Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria · 2015-12-17 · Alojamientos...
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Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Alojamientos temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
Una aproximación desde la Acción Sin Daño a los efectos de la construcción de
alojamientos temporales en las comunidades de Necoclí después de la ola invernal 2010-
2011.
Catalina Sáenz Ávila
Trabajo de investigación presentado como requisito parcial para optar al título de:
Especialista en Acción Sin Daño y Construcción de Paz
Coordinadora:
Olga Del Pilar Vásquez Cruz
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social
Bogotá D.C., Colombia
2015
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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“Se investiga para transformar la realidad,
no para contemplarla”
Rosa María Cifuentes Gil
Allí en Caribia, donde se halla el amor, la
tenacidad, donde se forja la paz interior en
medio de la guerra. Allí, donde la gente se
levanta en medio del barro, recupera sus
cultivos, su plátano, sus tierras, su río. Allí, en
medio de la naturaleza, donde se encuentra el
olvido. Que ese olvido allí no sea suyo ni mío.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Resumen
Esta investigación se suscribe en la recuperación histórico-hermenéutica de información
que, a la luz del enfoque de Acción Sin Daño, versa sobre la comprensión de las dinámicas
comunitarias de tensión y conexión suscitadas o transformadas con la asistencia
humanitaria, especialmente con la construcción de tres alojamientos temporales para la
reubicación de 150 familias afectadas por la ola invernal 2010-2011 en zonas rurales de
Necoclí, Antioquia. Para su desarrollo, se realiza una aproximación conceptual y contextual
a la gestión del riesgo, la asistencia humanitaria y los alojamientos temporales, a las
experiencias y los significados de algunos miembros de las comunidades afectadas y,
finalmente, se comparten algunos aprendizajes en torno al análisis desde la Acción Sin
Daño sobre los efectos de la asistencia humanitaria. Se espera contribuir a la lectura de
contextos en el marco de la gestión del riesgo, más en tiempos de desastre, como también
a revitalizar discusiones y decisiones comunitarias e institucionales en busca de la
prevención de daños en futuras intervenciones y la reparación por los ocasionados con la
asistencia.
Palabras clave: Acción Sin Daño, Gestión del Riesgo de Desastres, Asistencia
Humanitaria, Alojamientos Temporales.
Abstract
This research is executed in the historical-hermeneutic information recovery which with an
approach of Do No Harm, shows the understanding of tension community dynamics
transformed with humanitarian assistance, particularly with the construction of three
Temporary Shelters for the relocation of 150 families affected by the 2010-2011 rainy season
in rural zones located at Necoclí, Antioquia. For its development, a conceptual and
contextual approach about the risk management, humanitarian assistance and temporary
shelters, to the experiences and meanings of some members of the affected communities,
and, finally, some lessons are shared around the analysis from the Do No Harm about the
effects of humanitarian assistance. It is expected to contribute to the contexts readings within
the environment of risk management in times of disaster, as well as discussion revitalization
and community and institutional decisions seeking prevention of harm and reparation for
those caused by humanitarian assistance.
Keywords: Do No Harm, Disaster Risk Management, Humanitarian Assistance,
Temporary Shelter.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Tabla de contenido
Pág.
Introducción…………………………………………………………………………………. 6 Capítulo 1. Aproximación conceptual y contextual a la asistencia humanitaria y la construcción de los Alojamientos Temporales en el marco de la Gestión Integral del Riesgo de Desastres………………………………………………………… 8 1.1. Nociones de la Gestión Integral del Riesgo de Desastres………………….. 8 1.2. Nociones de la acción, la asistencia y la ayuda humanitaria………………. 10 1.3. Los Alojamientos Temporales como ayuda humanitaria…………………… 11 Capítulo 2. Contexto, experiencias y significados de las comunidades tejidos en torno al desastre, la asistencia humanitaria y los Alojamientos Temporales… 13 2.1. El contexto del desastre………………………………………………………….. 13 2.2. El contexto de las comunidades rurales de Necoclí afectadas por la ola
invernal 2010 – 2011……………………………………………………………….. 15 2.3. Significados y experiencias de las comunidades en torno al desastre, la
asistencia humanitaria y los alojamientos temporales……………………… 19 2.3.1. Experiencias y significados de las comunidades asociados al desastre…….... 21 2.3.2. Experiencias y significados de las comunidades asociados a la asistencia
humanitaria………………………………...…………………………………………. 23 2.3.3. Experiencias y significados de las comunidades asociados a la construcción
de Alojamientos Temporales…………………………..…………………………… 25 Capítulo 3. Aprendizajes desde la Acción Sin Daño para la Prevención y Reparación de daños asociados a la asistencia humanitaria………………………. 28 3.1. Los mínimos éticos desde la Acción Sin Daño……………………………….. 28 3.2. La noción de daños asociados a la asistencia humanitaria………………… 30 3.3. La identificación de tensores y conectores suscitados, dinamizados o
fortalecidos con la asistencia humanitaria……………………………………. 31 3.3.1. Sistemas e instituciones……………………………………………………………. 32 3.3.2. Actitudes y acciones no violentas de la gente…………………………………….. 34 3.3.3. Valores e intereses compartidos…………………………………………………... 35 3.3.4. Experiencias comunes……………………………………………………………… 36 3.3.5. Símbolos y celebraciones…………………………………………………………... 37 Capítulo 4. Conclusiones y recomendaciones………………………………………… 38 4.1. Conclusiones……………………………………………………………………….. 38 4.2. Recomendaciones……………………………………………………………….... 39 Bibliografía…………………………………………………………………………………... 41
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Lista de Abreviaturas
Abreviatura Término
UNGRD Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres
FNGRD Fondo Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres
CMGRD Consejo Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres
OIM Organización Internacional para las Migraciones
SCH Subcuenta Colombia Humanitaria
JAC Junta de Acción Comunal
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Introducción
Este documento nació del interés por reflexionar a la luz del enfoque de Acción Sin Daño
acerca de los impactos de la asistencia humanitaria en las relaciones comunitarias, a partir
de la recuperación socio-histórica de experiencias y significados de sus miembros, tejidos
alrededor de la implementación de tres alojamientos temporales entregados por el Fondo
Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres – Subcuenta Colombia Humanitaria al
municipio de Necoclí, Antioquia, para la reubicación temporal de 150 familias de las zonas
rurales de los corregimientos de Pueblo Nuevo y Caribia, afectadas por la ola invernal 2010-
2011.
Al respecto, si bien los informes y documentos emitidos por la Unidad Nacional de Gestión
del Riesgo de Desastres -ente rector de la gestión del riesgo en Colombia- hacen alusión a
dificultades globales en cuanto a los efectos de la emergencia y de la asistencia humanitaria
en las comunidades y la sostenibilidad del programa de alojamiento temporal, el presente
caso plantea como derrotero la comprensión de las dinámicas suscitadas con la asistencia
humanitaria en un contexto particular, que se sale del esquema de lo temporal de una
emergencia y se convierte en rezago permanente de un desastre que, desde el 2010 hasta
la actualidad, ha tenido resonancia en las relaciones comunitarias.
Para este caso, se recuperó información cualitativa que permitiera la comprensión,
interacción e interpretación de significados alrededor de situaciones particulares de la vida
de las comunidades relacionadas con la asistencia humanitaria, a través de un diálogo
histórico y prospectivo que versó en el reconocimiento del contexto y la participación de
sujetos, encaminado hacia la toma de decisiones frente a la situación particular por la que
se indagó. Desde esta perspectiva, se asume el enfoque histórico-hermenéutico, pues, de
acuerdo con Cifuentes (2014), “no se puede comprender desde afuera, desde la
neutralidad; no se puede comprender algo de lo que no se ha participado”.
Como apuesta metódica, se retomaron elementos centrales del estudio de caso, que
posibilitó profundizar en las particularidades de la situación específica, partiendo de la
descripción y el análisis del fenómeno como es percibido (Cifuentes: 2014; 48) y las
significaciones que las personas le atribuyen. También se retomaron elementos de la
sistematización, conociendo que el presente trabajo nace de la experiencia en un contexto
determinado y, por ende, dialoga con diferentes horizontes interpretativos (Rodríguez:
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2004; 13), diálogo que posibilita la reconstrucción y resignificación de las experiencias
vividas en prospectiva.
La recuperación de información se realizó a través de diferentes entrevistas y ejercicios de
observación realizados con líderes comunitarios en las zonas de ubicación de los
alojamientos temporales, y a través de la revisión de informes de trabajo de campo e
informes y circulares publicados por la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de
Desastres.
A partir de lo anterior, este documento se estructura en tres capítulos: el primero
proporciona una aproximación conceptual y contextual de la asistencia humanitaria y la
construcción de los alojamientos temporales en clave de la gestión integral del riesgo, como
marco de referencia del presente trabajo; en el segundo capítulo se abordan el contexto,
las experiencias y los significados de las comunidades tejidos en torno al desastre, la
asistencia y los alojamientos; y en el tercer capítulo se compilan algunos aprendizajes a la
luz de la Acción Sin Daño como contribución a la prevención y reparación de daños
asociados a las intervenciones en contextos de desastre y asistencia humanitaria.
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1. Aproximación conceptual y contextual a la asistencia
humanitaria y la construcción de los alojamientos temporales
en el marco de la gestión integral del riesgo de desastres
1.1. Nociones de la gestión integral del riesgo de desastres
Como marco general, la gestión integral del riesgo de desastres es un concepto acogido
por la ley 1523 de 2012 como proceso social encaminado a “la formulación, ejecución,
seguimiento y evaluación de políticas, estrategias, planes, programas, regulaciones,
instrumentos, medidas y acciones permanentes para el conocimiento y la reducción del
riesgo y para el manejo de desastres, con el propósito explícito de contribuir a la seguridad,
el bienestar, la calidad de vida de las personas y al desarrollo sostenible” (Gobierno
Nacional: 2012).
La gestión integral del riesgo nace del reconocimiento y la preocupación por las
afectaciones de la acción humana asociada a modelos de desarrollo1 sobre los ecosistemas
y cuyas consecuencias han retornado, como en bucle, hacia grupos humanos,
especialmente aquellos en particulares condiciones de vulnerabilidad asociadas a prácticas
inadecuadas en el uso de los recursos naturales, la pobreza, los desplazamientos forzados,
la expansión de áreas pobladas, las guerras y los conflictos armados, que favorecen un
ciclo interminable de causa-efecto. Estos factores también inciden en la exposición de
poblaciones ante fenómenos desencadenantes potencialmente peligrosos2 cuyo impacto
se da desde y en interacciones constantes entre lo económico, lo ecológico, lo organizativo,
lo ideológico, lo educativo, lo cultural y lo institucional de las sociedades (Wilches-Chaux;
2010). Algunos aportes para el análisis y la comprensión de la gestión integral del riesgo de
1 La Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático en 1992, referencia una preocupación sobre el calentamiento global como consecuencia de las altas concentraciones de gases de efecto invernadero producidas por bastos procesos de industrialización. Para Ramírez y Rubiano (2009) el desarrollo es toda forma de uso del territorio y su aprovechamiento humano en el flujo de bienes y servicios, cuyo impacto sobre los recursos naturales dinamiza el desencadenamiento, la exacerbación o intensificación de fenómenos naturales, en relación con la configuración de riesgos para la vida humana y ambiental. (2009; 15) 2 Un fenómeno desencadenante es una situación de origen natural que por las condiciones de vulnerabilidad social y ambiental puede resultar potencialmente peligrosa para la vida. Una propuesta para la clasificación de estos fenómenos es: a) Hidrológicos: inundaciones, avenidas torrenciales, desbordamientos, olas ciclónicas, marejadas y heladas; b) atmosféricos: huracanes, vendavales, tormentas eléctricas, heladas, granizadas, tormentas tropicales, incendios forestales, sequía; c) Geológicos: sismos, vulcanismo, movimientos en masa, licuefacción; y d) otros: lahares y tsunamis. Tomado de: OIM (2013) Caja de Herramientas para la Gestión de Alojamientos Temporales. Herramienta 2: Diagramas de amenazas de origen natural, vulnerabilidades y representación del riesgo.
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desastres, se retoman de Wilches-Chaux (2010) quien propone elementos más complejos
tejiendo una estrecha relación entre este proceso social y la Acción Sin Daño:
a) La Gestión Integral del Riesgo abarca valores esenciales en las relaciones armónicas
humanas y con la naturaleza como reconocimiento de su existencia, puntualizando en el
respeto, la delicadeza, el cuidado y el amor propio, valores que encierran la noción de
‘dignidad’ al situar el auto-reconocimiento y el reconocimiento de otros y otras –incluida la
naturaleza-.
b) Propicia el encuentro de derechos humanos interconectados al anclar la gestión del
riesgo como derecho a la gestión territorial basada en el desarrollo humano y a la
concepción de seguridad territorial –seguridad humana y seguridad ambiental-, pues se fija
en la trascendencia hacia la superación de las condiciones de vulnerabilidad de las
comunidades y los ecosistemas que habitan para la prevención de riesgos y para el
desarrollo de otras generaciones.
c) Promueve –y depende de- el despliegue de acciones intersectoriales para fortalecer las
capacidades y la autonomía de las comunidades y los ecosistemas que conforman su
territorio en su adaptación cuidadosa y la mitigación de riesgos evitando la creación de
factores que los configuren, contando para ello con recursos físicos, económicos,
tecnológicos, pero también éticos, espirituales y culturales.
Desde una perspectiva legal, la gestión del riesgo de desastres es una responsabilidad
estatal frente a la promoción y protección de derechos humanos, que implica la ejecución
de acciones de conocimiento y mitigación de riesgos y la respuesta adecuada ante la
ocurrencia de desastres3. Esta respuesta implica desde el Estado, los organismos de
cooperación para el desarrollo y demás sectores de la sociedad, la ejecución de acciones
humanitarias encaminadas a la rehabilitación y la reconstrucción física, material, simbólica
y psicosocial de las comunidades así como de los ecosistemas afectados por un evento, en
vigilancia permanente de los efectos que tales acciones pueden ocasionar sobre la vida de
las comunidades.
3 El desastre no es en sí la ocurrencia de un fenómeno natural, sino que se configura a partir del interjuego
entre el fenómeno y el riesgo (amenaza + vulnerabilidad de las poblaciones y los ecosistemas), cuyo impacto se refleja en daños en infraestructura, pérdidas humanas y de toda índole, y cuyos efectos se extienden en el tiempo alterando el desarrollo normal de la vida.
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1.2. Nociones de la acción, la asistencia y la ayuda
humanitaria.
Como concepto abarcativo, se retoma la definición de la acción humanitaria expuesta por
Arantxa Basagoiti, como el “conjunto de actuaciones que tienen como objetivo ayudar a las
víctimas de desastres provocados por catástrofes naturales o por conflictos armados” (s.f;
23), incluyendo actividades orientadas a la prevención del aumento de la vulnerabilidad
poblacional, la promoción de responsabilidades estatales y no estatales frente a la
preparación ante riesgos y posibles emergencias y el apoyo para la recuperación y
rehabilitación de comunidades ante su ocurrencia, y, por último, aquellas actividades
orientadas a la protección de víctimas y la defensa y exigencia del cumplimiento de los
derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. (Celorio y López: s.f.; 23)4.
Esta concepción, de acuerdo con Estrada (2011), fundamenta las acciones de forma
integral y vinculante entre el trabajo humanitario y el desarrollo, los derechos humanos y la
atención psicosocial, desde una visión de prevención y de anticipación al desastre. De otra
parte, sitúa la asistencia humanitaria como la ejecución de acciones de respuesta en la
coyuntura y ex post a las necesidades de las víctimas sin indagar, demandar o buscar
transformaciones en los factores estructurales que originan la situación (Estrada: 2011;
154). En este sentido, la asistencia humanitaria puede definirse como el conjunto de
acciones desplegadas por un grupo social dirigidas a apoyar –por solidaridad y/o por
responsabilidad- a otro grupo social en la superación de un estado de condiciones críticas
propias de un desastre.
A nivel internacional, existen múltiples aportes de organizaciones humanitarias5 en la
configuración de la asistencia humanitaria como derecho legalmente exigible al concatenar
los factores de riesgo de la población y los ecosistemas con condiciones históricas de
vulnerabilidad social, los efectos sobre la vida y el desarrollo de la población ocasionados
por el desastre, y las obligaciones de los Estados y de las organizaciones de respetar y
proteger los Derechos Humanos6. En un contexto de desastre adquiere un alcance
4 El autor atribuye a la acción humanitaria un valor intrínseco de solidaridad entre iguales, que va más allá de
la asistencia pues se encamina a la responsabilidad de todos los actores sociales en la recordación de la historia humana para que “no haya crisis olvidadas, víctimas de segunda ni responsabilidades sin asignar” (Celorio y López: s.f; 27) 5 Tal es el caso del Código de Conducta relativo al socorro en casos de desastre en el marco de la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, la Carta Humanitaria y las Normas Mínimas de Ayuda Humanitaria conocida como Proyecto Esfera. En Colombia, recientemente se estableció la Estandarización de la Ayuda Humanitaria. 6 Se retoma la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992) en la cual se insta a los Estados a fortalecer la cooperación internacional con el fin de mitigar –desde los países desarrollados- la
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bastante amplio, pues en este escenario los impactos ocasionados sobre la vida de las
personas y la naturaleza pueden ser devastadores y sus afectaciones recaen incluso sobre
el ejercicio o el sentido de la vida misma7.
La ayuda humanitaria es la materialización de esa asistencia; se compone de elementos
materiales y tangibles mediante los cuales las personas pueden obtener un satisfactor a
sus necesidades básicas y, en consecuencia, pueden contribuir al ejercicio de un derecho
fundamental. Para el presente trabajo se retoma como ejemplo de ayuda humanitaria el
alojamiento temporal que, en el contexto de emergencias complejas, cumple una función
de refugio para las personas, ayudando a satisfacer una necesidad de protección y a la vez
contribuyendo al ejercicio del derecho fundamental a la vivienda, vista esta como un lugar
seguro desde el cual las personas pueden proyectarse hacia el futuro, recuperar su
cotidianidad y sus formas productivas para la superación de las condiciones de
vulnerabilidad que se exacerbaron con el desastre.
1.3. Los alojamientos temporales como ayuda humanitaria
En el marco de la asistencia humanitaria, los alojamientos temporales cumplen una función
sustitutiva de la vivienda contemplada como derecho fundamental8 que implica criterios
mínimos como la disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura, la
asequibilidad, la habitabilidad, la ubicación en relación con oportunidades de empleo,
servicios de salud, escuelas, entre otros9. En esta línea y con base en la Carta Humanitaria
y Normas Mínimas de Asistencia Humanitaria conocidas como Proyecto Esfera10, la OIM
define los alojamientos temporales como espacios para la provisión de asistencia y
protección a poblaciones damnificadas, implicando el ejercicio de otros derechos con
sustento en la autonomía, la dignidad y la participación de las personas. Como principio, la
emisión de gases y los efectos en los ecosistemas naturales y en la humanidad, y ayudar -desde el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas en la promoción y protección de los Derechos Humanos - a otros países –como Colombia- a fortalecer las capacidades de respuesta. 7 Para De Tomas (2015; 331) en el escenario de un desastre se exacerban problemáticas sufridas por la comunidad afectada, y se enfrentan otros daños como el acceso desigual y la discriminación en la asistencia, la reubicación forzosa, la violencia sexual, el reclutamiento de niños en fuerzas combatientes, entre otras situaciones que constituyen una mayor gravedad en el estado de vulnerabilidad de las personas. 8 Derecho contemplado en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en conexión con otros derechos en el marco de la vida y el bienestar, y también se retoma en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966. Se encuentra en la Constitución Política de Colombia de 1991 consagrado en el artículo 51, que refiere específicamente su calidad de dignidad. 9 Estos criterios son propuestos por la ONU Hábitat y recogidos en el Proyecto Esfera. 10 El Proyecto Esfera fija unos mínimos de asistencia y ayuda humanitaria para asegurar la dignidad de las personas en contextos de desastre. Se relaciona con los dispositivos materiales necesarios para asegurar los derechos, relacionados con el abastecimiento de agua y saneamiento básico, la ayuda alimentaria, los servicios de salud y la accesibilidad a medios de vida, y el refugio.
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participación comunitaria encierra las experiencias previas de las comunidades asociadas
con sus saberes del entorno físico, cultural y social que potencian su propio desarrollo y
hacen que la toma de decisiones sea más acertada (OIM: 2013; 28). La UNGRD a través
de la estandarización de la ayuda humanitaria, de forma complementaria, asumió desde el
enfoque de Acción Sin Daño la participación comunitaria como la inclusión de la comunidad
en los procesos de “valoración, diseño, implementación, seguimiento y evaluación del
programa de asistencia humanitaria” (UNGRD: 2013; 53).
Por último, la participación es entendida como producción humana desplegada mediante
conexiones intersubjetivas y tiene que ver, en contextos de emergencia, con el nuevo
impulso que las personas puedan generar para recuperar un estado de ‘normalidad’ en sus
vidas, o, como afirma Wilches-Chaux (2010), “recuperar la rutina para superar la
incertidumbre”11.
11 En este proceso no todas las personas responden de la misma manera; las respuestas asociadas a la resiliencia tienen mucho que ver con las experiencias previas vividas, que incluso, pueden devenir o no de las características y particularidades propias del desastre, de condiciones de vulnerabilidad social y de patrones culturales asociados como las prácticas rituales, los usos y costumbres de las personas y/o de las comunidades. Por ello, la participación es un foco de especial cuidado durante las acciones relacionadas con la asistencia humanitaria, pues, si bien sería difícil particularizar la ayuda cuando es toda una comunidad, incluso, varias comunidades que en simultáneo han sido afectadas por un fenómeno, extrapolar la generalización de la ayuda ‘igual’ a todas las comunidades sin tener en cuenta las diferencias entre sus miembros, rebasaría la necesaria diferenciación a la luz de una perspectiva de derechos.
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2. Contexto, experiencias y significados de las comunidades
tejidos en torno al desastre, la asistencia y los alojamientos
temporales
2.1. El contexto del desastre
A finales del 2010 se registró el impacto más grande del cambio climático vivido en
Colombia hasta el momento, caracterizado por el aumento y la prolongación de lluvias en
todo el territorio nacional, que, sumados a diferentes niveles de vulnerabilidad de la
población colombiana12, ocasionaron “inundaciones en 1.642.108 hectáreas en todo el país,
con un incremento de 47% sobre las áreas de inundación comúnmente registradas en
temporadas habituales de lluvias, afectando al 96% de los municipios del país –en total
1.068 de Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca, Magdalena, Norte de
Santander, Santander, Sucre y Valle del Cauca- y a 3.9 millones de personas, causando el
fallecimiento de 486”, entre otros daños (FNGRD: 2014; 8), dando lugar a la declaratoria de
estado de emergencia económica, social y ecológica nacional. (Innovate; 2014, 8).
Ante esto, el Gobierno Nacional creó la Estrategia Colombia Humanitaria subcuenta del
FNGRD, para coordinar y adelantar en el marco del SNGRD las acciones encaminadas a
la atención en emergencia y la recuperación de la población damnificada y afectada, y la
rehabilitación y la reconstrucción de infraestructura social averiada. (2014; 9). Uno de sus
programas fue el de alojamiento temporal que consistió en establecer un espacio de
protección que cumpliera con unos mínimos de seguridad para garantizar la dignidad de
984 familias en el Departamento de Antioquia, de las cuales 150 familias pertenecían a
comunidades rurales de Necoclí, municipio ubicado en la región del Urabá antioqueño.
Este programa fue desarrollado en dos fases: la primera consistió en identificar desde el
SNGRD las comunidades vulnerables, el transporte de materiales y la disposición de lotes
para la construcción de los alojamientos. En la segunda fase, se asignaron $2.400.000 por
familia por una sola vez, de acuerdo con la previa solicitud de alcaldes y según la lista de
damnificados verificada por el CMGRD respectivo. Estos recursos fueron girados al ente
territorial para ser transferidos al operador, quien además recibió el 5% del monto total,
adicional para el pago por la administración de los alojamientos, incluyendo el pago de
12 Observados en la desigualdad de oportunidades, la insuficiencia para obtener recursos y acceder a servicios, el desplazamiento forzado, las acciones de grupos armados ilegales contra la población y, como “telón de fondo, la ausencia del Estado” (Fedesarrollo: 2013; 4).
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arrendamiento en caso de ser absolutamente necesaria la construcción de los alojamientos
en terrenos privados, entre otros. (Colombia Humanitaria, 2012; 12). El operador determinó
las condiciones de construcción de los albergues con el apoyo de Común Unidad,
responsable de concertar con la comunidad esas condiciones bajo el principio de
participación comunitaria. Como requisito, los alojamientos debían ubicarse en lugares que
contaran con servicios básicos de agua, saneamiento y energía (Colombia humanitaria,
2012; 15). En el caso de Necoclí, los alojamientos fueron construidos y entregados en
diciembre del 201313 en zonas cercanas al Río Mulatos pertenecientes a los corregimientos
de Pueblo Nuevo y Caribia. Uno de los alojamientos fue construido en un predio privado de
la vereda del Ecuador, otro alojamiento se ubicó en un predio privado en la vereda Limoncito
y el tercero en la zona de cultivo del colegio de Caribia, estos dos últimos para la recepción
de familias damnificadas de la vereda Santa Rosa, localizada entre la quebrada del
Corcovado y el Río Mulatos.
De acuerdo con los hallazgos presentados por Fedesarrollo sobre las acciones de Colombia
Humanitaria, en cuanto a los alojamientos temporales construidos, se destacó que los
materiales usados no contaban con la calidad exigida para perdurar en el tiempo, el diseño
provocó problemas de convivencia, las ayudas se retrasaron, aumentó la inseguridad en
los albergues, la finalización del convenio no incluyó un mecanismo para la sostenibilidad
del programa, se generaron expectativas no resueltas con respecto a la adquisición de
vivienda para la población así como temores al retornar a zonas de alto riesgo y perder los
beneficios de la asistencia humanitaria; algunos aspectos positivos fueron el control de
enfermedades por las brigadas constantes de salud, los talleres y las capacitaciones a
comunidades e instituciones sobre la gestión del riesgo y el aumento de la percepción sobre
el mejoramiento de la calidad de vida con el fortalecimiento de la cultura ciudadana (2013).
Como conclusiones, Fedesarrollo destacó la necesidad de aumentar la presencia estatal,
y generar estrategias de recordación de los programas de atención, de retorno y
acompañamiento al hogar a las familias damnificadas, de seguimiento al abandono de
alojamientos, y a las condiciones, derechos y deberes de las partes. Por último, propuso
incentivar la adaptabilidad en los entes operadores frente a las necesidades de la población
13 Para abril del 2012, desde la gerencia del FNGRD – SCH, se expidió la circular 058 fijando como plazo límite para la ejecución de las obras el 30 de octubre de 2012; luego, expidió la circular 083 el 21 de octubre de 2013 con el propósito de aclarar la disposición de los alojamientos temporales, estableciendo como primer responsable del cuidado, mantenimiento y administración de estos al CMGRD en cabeza de la Alcaldía Municipal, proponiendo la conservación de los módulos en el marco de la preparación para la respuesta ante amenazas de desastres, la disposición de la infraestructura instalada, la entrega de esta a las familias que lo necesitaran y según acta firmada entre el CMGDR y la familia beneficiada, o, finalmente, almacenar todos los materiales para atender futuras emergencias.
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(2013; 36). Como observación general, los informes correspondientes a las acciones
humanitarias abarcaron lo sucedido hasta la finalización de los convenios suscritos desde
la UNGRD, desconociendo lo que hasta la actualidad ha ocurrido en las poblaciones en las
que aún permanecen los alojamientos temporales.
2.2. El contexto de las comunidades rurales de Necoclí,
afectadas por la ola invernal 2010 - 2011
A la luz de la Acción Sin Daño, se compilan de textos escritos y orales14 múltiples elementos
del contexto de las comunidades, posibilitando observar una espiral de experiencias
entrelazadas e interconectadas que han incidido en la configuración de las relaciones entre
estas y su ecosistema. Grosso modo, la historia habla de etapas dicientes de las realidades
de estas poblaciones: a) etapa de invasión (1501 – 1791) marcada por múltiples intentos
fallidos de invasión a causa del carácter antropófago de las tribus indígenas de la zona; b)
etapa de colonización (1820 – 1978), marcada por expediciones y misiones
evangelizadoras desde la Gobernanción de Antioquia, asentamientos holandeses e
ingleses y asentamientos de campesinos e indígenas provenientes de Córdoba y Bolívar
con fines de explotación y comercialización de recursos naturales como la yuca, el ñame,
el maíz, la raicilla o ipecacuana -planta medicinal para tratar la disentería- y la caza de
animales como las tortugas carey, venados, zainos, dantas y ñeques, entre otros.
También aumentó la deforestación por la ocupación de zonas rivereñas y disposición de
bastos terrenos para la ganadería y la agricultura tradicional. Además, se conformaron
muchos de los corregimientos de Necoclí, que actualmente suman ocho, entre ellos, Caribia
(conformado por las veredas Santa Rosa, Limoncito, Piedrecita, Corcovado y el Embuche
-convertida en finca porque las casas fueron vendidas-, entre otros) y Pueblo Nuevo
(Ecuador, la Comarca, Brisas Del Río, Villa Nueva, Tuntún Arriba, entre otros), ubicados en
la rivera del Río Mulatos y rodeadas varias de sus veredas por la quebrada Corcovado.
En las primeras décadas, las familias eran pocas y pequeñas; se abastecían del comercio
maderero y la pesca en la quebrada Corcovado. Luego, empezaron a cultivar cacao, arroz,
yuca y plátano, y también dedicaron espacios para la porcicultura. Estos productos eran
llevados a Necoclí en burros y mulas y el recorrido se realizaba por camino de herradura y
14 En la recolección de información, se consultan textos alusivos a la historia de Necoclí, y tres líderes comunitarios que, durante los recorridos por las zonas de afectación, cuentan la historia de sus comunidades asociada a su desarrollo.
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duraba aproximadamente dos días. Los hombres que fundaron estos corregimientos –
cuentan sus nietos- llegaron a ‘limpiar el monte’, a aplanar el terreno para construir
viviendas con bahareque y tablones. Luego trajeron a sus familias y se constituyeron más
familias con el tiempo. Actualmente, para algunos líderes, pese a considerar la riqueza de
su tierra, al ser tantas familias las que ocupan el mismo territorio, lo que se produce
disminuye y empieza a ser insuficiente, considerando que la pobreza aparece cuando no
alcanzan los recursos para todas las personas de las comunidades. Algunas personas
suman a este concepto el hecho de que sus casas no son de material sino de machimbre,
tablones y bahareque.
Sin embargo, dicen los líderes que muchos no quieren dejar su tierra, precisamente porque
en una ciudad o en otra zona rural no van a obtener los mismos recursos y, aunque para
algunas instituciones estas comunidades se consideren ubicadas en zonas de alto riesgo,
las familias dejarán sus tierras de forma temporal cuando las condiciones climáticas así lo
requieran manteniendo siempre la esperanza de regresar para seguir produciendo.
Las prácticas de producción son agrícolas y se han centrado en la expansión platanera y
cacaotera. El plátano es recogido por los campesinos, transportado en burros y carrucha
hasta llegar a los camiones que finalmente los trasladan hacia Apartadó para ser
entregados a Uniban o Banacol. Las tierras son de gran valor para los pobladores pues es
apta para sembrar una gran variedad de alimentos que son aprovechados para el auto
abastecimiento, el trueque y el comercio, como por ejemplo el arroz, cacao, borojó, yuca,
limón, plátano, banano, guanábana, berenjena, carambolo, entre otros. Generalmente, las
familias cuentan con algún tipo de animal de corral para consumo o para comercio, como
gallinas, pollos y cerdos. Algunas familias cuentan con cabezas de ganado para extracción
de leche y elaboración de quesos y con burros y caballos –cuando no motos- para
trasladarse en la zona.
En cuanto al acceso a los corregimientos, actualmente existen vías sencillas de acceso en
balastro hacia los centros poblados y pasos de río; en Ecuador, los pobladores cuentan con
un puente semi-colgante que lo comunica con la vereda La Comarca y una vía de acceso
adicional que conecta a través de un puente en cemento al corregimiento de Pueblo Nuevo.
En el caso de Caribia, la vereda Santa Rosa, rodeada por el Río Mulatos y la quebrada el
Corcovado, como únicas vías de acceso cuenta con dos pasos sobre el Río que dan al
corregimiento y a la vereda Limoncito; para pasar, los habitantes de la zona utilizan un cable
tensado sujetado por postes de madera en cada lado del río, del cual pende un rodamiento
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y cuatro cadenas de hierro que sostiene varias tablas, formando una especie de carrito. A
este mecanismo le denominan carrucha.
Por otra parte, en relación con los servicios básicos, en el corregimiento de Caribia alguna
vez existió un tubo por el que se abastecía de agua, pero en una emergencia ocurrida en
el 2009, este tubo fue roto por la corriente y los materiales pesados del río Mulatos. Sus
aguas provenían de una represa ubicada en un nacimiento de agua que atravesaba una
finca. En algún momento existió un proyecto para extraer el agua de una represa
encontrada en una finca, pero por el carácter productivo y privado de esta finca ese proyecto
nunca se ejecutó. En cuanto a otros servicios, las casas cuentan con contadores de luz y
algunas pocas cuentan con luz prepagada. En las veredas es escaso el alumbrado público
debido a que las casas son distantes y son pocos los puntos de luz. No existe sistema de
acueducto y alcantarillado; algunas casas cuentan con pozo séptico y con letrinas de pozo
elevado; en donde no hay sanitario, ‘ir al monte’ es una opción aceptada.
En cuanto a labores diferenciadas por género, hay mujeres que trabajan en viveros, se
encargan de la siembra y de la poda, recolección de arroz, abono, recolección de cacao,
algunos trabajos pesados pero también unos que pueden hacer fácilmente. No todas las
actividades productivas en esta zona se asocian con la obtención de recursos monetarios;
las labores domésticas son reconocidas como el esfuerzo que desarrollan muchas mujeres
en el mantenimiento del hogar, tal como el esfuerzo que desarrollan los hombres en labores
de construcción y recolección y carga de alimentos y materiales con el mismo fin. Depende
de sus capacidades y también de las necesidades que tengan. “Aquí las mujeres trabajan
casi que parejo con los hombres” (líder comunitario). Hay algunas personas que critican a
las mujeres por ciertos tipos de trabajos, y también por las manifestaciones de afecto en
público, por el consumo de alcohol, por ser “bravera con el marido o por formarle bochinche
o escándalo” (líder comunitario).
El trabajo de los niños y las niñas en principio es estudiar y jugar, aunque en esta zona,
tradicionalmente, ayudan a sus padres y madres mientras aprenden las labores del campo.
Después de la escuela y de ayudar en algunas labores a las familias, los niños y las niñas
practican algún tipo de juego. Es común que en la comunidad algún adulto organice una
actividad recreativa, deportiva o lúdica para los niños y las niñas; cuando no, van personas
externas a realizar este tipo de actividades. Algunos juegos favoritos practicados por las
personas de la zona son el fútbol, el béisbol y el sóftbol. Los domingos se rotan las veredas
para organizar los juegos y participan por categorías hombres, mujeres y niños.
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Con respecto a la educación, en cada vereda existe la primaria; cuando los niños y las niñas
la terminan, algunos estudian en Caribia hasta grado noveno y luego deben desplazarse a
diario hasta el corregimiento El Mellito, a 40 minutos aproximadamente a pie. Existe un
conflicto respecto al Colegio de Caribia, ya que, a pesar de que este ya cuenta con salones
adicionales para implementar los grados décimo y undécimo reclamados por la comunidad
para evitar los traslados de sus hijos a otros sectores lejanos para estudiar, aún no es
permitida su implementación.
Los de la vereda Ecuador, de igual manera recorren largos trayectos para llegar a la
secundaria. Para los habitantes de la vereda Santa Rosa, es más complejo enviar a sus
hijos e hijas a la secundaria, pues los colegios de El Mellito y La Comarca son casi
equidistantes, siendo sus trayectos de aproximadamente una hora y 30 minutos. La
educación en esta zona es como un filtro: quienes terminan noveno grado deben elegir
entre seguir estudiando a pesar de las distancias o dedicarse de lleno a trabajar en el campo
o en cualquier obra que se vaya a realizar; quienes terminan la secundaria, escogen entre
estas opciones o desplazarse hacia las ciudades para trabajar, o continuar estudiando –
poco común; por ejemplo, en Caribia actualmente se encuentra una persona con título
profesional-. Estas decisiones se ven influidas también por las situaciones de conformación
temprana de familias, siendo común entre personas de 14 a 17 años.
En cuanto a las actividades comunitarias, los hombres tienen jornadas de trabajo
comunitario, en las que suelen reparar las vías, la escuela, alguna casa; en estas jornadas
se encuentran, comparten comida, historias, propuestas y juegos. En tiempos de ocio, los
vecinos se reúnen para conversar, realizar campeonatos, jugar bingo sin importar la edad,
tomar cerveza o acordar otras actividades de integración comunitaria. Estas actividades por
costumbre son propuestas por cualquier persona de la comunidad e impulsadas por las
Juntas de Acción Comunal conformadas. En las JAC se concentran las decisiones que son,
en su mayoría, acordadas con muchas otras personas que no pertenecen a esta estructura
y que están dirigidas a aprovechar los recursos físicos, materiales, económicos y culturales
de la comunidad en beneficio de la misma.
Las expectativas y las ideas de futuro de mujeres y hombres se constituyen desde estas
prácticas. Pocos han buscado trabajo en ciudad; algunos que han ido a ciudades como
Bogotá o Medellín y, considerando que es muy complicada la vida por fuera, aunque hayan
tenido buenas ganancias trabajando en construcción, han decidido volver con sus familias,
pues en las ciudades las carencias se notan más. En el campo no existen horarios de
trabajo; sin embargo, para los hombres, la hora en que no se trabaja, se deja de percibir
ingresos para comer, por lo que su rutina está consagrada al trabajo.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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En la vereda Limoncito se identifica un aspecto adicional a lo anterior y es que está marcada
por una tendencia religiosa que coadyuvó a propiciar un espacio seguro para sus
pobladores, al ser testigos de episodios de violencia propios del conflicto armado interno.
La presencia de la iglesia, según algunos pobladores, hizo que los actores armados
tomaran distancia de esta zona. Esta comunidad, aunque ha acogido familias víctimas de
desplazamiento, no tuvo pérdidas a causa del conflicto. A la oración comunitaria le atribuyen
tener agua a través de las lluvias durante el verano, tanto como el que las tierras se
mantengan fértiles a pesar de las gruesas capas de lodo que las cubrieron con los
desbordamientos en las emergencias pasadas.
Además de las iglesias, estas zonas cuentan con la presencia institucional reflejada en el
puesto de salud, en las constantes visitas de gestores de la ANSPE, de salud pública y de
promotores de desarrollo social de la alcaldía municipal; también han sido frecuentes en los
últimos años las visitas de agentes externos, como investigadores botánicos, aspirantes
políticos, ingenieros de obras, y personal humanitario gubernamental y no gubernamental
cuando se han registrado emergencias en la zona. Para los líderes comunitarios es
importante la asistencia institucional ya que pueden expresarse y a la vez ven estas visitas
como oportunidad de conocer otras experiencias, algunas de las que consideran útiles en
su contexto vital.
Caribia y sus veredas, así como Ecuador, se caracterizan por la relativa paz que viven sus
comunidades y las formas como actualmente se tramitan los conflictos, o mejor dicho, como
no se tramitan. Los conflictos generalmente surgen por malos entendidos nacidos en
‘chismes’ a partir de conductas observadas como censurables por parte de algunos
miembros. La paz es una tensa calma, posiblemente producto de las violencias que vivieron
sus pobladores en años anteriores y también de dispositivos de control social que
prevalecen en la zona. De cualquier forma, los líderes de estas comunidades las denominan
como pacíficas, parte por influencia de la iglesia y los cultos que se realizan frecuentemente,
y parte por el mismo deseo profundo de vivir en paz.
2.3. Significados y experiencias de las comunidades en torno
al desastre, la asistencia humanitaria y la construcción de
los alojamientos temporales
En la gestión del riesgo, Orozco y Guevara han incorporado la cultura como un tercer
componente –junto a la amenaza y la vulnerabilidad- para la comprensión de la
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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configuración de un riesgo, y como dispositivo social que incide en la capacidad para
afrontar las amenazas y disminuir con ello la propensión a la vulnerabilidad. Además,
afirman que en la cultura están contenidas las dinámicas subjetivas (percepción,
concepción individual y colectiva del riesgo y correlatos emocionales) que a la vez son
“productos de los contextos socioculturales en que se relacionan los individuos y donde
hacen sus elecciones” (Orozco y Guevara: 2011; 23)
La cultura, como cuerpo histórico, contiene también las concepciones que las personas y
las comunidades comparten alrededor de la tierra, sus usos y los grados de explotación y
reutilización a que pueden someter los recursos naturales disponibles en su entorno.
Además de la histórica desigualdad social e inequidad en la distribución de recursos –
especialmente la tierra y el agua- en el juego de poderes a través de las violencias
estructural y cultural, la cosmovisión de los pueblos también juega un papel importante, así
como sus perspectivas de desarrollo y futuro en la configuración de amenazas y riesgos de
desastres a través de sus relaciones con la naturaleza.
En tal sentido, abordar los significados de las emergencias con una comunidad implicaría,
entonces, realizar en retrospectiva un recorrido por las relaciones entre las comunidades y
los recursos naturales disponibles en su entorno ambiental. Un poco más allá, al hablar de
significados se hace referencia a la comprensión e interpretación de las formas como actúan
los miembros de una comunidad y de cómo estos, a su vez, interpretan su entorno vital;
con esto, los significados sobre las experiencias vividas alrededor de la emergencia se
centran en las formas de interpretación, en las ideas, los sentimientos suscitados y las
experiencias compartidas entre las personas afectadas y las personas que participaron de
un modo u otro en la asistencia humanitaria.
En esta línea, recoger las experiencias y los significados de las personas alrededor del
desastre y la asistencia humanitaria, posibilita un acercamiento contextualizado a las
afectaciones ocasionadas por la actual permanencia de los alojamientos temporales en
territorios comunitarios. Así mismo, lo que a continuación se comparte, recrea en gran
medida un complejo multidimensional que sostiene las dinámicas comunitarias posibilitando
observar aquellas conexiones y tensiones generadas a partir de esta experiencia.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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2.3.1. Experiencias y significados de las comunidades asociados al
desastre
En relación con el río Mulatos, las personas recordaron que inicialmente era una quebrada,
que pasaban caminando o con balsas pequeñas. Luego de una parte importante de su
historia, en que se acabó la producción maderera y la cría de animales, se sembraron
cultivos de plátano, como posibilidad de comercialización y de ingresos fijos, hasta en la
rivera. Las personas reconocen que el río se ha deteriorado por erosión, por debilidad de
la tierra que termina desprendiéndose, a causa de la tala del terreno para cultivar plátano y
la construcción de sus viviendas muy cerca de la orilla del río.
A causa de esto, para los líderes comunitarios tiempos atrás se habían visto las crecientes
del río que habían afectado sólo a los cultivos, pues el nivel del agua llegaba hasta cierto
punto, por lo que no se esperaban que en esta ocasión el río “los sacara de sus casas. El
río sube pero baja rapidito por lo que uno ya sabe y cuando baja se devuelve a limpiar su
casa y arreglar las tierras para que el plátano y la comida no se dañen” (palabras de un
líder comunitario). Pero el 13 de diciembre de 2010 el Río Mulatos se desbordó ocasionando
el desprendimiento de siete casas cercanas a la rivera y arrasando cultivos, animales y
enseres de los pobladores de las veredas Ecuador y Limoncito con una afectación más
profunda en la vereda Santa Rosa, pues sus terrenos están poblados y concentran todos
los cultivos pertenecientes a los pobladores de Caribia y Limoncito. La evacuación se inició
desde la parte alta del río a la altura de la vereda La Comarca voz a voz; sin embargo, fue
imposible la evacuación en Santa Rosa pues las carruchas se las llevó el río, situando a la
población en la espera del rescate.
Algunos adultos que se encontraban en Santa Rosa, por ejemplo, estuvieron atrapados
prefiriendo permanecer dentro de sus casas como espacios más seguros ante las
dificultades existentes para cruzar el río en carrucha, sobre todo para los adultos mayores;
incluso, hubo un recién nacido y dos abuelas mayores de 95 años que no pudieron evacuar
por sus medios. En Caribia, el agua llegó hasta la cancha, ubicada aproximadamente a 300
metros de la rivera. En Limoncito, por encontrarse montaña abajo, el agua fluyó con mayor
fuerza. En Ecuador, el agua se desbordó por “un paso viejo del río”. Los aguaceros para
las personas son una bendición divina, pues de estos proviene el agua que se consume.
Sin embargo, en esta ocasión, las lluvias fueron más de lo que esperaban las comunidades.
“Hubo alguna vez una emergencia aproximadamente veinte años atrás en la que subió
mucho el agua, pero como no había tanta población, no sucedió nada. Ahora, este desastre
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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acercó a varios a la muerte. A don Segundo el agua lo cogió en la sala de la casa y él se
prendió de la mesita de plástico y él dice que esa mesa daba vueltas por toda la sala pero
gracias a Dios las paredes la detuvieron; si no, el río se lo hubiera llevado quién sabe hasta
dónde. A él yo me lo traje para mi casa; lo trajeron en el helicóptero y mi marido lo trajo
alzado para mi casa y yo lo arropé porque él venía tullido ya que se moría del frío” (relato
de doña Rosalba, coordinadora de atención a adultos mayores de Caribia).
De este desastre hubo algunos eventos significativos, como la sensación generalizada de
no poder ayudar a rescatar a las personas de Santa Rosa, pues las carruchas fueron
arrancadas por el río y los cuerpos de socorro y, en general, las instituciones, tardaron en
llegar a la zona de afectación por el pésimo estado de las vías terrestres; también, como
una imagen incólume, simbólica y paradójica del desastre fue lo sucedido con la casa de
una habitante del corregimiento: “La gente aquí se preocupó mucho por la gente de Santa
Rosa porque las carruchas se las llevó el río, entonces, así quisieran salir de allá, no podían
pasar para acá. Se utilizó un helicóptero del ejército y una panga para poder evacuar a la
gente porque allá se metió todo el río. En esa evacuación, en el tercer viaje del helicóptero,
al aterrizar en la cancha, le tumbó la casita a doña Energina; eso tomaron fotos, anotaron
y dijeron que le iban a dar una ayuda, y no le dieron nada. Ella no entró a esas listas de
damnificados porque no se inundó, pero fue en la evacuación que el helicóptero le tumbó
la casa” (palabras de un grupo de habitantes de Caribia).
Las experiencias previas de emergencias por las que han pasado los pobladores de estas
zonas, ayudaron a su reacción organizada, reconociendo que, a pesar de lo causado al río,
salir de este desastre con vida es un logro que atribuyen a Dios y también a sus
conocimientos y capacidades para moverse en su territorio.
Las personas esperaron por más de dos semanas que bajara el nivel del río para regresar
a Santa Rosa y retirar el lodo que cubrió cultivos y casas y recuperar su principal medio de
vida. Algunas personas regresaron -a pesar de las advertencias- para vigilar sus casas y
sus pertenencias y asegurarlas porque “la naturaleza se lleva mucho, pero hay otros que
se meten a llevarse el resto” (palabras de una habitante de Santa Rosa).
Para el presidente de la JAC de Caribia, el desastre deja desolación, miseria, acaba con
los sueños de las personas y lo que han construido con esfuerzo, dedicación y empeño.
“Esto les impide continuar y seguir adelante, atrasando todos sus proyectos. Por mucho
que quiera repararse la vida de la persona no se va a lograr porque esos eventos quedan
en su memoria y en su corazón y siempre van a vivir con ese miedo de que en algún
momento vuelva a ocurrir ese desastre. Para las personas de Santa Rosa esto está latente
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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pues en el plan de ordenamiento territorial esta zona quedó catalogada como de alto riesgo,
por lo que la alcaldía municipal no va a disponer presupuesto del municipio para nada que
tenga que ver con Santa Rosa. La gente teme y dice que este año puede desbordarse este
río. Quiera Dios que no pase nada porque serían muchas las pérdidas a la orilla del río y
muchas plataneras y esas son la principal fuente de empleo y de economía para muchas
familias de Limoncito, Santa Rosa, Ecuador y otras veredas ubicadas en las riveras del
Mulatos” (palabras de un líder comunitario).
En general, existe una consciencia de que los efectos de la acción humana sobre la
naturaleza hicieron parte de este desastre, pero confían en que no vuelva a suceder.
Algunas personas se las ve en el río cortando grandes troncos que han bajado desde las
partes altas del cauce; en Ecuador, el presidente de la JAC solicitó a Corpourabá apoyo
para la limpieza del río y en este proyecto participaron 40 personas, “40 familias que
benefician al río y se benefician a ellas mismas porque cuentan con un ingreso” (palabras
de un líder comunitario).
2.3.2. Experiencias y significados de las comunidades asociados a la
asistencia humanitaria
Para este momento, las personas rescatadas tanto como quienes las acogieron en sus
hogares, sufrieron los efectos del desastre que incluyó los efectos de la asistencia
humanitaria; como conformidades y silencios, hubo inconformidades y descontentos
manifiestos que se reflejan hasta la actualidad. Sin embargo, se destacó la solidaridad y la
capacidad de ayuda que inicialmente se desplegó entre las comunidades. “El ser familia o
no, no era importante, sino tenderle la mano al necesitado” (lideresa comunitaria). En los
colegios de La Comarca y de Caribia se ubicaron varias familias y en cada casa donde
hubiera espacio se ubicaron más personas. Las comunidades proporcionaron refugio,
vestido, alimentación en una preocupación por la situación de las personas rescatadas. La
empatía y la solidaridad jugaron un papel importante en las relaciones comunitarias pues,
aunque no son principios manifiestos por todos los miembros de las comunidades, en este
contexto se difundieron para superar la incertidumbre y ser parte de la ayuda.
La espiritualidad también dinamizó y conectó las subjetividades de personas y
comunidades; ejemplo de esto es lo manifestado por doña Rosalba: “Yo me pongo en el
lugar de ellos, estar yo en una parte seca que gracias a Dios no le entra un poquito de agua.
Entonces ya uno aprende a vivir y tiene que compartir. Cuando uno entiende algo de Dios
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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y uno es andariego, uno también tiene familia, uno no sabe qué puede pasar después en la
vida, lo que uno siembra recoge. Si yo en ese momento me hubiera portado mal con esa
gente, de pronto yo no hubiera conseguido hospedaje para mis hijos cuando ellos han
necesitado. No tenemos riqueza en plata pero tenemos una riqueza en protección. Eso me
refleja a mí” (refiriéndose a las razones por las cuales no entró en conflicto con las personas
que acogió en su casa).
Los líderes comunitarios manifestaron que mucha gente perdió todo, pero así mismo hubo
quienes se aprovecharon de la situación para beneficiar a unos y a otros no, según sus
intereses. Las confusiones entre ser ‘damnificado’ o ‘afectado’, la entrega de alimentos que
generalmente no se consumen en la zona, las largas filas para recibir la ayuda humanitaria
que, en ocasiones resultaba insuficiente pues no se entregaba a todos los damnificados por
igual y además con reconocidos manejos inadecuados por parte de algunos funcionarios
públicos que incluían la entrega a personas que no habían sufrido el desastre, la deserción
temprana de instituciones y organizaciones, ocasionaron en su conjunto peleas y desunión
entre las personas. Un aspecto importante mencionado por un líder comunitario es que la
misma comunidad, al encontrarse en estado de incertidumbre y según los valores de
algunos de sus miembros, se asumió como responsable de su organización frente a los
perjuicios ocasionados entre vecinos por conflictos de intereses y manejos de poder entre
personas.
En cuanto a la recuperación de medios de vida, los presidentes de las JAC de Ecuador y
Caribia coincidieron en que los proyectos de crianza de animales de corral que se montaron,
en el inicio fueron buenos por las capacitaciones que se realizaron, pero que, a causa de la
falta de educación financiera, la gente “descubrió que estaba trabajando para que la vieran
trabajar” (palabras de un líder comunitario) pues un resultado concreto que las personas
obtuvieron fue un gasto mayor del dinero invertido en el transporte y la comercialización de
los animales. Actualmente en Ecuador sobrevive una asociación que nació de esa
experiencia y que transformó un proyecto en la comercialización de otro tipo de producto.
Con la emergencia y la asistencia humanitaria, la ayuda y el agradecimiento tejidos entre
comunidades contribuyeron a la construcción y el fortalecimiento de las relaciones entre
vecinos de río; las visitas continuas, la confianza al entrar en casa y recibir los alimentos
ofrecidos, el cariño expresado, la tramitación de conflictos a través de un diálogo que une
y no que separa, son logros reconocidos por líderes y lideresas durante la etapa general de
emergencia porque “la gente guarda eso que se hizo con ellos y lo reproducen en la mente
con el tiempo”. Pero también hay otro tipo de recordaciones frente al desastre y la asistencia
humanitaria como lo expuesto por el presidente de la JAC de Caribia: “Pero también existen
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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personas que duermen en hamaca y lo que hacen es rogarle a Dios que vuelva a haber
una inundación para que venga el gobierno y le ayude”.
2.3.3. Experiencias y significados de las comunidades asociados a la
construcción de los alojamientos temporales
En lo conocido por la comunidad, las decisiones sobre la construcción de alojamientos
temporales fueron tomadas por varias instituciones y cuerpos de socorro; entre carencias
en la información, acuerdos y desacuerdos, se realizó la construcción. En el caso de
Caribia, el lote dispuesto para la construcción del alojamiento fue un terreno que
inicialmente estaba destinado para el desarrollo de proyectos agrícolas de las y los
estudiantes; en Ecuador y Limoncito, los alojamientos se construyeron en predios privados.
Los materiales de los alojamientos fueron dispuestos en las zonas por la Cruz Roja
Colombiana algunas semanas después del incidente. Luego, al bajar el nivel del río, las
personas paulatinamente regresaron a sus casas para limpiarlas, recuperar sus enseres,
limpiar los cultivos y reactivar su productividad. Aquellas que se quedaron sin hogar
continuaron en las casas de familiares o nuevos amigos.
En este período se dañaron algunos materiales; por el calor, se derritieron algunos pozos
sépticos, grandes cantidades de cemento se dañaron, se rompieron tejas y telas y algunos
otros materiales se perdieron. Fue hasta diciembre de 2013 que se concluyó la construcción
de los alojamientos temporales; para este momento los propietarios de los terrenos ya
habían recibido dineros del operador por concepto de arriendos y las personas de las
comunidades que habían participado en las construcciones también recibieron un pago bajo
el programa de empleo de emergencia que inició tiempo después de que se diera dicha
participación. Algunas personas de las comunidades reclamaron pues consideraron que los
materiales que se habían perdido se hubiesen utilizado en la reparación de sus viviendas y
en la elaboración de un piso para que fuera más fácil limpiar en caso de que otras
inundaciones se presentaran.
En Caribia, particularmente, una persona se autodenominó como líder de los damnificados
reconocido y legitimado por la institucionalidad y el operador como tal, otorgándole la
custodia de los materiales, las herramientas y las máquinas pequeñas utilizadas en la
construcción. Afirma doña Claudina, quien perdió su casa deslizada con el río, que “el señor
Miguel robó los pagos del programa de empleo a mi marido; además me negó los mercados
cuando venían a repartir las ayudas. Con él nadie se metía porque una vez le cortó la
espalda a un señor con el machete”. Con la entrega del alojamiento temporal del operador
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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a la alcaldía municipal, se acordó levantar un inventario y entregar las herramientas de
trabajo a la JAC. Al día siguiente, no se encontraron herramientas en bodega y se encontró
en la casa de este líder un tanque de almacenamiento de agua potable con capacidad de
5 mil litros. Esta situación aumentó las discordias entre damnificados, líderes comunitarios
y JAC., pues observaron como inaceptable el apoyo mediático de los funcionarios públicos
durante la entrega a este líder y su posterior abandono ante este panorama.
En el caso de Ecuador, la custodia de las herramientas fue asumida por la JAC, utilizándolas
ocasionalmente en acciones de beneficio para su comunidad; en cuanto al terreno, su
dueño se ha visto seriamente afectado pues inicialmente lo facilitó pensando en que sería
un beneficio para sus vecinos afectados, pero ahora no ha podido aprovecharlo para
producir alimentos, ocasionándole pérdidas económicas pues, ni volvió a recibir lo
correspondiente al arriendo, ni ha podido vender, sembrar o arrendar el lote con otros fines.
En el caso de Limoncito, el dueño del predio aún mantiene en custodia tanto el alojamiento
como las herramientas, afirmando que este es su único seguro para que se efectúe el pago
de la deuda por concepto de arriendo de su terreno. Esto le ha generado pérdidas
económicas por inutilidad del terreno y afectaciones en sus relaciones con vecinos y
amigos, pues no están de acuerdo con que el uso de estos materiales sea privado, ya que
desde un inicio se dijo desde la Alcaldía y los operadores que estos elementos eran de
beneficio para las comunidades.
Para las personas damnificadas, los alojamientos están lejos de considerarse un espacio
digno para permanecer por pocos o muchos días; en primer lugar, por su entrega tardía, en
segundo, por los espacios disponibles y la ausencia de un terreno cultivable, y en tercer
lugar, por los materiales utilizados. En Ecuador, por ejemplo, el presidente de la JAC
considera que los alojamientos no son respetuosos de la cultura de la comunidad y su
autonomía, pues los campesinos de la zona son de “de raza indígena”. Menciona él que
“ahí tienen sus casas amplias precisamente para moverse y junto a ellas sus tierras para
recoger su comida y criar a sus animalitos… Si nos meten ahí, nos matan… nos traen
comida, nos traen todo, y nos matan, porque nosotros comemos lo que nosotros
trabajamos”.
“Esos materiales son es para vivir marranos, para criar pollos. Quién dijo que eso era para
vivir personas ahí. Así fuera por ocho o diez días. Quién dijo que esos plásticos y esos
palitos de puertas son para la gente. Eso es porque el presidente no iba a estar sampao
ahí. Pero es que con eso no respetan a la humanidad de las personas. Eso es una falta de
respeto. Uno ahí está a la vista de los perros como dice la madre de una. Como es posible
de que una siendo damnificada al vestirse, usted se va a vestir a la vista de todo el mundo
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así. No hay privacidad. Eso no respeta la privacidad de las personas” (Lideresa comunitaria
en Caribia).
Los alojamientos temporales reflejan en parte para las personas una falta de respeto hacia
su humanidad. Así mismo, reflejan un complejo de expectativas que se han estancado en
el tiempo hasta la actualidad y que permanecerán hasta que existan respuestas desde el
Estado. Expectativas en la reubicación, en el destino de los materiales de construcción, en
el apoyo institucional para solucionar conflictos de intereses y tierras, en la destinación de
un alojamiento con condiciones dignas para refugiarse en caso de que así lo requieran las
comunidades no sólo por inundaciones sino por vendavales o incendios que se puedan
presentar en la zona, en el levantamiento de la infraestructura para la reactivación de los
terrenos por parte de los propietarios y de los estudiantes del colegio, en la reparación o el
mejoramiento de las viviendas para hacerlas más adaptables a las inundaciones, por
ejemplo, con tambos, o la capacitación y una chalupa para su manejo por parte de las
comunidades en caso de que se registre otra inundación y que puedan ayudar mientras que
llegan los cuerpos de socorro.
Los significados en torno a los alojamientos temporales tienen que ver, además de lo
anterior, con una deuda permanente, un recuerdo permanente del mismo desastre; un
punto junto al que las personas, al caminar por la calle hacia algún lugar, observan con
decepción y resignación. También con la responsabilidad del Estado; como afirma un líder
comunitario, “lo que hicieron ellos fue para decir ‘les colaboramos’ y dejaron fue un bombazo
ahí; ‘reparamos el daño, se acabó esa emergencia, esto es la contingencia para cuando
vuelva a pasar una emergencia’” (Presidente de la JAC de Caribia).
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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3. Aprendizajes desde la Acción Sin Daño para la Prevención y
Reparación de daños asociados a la asistencia humanitaria
La Acción Sin Daño es un enfoque que se sustenta en la prevención, el reconocimiento y
la responsabilidad frente a los daños cometidos con o sin intención y por desconocimiento
y en interacción con un contexto comunitario, inicialmente desde acciones humanitarias,
partiendo de la premisa de que estas no son neutrales y además de que estas interactúan
y hacen parte de las dinámicas cotidianas de dicho contexto. A continuación se recogen
los aprendizajes a partir del trabajo de campo realizado en torno a tres elementos centrales
de este enfoque: a) los mínimos éticos de Dignidad, Autonomía y Libertad; b) La noción de
daños asociados a la asistencia humanitaria; y c) La identificación de tensores y conectores
suscitados, dinamizados o generados con la asistencia humanitaria, especialmente, con la
construcción de alojamientos temporales en las zonas rurales de Necoclí.
3.1. Los mínimos éticos desde la Acción Sin Daño
A la luz de la Acción Sin Daño, se promueven unos mínimos éticos jurídicamente
reconocidos en los ámbitos internacional y nacional a través de diferentes instrumentos de
derechos humanos, considerando que cada intervención o interacción emprendida se da
en un entramado relacional causando repercusiones positivas o negativas para la vida de
otras personas, comunidades u organizaciones sociales, incluido quien la ejecuta. Por
tanto, pensar en estos mínimos referidos por Rodríguez (2010) como un conjunto de
derechos y deberes ciudadanos, alrededor de los cuales se realizan los acuerdos de
convivencia humana en condiciones de pluralidad y multiculturalidad” (2011; 55), implica la
necesaria reflexión sobre tales relaciones y repercusiones antes, durante y después de
cualquier acción para la prevención o la asunción de responsabilidades frente a los daños
causados.
En tal sentido, la libertad se entiende como aquel principio que encierra la capacidad de
participar y tomar decisiones frente a la propia vida, implicando reconocimiento de las
expectativas y aspiraciones de las personas en cualquier proceso social. La dignidad se
asume como el valor inherente a todo ser humano que se refiere a este como fin en sí
mismo, no como instrumento para conseguir un objetivo particular. Y la autonomía,
asumida como principio referente a la voluntad de las personas para participar y tomar
decisiones con respecto a esas aspiraciones en un proceso.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
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Estos principios emergen, se transforman y resignifican a partir del lenguaje y las prácticas
producidas cuando -por causa de diferencias, incompatibilidades, contradicciones o, de un
modo más perverso, por causa de un deseo de dominación y control de un grupo social
sobre otro- las relaciones humanas estallan en conflictos, que pueden leerse, a su vez,
como positivos, al tramitarse su resolución de formas no violentas que superan las
condiciones estructurales que los generaron; o negativos, al basar su resolución en la
ausencia del ejercicio de violencias y a través mecanismos paliativos e inmediatos que
pueden o no prolongarse en el tiempo.
En las comunidades rurales de Necoclí, los impactos del desastre perduran en la memoria
de sus habitantes, no sólo por las pérdidas materiales ocasionadas o el sufrimiento al que
se vieron expuestos, sino también por la existencia de expectativas y problemas no
resueltos por parte del Estado y la permanencia de dispositivos de recordación, como los
alojamientos temporales.
En este contexto, la autonomía es leída como el despliegue de las capacidades de personas
y comunidades para actuar en torno a un objetivo de beneficio particular o común, que
depende de ellas mismas pero que requiere del ejercicio responsable de otros actores
sociales que, por deber, participan en este proceso social. La autonomía es afectada
cuando las decisiones no son acordadas o cuando el grado de persuasión externa
(institucional u organizacional) hacia las personas o comunidades supera la certeza de las
mismas y las somete a la incertidumbre, volviendo la asistencia externa una imposición,
una ruptura en la seguridad y confianza de los sujetos sobre sus experiencias y decisiones.
Las restricciones a la movilidad con el objetivo de salvaguardar la vida de las personas ante
riesgos de desastre inminentes, debe estar amarrada al permanente acompañamiento de
los organismos humanitarios. De no ser así, las restricciones se convierten en –y son leídas
como -un obstáculo para la recuperación de las personas y comunidades luego de la
tragedia, y en una afectación profunda al principio de Libertad. Para que las personas no
se vean expuestas a nuevos riesgos asociados al desastre a causa de la ausencia de
organismos institucionales o humanitarios, tal acompañamiento debe escuchar con respeto
y detenimiento las voces y las capacidades de las personas y comunidades para tomar
mejores decisiones. Cuando una decisión, independiente de su resultado pero con el
objetivo de un beneficio común, es tomada en conjunto y basada en acuerdos, las personas
y comunidades pueden verse más fortalecidas para afrontar su nueva situación; por el
contrario, negar la participación es dañar los tejidos relacionales anteriores al desastre y
potenciar conflictos sin salida.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
30
En cuanto a la dignidad, para las personas participantes, esta encierra un conjunto de
aspectos alusivos a la protección, al cuidado, a la movilidad, a la disposición y oportunidad
para acceder a recursos vitales como el agua y los alimentos; pero además, hace alusión
al conjunto de acciones desplegadas por las instituciones y las organizaciones en torno al
apoyo y el acompañamiento en la recuperación de sus medios de vida (vivienda, cultivos,
animales, territorio). La dignidad en sí se refiere al respeto por la humanidad del otro y la
otra y al amor propio.
Como deberes, autonomía, libertad y dignidad implican para las instituciones y los
organismos de asistencia humanitaria escuchar, dialogar con los saberes que yacen en las
experiencias y los significados de las personas y las comunidades, guardando un delicado
equilibrio con los saberes de las personas que asisten sin acelerar procesos por necesidad
institucional, vigilando los mensajes que leen las personas y comunidades sobre la
voluntad, la capacidad, el interés, la preocupación y el cuidado, y el respeto hacia su
humanidad.
3.2. La noción de daños asociados a la asistencia humanitaria
Desde este enfoque, los daños se entienden como aquellos hechos ocasionados que
afectan aspectos prácticos, simbólicos y subjetivos que se desarrollan en la cotidianidad de
las personas y las comunidades y que están ligados de facto al pleno ejercicio de los
Derechos Humanos. Los daños pueden ser objetivos cuando se ocasiona afectación
negativa sobre los bienes o los intereses futuros de una persona, familia o comunidad, y
subjetivos cuando las afectaciones son sobre la moral, la autonomía, la cultura y las
emociones de las personas o comunidades (Rodríguez: 2010; 13). En el marco de la
asistencia humanitaria, tienen que ver con las profundas afectaciones que las acciones, la
ayuda y el acompañamiento intersectorial tienen sobre el proceso de recuperación y
reconstrucción de las personas y comunidades ante un desastre. Estas pueden hacer que
el desastre se mantenga, incluso por años, o pueden lograr que las comunidades salgan
fortalecidas en capacidades y medios de vida. A continuación se enuncian algunos daños
identificados en la experiencia de Necoclí:
El abandono a la población de Santa Rosa por estar ubicada y declararse en zona
de riesgo, sin posibilidades de reubicación y sin mecanismos de reparación pues,
al adquirir esa condición, no entró en programas de reparación o mejoramiento de
vivienda ni de la infraestructura educativa con que cuenta, y tampoco entraría en
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
31
las apuestas sociales en el presupuesto municipal. Paradójicamente, grandes
compañías se surten de su producción y se mantiene la legalidad de la escuela
primaria. Esto significa el desconocimiento de la humanidad de sus pobladores por
parte del Estado y otras organizaciones.
La ausencia estatal que incrementa los perjuicios en los medios de vida de las
poblaciones, especialmente de los propietarios de los terrenos en donde aún
permanecen los alojamientos temporales.
La permanencia de los alojamientos como rezagos de la asistencia humanitaria que
pretendió contribuir a la reparación de la vida de las familias damnificadas y
afectadas, pero olvidó con el tiempo a aquellas familias que lo perdieron todo. Estos
ocasionan una doble afectación: por una parte, impiden la vida de la tierra cubierta
por el cemento y su productividad así como la ejecución de los proyectos
particulares y comunitarios de beneficio para adolescentes, niños y niñas, hijos e
hijas de las comunidades; por otra, se vuelve símbolo incólume de la ausencia
estatal y del desastre generando recordaciones permanentes de los sucesos y del
estado actual de las personas que aún intentan recuperar una parte de lo que
perdieron.
Ante estos, desde la Acción Sin Daño se plantea el reto de construir mecanismos para la
identificación y el resarcimiento de las relaciones afectadas con las intervenciones de
carácter humanitario. Esto, por cuanto existen tiempos estandarizados para brindar la
asistencia humanitaria pero, las dinámicas, los contextos y las personas en cada comunidad
son tan diferentes, que, como afirma Wilches-Chaux (2010), así como los desastres pueden
servir como oportunidad de progreso para unas personas, para otras puede perpetuarse en
el tiempo, incluso por años, y, en este caso, de maneras físicas y simbólicas.
3.3. La identificación de tensores y conectores suscitados, dinamizados
o fortalecidos con la asistencia humanitaria
Los conflictos dinamizan las relaciones humanas y son connaturales a la humanidad, pero
los mecanismos mediante los cuales estos son resueltos son construidos socialmente. Las
formas como se tramitan los conflictos se dan a través de relaciones cuyo resultado es
positivo cuando priman el diálogo y la negociación con alcances de beneficio común, o, por
el contrario, su resultado es negativo cuando la situación se evade o se activan mecanismos
de violencia física o simbólica –y estructural cuando el poder ostentado por un grupo
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
32
‘dominante’ es respaldado por aparatos institucionales y legales de poder que pueden o no
perpetuarse de forma intergeneracional-.
En contextos de conflicto, existen formas de relaciones que deben y pueden ser
identificadas durante los procesos de planeación, implementación y evaluación de la acción
humanitaria, y pueden aportar a la comprensión de contextos específicos. Anderson (1999)
refiere que en ciertos momentos, estas formas conectan de manera constructiva a las
personas que comparten un territorio, así como existen situaciones que ocasionan la
suspensión y/o ruptura de esos lazos relacionales. (1999; 35). En esta línea, Vásquez
(2011) refiere que el análisis de divisores y conectores posibilita “determinar la forma en
que la ayuda puede llegar a alimentar o exacerbar el conflicto o, por el contrario, a
potencializar escenarios hacia la construcción de convivencia y paz” (2011; 248).
Al hablar de divisores y conectores necesariamente habrá que identificar cuál es o cuáles
son los conflictos –antes, durante y después- alrededor de las prácticas en este caso, de la
asistencia humanitaria y los alojamientos temporales, las prácticas cotidianas de las
personas y de otros que incidan en la cultura y las formas de actuar, pensar y relacionarse
en las comunidades. Anderson (1999) en la elaboración del Do No Harm, propone cinco
categorías para analizar las capacidades para la paz y los conectores, así como las
capacidades para la guerra y los divisores. A continuación se explica en breve cada uno y
se exponen algunos ejemplos como resultado de esta investigación:
3.3.1. Sistemas e instituciones
Estos hacen referencia a lugares físicos de encuentro e interacción y sistemas a los que
todas las personas tienen acceso, afectan y son afectados (1999; 37); pero también existen
sistemas de discriminación, exclusión y dominación que a menudo se manifiestan en el
acceso desigual a la educación, la salud, la justicia, el trabajo y otros bienes públicos (1999;
39).
Como mecanismos de conexión entre las personas y comunidades en el marco de la
asistencia humanitaria, desde esta categoría a continuación se presentan algunos
ejemplos:
- Lugares y momentos de encuentro alrededor de la recreación, el trabajo mancomunado
y la reflexión sobre el pasado, presente y futuro de las comunidades, como la cancha,
algunas tiendas y cantinas, las escuelas, los centros de culto, y las áreas en las que se
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
33
realizan las actividades de trabajo comunitario. Estas actividades se reactivaron luego
de la reubicación de las familias de Santa Rosa y se vincularon a otras comunidades
con el apoyo del Ministerio de Cultura a través del programa “Cultura en los Albergues”
que finalizó a mediados del 2013 pero que la gente recuerda con cariño, pues se
realizaron otro tipo de actividades de integración comunitaria que ayudaron a “despejar
la mente” y a entretener a los niños y las niñas mientras los adultos se ocupaban de la
recuperación de viviendas y cultivos y de las labores productivas que acostumbraban
realizar.
- La ayuda desplegada por las mismas comunidades hacia las personas rescatadas, que
hasta la actualidad se reflejan en el compartir, las visitas, los alimentos brindados
durante los tiempos de escasez, el apoyo y relaciones familiares y vecinales más
estrechas.
Algunos tensores identificados y fortalecidos con la asistencia humanitaria son:
- La restricción en el acceso al agua que, en algunas épocas del año, termina siendo
nulo por la ausencia de lluvias y porque las haciendas que cuentan con grandes pozos,
no participan en la satisfacción de la necesidad de consumo de este recurso vital. Los
tanques de almacenamiento de agua potable con capacidad de 5 mil litros entregados
con los alojamientos fueron privatizados debido a la deuda en los pagos de arriendo a
los propietarios de los terrenos, mientras que los otros fueron hurtados y
comercializados. Contar con un elemento que sirve para el suministro de agua y que
no pueda ser usado, genera conflictos entre las personas de las comunidades.
- Algunas personas iniciaron labores de trabajo en la construcción de los alojamientos
temporales bajo el lema de “esto es para ustedes” antes de entrar al programa de
empleo en emergencia. Luego, por confusiones y falta de información, esperaron el
pago por el trabajo inicial. Además, los pagos se entregaron por el operador a una sola
persona para distribuir el dinero entre todos los trabajadores, lo cual ocasionó conflictos
pues ese dinero nunca fue recibido por algunos.
- A pesar de que esporádicamente las comunidades compartían alimentos provenientes
de sus cultivos, con la distribución de la ayuda humanitaria se incrementaron las peleas,
pues esta no siempre fue entregada a quienes la necesitaban sino que fue manipulada
por falsos líderes empoderados gracias al desconocimiento de las instituciones y las
organizaciones que asistieron a la población.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
34
3.3.2. Actitudes y acciones no violentas de la gente
Se refieren a la manifestación de sentimientos hacia otras personas, que pueden
expresarse en tolerancia, aceptación y aprecio (1999; 38), o, por el contrario, la
desconfianza, la sospecha, temor y odio que pueden ser reforzados por las acciones de
violencia directas contra la población, la propaganda bélica y la satanización y
deshumanización del “otro”. (1999; 43). La autora refiere que las actitudes y acciones
pueden ser “tomadas conscientemente por un individuo o un grupo para manifestar su
rechazo al conflicto, o simplemente pueden expresarse en la vida cotidiana porque desde
su sentido inmediato parecen normales o justas” (1999; 39). Sin embargo, también puede
ser que existan otras fuerzas que, siendo reconocidas por las comunidades, se ocultan para
el personal humanitario, y cuyas acciones se dirigen a ejercer control social sobre las
prácticas y las relaciones de las personas de las comunidades, por lo que las personas
actúan y se manifiestan como un mecanismo de supervivencia. Algunos conectores
identificados en esta categoría en el marco de la asistencia humanitaria son:
- La activación de mecanismos de ayuda nacida de la empatía y la preocupación por la
situación de otro u otra que se encuentra, a causa del desastre, en un estado agudo
de vulnerabilidad física, psicológica y social. Las acciones solidarias de una comunidad
hacia otra indican que la asistencia humanitaria no es una actividad exclusiva de
instituciones o cuerpos de socorro, sino que es incluyente de toda la sociedad en su
conjunto y, por fortuna, en algunos contextos se da, a pesar de los desaciertos de la
asistencia por parte de agentes externos.
- Las recordaciones generadas con el tiempo a partir de esta experiencia han ayudado
a consolidar y fortalecer lazos de amistad y solidaridad entre unas comunidades y otras,
coadyuvando a la vez a tramitar los conflictos generados entre las familias de formas
más tolerantes y constructivas.
Algunos tensores identificados en esta categoría son:
- La presencia de liderazgos negativos en las comunidades, con la asistencia y el
manejo que se le dio a la ayuda humanitaria desde los agentes externos, se
fortaleció, contribuyendo a la superposición de intereses económicos personales
sobre la recuperación de las personas más afectadas por el desastre.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
35
- La disposición de una iglesia como alojamiento temporal para algunas familias por
voluntad y solidaridad de sus pastores, que, ante el deterioro de la infraestructura,
recibieron como promesa, no cumplida, de la administración municipal el pago por
los daños ocasionados con la ocupación de este espacio y el manejo que le dieron
y por los materiales de ayuda humanitaria que facilitaron para la atención a las
familias. Esto generó inconformidad, descontento y rechazo entre los pastores y las
comunidades, ocasionando en algunos momentos choques, pues, los pastores
reclamaban por los materiales gastados tanto a la administración como a las
familias.
3.3.3. Valores e intereses compartidos
Hacen referencia a aquellas situaciones asociadas a conflictos que la gente puede obviar
con motivo de su supervivencia, pero sus valores imponen también unos alcances: hay
situaciones que se toleran a la fuerza, pero hay otras que definitivamente son inadmisibles
para las personas de una comunidad y que pueden desencadenar en acciones colectivas
de lastre individual y de forma reaccionaria (Anderson: 1999; 40). Por el contrario, pueden
existir intereses compartidos definidos por ubicación, ocupación o identidad en contienda
por poder y recursos que pueden moverse hacia dentro o hacia afuera de las comunidades
promoviendo y apoyando otros conflictos (1999; 44). Algunos conectores identificados en
esta categoría son:
- Como valores, la ayuda, la solidaridad y la empatía ante las adversidades son
necesarias y su ausencia expresada en la falta de voluntad tanto en la comunidad
como política, es reprochable y ocasiona el silencio. El silencio constante es una
forma de manifestar el desacuerdo ante un agravio. en extremo, en la asistencia,
el impacto fue tal, que las personas regaron el cemento dañado y las lentejas que
no consumen por las calles como expresión de esto.
- Como intereses, la asistencia humanitaria potenció los deseos de la gente por
recuperar lo perdido y dañado de sus viviendas y cultivos, y de las comunidades
por apoyar en esta labor y reorganizar su rutina.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
36
Como ejemplo de los tensores se identificó el siguiente:
La concentración de poder en una persona y las alianzas establecidas con motivo de la
entrega de la custodia de la ayuda humanitaria por parte de la institucionalidad y los
organismos humanitarios, restringiendo las entregas y el manejo de materiales según sus
intereses e involucrando en el camino a otros que, viéndose beneficiados, mantuvieron el
silencio a pesar de que sus acciones fueron conocidas por gran parte de la comunidad
3.3.4. Experiencias comunes
Se refiere a situaciones específicas en las que personas de “bandos opuestos” se ven en
igualdad de condiciones o sufrimientos. “La simpatía parece emerger en medio de las
diferencias a partir del sufrimiento común” (1999; 41). Así mismo, pueden también existir
diferencias en las experiencias de las personas y que pueden determinar en sus relaciones,
como las representaciones que tengan del mundo, de lo justo y lo malo, de la justicia y la
injusticia. (1999; 44). Como conector abarcador se identifica la religiosidad, las prácticas de
culto, que son comunes en la región pues, en tiempos de violencia que afectaron a gran
parte de los pobladores de este territorio, eran consideradas como un refugio, una forma de
escape ante la muerte, en el tiempo de la asistencia humanitaria determinaron en gran
medida que las personas estuvieran dispuestas a ayudar a sus vecinos. Los valores
religiosos son importantes a la hora de pensar en el futuro y en la retribución divina de la
vida por las obras buenas que se hayan realizado. En medio de los conflictos ocasionados
con la asistencia externa, estos principios impulsaron las relaciones de ayuda entre
comunidades.
Como factores de tensión en la asistencia humanitaria, se identificaron la sobrecarga
emocional y la interrupción de actividades no sólo para la población damnificada, sino
también para la comunidad de acogida, pues la provisión de ayuda al realizarse de forma
excluyente y sin una organización secuencial y de acuerdo con las realidades de las
comunidades, ocasionando que las familias se vieran obligadas a dejar de hacer sus
actividades de reparación y reconstrucción. Además, se profundizaron los desencuentros
entre líderes comunitarios, propietarios de terrenos y damnificados, pues las decisiones
sobre cuándo, cómo y qué tipo de ayuda no se tomaron de acuerdo con sus
particularidades, sino según los cronogramas y los recursos de las instituciones y
organizaciones.
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37
3.3.5. Símbolos y celebraciones
Hacen referencia a aspectos culturales de cohesión que están ligados con las
construcciones artísticas y conmemorativas de las historias comunes de las personas.
(1999; 32), o de división que están ligados a intereses por “acentuar las diferencias y
provocar malestar, sospecha y temor entre los grupos. Fácilmente éstos pueden ser
manipulados para enfatizar o crear divisiones” (Anderson: 1999; 44). Como factores de
conexión durante la asistencia humanitaria se identifican algunos como las celebraciones
de fechas especiales en cada comunidad que, actualmente se realizan de forma rotativa;
de igual manera, actividades conjuntas, como campeonatos, reuniones políticas, reuniones
de organización comunitaria para exigencia de derechos antes la administración municipal,
etc.
En cuanto a factores de tensión, la unión inicial de las personas damnificadas para construir
un espacio en el que pudieran refugiarse temporalmente, perdió el sentido al generarse una
serie de conflictos fortalecidos por las intervenciones externas que, además, generaron más
expectativas de las que realmente podían suplir. Como símbolo mayor de la asistencia
humanitaria se encuentran los alojamientos temporales que, han sido el foco de
discusiones y conflictos al interior de las comunidades en las que se encuentran ubicados
y frente a los cuales aún no aparece un doliente.
Como marco general, el análisis de divisores y conectores en el contexto de la asistencia
humanitaria posibilita comprender -y dinamizar a la vez que se interpretan- situaciones con
las personas de las comunidades, observando en prospectiva los mecanismos
implementados por las comunidades o por algunos de sus miembros en la tramitación de
los conflictos que se hayan generado en relación con la asistencia humanitaria por parte
del Estado.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
38
4. Conclusiones y recomendaciones
4.1. Conclusiones
El enfoque de Acción Sin Daño posibilita abrir preguntas en torno a los impactos que
generan las acciones, la asistencia y la ayuda humanitaria en la vida de personas y
comunidades, y también en torno a las experiencias y significados que potencian las
capacidades asociadas a la resiliencia y, en este sentido, plantea el reto de construir
mecanismos por los que la reparación de los daños ocasionados con la asistencia
humanitaria sean efectuados de manera consciente, voluntaria, delicada y respetuosa de
la humanidad de la gente.
La valoración de las experiencias y los significados de las personas y las comunidades en
torno a sus relaciones con la naturaleza, posibilita integrar y fortalecer su participación y su
autonomía en el análisis de riesgos y en la respuesta humanitaria ante desastres,
contribuyendo a tomar mejores decisiones acerca de los aspectos concernientes al manejo
de desastres.
No todos los miembros de una misma comunidad sufren en los mismos niveles y de las
mismas formas los impactos de un evento desencadenante. Cuando se mira a una
comunidad, se mira como sujeto, pero esta mirada no puede ni debe desconocer las
particularidades de sus miembros, pues, aunque todos se encuentran de una u otra manera
enlazados por una identidad, por la cultura, por compartir el territorio o por una relación de
satisfacción de necesidades, cada uno representa un mundo diferente de experiencias,
significados, valores, necesidades y prácticas que no siempre coinciden con las de sus
cercanos, lejanos o extraños.
En contextos en los que es necesaria la acción, la asistencia y la ayuda humanitaria, parte
del análisis previo y durante la intervención debe mantener en su foco el devenir en las
comunidades, lo que puede ocurrir en asociación con las expectativas de recuperación,
reconstrucción, desarrollo y mejoramiento de la capacidad productiva de la población, pues
la ejecución de un trabajo ayuda tanto a los medios de vida como a la recuperación subjetiva
de las personas ante la ocurrencia de una emergencia. La asistencia no debe convertirse
en obstáculo para esto, pues debe responder precisamente según las necesidades de la
gente y de acuerdo con su cultura y lo que consideran más importante en su vida.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
39
Tanto las acciones como los elementos implementados o impuestos durante la asistencia
humanitaria, tienen repercusiones en la emocionalidad de la gente que sufrió por causa de
un desastre, que puede sentirse y asumirse como responsable o culpable, así como
perpetuar el descontento, la incertidumbre, la resignación y la incapacidad, aspectos que
determinan en gran medida las perspectivas de futuro de las personas, sus mecanismos de
recuperación y el desarrollo de su vida. No debe ser un ideal de la acción humanitaria que
sus elementos sean leídos como una ‘pelota’ que el Estado le arroja a las comunidades a
las que responsabiliza y culpabiliza, pues esto desvirtúa su naturaleza misional.
La pertinencia y conexidad entre la gestión integral del riesgo y la Acción Sin Daño
encuentra un sustento en la posibilidad de interlocución entre los deberes de protección y
garantía de derechos humanos desde el Estado, unos mínimos éticos fijados en la
prevención de daños causados mediante las acciones humanitarias, el fortalecimiento de
la participación, la autonomía y las capacidades de personas y comunidades en la toma de
decisiones sobre su vida y su futuro, y el debido reconocimiento de los conflictos, las
tensiones y las conexiones que se dinamizan en el contexto de las acciones humanitarias.
4.2. Recomendaciones
En cuanto al análisis de información, es necesario crear un campo hipotético que tiene más
que ver con adelantarse en las interpretaciones a prever para corregir lo que podría
generarse en las relaciones comunitarias con la asistencia que se pretende brindar y que
se cree que suplirá las necesidades de la población afectada. Así mismo, identificar aquellos
elementos que permanecen en la sombra y que configuran dispositivos de control sobre las
decisiones, los valores, las actitudes y las acciones de las personas y las comunidades, con
el fin de aminorar los riesgos que la asistencia pueda conllevar para la población y como
oportunidad para fortalecer aquellas prácticas que potencian la autonomía de la población.
Desde el enfoque de Acción Sin Daño, cualquier proceso en que se pretenda fortalecer la
participación y la autonomía de una comunidad, debe fijarse también en la dignidad de cada
uno de los miembros que la conforman y en el reconocimiento de relaciones particulares
entre estos. Desde esta perspectiva, esto consiste en respetar los procesos que cada
persona y cada comunidad llevan alrededor de la reacción, la aceptación y la recuperación
ante las pérdidas ocasionadas como parte de un desastre; la participación se observa aquí
como un ejercicio desde la libertad y la autonomía de las personas, y, por tanto, forzarlas u
obligarlas a una ‘pseudo-participación’ para cumplir con los tiempos de las instituciones y
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
40
de los operadores en el manejo de la emergencia o el desastre, es erróneo y va en contravía
de la perspectiva de derechos humanos desde la que se construye la asistencia
humanitaria.
Desde las perspectivas de la Acción Sin Daño y la Gestión Integral del Riesgo de Desastres,
la asistencia humanitaria, más allá de otorgar una ayuda material, debe posibilitar: a)
afianzar relaciones basadas en la solidaridad y el apoyo mutuos; b) la inclusión fundamental
del aprovechamiento de los saberes de las personas y comunidades en torno a las
relaciones de cuidado con su ecosistema; y c) la adecuación, el control y el uso de los
recursos, encaminados siempre a las mejores opciones en acuerdo con familias y
comunidades para la recuperación y reconstrucción tanto material como simbólica ante la
ocurrencia de un desastre.
A la luz de la Acción Sin Daño deben identificarse tanto los daños simbólicos y materiales
ocasionados con la asistencia humanitaria a las comunidades, como las necesarias
acciones de reparación, con el fin de mitigar el impacto del desastre en las diferentes
esferas de desarrollo humano; por ejemplo, para el presente caso, las acciones de
reparación consistirían en asegurar los elementos faltantes de la asistencia humanitaria,
como el levantamiento de los alojamientos temporales, el pago de los arriendos debidos a
los propietarios de los terrenos en que se construyeron, la inclusión de la comunidad de
Santa Rosa en acciones de mejoramiento de vivienda en el marco de la prevención de
desastres. Otra parte de reparación consistiría en la identificación y asunción de
responsabilidades por parte de otros actores que indirectamente han potenciado la
configuración de riesgos en los ecosistemas de las comunidades, asociados a la
explotación de recursos naturales -principalmente la tierra y el agua- acción en la que
participan las comunidades, con el fin de implementar mecanismos de protección del suelo
y aprovechamiento razonable de los recursos naturales.
En el marco de la gestión del riesgo, se propone fijarse en las transacciones
intergeneracionales y en las formas de participación de la infancia y la adolescencia pues,
si bien es cierto quienes participan en la toma de decisiones de las comunidades son
adultos, existen prácticas heredadas y técnicas de cuidado del territorio cuyo análisis
permitiría la comprensión de las realidades desde la infancia y la adolescencia alrededor
del cuidado de la naturaleza y subsecuentemente la prevención de riesgos, desastres y
daños asociados a la asistencia humanitaria. Esto implicaría la inclusión de la población
infante y adolescente y su exclusión del papel relegado de ‘hacer caso’, expresando cuáles
son esos factores que se están reproduciendo en la cultura y cuáles son serían las
necesidades o requerimientos de educación social-ambiental-cultural en esta zona.
Alojamientos Temporales: rezagos de la asistencia humanitaria
41
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