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Actividad Física: Hábito para la Salud Manuel Delgado Fernández 1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS Puesto que supondría extendernos en exceso referirnos detalladamente a los antecedentes sobre la orientación que se ha dado a la actividad y condición física a lo largo del tiempo, se presentan a continuación, de modo esquemático, algunas ideas básicas referidas a los distintos períodos históricos. Tabla 1. Evolución de la estructuración de los ejercicios físicos a lo largo de la historia (Moreno y Rodríguez García, 1994: 16). ÉPOCA UTILIZACIÓN Prehistoria Ejercicios para actividades de supervivencia (caza, recolección, pesca, traslado, construcción, etc.). Antigüedad en Oriente Ejercicios con fines religiosos, curativos y guerreros. Antigüedad en el Período Clásico Grecia (en Atenas): el ciudadano integral. En Esparta: fines guerreros. Roma: fines guerreros para las legiones y profesionales para el circo Edad Media Ejercicio realizado por los caballeros como preparación para la guerra y para los torneos. Renacimiento Humanismo: readopción de los ideales clásicos. Se entiende el ejercicio como agente educativo. Escuela Inglesa Surgirán los deportes como se conciben en la actualidad, así como el entrenamiento sistematizado para ganar las competiciones. Escuela Alemana Surgimiento de la gimnasia (educativa) alemana que dará lugar a la actual gimnasia deportiva. Gimnasia natural austríaca. Movimiento rítmico que da lugar a la gimnasia rítmica. Escuela Sueca Surge la gimnasia sueca y neosueca (gimnasia de posiciones). Escuela Francesa Surge la Educación Física moderna y la Psicomotricidad. A partir de los datos contenidos en el cuadrante, pasamos a centrarnos en lo ocurrido durante el siglo XX, destacando diferentes hechos (movimientos o corrientes) que tienen que ver con la relación entre actividad física y salud. Movimiento higienista (finales del XIX y principios del XX). Debido a la falta de salubridad de las grandes urbes que está desencadenando la revolución industrial, surge una gran preocupación social por la higiene ambiental. Esta preocupación llega hasta la escuela, donde comienzan a darse los primeros criterios de higiene en sus edificios. Movimiento fitness (mediados del XX hasta años 70). De carácter anglosajón, se caracteriza por una marcada finalidad de conseguir un aumento de la condición física de los escolares estadounidenses (ante su posible inferioridad mostrada por test de condición física frente a niños y jóvenes de países del este). Hay una primacía de lo cuantitativo, una búsqueda del rendimiento. A partir de esta última década comienza a producirse una reorientación del movimiento fítness hacia la salud, la cual es hoy la más instaurada en el ámbito educativo en varias partes del mundo y de la que se ha hecho participe España hace relativamente pocos años. Movimiento social hacia la salud (década de los 80). A consecuencia del movimiento fítness, comienza a producirse una concienciación social hacia la salud, surgiendo fenómenos como la gimnasia de mantenimiento, el auge de la dietética y las bebidas light, el aumento desmesurado de practicantes de actividad física improvisados, etc. Muchos de estos fenómenos se encuentran todavía en boga y en expansión. Movimiento educativo hacia la salud (década de los 90). La escuela, haciéndose eco de lo social, incluye la salud como contenido curricular transcendental, y así Kirk (1990) llega a decir: © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

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Actividad Física: Hábito para la Salud Manuel Delgado Fernández

1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Puesto que supondría extendernos en exceso referirnos detalladamente a los antecedentes sobre la orientación que se ha dado a la actividad y condición física a lo largo del tiempo, se presentan a continuación, de modo esquemático, algunas ideas básicas referidas a los distintos períodos históricos.

Tabla 1. Evolución de la estructuración de los ejercicios físicos a lo largo de la historia (Moreno y Rodríguez García, 1994: 16).

ÉPOCA UTILIZACIÓN

Prehistoria Ejercicios para actividades de supervivencia (caza, recolección, pesca, traslado, construcción, etc.).

Antigüedad en Oriente

Ejercicios con fines religiosos, curativos y guerreros.

Antigüedad en el Período Clásico

Grecia (en Atenas): el ciudadano integral. En Esparta: fines guerreros. Roma: fines guerreros para las legiones y profesionales para el circo

Edad Media Ejercicio realizado por los caballeros como preparación para la guerra y para los torneos.

Renacimiento Humanismo: readopción de los ideales clásicos. Se entiende el ejercicio como agente educativo.

Escuela Inglesa

Surgirán los deportes como se conciben en la actualidad, así como el entrenamiento sistematizado para ganar las competiciones.

Escuela Alemana

Surgimiento de la gimnasia (educativa) alemana que dará lugar a la actual gimnasia deportiva. Gimnasia natural austríaca. Movimiento rítmico que da lugar a la gimnasia rítmica.

Escuela Sueca Surge la gimnasia sueca y neosueca (gimnasia de posiciones). Escuela Francesa

Surge la Educación Física moderna y la Psicomotricidad.

A partir de los datos contenidos en el cuadrante, pasamos a centrarnos en lo ocurrido durante el siglo XX, destacando diferentes hechos (movimientos o corrientes) que tienen que ver con la relación entre actividad física y salud. • Movimiento higienista (finales del XIX y principios del XX). Debido a la falta de salubridad de

las grandes urbes que está desencadenando la revolución industrial, surge una gran preocupación social por la higiene ambiental. Esta preocupación llega hasta la escuela, donde comienzan a darse los primeros criterios de higiene en sus edificios.

• Movimiento fitness (mediados del XX hasta años 70). De carácter anglosajón, se caracteriza

por una marcada finalidad de conseguir un aumento de la condición física de los escolares estadounidenses (ante su posible inferioridad mostrada por test de condición física frente a niños y jóvenes de países del este). Hay una primacía de lo cuantitativo, una búsqueda del rendimiento. A partir de esta última década comienza a producirse una reorientación del movimiento fítness hacia la salud, la cual es hoy la más instaurada en el ámbito educativo en varias partes del mundo y de la que se ha hecho participe España hace relativamente pocos años.

• Movimiento social hacia la salud (década de los 80). A consecuencia del movimiento fítness,

comienza a producirse una concienciación social hacia la salud, surgiendo fenómenos como la gimnasia de mantenimiento, el auge de la dietética y las bebidas light, el aumento desmesurado de practicantes de actividad física improvisados, etc. Muchos de estos fenómenos se encuentran todavía en boga y en expansión.

• Movimiento educativo hacia la salud (década de los 90). La escuela, haciéndose eco de lo

social, incluye la salud como contenido curricular transcendental, y así Kirk (1990) llega a decir:

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“los exámenes, la salud y la confección del currículum forman la base para una pedagogía crítica de la Educación Física, al identificarse como los tres temas cruciales de discusión y debate”. Pero, por otra parte, también hay que considerar que no es necesario embargar toda la Educación Física al servicio de la salud, ya que en el currículum hay otras asignaturas que deben ocuparse de ello.

Situándonos en el momento actual, el modelo bajo el cual se ha realizado la mayoría de las

investigaciones sobre la relación entre la actividad física para mejorar la forma física y salud es el que apoya que la actividad física para mejorar la forma física es uno de los mediadores en los efectos de ésta sobre la salud (Bouchard y cols., 1990). Este modelo lineal actividad física = condición física = salud (ver figura 1) corresponde al denominado “paradigma centrado en la condición física”, en torno al cual se ha llevado a cabo la mayoría de las investigaciones hasta finales de los años 80. No obstante, la creencia de que la actividad física, a través de la condición física o el fitness, lleva a la salud y de que la condición física es una prueba de salud sigue estando muy extendida (Devís y cols., 2000). Bajo este paradigma puede encuadrarse la actividad física orientada hacia el rendimiento motor, cuya finalidad es incrementar los niveles de condición física para alcanzar la máxima competencia deportiva.

Sin embargo, actualmente, en el ámbito de la salud se le concede mayor importancia al

“paradigma orientado a la actividad física”, según el cual la condición física y la actividad física ocupan posiciones independientes, a la vez que interrelacionadas, en la influencia que manifiestan sobre la salud de los individuos (figura 1). En este sentido existen pruebas significativas que llevan a la conclusión de que tanto el incremento de la actividad física habitual de una persona, como la condición física de la misma, están asociados a una mejora de los índices de salud, incluso en niños. Bajo este paradigma se encuadra la actividad física orientada hacia la salud, cuya finalidad consiste en incrementar la salud de los individuos mediante la práctica de actividad física, sin necesidad de provocar un aumento en los niveles de condición física.

Actividad física• Trabajo• Tiempo libre

CondiciónFísica/fisiológica

• Bienestar• Enfermedad• Mortandad

Salud

• Herencia• Estilo de vida

• Medio ambiente• Atributos personales

Figura 1. Interacciones entre actividad física, condición física y salud.

Adaptado de Bouchard, C., Shephard, R. J., Stephens, T., Sutton, J .R., McPherson, B. D. (1990). Exercise, Fitness and Health. A Consensus of Current Knowledge. Human Kinetics, Champaign. 5.

Centrándonos, pues, en el estudio de la condición física orientada a la salud, la misma no se convierte en un objetivo educativo de las primeras etapas escolares hasta hace apenas una década (Devís y Peiró, 1992). Así, el movimiento de la condición física tiene sus antecedentes en los programas de preparación militar que se desarrollaron con motivo de las dos Guerras Mundiales, aunque el soporte profesional de índole norteamericana se produce antes, durante y después de la

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Segunda Guerra Mundial, con la creación de los programas civiles y militares de capacitación física que realizó la Alianza Americana para la Salud, la Educación Física, la Recreación y la Danza (A.A.H.P.E.R.D.). En los años 50, este movimiento sufre una gran expansión, ocasionado, parece ser, por dos motivos. El primero, la publicación del artículo Muscular fitness and health (1953) de Kraus y Hirshland (citado por Devis y Peiró, 1992), en el que se pone de manifiesto que los niveles de condición física son inferiores en los niños norteamericanos que en los europeos. El segundo, el lanzamiento del Sputnik soviético en 1957, que poniendo en entredicho el potencial militar norteamericano, les lleva a modificar su política educativa, reorientando el currículum de la Educación Física hacia la fundamentación científica que aportaba el estudio de la condición física. Surge en estas fechas el National Council on Youth Fitness, y poco después la A.A.H.P.E.R.D. elabora el Youth Fitness Test en 1959, dentro de un programa nacional de corte militarista, para medir por todo el país el rendimiento físico de los niños. Este movimiento se extendió por todos los países de habla anglófona y posteriormente por otras zonas del mundo, llegando también a España. Como consecuencia de todo ello, la estrecha relación creada entre condición física y rendimiento físico-deportivo y la enseñanza de las habilidades específicas ha contribuido a que nuestra profesión ponga excesivo énfasis en la cuantificación de la performance y la enseñanza de aquellas habilidades cuyo rendimiento es fácil de medir (Kirk, 1990). Debe ser tenido en cuenta que los test de condición física no tienen por qué estar vinculados a la promoción de la salud, y que el planteamiento metodológico y educativo en que se sustentan puede ser ampliamente cuestionado. Ante ello, junto a los cambios socioculturales acaecidos a finales de los años 60 y la década de los 70, en los que el individuo y sus derechos adquieren una alta relevancia, la salud se convierte en un elemento de gran preocupación y la actividad física pasa a ser un hábito de vida más de la población norteamericana. Es en este momento histórico cuando se consolida el movimiento de condición física relacionada con la salud, apoyado por un gran número de investigadores. Éstos desconfiaron de los componentes tradicionales de la condición física rendimiento para el desarrollo de la salud en niños y adolescentes. Entre esta serie de investigadores merecen ser nombrados Corbin y Pate, que fueron dos de los primeros en justificar la necesidad de incluir la condición física salud en el currículum escolar (Pate y Corbin, 1981). En España, la preocupación por los temas de salud aparece a finales de los años 70 y principios de los 80, bajo el denominador común del “deporte para todos”, a veces no del todo regulado y en muchos casos bajo el prisma de condición física rendimiento (Marcos, 1989b). Sólo a partir de finales de los años 80 y principios de los 90 se intenta introducir el tema de la salud en el currículum escolar de Educación Física bajo el prisma de condición física salud, destacando las aportaciones realizadas por Devis y Peiró (1992), que abren muchas puertas al estudio de la condición física salud enfocada hacia las necesidades de la población infantil y juvenil española. Muy recientemente, López Pastor (2000a) indica que el tratamiento de la condición física es el tema más tratado dentro de las propuestas actuales de intervención didáctica e investigación en la actividad física orienta a la salud, aunque argumenta que se sigue realizando bajo un tratamiento orientado al rendimiento, a pesar de que se esté camuflando con el término de salud. Prueba de ello es que al menos 16 comunicaciones de 39 presentadas en el Congreso Internacional celebrado en Jerez en septiembre del año 2000 sobre Educación Física y Salud cumplen dicha argumentación, lo que puede significar una falta de ética, atendiendo a las reflexiones realizadas por Devís (2000) en el susodicho foro.

2 APROXIMACIÓN A LA CONCEPTUALIZACIÓN

Por el uso continuo de los siguientes términos, y por poseer diferentes acepciones conceptuales cada uno de ellos, se hace necesario establecer la significación de los mismos, atendiendo al análisis realizado por Tercedor en 1998 y por Delgado y Tercedor en 2002: MOVIMIENTO. Como término del que se derivan todos los demás, por movimiento se puede entender el cambio, variación y desplazamiento, bien de todo el cuerpo (global) o bien de una parte concreta (segmentario). Se puede decir que el movimiento es toda traslación segmentaria susceptible de ser realizada como consecuencia de la activación de los mecanismos articulares, por la acción intencional, refleja o automática. Además, se puede hablar de movimientos simples cuando se activan pocas articulaciones, y movimientos complejos, cuando intervienen varias articulaciones. En todo caso, gracias a dicho movimiento, el ser humano (y el resto de los seres vivos) se puede adaptar a los requerimientos del ambiente en que vive y se desarrolla. Atendiendo a las particularidades de este requerimiento, se podría hablar de los siguientes términos y/o conceptos. ACTIVIDAD FÍSICA. Cualquier movimiento (o conjunto de movimientos) del cuerpo producido por el músculo esquelético y que tiene como resultado un gasto energético. A este concepto enmarcado en el ámbito biológico habría que sumarle las características de experiencia personal y práctica

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sociocultural (Devis y cols., 2000), sin las cuales en muchos casos no se podría llegar a entender por qué las personas realizan las actividades que realizan y no otras. La actividad física no tiene por qué poseer las características que se comentarán a continuación que debe tener el ejercicio físico, pero en algunos casos puede cumplirlas, siendo imposible diferenciar entre una y otro por una persona externa a la que realiza la propia actividad, que es la que conoce la intencionalidad y voluntariedad del movimiento realizado.

Esta actividad física puede tener varias vertientes o finalidades (Shephard, 1994):

• Utilitaria. Abarcaría, fundamentalmente, las actividades laborales y tareas domésticas. • De tiempo libre, eminentemente con carácter lúdico y recreativo. Comprendería el ejercicio

físico, el juego, así como el deporte y el entrenamiento (que pueden llegar a ser entendidos como trabajos profesionales) y la danza.

• Educación Física, entendida como actividad con carácter educativo, lo cual no excluye que algunas de las acepciones anteriores no puedan servir para formar a la persona.

Dado que este término abarca todo tipo de movimiento que puede realizar el ser humano en

su vida cotidiana, mientras que el concepto de movimiento se circunscribe al fenómeno más neurobiológico de contracción muscular y su consecuencia en la traslación del cuerpo, en este texto se considera como concepto que engloba a los demás el de actividad física. EJERCICIO FÍSICO. Cualquier movimiento del cuerpo estructurado y repetitivo que tiene por objeto una mejora o mantenimiento de la condición física (Blair y cols. 1992) o también de las capacidades y habilidades motrices (aprendizaje motor). Por tanto, el ejercicio físico constituye un estímulo para desarrollar y perfeccionar todas las cualidades psicofísicas de las personas (consecución de adaptaciones morfofuncionales, y mejora de aspectos psicoafectivos y de relación social). De manera sintética, para que un movimiento sea ejercicio físico, tiene que gozar de las siguientes características:

• Voluntariedad. Actos con plena conciencia. • Intencionalidad. Actos con una intención clara. En Educación Física será educativa, y en

actividad física para la salud deberá ser promotora de la misma. • Sistematización. Acto pensado con un determinado orden, intensidad y dificultad, entre otras

características, como se verá posteriormente. Se ha de considerar que, hasta nuestros días, la estructuración de la actividad física con fines de salud ha sido ubicada en la corriente de prescripción del ejercicio físico orientado a la salud (American College of Sport Medicine -ACSM-, 1990) o, más actualmente, al fitness saludable (ACSM, 1998a).

DEPORTE. Según la Real Academia Española de la Lengua (1992) se deriva de deportar: recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre. Por su parte deportar(e) significa divertirse, recrearse, … Por tanto, el término deporte se presenta en la actualidad como algo ambiguo, interpretándose como un continuo que va desde la actividad de tiempo libre realizada para divertirse, hasta la actividad considerada como profesión del deportista de alto rendimiento, que se caracteriza por poseer una estricta reglamentación, competición y un sistema de preparación muy estructurado y rígido. Por ello, la actividad deportiva en su sentido estricto es considerada como situación motriz de competición institucionalizada, aunque en su sentido más adaptado a las necesidades educativas escolares debe entenderse como situación motriz de competición (o no) reglada, que ha de adaptarse a las necesidades psicosociales y a las posibilidades orgánicas del niño y adolescente. CONDICIÓN FÍSICA. El Diccionario de las Ciencias del Deporte (1992) la define, como factor de la capacidad de trabajo (físico) del hombre, determinado por el grado de desarrollo de las cualidades motrices (capacidades corporales) de resistencia, de fuerza, de velocidad y de flexibilidad. Además, establece una distinción importante entre condición física general y condición física específica. La primera hace referencia a la capacidad de actuación deportiva general, caracterizándose por un nivel de desarrollo lo más elevado y regular posible de todos los componentes de la condición. La segunda, por su parte, hace referencia a una disciplina deportiva concreta, desarrollando únicamente los factores que determinan la actuación deportiva en la misma. Pate (1988) de forma muy acertada, diferencia tres niveles relevantes de la actuación física y deportiva del ser humano que están condicionados en cierta medida por la condición física (physical fitness):

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• Motor performance (rendimiento motor). • Physical fitness (condición física). • Health related physical fitness (condición física relacionada con la salud).

El primer nivel representa el objetivo del entrenamiento deportivo específico y se podría

definir como la capacidad para realizar habilidades y actividades físicas vigorosas, incluidas aquellas correspondientes al deporte. El último nivel es el objetivo del entrenamiento genérico fisiológico o de la condición física básica, y podría definirse como la capacidad funcional que la persona tiene o adquiere para poder realizar actividad física. El nivel intermedio puede quedar englobado en cualquiera de los dos tipos de entrenamiento y supone una capacidad intermedia entre el alto rendimiento y los niveles adecuados de condición física para estar en salud (Amercian College of Sports Medicine –ACSM -, 1998a). Será la condición física relacionada con la salud la que interese desarrollar en el ámbito educativo (Delgado, 1997). Atendiendo a lo expuesto por nosotros en Delgado y Tercedor (2002), las capacidades físicas que componen los polos más distantes de dichos modelos son las siguientes (tabla 2): Tabla 2. Componentes de la condición física relacionados con el rendimiento motor o con la salud

Componentes o capacidades

Condición física relacionada con la salud

Condición física relacionada con el

rendimiento motor o condición motriz

Resistencia: • Aeróbica o

cardiorrespiratoria • Anaeróbica aláctica • Anaeróbica láctica

X ?

X X X

Fuerza: • Máxima • Explosiva • Resistencia muscular

X

X X X

Velocidad: • Tiempo de reacción • Velocidad gestual o

rapidez de movimiento

• Velocidad de desplazamiento

? ?

X X X

Amplitud de movimiento (flexibilidad): Movilidad articular Elasticidad muscular Elongación tejidos blandos

X X

X X X

Capacidades coordinativas ? X Composición corporal X X

Las capacidades marcadas con X se consideran que forman parte de dicho modelo; en cuanto a

las que aparecen con interrogantes, es que existe controversia en cuanto a su inclusión o no; y las que aparecen en blanco es que no se consideran como capacidades necesarias.

Atendiendo a esta situación en la que nos encontramos en la actualidad, y considerando el

discurso desarrollado en el artículo y el libro previamente citados, se puede plantear una serie de reflexiones, tanto en lo referente a la propia conceptualización, como al desarrollo que se hace en los Diseños Curriculares respecto al contenido de condición física:

1. Se ha descrito en la literatura especializada que los componentes de la condición física para la

salud son la resistencia cardiorrespiratoria, flexibilidad, fuerza y resistencia muscular, y composición corporal (Pate, 1988; ACSM, 1990, 1998ª). La velocidad, generalmente, queda excluida de los componentes de CFS, dado que es una característica que es necesaria fundamentalmente con fines de rendimiento (Cometti, 1988), cuando la persona requiere de la

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realización de movimientos o desplazamientos la mayor rapidez posible. A pesar de ello, no se puede dudar de que el tiempo de reacción y la rapidez de movimiento son características que identifican un adecuado estado del sistema nervioso, base de la competencia motriz de una persona. Por ello, consideramos que debería formar parte de un acondicionamiento físico orientado a la salud, aunque reconocemos la dificultad práctica que condiciona su introducción dentro de un programa autogestionado. Ello es debido a la dificultad implícita de su posibilidad de desarrollo (entrenamiento muy metódico), así como por estar condicionada en gran medida por componentes genéticos.

2. La resistencia aeróbica es necesaria porque ocasiona una mejora cardiovascular y respiratoria,

así como metabólica (ACSM, 1998a), todo lo cual repercute en que la actividad cotidiana o la práctica físico-deportiva del niño se vuelva más económica, evitando la fatiga y, por tanto, reduciendo o anulando la aparición de accidentes, lesiones y enfermedades. Existe un gran número de estudios que analizan la actividad física o la condición física como factor que repercute en el riesgo de enfermedad coronaria (ACSM, 1994).

3. La mejora de la movilidad articular y la elasticidad muscular es necesaria por el efecto

preventivo y rehabilitador sobre las lesiones que ocasiona la práctica fisico-deportiva (Caramia y Rossi, 1990), por incrementar la eficacia de los gestos deportivos y porque permite un mejor conocimiento corporal y control postural (Hahn, 1988).

4. La fuerza tiene su importancia, dado que permite que el alumnado tenga un buen tono

muscular general y mantenga adecuadamente la fuerza de la musculatura de sostén del esqueleto, evitando de esta manera muchos de los problemas posturales actuales (American Academy of Pediatrics Committes on Sports Medicine, 1990; Marcos, 1989b; 2000b). Asimismo, como se verá posteriormente, condiciona una mejor composición corporal, con mayor porcentaje de masa libre de grasa, y una incrementada densidad mineral ósea (ACSM, 1983, 1994). Por su parte, el alto riesgo que supone hacer esfuerzos máximos o explosivos desaconseja su utilización sistemática en la labor educativa, y con precauciones en el ámbito del entrenamiento deportivo.

5. La realización de actividad física para actuar favorablemente sobre la composición corporal

debe estar dirigida a disminuir el porcentaje de grasa corporal (y evitar su inadecuada distribución) y aumentar el porcentaje de masa muscular, con el fin de que el organismo esté en un mejor estado de salud, haciendo posible además que se obtengan mayores rendimientos deportivos. La composición corporal es un tema de trabajo que viene recogido en el Decreto en contenidos conceptuales y actitudinales y que debe ser considerado bajo el prisma de la aceptación del cuerpo real frente al cuerpo ideal.

6. Aunque el tiempo de reacción y la rapidez de movimiento tiene su fase sensible o período

crítico de entrenamiento en edades de 8 a 12 años (Baur, 1991; Martin, 1982), el trabajo de velocidad de movimientos cíclicos o velocidad de desplazamiento debe tener en cuenta una serie de consideraciones importantes para hacerlo más saludable:

• Adecuado calentamiento antes de realizarlo. • Hacer predominante el trabajo anaeróbico aláctico (Cale y Harris, 1993), evitando el

trabajo sistemático de la resistencia a la velocidad cíclica o de desplazamiento, dado que ésta supone un trabajo anaeróbico láctico.

7. La no inclusión de las capacidades coordinativas dentro de los componentes relacionadas con

la salud, aunque en cierta medida es lógica, dado que suele ir encaminada a la mejora de la habilidad o destreza para ejecutar movimientos o gestos, nos parece insuficiente, principalmente por dos razones:

a) En etapas educativas es fundamental su desarrollo, dado que en estas fases evolutivas es

cuando el ser humano tiene su tasa más alta de poder aprender desde el punto de vista motor y sería improcedente no aprovecharlo (Ruiz Pérez y Sánchez Bañuelos, 1997).

b) Existen componentes de las capacidades coordinativas que creemos muy necesarios en el desarrollo de la condición física orientada a la salud, entre los que destacamos el conocimiento del propio cuerpo (imagen corporal, esquema corporal, etc.), la relajación como capacidad para contrarrestar la tonicidad provocada por las situaciones cotidianas de más o menos estrés (Pérez Samaniego, 1999), así como el equilibrio, sobre todo a medida

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que pasan los años y se pierde en gran proporción, siendo causa de caídas frecuentes y de gran coste económico (ACSM, 1998b).

Posteriormente retomaremos la forma de llevar a cabo el desarrollo de la condición física

orientada a la salud, dado que la misma va a ser utilizada como el elemento que va a permitir planificar el trabajo con el alumnado, primero realizándose la unidad didáctica donde aprendan los fundamentos para poder diseñarse un programa de acondicionamiento propio y, posteriormente, para llevarlo a cabo de forma autónoma, aunque ayudado y supervisado parcialmente por el profesor/a. SALUD. Condición humana con dimensión física, psicológica y social, que se estructura en un continuo que va desde el extremo positivo, en el que se entiende la salud como capacidad de disfrutar, resistir desavenencias, y no sólo como ausencia de enfermedad, y un polo negativo, en el que la salud se entiende como enfermedad y, en su nivel máximo, como ausencia absoluta de la misma o mortalidad (Bouchard y cols., 1990). Gráficamente lo representamos en la figura 2. Figura 2. Concepto de salud en el continuo enfermedad–bienestar

BIENESTAR

ENFERMEDAD

Como se aprecia en esta conceptualización, partiendo de la definición establecida por la Organización Mundial para la Salud (1948) en su constitución, que entiende este término como el completo estado de bienestar físico, psíquico y social, en ausencia de enfermedad, la forma de entender este término ha sido enriquecida. Así, dentro del contexto de la promoción de la salud, ésta ha sido considerada (Glosario de Promoción de la Salud. O.M.S., 1998; Ministerio de Sanidad y Consumo, 1999: 11) no como un estado abstracto, sino como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. Por ello, en la Carta de Ottawa de 1986, la salud fue considerada ya como un recurso para la vida diaria, no el objetivo de la vida. Se trata de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales, así como las aptitudes físicas. Para su consecución se hace necesario una serie de prerrequisitos que incluyen la paz, adecuados recursos económicos y alimenticios, vivienda, un ecosistema estable y un uso sostenible de los recursos. El reconocimiento de estos prerrequisitos pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre las condiciones sociales y económicas, el entorno físico, los estilos de vida individuales y la salud. Todo ello debe hacernos comprender el sentido holístico de la salud. 3 MODELOS DE EDUCACIÓN FÍSICA ORIENTADA A LA SALUD (EFS)

El docente de Educación Física y/o Deportiva, o todo agente educativo que intente utilizar la actividad física como instrumento de formación, debería conocer los diferentes modelos que explican la relación entre actividad física y salud, que son médico, psico-educativo y sociocrítico (Devis y Peiró, 1992, Peiró y Devís, 1995), dado que los presupuestos de cada uno de ellos condicionan una forma de entender la salud, la relación entre ésta y la actividad física, así como la labor docente y el proceso de aprendizaje del alumnado. En la siguiente tabla se exponen dichos modelos. Tabla 3. Modelos de Educación Física orientada a la salud

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MODELO MÉDICO

MODELO PSICO –EDUCATIVO

MODELO SOCIO-CRÍTICO

FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA

Ciencias Biomédicas: Anatomía, Fisiología y Biomecánica del movimiento humano

Ciencias Psicológicas: Psicología cognitiva y deportiva.

Ciencias sociales: Sociología crítica y de la Educación Física; Psicología Social.

CARACTERIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y SALUD

Funcionamiento del cuerpo y efectos del ejercicio físico sobre el mismo

Estilo personal de vida, bienestar personal

Crítica social e ideológica

ORIENTACIÓN PEDAGÓGICA

Pedagogía utilitaria

Pedagogía liberal Pedagogía crítica

DIRECCIÓN Y PROPÓSITOS DE LA ENSEÑANZA

Hábitos y mecánica de movimientos: asume que la información puede producir un cambio de conducta

Toma informada de decisiones, pone el énfasis en la motivación y el desarrollo de los conceptos (auto-estima, auto-reponsabilidad, auto-control, auto-realización o actualización) para el cambio de conducta

Concienciación crítica como punto de partida para la transformación y el cambio social: proceso de capacitación (emporwerment) personal y grupal dirigido a la emancipación.

VISIÓN DE LA SALUD

Salud como ausencia de enfermedad: custodia médica, prevención ortodoxa y rehabilitación

Salud como responsabilidad individual: elección y cambio individual de estilo de vida

Salud como construcción social: acción individual y colectiva para crear ambientes saludables.

Tomado de J. Devís y C. Peiró. 1992a. Ejercicio físico y salud en el currículum de la educación física. En J. Devís, C. Peiró (edit). Nuevas perspectivas curriculares en EF: la salud y los juegos modificados. Barcelona: INDE, pág. 37.

Como bien nos indican estos mismos autores (Devís y Peiró, 1995, Devís y cols., 1998, Peiró y Devís, 1995), estos modelos tienen una serie de aportaciones y limitaciones fundamentales, que se deben de conocer para desarrollar de forma adecuada la programación de aula y poder sacar el máximo provecho a la Unidad Didáctica que se propone en este trabajo. De forma resumida éstas son:

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Tabla 4. Aportaciones y limitaciones de los modelos de Educación Física orientada a la salud

MODELOS APORTACIONES LIMITACIONES

MÉDICO

1. Reajuste y reorientación de los componentes de condición física.

2. Realización segura y efectiva de los ejercicios.

3. Identificación de las variables de un programa de actividad física y salud.

4. Las aportaciones se quedan para el profesorado.

• Desarrollo de la condición física vinculada al rendimiento.

• Falta de aprendizaje significativo de la práctica.

• Asume que la repetición de los ejercicios que dice el profesor produce cambios de conducta en el alumnado.

• Olvida aspectos psicosociales y experienciales.

PSICOEDUCATIVO

1. Amplia gama de actividades y experiencia satisfactoria.

2. Acceso del alumnado al conocimiento teórico y práctico básico que le permita tomar decisiones informadas y desarrollar un programa de actividad física y salud con la ayuda del profesor.

3. Materiales curriculares.

• Excesivo énfasis en el individuo.

• Clases teóricas. • Olvida los condicionantes

sociales, económicos y culturales.

• Llega a culpabilizar a quien no hace ejercicio, no sigue la moda deportiva o no se ajusta a los cánones de actividad y forma física.

SOCIOCRÍTICO

Favorecer la conciencia crítica en el alumnado; Analizar la salud y actividad física dentro de un contexto social y cultural amplio. Capacitarlos para la reflexión crítica y el cambio social. Reflexión, discusión y materiales críticos.

• Negar la capacidad de elección individual.

• Centrarse exclusiva o exageradamente en la discusión y las clases teóricas.

Modificado formalmente de J. Devís, C. Peiró. 1995. La salud en la enseñanza de la educación física. Una experiencia escolar. En: P.L. Rodríguez, J.A. Moreno (Comps.). La educación física en el currículum de primaria. Murcia: Universidad de Murcia, pág. 68. Desde una posición ecléctica, tal y como indican estos autores, se pueden recoger las siguientes aportaciones de cada uno de dichos modelos:

a) Médico: realización de actividades y ejercicios seguros y correctos. b) Psico-educativo: cambio de conducta individual que la persona pueda aplicar en todas las

situaciones de su vida, desarrollando un estilo de vida físicamente activo. Dicho estilo de vida podrá actuar de factor preventivo en la aparición de enfermedades biológicas, psicológicas o sociales.

c) Socio-crítico: importancia de la actividad física como estilo de vida saludable en una cultura física consumista. En este sentido, una análisis de la realidad social de la práctica físico-deportiva debería llevar al docente y al alumnado a tomar medidas de seguridad ante diferentes prácticas nocivas, que además eliminarían el riesgo (prevención) de problemas de salud o pérdida de la calidad de vida. Estos tres modelos presentan argumentos suficientes como para considerarlos adecuados en

la promoción de la actividad física orientada hacia la salud. Sin embargo, no se puede afirmar que alguno de ellos presente potencialmente mayor posibilidad para la promoción que los otros. De esta forma, coincidimos con Devís y Peiró (1992a) en que el planteamiento más oportuno para la promoción ha de ser aquel que tienda hacia la integración de los tres anteriores (el planteamiento

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Actividad Física: Hábito para la Salud Manuel Delgado Fernández

holístico). El propio sistema educativo español, al plantear los objetivos y contenidos constituyentes del currículum, establece una división de los mismos: conceptos, hechos y principios/actitudes, valores y normas/procedimientos. Con ello se facilita el tratamiento holístico de cada área en general y del área de Educación Física en particular. Más, por añadidura, esta área utiliza el cuerpo y el movimiento como auténticos ejes vertebradores de su quehacer. Por tanto, ante esta premisa, consideramos que el profesor no debe desestimar ninguno de estos elementos en el marco del planteamiento que realice para la promoción de la actividad física orientada hacia la salud. Por último destacar, teniendo en cuenta estos modelos y dado que la enseñanza institucional es la única que puede conseguir una igualdad de oportunidades para una adecuada formación en educación para la salud (EPS), se considera necesario la reestructuración de la asignatura de Educación Física, con el fin de que no se produzcan incoherencias y contradicciones teórico-prácticas y, por tanto, permita a la misma conservar toda su funcionalidad orientada a la salud (preventiva, terapéutica-rehabilitadora y orientada al bienestar). 4 PROPUESTAS DE INTERVENCIÓN EN EDUCACIÓN FÍSICA ORIENTADA A LA SALUD Haciendo una breve reflexión histórica, se puede descubrir cómo la Educación Física ha evolucionado desde un enfoque centrado en el rendimiento hasta la perspectiva actual que tiende más hacia la salud. Como en cualquier ámbito social, este cambio se viene produciendo con los esperados altibajos, retrocesos e incluso detractores del mismo. Las propuestas de intervención, junto con los principios y directrices que se presentan a continuación, son la guía para elaborar la Unidad Didáctica, y pretenden establecer una serie de sugerencias cuyo cumplimiento puede facilitar que el alumnado alcance un hábito de práctica de actividad física regular y saludable.

La aún reciente preocupación por los temas de salud desde el área de Educación Física de una manera concreta, con el fin de convertirla en eje del desarrollo curricular en esta área, condiciona que en la actualidad nos encontremos diseñando, poniendo en práctica y, ocasionalmente, evaluando, propuestas suficientemente desarrolladas de EFS. Obviando un análisis de las propuestas realizadas en otras partes del mundo (para ello véase Delgado y Tercedor, 2002 y Devís y Peiró, 2001), consideramos de interés referir las aportaciones de diferentes autores españoles.

Devís y Peiró, junto con otros autores (Devís y Peiró, 1992a; Peiró y Devís, 1993ª,b, Devís y cols., 1998, Devís y cols., 2000), desde finales de los años 80 comenzaron a analizar las implicaciones del tratamiento de la salud en el currículum escolar, fundamentalmente de Secundaria y Bachillerato, proponiendo diferentes formas de intervención, entre las que destacan la reconceptualización de las relaciones entre actividad física y salud, la elaboración de programas individuales por parte de los alumnos, tomando como eje el tratamiento de la actividad aeróbica como promotora de salud, así como el análisis de los ejercicios contraindicados en la práctica de actividad física y el desarrollo de materiales curriculares respondiendo a los diferentes modelos de EFS. Más recientemente, el trabajo de Pérez Samaniego (1999), aunque ubicado en la enseñanza universitaria, ha desarrollado propuestas de intervención para la modificación de actitudes orientadas a la salud, utilizando metodologías como la elaboración de programa individuales, el puzzle de Aronson, la fotopalabra, el análisis de contenidos de textos, etc. En la línea de creación de programas individuales orientados a la salud con alumnos de Bachillerato, aunque por autores no relacionados directamente con los anteriores, se encuentra el trabajo de Pérez Redondo y Stangegaard (2000).

Fraile y cols. en 1996 dan a conocer un documento elaborado por un seminario permanente de trabajo que aborda el tratamiento de la salud en Primaria, en el cual se reconceptualiza el término de salud en el currículum de esta etapa educativa, se modifican los objetivos del Diseño Curricular para que vayan orientados a la salud y se plantean unas directrices de intervención didáctica y evaluación; asimismo, se hace una propuesta específica de programación en unidades didácticas y sesiones, para el desarrollo de todos los tipos de contenidos (conceptual, procedimental y actitudinal).

Por otra parte, no nos gustaría olvidar las propuestas realizadas por diferentes autores en diferentes publicaciones de carácter práctico, realizadas en libros del profesor y libros o cuadernos del alumno, así como las presentadas en Congresos o Jornadas, en las cuales se establecen programaciones de aula, unidades didácticas y sesiones concretas para el trabajo de la salud en el currículum de la Educación Física escolar. Pero dado que en éstas no se aprecia que hayan tenido un proceso de evaluación, hemos optado por no detallarlas en la presente fundamentación, aunque

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pueden ser de gran ayuda para la puesta en práctica de una EFS y complementar enormemente la Unidad Didáctica que se presenta en este trabajo.

Por último, el que suscribe y otros autores hemos venido desarrollando un modelo teórico-práctico que ha tomado como eje los propios contenidos establecidos en los diseños curriculares, y que hemos ido enriqueciendo teóricamente con el paso del tiempo (Delgado, 1994; 1996; Delgado y Tercedor, 1998; Delgado, 1999a-b; 2001), además de evaluando parcialmente en diferentes trabajos, para alumnos de diferentes etapas educativas. Entre estos estudios se pueden destacar la intervención práctica mediante un programa de toma de conciencia, fortalecimiento y estiramiento muscular para la alineación del raquis y la cortedad isquiosural en Primaria y Secundaria, de Rodríguez García (1998); la evaluación del nivel de actividad física, junto con la propuesta de un índice que la define y su relación con los niveles de condición física de niños de 10 años de edad, de Tercedor (1998); la relación entre el nivel de actividad física, condición física y otros hábitos de vida en alumnos de Primaria y Secundaria, de Casimiro (1999); y la puesta en práctica, con evaluaciones parciales, de un modelo de EFS en las diferentes etapas educativas (trabajos inéditos con otros autores, como Santaella y Pérez López), así como una propuesta de intervención con alumnos universitarios siguiendo el modelo de Pérez Samaniego (1999) para el cambio de actitudes orientadas a la salud.

En otro sentido, no debe olvidarse que todo trabajo de EPS es un trabajo interdisciplinar, y en este caso la familia juega un papel vital (Junta de Andalucía, 1986, 1990), de tal manera que uno de los primeros objetivos a conseguir es hacer comprender, fundamentalmente, a madres y padres qué es lo que se pretende con la práctica de actividad físico-deportiva que va a realizar su hijo/a, para que ellos mismos sean conscientes de que la finalidad fundamental no es el rendimiento, sino la formación, y que dicha formación pasa por la consolidación de una serie de hábitos de vida saludables en los cuales ellos tienen una gran responsabilidad. En este sentido, las propuestas que se han venido realizando desde diferentes comunidades autónomas para el desarrollo de la EPS en los centros escolares, tales como las que se acaban de citar para Andalucía, han sido tenidas muy en cuenta en la siguiente propuesta de EFS. De manera resumida esta propuesta se esquematiza de la tabla 5. Tabla 5. Propuesta de contenidos de Educación Física orientada a la salud

CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN FÍSICA ORIENTADA A LA SALUD CREACIÓN DE HÁBITOS

SALUDABLES DESARROLLO DE LA

CONDICIÓN BIOLÓGICA CORRECTA UTILIZACIÓN

DE ESPACIOS Y MATERIALES

• Hábitos de esfuerzo físico.

• Higiene corporal. • Educación

postural. • Hábitos

alimenticios. • Prevención de

accidentes y aplicación de primeros auxilios.

• Valoración del estado de salud y de condición física: adaptaciones curriculares.

• Desarrollo de la condición física orientada a la salud.

• Análisis de espacios.

• Análisis y adecuada utilización de materiales.

• Adecuada utilización de vestimenta y calzado deportivos.

Remitiendo al lector a otras publicaciones donde se presenta la evolución que ha ido teniendo

la siguiente propuesta (Delgado, 1994; 1996; 1999a-c; 2001; Delgado y Tercedor, 1998) y principalmente a la obra donde se recoge todo lo realizado hasta el momento y que está sirviendo de guía para desarrollar la presente fundamentación (Delgado y Tercedor, 2002), se exponen a continuación de forma sintética los contenidos básicos de cada bloque de trabajo, con algunas de las finalidades que guían su desarrollo. Pero antes deseamos clarificar la forma de llevar a cabo la Unidad Didáctica considerando esta propuesta. En principio tener en cuenta que el objetivo de la misma es que el alumnado llegue a ser capaz de diseñar un programa de acondicionamiento físico a partir de la fundamentación impartida desde la Unidad Didáctica que se presenta. Para ello, una vez finalizada la misma, se llevará a cabo una enseñanza por contrato, donde cada alumno se comprometerá a desarrollar su programa, realizando parte de él fuera del horario escolar, mientras que el profesorado se encargará de ayudar y supervisar la realización del mismo. La Unidad Didáctica

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girará en torno a cómo planificar el trabajo de condición física orientada a la salud (segundo bloque de la propuesta). Alrededor de dicho enfoque se establecen otros criterios para conseguir una práctica física saludable (bloques primero y tercero), además de que sea promotora de otros hábitos de vida (bloque primero). Para ampliar la información que aquí se facilita, el lector podrá remitirse a obras más especializadas para algunas de las temáticas tratadas, pudiendo servir de orientación nuestras obras ya citadas (Delgado y Tercedor, 2002 para una visión global de educación para la salud desde la Educación Física, y Delgado y cols., 1997 o 1999 –en segunda edición- para las temáticas más específicas de condición física y alimentación). A) Creación de hábitos saludables:

1. Hábitos de trabajo durante una sesión.

a. Estructuración lógica de la sesión de clase o entrenamiento. Antes de la sesión el profesor debe conocer en profundidad los riesgos inherentes de cada actividad y cómo pueden minimizarse; las progresiones didácticas; las ayudas manuales o modificación de la situación; y respetar las diferencias individuales. Durante la sesión el trabajo debe ser estructurado en parte inicial, con calentamiento (véase más adelante el apartado de “sesión integrada de acondicionamiento físico”), parte principal y parte final con vuelta a la calma (en ésta última somos partidarios de llevar a cabo debates y trabajos reflexivos, principalmente a través del cuaderno del alumno, tal y como puede apreciarse en la propuesta de actividades de la Unidad Didáctica).

b. Evitar la realización de ejercicios potencialmente negativos para la salud, es decir, ejercicios contraindicados o desaconsejados con los que el cuerpo en general, o partes del cuerpo en particular, se muevan de manera forzada, condicionando una acción articular desaconsejada (Devís y Peiró, 1992; López Miñarro, 2000), tales como hiperflexión de rodillas, hiperextensión de tronco, flexión completa de cadera y combinada con flexión de tronco y circunducción de cuello. Este bloque de contenidos está en íntima relación con el desarrollo saludable de la condición física, lo cual puede ser apreciado, asimismo, en la propuesta de tareas.

c. Conseguir un horario adecuado para las clases, atendiendo a las condiciones climatológicas y la necesidad del aseo postejercicio, para no incurrir, en este último caso, en problemas de falta de higiene cuando el alumnado continua su horario escolar. d. Educar adecuadamente la respiración, por el efecto economizador y de relajación que tiene dicha función fisiológica.

2. Higiene corporal:

La higiene corporal se presenta como un contenido curricular imprescindible a desarrollar en la educación para la vida. Un trabajo en colaboración con la familia debe incluir el cuidado corporal de piel, manos, pies, cabellos, ojos, nariz, genitales y buco-dental (Junta de Andalucía, 1990). Normas mínimas de higiene corporal en cualquier tipo de sesión de práctica física serían: cambiar de ropa interior y de la deportiva a la de calle, lavado de las diferentes partes del cuerpo con especial incidencia en manos, pies y zona genital, y cambio del calzado deportivo por calzado normal (De la Cruz, 1989). En casa habría que cuidar la higiene bucal por ser causa de las caries, así como de algunas lesiones deportivas.

3. Higiene y actitud postural:

Basada en adopción de posturas saludables, evitando las potencialmente peligrosas, la actividad física y deportiva juega un papel fundamental en su prevención. Mediante un adecuado trabajo de elasticidad, fundamentalmente de la musculatura isquiosural, psoas-iliaco y paravertebral, así como con el trabajo de fortalecimiento muscular abdominal y, en los casos pertinentes, lumbar, y, por su puesto, con la mejora de la conciencia corporal (Canto y Jiménez, 1998; Rodríguez García, 1998), el alumno puede evitar la aparición y evolución natural de deformaciones del raquis. Adquiere capital importancia el trabajo de concienciación que debería llevar al alumnado a aprender una serie de criterios muy básicos para poder analizar su propia postura y la de los demás. Pongamos por caso la alineación de hombros y caderas, la colocación de rodillas y el apoyo de los pies, entre otros. Además, se requiere una adecuada educación en higiene postural, evitando esfuerzos que potencien posturas inadecuadas (Aguado, 1995). En ello

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puede influir notablemente el tipo de material utilizado, como es el caso de las mesas y sillas no adaptadas en tamaño a las necesidades del alumnado en cada etapa evolutiva. Asimismo, no deben olvidarse los casos de inadecuada actitud postural por problemas psicológicos (no aceptación de la imagen corporal).

4. Hábitos alimenticios:

Tratándose de una temática de una relevancia social cada vez más importante y dada la

complejidad de su tratamiento, en la presente fundamentación sólo se expondrán las ideas principales para su desarrollo, principalmente en su relación con la actividad física. En este sentido, pensamos que sería crucial trabajar los siguientes contenidos conceptuales y actitudinales desde el propio procedimiento motor de la práctica física, como queda reflejado en las actividades de las sesiones “Somos lo que comemos” o “Hidratación”:

• Hidratación continuada, por ser causa de lesión y enfermedad grave, y por los problemas

termorreguladores que tiene el niño, máxime cuando dicha práctica se realiza frecuentemente en lugares cerrados en los que se produce una gran pérdida de agua por la sudoración. Por tanto, a esta premisa de índole dietética hay que unirle una consideración de tipo instrumental: el tipo de instalación deportiva, que en caso de ser cubierta debería disponer de los elementos necesarios para una correcta ventilación y refrigeración, y, en sentido contrario, calefacción ante temperaturas bajas. Todo ello sin olvidar el uso de una adecuada vestimenta en concordancia con las situaciones ambientales, considerando que ante frío ambiental es necesario llevar abrigadas, sobre todo, las partes distales donde la circulación sanguínea es inferior (tales como pies y manos, y a nivel de la cara, orejas, nariz y frente). Asimismo, es preferible llevar varias prendas de vestir finas que una única gruesa.

• Cuidado del balance energético y el aporte de nutrientes esenciales (aminoácidos esenciales,

ácido linoléico, vitaminas y minerales), para no repercutir en los procesos de crecimiento y maduración, así como para no limitar la realización de ejercicio físico por procesos de hipoglucemia o por inadecuada producción del metabolismo energético. Ha de recordarse que, desde el punto de vista estructural, el aporte de aminoácidos y ácidos grasos esenciales y de vitaminas anabólicas son imprescindible para el adecuado crecimiento del ser humano, así como el papel tan importante que tienen los micronutrientes en el metabolismo energético y, por tanto, en la capacidad para realizar esfuerzos físicos.

• Evitar alimentos ricos en calorías vacías, dado que en este hábito alimenticio se halla la

principal causa de sobrepeso y obesidad, dado que el abuso de los mismos condiciona dietas hipercalóricas. Por otra parte, al no disponer los mismos de micronutrientes y ser necesarios éstos para su metabolización, condicionan la aparición de déficits nutricionales, fundamentalmente del complejo vitamínico B, con las consiguientes consecuencias en los procesos de crecimiento y maduración.

• Evitar la ingestión excesiva de proteínas (principalmente de origen animal) y grasas

saturadas, para prevenir el aumento de colesterol en sangre con el consiguiente desarrollo de ateroma y, por tanto, la aparición de enfermedades cardiovasculares en edades posteriores. Asimismo, debido al alto aporte calórico de las grasas, el abuso de las mismas puede condicionar ganancia de peso y obesidad. Por otra parte, la elevada ingestión de proteínas, a pesar de que las mismas tienen una importancia capital en el crecimiento del niño y adolescente, puede tener efectos indeseables sobre la salud y la capacidad para desarrollar trabajo físico, tales como deshidratación, desmineralización, sobrecarga hepática y renal, entre otros.

• Potenciar el consumo de alimentos crudos, con el fin de conseguir un adecuado aporte de

vitaminas hidrosolubles (B y C), minerales y fibra, base de un adecuado funcionamiento corporal y necesario para el crecimiento y desarrollo en etapas evolutivas, así como clave para prevenir el estreñimiento. A ello hay que unirle las funciones antioxidantes que tienen los mismos, tan importantes para compensar los procesos de oxidación condicionados por la práctica de actividad física, así como para prevenir los procesos de envejecimiento celular.

• Evitar ingerir drogas legalizadas (alcohol, tabaco y algunos medicamentos) y, por supuesto,

las no legalizadas, para lo cual se requiere utilizar no conductas de prohibición, sino de adecuados modelos a imitar y de información, además de la adquisición de actitudes

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positivas hacia otras conductas alternativas igual de gratificantes o más (Mendoza y cols., 1994). Asimismo, el profesional de la actividad física y el deporte debe hacer reflexionar a sus alumnos de que muchos de los patrocinadores de los eventos deportivos son multinacionales de dichas drogas (póngase, por caso, las de alcohol o tabaco), y que no por ello debe establecerse una relación positiva entre el rendimiento deportivo y el consumo de las mismas, que es lo que en gran medida pueden buscar dichas entidades.

• Crear una actitud crítica hacia los patrones consumistas de nuestra sociedad,

fundamentalmente en lo referente a la comida rápida y los suplementos alimentarios, tanto en la vida normal como en la práctica de ejercicio físico y entrenamiento. No debe obviarse el continuo incremento que se está produciendo del consumo de dichos suplementos, no sólo en el deporte profesional, sino en la práctica físico-deportiva de base y de recreación, como consecuencia del alto poder persuasivo que ejercen los medios de comunicación. Por otra parte, no debe olvidarse la ingente propaganda que cada día nos vende un cuerpo estéticamente perfecto, mediante el consumo de alguna píldora o producto con “poderes mágicos”, con las consecuencias tan negativas que ello reporta sobre la salud psicológica de la población (y, por tanto, sobre el resto de los componentes de la salud), sobre todo condicionando conductas de anorexia y bulimia en adolescentes (Toro, 1996), u obsesión por la práctica de actividad física para conseguir un cuerpo musculoso (alteración que se está comenzando a denominar “vigorexia”). En su conjunto, debe educarse a la persona a que sea crítica con el salutismo, entendido el mismo como el conjunto de creencias, valores y prácticas sociales que conforman una conciencia falsa o limitada sobre el verdadero concepto de salud (Devís y cols., 2000). Además habría que intentar recuperar la cocina tradicional, tan rica en un país como España, así como debería existir una apuesta fuerte por volver al comensalismo frente a la comida rápida y/o comida televisiva.

Ante esta panorámica general, y dado que muchos de los mitos de una alimentación

milagrosa se unen a la práctica de actividad física, el profesional en Educación Física, desde cualesquiera de los ámbitos laborales, debe adoptar una actitud de intervención para intentar paliar algunos de los problemas que pueden condicionar estos hábitos alimenticios insaludables. Casi siempre, esta intervención, al menos en los casos en que se ha dado a conocer, ha tenido un carácter eminentemente informativo, realizándose durante la propia práctica de actividad físico-deportiva o a través de charlas puntuales sobre temas específicos. En la actualidad, atendiendo a propuestas más globales sobre el tratamiento de la alimentación en la escuela, se ha comprobado que este tipo de estrategia tiene un valor muy limitado, por lo que proponemos un tratamiento más globalizado como el que se presenta en la Unidad Didáctica.

5. Prevención de accidentes, y conocimiento y aplicación de los primeros auxilios básicos: El elemento clave para evitar la utilización de estos primeros auxilios es el conocimiento de las causas de aparición de un accidente (Junta de Andalucía, 1990). Por ello, el profesorado debe conocer y enseñar las causas fundamentales de accidentes en el ámbito escolar y fuera del mismo, entre las que destacan muy por encima de las demás las caídas, así como las normas básicas de actuación ante las posibles consecuencias (traumatismos, heridas, pérdida de conocimiento, etc.) que puedan producirse por las mismas. Para este objetivo, se ha planteado en la Unidad la enseñanza del concepto “PAS” (proteger al accidentado, avisar a los servicios sanitarios y socorrer a la victima), actuándose desde la simulación, mediante expresión corporal, o en casos reales cuando sea pertinente. Por otra parte, existe una serie de circunstancias que desaconsejan la práctica de ejercicio físico, al menos intenso, por el aumento de posibilidades de padecer accidente o malestar. Entre ellas destacan los momentos de la digestión, el estado de fatiga, situaciones de sedentarismo habitual y tras consumo de tabaco.

A través de la creación de estos hábitos saludables de vida condicionados por la práctica de

actividad física y deportiva, de forma regular y adaptada a las posibilidades e intereses de los niños y adolescentes, se posibilita un adecuado cuidado del cuerpo y el desarrollo de la autoestima y autonomía, mejorando el estado de bienestar y calidad de vida, así como la prevención de enfermedades a corto plazo y en edades posteriores.

B) Desarrollo de la condición biológica (o física):

1. Desarrollo de la condición física orientada a la salud:

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Actividad Física: Hábito para la Salud Manuel Delgado Fernández

Eje de la Unidad Didáctica, atendiendo a lo expuesto previamente, este bloque de contenidos

será tratado más detalladamente con posterioridad. Ahora sólo consideramos necesario indicar que, si bien en el adulto están bien descritos los criterios para la recomendación de actividad física con el fin de conseguir un desarrollo adecuado de la CFS (American College of Sports Medicine, 1998a), en niños y adolescentes sigue sin encontrarse un consenso internacional, aunque existen recomendaciones que se toman como referencia, tales como las de Simons-Morton y cols. (1988), Rowland (1990) y Pangrazzi y cols. (1996), referidas a niños, y las de Sallis y Patrick (1994), enfocadas a adolescentes. Generalmente, estas recomendaciones están bastante bien detalladas en el caso de la resistencia cardiorrespiratoria, quedando mucho más abierta para el desarrollo de la fuerza y resistencia muscular, así como para la amplitud de movimientos (Delgado, 1997b; Delgado y cols., 1997). En España, trabajos como los de Generelo (1996) y Sierra (1998) han estudiado el compromiso fisiológico de las clases de Educación Física, fundamentalmente desde el punto de vista cardiorrespiratorio, y en el mismo sentido se ha estudiado en la vida cotidiana del niño (Tercedor, 1998). Ante la falta de estos datos, algunos principios generales que debería de cumplir el ejercicio para conseguir estos objetivos son: adecuación (respetar las limitaciones físicas y características peculiares de los alumnos/as), individualización, progresión, continuidad (como mínimo tres veces por semana) y globalidad (de las capacidades físicas, de los grupos musculares y de los sistemas funcionales). Asimismo, para que el alumnado se adhiera a la práctica de la actividad ésta debería ser lúdica, significativa, con funcionalidad futura y que permita su autonomía (Delgado y Torres, 1998); criterios todos ellos tenidos en cuenta a la hora de diseñar la Unidad Didáctica.

2. Evaluación del nivel de aptitud física; indicaciones y contraindicaciones a la práctica de actividad física:

Además de esta recomendación de actividad física para la salud, es necesario conocer en profundidad el nivel inicial de condición o aptitud física del niño, unido al estado de salud general, así como su evolución (Santonja y Martínez, 1992), para poder determinar las actividades indicadas y contraindicadas de los niños que posean alguna alteración del estado de salud, o bien para adaptar las actividades a las posibilidades y limitaciones de la persona, atendiendo a su nivel de desarrollo de la condición física y de la habilidad motriz. En esta línea de trabajo quedarían incluidas todas las adaptaciones curriculares necesarias para los alumnos con necesidades educativas especiales, para cuya puesta en práctica disponemos de un texto elaborado a partir de un seminario sobre actividad física y salud realizado por Cano y cols., en 1997.

Igualmente y sin olvidar la importancia del componente de composición corporal en la CFS,

es necesario disponer de índices y parámetros fáciles de evaluar para conocer el estado de salud. Entre los muchos existentes, merece ser destacado el índice de masa corporal, que informa de la relación entre peso y talla, y la ratio abdomen/cadera, que indica la localización de la acumulación de grasa corporal (Hernández, 1993). Todo ello con el fin de que la actividad física que realice el niño o adolescente sea enfocada hacia una disminución de la grasa y un aumento de la masa muscular y la osificación del esqueleto, para que no aparezcan trastornos en la salud (Delgado y cols., 1997), pero sin condicionar una obsesión por el cuidado de la estética corporal, que puede conllevar la aparición de enfermedades como la anorexia o bulimia (Toro, 1996).

En su conjunto, este desarrollo de la condición biológica a partir de la evaluación del nivel de

aptitud física y salud permite un mantenimiento de la funcionalidad corporal de forma adecuada, posibilitando la autonomía personal en la práctica de actividad física y en tareas cotidianas que requieren de la misma, así como previniendo la aparición de enfermedades hipocinéticas, características de las sociedades industriales y tecnológicamente avanzadas. Desde este bloque de contenidos se llevará a cabo la propuesta de la Unidad Didáctica, utilizándose los criterios que se necesitan conocer para mejorar o mantener la condición física orientada a la salud, como las guías sobre las que el alumnado deberá diseñar y llevar a cabo su programa individual de acondicionamiento físico-salud.

C) Correcta utilización de espacios y materiales:

1. Análisis crítico sobre el estado de las instalaciones:

La limpieza, ventilación, luz y estado de los materiales, tanto de vestuarios (patios, gimnasio, etc.), como de las pistas deportivas, debe ser cuidadosamente analizado. Deben estudiarse

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Actividad Física: Hábito para la Salud Manuel Delgado Fernández

detenidamente las irregularidades de las superficies, procurar que no existan objetos dispersos por ella (tanto deportivos como no deportivos), así como considerar su grado de deslizamiento-rozamiento. Igualmente, debe ser evaluada la higiene de las instalaciones (De la Cruz, 1989; Junta de Andalucía, 1990; Tercedor, 1994; 2000).

2. Utilización del material adecuado:

El estado del material deportivo, gimnástico y escolar debe ser frecuentemente analizado (Junta de Andalucía, 1990), apreciando su nivel de deterioro -astillado, oxidado, adecuada sujeción, etc.- y su adecuación a las posibilidades del niño -balones más pequeños y de material no rígido, puños de raquetas finos, altura de canastas inferior, etc.- (Cruz, 1989; Devís, 1998; Tercedor, 1994, 2000). En otro sentido, no debe olvidarse la enseñanza del correcto transporte de objetos pesados o livianos que deban ser soportados durante un largo período de tiempo, tales como la bolsa de material deportivo o las mochilas escolares, por el perjuicio que ejerce sobre la columna su inadecuada ubicación (Cantó y Jiménez, 1998).

En la Unidad Didáctica se ha planteado una carrera de orientación que permita al alumnado

poder realizar un análisis de los criterios planteados sobre la utilización de instalaciones y materiales, para que descubra muchos de los mismos mediante una reflexión crítica.

3. Utilización de una vestimenta deportiva correcta:

Debe analizarse si la ropa (holgada, ligera, adecuada a las condiciones climatológicas, etc.), el calzado y los protectores (coderas, rodilleras, cascos, gafas, gorras, etc.) se adecuan o no al tipo de actividad física practicada (De la Cruz, 1989; Devís, 1988; Tercedor, 1994). Igualmente, deben evitarse objetos metálicos en clase, como anillos, pendientes, pulseras, etc. Además, el calzado deportivo no debe ser usado a diario, por las alteraciones que puede producir en la bóveda plantar.

El correcto estado y utilización de los espacios y materiales donde el niño o adolescente va a

llevar a cabo su actividad física se convierte en fuente de prevención de accidentes y, por tanto, en fuente de promoción de salud.

En conjunto, esta planificación de contenidos y actividades debería dar como resultado final

(Delgado, 1994, 1996, 1999a-b; Delgado y Tercedor, 1998, 2002): el placer por el cuidado del cuerpo, la valoración de la importancia de un desarrollo físico equilibrado sobre la salud (física, psíquica y social) y la aceptación de las posibilidades personales, para evitar riesgos innecesarios que dañen la salud. Dado que el tiempo que los niños y adolescentes están practicando actividad física en horario escolar es muy pequeño con respecto al total del dedicado a dicha práctica, la eficacia de las clases de Educación Física en la etapa de formación debería medirse por la capacidad que tengan para motivar e interesar al alumnado a una práctica regular y voluntaria de actividad física en su tiempo libre, así como a conseguir una coherencia interna entre el enfoque teórico de actividad física para la salud y su puesta en práctica real. Esto lleva a tener que hacer compatible una actividad física que permita que la persona disfrute de la misma, pero a la vez que exija un nivel de esfuerzo y dificultad que sea significativo para el alumno, y que le permita desarrollar su condición física y su nivel de habilidad motriz. En palabras de Sánchez Bañuelos (1996:282):

La eficacia de dichas clases (las de educación física) no pueden estar basadas en lo que

realmente se puede conseguir en las mismas, sino que en gran parte, su utilidad estará basada en la capacidad que demuestren para motivar una práctica regular de la actividad física de carácter voluntario en el tiempo libre, a la vez que ser capaz de encauzarla hacia un tipo de ejercicio físico saludable.

Para superar ese difícil reto, las clases de Educación Física deben aportar al niño y al adolescente dos componentes: por una parte, ... suponer un disfrute, a partir del cual desarrolle una actitud favorable...; y por otra parte, las clases deben tener una necesaria exigencia, es decir, plantear unos niveles de esfuerzo y dificultad que resulten significativos para el alumno, y que le den una sensación de utilidad concreta y aprovechamiento del tiempo.

Por tanto, y para concluir este apartados, la labor del profesional en Educación Física y

Deportiva no debe quedar reducida a su actuación en los centro educativos o escuelas deportivas,

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sino que debe fomentar, sobre todo, la creación de un hábito de vida activo. Para ello, su quehacer ha de ir más encaminado a enseñar al niño o adolescente por qué, cuándo y cómo debe realizar la actividad fisico-deportiva -saber hacer-, que a la consecución de objetivos específicos de rendimiento -conseguir hacer- (Delgado y Tercedor, 1998), haciendo compatible el disfrute de la misma con un nivel de exigencia significativo para el alumno.

5 RECOMENDACIONES DE PRÁCTICA DE ACTIVIDAD FÍSICA ORIENTADA A LA CONDICIÓN FÍSICA-SALUD Dado que no existen unas recomendaciones suficientemente corroboradas a nivel científico en adolescentes que nos permitan orientar en los criterios para diseñar un programa de acondicionamiento físico orientado a la salud, se exponen a continuación las recomendaciones realizadas por el ACSM para adultos en el año 1998a (tabla 6), que recordamos van más dirigidas al grado de fitness que al propiamente de salud, respondiendo bastante bien, por tanto, a los ámbitos fundamentales de trabajo de los profesionales de ciencias de la actividad física y del deporte. Estas recomendaciones son los contenidos conceptuales básicos que habrá que enseñar al alumnado para que sea capaz de diseñar su propio programa de acondicionamiento físico. Tabla 6. Recomendación de práctica de actividad física orientada al desarrollo de la condición física relacionada con la salud según el ACSM (1998a)

Tipo de actividad Frecuencia Duración Intensidad

Resistencia cardio- Respiratoria

Actividad que emplee grandes grupos musculares; continua, rítmica y aeróbica.

3-5 días / semana

20-60 minutos (en períodos de más de 10 minutos).

55%-65% a 90% FC máx. 40%-50% a 85% VO2 Reserva o FC Reserva.

Fuerza y resistencia muscular

Entrenamiento con cargas de grandes grupos musculares.

2-3 días / semana

Tiempo necesario para 8-10 ejercicios.

8-12 repeticiones máximas (RM) (10-15 RM en sujetos desentrenados o mayores).

Amplitud de movimiento

Estiramientos musculares y movilidad articular de grandes grupos musculares. Técnicas estáticas y dinámicas.

Al menos 2-3 días / semana

15-30 segundos por ejercicio con 4 repeticiones por grupo muscular.

Sin dolor.

Composición corporal

Actividad aeróbica para controlar peso corporal y masa grasa. Entrenamiento de carga para mantener peso libre de grasa.

Tomado de Delgado y Tercedor, 2002. Los criterios siguen un modelo que se ha definido con diferentes siglas y que en el presente texto vamos a considerar como F.I.D.T. (frecuencia, intensidad, duración y tipo), al que se debe adicionar la progresión en el trabajo. Autores como Devís y cols. (2000) introducen también la variedad. Antes de indicar sus elementos más relevantes, deben considerarse como premisas fundamentales las siguientes:

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• Los efectos del entrenamiento están en relación al estímulo de la carga: mayores efectos a mayores cargas, aunque se puede entrar en un nivel de riesgo para cargas elevadas.

• Necesidad de especificidad de los estímulos, sobre todo en lo referente a las capacidades de fuerza y amplitud de movimiento. La resistencia aeróbica, dado que es una capacidad eminentemente metabólica, puede ser trabajada de formas muy distintas y válidas.

A continuación se clarifican algunos conceptos sobre los criterios expuestos en la tabla que

serán necesarios tener en cuenta a la hora de llevar a cabo la Unidad Didáctica. 1. Resistencia cardio-respiratoria o aeróbica:

Para el desarrollo de esta capacidad física tendría validez cualquier tipo de actividad que emplee grandes grupos musculares, que pueda ser mantenida de forma continua y que sea de naturaleza rítmica y aeróbica (andar, correr, nadar, montar en bicicleta, bailar, danzar, esquí de fondo, saltar a la comba, remar, subir escalones, patinar, juegos de resistencia o combinaciones de las anteriores). También han sido incluidas en la Unidad Didáctica actividades en forma de entrenamiento rotativo o trabajo interválico en forma de relevos, así como situaciones deportivas reducidas o de adversarios. Desde un punto de vista práctico, se pueden establecer dos grandes formas de trabajo:

a) Actividades de resistencia cardiorrespiratoria.

Considerando que el criterio de eficacia es el gasto energético total, el tipo de actividad no influye notablemente en este tipo de recomendación, salvo por consideraciones psicosociales que, por otra parte, nunca deben ser despreciadas, dado que en ellas se puede encontrar la clave para la adhesión a los programas (Dishman y Sallis, 1994). Tan sólo el criterio de especificidad en cuanto a la musculatura a desarrollar condicionaría un tipo de actividad sobre otra. Por otra parte, se ha verificado la utilidad de entrenamiento cruzado (crosstraining) para conseguir efectos beneficiosos, evitando la sobrecarga del aparato locomotor por repetir siempre el mismo tipo de actividad. Atendiendo a este posible efecto, las actividades físicas se han clasificado atendiendo al nivel de riesgo ortopédico que pueden ocasionar (ACSM, 1995b):

• Actividades de bajo impacto. Modifican poco la verticalidad del centro de gravedad, como,

por ejemplo, caminar, montar en bicicleta, patinar, etc. Si además se realizan sin carga externa, son las ideales para empezar un programa.

• Actividades de alto impacto. Modifican notablemente la verticalidad del centro de gravedad, como, por ejemplo, carreras y saltos. Deben utilizarse posteriormente y a ser posible sin carga externa. Este tipo debe ser especialmente cuidado en personas mayores con sobrepeso o en mujeres desentrenadas. Igualmente, los desplazamientos muy rápidos pueden ser perjudiciales, al menos en personas desentrenadas y mayores.

b) Actividades de fuerza y resistencia muscular en circuito:

Utilizado no como única herramienta, sino como un medio más dentro del acondicionamiento cardiorrespiratorio, este tipo de actividad puede mejorar de promedio un 6% el VO2 máx., incrementándose al 15% si se intercala con pequeñas series de carrera (1-2 minutos). Esta mejora añadida a los beneficios que este tipo de trabajo produce sobre la fuerza y resistencia muscular, así como sobre la composición corporal, lo convierten en un modo bastante recomendable de realizar actividad física orientada a la salud. Rodríguez (1995ª) indica la posibilidad de utilizar las actividades físicas cotidianas como una parte fundamental de esta recomendación. Así, refiere tres grandes grupos: • Transporte: subir y bajar escaleras, ir al trabajo o a la escuela a pie o en bicicleta (o en

patinete), ir caminando a almorzar, comer o cenar, etc. • Actividades domésticas: actividades de limpieza, jardinería, bricolaje, otras. • Actividades recreativas: excursiones de fin de semana a pie o en bicicleta, pasear por la

ciudad o por el campo, buscar setas u otros frutos, juegos, bailes, deportes en formas jugadas, ir a nadar a la playa, río o piscina.

Asimismo, este autor, siguiendo las recomendaciones del ACSM de 1990 y 1991, expone como actividades ideales para iniciar un programa las que permiten mantener constante la intensidad y exista poca interindividualidad de gasto energético entre las personas (por ej.: caminar, correr a

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ritmo lento o moderado, montar en bicicleta, saltar a la comba, etc.); después se pasaría a aquellas de intensidad constante pero con variabilidad energética de gasto (por ej.: nadar, esquí de fondo, remar, correr a ritmo rápido, subir montañas, etc.), para terminar con actividades de intensidad variable y variabilidad de gasto energético (por ej.: bailar, jugar a deportes colectivos, squash, tenis, esquí alpino, etc.). Respecto a la intensidad del esfuerzo, en la Unidad Didáctica se propone enseñar al alumnado su control mediante el concepto de trabajo aeróbico saludable (WAS). Éste se planteará persiguiendo que el alumno aprenda a dosificar su esfuerzo por control de la frecuencia cardíaca, dado que es el indicador más fácil de utilizar (véanse los otros indicadores utilizables, según la tabla 7), a pesar de los inconvenientes que podría ocasionar su utilización con adolescentes, como se comentará posteriormente. Tabla 7. Clasificación de la intensidad de la actividad física, basada en actividad física hasta 60 minutos de duración

Actividad de resistencia cardiorrespiratoria Ejercicio de fuerza

Intensidad relativa1 Intensidad absoluta (METs) en adultos sanos (edad en años)2

Intensidad relativa3

Intensidad

VO2R

(%) FCR (%)

FCMáx (%)

RPE Joven (20-39)

Edad media (40-64)

Mayor (65-79)

Muy mayor

(+80 a)

Contracción voluntaria

máxima (%)

Muy suave

<20 <35 <10 <2.4 <2.0 <1.6 <1.0 <30

Suave 20-39

35-54 10-11 2.4-4.7

2.0-3.9

1.6-3.1

1.1-1.9 30-49

Moderada

40-59

55-69 12-13 4.8-7.1

4.0-5.9

3.2-4.7

2.0-2.9 50-69

Dura 60-84

70-89 14-16 7.2-10.1

6.0-8.4

4.8-6.7

3.0-4.25

70-84

Muy dura

>85 >90 17-19 10.2-11.9

>8.5 >6.8 >4.25 >85

Máxima 100 100 20 12.0 10.0 8.0 5.0 100 1Valores máximos como medidas tomadas en pruebas máximas en sujetos adultos sanos. VO2R = consumo de oxígeno de reserva; FCR = frecuencia cardíaca de reserva; FCM = frecuencia cardíaca máxima; RPE = Percepción subjetiva del esfuerzo según escala de Borg de 6-20 (Borg, 1982). 2 Intensidad absoluta (METs) evaluados aproximadamente como valores medios para hombres. Para mujeres los valores medios son aproximadamente 1-2 mets menor que para ellos. 3Basada en 8-12 repeticiones para personas por debajo de 50-60 años y 10-15 repeticiones para personas de 50-65 años y mayores. Department of Health and Human Services. Physical activity and health. A report of the Surgeon General. Atlanta: U.S. Deparment of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Crhonic Disease Prevention and Health Promotion, 1996.

Tomado de American College of Sports Medicine, 1998. Ob.cit. pág. 978.

La frecuencia cardiaca presenta una relación directa con el consumo de oxígeno para esfuerzos continuos y prolongados, rompiéndose dicha linealidad en esfuerzos máximos o intermitentes. Dado que la intensidad se establece a partir de un máximo, se hace necesario conocer dicha FC máxima (FCmáx). Existen básicamente cuatro formas (Rodríguez, 1995ª):

• Medirla directamente en una prueba de esfuerzo máxima. • Medirla al final de un esfuerzo intenso y prolongado (entrenamiento intenso o test de campo). • Valorarla mediante una ecuación de predicción.

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• Estimarla mediante datos normativos de referencia.

Esta última forma es la que tiene mayor aceptación práctica, pero conlleva sus errores, que no deben ser despreciados. Así, utilizando la fórmula más extendida por Karvonen, donde FCmáx = 220-edad (en años), se comete un error medio de 15 lpm (latidos por minuto). Bouzas y Giannichi (1998) plantean la necesidad de utilizar la más adecuada, atendiendo fundamentalmente a variables de sexo y edad. Respecto a la edad, esta estimación incrementa mucho el error cuando se utiliza con niños y adolescentes, dado que los mismos pueden llegar a superar dicho techo de 220 lpm. Algunas otras propuestas de fórmulas para predecir la Fcmáx, teniendo en cuenta la edad (aunque no del todo validadas en niños y adolescentes), obtenidas a través de curvas de regresión son según los autores anteriores:

Y = 210 – 0.662·(edad) de Bruce. Y = 217 – 0.845·(edad) de Cooper. Y = 226 – edad de Brick para mujeres. Y = 210 – 0.65·(edad) de Jones.

Para calcular la zona de WAS dentro del que debe trabajar cada persona se pueden utilizar tres formas (Rodríguez, 1995ª): 1ª) Realización de prueba de esfuerzo, con análisis de gases, relacionando posteriormente la FC de trabajo con el consumo de oxígeno. Es la más válida y fiable, pero costosa y de menor aplicabilidad.

2ª) Utilización de la frecuencia cardíaca de reserva, que se obtiene de restar a la FCmáx, la FC basal (o de reposo, aunque a veces no se entiende por igual ambas). Así, para una persona que quiera realizar un esfuerzo al 60%, si tiene 40 años y una FC de reposo de 60 lpm, se tendría. FCmáx = 220 – 40 =180. FCR = 180 – 60 = 120 60% de FCR (60% de 120) = 72 A este valor se suma las 60 de reposo y se obtiene 132 lpm, como FC de trabajo. 3ª) Utilización de un porcentaje fijo de FCmáx.

No debe olvidarse que la FC debe ser revisada periódicamente; dadas las adaptaciones que va a producir el entrenamiento se harán visibles rápidamente con disminución de la FC de reposo o basal. Debido a ello, consideramos la segunda forma de calcular la intensidad como la más apropiada y práctica.

Por último, respecto a la progresión, considerando que existe una relación de dependencia entre los factores frecuencia, duración e intensidad, la posibilidad de progresión es variada, siendo aconsejables sesiones de más duración a menor intensidad y con mayor frecuencia semanal de práctica, que menor número de sesiones a más intensidad y de menor duración. De esta forma, es menos probable la aparición de lesiones y otros peligros potenciales, entre ellos el de abandono de la práctica. 2. Fuerza y resistencia muscular:

La recomendación F.I.D.T. para la fuerza y resistencia muscular puede sintetizarse en (ACSM, 1998a) la realización de 8-10 ejercicios para los grandes grupos musculares (brazos, hombros, pecho, abdomen, espalda, caderas y piernas), dado el carácter específico por grupo muscular, e individualizado por persona, que debe tener dicho trabajo. Se recomiendan ejercicios de tipo dinámico, que puedan realizarse de forma rítmica, con una velocidad moderada a lenta, y ejecutados con una ventilación normal. De esta forma se evita el incremento de tensión arterial que tienden a ocasionar los esfuerzos con cargas pesadas y en régimen isométrico, principalmente cuando se acompañan de la maniobra de Valsalva. Además, el movimiento debe realizarse en todo su recorrido articular. El tipo de contracción muscular también debe ser tenida en cuenta, ya que las de tipo excéntrica condicionan una mayor aparición de dolores y lesiones de los músculos esqueléticos, sobre todo en sujetos desentrenados. Se aconseja empezar por los grandes grupos musculares y evitar dos ejercicios sucesivos de la misma musculatura (Rodríguez, 1995b). Por otra parte, aunque no existe un consenso en la sucesión ideal de trabajo, el anterior autor aconseja el siguiente: muslos y caderas, pecho y brazos, lumbares y posteriores de los muslos, piernas y tobillos, hombros y

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posteriores de los brazos, y anteriores de los brazos. El trabajo de la musculatura abdominal y lumbar debe ser cuidado especialmente, considerando su adecuada ejecución, tal y como indican Sarti, Monfort y cols. en diferentes trabajos realizados al respecto (por ej.: Sarti y cols., 1996), además de considerar las posibles acciones articulares desaconsejadas y la actitud postural, que de forma resumida, siguiendo a Rodríguez (1995b) se sintetizan en: calentamiento y recuperación suficientes, correcta colocación del cuerpo y conocimiento suficiente de la técnica de ejecución de los ejercicios.

Entre los diferentes medios a utilizar para el desarrollo de estas capacidades se encuentran: ejercicios tradicionales de calistenia, bandas elásticas, ayuda del compañero y pesas y máquinas, suponiendo estos últimos los que permiten una mejor dosificación de las cargas de trabajo, dado que hacen posible la dosificación del esfuerzo en función de la repetición máxima (RM), aunque en el ámbito de la salud dicha valoración tiene escasa aceptación. Por ello se utilizan test submáximos de aproximadamente 8 RM. Así, se recomienda realizar una serie de 8 a 12 repeticiones máximas o próximas a la fatiga (para las personas desentrenadas y mayores, una serie de 10 a 15 repeticiones máximas). Este número permite conseguir una mejora conjunta de la fuerza y la resistencia muscular (para ganar más fuerza, menor número de repeticiones y para incrementar más la resistencia muscular, mayor número de repeticiones). Diferentes estudios han verificado que un incremento del número de serie y un aumento de la carga, aunque generalmente condicionan una mayor ganancia de fuerza y de masa libre de grasa, originan un incremento del riesgo de lesiones ortopédicas y problemas cardíacos, además de suponer un aumento del tiempo que debe durar la sesión, lo que puede ser causa de abandono del programa. Este aumento del número de series será necesario para pasar del nivel de CFS al nivel de fitness saludable. 3. Amplitud de movimiento:

El trabajo de la amplitud de movimiento, más frecuentemente denominado flexibilidad, se puede realizar mediante técnicas estáticas y/o dinámicas para el mantenimiento de la movilidad articular y elasticidad muscular, por núcleo articular y por grupo muscular respectivamente, dado el carácter específico de su desarrollo. Aunque se muestra como más efectiva la facilitación neuromuscular propioceptiva que los trabajos balísticos y estáticos; la primera, aplicada en su forma pura, presenta una mayor dificultad técnica para su ejecución, requiriéndose en algunos casos la asistencia de una persona especializada que conozca su forma de implementación. Por ello, se tiende a utilizar formas modificadas (activa/asistida, contracción/relajación, mantener/relajar). Se ha de cuidar siempre realizarlos al final de las sesiones, y si se ejecutan al principio de las mismas, nunca debe hacerse de forma vigorosa. En este último caso necesitaría de un calentamiento previo.

Los grupos musculares que requieren una mayor dedicación son paravertebrales, psoas-iliacos, isquiosurales y cuádriceps, tanto por su repercusión postural como por su frecuente uso. En segundo término, no deberían ser olvidados aductores de la pierna y gemelos.

No existen criterios para dosificar la intensidad del trabajo, salvo que se considere la

aparición del dolor como el límite para ejecutar el movimiento. Los ejercicios deben ser mantenidos de 10 a 30 segundos, notando una ligera tensión por alargamiento pero sin llegar a dolor. Sería ideal llegar hasta cuatro repeticiones por grupo muscular (Taylor y cols., 1990). En total podría suponer entre 5 y 10 minutos por sesión.

Muy en relación con el trabajo de amplitud de movimiento, consideramos pertinente incluir la capacidad de relajación, dado el papel tan importante que ha adquirido como instrumento para combatir el estrés de la vida cotidiana. Heyward (1996) indica como objetivos de la misma la disminución de la actividad electromiográfica, la FC, la tensión arterial, el ritmo de la respiración y el consumo de oxígeno. La recomendación con los criterios F.I.D.T. resulta algo compleja de realizar, aunque siguiendo a Torres (1999), podría quedar resumida en:

• Frecuencia. 3 a 5 veces por semana. • Intensidad. Zona de reposo relativo. • Duración. De 8 a 15 minutos. • Modo de actividad. Ejercicios respiratorios, musicoretapia, ejercicios de automasaje, masaje

por parejas, procedimientos sistemáticos de relajación: métodos de Schultz, Jacobson y Caycedo. En la unidad didáctica este trabajo ha sido contemplado en las actividades de [email protected] y [email protected].

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Entre los medios utilizados, Heyward (1996) los agrupa en técnicas con enfoque físico y técnicas con enfoque mental, así como combinaciones de ambas. En las primeras se encontrarían el ejercicio aeróbico y/o rítmico de baja intensidad, y la técnica de relajación progresiva, entre la que destaca la de Jacobson de 1978 (Delgado y Tercedor, 2002). A ellas se le podrían sumar los ejercicios físicos orientales, como en tai chi, y el masaje. En el enfoque mental se encuentran las técnicas de meditación, como la técnica de Benson de 1975, la representación mental de escenas relajantes, el entrenamiento autógeno de Schultz y, más recientemente, el biofeedback. En el enfoque combinado se encuentra el hatha yoga, que intercala ejercicios de estiramiento, posturas mantenidas (asanas) y ejercicios de respiración. 4. Composición corporal:

La composición corporal ha sido considerada en el modelo de condición física orientada a la salud, ya que es el sustrato sobre el que se desarrollan las capacidades físicas, además de que los resultados de dicho desarrollo se ven reflejados en su valoración. Aunque sería aconsejable mantener una buena composición corporal, jamás debería darse tanta importancia en la etapa adolescente como para llegar a condicionar una obsesión por el cuidado de la imagen o estética, que podría ser causa de aparición de trastornos psicológicos.

Generalmente, estas medidas y parámetros se dividen en tres grupos: antropometría,

composición corporal y proporcionalidad. Desde el punto de vista antropométrico, tienen una gran relevancia el peso y la talla corporal, aunque es un indicador más adecuado el índice de masa corporal, que nos relaciona a ambos mediante la siguiente fórmula matemática: I.M.C. = peso (kg) /talla2 (mt).

Edad 15-19 20-29 30-39 40-49 50-59 Hombres 19-24 20-25 20-25 21-25 21-25 Mujeres 19-24 20-25 20-25 20-25 20-25

Los valores reflejados en la tabla indican los rangos en que la relación peso/talla son saludables. Teniendo en cuenta que a veces el exceso de peso puede ser muscular, como ocurre en personas deportistas, es necesario corroborar los valores anteriores con otros referentes, como es el caso de la relación abdomen-cadera, uno de los mejores indicadores de la composición corporal. Así, es de consenso general que, para casi toda la práctica físico-deportiva, se aconseja una primacía del componente o tejido muscular sobre los demás (graso, óseo y residual). Desde el punto de vista de la salud, se consideran indicadores de obesidad, porcentajes de más del 20 % de grasa corporal en el hombre y más del 30 % en la mujer (Heyward, 1996). En algunas especialidades deportivas se llega a porcentajes tan reñidos con la salud, por su insuficiencia, como el 3 ó 4 %. Teniendo en cuenta la técnica más simple y barata de valoración mediante las medidas de pliegues grasos cutáneos, se han propuesto diferentes parámetros para indicar el adecuado estado de salud, basado en la suma de dos, tres, cuatro o más pliegues. Así, para la de cinco pliegues (bíceps, tríceps, subescapular, cresta ilíaca y paraumbilical), los rangos de salud serían:

Edad 15-19 20-29 30-39 40-49 50-59 Hombres 31-47 32-58 32-63 37-66 36-62 Mujeres 46-69 46-72 48-83 51-81 48-84

No sólo es importante conocer el total de grasa corporal, sino también el lugar en que es depositada (Hernández y cols., 1993). Para ello se utiliza la relación entre la grasa acumulada en el abdomen y la cadera, que desde el punto de vista práctico se obtiene tomando el diámetro mínimo en el abdomen y el diámetro máximo en la cadera De manera matemática se expresaría:

Relación Abdomen/cadera = Diámetro Abdomen/Diámetro Cadera.

Por encima de 0,89 en el hombre y 0,79 en la mujer se considera que la acumulación de grasa esta localizada de forma perjudicial.

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Desde el punto de vista de la actividad física orientada al rendimiento motor, se valoran

además los diferentes tejidos corporales y la proporcionalidad, los cuales no trataremos, dado el enfoque saludable que debe tener la práctica con adolescentes.

Por último, debe tenerse en cuenta que todos los parámetros precedentes deben ser considerados con mucha cautela en las etapas de crecimiento, desarrollo y maduración, puesto que sus valores varían atendiendo a la edad cronólogica, así como a la edad biológica (Malina y Bouchard, 1991). En España se suelen seguir las tablas de crecimiento de Hérnandez y cols. (1993). De la misma forma, también resulta interesante destacar los valores anormales que se obtienen en los niños y adolescentes al aplicar fórmulas para hallar los porcentajes corporales de masa muscular, sobre todo en el sexo femenino, y la ausencia de datos normativos en relación con algunos índices como la relación entre abdomen/cadera.

5. Sesión integrada de acondicionamiento físico orientado a la salud: Todo lo expuesto hasta el momento por separado para poder explicar más pormenorizadamente cada capacidad puede y, entendemos, debe ser agrupado en una misma sesión de trabajo en la mayoría de las ocasiones. Para ello, debe seguirse el modelo de sesión planteado en el apartado de hábitos saludables de trabajo. Ésta tendrá una duración media de 60 minutos (más/menos 20 minutos), debiéndose incluir en todas el desarrollo de la capacidad cardiorrespiratoria y amplitud de movimiento. La primera ocupará la parte central de la sesión y la segunda podrá ir ubicada al principio, durante o al final de la sesión. En el caso de ir acompañado de un trabajo más específico de relajación, se recomienda en último lugar. En los días que se trabaja acondicionamiento muscular, sobre todo si éste tiene un enfoque hacia el nivel de fitness saludable, debería ubicarse al principio, tras el calentamiento. Si el enfoque es eminentemente de salud, podrá localizarse tanto al principio, en el propio calentamiento, como en la parte final de la sesión, antes del trabajo de amplitud de movimiento y relajación.

Aprovechamos este momento para indicar que, aunque en el ámbito educativo no se hace tan imprescindible el calentamiento, como sí ocurre en la práctica deportiva fuera del mismo, ya que gran parte de las sesiones de la Unidad Didáctica va a tener un enfoque de acondicionamiento físico, se hace necesario su aprendizaje, como se propone en diversas tareas sobre calentamiento y movilidad articular. Se presentan actividades para enseñar conceptual y procedimentalmente la estructura del calentamiento general y específico; se pretende que el alumnado llegue a elaborar un fichero de ejercicios y actividades de amplitud de movimiento que, además, le sirva para conocer los grupos musculares, los movimientos articulares y los rangos de movimiento de cada articulación.

Por otra parte, aconsejamos que en los días que el ejecutante se encuentre fatigado, física o psicológicamente, se acuda más al trabajo de amplitud de movimiento y relajación, ya que, aunque los otros tipos de esfuerzos pueden dar una sensación de alivio transitorio de la fatiga -posiblemente por sensación de catarsis- (Heyward, 1996), supone una sobrecarga orgánica en un cuerpo que viene previamente cansado.

6. Recomendaciones de actividad física orientada a la condición física-salud en la infancia y adolescencia:

El conocimiento que se tiene en la actualidad sobre las recomendaciones que orientan la actividad física de niños y adolescentes en un desarrollo de la condición física orientada a la salud es insuficiente, presentando evidentes lagunas e incluso, en algunos casos, evidentes contradicciones (Cale y Harris, 1993. Pangrazzi y cols, 1996; Simons-Morton y cols., 1988). El estudio de la resistencia cardiorrespiratoria, evaluada fundamentalmente a través del VO2máx, junto con el conocimiento de la composición corporal, son los componentes de la CFS más detallados (Sánchez Bañuelos, 1996). La razón fundamental de esta ausencia de conocimiento se puede hallar en la dificultad de establecer estudios con suficiente rigor científico en edades evolutivas (Malina y Bouchard, 1991), así como por consideraciones de tipo ético en la intervención con niños y adolescentes, en los cuales la integridad personal debe estar por encima de toda necesidad de conocimiento científico.

Consiguientemente, y por añadidura, deben conocerse muy bien las respuestas al ejercicio físico y las adaptaciones al entrenamiento que se dan en las diferentes fases evolutivas. Este conocimiento requiere un volumen de información que se escapa al contenido de esta fundamentación, para el cual

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aconsejamos la lectura de textos como Bar´Or (1983, 1989), Malina y Bouchard (1991), Hahn (1988), Riddoch y Boreham (1995), así como algunas aportaciones realizadas por el que suscribe y cols., tales como Delgado (1995) y Delgado y cols. (1997), entre otras. De este conjunto de respuestas y adaptaciones pensamos que deben ser comentadas al menos las siguientes, dado que permitirán un mejor entendimiento de la dificultad de dar una recomendación pertinente. • El metabolismo basal y durante el esfuerzo físico es superior en la infancia y adolescencia que en

la edad adulta, hasta un 20 ó 30 % mayor, lo que dificulta la interpretación de la intensidad del ejercicio respecto al criterio del gasto energético. Igualmente, condiciona un control más exhaustivo del aporte energético y de nutrientes esenciales.

• La frecuencia cardíaca es mayor, tanto en reposo como durante la actividad física, siendo los valores más elevados cuanto menor edad tiene el niño. Por ello, las fórmulas de prescripción de intensidad a partir de un valor de FCmáx teórica utilizadas en adultos no son válidas para niños. Esto es así hasta el punto de que, a elevadas intensidades, el niño supera los valores máximos (por ej.: 220 lpm). Además, debe considerarse que la niña, al igual que la mujer, responde con FC más elevada que el niño u hombre, para esfuerzos, sobre todo submáximos.

• La peor calidad de los procesos ventilatorios en el niño, caracterizados por una ventilación muy superficial, permiten una gran mejora en los parámetros relacionadas con la misma, tales como volumen corriente, volumen espiratorio máximo, capacidad vital, etc., cuando éstos se entrenan de manera apropiada.

• La percepción subjetiva del esfuerzo presenta una relación inversa con la edad, por lo cual los niños perciben los esfuerzos mucho más livianos de lo que realmente son, convirtiéndose dicho fenómeno en un elemento de riesgo. A la inversa ocurre con las personas mayores. Por consiguiente, la utilización del RPE para dosificar la intensidad del esfuerzo no resulta del todo apropiada, aunque no conocemos estudios que analicen en profundidad la repercusión que podría tener un proceso de familiarización con el mismo a medio o largo plazo.

• La insuficiencia metabólica durante la infancia, debida principalmente a insuficiencias a nivel hepático, suprarrenal, hormonal y enzimático, resulta en una peor capacidad del niño para esfuerzos anaeróbicos, condicionando una menor producción de ácido láctico a altas intensidades respecto al adulto (paradoja del lactato).

• El metabolismo indiferenciado del niño es causa de la compatibilidad de poseer una excelente capacidad aeróbica y anaeróbica simultáneamente y, por ello, en los casos de niños con un alto potencial metabólico es difícil conseguir adaptaciones en ambas capacidades. Por el contrario, los niños con bajo potencial tenderán a mejorar, en su conjunto, cuando son entrenados.

• Sin menosprecio del apartado anterior, la capacidad aeróbica en la infancia es de difícil mejora, sobre todo si se evalúa a partir del VO2máx, a causa de la excelente condición que presenta el niño de la misma y de la dificultad de medir adecuadamente este parámetro. Ello se debe a la prevalencia de la utilización de fibras lentas y a la excelente captación del oxígeno por parte de la fibra muscular, entre otras razones. Por el contrario, la capacidad anaeróbica puede ser mejorada en gran medida por las condiciones iniciales más desfavorables. A pesar de ello, sigue siendo un tema de controversia la necesidad, o no, de su entrenamiento en edades infantiles, como se comentó previamente, sobre todo si lo que se busca es la mejora de la resistencia anaeróbica láctica. En efecto, el desarrollo de la misma resulta de trabajar a intensidades muy elevadas, puesto que durante la infancia el umbral anaeróbico se halla a un porcentaje muy alto, cercano a la máxima capacidad funcional de la persona.

• Los valores bajos de hormonas anabolizantes en sangre, principalmente de testosterona, hasta que llega la pubertad, resultan en efectos muy diferenciados ante el entrenamiento de fuerza atendiendo a la edad biológica. Antes de la pubertad las adaptaciones se producirán fundamentalmente sobre factores nerviosos, mientras que a partir de la misma será la hipertrofia muscular la principal responsable, principalmente en varones.

• Desde el punto de vista biológico, los daños sobre el aparato locomotor son la principal causa de fracaso en los programas de acondicionamiento físico en edad escolar. Esfuerzos inadecuados de fuerza o amplitud de movimiento provocan alteraciones insaludables sobre ligamentos, cápsulas, tendones, músculos y huesos. Igualmente, el descuido de los procesos de termorregulación,

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bastante deficitarios en niños, condicionan trastornos sobre la salud, principalmente transitorios, tales como golpes de calor o enfriamientos. De cualquier forma, deben ser bien controlados, ya que en ocasiones pueden llegar a ser muy graves.

A consecuencia de lo expuesto hasta el momento, las escasas recomendaciones sobre los

criterios F.I.T.D. que van a ser detallados a continuación se deben contemplar con cautela. a) Resistencia cardio-respiratoria o aeróbica: Siendo la capacidad más estudiada, por su alta relación con las enfermedades cardiovasculares, al considerarse el buen estado del funcionamiento cardíaco y respiratorio como un factor preventivo de las mismas, podemos realizar un análisis de los criterios a partir de los datos reflejados en la tabla 8. Tabla 8. Recomendaciones de actividad física orientada al desarrollo de la resistencia cardiorrespiratoria en la infancia y la adolescencia (tomado de Delgado y Tercedor, 2002)

Autores Población Frecuencia (veces/semana)

Duración (minutos)

Intensidad

Haskell y cols., 1985

Infancia Diaria 30 en una o varias sesiones

Moderada a vigorosa

Riopel y cols., 1986

Infancia Al menos 3 Al menos 30

60% de la capacidad funcional máxima

Simons-Morton y cols., 1988

Infancia Al menos 3 20-30 FC mayor a 140 lpm.

Rowland y Green, 1989. Rowland, 1990. Rowland y cols, 1996.

Infancia Al menos 3 15-60 65-85% ICM FC entre 160-170 lpm FC entre 170-180 lpm

Morrow y Freedson, 1994

Adolescencia Preferentemente diaria

30 Moderada

Sallis y Patrick, 1994.

Adolescencia

Preferentemente diaria o casi todos los días

Al menos 20

Moderada y vigorosa

Pangrazzi y cols., 1996

Infancia Diariamente 30-60 Moderada acumulada

Health Education Authority, 1998

Infancia y adolescencia

Diariamente Al menos 30

Moderada

Aunque existe homogeneización en cuanto al tipo o modo de actividad, que corresponde básicamente a las mismas sugerencias aplicadas en el adulto (no reflejada en la tabla previa), se aprecia una heterogeneidad en el resto de los criterios, así como una falta de especificidad en cuanto a la intensidad. A pesar de ello, existe una tendencia a incrementarse la frecuencia al máximo, es decir, a realizar la práctica de actividad física a diario, en concordancia con el modelo de actividad física para toda la vida. Éste considera que el hábito que se instaura en la infancia y adolescencia condicionará bastante la práctica futura y, por ello, es necesario conseguir niños y niñas físicamente activos. La duración de la actividad aconseja períodos mínimos de 15 minutos, hasta recomendaciones máximas de una hora de duración. El incremento de la frecuencia permitiría periodos de esfuerzos de menor duración. Y, por último, la intensidad, o no se define claramente (moderada o vigorosa) o presenta valores diferentes, incluso para un mismo autor. En este sentido, Rowland y cols. (1996) plantean la necesidad de utilizar umbrales diferentes atendiendo a la edad de los niños, lo que concuerda con una de las consideraciones definidas previamente por nosotros.

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b) Fuerza y resistencia muscular, y amplitud de movimiento.

La escasísima literatura científica que analiza dichas recomendaciones no nos permite definir unos criterios siguiendo la estructura F.I.D.T. Pensamos que ello es debido a la menor significatividad de estas cualidades con el riesgo coronario (y con otros parámetros que valoran la salud biológica) y la gran heterogeneidad en las adaptaciones morfofuncionales que se producen respecto a las mismas en edades evolutivas, así como el excelente estado de elasticidad muscular y movilidad articular que caracterizan al niño y, en menor medida, al adolescente. A modo de ejemplo, las recomendaciones de la Health Education Authority de 1998 plantean que ambas deben ser trabajadas al menos dos veces por semana, pero no se indican criterios específicos de su desarrollo. En el mismo sentido, aparecen sugerencias de otros autores en el ámbito de la actividad física orientada a la salud. Más información se puede obtener respecto al trabajo de fuerza y resistencia muscular con implicaciones de fitness o preparatorios del rendimiento, como la que facilita Marcos (1989b, 2000b) en dos revisiones realizadas al respecto. En lo concerniente a la amplitud de movimiento, las recomendaciones aportadas por Rodríguez García suponen un gran avance, sobre todo a partir de su tesis doctoral en 1998. En ella se valoró un programa de intervención desarrollado en horario escolar en Primaria y Secundaria, utilizando actividades de elasticidad muscular, movilidad articular, fortalecimiento muscular y toma de conciencia corporal, para mejorar la cortedad isquiosural y problemas del raquis en el plano sagital. En este caso, se comprueba la efectividad de un programa que integra el acondicionamiento de diferentes capacidades aplicados con una frecuencia de dos veces por semana. No queremos finalizar este apartado sin expresar dos consideraciones previamente referidas. La primera, referida a la composición corporal, apunta la necesidad de tener en cuenta las curvas de crecimiento y los fenómenos de maduración y desarrollo de estas edades, que obligan a no perder de vista la edad biológica. La segunda, referida a la globalidad de estas recomendaciones, apunta la obligatoriedad que tenemos como educadores de no perder de vista la formación integral de la persona en estas edades evolutivas, no condicionándola nunca al cumplimiento de unos requisitos, más o menos prescriptivos, para conseguir un acondicionamiento físico orientado a la salud (aunque pensamos que este último es necesario, pero no suficiente, para llegar a la educación completa del individuo). 6 BIBLIOGRAFÍA Aguado, X. (1995). Educación Postural de tareas cotidianas en la enseñanza primaria. Una visión ergonómica. Tesis doctoral. I.N.E.F.C. Universidad de Barcelona. American Academy of Pediatrics Committes on Sports Medicine (1990). Strength training, weight and power lifting and body building by children and adolescents. Pediatrics, 86-5; 801-803. American College of Obstetrics and Ginecology (1994). Exercise during pregnancy and the postpartum period. ACOG Technical Bolletin, 189. Int J Gynecol Obstet, 45; 65-70. American College of Sports Medicine (1983). Position stand: proper and improper weigtht loss programs. Medicine and Science Sports Exercise, 15; ix.xiii. American College of Sports Medicine (1990). The recommended quantity and quality of exercise for developing and maintaining cardiorespiratory and muscular fitness in healthy subjects. Medicine and Science Sports Exercise, 265-274. American College of Sports Medicine (1991). Guidelines for exercise testing and prescription. Filadelphia: American Collegue of Sports Medicine, Lea & Fegiber. American College of Sports Medicine (1994). Position stand: exercise for patients with coronary artery disease. Med Sci Sports Exerc, 26; i-x. American College of Sports Medicine (1998ª). The recommended quantity and quality of exercise for developing and maintaining cardiorespiratory and muscular fitness, and flexibility in healthy adults. Medicine and Science Sports Exercise, 975-991.

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