Aleix Romero Peña, Usos Espurios De La Historia

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    Usos espurios de la historiaMariano Luis de Urquijo y la historiografa reaccionaria

    Aleix Romero PeaUniversidad de La Rioja

    La fundamental interconexin entre pasado y presente convierte al estudio histrico en unelemento interesante para el poder poltico, dado que su actuacin se ve tericamente mediatizadapor los anhelos de una colectividad concreta y comprender dichos anhelos supone conocer la

    identidad de quienes los sienten, es decir, ser consciente de su historia, porque es sta ltima la queconfigura comportamientos nacionales en las personas y las socializa segn los mismos1. De loanterior se colige que el control de la transmisin de su identidad, bien sea a travs de la enseanza,de la difusin de obras con carcter divulgativo, de la creacin de eventos culturales, etc., facilita elsometimiento de la poblacin, aun cuando la Historia, en cuanto ciencia, sufra un uso espurio.Desde que el rey Fernando VII regresara a Espaa en 1814 y derogara la Constitucin de Cdiz, elautoritarismo, en variantes ms o menos aperturistas, ha sido una constante en los gobiernosespaoles durante la mayor parte de los siglos XIX y XX. En la actualidad, an continuamosrespirando las emanaciones polticas y culturales de los que, en el mbito de la historia de las ideas,han sido denominados no sin cierta sorna cuarenta aos de menendezpelayismo. Esta hegemonade la derecha poltica de carcter clerical, de marcado carcter antidemocrtico, la ha llevado aerigirse en representante genuina de la historia de Espaa, portadora de sus esencias y tradiciones2.

    En nuestra pretensin de analizar brevemente el alcance de dicha influencia, hemosdecidido tomar como punto de partida el tratamiento que distintos historiadores reaccionarios handado a Mariano Luis de Urquijo (1769-1817). Este personaje rene una serie caractersticas, comoilustrado, afrancesado, regalista, enemigo de la Inquisicin o traductor de Voltaire, entre otras, enmarcada polmica con los valores ultramontanos, lo que ha llevado a que los historiadoresreaccionarios hayan deformado su dimensin histrica, convirtindole en una de sus btes noires. Acontinuacin presentamos, sin pretensin de ser exhaustivos, algunos ejemplos.

    Urquijo, el jacobino

    Tena adems Urquijo y tiene todava, varias correspondencias en Pars que merecen ser conocidas.Entre los franceses escribe a Paganel, secretario general (equivale a oficial mayor de nuestrassecretaras), cura prroco, casado, que acaba de ser depuesto de su empleo por jacobino rabioso.ste era el centro de los dems correspondientes; pero el principal confidente es el cnsul generalLugo, que es preciso describir. ste es un canario que, conducido a Londres por sus aventuras,mora all de hambre, y cuando Urquijo estuvo all en aquella corte si ocupacin ministerial, leprocur conocimientos amenos y divertidos. Estuvo all implicado en un proceso de suposicin decdulas de la banca, y vehementemente sospechado de falsario. No pudiendo estar ms enInglaterra, vino a Francia condecorado con el Consulado de Dunkerque, que le procur su

    1Prez Garzn, Juan Sisinio et al., La gestin de la memoria. La Historia de Espaa al servicio del poder, Barcelona,Crtica, 2000, p. 9.2 Novella Surez, Jorge, El pensamiento reaccionario espaol (1812-1975). Tradicin y contrarrevolucin en Espaa,Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, p. 13.

    Navajas Zubeldia, Carlos e Iturriaga Barco, Diego (eds.): Coetnea. Actas del III Congreso Internacional deHistoria de Nuestro Tiempo. Logroo: Universidad de La Rioja, 2012, pp. 119-130.

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    agradecido Urquijo, pero nunca fue a servir su empleo, y se coma el sueldo en Madrid sin habervisto Dunkerque ms que en el mapa. Este mrito bast sin embargo para que se le nombraseCnsul General en Pars con el sueldo ordinario 24.000 reales ms para mantener un coche, y parahacer esto se sacrific y ech de dicho empleo a don Jos de Ocriz, el hombre ms honrado y dems mrito que hay en la carrera. En casa de este Lugo se hace pblicamente un club compuesto delos ms emancipados terroristas y enemigos de toda monarqua. Concurren a l los franceses ms

    sealados por su espritu revolucionario y los espaoles ms fanticos contra el Rey que los paga ymantiene, como los Gimbernat y otros. El general OFarrill con su mujer, desatinada antirrealista,han concurrido a este club. Por tres veces el ministro de la Policeme habl para que remediase esteescndalo, y yo ped que me hablase por escrito, lo que no quiso hacer. Pocos das antes de mipartida se ley en dicho club una carta de mano del mismo Urquijo en que aseguraba a Lugo que lascosas iban bien y que se haban tomado las medidas para que fuesen empleados los buenos yexcluidos los Azaras, Talleyrand y otros de su especie. En suma, Lugo, jacobino profeso, es elverdadero embajador del Rey en Pars y el que tiene la correspondencia confidencial con Urquijo,con cifra ministerial para ello, habindose mandado al duque de Osuna que le entregase la quellevaba para su embajada de Viena.

    Sera nunca acabar el querer describir la situacin y el carcter de los espaoles enemigos del Rey, yque mantiene y honra en Pars S. M. []3

    Este fragmento forma parte de una carta dirigida el 26 de noviembre de 1799 por el ya ex-embajador en Pars Jos Nicols de Azara haba sido destituido el pasado 14 de agostoal prncipede la Paz. En dicha misiva Azara denunciaba la poltica seguida por el entonces secretario deEstado, Mariano Luis de Urquijo, con la Repblica Francesa. El documento resulta de notableinters histrico en cuanto detalla como pocos distintos recovecos de la diplomacia de fines delsiglo XVIII; esa cualidad lo convierte en un recurso abundantemente usado por los historiadorespara analizar la poltica exterior espaola. El impulso que movi a Azara a coger la pluma era, sinembargo, personal. Las desavenencias que mantena con Urquijo se haban desatado a su cese,brotando en l una intensa aversin hacia su superior que incluso afect a la gestin de los asuntosespaoles4. Conoca la animadversin del destinatario de sus palabras hacia el ministro, que le haballevado a aproximarse a la oposicin al gobierno ilustrado, denominada partido catlico o beato,

    por los diplomticos franceses5. Eso le llev a trazar un cuadro profundamente negativo de Urquijoy de sus relaciones con Francia, pintndolo como jacobino

    En la caracterizacin de jacobino, Azara resaltaba el papel desempeado por el cnsulgeneral Jos de Lugo, amigo del ministro. Lugo haba denunciado el despilfarro que suponan loscontratos de aprovisionamiento suscritos durante la estancia de la escuadra espaola en el puerto deBrest (1799-1802). El contratista era Gabriel Ouvrard, proveedor general del ministerio de Marina,que haba sido recomendado por Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores y amigo personal de

    Azara. Lugo fue acusado por el ministerio francs de la Polica de albergar en su casa reuniones delpartido jacobino, dando con ello inicio a una serie de desventuras entre las que se incluye una ordendel gobierno francs de diciembre de 1799 para que abandonara la capital parisina 6. Por si fuerapoco, Azara traslad a Godoy el convencimiento de que el principal motivo de su cese fue la

    intervencin que protagoniz para que el club jacobino del Mange, donde supuestamente se

    3 Azara al Prncipe de la Paz, Barcelona, 26-XI-1799. APFA, copia no autgrafa. Gimeno Puyol, MaraDolores,Jos Nicols de Azara. Epistolario (1784-1804), Madrid, Castalia, 2010, pp. 790-791.4Azara incluso escribi a Urquijo: No hablo a Vd. de negocios, porque para m son ya como la historiaantigua de partos y medos. Azara a Urquijo, Pars, 26-VIII-1799. AHN, Estado, leg. 3999. Gimeno Puyol,Mara Dolores, op. cit., p. 768.5La Parra, Emilio,Manuel Godoy. La aventura del poder, Barcelona, Tusquets, 2002, p. 223.6Sobre Jos de Lugo pueden consultarse Demerson, Georges, Un canario diplomtico y hombre de negocios: don Josde Lugo-Via y Molina, Tenerife, Instituto de Estudios Canarios, 1988; y Gimnez, Enrique y Pradells, Jess,

    Jos de Lugo y Molina: Cnsul y agente general de Espaa (1754-1835), Revista de la Facultad de Geografa eHistoria, 4, 1989, pp. 273-312. El propio Lugo hace una interesante descripcin de sus pesares en AHN,Estado, leg. 3429.1, expediente n 15, memoria de Jos de Lugo a Pedro Cevallos, 27-01-1801.

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    hablaba de invadir Espaa y hacerse con sus riquezas para afrontar los distintos frentes militares enque estaba empeada la repblica francesa7.

    La imputacin como jacobino puede resultar inslita en un ministro de la monarquaborbnica. Conviene tener en cuenta que el trmino, ms que calificar una opcin poltica, era unsimple trmino despectivo, usual en las batallas dialcticas entre distintas facciones, hasta el punto

    de que ni siquiera el propio monarca se libr de l, vindose motejado como verdadero jacobinoporque elogiara pblicamente algunas facetas de la Francia republicana y leyera sus peridicos 8. Decualquier manera, el prncipe de la Paz realiz copias de la carta y las difundi por ambientescortesanos9.

    Los contenidos de la carta tuvieron una difusin significativa, como lo revela el hecho deque tambin hagan mencin de la misma los Holland, una pareja de aristcratas ingleses quehicieron un tourpor Espaa entre 1802 y 1805. Lord Holland incluso lleg a poseer una copia de lamisma10. Pese a que Holland nunca tuvo relacin con Urquijo, ste resultaba para l, poltico whig,una persona demasiado radical en sus planteamientos, as como inequvoco aliado de Francia. Uncolaborador de Holland, el escritor liberal Jos Mara Blanco White, anotaba sobre aqul unascuriosas ancdotas acaecidas durante su periodo como secretario de embajada en Londres en 1796:

    as he [Urquijo] was a few years ago with the Spanish Ambassador in London, where his attachment to theFrench jacobins ad their measures could not fail to attract some notice, from the unequivocal proof of self-devotionwhich he shewed to that party. It was, in fact, an attempt to drown himself in the pond at Kensington Gardens, uponlearning the peace made by Buonaparte with the Pope at Tolentino; a treaty which disappointed his hopes of seeing thefinal destruction of Papa See, and Rome itself a heap of ruins, in conformity to a degree of the French Directory.Fortune, however, having determined to transform our brave Sans-Culotte into a courtier, afforded him a timely rescuefrom the muddy deep; and when, under the care of Doctor V, he had bee brought to understand how little hisdrowning would influence the events of the French war, he returned to Madrid, to wield his previous qualification ofJoven de Lenguas, had entitled him to a place, till he rose, by seniority, to that of Under-Secretary11.

    El episodio, de dudosa credibilidad, provena directamente de lord Holland. Aos ms

    tarde apareca un libro de ste ltimo con ms datos y chascarrillos sobre Urquijo 12. Holland noslo aada el nombre de la persona que le haba referido el suicidio frustrado, un cirujano llamadoCarlysle, sino que tambin coment la sorpresa que se llev el ministro Lord Grenville cuando, al

    visitar a Urquijo, se encontr con un ejemplar de Age of the Reason, manifiesto desta yprofundamente crtico con la religin institucionalizada del escritor ingls Thomas Paine13. A travsde estas ancdotas el lector ingls tena oportunidad de comprender el comportamientofanticamente hostil que tuvo Urquijo contra la Iglesia romana, citado an hoy en da por algunos

    7 Gimeno Puyol, Mara Dolores, op. cit., pp. 791-792. Urquijo, en cambio, lo ces al sospechar que eldiplomtico francs se encontraba detrs de una maniobra emprendida por el gobierno francs para echarledel ministerio. V. Lema, marqus de, Antecedentes polticos y diplomticos de los sucesos de 1808. Estudiohistrico-crtico, enNuestro Tiempo, n 181, noviembre de 1909, IV,p. 240.8La Parra, Emilio,Manuel Godoy. La aventura del poder, Barcelona, Tusquets, 2002, p. 193.9 Urquijo, Mariano Luis, Apuntes para la memoria sobre mi vida poltica, persecuciones y trabajos padecidos en ella,Logroo, Sinndice, 2010, p. 85.10Moreno Alonso, Manuel,La forja del liberalismo en Espaa. Los amigos espaoles de Lord Holland (1793-1840) ,Madrid, Congreso de los Diputados, 1997, p. 83. La carta se conserva en BM. Add.51623 (20-23). Barcelona,26 noviembre 1799.11Doblado, Leucadio (pseudnimo de Jos Mara Blanco White), Letters from Spain, Londres, Colburn, 2 ed.,1825, pp. 310-311.12

    Lord Holland, Foreign reminiscences, by Henry Richard Lord Holland. Edited by his son, Henry Edward Lord Holland,Londres, Harper & Brothers, 1850.13Lord Holland, Foreign reminiscences, op. cit., pp. 72-73.

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    historiadores. El jacobinismo del bravo sans-culotte, reducido significativamente al terrenoreligioso14, sera el jansenismo del que hablaremos con posterioridad.

    Mientras en Gran Bretaa se difunda esa estampa casi humorstica sobre el Urquijojacobino, las descripciones espaolas adquirieron tintes mucho ms graves. Resulta curioso que eljacobinismo de Urquijo fuese apuntado desde diversos campos ideolgicos, incluso enfrentados,

    pero todos ellos alejados del extremismo que representaba el partido jacobino. Andrs Murielreconoci desde el exilio afrancesado la amistad de Urquijo con algunos de los terroristasfranceses, lo que contribuy a la buena armona que mantuvo con este partido15. ModestoLafuente, destacado historiador adscrito a la Unin Liberal de los tiempos isabelinos, afili aUrquijo al bando de los ms exaltados en Pars, frente a Azara, ms prximo al de losatemperados16. Marcelino Menndez Pelayo, erudito ultramontano de los tiempos de laRestauracin, vio en Urquijo alardes de republicano 17. Detrs de esta identificacin pareceesconderse un velado reproche a la alianza sostenida entre Francia y Espaa segn las bases deltratado de San Ildefonso de 1796, aun cuando Urquijo no fuese responsable de su firma. Tampocopuede sealarse que durante su ministerio se agudizara la influencia republicana francesa, pues staya es perceptible desde los tiempos de Godoy18, y las reformas de Urquijo tampoco cuestionaban elrgimen poltico de la monarqua borbnica. En tiempos de la elaboracin de la Constitucin de

    Bayona, Urquijo propondra medidas de carcter ilustrado y moderadamente liberal, tales como laabolicin de los derechos feudales, la desamortizacin de las rdenes militares, la separacin de lasjurisdicciones civil y eclesistica, la abolicin de los oficios municipales enajenados, la restriccin delos poderes de los gobernadores militares, etc.19 Pero para entonces el Antiguo Rgimen habaentrado en crisis.

    Pese a que durante los siglos XIX y XX aparecieron corrientes polticas mucho msradicales que el jacobinismo, la historiografa reaccionaria prosigui echndole en cara su supuestafiliacin jacobina. En algunos casos, de un modo cuando menos curioso. Carlos Corona Baratech,acadmico universitario de filiacin falangista y opudesta20, afirm tajantemente que fue unvolteriano de extrema izquierda (sic)21. Por extrema izquierda ha de entenderse la influencia delas ideas francesas en Urquijo, lo que le convertira en ejemplo de la penetracin de la doctrinarevolucionaria en Espaa, segn quiso verle Corona Baratech en otra obra posterior22. Sin

    pretenderlo, Urquijo acababa de convertirse en una figura non gratapara el franquismo dominante.

    Urquijo, el filsofo

    El 18 de octubre de 1791 la Gazeta de Madrid anunciaba la publicacin de la tragedia Lamuerte de Csar, traducida del francs en verso castellano por Mariano Luis de Urquijo, acompaada

    14 Vase, por ejemplo, Garca Crcel, Ricardo, El sueo de una nacin indomable: los mitos de la Guerra de la

    Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007, p. 30.15Muriel, Andrs, Historia de Carlos IV, Madrid, Atlas, 1959, tomo II, p. 215.16Historia general de Espaa, Madrid, Establecimiento Tipogrfico de Mellado, 1859, tomo XXII, p. 180.17Historia de los heterodoxos espaoles, Madrid, Imprenta de Maroto e hijos, 1880, Libro VI, Captulo II, tomo II.Edicin digital Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes www.cervantesvirtual.com.18La Parra, Emilio, La alianza de Godoy con los revolucionarios (Espaa y Francia a fines del siglo XVIII), Madrid,CSIC, 1992.19Sanz Cid, Carlos, La Constitucin de Bayona, Madrid, Reus, 1922, Apndice III, pp. 468-475.20Peir Martn, Ignacio y Pasamar Alzuria, Gonzalo, Diccionario Akal de historiadores espaoles contemporneos,Madrid, Akal, 2002, pp. 202-203.21Corona Baratech, Carlos,Las ideas polticas en el reinado de Carlos IV, Madrid, Ateneo, 1954, p. 43.22Corona Baratech, Carlos, Revolucin y reaccin en el reinado de Carlos IV, Madrid, Rialp, 1957, pp. 234-236.

    Adems de convertir errneamente a Urquijo en traductor de Rousseau, Corona Baratech lo incluye bajo unepgrafe titulado Demcratas y propaganda revolucionaria aludiendo como prueba su defensa posterior dela Constitucin de Bayona ().

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    de un discurso del mismo autor sobre la necesidad de la reforma del teatro espaol23. El Diario deMadrid reproducira el aviso das ms tarde. En principio podra tratarse de un suceso normal, si nofuera porque el libro haba sido escrito originalmente por Franois-Marie Arouet, ms conocidocomo Voltaire. Urquijo consign el nombre del insigne filsofo en la portada, desatendiendo lacondena inquisitorial que recaa sobre el escritor, considerado como impo, y sobre su obra, tal ycomo recordaba el ndice de libros prohibidos de 179124. Aadi adems su propio nombre como

    traductor. Aquello estuvo a punto de depararle la ruina segn el testimonio de Juan AntonioLlorente, amigo y colaborador poltico de Urquijo, quien desde el exilio escribi

    Cette production, qui dcelait seulement un gnreux dsir de gloire, et lardent gnie de son jeune auteur, excitalattention du Saint Office. Des recherches secrettes furent diriges sur les opinions religieux du chevalier de Urquijo, qui les seules pratiques extrieures ne tinrent point lieu de vertu. Le tribunal sassura quil manifestait une grandeindpendance dans ses ides, et quavec un got dcid pour la philosophie, il se livrait tout entier ltude de cettescience, qualifie par lInquisition de doctrines des incrdules. On se disposait en consquence le faire emprissonerlorsque le comte dAranda, premier ministre, secrtaire dtat, qui avait pntr son mrite (ayat remarqu son nomsur la liste des jeunes gens distingus que le comte de Floridablanca, son prdcesseur, destinait la diplomatie),proposa au roi de linitier dans les affaires publiques. Charles IV le nomma officier de la premire secrtarerie dtaten 1792.

    II Les inquisiteurs changrent de manire de procder en voyant dans llevation lhomme quils avaient dsign pourvictime. Leur politique leur imposait, cette poque, envers le ministre, des considrations quils navaient pas lessicles prcdens. Ils convertirent le dcret demprissonement en un autre appel audiences des charges, daprs lequel lechevalier dUrquijo devait comparatre secrettement devant le tribunal de lInquisition de la cour, chaque citationqui lui en serait faite. La sentence se rduisit le dclarer tgrement suspect de partager. Il fut absous ad cautelam descensures, et lui imposa certaines pnitences spirituelles dont il pouvait saquitter en secret. Le tribunal exigea quilconsentit la prohibition de la Tragdiequil avait traduite et du Discours prliminaire quil avait compos. Par untmoignage remarquable de considration, il ne fut pas nomm dans ldit ni comme auteur, ni comme traducteur. Onne voulut pas le signaler la multitude qui, en general, conserve peu dgards pour les hommes de mrite dont un dcretdu Saint Office a prohib les ouvrages25

    A partir de este suceso Urquijo extendi su fama de filsofo, palabra que denomina eneste contexto a aqul que se siente atrado por las ideas ilustradas, particularmente por lasprovenientes de Francia. Otro hecho parece venir a corroborarlo. Urquijo haba estudiado en laUniversidad de Salamanca, lugar que concentraba a una parte destacada de la minora ilustrada, yfue alumno de profesores que estaban muy al tanto de las novedades intelectuales europeas, como

    Juan Melndez Valds, Diego Muoz Torrero o Ramn de Salas. Frutos de las enseanzas extra-universitarias de Salamanca fueron Jos Marchena y Juan Bautista Picornell, que rompieron conlos postulados polticos del absolutismo y sufrieron la amargura del exilio y el presidio. Urquijo nolleg a tanto, pues su desafo no iba dirigido al poder poltico, sino contra un enemigo msasequible: las compaas cmicas de Madrid.

    En noviembre de 1791 Felipe Ferrer, representante de las compaas residentes en Madrid,present al ayuntamiento un escrito solicitando su intervencin. El 28 de febrero de 1792 loscomisarios de comedias condenaban las ideas de Urquijo por anrquicas y desentonadas,recordando a los cmicos que, caso de haber delito, podan ejercer sus derechos ante los tribunales

    23 Gazeta de Madrid, 18-X-1791. El ttulo exacto era La muerte de Csar. Tragedia francesa de Mr. de Voltaire,traducida en verso castellano y acompaada de un Discurso del traductor sobre el estado actual de nuestros teatros y necesidad desu reforma. Por Don Mariano Luis de Urquijo. Madrid. Blas Romn, 1791.24Lpez-Cordn, Mara Victoria y Franco Rubio, Gloria, Un volterien espagnol a la fin du XVIIIe sicle:Mariano Luis de Urquijo, en Voltaire et ses combats. Actes du congrs internacional. Oxford-Paris, 1994, Oxford,

    Voltaire Foundation, 1997, p. 1251.25Llorente, Juan Antonio, Histoire critique de lInquisition en Espagne, Pars, Treuttel et Wrtz, 1818, 2 ed., pp.104-106.

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    ordinarios26. Posiblemente fue a partir de aqu cuando se produjo la denuncia ante el Santo Oficio,de la que no queda constancia.

    Que Urquijo pareciera ms interesado en este caso por los aspectos dramticos quefilosficos no impidi que fuese reconocido como filsofo. La identificacin cobr fortunadurante la Guerra de la Independencia, cuando los reaccionarios de Cdiz emplearon el trmino en

    la prensa contra los liberales, afrancesados y, en definitiva, contra cualquiera que pretendieraintroducir una innovacin de carcter inevitablemente extranjero. Francisco Alvarado, el clebreautor de las Cartas del Filsofo Rancio, tronaba contra la filosofa27. Fray Rafael de Vlez, por su parte,escribi una obra de esclarecedor subttulo: Preservativo contra la irreligin los planes de la filosofa contrala religin y el Estado, realizados por la Francia para subyugar la Europa, seguidos por Napolen en la conquistade Espaa, y dados a la luz por algunos de nuestros sabios en perjuicio de nuestra patria. Dentro de estacorriente, Pedro de Inguanzo afirm que el filsofo Urquijo quiso derribar de un tajo lajurisdiccin Pontificia en Espaa28. Fray Manuel Martnez, furibundo fustigador de losafrancesados, tambin habl del filsofo Urquijo29. El desprecio a la filosofa del siglo XVIII,esto es, al fenmeno de la Ilustracin, se convirti en bandera para el pensamiento reaccionario,como dejan traslucir las nuevas hornadas de los escritores conservadores. Para el historiador

    Antonio Alcal Galiano, antiguo doceaistay luego liberal moderado, Urquijo presuma de literato,

    de filsofo, de poltico y hasta de galn, y que, novador fogoso y de lo ms extremado en susdoctrinas, en la prctica saba usar de artes cortesanas30. Similares palabras dira Menndez Pelayo:Caballero alardeaba de canonista y los otros dos [Urquijo y Cabarrs] defilsofos31.

    Ramn Sierra Bustamante, bigrafo de Urquijo, actualiz estos postulados reaccionarios.Antiguo gobernador civil de Guipzcoa tras la conquista del territorio por las tropas franquistas,Sierra Bustamente describi a Urquijo como un poltico deslumbrado por teoras extranjeras, quepretendi implantar reformas en la monarqua pero fracas ante la fortaleza de las tradicioneshispanas, como habra de suceder en la Guerra Civil. Sierra Bustamante culpabilizaba a la formacinque presuntamente haba recibido en Francia, de ndole indudablemente filosfica:

    en mala hora y en mal momento era educado en Francia don Mariano Luis. El enciclopedismo y

    especialmente el volterianismo hacan estragos en la juventud. El estilo custico y agudsimo deVoltaire ganaba a casi todos los jvenes estudiantes de la poca. Por otra parte, descubrir lagunas,oeces y exageraciones, en una poca en que decaan muchas cosas, era tarea fcil. Sustraerse a lasmodas intelectuales de la poca, labor penosa. Muy pocos se salvaron de aquel general naufragio ysupieron distinguir lo que haba de oro en nuestra ciencia tradicional y lo que eran postizos ridculosde dmines adocenados32.

    26Lamarque, Mara del Pilar, Nota sobre Mariano Luis de Urquijo, en Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo,VI (1929), p. 471.27Vengamos a nuestra Espaa. Desde que empezaron rayar en ella las luces de la filosofa, y sus ideas

    liberales resonaron en bocas de nuestros sabios, y en los decretos de nuestro gobierno, comenz acabrsenos la libertad de pensar y escribir bien, no metindome por ahora en la de obrar. Entraron acarretadas los libros de Voltaire, Rousseau, Helvecio, y otros de este jaez, sin que la Inquisicin se atreviese atajarlos, sin que pudiese conseguirlo quando se atreva. Tom la pluma el P. Zevallos para demostrar porescrito lo que todos estbamos viendo: saber, que estos libros venan a subvertir el estado. Primera cartacrtica del Filsofo Rancio, Mallorca, Oficina de Felipe Guasp, 1813,p. 64.28Discurso sobre la confirmacin de los obispos, Buenos Aires, Imprenta de la Independencia, 1817 (reimpresin), p.159.29Los famosos traidores refugiados en Francia, convencidos de sus crmenes, y justificacin del Real Decreto de 30 de mayo ,Madrid, 1814, p. 9.30Historia de Espaa desde los tiempos primitivos hasta la mayora de edad de la reina doa Isabel II, Madrid, Imprenta dela Sociedad Literaria y Tipogrfica, 1845, tomo V, p. 41.31

    Historia de los heterodoxos espaoles, op. cit.32Sinfona bilbana en tres tiempos, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcana, 1967, pp. 155-156. Sierra Bustamente tomala noticia sobre dicha formacin de Menndez Pelayo, pero no queda constancia de la misma.

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    Urquijo, el jansenista

    La reforma ms famosa de Urquijo fue el decreto de 5 de septiembre de 1799 sobredispensas matrimoniales, que otorgaba a los obispos la facultad de dispensarlas mientraspermaneciese en vacancia el trono de la Santa Sede, tras la muerte de Po VI en el exilio. El decreto,de marcado carcter regalista, responda una vieja pretensin de la monarqua borbnica, pues el

    privilegio de las dispensas era de los pocos que no haban podido ser arrancados al papado en elConcordato de 1753. Los trmites, que deban ser despachados por la Agencia General de Preces, atravs de la Agencia General de Preces, resultaban costossimos. En 1796 Godoy encarg alembajador espaol que pactara con el papa la obtencin de una bula para que enajenara estaprerrogativa. Carlos IV se implic personalmente en la negociacin, solicitando por carta a Po VIque delegara el privilegio en los obispos espaoles. En aquella ocasin las gestiones fracasaron33.

    El decreto fue percibido por el catolicismo como la punta del iceberg de un cisma enciernes de la Iglesia espaola, como ya se estaba dando en la Iglesia constitucional francesa. Secomentaba que los obispos de sta ltima influan en Espaa a travs de la relacin epistolar quesostenan algunos de ellos con los asiduos a la tertulia de la condesa de Montijo 34, provocando granalarma. Po VII, segn Godoy, dirigi a Carlos IV una carta sobre el tema, que conclua

    rogando al rey que apartase de su lado a aquellos hombres que engredos de una falsa cienciapretendan hacer andar a la piadosa Espaa los caminos de perdicin donde nunca haba entrado enlos siglos de la Iglesia, y que cerrase sus odos a los que, so color de defender las regalas de lacorona, no aspiraban sino a excitar aquel espritu de independencia que, empezando por resistir alblando yugo de la Iglesia, acababa despus por hacer beberse todo yugo de obediencia y sujecin alos gobiernos temporales, con detrimento y ruina de las almas en la vida presente y en los daseternos, quedando aparejado un gran juicio de esas cosas a aqullos que presiden y gobiernan35.

    De acuerdo con las palabras de Po VII cuyo nombramiento habra de suponer larevocacin automtica del decreto, Urquijo era el portavoz del jacobinismo espiritual que

    amenazaba no slo a la Iglesia espaola sino tambin a la monarqua: el jansenismo. Urquijo fuevisto por el partido ultramontano como el dirigente de la secta jansenista, escribiendo Godoy quea su cada del ministerio el Santo Oficio recibi varias denuncias en este sentido36, aunque elproceso que le llevase a pasar un ao recluido en la ciudadela de Pamplona tuviese un carcterpoltico y no religioso37. En cambio diversos personajes, relacionados muchos de ellos con lafamosa tertulia de la condesa de Montijo, fueron perseguidos por la Inquisicin como consecuenciade la publicacin de la bula Auctorem fidei, que contena la condena papal del jansenismo38. El

    33 Sierra Nava, Luis, La reaccin del episcopado espaol ante los decretos de matrimonios del ministro Urquijo , Bilbao,Estudios de Deusto, 1964.34Vanse las encomisticas palabras que le dedica Henri Grgoire en su Ensayo sobre las libertades de la Iglesiafrancesa y de las dems del catolicismo durante los dos ltimos siglos, Madrid, Imprenta del Tineo, 1841 (edicinoriginal, Pars, Bureau du Censeur, 1818), pp. 97-ss.35 Godoy, Manuel, Memorias, edicin de Emilio La Parra y Elisabel Larriba, Alicante, Publicaciones de laUniversidad de Alicante, 2008, p. 735.36Ibidem, p. 798.37De losApuntes de Urquijo se desprende que el encarcelamiento se debi a la correspondencia que mantenacon diplomticos extranjeros una vez fue exonerado. Apuntes para la memoria poltica, op. cit., pp. 100-ss. Porotra parte, los rumores sobre la malversacin de fondos pblicos corrieron durante los ltimos tiempos de suministerio, alimentados por su rival Godoy, los cuales apuntaban tambin a que Urquijo haba sidocorrompido por los agentes franceses cuando se firm el Tratado de San Ildefonso el 1 de octubre de 1800.Muriel, A., Historia del reinado de Carlos IV, op. cit., p. 213. Los regalos fueron una tapicera de Gobelins y un

    Virgilio encuadernado de Didot.38Entre ellos obispos como Tavira, Palafox y Gravina, el cannigo Espiga, Jovellanos y Melndez Valds, o lapropia condesa de Montijo.

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    instigador era, segn Godoy, Jos Antonio Caballero, ministro de Gracia y Justicia y ferozultramontano39.

    Las investigaciones histricas tienden, sin embargo, a negar la condicin jansenista a todosestos personajes. El jansenismo histrico fue una doctrina teolgica que surgi en Francia en elsiglo XVII y que padeci diversas condenas papales. Su uso en el contexto espaol de la segunda

    mitad del XVIII genera gran controversia pues la monarqua espaola se hallaba firmementeanclada en la ortodoxia catlica. Existi una poderosa minora de herejes que lleg al punto deprovocar un cisma en la Iglesia? Tefanes Egido, Ricard Herr y Antonio Mestre coincidieron en vera la palabra jansenista como una etiqueta bajo la que se englobaba a una gran heterogeneidad depersonajes, unidos en su oposicin su oposicin a la doctrina teolgico-moral jesuita y susambiciones ilustradas y regalistas, defensores de una religiosidad ms interior y austera, as como unregreso a la Iglesia primitiva40. Esta tesis contradice otra formulada por historiadores extranjeros ehispanistas como mile Appolis, Maria Giovanna Tomsich o Jol Saugnieux, quienes pretendanbuscar alguna conexin del jansenismo espaol con el europeo 41. El diplomtico francs Alquier,por otra parte, viene a refrendar las conclusiones de los primeros al informar a su gobierno que le

    jansnisme est le mot dont on sest servi pour agir efficacement sur lesprit du Roi. Il est donc persuad que M.dUrquijo est jansniste et chef de secte, et cette dnomination est celle que lon donn aujourdhui toutes les

    personnes quon croit devoir loigner ou dont on veut obtenir les places42

    .El apelativo, con gran carga peyorativa, fue esgrimido en las batallas dialcticas sostenidas

    entre los partidarios de las reformas y sus detractores, azuzadas por la publicacin del decreto que,como sealara irnicamente Antonio Mestre, hizo surgir jansenistas por todas partes: obispos,cannigos, profesores, religiosos, seglares [] 43. El debate se difundi a travs de conversaciones,escritos annimos, los plpitos e incluso las ctedras, llegando el enfrentamiento a tales grados deprovocar la intervencin de Urquijo. La defensa realizada por un agustino de la potestad episcopalen la Universidad de Salamanca oblig a Urquijo a intervenir, como ya hiciera anteriormente paraprohibir La liga de la teologa moderna yEl pjaro en la liga, obras donde los dos bandos opuestos sesatirizaban mutuamente44.

    Durante las Cortes de Cdiz el jansenismo volvi a ser de actualidad en las disputas entre

    reaccionarios y liberales, como lo revelan las obras que se dedicaron mutuamente el Filsofo RancioeIreneo Nistactes, pseudnimo que encubra a Joaqun Lorenzo Villanueva, un antiguo visitante delos salones de la condesa y sospechoso de jansenismo. A diferencia de otros eptetos analizados, elde jansenismo fue perdiendo fuerza, por la irrupcin de nuevas corrientes de ideas mucho msradicales que la jansenista y por el significado tan laxo del trmino. Marcelino Menndez Pelayo, sinembargo, tom el relevo de los viejos autores reaccionarios y dedic todo un captulo de su Historiade los heterodoxos espaoles a detallar el proyecto de cisma de Urquijo y a denunciar a los obisposjansenistas, lo cual le situ en la lnea ms ultramontana y desfasada del pensamiento reaccionarioespaol.

    Urquijo, el masn

    39Godoy, M., op. cit., p. 36.40Egido, Tefanes, La religiosidad de los ilustrados, en Historia de Espaa, tomo XXXI, col. MenndezPidal, Madrid, Espasa-Calpe, 1987, pp., pp. 418-426; Herr, R., Espaa y la revolucin del siglo XVIII, op. cit., pp.12-15; Mestre, Antonio, Religin y cultura en el siglo XVIII espaol, en Historia de la Iglesia en Espaa, tomoIV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1979, pp. 736-739.41Appolis, mile, Les jansnistes espagnols, Burdeos, Sobodi, 1966; Tomsich, Maria Giovanna, El jansenismo enEspaa: estudios sobre las ideas religiosas en la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid, Siglo XXI, 1972; Saugnieux,Jol, Le Jansnisme espagnol du XVIIIe: ses composantes et ses sources, Oviedo, Universidad de Oviedo 1975; Lesjansnistes et le renouveau de la prdication dans la seconde moiti du XVIIIe sicle, Lyon, Presses Universitaires deLyon, 1976.42Amae, C. P., Espagne, vol. 660, fol. 322, carta de 5-1-1801. Apud Morange, Claude, Paleobiografa (1779-1819) del Pobrecito holgazn, Sebastin de Miano y Bedoya, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca,2002, p. 111.43Mestre, Antonio, op. cit., p. 739.44Urquijo, M. L., op. cit., pp. 85-86.

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    A da de hoy seguimos encontrando libros actuales que vinculan a Urquijo con lamasonera. Los autores, con un criterio cientfico ms que cuestionable, recrean con ello uno de lostpicos ms conocidos de la historiografa reaccionaria, el de la presencia masnica como unaconstante en la historia espaola desde comienzos del XVIII y a su supuesta influencia poltica,considerada nefasta para el devenir del pas. Poco importan que los datos histricos no avalen laexistencia de actividades masnicas significativas con anterioridad a la Guerra de la Independencia.

    No parece crucial tampoco que llamar masn a Urquijo no tenga ningn fundamento histrico45.La nica referencia histrica est en el Diccionario crtico-burlesco, de Bartolom Jos Gallardo, quiencompendi a los filsofos como Urquijo entre los francmasones afrancesados 46. Gallardo estabapreocupado por las continuas referencias que sola hacer la prensa absolutista de Cdiz a la presuntamasonera de los liberales gaditanos 47, por lo que aquella alusin podra pretender alejar todo tipode dudas. De todas maneras, la vinculacin de los afrancesados, y por ende Urquijo, con lamasonera, era lugar comn entre las gentes de la poca. En las Memorias de un cortesano de 1815deBenito Prez Galds, uno de los personajes, miembro de la temida camarilla de Fernando VII,aluda a la condicin masnica de Urquijo en una conversacin donde salen a relucir chismesinventados sobre diversas personalidades polticas.

    Durante el siglo XIX no result tan relevante la relacin de Urquijo con la masonera,

    probablemente debido tanto a la existencia de otras vinculaciones igual de sospechosas pero mejorprobadas, como al propio desarrollo de la masonera. Vicente de la Fuente sealaba en su Historia delas sociedades secretas que el ministerio de Urquijo un periodo de esplendor, por este orden, del

    volterianismo, jansenismo y masonera48. Aunque los historiadores decimonnicos recurrieran enocasiones a la masonera como causa de la decadencia espaola del XVIII49, fue a comienzos delXX cuando empezaron a difundirse las relaciones de Urquijo con la masonera, en medio de labatalla entablada contra sta por la Iglesia catlica, quien tema perder su exclusividad en terrenoscomo la educacin o la beneficencia. Anteriormente jansenistas, las reformas religiosas deUrquijo pasaron a convertirse en una muestra de la influencia masnica en la poltica. MiguelMorayta, Gran Maestre de la Orden de Oriente, facilit el trabajo de los publicistas catlicos alpublicar un libro que inclua listas de masones ilustres, entre ellos el propio Urquijo50. Su libro serareeditado tras la Guerra Civil. Las informaciones de Morayta sirvieron para que un polica metido a

    escritor, Mauricio Carlavilla, ms conocido por su pseudnimo literario de Mauricio Karl, situase aUrquijo entre los enemigos de Espaa51.

    El triunfo de las tropas franquistas en la Guerra Civil impuso la depuracin de los masones,mediante leyes especiales, arrestos e incluso fusilamientos52. Mariano Luis de Urquijo, supuestomasn, era tambin enemigo de esa Espaa eterna que pretenda haberse inaugurado con la tomadel pas. Eduardo Comn Colomer, otro polica devenido en historiador, sealaba que durante elreinado de Carlos IV se realiz mucha obra masnica, como la declaracin de independencia(sic) de la Iglesia catlica espaola en decreto elaborado por el masn Urquijo 53. El enigmtico

    45Ferrer Benimeli compara afirmar que Urquijo fue masn con hacer lo propio de Indbil, Viriato o CristbalColn, entre otros ejemplos. Ferrer Benimeli, Jos Antonio, La masonera en el siglo XVIII, Madrid, Siglo XXI,

    1974, p. 22.46Gallardo, Bartolom Jos, Diccionario crtico-burlesco, Madrid, Imprenta de Repulls, 1812, p. 53.47Muoz Sempere, Daniel, Bartolom Gallardo y el Diccionario crtico-burlesco en la prensa reaccionaria delCdiz de las Cortes: El Procurador General de la Nacin y el Rey, Cuadernos de Ilustracin y Romanticismo, 7 (1999),pp. 101-117.48 De la Fuente, Vicente, Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en Espaa, y especialmente de lafrancmasonera, Madrid, R. P. Infante, 1870, pp. 99-102.49The twentieth century spaniard views the spanish Enlightment, Hispania, 45-2 (1962), pp. 183-193.50Morayta, Miguel,Masonera espaola. Pginas de su historia, Madrid, Establecimiento Tipogrfico, 1915.51Carlavilla, Mauricio,El enemigo. Marxismo. Anarquismo. Masonera, Madrid, Editorial Bergua, 1934, 4 ed., pp.56-58.52 Ferrer Benimeli, Jos Antonio, El contubernio judeo-masnico-comunista. Del satanismo al escndalo de la P-2,

    Madrid, Istmo, 1982, pp. 274-330.53Comn Colomer, Eduardo, La masonera espaola. Apuntes para una interpretacin masnica de la historia patria,Madrid, Editora Nacional, 1944. Sobre Comn Colomer, vase Rodrguez Jimnez, Jos Luis, "Funcionarios

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    Jakim Boor, alias del que se comenta esconda el nombre de Francisco Franco, acus en uno de susartculos del diario falangistaArribaa Urquijo, a Urquijo, as como al resto de los afrancesados, deser un muestrario de masonera y deslealtad 54. El bigrafo de Urquijo, Sierra Bustamanteconsider que crucial el padrinazgo de la masonera, recibido al parecer en la tertulia de lacondesa de Montijo55. Al convertir a los que antes eran jansenistas en masones, Sierra Bustamantedesvel involuntariamente la carencia de sentido de ambos trminos, simples frmulas despectivas.

    Pero la adscripcin a la masonera qued corroborada en su opinin por otros episodios como elnombramiento de oficial para la Secretara de Estado por parte del conde de Aranda, de quien haquedado fehacientemente demostrado que no perteneca a la masonera a pesar de losmurmuraciones56; o el decreto de dispensas matrimoniales57. Advirtiendo la falta de pruebasdocumentales, Sierra Bustamante apunt que:

    aunque no consta que don Mariano fuese masn, los aficionados a la pelculas policacas podrndecirme si los siguiente datos son o no suficientes para identificar a un sospechoso: Urquijo reposaen Pars bajo un mausoleo de claras caractersticas masnicas; fue incorporado a la Secretara deEstado por el Gran Oriente, Aranda; fue elegido secretario de la Asamblea de Bayona, de la que erapresidente el Gran Maestre Azanza, y designado Primer Ministro del Rey intruso, a quien fue

    presentado por el propio Azanza.

    Y aadi en una nota: Est bien claro que aqu no se asegura, terminantemente, que donMariano Luis fuese masn. Pudo no serlo. Pero es difcil quitarle el sambenito de sospechoso, elnico que yo le cuelgo58. Un procedimiento nada propio de un autor riguroso y que manifiesta lapretensin de servirse de forma espuria de su relacin no probada con la masonera.

    Conclusiones

    Todos los ejemplos anteriores no son ms que una pequea muestra de los usos espuriosque la historiografa reaccionaria ha realizado sobre Mariano Luis de Urquijo. Hemos dejado

    conscientemente sin incluir algunos, como la conversin en referente de espaolidad que realizde l el poltico, diplomtico y escritor Jos Flix de Lequerica59, porque nuestra intencin era la deobservar la difusin de tales usos a la luz del desarrollo de la historiografa reaccionaria espaola.

    de la polica franquista al servicio de la conspiracin: el caso de Comn Colomer", en Ferrer Benimeli, JosAntonio (coord.), La masonera espaola en el ao 2000: una revisin histrica, Zaragoza, Gobierno de Aragn,2001, pp. 921-936.54La causa de El Escorial, en Jakim Boor,Masonera, Madrid, 1952. El artculo fue publicado en prensa el22 de octubre de 1950.55Sierra Bustamante, R., Sinfona vizcana en tres tiempos, op. cit., p. 155.56Olaechea, Rafael y Ferrer Benimeli, Jos Antonio, El Conde de Aranda: mito y realidad de un poltico aragons,Huesca, Diputacin de Huesca, 1998, 2 ed.57Sierra Bustamante, R., Sinfona vizcana en tres tiempos, op. cit., pp. 157, 170-171.58Sierra Bustamante, R., Sinfona bilbana en tres tiempos, op. cit., p. 156. Sierra Nava replic con humor negro aestos argumentospolicacosque la filiacin masnica, por otra parte, no es absolutamente improbable. Pero deuna lpida lo nico que puede sacarse seguramente es yedra. Cfr. Sierra Nava, L. La reaccin del episcopado espaol ante losdecretos matrimoniales del ministro Urquijo, op. cit., p. 38.59Lequerica escribi en El Pueblo Vasco un artculo sobre Urquijo titulado Un ex-ministro busca casa enBilbao (13-II-1927), incluido un ao ms tarde en el libro Soldados y polticos. Aos ms tarde Lequericasealaba que Urquijo resume muchas de las mejores cualidades vascongadas para el servicio pblico,demostradas en tantos aos de proporcionar a los reyes secretarios, adaptadas a su tiempo, y con innegable

    garbo intelectual. En periodo de crisis de vocaciones polticas y diplomticas en Vizcaya se le sola traer comoejemplo y an aperitivo para la juventud absorbida por otras actividades. V. Prlogo, en Sierra Nava, L.,La reaccin, op. cit., pp. IX-X.

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    En el valioso estudio de Javier Herrero sobre los orgenes del pensamiento reaccionarioespaol60 comprobaremos que entre los elementos del mito reaccionario que estudia aparecencompendiados tres de los cuatro ejemplos de uso espurio analizados, las sectas sirvindonos deconcepto reaccionariosfilosfica, jansenista y masnica. No aparece mencionado el jacobinismo,que, junto con las anteriores, eran ideas provenientes de Francia. Claude Morange nos recuerda enun artculo sobre el trmino afrancesado que nada ms producirse la invasin de la Pennsulasurgieron distintos impresos que sealaron al contagio de las modas y costumbres francesascomo una preparacin de la conquista militar61. Urquijo fue un afrancesado, no solo en el sentidode ser un partidario de la monarqua josefina: despus de todo, hubo muchos entre la burocraciaque juraron en un primer momento lealtad a Jos I y que despus renegaron de l. No, lo quedistingua preferentemente a Urquijo como afrancesado era que simbolizaba con su persona lainfluencia cultural francesa. Segn expres el diputado absolutista Blas de Ostolaza en una sesin delas Cortes de Cdiz:

    todos los males que nos afligen, la ignorancia, el atraso en la literatura y dems ramos provienen dela Francia, cuyo influxo pestilencial en la pennsula ha hecho degenerar nuestra antiguas costumbresy adoptar mil perniciosas ideas, que tienden a exaltar las cabezas y trastornar todos los principios

    ms sanos, sancionados por todas las naciones cultas en todos los siglos ilustrados. Esta mana deparecernos a lo franceses, de que habla un poeta espaol, es la que ha producido tantos eruditos a lavioleta, tantos traidores a la patria y tantos dbiles que se han mantenido en pases ocupados, y acasoal lado de rey intruso62.

    Ese alegato xenfobo fue llevado al extremo por el Despertador cristiano-poltico, de SimnLpez, donde se dice expresamente que los afrancesados no son espaoles, aunque no especifica siaqullos solo eran los partidarios de Jos I o se poda englobar a ms gente:

    Los Godoyes, Fuentes, Urquijos, Azanzas, Marquinas, Negretes, Mazarredos, Fras, Izquierdos,Duros, Ofarriles, Ezpeletas, y dems afrancesados y afilosofados que hay en Espaa y fuera de ella,son naturalmente franceses, aunque no estn ni hayan nacido en Francia63.

    Los ataques de los reaccionarios no solo iban dirigidos contra los josefinos, sino queestaban dirigidos en general contra los liberales, incluidos los que permanecan en el bandopatriota. La traicin de los afrancesados se convirti para el pensamiento reaccionario en unacuestin que ya no estaba relacionada con la poltica propiamente dicha, sino con el mundo de lasideas. Fue precisamente en los aos de la Guerra de la Independencia cuando los diputadosclericales absolutistas emprendieron una ofensiva terica y poltica sobre el papel de la Iglesia en la

    vida de los espaoles.64Fueron stos ltimos quienes, en vista de las reformas presentadas a lasCortes reduccin del diezmo, abolicin de la Inquisicin, reforma de las rdenes religiosas, etc.emprendieron una ofensiva terica y poltica sin precedentes para la defensa del predominantepapel de la Iglesia en la vida de los espaoles65.

    60Herrero, Javier, Los orgenes del pensamiento reaccionario espaol, Madrid, Alianza, 1988.63 Afrancesados o josefinos?, Spagna contempornea, n 27, 2005, p. 3462Diario de las discusiones y actas de las Cortes, Cdiz, Imprenta Real, tomo V,p. 195.65 Delgado, S., Guerra de la Independencia. Proclamas, bandos y combatientes, Madrid, Editora Nacional, 1979, p. 350,cit. en Morange, Cl.: Afrancesados o josefinos?, art. cit., p. 36.64 Alonso Garca, Gregorio, Espejos paralelos. Clericalismo y anticlericalismo en la Espaa liberal, UniversidadAutnoma de Madrid, 2000. Memoria de investigacin indita. Parte de sus conclusiones son citadas enIdentidad y conflicto: clericalismo y anticlericalismo en la Espaa liberalhttp://www.uam.es/proyectosinv/ciudadan/

    Goyo1.htm [Acceso: 10-IX-2010].65Vase la memoria de investigacin indita de Gregorio Alonso Garca, titulada Espejos paralelos. Clericalismo yanticlericalismo en la Espaa liberal, Universidad Autnoma de Madrid, 2000 indita. Parte de sus conclusiones se

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    rsonaje68.

    El peligro afrancesado desapareci, Urquijo muri en el exilio pero las convulsionespolticas y sociales siguieron alterando la paz del pas. El nuevo enemigo intelectual es el liberalismoque, al hundir sus races en la Revolucin Francesa, tiene como antecedentes las doctrinasfilosficas, enciclopedistas y jansenistas. Marcelino Menndez Pelayo, martillo de herejes, compenditodos aquellas heterodoxias, pues para el erudito la historia espaola no era sino la historia delcatolicismo y la influencia de una heterodoxia comportaba el abandono del catolicismo y el inicio

    de la decadencia, espiritual y terrenal66. La Historia de los heterodoxos apareci entre 1880 y 1882,cuando se hallaba a pleno rendimiento el sistema canovista que alumbr un rgimen liberal, pero nodemocrtico, y confesional, propiciando as la participacin poltica del integrismo, es decir, desectores catlicos ultramontanos.

    La obra de Menndez Pelayo, que en el franquismo fue manipulada con el fin deconvertirla en el marco cultural de referencia de la dictadura, imponindola a otras propuestasideolgicas. As lo demuestra el caso de quien fuera una de las principales personalidadesfranquistas, el bilbano Jos Flix de Lequerica, que se mostr muy sensible a las corrientesautoritarias europeas: su admiracin por las lites le llev a escribir en 1927 un artculo dedicado auno de sus paisanos ms ilustres, Mariano Luis de Urquijo, destacando su inteligencia y su

    voluntad67. En la dcada de los sesenta, escribiendo un prlogo a una tesis doctoral, Lequerica

    hubo de reconocer su claudicacin intelectual: censur el afrancesamiento de Mariano Luis deUrquijo, tanto el que despleg en la vertiente poltica como en la cultural, reconociendo queMenndez Pelayo haba cazado al pe

    En la actualidad, podemos considerar que tales mitos han sido vaciados de contenido por lainvestigacin histrica: sin embargo, siguen presentes en los mrgenes del mundo acadmico, a laespera de una coyuntura favorable para su difusin oficial.

    encuentran citadas en Identidad y conflicto: clericalismo y anticlericalismo en la Espaa liberalhttp://www.uam.es/proyectosinv/ciudadan/Goyo1.htm.66Novella Surez, J., op. cit., pp. 159-160.64

    Un ex-ministro busca casa en Bilbao. Recogido en Un ex-ministro busca casa en Bilbao, Soldados ypolticos, Madrid, La Voluntad, 1927, pp. 362-370.65 Lequerica, Jos Flix de: Prlogo, en Sierra Nava, L.: La reaccin del episcopado espaol, op. cit., pp. VII-X.