6-JLPardo-Mother and Child Reunion

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    lo global- el uno en busca del otro) en el vientre de Ia ba-1/ena. y puedan salir de el.

    Where the New York City winters aren't bleeding me ... ... Lading me Going home.

    Afectuosamente.

    Mother & Child Reunion *I

    Come mothers and fathers Throughout the land And don't criticize What you can't understand Your sons and your daughters Are beyond your command Your old road is Rapidly agin'. Please get out of the new one If you can't lend your hand For the times they are a-changin'.

    La escena es bien conocida: esta despuntando el alba y la jo-ven sale sigilosamente de su dormitorio, deja una notita en la mesa del corredor y baja a la cocina apretando un paiiuelo entre los dedos. Gira muy despacio la Have de la puerta tra-sera y abandona su casa,. Algun tiempo despues, como todos los miercoles, su madre se levanta de la cama y se enfunda en

    *

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    su bata guateada mientras el padre ronca aun a sus anchas. Ella encuentra la carta, tan breve, tan escueta. La lee y se queda de piedra durante un instante, en lo alto de las esca-leras, hasta que de pronto se viene abajo y se rompe en un grito que desgarra en jirones el sueno de su marido: '. Los dos se miran y se dicen el uno al otro: 2 El narrador de la escena no ofrece muchas claves para responder a estas pre-guntas. Nos hace saber que cuarenta y ocho horas mas tarde la joven esta muy lejos de sus padres, a punto de acudir a una cita concertada con un hombre del negocio de la automo-cion3. Y, como unica explicacion, nos dice que ella ha vivido sola durante largos anos y que habfa algo, algo interior y profundo, que le habfa sido sistematicamente negado\ algo que, obviamente, no puede pagarse con dinero. Como todos nosotros somos muy sentimentales -y como ademas algunos conocemos ya de antes a este narrador y le hemos ofdo predi-car aquello de que el carino verdadero ni se compra ni seven-

    I. Father snores as his wife gets into her dressing gown I Picks up the letter that's lying there I Standing alone at the top of the stairs I She breaks down and cries to her husband I "Daddy, our baby's gone!" (ibid.).

    2. She (We gave her most of our lives) I Is leaving (Sacrificed most of our lives) I home (We gave her everything money could buy [ ... ]) I Why would she treat us so thoughtlessly I How could she do this to me. I She (We never though of ourselves) I Is leaving (Never a thought for ourselves) I home (We struggled hard all our lives to get by) I[ ... ] (What did we do that was wrong?) I[ ... ] (We didn't know it was wrong) (ibid.).

    3 Friday morning at nine o'clock she is far away I Waiting to keep the appointment she made I Meeting a man from the motor trade (ibid.).

    4 She's leaving home after living alone I For so many years I[ ... ] Something inside that was always denied I For so many years (ibid.).

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    de'-, pensamos inmediatamente: . A mf, cuan-do escuche por primera vez esta cancion, esta explicacion me convenfa especialmente, porque empezaba a tener la edad en la cuallos jovenes salen de casa a buscar pareja, y por lo tanto me resultaba de lomas atractiva la idea de que aquella joven hiciera lo mismo, porque eso me daba la oportunidad de encontrarme con ella en algun punto del pafs. Pero si hay algo genuinamente caracterfstico de este narrador es que siem-pre esta a punto de relatar historias de una cursilerfa y de una nonerfa insoportable, pero siempre se las arregla para intro-ducir -normalmente hacia el final- un detalle desmesurado, excesivo, aunque no sea mas que una sola nota, que desequi-libra la aparente compostura del cuento y destruye el topico. En este caso, el detalle consiste en algo tan simple, y por otra parte tan verosfmil, aunque quiza tambien tan decepcionante para las expectativas de nuestro sentimentalismo, como reve-larnos que aquello que la joven busca en su huida de casa, aquello que persigue dejando a sus padres destrozados, aquello es unicamente la diversion, porque eso mismo, la diversion, es lo unico que no puede comprarse con dinero2 La verdad es que uno se queda un poco estupefacto: parte de quien esta el narrador? criticando ala nina mimada que rompe el co-razon de sus padres solo para divertirse un poco? Pero, si es asf, que dice que la joven habfa vivido sola muchos anos y que algo profundo se le habfa negado durante todo ese tiem-po? demonios significa eso de > (sobre todo cuando se trata de una diversion que no se compra con dine-ro, que es lo unico impagable)?

    La narracion de marras perteneda a un conjunto de his-torietas que se presentaban todas elias como interpretadas

    I. I'll buy you a diamond ring my friend if it makes you feel all right I I'll get you anything my friend if it makes you feel all right I 'Cause I don't care too much for money, money can't buy me love (Can't buy me love, Lennon & McCartney, septimo corte de A hard day's night, The Beatles, Londres, EMI-Parlophone, 1964).

    2. She [ ... ] I Is having [ ... ] I Fun (Fun is the one thing that money can't buy) (She's leaving home, op. cit.).

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    por una banda de la cual se daban solo unos pocos datos, uno de ellos que habfa nacido en 19471 Y 1947" signifi-ca, entre otras muchas cosas,

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    tuvo mas remedio que diagnosticar -con un desprecio y un rencor que a muchos de ellos aun no se les ha curado- que estos mozos solo querian divertirse un poco.

    Tambien conocemos este discurso, que es como la conti-nuacion exacerbada de las quejas desconsoladas de los pa-dres de aquella adolescente que se escapo de casa en 1967: el patrimonio que la primera generacion obtuvo con esfuerzo, con lucha y sacrificio, la segunda lo ha recibido gratis, como un regalo>> (y no como un premio justo y merecido al traba-jo duro y a la abnegacion), y por lo tanto es incapaz de apre-ciar su valor y lo dilapida irresponsablemente (como ese re-fran castellano que dice >, o como el terrible aforismo de Gracian: Lo que no cuesta, no vale>>). Esta doctrina -que a menudo se dispensa hoy bajo la etiqueta de cultura del esfuerzo>>- es, sin duda, enorme-mente curiosa: se basa en la idea de una equivalencia entre los sufrimientos padecidos -casi siempre disimulados bajo el apelativo (que ha llegado a ser glorioso) de trabajo>>-y las recompensas obtenidas a cambio de los mismos. Digo que es curiosa esta doctrina porque atenta contra toda la evi-dencia historica disponible, que si algo pone de manifiesto es precisamente el hecho de que quienes han pasado mas penu-rias, privaciones, sufrimientos y trabajos son justamente los que no han tetiido nada o casi nada 1

    Para referirse a su propio esfuerzo, el autor de la tonada que estamos usando como pretexto ponia en boca de la pa-reja paterna dos terminos esenciales: sacrifice y struggle. El primero de ellos es revelador sin necesidad de traduccion: el sacrificio es esa magica operacion, diseccionada de forma

    1. Marx lo deda de forma vehemente: el trabajo no es Ia fuente de toda riqueza ... Los burgueses tienen razones muy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza creadora sobrenatural>> (Critica al programa de Gotha); comentando este pasaje, Adorno escribfa: Quienes disponen del trabajo de los demas le atribuyen una dignidad en sf mismo [ ... ] justamente porque es solo algo para otros: Ia metaffsica del trabajo y Ia apropiaci6n del traba-jo ajeno son complementarias>> (Theodor W. Adorno, Tres ensayos sabre Hegel, Vfctor Sanchez de Zavala [trad.], Madrid, Taurus, 1969, p. 42).

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    minuciosa por Nietzsche, mediante la cual el dolor se con-vierte en valor, en inversion cuyas ganancias han de recoger-se en el futuro (es su dolor lo que los padres de la cancion han convertido en dinero yen caprichos para su hija). Du-rante mucho tiempo, en efecto, los desheredados de la tierra esperaban un ventajoso reparto de dividendos despues de la muerte, y el propio marxismo enseiio que el dolor del prole-tariado era lo que se transmutaba en valor de las mercandas, valor que la revolucion deberia restituir a sus legitimos pro-pietarios.

    El otro termino, struggle, esta poderosamente asociado al concepto darwiniano de lucha por la vida>> y, por lo tanto, ala idea de que sobreviven los mejores (la naturaleza recom-pensa el esfuerzo de las especies por adaptarse a su medio con la conservacion de sus caracteres geneticos en la descen-dencia, asi como la sociedad recompensa el denuedo de los mas trabajadores haciendoles ricos a ellos y a sus hijos), ver-sion anglosajona de lo que Max Weber llamaba el espiritu del capitalismo>>. El dolor transmutado en valor, la lucha co-ronada por la ganancia, he ahi ellegado que los padres que-rian transmitir a su hija. Asi que, cuando ella abandona la casa despreciando el dinero de los padres (que no es otra cosa que el valor que han podido conseguir con todo su do-lor), y cuando lo hace en busca de algo que el dinero no puede comprar (es decir, no con la intencion de invertir su sufri-miento en ganancias futuras) no esta simplemente derro-chando y desestimando el dolor de sus padres -pues esto es lo que a ellos les duele: descubrir que su dolor no tiene valor, que su sufrimiento no ha tenido sentido-, ella esta rechazan-do la idea de que el dolor tenga algun valor o algtin sentido, o -si es que acaso no hay mas valor que el que procede del dolor- rechazando de 12lano !2Q valor (por eso resulta apro-piado, aparentemente tan s:perficial y tan descon-certante, decir que huye sencillamente en busca de diver-sion); esta rechazando la logica del sacrificio y de la lucha por la vida, el darwinismo social y el espiritu del capitalismo. Claro -se dira-, pero ella rechaza todo eso porque puede

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    permitirselo debido al esfuerzo y al sacrificio de sus padres, cuya generacion fue la que puso en pie el estado de bienes-tar. Cierto. Pero vayamos mas despacio. Cuando, tres aiios despues del nacimiento de la banda de los corazones solita-rios, en I 9 so, Marcel Mauss publico sus conclusiones defini-tivas sobre el concepto de don, estaba de hecho oficiando como uno de los padres teoricos del estado de bienestar, y asi lo ha reconocido Richard Sennett cuando ha definido su aportacion del siguiente modo:

    En Ia conclusion de su libro Eldon[ ... ], Mauss dice que el Esta-do del bienestar debe al individuo algo mas que una simple de-voluci6n monetaria sobre la base de sus contribuciones [ ... ]Una vida de trabajo duro no tiene equivalente monetario; en conse-cuencia, un sistema de protecci6n social no deberia basarse en el dinero con el que Ia gente ha contribuido a! mismo [ ... ]los sfm-bolos adquieren un poder emocional precisamente porque no podemos traducirlos en valores equivalentes [ ... ] Lo que deseaba Mauss en Ia practica era [ ... ] romper con el ethos capitalista de devolver a cada uno exactamente lo que '.

    Entonces, como puede verse, la joven del cuento interpre-ta correctamente el esfuerzo de sus padres, que habian esta-do ahorrando>> para que ella pudiera recoger las ganancias sin necesidad de sufrir, pero las ganancias no son en este caso una forma de dolor atesorado como valor futuro (pues eso es lo que Mauss llamaria equivalente monetario y lo que los padres de la chica describen como todo lo que puede com-prarse con dinero) sino que lo que sus padres han ganado para ella es justamente lo que el dinero no puede comprar, lo que carece de equivalente en terminos de valor: la posibili-dad de que el dolor no tenga ya sentido ni valor alguno, aun-que para nombrar esa posibilidad no tengamos de momento mas que el tan desacreditado termino diversion. A pesar

    1. Richard Sennett, El respeto (Respect in a World of Inequality), Mar-co A. Galmarini (trad.), Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 221-225.

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    de que hoy la expresion estado de bienestar>> evoque en nuestras mentes la figura rechoncha del adolescente sobrea-limentado que devora patatas fritas en el sofa del salon mien-tras mira la MTV (siendo esta misma asociacion un sintoma del declive y del retroceso de este proyecto), es indiscutible que el bienestar al cual se referia el estado social de derecho no era el bienestar fisico sino el bienestar juridico, es decir, no ese tipo de proteccion que ofrecen los senores feudales a los campesinos en tiempos de guerra y de rapiiia o los jefes de la mafia o de la camorra a sus asociados forzosos, sino aquel otro que nace del reconocimiento de que el dolor no tiene va-lor alguno o, dicho de otro modo, de que noes el trabajo lo que procura dignidad (puesto que, si asi fuera, quienes se han pasado su vida trabajando deberian haber acumulado can-tidades ingentes de dignidad, en Iugar de haber carecido de ella a ojos vistas) porque, como alguien dijo, la dignidad es precisamente ese tipo de bien al cual no puede ponerse pre-cio (por eso solo puede recibirse gratis, regalado o robado, pero nunca mediante un intercambio en terminos de equi-valencia ). Asi pues, lejos de actuar como una ingrata, la adolescente inventada por Paul McCartney estaba recibien-do de forma apropiada y correcta la herencia que sus padres le habian transmitido, y precisamente por eso no podia to-marse en serio el sacrificio, la lucha por la vida, el sagrado valor del trabajo y de la humillacion o la exaltacion de la guerra. Algo que, obviamente, solo es posible durante los pe-riodos de tregua, esos periodos en los cuales hay huelga de noticias-bomba y la Historia parece haberse detenido provi-sionalmente. Y fue igualmente debido a esta suspension tem-poral de la Historia que los jovenes que salieron a las calles un aiio despues que la hija de She's leaving home dejaron de tomarse en serio la guerra (por ejemplo, la guerra de Viet-nam), la revolucion proletaria (encarnada en las institucio-nes del terror sovietico yen la maquinaria persecutoria de los partidos comunistas), el valor del trabajo y el espiritu del ca-pitalismo. Precisamente porque aceptaban el legado de sus padres (el estado de bienestar) no podian aceptar la coar-

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    tada de que aquellos mismos padres, por amor a sus hijos, se reservasen una zona ciega {las operaciones secretas de la CIA o del KGB, o la politica imperialista de Estados Unidos y de la URSS) en la cual podian actuar al margen del derecho: la logica misma del estado social (y no su presunta ingratitud con respecto a sus forjadores) les conducia a esa rebelion, por el mismo motivo que la hija de cuyo ejemplo tanto esta-mos abusando no podia ya soportar la idea de que fuese su padre quien le concertase su matrimonio (pues era precisa-mente su padre, la generacion de sus padres, la que habia lu-chado denodadamente para acabar con esa situacion).

    El desconcierto de los padres, por tanto, estaba jus-tificado? Lo estaba, desde luego, de varias maneras. La pri-mera y principal porque los padres sabian lo que habia sig-nificado, durante siglos,

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    comporta el abandono de todo oficio y toda profesion cuali-ficados y determinados so pretexto de que quienes no rindie-sen tal servicio quedarfan para siempre aniiiados o afemina-dos (porno haber salida nunca al campo de batalla y haber permanecido en casa, en el Iugar de las mujeres en donde solo se tolera Ia campania de los nifios), este subterfugio con-fiesa que Ia manera en que se concebia Ia > estaba tomada de Ia guerra, es decir, que Ia imaginaba como una competicion guerrera, como una lucha contra otros hombres en rivalidad porIa victoria. Noes que elllamado > fuera el destino reservado a quienes no tenian ningu-no por carecer de oficio o beneficia, es que el soldado, como el trabajador, es un hombre a secas, sin caracter alguno, sin personalidad, capaz de ser y de hacer cualquier cosa, com-pletamente concentrado en si mismo, reducido enteramente a eso que podriamos llamar, en todos los sentidos de Ia pala-bra, su valor. Y el soldado por excelencia, el jefe del Estado, es el hombre por excelencia, Ia identidad o el valor en estado puro, despojado de todo caracter moral, profesional 0 perso-nal, simbolo perfecto de Ia nacion.

    Por mi parte, recuerdo perfectamente que, como millo-nes de infantes del mundo entero (por cuyo llanto inconso-lable me crei yo aquel dia tambien acompaiiado), me senti como un cuando me obligaron por pri-mera vez a salir de casa para ir a Ia escuela: una sensacion que, en lo esencial, habrfa que calificar de acertada, porque esa partida no es mas que el prologo de todas las salidas en busca de Ia hazafia, en busca del hegeliano reconocimiento, en busca del propio nombre y de Ia propia identidad, es de-cir, en busca de Ia culpa y de Ia infelicidad. Y a se lo que los psicoanalistas diran de esto: complejo de Edipo mal resuel-to, rechazo de Ia castracion, apego patologico a las faldas maternas y denegacion del padre, instinto de muerte, nostal-gia de Ia vida intrauterina resimbolizada por el >;

    pasarfa si los nifios no abandonasen nunca su hagar para ir a Ia escuela, al trabajo, etc.? En efecto, nadie haria nunca nada. No habrfa historia. seria de Ia humani-

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    dad? No habrfan existido Alejandro Magno, ni Julio Cesar, ni el papa Borgia, ni Napoleon, ni Hitler, ni Stalin, ni Fran-co, ni Pol Pot, ni George W. Bush ni Mohamed Atah ... , con Ia cantidad de valor aiiadido que esta gente ha producido y los placeres que han proporcionado a cientos de miles de personas en el mundo. Lo que nos habriamos perdido. lfa historia porqye los hombres salen fundamentalmen-te para ir a Ia guerra, aunque luego a eso se le llame tambien ir a Ia escuela, ir al trabajo, etc. El niiio que consiguiese no abandonar su hagar -cosa que yo, lamentablemente, no con-segui- no haria historia alguna, pero seria feliz. Su felicidad le parecerfa a todo el mundo -y los freudianos no serian mas que una vocecilla en ese inmenso cora- injusta, irresponsa-ble, inmadura, insolente, etc. Pero como ninguna de las vo-ces de ese inmenso cora esta en condiciones de aportar si-quiera Ia menor prueba a favor de que el nifio tenga que salir de casa para hacer historia o aun el menor argumento que li-geramente pueda sugerir que es preferible hacer historia que no hacerla, todas esas voces pueden irse al cuerno y dejar al nifio en paz'.

    Los padres de Ia chica saben como terminan estas salidas de casa, cuando el hijo retorna al hagar envuelto en un fere-tro militar 0 !aboral 0 hecho pedazos y sin caracter, y por eso temen por ella, como han temido todos los padres a lo largo de los siglos. Solo que, por esta vez -y unicamente debido a Ia suspension temporal de Ia Historia que supone el estado social de derecho-, Ia chica no se va de casa para hacer His-toria ni en busca de Ia hazafia, sino precisamente aprove-chando que Ia Historia ha decretado una tregua, sabedora de que, como decia Hegel con plena conocimiento de causa, Ia

    I. Es otra vez el horror de siempre: el dfa, Ia vida, Ia utilidad ficticia, Ia actividad sin remedio [ ... ] Cada dfa viene a citarme ante un tribunal. Voy a ser juzgado en cada hoy. Y el condenado perenne que hay en mf se aga-rra a Ia cama como a Ia madre que ha perdido, y acaricia Ia almohada como si el arna le defendiese de Ia gente >> (Bernardo Soares [Fernando Pes-soa], Ellibro del desasosiego). Vease Esto no es musica, Barcelona, Gala-xia Gutenberg, 2007.

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    felicidad solamente es posible cuando ellibro de la Historia Universal deja una pagina en blanco. Eso es lo que, tan equi-voca y ala vez tan acertadamente, llamaba Paul McCartney fun, diversion. Pero los padres de la historieta tambien su-frian porque sabian que la Historia no puede interrumpirse eternamente y que las treguas son miserablemente cortas.

    Los que nos fuimos de casa en 1967 ahora estamos de vuel-ta. Ahora somos nosotros quienes roncamos los miercoles por la manana y nosotras quienes nos ponemos la bata de es-tar por casa esperando encontrar un dia una nota de despe-dida de nuestros hijos en la mesita del corredor, y ese dia (en algunos pocos paises del mundo) tarda en llegar. Nuestro ca-mino de retorno al hogar ha coincidido exactamente con lo que ya antes he llamado el repliegue y el retroceso del estado social de derecho, y al conjunto de desperfectos producidos en el mundo, en las almas yen las biografias por este reflu-jo es a lo que me gustaria Hamar sociedad del malestar>> o incluso estado del males tar>>. La tregua ha terminado y la Historia ha vuelto a empezar, como lo seiialan inequivoca-mente los tambores de guerra y las querellas de la identidad. Y nos extraiia que nuestros hijos no quieran irse de casa, cuando la principal herencia que han recibido de nosotros ha consistido justamente en la revelacion de que es eso de hacer Historia y de como se forja el valor. Asi que, para terminar, no tengo mas remedio que pedirles que recuerden otra esce-na que ocurre cuarenta aiios despues de la anterior. Tambien esta despuntando el alba y la hija, que viene de divertirse, gira muy despacio la Have de la puerta trasera y entra en su casa sin hacer ruido; sube con mucho cuidado las escaleras y encuentra una carta dirigida a ella en la mesa del corredor y, con ella en la mano, entra sigilosamente en su dormito-rio. Alii, sobre la cama en la que dentro de un rato estara durmiendo a pierna suelta, abre el sobre y reconoce la letra de su madre en el papel.

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    Bueno, hija, el dia menos pensado vamos a cruzarnos en el ca-mino. Yo, que sali de mi casa hace muchisimo tiempo y que ahora estoy de vuelta, y tu, que aun estas de ida y que en cual-quier momento te marcharas. Tu padre me dice de vez en cuan-do: hablado ya con la niiia?. Yo le digo que no, que aun no, porque en verdad tengo muchas dudas acerca de lo que ten-dria que decirte. Se que seria un crimen que note dijese nada, que, considerando que nuestras miradas solo van a cruzarse en este instante en el cual yo, en mi camino de regreso, y tu, en tu salida, pasaremos la una a la altura de la otra, tengo que decir-te algo sobre lo que te he dejado ahi fuera. Tengo miedo de que mis respuestas no sirvan para tus preguntas. Podria decirte que ahi fuera te esperan el estruendo, el horror y la decepci6n. Cuando yo me marche de casa, soliamos acudir a las marchas de protesta contra la guerra de Vietnam y gritar aquello de Yan-kee, go home. En nuestro entusiasmo, no escuchamos con a ten-cion las palabras del presidente Nixon, que estaba deseando que sus yanquis volviesen a casa y que habia declarado solem-nemente que el objetivo de aquella guerra era vietnamizar Viet-nam. El presidente Nixon logr6 su objetivo. Hoy Vietnam esta completamente vietnamizado. Tambien Norteamerica se ha nor-teamericanizado mucho desde aquellos tiempos, Espaiia se ha espaiiolizado una barbaridad y hasta Cataluiia se ha catalaniza-do de forma prodigiosa. Los paises islamicos se han islamizado y, tal y como van las cosas, Afganistan e Iraq quedaran comple-tamente afganistanizados e iraquizados, respectivamente. Podria decirte, por tanto, que yo no traigo de mi viaje mas que desen-gaiio y amargura, y que si acaso te fijes en mis heridas como ad-vertencia de lo que te puede suceder ahi fuera si no vas preveni-da. Tu padre me insiste en que intente desengaiiarte para que no te hagas ilusiones vanas, quiere que te cuente ese rollo que a ei le gusta tanto ahora de la cultura del esfuerzo, el sacrificio y la meritocracia (se le ha olvidado de pronto que es la mengua de presupuesto, y no Ia flaqueza moral, lo que ha envenenado los espacios publicos). Pero el sabe tan bien como yo que el unico minuto durante el cual tuvimos la impresi6n de que el esfuerzo noble recibia una recompensa aproximadamente justa fue pre-

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    cisamente aquel en el cual nos negamos a dejar que Ia naturale-za siguiera su curso y nos agarramos a los engranajes de una gi-gantesca maquinaria antinatural que, durante ese minuto, pro-porciono un alivio a quienes habian vivido siempre bajo Ia presion de Ia necesidad, antes de ser completamente demolida, a veces, ay, con Ia ayuda de quienes fuimos sus mayores benefi-ciarios. Yo podria intentar desenganarte, desde luego, decirte que te olvides de tus ingenuas preguntas acerca de si ahi fuera hace frio o de si las gentes son amigables y que dejes de preten-der que te de unas reglas para tener exito en el juego del exte-rior, como situ fueras Alicia a punto de entrar en Wonderland o de pasar al otro !ado del espejo, podria decirte que lo de ahi fuera noes ningun juego, y que ahora todo el mundo ha vuelto a tomarse en serio el sacrificio, Ia lucha por la vida, el sagrado valor del trabajo y de Ia humillacion o la exaltaci6n de la gue-rra. Y site dijera todo esto nadie podria decirme que te estoy enganando. Pero me lo impiden dos cosas. La primera es que dudo que ahi fuera haya una verdadera guerra. Hay un hatajo de canallas y de ventajistas, eso es indiscutible, pero eso no bas-ta para que haya una guerra. A ti esto te pareceni una tonteria, porque que vamos a discutir por las palabras si hay bom-bardeos, gente destripada y ciudades destruidas? Yo, en cam-bio, estoy acostumbrada a pelear por las palabras y, repito, creo que lo que ahora !Iaman guerra nolo es, como lo que ahora !Ia-man trabajo noes trabajo, ni lo que !Iaman sacrificio es sacrifi-cio, ni lo que !Iaman estudios superiores son estudios superio-res. Sera que estoy muy mayor, pero creo que los padres deben ensenar a hablar a sus hijos -en eso consiste su autoridad sobre ellos-, y que aprender a hablar es aprender a !lamar a las cosas por su nombre. Me he esforzado en esto contigo, aunque no se si lo suficiente ni con que resultados. La segunda cosa que me impide decirte todo eso es que no estoy segura de que desenga-nar a alguien sea lo mismo que decide Ia verdad. Tu padre me dice a veces:

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    cion, que no escuches a los padres que acusan a sus hijos ni a los hijos que acusan a sus padres de su infelicidad, ni mucho menos a los buhoneros que ofrecen recetas baratas y nipidas para en-derezar a los hijos descarriados o para encarrilar a los padres mastuerzos, te dire que, cuando lluevan los obuses de hidroge-no 0 de estupidez, pues en verdad no se cuales son mas letales ni si hay diferencia apreciable entre ambos, busques otros ojos en los cuales puedas percibir un destello de lucidez que te avise de que, aunque tu dolor sea tuyo y solo tuyo, y aunque nadie pue-da librarte de el (desconfia de todos los que te ofrezcan por eJ el oro y el moro), el dolor nolo es todo. Yo bien podria decir que mi vida no ha tenido ningun sentido ni ningun valor, que todo ha sido en vano, que todas las empresas en las que me he empe-iiado han fracasado, que mis congeneres han destruido cada una de mis esperanzas y me han privado de toda confianza en mis semejantes; bien podrfa decirlo sino fuera porque, a! menos una vez, he visto unos ojos en los que brillaba una verdad dis-tinta de Ia masacre y de Ia mezquindad, y ese solo instante ha valido por toda mi vida y ha convertido en nada todos mis de-sengaiios y decepciones, y me ha enseiiado a refrme con despre-cio del sacrificio, Ia lucha por Ia vida, el sagrado valor del tra-bajo y de Ia humillacion o Ia exaltacion de Ia guerra, y me ha recordado el significado de Ia felicidad. Esos ojos, querida, son los tuyos, que me encuentro ahora, cuando estoy de vuelta, y que me recuerdan que era lo que yo misma buscaba el dfa que abandone Ia casa de mis padres, esa casa que hoy he vuelto a encontrar en el fondo de tu mirada. Asf que, si no te digo nada, al menos, cuando nos crucemos en el camino, tu en el de ida y yo en el de vuelta, si percibes en mis ojos un temblor insensato de felicidad y de esperanza, un imperdonable deseo de detener Ia Historia y de declarar condonadas todas las deudas y clausu-radas todas las hazaiias, no olvides que eres tu quien los ha ilu-minado con esa luz y buscala ahf fuera, porque si Ia encuentras podras fulminar con ella a quienes quieren hacerte desdichada. Es algo interior y profundo que se nos ha negado siempre, siste-miticamente, durante demasiados aiios.

    No-ficci6n *

    Hay un creciente descredito de la ficcion. Las grandes plumas se pasan poco a poco a la biograffa, a las memorias, al docu-mental, el reportaje o la historia . La presion de la demanda de realidad era ya sensible antes del I I-S, pero a partir de entonces no ha hecho mas que aumentar. Esta es una situacion que -como el pleno empleo, cuya llegada se anuncia de un dfa para otro- es propia de las epocas de gue-rra: en elias, los servicios de (ojo ala terminologfa) inteligencia e informacion contaminan de tal modo las que se teme que, allil con mayor motivo, las ficciones que se divulgan sean pura propaganda. La correcci6n politica, que se va impo-niendo como codigo hegemonico de lectura , es otro sfntoma de lo mismo: tomamos las ficciones como posibles as-tucias del enemigo para infiltrar su perfido mensaje y les impo-nemos la misma censura previa que, durante los conflictos ar-madas, tutela el contenido de los espectaculos para evitar que minen la moral de victoria de la poblacion movilizada. Es posi-ble que los escritores tengan alguna responsabilidad en este es-tado de cosas: algunos de ellos han insistido tanto en la presen-cia de su ego en sus fabulas que han contribuido a que el publico haya perdido casi por completo una distincion que no hace mu-cho era obvia -la que diferencia al autor de su editor, y al escri-tor de sus personajes-, de manera que hoy noes raro que se pre-tenda hacer a un autor o a sus editores responsables, incluso penalmente, de las palabras, acciones y omisiones de sus cria-

    * No-ficci6n , El Pais, II de septiembre de 2004, Babelia n. 668, p. 9

    Moiss

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