Alejandro S. Oltra

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A U T O E D I C I Ó N

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© Alejandro S. Oltra Sangenaro, 2019E-mail: [email protected]

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Índice Exordio1. Introducción

1. ¿Qué quiero escribir?2. ¿Por qué quiero escribir?3. ¿Cómo quiero escribir?4. ¿Dónde y con qué escribir? ¿Papel u ordenador?5. ¿Estás empezando a escribir? Pues atento

2. Empecemos a ser escritores profesionales (un “breve” capítuloesclarecedor)

1. Cómo empezar a escribir (para novatos)2. Organízate y oblígate3. Esquematizar: el arte del desmembramiento4. Resumir: el arte de volver5. Tienes que crear expectación (si quieres)6. Conoce a tu público7. Conoce a tu círculo: compañeros y rivales8. Conoce la tradición: lo que hay antes de ti9. Pese a todo, no te ofusques, pero sé perseverante10. Deja que los textos reposen11. Corrige constantemente, pero para en algún momento

3. Creatividad e inspiración: explicación y técnicas1. Cómo ser creativo3. Hoja en blanco (pautas generales)4. Lluvia de ideas5. De la realidad a la ficción6. La búsqueda de información como fuente de recursos7. La música como fuente de sentimientos

4. Ortografía1. Revisa la ortografía siempre

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2. Puntúa3. Cuidado con los acentos4. Neologismos y tecnicismos5. Palabras inventadas: casos especiales6. La negrita, la cursiva y el subrayado7. Errores frecuentes

5. Estilo1. Claridad2. Orden y estructura3. Coherencia, cohesión y adecuación4. Las redundancias y los palabros5. Las florituras6. Las descripciones7. Las metáforas y las comparaciones8. La diversidad de recursos9. Los principios y los finales10. ¿Y lo que queda en medio?

6. Originalidad1. ¿Qué es ser original? ¿Es necesario?2. Sé un escritor natural y sé único (simplemente eso)3. ¿Cómo conseguir que los otros te consideren también un buen escritor?4. ¿Y si sólo quieres ser un buen escritor?

7. Imagen y disposición1. Imagen y disposición de un texto2. Las partes de un libro3. Los diálogos y los incisos4. Portadas y contraportadas

8. Sobre publicar1. Las editoriales tradicionales: mejor no esperes nada2. “Autoimpresión”3. Autoedición4. Coedición5. Premios literarios y demás6. Mis sugerencias para publicar7. La visibilidad lo es todo: hazte un público

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9. Cómo no escribir un libro: cinco errores frecuentes de cada género

1. En general2. Novela3. Cuentos4. Poesía5. Teatro6. Ensayo7. Trabajos académicos

10. Lo más importante: compilación y recapitulación de consejos (uobligaciones) imprescindibles para un buen escritor11. ConclusiónAnexo 1: Bibliografía de interésAnexo 2: Ejercicios

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Exordio

Estimado lector, seamos sinceros. Este es un libro en el que, pordecirlo de alguna manera, se fusionan dos: por un lado, esto es una obra deiniciación, y por ello habrá ciertos momentos en que quizá te parezca quedigo algunas evidencias, pero hay que saber que no todos los que puedan leeresta obra tienen por qué conocerlas; por otro lado, para los que ya estániniciados en la literatura y la escritura, este libro puede erigirse simplementecomo una modesta obra de ampliación. Por ende, si eres de los entendidos, esprobable que muchas cosas te parezcan obvias si ya estás un poco metido enel mundillo, pero recuerda que muchos empezarán desde cero con estas letrasque tienes entre las manos. Si lo ves oportuno, sáltate los capítulos oapartados que te dé la gana.

Te advierto, además, de que voy a repetirme mucho, como es natural.Hay un sinfín de palabras, conceptos e ideas que, por necesidad, habré dereiterarlos en —muy— diversos puntos, por lo que te pido un poco depaciencia y de comprensión. Sé consciente de que este tipo de libros, dentrode lo que cabe, suelen hablar de temas de los que sus autores nos podemosdesviar relativamente poco. Ser original, pues, no es el objetivo principal deesta obra. En cambio, he de decir también que en algunos momentos seré másacadémico y teórico que en otros, como es razonable, pero te avanzo que novoy a adentrarme en algunas de esas explicaciones y divagaciones tantrilladas como es, por ejemplo, la definición de los diversos tipos de narrador(omnisciente, observador, etc.), o al menos esa es mi intención. Comomínimo, me comprometo a intentar ser lo menos tedioso posible: te doy misupuestamente fiable palabra de autor.

Otra cosa que debes saber es que es bastante probable que discrepesde mi opinión en más de un punto. Es completamente normal que haya cosasen la que no estemos de acuerdo, así que no me critiques con maldad si

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ocurre esto, pues tanto tus opiniones como las mías deben ser respetadas. Sien algún momento parezco demasiado radical en algo, no lo tengas en cuenta:es parte del rol que he decidido adoptar como narrador, pero que sepas que enrealidad es posible que si nos tomáramos un café podríamos terminarentendiéndonos.

Otra cosa de la que te quiero avisar es que no voy a hacerte losdeberes; uno de los objetos de este libro es que aprendas a aprender y apensar por tu cuenta. Quiero que seas en gran medida autodidacta en eltranscurso de esta aventura. Será determinante que reflexiones sobre suscontenidos y que amplíes sus horizontes con tu esfuerzo; sólo así podrássacarle el mayor provecho a mis palabras.

De la misma forma, te confieso que mi tono y mi vocabulario, comopodrás observar enseguida, no van a ser siempre amables y correctos. No serámi estilo. Como mentor, he optado por hablarte claro e intentar edulcorarestas páginas con un poco de humor, como si me hubiera transformado en unadiestrador engreído (si no te gusta, lo siento). Es decir, que te trataré lamayor de las veces como un mindundi y un inculto: es por el bien común.Aunque ni yo sea como te hablaré de ahora en adelante ni tú seas un memo,creo que te conviene, tanto para no aburrirte con lo que podría llegar a sersoporífero como para no dar por sentado nada que pueda ser crucial. Y, eneste orden de cosas, que sepas que me he tomado la libertad de ser concisocuando he creído oportuno no extenderme inútilmente y de ser redundantecuando la ocasión la he juzgado meritoria.

Para terminar, te informo de que al final del libro te dejaré unapequeña selección de bibliografía que considero que te puede ayudar aintroducirte en el mundo de la escritura, sesenta y cinco ejercicios para quepruebes a escribir y analizar textos y unas cuantas páginas en blanco(apartado de notas)[1]. Estas páginas puedes emplearlas para realizar algunasde dichas actividades, pero también puedes aprovecharlas para tomar notas,apuntes o hacerte listas o apartados de contenidos o ideas que creas que tepuedan servir. Así, podrás seleccionar contenidos de este libro u otrasfuentes, por ejemplo, y tenerlos organizados y recogidos. O podrás hacerteuna breve recopilación de vocabulario o recursos que te mandaré trabajar (yapuedes ir anotando la palabra “exordio” si no la conocías). Tú sabrás. Échaleleña al fuego de tu imaginación y esfuérzate por darles un buen uso a esaspáginas vacías de las que tú mismo serás finalmente el autor: rellénalas cómo

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te plazca o, mejor, como mejor te sean de utilidad. ¿Estás pensando en escribir una novela? Este es tu libro (¡ojalá que

sea así, por los dioses!). ¿Ya eres escritor y quieres mejorar? Agárrate fuerte.¿Tienes ganas quizá de escribir poesía, un diario o simplemente mejorar turedacción? No quiero ser vanidoso (que lo seré), pero si empiezas hoy a leeresta pretendida joya de tu biblioteca, seguramente este es tu día de suerte.

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1Introducción

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1. ¿Qué quiero escribir?

Estrujémonos desde ya los cerebritos: cuando empezamos a escribirun libro, lo primero que tenemos que tener claro es qué queremos escribir.¿Por qué? Pues porque si lo que queremos escribir es una novela, deberemoshablar como un narrador literario, por norma general, y dominar un registroestándar–culto, y plantearnos una secuencia de pasajes más o menos clara,poseer un borrador mental de las partes de la obra, etc. Si lo que queremosescribir es poesía, por ejemplo, quizá lo que queramos es dejarnos llevar,cosa más asidua en este género, o, por el contrario, preparar un esquemamétrico para obtener un serventesio o un soneto, por decir algo. Si deseamosescribir teatro, deberemos además meternos en los personajes, y focalizarnosen qué quieren decir y qué dirán —ojo, que no es lo mismo—. Así,podríamos seguir ad infinitum, aludiendo a los distintos géneros y subgénerosliterarios, cómo se desarrollan y qué características poseen. Todo esto pareceevidente, pero no lo es.

Sin embargo, lo más importante cuando pretendemos escribir sea,quizá, querer escribir. Qué escribir depende en gran medida de qué nosgustaría tener al final del proceso sobre nuestra mesa o en el ordenador.Decidir qué escribir muchas veces se convierte en una incógnita innecesaria,y la cuestión principal pasa a ser, como debería haber sido desde un principio,por qué. Otras claves del proceso de escritura son: ser conscientes de sirealmente nos apetece, encontrar el cuándo y el dónde, saber cómo, etc. (sí,casi como ocurre con el sexo).

Estimado (futuro) escritor: en ocasiones es fundamental parar eltiempo por un momento (a veces días o meses, incluso años) y ofrecernos losmedios y recursos para saber qué escribir. ¿Deseo contar una historia? Elquid de la cuestión es el siguiente: ¿cuál? Y luego, repetimos, viene la piedraangular del proceso creativo: ¿por qué? Ni que decir que si no deseamosescribir, tal vez sea mejor no hacerlo (a veces, es verdad, escribir sin ganastambién ayuda, pero ayuda a mejorar, no a crear, y otras veces estamosobligados a escribir —trabajo, estudios y similares—; pero dejemos eso porahora… (¿Soy yo o vuelve a tener sentido la metáfora del amor?).

Por tanto: si tienes predisposición, si te rondan ideas por la cabeza:siéntate, túmbate en la cama o en el sofá o simplemente ve a dar un paseo.Cualquier momento y lugar no son buenos para escribir (he tenido incluso

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profesores que discrepan en esto), pero sí lo son para preguntarse quéqueremos escribir. Y cuando tengamos claro qué nos gustaría escribir,entonces pasemos a eso más importante que hemos dicho, lo crucial: por qué.

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2. ¿Por qué quiero escribir?

¿Qué pretendes con un libro (o un artículo o el tipo de escrito que se teantoje)? ¿Quieres disfrutar con la aventura, con el transcurso creativo?¿Quieres quizá ganar dinero? ¿Eres de los que buscan fama o visibilidad?¿Quieres dártelas de literato y sorprender con tu faceta más pedante? Aunquelos medios pueden desembocar en resultados inesperados, cada fin tiene, enefecto, sus propios medios, inmediatos e inherentes.

Existen muchas finalidades para un escritor. Mucha gente se para aescribir porque la relaja, porque la evade o porque las letras le suponen unescape o medio de expresión y comunicación con uno mismo: queremosescribir porque estamos cansados, agobiados o simplemente necesitamoshablar, comunicarnos, a falta de un buen amigo bien confiable. Con todo, losque quieren escribir deben plantearse otras preguntas también, entre ellas lasiguiente: lo que quieres escribir, ¿es para ti —para tu uso y disfrute personal—, o vas a exponerlo al público? Si la respuesta es la primera, adelante, todotuyo; seguramente te conformes con lo que salga de tu puño y letra (o de lasteclas de tu pc). Pero si lo que vas a escribir quieres publicarlo (es decir,hacerlo público, por el medio que sea), vas a tener que pensar otras doscuestiones básicas: ¿vas a mantenerte firme en lo que tu mente provea, o vasa tener en cuenta la opinión del prójimo, del oyente?

Cuando queremos publicar algo, tenemos que estar dispuestos aafrontar la crítica de los demás. Muchos dirán que les es indiferente. ¿Eresuno de esos? ¿No te importa? ¿Estás seguro? Piensa que es posible que loscomentarios que los otros hagan de tu obra pueden afectarte de un modo notan superficial como en un primer momento puedes imaginar: las críticaspueden modificar tu estilo, por ejemplo, o pueden empujarte a pensarte dosveces si decir una cosa o no antes de ofrecer en bandeja tu creación para quelos depredadores vengan a husmear y pisotear tu indefensa criatura. Cuandoun texto sale a la luz, cuando lo mostramos a segundos y terceros, la opiniónque devenga sobre ello es importante. Muy importante.

Los lectores —a los que incluimos en el saco de lo que llamaremos apartir de ahora auditorio; es decir, todo aquel que vaya a conocer tu obra, yasea mediante lectura, audición u otras maneras— forman un juicio sobre loque escribimos, y sus críticas son importantísimas, sí, porque nos dicen cómose percibe nuestra creación desde afuera. Está claro que siempre hay críticos

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constructores y críticos destructores (los llamados trolls), pero todos aportansu grano de arena para hacernos cavilar. El auditorio es en gran medida el quenos dice cómo escribimos, cuál es el resultado, y si lo hacemosmedianamente bien.

Vayamos, pues, a lo que nos ocupa aquí: ¿en qué afecta eso a por quéqueremos escribir? ¿Por qué hemos divagado sobre los que no somos lospropios escritores? Porque si el objetivo de nuestros escritos es publicarlossin que nadie nos toque la moral, probablemente sea mejor que nos retiremosy nos dediquemos a pelar patatas o buscar caracoles en el monte. Si elobjetivo es ofrecer una historia que guste, entonces mentalízate y aprende aescribir lo mejor que puedas (si estás dispuesto incluso a leer este libro, estásen el buen camino; ojalá te ayude); piensa qué y por qué quieres escribir, y,para ello, ten en mente a quién vas a permitir leer tu obra. Y si el objetivo essimple y llanamente ganar dinero, sólo eso… mejor búscate otro libro, hazmeese favor.

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3. ¿Cómo quiero escribir?

¡Espero que bien, por supuesto! Si lo que quieres es escribir mal, ¡fúmatecualquier trabajo del rincón del vago, toma apuntes para destacar entreestudiantes perezosos!

Cómo queremos escribir es, desde mi punto de vista, no importante, sinolo más importante, lo esencial, decisivo, trascendental (no pongo mássinónimos porque el WordReference no me los ofrece y, siendo un gandul porun instante, sinceramente, no me apetece pensar más palabrejas). Cómoescribimos es lo que más nos define. ¿Hacemos faltas de ortografía?¿Maquetamos bien? ¿Dominamos el lenguaje y un amplio vocabulario?¿Tenemos suficientes recursos y bagaje? ¿Utilizamos conectores textuales?¿Aburrimos o divertimos? ¿Enseñamos y damos calidad? Estas son algunasde las cuestiones cuya base es nuestra manera de escribir.

Modos hay para dar y vender, pero lo que tenemos que saber es quecómo escribimos es el mayor factor que determina el final de nuestrosescritos. Alguien que quiera ser un buen escritor e incluso llegar a ciertoreconocimiento debe cuidar su modus operandi. Ahora, además del símil delamor y el sexo, recurriré al de la cocina. Piénsalo así: escribir es un arte.Entre otras cosas, un arte culinario. Para cocinar debemos tener al alcancebuen material, sí, buenos ingredientes e instrumentos, pero además, y porencima de todo, tenemos que saber desenvolvernos de manera óptima con lareceta (si no óptima, al menos suficientemente conveniente). Un cocinero nopuede hervir pasta más de la cuenta, como un escritor no puede describirhasta asesinar de cansancio, o enumerar características o adjetivos o lo quesea hasta que necesite ir al baño desde la última vez; el resultado será como lapasta: pegajosa y para nada apetecible. Un cocinero no puede intentar hacerun puré con un cuchillo (bueno, por poder…), al igual que un escritor nopuede pretender crear dinamismo con meras y simplonas oraciones, unidasunas a otras como las capas de una lasaña sin relleno, y faltas por lo menos,quizá, de atractivo, enganche y cierta originalidad (bueno, por poder…).

En conclusión: un escrito es como un menú. Debe ser atractivo,apetitoso, tener buena imagen y buen olor, estar ordenado y bien servido.Más adelante ya iremos viendo el funcionamiento de algunas técnicas, perocreo que en este momento no es necesario seguir con esta explicación. Sillegados aquí alguien no lo ha entendido todavía, si alguien no ha

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comprendido la comparación entre la cocina y la escritura, mejor dedíquese alas matemáticas.

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4. ¿Dónde y con qué escribir? ¿Papel u ordenador?

(Aunque suene demasiado típico:) En los tiempos que corren, hoy en díala tecnología ha conquistado nuestro mundo y el romanticismo prácticamentese ha ido al carajo. Pocos son los sensibles clasicistas que quedan. ¿Dóndeestán los delicados amantes del papel? ¿Y los del pergamino? ¿Cuántosindividuos podemos contar durante un paseo que estén escribiendo en uncuaderno, refugiados en un banco de mármol al calor de la luz del sol y aorillas de un estanque? ¿Cuantos caballeros y escribas medievales sobrevivenque vayan a redactar sus preocupaciones a la biblioteca? ¿Conocen a algunosde esos que, como yo, llevan hasta para dormir un bolígrafo en el bolsillo,temerosos de que la Musa los aborde y no tengan tinta con que escribir en uncuaderno o en la propia mano? ¿Ubi sunt?

Confieso: soy de los que escriben con ordenador, a martillazo limpiosobre teclado. Literalmente, arrojo con ímpetu mis butifarras de dedos sobrelas teclas. Pero, en mi defensa, diré que, además de un boli inseparable, tengotambién mis cuadernos y libretas, y mi millar de hojas sueltas y post-its en miescritorio (en realidad, por toda la habitación, que parece la torre deBabel…). Entre nosotros: soy de los que consideran que papel y tinta soncompatibles con ordenador, móvil, tablet y demás. ¿Por qué no? Las nuevastecnologías debemos entenderlas como herramientas, utensilios de auxilio ycontribución.

Con todo, pese a quien le pese, como me pesa a mí, diré lo que sé que esverdad —por propia experiencia— y que está demostrado científicamente:como ocurre con el estudio, la escritura crece y mejora de manera másapropiada y fructífera con papel y tinta. Cuando escribimos, leemos oestudiamos, el papel, aparte de su inconfundible olor (para los que todavíapodemos reconocerlo), tiene algo que las pantallas todavía no: una dimensiónexacta, física, palpable. Con el papel no se puede echar a atrás. Con el papel ylas libretas podemos trastear y desastrar (el DRAE no reconoce estevaliosísimo vocablo) como nunca, podemos mover y separar esas superficiesplanas que son las hojas, y eso, debido a nuestra naturaleza y nuestro cerebro—todavía primitivo en muchos aspectos—, nos beneficia. Nuestros sentidosregistran y recuerdan mejor lo que vemos y escribimos sobre el papel, lo quetocamos y reconocemos como tangente, aquello con lo que podemos trastearcon nuestras palmas y dedos, lo que podríamos decir, relacionando algunas

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etimologías aquí utilizadas, palmario.Mi consejo, por ende, es que tú, vil escritor, artista pretencioso, te

acostumbres a hacer uso también de esas cosas llamadas lápices, gomas,papel y similares. No lo dudes: el caos de folios es amigo de nuestra esenciaprimitiva. Eso sí: utiliza también las nuevas tecnologías. Si te sientes máscómodo escribiendo a ordenador, organizando el contenido de tus escritoscon programas como el Excel, si te va bien la aplicación de notas de tuteléfono móvil, no creas que estás traicionando a nadie. Utiliza todo lo queesté a tu alcance, pero de manera equilibrada y producente.

Dejando esto de lado, otra cosa que no quiero que se me olvide: intentaescribir siempre en un sitio en concreto, a poder ser el mismo. Además,aunque parezca contradictorio, acostúmbrate también a escribir en otroslugares, con ruido y sin ruido, con música y sin música (si no te parece lomismo cuando te paras a escribir). Aprovecha cualquier lugar y cualquiermomento, cualquier manera: en casa, en la calle, en el tren, en una sala deespera, con música ambiental, con tapones en los oídos. O sea, en definitiva:hazte a escribir (y a leer) siempre que puedas, donde sea y como sea (de pie osentado, no importa). Sobre todo, no te pongas excusas, y aprende que todoes aprovechable y todo ayuda a mejorar.

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5. ¿Estás empezando a escribir? Pues atento

Tanto si eres novato en esto como si ya has escrito algo (me da igual simucho o poco o si malo o bueno) y vas a empezar algo nuevo, ¡atento! Ahoravoy a darte ya algunas claves que no debes olvidar mientras lees este libro ymucho menos después de leerlo, si es que llegas a terminarlo. Allá vamos:

1. Analiza todo lo que escribes y lees, incluso lo que oyes, ya sea en losmedios de comunicación o en las charlas o conversaciones, tuyas ode gente ajena. Fijarse en esto es muy útil: investiga cómo sedesarrolla el lenguaje, qué palabras o expresiones te parecencuriosas, aquello que desconoces y que te puede servir, lo que noutilizas muy a menudo pero te serviría bien o te gustaría poder usar.

2. Aprende a distinguir entre lenguaje vulgar, coloquial, estándar yculto, y empieza a pensar en qué ocasiones y escritos podrías utilizaresto o aquello.

3. Empieza a preguntar e informarte de todo lo que pueda estarrelacionado con el proceso de escritura: temas que desconoces o nodominas muy bien, palabras que nunca habías escuchado, etc. Esto tehará más culto.

4. Si estás pensando escribir algo (supongo que será así), coge unpequeño cuaderno o libreta y llévalo contigo siempre, evidentemente,junto a un boli. Anota todo lo que creas que se te puede olvidar.

5. Empieza a estructurar ideas: si las tienes, organízalas. Si no, vehaciendo una lluvia de ideas y ve anotándolas, preferentemente en unapartado especial de una libretita.

6. Piensa en tu futuro auditorio (recuerda por qué escribes y para quiénescribes). Ve pensando cómo quieres hacer mella en él.

7. Pide opinión, tanto de lo que quieres escribir como de lo que tienesescrito. A poder ser, pide estas opiniones a gente diversa, de distintosgustos y conocimientos.

8. Anota en tu libretita posibles títulos de capítulos, que seancontundentes y creen expectación o intriga en el lector.

9. Acostúmbrate a leer varias lecturas a la vez. Deben ser de géneros yestilos diferentes (novelas, diarios públicos, relatos cortos, poesía,

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etc.). Incluso deja un diccionario en tu escritorio o tu mesa de nochey comienza a abrir páginas al azar de vez en cuando, para ver sidescubres palabras nuevas. Además, una buena idea para aprender aescribir mejor es leer libros didácticos, esos que parecen deautoayuda/aprendizaje en el ámbito de creación literaria, como estemismo, o de esos que te venden con títulos como “Consejos deescritores famosos” o “Cómo mejorar como escritor”.

10. Céntrate y no te agobies. Tienes que plantearte y fijartemomentos diarios o semanales para escritura y lectura, pero tambiénpara cine y música, además de ocio distinto. Hay que ser organizadoy tener tiempo para todo. Compagina con eso tu ánimo; esimportante. Intenta escribir y leer emocionado, hacerlo con ilusión;para esto es bueno que, cuando termines de escribir o leer algo,reconozcas y valores qué te ha sido de provecho y en qué hasmejorado, si has aprendido algo nuevo, etc.

Estos son sólo algunos de los consejos que encontrarás en este libro.

Enseguida nos detendremos en algunos de ellos y los abordaremos másampliamente. Por ahora, intenta seguir el mayor número posible de estosconsejos ahorita mismo. Como tarea opcional, te recomiendo que hagasbúsquedas en internet y algunas aplicaciones de vídeos, audios y escritossobre la escritura, especialmente de aquellos temas que te interesan o enlos que quieres crecer: cómo escribir bien, errores ortográficosfrecuentes, errores de escritores principiantes, cómo organizar ideas, etc.Lo que se te ocurra. ¡Ah! Y no me vengas con que a ti estas cosas tesobran: como decía mi abuelo, el saber no ocupa lugar. Nadie es perfectoen nada y siempre aprendemos de todo. Venga, no te entretengas. ¿Oquieres que sigamos? De acuerdo.

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2Empecemos a ser

escritores profesionales(un “breve” capítulo esclarecedor)

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1. Cómo empezar a escribir (para novatos)

¿Aún necesitas más consejos? ¿Más indicaciones? Cómo te gusta…En fin, pues veamos. Si eres un neófito en esto, continúa leyendo. Si no,puedes saltarte esta primera parte del capítulo (en realidad, puedessaltarte más de un capítulo si lo crees conveniente; ya te lo dije en elexordio). Empezaremos con dos puntos a los que ya he aludido. Elprimero de ellos es cómo empezar a escribir. Espero que no sea necesariodecirte que te leas la introducción a este libro, ¿verdad? Porque en esecaso debes empezar por ahí. Si ya lo has hecho, a continuación voy adarte unas pautas para seguir, a modo de manual, porque sé que a muchosse lo tengo que dar todo masticado y entre algodones. Es lo que tienededicarse a la docencia… Así pues, esta es la primera hoja de hábitos quete doy, como en un libro de instrucciones. Si ahora no puedes o no teapetece escribir, simplemente echa un vistazo y tenlo en mente paracuando lo hagas.

A) Aunque más arriba dije que debes acostumbrarte a escribir en

cualquier parte, si eres principiante o nunca has escrito nada, de momentobusca un lugar agradable y tranquilo. Prueba eso para comenzar.Puedes ponerte música ambiental si lo deseas (fíjate en si te molesta o tedistrae, porque si es así deberás eliminarla de tu momento de escritura).Te recomiendo un escritorio, por supuesto; que te tumbes en la cama aveces conlleva que te entre sueño o te relajes excesivamente.

B) Mejor intenta estar vestido de forma que no tengas calor ni frío.Debes estar cómodo. Parece una tontería, pero no lo es. Del mismomodo, intenta tener a mano cualquier cosa que puedas necesitarmientras escribes: agua (o café o lo que prefieras); un tentempié, sipiensas que puede entrarte hambre; papel y bolígrafo para hacergarabatos (si vas a escribir a ordenador, para ello te recomiendo queabras un documento aparte o dejes un apartado en el documento dondevas a escribir); y, sobre todo, ilumina bien tu zona de trabajo. No esnecesario que tengas la habitación o el comedor iluminado por completo,pero tu escritorio, tu mesa de trabajo, debe estar bien iluminada: estoayuda a que te concentres, a que no te entre sueño (por lo menos a lamayor parte de los humanos) y a que no te dañes la vista. Y, por cierto: si

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te pica alguna parte del cuerpo, ráscate; si necesitas estirar las piernas oque te dé el aire, date un paseíto por casa o salte al balcón, a la terraza o ala calle. La escritura no debe convertirse en una tortura.

C) Para lo siguiente, debes ser fuerte… Pon el móvil en silencio.¡En modo vibración, por lo menos! Debes intentar que nada tedistraiga. Escribir con interrupciones no es nada agradable, y a la larga,cuando se termina tu momento de creación, te das cuenta de que losmóviles y las distracciones, cualesquiera que sean, sólo van aperjudicarte. Hacen que tengas que reengancharte constantemente.

D) El momento decisivo, el truco del almendruco: ¡escribe! ¡¿A quéesperas?! Empieza a escribir, da igual si ideas tontas, borradores,sugerencias de tu yo interior o lo que posiblemente sea el resultado final.Pero escribe. Las otras cosas que vas a aprender de este libro y de otraspartes ya vendrán. Ya iremos mejorando tus puntos débiles poco a poco,que Roma no se construyó en un día. Recuerda: Caminante, no haycamino. Se hace camino al andar.

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2. Organízate y oblígate

¿Recuerdas el símil de la escritura y la cocina? Volvamos a él.Imagina que vas a cocinar alguna cosa. ¿Qué es lo primero que tienes quehacer? Claro. Pon al alcance de tu mano todos los ingredientes einstrumentos que vayas a necesitar. ¿O es que vas a hervir patatas sinagua y sin cacerola? Piensa, pues, en qué vas a necesitar cuando quierasescribir. Si es necesario despega la vista de este texto y piénsalo unminuto… Por mi no te cortes (metafóricamente hablando, claro).

¿Ya está? Creo que no has parado de leer; estás enganchadito, ¿eh?Pues no es por nada, pero los ingredientes de la escritura no son sólo losobjetos e instrumentos físicos que necesites en tu escritorio; también vasa precisar de ideas, objetivos e historias. Incluso de tiempo. Sí, eso porencima de todo: tiempo. ¡Ay, el tiempo, ese gran amigo que viene y vasin que nos demos cuenta de su presencia! (Todos tenemos alguno deesos). El tiempo: de él vamos a hablar. Párate a pensar ahora de cuántotiempo dispones para escribir a lo largo de la semana. ¿Trabajas oestudias? ¿Te quitan mucho tiempo las tareas del hogar? ¿Tu perro sedistrae cuando lo sacas a pasear y te obliga a dar rodeos más largos de lodeseado? Todo eso tienes que tenerlo presente cuando confecciones tuhorario semanal de escritura.

No, no es necesario convertir el proceso creativo en unaobligación fría y rígida, pero no está de más intentar asignar una ovarias partes del día a ello. Mucha gente lo hace así y dice que es lamejor forma de comprometerse y no fallar. Tu horario puede ser flexible,dentro de lo razonable. Mas no olvides que escribir no es sólo unaafición, un hobby; si quieres publicar algo y llegar a algún sitio algúndía (literariamente hablando), debes comprender que la escritura esun trabajo. En el sentido más literal de la palabra. Incluso un oficio. Note engañes: todo tiene un precio, y todo cuesta algo. A la escritura, lo quedebemos brindarle es tiempo. Por ende, empieza a establecer algúnperíodo de tiempo en tus días para ella. No cuesta tanto. Todo esto no esque lo diga yo (yo sólo soy un pobre diablo): la mayoría de escritores derenombre insisten en ello (ya sé que tú no eres —seguramente— unescritor profesional que tiene todo el día para escribir y leer, pero intentacomportarte como tal si ese es tu objetivo).

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Una vez hayas determinado tus momentos de creación, losiguiente es sencillo: cumple tus propósitos. Además de serorganizado, debes ser constante y cumplidor. Persigue tus metas. ¿Dequé sirve comprar un aspirador para limpiar tu apartamento, si no loutilizas (el aspirador)? Permitir que la suciedad se acumule dice muchode ti: lo siento, pero no eres diligente. ¿Quieres serlo? Pues manos a laobra. Para que veas que no miento, voy a proponerte un reto: si te hashecho un horario como el que te digo, una vez decidas cumplirlo, despuésde siete días echa cuentas. ¿Cuántas veces te has puesto a escribir?¿Cuántas veces has escrito? ¿Te has saltado alguno de tus momentos decreación como lo hacen algunos con el gimnasio? Saca tus propiasconclusiones.

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3. Esquematizar: el arte del desmembramiento

Señoras y señores, ha llegado el momento de aprender a ser FreddyKrueger. A aprender a desmembrar se ha dicho. ¿Por qué? Sé que lo quequieres es aprender a escribir, pero esquematizar es un recurso muy valioso,que te va a facilitar las cosas muy a menudo.

La palabra esquema proviene de la voz griega σχῆμα (schêma), quesignifica básicamente forma, figura, actitud o carácter. Por tanto, para ti, vilescritor, esquematizar significará a partir de ahora dar forma u otorgarcarácter o actitud. En este orden de cosas, cabe decir que nosotros, cuandoesquematicemos una idea o un texto, lo que vamos a hacer es intentardividirla en partes o ideas generales, dándoles asimismo un título corto (unapalabra, incluso) o una breve descripción del contenido. De esta forma lo quevamos a conseguir es que algo grande pueda verse/entenderse con pocaspalabras, como si fuera algo más sencillo. Simplemente estamos reduciendoideas o textos más grandes a ideas o textos más pequeños.

Cuando vayamos a escribir algo, nos interesa esquematizar por dosmotivos, fundamentalmente: el primero, porque así vamos a poderofrecernos a nosotros mismos una imagen más sencilla de lo quequeremos expresar; el segundo, porque cuando tengamos esta imagengeneral, volver a ella será siempre menos engorroso y más fácil, ypodremos retener mejor en la memoria la idea general de lo que queremosescribir. Eso nos ayuda a poder manejar de manera óptima nuestros objetivos.

Y, hablando de objetivos… Cuando esquematizamos lo que queremosescribir, una buena técnica es, junto a cada parte del esquema, anotarqué objetivo perseguimos con ella. Por ejemplo: mi primera parte de unesquema se llama “la caseta de Bobby”, ¿de acuerdo? Entonces al lado deeste título, en mi caso, voy a poner: “presentar al lector cómo vive mi perro”.Hasta aquí bien. Lo siguiente, muy ilustrativo para nuestras pretensiones, espensar por qué tengo este objetivo en esta parte de mi futuro texto.¿Exponerle al lector cómo vive mi perro es necesario para que comprenda, agrandes rasgos, la obra que haré? ¿Qué aporta este objetivo? ¿Es importantepara la trama o guarda relación con otra parte? ¿Es un pasaje clave parasorprender más adelante? ¿Para desvelar algo? Además, en el caso de laprimera parte de un texto, te adelanto que muchas veces es importante dotarlade una conexión con el final del libro, también. ¿Cumplen tus objetivos las

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partes de tu esquema? ¿O, por el contrario, sólo son para hacer florituras?¿Son un despiste o te estás yendo por los cerros de Úbeda? Tienes quesopesarlo, pues es muy importante.

Cada parte de una idea o texto debe tener —por lo general— unpropósito, y conocer dicho propósito nos descubre si estamos organizandobien nuestro (futuro) texto. Y cuidado: cuando vayas a empezar a escribiralgo, esquematiza sobre papel, preferentemente, pero nunca de maneramental. De cabeza las cosas no quedan tan claras. Deja de ser un vago. Hazlopor tu bien.

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4. Resumir: el arte de volver

Si esquema significaba lo que más arriba dijimos, resumir viene del latín“resumo”, y significa volver a coger, tomar de nuevo, aunque al castellano hapasado más o menos como sinónimo de reducir. Cuando resumamos, pues,nuestras ideas, lo que vamos a hacer es esto: volver a cogerlas parareducirlas, para poder volver a ellas con más facilidad.

¿De qué le sirve a un escritor resumir? En el momento concreto deempezar a formar una idea, resumir nos sirve para poder esquematizar,y esquematizar, como hemos visto, es bastante interesante, ¿verdad? Comoveremos en el siguiente subcapítulo, resumir nos va a permitir crear unamejor historia (o cualquier tipo de texto), y una vez la tengamosterminada, nos va a dar la posibilidad de repasar la obra entera quehayamos creado con una lectura rápida y sencilla. Será entonces cuandoaprecies esto, artista presuntuoso. Ya lo verás.

Te diré ahora cómo resumir. Primero de todo, no subrayes. ¡No, nosubrayes! Subrayar sirve para otras cosas (si tengo la oportunidad decontártelo, lo haré, no te preocupes). Para resumir, lo que tienes que hacer es,en el caso de que tengas formada (y redactada) una idea de lo que quieresplasmar en tu obra, reducir lo que vas a contar en el menor número depalabras posibles. Para ello te recomiendo que escribas en alguna partepalabras clave y hechos básicos.

Por ejemplo: en una de mis notas, referente a la descripción de cómoFulanito da un paseo por el centro comercial y descubre que lo estánsiguiendo, quizá palabras y hechos clave sean paseo, hombre con que se topóincluso en el baño, miedo, etc. No me malinterpretes: debes imaginar quedicha descripción, dicha escena, transcurre a lo largo de tres páginas A5.Reducir el contenido de estas tres páginas implica, por un lado, quedarme conlo fundamental (Fulanito da un paseo mientras un hombre lo sigue; se lollega a topar incluso en el baño, por lo que siente mucho miedo); por otrolado, implica desechar por causas mayores todo aquello que no contiene losaspectos más importantes de la idea (Al día siguiente, Fulanito se levantó alas ocho de la mañana. Hacía frío, pero estaba contento, porque ese sábadoiba a ser el único que disfrutaría en mucho tiempo… etc., etc., etc. Asídurante tres páginas o más). ¿Lo vas pillando? No es tan difícil…

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Para más inri, estos pequeños resúmenes de lo que será cada parte de tuobra (partes que además tendrás esquematizadas) constarán, cuando hayastrazado un esquema general, de un objetivo para cada idea. Analizar si elfragmento que hemos resumido se adapta a nuestro objetivo es mássencillo con los resúmenes. Sin embargo, esto no es lo más productivo deresumir. Eso viene a continuación.

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5. Tienes que crear expectación (si quieres)

En la literatura como en el cine, la noción de crear expectación ha idoevolucionando desde sus inicios, de modo que hoy en día la mayoría nollamaría a esos procesos de los primeros textos de la literatura así, crearexpectación. En los inicios de la literatura occidental, originalidad yexpectación se entendían de manera distinta. Para generar tensión yexpectativa, por ejemplo, Homero —autor de épica arcaica, primerprecedente literario de Occidente— hacía que el auditorio deseara saber máso descubrir algo esperado mediante ciertas distracciones como símiles,comparaciones y alegorías a la naturaleza (por citar algunos de losprocedimientos). A mí siempre me ha gustado compararlo con losintermedios publicitarios, en el sentido de que cuando estamos a punto deconocer la resolución de algún clímax, el canal de televisión interrumpe loque estamos viendo con cientos de anuncios de colonias y detergentes; algosimilar ocurría en Homero: si quieres saber cómo termina algo, primero vas atener que tragarte esta pausa o abstracción.

Pensándolo bien, verás que al final, pese a la evolución de losprocedimientos, estos siguen siendo los mismos en cuanto a sus fundamentos.Para crear expectación en una novela, frecuentemente cortamos antes de laresolución de un momento de tensión o clímax y lo dejamos para el capítulosiguiente o incluso para más adelante. En poesía, cuando queremos crearexpectación, a menudo intercalamos antes de la conclusión o sentenciapoética algún que otro verso de ampliación o floritura. En teatro, por ejemplo,encontramos pomposos diálogos antes de que una esperada declaración seacomunicada. ¿Te das cuenta? Al final todo se reduce en dejar al auditoriocon la miel en la boca y, antes de (terminar de) darle lo que desea, lohacemos esperar un poco más. En otras palabras: tenemos que hacer sufrir alos lectores.

Sin embargo, es importante saber que, aunque tu público va a sergeneralmente un masoquista de la literatura, mientras lo haces esperar ysufrir desea también disfrutar, por lo menos que no le cortes el rollo. Siantes de resolver un clímax o una escena intrigante e interesante pasas aobligarlo a desconectar, si haces que pierda el hilo, vas a perderlo tú a él. Túeliges si echarle un cubo de agua fría o uno de agua templada, pero nunca selo pintes como una cola de espera interminable.

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Dicho esto, ¿cómo creamos expectación, pues? En principio es fácil:tienes que saber qué podría interesarle descubrir al auditorio al final dealgún proceso o escena. Una vez sepas qué podría complacerlo, quépodría sorprenderlo, lo mejor es que le vayas dando pequeñas dosisadictivas o esclarecedoras de qué está o puede estar por llegar. Además,una buena baza para los escritores es que se puede sorprender de muchasformas: puedes emocionar con alegría o con tristeza[2], golpear con crueldad yfrialdad[3], resolver un enigma como si fuera lo más normal del mundo yhacerlo sentirse como un bobo[4], etc. Lo que sea. Pero recuerda: debesintrigar y dar pistas de qué podría suceder, hacerlo poco a poco[5], y cuandozanjes el asunto, será mejor que el lector no lo espere; como mínimo, quedisfrute con el transcurso de la resolución.

Para entender mejor estos procedimientos y mecanismos, como siempre,lo mejor es fijarse en aquellas obras (literarias y no literarias) que han creadoen ti ese efecto de sorpresa, esa sensación de querer más y quedartecomplacido o maravillado del modo que sea al final de una trama o clímax.Hazme caso: analiza, analiza y analiza.

Ahora, para terminar, sólo un pequeño apunte para aquellos que creanque la expectación es innecesaria y que la literatura no tiene por qué serintrigante, ilusionante, enredada, conspiradora, asombrosa ni con acción nigrandes efectos especiales: tenéis toda la razón del mundo. No es necesarioque sea así. Sin embargo, escúchame, vil escritor: si quieres que alguien te leay no vas a proporcionarle lo aquí enumerado, vas a tener que buscar otrosmedios de atracción. Al final todo se reduce a no ser aburrido y entregarcalidad, del tipo que sea, pero calidad.

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6. Conoce a tu público

Lo que vamos a hacer ahora es a convertirnos en unos malditosespeculadores, como esos malvados conspiradores de película que siemprevan un paso por delante. Vamos a ser calculadores, previsores y precavidos.Para ello, lo primero que tenemos que hacer es investigar y analizar a nuestro(futuro) público.

Piensa: ¿a qué publico va dirigido lo que escribes? ¿A qué público va allegar tu obra? Son dos preguntas arduas de descifrar, aunque no lo puedaparecer tanto. Con frecuencia imaginamos que nuestra obra, que va de talcosa y es de tal género, va destinada a tal público y va a ser leída. Nodeberíamos tenerlo tan claro. A veces eres un poco iluso, ¿sabes? No esque sea algo malo del todo; sin ilusión no es bueno proponerse lo que aquínos proponemos, pero tampoco hay que pasarse de la raya. Hay que estartodo lo motivado e ilusionado posible, pero hay que hacerlo con las dosisnecesarias de realidad, objetividad y precaución. Así pues, no estés tanseguro de quién va a leer lo que haces. Pero, sin embargo, intenta adivinarlocon ahínco. Más que quién va a leerte, yo te aconsejo, en realidad, queintentes descifrar cómo es quien va a leerte.

Aparte, si quieres que tu obra se incluya en las listas de los más vendidos,algo que deberías analizar es qué ofrecen los que encabezan esas listas. Eso tedará información de qué consume el lector en ese momento y si a ti teinteresa hacer lo mismo (que ni siempre es así ni tiene por qué serlo).

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7. Conoce a tu círculo: compañeros y rivales

Una vez conocido tu público, el segundo sector que debes conocer sonlos otros escritores, del momento o de tiempos anteriores. Investiga quéescriben tanto los escritores que conoces (los que conoces personalmentetambién, aunque no sean superventas) y los que no conoces (los que no lees,los que están triunfando pero cuyo nombre no habías escuchado nunca, etc.).

¿Por qué conocer a este amplísimo conjunto de creadores de letras?Porque, al igual que con el público, con ellos recabas información, y lainformación, sea cual sea, es poder. Saber qué están escribiendo otros tepuede dar ideas, te advierte de qué podrías tener que evitar, te informa de quétemas le pueden estar gustando a la gente en el momento, si estás siendooriginal o vas por buen camino, etc.

Además de todo esto, también deberías obligarte a conocer y hablar demanera más íntima con estos compañeros o rivales. Si son lo primero, puedendarte consejos y críticas, los cuales deberías tener muy presentes; si resultanser lo segundo, más de lo mismo: sobre todo pueden revelarte dónde yerras oqué es aquello que el auditorio podría odiar de tu obra.

Una mínima puntualización: entre tus compañeros y rivales debes incluirtambién a las editoriales, librerías, blogs, diarios, etc. Piensa tú mismo porqué.

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8. Conoce la tradición: lo que hay antes de ti

En tercer y último lugar, conocer qué se ha hecho antes de tus escritoses fundamental. Te puede inspirar, enseñar y, sobre todo, ¡ponerte alertapara que no hagas copias baratas de tus precedentes! ¿Te imaginas quealgún día escribes una trama que otro escritor famoso ya tocó y que, además,si alguien te compara, te quedas a la altura del betún? Es de lo peor que puedeocurrirte como escritor; si al menos lo superaras… Por otro lado, imaginaesto también: ¿y si estás diciendo algo muy similar a otra cosa que ya haescrito alguien y resulta que prácticamente lo estás plagiando? Esto es peortodavía. Puede ocurrir hasta sin malevolencia, sin que te enteres tú y sin quese enteren otros, porque plagiar y calcar, con cada día que pasa, es másprobable que ser original, y a veces lo hacemos aun sin darnos cuenta, sin queese sea nuestro propósito o que, sabiendo en qué berenjenal nos estábamosmetiendo, aun intentando evitarlo, al final nos salga mal y metamos la pata.

Otra cosa: lo más normal del mundo es que un escritor, especialmente elque cree haber encontrado una idea original e innovadora, se equivoque.Cuando alguien escribe una novela, por ejemplo, lo más probable sea que eltema que toque esté más que trillado; es completamente normal, por bien queno lo creas. La originalidad y la innovación no dependen de escribir sobrealgo que todavía no se encuentra en la literatura (es casi imposible), sino deotras cosas como pueden ser el punto de vista, la expresión, el enfoque, etc.Por eso, es conveniente no confundir esto, y mucho menos creerse la novedaddel siglo. Y, además, la gota que colma el vaso es que ser original einnovador, probablemente, en algunos casos signifique renunciar a seratractivo, ameno o inteligible. Hay que ir con cuidado, que nos conocemos…

Como inciso, te cuento lo que me viene a la mente: una vez escuchécómo Javier Sierra, en una entrevista tras ganar el premio Planeta, contabaque sus escritos, más que nada su última novela, a veces trataban temas ytramas similares o casi idénticos a los de Dan Brown. No obstante, comobuenos escritores, sucede que no pasó nada. Ninguno se había copiado delotro ni fue menos ni peor. Simplemente fue distinto. ¿Podría haber ocurridoque alguna de sus obras, la de cualquiera de los dos, hubiese sido etiquetadacomo plagio de la del otro? Claro. Pero, ¿qué evitó esto? Desde mi punto devista, mayormente fue la documentación, la manera de informarse de cadauno —que fue muy personal— y el enfoque. Por otra parte, también la

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sonada “originalidad” a la que tanto se alude y a la que tanto se aspira, puescada uno, como es evidente, perseguía tramas y objetivos distintos, pese abases de divulgación, materias de trasfondo, fuentes y contenidos similares.Así pues, la moraleja de esto es que, en el caso de que alguno de ellos hubieraleído la novela del otro antes de escribir la suya (pues salieron casi al mismotiempo), habría podido ocurrir que decidiera tener que diferenciarse más, yesto habría evitado comparaciones, pero también habría distorsionado elresultado que nos ha llegado. No creo que en este caso la cosa hubiera idomuy lejos, pero a cualquiera podría pasarle lo contrario, y la reputación, deese modo, se iría al traste. Si te ocurriera algo semejante, pero con la peor delas suertes, podrías dar tu trayectoria de escritor por terminada.

De este modo, sepas que no meterse en camisas de once varas dependetambién de esto, de saber qué hay antes de ti. Culturizarse y cultivar elconocimiento de la tradición es uno de los requisitos básicos que se lepiden a un escritor. Lo mejor de todo, y siendo positivo al final, es que siconoces tu tradición, los recursos e ideas que puedes hallar en ella sonmás de los que seguramente podrías concebir tú solito por tu cuenta.Dalo por seguro. Es así. Es más: los mejores escritores —y no hablo sólo delos actuales, sino todos los que han pasado por este mundo cruel— se haninformado primero de qué se había producido antes que ellos, y la mayorparte de las veces han tomado como base ese florido pasado, la sustancialtradición, sus temas, tópicos, etc. Aprende de los mejores.

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9. Pese a todo, no te ofusques, pero sé perseverante

Ofuscarse no suele servir de mucho. Si quieres ser escritor, como todo enla viña del Señor, debes saber que nunca vas a poder dominarlo ni conocerlotodo. Las técnicas, los recursos, el vocabulario, la ortografía, tu género, tusprecedentes, tus rivales y compañeros, tú público, la tradición y un infinitoetcétera… Nunca vas a poder conocerlo todo al cien por cien, nunca vas atener tiempo para formarte al máximo en todo, nunca podrás seromnisciente u omnipotente. Hay que tener los pies en el suelo.

Es imprescindible que un autor se preocupe por mejorar y estarinformado, por supuesto, pero, para poder conseguir algún resultado, algúndía vas a tener que empezar a trabajar, con la ineludible conciencia de que noserás el mejor (al menos no en todo), de que siempre vas a cometer errores ysiempre vas a poder equivocarte (errare humanum est). No temas. Es unacondición universal. Que el miedo y el conocimiento de estas particularidadeshumanas no te frenen. Está bien querer mejorar, preocuparse por todo esto,pero la realidad no debe apartarte de tu objetivo; el resultado de tus esfuerzos,quede como quede al final, será al menos un resultado.

Por todo lo dicho, vamos a tener que bailar entre dos aguasconstantemente, y tendremos que saber mantener el equilibrio: por un lado,tenemos que intentar aprender, culturizarnos, formarnos, informarnos y todoeso que podría ocupar diez páginas de este libro al enumerarlo; por otro lado,sin embargo, vamos a tener que saber cargar con nuestras condiciones ynuestra naturaleza y no ofuscarnos, y seguir escribiendo, fijarnos metas eintentar alcanzarlas (escribir, escribir y escribir, con cada parte de losprocesos y etapas que la escrituras conlleva). Ser escritor es saber dosificar eltiempo entre lo uno y lo otro, tener tiempo para todo; en otras palabras: paraser escritor, de nada te servirá informarte de todo, culturizarte y planear tuobra toda la vida si no escribes nada a fin de cuentas, al igual que estarásdestinado a poco o nada si sólo te dedicas a escribir y escribir siempre sinpulir tus técnicas, tu conocimiento y tus fallos. Sé perseverante y veobteniendo resultados en todos los ámbitos.

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10. Deja que los textos reposen

Vamos a hablar ya sobre eso de escribir y guardar los escritos en uncajón, como suele decirse. Tienes que aprender a olvidar; sí, también en laescritura. Si eres escritor, es bueno que apartes tus escritos de vez en cuandode tu mente y de tus días y que te abstengas de volver a ellos por un períodovariable de tiempo.

A veces, cuando terminamos un escrito, nuestro juicio nos obnubila, y lovaloramos como bueno o malo al momento. Esto no debería ser así. Mientrasescribes algo, tu mente se centra en escribir. Bien. Pues cuando terminamosde escribir algo, nuestra mente no se encuentra en su mejor momento devalorar. Si dejas reposar el texto, sin releerlo ni retocarlo por unos días (hayquien los aparta de su vida incluso meses o años), sin tasarlo ni evaluarlo,cuando vuelvas a él después de ese paréntesis de evasión, relegación ypostergación, la indiferencia hará que estés más capacitado para juzgarlocomo bueno o malo. Esto te permitirá saber con más claridad si debesretocarlo o si desgraciadamente (quizá afortunadamente para tu público) esmejor tirarlo a la basura.

A escribir, como muchas cosas, y a valorar, se aprende con el método deensayo-error. No me importa que creas que lo que has escrito es bueno, quete encante; me es indiferente si le has cogido cariño a tu escrito o debido a loque te ha costado escribirlo ya no tienes ganas de intentar escribirlo de nuevo.A menudo es simplemente cuestión de miedo o, peor, de pereza. Que sepasque cuando reescribimos lo que ya tenemos escrito, si algo lo intentamosplasmar sobre el papel o la pantalla más de una vez, siempre encontramospuntos donde mejorar y cosas que desestimar y desechar. Si haces esto yaprendes a valorar tus escritos dejando pasar un tiempo desde que los hashecho hasta que los revisas, te darás cuenta de que juzgar tus virtudes ydefectos y superarte es más fácil y evidente.

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11. Corrige constantemente, pero para en algún momento

De la misma manera que antes, con el sistema ensayo-error, debemosobligarnos a corregirnos reiteradamente. Releer los textos y corregirlos esimperativo. Si no lo haces, mal vamos. ¿Eres de los que se conforman con loque les sale a la primera de cambio? ¿Tan poco quieres forzarte para alcanzarestratos superiores de la excelencia? Pues a eso se lo llama madurar, ymadurar en la escritura es algo preciso y fundamental. Al igual que comoindividuo de una especie, tienes que evolucionar —a mejor, eh—. ¿Cómocrees que han logrado su esplendor y pureza los grandes literatos? Yo te lodigo: entre otras cosas, corrigiéndose continuamente, perfeccionando lo queya tenían escrito.

Con todo, recuerda: no te ofusques. No te obsesiones. Es necesario quealgún día des por terminada tu obra y que la dejes en paz. No seas pesadocontigo mismo. Todos los escritores corregiríamos o cambiaríamos algúndetalle de nuestras obras cada vez que las leemos. También es natural. Loconfiesan incluso los mejores. Es por eso que querer mejorar es importante, ycorregirse, perfeccionarse, pero también hay que saber decir basta.

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3Creatividad e inspiración:

explicación y técnicas

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1. Cómo ser creativo

Cuando alguien quiere ser creativo —es decir, tener ideas—,frecuentemente se pasa horas y horas, días, semanas o meses interminablesbuscando algo que escribir o la manera conveniente de hacerlo. Muchos seponen a maquinar una obra o una trama como si planificaran una ciudad,desde sus cimientos hasta su sistema de alcantarillado y los eslóganes queaparecen en los carteles de las tiendas. No es algo que hable mal de ellos. Noobstante, planificar no es crear, no es escribir, y si alguien quiere sercreativo, a fin de cuentas ocurre lo de siempre. ¿Qué tiene que hacer? ¡Claro!¡Escribir!

Existe además un concepto un tanto erróneo de creatividad e inspiración.A la mayoría de escritores, especialmente los noveles, cuando les preguntascómo buscan creatividad e inspiración, te responden algo así como “antes decenar”, “con música” y cosas por el estilo, pero lo curioso es que todosbuscan creatividad e inspiración antes de escribir; así lo afirman cuando lespreguntas en qué momento hacen estas cosas. Pues, vil escritor, esto no tienepor qué ocurrir de este modo. Cuanto más escribas, más creativo e inspiradoestarás. ¡Sí, escribe, esclavo del arte, escribe y no te detengas!

Date cuenta de que a medida que vamos escribiendo, nuestro cerebro seactiva de otra forma, y las ideas acuden igual o más que antes de escribir,cuando nos proponemos echar gasolina a la mente para captar alguna buenaidea. Si ya has escrito algo, quizá seas de esos a los que les cuesta sentarse enel escritorio, que se entretienen con cualquier mosca o que escuchan cientosde canciones para inspirarse. Quizá, además de esto, te ocurra que una vezempiezas a escribir o teclear, poco a poco va llegando la Musa por fin. Yquizá, cuando tienes que parar de hacerlo porque tienes que cenar, porque tuspárpados no aguantan más o porque tienes que ir al trabajo, te cagas en todoslos demonios y santos que conoces, porque sabes —y seguramente estás en locierto— que cuando vuelvas a retomar la escritura, la lucidez quizá se hayaesfumado.

Qué lastima… Si al menos no te costara tanto ponerte a escribir…¿Lo entiendes? Alienarse y evadirse a otros mundos antes de escribir

está bien, y no deja de formar parte del proceso creativo, pero este procesonecesita también que crees, y una vez has cogido el hilo y el tranquillo, es

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probable que la diosa de la inspiración sea benevolente contigo. Es verdadque esto último no ocurre siempre, pero sólo por el hecho de que pasa a veces—a unos más, a otros menos—, hay que entender que la creatividad y lainspiración también surgen mientras escribimos, y por eso vale la pena nodarle —siempre— tantas vueltas al ruedo y entrar de una vez por todas. Miconsejo es que si te retrasas mucho buscando ideas y pensando antes deescribir y no se te ocurre nada, ponte un tiempo límite; cuando estetermine, manos a la obra: escribe. Tal vez tengas suerte y la Musa acudacomo los reyes magos: cuando eres diligente.

2. Dónde encontrar la inspiración

Pese a todo, sé que escribiendo no es la única manera de que te vengala inspiración. ¿Dónde puedes buscarla? Yo empezaría por analizar quéquieres escribir. ¿Se trata de una novela romántica? ¿Un poema para unamigo? ¿Una comedia de enredo? Sabiendo esto, te recomiendo que tediviertas un poco leyendo algo de ese estilo. A menudo, la inspiración nacecuando algo nos gusta, y nos da ideas. A mí mismo me pasa que muchasveces, cuando estoy leyendo algo, pienso: ¿y si esto no hubiera sido así? ¿Ysi este personaje no fuera de tal modo sino de otro? ¿Y si en vez de alto fuerabajito? ¿Y si en lugar de vencer se hubiera resbalado y hubiese perdido? ¿Ysi tal bosque en vez de albergar pinos albergara abedules? ¡¿Y si el bosque envez de árboles directamente albergara peces?! ¡¿Y si el bosque no separeciera en nada a un bosque?! Leyendo también se nos ocurren ideas, y aveces estas ideas son deformaciones de otras ideas ajenas.

Aparte de la literatura, otras fuentes de inspiración son, como todossabemos, el cine, el teatro, el arte plástico, etc. ¡Incluso los programas desalseo! ¿Nunca has pensado que uno de esos individuos de la salsa rosapodría ser un buen personaje de tu novela? Más adelante volveremos a esto,pero ve dándole vueltas ya. De momento, te cuento que una buena manera deinspirarse que conozco es jugar. ¡Jugar, como cuando éramos niños, porejemplo! En nuestro niño interior sigue habiendo imaginación. Y también lahay en nuestro alter ego maligno. Y en el perverso, en el cotilla, en elsensible, etc. Déjate llevar por la imaginación. Plantéate un contextoimaginario, una situación que te gustaría describir, y sumérgete en ella.Juguemos con la mente.

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Cuando nos imaginamos a nosotros mismos dentro de lo que nosgustaría escribir, una buena táctica es empezar por los sentidos. ¿Qué ves?¿Cómo te sientes? ¿Qué se oye? ¿No huele un poco mal? Estas preguntas conel tiempo dejarás de planteártelas y toda la inspiración se irá formandoautomáticamente, de manera subconsciente. En segundo lugar, dentro de tuhistoria, aparte de lo que tus sentidos captan en un primer momento, despuésfíjate en los detalles. ¿No ves ese lunar que tiene el vendedor del quioscojunto a la ceja? ¿Acaso no has visto de reojo cómo se le caía el helado al niñodel fondo? ¿De qué tipo de madera es la mesa sobre la que te recibe elpresidente de la república bananera? Esos detalles pueden decir mucho, yambientan, sin duda, mucho más que las descripciones y exposiciones quegeneralizan.

Por último, necesito saber si en el supuesto escrito que estamosimaginando, estás tú solo (una escena donde hay un único personaje —ese enel que te has encarnado—, un poema, un ensayo, etc.) o hay más gente (undiálogo, un escenario como una calle o un sitio público, etc.). Lo que vamosa hacer es expresar lo que sentimos —nuestros sentimientos ysensaciones— y nuestros pensamientos —por ejemplo, defectos queencontramos a algo o prejuicios—. En el primer caso, si estás tú soloporque estás escribiendo un ensayo, en lugar de ser mecánico debes derazonar mucho; piensa que estás explicándole algo a un buen amigo o a unignorante del tema, incluso un niño sin muchas luces, e imagina quépreguntas podría hacerte él, qué reformulaciones podrían esclarecer lo quequieres contarle, etc. Por el contrario, si estás escribiendo un poema, quizásea curioso que dejes aflorar lo que te viene a la mente enseguida, sin censura(después ya eliminas partes indecentes o comprometedoras, si acaso, o yacuadrarás la métrica), o que compares la piel de ese amor con algo que teparezca sumamente agradable, o que hables de la valentía de esa madre comosi se tratara de una batalla a muerte contra el ogro que es la vida. Otroejemplo: si te has puesto en la piel de un personaje, estés en el géneroliterario que estés, seguramente al lector le interesará saber qué es lo que máste llama la atención del lugar en el que te encuentras, o lo que te recuerda laescena que estás viendo, o por qué te desagrada ir en chancletas. Échaleimaginación.

Si te has puesto en los zapatos de un personaje que está manteniendo undiálogo o que va acompañado de alguien, la conversación, si es novela, lainmensa parte de las veces debe de resultar natural, con un registro del

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lenguaje propio de cada personaje (esto ya lo veremos). Además, lasconversaciones deben tener su porqué; con ellas debes de estar aportandoalgo a la trama: con el diálogo estás demostrando al lector qué inteligente escierto personaje, o cuál es su pasado, cuál es su intención para lo que está porpasar, qué piensa de cierto tema, o cómo es su carácter, etc. Por otra parte, silo que estás escribiendo es teatro, quizá debas ser dramático o trágico, o sergrotesco, o exagerado, o excéntrico, o demasiado explícito, etc. Un personajede un teatro, además, con frecuencia debe poder dar paso al siguientedialogante de manera que la conversación que mantienen tenga sentido ycoherencia.

Si empiezas con estas tres pautas, tu obra seguro que se encamina por labuena senda.

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3. Hoja en blanco (pautas generales)

A partir de ahora, este tercer capítulo va a tratar de ofrecerte técnicas yprocedimientos de creación e inspiración. Voy a proponerte algunasactividades. Por tanto, si esto no te interesa (aunque no sé por qué no debería,la verdad) y eres un listillo que va sobrado, puedes ir directamente al capítulocuarto, donde hablaremos de la ortografía, donde estoy seguro de que te voy adescubrir más de un punto débil. ¿Aceptas el desafío?

Bueno, artista pretencioso, allá va el primer ejercicio de inspiración.Vamos a hablar de la hoja en blanco. ¿Qué es una hoja en blanco? Para lagente normal es un trozo de papel sobre el que se pueden escribir garabatos.¿Qué puede ser para ti una hoja en blanco? Para ti puede llegar a ser todo unmundo. Evidentemente, al final todo depende de tu servil imaginación, peroeso ya es otro tema… En fin, ¿tienes tiempo? ¿Nos hacemos unos ejercicios?Venga, anímate, que no te vas a escaldar.

Empecemos. Esto debería llevarte unos diez o quince minutos, incluidoslos que necesites para leer estas líneas. Vamos a imaginar que ya tienes unaidea general de qué te gustaría escribir (una novela de aventuras ambientadaen el siglo XVIII, por decir algo). Da el primer paso y divide la hoja enblanco en cuatro partes con una cruz cristiana, como dios manda. Ahora terecomiendo que escribas en la parte superior de cada cuadro lo que vas aescribir en cada uno; por ejemplo: trama, personajes, escenarios yvocabulario específico. En el primer cuadro vas a intentar dividir la tramaprimero en tres ítems —planteamiento, nudo y desenlace—, y dentro de cadaítem vas a escribir los sucesos principales de dichas partes de la novela.Siguiente: en el segundo cuadro, el de personajes, vas a escribir todos losnombres de los personajes principales y secundarios. Tercer cuadro: vas adetallar asimismo todos los posibles escenarios que van a aparecer —o quepodrían hacerlo— en la novela. Último cuadro: piensa en qué campos léxicosvas a moverte, y qué tecnicismos o palabros varios podrías necesitar dominar(por ejemplo, la jerga del oficio del mar).

Una vez tengas esto, coge otra hoja en blanco y dedícate a uno de loscuatro cuadros. Para esta actividad, voy a recomendarte que practiques con elcuadro de los personajes. Elige uno y empieza a detallar todo lo que puedasde él: edad, sexo, procedencia, nivel cultural, familia, amigos, ropa, aficiones,desagrados, preferencias gastronómicas, color favorito, amante o pareja,

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pasado, secretos, aspiraciones, etc. Escribe todo lo que se te ocurra, todo enítems también, y verás como hay cosas en las que no habías pensado.

Si quieres, en vez del cuadro de personajes toma el de vocabulario.Imagina que tu novela va a transcurrir casi toda en un ambiente agrícola.Escribe también todos los ítems que se te vengan a la cabeza de aquello quepodrías encontrar o ver en una vida en el campo: tipos de vivienda,herramientas y utensilios de trabajo, vegetación, maneras de cocinar, ropapara las diversas partes de la jornada o para las diversas tareas diarias, mediosde transporte, entretenimiento y ocio, penurias del campo, fiestas, etc.Podríamos desglosar todo esto y empezar a anotar vocabulario cada vez másespecífico; por ejemplo, de qué tipo de tejido se compone cada uno de losdistintos pantalones del tío Tom, o cuál es el nombre de cada una de laspartes de una planta.

Ejercicio terminado. ¿Te ha costado mucho? Ahora tienes muchas partespor donde poder empezar y a las que aferrarte para sacar contenido diverso.Además, cuanto más desarrollamos esta técnica, mientras la llevamos a caboo cuando hojeamos los resultados, más de una vez ocurre que nos vansurgiendo más ideas, que es lo que perseguimos al fin y al cabo. Por ejemplo,a mí me sucede a menudo que recopilando posibles palabras para ladescripción de un lugar, muchas de ellas sé que ni se me habían ocurrido diezminutos antes, y muchas otras las desconozco o no las utilizo nunca, y elhecho de hacer este tipo de búsquedas me ayuda a poder decir más cosas y aahorrar en divagaciones por falta de vocabulario (por ejemplo: la palabra talme puede servir para describir la textura de las nubes; pues me la anoto ycuando la escribo finalmente en el libro, el resultado es asombroso, pues sinla búsqueda de vocabulario no podría haber llegado a utilizar dicho vocablo).Lo mismo con los personajes: a veces, haber pensado cómo puede ser elcinturón que lleva siempre, o los posibles sucesos que ha vivido en su pasado,me lleva a poder presentarlo mucho mejor y a poder obtener declaraciones oreacciones suyas mucho más expresivas y esclarecedoras.

Haz varias veces este ejercicio, y cuando eso, valora los resultados.Espero que te sirva.

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4. Lluvia de ideas

La famosa lluvia de ideas; no podía faltar en una recopilación deactividades. También llamada brainstorming, esta técnica de generación deideas se basa, hablando en romano paladino, en la expresión y anotación detodo lo que te venga a la mente. Parece fácil, y lo es, pero para que la lluviade ideas sea provechosa es conveniente seguir unos pasos determinados.Veámoslos:

1. Anota en un papel todas las cosas que tu imaginación te permita.No discrimines ni te pares a pensar si una idea es buena o mala,si es demasiado larga de anotar o si es sólo una palabra. Nojuzgues en ningún momento lo que en un principio te parezcauna idea. No se trata de buscar calidad. Y si por lo que sea unaidea te lleva a otra, mejor únelas mediante una flecha.

2. Revisa todas las ideas e intenta clasificarlas. Para ello, puedesutilizar diversos métodos; el más frecuente es rodear las ideascon círculos de distintos tamaños y/o colores, según laimportancia que creas que tienen, lo buenas o malas que teparecen, según pienses que pueden referirse a la trama, a lospersonajes u otros elementos o campos, etc.

3. Paso estrella: pasa a limpio esas ideas. En un documento aparte,intenta reescribirlas ordenándolas (por ejemplo, de mayor amenor importancia, primero las que se refieren a la tramaprincipal y luego a las tramas secundarias o terciarias, etc.). Asínos forzamos a repasar lo que hemos escrito y a conectarlo, adarle la mayor coherencia y cohesión posible.

Vaya, vaya. Veo que esperabas más de mí… ¿No te dicen nada las pautasanteriores? Me alegra, porque eso es lo básico en una lluvia de ideas. Parapoder exprimir esta técnica al máximo, vas a tener que hacer lo siguiente.Será entonces cuando valores mi labor y los milagros que puedo inducirte aejecutar.

En primer lugar: cuando vayas a realizar el primer paso de la lista deantes, mejor que en lugar de un folio de tamaño A4 cojas uno de tamaño A3,y hasta que no lo llenes de ideas, no pares. Si en el momento en que haces laactividad no te surgen suficientes ideas, puedes retomar la actividad mástarde, todas las veces que quieras. Esto te obligará a pensar más.

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En segundo lugar, para pensar mejor, antes de proceder con la lluvia deideas para tu libro, te recomiendo que hagas una lluvia de ideas de tres o máslibros que hayas leído y te hayan gustado. Uno de ellos al menos debe ser dela misma temática y género literario que lo que tú quieres escribir (cuantamás relación y similitud encuentres entre tu futuro libro y ese que haselegido, mejor). Así mismo, que al menos uno de esos libros que elijas sea dela temática y género narrativo más alejados de los de tu futura obra. ¡Ah! Yno olvides que lo que vas a hacer con estos libros también son lluvias deideas: anota todo lo que te venga a la cabeza sobre ellos, hasta los pequeñosdetalles o aquellos que te parezcan insignificantes o irrelevantes, perosiempre hasta que llenes el folio A3 (un A3 por cada libro, eh). Todo esto esmuy productivo: nos ayuda a repasar puntos clave y puntos tontos de obrasque ya conocemos, a analizarlos de manera indirecta, y luego, cuandohagamos la lluvia de ideas de nuestra propia novela, estaremos más activos—en cuanto a inspiración y creatividad se refiere—. Al final podremoscomparar todos los folios A3, para ver de qué tipo de ideas carece elresultado de la lluvia destinada a nuestra obra. A veces ocurren maravillas. Sies así, cuando te acuerdes de mí, da un beso al aire: estaré ahí para recogerlo.

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5. De la realidad a la ficción

He titulado este apartado “de la realidad a la ficción” porque una de lasmejores maneras de inspirarse que conozco es partir de algo existente yverdadero. Se trata de deformar la realidad, moldear lo que conocemos paradar forma a algo ficticio, bien completamente distinto, bien muy parecido.

Por ejemplo: hablando de personajes, que es como mejor nosentendemos. ¿Qué mejor modo para dotar a un personaje de credibilidadque basarse en alguien que conocemos bien? Ese alguien puede ser unconocido nuestro, alguien que forma parte de nuestra vida personal, o unapersona que no pertenezca a nuestra esfera o nuestro mundo. En el primercaso: si queremos crear un personaje que es un detective inteligente y con ungran bagaje cultural, podemos pensar en una persona de nuestro entorno queposea esas cualidades, o al menos parte de ellas. Evidentemente, paratrasladar esa personalidad y ese carácter, podemos modificar al personaje realpara que se adapte a nuestro objetivo. Además, lo bueno de este proceso esque no tiene por qué consistir siempre en trasladar una persona real a unplano ficticio con los mismos parámetros: una buena técnica es volcar esapersona real a la ficción dándole una vuelta de ciento ochenta grados. Esdecir: podemos coger a ese amigo nuestro tan atrevido e imaginarlo demanera totalmente opuesta, como si de repente le hubiera picado un insectoprehistórico y lo hubiera convertido en alguien muy tímido y reservado. Estambién una buena técnica. ¿Cómo crees que actuaría o respondería ensituaciones que sabes cómo lo haría si fuera él realmente? Esto nos ofrece unsinfín de posibilidades para desarrollar personajes creíbles.

Aparte, en lugar de una persona de nuestro entorno, podemos elegirtambién personajes televisivos o del cine, personajes que conozcamosbastante bien, y moldearlos para adaptarlos a nuestras pretensiones. Porejemplo: para crear un personaje al estilo de un viejo maestro sabio, podemosbasarnos en ese presentador de documentales que tanto te fascina (¿podríasmeter a Eduardo Punset en tu novela?) o en ese personaje de cine o literaturaque quedó grabado en tu mente (imagínate la esencia de Gandalf en tuhistoria). Mi consejo es que una vez tengas un punto de partida parainspirarte, escribas en tu cuaderno o documento de texto las similitudes ydiferencias entre el personaje original y el que tú quieres crear, y que a partirde ahí vayas dotando a tu creación de características particulares y únicas y

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que vayas añadiendo de tu cosecha propia. Además, puedes buscar entre doso más personas reales o personajes ya existentes para destriparlos y obtenerde ellos lo que quieres que posea tu personaje; en ese caso tendrás a manomás recursos para elegir.

En el plano de los escenarios y paisajes podríamos hacer más de lomismo. Es muy común que cuando vamos a describir una escena, laambientación esté muy clara en nuestra mente, pero que cuando trasladamosla idea al papel se nos quede algo muy general u ordinario: hacía un día muysoleado, había nubes en el cielo, el prado era verde y bonito, etc. (aunquecambies el vocabulario trillado por palabras más poéticas, cultas orebuscadas, el resultado será el mismo). Sin embargo, si te tomas la molestiade dar un paseo o buscar en internet imágenes que puedan aproximarse a tuidea, a la hora de describir esa ambientación vas a tener algo mucho másclaro y palpable, más concreto, y, si le das unas pocas vueltas al asunto,seguro que te salen exposiciones más detalladas y originales. Como siempre,dales un toque personal e intenta no caer en lo habitual —o no sólo en eso,que lo habitual tampoco tiene por qué ser malo—; recarga un poco tusexplicaciones y descripciones, sin enrollarte demasiado, pero con un mínimode cantidad y calidad.

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6. La búsqueda de información como fuente de recursos

Documentarse, como has leído más arriba, es muy importante, pero nosólo para no meter la pata cuando escribimos sobre cierto tema o para ampliarnuestro conocimiento sobre él, sino para descubrir además cosas que noconocíamos y que nos pueden ayudar en nuestra obra, que pueden ser deinterés o pueden servir para ampliarla de forma conveniente, rentable yeficiente. A menudo, cuando investigamos, nos damos cuenta de queaquello sobre lo que nos estamos documentando está ligado a otros temaso historias, y que una gran cantidad de estas cosas que aprendemospodemos incluirlas en nuestro libro para darle más chispa y contenido,más contexto, mejor forma.

Un ejemplo fácil e ilustrativo: imagina que vas a escribir sobre unexplorador y su aventura. Una buena idea para comenzar sería informarsesobre exploradores famosos, cómo hacen su trabajo, leer entrevistas que leshayan hecho, etc. Para continuar, podríamos informarnos sobre cómo seforman los exploradores y qué suele motivarlos a su dedicación, e investigardespués esos lugares que han explorado: culturas, naturaleza, pasado ypresente, etc. Podríamos también indagar en sus intereses y aficiones, susmanías y costumbres. Luego estaría bien saber qué instrumentos suelenutilizar, y, si quisiéramos rizar más el rizo, podríamos empezar una nuevainvestigación o documentación indagando, por ejemplo, cuándo se inventaronesos utensilios o si a alguien le han salvado alguna vez el pellejo. Endefinitiva, se trata de tirar del hilo hasta donde veamos que tenemos datos eideas suficientes para nuestros escritos.

Si eres un lector habitual o una rata de biblioteca, sabrás que la mayoría—por no decir todas— de las buenas novelas tiene una característicacomún que destaca sobre las demás: lo secundario. ¿Qué es eso desecundario? Pues todo lo que no sea la trama principal y lo necesario paraseguir la historia del protagonista y los hechos principales. Piensa encuántas tramas secundarias puede tener una buena novela, cuántosdetalles amenos y atractivos son aparentemente innecesarios para lahistoria que destaca por encima de todo pero que nos enganchan. Lasanalepsis, por ejemplo, más conocidas como flashbacks, con frecuencia sonlo que da sentido o persuasión a un personaje o un argumento.

Pues debes saber que estas divagaciones, rodeos, exposiciones

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explicativas y pormenores —o sea, lo secundario— es muy probable quelos coseches a lo largo de un proceso de documentación, mientrasindagas y te informas sobre las bases y puntos más sólidos de tu historia,sus ejes. Si te cierras esta puerta y decides no investigar porque crees que note hace falta, esa posibilidad de descubrir elementos que puedas agregar a tuobra será mucho menor que de lo contrario. Recuerda: el conocimiento espoder, y para endulzar y adornar, cuantos más materiales y recursos, mejor.Para desechar siempre estamos a tiempo.

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7. La música como fuente de sentimientos

Para terminar este capítulo, amenicemos un poco la velada con música.Sin duda, hoy en día es una de esas artes que más nos emocionan y nos llenande sensaciones, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. ¿Quémejor vivero de expresión y agitación que este para hallar mecanismos deenunciar sentimientos? Grandes escritores se han inspirado en la música parasus escritos más célebres. Incluso han basado la personalidad de algúnpersonaje o han desarrollado la escena más célebre de su novela gracias a unacanción que les decía algo especial. Hasta hay quien ha escrito un libro enterobasándose en una canción. El recurso que voy a explicarte ahora es, sin duda,uno de mis favoritos.

Pero una cosa debes saber, míster (o mis) millennial: la música no essolamente esa canción de Los cuarenta badulaques que escuchas cada doshoras en la radio. No es un secreto reservado para iniciados que también esmúsica —muchas veces lo es más, de hecho— la música clásica, la ópera, lamúsica eclesiástica, las nanas infantiles, la música popular, etc. Está a tuservicio un sinfín de géneros musicales tan extenso e inabordable que lamúsica, en su totalidad, puede cambiar tu inspiración y mejorarla y hacerlacrecer tanto como lo hace con la vida. ¿Dime que nunca una canción modernao una pieza clásica te ha estimulado tanto que ha cambiado tu día o incluso tuvida? Pues exactamente eso es lo que puedes hacer mediante la música paratus fines literarios: exprímela, sírvete de ella para darle ese toque mágico a lasletras de tu obra.

Terminaré con un ejercicio que les pongo a veces a mis amigos yaprendices escritores. Piensa en una de las tres siguientes opciones (todasellas son ilustrativas): 1) un pasaje de un escrito tuyo, a ser posible unaescena crucial; 2) un recopilatorio audiovisual con fotos y vídeos de tuinfancia, de un viaje o de un momento especial para ti; 3) un momento claveo de inflexión de tu vida, uno que, para bien o para mal, haya tenido unaimportancia desmesurada o que te haya cambiado de arriba abajo. ¿Lo tienes?Bien, pues ahora, a cada uno de estos ejemplos (o en uno solo si has sido tanvago de elegir sólo uno) ponles banda sonora. Pero haz diversas pruebas, conmúsica distinta. Intenta acertar, por supuesto; esfuérzate un poco.

¿No resulta más épico ese momento glorioso de tu libro con una canciónde música épica? ¿No te parece más emocionante quizá ese final del relato

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con una pieza de Beethoven? Es probable también que un toque irónico omás distendido quede mejor con tu obra, por el contraste: fíjate qué deliciosassuenan en esos tráileres de Guardianes de la Galaxia las canciones de RupertHolmes (Escape) y Sweet (Fox on the run). Dime también que no se teescapa ninguna lagrimilla o risotada añadiendo música a tu recopilatorio defotos y vídeos y a ese momento clave de tu vida.

Son las sensaciones que te transmite la música las que debes intentarcausar en tus líneas y versos. En realidad, es literalmente imposiblecompetir con los sentimientos que provoca la música, por la simple razón deque son mundos únicos, cada uno a su manera. Son distintos de los queprovoca la música y los que provoca la literatura, aunque no me atrevería adecir cuáles son mejores o peores, porque no tiene sentido. Es algo que no sepuede comparar. Pero a eso es a lo que vamos. Son sensaciones e impulsostan únicos que tenemos que hacerlos aflorar desde las letras sea como sea:todos los que podamos. Son una buena baza de enganche para el lector, sobretodo para que recuerde tu novela o tu poema para siempre o, mejor —segúnmi criterio—, su esencia. Si logras dotar de emoción a tu obra, harás de ellatodo un Frankenstein: les darás vida. Es de lo máximo a lo que podemosaspirar los escritores.

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4Ortografía

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1. Revisa la ortografía siempre

Pongamos las cartas sobre la mesa. Voy a dar por sentado que laortografía te importa; si no es así, desde mi humilde opinión, no sé si merecesalcanzar un trono en el olimpo de la literatura. No es por nada, pero soy delos que piensan que la ortografía es importante por muy diversos motivos,muchos, muchísimos. Entre otros, como escritores, creo que tenemos laobligación de intentar ser precisos y correctos, porque es a partir de nosotrosque mucha gente aprende a escribir; de nosotros depende en gran medidacómo escribirán otros. Y, además, como escritores también dejamos unlegado, y ese legado, por lo menos, debe tener un mínimo de decencia ydecoro: tiene que ser digno de ser un legado a tener en cuenta.

Sí, sí, ya lo sé: calidad ortográfica y calidad argumental no tienen porqué ser lo mismo. Pero cuidado: suelen serlo, máxime cuando ya tenemospelo en ciertas partes pudendas. Además: que no te importe la ortografía dicede ti tanto como que no te importa mejorar y ser pulcro en este oficio oafición. Ya es un motivo bastante considerable para que pierda las ganas deleerte. Míralo así: un arquitecto puede tener muy buenas ideas para lo queserá un chalet, con vistas paradisiacas en la ladera de un monte que da al mar,pero si después el edificio da vergüenza, por poca que sea… Si da paso aciertos comentarios aunque sólo sea por su imagen final…

¿Lo ves?La ortografía es el talón de Aquiles de miles y miles de escritores. Todos

cometemos faltas, pero hay que intentar evitarlo. Es uno de los factores quesuelen determinar quién llega a la cima o se gana un respeto y quién no. Dehecho, piensa que si uno de tus objetivos es que una editorial se fije algún díaen ti, si tu obra manifiesta ese indecoro que son los errores ortográficos…seguramente, en el remoto caso de que algún día un editor le dé unaoportunidad a tu bebé o se lo cruce en una cafetería, te aseguro que lo másprobable es que lo deseche tras leer pocas páginas (si es que soporta leer doso tres, si hay muchas faltas). Es por esto y por muchos otros motivos quedebemos cuidar nuestra corrección. La ortografía es la higiene de laliteratura: si haces muchas faltas, la gente se apartará de ti. Así de claro.No hagas que te rehúyan.

Vamos a imaginar ahora algunos casos en que supongo que todos

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haríamos una mueca de fastidio. Imagina que en tu libro favorito, en unmomento crucial y entretenidísimo, ves una falta de ortografía: ¿no te corta elrollo? Un despiste ortográfico de un autor puede romper la tensión o evasióndel lector, y cuando este intente regresar a la enajenación… tal vez ya nopueda. Por ejemplo: ¿qué dirías si en el Quijote, en caso de que no lo hayasleído, encontraras nada más empezar lo siguiente, en el momento quecomienza a narrar la historia de Alonso Quijano?:

En un lugar de la mancha, de cullo nomvre no quiero acordarme…¿No te ha dado una patada a los ojos? (Sí, también por esa estridente

minúscula, que también es una falta). Es como cuando alguien dice arradio oalmóndiga (esta última voz, por cierto, consta en el DRAE, y ha estadoaceptada sin ser notada como vulgarismo desde tiempos inmemoriales, cosaque me parece un atentado contra la humanidad, como toballa, dotor y otrostantos crímenes de la RAE, pero eso es otra historia). Por último, intentarecordar alguna de esas barbaridades que dicen los políticos y personajesmediáticos hoy en día: a mí ahora mismo no se me ocurre ningún caso, perola hemeroteca está plagada. Pues aquí la sentencia: eso es tan vergonzosocomo encontrar una falta en tu escrito, señorito (o señorita, perdone si es elcaso).

Conclusión: cuida tu ortografía. Haz por aprender a corregir tus erroresortográficos y, por encima de todo, revisa lo que escribes siempre, ve enbusca de errores ortográficos para corregirlos. En otro libro que estoyescribiendo intentaré ayudarte con esto, pero de momento te daré unempujoncito que espero te sirva de algo. De cualquier modo, empieza a tomarmedidas. Tanto si cometes muchas faltas como si no, te recomiendo quedesde ya —tira a un lado este maldito libro si es necesario— sigas todos losconsejos que puedas (o creas convenientes, dependiendo de tu desenvolturacon la ortografía) de la siguiente lista:

1. Como siempre, sé crítico con lo que lees, y analiza. Analiza,analiza y analiza. En lo que respecta a la ortografía, toma notade aquello que lees si es diferente de como lo escribes tú, ycompárate. Averigua por qué las cosas se escriben de unamanera u otra.

2. Pide ayuda a gente de confianza o a especialistas. Puede ser unamigo a quien se le dé bien la ortografía, un (ex)profesor, unprofesional (aunque cobre, a veces vale la pena), etc. Pide

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ayuda, y si es necesario que te corrijan otros, piénsalo yentrégales tus escritos.

3. Si eres un adicto a las redes sociales, empieza a unirte a gruposo a seguir hilos o hashtags de esos que hablen de ortografía. Enalgunos se habla de errores frecuentes, de dudas que vansurgiendo por la vida, etc. Seguro que te sirve.

4. Piensa en comprarte algún libro que te ayude a mejorar en estecampo. Leer y tener a mano un libro de dudas o que expliquecómo se redacta correctamente ha ayudado a grandes escritores,y eso te será útil para siempre y en muchos aspectos de tu vida,aparte del literario.

5. Ya que estamos en la era tecnológica, descárgate juegos deortografía para tu móvil o tableta. Divirtiéndose también seaprende.

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2. Puntúa

Lo siento, pero con puntuar no me refiero a poner los puntos sobre lasíes; eso lo sabemos hacer la inmensa mayoría (hay también quien no sabe,eh). Para ti, artista pretencioso, puntuar tiene que significar saber verterlas pausas y entonaciones propias del habla sobre el papel, además desaber hacer que el lector diferencie diversos niveles o usos del lenguajeen él. ¿Pensabas que solamente eran precisos los puntos en los textos? ¿Eresde esos? ¡Perdón, perdón! ¡No sabía que también ponías comas de vez encuando! Pero… ¿Y el punto y coma (ese signo de puntuación que pone elprimero arriba y la segunda abajo [ponerlo al revés es incorrecto])? ¿Tambiénlo utilizas? ¡¿Sí, de vez en cuando?! ¡Aleluya! ¡Ahora sólo te falta saberdónde lo colocas correctamente y dónde no! Confiesa: más de una vez lo haspuesto donde tu cuadrado sentido de la estética te ha vaticinado que quizá —y solo quizá— quedaría bien.

¿Ves cuántos signos de puntuación he utilizado en estas últimas líneas?¿Ves cómo los he usado? Pues debes saber que esos son sólo algunos de losmás corrientes, los más habituales. Un buen escritor, cuantos más signos depuntuación conozca, mejor. Un buen escritor debe saber qué diferencia hayentre un punto, una coma y un punto y coma, y qué diferencia hay entre lascomillas españolas (« y »), las inglesas (“ y ”) y las simples (‘ y ’) —apartede estas nomenclaturas tienen otras, pero estas son las más frecuentes—. Aveces los signos de puntuación, también llamados signos tipográficos, puedentener usos subjetivos, o similares o idénticos entre unos y otros, pero siempretienen una función, y debes conocerla. ¿Por qué? Pues básicamente por dosmotivos primarios: el primero, para corroborar que realmente sabes escribirlo que quieres y no otra cosa; el segundo, para no dar pie a malentendidos oconfusiones.

Fíjate en los siguientes ejemplos. ¿Pondrías alguna coma? ¿Quitaríasalguna de las que ya he puesto yo? ¿Simplemente cambiarías de sitio alguna?

1. ¡No la quiere matar!2. ¡¿Quieres o no quieres, joder?!3. (Con amigos que tienes mucha, mucha confianza, espero:)

Ahora vengo: me voy un momento a cagar, señores.4. Madurar o no madurar como decía mi tío es fundamental en

esta familia.

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5. Manolo no quiere saber nada de ti.6. Si esta noche no le da lo que quiere su pareja dormirá en el sofá.

He ido a matar, lo sé, y he sido un poco guarro, pero como mínimo no seme puede acusar de ser políticamente incorrecto. Lo siento, pero seguro queasí te acordarás de la importancia de las comas. Si entiendes de qué va eltema, supongo que ya sabrás por qué lo digo.

Fíjate en las diversas posibilidades de las comas en los anterioresejemplos y mira cómo cambia la cosa:

1. ¡No la quiere matar! / ¡No, la quiere matar! (En el primer casoel sujeto no quiere matar a nadie, pero en el segundo caso sí).

2. ¡¿Quieres o no quieres, joder?! / ¡¿Quieres o no quieres joder?!(En el primer caso no sabemos qué es lo que se pregunta que sequiere, pero en el segundo sí…).

3. Ahora vengo: me voy un momento a cagar, señores. / Ahoravengo: me voy un momento a cagar señores. (En el primer casovas a hacer algo muy natural, pero en el segundo lo que vas aexpulsar es algo anormalmente grande).

4. Madurar o no madurar como decía mi tío es fundamental enesta familia / Madurar o no madurar, como decía mi tío, esfundamental en esta familia. (En el primer caso se precisa cómomadurar: como decía el tío; en el segundo, el sujeto se refiere amadurar no como decía su tío, sino de manera general,imprecisa).

5. Manolo no quiere saber nada de ti. / Manolo, no quiere sabernada de ti. (En el primer caso es Manolo el que parece estarenfadado, pero en el segundo parece que es otro quien estáenfadado con Manolo).

6. Si esta noche no le da lo que quiere, su pareja dormirá en elsofá. / Si esta noche no le da lo que quiere su pareja, dormirá enel sofá. (En el primer caso quien dormirá en el sofá es su pareja,y en el segundo es al revés).

¿Ves cómo puede cambiar una cosa por una sola coma? Pues cosas

semejantes ocurren con los otros signos de puntuación. Así que ya sabes: ainformarte. Aprende cómo puntuar, que si no ya sabes lo que puede ocurrir.

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3. Cuidado con los acentos

Los acentos, aunque suelen ser utilizados mejor que los signos depuntuación por la mayoría de escritores, también de vez en cuando chirríancuando no se usan bien. Y cuidado, porque pueden chirriar tanto por suincorrecta presencia como por su ausencia.

Más de una vez he escuchado propuestas “algo” disparatadas (sobretodo por parte de mis alumnos) que sugieren la eliminación explícita de losacentos. La respuesta tiene que ver con lo siguiente. Antes de explicar, noobstante, por qué son importantes los acentos explícitos, dilucidaré esto deexplícitos: con esto me refiero a que la acentuación va implícita en el habla y,por tanto, también en la escritura. En el castellano, por ejemplo, existe unanormativa que regula cuándo escribir explícitamente los acentos sobre laspalabras, pero eso no significa que las palabras que no tienen un guioncitooblicuo sobre ellas no tengan acentuación; tienen, como todas, una sílabatónica.

Probablemente te hayas hecho la picha un lío. Te lo aclaro: por acento sepueden entender dos cosas; la primera es esa rayita inclinada que vemos aveces sobre las letras (lo que yo he llamado acento explícito, el escritomediante esa rayita oblicua, que se suele llamar en realidad acento escrito), yla otra es la pronunciación tónica —fuerte, remarcada— que hacemos oanteponemos, dentro de una palabra, sobre una sílaba frente a las demás(acento fonético).

Ahora, ¿por qué no se aceptan esas sugerencias que hacen algunos demis alumnos? No son los únicos que lo han propuesto. De hecho, si lopensamos bien, muchísimas lenguas (la mayoría) no cuentan con acentosexplícitos, y no hay problema alguno… ¿O sí? He de romper una lanza afavor del castellano y denunciar que en esas otras lenguas sin acentosexplícitos, a veces, sí que devienen problemas por culpa de no evidenciarlos,los acentos. Muchos hablantes y escritores de ciertas lenguas sin acentosexplícitos deben de aprender, de memoria, dónde recae el acento en unapalabra, cuál es su sílaba tónica, porque el acento no tiene una normativa deaclaración o dilucidación escrita. ¿No es suficiente motivo este para noquejarnos de nuestra normativa? Yo por lo menos prefiero las reglas deortografía del acento castellano antes que aprenderme cómo se acentúa cadapalabra de memorieta.

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Es verdad que sin acentos explícitos podríamos entendernos también,pero de una manera más deficiente. La lógica y el contexto serían, como entantas ocasiones, nuestro punto de apoyo; sin embargo, igualmente habríamás confusiones, por pocas que fueran. Por ello, el castellano, al evidenciarpor escrito el acento cuando la normativa lo requiere, tiene la ventaja demarcar por escrito siempre cuál es la sílaba tónica de cada palabra. Muchosextranjeros lo agradecen. Y es que estudiar las normas de acentuación no estan gran esfuerzo comparado con eso de estudiar de memoria la acentuaciónde un diccionario completo.

Dejando de lado eso de recordarte que las normas de acentuación no sontan complicadas, creo que no es necesario hacer hincapié en esto. Como entodo lo que hemos visto, los acentos también son importantes, y debes saberdónde y cuándo colocarlos. Te digo lo mismo que con las faltas de ortografía(de hecho, no respetar la normativa de acentuación conlleva evidentementecometer faltas de ortografía): si un editor viera tu texto mal acentuado,seguramente perderías casi todas las papeletas de que le diera unaoportunidad en su editorial. Y ni que decir que en el siglo XXI, si cometesfaltas de ortografía en un libro, un trabajo o en tu cuenta de Twitter, sin irmás lejos, te expones a una avalancha de burlas y rapapolvos; más aún, porsuerte o por desgracia, si eres un personaje de cierta reputación social o si tehaces llamar escritor.

Busca, como te aconsejo siempre, distintos modos de perfeccionar tuuso de los acentos: juegos, aplicaciones, grupos en redes sociales, librosdidácticos, vídeos de internet, etc. Si quieres escribir bien, aprende aacentuar bien. Es una condición sine qua non.

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4. Neologismos y tecnicismos

En lo referente a los neologismos y tecnicismos, debemos hacer un altoreflexivo. También este tipo de palabras son importantes para un escritor,pues su mal uso también es un uso incorrecto (hablando de ortografía).Intentaré ser todo lo breve posible con esto —tarea ardua—, pero si no sabesqué son los neologismos y los tecnicismos, échame una mano y no me hagashacer a mí todo el trabajo: ve al diccionario o a internet y descúbrelo por tucuenta.

Empecemos por los neologismos. Para la mayor parte de la gente, elmayor problema que envuelve este tipo de palabras es que a la primera decambio no siempre es fácil para todo el mundo reconocer o entender unneologismo (si has hecho los deberes, sabrás que la mayoría de ellos suelenser préstamos lingüísticos, préstamos de otros idiomas); luego, otra cosa essaber si realmente se ha consolidado ya como neologismo y si se puedeutilizar a la ligera, pero ahí no voy a entrar. En cuanto a lo que a ti y a mírespecta, el principal problema de los neologismos es cómo utilizarlos en laexpresión escrita, ¿a que sí? Para nosotros, los escritores, los neologismosdeben entenderse o como extranjerismos (anglicismos, galicismos,latinismos, etc., y, por extensión, cualquier tipo de préstamo lingüístico,como ya he dicho) o como palabras inventadas ex abrupto (es decir,inventadas a partir de la nada, porque a alguien se le ha antojado que talvocablo nuevo tiene que ser así, seguramente sin basarse en ningunaetimología léxica ni inspiración en nada de nada —lo que viene siendo avoleo—). Si nosotros, los escritores, entendemos esto por neologismos, yatenemos gran parte del trabajo hecho, pues la norma será a priori —insisto, apriori— la siguiente:

1. Si el neologismo, en la forma tal cual de su lengua original, alescribirlo igual en castellano, su escritura y lectura no cuadrarancon nuestras normas ortográficas y fonéticas respectivamente(es decir, que si al pronunciarlo en la lectura castellana nosonara igual que en su lengua de origen), se escribe en cursiva.

2. Si es posible adaptar la ortografía al español de modo que tantoen nuestra lengua como en la de origen se pronuncie igual,escribimos el neologismo en redonda (o sea, en letra redonda,no en cursiva).

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3. Si el neologismo es una palabra inventada sin más (por ejemplo,imagina que ahora se les empieza a llamar a los políticosineptos “pedanteros” o “sinsentidhombres”), se escribe encursiva.

4. Si el neologismo tiene su origen en una locución latina (esdecir, un grupo de palabras —dos o más, obviamente— que seusaban en latín) pero se ha adaptado a la ortografía española, seescribe en redonda. Nótese aquí que dicho neologismo, queantes era una locución (dos o más palabras), en castellano,aparte de escribirse en redonda, se escribe además como unasola palabra. En cualquier caso, si lo queremos escribir como ensu lengua de origen y en cursiva, también se puede (véase lasiguiente norma).

5. Si el neologismo es un latinismo, podemos escribirlo tanto enredonda como en cursiva. En el primer caso deberemosadaptarlo a la ortografía de nuestra lengua (“adenda” o“delírium trémens”); en el segundo caso, deberemos escribir ellatinismo tal cual se escribía en latín (“addenda" o “deliriumtremens”). Nótese también que hay locuciones latinas que no sehan adaptado con el tiempo a nuestra ortografía (es decir, queno se han querido entender como una sola palabra) y que seescriben siempre en cursiva.

Repito otra vez, que te veo venir: esto es a priori. Recuerda que unneologismo es neologismo hasta que deja de serlo. Si ahora a la RAE le dapor aceptarlo o adaptar su ortografía para incluirlo en el diccionario, con unnoventa y nueve por ciento de probabilidades el neologismo dejará deescribirse en cursiva y empezará a escribirse en redonda (pues estará“aceptado” o “adaptado”). Es por eso que algunos neologismos o locucionesla RAE dice que se escriben en redonda (por ejemplo, kétchup, récord,cruasán, currículum —este si no va seguido de vitae— o exlibris[6] —originalmente una locución latina—) y otros en cursiva (por ejemplo, jazz,spam, happy, in crescendo o de facto[7]). Cabe decir, pese a todo, que la RAEprefiere escribir en redonda los latinismos de uso frecuente en el castellanosiempre que sea posible (ahora mismo no se me ocurre ningún ejemplo queno se pueda escribir en redonda, y eso que he estado buscando alguno paraofrecértelo); en cambio, las locuciones latinas prefiere escribirlas en cursiva,por lo general.

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Sé que todo esto puede parecer un rollo (realmente lo es, no puedonegarlo), y que es un tostón bastante complicado para principiantes, pero esimportante que tengas una mínima idea (sí, te lo aseguro: esto que te estoyofreciendo es una mínima idea, lo juro por Snoopy). Pero tranquilo, no hacefalta que vayas a por hielo: no voy a calentarte la cabeza con estascomplicaciones mucho más. Lo siguiente va a ser mucho más sencillo.

Para terminar, por lo que se refiere a los tecnicismos, simplemente hayque saber que si están aceptados por la RAE (que suelen estarlo), debenescribirse en redonda. Recuerda, y acabo ya con esto, que un tecnicismo noes más que un término utilizado de manera más usual, particular, propiao específica en un lenguaje o ámbito lingüístico determinado yespecializado. Los tecnicismos suelen estar relacionados y ser más utilizadosen el habla propia de una profesión o un ámbito científico o particular, nopropio del habla estándar o coloquial. A veces son simplemente cultismos.Es por ello que no tienen nada que los haga especiales aparte de esto, ysólo se escribirán en cursiva si son algún tipo de neologismo (¡ya vuelve laserpiente que se come la cola!).

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5. Palabras inventadas: casos especiales

No te asustes, por dios, que pareces un colegial en una clase dearitmética. Lo complicado ya ha terminado. En este apartado voy a terminarmucho más rápido que en el anterior, así que tranquilízate. Vamos a hablarahora de esas palabrejas que los escritores nos inventamos cuando no existeningún término que defina lo que queremos o, cosa también muy extendida,cuando no lo conocemos —porque muchas veces, haberlos, haylos—.

Este tipo de creaciones son más propias de la literatura no divulgativa,sobre todo de la fantástica. Un buen ejemplo, si no me equivoco, serían lostérminos como dementor (que supongo que vendrá de las voces dementar ydemente) en la saga de Harry Potter, o Mordor en la de El señor de losanillos. Estos términos, al menos en cuanto a voces léxicas, en cuanto avocablos, han sido creados únicamente a partir de la imaginación de unapersona. Son palabras que en ocasiones están inspiradas en alguna base léxicaya existente de alguna lengua (es decir, derivados o compuestos), pero que,por su condición de neologismos, no están registradas en ningún diccionarioy que no se suelen aceptar en ellos.

La duda que tienen muchos escritores es cómo escribir estos términos porel hecho de ser nuevos, inventados por ellos mismos. La respuesta es simple:aunque el autor es en última instancia quien puede decidir que se escriban encursiva o entre comillas, lo más correcto y lo más común es escribirlas enredonda. La razón es sencillamente esta: por economía funcional. Para unautor de género fantástico, por ejemplo, tener que escribir estas palabras encursiva cada vez que aparecen es una tarea fútil e insustancial. No hay ningúnmotivo por el que considerar que tengan que ir en cursiva, pues se entiendeque, en el imaginarium (universo inventado, perteneciente a la ficción)creado por el autor, estas palabras son conocidas y hacen referencia a algoconocido o existente, propio de ese mundo. No obstante, eso no quita que enese imaginarium haya algún motivo por el que estas palabras deban ir encursiva (por ejemplo, porque sean neologismos que deban ir en cursiva oporque el autor lo considera pertinente por un motivo especial o tambiéninventado). En un mundo inventado todo es posible, y las leyes las pone elautor.

Si no, imagínate que en un libro de Tolkien de la Tierra Media, o en cadalibro de la saga del mago Potter de J. K. Rowling, cada palabra creada por los

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autores (por ejemplo, todos los gentilicios y topónimos o todos los nombres ymotes de los personajes) fuera en cursiva. ¿No sería farragoso?

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6. La negrita, la cursiva y el subrayado

Estos estilos o remarcas tipográficos tienen unos usos que mucha gentese pasa por el forro. Son posibles tanto con la escritura a mano como laescritura a ordenador, y, en un contexto informal o extraoficial (que noprivado), un escritor puede utilizar dichos usos como guste. Sin embargo, lanormativa recoge sus usos correctos y sus contextos adecuados, más que nadapor convención y para estandarizar y normalizar dichos usos. Así pues,intentando de nuevo ser lo más breve que pueda (las cosas que hago por ti…),voy a limitarme a dejarte una lista de las normas básicas (no todas) quedeberías respetar si no quieres incurrir en un empleo incorrecto de estosestilos.

La negrita (o negrilla) se usa:1) en los títulos, epígrafes y encabezamientos.2) en los ladillos (también llamados titulillos, son los

pequeños textos que aparecen entre el cuerpo de uncapítulo o de una columna periodística, por ejemplo;suelen ser un resumen de algo en pocas líneas o resaltaralgún dato breve e ir en letra más grande que la delcuerpo del texto) y sumarios.

3) para resaltar algunas palabras o algún pasaje especial;entre otras cosas, es una manera de remarcar algo que elautor considera importante o sobre lo que quiere que ellector ofrezca mayor atención (un ejemplo es uno de losusos que le doy yo a la negrita en este libro, cuandoquiero que algo se te quede en la retina o te llame laatención por encima del resto del texto).

La cursiva (también bastante conocida como itálica obastardilla, entre otras denominaciones):

1) como hemos visto, con los neologismos cuando seapertinente (cf. más arriba).

2) las abreviaturas de las palabras que por cualquier motivodeban ir en cursiva (“cf.” o “vid.” —de los latinismosconfere o videre—); para las abreviaturas de latinismosde uso frecuente se prefiere la letra redonda (“etc.” o“p.m.”).

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3) para destacar, remarcar o llamar la atención sobre unpasaje, palabra o incluso alguna parte de una palabra(“Yo siempre —repito, siempre— he dicho lo mismo”),Aquí entra también el uso definitorio o aclarativo (“Laprofesora no quiere que la llamemos profesora”).

4) para el uso referencial o metalingüístico; es decir, parahablar sobre el propio lenguaje (“Aprovar es incorrecto;debe escribirse aprobar”).

5) para marcar que algo está mal dicho o escrito o que esincorrecto (por ejemplo, en un parlamento de unpersonaje que suele hablar incorrectamente: “Me llamoJuanito, tengo cinco años y mi animal favorito es elcorcodrilo”).

6) para los títulos de obras, sean del tipo que sean(literarias, plásticas, audiovisuales, etc.), cuando se hacereferencia a ellas en un texto (“¿Has leído La historiainterminable?”). También cuando nos referimos a unode estos títulos, cuando incluyen dentro de ellos otrotítulo de otra obra, este se escribe en cursiva, aunquepodemos escribirlo asimismo entre comillas simples(“El otro día en clase hicimos el comentario de unartículo periodístico titulado El análisis de La historiainterminable”/”El otro día en clase hicimos elcomentario de un artículo periodístico titulado Elanálisis de ‘La historia interminable’”).

7) para las palabras que en un texto remiten a otros textos,tanto textos anteriores y posteriores del mismo textocomo textos de otros escritos, o que marcan el final deun texto (“Véase la página”, “Continuará” o “Fin”).

8) para los nombres científicos, que además suelen estar enlatín (“Hoy estudiaremos los felidae; es decir, losmamíferos felinos”, “La lycosa tarantula es un tipo dearaña”).

9) para los nombres de objetos singulares, especiales oúnicos (“La navaja Sangradora es mi favorita”).

10) para los nombres propios de vehículos (“Jasón era elcapitán de la nave Argos”).

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11) para seudónimos, sobrenombres, apodos, motes,alias, etc. (“Eduardo Manostijeras”, “JackMatademonios Giménez”).

12) para las letras en minúscula de una enumeración (osea, esas letras que van seguidas del símbolo de cierrede paréntesis), siempre que aquello que las sigue no vaen cursiva.

El subrayado:1) se suele restringir su uso al ámbito de estudio, como

técnica de resalte. Para la escritura en ordenador espreferente no utilizar el subrayado, pero para la escrituraa mano suele utilizarse con el mismo uso que sedescribe en el punto 6 de los usos de la cursiva (cf. másarriba).

Esta lista podría ampliarse muchísimo, pues los usos de estos estilos que

aquí analizamos son muchísimos y, dependiendo del ámbito en el que nosmovamos, deberemos conocerlos de manera más extensa o menos. Noobstante, aunque hay ámbitos y géneros que además tienen usos propios oespecíficos de estos estilos, para la escritura de una novela, por ejemplo, estosusos anteriores que te he especificado pueden ser suficientes en un principio.

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7. Errores frecuentes

Para acabar con esta paliza de capítulo, a continuación te daré una listamás. No es una cualquiera, así que recuérdala como si te fuera la vida en ello,porque hay mil lugares donde podrás encontrar una de esas típicas listas conlas faltas ortográficas más frecuentes, pero esta está pensada especialmentepara ti. Yo, para no romper la tradición, voy a nombrarte algunas de esasfaltas de ortografía. Catorce en total, que son las que yo creo que abundanmás en la viña del Señor. He elegido estas y no otras por diversos motivos,pero destacaré que especialmente me he decidido por lo que me sueloencontrar como profesor y lector tiquismiquis, aquello que más le duele a mivista. Abre bien los ojos:

1. Había y habían

Fuera de su uso como auxiliar (es decir, cuando acompaña a otro verbopara crear un compuesto, como en el caso de “han dicho”) y en perífrasis(“haber de” más infinitivo), el verbo haber suele utilizarse sobre todo comoun verbo impersonal. En este caso se usa en tercera persona del singular. ¡Enninguna más! Es incorrecto decir “habían dos hombres”; siempre “había”,tanto si hay una sola persona o cosa como si hay varias (“había un hombre,había dos hombres, había muchos hombres”).

2. El pretérito perfecto simple: dijisteEl pretérito perfecto simple, también llamado simplemente pretérito o

pretérito indefinido, es ese tiempo verbal que utilizamos para referirnos, conuna sola palabra, a una acción que se produjo en el pasado y que ademásterminó en él (es decir, no se inició en el pasado y continúa en el presente).En segunda persona del singular, algunos ejemplos de este pretérito puedenser amaste, cantaste, reíste, tuviste, etc. Sin embargo, el más usado, creo yo,es dijiste. Sea cual sea al verbo al que nos refiramos, en este tiempo, en suforma de segunda persona del singular, nunca lleva una “s” al final depalabra. Esto es: lo correcto es decir dijiste (y amaste, y cantaste, caíste,dormiste, etc.), y no dijistes (ni amastes, cantastes, caístes, dormistes, etc.).Esa “s” que añaden algunos al final es un pecado.

3. Deber y deber deComo verbos, el primer deber, sin la preposición de, se utiliza para

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denotar obligación (“Jose debe irse ya” es lo mismo que “Jose tiene que irseya” o “Es necesario que Jose se vaya”). En cambio, deber de, con lapreposición, denota probabilidad, duda o suposición (como en “debe de estartrabajando”, que es lo mismo que “es probable que esté trabajando” o “sesupone que está trabajando”).

4. El dichoso dequeísmoEsto si que es ya una auténtica plaga… El dequeísmo va ganando fuerza

con el paso de los años, y preocupa que especialmente en los medios decomunicación —sobre todo en la televisión— cada vez se escuche a máscharlatanes diciendo cosas como “yo sólo digo de que lo sé todo”. Sinembargo, lo que más me preocupa a mí es que cada vez lo veo más porescrito, el dequeísmo. Para entendernos: el dequeísmo es la manía de utilizarde que cuando lo correcto es utilizar solamente que. Si te preguntas si existealgún truco para saber cuándo es correcto usar que y cuándo de que, te digoque pruebes lo siguiente: detrás del verbo que no sepas si rige que o de que,sustituye este que o de que por algo; si necesitas la preposición de antes dealgo, es que de también será necesario antes de que.

Por ejemplo: “pienso algo” y “pienso que…”. Sin embargo, “me acuerdode algo”; por tanto, “me acuerdo de que…”.

5. El/la, un/una, algún/alguna y ningún/ningunaEstos cuatro pronombres/determinantes, utilizados como determinantes

(es decir, con función adjetival, complementando a un sustantivo delante deél), son los únicos que, delante de un sustantivo femenino, pueden ir enmasculino. ¡Eh, pero con una condición! Que este sustantivo femenino al quepreceden empiece por a o ha tónicas. ¿No lo has entendido? Venga, te pongounos ejemplos esclarecedores:

El/un/algún/ningún principiante entiende esto (correcto, porque elsustantivo al que preceden estos determinantes es masculino, y cuandoes así, masculino, no hay duda posible).La/una/alguna/ninguna mujer me entiende (correcto, porque elsustantivo al que preceden estos determinantes es femenino, pero noempieza por a o ha tónicas).La/una/alguna/ninguna chica me mira (correcto, por el mismo motivoque el ejemplo anterior).El/un/algún/ningún alma es el ser etéreo (correcto, porque el

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sustantivo al que preceden los determinantes es femenino y ademásempieza por a tónica).El/un/algún/ningún hacha es de fiar (correcto, porque el sustantivo alque preceden los determinantes es femenino y además empieza por hatónica).El/un/algún/ningún mujer va a creerme (incorrecto, porque elsustantivo al que preceden los determinantes es femenino pero noempieza por a o ha tónicas).

Así pues, cuando uno de estos cuatro determinantes precede a unsustantivo femenino que empieza por ha tónica, lo correcto (y obligatorio) esponerlos en masculino.

6. El infinitivo y la 2º persona del plural de imperativo no son lomismo

Odio —literalmente, y perdóname por mi sinceridad— leer o escuchar aalguien dar una orden o pedir algo con un infinitivo, como podría ocurrir con«¡Chicos, venir!». Me repugna. Me duele en el alma, que es el ser etéreo. Mehace llorar el corazón.

Cuando damos una orden o expresamos cualquier tipo de mandato opetición a alguien, lo correcto es usar el verbo en modo imperativo. Elejemplo anterior, que es incorrecto, debe corregirse así: «¡Chicos, venid!».Así que ya sabes: cuando mandes algo, la de no está de más, sino que se echade menos (como ves, ninguna erre presente en la norma que me acabo deinventar…).

7. Idos/íos/irosHablando de imperativos… ¿Cuál de las tres formas que ves aquí arriba

crees que es la correcta para mandar a varias personas que se vayan? No seaszoquete: marchaos no es una opción. Mójate.

Si has respondido idos, vas por buen camino. Si has respondido íos esque eres de los míos. Y si has elegido iros, sin embargo, es que piensas comola RAE o por alguna extraña razón que no acabo de comprender estás de suparte, cosa que no me acaba de gustar (sí, soy muy arisco, lo sé, y conformepasa el tiempo voy teniéndole más aversión a esta institución: empálenme losjueces). La cosa es que ahora mismo, por decirlo de una manera salomónica,las tres variantes son correctas. O al menos no del todo incorrectas. Esto sedebe a que la forma idos es la que suele recomendar la todopoderosa RAE, la

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canónicamente preferible, por decir algo, pero la verdad es que íos es igual decorrecta, con la pega de que se trata de un arcaísmo; la variante iros, contodo, aunque hasta hace poco se consideraba errónea, terminó por seraceptada en la normativa por esa razón que aduce la RAE cuando le da porpasarse por el forro la normativa que como gerifalte de la ortografía deberíadefender: «porque se ha impuesto por su uso extendido».

A pesar de que las segundas personas del plural del imperativo no debenllevar una d entre la raíz verbal y el morfema –os (e.g., amaos, quereos,reíos), en el caso de idos esta d ha sido utilizada durante mucho tiempo comouna refuerzo o apoyo consonántico o eufónico (lo que se dice una depentética). Pero que se haya usado por mucho tiempo o por muchoshablantes o escritores, desde mi humilde opinión, eso no significa que seacorrecto. De hecho, si iros ha sido considerada la variante menos correctahasta hace poco, idos no debería considerarse más acertada, porque esa r noes más que un cambio o evolución fonética de origen coloquial (lo que enfilología se llama rotacismo). Pero en fin, que el uso de cualquiera de estastres formas, dependiendo del argumento que se alegue en su defensa, seacomo sea (y sobre todo porque la RAE dixit), es correcto.

En definitiva: que si tienes que mandar a varias personas a la mierda, sihas entendido lo anterior y explicas por qué motivo prefieres una variante uotra si alguien te amonesta, lo digas como lo digas, puedes estar tranquilo.Sea como sea, podrás justificar que lo has hecho bien.

8. Fue, dio, des, da, etc.Es frecuente que cuando alguien escribe un verbo que por lo que sea es

un monosílabo, le ponga acento a la palabra. Pero oye, las formas fué, dió,dés, dá y similares son incorrectas, por mucho que abunden en los escritosmundiales en castellano. Lo que debes saber en referencia a esto es que losmonosílabos, en castellano, sólo llevan acento si tienen un uso diacrítico; esdecir, si sirven para diferenciar un sentido u otro de la palabra dependiendode si esta lleva acento o no. El uso del acento diacrítico no es más que esto:utilizar el acento para hacer notar al lector que no nos referimos a una palabrasino a otra. Y que sepas que si una palabra no puede confundirse con otradependiendo de si lleva acento o no, no tienes que romperte la cabeza: siguela normativa de acentuación, porque de diacríticos nada.

Para que no te escaldes el trasero buscándolo tú mismo, te dejo aquí lasparejas de palabras monosílabas que se diferencian mediante acento

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diacrítico.

de(preposición)

e.g.: «La casa de Pepe»

dé(verbo, 3ª persona del presente del

subjuntivo de dar)e.g.: «¡Que le dé lo que se

merece!»el

(artículo)e.g.: «El chico y la chica»

él(pronombre personal de 3ª

persona del singular)e.g.: «Yo soy yo, y él es él»

mas(conjunción adversativa, sinónimo

de pero)e.g.: «Quiero, mas no puedo»

más(adverbio de cantidad)

e.g.: «Quiero más, ponme másdiacríticos»

mi(determinante posesivo)

e.g.: «Mi hermano es más alto»

mí(pronombre personal)

e.g.: «Es para mí, no para ti»se

(pronombre reflexivo)e.g.: «Siempre se peina como me

peino yo»

sé(verbo, 1ª persona del presente del

indicativo de saber)e.g.: «Solo sé que no sé nada»

si(conjunción condicional)e.g.: «Si tú vas, yo voy»

sí(adverbio de afirmación o

pronombre personal)e.g.: «Sí, iré, pero no volveré»

(adverbio de afirmación)e.g.: «Se golpeó a sí mismo»

(pronombre personal)te

(pronombre personal)e.g.: «Te gusta que me acicale»

té(sustantivo, bebida)e.g.: «Te gusta el té»

tu tú

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(determinante posesivo)e.g.: «¿Tu hermano John es un

bastardo?»

(pronombre personal)e.g.: «Tú no sabes nada, John»

9. Aun y aún

Lo que diferencia estas dos palabras también es un acento diacrítico. Aunes sinónimo de incluso, y aún de todavía. ¿Te lo puedo poner más fácil?

10. Porque, porqué, por qué y por quePara entender la diferencia entre estas cuatro opciones es importante

saber dos cosas: primero, distinguir si estamos escribiendo una pregunta ouna respuesta; segundo, saber qué es un sustantivo y qué no.

Si estamos preguntando algo, lo suyo es utilizar por qué, que seríasinónimo de por qué motivo, por qué razón o por qué causa (fíjate que el quétiene acento, porque es un pronombre interrogativo). En cambio, si estamosrespondiendo, utilizaremos porque, que es sinónimo de puesto que y ya que.Es sencillo: cuando preguntamos, por qué (separado y con acento), y cuandorespondemos, porque (junto y sin acento).

Sigamos: porqué es un sustantivo (es decir, gramaticalmente es el mismotipo de palabra que casa, coche o papel), y eso se deduce a la perfeccióncuando corroboramos que tiene singular (porqué) y plural (porqués); en otraspalabras: se puede contar (un porqué, dos porqués, tres porqués, etc.). Paraque te quede claro cuándo puedes usarlo, quédate con que es sinónimo demotivo, razón o causa.

Finalmente nos queda por que. Para que tu cerebro pueda entender yalmacenar la diferencia con los casos anteriores, te revelaré que por quepuede ser lo mismo que 1) por el cual/por la cual o 2) para que. Que sepas,de todas formas, que el uso de por que es bastante inusual, sobre todo susegundo uso.

¿Que te has liado? No me lo puedo creer. Pues si es así, ponte las pilas yempieza a estudiarte esto, que son fallos de principiante. Fallos muyindecorosos. Como siempre, sin embargo, voy a echarte una mano conalgunos ejemplos, pero ve espabilando de una vez. Fíjate:

¿Por qué está iluminado de día el cielo? (puedes sustituir por qué porpor qué motivo o por qué razón).

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Está iluminado porque el sol nos ofrece su luz (puedes sustituir porquepor puesto que o ya que).Sigo sin entender por qué hay luz de día y de noche no (puedessustituir por qué por puesto que o ya que).Pues yo no logro entender que ya seas adulto. No se me ocurre ningúnmotivo por que explicarte estas cosas. Empieza a culturizarte por queno se te burlen (el primer por que puedes sustituirlo por por el cual, yel segundo por para que).

11. Donde, dónde, a donde, adonde y adóndeVeamos otro caso de homofonía (es decir, de palabras, locuciones o

expresiones que suenan igual pero que se escriben de manera diferente).Empecemos con donde y dónde. Como puedes ver, uno lleva acento y otrono. ¿Cuándo debemos escribir el acento aquí? Cuando el dónde es unpronombre interrogativo. Donde es un adverbio relativo, lo que significa queaparece después de un antecedente o haciendo referencia a uno que ya haaparecido o se da por sobreentendido (e.g., Estoy en el parque donde juegami hijo y Estoy donde juega mi hijo: en ambos casos el adverbio donde hacereferencia a parque, que es el antecedente y que en el primer ejemplo estáexplícito, pero en el segundo no). En cambio, dónde es un pronombreinterrogativo/exclamativo, y lo utilizaremos cuando preguntemos por unlugar en interrogativas directas (e.g., ¿Dónde estás?) o cuando eninterrogativas indirectas hagamos referencia a un lugar que no sabemos cuáles exactamente (e.g., No quiero saber dónde estás).

A donde es una locución relativa también, pero denota una dirección, y,por tanto, suele ir en oraciones con verbos de movimiento (e.g., Iremos adonde tú digas). La particularidad de a donde es que siempre se utilizacuando no hay un antecedente explícito en la oración. En caso de que sí lohaya, utilizaremos adonde (e.g., Iremos al lugar adonde tú digas). ¿Capisci?Muy bien. Entonces pasemos por fin al pronombre interrogativo adónde: esmuy parecido a dónde, porque ambos son interrogativos, pero adónde —como en el caso de a donde y adonde— se utiliza también con verbos demovimiento, ya que también denota dirección (e.g., ¿Adónde irás? o Quierosaber adónde irás). Como puedes observar, en ambos ejemplos se usaadónde pese a que el primero es una interrogativa directa y el segundo es unainterrogativa indirecta.

12. A parte y aparte

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A parte no es más que la unión de la preposición a y el sustantivo parte(e.g., Asistiré a parte del congreso). Por otro lado, aparte ya puede ser máscosas: un adverbio con sentido de adición (e.g., Te dice eso porque es tupadrino; aparte, sois familia), en cuyo caso puede sustituirse por además; unadverbio de lugar (e.g., Le contó un secreto aparte, alejado de todos), quepodría sustituirse por en otra parte o en otro lugar; y el verbo apartar (e.g.,Aparte eso de mi vista).

13. Solo y sóloAquí volvemos a toparnos con uno de mis temas tabú. Tabú porque si

empiezo puedo no terminar. El caso es que solo, no mucho tiempo ha, era unadjetivo (solo, sola, solos, solas) que significaba solitario, sin compañía, sinsemejantes o sin rivalidad, incluso deshabitado. Venía a decir que alguienestaba a solas. De la misma manera, en aquellos mismos tiempos, sólo era unadverbio, sinónimo de únicamente y solamente. Pero eso era en los albores dela noche de la norma iluminadora, allá por el siglo XX o la primera décadadel XXI. Luego llegó la RAE —el tema tabú— y se puso a embrollarlo todo;últimamente la RAE, desde mi punto de vista, parece que tiene más ganas decomplicar la vida que otra cosa. ¿Eres acaso uno de esos que creen que laRAE lo está haciendo todo más sencillo? ¡¿Cómo osas, por ende, leersiquiera una página de este libro?! No te lo digo por mí. ¡Es que la RAE teempalará por dedicarle tiempo a rebeldes como yo!

Bromas aparte: digo todo esto porque, como en tantos otros casos, con lareforma del 2010, la RAE no hizo más que remover las heces —no quieroresultar ordinario—. Esto es porque con esa reforma lo que hizo fue anular lacoherencia que tenía el uso de solo y sólo. Para mí, sinceramente, lo que hizono fue convertir la norma en algo simple, sino en algo simplista. Ya teníamosuna norma clara; ¿para qué tocar lo que está bien? Eso en mi pueblo se dicequerer aparentar que haces muchas cosas y de valor significativo… Podríacitar varios refranes también, pero en fin, no quiero alargarme más con miego cascarrabias.

La norma, pienso yo, está entre otras cosas para esclarecer, paradilucidar, para brindar claridad. La RAE, por el contrario, en el 2010 decretóque a partir de entonces teníamos que irnos acostumbrando a que sólo ya nollevaría acento, y que los significados que tenía pasarían a incluirse entre losde solo. ¿Cómo diferenciar entonces cuándo solo es un adjetivo y cuándo unadverbio? ¡Pues por el contexto! Es más: la RAE, en su infinita sabiduría y

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misericordia, dijo que permitiría que si el contexto no servía suficienteprecisión y claridad, podíamos poner el acento o no para que el lector pudierasalvarse de las posibles y trágicas confusiones. Y es aquí adonde yo quierollegar cuando sale el tema tabú: ¿no sería más lógico, entonces, aprenderdesde primera hora —como siempre se había venido haciendo— cuándoponer acento a solo, si lo que queremos es no arriesgarnos a confundir alpersonal? ¿De verdad la RAE tiene principios como para desear evitarambigüedades y equívocos? ¡Pues no lo parece!

¡Venga, hermano, únete al bando de los revolucionarios! ¡Sé subversivo!¡Haz como yo y sigue poniendo acento a sólo cuando es un adverbio!¡Liberté, égalité, fraternité! (Sí, ya empiezo a delirar…).

14. Etc. y los tres puntosLlegamos al final de esta lista de errores frecuentes —sí, vale, el punto

anterior quizá no era exactamente un error, por gracia de la RAE actualmente,pero no te metas donde no te incumbe—. El último error frecuente es laindiscriminación del uso de etc. y de los tres puntos («…»), también llamadospuntos suspensivos. Seré breve.

Empezaré por recordarte que etc. no se suele escribir en cursiva. Ladiferencia entre estos dos recursos, aunque a veces es discutida o a loscorrectores no les importa —hay autoridades que no hacen caso de lo queaquí te voy a explicar—, es que etc. se utiliza para marcar el final de unaenumeración que podría seguir desarrollándose, a veces ad infinitum; los trespuntos, en cambio, se suelen preferir para señalar lo que en el habla, en ellenguaje oral, sería un matiz de entonación. Este matiz tiene usos muyvariados, pero se pueden resumir con la explicación de que dejan el discursoen suspenso (de ahí puntos suspensivos). Generalmente indican que eldiscurso podría continuar, pero que el hablante, por el motivo que sea, no lotermina, bien porque se puede deducir sin problema lo que sigue, bien porquelo detiene cierto sentimiento de duda o miedo, etc.

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5Estilo

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1. Claridad

Alcanzamos ahora el capítulo en que te enseñaré, de la manera másbreve e ilustradora que me sea posible, cómo escribir con un estilo correcto yadecuado, conveniente para un escritor como tú. Lo que se dice un buenestilo, vaya. Pero, ¿a qué me refiero cuando hablo de estilo? Para mí el estilode un escritor no es sólo su forma de escribir, como lo definirían muylacónicamente algunos, sino mucho más. A mí me gusta calificar el estilo demanera mucho más pomposa —es cuestión de estilos, valga la redundancia—. Para mí el estilo es el procedimiento mediante el cual un autor haceavanzar a sus lectores. Y es el carácter con el que impregna el texto, lapersonalidad e identidad que le otorga. Es el temperamento con el que escribey con el que hace sentir y comprender.

Con todo, para mí un buen estilo —y esta es la primera lección que aquíte voy a dar— es aquel que es claro. La claridad es fundamental. Y ser claro,estimado vil lector, no es nada sencillo. Ser claro, si bien es una de lasmayores virtudes que puede ostentar un escritor, también es de las másespinosas de lograr. Sea como sea, te digo lo que suelo juzgar por claridad—yo y las mejores personalidades que conozco tanto personal comoindirectamente—. Ser claro es, sobre todo, ser breve y específico. Ahoraalgún listillo dirá: «pues tú aquí no estás predicando con el ejemplo,muchacho». Y más que te rondaré.

Tirando un poco de diccionario de sinónimos —y eligiendo por supuestolos que creo más convenientes—, te exhorto a que en tus textos seas, enprimer lugar, conciso. Cuidado: esto no significa decir lo menos posible,relatar o explicar algo de manera simplista o como si te vieras acosado porlos recortes del gobierno. Ser breve y conciso significa, en realidad, ser lomás breve y conciso que puedas sin renunciar a nada que sea necesario oque aporte calidad. Como escritor debes aprender que, al igual que las cosasse pueden hacer bien o mal, también se pueden decir muchas cosas de dosmaneras completamente opuestas: con muchas palabras o con pocas. El trucoreside en decir lo necesario, lo justo: ni más ni menos. A veces necesitarásalargarte un poco, especialmente cuando debes asegurarte de dar la impresiónque deseas, cuando tienes que calar en el lector cueste lo que cueste o cuandodebes incidir en ciertos aspectos que más adelante en tu obra serán clave. Sino es así, no te alargues; intenta acortar el texto. Tienes que aprender a

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ponerte límites, pero sin tirar de fugacidad. La ligereza, dependiendo delcaso, puede ser apropiada o no.

Así pues, en ocasiones tenemos que alargarnos con detalles,descripciones, enumeraciones o recursos porque, simplemente, nipodemos ni debemos prescindir de ellos. Eso es porque ser breve tambiénes complicado, y algunas —pocas— veces también contraproducente (nosuele ser el caso). Cada escritor es un mundo, cada obra es un mundo, y, porende, cada estilo es un mundo. Y cada mundo —y esto es ineludible ysustancial— tiene un estilo más apropiado.

El estilo es un mundo difícil, pero hay que saber jugar nuestras cartas.Ahí entra el factor de la especificación. Hay que ser preciso, y a veces elmejor aliado es la espontaneidad, pero créeme cuando te digo que la mayorde las veces tendrás que trabajar duro para ser contundente y solícito. Tienesque aprender a ser riguroso y exacto. Los detalles son buenos, perotampoco te pases si no es estrictamente necesario. La concreción y laexactitud siempre serán tu mejor virtud: el número de palabras del queprecises puede variar, pero sé crítico contigo mismo y seguro que irá bien.Mi consejo es que siempre releas lo que has escrito y te hagas preguntascomo las siguientes: ¿queda suficientemente claro lo que quiero decir? ¿Hacefalta algo más para que el lector entienda lo que deseo que represente ocomprenda en su mente, o por el contrario podría hacerlo de manera másconcisa? ¿Faltan o sobran palabras? ¿Demasiados recursos, o podría emplearalguno —más— para que la cosa quede más clara? ¿He utilizado los términosadecuados, los más precisos, ilustrativos y clarificadores?

Como siempre con la escritura, no todo es blanco o negro, y al finaldebes elegir. Debes arriesgarte, entre otras cosas, a dejar el texto de unamanera u otra en algún momento. Al final tendrás que apostar por lo quecrees que hará que tu estilo sea el mejor. Siempre habrá quien te alabe yquien te critique, pero como ya te he dicho en otra parte, el auditorio suele serquien tiene el poder de calificar y aprobar o no tu estilo. C’est la vie.

Pase lo que pase, de todas formas, intenta hacerte las preguntas que te hedicho. Perdona que no haya sido muy breve aquí, pero… Permíteme queinsista. Es por tu bien.

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2. Orden y estructura

Adentrándonos un poco en aspectos más particulares del estilo,empezaremos hablando de la estructura de tu obra. Sea una narración, unpoema o un ensayo, sea lo que sea, el orden en que cuentas las cosas esfundamental para dotar de claridad al texto, para conseguir un estilo claro. Esesencial —creo que ya lo he mencionado— que pienses de qué partes va aconstar tu obra, pero para que sea una obra buena debes seguir un orden.Toda obra debe tener un principio y un final, y entre ambos debe haberuna transición lógica y sistematizada. Eso debe ser así porque desde queel lector empieza tu escrito hasta que lo termina, las causas y lasconsecuencias de lo que dices deben estar claras y tener una razón. Loque escribas al principio debe ser por un motivo concreto, y lo que escribas alfinal también. Si no es así, es que algo has hecho mal; el motivo suele ser queo algo está mal estructurado o que sobran partes.

Lo mismo ocurre ya no sólo en tu obra como elemento global, sinotambién en cada una de sus partes. Es decir, que el principio, por ejemplo,también tiene que estar estructurado, y sus partes deben tener un orden lógicoque respondan a un objetivo. También los capítulos de una novela o de unensayo, e incluso las estrofas de un poema o los actos de un drama. Sé quetodo esto que te cuento puede resultarte algo generalizado y pocorepresentativo, pero en breve irás comprendiendo mejor a qué me refiero.

De momento, lo que te voy a pedir es que cojas tres o cuatro libros quehayas leído ya y que recuerdes bastante bien. Mejor si son libros que te hangustado, y mejor aún si te ha parecido que todo lo que te cuentan tienesentido, que no quitarías nada. Haz el esfuerzo de sentarte un rato en elescritorio y analizar cómo empiezan y cómo terminan esos libros. Pregúntatepor qué motivo tienen tal estructura (¿por qué el autor me ha contado estoaquí y esto allá y no al revés?). Fíjate en el contenido que hay entre elprincipio y el final, y, si tienes tiempo y quieres mejorar como escritor, estoyseguro de que te irá muy bien elegir un par de capítulos de cada libro yanalizar cómo los empieza el autor y cómo los termina. En ese momentohazte las preguntas clave: las que te he dicho justo en el apartado anterior, unpoco más arriba, y las siguientes. ¿Por qué crees que los autores les han dadola forma que tienen a esos libros? ¿Por qué crees que los empiezan como lohacen y por qué crees que los terminan de tal o cual manera? ¿Logras ver si

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tenían algún motivo? ¿Cuál crees que es la razón de que hayan seguido dichoorden y no otro? Este ejercicio, como escritor, deberías hacerlo a menudo,especialmente mientras lees las cosas que lees. Estoy convencido de que conesta actividad vas a sorprenderte en más de una ocasión, y, si eres listo,podrás sacarle mucho provecho.

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3. Coherencia, cohesión y adecuación

Echemos un vistazo a la coherencia, la cohesión y la adecuación deltexto. Para quien no lo sepa, se las suele llamar propiedades textuales, y son,en otras palabras, las tres grandes condiciones mediante las cuales se ve yentiende un texto, ya sea este oral o escrito. Tres condiciones, eso sí, queagrupan distintas características y atributos y que pueden ser gramaticales ono. Por favor, no pienses que te voy a soltar un rollo teórico porque quierodármelas de sabiondo. No. Te explicaré estas tres propiedades porque, comoescritor, debes asegurarte de que tu texto las posee y, sea así o no, para queaprendas cómo alcanzarlas o mejorarlas.

Comenzando por la coherencia, cabe decir que, en general, lo que te hecomentado en cuanto a orden y estructura podría incluirse en esta propiedad.La coherencia consiste sobre todo en eso —el orden y la estructura— yen la lógica de un texto. Dicho de otro modo: la coherencia es lo que haceque un lector comprenda mejor el texto gracias a cómo está estructurado y ala congruencia entre las cosas que puede leer; visto desde otra perspectiva,también podríamos decir que es la capacidad demostrada por un escritor ensu texto de saber ordenar las ideas y los temas. ¿Cómo sabemos, entonces, silos textos que escribimos son coherentes? Vayamos a la práctica: un texto escoherente, en primer lugar, si la información que ofrece responde a unaestructuración y sistematización lógicas, comprensivas y productivas, si lograser inteligible y razonado en lugar de abstruso, caótico o enrevesado; ensegundo lugar, si la unidad temática es evidente y las ideas no se desvíanhacia rodeos y digresiones innecesarios (por supuesto —poniéndome ahoraen lo peor—, si un texto empieza hablando de una cosa y termina hablandode otra completamente distinta, sin una intención o un motivo comprensible ojustificado, para nada poseerá la cualidad de la coherencia); en tercer y últimolugar, un texto es coherente, evidentemente, si no es absurdo o contradictorioen sus partes o ideas, si su tesis u objetivo argumental o descriptivo sigue unafinalidad justificada o concebible.

En relación con la cohesión, la definiré como aquella propiedad quepermite que las partes e ideas de un texto estén bien unidas e hilvanadasgramaticalmente. Un texto está cohesionado, primero, si las cosas que diceestán coordinadas y enlazadas de manera lógica con las conjunciones y nexosconvenientes y los debidos conectores textuales (también llamados

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conectores del discurso); segundo, si sus conceptos están explicados conpalabras variadas pero justificadas, haciendo uso de sinónimos y unionesconceptuales correctos; tercero, si todas sus partes —bien sean oraciones opárrafos, bien títulos, subtítulos, epígrafes, capítulos, etc.— están bienpresentadas; es decir, que estas partes, tanto visible como conceptual ysemánticamente, están correctamente divididas, lógicamente separadas —noa voleo—.

Para terminar, por lo que se refiere a la adecuación, diré que seentiende como aquello que justifica y hace apropiado para la situación oel contexto el tipo o nivel de lenguaje utilizado. Para que te quede claro: untexto —en cuanto a su lenguaje, en definitiva— es adecuado si emplea eltono, la corrección gramatical y las palabras apropiados para su ámbito deuso, su contexto real, su destinatario, el canal y el objetivo que persigue. Porejemplo, diremos que un texto no es adecuado si se dirige a un destinatario depoca edad con palabras demasiado rebuscadas o cultas, si es de carácterburocrático o formal pero presenta faltas ortográficas o vocabulario vulgar, osi se trata de unas instrucciones de un aparato tecnológico y se explicanmediante coloquialismos, con términos demasiado científicos para unciudadano de a pie o incluso con palabras mal escritas o términos de otroidioma sin que venga al caso (cosa que es bastante habitual…).

¿Puedes diferenciar ya los tres tipos de propiedades textuales? Si tucomprensión lectora es tan pobre que ya te has olvidado de qué es cadapropiedad, relee lo anterior. Si sí que lo has entendido, ahora toca queextrapoles lo aprendido cuando escribas. Para ello te daré las siguientespautas y advertencias:

1) Para que consigas escribir un texto coherente, antes de empezarintenta siempre tener bien definido qué quieres escribir (tema,tesis —si la hay—, ideas, campos, tramas, ejemplos,explicaciones y descripciones que quieres abordar, partesnarradas y partes dialogadas, etc.) y planea por dónde empezar,cómo seguir y cómo terminar. Una vez hayas terminado el texto,acostúmbrate a buscar posibles contradicciones en lo que hasescrito y fíjate en qué partes te has desviado más de tu objetivo;es decir, en qué partes has dejado de hablar de lo que pretendeshablar principalmente.

2) Para terminar con un texto bien cohesionado, reléelo analizando

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qué temas o ideas tocas en cada capítulo o párrafo y asegúrate deque cada uno de ellos tiene su tema principal y las ideas queconviene. Un truco que suele funcionarle a quienes me pidenconsejo es que al principio de cada párrafo compruebes si sigueshablando exactamente de lo que has hablado en el anterior.Cuidado: si es así, quizá tengas que replantearte donde cortar unpárrafo y empezar con otro. Si en un párrafo hablas de una idea Ay en el siguiente empiezas hablando todavía de esa idea perotambién hablas de una idea B (o viceversa), lo más normal yseguro es que hayas saltado de párrafo demasiado pronto odemasiado tarde.

3) Siguiendo con los consejos relacionados con la cohesión, teanimo, por un lado, a que te hagas con una lista de conectorestextuales (ya puedes ir haciéndola en el apartado de notas), unaque puedas tener siempre a mano y que puedas ir ampliando conel tiempo; por otro lado, te sugiero que te habitúes a escribirsiempre con un diccionario de sinónimos a tu alcance (si escribesen ordenador, seguramente te irá bien tener una página de internetabierta donde tengas un diccionario de sinónimos en línea).

4) Aparte, si no lo dominas mucho todavía y quieres asegurarte deque la presentación de tu texto es correcta y apropiada, teaconsejo que cuando termines un texto (como podría ser unanovela o un trabajo académico) le eches un vistazo a algo que yaesté publicado y que sea de fiar, que puedas estar tranquilo de queestá bien hecho. Siempre puedes compararlo con tu escrito, verqué diferencias encuentras y corroborar que la disposición ypresentación de tu escrito son las correctas.

5) En cuanto a la adecuación, no puedo invitarte a más cosas que aser coherente y conocer a quién o para qué escribes. Eso yadepende de la madurez y criterio más o menos acertado de cadacabecita.

¿Todo correcto? ¿Todo interiorizado? Quédate por tanto con que laspropiedades de un texto son como las de un menú. Fíjate en esta comparacióncon la que terminaré y verás lo importante que es conseguir que tu textoposea las tres propiedades anteriores. Imagina que en una comida hay variosplatos (entrantes, primero, segundo, postre y chupito o refresco final).

Si hablamos de coherencia, lo más sensato es que los entrantes sean lo

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primero que se sirve en la mesa y el postre y el chupito al final, teniendosiempre una bebida —o varias, dependiendo de la situación o pretensión—con la que humedecer el paladar (¿a que no ofrecerías bebida sólo cuando loscomensales han terminado y están a punto de marcharse?). Además, losplatos deberán tener una unidad temática lógica: no creo que el primer platosea un puchero montañés y el segundo una de esas insignificantes sandecesde restaurante de no sé cuántos mil tenedores, como media gamba conadornos de confeti. Con la literatura pasa más de lo mismo: no escribas uncapítulo de una novela romántica haciendo incisos y digresiones —innecesarios, se supone— sobre mecánica del automóvil o energía cuántica,ni mucho menos, si has hecho eso, acabes con un cuento infantil de diezlíneas pero con palabras cultísimas e indescifrables.

Pasando ya a la cohesión, lo más natural —dependiendo de las prisas delos camareros o las ansias de cerrar del local— es que los platos se sirvan unotras otro, con el debido tiempo de espera necesario para que el comensal nose atabale. La gente normal y corriente de este nuestro planeta Tierra notiende, por norma general, a empezar el postre de la copa de nata y chocolatecuando todavía está a mitad consumición de los canelones, evidentemente, sitiene pensado terminárselos. Pues lo mismo ocurre con un texto: no quierasempapuzar al lector con el desenlace de un capítulo de novela de accióncuando todavía no le has referido ciertas cosas indispensables.

Y ahora sí, acabamos con esto. Si quieres ganarte el favor o el afecto dealguien, por favor controla el tipo de ingredientes de la comida y los posiblescubiertos que le dejas, porque en un banquete de boda, por ejemplo, no seríanada adecuado servir solamente un kebab —o medio— por persona (¿quizámolaría?), o sacar a los comensales caramelos para cenar si no han tenido laocasión de llenar primero su estómago con algo más contundente y menosempalagoso. ¡Ah, y cuida que la comida no esté caducada o defectuosa, queno es lo mismo una buena tortilla que un revuelto para nada intencionado!

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4. Las redundancias y los palabros

Visto lo visto, en este punto voy a adoptar el rol de sargento militar y areñirte un poco, que me da mucho placercito y me relaja el cuerpo. Vamos aver: ¿eres de esos que le dan mil vueltas a todo? ¿Utilizas mil palabras paradecir una mierda? (aunque me ha dado por censurar esto un poco, perdón porel vocabulario que se intuye, pero quiero sonar amenazador y que meimagines como un tipo duro). ¡Pues aprende a cerrar la boca o, en su defecto,por lo que a tu faceta de escritor respecta, aprende a dejar de teclear con tantaansia! ¡Receloso, que eres un receloso!

Las redundancias en la literatura son pulgas. Malas. Caca. ¿Nosabes lo que es una redundancia? Yo te lo digo: literalmente, la repeticióninútil de una idea o una palabra. Sí, inútil, sí (tú no, la redundancia, digo). Esese tipo de repetición que no sirve de nada pero que te obstinas en hacer unay otra vez. ¡Ah, y cuidadito! Cuando digo redundancia digo redundancia, yno reformulación. Una reformulación es la repetición de un concepto demanera distinta, y, a diferencia de la redundancia, sí que puede serbeneficiosa.

Otro parásito maloliente de los escritores son los palabros. No merefiero a las palabras masculinas. Tampoco a las mal escritas o losvulgarismos, sino todo lo contrario: a los cultismos o palabras muyrebuscadas. Los cultismos o palabras poco conocidas no están prohibidos enla literatura (faltaría más); de hecho, son una de las bazas de los mejoresescritores. No obstante, la diferencia entre un buen escritor y uno potable sinmás a la hora de utilizar este tipo de palabras es que el primero lo hace conjuicio y por alguna razón; el segundo, en cambio, utiliza los cultismos y laspalabras rebuscadas simplemente por aparentar, cuando no son estrictamentenecesarios. Así como colándotelo de cucharita. Un buen escritor sabe cuándodebe utilizar estos términos raros o peculiares: cuando son los mejores para loque quiere expresar o de vez en cuando para darle un toque de viveza,extravagancia o atractivo al texto. Sólo en esas ocasiones. Si eres de los quellenan los textos de palabros porque sí, lo siento pero no eres un buenescritor: eres, simple y llanamente, un pedante.

Lo que nos importa ahora: ¿por qué me paro en esto? Porque lospecados de la redundancia y de los palabros son muy habituales en losescritores menos avezados o que no alcanzan cierto nivel de calidad. Si

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quieres ganarte algo de prestigio merecido, desecha esa idea errónea de quecuanto más veces explicas algo de manera diferente, mejor; y también laidea de que cuanto más raro sea el vocabulario y cuantos más palabrosutilices, más nivel y erudición consigues. Eso es mentira. Lo único queobtendrás será menos auditorio, y, de los buenos lectores que te lean, críticasmalas. No voy a perder mucho más tiempo en esto, porque si no lo entiendes,no mereces mi esfuerzo. Sólo recuerda lo siguiente, por favor: un buenescritor hace las reformulaciones justas y necesarias, y nunca atosiga conpalabros por el simple hecho de querer demostrar cuántos conoce. Un buenescritor ni es pesado ni es pedante.

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5. Las florituras

Si las redundancias y los palabros ahogan al lector, al buen lector loaborrecen las florituras. Son otra calamidad de la literatura, un defectobastante asiduo en el estilo de muchos. ¿Por qué? Porque las florituras sonadornos innecesarios (como puedes ver, en la literatura, especialmente enlo referente al estilo, muchas de las aberraciones —no sólo deprincipiantes— son las cosas innecesarias). Las florituras son adicionesque sobran. Hay que ser precavido con las tentaciones de dejarse llevar porel placer de endulzar el texto: una cosa es darle un toque dulzón a tusescritos, y otra muy distinta es convertirlos en una bomba pegajosa eincómoda, en un chorro descontrolado que termina siendo cargante y molestoy que al final lo único que provoca son indigestiones.

¿Cuáles son esas florituras tan irritantes? Las florituras que másahuyentan a los buenos lectores tienen que ver con los adjetivos, esoscalificadores que muchos han bautizado como el azúcar o la sal de las letras.Me parece algo flagrante que los adjetivos ornan el texto, pero todo tieneun límite. Además, la función de un adjetivo no debe ser únicamente la deornamentar, sino también, a ser posible, la de extender o añadir unsignificado preciso o constructivo. Es odioso estar leyendo un libro en el querenglón sí, renglón también, hay siempre un adjetivo al lado de cadasustantivo. Y ni que decir de los que en vez de un adjetivo insisten en ponerdos o más, esos que si pudiesen pondrían una docena de adjetivos tanto a laizquierda y la derecha de una palabra como encima y debajo.

Pero bueno, el fusilamiento indiscriminado de adjetivos no es la únicafloritura detestable: otro ejemplo de florituras son las largasenumeraciones de descripciones obvias pero que el escritor quiereembellecer porque sí, porque él lo vale, tanto como su ingeniosidad se lopermita. Soy testigo de pretendidas descripciones que no son más queconatos de acicalamiento superfluo, interminables enumeraciones,comparaciones y metáforas que se prolongan hasta una página entera. ¡Unapágina entera! ¡Sí! ¡Por los dioses! No puedo asegurar haber leído floriturascomo esas de más extensión, porque cuando veo que alcanzan la totalidad deuna página, directamente cierro el libro y lo doy por perdido, condenándoloal garaje.

Otra floritura bastante común en la narrativa es la manía de

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acompañar todas o casi todas las frases de un diálogo con un inciso (uninciso, para quien no lo sepa, es una oración o aclaración intercalada dentrode otra oración). Por ejemplo:

—¿Estás enfadado? —preguntó Jorge mientras lo miraba.—No —respondió Mario sosteniéndole la mirada.—Entonces no entiendo tu actitud —dijo Jorge frunciendo el ceño

—. Cada vez que me hablas me sueltas una indirecta —decía sin pararde mover los brazos—. Estoy por irme a casa —agachó la cabeza.

—Por mí bien —dijo Mario.Ambos se levantaron de la mesa.—Recuerda cerrar la puerta —dijo Mario con indiferencia.—Ya lo sé —se enfadó Jorge.—Pues ya tardas en marcharte —espetó Mario—. Yo me voy a

dormir —dijo mientras se daba la vuelta.Observa lo mucho que entorpecen el diálogo los incisos (los he

subrayado por si todavía había alguien que no entendiera que es un inciso). Yeso que he intentado que aporten algo. Pero, en cualquier caso, la cuestión noes si aportan o no, sino si lo que aportan es imprescindible. En estassituaciones, como escritor, tienes que intentar hacer que el lector vislumbrelos sentimientos y las acciones de los hablantes mediante sus palabras, quelas interrupciones del narrador sólo sean las obligatorias o productivas, nuncasuperfluas.

Hay más tipos de florituras, eh, pero creo que con los ejemplosanteriores ha quedado claro lo que quiero que entiendas: losembellecimientos son bellos hasta que por pesadez dejan de serlo.

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6. Las descripciones

Hagamos un poco de hincapié asimismo en las descripciones, venga,que todos las hacemos servir sí o sí. Si tu estilo te lleva a querer describirmuchas cosas, seguramente serás propenso a atiborrar al lector en exceso deexposiciones, semblanzas e inventarios de los que en realidad, como vengodiciendo en los otros apartados, podrías prescindir perfectamente. Muchas delas cosas que enumeras en un libro acaban siendo olvidadas por el lector a lasdos o tres páginas, a lo sumo. Sin embargo, es importante saber que lasdescripciones en sí, como muchas de las cosas que ya hemos comentado, noson malas. Las descripciones, incluso en gran cantidad, también puedenresultar fructuosas y atractivas. ¿Cuándo dejan de ser algo ventajoso? Pues,como siempre, cuando no hacen gran falta o no aportan nada sustancioso.

La verdad es que las descripciones, como tantos otros recursos, puedenser utilizadas cuando no son necesarias y a la vez ser un toque agradable o deesparcimiento. Eso no lo puede negar nadie. Son una de esas técnicas que losescritores nos podemos permitir por el simple placer de disfrutar con ellas,siempre y cuando seamos cautelosos y no hostiguemos sin miramiento. Eltruco está en no entorpecer demasiado el texto.

Del mismo modo, otro problema que pueden ocasionar lasdescripciones o las largas exposiciones es que a veces saturamos el textocon mucha información. De nuevo, debo decir que la informaciónabundante y no estrictamente necesaria no tiene por qué ser algo malo. Queno te engañen: todo buen escritor informa en abundancia a su auditorio, loque pasa es que hay informaciones que son importantes (y por eso el buenescritor reincide en ellas de diversas maneras, a veces sin que nos demosmucha cuenta) y otras que no lo son tanto (son esas informaciones odescripciones que a veces despistan o abruman al lector novato o al que sóloquiere ir al trapo, pero que en sí no tienen por qué sobrar).

En realidad, las descripciones, como los adjetivos, son parte delcondimento de una obra, y en ocasiones son los lectores —permítaseme estacrítica totalmente personal y subjetiva— los que no saben leer. Hay veces enque los lectores se quejan de que en una obra hay mucha información y queno se pueden quedar con todo, que olvidan una gran cantidad de lo que leen.En mi defensa y la tuya, ya que ambos somos dos pobres escritores sinmuchos protectores, diré que si a veces nos extendemos con informaciones

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un tanto largas y que luego el lector no recuerda, es porque esasinformaciones —que suelen ser descripciones— no son tan importantes comopara que el lector tenga que recordarlas obligatoriamente. Seguramente lo queaportan tiene más que ver con la sensación que dejan que con la informaciónque contienen. Como escritores, sabemos que cuando queremos que el lectorrecuerde alguna cosa, debemos insistir, y lo hacemos. Si no es así, es poralgo. En consecuencia, y ahora sí que pongo la mira sobre ti, artistapretencioso, lo que debes tener en cuenta es que las descripciones pueden serpasajes agradables e importantes de un texto, pero que debemos medirlas condiscreción y sensatez. Como todo, tienen que tener un propósito.

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7. Las metáforas y las comparaciones

Hay gente que alaba a los que escriben con muchas metáforas ycomparaciones. Puede ser porque les gusta lo poético, porque estos dosrecursos les hacen entender mejor el texto, porque a menudo proyectanimágenes que son dignas de una buena pintura, porque pueden encerrarreflexiones o encontrar detalles que de otro modo no verían, porqueproporcionan a la narración regustos y relumbres que por el contraste definenmejor lo que con adjetivos puede resultar obvio, recurrente o demasiadotrillado, etc. Sea por el motivo que sea, lo que quizá te importe más es cómoproveer a tu texto de metáforas y comparaciones dándole un estilo singular,auténtico, original y para nada rebuscado. Algo chula, vaya.

El dominio de estos dos recursos es una de las virtudes de los mejoresescritores, fundamentalmente de los narradores de novelas y de los poetas.Alguien que domina estas dos técnicas y que asombra y atrae con ellas puedeconsiderarse, desde mi punto de vista, un buen escritor. Pero este arte, comotodos, es arduo de controlar y cultivar. Lo más probable es que comoescritor necesites abrir tu mente a muchos focos de inspiración y quetengas que leer en gran cantidad para aprender los mecanismos quehacen que las metáforas y las comparaciones sean de calidad. Así mismo,también es bastante probable que te cueste hacerlo, incluso que sólo unade cada tantas veces logres algo bueno, algo estimable y encomiable. Aunquesuene deprimente, la verdad es que muchos escritores llegan a la tumba sinaprender a dominar este arte. Yo, con lo que mi dudosa experiencia mealcanza a promulgar, intentaré decirte cómo hacer metáforas y comparacionesdecentes.

En primer lugar, debes saber que una metáfora es una figura retórica queconsiste en nombrar o explicar algo sin llamarlo por su nombre o sin laspalabras más evidentes y objetivas. Lo que tienes que hacer es crear unsímbolo, algo que trace una conexión entre lo que realmente quieres decir ylo que realmente estás diciendo. Tienes que hacer que el lector, mediante lametáfora, logre entender o vislumbrar aquello a lo que te refieres sindecir a qué te refieres por su nombre. Para ello te aconsejo que pienses aqué situación o sentimiento te recuerda lo que quieres describir, y que luegoencuentres las palabras apropiadas para que la metáfora —es decir, elsímbolo— haga pensar al lector en lo que podrías haber dicho de manera

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simple y llana. Por ejemplo: ¿por qué crees que los poetas suelen llamarleperlas a los dientes? Pues porque ambos comparten características similares:la blancura, la suavidad, la apariencia de liso, etc.

Una metáfora con consistencia es aquella que sin duda evocará al lectorlo que podrías haberle dicho con palabras más sencillas y desapasionadas. Tesugiero que para conseguir una buena metáfora sigas los dos pasossiguientes: primero, que pienses en los cinco sentidos, cómo puede haceralguno de ellos que el lector represente el objeto o la sensación que estásnombrando simbólicamente; después, que pienses en situaciones quepuedan evocar también las imágenes, sensaciones o sentimientos quequieres expresar. Ponte un poco a prueba: si quieres decir, por ejemplo, queel pelo de un lobo amenazador es de tal o cual forma, piensa en cómo tuscinco sentidos podrían aludir a él tal y como tú quieres que el lector losrepresente o defina; después, si quieres que el lector empatice y sienta eldolor que notarías cuando un lobo como ese te mordiera, piensa en qué cosaspodrían producirte ese dolor. Inténtalo sin hacer que el lector reproduzca ensu imaginación nada que ver con un lobo, con un animal ni con los colmillos.Intenta que el lobo y el dolor de su mordisco estén relacionados lo menosposible con aquello a lo que alude tu metáfora. Que la metáfora no aluda a unanimal —como lo es el lobo—, por ejemplo. Que no aluda al dolor físico —que es lo que te produce una dentellada—. Las mejores metáforas, pues,son aquellas en las que el símbolo es completamente distinto de lo querealmente representa.

Y si una metáfora debe alejar el símbolo de la realidad, la comparación,en cambio, puede no hacerlo tanto. Sin embargo, en definitiva, son lo mismo.Lo que las diferencia no es más que la manera en que se introduce el símbolo.Con una metáfora, por ejemplo, decimos que el pelo del lobo «era un bosquede lanzas de carbón»; en una comparación, el pelo del lobo «era como unbosque de lanzas de carbón». Si te fijas, lo que las distingue, en este caso, essolamente una palabra. Y ahí radica la diferencia: en la metáfora el símboloreemplaza a la realidad, pero en la comparación los confronta, losequipara.

Ahora bien: ¿hay algo que haga mejor el uso de una metáfora o de unacomparación? Yo diría que sí. Una metáfora, a mi juicio, es la que nosaleja más de lo descrito, la que nos transporta a otro plano, y unacomparación es la que no quiere que olvidemos de qué estamos

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hablando, la que no nos suelta la mano y nos mantiene pegados a la realidad.¿Cuándo utilizar una u otra? Yo diría que depende de cuánto, en qué medida,quieres que tu lector se desapegue de lo real y caiga o no en una imagen osensación ajena a lo que objetivamente describes o aludes. Aunque sólo laspueda diferenciar una o pocas palabras, ambas tienen un poder inmenso si lassabes utilizar. Lo importante, como siempre, es lo siguiente: no intentescolarle al lector una metáfora o una comparación si no tienen sentido ono es conveniente, y, por supuesto, si la metáfora o la comparación nologra simbolizar y evocar a la perfección la realidad; en ese caso mejor nolas utilices. A veces no hacen más que interrumpir o distraer al público de lahistoria o del poema. Ten cuidado para no dejar de engancharlo con recursosque no son necesarios o no aportan nada. Un buen escritor, en conclusión, escómo un buen compositor: sabe cuándo es conveniente que suenen ciertasnotas, cuándo alargar o repetir una melodía y cuándo dejar que el silenciohable por sí solo.

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8. La diversidad de recursos

Este es uno de esos momentos en que tú, vil lector, me injurias y memaldices por agobiarte y azuzarte para que te culturices. Y es que si quieresconseguir que tu estilo sea —aparte de bueno, correcto y cautivador—también variado, llamativo, original e interesante, te aliento a que aprendasalgo de poesía. Seas poeta o no, los mecanismos y el funcionamiento de lospoemas pueden suministrar a tu prosa un toque mágico y fascinante, unaire fresco, inusitado y portentoso, como mínimo curioso.

No, no voy a pedirte que te conviertas en un lumbreras de la métrica y lacomposición de versos —cosa que, por cierto, tampoco te iría nada mal—. Loque quiero que hagas es que vayas a cualquier manual de poesía o a la divinay santa red internauta y que le eches un ojo a los distintos tipos de recursospoéticos. Quiero que busques una lista de figuras retóricas. Sí, aquellosmisterios y palabras inexplicables como pueden ser la hipérbole, la antítesis,la sinécdoque o la anadiplosis. Tal vez seas de los que alguna vez hanpensado que se trata de medicamentos, enfermedades o especies extintas dedinosaurios, pero estas figuras literarias, para ti, que aspiras a convertirte enun escritor virtuoso, son las puertas al cielo, a la perfección y a la elegancia.Una vez comprendas cómo funcionan unos cuántos de estos recursospoéticos, te sentirás como un magnate que tiene a su disposición todo lo queantes te embelesaba y embrujaba al entrar a tu tienda preferida.

Enseguida que puedas, por tanto, te aconsejo que en el apartado de notaste hagas una lista, al menos básica, de los recursos poéticos (o figurasliterarias, si prefieres llamarlos así) más utilizados. Mejor si pones ejemplos,que siempre son más ilustradores que las definiciones.

Las figuras literarias, en este sentido, debes entenderlas no comorecursos para componer únicamente poemas, sino como instrumentos paraamenizar y enriquecer también la prosa. No voy a detenerme mucho en esteapartado, pero te diré que lo mejor reside en la pluralidad, en laheterogeneidad de formas de escribir, y que cuantas más técnicasdomines, menos aburrirás a tu público. Deja de emplear siempre losmismos procesos semánticos y sintácticos y renueva un poco tu abanico deherramientas y ases.

Mira, voy a ponerte un ejemplo. Voy a inventarme un texto simple y

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luego lo reescribiré haciendo servir algunas de las figuras literarias quepodrás encontrar por doquier cuando te informes. A la vez, cuandocomprendas la diferencia entre la primera y la segunda versión del texto, teanimo a que cojas alguno de tus escritos —si no has escrito nada todavía,prueba a hacerlo con cualquier pasaje o fragmento de una novela al azar— yhagas lo mismo: intenta incluir en ellos al menos cinco tipos distintos defiguras literarias. Pero que el resultado no te obnubile: en prosa, las figurasliterarias conceden calidad, variedad y frescura al texto, pero debes utilizarlasesporádicamente y con precaución, porque también exigen del lector unmayor nivel de comprensión lectora y lo hacen detenerse con más frecuencia,y nunca, nunca querremos que un lector se despiste o se aburra, ¿verdad? Telo digo porque te conozco y enseguida te subes a la parra. Pero bueno, fuerarollos. Aquí el ejemplo. Fíjate:

La anciana salió de la cabaña cuando más frío hacía. En el cielolas nubes eran altas. Abrumadoras, parecía que pronto traerían lluviasy truenos a la montaña, especialmente en las partes elevadas, dondevivía la mujer. Ella, como todos los días, había cogido su cesta y sehabía abrigado con su manto con capucha, y en breve, si el vientocontrario se lo permitía, estaría recogiendo ramas y setas del prado delas flores.

Su hijo, Moisés, la acompañaba fiel e inexpresivo. El vendavalempujaba a dueña y seguidor como el soplido violento y enojado de ungigante, pero las ramitas de su querido prado eran necesarias paraencender la leña en el hogar, y, sin las setas y sus propiedades, laviejita no podría conciliar el sueño que tanto le costaba cazar. Además,en el prado había flores, como su propio nombre indicaba, y la anciana,sin flores, sentía que su casa perdía color y la muerte la amenazaba consu negrura.Ahora voy a reescribir el mismo texto utilizando un puñado de figuras

retóricas aparte de las que ya hay, si es que mi quemado cerebro me ayuda ailuminarte:

La anciana salió de la cabaña cuando más frío hacía. En el cielolas nubes eran altas, muy altas (repetición), tan altas como la propiadivinidad (comparación). Abrumadoras, lluvias y truenos a la montañaparecía que pronto traerían (hipérbaton), especialmente en las parteselevadas, donde vivía la mujer. Ella, como todos los días, como todas

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las noches (paralelismo), había cogido su cesta y se había abrigado consu manto con capucha, y en breve, si el viento contrario se lo permitía,estaría recogiendo ramas y setas del prado de las flores.

Su hijo, Moisés, la acompañaba cual perro amigo (comparación) ycon un rostro pétreo (metáfora). El vendaval empujaba a dueña yseguidor como el soplido violento y enojado de un gigante, pero lasramitas de su querido prado eran necesarias para encender la llama(metonimia) en el hogar, y, sin las setas y sus propiedades, la viejita nopodría conciliar el sueño que tanto le costaba cazar. Además, en elprado habitaban flores (personificación), como su propio nombreindicaba, y la anciana, sin flores, sentía que su casa perdía color y lamuerte la amenazaba simpática (antítesis) con su negrura vociferante(sinestesia).¿Ves la diferencia? Evidentemente, en la segunda versión

probablemente se hace engorroso encontrar tanto recurso poético, y es por loque te he dicho más arriba: una figura literaria de vez en cuando ameniza,pero muchas seguidas pueden estorbar al lector e incluso cansarlo, aunque leguste y quiera continuar la lectura. Las figuras literarias pueden enriquecer eimpresionar, pero también pueden molestar o interrumpir. Pero oye, úsalas.Con mesura y templanza, pero úsalas. ¡Di sí a la diversidad!

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9. Los principios y los finales

Para ir cerrando este capítulo, te confieso que he dejado algo muyimportante para el final. No me critiques por haberlo decidido así, porque losfinales son muy importantes. Tanto —¿casi?— como los principios.

Muchos discuten y se desmadran por defender qué tiene más peso, si unprincipio o un final. Yo, que soy mucho de poner paz aunque no te loparezca, creo que ambos poseen la misma importancia, pero de maneradistinta: cada uno tiene su función. Un buen principio sin un buen final no daun buen libro, y un buen final sin un buen principio tampoco. A todos nosgusta empezar una lectura que desde la primera página nos enganche, queguste desde el minuto uno, pero también nos chiflan y se nos graban en elalma los libros o relatos que, por su final, nos conmueven, nos sorprenden onos dejan con las ganas de que la cosa no hubiera terminado ahí.

¿Cómo conseguir un buen principio? El inicio de un texto es muyimportante, sí, y no me refiero sólo al inicio de los libros: también a losinicios de los capítulos, a los de todos ellos. Presta especial atención a losprimeros párrafos. Piensa en cómo te gustaría empezar una aventura que teatrape: ¿con un despertar aburrido o con un levantarte de la cama conhormigueos y mariposas ya en el estómago? Un inicio, para mí, tiene dosfunciones muy significativas: primero, es como una carta depresentación, y cuanto más poder de atracción posea o más interés ointriga provoque, con más seguridad hará que el lector nos perdone losmomentos en que no demos muy bien la talla, nos pasemos un poquitínde aburridos o —voluntaria o involuntariamente— pongamos a pruebasu paciencia. En segundo lugar, un inicio bien debe adivinar ya —almenos un poco— el tema del que vamos a hablar a lo largo de toda laobra, bien debe empezar la preparación, breve o duradera —esodepende ya del autor—, para un giro o desenlace de trama. Así pues, miconsejo es que empieces, por ejemplo:

1) con algo que sea ya impactante aunque no haya contexto previo;2) quizá te convenga, vistos los gustos de hoy en día, empezar con

un momento de tensión, con un conflicto en un momento difícilo crucial o con un problema in medias res; que el conflicto o eleje principal de la obra asome ya la cabeza;

3) deja entrever lo mucho que le espera al lector a medida que

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avance en el texto;4) con un texto que suene bien, con eufonía;5) con algo que haga pensar al lector, como sentencias o palabras

contundentes, con algo de carácter o apariencia proverbial y queimpacte tanto al lector que se acuerde de dichas palabrasdurante mucho tiempo;

6) para los capítulos o alas de una obra, así como para los poemas,muchos empiezan con citas o extractos significativos de otrasobras o celebridades entre el título y el escrito, citas cuyocontenido pueda relacionarse con lo que las sigue (sin embargo,esto también es arriesgado, pues en ocasiones produce un efectopedante o innecesario).

Del mismo modo, te aconsejo que no empieces…1) hablando en exceso del tiempo atmosférico que hace en la

narración o describiendo ampliamente un entorno (a veces estoscomienzos son muy buenos, pero debes tener una buena excusapara empezar así, y las palabras deben calar, no ser típicas;suele ser mejor no empezar con situaciones o descripciones decosas corrientes o cotidianas, pero, ¿quién sabe? A lo mejor vay te sale bien);

2) presentando a muchos personajes (los personajes deben irapareciendo poco a poco con el fin de que el lector los vayaasimilando y se vaya familiarizando con ellos gradualmente);

3) contándonos mucho del primer o de los primeros personajes (aligual que arriba, a cada personaje lo tenemos que ir conociendopaulatinamente; no describas ni caracterices de sopetón a nadiede manera excesiva);

4) con exposiciones o explicaciones pasivas (mejor que haya unpoco de acción y velocidad, para que el lector se sumerja desdeel primer momento en algo que tiene movimiento y viveza);

5) con saltos en el tiempo amontonados;6) con insinuaciones o textos crípticos o muy enigmáticos que no

pongan en relación la trama hasta bastante más adelante.Un principio, pues, debe ser bastante claro. Puede encerrar misterios y

detalles que en un futuro puedan ser chocantes cuando el lector los recuerde,pero lo fundamental es que el lector entienda qué está pasando y que sepa

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dónde está, que pueda visualizar la narración como una escenacinematográfica. Que el lector pueda representar desde el principio unaimagen y que sea capaz de ponerla en movimiento es lo más recomendable.En este sentido, si por el motivo que sea decides empezar tu texto con algotranquilo o sin mucha acción, o con algo un tanto oscuro o enigmático, notardes en darle caña a la trama. Piensa que los principios, también losprimeros párrafos de cada capítulo o escena, tienen que ser la gotita de mielque embelese a la presa y le haga desear leer más.

Del mismo modo, los finales tienen también que dejar huella. Para ello,la clave última consiste en no permitir que el lector se imagine el finalantes de llegar a él. Sé impactante, que los finales deben ser chocantes.Algunos consejos para buenos finales:

1) que conmuevan al lector, que le toquen la fibra sensible o que leremuevan sentimientos en el alma;

2) que presenten un giro final o sorpresa de última hora;3) que le den al lector algo –y sólo algo– de lo que seguramente

haya estado esperando desde tiempo atrás (si el final esdemasiado previsible, el lector puede quedarse con ganas dehaber terminado con algo más de lo que ya sabía que iba apasar);

4) que sean dinámicos (evita esos finales de «y al final todos fueronfelices –o desgraciados– y comieron perdices», máxime cuandote dedicas a relatar y describir esa pasividad; mejor deja que ellector imagine a su manera cómo transcurre o continúa lo que sedice que ocurre en el término de una obra);

En este sentido, cabe reflexionar si a tu obra le conviene terminar conun final tajante o con un final abierto. Los finales tajantes deben ser eso,tajantes: deben dar una última bofetada o sacar una sonrisa final que dure, ycuando digo que dure es que dure, días o semanas, o meses o años si es queeres tan bueno, pero que dure. Si un lector se queda con un final que le hagustado por mucho tiempo, eso significa que no era un final cualquiera. Demanera similar, si decides terminar con un final abierto, lo que debe durar ypermanecer en el lector es lo que vulgarmente llamamos una comida de tarrodel copón, un no parar de imaginar posibles conclusiones para lo que hasescrito; si el lector, tras terminar tu escrito, va descubriendo puertas que hasdejado abiertas a la interpretación, eso es que lo has hecho bien. Es más:

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cuantos más desenlaces pueda imaginar y cuanto más se prolongue sucavilación, más orgulloso puedes estar de que has dado en el clavo.

Para terminar, no querría cerrar este apartado sin comentarte que, en losúltimos años, está a la vista de todos, tanto los críticos y los especialistascomo los menos versados alaban y prefieren un tipo de estructura que conectalos principios y los finales de maneras más especiales. Estas estructurassuelen llamarse de ring-composition o, como se las conoce mejor encastellano, composición o estructura cuadrada o circular. Consisten en crearvínculos de reflexión (en todos los sentidos de la palabra) entre elementos opuntos del principio y del final.

Ejemplos de esta estructura son terminar la narración en el mismo lugarque empezó, con una idea que se planteó al principio, abriendo un misteriorelacionado o derivado del que en el primer momento se expuso, etc. Estetipo de estructuras, cabe decirlo, dan mucho juego a una obra, no importa sibreve o extensa, pues lo que consiguen es plasmar un eterno retorno, unavuelta desde el final del escrito hasta el inicio, de manera que todo él seconvierte en un círculo infinito. Esto hace que las interpretaciones y lasconclusiones tengan una conexión especial y a veces imperecedera,inagotable. Podríamos detenernos mucho en este asunto, pero, por desgracia,todavía hay que hablar de muchas cosas más. Sea como sea, siempre puedesinformarte un poco más por tu cuenta y planear una de estas estructuras oconexiones principio-fin para tu obra. Si lo haces correctamente, estoy segurode que tu título adquirirá mayor valor. No seas vago ni temeroso e inténtalopor lo menos, vislumbra si serías capaz.

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10. ¿Y lo que queda en medio?

Terminaremos este capítulo pensando en aquello que muchos descuidanal centrarse en los principios y los finales: el desarrollo de la obra. No hedicho ninguna mentira. Hay quien se obstina tanto en crear un inicio y un finde escrito tan buenos y alucinantes que desde el primero hasta el segundo loúnico que consiguen es un paseo tonto, una mera transición laxa: la flojeralos vence. Y ten cuidado: por muy bueno que sea un principio, si lo que losigue es débil y disoluto, si no engancha, el lector nunca descubrirá si el finalera mejor.

Para lograr un buen desarrollo de obra, un escritor, como te he dicho enotra parte ya, debe haber preparado y seguido unos objetivos: como ya sabes,todo tiene que tener un porqué. El avance en la lectura debe ser atractivotodo el tiempo, al menos casi todo, porque una obra es buena si todas suspartes son buenas. No lo olvides. ¿Cuál es la clave para conseguir unprogreso exitoso, un viaje de calidad de cabo a rabo? Desde mi punto devista, clave no sólo hay una, pero sí hay una fundamental: los arcostemáticos.

Un arco temático es la transición que un personaje o una cuestión(por ejemplo, una trama, un problema o un misterio) desarrolla desdeque es presentado hasta que aparece por última vez. Y erigir un buenarco significa dotarlo de evolución, de cambio. Imagínate de nuevo, ya queparece que lo entiendes mejor así, otro símil culinario: un pastel, desde queempiezas a cocinarlo hasta que está cocinado, cambia mucho. Lo mismo debeocurrir con el arco de un personaje o la resolución de un misterio. Esimportante que cada aspecto de tu obra vaya dando pasitos. Centrémonos porun segundo en los personajes. Si tu protagonista —por elegir alguno— noprogresa, no cambia, no logra objetivos, la narración se vuelve repetitiva,pues no hay cambio; si no hay cambio y siempre es todo lo mismo, al lectorle sobra con leer un poco de tu obra, porque sabe que todo lo que dejará deleer será igual. El lector necesita ver evolución y encontrarse sorpresas.

Con las tramas y otros aspectos de tu libro ocurrirá lo mismo. Si lo queal lector puede interesarle, por ejemplo, es que el misterio de la tumba deCarlomagno se resuelva, debes ir dándole cucharaditas de solución, deavance. Tiene que ir resolviendo el misterio poco a poco, debes ir dándolepistas por doquier, porque si lo que haces es olvidar darle su dosis periódica

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de satisfacción y/o adicción, ¡no llegará al final! ¡No te brindará su tiempo ypaciencia!

Probablemente estés pensando ahora: ¿y si lo que quiero es dejar claroque el misterio es irresoluble o que un personaje no cambiará jamás? ¿Y si miobjetivo es ese? Pues entonces sólo tienes que hacer lo siguiente: que lainmutabilidad o la imposibilidad sean atractivas, que enganchen tanto comoel avance y la revelación. ¿Cómo se consigue eso? Pues añadiendo avance yrevelación, cambio y satisfacción en los aspectos circunstanciales osecundarios, por ejemplo. Es decir: siempre tiene que haber algo que atrape ycomplazca. Imagínate que eres pintor, y que lo que más te gusta es pintarpuentes (hagamos al mismo tiempo un símil y piensa que el puente del pintores el arco recto y plano de tu personaje o trama, que es inmutable ypredecible). Si reproduces siempre el mismo puente en cada una de tuspinturas, siempre con el mismo paisaje o contexto, tu público acabará pordesinteresarse pronto o tarde. Sin embargo, si cada vez pintas un ambientedistinto tras el puente, si lo dotas cada vez con una sensación diferente en elfondo de la pintura, tu colección de cuadros puede llegar a tener un sentido,un atractivo. El truco está en la variedad. Ponla donde tú quieras, pero ponvariedad.

Acabaré dándote dos consejos para que los desarrollos de tus escritosatrapen e interesen tanto o más que sus principios y finales. En primer lugar,lo dicho: dota de variedad a tu retoño, que en tu obra se imponga el conflictosobre el aburrimiento y la pasividad. En segundo lugar, no recuerdes mucholo que ya hayas dicho si no es estrictamente necesario: no seas repetitivo yredundante.

Fin de la lección.

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6Originalidad

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1. ¿Qué es ser original? ¿Es necesario?

Tomémonos unas páginas de “relax”. Tanta teoría y tanta orden y tantaprohibición… puede ser demasiado para ti, lo sé. Abordemos, a modo dedescanso, para que a tus células cerebrales se les pase el mareo, aquellaobsesión de gran parte de artistas —no solamente literarios— y no tanartistas: la originalidad. ¿Quién no quiere ser original? Ya dijimos que seroriginal no fue siempre un objetivo para los escritores de otras épocas, peroen los últimos años parece haberse extendido una fiebre con relación a esto:la fiebre de la originalidad. Se ha convertido casi en una pandemia. Y es que,para muchos, la meta de la escritura no es más que esto. Pero me parece quetodo se debe a la falta de preguntarse un par de cosas y reflexionar sobre lacuestión. Dime, pues: para ti, ¿qué es ser original?

Pongámonos un poco ensayísticos.Si atendemos a la etimología de la palabra, original es un término que

define “aquello perteneciente o relativo al origen”. ¿Qué origen? ¿El delprincipio de los tiempos (¿de qué?, ¿de la literatura?)? ¿O el origen de unnuevo estilo, un nuevo género o una innovación cualquiera? Parece ser que looriginal es lo que va ligado a algo novedoso, ¿verdad? Lo mires por donde lomires, se me antoja que es así. Pienso que oigo y leo con demasiadafrecuencia (de parte maestros y monitores de talleres, de divulgadores,profesionales, escritores célebres, youtubers y un largo etcétera de entidades eindividuos, incluidos los que no tienen ni idea del asunto) que sería genialabrir una nueva etapa de la literatura, o marcar un antes y un después, que esote proporcionaría la etiqueta de escritor insigne y te aseguraría un pequeñosillón en el hall of fame de la memoria popular. Crear obras que devengan unpunto de inflexión en la historia de los tiempos.

Es dañinamente utópico.Esta gente cita como ejemplos a Cervantes, Tolkien, J. K. Rowling, G.

R. R. Martin y otros talentos literarios, como puede ser cualquier poeta connombre (pero no obra) conocido en cualquier rincón del planeta, autores detendencias como los de Cincuenta sombras de Grey o Crepúsculo, flores deun día que han vendido miles de ejemplares en tiempo récord o best sellers(mejor dicho, “superventas”) como el omnipresente —y, en mi opinión, porlo menos un poquitín sobrevalorado— Stephen King. Párate a pensar un

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momento en la vida, obra y trayectoria de cualquiera de estos ejemplos. ¿Quétienen ellos tan importante en relación con la literatura que tú quieras tenertambién? ¿Lo primero que se te viene a la mente es lo buenos que son en sucampo? ¿O es lo mucho que han vendido? ¿Es su fama lo que querríasalcanzar? Y, lo más importante en este punto: ¿qué tiene de original cada unode ellos?

No todos estos autores han inaugurado un nuevo estilo o género. Notodos han creado una trama completamente original. No todos han disfrutadode una fama insigne durante su vida. No a todos les ha perdurado la famacomo cuando esta llegó a su cenit. No todos siguen siendo leídos y valoradospositivamente tanto como cuando florecieron. Cierto, algunos sí, pero notodos, ¿verdad? Lo crucial, desde mi punto de vista, es que estos autores hansido únicos. Pero no originales al cien por cien. No confundas estasconcepciones. No han sido pioneros, por así decirlo, por completo. Fíjate enque G. R. R. Martin y Tolkien no han sido los primeros en abrir un géneroliterario como el suyo, ni han sido los primeros en explotar suscaracterísticas. La saga de Crepúsculo no ha sido la primera en tocar temascomo los suyos. Antes de Stephen King ya existía el tipo de novela que élescribe. Insisto, pues, en que lo importante para ellos no ha sido laoriginalidad total de sus ideas, sino la parcial, la manera en que handesarrollado sus temáticas y géneros. No han sido pioneros al cien por cien,no, pero han sido únicos.

Por tanto: ¿es necesario ser original? Yo creo que antes de pensar en larespuesta a esto, lo que tienes que preguntarte es cómo quieres ser original ycon qué objetivo. ¿Quieres ser un superventas o quieres ser un autor digno deser estudiado en universidades, como lo han sido Cervantes o Shakespeare?Es una disyuntiva fundamental que te aclarará mucho el aprendizaje quecomo escritor debes seguir. ¿Quieres quizá convertirte en un clásico de laliteratura (un Dante Alighieri, por ejemplo) o en un autor asaz reputado porsus tramas? ¿O quieres ser la comidilla de un público concreto de tugeneración…? ¿Ves? Ser o no ser original no es lo que tiene quereconcomerte, sino para qué quieres escribir, como dijimos ya al principio deeste miserable librito.

Luego ya viene la pregunta de si es necesario ser original, una veztengas claro qué clase de escritor quieres ser. Ten en cuenta que muchos delos grandes autores de la historia de la literatura no han sido originales, ni

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siquiera muchos de los actuales autores más reconocidos alrededor delmundo entero. Piensa que puedes ser muy bueno, y destacar y brillar (en elsentido más benevolente y menos tóxicamente ambicioso de la palabra), sinpretender ser original, sin que ese sea el fin de tu existencia y sin siquierallegar a serlo —original— por casualidad. Yo creo que tu meta, la más sana,prolífica, constructiva y realizadora, debe ser la siguiente: desear hacerlo lomejor que puedas e ir mejorando siempre, ir avanzando siempre, sin importarnada más. En otras palabras: ser único y ser uno mismo.

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2. Sé un escritor natural y sé único (simplemente eso)

Uno de los consejos que creo que debo darte es que intentes ser natural yser tú mismo, escribir lo que desees escribir y de la manera que quierashacerlo. Siéntete realizado con lo que haces. Las críticas e influenciasexteriores sólo deberían importarte —y créeme, es lo que te conviene— si lasaprovechas para mejorar o crecer. Tu objeto primordial no debe serpreocuparte por cómo vender más, cómo gustar más o cómo ser másinnovador; seguramente esto no hará más que destruir lo fantástico quepodrías llegar a ser. Todos estamos sujetos, ineludiblemente, a serinfluenciados, pero debes saber controlar el influjo de lo que no nazcaradicalmente en ti mismo.

Además, debes aprender a que no todo sale siempre como uno querría, yque la satisfacción personal de un escritor no debería basarse en lasatisfacción que le proporciona a los otros. A todo escritor le gusta seralabado y reconocido, que le digan que es bueno, y perseguir esto no es unpecado; ser ambicioso es importante, está bien, pero todo en su justa medida.Los mejores escritores advierten que su carrera no fue fácil, que lo que hanhecho no siempre les ha salido bien a la primera, que se han decepcionado enmás de una ocasión y han fallado una y otra vez; que no siempre han sidovalorados como querrían, que sus mejores alabanzas o reconocimientos nosiempre se han basado en los fundamentos que hubieran deseado, y que elerror y la tenacidad han sido sus mejores maestros. Esto último esindiscutible y debes guardarlo como oro en tu mente: equivocarse y serconstante es parte de la vida de un buen escritor; el fracaso enseña, y eltrabajo es la mejor garantía de obtener frutos.

La autenticidad, por ende, es una de las claves de un buen escritor. Si tededicas a imitar a los otros para conseguir escribir lo mismo que ellos, noserás tú. Quizá llegues a crear una trama o unos contenidos muy parecidos,quizá tan buenos como los de esos referentes y tan valorados y que se harántan famosos o beneficiosos económicamente como los suyos, pero no serátuyo. Aparte de que será más difícil lograr algo así, piensa que no será méritopropio. Y es que imitar está bien, pero también dentro de unos parámetrosrazonables. Por favor, no copies ni plagies, no imites con demasía. Puedes —y es importante que lo hagas como medio de aprendizaje— fijarte en cómoescribe otro, cómo desarrolla sus tesis o personajes, cómo hace sus

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descripciones, cómo sorprende o cómo hace para gustar tanto a su público.¡Fantástico, si has analizado todo esto y has conseguido mejorar con ello!

Es posible que me equivoque, pero la mayoría de autores célebres y decalidad han hecho esto, en parte por necesidad, porque no deja de ser algociertamente inexorable que unos autores aprendan a partir de otros (otrosautores, géneros, referentes, tradiciones, etc.); en parte también porque losgéneros literarios y los estilos suelen tener unas bases comunes y unosmoldes y rasgos más o menos preestablecidos, que se pueden manipular yque se pueden distorsionar en mayor o menor medida. Por tanto, que laoriginalidad no te obsesione. Simplemente sé auténtico, dale al mundo lomejor de ti y supera a tus predecesores o referentes sin plagiarlos ni copiarloso imitarlos con mala praxis; simplemente aprende de ellos e intenta ofrecer tutoque personal, cuanto mayor, mejor, pero sin volverte loco y sin pasarte dela raya.

Y, por último, no temas al cambio ni a las temporadas. Es natural queevoluciones con el tiempo, que tu estilo y tus gustos cambien, que tusobjetivos cambien, que tú cambies. También es natural que en ciertosmomentos de tu trayectoria literaria y que en ciertos momentos de creaciónde una obra tengas que tomarte un respiro, que la inspiración o las ganascesen de vez en cuando. No temas a todo este conjunto de circunstancias yvivencias: si las padeces, pretencioso lector, significa que eres tú mismo, queestás labrando tu terreno con la justa originalidad que precisas y que eresauténtico. No quieras ser otro. Sé tú mismo. Es el verdadero camino.

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3. ¿Cómo conseguir que los otros te consideren también un buenescritor?

Bueno, seguramente me dirás: “estoy leyendo esta chapuza de libro paraaprender, y el capítulo se titula como se titula en teoría para que me ayudes aser más original y tú simple y llanamente te vas por los cerros de Úbeda y tepones en plan autoayuda”. No, relájate. Ya te he dicho que ser original nodebe ser un delirio. Si lo que quieres es conseguir ser un escritor con éxito (olo que hoy se considera eso), me temo que lo que me estás pidiendo es que tediga cómo lograr que los otros te consideren buen escritor (en el sentidoactual de superventas, supongo, o algo cercano). Apuesto a que lo que mepides es que te enseñe a enganchar al lector, a asombrarlo, ¿no es así? Lo quequieres es deslumbrar y ser muy leído y valorado. Quiero pensar que loshaces sin maldad.

Empecemos hablando —con las limitaciones que esto tiene en unespacio tan breve como este— de qué hay que tener para ser como esosautores que destacan en los escaparates de los grandes almacenes, en lassúper cadenas de librerías y en las páginas web de venta de libros.

En este caso, aparte de los matices con los que podría oponerme y de laimperiosa necesidad de exigirte que te leas todo el libro con los fines quepromuevo, lo que puedo hacer es darte mi opinión al respecto. ¿Qué tienenlos autores de hoy en día que atraen al público? ¿Qué los hace tan “buenos” y“reputados”? Lo pongo entre comillas porque vamos a hablar desde el puntode vista de lograr las ventas, visibilidad y fama que tienen hoy autores comoDan Brown, Ken Follet, Santiago Posteguillo, María Dueñas o IsabelAllende. ¿Qué tienen sus novelas que los han encumbrado al éxito? ¿Quétienen de original? Ya no sólo novelistas: podríamos extrapolar y decir que,de una manera u otra, ellos tienen básicamente lo mismo que otros tipos deescritores de su nivel, como pueden ser los de divulgación, ensayo o poesía.Lo que ahora te voy a decir puede parecerte obvio, pero es así de simple, asíde evidente, ridículo y fácil de decir (no de conseguir).

(No me critiques por no tener tanto éxito como esos autores, que te veovenir. Ni mi objetivo principal es ser un superventas ni es algo tan simple delograr; no todos quieren llegar ahí, y pocos llegan. Miles de buenosescritores, incluso mejores que esos best sellers, no alcanzan ni la centésimaparte de lo que ellos, casi siempre debido al influjo de las grandes editoriales,

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los sellos omnipotentes y las marcas de caché).Centrémonos en los novelistas. Su originalidad —o, mejor dicho, su

calidad— consiste en primera instancia en su forma de enganchar al lector. Sianalizas estas obras, casi todas —como debe ser— presentan un vocabulariomuy amplio, unas expresiones y una sintaxis muy variadas pero correctas y ala vez perfectamente entendibles. No suelen dar muchos rodeos para decir loque se tiene que expresar sucintamente, y, en cambio, saben hacer que lainformación importante quede bien agarrada a la memoria y la visualizacióndel lector. Consiguen que imagine lo estrictamente necesario mediantediversos juegos y recursos buenamente estudiados y planeados, al menoshasta que los han interiorizado y se han familiarizado con ellos. No se limitana narrar, como algunos subtítulos de las películas para sordos o los audios defilmes para ciegos (o sea, eso de “se levanta”, “empieza a andar”, “sedetiene”, etc.).

La mayoría de estos escritores hacen que el lector represente lo que lecuentan no sólo mediante el narrador, sino a partir de lo que dicen suspersonajes, que aparte tienen diálogos muy bien premeditados y quecaracterizan bien por norma general, según su estilo, a cada uno de esospersonajes. Trabajan muy bien con diversos registros del lenguaje e intentaninnovar en sus tramas o, como mínimo, llegar a tocar la fibra sensible odarnos más de una sorpresa.

También se puede observar, generalmente, una fragmentación de su obraen capítulos más bien cortos, y, si uno se para a estudiar la cultura, lainvestigación y los conocimientos que profesa un libro de esos, se puedeadvertir que el autor podría haber dicho mucho más, pero que ha sabidolimitarse (o, en algunos casos, ha sido el editor quien le ha recortado la obra).No pocos autores de este tipo declaran que los originales de sus novelas eranmás largos, y que si por ellos hubiera sido, si no hubieran atendido al públicoal que se dirigen, no habrían hecho algo tan habitual como sacrificarparrafadas y parrafadas de su gusto, capítulos enteros incluso.

Estos escritores, además, suelen dedicar mucho tiempo a su obra, y larevisan muchas, muchas veces. Para la mayoría es su oficio, el trabajo delque viven (no todos, eh). Retocan sus obras constantemente. Hasta reescribenmuchas de sus partes una vez las han finalizado. Es aquello que te decía desaber elegir, de corregir una y otra vez sin parar y de aceptar que mucho de loque escribimos tenemos que sentenciarlo a que se quede relegado en un cajón

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o incluso a ser desechado en la papelera del pc.Otra cosa casi inevitable para estos autores es el hecho de que son

aconsejados y dirigidos muchas veces por profesionales de una editorial, quelos critican, los corrigen e incluso meten mano a sus textos. Casi todos pasanunos filtros muy agudos una vez terminadas sus obras y son evaluados yasesorados, en ocasiones por más de una persona, por equipos especializadosen marketing. Por eso te insisto tanto en que dejes que tus textos sean leídospor gente de tu confianza, para que aporte su crítica constructiva desde elexterior de la autoridad, y también, de ser posible, por profesionales, ya seande pago o conocidos (profesores o gente que se dedique en algún aspecto almundillo de las letras).

Entonces, ¿cómo llegar a ser como ellos? Siento mucho responderte quecon mucho trabajo, con muchísimo esfuerzo. Hacer que tu libro sea visible enlas nuevas tecnologías, en las redes sociales, tampoco va mal. Pero sobretodo, desgraciadamente, tras conocer lo suficiente el mundillo editorial yliterario, te puedo asegurar que llegar a ser un superventas es casi como quete toque una lotería. Ya no depende sólo de lo buen escritor que seas, sinotambién del factor “suerte” y, por desgracia, también del factor“influencias/contactos” más de lo que debería. Para nuestro desagrado, debodecirte que el encumbramiento de una obra a los escaparates principales delas tiendas más inmensas suele estar asimismo influenciado por quién tepublica el libro. La marca de una editorial tiene un papel casi absoluto ytodopoderoso; si no eres nadie o tu libro no es tan buen merecedor de estar enesos escaparates, no importa en el caso de que una editorial soberana terespalde.

Ellas, las más monstruosas editoriales (monstruosas en todos lossentidos), son básicamente las que tejen los hilos del destino de lossuperventas con su publicidad y su influencia, con su poder, y ahí poco sepuede hacer, máxime si eres un pobre diablo como yo. De la misma forma,más opciones también tendrás de que tu libro se convierta en best seller sieres un personaje público o conocido, cuanto más popular mejor; si es así, note preocupes por la calidad del contenido de tu obra. Para mí serás unasqueroso desmerecedor de nada, pero bueno, tú tendrás tu momento cumbre,quizá hasta en múltiples ocasiones. ¿No se te viene a la mente ningunaprincesa del vulgo o individuos a quienes les hacen sus libros cuatroesclavos? Sí: aunque sea injusto, los negreros tienen más éxito que nosotros,

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amigo.

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4. ¿Y si sólo quieres ser un buen escritor?

Si sólo quieres ser un buen escritor, sin que te importe un pepino laredacción del diario más cacique y despótico del quiosco, sin que te importeun bledo la puntuación de las insidiosas páginas web y sus estrellitas, sinnecesitar estar en todos los escaparates de la capital, y sin que una editorialsacadinero te diga que eres especial, entonces sigue los consejos que te doyen este libro y los de otras partes, aprende mucho y mejora cada día.Simplemente eso. Sé que me repito como el ajo, pero no quiero mentirte. Leetambién libros como este pero mejores (que tampoco es muy complicado) yde diversas opiniones, y haz cursos y adiéstrate en escuelas, institutos yuniversidades, que te irá fenomenal.

¿No tienes suficiente con esto? Claro que no. Me gusta que no teconformes con algo tan obvio. Venga, veamos qué cosas pueden orientarte aser mejor.

Desde mi humilde perspectiva, aunque también pueda parecerteflagrante, lo que tienes que hacer es dedicarle buenos oídos a tus lectores yabrirte a sus críticas. Ellos, por pocos que sean, son los que deben pedirtemás: eso es lo que tienes que conseguir. Piensa que tu obra es como un menú,una comida (¡cuánto tiempo sin símiles gastronómicos!). Si sólo tienes uncomensal dispuesto a ser envenenado con tu creación y al final tiene suerte yno muere, y además le encanta, buena señal. En cambio, si tienes una mesade treinta individuos esperando devorar tu novela y cuando la prueban nopueden con ella… Mala cosa. Eso sí, mira bien quién te lee: me sabe malutilizar esta expresión, pero no le des miel al burro (con el burro me refiero aun amigo o familiar que no tiene ni idea de libros… Vale, quizá… quizá mehe pasado con la comparación… En fin, ya me entiendes).

Intenta, seguidamente, conseguir más lectores, y también abrirte más almundo y conseguir más visibilidad, porque cuanta más gente te lea, máscríticas tendrás con las que aprender. Pero, ¡ojo!, crucial lo siguiente: escribesobre todo para ti. Haz algo que te guste a ti mismo. Y ahora, la clave:sorpréndete. Si puedes sorprenderte a ti, sorprenderás a otros. Esto funcionaasí. De ahí que tengas que leer y formarte mucho para que pocas cosas tesorprendan ya: entonces, cuando eso ocurra, si logras sorprender a tupretenciosa mente, ¿no crees que sorprenderás también más a otros? ¡Claroque sí!

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Mi consejo para esto último es que enfoques mejor tu punto de vistacomo narrador y como personaje literario. Cambia tu punto de vista y métete,por un lado, en la piel de ese narrador y de tus personajes, y, por otro lado,métete en la piel del lector. Un buen narrador gusta mucho a los lectores:debe ser carismático, no debe ser repetitivo sin necesidad y debe ofrecer algobueno, de calidad, con las palabras apropiadas. De la misma forma, de unbuen personaje no tienes que exponer en tu novela todas las palabras que diráa lo largo del día: deja aparte lo más obvio y pon en su boca sólo lo quepueda darle personalidad y lo que aporte argumento. En cuanto a ponerte enla piel de tus lectores, ya sabes: ¿qué podría sorprenderles? ¿Qué es lo que legusta al auditorio de tu género literario? ¿Qué les “mola”? Pon a trabajar tucabecita, amigo mío.

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7Imagen y disposición

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1. Imagen y disposición de un texto

Llegados a este punto, antes de pasar a cómo empezar a publicar tusescritos, me parece apropiado contarte cuatro cosas sobre cómo asear un pocola presentación que de ellos tienes que hacer. Ya hace casi cien páginas queempezamos esta relación de amor-odio, y como ya nos conocemos como lapalma de la mano, sé que mi deber es advertirte sobre lo importante que es laimagen y la disposición de un texto, de una obra. A lo mejor me equivoco yeres de los que hacen las cosas bien en lo que a lo anterior respecta, pero miintuición me dice que no. Al menos, no todo. Me lo dice el cariño que tetengo.

En primer lugar: en el caso de que la edición de tu obra vaya a estar acargo de una editorial o, en su defecto, de algún profesional, seguramentetodo lo que aquí voy a decirte te importará un pepino. No hace falta queaprendas cómo maquetar un texto y dejarlo mínimamente decente antes deque otro lo vea, ¿verdad?, porque si van a retocártelo y arreglártelo otros…¡Pues no! ¡Eso es pan para hoy y hambre para mañana! Como buen escritordebes saber lo que tengo que contarte. Empieza a aprender de una vez. Por silas moscas, por si los “y si”, por si los “es que al final…”. Nunca sabes si undía te tocará a ti mismo mimar la presentación de tus textos, así que hinca loscodos un rato, que no es para tanto.

En segundo lugar, especialmente si eres de los autodidactas y autónomos(me refiero a que tú te lo guisas todo y tú te lo comes, como Juan Colomo),pero, como ya he dicho, si no es así también: te interesa conocer algunasreglas y normas básicas a la hora de dejar un texto a punto para ser leído porotros. Voy a centrarme en las puestas en escena de los libros físicos y textosque, aunque vayan a ser vistos o leídos en aparatos informáticos, al finaltienen la misma apariencia. Por desgracia para algunos, esto es lo máshabitual, y es en lo que tengo que enseñarte. No me pidas milagros en menosde ciento cincuenta páginas. Sin embargo, si eres de los que escriben enblogs, aplicaciones o similares, de lo que a continuación te voy a hablarpodrás sacar asimismo algunas claves para que tus escritos terminen máspulcros y correctos.

¡Ea! ¡Vamos allá!En lo que respecta a una buena maquetación, debes saber que lo

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principal de un texto es su cuerpo, la parte gruesa —como decía unamaravillosa profesora mía, “la chicha”—. Es en ella donde va a recaer lamayor parte de la atención y tiempo de tu auditorio. Por tanto, la primeraregla es acicalar y adaptar el cuerpo del texto de manera que los lectorespuedan leerlo cómodamente y entenderlo como un todo coherente.Empieza por ajustar la fuente del texto (lo que se suele llamar tipografía):utiliza una fuente limpia y más bien seria. Olvídate de utilizar tipografíascomo las que parecen escritas a mano o simulan formas “chulas” o confiligranas. Para acertar, si no entiendes mucho de esto, elige seis o siete librosde tu biblioteca y observa qué tipo de fuentes presentan. Si te fijas, ningunade ellas parece que esté goteando ni tiene trazos similares a los de lascaligrafías de tus películas fantásticas favoritas (estoy dando por supuestoque los libros que has elegido han sido maquetados profesionalmente).

Además, observa que normalmente esas letras tienen como unaspequeñísimas —a veces casi imperceptibles— marcas o líneas horizontalesen cada una de las partes superiores e inferiores de los trazos verticales; estosuele llamarse “remate”, “gracia” o “terminal”. Elige una tipografía que tengaestas marcas. Por ejemplo: en una ele, la base de la letra es una diminuta líneahorizontal, como muy probablemente ocurra también en su parte superior,donde la gracia será más corta y sólo sobresaldrá por un lado. Estas pequeñasmarcas no son baladíes. Sirven para que nuestra mente pueda leer mejor eltexto, pues cada una de esas pequeñas marcas horizontales (a las que yo suelollamar “remates”) ayuda a que cada renglón de una página simule estarapoyado sobre una gran base recta, a priori invisible, cierto, pero presumible(es como si nuestro subconsciente dibujara las rayas de las libretas queutilizábamos en el colegio).

Luego tienes que justificar el texto. Con ello no me refiero a dar cuentade por qué es cómo es, sino a seleccionar los cuerpos de texto (los párrafos,que tienes que hacer párrafos, no lo olvides) y apretar ese botoncito osímbolo de tu programa de edición que hace que todos los renglonesempiecen tocando el margen izquierdo de la página, así como que acabentocando el derecho. Esto lo que hace es que las líneas de un párrafo, que antesterminaban escalonadas, dentadas como una sierra, terminen a la mismaaltura antes de bajar al renglón siguiente. Una vez hecho esto, el siguientepaso es adaptar los guiones.

Los guiones a los que me refiero son esos que puedes encontrar en una

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buena edición al final de cada pocos renglones de un párrafo. Muchos no sefijan en que en los libros, en uno de cada tantos renglones, las palabras estáncortadas al final por un guión, el cual las divide y baja la parte restante de laúltima palabra a la siguiente línea. Si eres avispado, podrás advertir que estono suele ocurrir en poesía: se debe a que los versos frecuentemente noprecisan del espacio entero que hay entre el margen izquierdo y derecho, porlo que partir las palabras se convierte en algo innecesario (a no ser que sea unrecurso estilístico intencionado o se trate de versos demasiado largos para lapágina en la que aparecen). De la misma manera, me complace informarte deque una vez introduces la función de uso de guiones en tu texto, el programainformático, que seguro que es muy listo si es mínimamente decente, hará ladivisión de palabras él solito. Para que luego te quejes.

Ahora bien, si no sabes cuál es el botón que tienes que pulsar parajustificar el texto después de seleccionarlo o para que aparezcan los guiones,te conmino a que te quites las castañas del fuego tú solito: búscalo eninternet. Normalmente esta función se encuentra en el menú de“herramientas”, pero cada programa de escritura tiene una forma distinta dehacer las cosas, y no pienso alargarme con estas sandeces. Sé autosuficiente ydiligente e investiga por internet; te aconsejo que busques vídeos con títuloscomo “cómo justificar un texto” o “cómo utilizar guiones en un texto”. Anda,al trabajo.

Para coronarte, recuerda que los párrafos deben tener una sangríaadecuada, no muy exagerada (si no sabes qué es la sangría de un texto,puedes imaginar qué tienes que hacer ya, ya: búscalo en internet).Últimamente se lleva la sangría muy corta, pero eso en realidad depende degustos. Así mismo, antes de acabar con este apartado te tengo queexplicar algo acerca del interlineado, que es el pequeño espacio que distaentre un renglón y otro: te recomiendo que utilices un interlineadosencillo, porque si lo que quieres es que tu obra parezca más larga y quetenga más páginas a base de aumentar el tamaño de letra o usando uninterlineado grandote, lo que vas a conseguir es que se rían de ti. Un libro nose juzga por su número de páginas, nunca. En la escritura, recuerda, eltamaño no importa, sino la calidad.

Así pues, una vez estipulada la sangría y el interlineado, solamente nosqueda hablar del espaciado entre un párrafo y otro. Esta opción te apareceráseguramente junto a las anteriores, frecuentemente en el menú de fuente tras

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haber seleccionado el texto, y es importante que sepas algo de ella. En losúltimos años, el espacio entre párrafos parece que ha ido adquiriendo unsentido de pulcritud: entre un párrafo y otro, el interlineado a veces es mayorque el restante entre dos renglones de un mismo párrafo. Sin embargo, debodecirte que esto también es cuestión de gustos: a mí me parece que elinterlineado entre párrafos —siempre que sea algo modesto— asea bastanteun texto, pero en realidad no es necesario en un texto que ya tiene sangría enla primera línea de cada párrafo.

Esto es así porque tanto la sangría como este interlineado entre párrafostienen ambos la función de proporcionar al lector la facilidad de distinguir unpárrafo del siguiente, lo ayudan a saber cuándo termina un párrafo y cuándoempieza otro. Antiguamente, al no haber posibilidad de intercalar uninterlineado entre párrafos mayor que entre las líneas de un mismo párrafo, lasangría era la que avisaba al lector de que el texto cambiaba de párrafo. Hoy,como puedes ver, ambas funciones de un programa de edición puedenutilizarse simultáneamente sin incurrir en una falta o error de maquetación,pero con que utilices sólo uno de los dos procedimientos, sobra. Pero eso sí:por lo menos uno. No utilizar ninguno es una chapuza.

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2. Las partes de un libro

Supongo que lo que te acabo de contar te habrá gustado, si no loconocías. En ese caso, lo que te voy a decir ahora te va despejar algunasdudas más, probablemente. Y, quizás, aparte va a recordarte alguno de los tanolvidados mandamientos de un escritor en lo tocante al tema de maquetación.Lo que aquí vamos a ver es cómo se divide un libro correctamente encapítulos.

El mandamiento número uno, en efecto, es dividir las obras encapítulos, subcapítulos, secciones, apartados o lo que quiera que sea lomás apropiado para tu bebé gráfico. Estoy seguro de que muchos pensaránque esto es obvio, pero te digo que no: muchos escritores olvidan dividir susobras en partes; es más: muchos de los que lo hacen, lo hacen mal. Un libro oun artículo, por ejemplo, es más comprensible si está clasificado y organizadopor capítulos o apartados, y lo mejor es hacerlos de una extensiónconveniente y lógica. Si lo que escribes es novela, debes saber que la mayoríade lectores prefiere y se espanta menos cuando el texto está separado encapítulos no muy extensos. Hacerlos muy largos, no obstante, también esposible, y nadie te lo impide, pero corres el riesgo de que el lector medio ycomún termine exasperándose por no alcanzar pronto un fin de capítulo.

De la misma forma, si un poemario es muy largo, es probable que loslectores agradezcan agrupaciones de poemas en alas o partes temáticas o dealgún otro tipo que pueda clasificarlas mediante alguna característicacompartida. Si lo que escribes es teatro, lo ideal sería que las escenas nodurasen años, y si escribes ensayo o artículo, lo mejor es que hagas apartadosy subapartados (aparte de capítulos, si procede). Todo esto ayuda al lector asituarse y representarse un esquema mental que le sirva de apoyo, paraentender cómo podría dividir una obra según se avance o se cambie de tramao temática.

Dejando esto de lado y dándolo por entendido ya, te diré que el segundomandamiento es no subrayar el texto de los títulos. ¡Nunca! Un títulopuede poseer una tamaño de letra mayor que el del cuerpo normal y corrientede un texto, puede ir en negrita e incluso en cursiva; puede estar separado delcuerpo del texto por un espacio considerable y puede estar centrado oalineado a uno u otro lado. Pero nunca un título debe ir subrayado: esantiestético e innecesario.

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En este orden de cosas, cada capítulo o ala de una obra debe empezarsesiempre en una página distinta del final del capítulo o ala anterior; en otraspalabras: cuando termines un capítulo o ala de un libro, haz un salto depágina (suele encontrarse esta opción en el menú “insertar”). Este podríaconsiderarse el tercer mandamiento. Con todo, si nos ponemos a hablar deapartados o subcapítulos (subdivisiones de un texto, en general), lo de hacersalto de página entre unos y otros ya está prohibido; entre otras cosas, a míuno de los efectos que me produce es el de pensar que te sobra el papel. Perofuera bromas: una vez dado por sentado que te importa el medio ambiente,hazme caso y créeme cuando te digo que las subdivisiones de capítulos yapartados no necesitan estar separadas en páginas distintas. Da mala imagen.

Continuando con lo nuestro, el cuarto mandamiento podría ser este:añade números de página a tus obras y un buen índice, uno claro y querefleje de verdad las partes de tus escritos (digo esto porque en ocasionesencuentro índices donde aparecen partes de un texto que en realidad no estánen el interior de la obra, y viceversa). Con los programas de edición de hoyen día, añadir números de página e índices es muy sencillo y rápido. Comosiempre, anímate y busca cómo hacerlo por internet si todavía no sabes. Teahorrará muchos dolores de cabeza. Y no sólo números de página e índice:otra cosa que queda muy bien en un texto, especialmente si es largo, aunqueno sea imprescindible, son los encabezados, que algunos aprovechan pararecordar página sí y página también quién es el autor del texto y cómo setitula la obra. Hay encabezados, no obstante, que son más útiles, porque loque recuerdan son los títulos del capítulo al que pertenece cada página o losapartados en los que nos encontramos.

Y, antes de pasar a otros temas: si lo que te estás preguntando es si lasprimeras páginas de un libro deben tener número (quizás hayas observadoque normalmente no es así), la respuesta es no. “¿Y en qué página empiezo anumerar mi libro?”, te preguntarás ahora. Pues en la primera, por supuesto.Otra cosa es en qué página empiezan a aparecer los números de página:suelen hacerlo después de esas primeras páginas que contienen las portadillasdel libro, los títulos y los créditos e información de edición (por lo que,mínimo, normalmente empiezan a aparecer los primeros números de página apartir de la cuarta; es decir, el primer número de página que se ve en un textosuele ser o el cuatro o alguno posterior). Fíjate en algunos libros de tubiblioteca.

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Finalmente, una cosilla muy breve: el índice, sí, puedes ponerlo tanto alprincipio como al final de tu libro. Es indiferente. Que no te engañen con locontrario. Sabía que te habías quedado con la duda… ¿Ves por qué hay queleer cada apartado hasta el final?

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3. Los diálogos y los incisos

Seré muy sucinto con lo que queda de este capítulo. Los diálogos. ¡Ay,cuántas barbaridades halla un servidor cuando encuentra diálogos en untexto! ¡Cuántas novelas con diálogos mal maquetados, mal escritos!

Los diálogos todavía son actualmente uno de los puntos donde másflaquean los autores. No me refiero ya a que los personajes se ahoguenhablando —cosa que pasa muy a menudo—. Estoy hablando de la sangría delos diálogos y de los párrafos que los siguen, así como también de los guionesque utilizan algunos muchos millones de autores que circulan por ahí,dañando la vista ajena. Que sepas que el primer renglón de un diálogosiempre tiene sangría. Siempre. ¡Y, eh! ¡Cuidado! Los párrafos denarración que siguen a un diálogo o parlamento también llevan sangría.Hasta hace relativamente poco no era siempre así, pero los tiempos cambian.¿Lo has entendido? Pues memorízalo. Grábalo en tu mente, pretenciosoescritor. Y ya que estamos, presta un poco de atención a los guiones queutilizas para introducir los parlamentos y hablan los personajes, esos queutilizas también para introducir en ellos los incisos del narrador: elguión que se usa aquí es el largo (—). El largo. Ni el corto (-) ni el mediano(–). Si no sabes cómo se escribe con tu teclado, ya puedes imaginar qué tetoca hacer: ve a internet y averígualo. Ya. No seas ordinario. Quedatajantemente prohibido ser pasota.

Finalmente, una cuestión que ha cambiado con los años y que muchosme preguntan: ¿cuándo se pone un punto antes y después de un inciso? Fíjateen el siguiente ejemplo:

Carlos estaba cansado –era lo típico esas noches de jueves.–Oye, Sara –dijo Carlos–. ¿No crees que deberíamos pedir algo de

los chinos? Me apetecen rollitos de primavera.

–A ti lo que te apetece es no cocinar. –Sara se había levantado

para abrir la nevera–. Hay fruta y verduras para una ensalada.–Déjalo –respondió Carlos.Sara suspiró.

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–Ya me hago un vaso de leche, corta rollos –pensó él resignado.Fíjate en los incisos que hay en los parlamentos de Carlos: el punto se

pone tras los incisos. En el diálogo de Sara, en cambio, el punto se pone trasel inciso. He aumentado el tamaño de los puntos en los que quiero que te fijesy los he puesto en negrita para que los veas mejor. La norma es la siguiente:si el inciso de un diálogo contiene un verbo dicendi o de pensamiento, elpunto de la oración cortada del diálogo se pondrá tras el inciso[8]; si el verbodel inciso no es de los anteriores (como levantarse, como en el ejemplo), elpunto de la oración que corta el inciso se pone delante de este, y el inciso seinicia con mayúscula.

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4. Portadas y contraportadas

Para finalizar, hablemos de portadas y contraportadas. Veamos: cadacubierta es un mundo y en ella se pueden hacer mil cosas, mil virguerías,manifestarse millones de estilos y se puede ser muy pero que muy original,tanto que dañe la vista o impacte desagradablemente. Parece obvio. Lo queno lo parece tanto es que las cubiertas también deben atenderse a lasexigencias de la normativa, de la ortografía (al menos, en lo que respecta acuestiones básicas, como los acentos y sinopsis, siempre que lo contrario nosea intencionado y con justificados motivos).

Lo imprescindible de una portada es: el título del libro y el nombre delautor. ¿Y el sello o logotipo de la editorial? No es imprescindible, pero sitrabajas en una editorial seguramente será algo convencional y sempiterno(excepto en ediciones especiales donde la cubierta sigue normasextraordinarias); si no trabajas con editorial, es irrelevante. Lo imprescindiblede una contraportada: nada. A ver, he dicho imprescindible. Con todo, lo másnormal y coherente es que haya al menos una sinopsis. También es frecuentey de agradecer que en la contraportada aparezca la biografía del autor (si esuno, especialmente en géneros no académicos y de varios autores) y el ISBNdel libro, si lo tiene, con su código de barras. Con el lomo ocurre algosimilar: puede no contener nada de información, pero es recomendable quepor lo menos aparezca el título del libro y, si no es molestia, el nombre delautor; ¿qué menos?

Ahora bien. ¿Y los diseños? ¿Qué te tengo que decir sobre las imágenese ilustraciones de las cubiertas? Es algo que suele preocupar a cualquierescritor. ¿Es cierto aquello de que un libro no debe juzgarse por su cubierta?Podría. Pero no debería utilizarse esta idea como excusa para defender unacubierta nefasta. Ten en cuenta, como te dirá el sentido común y cualquiercordero del Altísimo, que la cubierta es la primera imagen de tu obra, y quegeneralmente la atracción por los libros se basa, al menos en las librerías, enel amor a primera vista. Una portada atractiva es un buen método mediante elcual pescar lectores en este mar de la literatura en el que nos movemos. Perono es solamente eso. Una buena cubierta, con un diseño apropiado y correcto,dice mucho de su contenido. ¿Qué dirías de una cubierta que presenta erroresortográficos en su título o en su sinopsis? A mí me parece ignominioso, y loveo más veces de las que me gustaría. Personalmente, me echa mucho atrás.

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Y, de la misma manera, nos volvemos a encontrar con que la ortografíano es lo único importante: también la tipografía. Y los colores y loscontrastes. Y más cosas. Todo influye. Una cubierta con una tipografíainapropiada, ilegible o de poca calidad es una mala portada. No me refiero aldiseño (que puede ser muy sobrio o jugar con mil efectos visuales). Merefiero a las tipografías feas, excesivamente inmaduras o demasiadoestrafalarias. Se me viene muy a menudo, como ejemplo de mala portada,aquel tipo de libros de fantasía donde el diseño en 3D parece hecho por unniño de secundaria en clase de informática con programas de escasa calidad(pero bueno, quizá sea cosa mía). También aquellos diseños donde la imagenes una fotografía que el móvil de mi abuela habría hecho mejor, o esosdiseños que parecen dibujos escaneados con una calidad pésima y queademás no mantienen unos equilibrios de proporción.

Otro error —u horror— de las cubiertas suele ser el mal juego decontrastes entre los colores de la imagen o del fondo y el de la tipografía deltítulo y el resto de partes de texto (de nuevo, ¡presta especial precaución conla sinopsis!): un buen truco es ponerte a una distancia moderada del libro yver si eres capaz de leer el título sin problemas. Espera, no. Mejor haz estaprueba con alguien que no haya visto todavía la portada. ¿A que el letrero ologotipo de tu cadena de hamburgueserías preferida es legible a tresquilómetros bajo el agua? Los mejores rótulos son los que se distinguen yleen con comodidad en la distancia; con las cubiertas ocurre lo mismo.

En fin. Si no controlas mucho, es aconsejable que busquesasesoramiento para todo esto. Y corrector para la ortografía de la cubiertaentera. Y, oye, la opinión de un abanico generoso de conocidos tampocoviene mal. Sé coherente, acepta bien las críticas y opiniones y no teconformes con nada que no roce al menos la perfección. No se trata de seroriginal, ampuloso, barroco ni nada por el estilo: únicamente debes sercorrecto, aunque seas simple o minimalista.

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8Sobre publicar

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1. Las editoriales tradicionales: mejor no esperes nada

Estimado amigo, llega el momento de hablar de publicaciones. Sé que loestabas esperando. Es otra de las metas más comunes de todo escritor. Asípues, sin rodeos, te diré también que ha llegado el momento de sacarte lospajaritos y los arcoíris de la cabeza: publicar, como sabrás, es difícil.Rectifico: es muy, muy difícil.

Me refiero a publicar con editorial tradicional; ya sabes, editorial derenombre que te publica una obra sin pedirte nada a cambio —especialmentenada de dinero— y que incluso, si le gustas y te coge cariño (es decir, si veposibilidades de ganar dinero a tu costa o lo llega a hacer, para su sorpresa),te paga por que firmes con ella. Una editorial puede, por ejemplo, pagartecomo autor afiliado que le promete que se quedará con ella con su próximaobra o en sus próximos años de publicación (y vaya si la traicionas: desatarása la bestia). También puede pagarte a plazos por una obra de la quepresentaste un proyecto. Hay más modos de que una editorial tradicional tepague, así como también hay muchos modos de trabajar en ese tipo deempresas. Todo eso, como podrás imaginar, funciona mediante contratosinviolables.

Lo primero que tendrás que hacer antes de enviar tu novela a nadie oexponerla al público es registrar tu novela; es decir, adquirir derechos depropiedad intelectual. No lo hace todo el mundo, es verdad; algunos piensan,con bastante acierto, que es difícil que te copien o plagien en este mar tangrande, porque somos tantos los peces que nadamos que sería muy difícil quealguien se fije en ti (al final, casi todos hacemos lo mismo dentro de unosparadigmas similares). Pese a todo, yo te recomiendo que registres tu obra.No es muy caro ni excesivamente complicado; simplemente tienes que buscarel registro de propiedad intelectual más cercano o algún sitio que ofrezcadichos servicios como mediador, informarte sobre qué necesitas para registrartu obra e ir una mañana a pasar el rato con los empleados de la oficina. Segúnmi experiencia, en el registro de propiedad intelectual son bastantesimpáticos, serviles y diligentes.

Si lo anterior te da pereza, siempre puedes optar por otras víasalternativas para asegurarte de que si alguien te plagia, puedas demostrar queel texto o la idea son tuyos. Por ejemplo, uno de los caminos tradicionales ymás clásicos es imprimir tu obra y enviártela por correo postal a ti mismo; es

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un poco rudimentario. Tienes que dejar el sobre por abrir. Quizá nuncallegues a hacerlo. En el caso de que alguien te copiara y lo pillaras, dicen quesiempre puedes traer ante un juez el sobre sin abrir con tu novela dentro (yono lo he hecho ni conozco a nadie que haya tenido que pasar por esto, peroparece suficientemente coherente que dicho sobre sería una prueba deveracidad frente a un estafador). Así mismo, otra vía de registrar tus derechos—y de esto sí que conozco a amigos que lo hacen siempre así— es buscarpáginas web dedicadas al asunto: en ellas se paga muy poco o nada porenviarles en un mail el PDF de tu obra, y queda como un registro de entradadonde se justifica y verifica tu envío. Algunas de estas páginas, según sé, teenvían incluso un documento que certifica tu envío y que es perfectamenteútil ante un juez. Pero en fin, te aseguro que tienes menos probabilidades deque te plagien que de que te publiquen.

En este orden de cosas, si lo que quieres es que una editorial tradicionalte publique, debes empezar por enviarle un manuscrito. Cada editorialfunciona de una manera, pero siempre te dirá cómo para que puedasintentarlo con ella (no conozco ya ninguna, en los tiempos que corren, en laque no debas informarte en su página web). Algunas han renovado su formade acceso y simplemente te agradecen el envío de unos pocos capítulos de laobra (parece que tienen muchísimo trabajo y no desean ir repartiendo ygastando tiempo gratis como si nada). Así, algunos te dirán que enviar losprimeros capítulos es lo más recomendable, pero yo te aconsejo que teinformes primero en cada editorial sobre cómo prefieren que les enseñes loque eres capaz de hacer. Yo te diría que, si puedes, envíes el manuscrito de tuobra a diversas editoriales que puedan interesarte.

Está claro que podrías enviar tu manuscrito a todas las editoriales quepublican en tu lengua, pero necesitarías un pastón para ello: generalmente, laseditoriales te piden un manuscrito impreso (papel DIN-A 4, encuadernado,etc.), enviado por correo, y quizá con más de una copia. Con todo, desde haceun tiempo algunas se han renovado y ya sólo te piden los manuscritos ocapítulos en PDF por mail. De cualquier modo, si lo que vas a hacer es enviarmanuscritos impresos, esto se traduce a que necesitarás mucho dinero paraenviar muchos manuscritos. Mi consejo: elige un número concreto deeditoriales que te atraigan o en las que te haría ilusión publicar y céntrate enellas. Siempre puedes pasarte un ratito por una librería cercana con bastantegénero o echar un vistazo rápido a algunas webs de venta de libros: fíjate enqué editoriales publican libros semejantes al tuyo y toma nota; será a las que

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más te gusten de esas editoriales a las que tendrás que tentar primero, siquieres empezar apostando fuerte.

Debes aprender también que, con los años, muchas editoriales han idorefinando su filtro de elección de manuscritos. Ahora está de moda que elautor envíe una carta-presentación sobre su obra; esto es, un documento —también impreso— donde aparezcan los datos más importantes de tu libro yalgún que otro fragmento. Los datos suelen ser título, sinopsis (un poco máslarga y explícita de lo que aparecería en la supuesta contraportada del libro),nombre y datos personales del autor (el curriculum vitae, si es bueno, puededarte un empujoncito), público al que va dirigida la obra, motivo por el quecrees que debería publicarse, libros similares al tuyo, etc. (puedes ser originaly añadir cosas que creas que puedan interesarle a la editorial; si la convencesde que puede lucrarse contigo, la cosa mejorará, especialmente si se lo ponesfácil y lo haces de manera que no tenga que dedicarte mucho tiempo, porqueparece que siempre van con prisas y no tienen casi minutos para repartir apersonajes como tú y como yo). En lo que se refiere a los fragmentos, suelenañadirse por lo menos tres. Lo más recomendable es que sean de diferentesestilos y partes de la obra, que no sean muy largos (yo diría que máximoquince líneas cada uno si incluyes cuatro fragmentos o más) y que losselecciones pensando en deslumbrar al editor o seleccionador, que seanfragmentos donde te luzcas (te recomiendo que haya mínimo un par dedescripciones y un diálogo). A lo mejor, antes de cada fragmento puede serprovechoso añadir un par de líneas de contextualización del mismo. Debesser pícaro y venderte bien.

Otra cosa que te puede interesar a la hora de enviar un manuscrito a unaeditorial tradicional es hacerte con un informe literario, también llamadoinforme de lectura y de otras maneras similares. Consiste básicamente en unbreve documento (no suele superar las diez páginas) a modo de expediente,memoria o dossier, donde un profesional valora tu libro desde diferentespuntos de vista: calidad ortográfica, bagaje cultural, riqueza léxica, etc.También se valora a veces la estructura de la obra. Se puede optar por pedirque te hagan una sinopsis, que te ofrezcan consejos y sugerencias paramejorar aspectos concretos y que te presenten algún fragmento de tu obra yuna versión corregida y mejorada del mismo. También es habitual que seanalicen la calidad del contenido, la coherencia del conjunto, las bazas ypuntos débiles del autor y de la obra, etc. Sin embargo, lo que más puedeinteresarte a ti en el momento en que pides un informe es su valoración como

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obra publicada en potencia: es lo que suele interesar más a una editorialtradicional (potencial de venta, público al que va dirigida la obra, etc.).

Los informes literarios, no obstante, son de pago, y nada baratos. Si note sobra el dinero, no sufras: no son imprescindibles. Es más: algunaseditoriales tiquismiquis ignoran los informes que no son hechos por suspropios editores y seleccionadores. En lugar de esto, puedes optar por enviarlo que se llama una propuesta editorial. Es algo muy parecido al informe,pero en este caso no es un documento confeccionado por un profesional, sinopor el autor. Se parece mucho a una carta-presentación (por lo que deberáselegir enviar una cosa u otra; si envías ambas, seguramente los editores yseleccionadores de una editorial se agobiarán viendo tanto documento y loecharán todo a la pila de libros para el contenedor de reciclaje). Así pues, enuna propuesta editorial no se suelen incluir fragmentos de tu libro, sino unabiografía del autor redactada sobre todo desde el punto de vista editorial(cómo estás relacionado con el mundo de las letras, si has publicado antes ono, si tienes alguna página web, blog o redes sociales y con cuántosseguidores, etc.) y una sinopsis más bien extensa de tu libro. Yo más quesinopsis lo llamaría resumen, pues en él no debes intentar atraer al editorcomo lo intentarías con un lector mediante una sinopsis (intriga, temática dela obra, etc.), sino contar condensadamente qué cuenta tu libro, de principio afin, con todo lujo de detalles en los aspectos importantes (qué personajes hay,qué conflictos y tramas, cómo se resuelven, en qué se parecen ciertas cosasen relación a libros reconocidos similares, etc.). También, para terminar,deberías incluir un apartado donde digas a qué público va destinada tu obra,dentro de qué abanico de autores o novelas te incluirías, cómo podríaspromocionarte, si tienes alguna red social o círculo que te impulsaría, etc.

Sea como sea, después de todo este jaleo y los nervios y desquicios queconlleva, no te ofusques si no aceptan tu libro. Es más: no te desilusiones sini siquiera te responden. Es lo más normal. Tú sigue insistiendo, si lo quequieres es encontrar una de esas editoriales (insistiendo cada vez con una; noseas pesado con las mismas, que con una vez que les propongas tu obra essuficiente). Aunque algunas tardan de cinco meses a dos años en responderte,ya te digo que lo más habitual es que pasen de ti. Pero eso, que no se terompa el corazón: algunos de los más grandes escritores de renombre, comoJ. K. Rowling (sé que es el ejemplo más trillado), tardaron años en que unade las editoriales les respondiera favorablemente. Mejor no esperes nada;simplemente ve incrementando tus posibilidades a través de más editoriales

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conforme te vayan respondiendo o ignorando. Ve ampliando el abanico,aunque sea muy poco a poco.

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2. “Autoimpresión”

En este momento quiero hablarte de otras alternativas de publicacióndistintas de la tradicional. La primera de ellas, quizá la más rudimentaria ymenos aconsejable (enseguida te diré por qué), es la que yo llamo“autoimpresión”. Sé que algunos listos me dirán que, por lo que voy a decirque es, se trata de autoedición; a mí me gusta matizar y diferenciar estos dosprocesos de edición.

La autoimpresión yo la entiendo como la impresión de una obra en unaimprenta cualquiera, no precisamente especializada en la edición de libros (esdecir, una imprenta como puede ser también un local donde echar la primitivao comprar cartulinas y rotuladores de niños). En la autoimpresión, al igualque en la autoedición, no es habitual que una obra tenga ISBN, porque suventa y distribución es generalmente personal: uno imprime tantas copias desu obra y gestiona su difusión individualmente. Además, la autoimpresión yodigo que se caracteriza por no ser necesario que la obra esté encuadernadacomo un libro tradicional, sino que puede hacerse con fijación mediantegusanillo o métodos similares. Aquí puede ser todo muy rudimentario. Estoes así porque como lo normal es que el autor reparta o venda su libro aconocidos o posibles compradores cercanos (con un poco de suerte algúndependiente o jefe de una librería o papelería simpática acepta hacer demediador para llegar a un mayor público), el objetivo principal no escompetir con otros autores y el resto del mercado a su mismo nivel (es decir,explotando la marca, la imagen o la publicidad de la obra competitivamente).En la autoimpresión prima sobre todo el contenido de la obra, que es lo quese va a ofrecer como punto de interés.

Ventajas de la autoimpresión: tú te lo guisas, tú te lo comes; eres tupropio jefe, tu propio gestor, tu propio asesor y el que en definitiva lo elige yhace todo a su gusto o preferencia. Desventajas: el coste de la impresiónpuede variar muchísimo (al final todo puede resultar muy barato o muy carodependiendo de los diversos factores de imprenta, de gestión, de tiempo dedifusión y reparto de la obra, etc.); tienes que encargarte de que la obra quedelo mejor posible y que atraiga mínimamente a tu público (cosa que nosiempre sucede exitosamente, pues el atractivo no suele ser el fuerte de esteproceso); tienes que hacer el esfuerzo y dedicarle tiempo para que la obrallegue a quien quieres; es altamente improbable —yo diría casi imposible—

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que tu creación suba ningún peldaño de éxito y llegue a un sitio donde puedasuscitar interés a editores y editoriales, al igual que es prácticamenteimposible que tu obra llegue a las manos de tantos desconocidos como puedeocurrir con los otros métodos (en otras palabras, te atas a que el libro caiga enel olvido más allá de tu círculo personal de amistades o prójimos).

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3. Autoedición La autoedición ya es otra cosa. Si tienes mucha ilusión en publicar tu

obra y no quieres siquiera intentar llamar a las puertas de una editorialtradicional o ninguna de estas —si has intentado que te digan algo— te hadado respuesta favorable alguna, la autoedición te permite hacer lo mismoque la autoimpresión —publicar cuando tú quieras— y ser tu propio jefe ygestor, pero con las siguientes diferencias. La autoedición se caracteriza porque la edición e impresión depende en última instancia de una editorial depago; o sea, que una editorial te publica el libro si tú mismo corres con losgastos —todos—. Son empresas que se dedican básicamente a ofrecer unservicio de impresión más profesional (incluso idéntico, en cuanto a imagen,a las editoriales tradicionales) previo pago, además de serviciossuplementarios y optativos —todos de pago también—: diseño de portada,corrección ortotipográfica del texto, maquetación, gestión del ISBN y de lossitos y puntos de venta de la obra (incluido internet y grandes superficies),productos y eventos de promoción, etc. Infórmate si te gusta la idea, porque amuchos les vale la pena dependiendo de sus objetivos y metas de éxito a lasque aspiran, y quizá hasta quedes más satisfecho que con una editorialtradicional.

Ventajas de la autoedición: como eres tú quien apoquina el dinero, túeres tu jefe y decides el resultado final de tu obra; tú eliges los extras deedición (mayor o menor calidad, más ejemplares o menos en cada tirada,etc.); tú decides cuándo tu obra está lista para publicar y, por tanto, tú poneslas exigencias de resultado; puedes contratar los servicios profesionales quete dé la gana; los beneficios son íntegramente para ti. En otras palabras:aunque los gastos los tendrás que pagar tú todos y cada uno de ellos, acambio tú eres el amo y señor único de tu obra, y haces con ella lo quequieres. Inconvenientes: el pago, pues todo, todo lo que hagas tendrá unprecio que deberás afrontar (dependiendo de cómo hagas una autoedición,puede resultarte muy caro); si no aciertas con los servicios que necesitabas yel resultado consecuente es de mala calidad, las secuelas son las que son (unaportada que tú creías buena y no lo es, un texto que creías correcto y esvergonzoso o tiene alguna que otra falta —con un par de ellas es suficientepara que el lector te abandone—, una mala maquetación, etc.: todo puededesencadenar en una horrible crítica o un triste desperdicio de tu dinero, entre

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otras cosas); si no tienes éxito en un período medio de tiempo, seguramentetu obra caerá en el olvido; si no contratas un servicio que se ocupe de lagestión de impresión bajo demanda, tendrás que ir fijándote tú mismo cuándotendrás que mandar imprimir y gestionar más ejemplares, cosa que siemprees farragosa; si algún día decides preguntarle a una editorial tradicional siquerría publicar tu obra, seguramente te dirá que nanai de la China (estaseditoriales suelen querer obras inéditas, y si no atisban mucho beneficio enbase a las ventas que ya has hecho de tu obra, no harán excepciones); siquisieras presentarte a premios literarios, muchos de ellos, como la mayoríade editoriales tradicionales, te cerrarán tus puertas, porque tu obra ya no seráinédita. Podríamos añadir muchos más elementos a las enumeraciones deventajas e inconvenientes, pero estos son los más destacables. Luego te darémi opinión y algún consejo sobre estos procesos.

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4. Coedición Aparte de los anteriores procesos de publicación, hay otros relevantes a

tener en cuenta. Uno de ellos es la coedición (te diré qué es lo que yoentiendo y explico como coedición, porque algunos simplemente mezclan ocamuflan conceptos como este hablando realmente de autoedición): se tratade algo a medias entre la autoedición y la publicación mediante editorialtradicional. La coedición es un proceso que está creciendo y ganando adeptoscon los años: en ella el autor se costea parte de los desembolsos del procesode edición y demás, pero la editorial participa asimismo del resto de costes;es como una inversión a medias. Últimamente están apostando por esta vía depublicación editoriales que desean ser selectivas con sus autores ypublicaciones pero que tampoco quieren arriesgarse a correr con todos losgastos, por si luego la cosa termina en ruina total. Estas editoriales son demuchos tipos: algunas son nuevas y les va bien; otras son simplementeeditoriales tradicionales que quieren ampliar su número de autores pero nodesean arriesgarse mucho.

Como siempre te digo, infórmate sobre esto y mira si te conviene y teagrada la idea de la coedición. Las ventajas, según sé, son numerosas: laeditoriales que ofrecen el servicio de coedición no son tan inaccesibles comolas tradicionales, y además suelen interesarse más por el autor y su obra,miman mejor el producto, te apoyan con mayor fuerza y trabajan más duropara que tu publicación tenga el mayor éxito posible (su éxito será el tuyo, loque juega a tu favor). Aparte, su interés también se basa normalmente enexpandirse y hacerse editoriales cada vez de mayor peso, hecho que, si loconsiguen, te favorecerá a ti casi tanto como a ellas. Las desventajas, encambio, suelen ser que parte de los beneficios de tu producto se los quedarála editorial (a veces se quedan la mayor parte del beneficio, por lo que me hacontado algún conocido y según me han dicho personalmente algunas deestas empresas al informarme yo contactando con ellas[9]), y que la reputaciónde estas editoriales todavía no es la que quizá se merezcan; aunque puedenllegar a ser sorprendentes y fantásticas, casi ninguna tiene el poder queostentan las editoriales tradicionales, y su imagen todavía no tiene la energíasuficiente para competir en igualdad de condiciones.

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5. Premios literarios y demás Otras formas de publicar son los premios literarios y las tantas y tantas

plataformas y redes sociales (aplis[10] y blogs, por ejemplo). Los primerostienen la ventaja de que, si los ganas o quedas en buen puesto (accésits yotros), aparte de que puedes ganarte un buen pellizco, la mayoría establecencomo premio la publicación de la obra. Evidentemente, dependiendo del pesodel concurso, el premio económico y/o la editorial que publique a losganadores serán de mayor o menor interés para el autor. Frecuentementetambién, aunque no quedes primero en el concurso o venzas con puestossecundarios, algunos de ellos tienen como jurado a gente del mundillo comoescritores o editores a los que puedes llegar a despertarles cierto interés ypueden ponerse en contacto contigo para proponerte algún tipo depublicación independiente del concurso. Es recomendable que te presentes aalgunos de ellos de vez en cuando (hay muchísimos), aunque sólo sea porprobar. La desventaja y el tedio de los concursos es que suelen tardar muchoen fallar los premios y que la mayoría, para concursar, te piden que la obrasea inédita y que no esté pendiente de fallo en otro concurso o pendiente derespuesta editorial[11].

Por otro lado, publicar libremente y sin nadie que sea tu superior o teexija condiciones o reglas de juego es fácil mediante las aplicaciones, páginasweb y similares. Hoy en día hay un montón de aplis dedicadas a ofrecer unlugar a tus escritos, casi todas de forma gratuita; eso sí, no esperes dineroproveniente de tus lectores. Lo mismo ocurre con los blogs, páginas web,foros, canales de YouTube, podcasts y similares. Enseguida veremos suverdadero interés para un buen autor, pero de momento te aseguro que son unbuen lugar donde ir labrándote un nombre y descubriendo qué opiniónpueden tener los usuarios sobre tus creaciones.

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6. Mis sugerencias para publicar Veamos. Pongamos las cartas sobre la mesa. Dependiendo de los

objetivos de tu trayectoria literaria, tu camino a escoger en cuanto apublicación puede variar mucho. Alguna vez los caminos se entrecruzarán, ylas recompensas, consecuencias y frutos más probables de un tipo depublicación podrán suceder en otro muy distinto.

Si lo que quieres es escribir sin pretensiones económicas, sin ínfulas dellegar a ser un superventas de editorial tradicional, mi consejo es queautopubliques: la autoedición es una muy buena opción. Hoy tenemos milsitios y opciones a las que recurrir de forma muy económica y hasta gratuita.La edición mediante Amazon Kindle Direct Publishing (KDP) es unaoportunidad genial para publicar completamente moderna, funcional yproductiva. No es que quiera hacerles publicidad, ni a los de Amazon ni aninguna de las editoriales que enseguida citaré, pero es que el proceso depublicación de KDP es el que más me gusta, grosso modo. Desde mi puntode vista, este sistema de publicación tiene mucho futuro: es gratis, sencillo yabierto a cualquiera; aunque tienes que hacer tú mismo todo el trabajo decorrección, edición y otros preparativos para dejar lista tu obra para lanzarlaal mercado, tú eres quien pones precio a tu obra, y ganas buena parte de losbeneficios; desde prácticamente cualquier parte del mundo pueden comprartu libro (por internet, todo sea dicho, aunque ya hay puntos de compraventaen papel); publicas en papel y libro electrónico; etc.

Las ventajas son muchas. Las desventajas, a mi juicio, pocas ysuperables: aparte de que tienes que acondicionar tu obra tú mismo —porcompleto—, no se puede negar que tu libro no podrá verse y comprarse en laslibrerías físicas, sino solamente por la página web de Amazon; si tu libro notiene mucho éxito (entre tanta oferta es bastante probable), lo más normal esque si después se lo ofreces a alguna editorial, esta no quiera publicártelo,porque ya no es inédito (enseguida hago un par de puntualizaciones muyimportantes); eres tú mismo también quien debe promocionar tu libro sirealmente quieres que funcione; de alguna manera estás contribuyendo a unnegocio cuyos trabajadores no suelen declarar sentirse muy bien tratados ypagados; etc.

Pese a sus cosillas, KDP me parece genial (por algo este libro estápublicado con este sistema). Tiene sus propios rankings (o sea,

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clasificaciones), muchos se están ganando la vida como escritores gracias aKDP sin una editorial que los ampare, y —aquí las matizaciones— estambién gracias al éxito que algunos obtienen en KDP que algunas editorialestradicionales les han publicado sus libros más tarde y los han contratado nosólo para publicarlos (conozco casos de escritores que gracias a este sistemade Amazon han sido fichados para crítica y selección literaria en editoriales,para dar charlas, para confecciones de colecciones, para formar parte dejurados de premios literarios, etc.).

Además, las ganancias a través de KDP (lo que ellos llaman regalías) nosólo pueden obtenerse mediante la venta de tus libros, sino también a travésde otros modos; uno de los más nombrados, y con razón, es el sistema deKDP select. Este programa consiste en permitir a Amazon, por ejemplo, quetu libro pueda ser leído gratis por los usuarios de Kindle Unlimited a cambiode obtener parte de un fondo de regalías global de KDP (por cada páginaleída por estos usuarios cobrarás una determinada cantidad económica).También podrás llegar a un mayor público y hacer promociones, entre otrascosas. ¡Ah, y recuerda que si publicas mediante KDP, añade crédito a tuobra! Te aconsejo también que registres tus derechos de propiedad intelectualy los hagas constar en tus libros. Los créditos, efectivamente, no deben faltaren ningún libro, ni siquiera en los de autoedición.

En relación con la autoimpresión, mi pensar es que no vale la pena.Mediante autoedición en KDP puedes obtener impresiones mucho máscuidadas de lo habitual en imprentas corrientes y ganas la posibilidad de quealgún curioso compre tu obra por internet sin que se la hayas ofrecido ovendido personalmente.

Del mismo modo, por lo que respecta a la autoedición medianteeditoriales como Caligrama (sello de Penguin Random House), Universo deLetras (sello de Planeta de Libros), Bubok y similares, debo decir que meparece otra buena opción para editar y publicar tus libros. Son empresas quegeneralmente cuidan su producto y, como te dije al hablar de autoedición, teofrecen muchos servicios, la mayor de las veces bien hechos. Hay críticasmalas también de usuarios y clientes de estos sistemas de publicación, porsupuesto, porque no llueve siempre a gusto de todos y es completamentenormal que haya errores y las cosas no salgan bien algunas veces, peropersonalmente puedo corroborar que suelen trabajar bien y que son muyhonestos: te dicen qué te pueden ofrecer, cómo, las limitaciones de su labor,

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etc.Editoriales como Caligrama y Universo de Letras son buenas opciones

si aspiras a que tu obra llegue a ser publicada posteriormente mediante uno desus sellos de editorial tradicional o simplemente quieres que sus editoresempiecen a conocer tu nombre. De todas formas, estas empresas ya te avisande que publicar con ellos no significa que sus editores te vayan a elegir comopróximo autor de sus sellos tradicionales (la selección tiene unosprocedimientos y son muy estrictos y exigentes, que es como debe ser). Pero,en fin: aunque publicar con estas editoriales supone un desembolso bastantealto (aunque también tienen tarifas y planes bastante económicos y tododepende de los servicios contratados), es innegable que son una buena formade lanzarte, si quieres, a por todas, con buen impulso, hacia la atención de losmejores editores del sector.

Otras opciones como Bubok, por ejemplo (aunque también son algocostosas y no tienen una gran editorial tradicional detrás que te asegure unamínima posibilidad de que los editores de las editoriales tradicionales máscélebres puedan algún día fijarse en ti con mayor probabilidad que si publicascon otros sistemas), ofrecen asimismo calidad y pueden ser una opción muyrecomendable para lanzar tus libros con calidad, poder recuperar eldesembolso y hasta ganar beneficios. Eso sí: elijas el método que elijas deautoedición (exceptuando KDP, que no exige gastos de publicación), terecomiendo que primero contemples estas posibilidades de recuperar losgastos que conlleva la publicación. No te excedas con los servicioscontratados o los ejemplares que vas a imprimir si no estás seguro de quepodrás recuperar el desembolso correspondiente. Y, evidentemente, infórmatemucho y elige bien la empresa que de entre todas estas llevará a cabo tuedición, porque hay muchas por ahí que ni te proporcionarán finalmente loque te prometen ni cumplirán con la calidad que te aseguran. Dentro de loque cabe, debes andar con pies de plomo para que todo salga bien y tengas elmayor éxito posible. Como siempre te digo, aparte de informarte con estasempresas, intenta hablar también con gente que ya las haya probado y analizasus casos.

Por otro lado, si lo que quieres es empezar a publicar mediante editorialtradicional, te aconsejo, como te dije también, que envíes tus manuscritos adiversas partes, siempre bien elegidas (con una investigación previa) y conlos procedimientos de propuesta que más arriba te enumeré. Pero ten en

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cuenta que casi nadie vive actualmente de la literatura con estas editorialestradicionales (tienes que tener muchísimo éxito para ello) y que si tu objetivoes vivir de la literatura, mejor opta por autoedición (ya sabes misrecomendaciones) y sé productivo (no escribas una sola obra y esperesutópicamente vivir sólo de ella; haz varias).

Pese a todo, si insistes en publicar sólo mediante editorial tradicional, teaconsejo encarecidamente que pruebes también con los premios literarios.Estos concursos son numerosos y muchos de ellos ofrecen como premio lapublicación con sello de editorial tradicional, además de un pellizquitoeconómico de agradecer. Y si ganas, aunque sea quedando segundo o tercero,o si alguien del jurado se fija en tu obra, siempre estarás dando a conocer tunombre y ampliando tu círculo de posibilidades y promotores de literatura.

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7. La visibilidad lo es todo: hazte un público

Una vez terminada tu obra (aunque hay quien ya lo va haciendo duranteel proceso de creación de la misma), la visibilidad es tu próximo objetivo. Lavisibilidad, tanto antes como después de haber publicado, es crucial en unmundo como el nuestro donde hay, como no me canso de repetir, tanta oferta.Recuerda que las ventas y la atracción de público se basan en gran medida enla visibilidad de tu libro (o de tu marca, de tu persona, de tu nombre o de tucara). Todo es marketing. Aunque la mayoría de editoriales pidenmanuscritos inéditos (es decir, que todavía no hayan sido publicados deninguna forma, incluido internet), puedes ir ofreciendo escritos y productosde tu autoría (reseñas de libros —tuyos y de otros—, artículos, avances,fragmentos de tu libro, fotos tuyas —escribiendo, por ejemplo—, etc.).¿Cómo? Hay diversas formas.

Los consejos más habituales de la gente que se dedica al mundo de loslibros, y que suelen dar su fruto, son: abrirte una página web, crear un blogpersonal, integrarte en grupos de lectura o círculos literarios, empezar arelacionarte con otros escritores, etc. Tú imagínate que vas a montar unaempresa, y que la marca eres tú; si una marca no es conocida, pocos llegarána verla, ni siquiera de pasada. Tienes que ir ampliando tu círculo deconocidos, tu auditorio, y que cada vez te conozca más gente. No importa sison amigos o desconocidos; en la actualidad cibernética, llegar a gente que nosabe ni quién eres es de lo más fácil. Debes interactuar más con el mundo quete rodea y con el espacio virtual.

Es aquí donde juegan un papel vital las redes sociales y espaciospersonales. Si quieres expandirte como la empresa en que quizá vas aconvertirte, si deseas llegar a más lectores, obtener más compradores y que alresto de la sociedad le interese tu marca y seguir de cerca sus movimientos,las redes sociales son la respuesta. Hoy en día ya son esenciales. Hasta hacepoco las todopoderosas editoriales y los negocios megalíticos eran los quemediante la publicidad y el acoso visual y comercial acaparaban el centro deatención de todo comprador. Eso, afortunadamente, ya es historia. Ahoratienen un rival: el usuario de las redes sociales y los espacios personales. Esteusuario probablemente no maneje tanto el cotarro como aquellas cadenas,marcas y multinacionales, pero tiene la posibilidad de decirle al mundo queestá ahí, y el mundo, en ocasiones, lo escucha.

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Ahora, personas mindundis como tú y como yo podemos lanzar nuestravoz y nuestros productos a ese mar de clientes que otrora sólo dependían deaquel monopolio literario, monopolio de editoriales y empresas que nosdecían qué era lo bueno y desterraban de la oportunidad de salir a la luzmaravillas increíbles, algunas como las que hoy salen sin su ayuda, y otrascomo las que, por desgracia, seguro que hemos perdido para siempre. Por esodebes crear tu espacio en las redes sociales: muéstrale al mundo lo quepuedes ofrecerle. Ábrete cuentas en esas redes sociales y anímate: subecontenido, expón al público lo que escribes, lo que publicas, lo que vas apublicar o lo que ya publicaste una vez (mejor si registras tus derechos depropiedad intelectual primero, en el caso de que lo que expongas sea algoimportante para ti y te pudiese doler que te lo plagiaran). Dile a los usuarioslo bueno que puedes llegar a ser y dales pruebas, enséñales tus creaciones,intenta ganarte su confianza.

Su confianza… ¡Qué difícil de ganar y qué fácil de perder!Siento que se me haya cortado el rollo lírico, pero tengo que volver a

dejar correr la sangre enfadosa por mis venas. Estimado vil lector: crearblogs, canales de vídeos, podcasts y subir imágenes y textos a tus redes es ungran impulso para tu marca, para tu persona. Nadie está obligado a hacer todoesto, por supuesto, pero este trabajo es un gran estímulo que le ofrecerás alpúblico, para que te siga y para que se interese por ti. Con estas herramientases más fácil. El problema: que es eso, un trabajo, una currada inmensa. A míme gusta decir que las redes sociales y espacios personales son herramientasporque con ellas haces eso: trabajar. Y, como todo en esta vida, uno puedetrabajar bien o trabajar mal. Si te esfuerzas y das lo mejor de ti, si le dedicastiempo a estas herramientas y ofreces buen contenido, lo que recogerás de lassemillas plantadas será oro. Si no…

Yo debo confesarte que no soy para nada un experto en la materia, peroes mi deber decirte esto, y te exhorto a que te preocupes por estas cosas. Teanimo asimismo a que te informes con un canal de YouTube llamado“Marketing online para escritores”, por un lado; por otro, que entres aFacebook y busques grupos como el de “El escritor emprendedor”. Te doyestas dos referencias porque ambas giran alrededor de Ana González Duque,una profesional, desde mi punto de vista, que entiende mucho de este asuntoy que a mí me ha ayudado, con su contenido, a ponerme al día con todo esto.Ella básicamente defiende que las redes sociales, los blogs, los canales de

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vídeos y podcasts y similares son herramientas con un potencial inimaginablepara impulsar tu trayectoria literaria, e insiste en que la clave es ofrecer a tusseguidores un contenido de calidad, variado y para nada hostigador. Hay másgente, grupos, páginas web, círculos literarios y otras formas de introducirteen este mundillo, así que ponte manos a la obra y empieza a hacer losdeberes: infórmate y, si no lo has hecho todavía, pon en marcha alguno deestos proyectos con las redes sociales.

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9Cómo no escribir un libro: cinco errores

frecuentes de cada género

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1. En general

Parece que está de moda esto de decir cómo no escribir un libro. Yo, queno pudiendo resistirme a seguir esta tendencia, contemplando tu pocacapacidad de suposición, intentaré aportar mi granito de arena. Intentaré serbreve y claro, porque aquí considero este capítulo como un extra a laslecciones anteriores.

En general, si ponemos nuestro punto de mira en un horizonte un tantovago e impreciso y hablamos sobre cualquier género, mi primerarecomendación es que no te pases de listo (no pretendas ser como yo, porqueno todo el mundo está a la altura ni tiene la suficiente capacidad para ello). Esfrecuente que en una obra, especialmente si dominas ciertos temas (sobretodo cuando hablamos de temas de bagaje cultural o ámbitos concretos comopueden ser los académicos o los hobbies de uno), tiendas a explayartedemasiado con tus conocimientos. Un lector, si hablamos de génerosnarrativos, suele pedirte una trama más bien centrada y cierta agilidad; si lomolestas constantemente sobre clases magistrales de lo que sea, es probableque tire pronto a la basura tu obra o la relegue al exilio del polvo de estanteríao desván.

De la misma forma, los autores de novela o cualquier tipo de no-ficciónnos inclinamos en ocasiones por añadir detalles de la realidad: hablar sobretemas o personajes históricos, por ejemplo. Jugar con la realidad es peligroso.Para esto uno tiene que documentarse bien y cerciorarse de lo que habla,porque al basarnos en hechos reales a veces metemos la pata, especialmentesi no somos expertos en el tema, y entonces llegan las incongruencias, losanacronismos, las mentiras, etc.

Además, todo lo que un autor cuenta, sea en el género que sea, debetener un motivo; no puedes hablar de algo que no viene a cuento así porquesí, como si estuvieras tomando un café con un amigo y estuvierais hablandopor hablar. En relación con esto, te digo también que los personajes y loshechos tienen que ser creíbles: cuanto más, mejor. El autor que habla comopersona real, de sí mismo, también tiene que atenderse a esta lección. Con eltiempo, los consumidores de lectura, cine y otros artes nos hemos vuelto másexigentes, y cada vez detestamos más las películas del oeste donde unpistolero acierta con sus balas más que un pez en tocar agua, las“americanadas” de cosas que explotan porque sí sin ton ni son ya están

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pasadas de moda, y los superhéroes que dan una patada al enemigo de delantey caen con este también los de tres metros detrás de aquel… mejor no.

Finalmente, no seas demasiado misterioso. No seas demasiadoenigmático. Lo que cuesta entender o entrelazar, las deduccionesexcesivamente difíciles que puedes exigir a un lector, va a incomodarlo másque nada. Te arriesgas a que tu público acabe teniéndote por un incordio o untipo que no dice más que palabras sin sentido y cosas que no necesita niquieres saber.

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2. Novela

El principal momo de las novelas para el lector es lo que yo llamo elnarrador “omnipesado”, ese que lo sabe todo y que te da tantos detalles quepierdes el hilo de lo crucial de la narración. Deja que el lector aporte granparte de la chicha de la historia con su imaginación, y no lo trates de tonto ozoquete que no sabe presumir que se ha hecho de noche o que el largocamino de una ciudad a otra ya ha sido andado.

Tampoco te pases con los “dijo”, “dijo” y “volvió a decir”. Lospersonajes dicen, claro que sí, pero mientras hablan también hacen otrascosas: pueden moverse, pueden pensar e incluso, es obvio, pueden enfadarseo mirar relajadamente al infinito. No temas decir “dijo” o “dice”, perotampoco seas monótono. Incluye sinónimos, por ejemplo, como pueden ser“respondió”, “arguyó”, “comentó”, “se interesó” y cientos de posibilidadesrealmente simples que te ofrece la lengua. Si no, también puedes optar, comote he dicho ya, por cosas que hace el personaje mientras habla (por ejemplo,un “se acercaba entretanto hacia…” o un “la propuesta no le gustó”, por deciralgo). Fíjate en cómo juegan con esto los mejores autores, párate a analizarestas cosas y verás el sinfín de posibilidades que están a tu alcance. Teaconsejo asimismo que te hagas una lista de ejemplos y opciones.

Otro consejo que te doy es que presentes tramas coherentes,cohesionadas y con principio y fin, además de con nexos, transcursos yevoluciones comprensibles y trabajadas, que tengan causas y efectos; no seassimple. Ten cuidado también con lo dramático (no fuerces las sensaciones,los sentimientos ni las reacciones del lector) y, sobre todo, sé verosímil.

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3. Cuentos

En los cuentos, cuantos menos personajes, mejor. Un cuento secaracteriza por ser algo simple; los enredos de personajes de una novela nocaben en este género. Es posible que se te venga a la cabeza algún cuentodonde aparezcan muchos personajes, es cierto, pero dos cosas tengo quepuntualizar: la primera es que, si se trata de un buen cuento al fin y al cabo,estoy seguro de que la mayoría de personajes son secundarios y susapariciones son brevísimas (te recuerdo que te hablo de cuentos, no de librosni infantiles ni de ningún otro tipo); la segunda, que tanta es la importancia delos pocos personajes que casi el cien por cien de los cuentos más famosos, silo piensas bien, lo son porque no tienen más de diez personajes (quizá hastasimplemente la mitad), y los cuentos que recuerda todo el mundo son buenosjustamente por eso (piensa en alguno de los más famosos y cuenta suspersonajes, y verás).

En los cuentos tampoco debe haber muchos detalles, al menos no decontextualización. Todo ocurre en lugares muy simples (es decir, muybonitos o muy feos, muy lejanos o muy conocidos, etc.), todos sus personajesson muy simples (o muy guapos o muy feos, o muy buenos o muy malos, omuy hábiles o muy poco, etc.), y toda su trama es muy simple (primeroocurre una cosa, y luego otra más —no dos—, y todo se concatena medianteun avance unilateral). Sin embargo, lo que sí que tienen los mejores cuentoses la capacidad ejemplificadora: es didáctico, por lo que aporta paradigmaspara seguir o rechazar, paradojas para aprender, conocimientos para crecer.No escribas un cuento que no enseñe nada.

Lo más importante para escribir un cuento infantil, no obstante, y quesea de calidad, es que no pienses como un adulto. Métete en la piel de losniños, para saber cómo hablar, cómo enseñar y cómo sorprender. Piensacomo un niño, pero para asombrarlo. Del mismo modo, en los cuentos deadultos ocurre más de lo mismo: sigue sin pensar como un adulto; piensacomo un niño también, para que se asombre también como cuando era unniño. Ese es el secreto de los cuentos.

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4. Poesía

En la poesía es fundamental, una condición sine qua non, que dominesla métrica y los recursos poéticos. No me importa si escribes en verso libre;tienes que conocer estas cosas. Si sabes esto, aunque tu verso no siga unesquema métrico, sabrás cuándo algo suena bien y cuándo no, cuándo teconvendrá utilizar un recurso o no utilizarlo, etc. En este orden de cosas, nodebes desconocer tampoco los tópicos literarios: son el corazón de la poesía.Prácticamente cualquier tema poético está relacionado de un modo u otro conun tópico que ya ha utilizado algún autor o generación (de ahí que teinsistiera tanto en que debes conocer la tradición que te precede, aquello quese ha escrito antes de ti). Si conoces los tópicos, tendrás un bagaje poético yconocerás un mínimo los temas preferidos y más trillados sobre los que hanescrito de lo tuyo, y eso te ayudará a ser más original; es decir, a evitar repetiro copiar lo que otros han hecho. Resumiendo: no escribas poesía sin dominarel arte de la métrica primero (si es necesario, intenta escribir en versos con unesquema métrico concreto y practica de vez en cuando) y sin haberteinformado un poco sobre los tópicos y quién y cómo se han desarrollado a lolargo de la literatura.

Cuidado también con las referencias a otros escritos y lasreminiscencias: no plagies y no copies. Para esto, lo mejor es que si te gustaun tema o quieres evocar algún escrito o poema que no sea el que estásescribiendo, ponte una máscara, y reformula, aporta, varia. Sé diferente. Noser el mismo siempre es una agradable gracia poética que no todos tienen.

Finalmente, no asocies poesía–verso–rima. La poesía es una cosa que nonecesita estar escrita en un verso determinado, y los versos no tienen por quéestar regidos por una rima. Sé auténtico e innovador, piensa a lo grande, yrecoge mil y una ideas. Si lo que te pide el cuerpo es escribir los versos sinseguir un esquema métrico, hazlo (si luego no te gusta el resultado y quieresretocarlos, ya lo harás). La rima no es imprescindible ni lo más importante enla poesía: que no te mientan. Yo diría que es más importante la eufonía y laentonación (que, como sabrás ya, se puede marcar en gran medida porescrito).

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5. Teatro

El teatro no te reclama muchos escenarios. Como ocurre de manerasemejante con los cuentos, el teatro no necesita demasiados escenarios, sinouna buena letra y un buen fondo. Nada más. No debes confundir, pues, teatrocon novela, que es el género que mejor se presta a adoptar mil escenarios ensus textos. Con todo, te recomiendo que nunca dejes de ser algo lírico (elrealismo no suele ser el fuerte del drama). Sé dramático, nunca mejor dicho.El teatro no tiene por qué ser cine, por lo que puedes escribir cosas que noparezcan muy naturales y estén recargadas, sean bombásticas e inclusoempalaguen con su expresión.

Sea como sea, lo más importante en teatro, diría yo, es que los diálogosno deben ser monólogos. Los personajes, cuando interaccionen verbalmente,tienen que tomar la palabra y cederla —ahora sí— con algo de naturalidad,porque si en el diálogo entre dos personajes ocurre que uno habla la primeramedia hora y el segundo la otra media, el público no podrá entrelazar tan bienlos argumentos y hechos recitados. Además, a ti, como escritor, esto de que eldiálogo sea activo e interactivo también te conviene, porque así podrás irrelacionando ideas o palabras con más facilidad, y eso hace que el lector oespectador comprenda mejor la obra.

Para terminar, no hagas monólogos a lo grande: los monólogos, pordensos y profundos que sean, deben ser precisos. En cuanto a partes yconexión de ideas, me refiero; luego, el contenido puede ser todo loimpreciso que tú quieras. ¡Ah! Y si pasa algo en escena, que los personajesno se lo callen: incluso si se mueren, que lo digan (“¡Me muero!”).

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6. Ensayo

No hagas de los ensayos un totum revolutum; los ensayos deben tenertambién una coherencia, unas partes y secuencias de contenido bien definidasy una cohesión. Y, si añades conclusión, mejor que mejor. Para que esto salgabien, es necesario que elijas un tema principal y no te desvíes mucho, porqueen un ensayo caben un montón de argumentos, tesis, comparaciones y otrosrecursos, y aunque todo esto puede alargarse mucho —y no tener nada demalo ni de inusual—, si no tienes un eje que domine el ensayo, darás laimpresión de impreciso y desperdigado. Estoy seguro de que no querrásparecer alguien que no sabe ordenar sus comentarios o que se lía con lo quequiere decir y se desvía sin retorno de sus argumentos y tesis.

Así mismo, haz que el lector se ponga en tus zapatos. No seas frío, noprives a tus ensayos de personalidad y carácter. La divulgación puede serescrita de manera que la opinión y la identidad del autor sean opacas, queestén escondidas y apartadas del texto; en cambio, el ensayo debe reflejar unestilo personal, un genio y una etiqueta de marca identificadoras. ¿Cómo vasa convencer a nadie de nada o a hacerle comprender lo que piensas si no estástú mismo de alguna manera en el texto, si las palabras no parecen tuyas?

Como ya he dicho, sé conclusivo también. No hagas que los ensayosparezcan no tener un fin. El objetivo de estos escritos debe quedar claro,debes precisarlo, porque si no, un ensayo deja de serlo o se queda a medias.Y, evidentemente, no te abstengas de criticar y opinar; defiende tu tesis. Esto,que es lo más evidente, es lo que veo que falta muchas veces en un ensayo,especialmente en los de autores que no dominan mucho el género o,directamente, que no tienen ni idea de por qué escriben o de cómo escribir.Apuesto a que tú, como pretencioso escritor, desearás dejar el listón alto y serpulcro con todo esto. Después de tantas páginas dándote la tabarra, esoespero.

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7. Trabajos académicos

Iré al grano: no seas impreciso ni vulgar, sino riguroso, y aporta fuentesy pruebas de lo que dices. Un trabajo académico debe definirse por laprecisión, la exactitud de sus exposiciones y la claridad y transparencia de susfuentes de documentación. Del mismo modo, equilibra las partes de tu trabajoy ordénalas de manera coherente; no obvies, no des por entendido que ellector sabe lo que vas a decirle, y no seas desorganizado, porque las causas yconsecuencias de lo que expones —el hilo que has decidido seguir— tienenque ser diáfanas y tener sus porqués.

Por supuesto, no uses un lenguaje inapropiado. Intenta ser culto ytécnico, decir mucho con el menor número de palabras; es decir, debes primarla calidad y la concentración de tus exposiciones. Evita eso de alargarte condetestables sobreexplotaciones y abusos de repeticiones; sé específico yconciso. Y cuidado con lo prescindible: no uses coletillas, no emplees ni unamuletilla. Los trabajos académicos se caracterizan entre otras cosas por laformalidad, la seriedad y la erudición, no por lo contrario.

A modo de conclusión, te recordaré otra cosa evidente como lo es lanecesidad, la obligatoriedad, de la presencia de una bibliografía, ese temibleenemigo de los sobrados, los imprecisos, los que no se han esforzado porjustificar sus palabras y los que desconocen la importancia de las fuentes.Aparte, te aconsejo que la bibliografía siempre sea comentada; esto es, queaportes para cada fuente una breve explicación de su calidad, de su contenidoy del motivo por el cual la has consultado y crees que es aconsejable o no queel lector la consulte también.

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10Lo más importante: compilación y

recapitulación de consejos (uobligaciones) imprescindibles para un

buen escritor

Por fin hemos llegado al final de este tostón, y no me cabe duda algunade que mis dotes y mis brillantes instrucciones te habrán servido de algo —como mínimo alguna de todas las que han ido deslumbrándote a lo largo de lalectura—. No puedes negarme que no has aprendido nada, que no te has dadocuenta de que cometías alguno de los errores que te he descubierto o que note ha gustado alguna de mis sugerencias. Para tu regocijo, he decididoescribir este último capítulo recogiendo una serie de ítems, casi sagrados, quedeberías recordar por los siglos de los siglos. En realidad, si has prestadoatención, podrás observar que de una forma u otra ya te he expuesto lo queahora viene; se trata de consejos, obligaciones y conceptos que quizá, desdemi punto de vista, después de nuestro fortuito encuentro, considero que tepueden servir de guía en el camino de la escritura.

1. En primer lugar, la tarea esencial de todo escritor, casi desde elprincipio de la escritura tal como la entendemos hoy en día, es leer. Leermucho, ¿recuerdas? No te alienes en tu pequeño universo de creador de letrasy ábrete a la increíble literatura que te rodea. No hablo sólo de libros, sino deperiódicos, de subtítulos cinematográficos, de escritos en redes sociales, etc.

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Lee cualquier cosa. ¡Hasta los sobres de azúcar! Siempre aprenderás algo.Así mismo, elige también con algo más de criterio lecturas que puedanayudarte a escribir mejor y a recopilar y crear ideas de manera fiable (esdecir, lecturas que sepas que están bien escritas, que tengan un mínimo decalidad literaria y que puedan aportarte algo más docto o técnico, porejemplo).

2. Escribe mucho, también. Escribe cada vez que puedas, como si tuvida se basara en ello. Nadie puede pretender ser un escritor sin tomarse laescritura como un pan nuestro de cada día. Y si no puedes escribir todos losdías, tampoco te preocupes; cosas peores se han visto. Simplemente noapartes de tu vida a la escritura por mucho tiempo. Recuerda aquello que tedije al empezar esta aventura de que un escritor se beneficia y mejora a travésde la propia escritura, preocupándose por hacerlo lo mejor posible, inclusoponiéndose a prueba con géneros y actividades literarias distintas de lo quehabitúa a hacer. Tómatelo de vez en cuando como un juego (por ejemplo,intenta de vez en cuando escribir una noticia pensando como si fueras unperiodista, o intenta escribir un cuento siguiendo las pautas propias delgénero y estructurando y pensando cada una de sus partes y características).Haciendo un símil gastronómico, podríamos decir que un escritor que noescribe es como un cocinero que no cocina. ¿No será mejor lo que haces si lopracticas con frecuencia y te esfuerzas por mejorar y salir de tu zona deconfort?

3. A pesar de todo, no debes obstinarte en que todo lo que escribesdebe ser bueno. Piensa que de vez en cuando fallarás y las cosas no saldránbien. Siempre puedes intentar corregirlo si te apetece o crees que deberíashacerlo —por el motivo que sea—, mas recuerda que un buen escritor sabediferenciar sus buenas creaciones. Y sabe, por supuesto, desechar lo que nole sirve o lo que no hay manera de corregir o de hacer bien. No temas guardarcosas en un cajón o en una carpeta de tu ordenador; siempre podrás volver aello en un futuro —si no se te quema la casa o se te escacharra el pc—. Notemas tirar cosas a la papelera —por supuesto, si reciclas el papel, mejor quemejor—. Es algo en lo que insisten los mejores escritores, y si tu juicio esmínimamente aceptable y coherente, comprenderás que es algo normal y sinnada de perjudicial.

4. Otra obligación y actividad que debes normalizar en tu vida comoescritor es la de fijarte bien en todo lo que lees y escribes, analizarlo todo. Si

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no nos ponemos las gafas de crítico, si no nos ponemos a leer y escribir conla idea de aprender y enjuiciar lo que nos rodea, difícilmente podremosdarnos cuenta de qué hacemos mal y qué podríamos hacer mejor. Así pues,haz rayajos, toma notas, subraya y marca cosas, arranca páginas de diarios yapúntate las palabras que desconoces escuchadas de la tele, haz listas de ideasy posibles temas o escritos para un futuro. Sé activo.

5. En definitiva, todo gira alrededor del deseo y del esfuerzo dequerer aprender, de querer mejorar, de querer avanzar y llegar a ser algomás grande. Tienes que crecer como escritor, siempre, y eso necesitavoluntad y sudor. Intenta aprender sobre todo de los profesionales, deaquella gente o aquellos libros o lugares que puedan enseñarte lo que nosabes. Nadie puede dedicar su afán de aprendizaje en todos los campos delconocimiento; una vida no da para saberlo y estudiarlo todo. Sin embargo, lacasualidad y las circunstancias del día a día hay que saber aprovecharlas, y sihoy has descubierto algo nuevo o alguien te habla de un tema quedesconoces, presta atención. Así, los profesionales pueden ser una valiosafuente de conocimiento que puede ahorrarte mucho tiempo. ¿Por qué no leerun libro de un experto en literatura? ¿Por qué no pararse a ver ese documentalsobre la vida cotidiana en un país tercermundista? ¿Por qué no escucharactivamente a ese amigo que te habla de cómo se escribe correctamente? ¿Porqué no ayudar a un familiar en una labor que domina? Siempre puedes sacarprovecho de todo. Sólo tienes que querer que sea así.

6. Recuerda además pedir opinión, de los tuyos y de todo aquél quepuedas. La opinión, como te he repetido más de una vez, en un buen materialde mejora. No debemos cerrarnos nuestra empatía, no debemos protegernuestro ego. Si alguien te critica y te juzga, aunque no te acabe de gustar, loque debes hacer es reflexionar sobre lo que te ha comentado. Incluso si lacrítica es pésima o tiene defectos. ¡También de esto puedes aprender! Es más:si descubres qué critican también de los otros, abre bien los oídos, más que site criticaran a ti, porque alguien que te critique directamente puede intentarser benevolente o no dañarte, pero si critican a otro, esté el objetivo presenteo no, podrás juzgar tú mismo lo que puedes llegar a descubrir. Es interesante,en este sentido, saber qué opinan los escritores de renombre sobre las críticasque les hacen, así como averiguar qué responden estos sujetos anteentrevistadores y amigos —en programas de televisión, en prensa, etc. —.Ten siempre las orejas levantadas como los lobos: el aprendizaje acecha pordoquier.

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7. No obstante, pese a lo anterior, nunca dejes que la crítica te destruya.Está estrictamente prohibido. Para crecer como escritor también deberáspasar por momentos de opiniones y críticas nefastas y maldicientes. Lamalevolencia te atacará en un momento u otro. En algún punto de tu carreraliteraria te harán sentir triste, incluso quizá incompetente. Cosas así pasarán;es lo más probable, por lo que no te derrumbes y sigue siempre adelante.Debes ser disciplinado y constante, también en los malos momentos.

8. Así pues, en el caso de que llegues a publicar, te conmino a quepresentes tu libro (me refiero a varias presentaciones, en librerías, en clubes,en círculos, entre amigos, etc.). Preséntalo siempre que puedas en lugaresadecuados, porque tampoco es un buen plan sacar el tema de tus librosindiscriminadamente en cualquier lugar o en cualquier momento. Pero dile almundo lo que has hecho, y enséñaselo. Aprovecha asimismo el mundocibernético; las redes sociales son una herramienta, como sabes, que tepermite ampliar enormemente tu círculo de conocidos y de lectores, yactualmente mucha gente descubre libros sin la repercusión de las grandesmarcas a través de estas aplicaciones y espacios. Haz también lecturas —públicas y privadas—, intercambia libros con otros autores, haz donaciones abibliotecas y gente que se dedica a hacer reseñas, etc. Haz que tu libro no seestanque.

9. Para finalizar (y esto es lo más importante que aprenderás de laliteratura, ya no en mi libro, sino en cualquier lugar honesto), ten siemprepresente que, como defienden cada vez más entendidos, divulgadores yespecialistas, en la literatura nada es blanco o negro, no existen verdadesabsolutas, no hay dogmas preestablecidos e inmutables. La literatura no esuna ciencia absoluta; es muy relativa. Que nadie te diga que los personajes nopueden ser sosos, que las tramas deben ser más simples o más complejas, quetal género está o no de moda, que sin un vocabulario amplísimo no se puedeescribir, que sin conocimientos especiales no tienes capacidad para ello ninada por el estilo. Las sorpresas existen, las cosas cambian, los conceptosvarían, cada autor y cada obra son un mundo en sí —en gran medida con suspropias reglas—, la originalidad y la innovación son subjetivas, lo bueno y lomalo también. Podría alargarme muchísimo más, pero creo que el mensajeestá claro. Entre otras cosas, a mí es al primero que tienes que ponerme entela de juicio, y al final sólo tú descubrirás en qué he acertado y en qué no, enqué estás de acuerdo, en qué te ha servido. Evidentemente, entiéndelo tododentro de unos límites de la sensatez (¿o no?). Pero sé auténtico y esfuérzate

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por hacer las cosas lo mejor posible, día a día, cada vez mejor. Sólo entonces,independientemente de las circunstancias vitales de cada uno, vilescritorucho, quizá termines, y con mérito, siendo un buen escritor.

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11Conclusión

Toca despedirnos, pretencioso lector. Ha llegado el momento de que elalumno supere al maestro, el momento de las lágrimas, el momento del adiós.Espero, sinceramente, que este librito te haya servido de algo. Espero que merecuerdes con cariño. Y espero, por supuesto, que te conviertas en un buenescritor, si no lo eres todavía.

Por mi parte, pocas cosas me quedan por decir. La primera, que sigasformándote sin cesar; para ello tienes más adelante una lista bibliográficasobre libros y webs que pueden serte de ayuda. La segunda, que intentesanimarte a realizar alguno de los ejercicios que encontrarás tras lasrecomendaciones de lecturas. La tercera, que aproveches las páginas enblanco del final del libro tal como te dije en el prólogo. La cuarta, que meeches de menos y me tengas siempre presente. La quinta, y esto te lo pido porlo que más quieras en este mundo aparte de mí, es que me des tu opiniónsobre este libro en el apartado de comentarios de Amazon (es decir, busca ellibro en Amazon como si fueras a comprarlo y dentro del enlace delproducto, abajo, participa en los comentarios y valoraciones); tu opinión —por favor, que sea constructiva— me sirve para mejorar a mí también, paraalegrarme quizá el día o para saber simplemente qué te ha parecido la obra deeste pobre diablo. Sea cual sea la valoración, te lo agradeceré.

Y recuerda que, termines como termines, el espíritu de escritura debesvivirlo sin la frustración que oscurece a muchos por no haber publicadomediante editorial tradicional (hay quien publica de otras formas y le vamucho mejor). Recuerda también que la escritura es una afición que debes

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tomarte, en cierta medida, como un trabajo, pero que al final del camino —y,sin duda, a lo largo de él— debe ser, por encima de todo, un gozo, una formade vivir, un placer. Que la suerte, las ganas y el esfuerzo te acompañen. Pesea tu esporádica torpeza, tu ocasional ineptitud y tu a veces insoportablecarácter, ha sido todo un privilegio tenerte como lector. Gracias poracompañarme en esta aventura. Un fuerte abrazo.

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Anexo 1:Bibliografía de interés

A continuación voy a facilitarte una lista de libros, webs y canales deYouTube que pueden serte de ayuda. Algunos de estos libros, lo confieso, nolos he leído, al menos no de cabo a rabo, pero los conozco lo suficiente dealguna forma como para poder aconsejártelos; es decir, algunos sólo los heojeado por donde me interesaba, a otros —que yo no tengo pero por venturasí alguno de mis amigos— les he ido echando vistazos y haciéndolespequeñas lecturas, y otros los tengo en la estantería de consulta, a veces deuso frecuente. Todos no son sobre cómo escribir un libro, pero puedencontribuir, sin duda, a que hagas de ti un buen escritor. Lo mismo ocurre conlas webs y canales de YouTube (he seleccionado los seis canales que creoque podrían servirte de más ayuda): no los sigo todos con fanatismo, pero site los nombro es flagrante que será por algo. Algunos de los blogs, porejemplo, no tratan únicamente de escritura, pero los artículos y publicacionessobre este tema en ellos no suelen tener desperdicio. No te obsesiones enleerlos todos o en zambullirte toda tu vida en estas webs y canales, sinembargo. Explora e investiga estos recursos poco a poco; aunque podríaalargarme mucho, te he dejado los que me parecen más interesantes parainiciarse en esto. Pero sé razonable y no dejes de escribir: leer es importante,pero si no produces, no llegarás a iniciarte siquiera en el arte de la escritura.Ya me contarás qué tal.

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Libros

Belmar, Isaac: Escribir bien: O cómo fracasar mejor en el arte de la escritura.2017.

Campbell, Gabriella: 70 trucos para sacarle brillo a tu novela: Correcciónbásica para escritores. 2016.

Celdrán Gomariz, Pancracio: Hablar bien no cuesta tanto. Barcelona: Planeta.2009.

Comín Sebastián, Pilar: Ortografía y gramática para dummies. Para dummies.2013.

Diccionario panhispánico de dudas. Real Academia Española: Madrid. 2005.Gómez Font, Alberto: Palabras mayores. 199 recetas infalibles para

expresarse bien. Mallorca: Larousse editorial. S.L. 2015.González Duque, Ana: Cómo escribir fantasía. 2017.González Duque, Ana: El escritor emprendedor: cómo ganarte la vida como

escritor. 2016.Gotham Writer's Workshop: Escribir ficción: Guía práctica de la famosa

escuela de escritores de Nueva York. Alba editorial. 2012.Irazusta, María: Las 101 cagadas del español. Espasa. 2016King, Stephen: Mientras escribo. Debolsillo. 2016.Las 500 dudas más frecuentes del español. Instituto Cervantes. Espasa. 2013.Libro del español correcto. Claves para hablar y escribir bien en español.

Instituto Cervantes. Espasa. 2012.Martínez de Sousa, J.: Ortografía y ortotipografía del español actual. Trea.

2014.Moreno Fernández, Francisco: La maravillosa historia del español. Espasa.

2015.Nueva gramática básica de la lengua española. Real Academia Española.

Planeta. 2011.Ortografía básica de la lengua española. Real Academia Española. Planeta.

2012.Ortografía de la lengua española. Real Academia Española. Planeta. 2010.Salas, Carlos: Storytelling, la escritura mágica: Técnicas para ordenar las

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ideas, escribir con facilidad y hacer que te lean. Madrid: Mirada MágicaSRL. 2017.

Salas, Carlos: Trucos para escribir mejor: Cómo redactar textossobresalientes. Madrid: Mirada Mágica SRL. Madrid. 2007.

Sosa Lázaro, Miguel: El pequeño libro de las 500 palabras para parecer másculto. Barcelona: Alienta Editorial. 2015.

Webs

Ana Bolox (anabolox.com)Clara Tiscar (claratiscar.com)Cómo escribir un libro (www.comoescribirunlibro.com)Diccionario de la lengua española (dle.rae.es/?id=DgIqVCc)Diccionario WordReference (www.wordreference.com)Ebook Hermanos (ebookhermanos.com)Escritores.org (www.escritores.org/index.php)Fundéu BBVA (www.fundeu.es)Gabriella Literaria (www.gabriellaliteraria.com)Generador de nombres de fantasía (www.nombresdefantasia.com)Literaturas (www.literautas.com/es/blog/)MOLPE: Marketing online para escritores(marketingonlineparaescritores.com)National Novel Writing Month (nanowrimo.org)TsEdi, Teleservicios Editoriales, S.L. (blog.tsedi.com)Víctor Sellés (victorselles.com)Write, Research & Dreams (writeresearchdreams.wordpress.com)Writer's Plot Twist Generator. Take the story in a new direction (writers-den.pantomimepony.co.uk/writers-plot-twists.php)

Canales de YouTube

Ana González DuqueEnrique Páez

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Geek Furioso de la LiteraturaLetra MinúsculaLicreatura WebLorena AmkieMarketing online para escritores.MartitaraBookVlogsTriunfa con tu libro

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Anexo 2:Ejercicios

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Ejercicios de escritorio

1. Elige un libro que hayas leído y que te guste mucho e intenta adivinarcómo puede haberlo esquematizado su autor. Intenta escribir en unaficha un esquema donde aparezcan: las partes del libro, las partes de almenos un capítulo, los objetivos de cada parte. Añade también unresumen de cada uno de los capítulos y, si te atreves, de las partes de uncapítulo.

2. Busca tres artículos periodísticos e intenta esquematizarlos y resumirlos.Intenta adivinar por qué sus autores los han escrito en el orden en quelos has leído y piensa en otras opciones: ¿podrías haber empezado por elfinal? Justifica tu respuesta con un posible guión.

3. Elige uno de los libros que hayas escrito o que quieras escribir algún díay haz una ficha técnica con su género, su año (o años) de redacción, suextensión, etc. Seguidamente investiga qué cosas similares se han escritoantes y cómo se han escrito. Piensa también a qué tipo de lectores vadestinado e intenta describirlos con una ficha muy minuciosa: edad,posibles aficiones, dedicaciones, otras lecturas que creas que puedangustarles, etc. Puedes incluso imaginar cómo son físicamente y cuálesson sus personalidades.

4. Elige un texto cualquiera (de tu autoría o de otros), márcate una páginade extensión al azar y di al menos quince cosas que podrían haber sidoescritas de otra manera. Luego intenta analizar si esas variacionespueden ser interpretadas de formas distintas, si pueden significar algodiferente (aunque sea mínimamente).

5. Piensa en un programa de salsa rosa que puedas conocer un mínimo.Elige tres de sus colaboradores por lo menos e intenta crear con ellosdos breves historias de género diferente. Fíjate mucho en los rasgos quemejor describen a estos colaboradores e intenta plasmarlos a laperfección en los escritos.

6. Ahora coge los mismos colaboradores del programa de sala rosa queelegiste en el ejercicio anterior y piensa en dos películas que te gustenmucho. Intenta escribir de nuevo el guión o la trama de estas películasincluyendo a los tres colaboradores anteriores como personajesprincipales.

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7. Busca una noticia de un diario que se centre en un personaje público eintenta escribir un breve texto narrativo donde se describa qué siente esepersonaje en un momento determinado de la noticia. Di cómo se siente,qué percibe con cada uno de sus sentidos, cómo es su alrededor en elmomento de su historia, etc.

8. Busca un discurso célebre de la historia (o parte de él) e intentaconvertirlo en un poema, a poder ser con esquema métrico premeditado.

9. Busca un juicio célebre de la historia y ponte en la piel del juez, si esuno, o de los diversos jueces, si es el caso. Imagínate el momento en queestán fallando su sentencia y ponte en sus zapatos. Describe el lugardonde están con todo lujo de detalles, cómo son las personas que hayalrededor, qué tipo de ropa visten, en qué momento del día están, etc.

10. Haz memoria y elige dos escenas familiares: una en la que te lo hayaspasado muy bien y otra en la que la cosa haya sido muy triste odesastrosa. Intenta con cada una de esas escenas crear una escena teatral.Intenta ser lo más dramático posible. Exagera los rasgos cómicos ytrágicos.

11. Piensa en tres canciones que te gusten mucho e intenta hacer la fichatécnica de tres personajes literarios. Tienes que relacionar a cadapersonaje con una de las tres canciones. Cada uno de ellos debescaracterizarlo de manera que llegue a ser creíble (verosímil) que hayasido el autor de la canción. Puedes inventar una situación literaria, unpasado para los personajes, etc.

12. Escribe un relato donde cuentes la situación actual en que teencuentras (por ejemplo, el momento de tu vida por el que estás pasandoo el momento concreto en que estás leyendo este libro). Para escribir elrelato, imagina que te encuentras en otro siglo distinto de este (puede serdel pasado o del futuro). Intenta describir todo lo que te rodea.

13. Escribe un poema que hable del naufragio de una embarcación. Antesde ello, investiga qué campos léxicos pueden ayudarte (por ejemplo,jerga del mar, partes de un barco, etc.).

14. Busca un texto de no más de cien palabras de un libro que te hayaencantado y cambia el mayor número de palabras que puedas porsinónimos.

15. Intenta describir la escena de un crimen. Imagina primero el crimen y

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luego haz una lluvia de ideas: momento en que se ha cometido,personajes, escenario, etc.

16. Busca en las redes sociales una publicación que no sea tuya al azar eintenta escribir algo en primera persona con su contenido. Dependiendode lo que diga la publicación, puedes elegir escribir un relato, un artículoperiodístico, un breve ensayo o una reflexión filosófica.

17. Piensa en uno de tus cuentos o películas infantiles favoritas eintercambia los papeles de los personajes. Que el bueno sea el malo yque el malo sea el bueno. Que el listo sea el tonto y que el tonto sea ellisto. Dale a todo un giro de ciento ochenta grados. Si lo prefieres, envez de un cuento o una película puedes escribir el resumen de un libro ouna historia más densa, pero siempre dándole la vuelta a todos losparámetros.

18. Analiza los arquetipos de la historia de un libro o una obra audiovisualque creas interesante y con una gran trama. Luego mezcla lascaracterísticas arquetípicas de los personajes de dos en dos; es decir, quevayas eligiendo parejas de personajes y vayas mezclando sus rasgosdefinitorios. Luego puedes crear fichas técnicas de los personajesresultantes o escribir una nueva trama con ellos.

19. Busca tres fotos de cualquiera de tus álbumes. Debe haber al menosuna persona en ellas, y en cada una de las fotos la persona debe serdiferente. Haz una lista muy detallada y precisa de rasgos para cada unade estas personas. Si lo prefieres puedes buscar fotos de personas derevistas, internet o similares.

20. Como en el ejercicio anterior, busca tres fotos —preferentementepersonales—, pero ahora elígelas teniendo en cuenta que en lo que te vasa fijar ahora para definir son paisajes naturales. Cuanto más parecidossean los paisajes, mejor. Intenta hacer una lista de detalles de cada unode los paisajes de las fotos, e intenta que cada lista contenga unadescripción lo sufrientemente distinta como para que otra persona puedaser capaz de relacionar la lista de características con el paisajecorrespondiente.

21. Piensa tres obras literarias que hayas leído y conozcas bastante bien.Separa los personajes y paisajes principales de los secundarios y céntrateen estos últimos. Haz una lista de beneficios que creas que aportan adichas obras.

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22. Toma un texto cualquiera (aunque yo recomiendo de un periódico ouna revista, puede ser de un libro, de un diccionario, de una página web,etc.) y, en el caso de que lo aprecies, haz una fotocopia o impresión.Luego recorta todas las palabras de forma que cada una de ellas se quedeen un solo papelito. Mezcla los recortes en un bote, por ejemplo, o en unmontón sobre la mesa, y finalmente elige al menos treinta de esospapelitos. Escribe un relato de terror que contenga esas treinta palabras.

23. Pídele a una mano inocente que elija un libro cualquiera de tubiblioteca personal, que lo abra por la página que quiera y que te señaleuna oración cualquiera. Con esa oración como principio, escribe unnuevo relato.

24. Compra un libro de sopas de letras y ejercicios similares y seleccionadurante treinta días tres palabras al azar que hayas encontrado en ducholibro. Antes de comenzar, piensa un tema principal para un texto, y alfinalizar el mes intenta escribir ese texto haciendo que contenga todaslas palabras que has ido seleccionando.

25. Como en el ejercicio anterior, pídele a alguien que elija por ti un librode poesía cualquiera de tu biblioteca, que lo abra por la página quequiera y que te señale un verso cualquiera. A partir de ese verso (y conél como principio), escribe un nuevo poema.

26. Busca las instrucciones de cualquier aparato o electrodoméstico de tucasa y escríbelas de forma artística, como si fueras su vendedor yquisieras que la gente amara seguir tus directrices.

27. Pídele a un amigo que escriba en un papel las primeras treinta palabrasque le vengan a la mente. Luego escribe un cuento infantil con ellas.

28. Elige un cuento que te guste e intenta contarlo transformando sucontenido en algo sólo para adultos. Incluye lo que llamaríamos escenaspara mayores de dieciocho años.

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Ejercicios de aventura 29. En una estación de tren, siéntate en un lugar donde puedas analizar a

los viajeros. Puedes incluso subirte a alguno de los trenes y escribirdurante el viaje de ida y vuelta. Lo que tienes que hacer es elegir tresviajeros como personajes principales y hacer para cada uno una fichatécnica de personajes. Luego, piensa en el destino final de uno de lostrenes de la estación (o el del tren en el que te has subido) e imagina unahistoria de amor que pueda incluir a los tres personajes viajeros en quete has fijado.

30. Visita un parque donde encuentres niños y fíjate en cómo juegan, sihay alguien que los esté supervisando, si se enfadan o ríen, etc. Escribeun pequeño texto (te recomiendo una escena de teatro o un relato defantasía) con esos niños del parque como protagonistas, pero distinguemuy bien en el texto los niveles de lenguaje de cada personaje y delposible narrador.

31. Ve al cine y entra a una de las sesiones. Al salir, tómate tu tiempo paraanalizar la estructura de la película y qué cosas te han gustado más,cuáles te han desagradado mucho, cuáles crees que eran previsibles,cuáles han sido originales, etc. Después reescribe la historia de lapelícula cambiando un poco la trama: puedes hacer que el antagonista, silo hay, pase a ser el protagonista; puedes cambiar radicalmente el final;puedes cambiar el género de la película y hacer de su estilo todo locontrario. Tienes infinitas posibilidades.

32. Ve a un cementerio y pasa la mañana allí (no creo que a muchos lesguste ir de noche, y de día, de hecho, el clima seguro que es mejor).Pasea un poco por las tumbas y los nichos y luego siéntate a imaginarcómo fue la infancia de esos fallecidos. Te aconsejo que elijas a un parde ellos, mejor si murieron a muy avanzada edad, para así tener queesforzarte en pensar cómo era la vida cuando eran pequeños. Luegoconsulta con alguna persona mayor o a un especialista en historia en quéaspectos cree que has acertado y qué cosas podrías añadir para que laambientación temporal de tu relato sea más creíble.

33. En una piscina pública o en la playa, observa tu alrededor y conviertetu día en una historia de miedo. Intenta que todos los detalles de tu día

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aparezcan en el relato: tu camino desde casa hasta la piscina o la playa,la gente que te rodea, si hay algún bar o chiringuito, cómo es el sitio, enqué momento del día has llegado, qué tiempo hace, cuáles pueden serlos miedos de la gente que se está bañando y cuáles los de la que no sebaña, etc. Elige antes de escribir el relato si va a haber muertos, si lahistoria terminará bien o mal y si tú serás o no el protagonista.

34. Ve un día a la biblioteca pública e imagínala como el escenario de uncrimen. Escribe in situ cuál podría ser el arma del asesino, el móvil, elmodus operandi, etc. Puedes fijarte en la gente de la biblioteca eincluirla en tu escrito. Te aconsejo además que, ya que estás entre libros,busques un par de libros de novela negra o policíaca y te anotes algunosrecursos o vocablos para utilizarlos en el ejercicio.

35. Haz un paseo por el campo o la montaña y haz una lista de todasaquellas cosas que no sabes cómo se dicen, una lista con todas lasposibles descripciones y motivos literarios que podrían escribirse sobreel lugar (“se hizo de noche”, “el río susurraba”, “la hierba se mecía”,etc.) y otra lista con las cosas que te ocurren o podrían ocurrirle acualquiera por lo general en un lugar como ese (cansarse, tropezarse,etc.). Si quieres ampliar el ejercicio, puedes tomar la primera lista eintentar describir esos elementos que no sabes cómo se dicen de maneraatractiva y literaria (o sea, intentando camuflar tu desconocimiento).También puedes pensar formas más artísticas y poéticas para describirlos elementos de la segunda lista.

36. Ve a un lugar de paseo de mascotas y elige el animal que más curiosote parezca, no el que más te guste. Intenta escribir un texto filosóficodonde ese animal reflexione en primera persona sobre alguna de susposibles experiencias.

37. Hazle una visita a alguna persona anciana que conozcas y pídele que tecuente alguna de sus vivencias de cuando era joven o de cómo se vivíaen sus tiempos (qué penurias se vivían, con qué juegos se divertían,cómo se celebraban antes las fiestas, cómo eran antes ciertos lugares,cómo se desarrollaron las relaciones sentimentales de sus conocidos,etc.). Métete en la piel de un investigador y escribe lo que ese anciano tecuente a modo de crónica.

38. Ve a un edificio de muchos pisos y sube y baja en el ascensor variasveces desde la planta baja hasta la más alta. Intenta no hablar para nada:

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no saludes a nadie siquiera. Fíjate en la gente que entre al ascensor eintenta descubrir qué pueden estar pensando. Escribe un poema quetenga el silencio en un ascensor como tema principal.

39. Visita un yacimiento arqueológico donde haya cuevas y recopila todala información que puedas. Luego escribe un guión como el de undocumental, pero intentando utilizar lenguaje técnico y citando losdocumentos con los que te has informado.

40. Date una vuelta por una juguetería y busca los juguetes que creas quemejor se adaptarían como protagonistas para una novela fantástica.Fíjate bien en sus características e inventa una vida para cada uno (supasado, su presente y, si quieres, su futuro). Finalmente, inventa unahistoria con ellos.

41. Ve al teatro a ver una tragedia. Llévate contigo tu libreta de escritor yve anotando qué tipo de lenguaje utilizan, cómo se inician y se terminanlas escenas, qué recursos literarios utilizan, qué vestuario manifiestan,etc. Seguidamente, cuando se termine la obra, escribe una segunda parte,continuando su historia. Intenta escribirla lo más pronto posible.

42. Haz una visita a una iglesia y fíjate en sus estatuas, pinturas y otrasobras de arte que encuentres. Luego escribe un relato donde unespecialista en arte visite esa misma iglesia, con los motivos queprefieras, mientras el cura oficia la misa. Intenta informarte sobre elvocabulario apropiado para describir lo más preciso posible tu historia.

43. Ve a un centro comercial y entra a ese tipo de tiendas que nuncafrecuentas. Luego escribe un relato cómico sobre alguien que estábuscando algo y se ve obligado a seguir una serie de pistas que lo llevande una tienda a otra de esas que has descubierto. No describas de cadauna de ellas lo más simple ni lo que mejor podrías, sino lo que creas queno sabrías muy bien cómo definir. Haz también que tu protagonistainteractúe con los dependientes y compradores de las tiendas.

44. Visita una frutería cualquiera de tu localidad y escribe un poemadonde alguna fruta sea la protagonista. Debes utilizar la frutería comoescenario y comparar a tu fruta con las demás. Escribe el poema enprimera persona.

45. Date una vuelta por una tienda de perfumes y prueba un par que teatraigan. Luego escribe un relato donde imagines al creador de dichosperfumes inspirándose para inventarlos.

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46. Sube a un edificio muy alto donde puedas acceder a la azotea. Siéntatede manera cómoda por unos minutos en silencio, y deja que tu mentedivague. Luego intenta ordenar tus pensamientos y escribe un textodonde te recrees como si fueras un filósofo.

47. Si no tienes uno en tu casa, busca la de un amigo que te permitaencerrarte en el sótano unos quince minutos. Si te atreves, puedeshacerlo completamente a oscuras. Presta atención a qué puedes escuchardesde el sótano y, si algo te da miedo o te suscita alguna otra sensacióninteresante, anótalo a ciegas en tu libreta. Luego, ya fuera del sótano,escribe un relato donde una persona ha sido secuestrada; puedes ponerteen la piel del secuestrado o en la del secuestrador, si no en ambas.Intenta escribir el texto en tercera persona y dotarlo de variascomparaciones y metáforas.

48. Escribe una aventura amorosa. El escenario debe ser una tienda demuebles que puedas visitar antes de redactar la aventura.

49. Marca un número al azar en tu teléfono o móvil hasta encontrar a unapersona que te dé conversación. Puedes decirle que eres creador dedocumentales de televisión y que está buscando una localidad parainspirarte. Pregunta qué puede haber de curioso en la localidad de tuinterlocutor, cómo es la gente allí, etc. Pregúntale todo lo que se teocurra. Responda lo que te responda la persona con la que hablas,cualquier cosa que te diga tienes que ir anotándola para intentar crear unmundo fantástico. Simplemente modifica lo que te haya contado elinterlocutor y crea un espacio fabuloso.

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Ejercicios peculiares 50. Imagina que sin querer has matado a alguien y quieres culpar a otra

persona del asesinato. Anota todos los argumentos que podrías alegar atu favor y escribe tu defensa como si fueras un abogado elocuente.

51. Desnúdate y ponte frente a un espejo un cuarto de hora. Haz una listasobre las características de tu cuerpo con el mayor lujo de detallesposible. Luego imagina que caes gravemente enfermo y que tu cuerpova desmejorando hasta convertirte en un zombie. Escribe el proceso enun relato artístico.

52. Haz fotos a unas cuantas nubes e imprímelas. Intenta adivinar lasformas que te sugieran y dibuja sus contornos sobre el papel. Luego hazlas descripciones pertinentes e intenta asignar a cada imagen una historiapropia.

53. Piensa que se acerca el fin del mundo. Escribe un relato sobre cómocrees que reaccionaría la gente. Evidentemente, termina el relato con elfin del mundo. Puedes escribirlo en primera persona.

54. Elige cuatro fotos personales en las que aparezcan distintas personas.Luego, en dos columnas, escribe de manera confrontada por parejas quépersona es más distinta a otra. Finalmente, imagina una relaciónromántica para cada pareja y escribe los relatos de cómo podrían llegar aenamorarse.

55. Busca el juguete más adorable de tu casa y hazle una foto junto a uncuchillo sobre tu cama. Enséñasela a tus amigos y diles qué les sugierela foto. Luego elige a uno de esos amigos como protagonista de unrelato de terror donde huya del juguete asesino.

56. Pregúntale a tres personas distintas con qué personaje ficticio sesienten más identificadas y escribe una pequeña ópera donde representendichos personajes.

57. Vístete sumamente elegante, añade a tu vestuario algún complementoestrafalario y que no pegue mucho con lo que lleves y date una vueltapor un sitio público. Fíjate en cómo te mira la gente y escribe un relatodonde te hayas visto obligado a vestirte de tal forma. Describe conprecisión qué opina le gente sobre ti.

58. Consigue un mantel de papel de un bar o restaurante cualquiera y un

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par de botes de pintura líquida. Con un pincel, salpica la pintura demanera caótica sobre el mantel y escribe un poema con lo que te sugiera.

59. Apunta en tu libreta de escritor todos los sueños que tengas a lo largode una semana y luego crea una historia donde los unas todos de formaverosímil.

60. Imagina que eres un superhéroe que se ha resfriado y tiene que salvarel mundo durante tres o cuatro días sin parar de estornudar y limpiarselos mocos de la nariz. Describe una de tus aventuras mientras tienes quelidiar con el resfriado. Para ello, busca el prospecto de alguno de losmedicamentos para el resfriado que tengas por casa e intenta plasmar entu historia todos los síntomas y efectos secundarios que pueda ocasionarsi te lo tomas.

61. Siéntate frente a la televisión y haz zapping durante unos minutos.Anota las primeras palabras, sonidos e imágenes que encuentres en cadacanal y luego escribe un poema con todo el material recogido.

62. Recoge una caja cualquiera del contenedor de reciclaje (una que estésuficientemente limpia como para llevártela a casa) y dedícale duranteunos días cinco minutos de reflexión. Siéntate frente a ella y anota lascosas que te sugiera. Al final del proceso, escribe un relato sobre cómola vida de la caja.

63. Escucha una canción de que te guste mucho, una de las que tienenletra y que podrías pasar al papel como si fuera un poema. Intenta ir todoel día tarareando la música e inventando nuevas letras ad infiitum. Por lanoche, haz un esfuerzo por recordar cuáles son las rimas que más te hansorprendido y escríbelas de manera que compongas una nueva letra parala canción.

64. Durante un día de lluvia, equípate con paraguas, botas y chubasquero ysal a dar un paseo. Esfuérzate por ir pensando cómo reflejarías el climaque te rodea en una escena triste de una obra y escríbelo al llegar a casa.Intenta que el clima y las sensaciones que quieres transmitir en el textoestén relacionados explícitamente.

65. Habla con otro escritor que conozcas y planteaos escribir un relato deunas veinte páginas entre los dos. Dejad volar la imaginación y no ospongáis límites ni prohibiciones. No importa si al final del ejercicio elrelato es un disparate. La mecánica que te aconsejo que sigáis es que losdías pares continúe uno el relato y los días impares el otro. Echad a

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suertes quién empieza el texto; el que no lo empiece es el que debeterminarlo.

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Biografía del autor

ALEJANDRO SANTIAGO OLTRA SANGENARO (El Genovés,1993) es profesor graduado en Filología Clásica por la Universitat deValència. Cursó Bachillerato en el IES Josep de Ribera, en Xàtiva, y en esetiempo fue uno de los ganadores de L’Olimpíada de Clàssiques 2011 de lamisma universidad donde después estudiaría. Es presidente de la asociacióncultural y benéfica Família Arcàdia y ha ejercido varias veces como monitorde talleres públicos sobre los más diversos temas de literatura, investigaciónhistórica y mitología y religión. Se estrenó como escritor con Cendres abatalla, novela fantástica juvenil publicada en la editorial Tabarca, y luegoeditó los libros de poesía Primeros Poemas, Versos Joves y La veu més fosca.Es autor también del manual Latín para 2º de bachillerato: Cuaderno derepaso diario de morfosintaxis. Su última novela, La Rebelión Oscura, queya cuenta con segunda edición, ha sido publicada en la editorial Caligrama,quien le concedió a la obra el reconocimiento del sello Talento.

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Otras obras del autor

La Rebelión Oscura

Han pasado muchos siglos desde quelos dioses abandonaron el viejo mundo. En el presente, en sus nuevas tierras,el continente que gobiernan será azotado por viejos enemigos: los demoniosse sublevarán contra el Olimpo y desatarán el caos del nuevo orden mundial.Ante la insurrección, las razas que soportaban el régimen olímpico tendránpocas opciones con los súbitos e impensados líderes: unirse a ellos,enfrentarlos para conseguir de una vez por todas la libertad o, simplemente,sucumbir. Con todo, pese al inusitado poder que ostentan, los usurpadoreshallarán más oposición de la que esperan. Especialmente, ofrecerá una

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resistencia insospechada un dios relegado a la soledad, ausentado hastaentonces de los círculos divinos, pero decidido a arruinar la rebeliónoscura. Alejandro S. Oltra regresa audaz con lo que pretende ser el principio de unaobra épica monumental. Dioses, humanos, criaturas fantásticas, tradiciones,creencias, arcanos… Osado y atrevido, este libro, estimado lector, le harácuestionar los postulados convencionales. ¿Podrían tener sentido los mitos ylas leyendas universales? ¿Podrían estar perfectamente conectados? ¿Podríanexistir otras realidades? ¿Se repite la historia? ¿Está escrito el destino? Larespuesta a estas preguntas es más compleja de lo que parece.

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[1] Este apartado de notas sólo está disponible en la versión en papel de la obra.[2] El ejemplo que más me gusta a mí es la película de Wall·E (a mí me llegó al corazoncito…).[3] Es la especialidad de la saga de Juego de Tronos, de G. R. R. Martin. El autor es todo un maestro deeste tipo de sorpresas.[4] Como en un acertijo o en una obra de detectives (cf. Sherlock Holmes o Los Otros).[5] Fíjate en la película El Show de Truman. Nos han ido dando pistas poco a poco de lo que realmentees la historia.[6] Lo siento muchísimo, vil escritor, de verdad, pero sé que seguramente te estarás preguntando ahora:“¿Y por qué escribe estas palabras en cursiva si dice que se escriben en redonda?”. La normativa meobliga. El uso de la cursiva en este caso concreto no se debe a que estas palabras se considerenneologismos no adaptados, sino a otro uso de la cursiva: el uso metalingüístico. No le des vueltas;cuando lleguemos al uso de la cursiva ya te explicaré esto. Sigue leyendo, venga. Va, perdóname.[7] Aquí una nota seria. Supongo que algunos van a romperse el coco con lo siguiente, pero creonecesaria la aclaración. Para aquellos que se hayan dado cuenta, podría pensarse que, de acuerdo con lodicho en la nota anterior, del mismo modo que una palabra que de normal se escribe en redonda pasa aescribirse en cursiva, por ejemplo, por el uso de referencia metalingüística, estas palabras que denormal se escriben en cursiva deberían de escribirse en redonda. El lector tiene toda la razón delmundo: cuando una palabra que generalmente se escribe en cursiva aparece dentro de un contexto quepor otro motivo obliga a escribir en cursiva lo que de normal va en redonda, lo que se escribe de normalen cursiva pasa a escribirse en redonda. Por ejemplo: “Ayer leímos en clase el artículo ese de Losextranjerismos como jazz deben escribirse en cursiva”. En las palabras que dan paso a esta nota, contodo, para no enredar más el asunto, he decidido mantener la cursiva. Disculpen las molestias.[8] Un verbo que expresa una acción de habla o cualquier tipo de pronunciación o expresión de unsonido emitido por un hablante, ya sea oral o mentalmente, por eso decimos también eso del verbo depensamiento (o sea, que denote pensamiento o fruto de este).[9] No obstante, que conste que también es verdad que cuantas más ventas y éxito tengas como autor,mayor consideración te ofrecerán y más parte del beneficio te irán dando. Habitualmente todo esto senegocia y pacta mediante contrato.[10] Aplis es el plural de app, anglicismo sinónimo de aplicación.[11] Aunque, sinceramente, estas condiciones casi todos se la pasan por el forro. En realidad, por lo queme han dicho miembros de jurado de más de un premio (alguno de ellos de prestigio), si has enviado tuobra a más de un premio y por casualidad va y ganas en uno o alguna editorial a la que has mandado tuobra te ha aceptado, y todo esto mientras sigues pendiente del fallo de algún otro premio, la picarescaaflora: únicamente tienes que ponerte en contacto con los organismos correspondientes y declararlesque deseas que tu obra se retire del concurso. Así de simple se libra uno del castigo.