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ACTUALIDAD MUNDIAL Estas son dos de las intervenciones en la mesa redonda organizada por la Revista ABRA, en setiembre de 1995, a propósito del 150 aniversario de la publicación de los Manuscritos Económico- Filosóficos de Carlos Marx. 37

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ACTUALIDAD

MUNDIAL

Estas son dos de lasintervenciones en la mesaredonda organizada por la

Revista ABRA, en setiembre de1995, a propósito del 150

aniversario de la publicación delos Manuscritos Económico-Filosóficos de Carlos Marx.

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¿RECORDAR LOSMANUSCRITOS ES

RECORDAR EL MARXISMO?

Rodrigo Quesada Monge

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"El economista nos dice que todose compra con trabajo y que elcapital no es otra cosa que traba-jo acumulado, pero al mismotiempo nos dice que el obrero,muy lejos de poder comprarlotodo, tiene que venderse a símismo y asu humanidad ••(Marx,1970,57).

1. EL SOÑAR COMO METODO

Algunos historiadores del pre-sente, especializados en elsiglo XIX, nos informan queaquel es un largo período crí-

tico, eso significa que el siglo en el queKarl Marx (1818-1883) vive y muereestá repleto de cambios violentos y detransformaciones decisivas en el de-sarrollo espiritual y social de los hom-bres. Pero aquellos como Marx, soña-ron que las crisis eran superables yque, más bien, podían ser redefinidascomo originalmente las pensaran losgriegos: cambio para mejorar, paracrecer, para moverse en la direcciónde la salud física y espiritual. Sin

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embargo, desde 1844, la civilizaciónburguesa ha hecho los esfuerzos másasombrosos para autodestruirse y asíinutilizar el dictum griego a que hacía-mos referencia: crisis para crecer.

Hoy, celebrar los ciento cincuen-ta años de la redacción de los MANUS-CRITOS es al mismo tiempo recordar-nos a nosotros mismos, hombres ymujeres del siglo XX, que la capacidadde soñar va más allá de lo que estable-cen los parámetros espacio-tempora-les y su convencionalidad, malo biendiseñada para que los seres humanospuedan desenvolverse en sociedad.Esta obrita de Marx, inconclusa y frag-mentaria, es un trabajo decisivo, nosólo para nuestra cabal comprensióndel siglo XIX, sino también para detec-tar los primeros intentos orgánicos porconvertir lo onírico en algo tangible ymanipulable, que fue, hasta 1989 almenos, una de las grandes aspiracio-nes de la humanidad. ¿Estamos di-ciendo entonces, que hasta 1989 todolo que Marx soñó pudo haber sidoposible y que después de ese año yano lo fue más? Muy a pesar del buen

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pensador burgués que es Fukuyamapor ejemplo, nosotros creemos que esahora precisamente, cuando todo locabalístico de una obra como los MA-NUSCRITOS sale a flote.

El sueño como método suponeante todo un profundo amor por loshombres, un amor que desplaza losdetalles egoístas de la construcción deun sueño determinado (que fue la ob-sesión de los stalinistas), y los sustitu-ye por la aspiración general. En la fefanática por los detalles reside uno delos muchos parangones que se pue-den establecer entre la moral utilitariade la burguesía y la eficacia del buró-crata de partido, al estilo de la viejaURSS.

El socialismo como aspiracióngeneral, supone una ubicación oníricay esficaz al mismo tiempo de los hom-bres en su época, y la organizaciónsocial que les ha correspondido ensuerte. El sueño que construye Marxdesde las salas de lectura del MuseoBritánico, tiene igualmente el engarcecon lo real que le es exigido a todaverdadera ensoñación. Desde el ro-manticismo con que están construidoslos MANUSCRITOS, hasta el realismoseco y a veces intragable de EL CAPI-TAL, lo onírico y lo real no se despren-den, con Marx, de algo que les esconsustancial: lo práctico. Con todasu obra anterior a EL CAPITAL, Marxnos demostró que los sueños sin la

estrategia de la realidad y ros instru-mentos de la práctica no iban a pasarnunca más allá de las proclamas departido, o de las consignas callejeras.En ese sentido, EL CAPITAL es unaobra maestra de cómo pueden hacer-se coincidir los tres componentes ideo-lógicos más esenciales de la culturaburguesa: 1-10onírico, 2-10 real y 3-10práctico. No en vano Marx, configuraal lado de Smith y Ricardo, el trípticobendito de la economía política dásica.,

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entendida esta como la teología de laburguesía del siglo XIX. Pero en elsiglo XX, hemos querido acabar contodas las teologías posibles, y contodas las propuestas todo-comprensi-vas de la vida y la sociedad. Si con laRevolución Francesa la burguesía nosenseñó que los sueños son reales sison prácticos también; hoy nos quieredesaprendidos y nos empuja a ser, porencima de todo, prácticos: sin realis-mo y más aún sin sueños. Este sigloXX nuestro es el siglo de la práctica, atal punto que con ella se rompen todaslas variables posibles jamás soñadasen la dimensión onírica o real.

Desde su publicación por prime-ra vez en 1932, los MANUSCRITOSentonces, han constituido el mejormanual sobre cómo soñar lo real sindejar de ser eminentemente práctico.En el presente un manual así pierde susentido original porque hoy nos pre-ocupa la práctica primero y luego, sólomuy luego, lo real y lo onírico. Por esoes que los MANUSCRITOS adquierensentido dentro de la cultura burguesadecimonónica, porque la burguesíadespués de la Segunda Guerra Mun-dial (1939-1945) decidió que lo pos-moderno significaba, entre otras co-sas, despojarse de todo resabio desistematicidad; y ahí reside la granparadoja de la cultura burguesa deesta parte del siglo XX: no se puedeser práctico si no se es sistemático. Y

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la burguesía entonces añade: lo prác-tico es válido en la medida en que alcambiarlo real, este permanezca idén-tico a sí mismo, y sobre todo, bien lejosde lo onírico. Porque esto (lo onírico)pasó a formar parte de la patología delo que significa no comprender lo realni lo práctico. Nunca antes el lenguajecientífico de la burguesía había sidotan rico en términos descualificadoresde todo lo que tuviera que ver con elsueño. Soñar es hoy sinónimo deneurosis, psicosis, neurastenia, histe-ria, depresión, esquizofrenia, paranoia,catatonia, y una lista inmensa que sóloexpresa el miedo de la cultura burgue-sa a que la gente sueñe. Para esoestán los juegos electrónicos. Estaradaptado significa ser una personarealista y más que nada práctica. En elpasado se escribían tratados de inter-pretación de los sueños, hoy se escri-ben tratados para evitar tenerlos. ¿Quées la computación sino la gran empre-sa de la civilización burguesa paradecodificar la imaginación?

11. UN METOCO PARA SOÑAR

Toda propuesta utópica estuvocompuesta alguna vez por treselementos básicos: t-Ia teoría,

2- la terapia, 3- la praxis. Es decir, sediseña el código para adaptar al hom-bre, con él se le reentrena y luego se ledeja libre para que ponga en práctica lo

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que significa su adaptación. En esepunto precisamente radica lo mejor dela reflexión de Eric Fromm sobre losMANUSCRITOS de Marx (Fromm,1970, pág. 272). Lo mismo podríaeventualmente decirse del grueso delos pensadores de la Escuela deFrankfurt. Para ellos Marx es el granutopista del siglo XIX, porque nos pro-veyó con la teoría, la terapia y la praxisindicadas para transformar la socie-dad y la vida en el siglo XX. El asuntoestriba en hallar las renuncias quedebo hacer para ser menos individuo ymás persona en sociedad. Por eso,para el historiador de nuestros díasresulta problemático volver a leer losMANUSCRITOS con sentido crítico,es decir, con sentido productivo. crea-tivo. porque son la renuncias las quedefinen las verdaderas proporcionesde mis sueños. Y si renuncio al «soñarcomo método» debo entonces inven-tarme un «método para soñar», aquelque me permita conservar intacta misupuesta dignidad de académico inta-chable, aquel que oculta con celo susvergüenzas ideológicas, las que, mástemprano que tarde, se otean parabien de la teoría y la práctica, no tantopara la terapia. Y si las ficciones histó-ricas de las que tanto hablara Toynbeeno se realizan, entonces el historiadorcorre el riesgo de convertirse en eloráculo de lOS signos del futuro que élcree encontrar en el presente. No hay

peor gurú de las disciplinas culturalesdel mañana que el historiador de estemomento, de este ahora en el que élno logra encontrar asidero porque alreemplazar el «soñar como método»por un «método para soñar», se quedósólo con sus delirios de individuo deci-sivo en el correr de los tiempos.

Cuando se desploma el socialis-mo real esos «individuos .decisívos»aparecieron por legión, y el horizontede la civilización burguesa se llenó demagos que cantaban loas y decíanditirambos a favor de una clase socialque, posiblemente muchos de ellosayer habían estado combatiendo conferocidad licantrópica. Ni los sociólo-gos, ni los antropóloqos, ni los psicólo-gos, ni los economistas y mucho me-nos los teólogos o los filósofos se atre-vieron a tanto como algunos historia-dores: inventarse su propio métodopara soñar. Por eso les fue tan fácilsepultar a Marx, muchísimo antes deque ni siquiera hubieran alcanzado adescifrar las verdaderas dimensionesterapéuticas de una obra como losMANUSCRITOS. Al inventamos unmétodo para soñar conservamos tam-bién las fundamentales enseñanzasde la burguesía: soñar sin salirse de larealidad práctica. Algunos historiado-res por ello, también, se han apuradoansiosamente a firmar el acta de de-función del marxismo, porque siempreestuvieron aterrorizados del verdadero

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-poder de la imaginación. Y la imagina-ción es sobre todo onírica, requiere dela realidad y de la práctica sin dejarseagobiar por la terapia, pues esta exigeadaptación, la que, a su vez, reposasobre el reconocimiento de la enajena-ción. Si reniego del soñar como méto-do, es porque estoy lo suficientementeenajenado como para requerir de unmétodo para soñar, que me haga tole-rable el reconocimiento de que he per-dido la capacidad para esperar. Yelmarxismo es un soñar como métodorepleto de esperanza por todos y cadauno de sus poros. De aquí que recor-dar la redacción de los MANUSCRI-TOS no es una tarea de necrófilos«demodé», sino sobre todo la labor dehombres y mujeres que todavía creenen el poder del sueño y de la esperan-za, es decir, de personas que aman lavida.

Ahora bien, si el valor de losMANUSCRITOS se redujera a su sig-nificancia para los exploradores de laarqueología intelectual del siglo XIX,muy poco tendríamos que decir loshistoriadores del siglo XX que cree-mos en que las esperanzas sobre unMuró desalienado para todos los hom-bres reposan sobre nuestra capacidady nuestra imaginación para transfor-mar el presente. Y la obra de Marx estállena de la fuerza, la imaginación, elamor y la esperanza que los hombresy mujeres de nuestros días hemos

perdido. Si insistimos en que recupe-rar a Marx es recuperar a un pensadordel siglo XIX, bien poco vamos a lograrcon la instrumentalización de un méto-do de análisis social que por encima detodo, exige de nuestra parte remontarnuestra ceguera, tan ajustada a lasmentiras del presente. Lo triste aquí esque algunos historiadores hemos in-sistido en plantear que tales mentiraspuedan conducirnos a un futuro máslleno de imaginación y capacidad parasoñar. Algunos incluso, nos gustaríaque nos llamaran ideólogos de la bur-guesía del siglo XXI, y hacemos unesfuerzo extenuante para que nos veanactuar y nos aprueben por lo buenosmuchachos que somos. En CostaRica al menos, ignoro por qué algunoshistoriadores insistimos tanto en pare-cemos a la vieja y pellejosa vedetteque resuelve sus miserias excrementi-cias del presente, añorando sus en-cantos del pasado, cuando de talesencantos apenas tuvo conciencia ensu momento.

Por eso para mí, reflexionar so-bre los MANUSCRITOS de Marx esalgo más que un simple ejercicio inte-lectual sobre la importancia académi-ca de una fecha en especial. Repensarlos MANUSCRITOS debe ser una tareamoral; y no hablo de la moral individual,hablo de la moral que implica el imagi-nar cosas, el tener sueños y tener elcoraje para llevarlos a la práctica.

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El marxismo se ha sostenido pre-cisamente por eso, porque destila co-raje portodo lado, a pesar de los ingen-tes esfuerzos de sus sepultureros porcontarnos la historia de terror de quehan visto el fantasma de Marx bailandodesnudo sobre la tumba del socialismoreal. Lamentable solución de continui-dad la del historiador de la contempo-raneidad, que crea que con hablar desepultar el marxismo encontrará unmejor método para soñar. La diferen-cia estriba en que el marxismo es unsoñar como método, y para lograr esola burguesía aportó unos cuatro siglos

de desarrollo humanístico, sin los cua-les el marxismo jamás hubiera sidoposible. Quien no haya comprendidoesto todavía, tiene que resolver el gra-ve problema de averiguar qué nivel dealienación lo aqueja. En esa dirección105 MANUSCRITOS podrían ser deincalculable ayuda.

. BIBLIOGRAFIA

MARX, K. Manuscritos. Economía y Filoso-ffa, Editorial Alianza, Madrid, 1970.

FROMM, Eric. Marx y su concepto de) hom-bre, Fondo de Cultura Económica, Méxi-co, 1970. 13a. reimpresión.

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LOS MANUSCRITOS"150 AÑOS DESPUES

Carlos Malina Jiménez

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le parece verdaderamente im-portante que se efectúen acti-vidades como esta mesa re-donda, que vienen a promover

el debate sobre la actualidad del mar-xismo. En contraste con otros mediosdonde han corrido ríos de tinta sobre elparticular, entre nosotros se ha discu-tido muy poco esta cuestión, suscitadapor la caída de los socialismos históri-cos. Ello es sorprendente, si se tieneen cuenta que una parte apreciable dela intelectualidad costarricense nosadherimos, sobre todo desde los años60 y 70, a esta corriente de pensa-miento y defendimos las realizacioneshistóricas a ella vinculadas. Por esoresultan extraños el silencio y la frial-dad, la callada por respuesta.

Pero entremos en materia. Quie-ro empezar con una referencia anec-dótica, personal. Consiste en que, paramí, ha sido una experiencia interesan-te y aleccionadora volver a leer losManuscritos en estos tiempos. Meexplico. Leí esta obra por primera vezen 1969 ó 1970, a los veinte años,dentro del contexto sociocultural de

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aquel entonces. Luego hice, ante todoen razón de mi labor docente, variasrelecturas totales o parciales, que fue-ron estrictamente eso, «relecturas»:es decir, reediciones, quizás mejora-das en ciertos detalles, de aquella lec-tura original. Pero, ahora, a los 45años, dentro de un contexto históricomarcadamente diferente, he podidorealizar, hablando en rigor, no otrarelectura, sino una «nueva» lectura deeste texto. Sobre sus resultados, ten-dremos ocasión de hablar enseguidacon algún detenimiento.

Por de pronto, me interesa des-tacar un aspecto: un libro no existecomo tal sino dentro de un procesocomunicativo que actualiza o echa aandar el lector. En tal sentido, un libroen sí mismo nunca es completo, noencierra un mensaje definitivo: es sóloun conjunto de potencialidades de sig-nificación, que cada lectura organiza ycomprende diversamente, en funciónde las particularidades individuales yde las vigencias sociohistóricas co-rrespondiente a un momento dado.Desde este punto de vista, sólo en el

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plano de los signos que los constituyen,son los Manuscritos el mismo texto dehace un cuarto de siglo. Desconoceresto, es el error o engaño capital detodos los fundamentalismos librescosque en el mundo han sido. Inclusiveha de tenerse en cuenta que única-mente como conjunto de signos cum-ple esta obra en el presente 150 años.

Durante casi un siglo no existiócomo individualidad cultural; sólo comomomento en el proceso intelectual deMarx, recuperado o retenido de algúnmodo en sus producciones posterio-res. No es sino hasta 1932, cuando seedita por primera vez, que alcanza porfin esa individualización que le procuraun sitio definido y una fisonomía carac-terística en el corpus del marxismo.

Este, su segundo nacimiento, fueafortunado en términos de oportuni-dad. Llegó a un mundo atormentadopor intensos y vastos conflictos socia-les, en el que el pensamiento se intere-saba, frente al avance de los totalitaris-mos, por el estudio de la condiciónhumana y por los procesos que ame-nazaban destruirla o desfigurarla. Es-tas circunstancias hicieron que losManuscritos encontraran una buenarecepción de parte de algunos secto-res. Por un lado, alimentaron un marxis-mo humanista, filosófico, académico,aperturista, aunque relativamente aleja-do de las organizaciones directamenteinvolucradas en las luchas políticas.

En este sentido, corresponde a estaobra posiblemente un lugar en eseproceso de distanciamiento de la teo-ría y la práctica que ha afectado almarxismo en el siglo XX.

Por otro lado, los Manuscritosabrieron un espacio de afinidad entreesta corriente y algunas de las princi-pales líneas de pensamiento europeocontinental de aquel entonces (talescomo el psicoanáJisis, la fenomenolo-gía y el existencialismo); lo cual diolugar a las influencias recíprocas y a laposibilidad de transiciones. Desde estaperspectiva es probable que el textoen estudio, haya jugado un papel claveen la asimilación del marxismo al ba-gaje común del pensamiento occiden-tal, en el proceso de reducción o con-versión de esta doctrina, de figura pro-tagónica que era, a la condición deelemento de fondo constitutivo de nues-tro haber cultural.

Pero, ahora bien, ¿cómo consi-derar los Manuscritos después de ladebacle de un mundo que hacía delmarxismo su justificación teórica?,¿cómo valorarlos y comprenderlosdesde la perspectiva de este fin desiglo?, ¿qué significan para el ser hu-mano que se encuentra inmerso en losprocesos y problemáticas que definennuestro presente y delínean el futuroinmediato?, ¿cómo leerlos en un mun-do de capitalismo triunfante en el ám-bito prácticamente universal?

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Para abordar las cuestiones plan-eadas, conviene echar primero un vis-tazo al texto mismo. En lo esencial losManuscritos consisten en una lecturaque Marx hace de los temas de laeconomía política clásica, a la luz deHegel y Feuerbach. Mediante esta lec-tura Marx establece algunas de lastesis básicas que van a regir en losucesivo su pensamiento, ya sea di-rectamente como planteamientos ope-rantes en sus restantes obras o asu-miendo el carácter de presupuestos deesos desarrollos posteriores. La pre-sencia teórica de Hegel y Feuerbachen los Manuscritos es muy interesan-te. No se plantean como dosinfluencias paralelas, separa-das, sino íntimamente conju-gadas: se trata de un Hegelfeuerbachnizado y de un Feuer-bach hegelianizado.

Marx va modelando asíuna visión de la realidad querecoge, en lo fundamental, elnaturalismo feuerbachiano, laimportancia que este filósofoconcede a la vida inmediata,sensible; así como la concep-ción procesual, dinámica, inte-ractiva, conflictual, en sumadialéctica, aportada por Hegel.Desde la perspectiva así defini-da, Marx desarrolla, entre otros,los siguientes temas:

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1) Un primer análisis y comentariocrítico de las categorías básicasde la economía política clásica.Examina y confronta-categoríastales como salario, beneficio delcapital, venta de la tierra, propie-dad privada, trabajo, división deltrabajo, dinero, etc. (1).Una idea original de la enajena-ción humana, basada en el aná-lisis del trabajo alienado. Primor-dialmente, la enajenación radi-caría en el dominio que ejercensobre el ser humano sus propiasfuerzas y capacidades objetiva-das; es decir, proyectadas en el

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Marx, autor de los Manuscritos.

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medio exterior, incorporadas alas cosas a través del proceso deproducción material (2).Una concepción del ser humanocomo ser natural, histórico y so-cial, que se produce a sí mismo,en sus rasgos diferenciales conrespecto al resto de la naturaleza,mediante su propio trabajo (3).Una visión del comunismo comoresolución final y definitiva de lascontradicciones que han desga-rrado históricamente al ser hu-mano. Este estadio significaríala solución práctica a todos losdilemas teóricos y factuales de lahumanidad, su reconciliaciónauténtica con la naturaleza y lacultura, la apropiación por losseres humanos concretos de to-dos los logros del proceso histó-rico-social. Además el comunis-mo advendría por necesidad his-tórica, sería el resultado inevita-ble de toda la historia anterior(Marx, 1969, 143, 156,201).Una epistemología cimentada enla fusión de teoría y práctica,sobre la base del primado deesta última categoría. El ser hu-mano es visto como un ser obje-tivo, activo y pasivo en su rela-ción efectiva con la restante na-turaleza. Esta sólo existiría paranosotros en la medida en que estérmino u objeto de nuestras

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distintas capacidades. El cono-cimiento resultaría del desplie-gue progresivo de esta relaciónpráctica con la naturaleza y sólotendría sentido dentro de dichoproceso (Marx, ibíd., 146, 151,163).

6) Un estudio del proletariado sur-gido de la revolución industrial.Este es presentado en toda sumiseria y postergación social,como la fuerza sustentadora deldesarrollo capitalista y la princi-pal víctima de este desenvolvi-miento. Su destino dentro delcapitalismo, estribaría en ser máspobre y desamparado cuantamás riqueza produce. Pero almismo tiempo, su liberación im-plicaría el sobrepasamiento deeste sistema social y la emanci-pación de toda la humanidad;porque el proletariado no podríaser libre, si no se eliminan porcompleto las servidumbres yopresiones que gravitan sobre elgénero humano (Marx, ibíd., 51,68,117, 158).

¿Qué vigencia conservan estastesis en la actualidad?, ¿qué capaci-dad de motivación humana y moviliza-ción social?, ¿qué tan resolutorias yexplicativas se muestran respecto delos problemas y expectativas 'de lassociedades contemporáneas? A mi

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juicio, no se puede dar una respuestaúnica a estas cuestiones. De los as-pectos tratados en los Manuscritos,vistos a la luz de la actual experienciasociohistórica, hay algunos que pare-cen totalmente vencidos, caducados osobrepasados; otros mantienen enmayor o menor grado su relevancia;otros aún, aunque todavía resultansugestivos, revelan grandes insuficien-cias al ser considerados en relacióncon situaciones mucho más complejasque las que le sirvieron de origen.

La crítica de la economía políticaque Marx inaugura en los Manuscri-tos, no parece haber operado comobase teórica eficaz para sustentar unsistema alternativo de organizaciónpoi ítica, económica y social. Marx siem-pre eludió las cuestiones de factibili-dad, la problemática práctica acercade cómo implementar técnicamentesus propuestas; dejaba estas preocu-paciones para que fueran resueltaspor los seres humanos del futuro. Suforma de razonar sobre este particularera en realidad bien curiosa: si el por-venir por él anunciado era inevitable,debía ser también posible. Es decir,podría ser porque tenía que ser.

Por otro lado, la idea de enajena-ción planteada en los Manuscritos,conserva en nuestro tiempo una granactualidad, aunque notablemente des-plazada respecto de su ubicaciónoriginal. Ya no refiere tanto, en sus

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manifestaciones principales, al planoeconómico, a la reducción del obreroal mínimo biológico compatible con lasobrevivencia y la reproducción. Aho-ra apunta más bien hacia el nivel cultu-ral, hacia el problema de la disoluciónde las identidades espontáneas y losvínculos sociales dentro de procesosde alcance mundial; así como a laacrecentada capacidad de manipula-ción de las conciencias y los comporta-mientos por parte de sectores econó-mica, tecnológica y cultural mentepoderosos.

Por lo demás, en relación con eltrabajo mismo, la cuestión fundamen-tal no es ya (tendencialmente hablan-do) la de participación laboral en con-diciones de explotación, sino la de laposibilidad de exclusión o margina-miento total del circuito económico deinmensas masas poblacionales, quepasarían a convertirse entonces enexcedente humano.

También son cada vez más gra-ves las dificultades planteadas por unatecnología que, en su propio funciona-miento, rebasa la escala humana, dan-do lugar a procedimientos y operacio-nes que escapan por completo a nues-tra comprensión (4).

En cuanto a la concepción delser humano expuesta en los Manus-critos, puede sostenerse que mantie-ne su vigencia. Es una concepcióninmanentista, dinámica, laica, en

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términos de la cual se debe explicar eldevenir de la humanidad hasta el pre-sente, como resultado de los procesoshistóricos, los aprendizajes culturalesy las conquistas cognoscitivas y técni-cas. Depurada de ciertos elementosfinalistas y unilineales que ya se bos-quejan en el texto considerado, estaantropología marxista podría ser degran utilidad para la autocomprensiónde los seres humanos contemporá-neos. Ha de recalcarse también, entiempos de gran preocupación ecoló-gica, que Marx concibe al ser humanocomo la parte humana de la naturaleza(Marx, ibíd., 111, 194), acentuandonuestra pertenencia e integración almundo natural, en oposición a otrasantropologías que nos separan total-mente de la naturaleza. Aquí podríaencontrarse acaso un buen punto departida para abordar cuestiones degran importancia actual. Pero ello es,en verdad, bastante fortuito, pues fue-ron otro tipo de preocupaciones, rela-cionadas con el combate de posturasidealistas, espiritualistas y religiosas,las que llevaron a Marx a semejanteposición.

En la época en que él redactabael documento que nos ocupa, las cues-tiones ambientales no figuraban toda-vía en la agenda de los asuntos apre-miantes de la humanidad. En este sen-tido, es preciso añadir que, pese a esevínculo tan entrañable que nuestro

pensador establecía entre ser humanoy naturaleza, conceptuaba a esta úl i.,

ma como mero correlato de las necesi-dades y capacidades humanas: era unreservorio de materiales por trabajar yel término de nuestras exteriorizacio-nes cognoscitivas y prácticas; en últi-ma instancia, su significación no trans-cendía los límites de sus relacionescon el ser humano.

Veamos ahora la idea de comu-nismo formulada en los Manuscritos.Este constituye quizá el aspecto másdesactualizado de dicho texto, vistodesde la perspectiva del presente. Enefecto, esa idea de una resolucióndefinitiva de los conflictos que dislocanla existencia humana, resolución queademás advendría por necesidad, seencuentra hoy profundamente desacre-ditada. En aquel momento histórico elfuturo parecía tocarse con la mano yexistía la expectativa de un desarrollocientífico y técnico inminente, que ven-dría a transformar favorablemente enpoco tiempo las condiciones de vidadel ser humano.

Hoy, en cambio, el futuro se nospresenta como incierto y problemáti-co, en un mundo muchísimo más com-plejo, en el que la ciencia y la tecnolo-gía, entre otras cosas, han venido aañadir problematicidad a la vida huma-na. El estado actual de los conocimien-tos y de la experiencia sociohistórica,no parece dejar cabida para las certezas

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incontrovertibles ni para las solucio-nes finales. Y la idea de comunismocomentada, conjuga precisamenteambos elementos. Porque esta solu-ción de todas las dificultades teóricas yprácticas, requería a su vez de unagarantía teórica, de un saber que ava-lase indubitablemente tales pretensio-nes. Es lo que los posmodernos hanllamado un metarrelato, una especula-ción de vastas proporciones que inten-ta sustentar un designio práctico, cuan-do en realidad ella es tan débil y frágil,si no más, que aquello que trata defundamentar. En el caso de los Ma-nuscritos, Marx aún no había logradoarticular al detalle el discurso que ha-bría de servirle para "demostrar» lainevitabilidad del comunismo; pero estomismo permite percibir aquí, con ma-yor claridad que en otras obras suyas,lo que hay de alucinado, arbitrario yabsurdo en dicho planteamiento.

Examinemos a continuación eltema de la unidad de teoría y prácticadentro de la praxis histórica constituti-va del ser humano. Esta tesis resulta aprimera vista muy convincente; peroencierra dificultades muy serias. Si elpensar es siempre expresión del ser, silas diversas formas de pensamientoreflejan necesariamente diferentesposiciones sociales y diferentes cons-telaciones de intereses, no habría real-mente espacio para la legítima diversi-dad del pensamiento ni para el genuino

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diálogo intelectual; sólo cabría en ver-dad el pensamiento militante, la luchaideológica; inclusive la misma comuni-cabilidad de las ideas quedaría fuerte-mente comprometida. Además, si elpensar se interpreta como un compo-nente de una totalidad práctica mayor,la cual en su desenvolvimiento le fijaríaa aquel sus tareas, entonces la racio-nalidad no sería primariamente unacaracterística del proceder mismo delpensamiento, sino ante todo una notade los procesos objetivos. Es decir, setrataría de una racionalidad postulada,presupuesta, en definitiva, de una ra-cionalidad metafísica.

Otra implicación adicional: si laconciencia no es más que el ser cons-ciente, si carece de toda entidad pro-pia, si es por definición inerme, enton-ces sólo cabrían las soluciones enexterioridad; esto es, las solucionesbasadas en la transformación de lascircunstancias externas, aun en el casode que el objetivo final fuese la reformade la misma conciencia. Esta concep-ción, desmitificadora en su momento,no resulta muy apropiada para nuestraépoca, en la que muchos de los proble-mas más acuciantes sólo parecen po-der resolverse por medio del trabajointroversivo de la conciencia sobre símisma.

Se trataría de un trabajo tendien-te a procurar fortaleza, racionalidad,disciplina, capacidad de autocontrol al

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propio núcleo de la existencia perso-nal, en un mundo donde la manipula-ción de los impulsos y aspiraciones sepractica a gran escala, llevando a lasobrecarga de las demandas huma-nas sobre los recursos del planeta (5).

Por lo demás, los movimientosmarxistas nunca lograron cuajar deuna manera sostenida y adecuada laproclamada unidad de teoría y prácti-ca. Han oscilado entre dos situacionescontrastantes: una donde se hace muybuena teoría pero a espaldas de unapráctica meramente pragmática; y otra,en la que la teoría obra como unasierva indigna de la práctica, siempredispuesta a justificar sus peores des-propósitos y brutalidades (6).

En lo referente al papel redentordel proletariado, ya prefigurado en losManuscritos, es muy obvio y anodinotodo lo que a estas alturas pudieradecirse. Me limito entonces a dos ob-servaciones. Por un lado, la pérdida decentralidad histórica que ha sufridoesta clase social en el siglo XX, aconsecuencia del desarrollo tecnológi-co y de una correlativa complejizaciónde la estructura social. En este senti-do, el proletariado ha ido perdiendoprogresivamente relevancia cuantita-tiva y estratégica dentro de los proce-sos sociales. Además, sobre todo enlos países capitalistas desarrollados,se ha integrado de manera bastanteentusiasta al statu quo y ha encontrado

modos corporativos de participar enlos acuerdos socíates que definen elreparto de la riqueza colectiva.

Para concluir puede señalarse losiguiente: de los Manuscritos perma-nece en nuestra época, como pensa-miento vivo y profundamente incum-bente, su visión antropológica y suteoría de la enajenación; es decir, losaspectos que constituyen su temáticaprimordial. Además, este texto contie-ne otros planteamientos, como el epis-temológico antes discutido, que resul-tan a la vez sugestivos y problemáti-cos. Estos encierran un reto para lospensadores del presente y el futuro.

Pero lo más apasionante de losManuscritos es su aliento ético: laindignación ante la miseria y la ignomi-nia y el afán por dar un uso humana-mente óptimo a las fuerzas productivasdesatadas por la revolución industrial.

NOTAS

(1) El primer manuscrito trata el salario (pp.51-68); el beneficio del capital (pp. 68-87); la renta de la tierra (pp. 87-103); yeltrabajo enajenado (pp. 103-119). El se-gundo manuscrito se ocupa de la pro-piedad privada (pp. 123-131). Y el tercermanuscrito examina esta en relacióncon el trabajo (pp. 135-139) Y el comu-nismo (pp. 140-156); se refiere también ala división del trabajo (pp. 156 Y ss.) Y aldinero (pp. 176-181). Karl Marx, Manu.crltos: economÚl y ftlosoffa, Alianza,

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Madrid, 1969. 2da. edic. (Traducción,introducción y notas de Francisco RubioUorente). Todas las restantes citas re-ferentes a los Manuscritos se basan enesta edición.Ibíd., pp. 105 Y ss.: «...el objeto que eltrabajo produce se enfrenta a él comoun «ser extraño», como un «poder inde-pendiente» del productor».Esta concepción se expone sobre todoen el tercer manuscrito (pp. 142 Yss.) yal discutir la noción hegeliana de auto-conciencia (pp. 190 Y ss.).Véase a modo de ejemplo paradigmáti-co el siguiente caso: algunos problemasmatemáticos que el ser humano nuncaha podido resolver, hoy los resuelvenlas computadoras. Los científicos las

programan para ello, pero no puedenseguir sus pasos precisos ni supervisardirectamente sus operaciones. Parahacerlo, tienen que acudir a otrascomputadoras.

(5) Véase Molina Jiménez, Carlos, «La éti-ca y viabilidad del futuro». En Praxis, NQ43-44, Dpto. de Filosofía, UNA, 1992.

(6) Véase MolinaJiménez, Carlos, «El Mar-xismo en el siglo XX: supremacía Ideo-lógica y declive real» (inédito).

BIBUOGRAFIA

MARX, K. Manuscritos: economía y filoso-fía, Alianza, Madrid, 1969. 2da. edic.

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