Abuelas 30

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  • LA HISTORIA DE ABUELAS30 AOS DE BSQUEDA

    Abuelas de Plaza de Mayo

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  • Este libro fue financiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia.Su contenido es responsabilidad exclusiva de Abuelas de Plaza de Mayo.

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  • LA HISTORIA DE ABUELAS30 AOS DE BSQUEDA

    Abuelas de Plaza de Mayo

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  • ABUELAS DE PLAZA DE MAYOVirrey Cevallos 592 PB1 (CP 1097)Tel. 0800-222-2285 / 4384-0983abuelas@abuelas.org.arwww.abuelas.org.arwww.redxlaidentidad.org.ar

    ARCHIVO BIOGRFICO FAMILIAR DEABUELAS DE PLAZA DE MAYOCorrientes 3284 4 HTel. 4864-3475 / [email protected]

    CENTRO DE ATENCIN POR EL DERECHO A LA IDENTIDADGurruchaga 1079Tel. 4899-2223 / [email protected]

    CONADI25 de Mayo 552, 2 pisoTel. [email protected]

    FILIAL DE ABUELAS LA PLATACalle 8 N 835, Galera Williams, Piso 6 Oficina 1 (CP.1900)Tel. (0221) [email protected]

    FILAL DE ABUELAS MAR DEL PLATABolivar 3053 7 D, edificio TangoTel. (0223) [email protected]

    FILIAL DE ABUELAS ROSARIOCalle Moreno 248Tel. (0341) 472-1466/472-1467 int. [email protected]

    FILIAL DE ABUELAS CRDOBADuarte Quirs 545, piso 3, dpto. C,Edificio El Foro (CP 5000)Tel.Fax. (0351) [email protected]

    FILIAL DE ABUELAS AYACUCHOAlmirante Brown 514

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  • EDITOR RESPONSABLEAbel Madariaga

    COORDINACIN GENERALClarisa E. Veiga

    REDACCINClarisa E. VeigaGuillermo Wulff

    ASISTENTE DE REDACCINLuciana Guglielmo

    INVESTIGACIN Y PRODUCCINClarisa E. VeigaGuillermo WulffLuciana GuglielmoMara Laura Rodrguez

    CORRECCINMara Laura RodrguezAlicia E. Farina

    ILUSTRADORESLucas NineMartn KovenskyPablo BernasconiDaniel RoldnMirian LuchettoMariano Lucano

    FOTOGRAFASPaula SansoneDamin NeustadtArchivo Abuelas de Plaza de Mayoy otros que cedieron su trabajo

    DISEO INTERIORDiego Gorzalczany

    DISEO DE TAPABrbara Linares

    ISBN 978-987-23866-2-7

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  • ndice

    Prlogo

    Presentacin

    Captulo 1 (1977-1980)Dictadura, represin y apropiacin

    Captulo 2 (1981-1983)Reconocimiento internacional del genocidio

    Captulo 3 (1984-1989)Democracia y desilusin

    Captulo 4 (1990-1996)La falta de justicia

    Captulo 5 (1997-2002)Los jvenes son convocados

    Captulo 6 (2003-2007)La masificacin de las presentaciones espontneas

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    NDICE 11

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  • PrlogoNo es fcil desandar en estas pginas el contenido de los segundos, mi-nutos, horas, das y aos caminados por estas mujeres que el mundobautiz Abuelas de Plaza de Mayo. Treinta aos de abrir inditos y des-conocidos caminos no podemos dimensionarlos sino cuando serena-mente miramos hacia atrs y el pasado se nos agolpa en la memoria.

    Nacimos convocadas de manera individual por una feroz dictaduraque imprimi el mtodo del secuestro de personas para acallar sus voces.Y nos arrebat a los hijos y a los hijos de nuestros hijos.

    Dos generaciones para la bsqueda llena de miedos, desconocimien-tos, soledad. Cada una de nosotras inici su propia senda en el tiempo,da, hora fijado por los desaparecedores.

    Ya en octubre de 1977 doce mujeres con esa doble lucha se habanencontrado y unido sus manos para inventar estrategias y desterrar loindividual.

    Cada una aport lo que saba y la herida como historia personal. Lasorpresa fue que habamos gestado y criado hijos con una personalidadde grandeza y entrega por la liberacin de nuestro pueblo. Al desgranarnuestras propias historias todas tenan un denominador comn: el com-promiso militante y generoso de nuestros hijos e hijas.

    Y empecinadamente fuimos desafiando los peligros, las incompren-siones, la marginacin. Hicimos docencia para que la sociedad entendieraque la dictadura militar nos toc a todos.

    Hoy, treinta aos despus, tenemos el consenso social por nuestralegtima lucha. El reconocimiento nacional e internacional en la bsque-da de nuestros nios robados que gener adems la defensa de todos losderechos de los nios del planeta.

    Muchos generosos amigos nos llaman abridoras de caminos desta-

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  • LA HISTORIA DE ABUELAS, 30 AOS DE BSQUEDA14

    cando el aporte que dimos a la ciencia de la gentica, de la psicologa, dela jurisprudencia.

    Quiz tienen razn en sus elogios. Lo que s debemos reconocer comoun mrito nacido del amor a nuestra prole es que decenas de los nietosrobados recuperaron sus derechos violentados iniciando el camino de sulibertad con su propio nombre, historia y familia. Verlos crecer, sentirloscerca, acompaar sus vidas es el mejor premio para cada Abuela.

    Este libro que hoy nace es una devolucin a la sociedad que nos acom-paa haciendo posible cada encuentro.

    Su lectura fortalecer convicciones y seguramente demostrar que hoyya nadie puede oponerse, al menos pblicamente, a la restitucin de laidentidad de los nios desaparecidos.

    Estela Barnes de Carlotto

    Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

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  • PRESENTACIN 15

    PresentacinEsta es una de las posibles maneras de contar la historia de Abuelas dePlaza de Mayo. Intentamos hacer un recorrido detallado de estos 30 aosde lucha y bsqueda que emprendieron las Abuelas en octubre de 1977 yque, an hoy, continan transitando. Un camino que comenz con unabsqueda individual pero que, con el paso del tiempo, se fue transfor-mando en una bsqueda conjunta y solidaria, a la que mucho despus sesum parte de la sociedad.

    A travs de las voces de los protagonistas1, as como tambin de quie-nes estuvieron cerca de ellos, intentamos reconstruir la historia de unaasociacin, que es a la vez una parte de la historia de nuestro pas toda-va irresuelta.

    La historia de Abuelas. Treinta aos de bsqueda surgi como una nece-sidad de completar el trabajo que ya haban realizado Matilde Herrera yErnesto Tenembaum con Identidad, despojo y restitucin; y Julio Nosigliacon Botn de Guerra, a treinta aos del nacimiento de la institucin. As,el rea de difusin de Abuelas, con la ayuda de jvenes colaboradores y lacoordinacin y el apoyo de Abel Madariaga, pudo dar forma a esta histo-ria que da cuenta del valeroso trabajo de estas mujeres que, a 30 aos desu formacin, no slo lograron recuperar a ms de 80 de sus nietos apro-piados por el terrorismo de Estado, sino que brindaron a la comunidadnacional e internacional los marcos legales y culturales para que este deli-to no se repita en ningn lugar del mundo.

    En los aos 70 los nios eran apartados de su familia biolgica por razo-nes polticas. Hoy ese delito se sigue cometiendo por razones econmicas.Los hijos de desaparecidos y los hijos de mams en estado de indefensinsocial comparten similares mecanismos de despojo: se les arrebata la iden-tidad y se los trata como objetos. Por ellos tambin trabajan las Abuelas.

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  • LA HISTORIA DE ABUELAS, 30 AOS DE BSQUEDAIDENTIDAD DESPOJO Y RESTITUCIN16

    En sus inagotables estrategias para encontrar a los hijos de sus hijosfueron brindando mltiples avances para toda la sociedad (el ndice deAbuelidad, los artculos 7, 8 y 11 de la Convencin de los Derechos delNio, los avances en la gentica forense, entre otros). A pesar de todo,an falta recuperar a ms de 400 nietos apropiados.

    Por eso, adems de realizar un recorrido que da cuenta de la magnitudde la labor que emprendieron las Abuelas y de la legitimidad que cobrsu bsqueda en estas tres dcadas, deseamos que este trabajo contribuyaa generar el compromiso en aquellos que an no reparan en que la bs-queda de las Abuelas debe ser de toda la sociedad, para que los desapare-cidos con vida vuelvan de la oscuridad y as podamos comenzar a pensarun pas desde la verdad y la justicia.

    1- Con quienes nos disculpamos de antemano, ya que seguramente muchos de ellos y sus co-

    laboradores cercanos falten ser mencionados, pero tamaa historia resulta difcil de abarcar.

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    Ilustracin: Lucas Nine

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  • Haca ya seis meses que las Madres de Plaza de Mayo haban convertidola orden policial de circular en la ronda de los jueves, verdadero sm-bolo de coraje cvico. Tambin haban golpeado muchas puertas: minis-terios, cuarteles, comisaras, iglesias, hospitales. La respuesta en todoslos casos era un silencio cmplice. Aquel jueves de 1977 una madre seapart de la ronda y pregunt: Quin est buscando a su nieto, o tienea su hija o nuera embarazada?. Una a una fueron saliendo. En ese mo-mento, doce madres comprendieron que deban organizarse para buscara los hijos de sus hijos secuestrados por la dictadura. Ese mismo sbado,22 de octubre, se juntaron por primera vez para esbozar los lineamientosde su bsqueda e iniciar una lucha colectiva que sigue hasta hoy. Lasmujeres se bautizaron como Abuelas Argentinas con Nietitos Desapare-cidos, ms tarde adoptaron el nombre con que el periodismo internacio-nal las llamaba: Abuelas de Plaza de Mayo.

    La dictadura militar, establecida en el pas el 24 de marzo de 1976, enpoco ms de siete aos hizo desaparecer por razones polticas a 30.000personas. Pero adems de la desaparicin forzada de personas sistema-tiz otro hecho indito y horroroso: la desaparicin de nios secuestra-dos con sus padres y de bebs nacidos durante el cautiverio de susmadres embarazadas.

    19DICTADURA, REPRESIN Y APROPIACIN

    Captulo 1 (1977-1980)Dictadura, represin y apropiacin*

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  • Raquel Rado de Marizcurrena, fundadora de Madres y Abuelas des-graciadamente, como suele decir, perdi a su hijo Andrs el da quecumpla 24 aos, junto con su esposa Liliana Caimi, que estaba embara-zada de cuatro meses. Ambos fueron secuestrados el 11 de octubre del 76.Le preparamos la fiesta en su casa. A las once de la noche, cuando haba-mos terminado de cenar y de cortar la torta, tocaron el timbre. Era la poli-ca. Entraron seis hombres diciendo que buscaban unos libros. Los chicosles mostraron una caja con libros que haba dejado un amigo pero los poli-cas respondieron que igual tenan que acompaarlos para hacer uncareo. Y cuando se los estaban llevando nos dijeron que nos quedemostranquilos, en dos horas los traemos de vuelta, y se fueron. Yo empec allorar a los gritos. Por qu llors as?, me empezaron a preguntar. Y lesdije: Porque s que no van a volver. Ustedes no saben nada, no leen losdiarios, no van a volver1. Enseguida Raquel y su consuegra Elida Caimifueron a hacer la denuncia, pero no se la aceptaron. A la salida de la sec-cional, un agente las llam y les sugiri que hicieran un habeas corpus.

    Al ao siguiente Raquel y 13 mujeres ms fundaron Madres de Plaza deMayo. Ya haban aprendido que el habeas corpus era una accin judicial deamparo por la cual todo detenido tena derecho a ser llevado ante un juezpara que ste resolviera inmediatamente su libertad o su arresto. Empeza-ron a redactarlos ellas mismas y a presentarlos ante los jueces. ste fue elprimer contacto tanto de las Madres, como de las Abuelas, con la Justicia.

    Comenzamos a reunirnos en espacios pblicos para no levantar sos-pechas: en el Jardn Botnico, en el Zoolgico, en algunas iglesias, en con-fiteras como El Molino o Las Violetas. Recopilbamos documentacin yhacamos firmas conjuntas. Nos ponamos en grupos, separadas por losbancos, y firmbamos. Y todos los jueves empezamos a ir a la Plaza deMayo, cuenta Raquel en referencia a los primeros encuentros que reali-zaban las Abuelas. En un principio pensaban que porque eran mujeres nose las iban a llevar, pero se equivocaron. De hecho Raquel estuvo detenidajunto con Azucena Villafor fundadora de Madres que poco despus serasecuestrada, a quien recuerda como una mujer fantstica2.

    En octubre del 77 Raquel y el resto de las Abuelas se pusieron a prepa-

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  • rar un documento con los casos de nios desaparecidos y mujeres emba-razadas para entregarle a Cyrus Vance, secretario de Estado norteameri-cano, cuya visita a la Argentina estaba prevista para el mes siguiente. LasMadres, por su parte, prepararon un documento con los casos de sushijos desaparecidos. A partir de la asuncin del demcrata James Cartercomo presidente de los Estados Unidos, el 20 de enero de ese ao, sehaba producido un cambio cualitativo en las relaciones bilaterales entreambos pases. La administracin de Carter mostraba inters por esclare-cer las violaciones a los derechos humanos practicadas por el autodeno-minado Proceso de Reorganizacin Nacional. Vance concurrira a un actoen la Plaza San Martn para colocar un ramo de flores en la estatua delLibertador. Madres y Abuelas queran atravesar la guardia policial y en-tregarle en mano los documentos. Unas, con sus pauelos, y otras, conun clavito negro atravesado en la ropa y un paal de tela en la cabeza (con

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    Ao 1980. La prensa retrata la angustia de Madres y Abuelas. A la derecha, Raquel Rado

    de Marizcurrena, fundadora de sendas asociaciones.

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  • el tiempo tambin sera un pauelo), esperaron frente a la plaza, en si-lencio, y a medida que el funcionario se fue acercando comenzaron a gri-tar pidiendo justicia y reclamando la aparicin de sus hijos y sus nietos.

    Las mujeres lograron atravesar la seguridad y entregar a Vance losdocumentos. Una de las que ms fuerza hizo para cumplir el objetivo fueAzucena Villaflor, quien tres semanas ms tarde, el 10 de diciembre de1977, fue desaparecida. Dos das antes, como resultado de la infiltracinde Alfredo Astiz entre las Madres, haban sido secuestradas Esther Ba-llestrino de Careaga y Mara Ponce de Bianco, junto con las monjas fran-cesas de la Congregacin Hermanas de las Misiones Extranjeras, LonieDuquet y Alice Domon, quienes trabajaban en la bsqueda de los desapa-recidos. Todas ellas, junto a otros familiares, formaban parte de un con-junto de personas que se reuna en la Iglesia de la Santa Cruz. El grupofue sorprendido en el templo mientras recaudaba fondos para publicaruna solicitada con la lista completa de los detenidos-desaparecidos en eldiario La Prensa. Luego se sabra que las tres Madres y las religiosas hab-an sido torturadas y que el 18 de diciembre, en un vuelo de la muerte,fueron tiradas vivas al mar. El da que se llevaron a las Madres de la Igle-sia de la Santa Cruz dice Raquel me salv por un pelo porque yo nopoda ir ese da, entonces firm antes la solicitada. Los secuestradorestambin se llevaron el dinero, pero los familiares pudieron juntar nueva-mente la plata y la solicitada sali dos das ms tarde en el diario La Pren-sa bajo el ttulo Slo pedimos la verdad. En la lista fueron agregados losnombres de las cuatro mujeres secuestradas. Fue firmada por 230 perso-nas, entre ellas Astiz, bajo el seudnimo de Gustavo Nio3. El 26 dediciembre, el diario Clarn public un mensaje navideo del dictadorJorge Rafael Videla: Usted, seora, usted, seor, que con su esfuerzocotidiano ha dado muestras ms que acabadas de madurez y de com-prensin a este proceso. A vos, joven, y a vos, nia, que forms parte deesa esplndida juventud argentina, que es fsicamente vital, emotivamen-te inestable, pero moralmente idealista. A vos tambin, pequeo, quevivs todava la alegra de tu inocencia. A todos los convoco bajo el signode la unin nacional, dentro del mbito de la familia, frente a frente con

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  • el rostro de ese nio Dios, para que hagamos un examen de nuestrasconciencias. Que as sea4.

    La dictadura desestimaba la existencia de desaparecidos y justificabasus acciones bajo el argumento de que haba una guerra entre dos ban-dos. Los medios se referan a terroristas a los que sus padres no habaneducado bien. Y la sociedad, aterrorizada y desorientada, acuaba frasescomo yo no s nada o algo habrn hecho. Las Abuelas, sin esperan-zas de que les entregaran a sus nietos, comenzaron su propia bsqueday sus reuniones peridicamente. El grupo original de Abuelas estabacompuesto por Raquel Rado de Marizcurrena; Clara Jurado; Mara Eu-genia Cassinelli de Garca Iruretagoyena; Delia Giovanola de Califano;Hayde Vallino de Lemos; Alicia Licha Zubasnabar de De la Cuadra;Leontina Puebla de Prez; Beatriz Aicardi de Neuhaus; Eva Mrquez deCastillo Barrios; Mara Isabel Chicha Chorobik de Mariani; Vilma De-linda Sesarego de Gutirrez, y Mirta Acua de Baravalle. En sus encuen-tros en sitios pblicos trataban de parecer seoras mayores convenciona-les que tomaban el t. A veces fingan celebrar el cumpleaos de alguna.Elaboraron un cdigo para hablar por telfono: el hombre blanco era elPapa; cachorros, cuadernos y flores eran los nios; las chicas o lasjvenes eran las Madres, y las viejas o las tas viejas eran ellas mis-mas. Cuando se reunan en casas particulares tomaban recaudos para noser descubiertas. Si era en un edificio, se juntaban a la hora de la siestapara no cruzarse con el encargado. Evitaban usar el ascensor por los rui-dos, bajaban las persianas y hablaban casi susurrando. Muchas de ellasdejaron de fumar para que el olor no las delatara5. El primer lugar dondeempezamos a funcionar fue el departamento que tenan las Madres,quienes nos prestaron una habitacin. Estuvimos ah un tiempo, perocomo era muy chica cuando pudimos alquilamos un departamento enMontevideo al 700. Adems nos reunamos en casas de otras Abuelas: enlo de Julia Grandi, cuando ya se haba incorporado, en lo de Mara Euge-nia Cassinelli, en lo de Vilma Gutirrez, cuenta Raquel.

    Yo era muy chica, pero todava me acuerdo de los habeas corpus y demiles de papeles y fotos conviviendo en la misma mesa con los sndwi-

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  • ches y las tortas cuando se reunan en la galera de arte de mi familia6,dice Yamila Grandi, quien junto a su Abuela Julia Grandi siempre busca su hermano o hermana. El nmero de madres en busca de sus hijos ynietos creca da a da. Se conocan en las comisaras, en los juzgados, enla ronda de los jueves, en las colas del Ministerio del Interior. Precisa-mente en el Ministerio del Interior Sonia Torres conoci a las Abuelas yse incorpor a la bsqueda. Sonia, la Abuela de Crdoba, haba perdidoa su hija Silvina Parodi embarazada de seis meses y medio y a su yernoDaniel Francisco Orozco, el 26 de marzo de 1976. De inmediato fue a lacomisara y all recibi el primer no, que luego se repetira en todas laoficinas pblicas a las que concurrira. Sonia, junto a Otilia Argaaraz deLescano e Irma Ramaciotti de Molina, iniciaron y mantuvieron a lo largodel tiempo el trabajo de la filial Abuelas de Crdoba. En todo el pas habaMadres y Abuelas que, lentamente, por el boca en boca, como diceRaquel, se iban juntando.

    En la ciudad de La Plata Licha De la Cuadra haca tiempo reclamabapor su hijo Roberto Jos, desaparecido el 2 de agosto de 1976. El 23 defebrero del ao siguiente haba perdido tambin a su hija Elena, emba-razada de cinco meses. Elena haba sido secuestrada en La Plata juntocon su compaero Hctor Carlos Baratti Valenti. De ellos pudo saberseque estuvieron detenidos en la Comisara 5ta. de esa ciudad y que el 16de junio de 1977 Elena haba dado a luz a una beba a la que llam Ana.Cuatro das despus se la quitaron. Licha ya no buscaba a tres seres que-ridos sino a cuatro. Chicha Mariani, a quien le haban desaparecido a sunuera Diana Teruggi y su nieta de apenas tres meses Clara Anah, seenter en un juzgado de menores platense de la existencia de otrasAbuelas que estaban buscando. Licha recibi en su casa a Chicha y jun-tas se dieron nimo y empezaron a convocar a ms Abuelas. Meses des-pus se sum a las Abuelas de La Plata Jorgelina Coqui Azzaro de Pe-reyra, a quien le haban secuestrado a su hija Liliana el 5 de octubre de1977, embarazada de cinco meses. Y empezamos todas a buscar por losjuzgados, comisaras, ministerios, por todos lados, y as nos bamos en-contrando7, cuenta Coqui.

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  • El lugar que las 12 fundadoras haban alquilado qued chico, pero gra-cias a una donacin del Consejo Mundial de Iglesias, la principal organiza-cin ecumnica cristiana internacional, compraron el primer departamen-to de la Asociacin, ubicado en Montevideo 434, en pleno centro porteo.Desde el principio se consolaban unas a otras, contaban sus casos y sealentaban. Eran mujeres diferentes unas de otras a las que una una bs-queda comn ms all de clases sociales, ocupaciones o credos religio-sos. Eran mujeres con la vida armada que de golpe tenan que enfren-tarse a una tragedia inimaginable. La desaparicin de sus hijos y nietosredefini sus vidas, modific el sentido de sus vidas. Pero Madres y Abue-las asumieron esta realidad con una entrega extraordinaria. Cuando lasvi comenzar a organizarse y a trabajar, pude advertir la valenta y la creati-vidad de todas ellas8, expresa el obispo metodista Aldo Etchegoyen, miem-bro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

    La APDH haba sido creada en 1975 por un grupo de hombres y muje-res consustanciados con la idea de promover la real vigencia de los dere-chos humanos enunciados en la declaracin Universal de las NacionesUnidas y en la Constitucin Nacional, y contribuir a poner fin al terroris-mo de todo signo9. Su reaccin ante la violencia y su posicionamientouniversalista le vali el apoyo de un espectro poltico diverso y pluralista.Etchegoyen resalta que con el surgimiento de las Madres y las Abuelasdescubri en toda su potencia el papel de la mujer en la defensa de losderechos humanos: Tanto unas como otras hicieron honor a ese rol quean hoy tiene vigencia. El sentido de la maternidad y el sentido de laabuelicidad es un elemento especial que se da en la mujer, y el coraje y laconstancia son elementos que se dan en los casos de defensa de la vida.

    Lo cierto es que las Abuelas tenan tanto trabajo por delante que nosaban por dnde empezar. Comenzaron con sus primeras labores de-tectivescas: una abuela se intern en un sanatorio psiquitrico paraseguir una pista, otra se disfraz de enfermera, otra incluso lleg a traba-jar como empleada domstica en una casa para estar cerca de una nia.Mientras tanto se pusieron a compilar un listado de nombres con la fotode cada nio y cada mujer embarazada secuestrados. Luego hicieron una

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  • lista de personalidades a quienes presentar los casos. Escribieron una cartadirigida al entonces papa Paulo VI e infinidad de misivas a funcionariosde todos los niveles. Enviaron escritos a la Corte Suprema de Justicia dela Nacin, a las Naciones Unidas y a la Cruz Roja. Al mismo tiempo sefueron entrevistando con militares, obispos y lderes polticos. Visitarontodos los juzgados de menores. Tenan la sospecha de que la mayora desus nietos haban pasado o pasaran por all antes de ser adoptados, en-tregados en guarda o trasladados a institutos. La respuesta de los magis-trados, en su gran mayora, era el desinters y el rechazo. Ms tarde seprobara que muchos de ellos, a sabiendas, haban ignorado los reclamosde las Abuelas y entregado a los nios en adopcin sin buscar a sus fami-lias. En 1978, Delia Pons, jueza del Tribunal de Menores N 1 de Lomasde Zamora, les dijo: Estoy convencida de que sus hijos eran terroristas,y terrorista es sinnimo de asesino. A los asesinos yo no pienso devolver-les los hijos porque no sera justo hacerlo. No tienen derecho a criarlos.Tampoco me voy a pronunciar por la devolucin de los nios a ustedes.Es ilgico perturbar a esas criaturas que estn en manos de familiasdecentes que sabrn educarlos como no supieron hacerlo ustedes consus hijos. Slo bajo mi cadver van a obtener la tenencia de esos nios10.

    Precisamente fue esta jueza quien abandon a Emiliano DaminGins Scotto, que tena apenas 11 meses cuando fuerzas de seguridadatacaron su casa y asesinaron a sus padres, Mara Ester Scotto y JuanAntonio Gins. Al pequeo lo dejaron con una familia vecina que loentreg al tribunal a cargo de Pons, desde donde nunca trataron de loca-lizar a sus familiares. A pesar de conocer su identidad, la jueza envi aEmiliano a la Casa Cuna de La Plata. El nio tena sndrome de Down ymuri 10 meses despus tras un retroceso y deterioro progresivos por lasdeficientes condiciones de salud y ambientales a las que fue sometido.

    A pesar de estas actitudes, las Abuelas no tenan miedo: lo peor ya habaocurrido. Y estas Abuelas, que al comienzo se perdan en cualquier tribu-nal, fueron descifrando los laberintos de la burocracia. Multiplicaron laspresentaciones conjuntas y acudieron a las embajadas. Cada vez les resul-taba ms claro que los militares y los funcionarios cmplices consideraban

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  • que los hijos de desaparecidos eran botn de guerra para entregar a fami-lias vinculadas a las fuerzas represivas. Pero el ingenio de las Abuelas tam-bin se iba aguzando con las escasas informaciones a las cuales tenanacceso. En las rondas de la plaza se acercaban personas que nos pregunta-ban si ramos las Abuelas y nos pasaban papelitos recuerda Nlida Nava-jas. O te daban una direccin y te decan: Es un matrimonio que nuncatuvo hijos y que ahora tiene un beb. Y nosotras pasbamos por ese domi-cilio para investigar. Otras Abuelas simulaban que promocionaban produc-tos para bebs. Tocaban timbre y decan: En esta casa hay un beb? Por-que esto se usa as.... As conseguan datos y en algn caso llegaban a veral nene. Cristina, la hija de Nlida, haba sido secuestrada el 13 de julio de1976. Tena dos hijos, Camilo y Miguel. Ella y su compaero Julio Santu-cho pertenecan al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Julioen ese momento se encontraba en Italia y mantena una fluida correspon-dencia con su mujer. La noche del secuestro, Nlida recibi un llamado de

    27DICTADURA, REPRESIN Y APROPIACIN

    Ao 1976. Cristina Navajas de Santucho juega con su hijo Camilo. Poco despus, embara-

    zada, sera secuestrada. Su madre, Nlida Gmez de Navajas, se sumara a las Abuelas.

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  • los vecinos de su hija para que fuera a buscar a sus dos nietos y a un primode ellos, hijo de Manuela Santucho tambin secuestrada con Cristina yde Alberto Genoud, que estaba detenido. Junto a Cristina y Manuela des-apareci Alicia DAmbra, tambin embarazada. En el departamento Nli-da encontr una carta que su hija an no haba podido mandar a Julio:Llev a los nenes al mdico porque estn con bronquitis, con mucha tos,e bamos a llevar con mam a Camilo a un traumatlogo porque le dola lapiernita. Cuando termine con los nenes voy a ir al mdico porque tengo yados faltas, deca la carta. Nlida supo entonces que su hija estaba embara-zada de dos meses. Ms tarde, por testimonios de sobrevivientes, pudo con-firmar que Cristina tuvo a su beb11.

    En abril de 1978, previendo los posibles problemas que surgiran si susnietos fueran legalmente adoptados, las Abuelas solicitaron a la CorteSuprema de Justicia que prohibiera la adopcin de nios registradoscomo NN y exigiera investigaciones exhaustivas sobre los orgenes dequienes tuvieran tres aos o menos y que hubiesen sido entregados enadopcin despus de marzo de 1976. Tres meses despus la Corte recha-z la presentacin y se declar incompetente para tratar el problema.Tambin en abril las Abuelas se acercaron hasta San Miguel, donde esta-ba reunida la Conferencia Episcopal Argentina. Las atendi un monse-or: Los obispos estn muy ocupados. Deben reflexionar, reunirse, cam-biar ideas. Ya han hecho todo lo que pueden por ustedes12.

    Los medios tambin les daban la espalda. Adems la dictadura los uti-lizaba para sus propios fines y quienes no acataban las rdenes se con-vertan en enemigos: hubo periodistas exiliados y desaparecidos, listasnegras, silencios voluntarios y en ocasiones obligados. Entre 1974 y 1983fueron asesinados y desaparecidos 98 trabajadores de prensa13. La cen-sura y las amenazas eran moneda corriente. El diario Buenos Aires Heraldfue el primero que se atrevi a publicar una carta de lectores que dabacuenta de la existencia de nios desaparecidos en el pas. El Herald tuvomucha dificultad para transmitir lo que estaba sucediendo, nadie crea en

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  • los desaparecidos, nadie crea en este drama14, evoca Andrew GrahamYooll, secretario de redaccin hasta septiembre del 76, cuando debi exi-liarse, y hoy director del diario. Las colectividades de habla extranjera,entre ellas la angloparlante, no queran saber nada de poltica y en mu-chos casos vean con simpata a las Fuerzas Armadas.

    Adems de ir diariamente a los despachos oficiales, las Madres y lasAbuelas empezaron a ir a las redacciones de los diarios. Vena muchagente llorando y era muy difcil porque no ofrecamos contencin algu-na explica Graham Yooll, quien tambin formaba parte de AmnistaInternacional. Un da vino una seora a denunciar la desaparicin desu hija embarazada. No saba cmo poda hacer para buscarla. Habaido ac y all y nadie le daba bolilla. Le dije que tena que hacer un habe-as corpus, le expliqu cmo se haca y le ped una copia sellada para yopoder decir que tena un documento. Tenamos la fantasa de que sitenamos ese documento no nos podan hacer nada. Pero al poco tiem-po tena un proceso penal en mi contra. La seora volvi a las tres ocuatro horas con un abogado, segua llorando: Me aconsejan no publi-car nada, mi hija es grande y responsable. En aquel momento, en Tri-bunales, ingresaban a razn de 200 habeas corpus por da. GrahamYooll, por recomendacin del juez que llevaba su causa, se fue del pas.Sigui en contacto con el Herald y con Robert Cox, su director, quien vacarta le informaba cmo iban los acontecimientos. El diario recibadecenas de llamados de lectores disgustados porque hablaban de losdesaparecidos. De otros diarios mandaban a las Madres y a las Abuelasal Herald: Nosotros no podemos publicar una cosa as pero vayan a ver-los a los ingleses que son tan locos que se la publican, les decan. Cadavez ms Madres y Abuelas se agolpaban en la puerta del diario con sudesesperacin a cuestas, esperando algn tipo de ayuda. Graham Yoollno puede olvidar el rostro de Mara Eugenia Cassinelli de Garca Irure-tagoyena, quien buscaba a su hija Mara Claudia, embarazada de sietemeses al momento de su secuestro, y a su yerno Marcelo Gelman. Endiciembre de 1979, a raz de las amenazas y presiones, Cox tambintuvo que dejar la Argentina.

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  • El 1 de julio de 1978 comenz el Mundial de Ftbol. Carlos Lacoste,vicepresidente y hombre fuerte del Ente Autrquico Mundial 78 (EAM78), fue mano derecha del almirante Emilio Massera. Me acuerdo de lotemido que era Lacoste en el mundo del ftbol cuenta el relator y perio-dista Vctor Hugo Morales. Estaba la sensacin de que si te oponas po-das aparecer muerto en una cuneta. La marchita militar no admita in-diferentes: Veinticinco millones de argentinos deca la cancin oficialjugaremos el Mundial. Y en plena competencia, a diez cuadras de lacancha de River, epicentro de la fiesta, funcionaba la Escuela de Mecni-ca de la Armada (ESMA), uno de los mayores centros de tortura de la dic-tadura. Las Abuelas y las Madres aprovecharon la presencia de la prensainternacional para denunciar lo que estaba ocurriendo en el pas. Uste-des no son argentinas?, les preguntaban los periodistas. A algunas quepor entonces se acercaron a reclamar por sus hijos les dijeron que des-pus del Mundial todos los detenidos seran liberados.

    El 25 de junio la Seleccin Argentina jug la final contra Holanda, jus-tamente el pas que, junto con Francia, haba encabezado, en el exterior,una campaa para denunciar lo que los militares argentinos queranocultar con el Mundial. El argumento era simple: no se poda jugar unmundial mientras a pocos metros del estadio se torturaba y se matabagente. Cuando finaliz el partido, que Argentina gan 3 a 1, el relator JosMara Muoz deca: Va a entrar Videla a dar la copa el ftbol ha hechoel milagro del pas... nos siguen atacando aquellos que no nos cono-cen15. Sin embargo, fue gracias a los periodistas extranjeros que vinie-ron por el Mundial que Madres y Abuelas lograron sus primeros gruposde apoyo. No obstante, los secuestros y desapariciones iban en aumento.Y el nmero de Abuelas tambin.

    Por qu soy Abuela de Plaza de Mayo? Porque tena tres hijos y lostres desaparecieron durante el Mundial, se presenta Antonia NegritaAcua de Segarra, de la filial de Abuelas Mar del Plata. A Negrita le hicie-ron desaparecer primero a su hija Alicia, el 21 de junio, junto con sucompaero Carlos Mara Mendoza. Alicia estaba embarazada de dos me-ses. Luego desapareci Laura, que tena 17 aos y estaba embarazada casi

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  • a trmino, le faltaban 10 das para tener a su beb. Con ella desapare-ci tambin su compaero Pablo Torres, de 21 aos. Pablo era maestromayor de obra y haba construido la casa de donde se los llevaron,recuerda Negrita. Nueve das despus se llevaron a su hijo Jorge. Reco-rr todos los organismos de derechos humanos del pas pero ningunobuscaba a los nios, hasta que me enter de la existencia de Abuelas dePlaza de Mayo. Como a muchas de nosotras, a m me encontr la Abue-la Eva [Castillo Barrios]. Ella era la que iba a la plaza y preguntaba: Sosnueva, qu te pasa?. Le cont mi caso y me dijo: Tens que venir a Abue-las porque ah buscamos a los chicos16. El trabajo se iba organizandocada vez ms. El 5 de agosto de 1978 se celebraba el da del nio y lasAbuelas lograron publicar en el diario La Prensa una carta dirigida a quie-nes tuvieran nietos. Se titulaba Llamado a la conciencia y a los corazo-nes y recordaba que los nios tenan el derecho fundamental de reunir-se con sus abuelas, quienes, como fuera, los buscaran por el resto de susvidas17. La carta puso a las Abuelas ante la mirada de la opinin pblica.Las investigaciones de estas mujeres se haban unido y haban creado unmovimiento. La solicitada estremeci al mundo y marc el inicio del res-paldo internacional a la lucha de las Abuelas. Veinte das despus de lacarta, Estela Barnes de Carlotto reciba el cuerpo de su hija Laura, de 22aos, quien tena un embarazo de dos meses cuando la secuestraron. Portestimonios de sobrevivientes, Estela pudo saber que el 26 de junio suhija haba dado a luz a un nio al que llam Guido. Estela, actual presi-denta de la institucin, se fue incorporando gradualmente. Cuando meenter que Laura haba sido madre, mi consuegra me dijo que no busca-ra sola, que haba otras Abuelas, y me mand a la casa de Licha [De laCuadra], recuerda. Sus compaeras se alegraron con su llegada porque,como era docente, poda escribir correctamente cartas y documentos. Laprimera vez que fui a Plaza de Mayo con las Abuelas de La Plata, yo tem-blaba como una hoja. Haba tantos militares, tantos caballos, tantos fusi-les. Pero las Abuelas seguan caminando y me decan: No te va a pasarnada, segu, no tengas miedo, estamos juntas. Apretarse y darse las ma-nos, como hermanas, son cosas que las Abuelas tenemos hasta hoy18.

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  • Frente a la indiferencia y el aislamiento, las Abuelas cambiaron deestrategia. Armaron una carpeta que inclua casos con las fotos de cadauno de los chicos desaparecidos o la de sus padres y una pequea histo-ria de cada nio o embarazada secuestrados, y la enviaron a distintas per-sonas dentro y fuera del pas. Armaron adems carpetas individuales ytambin las mandaron, o sea que cada destinatario recibi cerca de uncentenar de carpetas19. Si haba un nieto ya nacido, ponamos una foto-grafa. Si la mujer estaba embarazada ponamos cuntos meses de gesta-cin tena. Estas carpetas empezaron a funcionar muy bien porque alpoquito tiempo empezamos a salir al extranjero y se las repartamos atodo el mundo20, cuenta Rosa Tarlovsky de Roisinblit, hoy vicepresiden-ta de Abuelas. Rosa se sum al grupo luego de la desaparicin de su hijaPatricia, el 6 de octubre de 1978, embarazada de ocho meses. En abril deese ao las Abuelas haban mandado una carta a la Organizacin de losEstados Americanos (OEA), el principal foro multilateral del continente,pero nunca obtuvieron respuesta. Comenzaron a sospechar que muchasde sus cartas no salan del pas. Por eso mandaron una vez ms la carta ala OEA, pero esta vez desde el exterior. En diciembre las Abuelas recibie-ron una respuesta de la Comisin Interamericana de Derechos Huma-nos (CIDH) de la OEA, en la cual informaban que se hacan cargo delproblema de los nios desaparecidos. Alguien las escuchaba21.

    Una de las funciones de la CIDH es recibir, analizar e investigar peticio-nes individuales que alegan violaciones de los derechos humanos comoas tambin realizar visitas a los pases miembros para inspeccionar. Coneste objetivo una delegacin de ese organismo visit la Argentina en sep-tiembre de 1979. Por creer que el derecho a la seguridad es un derechohumano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy lavisita de la CIDH. Esto es lo malo. Que estn aqu porque somos dere-chos y humanos, se poda leer en una nota firmada por Guicciardini,seudnimo de Mariano Grondona, en El Cronista Comercial22. Se arma-ron largas colas de familiares que iban a entregar sus denuncias. Las

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  • Abuelas aportaron sus archivos a la nmina de 5.566 casos de desapari-cin que presentaron los organismos. Y en octubre se lanzaron al mundoa difundir su bsqueda. Los datos recogidos en los viajes demostraron laexistencia de un plan sistemtico de apropiacin de bebs que incluamaternidades clandestinas, personal mdico y listas de espera de perso-nas dispuestas a adoptar hijos de desaparecidos.

    Uno de los primeros destinos fue Brasil. All se contactaron con elComit de Defensa de los Derechos Humanos en el Cono Sur (CLA-MOR), dependiente del Arzobispado de San Pablo, y recogieron testi-monios de sobrevivientes que confirmaban los nacimientos en cautive-rio. Algunos tenan la memoria bloqueada, pero otros se acordaban detodo detalla Estela Carlotto. Fuimos acumulando informacin, y nie-titos que eran apenas una sombra empezaron a tener sexo y fecha denacimiento. Copiaron los datos en papel de seda y los ingresaron a laArgentina envueltos en una caja como si fueran bombones. Quin ibaa sospechar de las viejitas que traan chocolates?23. Gracias a los archi-vos de CLAMOR la Abuela Anglica Chimeni de Bauer, de la localidadbonaerense de Ayacucho, supo que su nuera Susana Beatriz Pegora-ro secuestrada junto a su padre el 18 de junio de 1977 en la estacinConstitucin de Capital Federal, haba tenido una nia. Anglica habaestado tres aos paralizada por el miedo. Pero en el 79 empec a bus-car, me encontr con una Madre de La Plata y ella me dio la direccin deMadres de Buenos Aires, y de ah me fui a Abuelas24, recuerda. Ang-lica haba perdido a su hijo, desaparecido el 18 de junio de 1977. Enagosto de 1979, tambin con la ayuda de CLAMOR, las Abuelas locali-zaron en Chile a los hermanos Anatole Boris y Victoria Eva Julien Gri-sonas, secuestrados el 26 de septiembre de 1976 junto con sus padres,Victoria Luca Grisonas y Mario Roger Julien an hoy desaparecidosen el partido de San Martn, provincia de Buenos Aires. Anatole y Victo-ria haca tres aos que haban sido adoptados por un matrimonio quedesconoca sus orgenes. Esta pareja los haba pedido en guarda despusde que los nios fueran encontrados abandonados en una plaza en Val-paraso en diciembre de 1977. Los hermanos continuaron viviendo con

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  • sus padres adoptivos pero en estrecha relacin con su familia biolgica.La restitucin de Anatole y Victoria llen de esperanzas a las Abuelas.

    Pero tambin de preocupacin: sus nietos podan estar en cualquierparte, ya que las apropiaciones estaban enmarcadas, adems, en el PlanCndor, la operacin de inteligencia y coordinacin entre los servicios deseguridad de las dictaduras militares del Cono Sur Argentina, Chile,Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia y la CIA, cuyo objetivo central eraeliminar a quienes se oponan a esas dictaduras.

    Con los viajes las Abuelas ganaron prestigio y voz propia. AmnistaInternacional les organiz una conferencia de prensa en la sede de laAsamblea Nacional de Francia con lo ms importante del periodismomundial. Ms tarde esta organizacin presentara al rgimen militar unasolicitud firmada por 14.000 personas en protesta por la desaparicin denios. La escritora Simone de Beauvoir, el cineasta griego ConstantinCosta Gavras y el dramaturgo Eugne Ionesco fueron algunos de los fir-mantes. En Canad, la Organizacin Catlica para el Desarrollo y la Paz(CCODP) les prepar una recepcin con 200 lderes sociales mientrasinmensos afiches con la carita de una nieta secuestrada cubran el pas.En la ex Alemania Federal se distribuy masivamente un libro sobre losnios secuestrados. Los principales polticos, intelectuales y religiosos detoda Europa besaron sus mejillas y prometieron solidaridad. Muchosaportaron dinero para la bsqueda de los chicos desaparecidos: el Conse-jo Mundial de Iglesias; la CCODP; la Entraide Protestante Suisse (EPER);la ONG germano-suiza Terre des Hommes, entre otras instituciones,municipios, comunidades religiosas y personas annimas que tambinaportaron lo suyo. Algunos colaboraron con la edicin de afiches. Otrosllevaron el tema ante sus embajadas y consulados en la Argentina. Otrosllamaron a sus compatriotas a apadrinar nios desaparecidos. Con todaesta ayuda las Abuelas se sintieron ms acompaadas. Para la navidad de1979, cada Abuela recibi miles de tarjetas con fotos de nios y cartas deescuelas y universidades de todo el mundo. Esto las fortaleci, a pesar deque dentro del pas las seguan marginando25.

    A esta altura las Abuelas comenzaron a transitar un camino diferente

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  • al de las Madres. Nos fuimos separando porque no tenamos por qucargar a otras Madres con la bsqueda de nuestros nietos26, cuentaSonia Torres. Y entre todas se fueron dividiendo las tareas. Estela [Car-lotto] propuso que formramos equipos y estuvimos de acuerdo recuer-da la Abuela Elena Opezzo, ms conocida como Mueca, una de lasprimeras en incorporarse a la Asociacin. Entr en investigacin. Mecompromet a salir a buscar. Me dieron una cmara de fotos y yo sala enmi Fitito. En el lugar indicado, levantaba el cap del auto, como si tuvie-ra algn desperfecto, y sacaba fotos a los chicos. Tambin hablaba con lasmaestras, con las directoras, algunas me reciban bien, otras no. A vecesme corran de la escuela o me preguntaban qu haca con el auto en lapuerta, y yo les deca que esperaba a mi nieta27. El hijo del marido deMueca junto con su esposa embarazada de cinco meses haban sidosecuestrados en noviembre de 1977.

    Otras Abuelas recopilaban las denuncias. Clara Jurado, una de las 12fundadoras, a quien la dictadura le haba llevado a su hijo y a su nueraembarazada de dos meses, era la encargada de armar los carteles para lasmarchas. Tambin se encargaba de llevar las fotos de los chicos a losmedios. Tena el mejor archivo fotogrfico de Abuelas. Yo siempre meencargu de recortar los diarios, dice la Abuela Raquel, quien, sin que-rer, fue el germen de lo que ms adelante sera el rea de prensa y difu-sin de la institucin.

    Ms tarde se hizo necesario crear una comisin directiva. La primerapresidenta fue Licha De la Cuadra, pero por problemas de salud de suesposo tuvo que viajar a Espaa para cuidarlo, y entonces fue reemplaza-da por Chicha Mariani. Estela Carlotto qued como vicepresidenta y RosaRoisinblit como tesorera. Cuando viajamos a Canad presentamos unproyecto ante la CCODP y nos concedieron la suma de diez mil dlaresrememora Rosa. Un par de meses ms tarde nos llamaron del banco.El dinero haba llegado. Estbamos muy asustadas. Estela, Chicha y yofuimos a retirar la plata. Nos pusimos un poquito cada una entre la ropay nos preguntamos: Ahora qu hacemos, dnde metemos esta plata?Era una suma grande. Entonces les dije que yo tena una caja de seguri-

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  • dad y que si ellas queran la poda guardar ah, y estuvieron de acuerdo.Me entregaron la plata, la puse en un sobre y lo met en la cajita. Cada vezque se necesitaba dinero, yo anotaba en el sobre. Y cuando se form lacomisin directiva, como yo manejaba la plata qued como tesorera. Eramuy mala para los nmeros, pero como haba una maquinita, eso mesalvaba. Durante ocho aos fui la tesorera.

    Pero el trabajo no slo era de oficina, porque las Abuelas nunca deja-ron de ir a la Plaza de Mayo. En los bolsillos llevbamos bolitas paratirarles a los caballos que se nos venan encima, revela Mueca. Y allllevaban sus pancartas con las fotos de sus hijos y sus nietos. Muchosfamiliares, de a poco, comenzaron a sumarse a esta ronda que ya se habaconvertido en un verdadero ritual.

    Comenzado 1980 el rgimen militar inici un dilogo poltico con diri-gentes partidarios con el fin de lograr el aval civil a lo actuado por las Fuer-zas Armadas. Algunos dirigentes no tardaron en mostrar su cobarda,como Ricardo Balbn, lder del partido radical, quien luego de reunirsecon la cpula militar declar: Creo que no hay desaparecidos, creo queestn todos muertos. Aunque no he visto los certificados de defuncin deninguno. No tiene remedio. Fue as. El llamado al dilogo poltico y lasdeclaraciones de Balbn coincidieron con la publicacin internacional delinforme de la CIDH que denunciaba las violaciones a los derechos huma-nos en la Argentina. La repercusin del tema en el exterior se hizo cadavez ms grande. El Premio Nobel de la Paz entregado a Adolfo PrezEsquivel, lder del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), en octubre de 1980,sell la derrota de la dictadura ante la opinin pblica mundial28. Funda-do en 1974 por el propio Prez Esquivel, el SERPAJ adhera a una filoso-fa de no-violencia activa y procuraba concientizar a los sectores socialesmarginados de Amrica latina. Desde el comienzo de la represin habatenido una fuerte participacin en la defensa de los derechos humanos, loque le cost a Prez Esquivel dos aos preso29. A partir de este momento,las Abuelas y el resto de los organismos comenzaron a levantar la consig-

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  • na que resuma su demanda de verdad: Aparicin con vida30. Adolfo [Prez Esquivel] nos abri muchas puertas y nos present

    mucha gente en el exterior. En nuestro primer viaje fuimos apenas conunos pesos cuenta Estela Carlotto, pero con la ayuda de la gente quebamos contactando logramos visitar doce pases para contar lo que ladictadura estaba haciendo en la Argentina. Estados Unidos, Canad,Noruega, Francia, Alemania Federal, Italia, Honduras, Dinamarca, Sue-cia, Blgica, Inglaterra, Espaa, fueron las escalas de su gira. En cada unode los pases las Abuelas distribuan centenares de carpetas con el relatode la desaparicin de sus hijos y la bsqueda de sus nietos. No todas lascarpetas eran iguales. Trataban de armar cada carpeta pensando en sudestinatario, con el objetivo de impactarlo y comprometerlo en la bsque-da. Incluamos certificados de estudio y de comunin. Yo, por ejemplo,en la primera pgina haba puesto una foto de Laura de beb y abajo untexto que deca: Busco al hijo de Laura que se debe parecer a ella31.

    Pero la alegra ms grande del ao ocurri dentro del pas, el 19 de

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    Ao 2001. Las nietas Tatiana Ruarte Britos y Laura Malena Jotar Britos, restituidas en

    marzo de 1980.

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  • marzo. Ese da las Abuelas lograron la restitucin de las hermanas Tatia-na Ruarte Britos y Laura Malena Jotar Britos, quienes haban desapareci-do el 31 de octubre de 1977 luego del secuestro de su madre, Mirta Gra-ciela Britos, en Villa Ballester, provincia de Buenos Aires. Era cerca delmedioda por la luz del sol. Estbamos jugando en la plaza y de prontobajan de un micro fuerzas de seguridad. Ella se puso nerviosa y nosempez a saludar y a besar de repente; yo no entenda por qu me estabaabrazando y besando como si fuera la ltima vez. Del micro bajaron uni-formados, eran muchos. Se acerca ella hacia ellos, la encapuchan y se lallevan, cont alguna vez Tatiana. Ese mismo da fue detenido el pap deLaura, Alberto Javier Jotar, en el domicilio familiar32. Mirta se haba sepa-rado del padre de Tatiana, Oscar Ruarte, con quien militaba en Crdoba.Luego de la separacin ella se fue a vivir a Buenos Aires con Tatiananacida el 11 de julio del 73, donde form pareja con Alberto y de estanueva unin naci Laura el 13 de agosto de 1977. Un ao antes haba des-aparecido el pap de Tatiana en la provincia de Crdoba. Laura y Tatianaquedaron abandonadas en la plaza, hasta el atardecer. Luego fueron lle-vadas por la polica e internadas en diferentes asilos como NN. Tatianaingres al Instituto Remedios de Escalada de Villa Elisa y Laura a la CasaCuna de La Plata. Ms tarde fueron adoptadas de buena fe por Carlos eIns Sfiligoy, quienes se haban inscripto en el Jugado de Menores N 2 deSan Martn. Primero les fue entregada la beba, a la que llamaron Mara;enseguida, al saber que Mara tena una hermana mayor, pidieron la adop-cin de Tatiana para no separarlas. El 20 de marzo de 1978 el Juzgado lesotorg la guarda definitiva de las hermanitas.

    Mientras tanto, despus de haber sido contactada por las Abuelas dePlaza de Mayo, Mara Laura Yribar de Jotar, la mam de Alberto, inici labsqueda de las nias junto a Amalia Prez de Ruarte, abuela paterna deTatiana, y a Carmen Britos, la abuela materna de ambas, estas dos lti-mas de Crdoba.

    En 1980 el matrimonio Sfiligoy recibi una citacin del Juzgado: lasabuelas de las nenas las estaban buscando y se haban presentado a recla-marlas. Los padres adoptivos de Tatiana y Laura Malena accedieron sin

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  • inconvenientes a que sus hijas supieran su verdadera historia. Las nias,entonces, conocieron a sus abuelas en el Juzgado de San Martn. Pero silos ojos son... Ella es mi nieta33, dijo Amalia Prez al ver a Tatiana. Lauray Tatiana permanecieron con sus padres adoptivos pero entre todas lasfamilias establecieron un fuerte vnculo34. Al principio quera que Tativiniera a vivir conmigo. Pero entendimos que Ins y Carlos haban for-mado una familia y que ellas estaban bien35, confes Amalia, que alpoco tiempo se sinti integrada y era recibida con los brazos abiertos porlos Sfiligoy cada vez que iba de visita. Ni siquiera avisaba, iba de golpe.Cuando llegaba me tomaba el [colectivo] noventa en Retiro, con valijas ypaquetes, les tocaba el timbre y me quedaba como quince das36. Notodos los casos fueron como el de Laura y Tatiana, pero lo que s se repi-ti en todos fue el efecto reparador de la restitucin.

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  • 41Ilustracin: Martn Kovensky

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  • 43

    El 30 de marzo de 1981 el diario Clarn public una solicitada firmada pordirigentes de organismos de derechos humanos, polticos y representan-tes del mundo de la cultura y religioso, en la que se reclamaba el cese delas persecuciones sufridas por los familiares de desaparecidos que recla-maban la aparicin con vida de sus seres queridos. La demanda de justi-cia se haca or cada vez ms fuerte. Ese mismo ao las Abuelas viajarona Suiza, donde se contactaron con sobrevivientes de la ESMA y tomaronconocimiento de la existencia de una maternidad clandestina en eselugar. Viajaron Estela [Carlotto] y Chicha [Mariani]. Ellas les mostrarona algunas liberadas de la ESMA las fotos de nuestras hijas que estaban enlas carpetas recuerda la Abuela Rosa Roisinblit, y entonces supimosque Patricia, mi hija, haba estado detenida en la ESMA. Cuando vieronmi denuncia dijeron que haban presenciado el parto de mi hija, que tuvoun varn, la fecha, todo1. Otra desaparecida a la que las ex detenidaslograron reconocer fue a la hija de la Abuela Coqui Pereyra. Cuando viola foto, Sara Osatinsky afirm: Esa es Liliana Pereyra, yo la atend en elparto y la acompa. Tuvo un chiquito en febrero del 78. Sara incluso lesmostr una tarjeta que haba confeccionado Liliana para mi nieto2, rela-ta Coqui. Pero la actividad internacional no se agot all: tambin partici-paron de la Asamblea General de la Comisin Interamericana de Dere-chos Humanos (CIDH) de la OEA en Washington, y asistieron a los con-

    RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL DEL GENOCIDIO

    Captulo 2 (1981-1983)Reconocimiento internacionaldel genocidio

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  • gresos de la Federacin Latinoamericana de Asociaciones de Familiaresde Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), de la cual fueron fundadoras,realizados en Costa Rica en enero y en Venezuela en noviembre.

    Entretanto, la dictadura militar comenzaba a deteriorarse y las crticas,lentamente, iban aumentando. El 12 de diciembre de 1981, el escritorErnesto Sbato opinaba en el diario Clarn: [La accin de las fuerzas deseguridad] arras todos los derechos constitucionales y se respondi a loscrmenes de los terroristas con los crmenes de la represin (...) Hubouna inmensa mayora de inocentes, cuyos nicos delitos eran ser amigoso compaeros de estudio de los probables criminales. Pero como si estofuera poco, aqu tenemos a las Abuelas de los chiquitos que fueron tras-ladados con sus jvenes padres y madres, o de los que nacieron en algnignoto reducto de la tragedia...3. Ese mismo da la Junta Militar designa Leopoldo Fortunato Galtieri como presidente de la Nacin en reempla-zo del general Roberto Viola, quien haba asumido nueve meses antescomo sucesor de Videla. Galtieri asumi el cargo diez das despus. Lasituacin del pas no poda ser peor: la industria trabajaba a menos del 50por ciento de su capacidad, un milln de argentinos estaba desocupado yla inflacin haba alcanzado el 500 por ciento anual, la mayor del mundo.Precisamente Galtieri fue quien termin de hundir al pas con su planpara recuperar las Islas Malvinas.

    La Argentina reclamaba la soberana de las islas en poder de los brit-nicos desde 1833. La lectura que haca la Junta era que la reconquista delas Malvinas no slo unificara a las Fuerzas Armadas cuyas se hacanevidentes sino tambin a la sociedad, cada vez ms descontenta con elgobierno militar. Finalmente, el 2 de abril de 1982, tropas argentinasdesembarcaron en Puerto Argentino. Una multitud se congreg en Plazade Mayo para apoyar el ataque. Un inusitado sentimiento nacionalista yantiimperialista encendi al pueblo. La dictadura pareca haber logradoel objetivo de reconquistar a los argentinos. En Espaa hicimos unagran campaa en contra de la guerra. Pero en la Casa Argentina de Ma-

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  • drid yo tena discusiones con muchos exiliados argentinos que estaban afavor. Yo les deca: El rbol malo no puede dar frutos buenos4, cuentaAlba Lanzillotto, quien actualmente es la nica ta que integra la comi-sin directiva de Abuelas de Plaza de Mayo.

    Alba se incorpor a la Asociacin en 1985 al regreso de su exilio, ya queestuvo presa por su compromiso como militante gremial. Busca un sobri-no o sobrina, hijo de una de sus hermanas mellizas. Por la diferencia deedad, Alba mantena una relacin muy maternal con Mara Cristina, laTina, y Ana Mara, la Ani. Ani y Tina se haban ido a estudiar a Tucu-mn, all comenzaron a militar en el Partido Revolucionario de los Traba-jadores (PRT) y se casaron con sus compaeros Domingo el GringoMenna y Carlos Cacho Santilln respectivamente. Ani tuvo dos hijos,Ramiro y un beb que falleci, y Tina tambin tuvo dos, Mara y Jorge. Tinay Cacho fueron secuestrados en Pergamino, provincia de Buenos Aires, el17 de noviembre de 1976. Sus hijos, Mara y Jorge, pudieron ser recupera-dos y crecieron junto con sus abuelos paternos en La Banda, Santiago delEstero. Cinco meses antes, el 19 de julio, haban sido secuestrados Ani y elGringo Menna junto con el dirigente del PRT Mario Robi Santucho, sucompaera Liliana Delfino y otros militantes de esa agrupacin. Ramiro, elhijo de Ani y el Gringo, fue rescatado y criado por una hermana de Alba enla ciudad de Carmen de Patagones. Pero Ani adems estaba embarazada deocho meses y nada se pudo saber de su hijo que debi nacer en agosto. Portestimonios de sobrevivientes se supo que estuvo detenida en los centrosclandestinos de Campo de Mayo y El Vesubio.

    La guerra de Malvinas le cost la vida a ms de 600 soldados, casitodos jvenes. Los veteranos de guerra tambin fuimos vctimas de ladictadura afirma Edgardo Esteban, ex combatiente y periodista compro-metido con la bsqueda de Abuelas. No existamos, ramos ignorados,pareca como que la dictadura haba terminado el 2 de abril de 1982, aun-que sigui hasta fines del 835. La rendicin se produjo el 14 de junio de1982, despus de 73 das de hostilidades. La derrota marc el fin de laJunta, que debi fijar elecciones para el ao siguiente. Cuatro das des-pus Galtieri dejaba el poder. Menos de una semana ms tarde, la Arma-

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  • da y la Fuerza Area decidieron desvincularse de la conduccin del Pro-ceso y en julio asumi el ltimo presidente de facto, Reynaldo Bignone.Esa semana las Abuelas entregaron una nota a la Multipartidaria dondeconvergan peronistas, radicales, desarrollistas, intransigentes y comu-nistas, entre otros con documentacin probatoria sobre el robo ysecuestro de bebs. La dictadura era cada vez ms dbil y los organismosde derechos humanos ms visibles. El 10 de diciembre de 1982, para con-memorar el Da de los Derechos del Hombre y repudiar y resistir laimpunidad de las gravsimas violaciones cometidas, exigiendo el juicio ycastigo a todos los culpables, los organismos convocaron a la primeraMarcha de la Resistencia al Congreso. Las Abuelas participaron de lamanifestacin con las fotos de sus hijos y sus nietos.

    En 1983, ante la Comisin Independiente sobre Cuestiones Humanita-rias Internacionales, el escritor Julio Cortzar subrayara el hecho de queen el atroz infierno imaginado por Dante Alighieri en La divina comedia,no hay un solo nio: Pero el de los militares argentinos responsables delas desapariciones est lleno de pequeas sombras, de siluetas cada vezms parecidas al humo y a las lgrimas6. Los chicos que buscaban lasAbuelas iban creciendo. La esperanza de que aparecieran sus hijas y nue-ras casi era nula. En este marco, las Abuelas se propusieron encontraralgn tipo de estudio que pudiera servirles para identificar a los chicos enel futuro. Las fotos y los recuerdos no eran suficientes para probar unafiliacin, y menos an en los casos de nios nacidos en cautiverio, ya queno existan elementos que sirvieran como punto de partida para su bs-queda y posterior identificacin. Cmo demostrar la identidad de sus nie-tos y evitar que se transformaran en siluetas de humo y lgrimas? steera el problema que tenan que resolver. Si bien ya se haban recorridoalgunos caminos en materia de identificacin como el de las huellas plan-tales, los dientes o mechones de pelo que algunas Abuelas conservaban desus nietos, nada de esto era posible para identificar a los chicos nacidos encautiverio. Cierto da leyeron en el diario El Da de La Plata acerca de undescubrimiento que permita conocer la filiacin de una persona a travsde un anlisis sanguneo. A partir de esto quisieron saber si exista algn

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  • elemento de la sangre que permitiera probar la pertenencia familiar de unindividuo. Con este objetivo lograron contactarse con Eric Stover, quiendiriga la Asociacin Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS,segn sus siglas en ingls). Lo que piden es posible, pero nunca se hizo.Vamos a investigar7, dijeron los cientficos.

    Un ao ms tarde, con la primavera democrtica, las Abuelas recib-an buenas noticias desde Washington. Los cientficos haban logradodemostrar la inclusin de un nio en una familia. Las Abuelas tenan latcnica para identificar a sus nietos, y la ciencia un futuro promisorio, enparticular la gentica, cuyos estudios sobre ADN han perfeccionado losmtodos de identificacin de personas hasta hacerlos completamente fia-bles. Las Abuelas crearon entonces su propio equipo de filiacin, que sesum a los equipos jurdico, psicolgico y de investigacin que venanfuncionando de hecho en la institucin. Los exmenes de sangre paradeterminar paternidad ya eran conocidos. Pero los padres, en este caso,estaban ausentes. Haba que usar la sangre de los abuelos para recons-truir el mapa gentico de los hijos desaparecidos. Las Abuelas fueronrecibidas por Mary Claire King y el chileno Cristian Orrego, investigado-res de la AAAS. El ndice de abuelidad era un hecho y garantizaba99,99 por ciento de efectividad. Este descubrimiento se debe slo austedes, remarc Orrego8, reconociendo cmo el inters de las Abuelasfue el motor de la investigacin ya que la ciencia, esta vez del lado de lasvctimas, supo escucharlas. Con el tiempo se desarrollaran metodolog-as para estudiar directamente el material gentico, que permiten alcan-zar probabilidades de vnculos biolgicos mucho mayores que con aque-llos primeros estudios, an en situaciones en que se cuenta slo conunos pocos parientes lejanos de la persona cuya identidad est en duda.Pero todo comenz gracias a las Abuelas y gracias a una ciencia que, estavez, se puso del lado de las vctimas.

    Hasta entonces las Abuelas se haban manejado con el sentido comnpara la identificacin de sus nietos. Algunas decan esa criaturita esigual a mi hija, camina igual, tiene esto, tiene aquello, pero no podamosir a un juez y decirle nos parece que este nena se parece a cuando mi hija

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  • era chica. Entonces salimos a buscar una prueba contundente, diceNlida Navajas9. Y la consiguieron. Con el hallazgo del ndice de abueli-dad las Abuelas decidieron que los anlisis genticos deban llevarse acabo en centros oficiales. Si el Estado haba permitido las desapariciones,deba asumir la responsabilidad de demostrar la identidad de sus nietos.El lugar elegido entonces fue el Servicio de Inmunologa del HospitalDurand de la Capital Federal. El prximo paso fue establecer las condi-ciones para la creacin de una base de datos genticos de las familias quebuscaban a los nios secuestrados, dado que, tristemente, no habaforma de saber cundo se encontrara al ltimo de los chicos. Pero estabase gentica no se hizo realidad hasta un par de aos ms tarde.

    Mientras tanto, las Abuelas fueron definiendo su perfil interdiscipli-nario (con mdicos, abogados, genetistas, antroplogos y psiclogos quetrabajaban en la Asociacin) y a partir de esto, la interrelacin con otrosactores y organizaciones se diversific. Adems empezaron a participaren congresos, seminarios y conferencias, en muchos casos como exposi-toras centrales. En mayo de 1983 hicieron una presentacin en el Colo-quio Internacional de Juristas, realizado en Pars. Tambin en Pars, peroun ao antes, haban participado de la reunin del comit ejecutivo de laorganizacin Defense for Children, en representacin de Adolfo PrezEsquivel, y en el 4to Congreso Internacional sobre Nios Maltratados,con uso de la palabra y la presentacin de un stand. Nada de esto las apar-t de su cada vez ms sistemtica tarea de bsqueda en el pas, para locual hicieron ms frecuentes las visitas a los juzgados de menores y lasentrevistas con magistrados federales, penales, civiles y camaristas. Porotra parte numerosas personas se acercaban a la sede de la institucinfamiliares afectados, denunciantes, periodistas y todas ellas deban seratendidas. Y como si todo esto fuera poco las Abuelas seguan con susinvestigaciones reservadas, con las marchas por los derechos humanos,con los viajes al interior, con la elaboracin y presentacin de proyectosde financiacin. Aunque el trabajo era mucho, el amor a sus hijos y a susnietos poda ms.

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  • En 1983 las Abuelas empezaron a ver los frutos. La primera restitucindel ao fue la de Tamara Ana Mara Arze, nacida el 22 de julio de 1974.Su madre, Rosa Mary Riveros, haba sido secuestrada el 23 de diciembrede 1975 de regreso del trabajo. Al mes fue oficializada como presa polti-ca en la crcel de Olmos. Desde all pregunt una y mil veces por su hijaTamara pero no le dieron ningn tipo de informacin. La nia haba que-dado al cuidado de Liliana Molteni, una amiga de Rosa. Pero el 13 dejunio del 76 fuerzas de seguridad secuestraron a la mujer y dejaron aban-donada a Tamara. Unos vecinos acudieron en respuesta al llanto de lania e incluso fueron a la comisara a realizar la denuncia, pero all slorecibieron amenazas. Entonces decidieron quedarse con la nena. La

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    Agosto de 1983. Tamara Arze, quien acaba de conocer su verdadera identidad, espera

    junto a la Abuela Rosa Roisinblit el avin que la llevar a Per. All la espera su madre,

    Rosa Mary Riveros.

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  • amiga de Rosa tuvo la gran inteligencia de dejar en la cunita los docu-mentos de Tamara, y cuando fue recogida por esta familia humilde, ven-dedores de kerosn, vieron los documentos y siguieron llamndola porsu nombre verdadero10, cuenta el obispo Aldo Etchegoyen, quien tuvoun papel protagnico en la restitucin de Tamara.

    En 1981 a Rosa le dieron la opcin de salir del pas y se exili enSuiza, encomendando a Abuelas de Plaza de Mayo la bsqueda de suhija. Pero desde Europa sigui buscando a Tamara. Fue a solicitarayuda a la sede del Consejo Mundial de Iglesias, en Ginebra, Suiza, yall dej toda la informacin sobre la desaparicin de su hijita explicaEtchegoyen. Y cuando el reverendo Charles Harper [a cargo de la Ofi-cina de Derechos Humanos para Amrica latina del Consejo Mundialde Iglesias (CMI)], de vuelta de Chile, pas por la Argentina, me entre-g todos los datos del caso y ah empezamos a trabajar junto con lasAbuelas. El 12 de junio de 1983 las Abuelas Mirta Baravalle y Rosa Roi-sinblit localizaron a Tamara en la localidad bonaerense de Guernica. Lania, por entonces, tena nueve aos. Quienes la criaron aceptaron lasituacin. Segn Etchegoyen, para Tamara signific una lucha internasu restitucin: Por un lado, estaba la novedad de algo que no conoca yel inters por reencontrarse con su mam, ya que su pap haba desapa-recido definitivamente, pero tambin estaba su cario por esa familiaque la haba criado y protegido.

    Previendo ese conflicto, la mam de Tamara le haba grabado un case-te a su pequea. En la cinta le contaba que no la haba abandonado, quefueron separadas cuando ella era chiquita y que la quera mucho. Pocodespus de la localizacin, Tamara y sus padres adoptivos fueron a casade la Abuela Rosa. Ven, vas a escuchar a tu mam, le dije, y ella empe-z a escuchar las cosas dulces que le deca su madre e iba dejando caer elchupetn gigante que tena en la boca y pegando la orejita a los parlan-tes, recuerda Rosa. La voz, que haba quedado guardada en algn lugarde su memoria, le result muy familiar. Pero an faltaba que Tamara seencontrara con su madre, y para eso haba que sacar a la pequea delpas. No queramos repercusin meditica, por razones obvias, pues

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  • todo esto fue hecho durante el gobierno militar remarca Etchegoyen.Las Abuelas tuvieron esa responsabilidad y yo la de buscar el lugar dondese poda encontrar con su mam. Acordamos que el encuentro sera enLima, Per, en la casa de un pastor amigo. La noticia se filtr en losmedios peruanos y fue un boom: las Abuelas llevaban una niita haciaall. Hubo repercusin del caso pero por suerte en el exterior y no en laArgentina, seala Etchegoyen. El encuentro entre madre e hija final-mente se concret y se fueron a vivir a Suiza.

    Martn Baamonde tambin fue localizado por Abuelas en 1983. Ha-ba nacido el 22 de noviembre de 1974 y haba sido secuestrado con sumam Clara Catuegno en la va pblica el 29 de junio del 78. Su papMiguel ngel Baamonde estaba desaparecido desde el 26 de noviembrede 1976. El testimonio de su abuela Ema de Baamonde fue el puntapiinicial de la bsqueda. Las Abuelas lo buscaron desde la fecha de susecuestro, pero en el transcurso de sus investigaciones fueron detrs devarias pistas falsas y hasta llegaron a viajar a Holanda por su caso. Trassiete aos de bsqueda dieron con l: Martn estaba viviendo con sufamilia materna en Buenos Aires.

    Por estos das las Abuelas localizaron a los hermanos Humberto Er-nesto Colautti Fransicetti y Elena Noem Ferri Fransicetti. Humbertohaba nacido el 30 de agosto de 1974 y era hijo del primer matrimoniode Elda Mara Fransicetti con Renato Colautti, quien estaba preso desde1975. Elda form pareja nuevamente con Roberto Ferri y tuvieron unahija, Elena Noem, que naci el 16 de septiembre de 1976. El 23 de mayode 1977, fuerzas de seguridad entraron a la casa de la familia en Morny se llevaron secuestrados a Elda y Roberto. Los pequeos, Humberto,de casi tres aos, y Elena Noem, de ocho meses, quedaron abandona-dos en la casa y fueron rescatados por unos vecinos que lograron ubicara un to paterno de la nia, con el que vivieron durante seis aos. Lafamilia materna de Elena Noem desconoca la identidad de RobertoFerri. Cuando las Abuelas encontraron a los hermanitos, Humberto fuea vivir con su pap, que ya haba sido liberado, y Elena Noem con sustos maternos, en Buenos Aires, donde an vive. Humberto reside en

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  • Salta, donde tambin vive su padre, y difunde la labor de las Abuelas ensu ciudad.

    El caso de Sebastin Rosenfeld Marcuzzo fue un caso atpico. Sebas-tin naci en cautiverio y fue entregado el 15 de abril de 1978 a su abuelamaterna quien no pudo localizar a la familia paterna del nio durantecasi cuatro aos. Sus padres, Walter Claudio Rosenfeld y Elizabeth Patri-cia Marcuzzo, haban sido secuestrados en Mar del Plata en octubre del77 y, segn testimonios de sobrevivientes, su madre haba sido traslada-da para dar a luz en la ESMA. Su abuela paterna, Ada Kancepolsky deRosenfeld, se integr a las Abuelas al mes siguiente de la fundacin. Nibien enterada de la desaparicin de su hijo empez a viajar a Mar delPlata (ella viva en Buenos Aires), a recorrer comisaras y oficinas pbli-cas. Tambin se sum a la ronda de los jueves en Plaza de Mayo. Adaparticipaba de las reuniones en la calle Montevideo, a donde llegabanperidicamente otras Abuelas de las filiales de Mar del Plata, Crdoba yRosario. Pero Ada no tena pistas sobre su nieto y haba perdido contac-to con la familia de su nuera, con la cual se haba visto slo una vez.

    Pero una tarde, en una reunin de Abuelas de Mar del Plata, apareciuna seora que cont que a ella le haban entregado a su nieto nacido encautiverio. El resto de las mujeres se quedaron heladas, una de ellas fuea buscar a Negrita Segarra, que era quien ms viajaba a Buenos Aires.Cuando Negrita vio a la mujer le dijo: Usted es la consuegra de Ada.La mujer no entenda nada, slo atin a responder que s. No s por qule dijo mi nombre, creo que fue por intuicin, recuerda Ada y agrega:Negrita haba estado en Buenos Aires el martes y yo dije: Cundovamos a encontrar a mi beb?. Ella me dijo que no me preocupe: Ya lovamos a encontrar. Y el sbado siguiente me llam y me dijo: Ada,encontramos a tu beb, ya tiene cuatro aos. No me desmay porque nohaba nadie para levantarme. Al da siguiente Ada viaj a Mar del Platapara encontrarse con su nieto. All pudo saber que Sebastin haba sidoentregado a su abuela materna, en Mar del Plata, a los ocho das de habernacido. Haba sido llevado por cuatro hombres vestidos de civil que lohaban dejado en un moiss con ropa de beb y leche. La abuela materna

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  • fue amenazada y con mucho temor y en silencio cri durante cuatro aosa Sebastin. Luego, pudo vencer el miedo y as Ada conoci a su nieto.

    Otro nio restituido gracias a la labor de Abuelas fue Eduardo Garba-rino Pico, nacido el 3 de enero de 1969. Cuando sus padres se separaron,l se qued viviendo con su pap, Jorge Antonio Garbarino. El 19 de octu-bre de 1974 su madre Aurora Valentina Pico lo pas a buscar para ir avisitar a sus abuelos. Ambos fueron secuestrados en el barrio de Liniers.A partir de entonces su padre no supo ms de l. Eduardo vivi una peno-sa odisea hasta que un matrimonio que ignoraba su identidad pero secondoli de su situacin lo sac del pas. La pareja lo preserv hasta queen 1983 las Abuelas pudieron localizarlo en Mxico. De esta manera,Eduardo pudo reencontrarse con su pap y con su historia. Al igual queEduardo, Ana Laura Hisi tambin recuper a su pap. Ana haba nacidoel 26 de marzo de 1976 y haba desaparecido junto con su madre Vivia-na Nlida Pineda, de quien haba tenido noticias por ltima vez el 15 deoctubre de 1976. La pequea tena slo siete meses. Su padre, CarlosAlberto Hisi, por entonces se encontraba detenido y cuando fue liberadocomenz la bsqueda junto a los abuelos maternos de Ana Laura. Final-mente, en 1983, Carlos pudo localizar a su hija, quien estaba con unafamilia que la haba criado desde el momento del secuestro.

    Las Abuelas cerraron otro caso ms en 1983, pero sin final feliz. Enagosto fue identificado en el cementerio de la Chacarita el cuerpo deAdriana Gatti Casal, desaparecida el 25 de marzo del 77 y asesinada el 8de abril de ese ao, embarazada de siete meses. Otras pruebas delhorror, como sta, seguiran apareciendo durante mucho tiempo, inclu-so hasta hoy. Por eso las Abuelas viajaban y brindaban su testimonio delucha. As participaron por primera vez con uso de la palabra en laAsamblea de la CIDH de la OEA, integrada por 43 pases y volveran aparticipar, tambin con uso de la palabra, entre 1985 y 1990. Ademsasistieron a un nuevo congreso de FEDEFAM, esta vez en Mxico; alCongreso Zonal Sobre Nios Maltratados y Abandonados de Recife,Brasil; a la Convencin Anual de la Liga Catlica de Mujeres del Cana-d; a la Comisin Internacional Independiente Sobre Asuntos Humani-

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  • tarios, con exposicin oral. Estuvieron en la celebracin del Da Nacio-nal de las Iglesias Evanglicas Alemanas, donde hicieron uso de la pala-bra en el marco de una misa multitudinaria realizada en junio de 1983.

    Ahora bien, pese a las restituciones logradas y las adhesiones en elexterior, los militares an estaban en el poder. El 27 de septiembre del 83promulgaron la Ley de Enjuiciamimento de Actividades Terroristas ySubversivas, conocida como Ley de Autoamnista. El gobierno militar seestaba retirando pero al precio de la impunidad. Todos los organismos dederechos humanos se pronunciaron en contra de esta Ley. Un mes des-pus, el 30 de octubre, el pueblo volvi a votar. Gan el candidato radical,Ral Alfonsn, con el 52 por ciento de los votos. El 10 de diciembre Alfon-sn asumi la presidencia y una de sus primeras medidas fue enviar alCongreso un proyecto de ley para anular la Ley de Autoamnista, que fueaprobado y convertido en ley el 22 de diciembre. Acto seguido sancionlos decretos 157 y 158. El primero planteaba la persecucin penal corres-pondiente contra los mximos responsables de la instauracin de formasviolentas de accin poltica, que se aplicara a los dirigentes de organiza-ciones guerrilleras. Y el segundo decreto determinaba el enjuiciamientode la Junta Militar que usurp el gobierno el 24 de marzo de 1976. Alfon-sn tambin sancion el decreto 187 por el cual estableci la creacin dela Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas (CONADEP),que estara a cargo de investigar las violaciones a los derechos humanoscometidas durante la dictadura. La CONADEP fue conformada por 13miembros y cinco secretarios, y tom declaracin a vctimas y familiarespara poder documentar lo ocurrido en el pas durante esos aos. Si bienlas investigaciones de la CONADEP fueron apoyadas por los organismosy representaron un avance sustancial en la bsqueda de verdad y justicia,algunas de sus posturas iban a tono con la teora de los dos demonios,segn la cual habra habido dos bandos beligerantes en conflicto, algoque nunca ocurri y que por eso siempre fue rechazada por familiares deafectados y organismos de derechos humanos.

    Las Abuelas crean que con la democracia todo sera ms fcil y que elEstado les devolvera a sus nietos desaparecidos. Pensbamos que la

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  • obligacin pasara a ser del Estado, y que el Estado hara lo que nosotrasvenamos haciendo, y que en todo caso pasaramos a ser colaborado-ras11, recuerda Estela Carlotto. Pero esto no fue as y ellas mismas debie-ron continuar con la bsqueda. Con este propsito, en 1983, adquirieronla personera jurdica. Pasado el tiempo y ante la persistencia de nuestroestado de despojo, a pesar del incesante reclamo, hemos resuelto consti-tuir la Asociacin Civil Abuelas de Plaza de Mayo, deca el acta constitu-tiva de la Asociacin fechada el 9 de septiembre de 1983.

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    Ilustracin: Pablo Bernasconi

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  • 59DEMOCRACIA Y DESILUSIN

    Las Abuelas haban hecho saber al mundo que en la Argentina haba des-aparecidos con vida: sus nietos. El caso de los nios apropiados recibiun tratamiento especial por la Comisin de Derechos Humanos de lasNaciones Unidas y fue incluido en sus informes con el propsito de quesirviera como un llamado de atencin al mundo.

    Este reconocimiento hizo que las Abuelas comenzaran a ganar respetoy que mucha gente se fuera acercando a ellas. Algunos, de forma anni-ma, aportaron datos sobre los menores. Otros se sumaron a las marchas.Tambin se acercaron profesionales, quienes voluntariamente comen-zaron a prestar ayuda. As llegaron los psiclogos para acompaar a losnios en el perodo de la restitucin y los abogados para elaborar estrate-gias a seguir ante la Justicia1. El trabajo de la institucin se fue delinean-do en cuatro niveles: denuncias y reclamos ante las autoridades guberna-mentales, nacionales e internacionales; presentaciones ante la Justicia;solicitudes de colaboracin dirigida al pueblo en general; pesquisas oinvestigaciones personales. Por cada nio desaparecido se abri una causajudicial a la que an hoy se van agregando elementos probatorios paralocalizarlos y comprobar su verdadera filiacin, as como tambin parajuzgar a los responsables de su secuestro o tenencia ilcita. El equipo msprotegido fue el de investigacin. Nadie que no fuera Abuela poda per-tenecer a l. Recin en 1984 ingresaron otros familiares a investigacin.

    Captulo 3 (1984-1989)Democracia y desilusin

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  • Adems de todo este trabajo silencioso, las Abuelas empezaron a difundirmensajes de bsqueda en diarios, revistas, radios y canales de televisin:Si usted sabe algo, aydenos a encontrarlos, decan.

    Con el retorno de la democracia se inici el hallazgo de cuerpos ente-rrados sin nombre en diferentes cementerios del pas. Las primerasexhumaciones de tumbas se realizaron sin ningn tipo de metodologa,lo cual provocaba la destruccin de los cuerpos y la prdida de informa-cin. Ante esta situacin, la CONADEP y las Abuelas de Plaza de Mayo,junto con otros organismos, empezaron a buscar algn mtodo que per-mitiera trabajar en la correcta identificacin de los cuerpos. Las Abuelasvolvieron a ponerse en contacto con Eric Stover de la AAAS (AsociacinAmericana para el Avance de la Ciencia) para que las asesorara al respec-to. En respuesta a la solicitud de las Abuelas, la AAAS envi un equipo decientficos forenses para capacitar a cuadros argentinos en las tcnicasarqueolgicas utilizadas para abrir tumbas, remover esqueletos y estable-cer causas de muerte. Este equipo estaba encabezado por el antroplogoforense de Oklahoma, Clyde Snow, quien una vez en el pas se puso aentrenar a un grupo de jvenes profesionales y estudiantes de Medicina,Arqueologa y Antropologa. Este fue el germen de la creacin del Equi-po Argentino de Antropologa Forense (EAAF). Entre ellos estaba el jo-ven estudiante de medicina Morris Tidball Binz, quien a principios de1984, a pedido de Estela Carlotto y Chicha Mariani, se incorpor a traba-jar de la mano del mdico de la institucin Jorge Berra: Sin Abuelas nohubiese existido el Equipo Argentino de Antropologa Forense, porqueellas tuvieron la ocurrencia de captar gente que saba sobre ese tema yapoyaron polticamente el proyecto2, asegura Morris que con los aos setransform en un referente de la hemogentica forense y, en la actuali-dad, se desempea como Coordinador Forense del Comit Internacionalde la Cruz Roja. All, como hace veinte aos en Argentina, tambin sededica a la aplicacin de la ciencia forense para la bsqueda de paraderode personas desaparecidas.

    Cuando Morris comenz a trabajar en Abuelas se encargaba de tomarmuestras de sangre a los familiares para el incipiente Banco de Datos

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  • Genticos, pero tambin de atender el telfono, comprar helados a lasAbuelas y charlar, como lo hace cada vez que visita Argentina. Morris notiene ms que palabras de agradecimiento y admiracin para estas muje-res: fue una etapa muy linda y extraordinaria en cuanto a las ideas quese generaron y las propuestas que se llevaron adelante, usando la cienciaforense para el fin especfico de investigar la identidad de los nios y loscrmenes cometidos por el terrorismo de Estado. Abuelas es el origen deldesarrollo de las ciencias forenses aplicadas a los derechos humanos.Porque haba teora, pero nunca se hubiese organizado si no fuera por lasAbuelas.

    Con las metodologas aportadas por Snow y su equipo, se pudieronidentificar los restos de los menores Roberto y Brbara Lanuscou, de cincoy cuatro aos, hijos de Amelia Brbara Miranda y Roberto FranciscoLanuscou, que haban nacido el 30 de agosto de 1970 y el 9 de febrero de1972 respectivamente. Amelia y Roberto tuvieron otra hija, la pequeaMatilde, nacida el 30 de marzo de 1976. El 4 de septiembre de 1976 fuer-zas conjuntas arrojaron explosivos en la casa de la familia. El informe ofi-cial deca que en el domicilio se estaba llevando a cabo una reunin dedelincuentes subversivos. Hubo un principio de incendio y por tal moti-vo se llam a los bomberos. El informe agregaba que, finalizado el opera-tivo, se haba comprobado que en el interior del edificio haba cincodelincuentes muertos. Los pasos siguientes fueron labrar cinco actas dedefuncin NN e inhumar los cuerpos en el cementerio de Boulogne, pro-vincia de Buenos Aires. Las primeras denuncias del caso llegaron a laAsociacin a travs del abuelo paterno de los pequeos, que viva en Cr-doba, y as comenz la bsqueda con las Abuelas. Despus de muchasaveriguaciones que apuntaban a los cuerpos enterrados en Boulogne, lasAbuelas se presentaron ante el Juzgado de Menores N 2 de San Isidro,pero el caso no fue investigado. Finalmente en 1984 se realiz la exhu-macin. Se identificaron los cuerpos de Amelia, Roberto y sus dos hijosmayores. En la tumba que corresponda a Matilde slo se encontraba elatad con sus ropitas, una manta, un osito y un chupete. El propio ClideSnow fue el encargado de llevar adelante la investigacin y confirm que

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  • no haba restos de la nia. Los familiares ya haban recibido un mensajeannimo que deca que uno de los tres chicos estaba vivo. Desde esemomento, la Abuela de los pequeos, Amelia Herrera de Miranda, seincorpor al trabajo de Abuelas desde Crdoba.

    Tambin en 1984 fueron restituidas las hermanas Liliana y Marina BauDelgado, nacidas en el 76 y 77 respectivamente, quienes fueron abando-nadas por fuerzas de seguridad en el Hospital de Nios de La Plata, luegodel secuestro de sus padres Margarita y Horacio ocurrido el 17 de noviem-bre de 1977. Fueron localizadas por una comisin gubernamental quecoordinaba Enrique De Vedia. Esta comisin fue uno de los aportes delgobierno de Alfonsn al esclarecimiento de los casos de menores desapa-recidos. Gracias a la comisin se pudieron abrir algunas puertas, regis-tros de adopcin, archivos, no solamente de Capital sino tambin de LaPlata, recabar partidas de nacimiento, recuerda Estela Carlotto.

    Juan Pablo Moyano fue otro de los que recuper su identidad en el 84.Haba nacido el 26 de agosto de 1976. Su pap Edgardo Moyano desapa-reci un ao despus, el 18 de agosto de 1977. El pequeo sigui vivien-do con su mam, Elba Altamirano, hasta que la secuestraron de su casaen Carapachay, el 14 de enero de 1978. Lo ltimo que se sabe de Elba esque ese da se la llevaron en un Ford Falcon verde. Luego del operativo,un uniformado dej a Juan Pablo en la casa de unos vecinos quienes alotro da denunciaron el hecho ante el Juzgado de Menores N 2 de SanIsidro. Das ms tarde el Juzgado lo dio a una familia compuesta porSofa Tula y su hija Mirian quien, a su vez, tena dos hijos a los que JuanPablo deba cuidar. Pasaba todo el da solo, lavando paales y hacindo-se cargo de sus supuestos sobrinos. Por su parte, la abuela del pequeo,Natividad de Moyano, haba cado en una gran depresin. Pero, en 1981se acerc a Abuelas para hacer la denuncia y all empez la bsquedaconjunta. Ya en democracia las Abuelas publicaron fotos de algunos delos nios que estaban buscando, entre ellos Juan Pablo. Un empleadoferroviario que conoca a la familia apropiadora acerc la informacin.Fue Raquel Marizcurrena quien recibi la noticia. Al da siguiente lasAbuelas fueron a la casa donde viva Juan Pablo y pudieron verlo. Haca

    LA HISTORIA DE ABUELAS, 30 AOS DE BSQUEDA62

    libro clarisa definitivo.qxp 15/10/2008 09:43 p.m. Pgina 62

  • mucho fro y el nene estaba descalzo, casi sin ropa, lo tenan como un sir-viente3, recuerda Raquel. No haba dudas de que se trataba del pequeoque haban estado buscando. Un da ms tarde volvieron al lugar, peroesta vez con Natividad. Era el 12 de abril de 1983 y ese da se produjo elencuentro tan esperado entre la Abuela y su nieto. Cuando fue restituidoa su familia biolgica, a fines de julio de 1983, se fue a vivir con Nativi-dad. Con los aos Juan Pablo contara que ya saba que haba algo raro,que no era igual al resto de la gente, no era normal4. Juan Pablo slopudo compartir cinco aos junto a su Abuela Natividad, quien falleci en1988, pero de todas formas pudo recobrar su historia familiar, conoceracerca de la vida y las elecciones de sus padres, militantes Montoneros.

    En otros puntos del pas tambin aparecan nios. Astrid Patio Cara-belli, nacida el 12 de abril de 1973, fue secuestrada el 3 de abril de 1976junto a su madre, Mara Gabriela Carabelli, cuando estaban de visita enla ciudad de Crdoba, en la casa de unos amigos donde se realiz un ope-rativo. Omar, el pap de Astrid que ya no estaba en pareja con Gabrie