ALIAS, P - Historiografia·Ostracismo, Gloria y Evangelios

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p p a a b b l l o o a a l l í í a a s s H H i i s s t t o o r r i i o o g g r r a a f f í í a a : : O O s s t t r r a a c c i i s s m m o o , , G G l l o o r r i i a a y y E E v v a a n n g g e e l l i i o o s s

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Una serie de textos relativos al papel de la ideología en la historiografía contemporánea. Trabajo realizado para la asignatura de Historiografía I del Grado de Historia en la Uni. de Cádiz.

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    OOOssstttrrraaaccciiisssmmmooo,,, GGGlllooorrriiiaaa

    yyy EEEvvvaaannngggeeellliiiooosss

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ II ~

    A MODO DE INTRODUCCIN: confesiones de un aprendiz.

    La Historiografa es, o al menos debe ser, la oveja negra

    de todo lo intelectual y de los planes actuales de estudios

    histricos. Debe, como digo, ser incmoda, irreverente y un

    cargo de conciencia para el/la practicante, porque la

    Historiografa es ms que un campo de estudio. Lleva

    aparejadas una serie de actitudes y responsabilidades meta-

    crticas, adems de auto-crticas y pseudo-crticas.

    La Historiografa tiene un rol muy concreto dentro de la

    formacin histrica, y no es slo el conocimiento de la

    metodologa y la genealoga de las generaciones predecesoras,

    sino que tiene unos vnculos estrechsimos con la praxis

    filosfica. La Historiografa no est ah, no se ejerce, para

    resolver problemas. De hecho, no confo en argumentarios

    socio-polticos que pretendan concluir una cuestin

    determinada, por escuelas o tradiciones; argumentarios

    compuestos adems desde un enfoque retrospectivo, contextual y

    ontolgicamente distinto. Por eso considero un error rotundo

    deliberar sobre muchsimas aplicaciones y modos de entender el

    sistema educativo en estos trminos simplistas de una sucesin

    de cuestiones dadas en el pasado. No, no, la historiografa es

    la formacin sine qua non no existe el/la historiador/a.

    Nuestra tarea no es dar fin a los problemas, sino redefinir

    los problemas.

    Probablemente el ttulo del trabajo haya resultado

    llamativo a primera vista. Si no fuera as, bueno, considrese

    un fracaso y permtame explicarme.

    El ostracismo ha sido por excelencia el lugar merecido no

    -slo al disidente poltico ni al idelogo peligroso, sino a

    las almas inquietas que han conseguido poner en pie de guerra

    al sentido comn. Todo tipo de intelectualidad se ha visto

    abocada alguna vez a la lejana de las masas, al repudio

    clnico; y ha sido precisamente eso lo que les ha convertido

    en mitos, iconos y referentes: ser distintos. Y no deja de

    existir, sera intil negarlo, un cierto fetichismo

    intelectual por permanecer al margen, por ser justamente

    reflejo de lo que por lo general se advierte como extrao.

    Es un sntoma identitario, totalmente necesario en el

    ejercicio de lo intelectual. Las humanidades, y la

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ III ~

    historiografa como metarrelato de todos los campos de lo

    humano, se sirve en buena medida del msculo de la

    inteligencia. En funcin de hacia dnde apliquemos nuestra

    fuerza muscular, all construiremos unos pilares estructurales

    de determinados modos lgicos e histricos, con esa apariencia

    vanguardista o extica que caracteriza nuestro tipo ideal de

    profesional.

    La Gloria es la Memoria, el recuerdo. La Gloria es, en el

    sentido ms potico de la palabra, el objeto ltimo del

    Historiador. Una especie de fetiche, ello de sintetizar y

    crear Memoria, y ser simultneamente parte de ella. El

    Historiador debe asumir, como parte de su rutina de trabajo,

    el Sndrome de Edipo desvelado por el psicoanlisis.

    Una Gloria que es inmutable, que es perpetua e inherente a

    la creacin artstica o intelectual, precisamente porque a

    travs de la Historia el Ser Humano consigue trascenderse a s

    mismo. Independientemente del plano social en que se trabaje y

    los objetivos coyunturales que se persigan o incluso de la

    bajeza de stos mismos, el artesano de la memoria ha sido una

    figura tan difamada como respetada a lo largo de las pocas.

    No hablamos de una profesin o unos mtodos, ni siquiera de un

    conjunto ms o menos uniforme de colectivos en el curso de la

    Historia. Aqu lo importante no es el actor, sino la propia

    obra, es decir, su funcin social. Somos totalmente

    diferentes, pero seguimos acosados por el mismo gnero de

    dudas.

    Eso, claro, desde la perspectiva interna del Historiador

    como figura socio-simblica. Lo que espera ah fuera de

    nuestra torre de marfil no son dudas, sino respuestas

    categricas dadas prejuiciosamente, en base a derivas

    mayormente irracionales. Lo que esperan de lo intelectual no

    son correcciones ni matices, ni mucho menos preguntas. La

    puesta en valor de un trabajo intelectual y artstico es

    tambin su degeneracin, es su conversin en Evangelio.

    Cuntas veces estudiantes de toda clase y poca han sido

    educados en evangelios!

    Forma parte de la deriva humana creer por defecto aquello

    que est impreso o recitado de manera pblica. Slo es

    necesario echar un vistazo a las aulas de nuestra propia

    facultad para contemplar con los mayores perjuicios la falta

    de sentido crtico de las fuentes ya consagradas. Y no hablo

    slo de la relacin tipo dogmtica entre el profesor y el

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ IV ~

    alumnado, lo cual es hasta cierto punto lgico y natural: es

    que incluso dentro del propio alumnado aquellas posturas

    sustentadas dentro de la estructura dominante siempre gozan de

    mayor aceptacin, por irracionales que sean. Y no es

    nicamente por la naturalizacin de determinadas asociaciones

    lgicas o conceptuales de nuestro da a da a determinados

    temas; sino por la incompetencia adquirida de poder dar

    respuesta a la nocin predominante. An recuerdo cmo, tras

    una exposicin de media hora, mis propios compaeros

    consideraban que yo estaba deca la verdad, o que al menos no

    me haba equivocado, sencillamente porque no comprendieron la

    cuestin. Es decir, la evangelizacin historiogrfica es el

    proceso a travs del cual la educacin, en vez de construir

    proposiciones, desacredita posibilidades alternativas de

    pensamiento.

    De lo que voy a hablar en el presente documento en relacin

    a la asignatura de Historiografa es, valindome de los textos

    subidos al campus virtual, hacer una serie de reflexiones en

    torno a la utilidad social y poltica del ejercicio del

    historiador, como ya dijera Bloch, y de la actualidad de

    algunas de las corrientes de pensamiento de las que hemos

    hablado en clase.

    REFLEXIONES DISPERSAS SOBRE EL ARTE DE HISTORIAR

    Comenzbamos las clases tanteando grosso modo la gnesis

    del debate fundacional de la investigacin histrica: Qu es

    exactamente lo que hace al conocimiento histrico, y por qu

    debera ser as, histrico?

    Personalmente, estoy frontalmente en contra de este debate,

    no slo por los trminos en los que se plantea sino por las

    contradicciones autodestructivas que genera. Cuestionar la

    naturaleza de la Historia misma tiene la extraordinaria

    capacidad para revelarse una y otra vez como un problema

    aparentemente contemporneo, precisamente porque pone de

    manifiesto la utilizacin poltica espontnea de este

    conocimiento histrico. Puede que sea recomendable como

    ejercicio pedaggico, o incluso como terapia atemporal valga

    la redundancia de autoconocimiento psicoanaltico. Seignobos

    y Langlois dieron la definicin precisa: "Preguntas ociosas".

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ V ~

    Pero, como debate histrico prctico, no es ms que un

    reduccionismo. La pregunta no es, como ya se diera cuenta de

    esto tambin el periodismo, qu se hace y por qu?, sino cui

    bono?, "quin gana?". Este es, espero, mi pequeo gran aporte

    en este trabajo.

    Y es que a la hora de hacer Historia, muy pocos han ganado.

    Se cuentan por millones los acontecimientos mudos, las ideas

    silenciadas. La batalla fundamental por librar en el seno del

    debate historiogrfico no es la constante persecucin de la

    Verdad, sino la lucha por los significantes que componen

    nuestras estructuras lgicas y polticas, individuales y

    colectivas1. La Historiografa es mucho ms que un simple

    relatario de ensayo y error, o ensayo del error. Para esto,

    claro, vamos a necesitar estudios contextuales de autores,

    sociologa de las ideas, anlisis de todo tipo pero la

    informacin ser mucho ms rica, menos inocente y menos

    academicista. Y por encima de todo, reconoceremos al fin

    pblicamente, ante el jurado inquisitorial de la tan manida

    Verdad, cun oscuras son las buenas intenciones del

    historiador a lo largo de las pocas.

    El conocimiento es objetivo. La gnoseologa, o conocimiento

    del conocimiento sa es la batalla. La construccin de

    conceptos, entidades e identidades legitimacin del orden de

    cosas; o la destruccin de lo existente. Lo que vengo a

    reivindicar es, de nuevo, el vitalismo en la investigacin

    histrica, la reivindicacin de la propia subjetividad como

    eje de un proyecto social. No nos engaemos pretendiendo ser

    objetivos, porque ni es una impresin novedosa, ni rupturista,

    ni es sincera con nuestro pblico.

    Partir de la subjetividad es precisamente negar el

    relativismo posmoderno, tan en boga, y comenzar a construir

    sobre axiomas, esta vez s, empricos. El idealismo de estos

    debates pretende construir un puente perdneseme citar aqu a

    Jacques Lacan hacia lo Real, partiendo de lo Simblico y a

    travs de lo Imaginario. A la contra, considero que lo Real es

    ya de por s el puente, y el objetivo de la Historia es

    construir y sostener lo Simblico, aceptando un debate crudo y

    abierto sobre qu es lo Imaginario. O en palabras ms

    1 El debate sobre el concepto de Verdad es realmente de apariencias casi posmodernas, pero nada ms

    alejado de la realidad. Podramos remontar esta oposicin entre verdad y utilidad incluso a las acusaciones de Tucdides contra Herdoto. No se trata de defender la subjetividad activa por encima del anlisis histrico normativo; por seguridad, tratar ms extensamente este tema en adelante para evitar confusiones.

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    ~ VI ~

    sencillas, descubrir las intimidades y los miedos que se

    esconden detrs y debajo de la colosal estatua de un faran

    cualquiera, como ya dijo Josep Fontana, aceptndolo como parte

    y no como exponente de "X" problemtica histrica.

    Dice Prez Ledesma en su publicacin "Ese Artculo de Lujo

    Seriamente Odioso" que, ya en los siglos XVIII-XIX, la

    conquista del espacio acadmico por la Historia pone de

    manifiesto el carcter de exigencia de sta, cuando, a la

    contra, se tacha insistentemente de falsa ciencia, de esfuerzo

    irracional. Por qu se da este debate, aparentemente tan

    estril? Por qu existe una tendencia de los estudios

    humansticos en los ltimos dos siglos a sealar los aspectos

    y hbitos cientficos? Cul es la legitimidad que proporciona

    ser Ciencia en el Capitalismo contemporneo?

    Cui bono?

    El ejemplo perfecto es Bill Gates, dentro del marco de la

    asignatura. Obviemos de entrada que es multimillonario,

    obviemos el rol social y la posicin elitista de quien habla,

    y vamos a centrarnos en diagnosticar su mensaje. Qu dice en

    este caso David Christian de la mano de Bill Gates?

    Nos habla de la Big History.2 En pocas palabras, lo que

    pretende ser la innovacin de la Big History es el presunto

    descubrimiento de una constante histrica cosmolgica,

    biolgica o cultural indiferentemente que desafa la segunda

    ley termodinmica: la cantidad de entropa tiende a

    incrementarse en el tiempo. Sin embargo, no es tal novedad ni

    es realmente tan mgica su solucin.

    Recuerdo que hace casi un par de aos escrib un artculo

    sobre la aceleracin de los ritmos histricos. Existe un

    trmino en fsica para ello: sinergia. Esa es la constante. En

    trminos materialistas, la sinergia tiene una explicacin

    relativamente sencilla, y es que la (re)produccin de la

    variedad de la materia crece en funcin de las posibilidades

    de explotacin y el ahorro en inversin energtica de sta. Es

    el presupuesto fundamental de muchas leyes relacionadas con lo

    evolutivo: cruzar la probabilstica con la alteracin del

    estado de cosas3 provoca combinaciones sinrgicas que, por las

    variables evolutivas, son proclives o son deficitarias. Por

    2 De aqu en adelante procurar no referirme tan en concreto a los documentos de la asignatura, pero

    en este caso la Big History es una corriente cada vez mayoritaria en EEUU y merece detenernos. 3 http://es.wikipedia.org/wiki/Cosa_%28ontolog%C3%ADa%29

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    ~ VII ~

    tanto, no existe esa constante mstica en la evolucin del

    Universo: es una realidad aritmtica que, de hecho, tambin

    puede ser y ha sido regresiva.

    Y si quisiramos ponernos un poco fenomenolgicos, los

    trminos temporales en los que juega David Christian tambin

    son cuestionables: si recibimos la informacin del exterior

    con millones de aos de retardo, cmo pretender establecer

    una cronologa comparativa? Y en el caso de las cronologas

    lineales, cmo podemos medir histricamente procesos

    cosmognicos si de hecho el tiempo es una medida cultural?

    Como deca Husserl, la existencia es una conquista histrica:

    as que los perodos previos a la definicin de la materia

    "estructuras nebulosas" las llama D. Christian no pueden

    cuantificarse en cronologas lineales, sino en medidas

    astronmicas, que son ms precisas.

    Por otra parte, el autor dice explcitamente que el

    Universo sacar a colacin el Multiverso ya sera salirnos del

    tema avanza hacia la complejidad progresiva. Quiere decir

    eso que el Ser Humano y su ecosfera tiene una complejidad

    mayor que un agujero negro o un qusar, slo porque es

    posterior en su aparicin? Y, si queremos complicarnos an

    ms, por qu la vuelta a ese geocentrismo? Se presupone

    rpidamente que la Tierra nace al final de esa linealidad, sin

    contemplar la posibilidad de otras estructuras orgnicas

    previas. Convertir esto en un discurso histrico es muy

    peligroso.

    El mensaje que David Christian promociona desde esos

    altares de la multinacional TED es el cientificismo, la

    cuantificacin asptica de los aspectos culturales, digna

    descendiente del post-procesualismo. Personalmente, slo

    encuentro una cuestin tremendamente valiosa a este respecto,

    y es su carcter pedaggico, porque lo que hace es resaltar la

    insoportable levedad del ser parafraseando a Kundera en

    relacin con la totalidad de lo Real, con posibilidad de

    especular sobre los ritmos evolutivos del futuro. Creo que es

    muy interesante si queremos debatir sobre la implicacin de la

    reproduccin tecnolgica en nuestra cotidianeidad, y el

    concepto de umbral, que aunque no es nuevo, le da otro

    enfoque. Siempre es una aportacin interesante interpretarlo

    en trminos de masa crtica: el Universo agota un determinado

    abanico de posibilidades de creacin y eso favorece la

    aparicin de un nuevo complejo con nuevas posibilidades de

    imbricacin; pero recordemos, por ejemplo, la 11 Tesis de

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ VIII ~

    Feuerbach de Marx culminacin secular del hegelianismo,

    donde el aumento de lo cuantitativo provoca transformaciones

    en lo cualitativo.

    Es decir, que en resumen, lo ms significativo de David

    Christian es el revestimiento cientfico posmoderno de una

    ontologa humanista que ellos, afirman, est oxidada. Damos

    por cerrada esta breve discusin sobre la existencia de la

    ideologa en la historiografa actual.

    LA FALSA EDAD: la originalidad del prejuicio

    A esto precisamente a la idoneidad de los conceptos

    temporales nos referamos en aquellas clases sobre la

    construccin del umbral y los episodios histricos, y de cmo

    la definicin o imagen caracterstica de determinada poca no

    deviene del dato histrico y objetivo sino del uso ideolgico

    que, en la posterioridad, se hace de l, mayormente en un

    proceso de negacin dialctica.

    La Edad Media ya no es lo que era, por qu? Porque la

    dedicacin profesional y analtica hace desvanecer el halo de

    misterio? Tal vez, pero ms importante an es saber tomarle al

    pulso al zeitgeist de determinada poca o circunstancia

    coyuntural, medir sus filias y sus fobias y ser capaces de

    examinar desde la historiografa cules son los intereses que

    estos personajes buscaban en la narracin histrica.

    En ese sentido habla Jacques Le Goff contra el concepto de

    ruptura. No existe una ruptura histrica, la propia

    transformacin material de la realidad o metamorfosis

    ideolgica es de por s una construccin histrica. La

    historia avanza, como ya Hegel explic hasta la saciedad, de

    manera dialctica aunque no perfectible, de ah que las

    rupturas sean necesariamente hijas del agotamiento y que

    engendren ordenamientos sociales con la misma gentica. La

    misma poca del Re-Nacimiento, es ideolgica, la Modernidad

    lo actual, lo renovador tambin lo es, y no digamos ya la

    Pos-Modernidad, como negacin de, prcticamente, toda clase de

    Historia.

    Lo original de la Posmodernidad se ha malinterpretado, que

    es la cuestin de la legitimidad. La Posmodernidad representa

    la cada de los metarrelatos, de la certeza ideolgica, para

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    ~ IX ~

    dar paso al libre albedro intelectual. Bien, esto, adems de

    falso, es demasiado amable para con la realidad. No slo las

    ideologas no han cado, sino que asistimos a un reforzamiento

    de las mismas, precisamente porque se han naturalizado: antes

    se meda en trminos de confrontacin o pasividad, y ahora en

    trminos de correlacin de fuerzas en tanto que, en Occidente,

    las ideologas minoritarias se toleran justamente por ser

    minoritarias. Son un catalizador social de esas protestas que

    no encuentran respuesta en un sistema totalitario4.

    El historiador tampoco escapa a ello, claro, y a eso se

    refiri Lyotard en una obra que disfrut mucho5 llamada La

    Condicin Posmoderna. Lyotard deca, en pocas palabras, que

    precisamente la falta de vectores claros de legitimidad o la

    aparicin del individualismo facilitan que, en el plano

    intelectual, conozcamos mejor los mecanismos de jerarquizacin

    naturales, de manera que la cuestin del saber es la cuestin

    del gobierno. De nuevo, qui bono?

    Lyotard habla de trminos naturales cuando en realidad ello

    no existe dentro de nuestra sesgada concepcin capitalista de

    Sociedad, pero para el ejemplo nos vale: Cul es el trasfondo

    de la lgica Brunner-Polanyi en esta carnicera ideolgica de

    Europa?:

    La desesperada necesidad discursiva colectiva de seguir

    permaneciendo en la Historia. Porque la Historia, incluso a

    travs de su negacin, es una justificacin necesaria en esta

    Posmodernidad de incertidumbres.

    A da de hoy todos nos remos de Fukuyama. He visto

    profesionales de la Historia burlndose del ingenuo de

    Fukuyama y que hablan, a espaldas del pblico, de la evolucin

    moral en la Historia6. Y son, simultneamente, negadores

    absolutos del uso parcial e ideolgico de la Historia y fieles

    seguidores de categoras de anlisis historicistas.

    La Posmodernidad es una poca de incertidumbres.

    Y todo esto lo traigo a colacin precisamente por uno de

    los temas que se debatieron, que es la construccin ideolgica

    4 Totalitario en sentido foucaultiano: que abarca todos los aspectos del sujeto, desde su rol social hasta

    sus cuestiones ms ntimas; en otros trminos ms exactos, la configuracin del Ello por un Supery omnipresente. 5 A pesar de las diferencias.

    6 Todos somos un poco fukuyamistas, en tanto que todas las pocas han tenido un relato escatolgico o

    teleolgico como premisa tico-poltica para las grandes masas.

  • Historiografa: Ostracismo, Gloria y Evangelios Pablo Alas Barrera

    ~ X ~

    del proyecto europeo. Vemos cmo, a pesar de una moralidad

    voluble y una concepcin totalitaria y ambigua de la realidad

    contempornea, seguimos aferrados en cierta manera (Brunner-

    Polanyi)a intentar conectar con la Historia. No es que

    recordemos que somos "herederos" de la Historia, sino que

    recordamos que existe esa Historia. Cmo? Mediante su

    negacin absoluta (Fukuyama), su anlisis en trminos

    absolutos y reduccionistas (escuela o deriva historicista) y

    desde el falso distanciamiento objetivista (propsito

    cientificista y cuantitativo).

    Y por qu una poca que se caracteriza por negar la

    Historia iba a esforzarse en ponerla a punto para un acceso

    fcil y sencillo de las masas?

    Precisamente porque an no hemos sido capaces de renegar

    del carcter finalista de nuestra existencia.7 Porque el

    conocimiento fcil es conocimiento prejuicioso, y los

    prejuicios son los resortes ideolgicos de la estabilidad

    social. Y la estabilidad social, en esta Posmodernidad, es

    sostener un falso distanciamiento del Pasado. Cuanto ms

    reforcemos la alteridad con respecto a estructuras lgicas y

    lenguajes intelectivos ajenos, mayor ser la inseguridad de

    permanecer en el trnsito de la Historia, y menores sern las

    interferencias en el mbito socio-poltico.

    Uno de los grandes logros de George Orwell, uno de mis

    novelistas preferidos, es precisamente de carcter

    historiogrfico. Porque Orwell, a travs de su concepcin

    trgica de la Historia8 lo que hace no es criticar a la censura

    gubernamental, sino la deriva social de reducir la

    participacin en la creacin de informacin, es decir,

    permitir el elitismo y el prejuicio precisamente por la

    seguridad vital de ser el ltimo hombre nietzscheano, aquel

    que no duda, aquel que cree sentir.

    La Historiografa debe ser, deca al comienzo, la oveja

    negra de todo lo intelectual.

    7 De nuevo, el vitalismo es un proyecto intelectual interesante en tanto reconoce que no existen las

    leyes ni los propsitos histricos, y eso hace valiosa la reflexin. 8 Efectivamente, tampoco Orwell pudo escapar a la linealidad histrica.