Adolfo López Mateos Alumno circunstancial de la … ADOLFO LOPEZ MATE… · folleto alusivo,...

32
Adolfo López Mateos Alumno circunstancial de la ESIME y benefactor del politécnico

Transcript of Adolfo López Mateos Alumno circunstancial de la … ADOLFO LOPEZ MATE… · folleto alusivo,...

Adolfo López Mateos

Alumno circunstancial de la ESIME y benefactor del

politécnico

PROLOGO

Se me ha hecho e! honroso encargo de prologar este libro sobre Adolfo López Mateos,

Presidente de la República en el periodo 1958-1964, lo que me permite hacer una

evocación del hombre y del estadista, rememorar el vínculo afectivo que tuvo con

estudiantes de la EIME desde su juventud, y recordar el avance que, gracias a él, se alcanzó

en el ámbito del Instituto Politécnico Nacional.

López Mateos nació en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, en 1910; el año en

que se inicia la Revolución Mexicana. Su vida estaría vinculada a los afanes de este

movimiento, a su raigambre popular, a su vigor, y a sus logros.

En 1959 -declarado Año de Carranza- le entregué al Presidente López Mateos un

folleto alusivo, publicado por el Instituto Politécnico Nacional, él me confió una anécdota

relativa a su infancia: su madre, ya viuda, era ecónoma de un internado en Tacuba, donde vivía

con sus hijos, que allí estudiaban. Con motivo de un fin de cursos, se llevó a cabo un festival al

que asistió el Presidente Venustiano Carranza. "...Más por ser hijo de la ecónoma que por ser

alumno distinguido", según las propias palabras de López Mateos, "figuré en el programa

declamando algún poema, al cabo del cual, don Venustiano hizo una seña con la mano, me sentó

en sus piernas y como felicitación me dio una moneda de oro". Continuó López Mateos: "En ese

momento, lo que más me impresionó de don Venustiano, fueron sus barbas y las venas de su

nariz; claro, la moneda de oro se convirtió en ropa y comida para la familia. Siempre he retenido

en mi memoria la imagen de Carranza y el hecho de haber estado sentado en sus rodillas".

¡Qué anécdota más sugerente!, ¡Qué nación la nuestra!, donde los acontecimientos que

encadenan su destino hacen coincidir en un momento de la historia a un Presidente de

México con un niño que en el futuro sería llamado a ocupar esa misma elevada

responsabilidad.

Una de las generosas consecuencias de la Revolución Mexicana, fue el acelerar la

movilidad social; esto hizo posible que un número cada vez mayor de mexicanos tuviera

acceso a la educación, al trabajo digno y a la salud. López Mateos es un caso paradigmático

del niño mexicano de familia de escasos recursos que al amparo y con los vientos

bienhechores de la Revolución, pudo labrarse un futuro y recoger los más hondos

sentimientos de su pueblo para servirlo después con talento, patriotismo y emoción.

El Politécnico, heredero de la escuela juarista de Artes y Oficios, ha tenido la función insigne

de abrir sus puertas a sucesivas generaciones de jóvenes mexicanos, en concordancia con los

fines de nuestra revolución social y al ritmo de los tiempos. Por ellos, es legítimo pensar que

no es casualidad que el joven López Mateos, estudiante del Instituto Científico y Literario de

Toluca, se haya acercado a nuestra Escuela de Ingenieros Mecánicos Electricistas. En efecto,

existió en ella un club de excursionismo, en el que figuraban prominentemente Walter C.

Buchanan, Fernando Mancilla y Ramón Medina. El joven Adolfo, deportista y jovial, se

asoció a los recorridos que ese club organizaba; de ahí que en 1926, cuando se realizó la

caminata de las 400 leguas entre las ciudades de México y Guatemala, el club de excursio-

nismo de la EIME ya lo había incorporado como alumno honorario de la Escuela. Así

arranca la cordial amistad de algunos de sus egresados con López Mateos.

Cuando el estadista que se recuerda en estas páginas era Secretario de Trabajo y Previsión

Social, se conmemoró el 30 Aniversario de esa caminata y por una deferencia de los

integrantes de aquel grupo, me incluyeron entre los participantes. Fue entonces cuando lo

conocí personalmente.

No es el caso relatar ahora la amplia trayectoria intelectual y política de López Mateos, de

sobra conocida. Quiero, sí, referirme a la trascendente labor educativa que llevó a cabo como

Presidente de México. No en balde fue profesor en la Escuela Normal y en el Instituto

Científico y Literario de : Toluca, del que llegó a ser Director. Su simpatía personal, su afán por

cultivarse, y sus dotes de orador, lo convirtieron en el líder de una generación que participó con

pasión en una vibrante etapa de la vida nacional.

Destaco sus realizaciones más señeras, en las que lo acompañó don Jaime Torres

Bodet: El Plan de Once Años, los Libros de Texto y cuadernos de trabajo gratuitos, la

campaña de alfabetización, la construcción de aulas y escuelas, la creación y mejora de las

instituciones educativas, en todos los niveles y áreas, el aumento del número de plazas y

percepciones del magisterio. El avance de la educación mexicana fue impresionante en

verdad.

La educación superior tuvo atención preferente del Presidente López Mateas. Apoyó a

las universidades, a las escuelas normales y al sistema tecnológico. En cuanto a este

último, creó la Subsecretaría de Enseñanza Tecnológica y nombró, para ocuparla, a un

egresado de la ESIME, al ingeniero Víctor Bravo Ahuja. Distinguió también a otros

egresados de nuestra escuela: al ingeniero Walter C. Buchanan, al designarlo Secretario de

Comunicaciones y Transportes; y al ingeniero Manuel Moreno Torres, al encargarle la

Comisión Federal de Electricidad.

Durante su gobierno se sucedieron dos administraciones en el Instituto Politécnico

Nacional: la que yo encabecé de 1959 a 1962 y la que dirigió el ingeniero José Antonio

Padilla Segura. En esa época hubo una superación notoria de nuestro Instituto: las

construcciones en Zacatenco, la creación del Centro de Investigación y de Estudios

Avanzados, la fundación de la Escuela Superior de Física y Matemáticas, del Centro

Nacional de Cálculo y del Planetario, dan testimonio del decidido apoyo del Presidente

López Mateos al Politécnico.

La emocionada remembranza que se hace en esta obra, del doctor Eusebio Mendoza Ávila,

está impregnada de cariño y gratitud, pero esto no basta para saldar nuestra deuda con

López Mateos. El aconsejaba mirar lejos y respirar hondo. En los nuevos tiempos, llenos de

oportunidades y riesgos, los politécnicos debemos responder con decisión a los desafíos del

presente y del futuro, ser promotores tenaces del progreso de México y estar alerta, con

nuestros más nobles y mejores esfuerzos, para que el prestigio, la calidad y la eficacia del

Instituto no decaigan, sino crezcan a la cadencia de los requerimientos de nuestra patria.

Sólo así honraremos la memoria del ilustre mexicano Adolfo López Mateos

Eugenio Méndez.

ADOLFO LOPEZ MATEOS, ALUMNO CIRCUNSTANCIAL DE LA ESIME Y

BENEFACTOR DEL POLITECNICO

En la ceremonia conmemorativa del XXIII Aniversario del fallecimiento del ilustre

mexicano Lic. Adolfo López Mateos, el 22 de septiembre de 1992, el discurso oficial, en

representación del C. Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari, estuvo a cargo

del Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León, Secretario de Educación Pública. Por otra parte, el

Ing. José Rentería sustentó una conferencia en la Unidad Profesional Adolfo López Mateos

del Instituto Politécnico Nacional, referida a la nacionalización de la Industria Eléctrica,

también para conmemorar el Aniversario Luctuoso.

Por ser ambos expositores, distinguidos egresados del Instituto Politécnico Nacional, el primero

de la Escuela Superior de Economía y el segundo de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica

y Eléctrica, me motivaron a escribir estas líneas, que intitulo "Adolfo López Mateos,

alumno circunstancial de la ESIME y benefactor del Politécnico”.

El Ing. José Rentería relató cómo se dieron las condiciones y medidas presidenciales para

nacionalizar la industria eléctrica en cuyo proceso participaron en lo jurídico, un grupo de

abogados coordinados por el Lic. Donato Miranda Fonseca, entonces Secretario de la

Presidencia. En lo técnico, el Presidente López Mateas encargó al Ing. Rentería, investigar,

planear y diseñar la estrategia para dar cima a esa noble medida. Esto constituyó un

reconocimiento a la capacidad profesional de un egresado politécnico, ratificado cuando se

encargó la administración de la industria eléctrica nacionalizada a otro distinguido

politécnico, al ingeniero y licenciado en Economía Julián Díaz Arias.

Además de la distinción que hizo el Presidente López Mateos a los ingenieros José Rentería y

Julián Díaz Arias, ratificante de su afecto a egresados de la ESIME, fue confirmada con el

cargo que confirió al maestro Walter Cross Buchanan, como Secretario de Comunicaciones y

al Ing. Manuel Moreno Torres como Director General de la Comisión Federal de

Electricidad.

La importancia del discurso del Secretario de Educación Pública, Dr. Ernesto Zedillo Ponce de

León, que constituye una semblanza muy justa y muy completa de las fecundas acciones que el Lic.

Adolfo López Mateos realizó durante su mandato como Presidente de la República, me indujo a

anexar el discurso en este documento. El Secretario de Educación Pública dijo:

"Es un honor acudir, con la representación del Presidente de la República, a esta significativa cere-

monia cívica. Nos reunimos hoy, aquí, para recordar., en compañía de distinguidos miembros de su

familia, de quienes fueron sus colaboradores y quienes disfrutaron su amistad, a un mexicano de

excepción: Adolfo López Mateas, hombre de pensamiento íntegro, de emociones limpias y

transparentes, de trato jovial y afable, y de un acendrado nacionalismo.

El México al que sirvió el Presidente López Mateos, era un país que había adquirido confianza en sus

realizaciones gracias a su estabilidad, al trabajo de sus habitantes y a un programa de gobierno

congruente en lo económico, ambicioso en sus metas sociales y fincado en la unidad

política de la nación. Era un México en el que se abrían oportunidades para todos los

grupos sociales.

Gracias a las imágenes que nuestros padres y maestros nos transmitieron, a quienes aún

éramos niños durante su mandato, podemos hoy evocar a. don Adolfo López Mateos como

un Presidente querido, respetado, humano y popular, cuyo liderazgo nacional se nutría de

su patriotismo y su continua cercanía con el pueblo. Se grabó en nosotros el recuerdo de un

Presidente comprometido con el bienestar de los mexicanos, sensible y atento a los

reclamos de quienes más necesitan.

Y, en efecto, la obra de gobierno del Presidente López Mateos generó un clima de

confianza que se tradujo en un alto crecimiento de la economía, que coexistió con una casi

total estabilidad de precios y un aumento sustancial en los salarios reales. El talento político

y la visión progresista de Adolfo López Mateos, permitieron conciliar crecimiento

económico con justicia social

El encabezó un notable avance en la consolidación de la infraestructura del país. Tomó

la histórica decisión de mexicanizar la industria eléctrica; se impulsaron la producción de

gas y la capacidad de refinación del petróleo. De igual modo, se atendieron las necesidades

de comunicación de una población en rápido aumento; durante su gobierno se construyeron

miles de kilómetros de nuevas carreteras, se extendieron y mejoraron las vías de ferrocarril,

se instalaron redes de comunicación telegráfica, telefónica y de microondas que enlazaron a

México con todo el mundo.

En el campo se avanzó en el reparto agrario, se abrieron al cultivo miles de hectáreas y

se elevó la capacidad de riego mediante la construcción de presas y sistemas hidroagrícolas,

y se incrementó la producción de numerosos productos agropecuarios. En el sector

industrial y de comercio, se diseñaron innovadores programas orientados a expandir la in-

dustria mexicana y dotarla de competitividad, y se fomentó imaginativa y eficazmente la

inversión en áreas productivas de especial importancia.

Su percepción moderna de la Administración Pública y su vocación de defensa de los

trabajadores, se expresó en la incorporación del estatuto jurídico para regir las relaciones

laborales de los trabajadores al servicio del Estado como apartado "B", del Artículo 123

Constitucional, y mediante la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para

los Trabajadores del Estado.

En la formación de quienes asistíamos a la escuela durante aquellos años, quedó la

conciencia de un Presidente vivamente preocupado por los niños, por sus condiciones de

vida, y por asegurarles una educación de carácter nacional.

Al lado de una mujer de honda vocación educativa, don Adolfo López Mateos desplegó

especial energía en responder a las necesidades propias de los primeros años de la niñez,

procurándole la salud y la nutrición que le permitiese aprovechar las oportunidades de la

educación pública. Así, se atendió la prevención de enfermedades hasta entonces en-

démicas, erradicando algunas y abatiendo la incidencia de otras. Con el Instituto Nacional

de Protección a la Infancia, se liberó a la niñez mexicana de altos riesgos que coartaban el

potencial de su desarrollo. Como nunca antes, los niños de México recibieron

vacunación oportuna y desayunos escolares.

La educación recibió un impulso decidido con la implantación del Plan de Once Años

y la creación de los Libros de Texto Gratuito. La obra educativa del Presidente López

Mateos, comprendió también la educación tecnológica en la que sobresalió la construcción

y puesta en marcha de la Unidad Profesional de Zacatenco del Instituto Politécnico

Nacional, y la fundación del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del propio

Instituto.

En el dominio de la cultura, el gobierno del Lic. López Mateos edificó el Museo

Nacional de Antropología e Historia, así como los museos del Virreinato, el de la ciudad de

México, el de Ciencias Naturales y el de Arte Moderno. Ello revela una clara sensibilidad,

tanto respecto a las raíces de nuestra civilización como hacia la importancia de divulgar el

conocimiento científico y las expresiones plásticas del México contemporáneo.

El Presidente López Mateas tenía una firme convicción en los postulados de la Revolución

Mexicana y en los principios de la Constitución de 1917. De ahí que la observancia de la

ley guiara siempre sus actos de gobierno y que la entrega a la realización de programas de

beneficio popular marcase la dimensión de su labor cotidiana. El propio Presidente López

Mateos afirmaba que "en el amplio programa constructivo de la Revolución caben todos los

hombres de buena voluntad, todos aquellos que tengan grabado dentro del corazón la

convicción de que sólo bajo el imperio de la justicia social podrá llevarse felicidad al

hombre".

En materia política, el Presidente López Mateos tuvo la iniciativa visionaria de crear una

figura jurídica que ensanchó la representación ciudadana conforme a la creciente pluralidad

ideológica de los mexicanos.

La defensa de la soberanía y los intereses del país fueron norma indeclinable de su

Administración, aun en momentos de dura prueba. La política exterior mexicana fue digna

y firme pero, a la vez, orientada a la ampliación de los vínculos y al fortalecimiento del

intercambio con todas las naciones del mundo.

Adolfo López Mateos fue un Presidente respetado y querido por el pueblo mexicano.

La gratitud y el cariño populares germinaron porque supo imprimir a su vida pública una fe

inquebrantable en México y una leal y decidida entrega a su elevada responsabilidad. La

figura de don Adolfo López Mateas crece día a día en el ánimo de los mexicanos. Por ello,

por haber sido un ciudadano ejemplar, un político infatigable y un gobernante patriota, el

Presidente Salinas de Gortari me ha encomendado expresar sus sentimientos solidarios y de

respeto a sus familiares y a quienes fueron sus compañeros de trabajo, de afecto y

camaradería.

Grande es la admiración del Presidente de la República por la vida y obra de don

Adolfo López Mateos. Hoy, como hace tres décadas, México vive un momento crucial en

su historia. Hoy como entonces, nuestro país vive entregado a desplegar más y mejores

oportunidades para todos y se están cimentando condiciones para que sea la propia

sociedad la que conduzca su destino, en el marco de una genuina modernización.

México ha ganado una presencia destacada en el ámbito internacional, en donde su

soberanía es respetada, su cultura es admirada y la labor de sus habitantes está forjando una

inserción ventajosa en un mundo en transformación. México es un país del que todos

quieren ser amigos, porque hay confianza en su rumbo, hay capacidad en su población y

hay firmeza en sus instituciones.

La preocupación por los niños y por la educación, del Presidente López Mateos,

tiene gran afinidad con la vocación educativa del México de hoy. Sociedad y gobierno

estamos convencidos de que al asegurar una cobertura suficiente y una calidad adecuada

en los servicios educativos, estamos trabajando por lo más preciado que tiene el país:

nuestros hijos.

En particular, hoy debemos honrar ese gran legado de Adolfo López Mateos que son

los Libros de Texto Gratuito. Ellos son instrumento de justicia social, sirven a la unidad de

la Nación y constituyen herramientas para la superación individual, la integración de la

sociedad y el fortalecimiento de nuestra cultura. Los Libros de Texto están hechos para

servir a quienes se instruirán y se formarán en ellos. Allí estriban sus bondades, ya que los

niños representan el porvenir de la Nación.

Señoras y señores:

El mejor homenaje a don Adolfo López Mateos consiste en aquilatar su espíritu valiente, su

acción decidida como gobernante y su compromiso con la justicia y la unidad entre los mexicanos.

Estos valores, que México encontró en Adolfo López Mateos, orientan hoy el gobierno del

Presidente Salinas de Gortari. El ejemplo de don Adolfo López Mateos se conserva vivo entre

nosotros ya que, en sus propias palabras, debemos luchar día a día, porque esa justicia "no se

pierda ni se aminore, sino por el contrario, se afirme y se avive". Hasta aquí lo expresado por el Dr.

Zedillo Ponce de León.

Al releer estos conceptos emitidos por un joven intelectual y político, que por razones

de edad no conoció personalmente al Lic. López Mateos, estimo que sus juicios de valor

son adecuados y consecuentes con las responsabilidades educativas que le tiene

encomendadas el Gobierno de la República.

Entonces reflexioné:¿Qué juicios podré citar en este trabajo que hayan sido expuestos

por un hombre de su tiempo?

Recordé que el Lic. Raúl Salinas Lozano, fue colaborador del Presidente López Mateos

y que en un aniversario de su fallecimiento había pronunciado el discurso conmemorativo.

Lo leí y considero que describe muy bien otra de las facetas de la personalidad del gran

ausente, quizá la más importante: lo humano; de ahí que me tomara la libertad de incluirlo,

pues el propósito de este trabajo es dar a conocer a la Comunidad Politécnica, sobre todo a

los jóvenes, cómo fue y qué hizo por el Politécnico un gran mexicano y gran Presidente:

Adolfo López Mateos.

Salinas Lozano dijo: "Mi profundo agradecimiento a quienes me designaron para

pronunciar algunas palabras en este homenaje al amigo, al funcionario, a quien en su

momento guió los destinos del país.

Un día como hoy, hace quince años, tres lustros, el Lic. Adolfo López Mateos nos

abandonó físicamente, mas no en el sentimiento de amistad, ni en el recuerdo de un hombre

que entregó a México lo mejor de sus esfuerzos.

Dirigimos este mensaje a sus familiares, a sus amigos, a sus colaboradores, pero

también al pueblo de México, por quien sintió permanente preocupación y cariño.

Hace un año estuvo con nosotros, en este mismo lugar, doña Eva Sámano, su compa-

ñera inseparable, sentirnos hoy su ausencia, como también la de aquellos amigos y

colaboradores que partieron ya por el sendero sin retorno.

No es nuestro propósito intentar, siquiera intentar, hacer una síntesis de su quehacer

académico o político. La historia la está escribiendo, en algunos casos ya la inició. El

tiempo la cernirá para darle su justa dimensión.

Queremos, hoy, hablar del hombre, del ser humano que conocimos y que mejor

conocieron quienes en la intimidad lo trataron, algún pincelazo daremos a su obra pública,

pero siempre desde la perspectiva del hombre.

En su adolescencia y juventud era -cuentan quienes entonces lo trataron- alegre, mas no

frívolo, sociable y sobre todo bondadoso. Su presencia, SU voz y cultura, le permitieron ser

un orador destacado. Se autocalificaba como.... "Hombre a quien la fortuna sonreía. Quise,

nos decía, ser Diputado y fui electo Senador de la República, busqué la gubernatura de mi

entidad, el Estado de México, y me designaron Secretario de Estado. Los hados y mi partido,

el Revolucionario Institucional, me seleccionaron como candidato a Presidente de la

República, honor que jamás olvidé”.

Fijó su atención en él, en sus cualidades intelectuales y humanas, uno de los grandes

hombres de México, el Lic. Isidro Fabela con quien mantuvo amistad estrecha durante toda

su vida.

El hombre, decía Ortega y Gasset, es él y sus circunstancias; el hombre, afirman los

deterministas, es él y su destino; el hombre, apuntan los sociólogos, es él y su medio y su

formación.

Estudiante aún, en un medio de fuertes conmociones políticas y en una Universidad

que planteaba con vigor su autonomía, el Lic. López Mateos se une al Movimiento

Vasconcelista. El, como la gran mayoría de la juventud pensante en su tiempo, soñaba con

un México diferente en muchos aspectos, al que entonces se proyectaba. Ahí se iniciaron sus

inquietudes políticas que no abandonó en ningún momento de su vida. Pronto lo abandonó su

líder, el Lic. José Vasconcelos, hombre de gran talento intelectual, no mantuvo su

compromiso con sus seguidores, retirándose al extranjero. El Movimiento se disolvió.

Desde el principio de su campaña a la Presidencia de la República, Adolfo López

Mateos atrajo la simpatía de hombres, mujeres y jóvenes. Irradiaba calor humano que

transmitía a sus oyentes, orador nato, electrizaba a quienes lo escuchaban, en un acto de

catarsis se unían a él, a la palabra y a su gesto. Levantaba ambos brazos como deseando

abrazar a todos los presentes, y también a los ausentes. En poco tiempo, muy poco, se

ganó la voluntad y el cariño de su pueblo. Fue un candidato que llevado de una simpatía

natural, se posesionaba de su acción, la cual transmitía a su público. Un candidato, como

decían los mexicanos medios "con ángel".

Espíritu conciliador por naturaleza, como titular de la Secretaría de Trabajo, se ganó,

merecidamente, el respeto y la simpatía de trabajadores y empresarios. Fueron pocas, muy pocas,

las huelgas que estallaron durante su gestión. Habilidad, comprensión y paciencia, le permitieron

llegar a arreglos satisfactorios, sin doblegar por presión, pero sí por convencimiento a algunas de

las partes, menos que a nadie, a los obreros, de quienes siempre fue amigo y defensor.

En su paso por el Senado de la República dejó amigos que perduran para siempre. También la honda

estimación del personal administrativo que aún ahora nos lo menciona con calor.

Más tarde, como Presidente, este espíritu conciliador sería de gran importancia para las relaciones

internacionales. Nunca tuvo una actitud "anti" contra una ideología o un país. Confirma el acierto

anterior, el tratamiento que dio México a la delicada y espinosa cuestión cubana. Fiel a los

principios de nuestro país, el Presidente de México, constitucionalmente responsable directo de

las relaciones con el exterior, se opuso, único país en Latinoamérica, a la expulsión de Cuba de

la Organización de Estados Americanos.

De ahí arranca el cariño y el respeto que Cuba siente por México. Las decisiones

honestas y comprometidas traen siempre consigo la presión de los poderosos. Entonces la

sufrimos, hoy también México está sujeto a ella. Ayer hubo verticalidad, firmeza y

respeto a nuestros principios, hoy volvemos a sostenerlos con vigor y decisión.

Lo recuerda, con cariño, el pueblo de México, porque no puede olvidar su figura

carismática y sus decisiones más importantes. Sabe que él perdura con claridad, en el

impulso a la labor educativa de la que fue un convencido. El Libro de Texto gratuito,

cuyo principal objeto era fortalecer la identidad nacional del mexicano y su

integración a su historia y a su tiempo. En el arreglo del Chamiza" también lo

recordamos.

Lo recuerdan los obreros cuando reciben el reparto de utilidades de su esfuerzo. Lo

recuerda todo mexicano por la nacionalización de la industria eléctrica, en especial,

aquellos situados en áreas rurales, que ahora cuentan con este importante elemento de vida,

cultura y entretenimiento. Con las compañías eléctricas privadas como dueñas, aún

carecerían de él, porque el servicio sería incosteable en términos de utilidades. Lo

recuerdan los pueblos de muchos países del mundo que él visitó, como Presidente, para

ensanchar el horizonte de México y para integrarnos más hondamente a la cultura universal

y al comercio mundial. Lo deberían recordar los partidos de oposición, pues fue en su

administración cuando se inicia la representación proporcional -los Diputados de Partido-

en la Cámara de Diputados. Lo recuerdan quienes lo trataron o simplemente lo vieron con

su amplia sonrisa y su ademán amistoso. Lo recordamos, hoy aquí, sus familiares, amigos y

colaboradores".

Estos dos discursos, pronunciados en ausencia irreversible de Adolfo López Mateos,

tienen el mérito de sincera espontaneidad y trazan el perfil del orador elocuente, del sereno

gobernante y, sobre todo, sus prendas como ser humano.

COMO SE LIGO ADOLFO LOPEZ MATEOS AL POLITECNICO

Conviene intentar el relato de acontecimientos que ligaron, desde muchos años antes,

al joven Adolfo López Mateos con estudiantes de la ESIME

Se inicia en 1926 y culmina, en 1964, aunque emocionalmente continúa en el ánimo

institucional, razón por la que la Unidad Profesional de Zacatenco lleva su nombre. Todos

sabemos y sentimos el afecto con que el Presidente de la República, Lic. Adolfo López

Mateos, impulsó, con singular vigor, al Instituto desde el inicio de su régimen hasta su

término en 1964. Nunca un Presidente había visitado en tan repetidas ocasiones al

Politécnico y se pudo advertir que lo hacía con tal naturalidad y cariño, como quien llega a

su casa. Así lo sentíamos los de la propia casa.

No trataré de plantear comparaciones que siempre son inútiles. No. Simplemente

intentaré encontrar explicaciones. Por lo general, al arribo de un ilustre mexicano al elevado

cargo de Presidente de la República, surgen de inmediato biógrafos -autorizados o

espontáneos- que nos informan de los perfiles relevantes en el aspecto político del personaje

en turno y pocas veces le conceden importancia al substrato del hombre, a lo humano, que, en

esencia, es de donde proviene la grandeza.

ING. RAMON MEDINA, PUENTE DE UNION

El Ing. Ramón Medina, me proporcionó versiones de su relación íntima con el Lic.

Adolfo López Mateos, ratificadas con documentos y fotografías. Tiene en su haber un

anecdotario que, además de interesante, explica lo creíble de su versión.

Ramón Medina transitó, casi de manera permanente, entre las limitaciones económicas

y la comodidad, nunca a niveles de riqueza, pues jamás fue ambicioso ni abusó del apoyo

que hubiera podido darle su querido amigo el Presidente de la República, López Mateos.

Esas limitaciones las vivió junto con Adolfo en la niñez y la juventud, y además vivió

las propias. De aquí resultó, en especial, una grata y estimulante anécdota.

Ramón Medina residió una larga temporada nada menos que en el Castillo de

Chapultepec, donde habitaba el Presidente de la República, ing. Don Pascual Ortiz Rubio.

Esto fue posible porque su tío, el Gral. Nazario Medina Domínguez, era el Jefe del Estado

Mayor Presidencial, por lo tanto vivía en el Castillo de Chapultepec, a donde invitó a

Ramón para aliviar un poco el gasto familiar de su hermana doña Magdalena, madre de

Ramón.

Esa eventualidad le permitió al joven Medina establecer relación cordial con el

Presidente Ortiz Rubio, que tenía un hijo de igual nombre estudiando en la ESIME. Ramón

le sugirió que hiciera la inauguración de cursos de la ESIME, lo cual realizó el 5 de febrero

de 1931 o 32. En su visita, obsequió a la biblioteca de la ESIME una colección de libros de

ingeniería en inglés y otra se la dio a Ramón Medina.

Tiempo después, cuando el Ing. Pascual Ortiz Rubio abandonó la Presidencia de la

República, por razones que entonces no entendía Ramón Medina -ni ahora pretende

explicarse-, le tocó convivir con el Presidente y con su tío el General Medina, ya que se dispuso la

salida de don Pascual en el Tren Olivo o sea el Tren Presidencial, seguramente como una última

consideración del Presidente sustituto Gral. Abelardo L. Rodríguez o del Gral. Plutarco Elías

Calles, entonces llamado "El Jefe máximo de la Revolución" y, sin duda, el hombre que

manejaba en esos tiempos la política nacional. Salieron únicamente don Pascual Ortiz Rubio, el

Gral. Nazario Medina Domínguez y Ramón Medina.

Llegando a Ciudad Juárez, la zona militar habilitó a Ramón Medina como Capitán para

que pudiera pasar al lado americano. En un par de días más tuvo que regresarse el General

Medina, por lo que el joven Ramón se internó a los EE.UU. con don Pascual y convivió con

él dos o tres semanas, hasta que tuvo que regresarse por razones de escolaridad. Este lapso

permitió una mayor identificación entre ellos que persistió a través de muchos años, en los

que el Ing. Pascual Ortiz Rubio le enviaba felicitaciones en el día de su Santo o en la Navidad.

Después de este paréntesis y por la amistad que de tiempo atrás he tenido con el ing.

Medina, resulta la inestimable oportunidad de contar con su grata conversación como

egresado y maestro de la ESIME, cuya vida coincidió con la de Adolfo López Mateos,

desde la adolescencia y juventud, época en que aún no se avizora el porvenir,

sencillamente se vive la vida de acuerdo con las circunstancias, poniendo en juego lo que

cada uno lleva dentro, muy dentro.

Los relatos que me ha hecho los juzgo muy interesantes, porque ese fue sin duda el

vínculo entre Adolfo, y el Politécnico, entonces en embrión, a través de la EIME.

Voy a tratar de resumir dicha versión porque en ella se dan, con frecuencia, los

destellos de grandeza que desde joven tuvo el gran amigo del Politécnico. En el año de

1920, -cuando Adolfo tenía 10 años, pues nació en mayo de 1910- coincidieron relator y

biografiado en el Colegio Francés de Puente de Alvara.do. Los días se deslizaban

intrascendentes, corno todos los de los jóvenes cuyas familias eran de escasos recursos,

aunque a ellos por su valía personal, les permitieron asistir en calidad de becarios a la mencionada

escuela, que por esos años era de elevada categoría.

Su condición modesta los obligaba a llevar, como "itacate", una torta que comían -¿o devoraban?-

en el intermedio de las clases en el mediodía. , Para ello se introducían, de mozo y chofer de librea, en

una casa solariega, ubicada en Puente de Alvarado (ahora San Cosme e Insurgentes donde está un

restaurante Toks) en la que había la sombra protectora de un frondoso piracanto y una llave donde

saciaban su sed.

Las visitas cotidianas y en orden, llamaron la atención de los "señores de la casa", quienes al

enterarse de que se trataba de jóvenes correctos, les brindaron generosos, primero, un refresco de

"canica" y después, la oportunidad de que comieran en la cocina con el "Chef de gorro almidonado",

que resultó paisano de Medina por ser de Zamora, Michoacán.

Cosa curiosa, en esa misma casa, años más tarde, estaría ubicado el PRI, con sus oficinas nacio-

nales y sucedió lo inesperado, de esa cocina pasó

Adolfo López Mateos a Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional y más tarde,

candidato a la Presidencia de la República, postulado por el PRI.

Una anécdota trascendente me relata el ingeniero Medina: siendo aún jóvenes, en plena

lucha por la vida y la conformación de un patrimonio moral y cultural, más que económico,

una noche apareció en la casa de Medina su amigo López Mateos a comunicarle,

conmovido, la muerte de su madre. Ambos lloraron juntos, se querían y la querían, pero el

fantasma de las limitaciones los cubría. ¡No había con que enterrarla! No te mortifiques, le

dijo Ramón una vez serenados y resignados. Tengo una máquina de escribir y vamos a

empeñarla con el español de una tienda que conozco. Se encaminaron a ella, tocaron y les

contestó una voz gruesa: "¡Coño, que horas de tocar!" Le explicaron el suceso y le nació

ayudarlos: "Vamos hombre, ahí está la plata y llévense la máquina". Claro, un hombre bien

nacido es un hombre agradecido, y López Mateos, supo a su tiempo, pagar con creces esa

noble e inesperada acción. Se incluye este relato, porque para nadie es una deshonra ser

pobre. En cambio, es un mérito salir de la pobreza con dignidad y esfuerzo.

La vida continuó y así sus propias vidas. La de Adolfo López Mateos, tenía cita con la

grandeza y la cumplió a carta cabal, está de testigo el cariño espontáneo del pueblo para el

Presidente y para el Ex presidente. Podemos decir que fue un Presidente querido.

Pero volvamos los pasos al tiempo. Por razones de familia -o de pobreza-, doña Elena,

madre de Adolfo, tuvo que mandarlo a Toluca con su tía Lupita, para que lo sostuviera y

continuara sus estudios en el "Instituto Científico y Literario" (es una de las razones de

orden afectivo que me ligaron con él, porque de joven ahí estudié). En sus vacaciones

venía a México, por lo que se continuaba y acrecentaba la amistad entre ellos y entre las

familias que eran vecinas. Esto generó una intimidad entre sus madres, doña Elena, de

Adolfo y doña Magdalena de Ramón.

HISTORIA VIAJE A GUATEMALA

Para el año de 1926, un grupo de jóvenes inquietos y deportistas de la ESIME (entonces

denominada EIME, Escuela de Ingenieros Mecánicos Electricistas) se organizaron para

llevar a cabo un entrenamiento en excursionismo con miras a realizar un viaje a pie a

Guatemala. Contaban con la simpatía de las autoridades de la EIME que los apoyaron en ese

proyecto, en cuya organización participaron Walter Cross Buchanan y Ramón Medina. Lo

que nunca imaginaron fue, que dicha idea, iba a subir de nivel a otras autoridades y mucho

menos que llegara a conocimiento y aceptación del Presidente de la República, el General

Plutarco Elías Calles y se les diera carácter oficial de Embajadores Deportivos de Buena

Voluntad.

Así las cosas, tuvieron que formalizar sus entrenamientos, para lo cual iniciaron un

viaje a Morelia, Michoacán. Al pasar por Toluca, se vieron Ramón y Adolfo. Este se

entusiasmó con el proyecto y se unió como espontáneo, pues era totalmente ajeno al medio estudiantil de

la EIME. Sin embargo, su entusiasmo e interés crecieron y fue motivo de que se "cargara" con Ramón,

para ser admitido, lo cual logró por una fortuita circunstancia.

Ramón tenía un hermano llamado Manuel, y su madre insistía en que lo acompañara, de modo

que inició gestiones para que lo admitieran en el grupo. Tuvo dificultades, las pudo vencer, pero

Adolfo insistía también -y que bueno que lo hizo- en ser admitido.

Para su fortuna, el padre del ingeniero Buchanan -quien en verdad jefaturaba la excursión-

decidió no permitir que Walter fuera al viaje, entonces se presentó la coyuntura para proponer a

Adolfo. Hubo nuevas resistencias, pero doña Magdalena terció en el asunto y puso como condición,

que Ramón iría, siempre y cuando lo acompañaran Manuel y Adolfo. Pero ¿cómo si este último no

era alumno? La solución la dio el maestro Simón Sierra 'inscribiéndolo como alumno en el turno de la

noche. Así, Adolfo López Mateos, se hizo alumno circunstancial de la ESIME y se inició la historia.

Así, según información tomada de una Memoria de la ESIME, el grupo quedó integrado de la

siguiente manera:

"...Todos los muchachos, joviales estudiantes y deportistas, tenían apodos; a Ramón Medina, le

decían (El Venado); a Daniel Ceballos (El Flaco Ceballos); a Eduardo Quintanar (El Tarahumara); a

Fernando Mancilla (La Cría), porque cuando se cansaba de caminar, era cargado por alguno de sus

compañeros, por ser el más chico del club de exploradores de la E1ME; a Daniel Méndez (El

Chilpayate); a Juan López Alatorre (El Suegro); a Fernando Parra (El Tepachero); a Alfonso

Hernández (El Chale); a José Domínguez (El Joshué); a Víctor Gutiérrez (Marcelino); a Rafael Orozco

(El Chololo); a Guillermo González (El Píldoras); a Luis Sierra (El Clis-Clis); a Luis M. Guillermo (El

Gato); Manuel Medina; a Luis Méndez (El Mondiu) y a Adolfo López Mateos (El Toluca...)". Con los

años Luis Méndez se alejó de la ESIME, y se hizo doctor. En el régimen de López Mateos fue Director

Médico del IMSS.

Para entonces ya habían tomado cartas en el asunto, por orden del Presidente Calles, varios

Secretarios de Estado, destacando el Coronel Adalberto Tejeda, Secretario de Gobernación, y

el Lic. Puig Casaurán desde la Secretaría de Educación. También, participó el señor

Embajador de Guatemala.

Así, el 20 de noviembre de 1926, fueron despedidos desde Palacio Nacional y días

después, llenos de vicisitudes inesperadas, problemas de sustento, fatigas físicas, aliviadas con

las satisfacciones y la alegría juvenil del triunfo, culminaron con poner sus plantas en la

entonces modesta Capital de la hermana República de Guatemala, cuyas raíces históricas y de

raza, emergen como las nuestras, de un pasado luminoso.

Desde luego no faltaron las anécdotas que, aun chuscas, fueron confirmando un

cúmulo de hechos en los que destacaron los perfiles singulares de Adolfo López Mateos.

Tenía entonces 16 años.

En la primera etapa del viaje se empezaron a hacer evidentes algunas inconformidades

con "El Toluca", a quien consideraban un intruso, y llegaron a su clímax cuando se

estacionaron en Tehuacán, Puebla. Allí seguramente se agudizaron y no faltó quien hiciera

la siguiente reflexión: "...Bueno, si hemos de estar tanto tiempo juntos y tenernos diferen-

cias, démonos un entre y después... todo en armonía … ".

Así se hizo. Se improvisó un ring y se dispuso el encuentro. Debemos recordar, porque así lo señalan

las biografías más autorizadas, que López Mateos tuvo de joven afición al boxeo, afición que no ocultó,

aun siendo Presidente. Era frecuente verlo asistir a peleas profesionales. A partir de ese momento, mejoró

el trato entre nosotros, sigue diciendo el Ing. Medina, pero, además, pronto apareció el problema de agra-

decer las atenciones que nos tuvieron en algunos lugares. Se discutió quién tenía que dar las gracias

habiendo comentarios en el sentido de: "...Pero todos somos hojalateros.. .mejor, que hable El Toluca..."

Ya sabían que era bibliotecario (o guarda libros) en el Instituto, lo cual hacía para compensar su beca. Esto

le permitió leer mucho y, a temprana edad, adquirió aceptable cultura. Así fue como, ante la, sorpresa de

todos, Adolfo López Mateos, se "adornó" y fue el principio de que le fueran entregando su

reconocimiento y afecto.

Al llegar a Guatemala, coincidieron con varios jóvenes que con los años llegarían a ser figuras re-

levantes de la vida pública de México: Luis Quintanilla y Arturo García Formentí. Además, el Edecán

Militar que les fue asignado era el joven Capitán Miguel Y dígoras Fuentes, que con el tiempo llegó a

ser Presidente de Guatemala. ¡Coincidencias del destino y destinos coincidentes ! También López

Mateos llegó a Presidente. De jóvenes se trataron cordialmente, como Presidentes tuvieron graves

diferencias.

Las muestras de simpatía de autoridades y pueblo guatemaltecos fueron muchas y muy

merecidas. Desde la personal del Gral. Lázaro Chacón, entonces Presidente de Guatemala, hasta

la del Cuerpo Diplomático. Claro, acto obligado era el discurso correspondiente. Alguien sugirió

y seguramente con razón, porque el tiempo así lo atestigua, que hablara Arturo García Formentí,

de fácil y elegante palabra, pero no ... ahora, el grupo de excursionistas ya tenía "su Gallo". ¡Que

hable El Toluca, que hable Adolfo López Mateos!

Lo hizo y lo hizo muy bien. Tan bien, que todos los concurrentes se quedaron admirados

de la forma y contenido de sus palabras que alcanzaron niveles de un gran discurso. Lástima que no

se haya guardado huella fiel de ese hecho, pero con esto culminó el perfil personal de lo que era

Adolfo, de lo que traía dentro, que fue mucho; como quedó demostrado en su brillante vida.

En una nueva oportunidad de estar con el ingeniero Medina, le agradecí la información gráfica

que se inserta, donde hay fotografías y recortes de periódico de cuando los estudiantes de la EIME

llegaron a Guatemala y cuando regresaron a la ciudad de México, en cuyas crónicas se resalta la

audacia de estos jóvenes, y, desde luego, la participación que tuvo en este grupo, Adolfo López

Mateos.

El ingeniero Medina, nos platica algo de sus impresiones en el momento de la llegada a

Guatemala y de cómo los recibieron. Nos dice: Llegamos un domingo y por indicaciones de la

Presidencia, se suspendió toda actividad, inclusive las corridas de toros. Tenía que torear Luis Freg y

encantado de la vida también él nos recibió y suspendió la corrida.

Uno de los actos más afectivos fue cuando llegaron a una casa principal de Guatemala, donde el

Ministro de Educación hizo la primera recepción, indicándoles que al día siguiente los recibiría el Pre-

sidente de Guatemala, Gral. Lázaro Chacón. Habíamos partido de la Antigua muy temprano, para lle-

gar aproximadamente al mediodía a la capital de Guatemala. Ya había mucha gente. "Nos dio mucho

gusto porque el pueblo salía a las calles y nos recibía como triunfadores. Esa emoción es muy difícil de

describirla, porque solamente los que tuvimos la oportunidad de ser recibidos en esa forma y oír fuera

de la Patria el Himno Nacional Mexicano, nos causó una impresión tal, que no es posible que pueda yo

decir lo que sentimos", narra Medina.

Y continúa:

"Fuimos llevados a un hotel cuya inauguración la iba a hacer Charles Lindbergh, el gran piloto

americano. Nos acondicionaron salones para que estuviéramos cómodos durante nuestra estancia.

Después, oficialmente tuvimos que ir a Palacio, donde tuvimos el gusto de conocer al entonces

Presidente de la República de Guatemala, Gral. Lázaro Chacón. Era persona muy afable y sencilla. Yo

me sentía emocionadísimo que un Presidente de la República, tuviera tanta familiaridad y tanta

sencillez para tratarnos. A todos nos daba el título de "Mis hijos", "Ven hijo, acércate, dime ¿tú de

dónde eres?", pues yo soy de tal Estado -Michoacán le dije yo-, ¿"Cómo está el señor Presidente de

México, don %tara) Elías Calles? He tenido que comunicarme por telégrafo, para solicitarle que les dé

permiso para que estén ustedes ocho días más, porque quiero que pasen unos quince días en

Guatemala".

En un momento me dijo: "Oye, cuando tú regreses a México, quiero que me hagas un favor muy

personal, pero no se te vaya a olvidar". "Lo que usted quiera, señor Presidente". "Que tú directamente,

veas al gran Presidente General Calles y le digas que por tu conducto le mando un abrazo muy fraternal

y le das el abrazo". Respondí: "Sí señor, con todo gusto", recuerda Ramón Medina.

Continúa Ramón:

"Cuando fuimos recibidos por el General Calles, noté que tenía una mirada muy penetrante, la

cual yo no podía sostener, y con mucha timidez le dije: "Señor Presidente, tengo una molestia que

darle a usted". Dijo: "Bueno. ¿Cuál es?" "Pues la molestia es que, el Presidente de Guatemala me

dijo que yo personalmente le diera un abrazo muy fuerte". Me sentía nerviosísimo, y me quedé

parado. Como a los dos minutos, sin decir nada, todos callados, dijo: "Bueno. Y usted ¿qué espera?

¿Por qué no se acerca y me da el abrazo?". Entonces, con una timidez y una emoción muy extraña,

tuve que ir a darle un abrazo especial al General Calles".

Intervengo para decirle: Platícanos como fue el regreso de Guatemala a México.

Medina prosigue: "Para el regreso de Guatemala enviamos un cable a la Secretaría de

Relaciones Exteriores, diciendo que teníamos que venir tal día, porque ya estaban pagados los

boletos hasta México. Nos iríamos por tren de Guatemala a Tapachula o Arroyos, no sé, hasta la

frontera. De ahí tomaríamos el tren para venir a México. Como el General Chacón pidió ocho días más

para que estuviéramos a gusto, cuando llegamos a Tapachula después de ocho días, no sabían si

podíamos abordar el tren, pero llegó un telegrama de la Presidencia de México, indicando que podíamos

viajar en el famoso Ferrocarril Centroamericano, que iba de Tapachula a Veracruz".

"Al llegar a la ciudad de México, la recepción estuvo muy bonita, porque se suspendieron las clases

y fueron muchos alumnos no solamente de la ESIME, sino de la Universidad, porque entonces no había

ninguna separación, todos estudiábamos en la misma zona y nos hablábamos de tú con los de Jurispru-

dencia, los de Odontología, los de Medicina y los de la Preparatoria. Nos subieron en hombros desde la

antigua estación de Sn. Lázaro y nos llevaron así hasta el Hemiciclo a Juárez. La gente nos veía con

admiración y nosotros felices porque estábamos en la gran capital de México. En el Hemiciclo nos for-

maron, nos acomodaron y tomaron muchas fotografías para los periódicos. Además sacaron fotos del

abanderado Adolfo López Mateos".

Así terminaron las fiestas y terminó el viaje, pero las amistades no terminaron. Pasaron los

años y cada uno cumplió con su destino. Tiempo más tarde, a iniciativa del Senador de la

República, Lic. Adolfo López Mateos y la organización de Ramón Medina, se inició el

reencuentro cada 20 de noviembre en cordiales comidas en el Cisne, viejo restaurante de

grandes leyendas, ubicado frente a las rejas de Chapultepec.

Pido al Ing. Medina que continúe y dice: "Cuando el Lic. Adolfo López Mateos fue, como

vulgarmente se dice, "destapado", un general que era suegro de Luis Méndez, I() invitó a un

rancho en Tlalnepantla. Ahí le dijeron todos los compañeros de viaje: "Mira Adolfo, te vamos a

perder porque ya vas a tener jerarquía de Presidente y eso no nos da margen a que tengamos la

confianza de tratarte como lo hemos hecho siempre, pero queremos que alguna persona nuestra

esté continuamente contigo".

Entonces él dijo: "Bueno, ustedes voten por el que quieran, hagan la elección y con gusto

aceptaré". La contestación fue: "Mira Adolfo, pues si tú tienes relación y compadrazgo con

Ramón Medina pues que sea él". En ese momento me dijo López Mateos: Tú vas a pertenecer al

Estado Mayor. Te doy este telegrama como salvoconducto, para que vayas a ver al Coronel José

Gómez Huerta, que vive cerca de tu casa. Le dices que vas de mi parte, y que en la primera

oportunidad que tenga, le platicaré quién eres y por qué razón te mando".

Me presenté con el coronel Gómez Huerta -que era michoacano-, y le dije: "Señor Coronel,

vengo de parte del señor candidato Lic. Adolfo López Mateos, para que me asigne usted al

Estado Mayor". Me dijo: "Mire, Medina, yo lo conozco a usted, y a su familia la conozco

perfectamente bien, conocí a su padre y a todos sus tíos, así es que yo sé quién es usted, pero

desgraciadamente tengo que preguntarle al señor licenciado". Le dije: "Aquí traigo un telegrama

del Director del Politécnico, y que se lo entregue como seña, porque así me lo ordenó el

candidato".

Alterno y pregunto: ¿Quién era ese director del Politécnico y qué decía el telegrama?

Medina dice: Creo que era un doctor Hernández Corzo, de Chiapas, el telegrama no lo leí,

nada más lo apreté. Al dárselo al coronel me preguntó: "¿Dónde vive usted?" Le contesté:

"Vivo aquí cerca señor, en tal parte". Me dijo: "Voy a tener ahora audiencia con el señor

licenciado, y le llamaré a usted mañana". No fue mañana sino el mismo día, cuando me

dijo: "Oiga Ramoncito, véngase conmigo. Me acaba de decir el señor licenciado, la

preferencia que tiene por usted, la gran simpatía y además el compañerismo que han tenido

desde hace muchos años, así que no me diga más, usted va con el señor licenciado a toda la

gira".

Entonces se me ocurrió contárselo a Manuel Moreno Torres y a Alejo Peralta, amigos míos.

Además Alejo era mi jefe en aquel tiempo. Me dijo: "Mira Ramón, tú necesitas algún

programa, porque es imposible que todos los días andes detrás del candidato y en todas las

fotografías salgas, puede llegar a ser molesto para ti y para él. Te voy a dar un programa de

intercomunicación telefónica de coche a coche y con onda corta hasta México". Eran los

teléfonos de coche, que les llamaban SOS. Hizo el programa y me lo mandó con un

muchacho que trabajaba con él.

Le llevamos el programa de intercomunicación en los coches al candidato para ir hablando a

México, reportando todos los días bajo onda corta, con línea especial, todo el desarrollo de la

gira. Alejo costeó todo, fue un dineral. Nos dio muchos mecánicos y gente, hasta chofer y

otros que transportaban las torres para ponerlas en diversos lugares. Fue un trabajo muy

bonito, tan bonito que le gustó muchísimo al Lic. López Mateos. Y Ramón agrega: "Me pasó

una cosa muy curiosa. Cuando fuimos a "Palomitas", se invitó al Lic. Emilio Portes Gil y me

dijo el candidato: "Mira Ramón procura platicar con él y atenderlo personalmente en

cualquier servicio que se ofrezca, tengo interés especial en su distinguida persona por el

afecto y respeto que le guardo". Contesté que con todo gusto. En una de las pláticas con el

Lic. Portes Gil me dijo: "Oiga usted, ¿cómo le haré para comunicarme a mi casa?" Le dije:

Muy sencillo. ¿Quiere usted comunicarse ahorita?" ¿Cómo?". Respondí: "Desde el coche".

Lo comunicamos con su señora y quedó encantado de la vida de poder hablar con su esposa.

Entonces, fue a ver al candidato y le dijo: "Señor Lic. López Mateos, qué maravilla eso de

poder hablar a mi casa". Claro, podía hablar a todas partes. A la hora que él quería pasaba

una información al Partido, sobre los mítines y la cantidad de gente."

En una ocasión el Lic. López Mateos pidió hablar con su señora, doña Evita y luego

me dijo: "Oye Ramoncito, está bonito, ¡me encanta!, han pegado de hit. Dale las gracias al

Ing. Alejo Peralta".

Interrumpo. ¿,Eso significa que Alejo incrementó su amistad con el Lic. López

Mateos?

Medina responde: ¡Claro!, porque cuando le decían: "Licenciado ¿cómo le hizo?",

contestaba: A través de mi amigo el Ing. Alejo Peralta.

NUEVOS AMIGOS POLITECNICOS DEL LIC. ADOLFO LOPEZ MATEOS

Esas amistades juveniles fueron la semilla, que sembrada en el fértil surco del afecto,

con el tiempo sería factor para que Adolfo López Mateos incrementara sus amistades

politécnicas, que juntas, constituyeron un grupo humano que impulsó al Instituto.

La afición al frontenis permitió que se conocieran el Ing. Medina y el ing. Peralta.

Citados por separado en la casa del Ing. Buchanan, viejo amigo de Medina, llegaron a

jugar. Reconoce el Ing. Medina que Alejo era un buen jugador de frontenis pero muy

geniudo, a grado tanto, que en un momento de enojo aventó la raqueta y dijo algunas

maldiciones. No obstante que acababan de conocerse, Medina se atrevió a reclamarle su

conducta, indicándole que él tenía un gran respeto por esa casa y no aceptaba que se

profirieran maldiciones en ella. Alejo no contestó. En la siguiente ocasión, cuando Medina

esperaba una reacción de enojo por parte de Alejo, resultó que se reencontraron en buenos

términos y volvieron a jugar frontenis. Después de ello, surgió una invitación del Ing.

Peralta a Medina para que conociera su fábrica. Al acudir, quedó sorprendido de la

importancia de esas instalaciones manufactureras. Ahí mismo le pidió que le hiciera unas

instalaciones de gas, lo cual aceptó y así se inició una amistad que después fue muy cordial.

El Ing. Medina comenta que le debe muchísimas atenciones al Ing. Peralta porque, aunque

intercambiaron apoyos entre sí, la aportación que él hizo fue mínima en comparación con la

actitud generosa del Ing. Peralta. Relata también que en alguna ocasión en que él se

encontraba en malas condiciones económicas, surgió la posibilidad de que el Ing. Manuel

Moreno Torres, -íntimo amigo de él y del Ing. Buchanan- le brindara la oportunidad de

hacerse de un terreno; entonces Alejo Peralta, ante la conveniencia de que pronto se

construyera para consolidar la propiedad, le dijo al Ing. Medina que hablara con Buchanan

para que iniciara la construcción de la casa. Al término de la construcción, consciente el Ing.

Peralta de que Medina no tenía recursos, le dijo que después se lo pagara. Finalmente le indicó

en forma amable: "En vista de que no tienes dinero, no te mortifiques, ve a mi oficina para que

te entreguen las escrituras de la casa".

7

Agrega Medina, que en una ocasión les refirió a este grupo de amigos, que iba a invitar al

frontón a un viejo amigo de él sin mencionar su nombre. Aceptaron la propuesta y definieron el día y

la hora en que se reunirían. Medina pasó por Moreno Torres y fueron a recoger al invitado. Al llegar

a la casa de éste, Moreno Torres se esperó en el automóvil, como se tardaban le tocaba el claxon y ya

que estaban cerca le gritó: ¡Ramón! ¿Por qué te tardas tanto en salir? Al ver que se trataba del Lic.

Adolfo López Mateos entonces Secretario del Trabajo, pidió disculpas e intentaron irse en el carrito

maltrecho de Medina al que había necesidad de empujar, por lo que López Mateos sugirió utilizar su

automóvil que estaba ahí junto y así viajarían mejor.

De ese modo se fueron a ver al ing. Buchanan y por supuesto llegaron más tarde a la cita. Antes

de abrir la puerta, Buchanan les gritó con palabras fuertes el reclamo por su tardanza y al abrir

y darse cuenta de que era el Lic. Adolfo López Mateos, se disculpó. Así se inició ese

encuentro con carácter amistoso y personal. En el curso de la conversación le dijo López

Mateos a Moreno Torres... "Yo ya lo conocía ingeniero, lo conocí cuando tuve necesidad de

acudir a sus oficinas para abogar en favor de unas personas en una construcción, y sin que nos

hubiéramos tratado, usted de inmediato resolvió el problema de manera favorable". Moreno

Torres terció diciendo: "Yo también lo conocí a usted incidentalmente, cuando en una

ceremonia de la Ciudadela, en las sillas destinadas al Presídium, una señora con cierta

imprudencia se sentó en el lugar que tenía su nombre. Cuando llegó usted, no le reclamó a la

señora sino se puso detrás de ella, entonces no faltó quien le dijera a la señora que esa silla era

suya. Esto yo lo estaba observando -continuó el Ing. Moreno Torres-, sin embargo, usted con

una gran cortesía, le dijo a la señora que no se molestara, que podía quedarse ahí sentada.

Desde luego la señora entendió la situación y procedió a levantarse. Ese rasgo me atrajo hacia

su persona, porque era muy difícil ver que un personaje de su importancia, como Secretario de

Trabajo, tuviera una actitud de con descendencia y prudencia con una simple mujer del

pueblo...".

Esto viene a cuento, porque el ing. Alejo Peralta tenía, estrecha amistad con ese grupo y así pudo

conocer al Lic. López Mateos con quien pronto hizo amistad por su forma tan franca de actuar que le

simpatizó al Lic. López Mateos, y por coincidir ambos en una gran afición por el deporte: López Mateos

por el box y Alejo Peralta por el beisbol. Esto acontecía mucho antes de que surgiera la posibilidad de que

López Mateos fuese candidato a la Presidencia de la República. Por tanto, esas relaciones eran de amistad

y de ninguna manera con otro tipo de interés. Así se amplió la amistad de López Mateas con gente del

Politécnico.

MI VERSION PERSONAL

Tengo algo que relatar en cuanto al Lic. Adolfo López Mateos. Cuando ingresé como

interno al Instituto Científico y Literario de Toluca, me llamó la atención que a las siete de

la noche el prefecto nos diera indicación a todos los internos de concentrarnos en la

biblioteca para estudiar por lo menos de siete a ocho de la noche, cotidianamente. Ya en la

biblioteca, por cierto impresionante - al menos para mí- por sus dimensiones y estantería de

madera, nos formaron en dos filas, porque nos iban a dirigir unas palabras. Yo quedé a!

principio de la fila. Atentos a esa orden, vimos entrar a dos jóvenes que se pusieron en el

estrado, los que nos saludaron cortésmente y uno de ellos anunció que se nos iba a dar una

plática sobre el Instituto Científico y Literario.

El otro, que era un joven de mediana estatura, complexión regular, tez blanca, cabello

negro y ondulado, rasgos amables y de sonrisa fácil, al hacer uso de la palabra nos habló de un

personaje del que nunca había escuchado, Ignacio Manuel Altamirano. Al hacer elocuente panegírico

de él fue cuando me aprendí ese nombre y supe que era de Tixtla, Guerrero, lugar del que no tenía ni

noción dónde quedaba.

Habló entusiastamente y con elocuencia, elogió su figura, destacando que era de raza indígena y

había llegado a estudiar al Instituto Científico y Literario de Toluca, por una beca otorgada por quien

entonces era su Director. Agregó que don Ignacio Ramírez, "El Nigromante", por su inteligencia,

alcanzó brillantez en su vida pública e intelectual, razón por lo que era muy respetado en el Instituto y

por tal motivo lo daban a conocer. Al término de su disertación fue cuando nos dio su nombre y se

despidió de nosotros. Ese joven era Adolfo López Mateos. Esta fue la primera impresión que tuve del

significado de Maestro, por boca de quien había sido bibliotecario, años después, Director del Instituto

Científico y Literario y más tarde político destacado que llegó al honroso cargo de Presidente de la

República. Desde entonces se me grabó el nombre y la figura de Adolfo López Mateos.

Mi reencuentro con aquel joven brillante y elocuente, que antaño escuché en el Instituto Científico y

Literario, ocurrió a principios de diciembre de 1952. El Profe. Caritino Maldonado originario de Tialixtaquilla,

Guerrero, de la Región de la Montaña, a quien conocí cuando ejercí mi profesión en aquella zona y traté

amistosamente por la relación tan estrecha con el entonces Gobernador del Estado de Guerrero, Gral. Baltazar

R. Leyva Mancilla, me habló por teléfono para invitarme a saludar a un amigo suyo que había sido nombrado

Secretario de Trabajo y Previsión Social. Me explicó que se trataba de una persona muy brillante y muy

cordial, el Lic. Adolfo López Mateos. Hasta entonces recordé ese nombre y con gusto acepté acompañar al

Profr. Caritino Maldonado. Nos dimos cita y acudí con un poco de anticipación.

Al llegar me encontré con miembros de la Federación Nacional de Charros, todos vestidos a la usanza,

entre los que estaban don Manuel Mancilla, Jesús Gil y otros. Todos eran amigos míos, porque los había

heredado por haber sido amigos de mi padre. Me recibieron cariñosamente y me reclamaron por no haber

asistido vestido de charro. Les expliqué que ignoraba la presencia de ellos, pues había acudido por otra

invitación. Sin más, me indicaron que pasara con ellos a saludar a su cordial amigo el Lic. Adolfo

López Mateos. Pasamos, menudearon los abrazos, las sonrisas, las felicitaciones, en un plan

sumamente cordial que ratificó la impresión que me había dejado aquel joven cuando nos habló, en el

Instituto, de don Ignacio Manuel Altamirano. Nos despedimos y al salir ya estaba el Profr. Caritino

Maldonado con su grupo de dirigentes políticos, nos saludamos, me tomó del brazo y nos introdujimos

al despacho del licenciado López Mateos.

Nuevos saludos, nuevos abrazos y nuevas felicitaciones, grandes sonrisas, puesto que al profesor

Maldonado le era muy fácil sonreír y aun carcajear y lo mismo acontecía con el licenciado Adolfo

López Mateos. Después de un rato de charla nos despedimos con toda atención y cordialidad del joven

y brillante funcionario.

Al salir me llevé una nueva sorpresa. Ahí estaba un grupo de ex-alumnos del Instituto

Científico y Literario quienes, con mucha razón, iban a saludar al que había sido su compañero de

estudios y su amigo personal. Como a todos los conocía, me dio mucho gusto saludarlos y al tener

la gentileza de invitarme a saludar al nuevo Secretario, acepté y al entrar creo que me reconoció y me

dijo categóricamente: "¡Usted ya ha entrado tres veces!" Me sentí muy cohibido y tan sólo alcancé a

decirle: "Sí señor, usted perdone".

A la primera que abrazó con gran cariño fue a Chole Carbajal, una dama hermosa, originaria

de Toluca que en sus tiempos había sido el símbolo de belleza de los estudiantes del Instituto

Científico y Literario. Luego se sucedieron abrazos con las demás personas que entramos. A mí

fue al único que no abrazó. Gran rato de conversación muy cordial y de recuerdos gratos de

juventud. Llegado el momento se hizo la despedida. Entonces el licenciado López Mateos señaló

los nombres de tres personas de ese grupo indicándoles que pasaran a un salón contiguo. Yo

apenado, verdaderamente muy apenado, no sabía si atreverme a despedirme cuando él,

gentilmente, me dijo: "Usted también pase". Quizá para compensar mi mortificación que él había

notado.

En esas condiciones quedamos con mayor intimidad con él. La conversación fue más fraterna,

más íntima y más cordial. Recuerdo que encendió un cigarro "Delicados" y me llamó la atención

la bocanada de humo que con tanta satisfacción hacía. En un punto de la conversación, el Dr.

Moisés Plata, que sin duda había sido uno de sus íntimos amigos, dijo - palabras más, palabras

menos-: "No cabe duda Adolfo que tu talento político te ha traído hasta aquí". La respuesta del

Lic. Adolfo López Mateos no se hizo esperar. En medio de una fumada y de una sonrisa muy

abierta, poniéndome la mano en el hombro, quizá para disipar la pena que él advirtió en mí, le

dijo: "No Moy. talento político el de Gustavo Díaz Ordaz, hoy Oficial Mayor de Gobernación,

México va a oír hablar mucho de él". Prácticamente había terminado la conversación y la

entrevista, se repitieron los abrazos y los saludos y entonces sí me correspondió el honor de

recibir un abrazo de tan distinguida persona.

Algo más sobre el Instituto de Toluca y Adolfo López Mateos. Hace muchos años, para ser

precisos en 1969, se me ocurrió promover que compañeros egresados del Instituto, nos reuniéramos el

3 de marzo para asistir a la Ceremonia Conmemorativa de la Creación del Instituto Científico y

Literario. Los asistentes fuimos muchos, tuvimos una cordial comida y dimos por iniciada la

integración de la "FRATERNIDAD INSTITUTENSE".

Proseguimos esas reuniones periódicamente y en una de ellas, a la que convocáramos el Dr. Manuel

Barquín y yo, le dimos una tonalidad especial para otorgar reconocimientos y diplomas a los viejos

maestros, entre los que sobresalió la maestra Flor de Ma. Reyes de Molina, a quien designamos madrina

de todas las generaciones. Además, hicimos un diploma para el Lic. Adolfo López Mateos, como ex-

alumno distinguido, que en su oportunidad le entregó el doctor Olivera, que era Rector de la Universidad

Autónoma del Estado de México.

De todos estos eventos tomamos filmaciones que luego conjuntamos en una sola, que registra

convivios fraternales y en la que el Presidente Adolfo López Mateos aparece únicamente en la de una

extraordinaria pintura que conservan con respeto en el Instituto Científico y Literario.

Cuando ya tenía calidad de ex-Presidente el Lic. Adolfo López Mateos, se me ocurrió

comunicarle a través de su secretario el Lic. Humberto Romero, de la existencia de dicha película

y aceptó que se la llevara.

Acudí a su despacho particular a mostrársela y ese fue el motivo de una larga y cordial conversa-

ción dentro de la que destacó el hecho de que sin consultarme dijo: "Usted fuma "Delicados",

¿verdad doctor?", e indicó a una persona que los trajera. No me quedó más remedio que encender un

cigarrillo, no obstante que yo no fumaba, y empecé a echar bocanadas de humo. Casi de inmediato se

cambió de lugar y dijo: "De este lado llega mejor el humo. Viera usted que delicioso es el "Delicado",

aunque sea a distancia, porque me han prohibido fumar".

En otra parte de la conversación me hizo una pregunta: ¿"Por qué sintiendo más afecto por mis

compañeros de mi primera juventud, no los ayudé en la forma que lo hice con otros?, explíquemelo

doctor..." Resultó embarazoso dar una opinión acertada a tan destacado personaje, sin embargo, me

atreví a decirle: "No me siento capaz de responder dignamente a su planteamiento, pero quizá

obedece a que en la juventud son las ilusiones y los sueños los que unen, y ya avanzando en la edad,

aparecen otros factores como son los intereses". "¡Eso es, doctor! Lástima que no tiene uno

esas reflexiones a tiempo". Nos despedimos con una gran amabilidad de su parte, y en mí

quedó ratificado el impacto de su gran personalidad.

CONVIVIO DE PERSONAS DEL POLITECNICO CON EL

EXPRESIDENTE LOPEZ MATEOS

Habiendo terminado su período presidencia el (Lic. Adolfo López Mateos e iniciada la

presidencia del Lic. Don Gustavo Díaz Ordaz, se empezó a escuchar, cada vez con mayor

insistencia, que la salud del primero estaba quebrantada. La noticia alarmante preocupó a todo

mundo y en particular a la gente del Politécnico, a quienes nos había dejado tan grata

impresión por su trato cordial y la importancia indiscutible de su obra.

Con tal motivo, se tuvo la idea de invitarlo a comer con un grupo de Politécnicos y jóvenes

de la Porra Deportiva de Futbol Americano, aunque nos asaltaba la duda de que aceptara, porque

no se había vuelto a dejar ver en público. Hicimos la invitación a través de su secretario

particular, el Lic. Humberto Romero Pérez y nuestra sorpresa fue que por su amable

intervención obtuvimos un resultado positivo. Fue así como se organizó una comida en la "Fonda

Santa Anita", de Insurgentes. En el día y hora señalados acudimos a su despacho de Sn. José Insurgentes, el

maestro Armando Cuspinera y yo para acompañarlo al festejo.

Mayor sorpresa fue que yendo en el automóvil -ya sin ningún motociclista-, transitando como

cualquier ciudadano, cuando nos deteníamos en un semáforo, el público que lo reconocía lo aplaudía y

le hacía ademanes de felicitación. Al llegar al Restaurant, las personas que lo veían tuvieron la misma

reacción. Una vez que penetramos, los comensales ajenos a nuestro grupo lo descubrieron, e inmedia-

tamente se pusieron de pie y lo aplaudieron incesantemente, expresándole sonrisas hasta que nos intro-

dujimos al salón que nos correspondía. A la salida, se repitió la escena, y quizá, por haberse enterado de

que ahí estaba el ex-Presidente López Mateos la expresión de simpatía y cariño se hizo más evidente.

Este solo hecho, demuestra con que intensidad penetró la figura de Adolfo López Mateas en el ánimo

de los mexicanos.

El convivio fue por demás fraterno. No se trataba de discursos, por lo que la conversación con el ex-

Presidente era de persona a persona, podríamos decir familiarmente, provocada por su sencillez y el acce-

so fácil que brindaba a los presentes. Menudearon los gratos recuerdos de su presencia en el Instituto. En

un momento el maestro Cuspinera le preguntó: "¿Qué recuerdo tiene más presente de su Gobierno?" La

respuesta fue: "Todo lo referido a la educación, mi mayor preocupación ha sido hacer mejores escuelas

para hacer mejores mexicanos". Volvió el maestro Cuspinera a preguntar: "¿Y de ello qué le dejó mayor

impresión?" Respondió: "La Ceremonia de la inauguración de Zacatenco y el discurso de la inauguración

del CENETI".

Terció el Lic. Humberto Romero y dijo: "Patrón aquí está el Dr. Mendoza que pronunció el discurso".

Me atreví a intervenir diciendo: "Señor licenciado, no creo que haya sido un discurso, aquí lo traigo en

una simple tarjeta". Se la di, la leyó y dijo: "Es un gran discurso y la firmó". Me sentí muy complacido

por mi admiración hacia tan distinguido mexicano, que dejo explicada en páginas anteriores. Inserto tal

tarjeta, porque constituye un patrimonio civil personal, e incluyo también la fotografía de la comida

en la que se puede identificar al Lic. Adolfo López Mateos, acompañado del maestro Cuspinera,

Richard, Lic. Humberto Romero, Dr. Eusebio Mendoza, Dr. Héctor Mayagoitia, Ing. Héctor

Antonio Toledo Córdova y otras personas.

CORDIALIDAD DEL LIC.ADOLFO LOPEZ MATEOS CON JOVENES POLITECNICOS

Era tan cordial el trato del Presidente de la República, don Adolfo López Mateos, con gente del

Politécnico y tanta la identificación que nos hacía sentir con la institución, que se evidenció con el trato

tan fraterno que dispensó a algunos jóvenes, entre los que recuerdo a un muchacho inquieto e inteli-

gente que llamábamos Richard. Actuaba como Jefe de la Porra Deportiva del Politécnico. Era tan

amigable el trato que le dispensaba el señor Presidente, que al fin joven y un tanto irreflexivo, con

mucha facilidad lo abrazaba y caminaba así un tramo con él. El licenciado Adolfo López Mateos no se

molestaba, premiaba esa actitud simplista de este joven con amplia sonrisa.

A otro joven a quien trataba muy amablemente fue a Salvador Robles Quintero que había

sido líder de la FNET y había tenido enfrentamientos, poco antes, con el Ing. Alejo Peralta, entonces

Director General del Politécnico, cuyas drásticas medidas administrativas, aunque finalmente consideradas

como necesarias, no fueron comprendidas en su momento y de ahí la lucha establecida, pero disipada con

el tiempo y transformada en amistad entre Alejo Peralta y Robles Quintero.

A ese joven, lo trataba con mucha consideración y amabilidad el Presidente de la República, a

grado tanto, que cuando se casó Salvador con Estelita, el Presidente de la República, asistió a su boda

civil. Tuve suerte de ser invitado, como lo había sido con mayor razón, el Ing. Eugenio Méndez,

Director General del Instituto. En esa ocasión pudimos volver a disfrutar de la amabilidad y sencillez

del Lic. Adolfo López Mateos, quien al tratar a todos los asistentes con tal gentileza, daba la impresión

de estar actuando como anfitrión, en lugar de ser, como 10 era, el invitado de honor. Era tanta su

cordialidad que preguntó a Salvador, si había un rincón donde platicar con más intimidad. Pasamos

unos cuantos a la biblioteca de la casa. Una vez dentro, a boca de jarro dijo el señor Presidente: "¿Quién

sabe cuentos«? Porque a mí me encanta oírlos". Terciamos en esa plática de cuentos Humberto

Romero, su secretario, otras personas, y yo tuve el atrevimiento también de contar algunos.

Parecía que el Presidente no tenía ninguna prisa, pues permanecimos en ese lugar por bastante

tiempo durante el cual, nunca faltaron las sonrisas del primer mandatario.

GRAN IMPULSO DE ADOLFO LOPEZ MATEOS AL POLITECNICO

Al arribar a la presidencia el Lic. Adolfo López Mateos, impulsó las obras iniciadas en

los terrenos de Zacatenco, cuya expropiación había realizado don Adolfo Ruiz Cortines a

iniciativa del Ing. Alejo Peralta en su carácter de Director General del instituto Politécnico

Nacional.

Efectivamente, se había elaborado un proyecto para construir la Unidad Profesional de

Ingeniería y Ciencias Físico-Matemáticas, realizado por el Arq. Reynaldo Pérez Rayón, con

el apoyo entusiasta del Ing. Manuel Moreno Torres, quien fungió- corno Presidente del

Patronato del Instituto Politécnico Nacional. Las obras se iniciaron en 1958 y se alcanzó a

construir la primera etapa de ese ambicioso proyecto en la administración del Ing. Alejo

Peralta.

Durante su administración el Presidente Adolfo López Mateos nombró Secretario de

Educación Pública a don Jaime Torres Bodet y creó la Subsecretaría de Educación Técnica, la

cual quedó en manos del Ing. Víctor Bravo Ahuja, egresado del Politécnico. Por determinación

del Presidente, fueron nombrados sucesivamente directores generales del Instituto Politécnico

Nacional, el ingeniero Eugenio Méndez, quien había sido subdirector general en 1950.

Continuó el Ing. José Antonio Padilla Segura, quien ocupaba el cargo de Vocal Ejecutivo del

Patronato de Talleres, Laboratorios y Equipo del Instituto. Ambos, distinguidos egresados de la

ESIME.

Estos dos jóvenes valores cubrieron el sexenio del Presidente López Mateos, periodo en el

que el Politécnico alcanzó una etapa muy sólida en realizaciones materiales y, sobre todo, en

avances institucionales en su organización y desarrollo académico, científico y tecnológico. Vale

la pena, aunque sea en forma resumida, consignarlos. A saber:

Reglamentos.

Reglamento de la Ley Orgánica, 9 de marzo de 59.

Reglamento de la Comisión de Planes y Programas.

Reglamento de Comisión de Becas. Reglamento de Comisión de Honor. Reglamento

de Prácticas y Visitas. Reglamento General de las Escuelas.

Actualización de Planes y Programas de Estudio.

Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura. Escuela Superior de Ingeniería Textil.

Escuela Técnica Industrial Wilfrido Massieu.

Carrera de Optometría de la Escuela Superior de Medicina Rural.

Maestría en Ciencias Morfológicas.

Licenciado en Economía.

Ingeniero Petrolero, Geólogo, Topógrafo e Hidrágrafo.

Cursos de Técnico Medio.

Biólogo.

Vocacionales de Ingeniería y Ciencias Físico-Matemáticas

Vocacionales de Ciencias Médico Biológicas.

Creación de la Escuela Superior de Físico-Matemáticas.

Creación de la Escuela Luis Enrique Erro.

Organización de la Sección de Graduados de la ENCB.

Creación de la Estación de Ingeniería Experimental.

Maestría y Doctorado en Ciencias Administrativas de la

ESCA.

Establecimiento del Grado Académico de Maestro

en Ingeniería Nuclear.

Centro de Graduados de la ESIME.

Creación del Centro de Investigación y Estudios

Avanzados.

Patronatos:

De Obras del IPN.

De Talleres, Laboratorios y Equipo.

Del Centro de Investigación y Estudios Avanzados.

Creación del Departamento de Planeación y Coordinación.

Creación del Departamento de Difusión Cultural y Relaciones.

Creación del Consejo Editorial de ACTA POLITECNICA MEXICANA.

Creación de la Comisión de Selección y Dictamen de Publicaciones.

Creación de la Editorial Politécnica.

Creación del Departamento de Educación Audiovisual.

Operación del Canal 11.

Celebración del XXV Aniversario del 1PN.

Creación de los Ateneos Culturales.

Creación del Himno del 1PN.

Decálogo del Estudiante Politécnico.

Conjunto Coral.

Consolidación de la Secundaria Técnica.

Implantación de la Preparatoria Técnica.

Consejo Nacional de Fomento de Recursos Humanos para la Industria.

Patronato para el Fomento de las Actividades de Alta Especialización Docente.

Departamento de Servicio Social.

Centro Nacional de Cálculo.

Fundación del Planetario "Luis Enrique Erro".

Solemne Inauguración de la Unidad Profesional de Ingeniería y Ciencias

Físico-Matemáticas.

Sería necesario todo un volumen para explicar cada uno de los rubros enlistados

anteriormente, razón por la que simplemente se enumeran las acciones llevadas a cabo en el

instituto Politécnico Nacional en el sexenio 1958-1964, bajo la Presidencia del ilustre mexicano y

Presidente querido, Adolfo López Mateos. Honró al Instituto con su grata presencia en diversos

actos e inauguraciones de cursos, sobresaliendo dos eventos muy importantes:

La ceremonia de Celebración, en 1961, de los 25 años de fundación del Instituto Politécnico

Nacional, siendo Director General el Ing. Eugenio Méndez.

Otra ceremonia que revistió gran importancia y solemnidad, fue la inauguración de la Unidad

Profesional de Ingeniería y Ciencias Físico-Matemáticas de Zacatenco, en agosto de 1964, siendo

Director General el Ing. José Antonio Padilla Segura, en la cual, el Presidente Adolfo López

Mateos, tuvo la gentileza y caballerosidad de invitar al ex-Presidente de la República don Adolfo

Ruiz Cortines. En tal ceremonia, también asistieron el Secretario de Educación Pública, don Jaime

Torres Bodet y el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Dr. don Ignacio Chávez.

El señor Presidente al finalizar su elocuente discurso dijo: ¡ESTA ES LA OBRA MAS

IMPORTANTE DE MI REGIMEN!