9 martínez virto estrategias · Foessa 2007-2009 analizados en Martínez Virto (2011)....
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Panel [9]: Exclusión Social Y Pobreza En Un Contexto De Crisis Coordinadores: Begoña Pérez – Universidad Pública de Navarra
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Impacto de la crisis económica en los hogares en situación de dificultad: estrategias
de supervivencia y adaptación.
Lucía Martínez Virto. Universidad Pública de Navarra
lucía.martí[email protected]
Resumen:
El impacto de la crisis económica ha conseguido situar en la agenda pública la creciente
preocupación sobre el endurecimiento progresivo de las condiciones de vida que los
hogares españoles están viviendo en estos últimos años, especialmente en los grupos
más vulnerables. Estas dificultades se traducen en el quehacer cotidiano y en los
problemas para mantener el status familiar disfrutado hasta el momento.
Sin embargo, esta realidad no es únicamente fruto de la presente recesión. Es cierto que
la coyuntura económica y sociopolítica ha multiplicado e intensificado las situaciones
de necesidad, convirtiendo este fenómeno en un objeto de interés prioritario para las
políticas públicas y la intervención social, pero las transformaciones de los mecanismos
de provisión de bienestar tradicionales -mercado laboral, acceso a la protección social y
cobertura familiar-, nos sitúan en un nuevo espacio para el acceso a las situaciones de
inclusión. Por ello, nos encontramos en un momento clave para centrar la atención en el
análisis e identificación de las estrategias de supervivencia y adaptación que los hogares
en situación de dificultad han diseñado para hacer frente a esta coyuntura.
Para ello, los resultados de esta propuesta serán fruto de una aproximación cuantitativa a
la realidad cotidiana de los hogares en situación de dificultad basada en las Encuestas
Foessa 2007-2009 analizados en Martínez Virto (2011). Contrastados y
complementados con el análisis de 30 relatos de vida de hogares en situación de
exclusión social realizados en el marco del Centro de Investigación Para la Igualdad y la
Inserción Social en Navarra1. A través de la combinación de ambas herramientas de
investigación, se pretende detectar las situaciones de necesidad y las estrategias que los
hogares más vulnerables han llevado a cabo para contrarrestar el endurecimiento de sus
condiciones de vida.
Palabras clave: crisis económica, dificultad, vida cotidiana, estrategias, adaptación.
Introducción
La línea de investigación abierta por los estudios de exclusión social frente a la
perspectiva unidimensional de la pobreza ha permitido avanzar en el conocimiento de
las condiciones de vida de las personas en situación de dificultad, la acumulación de
problemáticas o privaciones desde un punto de vista multidimensional.
A pesar de que se están viendo avances en esta línea como la incorporación de aspectos
relacionados con la vivienda, la salud o los ingresos dentro de la Encuesta de
Condiciones de Vida, es todavía poco numeroso el estudio de las estrategias de
supervivencia y salida de los hogares en situación o riesgo de exclusión. La falta de
información en este aspecto y las distintas valoraciones ideológicas de las prestaciones
sociales destinadas a población excluida han llevado al mantenimiento de ciertas
visiones sobre la pobreza y la exclusión vinculadas a la inactividad, cronicidad y
dependencia de las prestaciones. 1 Centro promovido desde el Grupo Alter del Dpto. de Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra
junto a Cáritas Diocesana, Cruz Roja Navarra, Fundación Gaztelan, Fundación Ilundain Haritz Berri y la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social con el objetivo de realizar y divulgar acciones investigadoras que permitan dar lugar al debate social e incidir en el diseño y en la implementación de las políticas sociales. El trabajo de campo ha sido realizado por miembros de las diferentes entidades, con el seguimiento y la formación específica de Grupo Alter.
Frente a esta imagen, algunos estudios a nivel local o regional como Laparra (2000) y
Rodríguez Cabrero (2004) o Foessa (2006, 2011) para el caso de España muestran una
cara de la exclusión más heterogénea, no solo centrada en aspectos económicos, sino
que reconoce situaciones de exclusión social relativas a la intensidad de las redes
familiares o al acceso a la protección social y participación ciudadana.
El objetivo de este trabajo es profundizar en el impacto de la crisis económica en los
hogares en situación de dificultad. Con ello, se trata de reconocer que ante las
situaciones de dificultad, los hogares diseñan o buscan alternativas, temporales o no, a
las situaciones de necesidad. Por tanto, al conocer las condiciones de vida de los
hogares tras el impacto de la recesión económica, trataremos de hacer una aproximación
a las estrategias adoptadas para hacer frente a sus realidades cotidianas.
Para ello, ante la dificultad de detectar estrategias exclusivamente en base a datos
cuantitativos y la importancia de contrastarlos, se plantea la combinación de éstos con el
análisis cualitativo de relatos de vida. Por un lado, se estudiará en base a las Encuestas
Foessa 2007-2009 cuál ha sido el impacto y los cambios en las condiciones de vida
familiar más relevantes tras la crisis económica y las estrategias de contrarresto llevadas
a cabo. El análisis se complementará con el análisis de 30 relatos de vida realizados en
el marco del centro de investigación para la igualdad y la exclusión social en Navarra.
Con todo ello se pretende, en primer lugar, evidenciar los esfuerzos que la población
excluida muestra a la hora de enfrentarse a estas situaciones de necesidad, además de
tratar de romper con los estereotipos referentes a la pasividad e inactividad de estos
hogares, ya que consiguen combinar y movilizar todos los recursos disponibles con un
único objetivo: minimizar el impacto de la crisis en sus familias y garantizar la
sostenibilidad y el mantenimiento del hogar.
1. Impacto de la crisis en las condiciones de vida de la población excluida
Las dificultades económicas se traducen a nivel micro en el endurecimiento de las
condiciones de vida de los hogares y en un impacto que se ve reflejado en cada esfera
familiar y personal. El impacto en el mercado de trabajo ha generado importantes
desajustes económicos en el sostenimiento y mantenimiento del capital de los hogares,
dando lugar a un aumento de las dificultades para conservar el nivel de vida disfrutado
hasta el momento y a un claro endurecimiento de las condiciones de vida.
Sin embargo, esta razón no es la única causa del empeoramiento de las condiciones
vitales de estos, sino que además influyen otros acontecimientos sociales y personales.
Unos factores que van confluyendo como causa y consecuencia, dando lugar a
privaciones y dificultades diarias.
A continuación, se mostrará en primer lugar una fotografía que identifique las
características de los hogares con un mayor impacto económico y laboral de la crisis. En
segundo lugar, se analizarán las privaciones y necesidades que actualmente manifiestan
vivir. En tercer lugar, se abordarán los acontecimientos biográficos que han vivido en
los últimos 5 años.
Todo ello busca conocer el impacto generado por la crisis económica, los cambios más
relevantes que los hogares han vivido en sus condiciones de vida entre 2007 y 2009 y
las estrategias de supervivencia o adaptación utilizadas.
1.1 Impacto de la crisis en la situación económica y laboral de los hogares
Según datos de la base de hogares FOESSA 2009, el 34,2% del total de hogares en 2009
manifiesta que sus ingresos se han visto reducidos a causa de la crisis. Este impacto es
mayor para los hogares en situación de exclusión, ya que, la mayoría de ellos, un 57%,
manifiesta contar con menos ingresos desde el inicio de la crisis. Por otro lado, los
hogares en exclusión más moderada manifiestan contar con menos ingresos en un
45,6% y los hogares precarios con un 40%. Por último, las familias integradas lo hacen
en un 21,3% de los casos.
Si tenemos de definir el perfil de hogares que se han mostrado más propensos a las
situaciones de dificultad, son los hogares encabezados por mujeres, los hogares
numerosos con 5 o más miembros, monoparentales, con menores, con miembros activos
parados, extracomunitarios o de étnia gitana y con un menor nivel formativo. Estos
hogares, aunque no numéricamente, se han mostrado de nuevo más vulnerables ante
coyunturas económicas desfavorables y más proclives a encontrarse dentro de espacios
precarios o excluidos, coincidiendo estos resultados con otros trabajos similares como
Cantó (2010).
Sin duda, el impacto económico se encuentra estrechamente relacionado con el efecto
de la crisis en el acceso al empleo y a la estabilidad de ingresos de los hogares. Respecto
a esta cuestión, según la muestra de hogares conjunta 2007-2009, los grupos sociales
más afectados por el impacto laboral son aquellos que se encuentran en exclusión severa
y compensada. Estos últimos son los que más han perdido empleos (18,6%) y por tanto,
los que más han aumentado en la búsqueda de empleo (37,4%).
“A mí me ha pillado la crisis de lleno […] no salía trabajo y eso es una ruleta que crece y al final creo que me ha impactado hasta psicológicamente”(CE1)
Pero el desempleo y la reducción de ingresos no son los únicos efectos que el mercado
laboral ha padecido. También la precarización de los empleos ha afectado a las familias
estudiadas. En esta línea, son los hogares en situación exclusión severa los que en
mayor número trabajan en empleo sumergido (9,5%) o un 12,3% de los que permanecen
en esta situación en ambos años. Igualmente, los que se encuentran en exclusión
compensada también presentan un elevado índice de sustentadores principales con
empleo de exclusión presentan (9,7%).
“entraba a las 5 hasta las 7, con la abuelita pero no tenia contrato, no tenia seguridad social, no me pagaban extras ni nada, ni la que te dan de navidad tampoco, me acuerdo que la hija me regalo 20 euros de navidad (risas) de navidad” (CE9).
Con ello se evidencia cómo la crisis ha generado un empeoramiento de las condiciones
laborales de todos los hogares en general, pero en mayor medida en los grupos
excluidos. Un indicador clave y con consecuencias directas en el empeoramiento de las
condiciones de vida familia.
1.2 Privaciones y situaciones de necesidad
El impacto económico y laboral de la crisis observado en los hogares entrevistados ha
generado un claro descenso en la capacidad de mantener el nivel de vida disfrutado
hasta el momento o en el endurecimiento de la calidad de éste, cuestionando, en muchas
ocasiones, la propia sostenibilidad de las unidades familiares.
Estas dificultades se reflejan a diario en las privaciones y en las situaciones de
necesidad que padecen mes a mes, e incluso día a día, en aquellas situaciones más
extremas.
Las mayores privaciones que los miembros de los hogares manifiestan se relacionan por
un lado con la salud y por otro, con el equipamiento o gastos de la vivienda. En el
primero de los casos, los artículos más necesitados son los que no se incluyen dentro del
catálogo de prestaciones del sistema nacional de salud como las gafas o dentaduras,
privaciones comunes a todos los grupos. Como cabe esperar, el porcentaje de privación
de estos artículos es mayor en los hogares de exclusión compensada y exclusión severa
que en el resto. Por ejemplo, el 35,7% de los hogares en exclusión severa manifiestan
necesitar gafas y no poder permitírselas por razones económicas. En el resto este nivel
de privación es menor, un 19,4% de los excluidos compensados lo manifiesta frente al
9,2% y 6,9% de los precarios e integrados. Una lógica que se mantiene respecto a la
necesidad de una dentadura, donde el 34% de los excluidos severos declara necesitarla y
no poder pagarla.
En el segundo de los casos, la disminución de capital se observa en todos los grupos en
la incapacidad de pagar facturas como el agua, la luz o el teléfono. Pero más evidente en
los hogares excluidos como el 38,3% severos y el 27,4% en los compensados. Al igual
que ocurre en los casos de viviendas insalubres o con humedades, las cuales están
presentes un 20,3% en los hogares en exclusión severa y un 9,4% en la exclusión más
moderada. Una realidad que se ve aumentada a causa de la crisis, ya que en
comparación con 2007 la incapacidad de pagar facturas relacionadas con la vivienda en
estos dos grupos ha aumentado en 10 puntos porcentuales, un aumento significativo que
también han vivido los integrados y precarios.
En relación a los hogares que sufren algún tipo de amenaza o expulsión directa de la
vivienda ocurre lo mismo, los excluidos protagonizan estas situaciones límite
evidenciando que muchas veces se ven sobrepasados por la crisis, ya que de 2007 a
2009 estas situaciones aumentan en las situaciones de exclusión severa en 3,5 puntos
porcentuales.
“Hemos devuelto el piso que teníamos porque claro en el piso pagábamos 650 euros más pues agua, luz, gas y todo, es que no llegábamos” (CE5)
Como se observa, también se observan dificultades en el pago de alquileres o hipotecas.
En este caso, los hogares en exclusión moderada protagonizan la mayor subida
porcentual entre los dos años estudiados, de 13,7% en 2007 a 23% en 2009, alcanzando
a los hogares en exclusión más severa en el máximo nivel de dificultad en el pago de
alquileres o hipotecas. En los precarios es ésta la necesidad que más aumenta en ambos
años, de un 8,1% en 2007 a un 13,2% en 2009.
Un resultado también reflejado en el primer informe del estudio “A comparative
perspective of Precarious Living Conditions: Subjective Determinants of Household
Strategies in four countries2”, donde las familias en situación de prosperidad precaria3
entrevistadas en Pamplona mostraban el elevado endeudamiento tanto por el gasto tanto
por la tenencia como por el mantenimiento de la vivienda (Iturbide, Martínez, Zugasti,
2010).
1.3 Acontecimientos familiares vividos
En el aumento de las dificultades y el empeoramiento en las condiciones de vida de los
hogares, además del impacto de la crisis en las economías domésticas, es necesario
reconocer la existencia de acontecimientos biográficos que sin duda aumentan su
vulnerabilidad.
No resulta sencillo explicar las causas de dichos sucesos. Pueden deberse, siguiendo la
tesis de Paugam (2007) a que los procesos de pérdida de empleo o status económico en
ocasiones generan una ruptura social de los individuos más desfavorecidos con sus
redes sociales. Ello a nivel intrafamiliar derivaría en un aumento de la tensión en el
hogar por estar viviendo situaciones de supervivencia límite hasta ahora desconocidas.
O a nivel individual, el aumento de los trastornos o descenso del autoestima por vivir
2 Proyecto dirigido por Monica Budowski, Trabajo de campo y análisis realizado por Wiebke Keim, Michele
Amacker (Suiza), Daniel Vera (Chile y Costa Rica), Miguel Laparra, Ruth Iturbide, Lucía Martínez, Anna Molina, Andrea Tellez, Paola Sierra y Leire Beltrán (Pamplona).
3 Concepto impulsado por Hubinger(1996) en el cual hace referencia a aquellas personas no están clasificadas como hogares pobres, pero que debido a situaciones o factores de precariedad se ven en situaciones de riesgo de exclusión social. La prosperidad precaria tendría similitudes con la conceptualización de los hogares en situación de integración precaria acordada en Laparra, M.; Obrador, A. Pérez, B. Pérez, M. Renés, V.; Sarasa, S; Subirats, J; Trujillo, M. (2007).
situaciones de “fracaso” laboral traducidas en depresiones, enfermedades mentales o
incluso en el aumento del consumo de alcohol u otras sustancias (Glenn, 2010).
En esta línea, los datos obtenidos en las Encuestas y en los relatos analizados
reproducen la misma lógica. Son precisamente los hogares en situación de exclusión
severa los que viven dentro de sus familias en mayor medida acontecimientos
traumáticos que aumentan su vulnerabilidad y empeoran sus condiciones de vida. Por
ejemplo, en el 37,6 % de estos algún miembro padece o ha padecido en los últimos 5
años enfermedad mental o depresión. Un porcentaje elevado si lo comparamos con que
sólo el 4,9% de la población integrada lo padece.
Lo mismo ocurre con el aumento del nivel de conflictividad dentro del hogar, el cual
puede derivar en situaciones de violencia doméstica presente en el 13,1% de los
excluidos, un porcentaje que va disminuyendo cuanto mayores son los niveles de
integración bajando de un 3,9% a un 0,5 % en los de exclusión moderada e integración
precaria respectivamente.
De forma similar sucede con el consumo de sustancias y adicciones, donde el aumento
del alcoholismo podría relacionarse con frustraciones personales y como vía de escape a
la situación de desarraigo y pobreza en la que viven. Como bien muestran los datos de
las Encuestas, en 2009 los hogares en lo que se dan mayores situaciones de
alcoholismo están en situaciones de exclusión moderada, encabezados por hombres
(13,5%) y un 14,3% de los que están en exclusión severa frente al 0,7% de los
precarios. En cuanto a los encabezados por mujeres se da una tasa de un 5,3% en la
exclusión moderada, un 14,5% en la severa y 0,1% en la integración precaria.
“Ya empecé a beber porque me encontraba sola y.... con depresiones. Tantas cosas, tantos problemas (…) a veces algún día, cuando me cogía la depresión, yo solita bebía ahí en la habitación” (CE28)
Causa o consecuencia, pero no azar. Lo que parece claro es que es un cúmulo de ambas,
una retroalimentación que aumenta el riesgo de sufrirlos a aquellos que son los más
vulnerables. Estableciéndose una clara relación entre el nivel de integración y la
probabilidad de vivenciar este tipo de conflictos o acontecimientos familiares que
aumentan la conflictividad relacional dentro de hogar generada por las dificultades
económicas o tensiones provenientes del ámbito laboral (presión en el trabajo, estrés, o
ansiedad) y que terminan revirtiendo en el ámbito doméstico. Al igual que las
adicciones, estas dinámicas de desahogo o contra frustración son más autodestructivas
en los hombres que en las mujeres, ubicando a estos hogares en la rampa de descenso a
posiciones y situaciones de mayor riesgo social.
Tras este primer apartado, vemos que en términos generales las condiciones de vida de
los hogares estudiados han sufrido variaciones sustanciales a causa del impacto de la
crisis. Un impacto sobre todo a nivel laboral que ha generado la precarización de sus
condiciones de trabajo y una disminución de los ingresos de muchas de estas familias,
dando lugar a situaciones de necesidad y privaciones diarias que han empeorado sus
condiciones de vida.
Sin embargo, el nivel en que las condiciones de vida de estos hogares se han visto
afectadas no ha sido el mismo en todos los grupos de población. En mayor medida, se
han visto afectados los hogares excluidos. Dentro de ellos, los severos han visto
aumentadas sus situaciones de necesidad y niveles de privación. Mientras que los
excluidos compensados son los que en mayor medida han vivido procesos de
precarización que se trasladan en un grave descenso de la calidad de vida de sus
familias, al igual que ocurre en el caso de los hogares precarios. Por ello, son
precisamente estas familias las que en mayor medida han percibido este impacto. Algo
que puede deberse a que han sido precisamente éstas las que han vivido un mayor
descenso en sus condiciones de vida entre 2007 y 2009.
2. Estrategias de supervivencia y adaptación
Las consecuencias que esta coyuntura ha tenido en las condiciones de vida de los
hogares han hecho que estos reaccionen para contrarrestar o paliar el impacto directo en
sus vidas cotidianas.
Las estrategias detectadas en el análisis de las Encuestas y en los relatos son muchas y
de muy diferente naturaleza. Sin embargo, a través de ambos resultados podemos
clasificarlas en base a dos tipos. Por un lado, estrategias que solicitan ayuda o
establecen mecanismos de obtención de ingresos y apoyos de forma externa, o
reorganizan el gasto a nivel interno por otro. Combinándolas, en muchos casos, como
una estrategia final de contrarresto que contemple ayudas familiares, ahorros,
complementos de ingresos, etc. para enfrentarse a las situaciones de necesidad.
2.1 Estrategias externas
En este primer grupo, podemos destacar tres tipos de estrategias, la primera de ellas
derivada de las prestaciones sociales y ayudas institucionales. En segundo lugar,
activando las redes sociales disponibles apoyándose entre familiares y amigos/as para
sobrepasar estos momentos de dificultad. Y por último, acudiendo al mercado de trabajo
como fuente de ingreso temporal u optando por actividades formativas que mejorasen
su empleabilidad.
- Acceso a recursos y prestaciones sociales
Uno de los primeros estudios realizados en esta materia es el informe que Cáritas
publicó en 2009 sobre el impacto de la crisis en los colectivos desfavorecidos a partir de
realidades que observa día a día en sus servicios. En este informe se habla del aumento
en 2008 del 50% de personas atendidas respecto a años anteriores que también se ve
reflejado en los datos de la Encuesta referentes a la solicitud o no de ayuda a los
Servicios sociales, Cáritas u otras entidades.
En el mencionado informe las demandas de ayuda para cubrir necesidades básicas
aumentaron en el primer semestre de 2008 en referencia a la media de 2007 un 54,5%.
Y por áreas aumentaron un 65,2 % en demandas relacionadas con la vivienda, un 89,6%
en necesidades alimentarías, un 10,1% de ropa y calzado, un 40,7% de educación y
formación, un 87,2% de transporte, un 32% de sanidad y un 31,5% de otras
necesidades. Estos datos además, se han visto más que evidenciados en los relatos
analizados, donde el aumento de las demandas se han centrado especialmente en
materia de vivienda y en la satisfacción de necesidades a través del banco de alimento o
ropero.
“Te dan lentejas, arroz, leche para la niña y cereales, latas, aceite, esta muy bien” (CE21)
Otra de las alternativas con las que cuentan los hogares son las pensiones, prestaciones
y ayudas económicas que algunos de sus miembros perciben. Ya que ante las
situaciones de inseguridad laboral o el desempleo que muchos de ellos viven, contar con
unos ingresos estables derivados de las pensiones de algunos de sus miembros, aunque
sean de baja cuantía, aumenta la percepción de estabilidad económica y seguridad
familiar al garantizar un mínimo de ingreso mensual. Ello al combinarlo con otras
alternativas como la búsqueda de ingresos complementarios o las actividades formativas
que se mencionan a lo largo del texto, se convierte en una estrategia en sí misma para
muchos hogares.
El aumento de prestaciones sociales entre 2007 y 2010 ha hecho que muchos hogares
hayan podido complementar de este modo los ingresos que veían reducirse en el
mercado de trabajo, tal como se muestra en más detalle en el capítulo correspondiente a
la protección social. Entre 2006 y 2008 (fechas de referencia para la información
recogida sobre pensiones y prestaciones en la Encuesta Foessa), la proporción de
hogares a los que llegaba algún tipo de pensión, prestación, o ayuda pública, habría
pasado del 42,9%, al 54,4%.
“Yo tenía piso en propiedad y ahora he perdido el piso estoy de alquiler, que y ahora encima voy a ir a la Renta Básica, voy para atrás... voy para atrás... ir a la Renta básica.... Esto de la crisis no se como se va a arreglar, todavía más para atrás. (CE3)
El papel fundamental lo han jugado sin duda las prestaciones por desempleo y, en
menor medida, las de los servicios sociales que han visto duplicarse su presencia en los
hogares.
- Apoyos familiares y sociales externos
Otra de las estrategias externas que los hogares han utilizado es el apoyo social de redes
familiares, amistades, vecindario, que han aumentado respecto al periodo anterior a la
crisis en los datos de la Encuesta o en otros estudios paralelos recientes que indican que
el “colchón familiar” sigue jugando un destacado papel en esta crisis que mantiene la
cohesión social (Cantó, 2010).
“Estuve cobrando el paro y después me pude aguantar de los ahorros que tenia, un tiempo, luego al vivir con mi hermana” (CE22),
Esta solidaridad familiar en la provisión o satisfacción de las necesidades familiares ha
sido una estrategia que también quedó reflejada en otros estudios precedentes realizados
(Iturbide y Martínez, 2010). La cual se hace efectiva tras la necesidad que muchos
hogares sienten de pedir ayuda a parientes y amistades, donde se evidencia de nuevo
que a mayor nivel de exclusión más necesidad de pedir ayuda económica. Elemento
que aumenta de 2007 a 2009 en todos los grupos de hogares menos en el caso de los
integrados estables.
- Búsqueda de alternativas en el mercado laboral
La combinación de varias estrategias dentro y fuera de los hogares es una evidencia.
Como se ha observado en apartados anteriores, también muchas familias han acudido al
empleo en busca de alternativas que aumentaran y garantizaran el capital y los ingresos
del hogar:
• La combinación de varios empleos, inestables, precarios y temporales (regulares
e irregulares) con otros menos precarios o con ingresos fijos familiares para
poder alcanzar ingresos que cubrieran los gastos mínimos del hogar. La
incorporación al mercado de trabajo de convivientes que hasta el momento no
estaban dentro del mismo (mujeres, jóvenes…).
• La ampliación, creación y aceptación de nuevos empleos sumergidos o
precarios.
• La realización de actividades formativas que potencien y mejoren la
empleabilidad de sus miembros en la búsqueda activa de empleo son algunas de
las estrategias detectadas.
• Búsqueda activa de empleo y ampliación de zonas geográficas, ofertas o sectores
laborales.
La primera de ellas es cuantitativamente la más numerosa, sobre todo en los hogares
compensados y severos. En los primeros un 22,1% ha optado por complementar los
ingresos percibidos con la combinación de varios empleos o con la salida al mercado de
trabajo de personas que hasta el momento no se encontraban trabajando de forma
remunerada, y en el caso de los severos un 15,2%.
“Son 615€ pero me descuentan de la seguridad social que son como 29€, me vienen quedando como 585€ por 8 horas de trabajo, más que tengo pagar mi comida, tengo que pagar trasporte, que son 4 viajes al día. Ellos no me pagan las horas extras. Me exigen que llegue temprano, pero nunca tienen
en cuenta cuando me voy tarde (…) Por eso trabajo también limpiando unas oficinas, voy antes de entrar a cuidar el niño, estoy 1hora y media, una vez a la semana, me pagan a 9 la hora” (CE9).
En segundo lugar, ante el miedo y la necesidad de evitar el desempleo, la inactividad o
la disminución de ingresos aportados optan por aceptar trabajos peores y más precarios,
o incluso aceptar una precarización progresiva de sus propios empleos. Una estrategia
que guarda una importante similitud con la anterior ya no tiene tanto que ver con la
búsqueda de empleo, sino más bien con el mantener o complementar los ingresos
familiares. Las familias que más han elegido este tipo de alternativas son de nuevo las
que se encuentran en situación de exclusión compensada y severa un 14,8% y un 12,5%
respectivamente, debido a las constricciones que experimentan en su capacidad de
elección.
“Mi marido lo justo trabaja, ahora esta trabajando, coge bastante cartón pero lo paga muy barato, con la camioneta llena de cartón ….50 euros...mas o menos, le suele ayudar un poquito a un amigo que tiene en pequeñas cosas de albañilería , en barrer los suelos, bajar escombros...trabajo así ..No hay, esta de ayudante, antes trabajaba en eso, pero ahora mal porque no hay trabajo y si lo llama una vez a la semana pues con agradecimiento” (CE21).
En tercer lugar, algunos hogares han tratado también de aumentar la formación para
mejorar la futura empleabilidad de los miembros del hogar, aumentar su competitividad
y de esta forma conseguir empleos que aumenten los ingresos y la estabilidad del capital
familiar. En este tipo de estrategia las diferencias entre excluidos e integrados no es tan
elevada. Son decisiones que no tienen tanto que ver con la realidad coyuntural actual,
sino que además de serlo, en algunos casos es una apuesta por mejorar la calidad de los
empleos y garantizar un nivel de vida mayor y más estable. Por ejemplo, en el caso de la
exclusión moderada como severa, el 5,3% y 5,5% han optado ello. Por otro lado, los
integrados optan por la formación en mayor porcentaje que los precarios. Ello quizá se
deba no solo a una reacción coyuntural derivada de la crisis, sino más bien con los
medios disponibles a largo plazo.
La última de las estrategias laborales que se detectan va encaminada a facilitar la
búsqueda de empleo, ya que están, en algunos casos, incluso dispuestos a cambiar de
cuidad por encontrarlo o para mantener el nivel adquisitivo. Una decisión que tiene
graves costes a nivel relacional para el conjunto del hogar y que suele llevarse a cabo
en situaciones límites o con una buena oferta laboral ya acordada. Las familias
integradas son las que menos han cambiado de lugar de residencia por razones
laborales estos últimos años. Por otro lado, los excluidos severos son los que más lo han
hecho, un 5,5% y los precarios un 2,4%. Esta es la estrategia menos utilizada por los
compensados que aunque han sido los que más han optado por formarse, por aceptar
empleos precarios y por complementar ingresos han evitado cambiar de cuidad por
trabajo. Además de ello, en los relatos analizados se ha observado un aumento muy
significativo en la demanda de ayuda especializada en entidades de intermediación
laboral, no solo en usuarios excluidos, sino también en población integrada.
“Salgo a dar una vuelta, voy al INEM todos los días, leo el periódico para saber algo” (CE22”)
Este tipo de estrategias laborales también se han detectado en otros estudios previos,
donde suelen ir combinadas con apoyos externos, mejoras laborales y prestaciones
sociales por un lado, y estrategias de ajuste familiar interno por otro (Iturbide y
Martínez 2010).
2.2 Estrategias internas:
Al mismo tiempo que recurrían a estrategias externas, los propios hogares han
reestructurado sus dinámicas de gasto como estrategias indispensables para hacer frente
a las dificultades con. Son denominadas estrategias internas porque son consecuencia de
un proceso de decisión intrafamiliar, es decir, una reestructuración de los gastos internos
que cuenta con importantes efectos a nivel convivencial, de relaciones externas y sobre
todo, en la calidad de vida.
Para ello, las familias combinan medidas de ajuste y reducción de gastos en el consumo
que van desde una cesta de la compra de menor importe a una reducción de las
actividades de ocio. También buscan reducir los gastos en vivienda mediante
alternativas de convivencia. O recurren a ahorros, venta de propiedades u otras ayudas
económicas para poder solventar la coyuntura.
- Ajuste y reducción de gastos comunes
La reducción de los gastos y el consumo de los hogares como estrategia para
contrarrestar situaciones de dificultad económica se muestra, en la mayoría de los datos
analizados, como la primera medida y la más popular que los hogares llevan a cabo.
Generalmente, esta reducción de los gastos tiende a centralizarse en la alimentación, el
calzado y la ropa, o el ajuste de los gastos fijos de la casa (agua, electricidad, gas, etc.)
y gastos más prescindibles como teléfono o Internet. Por último, también se observa la
reducción del ocio o actividades de entretenimiento.
Pero encontramos una diferencia sustancial entre los grupos de población integrados y
los excluidos respecto al tipo de gasto que reducen. Según los datos de la Encuesta, un
33,3% de los hogares integrados han reducido sus actividades de ocio siendo este el
mayor recorte que han llevado a cabo. En segundo lugar, han reducido en vestido y
calzado. En tercer lugar, el teléfono o Internet. En cuanto a la luz o el agua o la
alimentación la reducción es menor. Es decir, han disminuido su gasto en ropa y ocio
para reducir el mínimo en alimentación.
Por otro lado, los hogares más excluidos, en gastos relacionados con la vivienda
(56,6%) y en alimentación. Así como han preferido recortar en ropa y calzado que en
ocio, ya que gastan menos en actividades de ocio que los integrado. Dos de cada tres
hogares en exclusión severa se han visto forzados a reducir lo poco que ya gastaban en
ocio.
“He bajado también lo de la luz, porque estaba pagando una barbaridad de luz, tenia 6900 y no usamos nada. Ahora he bajado a 3600, a ver como vienen ahora las facturas” (CE23).
Sin embargo, como consecuencia del ajuste de cuentas familiar. El elemento más
afectado por el recorte de gastos y control del consumo en alimentación es la dieta. El
37,2% de los excluidos severos manifiesta llevar una dieta inadecuada, en mucho menor
medida los compensados y precarios con un 12,4% y 5,7% respectivamente. O en la
pérdida de relaciones sociales. Una merma que se relaciona con el control y la
reducción del gasto en ocio y que ataca generalmente a los grupos excluidos, un 10,5%
de los compensados y un 13,3% de los severos.
“Comida compro lo más barato. El medico nos dice que mi marido que está enfermo tiene que comer de todo, carne pescado… pero no tenemos dinero para comer así. Comemos muy poca carne” (CE12).
Del mismo modo, en el estudio sobre prosperidad precaria anteriormente mencionado
las estrategias más frecuentes siguieron esta misma línea. En relación al control del
consumo se centraron en la dieta, mediante el incremento de alimentos de menor precio
como la pasta, arroz o productos de marca blanca y el menor consumo de pescados o
carnes. En cuanto al ocio, mediante la reducción de actividades que requieren coste
como las salidas nocturnas o el cine (Iturbide y Martínez, 2010).
- Optimización de la vivienda
El gasto mensual en vivienda supone uno de los mayores costes que los hogares
manifiestan, tanto si es de alquiler o compra. Por tanto, ante una disminución de
ingresos, encuentran dificultades para satisfacerlas. En este sentido, se han detectados
varias acciones. Por un lado, han cambiado su vivienda habitual por otra de menor
coste o han regresado a casa de los padres. Por otro, han preferido optimizar su propia
vivienda compartiéndola o alquilándola por habitaciones.
Según la Encuesta, los más afectados por esta dificultad han sido los excluidos severos
con un 11,8% en el caso de cambiar de vivienda y un 5,8% en el regreso al hogar
familiar. Por otro lado, los compensados, en comparación con el resto, han tenido
impacto mayor, un 5,8% en el cambio de vivienda y un 2,5% en el regreso a casa de los
progenitores. Los integrados, sin embargo, sólo 1,3% cambia de casa, siendo esta la
única consecuencia reseñable del reajuste de gasto en vivienda.
“Pensando en volverme a casa con mis padres a Huesca y mi novia con su madre, pero claro después de vivir tantos años juntos se nos hacia muy duro, nunca había pensado plantearme esta situación” (CE15).
En el segundo bloque se encuentran aquellas familias que han optado por optimizar su
vivienda, alquilando habitaciones y compartiendo piso. De esta forma, han aumentado
los ingresos del hogar y facilitado el pago de sus cuotas.
En la opción de compartir piso con otras familias o personas, destaca el impacto en la
exclusión severa (4,7%), 2 puntos porcentuales más que en los hogares en integración
precaria o en exclusión moderada. Sin embargo, en el caso de alquilar habitaciones son
los excluidos compensados los que mayor porcentaje muestran (8,5%), frente al 6,8%
de los severos.
“Si, hace tres meses que hemos decidido ya vivir así en piso compartido porque no llegábamos, donde estábamos todo era justo, justo, justo, no nos quedaba, hay veces que teníamos la comida que privarnos o sea ya no había pues… había que hacer aunque fuera un huevito frito porque no llegábamos…hemos visto la necesidad de privarnos en vivienda y en esto pues para poder llegar. (CE5)”
Otros trabajos ya mencionados, evidenciaron que estas estrategias pueden generar
graves consecuencias para el hogar. En el caso de volver a la casa familiar los costes
son asumidos por la familia de origen dando lugar a situaciones de conflicto. O en el
caso de compartir vivienda algunas situaciones de hacinamiento, conflictividad
convivencial y falta de espacios propios para el crecimiento familiar y personal (Iturbide
y Martínez, 2010).
- Ahorro y venta de propiedades
La última de las estrategias internas detectadas en la Encuesta o en los relatos es la
decisión de los hogares de recurrir a ahorros, prestamos, vender propiedades o reducir la
ayuda prestada a familiares.
La primera de ellas es la de reducir pagos o ayudas que antes realizaban a otras
personas, debido a un empeoramiento general de las condiciones de vida de los hogares,
incluidos los que de partida contaban con una mayor estabilidad. Este proceso de
“retirada” de ayudas o remesas en el caso de las personas de origen extranjero, dificulta
el apoyo mutuo y minimiza el resguardo que el “colchón familiar” garantizaba en crisis
menos agudas. Este tipo de medidas son más comunes en los excluidos severos
(11,7%), y grupos intermedios como excluidos compensados (6,3%) y precarios (5,8%).
“Ahora pues a mi hijo, le mando 50, 100 pues si otro mes tengo más le mando le mando más y si tengo menos igual, o sea no tengo una mensualidad fija de mandarle” (CE11).
En segundo lugar, ciertos hogares han tenido que recurrir a ahorros para poder cubrir los
gastos. En este caso, el porcentaje de integradas que lo han llevado a cabo es mayor
(6,8%), generalmente porque son las que tienen mayores ahorros y acuden a ellos en
momentos de dificultad. En lo que respecta a los precarios, también recurren un 4% más
a los ahorros que los compensados. Sigue siendo una constante el elevado porcentaje en
el espacio de la exclusión severa que también recurren a estos, ya que, aunque
posiblemente tengan menos ahorros que el resto de grupos, sus ingresos son mucho más
inestables y desarrollan (en uno de cada cuatro casos) ciertos mecanismos de previsión
y ahorro, aún a corto plazo, en la medida de sus posibilidades.
“Tenía ahorros (…)15000 euros en 1 año y 7 meses acabado y ahora…no tengo”(CE24)
La última de estas alternativas es la venta de propiedades o bienes para cubrir gastos.
Esta es la estrategia menos utilizada, por un lado, porque generalmente muchos hogares
no disponen de propiedades que vender, y por otro, porque suele utilizarse en casos de
extrema necesidad. Ello se ve reflejado en la abismal diferencia de los excluidos que
han manifestado utilizarla con el resto de grupos. En el caso de los severos en 2009 un
16,4%.
Este tipo de medidas también tienen importantes consecuencias en las condiciones de
vida de los hogares y sus perspectivas a corto, medio y largo plazo. La más evidente es
la incapacidad de ahorro, y como consecuencia de ello, la dificultad de hacer frente a un
pago imprevisto. Un dato que también quedó reflejado en la Encuesta de Condiciones
de Vida 2009, donde se observaba que el 36,7% de los hogares españoles tenía
dificultad para hacer frente a este tipo de gastos inesperados. El uso de ahorros o de
ciertas propiedades para cubrir las necesidades de la vida diaria da lugar a procesos de
descapitalización familiar que debilitan su estabilidad económica futura. Son
alternativas adecuadas en el corto plazo pero insostenibles con el paso del tiempo.
Conclusiones: En líneas generales, a lo largo de la comunicación hemos podido observar cual ha sido
el impacto de la crisis económica y sus consecuencias directas en las condiciones de
vida que los hogares. Ello ha aumentado las situaciones de necesidad, generando
respuestas familiares de contrarresto. Unas estrategias de adaptación, o incluso de
supervivencia en los casos más extremos, que varían en función del nivel de impacto de
las situaciones de necesidad o de los recursos disponibles.
Ya que en algunas situaciones, cabe pensar que la capacidad de elección y las opciones
disponibles para resolver la gestión económica del hogar son tan limitadas que no es
apropiado hablar de “estrategia” o de “respuesta”, sino más bien de situación
sobrevenida. Como ocurre en casi 3 de cada 10 hogares ubicados, sobretodo, en el
espacio de la exclusión.
En ambos casos el impacto ha generado importantes desajustes económicos y
familiares, ante los cuales han activado todo el conjunto de recursos disponibles
combinando respuestas tanto externas al hogar como internas que compensaran las
necesidades cotidianas que iban aconteciendo.
El análisis de los relatos ha evidenciado de nuevo que las alternativas externas han
combinado tres vías de apoyo, las prestaciones sociales o ayudas institucionales, las
redes sociales y la búsqueda de alternativas laborales. Por otro lado, a nivel interno se
han reestructurado los gastos en consumo y ocio, se ha ajustado la inversión en vivienda
e incluso, en algunas familias sobrepasadas, se ha acudido a ahorros o venta de
propiedades. Complementando al primer análisis acciones como la disminución de
remesas, la intensa necesidad en materia de vivienda o el precario acceso al empleo y a
los sistemas de protección social de las personas de origen extranjero o perteneciente a
minorías étnicas.
Debido a que en la mayoría de entrevistas se ha detectado que ante la aparición de las
situaciones de endeudamiento e impagos como avisos de corte de luz, de agua o de
teléfono y letras o alquileres, las familias han optado por buscar viviendas de menor
coste, volver a casa del hogar parental o alquilar habitaciones. Además, los casos más
extremos en los que se han visto sobrepasados han recurrido, en algunos casos, a los
ahorros o la venta de propiedades. Además de estrategias de reducción del gasto,
principalmente en la alimentación, ocio, vestido y calzado, en teléfono, televisión e
Internet o en otros gastos fijos.
Una de las conclusiones más interesantes de los resultados obtenidos, ha corroborado
que la combinación las diferentes acciones mencionadas a lo largo del texto es una
estrategia en sí misma y, sin duda, la más utilizada por los hogares. Así como la
existencia actividad de los hogares en situación de exclusión.
Sin embargo, a pesar de que la disminución de ingresos ha acogido a la mayoría de los
hogares, independientemente de su situación de integración. El nivel de dificultad y
necesidad es especialmente evidente en los hogares de tradición más vulnerable. Por
ello es extremadamente importante desarrollar mecanismos de ayuda y de redistribución
que permitan suavizar, al menos, los elementos más precarios de estas familias. Ya que
la crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar mecanismos de ingresos
mínimos que garanticen la supervivencia de los grupos sociales más desfavorecidos.
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