ALHI7676110131A. Tema y estructura de Cecilia Valdés

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LA VISION CONFLICTIVA DE LA SOCIEDAD CUBANA: TEMA Y ESTRUCTURA DE CECILIA VALDES La crítica cubana que ha estudiado la novela Cecilia Valdés (edi- ción definitiva de 1882), de Cirilo Villaverde (1812-1894). reiteradamente ha fundado la excelencia de este relato, de modo casi exclusivo, en el hecho de que constituye «un lienzo colosal en que se mueve toda una época»’, un retrato «de la sociedad entera de Cuba» ~ desde su cúspide a su base, o, al decir de Enrique José Varona, «la histoiSia social» de la isla en el siglo xix ~. Raimundo Lazo ejemplifica y resume, en nuestros días, este tipo de valorización al señalar que «hay en el conjunto de la novela una poderosa razón de ser que la mueve y la explica, represen- tación de la sociedad cubana de la colonia..., retrato artístico espon- táneo e implícita denuncia que vale por lo que revela y por lo que in- sinúa en el ánimo del lector» ‘~. La crítica nacional, por tanto, ha basado generalmente su apreciación del texto en los materiales que éste contiene más que en los procedimientos técnicos que revela, con- cediéndole, por ello, un carácter de documento crítico en el que radien su máxima prez ~. Este enfoque estimativo de los estudiosos cubanos, lo mismo que el MANUEL DE LA CRUZ: Cromhos cubanos (Madrid, 1926), pág. 171. 2 DIEGo VIcENtE TEJERA: «Una novela cubana», cg Homenaje a Cirilo Vi- lla,’erde (La Habana, 1964), pág. 91. ENRIQUE JosÉ VARONA: «El autor de Cecilia Valdés», en Homenaje a Cirilo Villaverde (La Habana, 1964), pág. 101. RAIMUNDO LAZO: Historia dc la literatura hispanoamericana. El siglo XIX (México, 1970), pág. 274. Nota discordante en este coro de nacionales alabanzas es el juicio nega- tivo de Martín Morún Delgado. Según Morúa, Cecilia Valdés es una obra que no ha sido plenamente lograda por los «anacronismos» que eomete el autor y por cl carácter retrógrado que la anima. MARTÍN MORÚA aLeADO: Las novelas del señor Villavcrde (La Habana, 1892), en Homenaje a Cirilo Viflaverde (La Habana, 1964), págs. 116 a 135.

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LA VISION CONFLICTIVA DE LA SOCIEDADCUBANA:TEMA Y ESTRUCTURA DE CECILIA VALDES

La crítica cubanaque ha estudiadola novelaCecilia Valdés (edi-ción definitiva de 1882),deCirilo Villaverde (1812-1894).reiteradamenteha fundadola excelenciade esterelato, de modo casi exclusivo,en elhecho de queconstituye«un lienzo colosal en que se muevetoda unaépoca»’,un retrato«de la sociedadenterade Cuba»~ desdesu cúspidea su base,o, al decirde EnriqueJoséVarona,«la histoiSia social» de laisla en el siglo xix ~. RaimundoLazoejemplificay resume,en nuestrosdías,estetipo de valorizaciónal señalarque «hayen el conjunto de lanovelauna poderosarazón de ser que la mueve y la explica, represen-tación de la sociedadcubanade la colonia..., retrato artístico espon-táneoe implícita denunciaque vale por lo que revelay por lo que in-sinúa en el ánimo del lector»‘~. La crítica nacional, por tanto, habasadogeneralmentesu apreciacióndel texto en los materiales queéste contienemás que en los procedimientostécnicosque revela,con-cediéndole,por ello, un carácterde documentocrítico en el que radiensu máxima prez~.

Este enfoqueestimativode los estudiososcubanos,lo mismo que el

MANUEL DE LA CRUZ: Cromhos cubanos (Madrid, 1926), pág. 171.2 DIEGo VIcENtE TEJERA: «Una novela cubana»,cg Homenajea Cirilo Vi-

lla,’erde (La Habana,1964), pág. 91.ENRIQUE JosÉ VARONA: «El autor de Cecilia Valdés»,en Homenajea Cirilo

Villaverde (La Habana,1964), pág. 101.RAIMUNDO LAZO: Historia dc la literatura hispanoamericana.El siglo XIX

(México, 1970), pág. 274.Nota discordanteen este coro de nacionalesalabanzases el juicio nega-

tivo de Martín Morún Delgado.SegúnMorúa, Cecilia Valdés es una obra queno ha sido plenamentelogradapor los «anacronismos»que eometeel autor ypor cl carácterretrógradoque la anima. MARTÍN MORÚA aLeADO: Las novelasdel señor Villavcrde (La Habana,1892), en Homenajea Cirilo Viflaverde (LaHabana, 1964), págs. 116 a 135.

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entusiasmoque la novelales despierta,no ha encontradoecoapreciableentre los extranjeros.Un crítico actual, Julio C. Sánchez,se sorprendeal constatarcómo se ignora al autor y su obrafuera de Cuba o, casode ser mencionadaen las manuales,los breves o erradosjuicios quemerecea pesarde quese «tratade unade las novelasmáslogradasdelsiglo xix hispanoamericano»6, Paraprobar su asertoSánchezsigue en-fatizandoen su análisis,aunquecon gran rigor metódico, cl valor dedocumentosocial del texto. Su estudioconsisteen un examende la so-ciedad cubanadel siglo xix fundado en la capacidadilustradoraquela novela de Villaverde posee,si bien indica que esto es una «de entrelas varias facetasde interés» quenosofrecenlas páginasdel relato.

Una nuevavalorizaciónes la que nos ofrece Cedomil Goic. Certe-ramenteha observadoestecritico que «Cecilia Valdéstiene,por cier-to, las cualidadesdel costumbrismohispanoamericanode la generacióndeI 37, esto es: un inequívoco énfasis proveniente de la perspectivapolítica que el narradorimpone a la representaciónde la realidad»8

narradorquede «Manzoniy Sir Walter Scottha aprendidolas posibi-lidadesestructuralesenvueltasen la oposiciónde angelismoy demonis-mo»~. En su refrescanteacercamientoal relato. Goic descartala tantrajinadaideade la merarepresentaciónautomáticade la realidady ladel retratoartístico espontáneo;es decir, las dos aseveracionesbásicasde la críticaanterior.Por otra parte, el crítico chileno ha señalado,congran sagacidad,dospuntos capitalespara entenderel andamiajede lanovela: el de la perspectivapolítica desdela cual se configurala repre-sentaciónde la realidady el de las posibilidadesestructuralesque brin-da la oposición de angelismo y demonismo.

Lo dicho por Gole nos pareceesencialno sólo para aclarar la na-turalezadel texto que nos ocupa, lo es también paraexplicar su me-cánicay darcon su principio unificador. En efecto,como queremosde-mostraren el presentetrabajo, Cecilia Valdés se asienta—de modoprimordial— sobrela ideadel conflicto, del conflicto radical dcl narra-dor con la materianarrativa(sentidaéstapor partede aquélcomo re-presentaciónfiel de la realidad) y de los conflictos que estructuranlaconfiguracióntotal del mundo novelesco.La visión crítica de la so-ciedad cubana,su rechazoy la proposiciónde un sistemapolítico y

JULIO C. SÁNCHEZ: «La sociedadcubanadel siglo XIX a través de CeciliaValdés», Cuadernos Americanos, 30, núms. 1-3 (1971), pág. 123.

SÁNCHEZ, Op. c¡t., loe. cit.CEIDOMIL Go¡c: Historia de la novela hispanoamericana(Santiagode Chile,

1972), pág. 64.Goíc, op. ch., pág. 65.

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social másjusto es elementodeterminanteen la estructurade la novela,principio unificador al cual todos los demásfactoresintegrantesdeltexto quedansujetos.Por ello pensamosque el cabal entendimientodeCecilia Valdésno puedelimitarse a destacarsu posiblevalor de docu-mento histórico o social, sino más bien a examinar cómo esa novelaorganizaun mundonarrativo medianteun sistemacuyo basamentoúl-timo descansasobreuna personalconcepciónde la realidad.Esta par-ticular concepcióndela realidad,al elaborarseartísticamenteen todoslos niveles del relato, constituyeun elementode estructuraciónquede-termina, de modo significante,el modo de narrar, la disposiciónde latrama, la caracterizaciónde los personajes,la descripción de los espa-cios y el valor del símbolo.

Conviene,sin embargo,antes de abordarel estudio del texto, seña-lar algunasideasmuy significantescontenidasen el prólogo de 1879.SegúnVillaverde confiesaaquísu intenciónal componerel relatoradicaen la «fiel pinturade su existencialía de Cuba] bajo el triple punto devista físico, moral y social» 10, En otras palabras,crearla representa-ción verbal de unasociedadque se caractericepor su fidelidad y am-plitud. Abundandosobreello admite que deseaque su novela seaunespejoquecopie la «fisonomíafísica y moral de caracteresy escenas».«queno se inventano se fingen»,paraque los lectoreslos «reconozcansin dificultad y digan cuandomenos: el parecidoes innegable»(50).Villaverde,por ello, quierecolocarseen la posicióndelque acopiadatospara la historia: su última satisfacción,de ordenmoral, consisteen queestá haciendoalgo muy semejantea la historia —la crónica de unaépoca—,la que constantementecertifica como verídicay cuya materia(por sermás queverosímil,veraz),al poderser objeto dereconocimien-to por partedel lector, aclarae informa a éste de la sociedad,propo-niéndole el correctivo de la lección ética que del texto se desprende.Villaverde quiere, y lo confiesapaladinamente,que su novela sirva deenseñanzay de escarmientoy para ello está dispuestoa sacrificar eldeleite de los lectores (50).

Estepropósitoético-didáctico,quepervadetodo el prólogo,y el pro-cedimientode fidelidad histórica que segúnCirilo Villaverde asegurasulogro, es el primer condicionamientode la teoría estéticade CeciliaValdés.Lo que conceptualmenteel autor entiendepor realismono esmasque la resultantede un sentimientode compromiso político hacia

“ CIRILO VILLAXERDE: Cecilia Valdés, edición, prólogo y notas por OlgaBlondct Tudisco y Antonio Tudisco (Nueva York, 1964), pág. 49. De aquí enadelanto los númerosentre paréntesisque se insertan en el texto remiten a laspáginasde esta edición.

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Cuba, de su didactismoético y de su voluntad de historicismo.Concierta ingenuidad,como excusándose.nos dice que personalmenteseencuentraimposibilitado de escribir un relato «por el estilo de Pabloy Virginia o de Atala y Renato...porqueno hubiera sido el retratode ningún personajeviviente, ni la descripción de las costumbresypasionesde un pueblo de carne y hueso, sometidoa especialesleyespolíticas y civiles, imbuido de cierto ordende ideasy rodeadode in-fluencias reales y positivas» (50). Obvio es, por tanto, que el autor,por cl modo de ser de la sociedada la cual pertenece,se sientemo-ralmenteobligado a fijarla literariamente.En otras palabras,el realis-mo de Cirilo Villaverde, por la intención reformistaque lo anima, es¡a manifestacióntécnicade sus sentimientospatrióticos.

Estossentimientospatrióticos de Cirilo Villaverde estáncondicio-nadospor unasideaspolíticasy socialesque son su marcode referen-cia paraentender,explicar y evaluarla sociedadcubanadecimonónica.Esta es la otra coordenadade creaciónque el prólogo conceptualiza:la visión que tiene Villaverde de la realidadque trata de representar;en especial,el modo de serconflictivo de esarealidadsocial (50). Estaideapervadetodoel prólogo de 1879 mediantela relaciónqueestablececl autor entreel destinopoco afortunadode su novela, la experienciahistóricade Cuba y sus avataresde revolucionario.En efecto,el escri-tor se ha enfrentadoal sistemacolonial españolen la isla, compartien-do con la mayoríade los intelectualesy escritorescubanosde la épocauna visión críticay revisionistade la gestiónadministrativa de la me-trópolis y de la organizaciónpolítica y social de la colonia~ La vidadel novelistaejemplifica,en efecto,el estadode tensiónpermanentequecaracterizael siglo xix cubano;tensión que se deriva, al decir de Me-dardoVitier, de la lucha entabladaentre «el «espíritu liberal, refor-mista (o separatista),contralos modosdel régimen colonial» 12 Puededecirse que toda esacenturiaes en Cuba un contrapuntoentreel esy el debeser de la realidad insular y que Cecilia Valdés,como ciertospoemasde Heredia, Milanés y Zenea,reflejan dicha tensiónbipolar ‘~.

VéaseJosÉ MARTí: «Cirilo Villaverde», en Homenajea Cirilo Villaverde(La Habana,1964), págs. 114 y 115

MEDARDO VIrIER: Las ideasen Cuba (La Habana,1938), vol. 1, pág. 128.

De hecho,esla nota característicade la literaturacubanadel siglo xix. Laobrade JoséMartí seria la mejorprueba de 1<, que decimos.Sin embargo,he-mos mencionado en el texto a estos tres poetaspor estar más cercanosa lasensibilidadestética y política de Víllaverde. Ver el «Himno del desterrado»de JoséMaría Heredia (1803-1839),la «Epístola a Ignacio RodríguezGalván»de JoséJacinto Milanés (1814-1863)y «En díasde esclavitud»de JuanClementeZenca (1832-1871).

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Estavisión críticay conflictiva de la sociedadhacede Cirilo Villaverdeotro caso característicode su siglo, de su país y de su generación~

El narradores uno de los elementosestructuradoresde Cecilia Val-¿Ms donde más claramentevemos funcionar en la práctica la inten-ción, la ética y la estéticaexpuestasen el prólogo antescomentado.Villaverde empleala técnicade un narradoromniscientequerelataenla tercera personay que interviene frecuentísimamenteen su relato.Estasmuy frecuentesintervencionestienencomo objeto intimar con ellector para predisponerfavorablementesu ánimo, pero, sobretodo, elde guiarle en el entendimientode la dimensión supraepisódicade loque se narra y asegurarlede la veracidadhistórica del mundoque secrea, todo ello desdela perspectivade un especificomarcode referen-cia; marco de referenciaque,en última instancia,es lo que se quieretransmitir al lector. Así, la omniscienciamagisterial de estenarradorrefleja, de modo muy claro, toda una concepciónde la vida (la delllamado liberalismodecimonónico)y del artenarrativo(la novelacomoedificación moral), puntalesbásicosde todo el aparatonovelescoquees Cecilia Valdés.

Por ello, las intervencionesdel narradorpara aclarar el valor su-praepisódicode la narraciónse caracterizanpor su didactismomorali-zante, el que adoptatres formas básicas: diatribascontravicios per-sonales o socialesmuy específicos(83, 316): preguntasretóricas—avecesde contenidoirónico— para subrayarla dimensión éticadel epi-sodio (110. 195, 223, 363, 410), y reflexiones que se hace el propionarradorsobrela conductamoral y social de suspersonajes(141, 142)o sobrela apreciaciónequivocadaque éstostienen de un segmentodela realidad (409). Los valoresmoralesque éstasintervencionesdel na-rrador revelan proceden,bien del pensamientoliberal cubanodel si-glo xix, en particulardel de JoséA. Saco,como pone de manifiesto laabiertacríticaquese hacecontrael vicio del juego (83); bien dc la ¿ticafilantrópica y sensiblede finales del siglo xviii, como se hechade veral enjuiciar moralmentea la familia Gamboa(110) o el régimen es-clavista cubano(363) 15

Aunque en algunasocasionesestenarradorcrítica directamenteelrégimenpolítico-social que sufre la isla (por ejemplo: ante el cuadro

“ RA [MUNDO LAZO: La teoría de las generaciones y su aplicación al estudiode la literatura cubana (La Habana, 1954), pág. 34.

“ VéaseJosÉA. SACO: «Memoria sobrela vaganciaen la isla de Cuba»,enPapelessobre Cuba (La Habana, 1960), vol. 1, págs. 177 a 229.

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que representaa FernandoVII. pág. 196. o al relatar los horrorososcastigosque padeceun negro esclavo,pág. 398), la crítica de tal ré-gimen se hace,fundamentalmente,mediantela reconstrucciónhistóricaque intenta la narración.Es decir, en la meraelecciónde los casosyacontecimientosquehaceel narradorparaintegrar en la trama—casosy acontecimientosque se seleccionanen virtud de su carácterradical-mente repulsivo y abarcadoresde todas las clasessocialesque com-ponenla colonia— ya se explicita un rechazo de tal mundo. Porotraparte. esenarrador,que se sientehistoriador,se sabesin otra posiblealternativa:su función, segúnesenarradorse percibe,es la de dar tes-timonio del horror y de la injusticia. De ahí las intervencionesdel na-rrador para subrayarque el valor histórico de lo que se narra tengatambién la función de hacercríticapolítica, social, éticay hastaeconó-mica. En otraspalabras,el narradorquiereaseguramosconstantcmen-te la veracidaddel mundonovelísticoque configuraparaalejar de nues-tra mentetodasospechade que aquelmundopuedaser una hipérbolenarrativacuando,sencillamente,sólo pretendeser una objetiva repro-ducción de la realidad. La novela, por ende,se nos entregacomo su-ceso,como acaecido,como historia, porqueel narradorha ocultadosucariz de fabuladorbajo el ropajedel cronista.Porello se protestacons-tantementede la veracidadde la trama y de la condición de historia-dor del narrador(«el punto objetivo de la presentehistoria»,pág. 83,«nuestraverídica historia».pág. 169, «por la épocaque venimoshis-toriando»,pág. 317, «el hecho es histórico en casi todos susporme-nores»,pág. 494); se nos corroborade la exactituddel espacio(comoponede manifiesto el mantenidodetallismocon que se describea ésteo el dirigirse al lector habaneropara que sirvade testigo de dichaexac-titud. pág.242). y hastase llega a declararla existenciahistórica desus personajes—el hechode queCecilia Valdéses un roman a del—,apelando,de nuevo, al lector habanerocomo garantede la certezadelo que se informa (146). Este afán dc hacer historia —en el sentidoestricto de tal término— lleva a Villaverde a confesar,en nota a piede página, queparala composiciónde un capítulo haempleadola cró-nica de un periódico (190) y que sólo ha cometido tres anacronismosmenoresen todo surelato (549). Porúltimo, la voluntad de convertir alnarradoren historiadorno sólo se limita a estasintervencionesque en-fatizan tal aspectode su carácter;Villaverde llega a ofrecernosver-daderassíntesishistóricas: el recuentode la positiva acción intelectualque representóel Colegio SeminarioSan Carlos en el procesointelec-tual cubano(127-131) y, en dos ocasiones,el resumende la historia

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política y social del país como explicación de la situaciónvigente en laisla bajo la administracióndel generalVives (143-146. 247-249)16

En Cecilia Valdés, por tanto, nos enfrentamosa un narradorquese siente maestrode moral y de política, cronistade una épocacuyohorror y caosestá obligado a plasmar:por otra parte, estoselementosde su carácterlos percibecomo ineludibles el autor que lo crea. Porello, estenarrador,que respondeclarísimamentea los postuladosteó-ricos expuestosen el prólogo, narra con el marco de referenciade Vi-llaverde, fin último de su magisterio,al mismo tiempo que con el sen-timiento dc repulsaquele provocael mundoqueconfigura.En esencia.las intervencionesdel narradorvan encaminadasa señalaral lectorbí-potético la dimensión histórica y conflictiva del mundo narradoy sutajanteoposición al mismo. Así, compartecon Cirilo Villaverde la vi-sión crítica de la sociedadcubanay su específicoenjuiciamientomoral.Deviene este narrador, por tanto, parte primordial en acentuarelconflicto entrela realidadque senarra (la historia) y el ideal políticoy ético que se proponecomo su correctivo (el pensamientoreformistaque informa el relato).

Si por medio del narradorse contrastael es de la realidad socialcon el debeser de la utopía política, la estructuraexternay el trata-miento de la tramaen Cecilia Valdés acusan,asimismo,un procedi-miento contrastanteque se deriva de la percepciónque tieneel narra-dor de la materianovelesca.El relato se divide en cuatro partes—deextensiónno muy variable—y unaconclusiónque,por lo abrupta,con-trastamarcadamentecon el tono de lentitud que caracterizalas otrasporcionesde la novela. Estascuatropartesagrupanun total de 45 ca-pítulos de semejanteextensión. Si bien estos capítulosparecengozarde cierta autonomía,en realidadse agrupanen unidadessuperioresaellos e inferiores a las partesen quese divide la novela. Así, en la pri-mera, que consta dc doce capítulos, éstos pueden agruparseen tresnúcleos nítidamentedelimitados. Los capítulos de antecedentes(1, IIy III) en los que se narra el dramáticoorigen de la mulata CeciliaValdésy su niñez ingenua,libre y despreocupada.Contrastandoconéstos,en los tres siguientesse ofrece una de las manifestacionesmásagudasy característicasdel libertinajede un «pueblosensualy desmora-lizado», cierto tipo de baile popular que posibilita el comerciosexual

~~En virtud de esta característica,se han intentado verdaderasreconstruc-

ciones históricasde la vida habanerade la épocamediante las páginasde Ce-cilia Valdés. Un ejemplo muy representativode estetipo detrabajo es el estudiode Lo’ii DE 1-A TORRIENTE intitulado La Habana de ‘Cecilia Valdés’ (La Haba-na, 1946).

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entre las razas. Sin embargo,el contrasteentre estosdos núcleosna-rrativos lo es más de accidenteque de sustancia,habida cuenta queconstituyenlas dos carasde una misma moneda.Son dos momentosen la relaciónilícita entreel blancoy la mulata(la tragediay el triunfode ésta),cuyalógica secuenciatemporalse ha invertido,ya que el casode Cecilia es uno más en una seriede concubinatos.El novelistanosnarra primeroel dramade la abuelay de la madreparaprocederluegoa ofrecernosel éxito sensualde la muchacha,la que por ello ya quedacolocadaen el mismo declive moral de las que le antecedieron.Esrealmenteun contraste trágicoentredos situacionesde un mismo tipohumano (la mulata) que se encarnanen personajesdiferentes.Por úl-timo,el núcleonarrativofinal de la primeraparte(capítulosVII aXII),al desarrollarel tema dcl pensamientorectificador cubano, mediantela narraciónde una jornadaacadémicaen el Colegio Seminario,y lacrítica de la depravaciónpersonaly social, centradaen el joven Leo-nardo y su aristocráticafamilia, estáconstruido a basede constanteschoquesinternosy, en su totalidad,contrastacon los capítulosque leanteceden.El narrador,en esteúltimo núcleode la primera parte,ola-bora—ya muy nítidamente—el conflicto entre la historia (la depra-vadarealidad que configura) y la posiblereforma de la misma(el idealpolítico que propone).Y estosdos poíos sonlos términos del conftic-tú decimonónicocubano.

Del mismo modo, la segundaparte de Cecilia Valdés puedesub-dividirse en tres núcleos narrativos: los capítulos1 a V desarrollaneltema del conflicto racial de la sociedadcubana; del VI al DC se no-velizan las contradiccionesinherentesal sistemapolítico y económicode la isla (el régimencolonial y la esclavitudde los negros),y en losrestantes,del X al XVIII, se enfocala atencióndel narradoren el des-garramientointerno de la mulata y su problemáticasituacióncomo lamanifestaciónmás dramáticadel conflicto político y social de la Cubade la época.Así, estosnúcleosnarrativosde la segundapartede CeciliaValdés desenvuelven,cadauno en diferentesestratoso situacionesso-dales,el carácterraigalmenteconflictivo que,desdela perspectivadelnarrador,acusaaquellasociedad.En cadauno de estossegmentosdela segundaparte se da un conflicto que le es propio, pero también.como en la primera parte, cada uno de estos segmentosconstituyenpolaridadesconflictivas entre sí. La segundapartedel relato, vista enun conjunto, es una novelizaciónde las diversasfuerzasque muevenla mecánicade la sociedadcubanadecimonónica.

En la terceraparte de Cecilia Valdésnotamos,dc nuevo,el choquequehablarnospercibidoen los capítulosfinales de la primera: a saber.

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el conflicto entre la realidad históricay el ideal de una Cuba mejor.A Ial conflicto seañadeahora otro: el contrasteentrelas «bellezasdelfísico mundo» y los «horroresdel mundo moral», según la conocidaantinomiaque establecieraHeredia17 con la particularidadde que esanaturalezacubanacobrano sólo un valor sentimentalespecíficoal fun-cionar en el texto como reafirmacióndel orgullo patrio, sino que tam-bién adquiereuna particulardimensión moral al quedar integradaa laperspectivade un personajeque encarna,de modo clarísimo, la her-mosuradel ideal utópico que proponeVillaverde. Hay, así, una visiónparticulardcl paisajecubanocuya plenasignificación radica en el he-cho, absolutamentearbitrario y subjetivo, de que es garante —este

paisaje——de la posibilidad que tiene el ideal de realízarseen la prác-tica, lo mismo que el ser que a éste interpreta.En otras palabras,lasbellezasdel físico mundocubanoson para el narrador,por la perspec-tiva y valorizaciónque imponea su personaje,garantíacierta de quesuideal es posible. Porello cl lernaheredianoque preside la composicióndel capítulo Lrcero 18 puertade entradaa las iniquidadesque carac-terizana la esclavitud agrícola— es clave pataentenderla sensibilidaddel narrador,sensibilidadque va a caracterizartambiéna su personajemáspositivo: Isabelde llincheta.Y, en efecto,como la señoritade llin-cheta,ser esencialmentesensibley filantrópico, este paisajesufre porlos horroresque le habitany damapor el ideal que sientesuyo. Estoexplica el contrastetan intencionadoque estableceel narradoren latercera parteentrela armonjaque se da entrepaisajey personajeenel cafetal«La Luz» de la familia Ilincheta (capítulos1 y II) en oposi-ción a la relacióndramáticaentrenaturalezay personajesque hallamosen el ingenio «La Tinaja» de los Gamboa(capítulos III a IX). Talesson los dos núcleosnarrativospolaresde la terceraparte que, en sutotalidad, contrasta con las restantesal convertirsela naturalezacuba-na, lo mismo que Isabelde Ilincheta, en dos soportes—líricos y con-ceptuales—del ideal utópico que anima la composición de CeciliaValdés.

Por último, diferenciándosede las anteriores,en la cuartapartenose adviertennúcleosnarrativosautónomos.Toda ella pudieraser en-tendidacomo la culminación del destinotrágico de la mulata y de lasociedad.Aquí, la experienciapersonalde la mestizaquedaconvertidaen signo de la experienciasocial de la nación, al constituir,esaniestiza,

“ Véaseel «Himno del desterrado»,en JOsÉ M. CHACÓN Y CALVO: Las c¡cnmejores poesías cubanas (Madrid, 1922), págs.27 a 31.

“ CHAcÓN Y CALVO, op. ch., ¡oc. ch.

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la víctima más dramáticade la perversiónradical que lleva implícitael régimencolonial esclavista.Por tanto, estacuartaparteeleva a unplano de significación plenael dramatismoque habíamospercibidoaldesarrollarcl narrador,en los capítulosfinales de la segunda,el desga-rramiento interno y el ehoquesocial de la mulata, desgarramientoychoqueque son los de Cuba.

El deslindamientode los núcleosnarrativosde Cecilia Valdés noscapacitapara entenderclaramenteel por qué de la organizaciónqueda el narradora la trama,así como tambiénel modo en que presentasus temas.En la primeraparte se establecenlas basespara el desen-volvimiento futuro del relato,concebidoéstecomo tína interdependen-cia de múltiples conflictos o contrastesentre espacios,personajes,cla-ses sociales,razasy prácticasy teoríaspolíticas, y centradosen tornoal episodiodel amancebamientoqueles sirve de sustentacióny aghíti-nante.La primera partees.básicamente,una exposición,aparentemen-te objetiva, de la sociedadcubanade la época.

La segundapartede CeciliaValdésdesarrollael conflicto racial,eco-nómico y político de la Cuba decimonónica:la tragediade la trata yde la esclavitudpara el negro, así como la acción corruptoradel siste-ma esclavistaen la sensibilidady en las costumbresdel criollo blanco,de lo cual se deriva el prejuicio racial; relacionadicho sistema escla-vistacon sus causaseconómicasy la basepolítica que lo sostiene—elgobiernocolonial—, que ve en el comerciode africanosun armamuypoderosapara mantenerel control de la isla en virtud del interésytemor de todos, y, en suma.novelizael cómo y el porquéde la íntimatrabazónde interesescreadosque divide la poblaciónde Cuba en unaseriede castas,étnicasy económicas,quenecesariamentese encuentranen pugnaradical. Se estableceasí una extraordinariacomplejidad deconflictos ante los cuales bien poco puedehacer el orgullo del pa-triciado criollo o el nacionalismosentimentale incipentede la genera-ción quepersonificaLeonardode Gamboa.El conflicto histórico queda

netamenteestablecidoen virtud de la intencionalidadque anima latramade la segundaparte: la creaciónde un triángulo amoroso(Ceci-ha,Leonardoe Isabel) cuyo significado sobrepasaa lo puramenteanec-dótico al subrayarlas contradicciones,internasy externas,queagitan ala multa colocadaen el vórtice de los múltiples conflictos en que sedebate la nación. El narrador,en la segundapartede Cecilia Valdés,se ha propuesto,por tanto, explicar novelescamentela totalidad decausasque determinan,desdesu perspectiva,el modode ser aberrantede una sociedad.

En la tercerapartedc la novela pasamosde un ámbito urbanoa

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dos instalacionesagrícolasque, como se ha visto, contrastannotable-mente.Con ello el narradorintenta lograr dos propósitos: el de pre-sentarnoscomo hechoel ideal político que le anima,así como sus fun-damentoséticos (cafetal«La Luz»), y el de ilustrar al lector sobreloshorroresúltimos de la esclavitudagrícola(ingenio «La linaja»). Comoforma de acentuardichos horroresse introduce el casode la vieja es-clava Maria de Regla,antiguanodrizade Cecilia, que,a la vez, cumpleunafunción unificadorade la trama: en virtud de la relaciónque hacela siervase aclarany correlacionanlos personajesy episodiosprincipalesde Cecilia Valdés. La historia íntima de los Gamboahorrorizaa Isabelde llincheta,perotambiénal lectorcomo apretadasíntesisde la historiade Cuba, por ser la aristocráticay opulentafamilia, en su cariz licitoe ilícito, núcleo totalizantede todas las fuerzasde tensión que agitana estadramáticaépoca. El narrador, en esta tercera parte, ha enfo-cadosu atenciónde analizarla causaúltima, el mal raíz, de la tiraníacívíl que padecesu desventuradapatria: la tratay esclavituddel negroafricanopropiciada por la plutocraciainsular. La «institución doínés-tica» cancelatodaposibilidad de progreso,de justiciay libertad y. enúltima instancia, es la causantedel estado de guerra permanente—como dice la señoritaIlincheta— que caracterizael vivir cubanodcsu tiempo. Paramantenera buen recaudoa sus dostacionesde escla-vos, los Gamboaempleanal «mayoral»don Liborio; pero para ellotienenque aceptarlos servicios de otro «mayoral»: el capitángeneraldela isla, el que muyintencionadamentees presentadopor el narradorafectando,por su vestimenta,costumbresy tácticas,el modo de ser desus «colegas».

Cumplido esteciclo de conocer,el narradorsólo tiene que desarro-llar en la partecuartade su narraciónel puro acontecimiento:la con-clusión de los trágicos amoresde Leonardo de Gamboacon la que,sin saberloésta, es su hermana,la mulata Cecilia Valdés. El relaja-miento total de las costumbrespúblicas y privadas y el incesto—público amancebamiento—que estascostumbrestoleranson, ahora,el subrayadomayor de la perversiónradical de la sociedadque se con-figura. Por último, la profesión religiosa a que se condenala propiaIsabelen la brevísimaconclusiónde la novela, reitera la opinión delnarradorsobreun mundo integralmenteinfernal. La novela concluyecon la visión de tres mujeresprisioneras:Cecilia y Charo, su madre,encerradasen el manicomio y cárcelde Paula; Isabel.«retirada»en elconventode las carmelitas.Así, el puro acontecimientoque desarrollael narradoren la cuartaparte y en la conclusiónde la novela dotan aéstade su dimensión supraepisódicafinal. El destino último de estas

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desventuradasmujereses la prueba irrefutableque el narradorofrecea su lector de la validez de su percepcióny evaluaciónde la sociedadde la época.

En resumen,la tramade Cecilia Valdés intenta reproducir, expli-car y corregir la mecánicasocial cubanadel siglo xíx configurándoselacon el carácterconflictivo con que el autor percibeo entiendela rea-lidad social y política de su país.La división de la novelaen partesy,lo que es más significante, la creaciónde verdaderosnúcleosnarrativosque necesariamenteno tienenquecoincidir con las mismas, obedecealpropósitode estableceruna especial tensiónnarrativa, un sistema depolaridadesy contrastes,queproduzcaen el ánimo del lector una par-ticular ilusión de realidadque se caracterizapor su naturalconflictivo.En otras palabras,la particular interpretaciónpolítica, social y econó-mica que de la Cuba de su época tiene Cirilo Villaverde, determinala eleccióny el modo dc concatenarlos episodiosde la trama,al mismotiempo que el arte novelístico de Villaverde transformasu particularinterpretaciónen la única posible. Irónicamente,la ficción transformala política en historia.

Como se ha visto al referirnosal caso específicodel paisajecubano(el cual tuvimos que estudiaral examinar la parle terceradel relato,puessin esteelementono sepuedeentenderla dinámicaquemuevetalporción de la novela),el espacioen Cecilia Valdésno es simple esce-narioo decoración,tiene función expresivaimportantísimaal coadyuvaracrearuna atmósferaque formaparteintegralno sólo del mundoqueel narradorestáintentandoconstruir,sino tambiénde su interpretación.De ahí la lentitud y el detallismocon quese describenestosespacios.Por medio de estapormenorizaday calmosadescripción,de raíz cos-tumbrista, seva construyendoun ámbito dado que es la primera de-finición del ser, del existir y de la circunstanciade los personajes.Enla narraciónestabásicafunción definitoria de los espaciosdeterminaque las descripcionesde éste, por regla general, se coloquenal prin-cipio de los capítuloso núcleosnarrativoscomo mareoapropiadoquepredisponeel ánimo del lector para la acción que luego va a desarro-llarse.Son, de hecho,verdaderasanticipacionesnarrativas.Esto se haceevidentísimoen la descripciónde la casade Cecilia (71-72) o en la desu amiga MercedesAyala (83-84), en la reseflatan detalladade la re-sidenciade los Gamboa(108-110)y en la del Colegio SeminarioSanCarlos (127-128).

Por ello, los espaciosestánasociadosa un modo de ser, a una clasesocial o a una especial situación. Por ejemplo,el talante del capitángeneral de la isla se expresaya por el recinto que éste se ha hecho

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construiren el patio interior del Castillo de la Fuerza—unaarenaparala peleade gallos— que es correlatoobjetivo de su personay gestióncomo gobernante(245-246). Los salones de la SociedadFilarmónicarecreanla atmósferadefinitoria de la aristocraciacriolla (190-191); lomismo que la modestamoradade Soto lo es de la de los negrosy mu-latos libres (324-325).Por último, el espaciopuedeacentuarel drama-tismo de un episodio,como se hechade ver en la descripciónque sehacede la cárcel y hospital de dementes(264-270)o en la de la casade calderas——el infierno máximo del negro— del ingenio «La Tina-ja» (413). Lo anteriormenteexpuestonos lleva a concluir que el espa-cio en Cecilia Valdésse percibecomo creaciónexpresivade personajesespecíficoso de clasessocialesdominantes.

De estacondición del espaciose deriva el hecho de que tambiénse encuentraafectadopor el principio de contraposiciónque se habíaseñaladoen otros niveles de Cecilia Valdés. El primer contrastequeaquí se nos podría ofrecer es el de la ciudad y el campoque,sin em-bargo, hay que destacarpor no ser conflictivo en realidad,ya que di-chos ámbitosno se nos dan como unidad monolítica. Cada uno deellos tiene diversossegmentos;no son, en su totalidad, el soportede lacultura y de la libertad o el de la barbariey de la opresión política.Lo cual pruebade nuevo que para el narradorel mal y la ignoranciao el bien y la sabiduríano dependendel medio geográfico,sino que sonproductosdel medio social, de los hombres.Por ende, dondesí pode-mos percibir una auténticacontraposiciónde espacioses cuandoéstosse tornan realmenteexpresivosde cadasegmentoétnico o clasesocialde la poblacióncubanao, también,al transformarseen correlatosob-jetivos de prácticasy teoríaspolíticas muy específicas.En virtud deello, la novelanos ofrecela totalidad del espaciorepresentativode laCuba decimonónicaen disposiciónpolar. Así, los barraconesy enfer-meríade los negrosesclavos;el mundode los negrosy mulatoslibres(casasde Cecilia, de Soto y MercedesAyala); la clasemedia profesio-nal (consultorio del doctorMontes de Oca); la plutacracia(residenciade los Gamboa,salonesde la SociedadFilarmónica);el poderpolíticoy militar (Palacio de los CapitanesGenerales,Castillo de la Fuerza);sin olvidar el abigarradomundo exterior habanero(calles, plazas,ba-rríos), las «casasde vivienda» de los esclavistas(«La Tinaja») o el re-ducto del mundo intelectual y del pensamientorectificador cubano(Colegio SeminarioSan Carlos).El cotejo de estosespacioscrea, prí-mero, una iluminación muy íntima de las plurales formasde serde laépocay, segundo,al acentuarsus contrastesy polaridades,subrayalanota conflictiva de aquellasociedad.Esto se hecha de ver cuandoel

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lector comparala casade Cecilia y la mansiónde los Gamboa, losbarraconesde los negrosesclavosy las instalacionesde sus amos, elconsultorio de Montesde Oca y el hospitalde Paulao, más claramen-te, los salonesde la Filarmónicay la imitaciónpatéticaque de ellos seprocuraen la casade Soto. Son espaciospolares,expresivosde clasessocialespolarestambién.Finalmente,cl conflicto entre la historia, queestosespacioscoadyuvana crear, y cl ideal político que el narradorproponecomo su correctivo, se alumbra intensamentesi contrastamoslas dependencias—sil puradescripción—del podercivil y militar (Pa-lacio del Capitán Generaly Castillo de la Fuerza)con la del saberin-telectual(Colegio Seminario).

Lo que se ha dicho de los espaciosde máxima polaridadurbana,es aplicablea la contraposiciónqueen el ámbitorural se estableceentreel cafetal «La Luz» de la familia Ilincheta y el ingenio «La Tinaja»dc los Gamboa.FI elementalsimbolismocontenidoen el nombredelprimero es indicio de que se tratade un paraísodondela racional or-ganizacióny armoníafísica de sus instalacioneses primera sospechadel filantropismoy la armoníamoral dcl ser quelo dirige: la sensiblee ilustradaIsabelde Ilincheta. El edén, la arcadiafeliz, de Alquizar esla representaciónactualdel ideal político-social queproponela novela.«La Tinaja», por otra parte, es su poío opuesto,asiento de la guerraydel conflicto, cuya metáforanarrativamás expresivaes el recinto queabrigala flamantemáquinade vapor: nuevo monstruotécnicoque de-vora a los esclavos.

Todo lo dicho al analizar el tratamientodel espacio en CeciliaValdésnos lleva a concluir que ésteformapartesustancialdel mundonarrativo,al ser consistentedicho tratamientodel espaciocon la inten-cionalidadqueanima al narradoren surepresentacióne interpretaciónde la realidad.Los largos y reiteradospasajesdescriptivosdel espaciono puedenser interpretadoscomo disgregacionesdel narradorque me-noscaba,así, la tensióny la unidad narrativas de su relato. Para elnarradoresasdescripcionesson de importanciacapitalpor su valor do-cumentaly significante. En otras palabras,ha establecidouna estre-chísima relación entreel espacioy los otros segmentosdel mundona-rrativo, las ha dotadode la intencionalidadque anima la obra toda.Como se ha visto, cuatro ámbitosmuy específicos—dos en la ciudady dos en cl campo— son la representaciónespacialde la máxima po-laridad ideológicadel relato. Por una parte,el Colegio Seminario y elcafetal«La Luz» son dos manifestacionesde una mismacosmovisiónquese proponecomo modelo y correctivo —la del pensamientoliberalcubanodel siglo xíx-—-; por otra, la residenciacivil y militar del gobier-

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no colonial y el ingenio «La Tinaja» configuransu antítesishistórica—la perversarealidadque se rechaza——-.Talesámbitosfuncionan, porlo tanto, corno verdaderosreductosdesdelos cualesse derivan, en úl-tima instancia, los diversos términos en pugna que, en su totalidad,constituyenel conflicto mundocubanode la época,segúnlos términosen quelo entiendeCirilo Villaverde.Estavisión conflictivaqueel autorde la novela tiene de su sociedades determinante,por tanto, deltratamiento que el espaciorecibe en Cecilia Valdés: el espacioes laubicación y la expresiónfísica de la guerrainterna que escinde a lasociedad.

Como habíamosobservadoal estudiarel prólogo de la novela, elvalor histórico de sus caracteresprincipales, de hechoel poderser re-conocidospor partedel lector inteligente y enterado,constituye paraCirilo Villaverde, en el plano novelesco,la basefundamentalde su ve-rosimilitud. Son genteconocidaque llevan a caboacontecimientosquealgunosya saben.Sin embargo,esos acontecimientos—por otra parte,la verídicahistoria a quese refiere el autor—hansido organizadosporel narradoren una tramaque,como seha visto, se distinguepor unasecuenciapermanentede diversosconflictos. De lo que forzosamentesederiva que los principalesactuantesde la trama seanlos agentesdeaquel complejo sistema de polaridadesy contrastes.Son, en muchoscasos,puntos diversosy extremospor su manerade ser, de actuar,desentir y de pensar,y por ello, fuerzasencontradasqueponen en mo-vimiento la mecánicasocial de la épocasegúnquedaconfiguradaen lanovela. Así, la cosmovisióny el actuarde los personajesque, de unau otra manera,dansentido a los cuatroámbitosbásicosque anterior-menteseñalábaños(la filosofía política de Félix Varelay JoséAntonioSaco y el actuar racional y sensiblede Isabel de Ilincheta. de unaparte; de otra, las arbitrariedadesy perversionesde general Vives yel «mayoral»don Liborio) se percibencomo fuerzasopuestase irre-conciliables, representaciónde los extremosque agitan a la sociedadde la época,según el entendimientoque de esa sociedadtiene Villa-verde.

De estenúcleobásicode contrariosse desprendenlas múltiplesopo-siciones de personajes.La lucha racial entreblancos y mulatoslibrespuedeapreciarseno sólo conceptualmentemediantelas ideasque ex-pone el artesanoUribe, sino también la vemos desarrollarseepisódica-menteen la pugnaestablecida,por los favoresde Cecilia, entreLeonar-do de Gamboay el músicomulato JoséDolores Pimienta. Del mismomodo, el conflicto étnico entre mulatosy negrosesclavosse introduceen el relato gracias al episodio del baile popular en que Cecilia re-

lo

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cliaza a un siervo —Dionisio— como compañerode danza, rechazodcl cual se deriva un sangrientoencuentroentre el mulato Pimientayel esclavo.Por último, el conflicto esencialentreesclavistasy esclavi-zadosse patentizaen la novelamediantelas relacionesde Leonardoy su cocheroAponte.Estasrclacionesno sólo ilustran del permanenteestadode guerraentre los unosy los otros, tambiénson exponentedelgradode desmoralizacióny corrupción que lleva implícito el régimenesclavistay su efecto en la constituciónmoral de los plutócratas.

La lucha por el predominio económico,basedel conflicto político,la vemos desarrollarse.curiosamente,en el seno de la institución fa-miliar. El conflicto entrela señoraGamboay su esposono es sólo decelosy resentimientosamorosos,o de una diversaconcepciónde la po-lítica educativaa seguir con los hijos, lo es, principalmente,de tipoeconómicoy, después,de cieno cariz nacionalistamuy incipiente yaberrante.Por unaparte, doña Rosa,miembro del antiguo patriciadocriollo poseedorde tierrasy otros bienesraíces,y, por otra, don Cán-dido, advenedizoinmigrantepeninsularenriquecidopor el comerciode-tallista, por su matrimonio con la criolla y por la trata de esclavos,ejemplifican,dentro de la clase social dominante,dos concepcionesdela economía—lo que lleva aparejadodos visiones antagónicasdelmundo—, que es el origen último del conflicto por el poderque seproduceentre los criollos blancosy los peninsulares.Tales divergen-cras determinanla actuaciónde la opulenta dama, la cual siempreseencaminaa reafirmar su personay origen medianteel uso que hacede sus riquezas.El ceremonialque presidela visita de doña Rosa asu ingenio «La Tinaja», la actuaciónque exige de sus siervos,de susempleadosy de su propia familia e invitados, es buenapruebade loque decimos.El actuarde la criolla, desdelas primeras páginasdelrelato hastasu conclusión,es el de un monarcaabsoluto, tirano y ca-prichoso.Desconocelos limites que imponeel razonar,su moral es laracionalización de las más elementalespasiones.Por ello encuentraaceptablefinanciar el amancebamientode su hijo y de Cecilia, al mis-mo tiempo que le insta a un matrimonio con Isabel. Con ello desen-cadenala tragedia con que finaliza el relato. El ser y el actuar dedoña Rosa es una de las mejores ilustracionesque el narradornosofrece de raigal carácter deformantey perversode la sociedadqueconfigura. Por último, muy similar caracterizaciónmoral y psíquicapuedeapreciarseen el primogénitode tal madre,habidacuentael tipode educaciónque ha recibido. La ley que rige el comportamientodeLeonardono es otra que la búsquedaconstantedel placer.Significati-vanienteen el joven también se percibeel resentimientonacionalista

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de la madrey, al igual que en ella, es unareacciónemotiva y egoísta,producto de su herido orgullo aristocrático.A nuestromodo de ver lascosas,la caracterizacióny el actuarde ambospersonajessonmuy cohe-rentescon la éticay la filosofía política que informaal relatotodo. ParaCirilo Villaverde el problemabásicode la Cuba de la épocano quedaresueltocon la sustitución,en el poderpolítico, de una claseo gruposocial por otro, la auténticasoluciónradicaen un cambio másesencial.

El conflicto psicológico interno del ser mulato, de acuerdocon laperspectivaque de ello tiene el narrador,lo mismo que su problemá-tica social, ocupanlugar destacadisimoen el relato. Este doble desga-rramientodel mestizo se desarrollamediantela protagonista,perotam-bién en virtud de la caracterizacióny la actuación de personajessecundarios,particularmenteNemesiay su hermanoJoséDoloresPi-mienta. Sin embargo,es sobreCecilia sobrequien queremosenfocarnuestraatención,ya que la caracterizaciónde estamuchachaesuna delas másricas,por su elaboracióny complejidad,quenosofreceel relatoy por constituir un modelo que va a influir en obrasposteriores19

El rasgoesencialy predominanteen la psicologíade la Valdés essu inseguridad.Esta inseguridades productode su ambigíledadétnicay social; la muchachase encuentraen unaposicióndudosa,la quehaceoscilarsu actuaciónde un poíode optimismoirracionala otro de depre-sion, abatimiento,celos y venganza.Siendo una «mulatacuarterona».puedepasar por blanca: sus rasgosnegroidesson mínimos. En otropaís con menos susceptibilidadesracialespodría llevar su propio en-gañoa feliz término. Porello, su aspiraciónmáxima radicaen abando-nar la isla luego de su matrimonio con Leonardo.Su voluntad,por lotanto, es la de ascenderen la escalasocial. Estavoluntad se cimientaen los consejosde su abuela Maria Josefa—«erescasi blanca y pue-des aspirara casartecon un blanco, blancoaunquepobresirve paramarido; negro o mulato, ni el rey de oro» (78)—; pero estavoluntadde ascendersocialmentetambién se sustentaen la prácticasocial de laépoca—Cecilia ha visto a otras mujeresde piel más oscura ocuparun sitial privilegiado en virtud de su dinero—y. en lo quees más im-portantepara su caracterización,en su propio deseo,orgullo y fanta-sías. Casadacon un negrose moriría de vergúenza;tenerun hijo «sal-toatrás» seria la mayor ignominia. Cecilia Valdés, por tanto, estáempeñadaen cancelaruna zonade su ser y de su cultura. De ahí sederiva su desasosiegointerno y su insatisfacciónconstanteporquema-

“ Corno ejemplo de lo que decimos, ver las novelas Carmela (1886), deRAMÓN MuzA (1861-1911), y Mersé (1924), de FÉLIX SOLONI (1900-1968).

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lamente logra engañarse,ni jamás consigue ocultar a los demás suorigen. Paratodoses la «virgencitade bronce».

Como se ve el complejo étnico de la muchachaprocedede los equí-vocos valoresraciales de la sociedaden que vive. En el personajeseha cumplido una deformaciónque le condenaal fingimiento y a unadudosamoralidadcomo único medio de obtenersus fines. Así, en Ce-cilia se da un doble conflicto: uno,de ordenpsicológico; otro, social.Lo que de la combinaciónde ambosresultaes el sensualismo,la in-capacidadde percibir objetivamentela realidad,Ci abismode sus pa-siones y el crimen; en una palabra,su deficiente constituciónmoral.Sin embargo,esadeficienteconstituciónmoral refleja y sintetíza en lainfeliz muchachalos rasgos esenciales—hedonismo, ignorancia, des-garramiento——con los que el narradorhapercibidoel mundoque con-figura en el relato. Cecilia es un típico producto del medio y. por ello,es su víctima, la más representativade la novela, al concentrarseensu personay actuación—al estardeterminadoel personaje—por lasfuerzasque prostituyena la isla en el siglo xix. Dadaslas circunstan-cias, Cecilia no puedeser de otra manera;por ella misma no podríasuperarlas contradiccionesen que se debate.Ser pasivo y desvalido,notablementeingenuo y sentimental,las deficienciasde su carácterylas aberracionesde su actuación,hay queimputárselasaun sistemaquesólo ha visto en la joven carne de placer y de prostíbulo. Por ello elpersonajeCecilia Valdés adviene a su siguificado más pleno y rico:la imagende la Cubade la época,de la mismaidea de la nacionalidadirredenta, segúnlos términosen que es dolorosamentesentida por elnarrador,y por el autor, del relato. No obstante,la purabelleza físicade la ingenuay victimizadamuchacha—-—como se desprendede la citacervantinaque tan intencionalmenteencabezala totalidad de la obra—debermovernosa lástimay piedad,debeestimularen el lector un sen-timiento de alterar y de superartan dramáticacoyunturahistórica.Denuevo, como lo habíamosapreciadoen el tratamientodel paisaje, labelleza física es indicio de una esencialbondad congénitamás allá dela depravacióncircunstancialpresente,garantepor ello de la posibilidadreal de un progresomaterial y moral. En suma,la caracterizacióndeCecilia Valdés, signo narrativo de la triste Cuba que es, tiene su baseen el tópico —«las bellezasdel físico mundo, los horroresdel mundomoral»— que reiteradamentecaracterizala imagen lírica del país enla literatura cubanadel siglo xíx.

Ahorabien,en una novelacuyo último fin es didáctico estaimagenquedaríaincompletasin su aparentecontrario,a saber:el signo nove-lístico de la utopíamoral y sociopolíticaque proponeel narrador.Por

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ello, el arte narrativo de Villaverde crea el personajede isabel, poíode Cecilia, pero su indispensablecomplemento.Significativamenteesteilustradopersonajefemenino,al quese encaminatodo el ignoranteodiode Cecilia y cuya muerteintenta procurar,entra en conflicto con elmundo, es víctima también de ese mundoy termina sus días en unacircunstanciano muy diferentea la de aparenteantagonista.En efecto,por carecerIsabel de Ilincheta de los atributos que esa perversaso-ciedad exige de los miembrosdel sexofemenino —bellezafísica y es-píritu de sumisiónpasiva—, por sus hábitos de vida, por su eficaciapráctica,por su independenciaeconómica,por susvirtudesmorales,porsu sentidode la solidaridad social y por su clara visión de la proble-mática cubanade la época,en particularde la situaciónesclavista,laseñoritade Ilincheta es la cristalizaciónde un ideal educativo,de unavisión de la realidad que el narradornos proponecomo modélica; esla clave de la superacióndel conflicto social. Cómo el narradorre-chazaun mundoy cómo esenarradorentraen conflicto con el mismo.Lo expuestoteóricamenteen el Colegio SeminarioSan Carlos lo reali-zaen la prácticaestaextraordinariamujer en la finca que administra.Por ello, la transforma en una especiede paraíso, verdaderooasis.cuyanota esencial—como se ha visto— es la armoníaracional que lopreside.Así, si la inseguridady el conflicto eran las esenciasúltimasde Cecilia, la estabilidady la capacidadde razonar,y de comprender.lo son de Isabel. Esta es la clave, racional y sentimental,de la pugnaque,sin proponérseloo evitarlo, entablael personajecon unaestructurasocial que es la negaciónde susvalores.Siendoel agentede la felicidadde los que le rodean,ella, sin embargo,no puedeencontrar«la dichani la quietud del almaen la sociedadque le tocó nacer» (546). Miem-bro, por nacimiento,de la claseesclavista,«no es dela carney de loshuesosde los amos» (412) y, como confiesa públicamenteal capellánde «La Tinaja», pues «en el casoforzoso de escogerentreama y es-clava, preferiría la esclavitud,por la sencilla razón de que creo masllevaderala vida de la víctima que la del victimario» (412). En suma.en virtud de su conscienciahumanase revela contra lo que percibecomo la esenciade su sociedad,«el estadopermanentede guerra»(409)que el régimenesclavistalleva implícito, y por ello el personajeentraen tensión de rechazocon el mundonovelado.

El verdaderosentido y alcancede la contraposiciónque estableceel narradorentre Cecilia e isabel no puedeaclararsecon una aisladacomparaciónde estasdosfiguras femeninas.Si bien es cierto que porsu sery actuarconstituyencaracterespolares,no podemosolvidar queambasjóvenescomportenunamismacondición: las de víctimasde un

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sistemaque las condenaal amancebamientoy a la cárcel o al matri-momo de interésy al retiro conventual.Ambas tienen querepresentarun papelque la perversióndel medio ha decidido para las jóvenesydel cualno puedenescapar:la una,ser la «Venusde las mulatas»(355);la otra, «la estatuade mármol» (355). Por tanto, el verdaderocon-ficto de Cecilia e Isabelno es entre ellas; lo es con aquelsistemaqueles impone los tradicionalesroles femeninos.En efecto,aunquela Val-dés sienta a la señoritade Ilincheta como 511 oponente,la oposiciónsignificantese entablaentre estaúltima y su futura parentelapolítica.Esta,como se ha visto en el casode la señoradeGamboa,es la autén-tica fuerza demoniaca—por su maldad, ignorancia y obstinación—empeñadaen la creaciónde un infierno; Isabel.por el contrario, re-presentala angélicaen su voluntad de edificar un paraísoterreno yserel agentede la felicidadde los quela rodean.Por su parte,Cecilia,como habíamosvisto, es la representaciónnovelescade una visión ne-tamenterománticadc la nacionalidadcubana.Por tanto, estos per-sonajesson elementosesencialespara integrar la representaciónde larealidadcubanade la épocatal como la sientela sensibilidad—polí-tica y literaria——delas generacionesdecimonónicasinsulares: la patriahermosa,prostituiday esclavizadapor los modosde un sistema,algúndía habráde verse libre y pura‘Q En resumen,lo que determinalacreaciónde los personajesde Cecilia Valdéses la visión conflictiva delrégimen imperantey la posible superacióndel mismo.

Si bien las contraposicionesque sé hall ánaliiadohastaáquí ——Fadel narradory la materianarrativa, las quese percibenen la organiza-ción de la trama y en la caracterizaciónde los personajes—son losprincipalesartificios a querecurreel autorparaestrncturarel plano designificación última del relato, otros procedimientostécnicosse enca-minan a tal fin. Porejemplo,los lemascolocadosal inicio de la novelay de cadauno de los capítulosno sólo son intentosde predisponerelánimo del lector para la lectura de lo que sigue, dc hechoconstituyenuna síntesisde tipo lírico o aforísticodel particular conocerque el na-rrador esperaque su lector extraigade la narraciónque estos lemaspresiden.Es decir, son muy coherentescon estetipo de narradorma-gisterial que,de estamanera,subrayaconstantementeel hecho de quesu texto no es una merarelación de episodios. Como se ha visto, lacita cervantinacon que Villaverde encabezala novelanos da la pistaparael recto entendimientode la protagonista,dela emociónquedebedespertaren el lector y. por ende,de su condición significativa. Otro

“ CHACÓN y Cátvo,op. cit., ¡oc. cít.

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ejemploseríanlos lemasque presidenlos capítulosde la terceraparte.El del tercero, los citadosversosde JoséMaría Heredia, al contrastarla bellezade la naturalezacon la degradaciónmoral y política del sis-tema colonial esclavista,nos alertaya del estadode guerraabsolutoypermanenteque el narradorimpartea la configuraciónde <(La Tinaja».microcosmode la realidad cubana.Esta cita heredianaanticipa, corro-hora y apoyala percepciónsemejanteque de aquellarealidad tieneel personajeIsabel. Así, el lema funciona como síntesis y anticipa-ción no de merosacontecimientos,sitio más bien de la interpretaciónpolítica y el enjuiciamientomoral de los mismos. Es la lección que sedesprendedel capítulo.

Otro buen ejemplo del valor altamentesignificante de estos lemasseríael que va colocadoal inicio del quinto capitulo de la mismater-ceraparte.Este,unade las lamentacionesde Job, nospreparaparaveren el sadismode los castigosque se dan a un negroesclavomás quela enumeracióny descripción de tales procedimientospunitivos, noscondiciona a percatamosdel carácter último y trascendentedel epi-sodio: la derogaciónabsolutade la condición humanaque la institu-ción domésticatiene por base.Las palabrasde Job, las lamentacionesdel justo que sufre inocentemente,es la voz que el narrador,en últimainstancia, quiere que el lector oiga de los labios de un hombre que.así, condenael despojo terrible de que ha sido víctima. Por ello, estelema es el calificativo supraepisódicode una situación, anticipo de laidentificación que se estableceentre el narradory el esclavo,fórmulasintética de la lección abolicionista que dicho narradorquiere impar-tirnos.

Tambiéndicho lemaesmarcoadecuadoparala reelaboraciónde loreligioso que podemosadvertir en el capítulo, de lo cual se deriva elcaráctersimbólico y trascendenteque presidesu composición.El su-plicio del esclavoPedro«extendidoboca-arribaen la dura tarima, conambos pies en el cepo, con los hoyos cónicos de los dientesde losperrosaún abiertos en sus carnescenizosas,con los vestidoshechostrizas... Jesucristode ébanoen la cruz» (397-398). representaestesu-plicio la antítesishumanay religiosa de la festividad que se celebraen esedía, la Nochebuenade 1830. El regocijo y alegría de la liturgianavideñaquedatransformadoen el luto y dolor del Viernes Santo.Elrégimenesclavistatieneparael narradorunavirtud tan perversay des-quiciadora que incluso conmuevelos fundamentosde lo religioso. Nopuedehaberalegríaanteel espectáculoque ofreceesta«víctima de latiranía civil que padecesu desventuradapatria» (398). Así, la visióndel suplicio de un nuevo Cristo en el momentoen que, irónicamente,

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se festejael nacimiento del Cristo histórico, la comparaciónexplícitaentreambos,basadaen el común denominadorque compartencomovíctimaspropiciatoriasque son, la sustitución de los sentimientosquecaracterizanla conmemoracióndel nacimiento de Jesúspor aquéllosque se experimentanen el día de su pasión y muerte, todo ello estruc-tura un episodio de alto contenido simbólico, expresivo de la condi-ción raigalmentedemoníacaque,para el narrador,define la situaciónde su país. En suma, los tormentos impuestosa un esclavoque noaceptala condición servil, cuya única posibilidad de mantenerintegrasucondición humanaes el suicidio, es cl episodioque mejor explicita,por el tratamientosimbólico y religioso con que se elabora,la visiónconflictiva que el narradortiene del sistema social, la guerra sordaysolapadaque quiereque el lector descubracomo última realidad na-cional.

En conclusión,el carácterperversoy conflictivo con que Cirilo Vi-llaverdepercibeuna épocahistórica,exige a éste, en virtud de su sen-sibilidad ética y social, dar testimonio de la misma. Esta exigencia lasatisfaceel autormedianteuna formanarrativaque se siente como lareconstrucciónde hechos,pero que,al mismo tiempo, revela —comoesenciade los mismos— su particular comprensióndel acontecerna-cional. Con ello se pretendeiluminar la conscienciadel lector, moverlea lástimay a piedad, y hacerlerechazarel régimencolonial esclavista.En otras palabras,la visión crítica y conflictiva quede la sociedadcu-bana decimonónicatIene Villáverde, es la fuerza estrueturadorapri-mordial quedeterminala configuracióndel mundonovelescoen CeciliaValdés; por lo tanto, fundamentode su unidad narrativay basede susignificado pleno. Como se habrápodido observar,el procedimientodecontrastey polaridadesque consistentementeempleael narradorparaorganizarla trama, dar valor expresivoa los espaciosy caracterizarasus personajes,es el artificio esencialde estaobra, agenteque confie-re al mundonovelescoel carácterconflictivo que acusala filosofía po-lítica de su autor. Hay, así, una mantenidacorrespondenciaentre losvalores extraliterariosdesdelos que se procedey sus manifestacionesformales,a su vez, muy coherentesentre las mismas.Se crea, por ello,un trabadosistemaen virtud del cual el lector puedeadveniral en-tendimientotrascendentedel relato. Cirilo Villaverde ha logrado supropósito en Cecilia Valdés: la novelapareceser documentohistórico,pero, en realidad,no es una simple «representaciónde la sociedadcubanade la colonia» por no ser un «retrato artístico espontáneo».Como pensamoshaber demostradoen el curso del presentetrabajo.Cirilo Villaverde, novelistay político, ha estructurado,muy conscien-

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temente, un artificio estético que organiza,expresa y corrobora, demodo eficiente,la visión que tenía él —y otros muchos cubanosqueasí pensaban—de su desventuradopaís en un momentocritico de suhistoria. Y el doloroso sentir que tal imagen le procura, es la mo-tivación última de Cecilia Valdés y de toda una literatura de la cualestanovela forma parte.

PEDRO BARREDA ToxtÁsUniversity of Massachusettsat Amherst

(EE. UU.)