143229762 Ignacio Bosque Munoz Las Categorias Gramatical PDF Libre

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· LINGüíSTICA 11 Ignacio BosqUt Las Categoría! Gramaticale! EDITORIAL

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Estudio sobre las categorías gramaticales por Ignacio Bosque.

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  • LINGSTICA 11

    Ignacio BosqUt

    Las Categora! Gramaticale!

    EDITORIAL

  • LASCATEGORIASGRAMATICALES.

    RELACIONESYDIFERENCIAS

    IGNACIO BOSQUE

    EDITORIAL SINTESIS

    l

  • Primera reimpresin: noviembre 1990 Segunda reimpresin: octubre 1991 Tercera reimpresin: diciembre 1991 Cuarta reimpresin: junio 1996 Quinta reimpresin: octubre 1998 Sexto reimpresin: noviembre 2002

    febrero 2007

    I de cubierta isidro beda

    lil lll) 11,1 si(!o compuesto mediante una ayuda con-(ydida por el Ministerio ele Culturd a la edicin de obrds (tiC' componen el Patrimonio literario y cientfico

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    por fotocopia o otro. sin la autorizacin previa por escrito

    Editorial Sntesis, S. A.

    Muoz

    EDITORAL S.A. Vallehf,rmoso, 34. 280 l5 Madrid Telfono 91 593 20 98

    ISBN: 8477380757 legal: M. 3.41l2007

    en - Printed in

    gramtica] ffcese con siete cosas: Con voluntad, con boz, con letra, con sillaba, con parte, con dicho. con razon

    Alfonso X el Setenario

  • ndice

    Prlogo 11

    1. Introduccin.Los lmitesdelosinventarios. 17

    2. Las partesdelaoracin.Caractersticasgenerales 232.1. Cuntas clases de 23 2.2. Cuatro clasificaciones binarias 28 2.3. Criterios de clasificacin e identificacin 31

    2.3.1. Criterios morfolgicos .. 2.3.2. Criterios semnticos ... 2.3.3. Criterios sintcticos. Las y las fUIl

    ciones .......... . , I 2.4. La duplicacin de las 4H 2.5. Bibliografa complementaria ro' ),,)(

    3. Ncleosy complementos ....... . 553.1. Categoras lxicas y categoras 3.2. La endocentricidad y el de ncleo. 5[) 3.3. Marcas de identificacin de los complementos 66 3.4. Orden lineal y orden estructural 68 3.5. El papel del lxico. . .. . ...... . 73 3.6. Seleccin y seleccin semntica 76 3.7. Bibliografa complementaria 82

    4. Sintagmasnominales y oracionessustantivas. nesy diferencias 854.1. Introduccin. 85

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  • 4.2. Oraciones sustantivas en el de los nominales 86

    4.3. Sintagmas nominales en el lugar de las oraciones sus-tantivas ................. . 91

    4.4. Las clusulas reducidas ........... . 97 4.5. Bibliografa complementaria 102

    5. Sustantivosy adjetivos.Relacionesy diferencias . 105 5. l. Introduccin 105 5.2. Sustantivos y de persona. Clases frente a

    5.3. Sustantivos y adjetivos no personales . 10 5.4. Otros factores gramaticales . . . . . . . . . . . . ..... . 113 5.5. Adjetivos calificativos y sustantivos en aposicin .. 114 5.6. Los adjetivos denominales: predicados y argumentos 118 5.1. El criterio de la gradacin. " . . . . . . . ... ' ... . 122 5.8. Biblioarafa complementaria ..................... . 124

    6. Adjetivosy adverbios.Relacionesy diferencias . 1276.1. Introduccin ..... 121 6.2. La obtencin de adverbios a de 128 6.3. Adverbios con forma adjetival ................... . 130 6.4. Complementos de los adverbios y de los adjetivos. 133 6.5. Propiedades de los individuos y propiedades de las

    acciones 131 6.6. Las maneras de ser y de estar ... . ...... . 139 6.1. Otros acercamientos de las dos 142 6.8. 145

    7. Sustantivosy verbos.Relacionesy diferencias 1471. l. Introduccin. Los verbos no flexionados .. . ..... . 147 1.2. distintivas bsicas.. . ............... . 149 1.3. Cruce de propiedades verbales y nominales ...... . 152 1.4. Los infinitivos nominales. . . . . .. . ..... . 151 7.5. Casos de neutralizacin 159 1.6. Biblioarafa complementaria ............. . 161

    8. Adjetivosy verbos.Relacionesy diferencias 163 8.1. Introduccin. Formas verbales con flexin nominal .. 163 8.2. Los participios pasivos: adjetivos o verbos? ... . 166 8.3. Los participios deponentes ............. . 168 8.4 La perfectividad en los adjetivos y en los participios 171

    8.5. complementaria 171

    9. Artculoy pronombre.Relacionesy diferencias 1791799.1. Cuatro nociones semnticas

    9.2. Opciones sintcticas ..... 186 9.3. Bibliografa complementaria 191

    10. Preposicin, conjuncin y adverbio. Relacionesy dife-:rencias ............................................. . 193 10.1. Introduccin. Algunas distinciones bsicas. 193 10.2. Los verbos y las partculas 197 10.3. Los sustantivos y los adverbios 199

    19910.3.1. Los adverbios identficativos 10.32. Los sintagmas cuantificativos 205 10.3.3 Algunos problemas 207

    10.4. Los sustantivos y las 208 10.5. Los adverbios y las preposiciones .......... . 210 10.6. Los adverbios y las conjunciones 212 10.7. complementaria 218

    219Bibliografa

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  • prlogo

    Este libro trata de las partes de la oracin, o ms exactamente de lo que las une y las separa, Intentaremos por tanto precisar en qu aspectos se diferencian y en cules se el adjetivo y el adverbio, la preposicin y la conjuncin o el artculo y el pronombre. Como estudiaremos las unidades sintcticas inforiores a la oracln, abordaremos en muy pocos casos las oraciones mismas, y casi en

    momento entraremos en su estructura interna, Aunque dedica-remos un captulo a comparar los sustantivos con las oraciones sustanti-vas, queremos precisar que ste no es un libro sobre la oracin y sus partes, sino solamente sobre las relaciones que se establecen entre las

    Al igual que buena parte de los volmenes de esta coleccin de TEXTOS DE APOYO, este libro est dirigido fundamentalmente a los alumnos de primer ciclo de las carreras de La brevedad del texto y el de lector al que se primordialmente imponen limitaciones en concreto la de no poder pro-fundizar en muchas de las cuestiones que se mencionan, que podrn ser presentadas pero no estudiadas en profundidad, y la que nos ha llevado a optar, deliberadamente, por (en ms tc-nica que conceptualmente) algunas de ellas, Por el contrario, al tratarse de una sntesis guiada por criterios que ser pedaggICos, confiamos en que resulte til a los estudiantes que desean considerar algunos aspectos bsicos del anlisis gramatical antes de entrar en otros mucho ms

    El trmino categoras gramaticales se emplea con varios sentidos en la bibliografa lingstica, o mejor dicho, no todos los autores lo utilizan para designar el mismo Ello no supone en realidad un grave inconveniente porque los problemas terminolgicos nunca son los ver-

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  • daderamente importantes en ninguna disciplina. Unos autores utilizan el trmino categoras para designar los conceptos que recubren los morfemas flexivos, es decir, gnero, nmero, persona, tiempo, aspecto, etc. Otros lo utilizan para referirse a cualesquiera umdades de la gramtica, es decir, tanto a las categoras que acabamos de citar, como a las partes de la oracin (=categoras sintcticas en algunas terminologas) ya las funciones sintcticas. En este libro usare-mos el trmino para recubrir dos conceptos: las llamadas partes de la oracin, o categoras lxicas, es decir, unidades como verbo o preposicin, y tambin las llamadas categoras sintagmti-cas, es decir, unidades como sintagma nominal, sintacma verbal o sintagma preposiCiOnal.

    Se ha sealado alguna vez que los desacuerdos que existen entre los gramticos que trabajan en el terreno de la sintaxis son verdadera-mente sorprendentes si se comparan con los que existen entre fonetis-tas o fonlogos, o entre especialistas en semntica lxica, morfologa o pragmtica. Estos investigadores tambin mantienen diferencias, pero

    decirse que son mnimas comparadas con las que oponen a los sntactistas que trabajan en distintos modelos. Si nos preguntamos por qu razn es posible la cooperacin fructfera entre aquellos investiga-nares mientras que estn tan alejados (cuando no prcticamente inco-mUllicados) los que estudian la sintaxis desde puntos de vistas distintos veremos que la respuesta inmediata es evidente y casi pero poco satisfactoria independientemente de algunas cuestiones metodo-

    que afectan al grado de explicitud del trabajo cientfico, las unidades bsicas de anlisis se comparten, con pocas diferencias, entre los estudiosos de aquellas disciplinas, pero entre los sintactistas poco acuerdo hay ms all de que existen estas lxicas (nombres, verbos, adjetivos, etc.) y de que la sintaxis debe presentar generaliza-ciones sobre la forma en que se combinan formando unidades ms complejas. En el resto de la teora gramatical (en realidad, toda ella) es difcil encontrar puntos de acuerdo compartidos por los estudiosos de la gramtica en todos los marcos tericos.

    Existe una concepcin de la gramtica, muy divulgada en los libros de texto, en las aulas y hasta en los tribunales acadmicos, que suele agrupar las teoras gramaticales bajo las etiquetas de gramtica tradi-

    gramtica estructural y gramtica generativa. En nuestra opinin, esa distincin puede resultar acertada si se quiere hablar de los mtodos de anlisis que proponen las teoras lingsticas o de las formas de entender el estudio de la gramtica, pero al mismo tiempo la distincin es a veces poco til porque resulta engaosa. Lo que diferen-cia las concepciones que puedan tenerse de los pronombres interroga-

    tivos, de los artculos o de los infinitivos no es el ser tradicionales, el ser estructurales o el ser generativas. Su acierto, su relevancia o, por el contrario, su falta de inters, no vendrn marcadas necesaria-mente por la escuela de pensamiento en la que surgen, sino por su propia profundidad, por el alcance explicativo de las generalizaciones propuestas y por su grado de

    A pesar de que son relativamente frecuentes en los distintos mbitos escolares, no tienen verdaderamente sentido preguntas como cul es el anlisis del gerundio segn la lingstica estructural?; cmo se analiza el artculo en la gramtica generativa?; cul es el anlisis tradicional de los pronombres tonos? En primer lugar, no existe un solo anlisis tradicional, ni estructural ni generativista de estos u otros fenmenos. Los marcos tericos se caracterizan porque introdu-cen unidades de anlisis que les son propias, pero no condicionan hasta ese punto ni la originalidad ni la libertad de los lingistas, sino que, por el contrario, son tanto ms interesantes en cuanto que alientan polmi-cas y discrepancias, siempre vitalizadoras en cualquier disciplina. Pue-de recordarse que A. Martinet public hace casi treinta aos, desde la lingstica estructural, una dura crtica a ciertos principios de la glose-mtica, o que, desde la misma lingstica estructural, sostuvo una im-portante polmica con Jakobson sobre principios bsicos del anlisis fonolgico; que Trubetzkoy no comparta algunas de las principales propuestas de Saussure, o que, por citar ejemplos ms nuestros, Fdez. Ramrez y Gili Gaya discrepaban en muchos puntos sobre cuestiones gramaticales, o que la gramtica acadmica no acepta algunos anlisis sintcticos de Andrs Bello que otros autores han retomado desde concepciones distintas de las tradicionales.

    No se pueden negar desde ningn marco terico las aportaciones de la llamada gramtica tradicional a la comprensin de nuestro sistema lingstico, de la misma forma que se debe reconocer que muchos de sus instrumentos de anlisis no tienen la precisin de otros que se manejan actualmente, afortunadamente para el progreso de la disciplina. En este punto, y aunque no es frecuente hacerlo, nos parece importante distinguir entre gramtica tradicional y gramtica esca-lan). La primera es la gramtica de los gramticos tradicionales; la segunda es la gramtica que se ensea en no pocas aulas -yen diversos niveles acadmicos- hacindola pasar por la primera. Mu-chos anlisis gramaticales escolares que pretender ser tradiciona-les presentan con frecuencia simplificaciones, razonamientos y resul-tados que seguramente no hubieran admitido Bello, Cuervo, Lenz, Fer-nndez Ramrez, Hanssen o Gil Gaya. De las obras de esos autores no se deduce, desde luego, que el anlisis gramatical deba convertir-

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  • se en un etiquetado asptico, automtico, irreflexivo y nada enriquece-dor de las secuencias que van apareciendo ante nuestros ojos. Ni que decir tiene que en esa identificacin mecnica raramente cabe siquiera la reflexin sobre las preguntas ms elementales, y no por ello ms simples, como algunas de las que nos interesa plantear en este librito.

    Existen preguntas ms interesantes que algunas tan frecuentes como cul es el anlisis tradicional de los pronombres tonos o cmo se analiza el artculo en la gramtica generativa, y existen tareas ms formativas que analice usted este gerundio desde la gramtica estruc-tural. En su lugar, podemos formular las preguntas de esta manera: Qu contribuciones de los gramticos que llamamos tradicionales nos ayudan a entender mejor el funcionamiento de los pronombres to-

    qu de este modelo lingstico nos ayudan a com-prender mejor el comportamiento de los verbos no flexivos?. En las pocas cuestiones que nos corresponde abordar en este libro procu-raremos apoyar la unidad esencial del estudio de la gramtica como tarea comn de los que se preocupan de analizarla y tratan de enten-derla mejor. Es indiscutible que los instrumentos de anlisis los propor-ciona el marco terico en el que cobran sentido, pero no es menos cierto que, si lo que nos interesa es profundizar en el conocimiento del sistema lingstico, las aportaciones deben medirse ---especialmente en los cursos bsicos- por el grado en que contribuyan a ese conocimien-to, independientemente de cul sea su procedencia, y por la solidez de los argumentos que las sustentan.

    Hace casi siglo y medio escriba Andrs Bello que la Gramtica est bajo el yugo de la venerable rutina. Estas palabras son plena-mente vlidas tantos aos despus, no tanto porque estn dirigidas contra anlisis ms tradicionales que los suyos, sino porque estn

    contra los anlisis irreflexivos, es decir, contra los anlisis que, independientemente de la escuela terica, no estn abiertos a la discusin, a las pruebas empricas que pongan en duda cuestiones gramaticales consideradas inamovibles, a considerar preguntas nuevas sobre fenmenos conocidos, o al simple reconocimiento consciente de los lmites que siempre conlleva cualquier opcin terica.

    Nada resta un de validez a las observaciones de los gramticos tradicionales. Nada obligaba tampoco a esos gramticos a contestar a preguntas que no podan formularse entonces. Desde este

    de vista, puede decirse que pierden parte de su valor actitudes como la de aplicar el calificativo de superada a una concepcin lingstica. Al igual que no es enteramente apropiado afirmar que Ramn y Cajal super a Golgi, ni que Baird (inventor de la televisin)

    super a Marconi, tambin en nuestra disciplina debe aceptarse que las teoras cientficas no estn destinadas tanto a superan> los anlisis anteriores, cuanto a servirse de ellos como punto de partida, a hacer ms explcitos sus resultados y a mejorarlos en lo posible, bien hacin-dose preguntas distintas sobre los mismos fenmenos, bien introdu-ciendo unidades nuevas que permitan avanzar y progresar en la com-prensin del objeto de estudio.

    Los objetivos de este libro son bastante modestos. Abordaremos nicamente las distinciones ms elementales entre las categoras bsi-cas del anlisis gramatical. Las categorias lxicas y las sintagmticas no son sino dos de las muchas unidades necesarias para describir la com-

    del sistema sintctico. Entre las restantes estn los distintos de funciones sintcticas y semnticas; relaciones posicionales,

    tambin de muy variada ndole, y ciertos principIOS discursivos de carcter extraoracional. El dedicar un libro, por breve que sea, a un solo tipo de unidad supone tener que vadear constantemente los terre-nos de las dems. De hecho, sta ha sido nuestra mayor dificultad al escribir este libro. Cuando no exista vado mapa de la gramtica tiene ms cruces de lo que hemos do realizar pequeas incursiones en los terrenos afectados a tener que dejar el camino interrumpido. Las incursiones han sido muy cortas, para no abandonar el sendero, pero no tanto que no permitieran reco-nocer someramente el terreno pisado.

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  • 1. Introduccin: LOS lmites

    de los inventarios

    A mediados del siglo XVI se publicaba en Lovaina una de tantas gramticas destinadas a la enseanza del espaol a extranjeros. El autor realizaba en su librito una presentacin, razonable para la poca, de los fundamentos de la fontica y la morfologa del espaol, pero cuando parece que le corresponda abordar la sintaxis debi de com-prender la dificultad de la tarea que se le avecinaba, de modo que tom una curiosa decisin. Su consejo para los que quizieren apren-der bien i presto esta lengua es el siguiente: dense a leer, escribir, i hablarla, que mu presto llegaran con ella al cabo)}. Y as termina la obra.

    Es posible que el rpido final que este desconocido gramtico dio a su librito nos haga sonrer. Ciertamente, el curso ms prctico de alemn es el que contiene una sola leccin que dice Vaya usted a Alemania y hable con la gente. Pero analzada ms de cerca y salvan-do las naturales distancias cronolgicas y tericas, la actitud de nuestro gramtico, comparada con buena parte de la tradicin gramatical pos-terior, no es tan sorprendente como a primera vista pudiera parecer, al menos en lo que afecta especficamente a la combinatoria sintctica. Son constantes (en nuestra tradicin y en casi todas) las referencias supuestamente explicativas a nociones tan vagas como lo que es con-forme con el uso lingustico, la expresividad, la

  • conceptos o a lo con que otra pone de manifiesto un deter-minado pensamiento.

    Tantas y tantas consideraciones de esta naturaleza estn cl1ngIdas a la complicidad del lector, que ya sabe manejar la lengua de la que se est hablando, que entiende los comentarios que se hacen sobre cada construccin y que difcilmente considerar que nada en su idioma puede ser problemtico o difcil de entender o explicar. Las palabras se ordenarn con arreglo a la lgica o segn la expresin natural del pensamiento. Una construccin quedar excluida s resulta afec-tada o poco elegante, o si va contra el genio de la o s se trata de ( nos parece particularmente importante. Un estu-diante de medicina o de biologa no sabe nicamente es la fibrosis pulmonar, la gasometra arterial y la parcial de oxge-no o de anhdrido carbnico. Sabe adems qu ocurrir si damos valores a esos conceptos y los hacernos aparecer Juntos en una deter-minada situacin clnica. Es si un paciente de unos 55 aos con fibrosis pulmonar presenta en su gasometra arterial una presin par-cial de oxgeno de 50 mmHg y una presin de anhdrido carbnico de 70 mmHg y respira oxgeno a121 por 100, el estudiante de medicina (no nosotros) tiene obligacin de saber que se encuentra en grave situa-

    y que si esas cifras no cambian, es difcil que sobreviva. De un estudiante de arquitectura no se limita a saber lo que bd

    una VIga de hormign, qu se entiende por los redondos de la viga, o qu es su coeficiente de resistencia caracterstica. Sabe adems qu ocurrir si darnos valores a esos elementos y, como en el

    anterior, los hacernos aparecer juntos. As, si en el centro de la mencionada (que supongamos mide 3 metros, est apoyada en sus

    18 .19

  • extremos, posee una seccin cuadrada de 20 x 20 cm, y est armada con 4 redondos de 6 mm de dimetro cuyo coeficiente de resistencia es 4.200) colocamos un peso de 4 toneladas, el estudiante de arquitectu-ra debe saber que no soportar la carga y que el edificio corre serio riesgo de hundimiento, en el caso improbable de que se mantenga en pie.

    Estos ejemplos ilustran de forma muy simple la diferencia que existe entre saber identificar unidades y conocer su funcionamiento. Esta ma-nera de operar no es siempre fcil de plantear en otras disciplinas, y en particular en la nuestra, puesto que es sabido que en el anlisis tico se mezclan varios sistemas y subsistemas con un gran nmero de variables (histricas, sociolingsticas, incluso literarias) y que su entre-cruzamiento forma un entramado de enorme complejidad. Ello que la lingstica tenga tantas vertientes como actualmente tiene y que se acerquen al lenguaje tantos investigadores desde puntos de vista tan diferentes. No obstante, la existencia innegable de esos factores no debiera ser un pretexto para renunciar abiertamente y de manera definitiva a este tipo de actitud, sino ms bien un seguro que relativice o que ample, cuando sea necesario, las conclusiones as obtenidas y las haga incluso ms ricas y ms interesantes.

    Lo cierto, sin embargo, es que raramente se fomentan entre los estudiantes de gramtica actitudes similares a las indicadas. Es un estudiante de gramtica sabr qu es un sujeto, un pronombre interrogativo, una oracin de infinitivo y una interrogativa indirecta, pero es muy posible que no sepa en casos puede un pronombre interrogativo ser el de una interrogativa indirecta de infinitivo, o siquiera si puede serlo. Aunque seguramente no debera ser as, esta es una de las diferencias que han separado ms claramente la ensenan-za de la gramtica de la de otras disciplinas: la que existe entre cono-cer las unjdades que existen y comprender (e incluso prever) su com-binatoria en las mltiples situaciones en que actan en relacin unas con otras, y al mismo tiempo ser capaces de deducir ese funcionamien-to de los principios generales que articulan todo el sistema.

    El estudio de las unidades de la gramtica pues, plenamente su sentido cuando comprendemos su funcionamiento. Ello no es en absoluto una partcularidad del sistema gramatical. Es ms bien una propiedad (casi trivial por lo evidente) de cualquier sistema que fun-cione de acuerdo con ciertos principios generales. Es fundamental establecer claramente las unidades, los elementos con los que se ope-ra, pero en ningn sistema (lingstico o no) puede decirse que la descripcin detallada de esas unidades constituya por s sola el anlisis del sistema mismo.

    En este libro queremos contribuir a reflexionar sobre algunas uni-dades del anlisis gramatical, concretamente sobre las partes de la oracin, pero por sus caractersticas no podemos ir tan lejos como para estudiar al mismo tiempo su combinatoria en cada una de las situacio-nes en las que actan en relacin. Ello no sera una introduccin breve a las categoras gramaticales, sino un manual de gramtica o un tratado de teora gramtica!. Procuraremos, no obstante, aunque no vayamos ms all de considerar materiales de construccin y partes del organismo que este anlisis anat6miCQ) de componentes no sea del todo al papel que en el sistema al que pertenecen.

    20 21

  • 2.Las "partes de la oracin)).

    caractersticas generales 1!I!lII!!I

    2.1. Cuntas clases de palabras?

    Esta pregunta es una de las tres o cuatro ms repetidas en la hlstoria de nuestra tradicin gramatical y, en de la gramtica occiden-tal. Cuntas partes de la oracin debemos considerar? Se ha serlala-do en no pocas ocasiones la escasa aportacin de las gramticas roman-ces al desarrollo de la teora de las unidades gramaticales. La clasifica-cin de Aristarco en el siglo II antes de Cristo es la que hered su

    -mucho ms conocido- Dionisio de Tracia. Es tambin la que hered Apolonio Dscolo, de la tom Prisciano y otros grao mticos romanos. Es asimismo la que, con modificaciones relativamente leves, encontraremos en cualquier gramtica romance y en muchas de las germnicas. Esta clasificacin consta de ocho partes: ver-bo, participio, artculo, pronombre, preposicin, adverbio y conjun-cin. Aunque ha sufrido algunas variaciones-podemos compararla mentalmente con listas ms habituales que todos hemos memori:ado en la enseanza media- son imperceptibles si se tiene en cuenta que posee veintids siglos, marca ms que notable para una propuesta lingstica.

    A pesar de ello, casi todos los autores modernos reconocen que sta y otras listas parecidas de clases de palabras estn basadas en una extraa me:cla de criterios (de ordinario semnticos para el sustantivo y el verbo; posicionales a veces para el adjetivo y la preposicin;

    23

  • simplemente imprecisos para el adverbio). Para Tesnire, la clasifica-cin tradicional de las partes de la oracin es (l969; cap. 27) viciosa,

    inconsecuente y peligrosa, entre otros calificativos. Con el vigor y la vehemencia que lo Tesnire se una a la lista de gramticos que han hecho notar no slo la vaguedad de los criterios de identificacin categorial, sino su propia inconsistencia. Val-ga como ejemplo aislado su comprensible indignacin ante la inclusin tradicional de fr. oui entre los adverbios, cuando sabemos que nunca puede modificar a verbo alguno.

    La historia de las gramticas de las lenguas romances muestra que durante siglos la descripcin y el anlisis presentan menos variantes en sus unidades y en su concepcin de la disciplina de las que se pueden encontrar en unos pocos decenios del siglo veinte. La paradoja habitual sobre las categoras gramaticales es precisamente que no existe autor ni escuela que no reconozca la dificultad de obtenerlas formalmente, mientras que a la vez son unidades bsicas de anlisis en casi todos los marcos tericos. En la actualidad, muchos lingistas piensan que la pregunta habitual sobre el nmero de de la oracin no est del todo bien formulada. Este punto de vista, que en el presente han defendido, entre otros muchos autores, Jespersen y Hjelmslev, nos parece acertado. Las razones que suelen aducirse no siempre coinci-

    pero entendemos que entre ellas debe estar las siguientes: a) La primera es la relativa vaguedad del trmino partes de la

    oracin. Supongamos que pedimos a alguien que nos enumere las partes de una casa. Probablemente nos pedir ms especificaciones: las partes de su estructura arquitectnica?; las unidades que corres-ponden a los espacios de distribucin interior?; los materiales de que est compuesta? Sin estas especificaciones no tiene demasiado sentido comenzar la enumeracin, porque si lo hacemos correremos el de colocar en la misma lista los grifos, la las puertas, los dormito-rios y los armarios. Andrs Bello ( nota 1 al cap. Il) planteaba un problema similar con esta pregunta: Qu diramos del que en un tratado de Historia natural dividiese los animales en cuadrpedos, aves, caballos, perros, guilas y palomas. Si alguien respondiera con esta clasificacin a una pregunta como {(cuntas clases de animales existen? diramos de ofrecer una respuesta piadosa- que estaba mezclando los criterios, con lo que ms que una clasificacin se obtiene un puro dislate. La mejor respuesta a las preguntas que solici-tan una relacin o una lista de unidades suele ser otra pregunta: con qu critero debe establecerse la clasificacin?

    En latn no es infrecuente el uso de las unidades del anlisis gramtical para referirse a las partes mismas de la gramtica. Mencio-

    na El Brocense en el captulo Il de su Minerva que es corriente dividir la gramtica en letra, slaba, palabra, y oracin)}, Y aade: sed oratio sive Syntaxis est Finis Grammaticae; ergo igitur non pars illiuS). No debe sorprender la expresin oratio sive Syntaxis porque, en realidad, las partes orationis son las unidades de la sintaxis ms que las partes de la oracin)}, por mucho que la oracin sea una de las unidades bsicas o fundamentales de la sintaxis. Con buen muchos gramticos han sustituido el trmino partes de la oracin por el de clases de palabras, categoras sintcticas u otros anlogos: Parts oI Speech, Redeteile, Wortarten, word classes, parties du dis-cours, etc.

    Pero aun reconociendo que la oracin es la unidad gramatical en la que operan las relaciones sintcticas bsicas y encuentran su lugar las categoras lxicas, no debe olvidarse que de la habitual inexistencia en la tradicin gramatical de unidades intermedias entre la oracin y la palabra se deriva una concepcin poco flexible, cuando no mente articulada, de las relaciones sintcticas. Sabemos que determina-das unidades no desempean ningn papel en la sintaxis oracional fuera de su propio sintagma. Ms que partes de la oracin son partes de unidades gramaticales inferiores a ella. Podemos decir, si quere-mos, que la categora de la palabra muy corresponde a una de las partes de la oracin, pero antes de constituir, en este sentido, una parte de la oracin, muy es una parte del sintagma al que pertenece. A la inespecificidad sealada del trmino oraci6n debe aadirse que la ambigedad con que se usa el trmino parte (

  • es adverbo en esta secuencia es caminaba. Todas las dems cen a la clase de los adverbios. Ahora bien, qu ganamos al decir que todas las palabras de esa oracin menos una son adverbios? La gram-tica de incluso, la de lentamente y la de ayer tienen verdaderamente muy poco en comn. Si conseguimos describir detalladamente sus dife-rencias y logramos remitir esos comportamientos a categoras distintas, importa poco que decidamos o no al final postular una hipercategora que las recubra, a la que llamemos adverbio. No se trata tanto de que el adverbio haya de ser el habitual cajn de sastre de las unidades gramaticales como de que nosotros decidamos si debe o no seguir sindolo. La diferencia, como apuntbamos en el captulo anterior, est en concebir la gramtica como un producto que se nos da o bien como un sistema que hemos de descubrir y presentar explcitamente en los trminos que nos parezcan ms apropiados

    La nica razn para remitir a la misma clase ocho de las nueve palabras de la secuencia anterior es la de que carecen de flexin y modifican a alguna otra categora, cuya naturaleza es, por cierto, muy diferente en cada caso. Es generalmente admitido que lentamente y despacio son adverbios de modo o manera y modifican al verbo (o ms exactamente al sintagma verbal. en las teoras en las que esta unidad se admite; vase el Muy y mucho tambin pueden ser considerados adverbios, si deseamos mantener el trmino, en el ejem-plo de pero lo son de un tipo muy diferente. Muy modifica (para ser exacto cuantifica) a frases o sintagmas adjetivales y adver-biales (vase el cap. siguiente) que pueden tener o no complementos. En el sintagma mucho ms despacio tenemos un adverbio que funciona como ncleo sintagmtico, y, como hemos visto, admite un cuantifica-dor (ms) formando una unidad que puede ser a su vez cuantificada. Incluso modifica en ese ejemplo al sintagma adverbial mucho ms despacio, pero lo cierto es que puede modificar tambin a sintagmas adjetivales (incluso ms alto); verbales (incluso duerme de pie), prepo-sicionales (incluso con una navaja) y tambin a sintagmas nominales (incluso t mismo). Ciertamente, decir que es adverbio no es decir demasiado, puesto que, como vemos, modifica a cualquier categora, sin excluir los nombres. Deca Nebrija, y muchos le copiaron despus, que el adverbio hinche, o mengua o muda la significacin del verbo. Nada hay que objetar a esta afirmacin cinco siglos despus, salvo que el lingista no le sacar demasiado partido si no convierte antes en categoras de la gramtica el hinchar, el menguar y el mudar.

    Frente a lo que es frecuente afirmar, la gramtica tradicional s confa en la incidencia sintctica para establecer las clases de palabras. El problema es que confa en exceso en ella y que no suele distinguir

    entre tipos de incidencia. Muchas veces es el criterio mco y determi-nante, aunque resulte tan poco til como en el caso citado de incluso. Precisamente por ello, una buena parte de nuestras gramticas nos asigna a la misma clase (la de los adjetivos) trminos como su, cual-quier, parlamentario y veinticmco, cuya sintaxis tiene pocos puntos de contacto adems del definitorio de la clase: todos

    incidir o modifican> a un sustantivo (aunquo se tratn de muy distintos de incidencia o de modficacin).

    Existen muchos sistemas de clases de palabras en la historia de las gramticas romances. Muy pocos de ellos contienen, sin embargo, la necesaria justificacin que los defienda ante otros posibles. Las pro-puestas oscilan entre clasificaciones de tres categoras y de veinte, pero los sistemas ms repetidos tienen entre siete y diez. Los de la tradicin espaola se exponen en Gmez Asencio (1981), Calero Va-quera (1986) y Ramajo Cao (1987). La existencia de tantas diferencias en el nmero de categoras se debe a factores distintos:

    Unas veces es el hecho ya mencionado de que los distintos compor-tamientos entre dos tipos de palabras obedecen para unos gramticos a que pertenecen a dos subclases de una misma categora, mientras que para otros es prueba de que pertenecen a categoras distintas. varios gramtcos de nuestra tradicin postulan una clase de partcu-las}}, que recubre las categoras conocidas de preposicin, conjuncin y adverbio. Esta postura, que encontramos entre otros en El Brocense Villaln, Correas, y que se remonta a Aristteles, no supone defendeI , sin embargo, que la categora que ahora llamamos preposicin tenga la misma gramtica que la que llamamos conjuncin, sino ms bien que ambas clases comparten una o varias propiedades (desde la ausencia de flexin hasta el carcter relacionante) suficientes para entender, en esa opcin, que pertenecen a una misma clase.

    La importancia que habitualmente se da a las propiedades flexivas hace que se agrupen con frecuencia en la tradicin categoras que actualmente solemos diferenciar sintcticamente, como ocurre con el sustantivo y el adjetivo, unidos para muchos autores clsicos porque comparten la misma morfologa flexiva. La tradicin ha mantenido asi-mismo durante mucho los adjetivos calificativos y los llamados determinativos en un mismo grupo, sin que las enormes diferencias sintcticas entre ambas clases fueran al parecer motivo suficiente para separarlas. Otras veces, en cambio, el criterio morfolgico ofrece re-sultados interesantes. Nebrija haca ver en su gramtica que la forma amado que aparece en he amado no es la misma que tenemos en soy amado, fundamentalmente por razones flexivas (

  • 10 e sino io e amado, y por tanto han de asignrseles, en su opinin, dos categoras distintas. Amado en soy amado es participio, pero en he amado es nombre participial infinito, que para nuestro ""''''''"",0.,.. gramtico es una clase diferente de palabras. Corno sabernos, adems de las diferencias morfolgicas que apunta Nebrija, su distin-cin se apoya en otras pruebas sintcticas. El que la tradicin posterior sancionara el uso de participio para ambas categoras no puede aplaudirse corno un acierto indiscutible.

    El problema que se ha repetido durante siglos en la clasificacin de las categoras es el de determinar la importancia que el gramtico debe dar a cada propiedad formal. Este problema permanece en gran parte en la lingstica actual. pero el que tenga de nominalista atena en cierto sentido parte de su relevancia. El hecho de que stu-pendamente pueda predicarse de individuos en las oraciones copulati-Vili Uuan est estupendamente), mientras que lentamente no pueda hacerlo (*juan est lentamente) ser para unos gramticos razn sufi-cKmte para excluir este uso de estupendamente de la clase de los ,dverbioi. Para otros gramticos ser por el contrario muestra de que

    adverbios, sin dejar de serlo, se predican de individuos porque ddverbaldad se determina por otras pruebas que se consideren

    m;ls importantes. P Guiraud afirmaba con buen criterio en un libro mtroductorio sobre la gramtica (1958: 23) que las partes de la oracin no son sino un grupo de categoras formales que la tradicin ha tratado de caracterizar por su significado, aunque (me represntent par ailleurs qu'une des formes dont l'ensemble constitue la gram-maire)). Ms recientemente se han defendido algunas propuestas que las interpretan corno haces de rasgos (Chomsky, 1970), donde cada rasgo se corresponde con una propiedad formal (vase el cap.

    La determinacin de las clases de palabras obedece otras veces a criterios que afectan de forma esencial a la estructura de la gramtica, y en a las nociones semnticas que recubren las relaciones de modificacin. As, tanto si se acepta corno si no la propuesta de Bello de unalzar el artculo como una variante del pronombre (vase el cap. esta idea supone una profunda reorganizacin de esas categoras y una concepcin original de lo que abarcan conceptos corno referencia, determinacim) y predicacin. El nmero de las categoras gramati-cales es, en casos corno estos, una consecuencia de los tipos de relacio-nes gramaticales que pueden establecerse.

    2.2. Cuatro clasificaciones binarias Existen cuatro clasificaciones binarias de las categoras gramatica-

    les que poseen una tradicin. Responden a criterios diferentes y,

    aunque reflejan distinciones a veces problemticas, constituyen un buen punto de partida:

    a) Categoras variables y categoras invariables. Categoras pertenecientes a series abiertas y categoras necientes a series cerradas.

    c) Categoras llenas y categoras vacas. d) Categoras mayores y categoras menores. La clasificacin a) atiende a las formas flexivas que cada elemento

    presentar, si es que admite flexin. Es, desde la antigedad, la clasificacin ms repetida, y en lo fundamental es inobjetable porque las marcas morfolgicas casi nunca son opcionales y constituyen rasgos formales siempre relevantes. Es posible, no obstante, que slo miembros de una determinada clase posean un tipo de flexin, y tam-bin lo es que algunos miembros de una clase carezcan en absoluto de flexin, mientras que otros la poseen. Vase el 2.3.1 para este tipo de diferencias.

    La segunda clasificacin, b), se basa en una distincin evidente: todos hemos memorizado la lista de las preposiciones, de los artculos y de los demostrativos, pero a nadie se ocurrira intentar memorizar la lista de verbos o de adjetivos. Pertenecen pues a series cerradas los artculos, los pronombres, las preposiciones y conjunciones y quizs los adverbios que no acaban en -mente. El caso de los cuantificadores es paradjico porque los indefinidos se agrupan en series cerradas, mientras que a los numerales les corresponde -casi por definicin-una serie no solo abierta sino infinita. Pero independientemente de que las listas sean o cortas, existe una diferencia ms importante entre los dos grupos. Las palabras que pertenecen a series cerradas actan en cierta forma corno soporte o corno engranaje de las que pertenecen a las series abiertas. Podra decirse que funcionan corno los

    las tuercas y los goznes respecto de las de cualquier maquinaria. Los los adjetivos y los sustantivos se crean, se heredan, se prestan y se pierden con enorme frecuencia sin que el sistema se altere, pero si perdiramos un solo artculo del espaol, el sistema sufrira un vuelco considerable. Asimismo, todos desconoce-mos el significado de centenares de adjetivos o de verbos que estn en el diccionario, pero no existe ningn hablante que no use pronombres relativos. Con unas pocas excepciones (corno pueden ser palabras corno cuyo o sendos) las unidades que forman series cerradas forman parte del bagaje lingstico que todos los hablantes compartirnos Este hecho es particularmente importante en algunas concepciones actuales de las gramticas de constituyentes (vase el cap. 3).

    28 29

  • La tercera clasificacin se basa en un criterio semntico. Est prxi-ma a la anterior pero es algo ms escurridiza. Las categoras llenas son aquellas que se asocian con conceptos o ideas que pueden ser evocadas o que poseen un contenido lxico que representa algn con-

    real o imaginario, como mesa, cantar, brillante o linealmente. Las categoras vacas no poseen propiamente un significado lxico, y por ello son prcticamente imposibles de definir (intentemos definir de en casa de madera o que en dljO que vendra). Se les suele atribuir. por el contrario, un significado gramaticab), lo que viene a querer decir que cumplen determinadas funciones sintcticas. Es, por tanto, la gramtica -y no el diccionario- la que debe decirnos algo sobre ellas.

    La mayor parte de las categoras que pertenecen a series abiertas son llenas, pero no es cierto que las que pertenecen a series cerra-das sean vacas. Ello se debe fundamentalmente a que muchas pre-posiciones y conjunciones tienen un contenido lxico claramente identi-ficable: durante, por, aunque, luego. Todos los gramticos reconocen que el papel de estas preposiciones y conjunciones no puede ser idntico al de de o que, por mucho que les apliquemos las etiquetas de preposicin y conjuncin. Los morfemas flexivos y derivativos tam-bin poseen significado y pertenecen a series cerradas, pero no son unidades o piezas lxicas, sino elementos que pueden tener reflejo sintctico aunque parezcan marcas de las variaciones que las palabras pueden experimentar con propsitos diversos.

    Entre las crticas que pueden hacerse a la distincin entre formas llenas y vacas destacaremos una muy evidente: esta clasificacin no parece distinguir adecuadamente entre abstraccin y vaciedad; ms concretamente, entre conceptos y relaciones gramaticales de natu-raleza abstracta y la ausencia de cualquier contenido. Las unidades lxicas o gramaticales que determinan la correferencia, la subordina-cin, la cuantificacin o las marcas de funcin no son vacas, sino representantes de relaciones que no se corresponden con el mundo independiente de los objetos o de las ideas, sino con la propia esencia de la gramtica.

    La cuarta y ltima distincin tienen mayor tradicin en la lingstica anglosajona, pero en parte coincide con los resultados que se obtienen en las dos anteriores. Algunos gramticos aaden como criterio delimi-tativo de esta distincin la capacidad de las clases mayores para tener complementos. Este criterio resulta particularmente polmico aplicado a categoras como la preposicin, precisamente porque depende en gran medida de lo que se entienda por

  • e) Finalmente, conviene recordar que un determinado contenido puede estar presente morfolgicamente sin que se trate de una marca flexiva. Podemos decir que los sustantivos admiten en espaol ciertos morfemas de tiempo, como en ex-embajador, pero no puede decirse que los sustantivos del espaol posean flexin temporal. (Vase el volumen 5 de esta coleccin para este tipo de distinciones.)

    Muchas de las clasificaciones gramaticales ms antiguas se estable-can tomando como criterios las marcas morfolgicas. Una de ellas es la de Varrn, que est basada en la presencia o ausencia de rasgos flexivos, concremente los de tiempo y caso. Varrn obtena de esta forma cuatro clases:

    Caso Tiempo Nombres +

    Verbos +

    Participios + +

    Partculas

    Como han sealado muchos gramticos, entre ellos Jespersen (1924), este sistema refleja adecuadamente la situacin del latn y el griego, pero apenas es til si consideramos otros idiomas, a lo que cabra replicar que Varrn nunca pretendi que la clasificacin fuera apropia-da para ellos. La variacin es en este punto muy grande, porque exis-ten desde sustantivos con tiempo y aspecto, como en nutka, hasta ver-has sin flexin de persona, como en dans, o con gnero, como en rabe. Pero lo ms importante es que los tipos de flexin que conoce-mos no son desde luego los nicos posibles. En los ltimos aos se han estudiado con bastante detalle los sistemas de morfemas clasificado-res que poseen muchas lenguas de todos los continentes. Estos siste-mas, cuyo correlato ms parecido en nuestra lengua aunque simplifi-cadsimo sera el gnero gramatical, hacen necesario, por ejemplo, que una determinada categora haya de concordar con un sustantivo, en colon), tamao, forma, posesin o tangibilidad, entre una variada serie de clases nominales que resultan impensables en len-guas de nuestro entorno.

    Aunque de forma menos sistemtica, los morfemas derivativos tam-bin se asignan a determinadas clases de palabras. Sabemos que -ein es una terminacin nominal y que -izar e -ifiear son sufijos verbales, pero otros muchos son comunes a varias clases, como ocurre con los prefijos o con los sufijos apreciativos.

    B) La tonicidad y la independencia sintctica

    De acuerdo con este criterio las categoras gramaticales se dividen en cl/icas y no ellieas. Las primeras se apoyan en otra forma tnica porque no tienen independencia fnica, frente a las segundas, que s la poseen. No obstante, no deben Identificarse los conceptos de for-ma cltica y forma tona porque el primero es un concepto gramati-cal,mientras que el segundo es un concepto prosdico.

    Las formas clticas que cada lengua permite no estn determinadas por la categora a que corresponde cada una, pero s en parte por la morfologa de esa lengua. Es decir, por razones que afectan a lo que entendemos por (

  • fcil coordinar dos formas no monosilbicas del auxiliar haber (como en habas o habais prometido que".) que dos formas que lo sean (*He o has elegido mal). La razn es que las formas clticas no participan en procesos de coordinacin detalles sobre este punto en Bosque, 985).

    No existen en espaol clticas, frente, por ejemplo, al que posee la conjuncin encltica -que (arma virumque cano),

    aunque debe tenerse en cuenta que nuestra conjuncin y se acerca a las unidades proclticas ms que a las enclticas. En Juan y Pedro la

    y se apoya en Pedro y no en Juan. De o como a una

    Los pronombres no son formas clticas en espa-ol, pero pueden serlo en francs es un procltico, frente a moi, que no lo es). La cliticidad es, en suma, una propiedad que obliga a ciertas unidades sintcticas a morfonolgicamente de otras, es de-cir, a apoyarse en ellas. Si al analizar una oracin como lo vi nos limitamos a decir que lo es el complemento directo de vi, no mas ni la posicin que ocupa (que no es la misma de eso en eso ni tampoco por qu no puede coordinarse (*lo o la viste?), entre otras propiedades. No podemos decir que lo sea un sintagma nominal porque ni es un sintagma. De hecho, ocupa un estadio inter-medio entre la y el morfema ligado. Como algunos autores sugieren, es, en cierta forma, una parte del verbo, de forma no demasiado en realidad a como 10 es -mos en cantamos,

    Las unidades cltcas pueden ser, por tanto, proclticas (el las a y enclticas (el morfema

    o ambas cosas, como nuestros nos. No existen en espaol formas endoclticas aunque s pero no deben confundirse con ellos, de la misma forma que un pro-nombre no es exactamente un prefijo, Zwicky ( na de endoclticos en estoniano guas de Nueva Guinea. Otros idiomas poseen como marcadores de interrogacin, partculas de morfemas

    etc.

    Los elementos clticos poseen su propia combinatoria. Se combinan a veces entre s (se 10 debo, de-el ]jbro) y se adjuntan a ciertas bases lxicas que tambin seleccionan. El artculo, por es una forma cltica, pero no lo es de cualquier base lxica. S sustituimos de en el de Pedro por cualquier otra preposicin no obten-dremos una secuencia gramatical.

    Aunque las gramticas no suelen insistir en este punto, muchas sintcticas de las categoras lxicas remiten en ltimo

    extremo a la clticidad, que se produce, como resulta-do de la atonicidad. Entre esa larga lista est el hecho de que los interrogativos admitan modificadores

    pero los relativos no Esta propiedad explica que las oe

  • buscaban una categorizacin de la realidad a partir de jerarquizaciones tomadas del mundo mtico y del religioso.

    Aunque el rechazo de esta concepcin de las categoras gramatica-les se remonta cuanto menos a la escuela de Port Royal, el inmanents-mo postulado por la lingstica estructural insisti sistemticamente con argumentos muy claros en lo errado del planteamiento. En la actualidad hay acuerdo general en el hecho de que las distinciones tradicionales derivadas de la oposicin aristotlica entre sustancia y accidentes no nos ayudarn demasiado en la determinacin de las clases sintcticas de palabras. Los sustantivos designan fsicos, como casa, pero tambin procesos como envejecimiento; estados, como inocencia; o acciones. como destruccin. Casi la misma variedad de denotaciones puede encontrarse en otras categoras mayores.

    La semntica intuitiva que se esconde en planteamientos como los citados permaneci durante mucho tiempo -y algunas de sus formas an permanecen- en muchos aspectos del anlisis gramatical escolar. Una muestra de ello es la importancia que se asigna habitualmente a la subclase semntica de complementos, especialmente en el caso de los adverbios y de la subordinacin adverbial. Es frecuente clasificar como oraciones concesivas u oraciones causales unidades que tal vez sean concesivas o causales, pero que no son oraciones. La clase semntica prevalece as en muchos anlisis escolares sobre la naturaleza sintcti-ca de la unidad que se considera, lo que lleva a algunos anlisis sintc-ticos a no entrar, paradjicamente, en aspectos fundamentales de la sintaxis misma.

    Debe decirse que es enteramente arbitrario el que un determinado concepto se manifieste gramaticalmente como nombre, como verbo o como preposicin?, o, dicho de otro modo, es cierto que el significado n afecta en absoluto a la determinacin de las clases de palabras? Muchos gramticos piensan que ello es slo parcialmente y que este tipo de afirmaciones dependen en realidad de lo que se entienda por significado.

    El semntico se suele usar con varios sentidos. Cuando se afirma que los criterios semnticos no son tiles para la identificacin de las clases de palabras se quiere decir habitualmente que no es cierto que los sustantivos denoten sustancias, los adjetivos cualida-

    los verbos procesos)} o estados)} y las preposiciones y conjun-ciones relaciones. Esa afirmacin es impecable. No tambin son criterios semnticos el poseer capacidad referidora, el poder ser predicado, el poder cuantificar, el poseer argumentos y otros semejantes. Si dijramos que estos criterios semnticos tambin son

    intles en la categorizacin gramatical estaramos seguramente yendo demasiado lejos.

    Tomemos tres de las categoras mayores que comparten una tante propiedad semntica como es la de poder ser predicados. En espaol es posible obtener predicaciones relativamente prximas ins-cribiendo los sustantivos (o los SSNN) y los adjetivos en sintagmas verbales. Aun as son muchsimas, lgicamente, las 'casillas que no es posible llenar. He aqu algunos ejemplos:

    N A V

    tener miedo ser miedoso temer tener gran tamao ser grande abultar

    tener sed estar sediento ? tener precio alto ser caro costar mucho

    ? ? tener razn estar acertado ?

    ? ? leer ? estar tumbado yacer

    tener fe ser creyente creer ? ser azul ?

    tener boca ? ? ? ?

    Algunas de las casillas que en un cuadro de este tipo estn vacas en espaol estaran ocupadas en otras lenguas, y al contrario, algunas de las que estn llenas en espaol no lo estaran en otros idiomas, En latn existen verbos para estar enfermo (aegrotare), estar vaco (vacare), o estar presente (adesse). En las lenguas bantes los colores se designan con verbos, lo que ocasionalmente ocurre tambin en la muestra: ver-

    amarillear. No debe pasarse por alto, sin embargo, que estos ltimos verbos equivalen a adjetivos construidos con estar, no con ser (estar verde; estar y que los adjetivos del espaol para los que el latn tiene verbos (enfermo, presente) se construyen sistemtica-mente en nuestra lengua con estar, como muestran las perfrasis que hemos presentado ms arriba. Lo mismo ocurre en ruso, idioma en que existe el verbo estar blanco (beJet,) pero no el verbo ser blanco.

    El comportamiento indicado es interesante porque muestra que las propiedades que esos verbos denotan se interpretan como estados al-canzados (vase el prrafo 8.4) y no como propiedades definitorias de las entidades de las que se predican. Sealaba Bally, y recuerda Wierz-bicka (1986) que en latn decirse tanto rosa rubra est como rosa rubet, y que estas oraciones no son sinnimas porque rubeo no es tanto ser rojo como estar rojo. Sera interesante confirmar esta tendencia

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  • en otros idiomas, porque si resulta confirmada no ser enteramente arbitrario el que no ningn verbo para conceptos como ser simptico.

    Ya hemos visto que si queremos basar la oposicin entre dos cate-goras como las de sustantivo y adjetivo en los conceptos de sustancia y cualidad no llegaremos muy lejos. Tampoco obtendremos demasiado provecho de la tan repetida idea de que los sustantivos subsisten por s mismos mientras que los adjetivos se apoyan en los sustantivos para subsistir, fundamentalmente porque esta distincin se basa en el etreo concepto de subsistencia. Si la subsistencia es un concepto formal, se acercar a ser ncleo sintagmtico o tal vez se opondr a

    propiedad morfofonolgica como las que hemos visto en el p-rrafo 2.3.1 B). Si se trata de un concepto semntico, se acercar a de-signar por s solo un objeto real o imaginario. En cualquier caso, el concepto de subsistencia no designa ninguna propiedad gramatical nueva, por lo que viene a ser una nocin totalmente dispensable.

    Hemos comprobado que resulta sumamente difcil hacer correspon-der nociones semnticas con clases gramaticales. No obstante, aunque no constituyan criterios de delimitacin categorial, siguen teniendo sentido preguntas como sta: qu tipo de nociones suelen las lenguas del mundo mediante las clases lxicas? En un trabajo sobre la semntica de los adjetivos que se considera clsico en la general, Dixon ( observ que los idiomas que los poseen los emplean primordialmente para denotar dimensiones (grande, pe-queo); COlaD> (blanco, negro), edad (viejo, joven), valor (bueno, malo) y, con menor frecuencia que las nociones anteriores, posicin

    bajo) o velocidad (lento, rpido). Puede pues decirse que exis-ten propiedades -generalmente fsicas- para las que casi todas las lenguas tienen algn adjetivo.

    Para los que hablamos una lengua cualquiera resulta muy difcil imaginar otra que carezca de algunas de las categoras gramaticales que nos parecen naturales. Pero el mismo razonamiento a la inversa, para los hablantes de lenguas que poseen distinciones grama-ticales que apenas si podemos entrever mediante complicadas frasis. Existen, por ejemplo, lenguas sin adjetivos. Cmo entonces las nociones que nosotros expresamos con ellos? Hasta donde las equivalencias son posibles, unas veces utilizan nombres (como en hausa o en quechua), otras verbos (como en chino y en algunas lenguas alconquianas y nilticas) y otras, perfrasis diversas que equivaldran a nuestras oraciones de relativo o a nuestras frases prepositivas.

    Una situacin relativamente frecuente es que algunas de nuestras

    clases abiertas sean clases cerradas en otras lenguas. Uno de los casos mejor conocidos es precisamente el de las lenguas en las que los adjetivos pertenecen a clases cerradas, situacin indudablemente extraa en la tradicin lingstica occidental. Entre los ejemplos que aduce Dixon est el del igbo (lengua del grupo kua de la familia congonigeriana). Esta lengua posee nicamente ocho adjetivos, que significan {(grande, pequeo, nuevo, viejo, llegro (u blanco (o claro), bueno y malo. La lengua hausa (familia chdl-ca) slo posee adjetivos para grande, pequeo, largo (o alto), corto, fresco (o crudo), , bueno y malo. Entre las lenguas dravd-cas, algunas no superan los veinte adjetivos. En la familia nilo-saharia-na, algunas llegan hasta cuarenta, pero otras no superan esa cantidad.

    Las investigaciones de Dixon muestran que las propiedades que se asocian con adjetivos en lenguas no relacionadas histricamente coinci-den con frecuencia sorprendentemente, lo que viene a slgnificar que la nocin de concepto asociable a la categora de adjetivo no es en absoluto disparatado. El siguiente cuadro muestra que los adjetivos de las lenguas en que esta categora est limitada a unas pocas unidades se agrupan en torno a conceptos semnticos recurrentes:

    a 20 idiomas con clases cerradas de adjetivos 1977)

    grande pequeo

    201diomas 19 idiomas

    negro blanco

    13 idiomas 14 idiomas

    largo corto

    14 idiomas 15 idiomas crudo, verde

    8 idiomas 7 idiomas

    nuevo 15 idiomas pesado, ligero 5 idiomas 14 idiomas agudo 4 idiomas

    bueno 13 idiomas fuerte 3 idiomas malo 14 idiomas hermoso 3 idiomas

    As pues, si nos dicen que una determinada lengua slo posee cuatro adjetivos, es muy probable que estos estn entre los equivalen-tes de los pares grandes-pequeo,

  • nes de los objetos (o de la vida de las personas y la duracin de las y para denotar otras propiedades fsicas, como el color o la

    forma. A cabra pensar en lenguas en las que existieran adjeti-vos, pero en las que no se pudiera decir es grande, sino nicamente tiene tamao o abulta. Sin embargo, parece que tales idiomas no

    se deduce del estudio de Dixon. Es decir, si una lengua tiene tendr algunos que expresen dimensiones fsicas como las mencionadas. Desde las concepciones gramaticales que postulan una arbitrariedad absoluta en la relacin entre significados y catego-

    no es de esperar, desde luego, el que no existan idiomas con la condicin sealada.

    Ya nos hemos referido a la inutilidad de afirmaciones como los sustantivos expresan sustancias, pero debe sealarse que ms que

    esa afirmacin es asignificativa si no se define antes lo que quere-mos decir con sustancias. Sabemos que en una gran parte de las

    del mundo los sustantivos designan, entre otras nociones sobre las que es difcil generalizar, objetos con dimensiones fsicas. Ello no nos dice nada acerca de nociones como cansancio, amor o blancu-ra, pero s nos dice algo acerca de mesa o rbol,

    Existen problemas, no obstante, para describir lo que es un fsico. Por qu el agua que cae del cielo puede concebirse como un sustantivo (lluvia) o como un verbo (lJueve), mientras que la que corre por el suelo admite la primera categorizacin (ro) pero no la Probablemente nunca se nos ha ocurrido hacernos esta De hecho, los primeros en hacrsela fueron los y los tas que estudiaban lenguas y culturas en las que no exista una asime-tra tan clara como la que acabamos de ver, Suelen citarse con frecuen-cia algunas lenguas amerindias como el kalispel (hablada en Oregn) en la que conceptos como isla, montaa o lago se expresan mediante verbos, es decir, se perciben como acontecimientos que le ocurren a la naturaleza o como propiedades suyas, Lo mismo parece suceder en hopi. Aunque no se debe confundir ser verbo con tener flexin temporal o aspectual cabe pensar que en esas lenguas, y en las que as funcionan, existan expresiones que equivalgan a el paisaje Jaguea (o tal vez ello laguea si son impersonales), Tal vez se entien-de que los lagos u otros accidentes geogrficos son acontecimientos o propiedades de la naturaleza. En realidad, nosotros mismos decimos unas veces amanece, escampa o verbos), y otras sale el

    Unas veces entendemos los fenmenos fsicos como de los objetos, y otras como acontecimientos que ocurren o dejan de suceder y que se manifiestan mediante verbos.

    El problema de asociar nociones semnticas con categoras cales desde luego, cuando las tenemos identificadas

    formal. Sin ,""",',",,,',,",u,u bien estudiadas, no

    son los criterios adecuados para determinar algunas clases lxicas. Un ejemplo claro es la clase de los adjetivos en japons. La rplica de Backhouse (1984) a la clasificacin de Dixon (1977) es ilustrativa a este

    En el apartado siguiente, y casi en todo el resto del libro, nos atendremos a las propiedades estrictamente formales de las clases de palabras.

    2.3.3. Criterios sintcticos. Las categoras y las funciones

    Es prinClpio aceptado por todas las escuelas lingsticas que la determinacin de las clases de palabras debe establecerse mediante criterios gramaticales. Nadie discute pues hoy en da que la gramtica slo puede reconocer categoras formales. Para que una categora ten-ga una existencia real desde el punto de vista gramatical es preciso que se defina con criterios de forma y no por criterios puramente semnticos (Hjelmslev, 1928:302). No existe, sin embargo, el mismo acuerdo sobre cmo se determinan esos criterios o sobre las cias que deben existir entre ellos.

    Los estructuralstas norteamericanos desarrollaron en los aos cua-renta y cincuenta procedimientos distribucionales para identificar las unidades morfolgicas por su entorno, y algunos gramticos llevaron este mtodo a la sintaxis. Una de las ms la de Fries (1952). Si la simplificamos un poco y la adaptamos al el lector podr hacerse una idea de sus lneas ms mas que partimos de huecos que hemos de llenar en secuencias como las que siguen: 1. ___ es bueno. 2, Juan record _____. 3, Mara ___ un libro. 4. Las golondrinas vuelan 5. Sus ____ grandes,

    As, en 1 identificaramos sustantivos, y tambin sintagmas nominales y oraciones sustantivas; en 2 podra decirse que caben las mismas cate-goras, que pueden ser objetos del verbo en 3 encajan ver-bos y en 4 adverbios (aunque tambin complementos predicativos, que no son categoras lxicas). En 5 podramos decir que caben solo sustan-

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  • tivos. Como se reconoce actualmente, resulta ms que dudoso que estos entornos puedan por s solos identificar categora. Las razones fundamentales son las siguientes:

    a) En lugar, una secuencia de palabras no define por s misma ninguna estructura sintctica. En los esquemas citados slo se tiene en cuenta el orden lineal, pero si no se de una segmentacin

    estos entornos no definen ninguna unidad gramatical. Es decir, en 3 cabe lee (un verbo) pero tambin cabe no . lee siempre que puede e incluso lee lo que dlra que es. En 5 cabe ojos (un nombre en

    pero tambin cabe la secuencia verdes y, que no se con ningn sintagma. Eno viene a

    que los entornos no pueden postularse sin una las unidades que deben encajar en ellos.

    b) Pero aun saltndonos la importante dificultad que se plantea en el punto anterior, hemos visto que en 1 podramos identificar sustanti-vos, sintagmas nominales y oraciones sustantivas, es decir, identifica-mos todas las unidades que pueden pero no obtenemos una

    gramatical (volveremos sobre esta cuestin enseguida). En 4 tanto adjetivos como adverbios, que obviamente no pertene-

    cen a la misma clase gramatical.

    c) Los huecos no pueden como espacios vacos situados linealmAntp sino en todo caso (lo que llevara en realidad a una con

    con relacin a establecidas en el orden estructura! ( 3.4). Supongamos que queremos averiguar la naturale-za categorial del segmento que entra en el hueco que aparece en

    gana ms que ____l). Este hueco puede ser ocupado por un sustantivo (Luis), pero tambin podra ser ocupado por un (antes), por un verbo (gasta) y es posible que hasta por una oracin (cuando era taxista). Pues bien, aun as no puede decirse que hayamos construido un paradigma que contiene sustantivos, adverbios, verbos y oraciones. Por el contrario, parece ms bien que el hueco que esa oracin identifica no existe si se define linealmente en de estructuralmente o configuracionalmente. As pues, no hemos iden-tificado el paradigma al hueco de Pepe gana ms que }) porque tal hueco no existe como entorno al que una unidad

    d) Aplicadas al las pruebas propuestas presentan dificul-tades particulares. As. en 1 podemos tener subordinadas sustantivas en subjuntivo, pero no en indicativo. Nada impide en este anlisis la conclusin de que las oraciones con indicativo no son subordinadas sustantivas.

    No deben ignorarse los semnticos en los entornos distribucionales postulados. Aun si superramos las dificultades esbo-zadas en a), b), c) y d), a la conclusin de que en 1 identifl-camos el conjunto de entidades que pueden ser buenas, y que en 2 identificamos el conjunto de entidades que se pueden recordar. Fries buscaba precisamente que apenas restringieran la natura-leza semntica de sus (como ser bueno y pero ello constituye un camino muy indirecto hacia la determinacin de las categoras sintcticas. Es evidente que los objetos de los que no tiene sentido predicar la bondad o la maldad no son por ello menos sustanti-vos que los dems.

    lingistas europeos de orientacin funcionalista defienden actualmente una concepcin de las categoras lxicas estrechamente

    a las funciones sintcticas oracionales que recubren. Esta teora gramatical asocia las a las funciones de una forma especial. Tiene en parte su en ideas tradicionales, pero su vincu-lacin terica ms inmediata se establece con algunas de Jespersen, ms tarde retomadas por Hjelmslev y desarrolladas riormente de forma ms detallada por Tesniere. Su en la tica espaola se encontrar en el modelo de funcional que han venido desarrollando Alarcos (1973) y otros autores funciona-listas (vanse VVAA (1985) Y el volumen 9 de esta . En este modelo gramatical, las categoras se definen a partir de las funciones que desempean. Trminos como sustantivo o adjetivo no desig-nan nicamente en esta teora las partes de la oracin o las categoras lxicas, sino unidades sintcticas ms complejas que tienen en comn el desempear la misma funcin sintctica. Tendramos, pues, sustantivos lXICOS, como casa, y sustantivos funcionales, como las llamadas oraciones subordinadas sustantivas. El citado _ los trminos adjetivo y adverbio para los trmino primario, trmino secundara y trmino terciario que introdujo sobre los que volveremos en el 3.2. En esta lnea conceptual, tan adjetivo sera bonito como que he ledo o de Pedro, y tan adverbio sera estupendamente como casi tanto como Pepe cree. El sintagma los lunes sera unas veces sustantivo (detesto los lunes) y otras adverbio (descanso los lunes).

    Esta no ser adoptada en este librito (a pesar de que goza de cierta popularidad en Espaa) por razones que irn aparecien-do Supongamos por un momento que consideramos bsicas las tUnciones sintcticas de sujeto y directo. y entendemos por sustantivo todo aquello que puede ser o todo aquello que puede ser objeto directo. Este anlisis describira correctamente que

    42 43

  • un nombre, un SN y una oracin subordinada sustantiva pueden cubrir o cumplir la misma funcin, pero lamentablemente no explica el hecho conocido de que estas unidades no siempre aparecen en los mismos contextos ni estn seleccionadas por los mismos predicados,

    existen muchsimos verbos transitivos que admiten objetos direc-tos nominales, pero que rechazan las subordinadas sustantivas en dicha funcin sintctica, como ocurre con comer, vender o repartir. Es ms que evidente que no podemos tener *Juan comi que Pedro haba comprado ni *Mara reparti haberle tocado en la lotera, Entre los que tienen oraciones como complemento directo, unos admiten interrogati-vas indirectas, como averiguar, y otros las rechazan, como creer. Exis-ten, asimismo, muchos predicados adjetivales que no pueden tener como sujeto una subordinada sustantiva (ser sinfnico, estar enfadado) y otros muchos que s pueden tenerla (ser estupendo, estar claro). Unos adjetivos pueden tener oraciones sustantivas como trmino de preposi-CIn en su complemento (estar contento con".), pero otros muchos no pueden tenerlas (ser adicto a".).

    El trmino tradicional de subordinada sustantiva resulta particular-Immte paradjico aplicado a los verbos que tienen oraciones como

    directo y que no aceptan sustantivos en esa funcin. Es el caso de creer (en uno de sus sentidos), Decimos, pues, creo que llegar, pero no podemos decir *creo su 11egada, ni acudir aqui a ningn otro sustantivo ni a ningn sintagma nominal (ms detalles en el cap, 4). Parece evidente, en suma, que las oraciones y los sintagmas nominales pueden coincidir en algunas de sus funciones, pero son entidades categoriales distintas que no comparten aspectos fundamentales de su gramtica.

    Buena parte de los factores que regulan comportamientos como los que hemos sealado tienen una base semntica, y sobre ella volvere-mos en los caps, 3 y 4, Por el momento nos interesan esas diferencias para ilustrar el hecho de que las categoras no pueden reducirse a las funciones sintcticas tradicionales. Es decir, es necesario mantener que unos predicados seleccionan sintagmas nominales; otros, oraciones de distintos tipos, y otros ambas clases de unidades. El que puedan de-sempear funciones anlogas en ciertos contextos no significa que per-tenezcan a la misma categora. Obviamente, no existe ningn sustantivo que no pueda ser sujeto de algn verbo, pero de eso no se deduce que podamos llamar sustantivo a todo lo que pueda ser sujeto, o --dicho de otra forma- que ganemos algo con esa denominacin. El concepto tradicional de subordinada sustantiva sigue siendo til como una ms de tantas etiquetas terminolgicas que hemos heredado de la tradicin, aunque la relacin que establece est demasiado simplificada. Pode-

    mas seguir usndolo aunque seamos conscientes de sus lmites, de la misma forma que seguimos hablando de (

  • peligroso porque predice -errneamente- ms de lo que puede justificar. Sabemos que con frecuencia es posible coordinar unidades sintagmticas que desempean funciones sintcticas idnticas aunque no se correspondan con la misma como en

    Le UUCOl.ll..".lQJ y__ _ ni

    Un autor [[original] y [como ya Estaba y [bajo los efectos de una gripe]]. ([Rpidamente] y [sin que se den

    No obstante, muchas veces es imposible coordinar modificadores que en principio deberan desempear la misma funcin los trminos sealados), como son los prepositivos y las oraciones adjetivas o de relativo. Es decir, no deberan ser cales secuencias como *el libro de aventuras y que te gust tanto. A ello debe aadirse que la coordinacin establece con frecuencia para-lelismos semnticos que exceden el mbito estricto de las categoras y tambin el de las Es decir, en casos como

    Mara lee historia en el invierno y novela negra en el verano.

    no puede decirse que coordinemos dos de ninguna cla-se porque no lo son ni historia en el nvierno ni novela negra en el

    La solucin defendida durante algn para estos casos Existe sin una lnea de

    en lo fundamental) que ha hecho ver con buenos argumentos lo desencaminado de esa solucin para mu-chos de estos fenmenos desde puntos de vista distintos, las aportaciones a esta concepcin de Kuno (1976), GoodaU (1987) y, entre nosotros, Brucart (1987)). La solucin alternativa parece ir encaminada a aceptar que la coordinacin no es siempre homocategorial ni homofun-cional, sino que los paralelismos que se establecen -muchas veces discursivos- deben regularse con mecanismos de otra naturaleza.

    de orden morfolaico. como los

    Suelen existir muchas diferencias entre los distintos modelos grama-ticales en lo que respecta a la relacin entre las categoras y las funcio-nes. De es posible que una de las razones por las que en el panorama lingstico actual no existe demasiada cooperacin entre los proponentes de teoras distintas sea precisamente el hecho de que las relaciones entre los tipos de unidades citados sean tan diferentes.

    otra razn es la serie de ";UblLlUll entre los constituventes y las siguiente.)

    El estudio de las relaciones entre las categoras y las funciones tiene historia en la teora gramatical del viejo continente que no resumir aqu. En esta tradicin ocupan puestos destacados

    autores como los citados Bally y ]espersen, pero tambin algunos de los lingistas praguenses. La monumental obra de Tesniere (1959) -mximo exponente de esta concepcin- rp-Yllllt:> ms atencin de la que aqu prestarle. Por todo sealare-mos nicamente dos de los factores que tal vez influido en de las concepciones de las categoras como unidades que se obtienen a oartir de las funciones sintcticas oracionales:

    Uno de ellos es la tradicin de las gramticas clsicas y los slidos fundamentos que las gramtcas de dependoncias siempre han tenido en Hemos visto que el mismo trmino tradicional su-bordjnada sustantiva se integra en realidad en esta fun-cional, puesto que se utiliza la etiqueta sustantiva para algo que no es un sustantivo, sino que la funcin que habitw'd-mente los sustantivos. Varios de los problemas que hemos apuntado ms arriba sobre esta tienen una base distribuClo-

    y el estudio de las distribuciones, y en particular el de la seleccin ciertamente argumentos que no son demasiado frecuen-

    tes en la lnea gramatical que exponemos. Tal vez se trata de una diferencia de intereses o de puntos de atencin, y quizs no se conside-ra esencial los contextos en los que no caben categoras su-puestamente homofuncionales.

    b) El otro factor es el paralelismo que se ha buscado con el de mecanismo sustitutorio que permite obtener unidades mnimas en la fonologa. Las unidades distintivas que se obtienen por conmutacin en esta disciplina no poseen una estructura en constitl

    uizados que los complicados procesos de y recursin que conocemos en la sintaxis. Es cierto que es fonema todo lo que cabe en el hueco que aparece en jk..aj si permite que el conjunto distinga entidades significativas en espaol. Pero este hecho indiscuti-ble no puede extenderse automticamente a la sintaxis. Hemos visto que no puede aceptarse que los huecos (funcionales y posicionales) arriba considerados designen automticamente categoras de la gram-tica o que se asocien de forma unvoca con funciones sintcticas, oracio-nales o no. Como hemos sugerido, la razn ltima en que en el salto de la fonoloaa a la sintaxis. el trmino hueco ha

    de sianificar lo que

    46 47

  • Qued sin contestar la pregunta inicial sobre la preferencia entre los criterios formales de identificacin categorial, ya que no existe desacuerdo entre los gramticos sobre el hecho de que es la forma de la lengua, en expresin saussureana, la que debe suministrarlos. Es sta una cuestin compleja, y en parte sujeta a las distintas opciones que el gramtico puede postular en funcin de la teora que defienda. Nuestra decisin de comparar dos a dos las gramaticales en los captulos de este libro obedece esencialmente al deseo de conside-rar esos factores formales que nos ayudarn a decidir.

    2.4. la duplicacin de las categoras Si consideramos unidades lxicas como muchos, otros, ms o veinti-

    cinco, recordaremos que el anlisis tradicional habitual consiste en asignarlas a la clase de los adjetivos a la vez que a la de los pronom-bres. Las unidades lxicas se duplican por tanto, y se remiten a clases diferentes. Estas palabras se consideran adjetivos indefinidos porque aparecen en construcciones como muchos otros barcos, ms cafla, veinticinco y tambin pronombres, porque aparecen en construcciones como no ha ledo muchos; unas veces u otras; no quiero ms o treinta pesetas o solo veinticinco?

    Independientemente de que el trmino adjetivo no sea aqu larmente aclaratorio, lo que realmente poner de manifiesto la duplicacin de las categoras es que los cuantificadores poseen propie-dades anafricas, es decir, que refieren a alguna entidad nominal de su entorno. Cuando decimos que muchos en ha ledo muchos es un pro-nombre no queremos decir nicamente que es el ncleo de su ma o que es el complemento directo de ha leido. Queremos decir tambin que hace referencia a alguna entidad nominal que es de supo-ner ha aparecido antes.

    Es sabido que algunos cuantificadores poseen dos formas sean ncleos (cualquiera, uno, tercero, tanto) o no lo sean un, tercer, Algunos lingistas defienden un anlisis diferente de estas alternacias. En lugar de proponer que existen dos usos. de mucho o dos muchos diferentes puede decirse que mucho nunca es ncleo, y que lo que tenemos en tales casos en una categora nominal nula, tcita o como se indica en

    ha recibido pocos regalos de Na vidad, pero Mara ha recibido rmuchos [SN 0ll

    (donde = regalos de Na

    Si las formas apocopadas se asimilan a las clticas, el que no exista *un

  • r que el elemento con el que el adjetivo atributivo concuer- , a estos adjetivos: better ones; new ones. El espaol tendra

    da en gnero y nmero en las copulativas ha de ser necesariamente el sujeto de su propia oracin). Es decir, el anlisis de los cuantificadores pronominales que defiende la duplicacin no podra evitar elementos tcitos en estos casos, con lo que se pierde al menos una parte de su

    atractivo.

    No deja de tener inters que el problema de la duplicacin catego-rial est tan estrechamente unido a la cuantificacin. qu consegui-mos situaciones anafricas cuando cuantificamos? Es decir, por qu logramos hacer referencia a objetos o entidades presentadas antes cuando usamos numerales o indefinidos? No es sta una fcil de contestar, porque cuantifican> y referir son conceptos en principio claramente diferenciados. Lo cierto es que no es nicamente el plural que estas unidades contienen lo que les otorga propiedades anafricas, sino otros aspectos de su significado relacionados con la

    la comparacin, las relaciones seriales y otros conceptos de esta naturaleza. Una forma de comprobarlo es buscar efectos anlogos con adjetivos. Si aunque sea ejemplos co-mo los que siguen

    a) No necesitaba ms pruebas ni 'I'1'1C>ll"\lr"'" b) usando sacapuntas o ya han trado nuevos? e) Estaba cada vez ms contento con su perro y menos con su

    gato.

    comprobaremos que estas oraciones plantean un problema que las gramticas no suelen abordar, y que afecta directamente a la cuestin de la duplicacin categorial. No parece afirmar que en a) coordi-namos un SN con un adjetivo Parece ms bien que mejores est aqu actuando como lo hara un no tengamos ninguna marca formal que nos lo figure en la lista de pronombres de gramtica. nuevos en b) no es un simple adjetivo calificativo. y menos en e) significa menos contento; es decir, se comporta como una frase tiva cuantificada. El problema se simplificara mucho si en lugar de nuevos tuviramos en b) los nuevos (por razones que quedarn claras en el captulo 9), pero en esta situacin debemos decir que nuevos en

    ha de estar contenido necesariamente en un SN (aunque slo sea porque los no son complementos directos), y que en debe formar de un SN que se coordina con ms pruebas. Como

    antes, existen varias

    La que evita la duplicacin consiste en postular un ncleo pronominal vaco. Otras lenguas obligatoriamente pronom-

    nulas o tcitas para estos pronombres, de modo que mejores y nuevos no seran pronombres, sino que incidiran sobre estos ele-mentos nulos. La cuestin pasa a ser entonces la de determinar los contextos en que estos pronombres indefinidos nulos pueden apare-cer. Por un lado sabemos que los cuantificadores tienen marcas flexvas que permiten reconocer las que poseen los ncleos nulos. Es decir, si belter tuviera y nmero seguramente podra usarse en de betler ones. Por otro lado. sabemos que los comparativos cuantifican aunque sean sincrticos, como en y que nuevos y diferentes

    en parte como otros, es decir, como los adjetivos que la llamaba indefinidos. El efecto que obtenemos con nuevos

    desde luego, con estupendos. La hiptesis que defiende la duplicacin debera reali?:ar un

    anlogo al esbozado arriba para cargan> a estos adjetivos de la capa-cidad referidora de la que carecen. Tal vez se dira desde esta tesis que existen adjetivos anafricos, aunque este sera. un concepto sumamente paradjico, si no contradictorio.

    Debe sealarse que no basta proponer que el plural de nuevos es el que la capacidad mentadora, aunque sepamos que los plura-les cuantifican. Este anlisis, adems de no explicar el de estupendos, pasara por alto un factor importante. No solo necesitamos que nuevos refiera o haga mencin a una entidad previa, aunque sea indefinida. Necesitamos tambin que sea sustantivo, es tenemos que explicar que tenemos un SN como complemento de han traido. Anlogamente, necesitamos decir que menos en e) es un SA. Los vos no poseen propiedades anafricas -y con escasas excepciones que veremos en el cap. 5 el plural no los convierte en sustantivos. El plural no puede ser, por tanto, el nico recurso porque confundiria el problema referencial con el

    Podemos llevar el problema de la duplicacin a otra situaciones en las que se producen alternancias que en realidad no son demasiado diferentes de las que hemos considerado. Recurdese que al postular elementos tcitos no duplicamos la categorizacin, sino que asignamos la referencia a esta categora nula. Parece que el adverbio no no aporta el mismo significado en estas dos oraciones:

    Pepe no llam ayer por telfono. Pepe llam ayer por telfono, pero Juan no.

    Es en la de ellas entendemos que no en reali-dad pero aun as no es frecuente decir que

    50 51

  • existe un no con propiedades anafricas y otro sin ellas. As pues, en de proponer que el SV tcito est semnticamente incorporado

    a ese no, podemos decir que existe un [sv 0], cuya distribucin nada nos exime de estudiar. La hiptesis de la duplicacin rechazara este sintagma verbal nulo, pero debera proponer dos usos de no, y otros dos de tambin (tambin lo hizo frente a ... y Juan, tambin), entre otras unidades lxicas de funcionamiento similar.

    Resumamos. La duplicacin de categoras es un recurso tradicio-nal del anlisis sintctico que est habituamente asociado a las unida-des que poseen capacidad referidora. Es conveniente comparar dete-nidamente esta opcin con la que postura categoras nulas o tcitas teniendo en cuenta que (a diferencia de que lo que sugiere parte de nuestra tradicin gramatical) estas no se deben postular arbitraria-mente cuando los ejemplos que tengamos delante nos lo sugieran, sino cuando se cumplan las condiciones especficas que decidamos asigna-les explcitamente dentro del marco gramatical en el que trabajemos.

    2.5. Bibliografa complementaria

    Existen muchos estudios sobre las categoras gramaticales. Mencio-naremos nicamente algunos, que distribuiremos en varios grupos:

    a) Para los orgenes de las clasificaciones y la evolucin vanse Br

  • 3.Ncleos y complementos

    IftIl

    Este captulo no sera probablemente necesario en un libro sobre las partes de la oracin si no fuera porque la sintaxis de las categoras es, como se reconoce cada vez ms, la sintaxis interna de las unidades que conforman. Es conveniente, por tanto, realizar una breve incursin por esas unidades, que nos servir para presentar instrumentos de anlisis que luego habremos de utilizar en otros captulos, as como para exponer algunas distinciones bsicas entre las unidades de anli-sis gramatical.

    3.1. Categoras lxicas y categoras sintagmticas

    Se ha sealado muchas veces que las gramticas tradicionales rara mente establecan unidades sintcticas intermedias entre la y la oracin (con algunas excepciones importantes, como la de Andrs Be Ha o la de Amado Alonso y P. Urea). La segmentacin de las unidades sintcticas apenas en esa tradicin algn pa-pel relevante, puesto que las relaciones de dependencia, en este caso las

  • Ante oraciones como el ilustre colegio de abogados la reso-lucin, muchos gramticos entendan que el sujeto es el sustantivo colegio. A este sustantivo -se deca- le acompaan ciertos mentos o modificadores: el, ilustre, y de abogados Esbozo acadmi-co todava acude con frecuencia a este acompaamiento cuando el lector busca probablemente tipos de incidencia ms precisos). Actual-mente existe un acuerdo bastante generalizado en cuanto a que el

    de esa oracin es el ilustre colegio de abogados, y no el sustanti-vo colegio, yen que esta unidad es una frase nominal o un sintagma nominal (vase el cap. 9 para algunas interpretaciones ms recientes que no afectan a frase pero s a nominal), es decir, una unidad de construccin que tiene el sustantivo como ncleo y que a su vez posee estructura interna.

    No es correcto, pues, sugerir que la funcin sintctica de sujeto se asigna a una palabra, en lugar de a un grupo de ellas, aun cuando ese grupo est constituido por una sola unidad, como en Juan canta. Es difcil de aceptar, por tanto, que el sujeto sea el vocablo con que se

    al ser (.,,) del que se afirma como propona antiguamente la RAE, ni mucho menos que sea la persona o cosa de la cual decimos algo, como propone ahora (Esbozo, pg. 350). Es decir, el sujeto no es ni {(un vocablo, porque las frases o sintagmas no son vocablos, ni (mna persona porque se trata de una entidad lingstica, y no extra-lingstica o extragramaticaL Lamentablemente, no puede decirse que la riqueza de intuiciones valiosas que pueden recogerse en los escritos de los gramticos tradicionales vaya siempre envuelta en la necesaria precisin de trminos y conceptos.

    pareca interesar demasiado a muchos gramticos la cues-tin de si los complementos que acompaan a los ncleos lo hacen cada uno independiente de los dems o por el contrario, se ordenan o jerarquizan de alguna forma. Parece claro que el ejemplo citado no se debe segmentar como en a), sino ms bien como en b):

    a) [El] [ilustre] [colegio] [de abogados]. [ilustre (colego abogados]]]].

    En realidad, no es cierto que la tradicin gramatical proponga la seg-mentacin a). Lo que sugiere esa tradicn es que el anliss gramatical no necesita de la segmentacin, o, dicho en trminos ms modernos, que las relaciones de dependencia o de modificacin son suficientes para describir adecuadamente la sintaxis de las oraciones. Se viene a entender. asimismo. que la disposicin interna de las secuencias que formamos importa poco para entender las relacones que las palabras

    mantienen entre s. Cuando leemos que en el anlisis de secuencias como para la casa, la RAE entiende (Esbozo, pg. 434) que el artculo se intercala entre preposicin y trmino podemos comprender que se est entendiendo por trmino de preposicin no un sintagma nomi-nal, como muchos pensaran en la actualidad, sino nicamente un sus-tantivo. Es de la afirmacin de la RAE parece deducirse que tendramos [[paraJ [laJ [casaJJ en lugar de [la casaJ]. De nuevo, entre palabra y oracin no parecen existir unidades intermedias en esta concepcin, muy diferente de la que es mayoritaria actualmente (aunque lo cierto es que ya lo era cuando se public el Esbozo).

    Siempre es exagerado hablar de la gramtica tradicional como si se tratara de una escuela de pensamiento o de un grupo homogneo de gramticos que siguieran alguna lnea. No obstante, se ha sealado algunas veces y creemos que correctamente que nuestra gramtica tradicional no nos ensea a segmentar las unidades sintcticas, lo que constituye, por otra parte, una constante en la tradicin de las gramti-cas romances. Sin embargo, la segmentacin es en muchas ocasiones el

    camino para explicar las diferencias semnticas que saltan antes a la vista. Consideremos estas dos secuencias:

    La cara de nio de La cara del nio de

    Es evidente que esos SSNN no son sinnimos. En el primero hablamos del tipo de cara que atribuimos a y en el segundo, de la cara de una persona que no es Pepe, sino su nio. Pero todo ello es consecuen-cia de que cara de nio es una unidad de segmentacin, es un CONSTITUYENTE, mientras que cara del nio no lo es en este sintagma:

    Pepe]]]. Pepe]]]]].

    En lugar de atender simplemente a lo que estas secuencias nos sugieren significativamente, podemos fjarnos en la forma en que estn construidas. Veremos as que en la primera de Pepe es complemento de cara de nio (no solamente de mientras que en la segunda, del nio de es complemento de cara. Es fcil comprobar estas diferencias en contrastes como

    Su cara de nio. *Su cara del nio.

    que, en la segunda, el sintagma al que su refiere no es comple-mento de cara.

    56 57

  • El concepto de constituyente es ms general que el de sintag-ma. Aquellos se reconocen tambin en la morfologa y no siempre estn asociados a funciones sintcticas reconocibles. Los SINTAGMAS o, fRASES son unidades de construccin que casi todas las escuelas grama-ticales consideran fundamentales en la sintaxis. Unidades como sintag-ma nominal, sintagma adjetivo o sintagma verbal, entre otras (o con la terminologa de Bello. frase norminal, frase adjetiva o frase verbal) no son desde luego aportaciones de la lingstica moderna, pero no es menos cierto que la gramtica tradicional que las introdujo no puso mucho inters en desarrollar su estudio. Pocas propuestas de Andrs Bello han sido tan desatendidas en la tradicin que le sigui como la de de distinguir entre las clases de palabras y las frases que stas conforman (1847, 83):

    Un sustantivo, con las modificaciones que lo especifican o expli-can forma una frase sustantiva, a la cual es aplicable todo lo que se dice del sustantivo; de la misma manera, un verbo con sus respecti-vas modificaciones forma una frase verbal; un adjetivo con las suyas una frase adjetiva; y un adverbio una frase adverbial.

    Estas unidades resultan polmicas en la lingstica actual, pero no lo son porque las llamemos sintagmas o frases, sino porque no todos los lingistas les asignan el mismo papel, en el caso de que las reconoz-can como pertinentes. Los sintagmas que habitualmente se reconocen corresponden a las categoras mayores (dejaremos el caso de la prepo-sicin para el apartado siguiente). Los ncleos son sustantivos, adjeti-vos, verbos y (en parte) adverbios, y tienen complementos, nominales unas veces y preposicionales otras, con los que forman un constituyente que puede estar determinado o cuantificado. El caso de los adverbios presenta algunas peculiaridades que veremos en el 6.4 Y en el cap. lO. Los corchetes son uno de los muchos procedimientos grficos equi-valentes que se usan para representar constituyentes:

    la [SN casa [sp de Mara]]]. ESA bastante ESA propenso a la gripeJJ]. [SADV terriblemente [SADV lejos [sp de [SN la ciudad]]]). [[sv viajar [sp a Pars]] [SN todas las semanas]].

    El desarrollo del concepto de constituyent