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1 Veinte años, tres disparos, dos palabras A propósito del vigésimo aniversario del asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin Escribe Moshé M. Rozén Desde Nir-Itzjak, Israel A las 23:15 horas del sábado 4 de noviembre de 1995, una noticia de dos palabras cruzó como un relámpago desde Tel Aviv a Israel y el resto del planeta: "falleció Rabín". Dos horas antes, el Primer Ministro, ovacionado por millares de ciudadanos, se retiraba de la manifestación de apoyo a la convocatoria "por la democracia y por la paz". Instantes luego, tres disparos de Igal Amir quebraban la vida de Rabín: quebraron, también, la vigencia de la consigna movilizadora; el proceso de paz iniciado por su gobierno y el sentido mismo del sistema democrático, se derrumbaron con el asesinato.

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NUEVA SION, número 985.Buenos Aires, 24.11.2015

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Veinte años, tres disparos, dos palabras

A propósito del vigésimo aniversario del asesinato

del Primer Ministro Itzjak Rabin

Escribe Moshé M. Rozén

Desde Nir-Itzjak, Israel

A las 23:15 horas del sábado 4 de noviembre de 1995, una noticia

de dos palabras cruzó como un relámpago desde Tel Aviv a Israel

y el resto del planeta: "falleció Rabín".

Dos horas antes, el Primer Ministro, ovacionado por millares de ciudadanos,

se retiraba de la manifestación de apoyo a la convocatoria "por la democracia

y por la paz".

Instantes luego, tres disparos de Igal Amir quebraban la vida de Rabín:

quebraron, también, la vigencia de la consigna movilizadora; el proceso de

paz iniciado por su gobierno y el sentido mismo del sistema democrático, se

derrumbaron con el asesinato.

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En realidad, tal vez, el crímen ejecutado por Yigal Amir sólo oficializaba la

abismal presencia de una fractura abierta desde antes. Si consigna convocante

era contra la violencia, significa que Rabín, como los manifestantes que

acudieron aquella noche, percibieron con claridad la amenaza que la agresiva

propaganda desplegada por la derecha nacionalista y su brazo armado, los

colonos ultraortodoxos , implicaba para la existencia del país como estado

democrático. O sea: el llamado de Rabín hacía frente al terror del

fundamentalismo islámico y en igual medida a la oposición interna, de la cual

Amir era –es- un mero exponente.

El 4 de noviembre último, al cumplirse veinte años del asesinato de Itzjak

Rabín, se desarrolló un acto de homenaje, con la participación del polémico

intelectual Abraham ("Avrum") Burg. El encuentro tuvo lugar en el kibutz

Nir Itzjak, en la frontera de Israel con la Franja de Gaza, una zona que –a lo

largo de la historia- fué escenario bélico, paradigmático punto de encuentro

entre las aspiraciones de realización nacional de dos conglomerados

enfrentados, el árabe-palestino y el judío-israelí.

Burg es hijo de quien fuera uno de los fundadores del Partido Religioso

Nacional. La trayectoria de Burg hijo es, de algón modo, un fiel reflejo de una

generación de israelíes; oficial de paracaidistas en el ejército, estudiante en la

Universidad Hebrea de Jerusalem, militante en el Partido Laborista. Durante

el gobierno de Rabín, Abraham Burg, tras ser electo como miembro del

Parlamento, abandona ese cargo para desempeñar la presidencia de la

Organización Sionista Mundial.

Pero hoy, aquel jóven Burg, ya sexagenario, modifica su rumbo de

pensamiento: así como la sociedad israelí ya no es el modelo –pionero y

realizador- del fundador socialismo sionista, tampoco Burg sostiene ya los

postulados paternos.

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Al referirse a la Israel actual, en su disertación, Burg considera que los

diversos estratos sociales -clasistas, culturales y étnicos- cuyas frustraciones

afloraron tras el impacto del balazo sobre Rabín, siempre existieron, pero hoy,

con virulenta expresión, buscan un ámbito de reivindicación. Los árabes

palestinos, los judíos del tronco inmigratorio afroasiático, la juedeidad

ultrortdoxa, los colonos en los territorios ocupados: fracciones de un mosaico

cuyo común denominador no es el credo civil de Rabín en un estado judío y

democrático, en convivencia con su entorno. El aglutinante de estos sectores,

asevera Burg, es un supuesto mandato divino y no necesariamente el respeto a

las normas republicanas.

Veinte años, tres disparos y un giro histórico sustancial.

jueves, 5 de Noviembre de 2015

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