2 llamados a ser discípulos y misioneros

2
SOMOS LLAMADOS A SER: R. U. Madre Riquelme - Granada Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia, ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!”. Papa Francisco, JMJ Rio 2013 2 Ó DISCÍPULOS: Sobreabundancia de amor Cuando el amor al Señor, arde en el corazón, necesita expandirse y comunicarse. Éste por su propio dinamismo lleva a la acción comprometida en favor de los demás, en el amoroso cumplimiento de los designios del Padre. Este Amor que eleva al ser humano, y que es un Don derramado en nuestros corazones desde lo Alto (Rm 5,5), es dinámico y eminente- mente difusivo, no puede contenerse ni puede permanecer encerrado egoístamente en uno mismo. De por sí busca manifestarse y transmitirse de modos concretos, pues, —como advierte el apóstol San Juan— es falso un amor que lo es tan sólo de palabra (1Jn 3, 18; 4, 20-21). Existe una íntima relación entre lo que hay en el interior del hombre y lo que se exteriori- za y comunica (Lc 6, 44-45), de lo que rebosa el corazón habla la boca(Mt 12, 34). Conforme a este principio enunciado por el Señor Jesús, entendemos que la auténtica misión no puede ser sino una sobreabundancia de amor, que brota del encuentro con Cristo, pues, ¿puede acaso alguien predicar a Cristo con convicción si no lo ama intensa- mente? (Flp 1, 21). La misión es expresión de nuestro propio amor al Señor, de nuestro encuentro con Él, que se sustenta en una rica vida interior, o no es más que un címbalo que resuena vacua- mente (1Cor 13, 1). Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin una piedad ver- dadera, no se puede ser misionero. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio de la misión es menester la gracia divina, y el misionero no la recibe si no está unido a CristoSan Pio X, Carta, 11-06-1909 SOMOS LLAMADOS A SER: R. U. Madre Riquelme - Granada Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia, ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!”. Papa Francisco, JMJ Rio 2013 2 Ó DISCÍPULOS: Sobreabundancia de amor Cuando el amor al Señor, arde en el corazón, necesita expandirse y comunicarse. Éste por su propio dinamismo lleva a la acción comprometida en favor de los demás, en el amoroso cumplimiento de los designios del Padre. Este Amor que eleva al ser humano, y que es un Don derramado en nuestros corazones desde lo Alto (Rm 5,5), es dinámico y eminente- mente difusivo, no puede contenerse ni puede permanecer encerrado egoístamente en uno mismo. De por sí busca manifestarse y transmitirse de modos concretos, pues, —como advierte el apóstol San Juan— es falso un amor que lo es tan sólo de palabra (1Jn 3, 18; 4, 20-21). Existe una íntima relación entre lo que hay en el interior del hombre y lo que se exteriori- za y comunica (Lc 6, 44-45), de lo que rebosa el corazón habla la boca(Mt 12, 34). Conforme a este principio enunciado por el Señor Jesús, entendemos que la auténtica misión no puede ser sino una sobreabundancia de amor, que brota del encuentro con Cristo, pues, ¿puede acaso alguien predicar a Cristo con convicción si no lo ama intensa- mente? (Flp 1, 21). La misión es expresión de nuestro propio amor al Señor, de nuestro encuentro con Él, que se sustenta en una rica vida interior, o no es más que un címbalo que resuena vacua- mente (1Cor 13, 1). Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin una piedad ver- dadera, no se puede ser misionero. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio de la misión es menester la gracia divina, y el misionero no la recibe si no está unido a CristoSan Pio X, Carta, 11-06-1909

Transcript of 2 llamados a ser discípulos y misioneros

SOMOS LLAMADOS A SER:

R. U. Madre Riquelme - Granada

“Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia,

¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante!

¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo

de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!”.

Papa Francisco, JMJ Rio 2013

2 Ó

DISCÍPULOS: Sobreabundancia de amor

Cuando el amor al Señor, arde en el corazón, necesita expandirse y comunicarse. Éste por su propio dinamismo lleva a la acción comprometida en favor de los demás, en el amoroso cumplimiento de los designios del Padre. Este Amor que eleva al ser humano, y que es un Don derramado en nuestros corazones desde lo Alto (Rm 5,5), es dinámico y eminente-mente difusivo, no puede contenerse ni puede permanecer encerrado egoístamente en uno mismo. De por sí busca manifestarse y transmitirse de modos concretos, pues, —como advierte el apóstol San Juan— es falso un amor que lo es tan sólo de palabra (1Jn 3, 18; 4, 20-21).

Existe una íntima relación entre lo que hay en el interior del hombre y lo que se exteriori-za y comunica (Lc 6, 44-45), “de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12, 34). Conforme a este principio enunciado por el Señor Jesús, entendemos que la auténtica misión no puede ser sino una sobreabundancia de amor, que brota del encuentro con Cristo, pues, ¿puede acaso alguien predicar a Cristo con convicción si no lo ama intensa-mente? (Flp 1, 21).

La misión es expresión de nuestro propio amor al Señor, de nuestro encuentro con Él, que se sustenta en una rica vida interior, o no es más que un címbalo que resuena vacua-mente (1Cor 13, 1).

“Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin una piedad ver-dadera, no se puede ser misionero. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio de la misión es menester la gracia divina, y el misionero no la recibe si no está unido a Cristo” San Pio X, Carta, 11-06-1909

SOMOS LLAMADOS A SER:

R. U. Madre Riquelme - Granada

“Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia,

¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante!

¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo

de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!”.

Papa Francisco, JMJ Rio 2013

2 Ó

DISCÍPULOS: Sobreabundancia de amor

Cuando el amor al Señor, arde en el corazón, necesita expandirse y comunicarse. Éste por su propio dinamismo lleva a la acción comprometida en favor de los demás, en el amoroso cumplimiento de los designios del Padre. Este Amor que eleva al ser humano, y que es un Don derramado en nuestros corazones desde lo Alto (Rm 5,5), es dinámico y eminente-mente difusivo, no puede contenerse ni puede permanecer encerrado egoístamente en uno mismo. De por sí busca manifestarse y transmitirse de modos concretos, pues, —como advierte el apóstol San Juan— es falso un amor que lo es tan sólo de palabra (1Jn 3, 18; 4, 20-21).

Existe una íntima relación entre lo que hay en el interior del hombre y lo que se exteriori-za y comunica (Lc 6, 44-45), “de lo que rebosa el corazón habla la boca” (Mt 12, 34). Conforme a este principio enunciado por el Señor Jesús, entendemos que la auténtica misión no puede ser sino una sobreabundancia de amor, que brota del encuentro con Cristo, pues, ¿puede acaso alguien predicar a Cristo con convicción si no lo ama intensa-mente? (Flp 1, 21).

La misión es expresión de nuestro propio amor al Señor, de nuestro encuentro con Él, que se sustenta en una rica vida interior, o no es más que un címbalo que resuena vacua-mente (1Cor 13, 1).

“Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin una piedad ver-dadera, no se puede ser misionero. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio de la misión es menester la gracia divina, y el misionero no la recibe si no está unido a Cristo” San Pio X, Carta, 11-06-1909

MISIONEROS: Nuestra vida hecha misión

Queridos jóvenes, aprendan

a rezar cada día, así conoce-

rán a Jesús y le permitirán

entrar en sus vidas”

Papa Francisco en la JMJ Rio 2013

INTERIORIZAMOS

Para quien quiere vivir cada vez más intensamente en Cristo, y darlo a co-nocer a los demás, resulta fundamental la formación personal integral y permanente. Solo contribuimos al cambio si nos esforzamos en cambiar nosotros primero.

Debemos hacer misión con toda nuestra vida, esforzándonos para que co-mo San Pablo podamos repetir: “Mi vida es Cristo” (Flp 1, 21), “¡Soy yo, más no yo, sino Él quien vive en mí!” (Gál 2, 20). Esa presencia es la que estamos llamados a transmitir e irradiar con nuestras palabras y gestos, con todo nuestro ser y con nuestras obras nutridas de caridad. Los santos son los mejores misioneros. Si queremos ser buenos misioneros recorde-mos que tenemos que formarnos en la fe para así hacerla vida en nosotros y dar razón de ella a los demás, anunciando al Señor Jesús en primera perso-na.

Además, la eficacia de la misión depende de nuestra permanencia y adhe-sión al Señor, de la acción de su gracia en nosotros y de nuestra libre cola-boración con ella, pues, como Él mismo nos dice:

“Separados de mí no podéis hacer nada; el que permanece en mí y yo en él ese da mucho fruto” (Jn 15, 5)

¿Crees que algo hay en ti que es necesario mejorar para vivir de forma más coherente este compromiso

como discípulo y misionero aquí y ahora?

MISIONEROS: Nuestra vida hecha misión

Queridos jóvenes, aprendan

a rezar cada día, así conoce-

rán a Jesús y le permitirán

entrar en sus vidas”

Papa Francisco en la JMJ Rio 2013

INTERIORIZAMOS

Para quien quiere vivir cada vez más intensamente en Cristo, y darlo a co-nocer a los demás, resulta fundamental la formación personal integral y permanente. Solo contribuimos al cambio si nos esforzamos en cambiar nosotros primero.

Debemos hacer misión con toda nuestra vida, esforzándonos para que co-mo San Pablo podamos repetir: “Mi vida es Cristo” (Flp 1, 21), “¡Soy yo, más no yo, sino Él quien vive en mí!” (Gál 2, 20). Esa presencia es la que estamos llamados a transmitir e irradiar con nuestras palabras y gestos, con todo nuestro ser y con nuestras obras nutridas de caridad. Los santos son los mejores misioneros. Si queremos ser buenos misioneros recorde-mos que tenemos que formarnos en la fe para así hacerla vida en nosotros y dar razón de ella a los demás, anunciando al Señor Jesús en primera perso-na.

Además, la eficacia de la misión depende de nuestra permanencia y adhe-sión al Señor, de la acción de su gracia en nosotros y de nuestra libre cola-boración con ella, pues, como Él mismo nos dice:

“Separados de mí no podéis hacer nada; el que permanece en mí y yo en él ese da mucho fruto” (Jn 15, 5)

¿Crees que algo hay en ti que es necesario mejorar para vivir de forma más coherente este compromiso

como discípulo y misionero aquí y ahora?