Alain Finkielkraut

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Alain Finkielkraut Alain Finkielkraut (París, 30 de junio de 1949) es un intelectual francés de origen judío, conocido polemista y autor de numerosos ensayos. Es hijo único de un judío polaco deportado a Auschwitz. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de St. Cloud (Lyon), es profesor de la École Polytechnique de París, una prestigiosa escuela de ingeniería, donde imparte clases de Historia de las Ideas en el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales. En un primer momento se le asoció a los «nuevos filósofos», junto a Pascal Bruckner, André Glucksmann y Bernard-Henri Lévy. También fue relacionado con el pensamiento de Michel Foucault, en su intento de ensayar un periodismo más profundo. Ha mostrado su admiración por la obra de Emmanuel Lévinas, Milan Kundera y Hannah Arendt, y se ha inspirado en ellos para analizar críticamente la «barbarie del mundo moderno», y para construir su visión escéptica del progreso, que empieza a plasmar a partir de La derrota del pensamiento (1987). En sus ensayos analiza también la fragilidad del medio social, la indiferencia ante la memoria y, en suma, el papel del intelectual contemporáneo en la sociedad posmoderna. Finkielkraut pertenece también al grupo de intelectuales que aparece con regularidad en los medios de comunicación y toma posición en temas de actualidad, como fue la guerra de Yugoslavia (fue de los primeros en denunciar la limpieza étnica de los serbios) o los disturbios de Francia de 2005 y cómo, en su opinión, una sociedad multirracial como la francesa puede llegar a convertirse en «multirracista». En algunas de sus obras ha defendido con convicción su vínculo con la comunidad judía, y ha mostrado su inquietud por el resurgimiento en Francia

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Alain Finkielkraut

Alain Finkielkraut

Alain Finkielkraut (Pars, 30 de junio de 1949) es un intelectual francs de origen judo, conocido polemista y autor de numerosos ensayos.

Es hijo nico de un judo polaco deportado a Auschwitz. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de St. Cloud (Lyon), es profesor de la cole Polytechnique de Pars, una prestigiosa escuela de ingeniera, donde imparte clases de Historia de las Ideas en el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales.

En un primer momento se le asoci a los nuevos filsofos, junto a Pascal Bruckner, Andr Glucksmann y Bernard-Henri Lvy. Tambin fue relacionado con el pensamiento de Michel Foucault, en su intento de ensayar un periodismo ms profundo. Ha mostrado su admiracin por la obra de Emmanuel Lvinas, Milan Kundera y Hannah Arendt, y se ha inspirado en ellos para analizar crticamente la barbarie del mundo moderno, y para construir su visin escptica del progreso, que empieza a plasmar a partir de La derrota del pensamiento (1987). En sus ensayos analiza tambin la fragilidad del medio social, la indiferencia ante la memoria y, en suma, el papel del intelectual contemporneo en la sociedad posmoderna.

Finkielkraut pertenece tambin al grupo de intelectuales que aparece con regularidad en los medios de comunicacin y toma posicin en temas de actualidad, como fue la guerra de Yugoslavia (fue de los primeros en denunciar la limpieza tnica de los serbios) o los disturbios de Francia de 2005 y cmo, en su opinin, una sociedad multirracial como la francesa puede llegar a convertirse en multirracista.

En algunas de sus obras ha defendido con conviccin su vnculo con la comunidad juda, y ha mostrado su inquietud por el resurgimiento en Francia de un nuevo antisemitismo que, a diferencia del antisemitismo tradicional de extrema derecha, sera progresista y de izquierdas.

ENTREVISTA: ENTREVISTA ALAIN FINKIELKRAUT FILSOFO FRANCS

"Ahora el peligro es la 'tirana de las minoras"

OCTAVI MART 18/12/2005

Si hubiera que prestar confianza a los semanarios franceses, Alain Finkielkraut es en este momento el hombre ms detestado o amado de su pas. Su cara aparece en la portada del Nouvel Observateur como la encarnacin del "reaccionario de nuevo cuo", mientras que para Le Point su nombre lidera la "nueva ola iconoclasta" que rompe con el "esquema derecha-izquierda". En Le Monde titulan sobre sus "opiniones desviadas" reveladas al diario israel Haaretz, que las compara a las de un "militante del Frente Nacional". Todo eso va ligado a la aparicin de su muy interesante libro Nous autres, modernes, en el que nos explica que su trabajo como profesor de filosofa "no consiste en ensear la filosofa, sino en que los alumnos comprendan su filosofa", es decir, sepan el porqu de lo qu hacen, dicen o piensan, sino que la sbita popularidad de Finkielkraut va ligada a su anlisis de la reciente violencia urbana.

Alain Finkielkraut- DANIEL MORDZINSKI"Cuando Francia se enfrent a Argelia en el Stade de France, 'La Marsellesa' fue copiosamente silbada. Hoy, 'francs' y 'perro judo' ocupan el primer puesto de los insultos"

"Nunca las mujeres han estado ms ausentes de un movimiento machista

"Internet es el manicomio planetario, todo el mundo expone su discurso pero no se cruza con el de los dems. La libertad de opinin son discursos distintos sobre un mismo relato"

Pregunta. Le parece exacto que le defina como un "conservador de izquierdas"?

Respuesta. No soy conservador en el sentido de pretender mantener privilegios o el orden establecido. Defiendo para todos la libertad de oportunidades de la que he disfrutado. El mundo de la reproduccin social no es mi mundo. No soy, pues, conservador, pero, como dice Walter Benjamin, hoy la Revolucin no es la locomotora que arrastra el tren de la Historia, sino la mano que tira de la seal de alarma porque el tren va en mala direccin. Creo en la necesidad de frenar, de ralentizar ciertos procesos, de conservar cosas que son las que garantizan que pueda surgir lo que es nuevo, que permiten salvar el mundo y la belleza. Para m esa es una perspectiva revolucionaria.

P. Pero para Haaretz su discurso es idntico al de la extrema derecha.

R. Esa entrevista fue una encerrona. Cosas dichas irnicamente son presentadas como afirmaciones serias. Lo que ha provocado escndalo, bsicamente, son tres declaraciones. La primera, afirmar que la Ilustracin quera aportar la civilizacin a los africanos; la segunda, que a los negros Francia slo les ha aportado beneficio; la tercera, la ms ridcula, decir que hoy la seleccin francesa de ftbol ya no es multitnica, black-blanc-beur (negro-blanco-rabe), sino black-black-black...P. Es un comentario prximo a los de Le Pen.

R. Hay que contextualizar cada frase. Las recientes algaradas, o, mejor dicho, ese saqueo urbano es un movimiento inarticulado, sin reivindicacin, del que las mujeres estn totalmente ausentes. Se ha comparado con Mayo 68, un movimiento que tuvo una sensualidad extraordinaria. Baste con recordar esa pintada que aseguraba que "Nunca las mujeres han sido tan intrpidas y bellas". Es una frase en la que est todo, un lirismo ridculo y una cierta emocin verdadera. Pues bien, ahora hay que escribir que nunca las mujeres han estado ms ausentes de un movimiento machista que ha reemplazado las proclamas por el corte de mangas. Pero toda esa violencia no estalla de pronto, sino que hay signos que venan anuncindola. Cuando Francia se enfrent a Argelia en el Stade de France, La Marsellesa fue copiosamente silbada y luego el partido qued interrumpido por decenas de franceses que invadieron el campo envueltos en la bandera argelina. Los silbidos no eran contra la Francia racista porque su equipo era precisamente multitnico, sino contra Francia. Hoy, "francs" y "perro judo" ocupan el primer puesto de los insultos.

P. Resumiendo...

R. Resumiendo, entre los jvenes y adolescentes que quemaban coches, bibliotecas, guarderas y escuelas no haba mujeres y la gran mayora era negra o de origen norteafricano. Es una mera constatacin y es difcil no hacerla. Yo no digo que los disturbios fuesen tnicos ni que estemos ante una guerra de civilizaciones, no saco ninguna conclusin esencialista del tipo "dado que la mayora de vndalos eran negros o de origen norteafricano, eso significa que africanos y norteafricanos son as", pero la gente que niega la existencia del componente tnico de los disturbios son los mismos que proponen soluciones tnicas a lo que ellos llaman un disturbio social. Qu soluciones? Instaurar la discriminacin positiva y reescribir los libros de Historia. Quienes se autoproclaman representantes de esas minoras con races en frica dicen que no aceptan integrarse en Francia hasta que el pas no reconozca pblicamente el crimen de esclavismo cometido contra los negros y el de colonialismo contra el Magreb. Hasta hace muy poco Francia era un pas que acoga a los emigrados dicindoles: nuestra historia ser vuestra, pero ahora lo que se pretende es que su Historia pase a ser la nuestra, o sea, que la historia de Francia pase a ser slo la del esclavismo y la de la colonizacin.

P. Pero es que resulta difcil hablar positivamente de la trata de esclavos o del colonialismo.

R. Sin duda. El comercio de esclavos es un crimen y el motor de la colonizacin no era mejorar el nivel cultural de los colonizados. Pero eso no impide precisar que el trfico esclavista ha sido realizado por blancos, por rabes o por negros, tal y cmo explica Olivier Ptr-Grenouilleau, que ha puesto de relieve que la trata de esclavos fue incluso ms importante en la costa oriental de frica que en la occidental. Su libro le ha supuesto una denuncia ante los tribunales del MRAP (movimiento antirracista), que no admite la complejidad de la Historia, que desea que el comercio de esclavos sea equiparado a la shoah, a pesar de la evidencia de que el esclavo era un producto del que se esperaba sacar un beneficio y el exterminio no poda, pues, ser el objetivo primero y principal. En mi libro Le juif imaginaire (1980) hablaba de que nadie tiene derecho a proclamarse heredero de las vctimas de la shoah. Mis abuelos murieron en Auschwitz, pero eso no me autoriza a presentarme como vctima y a pedir reparacin. Estoy contra la manera en que se ensea lo que fue la shoah, estoy contra el turismo escolar a Auschwitz y estoy contra las leyes que especifican cmo hay que ensear en clase el esclavismo o la colonizacin. En su da, Tocqueville habl del peligro de la "tirana de las mayoras", pero ahora el peligro es de una "tirana de las minoras".

P. Se le reprocha que su anlisis de la realidad tenga ms en cuenta los valores y conceptos que la realidad misma. Su desconfianza hacia las ciencias sociales...

R. Pero si son sobre todo las figuras eminentes de las ciencias sociales francesas las que ms tienden a negar la realidad! Las ciencias sociales francesas siguen siendo roussonianas, slo admiten las causas sociales como origen del mal. Adems, segn ellos, los alumnos tienen un mejor dominio de la lengua y no hay violencia en la escuela. La realidad les desmiente, pero no importa: prefieren el informe del experto a la experiencia. Otros prefieren hablar del formidable potencial de la sociedad multirracial y no piensan que puede degenerar en una sociedad multirracista. Es como el elogio sistemtico de lo multicultural que, a menudo, es sinnimo de carencia de cultura. Hay que restaurar el nivel de exigencia, recordar que la escuela republicana es humanista, es decir, en ella la finalidad es aprender, no encontrar trabajo o ganar dinero para comprarse un coche.

P. Usted es muy escptico respecto a los beneficios de los progresos tecnolgicos. R. Mire, yo comparto la idea de Hannah Arendt de que no existe libertad de opinin si no se sabe mantener la diferencia entre hechos y opiniones. Internet es el manicomio planetario, todo el mundo habla, todo el mundo expone su discurso pero no se cruza con el de los dems. La libertad de opinin son discursos distintos sobre un mismo relato, no una infinidad de relatos sobre un mismo hecho.

La derrota del pensamiento

Finkielkraut, Alain

El apasionado alegato de Alain Finkielkraut, su manifiesto contra la cultura zombi -a contracorriente de la moda intelectal, del conformismo posmoderno; ha despertad en Francia un apasionado inters. Finkielkraut se indigna por el estado moral de una sociedad a la que le da igual un cmic que una novela de Nabokov, n slogan publicitario que un poema de Ren Char, un partido de ftbol que n ballet, o un videoclip que una pera de Verdi.EI autor se interroga sobre las razones que conducen a bautizar como culturales aquellas actividades en las que el pensamiento est ausente y se remonta a la filosofa del Siglo de las Luces para mostrar cmo se ha producido el derrumbe de IoS ideales europeos. Finkielkraut,afirrna que los ideales de razn, de humanismo cosmpolita y de poesa sin fronteras estn sucumbiendo ante la exaltacin nacionalista y la concepcin tnica de la sociedad (contra la eoneepcin electiva), herederas del romanticismo alemn y de su Volkgeist. La filosofa de la descolonizacin, instrumento para la emancipacin de los pases del Tercer Mundo, acaba por desembocar en el nacionalismo ms sectaro: mientras; una nueva derecha cultiva el fantasma de una Europa asediada por famlicos inmigrantes...Denuncia con rigor el reino meditico de l confusin... Sus flechas ms mortferas van dirigidas contra los profetas de la posmodernidad; que, aspirando a una sociedad poliforme de mestizaje cltural generalizado, amalgaman los entusiasmos ms dispares (Jean Montalbutti, Le Magazine Littraire).mircoles, diciembre 14, 2005

El affaire Finkielkraut

Los galos se han vuelto locos. Via italiana* Prefiero mil veces un exceso de lenguaje a las chocheras de lo polticamente correcto

Pero, qu ha dicho Finkielkraut? Aqu est la entrevista de Haaretz completa. El volcn empez cuando Le Monde, que acusa a Finkielkraut de "neorreaccionario" y de estar a la derecha de Le Pen (precisamente ha sido Finkielkraut uno de los debeladores ms insistentes del protofascista francs), realiz unos cortes en la misma. La entrevista es incendiaria pero si se leen solo los extractos resulta radiactiva. La tergiversacin de Le Monde, desde mi punto de vista, refleja ms bien la falta de entendederas del rotativo, o su mala fe, que una autntica falta por parte del filsofo. ste ha tenido que excusarse ante la amenaza del despido de su programa de radio y del juicio por propiciar el odio tnico.

Finkielkraut parta del hecho de que los disturbios franceses no eran producidos por la pobreza, la exclusin, la discriminacin u otras "justificaciones" de ndole social ya que en este caso la distribucin de los "brbaros" sera mltiple. Por el contrario, deca Finkielkraut, la procedencia de los "insurgentes" era fundamentalmente musulmana, ya fueran rabes o negros. Esta actitud de violencia por parte de los musulmanes (no de todos, aclaraba) provena de un odio cultural hacia Occidente, en cuanto que depositario de los valores liberales y democrticos. Y se pregunta por qu lo llaman "rebelda" cuando se trata de fascismo duro y puro (un nuevo caso de asimetra: si lo realizan blancos nazis se persigue y punto; si lo realizan negros musulmanes se levanta un velo de "comprenficacin") Y esta tesis fundamental la aderezaba con ejemplos en ocasiones no bien traidos, como la composicin tnica de la seleccin francesa.

En este momento, y precisamente cuando Le Monde subraya los trazos gruesos de las declaraciones de Finkielkraut, salta a la palestra el Mouvement contre le racisme et pour l'amiti entre les peuples (MRAP) y amenaza con llevar a Finkielkraut ante los tribunales por promover el racismo (finalmente, ante la excusa del filsofo, ha echado marcha atrs)

En Francia est ocurriendo un cataclismo cultural de enormes proporciones que nos llegar como un maremoto. Si la idea de la Espaa democrtica y liberal est en crisis por el asalto a la razn ilustrada de los diversos nacionalismos, lo que est sucediendo en Francia respecto a su pasado colonialista, su pasado esclavista y su pasado antisemita es para echarse a temblar. Porque al igual que aqu los sembradores de odio, los tribalistas excluyentes a una y otra orilla, estn ganando posiciones. Y en esta situacin, gane quien gane, se garantiza un recorte de las libertades, ya sea en el altar de los conservadores autoritarios o bajo el dogma de la secta de lo polticamente correcto.

En tiempos de terror ideolgico es un buen momento para repasar Vivre libre (Esta tierra es ma) de Jean Renoir, para comprender el valor moral que hay que tener para oponerse a la demagogia y la presin de la fuerza. Por ejemplo, los defensores de la libertad catalana frente a los patriotas que intentan segarla.

Il Foglio

* , 1 de diciembre, entrevista a Finkielkraut

PD. Casi hace veinte aos que se public La derrota del pensamiento. Veinte aos no son nada.

El antisemitismo no racista de Alain Finkielkraut

Abdennur PradoRebelinLa argumentacin desarrollada por Alain Finkielkraut en su ensayo En el nombre del Otro (ed. Seix Barral) puede parecer extraa: el nazismo provoc en Europa una reaccin antirracista, que ahora se dirige contra los judos.

La mala conciencia europea por las cmaras de gas se ha volcado en la defensa del Otro, en la solidaridad hacia las minoras y los oprimidos. A esta mala conciencia se aade la culpa por la colonizacin. Todo lo que implica desprecio del Otro y de sus diferencias es tachado de racismo. En estas circunstancias, y frente a un Estado confesional judo como es Israel, acusado en la Conferencia de Durban del 2001 de practicar el apartheid, el humanitarismo europeo tiende a solidarizarse con los palestinos. Nos encontramos, entonces, que un sentimiento positivo surgido como rechazo del pasado antisemita europeo, es descrito como una nueva forma de antisemitismo.

Los EEUU permaneceran al margen de este fenmeno, por lo siguiente: dado que el genocidio de los judos no sucedi en su tierra, ellos son slo vencedores, sin mala conciencia. Por tanto, en los EEUU el nunca ms no ha resultado en un sentimiento de solidaridad para con el Otro tan acusado. Por ello, los norteamericanos son de derechas y no tienen problemas de conciencia a la hora de invadir pases en nombre de la democracia.

En resumen (segn Finkielkraut), el antisionismo de la izquierda europea es el nuevo antisemitismo, oculto tras los velos de la solidaridad para con los palestinos.

As pues, la Bestia no es ya el racismo manifiesto de la ultraderecha, sino el anti-racismo de todos aquellos que defienden a los oprimidos, luchan contra la exclusin social, por la justicia global y los derechos de los inmigrantes... todo aquello que constituye la base del movimiento altermundista deviene antisemita.

Finkielkraut lo dice explcitamente: cuando Chirac derrot a Le Pen en las presidenciales, l no fue de los que bailaron de alegra. Vot contra Le Pen, pero con un sentimiento de prevencin hacia la buena conciencia y el espritu universalista que ocup el espacio pblico. El peligro, segn dice, no est entre los que proclaman el lema Francia para los franceses, sino entre aquellos que combaten el racismo.

En una entrevista publicada en el Diario La Nacin (4 de enero 2004), admite la paradoja de que el nuevo antisemitismo tiene un lenguaje antirracista. No se trata de presentar a los judos como una raza, sino de presentarlos como racistas.

En este punto, vale la pena citar las palabras de Chaim Weizmann, primer presidente de Israel: El destino de unos cuantos cientos de miles de negros en la patria juda es un asunto sin mayores consecuencias.

O las de Menahim Begin Los Palestinos son bestias sobre dos patas, discurso al Parlamento, citado en Amnon Kapeliouk, Begin y las 'Bestias', New Statesman, 25 de Junio de 1982.

O las de Ariel Sharon, entrevistado por Amos Oz en 1982: Si nuestros padres, en vez de escribir obras sobre el amor al gnero humano, hubiesen venido aqu y hubiesen masacrado a seis millones de rabes, o incluso nada ms que un milloncillo (...) hoy nos encontraramos aqu un pueblo de veinte, veinticinco millones de habitantes.

Estas son tres citas entre muchas. Si cualquiera de estas declaraciones hubiese sido pronunciada por un rabo-musulmn y se refiriesen a los israeles en vez de a los palestinos... entonces todo el mundo recordara a Hitler y los campos de exterminio. Sin embargo, calificar de racista la poltica de Israel (que no a los judos como tales) es para Finkielkraut una situacin terrible, ya que los judos son acusados de lo que ellos mismos consideran lo peor.

Esta contradiccin condujo a Tariq Ramadn a escribir su artculo Pensadores comunitaristas, donde acusaba a Finkielkraut, Henri-Levi, Glukssman y otros, de cambiar su discurso en lo que respecta al estado de Israel. Porqu lo que es denunciado como un crimen contra la humanidad cuando se habla de la poltica rusa en Chechenia, es comprendido y hasta justificado al hablar de Israel? Segn Tariq Ramadn, estos autores actan movidos por un sentimiento comunitarista que les ciega, y no les permite mirar objetivamente el caso. Escriben como judos y no como intelectuales comprometidos con la consecucin de la justicia. Fue acusado, faltara ms, de antisemita... (Pienso que Tariq Ramadn hierra su anlisis, pues no contempla el mvil econmico).

La solucin propuesta por Finkielkraut para acabar con el antisemitismo de la solidaridad es simple. Los europeos deberan mantener su sentimiento de culpa hacia los judos, pero no hacerlo extensivo hacia la humanidad en su conjunto, y mucho menos hacia los inmigrantes musulmanes, presentados una vez ms como invasores. Se trata de diferenciar entre un racismo injustificado (hacia los judos) y uno justificado (hacia los inmigrantes musulmanes, llamados negros, indios).

Con esto, se comprende su admiracin por Oriana Fallaci, expresada en Le Point, 21 de mayo 2002. Se comprende tambin su defensa a ultranza de la ley del velo, y su participacin en el linchamiento meditico de Tariq Ramadn, el pensador que ms ha hecho por la participacin de los ciudadanos musulmanes en el movimiento altermundista.

El intento de identificar antisionismo y antisemitismo no es nuevo, y ha sido mil veces rebatido desde dentro del propio judasmo. Hemos escuchado y ledo a numerosos pensadores judos de renombre criticar el sionismo, de modo que esta identificacin no se sostiene. Una cosa es el judasmo, religin milenaria, y otra el movimiento poltico surgido en la Europa del siglo XIX. No todos los judos son sionistas, del mismo modo que no todos los musulmanes son wahabbies. Atacar el wahabismo o la poltica interna de Arabia Saud no es islamofobia. Tampoco atacar la poltica de Israel es necesariamente antisemitismo, aunque es cierto que en muchas crticas a Israel se asoma el antisemitismo.

Ahora, la tesis de Finkielkraut implica otra vuelta de tuerca en la misma direccin. Al transformar el anti-racismo de los movimientos sociales en anti-semitismo, se est retorciendo la lgica de un modo perverso. Intelectualmente, un salto en el vaco, que tiene la particularidad de entorpecer la verdadera lucha contra el antisemitismo, encarnado por el auge de la extrema derecha en toda Europa.

Sorprende este discurso por parte de alguien que se proclama discpulo de Hanna Arendt y de Emmanuel Levinas, dos de los ms grandes pensadores judos del siglo XX, y que mucho tienen que ver con el sentimiento humanitario que a Finkielkraut le parece antisemita.

Finkielkraut apenas esconde su racismo. Su discurso se basa en la premisa de que las comunidades rabo-musulmanas de Europa son antisemitas. Tal y como se puso de manifiesto en el Seminario sobre antisemitismo, cristianofobia e islamofobia, convocado por el Relator de la ONU sobre racismo Dodou Dine, y celebrado el pasado noviembre en Barcelona, esta tesis es problemtica en un triple sentido:

1. Los informes de la UE sobre los ataques antisemitas de los ltimos aos demuestran que en su mayora han sido realizados por grupos de ideologa neo-nazi.

2. Existe antisemitismo entre las comunidades rabo-musulmanas, y hay que combatirlo. Sin embargo, las generalizaciones del tipo los musulmanes (o los judos) son racistas son en si mismas racistas. No se es racista por el hecho de ser rabo-musulmn, cristiano-europeo o judo-ashkenazi. Precisamente, el racismo pasa por generalizaciones de este tipo.

3. Al tratar de vincular la causa palestina con el antisemitismo, se est corriendo una cortina de humo sobre el verdadero problema que acecha a las sociedades europeas: el auge de los movimientos neo-nazis destila el mismo odio hacia musulmanes y judos.

En su conjunto, el discurso de Finkielkraut es preocupante, pues cae en el racismo hacia los rabo-musulmanes con la excusa de combatir el antisemitismo. Del mismo modo, cuando ciertos polticos en el mundo islmico sealan a la prensa juda como origen de la islamofobia, estn fomentando el antisemitismo. Con esto, entramos en un crculo vicioso. Hacer la lista de los agravios recibidos para acusarse mutuamente no es ninguna solucin, sino todo lo contrario.

Tal y como sugerimos en el mencionado Seminario, creemos que la nica manera de atajar este problema es unir la lucha contra el antisemitismo a la lucha contra la islamofobia, y comprometer en ello a los dirigentes de ambas comunidades. No se trata de algo diferente, sino de dos aspectos de un mismo problema. La islamofobia es el antisemitismo clsico europeo con un rostro nuevo. Separar uno de otro y tratar de jerarquizar el odio religioso puede resultar contraproducente. Desde una concepcin humanitaria (la de Levinas y Hanna Arendt), debemos ver el odio contra las razas y las religiones como un fenmeno unitario. El nuevo antisemitismo

El filsofo francs Alain Finkielkraut habla en esta entrevista de su nuevo libro Au nom de lAutre (En nombre del Otro), donde analiza los modos en que se manifiesta hoy el sentimiento antijudo y cuestiona la honestidad intelectual de cierto progresismoHijo nico de un marroquinero judo polaco deportado a Auschwitz, Alain Finkielkraut naci en Pars en 1949. En la actualidad es profesor de la prestigiosa Ecole Polytechnique de Pars y se lo reconoce como uno de los filsofos ms brillantes de su generacin. Entre la docena de ensayos que ha publicado se destacan El judo imaginario (1981), La sabidura del amor (1984), La humanidad perdida (1996) y La derrota del pensamiento (1987). Finkielkraut, discpulo de Hannah Arendt, Lvinas y Kundera, y cofundador, junto a Bernard-Henri Lvy, del Centro de Investigaciones y Estudios Levinasianos, es ante todo un intelectual de la incomodidad, enfrentado con las ideas biempensantes que impregnan el air du temps, y que le valen por estos das una gran animosidad. Hoy, mientras publica junto al filsofo alemn Peter Sltoterdijk Diagnostic sur le temps prsent (Diagnstico sobre el tiempo presente), una mirada crtica sobre nuestra poca, Gallimard distribuye el breve ensayo Au nom de lAutre. Rflexions sur lantismitisme qui vient (En nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene). En la entrevista con LA NACION, el polemista francs habla de su ensayo, en donde analiza la ola de actos antisemitas que, desde octubre de 2000, sacude a Francia. Porque su obra aparece en un contexto social e intelectual particularmente violento. Desde el inicio de la Segunda Intifada, en las principales ciudades francesas se han multiplicado los actos antijudos. Incendios de colegios y sinagogas, agresiones en la va pblica o la imposibilidad de ensear la Sho en las escuelas son comentados cotidianamente por los medios galos. La situacin se ha agravado a tal punto que el gobierno norteamericano oficializ das atrs su preocupacin ante estos ataques, mientras que revistas como Vanity Fair (en su nmero de Junio de 2003) consagraba un alarmante dossier de 20 pginas a analizar la reaparicin del antijudasmo. Una realidad que tanto el gobierno, movilizado por Jacques Chirac para calmar el fenmeno, como la prensa, enfrentan con visible malestar. Porque esta vez, los autores de las agresiones no son ni cabezas rapadas ni nostlgicos del rgimen de Vichy, sino vctimas tradicionales del racismo: jvenes de origen rabe-musulmn que importan el conflicto palestino-israel a las calles de Pars. Un enfrentamiento que tambin se ha desplazado al campo intelectual, donde la vieja divergencia izquierda-derecha estalla en pedazos. Sea por compasin hacia el sufrimiento del pueblo palestino, sea por defender una tradicin poltica atlantista, pro-rabe, sionista o tercermundista, quienes intervienen en el debate pblico descubren en sus trincheras aliados o enemigos inesperados. As, Alain Finkielkraut puede viajar a Suiza con intelectuales progresistas para apoyar la iniciativa de Ginebra para un acuerdo de paz en Medio Oriente, mientras acusa a una parte de la izquierda de encarnar, a travs de una ideologa humanista, la nueva cara del antisemitismo. --Au nom de lAutre empieza con la ambigua cita del escritor francs Georges Bernanos: "Hitler deshonr el antisemitismo". Este descrdito habra brindado a los judos un escudo protector durante los ltimos cincuenta aos. Al ver hoy la multiplicacin de actos antisemitas en Francia, se podra decir que asistimos a una rehabilitacin de esta forma de odio? --No estoy seguro. Pienso que el odio hacia los judos coexiste hoy con el rechazo del antisemitismo y, quizs, en las mismas personas. El antisemititismo deshonrado por Hitler era el odio hacia un pueblo acusado de ser presumido, materialista y codicioso y de vulnerar los grandes valores de las naciones. Era sobre todo un antisemitismo "de competencia", ya que los judos eran acusados a menudo de ocupar el lugar de los franceses, de instalarse en Francia como parsitos. Este antisemitismo no ha sido rehabilitado, ni bien asoma la punta de su nariz, es inmediatamente condenado por el conjunto de la sociedad. Pero lo que s detecto es el surgimiento de un antisemitismo "de compasin", compasin hacia esas vctimas que son los palestinos. Este sentimiento se expresa muchas veces bajo la forma de una "judaizacin" de los palestinos, percibidos como los judos de hoy. Hoy los judos son condenados al ostracismo, no en tanto judos sino en tanto nazis, no por ser considerados miembros de una raza inferior, sino porque son vistos como racistas. El antisemitismo con el que lidiamos apareci en toda su "majestuosidad" terica y prctica en Durban en 2001, dos das antes de los atentados del World Trade Center. En una conferencia organizada por las Naciones Unidas sobre racismo, xenofobia e intolerancia, pudimos ver a pueblos, organizaciones caritativas y ONG unirse para estigmatizar no slo a Israel sino el nombre mismo de Israel y acusar a este pueblo, que se cree elegido, de edificar una sociedad de apartheid. Esta es la nueva configuracin. --Su libro seala una paradoja: el antisemitismo se renueva desde una conciencia europea que se construy justamente como reaccin a su responsabilidad en la Shoah. Cmo explica usted este cambio diametral de situacin? --En los aos 60 Europa tuvo miedo de volverse amnsica. Se preguntaba qu nos pasara si olvidbamos a Hitler. No dejaba de repetirse la frase del filsofo norteamericano George Santanaya: "Una civilizacin que olvida su pasado est condenada a revivirlo". As que Europa hizo suyo el deber de memoria y se precipit con las mejores intenciones en el arrepentimiento. Ese deber de memoria funcion tan bien que Europa no slo se acuerda de Hitler, sino que parece acordarse nicamente de l. Hitler ocupa, solo, la totalidad de la memoria y ese suceso nico que fue la Shoah se convierte en un hecho paradigmtico, un patrn a partir del cual se mide toda forma de opresin. Y los judos, que eran considerados como los grandes beneficiarios de un deber de memoria polarizado en un solo suceso, se han convertido en su vctima. Nos acordamos tan bien de los crmenes de Hitler que a partir de este modelo interpretamos la realidad palestino-israel. Los israeles se convierten entonces en los nazis. --Dira usted que el nuevo antisemitismo es de origen antirracista? --Tiene un lenguaje antirracista. No se trata de presentar a los judos como una raza, sino de presentarlos como racistas, como los peores racistas. Es una situacin terrible, ya que los judos son acusados de lo que ellos mismos consideran lo peor. De algn modo se los insulta dos veces. Primero porque se los asla en tanto judos, pero adems porque se los tacha de lo que ellos saben es el peor de los crmenes. Si alguien viene a decirle "usted es un judo chupa sangre", es molesto, pero en el fondo no se siente ensuciado por semejante acusacin. Si alguien viene y le pega una estrella amarilla, usted simplemente se enfurece; pero si alguien viene y le pega un esvstica, eso... eso es algo que lo enloquece. Y si se defiende, le dicen "Por qu habla de antisemitismo? Si usted habla de antisemitismo es porque no tolera ninguna crtica a Ariel Sharon". --Algunos medios franceses dicen que usted denuncia el antisemitismo para que no se pueda criticar libremente la poltica del gobierno israel. --En nombre de la crtica al gobierno israel, mucha gente, muchos intelectuales y muchos medios callan el ascenso del antisemitismo. Hoy en Francia los judos slo pueden poner un pie en la calle si nada de lo que llevan puesto revela que son judos. Hoy en Francia, el judo se esconde. El Gran Rabino de Francia, como muchas autoridades intermedias, piden a los alumnos de los colegios religiosos judos que no caminen por la calle ni usen el transporte pblico con la kip. Les piden que usen una gorra de bisbol --tienen que respetar el mandamiento de no ir con la cabeza descubierta-- para que se mezclen con la multitud. Agrego que no solamente la crtica del gobierno israel es legtima, sino que yo mismo la practico. Desde hace tres aos Sharon no ha tenido la voluntad de tomar una sola iniciativa unilateral, aunque ms no sea para demostrar algo de coraje. En cambio dej creer que el nico coraje posible era el militar. A veces, el coraje es poltico y otras puede ir en contra de la rplica marcial a los actos terroristas. Esta postura me da cierta libertad para decir muy solemnemente que si bien es cierto que la crtica a Sharon es legtima, es tambin cierto que puede haber una crtica antisemita a Sharon. Hacer de Sharon un nazi es, desde mi punto de vista, la forma contempornea del antisemitismo. --Ha notado ltimamente que el debate de ideas en Francia se ha vuelto ms violento? --S, por supuesto, es lo que demuestra el affaire Tariq Ramadan. Este pensador musulmn nacido en Suiza, conocido por sus posiciones religiosas muy radicales, public un texto en el sitio web del Foro Social Europeo, donde haca una lista de intelectuales judos a los que acusaba de estar al servicio de la propaganda de Israel. Pero, primera sorpresa, lo que une a estos intelectuales es que cada uno de ellos est enamorado de lo universal, luchan en todos los frentes: Ruanda, Chechenia, Bosnia... Bernard Henri-Lvy, Andr Glucksmann o Bernard Kouchner, entre otros, se vieron reducidos a su identidad juda. La segunda sorpresa es que, si uno cree lo que dice Tariq Ramadan, todos ellos piensan igual. Sin embargo, Bernard Henri-Lvy critic con dureza la guerra contra Irak, que apoy con la misma energa Andr Glucksmann. Hay aqu una amalgama completamente falsa, a la que se agrega la visin de una poltica mundial dirigida por los judos. Habra una maquinacin: los norteamericanos son evidentemente los culpables pero quin mueve los hilos? Los judos. Vi a la mayora de las grandes figuras francesas del altermundialismo [N. de la R.: palabra que empieza a utilizarse en Europa en reemplazo de antimundializacin, para evitar la connotacin negativa de esta ltima] apoyar a Tariq Ramadan y recibirlo como a un hroe en el Foro Social Europeo. Jos Bov, clebre vocero de la Confederacin Campesina, lo abraz, y un cierto nmero de intelectuales y de militantes retomaron su lista dando los nombres y diciendo que tena razn. Ah llegamos al colmo de la brutalidad, porque se trata ni ms ni menos que de un linchamiento, adems de un linchamiento con buena conciencia. --Cmo explica esta alianza, a priori contra natura, entre religiosos fundamentalistas y una izquierda libertaria anticlerical? --El antisemitismo francs proceda de un nacionalismo exacerbado, el antisemitismo ltimo modelo florece en un clima local de odio hacia Francia. Muchos neoizquierdistas perciben la poltica internacional nuevamente como una guerra civil, una lucha de clases. Reducen la complejidad del mundo a una mera oposicin entre dominantes y dominados. Cuando la religin sirve para dominar, es el opio del pueblo; cuando la religin mantiene la rebelin se puede, al menos parcialmente, formar una alianza con ella. --El diario britnico The Financial Times revel das atrs que El Observatorio de la Unin Europea para los Fenmenos Racistas y Antisemitas (EUMC) no quiso divulgar un informe encargado por esta institucin, porque en sus conclusiones apareca una implicacin frecuente de grupos musulmanes y propalestinos en los actos antisemitas. --Eso es muy revelador. La Europa del arrepentimiento, la Europa del deber de memoria, adiestrada para la autocrtica perpetua contra su propio antisemitismo, frente al antisemitismo de las vctimas potenciales del racismo, pierde toda continencia y se muestra completamente indefensa. Sabe castigar su propia culpa pero no sabe designar a sus enemigos. Europa, que piensa que es el vientre todava fecundo de donde surgi la bestia inmunda, no tiene los recursos morales ni el amor propio para reconocer que tiene enemigos. Y despus puede haber un motivo ms trivial: Europa tiene miedo de sus comunidades rabe-musulmanas. La integracin fracasa: tenemos pruebas ms que abundantes. Europa no quiere hacer nada que pueda hacer enojar a la comunidad rabe-musulmana. Imagine usted lo que habra pasado en Francia si Jacques Chirac hubiese adoptado, en la guerra con Irak, la posicin no de Inglaterra, sino de Espaa... La violencia hubiera sido terrible, hubiese habido pogroms, muchos ms incendios, y eso todos los polticos franceses lo saben y nadie se anima a decirlo. No sabemos qu hacer. Europa est paralizada por la culpa y por el miedo: la culpa le dicta no hacer nada que pueda alimentar el racismo que no cesa de incubar en su seno, el miedo le dicta no hacer nada que pueda ensanchar la zanja con la comunidad musulmana. La culpabilidad sumada al miedo conduce a esconder ese informe bajo la alfombra. Alejo Schapire Fuente: LA NACINFinkielkraut: el nuevo antisemitismo y la muerte de EuropaPor Libertad Digital - Monday, Jan. 16, 2006 at 4:09 AM

Hablando del "socialismo de los imbeciles". Nada est ms presente en la prensa francesa de los ltimos aos. Nada, ms esencialmente eludido. Al reafirmar, una y otra vez, la irrenunciable lucha contra el antisemitismo, la prensa como el sistema institucional franceses hacen trampa: hablan del antisemitismo pasado, para mejor invisibilizar la peculiaridad del presente. El brevsimo libro de Alain Fienkielkraut es un portazo en la apacible buena conciencia del pensamiento francs contemporneo.

Finkielkraut: el nuevo antisemitismo y la muerte de Europa - Lucrecio - Libertad Digital

Y un intento de apuntar lo verdaderamente serio. Que el nuevo antisemitismo tiene componentes que lo diferencian por completo de sus predecesores, del nazi-fascista en particular. Y que este "antisemitismo que viene" est monstruosamente identificado con aquello que Europa exhibe como sus ms mitificados valores: el humanitarismo, el antirracismo, el pacifismo, el progresismo de saln en el cual han venido a morir los entusiasmos revolucionarios de hace cuarenta aos. Para que semejante delirio pueda funcionar se precisa una coartada en dos etapas. El desplazamiento semntico, primero, de las viejas fobias sobre un nuevo nombre: sionismo; la asimilacin, de inmediato, de ese nombre con una forma universal y particularmente horrenda del racismo: es el paradigma fijado en Durban por la asamblea de las benvolas ONG, que fija el antisionismo como objetivo prioritario de las luchas antirracistas y humanitarias. Jon Juaristi, en su breve pero pertinente prlogo, recuerda la frmula de Bebel, "el antisemitismo es el socialismo de los imbciles". Y concluye que "podra recobrarse esta definicin tan exacta para el antisemitismo contemporneo, siempre que cambisemos una palabra: el antisionismo es el humanitarismo de los imbciles". Y, en efecto, lo que ms llama la atencin en el anlisis muy fino que Finkielkraut efecta de este nuevo antisemitismo que hace estragos, bajo el disfraz apenas creble del antisionismo, es la interiorizacin de una pulsin autodestructiva esencial: la que lleva a la mala conciencia europea a asumir como propios los tpicos ms delirantes y ms inconmensurablemente reaccionarios del Islam de los ulemas y de los asesinatos en masa de infieles.

Si Francia tiene un inters de laboratorio en la gestacin de ese nuevo antisemitismo es porque all todos los elementos se dan en un perfecto solapamiento y ocultacin. Los restos, casi arqueolgicos, del viejo antisemitismo fascista, representados por una figura poltica en alza, Le Pen, enrarecen y enmascaran el presente. Histrin ascendido al primer plano de la poltica francesa merced a la apuesta suicida en favor de su promocin por parte de un Franois Mitterrand que vea en l un decisivo factor de divisin electoral de la derecha frencesa. Mitterrand logr, en efecto, alzarlo sobre una base electoral estable; slo que esa base se forj no a costa de los previstos votos de la derecha clsica, sino de los de las periferias obreras tradicionalmente comunistas y, en menor medida, socialistas. Le Pen es un factor de fuerte confusin. Amenaza, s. Pero tambin coartada. Su antisemitismo es violento y primario; pero su propia ranciedad limita sus marcos de expansin social. Paradjicamente, el verdadero peligro antisemita se ha gestado, en estos aos, en el mbito mismo de la reaccin humanitarista y antilepeniana. Cuando la prematuramente senil extrema izquierda francesa no hall ya ms elemento de combate especfico que el de la identificacin con los sectores en funcin de cuyo rechazo haba ascendido el Frente Nacional: la inmigracin musulmana. Y esa identificacin slo poda cristalizar a travs de su nico aglutinante poltico: un antisemitismo exasperado y explcitamente homicida, que se proclamaba a s mismo, y por encima de todo antiisraelismo y antiamericanismo, ms militar an que militante. Hay un pasaje terrible en el libro de Finkielkraut. La carta que el autor recibe de una autocomplacida izquierdista que arremete contra los judos franceses que se manifestaban contra el antisemitismo el 7 de abril de 2002: "He tenido que ver a la polica escribe la escandalizada y humanitaria interlocutoraregistrar a las personas que queran romper el cortejo de banderas israeles que jvenes excitados con kipas azules y blancas enarbolaban, seguros de su santo derecho. En el mismo lugar, un pequeo moraco de apenas diez aos gritaba a sus compaeros visiblemente asustados que lo retenan: Si por lo menos tuviera un kalachnikov, ya les enseara yo a sos! Y yo saba que me senta ms cerca de la verdad de este pequeo desvalido que de todos los jvenes que triunfaban de autosuficiencia y de pasin despreciativa e ignorante bajo sus kipas blancas y azules".

Finkielkraut sabe y cualquiera hoy que no quiera cerrar los ojos debera saber que es infinitamente ms horripilante hoy el planteamiento de la humanitaria izquierdista que se conmueve ante el noble deseo musulmn de matar a tiros a los judos en cualquier parte del mundo y ello aun cuando lo formule un nio de apenas diez aos que las viejas monsergas racistas y patrioteras de un Le Pen, ya cascajo muerto. Porque "el pequeo desvalido en cuestin no ha cogido an el kalashnikov. Segn todo pronstico, l no lo har y se quedar en estado de provocacin verbal. Esta perspectiva, sin embargo, no es verdaderamente tranquilizadora, pues el idioma que oye a su alrededor y que empieza a articular es el idioma del islamismo y no el del progresismo. La lucha de clases no le dice nada, la yihad le fascina. Sus hroes son las figuras religiosas, no los iconos revolucionarios: Saladino ms que Espartaco o que el Che Guevara. Vive en otro universal, y lo que le hace rabiar, de ahora en adelante, no es el yugo del capitalismo ni el del imperialismo sobre los proletarios de todos los pases, sino la humillacin de los musulmanes del mundo entero. Condicionado a padecer a Israel como una carga o un mordisco en la carne del Islam, no es ni siquiera antisionista: all, aqu, en cualquier lugar, los judos, a sus ojos y en sus palabras, son judos y nada ms". La tragedia es que Europa ha consumado ya la transferencia. Incapaz de hacer frente a la oleada letal del islamismo, la izquierda europea se deleita en la identificacin con sus verdugos. Hace de la explcita declaracin de guerra a muerte contra los infieles, que el yihadismo proclama, un fantstico objeto de autoculpabilizacin. Ese Otro amenazante no puede ser un monstruo, tiene que ser slo la voz pura de la justicia que, al fin, castiga nuestras culpas. "El Otro es angelical, el Otro es inocente, y si no lo es, si tiene propsitos infames, si se comporta como enemigo declarado, siempre lo es en legtima defensa; si comete actos reprobables, lo hace por reaccin al espritu de la reaccin". Pulsin suicida, literalmente alucinada, que cristaliza en la paradoja que Finkielkraut subraya: "Bautizados que rechazan al cura y militan por el velo islmico en la escuela". Europa se muere. Lo sabemos desde hace ya algn tiempo. Y est dispuesta a poner el cuello ante quien quiera degollarla: al fin, le da lo mismo. Y a tachar de genocida a todo aquel que ose siquiera tratar de defenderse. Europa se muere. El Islam es slo su instrumento. Y el nuevo antisemitismo, su sntoma ms preciso.

Domingo 27 de agosto de 2006 | Publicado en edicin impresaTecnologa y pensamiento filosfico

INTERNET, EL EXTASIS INQUIETANTE Por Alain Finkielkraut y Paul Soriano-(Libros del Zorzal)-Trad.: Alejandrina Falcn-89 pginas-($ 22)

Se puede hablar de que Internet lleva al "xtasis", y de que ese "xtasis" es "inquietante"? A comienzos de nuestro siglo, la fundacin francesa "2 de Marzo" invit al filsofo Alain Finkielkraut y al especialista en tecnologas de informacin Paul Soriano a discutir sobre la "red de redes". De la discusin emerge la pregunta y a partir de la pregunta se pueden hilvanar las respuestas de cada uno.

El xtasis es lo que analiza Finkielkraut a partir de un cambio en el papel de la tcnica en nuestro tiempo: "En el pasado, el pensamiento tcnico desencantaba al mundo. Hoy en da, vivimos en el encantamiento de la tcnica". Aquello que inquieta es lo que Soriano llama "un humanismo sin hombre", esto es, el hecho de que las tecnologas de informacin, y en especial Internet, superan el mero hecho tcnico para hacer tambalear ciertos aspectos que deberan pertenecer a lo humano. La frmula del "xtasis inquietante" se aloja en ese campo de pensamiento que se abri en los ltimos aos en torno a cmo denominar a nuestra poca: lo poshumano, lo inhumano, lo deshumano. El carnaval de prefijos que debe soportar lo "humano" es tanto el signo de una desorientacin general como el sntoma de que algo est pasando, al menos entre quienes se atreven a describir y explicar este tiempo.

Hay dos grandes ejes de la discusin que merecen destacarse. El primero es que Internet es considerado la punta del iceberg de un conjunto tecnolgico ms amplio, el de la informacin, que se extiende hasta la ingeniera gentica. El dominio del cdigo binario, dice Soriano, "permite producir, reproducir, modificar a voluntad realidades arbitrarias: imgenes, obras de arte, productos, mundos (mundos virtuales o mundos de realidad virtual), y tambin, por medio de la manipulacin del cdigo gentico, seres vivos, animales y, maana sin duda, humanoides".

El segundo eje es la consideracin del pensamiento rpidamente llamado "posmoderno" como clave de anlisis de los cambios que se producen con la emergencia de la informacin. Esto no deja de ser curioso, pues aquellos autores descartados o atacados, los grandes nombres del pensamiento francs reciente, vuelven al centro de la escena. El detalle es cmo vuelven. Para Soriano y Finkielkraut, se puede reconocer en la galaxia "informacional" los temas caros a Foucault (la muerte del autor o el fin del humanismo clsico), a Barthes (la distancia entre la obra y el Texto), a Derrida (la deconstruccin en el hipertexto) o a Deleuze, Guattari y Lyotard (las "mquinas deseantes"). Finkielkraut le acuerda a Deleuze en particular el acierto del diagnstico: "El ingreso en la era de la rastreabilidad universal o de la omnimemorizacin acredita la idea deleuziana de un reemplazo del hombre de las disciplinas por el hombre del control".

Aparece entonces un ncleo problemtico que trasciende las exposiciones de ambos: el del vnculo entre transformaciones tecnolgicas y pensamiento filosfico, actualizado en el punto en que tecnologas de la informacin y filosofa contempornea se intersectan. Quienes se empean en defender un humanismo clsico que sostiene que la tcnica es mero instrumento de fines de otro orden adherirn sin dudas a cierta irona destilada por Finkielkraut y que Soriano transforma en denuncia abierta: la filosofa "post" es "cmplice" de este mundo y este mundo, por supuesto, es "malo". Quienes en cambio pueden ver en esta situacin una oportunidad para arrancar el problema de la informacin de las garras de la mera propaganda o de las torpes metforas del "impacto tecnolgico" sobre una sociedad inerte (que es el discurso habitual y en el que parece a veces caer el propio Soriano) no podrn dejar de recordar que fue el mismo Lyotard, hace casi 30 aos, quien vaticin este campo problemtico con La condicin posmoderna .

Fcil y entretenido de leer, Internet, el xtasis inquietante deja varias puertas abiertas, entre ellas las de definir con ms exactitud cmo es que las tecnologas de la informacin pueden generar semejante estado nuevo de cosas.

Pablo Esteban Rodrguez