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El Calvinismo y la Ciencia El Calvinismo y la Ciencia Por Abraham Kuyper Ex Primer Ministro de los Países Bajos (Capítulo cuatro de su libro Lectures on Calvinism [Conferencias sobre el Calvinismo]. Esta obra consta de seis conferencias dictadas en la Universidad de Princeton bajo los auspicios de la Fundación L. P. Stone.) En mi cuarta conferencia permítanme dirigir su atención hacia el nexo que existe entre el Calvinismo y la Ciencia. Por supuesto que no con el propósito de agotar en una conferencia un tema tan complejo. Solamente les presento aquí cuatro puntos para su cuidadosa consideración; primero, que el Calvinismo impulsó, y no podía ser de otra manera, el amor por la ciencia; segundo, que le restauró a la ciencia su dominio; tercero, que liberó a la ciencia de eslabones no naturales; y cuarto, de qué manera buscó y halló una solución para el inevitable conflicto científico. Entonces, primero que nada: Se halla oculto en el Calvinismo un impulso, una inclinación, un incentivo, a la investigación científica. Es un hecho que la ciencia ha sido impulsada por él, y su principio demanda el espíritu científico. Una página gloriosa de la historia del Calvinismo puede ser suficiente para probar este hecho, antes que entremos más plenamente en la discusión del incentivo hacia la investigación científica que se halla en el Calvinismo como tal. La página de la historia del Calvinismo, o digamos más bien de la humanidad, inigualable en su belleza, a la cual me refiero, es el sitio a Leyden, hace más de trescientos años. Este sitio de Leyden fue de hecho una batalla entre Alva y el Príncipe William sobre el curso futuro de la historia del mundo; y el resultado fue que al final Alva tuvo que retirarse, y que a William el Silencioso se le permitió desplegar el estandarte de la libertad en Europa. Leyden, defendida casi exclusivamente por sus propios ciudadanos, se incorporó a las filas en contra de las mejores tropas de lo que se consideraba en ese tiempo como el mejor ejército del mundo. Tres meses después del comienzo del sitio se agotó el suministro de alimentos. Una hambruna aterradora comenzó a arder con rabia. Los ciudadanos aparentemente condenados se las arreglaron para seguir viviendo a costa de perros y ratas. Esta hambruna negra pronto fue seguida por la muerte o la peste negra, que arrasó con una tercera parte de los habitantes. Los Españoles les ofrecieron la paz y el perdón a las personas en agonía; pero Leyden, recordando la mala fe del enemigo en su tratamiento de Naarden y Haarlem, respondieron audazmente y con orgullo: Si es necesario, estamos listos a consumir nuestros brazos izquierdos, y a defender con nuestros brazos derechos a nuestras esposas, nuestra libertad y nuestra religión en contra tuya, oh tirano. De modo que perseveraron. Pacientemente esperaron la llegada del Príncipe de Orange para que levantara el sitio... pero... el príncipe tenía que esperar en Dios. Los diques de la provincia de Holanda habían sido cortados; los campos alrededor de Leyden estaban inundados; una armada estaba lista para apresurar la ayuda a Leyden; pero el viento se llevaba el agua de regreso, impidiendo que la flota navegara por las lagunas poco profundas. Dios estaba tratando a su pueblo muy severamente. Sin embargo, al fin, el 1

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El Calvinismo y la CienciaEl Calvinismo y la Ciencia

Por Abraham KuyperEx Primer Ministro de los Países Bajos

(Capítulo cuatro de su libro Lectures onCalvinism [Conferencias sobre el

Calvinismo]. Esta obra consta de seisconferencias dictadas en la Universidad

de Princeton bajo los auspicios de laFundación L. P. Stone.)

En mi cuarta conferencia permítanmedirigir su atención hacia el nexo queexiste entre el Calvinismo y la Ciencia.Por supuesto que no con el propósito deagotar en una conferencia un tema tancomplejo. Solamente les presento aquícuatro puntos para su cuidadosaconsideración; primero, que elCalvinismo impulsó, y no podía ser deotra manera, el amor por la ciencia;segundo, que le restauró a la ciencia sudominio; tercero, que liberó a la cienciade eslabones no naturales; y cuarto, dequé manera buscó y halló una soluciónpara el inevitable conflicto científico.

Entonces, primero que nada: Se hallaoculto en el Calvinismo un impulso, unainclinación, un incentivo, a lainvestigación científica. Es un hecho quela ciencia ha sido impulsada por él, y suprincipio demanda el espíritu científico.Una página gloriosa de la historia delCalvinismo puede ser suficiente paraprobar este hecho, antes que entremosmás plenamente en la discusión delincentivo hacia la investigación científicaque se halla en el Calvinismo como tal.La página de la historia del Calvinismo, odigamos más bien de la humanidad,inigualable en su belleza, a la cual merefiero, es el sitio a Leyden, hace más detrescientos años. Este sitio de Leyden fuede hecho una batalla entre Alva y elPríncipe William sobre el curso futuro de

la historia del mundo; y el resultado fueque al final Alva tuvo que retirarse, y quea William el Silencioso se le permitiódesplegar el estandarte de la libertad enEuropa. Leyden, defendida casiexclusivamente por sus propiosciudadanos, se incorporó a las filas encontra de las mejores tropas de lo que seconsideraba en ese tiempo como el mejorejército del mundo. Tres meses despuésdel comienzo del sitio se agotó elsuministro de alimentos. Una hambrunaaterradora comenzó a arder con rabia. Losciudadanos aparentemente condenados selas arreglaron para seguir viviendo a costade perros y ratas. Esta hambruna negrapronto fue seguida por la muerte o lapeste negra, que arrasó con una terceraparte de los habitantes. Los Españoles lesofrecieron la paz y el perdón a laspersonas en agonía; pero Leyden,recordando la mala fe del enemigo en sutratamiento de Naarden y Haarlem,respondieron audazmente y con orgullo:Si es necesario, estamos listos a consumirnuestros brazos izquierdos, y a defendercon nuestros brazos derechos a nuestrasesposas, nuestra libertad y nuestra religiónen contra tuya, oh tirano. De modo queperseveraron. Pacientemente esperaron lallegada del Príncipe de Orange para quelevantara el sitio... pero... el príncipe teníaque esperar en Dios. Los diques de laprovincia de Holanda habían sidocortados; los campos alrededor de Leydenestaban inundados; una armada estabalista para apresurar la ayuda a Leyden;pero el viento se llevaba el agua deregreso, impidiendo que la flota navegarapor las lagunas poco profundas. Diosestaba tratando a su pueblo muyseveramente. Sin embargo, al fin, el

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primero de Octubre, el viento cambió conrumbo hacia el Oeste, y, empujando lasaguas hacia arriba, permitió que la flotallegara a la ciudad asediada. Entonces losEspañoles huyeron aprisa para escapar dela marea que subía. El tres de Octubre laflota entró al puerto de Leyden, y al serlevantado el sitio Holanda y Europafueron salvadas. La población, todos casimedio muertos de hambre, apenas podíanconducirse a sí mismos, sin embargo,como un solo hombre, se fueronrenqueando de la mejor manera quepudieron a la casa de oración. Allí todoscayeron de rodillas y le dieron gracias aDios. Pero cuando trataron de expresar sugratitud en salmos de alabanza sehallaban casi sin voz, y los tonos de sucanto se disiparon en medio de sollozos yllantos de gratitud.

Mirad lo que llamo una página gloriosaen la historia de la libertad, escrita consangre, y si ahora me preguntáis, ¿quétiene que ver esto con la ciencia?, he aquíla respuesta: En reconocimiento de talcoraje patriótico, los Estados de Holandano le presentaron a Leyden un puñado detítulos de nobleza, u oro, u honor, sinocon una Escuela de Ciencias – launiversidad de Leyden – reconocida entodo el mundo. El Alemán no essobrepasado por ninguno en el orgullo desu gloria científica, y sin embargo, nadamenos que un hombre como Niebuhr hatestificado, “que la junta rectora de laUniversidad de Leyden es el salón másmemorable de ciencia.” Los estudiososmás capaces se vieron inducidos a llenarlas cátedras ampliamente dotadas.Scaliger fue transportado desde Franciacomo un soldado. Salmasius vino aLeyden bajo el convoy de un escuadróncompleto. ¿Por qué tendría que darles lalarga lista de nombres de los príncipes deciencia, de los gigantes del aprendizaje,quienes han llenado Leyden con el brillo

de su reconocimiento, o decirles comoeste amor por la ciencia, brotando desdeLeyden, ha calado en toda la nación?Vosotros conocéis a los Lipsii, a losHemsterhuizen, a los Boerhaves.1 Ustedessaben que en Holanda se inventaron eltelescopio, el microscopio y eltermómetro;2 y de este modo se hizoposible la ciencia empírica, digna de sunombre. Es un hecho innegable que losPaíses Bajos Calvinistas tenían amor porla ciencia y la fomentaban. Pero la pruebamás evidente, la más convincente, se hallasin duda en el establecimiento de laUniversidad de Leyden. Recibir como larecompensa más alta una Universidad deCiencias en un momento cuando, en unabatalla aterradora, el curso de la historiadel mundo fue cambiado por vuestroheroísmo es concebible únicamente entreun pueblo en cuya misma vida se halleinvolucrado el principio del amor por laciencia.

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Y ahora abordo el principio en sí. Puesno es suficiente estar familiarizado con elhecho, también debo mostrarles porqué esque el Calvinismo no puede dejar defomentar el amor por la ciencia. Y nopenséis que es extraño cuando señalo aldogma Calvinista de la predestinacióncomo el motivo más fuerte en aquellos

1 Justus Lipsius, 1547-1606, lingüista, crítico yhumanista R. C. Era a su vez Luterano,Reformado, y una vez más Católico Romano. Almomento de su muerte era historiador del rey deEspaña. Tiberius Hermsterhuis, filólogo, 1685-1766; F. Hemsterhuis, sobrino de Tiberio, 1721-1790, filósofo, moralista. Herman Boerhave, muyfamoso como médico, 1668-1738.2 La invención del telescopio se le atribuye aLipperhey de Middelburg alrededor del 1600; elmicroscopio a Z. Cansen (1590), y el termómetro,lo mismo que el barómetro, a C. Drebbel. Drebbel,en 1619, exhibió el microscopio compuesto deJansen a Jacobo I. Anton van Leeuwenhoek, 1632-1723, fue uno de los pioneros microscopistas másexitosos.

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días para el cultivo de la ciencia en unsentido más alto. Pero para evitar losmalos entendidos permítanme primeroexplicar qué significa aquí el término“ciencia.”

Hablo de la ciencia humana como untodo, no lo que se llama entre vosotros“ciencias,” o como lo expresan losFranceses “las ciencias exactas.” Niegoespecialmente que el mero empiricismo,en sí mismo, sea una ciencia perfecta.Incluso el microscopio de más alto poder,y la investigación telescópica del máslargo alcance no son sino percepcionescon ojos ampliados y reforzados. Esto setransforma en ciencia cuando sedescubren en los fenómenos específicos,percibidos por el empiricismo, una leyuniversal, y de ese modo llegan alpensamiento que gobierna la constelacióntotal de fenómenos.3 De esta manera seoriginan las ciencias especiales; peroincluso en ellas la mente humana nopuede asentir de manera irrestricta. Eltema-tópico de las varias ciencias debeser agrupado bajo una cabeza y ser puestobajo la influencia de un principio pormedio de la teoría o la hipótesis, yfinalmente la Sistemática, como la reinade las ciencias, sale de su tienda paraentretejer todos los diferentes resultadosen un todo orgánico. Es verdad, yo sé, quela rimbombante palabra de DuboisRaymond Ignorabimus ha sido usada pormuchos para hacer parecer comoimposible que nuestra sed por la cienciaen el sentido más elevado vaya jamás aser saciada, y que el Agnosticismo,lanzando una cortina en el trasfondo y

3 En su Enciclopedia de Teología, II, p. 29, el Dr.K. define ciencia como un impulso en el espírituhumano de que el cosmos, con el cual estárelacionado orgánicamente, puede ser efectuadoplásticamente en nosotros, de acuerdo a susmomentos, (causas, cosas generadoras), y quepuede ser comprendido lógicamente en susrelaciones. Cf. p. 168.

sobre el abismo de la vida, está satisfechocon un estudio de los fenómenos de lasvarias ciencias; pero hace algún tiempo, lamente humana comenzó a desquitarse deeste vandalismo espiritual. La cuestiónacerca del origen, la interconexión ydestino de todo cuanto existe no puedenser suprimidas; y el veni, vidi, vici con elque la teoría de la evolución con plenavelocidad ocupó el territorio en todos loscírculos, hostil a la Palabra de Dios, yespecialmente entre nuestros naturalistas,es una prueba convincente de cuántonecesitamos una unidad de visión.

Ahora, ¿Cómo entonces podemoscomprobar que el amor por la ciencia enese sentido más alto, que busca unaunidad en nuestra organización de todo elcosmos, se asegura de manera efectivapor medio de nuestra creencia Calvinistaen la pre-ordenación de Dios? Si queréisentender esto tenéis que ir de regresodesde la predestinación al decreto de Diosen general. Esto no es asunto de opción;al contrario, es algo que debe hacerse. Lacreencia en la predestinación no es sino lapenetración del decreto de Dios envuestra propia vida personal; o, si lopreferís, el heroísmo personal de aplicarla soberanía de Dios decretando Suvoluntad a vuestra propia existencia.Significa que no estamos satisfechos conuna mera profesión de palabras, sino queestamos dispuestos a establecernos confirmeza por nuestra confesión tanto conrespecto a esta vida como a la vida porvenir. Es una prueba de honestidad, deuna inamovible firmeza y solidez ennuestras expresiones concernientes a launidad de la Voluntad de Dios, y de lacerteza de Sus operaciones. Es una acciónde gran valentía porque le coloca bajo lasospecha de los de elevada mentalidad.Pero si procedéis ahora hacia el decretode Dios, ¿Qué otra cosa significa la pre-ordenación de Dios que la certeza de que

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la existencia y curso de todas las cosas,i.e., del cosmos en su totalidad, en lugarde ser un juguete del capricho y el azar,obedece la ley y el orden, y que existe allíuna firma que llevará a cabo sus designiostanto en la naturaleza como en la historia?Ahora, ¿No estáis de acuerdo conmigo deque esto obliga a nuestra mente a laconcepción indisoluble de una unidad quelo abarca todo, y la aceptación de unprincipio por el cual todo es gobernado?Nos obliga al reconocimiento de algo quees general, oculto y no obstante expresadoen aquello que es especial. Sí, nosconstriñe a la confesión de que debe haberuna estabilidad y una regularidadgobernando sobre todo. Así reconocéisque el cosmos, en lugar de ser una pila depiedras, unidas sin ningún sentido, por elcontrario se presenta a nuestra mentecomo un edificio monumental erigido enun estilo severamente consistente. Siabandonáis este punto de vista, entonceses incierto, en cualquier momento, lo queha de ocurrir, qué rumbo pueden tomarlas cosas, lo que cada mañana y cadatarde pueden depararle a usted, a sufamilia, a su país y al mundo en general.Entonces, la voluntad caprichosa delhombre será el punto de interés principal.Todo hombre puede entonces escoger yactuar a cada momento de cierta manera,pero también es posible que pueda hacerexactamente lo opuesto. Si esto fuese así,no podría Ud. contar con nada. No hayinterconexión, no hay desarrollo, no haycontinuidad; una crónica, pero no historia.Y ahora, decidme, ¿Qué sucede con laciencia en tales condiciones? Aún puedeUd. hablar del estudio de la naturaleza,pero el estudio de la vida humana se haconvertido en algo ambiguo e incierto.Entonces nada, excepto meros hechos,son los que pueden ser determinados, lainterconexión y el plan ya no tienen unlugar en la historia. La historia seextingue.

No propongo, ni por un momento, queentremos ahora mismo en una discusiónacerca del libre albedrío del hombre. Notenemos tiempo para ello. Pero es unhecho que el desarrollo más amplio de laciencia en nuestro tiempo casi ha decididode manera unánime a favor delCalvinismo con respecto a la antítesisentre la unidad y la estabilidad del decretode Dios, que el Calvinismo profesa, y lasuperficialidad y la flaccidez queprefirieron los Arminianos. Los sistemasde los grandes filósofos modernos están,casi de manera unánime, a favor de launidad y la estabilidad. La Historia de laCivilización en Inglaterra de Buckle hatenido éxito probando el orden firme delas cosas en la vida humana con unafuerza demostrativa sorprendente y casimatemática. Lombroso, y toda su escuelade criminalistas, se colocan a sí mismosen posición de ser cuestionadospúblicamente – si fuese necesario – eneste sentido, moviéndose en las líneas deargumentación Calvinistas. Y la hipótesismás reciente, la de las leyes de la herenciay la variación, que controlan toda laorganización de la naturaleza, y que noadmiten excepción alguna en el campo dela vida humana, ya sido ya aceptada como“el credo común” por todos losevolucionistas. Aunque me abstengo eneste momento de cualquier crítica ya se deestos sistemas filosóficos o de esashipótesis naturalistas, al menos mucho sedemuestra claramente por parte de ellos,de que el desarrollo total de la ciencia ennuestra era presupone un cosmos que noes presa de las alucinaciones del azar,sino que existe y se desarrolla a partir deun principio, de acuerdo a un orden firme,teniendo como blanco un plan fijo. Estaes una afirmación que está, comoclaramente se ve, diametralmente opuestaal Arminianismo, y en completa armoníacon la creencia Calvinista de que existe

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una Suprema voluntad en Dios, la causade todas las cosas existentes, sujetándolasa ordenanzas fijas y dirigiéndolas hacia unplan pre-establecido. Los Calvinistasnunca han pensado que la idea del cosmosyace en la preordenación de Dios comoun agregado a los decretos conjuntados demanera holgada, sino que siempre hansostenido que el todo formó un programaorgánico de toda la creación y de toda lahistoria. Y así como un Calvinista mira eldecreto de Dios como el fundamento yorigen de las leyes naturales, de la mismamanera también encuentra en ello elfundamento firme y el origen de toda leymoral y espiritual; ambas, las leyesnaturales tanto como las espirituales,formando juntas un orden superior, elcual existe de acuerdo al mandamiento deDios y donde el consejo de Dios serállevado a cabo en la consumación de Suplan eterno y global.

La fe en tal unidad, estabilidad y ordende las cosas, personalmente conocidascomo predestinación, cósmicamente,como el consejo del decreto de Dios, nopodría sino despertar con voz muy alta, yvigorosamente promover el amor por laciencia. Sin una profunda convicción deesta unidad, este orden y esta estabilidad,la ciencia es incapaz de ir más allá demeras conjeturas, y solamente cuando hayuna fe en la interconexión orgánica delUniverso, habrá también una posibilidadpara que la ciencia ascienda desde lainvestigación empírica de los fenómenosespeciales hacia los generales, y desde logeneral a la ley que gobierna sobre todo, ydesde esa ley al principio, aquel que esdominante sobre todo. La información,que es absolutamente indispensable paratoda ciencia superior, se halla al alcanceúnicamente bajo esta suposición.Recuerde el hecho que aquellos díascuando el Calvinismo se abrió para símismo un sendero en la vida, el

semipelagianismo vacilante habíaembotado esta convicción de unidad,estabilidad y orden en tal grado queincluso Tomás de Aquino perdió muchade su influencia, mientras que losEscotistas, los Místicos y los Epicúreosrivalizaban unos con otros en susesfuerzos por privar a la mente humana desu curso firme. ¿Y quién hay que noperciba cuál impulso totalmente nuevopara asumir la investigación científicatenía que crecer a partir del recién nacidoCalvinismo? El cual, con un poderosoentendimiento produjo orden en el caos,poniendo bajo disciplina una licenciaespiritual tan peligrosa, poniendo fin aaquel titubeo entre dos o más opiniones, ymostrándonos, en lugar de las brumas queiban y venían, el cuadro de un poderosomanantial que bajaba de la montaña,tomando su curso a lo largo de un lechobien regulado hacia un océano queesperaba recibirlo. El Calvinismo hapasado a través de muchas fieras batallasa causa de su apego al consejo del decretode Dios. Una y otra vez parecía estarcerca del borde de la destrucción. ElCalvinismo ha sido injuriado y difamadoa causa de ello, y cuando se rehusó aexcluir incluso nuestra acción pecaminosadel plan de Dios, porque sin ello elprograma del orden del mundo sería unavez más desgarrado en pedazos, nuestrosoponentes no retrocedieron de acusarnosde convertir a Dios en el autor del pecado.No sabían lo que hacían. A través delbuen reporte y del mal reporte elCalvinismo ha sostenido firmemente suconfesión. No se ha permitido el serprivado, por la mofa y el escarnio, de lafirme convicción de que toda nuestra vidadebe hallarse bajo el influjo de la unidad,la solidez y el orden, establecidos porDios mismo. Esto explica su necesidad deunidad de comprensión, firmeza deconocimiento, orden en su cosmovisión,impulsadas entre nosotros, incluso en los

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círculos amplios de la gente común, y estarazón manifiesta es la razón por la cualfue despertada una sed de conocimiento,que en aquellos días no se satisfacía enninguna parte en una medida másabundante que en los países Calvinistas.Esto explica porqué en los escritos deaquellos días se encuentra usted con taldeterminación, tal energía depensamiento, tal visión tan global de lavida. Incluso me aventuro a decir, que enlas memorias de las mujeres nobles deaquel siglo y en la correspondencia de losno letrados, se manifiesta una unidad decosmovisión y visión de la vida, queimprimió un sello científico en latotalidad de su existencia. Íntimamenteconectado con esto se halla también elhecho de que nunca favorecieron la asíllamada primacía de la voluntad.Requerían, en su vida práctica, la brida deuna clara conciencia, y en esta concienciael liderazgo no se entregaba al humorbarato ni al capricho, a la fantasía o alazar, sino únicamente a la majestad delprincipio más elevado, en el queencontraban la explicación de suexistencia y al que estaba consagrada latotalidad de sus vidas.

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Dejo ahora mi primer punto, que elCalvinismo impulsó el amor por laciencia, con el objeto de avanzar hacia elsegundo, que el Calvinismo le restauró ala ciencia su dominio. Lo que quiero decires que la ciencia cósmica se originó en elmundo Greco-Romano; que en la edadmedia el cosmos se desvanecía detrás delhorizonte para llamar la atención de todosa los suspiros distantes de la vida futura, yque fue el Calvinismo el que, sin perderde vista lo espiritual, condujo a unarehabilitación de las ciencias cósmicas. Sifuésemos obligados a escoger entre elhermoso sabor cósmico de Grecia con su

ceguera por las cosas eternas, y la edadmedia con su ceguera para las cosascósmicas, pero con su amor místico porCristo, entonces ciertamente todo hijo deDios en su lecho de muerte le tendería laspalmas a Bernardo de Clairvaux y aTomás de Aquino en lugar en lugar dehacerlo a Heráclito y Aristóteles. Elperegrino que camina por el mundo sinpreocuparse por su preservación ydestino, nos presenta una figura más idealque la mundana Grecia que buscaba lareligión en la adoración de Venus, deBaco, y que se agasajaba en la adoraciónal héroe, corrompía su honor comohombre en la veneración de lasprostitutas, y por último se hundía másbajo que las bestias en la pedofilia. Por lotanto, que se entienda bien que deninguna manera sobrevaloro el mundoclásico, en detrimento del brillo celestialque resplandeció a través de toda labruma de la edad media. Pero no obstantetodo esto afirmo y mantengo queAristóteles sabía más del cosmos quetodos los padres de la iglesia juntos; quebajo el dominio del Islam floreció unamejor ciencia cósmica que en la catedral yen las escuelas monásticas de Europa; quela recuperación de los escritos deAristóteles fue el primer incentivo para unestudio renovado, aunque más biendeficiente; y que solo el Calvinismo, pormedio de su principio dominante, queconstantemente nos exhorta a ir deregreso de la Cruz a la Creación, y nomenos por medio de su doctrina de lagracia común, ahora iluminada por el Solde Justicia, de Quien la Escritura testificaque Él se hallan escondidos todos lostesoros de la sabiduría y el conocimiento.Hagamos una pausa para considerarprimero que el principio general delCalvinismo y luego el dogma de la“gracia común.”

Todos concuerdan en que la religión

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Cristiana es sustancialmentesoteriológica. “¿Qué debo hacer para sersalvo?” sigue siendo, a través de todas lasedades, la pregunta del investigadoransioso, a la que, por encima de todo lodemás, se le debe dar una respuesta. Estapregunta es ininteligible para aquellos quese rehúsan a ver el tiempo a la luz de laeternidad, y que están acostumbrados apensar en esta tierra sin conexiónorgánica y moral con la vida por venir.Pero, claro está, cada vez que doselementos aparecen, como en este caso elpecador y el santo, lo temporal y loeterno, la vida terrestre y la vida celestial,siempre hay peligro de perder de vista suinterconexión y de falsificarlos a ambospor medio del error o la parcialidad. LaCristiandad, se debe confesar esto, noescapó de este error. Una concepcióndualista de la regeneración fue la causa dela ruptura entre la vida de la naturaleza yla vida de gracia. Ha descuidado, a causade su intensa contemplación de las cosascelestiales, darle la debida atención almundo de la creación de Dios. Ha idohacia atrás, debido a su amor exclusivo delas cosas eternas, en el cumplimiento desus responsabilidades temporales. Hadescuidado el cuidado del cuerpo porquecuidó con demasiada exclusividad elalma. Y esta concepción parcializada einarmónica, en el curso del tiempo, hallevado a más de una secta a unaadoración mística solo de Cristo, con laexclusión de Dios el Padre Todopoderoso,Creador del cielo y de la tierra. Cristofue concebido exclusivamente como elSalvador, y se perdió de vista Susignificado cosmológico.

Sin embargo, este dualismo no estolerado, de ninguna manera, por lasSantas Escrituras. Cuando Juan estádescribiendo al Salvador, primero nosdice que Cristo es la “Palabra eterna, porQuien todas las cosas son hechas, y quien

es la vida de los hombres.” Pablo tambiéntestifica que “todas las cosas fueroncreadas por Cristo y por Él subsisten;” yademás, que el objeto de la obra deredención no está limitada a la salvaciónde los pecadores individuales, sino que seextiende a la redención del mundo, y a lareunión orgánica de todas las cosas en loscielos y en la tierra bajo Cristo como sucabeza original. Cristo mismo no hablasolamente de la regeneración de la tierra,sino también de una regeneración delcosmos (Mat. 19:28). Pablo declara:“Toda la creación gime esperando lamanifestación gloriosa de los hijos deDios.” Y cuando Juan en Patmos escuchólos himnos de los Querubines y de losRedimidos, todo el honor, la alabanza ylas gracias fueron dadas a Dios, “Quienha creado el cielo y la tierra.” ElApocalipsis regresa al punto de partida deGénesis 1:1 – “En el principio creó Dioslos cielos y la tierra.” De conformidadcon esto el resultado final del futuro,prefigurado en las Sagradas Escrituras, noes la mera existencia espiritual de lasalmas salvadas, sino la restauración detodo el cosmos, cuando Dios será todo entodos bajo el cielo renovado y la tierrarenovada. Ahora, este significado amplio,global y cósmico del evangelio ha sidocaptado una vez más por Calvino, captadono como resultado de un procesodialéctico, sino a partir de la profundaimpresión de la majestad de Dios, la cualha moldeado su vida personal.

Ciertamente nuestra salvación tiene unpeso sustancial, pero no puedecompararse con el peso mucho mayor dela gloria de nuestro Dios, Quien harevelado Su majestad en Su maravillosacreación. Esta creación es Su obra, y alser estropeada por el pecado se abrió elcamino, es verdad que para unarevelación más gloriosa en surestauración, no obstante la restauración

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es y siempre será la salvación de aquelloque primero fue creado, la teodicea de laobra original de nuestro Dios. La obramediadora de Cristo es y siempre será eltema principal del gran himno de laslenguas de los hombres y las voces de losángeles, pero incluso esta obra mediadoratiene como su fin último la gloria delPadre; y a pesar de lo grande que puedaser el esplendor del reino de Cristo, Él, alfinal, la rendirá a Dios el Padre. Él es aúnnuestro Abogado para con el Padre, peroviene la hora cuando Su oración pornosotros cesará, porque sabremos en esedía que el Padre nos ama. De ese modo,por supuesto, el Calvinismo le pone fin deuna vez por todas al desprecio por elmundo, el descuido y sub-valoración delas cosas cósmicas. La vida cósmica harecobrado su valor no a expensas de lascosas eternas, sino en virtud de sucapacidad de ser la obra de las manos deDios y como una revelación de losatributos de Dios.

Dos hechos pueden bastar paraimpresionarle con la verdad de esto.Durante la terrible plaga que una vezdevastó Milán, el amor heroico delCardenal Borromeo4 brillóesplendorosamente en la valentía quemanifestó en sus servicios ministeriales aaquellos que agonizaban; pero durante laplaga, que en el siglo dieciséis atormentóGinebra, Calvino actuó mejor y mássabiamente, pues no solamente cuidóincesantemente de las necesidadesespirituales de los enfermos, sino que almismo tiempo introdujo, de ahí enadelante, medidas higiénicas sin parangóncon las cuales fueron detenidos losestragos de la plaga. El segundo hecho alque llamo su atención no es menosdestacado. El predicador Calvinista Peter

4 Frederick Borromeo (1564-1631) cardenal,arzobispo de Milán. Durante la hambruna y pestede Milán alimentó a 2,000 pobres diariamente.

Plancius5 de Ámsterdam era un oradorelocuente, un pastor inigualable en laconsagración a su trabajo, destacado en labatalla eclesiástica de sus días, pero almismo tiempo era el oráculo de losdueños de naves y capitanes marinosdebido a su extenso conocimientogeográfico. La investigación de las líneasde longitud y latitud de globo terrestreformaron, en su trabajo, un todo con lainvestigación de la longitud y la anchuradel amor de Cristo. Se vio a si mismoubicado ante dos obras de Dios, una en lacreación, la otra en Cristo, y en ambasadoró aquella majestad del DiosTodopoderoso, que transportaba su almaal éxtasis. En este sentido es digno denotar que nuestras mejores ConfesionesCalvinistas hablan de dos medios por loscuales conocemos a Dios, viz., lasEscrituras y la Naturaleza. Y aún másnotorio es que Calvino, en vez de tratarsimplemente a la Naturaleza como unartículo accesorio como tantos Teólogosse hallaban inclinados a hacer, estabaacostumbrado a comparar las Escriturascon un par de lentes, capacitándonos paradescifrar una vez más los Pensamientosdivinos, escritos por la Mano de Dios enel libro de la Naturaleza, que habíallegado a cerrarse a causa de la maldición.De esta manera se disipaba cualquierposibilidad espantosa de que cualquieraque se ocupara con la naturaleza estabadesperdiciando sus capacidades en buscade cosas vanas e infructuosas. Se percibía,por el contrario, que por causa de Diosnuestra atención no podía retraerse de lavida de la naturaleza y la creación; elestudio del cuerpo recuperó su lugar dehonor al lado del estudio del alma; y laorganización social de la humanidad en latierra fue vista una vez más como biendigna de ser objeto de la ciencia humanaasí como la congregación de los santos

5 Petrus Plancius, 1622, St. Steven le llamó “letres-docte geograph.”

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perfectos en el cielo. Esto explica tambiénla relación cercana existente entre elCalvinismo y el Humanismo. Pues entanto que el Humanismo se dio a la tareade sustituir lo eterno por la vida en estemundo, así todo Calvinista se ha opuestoal Humanista. Pero, en tanto que elHumanista se ha contentado con unaexcusa para obtener un conocimientoapropiado de la vida secular, el Calvinistafue su aliado.

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Ahora procedo a considerar el dogmade la “gracia común,” aquel resultadonatural del principio general que os acabode presentar, pero en su aplicaciónespecial al pecado, entendido como lacorrupción de nuestra naturaleza. Elpecado coloca delante de nosotros unenigma, que en sí mismo es indescifrable.Si mira el pecado como un veneno mortal,como enemistad contra Dios, comollevando a la condenación eterna, y sirepresenta al pecador como alguien que es“plenamente capaz de hacer cualquierbien, e inclinado a hacer el mal,” y quepor esta causa es salvable solamente siDios por medio de la regeneración cambiasu corazón, entonces parece - como pornecesidad - todas las personas nocreyentes y no regeneradas debiesen serhombres malvados y repulsivos. Pero éstaestá lejos de ser nuestra experiencia en lavida real. Por el contrario, el mundo nocreyente sobresale en muchas cosas.Tesoros preciosos han llegado a nosotrosdesde la antigua civilización pagana. EnPlantón encuentra páginas que son dignasde ser devoradas. Cicerón fascina yembelesa por su tono noble y estimulasantos sentimientos en usted. Y si tomaen consideración su propio entorno, aquelsobre el que Ud. recibe informes, y delque deriva de los estudios y de las

producciones literarias de quienes soninfieles profesantes, ¿Cuánto hay allí quele atrae, con lo que simpatiza y admira?No es exclusivamente la chispa del genioo el esplendor del talento, lo que incita suplacer en las palabras y acciones de los nocreyentes, sino que es a menudo subelleza de carácter, su cero, su devoción,su amor, su franqueza, su fidelidad y susentido de honestidad. Claro, puede serque no pasemos por todo esto en silencio,no es poco frecuente que considere eldeseo de que ciertos creyentes pudiesentener más de este atractivo, ¿y quién entrenosotros no se ha ruborizadoocasionalmente al ser confrontado con loque ha recibido el nombre de las “virtudesde los paganos”?

Así que es un hecho que su dogma dela depravación total por el pecado nosiempre coincide con su experiencia en lavida. No obstante, si ahora corre en ladirección opuesta y procede a partir deestos hechos experimentales no debeusted olvidar que toda su confesiónCristiana cae a tierra, pues entonces ustedestá considerando la naturaleza humanacomo buena e incorruptible; a los villanoscriminales se les debe tener lástima y hande ser considerados como éticamenteinsensatos; la regeneración es totalmentesuperficial si el objetivo es vivir demanera honorable; y su idea de la graciamás elevada parece ser nada más quejugar con una medicina, la que a menudoprueba ser totalmente inefectiva. Cierto,algunas personas evaden esta situaciónincómoda hablando de las virtudes de losno creyentes como “vicios espléndidos,”y, por otro lado, culpando al viejo Adánde los pecados de los creyentes, y aún asíusted siente que esto es un subterfugioque carece de seriedad.

Roma trató de encontrar una mejor víade escape en la bien conocida doctrina de

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la pura naturalia. Los Romanistasenseñaban que existían dos esferas devida, la terrenal o la meramente humanade aquí abajo, y la celestial, más elevadaque la humana como tal; la última ofrecíalos deleites celestiales en lacontemplación de Dios. Ahora, Adán, deacuerdo con esta teoría, fue bienpreparado por Dios para ambas esferas,para la esfera de la vida por la naturalezaque Él le había dado, y para la extra-común otorgándole el don sobrenatural dela justicia original. En este sentido Adánestaba doblemente equipado para la vidanatural lo mismo que para la celestial. Porla caída perdió la última, pero no así laprimera. Su equipamiento natural para suvida terrenal quedó casi sin ser afectada.Es cierto, la naturaleza humana fuedebilitada, pero como un todo siguióteniendo su integridad. Los atributosnaturales de Adán siguieron siendo suposesión después de la caída. Esto lesexplica a ellos porqué es que el hombrecaído a menudo destaca en el ordennatural de la vida, la que es, de hecho,puramente humana. Usted percibe queeste es un sistema que trata de reconciliarel dogma de la caída con el estado real delas cosas alrededor de nosotros, y sobreextraordinaria antropología se fundamentala totalidad de la religión Católica.Solamente dos cosas son defectuosas eneste sistema, por un lado carece de laprofunda concepción Escritural delpecado, y por el otro yerra por la sub-valoración de la naturaleza humana, quees resultado del primer error. Este es elfalso dualismo, la cual señalé en unaConferencia previa, en el carnaval. En esemomento el mundo es disfrutado una vezmás de manera plena, antes que uno seintroduzca en el Caro vale, pero despuésdel Carnaval, con el objeto de salvar elideal, continúa, por un corto período detiempo, la elevación espiritual en lasesferas más elevadas de la vida. Por esta

razón el clero, cortando el vínculo terrenalen el celibato, se clasifica en un rangomás elevado que el laicado, y una vezmás, el monje, quien también renuncia alas posesiones terrenales y su sacrifica supropia voluntad, se encuentra,considerado éticamente, en un nivel másalto que el clero. Y finalmente, laperfección más elevada se halla en elestilita quien, montado sobre su columna,renuncia a todo lo terrenal, o por elpenitente aún más silencioso quien seconfina en su caverna subterránea.Horizontalmente, si puedo usar estaexpresión, el mismo pensamientoencuentra expresión en la separación entreel campo sagrado y el campo secular.Todo lo que no sea aceptado o que no sehalle baje el cuidado de la iglesia es vistocomo de carácter inferior, y el exorcismoen el bautismo nos dice que estas cosasinferiores realmente son impuras. Ahora,es evidente que tal punto de vista noinvitaba a los Cristianos a hacer unestudio de las cosas terrenales. Nada sinoun estudio que tuviese relación con laesfera de las cosas celestiales y lacontemplación podía atraer a aquellosquienes, bajo tal estandarte, habíanmontado guardia en el santuario del ideal.

A esta concepción de la condiciónmoral del hombre caído se ha opuesto enprincipio el Calvinismo, por un ladotomando nuestra concepción del pecadoen el sentido más absoluto, y por el otroexplicando aquello que es bueno en elhombre caído por el dogma de la graciacomún. El pecado, según el Calvinismo,lo que está totalmente de acuerdo con lasSagradas Escrituras, el pecado irrestrictoy sin grilletes, dejado sin control, habríallevado inmediatamente a unadegeneración total de la vida humana,como puede inferirse de lo que se ve enlos días anteriores al diluvio. Pero Diosfrenó el pecado en su curso con el objeto

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de prevenir la completa aniquilación deSu divina obra, lo que naturalmentehubiese seguido. Él ha interferido en lavida del individuo, en la vida de lahumanidad como un todo, y en la vida dela misma naturaleza por medio de Sugracia común. Esta gracia, sin embargo,no mata la médula del pecado, ni salvapara vida eterna, sino que frena lacompleta efectuación del pecado, asícomo la perspicacia humana frena la furiade las bestias salvajes. El hombre puedeimpedir que la bestia haga daño: primero,poniéndola en una jaula; segundo, puedesujetarla a su voluntad domesticándola; ytercero, puede convertirla en una bestiaatractiva domesticándola, e.g.,transformando al perro y al gatooriginalmente salvajes en animalesdomésticos. De manera similar Dios, pormedio de Su “gracia común,” restringe laoperación del pecado en el hombre,rompiendo parcialmente su poder,domesticando parcialmente su espíritumalvado, y domesticando parcialmente sunación o su familia. De este modo lagracia común ha conducido al resultadode que un pecador no regenerado puedecautivarnos y atraernos por medio demucho de lo que es encantador y lleno deenergía, así como sucede con nuestrosanimales domésticos, pero esto, claroestá, de acuerdo a la manera del hombre.Sin embargo, la naturaleza del pecadosigue siendo tan venenosa como siempre.Esto se ve en el gato que, llevado devuelta a los bosques regresa a su anteriorestado salvaje luego de dos generaciones,y una experiencia similar se ha visto conrespecto a la naturaleza humana, justoahora, en Armenia y Cuba. Aquel que leauna narración de las masacres de SanBartolomé se inclina fácilmente aresponsabilidad de estos errores al bajoestado de la cultura en aquellos días,¡pero mirad! nuestro siglo diecinueve hasuperado estos horrores por medio de las

masacres en Armenia. Y aquel que hayaleído una descripción de las crueldadescometidas por los Españoles en el siglodieciséis en las villas y ciudades de losPaíses Bajos en contra de ancianosindefensos, mujeres y niños, y luegoescuche las noticias de lo que ha ocurridoahora en Cuba, no puede dejar dereconocer que, lo que fue una desgraciaen el siglo dieciséis, se ha repetido en elsiglo diecinueve. Donde el mal no sale ala superficie, o no se manifiesta con todosu espanto, no se lo debemos al hecho deque nuestra naturaleza no es tanprofundamente corrupta, sino únicamentea Dios, Quien por Su “gracia común”dificulta la explosión de las llamas quesalen del fuego humeante. Y si Ud.pregunta cómo es posible, que de talrestricción del mal pueda brotar aquelloque atrae, complace e interesa, tomeentonces como ilustración el bote delferry. Este bote es puesto en movimientopor la corriente, que lo llevaríarápidamente como una flecha corrienteabajo y lo arruinaría; pero por medio de lacadena, a la cual está sujeto, el bote llegasin peligro a la ribera opuesta, impulsadopor el mismo poder, que de otra maneralo hubiera demolido. En este sentido Diosrestringe el mal, y es Él quien produce elbien del mal; y mientras tanto nosotroslos Calvinistas no somos negligentesacusando a nuestra naturalezapecaminosa, y aún así alabando yagradeciendo a Dios por hacer posibleque los hombres vivan juntos en unasociedad bien ordenada, y porrestringirnos personalmente de lospecados horribles. Además, le damosgracias por traer a la luz todos lostalentos, ocultos en nuestra raza,desarrollando, por medio de un procesoregular, la historia de la humanidad, yasegurando por la misma gracia, para Suiglesia en la tierra, un lugar para la plantade sus pies.

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Sin embargo, esta confesión coloca alCristiano en una posición muy diferentefrente a la vida. Pues entonces, en sujuicio, no solamente la iglesia, sinotambién el mundo le pertenecen a Dios yen ambos debe ser investigada la obramaestra del supremo Arquitecto yArtífice.

Un Calvinista que busca a Dios ni porun momento piensa en limitarse a lateología y a la contemplación, dejando lasotras ciencias, como si fuesen de uncarácter inferior, en las manos de los nocreyentes; considerando como su tarea elconocer a Dios en todas sus obras, esconsciente de haber sido llamado acomprender con toda la energía de suintelecto las cosas terrestres lo mismoque las cosas celestiales; abrirse para vertanto el orden de la creación como la“gracia común” del Dios que adora en lanaturaleza y en su maravilloso carácter,en la producción de la laboriosidadhumana, en la vida de la humanidad, en lasociología y en la historia de la razahumana. De modo que ahora percibeusted como este dogma de la “graciacomún” canceló repentinamente laprohibición, bajo la cual la vida secular sehallaba sujeta, incluso en peligro deacercarse a una reacción a favor de unamor parcializado – de una sola cara –hacia estos estudios seculares.

Se ha entendido ahora que fue la“gracia común” de Dios, la que habíaproducido en las antiguas Grecia y Romalos tesoros de luz filosófica, y descubrióante nosotros tesoros de arte y justicia,que encendieron el amor por los estudiosclásicos, con el objeto de renovar paranosotros el beneficio de tan espléndidaherencia. No se vio claramente que lahistoria de la humanidad no es tanto unespectáculo aforístico de crueles pasiones

sino un proceso coherente con la Cruz ensu centro; un proceso en el que cadanación tiene su tarea especial, y cuyoconocimiento puede ser una fuente debendición para todos los pueblos. Secomprendió que las ciencias de la políticay de la economía nacional merecían laatención cuidadosa de eruditos y hombresde pensamiento. Claro, se concibió demanera intuitiva que no había nada, ya seaen la vida de la naturaleza a nuestroalrededor o en la vida humana en sí queno se presentara como un objeto digno deinvestigación, lo que arrojaría nueva luzsobre las glorias de la totalidad delcosmos en sus fenómenos visibles y ensus operaciones invisibles. Y, como desdeun punto de vista diferente, el progreso, através del conocimiento científicosiguiendo estas líneas a menudo condujoal orgullo y separó al corazón de Dios, ledebemos a este glorioso dogma de lagracia común el que, en los círculosCalvinistas, el investigador más profundonunca cesara de reconocerse como unpecador culpable delante de Dios, y deadjudicarle únicamente a la misericordiade Dios su espléndido entendimiento delas cosas del mundo.

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Habiendo probado que el Calvinismoha impulsado el amor por la ciencia y quele ha devuelto a la ciencia su dominio,permítanme ahora, en tercer lugar,mostrar de qué manera ha impulsado suindispensable libertad. La libertad es,para la ciencia genuina, lo que es el aireque respiramos es para nosotros. Esto noquiere decir que la ciencia no tengalímites en lo absoluto en el uso de sulibertad y que no necesite obedecer leyes.Por el contrario, un pez que se halla en latierra seca es perfectamente libre, viz.,para morir y perecer, mientras que un pez,que realmente será libre para vivir y

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desarrollarse debe estar totalmenterodeado de agua y guiado por sus aletas.De la misma manera toda ciencia debemantener la relación más estrecha con sutema, y obedecer estrictamente lasafirmaciones de su propio método; y solocuando se halla estrictamente limitada poreste doble eslabón puede la cienciaavanzar libremente. Pues la libertad de laciencia no consiste en ser licenciosa ohallarse carente de leyes, sino en hallarselibre de todos los vínculos no naturales,no naturales por no estar arraigados en suprincipio vital. Ahora, con el objetivo deentender a cabalidad la posición que tomóCalvino, debiésemos abstenernos decualquier concepción errónea tomada dela vida universitaria proveniente de laedad media. Las universidades estatalesno se conocían en aquellos días. Lasuniversidades eran corporaciones libres, yen ése sentido son prototipos de lamayoría de universidades en los EstadosUnidos. Era la opinión general en aqueltiempo que la ciencia requería laexistencia de una respublica litterarum,“una mancomunidad de hombres libres,”que habían de vivir a costa de su propiocapital espiritual o morir por falta detalento o energía. El invasión a la libertadde la ciencia en aquellos días provenía nodel Estado sino de un lugar totalmentediferente. Por eras solamente dos poderesdominantes habían sido conocidos en lavida de la humanidad, la Iglesia y elEstado. La dicotomía de cuerpo y alma sereflejaba en esta visión de la vida. LaIglesia era el alma, el Estado el cuerpo; sedesconocía un tercer poder. La vida de laIglesia estaba centralizada en el Papa,mientras que la vida política de lasnaciones encontraba su punto de unión enel Emperador, y la labor era resolver estedualismo en una unidad más elevada, loque encendió las llamas de la fiera batallapor la supremacía de la corona imperial ode la tiara papal, como se ve en el

conflicto entre los Hohenstaufen y losGuelphs. Sin embargo, desde entonces, laciencia como un tercer poder, gracias alRenacimiento, se ha abierto paso a lafuerza entre ellos. Antes que pasara elsiglo trece la Ciencia había encontrado enla creciente vida universitaria unaencarnación por su propia cuenta, yreclamó tener una existenciaindependiente del papa y del emperador.

La única cuestión que quedaba era sieste nuevo poder también iba a crear uncentro jerárquico con el propósito derevelarse a sí mismo como el tercer granpotentado al lado del papa y el emperador.

Por el contrario, el carácter republicanode la universidad demandaba la exclusiónde todas las aspiraciones monárquicas.Pero era muy natural para el Papa y parael Cesar, quienes se habían repartido entreellos el dominio entero de la vida, mirarcon sospecha el crecimiento de un tercerpoder totalmente independiente, y tratartodo lo que fuera posible para sujetar a lasuniversidades a su gobierno. Si todas lasuniversidades entonces existenteshubiesen tomado una posición firme talplan nunca hubiese tenido éxito. Pero,como es a menudo el caso entre lascorporaciones libres, la competenciasedujo al más débil a buscar apoyo en elexterior, de modo que buscaron ayuda enel Vaticano. Esto obligó a lasuniversidades más fuertes a seguir elmismo rumbo, y más bien muy pronto elfavor del Papa fue universalmentecodiciado con el objeto de asegurarprivilegios especiales. Aquí se encuentrael mal fundamental. En este sentido laCiencia entregó su carácter independiente.Se pasó por alto que la recepciónintelectual de nuestra conciencia delcosmos, y la reflexión a partir de ella, dela que consta toda ciencia, forma unaesfera totalmente diferente de la Iglesia.

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Ese mal había sido frenado por laReforma, y dominado especialmente porel Calvinismo. Formalmente dominado,porque en la misma Iglesia, habiendo sidoabandonada la jerarquía monárquica, yhabiéndose introducido bajo la autoridadmonárquica de Cristo una organizaciónrepublicana y federal, una cabezaeclesiástica espiritual, cuya tarea sería lade gobernar sobre las universidades, ya noexistía para nuestros Calvinistas. Para losLuteranos tal cabeza visible se hallaba adisposición en el gobernante de la tierra, aquien honraban como “primer Obispo”;pero no para las naciones Calvinistas, quemantuvieron separados a la Iglesia y alEstado como dos esferas diferentes devida. El diploma de un doctor, en susistema, no derivaría su importancia de laopinión pública, ni del consentimientopapal, ni de una ordenación eclesiástica,sino únicamente del carácter científico dela institución.

A esto se le debe añadir un segundopunto. Sin considerar los auspiciosPapales sobre la Universidad como tal, laIglesia ejerció presión sobre la Cienciahostigando, acusando y persiguiendo a losinnovadores a causa de sus opinionesexpresadas y escritos publicados. Romase opuso, no solamente en la Iglesia, a loque era correcto, sino también más allá desus límites a la libertad del mundo.Solamente la verdad, no el error, tenía elderecho de propagarse en la sociedad y seesperaba que la verdad mantuviera sufundamento, no conquistando el error enel conflicto honesto, sino censurándolo enel banquillo de la justicia. Esto perjudicóla libertad de la Ciencia, porque sometíacuestiones científicas que no podíanarreglarse por la jurisdicción eclesiásticaal juicio de la Corte civil. Quien seacobardaba frente a los conflictosmantenía silencio o se sometía a lascircunstancias; y quien era de un temple

más heroico y desafiaba la oposición, eracastigado haciendo que se le cortaran lasalas; y si trataba de volar con alascortadas, entonces se le rompía el cuello.Quien publicaba un libro, delatandoopiniones demasiado audaces, eraconsiderado un criminal, y llegaba al finala entrar en contacto con la Inquisición y elpatíbulo. El derecho a la libreinvestigación era algo desconocido.Creyendo firmemente que todo lo que sepodía conocer y que era digno de serconocido era ya conocido, y sabido bienfirmemente, la Iglesia en aquellos días notenía idea de la inmensa tarea, reservadapara la ciencia, apenas despertando de susueño medieval, ni de la “batalla por lavida,” que iba a ser la normaindispensable en la ejecución de su tarea.La Iglesia era incapaz de aclamar, en laalborada de la ciencia, una mañanasonrosada, saludando en el horizonte lasalida de un nuevo sol, sino que mirabaen su parpadeo más bien las chispasardientes, que amenazaban encender elmundo en llamas; y por lo tanto seconsideraba justificada y con laobligación de apagar este fuego yextinguir estas flamas dondequiera queocurriera un brote. Esta posición, cuandonos ubicamos a nosotros mismos deregreso en aquella época, podemosentenderla, pero no sin condenarfirmemente su principio subyacente, pueshubiese ahogado a la naciente ciencia ensu misma cuna, si todo el mundo hubiesepersistido en favorecerla. Por lo tanto,gloria al Calvinismo que, primero quetodo, abandonó esta perniciosa posicióncon resultados efectivos; teóricamente porsu descubrimiento de la esfera de la graciacomún y, antes de mucho, prácticamente,ofreciendo un refugio seguro a todos losque eran atacados por la tormenta en otraspartes. Es verdad que el Calvinismo,como siempre sucede en tales casos, deningún modo entendió inmediatamente la

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plena trascendencia de su oposición, puescomenzó por dejar intacta laresponsabilidad de extirpar el error en supropio código, y aún así la ideainvencible, que estaba destinada aconducir y que con el curso del tiempo hallevado a la libertad del mundo encontrósu expresión absoluta en el principio deque la iglesia tiene que retirarse aldominio de la gracia particular, y que,exceptuada de su dominio se encuentra elámbito amplio y libre de la “graciacomún.” El resultado de esto fue que laspenalidades de la ley criminal fuerongradualmente reducidas a letra muerta yque, para presentar como ejemplo solo uncaso, Des Cartes, quien tuvo que salir dela Francia Católica Romana, encontróentre los Calvinistas de los Países Bajos,claro está, un antagonista científico enVoetius, pero un retiro seguro en larepública.

A esto debo añadir que, para hacer quela ciencia floreciera se tenía que crear unademanda de ciencia, y para ese fin lamente pública tenía que ser liberada. Sinembargo, a medida que la Iglesia tendíasu velum sobre todo el drama de la vidapública, el estado de cautiveriocontinuaba de manera natural, porque elúnico objetivo de la vida era llegar amerecer el cielo y disfrutar tanto delmundo según la Iglesia lo consideraraconsistente con este fin principal. Desdeeste punto de vista era inimaginable quealguien estuviese dispuesto a dedicarsecon simpatía y con el amor delinvestigador al estudio de nuestraexistencia terrenal. El amor indagador detodo estaba dirigido hacia la vida eterna, yno se podía comprender que elCristianismo, además de su anhelo por lasalvación eterna, tuviese que llevar a caboen la tierra, por comisión divina, una grantarea con respecto al cosmos. Esta nuevaconcepción fue introducida primero por el

Calvinismo cuando cortó de raíz, en elsentido más absoluto de toda idea, que lavida en la tierra estuviese destinada amerecer la bendición del cielo. Estabendición, para todo verdaderoCristianismo, crece a partir de laregeneración, y está sellada por laperseverancia de los santos. Cuando deeste modo la “certeza de la fe” fuesuplantada por el tráfico de indulgenciasel Calvinismo llamó a la Cristiandad a irde regreso al orden de la creación:“Poblad la tierra, sojuzgadla y teneddominio sobre todo lo que vive en ella.”La vida Cristiana como un peregrinaje nofue cambiada, pero el Calvinista seconvirtió en un peregrino que, mientras sehallaba de camino a nuestro hogar eterno,tenía aún que llevar a cabo en la tierra unatarea importante. El cosmos, con toda lariqueza del reino de la naturaleza, sehallaba desplegado delante, debajo y porencima del hombre. Todo este campo sinlímites tenía que ser cultivado. A estalabor el Calvinista se consagraba conentusiasmo y energía. Pues la tierra, contodo lo que hay en ella tenía, de acuerdo ala Voluntad de Dios, ser sujeta al hombre.De esta forma floreció, en aquellos días,en mi país nativo, la agricultura y laindustria, el comercio y la navegacióncomo nunca antes. Esta recién nacida vidanacional despertó nuevas necesidades.Con el objetivo de sojuzgar la tierra, eraindispensable un conocimiento de latierra, conocimiento de sus océanos, de sunaturaleza, y de los atributos y leyes deesta naturaleza. Y así llegó a suceder quela gente misma, quienes hasta entonces sehabían refrenado de alentar la ciencia, poruna energía nueva y chispeante,repentinamente la pusieron en acción,estimulándola hacia un sentido delibertad, hasta entonces totalmentedesconocido.

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Y ahora abordo mi último punto, viz.,la aseveración de que la emancipación dela Ciencia debe dirigir, inevitablemente, aun agudo conflicto de principios, y quetambién, para este conflicto, solo elCalvinismo ofreció la solución pronta.Vosotros entendéis qué conflicto tengo enmente. La libre investigación conduce alas colisiones. Uno dibuja las líneas sobreel mapa de la vida de manera diferente asu vecino. El resultado es el origen deescuelas y tendencias. Optimistas ypesimistas. Una escuela de Kant y unaescuela de Hegel. Entre los juristas losdeterministas se oponen a los moralistas.Entre los médicos los homeópatas seoponen a los alópatas. Los Plutonistas ylos Neptunistas, los Darvinistas y losAnti-Darvinistas compiten unos con otrosen las ciencias naturales. Wilheilm vanHumboldt, Jacob Grima y Max Muellerforman escuelas diferentes en el ámbitode la Lingüística. Los Formalistas y losRealistas buscan riña unos con otrosdentro de las paredes clásicas del templofilológico. Por todas partes se nota eldesacuerdo, el conflicto, la batalla,algunas veces vehemente y encendido, noraras veces mezclado con la asperezapersonal. Y aún así, aunque la energía dela diferencia de principio yace en la raízde todas estas disputas, estos conflictossubordinados son totalmente puestos a lasombra por el conflicto principal, que entodos los países deja perpleja la mente dela forma más vehemente, el poderosoconflicto entre aquellos que se apegan a laconfesión del Dios Trino y su Palabra, yaquellos que buscan la solución delproblema del mundo en el Deísmo, elPanteísmo y el Naturalismo.

Nótese que no hablo de un conflictoentre la fe y la ciencia. Tal conflicto noexiste. Toda ciencia, en un cierto grado,comienza a partir de la fe y, por el

contrario, la fe, que no conduce a laciencia, es una fe equivocada osuperstición, pero la fe real y genuina noes superstición. Toda ciencia presupone lafe en el ser, y en nuestra auto-conciencia;presupone la fe en la obra precisa denuestros sentidos; presupone fe en laecuanimidad de las leyes delpensamiento; presupone fe en algouniversal oculto detrás de los fenómenosespeciales; presupone fe en la vida; ypresupone especialmente fe en losprincipios, a partir de los cualesprocedemos; lo que significa que todosestos axiomas indispensables, necesariosen una investigación científica productiva,no nos llegan por medio de pruebas, sinoque son establecidos en nuestro juicio pornuestra concepción interna y otorgadosjunto con nuestra auto-conciencia. Porotro lado, todo tipo de fe tiene en símismo un impulso para manifestarse yhacerse oír. Para hacer esto necesitapalabras, términos, expresiones. Estaspalabras deben ser la encarnación depensamientos. Esos pensamientos debenestar conectados recíprocamente nosolamente con ellos mismos sino tambiéncon nuestros alrededores, con el tiempo yla eternidad, y tan pronto como la fe brillaen nuestra conciencia, nace la necesidadde la ciencia y la demostración. De allíque el conflicto no sea entre la fe y laciencia, sino entre la aseveración de queel cosmos, como existe hoy, se encuentraen una condición normal o en unacondición anormal. Si es normal,entonces se mueve por medio de unaevolución eterna desde suspotencialidades hacia su ideal. Pero si lacondición presente del cosmos esanormal, entonces un disturbio hasucedido en el pasado, y solamente unpoder regenerador puede garantizarle ellogro final de su meta. Esta, y no otra, esla antítesis principal que separa lasmentes pensantes en el ámbito de la

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Ciencia en dos órdenes opuestos debatalla.

Los Normalistas rehúsan vérselas conotra cosa que no sean datos naturales, nodescansan hasta que hayan encontradouna interpretación idéntica a todos losfenómenos, y se oponen con el mayorrigor, a cada paso de la línea, a todos losintentos por romper o frenar lasinferencias lógicas de causa y efecto. Porlo tanto, también honran la fe en unsentido formal pero solo en tanto que estacontinúe en armonía con la informacióngeneral de la conciencia humana y estasea considerada como normal.Materialmente, sin embargo, rechazan laidea misma de la creación, y puedenaceptar solamente la evolución – unaevolución sin un punto de partida en elpasado, y eternamente desarrollándose enel futuro, hasta perderse en el infinito sinlímites. Ninguna especie, ni siquiera laespecie Homo Sapiens, se originó comotal, sino que en el círculo de informaciónnatural se desarrolló a partir de formas devida inferiores y precedentes.Especialmente no hay milagros, sino queen lugar de ellos se halla la ley natural,dominando de una manera inexorable. Nohay pecado sino evolución de unaposición moral inferior hacia unasuperior. Si toleran las SagradasEscrituras del todo, lo hacen con lacondición de que se desechen todasaquellas partes que no puedan serlógicamente explicadas como unaproducción humana. Un Cristo, si esnecesario, pero uno que sea el productodel desarrollo humano de Israel. Y de lamisma manera un Dios, o más bien un SerSupremo, pero al modo de losAgnósticos, oculto detrás del Universovisible, u oculto de manera panteísta entodas las cosas existentes, y concebidocomo la reflexión ideal de la mentehumana.

Los Anormalistas, por otro lado,quienes le hacen justicia a la evoluciónrelativa, pero que se adhieren a unacreación primordial en contra de unaevolutio in infinitum, se oponen con todassus fuerzas a la posición de losNormalistas; sostienen de manerainapelable la concepción del hombrecomo una especie independiente, porquesolamente en él se refleja la imagen deDios; conciben el pecado como ladestrucción de nuestra naturaleza original,y por consiguiente como una rebelióncontra Dios; y por esa razón postulan ysostienen lo milagroso como el únicomedio para restaurar lo anormal; elmilagro de la regeneración; el milagro delas Escrituras; el milagro en el Cristo,descendiendo como Dios con Su propiavida en nosotros; y así, debido a estaregeneración de lo anormal continúanencontrando la norma ideal no en lonatural sino en el Dios Trino.

Por lo tanto no la fe y la ciencia sinodos sistemas científicos, o si lo prefiere,dos elaboraciones científicas, se oponenel uno al otro, teniendo cada uno supropia fe. Tampoco se puede decir queencontramos aquí una ciencia que seopone a la teología, pues tenemos quevérnoslas con dos formas absolutas deciencia, afirmando ambas el dominio totaldel conocimiento humano y teniendoambas una proposición sobre el Sersupremo que les es propio como el puntode partida para su cosmovisión. ElPanteísmo, lo mismo que el Deísmo, esun sistema con respecto a Dios, y sinninguna reserva toda la teología modernaencuentra su hogar en la ciencia de losNormalistas. Y finalmente, estos dossistemas científicos de los Normalistas ylos Anormalistas no son oponentesrelativos, caminando juntos a mediocamino, y, un poco más adelante,

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soportándose de manera pacífica el uno alotro hasta llegar a escoger senderosdiferentes, sino que ambos se hallan enuna ferviente disputa el uno con el otropor el dominio total de la vida, y nopueden desistir de su esfuerzo constantepor derribar a tierra todo el edificio de susrespectivas aseveraciones opuestas entresí, incluidos todos los respaldos, sobre loscuales descansan sus afirmaciones. Si notrataran de hacer esto entoncesmostrarían, en cada lado, que no creíanhonestamente en su punto de partida, queno eran combatientes serios, y que noentendían la demanda primordial de laciencia, que por supuesto afirma unaunidad de concepción.

Un Normalista, que impide en susistema la más pequeña posibilidad decreación, de una imagen específica deDios en el hombre, del pecado como unacaída, de Cristo en tanto que trascienda lohumano, de la regeneración, como algodiferente a la evolución, de las Escrituras,como trayéndonos oráculos reales departe de Dios, - es un erudito anfibio ytraiciona el nombre de científico. Pero porotro lado, aquel que, como Anormalista,transforma la creación en evolución encierta medida; quien no mira en el animaluna creatura protoplástica, hecha a laimagen del hombre, sino como origen delhombre; quien abandona la creación delhombre en la justicia original; y queademás trata por todos los medios deexplicar la Regeneración, a Cristo, y a lasEscrituras como el resultado de causasmeramente humanas, en lugar de aferrarsecon toda la energía de su alma a la causaDivina, como lo que es dominante sobretoda la información humana, debe serdesterrado con la misma decisión denuestras filas como un hombre anfibio yanticientífico. El normal y el anormal sondos puntos de partida absolutamentedistintos, que no tienen nada en común en

su origen. Las líneas paralelas nunca seinterceptan. Usted tiene que escoger o launa o la otra. Pero cualquiera que sea laque escoja, cualquiera que sea comohombre de ciencia, tiene que permaneceren ella de manera consistente, nosolamente en la facultad de teología, sinoen todas las facultades; en la totalidad desu cosmovisión; en la reflexión plena detodo el cuadro del mundo desde el espejode su conciencia humana.

Es verdad que nosotros losAnormalistas, cronológicamentehablando, por muchas edades en sucesión,hemos sido los que hemos hablado, sinhaber sido desafiados casi nunca,mientras que nuestros oponentes apenastuvieron una que otra oportunidad paradisputar nuestros principios. Con ladecadencia del antiguo paganismo, y elsurgimiento de la cosmovisión Cristiana,la convicción general pronto echó raícesprofundas entre todos los estudiantes deque todo había sido creado por Dios, quelas especies de seres habían llegado aexistir por medio de actos creativosespeciales, y que entre estas especies deseres el hombre ha sido creado comoportador de la imagen de Dios en justiciaoriginal; además, que la armonía originalha sido rota por el pecado que se hainterpuesto; y que, con el objeto derestaurar este estado anormal de cosas asu condición primitiva, Dios introdujo elmedio anormal de la Regeneración, deCristo como nuestro Mediador y de lasSagradas Escrituras. Hubo, claro está, a lolargo de todas las edades, aún en grancantidad, burladores que se rieron de estoshechos, y gente indiferente que no tuvointerés en ellos; pero los pocos quedurante diez siglos se opusieroncientíficamente a esta convicciónuniversal puede usted contarlos de unavez con los dedos de la mano. ElRenacimiento indudablemente favoreció

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el surgimiento de una tendencia deinfidelidad, que fue sentida incluso en elVaticano, y el Humanismo creó unentusiasmo por los ideales Greco-Romanos; y hay que admitir que, despuésde la conclusión de la edad media, laoposición de los Normalistas comenzó enverdad, y sigue siendo un hecho, que lagran hueste de filólogos, juristas, médicosy físicos, por siglos después dejaronintactos estos fundamentos, sobre loscuales descansaba la misma convicción deantaño. Fue durante el siglo dieciocho quela oposición llevó a cabo un cambio defrente dejando la circunferencia yapropiándose de una posición en elcentro; y fue la más reciente filosofía laque, por primera vez, a escala general,comenzó con la declaración de que losprincipios de la cosmovisión Cristianaeran totalmente insostenibles. De estamanera los Normalistas comenzaronprimero a sospechar, y luego llegaron aser conscientes de su oposiciónfundamental. Toda oposición posible,disponible en esta reacción contra la hastaentonces convicción prevaleciente, hasido desde entonces, a su vez, convertidaen un sistema filosófico especial. Estossistemas divergentes, si se comparan unoscon otros, estaban no obstante en perfectoacuerdo en su negación de lo anormal.Luego que estos sistemas filosóficoshubieron asegurado el consentimiento delos hombres más importantes, siguieronvarias de las ciencias, y estuvieroninmediatamente solícitos para introducirlas nuevas hipótesis de un proceso normalinfinito como el punto de partida de susinvestigaciones especiales en los camposde la jurisprudencia, la medicina, laciencia natural y la historia.

Luego, ciertamente por un momento, laopinión pública se quedó estupefacta conun temor repentino, pero dado que lasmasas carecían de una fe personal, esta

renuencia superficial fue solo de cortaduración. En un cuarto de siglo lacosmovisión de los Normalistas habíaconquistado, en un sentido literal, almundo en su centro rector. Y solamentequien se había adherido a la visiónanormalista en virtud de su fe personal serehusó a unirse al coro de aquellos quecantaban las alabanzas del “pensamientomoderno,” y en la primera crisis sesintieron inclinados a anatemizar a toda laciencia, retirándose a la tienda delmisticismo. Es verdad que, por un cortotiempo los teólogos trataron de defenderapologéticamente su causa, pero estadefensa podría compararse a un hombreque trata de ajustar un marco torcido deventana, mientras es inconsciente delhecho de que el edificio mismo estátambaleante en sus fundamentos.

Esta es la razón por la cual los teólogosmás capaces, especialmente en Alemania,imaginaron que lo mejor que se podíahacer era aprovecharse de uno u otro deestos sistemas filosóficos como punto deapoyo para sustentar el Cristianismo. Elprimer resultado de esta composición defilosofía y teología fue la así llamadateología de mediación, que gradualmentese hizo más y más pobre en su parteteológica, y cada vez más rica en su partefilosófica, hasta que al fin la teologíamoderna levantó su cabeza y halló sugloria en el intento por limpiar la teologíade su carácter anormal de una manera tancompleta que Cristo fue transformado enhombre, nació como nosotros nacemos,quien ni siquiera se hallaba totalmentelibre del pecado, y convirtió la SagradaEscritura en una colección de escritos, ensu mayor parte seudo epigráficos einterpolados y llenos, en todas lasmaneras posibles, de mitos, leyendas yfábulas. El canto del Salmista: “No vemosya nuestras señales… ni entre nosotroshay quien sepa hasta cuándo” ha sido

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literalmente cumplido por ellos. Cristo ylas Escrituras incluidas, toda señal de loanormal fue desarraigada, y la señal delproceso normal fue abrazado como elúnico criterio genuino de verdad. En esteresultado, repito lo que ya he declarado,no hay nada que nos sorprenda. Aquel quesubjetivamente mira a su ser interior yobjetivamente al mundo a su alrededorcomo normal no puede sino hablar comolo hace, no puede alcanzar un resultadodiferente, y sería insincero en su posicióncomo hombre científico si representara lascosas bajo una luz diferente. Y por ende,desde un punto de vista moral, sin pensarpor un momento en la responsabilidad detal hombre en el juicio de Dios, no sepuede decir nada en contra de su posiciónpersonal, siempre y cuando, pensandocomo lo hace, muestre el coraje de dejarvoluntariamente la iglesia Cristiana entodas sus denominaciones.

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Si este es el carácter del conflicto,encendido e inevitable, y no es de otramanera, mirad entonces la posicióninconquistable hacia la cual nos señala elCalvinismo en la presión y la batallaresultantes de este conflicto. No semantiene ocupado con una apologéticainfructuosa; no convierte la gran batallaen una escaramuza sobre alguno de losresultados, sino que regresainmediatamente a la conciencia humana,desde la cual todo hombre de ciencia tieneque proceder como su conciencia. Estaconciencia, justo debido al carácteranormal de las cosas, no es la misma entodos. Si la condición normal de las cosasno hubiese sido rota, la concienciaemitiría el mismo sonido para todos; pero,como en realidad sucede, éste no es elcaso. En uno la conciencia de pecado esmuy poderosa y fuerte, en otro es débil ofalta de capacidad. En uno la certeza de

la fe habla con decisión y claridad comoresultado de la regeneración, el otro nisiquiera entiende qué es. Así también enuno el Testimonium Spiritus Sanctiresuena en alta voz y en tonos firmes yfuertes, mientras que otro declara quenunca ha oído este testimonio. Ahora,estas tres, la conciencia del pecado, lacerteza de la fe y el testimonio delEspíritu Santo son elementosconstitutivos en la conciencia de todoCalvinista. Ellas conforman su contenidoinmediato. No existe la auto-concienciaen él sin estas tres. El Normalistadesaprueba esto, y por lo tanto, trata deimponer su conciencia sobre nosotros, yafirma que nuestra conciencia tiene queser idéntica a la de él. Desde su punto devista no se podría esperar nada más. Puessi admitiera que podría haber unadiferencia real entre su conciencia y lanuestra, admitiría así un rompimiento enla condición normal de las cosas.Nosotros, por el contrario, no afirmamosque nuestra conciencia será hallada en él.Es verdad, sostiene Calvino, que se hallaoculta en el corazón de todo hombre una“semillas religiosa,” – semen religiones, yque el “sentimiento de Dios,” – el sensusdivinitatis, confesado o no confesado, enmomentos de intensa presión mental, haceque el alma tiemble, pero no es menoscierto que es solo su sistema, que enseñaque la conciencia humana en un hombreque cree y en un hombre que no cree nopueden estar de acuerdo, sino que, por elcontrario, el desacuerdo es inevitable.Aquel que no sea nacido de nuevo nopuede tener un conocimiento sustancialdel pecado, y aquel que no sea convertidono puede poseer certeza de la fe; quiencarezca del Testimonium Spiritus Sanctino puede creer en las Sagradas Escrituras,y todo esto de acuerdo al dichoemocionante de Cristo mismo: “El que nonaciere de nuevo, no puede ver el reino deDios”; y también según el dicho del

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apóstol: “el hombre natural no percibe lascosas que son del Espíritu de Dios.” Sinembargo, Calvino no excusa a los nocreyentes por esto. Vendrá el día cuandoserán convencidos en su propiaconciencia. Pero con respecto a lacondición presente de las cosas, nosotros,claro está, tenemos que reconocer dosclases de conciencia humana: la delregenerado y la del no regenerado; y estasdos no pueden ser idénticas. En una seencuentra lo que falta en la otra. Una noes consciente de una ruptura y se aferra alo normal; la otra tiene una experienciatanto de la ruptura como de un cambio, ypor eso posee en su conciencia elconocimiento de lo anormal. Por lo tanto,si es cierto que la propia conciencia delhombre es su primumverum, y por endedebe ser también el punto de partida paratoda ciencia, entonces la conclusiónlógica es que es una imposibilidad queambas puedan concordar, y que todoesfuerzo por hacer que concuerden debeestar condenado al fracaso. Ambos, comohombres honestos, se sentirán obligados aerigir un edificio científico para todo elcosmos, que esté en armonía con lainformación fundamental, dada en supropia auto-conciencia.

Usted percibe inmediatamente cuánradical y fundamental es esta soluciónCalvinista del problema desconcertante;la Ciencia no es subestimada o puesta delado, sino postulada para el cosmos comoun todo y en todas sus partes. Se mantienela aseveración de que su ciencia tiene queformar un todo completo. Y la diferenciaentre la ciencia de los Normalistas y losAnormalistas no se fundamenta en algúnresultado diferente producto de lainvestigación, sino en la diferenciainnegable que distingue la auto-conciencia de uno de la del otro. Laciencia libre es el bastión quedefendemos contra el ataque de su

tiránica hermana gemela. El Normalistatrata de hacernos violencia aún en nuestrapropia conciencia. Nos dice que nuestraauto-conciencia debe y necesita seruniformada con la de él, y que todo lodemás que nos imaginemos queencontramos en la nuestra se hallacondenado como auto-engaño. En otraspalabras, el Normalista quisieraarrancarnos aquello que, en nuestra auto-conciencia, es el don más elevado y mássanto del que brota una fuente continua degratitud de nuestros corazones hacia Dios.Le llama mentira a nuestras propias almasa lo que es, para nosotros, más precioso ycierto que nuestra vida. Con orgullo regionuestra conciencia de fe, y la indignaciónde nuestro corazón, se levantan contratodo esto. Nos resignamos a la suerte deser despreciados y oprimidos en elmundo, pero rehusamos que se nosimpongan condiciones, por parte decualquiera, en el santuario de nuestrocorazón. No atacamos la libertad delNormalista de edificar una bienconstruida ciencia a partir de las premisasde su propia conciencia, pero estamosdeterminados a defender nuestro derechoy libertad de hacer lo mismo a cualquiercosto, si fuese necesario.

Las partes ahora han cambiado. Nohace mucho las principales posiciones delos Anormalistas eran vistas comoaxiomas para todas las ciencias en casitodas las universidades, y los pocosNormalistas, quien en ese tiempo seoponían al principio de sus antagonistas,vieron difícil encontrar una cátedra.Primero fueron perseguidos, luego fueronproscritos, y después de eso, en lamayoría de los casos, tolerados. Pero en laactualidad ellos son los amos de lasituación, controlan todas las influencias,llenan el noventa por ciento de todas lascátedras de profesores, y el resultado esque el Anormalista, quien ha sido sacado

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a la fuerza del edificio principal, se veahora obligado a buscar un lugar dondepoder recostar su cabeza. Antes lesmostrábamos la puerta, y ahora este asaltopecaminoso contra su libertad es, por eljusto juicio de Dios, vengado por sudecisión de echarnos a la calle, y de estemodo se convierte en pregunta si elcoraje, la perseverancia, la energía, queles capacitó para ganar al fin su pleito, seencontrará ahora en un grado aún máselevado entre los eruditos Cristianos.¡Quiera Dios que así sea! Usted no puede,sí, ni siquiera puede pensar en ello,privarles – cuya conciencia difiere de lasuya – de la libertad de pensamiento, o deexpresión o de prensa. El que ellos, desdesu punto de echen a tierra todo lo que essanto según su valoración, es algoinevitable. En lugar de buscar alivio parasu conciencia científica en las quejasdesmoralizadoras, o en el sentimientomístico, o en la labor no confesional, laenergía y meticulosidad de nuestrosantagonistas deben ser sentidas por todoerudito Cristiano como un agudoincentivo para ir también de regreso a suspropios principios en su pensamiento,para renovar toda la investigacióncientífica sobre las líneas de pensamientode estos principios, y para saturar laprensa con la carga de sus convincentesestudios. Si nos consolamos a nosotrosmismos con el pensamiento de quepodemos dejar sin peligro la cienciasecular en las manos de nuestrosoponentes, si solamente tenemos éxitosalvaguardando la teología, la nuestra serála táctica de los avestruces. Recluirnos ala salvación de nuestro aposento alto,cuando el resto de la casa está en llamas,es algo tonto en verdad. Calvino sabíamejor, desde hacía mucho, cuandosolicitó una Philosophia Christiana encada una de las facultades, que en estasfacultades cada una de las ciencias sehalla más o menos conectada con la

antítesis de principios, y debiese, porconsiguiente, hallarse impregnada de ello.Por poco que tratéis de buscar vuestraseguridad cerrando vuestros ojos a lasactuales condiciones de las cosas, asímuchos Cristianos imaginan queencuentran un refugio seguro. Todo loque los astrónomos o geólogos, físicos oquímicos, zoólogos o bacteriólogos,historiadores y arqueólogos traigan a laluz tiene que ser registrado – se les tienenque desmontar, claro está, las hipótesisque les hayan implantado y lasconclusiones que hayan derivado de ello –pero cada hecho tiene que ser registradopor usted, también, como un hecho, ycomo un hecho ha de ser incorporadotambién en su ciencia como en la de ellos.

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Sin embargo, para que esto sea posible,la vida universitaria debe ser sujetada unavez más, así como en los días cuando elCalvinismo comenzó su espléndidacarrera, a un cambio radical.Recientemente la universidad por todo elmundo ha presumido que la ciencia surgióúnicamente a partir de una concienciahumana homogénea, y nada excepto elaprendizaje y la habilidad determinaba sipodrías reclamar o no una cátedrauniversitaria. Nadie pensaba, comoWilliam el Silencioso cuando fundó laUniversidad de Leyden en contra de la deLouvain, de dos géneros deuniversidades, opuestas la una a la otradebido a la diferencia radical de principio.No obstante, dado que el conflicto deproporciones mundiales entre losNormalistas y los Anormalistas explotócon toda sus fuerzas, la necesidad de unadivisión en la vida universitaria comenzóa sentirse otra vez de manera más generalen ambos bandos. Los primeros en elcampo fueron (hablo solamente deEuropa) los mismos Normalistas no

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creyentes, quienes fundaron laUniversidad Libre de Bruselas. Antes deesto, en la misma Bélgica, la universidadCatólica Romana de Louvain, en virtud delas viejas tradiciones, había sido erigidaen oposición a las universidades neutralesde Liege y Ghent. En Suiza se levantó unauniversidad en Freiburg, reconocida,aunque aún joven, como expresión delprincipio Católico Romano. En GranBretaña el mismo principio es seguido enDublín. En Francia, las facultades de lasinstituciones del Estado sienten lástimapor las facultades Católicas Romanas. Ytambién en los Países Bajos, Ámsterdamvio el nacimiento de la Universidad Libre,para el cultivo general de las cienciassobre el fundamento del principioCalvinista.

Si ahora, de acuerdo a las demandasdel Calvinismo, la Iglesia y el Estado seretiran, no digo sus dones generosos sinosu alta autoridad, de la vida universitaria,para que a la universidad se le permitaechar raíces y florecer en su propioterreno, entonces ciertamente la división,que ya ha comenzado, se llevará a cabopor sí misma y sin interrupciones, ytambién en este ámbito se verá quesolamente una separación pacífica de losadherentes de principios antitéticosgarantiza el progreso – progreso honesto– y el mutuo entendimiento. Invocamosaquí a la Historia como nuestro testigo.Primero, los emperadores de Romatrataron de cristalizar la falsa idea de unEstado, pero la división de su monarquíauniversal en una multitud de nacionesindependientes fue necesaria paradesarrollar los poderes políticos ocultosde Europa. Después de la caída delImperio Romano, Europa se rindió ante elencantamiento de una Iglesia mundial,

hasta que la reforma disipó esta falsailusión, también, abriendo así el caminopara un mayor desarrollo de la vidaCristiana. En ninguna otra parte se ve estotan claramente como en los EstadosUnidos de América, donde lamultiformidad denominacional proveyóuna expresión eclesiástica separada a cadadiferenciación de principio. En la idea desólo una Ciencia, se mantiene aún elantiguo curso de la uniformidad. Pero deesto también puede profetizarse que losdías de esta unidad artificial estáncontados, que se partirá en pedazos, y quetambién en este ámbito, al menos losprincipios Católicos Romanos, losCalvinistas y los principiosEvolucionistas harán que brotendiferentes esferas de vida científica, queflorecerán en una multitud deuniversidades. Debemos tener sistemas deciencia, coherencia en instrucción yunidad en la educación. Es sólo yrealmente libre, aquello que, mientras sehalla estrictamente circunscrito a supropio principio, tiene el poder paraliberarse de todos los vínculosantinaturales. Por lo tanto, el resultadofinal será, gracias al Calvinismo, lo queha abierto para nosotros el camino, que lalibertad de ciencia también triunfará alfinal; primero garantizando el poder plenoa todo sistema importante de vida paraque recoja una cosecha científica a partirde su propio principio; y segundo,negándole el nombre de científico acualquier investigador que no se atreva adesenrollar los colores de su propioestandarte, y que no muestre estampadasen su escudo en letras de oro el principiomismo por el cual vive, y a partir del cualsus conclusiones derivan su poder.

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