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1 ueridos lectores: Contaba el otro día Sara que jugaba con su sobrina de 2 años con un cuento de pegatinas donde había que colocar en diferentes lugares de la casa a distintos personajes; al llegar a la cocina le dice su sobrina “el príncipe, en la cocina no”; por supuesto todos sabemos a quién se quería colocar en la cocina, que es lugar que le ha correspondido a la mujer a lo largo de la historia. Por eso Virginia Woolf tiene un ensayo dedicado a la habitación propia que toda mujer tiene que tener en su casa para liberarse y hacer actividades que le gusten y tener su espacio y su tiempo. Sirva este boletín para hablar de esas mujeres que desde la antigüedad como Hiparquia hasta hoy día han intentado sacar a la mujer de la cocina y darle otro lugar en la historia y el tiempo; también sirva como agradecimiento para ellas y para aportar un granito de arena en un proceso que no ha terminado, ya que todavía nos queda mucho por hacer; como botón de muestra el artículo sobre los premios literarios concedidos a mujeres que nos indica como aún no hemos ocupado todos los lugares que nos corresponden. Pilar Ramos Duro Acebuche Separata de la revista “La Torre de Barro” Dep. Legal: BA-571-08 ISSN: 1889-0636 Redacción: Grupo de Biblioteca Purificación Buenavida Álvarez Mª Belén Fernández Muñoz Antonio Gómez Vélez Lucas Gutiérrez de las Heras Mª Pilar Ramos Duro Sergio Santos Rosell Con la colaboración de: J. Luis Aragón Rdguez. M. Mar Lebrato Nieves Encabezamiento: Esther Esteban Izquierdo Imprime: Acegraf S.L. n la Ilíada la bella Helena se califica a sí misma de “perra”, al meditar cuán impúdicamente abandonó a su esposo al fugarse con Paris. Así nos cuenta García Gual que al perro lo caracterizaba la falta de vergüenza, y sólo con kynámuia “mosca de perro” se podría, entre los griegos, proferir peor insulto. Kynikós, perro o perruno. De este término griego procede el nombre de un grupo de filósofos contraculturales llamados cínicos. A este grupo pertenecen nombres tan ilustres como Antístenes, Diógenes, Crates e Hiparquia. Hiparquia es casi el único ejemplo de mujer dedicada a la filosofía en la antigüedad griega; sobre todo si hablamos de mujeres unidas en matrimonio. En general, en la civilización griega, el lugar de la mujer era el gineceo y su labor exclusiva los trabajos del hogar. Distinto es el caso de las hetairas o cortesanas, mujeres que gozan de mayor libertad, incluida la educación. Quizá la mujer más famosa entre las cortesanas sea Aspasia. De esta forma, un litigante puede decir en pleno tribunal: “Tenemos esposas para perpetuar nuestro nombre; concubinas para deleitarnos; cortesanas para divertirnos”. Sin embargo, Hiparquia huye de todas estas descripciones. Hiparquia, enamorada de Crates y de la libertad, de la anaídeia (desvergüenza, desfachatez) y de la parresía (libertad de palabra), dejó los telares, como ella misma cuenta, por una vida sencilla, como la vida de un perro. El perro es familiar y hasta urbano, pero no se oculta para hacer sus necesidades ni para sus tratos sexuales, roba las carnes de los altares y se mea en las estatuas de los dioses, sin miramientos. Así es el cínico: predica más con gestos y una actitud constante que con discursos y arengas, el rechazo de las normas convencionales; deambula por la ciudad como un espectador irónico y sin compromisos, sonriente y mordaz; ataca los falsos ídolos y propugna un desenmascaramiento ideológico; rechaza el confort y el lujo, no por pecaminosos, sino por costosos, ya que suelen comprarse a costa de la sumisión. En cierta ocasión que estaba Diógenes lavando legumbres, Platón se aproximó a él y, en tono pausado, le dijo: si hubieras sabido hacer la corte a Dionisio, no necesitarías limpiar tus legumbres. Diógenes, con igual calma, le contestó: si tú hubieras sabido lavar tus legumbres, no habrías tenido necesidad de hacer la corte a Dionisio. Para el cínico la educación se entiende menos como aprender que como desaprender el mal aprendido. Los cínicos eran contraculturales y cosmopolitas (no hay más patria que el mundo entero), fronteras y patrias son absurdos artefactos. Eran pacifistas, amaban la naturaleza y creían en la igualdad de culturas y sexos, y odiaban la esclavitud. Un mercader compró a Diógenes como esclavo y le preguntó: ¿qué sabes hacer? Diógenes respondió: ¡mandar! Hiparquia se enamoró de Crates, y decidió acompañarlo valientemente abandonando a la familia y las riquezas. No dudó en desafiar las más duras convenciones sociales, las que limitaban el papel de las mujeres al hogar y a los hábitos femeninos. Yo, Hiparquia, prefiero a la muelle labor femenina / la vida viril que los cínicos llevan; / no me agrada la túnica sujeta con fíbulas; odio / las sandalias de suela gruesa y las redecillas / brillantes. Me gustan la alforja y el bastón de viajero y la manta que en tierra por la noche me cubre. / No me aventaja en verdad la menalia Atalanta, / que el saber a la vida montaraz sobrepuja. En cierta ocasión, durante un banquete, Teodoro preguntó, en voz alta, arrancándole el vestido: ¿es ésta la que abandonó la lanzadera y los telares? Yo soy, replicó Hiparquia, pero, ¿crees que hice mal si decidí no seguir perdiendo el tiempo sobre el telar, sino dedicarlo a mi educación? Con esta filosofía vivió toda su vida junto a Crates, el hombre al que amó, más por sus ideas que por su físico. Crates la llamaba koinonós (compañera...de viaje). Alejada de los honores y del lujo, tuvo una vida plena, sin más posesiones que sus ideas, un bastón, una manta y la alforja, zurrón o pera. Así describe Crates, Pera, la alforja del cínico: Hay una ciudad, Pera, en medio de purpúrea niebla, hermosa y rica en frutos, mugrienta e indigente del todo, inaccesible al necio parásito y al disoluto que se solaza entre nalgas de prostituta. Allí crece el ajo y el tomillo, higos y panes, cosas por las que los hombres no luchan unos contra otros; ni toman allí las armas en busca de gloria y fortuna. José Luis Aragón Rodríguez Número 1 – Marzo de 2010 – Biblioteca del IES Tierra de Barros Separata de la revista del Centro “La Torre de Barro”

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ueridos lectores: Contaba el otro día Sara que jugaba con su sobrina de 2 años con un cuento de pegatinas donde había que colocar en diferentes lugares de la casa a distintos personajes; al llegar a la cocina le dice su sobrina “el príncipe, en la cocina no”; por supuesto todos sabemos a quién se quería colocar en la cocina, que es lugar que le ha correspondido a la mujer a lo largo de la historia. Por eso Virginia Woolf tiene un ensayo dedicado a la habitación propia que toda mujer tiene que tener en su casa para liberarse y hacer actividades que le gusten y tener su espacio y su tiempo. Sirva este boletín para hablar de esas mujeres que desde la antigüedad como Hiparquia hasta hoy día han intentado sacar a la mujer de la cocina y darle otro lugar en la historia y el tiempo; también sirva como agradecimiento para ellas y para aportar un granito de arena en un proceso que no ha terminado, ya que todavía nos queda mucho por hacer; como botón de muestra el artículo sobre los premios literarios concedidos a mujeres que nos indica como aún no hemos ocupado todos los lugares que nos corresponden.

Pilar Ramos Duro Acebuche

Separata de la revista “La Torre de Barro”

Dep. Legal: BA-571-08 ISSN: 1889-0636

Redacción: Grupo de Biblioteca Purificación Buenavida Álvarez

Mª Belén Fernández Muñoz Antonio Gómez Vélez

Lucas Gutiérrez de las Heras Mª Pilar Ramos Duro Sergio Santos Rosell

Con la colaboración de: J. Luis Aragón Rdguez. M. Mar Lebrato Nieves

Encabezamiento:

Esther Esteban Izquierdo

Imprime: Acegraf S.L.

n la Ilíada la bella Helena se califica a sí misma de “perra”, al meditar cuán impúdicamente abandonó a su esposo al fugarse con Paris. Así nos cuenta García Gual que al perro lo caracterizaba la falta de vergüenza, y sólo con kynámuia “mosca de perro” se podría, entre los griegos, proferir peor insulto. Kynikós, perro o perruno. De este término griego procede el nombre de un grupo de filósofos contraculturales llamados cínicos. A este grupo pertenecen nombres tan ilustres como Antístenes, Diógenes, Crates e Hiparquia. Hiparquia es casi el único ejemplo de mujer dedicada a la filosofía en la antigüedad griega; sobre todo si hablamos de mujeres unidas en matrimonio. En general, en la civilización griega, el lugar de la mujer era el gineceo y su labor exclusiva los trabajos del hogar. Distinto es el caso de las hetairas o cortesanas, mujeres que gozan de mayor libertad, incluida la educación. Quizá la mujer más famosa entre las cortesanas sea Aspasia. De esta forma, un litigante puede decir en pleno tribunal: “Tenemos esposas para perpetuar nuestro nombre; concubinas para deleitarnos; cortesanas para divertirnos”. Sin embargo, Hiparquia huye de todas estas descripciones. Hiparquia, enamorada de Crates y de la libertad, de la anaídeia (desvergüenza, desfachatez) y de la parresía (libertad de palabra), dejó los telares, como ella misma cuenta, por una vida sencilla, como la vida de un perro. El perro es familiar y hasta urbano, pero no se oculta para hacer sus necesidades ni para sus tratos sexuales, roba las carnes de los altares y se mea en las estatuas de los dioses, sin miramientos. Así es el cínico: predica más con gestos y una actitud constante que con discursos y arengas, el rechazo de las normas convencionales; deambula por la ciudad como un espectador irónico y sin compromisos, sonriente y mordaz; ataca los falsos ídolos y propugna un desenmascaramiento ideológico; rechaza el confort y el lujo, no por pecaminosos, sino por costosos, ya que suelen comprarse a costa de la sumisión. En cierta ocasión que estaba Diógenes lavando legumbres, Platón se aproximó a él y, en tono pausado, le dijo: si hubieras sabido hacer la corte a Dionisio, no necesitarías limpiar tus legumbres. Diógenes, con igual calma, le contestó: si tú hubieras sabido lavar tus legumbres, no habrías tenido necesidad de hacer la corte a Dionisio. Para el cínico la educación se entiende menos como aprender que como desaprender el mal aprendido. Los cínicos eran contraculturales y cosmopolitas (no hay más patria que el mundo entero), fronteras y patrias son absurdos artefactos. Eran pacifistas, amaban la naturaleza y creían en la igualdad de culturas y sexos, y odiaban la esclavitud. Un mercader compró a Diógenes como esclavo y le preguntó: ¿qué sabes hacer? Diógenes respondió: ¡mandar! Hiparquia se enamoró de Crates, y decidió acompañarlo valientemente abandonando a la familia y las riquezas. No dudó en desafiar las más duras convenciones sociales, las que limitaban el papel de las mujeres al hogar y a los hábitos femeninos. Yo, Hiparquia, prefiero a la muelle labor femenina / la vida viril que los cínicos llevan; / no me agrada la túnica sujeta con fíbulas; odio / las sandalias de suela gruesa y las redecillas / brillantes. Me gustan la alforja y el bastón de viajero y la manta que en tierra por la noche me cubre. / No me aventaja en verdad la menalia Atalanta, / que el saber a la vida montaraz sobrepuja. En cierta ocasión, durante un banquete, Teodoro preguntó, en voz alta, arrancándole el vestido: ¿es ésta la que abandonó la lanzadera y los telares? Yo soy, replicó Hiparquia, pero, ¿crees que hice mal si decidí no seguir perdiendo el tiempo sobre el telar, sino dedicarlo a mi educación? Con esta filosofía vivió toda su vida junto a Crates, el hombre al que amó, más por sus ideas que por su físico. Crates la llamaba koinonós (compañera...de viaje). Alejada de los honores y del lujo, tuvo una vida plena, sin más posesiones que sus ideas, un bastón, una manta y la alforja, zurrón o pera. Así describe Crates, Pera, la alforja del cínico:

Hay una ciudad, Pera, en medio de purpúrea niebla, hermosa y rica en frutos, mugrienta e indigente del todo,

inaccesible al necio parásito y al disoluto que se solaza entre nalgas de prostituta.

Allí crece el ajo y el tomillo, higos y panes, cosas por las que los hombres no luchan unos contra otros;

ni toman allí las armas en busca de gloria y fortuna.

José Luis Aragón Rodríguez

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lo largo de la historia el reconocimiento que se ha rendido a la mujer por su labor y su aportación cultural y científica a la humanidad no ha sido excesivo. Como muestra, hemos rastreado las galardonadas con el Premio Nobel, de ámbito mundial e interdisciplinar, y con el “Premio Cervantes” de dominio hispano y literario. MUJERES PREMIADAS CON EL NOBEL En 1901 se creó la Fundación Nobel como última voluntad de Alfred Nobel, inventor de la dinamita e industrial sueco, con el objetivo de premiar cada año a personas e instituciones u organismos por sus aportaciones extraordinarias en los campos de la Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura, Paz y Economía.

Dos años más tarde obtenía el valioso galardón una mujer, MARIE CURIE, la única laureada dos veces (en 1903 con el de Física y en 1911 con el de Química). Desde entonces 40 mujeres han conseguido dicho premio, aunque este es un número menor comparado con el de los hombres. Las únicas dos hispanohablantes galardonadas han sido la escritora chilena Gabriela Mistral en 1945 (Literatura) y la guatemalteca defensora de los derechos indígenas Rigoberta Menchú en 1992 (Paz).

Mención aparte merece el año 2009, pues es el único año en el que más mujeres que hombres recibieron la distinción, 5 en total, ocupando todas las categorías menos la de Física. Además, el citado año tiene otra particularidad: es la primera vez en la historia del Nobel que una mujer recibe el de Economía, Elinor Ostrom. Ofrecemos a continuación el listado completo de mujeres a las que se les ha otorgado el Premio Nobel de Literatura. NOBEL DE LITERATURA 1909 Selma Ottilia Lovisa Lagerlöf *1858 † 1940 (Suecia) "En reconocimiento del elevado idealismo y la vívida imaginación que caracterizan sus escritos" 1926 Grazia Deledda *1871† 1936 (Italia) "Por su escritura de inspiración idealista, que constituye una plástica descripción de la vida de su isla natal (Cerdeña) y trata con profundidad y simpatía los problemas comunes al género humano" 1928 Sigrid Undset *1882 † 1949 (Noruega) "Por su vigorosa descripción de la vida en la Europa septentrional de la Edad Media" 1938 Pearl S. Buck *1892 † 1973 (Estados Unidos) "Por su rica y exacta descripción de la vida rural en China, y por sus obras maestras de género biográfico" ( pseudónimo de Pearl Walsh, nacida Sydenstricker) 1945 Gabriela Mistral *1889 † 1957 (Chile) "Por su obra lírica, que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo hispanoamericano" (pseudónimo de Lucila Godoy y Alcayaga) 1966 Leonie Nelly Sachs * 1891 † 1970 (Alemania/Suecia) "Por su sobresaliente escritura lírica y dramática, que interpreta el destino de Israel con una fuerza conmovedora" 1991 Nadine Gordimer *1923 (Sudáfrica) 'Porque su magnífica obra épica ha supuesto -como ya formulara con sus propias palabras Alfred Nobel- un gran beneficio para la humanidad'' 1993 Toni Morrison *1931 (Estados Unidos) ''Por una narrativa caracterizada por su fuerza visionaria y su alta calidad poética, que presenta una dimensión esencial de la realidad americana'' 1996 Wislawa Szymborska *1923 (Polonia) ''Por una poesía que, con irónica precisión, permite establecer el contexto histórico y biológico que ilumina un aspecto de la realidad humana'' 2004 Elfriede Jelinek *1946 (Austria) "Por el flujo musical de voces y contra-voces de sus novelas y obras teatrales, en las que muestra con un extraordinario celo lingüístico el absurdo de los clichés sociales y su poder subyugador". 2007 Doris Lessing. *1919 (Inglesa) “A una obra vasta y variada marcada por África y la causa feminista” 2009 Herta Müller (Alemania) “Porque con la concentración de la poesía y la objetividad de la prosa dibuja los paisajes del desamparo” De las premiadas en otras disciplinas destacamos que sólo 4 han conseguido el de Química (entre ellas Curie y su hija Irène), 13 el de la paz (el que más, por ejemplo la madre Teresa), 8 el de Medicina, sólo dos el de Física (la misma Marie Curie y Maria Goeppert-Mayer) y sólo una el de Economía. MUJERES CON EL “CERVANTES” Por lo que respecta al “Premio Cervantes” y a los galardonados con él, también llama la atención la gran desproporción existente entre hombres y mujeres, pues de los treinta y cinco premiados desde su institución en 1976, solo dos son mujeres: María Zambrano (en 1988) y Dulce María Loynaz (en 1992). El Premio Miguel de Cervantes, es un galardón de literatura y lengua española concedido anualmente por el Ministerio de Cultura español, a propuesta de las Academias de la Lengua de habla hispana. Es considerado el galardón literario más importante en nuestra lengua y está destinado a distinguir la obra global de un autor en lengua castellana cuya contribución al patrimonio cultural hispánico haya sido decisiva. Generalmente se premia a un español y a un latinoamericano, en años alternos, aunque ninguna norma lo prescribe así. Y española y cubana son las dos mujeres distinguidas con el “Cervantes”: María Zambrano Alarcón (1904-1991), filósofa y ensayista española, pensaba que el ser humano tiene la capacidad de ver a su alrededor, pero no a sí mismo y que “la poesía vendría a ser el pensamiento supremo por captar la realidad íntima de cada cosa, la realidad fluente, movediza, la radical heterogeneidad del ser». Para María Zambrano existen dos actitudes: la actitud filosófica, que se crea en el hombre cuando se pregunta algo, y la actitud poética, que es la respuesta, la calma y en la que, una vez descifrada, encontramos el sentido a todo. El tema que domina su obra es el de la “razón poética”, que tiene que ver con la relación entre la filosofía y la poesía y con la insuficiencia del racionalismo para explicarnos el ser humano. Algunas de sus obras son: Claros del bosque (1977), Filosofía y poesía (1939) y De la aurora (1986). Por su pensamiento, su vida y su creación constituye una figura clave para nuestra cultura. Dulce María Loynaz (1902-1997) fue una escritora cubana a quien se considera precursora de la actual novelística hispanoamericana. Entre sus obras en prosa, rebosantes de lirismo, destacan Jardín (1951), y Fe de vida (1992). Fue muy conocida, también por su poesía con la que se define en versos como estos:

Rodeada de mar por todas partes, soy isla asida al tallo de los vientos... Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:

Puedo volar o hundirme... Puedo, a veces, morder mi cola en signo de Infinito.

En Santa Cruz de Tenerife se reconoció con gratitud la hermosa descripción que hizo de la isla en su obra Un verano en Tenerife, publicada en 1958.

Puri Buenavida Álvarez y Mª. Belén Fernández Muñoz

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uando se propuso como tema monográfico de este número del boletín “La mujer y la Literatura” y me pidieron un artículo, de inmediato pensé en las escritoras británicas del siglo XIX, seguramente por deformación profesional. Pero es que es en esta parte del mundo y en esta época donde proliferaron las mujeres escritoras de calidad, que además sirvieron de modelo para un gran número de escritoras en otros países. Es en esa época, y en Inglaterra donde nace el movimiento feminista. Se puede considerar en muchos sentidos que en la novela inglesa del siglo XIX la mujer va a cobrar un papel importante. Por un lado, porque había muchas mujeres que leían (se leía en familia y la lectura llegaba incluso a las analfabetas); por otro, porque nunca antes había existido tal cantidad de mujeres novelistas. Una de las precursoras fue Jane Austen (1775-1817). Ella significa para muchos la representación de lo que era la vida inglesa a principios del siglo XIX. Jane Austen, con una característica ironía, hace una crítica a la sociedad y el papel que en ella tenían las mujeres. Sus obras más conocidas, porque han sido llevadas todas al cine, son Emma, Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio. De la misma época es la escritora romántica Mary Shelley (1797-1851). Escritora romántica, como su marido, Percy B. Shelley, e hija de una de las precursoras de la filosofía feminista, Mary Wollstonecraft, es conocida por el gran público por su obra Frankestein o el moderno Prometeo. Para muchos de vosotros será una novedad que el personaje de Frankestein lo creó una mujer. El resto de escritoras que vamos a mencionar son de la

época llamada “victoriana”, por escribir durante el reinado de la Reina Victoria de Inglaterra (1837-1901). Sin duda las más famosas fueron tres hermanas, hijas de pastor anglicano, que vivían en una aldea de Yorkshire. Son Charlotte

(1816-1855), Emily (1818-1848) y Anne (1820-1849) Brontë. Las hermanas Brontë, debido a su condición de mujeres prefirieron escribir bajo los seudónimos de Currer, Ellis y Acton Bell. Obras suyas famosas, también llevadas al cine, son Jane Eyre (Charlotte), Cumbres borrascosas (Emily) y Agnes Grey (Anne). La reputación de George Eliot (seudónimo de Mary Ann Evans) (1819-1880) sufrió sin duda por causa de una personalidad demasiado fuerte, sobre todo para una mujer. Su inteligencia y su gusto por el análisis de la conciencia iban de la mano de su amor a la naturaleza y al mundo rural, su simpatía por los seres humanos y su sensibilidad. El inicio de su obra capital, Silas Marner, se sitúa en el campo. Éstas son sin duda las más conocidas de una generación de escritoras que hicieron que se empezara a hablar de una literatura escrita por mujeres, y que además sirvieron de ejemplo a otras escritoras en el resto del mundo. Su mérito consistió no sólo en su calidad literaria, sino en la de abrirse camino en una sociedad exclusivamente de hombres.

hen it was chosen “women writers” as a monograph in this issue, and I was asked to write an essay, I immediately thought about British women writers in the 19th century, probably because of my profession, but in fact, in this part of the world and in this period, high-quality women writers proliferated, and besides, they served as a model for a great number of women writers all over the world. It’s in this age in England, when feminist movement was born. It can be considered somewhat that in 19th-century English novel women began to have an important role. Firstly because there were a lot of women who read (they read with their families, so illiterate women also “read”); secondly, because there hadn’t been such a great number of female novelists before. One of the pioneers was Jane Austen (1775-1817). For many people, she represents English life at the beginning of the 19th century. Jane Austen, with her characteristic irony, criticizes society and women’s role on it. Her most famous works, because all of them have been adapted for cinema, are Emma, Sense and Sensibility or Pride and Prejudice. In the same period we find the romantic women writer Mary Shelley (1797-1851). Romantic writer as her husband, Percy B. Shelley, and daughter of one of the pioneers in feminist philosophy, Mary Wollstonecraft, she is well-known by general public for her work Frankestein or the Modern Prometheus. It will be a surprise for many of you that the character “Frankestein” was created by a woman. The rest of women writers to mention are from the so-called “Victorian Era”, because they wrote during Queen Victoria’s reign (1837-1901). Undoubtedly, the most famous ones were three sisters, a shepherd’s daughters, who lived in a little village in Yorkshire. They are Charlotte (1816-1855), Emily (1818-1848) and Anne (1820-1849) Brontë. The Brontë Sisters, due to their women status, preferred to write under the pseudonyms Currer, Ellis and Acton Bell. Some of their most important works, also adapted for cinema, are Jane Eyre (Charlotte), Wuthering Heights (Emily) and Agnes Grey (Anne). Reputation of George Eliot (Mary Ann Evans’s pseudonym) (1819-1880) was affected by a too strong personality, especially for a woman. Her intelligence and liking for conscience analysis went hand in hand with her love to nature and countryside, her affection for human beings and sensibility. The beginning of her prime work, Silas Marner, takes place in the countryside. These are undoubtedly the most well-known women writers of a generation who made society begin to speak about literature written by women, and besides, they served as a model for other women writers all over the world. Their merit consisted not only of literary quality, but also of getting on in a society exclusively for men.

Antonio Gómez Vélez

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a literatura nacional está acogiendo en los últimos años la llegada de una serie de escritoras que sobrepasan las fronteras literarias autonómicas para tener cabida en el cerrado y entramado círculo de escritores de éxito en el que se están introduciendo sigilosamente unas líneas de voz femenina y sentimiento extremeño. Pilar Galán, María Rosa Vicente, Pureza Canela, María José Flores o Ada Salas son la prueba de que la producción literaria extremeña no solo da escritores con acento masculino, ellas también tienen mucho que añadir al panorama literario español, y sus producciones están demostrando ser merecedoras de la máxima atención y seguimiento. Pureza Canela (nacida en Moraleja en 1946) llegó en la década de los 70 al mundo poético nacional con la obtención del Premio Adonais, desarrollando a partir de entonces una prolífica producción (Celdaverde, 1971, Pasión inédita, 1990, o Dulce nadie, 2008) que ha impregnado de la esencia de su tierra; en sus propias palabras: “Los primeros recuerdos de mi encuentro con la palabra se remontan a una temprana adolescencia favorecida sin duda por mi vida en el ámbito rural, entorno que iba a dilatar para siempre aquellos comienzos de un desasosiego puro. Destaco en mi poesía haber robado y después filtrar toda esa simbología rural.” En el año 2008 recibió la Medalla de Extremadura como reconocimiento a su labor literaria. María Rosa Vicente (Madrid, 1959) siempre ha manifestado su vinculación a Extremadura volviendo a Don Benito con tan solo cuatro o cinco días, tras nacer en Madrid. Una vinculación que le ha permitido acumular un bagaje al que recurre en sus poemas (“esos sonidos, imágenes, miradas, recuerdos y paisajes de Extremadura que forman parte de mí siguen y seguirán apareciendo en mis poemas”). Tras Canto de la distancia o El libro de los bosques, su libro clave fue Salvo el humo (1999) con el que amplió su círculo de lectores. Su último poemario, En terreno de nadie, ganó el Premio José de Espronceda. María José Flores (Burguillos del Cerro, 1963) publicó en 2005 una antología de todos su libros (De tu nombre y la tierra, El rostro de la piedra, Poemas del cuerpo…) en los que plasma un estilo muy personal “el agua, la piedra y el verdor, tan presente en mi poesía, no son sino un eco de los paisajes de mi tierra y de mi infancia, que están y estarán siempre en mí”. Su producción ha obtenido un reconocimiento plasmado en la obtención de varios premios: Adolfo Vargas Cienfuegos (1984), Juan Manuel Rozas (1986), Ciudad de Barcelona (1991) y Ciudad de Mérida (1994). Ada Salas (Cáceres, 1965) es considerada una de las poetas más destacadas de la actualidad nacional como demuestran el éxito de libros como Arte y memoria del inocente (1988), Variaciones en blanco (Premio Hiperión, 1994) o el reciente Esto no es silencio (2008). En sus palabras “dicen, los que han leído mis poemas, que hablo sobre todo del dolor, y del hecho poético en sí: de la imposibilidad del decir, tal vez”. Pilar Galán (Navalmoral de la Mata, 1967) es una escritora de narrativa y poesía cuyo palmarés cuenta con numerosos galardones como el I Premio en Narraciones Breves en el certamen 'Hermanos Caba'. Con su última obra, Los pasos de la piedra, hace una incursión en el mundo del teatro, género en el que ya escribió una "exitosa" trilogía compuesta por las obras Miles Gloriosus, Diálogo entre la vejez y la belleza y La Muerte. Esta muestra de escritoras extremeñas es solo eso, una muestra, que evidencia la excelente producción actual destinada a seguir la estela de autoras extremeñas ya consagradas como Luisa de Carvajal, Carolina Coronado, Adelaida García Morales o Dulce Chacón, y que tratan de plasmar sus propias voces en el universo literario abriendo y afianzando el camino de la literatura extremeña.

M. Mar Lebrato Nieves

e entre las muchísimas cosas curiosas que se pueden destacar sobre la vida de las mujeres que se han dedicado a la literatura hemos seleccionado estas que siguen a continuación. Esperemos que os gusten: Sor Juana Inés de la Cruz (1651- 1695), excelsa poeta mexicana. El jesuita Antonio Núñez de Miranda, bajo el pseudónimo de Filotea le reprochó que escribiese, labor “vedada para la mujer”. Ella escribió la “Respuesta a Sor Filotea”, donde realiza una defensa de la labor intelectual de la mujer. Su ingreso en el convento se debió más que a su vocación religiosa, a sus ganas de estar cerca de los libros y en un lugar en el que poder desarrollar su labor literaria, imposible para una mujer de esa época en una vida convencional. Cecilia Böhl de Faber (1796- 1877), más conocida por su pseudónimo de Fernán Caballero. La autora decidió escribir con el pseudónimo porque, como ella misma relata: "Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público mis modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán Caballero." Y es que no estaba muy bien visto que una mujer escribiera libros. El público en general creyó realmente que se trataba de un escritor en vez de una escritora.

Amandine Aurore Lucile Dupin (1804-1876), más conocida con el pseudónimo de George Sand. Después de abandonar a su esposo comenzó a preferir el uso de vestimentas masculinas, aunque continuaba vistiéndose con prendas femeninas en reuniones sociales. Este "disfraz" masculino le permitió circular más libremente en París, y obtuvo de esta forma, un acceso a lugares que de otra manera hubieran estado negados para una mujer de su condición social. Esta era una práctica excepcional para el siglo XIX, donde los códigos sociales, especialmente de las clases altas, eran de una gran importancia. Se forjó una legendaria mala reputación por su libertina conducta sexual, algo en extremo mal visto en

su época. Su forma escandalosa de comportarse en la cama y sus múltiples amantes, a los cuales solía reunir para que le brindaran placer en conjunto, hizo que su figura fuera rechazada en el círculo aristocrático. Estuvo relacionada sentimentalmente con el escritor Alfred de Musset y con el compositor Frédéric Chopin a quien encontró en París en 1831. Dentro de su círculo de "amistades" se encontraban el compositor Franz Liszt, el pintor Eugène Delacroix, el escritor Heinrich Heine así como Victor Hugo, Honoré de Balzac, Julio Verne y Gustave Flaubert. Carolina Coronado (1820-1911). Ramón Gómez de la Serna, sobrino de la autora extremeña cuenta en la biografía que escribió sobre ella que a los 24 años la noticia de la muerte de Carolina Coronado, que ya era conocida por sus versos, sacudió el mundo literario, llegando a ser incluso protagonista de varias elegías que los poetas de la época se apresuraron a escribir. Dice don Ramón: “Su muerte debió de nacer con el primer ataque de catalepsia que la poseyó dejándola sin vida aparente hasta un mes entero, una rara catalepsia que al ser ya sabida hacía que no se la enterrase cuando se moría ocasionalmente […] Afortunadamente el médico de Almendralejo era un médico que sabía cuándo no hay que dar la esquela de defunción”. La misma Carolina rectificó la noticia con unos versos dramáticos en los que podemos leer “Para vivir mujer, más vale muerta”. María Lejárraga (1874-1974). Nació en una familia acomodada y recibió una educación que le permitió ejercer de maestra. Sin embargo sus inquietudes literarias chocaban con la sociedad en que creció, cerrada a las mujeres. En 1900 se casó con Gregorio Martínez Sierra, escritor más joven que ella, y publicó sus obras de teatro bajo el nombre de éste. Así, aunque el mérito fuese para él, Lejárraga logró divulgar su obra sin el prejuicio de que una mujer escribiese. Virginia Woolf (1882-1941) . El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó. Se puso su abrigo, llenó sus bolsillos con piedras y se lanzó al río Ouse, cerca de su casa, y se ahogó. Su cuerpo no fue encontrado hasta el 18 de abril. Su esposo enterró sus restos incinerados bajo un árbol en Rodmell, Sussex. Le dejó una carta en la que decía entre otras cosas: “No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo”. Corín Tellado (1927-2009). La autora de novela sentimental, y muchas veces con tintes eróticos, es la escritora más leída en castellano después de Miguel de Cervantes. Figura en la edición del año 1994 del Libro Guinness de los Récords como la escritora más vendida en lengua castellana. A lo largo de su dilatada carrera literaria -56 años desde que publicó su primera novela-, Corín Tellado ha publicado unos 4.000 títulos, ha vendido más de 400 millones de ejemplares de sus novelas y ha sido traducida a varios idiomas.

Lucas Gutiérrez de las Heras