La Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Coreana, la Guerra de Vietnam, la Guerra Árabe israelí, la Guerra en Bosnia, la Guerra del Golfo, de Kosovo, Irlanda del sur y norteña. En África, la Guerra de Ruanda y en Sudán, la de Somalia, el Congo. La lista sigue y sigue. Encontré una fuente de información que estima que 180 millones de personas han muerto en el siglo 20 a causa de las guerras. Número de muertes que no se compara a ningún otro siglo en la historia del mundo.

“Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis; porque es necesario que todo esto acontezca...” (Mateo 24:6, 7)

“cuando digan: Paz...”

(1 Tesalonicenses

5:3).

Los tratados de paz fallan porque están basados en frágiles promesas humanas.

Cuando Jesús, el Príncipe de Paz, llena nuestro corazón con su paz,

hay una gran diferencia en nosotros.

¿Piensa usted que hay una mayor estabilidad en el mundo desde la desaparición de la Unión Soviética? Hay menos, realmente. En agosto de 1999, un noticiero de televisión hizo un programa sobre las Ciudades Secretas de Rusia, revelando que entre 1940 y 1960, Rusia reclutó miles de personas de todas partes de la Unión Soviética para vivir en 10 “ciudades secretas.” Estas ciudades han estado cerradas al resto del mundo.

A nadie se le ha permitido entrar y a los residentes no se les permite salir. Durante años, a los residentes se les dio la mejor comida, la mejor ropa, y el mejor albergue. Mientras las condiciones a lo largo de la Unión Soviética estaban pésimas, los residentes de las ciudades secretas vivían como

reyes.

Lo que estas personas han estado haciendo dentro de estas ciudades secretas se ha llamado: “La amenaza más grande a nuestra seguridad nacional de hoy.” Incluso, mientras EE.UU. ha reducido su arsenal nuclear, estas ciudades secretas han continuado produciendo plutonio, el ingrediente más importante en la mayoría de las armas nucleares. Durante los últimos 40 años, las fábricas en una sola ciudad produjeron 40 toneladas de plutonio, suficiente para más de 10.000 bombas nucleares.

Según el Ministro de Energía de EE.UU, sabemos que los terroristas y los gobiernos corruptos han ido a Rusia a comprar plutonio para hacer

bombas nucleares. En septiembre de 1998, seis científicos nucleares publicaron un artículo en El Boletín del Científico Atómico, sobre la amenaza que estas ciudades nucleares significan. Ellos dijeron: “Nada de lo que los Estados Unidos haga para mejorar sus sistemas de seguridad es suficiente si los guardias continúan impagos, y si las economías de estas ciudades nucleares siguen colapsando.”

“Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos,...” (Apocalipsis

11:18).

Jesús vendrá en un momento cuando la raza humana tiene la capacidad de destruirse a sí misma. Con armas nucleares desenfrenadas, tenemos

ahora la capacidad para la autodestrucción. Ésta es, ciertamente, una de

las más grandes señales de la venida de Jesús.

Transmitiendo desde Hiroshima en 1945, después que la bomba atómica fue lanzada, William Ripley declaró, “Estoy de pie en el lugar donde el fin

del mundo empezó.” ¿Qué diría Ripley en estos momentos de inaudito poder nuclear?

“Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación...” (Lucas 21:26).

Pero nosotros no debemos tener miedo. No nos destruiremos en un holocausto

nuclear. Éstas son señales de que Jesús está viniendo. Podemos

echar una mirada más allá de lo que está pasando alrededor nuestro.