en Buenos Ai-res, su editor, inicia su peregrinaje por las pampas argentinas para sorte-ar la cordillera de los Andes e instalarse en la Capital chilena. Son losaos ulteriores a la cada de Hiplito Yrigoyen, cuando la crisis del capi-talismo golpea brutalmente Amrica latina, su director, Samuel Glus-berg, comienza, cada verano, a viajar a nuestro pas. En enero de 1935

    regresa nuevamente, esta vez para quedarse y contraer matrimonio consu prima Catalina Telesnik, la Catita, la hija de su to Flix aquel queen su infancia le obsequiara libros de Emilio Salgari y que se haba insta-lado tiempo antes en Chile, a la que ao anterior le haba dedicado suRuth y Noem. Glusberg inicia su estada en este lado de la cordillera to-mando partido por la Repblica espaola, publicando en 1936, Chicos de

    Espaay al ao siguiente, Compaeros de viaje1937.7

    Glusberg se integra al mundo cultural santiaguino donde lo re-

    ciben Mariano Latorre, Domingo Melfi, Joaqun Edwads Bello. Era unjoven delgadito, de aspecto endeble recuerda Jos Santos GonzlesVera, ms bien alto, encorvado ligeramente, de cabellera negra y en-sortijada, de cejas tan pobladas que para contenerlas usaba anteojos; demirada inquisidora, boca grande de labios gruesos, rasgos que invitabana pensar en que sus remotos antepasados, primos directos de Jesucristo,fueron al frica y simpatizaron con sus moradores... 8

    Organizada desde la personalidad de Glusberg, editada por

    Nascimento, Babel, inicia su segunda poca en territorio nacional, Babelse declara continuadora de su primera poca en Buenos Aires. Su direc-

    6Moroni, Delfina, De Un Lado Y Del Otro La RevistaBabel de Samuel Glusberg,in:Mapocho, revista de Humanidades, N 71, primer semestre, Santiago de Chile,2012, pp. 103-112.7Cfr. Massardo Jaime, Los tiempos de la revista Babel, Babel, revista de arte y criti-ca, n 1 Santiago de Chile, Lom, 2008.8

    Jos Santos Gonzles Vera,Algunos, Santiago de Chile, Nascimento, 1967, pp. 34-35.

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    tor va a firmar sus artculos con el seudnimo de Enrique Espinoza.Mauricio Amster modela cada entrega y dirige la tipografa fuera deactuar como gran tesorero. Su presentacin es novedosa y honorable.La revista vive su edad de oro. Enrique Espinoza, adems de dirigirla vaa la imprenta, corrige pruebas, busca originales, escribe los sobres ymanda, por adelantado a fabricar el papel, porque se ve llegar el tor-mento de la revistas. 9

    Babeles una pequea revista de arte y crticareza su presenta-cin que anhela mantener vivo el sentimiento de libertad, estimandoque el hombre debe ser la medida de todo. Su contribucin a la culturageneral est patente en ensayos, relatos y poemas, y en los juicios queacerca de los mejores libros americanos inserta en cada nmero. La co-laboracin de autores de nuestro idioma es indita. Los ensayos deescritores norteamericanos, franceses, ingleses, rusos, alemanes, se tra-ducen especialmente, autorizados por los mismos. Aunque en escalamodesta, Babel circula por todos los pases americanos y no falta enninguno de las grandes bibliotecas y universidades del continente. Apa-

    rece cada bimestre, en volmenes de 48 a 64 pginas. Como revista desuscriptores slo est en venta en pocas libreras. Su deseo es establecerrelaciones directas con cuantos la honran leyndola... 10

    Desde su primer nmero, mayo de 1939, Glusberg y el comitasesor constituido por Manuel Rojas, Luis Franco, Jos Santos Gonz-lez Vera, Lan Dez y Mauricio Amster, parece asignarse una misin ytrazar una estrategia. Babel iniciaba en Chile la segunda poca, eranaquellos los aos del Frente Popular, de la tragedia de Espaa, de la

    consolidacin del stalinismo en la Unin sovitica, de la Segunda Gue-rra Mundial y, pronto, de los inicios de la Guerra fra. La lectura queBabelelabora de estos acontecimientos no se identifica sin embargo lo

    veremos- en ningn momento con alguna de las grandes tendencias ex-plicativas predominantes en el perodo. Ni la polticafrentista, ni la lgica

    9Ibdem, p. 52.10 Separata deBabel, revista de arte y crtica, Santiago de Chile, n 28, 1945 (no pagi-

    nada).

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    de bloques, parecen seducir la sensibilidad de Glusberg y sus amigos, losque dedican sus esfuerzos de difusin de una lectura crtica de los con-flictos sociales buscando interpretar, el acaecer social... desde una ma-triz propia, matriz que posee ciertas caractersticas.

    Una caracterstica de esta matriz se refiere a su abierta disposicin aincorporar la heterodoxia Babeles apreciada por los heterodoxos, escri-bir, Jos Santos Gonzlez Vera11 lo que significa incorporar entre suslectores a colaboradores de las diversas tendencias polticas y literarias.

    La oposicin conceptual entre ortodoxia / heterodoxia12 resaltacon bastante nitidez en el tratamiento crtico que le asigna Babelal pro-ceso que vive la Unin Sovitica, 13 frente al cual resalta la figura de Le-on Trotsky, en abril de 1941, an en un momento en que la revistaafronta serios problemas financieros, le dedicar un nmero completo,14 mientras otro le ser dedicado en noviembre / diciembre de 1948.Buscando dar cuenta de la posicin de Trotsky y a la oposicin de iz-quierda, Glusberg -y no es ste un dato menor- le visita en Coyoacn

    durante el perodo en que Babelse edita en Chile.15

    Con todo, an eneste acercamiento, la preocupacin de Glusberg por preservar la inde-pendencia poltica de Babeles manifiesta y la hace explcita. Por nues-tra formacin exclusivamente literaria en los aos decisivos -sealaGlusberg- nosotros no hemos pertenecido a lo largo de un cuarto desiglo a ningn crculo marxista, sin dejar de interesarnos muchas veces

    11Jos Santos Gonzlez Vera,Algunos, segunda edicin, Santiago de Chile, Nascimento,

    1967, p. 52.12 Cfr. Gutirrez Patricio, La Heterodoxia poltica en la revistaBabel, Lom, Santiagode Chile 2008.13El nmero 48 deBabel, est completamente dedicado a la crtica cultural del proceso so-vitico. Cfr., Babel, revista de arte y crtica, ao ix, vol. xi, n 48, Santiago de Chile,noviembre / diciembre de 1948.14 Cfr., Homenaje a la memoria de Len Trotsky, in:Babel, revista de arte y crtica,ao xx, vol. ii, n 15 /16, Santiago de Chile, enero /abril de 1941.15 Es en la estada chilena seala Horacio Tarcus, que Glusberg descubre a Trotsky.

    Horacio Tarcus, Maritegui en la Argentina, op., cit., p. 56.

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    en varios y fundamentales aspectos del marxismo, injustamente desde-ados por la crtica oficiosa. Tampoco hemos pertenecido jams a nin-guna de las fracciones en que se dividen los partidarios polticos deLen Trotsky. Pero frente al trato inhumano que las grandes democra-cias dieron a Trotsky en el destierro, al negarle, con la sola excepcinde Mxico, el derecho de asilo que tan abiertamente brindan a los rusosblancos, no escatimamos en reconocerle su magnfica entereza moral.16 Entre estos varios y fundamentales aspectos del marxismo que in-teresan a Babelva instalndose, sin embargo, cada vez con mayor niti-

    dez un lineamiento que se transformar en elemento articulador de suproduccin: nos referimos a su vocacin por estimular y promover elpensamiento de Marx en un sentido crtico y no dogmtico.

    Y entre las figuras que se reconocen dentro de esta lecturas deMarx resalta la presencia en Babelde Jos Carlos Maritegui tal vez elmayor intelectual latinoamericano de nuestro siglo.17 El marxismo queadopta el Amauta y que se convierte en lazo comunicante con Babel a travs deuna amistad epistolar que haba cultivado con Glusberg lo podramos llamar

    comprometida pero a la vez conscientemente hertica, 18 Mariteguirechaz su interpretacin dogmtica; se declar a favor de la Revolu-cin de Octubre pero no a favor de su repeticin ahistrica. 19 Y esjustamente enEl Mensaje al Congreso Obrero, que Maritegui seala, elmarxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre

    16 Enrique Espinoza, Patologa de la Regeneracin, in: Babel revista de arte ycrtica, ao xi, vol. xii, n 50, Santiago de Chile, 1949, p. 126.17

    Antonio Melis, J.C. Maritegui, primer marxista de Amrica, (J.C. Maritegui,primo marxista dAmerica, in:Critica marxista, n 2, Roma, marzo-abril, 1967, pp.132-157), in: Vv. Aa., Maritegui y los orgenes del marxismo latinoamericano,segunda edicin, seleccin y prlogo de Jos Aric, Mxico, Cuadernos de Pasado y Pre-sente, n 60, 1979,p. 201.18 Gabriel Vargas Lozano, El marxismo Hertico de Jos Carlos Maritegui,in: Weinberg, Liliana, Melgar, Ricardo (Editores),Maritegui entre la memoria y el

    futuro de Amrica Latina, Cuadernos de Cuadernos, Universidad Nacional Autno-ma de Mxico, Mxico 2000. p. 158.19

    Ibdem. p. 158.

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    todo, comprenden, es un mtodo fundamentalmente dialctico. Esto esun mtodo que se apoya ntegramente en la realidad, en los hechos. Noes como algunos errneamente suponen, un cuerpo de principios deconsecuencias rgidas, igual para todos los climas histricos y todas laslatitudes sociales. Marx extrajo su mtodo de la entraa misma de lahistoria. El marxismo en cada pas, en cada pueblo, opera y acciona so-bre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modali-dades. 20 La manera de enfrentar la realidad en Maritegui, va estartensionada por esta manera de operar, en la cual ningn investigacin

    puede dar cuenta de una realidad total, por consiguiente no se trata deaplicar un mtodo o una teora, esta debe ser constantemente contrastadacon la realidad, a travs de este enfrentamiento se fortalece o se des-echan las concepciones tericas. Volver a estos temas cuantas vecesme lo indique el curso de mi investigacin y mi polmica, 21 por talesmotivos, la obra de Maritegui, trata de toda una lnea de pensamientoque reivindica una concepcin activa y creadora de la realidad22.

    Es adems Samuel Glusberg, director de Babel, quien escribe so-

    bre Maritegui en la misma revista, contribuyendo a difundir su pensa-miento y su presencia en Chile 23 y es entre las cartas que Maritegui di-rige a Glusberg, quien fue adems el primero en publicar en Buenos Ai-res sus crnicas, donde podemos tender un puente espiritual entre

    AmautayBabel.

    20

    Mensaje al Congreso Obrero,Amauta, n5, ao ii, enero de 1927, pp. 35-36, Publi-cado con motivo del segundo Congreso Obrero de Lima, in: Jos Carlos Maritegui, Ideo-loga y Poltica, Amauta, sptima edicin, Lima, 1975, p. 111.21Jos Carlos Maritegui, Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruana,

    Amauta, sexagsima segunda edicin, Lima, 1995. advertencia, p. 1122 Gabriel Vargas Lozano, El marxismo Hertico de Jos Carlos Maritegui, op.,cit., p. 159.23 Cfr., Enrique Espinoza, Jos Carlos Maritegui, gua o amauta de una generacin, in:Babel, revista de arte y crtica, ao xi, vol. xiii, n 54, Santiago de Chile, segundo tri-

    mestre de 1950, pp. 120-124.

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    Desde las pginas de Babel, Glusberg le rinde homenaje al extin-to editor deAmautarecogiendo la sutileza de su contenido La literatu-ra -dir Glusberg- no era para Jos Carlos Maritegui una categora in-dependiente de la historia y de la poltica, sino una representacin per-durable de stas, que, al fin y al cabo, determinan la praxisy el sentidosocial de la vida humana. 24 Por ello, cuando se compara la vidaheroica de un Maritegui, acosado por la polica de Lima (como el pro-pio Marx por la de Bruselas) mientras pergeaba en su silln de invlidolos recios captulos de su Defensa del Marxismo, con la vida regalada y se-

    gura de los amanuenses que hoy reniegan de algo que nunca entr ensus cabezas, uno no puede menos que inclinarse ante la sombra de Ma-ritegui y preferirlo tambin como pensador y como crtico. 25

    Esta visin crtica de la realidad que rodea el mundo social ypoltico de Babelse identifica con el pensamiento de intelectuales conun compromiso de vida. Quienes escriben en Babel-dir Gonzlez Vera ensu estilo siempre cargado de un componente irnico- parecen de lamisma familia; hay en lo que escriben sentido social, sinceridad, ideas

    puras, espritu libertario y lenguaje justo. 26 Sin duda -acotar Glus-berg en otro registro- no es un secreto para el que ha seguido la trayec-toria de Babelen Chile. Tres o cuatro constantes, para decirlo de algnmodo, singularizan de antiguo nuestro empeo. 1 Pasado inmediatoutilizable cada vez que incrementa un propsito actual. 2 Defensa de laindependencia poltica que corresponde asimismo a la independenciaintelectual. 3 Norma esttica, en vez de sectaria, en todo, afn de im-poner respeto al propio enemigo. Y 4 Espaa, la Espaa negra, comoherida que apenas cicatriza... 27

    24 Ibdem., p. 122.25 Espinoza, Enrique, Patologa de la regeneracin, in: Babel revista de arte ycrtica, ao xi, vol. xii, n 50, segundo trimestre, Santiago, Chile, 1949, p. 126.26Jos Santos Gonzlez Vera,Algunos, op., cit., p. 53.27 Enrique Espinoza, Babel cumple 10 aos de vida, in: Babel revista de arte y

    crtica, ao xi, vol. xii, n 50, segundo trimestre, 1949, p. 70.

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    A travs de Glusberg y sus amigos, Babeles crisol de sensibilidad,como motor de su concertada fundacin espiritual, es portadora de unamirada polmica, crtica y creadora preparando a las almas afines para latransformacin social, su labor estriba en convocar y canalizar esta di-

    versidad, materializndola en un proyecto cultural donde lo primordialgira en torno a una crtica contante contra cualquier visin totalizante, 28para centrar sus esfuerzos en atacar el problema por la raz. Y la razpara elhombre, -as como para Marxy Babel- es el hombre mismo. 29

    Es en torno a este itinerario que cobra valor la revistaBabel,

    y sueditor, hombre de corteza spera y entraable generosidad del alma, 30de una sensibilidad crtica y creadora, portador de una figura severa, fueel gua, el maestro que ha ledo casi todo lo fundamental y ha vividobastante para no conservar sino el mnimo de ilusiones.31 Preocupn-

    28En ninguna esfera resulta ms patente la abdicacin comunista de los principios izquier-distas que en la esfera intelectual. En la Unin Sovitica, el conjunto del pensamiento quellamamos comunismo ha llegado a ser una teologa para ser aceptada en todos sus detalles ycuyo examen es inadmisible. Ah est la Biblia que contiene el antiguo testamento de Marx

    y Engels y el nuevo testamento de Lenin. Ah estn los grandes pontfices-Stalin y Politbur-para interpretar la biblia, y ah estn los inquisidores prontos para castigar a aquellos que sedesvan de la senda recta y para colocar sus libros y sus teoras en el ndice Sovitico. Trtesede una doctrina poltica o de un anlisis econmico, de arquitectura o de biologa, de unacomposicin musical o de literatura, la conformidad con la posicin del Partido Comunista es

    requisito indispensable para sobrevivir. Divid Spit, Los comunistas y la izquierda, in:Babel revista de arte y crtica, ao xii, vol. xiv, n 57 Santiago de Chile, primer trimes-tre, 1951. p. 27.29 Marx, Carlos, En torno a la crtica de la filosofa del derecho de Hegel, in:

    Escritos de Juventud, Fondo de Cultura Econmica, Mxico. 1982, p. 497.30Montenegro Ernesto, Responso por Babel, in:Babel revista de arte y crtica, aoxii, vol. xiv, n60 Santiago de Chile, cuarto trimestre, 1951, p. 163.31 Vera, Gonzles, resea al libro de Enrique Espinoza, El Espritu Criollo, in:Babelrevista de arte y crtica, ao xii, vol. xiv, n60, Santiago de Chile, cuarto trimestre,

    1951.

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    dose por la suerte de la libertad; el porvenir de la justicia y, acaso comomedio de materializar estas dos preocupaciones aspira al socialismo. 32

    Desde esta ptica, que resulta tan actual Babel, y la labor de Sa-muel Glusberg (Enrique Espinosa), quien fue algo ms que difusorcultural: le cabe ms ajustadamente la figura de propiciador, la de quienpone sus esfuerzos menos en desarrollar su propia obra que en propi-ciar la ajena, o mejor, quien hace de la obra ajena su propia obra,33 pa-ra promover un campo cultural en constante disputa, donde el verdade-ro pensamiento que sobrevive es aquel que es realmente creador ymueve a los hombres a la accin. 34

    Babelesencialmente fue una creacin colectiva sintetizando en rescatarel valor humano a travs de todos los que habitaron en sus entraablespginas, sin embargo, fue Enrique Espinoza, un escritor de aguda sen-sibilidad, portador de una prosa construida con la pura inteligencia, delimpia doctrina, en la que el buen sentido nunca falla,35 era quien sem-braba el dialogo siempre creador, orientando la revista

    REFERENCIAS

    Espinoza, Enrique, Patologa de la Regeneracin, in: Babel revista dearte y crtica, ao xi, vol. xii, n 50, Santiago de Chile, 1949.Espinoza, Enrique, Babel cumple 10 aos de vida, in: Babel revistade arte y crtica, ao xi, vol. xii, n 50, segundo trimestre, 1949.Espinoza, Enrique, Jos Carlos Maritegui, gua o amauta de una gene-racin, in: Babel, revista de arte y crtica, ao xi, vol. xiii, n 54, Santia-

    go de Chile, segundo trimestre de 1950.Espinoza, Enrique, El Espritu Criollo, in: Babel revista de arte ycrtica, ao xii, vol. xiv, n60, Santiago de Chile, cuarto trimestre, 1951.

    32Ibdem.33 Tarcus, Horacio, Maritegui en la Argentina. O las polticas...op., cit., p. 83.34Enrique Espinoza, Resurreccin y Smbolo, in:Babel revista de arte y crtica, n 1,Santiago de Chile, Mayo 1939.35

    Jos Santos Gonzlez Vera,Algunos, op., cit., p. 55.

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    AmautayBabel, revistas de disidencia cultural /33

    Gonzles Vera, Jos Santos, Algunos, Santiago de Chile, Nascimento,1967.Gutirrez, Patricio, La Heterodoxia poltica en la revista Babel, Lom,Santiago de Chile 2008.Maritegui, Jos Carlos, Siete ensayos de interpretacin de la realidad

    peruana, Amauta, sexagsima segunda edicin, Lima, 1995.Maritegui, Jos Carlos, Ideologa y Poltica, Amauta, sptima edicin,Lima, 1975.Marx, Carlos, En torno a la crtica de la filosofa del derecho de

    Hegel, in: Escritos de Juventud, Fondo de Cultura Econmica, Mxi-co. 1982.Massardo Jaime, Los tiempos de la revista Babel, Babel, revista dearte y critica, n 1 Santiago de Chile, Lom, 2008.Melis, Antonio J.C. Maritegui, primer marxista de Amrica, J.C.Maritegui, primo marxista dAmerica, in: Critica marxista, n 2, Ro-ma, marzo-abril, 1967.Montenegro, Ernesto Responso por Babel, in: Babel revista de arte y

    crtica, ao xii, vol. xiv, n60 Santiago de Chile, cuarto trimestre, 1951.Moroni, Delfina, De Un Lado Y Del Otro La Revista Babel de SamuelGlusberg, in: Mapocho, revista de Humanidades, N 71, primer se-mestre, Santiago de Chile, 2012.Spit, Divid, Los comunistas y la izquierda, in: Babel revista de arte ycrtica, ao xii, vol. xiv, n 57 Santiago de Chile, primer trimestre, 1951.

    Tarcus, Horacio, Maritegui en la Argentina o las polticas culturales deSamuel Glusberg, El Cielo Por Asalto, Argentina, Buenos Aires, 2001.Uribe, Armando, Presentacin a Manuel Rojas, / Jos Santos Gonzlez

    Vera, Letras anarquistas. Artculos periodsticos y otros escritos indi-tos, compilacin de Carmen Soria, Santiago de Chile, Planeta, 2005, p.5.

    Vargas, Lozano, Gabriel, El marxismo Hertico de Jos Carlos Mari-tegui, in: Weinberg, Liliana, Melgar, Ricardo (Editores), Maritegui en-tre la memoria y el futuro de Amrica Latina, Cuadernos de Cuadernos,Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico 2000.

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    34/AmautayBabel, revistas de disidencia cultural

    Vv. Aa., Maritegui y los orgenes del marxismo latinoamericano, se-gunda edicin, seleccin y prlogo de Jos Aric, Mxico, Cuadernosde Pasado y Presente, n 60, 1979.

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    AMAUTA EN LA HISTORIA POLTICA Y CUL-TURAL DE AMRICA LATINA

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    AMAUTA

    Francisco Sazo1

    Respecto del nombre de la revistaAmautaJos Carlos Mariteguiescribe de magnfica manera en la presentacin del primer nmero deseptiembre del 26: ()No se mira en este caso a la acepcin estricta de la pa-labra. El ttulo no traduce sino nuestra adhesin a la raza, no refleja sino nuestrohomenaje al incasmo. Pero especficamente la palabra Amauta adquiere con estarevista una nueva acepcin.Acepcin que es reafirmada en la EditorialN17 del ao II, de septiembre de 1928, Hemos querido que Amauta tu-

    viese un desarrollo orgnico, autnomo, individual, nacional. Por esto, empezamospor buscar su ttulo en la tradicin peruana. Amauta no deba ser un plagio, ni unatraduccin. Tombamos una palabra incaika para crearla de nuevo. Para que elPer indio, la Amrica indgena, sintieran que esta revista era suya.

    Es Jos Sabogal quien recomienda a Maritegui el sugestivo nombre deAmautapara la revista que l planeaba llevar a cabo desde su arribo eu-ropeo; se trata de un justo ttulo pues evoca a una especial comunidadde hombres dedicados al saber que existiera en el incanato. El inca Gar-

    cilaso de la Vega, los describe como hombres de buenos ingenios, que filoso-faron cosas sutiles, como muchas que en su repblica platicaron, y adems no lesfalt habilidad a los Amautas, que eran los filsofos, para componer comedias y tra-gedias (). No obstante, al no tener letras, () no pudiendo dejarlas escritaspara que los sucesores las llevaron adelante, perecieron (estas cosas sutiles) con losmismos inventores, y as quedaron cortos en todas ciencias Sealados comopoetas, escudriadores del tiempo y las estaciones por otros cronistas,los amautas, se haban prcticamente desvanecido como figuras histri-

    1Profesor de Filosofa, integrante del CEPIB, Universidad de Valparaso

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    cas para el inters contemporneo peruano en los aos de la Revista; deeste modo y salvo para contados estudiosos, el hombre andino repre-sentaba un espectro desnudo y pobre de una gloria pretrita y definiti-

    vamente inalcanzable; se le consideraba como un grupo uniforme, sinsubjetividad aparente, un siervo que deba ser guiado y exigido, en sucontinua explotacin, un extrao, el retrato oscuro de un pas y quedeba ser escondido a toda costa, un hombre que se haba quedado en laColonia!;un freno al progreso. En este sentido, es importante la sealque entrega el ttulo de la revista y por lo tanto, la explicitacin que

    desde el rtulo y los diseos en la accin imaginada por Maritegui yque apunta justamente al rebasamiento, a un nuevo empleo de la acep-cin estricta de la palabra. Estrictamente hablando, segn se puedeconsultar en los diccionarios y glosarios del prudente, cuerdo, hbil, sa-bio, razonador. Se le supone adems a la palabra un origen aymara,probablemente comn o anterior al quechua, y que resultara de amalugar del saber, de la sabidura, y utacasa. Podra aventurarse entonces,que la Revista puede ser vista como una morada especial, un experi-mento vanguardista que no desdea pensar la realidad compleja delpas, y que lucha por ser un territorio vasto y socialista que debieraagrupar a una nueva comunidad de amautas experimentales: pintores, poetas,escritores, folkloristas, cientficos, polticos, historiadores, agitadores apasionados,trabajadores, etc. El nuevo amauta, es un comprometido, no slo con labsqueda de un socialismo ineluctable, como con su necesaria y prontaconstruccin; es un revisionista de las historias oficiales, aunque pro-

    vengan patentadas y fascinen brillantes desde Europa. El amauta, es unhombre profundamente contemporneo, aunque en armona simptica,

    con todos los hombres la Amrica. Esta comunidad de amautasdebierasentirse profundamente revolucionaria y pronta a entablar dilogos deaprendizaje mutuo, con otras comunidades de hombres que anhelen yluchen por avanzar hacia horizontes de libertad y justicia, ms all delmar, en cualquier lugar de la tierra. El amautaes un intelectual y hombrede accin, habitado por una tica estricta: se siente interpelado por elimplacable rostro de la miseria de aquellos que son despreciados, de to-

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    dos aquellos que pareciera que caminaban solos en la bsqueda de unamejor existencia.

    En la actualidad, para los hablantes quechuas, el trmino amauta haquedado como un vocablo distinguido, se le escucha especialmente enmedios eruditos; algunos autores sealan su empleo en algunas zonasde Per y Bolivia. Al parecer, hoy en da, el runasimi, como lengua gil yatenta, siempre en proceso, aglutinante y especialmente viva, preferiraal trmino antiguo de amautala constelacin de trminos que tienen que

    ver con layuyanamente, imaginacin, memoria; yuyapuycuidado, cuidar;

    yuyariyacordarse; yuyay. S.memoria, conocimiento, recuerdo. V. acordarse de,recuerdo, pensamiento, mente.

    Maritegui tendra razn al prescribir un nuevo uso, una nueva creacinde esta palabra indoamericana; esta palabra, estas hojas de sabios provi-sorios amarrados al destino de una publicacin que traza y representa lahuella y el proceso, que se levantara como un estandarte vivo y multi-color, para salir a bailar a ritmo de huayno, como un regalo abierto para

    toda la humanidad, para que lejos de la gstrica de la coleccin, del mu-seo y de la naftalina, sealar sin temor que el socialismo, en fin, est en latradicin americana. La ms avanzada organizacin comunista, primitiva que regis-tra la historia, es la inkaika.Aunque hoy parecera excesiva esta afirma-cin, corresponde perfectamente a la bsqueda de elementos autcto-nos que pudiesen validar la interpretacin de una historia marxista. Nohay que olvidar que en los mismos aos, 1927/28, esta teora recinapareca en Europa. Cfr. Baudin, L., Une exprience socialiste: Le P-rou des Inca, enJournal des Economistes,Vol. LXXXVII, Paris, 1927.

    Por ahora, imaginamos que nos invitan a convertirnos en un amauta, unrunaque no sea calco, sino invencin y creacin heroica.

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    EL PROYECTO POLTICO DE MARITEGUI. FUN-CIN EMANCIPATORIA DEL DISCURSO ESTTICO

    EN AMAUTA

    (1926-1930)

    Margarita Guerrero (FEEyE UNCuyo)

    RESUMEN

    Maritegui estaba convencido de la eficacia del debate y polmica

    poltica de ideas, especialmente dentro de la nueva generacin, comomediacin e instrumento para la construccin de un nuevo Per.

    El trabajo recorre la revista sosteniendo como hiptesis que: ladivulgacin vanguardista esttico-poltica revolucionaria contenida en

    Amauta, es una propuesta programtica inscripta dentro de la tradicinlatinoamericana del periodismo de ideas.

    La autopercepcin mariateguiana estaba sostenida por la conviccin enla capacidad revolucionaria social, cuyo propsito era recuperar una

    visin nacional con integracin indgena.

    Amauta pone al descubierto la necesidad de abrir espacios dedivulgacin, mostrar la diversidad de informacin existente, adems delos debates que daban lugar a la elaboracin de un discurso contra-hegemnico, opuesto a los de la oligarqua civilista, que trataba demovilizar la capacidad revolucionaria y de resistencia de los diferentessujetos sociales.

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    La diversidad de discursos que aparecen, tienen como finalidadcontribuir a la integracin social, mediante el debate de ideas, de lossectores sociales emergentes, obreros, campesinos, estudiantes,indgenas e intelectuales.

    La ponencia rescata el lugar central de la revista dentro de laproduccin del autor, por la diversidad de actores que intervienen, lasrelaciones que se establecen, la relevancia poltica y social, adems delcontenido crtico de los discursos, pues quera convocar a la accinpoltica con una praxis socialista, entendida como una preparacinespiritual.

    Destaca tanto el condicionamiento axiolgico de los textos como sealaA. Roig, como as tambin la inscripcin de la revista dentro de lasvanguardias del siglo XX, y de una programtica editorialista presenteen toda la produccin del director de Amauta.

    Amauta fue un emprendimiento colectivo, una herramienta al serviciode un proyecto que contribuy a la inauguracin de la perspectiva del

    marxismo latinoamericano.La revista muestra claramente la percepcin mariateguiana acerca de lamediacin de la letra en la conformacin de la visin de la realidadsocial y sus conflictos, adems de formar parte de un contextoeditorialista latinoamericano, por las relaciones mantenidas con otrasrevistar del continente.

    La propuesta de Maritegui es la de constituir discursos contra-hegemnicos y contraculturales en sociedades neocoloniales,constitutivamente hbridas, dependientes y marginalizadas.

    1- PROPUESTA DE UN ITINERARIO.

    Jos Carlos Maritegui fue un luchador y un visionario que perteneci ala vanguardia esttico poltica latinoamericana del primer cuarto de sigloXX. l es un claro antecedente de las teoras de la dependencia, de lascrticas actuales de la democracia y de los debates sobre los medios de

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    comunicacin en funcin de la construccin de lites revolucionarias,pues perciba y conoca la colonizacin de las mentes de la ciudadletrada1.

    El trabajo analiza la accin programtica planeada y desarrollada porMaritegui en lo periodstico, poltico y comunicacional. Su prdicapersigui la visualizacin y difusin de la situacin de opresin einjusticia, silenciada y encubierta por los gobiernos que detentaron elpoder, desde la declaracin de la independencia.

    El receptor del mensaje era el pueblo peruano, los sujetos y colectivosquienes eran vctimas de las relaciones de poder, a quienes les proponaque fueran los artfices de la verdadera independencia. Para lograrla eranecesario el magisterio para informar sobre la situacin nacional einternacional, a fin de facilitar la toma de conciencia y el compromisoen la lucha por la construccin de un nuevo Per.

    El proyecto supone lograr una democracia participativa que posibilite laintegracin de los diferentes colectivos sociales, ninguneados por el

    feudalismo y gamonalismo, existentes en el pas al principio del sigloXX.

    El trabajo rescatar los textos periodsticos que realizan un anlisiscrtico de la democracia y la poltica existente, valorando laparticipacin ciudadana en los procesos que posibilitan la reivindicacinde sus derechos.

    Ideolgicamente, ste es un confeso socialista, pacifista, anti-

    imperialista y defensor de la justicia social; postura que le permite hacerla crtica de la crisis de la democracia, y mostrar cules son lasdificultades polticas del gobierno para la construccin de un nuevoPer.

    1 Rama, ngel.(1984) La ciudad Letrada. Hanover U.S.A. Ediciones del Norte

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    Maritegui sostiene que para lograrlo, es necesario el compromiso yparticipacin de la nueva generacin en el proyecto vanguardistaesttico poltico, generado tanto en el pas como en Latinoamrica.

    La formacin del Partido Socialista, el inters por la participacinobrera y por su organizacin, la reivindicacin del indgena, y la rupturade la feudalidad, el latifundio y la solucin del problema de la tierra sontemas que atraviesan una valoracin de la democracia que debeconformarse con la participacin ciudadana, que necesita ser informaday concientizada de la estructura econmica dependiente sostenida desdelos sectores de poder, en manos de la oligarqua colonizada.

    En el prlogo de Ideologa y Poltica Jos Pesce dice:

    Maritegui concibe la C.G.T.P. y el Partido Socialista como lavanguardia de la lucha anti-imperialista, motores de la revolucindemocrtico-burguesa en los pases, como el nuestro, dependientes2

    El proyecto aspiraba a una segunda independencia. La primera fueformal y poltica. En cambio, la que pretende no es slo poltica, sinotambin social, econmica y cultural.

    Convencido del valor de la palabra, de la discusin y de la capacidad delucha de los ciudadanos, dedica su vida a la formacin mediante elperiodismo, las tertulias, y reuniones de discusin. Para ello, se requieredevelar encubrimientos y producir grietas en las configuracionesconstruidas comunicacionalmente en la comunidad desde la ciudad

    letrada, monopolio del saber e ilustracin.Su postura anticipa con absoluta claridad el poder que tienen losmedios de comunicacin y presenta metdica y crticamente unitinerario, un camino de informacin y compromiso, el cual se deberasumir a travs de los diferentes colectivos sociales que conforman lasociedad.

    2

    Maritegui, Jos C. (1988) Ideologa y poltica, Lima, Amauta. Pg 10

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    2- AMAUTA: FUNCIN MOVILIZADORA DELPERIODISMO DE IDEAS.

    Jos Carlos Maritegui tena clara conciencia de que el devenir histricoestaba condicionado internacionalmente.

    Percibi la unidad del proceso mundial de desarrollo econmico ypoltico; ste lo convenci de la necesidad de informacin del acontecerhistrico, nacional e internacional, para poner de manifiesto las causasde la injusta realidad cotidiana, sobre todo de obreros, indgenas,

    estudiantes e intelectuales, inquietos y esperanzados en un mundomejor.

    La experiencia europea y los contactos con Barbusse, Director deClarte, Monde y LOrdine Nuovo dirigida por Piero Gobetti yGramsci, diario que parte de los consejos de fbrica, le revelan laimportancia de la educacin a travs de la palabra, no slo comoformadora de opinin sino tambin como movilizadora para la accin.

    Fernanda Beigel3

    afirma que el proyecto poltico cultural de Mariteguicomienza con Nuestra poca 1918 se continua con La Razn 1919 yculmina con Amauta 1926 -1930, adems es importante agregar Labor1928 -1929.

    Todo el proceso lo llev a cabo con un espritu nuevo, acompaado porlos vanguardistas, revolucionarios y socialistas que surgan en el Per,estas prcticas de difusin cultural las caracteriza Beigel comoeditorialismo programtico.

    Las vanguardias latinoamericanas segn ha sealado Arturo Roigrepresentaron un fenmeno esttico de dimensin humana sumamenteamplio, tuvieron una dimensin crtica y permitieron descubrir elmundo marginal.

    3

    Idem supra

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    La generacin de Amauta es un ejemplo de este movimiento deproduccin cultural y de renovacin poltica y social, al incluirintelectuales, obreros, estudiantes y campesinos.

    Lo importante de estos textos colectivos es que nos revelan el contextoadems de legitimar las prcticas polticas y culturales de esta nuevageneracin.

    Amauta fue el eje de todo el proyecto mariatguiano, y el momentoculminante del desarrollo de su praxis poltica y cultural.

    3- CONEXIONES DEL PROYECTO EDITORIALISTAAMAUTA

    Maritegui percibi claramente que su proyecto editorialista no aparecaen un espacio y tiempo indiferentes, sino inserto en una poca detransformaciones y cambio, expresa que. Amauta no era una empresacomercial; era una obra del espritu. Se acuda, entonces, a lagenerosidad de los amigos y se organiza la quincena Pro Amauta 4.

    Despus de la publicacin de su epistolario, se ha podido rastrear su redde vinculaciones tanto al interior del Per como las internacionales,americanas y europeas.

    Mantuvo relaciones e intercambios con revistas argentinas: Babel,Claridad y la Revista de Filosofa; peruanas: La Sierra, Boletn Titicaca,Kosko, Kuntor, Repertorio Americano de Costa Rica y OHomen dePovo Brasil.

    Conexiones con intelectuales como: Henri Barbusse, Piero Gobetti,Antonio Gramsci, Samuel Glusberg, Jos Ingenieros, Antonio Zamora,Enrique Bustamante y Ballivin, Amaya y Snchez Viamonte de LaPlata, Joaqun Garca Monge, Gamaliel Churata; adems de losmovimientos de las reformas universitarias desde Crdoba a Mxico;con los movimientos antimperialistas como: Unin Latinoamericana de

    4Wiesse, Mara (1987): Jos Carlos Maritegui. Etapas de su vida, Lima,

    Amauta. pg 42

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    Alfredo Palacios, Alianza Popular Revolucionaria Americana de VctorRal Haya dela Torre.

    Cont con una distribucin itinerante de estudiantes peruanos eintelectuales que realizaron intercambios sin costos, y que permitieronla difusin y el conocimiento de Amauta en otras latitudes.

    Fernanda Beigel en la obra ya citada, ha estudiado con detalles lasconexiones desde Nueva York a Francia, Chile, San Salvador, Cuba,Mxico, Uruguay, Colombia y Alemania.

    4- EL OBJETIVO DE AMAUTA: CONSTRUCCIN DEUNA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA.

    En El Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, aparece eltexto: La Crisis de la Democracia, publicado en El Mundial, el 14 deenero de 1925; el anlisis del mismo es importante, pues revela la

    valoracin de Maritegui sobre la democracia.

    En su anlisis afirma que los defensores de la democracia reconocen su

    decadencia, sostienen, adems, que es un rgimen ya envejecido ygastado; pero aceptan su reparacin, y dicen que no es la democraciacomo idea o espritu, sino como forma la que est en crisis.

    Para ellos, la democracia es: el estado demo-liberal-burgus. Esta formaes la idea realizada, materializada, y no se puede renegar de lacorporalidad de una idea, sin renegar de la idea misma.

    El problema es que sus defensores reducen la idea a la concepcindemo liberal- burguesa- De este modo, los demcratascontemporneos, afirma Maritegui, defienden la democraciacapitalista. Esta forma de democracia es perecedera, y no la democraciaidea, como concepto abstracto y puro.

    No quieren reconocer como desgastada a la concepcin capitalista de lademocracia, que realmente es la que se encuentra en decadencia.

    Segn Maritegui, el sntoma de la disolucin y crisis de la democraciaestaba dada porque se haba atacado el corazn de la misma, al

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    parlamento, rgano vital de la democracia. La institucin fue atacadatanto por los reaccionarios como por los revolucionarios; ambos noreconocan su autoridad ni como rgano legislativo ni de control.

    El fascismo como ejemplo de reaccin, era antiparlamentario,antiliberal y antidemocrtico, la jerarqua sustitua la frmula: libertad,igualdad y fraternidad. As lo afirma Maritegui:

    Los reaccionarios y los revolucionarios de todos los climas coinciden en ladescalificacin de la vieja democracia. Los unos y los otros propugnanmtodos dictatoriales5

    El autor reconoce que, tanto en la teora como en la praxis, estasposturas ofenden a la democracia, y muchas veces ante los conflictos deintereses cede una u otra, realizando los arreglos sin que medie elparlamente. Pero tambin, l recalca que:

    Los hombres ms inteligentes de la democracia se empean en renovarla yenmendarla. El rgimen democrtico resulta sometido a un ejercicio decrtica y de revisin internas superior a sus aos y a sus achaques *

    Tericos reaccionarios de la poca como el italiano Francesco Nitti y el

    francs Joseph Caillaux sostienen que: el parlamento no deba tenerderechos polticos ni de control, y que adems, en la prctica losconflictos entre la burguesa y el proletariado se resolvan sin lamediacin del parlamento; la plutocracia Alemana como la de EstadosUnidos influan en la poltica de sus naciones ms que toda ideologademocrtica.

    5 Maritegui, Jos Carlos, (1987).El Alma Matinal y otras estaciones del

    hombre e hoy. Lima, Amauta. Pg 40 * 41 **43 ***48 ****50

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    Si nos preguntamos: Por qu se produce la crisis de la democracia?,Maritegui sostiene que las races de su decadencia estaban dadas,porque la forma democrtica sostenida no se corresponda con laestructura econmica de la sociedad; ya que el Estado demo-liberal-burgus era el resultado de la aparicin de dos fuerzas productivas yeconmicas: la burguesa y el proletariado, las cuales se disputaban elpoder.

    El ascenso de la burguesa a la posicin de clase dominante puso de

    manifiesto un juego de fuerzas, que ya no poda desarrollarse dentro delos lmites de una sociedad regida por la aristocracia y la iglesia.

    Concluye Maritegui dicindonos:

    Ahora como entonces, el nuevo juego de fuerzas econmicas y productivasreclama una nueva organizacin poltica. Las formas polticas, sociales yculturales son siempre provisorias, son siempre interinas. Anquilosada,

    petrificada, la forma democrtica, como las que han precedido en lahistoria, no puede contener ya la nueva realidad humana. **

    Es claro que su programa de trabajo editorialista reconoce la necesidadde remozar la democracia para responder a las necesidadessocioeconmicas nuevas, que exigen la integracin social y elreconocimiento de derechos de los diferentes colectivos que conformanla sociedad.

    5- EL PROBLEMA DE LAS LITES

    Este ttulo aparece tambin en: El Alma Matinal y otras estaciones delhombre de hoy, pero fue publicado tambin en Variedades el 7 deenero 1928.

    Creo oportuno su anlisis porque nos seala cul es la percepcin delautor, respecto de la funcin social de los diferentes colectivos en arasdel proceso de emancipacin, tanto peruana como latinoamericana.

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    Maritegui nos advierte que muchos de los pensadores occidentalesreducen el tema de la crisis de la democracia a un problema de litescuya existencia no ponen en duda, la defienden como una aristocraciade pensadores y filsofos, frecuentemente ligados a la banca y a laindustria, y atribuyen el problema a la democracia cuantitativa o a lamediocridad parlamentaria. No se dan cuenta de que la crisis se debe aque no gobiernan ni dirigen a los pueblos.

    Tambin seala que: un gabinete puede estar integrado por personasdiestras y bien intencionadas, pero su gestin puede ser malograda poruna campaa de prensa contra su intencin.

    La siguiente cita tiene una actualidad asombrosa cuando nos dice:

    El poder est en manos de polticos rutinarios o escpticos, manejados poruna poderosa plutocracia. El Estado obedece los designios ambiciosos yutilitarios de una oligarqua financiera que, por medio de la gran prensa,controla la opinin pblica. ***

    Tambin sostiene en el texto que: la resistencia conservadora mirabacon horror al proletariado, al socialismo y a la revolucin, sin pensarpues, que las nuevas lites podan estar madurando fuera o en contra dela burguesa.

    Los crticos de la democracia olvidaron que:

    Las verdaderas lites intelectuales operan sobre la historia revolucionandola conciencia de una poca. El verbo necesita hacerse carne. El valorhistrico de las ideas se mide por su poder de principios e impulsos deaccin. ****.

    Destaca tambin el desconocimiento y olvido de los crticos acerca delos muchos intelectuales y polticos que fueron ingresando a las filas del

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    socialismo, y que tampoco pensaron que una revolucin es siempreproducto de una lite, de un equipo de hombres heroicos, superiores,que con pasin y mstica ascienden y van formando sus cuadros.

    Maritegui opina que el fracaso de la ofensiva socialista Italiana yAlemana se debi a la falta de una lite revolucionaria, porque fueronslo reformistas, como lo fue la social democracia alemana.

    El Amauta sostiene que el cdigo de la nueva sociedad saldr de las filasdel socialismo, porque al porvenir le toca realizar y comprobar la

    frmula: Revolucin- Aristocracia.6- RESCATAR LA DEMOCRACIA, EL PODER DE LA

    PALABRA, LA FUNCIN DEL PERIODISMO Y LACOMUNICACIN.

    Es evidente que Jos Carlos Maritegui pensaba que la revolucin debaser movilizada por un grupo humano informado, una lite conformacin socialista. Por ello, habla de Revolucin - Aristocracia; nocualquiera puede ser cuadro revolucionario sino personas probas,formadas e informadas, capaces de un alto nivel de compromiso.

    Tambin tiene clara la accin de la palabra, capaz de ir modelando unaideologa, una concepcin del mundo. Aqu, la funcin del periodismoes esencial como trasmisor de informacin y de doctrina, que posibiliteanalizar crticamente a la cotidiana realidad como parte de unaestructura nacional e internacional.

    En Ideologa y Poltica, he seleccionado artculos que fueron

    publicados en las revistas: Labor y Amauta, por ser muy sugerentes yvinculados con el tema del presente trabajo6.

    El primero que tratar es: Prensa de Doctrina y Prensa deInformacin (Labor N 2- 1928). ste recuerda a la conformacin del

    6Amauta.(1976) Revista mensual de doctrina, literatura, arte, polmica,Director: Jos Carlos Maritegui, n 1-32, 1926-1930 Edicin en facsmile,

    Lima Empresa Editora Amauta

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    directorio del diario francs Monde7 , compuesto por diversosintelectuales que slo coincidan en ser de izquierda y anti-imperialistas.Por ello, colaboran con un diario de informacin, literaria, cientfica,artstica, econmica y social, por estar bsicamente comprometidos enla lucha contra reaccionarios y tendencias regresivas, cuyo objetivo eralograr una amplia difusin.

    Un peridico de partido tiene un pblico y elenco propios: es dedoctrina, sus seguidores deben coincidir en la realizacin de un nuevoorden con los principios que sostienen.

    Hace hincapi en el riesgo que corre un peridico de informacin si setransforma en industrial, sobre todo si el criterio de la administracinprioriza el inters reformista al docente; pero seala que:

    Hace falta, por esto, dar vida a peridicos de informacin, dirigidos a unpblico muy vasto, que asuman la defensa de la civilidad y el orden nuevo,que denuncien implacablemente la reaccin y sus mtodos y que agrupen, enuna labor metdica, al mayor nmero de escritores y artistas avanzados. Pero, de toda suerte, constituyen una empresa que es necesarioacometer, sin preocuparse excesivamente de sus riesgos8.

    Hispano Amrica estuvo muy bien representada en Monde, con ManuelUgarte y Miguel de Unamuno, ya que estaba destinado a encontrar uneco fecundo en la conciencia del continente hispnico.

    Los argumentos precedentes son pertinentes para explicar laexperiencia de Amauta, como revista de doctrina, y a Labor como

    7 En el directorio estaban: Einstein, Gorki, Upton Sinclair, M. Ugarte, Una-muno, L. Balzalgette, M. Morhart y L.Werth8 Maritegui, Jos Carlos (1990). Ideologa y Poltica, Lima, Amauta. Pg 176 *247-248 ** 249

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    peridico de informacin. Si bien es cierto que su contenido no es unacrnica de hechos sino de ideas, en realidad estaba destinado a obrerose intelectuales, y a la divulgacin de temas y opiniones los cuales noencontraban acogida en la gran prensa. Sin embargo, de este modo, lagran prensa faltaba al derecho de la informacin pblica.

    En: Presentacin de Amauta (Amauta N 1 septiembre 1926) yAniversario y Balance (Amauta N 17 setiembre 1928), Mariteguinos aclara la dimensin y sentido de su proyecto poltico periodstico.

    Con la aparicin de Amauta, l tiene conciencia de que naca una revistahistrica. Desde su regreso de Europa, planeaba su fundacin, que porrazones personales de enfermedad debi esperar. Peroafortunadamente, eso permiti que la revista fuera la voz de unmovimiento, de una generacin, y no slo una expresin personal. Deeste modo, representa un espritu con la voluntad de crear un nuevoPer dentro de un mundo nuevo.

    El objetivo de la revista Amauta es el de: plantear, conocer y esclarecer

    los problemas del Per cientfica y doctrinariamente. As es como alcumplirse el segundo aniversario de Amauta, septiembre de 1928, enAniversario y Balance, Maritegui define la orientacin socialista de larevista, porque es de definicin ideolgica, y nos aclara que el nombreelegido para la revista tena la intencin de rescatar la identidad de la

    Amrica indgena- As lo expres:

    La revolucin latino-americana, ser nada ms y nada menos que unaetapa, una fase de la revolucin mundial. Ser simple y puramente, larevolucin socialista Estamos en la poca de los monopolios, valedPcir de los imperios. los pases latinoamericanos llegan con retardo ala competencia capitalista. el destino de estos pases, dentro del ordencapitalista, es de simples colonias. *

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    Recuerda que el socialismo es Europeo, al igual que el capitalismo; perono son especficamente europeos, son procesos, movimientosmundiales, a los que no escapan los pases que estn dentro de la rbitade pases occidentales.

    Las palabras: Libertad, Democracia, Parlamento, y Soberana delPueblo, pronunciadas por nuestros hroes, son europeas. Lo importantees la eficacia con que las aplicaron.

    Esta civilizacin tiende fuertemente a la universalidad; sin embargo,

    Amrica debe tener individualidad. Maritegui destaca que si bien lasolidaridad e interdependencia de pueblos y continentes era menor enla poca de la independencia que en estos tiempos, sin embargo, lahistoria nos muestra que del socialismo tenemos antecedentes ennuestra historia latinoamericana:

    El socialismo, en fin, est en la tradicin americana. La ms avanzadaorganizacin comunista, primitiva, que registra la historia, es la inkaica

    No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en Amrica calco y copia.Debe ser creacin heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propiarealidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano. Heaqu una misin digna de una generacin nueva. **

    Lo argumentado en el planteo mariateguiano es la propuestaprogramtica de una democracia socialista, que logre una integracin delos diferentes grupos y colectivos de la nacin, que luche por unasociedad justa, construida por un movimiento de los grupos socialesoprimidos, pero comprometidos nacionalmente, para superar elfeudalismo, la esclavitud indgena, el latifundio y la dependenciaeconmica y poltica.

  • 7/23/2019 Amauta y Babel Revistas de disidencia cultural

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    7- TRASCENDENCIA DE AMAUTA; ITINERARIO DEORGANIZACIN E INTEGRACIN DE LOSCOLECTIVOS.

    Amauta cumpli su cometido por los frutos que rescat y por los queproyect.

    Se conform como un movimiento vanguardista esttico cultural y poltico,pues tomaron la palabra a travs de sus pginas diferentes colectivos:indgenas, intelectuales y pensadores nacionales e internacionales,

    diferentes expresiones artsticas, universitarios, organizaciones Pro-Indgenas, Anti-imperialistas y Latinoamericanas.

    Este objetivo aparece expresamente destacado en un recuadro enAmauta N 2 pgina 32 as.

    LA VIDA DE AMAUTA DEPENDE

    ABSOLUTAMENTE DE LA COOPERACIN

    DE LOS HOMBRES HONRADOS

    E IDEALISTAS DEL PER

    Amauta gener un movimiento de rescate y propuesta, de conciencia yaccin; aliment la memoria recuperando la historia nacional silenciadapor los intereses econmicos y polticos que sostenan el feudalismo yla esclavitud, a fin de incentivar una praxis crtica.

    Sealar algunos textos que son ejemplos del magisterio desarrollado,los que demuestran la insercin vanguardista esttico poltica de larevista.

    -Lo que ha significado la Pro-Indgena, en Amauta N 1 paginas 20-22, deDora Mayer de Zulen esposa de Pedro Zulen quien gest la AsociacinPro-Indgena, aporta la historia de una institucin que abarc a todo elPer desde 1909 al 1915, y que poda recuperarse.

  • 7/23/2019 Amauta y Babel Revistas de disidencia cultural

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    En todos los nmeros estuvieron presentes trabajos y reproduccionesartsticas de distintos tipos: poesas narraciones, msica, pinturaarquitec