CARACTERIZACIÓN DE LA CONCEPCIÓN HUMANÍSTICA DEL HOMBRE

Berelson y Esteiner publicaron en 1964 un estudio sobre 1045 investigaciones científicas relacionadas con la conducta humana y concluyeron que la imagen del hombre que emerge de ellas es incompleta. “A medida que uno vive la vida o la observa a su alrededor o la encuentra en una obra de arte ve una riqueza abordada por las ciencias de la conducta, que ha dejado de lado aspectos humanos centrales tales como la nobleza, coraje, moral, ética, relación padre – hijo, inocencia, amor, odio, muerte y el mismo sexo” (Misiak 1973, pag. 110).

Todos estos aspectos señalados merecen ser tratados desde una perspectiva humanista, será por tanto necesario emplear un método adecuado que permita escudriñar estas realidades.

Los aspectos característicos de la concepción humanística son el reflejo de una visión y experiencia personal, estos aspectos están estrechamente relacionados, de tal manera que hay que tener en cuenta que cuando se hable de uno de ellos, estarán presentes las demás, por un tema de explicación, trataremos de separarlas, estas son:

La subjetividad del hombre.

La persona está constituida por un núcleo central estructurado.

La autorrealización del hombre.

El hombre es más sabio que su intelecto.

El hombre posee capacidad de conciencia y simbolización.

La capacidad del hombre de libertad y elección.

El hombre es capaz de una relación profunda.

El hombre es capaz de crear.

El hombre busca un sistema de valores y creencias.

La persona es única.

El hombre vive subjetivamente.

Es un hecho que los sentimientos, las emociones las percepciones de la persona están llenos de detalles que lo hacen propios de cada persona, es decir son muy personales, y cuando a éstas se les pretende describirlos las palabras resultan limitadas.

Para conocer las realidades externas el hombre necesita recurrir a su conciencia, a conocerse interiormente y luego conoce las realidades exteriores influenciado por su propio vivir, de acuerdo

con su realidad personal, tales como: sus deseos, necesidades, aspiraciones, valores, sentimientos etc., con un enfoque desde dentro hacia fuera.

Claro ejemplo de esta afirmación lo representan san Agustín y Descartes, han sido conscientes del sentido, del cogito, antes de alcanzar cualquier conocimiento, tenemos que recurrir a nuestra experiencia del conocer, por tanto el mundo externo forma parte de la experiencia interna.

La persona está constituida por un núcleo central estructurado.

Se trata del yo o el sí mismo, resulta imposible explicar la interacción de los procesos psicológicos, “La memoria, dice Allport influye en la percepción y el deseo en la intención, la intención determina la acción, la acción forma la memoria y así indefinidamente”.

El estudio del núcleo central resulta difícil, sobre todo a la observación, cuando el yo trata de conocer su propia naturaleza. William James decía que querer aprehender plenamente el yo en la conciencia es como intentar pisar la sombra del propio cuerpo.

Allport escogió el vocablo Propium para denominar el núcleo central, según él hay siete aspectos que lo constituyen y se hallan fusionados en nuestra experiencia cotidiana: - el sí mismo corporal – identidad de sí mismo – estima de sí mismo – extensión de sí mismo – imagen de sí mismo – agente racional – esfuerzo orientado.

El hombre está impulsado por una tendencia hacia la autorrealización

La tendencia hacia el pleno desarrollo físico en el ser humano es algo natural mientras no se opongan obstáculos externos, esta tendencia tiene una dirección clara, la maduración estructural y funcional de los órganos, esto requiere de una buena nutrición y de estar libre de obstáculos para que tenga una plena realización.

El enfoque humanista considera que la naturaleza humana no puede ser una maravilla en su desarrollo físico y un caos en el desarrollo psíquico, sostiene que hay un paralelismo entre ambos aspectos.

El hombre muestra capacidad y también deseo de desarrollar sus potencialidades, hay un impulso natural que lo guía hacia la plena autorrealización, estará orientado en condiciones de madurez y funcionamientos adecuados, es decir habrá una conducta racional y social subjetivamente satisfactoria y objetivamente eficaz.

Se aprecia con claridad esta realidad en la práctica terapéutica, cuando el terapeuta trata de ayudar y facilitar a una persona, removiendo los obstáculos negativos, ofreciéndole un clima vivencial auténtico y genuino, una comprensión empática profunda, una aceptación y aprecio incondicionales, inmediatamente a esto le sigue un proceso reorganizador y reestructurador, la

persona que se sentía oprimida, comienza a sentirse diferente, libre, ágil, feliz y segura de sí misma. Si este clima perdura después de un cierto tiempo la persona dará signos de una vida humana normal.

El hombre es más sabio que su intelecto.

Quien afirma esta expresión es Rogers. Es frecuente considerar al ser humano como un ser racional y cuando la persona no sigue los criterios racionales, se dice procede de forma irracional. Pero el ser humano puede seguir una tercera vía, que no se parecen a las dos anteriores, la arracional, es una forma de vida que observamos en la filosofía, la fe, la religión. El humanismo considera que esta vía puede ser más sabio que la misma vía racional, cuando una persona está libre de conflictos, actúa espontáneamente procesa inconscientemente conclusiones que se presentan como intuiciones. Estos juicios pueden ser más sabios que el pensamiento consciente, esta realidad tiene mucha relación con la creatividad, esta postura va de acuerdo con la filosofía oriental, según el pensamiento Taoísta “la mente verdadera no es ninguna mente”.

El hombre posee la capacidad de conciencia.

El hombre tiene la capacidad de autorrepresentarse, de contemplarse a sí mismo desde afuera, de autoproyectarse, de tomar conciencia de sí mismo. Esta capacidad le permite distinguirse a sí mismo del mundo exterior, le permite hacer planes para el porvenir, le permite verse a sí mismo como lo ven los demás, de tener empatía con ellos, comenzar a amar a sus semejantes, ver la verdad, tener sensibilidad ética, crear la belleza, de dedicarse a un ideal. Realizar estas posibilidades de ser persona. Como el proceso de toma de conciencia es importante en el hombre, la distorsión del mismo trae graves consecuencias, tales como neurosis o psicosis, pero si la persona se desenvuelve en un ambiente social agradable, pacífico, tendrá apertura hacia sus auténticas vivencias. Esto le llevará a escucharse a sí mismo, a captar sus sentimientos, sus miedos y valores.

Capacidad de libertad y elección.

La conciencia es el alfa y el omega de la libertad. El conocimiento y el reconocimiento de las necesidades constituyen el verdadero proceso de liberación.

La libertad de la que goza el hombre no es absoluta, hay grados de libertad, si sólo poseo dos opciones o conozco dos soluciones únicamente tendré un grado de libertad. Pero si tengo muchos conocimientos relacionados con la situación en la que me encuentro, si poseo una amplia educación, cultura y una extensa experiencia, tendré más grados de libertad y mi acción posible será más libre.

Cuando una persona acude a la terapia, generalmente llega con una falta de libertad, porque se siente, manejada, controlada, incapaz de elegir o conocer lo que quiere, experimenta diferentes grados de insatisfacción, tristeza, conflictos y desesperación, a medida que la terapia avanza, la persona pasa de la rigidez, estaticidad hacia la fluidez y flexibilidad, hacia la espontaneidad y la libertad.

El nivel de libertad aumenta a medida que la persona se abre y acepta sus vivencias, a medida que la persona es ella misma y da entrada y hace accesibles a su conciencia todos los datos disponibles y relacionados con la situación social.

El hombre es capaz de una relación profunda.

El hombre es un ser social, es una tendencia natural, constructiva y positiva pero puede tornarse destructiva y negativa cuando es una consecuencia de la frustración de las necesidades básicas.

El ser humano está sediento de relaciones auténticas y profundas, de relaciones humanas donde pueda ser él mismo en todas sus dimensiones y aceptando plenamente como es.

Martín Buber describe la relación profunda de persona a persona como una relación “yo – tú” una experiencia de hablar sinceramente uno a otro como personas, como somos, como sentimos, sin ficción, con plena sencillez, autenticidad y espontaneidad, esto hace al hombre verdaderamente humano.

El hombre es capaz de crear.

El pensamiento y la conciencia se hallan en condiciones normales, en todos los seres humanos, en cambio la creatividad es una dotación que aparece en algunas personas y destacan en las áreas de artes, ciencias, filosofía, etc.