3. La oración de Moíses

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3. La oración de Moisés 1. Introducción Los descendientes de Abraham bajaron a Egipto y pasaron allí muchas generaciones. No sabemos exactamente cuántos años, aunque típicamente consideramos que el Éxodo tuvo lugar durante el reinado de Ramsés II (hacia 1250 a.C.), el faraón que utilizó mano de obra semita para construir las ciudades de Pitón y Ramsés (cf. Ex 1, 11). El libro de Génesis tiene una “profecía” que los israelitas van a sufrir 400 años de aflicción en Egipto (cf. Gn 15:13). El libro de Éxodo menciona que los israelitas estuvieron en Egipto 430 años (cf. Ex 12: 40-41). No sé si los autores antiguos entendieron estas cifras como una duración exacta. Puede significar nada más que muchísimo tiempo, como típicamente tomamos el número 40. Inicialmente todo fue bien, pero, después cayeron en la esclavitud. Si queremos unir las dos cifras, es 30 años de prosperidad en tiempo de José y 400 años de aflicción. Los israelitas bajaron como una tribu, pero salieron en el Éxodo como una nación. Tenemos el cumplimiento de la primera promesa a Abraham. Ex 2, 23-25: Durante este largo período murió el rey de Egipto. El pueblo de Israel sufría bajo la esclavitud. Gritaban, y su grito subía desde los lugares de trabajo hasta Dios. Oyó Dios sus lamentos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios con bondad a los hijos de Israel, y los atendió. Dios interviene por su propia iniciativa. Los israelitas gritaban, pero rezaban. No pidieron nada de Dios. Posiblemente después de tanto tiempo en Egipto, habían olvidado el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Pero, Dios se acordó de su alianza. Dios es fiel, aunque el hombre no sea fiel. 2. La llamada de Moisés (Ex 2-4) 1

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3. La oración de Moisés

1. Introducción

Los descendientes de Abraham bajaron a Egipto y pasaron allí muchas generaciones. No sabemos exactamente cuántos años, aunque típicamente consideramos que el Éxodo tuvo lugar durante el reinado de Ramsés II (hacia 1250 a.C.), el faraón que utilizó mano de obra semita para construir las ciudades de Pitón y Ramsés (cf. Ex 1, 11). El libro de Génesis tiene una “profecía” que los israelitas van a sufrir 400 años de aflicción en Egipto (cf. Gn 15:13). El libro de Éxodo menciona que los israelitas estuvieron en Egipto 430 años (cf. Ex 12: 40-41). No sé si los autores antiguos entendieron estas cifras como una duración exacta. Puede significar nada más que muchísimo tiempo, como típicamente tomamos el número 40. Inicialmente todo fue bien, pero, después cayeron en la esclavitud. Si queremos unir las dos cifras, es 30 años de prosperidad en tiempo de José y 400 años de aflicción. Los israelitas bajaron como una tribu, pero salieron en el Éxodo como una nación. Tenemos el cumplimiento de la primera promesa a Abraham.

Ex 2, 23-25: Durante este largo período murió el rey de Egipto. El pueblo de Israel sufría bajo la esclavitud. Gritaban, y su grito subía desde los lugares de trabajo hasta Dios. Oyó Dios sus lamentos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios con bondad a los hijos de Israel, y los atendió.

Dios interviene por su propia iniciativa. Los israelitas gritaban, pero rezaban. No pidieron nada de Dios. Posiblemente después de tanto tiempo en Egipto, habían olvidado el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Pero, Dios se acordó de su alianza. Dios es fiel, aunque el hombre no sea fiel.

2. La llamada de Moisés (Ex 2-4)

Dios decidió intervenir en la historia de Israel por medio de un hombre, Moisés. Quiso involucrar el hombre en la salvación de los hombres.

Moisés era de la tribu de Leví, salvado de las aguas por la hija del faraón cuando era un bebé. Moisés creció en la casa del faraón, recibiendo una educación de los egipcios. Siempre mantuvo consciencia de su identidad étnica. No olvidaron sus raíces, viviendo entre los egipcios, y entre la clase privilegiada. Un día, viendo un egipcio maltratar un israelita, le mató, motivo por el cual tenía que huirse.

En el momento de su llamada, Moisés es forastero en Madián. Por un parte era preparado por la providencia de Dios para realizar su misión, pero, no es un hombre perfecto. Vemos que Dios no escoge hombres perfectos para realizar sus planes.

Ex 3, 1-5: Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. Allí se le apareció el Angel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: «Voy

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a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?». Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!». «Aquí estoy», respondió el. Entonces Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa».

El lugar es una montaña, la montaña de Dios. Es conocido como Horeb y también como Sinaí, donde más tarde Dios va a establecer su alianza con los israelitas. El Ángel del Señor es Dios mismo, presente en una forma visible.

Moisés vio como la zarza ardía pero que no se consumía. Por curiosidad se acercó. Dios le llamó por nombre. Moisés es conocido por nombre. La respuesta de Moisés expresa su disposición de escucha y obediencia: “Aquí estoy.” Como hemos visto, era la respuesta típica de Abraham. Moisés tiene las mismas disposiciones, de escucha, de docilidad.

La presencia de Dios convierte este lugar en un lugar santo. “No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada.” Dios santifica el lugar con su presencia. Donde Dios está presente, es un lugar santo. Sacando las sandalias es un acto externo de la devoción y reverencia interna. Hay que reconocer la presencia de Dios también con gestos.

Dios está presente en todas partes. En cualquier rincón del mundo, allí está Dios. Podemos considerar cada lugar como un lugar santo. Cada lugar es apto para encontrarse con Dios. Es un lugar santo, un lugar del encuentro, un lugar de oración. Pero, típicamente en la Biblia una montaña es el lugar singular para encontrarse con Dios. Vamos a ver lo mismo con Jesús. Frecuentemente sube la montaña para estar solo con Dios Padre, pasando noches entero en oración. Una vez que tienen el templo en Jerusalén, esto convierte en el lugar privilegiado para encontrar Dios. Será su casa. Pero, recordamos que el templo mismo es construido sobre el monte, conocido por Abraham como Moriah.

Cuando somos distraídos en la oración, es como perdimos esta atención a Dios. Olvidamos que estamos en su presencia. Dios estaba presente en la zarza ardiente, aunque inicialmente no lo supo Moisés. Pero tomando consciencia de la presencia de Dios, le contestó, “Aquí estoy.”

Ex 3, 6: Luego siguió diciendo: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.

Dios tiene que identificarse. No da un nombre como tal; habla de la relación que tenía con sus padres. Soy el Dios de tu padre. Le parece que esta relación interpersonal tenga más importancia que su identidad individual. Es conocido en el contexto de una relación personal.

Moisés se cubrió su rostro. Los israelitas creían que el hombre no pudo ver el rostro de Dios y seguir con vida. Por un parte, esto indica la transcendencia de Dios. Dios no es un hombre. Dios es otro. Es invisible y spiritual. Pero también, cubrirse el rostro indica una

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ruptura en la relación entre Dios y el hombre por el pecado. El pecado provocó un cambio radical en la relación entre Dios y el hombre, que últimamente se sana solamente por el sacrificio de Jesucristo. Dios interviene en la historia para sanar su relación con los hombres. Quiere una relación plena, sin límites, sin velos, cara a cara. En el cielo, vamos a gozar la visión beatifica, contemplar Dios como está.

Ex 3, 7-9: El Señor dijo: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los egipcios.

He visto… Yo conozco sus sufrimientos. Dios conoce nuestros sufrimientos. Sabe bien nuestra condición, y no es indiferente. A veces esto es precisamente la tentación. Pensamos que Dios es indiferente, que no quiere cambiar nuestra suerte, y por eso sufrimos.

Dios interviene según su plan de salvación, en su tiempo, en su manera. Vemos aquí también que Dios renueva sus promesas a los patriarcas. Porque son un pueblo numeroso, habla de la tierra prometida. Es la siguiente promesa por cumplir.

Ex 3, 10-12: Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas». Pero Moisés dijo a Dios: «¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer salir de Egipto a los israelitas?». «Yo estaré contigo, les dijo a Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña».

Moisés está llamado para ser el enviado a Dios ante Faraón, pero siente incapaz. Es una respuesta típica en las escrituras cuando Dios llama una persona o un profeta. Aquí son algunos ejemplos.

Is 6, 5-7: Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!». Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Él le hizo tocar mi boca, y dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado».

Jer 1, 6 -8: Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven». El Señor me dijo: «No digas: «Soy demasiado joven», porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor –».

Dios preparó Isaías, perdonando sus pecados. Sentía incapaz por sus pecados. No era digno de la misión. Pero, Dios le sanó.

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Con Jeremías, Dios consuela Jeremías con una promesa que está con él. Yo estoy contigo para librarte. Va a liberarle de sus temores, sus complejos, quizás de sus pecados. Va a prepararle por su misión. Aquí con Moisés vemos algo similar. “¿Quién soy yo para ir donde el Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?” La respuesta de Dios es - Yo estoy contigo.

Dios está con nosotros para perdonar nuestros pecados. Dios está con nosotros para ayudarnos cumplir nuestra misión. Está con nosotros para guiarnos. Su presencia debe ser suficiente para nosotros. ¿Qué más queremos? Somos sus instrumentos. No importa tanta nuestras calidades. Y por otro parte, si Dios no está con nosotros, ¿Qué nos sirven otras cosas y muchas cualidades?

Ex 3, 13-14: Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cual es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?». Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Luego añadió: «Tú hablarás así a los israelitas: «Yo soy» me envió a ustedes».

Moisés le pregunta, ¿Cuál es su nombre? Dios conoce a Moisés por su nombre. Moisés quiere conocer su nombre. En su manera está buscando un conocimiento más personal, más íntimo, más seguro. En respuesta, Moisés recibe el nombre santo: Yavé, “Yo soy.”

El nombre es una derivación del verbo ser. Yo soy no parece mucho como un nombre personal. Revela algo sobre Dios, pero es a la vez un poco misterioso. ¿Qué significa? Yavé ES, quizás distinguiéndole así de los otros dioses que no son. Es el Dios que vive. Es el Dios que ve Moisés y el sufrimiento de su pueblo. Dios ES y da a existir las criaturas. Es el Creador de la tierra del cielo. Dios ES, y por eso está presente, está con Moisés y su pueblo.

El hecho de que Dios tiene un nombre, aunque un nombre misterioso, significa que Dios es persona. Por lo cual, Moisés puede entrar en una relación personal con Dios.

Por respecto, por reverencia, los israelitas no pronunciaron este nombre. Usaron otras figuras o expresiones. Yavé es el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un dios nuevo. Era conocido por otro nombre, como “El” o “El Šadday”.

Ex 3, 15-17: Y continuó diciendo a Moisés: «Tú hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre y así será invocado en todos los tiempos futuros. Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: «Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel».

Yo los he visitado y he visto. Dios está con ellos, aunque no saben. Dios ve, aunque quizás ellos no lo creen. Promete a librarlos de los egipcios, salvarlos de su esclavitud. Dios

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renueva sus promesas de Abraham, prometiéndoles el país de los cananeos, los hititas, los amorreos, etc.

Ex 3, 18-22: Ellos te escucharán, y tú irás a presentarte ante el rey de Egipto, junto con los ancianos de Israel. Entonces le dirás: «El Señor, el Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios». Ya sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto, realizando ante ellos toda clase de prodigios. Así él los dejará partir, y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de manera que cuando ustedes salgan, no se vayan con las manos vacías. Por eso, cada mujer pedirá a su vecina y a la que se hospeda en su casa, objetos de plata y oro, y también vestidos, y se los pondrán a sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios.

La misión no va a hacer fácil. Ya sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. El faraón solamente va a dejarles salir del país después de las 10 plagas. Pero, estas plagas tienen el fin de manifestar ante los ojos de los egipcios y los israelitas que Yavé es Dios, y no hay otro. Dios va a liberarles, y van a recibir su sueldo en plata y oro.

Hebreos – más el nombre que los extranjeros usaban para los israelitas.

Ex 4, 1-5: Pero Moisés respondió: «Y si se niegan a creerme, y en lugar de hacerme caso, me dicen: «No es cierto que el Señor se te ha aparecido»?». Entonces el Señor le preguntó: «¿Qué tienes en la mano?». «Un bastón», respondió Moisés. «Arrójalo al suelo», le ordenó el Señor. Y cuando lo arrojó el suelo, el bastón se convirtió en una serpiente. Moisés retrocedió atemorizado, pero el Señor le volvió a decir: «Extiende tu mano y agárrala por la cola». Así lo hizo, y cuando la tuvo en su mano, se transformó nuevamente en un bastón. «Así deberás proceder, añadió el Señor, para que crean que el Señor, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, se te ha aparecido».

Vemos como Moisés expresó sus objeciones. Moisés expresa lo que siente. Le parece que tiene poca autoestima. Habla respetuosamente, pero expresa sus dudas, sus dificultades, y su oración así se convierte en una súplica, una petición de ayuda.

Quizás, podemos perder la paciencia con Moisés, “¡Hombre venga!” Pero, la fe no es nada fácil y una misión divina siempre va a sobrepasar nuestras cualidades humanas.

Vemos la paciencia de Dios, tratando ayudarle crecer. Y Moisés va a crecer como persona a lo largo de su camino. Vemos la humildad de Dios. Le parece que cambia algo para ayudar Moisés. Dios le ofrece un milagro con su bastón para sus credenciales ante los demás. Dios adapta a Moisés.

Ex 4, 6-9: Después el Señor siguió diciéndole: «Mete tu mano en el pecho». El puso su mano en el pecho; y al sacarla, estaba cubierta de lepra, blanca como la nieve. En seguida el Señor le ordenó: «Vuelve a poner tu mano en el pecho». Así lo hizo

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Moisés; y cuando la retiró, ya había recuperado nuevamente su color natural. Entonces el Señor le dijo: «Si se niegan a creerte y no se convencen ante la evidencia del primer prodigio, el segundo los convencerá. Y si a pesar de estos dos prodigios permanecen incrédulos y no te escuchan, saca del Nilo un poco de agua y derrámala en la tierra; y al caer en la tierra, el agua que saques del Nilo se convertirá en sangre».

Dios da dos más milagros, uno sobre la lepra, y el otro la conversión de agua en sangre. Dios da todos los instrumentos necesarios para cumplir con la misión.

Pero, Moisés sigue con sus objeciones.

Ex 4, 10-12: Moisés dijo al Señor: «Perdóname, Señor, pero yo nunca he sido una persona elocuente: ni antes, ni a partir del momento en que tú me hablaste. Yo soy torpe para hablar y me expreso con dificultad». El Señor le respondió: «¿Quién dio al hombre una boca? ¿Y quién hace al hombre mudo o sordo, capaz de ver o ciego? ¿No soy yo, el Señor? Ahora ve: yo te asistiré siempre que hables y te indicaré lo que debes decir».

Moisés no piensa que es una persona elocuente. Dios había escogido mal entonces. Debe mandar otra persona mejor que él.

Dios rechaza la idea y le ofrece su ayuda. Dios va a asistirle en su hablar. Yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar.” De hecho, Dios promete asistirle siempre - yo te asistiré siempre que hables y te indicaré lo que debes decir. Esto debía ser suficiente, pero Moisés sigue con sus objeciones.

Ex 4, 13-17: Pero Moisés insistió: «Perdóname, Señor, encomienda a otro esta misión». El Señor se enojó con Moisés y exclamó: «¿Acaso no tienes a tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él tiene facilidad de palabra. Ahora justamente viene a tu encuentro, y al verte se llenará de alegría. Tú le hablarás y harás que sea tu portavoz. Yo los asistiré siempre que ustedes hablen, y les indicaré lo que deben hacer. El hablará al pueblo en tu nombre; será tu portavoz y tú serás un Dios para él. Lleva también en tu mano este bastón, porque con él realizarás los prodigios».

Por fin, Dios llegó a sus límites. El Señor se enojó con Moisés. Es una descripción “muy humano” de Dios. Pero de hecho su reacción es divina. No ataque Moisés. No castiga Moisés. Sigue ayudándole.

El episodio concluye con la promesa de mandarle a su hermano Aarón. Aarón va a hablar por Moisés. Después va a asumir el puesto de sumo sacerdote.

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3. El Éxodo

El Éxodo fue el momento clave para la fundación de los israelitas como una nación. Librado de su esclavitud fueron al Monte Sinaí para entrar en una alianza con Dios. La alianza les forma en el pueblo de Dios.

El Éxodo es el símbolo más significativo de la salvación en el antiguo testamento. Después, van a interpretar el exilio babilónico y la restauración como un nuevo Éxodo. En la transfiguración, Jesús hablará con Moisés y Elías sobre su Éxodo que va a cumplir en Jerusalén.

Encontramos en este momento histórico también la institución de la pascua, el cordero pascual. Este periodo es fundacional para Israel y la historia de salvación. Vamos a reflexionar solamente sobre algunos aspectos.

Moisés pide al Faraón permiso para salir, pero naturalmente este no quiere ver salir sus esclavos. Entonces, Dios tiene que golpearlo con 10 plagas para convencerle dejar los israelitas en libertad para adorar su Dios.

Las diez plagas iban dirigidas en parte contra los dioses de Egipto y eran calculadas para dar pruebas convincentes de la superioridad del Dios de Israel sobre los dioses de Egipto.

El Nilo era un dios. Una diosa se la pintaba como una rana. La diosa Hator se la pintaba como una vaca, etc. Los pueblos vecinos adoraron los dioses con imágenes de creaturas. También en cuanto los egipcios adoraron los animales como la vaca, es la razón que Moisés dará al Faraón para salir del país e ir al desierto para adorar Dios con sacrificios.

Una y otra vez se repite que por medio de estos milagros tanto Israel como los egipcios habrían de saber que Yavé es Dios (6:7; 7:5,17; 8:22; 10:2; 14:18).

Leemos en la narración algo un poco problemático. Por un parte, leemos que Dios endureció el corazón de Faraón. Si era así, ¿Entonces es responsable Faraón por la tardanza del Éxodo? ¿Dios es justo golpearle con 10 plagas? ¿Es libre Faraón hacer otra cosa?

Ex 7, 1-5: El Señor dijo a Moisés: «Yo hago de ti un dios para el Faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta. Tú le comunicarás todo lo que yo te mande, y él hablará al Faraón, para que deje salir de su país a los israelitas. Pero yo endureceré el corazón del Faraón, y así podré multiplicar mis signos y mis prodigios en Egipto. El Faraón se resistirá a escucharlos, pero yo descargaré mi mano sobre Egipto, y haré salir de allí a los israelitas –mi ejército y mi pueblo– infligiendo severos y justos castigos. Y cuando extienda mi mano sobre Egipto para hacer salir de allí a los israelitas, los egipcios tendrán que reconocer que yo soy el Señor».

Aquí vemos las dos cosas. Que Dios endurecerá el corazón del Faraón y que Faraón se resistirá a escuchar.

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Ex 7, 21-22: Los peces del Nilo murieron, y el río dio un olor tan pestilente, que los egipcios ya no pudieron beber sus aguas. Entonces hubo sangre en todo el territorio de Egipto. Pero los magos egipcios valiéndose de sus artes secretas, hicieron lo mismo. Por eso el Faraón persistió en su obstinación y no los escuchó, como el Señor lo había predicho.

Aquí leemos que el Faraón persistió en su obstinación. Hay una causa primera y una causa segunda, usando la terminología filosófica.

Aquí son otros textos que dan más atención a la acción de Dios.

Ex 9, 12: Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, y él no los escuchó, como el Señor había predicho a Moisés.

Ex 10, 20: Pero el Señor endureció el corazón del Faraón, y él no dejó partir a los israelitas.

A veces vemos que el Faraón se endureció su corazón; en otros vemos que era Dios quien lo endurece. Ambos son ciertos.

En muchos lugares, los israelitas atributaron a Dios la causa de todas las cosas, lo que llamamos la causa primera. Nada puede ocurrir contra su voluntad o fuera de su plan eterno. Decimos nosotros que las cosas desagradables ocurren por su permisión. Dios por no había intervenido en el asunto, permite las consecuencias.

Pero, a la vez, los israelitas siempre habían mantenido la responsabilidad humana. Aquí, se dicen que Dios endureció el corazón de Faraón. Pero, es una manera de hablar. El Faraón era responsable por sus propias acciones. Dios, sabiendo lo que va a hacer, “aprovechó” para mostrar su divinidad por las 10 plagas. Pero, el faraón era “libre” después de la primera plaga dejar en libertad los israelitas. Pero, no quiso hacerlo. No quiso obedecer la Palabra de Dios. No quiso escucharle. Era aferrado en sus propios juicios y planes. Esto es la dureza de corazón.

CEC 308 Es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios actúa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que opera en y por las causas segundas: "Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece" (Flp 2, 13; cf 1 Co 12, 6). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza. Sacada de la nada por el poder, la sabiduría y la bondad de Dios, no puede nada si está separada de su origen, porque "sin el Creador la criatura se diluye" (GS 36, 3); menos aún puede ella alcanzar su fin último sin la ayuda de la gracia (cf Mt 19, 26; Jn 15, 5; Flp 4, 13).

Los israelitas salieron de Egipto y pasaron por el mar rojo. El Faraón mandó su ejército después de ellos. Moisés extendió su bastón sobre las aguas, y los hebreos pasaron entre las dos murallas de agua. Persiguiéndoles, el ejército de Egipto fue destruido cuando las aguas regresaron.

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La liberación de Israel era el trabajo de Dios. Los israelitas no tenían que luchar contra el ejército de Egipto.

4. La crisis del desierto (Ex 16-18)

El itinerario del desierto está marcado por una serie de episodios que tienen la finalidad de subrayar las tentaciones que sufren los israelitas y la providencia de Dios. El desierto es el lugar de “tentación”, de “murmuración”, para usar el verbo típico de la incredulidad. Los israelitas fueron probados por la sed, el hambre, los enemigos, y sus temores. Habían visto como Dios actúe en su favor. Aprendió algo sobre la providencia de Dios allí en el desierto, en cuanto Dios da agua, comida y sobre todo el maná. Dios es providente.

5. El becerro de oro

Con la alianza, Dios adquirió un pueblo suyo. Moisés era mediador, subiendo la montaña para tratar con Dios, y bajando para hablar con los Israelitas. La alianza es iniciativa de Dios, pero el hombre tiene que responder.

La Alianza consiste en el compromiso por parte de Yavé en tomar los israelitas como su pueblo y los israelitas toman Yavé como su Dios. Tienen que apartarse de los ídolos y obedecer los 10 mandamientos. Los israelitas aceptaron todo, dando su consentimiento a la alianza. Moisés subió la montaña para dar esta respuesta a Dios.

Moisés estuvo con Dios mucho tiempo. Esto es el significado de 40 días. No quiere decir 40 días precisos, en lugar de 39 días o 41 días. Es un número simbólico. Pero, mientras Moisés estaba con Dios, los israelitas cayeron en el pecado de la idolatría, fabricando un ternero de oro. En esta ocasión vemos Moisés como un gran intercesor. Es mediador entre Dios y su pueblo.

Ex 32, 1-4: Cuando el pueblo vio que Moisés demoraba en bajar de la montaña, se congregó alrededor de Aarón y le dijo: «Fabrícanos un Dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto» Aarón les respondió: «Quiten a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas, las argollas de oro que llevan prendidas a sus orejas, y tráiganlas aquí». Entonces todos se quitaron sus aros y se los entregaron a Aarón. El recibió el oro, lo trabajó con el cincel e hizo un ternero de metal fundido. Ellos dijeron entonces: «Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto».

La vida de fe no es fácil. Los israelitas quisieron un signo visible de su Dios, y así apoyar su fe en un Dios invisible. Este ternero de oro era presentado como una imagen de Yavé, el Dios de Israel. No es un dios de Egipto, pero las imágenes de Yavé eran prohibidas. Con esto, rompieron uno de los 10 mandamientos y la alianza.

La imagen naturalmente provocaría algo de confusión, porque también era la figura tradicional del dios cananeo, “El.” Más tarde, el rey Jeroboam va a construir dos santuarios y dos terneros de oro para que su gente no tenga razón para subir a Jerusalén y adorar Yavé allí en el reino de Judá.

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Ex 32, 5-6: Al ver esto, Aarón erigió un altar delante de la estatua y anunció en alta voz: «Mañana habrá fiesta en honor del Señor». Y a la mañana siguiente, bien temprano, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y después se levantó para divertirse.

Aarón construyó el ídolo y proclamó una fiesta “en honor de Yavé.” Una fiesta era una diversión, para que la gente olvidar sus problemas y la ausencia de Moisés.

Ex 32, 7-10: El Señor dijo a Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: «Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto». Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación».

Ahora, los israelitas son “tu pueblo.” Es como Dios había renunciado su relación con ellos. No es más su Dios. Rompieron la alianza. Rechazaron a Dios, y en consecuencia Dios está rechazando ellos. Está dándoles lo que quieren, un otro dios.

Dios pronuncia su juicio. Voy a exterminarlos. Dios es justo en castigando su pecado. Los israelitas acaban de entrar en la alianza con juramentos.

Dios amenaza terminar con los israelitas y comienza de nuevo. Quiere hacer de Moisés un gran pueblo. Moisés no pierde nada. Quizás gana más fama. Ciertamente es más fácil. Muchas veces Moisés tenía que sufrir con sus quejas y sus rebeldías contra él, y su autoridad.

Es fácil imaginar Moisés enojándose con ellos. Hizo todo posible para que fueran fieles. Y ¿cómo usaron su libertad? Construyeron un ídolo. Pero, no fue así su reacción. Vemos Moisés doblar sus rodillas e interceder por su pueblo.

Ex 32, 11-14: Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? ¿Por qué tendrán que decir los Egipcios: “Él los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?” Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mas que quieres infligir a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: “Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia”. Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Aquí vemos la intercesión de Moisés. Quiere ayudar Dios recordar lo que hizo por los israelitas en el Éxodo, y ver la mala publicidad o mala fama que Dios mismo va a sufrir. También le hace recordar sus promesas a Abraham, y Dios es fiel.

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Es un argumento interesante. Dios tiene que cuidar la santidad de su nombre entre los otros pueblos. Aunque no dice esto Moisés, pues, Dios quiere salvar a todos, y no solamente los israelitas. Entonces, importa lo que van a pensar los egipcios. No por su vanidad, por el bien y la salvación de ellos.

Moisés no piensa en sí mismo. No piensa en sus intereses o sus ventajas. Es todo al lado de su pueblo, pidiendo la misericordia de Dios. . Ponga ellos en frente de sus propios intereses.

Vemos el canto de un salmo.

Sal 106, 23: El Señor amenazó con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha para aplacar su enojo destructor.

Es una imagen de Moisés en oración. Se mantuvo firme en la brecha. Es en la brecha entre el enojo de Dios y los hombres. Está luchando por su pueblo. Está luchando por su salvación en la oración. Como hemos visto con Abraham, le parece que Dios cambia sus planes en respuesta de la intercesión de Moisés.

Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo. No es que Dios realmente cambió sus planes. Es una manera de hablar y describir la respuesta a Dios ante las suplicas de Moisés. Dios mismo inspiró Moisés interceder por su pueblo. Dios le formó como un hombre de Dios y un hombre de oración. Moisés está pidiendo lo que Dios quiere dar. Pero, cuenta sus oraciones. Es importante su intercesión. Hay que rezar así; nuestras oraciones pueden salvar una nación. Debemos rezar con esta fe, que podemos siempre sacar más misericordia de Dios. Es la misma lección que hemos visto con la oración de Abraham por Sodoma. Dios quiere que rezemos por los pecadores.

Ex 32, 19-20: Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña. Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas.

A ver sus pecados, Moisés se enojó. En esto, está como Dios. Es un enojo divino. Podemos enojarnos contra el pecado, pero, sí amar a los pecadores. El amor a veces tiene que ser duro. Hay consecuencias de pecado que los israelitas tenían que aceptar.

Los israelitas tenían que beber una infusión de su pecado. Tenían que aceptar las consecuencias, pagar las deudas, de sus pecados. Creo que esto es el sentido de Moisés dándoles a beber el agua que tenía el polvo de su ídolo. Bebe. Toma las consecuencias. Acepta la responsabilidad.

Ex 32, 21-24: Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?». Pero Aarón respondió: «Te ruego, Señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal. Ellos me dijeron: «Fabricamos un dios que vaya al frente de nosotros, porque

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no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto». Entonces les ordené: «El que tenga oro que se desprenda de él. Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero».

No es fácil aceptar la responsabilidad por nuestros pecados. Vemos aquí la respuesta de Aarón. No sé si piensa que Moisés es tan tonto de creer su cuenta. Echó el oro en el fuego y salió como magia el ídolo. ¡Venga hombre!

Ex 32, 30-35: Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado». Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: «Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro. ¡Si tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto...! Y si no, bórrame por favor del Libro que tú has escrito». El Señor le respondió: «Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí. Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado». Y el Señor castigó al pueblo por haber hecho el ternero, el que había fabricado Aarón.

Moisés puso los intereses de su pueblo antes lo suyo. Borrarme del libro de la vida significa que quiere renunciar su propia salvación para salvar los israelitas. Es plenamente identificado con su pueblo. Es entregado. Es listo para sacrificarse totalmente por ellos para salvarles. Es una figura de Cristo.

6. La Carpa del Encuentro

Ex 33, 7-11: Moisés tomó la Carpa. La instaló fuera del campamento, a una cierta distancia, y la llamó Carpa del Encuentro. Así, todo el que tenía que consultar al Señor debía dirigirse a la Carpa del Encuentro, que estaba fuera del campamento. Siempre que Moisés se dirigía hacia la Carpa, todo el pueblo se levantaba, se apostaba a la entrada de su propia carpa y seguía con la mirada a Moisés hasta que él entraba en ella. Cuando Moisés entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la Carpa del Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés. Al ver la columna de nube, todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se postraba a la entrada de su propia carpa. El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué –hijo de Nun, su joven ayudante– no se apartaba del interior de la Carpa.

Aquí vemos lo que la oración de Moisés. De hecho la descripción es desde el perspectivo de Dios. El Señor conversaba con Moisés cara a cara. Conversaba cara a cara, porque Moisés había dado su corazón a Dios, abrió su corazón, buscaba una relación intima con Dios. Aunque no pudiera ver su rostro, conversaba cara a cara, o corazón a corazón.

Su cercanía a Dios, este familiaridad con Dios, impactaba la gente, y seguramente les llenó con paz y gozo saber que su jefe tenía una relación estrecha con Dios.

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7. La petición de Moisés

Ex 33, 12-13: Moisés dijo al Señor: «Tú me ordenas que guíe a este pueblo, pero no me has indicado a quién enviarás conmigo, a pesar de que me dijiste: «Yo te conozco por tu nombre y te he brindado mi amistad». Si me has brindado tu amistad, dame a conocer tus caminos, y yo te conoceré: así me habrás brindado realmente tu amistad. Ten presente que esta nación es tu pueblo».

El Señor había dicho que no va a guiarlos como antes. Ahora Moisés lucha con Dios para que Dios siga con ellos y sigue guiándoles. No quiere la ayuda de un ángel. Quiere Dios mismo.

Ex 33, 14-17: El Señor respondió: «Yo mismo iré contigo y te daré el descanso». Moisés agregó: «Si no vienes personalmente, no nos hagas subir de aquí. ¿Cómo se podrá conocer que yo y tu pueblo gozamos de tu amistad, si tú no vienes con nosotros? Así yo y tu pueblo nos distinguiremos de todos los otros pueblos que hay sobre la tierra». El Señor respondió a Moisés: «También haré lo que me acabas de decir, porque te he brindado mi amistad y te conozco por tu nombre».

Yo mismo iré contigo y te daré el descanso. Es la presencia y la cercanía de Dios que nos da descanso. Cuando somos agobiados, cansados, vacios, tenemos que irnos a Dios. La oración debe ser un descanso en el Señor, un gusto. Es un gusto estar con un amigo. Es un descanso estar con alguien que nos ama mucho.

¿Cómo se podrá conocer que yo y tu pueblo gozamos de tu amistad, si tú no vienes con nosotros? Moisés es el amigo de Dios. Quiere lo mismo por su pueblo. Quiere que su pueblo goce la amistad con Dios.

También haré lo que me acabas de decir, porque te he brindado mi amistad y te conozco por tu nombre. Dios le concede todo por su amistad. Su oración se funda sobre la amistad.

8. La gloria de Dios

Ex 33, 18-23: Moisés dijo: «Por favor, muéstrame tu gloria». El Señor le respondió: «Yo haré pasar junto a ti toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre del Señor, porque yo concedo mi favor a quien quiero concederlo y me compadezco de quien quiero compadecerme. Pero tú no puedes ver mi rostro, añadió, porque ningún hombre puede verme y seguir viviendo». Luego el Señor le dijo: «Aquí a mi lado tienes un lugar. Tú estarás de pie sobre la roca, y cuando pase mi gloria, yo te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después retiraré mi mano y tú verás mis espaldas. Pero nadie puede ver mi rostro».

Aquí vemos la petición de Moisés. Quiere contemplar la Gloria de Dios. “Por favor, muéstrame tu gloria.” Aunque gozaba una relación estrecha con Dios, Moisés quiso más. Déjame ver tu Gloria. Quiere ver su rostro. Quiere una relación sin barreras.

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Por vemos las limitaciones del hombre en este mundo. No pudo ver el rostro de Dios. Pero, Dios adapta a sus limitaciones. Dios cubre con su mano, protegiendo Moisés. Después, verá sus espaldas.

Su gloria es la manifestación externa de su santidad interior. Hay algo que podemos ver de Dios en esta vida, aunque la plena realización llegará solamente en el cielo.

Su gloria es identificada con su nombre. Para mostrar su gloria, Dios pronuncia su nombre en la presencia de Moisés.

Ex 34, 5: El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, junto a él. Moisés invocó el nombre del Señor.

La nube de gloria se llama en hebreo shekinah. Llena la carpa del encuentro. Va a llenar el templo en Jerusalén en los tiempos de Salomón. Va a descender sobre María en la anunciación.

Moisés invocó el nombre del Señor. Suponemos el nombre Yavé, que había revelado a Moisés anteriormente.

Ex 34, 6-9: El Señor pasó delante de él y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación. Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: «Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de nosotros. Es verdad que este es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia».

Aquí vemos la realización de la petición de Moisés. Dios revela quien es, revela su corazón. Dios exclama, “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad.”

Todo sucede como había anunciado Dios. Es una revelación de Dios, del contenido de su nombre o el contenido de su gloria. ¿Qué es la gloria de Dios? Yavé es un Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y en fidelidad. Es una revelación muy grande. Quizás solamente va a ser superado por la revelación que Dios es el amor.

Su benevolencia dura por miles de generaciones, pero su castigo solamente hasta la tercera y la cuarta generación. Es una manera exponer la grandeza de su misericordia. No hay proporción entre su misericordia y su justicia. Es tres o cuatro generaciones de castigo versus mil generaciones de misericordia.

Es una comparación. No quiere decir que Dios es injusto castigando los hijos por los pecados de sus padres. El autor no va por allí. No se debe salir de la comparación. Está

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diciendo que Dios es misericordioso, muy, muy, muy misericordioso. Es su característica esencial.

Moisés cae rostro en la tierra. Una posición de humildad, y sigue suplicando esta misericordia por su pueblo. No deja de rezar por su pueblo. 9. Rebelión de Aarón y Miriam

Nm 12, 1-4: Miriam y Aarón murmuraban contra Moisés porque había tomado como mujer a una cuchita (del territorio de Cuch). “¿Acaso Yavé, decían, sólo hablará por medio de Moisés? ¿No habló también por nuestro intermedio?” Y Yavé lo oyó. Ahora bien, Moisés era un hombre muy humilde. No había nadie más humilde que él en la faz de la tierra. De repente Yavé les dijo a Moisés, Aarón y Miriam: “¡Salgan los tres del campamento y vayan a la Tienda de las Citas!” Salieron pues los tres.

Aquí es una descripción muy bonito de Moisés. Es interesante que alabe sobre todo su humildad. ¿Por qué esta virtud? Quizás porque no va a defender su autoridad. De hecho vamos a ver como es Dios quien va a defender Moisés y alabarle ante sus hermanos.

Nm 12, 5-8: Entonces Yavé bajó en la columna de nube y se puso a la entrada de la Tienda. Llamó a Aarón y a Miriam, quienes se acercaron. Yavé les dijo entonces: “Oigan bien mis palabras: Si hay en medio de ustedes un profeta me manifiesto a él por medio de visiones y sólo le hablo en sueños. Pero no ocurre lo mismo con mi servidor Moisés; le he confiado toda mi Casa y le hablo cara a cara. Es una visión clara, no son enigmas; él contempla la imagen de Yavé. ¿Cómo, pues, no tienen miedo de hablar en contra de mi servidor, en contra de Moisés?”

El matrimonio de Moisés con una extranjera, probablemente, originaria de un grupo de nómadas procedentes de Madián, se convirtió en pretexto para ventilar su envidia de Moisés.

Dios defiende Moisés. Su descripción de su amistad es iluminadora. Dios habla cara a cara con Dios. Otra vez, la narración quiere subrayar esto. Es una relación personal, cercana, una amistad intima. Dios confía mucho en Moisés, había confiado toda su Casa. Había confiado su pueblo y hemos visto como luchaba por este pueblo rebelde, pecador, etc.

Él contempla la imagen de Yavé.

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