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8 | tiempo argentino | argentina | año 1 | n· 43 | domingo 27 de junio de 2010 Manuel Alfieri malfi[email protected] E n la Provincia de Buenos Aires existen tres casos concretos de desapareci- dos durante la última dicta- dura militar que no figuraban en los registros de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) ni en sus anexos posteriores, y que re- cién en la actualidad pudieron ser identificados efectivamente como desaparecidos. Son los ca- sos de Ramón Jorge Correa, José Alberto Carballo y Lucas Lucero, todos jóvenes militantes durante los setenta que cayeron en ma- nos del terrorismo de Estado, y de quienes no se sabía nada des- de que desaparecieron. Estos ca- sos son únicos en la Provincia, ya que a pesar de las cientos de denuncias que los familiares de víctimas de la dictadura realiza- ron desde 2003 en adelante, sólo estos pudieron ser identificados como desaparecidos. Los primeros dos casos co- rresponden a investigaciones realizadas por el equipo de la Secretaría de Derechos Huma- nos de Florencio Varela, que lo- gró reconstruir la historia de dos desaparecidos que, por distintos motivos, nunca habían sido de- nunciados en la CONADEP. El trabajo comenzó en 2008, cuando se creó la Secretaría y Guillermo Ñañez se puso al fren- te del equipo. El primer caso que se presentó fue el de Ramón Jorge Correa, alias “Negrito”, denun- ciado en 2009 por su propia ma- dre, Elvira Viera, perteneciente a una familia muy humilde y muy vulnerable, quien había guar- dado silencio durante 34 años, producto del temor. La investigación indica que Jorge “Negrito” Correa nació el 20 de diciembre de 1952 en Lean- dro N. Alem, Misiones. Era hijo de Elvira Viera y Cristino Correa. Su madre se afincó en Florencio Varela durante la década de el ´70, donde “Negrito” adquirió fuertes grados de politización y comenzó a militar en el PRT-ERP. El apodo de “Negrito” fue puesto por sus amigos y adoptado para siempre. Era jockey en el hipó- dromo de La Plata y ganó varias carreras. En 1975, “Negrito” se encon- traba militando en el monte tu- cumano. Desde ese año, su fa- milia no tuvo más noticias de él. La única información que poseía Elvira sobre su hijo se encontra- ba en una carta que la hermana de Jorge había recibido a fines de 1975 de parte de Hugo Irurzún, alias “Capitán Santiago” y com- pañero de “Negrito”, donde le co- municaba que su hermano había desaparecido en Tucumán. Pero luego de 35 años, la inves- tigación realizada por el equipo de Derechos Humanos de Vare- la, junto a viejos militantes y las autoridades de esa dependencia de la provincia de Tucumán, lo- gró iluminar el caso y determi- nar la causa de desaparición de “Negrito”, algo que hasta el mo- mento ignoraba toda su familia: ocurrió en abril de 1975, cuando Correa había pedido permiso para bajar del monte tucumano hacia la ciudad por encontrarse enfermo junto con José Reynoso, alias “Dionisio”. Los dos fueron secuestrados el 12 de abril de 1975 en Santa Ana, Tucumán, víctimas del Operativo Independencia en el que el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina aniqui- laron la Compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP y a los militantes Montoneros enviados a apoyar- los. “Negrito” representa el primer desaparecido de Varela previo a la dictadura. “El segundo caso fue más ra- ro. En la Secretaría de Derechos Humanos de Nación apareció un papel de almacén escrito que de- cía: José Carballo, alias Anibal, Montoneros, Hermano. ¿Volve- rá?, y más abajo la dirección de su casa en Varela. En vez de hacer un bollo con ese papel, la secretaría nos lo pasó y comenzó la investigación”, explicó Ñañez, Director de la Secretaría de De- rechos Humanos de Florencio Varela, ex militante en el Servi- cio de Paz y Justicia (SERPAJ) y profesor “tumbero” en la Unidad Penal Nº 23 y la Nº 31, en diálogo con Tiempo Argentino. Esa simple pista se convirtió en Fue así como el equipo se acercó hacia la dirección escri- ta en el papel y se encontró con el hermano de “Aníbal”. Allí les confirmaron que Carballo ha- bía desaparecido en 1975 y que había nacido el 23 de septiembre de 1956 en la Capital Federal. Era hijo de Ana María Gelpi y Alberto Abel Carballo, y vivió junto a su familia en Bosques Norte, loca- lidad de Florencio Varela, en la calle Hernandarias 102. En su adolescencia, Carballo militó en la Unión de Estudian- tes Secundarios (UES), organi- zación montonera. De a poco fue entrando en la clandestini- dad, para proteger a su familia y su propia integridad, por lo que tomó el apodo de “Aníbal”. Era un apasionado de la lectura y el ajedrez. Durante sus estudios secun- darios en el Instituto Manuel Belgrano de Berazategui, Partici- pó en la Columna Sur de la UES, mientras la Dirección de Inteli- gencia de la Policía Bonaerense comenzó a seguirlo en 1974. “En cuanto a lo que hace a su pensar político, investigaciones realizadas a nivel vecinal y estu- diantil, lo ubican en una posición contraria a las actuales autorida- des gubernamentales y se des- prende de sus conversaciones que considera al accionar guerrillero como un medio apto para las ac- tuales circunstancias, inclinándo- se hacia la banda de delincuentes subversivos Montoneros”, asegura un informe de la fuerza policial de aquella época. A partir de los contactos que entablaron con viejos militantes y distintas personas de la zona, Identifican a tres desaparecidos que no estaban registrados en la CONADEP Dos de los casos fueron investigados por la Secretaría de Derechos Humanos de Florencio Varela, y el tercero, por la de Avellaneda. Los denunciantes fueron sus familiares o personas anónimas. Hay otros en plena investigación. ramón jorge correa, josé alberto carballo y lucas lucero eran jóvenes militantes en la década del ‘70 Identidad - Ramón Correa (a caballo) y José Carballo (carnet), dos historias de vida que fueron recuperadas gracias a una paciente investigación. Hasta el 15 de enero de R 2010, unas 86 personas desaparecidas y enterradas como NN fueron identificadas y restituídas a sus familias, gracias al Equipo de Antopología Forense. En 1975 (un año antes del R comienzo de la dictadura) se estima que hubo alrededor de 500 desapariciones producto del accionar de las fuerzas represivas. El Equipo de Antropología R Forense tiene bajo su custodia 800 esqueletos presuntamente pertenecientes a desaparecidos. En 1984 la Conadep R registró 8961 denuncias por desaparición forzada. La Secretaría de Derechos R Humanos de la Nación tiene registrados 13 mil casos, sobre la base de las personas que percibieron indemnizaciones del Estado hasta 2003. El 15 de junio último, durante R el juicio a 9 represores de la provincia de Tucumán, un testigo presentó al tribunal una lista de las Fuerzas Armadas con 293 detenidos, de los cuales 195 permanecen desaparecidos. En 25 hospitales de la R provincia de Buenos Aires se toman muestras de sangre para recuperación de la identidad. Todas las cifras El detalle Apropiación En 1984 se estimaban en 174 los casos de niños apropiados por la dictadura. Desde la actualización de los datos, el número creció hasta 300. En el Nunca Más se advierte que la cifra de desaparecidos elaborada por la CONADEP no podía considerase “definitiva”. una investigación que logró re- construir, al igual que con “Ne- grito”, la historia política y perso- nal de José Alberto Carballo, alias “Aníbal”. “Esto nos permitió, más que nada, reconstruir su identi- dad, algo que la dictadura le ha- bía robado”, aseguró Ñañez.

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8 | tiempo argentino | argentina | año 1 | n·43 | domingo 27 de junio de 2010

Manuel Alfieri [email protected]

En la Provincia de Buenos A ires ex isten t res casos concretos de desapareci-

dos durante la últ ima dicta-dura militar que no figuraban en los registros de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) ni en sus anexos posteriores, y que re-cién en la actualidad pudieron ser identificados efectivamente como desaparecidos. Son los ca-sos de Ramón Jorge Correa, José Alberto Carballo y Lucas Lucero, todos jóvenes militantes durante los setenta que cayeron en ma-nos del terrorismo de Estado, y de quienes no se sabía nada des-de que desaparecieron. Estos ca-sos son únicos en la Provincia, ya que a pesar de las cientos de denuncias que los familiares de víctimas de la dictadura realiza-ron desde 2003 en adelante, sólo estos pudieron ser identificados como desaparecidos.

Los primeros dos casos co-rresponden a investigaciones realizadas por el equipo de la Secretaría de Derechos Huma-nos de Florencio Varela, que lo-gró reconstruir la historia de dos desaparecidos que, por distintos motivos, nunca habían sido de-nunciados en la CONADEP.

El trabajo comenzó en 2008, cuando se creó la Secretaría y Guillermo Ñañez se puso al fren-te del equipo. El primer caso que se presentó fue el de Ramón Jorge Correa, alias “Negrito”, denun-ciado en 2009 por su propia ma-dre, Elvira Viera, perteneciente a una familia muy humilde y muy vulnerable, quien había guar-dado silencio durante 34 años, producto del temor.

La investigación indica que Jorge “Negrito” Correa nació el 20 de diciembre de 1952 en Lean-dro N. Alem, Misiones. Era hijo de Elvira Viera y Cristino Correa. Su madre se afincó en Florencio Varela durante la década de el ´70, donde “Negrito” adquirió fuertes grados de politización y comenzó a militar en el PRT-ERP. El apodo de “Negrito” fue puesto por sus amigos y adoptado para siempre. Era jockey en el hipó-dromo de La Plata y ganó varias carreras.

En 1975, “Negrito” se encon-traba militando en el monte tu-cumano. Desde ese año, su fa-

milia no tuvo más noticias de él. La única información que poseía Elvira sobre su hijo se encontra-ba en una carta que la hermana de Jorge había recibido a fines de 1975 de parte de Hugo Irurzún, alias “Capitán Santiago” y com-pañero de “Negrito”, donde le co-municaba que su hermano había desaparecido en Tucumán.

Pero luego de 35 años, la inves-tigación realizada por el equipo de Derechos Humanos de Vare-la, junto a viejos militantes y las autoridades de esa dependencia de la provincia de Tucumán, lo-gró iluminar el caso y determi-nar la causa de desaparición de

“Negrito”, algo que hasta el mo-mento ignoraba toda su familia: ocurrió en abril de 1975, cuando Correa había pedido permiso para bajar del monte tucumano hacia la ciudad por encontrarse enfermo junto con José Reynoso, alias “Dionisio”. Los dos fueron secuestrados el 12 de abril de 1975 en Santa Ana, Tucumán, víctimas del Operativo Independencia en el que el Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina aniqui-laron la Compañía Ramón Rosa Jiménez del ERP y a los militantes Montoneros enviados a apoyar-los.

“Negrito” representa el primer desaparecido de Varela previo a la dictadura.

“El segundo caso fue más ra-ro. En la Secretaría de Derechos Humanos de Nación apareció un papel de almacén escrito que de-cía: José Carballo, alias Anibal, Montoneros, Hermano. ¿Volve-rá?, y más abajo la dirección de su casa en Varela. En vez de hacer un bollo con ese papel, la

secretaría nos lo pasó y comenzó la investigación”, explicó Ñañez, Director de la Secretaría de De-rechos Humanos de Florencio Varela, ex militante en el Servi-cio de Paz y Justicia (SERPAJ) y profesor “tumbero” en la Unidad Penal Nº 23 y la Nº 31, en diálogo con Tiempo Argentino.

Esa simple pista se convirtió en

Fue así como el equipo se acercó hacia la dirección escri-ta en el papel y se encontró con el hermano de “Aníbal”. Allí les confirmaron que Carballo ha-bía desaparecido en 1975 y que había nacido el 23 de septiembre de 1956 en la Capital Federal. Era hijo de Ana María Gelpi y Alberto Abel Carballo, y vivió junto a su familia en Bosques Norte, loca-lidad de Florencio Varela, en la calle Hernandarias 102.

En su adolescencia, Carballo militó en la Unión de Estudian-tes Secundarios (UES), organi-zación montonera. De a poco fue entrando en la clandestini-dad, para proteger a su familia y su propia integridad, por lo que tomó el apodo de “Aníbal”. Era un apasionado de la lectura y el ajedrez.

Durante sus estudios secun-darios en el Instituto Manuel Belgrano de Berazategui, Partici-pó en la Columna Sur de la UES, mientras la Dirección de Inteli-gencia de la Policía Bonaerense comenzó a seguirlo en 1974.

“En cuanto a lo que hace a su pensar político, investigaciones realizadas a nivel vecinal y estu-diantil, lo ubican en una posición contraria a las actuales autorida-des gubernamentales y se des-prende de sus conversaciones que considera al accionar guerrillero como un medio apto para las ac-tuales circunstancias, inclinándo-se hacia la banda de delincuentes subversivos Montoneros”, asegura un informe de la fuerza policial de aquella época.

A partir de los contactos que entablaron con viejos militantes y distintas personas de la zona,

Identifican a tres desaparecidos que no estaban registrados en la CONADEPDos de los casos fueron investigados por la Secretaría de Derechos Humanos de Florencio Varela, y el tercero, por la de Avellaneda. Los denunciantes fueron sus familiares o personas anónimas. Hay otros en plena investigación.

ramón jorge correa, josé alberto carballo y lucas lucero eran jóvenes militantes en la década del ‘70

Identidad - Ramón Correa (a caballo) y José Carballo (carnet), dos historias de vida que fueron recuperadas gracias a una paciente investigación.

Hasta el 15 de enero de R2010, unas 86 personas desaparecidas y enterradas como NN fueron identificadas y restituídas a sus familias, gracias al Equipo de Antopología Forense.

En 1975 (un año antes del Rcomienzo de la dictadura) se estima que hubo alrededor de 500 desapariciones producto del accionar de las fuerzas represivas.

El Equipo de Antropología RForense tiene bajo su custodia 800 esqueletos presuntamente pertenecientes a desaparecidos.

En 1984 la Conadep Rregistró 8961 denuncias por desaparición forzada.

La Secretaría de Derechos RHumanos de la Nación tiene registrados 13 mil casos, sobre la base de las personas que percibieron indemnizaciones

del Estado hasta 2003.

El 15 de junio último, durante Rel juicio a 9 represores de la provincia de Tucumán, un testigo presentó al tribunal una lista de las Fuerzas Armadas con 293 detenidos, de los cuales 195 permanecen desaparecidos.

En 25 hospitales de la Rprovincia de Buenos Aires se toman muestras de sangre para recuperación de la identidad.

Todas las cifras

El detalle

ApropiaciónEn 1984 se estimaban en 174 los casos de niños apropiados por la dictadura. Desde la actualización de los datos, el número creció hasta 300.

En el Nunca Más se advierte que la cifra de desaparecidos elaborada por la CONADEP no podía considerase “definitiva”.

una investigación que logró re-construir, al igual que con “Ne-grito”, la historia política y perso-nal de José Alberto Carballo, alias “Aníbal”. “Esto nos permitió, más que nada, reconstruir su identi-dad, algo que la dictadura le ha-bía robado”, aseguró Ñañez.

domingo 27 de junio de 2010 | año 1 | n·43 | argentina | tiempo argentino | 9

El 70% de los detenidos y Rdesaparecidos fueron hombres, de entre 21 y 35 años de edad.

Del 30% de mujeres Rdesaparecidas, el 3% estaba embarazada.

Los casos documentados se Rregistran ininterrumpidamente entre 1974 y 1980, aunque 1976 y 1977 concentran el 80% de las desapariciones.

Según los sobrevivientres, Rlos centros clandestinos de

detención más poblados fueron la ESMA, Campo de Mayo (entre 3000 y 4500 personas en cada uno) , La Perla (Córdoba), El Vesubio (Gran Bs. As) y Club Atlético (Capital Federal). Hubo al menos 340 CCD en todo el país.

Los exiliados políticos suman Rentre 1975 y 1980 entre 20 mil y 40 mil casos.

El 15 de diciembre de R1983, Raúl Alfonsín sancionó el decreto por el cual creó la

Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).

El mismo día ordenó enjuiciar Ra los jefes de las organizaciones guerrilleras y procesar a los integrantes de las tres juntas militares.

El 9 de diciemre de 1984 un Rtribunal condenó a Jorge Videla y Eduardo Massera a reclusión perpetua, y a Roberto Viola a 17 años de prisión. En 1989 fueron indultados por Carlos Menem.

Antecedentes

el equipo de Ñañez encontró un carnet de la Cervecería y Mal-tería Quilmes que pertenecía a Carballo. “Ahí llamo a Hugo Co-laone –detalla Ñañez-, ex preso político, que trabajó en Quilmes. Él nos dijo que Carballo había si-do su último responsable dentro de la cervecería. Vio las fotos y nos confirmó que era él.”

La policía seguía de cerca a Carballo, por lo que este tomó la decisión de dejar el sur y comen-zó a encargarse de la UES zona norte. En ese momento, “Aníbal” cambió su nombre de guerra por el de “El Negro Antonio”.

La reconstrucción del caso determinó que “Aníbal” fue se-cuestrado el 3 de junio de 1976 por una patota de la Escuela de Mecánica de la Armada, en las cercanías del Hipódromo de San Isidro. Resistió la tortura durante el tiempo que duró su detención y fue fusilado, finalmente, en la ESMA.

En su libro “El caso Lanoscou”, Marisa Sadi relata: “El Negro An-tonio (“Aníbal”), al momento de su caída, contaba con muchísi-ma información por ser el enla-ce entre los diversos frentes y las agrupaciones. Él resistió. Y pudo preservarnos.”

“Nos parecieron dos casos im-portantes para reafirmar el tra-bajo que venimos haciendo. Lue-go de esta presentación hubo 2 o 3 casos más que nunca habían sido denunciados y logramos que se abran nuevos expedien-tes”, relató Ñañez. Actualmente, la Secretaría de Derechos Huma-

nos de Florencio Varela cuenta con 6 investigaciones avanzadas, “que prontamente serán nuevos desaparecidos, pero que hasta el momento no han sido denuncia-dos por sus familiares”, aseguró el profesor.

La tercera y última investiga-ción fue realizada en Avellaneda por Enrique Arrosagaray, histo-

riador y actual Director General de la Secretaría de Derechos Hu-manos de la comuna. Gracias a ella, pudo reconstruirse la histo-ria de Lucas Lucero, quien hasta la fecha no figuraba en los regis-tros de la Comisión Nacional so-bre la Desaparición de Personas

(CONADEP) ni en sus anexos de actualización. Colaboraron en este intenso trabajo que duró 10 meses la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Di-rección de Derechos Humanos de San Miguel, localidad en la que viven actualmente la ex es-posa y la hija de Lucero.

La historia de Lucas Lucero indica que nació en la provincia del Chaco. Vivió y trabajó en Ave-llaneda, donde fue un militante de base en la Juventud Peronista, entre el año 1970 y la fecha de su secuestro y posterior desapari-ción, a fines de julio de 1977.

Según la investigación del equipo de Derechos Humanos de Avellaneda, durante el se-cuestro por la dictadura militar la patota se llevó papeles, fotos, ropa y hasta un secador de pelo de Lucas. Mirta Lucero, quien desconocía totalmente la histo-ria de su padre, manifestó en la conferencia que realizó el mu-nicipio para informar sobre el caso: “Hoy puedo decir que me siento en paz, porque sé que mi papá no nos abandonó, sino que nos estaba cuidando a mí y a mi mamá. Y también sé que murió por una causa que no fue en va-no, sino en defensa de la libertad de la que hoy gozamos.”

En Quilmes existen 5 casos más de este tipo, pero que aún no fueron confirmados por la oficina de Derechos Humanos de aquella zona, y por lo tanto no pueden tomar estado públi-co. Tres de ellos se encuentran en plena investigación, mientras que dos no quieren ser denun-ciados, hasta el momento, por las familias de las víctimas. <

Las investigaciones de Floren-cio Varela y Avellaneda cues-tionan la postura que muchos

personajes de la política argentina decidieron adoptar respecto del terrorismo de Estado en los se-tenta: que los desaparecidos son, exclusivamente, los que fueron registrados por la CONADEP. El debate, tan vano como histórico, volvió a desatarse fuertemente el año pasado, tras los dichos de Gra-ciela Fernández Meijide al diario Clarín. El 3 de agosto de 2009, la ex funcionaria de la Alianza afir-mó respecto de la cifra de 30 mil desaparecidos: “¿Con qué derecho –se habla de esa cifra– cuando ha-bía un conteo de 9 mil? ¿Porque es un símbolo? Están los mitos, pero quien hace historia tiene respon-sabilidad política. Debe decir la verdad.”

Guillermo Ñañez le respondió a Meijide a través de Tiempo Argenti-no: “Lo de Meijide me parece, por un lado, una discusión bizantina, y por otro, una agresión a los fami-liares de las víctimas del terroris-mo de Estado. Ella bien sabe que el registro de la CONADEP nunca estuvo cerrado. Hoy en día se hace una denuncia y se abre un nuevo expediente. En una guerra clan-destina como la que hubo en los se-tenta, ningún Estado puede cerrar esas listas. Es una cuestión hasta de formación ideológica. ¿Qué impor-ta que sean 10 mil, uno o cinco? A mí me asombra que cada vez sean más. Lo cierto es que casos, como el del Negrito o Aníbal echan por tierra lo que ella afirmó.”

Según información de la Se-cretaría de Derechos Humanos de la Nación, los dichos de Ñañez tienen verosimilitud: “la cantidad de denuncias se multiplicó. Sólo

en esta última semana tomamos cinco testimonios, tanto de fami-liares de víctimas como de perso-nas detenidas durante el Proceso”, aseguró Stella Segado, Coordina-dora del Fondo Documental de la CONADEP, en relación con este tema. Las denuncias recibidas de 2003 en adelante por desaparición forzada son cerca de 250. Las de detenidos por la dictadura y luego liberados, asciende a 550. Y los Le-gajos Búsqueda, es decir, denun-cias en proceso de investigación, son 850.

La Secretaría de Derechos Hu-manos de la Nación trabaja desde hace 15 años, ocho de los cuales lo

hizo “casi a las escondidas –según asegura Segado– por las dificulta-des que implica trabajar con go-biernos que te dejan de lado, como el de Menem y De La Rúa.” Actual-mente, la tarea se enmarca dentro de una firme política iniciada en el año 2003 por el gobierno de Nés-tor Kirchner.

Víctor Díaz, Coordinador Pro-vincial de la Iniciativa Latinoa-mericana para la Identificación de Personas Desaparecidas, conclu-ye: “en los últimos tiempos, gracias a la acción del Estado, la creación de oficinas de Derechos Humanos y las iniciativas del Equipo Argen-tino de Antropología Forense, las denuncias por primera vez han crecido muchísimo.” <

El documento más importante encontrado hasta 2006 sobre los registros clandestinos y la cantidad de desaparecidos y asesinados durante el régimen militar es un informe del agente secreto chileno Enrique Aran-cibia Clavel (fue jefe de la poli-cía secreta chilena en Buenos Aires),que establece en 22 mil la cifra de víctimas. Fue hallado por John Dinges en 2002 entre más de 1500 hojas que le habían sido confiscadas por los jueces fede-rales argentinos en 1978 y que permanecieron guardadas entre los archivos del tribunal desde entonces: “Adjunto lista de todos los muertos durante el año 1975.

La lista va clasificada solamente por mes. Es decir, van tanto los muertos oficialistas como los no oficialistas. Este trabajo se logró conseguir en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército (...) que de-pende de la Jefatura II Inteligen-cia Ejército del Comando General del Ejército y del Estado Mayor del Ejército. (...) Los que aparecen NN son aquellos cuerpos imposibles de identificar, casi en un 100% co-rresponden a elementos extremis-tas eliminados “por izquierda” por las fuerzas de seguridad. Se tienen computados 22 mil entre muertos y desaparecidos, desde 1975 a la fecha. En próximos envíos seguiré ampliando las listas.”

Un registro clandestino

se produjo un crecimiento a partir de 2003

Hay 850 denuncias en proceso de investigación

“Ningún Estado puede cerrar estas listas (de desaparecidos). Es una cuestión de formación ideológica”, dijo el secretario de Derechos Humanos de Florencio Varela.

Memoria - La familia Correa junto al “Negrito”, antes del horror de la dictadura.

Postales- José fue asesinado en la ESMA. Aquí, junto a su hermano Carlos.

El 30% de los desaparecidos eran obreros, el 21% estudiantes y el 17,9% empleados, según el registro de la Comisión.

M.A.