Aire nuestro, n. 14

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BIBLIOTECAS MUNICIPALES DE BURGOS INSTITUTO MUNICIPAL DE CULTURA Y TURISMO LECTURA EN TIEMPOS REVUELTOS P. 2 PRÉSTAMO DE LIBROS ELECTRÓNICOS P. 12 ENTREVISTA A ADOLFO CUETO P. 18

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Revista de la Biblioteca Municipal de Burgos (España)

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bibliotecas municipales de burgosinstituto municipal de cultura y turismo

Lectura en tiempos revueLtos p. 2

préstamo de Libros eLectrónicos p. 12

entrevista a adoLfo cueto p. 18

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N.º 14. Noviembre 2014

IMPRESIÓN y MAQUETACIÓN:

imprentasantos

dep. Legal: bu-288/2007

i.s.s.n.: 1888-0614 qui

énes

so

mo

s

Nuestras palabras 1

Lectura en tiempos revueltos 2

I Guerra Mundial en la Literatura y en el Cine 6

nombres para nuestras calles (i) 10

Plataforma de préstamo de libros electrónicos eBiblio 12

incorporaciones a la colección 14

Noticias breves 17

entrevista a adolfo cueto 18

Pág.

Ayuntamiento de BurgosInstituto Municipal de Cultura y TurismoBiblioteca Municipalbiblioteca.aytoburgos.es

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nuestraspalabras

Aire y luz me proponen,me regalan vida difícil en difícil mundo.Yo acepto, sí,respiro con vosotros

Jorge guillén

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Homenaje a Mª Jesús Fernández

Nuevamente la temprana pérdida de otra com-pañera, en esta ocasión trabajadora del Archivo Mu-nicipal, Mª Jesús Fernández (Chus), nos trae la desa-zón que cualquier “adiós” antes de tiempo conlleva. Se intensifica cuando lo protagoniza alguien que cada día se enfrenta a las cosas en un tú a tú en el que no se discute esa pasión por la vida de manera parecida a como lo hacen las olas cuyo sonido nos relaja, conscientes de estar en espacio natural donde la paz es movimiento. Si cada uno fuéramos espacio natural, Mª Jesús Fernández (Chus), sería eso: mar, playa, oleaje, con un ir y venir incansable y fuerte sin cuestionárselo, como no se lo cuestiona quien cada mañana se levanta con la exigencia de volver a reha-cer aquellos paisajes en los que la vida de los demás se desenvuelve y para que mejor se desenvuelva.

Con la temprana marcha de Mª Jesús Fernán-dez (Chus) hemos perdido espacio natural, alguna de esas playas en la que el oleaje deja permanente-mente la alegría de un sonido que habla de que todo funciona como debe porque no se cuestiona el com-promiso. Echaremos en falta las olas de esas playas, guardaremos un especial recuerdo de homenaje para ella.

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Lectura en

tiempos revueltosP o r A n a A n d u e z A H e r r e r A

“Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del

mundo inventar armas y frases para hacer posible todo esto durante más tiempo y con más refinamiento”

Erich María Remarque. Sin novedad en el frente

La verdad es siempre rela-tiva, desde el momento

en que refleja el punto de vista de quien lo narra. Cuando hablamos de una guerra tan terrible como la que asoló Europa de 1914 a 1918, definir cuál es la verdad se com-plica. Muchas veces se ha dicho que la historia la escriben los ven-cedores y la padecen los vencidos. Causas, hechos, consecuencias, culpables… La búsqueda de estos factores no es determinante a la hora de establecer los elementos que definen lo que fue la contien-da; más bien, suele conducir a una simplificación de la historia, a un somero recital de fechas y hechos relevantes que nos dan una visión global de lo que pudo ser Europa en aquella época.

La historiografía que existe al respecto es colosal, y tan varia-da como pueden serlo los distintos puntos de vista desde los que se ha analizado la Gran Guerra, la madre de todas las guerras, la que acabaría con todos los conflictos en Europa. Artistas de todos los

ámbitos, pintores, poetas, escri-tores… exaltaban las trincheras y el patriotismo. Historiadores y po-líticos analizaban los pormenores de una guerra que habría de durar poco, y que, sin embargo, devastó Europa.

Son numerosos los títulos, revisiones historiográficas, biblio-grafías, nuevos datos y estudios que se han venido publicando, más aún en este año 2014, con ocasión de la conmemoración del estallido del conflicto. Sin embar-go, entre tanta historiografía, ape-nas si existen estudios que nos ha-blen sobre la creación de servicios de lectura para los millones de hombres que se vieron inmersos en la guerra, dispersos en hospi-tales, centros de instrucción, cam-pos de batalla y campos de prisio-neros. Esta iniciativa, compartida por todos los países combatientes, surgió de forma espontánea desde la sociedad civil para aliviar el sufrimiento de los combatientes, pero pronto adquirió mayores di-mensiones y funcionalidades.

Ya a lo largo del siglo XIX se habían ido creando bibliotecas y servicios de lectura en regimientos para mejorar el nivel de vida y de instrucción de las tropas. Durante el Conflicto de Crimea y la Guerra de secesión americana se dieron los primeros casos de lecturas para los combatientes. Pero a partir del verano de 1914 la lectura alcanzó unas dimensiones desconocidas. Por el grado de implicación de la sociedad civil, por el volumen de material movilizado y por la plani-ficación y alcance que tuvieron los servicios de lectura.

Tras las violentas batallas que se libraron durante los dos primeros meses de la guerra, el frente se estancó. Las maniobras militares se paralizaron y co-menzó una guerra de desgaste en la que los distintos ejércitos se parapetaron defendiendo sus posiciones, a la espera de que el enemigo actuara. Comenzó así una guerra de trincheras donde cual-quier avance de unas decenas de metros se hacía a costa de jóvenes

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Soldado leyendo la

correspondencia en la trinchera

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que caían presa de las balas, el gas mostaza, los lanzallamas, los obuses… Una guerra que dejó exhausta a Europa y en la que se movilizaron más de 80 millones de hombres. Pero también una guerra en la que se organizaron servicios de lectura en todos los frentes. Toda la sociedad se movi-lizó en pro de sus soldados, bien a través de la donación de libros, o bien de aportaciones económicas para su adquisición.

Varios factores propiciaron este hecho. De un lado, el aumen-to de los niveles de alfabetización en las tropas –el perfil del solda-do es el de una persona familiari-zada con la lectura y con deseos de leer, distraerse y formarse–. De otro, las reformas que los ejércitos emplearon para mejorar la vida de los soldados, su instrucción y formación –los libros y la prensa se consideraron cruciales para mantener la capacidad comba-tiva del ejército–. De hecho, el envío de estos documentos al frente era tan importante como el de armamento y el de muni-ción, de ahí que aumentara su presencia a lo largo del conflicto en todos los frentes. El interés po-lítico por la función de las biblio-tecas entre la tropa, se materializó en su constante crecimiento a los largo de los años que duró el con-flicto.

La vida en las trincheras se convirtió para muchos jóvenes en un infierno. Físicamente, te-nían que hacer frente a los bom-bardeos y a los disparos de los francotiradores, así como a la in-halación de gases tóxicos. Vivían mal alimentados, mojados y em-barrados en el escaso espacio de sus refugios de tierra. Expuestos a todo tipo de enfermedades como la disentería, o la pulmonía, que causaron millares de bajas. Pero no sólo eso. En lo moral, su vida no era mucho mejor: el aburri-miento, el miedo, la falta de sue-

ño, el cansancio, el dolor de ver a los compañeros muertos descom-poniéndose frente a las trincheras, a merced de las ratas. Muchos ca-yeron en desórdenes mentales, en lo que se vino a llamar síndrome del corazón del soldado, shock de las trincheras, neurosis de comba-te, fatiga de batalla.

Para cada soldado, la lec-tura tenía una función diferente. Pero para todos tuvo un valor alta-mente terapéutico. Proporcionaba a los hombres un poco de humani-dad en un entorno totalmente hos-til, y aliviaba su situación, consi-

guiendo que se evadieran en parte de los horrores de la guerra. De las salas de hospital donde los servicios de lectura habían llega-do primero para paliar a los enfer-mos y heridos, el libro pasó a los campamentos de instrucción, donde los soldados se ejercitaban y formaban antes de cruzar el Ca-nal de la Mancha. El libro era un instrumento no sólo para conocer y aprender el manejo de las nue-vas maquinarias desarrolladas para la guerra, sino también para conocer el terreno donde habrían de jugarse la vida. Una vez en el

terreno de batalla, el hacinamien-to y la ausencia de distracciones no ayudaban a fortalecer el ánimo combativo: de ahí que surgieran las camp libraries, las bibliotecas en los campamentos militares. Pero la guerra se prolongó más de lo que nadie había previsto, así que el libro alcanzó la línea de frente. Así, el servicio de lectu-ra avanzó a la par que la guerra, restituyendo en parte esa humani-dad que ésta iba arrebatando a los combatientes.

La tipología de la lectura vino en parte definida por el lugar en el que estuvieran los soldados. El mayor número de ejemplares correspondía a obras de ficción: novelas, cuentos, narraciones, li-bros de viajes… amenos y de fácil comprensión, si bien hasta este tipo de lectura tuvo sus restriccio-nes: se excluían libros que pu-dieran causar inquietud o pesi-mismo, así como libros eróticos. Y en el caso de libros bélicos, sólo se permitían aquellos que exaltaran el patriotismo, la ca-maradería, el sacrificio… Todo ello con el fin de inculcar en los

soldados estos valores, garantizar su obediencia y combatir los vi-cios propios de la vida militar.

Junto a este material, tam-bién proliferó la literatura de tinte divulgativo, y el manual técnico. Desde gramáticas y diccionarios para facilitar la co-municación con el extranjero, a guías para conocer el país, sus costumbres y sus fuerzas arma-das. También se podían encon-trar libros más técnicos sobre el funcionamiento de determinado armamento o manuales con voca-bulario específicos para pilotos, personal sanitario o de combate. La necesidad de aprender fue una constante durante el conflicto, por lo que el libro y la lectura tenían una importante función formativa.

Este aspecto formativo toma un especial cariz en los campos de

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prisioneros. El número de cauti-vos alcanzaba mayores dimensio-nes según avanzaba el curso de la guerra. Y la guerra se alargaba, con lo que sentimientos de de-rrotismo, culpa o vergüenza mer-maban el ánimo de los hombres. Así, los prisioneros aprovecharon su cautiverio para aprender idio-mas, continuar con sus estudios o aprender nuevas cosas que le ayudaran a reintegrarse a la vida laboral a su regreso tras la guerra. Fueron muchos los que superaron el analfabetismo y los que mejo-raron su formación. Incluso en algunos campos de prisioneros, se organizaban cursos con volunta-rios internos y externos, o bajo la mediación de instituciones como la Cruz Roja, que les proporcio-naba el material necesario para su realización. Fue precisamente el Comité internacional de la Cruz Roja el que pidió ya en 1914 a los comités nacionales de cada país, que participaran en actividades de beneficio de las víctimas mili-tares y civiles del conflicto, y que garantizaran el trato recíproco de todos los prisioneros en relación a varios aspectos, entre ellos, pro-porcionarles material de lectura y formativo.

Cartas, relatos personales, memorias… nos hablan de la im-periosa necesidad de leer, y del consuelo que encuentran en los libros. La masiva presencia de Biblias, textos religiosos y de oración en los frentes de ambos

bandos son reflejo de este hecho. Su presencia también se debe al hecho de que fueron muchas las sociedades de tipo confesional de todos los países las que proporcio-naban libros a los combatientes, organizaban servicios de lectura y otras actividades de recreo para mitigar el riesgo que podía suponer el tener miles de hombres desocu-pados durante tanto tiempo.

También la prensa, en for-ma de periódicos y revistas ilus-tradas, despertó gran interés entre los soldados, aunque no siempre era de su agrado. Si bien por una parte, era la forma que tenían de conocer el curso del conflicto, por otra, echaban de menos en ella el reflejo de sus vidas y penalida-des. Por esta razón comenzaron a proliferar publicaciones hechas para y por los propios soldados. En unos casos, las publicaban las autoridades militares para forta-lecer la moral y la disciplina de los combatientes. En otros, los propios soldados elaboraban sus Periódicos de trinchera, donde retrataban la vida en el frente tal y como ellos la vivían, con humor, con ironía… estos periódicos pro-liferaron en todos los ejércitos y su estudio resulta de gran interés para seguir la vida de estos hom-bres en la contienda.

Asimismo, las aportaciones desinteresadas de libros proce-dentes de miles de ciudadanos y de gran número de entidades e instituciones, llegaban a sus des-

tinatarios bajo el beneplácito y supervisión de las autoridades mi-litares.

También las bibliotecas colaboraron en el acopio de lec-tura. En un principio, destinando libros para los hospitales en los que se atendían a enfermos o he-ridos por la guerra. Poco después, fueron las autoridades militares las que establecieron el criterio de selección para enviar libros al frente y finalmente la Cruz Roja lo distribuía y organizaba cam-pañas de recogida de libros y de colectas de dinero para adquirir-los y remitirlos al frente. El sis-tema postal desarrolló un papel indispensable durante la guerra, no sólo por la habitual labor de re-partir la correspondencia entre los combatientes y sus familias, sino también para que les llegaran los lotes de libros entre los paquetes con ropa y alimentos, donde mu-chos soldados encontraban cartas dedicadas o mensajes de ánimo.

Así, todo un entramado de sociedades, asociaciones y co-mités canalizaron las aportacio-nes de ciudadanos y entidades. Los editores también trabajaron para las milicias. La demanda de publicaciones sobre la guerra se amplió y el papel de las bibliote-cas fue decisivo. Así, por ejemplo, la American Library Association obtuvo la consideración de agen-cia oficial de colaboración con el gobierno y estableció numerosas bibliotecas para suministrar libros a los expedicionarios. Con esta co-laboración, el gobierno se asegu-raba de controlar el contenido del material suministrado, excluyendo aquellas lecturas que suscitasen polémicas políticas o religiosas.

Curiosa y contrariamente a lo que se pudiera pensar, en los años de la Gran Guerra tuvo lugar un importante grado de literaturi-zación en todos los aspectos. De una parte, porque fue la primera guerra escrita: La sociedad ne-

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cesitaba saber el desarrollo de la misma y recurría a la prensa como principal medio de información. Numerosos historiadores analiza-ron los pormenores del conflicto y los plasmaron en innumerables monografías. De otra parte, los mismos combatientes dejaron por escrito sus vivencias en diarios personales y cartas dirigidas a sus familiares y amigos. Existía la censura, y no todo se podía con-tar; en muchos casos, un simple formulario estandarizado después de una batalla informaba a las fa-milias del estado de salud de un soldado. Incluso mediante corres-pondencia, los soldados hacían llegar a sus familiares sus últimas voluntades.

“El domingo parto hacia el frente; no temas, porque es-taré bien… Dile a mi madre que no se preocupe, le he de-jado mi testamento a ella. (…) seguid adelante hasta que vaya a casa, esta guerra habrá ter-minado antes”.

Estas palabras reflejan el sentir de todo soldado. Mucha de esta correspondencia anónima no llegó a sus destinatarios pero fue

recopilada y cons-tituye la verdadera historia del horror de la guerra. Gra-cias a proyectos como el Proyecto 1914-1918 de la biblioteca digital Europeana, la me-

moria escrita de la guerra salió de las trincheras.

Por otro lado, fue, también, la primera guerra leída en todos los ámbitos y en todos los países por los prisioneros, por los com-batientes y por los incrédulos es-pectadores de esta guerra sin pre-cedentes, que seguían el curso de los acontecimientos en espera de un final que tardaría en llegar.

Podemos afirmar que esta guerra supuso un punto de in-flexión en el mundo de las bi-bliotecas. Por una parte, fueron víctimas directas del conflicto. Algunas resultaron destruidas o saqueadas y sus fondos se consi-deraron botín de guerra. En otras, el reclutamiento redujo su per-sonal y provocó el recorte de sus servicios y horarios, por no hablar del recorte de sus fondos. Las au-toridades militares controlaban y censuraban las colecciones y restringían la circulación de cier-tas temáticas, llegando también a destruir aquellas que les resulta-ban una amenaza. También hubo bibliotecas en ambos bandos que cedieron parte de sus fondos para las bibliotecas de campamentos, campos de instrucción y hospi-tales. Aquí podemos encontrar el germen de la extensión biblioteca-

ria y la proliferación de bibliote-cas en diferentes ámbitos a partir de este momento.

De otra parte, también se mo-dificó el patrón de consulta de los documentos. Creció de forma no-table el interés por la prensa y por las revistas ilustradas. Los ciudadanos estaban muy interesa-dos en seguir el curso del conflicto y no había competencia alguna (la radio no llegó hasta la década de los 20), por lo que el periódico se convirtió en un referente esencial. También aparecieron numerosas publicaciones sobre la guerra: monografías, carteles, mapas, pos-tales… este hecho dio lugar a la revisión de la CDU para adaptarla a la nueva realidad que tenía lugar en el mundo y en el ámbito biblio-tecario.

La reducción de las activida-des de ocio también jugó a favor de las bibliotecas, que vieron cómo la afluencia de usuarios aumentaba a la par que se hacían más accesi-bles sus fondos, y se ampliaba la oferta con distintas temáticas.

La generalización del servi-cio de lectura en los ejércitos y en todos los ámbitos de la Gran Gue-rra no se puede entender sin el va-lor terapéutico que esta tuvo para millones de hombres, del mismo modo que el concepto de bibliote-ca actual no puede entenderse sin su vocación de servicio público al servicio de la sociedad.

Fuentes: “Soldados lectores: la movi-lización del libro durante la Gran Gue-rra” / Alfonso GONZÁLEZ QUESADA.

“Leer en guerra“ / Alfonso GONZÁLEZ QUESADA.

Durante los años de la Gran Guerra, la prensa, el cartel y los servicios postales fuera de la línea de frente se constituyeron en piezas esenciales. Mediante la prensa, además de informar sobre el curso de la guerra, se hacían llamamientos a la sociedad para recoger nuevas publicaciones.

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Este año 2014 se conmemora el

Centenario de la I Guerra Mundial,también denominada “Gran Guerra” por todos los hombres y mujeres que vivieron el mayor enfrenta-miento bélico que se había producido hasta la fecha. Sobre la I Guerra Mundial existe en la actualidad un gran desconocimiento y puede que la celebración de su centenario y las actividades desarrolladas en torno a él, sirvan para paliarlo en parte.

Las consecuencias de la I Guerra Mundial fueron tremendas en todos los ámbitos de la vida humana. Así, en el aspecto econó-mico, Europa quedó destruida; en el de-mográfico, el número de muertos se conta-ba por millones; y en el estratégico, Europa dejó de tener el pro-tagonismo que tenía a escala mundial para verse sustituida por Estados Unidos y

una naciente Unión Soviética. Pero en este artícu-lo nos centraremos de modo especial en el aspecto social y en las consecuencias que ésta tuvo sobre el arte, la literatura y el cine y que desembocaron en el nacimiento y desarrollo de manifestaciones artís-ticas que proponían un cambio radical frente al arte hasta entonces conocido y aceptado. Nace así el vanguardismo que, a través de varios movimientos –ultraísmo, dadaísmo, cubismo, expresionismo,

futurismo– y desde planteamientos divergentes, trata de revalorizar el arte y todos sus derivados, no solamente como un elemento estético, sino como una manifestación de la naturaleza humana y de las consecuencias históricas que se estaban vivien-do en ese momento. Los artistas no se mantuvieron al margen de todo el dolor que la guerra produjo. Se originó una verdadera revolución frente a la bar-barie del conflicto bélico y sus obras se convirtieron bien, en una huida de esa dura realidad, o bien en un alegato contra ella.

La literatura del S. XX en su segunda década, de 1910 a 1929, está marcada por la Gran Guerra y muchos estu-diosos consideran que es la primera auténtica rotu-ra literaria del siglo. Si los autores de 1910 a 1914 muestran optimismo y un deseo de modernización, la guerra hace que, a partir de ese momento, to-dos los escritos hablen de la condición humana, la muerte, el destino de Europa y la decadencia de la ética.

Francia lidera las vanguardias y el surrealismo aparece mencionado por vez primera en una obra de Guillaume Apollinaire (poeta, novelista y ensayista francés) titulada Las tetas de Tiresias (1917); también de Apollinaire son varios mani-fiestos en favor del cubismo y el futurismo, que él mismo cultivaba. El poeta y ensayista Tristan Tza-ra, seudónimo de Samuel Rosenstock, fue uno de los autores más importantes del dadaísmo. Y en prosa destaca la obra de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, que representa muy bien el des-encanto ante la pérdida de referentes.

Por Pilar SAnTAMArÍA SAnTAMArÍA

IGUERRA MUNDIAL en la

literatura y en el cine

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I GUERRA MUNDIAL EN LA LITERATURA Y EN EL CINE

Italia sigue los pasos de los autores france-ses y destaca el poeta Fillipo Tommaso Marinetti con su Manifiesto Futuris-

ta. Su publicación en Le Figaro en 1909 supone la inauguración del movimiento futurista y sentaría el precedente para otras vanguardias como el Mani-fiesto surrealista.

En Alemania el peculiar estilo de Franz Kafka ha sido comúnmente asociado con la filosofía artís-tica del existencialismo y el expresionismo. En La metamorfosis (1915), en la que el protagonista, un comerciante de telas aparece convertido un día en un insecto, subraya la deshumanización a la que se puede llegar en esos tiempos.

En España destacan las aportaciones de Vicente Huidobro y los pensadores de la llamada Ge-neración de 1914, etiqueta historiográfica que designa a un grupo generacional de escritores es-pañoles intermedio entre las generaciones de 1898 y de 1927, nacidos en torno a 1880 y que comen-zaron su actividad literaria ya en el siglo XX, alcan-zando su madurez en los años próximos a 1914. Forman parte de ésta los ensayistas José Orte-ga y Gasset, Eugenio d’Ors, Manuel Aza-ña, Gregorio Marañón, Gustavo Pittaluga, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Manuel García Morente, Rafael Cansinos Assens, Ramón

de Basterra, Corpus Barga y Pablo Azcára-te; los novelistas Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Wenceslao Fer-nández Flórez y Félix Urabayen; el drama-turgo Jacinto Grau; los poetas Juan Ramón Jiménez y Josep Carner; o el polifacético Ramón Gómez de la Serna. Hay una nota-ble presencia de mujeres en la generación como Maria Goyri, Zenobia Campubrí, María de Maeztu, Clara Campoamor, Victoria Kent y María Zambrano. Aunque España fue neutral y no intervino militarmente, fue especialmente signi-ficativo para todos ellos el estallido de la I Guerra Mundial ya que en el plano intelectual desencade-nó la división entre los partidiarios de las poten-cias centrales (germanófilos) y los de sus enemigos (francófilos y anglófilos).

En el mundo anglosajón se inicia una etapa de re-novación de la narrativa. James Joyce comienza a explorar los límites de la lengua inglesa, repro-duciendo el lenguaje mental y lo onírico. Muchos poetas ingleses escribieron sobre esta traumáti-ca experiencia, destacando las composiciones de T.S.Eliot.

Entre los grandes clásicos imprescindibles del con-flicto pueden citarse a Frederic Manning con su obra Her privates we, muy aplaudida por Hemin-gway, T.S.Eliot y T.E. Lawrence; Sin novedad en el frente del alemán Erich Maria Remarque, historia en la que narra con implacable claridad y cálida compasión el sufrimiento provocado por di-cha guerra; La marcha Radetzky de Joseph Roth, que describe a una familia durante el ocaso del Imperio austrohúngaro; Jaroslav Hašek conoci-do fundamentalmente por su novela satírica anti-militarista ambientada en la Gran Guerra, El buen soldado Svejk; Ford Madox Ford con El final del desfile, sobre la vida inglesa antes y durante la gue-rra; Gabriel Chevallier con El miedo, testimo-nio en primera persona de su participación en la I Guerra Mundial y considerada por los críticos litera-rios franceses de mayor prestigio, como uno de los mejores libros que existen sobre la Primera Guerra Mundial; Ernst Jünger con Tempestades de acero y Adiós a todo eso, memorias de Robert Graves.

Marcel Proust

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Además de los autores vanguardis-

tas, y por lo que al uso de la palabra se refiere, cabe mencio-

nar el importante papel que tuvieron la prensa y, sobre todo, los carteles en los que se emplearon mensajes destinados a canalizar emociones, a esti-mular el esfuerzo industrial, a promocionar el aho-rro de determinados productos, como combustible y ciertos alimentos, a pedir la discreción ante el pe-ligro de los espías, a obtener préstamos de guerra, a organizar servicios sanitarios, etc… Nace con la I Guerra Mundial lo que hoy conocemos como car-tel político o de propaganda, a través del cual se ponen en práctica grandes campañas de infor-mación planificadas y organizadas desde los Esta-dos, que buscaban crear una respuesta uniforme de apoyo de todos los ciudadanos –ejércitos y pobla-ción civil– a los intereses gubernamentales.

En 2014, el mundo editorial se ha asomado a este centenario con la publicación de diferentes títulos como: 1914, de la paz a la guerra / Margaret Macmillan; La Gran Guerra. Grandeza y dolor en las trincheras / Carlos Canales y Miguel del Rey; 1914-1918: historia de la Primera Guerra Mundial / David Stevenson; Sonámbulos: cómo

Europa fue a la guerra en 1914 / Christopher Clark; España en la Gran Guerra: espías, diplo-máticos y traficantes / Fernando García Sanz; La Gran Guerra (1914-1918) / Alvaro Lozano y obras de ficción como: Nos vemos allá arriba / Pie-rre Lemaitre; Cartas a palacio / Jorge Díaz; 14 / Jean Echenoz y Quedaos en la trinchera y luego corred / John Boyne.

El cinehabía nacido sólo dos décadas antes de que estalla-ra la I Guerra Mundial y su desarrollo se vio seria-mente alterado y puesto a prueba por este conflicto mundial. Las industrias nacionales estaban nacien-do y la producción, distribución y exhibición se vieron alteradas de un modo significativo. La Gran Guerra y sus atrocidades fueron reflejadas por el cine de muy diversas formas como documentales, reportajes, noticiarios, películas de ficción o films de propaganda.

La mayor parte de este material está perdido, ya que cerca del 80% de las películas producidas no han sobrevivido hasta nuestros días y muchas de las que se han salvaguardado sólo existen en so-porte cine y hace que el acceso público siga siendo algo costoso y difícil.

Por lo que respecta a España, la producción en los primeros años de la guerra experimentó un nota-ble crecimiento propiciado por la gran demanda de imágenes en movimiento y por las dificultades de distribución de las producciones foráneas a causa de la guerra, pero en el periodo final del conflic-

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I GUERRA MUNDIAL EN LA LITERATURA Y EN EL CINE

to se dio un retraimiento industrial a causa de la escasez de película virgen y de la entrada masiva del cine producido en Estados Unidos. Entre las productoras cinematográficas más importantes de la época se encuentran Hispano Films, Studio Films y Barcinógrafo, y estaban localizadas en Barcelona. Al igual que en otros países europeos el porcentaje de pérdida de este material es muy alto y se considera que más del 90% del mismo no se ha conservado.

A lo largo de este siglo son muchas las películas ambientadas en la I Guerra Mundial, unas con mar-cado carácter mercantil, otras atendiendo a crite-rios ideológicos o aquellas que pretenden mostrar la realidad de los hechos. En estas líneas paso a ci-tar algunas cintas significativas por ser títulos mul-tipremiados y de directores y actores de renombre y clasificadas por décadas.

De los años 20 son: Los cuatro jinetes del Apoca-lipsis (1921), interpretada por Rodolfo Valentino se convirtió en la película más taquillera de ese año; El gran desfile (1925) Kin Vidor, influyó podero-samente en realizaciones posteriores; Alas (1927) William A. Wellman, película muda que recibió el Premio Oscar a la Mejor película en 1928 y El sép-timo cielo (1927), otro film mudo que obtuvo los Premios Oscar, también en 1928, al Mejor director, Mejor actriz y Mejor guión.

Las películas más significa-tivas de la década de los años 30 son: Sin novedad en el frente (1930), pro-fundamente antibelicista fue ganadora de dos Os-car, mejor director y me-jor película; Mata Hari (1931), protagonizada por Greta Garbo en el papel de la famosa espía; El puente de

Waterloo (1931); Adiós a las armas (1932), inspirada en la novela homóni-

ma de Ernest Hemingway y La gran ilusión (1937), dirigida por Jean Renoir, que sufrió la censura de Italia y Bélgica.

De la década de los 40 son los títulos: Sargento York (Howard Hawks, 1941) y protagonizada por

Gary Cooper y En la noche del pasado (1942), que alcanzó un gran éxito comercial y de crítica.

A la década de los 50 pertenecen: El precio de la gloria (John Ford, 1952); Senderos de gloria (1957), notoria película antibelicista y dirigida por Stanley Kubrick, uno de los cineastas más grandes a nivel internacional y La gran guerra (Mario Mo-niccelli, 1959), protagonizada por Vittorio Gassman y Silvana Mangano y también multipremiada.

La década de los 60 aparece representada por Lau-rence de Arabia (1962), que supuso el lanzamien-to del actor Peter O’Toole como estrella interna-cional y obtuvo siete premios Oscar. También debe destacarse Rey y patria (1964) bajo la dirección de Joseph Losey.

De las producidas en la década de los 70 destacan El barón rojo (Roger Corman, 1971), que aborda una de las personalida-des reales más sobresalientes de la aviación militar alemana durante la IGM; Sin novedad en el frente (1979) y Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971).

La década de los 80 nos lleva a ci-tar: Gallipolli (1981) protagoniza-da por Mel Gibson; El coronel Redl (1984) y La vida y nada más (Ber-trand Tavernier, 1989).

Llegados al S XXI, el séptimo arte continua mostrándonos las huellas dejadas por esta guerra en films como Largo do-mingo de noviazgo (Jean-Pie-rre Jeunet, 2004), Feliz Navidad (Christian Carion, 2005) y Caba-llo de batalla (Steven Spielberg, 2011).

En este año 2014, la literatura y el cine aparecen de nuevo unidas en t o r -no a la I Guerra Mundial con el reciente estreno el pasado mes de octubre de la película El quinto ji-nete, producción valenciana que trata de redescu-brir el legado del escritor y político Vicente Blasco Ibáñez y su visión de la I Guerra Mundial.

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NOMBRES PARA NUESTRAS CALLES (I)

J. Ontañón

Por Juan Carlos PÉrez MAnrIQue

en la ciudad, la calle es ese espacio urba-no de tránsito entre lo privado (la casa) y lo público (muchos de los sitios a los que nos dirigimos para el desarrollo de nuestra vida), además de escenario para diferentes actividades (encuentros, fiestas, mercados, manifestaciones…) que marcan el ritmo de la vida cotidiana que una sociedad protago-niza en su núcleo. Como en los trajes el hilo, en las ciudades, las calles, son el elemento capaz de hilvanar y unir las diferentes partes de una forma armoniosa si hay sentido en el diseño y exigencia en la confección.

Pero al margen de cualquier consideración de tipo urbanístico, lo que aquí queremos tratar es cómo la calle, extensión de o vestí-bulo de acceso a nuestra propia casa, es es-pacio de sociabilidad esencial y como todo espacio social, también lo es de memoria que por supuesto queda registrada en sus propias denominaciones.

en una rápida apreciación vemos que hay calles nombradas por los propios vecinos de acuerdo con los oficios que en ellas se desarrollaban (Herreros, Alfareros, Curtido-res…), o nombradas con personajes, he-chos históricos, presencia de instituciones, ordenes religiosas etc…, sin que en ello

haya constancia de desacuerdo (Laín Calvo, Nuño Rasura, Avenida del Cid, santa Clara, el Carmen, La concepción, Hospital de Cie-gos, san Juan etc.).

Las hay nombradas, según áreas, por temas (nombres de plantas, de ciudades, de Co-munidades) sin que eso tenga, creo, mayor alcance. sin embargo, a pesar de esa consi-deración, hace unos años, desde la Biblio-teca Municipal se propuso al Consejo del Instituto Municipal de Cultura (propuesta aceptada pero que no ha tenido repercu-sión posterior) que se denominaran calles con nombres de obras literarias como una forma, acaso, de estimular la lectura de de-terminadas obras además de generar un nomenclator callejero mucho más hermoso que el existente. Personalmente preferiría

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nombres para nuestras calles

vivir en la calle Cien Años de Soledad, en la Plaza de La voz a ti debida o en la Ave-nida de la Inquietud en el Paraiso, que en otras con otros nombres que ahora tene-mos, que supongo que para nadie signifi-can mucho, o nada, y que no señalo porque es evitable mencionar.

Hay otras, también, con denominación de hechos, fechas, o personajes vinculados a acontecimientos concretos, desde luego denominaciones impuestas y no por mu-chos o solo por pocos aceptadas y que, por ello, cambian con cierta frecuencia. en los últimos años es el caso de Generalisimo Franco, General Mola (ambas, sí se quie-re ver en ello la importancia que se da a la denominación de las calles, en los 2 ejes principales de la ciudad a cada lado del río en esos momentos), General Yagüe, 18 de Julio etc.

Pero lo que desde estas páginas y en su-cesivas queremos proponer (aparte de lo dicho sobre nombre de obras litera-rias), es la permanencia en la memoria a través de denominación de nuestras calles de personas cuya aportación fue de gran importancia en la ciudad pero carecen de ese reconocimiento del que otros, con menor compromi-so y merecimiento sí disfrutan.

Uno de esos casos de burgale-ses a los que todavía no se les ha otorgado ese recono-cimiento y que desde aquí solicitamos, es el del perio-dista D. Jacinto Ontañón.

Jacinto Ontañón, nacido en Burgos en 1845, don-de también murió en 1917, fue autor de algunas obras poéticas y textos teatrales. Desempeñó también así algunos cargos y obtuvo algunas condecoraciones, pero su biografía es el

periodismo, actividad a la que dedicó más de 50 años. Desde muy joven había cola-borado en distintas publicaciones pero fue el semanario que él fundó en 1878, el que ocupó todo su quehacer y donde desple-gó el resto de su vida. sobre él escribieron sus contemporáneos y todavía, mientras vi-vía, por iniciativa de otro periódico local, El Castellano, los periodistas burgaleses qui-sieron rendirle homenaje proponiendo que una de las principales calles de la ciudad llevara su nombre, lo cual no llegó a reali-zarse porque él se opuso a ningún homena-je en carta abierta a los organizadores. solo algunos años después, en 1933, se publicó un cuaderno en su memoria que recogía el testimonio que en recuerdo suyo escribie-ron varios de los que con él convivieron y de los que, por otra parte, de ellos sí hay memoria en los rótulos de nuestras calles. A Don Jacinto Ontañón, posiblemente el periodista más relevante de la historia de nuestra prensa local, dedicaremos las próxi-mas páginas de Aire Nuestro rela-cionadas con NOmbres para n u e s t r a s calles, a lo que en vida no quiso pero que casi cien años más tarde t i e n e sentido.

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La Biblioteca Municipal de Burgos ofrece a sus usuarios un nuevo servicio de lectura y préstamo de libros electrónicos a través de Internet, eBiblio.

eBiblio es un servicio de la Red Automatizada de Bibliotecas de Castilla y León (RABEL) que ha sido promovido por el Ministerio de Educación, Cul-tura y Deporte con la colaboración de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León. Pone a disposición de la ciudadanía una plataforma tecnológica que le permite acceder a un catálogo y tomar en préstamo las principales novedades en formato digital para poderlas leer en diferentes dis-positivos: tabletas, teléfonos inteligentes, ordena-dores personales o lectores de libros electrónicos.

Está disponible a través del Portal de Bibliote-cas de Castilla y León http://bibliotecas.jcyl.es o directamente a través de su sitio web

https://castillayleon.ebiblio.es.

También se puede acceder a través de la app eBi-blio Castilla y León disponible para IOS y Android.

Esta plataforma ofrece inicialmente una colec-ción de 1200 títulos, repartidos entre novedades editoriales de ficción y no ficción y de temática va-riada como arte, ciencia, tecnología, salud, depor-tes, viajes y otras. Incluye también audiolibros.

¿Quién y cómo ser usuario de eBiblio Castilla y León?

Puede hacer uso de esta plataforma cualquier persona que disponga de la tarjeta o carné de usua-rio de la Red Automatizada de Bibliotecas de Casti-lla y León (RABEL) y haya proporcionado su correo electrónico entre los datos de usuario. En Burgos disponen de este carné los usuarios de la Biblioteca Pública Provincial y de la Red de Bibliotecas Muni-cipales de Burgos.

Con el número de usuario que figura en tu tarje-ta (sin la L inicial) y la contraseña que utilizas para acceder como usuario registrado al Portal de Biblio-tecas de Castilla y León, podrás acceder a la plata-forma de préstamo de libros electrónicos, buscar en su catálogo y hacer uso de sus servicios. (En caso de que no recuerdes la contraseña o tengas dudas sobre cómo registrarte puedes acudir a cualquiera de nuestras bibliotecas).

¿Cómo tomar en préstamo un libro electrónico?

Únicamente son necesarios tres simples pasos:

1) Accede a eBiblio Castilla y León e inicia sesión con tus datos de acceso: número de tarjeta y contraseña

2) Consulta el catálogo a través de:

- el buscador de la página inicial por título o autor

- las secciones de Libros recomendados o de Novedades

- clasificaciones temáticas y especiales.

P o r P i l a r S A n TA M A r Í A S A n TA M A r Í A

Nuevo servicio en la Biblioteca Municipal de Burgos

Plataforma de préstamo delibros electrónicos

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3) Una vez localizado el libro puedes acceder a la ficha del mismo (pulsando sobre la ima-gen de la cubierta o sobre el título) y a su disponibilidad:

- Disponibilidad inmediata: puedes tomar el libro en préstamo.

- Disponibilidad bajo reserva: puedes re-servarlo y cuando esté disponible recibi-rás un correo electrónico.

- No disponible para el préstamo: el li-bro ha superado el número máximo de reservas y no admite más préstamos ni reservas.

Si el libro está disponible, se puede pulsar el botón “Tomar en préstamo”, que aparece junto a cada libro electrónico. Éste quedará automática-mente prestado a tu nombre. (Esta posibilidad de tomar en préstamo libros electrónicos en eBiblio puede estar limitada por la situación de inhabilita-ción del usuario con respecto a la Red de Bibliote-cas). Una vez finalizado el préstamo, el libro elec-trónico dejará de ser accesible en tus dispositivos.

Cada usuario puede tomar en préstamo un máximo de dos libros al mismo tiempo durante 21 días y también podrá reservar otros dos.

¿Cómo leer un libro electrónico en eBiblio?

eBiblio ofrece diferentes opciones de lectura a través de múltiples dispositivos:

- En streaming, a través de cualquier navega-dor en un dispositivo conectado a Internet. Para ello sólo es necesario iniciar sesión y en la pestaña “Mis libros” del espacio “Mi cuenta” pulsar el botón “Leer” que aparece junto a cada uno de los libros electrónicos.

- A través de las apps de lectura disponibles para IOS y Android. Cada usuario podrá descargarse la aplicación hasta en cinco dispositivos móviles distintos. Una vez sin-cronizados los libros en préstamo, se podrá realizar la lectura sin necesidad de conexión a Internet.

- Mediante descarga, para ordenadores per-sonales y lectores de libros electrónicos. Para su lectura es necesario instalar la aplicación

gratuita Adobe Digital Editions y una cuen-ta Adobe ID. Cada usuario podrá acceder, descargar o transferir sus libros electrónicos hasta en seis dispositivos distintos usando la misma cuenta Adobe ID.

Por último destacar que el sitio web: https://cas-tillayleon.ebiblio.es incluye una serie de videos tutoriales de corta duración, muy interesantes y que facilitan el uso de la plataforma, relativos a:

- Acceso a la plataforma.

- Lectura en dispositivos ereader o tinta elec-trónica.

- Descarga app de lectura para Android.

- Descarga app de lectura para IOS.

- Cómo obtener una cuenta en Adobe ID.

plataforma de préstamos de libros electrónicos eBiblio

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Por Almudena ALOnSO GOnzÁLez

Maria Teresa Leon Goyri (Logroño, 31 de octubre de 1903-Madrid,

13 de diciembre de 1988) fue una escri-tora española integrante de la Gene-ración del 27 y ante todo, una mujer adelantada y comprometida con su tiempo, siempre empeñada por ex-

tender la cultura al pueblo, aunque por ello tuviera que enfrentarse las duras crí-

ticas de una sociedad trasnochada.

Aunque nacida en Logroño, María Teresa León estuvo muy ligada a nuestra ciudad a lo largo de toda su vida.

Hija de coronel, su infancia transcurrió entre Madrid, Barcelona y Burgos, donde también vivió durante los años de su adolescencia y contrajo matrimonio con tan solo diecisiete años con Gonzalo de Sebastián Alfaro, militar de carrera y perteneciente a la alta alcurnia burgalesa, con quien tuvo dos hijos.

Sin embargo, las aspiraciones de una mujer como María Teresa León no quedaban satis-fechas sometiéndose a una vida de perfecta madre y esposa, sino que sus anhelos inte-lectuales, adquiridos mediante una cuidada educación culta e ilustrada, la marcaron du-rante el resto de su vida.

durante su malogrado matrimonio con Gon-zalo de Sebastián, y de nuevo en su hogar paterno de Burgos, María Teresa León escri-bió una serie de artículos para el diario de Burgos y tras realizar un viaje a Argentina en 1928, publicó sus primeras obras: Cuentos para soñar y La bella del mal de amor, ambos editados por “Hijos de Santiago rodríguez”.

Pero un año más tarde, la escritora conoce a rafael Alberti, la persona con quien compar-te sus ansias intelectuales, sociales y también sentimentales, haciendo que su matrimonio con Gonzalo se disolviese de forma definitiva para iniciar una vida con el poeta llena de via-jes, estudios y otras experiencias culturales, marcada además por una intensa y compro-metida actividad política y social, antes, du-rante y después de la Guerra Civil.

Así, tras la contienda María Tere-sa León plasma durante su exilio en Buenos Aires, sus vivencias en el Madrid bélico en sus no-

Incorporacionesa la colección

, ,

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La Biblioteca Municipal de Burgos, en su empeño por consolidar una rica colección de materiales de especial valor, tanto por su formato, como por su contenido, o bien por la im-portancia de su autoría, se esfuerza en adquirir anualmente una serie de fondos destinados a ampliar su repertorio en este sentido.

En esta ocasión, la biblioteca ha considerado fundamentalmente el criterio de la au-toría a la hora de incorporar nuevos documentos que pasarán a formar parte de los fondos especiales de su colección.

Basándose en este parámetro, ha optado por la custodia de documentos de dos autores imprescindibles de la cultura burgalesa: María TErEsa LEón y Marcos ana.

Contra viento y marea María TErEsa LEón.-Buenos aires: Ediciones aiape, 1941

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incorporaciones a la colección

velas Juego limpio y Contra viento y marea (1941), obra esta última que forma parte de las nuevas adquisiciones de la biblioteca a las que nos referíamos al principio del artículo.

También en Argentina, país en el que residie-ron durante veintitrés años, la autora escribió varias novelas centradas en la biografía de personajes de su admiración: el Cid, Jimena, Cervantes, Bécquer…, mientras que ambos

prosiguieron con su actividad intelectual y política y sus via-jes por europa e incluso China, a cuya vuelta en 1958 publica-ron de manera conjunta la obra, que actualmente pasa también a incluirse dentro de los fondos especiales de la Biblioteca Mu-nicipal, Sonríe China.

La autobiografía de María Teresa León, publi-cada durante su último exilio en roma con el título Memoria de una melancolía, es el testi-monio de una vida consagrada a la lucha por el cambio político, social y la difusión de la cultura, máximas con las que siempre estu-vo comprometida participando activamente, con los diversos grupos intelectuales de los distintos lugares donde estuvo. Así, partici-pó en publicaciones como “Los cuadernos

de cultura española”, donde publicó La historia tiene la palabra; la revista “Unión” (Revista de la Unión de escri-tores y artistas de Cuba), donde de-dicó un artículo a Luis Cernuda; o en la Revista Nacional de Cultura de Venezuela. Todas estas publicaciones en las que parti-cipó María Teresa León han sido asimismo adquiridas para formar parte del fondo do-cumental de la biblioteca, al igual que el li-bro de relatos Las peregrinaciones de Santa Teresa, publicado en 1950 en Buenos Aires, o el vinilo argentino de “Platero y yo”, graba-do con su propia voz.

en 1977, cuando en españa se comienzan a dar los primeros pasos hacia la apertura, la pareja regresa a su añorada patria, con el despropósito de que el Alzheimer se apode-ra rápidamente de María Teresa, que fallece-rá en diciembre de 1988.

La Biblioteca Municipal de Burgos siempre ha considerado a esta autora como un referente de la cultura burgalesa, habién-dola dedicado ya en 2002 el nombre de una de sus sucursales y adquiriendo actualmente estos documentos únicos con el fin de comple-tar el fondo dedicado a esta gran escritora.

Sonríe ChinaMaría TErEsa LEón; dibujos de rafael alberti.-Buenos aires: Jacobo Muchnick, 1958

La historia tiene la palabra

María TErEsa LEónBuenos aires: PHaC, 1943.

Vinilo argentino de Platero y yo de Juan ramón Jiménez; en la voz de María TErEsa LEón.- (Colección los Poetas). Buenos aires: Jacobo Muchnik, 1970

Revista Nacional de Cultura

rafael alberti, María TErEsa LEón, José Bosch, Fedro Guillén, reyna rivas, etc. 140-141.año XXII.-Venezuela, 1960.

Revista Unión.nº 4 año IV.

revista de la Unión de escritores y artistas de Cuba.

Octubre - diciembre 1965.- artículo de María TErEsa

LEón: Luis Cernuda, entre la realidad y el deseo.

Las peregrinaciones de TeresaMaría TErEsa LEón;portada de Luis seoane.-Buenos aires: Botella al Mar, 1950

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Por su parte,

Fernando Macarro Castillo,más conocido como Marcos Ana (San Vicente,

Alconada, 20 de enero de 1920), es un poe-ta español de primer orden, estrechamente relacionado también con nuestra ciudad, en esta ocasión, por motivos no muy gratos.

La estancia del poeta durante quince años en Burgos, vino dada por su encierro en el

Penal desde 1946 a 1961, donde culminó su trayectoria carcelaria, iniciada en Porlier, cuando el régimen franquista le condenó en un primer mo-mento a muerte en 1941 y tras haber permanecido previamente en las cárceles de Ocaña y de Alcalá de Henares.

Procedente de familia humilde, Macarro fue miem-bro activo de las Juventudes Socialistas desde su adolescencia, llegando a ser secretario general de las JSu en la comarca de Alcalá, y afiliándose du-rante la contienda al Partido Comunista de españa.

de escasa formación al haber abandonado sus es-tudios con tan solo trece años, Fernando Macarro tuvo oportunidad de ampliar sus conocimientos en prisión, ya que fue en la cárcel donde tuvo la opor-tunidad de conocer a numerosos intelectuales del bando republicano, como los periodistas eduardo Gúzman, director del periódico anarquista “Casti-lla libre”, Manuel navarro Ballesteros, director de “Mundo Obrero”, o Javier Bueno, director de la Asociación de la Prensa de Madrid; escritores como Antonio Buero Vallejo u Hoyos Vinent y pintores como Ambrosio Ortega. Asimismo, en los reitera-dos periodos de incomunicación a los que fue some-tido, inició su afición por la lectura de los clásicos es-pañoles, como Quevedo, Lope de Vega, Calderón, Cervantes, e incluso de obras clandestinas de rafael Alberti, Miguel Hernández o Federico García Lorca.

Fue de esta manera cuando a mediados de los cincuenta, se lanzó a escribir sus primeros poemas bajo el seudónimo de “Marcos Ana”, que también clandestinamente salieron al exterior y fueron di-fundidos entre muchos opositores del régimen, incluso fuera de nuestras fronteras, con lo cual se

desató una campaña internacional por su liberación liderada por rafael Alberti y Pablo neruda, con la que se consiguió su excarcelación en 1961.

durante su exilio en París, se dedicó a apoyar a los presos políticos españoles con ayuda de importan-tes figuras de la cultura francesa y otros españoles en el exilio, como Pablo Picasso, Yves Montand, Michel Piccoli, Jean Paul Sartre o Jean Cassou.

A principios de los setenta, se alineó con Santiago Carrillo en contra de la facción más próxima a la urSS y tras la muerte de Franco regresó a españa en 1976, continuando su actividad dentro del Parti-do Comunista, del que fue candidato al Congreso de los Diputados en las elecciones de 1977 por la provincia de Burgos, aun sin obtener escaño, pero ocupando distintas responsabilidades, como la de “solidaridad internacional”.

Hoy en día, Marcos Ana es uno de nuestros poe-tas de cabecera y pese a ello, su obra completa no se ha publicado aún, si bien sus poemas han sido recopilados en Venezuela. en 2007 publicó sus me-morias bajo el título Decidme cómo es un árbol: memoria de la prisión y de la vida, prologadas por José Saramago. Esta obra ya se encontraba en el catálogo de la Biblioteca Municipal junto a otros títulos de este autor de referencia, como Poemas de la prisión y de la vida, o Vale la pena luchar.

además, la Biblioteca Municipal de Burgos en su compromiso por custodiar documentos úni-cos encaminados a salvaguardar la memoria de esta figura tan estrechamente vinculada a nuestra ciudad, ha adquirido recientemente dos impor-tantes obras referidas a su persona: por un lado, el LP titulado Marcos ana: poemas en su voz, editado en argentina bajo el sello “Caracola”, o la obra en la que trece pintores rinden homenaje al poeta, publicado en Buenos aires en 1975. Dos joyas referidas a este autor que la Biblioteca Mu-nicipal tiene obligación de incluir dentro su colec-ción de fondos dotados de un especial valor.

Marcos Ana: poemas en su voz.Lp Industria argentina. sello Caracola

13 pintores: homenaje a Marcos Ana. Colaboraron: Celia adler, Carlos alonso, alberto Bruzzone,

Felipe Delafuente, Tomas Ditaranto, Gastón Jarry, Oscar Mara, Felipe noe, Victor rubuffo, José rueda, Carlos Terribili, Demetrio Urruchua y Bruno Venier. Edición en solidaridad con la Liga argentina por los Derechos del Hombre. Editor: rafael Cedeño. Impresor: Impresos Luz. Impreso en Buenos aires en 1975.

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nUEVo DIccIonarIo DE La LEnGUa EsPaÑoLa

el pasado mes de octubre, coincidiendo con el III centenario de la Academia de la Lengua espa-ñola, llegó a las librerías, tanto en españa como en América, la 23.ª edición del diccionario de la Lengua española: un tomo de 2.400 páginas, con 93.000 palabras, 5.000 más que en la edición an-terior.

Sus principales novedades buscan el logro de tres objetivos principales: enriquecer el diccionario, modernizarlo y hacerlo más coherente.

el primer diccionario se publicó en 1780 y desde entonces se ha ido actualizado conforme a las ne-cesidades de cada época.

el Diccionario de la lengua española, también co-nocido como Diccionario de la real Academia es-pañola (DRAE), es la obra lexicográfica académica por excelencia y es fruto de la colaboración de las veintidós corporaciones integradas en la Asocia-ción de Academias de la Lengua española (ASA-Le), cuyo propósito es recoger el léxico general utilizado en españa y en los países hispánicos. Se dirige, fundamentalmente, a hablantes cuya len-gua materna es el español, quienes encontrarán en él recursos suficientes para descifrar textos es-critos y orales.

La versión electrónica del DRAE, publicada en 2001 y accesible gratuitamente en la red, ha sido actualizada en cinco ocasiones, entre 2004 y 2012.

CURIOSIDADES: “Cultura” es la palabra más buscada en 2013 en la web de la RAE

(Fuente: www.rae.es)

naCE BnEsCOLar, Una WEB DE COnTEnIDOs EDUCaTIVOs Para La EnsEÑanZa MEDIaLa Biblioteca nacional de españa, en colaboración con la empresa Gnoos, ha presentado la BNEsco-lar, una colección de más de 8.500 recursos digita-les, seleccionados de entre la colección de Biblio-teca digital Hispánica por su interés para docentes y educadores. Puede ser muy útil para enriquecer y complementar los contenidos educativos del cu-rrículo de enseñanzas medias.

el portal está estructurado en TreS secciones: - Arte: esta sección incluye más de 2.400 obras

de arte de las colecciones de dibujos de ar-quitectura de los siglos XVI a XVIII, grabados flamencos, holandeses, alemanes y de durero, obras de Goya y estampas japonesas.

- Dibujos de los niños de la guerra: compren-de íntegramente la colección de cerca de 1200 dibujos pintados por niños acogidos en diferentes instituciones de españa y Francia durante la guerra civil de 1936-39, y que re-presentan la mirada infantil del conflicto bélico y de escenas de la vida cotidiana de la época.

- Y otras colecciones: consta de más de cinco mil obras culturales sobre diversas discipli-nas, pertenecientes a quince colecciones de la Bne, entre las que están las siguientes: Teatro del Siglo de Oro, Quijotes, Material cartográfi-co manuscrito e Historia de la Ciencia.

Fuente:Biblioteca nacional de españa http://bnescolar.net

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un excelente recurso no sólo para educadores sino para todos aquellos que quieran disfrutar de documentos históricos con siglos de antigüedad.

noticias brevesque te interesan

Por Carmen de dIeGO PInTAdO

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A- Nos ha llamado la atención el ritmo que discurre en tus poemas. Tú mismo declaras la importancia de las pala-bras: Las palabras producen / sacudidas eléctricas. ¿Te preocupa en gran medida la estética?

Me preocupa la estética tanto como la ética: no hay una sin otra, como dice el aforismo clásico que Kierkegaard difun-dió. Quiero decir que fondo y forma son igual de importan-tes. Forman un todo. Aunque a veces la balanza se incline de una parte u otra, no debe haber mucha desproporción, para mi gusto. Sin una poetización (o sea, sin una “estética”) del tema, no hay obra de arte. Para eso está el lenguaje, que es el vehículo de plasmación poética en cuanto a los libros se refiere, ya que la poesía, en sentido amplio, es mucho más abarcadora, y no tiene fronteras ni límites.

El ritmo, por otro lado, es la esencia del poema. Tampoco hay poema ni poesía sin ritmo, que no es sólo medida, sino visión del mundo, como señaló Octavio Paz. “Ritmo, lenguaje e idea”.

B- ¿Cómo surge el poema? ¿De qué mecanismos te sir-ves para la creación?

Si uno supiera cómo surge realmente, estaría allí apostado, esperando para atraparlo y que no escape, jaja. En cualquier caso, hay que esperarlo o darle cita a veces, sí. Otra cosa es que venga o no, porque de la poesía nadie es dueño; acos-tumbra, además, a ser bastante antojadiza: va con quien quiere y cuando quiere –aunque nunca con todos, ni mucho menos, y tiene sus preferidos, sin duda.

En mi caso, tengo cierta predisposición algunos días, y allá voy, tirando de un estado de ánimo, una frase, alguna pala-

bra o idea percutora, una anotación previa, etc. También las otras artes pueden predisponernos buenamente a ex-presarnos: música, cine, pintura; la propia lectura de algún otro texto que nos emocione… Todo lo que esté a la vista, exterior o interior, es poetizable. Lo que nos provoque ne-cesidad expresiva urgente en un momento dado. Desde un cubo de basura a un asiento vacío, qué sé yo.

C- ¿Qué temas tratas en tu poesía? ¿Qué impresión te gustaría que dejara en el lector?

Pues los de toda la vida, aunque la perspectiva sea distinta, ya que cada uno escribe en su tiempo, parafraseando a Antonio Machado. Tiempo, amor y muerte serían los gené-ricos. De esos tres, surgen todas las derivaciones.

En cuanto al lector, me gustaría darle beso o puñetazo tal, que no lo olvidara en la vida. Que le acompañara siempre.

D- En la biblioteca constatamos que la lectura de poe-sía es minoritaria. ¿Es realmente un género para unos pocos?

Decía Carlos Bousoño que los libros de poesía son au-ténticos best sellers a lo largo de los años, cuando pasa realmente el tiempo. Y la verdad es que, si cogemos la poesía de Lorca o Cernuda, o Quevedo o Fray Luis, por quedarnos en España solo, veríamos la enorme cantidad de lectores que ha tenido en, por ejemplo, una década –y en progresión ascendente a mayor número de años–. Se lee mucha más novela, qué duda cabe, pero la mayoría pasa al olvido también enseguida.

entrevista aAdolfo cueto

GANADoR DeL XL PReMIo De PoeSÍA cIuDAD

De BuRGoSAdolfo Cueto, asturiano nacido en Madrid como le gusta decir, ha sido el ganador con su libro de poemas Diverso.es, de la XL edición del Premio de Poesía Ciu-dad de Burgos, correspondiente al año 2013. Esta obra forma parte de una trilogía, Work in Progress, junto a Palabras subterráneas y Dragados y Construcciones. Adolfo ha tenido la amabilidad de ofrecernos esta entre-vista que nos parece no tiene desperdicio.

Por Florinda PÉREZ SAGREDO e Ignacio PRUSIEL DEL VAL

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entrevista

Ocurre que la necesidad poética es consustancial al ser hu-mano. Otra cosa es que, hoy por hoy, por varias razones que sería extenso analizar aquí, ahora (baste citar los paupérrimos planes de estudio que tenemos, humanísticamente hablan-do), se estén dando generaciones poco cultas y leídas. Di-gamos que esa necesidad poética viene alimentada más por la imagen o la música (cine, canciones, etc.), que requieren menos “esfuerzo”. La verdadera poesía viene a reventar el lenguaje acostumbrado, estandarizado, el uso común de la lengua y sus significados, porque desvela el sentido oculto de las palabras; y, en vez de dejarnos llevar de una pulsión reve-ladora, lo que queremos casi siempre es entender racional-mente las cosas. Hay que educar el oído, como en la música, y para eso está la enseñanza, que debe formarnos como per-sonas, hacernos seres humanos, no máquinas competitivas.

E- Es conocido también tu trabajo como crítico literario. Desde ese punto de vista, ¿cómo definirías tu poesía? ¿Qué autocrítica podrías ofrecernos?

Todo autor lleva un crítico dentro, lógicamente, y debe ser siempre muy exigente en esa autocrítica. Yo he escrito acerca de otros, pero muy poco como para considerarme un “críti-co” al uso (no creo que D. Luis Cernuda me aceptase como tal, jaja). La palabra es ya repelentemente peyorativa, por otra parte. Yo tuve la suerte de ser muy amigo de uno magistral, uno de los grandes, José Olivio Jiménez. Toda una luminaria y persona esencial en mi vida.

Mi poesía prefiero que la definan otros, aunque la poesía es indefinible. Sólo se llega por aproximaciones. “Realidad tras-pasada” sería un acercamiento con el que podría de alguna manera autoetiquetarme.

Pero, en fin, dejémosolo ahí. Para una buena autocrítica ne-cesitaría todo el espacio de esta entrevista, y quizá me que-dase corto.

F- Imaginamos que también eres lector de poesía. ¿Po-drías darnos una idea de tus poetas preferidos?

¿Podría ser de otra forma? No conozco poeta estimable que no haya leído vorazmente. El que no lo haga, no puede cono-cer su sitio, el espacio que le queda para expresar lo mismo pero de otro modo… Yo he sido un lector compulsivo casi siempre; y, a rachas, algo inconstante por puro empacho. He leído y sigo leyendo hasta las etiquetas de la ropa, porque estoy lleno de curiosidad, que es una manera de inconformis-mo. La lectura, el saber, nos sacan del adocenamiento y nos convierte en personas, más allá de la masa que entre todos formamos. Y no sólo hay que leer poesía, sino novela, relato, teatro, etc. Los géneros son muy difusos y la poesía está en cualquier sitio, además, como decía. Literariamente hablan-do, la poesía –lo poético– es el sello de calidad de una obra, con independencia del género de que se trate.

Mis poetas preferidos son aquellos de respiración interioriza-da y ritmo acusado, se note o no (Vallejo o Cernuda). Pero no tengo cortapisas: todo buen poeta me vale. La poesía es diversa, como todo en la vida, aunque deba buscar y busque esa unidad que nos hermana por encima de las diferencias o singularidades de cada cual. Esa es la idea central de este último libro: “ser el uno diverso”, como dice la cita inicial. Uni-dad en la plural tolerancia.

G- De Madrid, tu suelo natal, has dicho: “…calles a las que di mi corazón”. De Noreña, una de tus raíces en Astu-rias: “…tierra que me reclama”. Siguiendo ese hilo, ¿qué impresión te dio tu paso por la ciudad de Burgos?

Me gustó mucho lo poco que vi. No la conocía más que de paso antes, y esta visita por causa del premio ha sido dema-

siado veloz, como un relámpago también. Una visión fría y nocturna a la vez que cálida y luminosa, con esa catedral a lo lejos, iluminada mágicamente y su pátina de nebulosa irreal.

Hubiera estado bien presentar el libro allí, pero parece que no se ha podido hacer. Así que, cuando queráis invitarme a leer en la biblioteca, voy encantado, y pateamos algo la ciudad “de paso”, que para pocos “trotes” está ya uno.

H- Parte de tu obra ha sido traducida al inglés y al árabe. ¿Crees que la esencia poética se mantiene al cambiar de idioma o quizá adquiere incluso nuevos matices y dimen-siones que la enriquecen?

Enriquecerla es difícil, porque al trasvasar siempre se pier-den cosas como la sonoridad y la música; ese ritmo del que hablábamos y que es seña de identidad de un texto tan con-densado como el poema, pequeña obra de ingeniería verbal. La esencia queda, desde luego. Pero importa el envoltorio (re-cordemos cuanto decíamos antes de fondo y forma). Por ello, creo más en las versiones. En las recreaciones en otra lengua, más que en las traducciones meramente literales o dema-siado escrupulosas. Respetuosas, sí, eso siempre, claro: se trata de sonar bien en otra lengua y lo más parecido a lo que nos dijo el autor y a cómo nos lo dijo. Y no resulta fácil, des-de luego. El traductor ha de ser siempre algo poeta, escriba poemas o no, como el crítico ideal del que hablábamos antes.

I- ¿Eres usuario habitual de bibliotecas? ¿Recuerdas la primera que visitaste y la impresión que te dejó ese pri-mer contacto?

Hoy por hoy, leo sobre todo en casa. Pero lo he sido muchísi-mo desde mi adolescencia, de cita semanal por lo menos. Me encantan. Son una de las visiones del paraíso, como decía Borges. O, de otra manera: no entendería el paraíso sin libros (el propio paraíso ha de ser el gran libro del conocimiento).

Fui muy asiduo a la del distrito Retiro de Madrid, allá por mi adolescencia y hasta mi primera juventud, que es la que que-daba cerca de donde vivía entonces. Pero recuerdo sobre todo la que tenía mi padre en casa, bastante estimable para lo que yo veía en otras, y en la que me inicié y forjé como lector. ¡Llegué a hacer fichas, incluso, de unos doscientos libros!, en esa suerte de bibliotecario que llevaré siempre dentro, y que se manifestaba ya de pequeñito, por ese amor grande a los libros. Al final, tuve que dejar ese fichero en el que me andaba, porque la biblioteca alcanzaba unos dos mil volúmenes y el trabajo me superó.

J- Adolfo, además de escribir, ¿qué otras acti-vidades ocupan tu vida actualmente? ¿Cuáles son tus proyectos a corto, medio y largo plazo?

La búsqueda incesante de la armonía y el tratar de ser un hombre lo más justo posible, en este mun-do tan corrupto (¡extraña rima en u-o!). Por si fuera poco eso, escribir cada vez mejor también lo que me quede por escribir, que espero sea aún bas-tante, siempre que sea bueno. Y todo, sin olvidar-me de vivir a tope, intensa y plenamente, haciendo de la vida el gran poema constante.

Y a corto plazo, sin ir más lejos,callarme un rato…

Dicho sea a la manera de Gloria Fuertes, como pequeño homenaje y recomendando la lectura de sus libros a niños y a no tan niños. Es una gran iniciadora. En sus últimas etapas de poeta popular, nos hace ver que la poesía no tiene por qué ser aburrida, sino muy al contrario.