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    Hellinger, Bert Cuentos de vida / Bert Hellinger; coordinado por Graciela Lauro; dirigido por Tiiu

    Bolzmann. - 2da. ed. - Buenos Aires: Alma Lepik, 2012. 126 p.; 20x14 cm. Traducido por: Rosi SteudelISBN 978-987-1522-16-3 1. Psicología Sistémica. I. Lauro, Graciela, coord. II. Bolzmann, Tiiu, dir. III. Steudel,

    Rosi, trad. IV. TítuloCDD 158.3 

    Fecha de catalogación: 09/05/2012 

    La mayoría de estos cuentos fue publicada por la Editorial Herder S.L, Barcelona en El centrose distingue por su levedad y Órdenes del Amor © 2002 y 2001, respectivamente.  

    Dirección Editor ial : Ti iu Bolzmann Traducción: Rosi Steudel 

    Colaboración de traducción: Nora Vasallo Müenster  Coordin ación Editor ial : Graciela Lauro 

    Corrección: Loli Moreno Diseño: Andy Sfeir  

    Impresión: Lulemar Ediciones Segunda edición: Coeditado con Grupal 

    Logística y Distribución S.A, junio de 2012 

    Reservados todos los derechos por la editorial. Este libro no puede reproducirse total ni parcialmente, En cualquier forma que sea, electrónica o mecánica, Sin autorización escrita de los autores y/ o la editorial. 

    Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina 

    ISBN: 978-987-1522-16-3 

    Grupal: Solís 2045. Capital Federal. Buenos [email protected]

    www.grupaldistribuidora.com.ar  

    Quito 4231 Buenos Aires [email protected] 

    www.almalepik.com 

    mailto:[email protected]://www.grupaldistribuidora.com.ar/http://www.grupaldistribuidora.com.ar/mailto:[email protected]:[email protected]://www.almalepik.com/http://www.almalepik.com/http://www.almalepik.com/mailto:[email protected]://www.grupaldistribuidora.com.ar/mailto:[email protected]

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    ÍNDICE INTRODUCCIÓN 06

    CUENTOS QUE HAB LAN DE LA VIDA 07  

    Consideraciones preliminares: Los opuestos 07El tomar 07 Los supervivientes 07La compensación 07 La solución 08 El vengador 08 La segunda vez 08 La revelación 09 El respeto 09 El lugar 10 

    La añoranza 10 El temblor 10El miedo 10La frase perdida 11La soberbia 11El orden 11La pasión 12 Los celos 12 

    CUENTOS PARA REFLEXIONAR 13

    Introducción: Claro y oscuro 13El engaño 13Reflexiones posteriores: El miedo 15El amor 15La fe 16Reflexión: Contradicciones 16La exigencia 16Consideración preliminar: saber distinguir las historias 17Los recursos 17Introducción: Veneno y antídoto 18El final 18Reflexión: La vida y la muerte 18

    El huésped 19La posada 20

    CUENTOS QUE CAMB IAN EL RUMBO 22

    Introducción: La indignación 22La mujer adúltera 22Comentario posterior 23La sentencia 24Introducción: La conciencia 24La respuesta 24Comentario posterior: El coraje 24El centro 25La vuelta 25

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    La conversión 26Comentario preliminar: Escuchar historias como una sinfonía 27La reunión 27Comentario preliminar: La plenitud 28La comprensión 28

    CUENTOS SOBRE LA FELICIDAD 31

    Comentario preliminar: La felicidad 31Las dos caras de la felicidad 31El burro 31La escapatoria 32La inocencia 32La culpa 33El curso de la vida 33Introducción: Límites de la felicidad 34La tierra 34

    Limpieza general 35Preparación: Los recuerdos 36El adiós 36La renuncia 37La osadía 38La fiesta 38

    PEQUEÑOS CUENTOS 39  

    La ceguera 39Comentario posterior: Las imágenes internas 39La curiosidad 39El entendimiento 39La rabia 39El fuego 40El todo 40Dos tipos de medida 40La dependencia 40El otro placer 40La objeción 44Cuentos en una frase 41

    POEMAS PARA REFEXIONAR 42

    Orden y plenitud 42Orden y amor 42El No ser 43Los jugadores 44El camino 44Introducción: Los opuestos 45Dos tipos de saber 45Caminos de sabiduría 45La verdad 46El héroe 46El vacío 46

    Lo mismo 46La plenitud 47

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    Gracias al amanecer de la vida 48El círculo 49

    REFLEXIONES FINALES 50

    Reconócete a ti mismo 50Lo nuevo 50Sostenidos 51Completo 51La luz 52 A quien le llegue la hora 52Nadar con la corriente 53 A lo último 53

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    INTRODUCCIÓN  

     A menudo los cuentos pueden decirnos algo que de otra manera no puede serexpresado. Lo que muestran también saben ocultarlo, de ahí que su enseñanza aveces a penas se vislumbre, como se intuye el rostro de una mujer detrás del velo. 

    Nos ocurre entonces, al escucharlos, como a alguien que entra en una catedral. Velas ventanas que brillan, porque él se encuentra en la oscuridad. Vistas a plena luz, delas imágenes sólo queda el contorno. 

    Los cuentos pueden expresar lo que no se debe decir. Lo que muestran tambiénsaben cómo esconderlo para que la verdad se intuya, como se intuye la cara de unamujer debajo de un velo. 

     Al escucharlos, nos pasa lo mismo que a quien entra en una catedral y observa lasvidrieras: las ve iluminadas porque se encuentra en la oscuridad, pero si las observadesde un lugar con mucha luz, sólo ve el engaste. 

    Los cuentos compilados en este libro son de ese tipo. Giran alrededor de un centro

    y de un orden oculto que, más allá de los límites de la conciencia y de la culpa, une loanteriormente separado. Nos llevan por un camino de entendimiento que muchasveces va mucho más allá de nuestras imágenes interiores habituales. Algunos de ellosson parodias: rompen el tabú de mirar más detenidamente y descubren los ladosengañosos y oscuros de cuentos e historias. Eso sucede en El engaño, El amor, La fe,El final y Las dos caras de la felicidad. 

    Otros cuentos consiguen que experimentemos lo que relatan mientras todavía losestamos leyendo. De ahí que, tal vez mientras los vamos leyendo, empecemos a dejarlo pasado y a centrarnos en el siguiente paso para avanzar. Entre esos cuentosfiguran La posada, La vuelta, La comprensión, El adiós y La fiesta.

    Otros cuentos crecieron conmigo y yo con ellos. Son cuentos que llegan a lo último.Nos llevan por el camino del entendimiento hasta sus límites, sin temor y sin

    miramientos. Son el corazón de esta colección. A esos cuentos pertenecen Dos tiposde sabiduría, La Plenitud, El vacío, Lo mismo, La Respuesta, Los jugadores, Ser y NoSer y El círculo. 

     Algunos de estos cuentos son poemas, más exactamente poemas para reflexionar. Para algunas historias hay un prólogo que conduce hacia ellas y otras veces un

    epílogo que las ubica en un contexto mayor. Muchos de los cuentos aquí compilados se encuentran ya en algunos de mis libros,

    por ejemplo en El Centro se distingue por su levedad, en Órdenes del Amor y enVerdichtetes. Aquí aparecen dispuestos como un todo y los he ordenado claramente.Son nuevos Cuentos en una frase y el capítulo Reflexiones finales, que redondea ellibro. 

    Estos cuentos y poemas llegan a nuestra alma si les damos tiempo para vibrar en

    nuestro interior y si los leemos como escuchándolos interiormente. Le deseo, durante la lectura, esa comprensión liberadora y esperanzadora que

    viene de nuestro centro y que nos lleva a nuevas dimensiones del amor. Bert Hell inger

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    CUENTOS QUE HAB LAN DE LA VIDA

    Consideraciones pre l im inares:

    Los opuestos

    Cuando alguien quiere apreciar un objeto muy pequeño, lo toma entre el índice y elpulgar. Ambos dedos están uno frente al otro y así pueden prender y aprehender elobjeto que se encuentra entre ellos y que, sin embargo, les resulta totalmente distintoa ambos. 

     A menudo nos ocurre lo mismo con las palabras y su significado. Por eso, en cuestiones esenciales debemos contemplar simultáneamente los

    múltiples aspectos de las mismas porque la plenitud no excluye, sino que incluye loscontrarios, y también el opuesto es una parte, un componente de un todo donde unapieza no sustituye a otra, sino que la completa. 

    El tomar

    Había una vez un hombre que estaba muy agradecido a Dios por haberle salvado lavida en una situación muy peligrosa. Le preguntó a un amigo qué podía hacer paraque su agradecimiento fuera digno de Dios. El amigo, como respuesta, le relató estahistoria: 

    Un hombre amaba a una mujer con todo su corazón y le pidió que se casara con él,pero ella tenía otras intenciones. Un día, cuando ambos cruzaban la calle, casi laatropella un auto de no ser por su acompañante, que la detuvo al reaccionar  conrapidez. En ese instante, ella se dirigió a él y le dijo: "Ahora me casaré contigo". 

    "¿Qué te parece?, preguntó el amigo, ¿cómo se pudo haber sentido aquelhombre?". El otro, algo molesto, en lugar de responder hizo una mueca con la boca. 

    "¿Ves?", dijo el amigo, "igual se puede sentir Dios contigo".  

    Os cuento otra historia sobre el tema: 

    Los supervivientes

    Un grupo de amigos de la infancia fueron a la guerra, vivieron peligrosindescriptibles y, mientras algunos murieron y otros fueron heridos gravemente, dos deellos regresaron sanos y salvos. 

    Uno se transformó en una persona muy callada. Sabía que no merecía haberse

    salvado y aceptó su vida como un regalo, como una gracia de Dios. El otro, sin embargo, pasaba el tiempo vanagloriándose de sus hazañas y de lospeligros a los que había sobrevivido. 

    Como si todo lo que pasó hubiera sido en vano. 

    La compensación En África, un misionero fue trasladado a otra región. La mañana de su partida, llegó

    un hombre que había caminado varias horas para despedirse de él y traerle comoregalo de despedida una pequeña cantidad de dinero, como unos 30 peniques. Elmisionero se dio cuenta de que el hombre quería agradecerle que hubiera ido confrecuencia a visitarlo a su aldea cuando estuvo enfermo. También sabía que aquellos30 peniques suponían mucho dinero para aquel hombre y casi cayó en la tentación dedevolverle su regalo y encima darle algún dinero más. Después de pensarlo, tomó eldinero y le dio las gracias.

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    La solución

    Un hombre le contaba a un amigo que su mujer todavía le reprochaba que hace 20años, pocos días después de la boda, la hubiera dejado sola para irse seis semanas

    de vacaciones con sus padres, que le .dijeron que lo necesitaban para conducir. Todaslas explicaciones y disculpas que él le había presentado hasta entonces no le habíanservido de nada. 

    El amigo le aconsejó lo siguiente: "Deja que desee o haga algo para ella que a ti teduela por lo menos lo mismo que a ella le dolió entonces". Al hombre se le iluminó lacara: ¡esa era la clave! 

    El vengador

    Un hombre de unos 40 años que acudía a psicoterapia tenía miedo de no podercontrolar su violencia y hacer daño a alguien. Considerando su carácter y supersonalidad, no existían razones que fundamentaran dicho temor, de ahí que el tera-

    peuta le preguntara si en su familia había habido violencia. Salió a la luz que su tío, el hermano de su madre, había sido un asesino. Este

    hombre tenía una empresa y una de las empleadas además era su amante. Un día,este hombre le mostró a ella la foto de otra mujer y le pidió que fuera a la peluquería yse hiciera el mismo peinado que llevaba la mujer de la foto. Cuando ya hacía algúntiempo que su amante llevaba ese peinado, hicieron un viaje al extranjero y allí lamató. Luego regresó a su país con la mujer de la foto, la que le había mostrado a suvíctima, y ella se convirtió en su empleada y amante. Pero el homicidio se descubrió yal hombre lo condenaron a cadena perpetua. 

    El terapeuta quiso saber más sobre sus parientes, sobre todo sobre sus abuelos,los padres del asesino, ya que se preguntaba dónde se había originado aquellapulsión asesina.

    Pero él paciente no le pudo proporcionar mucha Información. De su abuelo nosabía nada y de su abuela, que había sido una mujer muy creyente y respetada. Elpaciente indagó más a fondo y descubrió que durante la época de los nazis, su abuelahabía denunciado a su propio marido por homosexual. El hombre fue arrestado,trasladado a un campo de concentración y asesinado.

    La verdadera asesina en este sistema fue la abuela: de ella partió la fuerzadestructora. El hijo intervino como un segundo Hamlet, vengador de su padre, pero -también como Hamlet-, obnubilado por una doble transferencia. Él asumió la venganzaen lugar de su padre: esa fue la transferencia del sujeto. Le perdonó la vida.

    Respetó a su madre y en su lugar asesinó a su primera amante: esa fue latransferencia del objeto.

    Y luego asumió las consecuencias no sólo de su propio crimen, sino también delcrimen de su madre.Y así se asemejó a ambos padres: a la madre por el crimen y al padre por la

    prisión.

    La segunda vez

    Un hombre y una mujer, ambos ya casados, se enamoran. Cuando la mujer quedaembarazada se divorcian de sus anteriores cónyuges y contraen un nuevo matrimonio.La mujer no tenía hijos. El hombre aportaba una hija pequeña del primer matrimonio, aquien dejó con su madre.

     Ambos se sentían culpables ante la primera esposa y la hija de él y anhelaban que

    la mujer los perdonara. Pero la primera esposa estaba furiosa porque su hija y ellaestaban pagando un precio muy alto en beneficio de ellos dos.

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    Un día, conversando con un amigo sobre el tema, el amigo les pidió que seimaginaran cómo se sentirían sí la mujer realmente los perdonara. Y ahí se dieroncuenta de que hasta ese momento habían eludido asumir las consecuencias de suculpa, y que su afán de ser perdonados entraba en contradicción con la dignidad y losdeseos de todos.

    Reconocieron que habían construido su felicidad a costa de la desdicha de aquellaprimera mujer y de su hija, y decidieron responder adecuadamente a lasreclamaciones justificadas de la mujer.

    Sin embargo, se mantuvieron firmes en su elección.

    La revelación

    Una mujer se divorció de su esposo a causa de un amante. Después de muchosaños se dio cuenta de que aún amaba a su ex marido y le preguntó si podía volver aser su esposa. Pero él no quiso pronunciarse entonces y juntos resolvieron consultar aun terapeuta.

    El profesional comenzó preguntándole al hombre qué esperaba de él. El hombre le

    respondió: "Sólo busco una revelación".El terapeuta respondió que eso era difícil, pero que se esforzaría por lograrlo.Luego le preguntó a la mujer qué podía ofrecerle a su marido para que él quisieravolver de nuevo con ella. Ella se lo había imaginado todo demasiado fácil y lo queofrecía no suponía ningún compromiso. No era, pues, de extrañar que su ofrecimientono produjera efecto alguno en aquel hombre.

    El terapeuta le indicó a la mujer que, ante todo, debía reconocer que con suproceder le había hecho mucho daño a su marido. Y que él debía poder percibir queella quería reparar ese daño. La mujer se quedó algo pensativa, luego lo miró a losojos y le dijo: "Siento mucho lo que te hice. Por favor, déjame volver a ser tu mujer. Teamaré y te cuidaré, y en el futuro podrás confiar en mí".

    El hombre, sin embargo, seguía sin conmoverse.

    El terapeuta lo miró y le dijo: "Lo que tu mujer te hizo en aquella ocasión debehaber sido muy doloroso para ti y no quieres volver a vivirlo". Al hombre se lehumedecieron los ojos.

    El terapeuta continuó: "Quien sufre un dolor tan grande se siente moralmentesuperior al otro y por eso se atribuye el derecho de rechazarlo, como si no lonecesitara. Ante tanta inocencia, el culpable no tiene ninguna posibilidad".

    El hombre sonrió al sentirse descubierto: el terapeuta había dado en el clavo. Luegose giró hacia su mujer y la miró cariñosamente a los ojos.

    El terapeuta les dijo: "Esta fue la revelación. Son cincuenta marcos. Ahora váyanse.No quiero saber cómo sigue".

    El respeto

    Un hombre y una mujer le preguntaron a un maestro qué podían hacer con su hija,ya que en multitud de ocasiones, cuando la madre le ponía límites, no se sentíaapoyada por su marido.

    En tres párrafos, el profesor les explicó las reglas de una educación lograda:1. En la educación de sus hijos, el padre y la madre consideran correctos aquellos

    valores que en sus familias de origen también eran correctos o que, en su defecto, fal-taban.

    2. El niño reconoce y acepta aquellos valores que en las familias de origen de suspadres también fueron correctos o faltaron.

    3. Si uno de los padres logra imponerse al otro en la educación, el hijo se alía

    secretamente con la parte derrotada. A continuación les propuso que se permitieran percibir dónde y cómo la hija lesmanifestaba su amor. Se miraron a los ojos y se les iluminó la cara.

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    Y por último el maestro aconsejó al padre que, de vez en cuando, le hiciera saber asu hija la alegría tan grande que sentía al ver que ella era buena con su madre.

    El lugar

    Un padre había castigado a su hijo por desobediente. A la noche siguiente, el hijose ahorcó.  A pesar de que habían pasado muchos años desde aquello, la culpa no dejaba vivir

    en paz al padre. Conversando con un amigo, se acordó que pocos días antes del suicidio, cuando la

    madre contó en la mesa que estaba nuevamente embarazada, este hijo exclamóalterado: "iPor el amor de Dios!,¡si ya no cabemos!". De repente, el padre lo entendiótodo: el hijo se había ahorcado para ahorrarles una preocupación. Así hacía sitio parael niño que venía. 

    La añoranza

    Una vez, una joven sentía una añoranza incontrolable que ella misma no se podíaexplicar. De repente se dio cuenta de que esa añoranza no era suya sino de suhermana, hija del primer matrimonio de su padre. Cuando su padre se casó porsegunda vez, no le permitieron verlo más, ni a él ni a sus hermanastros. 

     A todas estas, la hermana se había ido a vivir a Australia y el contacto con ellaestaba totalmente interrumpido. La joven logró, sin embargo, comunicarse con ella, lainvitó a ir a Alemania y hasta le envió el billete. 

    Pero el destino no se pudo revertir: en el camino al aeropuerto la hermanadesapareció.

    El temblor

    En un grupo terapéutico, de repente una mujer empezó a temblar. Al observarlo, elterapeuta tuvo la impresión de que aquel temblor era de otra persona.

    Entonces le preguntó: "¿De quién es ese temblor?" "No sé", respondió ella.El otro continuó preguntando: "¿Podría ser de un judío?". "De una judía", respondió

    la mujer.Cuando esta mujer nació, un oficial del servicio de seguridad nazi fue a felicitar a su

    madre en nombre del partido. Detrás de una puerta había una judía a la que habíanescondido en la casa. Era ella la que temblaba.

    El miedo

    Una pareja llevaba muchos años casada. Sin embargo, no vivían juntos porque elhombre afirmaba que el trabajo adecuado para él sólo lo encontraba en una ciudadque estaba muy lejos.

    Cuando en el grupo se le hizo ver que donde vivía su mujer también podíaencontrar un trabajo semejante, siempre daba alguna excusa. Así, se puso enevidencia que debía haber otro motivo encubierto que justificara su comportamiento.

    Contó que su padre estaba enfermo de tuberculosis y que había pasado muchosaños ingresado en un sanatorio que se encontraba muy lejos de la casa. Cuando iba avisitar a su esposa y a su hijo, ambos quedaban expuestos al contagio. Aunque elpeligro ya hacía mucho que había desaparecido, su hijo asumía el mismo miedo, elmismo destino, y se mantenía lejos de su mujer como si él también representara un

    peligro.

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    La frase perdida

    Un joven, con tendencia al suicidio, relata en un grupo que cuando era niño le dijo asu abuelo materno: "¡A ver si te mueres de una vez y haces sitio!". El abuelo se rió acarcajadas, pero a él no se le había podido ir esa frase de la cabeza.

    El coordinador del grupo opinaba que la frase había salido de la boca del niño, peroque correspondía a otro contexto en el que no pudo ser expresada. Y realmenteencontraron lo que buscaban.

    Resulta que su otro abuelo, el paterno, había mantenido tiempo atrás relacionescon su secretaria y, por ese entonces, su mujer cayó enferma de tuberculosis. En esecontexto la frase sí encajaba, aunque el abuelo ni siquiera fuera consciente de ella: "¡Aver si te mueres de una vez y haces sitio! El deseo se hizo realidad: la mujer murió.

    Los descendientes, sin tener ni la más remota idea, se hicieron cargo de la culpa ydel castigo, y llevaron ese destino como si les fuera propio.

    Primero, un hijo evitó que su padre sacara provecho de la muerte de su madre y sefugó con la secretaria.

    Luego un nieto hizo suya la frase siniestra y estaba dispuesto a expiar la culpa

    suicidándose.

    La soberbia

    Una vez en un grupo, una mujer contó que su padre era ciego y su madre sorda,así que ambos se complementaban muy bien. Sin embargo, esta mujer sostenía quese tenía que ocupar de sus padres, aunque su madre le decía: "Yo puedo arre-glármelas sola con papá", y también el padre afirmaba: "Yo puedo ocuparme solo demamá. No necesitamos tu ayuda". Los padres la habían puesto en su lugar de hija yesto no le gustó nada.

    Esa noche la mujer no pudo dormir y al día siguiente me preguntó si yo la podíaayudar, a lo que respondí: "quien no puede dormir es porque cree que debe vigilar".

    Luego le conté un cuento de Borchert, el del chico de Berlín que, cuando acabó laguerra, cuidaba de su hermano muerto para que no se lo comieran las ratas.

    El pobre chico estaba agotado creyendo que debía velar por su hermano. Entoncesapareció un hombre lúcido que le dijo: "¡Pero si las ratas duermen de noche!". Y coneso el niño se durmió.

    También la mujer durmió a la noche siguiente.

    El orden 

    Un joven empresario, único representante de un producto en su país, llega con sucoche deportivo y habla de sus éxitos. Es evidente que es una persona capaz y un

    seductor irresistible.Pero tiene una debilidad: bebe. Su contable le advierte que saca demasiado dinerode la empresa para fines privados, con lo cual pone en peligro el negocio. A pesar detodos sus triunfos, inconscientemente busca perderlo todo.

    Se vino a descubrir que su madre echó a su primer marido porque, según ella, eraun inútil. Más adelante se casó con el padre de este joven, pero aportó un hijo delanterior matrimonio. Le prohibió seguir viendo a su padre y, hasta ese día, ese hijoseguía sin tener contacto con él y ni siquiera sabía si aún vivía.

    El joven empresario se dio cuenta de que no se permitía tener éxito porquepensaba que tenía su vida a costa de la desdicha de su hermano. Entonces encontróla siguiente solución:

    En primer lugar, pudo reconocer que el matrimonio de sus padres y su propia vida

    estaban inevitablemente relacionados con la pérdida que habían sufrido su hermano yel padre de éste.

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    En segundo lugar, pudo aceptar el éxito y decirle al resto del mundo que tenía losmismos derechos y que se sentía a la misma altura.

    Y, en tercer lugar, estaba dispuesto a hacer algo especial por su hermano, paramostrar su voluntad de equilibrar el dar y el tomar: se propuso encontrar al padre de suhermano y concertar un encuentro entre los dos.

    La pasión

    Un matrimonio fue a consultar a un conocido terapeuta con la esperanza deencontrar ayuda: "Cada noche nos esforzamos al máximo para contribuir a laconservación de la especie, pero a pesar de que ponemos todo nuestro afán nohemos podido cumplir con nuestro cometido. ¿En- qué fallamos, qué tenemos aún queaprender y que hacer?".

    El terapeuta les pidió que lo escucharan en silencio y que luego se fueran corriendoa casa y no comentaran nada entre ellos. A ambos les pareció bien.

     Acto seguido les dijo: "Cada noche os afanáis con todas vuestras fuerzas encontribuir a la conservación de la especie, pero a pesar de vuestros esfuerzos, no

    habéis podido cumplir aún con vuestro cometido. ¿Por qué simplemente no dais riendasuelta a vuestra pasión?". Y no les dijo nada más.Se pusieron de pie y, sin perder tiempo, se fueron a casa.En cuanto se quedaron solos, sé quitaron la ropa y se amaron con pasión y

    verdadero placer. Dos semanas después, la mujer estaba embarazada.

    Otra mujer, ya mayor, en un ataque de pánico, como si ya no fuera a encontrarnunca más un marido, puso un anuncio en el periódico: "Enfermera busca viudo conhijos para matrimonio". ¿Qué expectativas de lograr una relación íntima hubiera te-nido? También podía haber puesto: "Mujer desea hombre. ¿Qué hombre me desea amí?".

    Los celos

    En un grupo, una mujer contó que torturaba a su marido con sus celos y que, apesar de reconocer lo absurdo de su comportamiento, no lo podía remediar. Elcoordinador del grupo le mostró la solución. Le dijo: "como tarde o temprano vas aperder a tu marido, ¡disfrútalo mientras lo tengas!". La mujer se rió y se sintió aliviada.Días después su marido llamó al coordinador y le dijo:

    "Te doy las gracias porque conservo a mi mujer". Algunos años antes, este mismo hombre y su compañera de entonces habían

    asistido a un curso con este mismo coordinador. Durante el seminario, sin reparar enel dolor que le pudiera causar a la mujer, dijo ante todos los asistentes que tenía una

    nueva pareja, más joven, y que por ella se iba a separar de su actual compañera, conla que había convivido durante siete años.Pasado un tiempo asistió a otro curso, esta vez con su nueva pareja. Ella quedó

    embarazada durante el seminario y poco después se casaron.Para el coordinador ahora quedaba claro cuál era el motivo de sus celos.Esta mujer había negado ante todos el vínculo de su marido con su anterior pareja,

    y con sus celos enfatizaba públicamente su derecho sobre él.Sin embargo, en su interior sí reconocía el vínculo anterior y su propia culpa. Por lo

    tanto, sus celos no eran en absoluto la prueba de la inf idelidad de su marido, sino unreconocimiento secreto de que ella no era digna de él y de que una separaciónprovocada por ella era el único camino para reconocer el vínculo aún existente, ytambién una prueba de su solidaridad con la anterior pareja de él.

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    CUENTOS PARA REFLEXIONAR

    Introducción: Claro y oscuro

    Los cuentos pueden expresar lo que no se debe decir. Lo que muestran tambiénsaben cómo esconderlo para que la verdad se intuya, como se intuye la cara de unamujer debajo de un velo.  Al escucharlos, nos pasa lo mismo que a quien entra en una catedral y observa lasvidrieras: las ve iluminadas porque se encuentra en la oscuridad, pero si las observadesde un lugar con mucha luz, sólo ve el engaste. 

    El engaño

    Había una vez un viejo rey que, viendo acercarse la hora de su muerte y preocupado

    por el futuro de su reino, mandó llamar al criado más fiel, de nombre Juan, le confió unsecreto y le dijo: "Ocúpate de mi hijo, pues aún no tiene experiencia, y sírvele con lamisma lealtad con que me serviste a mí!". El fiel Juan se sintió muy importante -en verdad, no era más que un sirviente- y, sinsospechar nada malo, levantó su mano y sentenció: "Os prometo guardar vuestrosecreto y ser fiel a vuestro hijo, como lo fui con vos, aunque me cueste la vida". 

    El rey murió y cuando ya habían pasado sus exequias, el fiel Juan llevó al joven reya conocer el palacio, le abrió todas las habitaciones y le mostró los tesoros del reino.Una puerta, sin embargo, no la abrió, la pasó por alto. El nuevo rey, obstinado, leordenó que también la abriera, pero Juan le contestó que su padre se lo habíaprohibido. Cuando el empecinado rey amenazó con abrirla por la fuerza, Juan cedió yla abrió, pero se adelantó con rapidez y se puso delante de un cuadro para que el rey

    no lo viera. El rey se dio cuenta, apartó a Juan hacia un lado, miró el cuadro y cayó alsuelo desmayado: era un retrato de la Princesa de la Cúpula Dorada.

    Cuando volvió en sí, todavía estuvo un tiempo como ensimismado, y no tenía otropensamiento que no fuera convertirla en su mujer. Pedir su mano directamente lepareció muy arriesgado, pues sabía que su padre ya había rechazado a todos y cadauno de los pretendientes. Así fue como el fiel Juan y el rey tejieron una artimaña.

     Averiguaron que la Princesa de la Cúpula Dorada amaba todo lo que fuera de oro,sacaron joyas y vajillas de oro del tesoro real, las cargaron en un barco, se hicieron ala mar y llegaron a la ciudad donde vivía la princesa. Una vez allí, el fiel Juan tomóalgunas piezas y se puso a venderlas disimuladamente delante del palacio.

    Cuando la princesa se enteró, fue a ver lo que se vendía. Entonces Juan le contóque en el barco tenían mucho más y la convenció para que fuera hasta allí. Una vez

    en la embarcación, la recibió el rey disfrazado de mercader y la princesa aún lepareció mucho más hermosa que en el cuadro. La llevó adentro y le mostró los tesorosde oro.

    Mientras tanto, levaron el ancla, izaron las velas y el barco se hizo de nuevo a lamar. Al pronto, cuando la princesa se dio cuenta, se quedó muy desconcertada, peroluego comprendió lo que estaba ocurriendo y que, en el fondo, eso correspondía consus más íntimos deseos, por eso siguió el juego.

    Cuando ya había visto todo el oro, miró hacia afuera y vio que el barco se habíaalejado bastante de la costa. Entonces se asustó. El rey le tomó la mano y le dijo: "¡Notemas! No soy un mercader, soy un rey, y te amo tanto que te pido que seas mi mujer".Ella lo miró y lo encontró atractivo, contempló el oro y le dijo que sí.

    El fiel Juan llevaba el timón y silbaba divertido, satisfecho por lo bien que habíasalido la jugada. En eso aparecieron tres cuervos, se posaron sobre el mástil ycomenzaron a hablar.

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    El primero dijo: "El rey aún no tiene segura a la princesa: cuando lleguen a tierravendrá a su encuentro un caballo rojo como el fuego. Cuando lo monte para cabalgarhacia el palacio, el caballo emprenderá el galope y no verán al príncipe nunca más".

    El segundo dijo: "A no ser que alguien se le adelante y salte sobre el caballo, tomeel arma que lleva en la silla y mate al caballo". Y el tercero dijo: "Pero si alguno de losque sabe esto lo cuenta quedará convertido en piedra desde los dedos de los pieshasta las rodillas".

    El segundo cuervo dijo: "Aun suponiendo que supera el primer obstáculo, el rey aúnno tiene segura a la princesa: cuando llegue a su palacio encontrará un traje de boda.Querrá ponérselo enseguida, pero se prenderá fuego como resina fresca y le quemaráhasta los huesos".

    El tercer cuervo dijo: "A no ser que alguien se le adelante, tome el traje con guantesy lo tire al fuego".

    Y el primer cuervo agregó: "Pero si alguno de los que sabe esto lo cuenta quedaráconvertido en piedra desde las rodillas hasta el corazón".

    El tercer cuervo prosiguió: "Aunque superara el segundo obstáculo, el rey aún notiene segura a la princesa: cuando comience el baile nupcial, la reina se desmayará y

    caerá al suelo como si estuviera muerta. Y si no aparece rápido alguien que le abra elcorsé, le saque el pecho derecho, le chupe tres gotas de sangre y después las escupa,la reina morirá".

    Y el segundo cuervo añadió: "Pero si alguno de los que sabe esto lo cuentaquedará convertido en piedra desde el corazón hasta la cabeza".

     Ahí tomó conciencia Juan de que la cosa iba en serio. Pero, fiel a su juramento, sepropuso hacer todo lo posible para salvar al rey y a la reina, aunque le costara la vida.

    Cuando tocaron tierra sucedió todo tal cual habían predicho los cuervos. Un caballorojo como el fuego apareció al galope y, antes de que el rey lo pudiera montar, Juan sesubió al caballo, tomó el arma, y lo mató. Los otros criados del rey exclamaron: "¡Peroqué se ha creído éste! Ahora que el rey iba a llegar a palacio cabalgando sobre estehermoso caballo, viene él y lo mata. ¡No se le puede permitir una cosa así!". Pero en-

    tonces el rey dijo: "Es Juan, mi fiel sirviente. Sus razones tendrá para obrar así".Cuando entraron en el palacio, allí estaba el traje de boda y, antes de que el rey lofuera a buscar para ponérselo, Juan lo tomó con guantes y lo arrojó al fuego. Entoncesse escuchó a otros sirvientes murmurar: "¡Pero qué se habrá creído! Ahora que el reyiba a ponerse el hermoso traje, viene éste y se lo tira al fuego. No se le puede permitiruna cosa así!". Pero entonces dijo el rey: "Es Juan, mi fiel sirviente. Sus razonestendrá para obrar así".

    Luego se celebró la boda, pero al comenzar el baile la reina se puso pálida y cayódesplomada y como muerta. Juan acudió enseguida a su lado y, antes de que el reyse atreviera a hacer nada -aún era inexperto-, le abrió el corsé, le sacó el pecho de-recho, chupó tres gotas de sangre y luego las escupió. La reina abrió los ojos yrecobró la vida.

    El rey, sin embargo, se avergonzó de eso y cuando escuchó a los otros sirvientesque se burlaban, pensó que la situación ya había llegado a un límite y que si ahoratambién perdonaba a Juan, su autoridad quedaría en entredicho. Por eso reunió altribunal y condenó a muerte a Juan, su fiel sirviente.

     A todo esto, Juan se preguntaba si debía revelar lo que le habían dicho los cuervos:"Pase lo que pase voy a morir: si no lo cuento, muero en la horca. Y si lo cuento meconvierto en piedra". Al final se decidió por relatar lo sucedido, porque pensó: "Quizásla verdad los haga libres".

    Cuando se hallaba ante su verdugo, igual que otros condenados, pudo pronunciarsus últimas palabras. Entonces contó ante todo el mundo por qué había hecho todoaquello que parecía tan grave. Justo cuando terminó cayó al suelo convertido enpiedra. Así murió.

    Todos los presentes lanzaron gritos de dolor. El rey y la reina se retiraron a palacioy se recluyeron en sus aposentos. Allí, la reina miró al rey y le dijo: "Yo también

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    escuché los cuervos, pero no dije nada por temor a convertirme en piedra". Ahí el reyle susurró al oído: "Yo también los oí!".

    Pero el cuento no termina aquí. Resulta que el rey no se atrevió a sepultar a Juanconvertido en piedra, y lo puso delante del palacio como si fuera una estatua. Cadavez que pasaba por allí decía suspirando: "¡Ay, mi fiel Juan, qué pena!". Pronto lareina quedó embarazada y con esto el rey se distrajo del tema. Al año nacieronmellizos, dos niños preciosos.

    Cuando los niños cumplieron tres años, el rey ya no pudo más y le dijo a su esposa:"Tenemos que hacer algo para devolverle la vida al fiel Juan, y lo lograremossacrificando lo más querido que tenemos". La reina se asustó: "¡Lo más querido queleñemos son nuestros hijos!". "Sí", respondió el rey. A la mañana siguiente, tomó unaespada, les cortó la cabeza a sus hijos y derramó la sangre sobre el cuerpo petrificadode Juan con la esperanza de que volviera a la vida. Pero la piedra, piedra quedó. Alverlo, la reina gritó: "¡Esto es el fin!". Se retiró a sus aposentos, recogió sus cosas y alos tres días volvió a su país. El rey, sin embargo, fue a la tumba de su madre y allílloró largo tiempo.

    REFLEXIONES POSTERIORES: EL MIEDO

    Quien ahora estuviera tentado de leer el cuento de la manera que nos fuetransmitido, encontrará lo mismo que acaba de oír aquí-siempre que lo leaatentamente- Pero al mismo tiempo encontrará también el cuento real que, si rehuye lavisión desnuda de su verdad, le hace soportable lo terrible a través de algo hermoso;su miedo de encontrar, quizás, el cielo vacío se apacigua a través de una esperanzailusoria.

    El amor

    Un hombre, en sueños, oyó la voz de Dios que le decía: "¡Levántate, toma a tu hijo,tu único y bien amado hijo, llévalo al monte que te indicaré y ofrécemelo en sacrificio!".

    Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, único y bien amado, miró a sumujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Levantó al niño, lo llevó al monte, construyóun altar, le ató las manos y sacó el cuchillo para sacrificarlo. En ese momento oyó otravoz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.

    ¿Cómo mira el hijo al padre?¿Cómo el padre al hijo?¿Cómo la mujer al hombre?¿Cómo el hombre a la mujer?¿Cómo miran ambos a Dios?Y, ¿cómo Dios -suponiendo que exista- los mira a ellos?

    En otro lugar, otro hombre también en sueños oyó la voz de Dios que le decía:"¡Levántate, toma a tu hijo, tu único y bien amado hijo, llévalo al monte que te indicaréy ofrécemelo en sacrificio!".

    Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, único y bien amado, miró a sumujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Y le respondió de frente: "¡No lo haré!"

    ¿Cómo mira el hijo al padre?¿Cómo el padre al hijo?¿Cómo la mujer al hombre?

    ¿Cómo el hombre a la mujer?¿Cómo miran ambos a Dios?Y, ¿cómo Dios -suponiendo que exista- los mira a ellos?

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    La fe

     Alguien cuenta que escuchó a dos personas comentando cómo hubierareaccionado Jesús si al decirle a un enfermo "¡Levántate, toma tu cama y vete a tu

    casa!", éste le hubiera respondido: "¡No quiero!".Una de las dos contestó que probablemente Jesús no hubiera dicho nada alprincipio, pero luego se habría dirigido a sus discípulos diciendo: "Este hombre honra aDios más que yo".

    REFLEXIÓN: CONTRADICCIONES

    Historias como esta nos pueden irritar un poco al principio, ya que parecen ir encontra de las reacciones y de la lógica a la que estamos acostumbrados. Pero luego,superados algunos límites, comenzamos a vislumbrar un significado que ningunaexplicación puede aclarar ni ninguna contradicción discutir. Por eso cautivan.

    En cuestiones esenciales, muchas veces debemos contemplar varias posiciones al

    mismo tiempo. La plenitud no excluye las contradicciones, más bien las incluye, poreso el opuesto es una parte más entre las otras, las complementa pero no lassustituye.

    La exigencia

    En tierras de Aram, donde hoy se encuentra la actual Siria, vivía hace muchotiempo un general fiel a su rey, famoso por su fortaleza y valentía. Un día se enfermógravemente de lepra, fue aislado y ya no pudo tener contacto con nadie, ni siquieracon su esposa. 

    Un día, una esclava le contó que en su país vivía un hombre que sabía curar suenfermedad. Así, pues, reunió a su séquito, tomó diez talentos de plata, seis milmonedas de oro, diez trajes de fiesta, una carta de recomendación de su rey, y sepuso en marcha. 

    Después de andar un largo camino y de extraviarse algunas veces, llegó a la casade quien había de curarle y pidió que lo dejaran entrar. 

     Ahí estaba el hombre con todo su séquito, sus tesoros, la carta de recomendaciónde su rey, a la espera de que alguien le abriera la puerta. Pero nadie le hacía caso. Yaestaba algo nervioso e impaciente cuando se abrió la puerta y apareció un criado quese le acercó y le dijo: "Mi señor te manda a decir que te laves en el Jordán, que eso tesanará". 

    El general creyó que se estaban burlando de él. "¿Qué? -dijo- "¿Y éste es unsanador? ¡Por lo menos tenía que haber venido personalmente a hablar conmigo,

    invocar a su Dios, realizar un largo ritual y tocar mis llagas con su mano! ¡Igual así mehubiera curado! Y en lugar de todo eso, ¡quiere simplemente que me bañe en elJordán!. Hecho una furia dio media vuelta y emprendió el regreso a casa. 

    En realidad, este es el verdadero final de la historia. Pero como se trata de uncuento, tiene un final feliz. Continúa así: 

    Cuando el general ya llevaba un día de marcha, al anochecer se acercaron suscriados y de buenas maneras le dijeron: "Querido padre: si este sanador te hubierapedido algo extraordinario y fuera de lo común, como por ejemplo que fueras en barcoa países lejanos, que te sometieras a dioses extraños, que durante años escudriñarastus propios pensamientos, aunque todo eso te hubiera costado tu fortuna, se-

    guramente lo hubieras hecho. Pero tan sólo te pidió algo muy sencillo". Y así se dejóconvencer.

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    De mal humor y desalentado se dirigió al Jordán, se bañó en él y se hizo el milagro. Al volver a casa, su esposa quiso saber cómo le había ido. "Pues ya ves -contestó,

    me he curado. Aparte de eso no pasó nada importante".

    CONSIDERACIÓN PRELIMINAR: SABER DISTINGUIR LAS HISTORIAS

    Quien empieza a distinguir las historias que lee, ya no sucumbe ante lo bello contanta facilidad. Guiándose por una instancia interior que sabe más de lo que laspalabras dicen, comprueba si lo que escucha y siente le da fuerza, lo nutre, lo estimulay lo capacita para actuar o si, por el contrario, lo debilita, lo limita, lo paraliza y le haceestar fuera de sí.

    Lo que realmente nos ayuda a veces sobrepasa los límites conocidos e implica elriesgo del fracaso y de la culpa.

    Los recursos

    Un día un hombre sale de su casa, se confunde entre la multitud del mercado, sigue

    por una callejuela y llega a una calle que lo lleva al cruce de dos avenidas. De repenteescucha chimar unos frenos, un autobús pierde el control, hay gente que grita y, acontinuación oye el choque.

    Ya no sabe qué le ocurre: huye a toda prisa, vuelve por la calle por la que habíallegado, toma la callejuela, se abre paso entre la multitud del mercado, llega a su casa,abre el portal, sube corriendo las escaleras hasta su piso, cierra la puerta tras de sí,corre por el pasillo hasta la última habitación y cierra la puerta. Respira hondo.

    Y ahí está, salvado, encerrado y solo. El susto recibido en el cuerpo ha sido tanfuerte que no se atreve ni a moverse. Entonces espera.

     A la mañana siguiente su compañera lo echa de menos. Intenta llamarlo porteléfono, pero nadie responde. Preocupada, se acerca hasta su casa y toca el timbre,pero nadie abre. Acude a la policía para pedir ayuda y regresa con dos agentes.

    Primero abren el portal, corren escaleras arriba hasta la puerta del piso, la abren,siguen el pasillo hasta la última habitación, pican en la puerta y esperan un momento.Cuando la abren, encuentran al hombre aterrado.

    La mujer le da las gracias a los dos policías y les dice que se pueden ir. Despuésespera un momento y siente que aún no puede hacer nada. Promete que volverá aldía siguiente y se va.

     Al otro día encuentra el portal abierto, pero el piso continúa aún cerrado. Abre y sedirige a la última habitación, también la abre y encuentra a su compañero. Como siguesin hablar, ella le cuenta lo que ha vivido mientras se dirigía hacia allí: que el sol seabría paso entre las nubes, que los pájaros cantaban en las ramas de los árboles, quelos niños jugaban y corrían, y también que la ciudad latía con su propio ritmo.

    Se da cuenta de que tampoco esta vez puede hacer nada. Promete volver al otrodía y se va.

     A la mañana siguiente vuelve y encuentra abierta tanto la puerta del portal como ladel piso. Se dirige a la última habitación, la abre y encuentra a su compañero todavíainmóvil. Espera un rato y le cuenta que la noche anterior había ido al circo. Le describeel colorido del espectáculo, la animada música de la banda, el ambiente bullicioso, latensión cuando entraron los leones y el gran alivio de que todo saliera bien. Tambiénle contó de las bromas de los payasos, de los preciosos caballos blancos y de laalegría de la gente. Al acabar su relato lo pro-mete: "Mañana volveré".  Al día siguiente, todo está abierto, hasta la puerta de la habitación, pero no hay nadie. 

    El hombre asustado no aguanta más en la casa. Cierra la puerta de la habitación,también la puerta del piso, sale por la puerta de la calle y se confunde entre la multitud

    del mercado. Sigue por una callejuela, llega hasta la calle ancha, atraviesa el cruce delas dos avenidas y, decidido, busca a su compañera.

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    Introducción: Veneno y antídoto

     Algunas historias nos conmueven y por un momento hasta puede parecer que lamuerte y la separación hubieran sido borradas. Cuando las escuchamos nos relajancomo una copa de vino en la noche: después dormimos mejor. A la mañana siguiente

    nos levantamos como siempre y vamos al trabajo.Otros, después de haberse tomado el vino, se quedan en la cama y haría faltaalguien que viniera a despertarlos y que les relatara las historias con algunasvariaciones. Así, el dulce veneno se convierte en antídoto y a veces vuelven adespertar liberados del hechizo.

    El final

    Harold, un joven de unos veinte años que solía dejar impresionados a todos al tratarde tú a tú a la muerte, le hablaba a un amigo de su gran amor, Maude, una mujeroctogenaria. Le dijo que un día quiso celebrar con ella su cumpleaños y también elcompromiso de boda y que en plena celebración ella le confesó que había tomadoveneno y que sobre la medianoche su vida habría acabado. El amigo se quedópensativo un momento y luego le contó la siguiente historia:

    "En un planeta diminuto vivía una vez un pequeño hombre. Como no había nadiemás se llamó a sí mismo Príncipe, es decir el primero y el mejor. Además de él, vivíaallí una rosa cuya fragancia había sido exquisita tiempo atrás, pero que ahora ya seestaba marchitando. El Pequeño Príncipe -aún era un niño- no descansaba en suesfuerzo por mantenerla viva. Así, de día tenía que regarla y de noche, protegerla delfrío. Pero cuando él necesitaba algo de ella, y eso ya había sucedido en algunaocasión, la rosa le enseñaba sus espinas. No era, pues, de extrañar que con el pasodel tiempo él se hubiera cansado. Por eso decidió marcharse.

    Primeramente visitó los planetas de los alrededores, tan di-minutos como el suyo, y

    sus príncipes, casi tan extraños como él. Nada lo retenía allí.Tiempo después llegó a la hermosa Tierra y fue a dar con un jardín de rosas. Habíamiles, a cada cual más bella, y su fragancia perfumaba todo el aire. Ni en sueños sehubiera imaginado que pudiera haber tantas rosas, ya que hasta ese momento sóloconocía una. Así fue como quedó cautivado por su dulzura y su belleza.

    Pero entre las rosas lo descubrió un zorro astuto. Fingía ser tímido, y cuando vioque podía engatusar al pequeño extraño, le dijo: "Quizás te parezca que todas lasrosas son excepcionales, pero no tienen nada de especial. Crecen solas y sincuidados. Tu rosa, en cambio, la de tu planeta, es exigente porque es única. Vuelvecon ella". Al oír esto, el Pequeño Príncipe se sintió confundido y triste, y emprendiócamino al desierto. Allí encontró un piloto que había aterrizado por una avería y pensóque a lo mejor podía quedarse con él, pero pronto vio que era frívolo y sólo quería

    conversar. Entonces el principito le contó que regresaba a casa, donde estaba su rosa.Cuando se hizo de noche, se acercó a una serpiente, hizo como si la fuera a pisar yentonces ella le mordió. Al pronto se estremeció, luego se fue aquietando y así murió.

     A la mañana siguiente el piloto encontró su cadáver. "¡Qué listo!" -pensó-, y enterrósu cuerpo en la arena".

    Según se supo más tarde, Harold no asistió al entierro de Maude. En lugar de ello,y por vez primera en muchos años, puso rosas en la tumba de su padre.

    Reflexión: La vida y la muerte

    Un día se encuentran dos zulúes y uno le dice al otro: "Te he visto, ¿aún estás convida?"

    "Sí" -responde el otro-, "todavía estoy aquí. ¿Y tú?"

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    "Yo también sigo con vida".Cuando un forastero le pregunta a un zulú, que aparentemente no hace nada, "¿No

    te aburres?", éste le responde: "¡Pero si estoy viviendo!". A él no le falta nada que pudiera darle más sentido a su vida.La misma actitud encontramos en uno de los fieles de Konradin, el último de los

    Staufer, quien prisionero en un castillo estaba jugando con un amigo una partida deajedrez. Llegó entonces un mensajero a decirle que en una hora sería ejecutado, a loque él contestó: "¡Sigamos jugando!".

    El huésped

    En alguna parte lejos de aquí, donde tiempo atrás se encontraba el Lejano Oeste,un hombre iba caminando con su mochila a la espalda, atravesando un país vasto ysolitario. Después de andar muchas horas -el sol ya estaba alto y su sed eraimperiosa-, vio una granja en el horizonte.

    "Gracias a Dios" -pensó-, "por fin un hombre en medio de esta soledad. Entraré ensu casa, le pediré algo de beber, y quizás después nos sentemos un poco en la galería

    y charlemos antes de que continúe mi camino".Y se imaginaba qué bonito sería.

     Al acercarse, sin embargo, vio que el granjero empezaba a labrar en el huertodelante de su casa, y las primeras dudas lo invadieron. "Probablemente tendrá muchoque hacer" -pensó-"y si le digo lo que quiero, igual no le sienta bien y hasta podríapensar que soy un descarado".

     Así, al pasar por la huerta, tan sólo saludó al granjero con un gesto y pasó de largo.

    El granjero, por su parte, ya lo había visto de lejos y se alegró."Gracias a Dios" -pensó- "por fin otro hombre en medio de esta soledad. ¡Ojalá se

    acerque hasta aquí! Entonces tomaremos algo juntos, y quizás nos sentemos en la

    galería y charlemos un rato antes de que siga su camino".Y entró en la casa para preparar unos refrescos.

    Pero al ver al forastero que se acercaba, también él comenzó a dudar."Seguramente tendrá prisa, y si le digo lo que quiero, igual no le sienta bien y hastapodría pensar que me meto en lo que no me llaman. Pero quizás tenga sed y quieraentrar él mismo. Lo mejor será que me vaya al huerto delante ele casa y haga ver quetengo trabajo. Ahí me tendrá que ver, y si realmente se quiere acercar hasta aquí, senotará".

    Cuando, finalmente el otro lo saludó desde lejos y siguió su camino, se dijo: "¡Quépena!".

    El forastero, sin embargo, continuó caminando. El sol seguía subiendo, su sedaumentaba, y pasaron horas hasta que en el horizonte divisó otra granja. Entonces sedijo a sí mismo: "Esta vez entraré en casa de este granjero, le siente bien o no. tengotanta sed que necesito beber".

    Pero también el granjero ya lo había visto de lejos y pensó: "¡Espero que éste novenga a mi casa! ¡Lo único que me fallaba, con todo lo que tengo que hacer! ¡No estoypara atender a otros!". Y siguió con su trabajo sin levantar la mirada.

    El forastero lo vio en el campo, se acercó a él y dijo: "Tengo mucha sed. ¡Por favor,dame algo de beber!".

    El granjero pensó: "¡Vaya!, ahora no le puedo decir que no, al fin y al cabo no soy

    de piedra". Así, lo llevó a su casa y le dio de beber.El forastero dijo: "Estuve mirando tu huerto. Se nota que lo trabaja alguien queentiende, que ama las plantas y sabe lo que necesitan".

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    El granjero contestó: "Veo que también tú entiendes de estas cosas...".Se sentó y charlaron un buen rato.Después, el forastero se puso de pie y dijo: "Ya va siendo hora que me vaya".El granjero, sin embargo, le replicó: "Mira, el sol ya está bajo. Quédate aquí esta

    noche. Nos sentaremos en la galería y charlemos un rato antes de que mañanacontinúes tu camino".

    Y el forastero asintió. Al caer la tarde, se sentaron en la galería, mientras la vasta llanura se iba

    transformando bajo la luz del crepúsculo. Cuando la oscuridad empezó a ceñirse a sualrededor, el forastero comenzó a explicar cómo le había cambiado la vida desde quese había dado cuenta de que había otro que lo acompañaba en cada paso que daba. Al principio no quería creer que hubiera alguien que fuera continuamente a su lado,que se detuviera cuando él se detenía, que cuando reanudaba su camino se levantaracon él... Y había tardado un tiempo en comprender quién era su compañero.

    "Mi fiel compañera -dijo- es mi Muerte. Tanto me he acostumbrado a tenerla a milado que ya no puedo prescindir de ella. Es mi mejor amiga y la más leal. Cuando no

    estoy seguro, cuando no sé qué tengo que hacer, hago un alto en el camino y le pidoque me haga llegar una respuesta. Me entrego por completo, en cuerpo y alma,sabiendo que ella está ahí y yo estoy aquí. Y sin aterrarme a ningún deseo, esperoque me lie-" gue una señal. Si estoy centrado y la encaro con valentía, al cabo de untiempo me llega una palabra suya, como un relámpago que ilumina lo que estabaoscuro, y entonces veo con claridad".

     Al granjero le parecían extrañas estas palabras; se quedó un rato largo mirando lanoche en silencio, sin decir nada. Después, también él vio quién le acompañaba: supropia Muerte. Y se inclinó ante ella.

    Le pareció como si el resto de su vida se hubiera transformado en algo preciosocomo el amor que conoce el adiós y, como el amor, rebosara hasta el borde.

     A la mañana siguiente comieron juntos y el granjero dijo:"Aunque te vayas, me queda una amiga".Después, salieron de la casa y se dieron la mano. El forastero continuó su camino y

    el granjero volvió al campo.

    Para finalizar contaré una historia de esas que, si uno se abandona a ella mientrasla está escuchando, produce el electo de lo que está relatando.

    La posada

     Alguien pasea por las calles de su ciudad. Todo le parece familiar. Le acompañauna sensación de seguridad y también de ligera tristeza porque muchas cosas semantienen en secreto,

    V una y otra vez se encuentra con puertas cerradas. A veces hubiera queridodejarlo todo y marcharse lejos de aquí. Pero algo lo sujetaba, como si estuvieraluchando contra un desconocido

    V no pudiera separarse de él antes de conseguir su bendición.Y así se siente prisionero entre ir hacia adelante o hacia atrás, entre marcharse o

    permanecer.El hombre llega a un parque y se sienta en un banco. Se apoya contra el respaldo,

    respira profundamente y cierra los ojos. Deja estar la larga lucha, se fía de su fuerzainterior y siente que se va calmando y entregando, como se entrega un Junco al aire,en armonía con la variedad, el vasto espacio y el largo tiempo.

    Se ve a sí mismo como una casa abierta. Quien quiera entrar, puede venir. Todo elque llega trae algo, se queda un rato y luego se va. De esa manera, en esta casa hayun continuo ir y venir, traer, quedarse y partir.

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    El que llega nuevo y trae algo nuevo, envejece mientras se queda, y finalmenteviene el tiempo de su partida. También llegan muchos desconocidos, gentes quedurante mucho tiempo fueron olvidadas o excluidas. Ellas también traen algo, sequedan un tiempo y luego se van. Llegan igualmente los malvados, a quienespreferiría prohibirles la entrada, y también ellos aportan algo, encuentran su lugar, sequedan un rato y vuelven a partir. Cualquiera que venga siempre encuentra a otrosque llegaron antes o que vendrán después. Y como son muchos, cada uno tiene quecompartir. Todo el que tiene su lugar, también tiene su límite. Todo el que quiera algo,también tiene que adaptarse. Todo el que haya venido, puede desarrollarse mientrasse quede. Llegó porque otros se fueron, y se irá cuando otros vengan. Así, en estacasa hay tiempo y espacio suficientes para todos.

     Así sentado, se siente a gusto en su casa, sabiéndose unido a todos los quevinieron y vienen, aportaron y aportan, se quedaron y se quedan, se fueron y se van.Lo que antes estaba inacabado, ahora le parece completo; percibe que una lucha setermina y que se hace posible la despedida. Espera, sin embargo, el momento justo.Después abre los ojos, echa una última mirada a su alrededor, se levanta y se va.

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    CUENTOS QUE CAMBIAN EL RUMBO

    Introducción: La indignación

    Cuando una persona se indigna por algo grave parece estar a favor de lo bueno yen contra de lo malo, a favor de la justicia y en contra de la injusticia. Se coloca entrelos perpetradores y las víctimas para impedir otros hechos graves. Sin embargo, tam-bién podría colocarse entre ellos con amor, y seguramente sería mejor. Así, pues,¿qué busca el indignado? ¿Qué hace realmente?

    El indignado se comporta como si fuese una víctima, sin serlo. Se arroga el derechode exigir satisfacción a los perpetradores sin que él mismo haya sufrido injusticiaalguna. Procede cual defensor de las víctimas, como si ellas le hubieran otorgado lafacultad de representarlas, y luego las deja atrás sin derechos.

    Y, ¿qué hace el indignado con esa pretensión? Se toma la libertad de causar dañoa los perpetradores sin temer consecuencias personales graves; porque como sus

    malas acciones aparecen a la luz de algo bueno, no es necesario que tema cas-ligoalguno.

    Para que la indignación siga justificada, el indignado dramatiza tanto las injusticiassufridas como las consecuencias de la culpa. Intimida a las víctimas para que vean ala injusticia con la misma óptica terrible que él. De no ser así, también ellas se vuelvensospechosas y deben temer transformarse en víctimas de su indignación, como sifuesen perpetradores.

     Ante un indignado, a las víctimas les resulta difícil dejar atrás su sufrimiento y a losperpetradores, las consecuencias de la culpa. Si quedara en manos de las víctimas yde los perpetradores buscar la compensación y la reconciliación, tal vez podríanpermitirse un nuevo comienzo mutuo. Sin embargo, cuando hay indignados, esto selogra en todo caso con dificultad ya que, en general, los indignados no se sientensatisfechos hasta no haber humillado y aniquilado a los perpetradores, aunque el sufri-miento de las víctimas se agrave. 

    La indignación es, en primer lugar, de índole moral. Esto significa que no se trata debrindar ayuda a alguien, sino de imponer una pretensión de la cual el indignado seconsidera y se siente ejecutor. Por ese motivo, en contraposición con alguien queama, el indignado no sabe de compasión ni de justa medida.

    La mujer adultera

    En Jerusalén, un hombre bajó en una ocasión del Monte de los Olivos y se dirigió alTemplo. Al entrar, un grupo de eruditos justos trajeron a una mujer y, rodeando a aquel

    hombre, la pusieron ante él diciendo:

    - "Esta mujer ha sido sorprendida en adulterio. Moisés nos mandó en la Ley que lalapidáramos. ¿Tú qué dices?".

    Lo cierto es que no les interesaba ni aquella mujer, ni lo que había hecho. Supropósito era tender una trampa a un hombre conocido por su solicitud e indulgencia.Su clemencia los indignaba. Ellos, sin embargo, en nombre de esa ley, se sentíanautorizados a aniquilar tanto a la mujer como a aquel hombre siempre y cuando nocompartiera su indignación, aunque no tuviera nada que ver con lo que la mujer habíahecho.

    En este caso nos encontramos frente a dos grupos de perpetradores. Al primero

    pertenece la mujer, adúltera, a quien los indignados llamaban pecadora. Al otro

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    pertenecen los indignados, asesinos por sus intenciones, aunque no obstante sellamaran justos. 

    Sobre ambos grupos pesaba la misma ley implacable, con la única diferencia deque, en un lado, dicha ley llama injusticia a los actos malos y, en el otro, justicia a losactos aún peores, justicia. Pero el hombre al que querían tender la trampa escapó detodos ellos: de la adúltera, de los asesinos, de la ley, del cargo de juez y de latentación de la grandeza. Delante de todos se inclinó hasta el suelo. Pero al ver quelos indignados no comprendían su gesto, que lo criticaban y lo acosaban, se incorporóy dijo: 

    - "Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra". Sevolvió a inclinar y empezó a escribir en la tierra. 

    De repente, todo había cambiado: ya que el corazón sabe más de lo que la ley lepermite o impone. Lo indignados se fueron retirando, uno tras otro, comenzando porlos más viejos. El hombre, sin embargo, respetaba su vergüenza y permanecíainclinado, escribiendo. Sólo cuando los hombres se hubieron marchado, seincorporó de nuevo y preguntó a la mujer: 

    "¿Dónde están?, ¿no te han condenado?" "No, Señor", contestó ella. Después, como si estuviera de acuerdo con los que antes se habían mostrado

    indignados, le dijo a la mujer: "Yo tampoco te condeno". 

    COMENTARIO POSTERIOR 

     Aquí termina la historia. En el texto transmitido aún se añade: "No peques más". Comopudo demostrar a posteriori la investigación bíblica, esta frase fue añadida después,probable-mente por alguien que ya no soportaba la grandeza y el poder de estahistoria. 

     Aún queda por comentar otro aspecto más. La auténtica víctima, el marido de lamujer, no es nombrada ni por los indignados ni en la historia. Si los indignadoshubieran lapidado a la mujer, su marido se hubiera convertido doblemente en víctima. Así, sin embargo, al no interponerse entre ellos ningún indignado, ambos tienen laposibilidad de encontrar el equilibrio y la reconciliación a través del amor, y decomenzar de nuevo. Si los indignados tuvieran el derecho de interponerse, se lesnegaría esta solución, y tanto el perpetrador como la víctima, tanto la adúltera como elmarido engañado, sufrirían aún más.

     A veces algunos niños que han sido objeto de abusos se encuentran en estasituación, cuando por ejemplo en lugar de encontrarse en manos del amor, caen enmanos de la indignación. Los indignados se preocupan poco de ellos, por eso, las

    medidas que proponen e imponen desde la indignación lo hacen todo aún más difícilpara las víctimas.Los niños, aunque se hayan transformado en víctimas, permanecen vinculados y

    leales al perpetrador. Suponiendo que fuera el padre, si éste es perseguido ydestrozado moral y físicamente, también los niños se dejan morir moral y físicamente,o más tarde alguno de sus hijos expía la culpa. Esa es la maldición de la indignación yla maldición de la ley a la cual la indignación se remite.

    Entonces, ¿qué podríamos hacer nosotros en un caso así? Renunciar aldramatismo y buscar caminos por los cuales tanto las víctimas como los perpetradorespuedan comenzar de nuevo, aunque con más sabiduría y más clemencia que antes.

    En lugar de mirar hacia una supuesta ley superior miramos solamente a laspersonas, ya sean víctimas o perpetradores, y nos ubicamos entre ellas. Sabemos que

    sólo la ley parece férrea y eterna, que en la Tierra todo es transitorio, y a un finaltambién le sigue un principio. Nuestra ayuda es humilde y tiene amor para todos: para

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    las víctimas, para los perpetradores, para los instigadores secretos y para losvengadores que nosotros también hemos podido ser alguna vez.

    La sentencia

    Un rico murió, y al llegar a las puertas del cielo, llamó y pidió entrada. San Pedro leabrió y le preguntó qué quería. El rico dijo "Quisiera una habitación de primera clase,con vistas a la tierra y, además mi plato preferido a diario y la prensa del día". 

    San Pedro en un principio se resistía, pero al impacientarse el rico, lo llevó a unahabitación de primera, le trajo su plato preferido y el periódico, le echó una últimamirada y dijo: "Volveré dentro de mil años", y cerró la puerta tras él. 

     Al cabo de mil años volvió y miró por la ventanilla de la puerta. "¡Por fin estás aquí!",exclamó el rico, "¡Este cielo es horrible!". San Pedro movió la cabeza. "Te equivocas",dijo, "éste es el infierno". 

    Introducción: La conciencia

    Conocemos la conciencia como un caballo conoce a los jinetes que lo montan ycomo un timonel conoce las estrellas en las que mide su posición y fija el rumbo. Pero,iay!, por desgracia son muchos los que montan al caballo, y en el barco muchostimoneles se orientan por muchas estrellas distintas. Pero, y esta es la cuestión, ¿aquién se subordinan los jinetes?, ¿qué rumbo el capitán le indica al barco? 

    La respuesta 

    Un discípulo se dirigió a un maestro: - ¡Dime qué es la libertad! - ¿Qué libertad?, le preguntó el maestro. 

    La primera libertad es la necedad. Se asemeja al caballo que, relinchando, derribaal jinete, pero tanto más fuerte siente su irían o después.

    La segunda libertad es el arrepentimiento. Se asemeja al timonel que se queda enel barco que naufraga en vez de abandonarlo en un bote salvavidas.

    La tercera libertad es el entendimiento. Viene después de la necedad y delarrepentimiento y se asemeja a la brizna que se balancea con el aire y, porque cededonde es débil, se sostiene.

    El discípulo preguntó: "¿Eso es todo?"

    El maestro replicó: "Algunos piensan que son ellos mismos los que buscan laverdad de su alma. Pero es la Gran Alma la que piensa y busca a través de ellos. Igualque la Naturaleza, puede permitirse muchos errores, y así sustituye sin esfuerzo a los jugadores equivocados por otros nuevos. Sin embargo, a quien permite que sea ella laque piense, a veces le concede algún margen de movimiento y, así como el río lleva alnadador que se entrega a sus aguas, así ella lo lleva a la orilla, uniendo sus fuerzas alas de él.

    Comentario posterior: El coraje

    Quien pretende descifrar los enigmas de la conciencia se adentra en un laberinto

    donde necesita muchos hilos que lo orienten para distinguir, entre el sinfín de caminos,aquellos que no conducen a los que no tienen salida.

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    Moviéndose a tientas, tiene que enfrentarse a cada paso a los mitos e historias quesurgen alrededor de la culpa y de la inocencia, que seducen nuestro entendimiento yparalizan nuestros pasos si nos atreviéramos a investigar lo que ocurre secretamente.Eso les pasa a los niños cuando oyen hablar de la cigüeña, y los presos lo habránexperimentado cuando a las puertas del campo de concentración leyeron: "¡El trabajolibera!". 

     A veces, sin embargo, hay uno que tiene el coraje de mirar abiertamente y deromper el hechizo. Como aquel niño que, en medio de las ovaciones con que lasmasas enfervorizadas señalaban al dictador, dice claramente en voz alta lo que todosven pero nadie se atreve a admitir o expresar: "¡Pero si está desnudo!". 

    O como aquel juglar que se pone en el borde de la carretera donde un flautista tieneque pasar con una fila de niños. Les toca una contramelodía que saca a algunos de sumarcha acompasada. 

    El centro 

    Un hombre quiere saberlo, por fin. Monta en su bicicleta, sale al campo abierto y, lejos

    de lo conocido, encuentra otro sendero. No hay indicadores, pero se f ía de lo que susojos ven ante sí y de lo que su paso puede recorrer. Le invade una cierta alegría dedescubrir, y lo que antes más bien era un presentimiento, ahora se vuelve certeza. El sendero termina a orillas de un río ancho, y el hombre baja su bicicleta. Sabe que siquiere seguir aún más allá tendrá que dejar en la orilla todo lo que se lleva consigo. Enese caso perderá la tierra firme y será llevado e impulsado por una fuerza que puedemás que él, de manera que tendrá que abandonarse a ella. Por eso vacila y retrocede.  Al volver de nuevo a casa se da cuenta de lo poco que sabe de las cosas que ayudan,y de que le es difícil transmitírselas a otros. Demasiadas veces le ha pasado lo deaquel hombre que sigue a otra bicicleta cuyo guardabarros golpetea.  

    Le grita: - "¡Eh, tú!, ¡tu guardabarros golpetea!" - "¿Qué?" -"¡Que tu guardabarrosgolpetea!". - "No te oigo", responde el otro. -"¡Mi guardabarros golpetea!".

     Algo no funciona, piensa. Luego frena y da la vuelta. Poco después pregunta a unanciano maestro: "¿Cómo haces cuando ayudas a otros?". Muchas veces vienen averte personas que te piden consejo en asuntos de los que más bien sabes poco. Perodespués se encuentran mejor". 

    El maestro le dice: "Si uno se para en el camino y no quiere seguir adelante, eso nodepende del saber. Porque busca seguridad donde se pide valor, y libertad donde laverdad ya no le deja elección. Y así va dando vueltas. El maestro, sin embargo, resisteal pretexto y a la apariencia. Busca el centro, y allí espera recogido como quienextiende las velas al viento, por si tal vez dispusiera de una palabra eficaz. El otro, alacercarse a él, lo encuentra donde él mismo tiene que llegar, y la respuesta es paraambos. Ambos escuchan. 

    Y añade algo más: "El centro se distingue por su levedad". 

    La vuelta

     Alguien nace en su familia, en su país, en su cultura. Ya siendo niño, hace tiempo,escucha a quien fue su modelo y maestro, y siente el profundo anhelo de ser y dehacerse como él. Se une a un grupo de ¡guales, se ejercita en una disciplina de largosaños, y sigue el gran modelo hasta ser idéntico y pensar, hablar y sentir como él. 

    Pero, piensa, aún le falta una cosa. Por eso emprende un largo camino para,quizás, superar en la soledad más lejana una última frontera. Pasa por jardinesantiguos, abandonados desde hace tiempo. Todavía florecen rosas silvestres y altosárboles dan fruto cada año, pero cae al suelo de cualquier manera por no haber nadieque lo quiera. Después comienza el desierto. Pronto le rodea un vacío desconocido.

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    Le da la impresión de que cualquier rumbo es indiferente, y también las imágenes quea veces ve ante sí, pronto se muestran vacías.

    Camina siguiendo su impulso, y cuando ya hace algún tiempo que no se fía de sussentidos, de repente ve un manantial: brota de la tierra, y la tierra lo vuelve a recibir.Donde su agua llega el desierto se convierte en un paraíso. 

     Al mirar a su alrededor ve a dos desconocidos que se acercan. Ellos hicieron lomismo que él: seguir a su modelo y maestro hasta volverse iguales a él. Como élemprendieron un largo camino para, quizás, superar en la soledad del desierto unaúltima frontera. Y, como él, encontraron el manantial. Juntos se agachan, beben de lamisma agua y ya imaginan la meta casi conseguida. Después, se confían susnombres: 

    -Yo soy Gautama, el Buda.-Yo soy Jesús, el Cristo.-Yo soy Mahoma, el Profeta. 

    Después llega la noche y encima de ellos, como siempre, brillan las estrellas,

    inalcanzables en su lejanía y en su quietud. Todos enmudecen, y uno de los tres sesabe más cerca que nunca de su gran modelo.  Le parece como si por un momento pudiera intuir cómo se sentía cuando lo supo: la

    impotencia, la inutilidad, la humildad, y cómo debería sentirse si también conociera laculpa. 

     A la mañana siguiente, de la vuelta y sale a salvo del desierto. Una vez más su camino le lleva por jardines abandonados, hasta acabar en uno

    que es el suyo. Delante de la entrada hay un hombre mayor: se diría que lo hubieraestado esperando. 

    Le dice: "Quien, como tú, encontró desde tan lejos el camino de vuelta, ama latierra húmeda. Y sabe que todo, si crece, también muere, y cuando acaba, nutre.  

    -Sí, responde el otro, estoy de acuerdo con la Ley de la Tierra. Y empieza a

    trabajarla.

    La conversión 

    Hace un tiempo apareció un manuscrito en el que varias parábolas de Jesús secuentan de una manera algo diferente a la habitual. Un profundo estudio reveló que,en lo que a su contenido se refiere, no cabe duda de su autenticidad. Una de esasparábolas es la historia del hijo pródigo, que en su nueva versión dice más o menosasí: 

    Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: "Padre, dame mi parte de laherencia". El padre se entristeció al ver lo que su hijo tenía en mente, pero se laentregó. 

     A los pocos días el hijo menor recogió todo, se fue a un país lejano y malgastó susbienes en una vida licenciosa. 

    Una vez lo hubo consumido todo, empezó a sentir hambre y se puso al servicio deun ciudadano de aquel país, cuidando cerdos. Con ganas habría comido de lo que seles echaba a aquellos animales, pero nadie se lo daba. 

    En casa de aquel hombre rico encontró a otro joven que también había hecho lomismo: había pedido su parte de la herencia, se había ido al mismo país lejano, lohabía gastado en una vida licenciosa y, al igual que él, acabó con los cerdos. 

    Finalmente, ambos recapacitaron y uno de ellos dijo: "Los siervos de mi padretienen pan en abundancia y yo, su hijo, me estoy muriendo aquí de hambre. Volveré

    con mi padre y le diré: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno deser llamado hijo tuyo. Tenme como a uno de tus siervos". 

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    El otro dijo: "Yo lo hago diferente. Mañana mismo me voy a la plaza del mercado,me busco un trabajo mejor, ahorro una pequeña fortuna, me caso con una de las hijasde esta tierra y vivo igual que la gente de aquí". 

    En este punto, Jesús levantó la mirada, la dirigió a las personas que le escuchabany les preguntó: -¿Quién de estos dos habrá cumplido mejor la voluntad de mi Padre? 

    Desgraciadamente se me olvidó el número exacto del manuscrito... 

    Comentario preliminar: Escuchar historias como una sinfonía

    Hay historias de las cuales necesitamos retener sólo un poco. Las escuchamoscomo se escucha una sinfonía, reconocemos primero una melodía y luego otra, y delcoro captamos palabras sueltas. Después movemos los dedos o los pies al compásdel ritmo, y en el sublime final tal vez sintamos un escalofrío que nos recorres por laespalda y que nos deja una sensación que perdura en el tiempo. Sin saber cómo, nossentimos estimulados como si una brisa entrara por la ventana abierta. 

    La reunión 

    El señor de un reino floreciente, que mantenía abiertas sus fronteras hacia todaspartes, sospechaba que a sus príncipes les importaban más sus provincias que elreino en su totalidad. Así los invitó a todos a la corte. El primer príncipe reinaba sobre las tierras altas, un altiplano fructífero, huerta delreino. Sus súbditos eran famosos por su viveza y perspicacia, por su sentido de labelleza y su alegría de vivir. Un pueblo trabajador y risueño. 

    El segundo reinaba sobre las montañas del centro, en cuyos valles se escucha eleco hasta en los rincones más recónditos. Sus súbditos tenían fama de escrupulosos,de velar por la ley y el orden, y allí estaban los mejores funcionarios. Además, les

    gustaba tocar en familia.El tercero reinaba sobre las tierras bajas. Al este limitaba con el mar y todavíaquedaban muchas partes sin descubrir. Sus súbditos vivían en una estrecha franjacostera, trabajaban sus pequeños huertos cercados, apenas se conocían y sabíanpoco del vasto mundo. Algunos de ellos, sin embargo, habían salido al mardesconocido y cuando volvieron conocían los secretos de las profundidades, suspeligros y su belleza. Pero hablaban poco de ello. 

    Cuando los tres llegaron a la corte, el rey dispuso la sala más lujosa para recibirlos. Artistas itinerantes de las tierras altas la habían decorado. En sus paredes, frescosluminosos difuminaban los límites del espacio, y en su techo había una imagen pintadatan perfectamente que daba la impresión de estar al aire libre, mirando al cielo abierto. A través de las ventanas diáfanas, la mirada desembocaba en jardines en flor, y en la

    mesa lucían guirnaldas de flores de tal variedad de formas y colores que los ojos no secansaban de mirar la resplandeciente suntuosidad. 

    De las montañas del centro habían invitado a músicos, cada cual maestro en suinstrumento, para que deleitaran a sus huéspedes. 

    El primero tocaba el laúd y como por arte de magia le sacaba sonidos cual gotasque caen en un cuenco de plata. Cuando acariciaba las cuerdas, un eco de muchasvoces vibraba en la sala, se iba extinguiendo como flotando en la lejanía, y finalmenteparecía sonar hasta el silencio, de tan maravillosa como era su interpretación. 

    El segundo pasaba el arco por su violín. Los sonidos brotaban suaves y se ibanderramando, crecían y se arrastraban casi imperceptibles, murmuraban y sollozaban,seducían como el arrullo de las palomas, crujían bruscamente para luego volver a fluirlivianos e intensos. 

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    El tercero tocaba un tubo de latón que resonaba como si el sol saliera vigoroso ybrillante al amanecer. El sonido hacía vibrar las ventanas, cuyos cristales parecíanromperse de la agudeza de su cantar. 

    El cuarto soplaba una caña de bambú cuyos sonidos eran como el respirar fluido ola llamada de un mirlo o el rugir del vendaval. Después, de nuevo voces de pájaros yluego un susurro que se desvanecía. 

    El quinto golpeaba hábilmente con palillos sobre una fila de maderas, haciéndolassonar con el choque de copas o como campanillas de plata zarandeadas por el viento. 

    El sexto tocaba un órgano de tubos con ocho registros que zumbaba, susurraba,bordoneaba, retumbaba, bramaba, rugía y tronaba. Sus acordes, con el sonido de losotros, producían resonancias de plenitud y gravedad, y tan poderosa era su voz que lasala se estremecía como si intentara vibrar al unísono. 

    De las tierras bajas habían invitado a bailarines y juglares para divertir a losinvitados. Ensayaban gestos delicados, giros hacia la derecha y hacia la izquierda,piruetas y grandes pasos. Después se desperezaron para estirar los músculos. Uno deellos incluso ensayaba para pasar descalzo y con los ojos vendados por una cuerdafloja. Pero en ese momento llegaron los cocineros con fuentes humeantes de las que

    salía el buen olor de los manjares. Un mayordomo probó el vino fresco, lo dejó pasarpor debajo de su lengua, saboreó el buqué, notó cómo su paladar se contraíasuavemente, inhaló su olor y tuvo que estornudar, pero enseguida recobró lacompostura al entrar los invitados justo en ese instante. 

    Fue una fiesta espléndida. Si bien los invitados tardaron un tiempo en podercomunicarse, pronto se sintieron atraídos los unos por los otros, se presentaron suarte y sus artistas mutuamente, se brindaron íntima amistad y ya no hubieran queridosepararse nunca más. Sólo el rey se mostraba extrañamente discreto. Se dio cuentade lo extraños que le resultaban sus huéspedes y de que, para conocerlos de verdad,tenía que ponerse en camino y visitarlos a ellos de la misma manera que ellos lo ha-bían visitado a él.  A la mañana siguiente, los tres príncipes aparecieron juntos ante el público. Pero al

    mediodía ya estaban de nuevo en el camino de vuelta, cada cual hacia su provinciahabitual. Del rey, sin embargo, se oyó decir que ya de buena mañana había iniciado un viajeque había postergado muchas veces hacia sus provincias y hasta las fronteras,atravesando su propio país. 

    Comentario preliminar: La plenitud

    "Los cuentos, si son buenos, dicen más de lo que deberían y más de lo que nosotroscomprendemos de ellos. Se nos escapan, igual que escapan nuestros actos denuestras intenciones y un hecho de su interpretación. Por eso, algunas personas,

    cuando escuchan historias, lo hacen como aquel hombre que por la mañana va a laestación y coge un tren que le lleva a lugares lejanos. Se busca un asiento al lado dela ventana y mira hacia fuera. Las imágenes se van sucediendo una tras otra: altasmontañas, puentes imposibles, ríos en su camino hacia el mar... Pronto ya no puedecaptar las imágenes una por una porque su viaje va demasiado rápido. Entonces sereclina en su asiento y se expone a ellas en su totalidad. Por la tarde, sin embargo, alllegar a su destino, baja del tren diciendo: "He visto y vivido mucho".  

    La comprensión

    Un grupo de hombres que todavía se consideraban principiantes, animados por losmismos sentimientos, se encontraron y hablaron de sus planes para un futuro mejor:

    acordaron hacer las cosas de otra manera. 

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    Lo común, lo cotidiano y todo el eterno ciclo les parecían demasiado estrechos.Ellos buscaban lo sublime, lo singular, lo amplio, y esperaban encontrarse a sí mismoscomo nunca nadie lo había conseguido. En su mente ya veían la meta conseguida, seimaginaban cómo sería, sentían sus corazones latir de emoción y, como seimpacientaban, decidieron actuar. 

    "Primero tenemos que buscar al Gran Maestro, porque por ahí se empieza", dijeron. Después emprendieron el camino. El maestro vivía en otro país y pertenecía a otro pueblo. De él se habían contado

    muchas maravillas, pero nunca nadie parecía saber nada concreto. Pronto quedó atráslo habitual, puesto que allí todo era diferente: las costumbres, el paisaje, el habla, loscaminos, la meta. A veces llegaban a un lugar donde se decía que estaba el maestro,pero siempre que querían saber algo más, oían que justamente acababa de partir yque nadie sabía el rumbo que había tomado. Finalmente, un día lo encontraron. 

    Estaba con un campesino, trabajando en el campo. Así se ganaba el sustento y uncobijo para la noche. Al principio no podían creer que ese fuera el maestro tanlargamente anhelado, y también el campesino se asombró al ver lo especial que con-

    sideraban a aquel hombre que estaba con él en el campo. Éste, sin embargo, dijo: "Sí,soy un maestro. Si queréis aprender de mí, quedaos aquí una semana más, entoncesos instruiré". 

    Enseguida entraron al servicio del campesino y, a cambio, recibían comida, bebiday alojamiento. Al cabo de ocho días, al caer la tarde, el maestro los llamó, se sentó conellos bajo un árbol, se quedó mirando el crepúsculo y empezó a contarles una historia. 

    "Hace mucho tiempo, un hombre joven estuvo pensando qué quería hacer con suvida. Provenía de una familia distinguida, no conocía el apremio de la penuria y sesentía obligado a buscar lo sublime y lo mejor. Así dejó al padre y a la madre, siguió alos ascetas durante tres años, y luego también los dejó. Encontró después al Buda enpersona y supo que tampoco eso le bastaba. Aún quería llegar más alto, hasta donde

    el aire ya se enrarece y se respira con dificultad, donde nadie antes había llegado.Cuando por fin llegó, se detuvo. Se encontraba al final de aquel camino y vio que sehabía extraviado.

    Entonces quiso tomar el rumbo contrario. Bajó, llegó a una ciudad, conquistó a lacortesana más bella, se hizo socio de un comerciante rico, y pronto fue rico yrespetado también. Pero no había bajado a lo más profundo del valle, tan sólo se Ihabía movido por la zona alta: para arriesgarse del todo le faltaba valor. Tenía amante,pero no mujer; tuvo un hijo, pero no | fue padre. Había aprendido el arte del amor y dela vida, pero no había amado ni vivido. Empezó a aborrecer lo que no había aceptado,hasta que se cansó y también lo dejó".

     Aquí el maestro hizo una pausa."Quizás os suene la historia -dijo-, y también sabéis cómo acabó. Se dice que el

    hombre, al final, se hizo humilde y sabio, amante de lo común. ¡Pero qué es esocomparado con todo lo I que desaprovechó! El que se fía de la vida no rehúye locercano para buscar un ideal lejano. Domina primero lo ordinario, ya que, de locontrario, también lo extraordinario en su vida, suponiendo que exista, no es más queel sombrero de un espantapájaros.

    Se hizo el silencio y también el maestro callaba. Después se levantó sin mediarpalabra y se fue.

     A la mañana siguiente fue imposible encontrarlo. Durante esa misma noche habíareanudado su camino sin precisar adonde se dirigía.

    Los que tanto tiempo parecían animados por los mismos sentimientos, nuevamentetenían que defenderse solos. Algunos de ellos no querían creer que el maestro loshubiera dejado y partieron a buscarlo de nuevo. Otros apenas eran ya capaces dedistinguir entre sus deseos y sus miedos y, al azar, lomaron cualquier camino.

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    Uno, sin embargo, lo pensó. Volvió de nuevo junto al árbol, le sentó y miró a lolejos, hasta que en su interior se hizo la calma. Sacó de su interior lo que lo acosaba ylo puso ante sí, como quien después de una larga marcha se quita la mochila antes dedescansar. Se sentía libre y ligero.

     Ante él estaban, pues, sus deseos, sus miedos, sus metas y su necesidad real. Sinmirarlos más de cerca ni querer nada determinado, como quien se entrega a lodesconocido, esperó por sí solo a que ocurriera, a que cada cual encontrara en el lodoel lugar que le correspondía según su propio peso y rango.

    No tardó mucho. Se dio cuenta de que allá afuera todo se iba aclarando, como sialgunos se marcharan a hurtadillas cual ladrones desenmascarados que se dan a lafuga. Y comprendió que lo que había tenido por deseos propios, miedos propios ometas propias, todo aquello no le había pertenecido nunca. En realidad venía