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y los otros ya más mocinos y mocinas: gusto dan la precisión y el arremango y 1111. IIIIIIN IIII'IIIIH IIIO/IIN, 111 11111111 dI' 111 ('o/,tllI)/I 1'III'lJII' IlIs 1I11)(,;lIfI.\ se hacen mozas con el tiempo: y, si no, II GOl11pUI'UI' Julio Concepción Suárez 41 1.RUTAS DE INVIERNO 1. PARA LOS DíAS MÁS CORTOS DEL INVIERNO: DE LA POLA A TABLAO, JUNTO A LAS AGUAS DEL Río NAREO • LUGAR Y HORA DE SALIDA: La Caleya, 10 de la mañana'. • LUGAR Y HORA DE LLEGADA: La Caleya, 5 de la tarde. • PARAJES DE INTERÉS: La Capilla la Flor, La Fuente Vieya de Pala- ciós, Morúes, El Molín de Tablao, Tablao, el hayedo del Mofusu ... • NIVEL DE DIFICULTAD: mínimo (camino antiguo y pista junto al río). • ÉPOCA RECOMENDADA: pleno invierno (con las aguas a rebosar del río Nareo). • TIEMPOS: la ruta se hace bien en 4-5 horas. • DESCRIPCiÓN DE LA RUTA: Salimos de La Caleya cuando algunas chimeneas empiezan a afumar entre los últimos teyaos sin uralitas, que alternan ya con algunas fachadas y balcones pin- la os de colorinos. El silencio de las caleyas se va rompiendo al ritmo de los cayaos, y al ladrido de algunos perros que también parecen decididos a patear dcf nitivamente la xelá de la mañana. Pasamos bajo el Puente Tola (en honor al constructor -se dice), con- templando los firmes de la armadu- 1';1, acostumbrados como están a los V;I i vcnes centenarios de un tren que irrumpe, de vez en cuando, sobre el valle del Nareo: pensamos que con ,,1 ordenador y el-CTC se habrán te- I N!)IA S()lII{I'; LOS TIEMPOS INDICADOS: como se lll'nha de señalar, la duración en horas señala- dn pnr:1 cuda ruta (que incluye siempre el 111'1111'0 de ida y vuelta) sólo indica el que ern- 11kllmos nosotros como grupo en hacer el tra- \\'\'111 (sin prisa ninguna, por supuesto). Algu- 1III'j Sl' pueden hacer hasta en la mitad de ho- IlI'j 1\.'1'0 en otras no sobrará nada. nido que reciclar, también los silla- res del Puente Tola, al ajetreo. La Fuente I'Ablenu, La Teyera, El Molín de la Sala ... Cruzamos las aguas del Nareo, y dejamos a la derecha el penúlti- mo asentamiento de La Fuente l'Ablenu (una vez canalizada). El nombre se justifica, todavía, en las filas de ablanos y ablanares que se arriman, casi olvidados, en la ribera a nuestra izquierda, a la ori- lla del arroyo, o entre las fincas y las güertas colaterales al camino. De aquel ablaniru' quedó La 2 En adelante, usaremos la expresión asturiana para recoger la comunicación con los luga- reños, en muchas conversaciones con ellos, Por esto, léxico, frases, refranes, textos más largos, relatos enteros, procuramos transcri- birlos como los escuchamos nosotros. En fin, es evidente una progresiva transfor- mación de la lengua en los pueblos: menos metafonia (y sólo en algunos contextos), pa- so de ts (s) a ch (o, incluso, en l/), castellani- zación, etc. El resultado es, así, la coexisten- cia de formas diversas según los informantes y los contextos. Somos conscientes de ello.

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y los otros ya más mocinos y mocinas: gusto dan la precisión y el arremango

y 1111. IIIIIIN IIII'IIIIH IIIO/IIN, 111 11111111 dI' 111

('o/,tllI)/I

1'III'lJII' IlIs 1I11)(,;lIfI.\· se hacen mozas con el

tiempo: y, si no, II GOl11pUI'UI'

Julio Concepción Suárez 41

1.RUTAS DE INVIERNO

1. PARA LOS DíAS MÁS CORTOS DEL INVIERNO: DE LAPOLA A TABLAO, JUNTO A LAS AGUAS DEL Río NAREO

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: La Caleya, 10 de la mañana'.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: La Caleya, 5 de la tarde.• PARAJES DE INTERÉS: La Capilla la Flor, La Fuente Vieya de Pala-ciós, Morúes, El Molín de Tablao, Tablao, el hayedo del Mofusu ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: mínimo (camino antiguo y pista junto al río).• ÉPOCA RECOMENDADA: pleno invierno (con las aguas a rebosar delrío Nareo).

• TIEMPOS: la ruta se hace bien en 4-5 horas.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTA:Salimos de La Caleya cuando

algunas chimeneas empiezan aafumar entre los últimos teyaossin uralitas, que alternan ya conalgunas fachadas y balcones pin-laos de colorinos.El silencio de las caleyas se va

rompiendo al ritmo de los cayaos, yal ladrido de algunos perros quetambién parecen decididos a pateardcf nitivamente laxelá de la mañana.

Pasamos bajo el Puente Tola (enhonor al constructor -se dice), con-templando los firmes de la armadu-1';1, acostumbrados como están a losV;I ivcnes centenarios de un tren queirrumpe, de vez en cuando, sobre elvalle del Nareo: pensamos que con,,1 ordenador y el-CTC se habrán te-

I N!)IA S()lII{I'; LOS TIEMPOS INDICADOS: como selll'nha de señalar, la duración en horas señala-dn pnr:1 cuda ruta (que incluye siempre el111'1111'0 de ida y vuelta) sólo indica el que ern-11kllmos nosotros como grupo en hacer el tra-\\'\'111 (sin prisa ninguna, por supuesto). Algu-1III'j Sl' pueden hacer hasta en la mitad de ho-IlI'j 1\.'1'0 en otras no sobrará nada.

nido que reciclar, también los silla-res del Puente Tola, al ajetreo.

La Fuente I'Ablenu, LaTeyera, El Molín de la Sala ...

Cruzamos las aguas del Nareo,y dejamos a la derecha el penúlti-mo asentamiento de La Fuentel' Ablenu (una vez canalizada). Elnombre se justifica, todavía, en lasfilas de ablanos y ablanares quese arriman, casi olvidados, en laribera a nuestra izquierda, a la ori-lla del arroyo, o entre las fincas ylas güertas colaterales al camino.De aquel ablaniru' quedó La

2 En adelante, usaremos la expresión asturianapara recoger la comunicación con los luga-reños, en muchas conversaciones con ellos,Por esto, léxico, frases, refranes, textos máslargos, relatos enteros, procuramos transcri-birlos como los escuchamos nosotros.En fin, es evidente una progresiva transfor-mación de la lengua en los pueblos: menosmetafonia (y sólo en algunos contextos), pa-so de ts (s) a ch (o, incluso, en l/), castellani-zación, etc. El resultado es, así, la coexisten-cia de formas diversas según los informantesy los contextos. Somos conscientes de ello.

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42 50 RUTAS GUIADAS POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Fuente 1'Ablenu (La Fuente 1'A-blanu, para los más).El camino se vuelve ancho, apa-

cible y, por tramos, bien empedra-do, en homenaje a su condición decamin de carros hacia los altos deQuirós. Era el camín principal delvalle que salía de las caleyas deLa Pola y pasaba a los pueblosquirosanos al otro lado de La Co-bertoria.Distraemos el frío en la conver-

sación acompasada entre las len-tas aguas del Nareo y la xelá de lamañana. A nuestra izquierda que-dan las murias de La Teyera: unaestructura semiderruida, que aúnconserva los arcos de losfornos,escenario de tantas fomás de teyasy ladrillos con destinos en todaslas direcciones desde La Pola.A nuestra derecha, van quedan-

do, también, las casas y cuadrasdel Molín de la Sala: una explana-da hoy traducida a güertas y pra-ales; lugar de la presa que recogíauna parte de las aguas del N areopara abastecer varios molinos has-ta La Pola (de ahí, lo del Molín);y a pocos metros del mismo caucedel río: de ahí, lo de Sala (indoeur.*sal, 'agua, corriente de agua' en-tre los prerromanos -según pare-ce).

La Fuente la Caleya: LaFuente Vieya

Unos minutos más arriba, si-guiendo la pista damos bajo lascasas de Palaciós: poblado de re-sonancias palaciegas, conservadascon las referencias de Trascasa,Sobrocasa... (nombre de algún

primer posesor señorial en rela-ción con el Palatium, *Palatiosi),lugar de La Casona actual.Nos asomamos a La Fuente

Vieya o Fuente la Caleya, justo ala derecha del camino: manantialen la ribera misma del río Nareo.Un tanto agitadas las aguas por es-ta época inverniza, se acaban dellevar consigo, en los últimos hin-chentes, una buena parte de lafuente reconstruida en piedra po-co tiempo atrás.Cruzamos el puente, El Pontón

(antes de maera, de donde el nom-bre), y cambiamos de ladera. Se-guimos ahora el camin de La F1OJ~que asciende apacible y empedra-do por la derecha del río (subien-do), entre el murmullo de lasaguas del Nareo, y el chasquidode alguna muleta más gayasperaen el empedrado de las calizas.Por algo, ya justo encima, vanquedando las casas de Piedracea,que de sobra asoleyan el nombrehasta las piedras y las pedreras.Hacia La Flor, vamos cruzando

por El Caliru (también hablan delnombre aquellas caliares o cali-zas), y por Ricueva: 'el río de lacueva' (las riberas y ribayas delNareo, a su paso por una oquedadmayor en la peña).

El Satán, La Capilla la Flor ...

Pronto llegamos al lugar d ,1Batán: desaparecido edificio justobajo El Rabil (que conserva Ir 'smuelas fuera). Del Satán sólollegó a los lugareños la trudi 'iÓIIde que fue un artilugio en el '011

torno de estos pueblos para uluua

Julio Concepción Suárez

nar los sábanas, las sábanas, loscobertores ... de tsinu y tsana.Unos minutos más, y el camino

da de bruces en La Capilla la Flor:una ermita rodeada por aquellasiempre reverdecida campa, esce-nario anual de la fiesta en prima-vera; y lugar de tantos solaces re-lajados al atardecer sobre lasaguas del río Nareo.La discrepancia en el tiempo de

las ventanas de La Capilla; un parde ventanas ciegos en la parte su-perior de la pared oeste; o las mar-cas de sucesivos añadidos en lamisma nave de la ermita, delatanuna estructura reconstruida poco apoco y por etapas, con los años.Sólo una inscripción originaria

en el dintel superior de la puertaprincipal, los restos de losas aline-adas en la campa mirando al este,o los diseños geornétricos de lapudinga en el pórtico de entrada,atestiguan la continuidad de unprimer templo original, por rústi-co y exiguo que hubiera sido ensus comienzos.

Recogemos en diapositivas losdetalles de la ermita, para pro lon-utr en la memoria el sabor de unoscultos populares que irrumpen ea-tI;1 primavera en el silencio de lacumpa. Y seguimos por el anchocnmino que continúa, valle arriba,l':lsi parejo a las aguas del Nareo.

1 I caleyón de Morúes, lesnionedes de La Fábrica de111bona ...

Sin más murmullos que nue -lid', palabras fundidas con las so-I ¡'lIdus aguas del río Nareo, nos

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estiramos por el caleyon, ahora unpoco embarrizado; lo escoltan ro-bustas castañares que, a modo degendarmes centenarios, lo prote-gen de las barcias. De cuando encuando, saltamos de una a otra ve-ra del camln, para evitar un pocola fueya del otoño, confundidaahora con elfocheral.El camino se alarga espacioso

entre las matas, un par de mesesatrás bastante más frondosas porambas riberas del Nareo. En po-cos minutos enlazamos con la pis-ta de montaña que sirve de carre-tera entre Piedracea y Tablao.Pronto pasamos por Morúes:

despoblado actual, reducido a lasúltimas paredes que sirvieron deajetreados cargaderos de carbóncon destino al Plano, ya sobre lamisma Estación ferroviaria de LaPola. Todavía se deslindan las mu-has de la que fue cuidada centraleléctrica, polvorín,faragua ...En la profundidad del valle, ca-

vilamos sobre el nombre deMorúes: tal vez, a partir del adje-tivo plural mauras ('de color os-curo') > mora, más sufijo -udas('abundancia, intensidad de') > -úas, -úes en asturiano, aplicado a

La Caleya y El Puente Tola

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unas zonas boscosas, más bienaveseas, en las que apenas entra elsol de noviembre a febrero.Morúes ye, ciertamente, fasteramoruga, sombría.

Les muries de La Fabricona

Desde la vega más aves ea deMorúes, pasamos a la otra más so-leyera de Riabona (dos lugaresemparejados). El nombre lo llevatambién: una 'ribera buena' (lat.rtpa bñna), más abierta y produc-tiva, a la otra parte del río (la quemira más bien al suroeste), no porcasualidad, frente a Morúes.Riabona es hoy una sucesión de

fincas relativamente conservadasen lo mejor del valle (o en lo me-nos malo), que trasmite en losgruesos muros de sus matas unalarga historia de trabajos en tornoalfierro: La Fábrica o La Fabrico-na -que llaman los vecinos mayo-res de Piedracea-.La Fábrica de Riabona, al lado

del camín real y de la calzá '1fierro,llegó hasta los años noventa en unconjunto de detalles sobre la fincaactual: pontón de maera, arcos depiedra, fornos pa roxar y fundir,presa 1'agua, balsa, exes pa lescompuertes, varies ferramientes ...-nos van explicando sus dueños-oCompletan los vestigios algunas

monedas legibles encontradas en-Ir' las abundantes escorias delIIÍ\'rro lJII' P .rmunc .cn bajo el1'1".Jll'd dI' 111liIleil 1l1i'IH11~ll1l1,l loy111'IIIllIll'dl1 1"¡II'11I11luu-n rccuudodI' ]11("L 111IlIp 111'10:IIIHI.111011'-di ¡tI '! 1IIII'l'S(]llll'l" '11ll'l'hllH 11muno), muy oxldudus pOI' ,111'111-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

po, que se vuelven amarillas a me-dida que se urga sobre sus caras.Agradecemos el detalle y amabili-dad del lugareño.

La calzá '1fierro

Un poco más arriba, en el riba-zo que asciende a nuestra derechacubierto de castañeros, se desdi-buja entre les feleches y fe/echosla calzálfierro: una amplia calza-da que comienza en La Paradie-cha (L'Aramo), pasa por La Mi-na'l Fierro (sobre Espines), y des-ciende tortuosa por La Manga lesFayes, La Parrona, El Requexón,La Caliar, El Sosechar, Arrná, LaMortera y Riabona.Por los vecinos del valle (Pie-

dracea, Armá ...), y a juzgar porlos cuatro riales que en ea viaxeganaban los carreteros a xornalcon la parexa, calculamos que LaFabricona (lo mismo que La Fá-brica de Fierros y La Bárcena deVillayana) fundió y transformó elfierro de L' Aramo hasta comien-zos de siglo.

El caxilón y la moxeca delMolín de Tablao

Seguimos sin prisas por e!camin real a Tablao, hoy traduci-do en pista: La Cuesta la Vayu 'lI,La Pedrera la Cruz ... Justo bajolas casas de Tablao, en la eOI1-f1uencia de los ríos que dcsci '11-den del hayedo del Mofusu y delos ulíux de Bildeo (antes, tambi \nIIhldll!lI/"es), llegamos al Molln.

1':1Molín de 'lublao sobrevive IIIotru lndo ti ' IlIS1I tuas, uquí UIl íuu

Julio Concepción Suárez 45

to agitadas, del Nareo, entre lafronda actual que ya no sabemos silo recubre más o lo protege. El rús-tico molino conserva los signos desu pasado floreciente: el caxilon, lamuela, el exe, la moxeca ... Tam-bién quedaron allí para contarlo.

Aquel mosaico de suertesensambladas y de coloressembrados en Tablao

Subimos, por fin, la últimacuesta, tampoco demasiado pin-dia: la suben los vecinos a diario.Alineadas en la cresta divisoria delas irías, se van perfilando las ca-sas de Tablao.Una vez más, las viviendas y las

cuadras de un poblado se apiñanal filo de las pendientes, sin atre-verse un palmo a entrometerse enlos sembrados: lo bueno, pa se-mar: lo malo (en el mejor de loscasos, lo menos bueno), pa la xen-le -se oye, no sin cierta sorna, enestos pueblos-o

El nombre lo dice todo en estiloligurado: Tablao, antes que lugarde casas, fue palabra latinatñhulñtum, aplicada imaginativa-111.ntc a un conjunto de tierrasulurgadas, casi iguales, que, cuan-do estaban sembradas, parecían1111mosaico de 'tablas' con distin-los tonos, un tablao.1':11electo, tiempo atrás, en cual-

qui '1' .onjunto de sembrados coe-'1111lun (alternaban) tantos colores111110ofrecía la evolución de cada1111(1de los productos entre la pri-IiIlIV~'f'l1y el otoño (escanda, maíz,,,,/lI/S prietas. arveyos, patatas ...).( 1111los .ulorcs dcl verano iban

cambiando los colores del mosai-co: no todos los productos rever-decen ni maduran a la vez.y de ahí, el efecto del mosaico

que recoge el nombre del poblado.Contempladas desde los montesde enfrente o desde los altos,aquellas irías de Tablao (primeropropiedad de los vecinos de Pala-ciós, Piedracea, La Pola), hubie-ron de ofrecer a la vista un verda-dero tablao metafórico de fincasde labor: cada suerte, una 'tabla'ensamblada con su vecina, y encontraste con el todo organizado.Las casas del pueblo se irían le-vantando después, al cuidado y almor de los sembrados.

Los correores soleyeros palos mozacos y les mozaquesmás pequen os

Tablao es en este punto un lugarde privilegio soleado: es pleno in-vierno, y, al abrigo del norte, ob-servamos que puertes, correo res,ventanas y ventanes, buscan el sa-liente casi todos, por lo que recibenlos rayos de un sol reluciente, yamucho antes del mediodía. Tablaoye el chugar más soleyeru -nos ex-plican gayasperas unas vecinas quetoman el sol baxo un correor.y en la conversación con los

vecinos y vecinas del chugaraprendemos mucho de los correo-res: unos correores bien orienta-dos al sol, y, en parte, bien con-servados. Por un buen rato pensa-mos en la función, imprescindibleentonces, de tantos correo res ru-rales (lat. cürrére, 'correr' + -tor> -dor, 'lugar de').

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La explicación de los vecinos,escuchada ya en otros pueblos demontaña, coincide con el sentidodel nombre: la de servir de 'lugarde esparcimiento, protección, conalgo de "cárcel" infantil (¡qué du-da cabe!), hasta los tres o cuatroaños, siquiera; y con "rejas" demadera y todo. Eran las leyes im-puestas por las labores del campo:o los chabores o los mozacos.En resumen, los correores ye-

ran los corralinos para los guajesde hoy, pero mucho más holgadosaquéllos. Por ejemplo, observa-mos la medida ajustada entre lasreyas torniás del correor (la ba-laustrada y los balaústres del ba-randal).

o el correor, o les tíerres:nun había guardería

Efectivamente, aquella rústicaguardería inmemorial para salirdel paso, tenía su función obliga-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

da tan sólo unas décadas atrás: losmozacos y les mozaques, los gua-jes más pequenos, nun podien dircon los padres y los güelos pa lestierres, hasta que nun se vallensolos, cuando yeran mayorinos;hasta que nun tenien, siquiera,tres o cuatro años.Por esto, les madres y les güe-

les, sobre too, teníen que aprove-char cualquier retu a mediamañana, o a media terdi en unaalbá, pa sachar o arrandiar unaestaya na iría, o un cuedru nelgüerto; entonces dexaben los mo-zacos nel correor, con la puerta dela sala bien zarrá per dientro, paque nun yos-diera por salir palcamin.

Otres veces, torgábase-yos unarca tras la puerta, por si yerafuerza mayor salir. y, así, un parde hores pe lo menos, hasta que lamadre se asomara a curiar por sialgún ya había fecho algunagarúa.

Junto a La Puente de Tabluo

Julio Concepción Suárez -~'~---~:'------~~-------------47

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La rústica guardería programa-da (lejos todavía de los juegos in-formáticos, de la videoconsola, odel puericultor), debió funcionarde modo satisfactorio (autoeva-luación y heteroevaluación positi-va ...), a juzgar por la abundancia ycuidados que representan las rejastorneadas (el arte) del correor.El caso es que ningún mal re-

cuerdo sobre el correor escucha-mos en estos y otros pueblos, queno fuera -como se dijo- algunaxostrá de bruces entel barro, porser algún más atrevíu o atrevía dela cuenta ente los barrotes del co-rreor.

El sabor de un bocata al solinvernlzodel mediodía entelas parras del Ablaniru

Con la amena charla entre losvecinos y vecinas de Tablao, casihabíamos olvidado la hora del bo-cata, si no fuera por la miradaatenta de un par de gatos que, sinapestañar baxo l' horro, no quitanla mirada del cuartaron de unapucrtu que da a la cocina.y l' . qu '11111'(1.ulcular las horas

11111111111,11111IlIl~tl!ll,tlllllbi "n, las111111\lI!1di 111111'1111Y 10:-'pillos,11111111111\1111111I1I1I1I11'IIII\'dllldlll,o1111,11111I 111111'"11111d,', 1\'1l'II/,',\, ul, 1,'\

AHI,('(/1(1'('.1' 1111¡\llI,11'lIlIlllllS luscantimploras en la fuente'! chu-gar, sin más prisas que las de sa-borear aquel fluir sabroso y sobe-jo de aquel caño. Y con el gorgo-cheo sele ('sosegado') de lafuen-te' I caño en los oídos, ponemoscota a la marcha en L'Ablaniru de

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Tablao: rellano superior de las ca-sas, en el camino que sigue a losdiversos cordales de los altos.Y, ciertamente, L 'Ablaniru de

Tablao es lugar bucólico oportunopara bocata y filanguiru al sol y enpleno invierno: entre los carripo-ches (las envolturas secas de losfrutos), las parras de los ablanos,y el aroma de las fueyas y fayasdel Mofusu.

Cuando la tarde se cuelgaentre las fayas del hayedo

Sobre las tres de la tarde, pensa-mos que tendremos que ir dejandolos correores de Tablao, la estan-cia soleada entre las parras delablaniru, y el paraje gratuito quenos ofrecen acordes la vista y labrisa delfayiru del Mofusu. Nosdespedimos de algunos vecinosque van subiendo a poblar el ga-nao, y desfilamos de nuevo chu-gar abaxo, menos gayasperos yaque en la xubíaLa tarde empieza a bullir entre

las últimas fueyas que el vientofue acorralando aliado del cami-no, o en los recodos de las riberasal murmullo cristalino de lasaguas del arroyo. El sol de ala encl hnycdo nos confirma que la tar-¡I\', .n pleno invierno, se va col-¡'lIl1do temprana en los altos delMolusu.y así, al ritmo que marcan lus

aguas del Nareo van fluyendo IlI,palabras de nuevo hasta La Polu,en uno de esos días más cortos vnpleno invierno.

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2. EL INVIERNO EN VALGRANDE: LA BISBITERA DELACEBAL y OTRAS CASCADAS DEL Río LOS MESTOS

o LUGAR Y HORA DE SALIDA: El Brañichín, sobre las 10 de la mañana.o LUGAR y HORA DE LLEGADA: El Ruchu, sobre Payares, hacia las 5de la tarde.

o PARAJES DE INTERÉS: La Bisbitera, L' Acebal, el río Los Mestos,Polación ...

o NIVEL DE DIFICULTAD: medio-alto, no por peligros mayores (que nohay), sino por el riesgo de sentarse en el río, que en esta época inver-nal invade el camín de los vaqueros bajo El Brañichín y Coleo.

o ÉPOCA RECOMENDADA: pleno invierno (para contemplar La Bisbi-tera y otras cascadas más pequeñas, con el agua en torrentera). Aho-ra bien, con demasiado caudal, o con deshielos, no se baja bien por elcamino que desciende. parejo al río.

o NOTA: en caso de agua excesiva, hay que tomar la senda alternativaen El Yanón (pequeña braña con restos de cabanas), y seguir más al-tos por las los senderos casi perdidos del hayedo.

o TIEMPOS: ruta muy corta que se haría perfectamente en tres horas. Elresto es tiempo para sentir las aguas entre las fayas de Valgrande.

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTASalimos de las camperas del Bra-

ñichín, dormidas con el inviernoentre los nevero s de otro diciembreescaso en nieves. Cruzamos entrelas praderas de la antigua braña so-hrc Valgrande, de la que sobrevive,,1nombre entre los apartamentos,las cafeterías, unos cuantos gana-dos de junio arriba, pistas todo-te-lleno y pistas asfaltadas.Tiene su encanto la misma

braña en el pleno invierno, cuan-do las lomas, el arbolado, los arro-lOS, sólo son formas adormecidaslu]o el manto de la nieve, com-pk:lamente blanco y cristalino porIIIIOSmeses.Siempre en dirección noroeste

(IIIIOS 00° ahora, cruzamos la tu-Jllda campera rasa (por algo l1a-uuulu La Vciga), antes rodeada de

cabañas, a la derecha de la cafe-tería cimera actual y del regueruque se dirige a Valgrande.Al final de los mayaos, sin per-

der el curso del arroyo, tomamos lapista forestal que ladea el montícu-lo por la izquierda (El Alto La Vei-ga). Como a los 200 m de pista,identificamos la senda de carretasy vaqueros (hoy muy desdibujada),que sigue horizontal sobre el caucedel arroyo (dejamos la que ascien-de por la derecha hacia la cima).Cuentan en estos pueblos del

Payares que, por la calzá de laBisbitera, los carreteros subíancon sus bueyes las maderas quevendían a los vecinos leones es porun buen precio. Hoy, la calzadaestá en parte irreconocible, semio-culta entre las zarzas y el montebajo.

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Descendemos otro pequeño tra-mo (unos 5 minutos) por las cur-vas del camino (recientemente ro-zado), hasta que se introduce ha-cia el robledal, tras una hilera deabedules. Aquí mismo volvere-mos tras contemplar una bisbiteraen pleno invierno, para descenderluego monte abajo, a la derecha,hacia la braña del Yanón.

Los cincuenta metros encascada de La Bisbitera

De momento, en esta bifurca-ción de la senda, seguimos des-cendiendo paralelos al arroyo (ala izquierda), a través de un sen-dero limpio de zarzas en un buentramo. Al final está La Bisbitera:en el léxico de la zona, 'cascadamás o menos impetuosa y cons-tante'.A unos 200 m, llevados por el

murmullo que sale inconfundibledel barranco a nuestra izquierda,nos detiene el chorro en torrente-ra, bien nutrido por febrero arriba:el regueru, como sorprendido deimproviso en la cima del barran-'0, se desploma vertical unos 50111,'11forma de estirada y difusa.-ul 1 ,11'111.

111 "/ "'" 111'11111'()o.rrunquilas11111111111111111111111111111h:rjo 1,:1\\ 1111 I di 111'11'1111l' \'lIlllidllS\ 11111'1Ir111111,11 1\' l' 1"1I\'VIIpulV'1111111111111111V\IIIII'III'\jll' IlIshac rcbotur .ontru IlIs rn 'liS ti '1pequeño cerco (circo) sobre el ha-yedo. El hilo central es más grue-so y compacto; los laterales, pare-ce que se esfuman entre la paredbrillante y el vacío.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

Los tonos de la cascada comple-tan el mosaico: en el centro del cho-rro mayor, casi blanquecinos; un po-co a los lados, más verdosos, sobreuna fina capa de moho, crecido enépocas de caudal escaso. A medidaque se alejan del chorro central, loscolores se vuelven más ferro sos,oxidados, o completamente negros,según la naturaleza de la piedra (fe-rruginosa,oxiza, de pizarra).La humedad de la cascada so-

bre el barranco se continúa en losárboles del hayedo: un moho pla-teado fue creciendo con el tiemposobre los troncos y las ramas; esun mofo muy notorio cuando losárboles están, como ahora, com-pletamente deshojados; se diríaque les sirve de protección contrael frío, en tanto vuelvan las nue-vas hojas con la savia renovada.

Bidones furrumientos yruedas sobre el arroyo

Durante unos minutos retorcemosla vista sobre unos cuantos bidonesoxidados y varias ruedas de cochesrellenas de grijo, que se dirían plan-tadas sobre el cauce del arroyo.y con la vista retorcida como

los fierros furrumientos, deshace-mos la senda, entre el murmullotriste de la bisbitera, y las imágc-11's guardadas a un tiempo en lore .úmara y en la retina.Cerramos esta página abierta '11

lus entrañas de Valgrande, con 111lección bien entendida de lo 11111cho que queda por aprender, \'11estos tiempos, para estar H ItI01111ra de una cascada y de un hmH111como Valgrande.

Julio Concepcion Suárez

De nuevo sobre /'abidular,rectos abajo por el hayedolimpio

Desandamos el camino cuestaarriba hacia la bifurcación dejada so-bre l' abidular (a poco más de uncuarto de hora). Una vez en la encru-cijada, giramos a la izquierda (unos50° en dirección nordeste), y comen-zamos a descender bosque abajo.Una línea de pequeños abedules,

que se prolonga horizontal por laladera, marca la antigua calzada,ahora escondida bajo los matorra-les de ambos lados. No obstante,apartando las retamas, seguimosbien hasta adentrarnos en el suelolimpio de los robles y lasfayas.Sólo un poco de cuidado entre elnto y esas plantas siempre verdes( .omo el blime, las felechas ...) delosjúyeros en el invierno.Cortamos bosque abajo al hilo

de la loma que continúa hasta lapisla de L'Ablanea. Estamos enruvicrno, y el bosque (en parte ro-h'vd:iI, en parte acebos) sigueI olllpl 'lamente limpio, una vez"IIIIII'hadas lasfelechas, resisten-" ,lIll'llISO, con las últimas nevás.

u-mprc buscando el norte, nos1I1111~urrimando a la cara este de

1111111111.sin desviamos demasiado01, 1,1I II'slll: no cambiamos hacia el\11 ,j¡ (1I1I1'illel arroyo), porque lasIlId,l, 1'~1(1I1cubiertas de urciales.

1'111111111IIhlljll (11¡IIIIIS~()()111).1 '"111 11d~'1'11111iI 1111111111'1ill

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tramo de la calzada que serpenteahacia el alto perdida hoy en los pe-ornales: la seguimos unos metroshasta que vuelve a los urciales.La caja del camino (el camin de

los carros), muy disimulada bajoel manto ocre de lafueya en el in-vierno, descubre los restos de laspedreras que servían en el trasiegode carretas y carreteros hacia el al-to de La Veiga. Por ella subían losbueyes la madera de Valgrandehacia los reIlanos del Brañichín-rios contaría luego con detalleJusto en San Miguel-.Con la sinfonía del silencio por

la loma delfayeru, siempre abajoy siempre al norte, atajamos decurva en curva: por algo al desdi-bujado camino llaman con preci-sión Las Revolticas.Casi sin damos cuenta, topamos

monte abajo con L'Acebal: un pri-mer mayain en la cresta más des-pejada de la loma, sobre el que so-breviven escasos acebos para con-tarlo.

Las cabanas y piruya/es delYanón

Siguiendo las sendas de los ga-nados, descendemos a un mayéutambién en la línea divisoria de laloma: El Yanón (rellano que tuvoantigua braña). En él sobrevivendos cabanas, en parte derruidas:la primera, bajando a la derecha;la segunda, a la izquierda, bajouna gruesa parra de piruyales, apunto de brotar.

Nos imaginamos los cuidadosque pondrlun. tiempo alI'ÚS,aque-llos vuqueros y VII(JlI'I'IIS d '1

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Yanón, para lograr las peruyas,una vez entrada la seronda, lejosde los frutales de casa.A nuestra izquierda asciende

ruidoso el rumor del arroyo (el deLa Bisbitera) entre lasfayas. Nosacercamos a escucharlo. Toma-mos, de momento, dirección oes-te, para contemplar otro par debisbiteras, más pequeñas. Nos de-jamos aturdir un buen rato poraquel par de torrenteras que inun-dan por el invierno las entrañas deValgrande.

El descenso del camino quecorre parejo al río

Ciertamente, para contemplarlas cascadas, bien está que bajenruidosas y nutridas con el deshie-lo o los desnieves (cuanto másagua, mejor). El problema se plan-tea ahora, más abajo, cuando esas

La Bisbitcra del Accbal

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

mismas aguas sigan su curso, in-vadiendo en parte el mismo cami-no tan fresco y placentero en elverano: una subida a las brañas,siempre a la sombra de lasfayas,y al frescor de estas mismasaguas.Nevó bastante este año, pero ba-

jamos bien el río (casi siempre porsu margen derecha), siguiendo lavereda de vaqueros, caballerías demontura y otros ganados. En algu-nos tramos, no obstante, la sendacasi se borra entre hojarascas, res-tos de troncos, y algunas ramasdesgajadas.Es invierno, pero va la prima-

vera adelantada. Comienzan abrotar a medio bosque las prime-ras [ayas, las ablanares, los abla-nos ... También nos extraña el ta-maño del fayucu: unas gruesascápsulas ya secas en el suelo, quehacen suponer semejantes grue-sas bayas. Dejamos de extrañar-nos al colgar la vista en la rudarobustez de aquellas fayas deValgrande.

Seguimos descendiendo la sen-da del Yanón por la ribera del río:no falta quien está apunto de sen-tarse antes de tiempo con algúnresbalón mal dado. El cauce sevuelve más ancho y apacible amedida que descendemos hacia lapista fondera de L'Ablanea.

El Reguiru los Mestos: laconfluencia de las aguas enel confurcu

Un poco más abajo, en LosMestos, coinciden dos regueros(el nombre lleva el sentido de lu

Julio Concepción Suárez 53

N+

Sf'.~\-JI\G\)'<:I..

D'<:I..I'\\O

aL'Ablanea

•Picu'l•Castiichu••••

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9 ({

"'lnicioRula_Ruta=Carretera - Pista__ Camino Secundario,¡, Capilla

e Cuadra! Fuenle.•. Picoi!II Cabana& Población

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unión de las aguas, la mestura):uno, el que desciende de Coleo(izquierda bajando); el otro, el delBrañichín, por la Bisbitera. Entreambos, arriba y en medio, la brañade Pedro Cano en un otero: tam-bién en parte ya olvidada.Es casi la una: en el monte, la

hora justa del bocata. Reparamosfuerzas sobre una enorme fayaabatida por algún rayo envenena-do un mal día de temporal: hubode ser corpulenta, tiempo atrás,aunque está quemada de medioarriba, y completamente recubier-ta de mofo.Con el sol de media tarde to-

davía haciéndose un hueco entrelas ramas, seguimos camino abajocon los permisos del río. En oca-siones cambiamos a la ribera iz-quierda, como si ambos (camino yrío) se fueran poniendo de acuerdopara dejamos siempre un paso li-bre. Pensamos que, con más agua,no podríamos hacer el camino.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

y de la senda de losvaqueros por el río, a la pistade Polación

Sobre las tres de la tarde, baja-mos, por fin, a la explanada que seabre ante la pista, entre El Ruchuy L' Ablanea: Los Duemos (lahondonada va en el nombre).Tomamos la carretera del bos-

que sin asfaltar (de momento) a laderecha, y cruzamos sobre los re-gatos de L'Ortigalón (que baja delBrañichín por El Cancechón), yReguiru Puircu, el que baja delHotel (aunque lo de Puircu ha deser por la abundancia de xabalinosen la zona, los gachos del monteen los pueblos).Entre ambos regueros, en la lo-

ma, la reducida braña del Castrión(no por casualidad, frente al Cas-tiichu) guarda el recuerdo de lallamada Cabana los Madreñeros.El lugar necesita pocas explica-ciones: un pequeño homenaje a

El Brañichín en pleno invierno

Julio Concepción Suárez 55

tantas generaciones de artesanosque, por voluntad propia o ajena,tuvieron que pasar verano tras ve-rano fundidos con el hayedo.Doblamos la cerrada curva en

cuesta a la izquierda, y por la pis-

ta casi llana, pasamos Polación,La Mortera y damos en El Ruchu.Tomamos el coche de repuesto yvolvemos al Brañichín a por elresto.

La Venta Casimiro (El Alto'l Puerto): un día de carámpanos colgando delteyao (foto deRicardo -Venta Casimiro-)

0111, III~ nguas invernizas del río Valgrande: El Troncaal de Vayo Cimiru

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56 POR LAS MONTAÑAS DE LENA

3. EL PICU RANERO y EL DOLMEN DE PADRÚN: DE LAPOLA A ESPINES, CON VUELTA POR SAN FELIZ

• LUGAR Y HORA DE SALIDA: La Pola, sobre las 10 de la mañana.• LUGAR Y HORA DE LLEGADA: La Pola, sobre las 5 de la tarde (se ha-ce en bastante menos).

• PARAJES DE INTERÉS: El Valle, La Yana'l Monte, La Campa, LaSierra'l Pibidal, El Mayéu Espines, El Dolmen de Padrún, El Picu Es-pines, La Calzá la Vieya, El Picu Ranero, Chamayor, San Feliz ...

• NIVEL DE DIFICULTAD: medio (ni pendientes excesivas, ni pasos difi-ciles, pero hay algunas sendas poco frecuentadas en los altos).

• ÉPOCA RECOMENDADA: invierno o primavera (en verano, pega mu-cho el sol en la subida; y en otoño, está demasiado pelada la sierra,por sí misma carbonífera y poco arbolada).

• TIEMPOS: se haría bien en cinco, seis horas ...

• DESCRIPCiÓN DE LA RUTA:Salimos de La Pola por el puen-

te Chencia. Respetamos la sendadel Corraón, y por los caleyones aLos Campos, damos en Vache:ahora El Valle entre los lugareños,para distinguirlo del de Zurea-nos argumentan en el pueblo.Repletas las cantimploras en la

fuente pública (estas cimas son es-casas en agua), salimos del Vallepor lo cimero '1 chugar (a la dere-cha), en dirección a los praos deRozá. También podíamos habertomado el otro camino más apaci-ble que se desvía al mismo puntopor la izquierda del poblado. Peroes más largo, y no merece la penaa estas horas frescas más tempra-nas.Pasado el depósito del agua, y

algunos tramos un poco pizarro-sos del camino, tras la cuadra dela Paradiecha, tomamos una sendaque serpentea arriba hacia los pra-os de Rozá. El nombre es transpa-rente: conjunto de carbas y fele-

chales (algunos convertidos hoyen praos) soleyeros, tempranos,apacibles, en la pendiente suave.Este tipo de zonas soleadas se ro-

zaban una y otra vez en épocas pa-sadas, bastante más precarias. Deaquellas rozas, se recuerdan estasrozás por temporadas, por años ... ,según la recuperación del suelo es-quilmado. De ahí, el nombre.

Cuchu Pesebre, La Yana'lMonte ...

Sobre estos primeros praos, de-jamos el camino horizontal que si-gue en yano por la izquierda deQuentu Padrún hacia Las Fonti-caso Tomamos la senda más estre-cha que asciende a Cuchu Pese-bre: una serie de fincas en alto, encochéu (lat. collu, 'cuello'), ya lavez en vaguada, empozadas detrásde algunos cantizales menos ero-sionados, que semejan metafóri-camente un gran pesebre natural(lat. praesepe).

Julio Concepción Suárez

Siguiendo la misma dirección(unos 1200 surdeste), pronto da-mos en el siguiente collado, LaYana'I Monte, de nombre tambiénallí justificado: una vistosa expla-nada (lat. plana> ast. yana) enpando (en depresión), cuya puertade la cuadra busca, una vez más,el sol de la mañana.Lo de monte es evidente: se tra-

ta de la última yana con finca depradera, bajo la carba y los pe-queños hayedos del "monte" queasciende hacia la cumbre entre Es-pinas y Ranero. Es la yana cimeraantes del bosque y los pastizal esdel común.Asomados a la atalaya que hace

de mirador a media ladera, contem-plamos abajo las casas de La Pola,estiradas en las riberas del río Le-na; un poco más arriba, las de Pala-ciós y Piedracea, también sobre lacuenca del Nareo. Es como si la vi-da de los poblados y los ríos siem-pre hubieran de discurrir paralelos.

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Les chábanes pa los teyaos,y pa les aceres de La Pala

Dejamos a la izquierda la sendaque se eleva poco a poco haciaRanero, por La Chabanera: cante-ra de donde se acarreaban les chá-banes pa les aceres de La Pala,pa los teyaos, pa les preses de losmolinos, pa les xebes ... -nos cuen-ta algún vaquero-oDejamos que el camino a Rane-

ro siga a la izquierda por La Fuen-te'l Nacimiintu (donde nace el re-gueru San Feliz), y ascienda sobreLos Conforceos (lugar de con-fluencia deforcaos, horcajos), porEl Mayéu l'Oso, por La Vieya ...Saldríamos en poco más de mediahora aRanero.Nosotros seguimos hoy, en

cambio, la otra vereda que se diri-ge a La Campa, a la derecha, endirección a Espines: pastizal apa-cible arriba, al surdeste, donde uncaballo enteru se esfuerza afano-

1 11""111('11 dI: 'nrubanés: coberteras mayores

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samente en que ni una yegua sedesvíe de su "harén". Y hasta loconsigue.Justo desde el mayéu de La

Campa, otra senda, un poco másestrecha ya, sale recta arriba porLa Cuandia'l Pibidal, entre unosriscos (unos 80° nordeste), directaa los picachos en cadena que sesuceden hasta la cima (La Sierra'lPibidal).La senda se eleva de mayaín en

mayaín, cada vez más al surdeste(120° ahora) a medida que seaproxima a los canalizo s cimerosde La Campanaria: L' Ablanosa,La Maserona, L'Ortigalusu ...Atravesamos ahora una media do-cena de canaletos pendientes, conpiedra suelta y pudinga en algunasvetas, bastante más propicios parael carbón que para el pasto.Hay también otros caminos más

fonderos hasta Espines, pero pare-cidos en malezas por el escaso tra-siego.

Los arbustos de La Sierra'lPibidal

Una circunstancia venimos ob-servando en la vegetación de todaesta zona alta, bajo El Picu Espi-nes: donde hay menos piedra elcordal está lleno de plantones queparecen peruyas, piruxechos, bru-nos ... , adaptados al terreno: nocrecen como las del valle, a pesarde que dan los mismos frutos -nosaclaran luego en el pueblo-oTal vez de ahí, el nombre del Pi-

bidal: laspebidas, 'pepitas', semi-llas ... , que por alguna razón ger-minan en esta zona de piedra ne-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

gruzca y de carbón, casi a cieloabierto. Precisamente por ello,tampoco crecen más del metro.La senda nos va llevando hacia

Espines, sobre Bucé, siempre alsurdeste (120°). De crestón encrestón, volteamos sin problemaslas últimas cuandias en cadena,trasiego centenario de lenensessiempre de paso entre el poblado,las brañas, o las mismas tierrascastellanas.y tras el último paso en cuaña

(Iat. condita, 'escondida'), deja-mos, por fin, la pendiente, y cam-biamos de paraje con la perspecti-va que se abre en todas direccio-nes. Es la campera del Mayéu Es-pines: una amplia explanada, deaguas vertientes a medias con losvecinos alleranos.

Unes cuantes espineres justifi-can todavía el nombre, aunque ha-yan sido desterradas hoy del cen-tro de la pradera.

Por fin, El Dolmen de Padrún

Por la senda que parte delMayéu Espines (antiguo camín re-al), cortamos carba a través en di-rección surdeste, rectos entre tan-to zigzag y tanta pista al azar en-tre los brezos. En pocos minutosalcanzamos la atalaya cimera delPadrún: El Dolmen de Carabanéspa los alleranos.

El recinto del Dolmen se sitúajusto bajo el picacho cónico roco-so, sobre la finca cercada con pa-reón, donde el camino comienza aenllanar hacia Carabanés.Subimos la pequeña escalinata

que incontables pasos milenarios

Julio Concepción Suárez

parecen haber tallado en la roca.Allí se esconde, estratégica y dis-creta, la campera circular de unmismo dolmen con varios nom-bres: El Dolmen de Espines, ElDolmen del Padrún, El Dolmende Carabanés, El Cementerio deCarabanés ... (según que los infor-mantes sean lenenses o alleranos).El conjunto arqueológico ad-

quiere con el tiempo interés cre-ciente, en parte alientado por ladesestima con que la investiga-ción de estos temas suele tratar elpatrimonio rural, lejos de las tri-lladas áreas urbanas, y estudiosconsagrados en congresos de re-nombre. Y a lo mejor hasta loagradece el dolmen.

Las toscas formas de losmorril/os en la atalaya

Sobre la campa uniforme y cir-.ular (unos 70 x 70 m de diáme-Iro), rodeada de un monte bajoque apenas invadió el césped de111 pradera, parece levantada a ma-no la pequeña atalaya de los mo-I,.i//II.\' geométricos: seis grandespiedras, entre derechas y tumba-dd~ (alguna ya desplazada alfele-/ ;'I//).

1 11 piedra mayor (3 x 1,10 x!I, lO 111 de grosor), desplazada en.111\'(' .ión este-oeste, protege un11111110 cuadrado (2 x 2 m), con1'" dms menores que parecen ha-111 1 ~Ido '1 soporte original de la,,/1/'/'11'1'11 ahora caída. La cara¡lh miru nl surdcste está abierta.1 l' ('s '1 centro del recinto.

'/IH'IlS 111 'Iros más arriba, bajo la11\1 1110 'OSiI, en parte raída y re-

59

dondeada, sigue enhiesto otro pe-drusco rectangular (1,20 x 1,20 x0,20 m), que limita otro recuadro,algo menor que el anterior. A am-bos lados, unos metros al surdestey al noroeste, dos gruesas losastendidas en el suelo parecen, tam-bién, desplazadas de su función decoberteras.Algunos restos de murias cir-

culares en la cara surdeste de laatalaya, y un par de chábanasmás en el felechal, completan elnúcleo de una leyenda a mediasentre alleranos y lenenses: queallí está el cementerio de los an-tepasados de estos dos concejos,cuando los primitivos vivían porlos altos.

El respeto secular de losvaqueros hacia El Dolmen

Pero en realidad, como testigomás fidedigno entre tantas incle-mencias de los tiempos, sólo vaquedando uno: el respeto inque-brantable con que los vaqueros le-nenses y alleranos siempre trata-ron estas piedras en aquella miste-riosa campera.Todavía hasta la fecha, a ningún

vaquero de estos cordales, tantossiglos vaqueriando entre ElPadrún y Carabanés, se le ocurrió(todavía) convertir los pedruscosen soleras de cuadras nin de ca-banas, en morrillos de pareon, enchábanas de cierre ...Hasta aquí y hasta hoy (por lo

menos, y de momento), llegóaquel respeto plantado con losmorrillos en la estratégica campe-ra del Dolmen de Carabanés.

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El entorno del Dolmen másallá de los romanos

Otras circunstancias y otrosnombres refuerzan el entorno ar-queológico de estos altos, antes ydespués de los romanos. En prin-cipio, la proximidad del Dolmen ala Vía Romana de La Carisa: a só-lo unos 30 m bajo el recinto dis-curría de Pendilla la apacible cal-zada, siempre al filo de la mismacima hasta Carabanzo.En segundo lugar, la conexión

del Dolmen con los restos megalí-ticos, oficialmente estudiados enel cordal vecino del Aramo: desdeel propio recinto de la campera delPadrún, encaramados en las cimasde La Cerra (justo enfrente), con-templamos todo el valle y los altosde una misma Cobertoria (la deBrañavalera y la de Santa Cristi-na).En efecto, desde el entorno del

Dolmen del Padrún (desde La Ce-rra) conectamos visualmente conLos Fitos, Campa la Soma, LosVeneros (al oeste); el Alto y ElMayéu la Cobertoria (al sureste) ...Todos ellos con vestigios arque-ológicos prerromanos (excavacio-nes documentadas).y un detalle final: los dos bú-

hos de las columnitas centralesen la ventana que mira al este enla ermita de Santa Cristina (justoa nuestros pies) eran símbolostotémicos en los cultos prerroma-nos. No por casualidad han de es-tar orientados al Dolmen dePadrún.

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

De vuelta hacia Ranero porla cima del cordal: El PicuEspinas

Tras la reposada sobremesa delbocata sobre el recinto de reso-nancias milenarias, dejamos lapista y la vía romana hacia Cara-banés, y regresamos hoy al MayéuEspinas (es invierno y los días seestiran poco al atardecer).De nuevo en dirección nordes-

te, por tanto, otra senda se perfilainconfundible directa a la crestadel Picu Espines (unos 3000 nor-deste). Dejamos que la pista sigaen yano a Carabanzo, y subimosmonte arriba, más bien por la de-recha del cordal. Un filón de finapudinga y cantos rodados se pro-longa hacia los canalizo s lenen-sesoEn pocos minutos nos encara-

mamos sobre El Picu Espines(1193 m). Un nuevo mosaico depueblos dibujan desde aquí el po-blamiento en las riberas del ríoLena: los barrios de Campo manesindecisos entre los valles de Paya-res y del Güerna,

Contemplados desde el Picu Es-pines, se diría que los poblamien-tos fueron sabiamente distribuidosen forma de iconos por los espa-cios más estratégicos que per-mitían las condiciones del valle,de la media ladera, o de la mismafalda de las calizas: se diría qu 'hasta el último caserío, hoy tal vezya despoblado, fue en su día obje-to de programación repensada (sindiseño por ordenador ni nada).Por la senda que serpentea cntr .

ambos concejos (Ienense y allcru

Julio Concepción Suárez

Lena.

_Ruta= Carretera - Pista- - Camino Secundarioel. Capillae Cuadra! Fuente• PicoiIl Cabana& Población

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El Dolmen de Carabanés

no) al fiJo de las crestas divisorias,siempre buscando el norte (casi3600 ahora), pasamos bajo las fin-cas de la cima (los praos de Espi-nes) por la cara lenense.En otros "cuatro reblagos" ote-

amos el nuevo paraje que se abredesde El Picu Ranero (l 088): jus-to debajo, San Feliz; a la derecha,La Viña, Cabo, La Mora, El Re-trunal, La Pena'l Cuirvu, El Cas-tiechu ... ; más allá, Ujo, Santulla-no, Mieres, Cenera, Turón, Ur-biés ...

y de Ranero, a San Feliz porChamayor, Charnenor.v.

Relajada la vista desde la cima,y sin explicamos del todo el nom-bre de Ranero, comenzamos eldescenso cavilando sobre el topó-nimo: el nombre personal es in-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

frecuente, y las ranas no se vensaltar con frecuencia en este en-torno secano y pedregoso; ni pa-rece lugar hidronímico, al no na-cer allí tampoco arroyo alguno.Bajamos sin problemas loma

abajo (unos 3000 de nuevo) porcualquiera de las sendas que con-fluyen en las fincas apacibles queya divisamos a nuestros pies: Cha-mayor y Chamenor (las dos 'lla-nas', chanas, antes: 'mayor, la pri-mera; más pequeña, la otra).De Chamayor, a la izquierda y

abajo se va desviando un caminoque desciende a San Feliz por LaCasa Nueva, Ribó, La Ribaya.,;Más a la derecha baja otro por laloma de Les Invesnaes a La Riba-ya, a La Corrona ... (tomado en al-gunos tramos por las zarzas).Por cualquiera de los dos, en

menos de una hora olvidamos losabrojos del camino con las aguasde la fuente en San Feliz. Y, comovamos bien de fuerzas, seguimosdando chiruca de nuevo a Chen-cia, cruzamos el puente de la au-topista, y a casa.

Julio Concepción Suárez 63

4, EL VACHE HORRIA: DE FIERROS A LA ROMíA POR ELANTIGUO MONASTERIO

o LUGARY HORA DE SALIDA: Fierros (La Viguichina), a las 8,30.o LUGAR y HORA DE LLEGADA: Fierros (La Viguichina), sobre las 6de la tarde.

o PARAJES DE INTERÉS: restos del Monasterio de Horria, Alto de To-rones, los fayeos de La Pisona, El Castiichu, La Romía, los pobladosde Cabezón, Naveo ...

o NIVELDE DIFICULTAD:media (algunas pendientes, picachos opcio-nales, sendas, cruce de regueros ...).

o ÉPOCA RECOMENDADA: invierno tardío, primavera, otoño ...

o DESCRIPCiÓN DE LARUTASalimos frente a la explanada de

Renfe. A medida que ascendemosentre las casas de Fierros, silencio-sas a estas horas, vamos buscandoel camin de Horria. Y vamos con-templando las desaparecidas vegassembradas de La Viguichina (pri-mero y originario nombre del ac-tual poblamiento en Fierros).Hoy, 10 que fue La Viguichina

.stá ocupado por el complejo deRI:NFE: estación, vías, cantina,lrcncs en silencio que esperan lallora de salida ...

1·:1 resto de las casas de Fierrosuunbién conserva en sus fachadaslos signos de una época bastanteIldls activa y gayaspera: los co-nurcios de comestibles, el trabajodi' los renferos, las contratas, los\ IlIi 's y los viajeros esperandou-mprc un tren a punto de irrum-

1'11 '11 la es/ación ...

I'or las pedreras delMonasterio

()1Ixlun, todavía, en Fierros algu-1111', vdif 'ios de azulejos uniformes

y brillantes; ladrillos vistos, un tan-to carcomidos con el tiempo;fierros... Quedan en Fierros los trabajadosartesanos en los muros de piedraque sostienen las vías del tren: unapiedra labrada con las manos detantos lenenses de estos y otros pue-blos, venidos al tajo desde muchomás allá de estas montañas. Eranépocas de inmigración en Lena.El camino a Horria está marcado

con algunas flechas amarillas, quepueden ser muy útiles en los crucesy en días de nublina. Comienzan aempinarse las pedreras puebloarriba entre gruesos pareones (bor-deando las casas a la izquierda).Cada año están estas pedreras unpoco más carcomidas por las aguasque descienden a sus anchas sinaguatochos ('presas a las fincas').Y cada año, un poco más angoso elcamino entre las xebes.

De lo que fue el monasteriode Horria en las tallas de undintel

El camin asciende hacia Horriaentre los praos, siempre buscando

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la altura en travesera, más bien ala izquierda, al surdeste. Las pe-dreras se empinan por los tramosartesanos y las chábanas, ya sintravesones, que el tiempo fue de-jando al natural.

En la primera explanada de fin-cas buenas (Las Chindias), quedauna piedra del antiguo monaste-rio, recolocada sobre la puerta dela cuadra por su entrada principal(junto al cobertizo); es un tosco si-llar que hace de dintel, en el quese lee una fecha: 1762 (ángulo in-ferior derecho), reproducida conmás nitidez un poco más arriba,en la misma piedra.Una desdibujada cruz latina en

el centro del dintel, y una largahistoria de leyendas ensambladas,mantuvieron la tradición hastahoy de que la piedra tallada deLas Chindias procedía de la capi-lla del monasterio ahora reconver-tido en establo.y junto a Las Chindias, El Xitu:

otra extensa finca, más bien pen-diente y soleyera, que los mayoresdel valle recuerdan sembrada deescanda (unas 20 peonás). Perten-ció luego a una posesión mayor,venida a menos con las deudas ylos tiempos:

"Nunca falta un buen esparde-or pa un buen axuntaor" -noscuentan con gracia a la vuelta enFierros-.En las fincas superiores del

monsaterio, en lo que hoy llamanHorria, otra cuadra conserva,también en el dintel de entrada, lafecha de 1777 (algunos retoquesde gravado parecen compensar eldeterioro de la inscripción autén-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

tica, ya muy desdibujada). La cruztambién está reconstruida.

Un monasterio en cadaladera del Payares: alsaliente, Munistiriu; más aI'aveseo, Horria

Iodo el conjunto de Horria yLas Chindias (a unos 850 m. enaltura) se localiza paralelo a Mu-nistiriu: el otro cenobio nonacaljusto en la ladera opuesta del valledel Payares, en el camin de los pe-regrinos que venía por Yanos y sedirigía a Fresneo, San Miguel,Herías ...Dos rústicos monasterios, en

fin, casi simétricos en cada laderadel río Valgrande: uno, el mássombrío, por el camino de Pendi-lla (Horria); el otro, más soleado,por el de Arbas, San Miguel, Ya-nos ... (Munistiriu).

Los pueblos del concejo,vistos desde los altos de PieFerriru

Ya sobre Horria, el camino con-tinúa más bien enzarzado entre losmatos, por lo que es preciso seguirla senda paralela que va entre lascarbas y los praos. Subimos bien,Pasada la fuente (derecha del ca-mino) y el regueru, llegamos a lospicos de Pie Ferriru: dos salientescónicos que presiden el valle deParana y San Andrés.El poblado de Parana es otro

ejemplo del estudio calculado ti \los pobladores sobre su entorno:casi todas las casas, las puerta: •los correores, los balcones, III

Julio Concepción Suárez

ventanas..., se abren al poniente,como único recurso para captarlos rayos de un sol que la inclina-ción de la vertiente les impide en-trar desde el este.Desde los picos de Pie Ferriru

contemplamos, en fin, una abiertapanorámica, concejo abajo: anuestros pies, Fierros y Fresneo; ala izquierda, Heros, San Miguel yHerías; a la derecha, Güeches, Ca-sorvía, Malveo; al fondo, Campo-manes, La Pola, los altos deMuñón, ..Al fondo y al oeste, se recorta

sobre el cordal del Carril (sobreYanos) la capucha rocosa de PenaRuea (bien arreondiá), casi siem-pre blanca y brillante entre di-ciembre y marzo: en parte, por lacaliza; y si no, por la nieve acu-mulada.

Los poblados cimeros bajoun bosque, y bajo unnombre prerromano:Torones

Desde los mayaos de Pie Ferri-111nos dirigimos a Torones: dicen,'11Parana que sobre aquellas se-I raspas paraban mucho los ferres(1'1azor) a vigilar los sembrados y1'1ganado menor de estos pueblos.I )v hecho, un poco más abajo, está1/ l'icu l'Aguila (con referenciaI \ idcnte).

1'0 111amos el sendero que to-dolvl~1sigue ancho bajo elpreu con, I/(/I/m de Pie Ferriru, en direc-11\111suroeste, hacia el alto si-¡'IIIl'l1lecon varias fincas en el re-11.1110del pando: Torones (unos110(111),

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En Torones (prerromano *twr,'altura'), asomados sobre las ro-cas, contemplamos los teyaos deNaveo, agrupados en la ribera delrío que desciende entre las fayasde La Pisona. Las casas del pobla-do, al cobijo unas de otras, se fue-ron levantando casi a la falda delbosque; y al resguardo de tantasxelás sin ver el sol entre noviem-bre y febrero arriba.Y sobre Naveo, la iglesia de

San Pedro de Cabezón, verdadera'cabeza' saliente que preside elvalle del Payares; justo enfrente,los restos de Munistiriu; y valleabajo, Fierros, Güeches ...

Entre Los Sorrocharios y LaFuente los Altares

Entre Torones y Horria quedanLos Enrocharios (Los Sorrocha-

Cascadas en El Confurcu, sobre Naveo

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rios, para otros): una casería sole-yera y vistosa (cabana y cuadra),que disfruta, también, de una am-plia vista sobre el valle y parte delconcejo. El nombre tal vez se de-ba a las 'rollas', las rotsas de loscastaños y hayedos sobre Horria:por su abundancia en el valle, opor la forma imaginada de aque-llos picos, que también dio nom-bre al Ruchu.Más allá de Los Enrocharios,

está La Fuente los Altares, sobreotra rama del camín real que as-cendía desde el monasterio de Ho-rria al mayéu Torones: un nombremás del entorno monacal, aunqueaplicado metafóricamente al terre-no 'en alto' (lat. altariu).El camino serpenteaba por

Cochéu Muirtu, Piedrafita, La Pa-radiecha, Escuenas ... , y pasaba atierras leonesas de Pendilla por ElPortiichín (a un par de horas abun-dantes, andando bien): era elcamín de Pin diecha, que decíanlos vaqueros. Quedan sus trazos ysus leyendas por estos altares delsuelo.

Un paseo entre las "flores"de la nieve y las (ayas delmonte La Pisona

Nosotros hemos de seguir por elhayedo hoy. Son las dos de la tar-de, es casi invierno todavía, y nie-va suave en estos altos: "florieasereno" (podía traponiar un pocomás). El caso es que la ventisca(la carisa) corta fría la cara encuanto sacamos las narices de en-tre unos riscos protectores queelegimos para el bocata. Acorta-

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

mos la sobremesa, porque hemosde calentar de nuevo en el sende-ru.De vuelta en El Mayéu Torones,

pasamos entre los praos, yascen-demos hacia la pista completa-mente horizontal, que cruza losfayeos del monte la Pisona en di-rección a Payares y al Ruchu.El paseo se prolonga blanco en-

tre las flores de nieve que empie-zan a cuayar y las cascadas de losregueros a la espera de la nevá:hasta tres bisbiteras ('pequeñascascadas'), vamos contando en latravesera, deslizándose sobre laspizarras más nidias, hayedo abajo.Pasamos entre las fayas, que se

elevan solemnes en las laderas delos barrancos buscando la luz másalta. El silencio del bosque sólo serompe, de cuando en cuando, alruido fugaz de algún tren en el tú-nel de La Pisona.

Las torrenteras y lospontones en el regueru

A nuestra izquierda vamos es-cuchando las bisbiteras de lasarroyos que se precipitan por laspequeñas cascadas del bosque:primero, El Reguiru'l Confurcu;luego, El Topeal; ambos nacidosen los altos de Escuenas y La Pa-radiecha.A nuestra derecha vamos dejan-

do para otra ruta El Castiichu: sa-liente cónico naturalmente prote-gido por sus pendientes, y lugarde tantas leyendas en tomo a lostesoros, los moros ... Una serie decorras, fosos, topónimos ..., colga-dos del picacho atestiguan el re-

Julio Concepción Suárez

gistro castreño catalogado en elpatrimonio regional (ver ruta n°14).Un poco más arriba cruzamos

por la pista otro par de arroyos,antes del túnel de la vía. Tras elsegundo, El Reguiru la Romia,muy crecido ahora con las nievescimeras del Ceyón, escuchamosun buen rato las aguas que se pre-cipitan ruidosas hacia La Fontona(fincas valle abajo): sucesión depequeñas cascadas, serenas y es-pumosas, burbujeantes entre laspeñas.Por esto, regueru abajo tienen

(tenían, más bien) para estas oca-siones los lugareños, unos ade-cuados pontones de maera. Se losfueron llevando los tiempos y lasaguas.

Tras los pasos de losromeros por los caminos deLa Romía

Pasado el arroyo de La Romía yvl túnel de Renfe, justo antes de lalinca mayor y cuadra de La Roza,dejamos la pista a La Chaguna, ydescendemos por el camino ancho'111\.: se adentra entre los praos y el.irbolado, a pocos metros sobre el, uucc de las aguas.l'or la ladera izquierda del arro-

\ Il seguimos ya el camino que sedlrig\.: a La Romía. A medida que\ .I1110S descendiendo, se vuelve111\'110, con buenas pedreras, arn-I'IIOS y altos pareones a los lados.1I1l'11 conservado en algunos tra-IIIIIS.

I':slc y otros caminos que pasan1"'1 La Romía justifican sobrada-

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mente una prolongada tradiciónromera que late bajo el nombreactual de ambos chugares: el pasode los romeos por los llamadoscamín francés, camin de los pere-grinos ... entre tierras leonesas yasturianas.Nos explican luego los vecinos

de La Romía la arraigada tradi-ción de los diversos caminos quedesciende amplios por el poblado:eran las vías de comunicación másdirecta con las tierras castellanaspor la vertiente del Payares.Este carril empedrado comuni-

caba con los altos de Pendilla porLa Paradiecha: ascendía por la ca-pilla Santo Tomás, El Praón, LasChagunas, La Presona, El Zarrete,Mazariezas, La Paradiecha, ElPurtiichín d'Escuenas ... Y Pendi-lla. Hoy se perdió en parte sobrelos puertos.y un dato de interés nos conta-

ban, también, en La Venta Casi-miro, la del Alto'l Puerto: en elmismo camino que procedía detierras leones as por Viadangos,Las Caballetas, Arbas ..., están lasfincas de Los Romeros, justo alia-do del camín real.Una coincidencia más, que une

la red de los caminos colgados auno y otro lado de los altos divi-sorios de La Meseta con Asturiaspor El Payares: entre los leoneses,Los Romeros; entre los lenenses,La Romia.

Los restos de /'armíta SantoTomás

Antes de bajar a las casas de LaRornía Riba, en una finca a la de-

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El Reguiru el Topeal, sobre La Romía

recha del camino (Prau SantoTomás), encontramos las ruinas dela pequeña ermita: una estructurarectangular dividida en dos partes(pórtico y nave), sin techo, y conlas paredes laterales a poco másde media altura.Unos 8 m x 4, en total, quedan

de l 'armita Santo Tomás. Se dis-tingue el altar exiguo, adosado ala pared que mira al saliente, conun par de toscos asientos de pie-dra, uno a cada lado.Un dato de interés, todavía: lo

que queda del arco de entreda a lacapilla desde el pórtico es de pie-dra pómez (piedra toa, toba). Elmismo material se encuentra enSanta Cristina de Lena, en la capi-lla de Bendueños, en El Hospi-talón de La Cortina ...

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

La cruz de Malta en La CasaRiba

Una vez en el poblado, nos de-tenemos a observar una rústicacruz de Malta tallada en el dintelde la puerta principal de La CasaRiba -así nos dicen en el pueblo-oAl lado de la cruz de Malta, una

especie de sol dividido en diezporciones lobuladas (igualmentedesdibujado con el tiempo), y unamedia luna, completan la símbo-los del caserón. Nos explican al-gunos vecinos que es la casa másvieja de La Romía Riba.

Seguimos camino, al modo deaquellos otros romeros de verdá,por delante de La Casa Antonia:otro edificio en piedra, con arcosuperior tallado, y dos escudos so-bre la puerta principal.Un águila, una estrella, un sol-

dado, una torre, unos animales, yun par de inscripciones, son losdatos heráldicos que recuerdan enel pueblo la condición señorial delos Pelayo (familia de la casona).

Entre molinos, molineras ytravesuras del ixuxú

Sin tiempo ya para visitar LaRomía Baxo, acortamos por la de-recha hacia el camln de Cabezón(a San Pedro, que dicen en el pu '.blo). Dejamos sobre las aguas d '1regueru los molinos de Las Dujas,lugar común de tantas leyenda:fabuladas entre molineros, molineras, canciones picarescas, y ulgunas travesuras del ixuxú.Nos va pesando la tarde en 1\

mochila, cuando paramos uno

Julio Concepción Suárez 69

N+FIERROS

La Viguichina

"lnidoRula-Rula== Carretera - Pisla- - Camino Secundario¿, Capillae Cuadra! Fuente.• PicotIIl Cabanad> Poolacón

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minutos sobre la corra del gran te-xu de Cabezón: aquel árbol cente-nario entre la iglesia y la bolera,cobijo secular de tantos caminan-tes en ambas direcciones por estaladera del Payares.y como el camino nunca se ha-

ce sólo, pensamos que, hasta Fie-rros, aún quedan unos pasos asfal-tados, bastante menos livianosque los senderos y las pedreras delos altos.Llegamos a Naveo, completa-

mente en silencio (el pueblo y no-sotros). La charla con los amables

POR LAS MONTAÑAS DE LENA

vecinos y vecinas completa nues-tras observaciones desde los ca-minos cimeros entre Torones y ElCastiichu.Nos vamos carretera abajo si-

guiendo el curso del mismo ríoque dejamos entre lasfayas de LaPisona. Media hora más y, de nue-vo, Fierros: La Viguichina, comogustan de llamar todavía algunos.Bien nos explica el nombre y elparaje antiguo José Manuel: ex-perto conocedor hasta de la últimasenda ya perdida para siempre en-tre las breñas.

y las peruyas mon/esas: la merienda desde el otoño al invierno