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CÓMO SE PIENSA Y PROYECTA LA REGIÓN POLÍTICAS RURALES Tema de tapa Nota de Carlos “Chacho” Álvarez, presidente de la CRPM Entrevista Guilherme Cassel, ministro de Desarrollo Agrario de Brasil Informe Los recursos humanos y naturales de la región DEBATES RURALES EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA COSECHA FINA 2009. ARGENTINA, BRASIL, PARAGUAY, URUGUAY, BOLIVIA Y CHILE COSECHA FINA 2009

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Cómo se piensay proyeCta la región

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Tema de tapa Nota de Carlos “Chacho” Álvarez,presidente de la CRPM

Entrevista Guilherme Cassel,ministro de Desarrollo Agrario de Brasil

InformeLos recursos humanos y naturales de la región

Debates rurales en el campo De la política cosecHa Fina 2009. arGentina, brasil, paraGuaY, uruGuaY, boliVia Y cHile

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STAFFaño I, numero 1

Impresión mercosoft Consultores. avda. uru-

guay 912 of 101. Tel: (+5982) 9080623

Colaboraron en este número Carlos “Chacho”

alvarez; Pedro Brieger; alberto Broch; merce-

des ezquiaga; mauricio Ferrari; Luis martínez

Figueroa; Constanza moreira; Laudemir müller;

alberto Quevedo; Humberto Tomassino; Galdós

ugarte; ariana Vacchieri; antonio Vadell.

Correspondencia FunDer edificio mercosur,

Luis Piera 1992, Piso 2 oficina 201, montevi-

deo, uruguay.

Correo de lectores

[email protected]

Dirección Susana márquez

Consejo Editorial antonio Vadell (coordinador);

Álvaro ramos; Jorge neme; Carlos mermot.

Edición Héctor Pavón.

Redacción Carolina aráoz, Juan manuel Bor-

dón, Silvia Choconi, Héctor Pavón y agustín

Scarpelli.

Corrección Luis Giannini.

Diseño y diagramación oscar Bejarano y maría

Heinberg.

Edición de fotografía Daniel rodríguez.

Diseño de infografías Clarisa mateo.

Ilustración de tapa ricardo abella.

Agr0polis es una publicación semestral de FunDer, Fundación para el Desarrollo empre-sarial rural.

aGroPoLIS y FunDer no asumen ninguna responsabilidad por las opiniones vertidas en los artículos firmadoS. aGroPoLIS es una pu-blicación plural y los integrantes de su Consejo editor no comparten necesariamente las opi-niones y posturas expresadas por los diversos autores.

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SumArio

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Editorial Por Susana Márquez, Directora de agrópolis.

Tema de tapa: Mercosur: de la retórica a la construcción regionalCarlos “Chacho” Álvarez, presidente de la Co-misión de representantes Permanentes del mer-cosur, escribe sobre el pasado y el presente del mercado Común. Historia de la REAFAlberto Broch, ex secretario general de la Coor-dinadora de organizaciones de Productores Familiares del mercosur (CoProFam) señala los hitos en la creación de la reaF (reunión especia-lizada sobre agricultura Familiar) en el mercosur. La región en números Infografía. Desarrollo humano, producto interno bruto y orientación exportadora de los estados parte del mercosur.Debate: ¿Un nuevo granero del mundo? Guilherme Cassel, ministro de Desarrollo agrario de Brasil. Recursos naturalesReservas de biosferaInfografía. agua, metales y bosques.Alimentos para el mundo Infografía. Panorama sobre la producción de ali-mentos en la región.EnergíaInfografía. Datos respecto de la producción y re-servas de combustibles fósiles y de uso de otras energías alternativas.Recursos humanosHistorias de vida Silvio Marzaroli. Historia política y social de uruguay a través de la vida de un dirigente. Dirigentes sectoriales

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entrevista a Fernando López, miembro de la Co-misión nacional de Fomento rural de uruguay.Instituciones La investigación llevada al campoel Instituto nacional de Tecnología agropecuaria (InTa) de argentina: la investigación y el destino de sus resultados. El mundo más allá de la regiónEstados Unidos y América Latina: ¿un nuevo comienzo?el politólogo Pedro Brieger opina sobre los cambios que puede aparejar la relación bajo la presidencia de Barack obama.

La tierraEl modelo brasileño de ocupación del territorio nacionalCaio Galvão de França, jefe de Gabinete del mi-nisterio de Desarrollo agrario de Brasil, respon-de sobre esta cuestión.El modelo uruguayo, en análisisAntonio Vadell, coordinador del programa uru-guay rural se refiere al diseño de un nuevo mo-do de acceso a la tierra.OpiniónLa siembra directa, bajo la lupa: luces y som-bras de una técnica vital en la regiónabordaje de esta tecnología que se ha instalado como herramienta de conservacionismo ecológi-co y modelo de agricultura sustentable.Una forma de vida y producción que es clave para consolidar el MercosurLaudemir Müller, asesor del ministerio de Desa-rrollo agrario de Brasil, reflexiona sobre el papel clave de la agricultura Familiar.TestimoniosEl impacto de la REAF: hablan los dirigentes paraguayos

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Ángel Giménez, Calixto Zárate, Ana Cuevas y Mirna Mochet opinan sobre la incidencia del diá-logo político en el nivel local.Experiencias cooperativasLa Central Paraguaya de Cooperativas (Cepacoop)La construcción de una plataforma de comercia-lización a partir del esfuerzo cooperativo en el testimonio de sus protagonistas.Crecimiento y expansión de la Cepacoopentrevista a Milcíades Sosa, gerente comercial de la Central Paraguaya de Cooperativas.La Central Lanera UruguayaHabla Eduardo Pietra, presidente de una coope-rativa que nuclea a laneros uruguayos ubicada entre los principales exportadores.Política sectorialChile avanza como potencia alimentaria y fo-restal en el inicio del siglo XXIel técnico del InDaP de Chile (Instituto nacional de Desarrollo agropecuario), Benjamín Blanco, explica las políticas para ubicar a su país en el puesto 10 como exportador mundial de agroali-mentos.Trabajar con la gente con programas concretosentrevista con Ernesto Agazzi Sarasola, ex ministro de Ganadería, agricultura y Pesca de uruguay. Agro-negocio, poder de mercado y desarrollo rural en el Mercosurel especialista uruguayo Galdós Ugarte analiza el crecimiento y la concentración del mercado mun-dial de granos y el papel de los gobiernos.Noticias del MercosurLa XI reaF en asunción.TecnologíasLas TIC, herramientas fundamentales para la comunicación rural

Los investigadores Alberto Quevedo y Ariana Vacchieri se refieren a la experiencia argentina en las tecnologías de comunicación al servicio de la gestión de los negocios rurales.PolíticaCreación del Ministerio de Agricultura, Gana-dería y Pesca en la Argentina Julián Domínguez es el nuevo ministro de esta área en la argentina.Campo académicoUn desafío para la universidad pública y el Estadoel catedrático Humberto Tomassino explica que la universidad de la república de uruguay encara un programa de formación de forma-dores para el desarrollo rural junto con el gobierno.

Lo que hay que leerLibros de reciente apariciónreseñas bibliográficas.Adelantos extracto de “La problemática de la tierra en ar-gentina”, de marcelo Sili y Luciana Soumoulou, de próxima aparición.Clásicosextracto de “Los Traficantes de Granos”, de Dan morgan.TurismoEl Totoral en la ruta del Bicentenario en Chile, una localidad construye su fortaleza turística a partir de su historia y su cultura, apoyada por el InDaP. OpiniónEstado, política y desarrolloLa politóloga uruguaya Constanza Moreira res-cata el “crecimiento con redistribución” que se ha logrado en Latinoamérica.

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Hace ya varios años, un puñado de militantes con lealtades políticas diversas y diferentes orí-genes nacionales nos fuimos cruzando por los

caminos del diálogo político regional. Nos juntó la Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar del Mercosur, y en ese ámbito y en sus cercanías, nuestras palabras se multiplicaron mientras nues-tras ideas se condensaban. Tuvimos la ocasión de debatir sobre la participación de las organizaciones populares en la construcción de las políticas públicas sectoriales y la coordinación de esas políticas entre nuestros países; sobre la necesidad de una reforma agraria en el sentido más amplio y desprejuiciado de la expresión, y sobre el acceso igualitario al poder de varones y mujeres; sobre “las dos agriculturas” y las oportunidades equitativas que requieren de políticas diferenciales; sobre la seguridad alimentaria de nues-tros pueblos y la soberanía alimentaria de la región; sobre los jóvenes, el comercio, el medio ambiente, el financiamiento, el seguro agrícola…, sobre muchas, tantas cosas.

Todo eso que conversamos, polemizamos o acor-damos, todo eso que reflexionamos y convertimos en papeles y documentos, todo eso que llevamos a cada reunión oficial o compartimos en encuentros informales, nos enfrentó a un desafío: el de edificar, sobre aquellas innumerables discusiones sectoriales y nacionales, una perspectiva regional del desarrollo agrario y rural.

Así surgió Funder –Fundación para el Desarro-llo Regional en el Mercosur–, con el propósito de acompañar y contribuir al proceso de renovación de las políticas públicas de desarrollo agrario y rural iniciado en la última década, y así nace agropolis, con la aspiración de ampliar y profundizar aquellos debates serios y comprometidos, no exentos de cierto atrevimiento.

No se trataba ni se trata de pensar una política sec-torial aislada de las macropolíticas, una multiplicidad de medidas más o menos consensuadas y novedosas; se trata, más bien, de pensar esa política en el marco de un proyecto regional en el mundo.

Ese proyecto regional no es ni más ni menos que un Mercosur que deseamos también renovado, con hondos lazos sociales, además de económicos, y con afinidades políticas manifiestas, constituido en el nú-

Editorial

Por SUSANA MARQUEZ Directora de Agropolis

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cleo reorganizador de la Patria Grande todavía incon-clusa. Seguramente, un Mercosur con más y mejor participación popular, y más y mejor diálogo político, pero no sólo con eso: para lograr con efectividad la traducción de los problemas individuales en metas colectivas, para transformar realmente las reivindica-ciones privadas en políticas públicas, necesitamos una renovación conceptual. Con esa necesaria renovación conceptual queremos colaborar desde este lugar, el de la agropolis, que pretendemos que sea doble: el de la política en lo agrario y el de lo agrario en la política. Política sectorial planteada, analizada, comprendida, en la política general y en el escenario regional.

Creemos que la ocasión es propicia para apostar a esta renovación. El Mercosur suele ser percibido como una importante región productora de alimen-tos, reservorio de agua dulce, biodiversidad y energía. Tantas capacidades manifiestas o latentes pueden con-vertirlo en una de las regiones clave en el desenvol-vimiento del siglo XXI o condenarlo a ser de nuevo la América colombina.

Al mismo tiempo, en el escenario de un sistema internacional en fluida transformación –crisis globa-les mediante-, se aprecia que el medio rural y el sector agropecuario están alcanzando ubicaciones cada vez más significativas en las prioridades, las decisiones y las inversiones mundiales, tanto públicas como pri-vadas. Se avecinan grandes cambios en el tablero de la oferta mundial de alimentos y el Mercosur no será ajeno a ellos, ya sea que los actúe o que los padezca. Ser el nuevo “granero del mundo” puede configurar tanto una oportunidad peligrosa como una amenaza tentadora, según quienes sean los protagonistas de la historia.

Por otro lado, están “las dos agriculturas”. El sec-tor agropecuario aparece, en gran parte de los países miembros, fuertemente articulado al mercado inter-nacional e innovador en materia tecnológica, con volú-menes de producción o de exportación ubicados en los primeros lugares mundiales en varios y variados pro-ductos. Ese sector agropecuario capitalista y moderno, generador de divisas y motor de crecimiento, tiene su contracara en el acelerado proceso de concentración que, en algunos países más que en otros, amplía las brechas entre pobres y ricos, entre productores com-petitivos y no competitivos, entre trabajadores rurales

formalmente registrados y marginados del empleo empujados a la emigración, entre ciudades superpo-bladas y campos deshabitados. La región se enfrenta así a la paradoja de los países que tienen un desarrollo insuficiente o desequilibrado: una producción exce-dente de alimentos con respecto a su propia población e inseguridad alimentaria para amplios sectores de sus pueblos, un sector agropecuario próspero y po-bladores rurales empobrecidos.

Sin embargo, no hay un único sector agropecuario si se lo mira desde los actores sociales y económicos que lo conforman: para simplificar, suele decirse que no hay una sola “agricultura”. Hay otra agricultura, expresada en un mundo plural y heterogéneo de productores familiares, minifundistas, campesinos, chacareros, colonos, medieros, granjeros y muchos otros productores pequeños o medianos que pueblan y dan vida al interior rural y no siempre son pobres. Ocupan y transforman el espacio geográfico; transmi-ten la memoria y construyen la cultura del lugar; se comprometen con el destino de esa comunidad; y allí anudan los vínculos sobre los que crean su realidad y proyectan sus sueños. Sus dificultades de acceso a recursos esenciales –no sólo la tierra y el agua, sino la información, la tecnología, el financiamiento, por citar sólo algunos– los hacen producir y comercializar en desigualdad de condiciones. Esta agricultura familiar contribuye a poblar armónicamente el territorio de cada país y de toda la región, al mantenimiento de una oferta variada de alimentos nutritivos y tradicionales, y a la protección de la diversidad biológica y cultural.

Nacido del reconocimiento de “las dos” agricul-turas, el proceso de construcción de esa perspectiva regional del desarrollo agrario y rural no se agota allí, o no debería hacerlo. Fundamos agropolis con la in-tención y la ilusión de colaborar en el necesario cues-tionamiento de lo que se hace y de lo que se propone –aun de lo considerado “políticamente correcto”–, y también de aportar a aquella renovación conceptual señalada más arriba, como un requerimiento de la perspectiva regional del desarrollo. Para agropolis, cuestionar es interrogar, es buscar las causas prime-ras; aportar a la renovación es intuir nuevas certezas, aunque sean limitadas.

Acaso haciendo preguntas más frescas podamos vislumbrar alguna respuesta menos gastada.

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Uno de los grandes riesgos en el camino de integración que propone el Mercosur es que

la región quede como un foro de discusión y debates. Hay demasia-da retórica en nuestro continente, retórica ideológica que no contri-buye al proceso de unidad más profundo ni a la construcción de una institucionalidad. De cara al futuro, hace falta una política de logros concretos y visibles, pero también de buena comunicación sobre lo que ya se ha hecho.

En ese sentido, es interesante volver sobre el clima previo a la fundación del Mercosur y recor-dar el marco en el que se dieron los primeros acuerdos regionales. Los ejércitos latinoamericanos, y particularmente los del Cono Sur, trabajaron históricamente sobre hipótesis de conflictos con los vecinos. Durante muchos años –sobre todo en la etapa de los re-gímenes militares–, una de las

principales hipótesis de conflicto que marcaban las fuerzas armadas argentinas y brasileñas era el en-frentamiento entre los dos países. La Argentina, a su vez, tenía una historia de conflictos con Chile o Paraguay, y Chile con sus vecinos peruanos. Por eso, los primeros acuerdos regionales apuntaban, sobre todo, a construir un clima de confianza entre vecinos que por momentos se habían mirado con recelo.

En la década del 80, tanto Brasil como la Argentina reingresaban en la democracia, aunque de distinta manera. Si bien existía la preten-sión de complementación indus-trial, los acuerdos iban más allá de lo comercial. En cierto sentido, la inspiración para ese proceso era lo que había pasado en la posgue-rra en Europa. Francia y Alemania habían protagonizado tres conflic-tos bélicos muy importantes, pero a partir de una serie de acuerdos

La integración regional está dejando paulatinamente de ser política internacional, dice Carlos “Chacho” Álvarez, para ser parte de la agenda interna de cada país. En ese escenario, aparece la necesidad de asociarse en lo científico tecnológico, construir cadenas de valor regionales y tener una visión supranacional. Así como la Unión Europea se construyó a base de acuerdos sobre carbón y acero, el Mercosur debería consolidarse a partir de una agenda conjunta en temas como alimentos, energía, integración productiva e infraestructura.

OPINIÓNPor Carlos “Chacho” Álvarez, Presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur (CRPM)

Mercosur: de la retórica a la construcción regional

comerciales, ese eje se convirtió en la base de lo que es hoy la Unión Europea. Así pasaron de un clima de antagonismo y competencia a una cultura de la combinación y a intentar vertebrar la región a partir de los países o, al menos, de las economías más fuertes de la zona.

Hoy, uno de los activos más importantes del Mercosur y los procesos de integración sigue sien-do haber ayudado a consolidar la democracia en la región. Actual-mente tenemos democracia en la mayoría de los países, si no en la totalidad. Los mecanismos de integración incluso jugaron un papel clave tras el intento golpista en Paraguay del año 2000, cuando el país estuvo a punto de perder el sistema democrático. Es indudable que el modo en el que respondie-ron los países de la región tuvo una enorme carga simbólica. Los gobiernos del Mercosur repudia-

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ron “el uso de la violencia, de la fuerza y de cualquier otra acción que busque fragilizar las institu-ciones y el orden constitucional en Paraguay” a través de un comu-nicado conjunto de sus embajado-res en Asunción. Paraguay estu-vo al borde de perder su sistema democrático, pero que los países limítrofes y del resto de la región coincidieran en que no iban a reco-nocer un gobierno de ese tipo fue un extraordinario disuasivo.

Otro caso emblemático se dio durante la crisis política y social que se abrió en Bolivia durante el mandato de Carlos Mesa. Yo estuve en la misión junto con el delegado del presidente Lula da Silva, Marco Aurelio García. Se habló con los dirigentes, con el presidente, con distintas fuerzas políticas, grupos de poder o sindicatos. Había una presencia requerida por el país –no hubo injerencias regionales en la política interna–, porque intere-

saba saber cuál era la postura de la Argentina y Brasil en torno al conflicto. La clave estuvo en que los encuentros eran pedidos por las autoridades y las principales fuerzas de la oposición de Bolivia. Reconocían insisto en que ese es uno de los grandes activos del Mer-cosur que no se podía tener una acción política que derivara en un gobierno autoritario enfrentado a las democracias de la región.

Las diferencias entre el Merco-sur y el proceso europeo que lo ins-piró han sido más que evidentes. Europa se construyó durante una de las etapas más prósperas del capitalismo a nivel mundial (los llamados “treinta años gloriosos del capitalismo”, entre 1945 y la crisis petrolera de 1973). El armado del Mercosur, por el contrario, ha coincidido con una serie de crisis cíclicas cada seis o siete años. Eso hace, evidentemente, que la inte-gración regional quede relegada

CarlOs “ChaChO” ÁlvarezPResidente de la CRPM

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estudió Historia en la Universidad de Buenos aires. en 1989 fue elegi-do diputado por el peronismo y un año después abandonó la bancada en disidencia con la política de Car-los Menem. Creó el Frepaso y fue Vicepresidente de la nación en 1999 acompañando a Fernando de la Rúa en la alianza. Un año después re-nunció a su cargo. en noviembre del 2005, fue designado presidente de la CRPM (Comisión de Representan-tes Permanentes del Mercosur).

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en las agendas por las dificultades locales. Pero, además, no hay que olvidar que en Europa los años de bonanza coincidieron con otros tres factores clave para el proceso de integración. Primero, la idea de la Unión Europea (o Comunidad Económica Europea, como se lla-mó al principio) fue una política adoptada por todos los partidos en la mayoría de los países. Hubo una visión estratégica que se man-tuvo, independientemente de que gobernara la Social Democracia o la Democracia Cristiana.

En segundo lugar, el tablero de la Guerra Fría hizo que en térmi-nos geopolíticos fuera muy im-portante para los Estados Unidos que en Europa se constituyera un capitalismo exitoso –y con un ses-go social importante– para frenar el avance de la Unión Soviética. Prueba de ello son las políticas de cooperación y reconstrucción de los Estados Unidos en Europa, co-nocidas como Plan Marshall.

Un tercer factor, quizá el más relevante en relación con el pro-ceso latinoamericano, fue la pre-sencia de un liderazgo claro. No por generosidad, sino por visión, Alemania apostó y financió el de-sarrollo de otras economías meno-res. Países como España, Grecia y Portugal presentaban un atraso relativo, vivían en el subdesarrollo, pero tenían un enorme potencial. Conscientes de ser la economía más competitiva y con un enorme potencial exportador, los alemanes hicieron importantes inversiones para que esos países salieran del subdesarrollo. Vieron un gran mercado potencial en esos países y

entendieron que su desarrollo iba a favorecer a las empresas alemanas, cosa que sucedió: hoy el comercio intraeuropeo representa el 88 % de las exportaciones de Alemania.

Cuando viajo a Europa, veo que hay mucha presión para que Brasil asuma un protagonismo más importante en la región, y lo mismo sucede con partidarios de-mócratas en los Estados Unidos. En eso coinciden con Itamaraty. Brasil comparte fronteras con Ve-nezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y la Argenti-na. Por volumen, por peso y por sistema económico, por número de habitantes, por mercado, por cualquiera de estos indicadores, Brasil sabe que está destinado a te-ner el papel protagónico. Además, está claro que en los últimos años hubo un salto en su protagonismo. Para empezar, ha conseguido un reconocimiento como protagonista global e integra el grupo de gran-des potencias que surgieron en los últimos quince o veinte años junto con países, como India o China. Asimismo, es la décima economía global e incluso en términos terri-toriales, es uno de los más grandes del mundo. Por último, apareció un personaje como el presidente Lula Da Silva: un líder con mu-cha legitimidad política y social a nivel local, que además transmite una imagen insuperable a nivel mundial.

Aun así, Brasil no puede des-empeñar un liderazgo como el alemán por distintas razones. La principal es que se trata de uno de los países más desiguales del mun-do, incluso más que vecinos como

la Argentina y Uruguay. Un país tan desigual, con tantas demandas internas insatisfechas, difícilmente tendrá legitimidad social para lide-rar y financiar planes de desarrollo en países como Paraguay, Uruguay o Bolivia. Además, es evidente que no hay espacio para un protago-nista excluyente. Tiene que haber sociedades, pequeñas sociedades que ayuden a vertebrar la región. Y en ese sentido, la de Brasil y la Argentina será fundamental. En su momento, la Argentina tuvo un gran liderazgo cualitativo. Fue una suerte de potencia suave, un país admirado por su cohesión social, por el nivel cultural y los niveles educativos, algo que se perdió en los últimos treinta años, sobre todo a partir de la última dictadura mili-tar. Pero la Argentina no tiene que vivir esta nueva situación como un demérito. Al contrario, se trata de una alianza estratégica con un so-cio que tiene aquella proyección mundial.

Hasta aquí, el proceso de inte-gración regional ha sido excesiva-mente caótico; por momentos se han propuesto distintos objetivos a la vez. En parte, tiene que ver con que no se puede esperar un Mercosur mejor que los países que lo componen. Históricamente la región ha tenido grandes déficits institucionales. Ha habido mu-chísimas demandas insatisfechas y creo que nuestras izquierdas son excesivamente nacionalistas. Así, no sólo no dan cuenta de los proce-sos de globalización, sino tampoco de los procesos de regionalización. La integración regional ya no es política internacional y debería

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pensar sólo en cómo competimos por ese mercado, perderemos una ocasión extraordinaria. Es nece-sario asociarse en lo científico tecnológico, construir cadenas de valor regionales y tener una visión supranacional. Muchas veces, las asimetrías entre los países hacen que ningún país quiera compartir soberanías con otro que cuenta con un desarrollo relativo menor. Los grandes medios de comunicación han sido quienes han respaldado esa idea simplista. Salvo algunas excepciones, siempre pensaron para nuestros países en una inser-ción en el mundo de la mano de la potencia. La integración, desde esa visión simplista, es la unión con vecinos pobres e inestables. Todo eso retrasa la construcción de un espacio supranacional y convierte al Mercosur en una suerte de foro de discusiones eternas.

La visión debe ir más allá, por ejemplo, de las polémicas en tor-no a la figura del presidente Hugo Chávez. Hay que ver la importan-cia de un eje que vaya desde el Ca-ribe a Tierra del Fuego, un eje que vertebre definitivamente la región. Venezuela es clave como potencia energética, porque es una econo-mía complementaria para el resto de los países de la región y la llave para un proceso de sustitución de importaciones. Por eso, este pro-ceso debe tomar cuatro o cinco te-mas fuertes. La Unión Europea se construyó a base de acuerdos sobre carbón y acero. Aquí deberíamos definir una agenda conjunta en temas como alimentos, energía, integración productiva e infraes-tructura.

ser parte de la agenda interna. La relación con los vecinos, la capaci-dad para unirnos o fragmentarnos tienen que ver con el desarrollo nacional.

Cuando se firmaron los acuer-dos previos al nacimiento del Mer-cosur no se pensó en una inserción común en el plano internacional. Ni siquiera hoy, después de más de dieciocho años de proceso de integración, existe una política unitaria de integración al mundo. Más allá de las coincidencias ideo-lógicas, más allá de la importancia del Mercosur como actor político, el horizonte debe ser llegar a dis-cutir modelos de desarrollo que sean complementarios, en ámbitos como infraestructura, energía, pro-ducción y en la dimensión social. Lo positivo es que las condiciones para esa nueva etapa ya existen.

Todos los países de la región ve-nimos de etapas de neoliberalismo fracasado. El Mercosur encuentra a presidentes con un cierto aire de fa-milia y es la oportunidad para aso-ciar modelos de desarrollo. Pero, además, la región reúne condicio-nes estratégicas muy importantes. Desde afuera todavía ven básica-mente una potencia productora de alimentos o de materias primas, lo cual no debe ser mirado con cier-to complejo. El problema es que seamos capaces de que eso sea la base para desarrollos de otro tipo. Claramente, el riesgo es situarnos como economías monoproductoras y reproducir el paradigma (y la cri-sis) del siglo XIX. Sin embargo, la geografía comercial ha cambiado sustancialmente desde entonces. Al margen de la crisis actual, la

demanda de lo que producimos es más estructural. Sudamérica es una gran potencia alimentaria y el precio de los commodities que exportamos no caerá demasiado ni siquiera en contextos de crisis. In-cluso los organismos financieros internacionales dicen que países como la Argentina, Brasil y Chile pueden recuperarse más rápida-mente de una crisis. Ese diagnós-tico parte de que el mundo seguirá demandando alimentos antes, du-rante y después de las crisis.

Sin embargo, hay otro factor clave que Brasil ha identificado rápidamente. Cuando Brasil re-f lexiona sobre la integración de Sudamérica, ve al actor político internacional. Pero también ve en la región un mercado que deman-dará productos más sofisticados y con más componentes tecnológi-cos. Si esa proyección nos lleva a

“LA intEgrACión rEgionAL yA no Es poLítiCA intErnA-CionAL y dEbEríA sEr pArtE dE LA AgEndA intErnA. LA rELACión Con Los vECi-nos, LA CApACidAd pArA Unirnos o frAgMEntAr-nos tiEnEn qUE vEr Con EL dEsArroLLo nACionAL.”

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Es difícil dar con un punto de partida para lo que sería la Reunión Especializada de

Agricultura Familiar (REAF) del Mercosur, que nació oficialmente en 2004. Hubo un serie de postas, conflictos históricos y apuestas que hicieron posible un organismo de debate entre productores y Gobier-nos de la región. Pero hay que ele-gir un punto y ese es el momento en que nos vimos en la obligación de dejar de desear ese espacio y pasar a constuir los cimientos.

Quizá el nacimiento de un espa-cio como la REAF sólo podía darse a partir de una crisis como la que golpeó al campo a principios de los años 90, cuando algunos de los valores centrales de la vida agraria

eran puestos en cuestión por un implacable proceso de globaliza-ción que trascendió lo económico. La postura, la línea divisoria que entonces trazamos los pequeños productores, no ha variado sustan-cialmente: la región necesitaba (y necesita) una agricultura hecha por agricultores. Si bien los agri-cultores familiares éramos todavía más vulnerables en ese contexto, no lanzamos un pedido de auxilio sino que hicimos una oferta. Era la región la que necesitaba el desarro-llo de una agricultura que aposta-se por la cohesión social y frenase el éxodo rural que venía alejando, sobre todo a las mujeres y los jóve-nes. Era la región la que necesitaba una agricultura que defendiese la

A lo largo de décadas, la situación de los trabajadores agrarios de la región se vio sometida a los vaivenes de la política y la economía. La concreción de un espacio como la REAF contribuyó a proyectar una agricultura que aspira a un modo de trabajo que defienda los intereses de los países del Mercosur y sus habitantes. Según el autor de esta nota, las reuniones de la REAF han recogido tanto reclamos históricos, como necesidades actuales para el futuro inmediato.

HISTORIA DE LA REAFPor Alberto Broch, presidente de la Confederación Nacional de los Trabajadores en la Agricultura (CONTAG) de Brasil

La REAF ante el desafío de acortar distancias entre los agricultores y los gobiernos

diversidad de cultivos y las prác-ticas ecológicamente sostenibles. Era la región, en el momento que entraba en un marco con nuevas reglas de juego, la que iba a necesi-tar a agricultores que defendiesen el futuro del campo.

Hubo varias reuniones de orga-nizaciones de agricultores familia-res de Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay entre 1993 y 1994. Sa-bíamos que el nuestro era un gran proyecto pero también traíamos inquietudes. Dos años después de la firma del Tratado de Asunción, que en 1991 dio el puntapié inicial a un proceso de integración regio-nal como el Mercosur, el espacio que tendrían los pequeños agricul-tores era cuanto menos incierto.

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Si los agricultores familiares ya habíamos quedado apartados de los debates sobre política agrícola dentro de nuestros propios países, la aparición de un bloque regional prometía poner más distancia en-tre los agricultores y los espacios donde se tomarían decisiones cla-ves sobre el futuro del sector.

El final de esa primera etapa de diagnóstico llegó en agosto de 1994, cuando sesenta dirigentes sociales de esos cuatro países nos reunimos en Porto Alegre. Fue-ron tres días de charlas y debates intensos en los que definimos el camino a seguir. Frente al proceso de globalización que amenazaba a los agricultores familiares y cam-pesinos, optamos por agruparnos

en vez de blindarnos. Era impres-cindible tener una agrupación que respondiera al nuevo marco económico y pudiera negociar, como bloque, las necesidades de los agricultores familiares de toda la región. Era necesario que el Mer-cosur tuviera noticias del potencial que más de un millón de agricul-tores familiares tenían de cara al futuro de la región. Así nació la Confederación de Organizaciones de Productores Familiares del Mer-cosur (Coprofam). El camino re-cién empezaba. Faltaban nada me-nos que el espacio para ese diálogo y ponerle cara a los interlocutores de los gobiernos. Ese espacio se abriría con la creación de la REAF (Reunión Especial de Agricultura

Familiar), pero para ello hubo que esperar otros diez años.

Aunque ese paso siguiente se apreciara como una evolución natural, se trató de una conquis-ta histórica. Durante los últimos cincuenta años, los gobiernos de la región ni siquiera habían aceptado discutir temas como el acceso a la tierra o la reforma agraria. Las dictaduras que sufrieron todos nuestros países y muchos de los gobiernos conservadores que las sucedieron habían elaborado un modelo que prescindió de la agri-cultura familiar. Se escudaron en la idea de la revolución verde para privilegiar un modelo agroexpor-tador que saldara las deudas ex-ternas de los países y beneficiara

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a grandes grupos económicos. Las consecuencias de ese modelo que se extendió hasta bien entrada la década del 90 se ven hoy mismo: un modelo agrario con grandes concentraciones de renta y de tie-rra que ha hecho que muchos pe-queños agricultores emigren del campo; un modelo nocivo desde un punto de vista ambiental, so-cial y –a largo plazo– también económico.

La apertura de un espacio de diálogo como la REAF fue la mues-tra de un nuevo signo político en la región. Como mínimo, indicaba la llegada de gobiernos que estaban dispuestos a escuchar los reparos contra el modelo agrícola basado en el agronegocio. El proceso fue lento a partir de que planteáramos nuestra hoja de ruta en Porto Ale-gre, en 1994. El primer signo de que ese espacio de diálogo entre dirigentes sociales y gobiernos po-día ser fructífero fue el seminario sobre agricultura familiar que se celebró en 2003, en Brasilia. Par-ticiparon movimientos sociales y representantes de gobiernos de Latinoamérica, Caribe, Estados Unidos, África y Asia. Las secre-tarías y ministerios de agricul-tura redactaron una declaración conjunta sobre la importancia de la agricultura familiar en la segu-ridad alimentaria, la necesidad de políticas públicas que apoyen al sector y su potencial en la lucha contra la pobreza rural. Fue un gran logro, pero un avance frágil en tanto que ese espacio de en-cuentro difícilmente tendría con-tinuidad en el tiempo. En diciem-bre de ese año, sí se dio un paso

clave en ese sentido con la Carta de Montevideo: se trataba de una serie de recomendaciones que la Coprofam y el FIDA (Fondo Inter-nacional de Desarrollo Agrícola) le envió al consejo del Mercosur. Se hablaba de la voluntad de los agri-cultores familiares de participar (sobre todo en el nuevo contexto político) del proceso de integración regional. Para ello, reclamábamos políticas macroeconómicas que redujeran las asimetrías entre la agricultura de base empresarial y la de base familiar en el Merco-sur. Al final de la carta, dejamos caer el anzuelo. “A partir de esto proponemos incluir la problemá-tica de la agricultura familiar en el ámbito del debate institucional (…) y nos ponemos a disposición del Consejo”.

La respuesta fue casi inmedia-ta. En junio de 2004, el Grupo Mercado Común firmó en Buenos Aires el documento que creaba la REAF, una reunión especializada sobre agricultura familiar de la que participarían representantes gubernamentales de los cuatro es-tados que integraban el Mercosur y entidades de la sociedad civil de esos países. La declaración dejaba la puerta abierta para la participa-ción de Chile o Bolivia en temas de interés común (Venezuela también se incorporía tras la ampliación de 2006). Además, resolvía que la REAF tenga secciones nacionales y reuniones temáticas previas a las citas regionales.

A fines de 2004, la Reunión Es-pecializada en Agricultura Fami-liar ya había tenido sus dos prime-ras ediciones. La inaugural fue en

ALBERTOBROcHAGriCulTOr y diriGENTE

Es el actual presidente de la Confe-deración de los Trabajadores de la Agricultura (CONTAG), donde pre-viamene ocupó diversos cargos. Es agricultor y productor de soja, maíz, avena, entre otros productos. Ade-más participó de otras organizacio-nes: fue miembro del Consejo de ad-ministración de COTriEl; presidente de sTr de Espumoso; Vice Presidente de la Federación de Trabajadores de Agricultura en rio Grande do sul en 1989 y presidente en 1994.

HISTORIA DE LA REAF

TEMA dE TApA

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las mujeres en las estructuras de la agricultura familiar. Las expe-riencias piloto en torno de seguros contra riesgos climáticos o los pro-gramas de formación de jóvenes rurales están entre los principales políticas concretas que han salido de estos encuentros. Sin embargo, la REAF afronta desafíos que van desde la posible elitización de su estructura a las evidentes asime-trías entre los distintos países de la región. Por ahora, su influencia ha sido mayor en países de ingresos medios que buscan apoyo teórico o técnico de los financistas interna-cionales. La llegada de préstamos y financiación para los países con campesinos más empobrecidos es todavía una cuenta pendien-tes. En cada uno de los países del Mercosur todavía hay déficits muy grandes. Por otra parte, sería difí-cil que no los hubiera cuando el modelo de desarrollo agrario no ha cambiado sustancialmente. El proceso de concentración y extran-jerización de la tierra que comenzó hace varias décadas y nos propusi-mos contrarrestar a mediados de los 90, continúa vigente.

La agricultura familiar puede ser, en ese sentido, la pieza clave para un nuevo modelo de desarro-llo sustentable. La REAF, uno de los primeros espacios que auguran una cierta madurez entre las insti-tuciones de la región. Una madu-rez que puede llevarnos hacia una unión más perfecta, más justa y más grande. Ahora podremos dis-cutir exactamente cuándo y dónde fue que este proceso empezó, pero cada vez está más claro hacia don-de queremos que vaya.

julio de 2004, en Foz de Iguazú. La segunda, en diciembre de ese mismo año, se celebró en Brasilia. Más de una década después de que naciera el Mercosur, los pequeños agricultores y trabajadores rurales tenían representación directa en las discusiones sobre el diseño de políticas públicas para la región. La REAF prometía, a fin de cuentas, ser un organismo que articulara lo local y lo global. Y que los grandes empresarios no fueran los únicos convidados en las mesas donde se debatían las políticas económicas de la región.

Pese al optimismo, tampoco hubo ingenuidad. El tiempo que llevó abrir ese espacio nos advertía que una vez dentro, los cambios también serían lentos. La natura-leza de los propios movimientos sociales cambiaba radicalmente. En pocos años pasamos de la lu-cha y presencia en las calles a un nuevo contexto donde cobraba una importancia clave la negociación institucional. Participar en las dis-cusiones, lo sabíamos, no implica-ba obtener políticas concretas para el sector. Tampoco debía significar que nuestros movimientos perdie-ran autonomía o renunciaran a la movilización. Por todo esto, la creación de la REAF fue también un claro signo de madurez demo-crática en la región. Por un lado, los gobiernos aceptaban la partici-pación y el escrutinio de la socie-dad. Por otro, la incorporación de las organizaciones sociales como asesores de los gobiernos implica-ba superar una visión obsoleta de estos movimientos como frentes contestatarios y probaba su capaci-

dad para acercar propuestas y solu-ciones a sus propios reclamos.

La agenda de las diez ediciones de la REAF ha sido capaz de reco-ger tanto reclamos históricos como necesidades nuevas de campesinos y agricultores. Se abordaron asun-tos como el acceso a la tierra, la ne-cesidad de una reforma agraria o la facilitación del comercio. Mien-tras se continuaba con el proceso de registros de agricultores fami-liares en los Estados miembro, se plantearon políticas para núcleos concretos de la población agrícola: contención y capacitación para la juventud rural, acceso a financia-miento para desarrollo tecnológico o humano, mayor protagonismo de

“LA ApERtuRA dE un ESpA-cio dE diáLogo coMo LA REAF FuE LA MuEStRA dE un nuEvo Signo poLítico En LA REgión. coMo MíniMo, indicAbA LA LLEgAdA dE gobiERnoS quE EStAbAn diSpuEStoS A EScuchAR LoS REpARoS contRA EL ModE-Lo AgRícoLA bASAdo En EL AgRonEgocio”.

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Desarrollo humano en la región

De los indicadores surgidos de los Informes del Programa de las Nacio-nes Unidas para el Desarrollo (PNUD), se desprende que el desarrollo es un “proceso de ampliación de la capacidad de elección de las personas”. Los países analizados son ordenados según los valores que surgen de promediar tres medidas de privación (longevidad, aprendizaje y oportunidades –ingreso–). Ello permite obtener un índice promedio de privación humana que, sometido a una operación matemática, genera el Indice de Desarrollo Humano.

Estos Informes tienen por objeto llamar a los gobiernos al debate y a la formulación de políticas en esta materia. Los acuerdos asumidos por los países de la ONU, a lo largo de los años 90, se tradujeron en el nuevo siglo en la necesidad de hacerlos realidad en un plazo “no mayor de 15 años”. Los Objetivos de Desa-rrollo del Milenio (ODM) constituyen un intento por hacer efectivos los consensos declarativos y políticas difusas que no dan respuesta adecuada a la pobreza y la marginación de amplios sectores de la humanidad. Basados en un total de 21 metas cuantificables, con 60 indicadores y plazos establecidos para su supervi-sión, los objetivos son: erradicar la pobreza extrema y el hambre; expandir la enseñanza primaria a nivel universal; promover la igualdad entre géneros y la au-tonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/sida, el pa-ludismo, entre otras; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo. En abril de 2009, el “Grupo de los 20” reafirmó en la Cumbre de Londres su compromi-so para aumentar la asistencia hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Texto e información: Agustín ScarpelliInfografía: Clarisa Mateo

TEMA dE TApA

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La región en números: intercambio comercial e integración regional

La relevancia económica que tiene la región para los países miembro es un dato insoslayable de la lectura que aquí se presentan: una balanza

comercial prácticamente en equilibrio y acorde, a su vez, con el balance del sector agroindustrial carac-terizan un espacio geopolítico pleno de riquezas y potencialidades.

Los datos seleccionados se encuentran consolida-dos al año 2007 y la información de base proviene de las siguientes fuentes: Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI); International Monetary Fund (IMF/FMI por su nombre en español), World Econo-mic Outlook Database, October 2008.

Se trata de indicadores de uso tradicional que ca-racterizan la relación de intercambio de un país o grupo de países.

La participación relativa del bloque comercial en las exportaciones e importaciones de otros, sus saldos comerciales o la relevancia de un sector clave como la agroindustria en las respectivas balanzas comerciales, son construcciones sintéticas ex post de una posición coyuntural determinada.

Esta imprescindible primera mirada no debiera devenir en una interpretación simple del desempeño del comercio intra zona.

El porcentaje agregado de participación de la re-gión (apenas del 16,2%) oculta la relevancia que ad-quiere dicho intercambio en economías de tamaño y perfil productivo diverso. Véase por caso Paraguay (42%) y Uruguay (38%) en comparación con el 10% que arroja dicho intercambio en la balanza comercial de Brasil. Por otro lado, una lectura rápida del 13,8% de la participación agroindustrial del Mercosur en el balance comercial total, podría obviar la relevancia que adquieren las importaciones regionales de ese sector para cada país.

Mientras que el intercambio agroindustrial del Mercosur participa de la balanza comercial de Brasil con menos del 10% y en el caso de Argentina con un 16%.

tema de tapa

Texto e información: Agustín Scarpelli y Silvia ChoconiInfografía: Clarisa Mateo

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–¿Cree que nuestra región puede ser presentada en la coyuntura actual co-mo un “nuevo granero del mundo”? Es decir, ¿volveremos a ser una zona que le venderá materias primas al mundo? ¿Ese va a ser el papel de la región en la economía mundial? ¿No se corre el riesgo de inaugurar una etapa neo-colonialista?–Creo que nosotros estamos en medio de una crisis, que es más que una crisis financiera y más que una crisis económica: es una crisis de modelo, y los conceptos con los cuales trabajábamos antes no van a servir para el mundo que va a venir después de esta crisis. En principio, a mí no me gusta trabajar con esa idea de granero del mundo. Pienso que la región sí puede y debe, sí, ser una región-de referencia para la producción de alimentos. Una región que sea referencia para la seguridad ali-

mentaria, una región que garan-tice la soberanía alimentaria de sus pueblos, que contribuya a la seguridad alimentaria de todo el planeta. Creo que puede serlo, a partir de la valorización de la agri-cultura familiar, de la construcción de estructuras de distribución de tierras más justas con más perso-nas trabajando en el medio rural. Considero que el mundo que va a salir de esta crisis es un mundo en el cual el medio rural va a tener otro lugar, un lugar más importan-te, especialmente orientado hacia la seguridad alimentaria. –¿En este esquema que usted está plan-teando, qué lugar tendría la agricultura familiar?–La agricultura familiar es central en este nuevo espacio rural. No-sotros tenemos tres agendas que me parecen cruciales, que son las agendas contemporáneas. La pri-

Esta “es una crisis de modelo”, define el ministro de Desarrollo Agrario de Brasil Guilher-me Cassel quien recibió a Agrópolis en San Pablo. También sostiene en esta entrevista que la región debe entenderse más que como “granero del mundo” como una región que sea referencia para la seguridad alimentaria mundial, que garantice la soberanía de sus pueblos en esta área. También habla del papel de la agricultura familiar, del arancel co-mún para la leche, la aplicación del plan de reforma agraria y del destino del Amazonas.

ENtrEvista GuilhErmE CassElDebate, ¿Un nUevo granero Del mUnDo?Por Héctor Pavón, enviado a San Pablo, brasil

“El Mercosur responde ahora como un bloque o pierde sentido”

mera de ellas es garantizar segu-ridad y soberanía alimentaria. La segunda, es construir otra matriz energética que no reproduzca las relaciones de poder y desigualdad de la matriz fundada en el petróleo. Y la tercera, un modelo de desarro-llo, garantizar un modelo de desa-rrollo ambientalmente sustentable. Estas tres agendas que son centra-les para el próximo período pasan por el medio rural y quien produce alimentos y quien preserva la na-turaleza es la agricultura familiar. Por lo tanto, es fundamental en el próximo período que nosotros construyamos en nuestros países estructuras de distribución de tie-rras más justas, más equilibradas, que garanticen que más personas tengan acceso a la tierra y puedan producir alimentos. –usted habla de tres agendas contem-poráneas que involucran centralmente

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a la agricultura familiar. sin embargo, es imposible soslayar el peso específi-co de las grandes corporaciones (y su interrelación) dentro de esas agendas. ¿Cuáles serían, entonces, los aspectos básicos de una política pública que bus-case, al mismo tiempo, garantizar las tres agendas y el rol de la agricultura familiar en ellas, en un contexto de for-midables asimetrías de poder?–La ejecución adecuada de esas tres agendas –es decir, la realiza-ción de esas tres agendas con la profundidad necesaria–, presupo-ne un conjunto de políticas públi-cas que comienza, primero, con la democratización del acceso a la tie-rra, seguido de políticas de crédito rural para la agricultura familiar, y asistencia técnica con acceso al conocimiento; democratización del conocimiento en el medio rural, con políticas de comercialización y garantía de ingresos. Y es evidente

que una vez aplicadas en masa esas políticas públicas, las mismas van a fortalecer a la agricultura fami-liar, a desconcentrar la propiedad de la tierra y (en consecuencia) a alterar la relación de fuerzas en la sociedad, y a crear una condición más favorable para la incorpora-ción de otras agendas...–¿los estados del mErCOsur estan produciendo políticas que apoyen las iniciativas de agricultura familiar?–Pienso que sí. Creo que los esta-dos del Mercosur y de Latinoamé-rica, de una manera general, pasan por un período político muy espe-cial en el cual todos los gobiernos o la gran mayoría de los gobiernos tienen una sensibilidad parecida, y pienso que, para esto, la expe-riencia de Brasil con la agricultura familiar fue muy importante. No-sotros estamos desarrollando un conjunto de políticas públicas que

ofrecen sostén a la agricultura fa-miliar y a los asentamientos de re-forma agraria. Con esto ampliamos mucho la producción, viabilizamos que más personas fuesen a produ-cir al campo y tuvieran ganancias mayores. Creo que son ejemplos de que es posible hacerlo. Es un ejemplo que sensibiliza a todo el Mercosur y a América Latina de una manera general.–Entonces, usted ve las políticas de apoyo a la agricultura familiar como auténticas políticas de desarrollo, que no sólo mejoran el nivel de empleo y de ingreso de las familias productoras, sino que aportan al producto bruto del país. En ese contexto, querríamos co-nocer algunas precisiones: ¿cuál es la magnitud del aporte de la agricultura familiar al producto agrícola brasileño o al PiB? Por otra parte, al hablar de agricultura familiar se habla de sector primario. ¿habría entonces una suer-

GuilhErmE CassElminiStro De DeSarrollo agrario De braSil

Se formó y especializó en recursos Humanos; fue agente del tesoro de río grande do Sul; subsecretario de Hacienda de Porto alegre; jefe de gabinete del vicegobernador miguel rosetto de rio grande do Sul. en enero 2003 fue nombrado secretario ejecutivo del ministerio de Desarrollo agrario de brasil y en 2006 asumió como ministro de estado en esa área.

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te de división del trabajo entre las dos agriculturas? (Ciertas producciones capital-intensivas y los sectores se-cundario y terciario, quedarían para el “agronegocio”)–En primer lugar, cuando se habla de agricultura familiar y de asen-tamientos de Reforma Agraria, se va más allá de la participación en el PIB: se está hablando de gente, de un contingente de aproxima-damente 20 millones de agricul-tores y agricultoras que trabajan y producen en el campo. Son 5 mi-llones de familias de brasileños y brasileñas que son agricultores familiares. Y esa agricultura fami-liar, que es numerosa, es también extremadamente relevante desde el punto de vista económico. Es la agricultura familiar, por ejemplo, que responde hoy por el 10 % de todo el Producto Interno Bruto brasileño. 10% del PIB brasileño proviene de la agricultura fami-liar. Y es la agricultura familiar que produce el 70% de todos los alimentos que se consumen día a día aquí, en el Brasil. Por ejemplo, la agricultura familiar es la res-ponsable del 82,2% de la produc-ción de mandioca. Del 41,3% de la producción de arroz. Del 58,9% de la producción de porotos negros. Del 28,4% de la producción de soja. Del 52% de la producción de lácteos. Del 43,1% de la producción de maíz y así se podría seguir. Es una agricultura que tiene mucha relevancia desde el punto de vista económico. En cuanto a una divi-sión del trabajo entre una y otra, yo pienso que la agricultura familiar y los asentamientos de Reforma Agraria estarán cada vez más vol-

cadas hacia la seguridad alimen-taria. En el caso de Brasil, que es un país de grandes dimensiones, tenemos una realidad que es que la agricultura patronal está volca-da a la producción extensiva, que está dedicada principalmente a la producción de granos, y una agri-cultura familiar que, cada vez más, es responsable por asegurar los ali-mentos que el brasileño consume en su día a día. O sea ella es cada vez más responsable por el abaste-cimiento del mercado interno de la nación, garantizando la seguridad alimentaria de los brasileños y la soberanía alimentaria del país.–Y en el contexto de la crisis global, ¿usted cree que el mErCOsur tiene la capacidad de responder como bloque o cada país está respondiendo por su lado y como puede?–Pienso que la crisis de la forma como sucedió, como se está de-sarrollando, es una oportunidad importante para el Mercosur. O el Mercosur responde ahora como un bloque o pierde sentido. Por ejemplo, fue muy importante el acuerdo que hicimos ahora con Argentina, con respecto al tema de la leche. Por ejemplo, va a ser muy importante que construyamos en el ámbito del Mercosur un arancel externo común para la leche, que es un producto fundamental para la agricultura familiar y con res-pecto al cual nosotros no podemos convivir más con oscilaciones de precio. Entonces, medidas como éstas, que preserven los intereses de los agricultores en el Mercosur, tienden a fortalecerlo y a fortalecer a todos los países para que salgan mejor de la actual crisis.

–¿Cómo impacta en el mundo de la agricultura familiar el acuerdo lácteo argentina-Brasil? –La producción de leche en Bra-sil está presente en 1,8 millones establecimientos rurales, de los cuales el 82% son de agricultura familiar. Si pensamos en términos de empresas, estamos hablando de más de 6 millones de personas directamente involucradas en esa actividad en el país. El acuerdo con Argentina fortalece al sector en los dos países y tiene como motivación la constatación de la existencia de importaciones brasileñas en el pri-mer trimestre de 2009, a precios bastante por debajo de los obteni-dos internacionalmente. Precios muy bajos remuneran mal al sec-tor productivo de ambos países, lo cual no es interesante ni para los productores brasileños ni para los argentinos. Con el acuerdo de la leche se fijó un precio mínimo de importación con base en el precio internacional y una cuota de im-portación que ya prevé un creci-miento de 50% del comercio entre los dos países. En fin, cuando los sectores productivos de los dos países comenzaron a conversar, quedó claro que había intereses comunes y que lo que era preciso prohibir no era el comercio de le-che entre Brasil y Argentina, sino aquel comercio realizado a precios muy por debajo de los practicados internacionalmente. Y es ese tipo de diálogo, de promoción de un co-mercio “saludable” en detrimento de un comercio “depredador”, que a mediano plazo no benefi-cia a ningún país, el que estamos tratando de ampliar por medio

ENtrEvista GuilhErmE CassEl

TEMA DE TAPA

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usted que existe en muchas partes un énfasis en la seguridad alimentaria que omite el hecho de que los hambrientos del mundo no padecen hambre por fal-ta de (producción de) alimentos, sino por falta de dinero para comprarlos?–Yo creo que en el inicio de este siglo XXI la humanidad se en-frenta a un desafío de resolver todavía unas tareas civilizatorias, especialmente aquellas de respeto, igualdad y de distribución de renta y oportunidades. Esa es la agenda fundamental, la agenda de fondo de este milenio que estamos vi-viendo. Y la agenda del derecho humano básico de alimentación, es decir el tema de la seguridad ali-mentaria, organiza muchas de esas agendas. Es evidente que cuando se habla de seguridad alimentaria no se está hablando solamente de la oferta de alimentos para quien precisa alimentarse. Ese es el pri-mer paso, un paso importante. En el caso brasileño, en el caso del “bolsa familia”; se garantiza en un primer momento el derecho huma-no básico de alimentación. Ahora, cuando se habla de seguridad ali-mentaria se habla de una red de políticas públicas que estructuran y que sostienen una situación de seguridad alimentaria. Comienza con producción sustentable de ali-mentos, con redes de distribución de esos alimentos, con distribución de renta que posibilite a la pobla-ción adquirir esos alimentos... La seguridad alimentaria es esto. No es simplemente garantizar alimen-to para el que lo precise. También es eso, pero junto con ello hay una red de políticas públicas que garan-tizan un derecho humano básico,

de la discusión de la leche en el Mercosur. El aumento del AEC –Arancel Externo Común– es un paso fundamental en ese sentido, pues con ello los países del Mer-cosur estarán más protegidos de las prácticas desleales de comer-cio originadas en países de afuera del Bloque. Es importante recordar que los productos lácteos son uno de los más subsidiados mundial-mente y, en este escenario de crisis internacional, la tendencia es que los subsidios a las exportaciones se vuelvan más fuertes, tal cual lo anunciado por la Unión Europea en enero de este año. –En distintos foros se coincide en que el Estado intervenga para colaborar con la actividad agrícola. ¿Cómo se lleva a la práctica el apoyo desde los organis-mos internacionales?–Los organismos internacionales generalmente tienen una gran dificultad en poner en práctica es-tos mecanismos. Creo que lo que sucede, por ahora, es que hay una enorme sensibilización de los orga-nismos. Una unanimidad, casi, en temas que son centrales: seguridad alimentaria, construcción de otra matriz energética y preservación del medio ambiente. En ese senti-do, cada vez más, los estados que son parte de la FAO, el FIDA y el PMA, ponen a disposición fondos para trabajar en estas direcciones. –¿Cuál es su posición respecto de la se-guridad alimentaria? se trata simple-mente de dar de comer, de garantizar que todas las personas puedan alimen-tarse? ¿No se trata también de crear políticas que garanticen ese derecho para el presente y para el futuro?–Considero que se tiene que ha-

blar sobre ambas cosas. Primero, existe un derecho humano a la alimentación que si bien implica un desafío, es necesario enfrentar. La gente tiene que tener el derecho a alimentarse de forma adecuada. Segundo, para que este derecho se garantice de forma permanente es necesario estructurar políticas pú-blicas de producción de alimentos y de distribución de alimentos. Es necesario que los estados naciona-les vuelvan a tener políticas públi-cas de crédito, asistencia técnica, seguro agrícola, abastecimiento, comercialización. Esto es impor-tante, así como lo es el hecho que nosotros garanticemos una pro-ducción permanente de alimentos de buena calidad.–la alimentación es un derecho huma-no inalienable como lo es la salud o la vivienda. sin embargo, ¿por qué cree usted que hay un coro tan unánime en el mundo que habla de la seguridad ali-mentaria y en cambio nadie dice nada sobre la “seguridad sanitaria”, la “se-guridad habitacional”? ¿Por qué cree

“Son CinCo millonES DE fAmiliAS DE BrASilEñoS y BrASilEñAS quE Son AGri-CulTorES fAmiliArES. y ESA AGriCulTurA fAmiliAr, quE ES numEroSA, ES TAmBién ExTrEmADAmEnTE rElE-vAnTE DESDE El PunTo DE viSTA EConómiCo.”

CoSEChA finA 2009 AGROPOLIS 25

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el derecho a la alimentación, y esto, antes de hablar de producción, de distribución, de acceso.–¿incide la producción de bioenergía en el tema de la seguridad alimentaria?–Sí. Nosotros tenemos que ser ca-paces de reglamentarlo. Los Estados existen para esto. Es necesario que hagamos las dos cosas. Y ambas no obligatoriamente son conflictivas. Brasil viene mostrando que sí es posible producir biocombustibles y producir alimentos al mismo tiem-po. Lo que nosotros tenemos que saber es cómo reglamentarlo. –¿Y qué ocurre con la reforma agraria? ¿En qué estado se encuentra actual-mente?–Nosotros ya asentamos a 550 mil familias en los últimos seis años, destinamos 43 millones de hectá-reas de tierra a la reforma agraria... Tenemos que caminar mucho todavía. Tenemos que continuar avanzando. Avanzar, sea desde el punto de vista de colocar aún más familias en la tierra, para construir otra estructura de distribución de tierras en el país, que sea más igualitaria, más justa. Pero, antes que nada, preocuparse por la cali-dad de vida de los asentamientos y por la calidad de la producción de los asentamientos. En la medida que avancemos en la producción, en la productividad de los asenta-mientos, estaremos mejorando la calidad de vida de los asentados. –uno puede leer ciertas críticas sobre la reforma agraria. ¿De dónde vienen? ¿Qué opina al respecto?–Las críticas de la reforma agraria siempre vienen del mismo lado. Vienen del lado del latifundio. Por razones históricas y políticas

obvias. Considero que la reforma agraria, más que nunca, está en la agenda de todos los países, entra en la agenda en la medida que es fundamental. No vamos a lograr una producción estable y susten-table de alimentos, no vamos a conseguir garantizar la seguridad alimentaria para todos los pueblos si no tenemos programas de refor-ma agraria, si no tenemos en el mundo, Latinoamérica, África y en otros países, estructuras agrarias más equilibradas y más justas. La reforma agraria es un tema estre-chamente vinculado al de la segu-ridad alimentaria.–Y en esta etapa que comienza en el 2003, ¿se ha podido revertir esta des-igualdad en la propiedad de la tierra? –Nosotros estamos ahora conclu-yendo el censo agropecuario, el procesamiento de los datos del censo agropecuario en Brasil. Y los datos preliminares muestran que aumentó en cuatrocientas mil familias el número de propietarios en el campo, en el medio rural; aumentó en cuatrocientos mil y

disminuyó el tamaño promedio de las propiedades. Esto es muy signi-ficativo. Significa que estamos es-tancando el éxodo rural, al mismo tiempo que aumentó el ingreso de los agricultores familiares en un 35% por arriba de la inflación.–Cuando uno observa el fortaleci-miento de Brasil como productor de alimentos en el período inter-censal, aparece la tentación de relacionar am-bos fenómenos como causa y efecto. ¿Cómo cree usted que están relaciona-dos, y en qué medida lo están debido a las políticas públicas? Por otra parte, ¿cuántas hectáreas se incorporaron a la explotación agrícola o ganadera entre los dos últimos censos? ¿En qué regiones se dio el mayor avance de la frontera agropecuaria y con qué pro-ducciones?–Estamos a dos meses de los anuncios de los datos definitivos del Censo Agropecuario. Todos los datos a los que nos podemos refe-rir son del Censo Agropecuario de hace 10 años. Por lo tanto pienso que es más adecuado, más riguro-so, esperar hasta que se terminen de trabajar los datos de forma ade-cuada. Ahora, es evidente que la expansión de la frontera agrícola en el último período ha sido más en el centro oeste del país.–Con respecto al amazonas. ¿Cómo se toman las presiones internacionales cuando se dice que algunos gobiernos del mundo tendrían que participar de la conservación del amazonas?–Brasil es capaz de cuidar de la conservación del Amazonas. Cree-mos, en este contexto, en un pro-ceso de desarrollo sustentable, con personas que preservan la selva y trabajan con la selva.

ENtrEvista GuilhErmE CassEl

TEMA DE TAPA

“CrEo quE lo quE SuCEDE, Por AhorA, ES quE hAy unA EnormE SEnSiBilizA-Ción DE loS orGAniSmoS. unA unAnimiDAD, CASi, En TEmAS quE Son CEnTrA-lES: SEGuriDAD AlimEn-TAriA, ConSTruCCión DE oTrA mATriz EnErGéTiCA y PrESErvACión DEl mEDio AmBiEnTE.”

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RECURSOS NATURALES

Argentina

41 7

1153

2

10 6

8

9

Brasil

Paraguay

Uruguay

1 23

4

5

2 3

1

1

2

2

3

Chile

4

5

67

8

1

1

6

Bolivia

reservas de biosferainformación: agustín Scarpelliinfografía: clarisa mateo

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28 AGROPOLIS cosecha fina 2009

alimentos para el mundoEl Mercosur, visto en términos de participación en la producción mundial de alimentos, se destaca en la producción de mate (75,3%), soja (50,2%), naranjas (30,3%), café verde (28,2%), azúcar (19,9%), frijoles secos (19,4%) y carne vacuna (18,6%), entre otros. En términos absolutos, sobresale la producción de 108,4 millones de toneladas de soja, donde Brasil aportó 58,2 millones y Argentina, 45,5 millones.

En la región, Brasil ocupa un franco primer lugar en la producción de carnes, superando incluso a la Ar-gentina en la vacuna, rubro en el que históricamente ésta supo destacarse. En general, las cifras observadas en la infografía muestran a Brasil como el líder en producción de alimentos en la región.Texto e información: Carolina AráozInfografía: Clarisa Mateo

RECURSOS NATURALES

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30 AGROPOLIS cosecha fina 2009

Producción de energía renovable y no renovable en los países del Mercosur

Dentro del Mercosur, Brasil produce el 74,8% de la energía primaria total, mientras que la Argentina al-canza el 22,8%, Paraguay el 1,4% y Uruguay tan solo el 1%; es decir que Brasil genera las tres cuartas partes de la energía primaria total de la región.

También se observa una diferencia apreciable en el tipo de energía producida por cada uno de estos países. Mientras que el 42,1% de la energía gene-rada por Brasil es renovable, en la Argentina sólo el 8,7% de la energía que se produce es de este tipo. Los hidrocarburos son la gran fuente de energía de este último país, principalmente el gas natural, que constituye el 50,4% de la energía primaria total producida. Todas las otras fuentes de energía son opacadas por la producción de gas y petróleo.

Brasil ha realizado un trabajo notable con las fuentes energéticas renovables y se ha destaca-do en la producción de biocombustibles (etanol y biodiesel principalmente). Pero también es muy importante su generación de energía hídrica, so-lar, eólica y geotérmica, que alcanza el 15,6% de su producción total. Uruguay también produce un alto porcentaje de energía renovable, que alcanza el 37,4%. Paraguay, sustentado en las grandes represas de Yacyre-tá e Itaipú, genera únicamente energía renovable.

La energía nuclear no constituye todavía una fuente importante de energía en el Mercosur, donde siguen reinando los hidrocarburos. La Argentina produce un 2,8% de su energía mediante la fisión de átomos, mien-tras que en Brasil ese porcentaje sólo llega al 1,2%.

El biocombustible no es otra cosa que una de las tantas formas que puede adquirir la biomasa; es de-cir que es un proceso inverso al de la fotosíntesis que consiste en aprovechar la energía solar acumulada en los vegetales para producir energía. La producción de biocombustibles, tales como el etanol y el biodiesel, tie-ne el potencial de sustituir importantes cantidades de combustibles fósiles, sobre todo carbón, petróleo y gas natural (todos derivados de restos orgánicos de anima-les o de plantas) en varias aplicaciones. El importante

consumo en Brasil –junto con los EE.UU., es el mayor productor de etanol del continente americano– ha de-mostrado que los biocombustibles son técnicamente viables en gran escala; por eso su demanda por parte de los países desarrollados no deja de crecer. La intención de muchos gobiernos es utilizar estos productos en combustible mezcla: el denominado E20, por ejemplo, está compuesto en un 20% por etanol y en un 80% por gasoil, y es muy eficaz en la mayoría de los motores de ignición sin ninguna modificación.

Texto e información: Carolina AráozInfografía: Clarisa Mateo

recursos naturales

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Desde el comedor de la casa se ven el camino de tierra que va hacia San José y los coloridos

rosales que cuida su esposa. Por la ventana también asoman el perro guardián de la finca o el eje de un viejo auto que él mismo transfor-mó en una bomba de agua. Silvio Marzaroli tiene 71 años, una vida llena de sorpresas y una memoria prodigiosa. Cuando habla, también se ve al nieto de inmigrantes ita-lianos al que nunca le gustó ir a la escuela, al joven que vio el auge y las crisis del cooperativismo agrí-cola, al hombre que partió hacia Bélgica para formarse como diri-gente y que desde ahí se lanzó a recorrer poblados en plena selva de África o a cabalgar por senderos de Los Andes colombianos. “Hubo años en los que no dormí más de ocho noches en la misma cama”, recuerda este dirigente cuya his-toria de vida se cruza y es parte

de la historia política y social de la región.

El gran Salto

Alrededor de 1890, doce familias de agricultores italianos que acaba-ban de llegar a Montevideo fueron trasladadas hacia la desembocadu-ra del río Queguay, donde había un importante saladero. El gerente, cansado de tanto comer charqui, había pedido que le enviaran un grupo de agricultores para iniciar una huerta que los abasteciera de frutas y verduras frescas. Entre las doce familias que fueron hasta allí estaban los Marzaroli. Dos años más tarde, una fuerte sequía aca-bó con las huertas y buena parte de los animales. El saladero cerró y esas doce familias se dispersa-ron: unos emigraron hacia el lado argentino, otros hacia Paysandú o Paraguay y el resto hacia la loca-

Silvio Marzaroli es un dirigente y agricultor uruguayo cuya historia de vida es parte de la historia política y social de su país. Una memoria sobresaliente trae al presente capítulos fundamentales de la lucha y la conquista de espacios por parte de los campesinos. Reco-rrió el mundo recogiendo experiencias que posteriormente llevó al campo uruguayo.

HISTORIA DE VIDA SILVIO MARZAROLIPor Juan Manuel Bordón

“La Agricultura Familiar es un modo de vida, una moral y una cultura, pero hay que hacerla viable”

lidad de Salto. “Mis padres nacie-ron allí. Eran hijos de italianos, los dos”, recuerda.Su abuelo cuidaba los campos de un frigorífico de Salto cuando estalló la Revolución de 1904, la última y quizá más sangrienta guerra civil del Uruguay. En los primeros días de septiembre esta-ban los dos bandos ahí, unos en Arenitas Blancas y los otros en los cerros, al otro lado del Arroyo de las Viudas. “Mi abuelo se enteró y a la una de la mañana tomó a su hija de dos años y a mi abuela, a punto de tener a mi padre, y se las llevó. Pasaron por el medio de los dos campamentos, por el arroyo, ganaron el monte y se fueron a Co-rralito, donde se instalaron”. Para Marzaroli, es en toda una se-rie de enfrentamientos como ese donde está cifrada buena parte de la historia de Uruguay, “un país donde las instituciones nacen por

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oposición”. A principios del siglo XX aún estaban latentes las ten-siones entre el tradicional modelo ganadero y el potencial de la vía agrícola. En 1884 se había fundado la Asociación Rural de Uruguay, que agrupaba a estancieros, cria-dores y ganaderos. En 1917, varios de sus dirigentes se desprendieron para fundar la Federación Rural. “Tenían un enfoque filosófico di-ferente, no veían tan mal la agri-cultura, les parecía interesante el tema de los granos. Por el contra-rio, hay quienes dicen que el es-logan de la Asociación Rural era que ‘si algún día hacen un surco en este suelo, los primeros metros serán para enterrarme’”.Marzaroli es hijo pero también es padre de dirigentes y productores rurales. En el relato que hace de esas primeras décadas de su fami-lia en Uruguay, no puede evitar las digresiones –siempre precisas, con

fechas y nombres propios– en las que explica la historia de los movi-mientos sociales de su país. Habla de cómo fue la industria ferroviaria inglesa, interesada en que se lle-naran vagones, la que instaló una visión mercantilista del agro con la creación de las Comisiones de Fomento Rural. Recuerda a figuras como el sacerdote salesiano Hora-cio Meriggi, impulsor en la década de 1920 de las cajas populares con las que muchos agricultores com-praron sus primeras tierras. Y tam-bién, cómo hubo una reacción –en tiempos en que la separación del clero era una política primordial del Estado– a esas organizaciones a través de la creación de los sin-dicatos agrícolas y las sociedades de fomento, dos de las primeras iniciativas públicas importantes en el ámbito rural. “En 1928, mi pa-dre vuelve a Salto y pone su propia chacra. Todavía me acuerdo de que

SILVIO MARZAROLIDirigente y agricultor

es agricultor y dirigente sindical uru-guayo. Participa de la alianza cono Sur; de la coordinadora de gremiales Productores Familiares del Mercosur. es coanimador de la red latinoame-ricana de agricultura y Democracia (riaD). Fue coordinador de las orga-nizaciones de productores rurales del Mercosur y de la comisión nacional de Fomento rural.

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cuando yo era chico, él iba a buscar las semillas a la Asociación de Fo-mento de Salto. Eso estaba bueno como proyecto. Entonces no había empresas importadoras, pero el go-bierno importaba y luego las dis-tribuía entre los productores, que las pagaban.” Marzaroli también recuerda que su padre, un peque-ño productor hortícola, se había asociado a las ferias francas de los sindicatos cristianos, la mejor vía que por entonces tenía para vender sus productos en la ciudad.

El auge de las organizaciones

Para llegar al colegio desde la cha-cra donde vivía con su familia, Marzaroli se despertaba a las seis de la mañana, tenia que caminar un kilómetro, atravesaba un río descalzo, “porque entonces no ha-bía botas de goma”, y ahí se subía a un colectivo. Durante un año hizo el trayecto para ir hasta un colegio público. Continuó, hasta cuarto grado, en uno católico. Después abandonó porque prefería el traba-jo al estudio. A los 18 años murió su padre y él se hizo cargo de la chacra familiar, unas dieciséis hec-táreas dedicadas a la producción hortícola. Por entonces, cuenta que ya era un tipo muy activo en la zona. “En esa época, si no estabas en una organización pensaban que tenías un problema mental, así que por lo menos tenías que estar en dos o en tres”, recuerda.Era el año 1957, Marzaroli tenía la chacra familiar a cargo, pero le gustaba ir más allá de las tranque-ras de su campo. “Cuando visitaba a otros productores, me molestaba

pués de recorrer medio mundo, a finales de la década de 1960. Tras la quiebra de varias coopera-tivas agrícolas y bancas populares que habían florecido a principios de los años cuarenta, había surgi-do un cierto escepticismo sobre las posibilidades reales de ese modelo para funcionar competitivamente. Por esa época, el obispo Luis Bac-cino le echó el ojo a Marzaroli y otro centenar de jóvenes a los que creía que había que formar para que fueran capaces de construir organizaciones sociales modernas para el agro. Marzaroli se afilió a la Juventud Agraria Católica y mi-litó armando grupos locales hasta 1962, cuando lo envían en un viaje de capacitación a Europa. Pasó por países como Italia, Holanda, Fran-cia y Bélgica, donde observó moda-lidades de trabajo como los grupos ZETA (cooperativas que utilizaban maquinaria en común), los CREA (que funcionan en Uruguay, gra-cias a estos intercambios, desde 1966) y las escuelas de alternancia. Los tres años siguientes Marzaroli trabajó para la Juventud Agraria y, en 1965 fue elegido secretario para América Latina.“Ese año no dormí más de ocho noches en la misma cama por-que estuve viajando desde el sur argentino hasta el norte de Cana-dá”, cuenta quien al año siguiente se convertiría en vicepresidente mundial de la misma asociación. Si antes los viajes lo habían llevado a recorrer senderos de montaña y valles de toda América, a partir de entonces comenzó a recorrer y formar dirigentes en África. “Yo, que sólo había tenido cuatro años

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“cUando viSitaba a otRoS pRodUctoReS, Me MoleS-taba veR qUe algUnoS Sacaban UnoS zapalloteS gRandeS y otRoS UnoS zapallitoS MUy chiqUitoS. entonceS eMpecé a bUScaR algUna fóRMUla paRa qUe hicieRan laS coSaS MejoR.”

ver que algunos sacaban unos za-pallotes grandes y otros unos za-pallitos muy chiquitos. Entonces empecé a buscar alguna fórmula para que hicieran las cosas mejor. La idea fue invitar a técnicos para que nos dieran charlas y nos ense-ñaran”. Los primeros encuentros reunían a un puñado de amigos y familiares con los que formaron un primer grupo en Salto. Luego se multiplicaron por la zona. Fue entonces cuando lo descubrió quien por entonces era el obispo de San José, justamente el lugar donde Marzaroli se afincaría, des-

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rubro. Muchos están enganchados a Conaprole y tratan de producir más sin importarles la época o los costos. Entonces hay que producir más leche y cuando se acaba el pas-to se va al molino a buscar raciones y cuando se agotan las raciones se pide un crédito y cuando se acaba el crédito se pide ayuda al Minis-terio, pero insisten en que siempre hay que sacar más leche”.La década de 1970 fue, paralela-mente, una etapa de crecimiento como productor y de frustración como dirigente. Para Marzaroli, la falta de rodaje y las dificultades que tienen los dirigentes rurales actuales se relaciona con el vacío generacional que produjeron los golpes militares que azotaron a la región durante esa década. Aun-que entre los productores apro-vechaban para cruzar palabras al costado del alambrado o a la orilla de la cañada, formalmente las or-ganizaciones no se podían reunir. Muchos dirigentes emigraron o cambiaron de sector. Otros ni si-quiera llegaron a formarse. “Eso se nota en los dirigentes que apa-recieron después de la dictadura, a partir de 1985. Venían prolijos, con el pelo cortito, sabían sumar y dividir y conocían los mapas, pero nunca habían estado en una reunión: no se sabían expresar en público, no sabían lo que era un grupo de trabajo, tenían poca experiencia de trabajo social y de conducción de organizaciones”. Como productor, fue una década de aprendizaje. Hace ya 35 años que en este mismo campo comenzó a buscar el perfil de animal que de-seaba a través de la inseminación

de escuela, de pronto me encon-traba con que tenía que ir a bus-car técnicos y profesores en las universidades para discutir temas con ellos”. Marzaroli alternaba un mes en África por dos en Bélgica; iba de la agricultura de punta eu-ropea a caminar durante horas a través de la selva africana para ir de una comunidad a otra. A fines de la década de 1960 volvió a Uru-guay, donde lo esperaban dos ofer-tas de trabajo: una, en el Centro Cooperativista Uruguayo y otra en Coca-Cola. “No acepté ninguna”, recuerda con picardía, sentado en el salón de su casa de San José.

La casa sobre el tajamar Tras varios años de viajar y asesorar a productores por el mundo, Mar-zaroli volvió al Uruguay para ar-mar su propia finca. Entre las imá-genes que guardaba en la memoria de su recorrido europeo, estaban las de los campos de Normandía que conoció a principios de los años sesenta. Eran terrenos con va-rios siglos de explotación agrícola a cuestas, suelos sumamente des-gastados y poco productivos, que un grupo de agricultores y técnicos se propusieron y lograron rescatar para cultivar cereales con un altí-simo rendimiento. Cuando llegó hace cuarenta años a esta chacra de San José donde desde entonces trabaja y vive, se encontró con una situación semejante. Tenía noventa héctareas que pertenecían a la fa-milia de su mujer, pero se trataba de un campo casi improductivo, sumamente erosionado y donde el horizonte casi no existía.

“yo, qUe Sólo había tenido cUatRo añoS de eScUela, de pRonto Me encontRa-ba con qUe tenía qUe iR a bUScaR técnicoS y pRofe-SoReS en laS UniveRSida-deS paRa diScUtiR teMaS con elloS.”

Ahora, desde la casa de Marzaroli se pueden ver buena parte de las 200 hectáreas que hoy posee. “Jus-to acá, en la punta de este cerrito, había un tajamar. Se me antojó que quería hacer acá la casa así que decidí taparlo y construir en-cima, bien fácil la cosa”. Después vinieron las primeras vacas, que compraba entre los descartes y lue-go vendía en la feria. Se definió como productor de pasto y a partir de ahí de otros cuatro rubros: le-che, cereales, carnes y heno. “Hay un riesgo, y se ve mucho acá en la región, que es apostar todo a un

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artificial. Entre los recuerdos de esa época, guarda particularmen-te fresca la charla que tuvo con un tambero de la zona poco antes de llegar. Marzaroli se le acercó para preguntarle qué toro debía usar. El productor lo miró sorprendido y le dijo que antes de eso debía pre-guntarse qué vacas quería. “Esto no es un tarro de durazno ni un frasquito que vas a la farmacia y pedís. Esto se hace. Yo recién hoy, después de 35 años, puedo decir que tengo las vacas que imaginé. Fueron cinco o seis generaciones, combinar tal vaca, que tiene una ubre determinada, con un toro que tiene una serie de características que producen crías que mantienen el lomo derecho y son anchas de pecho. Entonces, así no se fatigan tanto y pueden comer más”.Los detalles y las cruzas que ex-plica minuciosamente durante casi diez minutos afectan también a las proteínas, la materia grasa de la leche “y otras exquisiteces” que uno va ajustando cuando ya tiene el animal que buscaba.

Un nuevo contexto regional

Su finca hoy cuenta con doscien-tas hectáreas propias y casi cuatro-cientas más que arrienda. Mien-tras crecían, sus hijos trabajaron con él. Ahora son sus nietos los que corretean por la casa, pero el trabajo lo lleva adelante con la ayu-da de un tambero, un tractorista y sus respectivas familias, además de algunos empleados más y los equipos que contrata en época de cosecha. Marzaroli reivindica su lugar como agricultor familiar y

recuerda cómo la aparición de ese rótulo distendió una fiera polémica a principios de los años noventa: durante un seminario nacional, se armó una discusión brutal entre las cooperativas de Canelones y las de Colonia. Para unos, denominar-se pequeños productores era un modo de reivindicar un estatus y hasta una postura ideológica. Para los otros, era una forma de humi-llación, ya que lo de pequeños no se adaptaba a sus pretensiones económicas, a su cultura y ni si-quiera a la escala de sus casas. No había salida del embrollo hasta que

alguien propuso la denominación de agricultores familiares. Todos quedaron contentos con el nuevo rótulo y hubo acuerdo entre ambos bandos.“Yo soy un gran defensor de la agricultura familiar hasta la tran-quera, pero desde la tranquera ha-cia allá es necesario buscar escala. La agricultura familiar es un modo de vida, una reserva moral y una cultura, pero no podemos defen-derla únicamente con argumentos sentimentales. Hay que hacerla viable”, dice cuando habla del fu-turo y revisa los errores del pasado. Para él, una de las claves para que se sostenga la agricultura fami-liar es capacitar a los productores para que aprovechen la tecnología en vista de una mayor eficiencia dentro del campo y, paralelamente, buscar otros cuadros para que se ocupen de las cuestiones comer-ciales y logísticas a gran escala, sumando el producto de pequeños y también medianos productores sin distinguir orígenes a la hora de la venta.El diagnóstico viene de la “heca-tombe del sistema de cooperativas” que vio durante la década de 1980 y la primera mitad de la de 1990: empresas que reventaron no por-que hubieran fraudes o vaciamien-tos, sino porque se cometieron errores políticos. Para Marzaroli, el principal drama fue que no ha-bía una dirigencia capacitada para manejar semejantes empresas y cuando el mercado se achicó, tam-poco hubo capacidad de reacción para acomodarse a la nueva escala. “Yo no soy intelectual y me cuesta aclarar las ideas, por eso hablo con

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“Recién hoy, deSpUéS de 35 añoS, pUedo deciR qUe ten-go laS vacaS qUe iMaginé.fUeRon cinco o SeiS gene-RacioneS, coMbinaR tal vaca con Un toRo qUe tiene UnaS caRacteRíSticaS qUe pRodUcen cRíaS qUe Man-tienen el loMo deRecho y Son anchaS de pecho.”

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estructurales como las asimetrías entre las diferentes regiones del Mercosur o la cuestión de la tierra. “El problema ahora es el contrario. Hay muchas reuniones, pero a ve-ces no van los presidentes de las organizaciones. Es como si usted viniera acá para hablar conmigo y yo le dijera que ando ocupado y que tiene que hablar con el que teje el alambrado. En la última REAF traté de averiguar quiénes estaban a cargo y descubrí que la mitad de los que supuestamente represen-taban a una institución no eran dirigentes. Sólo venían para man-tener la silla ocupada”, concluye Marzaroli antes de volver al relato de sus días como productor.Previendo los problemas que iba a traer la sequía, en estos últimos meses se propuso vender los ani-males más grandes, conservar a los más pequeños y poder ofrecer fardos de pasto en un momento en el que se veía que iba a subir la demanda de alimento. También, ha incursionado con las semillas de cebada. “A lo largo de la vida, aprendí a puentear las crisis. Como los animales, hay que dar el sal-to en los momentos oportunos y después quedarnos quietitos para gastar la menor grasa posible”. Al final de la charla, Marzaroli se le-vanta y muestra orgulloso los cam-pos verdes que rodean la casa. Por supuesto, a la hora de las fotos se acerca al eje de ese viejo auto que, cuando ya no pudo acelerar más por el camino de tierra que lleva hasta San José, no vendió como chatarra. Con un poco de ingenio, lo adaptó para que todavía hoy siga bombeando agua.

metáforas y ejemplos. Una cosa es cuando se hunde el barco y otra cuando baja el lago. En esa épo-ca, todos estábamos calafateando el barco, pero resulta que el barco no tenía agujeros. Lo que sucedía es que bajaba el agua. El tema fue que un buen día nos encontramos jugando al estanciero, pero éramos chiquilines moviendo fichas que equivalían a millones de dólares en vacas”.Durante las últimas décadas, Mar-zaroli dirigió la Comisión de Fo-mento Rural de su país pero tam-bién fue una pieza importante en el reencuentro de organizaciones sociales de distintos países. Desde la década de 1960 los intercambios prácticamente se habían detenido. Por otro lado, se abrió el período de las ONG que trabajaron en distin-tos temas relacionados con proyec-tos agrícolas en todos los países de la región. “Cuando en la década de 1990 los productores de distintos países quisimos reencontrarnos, nos encontramos con obstáculos grandes como el de ubicarnos y darnos a conocer después de que las cosas hubieran cambiado tanto. Muchos se habían pasado al área política, algunos habían emigrado, otros incluso se habían metido en la guerrilla. Pero otro problema fue que muchas ONG prácticamente habían monopolizado los contactos con las organizaciones europeas y salieron con los tapones de punta cuando empezamos a reunirnos. Decían que no era bueno multi-plicar las instituciones. Ellos, en temas agrícolas venían trabajando sobre todo en comercialización, pero no querían seminarios para

hablar de políticas diferenciadas o proyectos a largo plazo, sino de comercio”.Los encuentros organizados por la Coprofam son un logro emblemá-tico del período de reorganización que va de 1996 a 2003, según Mar-zaroli. De ahí surgieron programas de intercambios y pasantías para dirigentes pero también defini-ciones de lo que se entiende por agricultura familiar, la apuesta por políticas enfocadas por estratos so-ciales y no por rubros de produc-ción, así como la introducción en la agenda institucional de temas

“Soy Un gRan defenSoR de la agRicUltURa faMiliaR haSta la tRanqUeRa, peRo de la tRanqUeRa paRa allá eS neceSaRio bUS-caR eScala. eS Un Modo de vida, ReSeRva MoRal y cUltURa, peRo no podeMoS defendeRla Sólo con aR-gUMentoS SentiMentaleS.”

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La CNFR fue creada en 1915, es una organización de segundo grado, representativa de pe-

queños y medianos productores del medio rural y cuenta con 100 organizaciones de base en todo el país que agrupan a unos 15.000 productores familiares dedicados a diversas producciones: ganadería, lechería, agricultura, fruticultura, horticultura, etc. Además de refe-rente campesino, Fernando López es un productor hortifrutícola del sur uruguayo y comparte con otros trabajadores de la tierra una gran preocupación: la concentración de la tierra y su extranjerización pro-ducto del endeudamiento que su-frieron los pequeños productores y un conjunto de leyes permisivas y obsoletas.

–¿Cuál es la problemática de la Agri-cultura Familiar, qué se entiende por tal, y qué función cumple la CNFR en Uruguay?–La mayoría de las empresas agro-pecuarias de la región –entre un 70-80% de las empresas agrope-cuarias– son de carácter familiar: entre 35 y 38 mil de las 50 mil explotaciones agropecuarias y en Uruguay participan con aproxi-madamente el 30% del Producto Bruto Agrícola. Además tiene una importancia sustancial en algunos pilares básicos de la sociedad, como la generación de alimentos, la distribución demográfica del territorio, la preservación de los recursos y la preservación de un entramado social y cultural del medio rural que puedan trans-mitir esa cultura del trabajo de

la tierra. Adicionalmente, la agri-cultura familiar tiene una mayor generación de mano de obra y uti-lización de los recursos por m2 de superficie en comparación con los agro-negocios.–Luego del auge de los biocombusti-bles, ¿cómo se inserta este modelo de agronegocios en la economía general del Uruguay, y, por otro, qué desafíos representa para la Agricultura Fami-liar?–En los últimos años este modelo de desarrollo agrícola ha afecta-do severamente a la producción familiar del país a través de, por un lado, la expansión de los mo-nocultivos agrícolas, liderado por la soja pero también el monocul-tivo forestal. Esto produjo en los

En esta entrevista, Fernando López, Secretario General de la Comisión Nacional de Fomento Rural de Uruguay, pone en discusión la propiedad de la tierra concentrada en manos extranjeras y apoya apasionadamente el papel de la Agri-cultura Familiar como motor de la producción de alimentos y proveedor de mano de obra. También alerta sobre la con-centración y extranjerización de la propiedad de la tierra y sobre la exclusión que sufren los pequeños productores.

eNtRevistA FeRNANdo LÓpezPor Agustín Scarpelli

Cuando la tierra es propiedad privada y extranjera

últimos 4 a 5 años, una fuerte concentración y extranjerización de la tierra, y una presión hacia el alza de los precios de la tierra y de los arrendamientos. Lo cual ha significado un golpe para los rubros más tradicionales de la pro-ducción –hay que recordar que el 70% de las familiares producto-ras son ganaderos de cría y otra parte importante son lecheros– y el desplazamiento de pequeños y medianos productores. –¿esto significa que está habiendo nu-merosos conflictos en torno al uso y posesión de la tierra?–Sí. Por ejemplo uno de los sec-tores donde más impacta es el sector de la lechería, que en el Uruguay creció en los últimos 5

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años a razón de un 5% anual (cre-ció un 20% en su productividad, pero cayó un 10% el área utilizada para producción) y desaparecieron el 14% de los productores lecheros, en su gran mayoría de carácter fa-miliar. La mitad de la tierra afec-tada a la producción lechera son arrendamientos. Entonces, cuando estos suben por el valor de la soja, y se pagan precios tres o cuatro veces mayores a los que podría pagar la lechería, se restringe el acceso a la tierra para los pequeños y medianos. –¿Cómo está actuando el estado? ¿Hay políticas para mantener los precios de la leche y de la carne? ¿Qué papel juega el gobierno en estos desplazamientos de las familias? –Lo que se hizo desde el Estado es un estudio de los datos de la concentración y extranjerización de la tierra, aunque faltaron medi-das o fueron escasas. Por ejemplo, se aprobó una ley que prohíbe, a partir de 2007, la compra de tie-rras por sociedades anónimas al portador. Además está por salir una ley para que los titulares de los establecimientos que están en la frontera sean uruguayos o em-presas nacionales. Pero la legisla-ción permite a cualquier empresa, de capital nacional o extranjero, basta que dé con el precio, com-prar tierras en el país.–¿están ante un problema de soberanía nacional?–Claro, es que los números de venta son tremendos. Según ese estudio, en los últimos 5 años se vendió el 33% o 34% del territorio. Desde la crisis del 2003 al 2007,

las ventas fueron de superficies de más de 500 hectáreas. El Uru-guay tiene aproximadamente unas 16.000.000 de hectáreas agrícolas y esto significa que en este período al menos uno de cada tres produc-tores vendió su tierra en este pe-ríodo. Ha habido una fuerte con-centración, y el precio de la tierra aumentó proporcionalmente mu-cho más que los precios agrícolas, los fertilizantes y el petróleo.–¿Hay alguna política implementada por el gobierno para frenar el mono-cultivo?–Retenciones no hay. Se modificó una ley de usos de suelos y agua que nosotros apoyamos desde lo medioambiental, pero no hay capa-cidad de fiscalización del Estado. Las zonas más fértiles del Litoral son las más degradadas y erosiona-das. Y las nuevas zonas agrícolas que se están armando hacia el este y nordeste fueron campos ganade-ros, de estructuras más livianas por lo que su degradación va a ser más rápida. Desde el punto de vis-ta tributario no ha habido regula-ciones. La afectación de la crisis internacional, pero sobre todo de la sequía, ha afectado mucho a los sectores de la producción, particu-larmente a la Agricultura Familiar, y ahí el Ministerio de Agricultura lo que sí ha hecho es generar un registro de la producción de Agri-cultura Familiar –como en otros países del Mercosur– y algunas medidas de alivio fiscal, muy pe-queñas y parciales, pero hace una diferencia entre ese sector y los grandes productores. –imagino que el monocultivo de soja

debe estar aún más desarrollado que en la Argentina, dado que la rentabili-dad, sin retenciones, es superior.–Sí, aquí pasó de unas 40 a 45.000 hectáreas al año en los 90, a una superficie de 700.000 hectáreas. ¡Aumentó casi 15 veces! Solamen-te el Grupo El Tejar controla unas 100.000 hectáreas agrícolas (el 30% de su propiedad). La cade-na cárnica, la mayor generadora de divisas, también está en muy pocas manos. La concentración de las agroindustrias es preocupan-te también: en el sector arrocero, la principal empresa molinera de Uruguay, Saman, comprada por el grupo brasilero Camil, controla el 90% del arroz. Estos capitales que concentran la renta y no generan mano de obra, sacan buen rédito. La contracara es la exclusión de los pequeños y medianos productores de sus tierras.–¿Hay alguna forma de pensar este nuevo destino de los cultivos hacia los biocombustibles donde entre la forma de producir del pequeño productor? –Se ha intentado hacer alguna experiencia vinculada a la pro-ducción de alcohol con la peque-ña agricultura y hemos colaborado con unos programas de investiga-ción vinculados a la adecuación de cultivos para biocombustibles. Pero lo vemos como un proceso complejo, difícilmente adaptable a la pequeña agricultura, aunque puede haber en algunas zonas, por ejemplo en el norte del país, con buenas condiciones. Pero se dice que las mejores condiciones para biocombustibles en el Uruguay son a partir de la biomasa, dese-

FeRNANdo LÓpezSECREtARiO GENERAl CNRfEs presidente de la cooperativa CAlElCO. Ocupó la presidencia del Comité Regional Para América latina y el Caribe. integra el Comité de fORAGRO y el de la CNRf desde 1995.

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chos de arroz, o de la propia fores-tación y del cebo vacuno no tanto a partir de los cultivos agrícolas. Es riesgoso cuando se empieza a trabajar destinando alimentos a la producción de biocombustibles, como es el caso del maíz. En un país donde hay una muy fuerte competencia por la tierra, tener productos que no generan dema-siado valor agregado ni mano de obra, no lo vemos en un marco de desarrollo de un Uruguay produc-tivo con justicia social.–¿Cómo ven ustedes el funcionamiento del Mercosur para el caso de la Agri-cultura Familiar? ¿Al ser un país chico están en desventaja frente a países como Brasil?–Las fuertes asimetrías no impac-tan sólo en la agricultura sino en las relaciones en general. Aunque se han hecho avances, por ejemplo en la creación de la REAF como un ámbito reconocido por el pro-pio Mercosur y aprobado por el Grupo Mercado Común. De todas maneras, los avances son bastante lentos. Incluso ahora se ha apro-bado en el Mercosur la creación del Fondo de Desarrollo de Agri-cultura Familiar para darle conti-nuidad a ese ámbito, a ese proceso de participación, pero en los temas concretos como puede ser facilitar la complementación del comercio de la Agricultura Familiar en la región, se ha avanzado poco y en lo que es la operativa general no han sido los productores familiares los más beneficiados a partir del Mercosur, ya que su diseño apun-ta a una zona de libre comercio y unión aduanera y no tanto a una zona de integración. Eso ha sido

los países más grandes toman de-cisiones unilaterales.–en el Uruguay existe un instituto de Colonización. ¿Qué tareas se están im-plementando para revertir el proceso de extranjerización?–La ley 11.029 de colonización fue una iniciativa de nuestra institu-ción en el año 1945, aprobada en 1948. Es una ley ejemplar aunque por falta de voluntad política nun-ca se llevó adelante cabalmente. En este último período de gobierno ha habido avances. El Instituto de Colonización compró tierras y las está distribuyendo. Algo así como 40.000 hectáreas, con una importante inversión. Se compra-ron más en estos 4 años que en los últimos 25. Pero estamos ha-blando sólo del 2% a 3% del terri-torio que está dentro de la ley de colonización. Entonces si bien lo defendemos, tiene que funcionar mejor para poder revertir el proce-so de concentración y extranjeriza-ción, se deben tomar medidas de carácter más general que las que pueden estar dentro del alcance del Instituto. Si bien tiene por ley la potestad, en campos de más de 1.000 hectáreas, de tener la opción de compra, eso se dificulta en la medida en que nuestros estados no tengan los recursos disponibles para realizar aquella compra para lo que la ley lo faculta, frente a lo que puede ser un capital transna-cional. Legalmente lo podría com-prar, lo que pasa es que después, en los hechos, la falta de recursos hace que lo bueno y lo teórico de la ley, que es muy bueno, luego en la práctica no se pueda concretar. P–¿Han sido consultados por Agricultura

eNtRevistA FeRNANdo LÓpez

RECURSOS HUMANOS

uno de los principales problemas durante la primera fase, la década del noventa, y ahora se está tratan-do de readecuar.–¿Cuáles son las conclusiones y las ur-gencias que han surgido de la reunión de la ReAF en el paraguay? esas con-clusiones ¿realmente tienen un efecto sobre la práctica o terminan siendo reuniones formales donde se ponen en común algunos temas? –Entendemos que ha sido un avance importante el que se pu-diera hacer un trabajo a nivel de la región de la situación de acceso a la tierra y como afectaba a la Agri-cultura Familiar. Los gobiernos nunca quieren hablar de ese tema. Por eso acordar con los países del bloque que cada país se compro-metiera a hacer un trabajo/estudio de diagnóstico del estado de situa-ción, que ahora ha culminado, es un avance. Incluso en otros temas como juventud y género. Pero visto desde el lado del sector producti-vo y sus urgencias, es un proceso muy lento en el que los avances son muy pequeños, y en una re-gión que tiene cambios tan rápi-dos a veces uno se pregunta si no tendríamos que poder ver concre-tados muchos de los temas que se hablaron. Es decir, un poco más de ejecución, que está frenado, y así por el propio formato Mercosur, un ámbito que solamente puede dar recomendaciones, no es un ámbito de decisión. Pero muchos de los temas sobre Agricultura Familiar también deberían discu-tirse en otros ámbitos, como por ejemplo la coordinación de las po-líticas macroeconómicas para que no afecten a uno o a otro cuando

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para ver quién es el más eficien-te, toda esa concepción llevó a la destrucción de las organizaciones, incluso como concepto. Y creo que las propias sociedades han dado algunos puntos de vista al volcarse hacia gobiernos más progresistas. Ese fue un mensaje que también fortaleció la organización de la so-ciedad civil. Aunque, como todo proceso, tiene sus claroscuros y ahora estamos en un momento bisagra donde tendrán que ratifi-car todos nuestros países si este proceso que se dio en los últimos años se consolida –quizás Brasil sea el ejemplo más claro donde se ha consolidado ese proceso– o si en algunos casos se dan oscila-ciones hacia modelos mucho más conservadores donde las organiza-ciones nunca fueron prioridad.–¿Cuáles son los principales problemas que tienen que enfrentar desde la Agri-cultura Familiar?–Tenemos algunos ejes. El tema de la educación. Que las políticas pú-blicas con respecto a la educación atiendan la realidad de la Agricul-tura Familiar de la población rural y no sea un ciudadano de segunda por el sólo hecho de no vivir en la ciudad. También planteamos un conjunto de políticas desde un pun-to de vista tributario y fiscal donde se le den condiciones de privilegio a la Agricultura Familiar para que se pueda desarrollar, como quizá se le daba a la inversión extranjera para captarla: el tema crédito, el tema investigación agropecuaria para la agricultura familiar, el ac-ceso al mercado, el tema de la tie-rra, son centrales. En eso se basa nuestra propuesta.

o por el Gobierno para construir me-didas que apunten al sector?¿tienen instancias de diálogo?–Sí, nosotros tenemos muy buena relación, claro que cada cual desde su ámbito. Quizás al principio no tanto, pero algunas de las últimas medidas que se han tomado, por ejemplo, para enfrentar los efectos de la sequía, han sido propuestas nuestras. La última medida, que incluso fue bastante discutida por otros sectores, fue para las zonas ganaderas del norte que se estaban enfrentando a la entrada del invier-no sin pasto, sin demasiada carga de animales por hectárea (de vacas, sobre todo), con pocas posibilida-des de acceso al mercado, a muy bajo precio y una situación muy crítica. Ahí los productores y las organizaciones de base, con reco-mendaciones técnicas, planteamos que se bajara la dotación de gana-do por hectárea de los productores familiares como forma de salvar ganado, pero que eso no signifi-cara una caída de los precios en la medida que se saturaba la oferta. Ahí hubo unas medidas del Go-bierno que luego conversamos con la industria, de un subsidio para los productores familiares de esos departamentos del norte, de U$S 0,10 para las categorías de vaca in-dustria y vaca manufactura, ven-didas a planta desde el 1 de mayo hasta el 15 de julio, para los que son productores familiares según el registro. Por otro lado, en estos años, con estos números, hemos visto que se ha fortalecido la or-ganización en cuanto a que, por ejemplo, unas 20 sociedades de fomento se han reactivado, otras

se han refundado o se han crea-do nuevas. O sea que, más allá de que los tiempos y las situaciones apremian, hemos visto en los pro-ductores familiares esa voluntad de juntarse y organizarse. Ese es el ca-pital más importante, una apuesta interesante pensando en el futuro. Es la única manera que un sector siempre tan desconocido como es la agricultura familiar, con tantas limitaciones, pueda hacerse sentir e imponer su peso. –A pesar de que por momentos hay fuertes movimientos migratorios del campo a la ciudad y, en muchos casos, hacia países de europa, por otro lado también se ve una tendencia hacia una nueva reorganización y hacia la confor-mación de nuevos movimientos cam-pesinos, ¿es una tendencia latinoame-ricana? ¿Cuál es su visión?–Creo que está ligado con los cambios de las políticas de los propios gobiernos en el contexto de la región. Creemos que toda la década del 90 fue una época de debilitamiento y desconocimien-to de las organizaciones por parte de las propias políticas que se lle-vaban adelante desde los Estados y eso también sucedió en el caso del Uruguay. Además, en la épo-ca de la dictadura por ejemplo, nuestras organizaciones gremia-les y sociales fueron muy perjudi-cadas, se trabajó en contra de las organizaciones. Con esto quiero decir que falta una generación de dirigentes cuya ausencia todavía hoy se hace sentir. Y toda aquella visión de libre mercado, de contar con Estados supuestamente más eficientes, y que la competitividad proviene de la lucha con el vecino

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Cada régimen tecnológico refie-re a un modelo institucional propio, cuya trayectoria visi-

biliza las características y transfor-maciones del aparato productivo y sus agentes. Una aproximación a los sistemas de innovación na-cional de la región, nos dirige in-defectiblemente hacia sus institu-ciones paradigmáticas: el Instituto Nacional de Investigaciones Agro-pecuarias de Uruguay, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile, la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria, la Direc-ción de Investigaciones Agrope-cuarias de Paraguay (desde fines del año pasado “Instituto Para-guayo de Tecnología Agraria”), y el Instituto Nacional de Tecno-

logía Agropecuaria (INTA) de la Argentina.

El INTA es una organización científico-tecnológica de carác-ter autárquico, que se encuentra bajo la órbita de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Ministerio de la Producción de la Argentina. Como recurso institucional, es clave en los procesos de modernización y avance innovativo del sector agra-rio, agropecuario y agroindustrial de países como la Argentina. Junto al INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesque-ro) y al INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) constituyen parte de los organismos de carácter productivo que conforman el Siste-

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria nació hace ya medio siglo como una forma de dar respuesta al estancamiento del sector pri-mario de producción. Con el tiempo, se convirtió en el espacio en el cual se desarrollan líneas de investigación en el ámbito agrícola, agropecua-rio y agroindustrial que luego se concretan en el terreno de trabajo. Es una institución clave en la producción agropecuaria argentina.

bajo la lupaintaPor Silvia Choconi

La investigación llevada al campo

ma Nacional de Ciencia, Tecnolo-gía e Innovación de la Argentina.

Creado hace más de 50 años, tuvo por objeto dar una respuesta estructural al estancamiento pro-ductivo que caracterizaba al sector primario durante un período reco-nocido como de “sustitución de im-portaciones”. La historia oficial del INTA cuenta que fue el secretario de la CEPAL Raúl Prebisch, quien lo preconcibió al sugerir la partici-pación de las universidades en la generación de la tecnología que en ese momento requería la mejora del nivel de productividad del sector.

A partir de aquella idea inicial, el INTA adquirió la forma de un instituto en el ámbito del por en-tonces Ministerio de Agricultura

INSTITUCIONES

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de la Nación. Su objetivo declarado era la incorporación de tecnología adaptada a las necesidades pro-ductivas y ecológicas del país. Ello supuso la investigación y la prácti-ca extensionista como un proceso integral, una operatoria de inves-tigación y promoción inédita, en aquellos tiempos, en la región.

La innovación agrícola es enten-dida como el resultado de un pro-ceso social complejo, producto de una red de interacciones entre los diversos agentes del sistema. Dicha interpretación del proceso innova-tivo en la agricultura, significa un cambio respecto de la noción tradi-cional de extensión, que enfatizaba la transferencia de conocimientos como forma excluyente entre dos

extremos de una relación. Estas actividades se desarrollan desde una plataforma de quince “Cen-tros Regionales” distribuidos en el país. De ellos dependen cuarenta y siete “Estaciones Experimentales” y doscientas sesenta “Unidades de Extensión Regional”, abocados al desarrollo de investigación aplica-da, experimentación adaptativa, transferencia de tecnología y exten-sión. También integran la estruc-tura del INTA quince “Institutos de Investigación” organizados en tres Centros.

La estructura actual de este importante instituto se sostiene en una planta que supera los tres mil doscientos agentes, la cual está constituida en más del 50%

por profesionales con formación superior de posgrado. La propor-ción de profesionales se lleva aún más si se considera en el cálculo a los becarios y al personal con-tratado. Una cuarta parte de los recursos humanos profesionales se dedica exclusivamente a activi-dades de investigación. Cuando el INTA pasó de ser financiado con impuestos específicos a ser “des” financiado por el tesoro público, allá por el año 1995, padeció la misma pérdida de capital humano que primó durante aquella década en buena parte del área científica nacional. En el 2002, con la restau-ración de su autarquía (mediante Ley 25641/02), la forma y fuente de financiamiento se aseguró en

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el 0,5 % de las importaciones. Hoy el presupuesto del INTA asigna aproximadamente un 65% a sus recursos humanos.

La participación del personal de INTA en las regalías del instituto es un instrumento de su política institucional que lo reconoce como pieza estratégica en el desarrollo de emprendimientos tecnológicos. Es por ello que promueve su participa-ción a través de la Asignación Adi-cional constituida por el Fondo de Asistencia Técnica (FAT), y la com-pensación por las regalías ingresa-das. En el marco de la Ley 23.877 de Promoción de la Innovación Tecno-lógica, el INTA reconoce el derecho a una compensación de los ingresos provenientes de las regalías, de ca-rácter no remunerativo.

El espíritu democrático en que se inscribe el INTA trasunta en su conformación organizativa: un Consejo Directivo, integrado por representantes del sector público, de universidades nacionales y de or-ganizaciones de productores, define las políticas institucionales a nivel

El INTA TIENE 15 CENTrOS rEgIONAlES EN TOdA ArgEN-TINA, 47 ESTACIONES ExpErI-mENTAlES y 260 UNIdAdES dE ExTENSIóN rEgIONAl

CUENTA CON UNA plANTA pErmANENTE dE 3.200 prOfESIONAlES y TéCNICOS dE AlTA CAlIfICACIóN

nacional. En representación del primero, se encuentra la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) acompañado, en nombre de las segundas, por las Facultades de Agronomía y de Cien-cias Veterinarias. Los productores están representados por institucio-nes sectoriales tales como: Aso-ciación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA); Confederación Intercooperativa Agropecuaria Coo-perativa Limitada (CONINAGRO), Confederaciones Rurales Argen-tinas (CRA); Federación Agraria Argentina (FAA) y Sociedad Rural Argentina (SRA).

El Plan Bicentenario (elaborado en el año 2006 por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva -SECyT- con el fin de de-linear las prioridades en investiga-ción científica y tecnológica como así también para la formación de investigadores) plantea como metas para el año 2010 el incremento de la inversión en ciencia y tecnología hasta llegar al 1% del PBI; la promo-ción para el incremento de la inver-sión privada equilibrándola con la inversión pública (la relación actual es de 35% a 65%); la elevación del total de investigadores a 40 mil, y la mejora y el aumento de la partici-pación de las provincias con menor inversión en ciencia y técnica.

El INTA y el mundo

El Instituto se vincula con orga-nismos públicos y privados de 27 países, manteniendo convenios con organismos internacionales como: FAO (Organización de Ali-mentos y Agricultura de las Na-ciones Unidas); IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), OEA (Orga-nización de Estados Americanos); CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo de México); CIAT (Centro Interna-cional de Agricultura Tropical), de Colombia; CIP (Centro Internacio-nal de la Papa), de Perú; INIA (Ins-tituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria), de España; e INRA (Institut Natio-nal de la Recherche Agronomique), de Francia. También participa del Programa Cooperativo de Inves-tigación Agrícola del Cono Sur (PROCISUR), del Foro Regional de Investigación y Desarrollo (FON-TAGRO) y de la Red Internacional de Metodología de Investigación en Sistemas de Producción (RIMISP). Desde la “Coordinación de Misio-nes Internacionales” coopera con Venezuela, Haití, Bolivia, Colom-bia y Kazajstán en actividades de investigación y extensión.

El Informe sobre Desarrollo Mundial 2008, destaca que en los

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mientos. En la Estación Experimen-tal INTA Bariloche, por ejemplo, el laboratorio de Biotecnología Ani-mal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires juntamente con el Consejo Nacio-nal de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), participan de un proyecto de producción de ovi-nos transgénicos. Su objetivo es que los embriones porten como ADN exógeno, el gen de un hongo cuya propiedad es favorecer la expresión de una enzima digestiva en la sa-liva de los animales. La mejora de la digestión de alimentos menos tiernos, típicos de zonas marginales de cría, aumenta en el corto plazo la productividad de los animales (es decir que a igual consumo de materia seca, se obtendrán mayores rendimientos en carne y/o leche).

La oportunidad de esta investi-gación reside en que la sola incor-poración del animal transgénico al rodeo, es suficiente para trasmitir la mejora (por herencia) al resto; al tiempo que no requiere de la inver-sión de otros insumos.

AprOxImAdAmENTE UN 65% dEl prESUpUESTO dEl INTA ES ASIgNAdO A SUS rECUrSOS hUmANOS

últimos años la inversión en inves-tigación agrícola de los países en desarrollo ha contribuido (sobre una muestra de setecientos proyec-tos evaluados en varios países) con una tasa de rentabilidad del sector a nivel mundial de más del 40%. Como ejemplo, cita la investigación sobre labranza cero llevada adelan-te por la India para los sistemas arroz-trigo, la cual arroja según el informe una tasa de retorno del 57%, a partir de una inversión de US$ 3,5 millones.

Tanto en la generación como en la adaptación de innovaciones tecnológicas, el INTA ha trabajado históricamente con el sector pri-vado nacional. Su trayectoria a lo largo de las últimas décadas es un reflejo de las importantes transfor-maciones que atravesaron los sec-tores productivo y estatal. Orienta-do en sus orígenes a la generación, adaptación y difusión de tecnolo-gías “no apropiables” (tales como el manejo de los cultivos, el laboreo y la introducción de prácticas para la mejora de sistemas de producción

pecuarios, o la elaboración pionera de relevamientos de suelo, agua y clima en muchas provincias de nuestro país) sólo recién a partir del fenómeno de incorporación de paquetes tecnológicos vía in-sumos, el INTA amplió su misión al desarrollo de tecnologías “apro-piables”. En esta categoría se ubi-ca la producción de variedades de vegetales, vacunas y maquinaria agrícola destinadas principalmente al sector de pequeñas y medianas empresas nacionales. Este punto de giro se reconoce en la creación en 1987, de la Unidad de Vincula-ción Tecnológica, actual pivote de la articulación con el sector privado del Plan Estratégico Institucional 2005-2015.

El papel de la investigación

El INTA ha ganado prestigio gra-cias a su labor investigativa per-manente. Son múltiples y variados los casos en los que científicos y profesionales de este instituto han volcado y desarrollado sus conoci-

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Las actividades de comerciali-zación y prestación de servicios que se realizaban a través de las Asociaciones Cooperadoras die-ron paso a una organización para la administración y gestión de la producción del Instituto reconoci-da como el Grupo INTA, e integra-do por la Fundación ArgenINTA e INTEA S.A.

A través de la Fundación Ar-genINTA, el Instituto está hoy presente en actividades de certifi-cación de calidad y elaboración de normas. En tal sentido, participa en comisiones específicas sobre trazabilidad y biotecnología de la SAGPyA, forma parte del Comité Nacional del Codex Alimentarius y asesora a entes regulatorios como el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENA-SA), Instituto Nacional de Semillas (INASE) y el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), entre otros. El organismo también elabora protocolos (como el de transporte para la exportación de frutas cítricas a Japón y EE.UU.) y realiza actividades de desarrollo de sistemas HACCP (acrónimo de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control, en su versión en castellano) que se traducen en la exitosa experiencia puesta en marcha junto con las empresas de la cadena frutihortícola de la región del Alto Valle de Río Negro (“Sistema Integrado de Producción Frutihortícola”).

A principios del año 2007, Biosidus, empresa biotecnológica argentina, anunció que estaba en condiciones de utilizar bovinos como “biorreactores”. Esto es, pro-

ducir terneras clonadas que llevan el gen de la insulina humana, a fin de reducir sustancialmente los costos de producción de la insulina humana recombinante. La empre-sa estimó que la sola producción de 25 vacas transgénicas alcanza para atender la demanda anual de insu-lina en el mercado argentino.

La empresa también ha desarro-llado terneras a través del método de clonación y de transgénesis con el objeto de trasmitir en el conteni-do de la leche, la hormona de cre-cimiento humano (hGH). Actual-mente se encuentra tramitando su aprobación ante la Administración Nacional de Medicamentos, Ali-mentos y Tecnología (ANMAT).

Al mismo tiempo, el INTA co-mercializa tecnologías, semillas, semovientes, patentes, marcas y títulos, propias o de terceros, a través de la empresa INTEA S.A. (Innovaciones Tecnológicas Agro-pecuarias). Esta empresa ofrece además, servicios especiales de detección de organismos genética-mente modificados (Laboratorio de Detección de OGMs del Instituto de Biotecnología del INTA Cas-telar acreditado ISO/IEC 17025 e IRAM 301), para granos, subpro-ductos y alimentos de algodón, arroz, canola, maíz, soja, tabaco y trigo. Ofrece análisis cualitativos y cuantitativos de OGMs por PCR

en tiempo real; identificación de todos los eventos aprobados en el país y aquellos eventos aprobados en otras partes del mundo (Unión Europea y Estados Unidos), como así también materiales de multipli-cación y diagnósticos fitosanitarios de enfermedades y plagas.

Los estudios de almacenaje de granos en silos herméticos reali-zados por el INTA, vía técnica de inyección de gases, permitieron el análisis del comportamiento y actividad biótica en los silos bolsa. Gracias al trabajo conjunto de la Estación Experimental Balcarce y las dos empresas líderes en el rubro (una fabricante de las máquinas y otra, de las bolsas), se obtuvieron a partir del año 2002 excelentes re-sultados en el almacenado de soja (su mayor demandante) que sólo ese año resguardó un 15% de la pro-ducción de granos utilizando este revolucionario método. Ideado hace más de treinta años en EE.UU., sólo a partir de su recreación adaptativa en la Argentina alcanzó estatus in-ternacional, ampliando el mercado para la venta de máquinas a Europa (Francia y sobre todo, España), y el de bolsas, a Brasil.

Según la Cámara de la Industria Plástica, la diferencia entre enviar el grano al acopio o embolsarlo por un período de tres/cuatro meses ha arrojado estimaciones de ahorro

EN lA ACTUAlIdAd, El INSTITUTO SE vINCUlA CON OrgANISmOS públICOS y prIvAdOS dE 27 pAíSES dEl mUNdO

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del 2025% en trigo, 3035% en maíz y 2025% en soja, (dependiendo de la distancia a puerto, los sistemas de comercialización, etcétera, uti-lizados por los productores).

La Agricultura de Precisión fue implementada como herramienta en la Argentina por el INTA Man-fredi, hace casi quince años. En contextos donde prima la necesi-dad de adecuarse a mayores esca-las de producción y rendimientos, el ajuste o uso más eficiente de un recurso altamente costoso como es la tierra, impone el “manejo por zonas” como forma de obtener mejores respuestas de los culti-vos. A partir de la transformación de la escala de producción y de la incorporación de tecnología de punta en las máquinas utilizadas, el monitoreo de lotes con diversas características y rendimientos ha permitido mejorar la productividad y ganancia del productor.

El INTA cuenta con recursos en el área de la producción vegetal en todo lo referido a análisis de semi-llas, análisis foliar y monitoreo de plagas y en el área de producción animal con análisis de fibras tex-tiles; de productos cárnicos y lác-teos y toxicológicos. En el área de agroalimentos, certifica productos y ofrece análisis de calidad y resi-duos tóxicos, además de ofrecer en ingeniería, protección de cultivos

y control ambiental; estudios de energía y ergonomía; análisis de agua y suelos, interpretación de imágenes satelitales y evaluaciones de impacto ambiental.

El INTA y el mundo agrario

La vinculación con el mundo agrí-cola, agropecuario y agroindustrial es uno de los principales objetivos del INTA. A través de la “Trans-ferencia de Tecnología”, el INTA culmina un proceso innovativo incorporando tecnología y conoci-mientos a un producto o proceso. Su transferencia a terceros se hace vía licencias. Mediante la “Investi-gación y Desarrollo”. Por ejemplo, el INTA y una empresa o grupo se asocian para generar una tecnolo-gía y comercializarla a través del producto que la incorpora. Ambos actores comparten capacidades, gastos y riesgos tecnológicos y comerciales implícitos. El INTA percibe regalías por el producto que la empresa fabrica, reprodu-ce y comercializa, al tiempo que puede, a posteriori, participar en

la atención postransferencia vía Asistencia Técnica con carácter “Nacional” y “Regional” (asisten-cias técnicas, promoción de las ventajas tecnológicas y detección de oportunidades), y vía Venta de Productos y Servicios técnicos es-pecializados, ofrecer servicios tales como la resolución de problemas o la reparación, montaje y puesta en marcha de una planta, las pruebas de control de calidad y funciona-miento, etcétera.

Por medio de la creación de Em-presas de Base Tecnológica (EBTs), el INTA realiza convenios con em-prendedores que crean empresas bajo el acompañamiento tecno-lógico del organismo durante su incubación. Las empresas ceden al INTA un porcentaje de su capital accionario en compensación por las facilidades prestadas. Según el observatorio del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, durante el último semestre del 2008 las com-pañías internacionales solicitaron, de manera preferente, patentes defensivas en el área de bebidas, métodos de fraccionamiento y separación de proteínas, envases y alimentos con aditivos. Por su parte, las solicitudes de patentes nacionales, refirieron a procesos electroquímicos, etiquetados y elaboración de panificados.

A todos estos desafíos, el INTA ha respondido con proyectos y rea-lidades. A pesar de los embates eco-nómicos, esta institución dedicada a la investigación y el desarrollo de proyectos científicos al servicio de la producción y el desarrollo sigue cumpliendo con sus objetivos.

lA AgrICUlTUrA dE prECI-SIóN fUE ImplEmENTAdA COmO hErrAmIENTA pOr El INTA mANfrEdI hACE yA qUINCE AñOS

pIONErO EN lOS ESTUdIOS dE AlmACENAjE dE grA-NOS EN SIlOS hErméTICOS

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La reciente Cumbre de las Amé-ricas en Trinidad y Tobago fue una clara muestra de los

nuevos vientos que soplan en la relación entre Estados Unidos y América Latina.

Existe un amplio consenso de que se necesita un cambio y de que la elección de Barack Obama es propicia para que esto suceda porque implica la posibilidad de construir una relación a base de nuevos acuerdos sin subordinarse a los dictados de Washington, lo que fue expresado en la Cumbre por va-rios presidentes latinoamericanos.

Es muy común escuchar que Estados Unidos ha perdido el in-terés por América Latina porque Oriente Medio y el mundo islá-mico se han convertido en el eje

de su política exterior. Algunos incluso sostienen que no está en-tre sus prioridades y que se puede comprobar porque ya no organiza golpes de Estado, como si esta fue-ra la única forma de intervención política. El mundo ha cambiado y es indudable que hoy no hay con-diciones para organizar golpes al estilo “tradicional” para imponer dictadores como Somoza, Batista, Trujillo o Pinochet. También es-tán los que sostienen que la falta de inversiones explica este desdén hacia la región. El 6 de febrero de 2007, en una entrevista a la BBC de Londres, Claudio Loser –ex eco-nomista del Fondo Monetario In-ternacional y ardiente defensor de las políticas impulsadas por el FMI en los 90– aseguraba que “hay una

La llegada a la Casa Blanca del presidente Barack Obama genera expectativas en cuanto a la relación que establecerá con América Latina. El autor de esta nota sostiene que la región no está olvidada y que Estados Unidos volverá a mirar al Sur como un socio necesario. Después de la V Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, algunos analistas norteamericanos creen que hay una segunda oportuni-dad para que Estados Unidos se convierta en un vecino confiable.

opiniónPor pedro Brieger, especialista en relaciones internacionales

Estados Unidos y América Latina: ¿un nuevo comienzo?

tendencia a reducir la ayuda que Estados Unidos da directamente a la región, con algunas excepciones como Colombia. Esto refleja nueva-mente la posición de dejar de lado u olvidarse de la parte económica de América Latina”.

Un nuevo presidente

A escasos meses de haber asumi-do como presidente cuesta saber cuál es el plan de Barack Obama para la región. Numerosos e in-fluyentes think tanks y analistas le sugieren tomar tal o cual rumbo. Sin embargo, en la mayoría de los casos son expresiones de deseo, maniobras para inf luir sobre su política o movimientos de lobbys económicos. Desde ya que el rum-

EL MUNDO MÁS ALLÁ DE LA REGIÓN

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bo que adoptará el nuevo ocupan-te de la Casa Blanca todavía está en pañales aunque la Cumbre de Trinidad y Tobago representa un primer punto de referencia.

No conviene especular o fanta-sear sobre lo que Obama podría llegar a hacer; lo mejor es tomar sus declaraciones, discursos o do-cumentos sobre América Latina y analizarlos.

Durante la campaña electoral su equipo de trabajo publicó un informe titulado “Una nueva so-ciedad para las Américas” (A new partnership for the Americas). Este documento es el único que permi-te acercarse a lo que piensa Oba-ma de la relación entre EE.UU. y América Latina; o, por lo menos, lo que pensaba antes de asumir. A lo

largo de trece páginas divididas en tres capítulos, el nuevo presidente plantea que existe una historia co-mún de colonización y liberación y que se avanzará en una agenda cuyo eje será la palabra “libertad” ( freedom en el original) retomando algunas ideas planteadas en su mo-mento por Franklin Delano Roose-velt, presidente entre 1933 y 1945. De todos los países, sólo cuatro merecen apartados particulares: Cuba, México, Haití y Brasil.

En el primer capítulo, deno-minado “Libertad política / de-mocracia” se puede leer que Es-tados Unidos debe recobrar su tradicional liderazgo en la región haciendo hincapié en la democra-cia, el comercio y el desarrollo. Se considera que esto limitará el

antiamericanismo y la oposición a la administración Bush que creció de la mano de la retórica de Hugo Chávez. Como no podía ser de otra manera, Cuba ocupa un lugar es-pecial. Bajo el título “El Caso de Cuba”, Obama sostiene que luego de casi 50 años de fracaso hay que dar vuelta la página y escribir un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países. Sin embargo, se plantea ayudar a una transición pacífica para evitar potenciales desastres que podría significar la perpetuidad de la dictadura cuba-na. El 23 de mayo en un discurso ante la anticastrista Fundación Na-cional Cubano Americana creada por Jorge Mas Canosa dijo clara-mente: voy a mantener el embargo. Si bien este lenguaje no difiere de

AFP

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la tradicional postura del Departa-mento de Estado, en el documento, Obama propone que los cubano-americanos puedan realizar visitas de manera irrestricta a sus fami-lias y enviar remesas (de dinero) a la isla, y flexibilizar el embargo comercial, lo que comenzó a imple-mentar a principios de abril. Tam-bién sostiene que está dispuesto a dar pasos para normalizar las re-laciones; aunque pone como con-dición que primero un gobierno post-Fidel abra Cuba a un cambio democrático, libere los prisione-ros políticos y realice elecciones. El segundo capítulo, “Libertad (o liberación) del miedo / seguridad”, tiene como objetivo central la dro-ga y el narcotráfico. Era previsible que México tuviera un apartado es-pecial porque casi el 90 por ciento de la cocaína de América Latina entre de contrabando vía México, que además es el principal apor-tante de marihuana y el segun-do de heroína en el mercado de EE.UU. El controvertido muro que se comenzó a construir durante la anterior gestión demócrata no es motivo de análisis en el documen-to, aunque en 2006 Barack Obama votó a favor de su ampliación. El país que se puede ver afectado por el cambio de gobierno es Colom-bia. Si bien el Plan Colombia fue impulsado por Bill Clinton en los noventa y es apoyado por Obama, el presidente electo se opone a la firma de un Tratado de Libre Co-mercio mientras haya impunidad y no se procesen los asesinos de los sindicalistas, una crítica abierta y frontal a gobierno de Álvaro Uribe, uno de los principales aliados de la

Casa Blanca. El tema no es menor, y aunque el presidente de Colom-bia se haya ofrecido para recibir la base militar de Manta que está en Ecuador y el Plan Colombia haya sido ratificado, no parece existir la misma sintonía que había con el presidente George Bush. Durante la Cumbre de Trinidad y Tobago, Uribe dijo que había conversado con Obama y le había mostrado unos números que señalaban el descenso de las cifras de asesinatos de trabajadores y que estaban “lu-chando contra la impunidad” en un intento por revertir la imagen que el nuevo presidente tiene sobre el gobierno colombiano.

El tercero y último capítulo titulado “Libertad para elegir / oportunidad” está dedicado a los progresos económicos de Améri-ca Latina, especialmente de Chile y Brasil, a pesar de asegurar que continúa siendo la región más des-igual del mundo. Además, critica al FMI, y en particular sus limita-ciones al momento de ayudar a la Argentina.

La región no está olvidada

Una de las preguntas recurrentes de los últimos años respecto de la relación entre Estados Unidos y América Latina es si la primera po-tencia mundial le prestará mayor atención a la región. Como señala-mos, existe una posición simplista que sostiene que la región no está en los planes de la Casa Blanca. Los datos demuestran que esta afirmación contrasta con la reali-dad. Según números oficiales del Departamento de Estado en 2004

el comercio de EE.UU. en la región excedió los 445.000 millones de dólares, las exportaciones de Amé-rica Latina a EE.UU. aumentaron el 10 % y las inversiones superaron los 300.000 millones de dólares. Un informe de la CEPAL de 2004 señalaba que entre las 50 princi-pales empresas transnacionales no financieras del mundo, según ventas consolidadas, que tenían presencia en América Latina, 22 eran estadounidenses. Y entre las “top ten”, aparecían cinco: General Motors (1), Wal Mart (3), Bunge (6), Ford Motor (9) y Delphi (10).

Es inobjetable que en las cam-pañas electorales hay muy pocas referencias a Latinoamérica (salvo Cuba) y sólo se escuchan algunas frases generales de compromiso. Sin embargo, suena ingenuo (o interesado) afirmar que Estados Unidos “se olvida” de América Latina. La región sigue siendo fundamental y -aunque muchos no lo crean- todavía es considerada su “patio trasero” (backyard), palabras textuales utilizadas por el director de la CIA en 2005, Porter Goss, en una audiencia del senado estado-unidense.

En 1994, la Casa Blanca lanzó uno de sus proyectos más ambi-ciosos para todo el continente: el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Su abandono no fue por falta de voluntad, sino por el rechazo que el ALCA provocó en varios países de la región, y en particular el Mercosur que –junto a Venezuela– en la Cumbre de las Américas del 2005 en Mar del Pla-ta lo desestimó. Promovido por los demócratas y continuado por los

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azúcar. Poco después de asumir la presidencia, en 2004, Leonel Fernández recibió una carta del congresista Jerry Weller donde, sin ningún tipo de empacho, le decía que, si el parlamento dominicano aprobaba los impuestos, su país probablemente quedaría excluido del Tratado de Libre Comercio que se estaba negociando. El impuesto fue abolido.

La intervención de EE.UU. en los años noventa en Haití fue clave para el derrocamiento y posterior regreso del presidente Jean Ber-trand Aristide. Depuesto nueva-mente en 2004, fue llevado en un avión norteamericano a África. Desde entonces en Haití hay una fuerza multinacional compuesta por varios países latinoamericanos que respondieron al llamado de la Casa Blanca, que todavía impide el regreso de Aristide y excluye a su partido, Lavalas de los diferentes procesos electorales, como sucedió el último 20 de abril durante la re-novación de un tercio del Senado.

Uno podría sumar a la lista el Plan Colombia (también ideado en Washington) que ha convertido a ese país en uno de los cinco princi-pales receptores de ayuda monetaria de la primera potencia mundial; o la preocupación norteamericana por las inversiones chinas en Panamá, un sitio estratégico durante todo el siglo XX para Estados Unidos, que tampoco abandonó la idea de construir otro canal interoceánico en Nicaragua. O la llamada “Triple Frontera” y las presiones a Brasil, Paraguay y la Argentina por milita-rizar la zona conocida también por sus reservorios de agua del Acuífe-

republicanos este proyecto estraté-gico surgió para afianzar un proce-so de integración basado en el fa-moso “Consenso de Washington” –en una década en que la inmensa mayoría de los presidentes imple-mentaron políticas neoliberales– y para que el intercambio comercial favoreciera de manera clara a las empresas estadounidenses.

En abril de 2002, un golpe de Estado derrocó por 48 horas a Hugo Chávez en Venezuela. El golpe con-tó con la colaboración y apoyo direc-to del Departamento de Estado que financió –y continúa financiando- por diferentes vías a numerosas or-ganizaciones de la oposición vene-zolana. Es interesante notar cómo los medios de comunicación más importantes de Estados Unidos apo-yaron el derrocamiento de Chávez evitando utilizar la expresión “golpe de Estado”. En la mayoría de los ca-sos, la lectura inducía a creer que el dictador era el presidente Chávez (electo democráticamente) y no quienes lo estaban derrocando. En su editorial del 13 de abril el diario The New York Times declaraba que Chávez había “renunciado” después de una intervención militar que le había entregado el poder a un “líder empresarial muy respetado”.

No es por retórica “setentista” que durante la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago va-rios presidentes se hayan referido a la injerencia de la Casa Blanca en los asuntos internos de diferen-tes países. Más de un embajador norteamericano ha intervenido abiertamente en procesos elec-torales (como en Nicaragua para evitar el triunfo de Daniel Ortega)

y en algunos casos la embajada de los Estados Unidos es considerada un factor de poder real y público. En Bolivia nadie olvida que el em-bajador Manuel Rocha, en 2002, vinculó a Evo Morales con el nar-cotráfico y amenazó con retirar las inversiones y frenar las expor-taciones del gas y de la industria textil en un intento por impedir su triunfo en las elecciones de ese año.

Aunque no figure en la primera plana de los periódicos, embajado-res, congresistas y empresarios nor-teamericanos han recorrido la re-gión con la intención de lograr que todos los países de América Latina firmen Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales que favorezcan a sus empresas o productores. Car-los Mesa, en el corto período que estuvo como presidente de Bolivia lo conoció en carne propia. Las pre-siones para que Pacific LNG obtu-viera la concesión exclusiva del gas boliviano fueron tan grandes que incluso un documento confiden-cial del Banco Mundial, fechado el 8 de enero de 2004, amenazaba con reducir a un tercio la ayuda del organismo a Bolivia si el gobierno decidía que el destino del gas no fuera Estados Unidos.

Uno de los casos menos cono-cido es la presión que se ejerció durante los últimos años desde Washington para que la Repú-blica Dominicana desgravara de impuestos la importación de los edulcorantes producidos en Es-tados Unidos que –por su bajo precio– son una amenaza para la producción del principal pro-ducto agrícola dominicano, el

pedro Brieger ANALIStA DE pOLítIcA INtERNAcIONAL titular de la cátedra de Sociología de Oriente Medio en la Facultad de ciencias Sociales (UBA). Es columnista en varias radios argentinas y conduce en canal 7 el programa Visión 7 Internacional. también escribe en varios diarios argentinos.

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ro Guaraní. Tampoco hay que me-noscabar el impacto que produce el informe anual del Departamento de Estado que identifica a los países productores de droga y se usa políti-camente, o las presiones por evitar el desarrollo de medicamentos ge-néricos porque afecta a las grandes multinacionales de la industria far-macéutica. O las trabas impuestas a diversos productos (como el cama-rón panameño o el atún mexicano) que intentan acceder al mercado estadounidense porque en su caza “depredan el medio ambiente”, ni la batalla en Naciones Unidas para evitar el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad o las trece bases militares en la región. Estos, y tantos otros temas, demuestran cabalmente que a Estados Unidos sí le importa América Latina y no la ha “olvidado”, aunque no aparezca en los discursos de campaña.

La cumbre en Trinidad y Tobago

La V Cumbre arrastraba un proble-ma para Estados Unidos desde su concepción, ya que durante la an-terior de Mar del Plata su proyecto global –el ALCA– había sido recha-zado. Por otra parte, en las semanas previas, varios presidentes latinoa-mericanos habían planteado que exigirían el levantamiento del blo-queo a Cuba y su reincorporación a la OEA. A pesar de todos los inten-tos de Washington por minimizar el tema y las medidas para flexibi-lizar el bloqueo tomadas durante la misma semana de la Cumbre, la ausencia de Cuba se convirtió en el tema central. El senador republica-no Richard Lugar ya le había antici-

pado a Obama que Cuba representa un escollo en la relación con el resto del continente. El 23 de febrero de este año, Lugar presentó en el se-nado norteamericano el informe “Changing Cuba Policy- In the US National Interest”. Desde una pers-pectiva absolutamente pragmática, sostenía que Cuba ya no represen-taba una amenaza para los EE.UU., que el bloqueo había fracasado, y sugería que había que tomar la ini-ciativa y realizar cambios antes de la Cumbre de Trinidad y Tobago, lo que Obama efectivamente hizo.

Sin embargo, es posible que el presidente de EE.UU. se haya sorprendido de la unanimidad y dureza por el reclamo del fin del bloqueo a Cuba, a pesar de que mu-chos gobiernos de la región tienen una mirada crítica sobre el presente de la revolución cubana, y conside-ran que en la isla se deben realizar cambios. Pero hay coincidencias en que primero Washington debe levantar el bloqueo. También hay que resaltar que la Cumbre se ca-racterizó por el tono crítico a Was-hington en general, aunque fuera llamativamente indulgente y com-prensivo hacia Obama. Casi todos los que hablaron resaltaron que él no era responsable de las políticas del pasado, y que esperaban el ini-cio de una nueva era.

En el número de enero-febre-ro 2006 de la inf luyente revista Foreign Affairs, Peter Hakim, presidente del Inter-American Dialogue, se preguntaba si Was-hington estaba perdiendo Améri-ca Latina después del fracaso de la Cumbre de Mar del Plata. Tres años después, y a pocos días de la

Cumbre de Trinidad y Tobago, el Inter-American Dialogue publicó un trabajo cuyo título es “Una se-gunda oportunidad – La política de EE.UU. en las Américas”.

A diferencia del artículo de la revista, en este reciente trabajo se señala la importancia del cambio que ocurrió en Washington con la elección de Barack Obama que fue recibida con entusiasmo y que significa una oportunidad que no existía desde los tiempos de John F. Kennedy. A pesar de que en el informe se puede leer que los go-biernos latinoamericanos “descon-fían de EE.UU. después de décadas de decepciones”, se señala que “ha-brá que convencer a los latinoame-ricanos de que EE.UU. puede ser un socio confiable y un vecino res-ponsable”. Es lo que le plantearon con mayor o menor dureza varios presidentes a Barack Obama en la reciente cumbre del Caribe.

América Latina fue histórica-mente una región fundamental para EE.UU. y continúa siéndolo. El problema que enfrenta en la actualidad es que la década de los noventa ha quedado atrás y hoy es la única región del planeta donde existe una oposición creciente a los proyectos políticos y econó-micos de la Casa Blanca. Tal vez deba tomar nota del informe “La relación entre EE.UU. y América Latina: una nueva dirección para una nueva realidad” que publicó el conocido Council of Foreign Rela-tions (que edita la revista Foreign Affairs) y donde se asegura que “la era de Estados Unidos como fuerza hegemónica en la región ha finalizado”.

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–¿Qué significa, qué implica el modelo de ocupación territorial? ¿Cuál ha sido y cómo se ha desarrollado histórica-mente la estrategia de ocupación te-rritorial? ¿Qué conflictos y/o tensiones ha generado este modelo?–Brasil es un país grande y bas-tante diverso, marcado por des-igualdades regionales de índole económica y social. La ocupación del territorio, asociada a ciclos eco-nómicos dependientes de algunos productos primarios, de origen mineral y agrícola, como el oro, la caña de azúcar, el algodón y el café, fue más intensa en la región litoraleña y especialmente en torno a algunos polos dinámicos. Uno de los pilares de este modelo de ocupación fue la concentración de la propiedad de la tierra, fuente de poder e instrumento de subordi-nación económica y dominación política de las poblaciones rura-les. El modelo de desarrollo del país reservó a la agricultura y al medio rural un papel subordinado y funcional a las necesidades de industrialización y de urbaniza-ción. Correspondía a la agricultu-ra abastecer de materias primas y liberar trabajadores, a través de la mecanización y la intensificación del uso de insumos químicos. En los últimos 20 años hubo una expansión de la producción agro-pecuaria hacia nuevas regiones – centro oeste y norte– y un gran aumento de la productividad. Cre-ció la participación de este sector en la economía y pasó a desempe-ñar un papel importante en la es-tabilidad económica a través de la generación de saldos en la balanza comercial. Pero sus consecuencias

ambientales y sociales y la subsis-tencia de la desigualdad entre las regiones legitiman las disputas vigentes actualmente en Brasil sobre alternativas para el modelo agrícola y para un nuevo modelo de ocupación territorial.–¿Cómo se integra y cuál es el papel de la Agricultura Familiar en este con-texto?–En el medio rural brasilero hay dos sectores fundamentales, la agricultura de escala y la agricul-tura familiar. Esta última englo-ba un conjunto diversificado de situaciones de trabajo y de vida en los diferentes biomas, como los de los Extrativistas (cazadores

Un dirigente del gobierno brasileño explica en esta entrevista cómo se ha concretado el modelo de ocupación territorial y los avances de la Reforma Agraria. También destaca los logros del plan gubernamental de lucha contra el hambre que prevé posibles soluciones al problema nutricional con pro-puestas desde el plano de la macroeconomía.

EntrEvistA CAio GAlvão dE FrAnçAJefe de Gabinete del Ministerio de Desarrollo Agrario, Brasil.Por Héctor Pavón. Traducción: Carolina Aráoz.

“Hoy la contribución de la agricultura familiar para una nueva matriz de desarrollo es reconocida”

y recolectores), Quilombolas (son los descendientes de los esclavos que habían huido de las haciendas y vivían en comunidades tradicio-nales de afrodescendientes –qui-lombos). Durante mucho tiempo predominó la idea de que la agri-cultura familiar no tenía impor-tancia económica, que vivía apenas de la producción de subsistencia y que debería ser objeto de políticas sociales. En los últimos años esa realidad cambió. El reconocimien-to de la importancia económica y social de este sector es la base de la creación e implementación de una serie de políticas públicas que garantizan el derecho a la tierra,

LA TIERRA

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al crédito, a la asistencia técnica, comercialización, agroindustria-lización y de promoción de igual-dades y autonomía económica de las mujeres rurales. Hoy la contri-bución de la agricultura familiar para una nueva matriz de desa-rrollo es reconocida por muchos. Estamos hablando de 4,5 millones de establecimientos agropecuarios, que representan 85% del universo total y que representan 30,5% del área total. Este sector es responsa-ble de la producción de cerca del 70% de los principales alimentos y corresponde al 32% del Produc-to Interno Bruto de las cadenas productivas del agronegocio, que

equivale al 10% del PIB del país. Se va consolidando el reconocimien-to de que este sector es productivo y, más que eso, que contribuye a una ocupación más equilibrada del territorio y a una dinamización económica de las regiones rurales. Cuando hablamos de las regiones rurales nos estamos refiriendo al 90% de los municipios de hasta 50 mil habitantes, donde viven cerca de 65 millones de personas (35% de la población del país), regiones cuyas economías y cuya dinámica social están fundamentalmen-te vinculadas con las actividades agrícolas y no-agrícolas realizadas en el medio rural. Por lo tanto, la

agricultura familiar además de garantizar la seguridad y la sobe-ranía alimentaria, es una referen-cia importante para la transición del modelo agrícola de ocupación hacia modelos más sustentables desde el punto de vista ambiental y social.–¿Cómo se ha enfrentado y con qué re-sultados la concentración de la tierra? ¿Cómo está funcionando la reforma Agraria? ¿Cuál es el balance desde su punto de vista?–En 2003 el gobierno federal lan-zó el II Plan Nacional de Reforma Agraria, en una singular acción de unidad de todos los movimientos sociales del campo de Brasil. La de-cisión fue la de realizar una Refor-ma Agraria amplia y sustentable, con capacidad para democratizar el acceso a la tierra y garantizar las inversiones necesarias para la producción y la calidad de vida. El Plan, al reconocer las diversidades regionales, de biomas y de bene-ficiarios públicos, prevé la utili-zación de modelos diferenciados, adecuados a cada situación, pero integrado a una estrategia de de-sarrollo territorial. Mientras tanto existen importantes limitaciones legales para un proceso de des-concentración de la propiedad de la tierra a corto plazo. La legisla-ción brasileña establece que única-mente los inmuebles rurales que no cumplen una función social son los que pueden ser expropia-dos con un pago en títulos, pero a precios de mercado.Los datos hablan por sí mismos mostrando la dimensión de la Re-forma Agraria que se encuentra en curso en Brasil. De 2003 a 2008

UBirAJArA MACHADo/BP

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fueron destinados para la Reforma Agraria, 43 millones de hectáreas. Para poder tener una idea de lo que eso representa, estamos hablando de una Reforma Agraria que co-rresponde a un 15% del área total de la Argentina, 47% del área to-tal de Venezuela, 40% de Bolivia, 2,5 veces la de Uruguay y un área mayor a todo Paraguay. Fueron be-neficiadas 520 mil familias, con la creación de 3.089 establecimien-tos. Para tener una dimensión de las inversiones en infraestructura, en este período fueron construidos o reformados 38 mil km de auto-pistas. El balance es positivo, pero persiste el desafío de construir una mayoría política y social que reubi-que a la Reforma Agraria como uno de los elementos centrales de un proyecto de desarrollo nacional y de profundización de la propia democracia brasileña.–¿Cómo entra en este esquema la producción de bioenergía? ¿no hay choques de intereses? Brasil produce etanol, ¿también está produciendo bio-diésel? ¿Con qué consecuencias para el cultivo? ¿Cómo entra en este aspecto el tema de la seguridad alimentaria? –No hay una contradicción en Bra-sil entre la producción de alimen-tos y la producción de materias primas para los biocombustibles, teniendo en cuenta las dimensio-nes del territorio brasileño, y las características y el papel desempe-ñado por la agricultura familiar. El tema del biocombustible involucra básicamente la producción de eta-nol y de biodiésel. En el caso de la producción de etanol, está en su fase final una nueva zonificación de caña de azúcar, y está habiendo

avances en la negociación del mo-delo de contratación colectiva de trabajadores (convención colectiva), tanto en relación con las remune-raciones como con las condiciones de trabajo. Creamos, a partir de 2004, el Programa Nacional de Biodiésel, que tiene como uno de sus objetivos la inclusión económi-ca de la agricultura familiar como factor de dinamismo económico regional, más allá de la reducción de las emisiones de gas carbónico y de la diversificación de nuestra matriz energética. Las actividades agrícolas vinculadas al Programa promueven la asociación de los agricultores y la diversificación de cultivos, evitando el monocultivo y garantizándole renta a la agricul-tura familiar y a los asentamientos de reforma agraria. Para eso de-sarrollamos el sello “Combustible Social” que identifica a los produc-tores de biodiésel que adquieren la materia prima de la agricultura fa-miliar y cumplen con condiciones comerciales y criterios de afinidad establecidos por el sector público y negociados con las organizaciones sociales implicadas. Hoy el 95% del biodiésel brasileño es producido de esa forma, por usinas que cumplen con esos requisitos. El desafío que tenemos hacia adelante es la incor-poración de la agricultura familiar en otras etapas de la cadena pro-ductiva del biocombustible, más allá de la difusión de experiencias de autosuficiencia energética en las comunidades rurales.–¿Hay políticas detrás de la seguridad alimentaria que piensen a largo plazo? ¿o sólo hay tiempo para la urgencia, el corto plazo?

–Brasil, a partir de 2003 con el Pro-grama Hambre Cero, ha elegido la seguridad alimentaria como uno de los temas centrales para su actua-ción internacional y para la propia agenda de desarrollo nacional. La Iniciativa Internacional contra el Hambre y la Pobreza impulsada por el Presidente Lula, recolocó el tema en las prioridades de los or-ganismos internacionales y de los países desarrollados, y se concentró en diferentes acciones, en particu-lar el Programa América Latina Sin Hambre 2025, coordinado por la oficina de representación de la FAO en América Latina y el Cari-be. Brasil fue uno de los primeros países de la región en aprobar la ley y en crear una política y un siste-ma nacional de seguridad alimen-taria y nutricional, con directrices y orientaciones para el rediseño de las políticas públicas de alimen-tación y de producción. Más que una acción aislada, lo que está en curso en Brasil es la consolidación de una agenda pública de garantía del derecho humano a la alimen-tación, el cual no se restringe a garantizar la oferta de alimentos. Hay una sinergia que abarca cam-bios en la política macroeconómica, el aumento del salario mínimo, po-líticas de transferencia de renta, y políticas de apoyo a la producción de la agricultura familiar y de refor-ma agraria. Hay una actuación con claridad estratégica que orienta la articulación de las acciones de corto plazo y que cuenta, incluso, con la participación de los movimientos sociales y organizaciones no guber-namentales, más allá de las demás esferas del gobierno.

CAio GAlvão dE FrAnçAIngEnIERo AgRónomo y socIóLogoEstudió en la Universidad Federal de minas gerais. Es el actual jefe de gabinete del ministerio de Desarrollo Agrario de Brasil, previamente fue coordinador del centro de Desarrollo Rural y Estudios Agrarios.

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En 1815, José Artigas escribe su “Reglamento de Tierras” y da las órdenes correspondientes

para su aplicación. Allí, refirién-dose a quienes serán beneficia-rios, señala: “y los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agra-ciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, y a la de la provincia.” Toda una definición temprana de justicia social en este documento, que aún hoy da claras señales hacia dónde debe apuntar una Reforma Agraria. Mucho tiempo ha transcurrido y aún hoy nuestro país trata de construir una “política de tierras”.

La derrota del artiguismo abrió un largo período donde el latifun-dio se instaló por casi 200 años.

Aún pasando por distintos momen-tos de auge y bienestar de nuestro país, en este período se originan y multiplican los rancheríos don-de la pobreza se instala en forma crónica. Siempre como resultado de la contradicción “de propiedades rurales con dueño pero sin gente y de comunidades rurales llenas de gente pero sin tierra”. El lati-fundio genera pobreza, a la que empuja fuera de sus tierras y de la cual se nutre de mano de obra barata cuando algún trabajo zafral se lo exige.

La experiencia reciente Durante los últimos gobiernos, el Instituto Nacional de Colonización (INC) sufrió el embate neoliberal. Uruguay posee este Instituto por ley del año 1948, creado con el ob-jetivo de impulsar la colonización de los campos. Si bien se considera

La situación de la propiedad de la tierra es un debate vigen-te en Uruguay. según Antonio Vadell, el estado debe tomar cartas en el asunto para rediseñar producciones dentro de un amplio plan de reforma agraria. “se está construyendo un nuevo modelo de desarrollo que exige una nueva forma de acceder a la tierra”, dice el autor de esta nota.

UrUGUAYPor Antonio vadell

Nuevas políticas para el acceso a la tierra

que es una buena ley, la misma no fue correspondida con los recursos financieros para su correcta apli-cación. Este se expresó de manera que en varias empresas o institutos públicos, quienes eran nombrados para ejercer la dirección, ponían más énfasis en cerrarlo (o hacer todo para justificar su cierre) que para que funcionara correctamente según los objetivos de su creación.

Desde el año 2005 se trabaja en su recuperación como herramien-ta fundamental para el desarrollo. El INC es un ente autónomo. Se considera necesario revisar aspec-tos jurídicos de esta situación, ya que para generar una política de desarrollo rural, es imprescindi-ble que el Ministerio de Ganade-ría, Agricultura y Pesca (MGAP) cuente con una política de tierras plenamente articulada a los planes de desarrollo.

En los últimos años, las políti-cas de libre mercado han agudi-

LA TIERRA

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zado el proceso de concentración de la riqueza. En el campo esto se expresa con un aumento del tama-ño de predios en pocas manos. El resultado sigue siendo el mismo a lo largo de la historia: los pode-rosos aumentan sus extensiones y los sectores de productores fami-liares y asalariados aumentan su exclusión y ven alejadas sus posi-bilidades de una vida digna en el medio donde nacieron.

La riqueza generada a partir de las producciones agropecuarias ha crecido en forma importante, sin embargo esto no ha produci-do todo el efecto esperado en los sectores que más precisan mejo-rar sus ingresos. Es evidente que si no desarrollamos un modelo que distribuya la riqueza no obtendre-mos el tan deseado resultado de justicia social en el medio rural. Es a partir de estas definiciones que consideramos muy importante y necesario ese modelo que distri-buya y que lo haga desde el inicio de los procesos productivos. Con esto estamos diciendo que cuando la base que genera la producción agropecuaria está integrada por miles de productores familiares y no por unas pocas empresas de agronegocios, ya estamos organi-zando un proceso de distribución. Para ello es preciso dar tierras que permitan a colectivos organizados asumir la producción.

Se están generando nuevas ex-periencias que permitirán crear un nuevo y actualizado sistema de colonización. Las mismas con-sideran distintas propuestas para diferentes situaciones. Menciona-mos algunos ejemplos que van en

ese sentido.En el departamento de Salto se

repartieron campos a “tenedores de ganado sin tierra” (pastores nómades), los cuales recorrían los caminos y orillas de carreteras pastoreando sus animales. Previo al ingreso al campo, técnicos so-ciales trabajaron con los vecinos de los pueblos de Palomas y Sau-cedo, facilitando su organización. Seguidamente, se dio cabida a 20 ganaderos familiares chicos, los cuales ingresaron con sus peque-ñas tropas de ganado (25 vacunos y 50 ovinos de promedio), realizando un manejo colectivo del mismo. A más de un año del ingreso a la tie-rra, se va alcanzando la meta de aumentar sus rodeos en un 20%.

En la zona de Bella Unión (De-partamento de Artigas), junta-mente con ALUR (ingenio sucro-alcoholero de propiedad estatal), se instaló un campo de caña y se repartieron fracciones de 10 hec-táreas por productor con asesora-miento colectivo. Los beneficiarios fueron integrantes de sindicatos y gremios de la zona.

También en Bella Unión se trabaja para poblar más de 2.000 hectáreas, en la Colonia Raúl Sen-dic Antonachio, con un diseño participativo de la población que se decidió fuera beneficiaria. Se trata de trabajadores zafrales de la caña de azúcar y pequeños granjeros. Se prioriza a los sectores organizados. Es así cómo el histórico sindicato protagonista de las luchas en la década del 60, la “Unión de Tra-bajadores Azucareros de Artigas” (UTAA) es uno de los principales participantes del proyecto. Partici-

UrUGUAY

LA TIERRA

Antonio vAdEllDirECTor DE UrUGUAy rUrAl

Estudió Ciencias Biológicas, Agrono-mía y Enseñanza Agraria Superior. Es responsable de la Dirección Técnica de la Unidad de Producción de cerdos de Juanicó del Centro regional Sur. También dirige el proyecto “Uruguay rural” y coordina la Sección nacional de la rEAF del Mercosur.

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pan también en esta experiencia el INC, la Universidad de la República a través de sus servicios de exten-sión y el MGAP.

Otro interesante reparto de tie-rras ocurrió en la antigua estancia de José Artigas, en Arerunguá (Sal-to). En este caso ingresaron cuatro grupos de pequeños productores familiares y de asalariados rurales. Hoy están trabajando de manera colectiva, logrando un buen mane-jo de los recursos disponibles.

Algunas definiciones necesarias

Creemos que el modelo a seguir tiene que tener algunas definicio-nes que permitan avanzar en el proceso de generación de políticas de desarrollo rural con justicia so-cial. En primer lugar consideramos que la tierra es un bien social y al servicio del desarrollo. La función social de la tierra se debe expresar en que el Estado posea una cartera de tierras para dar cumplimiento tanto a los objetivos de la coloni-zación como para rediseñar pro-ducciones, que para viabilizarse necesitan levantar la restricción del recurso tierra. En Uruguay, rubros como la lechería necesitan solucionar en muchos casos el tamaño de la explotación ante el riesgo de perder a la familia que posee la formación y la cultura de la explotación lechera.

Para el éxito de cualquier proce-so de colonización es preciso que los colonos involucrados posean los conocimientos: no sólo en las labo-res propias de la agropecuaria, sino también en la gestión de los recur-

sos. Es difícil encontrar asalariados rurales o pequeños productores familiares que posean formación o experiencia en gestión. Si ver-daderamente se pretende obtener resultados positivos en las expe-riencias de favorecer a los sectores más necesitados con tierra, es im-prescindible desarrollar planes de formación para estos sectores en administración y gestión. No alcan-za con facilitar el acceso a la tierra y brindar líneas de crédito blandas. De no sumar la gestión estamos comprometiendo peligrosamente el proceso de colonización.

La construcción de reglamentos entre los colonos, para el funcio-namiento de cualquier proyecto colectivo, se convierte en un ins-trumento vital y en un aprendiza-je para quienes participan en su elaboración y aplicación. Es en sí mismo un proceso de consolida-ción del grupo que permite enfren-tar los desafíos de convivencia de estas experiencias colectivas.

La posibilidad de extensiones en común cogestionadas con una empresa del Estado y de pequeñas parcelas de responsabilidad indivi-dual/familiar en la misma colonia, se está discutiendo como un po-sible modelo a implementar en la Colonia Raúl Sendic. Esto puede generar rubros con alta producción realizados planificadamente y con escalas suficientes, aprobados por todo el colectivo de la colonia, y mantener la expresión productiva familiar en una parcela pequeña de libre explotación.

Todas estas experiencias que se están realizando no son muy im-portantes en lo cuantitativo pero siembran cualitativamente, al en-riquecer las posibles soluciones a la pobreza rural.

Es evidente que todas estas ac-ciones apuntan a la desconcentra-ción de la propiedad de la tierra. Se está construyendo un nuevo modelo de desarrollo que exige una nueva forma de acceder a la tierra. Además surgen interrogan-tes sobre la forma de propiedad de las tierras asignadas por el Estado: ¿no será conveniente que el Esta-do sea el propietario y las otorgue por largos períodos en usufructo? También tenemos que considerar como está la región en el tema, esto es imprescindible ya que cualquier proceso de integración que adopte-mos habrá que articular nuestras políticas de tierra. Son caminos a recorrer para alcanzar un Uruguay productivo con justicia social. En este marco es necesario discutir qué Reforma Agraria precisamos, porque la Reforma Agraria es ne-cesaria.

“LAs poLíTicAs de LibRe meRcAdo hAn AgUdizAdo eL pRoceso de concen-TRAción de LA RiqUezA. en eL cAmpo esTo se expResA con Un AUmenTo deL TAmAño de pRedios en pocAs mAnos.”

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Cuando en la década del 70 comen-zaba el desarrollo de la siembra di-recta en la Argentina, el desafío ya

no podía ser postergado. Las superficies cultivables, según los paradigmas de la época, parecían por primera vez vislumbrar sus lími-tes, la productividad bajaba debido al labrado excesivo de las tierras, la presión demográfica y la demanda de alimentos planteaban un desafío inquietante: em-barcarse en una nueva era dentro de la producción agropecuaria, abandonar prácticas que (pese a sus variantes tecnológicas) estaban arraigadas desde hacía miles de años e incrementar la producción a la vez que se reducía el desgaste de la tierra propio de la explotación agrícola.

La historia de la humanidad ha sido también la historia de los éxitos y fracasos en torno del man-tenimiento de sistemas sostenibles. Desde el año 6.000 aC., existen testimonios de poblados fantas-mas, abandonados debido a la erosión del suelo que habían producido la deforestación y la explotación

indiscriminada de esos recursos. Sin em-bargo, la idea de la “revolución verde” que se planteó en los años 70 de la mano de las investigaciones en siembra directa y cereales de alto rendimiento sacudió al-

gunas de los cimientos que hasta entonces marcaban el acercamiento y los límites de la agricultura: por primera vez se distinguía, por ejemplo, entre tierras arables y sembrables; la tecnología prometía métodos para conservar los nutrientes que hasta entonces se perdían irremediablemente con los sucesivos cultivos; la tecnología prometía sortear una encrucijada crítica para el ser humano y la siembra directa era una de sus herramientas.

Los pionerosAunque las primeras investigaciones importantes en torno de la siembra directa en la Argentina se remontan a los años 70, ya desde la década anterior se registran experiencias aisladas. Entre 1964 y 1965, una curiosa estampa se volvió habitual en los campos

La siembra directa, bajo la lupa: luces y sombras de una técnica

vital en la regiónLa siembra directa es un sistema basado en prácticas agrícolas con poca labranza que permite producir sin degradar el suelo y ahorrar agua al retener humedad. Su práctica en conjunto con desmalezadores químicos y semillas genéticamente

modificadas provoca incertidumbre sobre el futuro. Hay productores en desacuerdo con la ausencia de políticas públicas en la materia que ha ocasionado un notable crecimiento del área sembrada con uno u otro cultivo por razones de mercado.

juan manuel bordon

De la redacción de Agrópolis

tecnologíasSIEMBRA DIRECTA

opinión

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 61

de Pergamino: un hombre recorría los terrenos desti-nados al cultivo de maíz clavando un palo puntiagudo en la tierra. El protagonista de la anécdota era Marcelo Faggioli, un investigador de origen italiano que casi una década después de terminados estos experimen-tos publicaría sus resultados en la revista IDIA: con esa técnica rústica de sembrado que en su momento habían utilizado los incas (cronistas de la Conquista como Felipe Guamán Poma de Ayala cuentan que rea-lizaban agujeros en la tierra con un palo, depositaban en cada uno una semilla e incluso llegaban a utilizar de fertilizante pequeños trozos de pescado), Faggioli había sido capaz de experimentar con cultivos que no sólo no exigían labranza previa, sino que además prevenían la erosión e incrementaban la humedad del suelo. Lo más curioso es que el hallazgo fue prácticamente ac-cidental. Con este experimento, Faggioli se proponía estudiar la relación entre la profundidad de labranza, la humedad del suelo y el rendimiento del maíz. Para ello, realizó aradas de distinta profundidad y finalmente llegó a la “profundidad cero” (o sin labranza), que pensaba utilizar como tratamiento testigo. Esa experiencia alertó sobre el po-tencial del cultivo sin labranza en la pampa húmeda argentina. Por la misma época, investigadores como E.E. Anguil y Martín Monsalvo también evaluaban la viabilidad del control químico de malezas o el uso de sembradoras adaptadas para el cultivo sin labranza.

A la hora de buscar precedentes para la siembra di-recta en la Argentina, sus defensores rara vez olvidan a los agricultores incas o a los criollos de la pampa santafesina que ya a fines del siglo XIX distribuían desde sus caballos de a puñados, lanzados al voleo después de cada lluvia importante, semillas de ceba-dilla para mejorar las pasturas. Estos relatos sobre los precedentes folclóricos de la siembra directa van más

allá de la nota de color. Su difusión es parte de un esfuerzo por vincular la aparición de esta nueva tec-nología con una cierta continuidad con las prácticas del pasado. Sin embargo, la realidad es que la siembra directa marcó uno de los grandes saltos (y rupturas) dentro de un proceso que comienza con la mecani-zación de la agricultura: el avance traía implícito una drástica reducción en la mano de obra necesaria para sostener un cultivo. También permitía (por no decir que exigía, ya que de otro modo era difícil que la in-versión tecnológica fuera del todo rentable) ampliar la superficie cultivable por cada productor, poniendo en riesgo a los medianos y pequeños productores.

Siembra directa en la ArgentinaLa factibilidad de la siembra di-recta ya se estudiaba en los Esta-dos Unidos en la década del 30. Universidades como Michigan State adaptaban sembradoras que evitaban la roturación pre-via del suelo. En la década del 50 aparecerían los primeros herbi-cidas, el complemento que hará viable el cultivo sin labranza a gran escala, aunque el gran sal-to llegará con la extensión del glifosato y el uso de semillas resistentes.

En la Argentina, el INTA comenzó sus estudios en la década del 60 aunque, en rigor, para las primeras experiencias e investigaciones hay que ir a los trabajos del INTA de Marcos Juárez (Córdoba) en los años 70. Los investigadores Alfredo Lattanzi, Hugo Marelli y Mario Nardone trabajaron sobre la productividad de distintos tipos de cultivos: la labranza convencional, el cultivo combinado y la siembra directa. Los resul-tados ampliaron las experiencias pilotos a campos de productores interesados en estas investigaciones. El atractivo de esta nueva tecnología se hacía patente en dos ámbitos: en primer lugar, disminuía el consumo de energía y la mano de obra que exigía la labranza

“La siembra directa marcó uno de los grandes saltos dentro de un proceso que

comienza con la mecanización de la agricultura: el avance traía implícito una drástica

reducción en la mano de obra necesaria para sostener un

cultivo.”

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tradicional. En segundo lugar, se presentaba como una técnica que permitía conservar mejor la hume-dad del suelo y reducía el desgaste por labranza de la tierra.

Buena parte de la maquinaria tuvo que adaptarse a esta nueva forma de cultivo y en la década del 80 comenzaría a importarse y desarrollarse tecnología específica para la siembra directa. En 1989 nacía AAPRESID, una asociación que reunía a los produc-tores que apostaban por la siembra directa. Una de las principales dificultades para el pleno desarrollo de la siembra directa seguía siendo el precio de los herbicidas. Sin embargo, en 1992 se vence la patente original del glifosato (un herbicida biodegradable), cuyo precio pasaría de 40 dólares el litro en 1980 a apenas 3 dólares en 2003. Esto, sumado al sostenido aumento de los combustibles que enca-recían todavía más la labranza tradicional, favorecerá definitiva-mente la expansión de la siem-bra directa en el país. De las 3 mil hectáreas trabajadas con esa técnica en 1995, se pasará a 15 mil en apenas seis años. En este proceso también fue clave la ley de convertibilidad (promulgada en marzo de 1991), que elevó los costos de la mano de obra y esti-muló su reemplazo por capital en tecnología.

El cultivo de labranza cero creció notablemente du-rante las décadas de los ochenta y noventa de la mano de los desmalezadores químicos y bajo el auspicioso rótulo de la agricultura sostenible. Actualmente, en la Argentina existen 17 millones de hectáreas bajo agri-cultura de conservación, casi un 20% de la superficie mundial. De los 90 millones de hectáreas que hoy se cultivan con siembra directa en todo el planeta, casi la mitad están en Latinoamérica, un 40% en Estados Unidos y Canadá, un 10 % en Australia y el resto en Europa, África y Asia. Sin embargo, la carrera entre demografía y producción se ha mantenido muy pareja

a lo largo de las últimas décadas. Es indudable que la siembra directa ha permitido ocupar terrenos no ara-bles y aprovecharlos para el cultivo. Potencialmente, también ha evitado que tierras dedicadas a la siem-bra perdieran nutrientes (y por tanto productividad) debido al exceso de arado. Pero si bien la oferta de alimentos respondió a la explosión demográfica que duplicó la población mundial entre 1950 y 1988, la siembra directa tampoco ha sido la solución para los problemas de la seguridad alimentaria. Por el contra-rio, ha quedado claro que el problema de los alimen-tos debe tener en cuenta una solución política junto a la solución técnica. La disponibilidad de alimentos no garantiza el acceso de la población a ellos. Sin ir más lejos, durante la crisis alimentaria de 2007-2008,

el aumento en la demanda y el precio de los cereales o el maíz no estuvo relacionada directa-mente con el consumo humano. Entraron factores nuevos como su utilización para biocombusti-bles y sobre todo para el engorde de ganado: según los análisis de abril de 2008 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el aumento del consu-mo de cereales ha subido uno por ciento desde 2006, pero la

mayoría de este aumento ha ido a parar a los países desarrollados.

Por otra parte, la utopía conservacionista de la siembra directa se enfrenta con síntomas de alarma. Por el momento ha demostrado ser, más que un si-nónimo de sistema sustentable, una herramienta con el potencial para desarrollar un sistema sustentable. La creencia de que la siembra directa elimina auto-máticamente el riesgo de deterioro o degradación ha llevado a que crezcan los monocultivos (un ejemplo es la denominada “sojización” del campo argentino) que dan un máximo retorno económico a corto plazo. Sin embargo, sin la rotación de cultivos el carácter

“Por el contrario, ha quedado claro que el problema de los alimentos debe tener en cuenta una solución

política junto a la solución técnica. La disponibilidad de alimentos no garantiza el acceso de la población a

ellos.”

tecnologías

opinión

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conservacionista de la siembra directa pierde su sen-tido ya que la proliferación de plagas y enfermedades asociadas a los monocultivos terminan por exigir un mayor uso de insecticidas. En este sentido, el desa-rrollo de la siembra directa en la Argentina ha dejado varias cuentas pendientes. La ausencia de políticas públicas con relación a la siembra directa ha deriva-do en un notable crecimiento de uno u otro cultivo atendiendo únicamente a su valor en el mercado. El caso emblemático, como se mencionó anteriormente, es la denominada “sojización” del campo en la Ar-gentina: según datos del INTA de Marcos Juárez, las hectáreas dedicadas al cultivo de trigo en la provincia de Córdoba pasaron de 272 mil entre 1970-1973, a 251 mil entre 1997 y 2000. En el mismo período, los terrenos dedicados a la soja pasaron de mil hectáreas a casi 2 millones.

Siembra directa: el futuroUn informe del director general de la FAO, Jacques Diouf, ponía en cifras las dimensiones de la actual crisis de alimentos. Los precios subieron un 52% en-tre 2007 y 2008. Un insumo clave para la producción como los fertilizantes prácticamente duplicó su precio en el mismo tiempo. Mientras tanto, 75 millones de personas más han caído debajo de los umbrales de pobreza y pasan hambre. El diagnóstico de Diouf, uno de los princi-pales especialistas en materia de alimentación del mundo, es verdaderamente desalentador en su sim-pleza: “necesitamos aumentar la producción agrícola”, concluyó el año pasado en una exposición frente al parlamento italiano. Según sus cálculos, la produc-ción de alimentos deberá duplicarse de aquí a 2050 si se quiere alimentar a los 9 mil millones de habitantes que tendrá la Tierra.

Sin embargo, la chistera tecnológica ya parece ha-ber agotado buena parte de sus trucos en el terreno

de la agricultura. La expansión de las áreas de cultivos levanta cada vez más ampollas debido a los efectos ecológicos y sociales del desmonte, desde la prolife-ración de plagas y pérdida de diversidad biológica al desplazamiento de los habitantes de esas zonas reconvertidas en áreas de cultivos. Pese a ello, ante la falta de tecnologías que permitan un boom pare-cido al de los años 70, organizaciones como la FAO apuestan por intensificar técnicas sostenibles como el cultivo sin labranza y la investigación en semillas que, a través de la modificación genética, permitan producir granos con más rendimiento, más resisten-cia al cambio climático y con un mayor valor nutritivo. Aquí el asunto se vuelve aún más complejo, pues la presencia de grandes corporaciones multinacionales

en el área de la investigación con semillas transgénicas levanta sospechas sobre el papel que ju-garán a la hora de enfrentar una crisis alimentaria. El riesgo de que la semilla, el insumo clave de la agricultura, esté contem-plado entre los productos que respaldan las leyes de patentes ya es realidad en países como Estados Unidos. La aparición de las semillas “exterminado-ras”, cuya segunda generación no germina y así obliga al agri-

cultor a comprarlas cada año, es una de las prácticas que ha disparado el escepticismo sobre el horizonte humanista de la manipulación genética.

Para los defensores de la biotecnología y la siembra directa, estos nuevos modos de cultivo han probado ser más eficientes, resistentes a plagas y tolerantes con los efectos del cambio climático. En definitiva, una forma de cultivo que da más garantías en mo-mentos críticos. La sequía que ha golpeado buena parte de la pampa húmeda argentina el año pasa-do ha puesto a prueba ese argumento. Son muchos los que creen que si no se estuviera en un escenario donde se optó mayoritariamente por esa técnica, las

“La expansión de las áreas de cultivos levanta cada

vez más ampollas debido a los efectos ecológicos y

sociales del desmonte, desde la proliferación de plagas y pérdida de diversidad

biológica al desplazamiento de habitantes.”

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cosechas se hubieran perdido completamente. Pese a la ausencia de lluvias, la cosecha de trigo subsistió gracias a la humedad acumulada durante aquellos meses de otoño. Eso fue posible gracias a la cobertura orgánica que permite el sistema de labranza cero. Además, la reducción de la erosión y el incremento de la materia orgánica en los cultivos con siembra directa incrementan (relativamente) la productividad a largo plazo. Si bien el rendimiento en las primeras etapas es similar al que se obtiene de otros sistemas de labranza, a través del tiempo las diferencias se amplían a favor de la siembra directa como conse-cuencia de la mayor productividad del suelo que no ha sido labrado.

Sin embargo, igual de cierto es que la Revolución Verde y la extensión de la siem-bra directa sofocó la diversidad de cultivos locales y puso en ja-que a muchos pequeños y me-dianos productores. También, puede dar lugar a una situación insólita en el futuro: países con grandes superficies cultivadas, auténticos graneros del mundo, pondrían en riesgo su seguridad alimentaria pese al aumento de la producción total de alimentos. Su producción se vuelve cada vez más homogénea en respues-ta a la especulación con los precios internacionales de los alimentos. En la Argentina, la superficie dedicada a la soja no ha dejado de aumentar en paralelo a la subida del precio internacional. Paradójicamente, la cantidad de establecimientos productores pasó de 422 mil en 1998 a 318 mil en 2002. También dis-minuyó considerablemente la mano de obra. Según los datos del Censo Nacional Agropecuario, en 1991 vivían 4,27 millones de habitantes en zonas rurales (más de un 14 por ciento de la población del país). En 2001, la población rural se había reducido a 2,6 millones, es decir un 7,2 por ciento de la población argentina.

Además, el uso de desmalezadores químicos también genera inquietud. Aunque se asegura que el glifosato es inocuo para el ser humano y los ani-males, sus efectos a largo plazo despiertan dudas. Un estudio realizado por investigadores del Conicet y el Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH) asegura que el glifosato ha alterado las comunidades de algas de lagunas en zona de uso del herbicida. Pese a la supuesta vida breve del químico utilizado como desmalezador, estos estudios sugieren que algunos restos se adhieren a minerales del suelo y permane-cen entre sedimentos. El Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet-UBA (Facultad de Medicina) también publicó los resultados de un experimento sobre los efectos del químico sobre embriones an-

fibios: según sus responsables, al administrar el glifosato en el embrión o sumergir el embrión en una solución con el desma-lezador, se producen efectos ne-gativos en la morfología de los embriones.

La historia de la siembra directa demuestra el potencial de esta tecnología a la hora de hacer frente a una crisis alimen-taria. También, la posibilidad de que la tecnología dé respuestas a inquietudes que van más allá

del rendimiento económico: la disminución de la ero-sión de la tierra gracias a la siembra directa (siempre que no se trate de monocultivos) es un buen ejem-plo. Sin embargo, como ya sucedió con las grandes invenciones del siglo XX (de la energía atómica a la informática), el análisis de sus supuestas bondades no puede reducirse al ámbito técnico. Vista en un contexto más amplio, la siembra directa fue uno de los principales factores que rompieron durante las últimas décadas paradigmas culturales de la agri-cultura que existían desde hace siglos. Esos cambios sociopolíticos también pesan a la hora de hacer un balance de su importancia histórica.

“La historia de la siembra directa demuestra el

potencial de esta tecnología a la hora de hacer frente

a una crisis alimentaria y de poder dar respuestas a inquietudes que van

más allá del rendimiento económico.”

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El concepto “agricultura fami-liar” constituye la dimensión reciente de una larga trayecto-

ria de lucha y construcción de iden-tidades colectivas. El significado y la concepción de lo que es la agri-cultura familiar tienden a confun-dirse con la historia política de la región, la movilización social y la capacidad de organización y acu-mulación de fuerzas de los agricul-tores y agricultoras familiares y sus organizaciones.

La creación y consolidación de la Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar del Merco-sur (REAF), es el hecho político más importante, en los últimos años, del avance de la agricultura familiar, tanto en su significación socioeconómica como de conquista de espacio político.

La coyuntura económica sig-nada por la crisis estructural del capitalismo y también por las oscilaciones en los precios de ali-mentos y commodities en general, influye sobre la significación de la

agricultura familiar en su papel en el sistema económico, en la gene-ración de trabajo, en la garantía de la soberanía y seguridad alimenta-rias y en la estabilidad de nuestras sociedades.

La trascendencia de la agricultu-ra familiar y su especificidad como segmento diferenciado de los de-más pueden ser consideradas re-cientes, a pesar de que la moviliza-ción política y la lucha campesina se confunden con la propia forma-ción política de nuestros países.

Algunos elementos importantes de esta trayectoria son el concepto de campesinado y la noción de “pe-queño agricultor”. Así, fue posible identificar que había diferencias en el sector agrícola o en el medio rural y que existía un grupo –o segmento– diferente de los demás, aunque mantenía características si-milares con aquéllos. Una de esas características era que este seg-mento social fue tradicionalmen-te ignorado por las políticas públi-cas, desde siempre dirigidas hacia

el asesor del gobierno brasileño explica el papel clave de la agricultura familiar en el desa-rrollo de su país y de la región. señala que la agricultura familiar acumulará fuerza política y económica no sólo para reivindicar políticas públicas diferenciadas —nacionales y regionales—, sino también para contribuir a definir el Mercosur que todos quieren. Para ello, dice que es necesario fortalecer la Reunión especializada sobre agricultura familiar del Mercosur.

AGRICULTURA FAMILIARPor Laudemir Müller, asesor internacional y de promoción comercial del Ministerio de Desarrollo Agrario de BrasilTraducción: Julieta Galván

Una forma de vida y producción que es clave para consolidar el Mercosur

el sector patronal. Si, por un lado, esta noción fue capaz de articular organizaciones sindicales y poner al descubierto rasgos diferenciales entre los pequeños agricultores y los demás, también es verdad que tal idea sufrió un desdoblamiento en la sociedad, que pasó a identi-ficar este tipo de agricultura como de bajo rendimiento, improductiva, empobrecida y sin relevancia eco-nómica. En fin, para la visión de la sociedad, se trataba de una forma de organización social y producti-va que debería ser superada y que, mientras tanto y como máximo, podía ser objeto de políticas so-ciales y compensatorias. En cierto modo, lo mismo podría decirse de la agricultura campesina, que es la definición más utilizada en los países latinoamericanos.

Esta concepción fue superada de forma progresiva, por un lado, con la lucha política de las organi-zaciones de agricultores y, por otro, por su propia insuficiencia para dar cuenta de la realidad de nuestras

opiniÓn

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sociedades. Con el agregado de las fuerzas políticas en torno de la idea de “agricultura familiar”, nuevos elementos fueron incorporados. La agricultura familiar pasa a ser considerada una forma de agricul-tura con base en la familia, donde la gestión, el trabajo y los medios de producción se funden. Lo más importante es que se comienzan a disputar los significados de la agri-cultura y de lo rural y a reivindicar como propio un papel importante y activo en el desarrollo nacional.

El reconocimiento de que esta agricultura familiar estaba desa-rrollada por millones de estableci-mientos, explica la característica de que millones de personas encuen-tran ocupación en el medio rural y que es en este tipo de agricultu-ra donde ocurre gran parte de la producción de alimentos. Es im-portante tener en cuenta que este proceso se desarrolla en un marco de saturación de la urbanización y de problemas de desempleo. Otro elemento importante es el contex-

to económico de ajuste estructural y de políticas neoliberales vividas –en diferentes grados– por todos nuestros países. Por ello, la afir-mación política de la agricultura familiar y de su papel en el desa-rrollo nacional fue esencial para la búsqueda de políticas diferenciadas y específicas, al mismo tiempo en que fueron forjadas en este am-biente de adversidad económica y

de reducción de las políticas activas de los gobiernos neoliberales.

Tales avances son fundamenta-les para organizar la disputa por las políticas públicas. Sin embargo, es necesario tener claro que el concep-to se confunde con la lucha política y que la definición de agricultura familiar no es algo acabado y sí, un proceso continuo. Y, además, que el concepto no es formal, sino socialmente construido. En Brasil, por ejemplo, la Ley N0 11.326 que define al agricultor y la agricultora familiar, nació once años después del Programa Nacional de Fortale-cimiento de la Agricultura Fami-liar - PRONAF1 .

Tanto la Ley N0 11.326, del 24 de julio de 2006 –conocida como Ley de la Agricultura Familiar–, como la Declaración de Aptitud al PRONAF (DAP), que habilita a las familias de agricultores familia-res a acceder a políticas públicas de crédito y comercialización en el ámbito del gobierno nacional bra-sileño, caracterizan al sector de la agricultura familiar según los cri-terios de superficie, mano de obra, ingresos y gestión. Asimismo, am-plían el acceso a las políticas pú-blicas destinadas al sector, de los grupos de pescadores, recolectores, silvicultores y acuicultores.

Según la Ley de Agricultura Fa-miliar, Ley N0 11.326, “se considera agricultor familiar y emprendedor familiar rural” a aquel que cumple “simultáneamente” con los siguien-tes preceptos:

u“no detente, bajo cualquier títu-lo, una superficie mayor a 4 (cua-tro) módulos fiscales2”;

u“utilice predominantemente

LAUDEMIR AnDRé MÜLLERAsEsor BrAsilEño

Hijo de agricultores familiares, estudió economía, realizó una maestría en Desarrollo rural. Trabajó en Gestión de riesgos rurales, en la secretaría de Agricultura de rio Grande do sul. Es Asesor Especial y coordinador de Política internacional del Ministerio de Desarrollo Agrario desde 2003.

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68 AGROPOLIS cosecha fina 2009

mano de obra de la propia familia en las actividades económicas de su establecimiento o emprendi-miento”;

u“tenga ingresos familiares mayormente provenientes de acti-vidades económicas vinculadas al propio establecimiento o empren-dimiento”;

u“dirija su establecimiento o em-prendimiento con su familia”.

El proceso de acumulación na-cional –diferente en cada país–, sumado al nuevo ambiente político regional con gobiernos progresis-tas, amplía y supera el tema al ni-vel regional. Con la prioridad de la política exterior volcada al proceso de integración de América del Sur y a partir de la visión de la necesi-

dad de un espacio de articulación política de la agricultura familiar en el Mercosur, Brasil le presenta al Grupo Mercado Común –GMC, órgano ejecutivo del Mercosur–, en 2004, la propuesta de creación de la Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar-REAF. La creación de este espacio institu-cional –que demandó una intensa negociación– es un avance que aún no estamos en condiciones de me-dir. Más aún, teniendo en cuenta la riqueza y la dimensión de este proceso, que significa mucho para la agricultura familiar y también para la integración regional.

La REAF representa una nueva plataforma para la agricultura fa-miliar regional. Hoy, la REAF es

un espacio de diálogo político en el que se discuten políticas y acciones específicas para la agricultura fami-liar. Y uno de los elementos centra-les de la Reunión es, justamente, establecer una conceptualización de qué es la agricultura familiar; será necesario que esa definición sea compartida por todos. Es im-prescindible establecer un entendi-miento regional, construido social y colectivamente, consensuado y reconocido mutuamente por todos los países. Esta es la base para el es-tablecimiento de políticas públicas diferenciadas de carácter regional. Una política específica de facilita-ción de comercio para los productos de la agricultura familiar necesita estar fundada en un entendimiento

La Agricultura Familiar: un motor de la economía regional

La agricultura familiar se proyecta como “la otra” agricultura. está pro-tagonizada por hombres y mujeres, que, en general, tienen relaciones de parentesco entre sí, capaces de producir y gestionar activida-des agropecuarias y rurales en un establecimiento donde también suelen residir. ellos mismos apor-tan mano de obra y contratan una cantidad limitada de personal. Los países del Mercosur han habilitado herramientas nacionales para apo-yar sus iniciativas.La agricultura familiar se legitimó como una forma de producción específica cuando se identificaron dos “agriculturas” diferentes en

la región, una de base empresarial y otra de base familiar. Para la “carta de Montevideo” de 2003 esta identifica-ción señala el inicio del reconocimiento de la agricultura familiar (af). De este modo, dejó de ser pensada como una práctica aislada y precaria, y hoy es un modo de organización capaz de con-tribuir al equilibrio económico, demo-gráfico y ambiental de la región dado su aporte a la seguridad alimentaria, al afianzamiento rural y a la preser-vación cultural. es por ello que, por decisión del Gru-po Mercado común, se crea en el año 2004 la Reunión especializada de agri-cultura familiar (Reaf). La Reaf se ha constituido en la mesa de diálogo don-

de se sientan los representantes de gobiernos y de organizaciones sociales de agricultores familiares de todos los países miembros. el fin último de esta instancia político-re-gional es el desarrollo de “políticas públicas diferenciadas” capaces de promover el “desarrollo sustenta-ble del medio rural desde el punto de vista socioeconómico, cultural y ambiental”. La agricultura familiar es un motor clave para la economía de la región y para la organización social. no sólo por su aporte en números a la riqueza de cada país, sino fundamentalmente, por su va-lor como forma de vida.siLvia choconi

AGRICULTURA FAMILIAR

opiniÓn

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regional acerca de qué es, específi-camente, la agricultura familiar. De ese modo, se crea una visión y una identidad comunes de agricultor y agricultora familiar. En ese proce-so, la REAF crea al mismo tiempo una identidad regional y orienta las definiciones nacionales sobre qué es agricultura familiar y quiénes son los sujetos de las políticas dife-renciadas, formando un ambiente de avances nacionales y regionales que se alimentan y refuerzan.

La resolución GMC N0 25/07 estableció, por parte de la REAF, los parámetros para la definición del sector de la agricultura familiar en el Mercosur. De forma general, la resolución citada identifica al establecimiento familiar como aquél en el cual la mano de obra y la gestión son predominantes de la familia y los recursos productivos son compatibles con la capacidad de producción de la familia.

Según el Mercosur, los agricul-tores y agricultoras destinatarios de políticas públicas para el sector de la agricultura familiar son quienes satisfacen estos criterios:

u“la mano de obra ocupada en el establecimiento corresponderá predominantemente a la familia, siendo limitada la ocupación de trabajadores contratados”;

u“la familia será responsable di-recta de la producción y gestión de las actividades agropecuarias y re-sidirá en el propio establecimiento o en una localidad próxima”;

u“los recursos productivos uti-lizados serán compatibles con la capacidad de trabajo de la familia, con la actividad desarrollada y con la tecnología utilizada, de acuerdo

con la realidad de cada país”.Al fin, parece que la coyuntura

económica mundial de crisis abre una nueva posibilidad de avance para la agricultura familiar. Por un lado, los problemas de inseguridad alimentaria –que se agravaron con el súbito aumento de los precios de los alimentos en 2007 y 2008– evidenciaron que la ausencia de políticas públicas efectivas para la agricultura familiar, la liberaliza-ción comercial, la reducción de la capacidad de intervención de los estados nacionales –en fin, el re-cetario neoliberal entero– crearon la crisis y, asimismo, que esa visión falló y debe ser superada. Por otro lado, los países que están logrando implementar políticas públicas ade-cuadas de producción de alimentos por medio de la agricultura fami-liar y estructurando sistemas de soberanía y seguridad alimentaria, tienen una respuesta más adecua-da para enfrentar la crisis.

Esos dos elementos muestran que las reivindicaciones de amplios sectores de la agricultura familiar y el combate a las políticas neolibera-les eran y, aún son, estrategias acer-tadas. En la actualidad, existe una gran convergencia mundial acerca de que debe haber una fuerte pre-sencia del Estado en la economía y que las políticas públicas deben ser robustas. En realidad, éste siempre fue el planteo político de las orga-nizaciones sociales y políticas de la agricultura familiar. Asimismo, resulta evidente que la agricultura familiar está avanzando en el re-conocimiento de su importancia económica. En el contexto actual, la producción de alimentos –que es

la característica fundamental de la agricultura familiar3– tiene relación con la oferta estable de alimentos, que tiene relación con la estabilidad de los precios, que influye en las ta-sas de interés y que a su vez afectan profundamente la capacidad de cre-cimiento. Así, la agricultura fami-liar, además de producir alimentos, generar empleo en el medio rural y preservar el medio ambiente con los sistemas diversificados de pro-ducción, pasa a tener un significado económico en las estrategias nacio-nales de desarrollo.

Ciertamente, la agricultura fa-miliar regional acumulará fuerza política y económica no sólo para reivindicar políticas públicas dife-renciadas, tanto nacionales como regionales, sino también para con-quistar centralidad en la definición de qué Mercosur queremos y qué proceso de desarrollo deseamos para nuestros países y para nuestra región. Y, para ello, la REAF debe ser ampliada y fortalecida. Esta es nuestra tarea histórica.Agradezco a mis colegas de la Assessoria In-ternacional e de Promoção Comercial do MDA por el apoyo en la elaboración de este artículo, especialmente a Germano Batista, Guilherme Brady e Francesco Pierri.

1El Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar –PRONAF- es un progra-ma de crédito para actividades agropecuarias y no agropecuarias, específico para agricultores y agricultoras familiares. En el último año agrícola, 2007/08, se realizaron 1.649.063 contratos en el marco del PRONAF, por un monto total de recur-sos aplicados de R$ 9.074.785.135,73.

2Módulos fiscales/rural: superficie variable de región a región y dependiente de la explotación de la parcela.

3En Brasil, el 70% de todos los alimentos con-sumidos en el país son producidos por la agricul-tura familiar. Ésta y sus cadenas de producción representan el 10% del producto interno bruto de toda la economía.

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70 AGROPOLIS cosecha fina 2009

Mirna Mochet ONAC–OrgANizACióN NACiONAl CAmpesiNA

La REAF fue un momento de for-mación para los agricultores en general, donde los pequeños agri-cultores nos dimos cuenta de la necesidad de tener algunas leyes que en Paraguay no estábamos avizorando claramente. Pero en la REAF falta la participación masiva de la parte social, de las organiza-ciones sociales. Creo que es una instancia demasiado importante porque desde ahí se pueden dar algunas cosas, pero creo que hay que ir fortaleciéndola más para po-der llegar, realmente, a esa igual-dad que estamos buscando entre grandes y chicos.

En la REAF, donde estamos ha-blando todos juntos, yo encuentro solidaridad entre los compañeros de diferentes países, ya sea de la Argentina, de Brasil, entre los pe-queños productores.

El tema de las mujeres agri-cultoras está en un proceso y es recomplicado. En el registro agro-nómico, por ejemplo, tuvimos un problema donde los que estaban censando para el registro agro-nómico no quisieron censar a las mujeres que se presentaban. Les pidieron que vinieran sus maridos. Que sus maridos son los producto-res y no ellas. En eso recurrimos a una instancia y pudimos lograr que esas compañeras sean inscrip-tas en el registro agronómico. Pero es una lucha. Vivimos en un mun-do donde hay poca participación

de las mujeres, pero que estamos conquistando poco a poco.

Faltaba más participación de las organizaciones sociales den-tro de la REAF. Por ejemplo, te hablo específicamente de Paraguay donde hay tres o cuatro organiza-ciones que participan de la REAF,

conversamos con cuatro dirigentes paraguayos de la agricultura familiar, quienes nos relataron la difícil tarea de sobrevivir en el campo. en sus testimonios analizan el papel de la Reaf, con sus luces y sombras, y su futu-ro; además del rol del estado.

AGRICULTURA FAMILIARProducción: Juan Manuel Bordón

Dirigentes del Paraguay en primera persona

mientras que hay cuatro o cinco organizaciones nacionales que no están participando. Y hace falta que participen porque ahí vamos a llegar a consolidar este tema de la agricultura familiar y tener un arma para poder defenderla.

El tema de las organizaciones sociales en Paraguay es que es reivindicativo y también es pro-ductivo. Hay veces que las organi-zaciones tienen dentro de su seno “comisiones de finales” que son campesinos sin tierras.

Esto es un proceso. Durante los gobiernos anteriores, las orga-nizaciones sociales se rehusaban a participar y hasta hoy en día están mirando de esa misma manera en el Ministerio para que puedan participar.

Lo primordial para nosotros siempre estuvo en la agenda: el tema de la reforma agraria, de la tierra para los campesinos para que puedan producir, y también la comercialización de los productos de los compañeros que ya son pro-

TesTimonios

“La Reaf es una instancia demasiado impoRtante paRa nosotRos y ojaLá que podamos seguiR e iR aceRcando más oR-ganizaciones sociaLes poRque cReo que es una instancia que nos va a sacaR adeLante.”miRna mochet

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 71

ductores. Después, algo que está bien instalado en la REAF es el tema de fortalecer ese punto. Ésa va a ser nuestra propuesta para esta sesión nacional: que se for-talezca y que pueda ser cumplido todo lo que nosotros decimos por-que hay veces, como ya lo dije, en que la REAF estaba en un proceso de ir formándose y ahora ya sería la hora de ir haciendo realidad esas conversaciones.

La REAF es una instancia de-masiado importante para nosotros y ojalá que podamos seguir e ir acercando más organizaciones sociales porque yo creo que es una instancia que nos va a sacar adelante.

La comercialización, el tema de las tierras, de la reforma agraria son los puntos más importantes que se discuten en la REAF. Pero de ahí a que avancen mucho… La verdad es que no hubo mucho avance. Por ejemplo, en el tema de los fitosanitarios: los países más grandes no nos tienen en cuenta como agricultores familiares. En la exportación, por ejemplo, se nos ponen muchas trabas.

Nos exigen, por ejemplo, en el tema del banano. Los agricultores familiares habían enviado siempre bananas a la Argentina, y en un momento dado cuando la Argen-tina dijo no, hasta acá llegamos, aunque cumplíamos con todas las reglas fitosanitarias, se atajó el ca-mino de la banana paraguaya. Sin tener en cuenta el convenio que te-nemos entre ambos países ni tener en cuenta el poner sobre aviso a los agricultores, por ejemplo que la Argentina va a producir bas-

jorado el sistema de vida, la cali-dad de vida de las familias porque “costean” los integrantes para el bienestar familiar. Aparte desde el mismo momento en que, por ejemplo, hay familias que deci-den hacer la agricultura, trabajar la tierra, entonces el rendimiento es mayor y el beneficio es para toda la familia y en consecuencia hay una mejor calidad de vida.

La REAF siempre trae consigo nuevas ideas, nuevas capacitacio-nes, nuevas tecnologías, y en la medida en que aporta la REAF, nosotros nos sentimos también más respaldados y las sentimos a las cooperativas con más solidez.

Así, nosotros pudimos salir al mercado exterior. Tenemos relacio-nes con cooperativas del Mercosur y de Centroamérica. Hay intercam-bio de experiencias con los directi-vos y con los agricultores.

Los dirigentes están más com-penetrados con la esencia de la REAF. Pero eso no significa que los agricultores no entiendan lo que está pasando dentro de la REAF, porque la capacitación es para dirigentes y para ellos, los agricultores asociados. Es más, los jóvenes también participan porque nosotros acá tenemos, en las Secciones Nacionales de la REAF, la participación de ellos. Entonces ellos están también en conocimiento de esto, con recursos locales, con recursos del Ministerio y de las instituciones que apoyan la REAF.

Respecto del compromiso del gobierno, no podemos quejarnos de las instituciones involucradas. Siempre han confiado, ya sea para

tante banana y que no iba a poder exportársela. Y empezaron a po-ner trabas no diciendo la realidad –que había producción suficiente en la Argentina y que por eso no se iba a poder importa–, sino que empezaron a decir que “no, por esto, por lo otro, tal problema en el tema sanitario” y demás. Y en eso trabajamos en la REAF, para que se pueda trabajar de igual a igual entre los países grandes y los chicos.

ana cuevas CepACOOp–CeNtrAl pArAguAyA de COOperAtivAs

Desde la aparición de la REAF, la agricultura familiar tuvo un re-punte bastante importante porque las familias ahora se encuentran capacitadas. Fue una experiencia para ellos y para nosotros. El avan-ce es bastante interesante. Noso-tros por ejemplo acá, como coope-rativa base, en Cordillera Paraguay, tenemos tres cooperativas en las que trabajamos con las familias asociadas a las cooperativas en agricultura familiar. Específica-mente en varios rubros: tomate, pepino, limón. Toda la familia se encuentra trabajando, por ejemplo, en algunas familias el jefe de fami-lia es el esposo y, en otras, la seño-ra. Se encuentran familias donde trabajan esposo, esposa e hijos y que ellos realizan de acuerdo con las características del trabajo.

A partir de la REAF se ha me-

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las capacitaciones dentro y fuera del país. Porque hay muchos agricul-tores, personas mayores (padres) e hijos también, jóvenes y mujeres que siempre se han capacitado. Y siempre se ha encontrado apoyo de parte de las instituciones.

La Argentina y Brasil son países más grandes que han estado más tiempo en esta cuestión y suelen marcar un poco la política, pero eso no significa que Paraguay no tenga una participación activa. Siempre aportamos, pero dependiendo un poco de lo que la Argentina, Brasil y Uruguay aporten. Pero Paraguay siempre ha tenido una activa e im-portante participación.

Siempre ha distinguido la refor-ma agraria, la participación fami-liar en la agricultura familiar, la participación gubernamental, la comercialización, los productos de mayor potencial, la división social de la tierra, etcétera.

terpretar lo técnico, lo político y lo práctico. Es un poco difícil. Esto es la falta de identidad, como lo llamamos nosotros. Nos falta una verdadera identidad en este senti-do. Y necesitamos de un gobierno que realmente sepa dónde llevar las necesidades de su pueblo ya que venimos de un largo proceso de la dictadura que ha matado mu-chas esperanzas.

Hemos trabajado bastante y a cada momento es una cosa nueva para nosotros porque encontramos cosas totalmente nuevas, necesi-dades nuevas, regionales, como también cuando atendemos las di-ferentes problemáticas regionales también nos olvidamos un poco de las problemáticas locales. No-sotros tenemos muchos problemas locales que también tenemos que ir resolviendo a la par. Nosotros, los dirigentes, necesitamos mucha educación. Lo que yo digo, desde mi óptica, es que los dirigentes de los diferentes sectores de la agri-cultura familiar deben tener edu-cación, entender la metodología, la crisis, la globalización, la eco-nomía, la seguridad alimentaria, la problemática del calentamiento global y muchas otras cosas.

Lo que estamos haciendo lo es-tamos haciendo bien. Realmente yo creo que estamos resolviendo, como todo proceso que es lento, las necesidades que son mucho más amplias. Hay que atender esas necesidades urgentes de esos agricultores familiares como, por ejemplo, la educación. Fundamen-talmente, nosotros los agricultores -los hijos, ya que estamos abordan-do también el tema de juventud y

AGRICULTURA FAMILIAR

TesTimonios

calixto ZárateuAN–uNióN AgríCOlA NACiONAl

Quiero resaltar un papel impor-tante de la REAF que es un hecho político. Lo que nosotros estamos haciendo desde la UAN, es aportar propuestas a la REAF y, muchas ve-ces, las propuestas no son reales, no son prácticas. En hora buena para dentro de unos años, por ejemplo, cuando todas estas compuertas en las que nosotros estamos traba-jando en la REAF sean prácticas. Realmente tenemos esa perspecti-va. En realidad, es un poco difícil para un agricultor –en un tiempo de crisis, donde los problemas son reales– estar trabajando en una propuesta para el sector. Nosotros estamos trabajando para diseñar la propuesta de políticas públicas principalmente para enfoque de la agricultura familiar. Por ejemplo, la problemática de la tierra, la pro-blemática de género, de la juventud y también la del medio ambiente.

Pensamos que interpretamos la metodología de la REAF, estamos contentos. Pero, por otro lado, es-tamos en una disyuntiva en la que tenemos que explicar a nuestros pares lo que estamos haciendo. Estamos en un país de muchos pobres, de mucha pobreza, donde eminentemente somos agriculto-res familiares. Y, generalmente, las políticas y sus vaivenes, y la falta de seguridad política por la rotación de los mismos dirigentes que cambian los criterios de lo que viene. Entonces tenemos que in-

“así, nosotRos pudimos saLiR aL meRcado exte-RioR. tenemos ReLaciones con coopeRativas deL meRcosuR y de centRo-améRica. hay inteRcam-bio de expeRiencias con Los diRectivosy con Los agRicuLtoRes.”ana cuevas

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el arraigo-, también nos vemos en la necesidad de que nuestros hijos sean arraigados y reciban la educación necesaria. Por ejemplo el estudio de agronomía, de vete-rinaria, cursos afines al desarrollo integral del agricultor familiar que para nosotros es muy caro. Lo téc-nico. Los técnicos están todos en las ciudades. Nosotros carecemos de una asistencia técnica. Nosotros estamos ahora mismo, yo con mis hijos, sentando las bases. No tene-mos ningún recurso de una políti-ca pública, tenemos que bancarnos nosotros mismos. Comprendemos que estamos colaborando con un poquito del producto interno bruto plantando yo mi planta de tomate. Lo que necesitaríamos también es tener cierta asistencia de los técni-cos, que dejen sus oficinas los téc-nicos y que fluyan hacia el interior, f luyan tranqueras para adentro, como dicen los argentinos.

Por suerte, la mayoría estamos cerca de los mercados. Yo, por ejemplo, estoy a 50 km de Asun-ción. Pero la falta de rutas alarga las distancias. Nosotros abordamos el tema, habíamos hecho con la co-laboración de la FAO, un estudio del mercado, de la competitividad. Para que los agricultores familia-res del Paraguay sean competitivos necesitamos mucha educación. Lo que tenemos, nuestra fortaleza, el elemento a favor de los agriculto-res familiares, es la producción y la conciencia de que somos respon-sables de la seguridad alimentaria, porque la crisis realmente va a ser una crisis profunda cuando los agricultores dejen de plantar. Y de hecho no va a haber que plantar.

Nosotros hemos marcado desde las distintas organizaciones los peque-ños y grandes gastos. Los peque-ños gastos son para nosotros muy grandes.

La REAF ha sido un éxito, un éxito mundial porque es el único diálogo político entre la sociedad civil y el Estado en los diferentes países del Mercosur. Y esto generó hechos políticos muy importantes. En realidad, el Mercosur es una integración económica y como tal trae aparejado muchas problemá-ticas sociales. Deberíamos luchar más por un Mercosur social más fuerte y cada vez menos exigente. Por ejemplo, lo ideal sería lograr para los agricultores familiares del Paraguay la liberación total de los aranceles y los para-aranceles de los productos originarios de la producción de la agricultura fa-miliar. Ésa también es una lucha. También estuve escuchando que hay una política que está imple-mentando las compras públicas de parte de los artesanos y los produc-

tores. Esto es un buen augurio.Falta trabajar muchos aspectos

para que realmente este cambio pueda ser arraigado o implemen-tado con fuerza, a pesar de los dis-tintos gobiernos en la región. Hay que trabajar muchos aspectos. Aun falta desarraigar muchas cosas.

El Pofem por ejemplo, es toda una postulación de los países inte-grantes del Mercosur para nivelar las asimetrías. Ahora en la com-plementación local en el Paraguay, también se debe trabajar mucho porque acá ellos entendieron que era sólo para infraestructura. Y en la infraestructura, conceptualmen-te, hubo entendidos que difieren de otros. Y para nivelar las asime-trías no sólo hay que trabajar, por lo menos para Paraguay, en los as-pectos estructurales, sino también en los aspectos culturales, porque bien saben que nosotros tenemos culturas totalmente diferentes, como el unilingüismo es una cultura polifacética. El paraguayo entiende el castellano, pero habla y vive el guaraní. Muchas veces si los técnicos no hablan el guaraní realmente pueden fracasar.

En la REAF, que es un orga-nismo regional, generalmente su-cede que los países más grandes, en este caso la Argentina, Brasil y quizás Uruguay, por el volumen de producción agrícola, terminan teniendo más peso y marcando la agenda con más fuerza que los otros países.

Lo que realmente nosotros admiramos de los otros países, principalmente de Brasil, es que sus técnicos hasta ahora y desde el inicio pueden imponer pro-

“faLta tRabajaR muchos aspectos paRa que ReaL-mente este cambio pueda seR aRRaigado o impLe-mentado con fueRza, a pesaR de Los distintos gobieRnos en La Región. hay que tRabajaR mu-chos aspectos.”caLixto záRate

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puestas que vienen de esos paí-ses. También la Argentina que ha asimilado bastante la necesidad de la creación, por ejemplo, de la Secretaria de Agricultura para la agricultura familiar. De hecho, ellos han aprendido rápido las lec-ciones. Nosotros todavía estamos mirando, observando, los procesos para esta construcción.

Y eso les da una responsabili-dad tanto de los técnicos, de los agricultores, de los periodistas de desentrañar un poco, debatir un poco, regionalizar toda esta problemática. Estamos todos me-tidos en una bolsa y debe existir un fuerte debate frente a las crisis que se aproximan. Muchos países han tomado decisiones necesarias y oportunas. Otros no. Paraguay, por ejemplo, vive del ayer, no del hoy. Y mucho menos del mañana. Y de la historia no se vive, se vive del hoy y del mañana. Eso también sucede en las agriculturas y con los agricultores. Sería importante debatir este tema, muy importante para el que me está convocando.

Mi visión es que la REAF está en una encrucijada. Cada vez hay más gente en las reuniones espe-cializadas y los financiamientos se dan cada vez más para que este diálogo sea efectivo. Yo creo que, por ejemplo, los responsables de los desafíos, tanto nosotros como los periodistas, los agricultores y el Estado es de buscar el financia-miento y encontrarlo para que esto siga y siga creciendo. De hecho, está creciendo y por eso en las se-siones están enviando sus agentes para ver la metodología, para ver el proceso que se está llevando en

el Mercosur.Porque yo puedo decir que la

REAF es un programa exitoso y estamos en la encrucijada de que si se terminan los financiamientos muy poco se vería la participación de los agricultores, por ejemplo. Se estaría reduciendo el órgano en otro programa como el caso en el que sólo se reúnen los ministros y las autoridades, y deciden sin te-ner conocimiento de las ideas que tienen los agricultores.

productos, sea como fuese, copan-do incluso nuestros mercados sin respetar mucho los acuerdos. Eso es un poco la experiencia que no-sotros tuvimos. Y por otro lado, en el anterior gobierno y en esta etapa del actual gobierno tuvimos recién un evento, el de Río de Janeiro, y con el gobierno anterior parecía que era más bien un compromiso de membresía nomás, que no ha-bía mucha participación nuestra… ellos definían, la gente del Estado definía lo que quería plantear allá y ahí nomás.

Para nuestro país, donde la asi-metría de la tenencia de la tierra es tan enorme, necesitamos una política de acceso a la tierra bien clara para que el pequeño produc-tor tenga realmente dónde produ-cir. Y tenemos en nuestro país una enorme cantidad de compatriotas que no están accediendo a ese bien, a ese elemento fundamental para producir. Y también abrir mercados en los países que integran el Mer-cosur para nosotros sería muy con-veniente, teniendo en cuenta que nuestro mercado es muy limitado. Pero sucede lo contrario. Los países vecinos productores nos absorben con una política hasta si se quiere discriminativa. Por eso, nosotros queremos que se fortalezcan esos acuerdos, que se respete la comer-cialización en los países donde hay mayor cantidad de consumidores porque nuestros productos básica-mente son alimentos.

Nosotros hemos logrado inte-grar la Coprofam, que es una or-ganización que aglutina organiza-ciones del sector de la agricultura familiar campesina, y a partir de

AGRICULTURA FAMILIAR

TesTimonios

angel giMéneZ ONAC–OrgANizACióN NACiONAl CAmpesiNA

Creo que a partir de los ejes temáti-cos que se están analizando dentro de la REAF –el acceso a la tierra, la comercialización, el género y la juventud–, más se potenció la parte de género y se dejó un poco de lado la parte de comercialización y ac-ceso a la tierra, que son problemas que realmente le afectan a la agri-cultura familiar campesina. Y con eso no estoy diciendo que el tema de género no sea importante, pero tendría que ser transversal, como todas las cuestiones y asumir con todo lo que es la comercialización. También el acceso a la tierra. Tuvi-mos muchos problemas, especial-mente con la Argentina y Brasil, con esta cuestión de hacer llegar los productos de la agricultura fa-miliar campesina a los mercados de esos países. Mientras que ellos, con mucha facilidad, ingresan esos

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ahí estamos tratando de que los países integrantes nos den esa reivindicación, que están dentro de los programas de los ejes te-máticos, pero que muchas veces no se cumplen como tienen que ser. Y confiamos mucho no en la organización, pero sí en que está integrada por los miembros de las organizaciones de la agricultura familiar campesina de los cuatro países.

A partir de la REAF no se ha lle-gado mucho a capacitar a la gente. Lo único que hemos logrado, y de muy buena manera, es encontrar-nos con nuestros pares del sector a nivel Mercosur. Eso fue el resulta-do muy positivo que hemos tenido. Encontrarnos con nuestros compa-ñeros, coordinar con ellos, por lo menos en la parte organizativa, no todavía en la parte reivindicativa que ahí están en un proceso.

Porque la organizativa es justa-mente la concreción de lo que es la Coprofam, en donde ya nos en-contramos, ya nos conocemos, es-tamos buscando diagramar mejor esa parte y a partir de ahí luchar por las reivindicaciones que están enunciadas en los ejes temáticos de la REAF. Es decir, del acceso a la tierra todavía no tenemos un acuer-do, el modelo de reforma agraria que cada país pueda presentar to-davía no está acordado.

La cuestión de género no es problema porque es una política internacional, así que se mane-ja en todos los países un mismo criterio. Pero el acceso a la tierra es una cuestión, incluso, de sobe-ranía nacional. Entonces tenemos que discutir, muchos aspectos, en

ese sentido teniendo en cuenta que Paraguay es un país relativamente pequeño en superficie relacionado con Brasil, por ejemplo. Qué di-mensión tiene que tener un agri-cultor del sector de la agricultura familiar en Brasil y qué superficie puede tener en Paraguay. Es to-talmente diferente. Y todas esas partes aún no las hemos discutido profundamente.

Creo que los gobiernos, a tra-vés de nuestra presión, deberían firmar un acuerdo entre las partes de que por ejemplo en diez años desaparezca en nuestros países la figura del agricultor sin tierra. Eso sería una política de estado y a nivel Mercosur. Así como se lu-cha contra el hambre y la pobreza, hablar directamente del tema del acceso a la tierra. Poner metas y ver la posibilidad, y si es necesario que los gobiernos asuman la responsa-bilidad, de tener datos concretos de cuántos campesinos sin tierra hay en cada país. Acá en nuestro país no tenemos datos concretos. A pesar de que la semana pasada se

lanzó el último censo agropecua-rio, en ese censo no se visualiza, no se tuvo como elemento de dato el compatriota sin tierra. A los sin tierra se los tiene más o menos como que no existen.

Con respecto a los fondos que la REAF pone a disposición, tenemos muy poca información. Lo que te-níamos era del FIDA, que llegaba para ayudar a los compañeros con, por lo menos, el pasaje. Pero todo era vía Ministerio de Agricultura, es decir, directamente para las or-ganizaciones nosotros no tenemos información.

Lo que más dificulta son los intereses políticos. No es sólo de-fender al sector sino que defender la imagen del ministro o del se-cretario de Estado de turno a nivel Mercosur. Todo es f lor de rosa a veces a nivel de los informes y no es tan así.

Creo que estas visitas que es-tán teniendo los compañeros de la Coprofam a los países integrantes del Mercosur y especialmente a los compañeros de las organizaciones campesinas que integran la Copro-fam, estamos llegando a las auto-ridades haciéndoles entender que estamos organizados y que están en la mira. Que si no cumplen, aca-barán los programas de la REAF y serán denunciados a nivel interna-cional. Ésa es una agenda que es-tán teniendo los compañeros de la Coprofam. De esta manera estare-mos desde la Coprofam aportando ya desde una presencia política la presión para que se cumplan esos enunciados en los ejes temáticos. Eso es lo que nosotros estamos pre-tendiendo.

“paRa nuestRo país, don-de La asimetRía de La tenencia de La tieRRa es enoRme, necesitamos una poLítica de acceso a La tieRRa bien cLaRa paRa que eL pequeño pRoductoR tenga dónde pRoduciR.”ángeL giménez

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Haciendo un poco de histo-ria, Cepacoop nació como una alternativa de solución

a problemas de comercialización de productos hortifrutícolas pro-ducidos por pequeños agricultores socios de varias cooperativas. Esos problemas eran: bajo volumen in-dividual de productos, mala cali-dad, falta de continuidad, alto costo de comercialización, bajo nivel de comunicación e información de mercado.

Frente a estos problemas, en el año 2001 el Ministerio de Agri-cultura y Ganadería (MAG) de Paraguay le planteó al Programa FIDA Mercosur la necesidad de recibir cooperación para el diseño y el montaje de un canal comer-cial alternativo a los existentes, para complementar los servicios que recibían, con miras al fortale-cimiento de la producción, peque-ñas cooperativas financiadas por el FDC (Fondo de Desarrollo Campe-

sino) y asistidas técnicamente por la USAT (Unidad de Servicio de Asistencia Técnica).

La necesidad surgía de las di-ficultades manifestadas por los pequeños productores en relación con las pérdidas de mercadería al momento de realizar sus ventas por los canales tradicionales: des-cuentos no muy trasparentes por razones de calidad y rechazo de parte de las cargas entregadas a los comisionistas o a los exportadores que no se cobraban.

Estas dificultades se traducían en una reducción de ingresos de consideración para los produc-tores y sus cooperativas de base, que afectaba el cumplimiento de sus compromisos financieros en tiempo y forma con el FDC (a pe-sar del acompañamiento técnico de la USAT en el área de gestión de las organizaciones).

Simultáneamente se observa-ban los efectos de la condonación

La central Paraguaya de cooperativas es el nexo entre los productores y el mercado. este papel de mediación ha servido para mejorar los procesos de comercialización de productos hortifrutícolas y para profesionalizar al productor rural. sin embargo, la cepacoop todavía debe resolver ciertos problemas para cumplir con las exigencias de los mercados de países vecinos, por ejemplo. Virtudes y defectos de un sistema que pugna por defender los dere-chos de los productores rurales que suelen estar a la intemperie.

PARAGUAY Producción HortifrutícolaPor carolina aráoz

Cepacoop: un puente entre los productores paraguayos y el mundo

de deudas culminada en el año 2000, que había dejado debilitada la relación entre las cooperativas y sus socios, y limitaba enormemen-te las posibilidades de las propias organizaciones para avanzar en la comercialización de la oferta de sus asociados.

En este escenario se acordó un plan de actividades, que se inició con la evaluación de siete coopera-tivas y el trabajo con sus producto-res, para diseñar una alternativa de comercialización capaz de abordar la problemática planteada. El pro-ceso culminó con la organización de una cooperativa de segundo grado, inicialmente denominada OCC (Organización Comercial Cooperativa), que es actualmente la Cepacoop Ltda. (Central Para-guaya de Cooperativas de Produc-ción, Comercialización y Servicios Limitada), a la cual se integraron solamente cinco de las cooperati-vas originalmente involucradas,

experiencias cooperativas

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 77

cuatro de las cuales se mantienen activas (comercializando productos por este canal).

Las nueve cooperativas que hoy integran la Cepacoop, que actual-mente cuenta con 850 socios pro-ductores (SD), son: La Barrereña (80 SP), Blas Garay (100 SP), Pe-teichapá (70 SP), Guayaybí Uni-do (80 SP), San Gabriel (50 SP), Pacová Poty (130 SP), Caraguatay Poty (120 SP), Kokue Poty (120 SP), Arroyense (100 SP).

La organización de segundo grado inició actividades comercia-les en el último trimestre de 2001 y se mantiene operativa hasta la fecha. En el transcurso de estos casi siete años de trabajo, se han aplicado complementariamente recursos de cooperación externa del Programa FIDA Mercosur y Promer (Programa de apoyo a la microempresa rural de América Latina y el Caribe), y recursos del Paraguay a través de la USAT y el FDC. La coordinación de las insti-tuciones que han intervenido en el desarrollo de esta experiencia ha recaído en el ámbito de la USAT, en su carácter de actor principal con relación al fortalecimiento institucional de las cooperativas de primer grado y de la propia coope-rativa de segundo nivel.

El Programa FIDA Mercosur, por su parte, en su carácter de ins-titución cooperante externa convo-cada por el MAG para el diseño y la implementación del nuevo canal, ha mantenido una activa participa-ción en el proceso de seguimiento/revisión del Plan de Negocios Ori-ginal, analizando, junto con la di-rectiva de la Cepacoop, su personal

técnico y gerencial, la marcha del emprendimiento.

Desde el inicio de los trabajos de diseño y hasta la fecha, los apoyos con que ha contado la Cepacoop han procurado atender diferentes necesidades y pueden ser califica-dos en tres categorías:

uApoyo directo no reembolsable a la Cepacoop. Recursos asignados: aproximadamente U$S 182 mil.

uApoyo directo no reembolsable a las cooperativas integradas en Cepacoop. Los recursos asignados a esta categoría ascienden aproxi-madamente a unos U$S 231 mil.

uCréditos del FDC a las coopera-tivas integradas en Cepacoop. Con fondos del FDC se han concedido créditos a las cooperativas integra-das en la Cepacoop para financiar su producción 2001/2003, por valor de U$S 178 mil aproximada-mente.

(En los montos los consignados se consideran solamente fondos de origen FIDA).

A partir del año 2005 y hasta el 2008 la Central recibió apoyo no reembolsable para fortalecer la comercialización y la producción, dentro del Programa de Tecnifica-ción Agrícola del MAG, con fondos del BID. Para ese período este apo-yo fue de aproximadamente U$S 250 mil.

A través de los años se han podi-do confirmar algunas virtudes de la Organización Comercial Coope-rativa de Segundo Grado, así como también ciertas debilidades.

Algunas de las virtudes más destacadas, que refieren a los as-pectos comerciales, son que Cepa-coop comercializa toda la produc-

ción que recibe; paga el 100% de la mercadería que recibe, asumiendo un porcentaje por deudores inco-brables (entre 2 a 3% de las ventas); contribuye a la formación de pre-cios tanto en el mercado doméstico como en la exportación, lo que la constituye en una empresa testigo para la comercialización de la pro-ducción de los socios de las coope-rativas primarias.

Las debilidades corresponden a los aspectos operativo-instituciona-les y se ha podido confirmar que lo más destacado es que Cepacoop no es reconocida por los socios de las cooperativas primarias como una cooperativa de segundo grado, sino como una alternativa más de mercado para la colocación de sus productos, a la que le exige fun-cionar sin observar ni respetar los principios cooperativos de fijación de precios a partir de la confirma-ción de su venta; no consigue ase-gurar una concertación operativa y un compromiso de entrega de la producción desde las cooperativas primarias, basado a su vez en el compromiso de sus socios y en el apoyo de los técnicos responsables de su asistencia; no logró un fun-cionamiento adecuado de los ór-ganos sociales, especialmente del Consejo de Administración ni de la Junta de Vigilancia, debilitándo-se, por lo tanto, las funciones de gerencia general y los mecanismos de control interno (respectivamen-te) y observándose, en consecuen-cia, la ejecución de acciones por parte del personal dependiente (en particular los gerentes comercial y administrativo) que no se ajustan a lo que establece su estatuto.

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Visto esto, se planteó que, si bien se pudo desarrollar un canal de ventas alternativo, útil a los efectos de atender el problema ini-cialmente planteado, en el proceso de construcción de éste se perdió el respeto de los más elementales principios y lógica empresarial cooperativa, que deben tenerse en cuenta en la organización y gestión de una entidad de segundo grado como la Cepacoop.

Por ello a partir de 2004 se im-plementaron medidas correctivas y de mejora en cuanto a los obje-tivos prioritarios de su actividad, que permitieran mejorar la calidad de su operación, afianzar la insti-tucionalidad de la central y de las cooperativas primarias, aun con el riesgo de afectar el volumen co-mercializado y, consecuentemente, el resultado económico.

Los principales ajustes propues-tos, que pretendieron consolidar la institucionalidad y el funciona-miento cooperativo del sistema, se resumen a continuación.

uConsensuar y formalizar entre las cooperativas primarias y sus so-cios el volumen de oferta compro-metida con la Cepacoop de forma de poder adecuar la estructura y sus costos a la dimensión del nego-cio posible en el marco de la nueva forma de trabajo.

uEstablecer claramente que las mercaderías remitidas para la co-mercialización a través de Cepaco-op serán liquidadas de acuerdo con el criterio operativo (cooperativo) definido y aprobado por la propia organización y las cooperativas pri-marias, estableciendo una comisión por servicios de comercialización

calculado sobre el precio final cuan-do se refiere a ventas en el mercado y sobre el valor de la mercadería en el caso de la exportación.

uImplementar el pago de las liquidaciones a través de las coo-perativas primarias de manera que los productores puedan conocer en un plazo no mayor a 3 días el resul-tado de la venta de sus productos, aunque deban esperar para el co-bro el tiempo necesario de acuerdo con el tipo de negocio.

uInformar que la mercadería enviada al mercado de abasto para su venta a través de Cepacoop no será recibida más allá de una de-terminada hora para evitar que mercadería bajada en puestos de venta de intermediarios que no lo-gra colocarse sea luego transferida al puesto de la cooperativa.

uEstudiar la implementación de una comisión diferencial para los servicios que se brinden a los pro-

ductores que no son socios de las cooperativas primarias, pero que comercializan a través de Cepaco-op, la cual deberá cubrir, al menos, los impuestos que debe pagar la cooperativa al comercializar pro-ductos de terceros.

uConstituir un comité ejecutivo que será responsable de la gestión y de las buenas prácticas opera-tivas de la Central. La ejecución de cualquier acción que se aparte de las reglas de funcionamiento establecidas por la propia coope-rativa deberá ser respaldada con su firma. Además, se contará con el apoyo de dos profesionales que brindarán sus servicios financia-dos con recursos de la USAT.

uMejorar el funcionamiento de la Junta de Vigilancia.

La primera muestra de susten-

tabilidad se presentó al finalizar la asistencia técnica provista por la

PARAGUAY

experiencias cooperativas

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 79

USAT y el FDC en diciembre de 2004, cuando la Cepacoop asumió dicho servicio frente a los produc-tores.

Mediante este apoyo, Cepacoop brinda asistencia técnica y geren-cial a los productores nucleados en cooperativas, con proyección de crecimiento productivo y co-mercial.

La evolución de las exportacio-nes muestra un franco crecimien-to, habiendo evolucionado de 15 embarques en 2002 a 60 embar-ques en 2005 y 285 en 2008.

Cepacoop dispone en el Mer-cado de Abasto de Asunción de un puesto de ventas de 100 m2 destinado a la comercialización de productos. Allí se venden alre-dedor de 37 rubros agrícolas pro-ducidos por socios cooperativistas y de asociaciones de productores. A este puesto, en el cual trabajan recibiendo, estibando, vendiendo, cobrando y liquidando la mercade-ría siete personas en forma perma-nente (número que llega a nueve con contratados, todos ellos con se-guro social), arriban diariamente los productos provenientes de las fincas de producción.

Los quince productos principa-les son: banana, piña, tomate, re-pollo, pimiento, mandarina, limón, remolacha, zanahoria, cebolla, be-renjena, zapallo, pepino, zapallito y melón. El producto principal lo constituye la banana, la cual, junto con el tomate, representa

alrededor del 60% de las ventas. Solamente los primeros cinco de esta lista constituyen el 90% de la facturación; las bananas y las piñas son los únicos productos que se co-mercializan en el mercado externo (la Argentina y Uruguay), aunque cabe señalar que en 2008 se agre-garon los primeros embarques de sandía.

Con referencia a las ventas directas a supermercados, cabe mencionar que ocasionalmente se realizan ventas directas.

En los gráficos puede apreciar-se claramente el importante incre-mento de las exportaciones desde el año 2002 a la fecha.

El costo de comercialización es de 10%, de los cuales un 2% retor-na a las cooperativas y el 8% res-tante se destina a la cobertura de gastos administrativos. La adminis-tración honesta y transparente de este puesto de venta constituye una

AñO embARqueS

2002 152003 332004 432005 602006 972007 1252008 285

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80 AGROPOLIS cosecha fina 2009

de las fortalezas de Cepacoop.En el 2008 las exportaciones al-

canzaron a generar más del 40% de los ingresos netos totales.

Con respecto a la evolución de la importación de productos que pueden ser producidos en terri-torio paraguayo (tomate, papa, zanahoria, zapallo, naranja, cebo-lla, etc.), es dable mencionar que se ha identificado la posibilidad de producir localmente, especial-mente tomate, pero el principal problema es la precariedad de la infraestructura de producción. Lo mismo ocurre con la sandia y el melón. En la actualidad se están realizando los estudios para poder exportar lima Tahití y, a mediano plazo, mango.

Los principales resultados al-canzados se enumeran a conti-nuación:

uComercialización diaria de toda la producción que recibe.

uPago del 100% de la mercade-ría que recibe.

uContribución a la formación de precios, tanto a nivel nacional como de exportación.

uEs referente para la comercia-lización de productos.

uIdentificación y operación del mercado uruguayo para la venta de banana.

uUnificación de los puestos de venta de las cooperativas socias.

uMejor precio en comparación con los demás puestos de venta (el porcentaje actualmente se mantie-ne en un 10 a 15% más).

uOferta continua y diversificada de productos.

uAmbiente de confianza entre

los socios productores.uTransparencia en las liquida-

ciones.uFidelidad de 350 socios pro-

ductores, como proveedores de diferentes productos.

uComercialización de todo lo que se oferta.

uSe está logrando mejorar los estándares de calidad de los pro-ductos.

Diagnóstico y advertenciasobre el futuro

En agosto de 2008 se realizó un análisis de la situación de la Ce-pacoop, utilizando como base los balances de los años 2005, 2006 y 2007, y entrevistas a los princi-pales directivos y técnicos de la cooperativa.

Como principales fortalezas, se mencionó que la Cepacoop es una organización con una gran experiencia acumulada en la co-

mercialización de productos agrí-colas que presenta un importante incremento anual en la facturación de productos exportados, que supe-ró en 2007 los 6.000 millones de guaraníes. Ha recibido asistencia técnica de manera permanente a través de diversos proyectos. A nivel internacional, ha logrado es-tructurar una importante cadena comercial, desarrollando buenas relaciones con aliados comerciales fortalecidos.

Sin embargo, presenta una ren-tabilidad inadecuada, sin poder de capitalización. Su estructura de in-gresos y costos amerita un análisis profundo. Son pocas las personas que poseen un conocimiento pro-fundo del mecanismo de comercia-lización. Sus cifras le imposibilitan ser sujeto de crédito, por lo que posee pocas operaciones de este tipo. A pesar de esto, su pasivo ha ido en aumento en relación con su margen operacional neto, que es muy reducido y se encuentra to-talmente absorbido por los gastos de gestión, que dependen fuerte-mente de recursos externos. Esto genera una muy débil posibilidad de que la cooperativa se sostenga por sí misma a futuro. Sus ingre-sos operacionales crecen a menor escala que los gastos operativos y no operativos.

De este análisis se desprenden varias conclusiones. Por un lado, surge la necesidad de realizar una reingeniería de los costos de co-mercialización. Al mismo tiempo se requiere capacitar nuevos auxi-liares de comercialización para contar con más recursos humanos idóneos dentro de la organización.

PARAGUAY

experiencias cooperativas

“cePacooP no es recono-cida Por Los socios de Las cooPeratiVas Prima-rias como una cooPera-tiVa de segundo grado, sino como una aLter-natiVa más de mercado Para La coLocación de sus Productos.”

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 81

Por otra parte, es necesario redise-ñar la metodología de capitaliza-ción de la organización. Por últi-mo, se debe lograr que la Cepacoop sea sujeto de crédito, para lo cual hay que trabajar fuertemente en los puntos anteriores.

La Central ha trabajado mucho en estandarizar y difundir los parámetros de calidad entre los socios productores, así como tam-bién con los equipos responsables de las cargas. Se puede decir que, dentro de las precariedades de infraestructura de manejo, se ha obtenido un buen posicionamiento de los productos en los principales mercados de la República Argenti-na: las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata. Para alcan-zar mejores resultados se requiere de infraestructuras de manejo de poscosecha.

Finalmente, vale la pena enu-merar y comentar brevemente al-gunos resultados observados en el año 2008, todos ellos surgidos de las recomendaciones hechas en el profundo informe realizado por la Central en el año 2004.

uValorización interna del pro-yecto: los dirigentes reconocen y valoran el esfuerzo realizado en un principio para la creación de la Central, conscientes de la res-ponsabilidad y la necesidad de la evolución y el desarrollo.

uValorización del proyecto fren-te a amenazas externas: la creación de la Central ha contribuido enor-memente a la protección del pro-ductor para la comercialización de sus productos, ya que sirve de re-ferencia de precios para la comer-cialización de todos los productos

tanto para el mercado local como internacional. Esto regula la ope-ración de intermediarios.

uSistema de comercialización: se mantiene el sistema de co-mercialización en el Mercado de Abasto, al precio de momento y realizándose las liquidaciones de acuerdo con éste.

uEn el mercado internacional se operará con importadores, con quienes se pactarán precios de acuerdo con la demanda y para cada embarque realizado. Al pro-ductor se le fijan los precios de acuerdo con las negociaciones y el tipo de cambio.

uTransparencia: se realizan re-portes mensuales al Consejo de Administración y la Junta de Vi-gilancia. Asimismo, toda la infor-mación se halla permanentemente disponible.

uInformación permanente y ac-tualizada: se cuenta con reportes mensuales de todas las actividades económicas de la Cepacoop, con

detalle de cada una de las opera-ciones realizadas por los socios de las cooperativas de base.

uAsistencia técnica: actualmen-te las organizaciones de base no cuentan con técnicos que realicen el seguimiento productivo, de co-mercialización y organizativo.

uDesignación de nuevos técni-cos: en la actualidad solamente tra-bajan de manera permanente dos técnicos ingenieros agrónomos.

uConcertación operativa: la asamblea incluye en su orden del día el análisis de los esquemas ope-rativos, los cuales son ampliamen-te debatidos, de existir propuestas de modificación.

uEquipos comerciales de base: para las exportaciones se han for-mado los equipos que se encargan de coordinar la carga, como tam-bién los controles de calidad. Para el mercado local aún no se ha lo-grado implementar.

uTransporte: se maneja siempre la comercialización a través de fle-tes tercerizados.

uComité de productores: las cooperativas socias no impulsan la operación de los comités, como tampoco se cuenta con recursos humanos para incentivar la con-tinuidad.

uCapacitación: se han efec-tuado capacitaciones puntuales, principalmente en temas de pro-ducción y manejo de poscosecha, a través de convenios con otras instituciones.

uCapital social: no se ha avan-zado en cuanto al incremento del capital social.

uSede social: aún no se cuenta con local propio.

“a Partir de 2004 se im-PLementaron medidas correctiVas y de mejora en cuanto a Los objetiVos Prioritarios de su acti-Vidad, que Permitieran mejorar La caLidad de su oPeración, afianzar La institucionaLidad de La centraL y de Las cooPera-tiVas Primarias.”

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PARAGUAY ENTREVISTA A MILCIADES SOSAingeniero agrónomo y gerente comercial de cepacoop (central Paraguaya de cooperativas). Por Héctor Pavón

–¿Cuándo nace la Cepacoop?–Los estudios para la formación empezaron en el año 2000, pero el trabajo en sí comenzó en 2001 con el nombre de OCC, Organización Comercial Cooperativa, donde los productores trabajaban unos 6 me-ses. Finalmente, el 24 de junio de 2002 se creó la Central Paraguaya de Cooperativas Ltda. (Cepacoop). –¿Cuál fue el objetivo primero de crear esta organización?–El objetivo fue, y es, el constante reclamo de los productores sobre el tema de comercialización. Había algunas pequeñas cooperativas de productores de frutas y hortalizas que no tenían un canal seguro para comercializar. Aunque tuvieran al-gún puesto de ventas, eso no les daba ninguna rentabilidad, porque no tenían producción continua ni calidad. Entonces los productores se quejaban al gobierno diciendo que no había mercado. Pero no era ése el problema principal, sino que no había una unidad de los pro-ductores para producir volumen, calidad y, además, enfrentar a los mercados. Así los productores venían al mercado y los interme-

diarios les “cocinaban” todo acá, precio, calidad. Por eso se creó esta Central para administrar la comercialización. Comenzó para cinco cooperativas, abaratando los costos operativos. Trabajaban pro-ductos bien diferenciados: dos de ellas se dedicaban a fruta (bananas y piña) y las otras tres a hortalizas (tomate, locote –pimiento–, repo-llo, remolacha). –¿Cuántas personas trabajan en Cepa-coop?Prácticamente estamos las perso-nas que iniciamos Cepacoop. Estoy yo, que soy el gerente comercial, y una contadora/administradora, con un auxiliar, y se incorporó un ingeniero agrónomo más como coordinador técnico. Después los cinco o seis vendedores que están en el puesto de venta. –¿Alcanza?–Y, hasta ahora estamos tratan-do de dar abasto como sea… Acá tenemos que estar corriendo. Yo desde la creación de la Cepacoop estoy así. Eso te da ganas de decir muchas cosas; podremos tener mu-chas deficiencias, porque el equipo es pequeño, la responsabilidad es

grande, los problemas también son grandes en el sentido comercial, además hoy en día los mercados no son muy estables, están los pro-blemas económicos mundiales; eso ya se siente mucho en las negocia-ciones. Cada día es más difícil. El productor te exige más precio, el mercado no responde, no hay plata, entonces hay que lidiar con esa si-tuación para equilibrar un poco.–Y para cumplir con todos estos ob-jetivos, ¿qué necesitaría la Cepacoop, cuáles serían las cosas que, como orga-nización, deberían alcanzar para poder lograr los objetivos?–Nosotros lo que más necesitamos es la asistencia técnica, que haya acompañamiento técnico en la par-te de producción, de organización, porque para un gerente comercial es mucho más fácil el trabajo cuan-do los productos tienen una buena presentación, cuando el producto está bien hecho. Ahí es mucho más fácil negociar. Pero si no te-nés apoyo técnico y tenés compro-miso de enviar productos que no están muy acorde con la exigencia de tu cliente, entonces sí siempre hay algunos problemas. Por eso yo

experiencias cooperativas

milcíades sosa suárez, gerente comercial de cepacoop, explica cómo surgió la central y cómo la organización viene cumpliendo el papel de proteger al trabajador agrario en el momento de vender sus productos. el crecimiento de la central y la expansión fronteras afuera.

“un poquito más de impulso y vamos a competir fuertemente con cualquiera”

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siempre pienso en la parte admi-nistrativa, en la concientización, en la parte de cooperativismo y en la producción misma, para que se les acompañe siempre a las coope-rativas a los comités de producto-res, que haya asistencia técnica, y detrás de ello la parte de infraes-tructura. El Estado nos tiene que apoyar un poquito, porque con la ganancia que estamos teniendo no nos da para pagar técnicos en cada zona. Asistencia técnica e infraes-tructura.–¿Cómo se empezó a concretar este papel de mediadores con los produc-tores y el mercado, el Estado, entre otros actores?–Antes existían sólo cooperativas independientes. Cada uno tenía su pequeño puesto de ventas dentro del Mercado de Abasto. Cada uno tenía su administración indepen-diente. Pero se perdía mucho en estos costos. Además, no tenían volumen y siempre empleaban a tres o cuatro personas. Vendían tres o cuatro meses al año, porque la producción era solamente esta-cional y los seis meses restantes generaban deudas y no podían for-mar una cartera de clientes. Los productores se decepcionaban de las organizaciones, y entonces iban y vendían a cualquier intermedia-rio. Cualquier propuesta era mejor que la de la cooperativa en ese mo-mento. Además, los intermediarios del Mercado de Abasto no dejaban que crecieran las cooperativas, por-que eran una amenaza para ellos. Cuando se hizo la unidad, se armó un bloque un poquito más grande y ya un poquito más competitivo, había más volumen. Al inicio, las

cinco cooperativas tenían diecio-cho empleados. Después, con la creación de la Central, se hizo una selección de cinco o seis emplea-dos (personales), más el gerente. Y ahí varió el costo operativo, con-siguieron técnicos de campo para hacer la asistencia, la organización de las cooperativas y así se logró una mayor ventaja. Por otro lado, las cooperativas se iniciaban en ese momento en la exportación. Pero surgían otros inconvenien-tes: enviaban dos o tres camiones al mercado internacional y cobra-ban uno y, entonces, se desmoti-vaban. Cobraban uno porque los “jodían” en la Argentina: no tenían calidad y por eso no podían conti-nuar con el negocio. Después, con la formación de la Central, tuvimos volumen, trabajamos un poquito más la calidad, y ahí pudimos, sí, por lo menos imponer nuestros productos y nuestra marca en los mercados. Y ahí nos empezaron a respetar, a pagar mejor precio, por-que los intermediarios, por ejem-plo, entraban y ponían un precio. Y nosotros, después de la creación de la Cepacoop, pagábamos lo que dic-taba el mercado. Si ellos pagaban tres, nosotros pagábamos cinco. Entonces ellos eran los que se te-nían que preocupar para ir alzando a los otros productores. –¿Y usted, en lo personal, qué evalua-ción hace del trabajo de la Cepacoop en estos nueve años?–Y, la verdad es que siempre, como se trata de grupos de pequeños productores, de muy baja califica-ción, educación, el trabajo no es muy fácil, en el sentido de que fal-ta todavía mucha concientización.

Los productores siempre piensan “qué puedo sacar de esta organiza-ción”. Hasta el momento, no todos dicen “bueno, vamos a aportar a la organización para que esto crezca y así vamos a ser más beneficiados”. Estamos todavía con esa pelea de qué es lo que falta. Es difícil ca-pitalizar, cuando sube el mercado local como el internacional, tra-tan de sacar la mayor tajada ellos y entonces no le queda mucho a la organización. Y como ellos tienen cierta alternativa en el mercado, entonces siempre ponen la fuerza en que “si no se me atiende bien en esta organización, voy a buscar la forma de ir a trabajar con otra gente, particulares u otras compa-ñías”. Entonces siempre está ese problemita que falta trabajar por la “cabeza”, por la conciencia de estos productores. –La Cepacoop ha tenido trascendencia más allá de las fronteras paraguayas. ¿Cómo la ve inmersa en el Mercosur?–Yo creo que es una experiencia muy interesante. En el primer año de exportación mandamos solamente 15 embarques; después fuimos creciendo y en el 2008, llegamos a 300 camiones y repre-sentamos el 30% de la exportación de banana paraguaya. Tenemos nuestra marca, la posicionamos, tenemos cierta participación en todos los mercados, logramos di-ferenciarnos de otros competidores paraguayos, principalmente. En algún momento sacamos incluso mayores precios por la calidad, la continuidad, por la seriedad que le estamos dando. Pero falta mejorar la infraestructura en nuestro país para ir a mercados más eficientes.

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La oficina donde atiende Eduar-do Pietra, presidente de la Central Lanera Uruguaya,

no tiene ninguna clase de re-cuerdo familiar, pero sí guiños al presente y pasado de una de las cooperativas más importantes del Uruguay. En una pared, cuelgan un pequeño cuadro donde se resu-men las máximas culturales sobre las que se asentó en su fundación, hace más de cuarenta años. Junto al cuadro hay un mapa escolar so-bre el que han clavado chinches, banderitas y marcas de colores que ubican las plantas y los dis-tintos establecimientos que tienen a lo largo y ancho del país. Central Lanera nació en 1967 gra-cias a la apuesta conjunta de dos pequeñas cooperativas, la Unión Rural de Flores y la de El Fogón de Sarandí del Yi: dos grupos de productores que se reunieron con

la idea de buscar una solución a los problemas de comercializa-ción de la lana. La Central nacía como una cooperativa de segundo grado que apostaba a comerciali-zar sin intermediarios la lana de los productores uruguayos en el exterior. Con el tiempo, también desarrollaría una estructura que ofrece asesoramiento en cues-tiones técnicas a los productores asociados. Los primeros años se trabajó básicamente con lana en crudo. A partir de 1971, el pro-ceso se refinó y la lana comenzó a exportarse en tops. A más de cuarenta años de su nacimiento, Central Lanera Uruguaya reúne a más de cuarenta cooperativas y casi dos mil productores de todo el país. Además, hoy cuenta con su propia peinaduría y marca: “Centex”, según explica su presi-dente, Eduardo Pietra.

La producción lanar tiene sus buenos secretos que son conservados y practicados por los hombres de Central Lanera Uruguaya. En esta entrevista, su presidente Eduardo Pietra cuenta la historia de esta cooperativa que es también la suya propia. Aquí trabajan expertos en distinguir y producir distintos tipos de lana y de ovejas. Un grupo mapuche les entrega su producción para ser comercializada. Central Lanera ex-porta a los grandes mercados de Europa, China, Turquía, Japón, Colombia y México.

uruguayProducciÓn LaneraPor Juan Manuel Bordón

“La lana se cosecha una vez al año, pero la fábrica trabaja los 365 días”

–¿Cómo llegó a Central Lanera?–Soy ingeniero agrónomo, pero mis antecedentes anteriores eran distintos. Fui docente en la univer-sidad, daba clases de formulación y evaluación de proyectos agro-pecuarios. Después trabajé como docente dando cursos para el Ins-tituto Interamericano de Coopera-ción Agrícola (IICA), fundamen-talmente en la Argentina y Brasil. Después estuve casi dos años vi-viendo en Paraguay, trabajando en consultorías para el Banco Intera-mericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial. Y después me fui a vivir a Salto.Yo había nacido en Montevideo, pero tenía un establecimiento agropecuario familiar en Salto, el cual empecé a administrar en 1981. Ahí hice contacto con viejos compañeros de la facultad de la localidad de Salto, que es la más

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experiencias cooperativas

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cercana a mi establecimiento. Ellos me contactaron con la Cooperativa de Salto, que era la socia más im-portante en cuanto a la remisión de lana de Central Lanera Urugua-ya (CLU). Y, prácticamente al año siguiente, empecé a mandar mi producción de lana a CLU a través de la cooperativa local. Primero fui delegado de la Cooperativa de Salto en los plenarios mensuales que hacía CLU con delegados de todas las cooperativas. A los dos años entré a la Comisión Fiscal y de ahí al Consejo Directivo. De eso hace ya 23 o 24 años. –¿Cuál era la procedencia de los pro-ductores cuando nace CLu? –La CLU nace en 1967 con dos cooperativas que se unen, en un momento en que la comercializa-ción de la lana no era tan transpa-rente como es ahora, para encon-trar un mecanismo alternativo de

comercialización para la lana. Era un momento de crecimiento del movimiento cooperativo, cuyos orígenes estaban vinculados a los movimientos cristianos. Incluso la Cooperativa El Fogón, una de las fundadoras, se llama así por unos fogones que hacían los produc-tores y alrededor de los cuales se reunían con un cura. Se llamaban Sindicatos Agrícolas Cristianos. El primer año trabajaron con unos 200 mil kilos y rápidamente incor-poraron otras cooperativas, hasta cuarenta en el momento de ma-yor auge, contando con más de tres mil productores. Ahí se convierte en uno de los principales actores en la comercialización de lana del país, algo que no es menor siendo que la lana fue, hasta hace unos diez años, el principal producto de exportación de Uruguay, o sea que era algo relevante.

–¿a qué se refiere con que “los meca-nismos de comercialización eran me-nos claros”?–Primero, me refiero a que el pro-ductor no conocía exactamente lo que estaba vendiendo; la lana no es como vender trigo, donde todos los granos son más o menos iguales, siempre que no estén dañados. La finura de la lana tiene distintos micronajes, lo cual es el principal determinante de la calidad de la lana y, por ende, de su valor. Como todas las ovejas son distintas, en un mismo lote hay distintos micro-najes. Entonces el productor, para una comercialización adecuada, tiene que saber exactamente qué tipo de lana tiene. Y hay variacio-nes enormes entre oveja y oveja. CLU empezó a clasificar, por ejem-plo, los lotes de los productores vellón por vellón, de manera de determinar exactamente la cali-

cLarin conTenidoS

CosEChA finA 2009 AGROPOLIS 85

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dad que producían, algo que no se hacía en Uruguay. Lo hacían los compradores en su barraca, pero el productor lo desconocía. Después, había incumplimientos de los pla-zos de pago pactados. En algunos casos, los productores directamen-te no cobraban la lana. Todo eso hace muchos años que no ocurre, pero ocurría con cierta frecuencia cuarenta años atrás. –Por lo que cuenta, había como una marca ideológica detrás cuando nace esto. –Bueno, era un movimiento pro-piedad de los productores de las cooperativas; los dueños eran los productores que defendían sus intereses. Ahí se buscaban cosas que se encontraron y otras que no, hay que decirlo también con since-ridad: por un lado, una de las co-sas era darle mayor transparencia a las transacciones en el sentido de lo que el productor vende, la calidad, etcétera. Lo segundo era el cumplimiento estricto de todas las cosas pactadas en el contrato de compra-venta, como los plazos de pago. Pero también se buscó una superganancia extraordina-ria que se suponía que se llevaban los intermediarios y que al final no era tan grande como se presu-mía. Y eso está muy presente en muchos otros emprendimientos cooperativos de acá y supongo que del mundo, en los cuales se sale a la búsqueda de una superganan-cia que hacen los intermediarios, pero que después, sobre todo si en los mercados hay algún grado de competencia, no existe. A nivel de los commodities, en general los ne-gocios son de grandes volúmenes

pero con márgenes chicos. No es como cuando uno está próximo a un consumidor. Un supermerca-do puede remarcar los artículos un treinta o cuarenta o cincuenta por ciento. Eso en los commodities no existe, los márgenes son de entre el uno y el tres por ciento, excep-cionalmente algo más. Lo que da la ganancia es que uno se mueve con volúmenes grandes. –¿y de eso se dan cuenta sobre la mar-cha?–Exactamente. –¿La puso un poco en jaque a la CLu esto, que no fuera tanta la ganancia? No, porque tuvo un crecimiento inicial, se nutrió de la conformi-dad de los productores gracias a que aportó una transparencia en el cumplimiento de los contratos y de informar exactamente lo que el productor estaba vendiendo. –¿Cuáles eran las condiciones para que un productor pudiera formar parte?–Bueno, es una cooperativa de segundo grado. Sus cooperativas

miembro son todas cooperativas primarias y el productor tiene que ser socio de una. Ahí hace un compromiso de compra-venta de su lote de lana, un documento que se firma simultáneamente por el productor, la cooperativa primaria y CLU, en el cual ya el productor enajena el bien. Y no-sotros tenemos, eso sí, un sistema comercial muy particular que es un sistema de precio promedio, mediante el cual Central Lanera va vendiendo a lo largo de la za-fra la lana y al finalizar la zafra le paga al productor un precio igual al promedio de los resulta-dos obtenidos a lo largo de ésta; o sea, los precios son siempre muy fluctuantes. El productor nunca va a obtener el precio máximo de la zafra, pero tampoco nunca el mí-nimo. Nosotros vamos vendiendo todo el tiempo. Al productor, este sistema le da un margen de segu-ridad, pero también es algo que no a todos los productores les gusta y están dispuestos a aceptarlo. Eso limita la capacidad de crecimiento, el productor es muy individualista, sobre todo el productor ganadero que es mucho más gregario que el agrícola y tiene una tradición his-tórica de vender él su lote. Cuando delega la venta a los directivos de CLU, pierde ese protagonismo y pierde la posibilidad de obtener el precio máximo. Le estamos ma-tando un sueño. Yo siempre digo: ¿por qué una lotería que reparte una cierta cantidad en premios vende diez veces esa cantidad en boletos? ¡Es ridículo! Pero el que la compra, hasta que no sale el número, piensa que va a ganar. Y

uruguay

experiencias cooperativas

“Todos Los vELLonEs dE CAdA ovEJA son disTinTos, Con Lo CUAL EL PrECio dE CAdA ProdUCTor Es EL rE-sULTAdo dE EsAs disTinTAs CALidAdEs. Y dETErMinA EL PrECio PArA sU LoTE, dE Modo qUE sóLo dE CAsUA-LidAd hAbríA dos ProdUC-TorEs qUE obTUviErAn EL MisMo PrECio.”

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nosotros llamamos lana sucia. Desde el principio, nuestro norte fue exportar la lana. El mercado interno uruguayo es muy chiquito, noventa y pico por ciento de la lana se exporta. La idea era ponernos en contacto directamente con los compradores del exterior y así se hizo. Empezamos con lana sucia, después nos industrializamos ha-ciéndolo a façon en fábricas que daban façon de peinado y después, en 1990 abrimos nuestra propia peinaduría, una sociedad que fue algo absolutamente innovador, ya que la sociedad la hicimos con una empresa privada no cooperativa, la primera que hubo en el país. Fue también innovador porque fue con una transnacional francesa. Y fue terceramente innovador porque nos asociamos con un competidor que hacía exactamente lo mismo; es decir que competía con noso-tros para conseguir la lana de los productores y para colocar los tops en el exterior.–¿y cómo lograron ese acuerdo?–Bueno, lo logramos porque la es-cala mínima para ser eficientes en una peinaduría nos pareció en ese momento muy grande para noso-tros, que somos muy conservado-res. Arriesgamos, pero nos gusta ser muy cuidadosos en los riesgos que tomamos. Y entonces nos pareció muy grande y queríamos tener un socio para compartir la inversión y para reunir la cantidad de lana necesaria para aprovisio-nar esa fábrica. Además, nosotros peinábamos a façon y buscábamos un socio que pudiera aportar algún know how industrial. Ésta era una transnacional con una trayectoria

ya hace planes y le dura esa fanta-sía hasta el día del sorteo. Bueno, nosotros matamos esa fantasía. Dejó de existir. El tipo sabe que va a cobrar el precio promedio. ¡La lotería no la va a sacar!–¿ahora, el precio también depende de la calidad de lana que ellos obtengan?–Todos los vellones de cada oveja son distintos, con lo cual el precio de cada productor es el resultado de esas distintas calidades. Y de-termina el precio para su lote, de modo que sólo de casualidad ha-bría dos productores que obtuvie-ran el mismo precio.–¿Por qué decía que el productor sólo sacrifica parte del protagonismo?–Porque el productor tiene por un lado la posibilidad, a través de su cooperativa, de elegir a los directi-vos y, si no le gusta su performan-ce, no reelegirlos. Y además, puede asistir a todos los plenarios donde se intercambia información y estar informado de lo que va pasando durante la zafra. Además, la em-presa tiene una Comisión Fiscal que eligen las cooperativas prima-rias y esa Comisión Fiscal contra-ta una auditoría externa, porque la Comisión Fiscal obviamente no tiene ni las habilidades ni los tiem-pos para hacer un control de una empresa de este porte. Está todo perfectamente auditado.–¿Hay estabilidad o cierto movimien-to en cuanto a los productores miem-bros?–No, es completamente abierta. Hay un cierto movimiento perma-nente. Los productores firman la venta de su lana nada más que por ese año y todos los años tienen que renovar su inscripción. Eso tiene

su parte negativa y su parte positi-va. La negativa es que nos da cier-to estado de inseguridad, pero por otro lado nosotros tenemos que ser competitivos con nuestros precios, porque sabemos que si no somos competitivos y nuestra gestión no es buena, perdemos al productor. Tenemos un núcleo fuerte de pro-ductores que los llamamos con-secuentes, que están hace mucho tiempo, y un flujo de productores que entran y salen. Los que salen a veces lo hacen porque están dis-conformes, otras porque arrenda-ron o vendieron el campo, por lo que sea. Pero siempre logramos captar otros que quizá tuvieron una experiencia negativa en otro canal. Hay un flujo permanente de entradas y salidas.–Por lo visto, hoy prácticamente la totalidad de lo que sacan es en tops, es decir, lana lavada y peinada. ¿Esto siempre fue así o empezaron vendien-do lana en crudo?–Empezamos vendiendo lo que

Eduardo PiEtra PreSidenTe de cenTraL Lanera uruguay

es ingeniero agrónomo. dio clases en la Facultad de agronomía, uruguay; en la universidad del estado de Méxi-co; en el instituto interamericano de cooperación con la agricultura (iica) en la argentina y Brasil. Fue consultor en proyectos del Bid, el Banco Mun-dial y el iica en Paraguay.

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larguísima en peinadurías de lana. Y ellos, por otro lado, habían ate-rrizado hacía poco en el Uruguay y tampoco tenían la suficiente can-tidad de lana en el Uruguay como para tirarse solos a poner una fá-brica. Hicimos una alianza estra-tégica que mientras duró anduvo muy bien. Nunca un sí o un no, era cincuenta y cincuenta. Todo se re-solvió por unanimidad. Ese grupo después decidió retirarse del país y le vendió su parte (dentro de un paquete mucho más grande) a otro grupo transnacional francés que también estaba presente en Uru-guay y en la región. Y ese grupo que compró un paquete que in-cluía inversiones en Nueva Zelan-da ya tenía otras dos peinadurías en Uruguay y no le interesaba. A nosotros sí y entonces compramos la otra mitad.–¿Cuáles son los mercados importan-tes? ¿El Mercosur cuenta?–No, cero. El Mercosur no existe. En la época en la que vendíamos lana sucia los dos principales mer-cados eran Inglaterra y la Unión Soviética. Desde que nos transfor-mamos en vendedores de tops y sus subproductos, los principales compradores son los chinos y, en segundo lugar, Europa Occiden-tal, fundamentalmente Alemania e Italia. Pero hay otros países de Europa también; Turquía es impor-tante, y lo fueron también Francia y España, que ya no lo son más. Y después tenemos presencia en todo el mundo porque vendemos en Irak, en Japón, en Colombia, en México y en Suiza.–El caso de China es complejo; sé que a veces tratan de comprar la lana sucia

para hacer todo el proceso allá. ¿tuvie-ron ese problema?–Sí, hemos enfrentado ese pro-blema. Ellos compran algo de lana sucia acá, pero nosotros ven-demos sobre todo tops y eso fue posible gracias a la calidad. Ellos tienen una industria de lo más heterogénea. Una de nivel, de lo mejor que hay en el mundo, pero también otra industria obsoleta y vieja. Obviamente la industria de mejor maquinaria la destinan a las lanas finas y superfinas, que son lanas más caras y que producen productos más caros. Uruguay lo que le vende a China son las lanas más gruesas y de menor valor que van destinadas al mercado interno fundamentalmente. Esas lanas, en general, no se venían procesando en las fábricas más modernas de China y, pese a que ellos tienen una mano de obra mucho más barata y energía mucho más ba-rata que nosotros, que son los dos componentes principales del

costo aparte de la materia prima, nuestros niveles de productividad y calidad nos permitían competir. Con el correr del tiempo, China se va haciendo poco a poco más cara, el nivel de vida y salarial ha ido subiendo. Además, hay otro ele-mento: las peinadurías generan un efluente que hay que tratar y ellos no hacían nada, pero China está tan contaminada que ahora lo tie-nen que hacer y eso también eleva los costos, de manera que nos he-mos ingeniado para ser competiti-vos. Tenemos la mejor maquinaria que existe en el mundo –nosotros y nuestros colegas competidores en Uruguay– para fabricar tops.–usted dice que no hay un mercado dentro del Mercosur. ¿Es por la ausen-cia de una industria textil o porque no hay consumo de lana y ropa de lana? –Primero, porque la primera etapa de la industrialización de la lana, o sea el lavado y el peinado, se ha concentrado en los países produc-tores de lana por una cuestión de ahorro en fletes. Si nosotros vende-mos lana sucia, estamos transpor-tando un cuarenta por ciento de tierra y otras porquerías que van a ser sacadas durante el proceso del lavado. En los únicos lugares de Latinoamérica que hay lanares es en Uruguay, la Argentina, el sur de Chile y el sur de Brasil. No hay una oveja más en toda Sudamérica o son ovejas de razas carniceras, que no producen lana de calidad. En segundo lugar, la industria se fue trasladando a los países de mano de obra muy barata. Primero fue-ron los tigres asiáticos, cuando se encarecieron, aparecieron China e India. En Latinoamérica, si bien

uruguay

experiencias cooperativas

“dEsdE qUE nos TrAnsfor-MAMos En vEndEdorEs dE ToPs Y sUs sUbProdUCTos, Los PrinCiPALEs CoMPrA-dorEs son Los Chinos Y, En sEgUndo LUgAr, EUroPA oCCidEnTAL, fUndAMEnTAL-MEnTE ALEMAniA E iTALiA. PEro hAY oTros PAísEs dE EUroPA TAMbién; TUrqUíA Es iMPorTAnTE, Y Lo fUEron TAMbién frAnCiA Y EsPAñA.”

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puede haber mano de obra barata, la industria textil se dedicó más al algodón, que se cultiva en todos lados. Sí hay una industria lanera importante, pero a partir del teji-do, en Colombia y México. Chile y Estados Unidos tuvieron algo, pero desapareció todo.–No sé qué pasó en uruguay, pero los años noventa en la argentina fueron terribles para los textiles. ¿Cómo fue la situación para ustedes?–El principal problema fue el re-traso cambiario, en gran medida heredado de la Argentina por la convertibilidad. Más allá de que las inclinaciones políticas para el atraso cambiario son bastante uni-versales, porque el atraso cambia-rio es como la pasta base: genera euforia al principio, pero después te termina matando. Hubo un boom de consumo interno brutal, el “dame dos” y el viajar a Miami. Eso nos causó un problema muy importante, implicó la necesidad de una reducción de costos que significó, a nivel de las oficinas centrales, bajar el número de fun-cionarios a la mitad exigiéndoles el mismo trabajo, lo que en el fondo fue un aumento de la productivi-dad del trabajo. Incluso durante un tiempo no se ajustaron los salarios por la totalidad del IPC (índice de precios al consumidor), cosa que se logró con el acuerdo de los fun-cionarios –en aquella época había una legislación laboral más laxa, pero estaba el acuerdo de todos los funcionarios–, y en segundo lugar, en aquella época la peina-duría que iniciamos era muy chica y dos veces le aumentamos la ca-pacidad instalada para bajar costos

unitarios aumentando la escala. Ésos fueron los factores funda-mentales. Después, ser eficientes, tener calidad y ese tipo de cosas. El otro elemento importante del costo de este negocio es el finan-ciero. Como la lana se cosecha una vez al año, pero la fábrica trabaja los 365 días, cuando se esquila te-nés que conseguir toda la lana y reservarla para funcionar todo el año. Pero la lana la vas producien-do, vendiendo y cobrando poco a poco, lo cual significa que tenés una necesidad de capital operati-vo muy importante. Eso lo hemos hecho teniendo un cumplimiento estricto de todas nuestras obliga-ciones financieras. Central Lanera se jacta siempre de no haber tenido un vale vencido ni por veinticuatro horas en sus 42 años de vida. Y ese profesionalismo y ese cumpli-miento nos permitieron acceder a líneas de crédito amplias y tasas de interés más bajas. Incluso han venido y vienen bancos privados a

ofrecer plata, a pesar del momento complicado que se está viviendo. Hoy tenemos fuentes financieras muy confiables. Nuestros principa-les financiadores son el Banco de la República, el Oikocredit –una sociedad cooperativa ecuménica con sede en Holanda con la cual tenemos una larga vinculación– y la tercera, obligaciones negociables que emitimos y que colocamos en la Bolsa, y que los principales compradores sabemos que son los propios productores de CLU. –¿Cómo ha sido la relación con el Esta-do? ¿Hubo políticas para el sector? –Creo que las cosas que le dieron gran fortaleza a CLU fueron dos. Muchas cooperativas nacieron bajo el paraguas del Estado y cuando ese paraguas desapareció, ellas desaparecieron. En segundo lu-gar, muchas veces los beneficios estuvieron ligados a la venta en el mercado interno que permitía ese tipo de cosas. Nosotros nos carac-terizamos por ser competitivos a nivel internacional, porque si no, estábamos fritos. En Uruguay, por ejemplo, el trigo siempre se pro-dujo en cantidad para el consumo interno con algún saldo exporta-ble de vez en cuando. Entonces, la cooperativa participaba, pero el Estado intervenía en la comercia-lización del trigo, prácticamente era el que fijaba los precios, era imposible perder, porque estaba todo arreglado por el Estado. Aho-ra, si después de funcionar mucho tiempo así un día a uno lo dejan libre, eso es un problema. Nosotros siempre tuvimos que competir, siempre exportamos todo, nuestro mercado fue el mundo y el Estado

“CEnTrAL LAnErA sE JAC-TA siEMPrE dE no hAbEr TEnido Un vALE vEnCido ni Por vEinTiCUATro horAs En sUs 42 Años dE vidA. Y EsE ProfEsionALisMo Y EsE CUMPLiMiEnTo nos PErMi-TiEron ACCEdEr A LínEAs dE CrédiTo AMPLiAs Y TAsAs dE inTErés Más bAJAs.”

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nunca tuvo nada que ver ni con la fijación de precios ni con nada. Nuestro factor competitivo no es la protección, sino la calidad de nues-tros productos, el cumplimiento de todas nuestras obligaciones, el financiamiento a costos buenos, y no el tener exoneraciones. A tal punto es así, que nuestra fábrica es una sociedad anónima de la cual nosotros somos dueños del ciento por ciento.–¿Se han acercado otras cooperativas buscando asesoramiento en estos años?–Sí, a tal punto que hoy hay un grupo de cooperativas argentinas que venden su lana a través de CLU. Esto empezó hace ya como diez años a través de una coopera-tiva chica en Ayacucho, provincia de Buenos Aires. Luego, hace ocho años comenzó una federación de cooperativas de la provincia de Río Negro con sede en Ingeniero Jacobacci. Éste es un emprendi-miento muy interesante: es una minoría étnica, son mapuches que ocupan tierras fiscales, viven en condiciones muy precarias y vi-ven totalmente aislados, sobre todo en invierno, con la nieve. Nosotros conseguimos darles adelantos so-bre los precios, buscamos la forma. Antes, ellos usaban la lana prác-ticamente como dinero. La iban vendiendo de a poquito para ir comprando las cosas. Desde que les damos los adelantos, eso a ellos les permite hacer una compra cen-tralizada de “la mercadería”, que son las cosas que necesitan para pasar todo el invierno –harina, arroz, azúcar, café, sal– y lo com-pran en forma conjunta, logrando

precios mucho mejores. Eso fue creciendo en el número de kilos que mandan. Y a ellos se les sumó una cooperativa de la provincia de Neuquén, luego otra de La Pampa, y este año también empezó un gru-po de productores de la cooperativa de Trelew.–¿Cómo es el trabajo con los produc-tores? ¿Hay productores pequeños y grandes?–Hay de todo, de productores muy chicos que pueden tener diez o doce ovejas a otros con miles de ovejas. Es cierto que el veinte por ciento de los productores explican el ochenta por ciento de la lana, pero el precio es igual para todos. A igualdad de finura y calidad, el precio es idéntico para los dos, lo cual es una ventaja para el peque-ño productor. La otra gran ventaja es que el productor tiene derecho a un financiamiento. Hay produc-tores que nunca habían ni entra-do a un banco, como no hubieran entrado los mapuches, porque ni

se les hubiera ocurrido entrar. Sin embargo, tienen acceso al crédito porque el crédito es a CLU, no a los productores. Somos como una banca de primer piso y la banca de segundo piso que nos financia. Y funciona así. –¿trabajan también con capacitación, tecnología o eso ya es de cómo ellos deciden aplicar el financiamiento?–Tenemos un grupo de entre ocho y diez ingenieros agrónomos o si-milares que atienden distintas zo-nas del país. Representan un cos-to adicional, pero a partir de ahí no sólo le ofrecemos al productor la comercialización de su lana y, desde hace unos años, también la de sus corderos, sino una serie de servicios: ofrecemos genética, carneros, semen importado, toda una serie de cosas que a los tipos les permite mejorar el precio de su lana. Somos la única empresa comercial que tiene dos laserscan, unos aparatos con rayo láser, caros, que se usan para medir la finura de la lana. Pueden mandar muestras de sus animales y se les mide la finura, y después se les pone una caravana y saben de qué finura es cada uno.–¿Hay planes de otros lugares a los que les gustaría ir, aunque no sea a corto plazo? ¿tratar de relacionarse con la industria textil, por ejemplo?–Hemos estudiado eso, pero no es viable. Primero, porque no hay un mercado interno tan grande, y segundo, porque es imposible competir con los precios de los hi-lados de los indios o de los chinos, por la mano de obra y porque en eso sí importa mucho la escala y nosotros no podemos poner una

uruguay

experiencias cooperativas

“nosoTros siEMPrE TUvi-Mos qUE CoMPETir, siEM-PrE ExPorTAMos Todo, nUEsTro MErCAdo fUE EL MUndo Y EL EsTAdo nUnCA TUvo nAdA qUE vEr ni Con LA fiJACión dE PrECios ni Con nAdA. nUEsTro fACTor CoMPETiTivo no Es LA Pro-TECCión, sino LA CALidAd dE nUEsTros ProdUCTos.”

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escala tan grande. En los corderos hemos avanzado hasta ahora en te-ner una asociación con frigoríficos locales, fundamentalmente con uno, pero no hemos entrado en la etapa industrial. Lo hemos pensa-do, pero no hemos resuelto nada. Sí nos hemos empezado a meter en el tema de servicios adicionales y la genética, y el otro gran paso es regionalizarnos, estar presentes en la Argentina y ver, por qué no, el sur de Brasil o Chile.–¿Cuáles son los principales competi-dores?–Internamente, tenemos unas cuatro o cinco empresas con las que competimos duramente, pero somos también amigos persona-les y hemos salido por el mundo a promocionar las lanas uruguayas todos juntos. Hemos recorrido las fábricas en China en forma con-junta, hemos donado tops de lana a las universidades chinas para que estudien las propiedades de la lana uruguaya, hacemos un montón de cosas en conjunto. Des-pués nos arrancamos las muelas, los dientes… –¿y hoy cuáles son los puntos que están tratando de pelear en cuanto a calidad? ¿Hay algo en lo que ustedes sigan supe-rando a la lana china, por ejemplo?–La lana que peina China, en su mayoría, es de mala calidad. Son razas carniceras en lugares muy hostiles, en Mongolia y ese tipo de lugares. Ellos procesan sobre todo lanas australianas de altísima calidad para hacer productos que respondan. Las lanas australianas tienen ventajas de calidad sobre las uruguayas, de color y de presencia de fibras coloreadas, por ello nues-

tra carrera es tratar de achicar esa brecha e ir acercándonos.–¿y eso cómo se trabaja? ¿Con las ra-zas?–Hay una parte que es con las ra-zas, otra que es con los cuidados que tiene que tener el productor en la esquila y otra parte que es ilevantable para nosotros: nunca vamos a tener el color, por ejem-plo, del ganado del sur de Chile por un tema de clima, porque lo que da un color amarillento es simultáneamente que haya calor y humedad, ahí se genera el mi-croorganismo que le da ese tonito amarillo, mientras que allá, en la Patagonia, el color es soñado, por-que son climas secos y fríos, por lo que las lanas son blancas como el papel. Pero son menos resistentes, porque al tener la oveja condicio-nes de alimentación más precarias, la fibra tiende a quebrarse. Cuando la oveja sufre un estrés por falta de alimentación o por alguna enfer-medad, la lana se afina y se entra

a quebrar. Y eso es un defecto im-portante. –¿Cuáles cree que han sido las claves para mantenerse vigentes durante más de cuarenta años?–Hay mucha literatura escrita en el mundo acerca de cuáles son las em-presas que perduran en el tiempo. No tiene que ver con lo que hacen. La lana no te garantiza que vas a perdurar. Al contrario, cuando se fundó Central Lanera había sesenta firmas exportadoras de lana y hoy quedamos seis. Yo creo que lo que hace que las empresas perduren son sus valores y su cultura. Y creo que el haber sido fieles a nuestros valores fue fundamental. Uno de esos valores es la solidaridad, no por ser cooperativa o por un tema ideológico, sino la solidaridad por-que es la conciencia de que ningún productor, por grande que sea, solo puede optimizar la gestión de su establecimiento; otro es la seguri-dad, no en el sentido de no tomar riesgos porque la actividad empre-sarial es de por sí tomar riesgos, sino que los riesgos que tomamos los medimos y los tratamos de aco-tar en lo posible; también el tema de la innovación, en el sentido de que si el mundo cambia permanen-temente y nosotros no cambiamos, estamos liquidados. Por eso siem-pre tenemos que estar buscando nuevos productos y nuevos proce-sos; finalmente, hemos defendido la justicia, que no es que para to-dos sea igual, porque no hay nada más injusto que tratar igual al que es distinto. Le pagamos distinto a cada productor, porque cada pro-ductor tiene una calidad distinta y eso hay que reconocérselo.

“Uno dE Esos vALorEs Es LA soLidAridAd, no Por sEr CooPErATivA o Por Un TEMA idEoLógiCo, sino LA soLidAridAd PorqUE Es LA ConCiEnCiA dE qUE ningún ProdUCTor, Por grAndE qUE sEA, sóLo PUEdE oP-TiMizAr LA gEsTión dE sU EsTAbLECiMiEnTo.”

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Chile se ha planteado convertir-se en una potencia alimenta-ria y forestal en los próximos

años. “Esto significa poder desarrollar la actividad agrícola y alimentaria relacionada con altos estándares que le permitan exportar sus productos y alimentos a nichos de alta exigencia en el mundo1”. Esta aspiración es hoy uno de los ejes estratégicos del Ministerio de Agricultura y cons-tituye una ruta de consenso con el sector privado.

En concreto, ser potencia ali-mentaria y forestal significa, pasar de ser el actual número 17, como país exportador agroalimentario, al número 10 en los próximos 5 años, lo que implica incrementar los actuales US$ 8 mil millones de exportaciones sectoriales a US$ 12 mil millones, con una balanza comercial sostenidamente positiva

en el tiempo. Lo anterior se sus-tenta en el aprovechamiento de las oportunidades que el país se ha generado, a partir de su apertura económica, una de las más abier-tas del mundo. Sólo posible para un país con un gran potencial.

“Chile, desde el punto de vista agropecuario y forestal, es un país que basa sus exportaciones en pro-ductos alimenticios con mayor o menor grado de elaboración y en productos madereros. Dado lo ante-rior, los gobiernos de la Concertación han detonado un proceso sistemáti-co de apertura comercial, expresado en la suscripción de tratados de libre comercio, que se han sustentado en una serie de ventajas competitivas, tales como un buen manejo f ito y zoosanitario, facilitado por las ba-rreras naturales que nos otorgan condiciones de “isla sanitaria”, por

Hoy Chile es un país que basa sus exportaciones en productos alimenticios y en pro-ductos madereros y que, según el autor de esta nota, se proyecta como una potencia en ambos ítems. El plan oficial incorpora a la Agricultura Familiar Campesina a esta iniciativa económica como parte fundamental de su desarrollo y expansión.

chilePor Benjamín Blanco, Ingeniero Agrónomo; Jefe de División de Gestión Estratégica. Instituto de Desarrollo Agropecuario. INDAP

Ser una potencia alimentaria y forestal del siglo XXI, el objetivo chileno

un desarrollo empresarial relevante y por una positiva imagen país desde el punto de vista de la inversión ex-tranjera y de la estabilidad política por la que el país atraviesa. En de-finitiva, Chile ha generado grandes oportunidades para la agricultura, pero en un escenario global mucho más exigente” 2.

Además, ser potencia alimen-taria es un concepto inclusivo, es decir que incorpora a todos los productores agrícolas y especial-mente a los representantes de la agricultura familiar campesina (AFC). No es posible que este ob-jetivo se cumpla con una parte de la agricultura chilena. Hay espa-cio y oportunidades para todos los sectores.

Por ello, el Ministerio de Agri-cultura, principalmente a través del Instituto de Desarrollo Agro-

polÍtica sectorial

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pecuario (INDAP), ha iniciado la implementación de un programa de fomento productivo para la AFC que apunta a mejorar su inserción competitiva en forma sustentable. Este programa fue lanzado por la Presidenta de la República, Mi-chelle Bachelet, en agosto del año 2006, justo al inicio de su Gobier-no, el cual apunta, a través de un conjunto de acciones, a superar las principales restricciones que tiene este sector, en cada territorio y ru-bro, para ser un actor competitivo en las cadenas agroalimentarias del país.

Hoy la AFC representa el 85% de los productores de la agricultu-ra nacional, distribuido a lo largo de todo el país. Con un 40% de la tierra y la misma proporción de do-tación de animales, participa en la producción de todos los productos

agrícolas y pecuarios que se produ-cen en Chile.

Aunque parte de su producción es para el autoconsumo, la mayo-ría es comercializada a diferentes mercados. Lo hace directamente en el predio a consumidores o in-termediarios, en mercados locales, comunales y regionales. Lo hace a mercados mayoristas, o directa-mente en ferias libres, también en supermercados e incluso en locales especializados de alimentos.

Uno de los mercados más im-portantes y que más crece es la agroindustria, lo hace con las fru-tas y hortalizas; exporta productos frescos y en la agroindustria elabo-ra frutas secas, jugos, platos prepa-rados, entre otros. También lo hace con la miel y la leche, que produce varios subproductos como queso, yogurt, mantequilla y otros. La car-

ne bovina y ovina, que se procesa en plantas faenadoras, también proviene de la AFC directamente o a través de engorderos o ferias ganaderas. Los cereales, como trigo o maíz de los molinos, tam-bién vienen de la AFC. Lo hacen los tabacaleros y la remolacha en una industria muy organizada con los proveedores, con alta propor-ción de este sector. Estimaciones de INDAP indican que no menos de 50.000 pequeños productores venden sus productos a la agroin-dustria.

El Instituto de Desarrollo Agro-pecuario es una institución técni-ca de fomento productivo que está jugando un rol fundamental en una incorporación adecuada de la Agricultura Familiar Campesina en este desafío.

No obstante, la Agricultura

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Familiar Campesina presenta di-ferentes grados o niveles tecno-lógicos y de gestión, sean éstos desde el punto de vista predial o comercial, para alcanzar niveles de productividad, rentabilidad y cali-dad en sus productos. Lo anterior también obviamente condiciona su inserción a los mercados.

En este sentido la “Política de Fomento Productivo de INDAP apunta a identificar las señales de mercado en que participa o podría participar, en cada territorio donde se ubican y el rubro que producen. Al mismo tiempo, la política se orienta a conocer muy bien las característi-cas de este segmento de la población e identificar las principales brechas o puntos críticos que se establecen en la cadena, los cuales impiden un mejor acceso a los mercados. De esta mane-ra se segmentan los productores para hacer una política diferenciada de acuerdo con los tiempos, necesidades y expectativas.3”

La Política de Fomento Produc-tivo busca identificar las principa-les posibilidades de diferenciación de los productos campesinos para acceder a mercados más convenien-tes y sustentables en el tiempo. Por ello, los elementos diferenciadores a los que se alude en este artículo juegan un rol tan importante y son parte constituyente de la acción institucional.

Con este trabajo, INDAP modi-fica, mejora y focaliza sus progra-mas de apoyo, ya sea apuntando a mejorar las capacidades de las personas o bien aportando las inversiones necesarias para ello. Los programas son entregados con calidad y oportunidad, con-

presarios. En Chile existen cerca de 400 empresas campesinas que com-pran insumos de productores cam-pesinos.4”

También entendemos que en este esfuerzo es fundamental el fortalecimiento de la asociatividad de los actores de la AFC. Un pro-ductor solo frente a una agroindus-tria e incluso frente al Estado, lo hace ineficiente. Todos requerimos un sector campesino organizado, como un gran interlocutor. Por ello es que también el programa de Gobierno apunta a mejorar este aspecto, con programas de forta-lecimiento de las organizaciones, de capacitación de los gobiernos corporativos. Apoyo a los planes de negocios, internacionalización, entre otros.

Este mecanismo de trabajo, impulsado por INDAP, no signi-fica renunciar ni tampoco dejar de fomentar que los propios cam-pesinos puedan transformar pro-ductos y vender al país o al mundo en forma directa. Por el contrario, seguirá siendo una línea privile-giada de trabajo, pero lo haremos resguardando su sustentabilidad en el tiempo.

Fortalecer la competitividad de la AFC es una de las principales es-trategias del país para ser Potencia Alimentaria y Forestal, y es parte sustantiva del actual Programa de Gobierno.

dición indispensable para ser un aporte al proceso productivo y de transformación de la Agricultura Familiar Campesina. No obstante las particularidades de cada rubro o cada territorio, existen elementos transversales que potencian las es-trategias de intervención como por ejemplo, la condición sanitaria, el riesgo, la asociatividad y la genera-ción de redes, etc.

“Dentro de los programas de apo-yo a la competitividad de la AFC, INDAP apoya el fortalecimiento de las alianzas productivas y encadena-mientos entre los que producen y los que transforman y venden esos pro-ductos, mayoritariamente represen-tado por la agroindustria. Cuando se habla de agroindustria, también comprende a micro y pequeños em-

1 Hernán Rojas Olavarría. Director Nacional de INDAP. Encadenamiento productivo de la agricultura familiar campesina para ser potencia agroalimentaria.

2 Idem3 Idem4 Idem

Benjamín BlancoINGENIEro AGróNomo

Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Chile, diplomado en Habilidades Directivas en la Universidad Adolfo Ibáñez. Posee más de nueve años de trayectoria como Jefe de División de Gestión Estratégica, Jefe de Gestión Presupuestaria, Consultor en Proyectos Internacionales en Países de Latinoamé-rica y Asesor en Planeamiento Estraté-gico y Desarrollo de Políticas Públicas.

chile

polÍtica sectorial

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–cuando usted escucha hablar del mer-cosur como un potencial granero del mundo o como un potencial provee-dor de alimentos para el mundo, ¿qué cree que puede sumar, que puede ser provechoso y, también, qué riesgos provoca?–No es una idea con la que me gus-te empezar. Porque si nosotros, con el trabajo de nuestro pueblo, termi-namos produciendo alimentos de calidad para el mundo, bienvenido sea. Pero no me gusta empezar a razonar que vamos a organizar las cosas para eso, porque no creo que sea bueno empezar pensando en las exportaciones. Eso es un criterio que ha manejado mucho

El ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca del Uruguay, Ernesto Agazzi analiza en esta charla con agropolis, en Montevideo, el devenir de la agricultura, resaltando la intención de crecer junto con las necesi-dades de los habitantes. Aunque asegura que en la re-gión está ganando una agricultura empresarial, defien-de el espacio de la Agricultura Familiar y dice que hay condiciones muy buenas “para que las familias rurales que tienen una historia de ser familias rurales, puedan afincarse en la tierra”. Y concluye: “nosotros estamos con una dosis impresionante de pragmatismo”.

“Hay que trabajar con la gente y con programas concretos”

enTReViSTa eRneSTo aGaZZi SaRaSolaPor Juan manuel Bordón

polÍtica sectorial

el neoliberalismo y ha manejado mucho toda una corriente de ideas que hubo, de que la única posibi-lidad que hay es convertirnos en exportadores de cosas. Me gusta arrancar con una visión más in-tegral, siendo que por ahí termi-no en lo mismo, pero yo creo que nosotros somos una región muy buena en recursos naturales, con una densidad de población relati-vamente baja y con pueblos muy trabajadores que aprenden muy rápido a hacer trabajos de calidad. Pienso esto en la Argentina, en Chile, en Brasil, en Paraguay, en Uruguay... Con decir que las pri-meras fábricas de locomotoras en

América Latina estuvieron en Pa-raguay. Esto pasó hace dos siglos y quizás no sirva un trasplante ahis-tórico, pero yo creo que hay mu-chos, muchos ejemplos de que en nuestros pueblos, en nuestros paí-ses, la gente y los agricultores en particular, aprenden a hacer cosas muy bien hechas y en poco tiempo, si encuentran un motivo, si tienen una dirección, si tienen una moti-vación. Por poner un ejemplo nada más, en el Uruguay nunca se había plantado una remolacha. Se instaló un ingenio para producir azúcar con remolacha –es el único país (de la región), porque en la Argen-tina no hubo–, y en poco tiempo

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nuestros agricultores aprendieron a manejar agroquímicos, genética, manejo, a niveles muy buenos de rendimiento, de productividad. Es sólo un ejemplo, podría poner mu-chos otros. Ése lo pongo porque yo planté, produje azúcar de remola-cha. Quiero decir que con esas ca-racterísticas de la región tenemos condiciones muy buenas, para que las familias rurales que tienen una historia de ser familias rurales, puedan afincarse en la tierra y a hacer lo que su cultura los conduce a hacer, lo que les gusta y lo que nuestras sociedades precisan. –Usted planteaba al inicio de su res-puesta que esto era un diagnóstico, una idea que instaló el neoliberalismo, que todo tenía que ser con inserción expor-tadora; esta idea de un granero del mundo evidentemente ronda. ¿Desde qué sectores se está impulsando? ¿Des-de el agronegocio? ¿Son las potencias industriales que necesitan otra vez un proveedor de materia prima?–Creo que hay nuevas formas de organización empresarial en la agricultura, como lo hay en la in-dustria y como lo hay en todos los servicios. En la agricultura esas formas se están caracterizando y quizá América Latina es el lugar donde se están dando con más fuerza en este momento, aunque esto tuvo lugar en los Estados Uni-dos antes del desarrollo capitalista, que es lo que separa la vida rural de la producción. Separa las fami-lias rurales de un fenómeno que se hace con una cabeza más em-presarial. Eso, como toda actividad empresarial, es capaz de medir el cumplimiento de metas, eficiencia, de tomar decisiones racionales, de

contabilizar y comercializar los productos, y tiene una gran efi-ciencia capitalista. El problema es que como todo capitalismo lleva a la concentración de capital. En-tonces nosotros tenemos empresas que plantan 200.000 hectáreas de soja o supermercados que engor-dan la misma cantidad de novillos que engordamos en Uruguay por año. Ese tipo de desarrollo empre-sarial, en mi visión, no es el que precisa nuestra región, porque eso sólo sirve para aumentar la pro-ducción. Pero como yo creo que la economía no es sólo producción, sino que es, sobre todo gente, para la cual la producción está al servi-cio, creo que para nuestra región tiene mucho más perspectiva una agricultura –y digo agricultura en términos generales, independiente de que sea producir leche, granos, carne o árboles–, una actividad de producir con los recursos natura-les, que los conserve para el futuro, que los use bien y que multiplique

una cultura sobre la base de fami-lias rurales trabajando.–evidentemente la región tiene unas ventajas naturales hoy que, si bien está golpeando la sequía y otros problemas, si se la compara con regiones de asia o África, donde los problemas son mucho más graves, la situación comparativa es muy importante y va a llegar un momento en que la producción de ali-mentos también sea casi una cuestión ética. ¿es compatible esta idea de lo que usted dice de sostener una cultu-ra y vida agrícola con una producción insertada en mercados, con tecnología, con capacitación? ¿cómo se está tra-bajando?–Primero es una decisión política, no es un problema de recursos ni de tecnología. Esa decisión política Europa la tomó después de la Se-gunda Guerra Mundial. Definie-ron cosas muy elementales que a nosotros a veces nos espantan. Por ejemplo: ¿qué es más impor-tante, el agricultor y su familia o el propietario jurídico de la tierra? Y resolvieron: es más importante el agricultor y su familia. En con-secuencia, el régimen de arrenda-miento tiene que ser a largo plazo, porque tiene que estar concebido para beneficiar a las familias de agricultores. Y el propietario jurí-dico de la tierra puede expulsar al agricultor sólo en el caso en que vaya a producir él mismo la tierra. Esto que estoy poniendo como un ejemplo, que es lo que resolvió en su ley de arrendamiento y ley de organización agrícola Francia, fue una decisión política, en un mo-mento. Ellos, con los recursos que debían importar alimentos. Era una cosa muy mal organizada. Y

enTReViSTa eRneSTo aGaZZi SaRaSola

polÍtica sectorial

“LA EUForiA dE qUE EL MEr-CAdo soLUCionA todo sE Está tErMinAndo. Y Lo qUE Está sUCEdiEndo AHorA Es qUE EL EstAdo Está APArECiEndo Con nUEvos roLEs. si no, MirEn Lo qUE Está PAsAndo En EstAdos Unidos, En EUroPA.”

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a base de definiciones y de fijar-se metas, lograron ser la potencia agrícola más grande de Europa. Con lo cual ya te estoy contestan-do que si se dan las definiciones políticas adecuadas, se puede te-ner en nuestra región un potencial productor de alimentos muy gran-de, porque tenemos características propias. Acá el agua no escasea. En el Reino de Arabia Saudita, producir un litro de leche –que ellos producen hoy–, les cuesta más de $US 0,70. Porque tienen que producir en los lugares donde tienen un poquito de agua, bus-car plantas apropiadas y eficientes para usar esa agua, y ese alimento se lo traen a unas vacas lecheras que las tienen en un lugar artifi-cial para producir leche. Producen mucha leche por vaca, pero les sale carísimo cada litro. En nuestra re-gión, con el agua que tenemos dis-ponible y los excelentes suelos de zona templada y con las familias laboriosas en general, con buen ni-vel educativo, con buena cultura, con buena propensión a aprender, a hacer las cosas mejor, creo que tenemos todavía mejores condicio-nes que en Europa después de la Segunda Guerra Mundial para pro-ducir los alimentos que nosotros necesitamos y para ser proveedores de alimentos que otros necesitan y que no tienen la disponibilidad de recursos que tenemos nosotros. Cada uno de nuestros países tiene sus características, pero nosotros tenemos dos canchas de fútbol por cada vaca (1 vaca/ha). ¡Es una barbaridad! Yo le contaba esto al ministro de Agricultura de Arabia Saudita y se reía. “Es el único país

que tiene más vacas que gente”, me decía. Es que nosotros no nos damos cuenta de esas cosas desde adentro de la región, pero desde afuera les llama la atención. Fijate que la extensión promedio de un productor/agricultor chino es de 0,75 hectáreas Entonces nosotros… ¡si tendremos condiciones, cultura y posibilidades para producir ali-mentos! Para nosotros y para los que precisen. Pero no porque deba-mos fijarnos como primer objetivo ser agroexportadores. Eso yo creo que está muy vinculado a la idea de que tenemos que crecer expor-tando mucho para poder importar mucho.–lo que usted sí está dejando en claro es que, al menos Uruguay, está apos-tando por una agricultura de agricul-tores familiares...–Todas las políticas del Ministerio priorizan la situación de las fami-lias rurales. Todas. Lo cual no quiere decir que estemos de espal-das a la realidad. Porque los agri-

cultores familiares del Uruguay son más del 70% de las familias rurales, pero el gran volumen de la producción lo hacen empresas grandes en las que trabajan gen-te asalariada o que aplican, a la americana, mucha tecnología con poca mano de obra. Eso también es importante para el país. Yo no voy a confundir. Los tamberos fa-miliares a nosotros nos interesan que trabajen cada vez mejor, que produzcan más leche, que sean más eficientes, que sean más com-petitivos, porque nosotros tenemos que insertarnos en los mercados mundiales. Bien. Pero, no me voy a olvidar de que la mayor cantidad de leche que entra a las plantas proce-sadoras del Uruguay no viene de esos tamberos familiares, viene de otros más grandes. El problema es que esos tamberos familiares no tienen como futuro ser grandes empresarios eficientes, ni pueden pensarse así, p. Porque una empre-sa familiar es una cosa totalmente distinta a una empresa capitalista. Pero ese es tema de otro desarrollo más profundo. –¿cómo se siente este modelo en el marco del mercosur actual? ¿Sienten que están trabajando en conjunto?–Estamos en un proceso que es dinámico, que no empezó ahora. Quizá en nuestro país empezó cuando los gobernantes decidie-ron “echarle gringos a la pampa”, cuando los gobiernos del Uruguay con inflexión socialdemócrata, a principios del siglo XX, quisieron combatir al latifundio creando agricultura. Es un proceso;, esto empezó hace mucho. En los Esta-dos UnidosEE.UU. empezó en el

eRneSTo aGaZZi SaRaSolaINGENIEro AGróNomo

Actual senador de la república elegido por el mLN-T, mPP, Frente Amplio. En el año 2000 fue elegido diputado y en 2005 nombrado viceministro del presi-dente electo José mujica en Ganadería. En 2008 fue designado ministro (renun-ció en octubre de este año).

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Far West. yY, en realidad, la má-quina intensiva era la oveja en re-lación cona los bisontes. Estamos participando en un proceso nuevo que va para… en los países socia-listas, de preeminencia soviética, habían tomado posición sobre esto. Y fijaron una posición a favor de industrializar el agro y hacer gran-des empresas industriales sustitu-yendo a los campesinos atrasados que trabajaban pequeñas parcelas de tierra y que no eran eficientes. –¿cuál fue la consecuencia de este pro-ceso?–Ganó el campesinado. No se pudo evitar el campesinado del mundo. Ni por el socialismo ni por el capi-talismo. Porque hay razones muy profundas para ello. El campesina-do en las condiciones de ellos es el agricultor familiar en las condicio-nes nuestras. Entonces, cómo se está llevando adelante en cada uno de los países. Y, es distinto. Brasil tiene dos ministerios, uno para la agricultura social o de las familias rurales y otro para el agronegocio. A Brasil no le toques el agronego-cio. Es importantísimo para el equilibrio general de la economía. En la Argentina no se puede tocar el agronegocio por la importancia que tiene, la agricultura sobre todo. La producción de oleaginosas o de trigo. No tanto la producción de le-che o la producción de frutas o de vinos. Estos sectores empresariales y de agronegocios están vinculados con el mundo en red. Son la puerta de entrada de grandes consorcios internacionales, porque ahí opera la transnacionalización igual que en la fabricación de autos. Con la agricultura familiar, no. Entonces,

tu pregunta… te quiero contestar, que en cada uno de los países hoy lo que está habiendo es una agri-cultura empresarial, de grandes empresas que se están concen-trando, y hay agricultores familia-res que necesitan desarrollarse. Nosotros gastamos mucho para la idea del desarrollo rural, crea-mos una Dirección de Desarrollo Rural, porque esos agricultores fa-miliares… no se puede sobrevivir con una actitud de misericordia con ellos. Nosotros priorizamos a los agricultores familiares, no porque les tengamos lástima, sino porque les tenemos confianza de futuro, por un proyecto de país. Ahora, para desarrollarse tienen que producir bien, tienen que ser competentes, competitivos, porque a nosotros nos gustará o no nos gustará la internacionalización de la economía que hay hoy, pero hoy es algo tan tangible, que existe tan ahí, como la “pasta base” o como la música. Está ahí. Así que algo hay

que hacer con esas nuevas reglas de juego que probablemente se sigan desarrollando después. En-tonces en ese marco hay grandes empresas de agronegocios en todos nuestros países y hay muchas fa-milias rurales que tienen derecho a vivir con su cultura y, además, derecho a utilizar los conocimien-tos que han desarrollado nuestros organismos de investigación, y po-nerle cabeza para desarrollar mejor la producción y el bienestar de esa familia.–Si bien el agronegocio puede ser si-milar en Brasil o en la argentina, en la forma de operar o de legislarlo aunque sean cultivos diferentes, puede ser más sencillo legislarlo a nivel regional que cuando hablamos de agricultura fa-miliar. ¿cómo se evalúa la posibilidad de llegar a acuerdos regionales sobre agricultura familiar?–Mirá, eso depende de la voluntad política que se tenga. No es más complicado que lograr políticas regionales para la industrializa-ción de la madera. Sin embargo, tenemos una planta que procesa madera en forma química en el li-toral uruguayo, y no nos podemos poner de acuerdo con los ciudada-nos que están en el litoral argen-tino, enfrente, sobre cómo llevar adelante ese emprendimiento. Entonces tiene las mismas difi-cultades que eso. No somos idea-listas en ese sentido, porque no-sotros estamos en un proceso de integrarnos. Hasta ahora hemos tenido una integración comercial con una impronta neoliberal: ¡hay que bajar todas las barreras, el li-bre comercio va a salvar el mun-do! Entonces el Mercosur, en el

enTReViSTa eRneSTo aGaZZi SaRaSola

polÍtica sectorial

“PArA nUEstrA rEGión tiEnE MUCHA Más PErs-PECtivA UnA ACtividAd dE ProdUCir Con rECUrsos nAtUrALEs, qUE Los UsE biEn Y qUE MULtiPLiqUE UnA CULtUrA sobrE LA bAsE dE FAMiLiAs rUrALEs.”

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nombre nomás, ya viene con una culpa, llamarse mercado. Nunca la integración de los pueblos empieza con la palabra mercado. Después los pueblos decidirán si incorporan el tema mercado. La Unión Euro-pea se llamó primero comunidad. El mercado es el intercambio de bienes, nada más. Pero en aque-llos años, los años de Menem, de Lacalle, en realidad el mercado era el rey. Así que nosotros estamos te-niendo problemas de integrarnos en distintas cosas por el momento histórico en el que estamos, pero esto va a pasar. Ya la euforia de que el mercado soluciona todo se está terminando. Y lo que está su-cediendo ahora es que el Estado está apareciendo con nuevos roles, s. Si no, miren lo que está pasan-do en los Estados Unidos, lo que está pasando en Europa. El Estado se fortaleció y apareció como al-guien que tiene que jugar un rol de equilibrador entre los distintos factores, incluso juegan un rol en la economía. Así que lo primero es la voluntad posible de armoni-zar, de integrar, de hacer cosas en conjunto;, que hoy yo siento que nosotros estamos trabajando mu-chísimo, para crear estructuras políticas en el Mercosur, para que ande el Parlamento, para hacer an-dar las reuniones de agricultores con los responsables del Ministe-rio de Agricultura, para tratar los distintos temas que se tratan en el seno del Mercosur. Pero si hasta cuando nosotros producimos le-che y se la vendemos a otro que la tiene que comprar, a veces, tene-mos problemas… Cuando nosotros producimos arroz y se lo queremos

vender a Brasil, de los supermerca-dos brasileños se lo compran a las transnacionales norteamericanas. Y cuando ustedes le quieren ven-der leche a Brasil, Brasil tiene una actitud de proteger su producción y de ponerle trabas. Éstos son los problemas del comercio que tene-mos, porque nos estamos recono-ciendo, y esto es un proceso. Va a ser un proceso. Pero quizás por algo la REAF tiene, además de los responsables institucionales de los países, a los responsables de las organizaciones de los productores. Eso es una gran cosa. Es la úni-ca comisión que tiene eso. Y eso porque es un contenido de gente, de almas, lo cual lo hace muy par-ticular.–¿Qué ideas o debates han surgido o se han hecho muy claros en la ReaF y para usted son clave? ¿cuáles son los puntos en la agenda que todavía no se han concretado como políticas?–Creo que hay aspectos que hacen a la agricultura familiar en el Mer-

cosur que no se van a resolver en la REAF, que los tienen que resolver los gobiernos, que es el modelo productivo de cada país. La REAF es un lugar donde se pelea por un lugar para la agricultura familiar, ¿no? Y creo que en el ámbito de la REAF se está discutiendo bien, en distintas comisiones, aspectos concretos para el desarrollo de la agricultura familiar: el acceso a la tierra, el acceso al crédito, los dere-chos de las mujeres y los jóvenes, que son temas propios del desa-rrollo de la agricultura familiar, pero creo que la suerte de todo eso está en otros lugares, más arriba, y no en la propia REAF. De todas maneras, la REAF tiene un papel importante, porque intercambia experiencias, puntos de vista. No tienen nada que ver los campesi-nos bolivianos, con su historia, con los agricultores uruguayos o con los argentinos, que somos todos descendientes de europeos. No tienen nada que ver. Capaz que los antecesores de nuestros agriculto-res familiares fueron los que agre-dieron a los indios que trabajaban en las minas para los europeos. Así que tenemos situaciones muy diversas. Y yo jerarquizo mucho lo de reconocerse y lo de intercambiar experiencias, y lo de conversar y encontrar caminos. Cada país está haciendo su experiencia y tiene sus particularidades. De los chilenos yo respeto mucho lo de las orga-nizaciones campesinas, incluso las propias definiciones políticas. En Chile no hay latifundios verda-deros, no puede haberlos, porque tienen restricción de tierra, y tie-nen una gran cantidad de familias

“En EL noMbrE dE MErCo-sUr YA viEnE Con LA CUL-PA dE LLAMArsE MErCAdo. nUnCA LA intEGrACión dE Los PUEbLos EMPiEzA Con LA PALAbrA MErCAdo. dEsPUés Los PUEbLos dE-Cidirán si LA inCorPorAn.”

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campesinas que están trabajando. Ahora, cómo producen, cómo unen la industrialización con la producción, cómo participan con una cabeza de cadena más que un campesino clavado en la tie-rra… Porque una cosa que les ha pasado a nuestras familias rurales, como consecuencia de sus niveles culturales, de su exclusión, es que se han ocupado de trabajar la tierra y de producir. De las demás cosas se ocupaba otro. Y así crecieron las industrias, los bancos, los políti-cos, mientras que ellos quedaron clavados en la tierra haciendo lo que sabían hacer. Eso tiene que romperse, ese yugo. Los hijos de esos campesinos tienen que tener un acceso a la educación y a la for-mación para tener un pensamiento de calidad, para poder organizar mejor las cosas. Si se mantienen allá, en el fondo del tarro, nunca van a poder participar en cons-truir nada. Van a venir políticos a vender espejitos de colores cada vez que haya elecciones y algunos van a votar y van a quedar ahí. Que creo que es lo que ha pasado un poco. Yo entiendo que todo eso que ha pasado hasta hace pocos años ahora está teniendo un debate, una discusión…–¿cree que en ese sentido las circuns-tancias han cambiado?–Claramente. Y sobre todo por-que cambiaron las circunstancias políticas. Ningún gobernante de nuestros países ahora se anima a decir que esos productores familia-res son inviables, que tienen que desaparecer, como lo han dicho –¡acá en el Uruguay!–, dirigentes que ahora van a participar de las

elecciones nacionales. Han dicho que son inviables, que tienen que desaparecer o que se proletaricen y vendan su fuerza de trabajo y ¡chau! O que hagan lo que quie-ran... Eso es lo que dijeron. Aho-ra no se animan a decirlo. Ahora están diciendo cosas distintas…: … En realidad están haciendo un planteo de: en todo ese universo, elegir a los que han tenido más capacidad de supervivencia y dar-les los recursos que tenían los que tuvieron menos capacidad, porque ellos son los que lucharon más por la supervivencia. ¡Ja ja! ¡Eso es lo más eficiente! –Usted lo que dice es que en este momento, con estos gobiernos de iz-quierda, se están tendiendo y se es-tán volcando políticas a estos sectores que son absolutamente rurales. Porque son campesinos que han vivido toda su vida ahí. ¿cómo se entiende este cambio?–Y, lo que pasa es que ha habido cambios importantes. Primero,

porque ha cambiado la política y. Y cuando cambió la política, llegamos a cargos de posibilidad (de tomar decisiones), muchos que no éramos políticos de antes ni venimos de familias políticas. Entramos los de simple apellido, los desconocidos, y muchos de nosotros venimos de los sectores de trabajadores, o de pequeños productores, o de campesinos, que antes estábamos marginados. Entonces, ahora entró una nueva tanda de actores. En todos estos países está pasando esto. En nues-tros países había algunos apelli-dos gloriosos que estaban unidos a la concentración de poder, a los dueños de la tierra, a los bancos, y esos apellidos eran los que deci-dían todo. Eso se terminó porque fracasó. Empezaron a aparecer apellidos desconocidos. Nosotros a este Ministerio lo conocíamos por-que le tirábamos piedras desde la REAF. No habíamos entrado nun-ca a este Ministerio. Yo el día que entré a este Ministerio fue el día después de que ganamos las elec-ciones. Vinimos con el Ministro de aquel momento. Éramos una barra, todos formales… Estábamos todos nerviosos, porque íbamos a entrar a la casa del enemigo, pero teníamos que ver cómo era, por-que la íbamos a dirigir nosotros. Al final, nos dijeron por donde teníamos que entrar y entramos por el otro lado. Esto es un poco anecdótico, pero simboliza lo que yo quiero decir y es que es un cambio de época. Al cambiar las personas y al cambiar las ideas, también cambian las agendas y entonces aparece una agenda que

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polÍtica sectorial

“EstAMos trAbAjAndo MUCHísiMo PArA CrEAr EstrUCtUrAs PoLítiCAs En EL MErCosUr, PArA qUE AndE EL PArLAMEnto, PArA HACEr AndAr LAs rEUnionEs dE AGriCULto-rEs Con EL MinistErio dE AGriCULtUrA”.

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en nuestro país mantuvieron orga-nizaciones sociales de agricultores familiares durante mucho tiempo, en minoría, pidiendo políticas dife-renciales. Pedían acceso a la tierra, pero eran minoría. Les decían “sí, macanudo”. Al pedido de acceso a la tierra le dijeron “sí, macanudo”. Se hizo una ley para darles tierras, pero después a ese instituto que administraba esa ley no le dieron recursos y entonces, no le pudo dar tierra a la gente. Muy sencillo. Porque hubo un dirigente nuestro famoso que dijo “muy bien, hagá-mosles la ley, después nos queda-mos con los recursos nosotros”. Porque se estaban manifestando todo el día alrededor del Palacio de las Leyes… ¡Se sacaron a la gen-te de arriba! Les hicieron una ley lindísima, entonces después todo el mundo se quedó quejándose de que esa ley no se cumplía, pero esa ya era otra queja distinta. Por lo menos, la ley ya la tenían. Enton-ces, frente a tu pregunta, se da un cambio de actores que lleva a que se dé un cambio en la agenda. En todos nuestros países. –en la argentina se produjo un repunte del campo, pero con una reprimariza-ción de la producción y el monocultivo, la soja básicamente. Fue importante a la vez para la argentina en el momen-to en que estaba saliendo de la crisis. ¿cómo hacemos para que la próxima vez que se den estas circunstancias se pueda aprovecharla, pero sin que se den estos efectos? –No es mi cometido darle conse-jos a nadie para enredar cables, pero nosotros, por lo menos, la experiencia que tenemos –de ha-ber salido de la crisis más grande

de nuestra historia que fue en los años 2001-2002, que tuvo su epi-centro en julio– fue en sobre la base del desarrollo agroindustrial y las actividades agroindustriales que involucran tanto la producción del sector primario como la de la transformación posterior que en el Uruguay son muy pocas. No-sotros tenemos muy poquitos sec-tores importantes con un agrega-do de valor y de conocimiento y tecnología significativa. Nosotros exportamos productos muy cerca de los recursos. Eso es así. Esa es la inserción internacional que te-nemos y que estamos tratando de mejorar. Y eso fue posible en un escenario nacional e internacional que tuvo las características que tuvieron los últimos ocho años. Primero hubo buenos precios internacionales, después hubo un aparato productivo que fun-cionó bien. Aquí funcionó lo que los precios tiran. Funcionó para los grandes y para los medianos.

Hubo un importante crecimiento de la actividad lechera en nuestro país. La lechería genera muchos puestos de trabajo en el campo y en las fábricas. Y hubo un escena-rio nacional de una organización económica del país, prolija, téc-nica, con un buen manejo de la macroeconomía, llevado adelante por una organización política que discutió bien las cosas. Teníamos un buen programa. Nosotros no tuvimos esa discusión un tanto apurada –de dónde sacamos los recursos para darles a los que más necesitan–, porque tuvimos un planteo global: el Uruguay pre-cisa una determinada cantidad de recursos, después vemos para qué, y esos recursos los va a sacar de los lugares donde hay recursos. En-tonces, lo primero que nos plan-teamos fue hacer una reforma en el sistema por el cual los ciuda-danos le aportan al Estado. Nos llevó dos años la reforma tributa-ria. Todos tenemos que ver con los tributos. Y después tuvimos una discusión bien muy importante de cómo atender prioritariamente a los sectores sociales más vulne-rables. Nosotros habíamos tenido una indigencia y una pobreza muy grandes, entonces priorizamos la asignación de recursos sobre todo para esos sectores. Y para el resto del funcionamiento del país: darle importancia a la educación, a la in-vestigación, a la innovación. Creo que esas grandes definiciones, que en el caso nuestro las llevó adelan-te el Frente Amplio –que es quien hoy está en el gobierno–, son las que dieron el equilibrio que permi-tió, junto con buenas inversiones

“nosotros A EstE Minis-tErio Lo ConoCíAMos PorqUE LE tirábAMos PiEdrAs dEsdE LA rEAF. no HAbíAMos EntrAdo nUnCA. EL díA qUE Entré A EstE MinistErio FUE EL díA dEsPUés dE qUE GAnAMos LAs ELECCionEs”.

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internacionales, salir adelante. –lo que ha pasado muchas veces es que han quedado conceptos casi an-tagónicos. Por un lado, la inserción en el exterior que es lo que pasa cuando suben los precios, y, por el otro lado, la seguridad alimentaria, ya no sólo por acceso, sino por oferta y por calidad. Que se producen unos alimentos de pri-mera para vender en los mercados del exterior y unos alimentos que quizás son de menor calidad, que son los que se dejan para el mercado local. ¿cómo respondió y cómo intercedió el gobier-no ante estos desafíos? –Estos son procesos complejos. Porque fijate que la lógica de toda una economía que tiene 3 millo-nes de personas no es algo que se pueda manejar como se mane-jan los títulos: es complicado, en una economía de libre empresa, o sea, capitalista. Es complicado, eso requiere de mucha discusión, diálogo, mucho consenso. Quizás en el caso uruguayo, de lo que sí hemos dado prueba es de capaci-dad de articulación y de discutir todo, hasta en lo que tenemos diferencias; de regular el salario por consejos tripartitos… En fin, de crear un clima de articulación y de discusión de la cosa. De ver cómo, en momentos de precios internacionales altos, corríamos el riesgo de que se nos dispara-ra toda la carne para afuera y no quedara carne para los uruguayos. Entonces, cómo discutir con los empresarios, la responsabilidad social que esos empresarios tie-nen con el país. Porque, al fin y al cabo, sus trabajadores son de este país, y cuando precisan algo se lo vienen a pedir al gobierno

de este país. Entonces, cómo nego-ciar que atiendan las necesidades y las injusticias del pueblo. No lo hicimos por decreto ni por regu-laciones impositivas. Lo hicimos “conveniando”. Esto requiere ser muy flexibles, tiene sus limitan-tes. Porque ¿quién le va a decir al dueño de un gran frigorífico que en vez de venderle a Rusia, donde estaba teniendo precios de novela, le venda a México para mantener el mercado? Se fueron todos para Rusia. Y ¿quien le dice “usted gane menos, pero venda acá”?. Ahí tuvi-mos que poner inteligencia. “Mire, sabe que el asado en el mundo no se come, el asado se come en el Río de la Plata. Entonces, venda toda la carne buena, y lo ayuda-mos a vender más carne buena, pero los asados déjelos para acá adentro”. Y cada cosa la fuimos discutiendo así. Ahora creo que hay un concepto ahí que es cla-ve. Esto no se arregla por f lujos que van para allá y tratar de que

los flujos vengan. Esto se arregla con planeamiento. Hay que tener, para la soberanía alimentaria, un planeamiento. Yo te voy a poner el ejemplo de la cebolla. Nosotros plantábamos acá la Val 14 –la va-lenciana–, que es la que se planta en la Argentina. Pero trabajamos muchos años –yo estoy contento, porque yo trabajé en esto–, en este plan. Este es un producto genético obtenido en el Uruguay, por in-vestigadores uruguayos, a partir de semillas PL –de poblaciones locales–, que mantenían los agri-cultores. Entonces, hicimos co-lectas y trabajamos con todo ese material y, después, aplicamos la metodología de mejoramiento genético y estamos obteniendo una cebolla de excelente calidad, que está ganando su lugar por la adaptación, por las características que tiene nuestro país. Ahora, lo que nosotros hicimos fue: ¿cuánta cebolla consume Uruguay en un año? Somos 3.300.000 habitantes, consumimos aproximadamente 33 millones de kilos por año. ¿Cómo vamos a hacer para que después no nos falte, para garantir que vamos a tener cebolla? ¿La po-demos plantar nosotros? Porque bananas no podemos plantar, en ese caso planeamos desde dónde la traemos. Porque al final, sobe-ranía quiere decir que uno garan-tiza el abastecimiento. No podés producir todas las cosas. Esto lo podemos producir. ¿En qué luga-res lo podemos producir? En el Litoral, allá contra Entre Ríos, y acá en el sur, en la zona más de cara al mar, en distintos departa-mentos. Entonces, ¿cómo vamos

enTReViSTa eRneSTo aGaZZi SaRaSola

polÍtica sectorial

“tUviMos UnA disCUsión dE CóMo AtEndEr A Los sECtorEs soCiALEs Más vULnErAbLEs. HAbíAMos tEnido UnA indiGEnCiA Y UnA PobrEzA MUY GrAn-dEs, EntonCEs PriorizA-Mos Los rECUrsos PArA Esos sECtorEs”.

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a producir 33 millones de kilos ahí? Vamos a organizarlo junto con las gremiales de productores. ¿Qué opinan? Nosotros tenemos una junta donde las gremiales es-tán todas representadas. Entonces, hicimos un planeamiento de la producción en cada una de las re-giones, para este año, donde están creciendo los almácigos, y en las distintas regiones, distintos tipos de cebollas –porque acá la cebolla empieza a madurar en septiembre las primeras y las últimas acaban de arrancar ahora, en mayo–, así vamos a tener –con las calidades que cada una tiene– la garantía. Si te viene un año seco, o si te viene un hongo que no esperabas… A vos te puede venir un año excelen-te y vas a tener el doble, pero eso es propio de las actividades que se desarrollan a cielo abierto depen-diendo del clima. Por lo menos, no pensar que esto es una discu-sión entre flujos que se van, sino que aquí hay que poner la palabra planeamiento y hay que trabajar armonizadamente. Para nosotros es muy importante que los agri-cultores integren gremiales, por-que esas gremiales son ámbitos de capacitación, es la escuela de los agricultores, así como el sindicato es la escuela de los trabajadores, donde ven cosas más allá de lo que se ve hasta la punta de la nariz. Se discuten muchas cosas que sólo adentro de su chacra el productor que plantaba esto (enseña una ce-bolla) hoy de mañana (cuando el Ministro Agazzi fue a visitar a ce-bolleros), cuando dijo cómo habían llegado a plantar los almácigos, a conocer los proyectos nuestros, a

conocer este cultivar, dijo: “¿Usted se imagina lo que hubiera sido si usted era de esos productores ca-beza dura que no se da con nadie y vive solo adentro de la chacra? Sería usted muy distinto, usted, su señora y sus hijos”. Entonces, eso es esencial –la asociación–, porque es una herramienta de trabajo colectivo y eso nos permi-te, por nuestros planes de desarro-llo, trabajar con esas sociedades de fomento, con esas gremiales, con esas cooperativas, y organizar el trabajo. Al fin y al cabo, la produc-ción es social, en la fábrica y en el campo. Hay que combatir un poco… porque en el sector agro-pecuario de todos nuestros países hay niveles culturales más bajos, donde los ingresos son menores, ya sea por sueldo, o ya sea por in-gresos de los productores. Los que tienen grandes capitales, sí tienen ingresos mayores y pueden hacer estudiar a sus hijos en las univer-sidades y hacer pos grados en el

extranjero. Pero, en realidad, los menores ingresos determinan un ser social subsidiario, que no tiene acceso a la educación, y que tiene muchos problemas. Enton-ces nosotros estamos dando una lucha también por el respaldo a las organizaciones y a capacitar a la gente, y (a generarle) confianza en sí misma.–en los agricultores, ¿también ha habi-do un cambio de mentalidad o ha sido realmente que los agricultores estaban buscando eso y no había una respuesta institucional?–Yo creo que ellos lo construyen. Ellos no sabían esto. Este tipo es-taba feliz hoy. Estaba con la mujer y los hijos. Él no sabía que algún día podría ser feliz haciendo mejor las cosas que antes cuando estaba solo en su chacra. Ahora aprendió. Le dije: “¿Dígame, ¿qué aprendió usted en los últimos años?” Él no te lo puede devolver, lo que apren-dió. “¿Sabe lo que usted aprendió? Mire, a vivir como vive hoy, porque usted antes vivía como vivía ayer. Y eso lo hizo usted, sí… No se lo va a dar el gobierno…”. Capaz con eso yo te sigo respondiendo a tu pre-gunta, de que esto no es un debate ideológico. Tiene un componente ideológico, pero esto es una políti-ca. Cosas que hay que hacer todos los días con la gente. Si nosotros empezamos a escribir artículos en contra, de que dependemos de las importaciones, de que hay que tener cuidado con los biocombus-tibles, porque nos pueden quitar… hay que trabajar con la gente en programas concretos. Nosotros estamos con una dosis impresio-nante de pragmatismo…

“bAnAnAs no PodEMos PLAntAr, En EsE CAso PLAnEAMos dEsdE dóndE LAs trAEMos. PorqUE AL FinAL, sobErAníA qUiErE dECir qUE Uno GArAntizA EL AbAstECiMiEnto. no Podés ProdUCir todAs LAs CosAs”.

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El crecimiento de la produc-ción agropecuaria en general y de granos en particular en

el Mercosur ha sido notable en los últimos años.

Este aumento de la producción (y de la productividad) ha sido la consecuencia de la aplicación de una combinación innovadora y muy eficiente de recursos financieros, tecnología de punta, capacidades gerenciales y orientación marcada hacia los mercados mundiales. El crecimiento de la producción ha estado asociado al incremento de la actividad de lo que se denomina agro-negocio. En su acepción más amplia, el agro-negocio compren-de todas las actividades necesarias para la producción y venta al con-sumidor final que se realizan fuera de la unidad de producción, en una cadena de agregación de valor. Va desde la provisión de insumos para la producción primaria hasta el empaquetado para la venta al por

menor al consumidor. Comprende actividades tan diversas como las de proveer financiamiento, servi-cios de laboreo para la producción primaria, el transporte, la exporta-ción, la transformación industrial, o la distribución.

En países de renta media como los del Mercosur, la contribución de la agricultura al PIB oscila alre-dedor del 10%. Cuando se le agre-ga el producto del agro-negocio se alcanzan niveles del 30%. Hay por lo tanto una fuerte sinergia entre la producción primaria y el agro-negocio. Del resultado del compor-tamiento de uno de los sectores depende el desarrollo del otro.

Al igual que la producción pri-maria, en años recientes el agro-negocio se ha dinamizado de la mano de cambios tecnológicos e institucionales. Pero el libre merca-do no garantiza el comportamiento competitivo ni la participación en él de los pequeños actores, sean

Es necesario que los gobiernos adopten medidas que promuevan una mayor compe-tencia en todos los eslabones de las cadenas de producción y distribución de alimentos. Lo afirma el autor de esta nota ante la profundización de los procesos de concentra-ción. El papel de los gobiernos, dice Ugarte, es clave en la lucha antitrust, pero debería avanzarse hacia una acción concertada a nivel internacional.

análisisPor Galdós G. Ugarte

Agro-negocio, poder de mercado y desarrollo rural en el Mercosur

consumidores o productores.En el Mercosur, región con vo-

cación de constituirse en el segun-do proveedor de alimentos del pla-neta, y con niveles de ingreso y de calidad de vida de la población ru-ral inferiores a los de la población urbana, el buen funcionamiento del conjunto de las actividades del agro-negocio se hace imprescin-dible para asegurar una eficiente distribución de los beneficios del crecimiento que permitan el de-sarrollo equitativo, equilibrado y sostenible, económica y ambien-talmente, de su población rural.

El desafío para los gobiernos es promover esa distribución sin afectar la necesaria inversión.

Concentración en el agro-negocio

Es conocido el dominio que unas pocas compañías multinacionales ejercen sobre el mercado de provi-sión de agroquímicos (fertilizan-

polÍtica sectorial

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tes, pesticidas, etcétera) para uso en la agricultura. Recientemente estas compañías químicas se han estado fusionando con empresas dedicadas a la producción de semi-llas, las cuales, a su vez, también se venían concentrando.

En la otra punta de la cadena, también la concentración se está produciendo en forma acelerada. El crecimiento de las ventas de alimentos de los supermercados en detrimento de las de los pe-queños almacenes “de barrio” es casi exponencial. Este fenómeno ha sido particularmente evidente en Europa desde donde un puñado de firmas se ha expandido rápi-damente por el mundo, mediante la adquisición de firmas locales en los países en desarrollo, entre otras formas de instalación en estos mercados. Pero también en Estados Unidos hay desarrollos dramáticos en este campo. En los diez primeros años desde que Wal-Mart comenzó a vender alimentos, se convirtió en el comercio mino-rista más grande del mundo, con ventas en 2005 por US$ 321.547 millones, de los cuales el 45% pro-viene de las ventas de alimentos. El PIB de la Argentina en 2005 fue de US$ 181.549 millones.

Por otra parte, también es co-nocido el dominio que cinco fir-mas multinacionales han ejercido desde principios del siglo pasado sobre el comercio internacional de granos. De esas cinco firmas, tres de ellas se ubican hoy entre las cuatro mayores del mundo.

Estas grandes multinacionales han ido ampliando su dominio del mercado a través de integración

vertical y horizontal. Hoy no sólo intermedian entre compradores y vendedores de distintas partes del mundo y dominan la logística del movimiento de alimentos desde y hacia cualquier parte del mun-do. Desde hace muchos años han avanzado verticalmente en la ca-dena realizando tareas de procesa-miento de granos. Poseen molinos, aceiteras, frigoríficos y toda clase de empresas de procesamiento y distribución de alimentos hasta lo más cerca posible del consumidor final. Tal vez la novedad con res-pecto al pasado sea que este tipo de operaciones, originalmente lo-calizadas en forma mayoritaria en los mercados domésticos donde se originaban las materias primas o estaban localizadas las casas matri-ces, hoy se han extendido también a los grandes mercados consumi-dores como China, por ejemplo.

También han avanzado verti-calmente hacia atrás en la cade-

na, aumentando la coordinación del proceso mediante contratos de producción con los agricultores y en algunos casos produciendo los granos por sí mismas en tierras arrendadas con ese fin.

En un extremo, si el proceso de concentración que se ha producido en los últimos años continúa, po-demos imaginarnos un sistema de producción de alimentos en el que hayan desaparecido los productores agrícolas individuales, sustituidos por un puñado de empresas que llevan a cabo todas las funciones de la cadena de producción y en la otra punta enormes masas de consumidores concentrados en las ciudades. Sólo quedarían esas empresas y los consumidores. ¿Es ese el mundo que queremos? ¿Será inexorable este proceso de concentración del sistema mun-dial de producción y distribución de alimentos?

Poder de mercado

Poder de mercado es la capacidad de una o varias empresas de afec-tar los precios, de reducir o elimi-nar los competidores y de fijar los estándares para un sector de la actividad económica. Con poder de mercado se pueden establecer los precios para el consumo por encima de los que se fijarían en un mercado con libre competencia y/o fijar los precios de compra a los proveedores por debajo de los que regirían en un mercado en libre competencia. Las empresas que tienen poder de mercado pueden aumentar sus ganancias a expen-sas de sus proveedores y/o de sus

GalDOs G. UGaRTEIngEnIEro agrónomo, EconomIsta agrícola

trabaja como consultor privado espe-cializado en negociaciones comerciales internacionales, particularmente sobre agricultura, la organización mun-dial de comercio, política comercial, agropecuaria y comercio de granos. trabajó como consultor de la comisión Europea en costa rica y del centre for trade Policy and law (ctPl) de la Universidad carleton de canadá.

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consumidores y reducir el número de competidores en su mercado.

Con poder de mercado se distor-sionan los precios impidiendo que la señal que éstos transmiten sobre cuánto, cómo y dónde producir se transmita en el sistema. La eficien-cia económica se reduce cuando hay distorsión de los precios.

Cuando funciona la competen-cia, se protege la eficiencia eco-nómica, se optimiza el uso de los recursos, se estimula la innovación y se distribuye la riqueza. Sin em-bargo, desde siempre se reconoce que la competencia perfecta no existe y que la mayoría de los mer-cados tiene fallas que conducen a formas de organización de com-petencia imperfecta. La mayoría de los bienes y servicios son más caros si son hechos o provistos por muchas empresas que por unas po-cas, porque las economías de esca-la favorecen la producción en gran escala. En los mercados agrícolas existe una gran asimetría entre el poder de mercado de los producto-res primarios, que son muchos y que individualmente ofrecen una pequeña fracción del producto en cuestión, y el poder de mercado de los procesadores de ese producto, que por economía de escala necesa-riamente serán poco demandantes de grandes cantidades.

El ratio de concentración (CR) mide la participación porcentual de una o varias empresas en un determinado mercado de un cierto producto. Se utiliza normalmente para determinar si una empresa o grupo de empresas tiene poder de mercado. Está generalmente acep-tado que cuando el ratio de concen-

fungicidas en este mismo país fue 90%, en Estados Unidos el CR4 para la mayoría de las materias primas agropecuarias a nivel de venta para la industria varía entre 50 y 83%. Las dos mayores com-pañías exportadoras de granos de Estados Unidos exportan el 40% del total.

Pero la concentración puede ser horizontal o vertical. El CR mide la concentración horizontal, es decir en una determinada etapa de la ca-dena de producción. Los ejemplos de CR mencionados antes, reflejan concentración horizontal.

La concentración vertical se da cuando una firma domina varias etapas sucesivas de la cadena de producción.

Cuando una firma tiene poder de mercado en sucesivas etapas del proceso de producción y dis-tribución, su poder de mercado se extiende a toda la cadena de pro-ducción.

Es muy difícil medir el poder de mercado de empresas integradas verticalmente. Más complicado aún es medir el poder de mercado cuando se entra al mercado mun-dial. El Canadian Wheat Board (CWB), un monopolio legal de Ca-nadá para el comercio doméstico e internacional de trigo y cebada, participa en el mercado mundial de trigo con el 20%. Cualquiera de las tres mayores multinacionales americanas vende más trigo en el mundo que el CWB.

Si los valores mencionados an-teriormente indican el grado de concentración en los mercados indicados, ¿cuáles son, por ejem-plo los CR para la exportación de

“En Los diEz primEros años dEsdE qUE WaL-mart comEnzó a vEndEr aLi-mEntos, sE convirtió En EL comErcio minorista más grandE dEL mUndo, con vEntas En 2005 por Us$ 321.547 miLLonEs, dE Los cUaLEs 45% proviEnE dE Las vEntas dE aLimEntos.”

tración de las cuatro mayores em-presas (CR4) en una actividad en un mercado (es decir, la suma de sus participaciones en ese merca-do) supera el 40%, esas empresas dominantes tienen poder de mer-cado. Es decir tienen capacidad de fijar precios por sí solas, de llevar adelante acciones que disminuyan la actividad de sus competidores y de establecer las pautas a las que deberán amoldarse éstos.

En la literatura mundial sobre organización industrial hay muy poca información sobre los CR4 de los sistemas de producción de alimentos. Pero sí datos aislados que demuestran la enorme concen-tración en algunos productos/mer-cados. En el 2005 el CR3 para los supermercados australianos fue 89%, el CR3 para la refinación de aceite de soja en Brasil fue 86%, el CR4 para la venta de insecticidas y

análisis

polÍtica sectorial

106 AGROPOLIS cosEcha fina 2009

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tiene que aplicarse para evaluar el comportamiento de las empresas en el ámbito internacional.

No existe una legislación de defensa de la competencia de ca-rácter multilateral. La OMC, orga-nización donde se establecen las reglas multilaterales de comercio, no tiene reglas para defender la libre competencia en el mercado internacional, y tampoco existe un órgano multilateral antitrust capaz de ponerla en práctica o de con-trolar las fusiones y adquisiciones trans-fronterizas.

En el programa de trabajo para la OMC, aprobado en la Reunión Ministerial de Doha, se estableció un grupo de trabajo con el fin de llevar adelante los estudios necesa-rios para examinar la posibilidad de iniciar negociaciones sobre po-lítica de competencia. Lamentable-mente tal posibilidad, que podría haber resultado en un acuerdo multilateral para la defensa de la competencia y tal vez en un órga-no multilateral de aplicación que trabajaría para transparentar y dar mayor competencia a los concen-trados mercados agrícolas inter-nacionales, fue bloqueada por los países en desarrollo. Sus temores a que estas negociaciones los con-dujesen a tener que aceptar el trato nacional en sus compras estatales de bienes y servicios primó por sobre la ventaja de establecer re-glas multilaterales de defensa de la competencia. Esta posición es bas-tante inexplicable puesto que todos los miembros de la OMC recono-cen que las prácticas anticompeti-tivas en el comercio internacional agropecuario pueden anular los

granos en Uruguay? ¿Y en la Ar-gentina y Brasil? ¿Y para todo el Mercosur?

Cuando hay concentración y po-der de mercado la distancia entre los precios que reciben los produc-tores y los que pagan los consumi-dores se agrandan. Como dice el Banco Mundial en su World De-velopment Report 2008: “La con-centración ensancha la separación entre los precios mundiales y los precios domésticos en los merca-dos de trigo, arroz y azúcar, que más que se duplicaron desde 1974 hasta 1994. Una razón principal para esa mayor separación es el po-der de mercado de las compañías comerciales internacionales”.

En este contexto, parece nece-sario que los gobiernos adopten medidas tendientes a promover una mayor competencia en los mercados de productos agrícolas que posibilite la mejora de la distri-bución de los ingresos en la cadena de producción y viabilice el logro de un desarrollo rural más equili-brado, equitativo y sostenible.

La competencia en aumento

La aplicación de legislación para la defensa de la competencia (o leyes antitrust como comúnmente se las conoce) puede ser una forma de neutralizar el poder de merca-do a nivel local. Sin embargo, en mercados como el estadouniden-se, donde el poder de mercado de empresas del agro-negocio es ma-nifiesto, y donde se originó y existe la mayor experiencia con este tipo de legislación, sólo se ha aplicado en casos aislados. Sin entrar en

“EL canadian WhEat Board (cWB), Un monopoLio LEgaL dEL canadá para EL comErcio doméstico E intErnacionaL dE trigo y cEBada, participa En EL mErcado mUndiaL dE tri-go con EL 20%. cUaLqUiE-ra dE Las trEs mayorEs mULtinacionaLEs amErica-nas vEndE más trigo En EL mUndo qUE EL cWB.”

un tema de alta complejidad que requiere para su análisis de una alta especialización tanto técnica como jurídica, parecería que es imposible abarcar la diversidad y complejidad de las actividades de estos gigantes concentrados, con el nivel de precisión necesario para una acción jurisdiccional. Adicio-nalmente, esta legislación parece estar diseñada más para proteger al consumidor que para defender los intereses del productor. Tal vez la legislación esté diseñada para eva-luar la actuación de una o varias empresas en un mercado determi-nado de cierto producto, pero no para sucesivos productos en una escala de valor agregado donde las transacciones se llevan a cabo en-tre empresas que pertenecen a una sola compañía. En cualquier caso, la aplicación de este tipo de legis-lación se dificulta aún más cuando

cosEcha fina 2009 AGROPOLIS 107

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beneficios que se buscan obtener con las negociaciones para la re-ducción de los subsidios y para la mejora en el acceso de los produc-tos agropecuarios que se llevan a cabo en la propia OMC.

En algún momento esta posi-ción debería ser revista porque es evidente que una regulación mul-tilateral, e incluso un órgano de aplicación multilateral, contribui-ría enormemente a transparentar y darle mayor competencia a los concentrados mercados agrícolas internacionales, afectando mucho más a los países en desarrollo que a los industrializados.

Finalmente, si las debilidades de la producción primaria (esca-so poder de mercado) se derivan precisamente de su escaso tama-ño individual, una alternativa na-tural para aumentar su poder de mercado y aumentar el nivel de competencia, es formar grupos con objetivos comunes. Se deben juntar fuerzas para comerciali-zar, procesar, transportar, acceder al crédito, a la tecnología y a los mercados internacionales.

Las cooperativas son una for-ma más común de asociación de productores agropecuarios. Las cooperativas agropecuarias tienen una larga y rica historia de éxitos y fracasos. Su performance ha sido muy variada dependiendo del país en que han desarrollado su accio-nar. Probablemente la causa de esa variabilidad deba buscarse en la mayor o menor bondad de la legis-lación de cada país. En el caso del Mercosur, también parece haber diferencias en el éxito alcanzado por las cooperativas agropecuarias

en cada país miembro.Pero escapa al objetivo de esta

nota analizar las causas de esa heterogeneidad, aunque tal vez sí señalar la necesidad de disponer de un estudio cabal del tema.

Lo que interesa destacar es que las exportaciones de granos son la llave del crecimiento de la agricul-tura del Mercosur y deberían ser una de las principales fuentes de ingresos para el desarrollo rural. Esto que puede parecer obvio en países como la Argentina, no lo ha sido tanto en otros, donde la ac-tuación cooperativa ha preferido quedarse vendiendo en el escuá-lido mercado interno y generando escasos, pero seguros recursos con la prestación de servicios de alma-cenaje a terceros, antes que arries-gar en el más complejo escenario del mercado internacional.

Sin embargo, es evidente que

las cooperativas de cooperativas, ya sean de segundo o tercer gra-do, u otras formas de asociación de cooperativas, pueden y deberían intentar aumentar la competencia en el mercado internacional me-diante una participación activa en el mismo. Para ello deberían avan-zar verticalmente en la cadena de producción hacia la explotación de terminales portuarias, el estable-cimiento de una red de agentes de ventas en los principales mercados compradores e incluso hacia el es-tablecimiento de plantas industria-les de procesamiento de granos en los principales mercados de desti-no. Sólo así podrán capturar una mayor porción del valor agregado por la cadena, al igual que las po-derosas empresas multinacionales cuyo poder de mercado deberían buscar alcanzar.

Como los precios de las mate-rias primas varían mucho más que los de los productos de ellas derivados, una mayor integración vertical también permitiría una mayor estabilidad de los ingre-sos del productor primario.Pero previamente, las cooperativas deberían minimizar sus costos de operación y mejorar sus capa-cidades gerenciales para poder operar en el competitivo mercado internacional, particularmente, dominar las operaciones de co-bertura en los mercados futuros, elemento esencial para disminuir los riesgos de las variaciones en los precios en la comercializa-ción. Sus socios, los productores, tendrían que comprender que la cooperativa es una inversión y es-tar dispuestos a invertir en ella,

“La omc (…) no tiEnE rE-gLas para dEfEndEr La LiBrE compEtEncia En EL mErcado intErnacionaL, y tampoco ExistE Un órgano mULtiLatEraL antitrUst, capaz dE ponErLa En práctica o dE controLar Las fUsionEs y adqUisicio-nEs trans-frontErizas.”

análisis

polÍtica sectorial

108 AGROPOLIS cosEcha fina 2009

Page 109: Agropolis Edición cosecha 2009

comprometerse a operar a través de ella y consecuentemente estar en condiciones de exigir un retor-no por su inversión.

Competir en el mercado inter-nacional requiere de una búsque-da permanente de la mejora de la eficiencia.

Debe superarse el debate acerca de la aparente contradicción entre eficiencia y control democrático de las cooperativas. La ideología no genera eficiencia.

Por otra parte, y pese a la enor-me concentración de la producción que se ha originado recientemente, los productores del Mercosur con-tinúan siendo lo suficientemente numerosos y creando volúmenes lo suficientemente importantes como para que una asociación entre ellos pueda generar una entidad con mucho poder en el mercado inter-nacional, que sea capaz de mover eficientemente grandes volúmenes de granos desde el Mercosur (y por qué no desde cualquier otro ori-gen) a plantas de procesamiento en cualquier parte del mundo en la que se encuentren los consumi-dores.

Adicionalmente, en un mundo donde los consumidores más so-fisticados están demandando cada vez más productos con determina-dos atributos y calidades o que pro-badamente hayan sido producidos mediante determinados métodos, lo cual obligará al manejo de gra-nos con identidad preservada, las cooperativas agropecuarias ge-neralmente poseedoras de gran capacidad de almacenaje, están en inmejorables condiciones de satisfacer esas necesidades para

beneficio de sus productores.Los gobiernos deberían asegu-

rar las condiciones de entorno que faciliten este proceso de integra-ción institucional y, sobre todo, apoyar con financiación en las condiciones más favorables posi-bles las inversiones necesarias, ya sea en infraestructura y equipos (plantas de almacenaje, plantas de procesamiento, camiones, bar-cos, etcétera), como en acciones de capacitación y formación de personal.

También los gobiernos deberían evitar caer en los errores del pa-sado y procurar que las políticas que se diseñen para tratar de ate-nuar los efectos negativos de las imperfecciones del mercado y de la concentración de poder sean lo suficientemente equilibradas como para evitar el desestímulo a la in-versión.

bibliografía consultada

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uHefferman, William and Mary Hendrickson. 2005. The global Food System: A Research Agenda.Agribusiness Accountability Iniciative. www.agribusinessaccountability.org

uLoyns, R.M.A., K. Meilke, R.D. Knutson and A. Yunes-Nande (Edi-tors). 2002. Structural Changes and a Source of Trade Disputes under NAFTA. Proceedings of the Seventh Agricultural and Food Policy Systems Information Works-hop. University of Guelph.

uMercier Querido Farina, Elizabeth María and Claudia Assunçao dos Santos Viegas. 2003. Multinatio-nals Firms in the Brazilian Food Industry. Paper presented in the 13th World Food and Agribusiness Forum and Symposium of the International Food and Agribusi-ness Association (IAMA). Junio 21. Cancún.

uMorisset, Jacques. 1998. Unfair Trade? The Increasin Gap Between World and Domestic Prices in Commodity Markets During the Past 25 Years. World Bank Econo-mic Review 12 (3): 503-26.

uMurphy, Sophia. 2006. Concen-trated Market Power and Agricultu-ral Trade. Heinrich Böll Foundation discussion Paper Series 1. Washing-ton D.C.

uWorld Bank. 2007. World Develop-ment Report 2008. Agriculture for Development. The World Bank. Washington D. C.

“Las coopErativas dE coo-pErativas (Las coopErati-vas dE sEgUndo o tErcEr grado) dEBErían avanzar En La cadEna dE prodUc-ción hacia La ExpLotación dE tErminaLEs portUarias, EL EstaBLEcimiEnto dE Una rEd dE agEntEs dE vEntas En Los mErcados E incLUso hacia EL EstaBLEcimiEnto dE pLantas dE granos En Los mErcados dE dEstino.”

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noticias del mercosurPor Carolina Aráoz

polÍtica sectorial

Delegaciones de todo el Mercosur, de los gobier-nos y de la sociedad civil, participaron del en-cuentro regional donde se trabajó sobre puntos clave para la reafirmación de la REAF. Se discutie-ron desde temas específicos, como la reglamen-tación del Fondo para la Agricultura Familiar (FAF Mercosur), hasta cuestiones de política regional, como las referidas a la juventud rural y la equi-dad de género en la agricultura.

Los acuerdos de la XI Reunión de la REAF en Asunción

El crecimiento de la produc-ción agropecuaria en general y de granos en particular en

el Mercosur ha sido notable en los últimos años.

El pasado mes de junio tuvo lu-gar la XI Reunión Especializada de Agricultura Familiar (REAF) en la ciudad de Asunción, Paraguay, país que ejerció la presidencia pro témpore en el primer semestre.

Con la participación de delega-ciones oficiales y de la sociedad ci-vil organizada de los cuatro estados parte (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y de los asociados (Bo-livia y Chile), y la presencia de re-presentantes de FAO, FIDA, FIDA Mercosur y Coprofam, la reunión deliberó sobre un nutrido temario que contempló, entre otros asuntos: instrucciones del Grupo Mercado Común (GMC); políticas dirigidas a la juventud rural; facilitación de comercio; políticas fundiarias, ac-ceso a tierra y reforma agraria; po-

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líticas de equidad de género en la agricultura familiar (AF); gestión de riesgos en la AF; intercambios técnicos entre países; plataforma sobre tecnologías apropiadas para la AF y algunos otros temas plan-teados por las delegaciones.

Entre las principales decisiones adoptadas se encuentra la aproba-ción del Reglamento del Fondo para la AF del Mercosur (FAF Mercosur), instrumento de ges-tión financiera (constituido por las contribuciones de los estados parte y por la renta financiera generada por el propio Fondo), cuyo objetivo es el de financiar programas y pro-yectos de estímulo a la agricultura familiar de la región y permitir una amplia participación de los actores sociales en actividades vinculadas al tema. Los estados parte cumplie-ron lo establecido en la Decisión Nº 45/08 del CMC, elevando al GMC el proyecto de Decisión sobre el Reglamento del FAF Mercosur.

Asimismo se le elevó un informe sobre los mandatos establecidos en la Resolución n° 25/07 del GMC. Finalmente las delegaciones inter-cambiaron información sobre el es-tado de situación actual de avance en la implementación de los Re-gistros Nacionales en el Mercosur Ampliado, que indica que en los 5 países que están funcionando in-volucran alrededor de 2,1 millones de familias (40% del universo). Se acordó comenzar a trabajar en el transcurso del segundo semestre del año en el análisis de las carac-terísticas relevadas a los agricul-tores familiares inscriptos en los Registros. También se decidió tra-bajar en las características de los instrumentos de política dirigidos a ellas, para iniciar los intercam-bios necesarios en dirección a la homologación de los Registros y a la armonización de las políticas.

En el punto Juventud Rural se evaluó el impacto que tuvo la

realización de los primeros dos módulos del Curso Regional de Formación de Jóvenes Rurales, aprobando el programa del tercer módulo y destacando la importan-cia del curso.

También se destaca lo acorda-do en torno al punto Políticas de Equidad de Género en la AF, ya que se aprobó el documento final de Programa Regional para su eleva-ción a la Comisión de Cooperación Técnica (CCT) y posteriormente al GMC y las Delegaciones acorda-ron formalizar la nominación del MGAP de Uruguay como adminis-trador del Programa.

En el punto referente a la Ges-tión de Riesgos en la AF, eleva-ron al GMC el proyecto de Reco-mendación “Directrices para una Política de Gestión de Riesgos y Seguro Rural para la AF”, en el cual se destaca –entre otras cosas– que los Estados parte desarrollen y mantengan políticas de gestión de riesgos formuladas para atender las características y las necesidades específicas de la AF.

Finalmente, entre los Otros Temas planteados por las Delega-ciones, éstas se comprometieron a retomar en sus Secciones Na-cionales los debates sobre temas ambientales, buscando identificar posibles aspectos relacionados a la AF, para poner a consideración en próximas reuniones de la REAF. También se propuso contemplar en la agenda de la próxima REAF, a realizarse en diciembre de este año en Montevideo (Uruguay) el análisis conjunto de la temática de comunicación para definir su estrategia.

en los cinco paÍses del Mercosur aMpliado la agricultura FaMiliar in-volucra alrededor de 2,1 Millones de FaMilias (40% del universo).

coSEchA FinA 2009 AGROPOLIS 111

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112 AGROPOLIS cosecha fina 2009

Las experiencias a nivel mundial en Tecnologías de la información y la comunicación (Tic) en el medio rural han mejorado notablemente los procesos de pro-ducción y gestión y son herramientas clave para el desarrollo y los negocios agropecuarios. este artículo se refiere a la situación latinoamericana en general y analiza en particular el escenario argentino en cuanto al uso y expansión de las Tic.

Lo que vienetecnologÍa y comunicaciÓn en el campo por Luis Alberto quevedo y Ariana vacchieri

La expansión de las TIC en el mundo rural

las características del trabajo agrícola, las distancias entre las comunidades, la lejanía de

las ciudades y las dificultades de información vuelven al campo un espacio en el que la implantación de nuevas Tecnologías de la Infor-mación y la Comunicación (TIC) es imprescindible. La experiencia local e internacional nos asegura que estas herramientas permiten mejoras en los procesos de produc-ción y gestión e incrementan la ca-pacidad de los productores rurales para operar y negociar.

La mayoría de los países están incorporando TIC a la producción agrícola y a las prácticas comercia-les, aunque se observa una signifi-

tecnologías

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 113

cativa disparidad en su nivel de de-sarrollo. Europa ha sumado en los últimos diez años cifras crecientes de productores rurales que utilizan TIC no sólo para acceder a todo tipo de información sino para desarro-llar gestión, comercialización, aso-ciación y una mejor relación con organismos oficiales1. Estos usos se apoyan en un importante desarro-llo de las comunicaciones: una red madura de telefonía fija, conexión a Internet de banda ancha, adecuada cobertura de red celular, desarrollo de otras tecnologías (trunking, wi-max etc.), entre otras.

En América Latina, existe un retraso importante en la provisión de servicios de telecomunicacio-

nes, factor clave para insertar de manera adecuada al sector rural en el nuevo orden económico. Si bien algunos gobiernos están sos-teniendo políticas activas en este sentido, y en la mayoría de los paí-ses de la región existen distintos programas de fomento a lo que po-dríamos denominar genéricamente e-agriculture, aún existen enormes zonas que carecen de infraestruc-tura básica para su desarrollo.

En el caso de la Argentina, la teledensidad nacional –es decir la cantidad de líneas telefónicas fijas instaladas cada 100 habitantes– es del 24%, pero la desigual distribu-ción de los servicios de telefonía es, en realidad, la característica

fundamental de la red: mientras el área metropolitana de Buenos Aires alcanza casi el 40%, algunas provincias apenas superan el 7%. Dado que la mayor parte de la pro-visión de Internet en el país (más del 70%) está montada sobre la red de telefonía fija, la teledensidad es un indicador fundamental para en-tender por qué enormes regiones –sobre todo rurales– no tienen po-sibilidades de acceso a la Red.

En verdad, es posible afirmar que estas cifras nos hablan de tres bre-chas digitales diferentes: la primera es la que se abre entre la capacidad instalada en la Argentina frente a la de los países desarrollados2; la segunda, la que destaca la gran

LuiS ALBeRTo queveDo sociólogose graduó en la École des Hautes Études en sciences sociales de París. Dirige el Área “comunicación” y el Posgrado inter-nacional “gestión y Política en cultura” en Flacso argentina. es Profesor titular de sociología Política en la UBa.

ARiAnA vACCHieRiinvestigaDora y consUltorainvestigadora de Flacso, Profesora de letras, especializada en opinión Pública y Medios y en gestión de la comunicación y la cultura. Ha realizado consultorías en comunicación para Unesco, oei, oit, Pro-aMe, iica, ProsaP y otros organismos.

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desigualdad de acceso entre las pro-vincias del país, y la tercera, la más oculta en los datos, es la que indica la disparidad existente entre zonas urbanas y rurales. Si bien casi no hay datos sobre teledensidad fija de zonas rurales, algunas referencias consignan que, a nivel país, la pene-tración3 telefónica en estas áreas al-canzaría un 8%4. Y aún así, ésta es una cifra agregada: no hay un mapa de la distribución de ese porcentaje y menos aún, un cruce con las zo-nas productivas agropecuarias. Ade-más, este indicador suma el total del país, es decir, incluye las áreas rurales ricas de las zonas centrales que elevan el índice, deducción ob-via si se considera que hay muchas localidades del interior e incluso provincias enteras que tienen una teledensidad menor al 10%.

Es importante destacar que la telefonía celular, más allá de las impactantes cifras de penetración y a pesar de que se ha convertido en el principal modo de comunicación en las comunidades rurales, tam-bién muestra datos de una brecha de significación, aunque mucho más acotada que la que se verifica en la telefonía fija: una mirada so-bre las zonas de cobertura en los mapas de las empresas prestadoras de servicios o los testimonios de productores agrarios dan cuenta de grandes zonas sin cobertura o de la multiplicidad de conos de sombra, es decir, lugares a los que no llega la señal por accidentes geográficos.

El tema de la infraestructura es entonces un desafío fundamental para toda la región, y en particular para las zonas rurales: éstas ya no pueden basar su crecimiento sólo

en las ventajas de tener costos ra-zonables de mano de obra o pro-ductos de calidad, sino que deben insertarse y competir en los mer-cados mundiales contando para ello con información adecuada y estrategias de visibilidad eficaces. Nada de esto es posible hoy si no se cuenta, en primer lugar, con acceso al mundo de las TIC. Sin embargo, también es bueno recordar que la conectividad, el equipamiento y el acceso a la información no generan desarrollo per se; es fundamental completar los procesos de instala-ción de infraestructura con prácti-cas de capacitación e inmersión en las nuevas lógicas tecnológicas para que conectarse tenga sentido.

En el sector agrario el impacto de las TIC es potencialmente enor-me, no sólo porque salvan la dis-persión geográfica o el aislamiento de los productores rurales posibili-tando la asociación y la puesta en contacto de la oferta y demanda de productos, sino además porque ge-neran una relación diferente con la adquisición de insumos (facilitando el abandono del proveedor único) y brindan información instantánea en cuestiones fundamentales para el agro como el clima, los merca-dos, el manejo de stocks, etc. Estas tecnologías impulsan el desarrollo de nuevas modalidades de gestión de las empresas o cooperativas y de promoción de productos a tra-vés de lo que suele denominarse “ferias virtuales”, que amplían la capacidad de exhibición y reducen costos; o de nuevos servicios como el turismo rural, que encuentran en Internet su modo de difusión. La disponibilidad de información

en tiempo y forma colabora en la toma de decisiones en mercados con gran dinámica de cambio.

A partir de lo expuesto hasta aquí, es claro que las políticas que adopten los Estados nacionales o provinciales para el desarrollo re-gional deben tomar en considera-ción el tema de las TIC, no sólo por el creciente peso relativo que tienen en los procesos productivos y el ac-ceso a los mercados, sino también por la urgencia con que se plantea en la región la necesidad de dismi-nuir la marcada brecha comunica-cional y digital entre la población rural y la urbana.

Numerosos son los casos de pro-gramas públicos y privados orien-tados a conectar a las zonas rurales y a las pequeñas y medianas em-presas agrarias. También existen experiencias de seguimiento siste-mático de la evolución en las prácti-cas del uso de TIC por productores agrarios. Pero estos programas son aún insuficientes para la magnitud del desafío que tienen por delante: proveer infraestructura, conectar, capacitar e impulsar el uso de TIC para integrar el mundo rural a la sociedad de la información.

1El 70% de la población rural de la UE tiene conexión de banda ancha, aunque no es homo-génea la distribución de los accesos en todos los países. Europa Press Releases, marzo de 2009.

2Aunque la Argentina está relativamente bien posicionada en el ámbito de los países latinoame-ricanos y del Caribe, tercera en teledensidad fija, según cifras de CNC, tiene un marcado retraso en relación con los países centrales.

3Según cifras de la CNC, a mayo de 2008 había 42.755.615 terminales, lo que implica una teledensidad móvil de 108, es decir 1,08 aparatos por hab.. Pero esta cifra no da cuenta de las líneas activas, que se estiman en 31.000.000.

4Esta estimación, proveniente de datos priva-dos, aparece en el texto DigiWorld. América Latina 2007, (Fundación Telefónica y E. Ariel, p. 209).

Lo que viene

tecnologías

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 115

Desde el primero de octubre de 2009 el Ministerio de Agri-cultura, Ganadería y Pesca

reemplaza en la Argentina a la ex secretaría de Agricultura, Ganade-ría, Pesca y Alimentos, deviniendo de este modo en el órgano rector de la política sectorial del país. Ju-lián Domínguez se convirtió en el primer ministro argentino de

ARGenTinAnuevo ministerio

Creación del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca en la Argentina

Agricultura en el siglo XXI, al re-emplazar a Carlos Cheppi.

De esta manera, Argentina vuelve a tener un Ministerio, como lo tuviera desde fines del siglo XIX –cuando lo creara el Presidente Julio Argentino Roca, en 1898–, a través de períodos alternados de Secretaría o Ministerio, hasta 1982. La jerarquización de esta área forma parte de un acelerado proceso de cambio en el ámbito de la política rural argentina bajo la presidencia de Cristina Fernán-dez de Kirchner. Como parte de esta transformación a nivel del Ejecutivo nacional, en 2008 se creó la Subsecretaría de Desarro-llo Rural y Agricultura Familiar y ahora, este ministerio. La medida también responde a las demandas del sector rural que a lo largo del tiempo ha aspirado a recuperar un espacio institucional acorde a las dimensiones de esta rama funda-mental de la economía argentina.

Hasta el momento de ser nom-brado ministro, Domínguez era legislador provincial y ocupaba el cargo de vicepresidente de la Cá-mara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. Proviene de la ciudad de Chacabuco (provincia de Buenos Aires) donde fue elec-to intendente en 1995. Aunque no posee una experiencia específica en el área donde ha sido desig-nado, ha sido elogiado como un político “todo terreno” capaz de desenvolverse en cualquier esce-nario. Para su nueva función lo acompaña un equipo político y técnico con amplia experiencia en las cuestiones de incumbencia del nuevo ministerio.

Política

JuLián DomÍnGuezministro

en 1995 fue electo intendente de la localidad de chacabuco y en 1999 asumió como ministro de obras pú-blicas de la provincia de Buenos ai-res. también trabajó en el ministerio de Defensa y fue diputado provincial.

clarin conteniDos

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Universidad Mayor de la república oriental del UrUgUayForMación de ForMadores para el desarrollo rUralPor Humberto tomassino

En Uruguay, la Universidad de la República –a través del Servicio Central de Extensión Universita-ria– y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca –a través del Programa Uruguay Rural (PUR)–, han implementado un programa de formación de formadores a nivel na-cional que involucró a varias orga-nizaciones de productores, más de cien técnicos vinculados a progra-mas del Ministerio y a una veintena de docentes universitarios. El objeti-vo del programa, realizado a través de un convenio, fue “Generar una línea de trabajo permanente de for-mación en desarrollo rural de actores locales directamente involucrados en dichos procesos y al accionar territorial del MGAP con miras a la definición de un sistema nacional de extensión rural y asistencia técnica de calidad para los productores familiares”.

Las principales actividades desarrolladas consistieron en in-tervenciones en organizaciones sociales vinculadas a las Mesas de Desarrollo Rural de tres Depar-tamentos del Uruguay (Treinta y Tres, Salto y Canelones) y en talle-res orientados a técnicos del PUR en temáticas relacionadas con el desarrollo rural.

Veamos entonces cuál es la con-cepción que consideramos está de-trás del concepto “desarrollo rural”, para después avanzar en lo que de-berían ser los procesos de forma-ción que a él nos conducen.

Desde hace por lo menos una década diversos autores vienen se-ñalando el “agotamiento” de los en-foques tradicionales en materia de desarrollo rural. Los reparos hacia el modelo tradicional y dominan-

La Universidad de la República de Uruguay trabaja en un programa de “formación de formadores” que involucra a organizaciones de productores rurales. si bien se presentan dificultades y desafíos propios de la problemática en torno de la propiedad de la tierra y su uso, se trabaja para que finalmente la teoría se materialice en prácticas concretas y se formen seres “imaginativos y curiosos”.

Universidad de la rePública de UrUgUay.

Un desafío para la universidad pública y el Estado

campo académico

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HUMberto toMassinoconsUltor

es doctor en Medicina y tecnología veterinaria y doctor en Medio am-biente y desarrollo. especializado en temáticas relacionadas al desarrollo sustentable y local. es pro rector de extensión de la Universidad de la república. Profesor agregado del área de extensión del departamento de ciencias sociales de la Facultad de ve-terinaria y docente de la maestría de desarrollo sustentable.

te que se han ido consolidando, apuntan al reconocimiento de la profunda imbricación que tienen lo productivo y lo económico, con lo social y lo cultural. Es decir, se advierte que durante décadas los discursos sobre el “desarrollo” han dejado de lado aspectos como la di-versidad cultural, la heterogenei-dad socio productiva y la multidi-mensión de la pobreza entre otros; y consecuentemente han propuesto soluciones unívocas para lograr el desarrollo rural que generalmen-te se han centrado en la actividad agrícola (por ejemplo, transferencia tecnológica e intensificación en la producción), y se han despreocu-pado de los problemas relativos a fallas o ausencias en los mercados, o incluso muchas veces sin lograr articular el nivel micro con el ni-vel macro (Schejtman y Berdegué, 2003)1 . A decir de estos autores, “la incidencia de la pobreza rural se ha mantenido constante desde hace tres décadas y hoy en día hay más indigentes rurales que hace 20 años. No se puede discutir la poca efectividad de las políticas de desarrollo rural impulsadas desde hace a lo menos tres o cuatro déca-das. Cada vez somos más quienes pensamos que si queremos que los resultados sean diferentes en el fu-turo, debemos evitar seguir hacien-do más de lo mismo.” (Schejtman y Berdegué, 2003: 4).

Creemos que muchas de estas consideraciones anteriores, si bien críticas, introducen visiones parcia-les al problema. A nuestro parecer, son visiones que muchas veces con sus propuestas apuestan a “mejo-rar el mercado” y consecuentemen-

te proponen mitigar efectos del de-sarrollo capitalista contemporáneo. Creemos que lo más importante y que aún no se ha podido terminar de consolidar, es la construcción de procesos realmente críticos, participativos y generadores de propuestas autogestionadas para mejorar el nivel de vida y promover cambios estructurales.

Frente a estos reparos y pro-puestas, diversas alternativas han aparecido con el objetivo de levan-tar las restricciones arriba citadas (nos referimos a los trabajos, mu-chos de ellos enmarcados dentro de la denominada “corriente crí-tica” del desarrollo y cuyos princi-pales exponentes son entre otros, Max Neef, Bosco Pinto, Fals Borda y Freire).

Marino (2000)2 propone el “de-sarrollo rural desde la praxis” que implica básicamente que los secto-res populares pasen de un rol de

beneficiario a uno de involucrado en el proceso. Esto implica que “ser actor de un proyecto de desarro-llo incluye la capacidad y posibili-dad de generar, decidir, negociar, planificar, ejecutar y evaluar el proyecto del cual forma parte ac-tivamente. Y es precisamente en el tipo de relación (solidaridad, com-petencia, disenso, confrontación, dependencia) con otros actores so-ciales que los sectores populares rurales van construyendo su rol de emisor-actor, comprendiendo y protagonizando su propio desa-rrollo”. (Marino, 2000:3).

Freire sitúa la temática del de-sarrollo en un ámbito general y entiende que tanto el desarrollo como el subdesarrollo son consi-derados como temas universales y continentales de la “unidad epo-cal”3. Para el autor, el subdesarrollo es condición de “situación límite”4, donde se inserta el problema de la dependencia, característica fun-damental del Tercer Mundo. La tarea de superar tal situación, por una situación opuesta –el desa-rrollo– es el imperativo básico de las regiones periféricas del Tercer Mundo. La situación límite “sub-desarrollo”, plantea Freire, es una totalidad que implica la presencia del dominio económico, cultural y político de las sociedades metropo-litanas, siendo las clases dominan-tes “metástasis” de aquellas5.

Las sociedades del Tercer Mun-do se presentan entonces como “duales”, “reflejas” e “invadidas”. Sociedades dicotomizadas en dos clases antagónicas, sociedades in-vadidas culturalmente por las cla-ses dominantes, donde las ideas de

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Universidad Mayor de la república oriental del UrUgUay

estas últimas representan meros reflejos de las ideas de las clases oprimidas. En este caso, Freire afirma que no es posible el desa-rrollo de las sociedades duales, reflejas, invadidas, dependientes de la sociedad metropolitana, por-que son sociedades alienadas, ya que su punto de decisión política, económica y cultural se encuentra fuera de ellas, en la sociedad me-tropolitana. (Freire, 1987)6

Este es el marco teórico básico que a nuestro entender debe guiar la formación de los formadores y en función del mismo ésta debe contribuir a la formación de seres “imaginativos y curiosos”, seres autónomos y críticos que cons-truyan su propia historia. Como dice Freire: “Lo que no podemos, como seres imaginativos y curio-sos, es parar de aprender a buscar, de investigar la razón de ser de las cosas. No podemos existir sin inte-rrogarnos sobre el mañana, sobre lo que vendrá, a favor de qué, con-tra qué, a favor de quién, contra quién vendrá, sin interrogarnos en torno de cómo hacer concreto el ‘inédito viable’ demandando de no-sotros la lucha por él” (1998:98)7

Estos propósitos deben ser guiados por procesos “sustanti-vamente democráticos”, es decir, emplear como premisa el recono-cimiento del conocimiento de las organizaciones sociales y sectores de las clases populares para que sea la base de un conocimiento más objetivo de la realidad. Par-tir de la sensibilidad, del sentido común con el cual las clases po-pulares comprenden el mundo pero nunca quedarnos allí; partir

siempre, avanzar siempre a un co-nocimiento más riguroso, exacto y consecuentemente científico de la realidad, de sus causas, explica-ciones y alternativas. El “método” implica una relación entre “educa-dor” y “educando”, democrática y dialógica pero en donde los roles no se confundan y pierdan. Este es uno de los desafíos mayores, que Freire lo plantea además como virtud a construir en la práctica, como tensión a manejar en la rela-ción educador-educando. Designa a la coherencia como una de las principales virtudes y desafíos del educador popular, entendida como la capacidad de conjugar lo que se hace con lo que se dice, la de ac-tuar y practicar lo que se enuncia y anuncia. (Freire en Torres, 1987)8

Ese es, a nuestro entender, uno de los mayores desafíos: anunciar una sociedad refundándose, un desarrollo desde una perspectiva crítica que construya seres parti-cipativos y críticos, tanto educado-res como educandos, poniendo en práctica metodologías participati-vas y críticas que son las únicas capaces de conducirnos a fines como los que enunciamos.

Este brevísimo marco teórico metodológico que presentamos fue compartido por las autoridades de Uruguay Rural y por el equipo universitario. Y aquí encontramos el primer desafío, y lo formulamos en forma de pregunta: ¿es posible que dos instituciones públicas, una de ellas autónoma como la Universidad de la República, que básicamente o de ma-nera global pueden considerarse apa-ratos ideológicos del Estado, se asocien para contrahegemonizar al sistema?

El desafío mismo consiste en formar para que la teoría aterrice en prácticas concretas y en llevar a la práctica la formación de los téc-nicos del sistema con esta visión. Aquí nos encontramos con varias dificultades, algunas centradas en el equipo universitario y otras en los técnicos vinculados al Minis-terio con los cuales establecimos el programa. El análisis crítico de estas dificultades debe abrir nue-vos caminos de búsqueda.

Haremos una breve recapitula-ción de estas dificultades:

1) El equipo universitario que consolidamos, si bien vinculaba algunos universitarios con expe-riencia importante en campo, en general estuvo constituido por es-tudiantes avanzados y graduados jóvenes con un importante bagaje teórico, pero con una relativa ex-periencia en trabajos de extensión. Más allá de las capacidades del equipo universitario, los técnicos de campo vinculados al Minis-terio en general no visualizaron claramente el rol de este equipo universitario, y en las instancias de formación algunos casos mani-festaron resistencias al trabajo con-junto. Si bien al final del proceso de talleres los niveles de coopera-ción para la formación fueron al-tos, existieron momentos y grupos de técnicos que no reconocieron en la estrategia formativa un camino totalmente pertinente. Actualmen-te evaluamos en profundidad estas experiencias y publicaremos los re-sultados de la evaluación.

En suma, muchos técnicos vin-culados al PUR tenían una intensa actividad de campo y experiencia

campo académico

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importante en el trabajo de campo junto con productores rurales, en muchos casos con escasa forma-ción teórica. Frente a un equipo esencialmente joven y en algunos casos con menor experiencia se ge-neró en algunos ámbitos y grupos un relacionamiento tenso genera-do por la falta de reconocimiento mutuo.

2) Muchos de los técnicos vin-culados al PUR mediante contrato de asistencia técnica no compar-tían el marco teórico expuesto con anterioridad. En estos casos las cosmovisiones individuales se enfrentaron con la propuesta y la resistencia a la formación en ese sentido fue manifiesta.

3) El equipo universitario en al-gunos momentos y sub-ámbitos no fue capaz de generar un “ambien-te de construcción” en el cual se consideraran y utilizaran todos los saberes que se encontraban en la instancia formativa. Esto en parte fue causado por incapacidad propia y por resistencias que se hubieran manifestado en cualquier tipo de dispositivo de intervención. Es de-cir, en algunos casos y ámbitos los fenómenos de narcisismo, del cual muchos de nosotros hacemos gala, se interpusieron a las estrategias de formación. En otros, las con-cepciones político ideológicas no coincidentes con las concepciones que esbozamos al principio de este artículo son un obstáculo insalva-ble para la generación de procesos formativos en esa dirección.

Como conclusión preliminar, podemos decir que los procesos de formación para la transformación se enfrentan con muchas dificul-

tades y desafíos que sólo pueden ser superados si somos capaces de introducir fuertes dosis de autocrí-tica a nuestras prácticas que redun-den en renovadas búsquedas.

Luego de estas breves reflexio-nes queremos dejar planteado el desafío mayor que aún tenemos pendiente y que nos propone Soler, quien nos dice: “Ni la propiedad de la tierra ni su uso están bien resuel-tos en América Latina. La lucha por instalar en el campo formas civiliza-das y justas de organización social y económica será aún muy larga y seguramente dolorosa” Soler Roca, M, (1996:429)

“Se advierte que los discursos sobre el ‘desarrollo’ han dejado aspectos como la diversidad cultural, la multidimensión de la pobreza, entre otros.”

“Ese es uno de los mayores desafíos, anunciar una sociedad refundándose, un desarrollo desde una perspectiva crítica, que construya seres participativos y críticos.”

“Los procesos de formación para la transformación se enfrentan con muchas dificultades y desafíos.”

1SCHEJTMAN, A. Y BERDEGUÉ, J. A. 2003. Desarrollo Territorial Rural. Banco Interamerica-no de Desarrollo y Fondo Internacional de Desa-rrollo Agrícola. Washington DC y Roma, Italia

2MARINO MARTINIC, Mauricio, 2000, Educación popular e investigación acción parti-cipativa para un desarrollo rural desde la praxis, En: http://www.naya.org.ar/congreso2000/po-nencias/Mauricio_Marino_Martinic.htm

3Unidad epocal: conjunto de ideas y concep-ciones, esperanzas, dificultades, valores y desafíos en interacción dialéctica con sus contrarios, bus-cando la plenitud. La representación concreta de muchas de estas ideas, de estos valores, concepcio-nes y esperanzas, como también los obstáculos al ser humano constituyen los temas de la época.

4Situación límite: situación en la cual el ser humano se encuentra casi “cosificado”. Situación en la cual los humanos no son seres para sí, cons-tituyéndose en seres para otros. La dominación también es un ejemplo de situación límite.

5Esta parte del trabajo está basada en el arti-culo: Tommasino H., González M. N., Guedes E., Prieto M., 2006, Extensión Critica: los aportes de Paulo Freire, en: EXTENSIÓN: REFLEXIONES PARA LA INTERVENCIÓN EN EL MEDIO UR-BANO Y RURAL. Editores: Tommasino, H.; de Hegedus, P., Ed. Facultad de Agronomía, 2006.pp.121-136.

6FREIRE, P, 1987 [1970], Pedagogía del Opri-mido, Paz y Tierra, Río de Janeiro.

7FREIRE, P, 1998 [1992], Pedagogia da Espe-rança. Um reencontro com a Pedagogía do

oprimido, Paz e Terra, Rio de Janeiro.8TORRES, Ma. R, (Org), 1987, Educación Po-

pular: un encuentro con Paulo Freire, Ediciones Loyola, San Pablo

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El mundo sEgún monsantoMarie-Monique robineditorial Península521 Pags.

Primero fue un exitoso docu-mental; luego, un impactante libro: El mundo según Monsan-to. Allí, la periodista francesa Marie-Monique Robin denuncia los efectos negativos sobre la agricultura mundial y, por lo tanto, sobre la producción de la alimentación, provocados por los productos agroquímicos y las semillas de soja transgénica que comercializa Monsanto.Robin descubre la cara oculta de este “Gran Hermano del nuevo orden agrícola mundial” fundada en 1901 en Saint Louis, Mis-souri, que antes de interesarse por las biotecnologías fue una de las mayores empresas químicas del siglo XX. La ahora líder mundial de los Organismos Genéticamente Mo-dificados (OGM), era fabricante de los PCB (aceites químicos utilizados como aislantes en los transformadores eléctricos) pro-hibidos en los 80 por su nocivi-dad; de un potente herbicida que contiene dioxina, base del agente naranja (el defoliante utilizado en Vietnam), y de las hormonas

de crecimiento bovino, prohibi-das por sus riesgos para la salud de animales y humanos…Con más de 17 mil empleados, un volumen de negocios de 7.500 millones de dólares y presencia en 46 países, Monsanto es ade-más fabricante del Roundup, el herbicida más vendido del mundo (sospechado de provocar cáncer), muy bien tolerado por las semi-llas que ellos mismos modifican.Robin dedica un capítulo a la Argentina, “donde la mitad de las tierras cultivadas están sembra-das de soja transgénica, esto es, 14 millones de hectáreas y 37 mi-llones de toneladas cosechadas, de las que más del 90% se expor-ta a Europa y China”. La autora indaga en casos de per-sonas intoxicadas por vivir cerca de tierras fumigadas con Roun-dup y apunta contra los OGM que “no solucionan el hambre, sino que lo reproducen a largo plazo” justamente porque conde-nan a los países al monocultivo. “Esta empresa no quiere ganarle al hambre, sino hacer grandes negocios”.

Esta es una impactante investigación sobre Monsanto, líder en la producción de organismos genéticamente modificados, y sus negocios en el escenario alimentario mundial. Es una radiografía del universo de los negocios en la era global.

El mundo secreto de Monsanto

lIBRos dE RECIEntE aPaRICIÓnPor Mercedes Ezquiaga

lo que HaY que leer

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mInERIa tRansnaCIonal, naRRatIvas dEl dEsaRRollo...M. svaMPa Y M. antonelli

El modelo minero argentino es analizado críticamente por Maristella Svampa y Mirta Antonelli. La minería argentina es una actividad sostenida por grandes transnacionales que pro-yecta extenderse en toda Latinoamérica. Los metales son extraídos con un tipo de minería a cielo abierto que implica grandes daños al medio ambiente. Los per-juicios son altos en la con-taminación del suelo y en el uso indiscriminado de agua. En consecuencia crecen los conflictos ambientales y surgen numerosas organiza-ciones de autoconvocados, erigidas en verdaderos terri-torios de resistencia. Los casos de minería contami-nante y la resistencia social se producen también en países como Chile, Bolivia, Ecuador y Perú.

editorial biblos319 Pags.

tIERRas tRadICIonal-mEntE oCuPadas alfredo wagner

oBEsos y famElICosraj Patel

Esta es una exhaustiva investigación realizada por el antropólogo e investi-gador brasileño Alfredo Wagner que estructura una radiografía de los diversos movimientos sociales que ocupan tierras en Brasil. Estos grupos reivindican el reconocimiento jurídico-formal de sus formas de ocupación, a través de la conformación de nuevas identidades colectivas y en el proceso de construcción de su territorialidad. Se tra-ta de un interesante mapa social de comunidades que suelen poseer raíces locales profundas, en especial en Amazonas, nordeste y sur de Brasil. Brasil reúne 180 lenguas, 200 comunidades indígenas y 2.800 ‘quilom-bolas’, como se denomina a los grupos afrobrasileños que preservan su cultura.

editorial teseo/funda-ción centro de estudios brasileros. 134 Pags.

La humanidad produce actualmente más alimentos que en toda su historia y, sin embargo, ostenta el récord histórico de tener 800 millones de personas que padecen hambre y de mil millones que sufren sobrepeso. Con esta inquie-tante declaración arranca el ensayo del sociólogo y activista indio Raj Patel, donde desnuda el sistema de producción alimentario, desde las decisiones que se toman en el campo hasta las que tomamos para nuestros paladares. El libro revela la guerra de las multinaciona-les por controlar el negocio de la comida. También se detiene en las comunidades de agricultores, corporacio-nes, gobiernos, consumido-res y activistas que tratan de frenar las actividades empresariales monopólicas.

editorial Marea367 Pags.

dEl foRd taunus a la soja tRansgénICajorge katz (coMP.)

¿Cuáles son las proble-máticas que la sociedad argentina deberá afrontar en el futuro inmediato en el ámbito industrial y agropecuario? La importan-cia de la actividad científica y tecnológica como motor de crecimiento genuino y sostenido sobrevuela esta serie de ponencias pre-sentadas y debatidas en el marco de los Foros del Bi-centenario. Compiladas por el economista Jorge Katz, estas reflexiones analizan los efectos de las políticas neoliberales, repasan los diversos ciclos que transitó la ciencia y la tecnología en la historia argentina y alertan sobre la necesidad de políticas públicas de largo alcance vinculadas al desarrollo científico que enriquezcan a la sociedad en su conjunto.

edHasa194 Pags.

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adElantos

la PRoBlEmátICa dE la tIERRa En aRgEntIna conflictos Y dináMicas de uso, tenencia Y concentración.autores: Marcelo sili Y luciana souMoulou editorial: siglo XXi

La distribución, la tenencia y el tipo de uso de la tierra son temas de creciente interés en la Argen-tina, debido a la notoriedad que ha adquirido esta cuestión en las últimas décadas: la concentra-ción de las tierras por parte de algunas empresas, la compra de grandes extensiones por inver-sores urbanos y externos, el des-alojo de pequeños productores en áreas agrícolas y los nuevos modelos de gestión agrícola don-de predomina la figura del arren-damiento. Según el censo agropecuario del año 1988 había en la Ar-gentina 421.221 explotaciones agropecuarias. El censo del año 2002 contabiliza, luego de 14 años, 333.000 explotaciones agropecuarias, es decir, 88.221 explotaciones menos. Además de este proceso de concentración, cambia sustancialmente el uso de la tierra en el país, con un aumento significativo de 6 millo-nes de has. destinados a cultivos anuales y 300.000 has. más de bosques implantados. Por otro lado disminuyeron notablemente

las tierras forrajeras dedicadas a la ganadería, los bosques natura-les, que fueron reemplazados por cultivos y las áreas no aptas que comenzaron a ser valorizadas para otros usos como cultivos y ganadería. De esta manera, se ve-rifica en el país un fuerte proceso de agriculturización. Este proce-so se acompañó con un profundo cambio en las estructuras agra-rias. Entre 1988 y 2002 disminu-yeron las pequeñas explotaciones agropecuarias y aumentaron las medianas y grandes, en tanto que las muy grandes explotacio-nes se mantuvieron igual, con la misma cantidad de has. También desde el punto de vista de la te-nencia se verificaron cambios. El más llamativo fue la expansión del arrendamiento como figura jurídica que permite poner tierra en el mercado para su produc-ción. (…)La divergencia y hasta las con-tradicciones contemporáneas en el modelo de desarrollo de los espacios rurales no es fruto del azar, sino la cristalización de un proceso histórico, político y

En los últimos quince años, el proceso de concentración de la tierra en la Argentina no ha sido homogéneo. La región pampeana y el NEA han sido las regiones más perjudicadas. Esta es una investigación que explica esta tendencia desigual.

La organización de la tierra en la Argentina

lo que HaY que leer

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COSECHA FINA 2009 AGROPOLIS 123

la autoRaluCIana soumoulouabogadaespecializada en daños y responsabilidad civil , ha sido punto focal del grupo temático acceso a tierra y reforma agraria de la reaf, por argentina. asesoró al estado nacional, a la fede-ración agraria argentina y a la coProfaM, entre otros.

El autoRmaRCElo sIlIgeógrafoestudió geografía, se docto-ró en desarrollo rural y fue investigador post doctoral en el inra sad de toulouse, francia. es investigador del conicet y profesor de desa-rrollo rural en la universi-dad nacional del sur.

económico al cual se debe cues-tionar para poder comprender la situación actual y para poder identificar opciones de políticas realistas. Diferentes etapas histó-ricas pueden ser reconocidas en esta evolución. Existe un primer período de concentración de la tierra durante el siglo XIX, es-tructurado en la estancia como modelo productivo. A partir de los años 30 del siglo XX comien-za un período de reorganización y redistribución de la tierra que se fue consolidando durante 40 años gracias a diferentes instru-mentos técnicos, normativos e institucionales. Este proceso ge-neró 95.000 nuevos propietarios rurales de carácter familiar, los cuales constituyeron en líneas generales la clase media rural, responsable de la vida del inte-rior rural de la Argentina. A partir del año 1976 en adelante entramos en una nueva fase de concentración de la tierra y de los recursos productivos, y por ende de distorsiones territoriales. (…)Desde el punto de vista de la es-tructura agraria, la distribución de la tierra es sumamente in-equitativa en términos generales. Así, el 2% de las explotaciones agropecuarias controlan el 50% de la tierra en el país, en tanto que el 57% de las explotaciones agropecuarias controlan el 3% de la tierra. Sin embargo, esto no puede llevarnos a ninguna conclusión sólida, pues existen explotaciones de más de 5.000 has. que son minifundios en algunas áreas del país, en tanto que hay explotaciones de menos

de 25 has. que tienen un elevado nivel de capitalización y desarro-llo. Para poder extraer conclusio-nes sólidas es necesario analizar esta situación con mucho mayor detalle a nivel regional pues la estructura agraria va a depender del tipo de clima, de relieve, de actividad productiva, de organi-zación histórica del territorio. Ahora bien, si analizamos la distribución de los estratos de productores en cada una de las regiones, aparecen elementos de suma importancia. Mientras la región pampeana presenta la distribución más equilibrada, la región del No-roeste en cambio presenta una estructura con una fuerte pre-sencia de pequeños agricultores, al igual que la región NEA y Cuyo, hecho que obviamente está condicionado por las caracterís-ticas ambientales y la presencia de sistemas de riego en las regio-nes extrapampeanas. La región patagónica tiene una situación particular: presenta numerosas explotaciones de menos de 100 has. que tienen estrecha relación con las actividades frutícolas de los valles irrigados, pero también posee la mayor proporción de grandes establecimientos dedi-cados a la producción ganadera extensiva. Desde el punto de vista evolutivo, existe una signi-ficativa reducción del número de explotaciones y de las superficies que ocupan las explotaciones de menos de 500 has.Según el CNA en el año 2002 hay aproximadamente 80.000 productores menos que en el año

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adElantos

y formal que habilita rápida-mente la transacción de tierras. En cambio, en las regiones extrapampeanas la falta de docu-mentación idónea que acredite la propiedad de las tierras y que se requiere para la compra y venta de tierras no permitió reflejar fehacientemente los cambios en los parámetros de rentabilidad de los sistemas productivos.Desde el punto de vista de la tenencia de la tierra, la mayor proporción de tipos de tenen-cia corresponde a la propiedad personal con el 75% del total. El arrendamiento es muy significa-tivo con el 12% de la superficie, las sucesiones indivisas, en tercer lugar, constituyen un porcentaje importante. La aparcería, los con-tratos accidentales, la ocupación con permiso y la ocupación de hecho suman en total un 7% de la superficie. Desde el punto de vista evolutivo existe una caída muy importante de la superfi-cie de sucesiones indivisas en el período 1988-2002, con una tendencia declinante entre el 2002 y la actualidad. También la aparcería y el contrato accidental tuvieron una caída significativa, aunque ambas figuras mantie-nen un total de 5 millones de has. No obstante lo más impor-tante es el avance de la figura del arrendamiento como mecanis-mo para ocupar y trabajar más tierras. El arrendamiento creció entre 1988 y el 2002 en un 64%, aunque según fuentes calificadas ese porcentaje subió mucho más aún en el período posterior a la devaluación debido al impulso de

1988. Asistimos entonces a una reorganización en la estructura agraria, con una disminución de 82.824 productores en el estrato de menos de 500 has. (lo cual representan 5 millones de has.), y un aumento en los estratos que tienen entre 500 a 5.000 has. (que representan 4 millones más de has.) que equivale a 2.000 productores más dentro de es-ta categoría. Todo esto implica tanto una recomposición de pro-ductores más pequeños que por aumento de escala han avanzado a esta categoría (en términos de superficie), como la aparición de nuevos productores que ingre-saron a la actividad económica a través de la adquisición de tierras de los más pequeños. La escala superior de más de 5.000 has. se encuentra prácticamente inalte-rable, es decir, mantiene la mis-ma cantidad de Eaps. y la misma cantidad de superficie.Este proceso de concentración de la tierra no fue homogéneo. Las regiones que más perdieron en los estratos de menos de 500 has. han sido la región pampeana (perdió 54.000 productores) y el NEA (11.500 productores menos). Las regiones que más producto-res ganaron en las categorías de explotaciones que tienen entre 500 has. y 5000 has. ha sido la Patagonia (1.525 productores más), y las que menos ganaron fueron el NOA y Cuyo. Este reacomodamiento de las estructuras agrarias se verifica con mayor claridad en la región pampeana, donde existe un mer-cado de tierras más transparente

la agricultura. La región pampea-na es la que ha tenido un avance significativo en este tipo de figu-ra jurídica, vinculada a los pools de siembra y a los productores agropecuarios que toman tierras en arrendamiento para la produc-ción agrícola. También avanzan significativamente en términos porcentuales las ocupaciones con permiso, con 5.6 millones de has. en el total del país, siendo también la región pampeana la que lidera este modelo.Un elemento que es necesario se-ñalar es que existe en la Argenti-na una alta proporción de tierras y de productores con situaciones muy precarias e informales en la tenencia de la misma. Sobre 173 millones de has. el 12% tiene si-tuaciones precarias de tenencia, si consideramos como precario a las sucesiones indivisas, los contratos accidentales y la ocu-pación con permiso y de hecho. Las cifras globales de tenencia irregular (22 millones de has.) no son relevantes en término de has. pero sí es un problema muy serio si consideramos que dentro de esas situaciones de tenencias irregulares el 85% aproximada-mente son pequeños agriculto-res. Quienes no tienen posibili-dad de alcanzar la titularidad de las tierras que trabajan, en mu-chos casos después de décadas de ocupación por varias genera-ciones familiares. Una política de regularización de tierras se torna en estos casos, imprescindible, pues la mayor parte de las tierras ocupadas son tierras fiscales o de propietarios ausentes.

lo que HaY que leer

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los tRafICantEs dE gRanosautor: dan Morgan Publicación en esPañol: editorial abrilaño: 1986

En un informe publicado en 1974, el Departamento de Agri-cultura de Estados Unidos ex-presó que si los 460 millones de desnutridos que, según se esti-maba había en el mundo, recibie-ran nada más que 500 calorías adicionales por día el hambre se aliviaría. Los granos estaban en condiciones de suministrar esas calorías, ya que un extra de 0,15 kilogramos diarios de trigo, arroz, maíz, sorgo o mijo bastaría para proveer esas 500 calorías faltantes. Esa cantidad, a su vez, requeriría 21.9 millones de to-neladas de cereales por año para satisfacerse.Tal cantidad de alimentos está perfectamente dentro de la ca-pacidad de los agricultores de todo el mundo, ya que representa apenas una pequeña fracción de los 172 millones de toneladas que, según el artículo del Times, bastaban para el abastecimiento mundial durante dos meses. Los 21.9 millones de toneladas son el equivalente de solo un dos por ciento de la producción promedio de granos de todos los años de la

última década. Pero, lamentable-mente, el hambre mundial ha re-sultado ser un problema mucho más complejo de lo que se creyó en otro momento.El hambre no ha cedido en países que recibieron grandes cantida-des de ayuda alimentaria norte-americana (como es el caso de la India); en países cuyas enormes cantidades de capital y tecnología han sido puestas al servicio de la actividad agraria (como en el caso de Brasil); en países, como Indo-nesia, que importan cantidades considerables de alimentos. Está claro que la solución del hambre endémica, a largo plazo, no la encontrarán los norteamericanos organizando envíos de socorro a Puerto Príncipe, ni en una deci-sión de los estadounidenses para comer menos bifes y no tanto pan a fin de “economizar” cereales; ni lo hará Estados Unidos au-mentando sus exportaciones de alimentos. Ninguno de esos ar-bitrios ha ejercido jamás efectos sustanciales sobre el hambre, y si no lo ha hecho hasta ahora no hay razón para pensar que pueda

Esta investigación sobre los negocios de las compañías ce-realeras fue realizada por el periodista Dan Morgan en 1979. La importancia de este comercio sólo es comparable al de las armas y el petróleo. Es un libro de asombrosa actualidad.

Los traficantes de granos en el mundo

ClásICos

lo que HaY que leer

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126 AGROPOLIS COSECHA 2009

hacerlo en el futuro.No sería acertado sugerir que el crecimiento sin precedente que tuvo el negocio de granos después de la Segunda Guerra Mundial, con centro en Estados Unidos, se haya producido sin dejar algún beneficio. Sirvió más de una vez para que pueblos hambrientos no murieran de inanición, y ha contribuido a que las economías se modernizaran y progresaran en momentos en que el mundo se recuperaba de la guerra y se registraban hechos y cambios de nivel internacional. Los alimentos norteamericanos constituyeron un recurso al que recurrieron poco menos que todos los países del mundo. Un mundo que sería totalmente irre-conocible en nuestros días de no existir excedentes de cereal norte-americano… y muy posiblemente un sitio mucho menos feliz y hospitalario de lo que es hoy.Pero las cuestiones fundamen-tales siguen sin resolverse en el marco de la economía alimenta-ria mundial. En primer término, entre ellas está la cuestión de cómo podría modificarse el siste-ma para que respondiera mejor a las necesidades de los pobres, los desnutridos y la vasta mayoría de los campesinos privados de privilegios.No era propósito de este libro que el hambre figurase como un tema prominente. Los hambrientos no influyen en el mercado de Chica-go; no ejercen mayor efecto sobre los precios futuros, el mercado de “Sports” de Rotterdam o los aran-celes de importación agrícola de

los países europeos. El reverso de todo esto es que nadie con dinero como para comprar su alimento muere de hambre. Incluso en Haití, con méritos suficientes pa-ra figurar en la lista de “naciones con hambre endémica”, muchos tienen suficiente dinero para po-der comer. “Baby Doc” Duvalier el déspota hereditario del país, por cierto que no pasa hambre; ni tampoco sus guardaespaldas, ni los burócratas y los comerciantes de Puerto Príncipe. Los que real-mente pasan hambre en Haití, mucha, son los pobres.Resulta tentador culpar a los mercaderes de granos de tan triste situación. En cierta oportu-nidad dijo el dramaturgo Bertold Brecht: “Las hambrunas no se producen: las organizan los que comercian en granos.” Si se con-sidera lo difundida y penetrante de la desnutrición, el dinero que un puñado de familias de mer-caderes ganan con el tráfico de alimentos parece constituir un insulto para todo cuanto debe en-tenderse por justicia económica; pero culpar a los comerciantes por condiciones que han pro-movido enormes importaciones de alimentos y la continuidad de la desnutrición es confundir lo económico y político de la cuestión, que es decir, que son los mercados comerciales, no las hambrunas, lo que interesa a los comerciantes. Las compañías me-dran con un sistema –y en rea-lidad lo alientan– que excluye el hambre; pero aparte del hecho de que trafican con productos agrí-colas y alimentos, las compañías

en nada difieren de otras grandes empresas multinacionales como los bancos, las compañías eléc-tricas y petroleras o las firmas productoras de aluminio. Son empresas para hacer negocios, no instituciones de caridad pública. Las compañías se encuentran en el corazón de uno de los sistemas centrales del mundo… pero se trata de un sistema comercial y financiero, no uno que haya par-tido de la premisa de que habrá de atenuar la miseria humana. Si los que en este momento son demasiado pobres como para po-der comprar alimentos tuvieran algún dinero, los mercaderes ni por un instante trepidarían en venderles. En el momento actual es el dinero, no el alimento, lo que se encuentra terriblemente mal repartido en todo el planeta.Puesto que las compañías cerea-leras multinacionales, al igual que otras multinacionales, se rigen por las leyes que surgen de los balances, y de las exposi-ciones de ganancias y pérdidas, carece de sentido de esperar de ellas que corrijan el sistema o se modifiquen ellas mismas. En ocasiones se derivan de los ne-gocios cosas que son productivas y progresistas desde lo social, y acordes con los mejores intereses de los países en vías de desarro-llo; pero ello no ocurre porque los negocios cuenten con una con-ciencia social, sino porque rinden beneficios. Corresponde a otros, sobre todo a quienes poseen el poder político, efectuar las modi-ficaciones necesarias.Aclarado el hecho de que es po-

ClásICos

lo que HaY que leer

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El autoRdan moRgan

Graduado en Harvard y co-rresponsal en Europa en los 70 del diario The Washing-ton Post. Se ha especializa-do en problemas agrícolas y ha obtenido varios premios por su labor periodística.

“PERo las CuEstIonEs fundamEntalEs sIguEn sIn REsolvERsE En El maRCo dE la EConomía alImEntaRIa mundIal. En PRImER téRmIno, En-tRE Ellas Está la CuEs-tIÓn dE CÓmo PodRía modIfICaRsE El sIstEma PaRa quE REsPondIERa mEjoR a las nECEsIda-dEs dE los PoBREs, los dEsnutRIdos y la vasta mayoRía dE los Cam-PEsInos PRIvados dE PRIvIlEgIos.”

breza, y no la producción inade-cuada de alimentos o la explosión demográfica lo que está en el fondo del problema del hambre mundial, corresponde hacer fren-te a una segunda realidad econó-mica. Se refiere esta, al hecho de que Estados Unidos, tanto como las compañías, se ha beneficiado con el crecimiento de un sistema comercial, dentro del cual, otros países se han tornado cada vez más dependientes de la impor-tación de alimentos sin producir mejora fundamental alguna en lo tocante a la nutrición mundial. El objetivo perseguido por EE.UU. a partir de comienzos de la década de 1950 consistió en incrementar las exportaciones comerciales de alimentos. Cuando se dispone del beneficio de una perspectiva histórica más amplia, es posible advertir que cuanto se tuvo al-guna vez por generosidad norte-americana en la distribución de alimentos era, principalmente, respuesta al problema político in-terno derivado de los excedentes. Desde comienzos de la década de 1960, el comercio pasó a ocupar el sitio de la ayuda en cuanto a impulso imperativo detrás del intercambio de cereales con cen-tro en Estados Unidos. Una vez agotados los excedentes, la ayuda alimentaria norteamericana pa-só a ser un factor menor en las exportaciones de granos del país. En el primer año de la década siguiente en que hubo escasez de alimentos –1973– los norteame-ricanos exportaron alimentos por valor de 863 millones de dólares, en todos los casos de acuerdo con

programas oficialmente subsidia-dos. Pero Estados Unidos vendió veinte veces esa cantidad (16.800 millones de dólares) a clientes que pagaron al contado. La mayor parte de los alimentos corres-pondió a los que se utilizan para nutrir ganados y aves de corral en países industrializados. En mo-mentos de intentar el gobierno de Carter encarar la “estanflación” (inflación con estancamiento) que socava a la economía estadouni-dense, la agricultura vuelve a sur-gir como la carta salvadora, vuel-ven a intensificarse los esfuerzos para expandir las exportaciones cerealeras. El maíz y el poroto de soja se han erigido en los grandes campeones mundiales del dólar y la hegemonía económica nor-teamericana, y la agricultura se mantiene como uno de los pilares inconmovibles del imperio.La otra cara de la moneda, desde luego, se encuentra en el hecho de que para muchos países la im-portación de alimentos se ha con-vertido en una carga económica tan pesada como la importación de petróleo. Están procediendo a desviar capitales de otras activida-des económicas más productivas y contribuyendo de manera indi-recta a acentuar los problemas de las economías occidentales al res-tar recursos y fuerza económica en naciones que, en lo potencial, son mercados en crecimiento para productos y tecnología occi-dentales, y en consecuencia valio-sos para inyectar nuevas fuerzas en la industria norteamericana y crear más fuentes de trabajo para los norteamericanos.

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El autor de esta nota habla de El Totoral, en Chile, donde se conjugan un recurso turístico de raíz his-tórica y cultural, la vocación emprendedora de los pobladores y pobladoras, y la política pública. La experiencia es apoyada por el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP).

CHILEPor Luis Martínez Figueroa. Encargado Nacional de Turismo Rural.Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (Chile)

El Totoral en la ruta del Bicentenario

La apuesta por el turismo rural ha ido sumando nuevos em-prendedores en la localidad

de El Totoral, en la comuna del Quisco, provincia de San Antonio, a 120 km. de la ciudad de Santia-go de Chile donde productores de licores artesanales, “chilenitos”, muebles, f lores y hortalizas dan cuenta del apoyo del Instituto Na-cional de Desarrollo Agropecuario (INDAP), organismo dependiente del Ministerio de Agricultura de la República de Chile.

Levantada en barro y totora an-tes de 1815, la iglesia de “El Totoral” es sin duda uno de los principales atractivos de esta encantadora lo-calidad de El Quisco. La creciente afluencia de visitantes atraídos por sus misas a la chilena y por su apa-cible entorno campesino a escasos kilómetros del mar, estimuló a un

grupo de lugareños a construir va-riados establecimientos donde se puede disfrutar de comidas típi-cas, y con el tiempo, a invertir en diversas iniciativas productivas, entre ellas, la feria de artesanos del Totoral.

“No se trata de comer algo e irse de inmediato; la parte espiritual es importante. Con nuestra atención y nuestras costumbres la gente se lleva una buena impresión. Los re-cibimos como en nuestras casas, se van creando lazos y a muchos ya los conocemos por el nombre”, re-lata Víctor Rojas, cantor popular.

“Chancho a la chilena”, pernil, arrollado, costillar al horno, lomo a la plancha o empanadas, saben aquí definitivamente más sabrosos.

La idea es volver al mágico mun-do de vacaciones en el campo, con sabores y tradiciones que a pesar

del paso del tiempo aún se recuer-dan. Nada mejor que disfrutar de una “misa a la chilena” en el Toto-ral donde familias campesinas ve-neran a la Virgen de la Merced en una procesión que es acompañada con cantos y bailes folclóricos. En ella, los campesinos agradecen a Dios por medio de décimas, payas y cantos que hacen disfrutar de un momento único a los visitantes.

En el Totoral están empeñados en rescatar y preservar las costum-bres de esta apacible localidad del litoral central de Chile sembrando al mismo tiempo los mejores re-cuerdos a quienes la visitan.

Una política pública para el turismo rural

La visita al Totoral se inscribe de algún modo en el Programa de Tu-

turismo

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rismo Rural del INDAP. El objetivo central de este programa es gene-rar las condiciones para constituir al turismo rural en una alternati-va real de negocios que contribu-ya al desarrollo del/a pequeño(a) productor(a) agropecuario(a) y sus familias. Estos son los objetivos es-pecíficos:

uDiversificar e incrementar los ingresos de los(as) pequeños(as) productores(as) agrícolas y sus familias.

uAyudar a la generación de nuevas alternativas de empleo en el ámbito rural, considerando es-pecialmente el trabajo del joven y la mujer rural.

uDesarrollar las capacidades de las empresas de familiares campe-sinas para la identificación y gestión de iniciativas de turismo rural.

uFomentar la integración de la

oferta de turismo rural entre las empresas familiares campesinas dedicadas a esta actividad.

uGenerar las condiciones para el funcionamiento de un mercado para la producción local.

Comida chilena, la mayor atracción de la estancia.

La casona que alberga el restaurante tiene el sello campesino propio de la zona central de Chile. Allí, bajo el alero de un largo corredor, en donde el calor hace esfuerzos por ganarle espacio a la suave brisa que acompa-ña al cliente, pero sin conseguirlo, la figura sonriente de la familia Romo Rojas invita a entrar al local. Pare-des de ladrillo y madera en bruto en la estructura del techo muestran la simplicidad del diseño idealizado por sus propietarios.

Con apenas dos años de funcio-namiento, el local es atendido por el grupo familiar. “Los 4 hijos, papá, mamá, un tío y dos tías”, cuen-ta Constanza, la menor de todos. Trabajadores “voluntarios”, los hijos se dan tiempo para apoyar la pe-queña empresa entre libros y textos de psicología o arte, las mayores; o de enseñanza media, los menores. Pero es Juan Romo, el padre, quien relata con orgullo que el verano re-cién pasado fue pródigo en cliente-la. “En enero y febrero esto se llenó y teníamos que decirle a la clientela que lamentablemente no teníamos espacio para atenderlos”.

El auge turístico de El Totoral en los últimos tiempos ha sido, a juicio de Juan, “responsable en parte del éxito de nuestro empren-dimiento. Pero también tratamos de que la gente se sienta en casa.

Diversificar e incrementar los ingresos es el objetivo.

el turismo rural funciona como una viDriera para ofre-cer una cultura entera.

con el turismo se crean nuevas fuentes laborales.

la iglesia el totoral es sin DuDa uno De los principales atractivos De la localiDaD.

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Cómo llegar a Quisco

Ubicado a 8 Km. del centro urbano del Quisco, región de Valparaíso, está pintoresca localidad encanta por la tranquilidad y hospitalidad de la gente que la habita. Las fami-lias originarias de este lomaje se han organizado en torno al respeto por sus tradiciones campestres, las que les dan una identidad orgullosa de su ruralidad.Para llegar desde Santiago o Valpa-raíso se puede tomar el camino Ca-sablanca-Algarrobo, cruce el Totoral o bien el Nuevo camino costero que une Algarrobo-San Antonio. La confianza depositada por INDAP en el Turismo Rural como rubro emergente de la actividad campe-sina, ha llevado a que empresas privadas se interesen en establecer alianzas virtuosas con los microem-presarios de la localidad. Es así co-

mo este 26 de abril se dio el puntapié inicial a un proyecto conjunto entre los emprendedores turísticos del Totoral, INDAP y una de las más importantes empresas de transporte de pasajeros del país, Pullman Bus. Esta alianza con-siste en que domingo a domingo un bus de la mencionada empresa cubri-rá preferentemente la ruta Santiago-El Totoral con la finalidad de que más personas puedan disfrutar de la misa a la chilena que aquí se desarrolla y de las actividades campesinas que ponen en valor los microempresarios de es-taá localidad. Las salidas se realizan todos los do-mingos a las 10 de la mañana desde el terminal de buses Alameda para llegar antes del inicio de la misa. Esta iniciativa permitirá fortalecer la actividad productiva de la zona, mejorar la conectividad y preparar a

más personas para recibir el Bicen-tenario. La promoción del Totoral se realiza desde la Casa del Turismo Rural, lu-gar que cumple la función de orien-tar y atender necesidades y de santiaguinos y turistas que visitan nuestro país, frente a la necesidad de información de servicios, atrac-tivos y destinos turísticos ubicados fuera de los límites de las ciudades para así lograr un estrecho vínculo con quienes anhelan estar cerca de sus raíces.

PARA mAyOR INFORmACION DIRIgIRSE

A CASA DEL TURISmO RURAL DE SAN-

TIAgO, ALAmEDA ESQUINA JOTABECHE,

PASEO NACIONAL DEL TURISmO (mETRO

UNIVERSIDAD DE SANTIAgO) O BIEN A

www.VIAJESRURALES.CL / www.ACHI-

TUR.CL

Y como somos parientes, mane-jamos todo muy bien”. Pero, sin duda, el alma del restaurante es Sofía Rojas. “A ella se le ocurrió buscar fuentes de financiamiento. Ahí INDAP nos aportó lo suficien-te para comenzar y hoy estamos absolutamente al día en nuestras cuentas.” Y no podría ser diferen-te. El negocio es parte de la Red de Turismo Rural El Totoral, que funciona al amparo de esa insti-tución y que recibió su certifica-ción en turismo sustentable hace un par de años de parte de Green Globe XXI.

Como las comidas y las atencio-nes son de primera calidad, ¡cui-dado! con probar algún bocado an-tes de ingresar a La Estancia ni se tiente tampoco con los deliciosos panes amasados y el pebre servi-do antes del plato principal, pues podría quedarse con la mitad de la cazuela en el plato. Contundente, sabrosa y humeante, el aroma se siente incluso antes que sea depo-sitada frente a los comensales.

Algo similar ocurre con los pescados, las codornices escabe-chadas con puré nogado o el deli-cioso arrollado porque aquí sí, “el

tamaño es lo que importa” pero de sabores no se preocupe. Ahora, si piensa como la mayoría que un costillar de cerdo lo va a dejar a media máquina, puede llevarse el más grande de los errores. El trozo atraviesa el plato. Tómelo con pa-ciencia. Deguste cada pedacito del crujiente manjar y degústelo con papas doradas al merkén, acompa-ñado de un vino de la mejor cose-cha pues, como dicen los propie-tarios, “aunque nos critiquen que servimos mucho, eso es ya parte de la tradición y nuestra mejor car-ta de presentación”.

estas activiDaDes se Desarrollan hoy DesDe una plataforma De quince centros regio-nales De Distribución.

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En el último quinquenio, la palabra “desarrollo” volvió a ocupar un lugar central en las preocupaciones polí-

ticas de América Latina. Su aparición no está desvinculada de las reflexiones que siguieron a la “media década perdida” (1998-2002). Luego de un crecimiento promedio durante la década del noventa muy bajo (1.4 promedio anual del PIB per cápita), y una recesión generalizada entre 2001 y 2003, asistimos hoy a un período de expansión econó-mica de nuestros países (a partir de 2004, el producto creció entre cuatro y cinco puntos anuales), que recién en 2009 fue amenazada por la crisis mundial.

El Uruguay no fue ajeno a ese proceso, y su tasa de crecimiento superó al promedio de América La-tina, ampliamente. Sin embargo, tanto en Uruguay como en América Latina, la preocupación por la sustentabilidad del crecimiento es tan importante como la conciencia de la frecuencia con que la región y el país caen en crisis profundas, y más o menos prolongadas.

El Informe Nacional de Desarrollo Humano en Uruguay, 2008 (INDH), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señalaba, como principal li-mitante del mismo, la alta volatilidad que

experimentaba la economía uruguaya, en términos de la alternancia de cortos períodos de muy rápido cre-cimiento, alternados con crisis muy profundas. En el último cuarto de siglo, el país experimentó al menos dos muy importantes, la de 1982 y la de 2002.

Ello no es ajeno al cambio permanente en las orientaciones generales en el modelo de desarrollo que vivió el país a lo largo del siglo XX, por lo general obligado por las circunstancias y constreñimientos internacionales, y muy pocas veces como fruto de una visión del país del futuro, y por consiguiente, de la mano de una estrategia coherente y dotada de instrumentos específicos para lograrla.

La evaluación del desarrollo que hacen los propios uruguayos, muestra la experiencia cotidiana vivida en estos años. En el INDH 2008 se realizó una encuesta

Estado, políticay desarrollo

La autora de esta nota subraya que desde 2004 la región vive un período de expansión económica donde Uruguay alcanzó una tasa de crecimiento mayor

al promedio de América Latina. De todos modos, según esta politóloga, es necesario un rol muy activo del Estado en la promoción del propio desarrollo

económico y en la implementación de políticas orientadas a mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables.

constanza moreira

Doctora en Ciencia Política

opiniónPor Constanza Moreira

LA REGIóN EN PERSPECTIVA

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cosecha fina 2009 AGROPOLIS 133

de opinión pública, en la que se indagó sobre las visio-nes de los uruguayos sobre el modelo de desarrollo y las principales actividades que contribuirían al mis-mo. Primero, se les preguntó si consideraban que el Uruguay tenía un modelo o estrategia de desarrollo. La tercera parte de los entrevistados dijeron no saber si el país tenía o no una estrategia. Pero entre los que declaraban estar informados sobre el tema, la mayo-ría pensaba que el país no tenía ninguna estrategia (36%). Sólo la cuarta parte de los entrevistados (26%), pensaban que sí la tenía. Entre éstos se encontraban los más identificados con el partido de gobierno (y en este sentido, su percepción, estaba fuertemente influida por sus preferencias políticas).

En segundo lugar, se les preguntó cuánto contribuían distintas actividades al desa-rrollo del país: la agricultura, la ganadería, los servicios, las nuevas tecnologías, o el sector financiero. De sus respuestas se deduce que los uruguayos siguen confiando en el aporte al desarrollo de la agricultura y la ganadería (en especial, de esta última), más que en el resto de las actividades económicas. Entre las actividades que contribuirían “mucho” al desarrollo se destacan la ganadería (53%), y la agricultura (43.5%). La contribución de la indus-tria aparece en el tercer lugar de menciones (37.4%), y los servicios y el turismo en el cuarto lugar (32%). El sistema financiero, que contribuyó a construir un proyecto de plaza financiera regional para el país en las últimas décadas, es relativamente el peor evaluado desde el punto de vista de su contribución al desa-rrollo nacional (34% identifican que esta actividad contribuye “poco” o “nada”).

¿Cuán cerca están estas percepciones de la reali-dad? Depende de lo que entendamos como desarrollo. La forma en que se articuló, en el período reciente el crecimiento económico, con la evolución de los ingre-

sos de los hogares, permite problematizar la relación entre el crecimiento y el desarrollo, si por este último entendemos el logro de niveles de bienestar básicos, capaces de asegurar una vida digna a los miembros de una sociedad.

La estructura y dinámicas sectoriales de los úl-timos años, no parecen estar contribuyendo a este objetivo, a pesar del crecimiento económico experi-mentado. Así, el sector servicios, que es el que tie-ne mayor peso hoy en la estructura del PIB, y cuya participación se incrementó en los últimos años, no parece ser en este momento un proveedor de empleo

de buena calidad. Aunque el incremento del sector servicios también es un padrón del mun-do desarrollado, y su moderni-zación tecnológica pueda ser un factor altamente positivo, en nuestro país, el INDH muestra que la mayor parte del empleo que tiende a crearse en servicios, lo hace en los de baja productivi-dad, y esto contribuye a un cre-cimiento del PIB muy inferior al del promedio mundial. El modo en que se expande y crece el sec-

tor agropecuario, tampoco mejora la situación de los empleados en el mismo. A pesar de haber pasado de representar 5.3% a 8.4% del PIB entre 1999 y 2006, el número de personas ocupadas se redujo 8% y se produjo una caída en los ingresos medios del sector (y un aumento de los excedentes de exportación, en línea con el crecimiento del precio de la tierra y de los márgenes brutos de ganancia).

El sector industrial recién alcanza en 2005 los va-lores de producción industrial de dos décadas atrás. La participación de la industria en el PIB, que en 1985 era de un 29%, cae a 17% entre 1999 y 2001 y se ubica en el entorno del 23% en 2006. Pero su recomposición ha hecho que cada vez pesen más las ramas que producen bienes muy cercanos a la base primaria, o que utilizan intensivamente recursos na-

Tanto en Uruguay como en América Latina, la preocupación por

la sustentabilidad del crecimiento es tan importante como la

conciencia de la frecuencia con que la región y el país caen en crisis profundas.

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turales más que mano de obra, tecnología, capital u otros factores de producción. El INDH 2008 llama a este proceso de “primarización” y sostiene que ésta es todavía más pronunciada en la estructura de las exportaciones.

Esta estructura productiva y la evolución reciente de su dinámica de actividad, ha disminuido el impac-to del crecimiento sobre la reducción de la pobreza, aún a pesar de los planes y políticas implementa-das (incluyendo el PANES, el Plan de Equidad, o las políticas laborales, con los benéficos impactos que han tenido sobre los ingresos de los hogares). Esto lleva al Informe a mostrar que es necesario un rol muy ac-tivo del Estado en al menos dos perspectivas: en la promoción del propio desarrollo económico y en la implementación de po-líticas orientadas a mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. Sin una protección de estas últimas, no se podrán contrarrestar los efectos nega-tivos de las crisis económicas sobre los niveles de pobreza y desigualdad. Y no podemos dar por sentado que no viviremos crisis con cierta perio-dicidad, en las próximas décadas, como las hemos vivido en el pasado.

Para todo ello se requiere un Estado activo, y con capacidad de mantener niveles de gasto público ade-cuados. Dadas las cifras de endeudamiento de nues-tros países, este gasto debe mantenerse en línea con una postura de contención del déficit. ¿Cómo pueden lograrse ambas cosas?

Los estudios que se han hecho sobre los recientes cambios en las orientaciones políticas de algunos de los países de América Latina con mayor creci-miento en estos años, muestran que las políticas contracíclicas, la mayor recaudación fiscal –a veces unido a reformas impositivas de magnitud–, el ma-nejo de un tipo de cambio competitivo, y el cambio

en la orientación de las políticas laborales (mayor formalización, aumento del salario mínimo, pro-tección de derechos sociales, negociaciones triparti-tas), han dado cuenta de un crecimiento “virtuoso”, con reducción de la desigualdad, y abatimiento de la pobreza. Esto requirió un contexto de crecimien-to, pero este fue aprovechado para fortalecer el rol político del Estado en la promoción de los objetivos del desarrollo.

Este “crecimiento con redistribución” no se ha logrado sin conflictos, pero da cuenta, por primera vez desde inicios de los ochenta, de una reducción en

los niveles de desigualdad, y del mejoramiento de las condicio-nes de vida de millones y millo-nes de latinoamericanos. Dada la complejidad de la ecuación del desarrollo en cada país, es deseable que las orientaciones predominantes del mismo sean definidas con la contribución de la mayor parte de los grupos y actores sociales y políticos que hacen parte del mismo. Esto mejora, sin duda, la sustentabi-lidad de los proyectos. En países

pequeños y vulnerables, como el Uruguay, esta receta es por demás aconsejable.

Es necesario un rol muy activo del Estado en al

menos dos perspectivas: en la promoción del propio

desarrollo económico y en la implementación de políticas

orientadas a mejorar las condiciones de vida de los

más vulnerables.

Constanza Moreira Doctora en ciencia Política

Doctora en ciencia Política por la Universidad candido Mendes (Brasil), ha sido la coordinadora del informe de Desarrollo Humano en Uruguay (PnUD), y es Profesora titular de la Universidad de la república (Facultad de ciencias Sociales). es senadora electa por el Movimiento de Participación Popular.

opinión

LA REGIóN EN PERSPECTIVA

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