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A GENTE Abril 2020 – Edición 4 R e v i s t a d i g i t a l d e l a P a s t o r a l S o c i a l . A r q u i d i ó c e s i s d e L a P l a t a . Á r e a F o r m a c i ó n y D i f u s i ó n d e l a D o c t r i n a S o c i a l .

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  • A GENTEAbril 2020 – Edición 4

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  • Editorial

    LA MISIÓN EN TIEMPOS DE SOLIDARIDADA través de esta Revista, cuya primera edición ocurrió en octubre del

    año pasado, queremos acercarnos, ayudar, ser parte.

    En esta ocasión se tratan dos aspectos de la realidad que estamos viviendo. Uno de ellos, cuyas características son la sorpresa, el dolor, el desconocimiento, pero también la preocupación, la ocupación, la disponibilidad y el ofrecimiento.

    El otro es la disposición, apoyada en la doctrina, para vivir la Misión Diocesana de manera segura y esperanzadora, invitados por nuestro Sr. Arzobispo.

    Sintamos y vivamos la solidaridad que es expresión de reconocer la libertad que nos asegura ser iguales, y permite desarrollarnos como comunidad.

    LA MISIÓN DIOCESANA Y LA DOCTRINA SOCIAL

    Queremos transmitir la Promesa que es para todos y vivirla como los Discípulos de Emaús, aceptando ser también sus discípulos misioneros (conf. Aparecida) para que se hagan nuestras las palabras que decían después de ver a Jesús: “¿no ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras?” (Lc, 32). Acerquémonos a quienes pasan a nuestro lado y digámosles que la alegría sentida por los Discípulos en Emaús, deseamos que sea también la alegría de todos.

    La Doctrina Social de la Iglesia (DSI), bagaje importante al que apelamos, forma parte del mensaje que procuramos transmitir apoyándonos en los principios de BIEN COMÚN y SOLIDARIDAD, no olvidando que “lo más común que hay entre Derecho Natural y Doctrina Social de la Iglesia es la idea de persona”, que son las destinatarias de la Misión Diocesana, que quiere unirnos como iguales. “El Bien Común es el bien de todos, todos, sin exclusiones, no el bien de la mayoría, no el bien de los que mandan, no el bien de los privilegiados; no, el Bien Común es el Bien de Todos”.

    “La DSI es fruto de la sabia reflexión magisterial y expresión del constante compromiso de la Iglesia”. Como parte de la Iglesia y recordando que Jesús nos ayuda a dar gratuitamente, porque gratuitamente hemos recibido, dos agentes de pastoral han hecho aportes que consideramos testimonios generosos del don recibido.

  • EditorialLa red de la VID Y LOS SARMIENTOS, Jesús y nosotros todos, te invita

    tanto a misionar juntos, como a participar con tu experiencia y conocimientos en esta Revista Digital AGENTE.

    LA PASTORAL SOCIAL Y CORONAVIRUS

    “Hoy estamos ante una pandemia que abarca a todo el mundo, que requiere, para poder enfrentarla, una convivencia basada en la amistad civil y política que nace de la fraternidad”.

    Procuremos no ser indiferentes, procuremos despojarnos del egoísmo, del egocentrismo, procuremos aprender a ser parte con los otros, procuremos resolver de la mejor manera posible estos momentos difíciles y no nos olvidemos de preguntar a los demás como podemos ayudarlos. Que la solidaridad sea nuestra compañera.

    Nos ha tocado suprimir trabajos, actividades, proyectos, encuentros, visitas o vacaciones, cumpleaños y liturgias; hemos recurrido a familiares, amigos o voluntarios, para atender necesidades propias o somos parte de quienes nos ofrecemos para resolver situaciones que otros no pueden atender o no pueden realizar.

    Tenemos que vivir esta pandemia. Será bueno que nuestra manera de actuar nos permita vivirla en comunión y nos enseñe a pensar en cómo hacer mejor las cosas “para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría y la fiesta después de este momento de prueba”

    “Después del Coronavirus podría pasar que no aprendamos nada. Pero puede ocurrir otra cosa: que después del Coronavirus hayamos aprendido algo. Si esto ocurre, quizás, aunque pensábamos que no teníamos fe, nos brotará una oración simple y sentida”. Que sea esa oración, y muchas otras, la manera con la cual procuremos estar cerca, acompañándonos cordialmente en este doloroso caminar.

    Consejo de RedacciónEdgardo Alonso, Marta Ansalas, Jorge Barragán, Néstor Caruso, Augusto Fantasía, Mario Garavaglia, Pbro. Cristian Gonzalvez, Alberto Rezzónico.

    Diseño y DiagramaciónAugusto Fantasía

  • ¡Cristo vive!

    En él triunfó la esperanza. Si persistís en tu unión con él, podrás fallarle, caer, equivocarte, pero él va a triunfar en tu vida.

    Él hace una historia con vos, va entretejiendo misteriosamente su luz en tus sombras, su vida en tus muertes, su gracia en tus miserias. Y él terminará su obra.

    Podrás decir que con lo que está pasando ahora no hay lugar para la alegría de la Pascua. En realidad siempre tenemos algún pero, alguna excusa para no vivirla. Ahora es el coronavirus y después será otra cosa. Pero la vida de resucitados va más allá de las circunstancias, es de otro nivel, y se puede vivir pase lo que pase. Es un estado del corazón, un estado de unión con él que produce esperanza, confianza total.

    Con él, en cualquier lugar estás a salvo. No hay algo que no puedas atravesar, porque él está con vos, vestido de luz infinita.

    ¡Feliz Pascua!

    Saludo de Pascua(Mons. Víctor Manuel Fernández.Arzobispo de La Plata.)

  • LA PANDEMIA Y LA FRATERNIDAD UNIVERSAL(Por Mons. Mg. Alberto G. Bochatey, OSA.Obispo Auxiliar de La PlataVice Canciller Univ. Católica de La Plata)

    La pandemia del Covid-19 que nos ha sorprendido al inicio del año 2020 no estaba en los planes de nadie y nos apabulló dejándonos literalmente sin reacción, creando inseguridad y en muchos casos temor y pánico.

    Como siempre en estas situaciones la persona reacciona de formas sorprendentes: sale lo mejor de cada uno o lo peor; frente al primer momento de estupor se pone en movimiento con iniciativas creativas o se paraliza; se compromete solidariamente o se encierra en el egoísmo; se adapta positivamente a la nueva realidad o se deprime con angustia; toma coraje y energía o se llena de temor y debilidad. Podríamos seguir con una larga lista de actitudes o sentimientos de toda clase. Sea como sea, se impone una reflexión racional, ética y de fe, al menos para los que la tenemos.

    Desde la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano, hemos publicado una nota sobre la Pandemia y Fraternidad Universal1 donde, entre otras cosas, decíamos que en medio de nuestra euforia tecnológica y gerencial, nos encontramos social y técnicamente impreparados ante la propagación del contagio del Covid-19: hemos tenido dificultades en reconocer y admitir su impacto. E incluso ahora, estamos luchando fatigosamente para detener su propagación. Pero también observamos una falta de preparación -por no decir resistencia- en el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad física, cultural y política ante el fenómeno, si consideramos la desestabilización existencial que está causando. Esta desestabilización está fuera del alcance de la ciencia y de la técnica. Es ciertamente indiscutible que, además de buscar medicamentos y vacunas, es igualmente urgente adquirir una mayor profundidad de visión, así como una mayor responsabilidad en la contribución reflexiva al significado y los valores del humanismo, en razón de nuestra humanidad compartida en la “casa común”.

    En esta línea, la coyuntura excepcional que hoy en día desafía a la fraternidad de la humana communitas debe transformarse en una oportunidad para que este espíritu de humanismo modele la cultura institucional en el tiempo.

    1 Cf.:Pontificia Academia para la Vida, “Pandemia y Fraternidad Universal” (Vatican, 2020), https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2020-03/pandemia-y-fraternidad-universal-nota-sobrela-emergencia-covid.html.

  • Esta traumática situación nos deja en claro que no somos dueños de nuestro propio destino. Y hasta la ciencia muestra sus propios límites. Ya lo sabíamos: sus resultados son siempre parciales, provisionales y revisables pero fantaseábamos creyendo que era todo seguridad indiscutible: “lo dice la ciencia…”. Hemos captado, con nueva claridad, la gradualidad y complejidad que requiere el conocimiento científico, con sus exigencias de metodología y verificación; la precariedad y los límites de nuestro conocimiento.

    El contagio se extiende muy rápidamente de un país a otro; lo que le sucede a alguien se convierte en algo decisivo para todos. Esta coyuntura hace que lo que sabíamos sea aún más evidente,sin hacernos responsables de ello adecuadamente: para bien o para mal, las consecuencias de nuestras acciones siempre recaen sobre los demás. Nunca hay actos individuales que no tengan consecuencias sociales: esto se aplica a las personas, lo mismo que a las comunidades, sociedades y poblaciones individuales. Las naciones tienen sentido en la interrelación de la comunidad internacional: las ideologías nacionalistas se confirman una vez más inadecuadas y peligrosas.

    Dos perspectivas de pensamiento, que se han convertido en puntos de referencia en lo que respecta a la libertad y los derechos, están siendo cuestionadas:

    1)“Mi libertad termina donde comienza la del otro”. La fórmula, ya peligrosamente ambigua en sí misma, es inadecuada para la comprensión de la experiencia real. Nuestras libertades siempre se entrelazan y se superponen, es necesario, aprender a hacerlas cooperar, en vista del bien común y superar las tendencias, que incluso la epidemia puede alimentar, de ver en el otro una amenaza “infecciosa” de la cual distanciarse y un enemigo del cual protegerse.

    2) “Mi vida depende única y exclusivamente de mí”. Esto no es así. Somos parte de la humanidad y la humanidad es parte de nosotros: no hay derecho alguno que no tenga como implicación un deber correspondiente: la coexistencia de lo libre e igual es un tema exquisitamente ético, no técnico.

    Esta dicotomía deberá encontrar una superación en las decisiones políticas que tendrán ciertamente que tener en cuenta los datos científicos, pero que no pueden reducirse a ese nivel. Permitir que los fenómenos humanos se interpreten sólo sobre la base de categorías de ciencia empírica producirá respuestas a nivel técnico pero no humano o antropológico. Esta lógica tampoco respeta las diferencias entre las culturas, que interpretan la salud, la enfermedad, la muerte y los sistemas de asistencia atribuyendo significados que en su diversidad pueden constituir una riqueza.

  • Lo que necesitamos en cambio es una alianza entre la ciencia y el humanismo, que deben ser integrados y no separados o, peor aún, contrapuestos. Una emergencia como la de Covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad y la ética. Los medios técnicos y clínicos de contención deben integrarse en una vasta y profunda investigación para el bien común, sin discriminación o separación de los vulnerables en función de la edad, ciudadanía, nivel económico u otro.

    Debemos prestar especial atención a los que son más frágiles, sobre todo a los ancianos y discapacitados. Habrá muchas más muertes allí donde no se garantice a las personas una atención sanitaria básica en su vida cotidiana.

    La mayor penalización a la que están sometidos los más frágiles, nos insta a prestar mucha atención a la forma en que algunos hablan de la acción de Dios: no podemos interpretar los sufrimientos por los que pasa la humanidad en el crudo esquema que establece una correspondencia entre la “majestad herida” de lo divino y la “represalia sagrada” emprendida por Dios. Escuchar las Escrituras y el cumplimiento de la promesa de Jesús nos muestra que estar del lado de la vida, como Dios nos enseña, se concretiza en gestos de humanidad hacia el otro. Cada forma de solicitud, cada expresión de benevolencia es una victoria del Resucitado. Es responsabilidad de los cristianos dar testimonio de Él. Siempre y para todos.

  • DERECHO NATURAL Y DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA(Por Fernando Escujuri. Profesor Emérito de la UCALP)

    Hablar del Derecho Natural y la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) no es una idea muy extraña, porque podemos decir que son cuestiones prácticamente connaturales entre sí, como la razón es a la naturaleza de la persona.

    Lo más evidente del tema es como el cristianismo trajo consigo cuestiones necesarias para comprender más acabada y profundamente al Derecho Natural; imaginemos un momento, si Aristóteles -al que muchos llaman “Padre del Derecho Natural”- hubiera conocido las enseñanzas de Cristo; esto queda demostrado cuando la figura cúlmine del pensamiento escolástico cristiano, Santo Tomás de Aquino, sintetiza el pensamiento del Estagirita a través de la Revelación cristiana, llegando la teoría del Derecho Natural a su cúspide; esto es tan importante que podemos decir que nuestra forma de pensar al Derecho ha avanzado, de tal manera, que el pensamiento tomista no ha sido superado.

    Debemos considerar un aspecto central de las enseñanzas de la Iglesia, su Doctrina Social, que desde tiempo inmemoriales contenida en los primeros libros de las Sagradas Escrituras ha ido tomando forma hasta ser hoy en día un cuerpo sistemático, inspirado en las verdades de fe, que nos muestran cómo debemos concebir un mundo más humano y ordenado hacia su fin último, Dios.

    ¿Qué tienen en común la DSI y el Derecho Natural?

    En primer lugar, debemos considerar que lo más común que hay entre Derecho Natural y DSI es la idea de persona. El Derecho Natural no es otra cosa que el aspecto del ordenamiento jurídico que encuentra su fundamento más profundo en la naturaleza de la persona, dando así contenido justo a todo el Derecho en razón de esa misma naturaleza, siendo este -el Derecho- lo debido al otro bajo las exigencias de la Justicia, es decir, la misma cosa justa. Este es el punto central que ha sostenido -y defendido- el iusnaturalismo desde el momento en que el hombre se preguntó qué es el Derecho, qué es la Justicia, como fundamento de lo jurídico y sobre todo en la idea inmutable de que Derecho y Justicia encuentran su íntimo y profundo contenido en la naturaleza de la persona; esto es tan importante que los Santos Padres de la Iglesia han sostenido la existencia dos tipos de leyes: la ley natural y la ley creada por el hombre, considerando que ésta sólo debe ser obedecida si no contradice a la ley natural, a la naturaleza de la persona y a la obra creadora de Dios.

  • Es este el primer gran punto en común, porque la DSI parte de una cosmovisión de la realidad que considera al hombre como imagen y semejanza de Dios; en consecuencia, la persona no sólo posee una razón movida por la voluntad en el campo de la libertad, sino que está llamada a descubrir cada vez con más profundidad su propia naturaleza creada por Dios y que ocupa un lugar destacado en la obra creadora: su única y especialísima dignidad.

    Esta visión de la persona nos permitirá realmente conocer las exigencias que brotan de la naturaleza humana, exigencias que conforman al Derecho Natural, o como hoy se lo llama, los Derechos Humanos. Este aspecto es uno de los más destacables que debemos mencionar en la relación entre Doctrina Social y Derecho Natural.

    Otro punto que debemos considerar es la concepción de la Justicia, que no sólo parte de las visiones tradicionalistas sobre esta virtud moral y valor jurídico central, sino que es uno de los más importantes ejemplos de aportes de la DSI a la teoría jurídica. En la primera Encíclica netamente social -la Rerum Novarum de León XIII- encontramos hasta hoy las enseñanzas que nos conducen a la concepción de una nueva forma de Justicia -una nueva forma en que las interrelaciones sociales giran en torno al dar a cada uno lo suyo-, esto es la Justicia Social. Idea que trajo al mundo del Derecho grandes discusiones académicas, para discernir si era otra forma de hablar de la Justicia o si -como muchos sostienen- es una nueva forma de Justicia.

    Es la misma DSI, donde se acuñó esta idea de Justicia Social, que nos enseña que es una nueva forma en que los miembros de la sociedad, entre ellos y/o por medio de estructuras sociales intermedias, regulan y reclaman sus Derechos.

    Podemos mencionar aún más ejemplos: la naturalidad del matrimonio y la familia; el valor de la ley Eterna y la ley Natural como fundamentos de la juridicidad; la libertad de la persona; el valor del trabajo y todos los Derechos que lo rodean; la importancia de la propiedad privada; y una cuestión que hoy ha tomado centralidad en los debates políticos y sociales, la preservación del Medio Ambiente, aspecto destacado del Magisterio del Papa Francisco.

    ¿Qué relación tienen la DSI y el Derecho Natural?

    Este segundo interrogante, la relación entre Magisterio Social y Derecho Natural, pone de resalto que las ideas que hemos expuesto tienen una importancia fundamental en la actual teoría del Derecho Natural, es decir, que es innegable la influencia de la DSI.

  • Es bien sabido que en el mundo jurídico a finales del siglo XIX y principios del siglo XX las concepciones iusnaturalistas se vieron en “retirada” en el estudio del Derecho, esto se dio por el auge del iuspositivismo, que fundamenta al Derecho sólo en la norma vigente creada por el hombre, corriente de pensamiento que llevó a que, en el mundo académico, y peor en lo político, sólo importara la norma jurídica, correctamente creada con independencia de su contenido.

    Frente a este contexto, la DSI fue de gran importancia para el Derecho Natural, porque en estas magistrales enseñanzas es donde el Derecho Natural se “refugió”, y fue la fuerza doctrinal que defendió y mantuvo la centralidad jurídica de la persona humana, en todas sus dimensiones.

    Esto no es un dato de poca importancia, porque justamente en este periodo es que se dieron las mayores atrocidades que la humanidad ha vivido, no sólo nos referimos a las Guerras Mundiales, sino a las diferencias sociales que se comenzaron a gestar, los gobiernos totalitarios que atentaban contra las nociones más básicas de la condición humana, opacando totalmente la concepción de la dignidad de la persona humana.

    Así es como en la segunda mitad del siglo pasado, el Derecho Natural ha vuelto a tener la importancia que merece en el estudio del Derecho, siendo el máximo defensor de las inmutables condiciones que hacen a la existencia y dignidad propia de los seres humanos, garantizando su ejercicio y desarrollo más plenamente.

  • SOLIDARIDAD:Enfoque sanitarista desde la D.S.I.(Por Saúl Yustón)

    Las enseñanzas permanentes de la Doctrina Social de la Iglesia se centran en la dignidad de la persona humana que se encuentra fundamentada en los principios del bien común, de la subsidiaridad y de la solidaridad.

    El principio de bien común compromete a todos los hombres de buena voluntad, a los hermanos de otras religiones y cultos. Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y sus derechos fundamentales. El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad, ninguno está exento de colaborar según sus propias capacidades.

    El bien común es la razón de ser de la autoridad política, por lo cual compete también al Estado; cada gobierno tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales, la correcta conciliación de los bienes particulares de grupos y de individuos; ésta es una de las funciones más delicadas del poder político.

    El término solidaridad expresa en síntesis la exigencia de reconocer la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos; esto pone en evidencia que existen vínculos estrechos entre solidaridad y bien común.

    En los últimos 50 años el concepto “Salud” ha sufrido cambios paradigmáticos dejando de ser un hecho netamente biológico para convertirse en un suceso filosófico, social, político, económico y espiritual, además de una problemática sanitaria. Hoy en los albores del siglo XXI, es sin dudas, la calidad de vida el concepto predominante del sistema sanitario a nivel mundial, este cambio paradigmático parte de un concepto de salud como: no-enfermedad, hacia otro que considera la salud como el equilibrio dinámico entre el hombre y su eco - sistema, concepto positivista que fomenta los estilos de vida sanos y conduce a un proceso de formación y concientización del individuo para la adquisición de hábitos y actitudes en defensa y promoción de la salud individual y colectiva.

    Este significado de salud amplio, dinámico y positivo nos enfrenta a una realidad que no podemos eludir: “La Vida” y por lo tanto a la sugerencia que es mejor “disfrutarla que sufrirla”, lo cual podemos lograr únicamente con estilo de vida saludable, medio ambiente inocuo y asistencia sanitaria acorde a las necesidades individuales que aseguren la “Calidad de Vida y Salud Plena”.

  • Hoy estamos ante la presencia de un nuevo virus que se propaga por el mundo que el sistema de salud desconoce y por su velocidad de contagio y gravedad que representa pone en riesgo de hacer colapsar al sistema sanitario.

    El aislamiento y la cuarentena son las dos estrategias de salud pública que se utilizan para prevenir la propagación de una enfermedad altamente contagiosa. El aislamiento y la cuarentena mantienen separadas a las personas que están enfermas o que han estado expuestas a una enfermedad altamente contagiosa de las personas que no han sido expuestas; en la mayoría de los casos se realizan de manera voluntaria.

    Existen varias estrategias de control diferentes que pueden ser utilizadas para implementarlas, estas incluyen:

    ● Confinamiento voluntario a corto plazo en el hogar.● Restricciones de traslado para aquellas personas que pueden haber

    estado expuestas.● Restricciones en la circulación desde y hacia áreas afectadas.

    Sin embargo, los funcionarios de salud locales, estatales y federales tienen la autoridad para imponer el aislamiento y la cuarentena de forma obligatoria.

    La implementación de estas medidas requiere la confianza y participación de la sociedad con absoluta responsabilidad ya que implican confinar al ser humano por cuestiones sanitarias para que no contagie a otro y no se exponga ni exponga a su familia a una enfermedad infecciosa.

    Las autoridades llamadas a tomar decisiones para hacer frente a los riesgos contra la salud y el medio ambiente a menudo se encuentran ante situaciones en las que los datos científicos disponibles son contradictorios o cuantitativamente escasos Las modernas biotecnologías tienen un fuerte impacto social, económico y político que se han de valorar según criterios ético que contemplen la solidaridad y justicia social.

    La solidaridad implica una llamada a la responsabilidad política de mejorar las condiciones de alimentación y salud de los pueblos, se presenta bajo dos aspectos complementarios: como principio social y como virtud moral. La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos, por lo cual constituye una virtud social fundamental orientada por excelencia al bien común.

  • Hoy estamos ante una pandemia que abarca a todo el mundo, requiere para enfrentarla una convivencia basada en la amistad civil y política que nace de la fraternidad y; está en la persona humana dotada de inteligencia y libre albedrío participar activamente en la tarea de satisfacer las necesidades de la sociedad familiar, civil y política, orientándola hacia la realización del bien común a través del ejercicio de la solidaridad , cumpliendo a conciencia y con caridad el aislamiento y cuarentena impuesto por la autoridad sanitaria.

    Ante esta Emergencia Sanitaria se ha revalorizado la relación médico-paciente que como ya se establece en el Juramento Hipocrático, que realizan los médicos al graduarse, conlleva el propósito del bien y la salud del enfermo.

    A través de la ética médica, fundamento del Juramento, se invoca a Dios o aquello que se considere los más alto o sagrado como testimonio de compromiso; compromete a todos los hombres de buena voluntad. Hacer de la salud y vida de los enfermos la primera de las preocupaciones del médico es promover en forma eficaz los derechos de las personas para no caer en una grave forma de discriminación entre los fuertes y sanos contra los débiles y enfermos.

    Existe una recíproca complementariedad entre derechos y deberes en la persona humana que adquiere dimensión social, que hoy más que nunca debe manifestarse.

    En la sociabilidad humana el bien común depende de un sano pluralismo social donde sea posible a cada uno conservar y desarrollar su propia fisonomía y autonomía que impulse las cualidades de cada persona en su sentido de iniciativa y responsabilidad que garantice los derechos de todos los hombres

    NOTA: Confrontar el presente artículo con las siguientes citas del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: 148 y ss, 193/4, 390 y ss, 474 y ss.

  • Oración del Papa Francisco ante la Pandemia de Coronavirus

    Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro caminocomo un signo de salvación y esperanza.

    A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,

    manteniendo firme tu fe.

    Tú, Salvación de todos los pueblos,sabes lo que necesitamos

    y estamos seguros de que lo concederáspara que, como en Caná de Galilea,

    vuelvan la alegría y la fiestadespués de este momento de prueba.

    Ayúdanos, Madre del Divino Amor,a conformarnos a la voluntad del Padre

    y hacer lo que Jesús nos dirá,Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo

    y se cargó de nuestros dolorespara guiarnos a través de la cruz,

    a la alegría de la resurrección.

    Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,

    antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

  • EL BIEN COMÚN, EL BIEN INDIVIDUAL Y LA CRISIS(Por Magalí Di Croce. San Cayetano. Diócesis de Bahía Blanca)

    Siempre me movilizó la teoría del Bien Común, analizar el Bien Común, comprendiendo que el Bien Común debe estar necesariamente por encima de los intereses personales, sean estos egoístas o no, y a su vez que no debe estar reñido con el bien personal o individual, sino que deben ambos complementarse; ambos son para el bien de la persona, sujeto de derechos y libertades. 

    El Bien Común es el bien de todos, todos, sin exclusiones, no el bien de la mayoría, no el bien de los que mandan, no el bien de los privilegiados; el Bien Común es el Bien de Todos. 

    El Derecho es un instrumento para el bien común, y cuanto más civilizado y humanizado está un pueblo, cada vez es menos necesaria la coacción, sino que es la convicción, la que impulsa a respetar las normas que construyen, y sostienen el Bien Común. 

    En este tiempo de pandemia, de aislamiento social, preventivo y obligatorio, me viene a la mente la noción de Bien Común. Considero adecuadas e indispensables las medidas tomadas por las autoridades nacionales respecto de restringir nuestras libertades para el Bien Común. Estamos ante una situación gravísima; este virus es altamente contagioso, no existen vacunas, ni medicación realmente efectiva. La única opción que tenemos es mantenernos aislados, para que no nos contagiemos todos a la vez, -aunque seguramente nos vamos a contagiar en un momento-, y evitemos colapsar el sistema de salud, como ocurre en Italia, España y Estados Unidos. 

    Sólo tenemos una opción “CUIDARNOS” y, al cuidarnos, “CUIDAMOS A LOS OTROS”. Es bien personal y Bien Común. Pero muchos, aunque no son la mayoría, no respetan las restricciones, no piensan en el Bien Común, lo ignoran.

    Pienso y repienso: ¿qué nos pasa como sociedad? Y no sólo ahora en esta pandemia, desde antes, ¡cómo nos cuesta entender lo que nos hace bien! Tenemos en general, como sociedad, una visión infantilista, como el niño caprichoso y travieso. Si no me ven, hago lo que se me antoja y nada pasa...y, así, incumplimos las normas de tránsito, evadimos obligaciones y controles, reclamamos derechos pero no asumimos deberes u obligaciones, hacemos o aceptamos negociados, destruimos el ambiente, agroquímicos, desechos nucleares, envenenamos mares y cursos de agua, matamos especies en peligro de extinción, ponemos en peligro otras, talamos, destruimos, incendiamos, rompemos, ensuciamos, etc.  

  • Al observar la realidad me hace pensar que nos cuesta esforzarnos por el Bien Común porque tenemos una imagen distorsionada del Bien Individual; creemos que es bueno lo efímero, el placer pasajero, vivir el momento, salvarnos individualmente, pasarla bien sin responsabilidad alguna y punto. Si esa es nuestra noción del bien personal, ¿cómo vamos a cambiarla para el Bien Común?

    Pienso, también, que no ha de ser fácil ejercer la autoridad pública en este momento; cualquier persona cabal, consciente, se sentiría agobiada de tanta responsabilidad, porque cada decisión tomada tiene consecuencias, y en momentos de crisis, las consecuencias se agudizan, y los errores causan efectos más contundentes. Ejemplo de ello es cuando hace algunos días, en tiempos de aislamiento social, preventivo y obligatorio, me dio dolor y bronca ver se veía por televisión, en las grandes urbes, a los ancianos jubilados, sin otro recurso más que su jubilación, miles en la calle, para poder cobrar. En lo personal, sentí la certeza de la falta de consideración hacia ellos, de no pensar en su bienestar, en su bien personal y, además, que tampoco se tuvo en cuenta el Bien Común, el bien de todos, con todas esas personas en la calle.

    En medio de aciertos y errores, en medio de la confusión y la incertidumbre, también tengo esperanza; veo a tantos voluntarios hacer mandados y trámites a quienes no pueden hacerlo, veo trabajadores de la Salud esforzándose al máximo; veo proveedores que tratan de facilitar acercando las compras, trabajadores que aseguran la provisión de alimentos; veo servidores públicos como los recolectores de residuos y otros tantos; veo personas que rezan por todos, personas que asisten espiritualmente a otras para llevarles calma en su soledad o desasosiego; veo humanidad…y tengo confianza en que, luego de esta crisis, resurja la noción de un Bien Personal más desprendido de egoísmos y más cargado de compromiso, para edificar juntos, con el mismo criterio, el Bien Común.

  • El misterio pascual nos invita a reflexionar sobre la escena de la crucifixión de Jesús sobre el Monte Calvario.

    Repasando con nuestra mirada las personas que están al pie de la cruz, podemos advertir en primer lugar a María, su Madre. De acuerdo al Evangelio del apóstol Juan, que también está presente junto a la cruz, a la Virgen Santísima la acompañan otras mujeres: María mujer de Cleofás y María Magdalena (Jn 19, 25). Completan la escena los soldados romanos que crucificaron a Jesús y el centurión, comandante de la ejecución.

    Haciendo una comparación entre quienes se reúnen en torno a Jesús en esta escena y en el pesebre de Belén, podemos encontrar algunas relaciones.

    El Hijo de Dios, hecho Hombre, eligió nacer en el seno de una familia humana. Su vida terrena comienza en la compañía amorosa de María y José. Regresando a la escena del Gólgota, María permance al lado de Jesús y ya no es José quien la sostiene si no Juan, el discípulo que luego la recibirá en su casa. Una posible meditación, relacionando estas dos escenas, es la importancia del acompañamiento de la familia a lo largo de toda la vida terrena de una persona, compartiendo la alegría y la felicidad de la llegada al mundo, y el dolor, el recogimiento y la esperanza propios del tránsito a la vida celestial.

    La centralidad de Jesús resulta evidente en ambas escenas. En Belén y en el Monte Calvario atrae a todos hacia Sí. Nadie puede escapar de la luz resplandeciente que brota de Él en medio de la oscuridad, la cual ilumina la síntesis de nuestra fe: Cristo, el Hijo eterno de Dios, se encarnó en María y murió en la cruz para salvarnos de nuestros pecados.

    Las mujeres que acompañan a María en el Gólgota y los pastores de Belén forman parte del pueblo elegido. Israel esperaba la llegada del Mesías, que significa “ungido” y que traducido al griego se dice Christos, vocablo del que se deriva Cristo, quien traería la salvación definitiva. Con esa expectativa los pastores acuden a Belén porque el Ángel les anuncia que «en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11). Algunos pensaban en un jefe guerrero o un gran político, que tendría la capacidad de restablecer la monarquía en Israel, o en un líder religioso que purificara y exigiera el cumplimiento puntual de la ley, por el ambiente que se vivía ante la dominación romana y el legalismo religioso; mientras que sólo un resto insignificante aguardaba la venida de un siervo sufriente, como lo

    “Misterios de Navidad y de Pascua” (Por Augusto Fantasía)

  • describía Isaías (Is 52, 13-53,12). Este resto fiel podría simbolizarse en María y las mujeres presentes con ella.

    Por último, los soldados junto al centurión y los Magos de Oriente nos muestran que la salvación que Dios había prometido no estaba reservada sólo para Israel, sino también para los gentiles, es decir, para todos. Los Magos, que eran gentiles, habían visto una señal en la naturaleza, en la estrella. Respondieron buscando al recién nacido y terminaron viendo al Salvador y adorándolo. Y en la escena del Calvario, el evangelista Marcos pone en la boca del centurión una profesión de fe: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios» (15, 39).

    ¡Que en esta Pascua podamos adentrarnos en los misterios centrales de la vida cristiana para renovarnos en la fe, la esperanza y la caridad!

    “Misterios de Navidad y de Pascua”

  • DSI y Pastoral Social

    “El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de colaborar, según las propias capacidades” (167).

    “La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno”.

    (Carta encíclica Sollicitudo rei socialis, 38)

  • Pandemia y Fraternidad Universal

    Además de buscar medicamentos y vacunas, es igualmente urgente adquirir una mayor profundidad de visión, así como una mayor responsabilidad en la contribución reflexiva al significado y los valores del humanismo, en razón de nuestra humanidad compartida en la “casa común”.

    Debemos prestar especial atención a los que son más frágiles, sobre todo a los ancianos y discapacitados. Habrá muchas más muertes allí donde no se garantice a las personas una atención sanitaria básica en su vida cotidiana.

  • Misión en Red Sumate a esta red y sé “agente” de la Revista digital AGENTE,

    contactando a otras personas. Al reenvío de la Revista como participación en la Misión,

    ● ¿Lo sentís como un “servicio”?

    ● ¿A quién participarás para que sea parte activa en la red?

    Los aportes y sugerencias, que desees proponer, puedes hacerlos llegar a la persona que te envió esta Revista.

    En este tiempo de Pascua aprovechemos para reflexionar y pedir el auxilio del Espíritu Santo para la Misión.

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