1216430768.Chatelet, Francois - Una historia de la razón C1

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Cap. 1. LA INVENCIÓN DE LA RAZÓN EMILE NOËL: La filosofía es un objeto demasiado vasto para pretender recorrerla en un proyecto de una dimensión tan limitada como la nuestra. Nosotros vamos a atenernos a la razón. Pero éste ya es también un programa muy ambicioso. ¿ Lo esencial de nuestra filosofía occidental, europea, no consiste en esta progresión hacia la racionalidad? En principio, ¿ la razón es inherente al pensamiento o bien ha sido "inventada"? ¿La humanidad ha hecho aparecer, en un momento de su historia, un género cultural desconocido hasta entonces, cuyo principio sería el pensamiento racional y defini- ría aquello que se llama la filosofía? FRANÇOIS CHÁTELET: Creo que se puede hablar de una invención de la razón. Para entender cómo la filosofía ha podido surgir como género cultural nuevo, optaría por referirme a una situa- ción privilegiada: la Grecia clásica. Y no es que yo piense que toda filosofía sea griega. Pero es claro que Grecia ha conocido, por razones contingentes, históricas, acontecimientos tales que algunos hombres han podido hacer aparecer ese género original que no tenía equivalente en la época, y que se impuso en un 15 Título del original en francés: Une histoire de la raison. Entretiens avec Emile Noël © Editions du Seuil, 1992 Traducción de Oscar Terán: Una Historia de la Razón, Nueva Visión, Buenos Aires, 1983. FRANÇOIS CHATELET UNA HISTORIA DE LA RAZON

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  • Cap. 1. LA INVENCIN DE LA RAZN

    EMILE NOL: La filosofa es un objeto demasiado vasto parapretender recorrerla en un proyecto de una dimensin tanlimitada como la nuestra. Nosotros vamos a atenernos a larazn. Pero ste ya es tambin un programa muy ambicioso. Loesencial de nuestra filosofa occidental, europea, no consiste enesta progresin hacia la racionalidad?

    En principio, la razn es inherente al pensamiento o bien hasido "inventada"? La humanidad ha hecho aparecer, en unmomento de su historia, un gnero cultural desconocido hastaentonces, cuyo principio sera el pensamiento racional y defini-ra aquello que se llama la filosofa?

    FRANOIS CHTELET: Creo que se puede hablar de una invencinde la razn. Para entender cmo la filosofa ha podido surgircomo gnero cultural nuevo, optara por referirme a una situa-cin privilegiada: la Grecia clsica. Y no es que yo piense quetoda filosofa sea griega. Pero es claro que Grecia ha conocido,por razones contingentes, histricas, acontecimientos tales quealgunos hombres han podido hacer aparecer ese gnero originalque no tena equivalente en la poca, y que se impuso en un

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    Ttulo del original en francs:Une histoire de la raison. Entretiens avec Emile Nol Editions du Seuil, 1992

    Traduccin de Oscar Tern: Una Historia de la Razn, Nueva Visin, Buenos Aires, 1983.

    FRANOIS CHATELET

    UNA HISTORIA DE LA RAZON

  • debate con otros gneros culturales que tambin buscaban lapreeminencia. Y, por otras razones contingentes -se ver luegode qu modo-, tuvo un xito sorprendente.

    xito cultural, pero qu impacto sobre la realidad! Marx diceen las Tesis sobre Feuerbach que la filosofa contempla el mundopero que no lo transforma.

    Y bien, creo que ha dicho una tontera. Los filsofos hantransformado el mundo. Lo han querido y lo han conseguido. Nodirectamente, por cierto, sino porque sus ideas han influido sobrelas lites y sobre las masas. Las ideas filosficas se han incorpo-rado en lo real. De lo cual deriva el inters por saber cmo elproyecto filosfico ha nacido y se ha consolidado. Visitemos eseterreno primero de la ciudad griega, ms exactamente de lademocracia ateniense, para ver en qu condiciones esta ideapudo aparecer.

    Estamos en el siglo v antes de nuestra era. Grecia est divididaentre el poder de mltiples ciudades, algunas muy pequeas -deltamao de la comuna de Montmartre, por ejemplo-, otras msgrandes -de la superficie del departamento de la Seine-et-Marne.La ms extensa es Esparta. Estas ciudades tienen en comndioses, una cultura, una lengua. Pero son rivales. Se hacen laguerra a pesar de la amenaza de la invasin brbara que pesaconstantemente sobre ellas. Estas ciudades han creado coloniasque, muy rpidamente, conquistan su independencia y hacensoplar un espritu nuevo. Ha sido preciso elaborar ntegramenteun organismo, construir ciudades, instituir constituciones, y elpensamiento tradicional se ha hallado sometido a una rudaprueba. Para esas colonias, la tradicin ya no alcanza. Esteespritu remonta hacia el centro y, desde el siglo vi, todas estasciudades son sacudidas por un viento de renovacin. sto esparticularmente verdadero para Atenas, donde algunos hombresvan a inventar lo que se llamar la "democracia". En esa poca lademocracia se define esencialmente por la igualdad. Todos losciudadanos, independientemente de quienes fueren, cualquiera,fuere su fortuna, su origen, la antigedad de su familia, todos soniguales ante la ley. Tienen el mismo derecho de intervenir ante

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  • los tribunales y de tomar la palabra en las asambleas donde sedelibera acerca del destino colectivo.

    Puede imaginarse el impacto de un cambio semejante sobre lacultura tradicional.

    En efecto, en la democracia la palabra se convierte en reina.Hasta entonces las decisiones eran en general tomadas en secretopor los aristcratas. Las familias nobles deliberaban y luegoanunciaban al pblico la decisin adoptada para el conjunto dela colectividad. En esas ciudades tradicionales, la educacin erasobre todo moral y militar. Se le conceda poco valor a la palabra.Se habla poco y, cuando se habla, se recitan los viejos poemastradicionales que glorifican los orgenes misteriosos de la ciu-dad. En la ciudad democrtica la palabra se va a imponer y el quela domine va a dominar.

    Ubiqumonos entonces en Atenas, a principios del siglo v.

    La ciudad ha tomado una importancia considerable. Los brba-ros llegados de Persia han sido derrotados en dos oportunidades-en 490 y en 480- en la pennsula y, en esas dos oportunidades,es la joven ciudad de Atenas la que ha llevado el combate msdecidido contra esta invasin. Hasta entonces ella no habatenido prcticamente importancia. Cuando los brbaros sondefinitivamente rechazados -despus de Salamina-, Atenas seconvierte en un poder importante sobre el cual convergen lasmiradas. La democracia ateniense, entonces, se manifiesta comoun modelo. Se puede decir que, surgida de Atenas, el gusto porla palabra gana a la Grecia entera. Al mismo tiempo nacentcnicas, artes. Tengo ganas de jugar a los pedantes y emplear lapalabra griega que se usaba en la poca, la palabra tejn. En tejnse destaca al mismo tiempo la idea de tcnica, de un saber-haceraplicado, pero tambin la idea de un arte, de una invencin, deuna produccin original. Tendr por cierto que emplear estapalabra para remarcar estos dos aspectos a la vez de prctica y deinvencin individual. Este desarrollo de la palabra va a entraarel nacimiento de tcnicas particulares, de lo que ms tarde se

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  • llamar la "retrica". Para tener posibilidades en una ciudadsemejante, es preciso saber hablar, saber convencer. Como haocurrido muchas veces en otras civilizaciones, la aparicin deuna tejn engendra el nacimiento de una profesin. La democra-cia ateniense tendr necesidad de instructores, de gentes capacesde ensear a los otros a hablar bien, a manejar hbilmente losargumentos de manera de convencer, sea en los tribunales -quetratan sobre asuntos privados-, sea en las asambleas -que tratanasuntos pblicos-. Saber convencer de que tal posicin es mejorque otra se torna algo capital.

    Platn -que viene un poco despus, a fin del siglo- nos habla deestos instructores de la democracia. Los llama, con untrmino que, debido a l, ha tomado un matiz peyorativo,"sofistas".

    Es verdad que hoy para nosotros designa ms bien un personajede mala ley, que utiliza argucias dudosas para evitar el trata-miento serio de los problemas.

    En efecto, etimolgicamente "sofista" quiere decir simplemente"intelectual que sabe hablar", que posee el dominio del lenguaje.Esta generacin de sofistas viene adems sobre todo del exterior.Platn dice de ellos que son personas que tienen el acento del sur.(Esto hace pensar un poco en esos grandes tenores de la IIIRepblica, antes de la Primera Guerra Mundial, todos los cualesvenan del Medioda.) Son gente de lenguaje sonoro, dice Platn,que se instalan en Atenas, abren escuelas de elocuencia que almismo tiempo son -insisto sobre este hecho- escuelas depoltica. Entonces, despus de la segunda guerra mdica, cuandoest un poco ms tranquila respecto de los brbaros, Atenas seconvierte en una ciudad pujante, que construye un imperio yrefuerza su rgimen democrtico.

    Un nombre permanece vinculado a este perodo: el de Pericles.Se habla de "siglo de Pericles".

    Recordar, ironas de la historia, que ese "siglo" dur treintaaos. Pero se tiene razn al calificarlo de "siglo", en la medida

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  • Platn. Le Banquet [El Banquete] (216-217), en Oeuvres completes, t.I, Gallimard, "Bibl. de La Pliade", p. 755 (trad. Len Robin).

    (Alcibades, ebrio, hace el retrato de Scrates en su presenciay en pblico.)

    Tened por bien sabido, en efecto, que ninguno de vosotrosconoce a este hombre; pero yo os lo develar. Scrates -ste esun hecho que vosotros verificis- manifiesta hacia los bellosmuchachos amorosas disposiciones, los ronda constantementey resulta transportado hacia ellos. Por otra parte, todo lo ignoray nada sabe, sta es la postura que l adopta! Y estos modales,no son los de un Sileno? Lo es sobradamente, palabra dehonor! Esta en efecto es la envoltura exterior del personaje,como el Sileno esculpido, pero en el interior, una vez que loabrs, os figuris, camaradas bebedores, de qu cantidad desabidura est lleno?

    Sabedlo: se puede ser bello, pero esto no le interesa en absoluto;manifiesta un desprecio por ello hasta un grado totalmenteinimaginable; se puede ser rico, se puede poseer algn otroatributo envidiado por la multitud, todos esos bienes a su juiciono tienen ningn valor, y nosotros, nosotros no somos nada paral! S, es a vosotros a quienes me dirijo! Actuando de estamanera en sus relaciones con los otros, entre ingenuidades yjuegos, pasa toda su vida.

    Pero cuando se pone serio y el Sileno ha sido abierto, hay aqualguien que haya visto las figuras de divinidades que se encuen-tran en su interior? Lo ignoro, pero yo las vi, y las encontr hastatal punto divinas y completamente doradas, hasta tal puntosoberbias y maravillosas, que no tuve ms remedio que hacertodo lo que Scrates me ordenaba!

    en que han pasado tantas cosas en esos treinta aos. En la Atenasde Pericles se produce una verdadera aceleracin de la historia.En realidad, estn presentes dos fuerzas. Frente a los sofistas semantiene la vieja tradicin religiosa, para no hablar sino de losaspectos culturales; cierto nmero de aristcratas, que quieren aAtenas, piensan que la ciudad se ha encarrilado en una vapeligrosa. Para ellos, se entrega a un derroche de gastos y a un

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  • imperialismo a veces cruel. Se dedica de una manera desvergon-zada al comercio y a la bsqueda de la ganancia. Efectivamente,en esta democracia ateniense el gusto del poder por el poderpuede inquietar a algunos. Aquella tradicin encuentra un eco enlos grandes poetas trgicos. En cierto modo Esquilo, aun moder-nizando la tradicin, mantiene la llama de la vieja concepcin delmundo, en la que los dioses estaban omnipresentes y era precisomantenerse en guardia para no contrariarlos. Contra esta tradi-cin se desarrolla entonces el pensamiento sofstico, de esoshombres que hoy llamaramos gustosamente -pero esto seraevidentemente un anacronismo- "progresistas", salvo por eldetalle de que los griegos no tienen la idea de progreso. Piensanque la humanidad recorre siempre el mismo ciclo. Tendremosoportunidad de volver sobre esta problemtica con Aristteles.Entre estas dos fuerzas que se combaten (una tradicin enveje-cida y gloriosa, que no se hace cargo de las demandas de larealidad y de la sociedad, y un nuevo pensamiento tal vez un tantodemasiado sumiso a esta demanda y que la satisface demasiadofcilmente), entre ambas se manifiesta un extrao personaje:Scrates.

    Pero Scrates, a su manera, es un sofista. Slo que, a diferenciade sus habilidosos colegas en el arte de hablar, no abre escuelay no pide dinero a sus interlocutores. Pretende hablar ennombre de su daimon, de su genio personal.

    Pretende hablar porque esto le produce placer y porque se afligedemasiado cuando ve a sus conciudadanos dejarse arrastrar porla inmoralidad y el gusto por el lujo. Scrates se pasea por laciudad, cumple seriamente pero sin exceso su oficio de ciudada-no. Combate cuando hace falta combatir, en la lnea armada delos hoplitas atenienses; asiste a los tribunales cuando es precisoasistir; pero no tiene oficio. Su oficio es hablar con sus conciu-dadanos. Vive con muy poco. No necesita dinero. Desarrolla unacrtica violenta a la vez contra la tradicin y contra el estado deespritu sofstico. Muestra a todos esos profesionales que ocupanuna posicin importante en la configuracin social que creensaber y que en realidad no saben nada. Al respecto, para com-

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  • prender al personaje de Scrates es til evocar uno de losdilogos que Platn relata y que le conciernen. Es un dilogosimple que se llama Laques. Laques es un viejo general, bienconocido por los atenienses, que se ha hecho ilustre en batallasclebres. El dilogo comienza -es una comedia, un dilogosocrtico en el lenguaje de Platn es una verdadera pieza deteatro- por la demanda de dos padres de familia que vienen ainterrogar a Laques y a Nicias -Nicias es otro estratega ateniense,mucho ms joven; es un hombre poltico, cosa que Laques no estotalmente-. Los dos padres los interrogan entonces para sabersi es necesario hacer tomar lecciones de arte militar y de esgrimaa sus hijos. Le han pedido a Scrates que se rena con ellos paratratar de responder a esta cuestin. Los dos especialistas -Laquesy Nicias- intervienen. Para Laques las lecciones de este tipo soncompletamente intiles, ya que el arte militar se aprende sobre elterreno. Para Nicias, por el contrario, las lecciones son indispen-sables: l mismo reconoce haber mejorado desde que las recibi.Como hay una voz en pro y otra en contra, y dado que estospadres de familia estn habituados a la democracia, se vuelvenhacia el tercer personaje, Scrates, para desempatar el debate.Por quin vota l? Scrates dice que se encuentra desolado, quel no procede as. No puede responder a la pregunta planteadaporque no hara ms que dar un punto de vista subjetivo que notiene ningn tipo de importancia. Necesita comprender lo quedicen Laques y Nicias, y les pide permiso para interrogarlos: porqu has dicho esto?, por qu has tomado tal ejemplo?, por quen determinado momento has cambiado de tono? Conduce unainvestigacin muy sutil y, al cabo de cierto tiempo, aparece claropara todos los interlocutores que Laques y Nicias no saban loque decan, que hablaban de manera puramente mecnica, quehan fabricado su argumentacin a partir de una idea preconcebi-da, pero que esta argumentacin no es en absoluto probatoria.Los dos padres se vuelven entonces hacia Scrates y le preguntanqu es lo que habra que hacer. Es all donde Scrates toma elcamino de la invencin de la filosofa. Dice: Es preciso hacertomar lecciones de arte militar a los hijos? Esta no es una buenapregunta. Primero es necesario saber para qu sirve eso. Qu sequiere? Que nuestros hijos sean capaces de defenderse sobre el

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  • terreno, de derrotar al enemigo, de honrar nuestro nombre albatirse como corresponde, y de preservar la vida. Muy bien.Entonces el arte militar tiene por finalidad la adquisicin de lavirtud militar. Es preciso saber pues qu es la virtud militar. Sino, se responder -como acaban de hacer Laques y Nicias- almargen del problema. Se expondr un punto de vista, pero no sedar una respuesta convincente. Ya se ha adivinado que Scratesacaba de inventar algo nuevo, que veinticuatro siglos despus sellamar el "concepto".

    Para responder a una pregunta, hay que saber lo que contiene,reparar en la idea que all se encuentra, elaborar su represen-tacin. En trminos modernos: construir el concepto.

    Exactamente. Luego -segundo acto de la comedia- Scrates ensuma toma la direccin de las operaciones e interroga a Laquesy a Nicias para saber qu es la virtud militar. Ocurre tambin eneste caso que ninguno de los dos generales es capaz de respondera dicha pregunta. Scrates no tiene ningn inconveniente, antelas demostraciones brindadas por uno y otro, en demostrar quelo que dicen no tiene sentido y que no resiste a la argumentacin.Entonces nosotros, los lectores, que vemos llegar el fin deldilogo, pensamos que vamos a tener la respuesta. Y bien, nadade eso. Esta es toda la habilidad de Scrates. El no resuelve. Alos dos padres de familia que le insisten, les explica: He dichoque, para responder a la cuestin planteada, era preciso saber enqu consiste la virtud militar, pero jams he dicho que yo losaba. Ahora, si queris, podremos volver a encontrarnos maa-na en tal sitio y a tal hora. Y el dilogo termina as.

    Puede entenderse lo que le ha ocurrido a Scrates. Se ha vueltoinsoportable. Al proceder de esta manera, al rehusarse aresponder, al irritara todo el mundo mediante esos razonamien-tos corrosivos que destruyen las argumentaciones y quiebran lascertezas sobre las cuales se ha construido la ciudad ateniense,l deba atraerse el odio de todos.

    Por otra parte, Platn, en un dilogo admirable, la Apologa de22

  • Scrates, presenta la defensa de Scrates, acusado de impiedadante el tribunal. Platn evoca a tres acusadores. Es significativoque cada uno represente profesiones importantes en Atenas. Unoes un rtor poltico, el otro un adivino -la adivinacindesempea un gran papel en la poca, es una forma de lo quenosotros llamaramos hoy "propaganda"- y el tercero es unhombre de oficio -un ingeniero-. La ciudad ateniense, enefecto, no se ha contentado con solistas, maestros de lapalabra; ha producido tambin hombres polticos de grancalidad, hombres de oficio que han construido una flotanotable y han llevado a cabo progresos tecnolgicos nadadespreciables. Ha producido tambin -esto no figura en eldilogo platnico- historiadores. Revisitaremos este ltimoaspecto a propsito del estatuto de la filosofa.

    Entonces, todos se dirigen contra este personaje socrtico quearruina las divinidades cvicas y de esta manera aparece comoun impo.

    Su intencin, segn Platn -que lo muestra tanto en su Apologacomo en el Critn-, es la de salvar la ciudad y no la de arruinarla.Pero aparentemente el objetivo parece nefasto. Y Scrates esllevado delante de los tribunales; rechaza defenderse, es conde-nado a muerte, se le ofrece escapar -a los atenienses no lesgustaba demasiado condenar a muerte a sus conciudadanos; estacondena era formal, y los magistrados que lo haban condenadoesperaban que escapara-. El rechaza esa posibilidad, bebe lacicuta, muere. De su enseanza y de esta muerte ejemplar va anacer la filosofa; filosofa platnica, por cierto, pero ocurre quePlatn brinda una definicin que ha permanecido en el centro delejercicio de la filosofa hasta la actualidad. Porque, incluso si sees fundamentalmente antiplatnico, no se puede ser filsofo msque desde una perspectiva que reenva al anlisis platnico. Enla Cana VII, donde Platn relata su vida, se dice que este jovende buena familia, prometido a los ms bellos destinos de hombrepoltico, ha renunciado a la carrera que se le ofreca, debidoprecisamente a la muerte de Scrates.

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  • As, para pensar bien el platonismo, es preciso comprender quePlatn ha tenido por objetivo durante su larga vida -ochentaaos- defender el mensaje socrtico, tornarlo positivo.

    Dira gustosamente que todo ocurre como si Platn hubiesequerido ser Scrates, no solamente para plantear preguntas, sinotambin para dar respuestas con el fin de seguir viviendo. Platnlleva tan profundamente el remordimiento de la condena y de ladesaparicin de Scrates, que se convierte en el administradordel mensaje socrtico para que la ciudad cambie y para que loshombres como Scrates puedan seguir vivos. Platn asumecomo tarea la reforma completa de la organizacin cvica paraque otros hombres que tengan el mismo genio personal deScrates, el mismo daimon, puedan expresarse. Es lo que llama"hacer vivir al hombre con colores divinos", es decir, fuera de lainmoralidad y en la transparencia de la verdad. La obra platnicase construye esencialmente contra los solistas. Platn no ataca latradicin sino de manera moderada porque ya no la considerapeligrosa. El enemigo nmero uno es, segn l, esta sofstica queha enervado en sentido estricto a los atenienses, que los hareblandecido. Los ha lanzado a empresas dudosas tanto en elterreno cultural como en el de la poltica exterior.

    Sin embargo el pensamiento platnico tiene el mismo punto departida que la sofstica: la palabra. Platn hereda esto deScrates.

    Para luchar contra la palabra engaosa no se dispone ms que dela palabra, a menos de entregarse a la violencia. Esto es precisa-mente lo que rechaza el pensamiento platnico. Platn funda laAcademia en el ao 384 antes de nuestra era; la Academia es u-na escuela, probablemente onerosa, abierta en los jardines de unaciudad llamada Akademos, donde las familias griegas enviabanvoluntariamente a sus hijos para recibir lecciones de mate-mtica, de dialctica y posiblemente la enseanza secreta dePlatn que, lamentablemente, ha desaparecido por completo.Jams sabremos lo que fue la enseanza secreta de Platn;solamente conocemos la enseanza exterior llamada "exotri-

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  • ca". En esta escuela, Platn procede a una refutacin sistemticadel pensamiento de los maestros de la democracia. Hace de ellauna crtica acerba. Muestra que no hay ninguna razn para quela mayora tenga razn. El nmero de voces no hace la verdad.No es porque se sepa construir un barco o fabricar zapatos que sees capaz de gobernar una ciudad. Y l se propone, con la solaayuda de la palabra, construir un discurso que sera juez de todapalabra.

    No es se el esquema de una definicin de la filosofa ? Cmola consigue?

    Retoma el camino socrtico. Sus dilogos parten de cuestionessimples. Las que los ciudadanos se plantean corrientemente apropsito de tal o cual acontecimiento: qu es la justicia o, msexactamente, Fulano se ha conducido justamente en tal o cualcircunstancia? Y a partir de esto se plantea la cuestin de saberqu es la justicia. Fulano es piadoso? Y se plantea la cuestinde saber qu es la piedad hacia los dioses o la piedad hacia lospadres. Es preciso o no lo es practicar la gimnstica y alimen-tarse con frugalidad? Y se plantea la cuestin del placer. Lafilosofa -es preciso insistir sobre este punto- parte decuestiones simples: lo que se acostumbra a llamar, en la jergafilosfica, cuestiones "empricas". A partir de lo cual seesfuerza por construir una argumentacin que permitaresponder no en el nivel de la simple opinin, del simple puntode vista, sino en el nivel del concepto -de la idea "clara ydistinta", dir ms tarde Descartes-. Cmo procede Platn?Habiendo planteado la cuestin, muestra lo que est en juego, laidea central a la cual se refiere. Despus, mediante un juego depreguntas y respuestas, monta un dispositivo argumentativoque, en cada etapa del desarrollo, requiere el acuerdo de losinterlocutores presentes. Es por ello que el dilogo es la formanormal de la filosofa naciente. Estilsticamente, un dialogo es unjuego de preguntas-respuestas argumentadas con la posibilidad,para cada uno de los interlocutores, de intervenir con el fin desolicitar explicaciones suplementarias, para exigir una pruebarealmente satisfactoria. El arte del dilogo se llamar- con unapalabra que, en la filosofa, va

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  • a tener un destino muy importante- la "dialctica". El filsofoopone su dialctica, su tcnica del dilogo, a la tcnica retricadel sofista. Aristteles va a puntualizar esta oposicin al distin-guir la persuasin, que segn l es esencialmente el arte delabogado poco preocupado al fin de cuentas en la verdad de lo quedice mientras obtenga el pago de su cliente, y la conviccin, queapunta a crear certezas durables en el interlocutor. La apuestaplatnica vuelve a decir que es posible, con la ayuda de la solapalabra, construir un ordenamiento que requiera la adhesin detoda persona de buena fe. Este es el segundo esquema de lo quepodra llamarse el "discurso filosfico". En el fondo, si sereflexiona sobre ello -y esto puede sorprender a primera vista-,el filsofo afirma que no hay hechos. Plantea que el hecho essiempre la experiencia singular de un individuo colocado encircunstancias singulares. El hecho es siempre un poco comodecir "Yo, seor, he estado en Verdun", la afirmacin de unatoma de posicin sin otro fundamento que la experiencia de aquelque se ha encontrado en esa posicin. El filsofo tiene unaexigencia suplementaria. Es lo que Platn ha retenidofundamentalmente de la enseanza socrtica. Cada uno puedeevocar hechos, todos esos hechos pueden ser contradictorios ydestruirse entre s. Sin duda se pueden evocar o invocaracontecimientos, pero entonces es preciso que seancomprensibles para quien no los ha vivido o para quien los havivido desde otro punto de vista. Para el hombre, el hecho pasanecesariamente por la palabra y por la reflexin. Los filsofosse sitan en la necesidad de adoptar decisiones en comn parasalvaguardar la existencia colectiva, para tornarla tan felizcomo sea posible. El filsofo platnico verifica que en laasamblea del pueblo que toma las decisiones de Atenas, cadauno ve las cosas segn el color de su propio cristal, como se dice.Cada uno construye la realidad en funcin de sus pasiones, desus deseos, de sus intereses, y la decisin que de all resulta noes necesariamente verdadera. A veces prevalece una mayora, aveces otra. No sera mejor tener en cuenta en la decisinadoptada el punto de vista de todos? Pero cmo los hombresintercambian experiencias si no mediante la palabra? Existe unapalabra para esto, y aqu tambin voy a jugar al pedanteadoptando la palabra griega: logos. En una primera

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  • acepcin, logos es una palabra: "tringulo", "ngulo", "Afrodi-ta", "imaginario"..., una palabra dotada de sentido, por oposicina la palabra "abracadabra", que no tiene sentido. Ojo!, la palabra"abracadabra" tiene un sentido porque acabo de decir que ella notiene sentido. Acabo de darle el sentido de la palabra que no tienesentido. La palabra "humano" -Aristteles lo muestra muyclaramente en las primeras pginas de la Poltica- es necesaria-mente una palabra dotada de sentido que, recogida por otro,suscita una reaccin, una representacin, una adhesin o unrechazo. En este sentido, Aristteles opone la phon, la voz, allogos, la palabra. Logos evoluciona muy rpidamente. Ya nosignifica solamente la palabra dotada de sentido, sino el conjuntoque tiene un sentido de palabras dotadas de sentido. Por ejemplo,"Afrodita es la diosa del amor" o "La suma de los ngulos de untringulo es igual a dos rectos". Pero existen combinaciones delogoi-palabras que no dan una logos-frase; por ejemplo, "Lasuma de los ngulos de un tringulo cuadrado es igual aun sapo".Esto no tiene sentido. De aqu surge una tercera significacin delogos: aquello que tenemos en nosotros que permite vinculardistintas frases que tienen un sentido para construir una demos-tracin de conjunto que tenga un sentido. El trabajo del dilogofilosfico parte de lo que cada uno tiene asegurado, desde estospretendidos hechos, para pasarlos por la prueba del sentido. Setrata pues en cada instante de preguntarse lo que significan esoshechos y de verificar la validez de la significacin que ha sidoestablecida.

    Pero qu es lo que permite verificar la significacin delhecho sino su aceptabilidad por parte de todos?

    El dilogo ofrece la posibilidad de operar esta verificacin deaceptabilidad. Platn en sus Dilogos apela a cierto nmero deinterlocutores. Cada uno de ellos -estos textos estnadmirablemente compuestos- representa una posicin: estaquel que cree en los hechos, aquel que venera a los dioses,etc. Cada uno desempea un papel y, cuando se evoca unasignificacin delante de l, reacciona en funcin del punto devista que representa para verificar si, desde ese punto de vistasignificacin resulta

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  • aceptable. Es lo que llamo la "prueba de la admisibilidad". Mstarde los filsofos construirn una idea para dar cuenta de esteesfuerzo: la primera categora de la filosofa, el primer conceptomayor que la define en s misma. Quiero referirme al conceptode universalidad.

    Entonces la universalidad resultara de la totalizacin de losdiversos acuerdos que se establecen en el curso del dilogo.

    Sise examina con precisin la estructura de un dilogo platnico,se percibe que es un notable monumento pedaggico. Al habersido planteadas las preguntas liminares y ofrecidas las primerasrespuestas, aquel que representa a Platn en el dilogo -elnombre de Scrates es el que Platn utiliza generalmente paraexpresarse- se aplica, interrogando a cada uno de aquellos conquienes habla, a verificar si todo el mundo est realmente deacuerdo. As se progresa, muy lentamente. No se trata de unprocedimiento, porque a veces surgen oposiciones que el escritorPlatn no haba previsto, al menos as le parece. Se asemeja unpoco a cuando en las novelas un personaje escapa del novelistapara vivir su vida. Y bien, en los dilogos platnicos, incluso enLa Repblica, se tiene por momentos la sensacin de que Platndeja hablar a uno de los interlocutores, el que bruscamente sepone a refutar la posicin que el propio Platn, por boca deScrates, haba tomado. Progresivamente, se siente que el dis-curso se construye, que el tema se agota, y el dilogo concluyecuando todos los interlocutores estn de acuerdo para decir quese ha llegado a responder a la pregunta que haba sido planteadaal principio. En este sentido, existe como una composicin musi-cal de esos textos filosficos.

    Se dice a menudo que la filosofa tiene por iniciador el trabajodel gemetra. A su entender, el modelo de la composicinmusical o potica le resulta ms adecuado.

    Un dilogo de Platn termina cuando es preciso, cuando se tienela sensacin de que no vale la pena ir ms lejos, de que nada seaprender ms adelante, de la misma manera que una sinfona de

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  • Mozart concluye cuando todos los temas han sido expresados ensu amplitud y su diversidad. La categora mayor es la de launiversalidad. El filsofo es aquel que tiene en cuenta el hechode que el hombre es un ser comunitario. Ahora bien, en unacomunidad es preciso esforzarse por construir -tanto como seaposible, teniendo en cuenta las fortalezas y las debilidadeshumanas- un discurso tan bien argumentado, verificado, cuida-dosamente pesado, que al fin cada uno est de algn modoobligado a dar su acuerdo, a aceptar ese discurso. Es necesarioobservar que se trata de una postura de extrema importancia,porque las cuestiones que all se plantean jams son inocentes.

    No existen nunca preguntas inocentes?

    No creo que las haya. Cuando se interroga acerca de la justicia,de la piedad, del placer, se remite a la conducta de los individuosy de la colectividad. A estos discursos platnicos Aristteles losva a llamar una sofa, y al que lo sostiene, y tiende amorosamentehacia la constitucin de esta sofa, un filsofos. En la palabrasofa, que se traduce por "sabidura", existen dos dimensiones:una terica y otra prctica. La dimensin terica corresponde aese discurso que provoca el asentimiento de todos los que loescuchan. En cuanto a la dimensin prctica, ella formula laexigencia de que este asentimiento contenga el acuerdo decomportarse segn las prescripciones definidas por dicho discur-so. La sabidura es por completo tanto una manera de conducirsecuanto una manera de pensar; ms precisamente, es un modo deaparear el pensamiento y la conducta. Por otra parte, el objetivoplatnico es el de formar hombres de poder, hombres que,conociendo lo que provoca el asentimiento, deben ser capaces deconstruir una poltica que recibir el acuerdo de unos y de otrosy que har cesar la guerra, la guerra civil. La apuesta esconsiderable. La esperanza del filsofo es entonces construiruna especie de tribunal pacfico, capaz de elaborar el discursode conjunto, juez de todos los discursos y que pueda ser almismo tiempo juez de todas las prcticas, de todas lasconductas. La prueba de la significacin, a la cual el hecho sesomete, supone la construccin del concepto. El concepto no esotra cosa en el

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  • fondo que la estructura mental que acompaa al desarrollo deldiscurso. El concepto no tiene otro sentido que ese desarrollodiscursivo. El concepto de tringulo es el que figura de maneraprecisa tal enunciado de tipo matemtico. El concepto de justiciaes esta estructura que se halla presente en el desarrollo de undiscurso sobre la buena organizacin de la sociedad. Sernecesario esperar a la filosofa moderna para que en la nocin deconcepto entre la idea de representacin abstracta. Tendremosoportunidad de volver sobre esto. Este podra ser por lo dems elcuarto sentido de logos.

    Por otra parte, es as como Aristteles llega a emplearlo.

    Los traductores actuales, cuando se encuentran en una situacinembarazosa para traducir los textos extraordinariamente densosde Aristteles, utilizan la palabra "concepto" cuando encuentranla palabra logos. Quisiera insistir sobre dicha postura porque, sidicho tribunal existe, es preciso ver bien que es temible. Quejuzgue los otros discursos, vaya y pase. Que juzgue las conduc-tas es lo que se convierte en lo ms grave y va a ser objeto deinterrogaciones mltiples de ah en adelante, tanto en el interiorcomo en el exterior de la filosofa, especialmente de parte de losque van a rechazarla, y los ha habido en la historia delpensamiento. Juzgar las conductas implica otorgarse laposibilidad de decir con toda certeza y, de algn modo, sinapelacin quin es loco y quin es criminal. No agrego nadams por el momento a este respecto.

    En ese sentido, la voluntad filosfica puede ser exorbitante ypeligrosa.

    Pero antes de llegar a eso es preciso marcar una evolucin que semanifiesta desde la construccin platnica, en el interior mismodel platonismo. Es sumamente notable que sea el propio Platnquien nos seala esta mutacin en su proyecto. Esto ocurre en undilogo que, muy probablemente. Platn publica -yo deberadecir, para evitar los anacronismos, hace pblico- en el momen-to en que funda la Academia, el Gorgias. La tercera parte del

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  • Gorgias es una discusin entre Scrates- siempre portavoz dePlatn - y un personaje que probablemente no ha existidohistricamente, contrariamente a otros personajes que figuran enlos dilogos de Platn. Este personaje es por consiguiente unainvencin platnica. Se llama Calicles.

    Platn. Gorgias (484h-485c), Garnier, Flammarion, p. 226(trad. Emile Chambry).

    (Calicles acusa a Scrates de perder el tiempo por estarsiempre filosofando.)La filosofa, Scrates, est por cierto llena de encantoscuando uno se dedica a ella moderadamente en la juven-tud; pero si uno se demora en ella ms de lo necesario, laruina os espera. Porque, por bien dotado que se est,cuando se contina filosofando hasta una edad avanzada,se permanece necesariamente novato en todo lo que esnecesario saber si se quiere ser un hombre honesto yhacerse una reputacin. Y en efecto, no se entiende nadade las leyes del Estado y del lenguaje que es preciso tenerpara tratar con los hombres en las relaciones privadas opblicas, ni se tiene ninguna experiencia de los placeresni de las pasiones, en una palabra, de los caracteres de loshombres. As uno se presta a risa cuando se mezcla enalgn asunto privado o pblico, de la misma manera que,me imagino, se cubren tambin de ridculo los hombrespolticos cuando se mezclan en vuestras conversaciones yen vuestras disputas.

    Scrates y Calicles discuten muy duramente acerca de lasignificacin de la justicia y del uso de la retrica. Caliclesresponde con gran vehemencia, casi con grosera, a laargumentacin socrtica. Luego, en un giro del dilogo, Caliclesse torna amable. Se contenta con responder: Pero s, estoy deacuerdo contigo. Seguramente, Scrates... Al cabo de ciertotiempo.

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  • Scrates se apercibe de ello y, volvindose hacia l, le dice: Peroqu es lo que te lleva a ser ahora tan corts? Y Calicles expresaesta frase terrible: Si soy amable contigo, es porque no meinteresa en absoluto lo que dices. Sigo hablando contigo pordeferencia hacia el viejo Gorgias que est con nosotros, pero nome preocupan en absoluto tus proposiciones. Se trata de una delas mayores objeciones, de las ms terribles que se puedan haceral filsofo. El filsofo es aquel que usa de la palabra. Entonces,qu puede hacerse con aquel que no se interesa en la palabra, quela utiliza de una manera nicamente pragmtica, segn el estilode "Psame la sal"? Qu hacer con el que en la comunidad sesirve de la palabra como de un instrumento, como de un martillo,de un cuchillo o de un garrote, pero que no se inquieta por lasignificacin de las palabras, que no se esfuerza por construir undiscurso que requiere la adhesin de los otros? Esta es la granpregunta de la filosofa, y Platn subraya este problema con unvigor sorprendente. Hasta donde s, solamente la sabidura china -que no es filosofa en el sentido estricto del trmino- ha sabidoreferirse al mismo tipo de problema.

    Pero es preciso que el filsofo responda a semejante adversario.Es preciso que le pueda oponer algo a ese desprecio del nofilsofo frente a su discurso.

    Esta respuesta es la constitucin de otra categora, de otroconcepto pivote: el de verdad. Hasta aqu no he utilizadoprcticamente este trmino porque, desde mi punto de vista, nollega sino tardamente en la evolucin del pensamientoplatnico. El filsofo, frente a esta objecin trgica, va a ir msall del simple asentimiento de los presentes, de todos aquellosa quienes se puede dirigir, y va a afirmar que el discurso quesostiene es el discurso que, por excelencia, corresponde a lo real.Va a afirmar que el discurso filosfico, por tener valor universal,tiene asimismo una correspondencia con la realidad. Es as comoPlatn va a sostener su empresa construyendo una ontologa,una doctrina del ser, inventando de algn modo la palabra,diciendo lo que es el ser. Esto se llama la doctrina o hiptesis delas Ideas.

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  • Platn, Parmnide [Parmnides] (132). en Oeuvres completes. t.II. Gallimard. "Bibl. de la Pleiade". p. 201 (trad. Len Robin).

    (El joven Scrates se dirige al viejo Parmnides e intentaprecisar su "idea" de las Ideas.) Estas ideas de las quehablamos existen a ttulo de modelos, de "paradigmas",en la eternidad de la naturaleza, respecto de los objetos,que se les parecen y que son reproducciones de aqullas;y esta participacin que los otros objetos tienen en lasideas no consiste sino en ser hechas a su imagen.

    Antes de cerrar esta primera charla quisiera retomar algunospuntos. Usted dice que la filosofa naci en Grecia en el siglo vantes de nuestra era. Pero otras civilizaciones importantes laprecedieron. Egipto, para no referirme ms que a l, ha tenidouna gran influencia sobre la cultura griega.

    Sin ninguna duda. Hay que protegerse de un occidentalismoexcesivo. Yo hablo aqu de filosofa stricto sensu, en unaacepcin que concierne a Europa, con la idea de que esta figurade la filosofa se expandi ulteriormente por el mundo. Dichoesto, sera un muy grave error creer que el Occidente, Europa,tiene el privilegio de la reflexin y de la sabidura. Los egipcios,en efecto, haban elaborado una profunda concepcin del mun-do, un cierto tipo de sabidura tan significativa como la filosofatal como apareci a partir de Platn. Lo mismo vale para laChina, la India... Existe un modo de la sabidura en los mitos delas sociedades guayakis, de Amrica del Norte o de Papuasia. Lafilosofa, pues, no tiene ningn privilegio. No digo en absolutoque solamente exista este modo de reflexin y este modo desabidura. Existen otros que valen tanto como l. Pero los griegosinventaron lo que he llamado el logos o la razn. una manera deconstruir la sabidura. Existen otras. No existe ningn privilegio

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  • de parte de los griegos; simplemente, el hecho de que, porrazones histricas, esta concepcin de la sabidura nacida de lafilosofa stricto sensu ha influido de manera decisiva en laconcepcin de la ciencia que luego tuvo efectos considerables enla transformacin de la humanidad. Por ejemplo, los chinosinventaron tcnicas muy notables, pero no extrajeron de ello -sinduda tuvieron sus razones- lo que nosotros, en Europa, hemosextrado, y lo que hemos extrado proviene de la filosofa.

    Justamente, usted habla de sabidura china, no de filosofa. Peroun filsofo, no es un amigo de la sabidura, ya fuere griego ochino ? Usted dice que se trata de una forma particular vincula-da al lenguaje, pero los egipcios y los chinos no eran mudos,tambin se servan del lenguaje para reflexionar sobre lasabidura.

    Indudablemente. La diferencia reside en esto: aqu "sabidura"quiere decir al mismo tiempo reglas de vida, de conducta, y sabersistemtico fundado sobre la idea del ser, idea especficamenteeuropea. Me parece que jams, en ninguna otra especie decivilizacin, ha aparecido algo que pudiera llamarse el "ser". Esimpactante que un lingista como Benveniste muestre que lalengua griega fue la cuna obligatoria de este tipo de filosofaporque en la lengua griega existe precisamente la posibilidad deforjar, de utilizar esta palabra, "ser", mientras que en otraslenguas esta posibilidad no existe. Sera posible preguntarse si laescritura ideogrfica o jeroglfica permite pensar el ser. En estosin embargo no existe ningn privilegio. Yo no digo que quieneshan inventado el ser tienen una concepcin ms profunda o mejorque la de quienes no lo han inventado. Verifico simplemente quees en esa cuna de civilizacin donde domina la lengua griegadonde apareci el concepto de ser y donde se va a convertir encentral en el pensamiento europeo; pensamiento que, por elejercicio del colonialismo en particular, se va a extender por todoel mundo.

    Esta filosofa fue, en cierto modo, inventada por Scrates. Y seobserva que Scrates no existe para los otros ms que a travs

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  • de los Dilogos de Platn, de las obras de Xenofonte y dealgunas alusiones de Aristteles.

    Se lo conoce igualmente por un testigo que lo detestaba: Arist-fanes. En Las nubes, una pieza notable pero espantosa, serecuerda que el hroe, que representa Aristfanes, llama alpueblo de Atenas a quemar en la hoguera al "pensaroso" deScrates para suprimir esa casta, esa banda de sinvergenzas quese llaman "filsofos". Dije que Scrates era un sofista ms entreotros. Puede haber otras versiones. Existen investigacioneseruditas sobre esta cuestin donde se duda de aquella versin.Algunos pretenden que posea una verdadera visin del mundo.En .realidad, jams se sabr lo que Scrates pensaba realmente;pero -y con esto no quisiera ofender a nadie-, sabemos exacta-mente lo que ha dicho Cristo? Slo lo conocemos a travs de laspalabras de los evangelistas, algunos de los cuales ni siquiera loconocieron. Estamos obligados, como siempre en este terreno, acontentarnos con aquello de que disponemos, es decir, conalgunas verosimilitudes.

    S, pero la religin se funda sobre la fe, y la filosofa sobre loshechos.

    La filosofa se funda sobre el discurso. Este es un problema queno tiene solucin. Es probable que, durante todo este perodo dela Antigedad, se hayan perdido textos admirables. De tiempo entiempo se los encuentra, y sucede que estos textos conmueven lavisin que tenamos de la poca. Pienso por ejemplo en latraduccin de Chadwick alrededor del ao 1960 de un texto quese llama Lineal B, que nos aporta verdaderas revelaciones sobrela historia de Grecia. Se encontr, a fines del siglo xix, laConstitucin de Atenas, texto de Aristteles que estaba perdidoy que ha modificado en gran parte nuestra visin de la polticaaristotlica. Es posible preguntarse si lo que llamamos los"grandes filsofos" no ocultan nuestra visin de la escriturafilosfica. La historia de la msica nos muestra que ha sidonecesario esperar hasta el siglo xix para redescubrir a JuanSebastin Bach. Existe sobre todo esta frustracin de los textos

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  • irremediablemente desaparecidos. Toda la primera parte delpensamiento de Aristteles se ha perdido. De creer en lo quedicen los romanos, se trataba de dilogos aun ms bellos que losde Platn.

    Retengo tambin que, en la bsqueda de la verdad, ni la opininde la mayora ni el discurso fundado en la autoridad songarantas satisfactorias. As, el camino de la verdad estaraexclusivamente reservado a la filosofa.

    S. Esta es la ambicin filosfica, que para algunos puede pareceruna locura. Freud no vacilaba en decir que el filsofo es unparanoico, un hombre con ambiciones desmedidas. Esta esempero la ambicin de Platn. El comprueba que la democraciase equivoca, que los hombres de oficio tambin se engaan. Delos demcratas toma la idea de mayora y la desarrolla de maneraextrema. De la mayora hace la universalidad. De la idea decompetencia toma la tcnica del dilogo, y reuniendo estos dosaspectos pretende constituir una forma de competencia univer-sal, que sera la competencia de la razn. Es en este sentido quedigo, en un parntesis que he pretendido inquietante -y mealegro de que esta afirmacin lo haya inquietado-, que en elfondo el filsofo toma una responsabilidad enorme cuando dice:Voy a construir un discurso universal capaz de juzgar a todoslos dems discursos y, por consiguiente, a todas las conductas -un discurso sabio-. Voy a determinar quien es loco y quin escriminal. Es ala vez una posicin excesiva y una responsabilidadexorbitante.

    Es un discurso totalitario.

    El riesgo del discurso totalitario est constantemente presente enla filosofa. No creo que los filsofos resulten tentados por eltotalitarismo: existe en ellos una idea fundamental, la delibertad. Razn y libertad deben formar parejas. Pero es ciertoque la filosofa en las manos de polticos que tienden altotalitarismo es un instrumento temible.

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  • Cito lo que usted dijo: La filosofa toma de la competencia estaidea de que el discurso se va a convertir en el instrumento de latransparencia y de la verdad, mediante la virtud dialctica dellogos. Esta dialctica, es una invencin de Scrates o dePlatn ? En los Dilogos de Platn es Scrates el que habla, peroes Platn quien escribe los Dilogos.

    Yo dira que Platn formaliza esta idea. Inventa por lo dems,segn lo que s, el adjetivo dialktikos. Hasta entonces sloexista el verbo dialekestai, "discutir en un dilogo". Al inventarel adjetivo, le confiere un contenido tcnico. Pero pienso que estocorresponde a la enseanza esencialmente prctica de Scrates.En trminos ms generales, es la ciudad la que inventa ladialctica, esta ciudad democrtica que habla, que discute, que seinterroga, que intercambia ideas. Creo, en fin, que los grandespensadores no hacen ms que formalizar lo que los pueblosinventan.

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