Actitud de ios Estados unidos ttorte íre

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Domlügo 2 de Abril de 1939 III AÑO TRIUNFAL 20 céntimos ttorte íre Año 86 :-: Número 35.601 DIARIO INDEPENDIENTE DE VALLADOLID FUNOADO EN 1854 EL QÚe MAS CIRCULA EN LA REGIÓN CASTELLANA' Actitud de ios Estados unidos WASHINGTON.—Mr. Hull, subse- cretario do! Departamento de Esta- do, en su habitual eoiiíerencüa ron lo» pori<xliií*tas manifentó que había telegrafiado al ministro de Relacio- ne» Exurnores de Burgos diciendo que los Estados Uivídos estaban dis- puest-oj-» a establecer relaciones di- plomáticas con el Gobierno del ge- neral Franco. Roosevelt recibió una prwlania comunicando elfinde la guerra civil en España, revocando por tanto el embargo de armas dirigidas a Espa- rta.—Sté/aní. franco f HaudiCÍQ \A\ VOZ dVl Caudillo ayer enunciando en el parte oficial de guerra las últimas palabras, bus de la paz. El primero de Abril de 1Í139 se anuncia como el día y el año de la victoria, y, en esta pa- labra, VICTORIA, se encie- rra uno de los hechos más culminantes de la Historia de. España. Franco ha sido el autor, y nosotros, actores y esj^eetadoras del magno acon- tecimiento, hemos vivido un período que pasará a la His- toria del mundo como uno de los más grandiosos y decisi- vos. Día á día, el parte oficial de guerra, que redactaba el ipropio Caudillo, fue dando puntualmente y con veraci- dad absoluta, el balance de la epopeya. Todos los espa- ñoles, a esa hora de la no- che, vivían pendientes de la radio, aguardando la pala- bra justa y precisa que na- rraba el valor, el sacrificio, el heroísmo y la sabiduría de nuestro Ejército. Rosario magnífico de emociones y de entusiasmos, que metía en un puno el interés y la emo- ción de los miles de corazo- nes que vivían pendientes de esta comunicación diaria. Cuando se escriba la historia de este período, que no tiene par en grandeza, el historia- dor encontrará el dato pre- ciso no más que recorriendo la línea de estos partes, en los que jamás se veló la ver- dad, y en virtud de los cua- les los españoles supieron ca- da día la realidad viva y pal- pitante de la guerra. Ayer sonó el último parte oficial, con esa pa.labra, FIN, que remata el verso definitivo del poema. La guerra ha terminado, y solemnemente, la voz del Caudillo lo proclama a través de las ondas, poniendo remate decisivo a esta Historia magnífica que, día a día, fueron desgranando los españoles en ciudades y aldeas, en campamentos y hospitales. Toda la confianza y la fe de los españoles en el Caudillo, tuvieron ayer la correspondencia de la noticia final, la noticia de la paz, dictada por el artífice de la victoria. España sintió ayer un minuto de emoción que pasará a la Historia como un minuto decisivo. Radio Nacional de España radió ayer el siguiente comentario: tEl último parte. Con lágrimas en los ojos recibi- mos hoy el último parte, oficial ele guerra del Cuartel general del Ge- neralísimo. El parte ojicial de gue- rra ha sillo désele el primer dia la voz pura, lacónica, militar, del Cau- dillo que. uno a uno, iba incorpo- rando a España pueblos, las ciuda- d-es. Las costas, las fronteras. Ningún español, ni en nuestra zona ni en la roja, ha sabido librar- se de. la'ansiedad Que todos sentia- mos por el parte oficial de guerra del Guartel general del Generalísi- mo. Hasia los mus empedernidos enemigos de nuestra Causa tenían Que reconocer Que no habia en toda España otra verdad que la del parte oficial de Franco. Este parte que daba ambiciosa- mente las cotas sangrientas del Ebro o que rec-ogia en toda su cru- deza la caída de Teruel, bajo una terrible sábana de nieve. Este parte Que sabía decir: «/a guerra en el Norte ha terminad**», o *ha termi- nado la guerra en Caiaiuñait, o bien, hoy precisamente, 1 de Abril, ¡a fra- se suprema, impresionante, enorme, con la cateooria de la victoria final: mía guerra ha terminado-». El parte oficial ha sido la rendi- ción de cuentas que el Ejército cada dia hacia a los espaiwles; todos sa- bíamos lo Que significaban esos números trágicos y gloriosos de las cotas tornadas por él, y sabíamos también lo que quena decir de es- tudio y preparación cada temporada de partes, rezando: «sin novedades dignas de mención». Tal era la veracidad de nuestros partes, u tal fe, se, tenia en ellos, que el Gobierno rojo, en los momen- tos victoriosos de la guerra, dilataba la publicación üc su parte hasta es- cuchar el paire nacional. Porque sa- bia el Comité rojo que la fe de los españoles, aun de los traidores y de los engañados, era para la voz de Franco, hecha parte oficial diario. El parte oficial de guerra del Cuartel general del Geenralisimo ha sido grito de victoria que ha medi- do angustiosamente la vida de los españoles. Todos pasábamos el dia esperando el parte y los periódicos nacimuile.t, eran buscados con más interés sólo cuando una ofensiva en marcha ha- da importante el parte en ellos in- sertado. Habia la iyupacicncia del parte, y todos los españoles sabiamos que buena, señal era que Radio Nacional nos entretuviese durante largos minutos con ^música variada», esa música variada de nuestra poco va- riada discoteca de guerra. El parte oficial tenia palabras tan justas que. además, daba lugar a in- terpretaciones cavilosas; sus pala- bras eran medidas, y sólo los más entregados a cálculos creían enten- der algo en la nota tenida del cor- netín de aviso o en el tono de voz de este locutor que ha tenido el ho- nor de dar, uno tras otro, ¡OÍ partes de guerra en el Cuartel. El parte de guerra ha sido la cosa que más ha hecho sentir a los espa- ñoles su comunidad, su unidad de destino, pe un parte, de guerra de- pendía siempre la vida del hijo, la vuelta a la casa, el rescate de la fa- milia. Un parte oficial de guerra nos hacia recorrer con más amor que nunca el mapa de España y nos grababa para siempre esos nombres gloriosos, que no son las Brandes ciudades, sino los de pueblos hu- mildes: Belchitc, Teruel, Brúñete, Oandesa, Badajoz... En el parte, oficial se veta como la máquina enorme, el organismo Gi- gantesco de un Ejército creciente, que ha llegado a los cientos de mi- les de hombres y al material más perfeccionado, era Una cosa dócil, disciplinada, manejada hábilmente por el pulso firme de nuestro Caudi- llo Franco. En el parte oficial hemos apren- dido que la Patria no se hace en LAS CAMPANAS DE LA PAZ Por FRANCISCO DE COSSÍO A la sállela de Quincixrí*, en un pueblecito de Vizcaya, rn viaje hacia Bilbao, nos llega la noticia de-la liberación de Madrid. No nos da nadie la noticia. La recibimos directamente del paisaje. Es una bandera minúscula, española, en un balcón do ángulo, que enciende en rojo vivo y en oro pá- lido, el verdinegro de 'a piedra, y es, a lo lejos, una campana. No existo elocuencia mas penetrante qu<> la de las campanas. De todas las nostalgias que llevamos en !•« viajes, y en virtud i]<- las cuales acortamos ron el re- cuerdo las distancias, ninguna tan expresiva como la de las campanas* Campanas de nuestro pueblo, fuertes a tixla evocación cotidiana ; campa- nas del amanecer, de la tarde, de la primera misa y del Ángelus, con su voz propia, inconfundible, quo se humaniza como una voz familiar, bus- cando ecos en las estancias profundas, y resquicios en las ventanas, y vií bración en los otratedes... Cuando la t>arl>arje roja quemaba igflesinv yo pensaba siempre en este sacrificio de campanas, caídas en el silencio^ "dejando a los pueblos mudos, sin elocuencia, sin voz... i Qué bien suena a esta hora esta campana ! Me trae el recuerdo de los días de la conquista de Vizcaya, y cómo una tarde, una campana como ésta, compartía sus ecos con el oxtumbar <M cañún. Entonces la caanpa.na llamaba a la oración, hoy. en una locura del volteo, entona el himno do la paz. Así recibo yo la fausta noticia, lejos de todo bullicio mundano en la soledad del campo, hoy vestido de nieve, a solas con mi conciencia y, tam- bién, con mi dolor. La ciudad no me dará después una impresión más viva y sincera de lo que es la Patria. A estas horas estarán sonando toda» las campanas de España, y también las mías, las que arrullaron mi infan- cia, lejanas campanas de difuntos y de misa ,de¿ Gallo. Y así se. repliegan mis recuerdos en el rincón familiar, donde quedan ya tantos huecos, en esa hora solemne para España. He saltado a un tren pequeño de la costa, y en todo lo largo del reco- rrido, hasta BJ!l>ao, ri eatusiasmo ha prendido en aldeas, caseríos, cami* nos aldeanos, plazas de los pueblos... Los balcones flamean sus colgaduras, suenan músicas invisibles, se pierden en los bosques canciones de gargan- tas desconocidas, en las estaciones se apiña la mutitud en gritos, vítores y aplausos... Así corre el tren, con la gran noticia brillando en sus cristales, en los que el sol de la tarde arranca relámpagos de oro. Mas entre todas laa impresiones, la que remueve en lo hondo de mi alma recuerdos, nostalgias, dolores y 'alegrías, es esta campanita solitaria, sola en el paisaje nevado, cantando para sí la gran victoria y sellando en un volteo de locura la hora solemne de la paz. IIllllllllllllll IIII1IIIII1IIIIIIUIIIIIIIIIIIMIIIIII1IIIIII Esta noüie hablará por radio el ilustre general Queipo de Llano Hoy domingo, a las diez y mecr.a de la noche, se dia-igirá pr«r radio a toda España el excelentísimo señor general jefe del Ejér- cito del Sur, don Gonzalo Quelpo de Llano, quien con motivo do la victoria de nuestro glorioso Ejército, hará un llamamienito para la reconstauccián del Santuario dle N" lastra Señor* de la Cabeza. en cuya dieíenea quedaron evidentemente demostradas las virtu- des die la raza a través del heroísmo y valor sin igual de sus de- fensores. « Illlllll IFIÍ[| lllllllll IIIIIIIIIIIUIIIIIÍIIIIII un día y que la constancia del triun- fo diario, de la diaria preparación para el triunfo del dia siguiente, son las bases para conseguir la Pa- tria fuerte y libre. El parte de la guerra nos ha en- señado también mucha política exterior, nos ha recordado que ne- cesitamos una Marina, que en el mar está también la defensa y la grandeza de España. Todos hemos soñado con este mo- mento del último parte oficial de guerra. Aquí está. El último parte oficial, con la victoria limpia y segu- ra, con la victoria con alas y levan- tada a la luz del sol. Con todos los objetivos militares logrados, hasta el último. Nosotros, lo* españolea que hemos vivido esta hora histórica. Los que pertenecemos las generaciones con* ducidas por Franco, recordaremos siempre con unción estos momentos gloriosos y podremos contar ' a los españoles de mañana: tYo fui uno de los que oyeron el último parte de la guerra de liberación. Con el hábil y seguro mando de Franco y con el sacrificio de los mejores. España pudo llegar a uer lo fecha inolvidable y gloriosa del 1 de Abril del ano de la victoria». Todos los dios, a esta misma hora en que se daba el parte oficial de guerra. Radio Nacional recordará a los héroes y a los mártires de la guerra y de la revolución. 1 Cuartel General del Generalísimo.-ESTADO MAYOR OFICIAL DE GUERRA Correspondiente al día 1.° de Abril de 1939.-III Año Triunfal. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINA Wgos 1.° de Abril de 1939. AÑO DE LA VICTORIA MADRID RETORNO A LA VIDA « Por María Matilde Eelmonte ^.jftor las rutas del aire he llegado * Madrid que tantas veces ral- ean nostalgias desde nuestras •iMi iMclonw de la Casa de Campo y - de la Ciudad Universitaria. Hasta i final del vuelo no* han hecho tren- Ios elemento», corno «i mostrando tendencia roJUla QuUleron en último Instant» entorpecer la archa de las alas nacionales a la •"capital de España. Lluvia, rüeb'a, en- vueltos por nube3, nos hemos «-¡.ron» trado perdidos y finalmente «lA'lgn. dos a aterrizar en el aeródromo/ 910- vldencial, donde hemos c a r g e ^ d* gasolina, siguiendo la lucha en«u.a la tempestad que Inútilmente rj»i,', de evitar nuestra marcha a MatMír». Nuestro piloto, con pericia y COüt» cimiento, cuya profesión acretfH^ durante lardos años de vuelo, supc^ dominar los elemento» y entre neblina y cortina finísima de ag hemos descubierto Madrid a nuestros pies, con sus heridas abiertas, ya no clar~»rjdo con angustia, albo como dormido, al tcnl que el herido grave que tras momentos de sufrimiento y angustia Indecible descama tranca; lo de sus dolores, mitigados ahora por la cura del cirujano Insigne o módico Ilustre que tras largo viaje llega a su cabecera. En Cuatro Vientos, los aviones na- cionales de bombardeo duermen el bien' merecido descanso. Un almuer- "j r¿i>»Jo y a Madrid, por Léganos, c;»*'.!-. que ya no existen, trínchelas, iutUCeackmes. Los rojos eran maes- tros ou el arte de fortificar. Viendo esta Inmensa serle de defensas esca- lonadas en las 11 fueras de Madrid, ';0a damos cuunta del terror que los nos rojos tenían al empuje de las zas nacionales. ¡Qué poco sablanl se dieron cuenta de que por lor- tificaclones magnificas y numerosas que fueran no podrían Jamas detener el avance impulsado por el ideal de su Dios y de su Patria. Entre las ruinas que nos rodean, hombres, mujeres y niño», buscan •tanowMn r««tos da Id que fue »u ajuar, Aq..f una fotogtafíss,' allí un crucifijo; mal anj w «jj^hón, todo mezclado y revuelto «ipjjhonton de piedras y maderas que ^ dla {uera su casa. Laa afueras de M.ul rtd frente de combate d largos meses y han reza de la guerra. No a»f ^ de guerra neutrales qus * e alto Mando y que fueron por nuestros proyectiles. En cambio, loa milicianos no . daron en destrozar los lnteí.ln¿ei¡ ct<». las casaa y el espectáculo de r <s. m sldo muchos i a flu . el niñeas mansiones üesvaltjsdas, eon ti entarimado arrancado, Convertido en innacon*s dtghtté'""'•• hacinan las personas, es algo <J-e encoge el alma. . 1* lenta de Madrid, pasados loa primeros momentos de entusiasmo Indescriptible ante la liberación, ahora agotados, tratan de volver a la vida y piden pan, comida. Es mu- cho el hambre de Madrid; cuanto se diga es poco. Lo que se conocía eran las «pildoras del doctor Negrín >, co- mo en la zona roja con humorismo madrileño llanviban a una ración de 100 ¿ramos de lentejas cada tres días, a los ciudadanos. Esle era el plato fuerte, alternando con una ración si- milar de algarrobas, y, en casos es- peciales, por ejemplo, para una en- **rma grave en clínica particular, se ! "2% daba como cena extraordinaria ** • ! planto único, compuesto por una • ¿astilla de «Maggl» disuelta en agua. -ÍOdavla »e hace imposible para al- gunos creer en la realidad magnífica de la nueva España. No pueden con- cebir que en nuestra zona se haya comido y vivido a precios normales. Como aquella vtejecila, que acer- cándose a mi con mucho misterio, me ofreció una docena de huevos a cambio de patatas o, por dinero, «del nuevo*, a duro el huevo. Madrid todavía so hMla bajo la Im- presión de largos días do dolor y tiranía. I'oco a pcxi'O renace a la vida y al desaparecer las fortificaciones de las calles recobra su aspecto normal. Y su alma, siempre española, siem- pre patriótica, vibrante en cada cara, en cada esquina, en cn^a casa, repite la frase qu» tantas veces soñara pro- nunciar: I España, España, ya estás aquí, ya estás aquí, para siempre míal Anecdotario de Madrid EL RELATO DEL TERROR ROJO Por C. KELLEX I No aoíerto a dar prelereacias a las anécdotas de Madrid, porque SOB inagotables, y ademán porque la Índole de la» materias ofrece el mismc Interés. Escrilx) hoy ésta del terror madrileño durante la dominación rojt y 110 exagero; totío lo que refiero son coeas comprobadas hasta la saciedad. En materia de asesinatos, la cosa de Madrid supera a todo lo imaglaiabln y siguen err foroaldadea Ocaña y Mora de Toledo. Baste decir que coa loa poco» oficiales que salvaron sus vidas en el cuartel de la Montana J lns r&dadas de personas de orden que hicieran los primeros días de) Movimiento, ornanl/aron una matanza espectacular. Fueron cuatro mil loi asteslniulos en sólo do» dias, y las víctimas las llevaron a Barajas, donde s« habían colocado previaniento varias flhis do sillas. Ebrias de sangre, aquellsj gentuzas aslBt-ieroii al espectáculo macabro con extraordinaria frialdad. 0 ix>pulacho abrió la tierra de Barajas y. después de pisotear por encima d» algunos cadáveres, los arrojó a la fooa. He aquí otra prueba de la gran tragedla de MadrUl : En el segundo afio de la guerra sacaron do las cárceles a uovociento» cincuenta presos, ni uno más ni uno tnenoe. Esposados. oamUiaban ev vario» camiones aquellas pobres gentes hasta el pueblo de Torrpjon d* (Sigue en texto plana)

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Domlügo 2 de Abril de 1939III AÑO TRIUNFAL

20 céntimosttorte íre

Año 86 :-: Número 35.601

DIARIO INDEPENDIENTE DE VALLADOLIDFUNOADO EN 1854

EL QÚe MAS CIRCULA EN LA REGIÓN CASTELLANA'

Actitud de ios Estados unidosWASHINGTON.—Mr. Hull, subse-

cretario do! Departamento de Esta-do, en su habitual eoiiíerencüa ronlo» pori<xliií*tas manifentó que habíatelegrafiado al ministro de Relacio-ne» Exurnores de Burgos diciendoque los Estados Uivídos estaban dis-puest-oj-» a establecer relaciones di-plomáticas con el Gobierno del ge-neral Franco.

Roosevelt recibió una prwlaniacomunicando el fin de la guerra civilen España, revocando por tanto elembargo de armas dirigidas a Espa-rta.—Sté/aní.

francof HaudiCÍQ\ A \ VOZ dVl Caudillo

ayer enunciando en el parteoficial de guerra las últimaspalabras, bus de la paz. Elprimero de Abril de 1Í139 seanuncia como el día y el añode la victoria, y, en esta pa-labra, VICTORIA, se encie-rra uno de los hechos másculminantes de la Historia de.España. Franco ha sido elautor, y nosotros, actores yesj^eetadoras del magno acon-tecimiento, hemos vivido unperíodo que pasará a la His-toria del mundo como uno delos más grandiosos y decisi-vos.

Día á día, el parte oficialde guerra, que redactaba elipropio Caudillo, fue dandopuntualmente y con veraci-dad absoluta, el balance dela epopeya. Todos los espa-ñoles, a esa hora de la no-che, vivían pendientes de laradio, aguardando la pala-bra justa y precisa que na-rraba el valor, el sacrificio,el heroísmo y la sabiduría denuestro Ejército. R o s a r i omagnífico de emociones y deentusiasmos, que metía enun puno el interés y la emo-ción de los miles de corazo-nes que vivían pendientes deesta comunicación d i a r i a .Cuando se escriba la historiade este período, que no tienepar en grandeza, el historia-dor encontrará el dato pre-ciso no más que recorriendola línea de estos partes, enlos que jamás se veló la ver-dad, y en virtud de los cua-les los españoles supieron ca-da día la realidad viva y pal-pitante de la guerra.

Ayer sonó el último parte oficial, con esa pa.labra, FIN, que remata el verso definitivo del poema. Laguerra ha terminado, y solemnemente, la voz del Caudillo lo proclama a través de las ondas, poniendo rematedecisivo a esta Historia magnífica que, día a día, fueron desgranando los españoles en ciudades y aldeas, encampamentos y hospitales.

Toda la confianza y la fe de los españoles en el Caudillo, tuvieron ayer la correspondencia de la noticiafinal, la noticia de la paz, dictada por el artífice de la victoria. España sintió ayer un minuto de emoción quepasará a la Historia como un minuto decisivo.

Radio Nacional de España radióayer el siguiente comentario:

tEl último parte.Con lágrimas en los ojos recibi-

mos hoy el último parte, oficial eleguerra del Cuartel general del Ge-neralísimo. El parte ojicial de gue-rra ha sillo désele el primer dia lavoz pura, lacónica, militar, del Cau-dillo que. uno a uno, iba incorpo-rando a España pueblos, las ciuda-d-es. Las costas, las fronteras.

Ningún español, ni en nuestrazona ni en la roja, ha sabido librar-se de. la'ansiedad Que todos sentia-mos por el parte oficial de guerradel Guartel general del Generalísi-mo. Hasia los mus empedernidosenemigos de nuestra Causa teníanQue reconocer Que no habia en todaEspaña otra verdad que la del parteoficial de Franco.

Este parte que daba ambiciosa-mente las cotas sangrientas delEbro o que rec-ogia en toda su cru-deza la caída de Teruel, bajo unaterrible sábana de nieve. Este parteQue sabía decir: «/a guerra en elNorte ha terminad**», o *ha termi-nado la guerra en Caiaiuñait, o bien,hoy precisamente, 1 de Abril, ¡a fra-se suprema, impresionante, enorme,con la cateooria de la victoria final:mía guerra ha terminado-».

El parte oficial ha sido la rendi-ción de cuentas que el Ejército cadadia hacia a los espaiwles; todos sa-bíamos lo Que significaban esosnúmeros trágicos y gloriosos de lascotas tornadas por él, y sabíamostambién lo que quena decir de es-tudio y preparación cada temporadade partes, rezando: «sin novedadesdignas de mención».

Tal era la veracidad de nuestrospartes, u tal fe, se, tenia en ellos,que el Gobierno rojo, en los momen-tos victoriosos de la guerra, dilatabala publicación üc su parte hasta es-cuchar el paire nacional. Porque sa-bia el Comité rojo que la fe de losespañoles, aun de los traidores y delos engañados, era para la voz deFranco, hecha parte oficial diario.

El parte oficial de guerra delCuartel general del Geenralisimo hasido grito de victoria que ha medi-do angustiosamente la vida de losespañoles.

Todos pasábamos el dia esperandoel parte y los periódicos nacimuile.t,eran buscados con más interés sólocuando una ofensiva en marcha ha-da importante el parte en ellos in-sertado.

Habia la iyupacicncia del parte, ytodos los españoles sabiamos quebuena, señal era que Radio Nacionalnos entretuviese durante largosminutos con ^música variada», esamúsica variada de nuestra poco va-riada discoteca de guerra.

El parte oficial tenia palabras tanjustas que. además, daba lugar a in-terpretaciones cavilosas; sus pala-bras eran medidas, y sólo los másentregados a cálculos creían enten-der algo en la nota tenida del cor-netín de aviso o en el tono de vozde este locutor que ha tenido el ho-nor de dar, uno tras otro, ¡OÍ partesde guerra en el Cuartel.

El parte de guerra ha sido la cosaque más ha hecho sentir a los espa-ñoles su comunidad, su unidad dedestino, pe un parte, de guerra de-pendía siempre la vida del hijo, lavuelta a la casa, el rescate de la fa-milia. Un parte oficial de guerra noshacia recorrer con más amor quenunca el mapa de España y nosgrababa para siempre esos nombresgloriosos, que no son las Brandesciudades, sino los de pueblos hu-mildes: Belchitc, Teruel, Brúñete,Oandesa, Badajoz...

En el parte, oficial se veta como lamáquina enorme, el organismo Gi-gantesco de un Ejército creciente,que ha llegado a los cientos de mi-les de hombres y al material másperfeccionado, era Una cosa dócil,disciplinada, manejada hábilmentepor el pulso firme de nuestro Caudi-llo Franco.

En el parte oficial hemos apren-dido que la Patria no se hace en

LAS CAMPANAS DE LA PAZPor FRANCISCO DE COSSÍO

A la sállela de Quincixrí*, en un pueblecito de Vizcaya, rn viaje haciaBilbao, nos llega la noticia de-la liberación de Madrid. No nos da nadie lanoticia. La recibimos directamente del paisaje. Es una bandera minúscula,española, en un balcón do ángulo, que enciende en rojo vivo y en oro pá-lido, el verdinegro de 'a piedra, y es, a lo lejos, una campana. No existoelocuencia mas penetrante qu<> la de las campanas. De todas las nostalgiasque llevamos en !•« viajes, y en virtud i]<- las cuales acortamos ron el re-cuerdo las distancias, ninguna tan expresiva como la de las campanas*Campanas de nuestro pueblo, fuertes a tixla evocación cotidiana ; campa-nas del amanecer, de la tarde, de la primera misa y del Ángelus, con suvoz propia, inconfundible, quo se humaniza como una voz familiar, bus-cando ecos en las estancias profundas, y resquicios en las ventanas, y viíbración en los otratedes... Cuando la t>arl>arje roja quemaba igflesinvyo pensaba siempre en este sacrificio de campanas, caídas en el silencio^"dejando a los pueblos mudos, sin elocuencia, sin voz...

i Qué bien suena a esta hora esta campana ! Me trae el recuerdo de losdías de la conquista de Vizcaya, y cómo una tarde, una campana comoésta, compartía sus ecos con el oxtumbar <M cañún. Entonces la caanpa.nallamaba a la oración, hoy. en una locura del volteo, entona el himno dola paz.

Así recibo yo la fausta noticia, lejos de todo bullicio mundano en lasoledad del campo, hoy vestido de nieve, a solas con mi conciencia y, tam-bién, con mi dolor. La ciudad no me dará después una impresión másviva y sincera de lo que es la Patria. A estas horas estarán sonando toda»las campanas de España, y también las mías, las que arrullaron mi infan-cia, lejanas campanas de difuntos y de misa ,de¿ Gallo. Y así se. replieganmis recuerdos en el rincón familiar, donde quedan ya tantos huecos, en esahora solemne para España.

He saltado a un tren pequeño de la costa, y en todo lo largo del reco-rrido, hasta BJ!l>ao, ri eatusiasmo ha prendido en aldeas, caseríos, cami*nos aldeanos, plazas de los pueblos... Los balcones flamean sus colgaduras,suenan músicas invisibles, se pierden en los bosques canciones de gargan-tas desconocidas, en las estaciones se apiña la mutitud en gritos, vítores yaplausos... Así corre el tren, con la gran noticia brillando en sus cristales,en los que el sol de la tarde arranca relámpagos de oro.

Mas entre todas laa impresiones, la que remueve en lo hondo de mialma recuerdos, nostalgias, dolores y 'alegrías, es esta campanita solitaria,sola en el paisaje nevado, cantando para sí la gran victoria y sellando enun volteo de locura la hora solemne de la paz.IIllllllllllllll IIII1IIIII1IIIIIIUIIIIIIIIIIIMIIIIII1IIIIII

Esta noüie hablará por radio el ilustre

general Queipo de LlanoHoy domingo, a las diez y mecr.a de la noche, se dia-igirá pr«r

radio a toda España el excelentísimo señor general jefe del Ejér-cito del Sur, don Gonzalo Quelpo de Llano, quien con motivo dola victoria de nuestro glorioso Ejército, hará un llamamienito parala reconstauccián del Santuario dle N" lastra Señor* de la Cabeza.en cuya dieíenea quedaron evidentemente demostradas las virtu-des die la raza a través del heroísmo y valor sin igual de sus de-fensores. «Illlllll IFIÍ[| lllllllll IIIIIIIIIIIUIIIIIÍIIIIII

un día y que la constancia del triun-fo diario, de la diaria preparaciónpara el triunfo del dia siguiente,son las bases para conseguir la Pa-tria fuerte y libre.

El parte de la guerra nos ha en-señado también mucha políticaexterior, nos ha recordado que ne-cesitamos una Marina, que en elmar está también la defensa y lagrandeza de España.

Todos hemos soñado con este mo-mento del último parte oficial deguerra. Aquí está. El último parteoficial, con la victoria limpia y segu-ra, con la victoria con alas y levan-tada a la luz del sol. Con todos losobjetivos militares logrados, hasta elúltimo.

Nosotros, lo* españolea que hemos

vivido esta hora histórica. Los quepertenecemos las generaciones con*ducidas por Franco, recordaremossiempre con unción estos momentosgloriosos y podremos contar ' a losespañoles de mañana: tYo fui unode los que oyeron el último partede la guerra de liberación. Con elhábil y seguro mando de Franco ycon el sacrificio de los mejores.

España pudo llegar a uer lo fechainolvidable y gloriosa del 1 de Abrildel ano de la victoria».

Todos los dios, a esta misma horaen que se daba el parte oficial deguerra. Radio Nacional recordará alos héroes y a los mártires de laguerra y de la revolución.

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Cuartel General del Generalísimo.-ESTADO MAYOR

OFICIAL DE GUERRACorrespondiente al día 1.° de Abril de 1939.-III Año Triunfal.

En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, hanalcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.

LA GUERRA HA TERMINAWgos 1.° de Abril de 1939.

AÑO DE LA VICTORIAMADRID RETORNO A LA VIDA

«

Por María Matilde Eelmonte

^.jftor las rutas del aire he llegado* Madrid que tantas veces ral-ean nostalgias desde nuestras

•iiiMi iMclonw de la Casa de Campo y- de la Ciudad Universitaria. Hasta

i final del vuelo no* han hecho tren-Ios elemento», corno «i mostrando

tendencia roJUla QuUleron enúltimo Instant» entorpecer la

archa de las alas nacionales a la•"capital de España. Lluvia, rüeb'a, en-

vueltos por nube3, nos hemos «-¡.ron»trado perdidos y finalmente «lA'lgn.dos a aterrizar en el aeródromo/ 910-vldencial, donde hemos carge^ d*gasolina, siguiendo la lucha en«u.ala tempestad que Inútilmente rj»i,',de evitar nuestra marcha a MatMír».Nuestro piloto, con pericia y COüt» •cimiento, cuya profesión acretfH^durante lardos años de vuelo, supc^dominar los elemento» y entreneblina y cortina finísima de ag

hemos descubierto Madrid a nuestrospies, con sus heridas abiertas, ya noclar~»rjdo con angustia, albo comodormido, al tcnl que el herido graveque tras momentos de sufrimiento yangustia Indecible descama tranca;lo de sus dolores, mitigados ahorapor la cura del cirujano Insigne omódico Ilustre que tras largo viajellega a su cabecera.

En Cuatro Vientos, los aviones na-cionales de bombardeo duermen elbien' merecido descanso. Un almuer-"j r¿i>»Jo y a Madrid, por Léganos,c;»*'.!-. que ya no existen, trínchelas,iutUCeackmes. Los rojos eran maes-tros ou el arte de fortificar. Viendoesta Inmensa serle de defensas esca-lonadas en las 11 fueras de Madrid,';0a damos cuunta del terror que los

nos rojos tenían al empuje de laszas nacionales. ¡Qué poco sablanlse dieron cuenta de que por lor-

tificaclones magnificas y numerosasque fueran no podrían Jamas detenerel avance impulsado por el ideal desu Dios y de su Patria.

Entre las ruinas que nos rodean,hombres, mujeres y niño», buscan•tanowMn r««tos da Id que fue »uajuar, Aq..f una fotogtafíss,' allí uncrucifijo; mal anj w «jj^hón, todomezclado y revuelto «ipjjhonton depiedras y maderas que ^ d l a { u e r asu casa.

Laa afueras de M.ulrtdfrente de combate dlargos meses y hanreza de la guerra. No a»f ^de guerra neutrales qus *e

alto Mando y que fueronpor nuestros proyectiles.

En cambio, loa milicianos no ™ .daron en destrozar los lnteí.ln¿ei¡ ct<».las casaa y el espectáculo de r <s.

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muchosia f lu .

el

niñeas mansiones üesvaltjsdas, eon tientarimado arrancado, Convertido eninnacon*s dtghtté'""'•• hacinan laspersonas, es algo <J-e encoge el alma.. 1* lenta de Madrid, pasados loaprimeros momentos de entusiasmoIndescriptible ante la liberación,ahora agotados, tratan de volver ala vida y piden pan, comida. Es mu-cho el hambre de Madrid; cuanto sediga es poco. Lo que se conocía eranlas «pildoras del doctor Negrín >, co-mo en la zona roja con humorismomadrileño llanviban a una ración de100 ¿ramos de lentejas cada tres días,a los ciudadanos. Esle era el platofuerte, alternando con una ración si-milar de algarrobas, y, en casos es-peciales, por ejemplo, para una en-**rma grave en clínica particular, se

! "2% daba como cena extraordinaria** • ! planto único, compuesto por una• ¿astilla de «Maggl» disuelta en agua.

-ÍOdavla »e hace imposible para al-gunos creer en la realidad magníficade la nueva España. No pueden con-cebir que en nuestra zona se hayacomido y vivido a precios normales.Como aquella vtejecila, que acer-cándose a mi con mucho misterio,me ofreció una docena de huevosa cambio de patatas o, por dinero,«del nuevo*, a duro el huevo.

Madrid todavía so hMla bajo la Im-presión de largos días do dolor ytiranía. I'oco a pcxi'O renace a la viday al desaparecer las fortificaciones delas calles recobra su aspecto normal.

Y su alma, siempre española, siem-pre patriótica, vibrante en cada cara,en cada esquina, en cn̂ a casa, repitela frase qu» tantas veces soñara pro-nunciar:

I España, España, ya estás aquí, yaestás aquí, para siempre míal

Anecdotario de Madrid

EL RELATO DEL TERROR ROJOPor C. KELLEX I

No aoíerto a dar prelereacias a las anécdotas de Madrid, porque SOBinagotables, y ademán porque la Índole de la» materias ofrece el mismcInterés. Escrilx) hoy ésta del terror madrileño durante la dominación rojty 110 exagero; totío lo que refiero son coeas comprobadas hasta la saciedad.

En materia de asesinatos, la cosa de Madrid supera a todo lo imaglaiablny siguen err foroaldadea Ocaña y Mora de Toledo. Baste decir que coaloa poco» oficiales que salvaron sus vidas en el cuartel de la Montana Jlns r&dadas de personas de orden que hicieran los primeros días de)Movimiento, ornanl/aron una matanza espectacular. Fueron cuatro mil loiasteslniulos en sólo do» dias, y las víctimas las llevaron a Barajas, donde s«habían colocado previaniento varias flhis do sillas. Ebrias de sangre, aquellsjgentuzas aslBt-ieroii al espectáculo macabro con extraordinaria frialdad. 0ix>pulacho abrió la tierra de Barajas y. después de pisotear por encima d»algunos cadáveres, los arrojó a la fooa.

He aquí otra prueba de la gran tragedla de MadrUl :En el segundo afio de la guerra sacaron do las cárceles a uovociento»

cincuenta presos, ni uno más ni uno tnenoe. Esposados. oamUiaban evvario» camiones aquellas pobres gentes hasta el pueblo de Torrpjon d*

(Sigue en texto plana)