30789364 El Holandes Errante y Otros Mitos Del Romanticismo Gotico

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    ARTCULO DEL MES

    EL HOLANDS ERRANTE Y OTROS MITOS DEL

    ROMANTICISMO GTICOCapitn de un buque fantasma temido por marineros y piratas de todos los mares, el no-muerto condenador de vrgenes retratado en el drama musical El holands errante es uno de los escasos

    protagonistas oscuros (y el ms antiguo) del repertorio operstico actualmente vigente. La coproduccin madrileo-barcelonesa a cargo de lex Rigola y Jess Lpez Cobos que de esta pera

    juvenil de Richard Wagner presentar el Teatro Real en enero, nos ofrece la oportunidad de indagar en las races gticas de esta obra.

    Textos: Rafael Fernndez de Larrinoa

    INTRODUCCIN

    Encontrasteis el barco en el mar, rojas las velas, el mstil negro? A bordo el hombre plido, el seor del barco, vela sin paz. Con estas palabras se inicia la balada de Senta, pieza central del libreto escrito por Richard Wagner para esta pera, estrenada en Dresde en 1843. El carcter folclrico de la leyenda del holands, rastreable en la poesa de tradicin oral europea de la cual es precisamente la balada (el equiva-lente de nuestro romance) su quintaesen-cia, queda aqu perfectamente expresado bajo la conocida frmula del teatro den-tro del teatro: Senta canta una leyenda popular de la cual ella misma va a pasar a formar parte inmediatamente despus.Las fuentes orales de la leyenda del des-venturado marino ms antiguas nada dicen, sin embargo, de este personaje fe-menino, en realidad una incorporacin

    del Romanticismo. Segn la tradicin alemana, el capitn holands tuvo nombre propio Bernard Fokke y vivi en el siglo XVII. Su arrogancia y carcter violento

    alimentaron la fama de que su extraordi-naria velocidad en la navegacin se deba a que haba rmado un pacto con el diablo. De este modo, cuando desapareci su ras-

    Estuche para un cazador de vampiros de 1840 exhibido en

    uno de los museos de Ripley.

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    John William Polidori, F. G. Gainsford, (ca. 1816), National Portrait Gallery, Londres.

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    al doblar el cabo de Buena Esperanza, as como en la fuente inmediata utiliza-da por Wagner, las Memorias del seor von Schnabelewopski (1834) de Heine. En esta obra, el holands alcanzar, por prime-ra vez, la redencin, gracias a la delidad de una mujer. Tal como glosa la balada de Senta: Pero el hombre plido puede alcanzar an la salvacin, si hallase una mujer que le fuese el en tierra rme...La toma de contacto de la leyenda del ho-lands con el elemento femenino dotar inmediatamente a aqulla de un compo-nente sexual enteramente novedoso; el protagonista de Heine as como el de Wagner materializar ahora su maldicin en un interminable rastro de vctimas fe-meninas. En su eterno errar en busca de la mujer que le sea el y le redima, al holan-ds slo le es dado fondear en tierra rme un da cada siete aos. Ante la brevedad del plazo, el holands no duda en emplear sus riquezas para doblegar la voluntad de las muchachas y de sus padres y encon-trar esposa de inmediato, pero al nal tales matrimonios de conveniencia se revelan contrarios a sus nes. Tarde o temprano, durante las largas ausencias del marino, las jvenes acaban traicionando sus votos, condenando al holands y condenndose eternamente a s mismas pues ste es el precio que han de pagar por su in delidad. Tal como proclama el holands al nal de la pera son innumerables las vctimas que han sufrido esta sentencia por su culpa...Este holands del Romanticismo, castiga-dor y verdugo en serie del gnero femeni-no, se incorpora por ello a la nmina de los grandes mitos misginos coleccionis-tas de hembras, tales como son Don Juan, Drcula o Barbazul. As, si el libertino deshonra y el vampiro y el aristcrata eje-cutan, el marino se situar a medio camino sumiendo a sus vctimas en esa indetermi-nada esfera, llena de connotaciones onri-cas y morales, de la condenacin eterna.

    HISTORIAS DE VAMPIROS

    Al igual que la leyenda del holands errante, las leyendas de vampiros fueron adquiriendo su forma actual a lo largo del siglo XVIII gracias a la poesa popular, aunque esta vez su epicentro se situ en las regiones rurales del Este europeo. Los vampiros fueron el objeto de una autntica histeria colectiva durante la primera mitad del siglo; las denuncias acerca de ataques

    tro durante uno de sus viajes, se extendi la idea de que el demonio se haba apodera-do al n de su alma y le haba condenado a vagar eternamente por los mares del sur al mando de una tripulacin consistente en tres ancianos de largas barbas.

    DE LA TRADICIN ORAL A LA ESCRITA

    Uno de los primeros testimonios literarios de la leyenda lo encontramos, an en for-

    ma rimada, en la Balada del viejo marinero (1799) de Samuel Taylor Coleridge. En esta obra, la maldicin del protagonis-ta es el resultado de un acto violento, la muerte injusti cada de un albatros, ave de buenos augurios en marinera. La impie-dad es tambin la causa de la maldicin en la versin recogida por Augustin Jal en sus Escenas de la vida martima (1832) en la que el holands es condenado por burlarse de Dios y desa ar los peligros del mar al ser sorprendido por una tempestad

    1813 Lord Byron alcanza un xito literario instantneo tras la publicacin de su poema narrativo Las peregrinaciones de Childe Harold, en el cual entra en escena en la literatura europea el denominado antihroe byroniano.

    1816 Una noche de verano, Lord Byron reta a sus amigos Percy B. Shelley, Mary Godwin, Claire Clairmont y John Polidori a escribir una historia de terror. Byron esboza en un inconcluso Fragmento de novela la historia del vampiro Augustus Darvell.

    1819 John Polidori publica su novela corta Th e Vampyre, desarrollo de la historia de Byron en la cual ampla el perso-naje de Augustus Darvell para convertirlo en Lord Ruthven, el primer vampiro moderno (aristcrata y seductor).

    1820 Charles Nodier, traductor al francs de la obra de Polidori, escribe la secuela Lord Ruthwen ou les Vampires, melodrama con msica de Alexandre Piccini, que inici en Pars una intenssima moda vamprica y convirti a Lord Ruthven en un personaje habitual en ballets, vodeviles y otros espectculos.

    1821 Heinrich Ludwig Ritter estrena el drama Der Vampir oder die Totenbraut (1821), basado en la novela de Polidori.

    1828 Heinrich Marschner estrena su pera Der Vampyr con libreto de Wilhelm August Wohlbrck basado en la obra de Ritter. El personaje de Lord Ruthven est asignado a un bartono.

    1833 Richard Wagner dirige la obra en Wurzburgo y com-pone un fragmento alternativo para un aria Wie ein sch-ner Frhlingsmorgen de Aubry.

    1839 Wagner huye de Riga en barco, acosado por las deu-das y llega a Londres tras un tempestuoso viaje. Comienza a barruntar la composicin de una pera de asunto marino.

    1843 Wagner estrena El holands errante en Dresde.

    ORGENES VAMPRICOS DE EL HOLANDS ERRANTE

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    vampricos se iniciaron en 1721 en Pru-sia oriental, pero alcanzaron su cnit en Serbia con la exhumacin, decapitacin e incineracin de numerosos cadveres de presuntos vampiros por parte de las auto-ridades austracas durante las dcadas de 1720 y 1730, a peticin de las aterroriza-das poblaciones locales. Dichos aconteci-mientos, que encontraron un enorme eco en diversos medios vieneses, tanto perio-dsticos como forenses, vinieron acompa-ados de un notable desarrollo de la tem-tica vamprica en las baladas germnicas. La primera manifestacin literaria mo-derna de este asunto suele situarse en El vampiro (1748), poema breve de Heinrich August Ossenfelder en el cual el vampi-rismo es tratado de forma tangencial, dado que su protagonista no es un vam-piro autntico, sino un joven despechado que se hace pasar por tal para vengarse de su amada, a la que visita por las noches.Pese al componente ertico que sugiere este poema, lo cierto es que el arquetipo del vampiro del siglo XVIII es el de una criatura monstruosa y salvaje, no muy dis-tinta del hombre lobo. Habr que esperar a la novela El vampiro (1819), de John William Polidori, para que este personaje adquiera el componente sexual caracters-tico del vampiro moderno gracias a la cual el crimen se convertir en un trasunto de la conquista amorosa; su protagonista Lord Ruthven encarna esa gura educada, aristocrtica y donjuanesca, irresistible-mente seductora y fatalmente promiscua; por otro, las jvenes vrgenes se converti-rn en el objeto preferido de sus apetitos.La novela de Polidori alcanz un xito descomunal y origin una ebre vamprica que lleg inmediatamente a los escenarios de toda Europa empezando por Pars, tanto en forma teatral, como de ballet o de pera. Es el caso de Der Vampyr (1828), pera en dos actos de Heinrich Marschner, una adaptacin con nal feliz de la obra de Polidori que caus sensacin en una Alemania todava bajo los efectos de El cazador furtivo (1821) y a cuyo estreno en Leipzig asistira un Richard Wagner de tan solo 15 aos de edad.Como pera, El vampiro de Marschner constituye un curioso puente entre el Don Juan mozartiano y el Holands wagne-riano: a semejanza del primero, Ruthven despliega sus encantos ante tres donce-llas de distinta extraccin social una de las cuales (Emmy) se asemeja a la Zerli-

    na mozartiana, y acaba derrotado por su particular Don Ottavio (Aubry) y enviado de nuevo a los in ernos. A diferencia del simptico libertino, Ruthven culmina sus aventuras con el homicidio de las jvenes

    (salvo de la ltima), hecho que le con e-re una oscuridad y un per l depredador ms prximo al del personaje wagneriano.Cuando en 1833 Wagner se reencuentre de nuevo con esta obra esta vez como

    Imagen superior: ilustracin moderna

    de un vampiro.Junto a estas

    lneas: primera representacin de El holands errante en

    Dresde, 1843.

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    maestro repetidor en la pera de Wurzbur-go llegar incluso a componer un allegro demonaco para el aria de Aubry, que al-canz un notable xito. Los prstamos se produjeron, sin embargo, en ambos sen-tidos, pues el sajn tomar de Marschner algunos rasgos del personaje de Ruthven (bajo) y de su monlogo de entrada para su propio holands (bajo bartono), y moldea-r la balada de Senta a partir de la romanza de Emmy del Acto II.

    EL TERROR GTICO Y EL HROE MALDITO

    El proceso de conversin de estos mons-truos de la imaginacin popular mari-nera en el caso del holands, y rural en el caso del vampiro en arquetipos romn-ticos, estuvo enmarcado dentro del fen-meno literario conocido como novela g-tica, gnero que alcanz gran popularidad a nales del siglo XVIII y principios del XIX. Inaugurada en 1764 con El castillo de Otranto de Horace Walpole, esta comercial mezcla de terror y romance caus furor en las estanteras gracias a sus fantasmag-ricos decorados, sucesos sobrenaturales y personajes malditos. De origen britnico, la novela gtica se extendi por Europa y ciment las bases a partir de las cuales se fundara la gran literatura fantstica y de terror del siglo XIX, aquella de la cual se-ran E. T. A. Ho mann y Edgar Allan Poe sus nombres de cabecera.Sin embargo al menos en lo que respec-ta a la gura del personaje maldito, fue Lord Byron la gura clave en la transicin entre la intrascendente novela gtica del ochocientos y la ms ambiciosa literatu-ra fantstica del novecientos. En su poe-ma narrativo Las peregrinaciones de Childe Harold (1812) inspirador de la sinfona programtica Harold en Italia (1834) de Berlioz y de numerosos antihroes romn-ticos como el que da nombre al tambin poema narrativo Evgeni Onegin (1833) de Alexandr Pushkin, inspirador a su vez de la pera homnima de Tchaikovsky, el pendenciero aristcrata ingls alumbr un tipo completamente nuevo de perso-naje al que la crtica ha bautizado como hroe (o antihroe) byroniano. El an-tihroe byroniano puede describirse as: suele ser un personaje exiliado, proscrito, o en permanente huida; inteligente y cul-to, su independencia de carcter y natu-raleza desa ante suelen generar rechazo y

    fascinacin a su alrededor a partes iguales; inaccesible y evasivo, sus rasgos bipolares y tendencias autodestructivas suelen resul-tar fatales tanto para l como para aqullos que le aman. Este personaje, de marcada psicologa adolescente, no solo ofreci un potente arquetipo a la inspiracin literaria y mu-sical del nuevo siglo el rastro byroniano se extiende por la produccin musical de Donizetti (Parisina), Berlioz (el citado Harold en Italia, la obertura Le Corsaire), Schumann (obertura Manfred), Verdi (I due Foscari, Il Corsaro, pero incluso el l-varo de La forza del destino) o Tchaikovsky (Sinfona Manfred) sino que incidi directamente en la reinvencin de la gura del vampiro descrita ms arriba. En efecto, fue en el lluvioso verano de 1816 cuando Lord Byron propuso a sus huspedes de la Villa Diodati (entre los que se encontraba Polidori en calidad de mdico personal), la invencin de un relato de terror. Byron quien a la sazn haba recuperado el tema vamprico unos aos antes en su poema El Giaour (1813) esboz la historia de un vampiro llamado August Darvell, que sir-vi de inspiracin a Polidori para su Lord Ruthven. Como es bien sabido, no fueron stas las nicas criaturas nacidas del pecu-liar reto propuesto por Byron, pues tam-bin all nacera Frankenstein, gracias a la inventiva de Mary Shelley.

    EL HROE FUSTICO

    Pese a sus similitudes con los vampiros, el holands wagneriano presenta una carac-terstica fundamental que le convierte en

    un personaje esencialmente distinto a los personajes de Byron y Polidori: su sed de redencin. Al contrario que el antihroe byroniano, el holands est atravesado por un punzante anhelo de salvacin, y es esto lo que le convierte en una criatura esen-cialmente fustica: Si en el Fausto (1832) de Goethe, la maldicin la venta del alma al diablo estaba supeditada a una aspira-cin ms noble la bsqueda de la verdad, en la obra de Wagner el dao producido por el holands al sexo femenino queda simblicamente justi cado por su perse-verancia en la redencin. El totalitarismo ideolgico que en ambos casos repre-senta la contradiccin entre unos medios ruines y unos elevados nes, as como la justi cacin de los primeros a travs de los segundos, se resuelve de un modo carac-tersticamente dialctico (paradjico?): Fausto se redime cuando descubre que la verdad que tan denodadamente buscaba con la ayuda del diablo (el Mal) era el Bien moral (Dios).En el caso del holands, la resolucin dialctica del drama pasa por descifrar el sentido real que su maldicin adopta al entrar en contacto con el imaginario fustico: est condenado a no encontrar el amor porque es l quien es incapaz de amar, cegado como est por la obtencin de una delidad formal que no es sino el envoltorio de un sentimiento ms profun-do para el cual est imposibilitado. Poco antes de la boda de Senta y el holands, Erik, antiguo pretendiente de la mucha-cha, consigue verla a solas para intentar torcer su rme determinacin y evitar los esponsales. El holands contempla

    Izquierda: pster para la pera Der Vampyr,

    de 1828.Derecha: portada

    de Conceptos racionales y cristanos

    sobre vampiros o chupasangres de

    Johann Christoph Harenberg (1733).

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    parte de esta escena e interpreta que la joven an ama al joven y podra sentirse tentada en cualquier momento por este antiguo amor, acabando as con sus es-peranzas de redencin y condenndose ella misma. Pero en esta ocasin, puede ms en l el sombro fuego que siente por la muchacha que su anhelo de sal-vacin, y el holands decide suspender la boda y retornar al tempestuoso mar antes que arriesgar el alma de la por primera vez verdaderamente amada Senta. La naturaleza dialctica del con icto queda completamente clara si la expresamos mediante el tipo de proposicin contra-dictoria que sera siempre tan del gusto de Wagner: El holands se redime cuan-do renuncia a la redencin.De este modo, a travs de Heine/Wagner, el mito del holands adquiri un per l fustico que su compaero vampiro tar-d an ms de un siglo en alcanzar. En efecto, pese a que Francis Ford Coppola haya hecho creer a muchos espectadores con su excelente pelcula Drcula (1992) que ste haba sido incorporado ya en la obra original de Bram Stoker (1897), el componente fustico de su vampiro es todo creacin del director. Mientras en el celuloide Drcula llega a sacri carse para evitar la condenacin de Mina, y con ello logra salvar su alma, en la novela este aspecto est completamente ausente. Drcula quiere aduearse hasta el nal del alma de Mina y es asesinado sin que le d tiempo a atisbar ningn acto de re-nuncia.

    LA BELLA Y LA BESTIA

    La confrontacin de un hombre mons-truoso con una mujer idealizada era ya el asunto del famoso cuento infantil La Bella y la Bestia, conocido principalmen-te a travs de la versin de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont de 1756. Aqu tambin la Bestia debe realizar un acto de renuncia permitir que Bella abando-ne su castillo para visitar a su moribun-do padre como prtico a su redencin. Los comentaristas de este cuento (ver Th e meanings of Beauty and the Beast de Jerry Griswold) coinciden en reconocer en la gura de la Bestia la representacin sim-blica del componente sexual (animal) del hombre, hecho que centra el plano alegrico del cuento en torno a la acepta-cin por parte de la Bella de la aparente-

    mente amenazadora y salvaje sexualidad masculina como condicin que permitir la consumacin de la relacin hombre/mujer. Segn Marina Warner, todo ello convierte a este cuento en una alegora del trnsito de la mujer de la infancia a la edad adulta. Sin embargo, no debemos olvidar que, al revs de lo que ocurre en el drama wagneriano, en La Bella y la Bestiaes el elemento fantstico el que acaba por resolverse en el real la Bestia recupera su forma humana cuando Bella le pide ser su esposa, mientras que en El holands errante es lo real lo que se resuelve en lo fantstico: Senta se inmola para ingresar en una epifana de la unidad entre lo mas-culino y lo femenino que, no lo olvidemos, tiene lugar en el mundo de los muertos.

    Del mismo modo que en la saga iniciada por Crepsculo (2005) de Stephenie Meyer, la gura del vampiro se convierte de nuevo en un fenmeno de masas debido a su capa-cidad de re ejar las pulsiones propias de la adolescencia actual, ofreciendo una versin romnticamente sublimada de la continen-cia sexual opcin en alza en determinados sectores conservadores estadounidenses, El holands errante resume en sus dos gu-ras principales unos aos antes del ms explcito Tannhuser un elocuente espejo en el que quedarn re ejadas las tensiones y frustraciones sexuales de una poca. Es-peramos que las pistas trazadas a lo largo de este artculo hayan proporcionado al lector las claves su cientes para extraer sus propias conclusiones

    Rafael Fernndez de Larrinoa (1972) es titulado superior en Musicologa. Actualmente ejerce como pro-

    fesor de Historia de la Msica en la Escuela de Msica Creativa, y de profesor de Armona y Composicin

    en el Conservatorio Joaqun Turina de Madrid.

    DISCOGRAFA BSICA

    WAGNEREl holands erranteHotter, Ursuleac, Hann. Staatsoper de Munich. Clemens Krauss, directorLAUDIS LCD2.4007 2 CD 1944Slo los holandeses ms antiguos son capaces de suscitar las emociones ms autnticamente gticas

    WAGNEREl holands erranteEstes, Balslev, Salminen. Festival de Bayreuth. Woldemar Nelsson, directorDGG 440 073 4041 DVD 1986La escenografa de Harry Kupfer destaca las borrosas fronteras que separan la fantasa de la realidad

    MARSCHNEREl vampiroHawlata, Hoffmann, Kaufmann. WDR Rundfunkorchester Kln. Helmuth Froschauer, directorCAPRICCIO 60083 2 CD 2001Unos aos antes del salto a la fama, Jonas Kaufmann ya daba muestras de buen hacer en este poco conocido ttulo

    WAGNEREl holands erranteAdam, Silja, Talvela. New Philharmonia. Otto Klemperer, directorEMI 7 CMS 5674082 2 CD 1968La versin de referencia de esta obra en estudio, gracias al extraordinario temple del podio