Accion Española Una Aproximacion Ideologica

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ACCION ESPAÑOLA: UNA APROXIMACION fflSTORICO-IDEOLOGICA POR JAVIER BADÍA Acción Española fue fundamentalmente un movimiento in- telectual. Un movimiento intelectual que se expresaba a través de las páginas de la revista del mismo nombre y que cargaba sus plumas y velaba sus armas en la Sociedad Cultural constituida simultáneamente. Este movimiento intelectual pretendía crear unas bases de inteligencia -—de altura— que hicieran que España se reencontrara con su propio ser. Que España se reencontrara con las ideas de sus filósofos, de sus teólogos, del siglo xvi y de los grandes maestros del pensamiento de la Tradición, más cer- canos en el tiempo, para reactualizarlos y hacer que España, a la fuerza de su aliento, cobrara nueva vida. Porque España agoni- zaba. La monarquía constitucional de 1876, la monarquía de don Alfonso XIII, caía por consunción el 14 de abril de 1931. Sus dudas y vacilaciones, el paso adelante y el paso atrás, pero, sobre todo, la falta de creencia en sí misma, la ausencia de ilusión y la carencia más absoluta de una doctrina, de un contenido que la diera vida, la hicieron sencillamente desaparecer. Y mientras esto sucedía, mientras el barco era abandonado de supuestos amigos y servidores, intelectuales y políticos procla- maban a los cuatro vientos su condición de republicanos de toda la vida. Así, Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala, firmantes del famoso «Manifiesto de la Agrupa- ción al Servicio de la República», además de Antonio Machado y Miguel de Unamuno, entre otros intelectuales. En cuanto a los segundos, los políticos, ahí estaba el partido denominado Dere- 827

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Javier Badía, “Acción Española: una aproximación histórico-ideológica”,

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  • ACCION ESPAOLA: UNA APROXIMACION fflSTORICO-IDEOLOGICA

    POR

    JAVIER BADA

    Accin Espaola fue fundamentalmente un movimiento in-telectual. Un movimiento intelectual que se expresaba a travs de las pginas de la revista del mismo nombre y que cargaba sus plumas y velaba sus armas en la Sociedad Cultural constituida simultneamente. Este movimiento intelectual pretenda crear unas bases de inteligencia -de altura que hicieran que Espaa se reencontrara con su propio ser. Que Espaa se reencontrara con las ideas de sus filsofos, de sus telogos, del siglo xvi y de los grandes maestros del pensamiento de la Tradicin, ms cer-canos en el tiempo, para reactualizarlos y hacer que Espaa, a la fuerza de su aliento, cobrara nueva vida. Porque Espaa agoni-zaba.

    La monarqua constitucional de 1876, la monarqua de don Alfonso XIII, caa por consuncin el 14 de abril de 1931. Sus dudas y vacilaciones, el paso adelante y el paso atrs, pero, sobre todo, la falta de creencia en s misma, la ausencia de ilusin y la carencia ms absoluta de una doctrina, de un contenido que la diera vida, la hicieron sencillamente desaparecer.

    Y mientras esto suceda, mientras el barco era abandonado de supuestos amigos y servidores, intelectuales y polticos procla-maban a los cuatro vientos su condicin de republicanos de toda la vida. As, Gregorio Maran, Jos Ortega y Gasset y Ramn Prez de Ayala, firmantes del famoso Manifiesto de la Agrupa-cin al Servicio de la Repblica, adems de Antonio Machado y Miguel de Unamuno, entre otros intelectuales. En cuanto a los segundos, los polticos, ah estaba el partido denominado Dere-

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    cha Liberal Republicana, con don Niceto Alcal Zamora al frente, ex ministro de la monarqua constitucional y futuro Presidente de la I I Repblica Espaola. El hombre que soaba con una Re-pblica conservadora y me atrevera a decir que clerical don-de habra un sitio reservado a altas dignidades eclesisticas en el futuro Senado. Y junto a don Niceto, Miguel Maura y Snchez Guerra. Y desde distinta ptica poltica, aunque en el mismo lado del campo, Alejandro Lerroux, quien suea igualmente, a finales de la primavera de 1930, con una Repblica radicalmente con-servadora. El pacto de San Sebastin, en agosto de 1930, sera el corolario de la gran conspiracin antimonrquica.

    Y hasta aqu, dos ideas fundamentales para entender los or-genes de Accin Espaola: la ausencia de una doctrina, de un contenido que hubiera dado vida a la monarqua cay como cscara vaca, dira Jos Antonio y el monopolio aparente al menos de la inteligencia en el lado republicano y, al parecer, nico. No haba otro. O eso era lo que stos queran que se pen-sase.

    Llenar un vaco.

    En ese ambiente, en ese momento histrico, nace Accin Es-paola. A los ocho meses justos de proclamarse la Repblica. Una Repblica que no iba a tener nada de conservadora ni de clerical, como muy bien iban a demostrar los sucesos del 11 de mayo, en que arderan iglesias y conventos. Y Accin Espaola nace con un bagaje doctrinal no improvisado, no fruto de un oportunismo poltico encauzar a los tempranos descontentos de la Rep-blica. Accin Espaola nace para llenar el vaco de una doctrina no impartida, y, por tanto, olvidada, que ya exista y que estaba en Balmes, en Donoso Corts, en Menndez y Pelayo, en Nocedal, en Vzquez de Mella, en Aparisi y Guijarro. Una doctrina que no era otra que el Tradicionalismo y que se trataba de remozar, de darle vigencia. Aquellos hombres, los maestros, haban vivido ais-lados en su tiempo. Accin Espaola quera crear con sus ideas

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    una escuela en torno a la que se agrupasen catedrticos, escritores* pensadores y poetas; acadmicos, historiadores, religiosos y pre-lados. Una escuela que se haba pedido haca unos aos. El 22 de mayo de 1927, cuatro aos y siete meses antes, en plena dictadura de Primo de Rivera, y en un artculo titulado precisamente: El sentido de la dictadura, Jos Flix de Lequerica peda ua es-cuela de pensamiento reaccionario moderno (1), que diera con-tinuidad a la Dictadura, que no hiciera de esto algo interino, y pona como ejemplo el movimiento portugus Integralismo Lu-sitano. Remozar una doctrina y escuela de pensadores, es decir, intelectuales. Se iba a romper el mito de la exclusividad intelec-tual de la izquierda.

    Se tratara de sustituir la ideologa revolucionaria por otra en-teramente contraria que se hundiese en las races mismas del ser de Espaa. Espaa fue grande cuando tuvo una misin salvadora y universal en la conquista de un continente. Que fue, sobre todo no hay que olvidarlo, una conquista espiritual. Fe catlica e hispanidad seran dos pilares de Accin Espaola. Y para la de-fensa y reivindicacin de sus postulados, para la difusin de sus ideas, el papel impreso. Si la Ilustracin, primero, y la Institucin Libr de Enseanza, despus, hicieron su labor desmontadora por medio de la letra impresa y as se reconoca expresamente por los hombres de Accin Espaola se ser el medio esco-gido para combatir esas ideas. Sus mismas armas.

    Minora directora.

    Y los hombres? Porque el elemento humano es un captulo importante. Se trataba de conseguir esa minora directora, esa clase dirigente que le haba faltado a Espaa en los dos ltimos siglos, y que fuera capaz de dar la luz necesaria para conducir a

    (1) Jos Flix de Lequerica, El sentido de la dictadura (22 de mayo de 1927), en Soldados y polticos (Bilbao, Exclusivas d Venta de Edito-rial Voluntad, S. A-, 1928), pgs. 82 y sigs.

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    la nacin por el camino de la Verdad. El mal de Espaa no es otro que la carencia de minoras directoras dignas de tal nom-bre (2), se escribira en las pginas de la revista. Por otra parte, haba como una rebelin a aceptar que no hubiera verdaderos in-telectuales en el campo catlico y monrquico. En Accin Espa-ola se pensaba que las ideas gobiernan a los pueblos (3). Y de eso se trataba. Ramiro de Maeztu, Vctor Pradera, Jos Galvo Sotelo y Eugenio Vegas Latapi sern las mentes ms caracteri-zadas, ms activas tambin, de ese movimiento que Eugenio Mon-tes calificara como Covadonga de la Reconquista espiritual de Espaa. El marqus de Quintanar fue uno de los cofundadores de la revista. Vegas y Maeztu haban acudido a l, como miembro re Consejo de Administracin del diario La Nacin, para in-sertar una doble hoja en ese peridico, que se habra de llamar La Contrarrevolucin.

    La proclamacin de la Repblica el 14 de abril impidi que esta idea se pudiera llevar a cabo. Colaboradores frecuentes en la revista fueron, adems de los citados, Joaqun Arrars, Jorge Vi-gn, Jos Pemartn, Castro Albarrn, Carlos Fernndez Cuenca, el padre Flix Garca, el padre Zacaras Garca Villada, Ernesto Gimnez Caballero, Alfonso Junco, Jess Marann, Eugenio Mon-tes, Leopoldo Eulogio Palacios, Jos Mara Pemn, Javier Reina (Fabio en El Siglo Futuro), Rafael Snchez Mazas, Zacaras de Vizcarra, etc. Por no citar sino a algunos de los ms sealados intelectual o polticamente hablando. En realidad podramos se-guir hasta completar una lista de ciento setenta y cuatro nom-bres, entre los que tendramos que incluir aquellos autores de los que s reprodujeron textos, como Balmes, Menndez y Pelayo, Mussolini, Vzquez de Mella y otros. En Accin Espaola, en sus tertulias, en su revista y en su sociedad> haba primorriveris-tas, tradicionalistas, alfonsinos, falangistas, catlicos y monrqui-

    (2) Eugenio Vegas Latapie, La causa del mal, en Accin Espaola, nm. 85 (marzo de 1936), pg. 425.

    (3) Ibd., Vox clamants in deserto, en AE, antologa (marzo de 1937), pg. 10.

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    eos de distintas filiaciones e independientes. Y es que: Accin Espaola, como se dira en uno de sus editoriales, no era un partido, porque no puede ser un partido lo que es una suma nacional (4). -

    Intelectuales de relieve.

    La tarea de reunir a los hombres que haran posible Accin Espaola se debe principalmente a Eugenio Vegas Latapi. El fue quien ira, cual peregrino, llamando de puerta en puerta buscando las adhesiones y, sobre todo, las colaboraciones necesarias. A tra-vs de su amigo Marcial Solana conocera al conde de Rodezno, del cual dira posteriormente que su escepticismo poltico slo era comparable con su lealtad inquebrantable a la dinasta carlis-ta (5); en septiembre de 1930 visit en Segovia al catedrtico de Historia marqus de Lozoya; igualmente se present al tam-bin catedrtico marqus del Saltillo. A Vctor Pradera le visit en su casa. Le haba conocido en las borrascosas sesiones de la Academia de Jurisprudencia en los meses de mayo y junio de 1930, donde cuando ya nadie quera ni oir hablar del rey, Euge-nio Vegas, Vctor Pradera y pocos ms tenan las agallas de gri-tarle vivas. Estas sesiones fueron esplndidamente retratadas por Agustn de Fox en su Madrid, de Corte a checa (6). A Ra-miro de Maeztu le conoci Eugenio Vegas por medio de un ami-go comn, Miguel Artigas, director entonces de la Biblioteca Na-cional. Se conocieron una tarde de octubre de 1930 en casa de Maeztu. Y a esa primera visita habran de suceder otras muchas los domingos por la tarde. En enero de 1931, Maeztu llev a Eugenio Vegas a casa de Quintanar. Maeztu y Quintanar se ha-

    (4) Homenaje al Excmo. Sr. D. Ramiro de Maeztu, en AE, n-mero 7 (16 de marzo de 1932), pg. 81.

    (5) E. Vegas Latapie, Escritos polticas (Madrid, Cultura Espaola^ 1940), pg. 9-

    (6) Agustn de Fox, Madrid, de Corte a checa (7." reimpresin, Ma-drid, Prensa Espaola, 1976), pags. 41 y sigs.

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    ban conocido en la Unin Patritica, el partido de Primo de Rivera. Ramiro de Maeztu haba sido embajador en la Argentina durante la ltima etapa del mandato del dictador, y era un co-nocido articulista que firmaba en las pginas de El Sol y de La Nacin. En las del primero, por muy poco tiempo ya. El mar-qus de Quintanar, tambin Conde de Santibez del Ro, era ingeniero de caminos y gran conocedor de la obra de Antonio Sardinha, fundador del movimiento integralista portugus. Haba sido un forofo de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Maez-tu, Quintanar y Vegas habran de ser los tres iniciadores de la revista en torno a la cual girara tido el movimiento intelectual de Accin Espaola. Los tres partan de una misma base doctri-nal, el tradicionalismo. Los ares estaban convencidos de la nece-sidad de que hubiera un centro donde se pudiera recrear el pen-samiento tradidonalista. Y los tres pensaban que el vehculo id-neo para la difusin de esos pensamientos habra de ser una pu-blicadn peridica, una revista. Estos tres hombres, pues, de muy diferentes edades, cuarenta y un aos, el marqus de Quin-tanar; dncuenta y seis, Ramiro de Maeztu, y veintitrs Eugenio Vegas, confluyen merced a la inquietud del ltimo para conseguir un mismo fin. Vegas, el ms joven, era ya, por entonces, capitn jurdico, letrado dd Consejo de Estado y activo militante mo-nrquico. El denominador comn de todos los hombres de Ac-dn Espaola sera, pues, el de intelectuales y el de intelectuales de relieve.

    Primeros pasos.

    Vista la necesidad de la publicadn y reunidos los elementos humanos necesarios, faltaba buscarle un nombre. El paralelismo integrista y monrquico entre d movimiento Acdn Francesa y lo que habra de ser Acdn Espaola deddi, al parecer por in-tervendn directa dd marqus de Quintanar (7), el de la revista.

    (7) Cfr. El conde de Sa&fiiez del Ro, El integralismo lusitano, en AE} nm. 14 (1 de julio de 1932), pg. 145.

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    Maeztu hubiera preferido Hispanidad, y Vegas, que ya haba pensado en ttulos como La Reaccin y La Ciencia Espaola, se inclinaba por el de Contrarrevolucin. L'Action Franaise era la cabecera de un diario, rgano de expresin del grupo que acau-dillaba Maurras. El pensamiento y los hombres de Accin Fran-cesa influyeron decisivamente en Accin Espaola. De Accin Francesa se tomara el modelo de revista y el modelo de movi-miento. Con ello habra un continuo e intenso intercambio inte-lectual, aunque, curiosamente, Charles Maurras no llegara a co-laborar nunca en la revista. Alguno de los nombres franceses co-laboradores en Accin Espaola fueron Charles Benoist, Louis Bertrand, Paul Bourget, Pierre Gaxotte, Louis Madelin, Ren Richard y otros.

    Las ideas, los hombres, un nombre. Pero faltaba algo sin lo cual no haba nada que hacer, el dinero. Los recursos econmi-cos. Como tantas veces, ste va a llegar a manos de los protago-nistas de un modo casual. Milagroso, podramos decir. Fue en el verano de 1931 cuando llega a manos del marqus de Quintanar la extraordinaria suma, para aquel entonces, de cien mil pesetas. Una quinta parte de las cuales se apartaran para la fundacin y financiacin de Accin Espaola. La suma inicial haba sido do-nada por los marqueses de Pelayo y destinada en principio para actividades conspiratorias. El hecho de la disponibilidad del di-nero se lo comunica en una carta el marqus de Quintanar a Eugenio Vegas, que se encontraba descansando en Santander. Con todo, y debido a las precarias condiciones financieras en que esta publicacin naca, se va a fijar su redaccin y su domicilio social en el propio del marqus de Quintanar, en la plaza de Santa Brbara, 8. Los colaboradores del primer nmero eran casi todos ellos amigos personales de quien figuraba como director, el conde de Santibez del Ro. As, Jos Pequito Rebelo e Hiplito Ra-poso, miembros destacados del Integralismo lusitano; el escri-tor Manuel Bueno; el ex-ministro de la dictadura, Jos Calvo Sotelo; Joaqun Arrars, Javier Hurtado de Zaldvar (que era el pseudnimo de Pedro Mourlane Michelena), el teniente coronel Emilio Herrera y Linares, Miguel Herrero Garca, Jos Pemartn,

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    Eugenio Vegas Latapie y Ramiro de Maeztu, autor del editorial que llevaba por ttulo el mismo de la cabecera, y que habra de Ser premio Luca de Tena 1932. De aquel texto es este prrafo, qe dice: Venimos, pues, a desempear una funcin de enlace. Nos proponemos mostrar a los espaoles educados que el sentido de la cultura en los pueblos modernos coincide con la corriente his-trica de Espaa; que los legajos de Sevilla y Simancas y las pie-dras de Santiago, Burgos y Toledo no son tumbas de una Espaa muerta, sino fuentes de vida (8).

    Los diferentes nmeros, con periodicidad primero quincenal y luego mensual, no eran preparados formalmente. Lo que haba diariamente era, eso s, una tertulia, y de ah surgan ideas y pro-yectos. En esta tertulia, celebrada a ltimas horas de la tarde, solan llevar la voz cantante Ramiro de Maeztu y Vctor Pradera, quienes, junto con Eugenio Vegas, eran los hombres ms se-veros (9), segn Vzquez Dodero. Asiduos eran Jorge Vign el citado Jos-Luis Vzquez Dodero, los marqueses de Quintanar y de las Marismas del Guadalquivir, Pedro Sinz Rodrguez, Ma-nuel Pombo Polanco, los hermanos Vela, Joaqun Arrars, Eu-genio Montes, el general don Procopio Pignatelli de Aragn, Corts Cavanillas y muchos ms, destacando por su constancia el marqus de la Eliseda y Vegas. Tema capital de aquellas reunio-nes era la poltica, aunque no el nico. Se hablaba igualmente de literatura, de religin, de filosofa, de arte, de historia, y se con-taban numerosas ancdotas.

    La revista tuvo una vida absoluta de cuatro aos y medio exactamente, publicndose ochenta y ocho nmeros y una An-tologa en plena guerra, en 1937. Hubo un nmero que se qued en al imprenta sin salir, cuando estaban hechas las planchas, el 18 de julio de 1936.

    (8) Ramiro de Maeztu, Accin Espaola, en Accin Espaola, nm. 1 (15 de diciembre de 1931), pgs. 6 y sigs.

    (9) Jos-Luis Vzquez Dodero, en el prlogo a El principe que forj una Repblica y otros ensayos, del marqus de Quintanar (Madrid, Sa-turnino Calleja, S. A., 1958), pg. 10.

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    Revista de pensamiento, .

    Accin Espaola era una revista de pensamiento, de min-ras; por tanto, el qu tuviera dos.mil suscriptores, y ms en aquella poca, se puede considerar todo un xito. En cuanto a su sostenimiento material, no tena ingresos por publicidad, pero se mantuvo, tras una primera poca difcil, con donativos, y, a partir de 1935, gracias, sobre todo, a los protectores, quienes abonaban anualmente quinientas pesetas. Hemos de tener en cuenta que la suscripcin normal era de treinta pesetas, que ve-nan a ser unas tres mil de hoy. En el nmero 88 apareci una lista de cincuenta y nueve protectores.

    Como ya heios sealado, Maeztu recibi el premio Luca de Tena por su editorial, el primero, en Accin Espaola. Otorgado con fecha 23 de febrero de 1932, sera todo un espaldarazo a la altura intelectual de la nueva publicacin. Y, de rebote, un apoyo moral, dado el prestigio del premio, cuando, por otra parte, no se haba concedido por razones polticas, como as reconocera su titular, Luca d Tena, en el' banquete homenaje a Maeztu en el Rizt el 8 de marzo.

    Desde su nacimiento, Accin Espaola estaba en la ms fron-tal oposicin al rgimen republicano. Y esa oposicin se plasma-ba desde un frente exclusivamente ideolgico. Los carlistas se deca en un ditorial en febrero de 1936, tantas veces vence-dores en el campo de batalla, no lograron salir triunfantes de ningn combte en el campo del pensamiento, que es donde de-finitivamente se liquidan las grandes querellas (10). Desde las pginas de Accin Espaola se impartieron clases de democracia en el sentido de explicar cul es su verdadero significado, y se avis de la trascendencia que tendra el aceptar como algo vlido el sufragio universal y las elecciones. En su breve existencia hubo lugar para explicar stos conceptos 1 ritmo que imponan los acontecimientos histricos.

    (10) E. Vegas Latapie, op. cit., pg- 200.

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    En Accin Espaola no se aceptaba la democracia inorgnica, por ser considerada contraria a la ley natural. Para ello se apo-yaban en las encclicas de Po IX, Len X I I I y San Po X . El gobierno del nmero se deca en un editorial de abril de 1933 es causa de la desorganizacin del pas, porque destruye todo lo que le ofrece un dique: religin, familia, tradiciones, cla-ses, organizaciones de todo gnero (11). La democracia era ab-surda a la luz de las enseanzas de la Iglesia, incompetente en su ejercicio, perniciosa en sus efectos; cosa condenable y conde-nada (12). Y todo ello sin perjuicio de la defensa de la demo-cracia orgnica que Vctor Pradera recordara estaba en los prin-cipios de la Tradicin.

    En cuanto al sufragio universal se consideraba negativo, por ser la institucin bsica en que reposa el Estado liberal y demo-crtico (13). La frase de Po X I : sufragio universal, mentira universal (14), se repite en mltiples ocasiones a lo largo de las pginas de la revista. El sufragio universal se dira es el triunfo de la cantidad sobre la calidad (15). Pero los hombres de Accin Espaola no eran ciegos y saban que se era un ins-trumento que les proporcionaba la democracia: Mientras se nos imponga como un yugo, procuremos sacar del sufragio universal los beneficios que sea posible; pero no olvidemos nunca que mien-tras esa calamidad pblica no haya desaparecido, los pueblos no podrn vivir en prspera paz (16).

    El sistema electoral inorgnico, el de los partidos polticos, era, igualmente, la causa del mal. Como por una parte se acep-taba pragmticamente el sistema para utilizarlo en beneficio pro-pio, se avisaba de inmediato de los peligros que comportaba el

    (11) E. Vegas Latapie, Democracia, en AE, nm, 27 (16 de abril de 1933), pg. 227.

    (12) Ibtd., pg. 230. (13) E. Vegas Latapie, El sufragio universal, en AE, nm. 28 (1

    de mayo de 1933), pg. 337. (14) Ibtd., pg. 340. (15) Ibd., pg. 340. (16) Ibid., pg. 342.

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    acomodo de pensar que lo que slo es un medio en un momento dado, sea un fin. Una vez conseguido el triunfo, se suprimira el rgimen electivo, puesto que si no, la siguiente contienda elec-toral traera irremisiblemente la amargura de la derrota (17), La dramtica actualidad de alguno de los asertos que en Accin Espaola se escribieron, nos la da estos prrafos publicados en enero de 1936: Por qu Una Cmara y un gobierno hacen creer, contra toda razn, que una poltica de debilidad y de aban-dono asegura el porvenir de la paz? Elecciones. Por qu un Parlamento duda en votar cargas, posiblemente onerosas* pero necesarias a la seguridad nacional? Elecciones. Por qu en toda circunstancia y en toda ocasin se prefiere la apariencia a la rea-lidad, la comodidad del momento a la utilidad duradera? Elec-ciones (18). Y esto tampoco era original de Accin Espaola, porque sta lo reproduca de la Revue des Deux Mondes.

    Clausura de locales y revista.

    Ante estas ideas, manifestadas reiteradamente de forma p-blica, no es de extraar que cinco das antes del levantamiento del General Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932, las autoridades republicanas decidieran cerrar los locales de la Sociedad Cultural Accin Espaola. El mismo 10 de agosto, en la tercera pgina de ABC, Maeztu se lamenta de la decisin gubernamental, insis-tiendo en que Accin Espaola es un centro de estudios, no una Sociedad poltica. Cosa que no era bice para que algunos de los hombres que frecuentaban ese centro de estudios, como el duque del Infantado, Jos Mara de Areilza, Pedro Sinz Rodr-guez o Juan Antonio Ansaldo, s estuvieran implicados en reu-niones conspiratorias. El director general de Seguridad afirmaba en aquellas fechas que Accin Espaola propugnaba el absolu-

    (17) E. Vegas Latapie, Elecciones, en AE, nm. 41 (16 de no-viembre de 1933), pg. 410.

    (18) Artculo en La Revue des Deux Mondes, citado en Elecciones, de E. Vegas Latapie, en AE, nm. 83 (enero de 1936), pgs. 8 y sigs.

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    tismo imperialista (19). Ni que jderir tiene que la revista fue suspendida indefinidamente tras el fracasado alzamiento,, junto a ciento catorce peridicos en toda Espaa. A la crcel Modelo de Madrid fueron a parar el marqus de Quintanar, director de la revista, Ramiro de Maeztu, Alcal Galiano y otros. El 16 de agosto fueron registrados los locales e incautados los ficheros por la polica. Un editorial titulado A los 83 das de la suspensin. Pginas de la dictadura parlamentaria, expresaba con las siguien-tes palabras la opinin de la revista, en el primer nmero de su reaparicin: El Gobierno del seor Azafa, con la dictadura par-lamentaria que lo escuda, suprimi de raz toda la opinin in-mensa que le era adversa, con la clausura en masa de los peri dicos monrquicos y catlicos y con el encarcelamiento de mul-titud de espaoles (20). Aquella suspensin fue la amenaza ms seria que pes sobre revista y Sociedad, y que pudo haber acaT bado con la continudad de las dos, con parte de sus directivos en la crcel y parte en el exilio. No obstante, la Sociedad Cultural no sera autorizada hasta varios meses despus que la revista. Maeztu se quejaba el 8 de marzo de 1933 en las pginas de ABC, a propsito de -k falta de apoyo recibido: A ls hombres de la derecha nada les digo. Ninguno ha defendido a Accin Espaola Somos, por lo visto, una alcachofa, que se deshoja con esponta-neidad, para ser ms fcilmente devorada. Qu Dios nos lo per-done!.

    l exilio, con todo, no iba a ser eri balde. A Biarritz, lugar de la nueva residencia de Calv Sotlo, van a llegar Juan Antonio Ansaldo y el marqus de la Eliseda, a los que pronto se uniran el capitn artillero Jrge Vgn y Eugenio Vegas. Para Jos Calvo Sotelo este forzado exilio iba a ser capital en el resto de su vida. En expresin de Eugenio Vegas, encontrara su camino de Da-

    (19) La frase est recogida en el diario La Prensa, de Buenos Aires, del 16 de agosto de 1932; Aparece dtada por el marqus de Quintanar, en Pginas de la Dictadura Parlamentaria, en AE, nm. 17 (16 de no-viembre de 1932), pg. 451.

    (20) Ibd., pg. 451- /

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    masco (21), precisamente en el encuentro fsico con los hombres de Accin Francesa. Charles Maurras, Len Daudet y Pujo se reu-niran en una comida en Pars con los exilados espaoles, merced al buen hacer de un joven monrquico francs que se haba hecho amigo de todos, Armand Magescas. Calvo Sotelo rehara sus ideas polticas de forma fundamental para el inmediato futuro poltico de Espaa. Seguidor de Antonio Maura, an despus de la cada de la dictadura, se convirti en un acrrimo defensor de la ideo-loga antiliberal y antiparlamentaria y propugnador de una mo-narqua, en consecuencia.

    Nueva etapa.

    En la nueva etapa de la revista, comenzada tras el parntesis de la suspensin, va a haber cambios importantes. En el mes de abril de 1933 se constituye la editorial Cultura Espaola, in-tegrada por Maeztu, Quintanar, Pemn, Vign, el marqus de las Marismas, Eliseda, Vela y Vegas. A esta editorial va a pasar la propiedad de la revista, hasta el momento a nombre de su director. En el nmero 28, de fecha 1 de mayo de 1933, tras un reajuste interno que obedeca principalmente a causas econmi-cas, pasa Ramiro de Maeztu a la direccin de Accin Espao-la, quedando Eugenio Vegas como redactor-jefe efectivo. Y este es un cambi importante, porque la publicacin ya a cobrar nuevos impulsos beligerantes frente al acontecer poltico repu-blicano. Esta segunda etapa ser tambin la definitiva, pues la situacin interna no variar hasta el estallido del Alzamiento.

    Dos palabras unidas definen lo que quiso ser, y fue, Accin Espaola: doctrina y accin. En el mes de julio de 1933, re-nueva cubierta y aparece en contraportada el lema definitorio: Una manu sua faciebat opus, et altera tenebat gladium. La mxima estaba tomada de Nehemas, IV, 17. Crear doctrina para

    (21) E. Vegas Latapie, El pensamiento- poltico de Calvo Sotelo (Ma-drid, Cultura Espaola, 1941), pgs. 99 y sigs.

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    levantar el edificio del nuevo Estado y combatir, al tiempo, las ideas destructoras del enemigo, del mismo modo que, en tiem-pos de Nehemas, los hombres del pueblo escogido con una mano manejaban el martillo, construyendo el Templo de Jeru-saln, y con la otra empuaban la espada para defenderse de los ataques de los enemigos (22). Y sta es una interpretacin v-lida, porque habr ms que iremos viendo ms adelante.

    El discurso de Jos Antonio Primo de Rivera, pronunciado en el teatro de la Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933 fue recogido ntegro en las pginas de Accin Espaola, con el ttulo Bandera que se alza y con unas palabras preliminares de Jorge Vign, Vctor Pradera contestara, preguntndose: Ban-dera que se alza?, en el que hace un anlisis de los prra-fos ms caracterizados del discurso y en el que sostiene que no hay tal bandera que se alza, que esa bandera ya estaba alzada, que era la bandera del tradicionalismo. Manifiesta su acuerdo con Jos Antonio en que el origen del mal presente est en Rousseau; afirma que antiliberalismo y democracia orgnica estaban ya re-cogidos en la Tradicin, Vctor Pradera sostiene en su artculo que el sentido de Patria que Jos Antonio propugna en tanto que sntesis trascendente, sntesis indivisible con fines propios que cumplir, ya estaba recogida en la definicin tradicionalista de Nacin que, dice, en su aspecto afectivo es la Patria. Igual-mente las dems partes del discurso referidas a los partidos po-lticos, a la lucha de clases, como una consecuencia del liberalismo. Vctor Pradera acaba su artculo lamentando que estos principios recogidos por la Tradicin no se hayan embanderado en nombre de sta (23).

    (22) E. Vegas Latapie, Doctrina y accin, en AE, nm. 29 (16 de mayo de 1933), pgs. 455 y sigs.

    (23) Vctor Pradera, Bandera que se alza?, en AE, nm, 43 (16 de diciembre de 1933), pgs. 643 y sigs.

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    Segundo aniversario optimista.

    El 15 de diciembre de 1933 se cumpla el segundo aniversa-rio y el balance no poda ser ms optimista: Precisamente se deda en el numero 43, que llevaba esa fecha- el mayor mrito de esta revista ha sido crear un nuevo estado de opinin cuando Espaa pareca deshecha (24). No se poda echar mejor flor a la labor de los hombres de Accin Espaola, puesto que se era el propsito que se haban marcado desde un principio, conseguir formar ideolgicamente a una minora que supiera crear ese estado de opinin. En ese nmero, adems del editorial que escribi Eugenio Vegas, A los dos aos, colabor el general Sanjurjo con un autgrafo que envi desde el penal del Dueso, el conde de Rodezno, Julio Palacios, Alvaro Alcal Galiano, Vc-tor Pradera, Emilio Herrera, el marqus de Lozoya, Jos Calvo Sotelo (desde el exilio todava), Jos Mara Pemn, Juan de la Gerva y Codornu, Eugenio Montes, Jos Mara de Areilza, Ra-miro de Maeztu, el conde de Santibez del Ro, Joaqun Arra-rs, Jorge Vign y Jos Pemartn. Se haba alcanzado la madurez.

    En este ambiente de esperanza es de nuevo autorizada la Sociedad Cultural. Una esperanza fundada en el propio hacer, que no en el de aquellos nuevos conductores de los destinos de Espaa haban triunfado las derechas en noviembre del 33 que pronto demostraran la ineficacia de su gestin. Las cosas no solamente no iban a cambiar, sino que se iban a sentar las bases para el triunfo del Frente Popular. La reapertura, por tanto, de la Sociedad se har, con la solemnidad que el caso requera, el 8 de mayo de 1934 en un piso del nmero 9 de la plaza de las Cortes, frente al Congreso de los Diputados. En la nueva Junta directiva, cuyo presidente y vicepresidentes habran de ser respectivamente Pemn y Vctor Pradera compartido en este segundo caso con Ruiz del Castillo y Sinz Rodrguez,

    (24) Alvaro Alcal-Galiano, Reconquista de Espaa, en AE, n-mero 43 (16 de diciembre de 1933), pg. 640.

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    habra un total de trece componentes. Entre ellos dos vocales del Tribunal de Garantas Constacjonales, siete diputados a Cortes, tres catedrticos de Universidad y uno de Instituto, tres acadmicos de la Espaola y. un presidente de la Academia de Jurisprudencia.

    En el mismo mes de mayo, regresa Calvo Sotelo de su exilio. A pesar de cuanto llevamos dicho hasta aqu, Accin Espaola

    no tena, contra lo que pudiera pensarse, vocacin elitista. En un editorial de octubre de 1934, as lo expresaba: La labor que es necesario realizar no puede pesar de un modo exclusivo sobre un ncleo reducido de hombres que para realizarla han tenido que postergar sus ocupaciones particulares. Ha de ser una labor de conjunto, de minora, es verdad. Pero de minora compuesta de varios miles de hombres. Y ms adelante termina: Si las ideas que aqu se siembran no se traducen en actos, nuestro trabajo es intil, "la fe sin obras es fe muerta" (25). Por un lado, mi-noras directoras, inteligencias impregnadas de la Verdad y dis-puestas a difundirla. Por otro lado, la accin. Fundamental. Fe y obras; doctrina y accin; ideas y hechos. Esa es la norma obli-gatoria de todo catlico y de todo ciudadano. Quienes sostengan que la accin lo es todo y la doctrina no es nada, se parecen a quien, deseando curar la enfermedad de un ser querido, lleno de actividad y buena intencin, le suministrase, a modo de remedio, un veneno . . . (26).

    Fuente de ideas.

    Otra faceta, recalcada reiteradas veces a lo largo de sus p-ginas, y que ya hemos visto apuntada, es el alejamiento de la lu-cha partidista, que no de la poltica, como veremos enseguida. En palabras de Eugenio Vegas, en la serena y elevada regin de

    (25) E. Vegas Latapie, A nuestros amigos, en AE, nms, 62 y 63 (1 de octubre de 1934), pgs. 2 y sigs.

    . Ibid-, Doctrina y accin, n AE, nm. 29 (16.de mayo de 1933), pg. 455.

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    los principios, Accin Espaola haba logrado crear una zona de inteligencia y unidad (27). Fue un alejamiento voluntario de la poltica de parte para poder permanecer como fuente de ideas. Y los hechos vinieron a demostrar que no se equivocaron. Ac-cin Espaola habra de ser un forzoso punto de referencia para los partidos que pudiramos denominar nacionales. Su autodefi-ncin de laboratorio de ideas encajaba aqu perfectamente. Pero todo esto no significaba, ni muchsimo menos, inhibicin poltica/ Todo lo contrario. Se peda accin poltica, luchemos ante todo por conseguir el poder; y, luego, desde el poder, ha-gamos cierta una vez ms la frase de Po X: "Los pueblos son tales como los quiere su Gobierno" (28). La inhibicin en este aspecto, por tanto, era duramente censurada, y reproducan aque-lla letrilla gongoriana: Traten otros del Gobierno, / del mundo y sus monarquas, / mientras gobiernan mis das / mantequillas y pan tierno (29). Se insista en la llamada: Quien dice pensar como nosotros y no acta intensamente en la propagacin de los instrumentos libros y revista- de nuestra obra, se engaa o pretende engaarse. Nuestra doctrina es de accin, de dinamismo, de8 oa, de llama (30), deca un artculo publicado en noviembre de 1935 y dirigido A nuestros amigos. Y esta insistencia en la obligacin de la participacin en el campo de la poltica se hace desde el deber impuesto por la fe al catlico. Concretamen-te, se haca alusin a que los catlicos permiten que el poder lo detenten los enemigos de la fe, mientras ellos prefieren dedicarse a su religin aislados del entorno. La propaganda de la Prensa, la ctedra, haban sido feudos de la Revolucin, instrumentos al servicio primero de la Ilustracin y luego de la Institucin Libre de Enseanza y ms tarde del marxismo. El catlico se haba

    (27) Ib'td., Vox clamantis in deserto, en AE, antologa (marzo de 1937), pg. 9. ~ : "

    (28) Ib'td., Abstencionismo poltico, en AE, num. 34 (1 de agosto de 1933), pg. 325.

    (29) Ibd., pg. 323. - (30)- Ib., A nuestros amigos, en A. nm. 81 (noviembre de 1935), pg. 203. ' - r

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    dedicado a criticar esos medios, pero no haba hecho nada por conquistarlos. Se haca preciso que esos medios, capaces de crear opinin pblica, estuvieran en manos de inteligencias al servicio de la Espaa catlica.

    Se acercaban las elecciones de febrero de 1936. Accin Es-paola se repite una vez ms, porque en la reiteracin de las ideas est la posibilidad de que stas queden retenidas. Un editorial titulado Elecciones termina diciendo: Votemos, puesto que votar es hoy un deber. Pero bueno ser pensar al hacerlo en que hay que ir trazando al deber otros caminos. Votemos} para poder dejar de votar algn da (31).

    El "derecho a la rebelda".

    Doctrina y accin, habamos dicho. Enunciado con varas lecturas. La doctrina es eso y nada ms. Pero la accin tambin la entendan nuestros hombres como el derecho a la fuerza, el derecho a la rebelda. Aniceto de Castro Albarrn escribira un libro sobre este tema que editara Cultura Espaola. Ya en guerra, ese mismo libro se reeditara en zona nacional con el t-tulo: El derecho al Alzamiento. La doctrina tradicional de la Iglesia amparaba la rebelin contra la tirana, que as es como se consideraba la Repblica. La Repblica no es una forma de Go-bierno se dira parafraseando a Pierre Gaxotte, es una ideo-loga que se desarrolla, un ro que se desliza, una corriente que sigue una pendiente acelerada. No es posible remontar la corrien-te republicana: o se la quiebra o hay que resignarse a sufrir-la (32). Para Accin Espaola no haba Repblica buena. Era el Estado laico, la Revolucin. No combatimos, al combatir el rgimen republicano, una mera forma, inocua como tal forma, sino al medio que se oculta en ella de destruir la religin

    (31) Ibd-, Elecciones, en AE, nm. 41 (16 de noviembre de 1933), pg. 411-

    (32) Pierre Gaxotte, La buena Repblica, en AE, nm. 34 (1 de agosto de 1933), pg. 343.

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    y de hacer tabla rasa de una civilizacin entera (33). La postura abiertamente enfrentada al sistema, al que se consideraba con una legalidad formal, pero ilegtima, pona a estos hombres fuera de la lnea pragmtica de un considerable sector de la Iglesia oficial que, a travs de sus rganos como El Debate y a travs de sus lderes como Gil Robles eran partidarios de un modus vivendi con la Repblica, aceptando y defendiendo la democracia inorgnica y liberal. Accin Espaola, por medio de la revista y de la editorial, difundi y propag, en la medida posible, lo que ellos consideraban verdadera doctrina de la Igle-sia. Y lo hicieron con textos de Balines y artculos de Solana y Genechea. Con todo, siempre era ms importante la doctrina: Unos cuantos hroes, quiz, pudieran salvarnos, pero probable-mente no los merecemos. Cumplamos con los deberes sagrados para con la Religin y la Patria y el triunfo vendr (34). Ac-cin Espaola saba muy bien lo que quera. El Estado nuevo que Vctor Pradera haba ido, captulo a captulo, desgranando en la revista era el que habra de sustituir a la Repblica. Y ese Estado habra de ser cristiano, nacional y corporativo (35). Y monrquico, con una monarqua catlica, tradicional, social y re-presentativa. Las dictaduras no se consideraban soluciones, sino remedios pasajeros (36). La leccin histrica de la dictadura de Primo de Rivera, al que se calificaba de un patriota (37), era el error de haberse considerado un parntesis, de no haber sabido ofrecer una continuidad. En cuanto a los fascismos, en-tonces en boga, lo mejor que en ellos se vea era por ser muy

    (33) E. Vegas Latapie, op. cit., pg. 410. (34) Ibtd., Sacrificio, en AE, nm. 30 (1 de junio de 1933), p-

    gina 566. (35) Ibd-, Hacia un Estado nuevo, en AE, nm. 42 (1 de diciem-

    bre de 1933), pg. 515. (36) Ibd., A los dos aos, en AE, nm. 43 (16 de diciembre de

    1933), pg. 627. (37) Ibtd., Doctrina y accin, en AE, nm. 29 (16 de mayo de

    1933), pg. 454.

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    semejantes a los antiguos , Estados monrquicos mando de uno, representacin profesional, organizacin, corporativa de la produc-cin, etc. (38). ,

    Balance final y epilogo.

    La hora H se presenta cerca y era el momento de hacer balance.

    El editorial La causa del mal, publicado en marzo de 1936, quera ser eso, una reflexin sobre lo realizado y en el que se recordaba cules eran las razones de Accin Espaola. Ese edito-rial, escrito por Eugenio Vegas Latapi, sera premio Lea de Tena ese mismo ao. Prcticamente se cerraba el ciclo. A Ramiro de Maeztu le concedieron el mismo premio periodstico en 1932 por el primer editorial de la revista, en el que se haca una de-claracin de principios y se establecan unas coordenadas sobre las que trabajar. Ahora haba sido un premio en cierta for-ma a la labor coronada, a la recapitulacin de lo hecho. Se acercaba la hora decisiva del arrepentimiento para los espaoles. La misma hora que lleg para Maeztu, para Pradera, para Calvo Sotelo y para tantos colaboradores de Accin Espaola. Ramiro de Maeztu se fue al paredn guardando en los bolsillos unas cuartillas que haba escrito sobre la Defensa del Espritu. Pra-dera, al ser detenido en San Sebastin, entregara a su hija unas letras dicindole: Ten. Para Accin Espaola.

    Las planchas correspondientes al nmero que iba a salir con fecha de julio fueron destruidas en la imprenta por los milicianos.

    Accin Espaola, a pesar de haber pregonado la legitimidad de la rebelda contra el poder constituido, no particip en la pre-paracin del Alzamiento. Se limit a sumarse, eso s, y luego se adherira, a travs de Pemn, presidente de la Junta directiva de la Sociedad Cultural, a la unificacin, materializada el 1 de marzo de 1937 en Salamanca.

    En marzo de 1937 se publica en Burgos una Antologa, re-

    (38) Ibd., pg. 454.

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    copilacin de los mejores y ms significativos artculos publicado!^ a lo largo de cuatro aos y medio. Este numero extraordinario, el 89, de 416 pginas, llevaba un editorial indito: Vox cla-mantis in deserto, escrito por Eugenio Vegas Latapie, y un en-sayo de Jos Pemartn: Espaa como pensamiento. Y dos au-tgrafos: uno de Francisco Franco, Jefe del Estado y caudillo del Movimiento Nacional, y otro del Cardenal Primado, Arzobis-po de Toledo, Isidro Gom y Toms. Ambos, suscriptores de la revista.

    Se ha querido hacer ver que los orgenes ideolgicos del fran-quismo estaban en Accin Espaola. Para ello se han puesto ejemplos de nombres que habiendo conferenciado en sus locales o habiendo publicado en sus pginas, formaran part despus del staff del franquismo. Sin embargo, nada hay ms fcil que demostrar lo contrario, si nos hemos d atener a esa norma.

    Nombres propios, que no citar ahora, pero que estn ah, a disposicin de cualquier estudioso, en las pginas de Accin Es-paola, formaron parte, es verdad, de los primeros Gobiernos de Franco. Pero esos mismos nombres propios s despegaran rpi-damente para adoptar posturas liberales que nada tenan que ver con la ideologa defendida por Accin Espaola. Otros murieron en la guerra; bien asesinados, bien en combate. Y otros, por fin, se mantuvieron fieles a sus principios y fueron marginados por el mismo Rgimen que en un principio los enalteci.

    Acabada la guerra e incluso antes de terminar hubo al-gunos intentos de volver a editar Accin Espaola. Todos fueron baldos.

    El 26 de febrero de 1957 se conmemor pblicamente el XXV aniversario de la fundacin de la revista y sociedad cultu-ra) en el hotel Ritz de Madrid. Del acto ha escrito Vegas que puede considerarse como el canto del cisne de Accin Espaola, pero entonado casi a los veinte aos de estar sometida a hiberna-cin y al ao y medio de haberse acordado su disolucin (39).

    (39) ; E. Vegas Latapie, Para una semblanza del Conde de los Andes (Madrid, Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Poltica^, nm.. 55, de 1978), pg, 47.

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