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  • Hispalis, Isbiliya, Sevilla

    Edades de Sevilla

    Sevilla, 2002

  • Hispalis, Isbiliya, Sevilla

    Edades de Sevilla

    Sevilla, 2002

    Coordinado por:

    Magdalena Valor Piechotta

    Autores:

    Salvador Ordez Agulla

    Magdalena Valor Piechotta

    Miguel Angel Tabales Rodrguez

    Antonio Collantes de Tern Snchez

    Vctor Fernndez Salinas

  • rea de Cultura y Fiestas Mayores. Ayuntamiento de Sevilla Los autores

    I.S.B.N.:84-95020-92-0

    Depsito Legal:SE2136-2002

    Diseo y maquetacin:www.optika.info

    Imprime:Europrinter-ag, S.A.

  • Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    Sevilla Romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    De Hispalis a Isbiliya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

    El Real Alczar de Sevilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

    De ciudad islmica a centro econmico mundial (siglos XIII-XVII) . . . . . . . . . . . 77

    Luces de modernidad. De la Sevilla amurallada a la metropolitana . . . . . . . . . 101

    Sumario

  • El rea de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla dedica una granatencin a las publicaciones sobre la Historia de Sevilla, basta hojear elcatlogo del Servicio de Publicaciones para comprobar los muchos ttulosexistentes dedicados al estudio de nuestro pasado.

    En esta nueva cita con la Historia, el rea de Cultura y Fiestas Mayores encolaboracin con Archaeologia Mediaevalis. Asociacin para el Estudio y laPromocin de la Arqueologa Histrica, organiz un ciclo de conferenciastitulado Tres Edades de Sevilla, impartido en el monasterio de San Clementedurante los das 25, 26 y 27 de febrero. Los conferenciantes y quines hicieronde presentadores en esta ocasin son profesores de la Universidad de Sevilla,concretamente de la Facultad de Geografa e Historia. A los textos de aquellastres conferencias, se han aadido otros trabajos relativos a la Sevilla islmicay a las investigaciones arqueolgicas del Real Alczar.

    Este libro Edades de Sevilla quiere ser una sntesis actualizada de lahistoria de la ciudad. As, los autores exponen desde distintas perspectivas ymetodologas -la del historiador (Antonio Collantes de Tern y SalvadorOrdez), la del arquelogo (Miguel ngel Tabales y Magdalena Valor) y la delgegrafo (Vctor Fernndez)-, el resultado de sus investigaciones duranteestos ltimos aos. Este libro tiene como objetivo fundamental llegar al mayorpblico posible, transmitiendo la imagen de la evolucin de la ciudad durantelos dos ltimos milenios de su existencia.

    Hispalis, Isbiliya, Sevilla, una ciudad recrendose continuamente a lo largode los milenios de Historia, viviendo y conviviendo sobre un mismo espaciogeogrfico. Ojal que esta publicacin sirva para que el sevillano de hoycomprenda un poco mejor sus races histricas y su relacin vital con la ciudadque hoy podemos contemplar.

    Paola Vivancos Arigita

    Primera Teniente de AlcaldeDelegada de Cultura y Fiestas Mayores

    Portavoz del Grupo del Partido Andalucista

  • Archaeologia Mediaevalis. Asociacin para el Estudio de la Promocin y laArqueologa Histrica, a pesar de tener una vida muy corta -desde febrero del2001-, ya cuenta con un pequeo curriculum de publicaciones e informestcnicos sobre temas relacionados con la Arqueologa Medieval.

    La investigacin y la difusin de los resultados de sta es la tarea que nosinteresa y la que dedicamos nuestro esfuerzo. En esta ocasin, encolaboracin con una institucin tan eficaz como es el rea de Cultura delAyuntamiento de Sevilla, hemos coordinado y co-organizado el ciclo deconferencias Tres Edades de Sevilla y la publicacin Edades de Sevilla que hoyprologamos.

    El objetivo de esta publicacin colectiva es el de difundir aquellos aspectosms relevantes de la historia de nuestra ciudad durante los dos ltimosmilenios. Sin duda, hay multitud de aspectos que se quedan en el tintero, perola meta que perseguimos es trazar una lnea evolutiva de la ciudad tal y comohoy en da -con los datos que tenemos- se puede interpretar. Cada captulotiene tambin bibliografa que permitir a los interesados profundizar sobretantos aspectos que apenas quedan esbozados.

    Las maquetas de Sevilla construidas para el futuro Museo de la Ciudadtienen en este libro un complemento necesario, claro y conciso a la vez.

    Dra. Magdalena Valor Piechotta

    Presidenta de Archaeologia Mediaevalis

  • Sevilla romana

    Salvador Ordez Agulla

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    EDADES DE SEVILLA

    Sevilla romanaSalvador Ordez Agulla

    El primer contacto directo del solar sevillano con el mundo romano tiene lugaren el contexto de la Segunda Guerra Pnica (218-204 a.C.), cuando el entorno deSevilla se convierte en escenario clave en la resolucin del conflicto entre Roma yCartago por la hegemona en el Mediterrneo occidental. En este entorno ya existaanteriormente una red de grandes asentamientos de tipo urbano a orillas delGuadalquivir controlados por unas lites que importaban productos de lujo griegos,pnicos y romanos y que administraban la produccin agrcola de las campiascercanas. Por entonces Sevilla, la Spal turdetana, receptora de una tradicin que seremontaba a mediados del siglo VIII cuando los colonizadores fenicios dan inicio asu trayectoria urbana, ya daba muestras de las ventajas de su privilegiadaubicacin, como puerto de intermediacin del mineral de la Sierra Morena y junto aunas campias muy frtiles. De ello se tiene un eco lejano en las estructurasconstructivas localizadas en la Cuesta del Rosario, la calle Aire y Argote de Molina.

    No se puede dilucidar cul fue el peso de Sevilla en la resolucin final delconflicto ante la ausencia de referencias a Hispalis, pero los datos arqueolgicosapuntan a que la conquista por Roma de la ciudad en 206 a.C. tuvo consecuenciastraumticas, como refleja el nivel de incendio visible en las excavacionesrealizadas en varios puntos de la ciudad turdetana as como el brusco descensoen el nivel de importaciones forneas. Ambos hechos invitan a pensar que laciudad pas bruscamente de manos brcidas a romanas, y que asimismo elasentamiento sera una ms de las muchas ciudades indgenas muy punizadasque son caractersticas del sur peninsular de la poca. No debe ser casual que elestablecimiento de Itlica como primer centro de control romano del BajoGuadalquivir -muy cercano a los grandes cotos mineros de las sierras de Sevilla yHuelva, los verdaderos objetivos del inters romano por entonces- est al margende la realidad que deba suponer este ncleo y puerto comercial indgena.

    Como consecuencia del conflicto blico y de la frmula legal de la rendicin(deditio) Hispalis quedara configurada como ciuitas stipendiaria, estatuto quedescribe a las ciudades formalmente autnomas en el plano poltico local y religiosomediante sus rganos y oligarquas propias, y que gestionan libremente sus tierras,pero que al mismo tiempo se encuentran sometidas al pago anual de tributo(stipendium) y al control del gobernador romano, que garantizaba el pago de losimpuestos y la paz exterior. Por medio de este expediente Roma, carente de unaparato burocrtico desarrollado, poda controlar eficazmente el heterogneo

  • Sevilla romana

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    conglomerado de ciudades autnomas del sur peninsular, apoyndose en la prcticaen las oligarquas urbanas locales mediante un sistema en el que ambos poderes sebeneficiaban mutuamente. Estas condiciones, que caracterizarn a la Hispalis depoca republicana hasta mediados del siglo I a.C., darn la pauta para que la ciudadcomience a integrarse en el marco de referencia del Estado romano, mientras seiniciaba la implantacin rural a la romana en todo el entorno, coexistiendo as con lasdurante un tiempo an predominantes formas indgenas de explotacin del territoriobasadas en ncleos urbanos con hbitats concentrados localizados en lugaresestratgicamente relevantes y protegidos con recintos amurallados.

    El creciente impacto en las economas locales de la importacin de productositlicos, conforme se afianza la urbanizacin en toda la regin circundante, fueresultado de la creacin de un mercado de bienes de prestigio de alto valorsimblico que las elites turdetanas demandaban con fruicin como forma deconsolidar su posicin social en unos medios progresivamente desiguales. Larecepcin de las cermicas finas de mesa de barniz negro, las nforas vinarias y lacermica griega del sur de Italia refleja esta situacin de forma acelerada desdemediados del siglo II a.C., indicando el inicio de la presencia de grupos de grancapacidad adquisitiva. Es muy posible que al calor de esta situacin se asentasenya por entonces grupos de ciudadanos romanos e itlicos atrados por el calor de losintercambios y por los beneficios que posibilitaba el arrendamiento de servicios delEstado romano, emprendedores privados cuya presencia iba a contribuir sin duda alfermento romanizador, sin necesidad de ver por ello la presencia de nutridoscontingentes de romanos asentados en la ciudad. Por el contrario es cada vez mspatente que la evidencia arqueolgica, aqu como en otros lugares, seala unacontinuidad -en el mbito material- de las formas indgenas en tradicionesconstructivas, patrn de consumo y estilos artsticos, y consiguientemente no sedetectan cambios drsticos en sus estructuras sociales y econmicas.Paralelamente la documentacin arqueolgica disponible parece indicar quedurante el siglo II a.C. an el ncleo hispalense no constitua un ncleo relevante dela trama de intercambios regionales, algo quiz vinculable con su papel secundarioen relacin con otros ncleos mejor situados como el Cerro Macareno, Laelia, Ilipa oCaura. An por entonces las posibilidades geoestratgicas de Sevilla no estaban endisposicin de ser explotadas a gran ritmo.

    Durante la primera mitad del siglo I a.C. la situacin iba a cambiardrsticamente conforme Hispalis, asiento de inmigrantes y negociantes romanose itlicos, fue convirtindose en centro de redistribucin de los productos itlicos,acentuando la tendencia que vena de antiguo, mientras comienzan a hacersepatentes los primeros excedentes agrcolas de la provincia, el crecimiento de laactividad minera y el transporte del mineral. En esta tesitura la desaparicin acomienzos del siglo I a.C. del Cerro Macareno tuvo un evidente impacto en elengrandecimiento de Sevilla, cuyo peso especfico en la red de intercambiosindgena del Bajo Guadalquivir se increment decididamente, heredando el papelde intermediacin que aquella poblacin tena.

    La mejor descripcin del salto cualitativo que experimenta la ciudad deHispalis durante la primera mitad del siglo I a.C. se encuentra en el cuadro quepresentan los textos relativos a la Guerra Civil entre cesarianos y pompeyanos,entre los aos 49 y 44 a.C. Se trata del nico episodio en la trayectoria romana de

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    EDADES DE SEVILLA

    Sevilla en el que sta tiene un protagonismo importante en las fuentes literarias,y de las que emerge con la apariencia de una gran ciudad provincial cuyoepicentro fundamental estaba en su puerto, vital para la red de intereses romanosde la provincia. Son varios los aspectos de ndole urbanstica que este conjunto dereferencias nos ha transmitido. En primer lugar el mismo grado de desarrollourbano que implica la posesin de unas murallas lo suficientemente slidas comopara soportar el asedio de varias legiones, as como un espacio interno abiertocon amplitud suficiente para alojar a una legin, realidades ambas que nonecesariamente han de comprenderse bajo frmulas y parmetros romanos, a lavista del predominio generalizado de las formas culturales indgenas. Se sealatambin la presencia de un importante contingente de ciudadanos romanosresidentes que tenan sus casas y que conformaban un barrio propio organizadobajo frmulas peculiares que constituyen los denominados conuentus ciuiumRomanorum. Cabe considerar a estas agrupaciones como uno de los principalesbeneficiarios del emporio comercial del lugar y testimonio de la existenciaefectiva de una colonizacin espontnea previa a los momentos de las guerrasciviles, contribuyendo activamente a la extensin de las formas econmicaspropias del mundo romano. Otro aspecto que incide en la consideracin deHispalis como gran ciudad es el papel que se le atribuye como centro derecaudacin y almacenamiento de las contribuciones del trigo provincial as comoespacio de actuacin de los arrendadores de impuestos por cuenta del Estado. Enfin, sin duda uno de los mbitos ms caractersticos de la ciudad es su puerto ysus astilleros, sealados stos por su capacidad tcnica para construir barcos degran porte capaces de surcar los mares, y no nicamente las piraguas que hastaentonces haban sido las embarcaciones caractersticas del ro.

    No slo de cuestiones urbansticas nos informan los textos del momento.Tambin nos indican que la oligarqua dirigente de la ciudad se encontrabadividida, como ocurra en otras ciudades de la provincia, entre una faccinpompeyana, tendente a la resistencia al asedio, y otra cesariana, partidaria de larendicin bajo negociacin, un desequilibrio interno producto de la irrupcin delas formas culturales y econmicas romanas y que ocasionaban conflictosinternos y desajustes sociales en las comunidades bticas. El temporal triunfo dela faccin pompeyana, con la expulsin de la guarnicin y la bsqueda del apoyode los mercenarios lusitanos, desencaden el episodio final de la contienda enesta rea. El resultado fue la conquista de la ciudad por Csar, en la que lasoperaciones parecen estar guiadas por el deseo cesariano de mantener inclumeen lo posible el puerto y el emporio comercial. Es posible que la ciudad no sufrieraurbansticamente en la misma medida que Crdoba u otros lugares donde laconquista se hizo a sangre y fuego, y el mismo hecho de que se celebrara enHispalis la reunin de los notables de las ciudades indgenas de la provincia en laque Csar dio rienda suelta a su rencor por la traicin de los provinciales a supersona y la sublevacin contra el Pueblo Romano es una muestra indicativa dela relevancia que la ciudad ya tena como lugar central en la provincia.

    La consecuencia fundamental del episodio de las Guerras Civiles fue laformalizacin de una colonia de ciudadanos romanos en el contexto de la poltica deasentamientos a gran escala impulsada por el Estado Romano como instrumento desolucin de los gravsimos problemas socioeconmicos que desde el siglo II a.C.atenazaban a la Pennsula Itlica. Con grandes masas de poblacin proletarizada y

  • arruinada por la crisis agraria y los importantes contingentes de soldados que implica laaparicin del ejrcito profesional y que demandaban tierras tras su licencia al fin delperiodo blico, Csar hubo de volverse hacia las provincias en busca de tierra pblicaabundante. Se crea as el clima favorable para los asentamientos masivos deciudadanos romanos en tierras provinciales, entre las que la Btica proporcionabagrandes posibilidades gracias a la presencia de comunidades indgenas sublevadas alas que haba que castigar por su beligerancia, en uso del derecho de conquista. Elestablecimiento colonial supondr la implantacin de una nueva estructura organizativay territorial que desmantelaba el previo sistema de poder, un cambio radical en el paisajepoltico y socioeconmico mediante la imposicin de un aparato simblico, unas gentesy unas formas sociopolticas que dislocaban todos los planos de la vida de la comunidadindgena, suprimiendo sus usos y costumbres ancestrales, perdiendo sus tierras y

    propiedades colectivas e incluso llegando a la venta como esclavos de los antiguoshabitantes. La desvertebracin y el desarraigo de estas poblaciones indgenas era,pues, el resultado de la implantacin colonial, una medida punitiva y no, como suelemantenerse desde una perspectiva deformada ideolgicamente del concepto deRomanizacin, el reconocimiento de un alto grado de dignidad y beneficio. Por elcontrario, el estatuto municipal reconoca la integridad territorial y el mantenimiento

    de los usos y costumbres organizativas y de gobierno, y el apoyo romano a las elitesde aquellas comunidades que se haban manifestado a favor de la causa cesariana.

    Csar, pues, es el responsable de la fundacin colonial de Hispalis y de laasignacin de su nombre oficial romano, Colonia Iulia Romula Hispalis, como lo

    fue de Corduba, Urso y Hasta, y como adems confirma explcitamenteun pasaje de Isidoro (figura 1). La temprana muerte del dictador leimpidi llevar a cabo personalmente este gran proyecto de colonizacin,que seguramente desarroll en su formulacin legal y en su vertiente

    prctica sobre el terreno su lugarteniente Marco Antonio en el ao 44 a.C.No es posible conocer la componente social de la fundacin; cabe pensar

    en que junto a los militares habra tambin una determinada participacincivil -los proletarii- de la propia Roma, as como algunos de los romanos del

    conuentus previamente asentados, e incluso ciertos elementos de la aristocraciaindgena afectos a la causa cesariana.

    Si esta es la situacin con Csar, poco despus, hacia 16-14 a.C., y ya bajoAugusto, se procede a un segundo asentamiento de soldados licenciados enHispalis, como nos informa puntualmente Estrabn en un complejo pasaje de suobra en el que se entrelazan las consecuencias beneficiosas de la navegabilidadfluvial con las dificultades que todo proceso de colonizacin implica en susinicios. Se trat de una asignacin complementaria de colonos aprovechando lasposibilidades del asentamiento y continuando las directrices puestas en prcticapor su antecesor, quien slo tuvo tiempo de esbozar las bases del gran programacolonizador. Si bien las necesidades inmediatas eran similares -la deduccin desoldados veteranos de las campaas de conquista del noroeste hispano- elprisma bajo el que se enfoc el nuevo programa de colonizacin buscaba ahoraunas bases menos traumticas y ms estables que las de su predecesor, conunos intereses donde lo comercial primaba especialmente, facilitado en el casopresente por la existencia de un gran nmero de tierras pblicas que Augustopoda utilizar para sus fines. Se trataba de una medida ms en todo un proceso dereorganizacin administrativa y militar del Estado que afect a mltiples parcelas

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    Sevilla romana

    Fig. 1. Retrato de Julio Csar

    D.E.E. Kleiner. Roman SculptureNew Haven - London. 1992.46 n 27

  • y que pudo ser financiado activamente gracias a la existencia de cuantiososfondos que proporcionaban las conquistas de Egipto, el Nrico e Hispania, en unaexcepcional coyuntura econmica facilitada por la inyeccin de fondos pblicos,los intensos movimientos de capitales y la bajada de los tipos de inters.

    El proceso de colonizacin de Hispalis no se hara sin solventar un cmulo dedificultades que hubo que superar con decisin. Por una lado se ha de contar con laprevisible situacin de inestabilidad propia del conflicto blico, los problemas deadaptacin de los soldados a su nueva vida como agricultores en un medio hostil yextrao y las dificultades poblacionales de los primeros momentos de las que sehace eco Estrabn. Frente a este cmulo de circunstancias adversas se encontrabala determinacin del Estado Romano de potenciar un rea estratgicamente situaday con una enorme potencialidad, como el curso de la historia se encargara dedemostrar. La promocin de Hispalis se ha de ver en este sentido como unarespuesta a los intereses estratgicos romanos de amplio radio de accin, y que secentraban bsicamente en la creacin de una gran base productiva y comercial enHispania que permitiera afrontar con garantas la integracin de los territoriosatlnticos -Britannia, la Gallia, el Norte de frica- y las rutas comerciales deOccidente que la accin de Csar y Augusto iba haciendo entrar en la rbita romana.En este esquema el control de las rutas ocenicas a travs de Cdiz y su crculopermita el desarrollo del sistema de comunicaciones martimas entre el norte y elsur del imperio, lo que significaba a su vez la potenciacin de la Btica y suscampias, con Hispalis a la cabeza, como base de aprovisionamiento de lossuministros para las fuerzas romanas combatientes en aquellas regiones.

    La puesta en valor del solar hispalense por Roma se hace sobre la base de supeculiar y excepcional situacin geoestratgica, en el fondo del gran golfo marinoformado por el Baetis y su gran delta, junto a la llanura de inundacin surcada pornumerosos canales y paleocauces fluviales que rodean al cabezo originario sobreel que se asentaba la ciudad indgena. Como oportunamente recuerda Estrabn,este puerto interior constituye el punto de mxima penetracin de las grandesnaves martimas y al mismo tiempo el lugar ptimo para el control de lanavegacin fluvial, como punto de ruptura de carga entre la navegacin fluvial yla martima, y centro de las comunicaciones terrestres que articulan la red decontactos de la rica regin agrcola. Hispalis se convierte as en el ncleo queenlaza las cuencas mineras de Huelva y Crdoba, las comarcas agrcolas delAljarafe, Carmona y Tejada, centralizando en un segundo nivel la produccin de lascampias sevillana y cordobesa y por extensin toda la cuenca media y baja delro. La decisin poltica que supone la fundacin colonial romana conseguir quelas posibilidades que el medio geogrfico ofreca -ya en funcionamiento al menosdesde mediados del siglo VIII a.C.- se puedan aprovechar en toda su dimensin,superando los obstculos y desventajas -en particular el ro y su dinmico ymutable paisaje- que esa misma ubicacin presentaba. En este sentido hemos decontar con las muy probables obras de bonificacin de terrenos cercanos a laciudad, labor imprescindible en la proyeccin del asentamiento como capitaleconmica de la provincia, como lo fue la intervencin estatal mediante laaplicacin de tcnicas para adecuar el cauce fluvial a la navegacin, regulando loscaudales, solventando los problemas de pendientes y protegiendo losasentamientos urbanos a las orillas del ro, posibilitando de esta manera lanavegacin hasta Crdoba y cija por medio de lanchones y barcas de ribera.

    EDADES DE SEVILLA

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    Salvador Ordoez Agulla

  • Como resultado de todo ello Sevilla se fue convirtiendo en cabeza del estuario ygran puerto martimo de transbordo, especialmente a partir del momento en quecon su insercin definitiva en la rbita romana, en un marco poltico y econmico demayor envergadura, y con su integracin plena en las estructuras sociales yeconmicas imperiales, le sea adjudicada la funcin de aprovisionamiento ydistribucin al ejrcito y a la propia Roma de productos agrcolas de primeranecesidad y recursos minerales, asentando las bases para su transformacinprogresiva en capital econmica de la provincia la que hasta entonces haba sidouna comunidad ms de la cuenca baja del ro.

    Desde el punto de vista del desarrollo urbanstico apenas hay informacin quepermita ilustrar este proceso. Por comparacin con otras ciudades donde el registroarqueolgico es ms accesible y la documentacin ms expresiva se sabe que lapoca cesaroaugstea impuls decididamente la monumentalizacin de ciertosmbitos edilicios de las ciudades all donde mejor se poda expresar la imagen delrgimen y el dominio ideolgico y cultural de Roma, as como de las nuevas elitescoloniales dirigentes. En lo que se refiere a la ciudad que el romano hereda nosabemos ms de lo que se ha indicado anteriormente: una slida muralla; un puertoque la flota romana frecuentaba y con unos astilleros especializados en laconstruccin de grandes naves; un espacio libre capaz de dar alojamiento a unalegin romana sin dificultades; por fin, un conjunto de casas en donde habitaba lapoblacin romana del lugar. De ninguno de estos espacios tenemos referenciasarqueolgicas como para ubicarlos sin dudas sobre el plano. As, el trazado de lamuralla indgena es absolutamente desconocido, no habindose localizado anninguno de sus paramentos, y aunque no han faltado propuestas de reconstruccinde su trazado en funcin de criterios diversos, generndose varias formas urbanas,su constatacin arqueolgica est an por establecer. La misma indefinicinpresentan las propuestas de trazado de los ejes viarios principales as como laubicacin del foro republicano en la interseccin de las calles Bamberg y Argote deMolina; se ha sugerido que este espacio incluira las edificaciones mssignificativas de la ciudad, un templo en Mrmoles que perpetuara una tradicinconstructiva desde poca ibrica y del cual se ha postulado su dedicacin aHrcules, as como otras edificaciones en Argote de Molina (baslica) y San Alberto.

    La escasez de excavaciones arqueolgicas en estos niveles ms antiguos de laciudad romana hace que las reconstrucciones de su urbanismo sean sumamenteprecarias, sujetas como estn al principio generalmente asumido de la continuidadde las lneas maestras del urbanismo antiguo en el planteamiento del parcelarioactual -lo que ha condicionado todas las hiptesis sobre la disposicin de losconjuntos edilicios-, as como a la contingencia de la aparicin de nuevos datos. Essignificativo en este sentido, por ejemplo, cmo las ltimas intervenciones en elsector de los Reales Alczares -en su muralla norte y en el Patio de Banderas- hanpuesto de relieve la presencia de materiales que remontan a fines del siglo VIII a.C.al igual que la existencia de indicios suficientes como para plantear la existencia deestructuras de amurallamiento en forma de talud, todo lo cual podra hacer pensaren la extensin hasta ese sector de la terraza sobre la que se asentaba la ciudadprerromana. Muy recientemente se han localizado restos constructivos de pocarepublicana, del siglo III a.C. en adelante, bajo la antigua Escuela Francesa, en elcruce de Abades con ngeles, lo que permite prolongar con certidumbre elurbanismo de la ciudad indgena hasta ese sector al menos, y considerar as unas

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    Sevilla romana

  • dimensiones mnimas de sta posiblemente superiores a las 10 hectreas. Ello noobstante no debiera significar, como se ha sealado anteriormente, que la formaurbana de la ciudad previa al establecimiento colonial sea identificable con losmodelos urbansticos romanos, dado que las formas indgenas en la culturamaterial son las predominantes hasta el cambio de Era, al margen de la posiblepresencia de algunos elementos ms o menos cercanos o receptores del influjoromano, que en cualquier caso la arqueologa no ha detectado an con garantas.

    La imposicin de la colonia romana hubo de significar notables cambios en esteapartado, como es sabido que ocurra tambin en estos procesos coloniales en elterritorio y el paisaje rural. En el mbito urbano las nuevas forma polticas sereflejaban especialmente en la panoplia de edificios pblicos, que constituan elmejor exponente de la remodelacin a todos los niveles a que se someta la ciudad.La coyuntura econmica era muy favorable y la disposicin de las nuevas elitesciudadanas a actuar como transmisoras de los intereses de la casa imperial conllevque las ciudades provinciales comenzaran a dotarse de las edificaciones quereflejaban la nueva realidad sociopoltica. Es en este momento cuandodefinitivamente se observa la transformacin material de los asentamientos delmundo turdetano. Conjuntos forenses con sus sectores aledaos y murallas resultanser por estas fechas los espacios privilegiados para la exhibicin del dominioideolgico del nuevo rgimen de Roma sobre la realidad provincial y adecuadoescaparate de la voluntad de representacin de las elites locales, que ven en lamonumentalizacin de las urbes la mejor expresin por un lado de su riqueza ycapacidad y por otro de su lealtad hacia el poder. El uso de los nuevos smbolosculturales -como las monedas, factor fundamental en la difusin de la propagandamonrquica (figura 2)- y la imposicin del nuevo paisaje urbano acorde con lamodificacin poltica del ncleo y la mentalidad que se iba imponiendo tenanadems importantes consecuencias en el mantenimiento del control social y lacontinuidad del poder de las nuevas aristocracias. Este panorama, no obstante, esdifcil de apreciar en Sevilla. No hay indicacin alguna en las fuentes del momento enque se procedi a erigir el circuito amurallado de poca imperial, una complejaoperacin que exiga vastas inversiones, aunque a la vista del inters que en eldiscurso propagandstico augusteo se asignaba a las puertas y paramentos murarioscomo smbolos del prestigio cvico y la autonoma de las ciudades (la idea de lamuralla urbana est unida a los conceptos de Urbanitas y Romanitas) cabe pensaren que hubiese alguna intervencin decidida en ese sentido. El mismo trazadoconcreto de la muralla de poca imperial solamente se encuentra refrendado enparte por la aparicin sin control arqueolgico de contados lienzos de la muralla, queno permiten establecer ninguna acotacin cronolgica sobre su construccin nisobre su mismo trazado. Tampoco existen datos referentes a actuacionesconducentes a la monumentalizacin del espacio forense que debi elevarse comolugar central de la ciudad. La excepcin la supone la construccin en estos momentosde un importante complejo termal en la Cuesta del Rosario cuya relevancia estriba enel papel emblemtico que se otorga a los baos, como lugares de sociabilidad yromanizacin, en el cambio cultural de adaptacin a las formas urbansticasromanas. De otros espacios urbanos contemporneos solo se tienen noticias de laedificacin de viviendas en el mbito de Conde de Ibarra y de la dedicacin a usosindustriales del rea de la Plaza de la Encarnacin. El resto de espacios pblicosimprescindibles, como el puerto -del que se ha postulado su ubicacin al norte de laciudad republicana-, son absolutamente desconocidos en estos momentos.

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    Salvador Ordoez Agulla

    Fig. 2. Moneda de ColoniaRomula conmemorativa delemperador Augusto

    y de Livia como genetrix orbisA. Burnett, M. Amandry, P. P.Ripolls.Roman Provincial Coinage.

    London. 1992.vol. I, part II, plate 6, n 73

  • La planificacin urbana de la colonia de Hispalis se complement con unaintervencin igualmente radical sobre el territorio de la ciudad indgena vencida.Con la conquista militar se implantaron unas formas nuevas de ocupacin delespacio mediante la fijacin de un catastro y un sistema de parcelacin queaseguraba la transformacin de las campias y su control poltico mediante sugeometrizacin. El sesgo ideolgico de esta actuacin es tambin muy evidentepuesto que la nueva estructura catastral que construa y organizaba el espaciodominado tambin era el medio de difundir ese dominio mediante la jerarquizacinde caminos, vas y asentamientos rurales. El territorio fue, pues, delimitadomediante complejos procedimientos que articulaban los campos de una maneraracional y ordenada, y que conllevaban distintas operaciones de bonificacin detierras, fijacin de redes de caminos, delimitacin de los diferentes tipos de tierrasy su situacin jurdica, generando una realidad muy diversa en la que coexistanlas tierras privadas otorgadas a los colonos, las tierras sagradas, los comunales, lastierras dejadas vacantes, y, sobre todo, las tierras pblicas. En este contexto dereorganizacin territorial hemos de situar tambin la creacin de la red deinfraestructuras viaria, particularmente la fluvial, en la que mediante diferentestcnicas se realizaron obras de drenaje y se construyeron los necesarios diques ycanales que iban a permitir aprovechar la potencialidad de la navegabilidad del roy salvaguardar las ciudades a sus orillas. De forma paralela se adecu la red devas terrestres que articulaban el territorio y vinculaban la ciudad con los centrosvecinos, particularmente la Via Augusta, que la enlazaba con la capital provincial -Crdoba- y con Cdiz, y que actu como eje articulador de los territorios bticosoccidentales. Esta actuacin material ha de ser relacionada igualmente con lapromocin de Sevilla a capital de convento jurdico, lo que supona una medidaclave en la estabilidad del proceso de reordenacin administrativa de la provinciapor la cual se creaban cuatro distritos o circunscripciones cuyas cabeceras -cija,Cdiz y Crdoba- se situaron en puntos estratgicos por su accesibilidad, y quetenan tambin una funcionalidad religiosa de integracin de las elites locales enla ideologa oficial mediante la difusin del culto imperial.

    Partiendo de las condiciones jurdicas que se haban creado en el territorio enel proceso de asignacin de tierras a los colonos el paisaje rural anejo a la ciudadexperiment cambios sustanciales centrados en la transformacin radical delmodelo de asentamiento en la comarca, de forma paralela a como las estructurassocioeconmicas de las que deriva tambin lo estaban haciendo. Por ello seobserva cmo desde mediados del siglo I a.C. se produce la imposicin de unmodelo de poblamiento disperso, distinto del indgena de hbitats concentrados.La consecuencia ser la multiplicacin de asentamientos rurales y la insercindefinitiva de la zona en las formas romanas de explotacin del territorio mediantela extensin del rgimen de la uilla (explotacin agrcola de vocacin excedentaria)y la creacin de aglomeraciones urbanas que actan de cabecera de los distritos(pagos) en la ordenacin rural del territorio. La emergencia del rgimen de uillae enel entorno de Sevilla, en las comarcas de la Ribera, el Campo y el Aljarafe, sent lasbases de la masiva ocupacin del campo que ser la tnica caracterstica de lossiglos I y II d.C. y que es uno de los fenmenos que estn a la base de la proyeccineconmica de Hispalis en esas fechas. Las prospecciones arqueolgicas apuntana que aproximadamente un tercio de las explotaciones agrcolas conocidas depoca romana surgen como tales en relacin con el movimiento colonizadorcesaroaugsteo. El impacto de esta poltica no dej de afectar evidentemente a las

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    Sevilla romana

  • ciudades indgenas de las comarcas circundantes, pero sobre todo a los sectoresaristocrticos coloniales, que comienzan a aprovechar en su propio beneficio,mediante la concentracin de la propiedad y las ocupaciones de tierras pblicas,las circunstancias y expectativas generadas en el proceso.

    El gran proceso de colonizacin cesaroaugusteo cre las condiciones para laproyeccin poltica y econmica de Hispalis en la poca de la dinasta julioclaudia. Elresultado fundamental de esa activa transformacin del paisaje urbano y rural fue laconversin de la provincia de la Btica en una regin exportadora, a travs de Sevilla, deproductos indispensables como metales, trigo, vino, pero sobre todo aceite, que por sugran rentabilidad en los mercados exteriores iba a convertirse en el licor por excelenciade la regin. Y en relacin con ello algunas medidas tomadas por los primerosemperadores iban a favorecer sobremanera las posibilidades de esta ciudad,particularmente la creacin por Augusto del servicio administrativo encargado delabastecimiento a Roma y a los destacamentos militares en provincias y fronteras,especialmente a raz de la implantacin de la poltica de expansin atlntica. El sistemade la Annona, que alternaba los impuestos en especie y la compra de productos deforma obligatoria, permiti a los emperadores garantizar la provisin de estosproductos bsicos que se ofrecan gratuitamente o a precios subvencionados, y eneste contexto la insercin de las provincias en una economa de mercado mundialestable y pacificado iba a favorecer especialmente a aquellas regiones productoras,como la Btica, consideradas imprescindibles para el sistema de suministros estatales.

    Que las ventajas de Sevilla iban ponindose en juego lo indica taxativamentePomponio Mela cuando nos dice que en poca de Tiberio Hispalis era, tras Crdobay Cdiz, la tercera ciudad de la provincia. Y es que las medidas que el Estado fuetomando para impulsar una organizacin eficaz del mundo del transporte prontotuvieron directa incidencia en estas regiones, especialmente en lo referente alcomercio del aceite, que experiment un incremento progresivo desde el impulsonotable dado por Claudio al trfico annonario. Ante la inexistencia de una flota detransporte comercial propia el Estado iba a optar por el recurso a una iniciativaprivada siempre remisa a colaborar con la burocracia imperial por razones de tipomoral -negativa consideracin de la actividad mercantil a ojos de la mentalidadaristocrtica de base agrcola- y prctico -lentitud y complejidad de la burocraciaoficial, as como los riesgos que implica la navegacin-. El desarrollo legislativoromano refleja claramente la poltica imperial de favorecimiento a la inversin de loscapitales privados en la construccin de navos y su puesta a disposicin de laAnnona mediante la acumulacin progresiva de beneficios fiscales e inmunidadespara sus poseedores. La pretensin era incentivar la inmersin de los sectoresadinerados y con capacidad econmica, la elite terrateniente, en el mundo delnegotium y las inversiones productivas, frente a las tendencias morales imperantesen la mentalidad antigua (otium) que privilegiaban la adquisicin de tierras comoelemento de prestigio social. Esta poltica impulsada desde el poderindudablemente repercuta en las zonas productoras, particularmente en aquellospuertos y astilleros provinciales concebidos como cabecera de salida de laproduccin de una materia considerada de primera necesidad.

    De esta manera Hispalis result directamente beneficiada del creciente procesode industrializacin y planificacin de la produccin de envases olearios a partir deClaudio (figura 3) y del tirn de la produccin que imprima un Estado con numerosas

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  • necesidades de abastecimiento por su poltica atlntica de conquistas en Britannia,Mauritania y Germania as como por las necesidades de avituallamiento de la pleberomana. Desde poca flavia Hispalis, en correlacin con el control que el Estadoestablece sobre la produccin de aceite, fue centralizando las instituciones ycorporaciones vinculadas con las actividades annonarias y las transaccionescomerciales relacionadas con este producto, combinndose los beneficios que estaactividad reportaba con el trasiego privado de otros productos (vino, mostos cocidos,metales, mrmoles, cermicas, productos de lujo). La consecuencia, especialmente apartir de que con Adriano el Estado se hiciera cargo de asegurar la regularidad delaprovisionamiento de aceite mediante un sistema de ventas forzosas de parte de laproduccin, fue la conversin de Sevilla en directa beneficiaria de la demanda estataly de las disposiciones imperiales que favorecen a los envasadores de aceite as como

    a las elites provinciales con riqueza suficiente como para poder realizar grandesinversiones de capital en instalaciones industriales de fabricacin de nforas y ennavos de transporte. No es casualidad, pues, que sean los senadores del crculodel Bajo Guadalquivir quienes logren proyectar al principado a gentes de su mbitoa fines del siglo I, ni tampoco que la expansin de Hispalis como mercado de

    exportacin y el traslado del eje de la produccin desde la desembocadura delBaetis hacia su cuenca media se hicieran a expensas del otro gran puerto

    provincial, Gades, adelantado por Sevilla a partir de estos momentos.

    Un episodio relevante en la trayectoria de afianzamiento de Hispaliscomo centro estratgico en la provincia radica en las disposiciones queen 69 d.C. tom el emperador Otn durante las primeras semanas de sureinado, tras la muerte de Galba. Segn refiere Tcito entre sus decisiones

    destinadas a ganarse el apoyo de provincias y ciudades destaca la deacrecentar la poblacin de Emerita e Hispalis con la inclusin de nuevas

    familias. Esta medida se mantena en la lnea julioclaudia de favorecer lacreacin de clientelas urbanas municipales que le garantizaran prestigio y

    poder financiero, bases sobre las que Augusto y sus sucesores haban construido suedificio poltico. A su vez se consegua favorecer a una comunidad que ibaconvirtindose en un elemento imprescindible en el sistema de abastecimientos delEstado, tras la crisis econmica que haba derribado a la dinasta julio-claudia.

    Se procedi pues a una adicin suplementaria de colonos, la tercera tras lasde Csar y Augusto, mediante el establecimiento de nuevos habitantes queprocedan de los sectores de indgenas avecindados desde la poca de lafundacin en el territorio de la colonia, a los que se integra en estos momentos,quiz como reconocimiento de un grado de romanizacin suficiente y comomedio de incrementar el nmero de personas sujetas a las contribucionesfiscales en la localidad. Para ello, como ocurri en Mrida, era preciso disponer detierras suficientes en manos del Estado que no haban sido asignadas en elproceso de colonizacin anterior y que haban permanecido en su poder tras losprocesos de asignacin previos. Particularmente se dispona de los denominadossubseciua, tierras pblicas estatales bajo la administracin del emperador quemuy posiblemente estaban arrendadas de antiguo a estos grupos de indgenas, ycuya conversin ahora en colonos no afectaba los intereses ni de la colonia ni desus oligarquas. Con esta medida la colonia lograba incrementar su poblacin,acrecentando el nmero de habitantes sujetos a prestaciones en beneficio de laciudad y capaces de integrarse entre sus aristocracias rectoras.

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    Sevilla romana

    Fig. 3. nfora olearia Dr.20

    Dibujo de F. Salado a partir deE. Rodrguez Almeida, Il MonteTestaccio.Ambiente, storia, materiali.Roma. 1984

  • El surgimiento de senadores en una comunidad provincial certifica laexistencia de una oligarqua propietaria de tierras y fortuna personal paralela alprestigio, rango y antigedad de la ciudad misma. El peso especfico de lossenadores hispanos en el Senado de Roma se vena incrementando desde pocade Claudio, pero esta tendencia se acelera en la segunda mitad de siglo, comoconsecuencia de la proyeccin econmica de la provincia de la que ellos son unode los sectores ms beneficiados: es ahora cuando tenemos noticias del primerindividuo de rango senatorial del que se pueden rastrear vinculaciones conHispalis, L.Helvio Agrippa, procnsul de Cerdea en 68-69.

    La poltica de los emperadores flavios de conceder la ciudadana latina a lasprovincias hispanas va a tener tambin notables repercusiones sobre el destinode Hispalis. Desde Vespasiano la concesin del derecho latino y la trasformacinde los estatutos jurdicos de las ciudades indgenas mediante la extensin delmodelo municipal dio lugar a una gran floracin de municipios, completando elpaisaje geopoltico iniciado con Csar y Augusto. Ello supona el reconocimientopor Roma de una situacin de desarrollo institucional y social en esascomunidades, que les permite integrarse sin dificultades en el sistema polticoromano, en una prctica administrativa regularizada y en una autntica vidaurbana. Con el definitivo triunfo de sta se asiste a un incremento en lasdemandas financieras sobre las elites locales, a las que se reconduce, mediantela competitividad social, la intensificacin de los programas constructivosurbanos y el desempeo de cargos y magistraturas locales, hacia las formas decomportamiento propias de la mentalidad urbana romana. Puesto quenicamente la tierra poda proporcionar medios de obtencin de riqueza y deaceptacin del cdigo de valores romano, no es extrao que desde estosmomentos el campo btico conozca una creciente intensificacin en laexplotacin del agro, con importantes inversiones en las uillae, que se extiendenampliamente por las campias. La economa del Imperio se va a ver muybeneficiada con estos movimientos de capitales que los nuevos ciudadanosinvierten en su promocin poltica, en los asuntos pblicos de sus ciudades y ensus propiedades rsticas; ello repercute tanto sobre el sistema productivo de laprovincia, que incrementa su impacto en los mercados, como en la haciendapblica, al ampliarse la base fiscal del Estado con nuevos elementos que seintegran en su mecnica y ponen en circulacin grandes cantidades de riqueza. Y,en fin, el reflejo de todo ello es determinante en los grandes y antiguos centros deintercambio como Hispalis, beneficiados directamente del salto cuantitativo en lacapacidad productiva de la regin y de la apertura de numerosas posibilidades deinversin en los nuevos municipios. En su entorno se procede a la conversin enmunicipios de un numeroso grupo de ciudades a lo largo del ro Guadalquivir, loque constitua un signo del decidido inters estatal por potenciar una regin quecada vez ms iba convirtindose en base logstica de aprovisionamiento a laslegiones acantonadas en las fronteras.

    El significado econmico y poltico de Hispalis no dej de acrecentarse duranteel siglo II. Con las medidas de Claudio y la repoblacin de Otn, pero especialmentecuando a partir de Adriano el Estado se haga cargo a travs de la Annona delabastecimiento en aceite a Roma y al ejrcito, Hispalis se convierte decididamenteen el mayor centro comercial hispano en detrimento de Gades, en el momento en queya las inversiones de capitales se desplazan decididamente del mercado libre propio

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  • de los circuitos econmicos gaditanos hacia los productos del Guadalquivirsubvencionados por el Estado. Beneficiaria directa de la poltica cada vez msintervencionista del Estado en los circuitos de la produccin y la distribucin y conuna creciente complejidad en los sistemas organizativos, en esta etapa su puertoalcanza el mximo en el nivel de exportaciones tanto por va fiscal como por elcomercio privado. La arqueologa extrapeninsular detecta la presencia del aceitebtico en puntos tan alejados como Escocia, Arabia, Israel, la cuenca del Egeo yAnatolia, Alejandra, Dalmacia, la costa occidental del Mar Negro o los fortinesmilitares de la frontera germnica, generando una red de circuitos comercialescuyos nodos principales se articulaban a travs de las rutas martimas atlntica ymediterrnea, y las vas de acceso fluvial al continente a travs del Garona, Rdano,

    Sena, Rin o Mosela. Excepcionalmente, y ya como producto delujo, el aceite btico alcanzar hasta Arikamedu, en la costaoriental de la India. Los cimientos econmicos sobre los que sehaba construido su preeminencia dan en este momentoclaras muestras de su solidez y tienen su reflejo social y as, enel siglo que entra los senadores procedentes del crculo delBajo Guadalquivir (Hispalis e Italica) sern mayoritarios frentea los originarios de Crdoba, que aunque ms antigua ycontando con unos cotos mineros que permitieron la fortunade sus grandes familias de comienzos del Imperio, no disponade la situacin de Sevilla ni de la apertura al mundo del negocioy las grandes oportunidades econmicas que ello conllevaba.Era un claro sntoma de que las potencialidades llegaban a sumadurez, por lo que el peso de sus aristocracias se ibahaciendo notar cada vez ms en Roma.

    Las lites provinciales que acceden a la direccin delEstado con los Antoninos suponen el reconocimiento delpapel de la provincia btica en la apertura del comercio alexterior, de su riqueza y de la fuerza de sus estructurasproductivas, en las que el centro capital por excelencia eraHispalis. La base del poder econmico y poltico de estossectores aristocrticos provinciales radica en la propiedadde la tierra, el prstamo de dinero y las inversiones degrandes capitales en las empresas martimas cuya

    actividad alentaba el Estado romano, lo que generaba nuevas fortunas a travs desu gestin mediante libertos, esclavos e intermediarios, gentes msemprendedoras y libres de ataduras sociales y de las restricciones ideolgicas ymorales impuestas a las actividades comerciales de las elites. nicamente estossectores adinerados estaban en condiciones de realizar las importantesinversiones iniciales que requieren el comercio martimo y la construccin yexplotacin de barcos de gran tonelaje. Entre ellos estn las grandes familiassenatoriales hispalenses que conocemos a travs de sus inscripciones como losMessii Rustici, originarios de la zona de Utrera e integrantes del crculo delemperador Adriano, de uno de cuyos parientes se han conservado sendasinscripciones erigidas en su complejo funerario (figura 4); los Fabios, uno decuyos integrantes, la orgullosa Fabia Hadrianilla, se jacta de ser hija, esposa,madre y hermana de senadores, y que hace un legado testamentario a favor deuna fundacin alimentaria destinada a nios hispalenses en la que se establece

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    Fig. 4. Ara funeraria

    de D. Cutio Balbino

    Foto S. Ordez

  • la distribucin entre ellos, dos veces al ao, de las rentas de un capital de 50.000sestercios, a la manera de cmo lo haca el emperador Trajano en Italia; en fin, losHelvii Agrippae, a uno de cuyos miembros el esplendidsimo senado de la ciudadle decret los mximos honores fnebres.

    La epigrafa de estos momentos muestra claramente la eclosin del mundode los negocios que est a la base de esa importante transformacin y laproyeccin social de las grandes familias. Sin duda uno de los mejoresreferentes de la importancia de Hispalis est en Italica, el escaparate ideolgicode la provincia y donde con mayor evidencia, tanto material como social, sehace patente el nivel alcanzado por las aristocracias urbanas del BajoGuadalquivir. Es el centro de accin de los cargos del culto imperial provincial, dela expresin del poder y la autoridad imperial y de la ligazn de las elites localesbticas que logran encumbrarse en el Imperio. Como sede de la aristocraciapoltica, de carcter conservador, es el foco de la exhibicin honorfica delprestigio de estos crculos sociales que proyectan a las ms altas cspides delpoder a algunos de sus miembros, como Trajano y Adriano. Su ascenso no puedeentenderse desligado de las condiciones favorables que ofreca el gran centromercantil hispalense, con el que presenta una singular complementariedadfuncional: prueba de ello es que con el paso del tiempo, y conforme lascircunstancias polticas y econmicas se iban alterando Italica fue perdiendopeso, pasando de ser una magnfica ciudad residencial para volver a ser laciudad provinciana que siempre haba sido.

    El desarrollo econmico y la vitalidad que muestra elcomercio olecola se manifiesta en la transformacinurbanstica desarrollada a partir de mediados del siglo I yespecialmente durante la segunda centuria, al calor de laposibilidad de acumulacin de capitales. As Hispalisvendra a reflejar la situacin de madurez que en general seaprecia en la Pennsula Ibrica desde poca flavia conrespecto a la difusin de estilos arquitectnicos y tiposurbanos plenamente romanos. Y si bien es posible distinguirciertos sectores fundamentales de actuacin a nivel general(figura 5), el conocimiento preciso del desarrollo urbano dela ciudad durante la poca altoimperial est condicionadopor problemas de profundidad de los niveles arqueolgicosy de los mantos freticos y por el grado de reutilizacin yalteracin de los restos monumentales en los distintosperiodos constructivos posteriores; se han de sealar, enfin, las dificultades que presenta la epigrafa para estecometido, dado que del conjunto de textos actualmente conocidos ms del 60 %corresponde a inscripciones que no pueden ser empleadas para la ubicacin deespacios ni conjuntos edilicios por corresponder a reutilizaciones de pocaposterior o desconocerse el lugar concreto de hallazgo.

    La disposicin del trazado de la muralla de poca imperial se ha realizado apartir de algunos escasos lienzos localizados en Santa Catalina, Orfila, Villass,Martn Villa y Gallegos; el trazado concreto es una cuestin sujeta a discusin dadoque ste se ha establecido sobre la base de la topografa actual y el anlisis del

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    Fig. 5. Sectores de la ciudad

    altoimperial

    Elaboracin propia

  • parcelario. Tampoco el hecho de que esta cerca se mantuviera en uso hasta pocaemiral aporta informacin aadida con la excepcin de los nombres de algunaspuertas. La propuesta ms extendida hoy da presenta una curiosa forma triangularcuyos vrtices se sitan en la Iglesia de San Martn, Archivo de Indias y SanEsteban; en el trazado solamente Santa Catalina, San Esteban y la Plaza de laAlianza presentan indicios de existencia de puertas. A juzgar por la reconstruccinde su recinto murado Hispalis parece situarse entre las ms grandes ciudades deHispania, ocupando una extensin en torno a las 65 hectreas.

    La misma indefinicin presenta la disposicin de las lneas maestras delurbanismo. El cardo mximo se ha establecido sobre el recorrido de Alhndiga, Cabezadel Rey Don Pedro, Alfalfa, Corral del Rey y Abades-Alianza, mientras que el decumanomximo se ha hecho discurrir por guilas, Alfalfa, Alcaicera y el Salvador-Gallegos. Delviario interno solo se han podido localizar en alguna ocasin algunos restos en MateosGago, Abades y Palacio de San Leandro, ofreciendo este ltimo una encrucijada viariade dos calles pavimentadas con su infraestructura de saneamiento y conedificaciones porticadas flanquendolas; en cualquier caso estos escasostestimonios parecen apuntar a la existencia de una organizacin ortogonal biendefinida a partir del siglo I. En el cruce de los dos ejes viarios principales se sita el forode poca imperial, construido hacia el cambio de Era, y que queda as descentrado; seha sugerido que el mbito abarcado por este espacio pblico, de gran valorrepresentativo en la ciudad romana, estara delimitado por las calles Alcaicera, Cuestadel Rosario, Tres Cadas y Plaza del Salvador, un sector por otro lado que detent laprimaca urbana hasta poca almohade. Noticias sueltas procedentes de la Plaza de laPescadera y de la misma Cuesta del Rosario permiten intuir la presencia deconstrucciones de calidad a juzgar por los restos de edificaciones con decoracinmusivaria y pictrica en ellas encontrados, y cuya ubicacin topogrfica contribuye aconfigurar esta rea como una de las ms relevantes de la ciudad romana. De todoeste conjunto solo las termas de Cuesta del Rosario presentan restos suficientes quepermitan determinar su funcionalidad y el grado de monumentalizacin del reaforense, en una actuacin que conduce a su remodelacin y ornamentacin con unrepertorio de gusto adrianeo. En las inmediaciones de este conjunto, y usualmentereutilizados, se ha localizado un conjunto de epgrafes de carcter honorfico alusivosa magistrados de la ciudad, personajes relevantes y miembros de la familia imperial -casi todos de los siglos II y III d.C.-, y que en buena lgica deben provenir de lasdiferentes edificaciones y espacios que integraban el foro. Es en este mbito donde seencuentran las dedicaciones a magistrados locales como L.Blatio Ventino, que fue unode los primeros magistrados de la colonia; Horacio Vctor, dos veces magistrado yhonrado por el pueblo sevillano por su munificencia hacia su patria; PomponioClemente, quien como pontfice del culto imperial resulta ser el nico sacerdoteconocido hoy por hoy en Hispalis; en fin, Calpurnio Sneca, miembro del ordenecuestre que en poca de Adriano ostent un alto cargo de la flota imperial en Misenoy Rvena y a quien el senado sevillano le erige una estatua. Con excepcin de lascitadas termas, del resto de la panoplia de edificios que componen un recinto forense-segn el esquema clsico de templo, plaza y baslica- no se tiene ningunaconfirmacin arqueolgica, por lo que sobre la base del parcelario moderno se hapostulado la presencia de una baslica bajo la Iglesia del Salvador, un templo entre TresCadas, Alfalfa, Plaza de la Pescadera y A. M.Camacho, un conjunto de tabernae(tiendas) delimitadas por la manzana de Alcaicera y Herbolarios, mientras que lamanzana entre Huelva y Cuesta del Rosario ocupara el espacio libre del foro.

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  • La construccin del foro de poca imperial tuvoconsecuencias importantes sobre el otro espacio privilegiadode la ciudad, el denominado foro republicano. Tras elabandono de la gran edificacin de Argote de Molina a finesdel siglo I d.C., se procede a una importante labor dereorganizacin urbanstica de todo ese mbito durante elsiglo II, bajo los Antoninos, que incluye la construccin de unagran plaza porticada y enlosada de piedra de la que formanparte las tres columnas de la calle Mrmoles (figura 6) y lasdos que hoy se yerguen en la Alameda de Hrcules, as comola presencia de un santuario dedicado a Liber Pater, queactuaba como local de reuniones y culto de algunascorporaciones profesionales como los centonarii (bomberos ytransportistas) a los que encontramos honrando con unadedicacin a Antonio Po. Es posible que durante la obra dereorganizacin edilicia del viejo recinto forense republicano seincluyera la construccin de un teatro, o su ornamentacin,con lo que se podra hablar de la existencia de un grancomplejo monumental y socio-religioso en ese sector.

    En un mbito cercano, bajo la Iglesia de San Alberto, enuna edificacin de tipo monumental se ubicaba la sede de larama administrativa encargada de los asuntos mineros delos dominios imperiales en Sierra Morena, a uno de cuyos gestores, el procuratorFlavio Polychryso, los confectores aeris o trabajadores del bronce le dedican unainscripcin a comienzos del siglo II en el lugar de su residencia oficial y puerto deembarque y control fiscal de los lingotes. Un conjunto de inscripciones defuncionarios imperiales en Hispalis permiten establecer que, mientras que la sededel gobernador estaba en Corduba, muy probablemente la administracinprocuratoria de la provincia de la Btica tuviera en esta ciudad su asiento por lasfacilidades que su ubicacin ofreca para el adecuado desempeo de las funcionesde aquellos. A travs de un nutrido cuerpo de libertos y esclavos imperiales estarama de la administracin gestionaba en la provincia los asuntos fiscales relativosal patrimonio y a la res priuata del emperador. La ubicacin concreta del complejoprocuratorio es desconocida aunque la localizacin aludida puede hacer pensar enla Iglesia de San Alberto como lugar al efecto. En cualquier caso es seguro que enpoca de Septimio Severo se erigi en l una suntuosa edificacin dedicada a lacasa imperial, ornamentada con estatuas de la familia reinante y revestimientosmarmreos, y que se conmemora en una inscripcin reutilizada hallada en la calleGallegos y elevada por dos procuradores de la provincia, uno de ellos llamadoLucrecio Juliano. En ese complejo desempearan sus funciones los funcionariosencargados de la caja del patrimonio imperial como Flix, a quien sus vicarios leelevaron una dedicacin funeraria, o aquel Lycomedes que en 205 dedic unaestatua a Caracalla, y quizs tambin Po, un esclavo del fisco imperial encargadode la gestin de las contribuciones de trigo procedentes de los arrendamientos detierras pblicas a mediados del siglo II.

    Las intervenciones arqueolgicas permiten establecer una funcionalidadresidencial para algunos determinados sectores de la ciudad como se detectaespecialmente en la casa de la calle Guzmn el Bueno, ubicada muy cerca del foro,

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    Fig. 6. Columnas de Mrmoles

    Arqueologa urbana en Sevilla.1944-1990 Sevilla 1996. 133.

  • en una tendencia conocida en las elites antiguas de localizar sus viviendas en loslugares centrales. Se trata de una magnfica mansin (domus), muestra de laeclosin econmica de las grandes familias hispalenses, y que permite hacerseuna idea sobre el estilo de vida de estas oligarquas y la adopcin de las formasarquitectnicas y smbolos culturales romanos dentro del mbito privado. Menosvistosas son las edificaciones domsticas del barrio de San Bartolom y de lascalles Laraa e Imagen, con restos de calidad constructiva y ornamental, y quiztambin en la Plaza de la Encarnacin, donde la remodelacin de un viejo sectoralfarero dio paso a un edificio construido a fines del siglo I aunque de funcionalidaddesconocida. Semejantes dificultades ofrecen otras edificaciones como porejemplo la detectada en Calle Vrgenes / Conde de Ibarra, de poca tiberiana o eledificio pblico monumental con pilastras adosadas localizado en un adarve de lacalle Francos, de magnfica conservacin, y cuya ubicacin no lejos del ropermitira pensar en algn tipo de vinculacin con el trfico fluvial.

    El mbito meridional de lacolonia resulta ser uno de losespacios privilegiados quereflejan la accin en Hispalis deese otro gran proceso dereordenacin urbanstica quetiene lugar en el siglo II y al quese viene denominando segmen-tacin de los espacios pblicos,por el que nuevas edificacionespblicas toman el relevo en elesfuerzo de monumentalizacinde las ciu-dades tras el efectuadodurante la centuria anterior y queafect bsicamente a foros,

    templos y teatros. Ahora son termas, edificios colegiales, santuarios y zonasviarias frecuentadas los receptores de los programas edilicios, que conllevan unadescentralizacin de la actividad constructiva. En Sevilla esto se aprecia tanto enla citada reorganizacin del conjunto de Mrmoles, como en la construccin delmonumental complejo termal del Palacio Arzobispal / Abades, erigido en pocaantonina (figura 7). Adems de ello, tanto la arqueologa como la epigrafamuestran un importante esfuerzo constructivo en la zona de los Alczares, dondela informacin arqueolgica y epigrfica est apuntando a la presencia de ungran complejo portuario.

    Se viene sealando desde hace tiempo que el lugar idneo para la ubicacindel puerto era la confluencia del paleocauce del ro y el arroyo Tagarete. Lapresencia de un espacio de funcionalidad mercantil en el sector que comprendenla Catedral y los Reales Alczares apoya esta localizacin, donde la escasasexcavaciones y los sondeos geotcnicos han podido documentar en ocasionesestructuras interpretadas como almacenes, en consonancia con el entorno dondese recoge la documentacin relativa al trfico fluvial y a las corporaciones con lrelacionadas, y en otras slo atestiguar la existencia de estructuras diversas dedifcil interpretacin. Se trata de un mbito de grandes dimensiones; se ha de tenerpresente que el trajn fluvial en Hispalis tuvo unas dimensiones que difcilmente

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    Sevilla romana

    Fig. 7. Mosaico de las termas del

    Palacio Arzobispal con escena

    de pesca

    T. Falcn Mrquez,El Palacio Arzobispal de Sevilla

    Sevilla. 1997. 39]

  • podemos imaginar hoy da, a lavista de la capacidad dealmacenamiento de los navos detipo medio, unas 2.000-3.000nforas, y la cantidad de envasesque se movan anualmente. Lasestimaciones que se hanrealizado a partir de la exploracinreciente del Monte Testaccio enRoma, compuesto por casi 25millones de nforas en un 80 %olearias bticas, apuntan a unamedia anual de 100.000 nforasanuales durante los 250 aos devida de este vertedero; nforasque se concentraban en los muelles de Sevilla durante una parte del ao, la del marabierto a la navegacin, entre Marzo y Octubre, y a las que habra que aadir lasque se distribuan para el ejrcito de las fronteras y las que se encauzaban por elcomercio libre, amn del resto de productos de comercio. Se precisaba pues uningente nmero de barcos que necesitan puntos de atraque, oficinas decontratacin de fletes, expedicin y cambios, centros de recaudacin deimpuestos y tasas portuarias, almacenes, depsitos, hospedaje y en general todoslos servicios que se requera para el buen funcionamiento de su actividad. Elespacio implicado debi ser pues bastante amplio, algo que puede intuirse a partirde la comparacin con los grandes puertos de recepcin de las mercancas bticascomo Ostia, Pozzuoli o el mismo emporio de Roma (figura 8).

    Si bien algn autor antiguo indica expresamente que el Baetis estabacanalizado por todas las ciudades a su paso, hoy por hoy las nicas reas urbanasde las que se tiene constancia expresa de su funcionalidad portuaria son el granembarcadero de pilotes de madera, con restos documentados tanto en la calleSierpes como en la Plaza de San Francisco, y los varios pecios de la Plaza Nueva,que permiten pensar que en estos puntos se situaban los lugares de atraque, cargay descarga y fondeaderos, sobre distancias considerables. Junto a estos espacios,hay que sealar igualmente el embarcadero de la factora alfarera del Hospital de lasCinco Llagas. Muy recientemente se ha obtenido la confirmacin epigrfica de laexistencia en Sevilla de una statio Romulensis, la sede comn de lasrepresentaciones comerciales de los colegios profesionales que seocupan del abastecimiento de Roma, y que posiblemente estara situadaen el sector de los Reales Alczares. Recientes excavaciones en esterecinto han puesto de relieve la presencia de restos constructivos yepigrficos de gran calidad, cuyo tenor indica la ubicacin en ese mbitodel Patio de Banderas de un sector especializado en el aspectoorganizativo y fiscal del trfico comercial, particularmente el del aceite.De este complejo, que presenta una disposicin en terrazas, pudieronproceder las dedicaciones que los barqueros y bateleros fluviales(scapharii y lyntrarii) que operaban en Hispalis elevaron tanto aemperadores (figura 9) como especialmente a algunos funcionariosimperiales responsables de la buena adecuacin del ro para lanavegacin, piezas todas ellas halladas encastradas en la Giralda o

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    Salvador Ordoez Agulla

    Fig. 8. Escena de descarga de

    nforas en el puerto de OstiaR. Meiggs, Roman Ostia

    London-New York. 1985.Plate XXVI

    Fig. 9. Pedestal erigido por los

    scapharii qui Romulaenegotiantur en honor delemperador Antonio Po

    Foto J. Beltrn

  • reutilizadas en el espacio ocupado primero por la mezquitaalmohade y luego por la Catedral. Tales son los casos del ingenieromilitar Castricio Honorato y especialmente el de Sexto Julio Posesor,un verdadero especialista en las tareas de organizacin de lossuministros oficiales, y que tras su responsabilidad en Hispaliscomo Procurador para la ribera del Baetis entre los aos 161 y 169d.C. an desempeara en Ostia y Alejandra una notable carrera enel servicio estatal de aprovisionamientos. Previamente a su llegadaa Hispalis Posesor haba sido responsable del pago de lascompensaciones a los productores que vendan su aceite al Estadoas como del abono a los armadores de los fletes del transporte(figura 10). Es en este conjunto donde cabe situar el local en el quea mediados del siglo II tena su sede el splendidissimum corpusoleariorum, corporacin de envasadores de aceite que trabajan parala Annona y a cuya cabeza estuvo M.Julio Hermesiano, honrado porsu hijo con una estatua erigida en este recinto. Una edificacin que

    fue ornamentada por Valerio Valente y a la que su hija Valeria aadi una estatua deMinerva Augusta, la diosa del olivo a la que la corporacin de comerciantes de aceitetanto deba (figura 11). La dedicacin de una estatua de una divinidad en unentorno de eminente funcionalidad comercial es algo lgico en un mundo en el quelas esferas religiosa y comercial estn ntimamente unidas, algo a lo que pareceapuntar tambin la presencia de alguna edificacin dedicada a Isis en este mismoentorno, quiz interpretable como un santuario emprico, confirmando la necesidadde los recintos religiosos vinculados con la navegacin.

    La arqueologa nos indica que las operaciones de reforma de todo este sectorportuario (figura 12), al que puede considerarse plenamente como el emporio de laciudad y por tanto con una entidad urbanstica claramente diferenciada conrespecto al resto de la ciudad, tienen su comienzo desde comienzos del siglo I d.C.,culminando en el siglo II, algo que podra tambin apoyarse en los testimoniosliterarios y epigrficos que sealan la preocupacin de Trajano y Adriano por dotarde acueductos, infraestructura portuaria y obras de inters pblico a ciertasciudades y regiones en atencin a las necesidades estratgicas y econmicas delImperio. En cualquier caso las medidas que los emperadores de la dinasta

    antonina tomaron con respecto a las necesidades del Estado en materia desuministros, el tenor de la informacin epigrfica aparecida en el rea, as

    como la evolucin del comercio oleario apuntan a estas fechas de la segundacenturia, coincidentes en suma con la que se considera como momento de

    mayor esplendor material de las ciudades de la Btica, aunque no sepuede descartar que ya desde mediados del siglo anterior lainfraestructura portuaria hispalense requiriese importantes cuidados.

    La ubicacin de los edificios de espectculos de la ciudad en latopografa urbana es por ahora irresoluble por la total ausencia deevidencia estructurales de ningn edificio de este tipo. La nicainformacin textual conocida es la referente a la existencia delanfiteatro a comienzos del siglo IV, a juzgar por las actas del martirio deJusta y Rufina. El anfiteatro es uno de los smbolos consustanciales auna colonia militar, muy identificada con este tipo de espectculos. Y

    aunque la epigrafa aparecida en Sevilla apunta a la existencia del

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    Sevilla romana

    Fig. 11. Inscripcin relativa al

    corpus oleariorum hallada en elPatio de Banderas

    M. A. Tabales y A. JimnezSancho, Hallazgo de una nuevainscripcin referente al cuerpode olearios en el Alczar deSevilla, Habis 32. 2001. 379.

    Fig. 10. Pedestal de Sexto Julio

    Posesor, procurator ad ripamBaetisFoto S. Ordez

  • anfiteatro, son sin embargo piezas controvertidas y difciles de utilizar desde laptica de la reconstruccin del urbanismo antiguo. En todo caso no ha quedadonada en absoluto de la evidencia estructural del anfiteatro, y consecuentementetampoco sabemos nada sobre las fechas ni el contexto de su construccin. Se leha venido buscando en diversos lugares de los alrededores, en la fachada orientaldel casco antiguo, hacia el oratorio de las santas Justa y Rufina, el Campo de losMrtires y el Prado de Santa Justa, sin que se pueda aducir por ahora ningunaprueba arqueolgica en favor de esta hiptesis.

    En el espacio periurbano, caracterizado por ladiversidad funcional, las necrpolis constituyenunidades neurlgicas que conforman autnticasciudades de muertos. La combinacin de loshallazgos funerarios con la aparicin de inscripcionessepulcrales permite establecer la disposicin de uncinturn de reas de enterramiento que rodea elcircuito amurallado de la ciudad por su mbito sur,oriental y septentrional. En la parte meridional sesita la necrpolis de la Fbrica de Tabacos, SanTelmo y Prado de San Sebastin, que combinabaenterramientos hipogeos de notable porte -como enRoma, erigidos para ser vistos desde el ro- con otrosms humildes, y que se mantiene en uso desdecomienzos del Imperio hasta poca rabe. Lanecrpolis este es muy mal conocida por la intensareutilizacin de los restos que se hizo en pocaislmica y el grado de indefinicin de la muralla porese mbito. Se conoce la presencia de estructuras y epgrafes funerarios demomentos altoimperiales en la Casa-Palacio de Maara, Iglesia de S.Bartolom,Convento de S. Mara de los Reyes (ss.II-III) y entorno de las calles Imperial (I-II),Santiago y Leoncillos. Esta rea parece que se extiende a ambos lados del cursodel Tagarete a juzgar por la aparicin de algunas piezas epigrficas en S.Bernardoy S.Benito y de alguna tumba de comienzos del siglo I d.C. Pero sin duda el reafuneraria mejor definida corresponde al sector septentrional de la ciudad, donde,en atencin a la disposicin de los restos resulta factible pensar en la existenciaa partir de la puerta de Santa Catalina de una gran zona funeraria que searticulara mediante dos Grberstrassen o calles funerarias, dispuesta una a lolargo de la calle San Luis, como indican los estructuras funerarias halladaslocalizadas en sus mrgenes, que muestran su uso desde mediados del siglo Id.C., o las estructuras constructivas, ornamentales e hidrulicas detectadas endiferentes puntos de todo ese rea, usualmente tenidas por uillae suburbanae,y que pueden responder bien al modelo de proastia y cepotaphia (huertos yjardines funerarios rodeados de muros y estructuras para el culto, y cuyosproductos sirven para financiar el mantenimiento de ste) que se ve en otroslugares del mundo romano. Por su parte la otra va, con restos documentados apartir de comienzos del siglo I en un posible mausoleo en la calle Matahacas,parece insinuar su curso a lo largo de la calle Sol, segn indican los hallazgos deinscripciones en Enladrillada, S.Luca, y Bazar Espaa, extendindose hacia eleste extramuros de la muralla islmica a tenor de lo que indican los epgrafesfunerarios del Colegio de la Trinidad y calle Arroyo.

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    Salvador Ordoez Agulla

    Fig. 12. reas relacionadas con

    el sector portuario

    Elaboracin propia

  • Tambin forman parte de losespacios periurbanos ms cercanos alas murallas los vertederos yescombreras, de los que existentestimonios en los conventos de SantaMara de los Reyes y de San Agustn y,desde poca muy temprana, en laDiputacin Provincial. En lo querespecta a las reas de funcionalidadindustrial se conoce por ahora laexistencia de talleres de artesanos devidrio y hueso en el sector oriental de laciudad (calles Imperial y Lanza), ascomo alfareras en la Plaza de laEncarnacin, en momentos previos asu urbanizacin en el siglo I d.C. Se

    desconoce, por el contrario, la ubicacin de las industrias en las que operan losnegociantes de hierro -como aquel T.Rufonio Broccino que se avecind en Hispalis-o los trabajadores del bronce que nos mencionan las inscripciones. Sin duda el reaindustrial mejor representada es el gran centro alfarero recientemente detectadobajo el Parlamento de Andaluca y Don Fadrique, que funciona desde poca deClaudio conformando un complejo industrial de talleres, almacenes y vertederos delos hornos de fabricacin de nforas para almacenar aceite, vino, mostos cocidos yderivados de la uva y quiz tambin conservas saladas (figura13). Se trata de unconjunto especialmente importante porque supone la confirmacin del papeleconmico de Hispalis no solo como estacin fiscal y puerto de exportacin eimportacin, sino tambin desde el punto de vista de la produccin, lo cual an nocontaba en esta ciudad con un adecuado refrendo arqueolgico.

    Poca informacin de las condiciones imperantes en la ciudad tenemos apartir del siglo III. Desde Septimio Severo el sistema annonario se generaliza enuna clara tendencia a su conversin en impuesto regular, y con ello la relacin delas municipalidades frente al poder central se va alterando progresivamente enbeneficio de una cada vez mayor injerencia de ste frente a aquellas y de unincrementado grado de responsabilidad de cada ciudad. Es claro que ante estatesitura Hispalis, por sus relaciones de tipo oficial con el poder, estaba ubicada enmejor situacin que otras comunidades del entorno cuyas aristocracias parecenhaber sufrido de forma ms radical las confiscaciones y cambios de propiedad detierras, barcos y fortunas que tuvieron lugar a raz del ascenso al poder de ladinasta Severa, si atendemos a la prctica desaparicin de las familiassenatoriales tradicionales. Las posibilidades que ofreca Sevilla ante la nuevacoyuntura de aparicin de una flota imperial para el transporte de los productoshubo de beneficiar directamente a la misma ciudad y a parte de su aristocracia.

    No obstante, la situacin, en diversos niveles, se iba degradando. El peso cadavez mayor de la financiacin del ejrcito profesional, la plebe frumentaria de Romay la compleja burocracia funcionarial, el aumento progresivo de la presinimpositiva y especialmente el fin de la expansin territorial y la incapacidadtecnolgica de aumentar los niveles productivos para generar excedentes sonfenmenos que expresan claramente el desarrollo desigual de unas estructuras

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    Sevilla romana

    Fig. 13. Reconstruccin del

    conjunto alfarero del

    Parlamento de Andaluca

    M. A. Tabales Rodrguez,Algunas aportacionesarqueolgicas para elconocimiento urbano deHispalis,Habis 32. 2001. 393

  • polticas de perfiles modernos cuyo ritmo de evolucin diverga yasustancialmente de las econmicas, ms arcaicas. As el poder estatal comenz adar muestras de su preocupacin por la economa ciudadana y la propiedadpblica mediante el envo de funcionarios de control de las finanzas locales, dealguno de los cuales se tiene noticias en Hispalis, de igual manera que el cambiode status de la provincia a mediados de siglo, de senatorial a imperial, parece estarreflejando alteraciones sustanciales en las estructuras administrativas delImperio. El comercio interprovincial se reduce progresivamente a la par que losproductos oficiales y fiscales van ganando terreno al comercio privado por lasacuciantes necesidades militares del Estado y la ampliacin del aparato estatal,que progresivamente va dejando de ser un conglomerado de ciudades autnomaspara ir evolucionando hacia un estado de corte moderno. As durante el siglo III,paralelamente a la creciente competencia del aceite africano, los niveles deexportacin del aceite btico se reducen considerablemente. El Estado intentaren vano reconducir la situacin por medio del sistema coercitivo aplicando, ya bajoGalieno, las propiedades inmuebles de los transportistas a la prestacinnavicularia; tambin la proteccin legal y las ventajas jurdicas concedidas a losarmadores hispanos adscritos al servicio de la Annona iba encaminada en esesentido de garantizar el aprovisionamiento estatal a Roma, al ejrcito y a laburocracia imperial. La aristocracia hispalense pudo ser una de las grandesbeneficiadas por las medidas imperiales tomadas desde Marco Aurelio, y herederasde las determinadas por Adriano, que garantizaban la exencin de las cada vez msonerosas y pesadas obligaciones municipales a aquellos elementos que ponan adisposicin de la Annona barcos que desplazasen 400 toneladas o ms.Posteriormente, bajo Constantino, se ampliarn las ventajas fiscales -y el control-concedidas a mercaderes y armadores hispanos para asegurar el abastecimientodel Estado, en un intento de estimular el cambio de mentalidades de aquellos quedisponan de recursos suficientes como para encuadrarse al servicio de Roma.Una de las consecuencias de esta poltica ser la concesin del rango ecuestre alos implicados en el servicio de la Annona, lo que no haca sino aumentar de hecholos grandsimos privilegios fiscales de que ya disfrutaban y parejamente vena arefrendar la zanja social que se vena abriendo entre los ms pudientes y esosotros sectores que aparecen denominados como humiliores. Ello puede a su vezcontribuir a entender en cierta manera la desaparicin progresiva de Itlica comoescenario de las manifestaciones del prestigio de la aristocracia de la zona; junto aello fenmenos de tipo poltico con repercusiones sociales como la represinseveriana de la vieja aristocracia senatorial btica pudo coadyuvar a alterar aquellasituacin de simbiosis en beneficio de una Sevilla mejor dispuesta que la viejacolonia para la nueva situacin y en la que era posible la vinculacin del otium cumdignitate con el negotium que propona el Estado con su legislacin. Para ello laobligatoriedad de poseer y mantener una flota para el transporte por parte de losarmadores cuyas fincas estaban adscritas al abastecimiento de Roma debi detener un peso no desdeable en ese cambio favorable a Hispalis.

    Se ha transmitido usualmente una visin pesimista y deformada de la realidadurbana de los siglos III y IV en Hispania proveniente de una valoracin sesgada de losrestos arqueolgicos que privilegia un panorama desolador de colapso y ruina de lavida ciudadana en contraste con el sistema altoimperial, identificando latransformacin de la cultura material con la falsa idea de la desaparicin del conceptode ciudad y del sentido cvico. Desde diferentes mbitos se viene insistiendo en la

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    Salvador Ordoez Agulla

  • necesidad de modificar la extendida imagen de decadencia urbana que caracteriza a laciudad tardorromana, para lo que se hace preciso evaluar grados y ritmos deadaptacin de la vida urbana, de sus funciones y espacios, a las nuevas condicioneshistricas, y determinar la consiguiente alteracin del modelo de ciudad provenientedel siglo I d.C. Como reflejo de los cambios polticos y socioeconmicos de la poca, lasciudades van a ir dejando de ser los centros de representacin de las elites ciudadanas,con lo que se genera un conjunto de fenmenos de notable impacto en la imagen delas ciudades a travs de los cuales se produce la modificacin paulatina de los hitosurbansticos fundamentales sobre los que se haba erigido el modelo altoimperial, sinque ello implique su desaparicin o ruina completa. Como reflejo de esta redefinicinde la ciudad es posible detectar expresiones de la continuidad y mantenimiento deusos y sectores urbanos de momentos anteriores, mientras de forma paralela seconforman nuevos modelos urbanos que responden al fuerte cambio de lasestructuras ideolgicas y a las nuevas necesidades del hombre de la poca.

    Este autntico renacimiento urbano sobre nuevas basesse produce bsicamente en el siglo IV, aunque hunde sus racesen la centuria anterior, y es difcil de apreciar con nitidez en

    Hispalis. As, si en lneas generales los grandes espacios pblicoscontinuaron en uso hasta el siglo V, aunque progresivamenteperdiendo peso con respecto a otros conjuntos edilicios, en Sevillalos ncleos forenses parecen mantener su continuidad comocentros de representacin durante todo el siglo III y comienzos del IVa juzgar por las dedicaciones de inscripciones al emperadorAureliano en Cuesta del Rosario y al tetrarca Constancio en la zonaforal de Mrmoles/Abades, donde la repblica hispalense elev unaestatua a su numen y majestad (figura 14). Bajo la iglesia delSalvador unos monumentales restos localizados en el siglo XVII sehan relacionado con la baslica del foro, quiz adaptada al cultocristiano en poca teodosiana. La evidencia arqueolgica ymusivaria muestra que el edificio termal de Cuesta del Rosariocontinu en uso hasta fines del siglo V, mientras que por su lado el

    conjunto termal de Abades/Palacio Arzobispal, aunque irexperimentando cambios importantes a lo largo del siglo IV, anestar en funcionamiento bajo Teodosio. La continuidad deambos edificios y su funcionalidad es un claro sntoma de lavitalidad de la vida ciudadana. Se aprecia tambin la continuidad

    de ciertos mbitos residenciales como los ubicados en la zona de San Bartolomy Aire, mientras que reas de servicio y produccin como los vertederos delCuartel de Intendencia, los edificios de produccin de vidrio en c/ Imperial o elconjunto alfarero del Hospital de las Cinco Llagas mantienen su funcionamientohasta fines del siglo III y probablemente continan en el siguiente. De formaanloga ciertas reas de enterramiento como las necrpolis de San Telmo, SanAgustn (con tumbas de los siglos V y VI ), la Buhayra, el Colegio de la Trinidad olas mismas calles funerarias de San Luis y Sol, que prolongan su uso en algncaso hasta los siglos V-VI, mantendrn su funcionalidad desde poca altoimperial.En fin, y a pesar de que se desconozca su ubicacin, las actas del martirio deJusta y Rufina permiten saber que el anfiteatro, uno de los espacios capitales enla vida comunitaria y que ya por entonces haba suplantado en popularidad alteatro y a los juegos escnicos, se mantena en uso a fines del siglo III.

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    Sevilla romana

    Fig. 14. Pedestal del emperador

    Constancio J. Laso de la Vega,Extracto de la disertacinescrita con motivo de unainscripcin antigua descubiertaen Sevilla,Memorias Literarias de la Real

    Academia Sevillana de Buenas

    Letras I. 1773. 80

  • Por su parte la lnea que incide en las novedades y rupturas con respecto a latradicin permite sealar un conjunto de fenmenos que terminarn por alterarsustancialmente la imagen urbana de las ciudades romanas en estas fechastardas. Por un lado el desmantelamiento y desaparicin de conjuntos edilicios delos centros monumentales al perder su funcionalidad y sentido cvico originarios,y poco ms tarde, a partir del siglo V, la desaparicin del poder poltico romano,traern como consecuencia urbanstica la innecesariedad de baslicas, templos ycurias, y en general la prdida de significado de los conjuntos forales y de otrostipos de construcciones. Nuestra realidad es por ahora modesta y difcil decualificar: es el caso del edificio del Corral de Tromperos de poca tiberiana,desmontado en el siglo III y que conocer otra fase constructiva en el VI. Tambinlas edificaciones de Argote de Molina del siglo II, de carcter pblico, sonabandonadas en estos momentos, para esperar a la construccin de otro edificio,probablemente de carcter domstico, a mediados del V, como ocurre igualmentecon las construcciones del siglo I del Mercado de la Encarnacin y con la domusde Guzmn el Bueno. Es tambin el caso de algunas zonas de necrpolis que sonabandonadas, como la detectada en c/ Matahacas, que pasa a ser un vertederodurante el siglo III. Otro de los fenmenos caractersticos es el de losenterramientos intramuros, testimonio de la quiebra de la norma que separabatajantemente a los vivos de los muertos en el Alto Imperio: esto se ha constatadoen Sevilla en el Palacio del Conde de Ibarra en la Plaza de S.Leandro, con tumbasde inhumacin de los siglos III y IV, en este caso combinado adems con otrorasgo comn en las ciudades tardoimperiales, el de la amortizacin de espaciospblicos mediante la privatizacin del viario urbano, pues se construye unedificio de sillares sobre la vieja calle altoimperial. Mucho ms tarde, a mediadosdel siglo VI, las crnicas de los reyes visigodos indican que se erigen edificacionespara acoger las dependencias de representacin de la realeza, como el palacio enque el rey Teudiselo fue asesinado durante un banquete.

    Las ms recientes intervenciones arqueolgicas en Sevilla han introducido ensu metodologa la aplicacin de anlisis geoarqueolgicos y sedimentolgicosque han puesto de relieve la necesidad de valorar adecuadamente la incidenciadel factor ecolgico en la transformacin de la ciudad tardorromana. De resultasde ello se ha sugerido la existencia de una regresin urbana en ciertos mbitos dela ciudad producto de la reactivacin de la dinmica fluvial en los siglos IV y V conel consiguiente incremento de las inundaciones y el grosor de los depsitos delimos. Esta circunstancia se aprecia especialmente en los sectores oriental -afectado por el Tagarete- y meridional, donde en el rea de los Reales Alczares,Catedral y Plaza Virgen de los Reyes, se ha podido constatar el abandono deimportantes zonas que haban constituido espacios nucleares de la ciudadaltoimperial, en particular el complejo edilicio portuario del Patio de Banderas.Tambin en el sector norte parece insinuarse el abandono generalizado deamplios sectores funerarios a partir del siglo IV que no sern reocupados hastapoca islmica.

    Sin duda uno de los fenmenos ms trascendentales en la mutacin de laciudad antigua y en la perturbacin de su fisonoma es el que acertadamente se hadenominado cristianizacin de la topografa urbana, que origina el surgimiento deedificaciones religiosas y espacios sacrales cristianos cuando desde Teodosio lanueva fe se convierta en el credo oficial del Imperio. El cristianismo llenar de

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  • nuevas funciones y revalorizar la vida comunitaria sobre bases diferentes con lageneracin de nuevos focos de atraccin urbana, sean intraurbanos o extramuros:baslicas, martyria e iglesias pasarn a constituir los puntos nodales en torno a losque se articularn las nuevas relaciones sociales, especialmente cuando una nuevafigura, el obispo, se incorpore como personaje relevante en la vida urbana comointermediario entre los fieles y los santos patrones, y con ello se coloquen las basessobre las que se va a erigir el predominio ideolgico y sociorreligioso de lasoligarquas ciudadanas de poca visigoda. En Sevilla el primer obispo conocido esSabino, al que vemos acudiendo en representacin de su sede al concilio de Elviraen los primeros aos del siglo IV y que aparece mencionado por las mismas fechasen el acta del martirio de Justa y Rufina procediendo al enterramiento de la primerade ellas en el cementerio hispalense. Estos dos episodios muestran la efectivaconsolidacin de una importante comunidad cristiana durante el siglo III, que solo semostrar activa en el mbito urbanstico a partir de fines del siglo IV o comienzosdel V, cuando se construye un edificio basilical extramuros, en el Patio de Banderasde los Reales Alczares, con una piscina bautismal que es reformada en dosocasiones durante poca visigoda en funcin de los cambios de rito. Hay quesealar no obstante que no existe unanimidad sobre la consideracin de estosrestos como pertenecientes a una baslica, y recientemente se ha sealado que suimagen cuadrara mejor con la de una domus. En Sevilla la transformacin fsica setestimonia adems en la aparicin de una serie de espacios cristianos de los quetenemos noticias literarias durante los siglos VI y VII sin refrendo arqueolgico. As,la sede catedralicia de la Santa Jerusaln, donde se celebraron los concilios de 590y 619, y que dispona de un atrio, se ha buscado tradicionalmente bajo la iglesia delSalvador. La baslica de San Vicente, profanada por el rey vndalo Gunderico en 428,se ha situado en ocasiones en el Alczar, en el Patio de Banderas, mientras que deuna tercera iglesia dedicada a Rufina se tienen noticias a travs de las fuentesrabes, que indican que a inicios del siglo VIII, ya convertida en mezquita yresidencia de uno de los hijos de Musa, se situaba en la